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filosófica, de Filosofía... · 2018-12-05 · "como si el mal pasara del cielo a la historia en...

Date post: 16-Jul-2020
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-La Guerra Prodigiosa- Alvaro Zamora HERRA: CRITICA Y LITERATURA DE LA VIOLENCIA "Y entonces Belcebú, el narrador de su propia guerra, a quien el hombre había inventado para amarse a sí mismo, alargó sus garras y, mirando al Anacoreta secamente, se zambulló con él y con su infamia en los libros que hablan del infierno, escritos por mí, el cronista Adramelech". Surnrnary: We study here the work of the costa- rican philosopher and writer Rafael Angel Herra: his critics of violence and ideological mecanisms of legitimation, the modero rol of philosophy and so- me considerations in relationship with Aesthetic and his literary works. Resumen: Se estudia aquí la obra del filósofo y literato costarricense Rafael A. Herra: su crítica de la violencia y de los mecanismos ideológicos de legitimación, el papel actual de lafilosofía, y algu- nas consideraciones en relación con la estética y su obra literaria. 1. RESPONSABILIDAD Y DETERMINACION Cuenta Eurípides que Heracles fue infeliz en el mundo de los hombres. Hijo de un pecado divino, hubo de padecer su historia como una sentencia inevitable: la Diosa Madre envenenó de 'locura su cuerpo poderoso. Cierta noche de infortunio, la venganza de la diosa invadió las venas del héroe. Enloquecido por la ira, asesinó a la bella Megara y a su progénie. Una vez más el báculo terrible de la determinación hacía girar el círculo de la violencia. La victoria sobre el Hades y las bestias se trocaba así en una elección de sangre y deshonor. Dice la leyenda que la conciencia volvió a habi- tar el cuerpo del héroe. Heracles, el hombre, cayó en la desesperación y quiso asesinar su pena con el castigo más terrible. Fue entonces cuando apareció Teseo entre los coros de la escena. Traía en sus labios un discurso mágico, que forjaría la justifica- ción para todos los genocidas de la historia: la san- gre de la violencia obedece a designios ahistóricos e inconscientes; el pecado de los héroes es obra de los dioses; como las águilas, la eficacia del poder se levanta por encima de la insignificante justicia de los hombres. Ese razonamiento trágico es temerariamente contemporáneo. En efecto, la palabra de Teseo ha- bita en el devenir de nuestro mundo cotidiano. Los hombres han creado recursos pseudojusti- ficadores, para salvaguardar su responsabilidad por el terror que tiñe la historia. El color de la piel, el credo político o religioso, la condición social y económica; son otras tantas coartadas, que sirven para hacer legítima la destrucción del hombre por el hombre. Pero la realidad desborda siempre a la imagina- ción. De cara a la evidencia, el pensamiento con- temporáneo se ha visto obligado a enfrentar la vio- lencia humana, a dar cuenta de sus determinacio- nes y consecuencias reales. Rev. Fil. Univ. Costa Rica, XXV (62), 169-175, 1987
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-La Guerra Prodigiosa-

Alvaro Zamora

HERRA: CRITICA Y LITERATURA DE LA VIOLENCIA

"Y entonces Belcebú, el narrador de su propia guerra,a quien el hombre había inventado para amarse a sí mismo,

alargó sus garras y, mirando al Anacoreta secamente,se zambulló con él y con su infamia en los libros

que hablan del infierno, escritos por mí,el cronista Adramelech".

Surnrnary: We study here the work of the costa-rican philosopher and writer Rafael Angel Herra:his critics of violence and ideological mecanisms oflegitimation, the modero rol of philosophy and so-me considerations in relationship with Aestheticand his literary works.

Resumen: Se estudia aquí la obra del filósofo yliterato costarricense Rafael A. Herra: su crítica dela violencia y de los mecanismos ideológicos delegitimación, el papel actual de la filosofía, y algu-nas consideraciones en relación con la estética y suobra literaria.

1. RESPONSABILIDAD Y DETERMINACION

Cuenta Eurípides que Heracles fue infeliz en elmundo de los hombres. Hijo de un pecado divino,hubo de padecer su historia como una sentenciainevitable: la Diosa Madre envenenó de 'locura sucuerpo poderoso. Cierta noche de infortunio, lavenganza de la diosa invadió las venas del héroe.Enloquecido por la ira, asesinó a la bella Megara ya su progénie. Una vez más el báculo terrible de ladeterminación hacía girar el círculo de la violencia.La victoria sobre el Hades y las bestias se trocabaasí en una elección de sangre y deshonor.

Dice la leyenda que la conciencia volvió a habi-tar el cuerpo del héroe. Heracles, el hombre, cayóen la desesperación y quiso asesinar su pena con el

castigo más terrible. Fue entonces cuando aparecióTeseo entre los coros de la escena. Traía en suslabios un discurso mágico, que forjaría la justifica-ción para todos los genocidas de la historia: la san-gre de la violencia obedece a designios ahistóricos einconscientes; el pecado de los héroes es obra delos dioses; como las águilas, la eficacia del poder selevanta por encima de la insignificante justicia delos hombres.

