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Herzlos · personas malas, sé que la gente se lastima todo el tiempo, sé que la crueldad humana...

Date post: 07-Oct-2018
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Herzlos M. R. Márquez ZK
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Page 1: Herzlos · personas malas, sé que la gente se lastima todo el tiempo, sé que la crueldad humana no tiene límites pero… ¿Por qué tú?... Prólogo

Herzlos M. R. Márquez

ZK

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Titulo Original: Herzlos © 2011, M. R. Márquez D.R. © De esta edición: Zavala Kuri

Todos los derechos reservados. ©M. R. Márquez 2014 www.zavala-kuri.co.nr Diseño de cubierta: Darkstone Diseño de interiores: Mariana Zavala Fondo entre partes: http://hdw.eweb4.com/out/102144.html Imágenes por capítulo: M.R. Márquez

ISBN: 978-131-050-517-1 “Herzlos” es una obra registrada en México ante el INDAUTOR, su difusión,

distribución, reproducción parcial o total sin autorización expresa del autor constituye un delito.

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual.

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Esta novela es una obra de ficción. Los nombres, personajes, descripción de

lugares o episodios son producto de la imaginación del autor y se usan ficticiamente. Todos los personajes son ficticios, cualquier parecido con personas vivas o muertas es pura coincidencia.

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Índice Prólogo Primera Parte Ehrlos I.Fremd II.Dumm III. Zeit IV. Das schwarzes Auto. V. Augenblick VI. Warum? VII. Hier VIII. Bitte! IX. Wer ist Ihm? X. Elisa Hite Segunda Parte Sinnlos XI. Der Zug XII. Es ist nicht genug! XIII. Merkwürdig oder unsicher XIV. Was willst Du? XV. Mein lieblingspiel XVI. Du bist nicht Ihm XVII. Merkwürdig ist nicht genug XVIII. Lüge XIX. Matt XX. Niederträchtig Tercera Parte Einspruchlos XXI. Elanlos XXII. Sonia weiss es! XXIII. Heute ist der Tag! XXIV. Zurückkommen XXV. So ist das Leben XXVI. Ich bin nicht von dieser Welt XXVII. Indalo XXVIII. Du kannst mir nicht vormachen XXIX. Auf wiedersehen! XXX. Was ist los? XXXI. Ich kann es nicht glauben! XXXII. Wo ist Seir? XXXIII. Eikka… Epílogo Notas al final Agradecimientos Sobre la autora

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A mi madre, sin cuyas palabras no me habría podido levantar… A Érika, mi hermana, mi mejor amiga, y cómplice, gracias por ayudarme a volar

cuando perdí las alas…

Fireflies will find the way to shine…

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¿Por qué? Mientras más lo pienso menos entiendo, si alguna vez estuvimos juntos y ahora

tenemos que vernos como enemigos, ¿cómo es que las cosas cambiaron tanto entre nosotros?, ¿qué te hizo cambiar de manera tal que eres irreconocible?, ¿qué te hizo cambiar que eres capaz de hacer daño sin mirar atrás? Yo sé que en el mundo hay

personas malas, sé que la gente se lastima todo el tiempo, sé que la crueldad humana no tiene límites pero… ¿Por qué tú?...

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Prólogo Era una noche fría de invierno en 2005, deduzco que hacía frio por el inagotable

vaho que sobresalía entre los labios de las personas, el invierno había comenzado y aún mi cuerpo era incapaz de reconocerlo, debo tener cuidado de lo que hago y cómo luzco cuando me mezclo entre los mortales, después de todo ya no soy parte de este mundo, este mundo que tanto daño me hiciera y al mismo tiempo me regalase tanta dicha; me detuve frente a un aparador de la avenida principal, de pronto había sido atrapado por mi propio reflejo…

Recorrí mi rostro con mis manos, me sorprendí al ver que aún conservo la imagen de aquel muchacho que pretendía vivir en un juego, el juego constante de querer comerse el mundo a puños, de escoger las responsabilidades, de ser un “adulto” para las cosas que quiero y volver a ser “niño” en lo que no me conviene. Después de todo me quedé en el punto medio, el punto exacto en el que no se es nada exactamente, pues se es muy grande para hacer niñerías y se es aún muy torpe para enfrentarse a la vida, mi rostro refleja todo eso, debería lucir mayor pero me he quedado atrapado en este cuerpo que es el recuerdo constante de lo que se quedó incompleto, es la imagen presente de mis 16 años, y exactamente es la imagen constante de quien me ha dañado tanto.

—Eikka…

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HERZLOS

(Sin corazón)

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Primera parte EHRLOS

(Sin honor)

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I

Fremd (Extraño)

La historia que estoy por contar es una historia extraña, no es fácil de entender

y no es fácil de escribir, ni siquiera será fácil de creer y en todo caso no busca la credibilidad…

Alguna vez escuché por ahí que las personas somos circunstanciales, que algunas aparecemos en la vida de alguien más, aunque sea por un minuto con una intención que ni nosotros mismos conocemos, que estamos para enseñarnos los unos a los otros determinadas cosas; o bien para ayudarnos sin siquiera estar conscientes de ello, el día que todo esto comenzó me seguía pareciendo un cuento chino, la verdad… ya no sé ni qué pensar.

Alguna vez admiré el coraje de mi hermano Eikka, ese coraje que extrañamente le daba el valor de hacer cosas que asombrarían a cualquiera, ese coraje que lo llevaba a defender a alguien sin medir las consecuencias; es el mismo coraje que me hace estremecer cuando tengo que enfrentarlo y me hace querer desaparecer para no enterarme de lo mucho o poco que pueda hacer, es el mismo coraje que busco pero no he podido encontrar en mí.

Tiempo y lugar equivocados, cita fatal del destino, accidente, atentado, así tenía que ser… ya que más me da, a veces pienso que no debíamos estar ahí, a veces me pregunto por qué de todos los lugares del mundo que hay para entretenerse fuimos a caer ahí; después de todo nunca me gustaron los trenes, cualquier cosa que pudiera parecerlo me resultaba un tanto aterradora, pero igualmente a Eikka le importaba poco lo que a mí pudiese asustarme, siempre dijo que la mejor forma de enfrentarse al miedo es verlo a la cara y hacer exactamente todo aquello que nos da miedo…

Tal vez, después de todo, había una razón en mí para temer… ¿Crees en los ángeles? Si lo haces… ¿crees que tienen la forma de niños pequeños con alitas llenas de

plumas blancas, o son más bien seres perfectos, llenos de luz y belleza incomparables?… ¿Existen?, ¿son inalcanzables?, ¿son más bien invisibles?, ¿siempre están ahí pero no se dejan ver? Y si no podemos verlos… ¿Cómo podemos saber que están ahí?

