FACTORES QUE AFECTAN LA PROBABILIDAD DE ÉXITO O FRACASO
ELECTORAL EN COLOMBIA EN CONTEXTOS DE CAMBIO DE REGLAS
JULIANA CORREAL RODRÍGUEZ
Trabajo de Grado para optar al título de
Politóloga
Director del Trabajo de Grado
ANDRÉS DÁVILA LADRÓN DE GUEVARA
Politólogo, PhD en Ciencias Sociales
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA
BOGOTÁ
2001
FACTORES QUE AFECTAN LA PROBABILIDAD DE ÉXITO O FRACASO
ELECTORAL EN COLOMBIA EN CONTEXTOS DE CAMBIO DE REGLAS
Trabajo de Grado para optar al título de
Politóloga
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES
CARRERA DE CIENCIA POLÍTICA
BOGOTÁ
2012
NOTA DE ADVERTENCIA
“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus trabajos de tesis. Solo velará por que no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica y por que las tesis no contengan ataques personales contra persona alguna, antes bien se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.
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Factores que afectan la probabilidad de éxito o fracaso electoral en
Colombia en contextos de cambio de reglas
Tabla de contenido
Tabla de contenido ............................................................................................. - 0 -
1 Introducción .................................................................................................. - 1 -
2 Marco teórico ................................................................................................ - 6 -
3 Estrategias electorales ............................................................................... - 15 -
3.1 Estrategias (1991 – 2003) .................................................................... - 17 -
3.2 Estrategias (2003 – 2010) .................................................................... - 31 -
4 Posibles estrategias exitosas (2006 – 2010) .............................................. - 46 -
Conclusiones .................................................................................................... - 48 -
Bibliografía ........................................................................................................ - 51 -
Anexo ................................................................................................................ - 57 -
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Factores que afectan la probabilidad de éxito o fracaso electoral en
Colombia en contextos de cambio de Reglas
“Los legisladores siempre serán renuentes a modificar las reglas bajo las cuales fueron elegidos
porque un cambio puede afectar sus posibilidades de mantenerse en el poder. Grandes costos de
transacción acompañan los cambios de un sistema a otro, pues tienen que invertir en nuevas
estrategias de campaña y un nuevo sistema introduce incertidumbre sobre sus oportunidades
electorales” (Sakamoto 1999: 419).
1 Introducción
Gordon Tullock plantea la importancia y el papel preponderante del diseño de los
sistemas electorales (y métodos de votación) en la configuración del sistema de
partidos y en el resultado de las elecciones. Por lo cual, parte de la idea de que las
reglas de juego determinan la forma en que los políticos deben llevar a cabo sus
campañas electorales para conseguir éxito en el resultado de las elecciones
(Tullock: 1980). Por ende, un cambio en el diseño institucional (reglas de juego)
tiene la capacidad de reconfigurar la forma en la que actúan los políticos y en
consecuencia, dicha reforma, puede tener la capacidad de modificar el sistema de
partidos vigente. Por lo que, los candidatos que entran en disputa por las curules a
proveer, deben adaptar y apropiar sus estrategias conforme su objetivo final que
es el éxito electoral.
Es por ello que, en contextos de cambio de reglas, en donde los niveles de
incertidumbre son muy elevados, los candidatos y los partidos políticos deben
adaptar rápidamente sus estrategias al nuevo contexto con el fin de conseguir las
curules en disputa. Por consiguiente, este trabajo de grado busca indagar sobre la
capacidad de adaptación y adecuada utilización de las estrategias electorales de
los candidatos y de los partidos políticos con el fin de conseguir el éxito electoral
en contextos de cambio de reglas, tendiendo como referencia el caso colombiano.
Debido a que, tal como lo plantea Felipe Botero “La reforma de 2003 modificó
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radicalmente [el] escenario para los políticos porque sus votos ya no son
suficientes para resultar elegidos. Las nuevas reglas exigen coordinación con sus
antiguos adversarios. El éxito electoral ya no depende enteramente de los
individuos, sino que depende del desempeño colectivo de su partido. Por tanto, las
estrategias de coordinación y de campaña adquieren particular relevancia a la
hora de explicar el desempeño electoral de partidos e incluso individuos” (2009:3).
Por tanto, esta investigación pretende demostrar que, los candidatos y los partidos
políticos que, después de un cambio en las reglas de juego, inician sus campañas
electorales de forma anticipada, tienen mayores probabilidades de éxito electoral,
ya que cuentan con mayor tiempo para realizar procesos de ensayo y error que les
pueden ayudar a ajustar sus estrategias al nuevo contexto.
Para conseguir dicho fin el texto estará dividido en cuatro capítulos. En el primer
capítulo, se plantea la justificación, el propósito, la pregunta de investigación y la
Hipótesis. En el segundo capítulo se desarrolla el marco teórico, en donde, se
abordan los conceptos más importantes para el desarrollo de la monografía y se
analiza la discusión sobre la relación entre sistemas de partidos y sistemas
electorales; por último, se describe brevemente la reforma de 2003 y los efectos
esperados de la misma sobre la realidad electoral colombiana.
Por su parte, el tercer capítulo está dividido en tres apartados. En el primero, se
define el término estrategia. En el segundo, se hace un recuento de las estrategias
electorales más utilizadas antes la reforma de 2003, para así indagar, en el tercer
apartado sobre las nuevas estrategias utilizadas por los partidos políticos y los
candidatos desde 2003, más específicamente usando como casos de estudio las
elecciones al Senado de la República en 2006 y 2010.
Una vez realizada la investigación sobre las nuevas estrategias utilizadas, en el
capítulo cuatro se analizan algunos textos que conducen a determinar cuáles
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estrategias podrían afectar la probabilidad de éxito electoral en contextos de
cambio de reglas. Para terminar, se plantean algunas conclusiones que se derivan
del trabajo y algunos planteamientos para futuras investigaciones.
El trabajo de grado tiene como motivación inicial llenar un vacío en el
conocimiento académico y en la literatura existente sobre sistemas de partidos y
sistemas electorales acerca del cambio en las estrategias electorales usadas por
los candidatos y los partidos políticos cuando se generan cambios en las reglas de
juego. La inquietud surge al investigar sobre el impacto de la Reforma de 2003 en
el contexto electoral colombiano, puesto que al hacer dicha revisión bibliográfica,
se encontró un gran número de artículos sobre la naturaleza y los componentes de
la reforma; adicionalmente, hay otro conjunto de publicaciones que se enfocan en
el impacto de la reforma sobre los resultados de las elecciones siguientes. No
obstante, hay deficiencia en la literatura cuando se pretende buscar información
sobre el impacto de la reforma sobre los candidatos y partidos políticos en la forma
en la que éstos llevan a cabo sus campañas políticas (Botero 2009).
Es por ello que, se analizan las estrategias utilizadas por los candidatos y los
partidos en dos momentos. En primer lugar, las estrategias utilizadas antes de la
entrada en vigencia del Acto Legislativo 01 de 2003 en las elecciones al Senado
de la República (1991 – 1994 – 1996 y 2002). Para, en segundo lugar, observar
los cambios en las estrategias durante las elecciones a la misma corporación
después de la reforma de 2003; es decir, las elecciones del 2006 y del 2010. Con
el fin de indagar, a manera de pregunta de investigación, sobre la forma cómo los
candidatos y los partidos políticos modifican sus estrategias en contextos de
cambio de reglas con el fin de obtener éxito electoral.
Es decir que, la pretensión del trabajo de grado es realizar un análisis de la
literatura existente, reforzada con la observación de algunos casos específicos, en
donde se pueda observar cómo los candidatos y los partidos políticos debieron
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ajustar sus formas tradicionales de realizar las campañas políticas con el fin de
adaptarse a las nuevas exigencias que la reforma de 2003 introdujo a la realidad
electoral colombiana. Por último, en la parte final del texto, se pretende esbozar un
análisis sobre algunas de las estrategias que fueron utilizadas por los partidos y
políticos que tuvieron acceso a las curules, de tal forma que se pueda evidenciar
cuáles estrategias de las utilizadas, incrementan la probabilidad de éxito electoral.
De ahí que, se pretende comprobar que el ajuste temprano de las estrategias
electorales, durante el proceso de campaña de los candidatos y de los partidos
colombianos después de la reforma constitucional determina una mayor
probabilidad de éxito electoral. Ello podría suceder en la medida en las que, “las
nuevas reglas de juego electoral modifican de manera importante la estructura de
incentivos a la que se tienen que enfrentar tanto los actores individuales
(candidatos) como los actores colectivos (partidos y movimientos) para lograr su
objetivo último, esto es, una curul en el Congreso (Carey y Shugart 1995)” (Botero
2009: 3)
De acuerdo a lo anterior, los objetivos principales que pretende alcanzar el texto
son: a) Construir un marco teórico que actualice la relación que, en términos
teóricos, se ha planteado entre el diseño de las reglas de juego electorales, o sea
el sistema electoral, y su interacción con el sistema de partidos. b) Enunciar y
analizar algunas de las estrategias electorales que incrementan la probabilidad de
éxito electoral.
Por otra parte, para alcanzar los dos objetivos principales se tienen los siguientes
objetivos secundarios: a) Desarrollar y describir algunos aspectos relevantes del
Acto Legislativo 01 de 2003, con el fin de explicar el nuevo contexto al que se
enfrentan los políticos y los partidos después de 2003. b) Mediante el uso de
literatura existente describir las estrategias utilizadas por los candidatos y los
partidos políticos antes de la entrada en vigencia de la reforma de 2003. c)
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observar algunos casos específicos, teniendo en cuenta que, después de la
entrada en vigencia de la norma se han llevado a cabo dos elecciones legislativas
en Colombia (2006 y 2010), con el fin de vislumbrar las estrategias utilizadas.
Para cumplir con los objetivos propuestos se utilizan dos tipos de metodologías.
En primer lugar, se utiliza una aproximación descriptiva, para realizar un análisis
detallado a profundidad, mediante la cual se busca analizar las premisas básicas
de las cuales parte el estudio para su desarrollo, es decir, el método descriptivo
servirá para construir los argumentos que giran en torno al rol de las reglas de
juego en los resultados de las elecciones y la importancia del diseño del sistema
electoral. Adicionalmente, dentro del uso de este método cualitativo el trabajo de
grado pretende ahondar en las elecciones 2006 y 2010 con el fin de comprender
actores específicos de las contiendas y así conocer algunas de las estrategias que
utilizaron dichos actores en el desarrollo de sus campañas políticas.
Por otra parte, se utiliza un diseño de investigación longitudinal, en donde se
pueda analizar los cambios que han tenido las estrategias electorales a través del
tiempo, teniendo como periodos específicos las elecciones para Senado entre
1991 y 2003, y las elecciones legislativas de 2006 y 2010 realizadas bajo la nueva
normatividad. Esto para indagar por los factores que afectan la probabilidad de
éxito o fracaso electoral.
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2 Marco Teórico
El cambio en las reglas de juego es uno de los ejes centrales de esta monografía.
Por ello, es importante tener en cuenta la naturaleza de la discusión, siendo en
este caso: el diseño institucional. Dicho diseño es el que determina las reglas de
juego en el ámbito electoral y en la literatura es definido como el sistema electoral.
“Seleccionar un sistema electoral es una de las decisiones institucionales más
importantes para cualquier democracia. Un sistema electoral puede ayudar a
“estructurar” resultados específicos, como fomentar la cooperación y la
conciliación en una sociedad dividida” (IDEA Internacional 2005: 17).
Este concepto ha sido definido y redefinido por una gran cantidad de autores a lo
largo del tiempo, en donde se pueden encontrar definiciones amplias o
restringidas que dependen de las características de la investigación. Así las cosas,
para este caso, el sistema electoral se define como “las reglas según las cuales
los electores pueden expresar sus preferencias políticas y según las cuales es
posible convertir votos en escaños parlamentarios (en caso de elecciones
parlamentarias) o en cargos de gobierno (en caso de elecciones de presidente,
gobernador, alcalde)” (Nohlen 1995: 56).
Es decir que, un sistema electoral puede ser entendido como la regla o el método
por el cual se traducen los votos en escaños, de lo cual surge el tipo de
representación política. Por ende, dependiendo de las decisiones de los
legisladores, históricamente han prevalecido dos sistemas electorales: los de
representación mayoritaria y los de representación proporcional, además de
algunos híbridos.