Ese razonamiento trágico es temerariamentecontemporáneo. En efecto, la palabra de Teseo ha-bita en el devenir de nuestro mundo cotidiano.

Los hombres han creado recursos pseudojusti-ficadores, para salvaguardar su responsabilidad porel terror que tiñe la historia. El color de la piel, elcredo político o religioso, la condición social yeconómica; son otras tantas coartadas, que sirvenpara hacer legítima la destrucción del hombre porel hombre.

Pero la realidad desborda siempre a la imagina-ción. De cara a la evidencia, el pensamiento con-temporáneo se ha visto obligado a enfrentar la vio-lencia humana, a dar cuenta de sus determinacio-nes y consecuencias reales.

Rev. Fil. Univ. Costa Rica, XXV (62), 169-175, 1987

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cense, que se ha preocupado por señalar pautaspara la investigación de los fenómenos de la agre-sión, desde la perspectiva totalizadora de la disci-plina filosófica,

El enfoque de Herra puede ubicarse dentro dela corriente fenomenológica; aunque reconoce loslímites de la dogmática, e incorpora en su visiónaportes del pensamiento contemporáneo, que favo-recen el análisis histórico-social. Es el caso de lasociología, la teoría crítica y la antropología médica,entre otros.

Su trabajo aparece bajo un doble aspecto: poruna parte, se propone revelar los fenómenos dereificación de la Lebensswelt; por otra, se presentacomo una matriz, donde se gesta la propedeúticapara sistematizar la investigación comprensiva delos problemas que halla.

Cada vez más, los especialistas se convencen-sobre bases científicas- de que no pueden, comoTeseo, fiarse de las explicaciones que justifican laidentidad de las águilas guerreras y de la institucio-nalización opresiva.

En esa línea crítica se encuentra el pensamientode Rafael Angel Herra, filósofo y literato costarri-

Desde los ensayos Sartre y los prolegómenos ala antropología y Unmittelbare Vermitlung der Le-blichkeit. Interpretative Ausfürungen zu Textenvon E. Husserl, se manifiesta una línea de trabajo,cuya preocupación medular consiste en compren-der la autonomía del sujeto, en relación con losdeterminantes externos. En esa línea, Violencia,tecnocratismo y vida cotidiana (1) se constituyecomo el prolegómero para la investigación de laviolencia. Las obras literarias se presentan comouna síntesis, que articula el trabajo artístico creati-vo con la reflexión sistemática.

Sobre el análisis psicobiológico de la agresión-aportado por estudios de las ciencias particula-res- Herra sostiene la tesis capital de que la vio-lencia humana no es producto de determinacionesajenas a la dialéctica psico-social. El hombre -cadahombre- es responsable por su historia. No obs-tante, la exégesis antropológica debe comprenderque las relaciones sociales se instituyen, en todomomento, a partir de las que han establecido lasgeneraciones precedentes. Cada sociedad se unificaal privilegiar (por la tensión de sus fuerzas y necesi-dades) relaciones u objetos que determinan, para-dógicamente, la acción individual. Así, el carácterde la violencia está implicado en la elección históri-ca que la produce y reproduce, por lo que su her-meneútica debe partir de lo concreto.

II. INERCIA MITICA

La tragedia griega, los mitos arcaicos, la bruje-ría, al igual que el innatismo y el ambientalismocontemporáneos, atribuyen la fatalidad a fuerzasexteriores a la conciencia. Se trata de Weltans-chauungen, que hacen de la desculpabilización sulugar común, al concebir la violencia como una leyde la naturaleza ó, en todo caso, como el efecto defuerzas extrañas a la responsabilidad humana.

Herra muestra cómo las mitologías y religionesque están en las raíces de la cultura occidental,vinculan el nacimiento del hombre con un acto deviolencia divina. En ellas, la agresividad humanaaparece fundada en la beligerancia de los dioses"como si el mal pasara del cielo a la historia en elmomento en que Lucifer pierde la guerra con Je-hová" (2). Tal concepción permite sacralizar elabuso del poder y la instrumentalización del hom-bre por el hombre. Se trata de uno de los mecanis-mos ideológicos que, desde la antigüedad, convienea los designios del poder estructurado en el estado.La fenomenología revela que tal mecanismo ideo-lógico es congruente con la intención de identificarla legitimidad de la coacción -supuestamente deri-vada de un orden natural o cósmico-, con la legali-dad producida mediante su ejercicio. En ese senti-do escribe Herra:

"Desde la conciencia religiosa que delimita el horizontedel mal hasta el poder material, legal e ideológicamenteconstituido, todo sistema coactivo suministra el marcopor el cual define la violencia y proclama el derecho autilizarla. Aún los sistemas más crueles y represivos necesi-tan una especie de (pretendida) legitimidad hacia adentroy hacia afuera, y no solo para facilitar la buena concienciade los gendarmes. Violencia ilegítima, en cambio, es laque el poder encuentra en las fuerzas o situaciones quepropugnan su destrucción: el mal es lo otro, lo que socavasus fundamentos y hace peligrar su sobrevivencia, elcrímen que más persigue y castiga" (3).