Yo no debería de estar aquí, por alguna razón me considero atrapado en este mundo, en esta especie de vida extraña que me ha tocado, ¿vivir? Puedo hacer que me vean cuando quiera y si no lo deseo puedo simplemente desaparecer, no es nada cómodo estar así, no lo niego tiene sus ventajas pero al mismo tiempo puede resultar sumamente doloroso; duele conocer realmente a las personas, duele ver más allá de sus palabras, duele conocer sus intenciones, y, más allá de eso, duele saber que podemos ayudarlos y podemos destruirlos, por mi parte estoy del primer lado, espero un día terminar con todo esto, olvidarme de las reglas y poder permanecer en un solo lugar en el que pueda finalmente descansar.

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El día que todo esto comenzó conocí a Lian una chica en la misma situación en la que Eikka y yo habíamos caído, o al menos eso creía, ella se convirtió en algo así como un maestro, nos habló de las reglas, esas reglas que nadie sabe porqué las sigue pero lo hacemos; nos daba miedo caer del “otro lado”.

Nos enseñó a acercarnos a las personas para ayudarlas, nos dijo exactamente qué hacer y nos consoló por todo lo que había ocurrido, esto no parecía ser tan malo, después de todo; y mientras no me sintiera solo, no había nada que no pudiera soportar… pero tú… Eikka, lo dejaste sin explicación alguna, te dejaste envolver; fuiste seducido y al final… caíste del otro lado.

— ¿Y qué hago yo?, si no puedo perdonarte, si no comprendo lo que pasó, si no acepto lo que eres, si me niego a creer que siempre has sido así, si quiero protegerte y ahora me es prohibido verte…

—Mal por ti hermanito, muy mal por ti, deberías aprenderte las bellas reglas que se imponen para poder seguir flagelándote, al final del día, de la manera más placentera que puedas encontrar… ¿Protegerme? Acaso quieres protegerme, ¿y cómo lo vas a hacer si ni siquiera puedes protegerte? Además, ¿de qué rayos quieres protegerme?, ¿de ustedes?... haznos un favor a ambos y déjate de estupideces que tengo muchas cosas de qué ocuparme.

— ¡Eikka! Lo vi marcharse sin remordimiento, si no tuviera esa expresión fría que ahora

tiene, juraría que es mi reflejo. Ya no puedo verme en el espejo, mi reflejo es el mismo que él puede ver en el espejo… mi hermano gemelo.

Decidí marcharme, no podía quedarme parado ahí como un completo idiota sin entender todo lo que sucedía, tomé mis cosas y volví con Lian, de alguna extraña manera ella sigue siendo un buen consuelo a toda esta situación.

—Lo volviste a ver —dijo apenas atravesé la puerta, o esta chica puede olerlo, o es demasiado sensible.

—Sí —respondí a regañadientes. — ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Deja de buscarlo, eso sólo te hará daño,

él ya no es quien tú creías. —Él es mi hermano, y si hay algo que yo pueda hacer para ayudarlo o él pueda

decir para hacer que yo lo entienda… Me quedé sin más palabras, ahora sí que no tenía mucho qué decir, si él tuviera

algo qué decir ya lo habría hecho, pensé. —Te estás engañando —respondió Lian –. Te estás empeñando en algo que no

es, y no va a ser. —Lian colocó su mano sobre mi cabeza y tras acariciarla se retiró sin mayor aspaviento.

¿No es? Tal vez sea necio pero sigo rehusándome a pensar que quien alguna vez fue mi mejor amigo ahora sea una persona tan despreciable, tomé asiento en el sofá de la sala, parecía tan acogedor que no pude evitar acurrucarme, miré a mi alrededor y noté el espejo sobre la cantina de Lian, me quedé quieto observando mi reflejo, pude ver mis piernas flexionadas sobre el brazo del sofá, mis manos pálidas y visiblemente frágiles colocadas sobre mi cuerpo. No quise ver mi rostro en el reflejo así que hice lo posible por evitarlo, no quería revivir aquel momento en el que Eikka apareció frente a mí; justo cuando contemplaba mi rostro en el aparador, me incorporé y caminé hacia la cantina, observé las botellas sobre la charola y tomé una copa de cristal, la revisé cuidadosamente y me quedé pensando…

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¿Para qué tendrá Lian licor si no podemos saborearlo? Serví Cognac en la copa que sostenía en mi mano y lo probé a sorbos… nada, no

sabía a nada, mi sentido del gusto estaba totalmente atrofiado. — ¿Qué estás haciendo? —preguntó Lian desde las escaleras. —Nada, yo… —Observé a Lian detenidamente… sería posible que ella pudiese

saborearlo –. Oye Lian, ¿te gusta el licor? —pregunté ansioso de escuchar que sólo yo tenía ese problema.

— ¿Pero qué estás diciendo…? —respondió visiblemente irritada –. Me gustaba… ahora no sabe a nada… tú lo sabes también, ¿no es así?

Su actitud cambió de repente, su rostro se tornó amable y apacible, supongo que el recuerdo de aquel placer mundano la ponía nostálgica.

—Sí, no sabe a nada. —Bebí el sobrante en la copa mientras Lian se acomodaba en el sofá que me refugiase apenas unos minutos atrás.

— ¿Pasa algo? —me preguntó pensativa. —Nunca lo he preguntado pero… ¿cómo fue? Quiero decir, ¿qué pasó contigo? — ¿Mi muerte? —Sí, no quiero entrometerme pero… tengo curiosidad. Lian me observó detenidamente, su expresión seria me puso un tanto nervioso,

empezaba a creer que tal vez había preguntado demasiado, lo más probable era que Lian no quisiera tomar el tema, además quién demonios era yo para que ella quisiera compartir eso conmigo.

—Estaba ebria —finalmente respondió poniendo fin al escándalo en mi cabeza. — ¿Perdón? —Estaba ebria, salía de un bar justo a la media noche y me atreví a conducir en

ese estado, debo haberme partido el cuello o algo así pues no recuerdo que me doliera nada, probablemente fue instantáneo.