Dentro los sistemas electorales están definidos y regulados cuatro aspectos
esenciales: En primer lugar, los sistemas electorales estipulan las
circunscripciones, es decir, delimitan las áreas geográficas que se tienen en
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cuenta para cada elección. Diferenciando los comicios en donde puede votar la
totalidad del censo electoral (circunscripción nacional), a las elecciones en las que
sólo puede votar una proporción del mismo. Teniendo como ejemplos para
Colombia las elecciones en las que se elige alcalde, gobernador y Cámara de
Representantes, entre otros. Este componente es de vital importancia ya que, tal y
como lo plantean Taagepera y Shugart, “la magnitud del distrito tiene
prácticamente un impacto mayor sobre la proporcionalidad del sistema que
ninguno de los otros factores” (1989: 112).
El segundo componente se denomina candidaturas, éstas pueden ser de dos
tipos: uninominales, cuando hay una curul a proveer o plurinominales cuando la
elección es para cuerpos colegiados. No obstante, dentro de dichas categorías se
cuenta con tres tipos de “listas” que determinan la manera en la que el partido
político o el candidato se deben presentar a los comicios. Algunos ejemplos de
listas son: Listas únicas, cada partido puede conformar una y sólo una lista para
las elecciones. Por otra parte, “siempre y cuando el elector tenga la opción de voto
preferente se presenta una lista abierta1, pues el ciudadano escoge el candidato
de su preferencia dentro de la lista sin estar limitado por el orden preestablecido
por el partido” (Duque y otros 2011:16). Por último en las listas cerradas y
bloqueadas hay un orden preestablecido. Por ello, el elector sólo vota por el
partido político.
Los siguientes dos componentes configuran principalmente el resultado electoral.
Entonces, el tercer componente es la votación, que varía dependiendo del tipo de
lista, es decir, cuando la lista es cerrada y bloqueada el elector sólo vota por la
colectividad, mientras que cuando se tiene la lista abierta, el sufragante puede
realizar un sólo voto: por el partido político y por el candidato de su preferencia.
1 En el contexto colombiano cuando se habla de lista abierta se hace referencia a una lista cerrada y no bloqueada, por lo cual, es importante aclarar que en Colombia no existe listas abiertas tal y como se plantean en la literatura.
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Por último, el cuarto componente es la forma en la que se convierten los votos en
escaños. Las fórmulas que utilizan los diferentes sistemas electorales varían
teniendo en cuenta el principio de representación (proporcional o mayoritaria).
De este modo, es factible decir que, el sistema electoral es el punto central de la
construcción política de un país ya que, al ser el encargado de determinar la forma
de traducir votos en curules en el legislativo o en cargos en el gobierno, sobre éste
recae la responsabilidad de quién es elegido y qué partido(s) Político(s) llega(n) al
poder. Es por ello que, Giovanni Sartori plantea que el sistema electoral “Es la
parte más esencial para el funcionamiento del sistema político. Los sistemas
electorales no son sólo el elemento más manipulable de la política, también le dan
forma al sistema de partidos y afectan el espectro de la representación” (1968:
50).
De la anterior afirmación de Sartori se deriva un eje central sobre la importancia
del sistema electoral, ya que en éste se determinan las reglas de juego que
delimitan la actuación electoral, bien sea de candidatos o de partidos. Es por ello
que, cuando ocurre un cambio en dichas reglas de juegos, los candidatos y
partidos deben poner especial atención en las nuevas reglas para que sus formas
de hacer las campañas políticas no queden obsoletas frente a la nueva
normatividad vigente.
Adicionalmente, el cambio de reglas electorales puede traer consigo un cambio
radical en la realidad política del país, pues el nuevo sistema puede tener la
capacidad de restringir la participación de algunos actores en la arena política, por
medio de la utilización de instrumentos que dificulte el acceso a las contiendas
políticas. Un ejemplo de ello pueden ser los umbrales que, al incrementar y
determinar un número específico de votos, pueden excluir a ciertos candidatos,
movimientos o partidos políticos del acceso al poder.
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Uno de los aspectos que puede ser modificado al realizar un cambio en las reglas
de juego es el sistema de partidos. Para este caso, el sistema de partidos es
definido como el “conjunto de partidos que interactúan bajo ciertos patrones
regulares para conformar un todo. La noción de patrones de interacción sugiere la
existencia de reglas y regularidades acerca de la competencia entre los partidos
aun cuando dichas normas y continuidades sean susceptibles de disputa y de
cambio. A su vez la idea de sistema implica continuidad en los componentes que
lo conforman. El caso de una marcada discontinuidad en la composición de sus
partes implicaría que un sistema ha sido o está siendo desplazado por uno nuevo”
(Mainwaring 1998: 3).
La relación entre sistema de partidos y sistema electoral es planteada en 1945 por
Maurice Duverger quien a través de lo que denominó “las leyes sociológicas”
determinó una correlación directa y no falseable entre los tipos de sistema
electoral y su incidencia directa en el sistema de partidos. Así que, por ejemplo,
determinó que los sistemas de representación mayoritaria con método de votación
de una vuelta, inevitablemente llevarían a un Bipartidismo. No obstante, un grupo
de autores dentro de los que se encuentran Nohlen, Mainwaring, Sartori, entre
otros, cuestionaron los planteamientos de Duverger argumentando que la relación
no era una ley, por lo que con casos específicos demostraron que en ocasiones
las “Leyes” que el planteó no se cumplían. De esa forma, se sugirió que dichas
relaciones era tendenciales o hasta existieron algunos autores que se opusieron
radicalmente a dichos planteamientos.
Aunque hoy en día la discusión sobre la relación entre sistema de partidos y
sistemas electorales sigue vigente, esta investigación no pretende hacer aportes a
la discusión, sino que busca “solucionarla” a través de los planteamientos del
mismo Duverger quien después de la revisión de sus propios argumentos
concluye que, “la relación entre normas electorales y sistemas de partidos no es
mecánica ni automática: un régimen electoral específico no produce
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necesariamente un sistema de partidos específico; sólo ejerce presión en
dirección a dicho sistema, es una fuerza que actúa junto con varias otras fuerzas,
algunas de las cuales tienden en dirección contraria” (1951: 68). Entonces, es
importante aclarar que, aunque existen interrelaciones entre el sistema de partidos
y el sistema electoral, no es posible realizar generalizaciones contundentes debido
a que, la variable determinante en dicha interacción es el contexto que se vive en
cada sistema y dentro de cada país.
Es por ello que, la historia electoral colombiana, desde la perspectiva de las
interacciones del sistema electoral y el sistema de partidos, se puede analizar a
partir de tres momentos específicos. El primer momento, tiene lugar desde la
independencia hasta 1991, en donde la realidad electoral colombiana se
caracterizaba por un sistema bipartidista, fuertemente excluyente, en donde los
partidos liberal y conservador eran los únicos con la capacidad y las posibilidades
de llegar al poder. Tanto así que, Fernán González (1997) argumenta que la
debilidad del Estado colombiano y de su sistema político se debe principalmente y
es consecuencia directa del temprano surgimiento de los partidos políticos liberal y
conservador. “Los partidos, al actuar como factores de cohesión e identidad social,
impidieron el establecimiento de una relación directa entre el Estado y los
ciudadanos. La crisis de los partidos y el deterioro de su rol central en la política
colombiana después del Frente Nacional, pusieron de manifiesto la debilidad del
Estado” (González 1997: 10). Esta situación causó gran inconformismo y fuertes
episodios de violencia que conllevaron a la realización de una Asamblea Nacional
Constituyente en 1991.
La nueva carta política de 1991 marca el segundo momento en donde, debido a la
coyuntura que se estaba viviendo, de procesos de paz y de inclusión de las
terceras fuerzas, se planteó un sistema electoral abierto, con pocas regulaciones
para la creación de partidos políticos y de acceso a las curules. Adicionalmente, la
nueva constitución colombiana reafirmó la posibilidad de que cada partido político
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tuviera la posibilidad de presentar varias listas o candidatos a las diferentes
corporaciones, lo cual generó una explosión e incremento de actores políticos
participando de los procesos electorales. No obstante, tras algunos años de esta
normatividad los problemas de un sistema tan abierto y poco restrictivo se
empezaron a notar, debido a que se denunciaron problemas en la representación,
en la capacidad y cualificación de las personas que accedían al poder y al papel
de los partidos políticos, debido a que dicha reforma generó excesivos niveles de
personalismo.
De ahí que, a través del proyecto de Acto Legislativo 01 de 2003 presentado por
10 senadores de la República el 20 de Julio de 2002 se iniciara un proceso para
revertir los cambios que se instauraron en 1991. Por ello, la reforma de 2003 fue el
mecanismo mediante el cual se trataron de reestructurar algunas de las
características más relevantes y marcadas dentro de la realidad electoral
colombiana. La reforma tenía como principales objetivos restringir el sistema
electoral, limitar el acceso al poder, por medio de la imposición de umbrales y
pérdidas de personería jurídica por parte de los partidos políticos.
Por lo cual, estas características particulares del sistema electoral colombiano han
llevado a la realización de “modificaciones considerables en su régimen electoral a
lo largo de los últimos quince años con resultados insatisfactorios. Esta situación
ha llevado a adoptar nuevas variaciones que a su vez son objeto de reformas. La
Reforma de 2003, por ejemplo, introdujo trasformaciones fundamentales para los
ciudadanos, para los partidos y para los dirigentes”. (Giraldo 2007: 23).
Así las cosas, los objetivos de la reforma de 2003 eran, por una parte, reducir el
fraccionamiento y la atomización de partidos políticos. Esto se pretendía lograr a
través de la instauración de la lista única, en las elecciones plurinominales, y
candidato único por cada partido político en las elecciones uninominales. Con ello,
las estructuras de los partidos políticos cobrarían fuerza y se requeriría de
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mecanismos de reglamentación y disciplina interna. Adicionalmente, la
fragmentación que vivía el sistema electoral colombiano sería menguado por
medio de la utilización del umbral, que estipularía un mínimo de votos para entrar
a la asignación de las curules.
Por otra parte, la reforma pretendía acabar con las problemáticas de dispersión y
desperdicio de votos. De ahí que, con la reforma, se cambia la fórmula electoral
del cociente y residuo al sistema de cifra repartidora, ello significa que se genera
un cambio sustancial en la cantidad de votos necesarios para acceder a una curul
o a un puesto en el gobierno. Ello con el fin de promover la integración y el
fortalecimiento de los partidos políticos, ya que se debía llegar cohesionados a las
elecciones puesto que las curules se asignarían por cocientes y no por residuos,
motivo por el cual se necesitarían más votos para acceder al poder.
Debido a que el Acto legislativo 01 de 2003 es un eje transversal para este trabajo
de grado, a continuación se hace una breve síntesis de los aspectos más
relevantes a tener en cuenta sobre dicha reforma. Haciendo la salvedad de que el
objetivo de esta investigación no está centrado en explicar la reforma o en evaluar
el impacto de la misma con base en los resultados de las elecciones. Por ello, sólo
se esboza, a manera de contextualización, algunos de los efectos más
importantes y relevantes.
“Los efectos políticos de la reforma electoral de 2003 son evidentes. Las dos
elecciones que se han realizado bajo las nuevas reglas demuestran que, al
menos en el plano electoral, se ha cumplido el objetivo de reducir el
personalismo y fomentar la agrupación alrededor de los partidos políticos.
En las elecciones regionales de 2003 y en las últimas de Congreso,
disposiciones como las listas únicas y los umbrales electorales premiaron a
los políticos que resolvieron competir bajo la bandera de un partido fuerte,
mientras que las iniciativas electorales individuales fueron castigadas.
Adicionalmente, el número de partidos y de listas se redujeron
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considerablemente. Por último, la lista única y la nueva fórmula para
convertir los votos en escaños sirvieron para que la composición de los
cuerpos colegiados estuviera más acorde con las preferencias ciudadanas"
(Ossa, 2006: 183).
Tal y como lo referencia Ossa, la reforma de 2003 tuvo un efecto directo en el rol
que ejercen los partidos políticos en el contexto electoral colombiano, ya que el
Acto Legislativo 01 de 2003 les otorgó el papel principal en las contiendas
electorales, y por ende, los partidos políticos han tenido que fortalecer sus canales
de comunicación, su imagen y sus estrategias para afrontar las contiendas
electorales. Desde la entrada en vigencia de la ley, los partidos políticos han
tenido que reorganizarse para cumplir con los objetivos y nuevas
reglamentaciones que la ley les impuso.
