EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
LUCIANO DE LA TORRE
EN LOS DOMINIOS
DEL PARAÍSO
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
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© LUCIANO DE LA TORRE, 2019
Portada: imagen de libre uso, libre de derechos de autor.
Número de registro de derechos de autores: 10-771-154
Bogotá - Colombia
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Para Lourdes que me enseñó gracias
a su testimonio cómo eran los paraísos.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
INTRODUCCIÓN
Como era de esperar, llega en estos tiempos esta obra para despertar más la conciencia a una humanidad dormida.
Dicho libro trata acerca de los paraísos, lugar que se
contrapone con los Valles Tenebrosos o infierno.
El paraíso, que es temporal mientras estemos en la senda
del aprendizaje y de la evolución, es un destino que
debemos buscar y alcanzar para el descanso entre una vida
terrenal y la otra.
De nuestros actos y aprendizaje depende si vamos o no a
parar a tal lugar.
Al desencarnar podremos construir todo un mundo adecuado para convertirlo en un auténtico paraíso. Pero
para ello, debemos primero lograr con nuestros méritos
aquí en la Tierra, tal destino.
Lourdes es, esta vez, la protagonista de esta historia.
Cuenta en este libro cómo llega al paraíso merecido y cómo
son realmente dichos paraísos.
Gracias a este testimonio comprenderemos cómo son estos
hermosos lugares.
Cuando desencarnamos, nos esperan diferentes destinos.
De nuestra comprensión depende en gran medida a cuál de
ellos iremos a parar.
Leyendo esta obra entenderemos muchas cosas, entonces
al comprenderlas, seremos candidatos para escoger
aquellos caminos que conducen a la gloria.
El estudiante no llega a la universidad si no ha sido aplicado
en la debida preparación escolar. Así como el espíritu no será laureado cuando llegue al
mundo espiritual si desconoce las leyes de Dios que rigen el
universo.
Esta obra no tiene en absoluto finalidad comercial.
LUCIANO DE LA TORRE
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Vivía sola en un pequeño apartamento en la
preciosa ciudad de Salamanca en España. Era media noche, me desperté abruptamente. Miré
la hora y eran exactamente las 12:45 de la
madrugada. Me levanté de la cama con una extraña
sensación. Me dispuse a ir a la cocina para tomar un
vaso de agua y calmar mi sed. Cuando llegué a la
puerta de la habitación dispuesta a salir sentí la
necesidad de ponerme el albornoz y regresé para
cogerlo ya que estaba en una silla cerca de la mesita
de noche. Al darme la vuelta vi mi propio cuerpo tendido en la cama.
Para mí aquél estado fue de gran sorpresa, pero no
me sentí especialmente abrumada ni tampoco
asustada porque instintivamente comprendí, casi de
inmediato, que estaba en aquel instante en el mundo
de los muertos y que semejante estado era tan natural
como nacer. Me había preparado en la vida para tal
suceso leyendo libros espirituales como los de Allan
Kardec, Francisco Cándido Xavier y Luciano de la Torre
entre otros. Escritores que doy las gracias por haberme preparado debidamente para ese despertar
al más allá.
Me quedé observando por unos instantes aquél que
fuera mi cuerpo durante 72 años. Me acerqué a él y
me arrodillé. Oré y lo bendije por la vida que me dio y
el gran servicio que me prestó.
Terminada mi oración pensé: —¿y ahora qué? —¿qué
debo hacer?
Al rato vi en el techo una luz intensa. No cegadora.
Era una luz realmente hermosa. Atrayente. Me dirigí hacia ella levitando o quizá era la luz la que se dirigió
hacia mí. En cuestión de segundos me vi envuelta en
esa extraordinaria luz. Sentía que me abrazaba con
especial amor. Era como envolverse en una cobija
caliente en una noche fría de invierno. La sensación
fue sublime.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Transcurridos unos minutos vi a varios ángeles(1).
Parecía que me esperaban. Oí unos cánticos, los
cuales me arrebataron hacia las más sublimes
emociones.
Me acerqué a ellos. Eran hermosos. No podía precisar el género. Gracias a la información de los libros
espirituales que leí en la Tierra sabía que eran
andróginos. Me miraban con sus ojos azules, tan
azules que parecían líquidos.
Uno de ellos me saludó con dulzura y amabilidad y
luego me dijo que lo siguiera junto con los demás.
Los seguí. Para transportarnos empleábamos el
método del vuelo. No tenía que mover absolutamente
ningún miembro de mi cuerpo, era como si levitara
pero a gran velocidad. La dirección era siempre ascendente. Me daba la impresión que la velocidad
era vertiginosa pero sensacional.
Al cabo de un rato llegamos a una explanada. El suelo
parecía de algodón. El cielo estaba completamente
negro pero en todo nuestro entorno había una extraña
y hermosa claridad. No muy lejos divisé un gran
templo hecho de cristal y oro. Su arquitectura era
moderna, fuera de nuestro mundo.
Ante lo hermoso de aquel lugar de las altas esferas espirituales, no dispongo de alguna expresión
apropiada para exponer con palabras el estupor del
cual me sentía dominada.
Dirigí la vista hacia la puerta del majestuoso templo
de cristal y divisé a un guía vestido de blanco
inmaculado que desde la distancia me invitó a entrar.
Me acerqué a la puerta del templo mientras veía cómo
los ángeles desaparecían como por arte de magia.
(1) Ver el libro “La tercera revelación de la ley de Dios”; página 179, para ver el tema
de los ángeles. El libro “La tercera revelación de la ley de Dios” podrán descargarlo
gratis en este enlace: www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
El guía espiritual era un anciano de aspecto
respetable, cuyos cabellos blancos reposaban sobre sus hombros.
Fijaba su mirada serena en mí mientras sonreía con
agrado y amabilidad.
Con un delicado gesto me indicó que entrara en el
templo. Lo seguí. Una vez dentro el anciano me dijo su
nombre. Jeremías. Anuncié el mío con cierta timidez.
—Ya conocía su nombre —dijo el anciano con respeto
y notable afabilidad—. Dígame Lourdes, cómo se
siente.
—Bien señor Jeremías, gracias por su cálida
hospitalidad —dije juntando las manos en señal de
respeto por aquel lugar y por el bondadoso anciano.
Fijó en mí sus ojos inteligentes y lúcidos y dijo:
—Soy el que custodia este lugar.
Miré todo a mi alrededor con delicadeza como si
temiera romper algo con la simple vista.
El templo por dentro era un colosal laberinto de
escaleras de mármol blanco que ascendían en espiral hacia una gigantesca cúpula de cristal. El suelo que
pisábamos era de vidrio transparente y a través de él
se veían nubes que se desplazaban de un lado hacia
otro con la lentitud de aquellos que son apacibles y
serenos.
Daba la sensación que el templo estaba suspendido en
el aire, desplazándose, cuando en realidad permanecía
quieto. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 8
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Una de las puertas de la estancia principal se abrió y
una anciana de pelo completamente blanco
pulcramente anudado en un moño se dirigió hacia
nosotros. Me miró con dulzura al tiempo que me
dirigía una cálida sonrisa.
—Me llamo Stela. Soy la directora de este templo que
queda ubicado en la región de España —dijo a la vez
que me agarraba las manos con dulzura maternal.
La directora del templo miró con complicidad al
anciano y le hizo un sutil gesto con la cabeza
indicándole que podía retirarse.
Jeremías se despidió con la amabilidad que le
caracterizaba y se alejó para cumplir con otras tareas
de la institución.
La directora Stela me volvió a mirar de frente y dijo:
—Lourdes, a este lugar vienen todos aquellos que se
han ganado por méritos propios la conquista del Cielo.
No sabía qué decir ante aquellas palabras de la
bondadosa anciana. Me sentía presa de una indefinible
emoción y me era imposible articular palabra alguna.
Stela debió percatarse de mi estado y me invitó a que
la siguiera a una sala que quedaba en el segundo piso del majestuoso templo. De esa manera me relajaría y
podría expresarme con un poco más de soltura.
Subimos las escaleras mientras me explicaba con
paciencia y devoción sobre ciertos aspectos de cómo
se manejaba aquél maravilloso lugar.
Al llegar al rellano de las escaleras de la segunda
planta, la seguí a través de un pasillo breve que
conducía a una amplia sala rectangular.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Las paredes estaban vestidas de terciopelo azul
celeste y del techo pendían hermosas lámparas de
cristal. Al fondo de la sala había un sofá sencillo pero
que a la vista se veía confortable.
La directora con amabilidad hizo un gesto invitándome a que me sentara. Ambas nos dirigimos hacia el sofá y
nos sentamos con exquisita delicadeza.
Me miró con inteligencia y dijo:
—Por tus obras y por tus méritos en la Tierra eres
dueña de tu destino.
Tal vez vio en mi mirada cierta incomprensión por lo
que me estaba diciendo y antes de que pudiera hacer
algún tipo de pregunta añadió:
—Lourdes, puedes escoger tu camino; Colonia
espiritual o paraíso(2).
Ante mi sorpresa la noble directora volvió apresurarse
a explicarme con el más mínimo detalle acerca de
estos lugares.
Una vez hubo terminado de explicarme añadió:
—Este lugar consagrado es un puente entre un lugar y
el otro. Todos debemos pasar por aquí para escoger
nuestro camino. Claro está si somos merecedores de
ello.
—¿Y en el caso de no merecer tales destinos, qué
camino les depara a tales personas? —pregunté con la
curiosidad del aprendiz inexperto.
(2) Ver el libro “La tercera revelación de la ley de Dios”; página 129, para ver el tema de
las colonias espirituales y del paraíso. El libro “La tercera revelación de la ley de Dios” podrán descargarlo gratis en este enlace: www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
La directora me oyó, serena, y con paciencia respondió:
—Les aguarda un destino muy distinto y deberán
redimir sus faltas en tal destino(3). Cada uno de
nosotros es quien decide ganar o perder. A este lugar
no pueden llegar los que han cometido faltas graves a
las leyes de Dios. Jesús lo dijo en su tiempo:
“El hombre que no tiene traje de bodas es echado a
las tinieblas de afuera”. (Mateo 22:1-14)
Me disponía hacer más preguntas sobre tal cuestión
pero la directora anticipándose a mis palabras dijo en
tono amable:
—Es la hora. Debes partir hacia ese destino que te
aguarda.
Fijó sus serenos ojos en mí y con la mirada me
preguntó qué destino prefería escoger.
Tuve una vida de mucho esfuerzo y nunca obtuve la
oportunidad de viajar, de conocer ni siquiera otro país
que quedara cerca al mío. Mi vida estuvo marcada por
el hambre y por el sacrificio. Sufrí muchas
necesidades. Trabajé por años enteros sufriendo el
peso del esfuerzo. Me consagré a una vida de
privaciones para poder sobrevivir. El agotamiento me
perseguía día y noche y las aflicciones eran mi
compañera de vida. Nunca conocí el agradecimiento a pesar de que jamás desfallecía gracias al gran
esfuerzo que siempre empleaba en agradar al prójimo.
(3) Ver el libro “Entendiendo a Dios”; página 68, para ver el tema de los Valles
Tenebrosos. El libro “Entendiendo a Dios” podrán descargarlo gratis en este enlace: www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 11
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Dediqué la mayor parte de mi vida a realizar horas
extras para dejar de comer migajas de pan y colocar
en la mesa decentes platos de sopa.
Así que alcé la vista y dije con el corazón lleno de
alegría:
—Quiero ir a un paraíso.
Las colonias espirituales(4) son lugares hermosos en
donde muchos van a descansar y otros tantos van a
colaborar en la comunidad espiritual.
Pero quería disfrutar de unas merecidas vacaciones y
en el paraíso podría encontrar sin limitación alguna
todo lo que en la Tierra había anhelado y soñado.