El innatismo y el ambientalismo contemporá-neos permiten justificaciones análogas a la anterior.

El instintivismo contemporáneo -para el que laviolencia estaría programada ftlogenéticamente-derivan del cientificismo decimonónico. DesdeDarwin, una moda "peligrosamente mecanicista"(4) se sirvió del instinto para explicar todas lasconductas humanas. El impulso instintivo corres-pondía con un modelo hidráulico, según el cual, sufuerza era semejante "a la presión de una calderaque va aumentando hasta llegar al límite en quenecesita descargarse" (5), Freud y otros instinti-vistas posteriores (Mitscherlich, Lorenz, etc.),

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FE DE ERRATAS, la página 170 debe decir así:

En esa línea crítica se encuentra el pensamientode Rafael Angel Herra, filósofo y literato costarri-cense, que se ha preocupado por señalar pautaspara la investigación de los fenómenos de la agre-sión.. desde la perspectiva totalizadora de la disci-plina filosófica,

El enfoque de Herra puede ubicarse dentro dela corriente fenomenológica; aunque reconoce loslímites de la dogmática, e incorpora en su visiónaportes del pensamiento contemporáneo, que favo-recen el análisis histórico-social. Es el caso de lasociología, la teoría crítica y la antropología médica,entre otros.

Su trabajo aparece bajo un doble aspecto: poruna parte, se propone revelar los fenómenos dereificación de la Lebensswelt; por otra, se presentacomo una matriz, donde se gesta la propedeúticapara sistematizar la investigación comprensiva delos problemas que halla.

Cada vez más, los especialistas se convencen-sobre bases científicas- de que no pueden, comoTeseo, fiarse de las explicaciones que justifican laidentidad de las águilas guerreras y de la institucio-nalización opresiva.

Desde los ensayos Sartre y los prolegómenos ala antropología y Unmittelbare Vermitlung der Le-blichkeit. Interpretative Ausfürungen zu Textenvon E. Husserl, se manifiesta una línea de trabajo,cuya preocupación medular consiste en compren-der la autonomía del sujeto, en relación con losdeterminantes externos. En esa línea, Violencia,tecnocratismo y vida cotidiana (1) se constituyecomo el prolegómero para la investigación de laviolencia. Las obras literarias se presentan comouna síntesis, que articula el trabajo artístico creati-vo con la reflexión sistemática.

Sobre el análisis psicobiológico de la agresión-aportado por estudios de las ciencias particula-res- Herra sostiene la tesis capital de que la vio-lencia humana no es producto de determinacionesajenas a la dialéctica psico-social. El hombre -cadahombre- es responsable por su historia. No obs-tante, la exégesis antropológica debe comprenderque las relaciones sociales se instituyen, en todomomento, a partir de las que han establecido lasgeneraciones precedentes. Cada sociedad se unificaal privilegiar (por la tensión de sus fuerzas y necesi-dades) relaciones u objetos que determinan, para-dógicamente, la acción individual. Así, el carácterde la violencia está implicado en la elección históri-ca que la produce y reproduce, por lo que su her-meneútica debe partir de lo concreto.

11. INERCIA MITICA

La tragedia griega, los mitos arcaicos, la bruje-ría. al igual que el innatismo y el ambientalismocontemporáneos, atribuyen la fatalidad a fuerzasexteriores a la conciencia. Se trata de Weltans-chauungen, que hacen de la desculpabilización sulugar común, al concebir la violencia como una leyde la naturaleza ó, en todo caso, como el efecto defuerzas extrañas a la responsabilidad humana.

Herra muest-ra cómo las mitologías y religionesque están en las raíces de la cultura occidental,vinculan el nacimiento del hombre con un acto deviolencia divina. En ellas, la agresividad humanaaparece fundada en la beligerancia de los dioses"como si el mal pasara del cielo a la historia en elmomento en que Lucifer pierde la guerra con Je-hová" (2). Tal concepción permite sacralizar elabuso del poder y la instrumentalización del hom-bre por el hombre. Se trata de uno de los mecanis-mos ideológicos que, desde la antigüedad, convienea los designios del poder estructurado en el estado.La fenomenología revela que tal mecanismo ideo-lógico es congruente con la intención de identificarla legitimidad de la coacción -supuestamente deri-vada df un orden natural o cósmico-, con la legali-dad producida mediante su ejercicio. En ese senti-do escribe Herra:

"Desde la conciencia religiosa que -delimita el horizontedel mal hasta el poder material, legal e ideológicamenteconstituido, todo sistema coactivo suministra el marcopor el cual define la violencia y proclama el derecho autilizada. Aún los sistemas más crueles y represivos necesi-tan una especie de (pretendida) legitimidad hacia adentroy hacia afuera, y no solo para facilitar la buena concienciade los gendarmes. Violencia ilegítima, en cambio, es laque el poder encuentra en las fuerzas o situaciones quepropugnan su destrucción: el mal es lo otro, lo que socavasus fundamentos y hace peligrar su sobrevivencia, elcrímen que más persigue y castiga" (3).

El innatismo y el ambientalismo contemporá-neos permiten justificaciones análogas a la anterior.

