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Enrique C. Creel y la economía chihuahuense¡ 1880-1910 · El Paso como centros urbanos de...

Date post: 06-Oct-2018
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Enrique C. Creel y la economía chihuahuense¡ 1880-1910 CARLOS GONZÁlEZ HERRERA RICARDO LEÓN GARCíA D urame los últimos años se ha demostrado el carácter pro- tagónico del norte mexicano en el desarrollo económico del último cuarto del siglo XIX, al convertirse en pieza clave para la integración del mercado nacional. Sin embargo, antes como ahora, el norte no puede ser considerado como un ente homogéneo, por lo cual es necesario el estudio de los distintos grupos regionales que impulsaron ese crecimiento. Enrique C. Creel estuvo al frente de un proyecto que vincu- laba la economía chihuahuense con las de regiones clave por su dinamismo tanto en México como en los Estados Unidos. En la década de 1880 se operaron cambios significativos para la elite chihuahuense: Enrique C. Creel se incorporó a la familia del antiguo caudillo liberal, el general don Luis Terrazas, quien por esta razón le otorgó amplio poder para el manejo de sus negocios no agrícolas; poco tiempo después, en 1884, Porfirio Díaz retiró del poder político a Terrazas, devol- viéndoselo en 1903 en la persona de Creel, a la sazón uno de los hombres más influyentes del nuevo Porfiriato; ese mismo año entró en operaciones el Ferrocarril Central Mexicano, que unía a Paso de Norte (Ciudad Juárez) con la Ciudad de México; la fundación del Banco Minero de Chihuahua en 1882, encabezado por Enrique C. Creel, redondeaba una transfor- mación radical en la estructura empresarial del grupo Terrazas y una redefinición de su territorialidad. Naturaleza delpoder de Creel Los orígenes de la presencia de Enrique Clay de Jesús Creel Cuilty (nacido en la ciudad de Chihuahua en 1854 y fallecido en la capital del país en 1931) en la esfera económica nacional de hace un siglo deben rastrearse en sus antecedentes personales y en el historial de su principal aliado, socio, suegro y padrino político: Luis Terrazas. Hijo de Reuben W Creel -comerciante de Kentucky avecindado en la ciudad de Chihuahua desde 1845- y de Paz Cuilty -maestra de escuela procedente de una familia de propietarios de tierras-, el joven Enrique tuvo que hacerse cargo del sostenimiento de la familia cuando, en 1871, falleció su padre, cónsul de su país en la capital de Chihuahua durante la década de 1860. La atención del pequeño negocio familiar lo obligó a alejarse de la escuela pero nunca de los libros. Com- binando lecturas con una habilidad exrraordinaria para rela- cionarse con los miembros de la elite de Chihuahua, hizo de su tienda una de las de mayor prestigio en la ciudad, y además se colocó como miembro del Ayuntamiento ames de los vein- ticinco años de edad. En 1880, Enrique C. Creel entró a formar parte del grupo más poderoso del estado al casarse con Ángela Terrazas Cuilty, hija de don Luis, cuya actividad político-empresarial durante más de medio siglo es sólo comparable en el norte de México con la de Evaristo Madero. Luis Terrazas (1829-1923) no formaba parte de la familias chihuahuenses ricas de la pri- mera mitad del siglo XIX; en 1849 heredó de su padre una tienda de abarrotes, una pequeña fábrica de jabón, algunas propie- dades urbanas que con el tiempo incrementarían su valor y un rastro surtido con un pequeño hato que mantenía en las afueras de la ciudad. Teniendo como base las propiedades y las reses heredadas, Luis Terrazas inició la formación de una fortuna difícil de imaginar con tan modesto principio. Des- de entonces, comenzó a hacerse de tierras ganaderas y fincas urbanas, sello distintivo de más de sesenta años de carrera em- presarial. En ese tiempo era impensable hacer que los negocios pros- peraran si a la vez no se contaba con un acceso seguro y cons- tante al poder político. Toda la década de 1850 la pasó Terrazas forjándose un nombre y lugar propios en la débil, confusa e inestable estructura del poder local. En 1851 fue nombrado guarda fiscal de la Tesorería Estatal; en 1854 fue electo regidor municipal, cargo que volvió a ocupar en 1859; posteriormente fue diputado suplente al Congreso del Estado. En 1862 el gobernador liberal Ángel Trías lo nombró jefe político del 38
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Enrique C. Creel y la economíachihuahuense¡ 1880-1910