La directora suspiró satisfecha por mi decisión. Alzó la mirada y puso la expresión de quien calibra un asunto.
Al rato dijo:
—Excelente decisión. Ahora debes escoger entre
paraíso personal y paraíso colectivo(5).
Sabía la diferencia que había entre un destino y el otro
y sin dudarlo escogí la primera opción: “Paraíso
personal”.
La directora se levantó y me dijo que me pusiera de pie. Obedecí de inmediato. Estaba ansiosa y
expectante.
(4) Ver los libros “Entendiendo a Dios”, “Atrapado en el umbral” y “La Tercera
Revelación de la Ley de Dios” para ver con más detenimiento como son las colonias espirituales. Estos libros podrán descargarlos gratis en este enlace:
www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com (5) Para no repetir en esta obra esclarecimientos sobre la diferencia que hay entre paraíso personal y paraíso colectivo invitamos al lector a que acuda a la obra “La
Tercera Revelación de la Ley de Dios” a la página 129:
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Oremos —dijo en tono de respeto.
Oramos alrededor de unos cinco minutos y al terminar
la oración apareció delante de nosotras un pequeño
portal dimensional. De forma lenta y gradual el portal se iba haciendo cada vez más grande. Una vez que
alcanzó el tamaño para que una o dos personas
cupieran en él dejó de crecer. A través del portal había
un hermoso paisaje.
Miré extasiada a la directora buscando en ella
instrucciones tras ver lo que sería mi paraíso
personal.
—Es tu hora, entra en tu paraíso —ordenó la
bondadosa directora a la vez que me sonreía con dulzura—. Estarás aproximadamente 38 años
terrenales los cuales te parecerán breves meses.
Pasado ese tiempo te vendremos a buscar para
realizarte una nueva programación existencial en la
Tierra ya que deberás volver a reencarnar.
Asentí con sumisión y di las gracias con la pasión de a
quien se le ha hecho un gran favor.
Me dirigí al portal dimensional que estaba a escasos
metros de mí a paso firme y con la seguridad de aquellos que logran una posición destacada por sus
propios medios.
Una vez dentro, el portal se cerró tras de mí,
desapareciendo a mi vista el templo y la abnegada
directora.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Estaba ante un camino largo que cortaba el verdor del
paradisíaco paisaje. Los arboles eran frondosos y
ofrecían sombra a la claridad de un sol brillante y
reanimador. Había en aquel paraíso la más perfecta
orquestación de colores brillantes y de energías puras. Anduve por aquel camino mientras sentía cómo me
invadía una sensación de bienestar y tuve la impresión
de ser arrebatada por una alegría incontenible por
hallarme en los dominios del paraíso.
***
Extasiada por ver la magnificencia de todo lo que me
rodeaba parecía una niña, la cual le costaba definir la
belleza de aquel lugar. Lloré de alegría y sentía que amaba sin límites a todo
el universo. Era tan fuerte el amor que profesaba
hacia todo, que sentía que no era yo la que amaba
propiamente sino que yo era el amor personificado.
Mis impresiones de felicidad y de paz eran
indescriptibles.
El camino me condujo hacia un frondoso bosque
donde las flores curiosamente brillaban gracias a que retenían la luz. Revelaban perfumes que extasiaban
los sentidos.
La alfombra de flores luminosas se extendía bajo los
árboles que susurraban gracias al movimiento del
viento.
Me adentré en el bosque para sentirme parte íntegra
de la belleza de aquel lugar.
Al rato de caminar sentí hambre y en ese instante
apareció ante mí como por arte de magia un árbol
repleto de manzanas. Me acerqué e instintivamente coloqué las palmas de
las manos hacia arriba bajo el árbol y una manzana
cayó suavemente en mis manos.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
La tomé como un tesoro apreciado y la mordí
sintiendo un sabor dulce e increíblemente agradable.
Me sentí vigorizada tras comer la manzana y emprendí
de nuevo mi particular excursión. Tras dejar el bosque llegué a una pradera en la cual
había especies de flores que eran completamente
desconocidas hasta entonces para mí. La deliciosa
fragancia que desprendían envolvía todo el aire
dejándome embelesada.
A lo lejos vi una silueta humana que se acercaba hacia
mí. Sentí su energía y la consideré muy agradable.
Al aproximarse pude ver que era un hombre joven de
aspecto noble y de mirada afectuosa. Me sonreía al tiempo que se iba acercando lentamente
cada vez más hacia mí. Una vez que llegó a donde yo
estaba me saludó con amabilidad y me dijo que se
llamaba Tobías. Le anuncié mi nombre con respeto y
denunciando en mi tono de voz una cierta curiosidad.
—Soy tu guía espiritual. Vengo a enseñarte ciertas
cosas acerca de este maravilloso lugar —dijo
gentilmente el nuevo visitante de aquel que sería mi
paraíso personal.
Agradecí su presencia con la alegría de quien recibe un inesperado regalo.
Con la naturalidad de quien ya se conoce desde hace
mucho tiempo nos dispusimos a caminar mientras
hablábamos de lo que se podía hacer en el paraíso
personal.
—Tuviste muchos sueños en la Tierra y nunca allí se
cumplieron —dijo como quien está apunto de revelar
una sorpresa—. Dime Lourdes, cómo te gustaría que
fuera tu casa.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Puse la expresión de quien no comprende bien la
pregunta y percatándose de mi ignorancia dijo:
—En este lugar tú serías la creadora de todo lo que
quieras y sueñes.
Mi incompleta comprensión por lo que el bondadoso
guía trataba de explicarme hacía que sonriera con
cierta vaguedad.
El guía sonrió paciente y sereno y dijo:
—Cierra los ojos y piensa cómo te gustaría que fuera
tu casa. No importa cuán grande ésta sea.
Cerré los ojos e imaginé una hermosa casa con las paredes exteriores vestidas de enredaderas verdes
adornadas con flores de muchos colores. Una vez que
plasmé en mi mente la casa de mis sueños, el guía
con amabilidad y dulzura dijo:
—Abre los ojos Lourdes.
Abrí los ojos y frente a nosotros, a corta distancia y en
medio de la hermosa pradera, había exactamente la
misma casa, la cual había acabado de imaginar.
No pude traducir con palabras mi alegría porque ésta
era tan grande que me hizo enmudecer.
Tobías me miraba embriagado de felicidad debido al
contagio de mis emociones. Al rato, ya algo más
repuestos, el noble guía indicó que entráramos en la
hermosa casa.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Entramos. El ambiente de la casa era tal cual lo había
siempre soñado; sencillo y acogedor. Los muebles
eran exactamente de mi gusto. Todos los objetos
formaban parte de mi personalidad. La habitación
principal quedaba en el segundo nivel de la casa. Subimos. Una cama grande exquisitamente tendida
invitaba al descanso por el gran esfuerzo realizado en
la Tierra. La ventana de la habitación asomaba hacia
la hermosa pradera. Nos asomamos y pude expresar
por fin a Tobías la inmensa alegría que sentía.
Tobías con el semblante sereno, mirada inteligente y
lúcida, dijo:
—Este es el paraíso que Jesús prometió a los afligidos.
Sentía que Dios me había premiado y que estaba
recogiendo todo el beneficio de una vida de sacrificio.
Mientras miraba a través de la ventana el hermoso
paisaje pensaba en lo joven y vital que me sentía en
aquel mismo momento. Veía todo con mucha claridad,
la atmosfera era límpida y centelleante. Los colores
eran muy vivos y muchos de ellos eran inexistentes en
la Tierra. Si me concentraba en observar cualquier objeto podía ver hasta la más pequeña partícula que
contenía. Podía oír el cántico de los pájaros que
revoloteaban a lo lejos con increíble agudeza. También
escuchaba una combinación de sonidos muy
agradables que eran inaccesibles a los oídos terrenos
repercutiendo por toda la límpida atmosfera.
Tobías me miraba con serenidad, y como si estuviera
leyendo mi mente dijo:
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Cuando estamos en estos planos, gracias a que
nuestro nivel de conciencia es más amplio, podemos
sentirnos más vivos que cuando estábamos
reencarnados en la Tierra.
—¿Es por eso que vemos y sentimos con más
claridad?
El bondadoso guía asintió con la cabeza en señal de
aprobación. Iba a seguir preguntando sobre la
cuestión de los sentidos pero Tobías me indicó que
fuéramos hacia la pradera porque allí me tenía que dar
una sorpresa más.
Nos disponíamos a bajar las escaleras pero un espejo
que había colgado en la pared del pasillo detuvo mis pasos. Me puse frente al espejo para verme reflejada.
Cuando vi mi imagen no podía creer lo que estaba
viendo. Vi a una muchacha de unos veinticinco años y
es ahí cuando instintivamente miré desconcertada mis
manos viéndolas tersas y jóvenes. Me toqué la cara
para comprobar que era yo misma la que estaba
siendo reflejada en el espejo mientras miraba con
asombro a Tobías buscando en su mirada la
reafirmación de aquél nuevo estado en el que me hallaba. Él me dedicó una sonrisa que revelaba alegría
y satisfacción, confirmando de esa manera que no
estaba siendo engañada por algún tipo de
imaginación.
Entusiasmada por mi nueva apariencia me miré una
vez más en el espejo.
La piel blanca casi azulada resaltaba mis grandes ojos
azules. Mis rasgos perfilados, la frente pequeña, los
pómulos altos, los labios carnosos, la nariz respingada
y un pelo castaño lacio y pesado que caía de forma graciosa sobre mis hombros formando parte de mi
nueva imagen. Una imagen que casi no recordaba http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 18
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
desde hacía mucho tiempo. Volví a tener ese aspecto
gracias a la auto-transfiguración(6) de mi cuerpo
astral.
—El espíritu no envejece y por tanto podemos
adoptar, si queremos, el aspecto de cuando éramos jóvenes. No son pocos los que quieren volver a su
época de juventud —explicó Tobías mientras con un
gesto sugería que saliéramos de la casa hacia la
pradera—. Yo morí en la Tierra a los 90 años y sin
embargo mi aspecto ahora es el de cuando tenía 29.
En mi caso escogí esta apariencia, la apariencia de
joven, porque forma parte de mi personalidad.
Tobías iba a zanjar el tema pero debió ver en mi
mirada que quería saber más sobre el asunto y
continuó:
—Nuestro cuerpo astral o periespíritu, es un cuerpo
que por excelencia es altamente vibrátil, así que
puede modificar el aspecto en profundidad según el
tipo de emoción que fluya de nuestro interior. En este
plano, al ser un plano espiritual alto, las
transformaciones se pueden realizar con más rapidez
y facilidad debido a que las moléculas del periespíritu
giran en más alto patrón vibratorio, con movimientos
más intensos que las moléculas del cuerpo carnal. El
periespíritu, como vemos, tiene poderes plásticos
realmente extraordinarios.
La explicación no podía ser más satisfactoria, ni más
simple.
(6) Para ver acerca del tema del cuerpo astral y de la auto-transfiguración lean las obras
“Entendiendo a Dios” y “La Tercera Revelación de la Ley de Dios”. Dichos libros podrán descargarlos gratis en este enlace: www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Salimos de la casa y nos dirigimos unos metros más allá del hogar a campo abierto.
—¿Qué quieres hacer? —preguntó Tobías adoptando la
actitud de guía turístico—. ¿Te gustaría volar?
Miré a mi alrededor por si había algún vehículo que
pudiera transportarnos hacia las alturas.
Cuando volví a dirigir la mirada hacia Tobías lo vi a
unos metros por encima de mi cabeza, levitando como
si fuera un cometa de papel.
—¡¡Se puede volar!! —expresé con gran entusiasmo.
En la Tierra había tenido muchos sueños en los que
volaba por hermosos parajes. En semejante ocasión
haría de aquellos sueños una realidad.