El instintivismo contemporáneo -para el que laviolencia estaría programada HIogenéticamente-derivan del cientificismo decimonónico. DesdeDarwin, una moda "peligrosamente mecanicista"(4) se sirvió del instinto para explicar todas lasconductas humanas. El impulso instintivo corres-pondía con un modelo hidráulico, según el cual, sufuerza era semejante "a la presión de una calderaque va aumentando hasta llegar al límite en quenecesita descargarse" (5), Freud y otros instinti-vistas posteriores (Mitscherlich, Lorenz, etc.),

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aceptan ese modelo, pero procuran evitar los exce-sos en que cayeron sus predecesores.

Freud, después de la I Guerra Mundial, propusola teoría de que la naturaleza humana está consti-tuida por dos' principios: el Eros y el impulso dedestrucción. Con esa propuesta rompía el mecani-cismo de los instintivistas clásicos, pues sus princi-pios "carecían propiamente de contenidos y fun-cionaban en la configuración de la personalidad alarticularse el individuo con el medio" (6). El cre íaque la acción humana, su moral y cultura, son elresultado de la acción conjunta de ambas instan-cias (aunque en algunos textos no sostiene su equi-valencia). En su diálogo epistolar con Einstein-quien le preguntaba por la posibilidad de preve-nir la guerra-, Freud sostenía que el flagelo de ladestrucción solo sería vencido si los los hombresimplementaban vínculos solidarios (vale decir, eró-ticos) entre sí. Según él, haría falta crear hombrescuya estructura egótica fuera capaz de guiar losdestinos por la senda de la paz y la razón. Al igualque Kant, depositaba su esperanza en los designiosde la naturaleza. No obstante, veía que la realidadhumana se manifiesta como la reificación cotidianadel poder estatal y la coacción de la libertad depensamiento por parte de la Iglesia.

Pero no fue el psicoanálisis empírico, sino laetología, la que trajo a la palestra del gran público,el tema de la violencia en nuestro siglo. Después dela II Guerra Mundial, los trabajos de K. Lorenzsobre la naturaleza de la agresividad, ofrecieroncoartadas pseudocientíficas a la conciencia de mu-chos europeos. Para este autor, la agresividad intra-específica ha sido creada por la evolución paraayudar a la sobrevivencia de las especies. Las con-ductas agresivas sirven -a lo largo de la historianatural- para que los individuos más débiles de laespecie se subordinen al dominio de los más fuer-tes; pero además, sirve para crear conductas queinhiben posibles actos de aniquilación intraespe-cífica. La agresividad humana tendría las mismascaracterísticas que la animal, excepto que en elhombre no se habría desarrollado biológicamenteningún mecanismo para la contención de la violen-cia.

Lorenz elabora sus criterios partiendo de la in-terpretación del comportamiento agresivo en ani-males inferiores, principalmente peces. Pero, aven-turar una exégesis de la destructividad humana so-bre tales bases, supone un paso epistemológico de-masiado largo. Por eso las objeciones a sus tesis sondiversas; las más agudas le reprochan no haber to-

mado en cuenta los fenómenos de cooperación in-trespecífica (que el mismo Darwin señalara en sumomento), no haberse documentado adecuada-mente desde el punto de vista neurofisiológico yhaber recurrido a interpretaciones teleológicas dela evolución.

Las ideas de Mitscherlich se atan también alas explicaciones instintivistas: para él, la agresi-dad está ligada a los fines de la libido. Mitschelichse propone delimitar las posibilidades de la paz y elcampo en que se genera la agresividad colectiva.No obstante, su punto de partida le impide aportarconclusiones más contundentes que las de Freud.

Herra muestra que la perspectiva ambientalistatampoco ofrece una explicación satisfactoria a losproblemas de la violencia.

La debilidad fundamental del ambientalismo ra-dica en su desprecio por la subjetividad. Es ciertoque las investigaciones sirven de base para sostenerque el medio -natural y social- brinda algunascondiciones indispensables para la producción deacciones violentas. Pero tales condiciones no expli-can, por sí mismas, la problemática de su génesis eimplicaciones. Sería necesario valorar la importan-cia de la interioridad de cada sujeto en la invenciónde sus acciones.

El análisis cuidadoso de los experimentos deorientación conductista, muestra su incapacidadpara evaluar todas las variables que inciden en laproducción de conductas violentas. Herra conside-ra algunos ejemplos específicos, entre ellos el expe-rimento de Milgram; el experimento conductistaen que se crean condiciones semejantes a las de unrégimen carcelario, con el propósito expreso deprobar que la agresividad y la sumisión dependendel entorno; y algunas consideraciones de Bettel-heim sobre los efectos del maltrato a presos políti-cos, por parte de oficiales de la SS. La crítica seña-la, en cada caso, cómo las condiciones experimen-tales escamotean variables significativas para la in-vestigación que ha sido planteada.

A partir de las consideraciones anteriores, Herraencuentra el punto de toque entre el fatalismo delentorno y el innatismo: ambos apelan a la extrapo-lación de la responsabilidad humana, y la sitúan enel mundo de las concatenaciones causales. En lastiendas de ambas perspectivas se concibe la con-ciencia como exterioridad pura, como una piedraentre las piedras, movida por fuerzas que le sonajenas. Pero al petrificar la conciencia naturalizanla his toria, convirtiendo la praxis en destino.

