La movilización obrera en la industria gráfica argentina durante las décadas de 1960 y 1970:
la fábrica, el barrio, las redes sociales y la solidaridad de clase.
Pablo Ghigliani*
IdIHCS-UNLP / CONICET
Resumen
La ponencia explora la movilización político–sindical de las trabajadoras y los trabajadores de la
industria gráfica de la ciudad de Buenos Aires durante las décadas del sesenta y setenta del siglo pasado
a partir del estudio de las redes sociales densas y extensas que la canalizaron y sostuvieron. Para ello,
identifica e investiga la articulación existente entre distintos espacios (laborales, barriales y
organizacionales) y redes (comisiones internas, coordinadoras zonales, agrupaciones sindicales,
sindicato, nucleamientos, federaciones, centrales). El trabajo finaliza con el análisis de la división de la
conducción, y concomitantemente, del gremio, a mediados de 1974; este acontecimiento permite
observar la dinámica trama de relaciones sociales sobre la que se asentaban y construían sus apoyos los
las agrupaciones y activistas enfrentados.
Palabras claves
Red social – movimiento obrero – industria gráfica
Social network – labour movement – printing industry
Presentación
En el año 2011, el número 5 de la revista Mundos do Trabalho dedicó un Dossiê a discutir el
papel de la variable espacio en la historia social del trabajo. Lo encabezó la traducción al portugués del
artículo de Mike Savage, “Space, networks and class formation” (1996), aún inédito en español. En la
presentación Paulo Fontes y Deivison Amaral subrayaban su valor, tanto por la incorporación de la
dimensión espacial a los estudios sobre la formación de la clase trabajadora, como por el horizonte
teórico propuesto para la tarea.1 En particular, la idea de que la formación de clase se apoya en la
* Miembro del Centro de Investigaciones Socio-Históricas (CISH) perteneciente al Instituto de Investigaciones en Humanidades y
Ciencias Sociales (IdIHCS), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata. Investigador
del CONICET.1 FONTES, Paulo; AMARAL, Deivison. Mundo Urbano e História do Trabalho. Mundo Urbano e História do Trabalho. 2011, vol. 3,
n. 5, p. 1-5.
1
constitución y extensión en el espacio de al menos dos tipos de redes sociales, aquellas denominadas
redes densas (relaciones estrechas, cara a cara, típicas del espacio comunitario o de trabajo) y las redes
extendidas (aquellas que ligan a los miembros de la clase a través de lugares geográficos o laborales
diferentes). Mike Savage postula que la formación de la clase trabajadora depende del despliegue
contradictorio de ambas dinámicas, siendo la primera un factor clave para la constitución de identidades
socio-culturales, y la segunda, para la organización y la movilización política.2
La historia social del trabajo, preocupada por trascender las paredes de la fábrica y las
organizaciones formales, encontró en esta propuesta nueva inspiración. Paulo Fontes, por ejemplo,
recurrió a la noción de red social para investigar el papel de las relaciones informales entre familiares,
amigos, coterráneos y miembros de la comunidad de São Miguel Paulista en el proceso migratorio de los
trabajadores nordestinos de mediados del siglo pasado; dicho enfoque, le permitió además estudiar los
recursos que estas redes aportaron a los trabajadores para enfrentar las dificultades de la vida urbana y
el mundo laboral.3 Barbosa de Macedo investigó la relación entre las redes sociales tejidas
cotidianamente por los residentes de São Bernardo do Campo y la movilización colectiva que nutrió la
huelga metalúrgica de los 41 días en 1980.4 Da Silva Barbosa de Mello y dos Santos Ribeiro estudiaron la
fábrica textil Santo Aleixo y la comunidad circundante, prestando especial atención a las redes sociales
establecidas por las trabajadoras y trabajadores textiles, y sobre todo, a los mediadores espaciales,
aquellos individuos que transitaban entre distintas escalas jugando un papel clave en la movilización
política de los sectores populares.5
Estos pocos ejemplos muestran la riqueza y diversidad existente en la aplicación de la noción
de red social a la historia social del trabajo; ilustran, también, su uso predominante: el estudio de las
relaciones establecidas en el espacio urbano, y en particular, el comunitario.
Esta ponencia explora otras posibilidades. Descansa sobre la convicción de que, tal como señala
el mismo Savage, se trata de una perspectiva que puede contribuir a renovar la investigación de temas
2 Ver también, SAVAGE, Mike. Classe e História do Trabalho. In: BATALHA, Claudio H. M.; TEIXEIRA DA SILVA, Fernando; FORTES,
Alexandre (orgs.). Culturas de classe. Identidade e diversidade na formação do operariado. Campinas: Editora da UNICAMP,
2004, p. 25-48.3 FONTES, Paulo. Um Nordeste em São Paulo: Trabalhadores migrantes em São Miguel Paulista (1945-1966). Rio de Janeiro: FGV,
2008.4 BARBOSA DE MACEDO, Francisco. A Greve de 1980: redes sociais e espaço urbano na mobilização coletiva dos metalúrgicos de
São Bernardo do Campo. Mundo Urbano e História do Trabalho. 2011, vol. 3, n. 5, p. 136-165.5 SILVA BARBOSA DE MELLO, Juçara da; SANTOS RIBEIRO, Felipe Augusto dos. Um complexo de redes bem tecido: os tecelões da
Fábrica Santo Aleixo e suas relações para além do local de trabalho. Mundo Urbano e História do Trabalho. 2013, vol. 5, n. 10, p.
163-182.
2
clásicos del campo. Con este fin, estudia el papel de las redes sociales en la creciente movilización
político–sindical de las trabajadoras y trabajadores de la industria gráfica de la ciudad de Buenos Aires
durante las décadas del sesenta y setenta del siglo pasado. Pero en lugar de investigar las relaciones
basadas en los vínculos sociales primarios generados en el espacio familiar y comunitario (parientes,
vecinos, amigos, coterráneos, colegas), se concentra en las redes sociales que los trabajadores
establecían en los lugares de trabajo y en las organizaciones formales de las que participaban (en
especial, el sindicato). Por un lado, la industria gráfica estaba dispersa espacialmente y era altamente
heterogénea desde el punto de vista productivo; no formaba parte de espacios comunitarios
circunscriptos. Por otro lado, la Federación Gráfica Bonaerense (FGB), la organización sindical de las
obreras y obreros gráficos, era en la época una institución formal establecida y consolidada cuyas raíces
se remontaban al siglo XIX; no obstante, vista desde abajo, es decir, de su despliegue en los lugares de
trabajo, estaba conformada por una viva red de relaciones sociales en permanente movimiento de
organización/desorganización.
La ponencia pretende identificar y analizar dos tipos de redes sociales: las redes densas que
subyacen a las organizaciones de los trabajadores en el espacio laboral y las redes extendidas que las
vinculan y movilizan.
En el período que abarca esta investigación, la conducción del gremio gráfico experimentó
cambios profundos sobre un trasfondo de creciente movilización por la base. Dirigido a principios de los
sesenta por un grupo de viejos dirigentes entre los que predominaban los socialistas moderados, a fines
de la década se encontraba ya bajo el liderazgo de una agrupación sindical peronista que entró en un
rápido proceso de radicalización. Su acercamiento al peronismo revolucionario provocó conflictos
internos con los sectores peronistas más tradicionales. La llegada de Juan Domingo Perón a la
presidencia en 1973 acentuó estas tensiones que derivaron en la división de la conducción gremial en
junio de 1974 en medio de graves enfrentamientos con el gobierno. Tras la ruptura, los disidentes,
encuadrados ahora dentro del movimiento sindical del peronismo ortodoxo, recibieron el respaldo del
Ministerio de Trabajo para la fundación del Sindicato Gráfico Argentino (SGA) en reemplazo de la FGB.
Más aún, el Ministerio los premió poniéndolos al frente de la Comisión Provisoria de la flamante
organización. A principio de 1975, agrupados en la Lista n° 1, ganaron la elección para normalizar la vida
institucional del sindicato legitimando así su liderazgo.
Estos acontecimientos fueron siempre estudiados por la historiografía en clave política; en
particular, la división del gremio que fue interpretada como una expresión directa del enfrentamiento
3
entre la izquierda y la derecha del mundo sindical en la coyuntura del Pacto Social que vertebró la
relación del tercer gobierno de Perón con los trabajadores.6
Sin negar el núcleo de verdad que encierra esta interpretación, la ponencia adopta la
perspectiva sugerida por Savage en busca de nuevas claves analíticas.
Organización de base y redes sociales: problemas metodológicos
La investigación de las redes tejidas por los trabajadores en el espacio laboral y organizacional
enfrenta a la historia social del trabajo con serios problemas metodológicos. En especial, cuando el
objetivo es ponderar el papel de estas redes en la dinámica de una industria como la gráfica que
comprendía en la época unos dos mil talleres en el área geográfica de Buenos Aires. Las fuentes
tradicionales son esquivas; las orales costosas en tiempo y recursos. En consecuencia, la ponencia se
apoya sobre una serie de decisiones metodológicas.
Primero, abordar a los cuerpos de delegados y comisiones internas como expresiones
indirectas de la existencia de redes densas en el espacio laboral.
Segundo, analizar las coordinadoras zonales (barriales) que vinculaban a las comisiones
internas de fábricas vecinas (y otras políticas similares) como una manifestación de las prácticas
concretas de los activistas sindicales y militantes políticos para extender estas redes en el espacio.
Tercero, estudiar el rol de los activistas (y el sindicato) en la constitución de estas redes (densas
y extensas) sin olvidar que los mismos se encuentran a su vez insertos en redes político-sindicales que
disputan entre sí el liderazgo, esto es, las agrupaciones sindicales, a las que tomamos como un tipo
particular de red social que será analizada por separado.