Así las cosas, desde el 2003 se ha presentado un decrecimiento del número de
partidos políticos, debido al fortalecimiento de los requisitos para creación de los
mismos y, especialmente, debido a la entrada en vigencia la normatividad
mediante la cual los partidos políticos que no logren superar el umbral pierden la
personería jurídica. En esa medida, a los dirigentes de las colectividades les ha
tocado buscar alternativas que les aseguren el número mínimo de votos
requeridos para sobrepasar el umbral.
Es por ello que, según la Registraduría Nacional Del Estado Civil, desde el 26 de
agosto de 2010 Colombia cuenta con doce partidos políticos que deben movilizar
todos sus recursos para que en las elecciones al Congreso que se llevarán a cabo
en el 2014 puedan mantener la personería jurídica que les dé la posibilidad de
mantenerse en la contienda electoral. "El desafío de los partidos en Colombia ya
no tiene que ver con su número sino con su calidad. Un sistema multipartidista
sólido y estable puede construirse con base en las normas actuales de incentivos
electorales para la agrupación vía cifra repartidora y castigos a las aventuras
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electorales por la vía del umbral. El enfoque de la nueva generación de reformas
tiene que centrarse en la calidad de los partidos y no en su cantidad. La calidad de
los partidos políticos tiene que ver con sus características institucionales y de ellas
la más relevante se relaciona con su capacidad para seleccionar y elegir
candidatos" (Londoño 2011: 19).
No obstante, es importante tener en cuenta que, aun cuando la Registraduría
declare que existen doce partidos políticos, ello no significa que el mismo número
de colectividades tenga acceso real al poder. Por ello, se introdujo al análisis del
sistema de partidos un coeficiente denominado: número efectivo de partidos (NEP)
el cual “resulta al ponderar el peso de cada uno de ellos según la cantidad de
curules que obtiene (Laakso y Taagepera 1979)” (Wills 2009: 14). Por lo cual, es
necesario entrar a analizar el NEP para poder determinar la característica del
sistema de partidos, debido a que si se sólo se tiene en cuenta las cifras de la
Registraduría se podría afirmar que la reforma de 2003 condujo de un
multipartidismo extremo a un multipartidismo moderado, sin embargo ello no es
del todo cierto, dado que lo que la reforma de 1991 genera es el paso de un
bipartidismo a un multipartidismo moderado. Por ello, durante el desarrollo del
trabajo, se analiza el NEP en los diferentes momentos.
Por último, el impacto de la reforma de 2003 en los candidatos se ve reflejado en
la forma en la que deben desarrollar sus campañas políticas, debido a que, al
darle tanta fuerza a las colectividades, los candidatos deben tener el pensamiento
colectivo mucho más arraigado a sus campañas. Esto sucede debido a que, “las
listas únicas permitirían presentar partidos más unificados (aparentemente) pero
dentro de los cuales se desarrollaría una lucha interna por parte de cada candidato
para conquistar los votos del electorado dado el caso de que el partido optara por
el voto preferente. Sin embargo, como anota Tania Guzmán, quizás sin esta
concesión del voto preferente, la reforma política misma nunca habría existido”
(Escalante 2006: 4).
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3 Estrategias electorales
En el desarrollo de la investigación se encontró una deficiencia en la literatura
existente sobre el uso del concepto “estrategia” en Ciencia Política. Esto sucede
porque, aunque es un concepto ampliamente utilizado en la disciplina, en la
mayoría de los casos no hay definiciones. Es por ello que, esta sección tiene como
fin construir una definición de estrategias electorales a partir de las definiciones a
las que se han aproximado otros autores.
En primer lugar, hay que recordar que “el concepto estrategia proviene del campo
militar; la palabra en sí se deriva del griego. Las consideraciones estratégicas
siempre se hacían necesarias cuando había que conducir grandes contingentes
humanos y para lo cual se requería una orientación” (Schröder 2004: 14). De ello,
se deriva que el término estrategia tal y como lo plantea Carlo Von Clausewitz
tiene una estrecha relación con la teoría del uso de los combates para ganar la
guerra, es decir que, la estrategia en sí misma, persigue fines holísticos
encaminados a la victoria de grandes proporciones, es decir, las estrategias se
construyen para conseguir el fin último de los objetivos. “En su opinión
[Clausewitz], las fuerzas armadas constituyen el medio para lograr el propósito de
la guerra, es decir, la victoria, pero la misma es sólo un medio para el propósito
definitivo de la estrategia: alcanzar la paz. Por tanto, la estrategia superior se
aproxima cada vez más a la política para, finalmente, convertirse en ella. Carl von
Clausewitz plantea, entonces, que el objetivo de la estrategia no es la victoria, que
es lo ostensible, sino la paz, que es lo oculto. Esta idea es de suma importancia
para la planificación estratégica política; se trata, pues, de identificar lo que se
oculta detrás del objetivo de la victoria electoral o lo que en verdad se busca al
sancionar una ley” (Schröder 2004: 14).
La anterior afirmación plantea y deja en evidencia el puente que se construye para
tomar prestado el término estrategia para las ciencias sociales. Ello sucede debido
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a que, en el campo militar, la estrategia se convierte en el eslabón político más
importante y el cual le da sentido al combate que es conseguir no sólo la victoria
sino conseguir la paz. Así que, en consecuencia, la estrategia se convierte en el
objetivo capaz de movilizar grandes “retos” para un fin.
Adicionalmente, Clausewitz deja en claro que la estrategia es un término de
connotación positiva, ya que la estrategia siempre va a estar encaminada a
conseguir la Victoria. En este punto, la estrategia también toca sentido cuando se
usa en Ciencia Política, debido a que, las estrategias políticas, electorales, de
Marketing, o de cualquier otro tipo, están encaminadas a conseguir una victoria,
bien sea en las elecciones o en la persuasión de los ciudadanos con un mensaje o
una idea.
Entonces, después de analizar la procedencia del término, a continuación se
plantean varias definiciones de estrategia que han sido utilizadas en textos de
Ciencia Política y que pueden dar luces para organizar una definición propia del
término. Por una parte, Salgado entiende estrategia como “la existencia de un plan
calculado de acción y el uso de técnicas de comunicación coherentes con ese
plan. La estrategia responde a un objetivo conocido por el receptor del mensaje.”
(2002:24). Así mismo, según Canell (2007), autora que resume la bibliografía
sobre este tema, algunas de las características de una estrategia son: responde a
una necesidad, es un proceso de adaptación o de cambio, con la estrategia se
busca avanzar, obtener un beneficio o progresar, define lo que se quiere en un
futuro, es un plan y lleva consigo la definición y distribución de responsabilidades.
Por otra parte, Jaime Duran Barba define la estrategia como “un plan general que
orienta todo lo que se hace o se deja de hacer, lo que se comunica o se deja de
comunicar en una campaña” (2010: 125). No obstante Izurieta define a la
estrategia como “un plan integral en el que cobra sentido todo lo que se hace y se
deja de hacer y todo lo que se comunica y se deja de comunicar” (2003: 35). En el
‐ 17 ‐
mismo sentido, Meléndez explica “La estrategia nos indica: qué hacer y qué no
hacer en cada momento, en cada circunstancia, para no ponernos a improvisar, ni
a inventar caminos. La estrategia nos da rumbo” (2009: 17).
Por ello, para los efectos del desarrollo de este trabajo se entenderá estrategia
electoral como todo plan general o específico que es diseñado con anticipación a
las elecciones y que busca conseguir como fin último la elección del candidato y
de los partidos. Así mismo, la estrategia electoral contempla acciones que pueden
adaptarse conforme el contexto cambie pero deben siempre ser coherentes y
fieles a la meta propuesta.
Teniendo como base dicha definición, a continuación se analizan las estrategias
utilizadas por los partidos políticos y por los candidatos en dos momentos. El
primero tiene lugar desde 1991 hasta 2003 y el segundo es desde la entrada en
vigencia de la reforma de 2003 hasta las elecciones parlamentarias que se
llevaron a cabo en el 2010.
3.1 Estrategias (1991 – 2003)
Prácticamente desde la independencia, Colombia se constituyó bajo un sistema
bipartidista con dos partidos tradicionales – Partido Liberal y Conservador - sus
disputas por el poder condujeron a la Nación a fuertes periodos de violencia. Por
ello, en el año 1958 se instaura el Frente Nacional que tuvo como fin, la
alternancia del poder entre los dos partidos tradicionales como solución para
reducir los índices de violencia. No obstante, este arreglo institucional agudizó el
sistema bipartidista y altamente excluyente, en un contexto en donde nuevas
fuerzas e ideologías empezaban a surgir. Es por ello que, hacia 1991 se ve la
necesidad de realizar un cambio constitucional.
La Asamblea Nacional Constituyente de la cual se deriva la Constitución
colombiana de 1991, se genera a partir de necesidades que se habían ido
‐ 18 ‐
identificando con el paso de los años. En Colombia se habían llevado a cabo
procesos de paz, que condujeron a la necesidad de inclusión de terceras fuerzas a
un sistema electoral excesivamente excluyente y con un fuerte bipartidismo. Es
por ello que, la Carta de 1991 tenía como principal objetivo, en el tema electoral,
dar la posibilidad a una gran cantidad de actores políticos de participar en las
contiendas electorales de tal forma que, se pretendía realizar un cambio de un
sistema de partidos bipartidista a un multipartidismo, mediante la opción de abrir el
sistema creando la posibilidad de fundar partidos políticos con pocas restricciones
y participar de las contiendas con pocos requisitos.
Adicionalmente, la Constitución de 1991 tenía como prioridad menguar la fuerte
división regional que existía en Colombia con referencia al tema electoral, en
donde existían grandes familias o varones electorales que ostentaban el poder en
las regiones por periodos de tiempo prolongados. De ahí que, la reforma
constitucional planteó la circunscripción nacional para el Senado. “El objetivo de
eliminar los regionalismos tradicionales y el nepotismo, han sido asumidos de tal
manera que los jefes locales, al verse obligados a adquirir votos en todo el
territorio nacional (elecciones para Senado), atomizaron aún más los partidos con
el mecanismo de la “operación Avispa” y privilegiaron coaliciones frágiles e
inconsistentes con otros dirigentes” (Giraldo 2003: 36).
El panorama anteriormente descrito, vislumbra el contexto en el cual empieza a
regir la Constitución de 1991, en donde los partidos políticos y especialmente, los
candidatos debieron buscar adaptarse a las nuevas condiciones que la arena
política estipuló, a través de realizar cambios en las estrategias y mecanismos que
se venían utilizando para acceder al poder. Así las cosas, a continuación se
realizan el análisis de algunas estrategias electorales que utilizaron los partidos
políticos y los candidatos en la nueva coyuntura.
‐ 19 ‐
No obstante, antes de entrar a caracterizar las estrategias, es muy importante
aclarar que, aunque algunas de las que se describirán a continuación no tienen su
origen en 1991, sino que en ocasiones nacen desde el Frente Nacional, su
explicación y caracterización se hará desde la entrada en vigencia de la carta
constitucional, debido a que en este periodo la utilización de este tipo de
estrategias se intensificaron en respuesta a las características del sistema
propuesto.
De la afirmación de Giraldo (2003) se desprende el análisis de las dos primeras
estrategias utilizadas por los partidos políticos desde 1991 y hasta el 2003. En
primer lugar, la estrategia, por excelencia, utilizada después de 1991 es llamada la
operación avispa. Cox y Shugart describen la estrategia de la siguiente manera:
“La operación avispa fue el nombre que le dio el Partido Liberal a la estrategia
electoral de presentar un elevado número de listas en las elecciones, abusando
del sistema de cuota simple y mayores residuos. Sin embargo, el elevado número
de listas hacía que muy pocas obtuvieran votaciones superiores al cociente, con lo
que la mayoría de las curules se otorgaban a los residuos más altos. En la
práctica, el sistema se asemejaba al de voto simple no transferible y producía
resultados que se alejaban sustancialmente de la proporcionalidad (1995).”