•CARLOS GONZÁlEZ HERRERA

RICARDO LEÓN GARCíA

Durame los últimos años se ha demostrado el carácter pro­

tagónico del norte mexicano en el desarrollo económico

del último cuarto del siglo XIX, al convertirse en pieza

clave para la integración del mercado nacional. Sin embargo,

antes como ahora, el norte no puede ser considerado comoun ente homogéneo, por lo cual es necesario el estudio de los

distintos grupos regionales que impulsaron ese crecimiento.

Enrique C. Creel estuvo al frente de un proyecto que vincu­laba la economía chihuahuense con las de regiones clave por

su dinamismo tanto en México como en los Estados Unidos.

En la década de 1880 se operaron cambios significativospara la elite chihuahuense: Enrique C. Creel se incorporó ala familia del antiguo caudillo liberal, el general don Luis

Terrazas, quien por esta razón le otorgó amplio poder para el

manejo de sus negocios no agrícolas; poco tiempo después,en 1884, Porfirio Díaz retiró del poder político aTerrazas, devol­

viéndoselo en 1903 en la persona de Creel, a la sazón uno delos hombres más influyentes del nuevo Porfiriato; ese mismo

año entró en operaciones el Ferrocarril Central Mexicano,que unía a Paso de Norte (Ciudad Juárez) con la Ciudad deMéxico; la fundación del Banco Minero de Chihuahua en 1882,

encabezado por Enrique C. Creel, redondeaba una transfor­mación radical en la estructura empresarial del grupo Terrazasy una redefinición de su territorialidad.

Naturaleza del poder de Creel

Los orígenes de la presencia de Enrique Clay de Jesús CreelCuilty (nacido en la ciudad de Chihuahua en 1854 y fallecido

en la capital del país en 1931) en la esfera económica nacionalde hace un siglo deben rastrearse en sus antecedentes personalesy en el historial de su principal aliado, socio, suegro y padrinopolítico: Luis Terrazas.

Hijo de Reuben W Creel -comerciante de Kentuckyavecindado en la ciudad de Chihuahua desde 1845- y de

Paz Cuilty -maestra de escuela procedente de una familiade propietarios de tierras-, el joven Enrique tuvo que hacerse

cargo del sostenimiento de la familia cuando, en 1871, falleciósu padre, cónsul de su país en la capital de Chihuahua durante

la década de 1860. La atención del pequeño negocio familiar

lo obligó a alejarse de la escuela pero nunca de los libros. Com­binando lecturas con una habilidad exrraordinaria para rela­cionarse con los miembros de la elite de Chihuahua, hizo de

su tienda una de las de mayor prestigio en la ciudad, y ademásse colocó como miembro del Ayuntamiento ames de los vein­

ticinco años de edad.En 1880, Enrique C. Creel entró a formar parte del

grupo más poderoso del estado al casarse con Ángela Terrazas

Cuilty, hija de don Luis, cuya actividad político-empresarialdurante más de medio siglo es sólo comparable en el norte deMéxico con la de Evaristo Madero. Luis Terrazas (1829-1923)

no formaba parte de la familias chihuahuenses ricas de la pri­mera mitad del siglo XIX; en 1849 heredó de su padre una tienda

de abarrotes, una pequeña fábrica de jabón, algunas propie­dades urbanas que con el tiempo incrementarían su valor yun rastro surtido con un pequeño hato que mantenía en las

afueras de la ciudad. Teniendo como base las propiedades ylas reses heredadas, Luis Terrazas inició la formación de unafortuna difícil de imaginar con tan modesto principio. Des­

de entonces, comenzó a hacerse de tierras ganaderas y fincasurbanas, sello distintivo de más de sesenta años de carrera em­

presarial.En ese tiempo era impensable hacer que los negocios pros­

peraran si a la vez no se contaba con un acceso seguro y cons­

tante al poder político. Toda la década de 1850 la pasó Terrazasforjándose un nombre y lugar propios en la débil, confusa einestable estructura del poder local. En 1851 fue nombradoguarda fiscal de la Tesorería Estatal; en 1854 fue electo regidormunicipal, cargo que volvió a ocupar en 1859; posteriormente

fue diputado suplente al Congreso del Estado. En 1862 elgobernador liberal Ángel Trías lo nombró jefe político del