Cuarto, analizar el papel de todas estas redes (densas y extensas) en la crisis que condujo a la
división del gremio en 1974. La ponencia procura demostrar que el enfoque político tradicional de este
acontecimiento no resuelve el problema práctico: quiénes se inclinaron por uno u otro lado en la
contienda. Desde el punto de vista teórico, la confirmación de esta hipótesis de trabajo tiene
implicaciones para el estudio de la movilización político-sindical en las plantas y su proyección sobre la
vida institucional de los sindicatos.
Estas decisiones se sustentan sobre una base de datos (en permanente proceso de elaboración)
para el período 1966-1976 que reúne los nombres de los funcionarios sindicales y su procedencia
laboral, los miembros de las distintas agrupaciones sindicales que competían electoralmente por la
conducción del gremio, los integrantes de las comisiones internas de los talleres y diarios, los oradores
6 TORRE, Juan Carlos. Los sindicatos en el gobierno 1973/1976. Buenos Aires: CEAL, 1989, p. 112-119.
4
en asambleas (tanto fabriles como gremiales) y en los plenarios de activistas y delegados, los conflictos.
Este trabajo de hormiga no sirve para ponderar la intensidad de las relaciones sociales pero permite
conjeturar su existencia a partir de la identificación de ámbitos comunes de pertenencia (fábricas,
sindicato, agrupaciones sindicales, comisiones internas), identificar decenas de activos personajes
secundarios que de otro modo permanecerían ocultos, reconstruir decenas de trayectorias militantes. La
información de asambleas y plenarios pone al descubierto la dispar presencia de los distintos talleres en
la vida del sindicato, la alternancia de los protagonistas (por lo general, según el ritmo de los conflictos
que sacuden a la industria), los agrupamientos coyunturales de militantes y activistas de las diversas
fábricas. Asimismo, dado que las noticias sobre conflictos mencionan establecimientos, pero rara vez a
sus animadores, conocer la composición de las comisiones internas permite aproximarnos al espectro de
los potenciales movilizados. Usualmente además, listan las acciones solidarias de otras comisiones
internas y talleres. La repetición de este tipo de contactos a lo largo del tiempo, por ejemplo, insinúa la
existencia de relaciones más o menos estrechas entre distintos activistas y lugares de trabajo. En síntesis,
la base de datos es el sustento material de las decisiones metodológicas arriba enumeradas.
La narrativa es otra fuente de virtuales dificultades.
Un análisis de este tipo comparte con los enfoques micro-históricos al menos dos riesgos: por
un lado, la carencia de suficiente contexto interpretativo; por el otro, hundirse en el craso empirismo. El
lector dirá si se ha logrado evitarlos.
Por último, debido al predominio del enfoque analítico por sobre el cronológico, la ponencia va
y viene en el tiempo, en un sinuoso relato que examina el desarrollo de distintos fenómenos y redes. Ello
obliga a administrar la información para evitar las repeticiones excesivas pero sin dejar de aportar lo
justo y necesario para la comprensión de los hechos. Aunque el argumento se construye de manera
gradual a partir de aproximaciones sucesivas, hacia el final del texto, el escrutinio de la ruptura de 1974
constituye un punto de confluencia de los hilos analíticos y narrativos que vertebran la exposición.
La industria gráfica
El estudio de las redes densas urdidas en el espacio laboral requiere una breve caracterización
de la fisonomía de la industria.
Primero, la industria comprendía distintas secciones o ramas (composición, producción de
imágenes, impresión, encuadernación). Los talleres gráficos podían abarcar a todas ellas o especializarse
en alguna. Segundo, contenía una división en su seno de amplias implicancias: la existente entre el sector
obra (talleres varios que producían etiquetas, estuches, cheques, formularios, revistas, libros, etc.) y el
5
sector periodístico (producción de diarios). Tercero, y como consecuencia, la industria era espacialmente
dispersa y productivamente heterogénea, debido a la naturaleza divergente de los mercados a los que se
orientaban ambos sectores, por las desigualdades tecnológicas y, sobre todo, por los diferentes tamaños
de sus unidades productivas. Cuarto, comprendía oficios con una impronta jerárquica e identitaria:
tipógrafos, linotipistas, fotograbadores, maquinistas.
Desde la década de 1920 es posible observar la extensión de la mecanización y la incorporación
de nuevas técnicas en prácticamente todas las secciones gráficas. En la década de 1930, el régimen de
gran industria alcanzó también plenamente a la impresión de diarios con la incorporación de modernas
rotativas, el perfeccionamiento de las técnicas de litografía offset (que permitía la impresión sobre
papeles más económicos) y el huecograbado, lo que abarató la producción alentando las tiradas masivas.
Ello consolidó la división apuntada entre el sector obra y el sector diarios con fuertes consecuencias para
la identidad, el comportamiento y la dinámica de la movilización de los trabajadores gráficos. No
obstante, la base técnica de la composición de textos – el corazón de la industria – continuaría siendo
hasta mediados de la década del sesenta la composición mecánica mediante la utilización de máquinas
linotipo o monotipo. Muchas de las mejoras técnicas que aumentaron la productividad de los linotipistas
mediante la reducción de costos (el operario podía ensamblar partes sin necesidad de un técnico
maquinista) y tiempo (por la simultaneidad de operaciones automáticas) estaban presentes en los años
cuarenta. Todavía en los sesenta, la matriz básica de operaciones de las nuevas linotipo (como de su
competidora, la Intertype) seguía siendo familiar para un trabajador de principios de siglo XX: una caja de
matrices (almacén o magazine), un teclado para seleccionar dichas matrices, un mecanismo para el
fundido de las líneas de tipos y un mecanismo de distribución que retornaba las matrices a la caja
(almacén o magazine) de manera automática. En síntesis, las tareas de los linotipistas (un puesto de
trabajo clave en la industria) mantuvieron una marcada continuidad. Algo similar ocurrió en el resto de
las secciones (litografía, rotograbado, encuadernación) en la cuáles la maquinización no produjo una
transformación radical de las tareas de los operarios. Pero para mediados de la década se podía observar
hacia dónde se dirigía la industria: el reemplazo de la composición mecánica por la composición en frío y
la fotocomposición (más el mejoramiento de las planchas de impresión, la impresión litográfica offset, y
paulatinamente, la introducción de la electrónica que llevaría a la computarización de todos estos
procesos). En los setenta, estos cambios se revelaron como la base de la gradual pero sostenida
reconversión tecnológica que violaba las viejas fronteras entre las secciones productivas y amenazaba la
posición estratégica de los linotipistas y tipógrafos. Ello repercutió sobre el espacio laboral y las
relaciones técnicas de trabajo, generó nuevas demandas colectivas, debilitó ciertas redes tradicionales
6
(las de los linotipistas, por caso), anudó nuevas en los sectores revolucionados (como en las nuevas
ramas de fotocomposición o flexografía).
La Federación Gráfica Bonaerense
Dadas las premisas metodológicas de la ponencia, es oportuno también esbozar los rasgos más
salientes del espacio organizativo gremial de las trabajadoras y trabajadores de la industria. La fundación
de la FGB data de 1907. Fue el corolario de una exitosa huelga general que terminó en la unificación de
las cinco organizaciones existentes en la época: la Unión Gráfica (de orientación socialista), la Federación
de Artes Gráficas (anarquista), la Unión de Linotipistas (un gremio de oficio liderado por la corriente
sindicalista) y dos organizaciones independientes sobre bases idiomáticas (una francesa y otra alemana).
De hecho, las raíces de la actividad gremial entre los gráficos se remontaban a mediados del siglo XIX.
Siempre amenazada su estabilidad por las disputas entre las distintas corrientes ideológicas (a
las que debemos sumarle en los años treinta dos variantes del comunismo), la FGB atravesó un nuevo
proceso de reunificación entre 1938-39 que consolidó un grupo dirigente hegemonizado por los
socialistas, que mantendría protagonismo hasta finales de los sesenta. La reunificación se tradujo,
además, en progresos organizativos fruto de dos campañas: una para reimplantar los contratos
colectivos de trabajo y otra para la organización de comisiones por rama (o secciones) y comisiones
internas.
Durante los años cuarenta se firmaron convenios separados con el sector obra, fotograbado,
cartoneros, fabricantes de bolsas de papel y tintas de imprenta; y por primera vez en 1944, con el sector
de periódicos, editoriales y revistas. Pero fue recién en el año 1950 que el gremio, bajo conducción de
dirigentes peronistas desde 1947, cerró el primer convenio único nacional para toda la industria. El
convenio contenía no solo una más detallada especificación de las categorías, sino una reorganización
general que incluía al conjunto de las ramas en un sistema clasificatorio único de trece categorías que
atravesaban transversalmente la industria. Este último aspecto fue una gran conquista para el gremio. Lo
unificaba integrando las distintas secciones, fortalecía a las comisiones de rama elegidas por los afiliados
y permitía que el poder de negociación de los grupos más fuertes dentro de la industria (linotipistas,
sector de diarios, etc.) repercutiera a favor del conjunto. Para finales del sesenta, el sistema clasificatorio
comenzaba a mostrarse obsoleto frente a los avances tecnológicos descriptos.
7
La campaña para fortalecer las comisiones internas remite a un rasgo distintivo del sindicalismo
argentino: la proliferación de organismos de representación directa en los lugares de trabajo.7 En la
industria gráfica se remontaban a la década del treinta cuando el gremio comenzó a promover la
elección de delegados en el espacio laboral, quienes procuraban organizarse en comisiones para
contribuir a promover la afiliación, recoger las cuotas y representar a los trabajadores frente a la
patronal.8 El activismo fabril que acompañó la llegada de Juan Domingo Perón a la presidencia en 1946
dio nuevos bríos a estas comisiones. La campaña se concentró en el sector de diarios y revistas, en
franco crecimiento desde hacía más de una década, pero de frágil organización gremial; los resultados
fueron, por cierto, magros.