Tobías bajó con lentitud hacia el suelo y me dijo que
impulsara mis pensamientos y mi propia voluntad
hacia las alturas.
Le hice caso e impulsé mis pensamientos y mi voluntad en levitar para poder elevarme tal y como lo
había hecho él hacía escasos minutos.
No debí controlar la fuerza de mis pensamientos ni la
de mi propia voluntad porque sentí que en un instante
me elevé hacia una gran altura a velocidad
vertiginosa. Al mirar hacia abajo vi la casa muy
pequeña y Tobías parecía un diminuto bulto mirando
hacia arriba. El vértigo que sentí hizo que me mareara y me desplomé cayendo al suelo a gran velocidad
como si fuera un pesado saco de patatas.
No me hice el más mínimo rasguño porque nuestro
cuerpo periespiritual no puede ser lastimado gracias a
su increíble constitución, pero el susto y la terrible
sensación del golpe por la caída fue considerable. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 20
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Tobías me ayudó a levantarme del suelo con la
delicadeza que le caracterizaba.
Me levanté con una media sonrisa y con el susto aún
metido en el cuerpo.
Tobías con la paciencia de quien tiene devoción por lo que hace me explicó que debíamos controlar la fuerza
del pensamiento y la de la propia voluntad para de esa
forma controlar y manejar con soltura nuestro cuerpo.
Impulsé, esta vez, el deseo de levitar con mucho más
control y calma y sin la energía ni la fuerza que
anteriormente empleara.
Empecé a levitar como si fuera una pluma que fuera
impulsada hacia arriba por el suave viento.
—Tobías, lo conseguí!! —grité desde las alturas con
gran emoción.
De repente, caí de nuevo desplomada hacia abajo,
aunque a menor distancia que la vez anterior.
Tobías, una vez más, volvió a ayudarme a levantarme
del suelo mientras decía:
—Es importante que mientras estés utilizando la
facultad del vuelo no pierdas en ningún momento la
noción de que estás manejándolo. Si pierdes la concentración caerás como cuando un pájaro pierde el
sentido en pleno vuelo.
—Perdona Tobías, fue la emoción —dije disculpándome
por repetir la misma torpeza.
Una vez más repetí la acción considerando el debido
control. Cuando me vi a gran altura del suelo Tobías
vino hacia mí volando con la experiencia de quien ha
manejado tal facultad muchas veces. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 21
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Ahora debes colocarte en posición vertical y pon los
brazos pegados al tronco de tu cuerpo —dijo Tobías
con un semblante que denotaba que disfrutaba
considerablemente de aquella instrucción.
Una vez que me posicioné en sentido vertical y con los
brazos pegados al tronco del cuerpo Tobías advirtió:
—Ahora debes impulsar tu pensamiento y tu voluntad
en querer ir hacia una determinada dirección a la
velocidad que desees ir. Tus pensamientos y tu
voluntad son las que manejan tu cuerpo, nunca
olvides eso.
Me dispuse a ir en la dirección en donde estaba el
extenso bosque.
Pensé con demasiado entusiasmo en ir hacia la
dirección fijada, y el impulso de mi cuerpo hacia la trayectoria a la que me dirigía, fue desmedido, por lo
que fui disparada hacia tal dirección como si fuera un
reactor a gran propulsión.
Tobías me siguió hasta que logró, sin dificultad alguna,
alcanzarme.
—Debes manejar la velocidad controlando la fuerza de
tu voluntad —gritaba el dedicado guía a corta distancia
mientras volábamos a vertiginosa velocidad.
No controlé mis pensamientos por lo que frené en seco
sintiendo el brusco frenazo que accidentalmente realicé.
Vi a Tobías seguir derecho como si fuera un cohete en
su máxima velocidad de impulsión.
Al rato Tobías vino hacia mí y me preguntó con cierta
preocupación si me encontraba bien. Asentí con la
cabeza pero con cierta agitación.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Mantenía el pensamiento y la voluntad de seguir en el
aire porque si no caería hacia el suelo de la misma
manera que lo había hecho las anteriores veces.
—Tú puedes!! —exclamó Tobías animándome a que
emprendiera de nuevo el viaje recreativo.
Algo más tranquila impulsé mi cuerpo hacia un vuelo
lento y suave en dirección al horizonte gracias a que
mis pensamientos y mi voluntad eran controlados y
medidos.
Empezaba a manejar el pensamiento adecuadamente
por lo que el cuerpo era manejado con el debido
equilibrio.
El vuelo era muy agradable. Tobías de tanto en tanto
me lanzaba miradas para verificar o constatar si
estaba disfrutando de aquel vuelo recreativo.
Yo también miraba de vez en cuando a Tobías y veía
en su semblante una plena satisfacción por conseguir
buenos resultados de sus instrucciones.
Tobías se esmeraba en que el vuelo fuera lo más
agradable posible y realmente yo no podía expresar
con palabras cuán especial y maravilloso era para mí aquel momento considerado sin duda alguna mágico.
Volar es uno de los grandes placeres que un espíritu
puede gozar y realizar.
Miraba todo lo que había por debajo de nosotros
embelesada. El cielo tenía un sublime tono azul celeste
y sobre las cimas de las imponentes montañas que se
apreciaban al fondo asomaban masas de nubes
blancas y espesas semejantes al algodón.
A los pies de la montaña se apreciaba una llanura
cubierta de hierba verde, como una alfombra que la recubre.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Seguíamos un camino serpenteante que se alejaba en
perspectiva. Hacia ambos lados del camino había unas
hileras de árboles teñidos de diferentes colores que se
iban haciendo más pequeños cuando dirigíamos la
mirada hacia el fondo del camino. El paisaje producía una sensación de calma y
bienestar.
Tobías disfrutaba tanto o inclusive más que yo de
aquel singular paseo. Por un momento lo miré y pensé
que me gustaría ocupar algún día su lugar; me
gustaría ser un extraordinario guía que disfruta por
hacer disfrutar y volver feliz a los demás.
—¿Qué tan grande es este paraíso? —pregunté al
sobrevenirme de repente tal curiosidad.
—Este lugar es un micro universo, así que es tan
grande como tú quieras que lo sea. Es tan grande
como el planeta Tierra o como el planeta más grande
que pudieras llegar a imaginar —respondió el
dedicado guía con notable satisfacción—. Este lugar es
tuyo y en él puedes hacer todo aquello que te plazca.
Miré hacia el horizonte abarcando con la vista hasta
donde más pude y pensé con alegría contenida que
era muy curioso por ser la dueña de un lugar tan
grande y hermoso como mi imaginación permitiera
que lo fuera, cuando antes en la Tierra, no era ni
siquiera la propietaria de una triste casa envejecida.
Tobías pareció leer mi mente porque interrumpió mis
pensamientos al decir:
—Bienaventurados los pobres de espíritu, pues de
ellos es el reino de los cielos.
Le sonreí con gran afecto revelando agradecimiento
por aquella noble reflexión. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 24
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Al rato vimos una hermosa llanura tapizada de hierba
verde con miles de flores que perfumaban toda la
límpida atmósfera embalsamando el viento de
embriagador perfume. Cinco robustos árboles
colocados de forma caprichosa en el extenso terreno parecían custodiar la llanura. Las verdes plantas
florecidas con distintos tipos de hojas resaltaban el
hermoso lugar.
Las mariposas que siempre me parecieron fascinantes
por el vital y constante aleteo adornaban las bellas
flores.
En la margen de la llanura se deslizaba un estrecho río
que serpenteaba de forma graciosa. La corriente era
tranquila y el agua tan cristalina que se veía de una
tonalidad azulada por el reflejo del cielo. La cálida luz del sol bañaba el paisaje de forma
constante porque las nubes no se atrevían a dar
sombra e interrumpir el maravilloso resplandor.
Aquel lugar excedía a todo lo que yo pudiese imaginar
en belleza y deslumbramiento.
Es entonces cuando supe que Tobías formaba parte en
la creación de mi propio paraíso personal.
Vine a saber al poco tiempo que entre más
imaginación y amor tengamos más hermoso y esplendido puede llegar a ser nuestro entorno.
Aquel sorprendente lugar reflejaba las hermosas
cualidades de mi guía espiritual Tobías, así como el
universo entero refleja el poder y la majestuosidad de
nuestro Señor.
***
Empezamos a descender con delicadeza hacia la suave hierba.
Tobías me agarró de ambas manos guiándome al
bajar para que el descenso no presentara algún
accidente. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 25
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Una vez tocamos tierra firme se hizo de repente de
noche. Miré el cielo. La Luna y las estrellas colmaban
todo el paraíso de divina poesía. Contemplé por un
buen rato el firmamento. Las estrellas lejanas nos
hacían señales como sublimes ápices de la Divinidad. La Luna blanca e imponente revestía el paisaje de
intensa luz y parecía proteger el reposo y la
tranquilidad de mi propio paraíso personal.
—Debes tener hambre —dijo el bondadoso Tobías
interrumpiendo mi fascinación.
Asentí en silencio mientras le dedicaba un suspiro por
la embriaguez de la alegría. Una vez más mi
sorprendente estado de ánimo hizo que enmudeciera.
Tobías me indicó que fuéramos caminando hacia uno
de los árboles que habían próximo a nosotros. Fuimos
paseando con lentitud, sin emplear el vuelo. Al llegar
al frondoso árbol vimos que contenía una extraña fruta
perfumada que retenía una luz de hermosos colores
brillantes.
Parecían objetos de decoración. Pensé que al comerlos
desperdiciaríamos aquellos frutos de extrema belleza
que decoraban el robusto y frondoso árbol.
—Coge cuantos quieras. Estos deliciosos frutos crecen
de inmediato —dijo Tobías adivinando mis
pensamientos.
Comimos los deliciosos frutos y a pesar de que eran
del mismo árbol, todos tenían un sabor diferente.
Daban una sensación de saciedad y bienestar
revitalizante.
Un ligero y agradable sueño me sobrevino. Tobías se
acercó a mí en silencio. Colocó una de sus manos en mis ojos y los tapó. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 26
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
A los pocos segundos Tobías apartó su mano de mis
ojos y los abrí.
Nos encontrábamos en la puerta de la casa que estaba
a larga distancia de donde nos hallábamos.
Tobías viéndome sorprendida dijo:
—Es la facultad de auto transportación instantánea(7).
Facultad empleada para evitar caminatas largas y
vuelos, que aunque son agradables, agotan.
Una vez más Tobías me sorprendió con la facultad de
la transportación instantánea. Quizá lo que más me
llamó la atención de dicha facultad fue que él también
podía auto transportarse con otra persona,
llevándosela hacia donde él fuera.
Nos despedimos hasta la mañana siguiente.
Subí a mi habitación y me acosté con una increíble
sensación de bienestar. Me rendí al sueño, pensando
en lo maravillosa que es la vida después de la vida.
***
A la mañana siguiente el hermoso cántico de los pájaros me despertó. Traté de recordar el sueño de
aquella noche, pero luego pensé que no importaba si
lo recordaba o no porque estaba viviendo una vida de
ensueño.
Sintiéndome especialmente relajada por el agradable
descanso que tuve al dormir bajé en dirección a la
lavandería y me dispuse, como era de costumbre en la
Tierra, a limpiar la casa.
(7) Para ver acerca del tema de la transportación instantánea lean la obra “La Tercera
Revelación de la Ley de Dios” en la página 28. Dicho libro podrán descargarlo gratis en
este enlace: www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 27
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Al abrir el armario en donde había todos los
implementos de limpieza Tobías golpeó la puerta
indicándome que había llegado.
Fui al recibidor y abrí la puerta.
—Buenos días, veo que dormiste bien —entonó
cordialmente Tobías.