Me quedé mudo, no sabía qué decir, finalmente yo había preguntado y ella había respondido pero no tenía idea de qué era lo más adecuado para decir en un momento como éste, me senté frente a ella y la observé suplicante de que cambiara el tema, esperaba que pudiera acabar con semejante momento incómodo.

— ¿Te dolió algo en el accidente o te pasó como a mí? —preguntó Lian. —En realidad no lo había pensado… —De hecho no podía recordarlo, supongo

que había sido justo como con Lian, aunque el hecho de que ahora me estuviera preguntando eso; me hizo pensar en cómo habría sido para Eikka –. Creo que no, creo que recordaría si hubiese sentido algún dolor, la verdad es que sólo recuerdo que estaba jugando bromas con mi hermano Eikka en el vagón hasta que la inercia nos arrastró contra el muro y el suelo del vagón, el único dolor que recuerdo fue el golpe contra el muro, después hubo mucho ruido y finalmente ya no pude ver, sentir o escuchar nada, cuando desperté estaba frente a ti en la avenida, Eikka estaba ahí también, pero es lo único que recuerdo.

—Supongo que es así con todos… nadie recuerda el dolor. —Lian se levantó y se marchó dejándome ahí sentado viendo el sofá ahora vacío.

¿Cómo habrá sido para él? Me pregunté, ¿habrá sido doloroso?, ¿acaso fue rápido?… nunca antes había pensado en ello, por alguna extraña razón ahora me preocupaba lo que había pasado con Eikka en ese momento, me recosté en la cama para olvidarme de todo esto aunque fuera sólo por un momento…

—Aki… Aki, ¡despierta ya!

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La voz de Lian interrumpió mis pensamientos, extrañamente había recordado el accidente en el tren una y otra vez, supongo que le di vueltas al asunto tratando de recordar cómo había sido para Eikka.

—Lian… ¿qué pasa? —pregunté desconcertado por la inoportuna interrupción. —Nada, es sólo que se hace tarde, debo salir y quería avisarte que no estaré

aquí por unos días así que tendrás que quedarte solo, trata de no meterte en problemas y por lo que más quieras evita a Eikka.

— ¿Te vas? —pregunté estúpidamente, claro que se iba, qué parte de no estaré por unos días se me había olvidado retomar.

— ¿Qué te acabo de decir?—reclamó con molestia. —Sí, lo sé, perdona, quise decir, ¿a dónde vas? —Te lo explico luego, ahora no tengo tiempo, cuídate y obedece. Lian salió de la habitación inmediatamente. No se me ocurría nada que pudiera

captar su atención de manera tal que tuviese que dejar la casa de esa manera. Bajé a la cocina a ver qué podía hacer para comer, no quería perder aquellas costumbres que me hacían sentir vivo otra vez, aunque ahora no fuera necesario era sumamente importante para mí, abrí el refrigerador y tomé un trozo de melón sin darme cuenta cerré el refrigerador de Lian sin dar importancia a lo que en él había.

Me senté a la mesa y comencé a comer el melón que sostenía en mis manos, estaba absorto tratando de recordar a qué sabía aquel pedazo de fruta que mis dientes destrozaban con singular entusiasmo, terminé mi bocado y me dirigí al basurero para tirar la cascara, la arrojé en el interior de la bolsa y noté lo que había dejado pasar en el refrigerador; el basurero de Lian estaba lleno de envolturas de golosinas y sobres de café.

¿Qué rayos?, pensé, volví al refrigerador para observar lo que mis ojos habían visto sin poner atención, el aparato estaba lleno de comida, había fruta, leche, queso, algunos embutidos e incluso en el congelador una botella de vodka; sería que al igual que yo, Lian quería conservar esas costumbres; o más bien algo había estado pasando a mi alrededor y como de costumbre no lo había notado.

— ¿Por qué?... —susurré, quería entender lo que estaba pasando, quería una respuesta aunque sospechaba que en este punto nada de lo que Lian pudiera decir iba a satisfacer mi necesidad.

Me parecía extraño que Lian guardara toda esa comida, y quisiera mantener esas costumbres que se tienen en vida, es decir entendía el hecho de que quisiera comer y seguir haciendo esas cosas que uno hace cuando está vivo, pero seguir conservando este tipo de alimentos, sobre todo cuando implicaba conservarlos, en ese momento ignoré lo que estaba sucediendo, dejé pasar por alto el hecho de que Lian tuviera comida en casa y que conservara no sólo sus costumbres sino también las responsabilidades de mantener un hogar y los gastos que eso implicaba.

Subí a mi habitación y me vestí lo más rápido que pude, al salir noté la puerta de la habitación de Lian, me acerqué para intentar abrirla pero nada, estaba cerrada con llave tal como lo supuse, una parte de mí me decía que era lógico, después de todo ella era una chica y hasta hace algún tiempo había “vivido” sola con Eikka y conmigo, por otro lado no dejaba de pensar que algo raro estaba sucediendo y que cerrar su habitación con llave no era necesario si sólo vivía conmigo ahora, me tiré en el suelo frente a su puerta para ver si alcanzaba a ver algo raro por debajo de la puerta, pero

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no había manera de ver nada, nunca me había percatado de la gruesa alfombra que cubría el piso de la habitación de Lian.

—Podría entrar pero… —Yo sabía que bien podría introducirme en esa habitación sin necesidad de usar ninguna llave, pero desde hacía un tiempo tanto mi hermano como yo habíamos traducido el hecho de que Lian mantuviera esa puerta cerrada como una clara señal de que no quería a nadie ahí dentro, si algo habíamos conservado mi hermano y yo, era el respeto por los demás, no quería entrar sin que Lian me diera su autorización.

Me levanté decepcionado y aun más intrigado, me preguntaba si acaso Eikka había notado algo que yo no, y esa era la razón por la que se había marchado.

—Tengo que verlo, tengo que preguntarle. Bajé corriendo hasta llegar a la puerta y salí lo más rápido que pude, antes de

llegar al último escalón del pórtico pude escuchar la puerta azotarse tras de mí, corrí con toda la fuerza que mi cuerpo me podía dar, estaba nervioso, ansioso y desesperado por encontrar una respuesta, de pronto mi paranoia encontraba su raíz en Lian, a quien yo consideraba más que una amiga, mi protección en todo este asunto.