Con todo, los logros organizativos de la década del cuarenta y principios de los cincuenta
fueron trascendentales y tuvieron como correlato un aumento de la afiliación.
El golpe de estado de 1955 puso freno a este crecimiento.
Comisiones internas como redes densas
El derrocamiento de Perón liberó a las patronales que se lanzaron a una agresiva ofensiva para
retomar el control del espacio laboral disputado por las comisiones internas y los cuerpos de delegados.
Mediante despidos, o la simple negativa a reconocer a los delegados del personal, fueron minando a los
organismos de representación directa.
A ello hay que sumarle las dificultades económicas de la industria originadas, en parte, por los
límites del proceso de sustitución de importaciones. La crisis de los antiguos talleres, la incipiente
reestructuración de los más avanzados y el cierre de importantes unidades productivas del sector
periodístico aumentaron el desempleo agravando la escena.9
La represión del peronismo favoreció al viejo grupo dirigente que recuperó la conducción del
gremio, pero en un contexto radicalmente distinto que desnudó toda su impotencia. Liderado por los
socialistas, lo integraban también dirigentes anarquistas moderados y sindicalistas reformistas. Reunidos 7 BASUALDO, Victoria. Los delegados y las comisiones internas en la historia argentina. Una Mirada de largo plazo desde los
orígenes hasta la actualidad. Buenos Aires: CTA, 2008. LENGUITA, Paula; VARELA, Paula. Una reflexión sobre el rol de las
comisiones internas en el sindicalismo argentino. In: FIGARI, Claudia; LENGUITA, Paula; MONTES CATO, Juan. El movimiento
obrero en disputa. La organización colectiva de los trabajadores, su lucha y resistencia en la Argentina del siglo XX . Buenos Aires:
CEIL-PIETTE, 2010.8 GHIGLIANI, Pablo. La Federación Gráfica Bonaerense y la irrupción del peronismo. Cuadernos del CISH. 1998, n. 4, segundo
semestre, p. 77-118.9 Por ejemplo, los diarios Crítica, Democracia, Noticias Gráficas y La Época, El Obrero Gráfico, n° 486, agosto-setiembre de 1970,
p. 9-16.
8
en la agrupación sindical Unidad Gráfica, quedaron atrapados en sus propias contradicciones.
Compartían el anti-peronismo de la dictadura pero no su política laboral. Pregonaban la libertad y la
democracia sindical pero ni siquiera tenían garantizado el triunfo electoral en su propio gremio. Estaban
convencidos que la lealtad obrera al peronismo era el producto de un equívoco histórico que se disiparía
con la caída de Perón; y sin embargo, en lugar de la ansiada desperonización, la represión parecía
reforzar la identificación popular con el gobierno derrocado.
Luego de la derrota electoral de 1947, los activistas de Unidad Gráfica se habían atrincherado
en las comisiones internas, jugando un papel clave como delegados de base en la larga huelga de 1949. 10
Ahora la situación se había invertido. Expulsados de la conducción por el gobierno militar, eran los
activistas peronistas los que buscaban refugio en las comisiones. De ahí, la ambivalente actitud del viejo
grupo dirigente hacia los organismos de base en la nueva coyuntura, pese a que otra vez las comisiones
internas demostraron su poder movilizador en las huelgas de 1955 y 1956.
En síntesis, represión estatal, ofensiva patronal, desempleo e inmovilismo de la dirigencia
explican el estancamiento de la afiliación y el retroceso de las comisiones internas, ya no solo en el
sector periodístico, sino también en los talleres de obra. Asimismo, aunque las comisiones de rama
mantuvieron su funcionamiento, eran incapaces de hacer cumplir los convenios colectivos de trabajo
dado el cambio en las relaciones de fuerza en el espacio laboral. En otras palabras, a mediados de los
sesenta, la inercia institucional de la cúpula apenas disimulaba la creciente desorganización de la base.
En este contexto, las interacciones cotidianas, el cara a cara de los lugares de trabajo, encontraba
dificultades para traducirse en organización.
El triunfo en 1966 de la Agrupación Gráfica Sindical – Lista Verde, encabezada por el peronista
Raimundo Ongaro, fue el principio del fin del declive organizativo, a partir de un diagnóstico sumamente
negativo de la situación encontrada: “Por distintas razones hay varios e importantes talleres que están
fuera de la organización, el número de afiliados está muy por debajo de la cantidad de trabajadores de la
industria, y son muchos los talleres que están totalmente desorganizados”.11 El mismo documento
informaba que grandes diarios se encontraban por fuera del gremio. A partir de allí, la Secretaría de
Organización de la FGB situó entre sus prioridades la organización de base. Sin embargo, la intervención
del gremio por la dictadura de Juan Carlos Onganía en 1969 trajo como consecuencia un enfriamiento
del activismo en los lugares de trabajo. Pero tras la recuperación del sindicato a principios de 1970, el
gremio retomó la campaña: la propaganda crece de manera exponencial (sintetizada en el lema:
10 GHIGLIANI, Pablo. op. cit.
11 El Obrero Gráfico, n° 474, 27 de febrero de 1967, p. 4.
9
“organizarse taller por taller”), se distribuyen volantes con la legislación vigente, se explica al gremio los
procedimientos legales, se ofrece apoyo y asesoramiento.12 El informe de un plenario de delegados del
mes de octubre, al que asistieron representantes de 75 comisiones internas, afirmaba haber contado
“con la presencia de casi la mayoría de los talleres organizados”.13 Pocos meses más tarde, a principios
de 1971, ya eran 120.14 La prédica organizativa no se detuvo. En diciembre, junto a la presentación del
Programa Mínimo de reivindicaciones del sindicato, la Secretaría de Organización retornaba sobre el
mismo punto:
1) alentar por todos los medios a la organización de las bases en cada taller y
en todo lugar a fin de llevar adelante la lucha y garantizar la continuidad de la misma,
cualquiera sea la circunstancia; 2) no debe quedar un solo taller sin comisión interna, ni
un solo turno sin delegado, debe circular todo el material en los distintos talleres.15
Como resultado, las comisiones internas siguieron multiplicándose hasta llegar finalmente al
sector periodístico: la obsesión histórica del gremio. Se organiza el diario Crónica; un duro conflicto en
Clarín termina con la elección de la primera comisión interna en la historia del periódico; se intensifica la
propaganda (y la presión) sobre los personales de La Nación y La Razón que forman sus comisiones en
1973.16 El diario La Prensa, por su parte, continuó resistiendo la elección de delegados mediante el
despido de los candidatos y la prohibición del acto eleccionario, lo que no pudo impedir que los
trabajadores votaran sus representantes en plena calle, en una urna colocada en las mismas puertas del
establecimiento.
Un dato ilustra el vigor del impulso asociativo de los trabajadores de base: durante 1973 hubo
elecciones de delegados y comisiones internas en 204 talleres, en varios de ellos, en más de una
oportunidad; y la Memoria y Balance del gremio listaba 65 talleres reorganizados a lo largo del año.17 En
12 “Los derechos de los trabajadores. Organizarse en todos los talleres”, El Obrero Gráfico, n° 486, agosto-setiembre de 1970, p.
19-20.
13 “Plenario de delegados 20-10-70”, El Obrero Gráfico, n° 487, octubre-noviembre de 1970, p. 26.
14 “Gráficos: una experiencia”, El Obrero Gráfico, n° 488, enero-febrero de 1971, p. 5.
15 “Plenario general de delegados y activistas (9 de diciembre de 1971)”, El Obrero Gráfico, n° 492, abril de 1972, p. 29.
16 “Despidos en Clarín y constitución de la comisión interna”, Organización, Suplemento de El Obrero Gráfico, 6 de diciembre de
1972, n° 5. En este mismo número, en un recuadro inserto en una de las notas se lee: “Compañero gráfico de La Nación – La
Razón ¿Y tu comisión interna?”. 17 Memoria y Balance. Federación Gráfica Bonaerense, 1973, p. 200-201.
10
1974 continuó la fiebre asociativa con la organización de 35 nuevos talleres en los primeros cinco meses
del año. Los documentos del gremio en los que evaluaban la respuesta de las bases luego de la división
de la conducción producida en el mes de junio, calculaban en “500 los talleres organizados o con
actividad sindical”.18 Esta efervescencia en los lugares de trabajo se manifestó también en el pedido de
encuadramiento sindical en el gremio realizado por personales de distintos talleres. En la mayoría de los
casos se trataba de la consecuencia directa de las transformaciones tecnológicas de los años sesenta que
habían originado nuevas ramas en la industria. En otros, el pedido provenía de ciertas secciones
productivas de los diarios a las que el Ministerio de Trabajo les negaba reconocimiento gremial como
trabajadores gráficos.
La interpretación de estos datos desde la perspectiva ofrecida por Mike Savage demanda suma
cautela. La existencia de una comisión interna no equivale de modo inmediato a la existencia de una red
densa. Pero lo distintivo del caso, es que no se trataba de organizaciones establecidas y rutinariamente
institucionalizadas, sino del producto de un proceso de movilización de trabajadoras y trabajadores de
base que se encontró frecuentemente con una dura resistencia patronal. Ello sugiere la existencia de una
red de relaciones estrecha entre los movilizados: todos pertenecían al mismo espacio laboral; solían
comenzar el proceso de organización con reuniones clandestinas fuera de las empresas; debían
convencer a los indecisos; se veían obligados a rodear de una fuerte solidaridad a los candidatos siempre
amenazados por el despido.