Asentí con una sonrisa que revelaba plena satisfacción
y felicidad.
Le invité a entrar con una cordialidad muy familiar.
Tobías entró y miró el suelo. Había algunas hojas
verdes de árbol que debieron colarse por una de las
ventanas de la casa.
Tobías me miró y preguntó:
—¿Te disponías a limpiar la casa?
Afirmé con naturalidad sin estar sorprendida por estar
en aquel entonces acostumbrada a que mi guía
espiritual siempre se adelantara a los acontecimientos
que pretendía realizar.
—No es necesario que limpies la casa como lo hacías
en la Tierra —dijo el bondadoso guía entrelazando los
dedos de las manos de forma relajada como quien
quiere dar a entender que todo debe ser fácil y
descomplicado.
—Pero debo limpiar las hojas que hay en el suelo. He
visto implementos de limpieza en la lavandería y
pensaba utilizarlos —dije con la ingenuidad propia del
principiante.
Tobías me miró y me sonrió como quien va a dar una
sabia explicación a un despistado e inexperto alumno.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Ves los implementos de limpieza porque están en tu
imaginación. Todo lo que hay en este paraíso forma
parte de tu mente. No concibes una casa sin los
objetos de limpieza para limpiarla, así como no puedes
imaginar un bosque sin animales que lo habiten.
Puse la expresión de quien quiere saber más sobre el
tema y Tobías al ver mi interés continuó:
—Todo lo que hay en tu propio paraíso personal es
real hasta un cierto punto. Una vez que salgas de este
lugar hacia la reencarnación todo desaparecerá en su
totalidad.
—¿Así que los pajaritos y las mariposas y todos
aquellos animales que hay en el bosque no son reales?
—pregunté algo desconcertada.
Tobías puso la expresión de quien medita sobre el
asunto y al rato explicó:
—Son reales para ti pero no tienen vida propia porque
tú no puedes crear nada en el sentido propio de la
palabra. Sólo Dios puede crear. Tú lo que haces es
recrear.
Tobías hizo una ligera pausa para darme tiempo a que
asimilara su explicación. Al rato continuó:
—Las hojas de los árboles que ves en el suelo de esta
casa son en cierta medida reales, pero pueden dejar
de serlo en el momento que quieras porque si ahora
están aquí es porque tu mente las creó ya que en tu
concepción de vida una casa debe ensuciarse porque
forma parte de una realidad que viviste en la Tierra.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Empezaba a comprender lo que me quería decir el
dedicado y paciente guía. Sonreí como quien descubre
un acertijo y dije:
—No hace falta que limpie la casa. Estará limpia si
simplemente lo deseo.
Tobías sonrió complacido al ver que sus explicaciones
daban el resultado deseado. Me miró con inteligencia y
dijo:
—Si eres consciente de que puedes limpiar toda esta
casa con la sola voluntad, entonces no hará falta que
utilices ningún objeto de limpieza y éstos
desaparecerán del armario por no ser útiles en tu
nueva realidad.
Entendí que los implementos de limpieza estaban en el
armario de la lavandería porque en el paradigma en el
que me hallaba era exactamente el mismo que en el
de la Tierra. Debía modificar la antigua ilusión en la
que estaba por otra nueva.
Al rato me surgió una nueva pregunta: ¿podría evitar,
en la nueva realidad a la que me hallaba, que la casa
dejara de ensuciarse?
Tobías leyó mi mente y dijo:
—Podrás limpiar toda la casa con sólo desearlo pero te
resultará casi imposible tener un persistente control y
evitar que ésta se vaya ensuciando porque en este
caso se requerirá de un constante pensamiento.
Además, plasmar en tu nueva realidad que una casa
nunca se debe ensuciar es tarea difícil debido a que
llevas muchos milenios con la adopción de que todas
las cosas limpias se ensucian con el tiempo.
La explicación no podía ser más clara. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 30
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Bastaba con desear una vez al día que la casa
estuviera limpia y el trabajo de limpieza no duraría ni
cinco segundos.
Tobías hizo un gesto indicándome que en aquel mismo instante pusiera a prueba la facultad de limpiar la casa
con la simple voluntad.
Cerré los ojos para optimizar la concentración. Me
concentré en que toda la casa estuviera limpia y
perfumada. Aquel pensamiento duró apenas tres
segundos.
Al abrir los ojos pude ver el resultado. Las hojas en el
suelo habían desaparecido. El suelo brillaba como
recién lavado. Los muebles resplandecían. Los cristales de las ventanas parecían no estar de lo
limpios que quedaron y las paredes parecían recién
pintadas. El ambiente de la casa olía a deliciosa
fragancia de pino.
—No sería un paraíso si te esclavizaras en limpiar toda
esta casa —dijo Tobías con una amplia sonrisa.
—Especialmente por lo grande que es —añadí
riéndome por la divertida situación.
Tobías me miró contagiado por mi alegría. Entonces,
aprovechó aquel momento para decirme que tenía una grata sorpresa que darme.
—Salgamos de la casa —indicó Tobías revelando cierto
misterio en el tono de voz.
Salimos de la casa. El sol resplandecía con especial
brillo.
Nos dirigimos hacia una gran mesa de madera ubicada
bajo un frondoso árbol que susurraba al viento.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Cuando llegamos a la mesa el guía espiritual dijo:
—Vamos a preparar un gran banquete. Hoy será un
día muy especial y necesitaremos fuerzas.
Tobías se frotaba las manos con energía. Se notaba que estaba disfrutando considerablemente de aquel
momento.
Me indicó que cerrara los ojos y que escuchara
atentamente sus palabras.
—Bendícenos Señor —empezó la oración con voz
solemne al tiempo que colocaba las palmas de las
manos hacia arriba en señal de petición—, y bendice
nuestros alimentos. Señor da pan a los que no lo
tienen. Haz que juntos comamos en la mesa celestial.
Terminada la breve oración abrí los ojos y sorprendentemente en la mesa había una gran
variedad de comida; pan, verduras, frutas, hortalizas
cortadas y exquisitamente preparadas listas para
comer, pastas de diferentes colores dispuestas en
hermosos platos, un gran surtido de frutos secos y
una gran variedad de bebidas entre ellas la leche de
almendras. Estos alimentos eran los que conocía
porque el resto de comida que había sobre la mesa,
que era en la mayoría, los desconocía por completo.
El guía espiritual al verme sorprendida dijo:
—No te sorprendas querida Lourdes. Si bien podemos
crear, o mejor dicho recrear todo un paraíso, también
podemos añadir en la mesa con nuestra poderosa
mente los alimentos que nunca deben faltar para
completar la felicidad.
Miré con asombro detenidamente el gran banquete, y
quizá, viendo Tobías mi perplejidad añadió: http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 32
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—La carne, así como otros alimentos considerados
nocivos no existen en este plano. Como puedes ver
hay otros alimentos que desconocerás pero que los
irás reconociendo.
—¿Reconociendo? —repliqué sorprendida.
El dedicado guía sonrió con serenidad dispuesto a
explicarme lo que no estaba comprendiendo.
—No es la primera vez ni será la última que habitas
estos lugares paradisiacos puesto que reencarnas y
luego por ley natural desencarnas. Al desencarnar
regresamos a nuestro hogar, que es el mundo
espiritual. Si no recuerdas ahora este proceso, el de
venir a estos lugares gracias a tus méritos, es porque
el peso del vestido de la carne hace que cuando
regresamos al mundo espiritual, olvidemos
temporalmente el verdadero mundo del que venimos, que es el plano eterico o espiritual.
En la reencarnación olvidamos de dónde venimos, en
la desencarnación olvidamos temporalmente a donde
llegamos. El cuerpo carnal es un denso filtro que hace
que nuestra memoria quede afectada.
—¿Recordaré el haber estado en un lugar como este
en otro tiempo o lo olvidaré por completo como
cuando olvidé en la Tierra de forma permanente de
dónde venía mi espíritu?
—Ya te he dicho antes que reconocerás toda aquella
comida que no reconoces ahora en la mesa, así como
recordaras claramente tus anteriores venidas a estos
hermosos lugares llamados paraísos.
—¿Cuándo? —inquirí con un tono de voz que denotaba
impaciencia.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO El guía con una expresión de ternura en su rostro
respondió:
—Cuando estés preparada.
—Y cuando salimos del cuerpo carnal, es decir cuando
desencarnamos ¿por qué no recordamos el mundo
espiritual si ya nos hemos desecho del fardo de la
carne, el cual como bien dices, es un denso filtro?
—pregunté al venirme de repente a la mente tal
cuestión.
—Porque estamos bajo la impresión de la carne. Tal
impresión dura un cierto tiempo porque hemos estado
sometidos a la reencarnación por un largo periodo.
Tobías quería que entendiera un poco más acerca del
proceso del olvido del pasado por lo que añadió:
—Todo ahora, en este lugar y en este mundo espiritual
te parece nuevo, como cuando naciste en la Tierra y te
parecía la vida un mundo desconocido por explorar.
Debemos saber que hemos ido y venido infinidades de veces y que lo seguiremos haciendo hasta llegar a ser
dignos de ser los ministros(8) de Nuestro Señor.
Cuando ocupemos tal cargo seremos herederos de la
plena memoria.
Agradecí a Tobías por sus claras explicaciones y me
dispuse a comer cuando el bondadoso guía dijo:
—¿Creías que este banquete era la gran sorpresa que
te tenía preparada?
Miré a Tobías perpleja y afirmé.
(8)Para ver el tema de cómo se llega a ser ministros de Dios lean la obra “La Tercera
Revelación de la Ley de Dios”. Dicho libro podrán descargarlo gratis en este enlace:
www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
El guía espiritual negó con la cabeza e indicó que
mirara hacia atrás. Me giré y vi a una mujer que se
dirigía hacia mí. Cuando se aproximó lo suficiente para
ver bien su rostro, grité de alegría. Era mi madre.
***
Fui corriendo hacia sus brazos mientras ella los
extendía. Me abracé a ella cariñosamente, llorando de
júbilo. Ella me besaba repetidas veces. La miré
detenidamente con lágrimas en los ojos. Aparentaba
unos 40 años. Cuando ella desencarnó tenía 68.
—Te ves muy bien hija mía —dijo ella mientras me
acariciaba el pelo.
Fuimos hacia la mesa y mi madre saludó a Tobías con
exquisito agrado y respeto.
Tobías respondió de igual manera al saludo.
Pregunté a mi madre en qué lugar vivía ella.
—Tengo mi propio paraíso personal. Están conmigo tu
padre y tu abuela.
—¿Y el abuelo? —pregunté.
—Tu abuelo está en una colonia espiritual ya que
estuvo por mucho tiempo en uno de los Valles Tenebrosos(9) que queda ubicado cerca de Francia.
Adopté la expresión de quien quiere saber acerca del
por qué mi abuelo fue imantado al desencarnar hacia
un Valle Tenebroso.
(9)Para ver acerca de los Valles Tenebrosos lean la obra “Atrapado en el Umbral”. Descargar gratis en este enlace: www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 35
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
A mi madre parecía que le incomodaba hablar sobre el
asunto y quiso desviar el tema.
—Esta comida se ve deliciosa —dijo ella mientras
miraba con alegría el banquete.
Tobías sugirió que comiéramos.
Empezamos a comer prácticamente en silencio. El
sabor de la comida nos dejó casi sin habla. Las papilas
gustativas al estar más sensibles hacían que
percibiéramos de una forma extraordinaria todos los
diferentes sabores.
Los analizábamos detenidamente y nos llevaba a la
sublimación de los sentidos.
Había más de cuatro sabores aparte del dulce, el salado, el amargo y el ácido que era imposible de
describir con palabras. Algunos sabores los desconocía
por completo y otros me eran ligeramente familiares.