Frente a esa ilusión inercial, Herra plantea unavía de explicación alternativa, que procura articu-

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lar los elementos del entorno y del aporte del suje-to, en el marco de la historicidad. Se trata de unalínea de trabajo que encuentra asidero en investiga-ciones de autores como Franke, Wyss, Sartre yFromm, quienes se han ocupado por comprenderla autonomía de la acción individual en el marcode las relaciones sociales.

Especial atención dedica Herra al estudio deFromm sobre la destructividad humana. La distin-ción entre agresividad benigna (dirigida a la defen-sa y conservación de la vida) y agresividad maligna(necrófila), propuesta por ese autor sobre la based e e s tudios an tropológicos multidisciplinarios,conviene a los intereses del filósofo. Al respectodice:

"A medida que la investigación multidisciplinaria ha de-marcado la frontera entre agresión naturalmente produ-cida y la violencia de origen humano (existencia!, históri-co) el ftlósofo de hoy debe emprender una larga tarea yreplantearse con nuevas luces el problema de la legitimi-dad de la violencia (7).

Herra señala, sin embargo, un punto de tensiónen el planteamiento psicodinámico. Veamos. Ladestructividad tendría su génesis -según Fromm-en la formación del carácter, esa "especie de canonde acción y respuesta individual frente a lo exter-no" (8), que se forma a partir de las primeras rela-ciones vinculares del sujeto con su entorno, y semantiene irreversiblemente constituido a lo largode la vida del individuo. La implicación históricade tal concepto es desalentadora. Para erradicar laviolencia y los artificios ideológicos de desculpabi-lización, sería necesario eliminar las condicionesque favorecen la formación del carácter destructi-vo, las cuales, paradójicamente, habrían de incre-mentarse a partir de sus productos. La irreversibi-lidad del carácter tendería así a comportarse comoun determinante circular del terror. Tal problemano se resuelve en la obra de Fromm.

Herra no se conforma con esa visión. Para enri-quecer su trabajo recurre a la fenomenología de lasubjetividad. Considera particularmente las fórmu-las de Sartre en torno a la constitución de la subje-tividad, lo práctico inerte y la psicología del origendel mal. Su pretención fundamen tal es la de revelar"la raíz primordial" de las "modalidades fenome-nológicas de la conciencia moral" (9), además desu psiquismo e impacto en las estructuras sociales.Sus hipótesis de trabajo pueden enumerarse así:

1) la destructividad es específicamente huma-na, su producción e incremento deben compren-

derse históricamente, sobre la base de las relacio-nes del hombre con el mundo y consigo mismo;

2) la escasez de "los recursos de sobrevivenciacontribuye al origen del conflicto ya su perpetua-ción" (10);

3) la instrumen talización del hombre -y de lasnaciones- por el hombre, contribuye al conflicto ya la destructividad;

4) la violencia individual puede explicarse apartir de las relaciones vinculares del sujeto en de-terminado medio histórico-material, aunque debereconocerse "siempre un momento de opción per-sonal por parte del agente" (11);

5) históricamente, las sociedades "tienden a ad-ministrar y a conservar un quantum de agresividad,vehiculizándola, estimulándola y conteniéndola almismo tiempo" (12);

6) las sociedades, al igual que los individuos"crean mecanismos de pseudojustificación de laviolencia" (13), que cumplen una función sedati-va mientras se perpetúan los actos destructivos.

El sistema problemático se estructura de estamanera, considerando el fenómeno de la violenciadesde la génesis, hasta su impacto en la ética y enla producción de las condiciones histórico socialesque la nutren.

lll. BARRABAS ASISTE AL ESPECTACULOCOTIDIANO

Barrabás Morales es una verdad cotidiana, unmonstruo subordinado cuyo oficio es obtener con-fesiones mediante el suplicio. Uno de tantos perso-najes que cumplen esta ley perversa: "actúa de talmanera que la máxima de tu acción sea la de nosentir culpa, no importa lo que hagas" (14). Barra-bás Morales es el torturador. La ventana literariaen la que aparece (15), lo revela como un homún-culo más de la cultura reiteradamente conformadade la Lebensswelt. A pesar de que Herra lo hapintado como el partícipe de un sector especial-mente putrefacto de la cultura (16), su concienciacorresponde con la que ha descrito a propósito delhombre medio del consumo, cuya constitución es-tá dada por el continuo ensueño de poseer y man-dar. Ese hombre cree determinar y controlar eldevenir cotidiano. Pero en realidad se determina alamparo de los mecanismos de reificación del con-sumo.