Mike Savage indica que su propuesta permite pensar de un modo distinto al sindicato porque
pone de relieve su rol en la configuración de redes extensas. Parece razonable también, atribuirle un
papel potencial en la creación de condiciones para la activación de las redes densas que pudieran existir
en los lugares de trabajo. La organización de base entre los trabajadores gráficos se revela como un
proceso bidireccional. La Secretaría de Organización realizaba propaganda, ponía a la organización de los
talleres entre sus prioridades, ejercía presión en los grandes diarios del sector periodístico, pero era
impotente sin la movilización efectiva de los trabajadores de base. En este sentido, eran paradigmáticos
los casos de aquellos talleres que se movilizaban para ser encuadrados en el gremio.
La descripción confirma también que la simple convivencia en el espacio laboral no se traduce
de inmediato en red densa, al menos, no del tipo de las aquí analizadas, esto es, redes que canalizan
procesos de movilización.
Por último, la hipótesis que explora la ponencia, que la constitución de las comisiones internas
y cuerpos de delegados en la industria gráfica puede tomarse como un indicador indirecto de la
18 “Comunicado de Prensa”, Federación Gráfica Bonaerense, 8 de agosto.
11
existencia de redes densas de militantes fabriles en el espacio laboral, no significa que se elimine el hiato
inherente a todo proceso delegativo de representación. Casi en simultáneo con el proceso de
organización por la base, proliferaban las quejas en los plenarios de delegados y activistas sobre las
dificultades para movilizar a sus compañeros de taller por las demandas generales de la FGB.
Este último aspecto se vincula con la existencia de otro tipo de redes que operaban en el
gremio y que cobraban formas organizativas propias dirigidas a la disputa del liderazgo gremial: las
agrupaciones sindicales. Estas redes nucleaban al grueso del activismo y poseían una dinámica propia
que no respondía de manera automática al grado de organización de base descripto. Su análisis abre otra
ventana para explorar el lugar de las redes sociales en los procesos de formación de clase.
Las agrupaciones sindicales: redes de activistas en competencia por el liderazgo
Desde el punto de vista de las redes de activistas político-sindicales en competencia por el
liderazgo gremial, las décadas del sesenta y setenta fueron testigos de un verdadero cambio de época.
Como señalamos, luego del golpe de 1955, el sindicato volvió a manos de Unidad Gráfica - Lista Rosa que
nucleaba al viejo grupo dirigente consolidado durante los años treinta, liderazgo que era disputado en la
época por varias agrupaciones que se identificaban con distintos colores: la lista violeta, la blanca, la
marrón y la verde.19
Estas redes activistas se originaban en filiaciones partidarias o sindicales y se anudaban en
puntos determinados con las redes densas (comisiones internas, por ejemplo) y extensas (los
nucleamientos, federaciones y centrales sindicales). La mayoría de sus referentes eran delegados de
fábrica; integraban las distintas instancias organizativas impulsadas por el gremio o por las propias
comisiones internas; participaban de asambleas y plenarios de delegados y activistas tomando la
palabra; motorizaban los actos y movilizaciones del sindicato. Por su inserción y activismo, devenían
verdaderos mediadores entre distintos espacios laborales, territoriales y organizativos. Mediaban las
relaciones entre distintos lugares de trabajo participando en las comisiones y coordinadoras zonales,
integrando las comisiones de rama durante la negociación colectiva, acercando solidaridad a otras
fábricas en conflicto (fuerza para los piquetes, aliento moral, alimentos y, fundamentalmente, dinero).
Mediaban la relación entre la fábrica y el sindicato: como miembros activos de las comisiones internas y
participando en las asambleas, plenarios, movilizaciones. Mediaban la relación con otros sindicatos del
19 En 1962 se presentó una Lista Oro de la que no se encontró documentación. Obtuvo apenas 136 votos. Documentación e
Información Laboral, n° 81.
12
país a partir de su pertenencia a agrupamientos político-sindicales más amplios o como resultado de su
filiación partidaria.
La documentación dejada por estas agrupaciones es escasa y no es sencillo investigar el alcance
de las mismas.
En septiembre de 1956, momento en que se normaliza el gremio mediante elecciones, existían
cinco agrupaciones sindicales. Unidad Gráfica (Lista Rosa), Agrupación Sindical Gráfica (Lista Blanca),
Acción Gráfica (Lista Violeta), Agrupación Gráfica Sindical (Lista Verde) y el Movimiento Gráfico Unitario
(Lista Marrón).
Para presentarse a las elecciones, las agrupaciones tenían que reunir entre 30 y 40 candidatos.
No era un gran problema para quienes conducían el gremio; tampoco para las listas peronistas, aunque
por otros motivos. Pero para el resto constituía un verdadero reto organizativo. El éxito dependía del
grado de representatividad alcanzado, mediante la selección de candidatos provenientes de la mayor
cantidad de talleres posibles, y muy especialmente, de los grandes establecimientos. Además, debían
contar con dos candidatos a representantes para cada una de las diez comisiones de rama existentes en
la industria. Para quienes no eran activistas comprometidos, para los simpatizantes, poner el nombre en
una lista era un compromiso frente al resto de sus compañeros y un riesgo frente a la patronal. Por ello,
las redes personales jugaban un papel clave para conseguir el beneplácito de los menos politizados
cuando los activistas eran insuficientes.
Unidad Gráfica (Lista Rosa) contenía en su seno a militantes sindicalistas, democráticos de raíz
socialista y un puñado de anarquistas libertarios pertenecientes a la Federación Libertaria Argentina.
Actuaba exclusivamente en el gremio gráfico, tenía local propio y editaba boletines periódicos. La
Agrupación Sindical Gráfica (Lista Blanca), fundada en 1942, estaba liderada por anarquistas adscriptos a
la Federación Obrera Regional Argentina pero su acérrimo anti-peronismo la acercó a la intervención
gremial decretada por los golpistas de 1955. El costo de esta decisión fue su pronta desaparición. Acción
Gráfica (Lista Violeta) era pequeña y de poca gravitación; no cuento con información sobre su origen. La
reconstrucción de la trayectoria de algunos de sus principales referentes permite ubicarlos luego como
candidatos de la Lista Rosa en 1962; y como integrantes de una nueva Lista Blanca que representaba a la
Agrupación Gráfica “7 de junio”, originada de la escisión sufrida por la Lista Rosa en 1966. El Movimiento
Gráfico Unitario (Lista Marrón), dirigido por los comunistas, tenía en su seno activistas independientes,
pero descansaba sobre la estructura, política y recursos del Partido Comunista. La Agrupación Gráfica
Sindical (Lista Verde) se originó alrededor de 1949-50. Aunque identificada con el peronismo, se
mantuvo en la oposición a la Lista Azul y Blanca, también peronista, que respondía al verticalismo de la
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Confederación General del Trabajo. Después del golpe, la disolución de la Azul y Blanca dejó a la Verde
como única heredera de las lealtades peronistas. Luego de la normalización gremial iniciada en 1956
contó con el apoyo y los recursos que ofrecían otros sindicatos recuperados por dirigencias peronistas.
Esta diversidad se tradujo en una rica dinámica política al interior del sindicato, que
contrastaba fuertemente con el retroceso organizativo de la base gremial en los años posteriores al
golpe de 1955, descripto en la sección previa. Se manifestaba vivamente durante las elecciones
periódicas, pero sobre todo, en las asambleas gremiales y en los organismos de base. Por lo general, los
activistas de estas agrupaciones eran conocidos en sus lugares de trabajo, dónde comúnmente convivían
distintas corrientes político-sindicales. Allí, mientras solían compartir esfuerzos organizativos,
disputaban, al mismo tiempo, el liderazgo.
El ajustado triunfo en 1966 de la Lista Verde pareció fortuito; un simple accidente producto de
la división de Unidad Gráfica. Sin embargo, prenunciaba un cambio profundo en la vida político-sindical
del gremio, marcaba el fin de una era: ni la Lista Rosa, ni la Blanca, volverían a presentarse en futuros
comicios. 20
La Lista Verde atravesó una rápida radicalización. A partir de 1968 expandió su influencia a
través del liderazgo que ejerció sobre una nueva Confederación General del Trabajo (CGT) que con su
discurso anti-dictatorial, anti-burocrático y anti-imperialista jugó un papel de primer orden en las luchas
de finales de los sesenta contra el régimen militar de Juan Carlos Onganía (1966-1970). 21 Sus principales
dirigentes se identificaron con el peronismo revolucionario y la lucha por el socialismo, mientras ponían
al gremio al servicio de la lucha contra la dictadura a la par que demandaban el regreso de Perón. Sus
activistas terminaron hegemonizando por completo la vida político-sindical en la FGB; solo la Lista
Marrón se mantuvo activa a través de sus principales referentes pero con escaso peso como para
disputar asambleas y elecciones.
Este proceso, sin embargo, trajo consigo nuevas disputas, y la gradual articulación de nuevas
redes de activistas (por ejemplo, la Agrupación Gráfica Peronista – Lista Celeste y Blanca y la Agrupación 20 En 1962, la Lista Verde obtuvo 1097 votos contra los 2395 de la Lista Rosa, saliendo nuevamente segunda en 1964 con 2042
votos contra los 2718 de la lista ganadora. En 1966 sus votos descienden a 1637 pero se benefició de la división de la conducción
que se presentó con dos listas separadas: la Lista Rosa (1458) y la Blanca (861). Documentación e Información Laboral, n° 81,
noviembre de 1966; DIPBA. Mesa “B”, Factor Gremial, carpeta n° 126, Legajo n° 73, Localidad: Capital Federal, folios 5 (17 de
setiembre de 1964) y 9 (15 de noviembre de 1966). 21 BRENNAN, James. E Cordobazo. Las guerras obreras en Córdoba 1955-1976. Buenos Aires: Sudamericana, 1996; GHIGLIANI,
Pablo. La CGT de los Argentinos y el Peronismo Revolucionario. VII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, 1999;
DAWYD, Darío. Sindicatos y política en la Argentina del Cordobazo. El peronismo entre la CGT de los Argentinos y la
reorganización sindical (1958-1970). Buenos Aires: Editorial Pueblo Heredero, 1970.