Puedo decir que aquel momento fue uno de los más
bellos y especiales que viví en el paraíso personal.
Fueron tantas las dificultades que tuvimos que sortear
en la Tierra que nunca tuve la oportunidad de comer
con mi madre una comida que pudiera considerarse
realmente especial. Ni mi imaginación hubiera podido concebir tan
hermoso momento, que viví junto a Tobías y a mi
madre rodeando aquella mesa llena de suculentos
manjares en aquella mágica mañana.
Una vez que dimos buena cuenta del delicioso
banquete mi madre se me acercó y preguntó:
—¿Te gustaría ver a tu padre y a la abuela?
Asentí con gran emoción.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—No se hable más —dijo Tobías esbozando una
significativa sonrisa—. Partiremos hacia el paraíso
personal de tu madre.
Tobías con suma amabilidad ordenó que nos
colocáramos en círculo cogiéndonos de las manos.
Una vez que realizamos un círculo entre los tres,
cerramos los ojos. Al rato, el guía ordenó que los abriéramos. Los abrí. Estábamos en otro lugar.
—Estamos en el paraíso personal de la señora Clara
—anunció Tobías con solemnidad.
El paraíso personal de mi madre tenía colores
diferentes al mío. No eran ni más claros ni más
oscuros, simplemente las tonalidades eran distintas,
pero al igual que el mío, eran muy agradables de ver.
Tobías se acercó a mí para decirme algo.
—Debo irme. Nos veremos pronto —anunció Tobías
con aire fraternal.
—Gracias por todo Tobías, que Dios te bendiga —dije
con especial calidez.
El guía espiritual intercambió unas breves palabras
con mi madre y luego desapareció difuminándose ante
nuestra vista.
—Vamos hacia la casa hija —dijo mi madre al tiempo
que me cogía por los hombros con suma ternura.
***
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
La casa de mis padres quedaba en un pequeño islote
que reposaba en la mitad de un hermoso lago. Para
llegar a la pequeña isla debíamos utilizar una pequeña
barca que estaba aparcada en la orilla.
Le pregunté a mi madre que por qué no empleábamos el método del vuelo para llegar a la casa.
—No sé utilizar el método del vuelo, además sabes
muy bien que me da terror las alturas —contestó al
tiempo que desamarraba la pequeña embarcación—.
De igual manera me gusta mucho utilizar la barca y
contemplar el lago. Esa siempre fue mi debilidad en la
Tierra y también la de tu padre.
Nos subimos a la pequeña barca y empezamos a
remar en dirección al diminuto islote.
En las márgenes del lago reposaban grandes y
majestuosos árboles que susurraban al viento pareciendo indicar una cálida bienvenida.
El lago estaba absolutamente en calma. El agua tenía
otra densidad, era mucho más tenue y pura.
Peces de infinidades de colores adornaban las
profundidades del bello lago.
Como una niña que no pierde detalles me fijaba en el
hermoso paisaje.
—Tu padre tiene mucha imaginación y fue él quien
creó todo este hermoso paisaje —anunció mi madre
despertándome del embelesamiento.
—Tengo muchas ganas de verle —dije dirigiendo la
mirada hacia la casa.
Al llegar al islote dejamos la pequeña barca en la
orilla.
La casa de mis padres se alzaba en la mitad de la
pequeña isla.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Era grande y hermosa. Tal como la había soñado tener
algún día mi padre. Las paredes exteriores estaban
cubiertas de hiedra. Las ventanas eran amplias y
siempre permanecían abiertas. El tejado era de dos
vertientes y la puerta principal estaba hecha de madera y metal.
Una escalinata de piedra ascendía hasta la puerta de
la casa. Mi padre y mi abuela se asomaron a la puerta
para recibirnos. Corrí hacia ellos con gran emoción. Me
abracé a mi padre tocando repetidas veces su cabeza
como queriendo constatar si era real. Sin palabras y
con lágrimas en los ojos le besé las mejillas con gran
entusiasmo. Luego me dirigí a mi abuela e hice
exactamente lo mismo.
—Vamos hija! Cálmate. Tanta emoción puede hacerte
daño —dijo mi madre a mis espaldas.
Entramos a la casa. Era amplia y luminosa. La miraba
con gran entusiasmo sintiendo que aquel lugar era el
nuevo hogar familiar.
Nos dirigimos a un amplio sofá para hablar
detenidamente de asuntos familiares.
Mi abuela aparentaba unos 35 años menos y tenía una
envidiable vitalidad. Ella murió cuando cumplió 89
años. Mi padre de aspecto noble y sencillo aparentaba tener 20 años menos. Murió a los 78 años.
Mi madre se dirigió a la cocina para traernos bebidas
refrescantes y unas deliciosas galletas de avena.
Aquella especial tarde hablamos acerca de asuntos
personales y familiares con gran complicidad.
***
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Bien entrada la tarde, mi abuela se dispuso a ir hacia
el hermoso jardín que tenía en la parte posterior de la
casa. La acompañé. Vi que el jardín de diversas flores
predominaba el color azul, lo que daba un aspecto de
permanente alegría. Mi abuela era la organizadora de la plantación y era también la que hacía la elección de
cada una de las flores que allí había.
Se dispuso a echarles agua a las flores y algo más de
tierra con gran amor. Entonces le dije:
—Abuela estamos en un paraíso. ¿Por qué haces el
trabajo con las manos y no con la mente?
—¿Qué quieres decir? —preguntó al tiempo que me
miraba algo extrañada.
—En mi paraíso puedo hacerlo todo con la voluntad y
el pensamiento. Aquí puedes hacer muchas cosas de igual manera con la mente como tener todas estas
flores siempre bien arregladas.
Ella me miró como quien comprende el asunto y con
una media sonrisa dijo:
—Me gusta hacer las cosas con las manos. De esa
manera me distraigo. Me aburriría si no tuviera nada
que hacer y ya no lo consideraría un paraíso si no un
lugar triste y aburrido.
—¿No te gusta pasear? —inquirí.
—Claro que sí. Ahora mismo pensábamos coger la
barca y dar un paseo por el lago. ¿Nos acompañas?
—Claro abuela —dije con el mismo entusiasmo de una
niña pequeña.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Nos subimos los cuatro a la embarcación dispuestos a
dar un agradable paseo. Mi padre remaba con alegría
mientras nosotras tres contemplábamos el hermoso
paisaje.
Al rato de navegar llegamos a unos imponentes
acantilados que se extendían a lo largo de muchos kilómetros, y en su punto más alto alcanzaba unos
1.200 metros. Aquél bello paisaje era todo un prodigio
de la imaginación de mi padre.
Desde nuestra percepción, los acantilados se
extendían más allá de donde la vista alcanzaba, dando
la sensación de estar frente a unas infinitas paredes
completamente verticales.
Atravesamos con lentitud los hermosos e imponentes
acantilados.
Al rato llegamos a una formación rocosa en forma de arco.
En la cima del arco había unas exóticas plantas, las
cuales desprendían caprichosos y extensos hilos
cubiertos de hojas de un verde luminoso, entre las que
se abrían pequeñas y abundantes guirnaldas de
pétalos blancos, jaspeados de rojo que exhalaban un
delicioso aroma.
—Si este lugar os parece hermoso, imaginaros
aquellos lugares que quedan por encima de los paraísos. Me refiero a los que están destinados a las
almas santificadas —dijo mi padre mientras miraba el
firmamento con los ojos brillosos.
Cuando llegamos al final del recorrido, nos
encontramos frente a una colosal pared formada por
columnas basálticas que cerraban el camino. La
enorme pared formaba un ángulo rodeándonos como
si nos protegiera. Desde el centro de la pared caía una
imponente cascada de agua revelando el poder de
aquel increíble lugar. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 41
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Podemos instalarnos por unos días aquí —dijo mi
padre con la seguridad que le caracterizaba.
—¿Aquí? —indagué extrañada mientras miraba a todo
a mi alrededor.
—Sí, aquí, en la gran cascada —afirmó mi padre con
gran entusiasmo.
Asentí y esperé alguna respuesta más concreta.
Mi madre y mi abuela se limitaban a mirar
embelesadas el imponente lugar.
Mi padre miraba en dirección al nacimiento de la
cascada y después de meditar dijo:
—Construiré con la mente una casa de campo en la
cima de la cascada, justamente en la orilla.
Mi abuela algo asustada preguntó:
—¿Y cómo llegaremos hasta allí? No me digas que con
el método del vuelo. Ya sabes que le tengo terror a
volar porque las alturas me marean.
—Tranquila suegra! También tenemos el método de la
auto transportación.
Mi abuela al escuchar sobre la segunda posibilidad de
subir hasta la cima de aquella enorme pared se
tranquilizó.
—Los que quieran subir con el método del vuelo que lo
vayan haciendo y los que quieran emplear el método
de la auto transportación entonces que lo hagan ahora y que esperen arriba —dijo mi padre dispuesto a
emplear el método del vuelo—. Yo llegaré a la cima
volando para ir contemplando la hermosa cascada
mientras voy alcanzando altura.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Papá yo te acompaño! —dije revelando valentía en
el tono de voz.
Mi madre, algo más experta que mi abuela para
emplear el método de la auto transportación, la agarró
de las manos y ambas cerraron los ojos. Desaparecieron a nuestra vista. Entonces mi padre y
yo empezamos a elevarnos lentamente como si
fuéramos ligeras cometas de papel.
***
La perspectiva de la cascada a medida que íbamos
ascendiendo era de una belleza indescriptible. Mi
padre y yo ascendíamos lentamente al unísono con
pleno control del vuelo. Mirábamos extasiados el recorrido que hicimos con la barca hasta llegar a la
gran cascada. El sonido del agua cayendo desde la
cumbre relajaba y era tan agradable que nos dejó sin
habla. La cima de los acantilados se iba revelando a
nuestra vista. Al llegar a la cumbre, la infinita
explanada de aquellos imponentes precipicios se
reveló ante nosotros.
Mi padre y yo no articulamos palabra alguna. Nos
mantuvimos un rato en el aire, abstraídos por ver aquél poético paisaje.
—Bajad —ordenó mi madre que estaba con mi abuela
esperándonos a unos metros de nuestros pies.
Rompiendo mi madre nuestro embelesamiento
bajamos lentamente aterrizando con gran destreza.
La cima era completamente plana y el caudal de la
hermosa cascada procedía de un amplio río que venía
serpenteante desde un gigantesco bosque frondoso en
el cual habitaba una gran variedad de aves que
ofrecían hermosos cánticos revelando tal vez la alegría de nuestra llegada. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 43
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Construiremos la casa aquí —dijo mi padre con gran
emoción.
El lugar en donde se construiría la casa quedaba a
unos pocos metros de la orilla del río.
Mi padre con los ojos abiertos se concentró, y al rato,
vimos cómo gradualmente y de forma progresiva se
iba construyendo una gran casa.
Los materiales aparecían de la nada y se iban
rejuntando como por arte de magia hasta formar toda
la estructura de la vivienda.
Fue como cuando uno ve lentamente el fragmento de una película en modo rebobinado la destrucción de
una casa por causa de una gran explosión que la hace
saltar por los aires en pedazos.
Una vez terminada la espectacular casa entramos.
Estuve unos días hospedada en la casa de la cascada
disfrutando del cálido entorno familiar.
Pasábamos las horas hablando relajados a la orilla del
río acerca de asuntos personales y familiares. A mi
madre le gustaba dedicar el tiempo en preparar
suculentos manjares, mientras que mi padre y mi
abuela organizaban nuevos y espectaculares jardines
entorno a la bella casa.
Una tarde llegó Tobías y me preguntó si quería ir con
él a una peculiar excursión. Se trataba de uno de
tantos paraísos colectivos que existen en el universo.
Acepté encantada la invitación. Anuncié de inmediato
a mi familia que me ausentaría por unos días y me
despedí.