Llegué al muelle en el que por alguna extraña razón sabía que Eikka aparecería de un momento a otro, busqué y busqué con desesperación, estaba impaciente por que apareciera y nada. Veía a la gente pasar a mi alrededor y comenzaba a importarme un comino lo que sucediera con ellos, mi necesidad de ver a Eikka era mucho mayor que mi deseo por ayudar a alguien, de pronto vi a una niña tratando de alcanzar un globo enredado en un poste junto al muelle, no parecía una tarea difícil si considerábamos que el poste estaba a menos de un metro del muelle y el globo estaba como a un metro y medio de altura, tarea fácil para cualquiera, pero se trataba de una niña pequeña.

Pude ver el riesgo que implicaba que siguiera intentándolo, en cualquier momento podía caer en el agua y de no saber nadar seguramente moriría ahogada, me acerqué a ella y esperando a que nadie notara el punto exacto en el que nos encontrábamos, me hice visible.

— ¿Necesitas ayuda? —le pregunté a la pequeña, quien volteó a verme con una expresión de alivio y alegría al mismo tiempo.

—El globo, quiero alcanzarlo. Tomé el globo entre mis manos y jalé el cordón para liberarlo del poste. —Aquí tienes. —dije mientras entregaba el globo a la pequeña quien sonreía y

se alejaba de mí, corriendo. —Ni siquiera dan las gracias —dijo una voz detrás de mí. — ¿Eikka? —Viré para ver de dónde venía la voz, estaba convencido que se

trataba de Eikka, esa voz era inconfundible para mí — ¿Eikka? —pregunté con más fuerza, de pronto sentí que me empujaban hacia el borde del muelle como si quisieran que cayera al mar, me abracé del barandal para evitar perder el equilibrio y finalmente apareció Eikka sentado sobre un poste.

—Yo la habría dejado caer, o mejor la habría ayudado a caer, habría sido muy divertido creéme —dijo mi hermano gemelo con singular cinismo — Bueno ya, ¿qué rayos quieres?

— ¿Cómo? — ¿Qué demonios quieres? —preguntó Eikka ya un tanto molesto.

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—Yo… ¿sabías que estaba aquí? —Te he estado viendo dar de vueltas como un completo imbécil, y ya que

ninguno de tus patéticos compañeros se ha dignado a venir supongo que estás aquí por mí; pero si no es así me largo… ¡Ciao!

— ¡No, espera!, estoy aquí para verte —grité con desesperación. Eikka detuvo su paso sobre el muelle y se dio la vuelta para verme, su mirada

agresiva podía asustarme pero de alguna forma tenía confianza en él, su expresión indiferente no había cambiado lo que yo sentía por él, comenzó a acercarse y justo antes de llegar al punto en el que había tomado asiento pateó un balón que un grupo de niños estaba tratando de recuperar de manera tal que el juguete quedo flotando en mitad del mar.

— ¿Por qué hizo eso? —cuestionó uno de los pequeños a mi hermano Eikka, quien sin mayor molestia se limitó a decir:

—Porque me dio la gana, ahora lárgate si no quieres que también te dé unas lecciones de natación para que recuperes la pelota.

La frialdad de mi hermano asustó al pequeño quien se quedó de pie frente a Eikka, en sus ojos se podía ver que deseaba llorar.

—Adiós niño, ya vete —agregó Eikka. —Eikka…—susurré. —No te metas, o tendré que hacer que recuperes su balón con el hocico. Me quedé estupefacto, Eikka estaba haciendo tonterías dignas de un mocoso

de secundaria con el cinismo de un delincuente, y encima yo estaba presenciando todo sin decir nada, finalmente el niño se alejó llorando y volvió donde sus amigos y familiares pasaban el tiempo.

— ¿Qué te pasa? —preguntó Eikka en un tono casi amigable pero sin dirigirme la mirada.

—Es Lian… creo que ella es diferente a mí. —Por supuesto que es diferente, ella es una chica, como eres tarado. —No, quiero decir; no en ese aspecto, es más bien que creo que ella no es

como nosotros, no siente las mismas cosas que nosotros y definitivamente algo está muy raro.

—Hazte un favor y déjate de mierdas, no te metas donde no te llaman y no la hagas al inspector que para nada te va —me interrumpió Eikka.

—Pero… — ¡Nada!... es mejor de esta manera, de cualquier forma no deberías estar

aquí, si se me diera la gana podría meterte en muchos problemas, lo mejor es que te vayas a jugar al benefactor.

El padre del pequeño, al que Eikka hubiera molestado previamente; se acercó a nosotros, supongo que el niño le contó lo que había ocurrido.

—Disculpen –dijo mientras se acercaba a nosotros, mi hermano se dio la vuelta para quedar de frente a él –, mi hijo dice que ustedes han arrojado su balón al mar, quisiera pedirles que se lo devuelvan.

—Se equivoca –respondió mi hermano. — ¿Cómo dice? –Continuó el hombre. —Digo que se equivoca. —Mi hijo no es ningún mentiroso, si él dice que ustedes han arrojado su balón

al mar, le creo.

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—Pues bien, su hijo no se ha equivocado en decirle que han arrojado su pelota al mar, pero sí se ha equivocado en decirle que hemos sido nosotros, no fuimos nosotros, fui yo.

En este punto la aclaración de Eikka me parecía estúpida, qué sentido tenía hacerle saber al hombre que él había arrojado el balón al mar.

—Pues bien, quiero que se lo devuelvas –declaró el hombre visiblemente molesto y en un tono imperativo.

—No –respondió mi hermano. — ¿Cómo? —Le digo que no, no se me da la gana, además usted debería de verlo como un

enorme favor que le he hecho, así no tendrá que soportar a un mocoso que pierde el tiempo en estupideces, ¿qué no le resulta molesto verlo jugar y perder el tiempo con una estúpida pelota?

—Es un niño –respondió el hombre extrañado. —Es un niño, es un niño, esos son pretextos idiotas, como sea me tengo que ir,

tengo muchos problemas que armar y mucha gente que molestar. —Eikka… —susurré mientras se alejaba de nosotros. Se marchó sin nada más que decir, tal parecía que mi asunto lo había alterado;

de cualquier forma, yo no estaría tranquilo hasta descifrar todo este asunto sobre Lian, seguía pensando que algo raro estaba pasando. El hombre con el que mi hermano había discutido hacía apenas unos segundos se me quedó viendo extrañado, no sabía qué decirle así que me limité a verlo esbozando una ligera sonrisa y después de un largo silencio se alejó de mí.