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distrito Iturbide -sede de la capital estatal- y, al iniciar el

siguiente año, lo comisionó para presidir la Junta de Guerra con­

tra los apaches; de ese cargo saltó por decisión de los diputados

locales a la gubernatura. A partir de entonces y hasta 1884,salvo breves periodos de ausencia, Terrazas logró mantener

el control del Ejecutivo del estado, por lo que protagonizó

momentos clave de la historia nacional y regional que le atraeríanun amplio consenso para su liderazgo y prestigio político:

defensa de la posición liberal y juarista frente a los conser­

vadores, al intervencionismo francés y al posterior imperio;su actuación como gobernador durante los últimos años de

la "guerra apache" fue fundamental para acrecentar su capi­

tal político.La segunda mitad del siglo XIX iniciaba en Chihuahua

con una economía devastada y desolada: la guerra étnica habíaprovocado en' el territorio una crisis económica y un retraso

demográfico de dimensiones difíciles de imaginar. El gobier­no local estaba semiparalizado por el faccionalismo y porque

sus pobres recursos estaban destinados'al sostenimiento de lallamada "guerra contra los bárbaros". La minería, otrora prin­

cipal fuente de riquezas en la región, padecía el abandonogeneralizado y la inundación de sus socavones; la agricultura

se vio azotada por otra de las cíclicas sequías. El tiro de gracia aesta frágil economía fue la cancelación del antiguo comercio

con Santa Fe, debida a la traumática experiencia que significóla partición del territorio mexicano a raíz de los Tratados deGuadalupe Hidalgo en 1848.

Entre 1860 y 1880, Luis Terrazas inició una habilísima

cooptación, por la vía política y del parentesco, de las antiguascúpulas liberales y conservadoras, así como un definitivo y

acelerado proceso de acumulación de bienes, que tan sólo enfincas rurales sumó casi tres millones de hectáreas y más de

ochenta propiedades urbanas en la ciudad de Chihuahua antesde 1910. A este impresionante conjunto de propiedades rura­

les poseídas por Luis Terrazas, habría que agregar las del propioCree!. De manera adicional, los bienes raíces acumulados porambos hasta el año de 1910 formaron parte de los puntalespara los proyectos de desarrollo de Cree!. Las fincas rurales y

las actividades a ellas ligadas, de manera fundamental la gana­dería de exportación y, en menor medida, e! cultivo de trigo y dealgodón, dieron las bases para la diversificación definitiva de sus

capitales y en especial para la creación del Banco Minero deChihuahua.

La transformaeíón delpaisaje chihuahuense

A Enrique C. Creel se le reconoció desde entonces su deci­dido apoyo político y económico a la construcción de ferro­

carriles. Su concepción sobre e! camino de hierro pretendíala ruptura de los antiguos espacios coloniales. Para lograrlo,promovió dos tipos de ferrocarril: 1) el que marcaría una estre­cha vinculación de Chihuahua con el mercado norteameri­

cano y con el del centro de México, siguiendo las antiguas

rutas de intercambio establecidas por los españoles y 2) el de

fundamento transcontinental e internacional, que olvidaba

las viejas rutas y esquemas de explotación de recursos e inter­

cambio de bienes, con e! cual Cree! imaginaba a la ciudad de

Chihuahua como centro estratégico de una ruta interoceáni­

ca e internacional.