Como de costumbre Tobías me tapó con ambas manos
los ojos y nos transportamos hacia un bello y
espectacular paraíso colectivo.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Al abrir los ojos vi un enorme complejo de hermosos
edificios de apartamentos que quedaba en la mitad de un imponente lago que tenía forma circular.
Tobías y yo nos hallábamos en la orilla.
—En esos edificios residen los habitantes de este
paraíso colectivo —explicó Tobías—. En este hermoso
paraíso hay registrados unas veinte mil almas sin
contar con la de los niños.
En el agua había muchas barcas siendo dirigidas por
personas que iban y venían al gran complejo de
edificios de apartamentos.
Miré a mi alrededor como no queriendo perder detalle
de mi nuevo entorno. Tobías al ver mi asombro dijo: —Este lugar lo dirigen guías muy adelantados y
preparados. Se cuentan por decenas. Ellos organizan
las pertinentes diversiones y excursiones para la
felicidad y el descanso merecidos del que aquí habita.
Tobías hizo un gesto para que subiéramos a una barca
mientras él continuaba informándome sobre aquel
mágico lugar.
Nos subimos los dos a la barca y sin la necesidad de
tener que remar ésta se dirigía lentamente hacia
donde Tobías quería ir, pues él la manejaba con la
mente. Cuando las barcas se cruzaban con la nuestra la gente
nos saludaba con gran simpatía y alegría. Veía en los
habitantes de aquel paraíso colectivo una felicidad no
vista en la Tierra. En sus semblantes había un gozo
pleno. Una satisfacción agradable de ver y realmente
contagiosa. Se miraban unos a otros con curiosa
fraternidad. Los saludos eran espontáneos, alegres y
especialmente sinceros. Era imposible pensar que
aquella felicidad que reinaba en aquel lugar pudiera ser superada.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—¿Hay la posibilidad de que alguno de los que aquí
residen violente la paz y la armonía del entorno? —pregunté.
Tobías me sonrió significativamente y contestó:
—Es muy raro que se dé el caso, porque nadie puede
entrar a estos lugares reservados sin un previo
análisis. Pero efectivamente puede darse tal caso,
porque todos y cada uno de nosotros tenemos libre
albedrío y por tanto podemos actuar conforme a
nuestros estados de ánimo.
—¿Y qué le ocurre a esa persona si no cumple con las
normas?
—Es inmediatamente expulsado de estas zonas
paradisiacas a una colonia espiritual para tomar
medidas correctivas.
Tobías cambió inmediatamente el tema para no
adentrarnos en tal desagradable terreno y dijo:
—Los habitantes de los paraísos colectivos son
aquellas personas que no pueden manejar la
imaginación para crear algo. Por eso necesitan un
lugar ya creado por los mentores o guías espirituales.
También vienen aquellos que quieren seguir conviviendo con una importante población como lo
hacían en la Tierra, rechazando la idea de vivir solos
en un lugar como son los paraísos personales. —¿Qué requisitos son necesarios para que alguien
pueda ser aceptado tanto en un paraíso personal como
en uno colectivo?
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Tobías saludó a un guía espiritual que se nos cruzó por
el camino y acto seguido me miró con lucidez para
responderme.
—Sólo pueden acceder a estos lugares aquellas
personas que no tengan cuentas karmicas pendientes consideradas condenatorias(10). Como por ejemplo el
asesinato, el robo sistemático, el aborto y otros
muchos más delitos.
El guía hizo una breve pausa y continuó.
—Las personas que hayan tenido una vida ociosa
tampoco podrán ser candidatas para habitar en estos
lugares consagrados al descanso y a la diversión; así
como tampoco podrán venir aquellos que tengan
ciertos problemas adictivos como el alcoholismo o la lujuria.
Tobías miró todo a su alrededor, contemplando aquel
lugar como algo muy sagrado. Luego me miró con aire
confidencial y dijo:
—Por ejemplo, el lujurioso en el dado caso que entrara
a estos lugares, especialmente en un paraíso personal,
desarmonizaría por completo el ambiente. Llenaría de
mujeres vírgenes un recinto apropiado a la demanda
de sus placeres y lo convertiría en un deplorable harén. Con personas así, en un lugar como estos,
Sodoma y Gomorra se quedarían atrás.
Las fuerzas vibratorias no permiten por ley que eso
acontezca. Así que un lujurioso es automáticamente
rechazado en un lugar sagrado como este, de la
misma manera que la contaminante gota de petróleo
flota en el agua hasta ser apartada hacia la orilla. (10)Para ver acerca de los karmas condenatorios y karmas normales lean la obra “La
Tercera Revelación de la Ley de Dios”. Descargar gratis en este enlace:
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Las explicaciones de Tobías me dejaron sin palabras y
me limité a mirar desde la distancia el increíble complejo de edificios que reposaba en la isla.
Nos dirigimos hacia una isla contigua y cercana a la
del complejo de edificios. Al llegar, nos bajamos de la
pequeña embarcación.
—En esta isla tenemos un gran parque de atracciones
—dijo el guía vagando su mirada por el horizonte
lejano, como recordando experiencias de su niñez.
Puse la expresión de quien quiere conocerlo con el
mismo entusiasmo que lo haría un niña pequeña.
—Debemos adentrarnos en el bosque ya que el parque
de atracciones queda en su centro. Nos adentramos hacia el espeso bosque y caminamos
unos veinte minutos hasta llegar al gran parque de
atracciones. Nos cruzamos con personas que venían
en sentido contrario. Unos tenían el semblante de
satisfacción mientras que otros no dejaban duda
alguna que habían pasado por ciertas experiencias que
les habían impactado. Al llegar al gran parque lo primero que vimos fue una
montaña rusa que se elevaba más allá de las nubes.
Con la curiosidad del principiante pregunté:
—¿Cuál es el límite en altura de esa montaña rusa?
Tobías sonrió ampliamente y dijo:
—Esa montaña rusa traspasa la estratosfera, pudiendo
verse, una vez que se ha llegado a su cima, el
universo.
Quedé impresionada. El guía me miró con
benevolencia y dijo: http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 48
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—No hace falta explicar que no hay inconveniente al
respecto, pues somos espíritus desencarnados y
podemos respirar sin problemas en todos los ambientes existentes que hay en el infinito universo,
incluido éste.
El guía espiritual debió ver en mi cara las ganas de
experimentar tan sorprendente atracción porque con calma y sin afectación dijo:
—Vamos hacia la cola para subirnos a la montaña
rusa. De niño en la Tierra era mi atracción favorita.
Llegamos a la cola. No había muchas personas en la
fila por lo que la sensación de nervios y emoción se
hizo más presente.
Tobías me miró con seriedad y advirtió:
—Esta atracción es muy diferente a la de la Tierra. No
sólo por su altura, que alcanza más allá de la
estratosfera, sino también por su increíble velocidad.
Eso la hace realmente especial.
El guía hizo una breve pausa. Puso cara de miedo
fingido y continuó hablando:
—A esta atracción sólo suben los valientes con ganas
de experimentar algo nuevo. Algo que en la Tierra
jamás podrán experimentar.
—¿Cuál es su máxima velocidad de alcance?
—pregunté sintiendo la emoción recorriéndome por
todo el cuerpo.
—La máxima velocidad que alcanzan las montañas
rusas que hay en la Tierra no es más de 300
kilómetros por hora. Sin embargo esta supera con
creces la del sonido. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 49
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Quedé perpleja. Tobías mientras tanto sonreía
ampliamente y con paciencia añadió:
—Nuestro cuerpo periespiritual puede soportar sin
problemas una velocidad inclusive mucho mayor como
la de la luz gracias a su increíble constitución. Nada puede desintegrar nuestro cuerpo astral, ni siquiera el
fuego.
—¿Qué se siente al viajar a tal velocidad? —pregunté
señalando la imponente atracción.
—Averigüémoslo! —contestó Tobías con entusiasmo.
Nos subimos a la atracción, en la hilera delantera, al
tiempo que los visitantes ansiosos escogían con prisa
sus asientos.
Mientras esperábamos a que todas las personas se
subieran a la montaña rusa, Tobías aprovechó el
tiempo para explicarme un poco más sobre los
diferentes paraísos que hay en el universo.
—Cada paraíso colectivo es diferente. Aunque hay
ciertas semejanza entre ellos. De la misma manera
ocurre con los paraísos personales.
Por ejemplo, en este hay un gran parque de
atracciones mientras que otros poseen otras cosas.
Tobías iba a seguir explicando acerca de los paraísos
cuando nos anunciaron que nos colocáramos los
respectivos mecanismos de seguridad para no caer de
los vagones hacia el vacío.
Emprendimos la marcha de forma lenta. La gente a
mis espaldas animaba alegre en voz alta para que
aumentaran la velocidad.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
El carril de la montaña rusa era en principio
ligeramente ascendente por lo que íbamos viendo
desde cierta altura parte del paisaje que componía el
hermoso paraíso colectivo. Miraba hacia abajo siendo
embargada por la belleza de aquel espectacular lugar. Al rato, en cuestión de segundos alcanzamos una
velocidad jamás imaginada o concebida por mi mente.
No puedo describir con palabras la sensación que
experimenté al viajar a tan vertiginosa velocidad. Pero
puedo matizar que fue sensacional. Tal velocidad, si la
hubiera hecho en el cuerpo carnal o terrestre, éste se
habría desintegrado.
Alcanzamos la cima de la montaña rusa en muy breve
tiempo como era de esperar al viajar a semejante
rapidez. El cielo azul dejó de existir ante nosotros
presentándose a nuestra vista el oscuro universo. Las
estrellas lejanas y los satélites cercanos esparcían
vibraciones de belleza inexpresable.
Todos nos quedamos sin habla ante la majestuosidad
del espacio sideral. De vez en cuando nos mirábamos
unos a otros buscando entre nosotros la aprobación
silenciosa de que no estábamos ante un sueño.
Miré hacia abajo y vi que el paraíso colectivo era
esférico al igual que los planetas.
De repente sin previo aviso descendimos a la misma
velocidad que la que subimos.
Al llegar a la estación, es decir, al punto de partida,
nos bajamos de los carriles con la extraña sensación
de que éramos ínfimamente pequeños al ver el basto
infinito ante nosotros. Le comenté a Tobías sobre mi sensación y contestó:
—Esta atracción tiene tal propósito. Además de servir
como medio recreativo, sirve para que nos demos http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 51
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
cuenta de lo pequeños que somos en comparación con
la grandeza de la creación que no es más que la
expresión misma de nuestro Señor.
En aquel inmenso parque de atracciones no faltaba absolutamente nada. Se dividía en veinte áreas
diferentes. Con más de diez montañas rusas variando
una de otra de tamaño. Contaba también con cien
diversas atracciones, las cuales, algunas eran
exactamente iguales a las de la Tierra mientras que
otras no son conocidas. Como por ejemplo la atracción
llamada Edificio Sin Ventanas.
Esta peculiar atracción consiste en caminar sobre el
estrecho alfeizar de un edificio circular de más de
quince pisos de altura. El alfeizar asciende rodeando el edificio hasta llegar a su cima. Entonces varias bolas
grandes de goma van bajando a gran velocidad por el
alfeizar hasta llegar abajo. La persona debe ir
saltándolas hasta llegar a la cima del edificio. Si no
consigue saltar por encima de las bolas, caerá
irremediablemente al vacío y perderá el juego
considerándose derrotado.
Hay quienes consiguen remontar el vuelo cuando caen
desde gran altura al vacío, evitando el desagradable impacto que produce el caerse al suelo. Otros caen
irremediablemente desde gran altura sintiendo el
golpe de la caída.
—Esa atracción es para verdaderos valientes —dijo
Tobías señalando el gran edifico sin ventanas.