Lo cotidiano es el lugar común donde se mez-clan las quimeras con lo real. Un ciclo -elegido y

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HERRA: CRITICA Y LITERATURA DE LA VIOLENCIA

padecido- en el que se controlan y teledirigen laspasiones y los actos. En él aparece el hombre comoun actor-espectador, que se deja guiar por el Diktatde los mass media. Herra analiza el mundo doxoló-gico de la comunicación colectiva y señala sus efec-tos en las relaciones humanas. Su atención apuntaa las condiciones que hacen posible la violenciaficticia y a su asimilación en las conductas sociales.Considera la violencia representada (comics, tele-novelas, etc.) como un nutriente para el potencialagresivo. La ficción violenta tendería a crear condi-ciones de causa-legitimidad frente a la violenciareal, "el niño que salta como Tarzán, más tardegolpeará como Kojak" (17).

Como la serpiente legendaria, la condición feti-chizada devora su propia cola. Cuando la imagenteledirigida se presenta como la fuente constitutivade la condición humana, la responsabilidad del in-dividuo parece emanar de la automatización de laimagen, la simbolización del objeto, la casi-conciencia colectiva de la opinión pública. Así, lareificación se legitima en todos los niveles de lavida social. Consumo de objetos, consumo de vio-lencia, justificación reificadora y comunicación co-mo consumo. Este es el escenario doxológico delhombre común en su inagotable oleaje de figuras,símbolos y recursos rutinarios: el buen gusto, elcertamen de belleza, el hombre cibernético.

Herra ha utilizado el mito de Acteón como pre-monición poética del hombre medio moderno, in-merso en la doxología de la imagen y el consumo.El hombre parece un cazador, un criador de perrostransformado en pieza de caza por efecto de laLebensswelt, esa Artemisa seductora. Desgarradopor los dientes de su propia jauría, es victimadopor las condiciones históricas de su reificación:

"El corolario mitológico Acteón-rnoderno-hombre inmer-so en la tecnocracia de la imagen, remite a la otra partedel mito antiguo. Constantemente en el mundo actual, serenueva la pseudoepistemología de la salvación: esas cere-monias que penetran la conciencia del espectador partíci-pe, lo impelen a la contemplación y, finalmente, le mues-tran discretamente los dientes de jaurías que, como a Ac-teón, amenazan con devorarlo" (18).

IV. EDIPO y LOS COMPLICES

En Había una vez un tirano llamado Edipo serevela la institucionalización suprema de la violen-cia: su legitimación política en el poder estatal.

Herra ha retornado la fuerza expresiva del mitoclásico para mostrar la violencia coactiva de lasdictaduras. Su Edipo no solo vence a la esfinge

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sino que, más allá del parricidio y el incesto descu-bre la inútil necedad de la culpa y se aferra al fuerocriminal del poder conquistado. Transfigura así eldestino en coartada.

Edipo descubre que la más importante aparien-cia del poder es "la máscara del gobernante, lailusión de señorío en virtud de la cual los ciudada-

.nos hacen de él un hombre necesario y los esclavosse odian a sí mismos por ser esclavos" (19). Esamáscara no se construye únicamente con las espa-das, sino también con la palabra. De hecho, la his-toria de la violencia tiene fundamentos más hon-dos que la sola voluntad de los gobernantes. Sudialéctica se teje en la incongelable complejidad delas relaciones sociales. Por eso Edipo esconde estacerteza tras los muros del palacio: la libertad esposibilidad permanente de superar las condicionesque determinan el campo de la acción humana.Más allá de esos muros, justifica un orden nece-sario basado en la tiranía.

La conciencia edípica de justificación remite ala familiar naturalidad pseudoexplicativa del idea-lismo. La apariencia del poder puede revelar susdeterminaciones e implicaciones, pero tambiénpuede ocultarlas. Así se constituye el juego de lasideologías: la falsa conciencia, que entremezcla larealidad con la ficción, la reconstruye en las ideasy la "aproxima a las ficciones de sí misma" (20).Es el caso de la violencia-ficción de Naranja mecá-nica, la fábula cinematográfica de Kubrick, queHerra analiza a propósito de la reabsorción institu-cional del crimen. Naranja mecánica pretende po-ner en evidencia -en el código estético correspon-diente- los recursos del estado para reabsorber laviolencia criminal y servirse de ella. Pero, comotodo enfoque idealista, oculta las condiciones his-tórico-sociales que fundamentan el fenómeno.

Es cierto que el idealismo revela problemas, pe-ro funde en las ideas lo concreto y oculta aspectosclaves del proceso histórico-social del que intentadar cuenta. Tal carencia teórica habita en las ideo-logías tecnocráticas. Los cibernántropos -comolos llamó Lefebvre- pretendieron sustituir la ideo-logía por una especie de trinchera tecnocrática.

Herra critica el proyecto tácito del tecnocra-tismo, porque oculta las condiciones concretas dela dominación y la violencia institucionalizada. Esel caso de Heidegger, quien vio la técnica bajo laforma de un destino histórico del ser. Su on to-teología remite a una instancia trascendente de larealidad humana, para explicar el origen y el sen-tido del control tecnológico. De esa forma sacrali-

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za los centros de poder donde se desarrolla la tec-nología.

McLuhan, utilizando otro contexto conceptual,ilustra también el oscuro fondo de la concienciafragmentaria. Su epistemología sensualista de losmedios escamotea el trabajo sintético de la con-ciencia. Además, impide comprender los efectos ylos límites de los mass media en las realizacioneshumanas. En McLuhan, como en Heidegger, secumple la función encubridora de la conciencia po-sicional. Su idealismo sanciona y da validez a laimagen naturalizada del universo humano.