Me alejé del muelle para distraerme, no quería tener más cosas en qué pensar que pudieran meterme más cosas en la cabeza y me hicieran actuar de forma extraña ante Lian, después de todo yo seguía permaneciedo con ella y no quería que las cosas se pusieran complicadas, recorrí el centro para distraerme, entré a las tiendas y maté los minutos revisando la mercancía en exhibición, en realidad ir a las tiendas a vagar sin rumbo no era algo que a mí me gustara hacer, pero en este preciso momento no se me ocurría otra cosa mejor para dejar pasar el tiempo.

Mientras revisaba los discos de estreno el sonido de una voz femenina captó mi atención, el tono dulce y cálido de aquella voz me hizo experimentar una paz interior difícil de explicar, miré a mi alrededor para encontrar a la dueña de tan hermosa voz pero no obtuve resultados, para cuando me di cuenta ya había dejado de escucharla, salí de la tienda de discos un tanto decepcionado, me había quedado con ganas de por lo menos ver a la persona que había sido dueña de mi atención sin querer hacerlo.

Entré a la plaza comercial con la plena intención de no hacer nada, no quería ver a nadie ni escuchar nada, por mucho que lo intentaba no lograba disolver mis pensamientos sobre Lian, me senté en la orilla de la fuente a ver a la gente pasar, podía escuchar a los niños jugar con el agua de la fuente, a los adultos platicar de cosas que, al final del día, no tienen importancia y pude ver a todos aquellos cuya diferencia conmigo era simplemente la mortalidad.

Me quedé mirando fijamente el reflejo en el aparador de una joyería, sin levantarme de la fuente noté una silueta que captó mi atención, no tenía que voltear para verificar de quién se trataba, sabía perfectamente que aquella silueta que jugaba coqueteando con un grupo de jovencitas pertenecía a mi hermano Eikka, quien se

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dejaba ver sólo cuando quería fastidiar a alguien, me incorporé y comencé a caminar en dirección a él sin que lo notara.

— ¡Eikka! —Interrumpí su jugueteo. —Vaya, vaya… pero mira nada más si es, ni más ni menos, que mi hermanito

gemelo Aki. —expresó Eikka en tono burlón mientras abrazaba a una de las chicas. —Nos hubieras dicho que tenías un hermano gemelo —agregó una de las

acompañantes de mi hermano. —No hacía falta, sabía que de un momento a otro nos complacería con su

presencia —respondió mi hermano mirándome fijamente. —Me permiten un momento con Eikka —agregué sin quitar la mirada de mi

hermano, quien seguía viéndome fijamente, era como si tratara de intimidarme, sin embargo, esta vez no estaba teniendo resultados.

—Ahora vuelvo —dijo separándose de sus acompañantes.

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II

Dumm (Estúpido)

— ¿Qué rayos estás haciendo? —cuestioné a Eikka, esperanzado de que lo que

fuera que se le hubiera metido en la cabeza lo dejara de lado. —Juego —Se limitó a decir. —Eso ya lo veo, lo que quiero decir es, ¿qué estás planeando ahora? Eikka se me quedó viendo por un momento y finalmente respondió mientras

prendía fuego a un cigarrillo. —Si quieres saberlo tendrás que acompañarme —expresó con el cigarro entre

sus labios —. Es mejor si lo ves en primera fila —finalizó liberando el humo del cigarrillo.

—Sabes que no estoy para juegos —respondí agitando mi brazo para alejar el molesto humo del cigarrillo de mi hermano.

Eikka comenzó a reír escandalosamente debido a mi reacción por el humo, colocó su brazo sobre mis hombros tal como solía hacerlo en el pasado y en un tono amigable continuó con su jugueteo.

—Hermanito, hermanito, ya te lo dije estoy jugando; aunque eso no necesariamente signifique que pierdo el tiempo, sabes bien que tú buscas cosas diferentes a lo que yo busco, y es por ello que si quieres saber lo que estoy buscando tendrás que acompañarme, ahora bien, si prefieres dejarlo pasar y darme mi espacio para divertirme a mis anchas yo estaré sumamente complacido.

El cinismo de Eikka me resultaba bastante molesto, él sabía perfectamente que ahora que lo había encontrado planeando alguna tontería estaba moralmente comprometido a intentar evitarlo, aun cuando me molestaba verlo hacer sus tonterías no podía dejarlo pasar.

— ¿Qué vas a hacer? —pregunté esperanzado de que al menos me dijera qué tramaba.

—Si te digo te estaría haciendo el trabajo, qué tal si nos vamos todos juntos a tomar una copa y a cenar, eso me suena a un mejor plan que decirte lo que quiero hacer y pelear contigo por tus llantenes.

Eikka me llevó abrazado de vuelta al grupo de chicas y procedió a hacerles la invitación a cenar y “pasar un momento agradable”, cosa que por supuesto ellas no rechazarían; así pues, fuimos a un restaurante de comida italiana ubicado justo frente al mar y, entre copas de vino y condimentos, mi hermano se hizo de la atención de Alexia, una de las chicas con las que habíamos llegado; a quien supuestamente la había dejado esperando su novio en una fraudulenta cita que habían acordado iniciar en el centro comercial.

—Definitivamente la estoy pasando mucho mejor aquí de lo que la estaría pasando con él —exclamó Alexia abrazando a Eikka quien no dejaba de verme con una expresión casi burlona por todo el asunto, era evidente que las copas estaban haciendo su efecto en la mujer que se divertía al lado de mi hermano.

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—Sí, definitivamente nos estamos divirtiendo mucho, ¿no es así Aki? —Eikka me miraba fijamente a los ojos con esa frialdad tan característica de él, su mano derecha sostenía la copa casi vacía de vino tinto con la que jugueteaba, mientras su mano izquierda se divertía sobre la pierna al descubierto de Alexia.