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Gráfica Peronista Francisco Calipo – Lista N° 1), que atacaron a la conducción en nombre del peronismo
ortodoxo. Dejamos el análisis de las mismas para la última sección dedicada al estudio de la ruptura
gremial de 1974.
La organización por zonas: comisiones y coordinadoras
Volvamos a los organismos de representación directa de la base. A medida que se expandían
las comisiones internas fue cobrando fuerza la idea de organizar el gremio por zonas. Se trataba de una
política conscientemente dirigida a poner en contacto a los delegados de las fábricas cercanas. Era uno
de los caballitos de batalla de los activistas comunistas desde la intervención gremial sufrida en 1969 que
encontraba antecedentes cercanos en las formas de organización impulsadas por la CGT de los
Argentinos desde 1968. Para noviembre de 1970 la Comisión General Administrativa (CGA) del gremio
hizo suya la propuesta de manera formal. Dividió al gremio en 10 zonas y convocó a las 120 comisiones
internas existentes a la sazón. Asistieron a la reunión organizativa unos 50 talleres; se convino, entonces,
en hacer nuevas reuniones, esta vez por cada una de las zonas, “dado que los compañeros no se
conocían entre sí”.22 La asistencia fue aún menor.
Este fallido intento de institucionalizar la iniciativa mediante la creación de comisiones zonales
no significó su total abandono. Los activistas comunistas continuaron insistiendo en la organización zonal
en cada una de las asambleas y plenarios; la conducción tampoco dejó totalmente de lado la idea.
Aunque menos formalmente, volvió sobre el asunto para fines de 1971. Ahora bajo la consigna de
extender la propaganda gremial a todos los delegados de las fábricas y agrupaciones populares de la
zona, para “unirse desde abajo” en los propios barrios donde trabajan.
Es difícil evaluar el alcance de esta nueva iniciativa. Es preciso recordar que fue recién entre
1972 y 1974 que se produjo el verdadero auge organizativo en el espacio laboral. Pero sí es posible
señalar algunos fenómenos. Por ejemplo, se multiplican los casos en que se verifican acciones solidarias
durante los conflictos entre fábricas vecinas pertenecientes a la industria. Clubes barriales prestan sus
instalaciones para la realización de asambleas; también se involucran algunas iglesias y agrupaciones
políticas que cuentan con locales en las inmediaciones. Comienzan a realizarse actos en las puertas de las
fábricas, o “actos zonales”, que formaban las columnas obreras que partiendo de los barrios confluían
luego en las manifestaciones convocadas por el gremio. En el barrio de Parque Patricios, trabajadores
gráficos de una de las fábricas de la zona participan junto a vecinos en cortes y manifestaciones para la
22 “Gráficos: una experiencia”, op. cit.
15
colocación de semáforos; reprimidos por la policía, varios son encarcelados, incluido el secretario
general de la comisión interna.
En febrero de 1974 un documento del gremio destacaba el “solidario espíritu de unidad que
viene caracterizando a nuestras asambleas de ramas, plenarios de delegados, asambleas de talleres y
reuniones de coordinadoras de bases y comisiones zonales”23. No he encontrado información sobre estas
reuniones para evaluar si la afirmación reflejaba vínculos realmente existentes entre activistas. A
principios de junio, otro documento de la FGB convocaba “a todos los talleres a plenarios zonales”.24 El
listado enumera 256 talleres divididos en seis zonas que son citados en días sucesivos. Tampoco
dispongo de documentación sobre estas reuniones.
Pero todas estas iniciativas muestran que la decisión de la CGA, reconstituida luego de la
división sufrida por el gremio, de estimular la organización de Comisiones Coordinadoras de carácter
zonal para resistir el ataque gubernamental, tenía bases materiales.
Desde la perspectiva analítica de Savage, todos estos experimentos organizativos, pueden
conceptualizarse como políticas dirigidas a expandir las redes en el espacio barrial a partir de las redes
densas conformadas por los activistas fabriles en los lugares de trabajo. Hasta mediados de 1974, los
resultados fueron magros. Los delegados de las distintas fábricas tenían escasas relaciones mutuas; los
vínculos con los trabajadores de otras ramas era casi inexistente; eran pocos los trabajadores que
habitaban en los barrios en los que trabajaban; rara vez se lograba involucrar a los vecinos. Por ello, la
permanencia en el tiempo de estas redes fue más la excepción que la regla. A diferencia de lo que
sucedía con el proceso organizativo de las comisiones internas, dependían en gran medida de las
mediaciones que aportaban los activistas político-sindicales. Como quedará de manifiesto en las
próximas secciones, la revitalización de las coordinadoras luego de la intervención del gremio es un
indicador más de esta dependencia.
Redes extensas: el sindicato, federaciones, centrales, nucleamientos
Para Savage, como señalamos, la noción de red subraya el papel que cumplen los sindicatos
como mediadores de redes espaciales extensas que contribuyen a la formación y movilización de clase a
escalas territoriales y políticas más amplias.
Solo es posible aquí brindar algunas esquemáticas observaciones para ilustrar el fenómeno.
Organizativamente, la FGB formaba parte de la Federación Argentina de Trabajadores de la Imprenta
23 Documentación e Información Laboral, n° 168/169, febrero de 1974.
24 Documento sin título. Federación Gráfica Bonaerense, junio de 1974.
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(FATI) que reunía en la época a todos los sindicatos de artes gráficas del país. Quien controlaba la
federación tenía la chance de motorizar (o frenar) la movilización de los trabajadores gráficos a escala
nacional. Una vez en la conducción, la Lista Verde disputó el control de la FATI. Los conflictos desatados
llevaron en 1972 a la ruptura. Como resultado, la FGB creó la Federación Argentina de Trabajadores de
las Artes Gráficas (FATAG). La división, más allá del análisis de las causas y las responsabilidades, minó
objetivamente las posibilidades de movilización de los trabajadores de la industria en el orden nacional.
Otro variable relevante es el lugar ocupado por el gremio en la CGT. Otra vez una ruptura es el
acontecimiento clave del período. En 1968, un Congreso Normalizador eligió a Raimundo Ongaro como
Secretario General de la central. Un grupo importante de gremios desconoció la decisión formando su
propia organización. Desde ese momento, el gremio gráfico alojó en su sede a la nueva central, la CGT de
los Argentinos (CGTA). Es imposible entender la trayectoria de los activistas de la Lista Verde, por
ejemplo la radicalización del grupo, sin tomar en cuenta este acontecimiento. Entre 1968 y 1969, la CGTA
fue el punto de encuentro de todos aquellos que luchaban contra la dictadura de Juan Carlos Onganía.
Además, fue un imán para el creciente número de jóvenes militantes revolucionarios provenientes de la
pequeña burguesía que iban al edificio de la calle Paseo Colón en busca de la clase obrera. 25 No solo
acudían los activistas sindicales y militantes de organizaciones políticas sino también innumerables
artistas y figuras de la cultura.26 Como consecuencia, los activistas del gremio entraron en contacto con
una amplia red de militantes de los más diversos ámbitos (sindical, político, religioso, estudiantil,
cultural), fenómeno que tuvo un enorme impacto sobre sus trayectorias personales y sobre el gremio. La
rápida hegemonía lograda por la Lista Verde está íntimamente ligada a este proceso.
Por ello, la reunificación de la CGT en 1970 golpeó a la FGB que apostó tozudamente a su
propia construcción; intentó mantener viva a la CGTA, hacia al final casi en soledad, cultivando las
relaciones que había entablado con los sectores más combativos del sindicalismo, sobre todo, del
interior del país. Pero no pudo evitar el aislamiento. Poco a poco, fueron creciendo las presiones, fuera y
dentro de la FGB, para ingresar en la CGT. Esta fue una de las demandas de los disidentes enrolados en el
peronismo ortodoxo. También, por otros motivos, de los activistas comunistas.
25 GHIGLIANI, Pa blo. La CGT de los Argentinos…, op. cit.
26 MESTMAN, Mariano; Consideraciones sobre la confluencia de núcleos intelectuales y sectores del
movimiento obrero. Argentina, 1968/69. In: OTEIZA, Enrique (ed.). Cultura y política en los años sesenta. Buenos Aires: Ediciones
CBC, 1997; MESTMAN, Mariano; LONGONI, Ana. Del Di Tella al Tucumán Arde: Vanguardia artística y política en el 68 argentino .
Buenos Aires: Eudeba, 2008. Algunos como el pintor Ricardo Carpani o el actor Norman Briski mantuvieron su relación con la
FGB después de la disolución de la CGTA.
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Otra de las características salientes del gremialismo argentino es que los sindicatos suelen
agruparse según sus afinidades político-sindicales formando nucleamientos sindicales. Por ejemplo, en
los sesenta, la conducción de la Lista Rosa alineó al sindicato en el sector de los Gremios Independientes,
que comprendía a las organizaciones cuyas direcciones no eran peronistas.27
Este tipo de pertenencias suelen expresarse también al nivel de las agrupaciones sindicales. Los
comunistas formaron a fines de los cincuenta el Movimiento de Unificación y Coordinación Sindical
(MUCS), y más tarde, a principios de los setenta la Comisión Nacional Intersindical (CNI), ambos de
moderada gravitación. La Agrupación Gráfica Sindical - Lista Verde participó durante los sesenta, de las
62 Organizaciones, el brazo político-sindical del peronismo desde el congreso normalizador de la CGT de
1957.28 Esta pertenencia le daba acceso a recursos materiales y políticos para su actividad opositora en el
gremio. Aunque una vez al frente del sindicato, terminaría enfrentándose a la cúpula de las 62
Organizaciones Peronistas; otro motivo de división del activismo peronista de la FGB.