(Rodríguez Raga y Botero 2006)
En otras palabras, la operación avispa fue la estrategia que utilizaron los partidos
políticos para sacar provecho de la fórmula electoral que convertía los votos en
escaños. Esto sucedía, debido a que la fórmula privilegiaba los residuos,
entonces, se intuía que la probabilidad de éxito electoral aumentaba en la medida
en la que se presentaran un número más elevado de listas. La forma más fácil de
acceder al poder era conseguir un número reducido pero justo de votos que
condujera a obtener la curul por residuo (Ver Tabla 1). Ello se trasformaba en un
beneficio para los partidos políticos y para los candidatos puesto que no
necesitaban mover grandes maquinarias y sumas de dinero para conseguir
‐ 20 ‐
muchos votos, sino que adecuaban los recursos para obtener una proporción
menor de votos que se traduce en campañas más baratas.
Tabla 1. Número de Curules asignadas por cociente y por residuo en el Senado de
la República de 1991 a 2002
Senado 1991 1994 1998 2002
Por cociente 42 13 8 12
Por Residuo 60 89 94 90
Total de Curules 102 102 102 102
Fuente: Franco-Cuervo, Beatriz y Bibiana Clavijo. “Senado 2006: Impacto de la reforma político electoral”. Pp17 Gutiérrez Sanín ha realizado un amplio análisis y narración de la operación avispa
durante las elecciones entre 1991 y 2003, especialmente vista desde la
perspectiva de Partido Liberal (2007, 2001). Dentro de sus hallazgos se pueden
encontrar las dinámicas y prácticas que llevaban a cabo los partidos políticos para
la conformación de sus listas. Así mismo, Gutiérrez documenta la forma en la que
los partidos políticos y los candidatos realizaban y conformaban sus listas de tal
manera que con moderados recursos pudieran acceder al poder. “Primero,
permitió que los partidos tradicionales robaran curules a los independientes, a
través de la manipulación del sistema electoral vigente en Colombia hasta 2003. Al
promover la operación avispa, continúa la historia, las direcciones políticas
tradicionales distribuyeron sus huestes de tal suerte que obtuvieran más de lo que
“justamente” les correspondería si se hubieran comportado de manera más
disciplinada: Así, la manipulación electoral habría permitido una grosera
sobrerrepresentación tradicional” (Gutiérrez 2007: 109).
A continuación se muestran dos tablas, que corresponden a diferentes fuentes,
que documentaron y analizaron la gran cantidad de listas que se presentaron
durante el periodo 1991 a 2002. En las tablas se puede evidenciar el crecimiento
acelerado y dramático del número de listas. Llama la atención el crecimiento vivido
‐ 21 ‐
en el periodo 1991 a 1994, en donde, en tan sólo cuatro años hay un incremento
en 108 listas para el Senado de la República. Lo anterior, entre otras cosas, se
puede deber a que durante ese periodo los partidos y los candidatos ajustaron sus
estrategias, después de analizar lo sucedido en las elecciones de 1991 y de
entender la forma de, cómo lo dice Gutiérrez, “manipular” el sistema electoral. De
ahí que desde ese instante se presente un incremento en las listas en cada
elección.
Tabla 2. Número de listas presentadas en las elecciones para Senado (1986 –
1998)
Año 1986 1990 1994 1998
Número de listas 201 213 251 318
Tomado de: Rodríguez Raga, Juan Carlos. 2002. “¿Cambiar todo para que nada cambie? Representación, sistema electoral y sistema de partidos en Colombia”. En F. Gutiérrez (ed.), Degradación o cambio. Evolución del sistema político colombiano. Bogotá: IEPRI-Norma.
Tabla 3. Número de listas presentadas en las elecciones para Senado (1991 –
2002)
Año 1991 1994 1998 2002
Número de Listas 143 251 319 323
Elaboración Propia. Fuente; -Ungar, Elisabeth, ¿Qué pasó en el Senado de la República?, en: Hoskin Gary, Rodolfo Masías y Miguel García (compiladores), Colombia 2002. Elecciones, comportamiento electoral y democracia, Bogotá, Uniandes, Departamento de Ciencia Política, fundación Honrad Adenauer, Registraduría Nacional del Estado Civil, DNP, 2003.
No obstante, Gutiérrez deja entre ver el arreglo y lógica de la operación Avispa
pues, aunque el número de listas que se presentan a las elecciones podría
evidenciar la apertura del sistema electoral y la inclusión de nuevas fuerzas, un
análisis a profundidad de la composición de cada una de esas listas, vislumbra la
realidad de la operación avispa como estrategia electoral, debido a que lo único
que sucedió es que los dos partidos tradicionales se fraccionaron y mediante el
uso de diferentes rótulos partidistas sus integrantes se lanzaron a las elecciones.
Una evidencia de esto se puede observar en las elecciones 2002, en donde “148
‐ 22 ‐
listas (45.8%) recibieron el aval del Partido Liberal, 25 del Partido Conservador, 17
fueron avaladas por coaliciones, muchas de ellas independientes y partidos
tradicionales, 14 por el Movimiento Comunitario, 5 del Movimiento de Integración
Popular y las demás se distribuyen entre independientes y otros movimientos”
(Ungar 2003: Pp. 126). Lo anterior se traduce en que, aunque se presentan un
número elevado de listas, al hacer el análisis sobre la verdadera variedad
ideológica y de inclusión se puede ver como las listas sólo corresponden a una
atomización y personalización de la política y de los políticos tradicionales y no
una amplia oferta de nuevos liderazgos.
Para concluir el análisis de la estrategia operación avispa es preciso afirmar que,
tal y como lo ha planteado Gutiérrez Sanín a lo largo de sus estudios, si los
partidos tradicionales no hubieran ajustado su forma de hacer política optando por
la fragmentación, a través de la proliferación excesiva de listas con sus candidatos
jamás hubieran logrado conseguir mantener su poderío en las elecciones “Los
tradicionales ganan con la fragmentación. A través de la operación avispa han
conquistado posiciones que hubieran obtenido las tercerías si el sistema electoral
hubiera promocionado más la cohesión” (Gutiérrez 2002: 63)
Adicionalmente, con el fin de cumplir con el número necesario de candidatos para
rellenar las listas que la estrategia de la “operación avispa” requería, se genera la
segunda estrategia ampliamente utilizada por los partidos políticos antes del 2003
conocida como la feria de avales. Dicha estrategia, servía para que los grandes
caciques y varones electorales pudieran acceder a las curules de forma más fácil,
puesto que, el partido presentaba tantas listas como candidatos fuertes tuvieran
(estrategia analizada anteriormente bajo el rótulo de operación avispa). No
obstante, el partido requería de candidatos que pudieran rellenar casillas en
dichas listas, por lo cual, se “feriaban” y ofrecían posiciones en las listas sin
importar la procedencia o la ideología del candidato. Por ello, el partido, no velaba
‐ 23 ‐
por la calidad de los miembros de sus listas, sino que por el contrario con dicha
estrategia aseguraba que el candidato tradicional entrara fuerte a la contienda.
En la literatura existente sobre esta estrategia, se encuentran algunos autores que
afirman que los avales eran dados por las secretarias de los partidos, que recibían
llamadas de posibles candidatos pidiendo ser incluidos en alguna lista. Por ello,
las secretarias eran las encargadas de “avalar” a los candidatos sin ningún tipo de
criterio para su escogencia. “Dicho de otra manera: los partidos utilizaron los
incentivos pro fragmentación para maximizar la tajada de curules que les
correspondía” (Gutiérrez 2002: 70).
Así las cosas, pasados algunos comicios después de 1991, el fraccionamiento era
cada vez mayor por lo que, en ocasiones, ninguno de los candidatos o de los
partidos políticos lograba llegar al poder con el suficiente respaldo electoral. Por lo
tanto, se empieza a desarrollar una nueva estrategia que prioriza la “conformación
de coaliciones frágiles”, mediante las cuales, los incipientes liderazgos
independientes o de terceras fuerzas veían la necesidad de aliarse para poder
derrotar al líder tradicional de la zona; o, por el contrario, los candidatos de los
partidos tradicionales se aliaban para conseguir las curules. Por ello, para las
elecciones que se llevaron a cabo en el 2002 Sánchez recuerda que “es
importante tener en cuenta que las coaliciones estuvieron protagonizadas, en
general, por los partidos políticos tradicionales que, de esta manera, intentaron
conservar el poder disputado por fuerzas adversas a sus intereses” (García
Sánchez 2003:19).
Las anteriores estrategias conllevan a que en el análisis de las elecciones del año
2000, por ejemplo, Fernando Giraldo afirme que los comicios que se desarrollaron
en ese año se vivieron bajo un contexto de gran “atomización de alternativas,
ideologías y políticas que han producido, a pesar de la creciente participación
política electoral, a una crisis de la representación política nacional, manifiesta en
‐ 24 ‐
el Congreso, y a nivel local y regional, expresada en los ejecutivos sub nacionales
y locales amordazados o condicionados, produciendo manifiesta y exponencial
ingobernabilidad” (Giraldo 2001: 9).
Las estrategias que se han analizado hasta ahora corresponden, para este
trabajo, a estrategias desarrolladas por los partidos políticos en el periodo
estudiado. Sin embargo, hay que recordar que para esta coyuntura el
fraccionamiento y la atomización de las alternativas en particular y del sistema
electoral en general era tal, que los partidos políticos perdieron importancia a tal
punto que Rodríguez Raga y Botero afirman que “los partidos eran lastres
incómodos que los candidatos se empeñaban en ocultar” (Rodríguez Raga y
Botero 2006). No obstante, lo anterior no quiere decir que los partidos políticos
hayan desaparecido de la arena política. Ello lo demuestra el análisis del NEP
realizado por Laura Wills en el periodo 1991 – 2002 (Ver Anexo 1) en él se puede
vislumbrar como “entre 1991 y 1998 el número efectivo de partidos (NEP) no
aumentó significativamente (…) las proporciones de votos y curules alcanzados
por cada partido fueron muy bajas en general (entre uno y dos escaños por lista
ganadora), y, por lo tanto, el peso ponderado fue relativamente bajo. Sólo en 2002
el NEP se disparó, como consecuencia del aumento de fuerzas y movimientos
políticos que alcanzaron a elegir curules (43 en total)” (Wills 2009: 24).
Lo anterior demuestra que aunque Rodríguez Raga y Botero tienen razón en el
decrecimiento de la importancia de los partidos políticos, su afirmación se debe
matizar en la medida en la que efectivamente el número de partidos políticos que
accedían al poder aumentó durante el periodo analizado. Ello se puede deber a
que tal y como lo analiza Gutiérrez, aun cuando los partidos políticos perdieron su
fuerza como respuesta al excesivo fraccionalismo, había que recordar que en
algunas regiones los partidos tradicionales seguían teniendo gran fortaleza, por lo
cual, los candidatos se tenían que postular con el aval de alguno de los partidos.
(Gutiérrez 2007)
‐ 25 ‐
Sin embargo, a nivel nacional la necesidad de utilizar un partido político como
plataforma base para lanzarse a las contiendas electorales fue perdiendo
importancia a tal punto que desde la perspectiva de los candidatos, entre 1991 y
hasta 2003, se pueden analizar dos estrategias: el personalismo y la anti-política.
Tal y como se planteó anteriormente, desde 1991 los partidos políticos cambian su
función dentro del sistema electoral, pasando de ser “fuertes instituciones” que
promueven liderazgos regionales o nacionales a en ocasiones incómodos rótulos
que cada vez se vuelven menos necesarios para el ejercicio de la política.
Adicionalmente, los partidos tradicionales empiezan en decadencia debido a sus
prácticas electorales, por lo cual, se desprende un desprestigio a las formas
tradicionales de hacer política. “La tradicional falta de cohesión de los partidos
políticos, particularmente los dos más antiguos: Liberal y Conservador, que se
expresa en la constante presencia de disidencias y de matices políticos; cada uno
de los cuales concurre por separado a las justas electorales cobijados por el rótulo
del partido, o como muchas veces sucede ahora con una razón social
independiente” (Reyes 2002: 87).