—Ajá —respondí sin mucho ánimo. —Tal vez Aki esté buscando un mejor entretenimiento —añadió Grace, una de

las amigas de Alexia mientras jugueteaba con mi cabello. Respondí al jugueteo liberándome lentamente de las manos de Grace, poniendo de pretexto que deseaba beber más vino, tomé mi copa y vacié lo que restaba del líquido en la botella. De pronto vi a Eikka besar a Alexia y empecé a armar el rompecabezas, si Eikka quisiera divertirse simplemente con esta chica todo habría servido para entretenerlo, así que debía haber algo más, algo que estaba dejando pasar y ciertamente Eikka no estaba aquí para provocarme pues no había emitido opinión alguna ante el comentario de Grace.

—Deberíamos ir a un lugar más privado —murmuró Alexia en el oído de Eikka quien la tomó de la mano y se levantó dejándome solo con Grace y Olivia.

— ¿Quién va a pagar la cuenta? —preguntó Olivia preocupada al ver que Eikka se marchaba.

—No te preocupes niña, volveré en menos de lo que te imaginas —respondió Eikka justo antes de cruzar la puerta.

Grace, Olivia y yo nos quedamos viendo los unos a los otros y, al intentar dejar la mesa para detener a Eikka, Olivia tomó mi brazo.

—De ninguna manera, tú no te vas de aquí, eres la garantía para que este tipo regrese.

— ¿Eso es lo que piensas? —pregunté un poco molesto por la angustia que me generaba que Eikka hiciera algo malo y yo estuviera perdiendo el tiempo.

—Por supuesto, eres su hermano, ¿no? —Eso no te garantiza que volverá, además Eikka y yo casi no nos vemos,

déjame ir –dije tratando de liberarme de Olivia. —Ya te dije que no. —Olivia me jaló de manera tal que terminé sentado a su

lado, antes de que pudiera volver a intentar zafarme Eikka regresó por la puerta principal, aunque esta vez venía sin Alexia.

Se acercó al mesero y le entregó un fajo de billetes por concepto del pago de la cena, tomó un cigarrillo de la cajetilla que sostenía el mesero y se acercó a la mesa en la que estábamos nosotros.

— ¿Ya nos vamos? —me preguntó mientras buscaba su encendedor en los bolsillos de su abrigo.

— ¿Y Alexia? —cuestionó Grace. —Se fue a su casa, estaba algo indispuesta. —Encendió el cigarro antes de

mirarme —, ¿Aki? —levantó la mirada hacia donde me encontraba yo, y; como si se tratara de un encantador de serpientes, obedecí a su instrucción de largarnos de ahí, sin preguntar nada más me levanté cual muñeco de trapo, sin voluntad propia y temeroso de lo que estaba por escuchar.

Eikka caminaba frente a mí a la orilla del mar, y yo era incapaz de preguntar qué había pasado, sabía que había fallado en detener a Eikka, y pensaba estúpidamente que si no me enteraba de lo sucedido entonces yo no había tenido que ver.

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—Gracias por ayudarme a entretener a ese par de arpías —dijo finalmente Eikka destruyendo el silencio que había entre nosotros.

— ¿Cómo? —no sabía qué decir. —Sí, jamás lo habría logrado si ese par estaban cerca, pero fuiste muy útil al

quedarte con ellas en el restaurante. — ¿Qué hiciste? —pregunté haciéndome de valor, con ese sentimiento de

culpa y decepción que se adueñaba de mí. —Yo no hice nada, simplemente arreglé las cosas para que Alexia pudiese

encontrar su destino final. — ¿Qué? —Es como una cita, lo sabes bien por experiencia propia, simplemente hace

falta poner a la persona ideal en lo que llamaríamos tiempo y lugar equivocados. —Eikka… —No podía creer lo que mis oídos escuchaban, mi hermano había

puesto a Alexia en una situación de riesgo intencionalmente. —Te lo repito, yo no hice nada, y lo que resulte del asunto será el libre albedrío

de ambos, yo sólo ayudé a una persona despreciable a encontrarse con una persona en un estado de entretenida embriaguez.

— ¿Qué hiciste? —pregunté a gritos cansado de los cuentos de Eikka. —La subí a un taxi con destino a casa. —Eso no es nada malo —respondí —Sí, lo malo es que el taxista es un buscado asesino en serie, te digo, es

problema de Alexia si el tipo se enoja con ella al ver que no lleva un quinto. Recordé todo de nuevo, el mesero, el fajo de billetes y Eikka entregándoselo a

éste. —Le robaste a Alexia para pagar la cena. —Pero qué listo eres, por supuesto que lo hice sino cómo esperabas que

pagara, ¿con cuerpomático? Ya sabes lo que dicen, “no robarás” y esto no fue un robo, después de todo Alexia también cenó, ¿qué no? Simplemente se quiso poner espléndida con sus amigas y con nosotros al invitarnos la cena.

Eikka había arreglado las cosas intencionalmente para que Alexia estuviera en un estado vulnerable ante cualquier ataque, y había reducido las posibilidades de evitar que su viaje fuera simplemente eso al dejarla sin dinero para provocar la ira del taxista, y yo había estado ahí sin hacer nada, estuve ahí y dejé pasar todo…

—Te veo luego Aki, tengo cosas que hacer y tú vas a pensar mucho seguramente.

Vi a Eikka alejarse lentamente, sus pasos se perdieron entre la arena del mar y yo lo único que quería hacer era dejarme caer sobre el agua, me sentía estúpido y débil, me sentía fatal por haber sido un completo inútil para detener a Eikka.

—…Es como una cita, lo sabes bien por experiencia propia, simplemente hace falta poner a la persona ideal en lo que llamaríamos tiempo y lugar equivocados … Te lo repito, yo no hice nada, y lo que resulte del asunto será el libre albedrío de ambos—

¿Libre albedrío?... me pasé la noche pensando en ello, ¿cómo podía Eikka hablar de libre albedrío, si él mismo había preparado todo? Se trataba de un plan calculado, lo único que podía alterarlo era que se apareciera un tercero en la escena, pues pensar en la posibilidad de que el sujeto al volante se apiadara de Alexia, estaba muy lejana.