En la segunda mitad de 1974, luego de la intervención, la Lista Verde buscó apoyo en las
relaciones cultivadas desde los años de conducción de la CGTA. Mientras estuvo al frente de la FGB, las
especulaciones y cálculos político-sindicales limitaban la continuidad de los contactos, pero en la nueva
coyuntura la consolidación de estas redes cobró toda su urgencia. En julio asistieron en Córdoba al acto
contra la intervención ministerial de la seccional provincial clasista del Sindicato de Mecánicos y Afines
del Transporte Automotor. Sus volantes comienzan a manifestar abiertamente su solidaridad con los
conflictos liderados por sindicatos y comisiones internas enfrentadas al gobierno nacional. En agosto,
convocan a un encuentro sindical combativo en Córdoba.29 En setiembre, luego de la intervención del
gremio, la Lista Verde promueve la creación de una red de organizaciones sindicales opositoras, la
Coordinadora Nacional de Lucha Sindical, cuyo Plenario de Sindicatos, Comisiones Internas, Cuerpos de
Delegados y Comités de Lucha convocado en la provincia de Tucumán terminó sesionando en la
clandestinidad debido a la represión policial.30
Con esta red extensa de relaciones gremiales, que ponía en contacto a organizaciones de
distintas latitudes acorraladas por la represión, el activismo de la Lista Verde apostaba a romper el
aislamiento que los amenazaba a medida que el gobierno recrudecía sus ataques. Sus principales
dirigentes, y otras figuras emergentes en la coyuntura, que combinaban la pertenencia gremial con la
27 GHIGLIANI, Pablo. 1997. Las experiencias antiburocráticas de los obreros gráficos: la huelga de 1966 y el peronismo
combativo. Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política. 1998. vol. 3, n° 6, abril, p. 65-92. 28 GASPARRI, Mario; PANELLA, Claudio. El Congreso Normalizador de la CGT de 1957. Buenos Aires: Corregidor, 1957.
29 “Posición del gremio gráfico”, 14 de agosto de 1974, Federación Gráfica Bonaerense.
30 “Comunicado de la Coordinadora Nacional de Lucha Sindical”, 15 de setiembre de 1974, Federación Gráfica Bonaerense.
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política, fueron los mediadores que ligaron estos espacios organizativos y territoriales. Era una manera
de compensar el deterioro de la articulación de las redes densas sobre la que había descansado hasta el
momento su capacidad de agitar la movilización obrera en la industria.
La ruptura del 1974 y las redes sociales
Hasta aquí, la ponencia se dedicó a explorar distintos espacios organizacionales en los que se
anudaron las redes densas y extensas que sostuvieron la movilización de las trabajadoras y trabajadores
gráficos durante las décadas del sesenta y setenta. Esta última sección analiza la división sufrida por la
Lista Verde, y como consecuencia, por la CGA, acontecimiento que derivó en la intervención, liquidación
y reemplazo de la FGB. Siempre interpretada en clave política, aquí se explora la ruptura desde la
perspectiva de redes sugerida por Mike Savage.
El contexto está determinado por la vuelta de Juan Domingo Perón al poder en setiembre de
1973, y por el Pacto Social, un acuerdo que congelaba precios y salarios por dos años, la piedra basal de
la política económica del nuevo gobierno.
La FGB rechazó el Pacto Social y comenzó la lucha por la revalorización, reclasificación y
recategorización de las tareas aún definidas por el sistema clasificatorio del convenio colectivo de 1950.
La revolución tecnológica en curso era la motivación subyacente del reclamo. Esta demanda enfrentó al
sindicato con el gobierno lo que dividió al activismo de la Lista Verde. A fines de 1973 surgen los
primeros síntomas con la renuncia de algunos dirigentes, entre ellos Pedro Ranelli, un miembro de la
CGA de acendrada trayectoria peronista.
Para principios de 1974, prácticamente la totalidad de los grandes diarios habían concedido
aumentas salariales cediendo a la movilización conjunta de periodistas y gráficos reunidos en comisiones
inter-sindicales integradas por delegados de ambos sindicatos. Como consecuencia, el Ministerio de
Trabajo replicó intimando legalmente a los trabajadores y amenazando con el retiro de la personería
gremial debido a “las actividades que se oponen a lo dispuesto por Pacto Social suscripto entre el
Gobierno y las conducciones de la C.G.T y la C.G.E”.31 El plenario de delegados y activistas del sindicato
decidió rechazar la intimación, reafirmar el programa de la lucha y comenzar los preparativos para
enfrentar una eventual intervención - por ejemplo, dispuso la realización durante todo el mes de febrero
de asambleas zonales de talleres para mantener ocupada la sede gremial de forma permanente.32 El 22
31 Nota del Ministerio de Trabajo a la Asociación de Periodistas de Buenos Aires y la Federación Gráfica Bonaerense reproducida
en “Rechazamos la intimación”, El Trabajador de Prensa, n° 18, 4 de febrero de 1974, p. 3.32 Mimeografiado, Sin Título, 1° de febrero de 1974, documento de la Federación Gráfica Bonaerense.
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de marzo, la asamblea general ordinaria del gremio volvió a ratificar el rumbo; alrededor de cuatro mil
trabajadores votaron una declaración que incluía entre sus puntos destacados: “la revalorización de los
salarios y la actualización del Cuadro de Ramas y Categorías”.33
El 26 de abril, a la par que se multiplicaban los rumores de intervención, tuvo lugar la elección
para la renovación de autoridades gremiales. El aplastante triunfo de la Lista Verde fue interpretado
como un respaldo inequívoco al plan de lucha. La victoria contó, además, con el apoyo de nuevas
agrupaciones sindicales formadas por militantes de organizaciones políticas revolucionarias que
actuaban en el gremio: la Coordinadora Gráfica Peronista de Base, del Peronismo de las Bases; la
Agrupación Gráfica Organización y Lucha, del Ejército Revolucionario del Pueblo 22 de Agosto y la
Juventud Gráfica Peronista, de la Juventud Trabajadora Peronista de Montoneros. Recibió, también, el
apoyo electoral de la Lista Marrón de los comunistas.34 Sin embargo, a pesar de los escasos votos
obtenidos, la presencia en los comicios de la Lista Celeste y Blanca de la Agrupación Gráfica Peronista,
con el respaldo explícito de las 62 Organizaciones, presagiaba futuras complicaciones.
En mayo y junio recrudecieron los conflictos, algunos con fuerte repercusión (I.V.I.S.A, La
Nación, La Prensa, Alemann). En particular, el conflicto de I.V.I.S.A. fue afrontado por el gremio como
una verdadera prueba de su capacidad de movilización. Por la olla popular instalada en un local cedido
por una agrupación gremial del sindicato del transporte de colectivos desfilaron delegaciones de 75
talleres; si les sumamos aquellos que se acercaron en forma individual, unos siete mil trabajadores.35
En este clima de movilización y amenazas ministeriales, la CGA convocó a la Asamblea General
Extraordinaria del 26 de junio que precipitaría los hechos. La asamblea tuvo lugar en el Club Sportivo
Barracas, a metros de Fabril Financiera, el establecimiento más importante de la industria. Los relatos
periodísticos existentes sobre la reunión son escuetos: ofrecen cifras sobe el número de asistentes (que
calculan en unos 4 mil) y se limitan a señalar que cinco integrantes de la CGA, entre ellos, el propio
33 El Obrero Gráfico, n° 501, junio de 1974, p. 4
34 Ver por ejemplo: “Ante el peligro de la intervención a la Federación Gráfica Bonaerense”, volante, 24 de enero de 1974 y
“Ante la situación nacional, ante el peligro de la intervención a la Federación Gráfica Bonaerense ante las elecciones de nuestro
gremio”, solicitada, Noticias, 24 de abril de 1974, ambas de la Agrupación Gráfica Organización y Lucha; “A los compañeros
gráficos ante las elecciones del gremio”, volante, y solicitada del mismo nombre, Noticas, 26 de abril de 1974, Juventud Gráfica
Peronista, integrante de la JTP; “Triunfó Zakour. Elecciones limpias en la gráfica”, Noticias.35 “Compañeros”, volante, Comisión Interna y Compañeros de I.V.I.S.A., s/f; “Todos los compañeros unidos por la
reincorporación de los compañeros de I.V.I.S.A.”, Lista Verde de los Gráficos, s/f; “Acta Acuerdo I.V.I.S.A. – FGB”, Ministerio de
Trabajo, 20 de mayo de 1974; “Comunicado”, Federación Gráfica Bonaerense, 20 de mayo; “El gremio en pleno luchando por 16
despedidos”, El Obrero Gráfico, 501, junio de 1974.
20
Secretario General del gremio, Jorge Zakour, reelegido en el mes de abril, habían renunciado en
desacuerdo con la política que venía impulsando la FGB.36
Las motivaciones políticas del enfrentamiento son cristalinas. El sector disidente contaba con el
respaldo de las 62 Organizaciones, que a la sazón ocupaban la cartera de trabajo, para expulsar a
Raimundo Ongaro y a sus más estrechos colaboradores y encuadrar al gremio dentro del peronismo
sindical ortodoxo. Informes de inteligencia policial confirman que el grupo venía negociando el apoyo
entre funcionarios sindicales y gubernamentales.37
Pero, ¿cómo se expresó esta división por las alturas en las bases del gremio?