Es por ello que, los candidatos empiezan a apropiarse de discursos encaminados
a evidenciar propuestas que los separen de los partidos políticos tradicionales,
que con la ayuda de un sistema electoral que no pone restricciones para la
creación de partidos políticos, toman fuerza dos corrientes, la primera es la
independencia, candidatos que se autodenominan independientes y lejanos a
cualquier rótulo de colectividad posible. U otros candidatos que deciden lanzarse
bajo un partido político creado para una sola elección y sólo tienen como finalidad
impulsar la campaña del candidato para esa única elección y desde una
perspectiva diferente a la de los partidos tradicionales. “Las características del
sistema electoral colombiano hacen que, para el éxito electoral de un candidato,
tenga más importancia relativa la promoción de su propio prestigio personal que el
prestigio de su partido” (Rodríguez Raga 2002: 227)
‐ 26 ‐
Durante el desarrollo de las diferentes elecciones que se dieron entre 1991 y 2003
se puede encontrar que: durante el análisis de las elecciones 2002, se hacía el
siguiente balance: “Lo primero que habría que señalar es que, en términos
generales, no hubo cambios significativos en los patrones de votación, en el gran
número de listas que fueron presentadas por diversos partidos y movimientos
políticos y de candidatos inscritos, en el predominio, aunque decreciente, de los
partidos tradicionales y en el funcionamiento de las llamadas “maquinarias
políticas” a nivel regional. Este aspecto llama la atención debido a que un buen
número de candidatos al Senado centro sus propuestas en la renovación de las
costumbres políticas y en su independencia frente a los partidos y dirigentes
políticos tradicionales” (Ungar 2003: 116). El análisis que realiza Ungar sobre las
elecciones en el 2002 deja entrever el fortalecimiento de las ideas que se apartan
de las dinámicas de los partidos tradicionales, en donde los discursos sobre la
renovación toman fuerza.
No obstante, es necesario analizar que estos discursos y estrategias que optan
por la renovación y el distanciamiento de las elites tradicionales de la política, no
nace de nuevos liderazgos, sino hay que recordar que son estrategias que los
candidatos apropiaron para adaptarse a las necesidades que el entorno político
requería. Por lo cual, muchos de los candidatos que sustentaban sus campañas
en la anti-política no necesariamente correspondían a nuevos liderazgos. Por ello,
Elizabeth Ungar hace énfasis en que “otra diferencia fue el aparente incremento
de candidatos y fuerzas que se autodenominan independientes, aun cuando es
difícil contrastar o negar con precisión qué tan independientes son realmente, no
sólo en términos de sus vínculos con las colectividades tradicionales, sino del
comportamiento y prácticas políticas que tantas críticas les han merecido en el
pasado a los congresistas” (Ungar 2003: 117)
Hasta este punto se ha podido documentar la forma en la que los candidatos
decidieron optar por el personalismo y la anti-política para llevar a cabo sus
‐ 27 ‐
campañas. Estas dos estrategias potencializaron el uso eficiente del sistema
electoral y del contexto político para beneficio propio. Ya que, favorecieron a la
fragmentación existente y a la atomización de las alternativas. No obstante, dentro
del personalismo, se puede encontrar una tercera estrategia utilizada por los
candidatos para llevar a cabo sus campañas y que merma el impacto de la
propuesta de un Senado con circunscripción nacional. Rodríguez Raga y Ungar,
con sus estudios, identificaron la concentración de los votos por los candidatos en
algunos departamentos específicos lo que iría en contra de la lógica propuesta en
1991, en donde la idea inicial era poder constituir un Senado cuyos representantes
fuesen escogidos a nivel nacional.
La estrategia consiste básicamente, en movilizar todos los recursos en un sólo o
dos departamentos de tal forma que, que consiguen los votos suficientes para
acceder a las curules para el Senado, con menos recursos que si se lleva a cabo
una estrategia en donde se pretendan conseguir votos a lo largo de todo el
territorio nacional. Esta estrategia es viable en la medida en la que la fórmula de
residuos, potencializaba la posibilidad de acceder al poder por medio de la
obtención de un número reducido de votos que garantizaran éxito en las
elecciones.
Juan Carlos Rodríguez Raga en el texto, “¿Cambiar todo para que nada cambie?”
plantea cuatro posibles estrategias que pueden utilizar los candidatos para captar
votos en su aspiración al Senado: concentrada, dispersa, dominante y no
dominante. En sus análisis concluye que la estrategia más utilizada es la
concentración, es decir, que los candidatos prefieren captar sus votos en territorios
específicos, por encima de buscar votos a lo largo de todo el territorio.
Adicionalmente, tal y como lo muestra en la tabla 4, esta estrategia electoral es la
que incrementa la posibilidad de éxito para el Senado entre 1991 y 1998.
Tabla 4. Porcentaje de éxito en las elecciones al Senado 1991 – 1998
‐ 28 ‐
1991 1994 1998
Concentrada – No Dominante 50,6 % 76,8% 79,8%
Concentrada – Dominante 27.3% 11,1% 8,1%
Dispersa – No dominante 19,5% 11,1% 11.1%
Dispersa – Dominante 2,0% 1,0% 1,0%
Fuente: Rodríguez Raga, Juan Carlos. 2002. “¿Cambiar todo para que nada cambie? Representación, sistema electoral y sistema de partidos en Colombia”. En F. Gutiérrez (ed.), Degradación o cambio. Evolución del sistema político colombiano. Bogotá: IEPRI-Norma.
“Los Candidatos exitosos han tenido votaciones más concentradas que aquéllos
que no alcanzaron ningún escaño en la elección. En términos generales, la política
regional y local obtiene más réditos electorales que la adopción a cabalidad de la
circunscripción nacional. Ésta no ha alcanzado los incentivos suficientes para que
recoger votos en todo el territorio nacional sea un factor determinante en el éxito
electoral”. (Rodríguez Raga 2002: 236) Lo anterior, sin lugar a dudas, se debe a
dos factores específicos: por una parte, para un candidato cuyo presupuesto de
financiación de campaña es limitado, es mucho más provechoso y fructífero,
realizar una campaña a nivel local que le garantice el éxito electoral y no gastar
más recursos extendiendo su actuación en la campaña a todo el territorio nacional,
que le genera más gastos.
La tabla 5 evidencia el promedio general de la utilización de la estrategia de
concentración que existió en las elecciones de 1991, 1994 y 1998, Así mismo,
muestra el porcentaje promedio de éxito y fracaso electoral para dichas elecciones
cuando se utilizó la estrategia. Lo cual demuestra que, cuando se buscaban los
votos en una sola región o departamento, la probabilidad de éxito electoral era
mayor.
Tabla 5 Promedio de Uso de la Estrategia de Concentración en las elecciones a
Senado 1991 a 1998
1991 1994 1998
‐ 29 ‐
Promedio General 0,548 0,610 0,543
Promedio Éxito 0,664 0,729 0,696
Promedio Fracaso 0,413 0,532 0,473
Fuente: Rodríguez Raga, Juan Carlos. 2002. “¿Cambiar todo para que nada cambie? Representación, sistema electoral y sistema de partidos en Colombia”. En F. Gutiérrez (ed.), Degradación o cambio. Evolución del sistema político colombiano. Bogotá: IEPRI-Norma. Por otro lado, esta estrategia es viable en la medida en la que, debido a las
especificidades del sistema electoral y de la realidad que se vivía en donde
primaba el excesivo número de listas, la fragmentación y la atomización, era muy
probable que realizar las campañas a nivel local condujera de forma más eficaz al
éxito electoral. “Dada la proliferación de listas y la atomización de los partidos
políticos, el monto y principalmente el porcentaje de votos necesarios para
alcanzar una curul son sumamente bajos, esto puede incentivar a su vez que
exista una tendencia a concentrar el esfuerzo de obtener esa votación en una
región o departamento” (Rodríguez Raga 2002: 230)
Por lo visto anteriormente sobre las estrategias de los candidatos al Senado y
especialmente sobre la estrategia de concentrar los votos, se puede afirmar que
“sin duda, los objetivos que se trazó la Asamblea Nacional Constituyente de 1991
al crear la circunscripción nacional para el Senado fueron desproporcionados, y
quizá torpemente ambiciosos” (Rodríguez Raga 2002: 256).
Se han analizado las estrategias que utilizaron los candidatos con la entrada en
vigencia de la Constitución Política de 1991. Es por ello que, para concluir el
análisis de esta sección la siguiente cita de Ungar sintetiza las generalidades de
las estrategias utilizadas:
“De cualquier manera, estas votaciones individuales (…) son en su mayoría
eso: votaciones individuales. Además es importante recordar que
congresistas independientes que en el pasado obtuvieron importantes
votaciones, y que fueron reconocidos por su buen desempeño como
‐ 30 ‐
senadores y por su independencia, como es el caso de los ex senadores
Rafael Orduz y Juan Manuel Ospina en 1998, fueron derrotados en los
comicios de 2002. De cualquier manera, estas votaciones individuales
refuerzan la creciente personalización de la política y la atomización
partidista, que lleven a que “en la practica el Senador electo no depende
para su elección de un partido o movimiento político, sino de su propio
esfuerzo para conseguir recursos y proyectar su imagen, con lo cual se
desvertebra la cada vez más precaria estructuración partidista” (Bejarano y
Pizarro 2001:7)” (Ungar 2003: ‘119).
La experiencia de los candidatos Orduz y Ospina sobre la cual Ungar hace
referencia, podría explicar uno de los motivos por los cuales, desde la perspectiva
de los candidatos, se empezó a ver como necesaria una reforma política. Esto se
debe a que, dentro del contexto electoral se vivió lo que se podría denominar
como una personalización volátil causada, entre otras cosas, por el elevado
fraccionalismo y atomización de la política colombiana que sumado con el
“desorden” y el descontrol de la participación política, causaron que en ocasiones
lo que hasta lo que se veía como una estrategia altamente efectiva entrara en
crisis.
Hasta el momento, se ha podido mostrar la evolución del sistema electoral y del
sistema de partidos que se generó a raíz de la reforma instaurada en 1991. Sin
embargo, estos cambios con el correr de los años y el paso de los diferentes
procesos electorales trajeron consecuencias negativas en el contexto electoral,
como por ejemplo, el excesivo fraccionamiento, la atomización de las alternativas,
la pérdida de la importancia del papel de los partidos políticos y el fuerte
personalismo de la política que se trasformó en una fuerte crisis de
representación. Por todo esto, empezó a verse la necesidad de revisar la
normatividad vigente. De ahí que, “desde la Constitución de 1991 los intentos de
reforma política no consiguieron la aprobación del Congreso durante los gobiernos
de Gaviria, Samper, y Pastrana. Este debate no se ha restringido al ámbito
‐ 31 ‐
político, también se manifestó durante las elecciones (de 2003) entre los que
apoyaban a la clase política tradicional y los que se oponían a su continuidad. El
problema básico se refiere a la fragmentación del sistema de partidos, asociado
con el bajo umbral de entrada al proceso electoral para los partidos políticos, los
movimientos y los candidatos; la dispersión de listas, y el número relativamente
bajo de votos requeridos para ser elegido, asociados con la fórmula del mayor
residuo” (Hoskin: 2003. Pp. Xii).
Es así como, después de muchos intentos fallidos, en el año 2003 se logra la tan
anhelada reforma electoral, mediante el Acto legislativo 01 de 2003. Este nuevo
contexto conlleva a realizar cambios en el planteamiento y desarrollo de las
campañas y por ende, requiere una reorganización y/o reorientación de las
estrategias electorales. Sin embargo, “para conocer sobre la forma en que los
políticos se ajustaron a las exigencias de las nuevas reglas electorales no es
suficiente evaluar los resultados de las elecciones. Estos datos sólo permiten
afirmar que sí hubo un cambio, pero no explican cómo ocurrió” (Botero: 2009:
Pp.2)
3.2 Estrategias (2003 – 2010)
Antes de entrar a analizar las estrategias de los candidatos y de los partidos
políticos después de 2003, es necesario tener en cuenta que debido a que el
objetivo de la reforma realizada era, en principio, devolverle el papel protagónico a
los partidos políticos y disminuir los índices de personalismo en la política, a partir
de acá las estrategias más “fuertes” son las que se analizan desde la
institucionalidad de las colectividades debido a que tal y como lo afirman
Rodríguez Raga y Botero, “a diferencia de lo ocurrido en las últimas elecciones
cuando los partidos eran lastres incómodos que los candidatos se empeñaban en
ocultar, esta campaña significó el rescate de los símbolos partidistas que, sin
‐ 32 ‐
duda, ocuparon un lugar protagónico en la omnipresente publicidad electoral”.