El Ferrocarril Central Mexicano constituyó una especie

de espina dorsal del territorio de la República que conectaba

a la Ciudad de México con lo que hoyes Ciudad Juárez. En

el trazo del Central Mexicano se confundían los sueños y

proyectos de los viejos comerciantes que pensaban en revivir

el otrora vigoroso camino real a Santa Fe en Nuevo México

y de los "nuevos ricos" que harían surgir la fama de la gana­

dería exportadora chihuahuense; de antiguos propietarios de

vetustas instalaciones textiles y de empresas novedosas a lasque el tren trajo el detonador inicial o un segundo aire. La

existencia del Central permitió reactivar y crear un buen nú­

mero de actividades para los grupos económicos más importantes

de Chihuahua, y de manera destacada para el encabezadopor Enrique Creel:

La exportación de ganado en pie al medio oeste delos Estados Unidos; la entrada directa al mercado de la carne

de la Ciudad de México; la integración al mercado de cueros de

la ciudad de León; la exportación masiva de minerales pre­ciosos e industriales; la creación de! complejo de fundidoras y

refinadoras de metales de ASARCo en Aguascalientes, Chihuahua

y El Paso; la venta de granos de las haciendas del estado alos mercados del sur de la República; la especialización de las

haciendas terracistas gracias al transporte de pastura y granosentre las mismas; el aprovechamiento intensivo del guayulepara producir hules, así como la creación y consolidación de

las industrias cervecera y textilera al encontrar a lo largo de lalínea (hacia el norte y el sur) nuevos mercados para sus produc­

tos. Por otro lado, la conjunción del ferrocarril con la zonalibre en la frontera motivó el crecimiento de Ciudad Juárez y

El Paso como centros urbanos de distribución de bienes; laderrama económica en ambas poblaciones impulsó el incre­

mento poblacional en la frontera y sus áreas de influencia.Tenemos por otra parte e! complejo de vías férreas del

occidente chihuahuense. La primera idea para la realización

de las líneas que atravesarían la Sierra Madre Occidental estabaorientada hacia e! aprovechamiento de los recursos minerales y

forestales. El sistema ferroviario conocido hoy como Chihuahua

al Pacífico se planteaba los siguientes objetivos:1) Integrar una amplia zona del noroeste del país, teniendo

como eje la línea entre Ojinaga y la costa del Pacífico al nortedel estado de Sinaloa; alcanzar por la ruta más corta los mer­

cados del medio oeste norteamericano, como alternativa ahorra­dora de tiempo y costos a la ruta por Ciudad Juárez o la costacaliforniana; incrementar el tráfico de mercancías asiáticas

hacia el este de los Estados Unidos; al mismo tiempo, los pro­ductos chihuahuenses, mexicanos en general, estarían más

pronto en esa misma región. Además, la idea de Creel era queChihuahua tuviera una salida hacia el Golfo de México sin

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necesidad de cruzar terrirorio

norteamericano (la vía Topolo­

bampo-Chihuahua-Saltillo-Mon­

terrey-Tampico, jamás conver­

tida en realidad).2) Trasladar los productos

forestales y minerales que ya se

encontraban en exploración; na­

cería así la exploración intensiva

del bosque, además de que mu­

chas compañías mineras se reac­

tivaron gracias a las ventajas que

representaba el tren. La vecina

Sonora se incluía como parte de

ese todo regional.

3) Aprovechar una posiblegran bonanza de las actividades

agrícola y pecuaria, que sólo sería

posible con la inyección de ca­

pitales y tecnología a los campos

de la sierra y noroeste del esta­

do de Chihuahua, como estaba

ocurriendo¡en la zona costera

del Pacífico; impulsar económi­

camente a zonas marginales no

sólo del lado mexicano. Dentro Enrique C. Creel

de los Estados Unidos se preten-

día activar los potenciales mineros y agroganaderos de Nuevo

México, del sur de Arizona y de Utah; integrarse a la zona

agrícola de Kansas, e involucrar en el desarrollo a la entonces

olvidada Oklahoma. En la costa occidental de México, el ferro­

carril seguiría el curso del río Fuerte, donde se desarrollaban

plantaciones de caña de azúcar y cítricos.