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Me levanté desganado por completo no tenía deseos de ver a nadie ni de hacer nada, encendí el televisor esperando que en las noticias matutinas no se hablara nada al respecto, quería creer en la posibilidad de que aquello del libre albedrío evitara lo que veía inminente; sin embargo, no fue así, justo antes de terminar el noticiero, el presentador del programa daba la noticia de que la policía había encontrado el cuerpo de una chica a la orilla del mar, la noticia era terrible, la mujer de la que se hablaba había sido víctima de abuso físico y sexual, se creía que había sido víctima de un probable asalto o tal vez un crimen pasional; por supuesto no podían mostrar imágenes por respeto a la audiencia pero no necesitaba mucho para saber que, de quién hablaban, era Alexia.

Me desplomé sobre la alfombra de la sala, Eikka lo había hecho, había acomodado todo para que una atrocidad así ocurriera, y estúpidamente yo había cooperado en esto sin saberlo, de verdad eres inteligente y macabro, pensé.

No había manera de que pudiesen involucrarlo, pues al haber dejado a Alexia sin dinero era lógico pensar que fuese asaltada, y de cualquier forma en caso de que la policía contactara a las amigas de Alexia ellos jamás podrían contactar a Eikka, el video de la cámara de seguridad del restaurante mostraría a mi hermano regresando al restaurante después de haber acompañado a Alexia al exterior…

— ¡Maldición! —exclamé lleno de ira e impotencia, estúpidamente quería que alguien detuviera a Eikka, no me importaba quién, mi irracionalidad me quería hacer creer que alguien como la policía podría hacerlo aun sabiendo que no estaban en condiciones de hacerlo.

—Si no soy yo… Esto estaba en nuestras manos, sólo aquellos que habíamos caído en esta

condición podíamos hacerlo pero, ¿qué tan fácil sería hacerlo sin dañar a Eikka? Me seguía preocupando su seguridad, no quería que lo lastimaran a pesar del daño que él estaba haciendo.

La única forma de asegurarme de que estuviera bien era encargarme yo mismo de él, de alguna forma tendría que hacer todo lo que me correspondía sumándolo a mi tarea de cuidar de Eikka, y esto sin que fuera evidente, después de todo encontrarme en la posición de proteger a mi enemigo no era nada conveniente.

Y el sólo hecho de pensar en que tendría que estar muy pendiente de todas la jugarretas de Eikka para poder impedir que hiciera lo que se le diera la gana, me ponía de nervios, ¿cómo haría para cumplir con mis obligaciones y al mismo tiempo jugar a los acertijos con Eikka? Si estando a su lado ya había fracasado de la peor manera…

Pasé todo el día pensando en el asunto, se me fue el día entero tratando de planear mi estrategia para descifrar a Eikka, sin darme cuenta, había llegado la noche y no había hecho otra cosa más que discutir en mi cabeza sobre todo esto, ese día ni me paso por la cabeza hacer una de las actividades que buscaba conservar de lo que fue mi vida, parecía un zombi dando vueltas por toda la casa, revisaba las cosas y papeles que Eikka había dejado olvidados tratando de encontrar algo que me diera alguna pista sobre mi hermano, buscaba cualquier cosa, lo que fuera que pudiera decirme algo, los lugares que le gustaba frecuentar, a quiénes había ayudado mientras estuvo aquí, si había tenido algún contacto personal con alguien… cualquier cosa me era necesaria, comenzaba a desesperar por no encontrar nada cuando escuché la puerta de la casa, Lian había llegado.

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Dirigí la vista hacia el antiguo reloj que colgaba de la pared del pasillo y noté que eran las tres de la mañana, ¿qué rayos?, pensé. Entré en mi habitación haciendo el menor ruido posible para que Lian no se diera cuenta de que estaba pendiente, me recargué contra la puerta y pasado un tiempo, volví a escuchar el ruido de la puerta al abrirse; Lian se había marchado, había ido a casa sólo por un momento y, sin más, se había largado de nuevo.

¿Viene todos los días? Se me ocurrió pensar que tal vez Lian había estado en casa a esa hora, durante los últimos días y no lo había notado, me acerqué a la ventana para ver a Lian perderse en la oscuridad, me senté sobre el escritorio y finalmente comencé a percibir este cuerpo completamente agotado, pesaba tanto que ya no pude moverlo supongo que me quedé dormido ahí hasta el día siguiente en el que sería sorprendido por la imagen que me había quitado el sueño.

— ¿Qué rayos haces? —preguntó Eikka dándome un pellizco en el cuello, desperté apresuradamente olvidando que estaba sobre el escritorio, el susto me llevó rápidamente hacia el suelo—. Aki… ¿qué carajo hiciste en esta casa?— cuestionó mi hermano revolviendo las cartas y cosas que había dejado sobre la cama.

— ¿Qué haces aquí? —pregunté un tanto molesto por la invasión que Eikka hacía en un lugar al que ya no pertenecía, al mismo tiempo me preocupaba que pudiera darse cuenta de lo que planeaba o pensaba, no sabía en realidad de qué tanto era capaz ahora que no pertenecía a nosotros, no sabía qué habilidades tenía.

—Vine a visitarte, me di cuenta de que ayer no estuviste por ningún lado y me imaginé que estarías abrazando alguna almohada después de ver el noticiero local, no para dormir, claro está.

— ¡Lárgate! —ordené lleno de ira. — ¿Aki? — ¡Lárgate ya! No quería verlo, no quería tenerlo cerca, no ahora que me sentía así; la única

forma de que quisiera protegerlo sería logrando que sus malas jugadas no me afectaran y en este preciso instante me era imposible.

Eikka se me quedó viendo detenidamente, recorrió mi rostro con su mirada y tras un silencio sepulcral finalmente atinó a decir.

— Sabes que ésta no será la última vez que te haga sentir así, ¿verdad? Asentí con la cabeza, estaba lleno de ira e impotencia, me sentía confundido y

no sabía exactamente lo que debía hacer, pero me había prometido a mí mismo hacer lo posible para detener a Eikka.

Mi hermano salió por la puerta y pude verlo desvanecer en el pasillo, recogí los papeles que Eikka había revuelto sobre la cama y los guardé en un cajón del escritorio, al cerrar el cajón noté una fotografía anclada al marco del espejo, era una de las cosas que Lian había recuperado para nosotros el día del accidente, en ella se nos podía ver abrazados saliendo de lo que parecía ser un teatro o algo así, en realidad éramos muy pequeños y no lograba recordar cuándo habíamos tomado esa imagen, Eikka solía cargar esa fotografía en una libreta en la que anotaba todo lo que le ocurría, era una especie de diario que no dejaba a nadie leer.