(Rodríguez Raga y Botero: 2006)
Así mismo, hay que tener en mente que “La reforma de 2003 modificó
radicalmente este escenario para los políticos porque sus votos ya no son
suficientes para resultar elegidos. Las nuevas reglas exigen coordinación con sus
antiguos adversarios” (Botero: 2009 Pp. 3). Lo cual implica que, desde esta
afirmación, se empiezan a construir las estrategias bajo las nuevas reglas. Esto se
debe a que, al ser necesaria la reunificación de fuerzas, los partidos políticos y los
candidatos debieron, como primera medida, buscar agrupaciones bajo las cuales
tuviesen la oportunidad de reorientar sus ideas y propuestas políticas para
mantenerse vigente en el ámbito electoral. Es por ello que, “El éxito electoral ya no
depende enteramente de los individuos, sino que depende del desempeño
colectivo de su partido. Por tanto, las estrategias de coordinación y de campaña
adquieren particular relevancia a la hora de explicar el desempeño electoral de
partidos e incluso individuos”. (Botero: 2009. Pp. 3)
En esta sección del trabajo de grado, se analizarán las estrategias utilizadas,
primero por los partidos políticos y luego por los candidatos al Senado de la
Republica, después de la entrada en Vigencia del Acto Legislativo 01 de 2003.
Para realizar dicho análisis, se trabajará con dos textos base. El primero de ellos
es titulado: Candidatos y candidaturas: estrategias de campaña en contextos de
cambio escrito por el politólogo Felipe Botero, quien hace un esfuerzo, usando
métodos estadísticos, por indagar sobre algunas de las estrategias que aumentan
en el éxito electoral en contextos de cambio. Dicho texto servirá como forma de
comprobación empírica sobre la probabilidad de éxito de algunas de las
estrategias planteadas.
Por otra parte, el texto de Diana Cardozo García y Rodolfo Andrés Hernández,
titulado: Las estrategias electorales en las elecciones legislativas del 12 de marzo
‐ 33 ‐
de 2006. Los autores realizan una investigación sobre las tres estrategias
electorales que utilizaron los partidos políticos y los candidatos en las elecciones
legislativas de 2006. Sus adelantos en este tema son de vital importancia en el
desarrollo de este trabajo de grado ya que brindan la posibilidad de incursionar en
el análisis más profundo de dichas estrategias.
Adicional a los dos trabajos básicos citados anteriormente, Miguel García en el
texto “La reforma electoral y su impacto en las elecciones locales del 2003. Un
análisis de las elecciones del Concejo de Bogotá”, plantea grosso modo algunas
de las estrategias que fueron utilizadas en dicha elección. Con los planteamientos
que el autor propone, la idea es ver si las mismas estrategias han sido utilizadas
por los partidos políticos y los candidatos al Senado después de 2003.
Así las cosas, y basados en los avances y planteamientos que estos autores han
realizado sobre el tema de estrategias electorales, a continuación se analizan las
estrategias que han utilizado los partidos políticos para realizar sus campañas
después de la entrada en vigencia del Acto legislativo 01 de 2003.
En primer lugar, debido a que la nueva legislación eliminó la posibilidad de
presentar varias listas por partido e instauró como regla que cada partido sólo
puede presentar una lista y con un número limitado de integrantes, a los partidos
políticos los tocó cambiar sus métodos y estrategias para dar avales. Por lo cual,
debieron escoger entre dos formas de completar sus listas. Por una parte, pueden
completar sus listas mediante el uso de filtros y criterios de escogencia que
garanticen la calidad de las listas. Por otro lado, algunos otros partidos no hicieron
ningún tipo de selección y no rechazaron a ningún candidato.
En ese sentido, se puede indagar si los partidos que realizan un minucioso análisis
del perfil de sus candidatos tienen mayor probabilidad de éxito electoral. Felipe
Botero, mediante los métodos estadísticos que aplica en su investigación
‐ 34 ‐
encuentra que existe una “probabilidad de éxito electoral equivalente al 11% para
individuos que indicaron que sus partidos no rechazaron a ningún candidato a la
hora de armar las listas del partido. Por el contrario, esta probabilidad estimada
aumenta al 55% en el caso de los políticos cuyos partidos efectivamente
rechazaron candidatos” (Botero: 2009, Pp. 8)
En consecuencia, los partidos políticos que construyen sus listas a través de un
proceso riguroso de estudio y análisis de la hoja de vida de sus candidatos,
efectivamente tienen mayor posibilidad de conseguir el éxito electoral. Esto se
puede explicar en la medida en la que los procesos de filtro que realizan los
partidos políticos les puede dar la posibilidad de tener listas con candidatos mucho
más capacitados para entrar al juego electoral. No obstante, esta estrategia tiene
la dificultad de que sólo los partidos grandes y con trayectoria, tienen la posibilidad
de ser selectivos a la hora de conformar las listas, ya que tienen un amplio
espectro de políticos que quieren recibir el aval del partido. Sin embargo, los
partidos pequeños no pueden contar con la misma selectividad debido a que no
tienen la misma oferta de candidatos.
Así mismo, Botero (2009) plantea que el proceso de selección de los candidatos
como estrategia electoral, puede ser uno de los primeros cambios que se realizan
con relación a la forma en que los partidos políticos llevan a cabo sus campañas.
Ello debido a que, antes del 2003, cuando los partidos políticos tenían la
posibilidad de presentar un número ilimitado de listas no tenían la necesidad de
realizar filtros o controles sobre las personas que se postulaban para el Senado
por su partido. No obstante, con la nueva normatividad “los partidos tienen que
ser más estrictos y estratégicos a la hora de abrir sus puertas e incluir candidatos.
En principio, esto debería generar dinámicas positivas al interior de los partidos al
obligar a los individuos a pensar en la reputación de la colectividad y no sólo en
las suyas propias. (Botero: 2009. Pp. 10)
‐ 35 ‐
En segundo lugar, y ligado a la estrategia anterior se encuentra la estrategia que
tiene relación con el Tamaño de la lista, es decir que en la reforma de 2003
estipula que la lista del partido debe tener un número igual al número de curules a
proveer, es por ello que para el caso del Senado ninguna de las listas debe tener
más de 100 candidatos. Es por ello que, se puede indagar si el tamaño de la lista
puede determinar una mayor probabilidad de éxito electoral. Teniendo como
intuición base que entre más se acerque la lista al número tope de candidatos
mayores posibilidad de éxito electoral tendrá el partido, debido a que son más
candidatos los que hacen campaña y por ende, el número de votos por el partido
puede ser mayor, lo cual le posibilita al partido acceder a un número mayor de
curules.
Sobre el análisis de esta nueva estrategia, García 2006 y Rodríguez y Botero 2006
han realizado algunos estudios que Cardozo y Hernández 2006 utilizaron como
base para profundizar la hipótesis usando como caso de estudio las elecciones
legislativas que se llevaron a cabo el mismo año. Frente al tema, la Tabla 6
muestra el número de candidatos que presentó cada partido político que aspiró a
obtener curules para el senado.
Tabla 6. Tamaño de la lista y curules obtenidas por los partidos políticos en las elecciones al Senado 2006 Partidos o movimientos políticos Tamaño de la lista Curules obtenidas Partido Liberal Colombiano 100 17 Partido Cambio Radical 100 15 Partido Social de la Unidad Nacional 99 20 Mov. Mira 91 2 Polo Democrático Alternativo 57 11 Partido Conservador Colombiano 51 18 Mov. Comunal y Comunitario de Colombia 47 0 Mov. Alas Equipo Colombia 46 5 Partido Convergencia Ciudadana 43 7 C4 31 0 Partido Colombia Democrática 30 3 Por El País Que soñamos 20 2 Mov. Colombia Viva 21 2 Mov. Únete Colombia 14 0
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Mov. Nacional Progresista 14 0 Mov. Conservatismo independiente 12 0 Fuente: CARDOZO, D. y HERNANDEZ, A. las estrategias electorales en las elecciones legislativas del 12 de marzo de 2006. Bogotá, Revista Colombia Internacional, Universidad de los Andes, Julio-diciembre 2006, pag 168-181.
Los resultados de la elección que se evidencian en la tabla 6 muestran que “En
conjunto las listas que incluyeron más de 60 candidatos consiguieron 55 curules
que equivalen al 55% del total de los escaños a proveer, es decir, fueron muy
exitosas teniendo en cuenta que más de la mitad de los escaños les fueron
otorgados. Las listas que incluyeron menos de 60 aspirantes obtuvieron 45
escaños, de los que 28 fueron conseguidos por dos listas: el Partido Conservador
Colombiano (PC) que obtuvo 18 curules y presentó 51 renglones, y el Polo
Democrático Alternativo (PDA) que consiguió 10 escaños e incluyó 57 candidatos
en su lista. Es decir, seis partidos obtuvieron el 83% de las curules del Senado de
la República, mientras que de los otros 14 partidos o movimientos que se
presentaron, sólo 4 alcanzaron alguna curul, obteniendo en conjunto 17” (Cardozo
y Hernández 2006: 5). Un primer factor que es necesario analizar, desde los
resultados que muestra la tabla, es la eficiencia del partido conservador, en
comparación con el resto de los partidos, en la obtención de curules. Puesto que,
aunque no es bajo el número de candidatos que presentó al Senado, con la mitad
del tamaño de las listas del Partido Liberal, de Cambio Radical y del Partido de la
U logra obtener número parecido de curules. Aunque la explicación de las causas
de este fenómeno supera la pretensión de este trabajo, en principio esta situación
se puede deber a que el Partido Conservador utilizó otras estrategias que
potencializaron la posibilidad de éxito electoral, caso contrario a la actuación del
Movimiento Mira que casi con la totalidad de los puestos de la lista asignados sólo
obtiene 2 curules.
La estrategia del tamaño tiene sentido, en la medida en que se analice desde el
arreglo institucional que pretendió realizar la reforma de 2003, ya que con la
fórmula electoral de la cifra repartidora, los votos por el partido le dan la posibilidad
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de acceder a más curules. Por ello el partido político hace el cálculo racional de
que cada uno de los candidatos que pone en la lista le da un número determinado
de votos que, sumados, le ayudan en la obtención de curules. Si a esto se le suma
que el partido político hace un proceso de selección satisfactorio de sus
candidatos, la lista estará compuesta por personas con alta capacidad y
experiencia en el ámbito nacional, por lo cual esto se traducirá en votos.
Adicionalmente, y desde una mirada menos institucionalizada, un factor que puede
ser determinante para el éxito de esta estrategia es la maquinaría política con la
que cuente el partido y cada candidato que le permita realizar campañas más
constantes y especializadas para cada contienda.
No obstante, hay que tener en cuenta que las estrategias no son “recetas
mágicas” por lo cual su utilización sólo potencializa la posibilidad de tener éxito
electoral. De ahí que, se puedan encontrar casos, como el que se describió
anteriormente, en los que aunque tengan un número elevado de candidatos la lista
no consiga gran cantidad de votos, en ese caso, se entraría a evaluar otros
factores que puedan determinar el porqué de dicha situación.
En tercer lugar, y unido a las dos estrategias anteriormente descritas se encuentra
optar o no optar por la utilización del voto Preferente. Hay que recordar que el voto
preferente es la posibilidad de que sea el elector quien organice el orden de la
lista, mediante la posibilidad de escoger votar por el candidato. Este arreglo dentro
de la reforma, fue la forma en que los políticos pudieron conservar de manera
“matizada” el personalismo de la política en Colombia, que se genera a partir de
los esfuerzos de los políticos por garantizar electorados con base en su reputación
y su actuación en otros cargos que ha desempeñado dentro de la esfera pública.
Así las cosas, se podría intuir que, debido a la tradición de la política personalista
que ha prevalecido en Colombia a lo largo del tiempo, las listas que optan por el
voto preferente tienen mayor probabilidad de éxito electoral.
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Frente a la utilización de esta estrategia se han generado varios trabajos que
analizan las decisiones de los partidos en diferentes contextos. En estos casos,
los autores coinciden en afirmar que las listas que optan por utilizar el voto
preferente obtuvieron mayor cantidad de votos y por ende, accedieron a más
curules. En el análisis de las elecciones legislativas de 2006, Cardozo y
Hernández afirmaban que “la evidencia pareciera mostrar que efectivamente el
sistema de voto preferente produjo mayores beneficios a los partidos que lo
utilizaron, ya que de las 6 organizaciones que configuraron sus listas con el
sistema de lista cerrada, sólo MIRA obtuvo curules frente a los partidos con voto
preferente que en general tuvieron mayor éxito electoral” (Cardozo y Hernández
2006: 8).