Las fallas de este gran proyecro fueron la tardía (1928)

conexión entre Chihuahua y Ojinaga, el tramo inconcluso hasta

1964 a través de la Sierra Madre rumbo a la costa sinaloense

y la nunca iniciada construcción de la línea paralela a la frontera

con Estados Unidos para completar el ferrocarril transconti­

nental Tampico-Chihuahua-Topolobampo, que habría dado

esa gran posibilidad estratégica de conectar el océano Pacífico

con el Golfo de México por terrirorio mexicano, sin necesi­

dad de depender de las rutas por el vecino país del norre.

La banca regional

El grupo de empresas financieras chihuahuenses era el eje con­

ductor del proyecro económico regional y Enrique C. Creel

el personaje central de la dirección en este tipo de actividades.

Con una fuerte tradición prestamista, a la que nunca renun­

ció, la familia Terrazas se lanzó a la conquista del mercado

crediticio institucionalizado a partir de la década de 1880.

Los resultados evidentes de este proceso fueron el monopolio

bancario en el estado hasra el estallido de la Revolución de 1910,

la anulación de la competencia de los

bancos nacionales dentro de la enti­

dad y la expansión del capital chihua­

huense hacia otras regiones y áreas de

la economía. La actividad bancaria del

grupo encabezado por Creel se dio a

través del Banco Minero de Chihuahua,

convertido en la institución financiera

dominante en una amplia mna de! nor­te mexicano.

Entre 1882 y 1899, teniendo a Cree!

como gerente general y presidente de!

consejo de administración, el Banco

Minero consolidó su posición dentro

del mercado crediticio regional hasta

provocar la desaparición del resro de

sus competidores locales y opacar la

actuación de los bancos Nacional de

México y de Londres y México, que

carecían de la presencia e influencia

económica del Minero. Creel se aso­

ció económica y familiarmente con

e! gerente de la sucursal Chihuahua de!

Nacional, Federico Sisniega, con quien

formó algunas de las empresas más am­

biciosas y exirosas de! estado (telas,

ropa, harinas, cerveza, fundición, em­

pacadora y, por supuesto, bancos). La acción del Banco Na­

cional de México fue entonces complementaria a las preten­

siones de Cree!.

Una vez sin competencia regional, Creel encabezó un

proceso de diversificación de sus operaciones bancarias. En

1900 fundó el Banco Comercial Refaccionario y en 1903 la

Caja de Ahorros de la República Mexicana, ambos con sede

en Chihuahua, con los cuales las actividades financieras se

especializaban localmente: el primero de ellos para el fomen­

to de las inversiones en la entidad y el segundo para captar e!

ahorro de diversos sectores de la capital del estado.

Al mismo tiempo, Creel tejió una amplia red de rela­

ciones financieras a lo largo y ancho del país al participar en

la creación y puesta en funcionamienro nuevamente de ban­

cos locales o regionales y dos de carácter nacional que pre­

sentarían una competencia seria a los intentos monopólicos

de la actividad bancaria, sobre roda del Nacional de México.

En roda la región y fuera de Chihuahua, Enrique Creel tuvo

injerencia directa por lo menos en los bancos de Durango,

Mercantil de Monterrey, de Guanajuato, Refaccionario de

La Laguna y de Michoacán, así como en el Guarantee Trust

and Banking Co. de El Paso.Es evidente que las empresas financieras del grupo Terrazas­

Creel sirvieron como resorte para expandir la influencia del

poder económico capitalizado en Chihuahua hacia otras regiones

dentro y fuera del estado. A la variedad de inversiones de este

grupo se sumó la diversidad de las regiones en las que operaban

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Estación del ferrocarril Lentral, edltlcios para talleres y carga, 1881

en diferentes instancias; a través de sucursales bancarias o de

la influencia en las decisiones de empresas financieras, indus­triales, agroganaderas, mineras y de comunicación, se sostenía

una constante presencia en El Paso, San AntoIÚO, Chihuahua,Herrnosillo, La Laguna, Monterrey, Durango, Guanajuato, Méri­

da, Campeche, Morelia, Uruapan y la Ciudad de México.