La lectura en clave política no brinda una explicación satisfactoria. Se limita a recalcar el apoyo
ministerial, indispensable sin duda, pero insuficiente. La Agrupación Gráfica Peronista (Lista Celeste y
Blanca) había cortejado las mismas relaciones con los mismos objetivos sin éxito alguno. Por ello, se
debe incorporar a la explicación las desiguales capacidades de ambos grupos de activistas para concitar
sólidas bases de apoyo en los talleres. En este punto, se revela la utilidad de la perspectiva analítica de
Mike Savage que invita a dirigir la mirada a las densas redes de relaciones sociales que habían
catapultado a los disidentes a posiciones dirigentes.
Todos (o casi) tenían larga trayectoria gremial.
Jorge Zakour había sido elegido por primera vez delegado de la comisión interna de Fabril
Financiera en 1949 y Secretario General de la misma en 1966. Al año siguiente dejó Fabril para
incorporarse a la CGA en el área de asistencia social. Cinco años más tarde fue elegido Secretario General
del gremio por la Lista Verde, y reelegido apenas dos meses antes de la ruptura. Su pertenencia a Fabril
Financiera es un dato crucial. Los trabajadores y trabajadoras de esta empresa se alinearon masivamente
detrás de Zakour. Tres de los diez candidatos titulares a la CGA en las elecciones normalizadoras del SGA
en 1975 provenían de la comisión interna de la empresa. También dirigentes que tuvieron luego una
importante actuación en el nuevo sindicato, como Félix Testone por ejemplo, candidato a representante
de rama en 1975. La larga trayectoria de Jorge Zakour al frente de la Secretaría de Asistencia Social del
sindicato no debe menospreciarse. La naturaleza del cargo le permitió mantenerse en un segundo plano
36 Aunque Jorge Zakour era el Secretario General, el líder indiscutido de la Lista Verde fue durante todo el período, Raimundo
Ongaro. Desde su proyección nacional como Secretario General de la CGT de los Argentinos en 1968, Ongaro no volvió a ocupar
formalmente puestos de importancia en la FGB. En 1974, figuraba como uno más entre los 108 candidatos a congresal de
FATAG. En el momento de la intervención era el titular del área de Relaciones Internacionales del gremio. Fue preso en
numerosas oportunidades y una vez más en octubre de 1974, exiliándose en Perú en agosto de 1975.37 DIPBA. Mesa “B”, Factor Gremial, carpeta n° 126, Legajo n° 73, Localidad: Capital Federal, folio 40, 14 de junio de 1974.
Volante Lista Verde (Auténtica).
21
en los momentos críticos atravesados por el gremio (opacidad que mantuvo aún siendo Secretario
General), pero sin abandonar nunca el centro de la actividad social de la organización. Designado por el
Ministro de Trabajo como secretario general de la comisión provisoria del nuevo SGA en diciembre de
1975, encabezó la Lista n° 1 de la Agrupación Francisco Calipo que ganó las elecciones en el mes de abril.
Alberto Santanello, otro de los renunciantes, provenía de una importante empresa de la rama,
Editorial Atlántida, de la que fue Secretario General de la comisión interna por varios años antes de
incorporarse a la CGA en 1974. Su actuación en la Lista Verde venía de lejos: ya en 1957 había sido
candidato en la elección de delegados al Congreso Nacional de la FATI. La comisión interna de la empresa
lo respaldó en su decisión; algunos de sus integrantes (Hugo Nader, por ejemplo) ocuparon luego altos
cargos en el SGA.
Un artículo del periódico del Partido Socialista de los Trabajadores señalaba que “la corriente
de Zakour (…se había organizado…) a partir de su control de varios talleres importantes, como Fabril,
Estrada, Bianchi y Atlántida”.38 Se trata de una observación que encuentra respaldo empírico.
A Bianchi pertenecía, justamente, otro de los renunciantes: Víctor Rondina, quien fuera
secretario general de la comisión interna del taller hasta su incorporación a la CGA en abril de 1974.
Aunque no formó parte de la lista que se presentó en 1975, el periódico gremial muestra que jugó un
papel destacado en la nueva organización. En dicha empresa, además, trabajaba Segundo Nicolás
Leguizamón, antiguo secretario general de la comisión interna de Bianchi y vocal de la CGA del gremio
por la Lista Verde en 1968. Luego de la ruptura con la Verde, fue secretario general de la Agrupación
Gráfica Peronista, y en la elección de abril de 1974 fue uno de los pocos integrantes de la Lista Celeste y
Blanca con cierta trayectoria y reconocimiento. La comisión interna de esta empresa se alineó con los
disidentes. La secretaria general del taller Estrada, por su parte, fue candidata a representante de rama
por la Lista n° 1 en 1975.
Los otros dos miembros de la CGA que dimitieron en la asamblea del 26 de junio provenían de
talleres más pequeños (uno provenía de Bruno Bedhall y el otro era Secretario General de la comisión
interna de Impresora Ramos Mejía).
Otros tres establecimientos fueron cruciales durante el mes que siguió a la ruptura: Heliograf,
Rotog-Arg y Platt. Sus comisiones internas se pronunciaron por los disidentes. Aunque los activistas de
los dos primeros no jugaron papeles destacados en la futura estructura del SGA, la documentación
muestra a sus representantes apoyando abiertamente las políticas de la nueva dirección en las
38 “¿Cómo derrotar a la patronal, a Zakour y la intervención?”, Avanzada Socialista, 113, julio de 1974.
22
asambleas de 1975.39 A su vez, el secretario general de la comisión interna de Platt fue candidato a la
CGA por la Lista n° 1.
Un caso especial fue Códex. Esta empresa fue ocupada varia veces por sus trabajadores entre
1971 y 1973. En una de ellas fue puesta en funcionamiento bajo control obrero para confeccionar un
número de la Revista Automundo en cuyo editorial explicaban las causas del conflicto. La revista fue
repartida en el autódromo de Buenos Aires con enorme repercusión. Este suceso convirtió a Códex en un
ícono dentro del gremio: sus delegados cobraron notoriedad e influencia; su ejemplo impulsó nuevas
tomas; sus trabajadores nutrían las movilizaciones y actos callejeros del sindicato. Sin embargo, once
integrantes de su comisión interna se volcaron del lado de Zakour, arrastrando tras sí, a la mayoría de los
trabajadores de la empresa.40
Aunque numéricamente pocos, estos talleres eran influyentes en la industria por su historia,
tamaño y producción.41
En el mes de octubre, los disidentes publicaron una solicitada convocando a una asamblea para
la formación de una nueva organización sindical en reemplazo de la FGB. La solicitada llevaba la firma de
17 comisiones internas, todas las nombradas hasta aquí, y otras nuevas, algunas de talleres importantes
como Boletín Oficial, dónde trabajaba el ya mencionado Pedro Ranelli, futuro integrante de la CGA del
SGA. Adherían otras 27 comisiones, por lo general, de talleres pequeños; no es posible sacar
conclusiones sobre el significado y alcance de estas últimas firmas.
Fue esta apretada trama de redes densas lo que permitió a los disidentes erosionar, primero, la
masividad del plan de lucha decidido en la asamblea de junio, y segundo, ir tejiendo la malla concreta de
una nueva organización. La reconstrucción de las trayectorias de 28 de los 44 candidatos de la
Agrupación Gráfica Peronista Francisco Calipo – Lista n° 1 en 1975 muestra que pertenecían a 20
empresas (seis a Fabril Financiera) en las cuales eran (o habían sido hasta muy recientemente)
39 El Obrero Gráfico, Época Liberación, n° 4, setiembre de 1975 y n°5, diciembre de 1975.
40 La Sub-Comisión de Deportes, incluso, descalificó por inconducta sindical a los equipos de futbol de Fabril Financiera y Códex;
en el comunicado señalaba que así “respetaba la voluntad de varios equipos que integran el campeonato” que no querían
“enfrentarse deportivamente con ellos para evitar altercados”. La Sub-Comisión argumentaba que no podía “asegurar la
integridad física de compañeros que por su actitud disociadora” no habían acatado resoluciones de asambleas y plenarios.
Federación Gráfica Bonaerense, Sub-Comisión de Deportes, 12 de agosto de 1974.41 “Resumen de la resolución adoptada por la comisión general administrativa separando de nuestro gremio a elementos
patronales y carneros”, FGB, s/f. Este documento de la FGB de finales de julio brinda la lista de los socios suspendidos por
crumiros: 890 trabajadores de Fabril Financiera, 65 de Heliograf, 99 de Rotog-Arg y 20 más sumando a los miembros
sancionados de las comisiones internas de Atlántida y Códex. En total superaban los mil. El documento incluye a la comisión
interna de Platt entre los rompehuelgas pero no especifica suspensiones.
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secretarios generales de las comisiones internas (18 casos), mientras que el resto ocupaba (o había
ocupado) cargos importantes como secretarios adjuntos o de organización. Varios incluso habían sido
miembros de la estructura de gobierno de la FGB como antiguos miembros de la Lista Verde.
Inversa era la situación de la Agrupación Gráfica Peronista - Lista Celeste y Blanca del
peronismo sindical ortodoxo entre 1971 y 1974. Mientras que su programa se asemejaba al de la Calipo
y sus redes de apoyo externas fueron esencialmente las mismas (los recursos de las 62 Organizaciones, y
por su intermedio, el Ministerio de Trabajo), la inserción concreta de sus activistas en las fábricas era
muy pobre, y en las más grandes, casi nula. Dos de sus candidatos, justamente de los pocos que fueron
secretarios generales en las comisiones internas de sus talleres, se incorporaron al año siguiente a la
Lista n° 1 de la Calipo.