Adicionalmente, Miguel García (2006) argumenta que uno de los factores
explicativos del éxito electoral en las elecciones 2003 (elecciones Locales)
argumenta que el voto preferente puede ser uno de dichos factores debido a que
al no tener un orden establecido, los candidatos bucarán votos para sí mismos,
con el fin de obtener los primeros lugares dentro de la lista y garantizar su acceso
al poder. Mientras que, los partidos políticos que optan por enfrentar las
contiendas electorales con la lista bloqueada, tienen el problema que los
candidatos “no poseen el mismo incentivo ya que el orden de la lista no puede ser
alterado. Aquellos candidatos que quedan ubicados en las últimas posiciones de
una lista que no usa voto preferente saben que sus posibilidades de éxito son
menores (García 2006: 127).
Por su parte, otros autores profundizan los factores que incrementan las
posibilidades de éxito electoral utilizando dicha estrategia puesto que argumentan
que “las listas abiertas que lograron superar el umbral, sólo alrededor del 20% de
sus electores, en promedio, optaron por emitir un voto de partido, mientras que,
entre los partidos perdedores que presentaron listas abiertas, más de la mitad de
sus votantes decidieron no votar por ningún candidato individual. En otras
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palabras, no sólo las listas cerradas fueron menos exitosas que las abiertas, sino
que, aun entre estas, el voto de partido perdió frente al voto personalista”.
(Rodríguez Raga y Botero 2006: 146)
Una cuarta estrategia que han utilizado los partidos después de 2003 y que tiene
estrecha relación con las estrategias analizadas hasta el momento es que, los
partidos han buscado candidatos con larga y prestigiosa trayectoria política, con el
fin que su popularidad le dé la posibilidad a la lista de conseguir más votos. Es
decir, las listas con mayor número de personas con recorrido en el ámbito público
tienen mayor probabilidad de éxito electoral. Sobre esta estrategia García y
Cardozo y Hernández coinciden en argumentar que la trayectoria de los políticos
tiene incidencia directa en el éxito de la elección. Loa autores plantean lo
siguiente:
-“Los partidos que lograron incluir en sus listas al mayor número de antiguos
concejales y políticos locales fueron más exitosos que los que no lo hicieron”
(García 2006: 127)
-“Los partidos que incluyeron en sus listas candidatos que eran antiguos
concejales o políticos consumados sumaron más votos debido al reconocimiento
público previo de sus candidatos” (Cardozo y Hernández 2006: 11).
Hay que tener cuenta que, los candidatos que cuentan con una mayor trayectoria
política, en muchos casos también cuentan con maquinarias electorales, que con
la experiencia han ganado sofisticación y que por ende, les trae mayores
beneficios a la hora de enfrentarse a una contienda electoral. Los candidatos que
tienen trayectoria política, adicionalmente, puede tener nichos electorales ya
establecidos, los cuales van nutriendo con los años y que les pueden potencializar
la probabilidad de éxito en las elecciones.
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Por último, la quinta estrategia que han utilizado algunos partidos políticos en las
elecciones es denominada: Estrategia de Arrastre, la cual consiste en ubicar en
los primeros puestos de las listas uno o dos personajes públicos que gocen de alta
popularidad y que por ende les otorgue una elevada votación, ello con el fin de
obtener mayor cantidad de curules, haciendo uso de la ingeniería electoral que
reparte las curules basados en la votación total del partido. Este fenómeno se ha
vivido en varias de las elecciones.
Esta estrategia resultó exitosa en varios casos. A continuación se analizan dos de
ellos, en donde su impactó resulta relevante a manera de explicación. La tabla 7
muestra la votación obtenida por el Partido Cambio Radical para las elecciones al
Senado de la Republica en el año 2006.
Tabla 7. Votación obtenida por los Candidatos que accedieron a una curul por el Partido Cambio Radical en las Elecciones al Senado 2006
# NOMBRE DEL CANDIDATO # VOTOS OBTENIDOS % PARTICIPACIÓN CURUL000 VOTOS SOLO POR LA LISTA 107,545 8.88% 001 GERMAN VARGAS LLERAS 223,330 18.43% SI 018 LUIS CARLOS TORRES 66,441 5.48% SI 006 ARTURO CHAR 61,634 5.09% SI
012 CLAUDIA YADIRA INES RODRIGUEZ DE CASTELLANOS
57,871 4.78% SI
096 MARIO LONDOÑO ARCILA 53,016 4.38% SI 003 RUBEN DARIO QUINTERO VILLADA 49,937 4.12% SI 010 MIGUEL PINEDO VIDAL 39,181 3.23% SI
007 REGINALDO ENRIQUE MONTES ALVAREZ
38,498 3.18% SI
004 JAVIER ENRIQUE CACERES LEAL 38,464 3.18% SI 005 NANCY PATRICIA GUTIERREZ 37,611 3.10% SI 015 JUAN CARLOS RESTREPO ESCOBAR 32,596 2.69% SI
013 ANTONIO DEL CRISTO GUERRA DE LA ESPRIELLA
30,958 2.56% SI
020 BERNABE CELIS CARRILLO 30,099 2.48% SI 100 DAVID CHAR NAVAS 28,062 2.32% SI 016 PLINIO EDILBERTO OLANO BECERRA 27,981 2.31% SI
Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil
En este caso, Germán Vargas Lleras, cuya trayectoria en política es larga y cuenta
con un muy buen prestigio que se ve ratificado si se tiene en cuenta que para
2006 Vargas Lleras se lanzaba al Senado para ocupar una curul por cuarta vez
consecutiva. Sus actuaciones dentro de la política nacional colombiana y su
‐ 41 ‐
trayectoria en la misma se convirtieron para las elecciones de 2006 en una fuente
sólida de votos. Es por ello que, en los consolidados finales de la Registraduría
Nacional del estado Civil se puede ver que el candidato obtiene 223.330 votos
siendo la máxima votación en las elecciones de ese periodo. Tal y como lo
muestra la Tabla 7 Vargas Lleras obtuvo el 18,43% de participación; es decir que,
tuvo dos veces la votación de su partido (8,88%). Esta situación causó el
fenómeno de arrastre de algunos de los candidatos que no obtuvieron tanta
votación, pero que según las especificidades del sistema de conversión de votos
en escaños hacen que obtengan curul. Es por ello que, la tabla 8 muestra las
votaciones que tuvieron algunos candidatos por el Partido Conservador
Colombiano que no obtuvieron curul pero que sin embargo tienen más votación
que los últimos dos candidatos de la lista del Partido Cambio Radical.
Tabla 8 Votación obtenida por los Candidatos que no accedieron a una curul por el Partido Conservador en las Elecciones al Senado 2006
# NOMBRE DEL CANDIDATO # VOTOS OBTENIDOS % PARTICIPACIÓN CURUL018 LUIS EMILIO SIERRA GRAJALES 40,183 2.73% NO 006 MIGUEL ANGEL DURAN GELVIS 36,871 2.51% NO
014 MILTON ARLEX RODRIGUEZ SARMIENTO
36,711 2.50% NO
023 MURIEL DE JESUS BENITOREBOLLO BALSEIRO
34,639 2.36% NO
041 CARLINA RODRIGUEZ RODRIGUEZ 31,926 2.17% NO 035 GUILLERMO CHAVEZ CRISTANCHO 31,661 2.15% NO 019 MARIO ENRIQUE VARON OLARTE 29,402 2.00% NO 033 JESUS LEON PUELLO CHAMIE 28,104 1.91% NO
Fuente: Registraduría Nacional Del Estado Civil
Lo anterior evidencia que, tener un candidato fuerte y que garantice altos índices
de popularidad, traducidos en votos, como cabeza de lista incrementa la
posibilidad que el partido obtenga más curules en el Senado.
El otro ejemplo, tiene lugar en las elecciones al Senado en el 2010. La tabla 9
muestra los resultados electorales del Partido Verde en esas elecciones
legislativas.
Tabla 9. Votación obtenida por los Candidatos que accedieron a una curul por el Partido Verde en las Elecciones al Senado 2010.
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# PARTIDO VERDE Votos Curul
Votos por el Partido 123,091
1 GILMA JIMENEZ GOMEZ 207.776 SI
2 JORGE EDUARDO LONDOÑO ULLOA 81.738 SI
12 FELIX JOSE VALERA IBAÑEZ 34.277 SI
3 JHON SUDARSKY ROSECUBAUMM 32.786 SI
10 IVAN LEONIDAS NAME 10.178 SI Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil
En este ejemplo es aún más visible la forma en la que se materializa la estrategia,
esto debido a que, Iván Leónidas Name es el senador que entra a ocupar una
curul en el Senado con menor número de votos. Pero adicionalmente, el segundo
puesto en menor votación ese año, es el Senador del Jhon Sudarsky que también
obtiene curul. Lo cual significa que, la Senadora Gilma Jiménez con la gran
votación que obtuvo hizo que tanto Name como Sudarsky entraran al Senado, si la
votación de Jiménez hubiese estado dentro del promedio, estos candidatos no
hubiesen accedido a la curul, ya que, por encima de su votación hay gran cantidad
de candidatos que bajo otro sistema u otras condiciones habrían podido acceder a
la curul.
Por su parte, las estrategias que han utilizado los candidatos después del 2003 en
comparación con las utilizaron antes de la entrada en vigencia de la reforma son
menos, esto debido a que como se ha dicho en varias ocasiones la naturaleza de
la reforma estaba dirigida a fortalecer el protagonismo de los partidos políticos. Así
mismo, hay que aclarar que, la decisión de optar por voto preferente es del partido
político, por lo tanto en esta investigación dicha estrategia se analizó orientada a
un movimiento estratégico de la colectividad. No obstante, se intuye que aquellos
candidatos, cuyo partido político opta por una lista abierta, basarán sus campañas
en el uso de estrategias de mercadeo político que posicionen su imagen frente a la
ciudadanía, lo cual les permita obtener mayor cantidad de votos en la elección, sin
embargo, el análisis de esas estrategias supera los límites de esta investigación.
‐ 43 ‐
Motivo por el que, en este caso, sólo se analizan dos estrategias cuya
responsabilidad de decisión frente a su utilización recae directamente en los
candidatos. Por una parte, se analiza la reelección y por el otro la financiación de
la campaña.
La decisión de lanzarse a la reelección del cargo recae directamente en los
Candidatos, la intuición y los planteamientos de algunos autores que tratan el
tema indicarían que aquellos políticos que opten por la reelección tras tener un
periodo anterior satisfactorio tienen mayor probabilidad de éxito electoral. “La
literatura reconoce ampliamente la ventaja que tienen los congresistas que buscan
su reelección frente a candidatos que no ocupan el cargo de elección al que
aspiran (incumbency advantage). No sólo cuentan con mayor visibilidad y
experiencia, sino que, además, cuentan con los recursos anexos al cargo que
ocupan, tales como tiquetes aéreos para visitar frecuentemente sus regiones,
franquicias de correo, etcétera (Ansolabehere y Snyder, 2002; Gelman y King,
1990). Por estas razones podemos anticipar que los senadores que buscan su
reelección cuentan con una ventaja frente a los candidatos nuevos” (Rodríguez
Raga y Botero 2006: 144). Las ideas de estos autores cobran mayor importancia si
se piensa que el problema, por ejemplo, no es el tiquete aéreo en sí mismo, sino
que: Si se parte de la idea que el senador que busca la reelección estará en
constante campaña. Detrás de la utilización del tiquete aéreo se encuentra
presente el mantenimiento de la maquinaria electoral a un bajo costo, teniendo en
mente que las sesiones del Senado se llevan a cabo de martes a viernes con el fin
de que el fin de semana los senadores puedan viajar a sus regiones. Estos viajes
pueden ser utilizados desde la perspectiva de mantenerse enterado de las
problemáticas de la región, hasta el de estar activo y en constante visibilidad
pensando en la próxima elección.
Aunque para el caso de la legislación colombiana existe la ley de garantías que
determina que todos los candidatos deben tener las mismas posibilidades y los
‐ 44 ‐
mismos espacios sin importar si son candidatos por primera vez o hacen campaña
mientras que ejercen el cargo y por ello, unos meses antes de la elección se
toman algunas medidas para que los legisladores utilicen los recursos o los
beneficiosos que les da su investidura para tener “ventajas” sobre nuevos
candidatos. Una de las regulaciones que ha estipulado la normatividad vigente es
la congelación de contrataciones públicas en época electoral, de tal forma que se
evite la posibilidad que el candidato-Senador obtenga beneficios de su cargo. No
obstante, la ley no puede cubrir todos los aspectos, por lo cual en otras
investigaciones se podría indagar sobre las facilidades que tiene un candidato-
senador frente a un candidato nuevo por ejemplo en el uso de los viajes o de los
carros a los que los senadores tienen derecho. Teniendo esto en mente, los
resultados indican que “La probabilidad de éxito es de apenas un 12% para
candidatos que aspiran por primera vez a un cargo de elección popular. Sin
embargo, el modelo predice que esta probabilidad aumenta al 50% para
candidatos con experiencia previa en cargos de elección. Como es de esperarse,
los candidatos experimentados tienen mayores probabilidades de éxito que los
candidatos que están iniciando sus carreras (Botero, 2009. Pp. 8)”.