Otro ejemplo del carácter posicional del tecno-cratismo lo constituye el análisis que de la tecnolo-gía ha hecho Habermas. El autor de Wisenschaftals Ideologie, coloca a las sociedades altamente de-sarrolladas fuera del contexto mundial, lo que su-pone un vicio evidente de ahistoricidad.

En síntesis, la función' tácita de las ideologíastecnocráticas se comprende, según criterio de He-rra, si se replantean dos de sus ideas constitutivas:la idea de control y la pretensión de eliminar lafrontera entre la teoría y la práctica.

Los mecanismos de control encontraron el segu-ro camino de la ciencia con el behaviorismo. Losingenieros de la conducta habrían de sub sumir lavigilia de la conciencia y la libertad del individuoen "el metabolismo del contrato social sistemati-zado y organizado" (21). La concepción inercialdel hombre llegó así al extremo: el aprendizaje seprogramaría según el modelo causal del estímulo-respuesta y la pedagogía sería el recurso para ho-mogenizar los comportamientos educativos.

Al analizar esos" derroteros de la ideología posi-cional, Herra ha querido revelar la complicidad del

idealismo con la violencia institucionalizada. Enesa perspectiva define el trabajo filosófico, como laposibilidad teórico-instrumental de iluminar las en-trañas del idealismo:

"La ftlosofía, en tan to crítica de sí misma, es capaz dearrebatarle al tecnocratismo y a las ideologías de la domi-nación, su propio espacio de supervivencia y de legitimi-dad, legitimidad que no puede residir jamás en su actualcondición de ancilla del poder. Esto es posible desde aden-tro, en conexiones interculturales, y como crítica de to-dos los fundamentos del poder, de la violencia y de laautocomplacencia" (22).

Lo anterior, ¿ vale para la filosofía en Latinoamé-rica? La respuesta sólo puede implementarse apartir de la investigación sistemática de sus condi-ciones históricas, y del exámen cuidadoso de los

recursos y virulencia de las ideologías que surgenen sus contextos específicos.

V. ADRAMELECH, LA ETICA y EL ARTE

Camino de Alejandría, desde la Tebaida, Adra-melech y el Anacoreta -protagonistas de la fic-ción- encontraron a los farsantes. Heliodoro, elactor actorum, quien estaba insatisfecho en estemundo creado por los hombres, dijo al Santo esteenigma: "el arte es como yo: círculo vicioso, rega-lo maldito de los dioses" (23). Más tarde Adrame-lech habría de explicar:

"-Hijos míos, he aquí a los retóricos, a los farsantes, a lospintores. Y yo os digo: el creador es feroz pero impoten-te, aspira a cambiar el mundo, pero solo logra transfor-marlo en muecas: ríe y hace reír; llora y lloran entoncesquienes jamás practican el llanto, ay, pero todo es simula-ción: simula el actor y simulan su pasión los espectadores.El arte habla en sí y por sí oblicuamente" (24).

He ahí una de las tesis filosóficas que aparecefundida en la novela de Herra, La guerra prodigio-sa, universo infinito de ficciones por las que semira al mundo de soslayo.

La obra constituye una síntesis literaria de mag-nífico cuño, que se impone como "una queja con-tra el poder y la violencia" (25). Se trata de unacreación artística compleja, que merece un estudioaparte, tanto desde la perspectiva filológica, comodesde la crítica filosófica. Para los objetivos de estetrabajo conviene, sin embargo, señalar los linea-mientos filosóficos que consideramos más impor-tantes en la articulación temática del libro, arries-gándonos a simplificar injustamente su riqueza.

La tesis filosófica fundamental que aparece enLa guerra prodigiosa es que el bien y el mal sonconstrucciones humanas, y no entidades absolutas.El bien y el mal son polos dialécticos en la tramade las relaciones sociales: el Santo y el Demonio sereconocen Íntimamente en el enemigo, como fuen-te consustancial de su acción.

Así, la moral absoluta es un imposible. La salva-ción del hombre, de cada hombre, del proyectohistórico, se corroe permanentemen te en los juegosdel subterfugio. Los demonios que inventa la con-ciencia -individual y colectiva- se constituyen co-mo intentos radicales por acusar el mal en la alteri-dad, eludiendo así la responsabilidad por lo ambi-guo de la existencia. Se trata de un problema queel mismo Herra se encarga de resumir:

"Las argucias de la razón ética que se gestan ahí (en laLebenswelt) mediatizan la forma en que valoramos nues-

Page 8: filosófica, de Filosofía... · 2018-12-05 · "como si el mal pasara del cielo a la historia en el momento en que Lucifer pierde la guerra con Je-hová" (2). Tal concepción permite

HERRA: CRITICA Y LITERATURA DE LA VIOLENCIA

tras acciones y las acciones de los demás, según se adecúeno no a nuestros intereses. Mi acto moral no 'es' necesaria-mente como parece ser o aparece, sino como lo elaboro,lo tematizo, constituyéndolo según mi experiencia (puntode vista del pasado) y mis intereses (punto de vista delporvenir)" (26).