Inclusive, el análisis de la procedencia de los candidatos de la Lista Verde para las elecciones de
abril de 1974 es iluminador sobre el modo en que habían ido evolucionando las principales redes de
apoyo de los distintos grupos activistas. De los 21 candidatos postulados para la CGA: cinco renunciarían
a los dos meses (entre ellos, los únicos tres pertenecientes a los grandes establecimientos de la industria,
dos de ellos secretarios generales al momento del sufragio); cuatro ya pertenecían a la conducción de la
FGB y hacía por lo menos dos años que no trabajaban en talleres; de los 12 candidatos restantes, seis
eran Secretarios Generales y dos eran Secretarios Adjuntos de comisión interna, pero en todos los casos
(salvo uno, el recientemente organizado diario La Nación) de pequeños o medianos establecimientos,
algunos en pleno conflicto (Lamson Paragon, Anthony Blank Capital, Rotativos Venus). De los cuatro
candidatos que quedan, tres se desempeñaban en talleres de peso (dos diarios de amplia tirada como
Clarín y Crónica, y una empresa importante como Abril) pero es sugerente que solo uno de ellos tenía
cargo electivo, y se trataba de un simple delegado de base.
No obstante, la articulación espacial de las redes densas tejidas en los lugares de trabajo fue
también clave para los activistas de la Lista Verde en la nueva coyuntura. Aunque de otro modo. Si la
disciplina sindical había simplificado el acatamiento de sus convocatorias cuando estaban al frente del
gremio, fue la pródiga tarea de organización por la base lo que les permitió conservar altos niveles de
movilización luego de la intervención. En este caso, y como se vislumbra en el párrafo anterior, sus redes
de apoyo más importantes provinieron de los talleres recientemente organizados (o re-organizados),
algunos a través de duros conflictos, incluso con ocupación del establecimiento, y también, un tanto
paradójicamente si tenemos en cuenta la historia organizativa del gremio, de algunos grandes diarios. Lo
que no es sorprendente, después de todo, dado que la organización del sector periodístico se trataba de
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un éxito reciente. Pero tenía un severo déficit: la falta de un apoyo equivalente en los talleres más
grandes y tradicionales.
Como sea, la intervención dejó a la Lista Verde sin la chance de recurrir al papel articulador del
sindicato; en su reemplazo, entonces, recurrió a las coordinadoras zonales.
Son varias las fuentes que lo testimonian. Por ejemplo, la nueva CGA intentó uniformar el
funcionamiento de las mismas.42 Un comunicado de principios de setiembre subrayaba la necesidad de
aceitar la organización de las coordinadoras, mientras destacaba su papel en la comunicación de los
talleres y el sostenimiento económico de la resistencia mediante la venta de bonos.43 A partir de
noviembre, luego de la detención de varios de sus máximos dirigentes, los comunicados de la antigua
conducción solían llevar la firma conjunta: “FGB y Coordinadoras Zonales”.44 Algunos volantes que han
subsistido en manos de los protagonistas suministran pruebas adicionales.45 Desafiando la precaria
situación en que se encontraban desde la intervención, estas redes extensas de comisiones internas
fueron las bases en que se sostuvieron los quites de colaboración y horas extras durante el mes de
setiembre, los paros de octubre y diciembre, la campaña por la libertad de los dirigentes presos, los
contactos de los activistas, el intercambio de información entre los talleres.
Fue en esta red organizativa dónde depositaban su confianza los seguidores de Ongaro cuando
rehusaron afiliarse al nuevo sindicato para mantener un funcionamiento clandestino.46 A comienzos de
1975, mientras la comisión provisoria encabezada por Jorge Zakour ponía en marcha el SGA, los
activistas desplazados de la Lista Verde elaboraron un proyecto de convenio colectivo de trabajo para
someterlo a consulta a través de las coordinadoras.47 Más aún, en el mes de febrero renovaron las
autoridades de la agrupación, eligiendo una Comisión de Enlace de 15 miembros para mantener el
42 Folleto para el funcionamiento de las Coordinadoras Zonales, lleva la firma de Justo Aragundi, Federación Gráfica Bonaerense,
s/f.43 Comunicado de la FGB, 4 de setiembre de 1974.
44 “A los compañeros gráficos”, Comisión General Administrativa de la Federación Gráfica Bonaerense y Coordinadoras Zonales,
noviembre de 1974; “Los gráficos y su dignidad”, Comisión General Administrativa de la Federación Gráfica Bonaerense y
Coordinadoras Gráficas Zonales, diciembre de 1974.45 Un agradecimiento especial a Francisco Ozemo por abrir su archivo personal para la consulta. “A las compañeras y
compañeros gráficos”, Coordinadora Gráfica Zona 7, octubre de 1974; “Libertad a Raimundo Ongaro”, mariposa, Personal
Gráfico del Diario La Nación, Coordinadora Zona 8; “A todos los compañeros gráficos”, Agrupación de Base de Rotográfica
Argentina, octubre de 1974. 46 Carta de Raimundo Ongaro, 21 de enero de 1975, Cárcel de Villa Devoto.
47 “A los compañeros gráficos”, Comisión General Administrativa de la Federación Gráfica Bonaerense, 13 de enero de 1975.
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contacto “con las Comisiones Coordinadoras y Agrupaciones de Bases que actúan junto a la C.G.A. de
nuestra Federación Gráfica Bonaerense”.48
Sin embargo, los despidos y persecución de delegados, la negativa patronal a reconocer a las
antiguas comisiones internas, la represión de militantes y activistas, el reconocimiento y patrocinio
ministerial del nuevo sindicato, la decisión de un nutrido grupo de activistas y militantes de izquierda de
presentarse a las elecciones normalizadoras, el comienzo de la negociación colectiva para la renovación
del convenio de trabajo, en fin, todo un conjunto de variables diversas, fueron minando la capacidad de
acción de estas redes. Los únicos dos documentos encontrados que llevan la firma de la FGB en la
segunda mitad del año, ya no mencionaban entre sus líneas a la coordinadoras.49
Comentarios finales
La utilización del enfoque propuesto por Mike Savage produjo resultados empíricos concretos.
Quizás, uno de los más relevantes haya sido la reconstrucción de las redes sociales movilizadas por los
activistas que peleaban por el liderazgo de la FGB en la coyuntura de mediados de 1974. Dicha
reconstrucción demandó investigar distintos niveles (comisiones internas, coordinadoras zonales,
agrupaciones, sindicatos, etc.) e indagar sus articulaciones. En este sentido, fue iluminador verificar que
las distintas redes tienen ritmos propios (por ejemplo, la vitalidad de las agrupaciones a fines de los
cincuenta en contraposición a la desorganización de los lugares de trabajo) y que en ciertas
circunstancias pueden compensarse o reemplazarse (como lo demuestra el creciente protagonismo de
las coordinadoras zonales ante la intervención del sindicato en la segunda mitad de 1974). También, que
los mediadores espaciales, como se los denomina en la literatura, cumplen un papel clave para que todo
ello ocurra. Por esta vía, la interpretación política encuentra fundamentos sociológicos y relacionales
para explicar no solo la naturaleza del conflicto sino su resolución material concreta. En definitiva, y
como conclusión provisoria, es posible afirmar que la aplicación de las nociones de redes densas y
extensas contribuye a enriquecer el estudio de las dinámicas político-sindicales, sobre todo para un
período en el que la fuerte movilización obrera que exacerbó las disputas entre izquierdas y derechas
dentro del mundo sindical, ha tendido a producir una simplificación y estilización de los relatos. La
ventaja de este enfoque es que permite articular de un modo más preciso a actores que de otro modo
48 “Comunicado al gremio gráfico y a nuestro pueblo”, Lista Verde de los Gráficos, 3 de marzo de 1975. La última mención a las
Coordinadoras Zonales registrada: “Federación Gráfica Bonaerense. A los compañeros gráficos”, Comisión General
Administrativa de la Federación Gráfica Bonaerense, 24 de marzo de 1975.49 “Boletín 1 de la Federación Gráfica Bonaerense”, Federación Gráfica Bonaerense, s/f; “8 de octubre: jornada de lucha y
denuncia”, Federación Gráfica Bonaerense, 2 de octubre de 1975.
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suelen ser tratados como partes intercambiables de un todo indiferenciado, según las necesidades
analíticas o narrativas (trabajadoras y trabajadores de base, activistas, comisiones internas,
agrupaciones, sindicatos, y por qué no, la clase). El riesgo, sin embargo, también es grande: reemplazar
el movimiento del conjunto por la descripción de las acciones discretas de sus elementos constitutivos;
en una palabra, la fragmentación del proceso histórico y su licuación en múltiples micro-relatos. No
obstante, para un estudio de caso como el aquí abordado, parecen mayores las ventajas que los riesgos.
Queda planteado el desafío de desarrollar metodologías y conceptos que permitan la integración y
complementación de los distintos niveles analíticos. Esto es clave, porque se vincula directamente con el
proceso de formación y movilización política de la clase trabajadora, que es en definitiva, lo que Mike
Savage quiere capturar.
Por último, lo antedicho se relaciona, a su vez, con una cuestión apenas esbozada en la
ponencia: el estudio sistemático de los modos concretos en que se anudan y articulan las redes extensas
que permiten la movilización a escalas territoriales y organizacionales más amplias. En este sentido, un
posible aporte del trabajo sea la conceptualización de las organizaciones de los trabajadores,
simultáneamente, como redes articuladas en el espacio (comisión interna en la fábrica; las
coordinadoras zonales en los barrios; el sindicato en una industria y un área determinada; etc.), y como
espacios de articulación de redes (el sindicato que potencia y contiene a las comisiones internas; las
comisiones internas, los nucleamientos o el sindicato como espacios en los que operan las agrupaciones
sindicales; etc.). Pero la ponencia no desarrolló ninguna metodología precisa para aproximarse a este
difícil problema. Otra tarea pendiente para futuros trabajos.
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