Por otra parte, la financiación es una estrategia determinante a la hora de lanzarse
a una contienda electoral debido a que es el dinero, en principio, el que le da
mayor visibilidad al candidato, puesto que los candidatos que tienen acceso a más
recursos tienen la posibilidad de invertir más dinero en estrategias publicitarias y
en pautas televisivas que generen recordación en los votantes. No obstante, en
los análisis de Botero (2009), el autor encuentra que “entre mayor sea el
porcentaje de recursos de cualquiera de las fuentes, menor es la probabilidad de
éxito electoral. Aunque este resultado puede resultar contra‐intuitivo a primera
vista, en realidad no lo es. La figura muestra que la probabilidad de éxito es mayor
para aquellos candidatos que logran tener una canasta diversa de fuentes de
financiación. Depender mucho de una sola fuente aparece como una estrategia
riesgosa que reduce las probabilidades de ganar” (Botero: 2009. Pp. 10).
‐ 45 ‐
Así mismo, es un tema de debate en la Ciencia Política y entre los estudiosos de
los sistemas electorales la forma en que se deben financiar las campañas. En
Colombia, es evidente que la financiación depende casi en su totalidad del
candidato, con algunas excepciones como lo son los dineros de la reposición, que
pueden verse desde la óptica de financiación pública o también algunos recursos
que los partidos políticos reparten entre sus candidatos. Sin embargo, “depender
de los recursos del partido como fuente de financiación disminuye notablemente la
probabilidad de éxito del 50% cuando el candidato no cuenta con recursos del
partido, al 20% cuando el 10% de sus recursos provienen del partido, y llega a
prácticamente 0 cuando el 30% de sus recursos son del partido” (Botero: 2009.
Pp. 10).
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4 Posibles Estrategias Exitosas (2006 – 2010)
Hasta el momento, se han analizado las estrategias utilizadas por los candidatos y
por los partidos políticos en dos contextos de cambio de reglas. Sin embargo, el
uso de las estrategias requiere de una revisión para determinar cuáles de las
estrategias utilizadas pueden mejorar la probabilidad de conseguir el éxito
electoral. Es por ello que, en esta sección se observa qué estrategias, de las que
se analizaron y describieron en el apartado anterior, pudieron potencializar la
probabilidad de éxito en las elecciones al Senado 2006 y 2010 para los candidatos
y los partidos políticos.
Realizando una recapitulación de las estrategias que se han analizado y descrito a
lo largo del texto, se tiene la siguiente información; Por el lado de los partidos
políticos las estrategias encontradas fueron: 1) Analizar del perfil de los candidatos
que ocupan sus listas, 2) Conformar listas de gran tamaño, 3) Optar por el voto
preferente 4) Optar por candidatos con trayectoria política prestigiosa, 5) Optar por
la Estrategia del arrastre. Desde la perspectiva de los candidatos se analizaron
dos estrategias en primer lugar, optar por la reelección y en segundo lugar, la
financiación de la campaña.
El análisis que se puede encontrar en la literatura sobre posibles estrategias
exitosas en las campañas 2006 o 2010 llega a la siguiente conclusión: “El modelo
muestra que todos los factores explicativos de la victoria electoral son
estadísticamente significativos a niveles convencionales y sus signos aparecen en
la dirección esperada (…) es decir, hacer uso del voto preferente y ser un
incumbent buscando la reelección son factores que están asociados positivamente
con la probabilidad de ganar la elección. (Rodríguez Raga y Botero 2006: 145).
Aunque el modelo que plantean los autores tiene algunas variables (estrategias)
que no fueron tomadas en cuenta para ser analizadas en este trabajo, los
resultados obtenidos si permiten vislumbrar algunas de las estrategias que
‐ 47 ‐
potencializaron la probabilidad de éxito electoral en las elecciones al Senado
2006. Por ello, para dichas elecciones y desde la perspectiva de los autores que
realizan el análisis, los factores que incrementaron la posibilidad de ganar las
elecciones fueron optar por la reelección desde la visión de los candidatos y optar
por el voto preferente como decisión del partido político.
Desde una mirada menos cuantitativa de las estrategias, y según lo expuesto en el
trabajo se podría afirmar que la estrategia de Arrastre (que implica también optar
por la estrategia de voto preferente) puede ser fundamental para conseguir el
éxito, ya que como se describió en los ejemplos, el diseño del sistema electoral
hace que la utilización de esta estrategia de forma eficaz sea premiada con un
elevado número de curules. Adicionalmente, la reelección le da a los candidatos
más opciones, debido a los recursos que puede movilizar en pro de su
candidatura, por lo cual, se puede afirmar que esta estrategia también posibilita el
éxito electoral.
Sin embargo, los resultados obtenidos por Botero y Rodríguez Raga y las
observaciones anteriormente realizadas son sólo una perspectiva del análisis ya
que tal y como lo plantean Cardozo y Hernández “no es posible entender los
resultados del pasado 12 de marzo desde la observación de cada estrategia por
separado, ya que éstas se solapan e interactúan” (Cardozo y Hernández 2006:
11). No obstante, esta afirmación no sólo es válida para las elecciones que los
autores describen sino también para las elecciones 2010 y en general para todos
los comicios. Puesto que, las decisiones de los partidos políticos y de los
candidatos deben de estar encaminadas a la concatenación de varias estrategias
que actúen de forma compacta, y que por ende conduzcan a mejorar la calidad y
la efectividad de las campañas con el fin de conseguir la curul.
Adicionalmente, hay que tener en cuenta que, cada elección se enfrenta bajo un
contexto diferente en el que puede haber factores que sean determinantes para
conseguir el éxito electoral que trasciendan los alcancen de la ingeniería
‐ 48 ‐
institucional planteada. Un ejemplo de ello, y que no se analizó en este texto fue;
para el 2006 contar con el aval del presidente Uribe debido a que, su porcentaje
de popularidad y aprobación a lo largo del territorio pudo generar que quienes
tuvieran el aval del presidente representaran la continuación de sus políticas y por
ende, los electores optaran por dichos candidatos.
Conclusiones
“Identificar las estrategias electorales que utilizan los partidos políticos en el
contexto de una nueva reglamentación electoral resulta fundamental para
entender las dinámicas y tensiones propias de las organizaciones partidistas en un
escenario de incertidumbre, así como el impacto de la reforma electoral en la
configuración de las listas que presentan los partidos o movimientos políticos a las
elecciones de los cuerpos colegiados” (Cardozo y Hernández 2006: 12). Los
partidos políticos en Colombia han sobrevivido a los retos que el sistema electoral
y el contexto les han puesto. Es por ello que, aunque en el periodo 1991 – 2003
pierden importancia en la arena electoral, su presencia se mantuvo, algunas veces
escondida bajo débiles rótulos o en algunas partes de la geografía aún bajo los
fuertes cimientos de los partidos Liberal y Conservador. Sin embargo, con la
reforma de 2003 los partidos políticos retoman fuerza y visibilidad. Por ello, se les
imponen nuevos retos de estructuración sólida y fortalecimiento institucional que
los robustezca como plataformas ideológicas y generadores de nuevos líderes.
Por su parte, el personalismo político en Colombia siempre ha estado presente, ya
que se deriva de una fuerte tradición de familias y barones electorales que han
hecho de la política el quehacer de sus descendientes. Por ello, han primado los
valores de prestigio y nombre a lo largo de muchos años que, sumados a la
capacidad de movilizar grandes maquinarias y recursos en pro de una elección
han hecho que las estrategias que conducen a la personalización de la política
hasta ahora sobrevivan a los efectos de las reformas.
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Por ello, una de las conclusiones que se derivan del texto es que, la configuración
del sistema electoral, en ocasiones, prioriza las estrategias de los candidatos y en
otras las de los partidos políticos; sin embargo, la gran capacidad de adaptación
de los políticos determina en gran medida que, antes de la entrada en vigencia de
la nueva normatividad, los actores políticos ya hayan recalculado sus planes de
campaña. Ello puede deberse a varios motivos, como por ejemplo, que son ellos
mismos quienes constitucionalmente tienen la labor de reformar las leyes que los
rigen, lo cual podría conducir a realizar un cálculo previo de la forma de reorientar
la campaña o, debido a las dinámicas propias del juego electoral, los candidatos
han interiorizado la necesidad de apropiarse de discursos flexibles que puedan ser
remodelados en el corto plazo.
Entonces, queda claro que, durante el desarrollo de las reformas constitucionales
los candidatos y los partidos han ido modificando fácilmente sus estrategias según
las nuevas reglas de juego. No obstante, al ampliar los planteamientos iniciales
fue imposible llegar a la comprobación de que es el temprano ajuste de las
estrategias lo que potencializa el éxito electoral ya que, por una parte, se encontró
con la imposibilidad de comprobar empíricamente dicha intuición, debido a que
durante el tiempo que se llevó a cabo esta investigación no tuvieron lugar
elecciones al Congreso; y, por otra parte, en la revisión de los estudios previos es
claro que aunque el ajuste de las estrategias es vital para el desarrollo de la
campaña, es la puesta en marcha de la estrategia misma que la puede
potencializar la posibilidad de éxito electoral.
Aunque, los análisis que se han hecho hasta ahora nos conducen a afirmaciones
sobre los cambios en las estrategias en momentos de cambio de reglas. Es
importante no perder de vista las reflexiones que hacia 1993 ya se planteaban
frente a las reformas institucionales "¿hasta qué punto son capaces de modificar
inveteradas costumbres políticas, que son la expresión de una cultura política
‐ 50 ‐
decantada durante casi dos siglos de existencia? En buena parte, las dificultades
recientes entre el Congreso y el ejecutivo demuestran ese desfase entre la nueva
normatividad más modernizante y el funcionamiento concreto de la instituciones
que se mueven en un mundo más tradicional " (González, 1993:18). La afirmación
de Fernán González sirve como excusa para plantear que, aunque las estrategias
electorales vistas a lo largo de este texto pueden explicar en alguna medida el
éxito o el fracaso de algunas campañas políticas, no hay que perder de vista que
la intermediación política lleva años de historia en Colombia, en donde las
dinámicas clientelares, la construcción de maquinarias políticas, la generación de
barones electorales, la tradición de familias con recursos y grandes intereses, en
ocasiones puede superponerse a las estrategias electorales y hasta a la ingeniería
institucional. Todo lo cual causa que, las elecciones se jueguen bajo condiciones
que se alejan las realidades pensadas por quienes diseñaron las reglas de juego.
Sumado a lo anterior, hay que recordar que Colombia vive bajo un conflicto
armado interno, en el cual, durante varias contiendas electorales y en diferentes
lugares de la geografía colombiana, los grupos al margen de la ley han permeado
las dinámicas políticas para ser ellos quienes deciden, qué partido y qué candidato
tiene el acceso al poder.
Por último, es importante recordar que, tal y como lo plantean los académicos, las
reformas electorales pueden tardar varios años y elecciones en evidenciar los
verdaderos efectos frente a la realidad electoral de un país. Por lo cual, los análisis
que se han hecho hasta ahora sólo muestran la punta del iceberg sobre lo que
puede acontecer en algunos años, es así como estas dinámicas y la incertidumbre
pueden traer como consecuencia el surgimiento o declive de políticos y
especialmente partidos políticos en la arena electoral. Por ello, es necesario
esperar un tiempo para ver y analizar un cambio real en el sistema de partidos
colombiano.
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Anexo
Anexo 1. Número efectivo de partidos en el Senado de la República, 1991-2002
Fuente: LAURA WILLS OTERO, (2009) "El Sistema Político Colombiano: Las Reformas Electorales de 1991 y 2003 y la Capacidad de Adaptación de los Partidos". En ¿Juntos Pero No Revueltos? Partidos, Candidatos Y Campañas En Las Elecciones Legislativas De 2006 En Colombia. ed: Universidad De Los Andes Facultad De Ciencias Sociales p.11 - 46