Caminamos por un largo rato viendo las diferentes
atracciones que servían de diversión para los felices
habitantes de aquel mágico paraíso colectivo.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
En algunas atracciones que íbamos viendo no
conseguía adivinar cuál era el propósito que ofrecía
para la diversión.
Me quedaba callada ante mi ignorancia porque no
quería molestar a mi guía espiritual preguntándole por cada atracción que no alcanzaba a comprender.
A las dos horas de caminar vimos una gran fila de
personas que esperaban para entrar a una pequeña
cabina parecida a las cabinas telefónicas que hay en la
Tierra.
Sin necesidad de preguntar nada Tobías dijo:
—Aquella cabina se la considera la gran atracción de
todas.
—¿Por qué? —pregunté con gran curiosidad.
—Vamos a hacer la cola, y entrarás tú misma, para
averiguarlo.
Hicimos la fila. Pasamos gran parte de la tarde
esperando mi turno para entrar a la misteriosa cabina.
La sensación que tuve con respecto al tiempo fue que
pasó muy rápido porque el guía estuvo explicándome
con gran interés acerca de cómo funcionaban las
instituciones de aquel paraíso colectivo.
Cuando llegó mi turno para entrar me despedí momentáneamente de Tobías.
A la cabina sólo podía entrar una persona, pues así lo
marcaban las reglas.
***
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Al entrar a la peculiar cabina vi que el espacio era muy
reducido. En el habitáculo cabían tan sólo tres o
cuatro personas.
En el centro descansaba un hermoso asiento hecho de
un extraño material. A simple vista aquél asiento se veía que era muy confortable. Cerré la puerta a mis
espaldas y me senté.
Las paredes estaban recubiertas de espejos. Al mirar
hacia arriba vi siete focos que alumbraban una tenue
luz de diferentes colores en cada uno de ellos. Los
focos se movían lentamente de un lado a otro. A
medida que las luces se iban tornando más intensas,
el entorno se iba difuminando. Al rato sólo se veía en
aquel pequeño espacio el resplandor de las luces
provenientes de los focos conjugando una gama de hermosos colores.
De repente empecé a sentir una sensación muy difícil
de describir. Era una sensación de éxtasis
recorriéndome por todo el cuerpo. Curiosamente
aquella inefable sensación podía sentirla inclusive en el
cabello.
La sensación de goce pleno y un indescriptible
aumento de bienestar iban aumentando a medida que
transcurrían los segundos. Por un momento llegué a perder la percepción de
quién era yo, convirtiéndome en el bienestar mismo.
Llegué a sentir una gran afinidad con el universo y El
Creador y quise quedarme en ese punto para toda la
eternidad. Pero de un momento a otro se apagaron
las luces y volví en mí. Me levanté con mucha energía,
llevándome de aquella increíble experiencia una gran
alegría pero sin afectación de euforia.
Al salir de la cabina, Tobías me estaba esperando con la calma que le caracterizaba.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Fue sensacional, Tobías —dije con gran emoción por
haberme sentido transportada hacia las más
maravillosas sensaciones.
El guía espiritual me miró con alegría y dijo:
—Estuviste media hora y apenas te parecieron
segundos ¿verdad?
—Sí. Fue realmente impresionante —contesté con un
tono de voz que denotaba estar aún afectada por la
maravillosa experiencia.
—La experiencia en sí trata de hacernos ver el
extraordinario destino que nos aguarda una vez que
hayamos alcanzado la posición de Ministros de Dios.
Seremos el gozo y la felicidad personificada.
Trabajaremos junto al Gran Creador y acataremos
directamente sus mandatos.
Tobías hizo una breve pausa. Pensó unos segundos en silencio y continuó:
—El gozo y la felicidad plena no consiste en quedarnos
al lado del Gran Arquitecto Universal con los brazos
cruzados. Hay mucho que hacer en el infinito espacio.
La eterna ociosidad sería un terrible destino, mientras
que la ocupación permanente es el verdadero motivo
de la felicidad absoluta.
Me quedé callada escuchando las reflexiones del guía espiritual y recordando que en aquella extraordinaria
cabina me sentí muy especial. Sentí que yo era
alguien muy importante y que era una pieza clave
para el buen funcionamiento de todo el universo.
Tobías debió estar leyendo mis pensamientos porque
antes de que pudiera hacer algún comentario dijo: http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 55
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Como ves querida Lourdes, la gran atracción de la
montaña rusa nos hace empequeñecer ante la vista
del espacio infinito, mientras que la atracción de la
pequeña cabina nos hace ver lo grandes e importantes
que somos ante la existencia. Lo somos todo! ya que
sin nosotros la materia y el espacio no tendrían valor ni sentido.
Absolutamente todos, y cada uno de nosotros, somos
piezas claves de un engranaje que hace que todo el
universo funcione como lo planeó el Creador.
***
Bien entrada la tarde nos dispusimos a salir del parque
de atracciones por un camino protegido por hermosos
árboles. En el bosque vimos a tres hombres y cuatro
mujeres pertrechados de mochilas acampando con alegría debajo de un árbol.
Me detuve a contemplarlos mientras que las preguntas
me rondaban por la mente.
No aguanté y le pregunté a Tobías:
—Esos que están ahí, ¿acaso no les han ofrecido un
alojamiento en el templo? ¿No pueden construir con
sus mentes una casa?
El guía muy atento me respondió:
—No podemos obligar a nadie a vivir en casas o en
lugares convencionales. Ellos son libres de hacer lo
que quieran mientras cumplan con las normas del
paraíso colectivo.
Tobías los señaló y continuó explicando:
—Fíjate lo felices que son. Ellos no pueden concebir un
auténtico paraíso sin sus mochilas y tiendas de
acampada. En la Tierra para ellos el reunirse y
acampar era el mayor de los placeres. http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 56
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—¿Por qué no escogen un paraíso personal y lo
disfrutan entre ellos solos?
—Es muy probable que les guste encontrarse con
personas ajenas por los largos caminos que recorren.
En un paraíso personal encontrarían tal vez mucha
soledad.
—Sin embargo a mí me gusta la soledad —dije con
firmeza.
El guía espiritual me miró sonriente y dijo:
—Cada quien crea su mundo a la demanda de sus
necesidades.
Me acarició con cariño los hombres y sugirió continuar
por el camino.
Un perro se dirigía hacia nosotros. Se le notaba muy
preocupado. Miraba desesperado hacia todos lados
como si buscara a alguien.
—Este perro esta extraviado. Debió haberse escapado
de algún albergue de animales —dijo Tobías mientras
se dispuso a crear con su mente un lazo para amarrar al nervioso perro.
El perro se dejó amarrar por el cuello, sin resistencia
alguna, con el lazo creado por el guía.
—Vamos a llevarlo al albergue de animales que queda
próximo al gran templo.
Nos dispusimos a caminar pero el perro empezó a
tener una actitud de resistencia a seguirnos.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Es probable que el animal aún recuerde a sus amos.
Es por ello que está nervioso y se resiste a venir con
nosotros —dijo Tobías mientras lo acariciaba con
dulzura. —¿Qué vamos hacer? —pregunté.
—Tendremos que emplear el método de la auto
transportación para llegar al refugio de animales. El guía espiritual se abrazó al perro dispuesto a utilizar
el método de la auto transportación. Me agaché y con
el brazo me aferré a los hombros de Tobías. Al
instante estábamos en el albergue de animales.
El albergue era enorme. Había toda clase de animales.
Tobías se acercó con el perro extraviado a una señora
vestida con una túnica de color verde y le expuso el
caso.
—Debió haberse escapado saltando por una de las
ventanas —dijo la gentil señora.
Me acerqué a ellos para saber más sobre el caso.
Tobías me presentó a Clara, que era una de las guías
espirituales del albergue de animales. Clara me sonrió con dulzura. Luego, nos invitó a que
la siguiéramos para subir al nervioso perro a una de
las camillas que había en una de las muchas salas que
contenía el gran albergue.
El animal gemía impaciente. Se notaba muy triste.
Lo colocamos encima de la camilla y la dedicada guía
de animales le tocó con una mano la cabeza como si
quisiera escudriñar sus pensamientos.
Tobías me miró con aire confidencial y me dijo en un
susurro:
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
—Clara es una gran psíquica. Puede leer la mente de
los animales.
La guía espiritual seguía concentrada con los ojos
cerrados para optimizar la receptividad de los
pensamientos. Al rato, nos miró y dijo:
—Aún no le hemos borrado la memoria de su vida
pasada. Sigue recordando quienes fueron sus amos.
Por eso está inquieto.
—¿Borrarle la memoria? —inquirí sorprendida.
La guía Clara me miró con fraternidad y dijo:
—Sí. A todos los animales que desencarnan y llegan
aquí o a otros paraísos se les deben borrar parte de la
memoria. Exceptuando aquellos que deban estar con
sus amos para acompañarse en la vida espiritual.
—¿Y cuando se les borra la memoria, a dónde los
lleváis luego? —Los llevamos a un paraíso colectivo exclusivamente
para animales.
Tobías se acercó al perro para acariciarlo con amor y
dijo:
—Cuando se les borra la memoria, no olvidan quiénes
son ellos, y el instinto que los preserva como lo que son queda intacto. Si ellos al ir a un paraíso de
animales para que descansen y disfruten de unas
merecidas vacaciones conservaran en la memoria los
recuerdos de sus respectivos amos, agonizarían de
tristeza y melancolía.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Tobías dejó de hablar por un instante y luego
continuó:
—Es necesario hacerles olvidar y apartar de su
memoria con quienes vivieron en la Tierra porque si
no sería un terrible tormento como el que está padeciendo ahora mismo este pobre animal.
Lógicamente, esta medida, se aplica tan sólo a los
animales que conservan un gran apego por las
personas que los han acogido en el seno del hogar,
porque aquellos considerados salvajes y que vivieron
en su hábitat natural en la Tierra no necesitaran de
ningún borrado de memoria.
La guía espiritual Clara llamó a un técnico para que
viniera con un extraño aparato. El artefacto parecía un casco y estaba dotado de luces y cables.
Le colocaron al asustadizo animal el extraño
dispositivo en la cabeza con sumo cuidado.
El perro miraba receloso y asustado hacia todo su
entorno, tal vez creyendo que le iban hacer algún
daño.
El singular mecanismo se puso en marcha haciendo
caer al perro en el instante hacia un profundo sueño.
Al rato, el técnico quitó el mecanismo de la cabeza del animal y éste despertó como si nada hubiera ocurrido.
Nos miraba y movía la cola con gran alegría. Ya no
tenía la tristeza en sus ojos y éstos brillaban de júbilo.
La guía espiritual Clara en un tono de satisfacción dijo:
—Es notable que ya no recuerda a sus anteriores
amos. Ahora ya está listo para ir hacia un paraíso
colectivo de animales. Después de lo de la cabina pensaba que no había nada
más que me pudiera sorprender, pero estaba
equivocada. Supe entonces que cada día iba a ser
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
sorprendida ya que no hay límites en lo que al
conocimiento y sabiduría del Señor se refiere.
Tobías me miró como quien va a dar una sorpresa y
me dijo:
—¿Quieres conocer un paraíso colectivo de animales?
Necesitamos llevar a este perrito a uno de ellos que
hay en el universo para que disfrute plenamente del
entorno adecuado.
Me llené de alegría y dije que estaba deseando conocerlo.
—Clara nos guiará —dijo Tobías.
Una vez más, utilizamos la auto transportación y los
cuatro incluyendo el perro, de un momento a otro,
aparecimos en un paraíso colectivo de animales.
El lugar era espectacular. Se conformaba de extensas
sabanas circulares separadas entre ellas por grandes
bosques.