Las alianzas financieras entre el grupo chihuahuense y los delresto del país se consolidaban por medio de esta "precoz" inte­

gración de sistemas bancarios regionales en los cuales se basabala política económica mexicana, si no en todo el territorio na­

cional aún, sí con serios intentos por lograrlo.Sin oponer resistencia alguna a la participación del ca­

pital extranjero, es notoria la independencia respecto a éste,característica de las empresas financieras e industriales de

Creel en Chihuahua: las alianzas principales se establecían

entre empresarios locales, con capitales formados dentro delámbito nacional y sólo en algunos casos se recurría a las fuen­

tes de financiamiento externo. Nos falta conocer la com­posición exacta de los capitales de muchos de estos bancos, en

los que es evidente el mayor peso específico de la partici­pación de nacionales (en el caso del Minero, las fuentes de

capital extranjero nunca superaron 4%); además, los miem­bros de las directivas de estos bancos casi siempre fueron

meXIcanos.Los bancos Central Mexicano e Hipotecario de Crédito

Territorial Mexicano son ejemplo del poder e influencia quelogró el empresario chihuahuense en todo el país. El pri­mero de ellos, cuya paternidad se debe a Enrique C. Creel

y Joaquín Casasús, se convirtió en la respuesta de los capi­tales regionales mexicanos contra el pretendido monopoliofinanciero del Banco Nacional de México, dado que la le­

gislación bancaria restringía la operación de las institucionesregionales mientras abría todas las puertas para el Nacional.

En el Banco Central Mexicano concurrirían como socios

todos los bancos regionales del país a fin de presentar frentecomún a las vicisitudes del sistema, a losproblemas propios de cada una de las

zonas de operación y a las malas admi­nistraciones internas de estas empresas.Por otro lado, y en vista del carácter vo­

luntario de la circulación de los billetes

emitidos por estos pequeños bancos enlos estados donde no operaban, el BancoCentral se convirtió en garante de sus

socios, realizando los cambios al porta­dor de dichos instrumentos de pago,hasta entonces de aceptación voluntaria y

restringida. Para mantener el proyecto consuficiente capacidad fmanciera y, sobre

todo, aumentar el presúgio de la institu­ción ante el sector empresarial mexicano

y la comunidad financiera internacio­nal, los directivos del Central negociaron

un préstamo por tres millones de pesos

proveniente del Deursche Bank, la casa Bleichroeder de

Berlín y J. P. Margan & Ca. de Nueva York, lo que repre­

sentaba 50% del capital inicial de la empresa, que poco úempo

después fue aumentado por un crédito del Banque de l'UnionParisienne.

Intento de cambio estn«:tural en ChihtuÚJtuz

La puesta en marcha del primer ferrocarril que cruzó el esta­do de Chihuahua abrió la posibilidad de expandir las inver­

siones de los grupos locales. Enrique Creel se mostró como el

principal promotor de la diversificación económica y de la

búsqueda de nuevos horizontes para los productos y capitales

de la región.

Durante veinticinco años Creellogró consolidar un amplioconjunto de empresas industriales cuya base de acción fue

sobre todo la ciudad de Chihuahua. Dirigió la refuncionali­

zación de viejos proyectos textiles y harineros y la creación de

otros, como la fábrica de telas de lana y algodón La Con­cordia -en torno a la cual se aglutinaron capitales mercan­

tiles locales y cuyo mercado cubrió el norte de México y del

sur de los Estados Unidos- y la Compañía Harinera de Chi­

huahua, que casi logró monopolizar la producción de trigodel estado. Su complemento era la fábrica de galletas, pastas

y pan La Estrella, un interesante intento de encadenamientovertical de la producción industrial derivada del trigo.