En este sentido la novela explora múltiples es-fuerzos vanos de redención; lo prodigioso es inven-ción, ya que el hombre está solo.

Podemos reconocer aquí una ética inscrita en lomejor de la tradición filosófica contemporánea:desde el esfuerzo kantiano por asegurar una moraltrascendental, hasta el imperativo sartreano, on to-lógicamente asegurado en la exis. La tesis metafísi-ca del bien y del mal se presenta en La guerraprodigiosa, como una exigencia para que el hom-bre enfrente la responsabilidad de asumirse a símismo.

Pero además de una metafísica del bien y delmal y del corolario ético correspondiente, encon-tramos en la novela esa tesis estética que se perso-naliza en Heliodoro y los farsantes. Según Herra, elembellecimiento de lo feo y su retroalimentaciónen lo monstruoso constituye "la esencia misma delo bello" (27). El objeto bello permite reconstruirel mundo, haciendo tolerable lo intolerable. Desdeesta perspectiva, su concepción del objeto estéticotiene paralelismo con un criterio de Sartre, segúnel cual la obra de arte se presenta como un analo-gon de determinado aspecto del mundo. No obs-tante, Herra va más allá de Sartre cuando afirmaque las "ficciones construidas de cierta forma (porlo general según el gusto de una época), son obraestética en tanto encarnan las insatisjacciones y elhorror de esa época" (28). Aparece aquí de nuevo laética: la pintura, la literatura, su literatura; apare-cen como una renuncia, un gran rechazo del mun-do en la ficción, que, paradójicamen te, se vuelve almundo como un objeto que denuncia. Acaso que-de al filólogo mostrar cómo el manejo de la pala-bra, en La guerra prodigiosa, rescata formalmenteesa denuncia.

VI. PAZ Y DERECHOS HUMANOS

No conviene terminar este estudio sin hacer én-fasis en el propósito positivo global, que se mani-fiesta en los trabajos de Herra: su crítica se ofrececomo una propedéutica para la teorización de lasperspectivas de vida humana pacífica.

Desde el ensayo filosófico hasta los trabajos deliteratura creativa, la exigencia por la responsabili-dad del proyecto humano, remite a la Ciudad de laLuz-como la llama en su novela-, esa posibilidadhistórica del porvenir, en que el hombre dejaría de

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ser instrumento para el hombre. Ciertamente nohay una construcción utópica en este sentido porparte de Herra (si la hubiera, sería una ficcióninesencial); pero sí hay un señalamien to, en virtuddel cual la construcción de la paz requiere de unmomento negativo: derruir los cimientos de la ins-titucionalización de la violencia, sus mecanismos eideologías. He ahí una tarea primordial de la filoso-fía de hoy.

NOTAS

(1) De este libro existe una traducción al fran-cés, por la Editorial Le Preambule, de Quebec, Canadá.

(2) Herra, R. Violencia, tecnocratismo y vida co n-diana, San José: Editorial Costa Rica, 1983, pág. 66.

(3) tua., pág. 70(4) Ibid., pág. 38(5) Idem.(6) Ibid., pág. 39(7) Ibid., pág. 63.(8) Ibid., pág. 52.(9) Herra, R. "Crítica de la ftlosofía global", en Phi-

losophie = Europa. Was sonst? , libro colectivo editadopor Franz Wimmer en Verlag Bóklau, de próxima apari-ción en Viena.

(10) Herra, R. Violencia, tecnocratismo y vida coti-diana, op. cit. pág. 54.

(11) ldern,(12) Ibid., pág. 55.(13) ldem,(14) Herra, R. "Crítica de la ftlosofía global", op.

cit.(15) El cuento "Barrabás", en Hab ia una vez un

tirano llamado Edip o, San José, EUNED, 1983.(16) Herra apunta que la cultura es contradictoria

en sus alcances; "tiene al menos dos rostros: el putrefacto yel salvador" (Violencia, tecnocratismo y vida cotidiana,op, cit. pág. 15).

(17) Herra, R. Violencia, tecnocratismo y vida coti-diana.op, cit. pág. 109.

(18) Ibid., pág. 102.(19) Herra, R. Hab ia una vez un tirano llamado Edi-

po.op. cit. pág. 37.(20) Herra, R. Violencia, tecnocratism o y vida coti-

diana, op. cit., pág. 131.(21) Ibid., pág. 151.(22) Herra, R. "Crítica de la ftlosofía global", op.

cit.(23) Herra, R. La guerra prodigiosa, San José: Edi-

torial Costa Rica, 1986, pág. 50.(24) tua., pág. 95-96.(25) Fernández , V. "La guerra prodigiosa de Rafael

Angel Herra ", entrevista aparecida en Suplemento Forja,San José, 5-11 dic. 1986 .

(26) Herra, R. "Crítica de la ftlosofía global", op.cit.

(27) Fernández, V. op.cit.(28) Idem,

Alvaro ZamoraInstitu to TecnológicoCartagoCosta Rica


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