—En cada sabana hay una especie diferente de
animales, aunque a veces ellos se mezclan —explicó la
guía espiritual Clara al tiempo que soltaba al perro
para que corriera libre por el lugar—. Aquí vienen
todos aquellos animales, refiriéndome a los
domésticos, que por algún motivo no deben o tienen
porqué encontrarse con sus amos una vez llegan al
mundo espiritual por la desencarnación. Con respecto
a los animales salvajes y los animales de granja,
vienen absolutamente todos aquí una vez que
encuentran la muerte en la Tierra.
El cielo estaba despejado y el sonido de los animales
inundaba todo el ambiente.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Una vez se vio libre el perro, corrió con alegría por la
extensa llanura en dirección hacia un espeso bosque.
—Después del borrado de memoria que se le hizo,
ahora corre con la libertad de los que ya no están atados a los sentimientos de aquellos que lo amaron
—dijo Tobías mientras miraba sin perder de vista al
afortunado animal que corría feliz y dichoso por su
nueva situación.
Los leones y las gacelas compartían juntos el paraíso
de animales sin el problema de la persecución
constante que por naturaleza acontece en la Tierra.
El águila y el conejo se miraban como amigos.
El zorro y la ardilla paseaban uno al lado del otro por
el bosque como grandes compañeros de viaje. Las hienas y los antílopes caminaban juntos como
hermanos fraternales en los paseos diarios por la
extensa llanura.
La armonía de todos los animales que allí había era de
esperar al tratarse de un paraíso de animales. Realmente todo lo que vi en aquel maravilloso lugar
era digno de considerarlo un auténtico paraíso. Porque
un verdadero paraíso no lo hace tanto el paisaje de un
lugar como tal sino el trato fraternal que se verifica
entre unos y otros de quienes allí habitan.
Estuve unos días en el paraíso colectivo de animales
viendo y disfrutando de la compañía de todo tipo de animales. Luego fui a mi paraíso personal a seguir
descansando y disfrutando de mi soledad a la espera
de una nueva reencarnación en la Tierra que de
seguro será mejor que la anterior.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
***
En el centro de un hermoso jardín, había un gran lago
adornado de ladrillos azul turquesa.
Alimentado por un diminuto canal de piedra, traía las aguas
del otro lado, a través de una reja muy estrecha.
En ese reducto acogedor, vivía toda una comunidad de peces rollizos y satisfechos, en complicadas cuevas frescas
y sombrías. Eligieron a uno de los conciudadanos de
grandes aletas para el cargo de rey, y vivían allí,
plenamente despreocupados, entre la gula y la pereza.
Entretanto, junto a ellos, había un pececito, menospreciado
de todos.
No conseguía pescar la más leve larva, ni refugiarse en los
nichos de barro.
Los otros, voraces y gordiflones, arrebataban para sí todas
las larvas y ocupaban, displicentes, todos los lugares consagrados al descanso.
El pececito rojo nadaba y sufría. Por eso mismo era visto,
en correría constante, perseguido por la canícula o
atormentado de hambre.
No encontrando ninguna estancia en el amplio domicilio, el
pobrecito no disponía de tiempo para mucho ocio y
comenzó a estudiar con bastante interés.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Hizo el inventario de todos los ladrillos que adornaban los
bordes del pozo, registró todos los huecos existentes en él,
y sabía, con precisión, donde se reuniría la mayor masa de
lodo cuando llovía. Después de mucho tiempo, a costa de largas
investigaciones, encontró la reja del desagüe.
Frente a la imprevista oportunidad de aventura, se dijo a sí
mismo:
—“¿No será mejor investigar la vida y conocer otros
lugares?”
Optó por la investigación.
A pesar de su delgadez por la mala alimentación, perdió varias escamas, con gran sufrimiento, para poder atravesar
el pasaje estrechísimo.
Pronunciando votos renovadores, avanzó, optimista, por la
corriente de agua, encantado con los nuevos paisajes, ricos
en flores y el sol que tenía ante sí, y siguió, embriagado de
esperanza...
Pronto alcanzó un gran río, e hizo innumerables conocimientos. Encontró peces de muchas familias
diferentes, que simpatizaron con él, instruyéndole en
cuanto a las dificultades de la marcha y revelándole
caminos más fáciles.
Embebido contempló, en las márgenes, hombres y
animales, embarcaciones y puentes, palacios y vehículos,
cabañas y arboledas.
Habituado a tener poco, vivía con extrema simplicidad, sin
perder jamás la ligereza y la agilidad naturales.
Consiguió, de ese modo, alcanzar el océano, ebrio de novedad y sediento de estudio.
Mientras, fascinado por la pasión de observar, se aproximó
a una ballena para quien toda el agua del lago, en el que http://www.eldespertardelaconsciencia.jimdo.com 64
EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
viviera, no sería más que una diminuta ración;
impresionado con el espectáculo, se acercó a ella más de lo
que debía y fue tragado con los elementos que constituían
la primera comida del día.
En apuros, el pececito afligido oró al Dios de los peces, rogando protección en las fauces del monstruo y, a pesar
de las tinieblas en que pedía salvamento, su oración fue
oída, porque el cetáceo comenzó a sollozar y vomitó,
restituyéndole a las corrientes marinas.
El pequeño viajero, agradecido y feliz, buscó compañías
más simpáticas y aprendió a evitar los peligros y
tentaciones.
Plenamente transformado en sus concepciones del mundo,
pasó a observar las infinitas riquezas de la vida. Encontró
plantas luminosas, animales extraños, estrellas móviles y flores diferentes en el seno de las aguas. Sobre todo,
descubrió la existencia de muchos pececitos estudiosos y
delgados, tanto como él, junto a los cuales se sentía
maravillosamente feliz.
Vivía, ahora, sonriente y en calma, en el Palacio de Coral
que eligiera, con centenares de amigos, para residencia
dichosa, cuando al contar su laborioso pasado, vino a saber
que solamente en el mar las criaturas acuáticas disponían
de sólida garantía, ya que, cuando el estío se hiciese más arrasador, las aguas de otra altitud continuarían corriendo
hacia el océano.
El pececito pensó, pensó... y sintiendo inmensa compasión
de aquellos con quienes había convivido en la infancia,
decidió consagrarse a la obra de su progreso y salvación.
¿No sería justo regresar y anunciarles la verdad? ¿No sería
noble ampararles prestándoles, a tiempo, valiosas
informaciones?
No lo dudó.
Fortalecido por la generosidad de los hermanos benefactores que vivían con él en el Palacio de Coral,
emprendió el largo viaje de vuelta.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Volvió al río, del río se dirigió a los regatos y de los regatos
se encaminó a los canales que le condujeron al primitivo
hogar.
Esbelto y satisfecho como siempre, por la vida de estudio y
servicio a la que se consagraba, paró en la reja y buscó, ansiosamente, a los viejos compañeros.
Estimulado por la proeza de amor que efectuaba, supuso
que su regreso iba a causar sorpresa y entusiasmo general.
Seguramente, la colectividad entera celebraría el hecho,
pero, pronto verificó que nadie se movía en ese sentido.
Todos los peces continuaban pesados y ociosos, hartos en
los mismos nidos lodosos, protegidos por flores de lotos, de
donde salían apenas para disputar larvas, moscas o
lombrices despreciables.
Gritó que había vuelto a casa, pero no hubo quien le prestase atención ya que nadie había notado allí su
ausencia.
Apesadumbrado buscó, entonces, al rey de enormes agallas
y le comunicó la reveladora aventura.
El soberano, algo entorpecido por la manía de grandeza,
reunió al pueblo y permitió que el mensajero se explicase.
El benefactor despreciado, aprovechando la ocasión, aclaró,
con énfasis, que había otro mundo líquido, glorioso y sin
fin. Aquel pozo era una insignificancia que podía desaparecer, de un momento para otro. Más allá del
desagüe próximo, se desarrollaba otra vida y otra
experiencia. Allá afuera, corrían regatos ornados de flores,
ríos caudalosos repletos de seres diferentes y, por fin, el
mar donde la vida aparece cada vez más rica y más
sorprendente. Describió las clases de tencas y salmones, de
truchas y escualos. Describió al pez luna, el pez conejo y el
gallo del mar. Contó que había visto el cielo repleto de
astros sublimes y que descubrió árboles gigantescos,
barcos inmensos, ciudades playeras, monstruos temibles, jardines sumergidos, estrellas del océano y se ofreció para
conducirles al Palacio de Coral, donde vivirían todos,
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
prósperos y tranquilos. Finalmente, les informó que
semejante felicidad tenía igualmente su precio. Todos
deberían adelgazar, convenientemente, absteniéndose de
devorar tanta larva y tanto gusano, en las grutas oscuras, y
aprendiendo a trabajar y estudiar tanto como fuese necesario para la venturosa jornada.
Tan pronto terminó, escuchó un coro de carcajadas
estridentes.
Ninguno creyó en él.
Algunos oradores tomaron la palabra y afirmaron,
solemnes, que el pececito rojo deliraba, que otra vida más
allá del pozo era francamente imposible, que aquella
historia de riachuelos, ríos y océanos era simple fantasía de
cerebro demente, y algunos llegaron a declarar que
hablaban en nombre del Dios de los peces, que traía los ojos vueltos hacia ellos únicamente.
El soberano de la comunidad, para ironizar mejor al
pececito, se dirigió, en compañía de él, hasta la reja del
desagüe y exclamó:
—“¿No ves que no cabe aquí ni una sola de mis aletas?
¡Gran tonto! ¡Vete de aquí! No perturbes nuestro
bienestar... Nuestro lago es el centro del Universo... ¡Nadie
posee vida igual a la nuestra!...
“Expulsado a golpes de sarcasmo, el pececito realizó el
viaje de retorno y se instaló, definitivamente, en el Palacio
de Coral, aguardando el tiempo.
Después de algunos años apareció una pavorosa y
devastadora sequía.
Las aguas descendieron de nivel. Y el pozo donde vivían los
peces, panzudos y vanidosos, se secó, llevando a la
comunidad entera a perecer, atorada en el lodo.
Antigua leyenda egipcia del pececito rojo. Texto extraído del libro Liberación del autor
Francisco Cándido Xavier.
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EN LOS DOMINIOS DEL PARAÍSO
Mi misión es parecida a la del pececito rojo. Encender la luz
que hay en la oscuridad y mostrar que existe una vida más
sublime y hermosa que la que hay en la Tierra.
Muchas personas se asemejan a los peces que hay en el pozo. Se conforman con la vida que les tocó sin luchar y se
acomodan perezosos en lo que ya tienen sin buscar nada
más allá de lo que ven.
Sepamos que los paraísos no son fáciles de alcanzar y hay
que trabajar como lo hizo el pececito rojo para encontrar
las grandes maravillas que Dios nos tiene preparadas.
Leamos libros espirituales y comprendamos un poco más sobre las leyes que rige el universo para sacudirnos del
lodo que hay en el pozo y lograr destinos sublimes. No es
difícil dedicar un rato de nuestro tiempo a la lectura para ir
alcanzando cada día más algo de iluminación.
Aconsejo especialmente que lean y tengan a su lado como
si de un gran compañero de viaje se tratara el libro “LA
TERCERA REVELACIÓN DE LA LEY DE DIOS” porque de esa
manera se avanzará hacia la luz de la comprensión y hacia
un despertar que de seguro nos llevará a los dominios del paraíso.
LUCIANO DE LA TORRE
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RECOMENDAMOS LEER:
“LA TERCERA REVELACIÓN DE LA LEY DE DIOS”
POR
LUCIANO DE LA TORRE
Descargar gratis esta obra en la siguiente página web:
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“ENTENDIENDO A DIOS”
POR
LUCIANO DE LA TORRE
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“ATRAPADO EN EL UMBRAL”
POR
LUCIANO DE LA TORRE
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