La base agropecuaria tradicional de los capitales del grupo

sirvió a Creel para modernizar el proceso de la venta de lacarne y acaparar el gran mercado consumidor de la capital de

la República, utilizando para ello la recién creada tecnologíade refrigeración a fin de conservar en buenas condiciones los

canales del ganado sacrificado en la ciudad de Chihuahua porla empacadora La Internacional. No obstante que este proyecto

no se consolidó del todo, el control del mercado de la carne

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UNIVERSIDAD DE MÉXICO

en el estado de Chihuahua y en La Laguna quedó asegurado

por medio de la Compañía de Rastros de Torreón y Parral.Como el resto de la elites urbanas en el país, Creel y sus

socios establecieron empresas que proporcionaban serviciosal resto de la planta económica regional, tales como las com­

pañías telefónicas de Chihuahua y Durango, las de tranvías de

Chihuahua, Juárez y Parral, el Ferrocarril Mineral de Chihuahua,

la empresa que abastecía de electricidad a la capital del estadoy una fábrica de hielo. Al mismo tiempo, encabezó proyectos

que apuntaban a la sustitución de importaciones en el rubro de

maquinaria pesada, especialmente la dedicada a la minería, a

través de la Compañía Industrial Mexicana, y entró a la compe­

tencia pot el mercado regional de la cerveza (Cervecera deChihuahua). Asociándose con los empresarios más poderosos

de Monterrey, Durango y La Laguna y haciendo uso de con­

tactos políticos de primer nivel, participó en la formación de

dos compañías que monopolizaron la producción nacional

de jabón y dinamita: la Industrial Jabonera de La Laguna yla Nacional Mexicana de Dinamita y Explosivos, ambas ubi­

cadas en Gómez Palacio.

Los obstáculos delproyecto

Al dirigir las inversiones industriales y financieras del grupochihuahuense, Enrique C. Creel reforzó y estableció alianzas

con muchas de las elites regionales que operaban en el país.Como parte del cerrado gremio financiero mexicano -al que

logró penetrar después de una serie de enfrentamientos conlas prácticas monopólicas que sólo favorecían a la elite esta­blecida en la Ciudad de México entablando alianzas con dis­

tintos grupos provinciales-, este empresario norteño siguiólos mismos patrones de concentración, evitando la compe­

tencia y cerrando la posibilidad de erigir una libre circulaciónde capitales que hubieran podido impulsar un más amplio y sos­

tenido desarrollo de las regiones y del país en su conjunto.

Los empresarios chihuahuenses lograron penetrar en diver­sas áreas de los tres sectores de la economía. A pesar de ello,una de sus grandes limitaciones consistió en no poder llevar

a cabo un proceso de encadenamiento de sus actividades. Porejemplo, no obstante haber invertido en áreas dedicadas a laextracción forestal o mineral, utilizando la tecnología más mo­

derna, no hubo una derivación industrial capaz de procesar den­tro de la región la totalidad de los frutos extraídos. Chihuahua

se convirtió en exportadora de materias primas que seríanprocesadas en el extranjero.

La generación de empresarios y promotores económicosa la que perteneció Creel no logró transformar el modelo tanarraigado durante el siglo XIX en el que el tamaño de las em­presas correspondía de manera directa con la habilidad de sus

propietarios tanto para acumular como para movilizar capi­tal dentro de la extendida red familiar. El aparente modernosistema bancario del que Creel fue pilar fundador perpetuóun acceso restringido y politizado al crédito.

A diferencia de lo sucedido con la construcción del Ferro­

carril Central Mexicano, Creel constituyó un grupo de apo­

yo al Chihuahua-Pacífico que impidió a diversos grupos regio­nales sentirse suficientemente identificados con el proyecto

como para ayudar a vencer los obstáculos que se presentaron,

trayendo como consecuencia que finalmente dominaran los

intereses del capital extranjero. De haber funcionado este sis­tema ferroviario, habría dado a México una ruta transcontinen­

tal de alguna manera independiente de los Estados Unidos. La

realidad es que no se lograron salvar los dos principales retosque enfrentó: una geografía complicada en extremo y la inma­

durez de los elementos económicos que trataba de integrar,habiéndose desarrollado como una mera ruta de extracción de

materias primas que dañó de manera severa los recursos fores­tales de la Sierra Madre Occidental chihuahuense.

En Chihuahua, la oligarquía regional definió muy bien des­de un principio los campos de acción de las distintas fuentes de

capital: la ampliación de las inversiones del grupo se realizóen actividades que conocían por experiencias previas y cuyomercado no era ajeno a los socios, donde la red de relaciones

con otros grupos regionales ya estaba tejida.

Las actividades que requerían de los recursos más signi­ficativos y que, por otro lado, implicaban mayores riesgos,fueron cedidas a los extranjeros; tal es el caso de los ferrocarriles

y la minería. El poder económico de este grupo era tal, quebien podía determinar en qué áreas se necesitaba mayor inver­

sión foránea, encargándose de promover su llegada y mante­niendo una estrecha vigilancia para evitar incursiones en áreasde influencia predeterminadas. Las formas de relación se esta­

blecían a través del control político y del poder de intermedia­ción, con lo cual se obtuvieron concesiones y participaciónde beneficios incluso en áreas en las que no invertían. El poder

político de Creel era tal que su influencia "obligaba" a los em­presarios extranjeros a ceder inclusive en operaciones especu­

lativas claramente desventajosas para ellos.

Epílogo

Al evaluar la actuación de personajes como Enrique C. Creel ysu impacto en la vida y destino de regiones y países completos,es importante tratar de ubicarlos como integrantes de un fe­

nómeno más global que rebasa los límites nacionales, sobre

todo en un estado fronterizo como Chihuahua.La importancia de conocer las dinámicas regionales es­

triba en el hecho de que durante la segunda mitad del si­glo XIX las economías que tanto en México como en los EstadosUnidos eran de alcances limitados y circunscritas a regiones

específicas, sufrieron distintos procesos de agregación y enalgunos casos de integración que alteraron sus fisonomías yescalas. En ello jugó un papel fundamental la transforma­ción de las sociedades agrarias-mercantiles en sistemas máscomplejos, en los que el capital alcanzó nuevos niveles pro­

tagónicos .

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Las diferencias cualirarivas y cuanrirarivas en los resulra­dos de los modelos de desarrollo aplicados en ambos países

fueron abismales. En México, a los rradicionales obsráculospara el desarrollo económico, la modesria de los mercados lo­

cales, su deficiente inregración en uno nacional y los alros cosros

de rransporte, hay que agregar los problemas que fueron espe­cíficos a esre periodo y que frenaron un proyecro indusrrializa­dor de mayores alcances:

1) Un marco legal e insrirucional que si bien fue rransfor­mado, rerminó siendo más un obsráculo que un estímulo.

2) La consrrucción de ferrocarriles, aunque especracular,se realizó sin un plan direcror; aun las grandes líneas rron­

cales mexicanas funcionaron como ramales del sisrema nor­teamencano.

3) Una propiedad industrial extremadamente concen­trada, de manera especial en aquellas ramas que requeríanfuertes inversiones y tecnología moderna.

4) Escaso desarrollo del mercado de capitales y un accesoal mercado crediticio altamente politizado y elitista.

5) La creación de una industria protegida que no pudoenfrentar, por un lado, el dilema creado por el conflicto entreun mercado desigual y limitado y una base tecnológica rela­

tivamente sofisticada y, por otro, la competitividad creadapor la segunda revolución industrial en los Estados Unidos yEuropa. Ante ello, los indusrriales mexicanos apelaron a unmodelo que impidiera la competencia en la producción, que

restringiera las opciones del mercado interno y que estuvieraapoyado por subsidios gubernamentales.

Como en el caso de una buena parte de esros barones del

capital que tuvieron el Porfiriaro como escenario, Enrique

Creel sobrevivió a la Revolución mexicana con una salud, di­

nero y resultados finales que envidiaría cualquier noble después

de 1917. Sin duda, la Revolución fue un duro golpe para estospersonajes, pues aunque en muchos casos lograron conser­

var, recuperar o rehacer partes considerables de sus antiguasfortunas, fueron alejados del pináculo del poder político.•

Bibliografía

Almada, Francisco R., Gobernadores del estado de Chihuahua, Centro

Librero La Prensa, Chihuahua, 1980.-- Judrez y Terrazas. Aclaraciones históricas, Libros Mexicanos,

México, 1958.Cerutti, Mario, "El gran norte oriental y la formación del mercado

nacional en México a finales de! siglo XIX", en Siglo XIX. Revistade Historia, núm. 4, 1987, pp. 53-80.

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