Había buscado ese diario durante todo el día anterior y no había podido encontrar nada, seguramente Eikka se lo había llevado con él y, de ser así, no tendría posibilidad alguna de acceder a él.

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Tan pronto como Eikka se marchó tomé mis cosas y me decidí a alistarme para salir, bajé las escaleras rápidamente y salí por la puerta trasera de la casa, era necesario que me despejara para así poder concentrarme en lo que me había propuesto.

Caminaba por el malecón cuando alcancé a escuchar la voz de Lian llamándome.

—Aki… espera Aki. Me di la vuelta para encontrar a Lian cuando me percaté de su presencia. — ¿Adónde vas con tanta prisa? —Sólo caminaba —respondí tímidamente, estaba extrañado por la repentina

aparición de Lian y sobre todo por el entusiasmo mostrado por aquella delicada y pálida figura que se había acercado corriendo hacia mí.

—Tengo muchas cosas que contarte. Lian me tomó de la mano y me llevó hasta la orilla del mar, en donde podíamos

ver a los niños jugando con la espuma que el agua formaba sobre la arena, nuestros pies eran cubiertos momentáneamente por el agua de las olas y al mismo tiempo se hundían en la arena mojada.

—Tenemos algo que hacer —musitó Lian mientras sacudía un pie para liberarse de la arena.

— ¿Qué? —Se trata de un hombre… se ha hecho de una fortuna incalculable estafando y

abusando de muchas personas, tenemos que detenerlo. — ¿Cómo? Lian se me quedó viendo como si mi pregunta la hubiese congelado, tal parecía

que mi lógica no le parecía tan lógica, me resultaba comprensible preguntar cómo rayos haríamos para detener a dicho sujeto.

—Tendremos que observarlo, lo vigilaremos y encontraremos un punto quebrantable, algún error, algo con lo que podamos exhibirlo, créeme se trata de alguien con mucho poder, así que si encontramos algo con lo que podamos hacer que lo delaten ante los medios, podremos detenerlo.

— ¿Vigilarlo? —Sí, esa será tu labor, yo por mi parte me encargaré de todo lo demás una vez

que hayas conseguido encontrar algo. — ¿Yo? —Sí Aki, tú eres hombre y en el caso de que necesites hacerte visible ya

encontrarás algo que inventar para justificar tu presencia ahí, el tipo es casado, imagínate cuantas trabas voy a encontrar si quiero acercarme a él.

El argumento de Lian no era tan bueno, es decir me sonaba lógico pero aun así no terminaba de convencerme del todo, de cualquier forma acepté; no tenía la menor idea de qué demonios haría para obtener la información que Lian necesitaba, y ni siquiera sabía qué información era la que se necesitaba, pero ya encontraría la manera de hacerlo.

—Bien, lo haré; pero será lo único en lo que trabajaré para poder darle a esto toda mi atención.

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III Zeit

(Tiempo) Por supuesto que perseguir a este sujeto no iba a ocupar todo mi tiempo, pero

éste era el pretexto ideal para poder estar pendiente de Eikka sin que Lian cuestionara mis acciones, después de todo ella estaría convencida de que estaba haciendo mi trabajo.

—Muy bien, que sea así, pero debes esforzarte, necesitamos hacer a este sujeto pagar por todos sus fraudes— respondió Lian con un tono casi imperativo. Sonaba convencida de lo que se proponía, y creo haberla convencido de que todo este embrollo me interesaba de alguna forma, en el fondo no tenía cabeza para esas cosas, pero esto me daba tiempo y una buena coartada para no estar con Lian en mis ratos libres y poder ocuparme de los asuntos de Eikka.

Me quedé solo, de frente al océano viendo ir y venir las algas acumuladas en la playa, me imaginaba que cuando llegara a casa; Lian me recibiría con un gran archivo lleno de información sobre el individuo a perseguir y eso me generaba un gran sentimiento de ansiedad y flojera, esto de hacerla al investigador me causaba molestia, y más aun cuando corría el riesgo de ser sorprendido y no tener la menor idea de qué decir en una situación como esa. Ahora que lo pienso, creo que lo más complicado era explicar el hecho de cómo esa información llegaría a manos de alguien más, yo por mi parte simplemente tenía que desaparecer sin más y no había forma de que me relacionaran con nada, después de todo era como Eikka solía decir… “yo ya no estoy aquí”

Suspiré profundamente una vez más y me dispuse a ir con Lian. Disfrutaba del reflejo del sol a media tarde sobre el agua agitada, es realmente extraño caminar entre la gente sin que ésta pueda dar cuenta de tu presencia, creo que es algo a lo que más trabajo cuesta acostumbrarse, las personas van y vienen frente a tus ojos sin poder verte.

Finalmente llegué a casa con Lian y para mi sorpresa sólo encontré un sobre en la mesa de la cocina, en su interior había varios papeles y una nota de Lian dirigida a mí.

“Aki, aquí está todo lo que necesitas para ubicarlo, lo demás es tu trabajo, Lian” Qué amable, pensé, así que ahora lo único que tenía que hacer era ubicar al

sujeto, perseguirlo, espiarlo y decirle a Lian todo lo que sucediera, esto sí que era halagador; había pasado de cuidar personas a perseguirlas para, de una u otra forma, le gustase o no a Lian; hacerle daño a él, aun cuando sirviera para ayudar a alguien más no había manera de hacerlo sin lastimar por lo menos a alguien.

Como sea, tomé el sobre y revisé los documentos, no había más que un montón de notas con direcciones de sitios que este sujeto solía frecuentar, así como fotografías y la dirección de su casa y trabajo, esta vez Lian no se había esmerado mucho en conseguir información, era evidente que tendría que hacerlo todo yo. Creo haber suspirado en señal de hartazgo pero igualmente ya había decidido ayudar a Lian, lo que no comprendía era en dónde rayos se había metido ella.

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El siguiente día revisé por última vez los papeles que Lian había guardado en el sobre, memoricé las direcciones y presté especial atención a las fotografías, me quedé atrapado por una de ellas en las que figuraba este sujeto junto a su familia, en la imagen podía verlo abrazando a los que yo suponía eran sus hijos, 2 niños pequeños y una niña, evidentemente todos menores de 10 años, tomé la fotografía entre mis manos y no pude evitar relacionarla con mi historia personal, ver a esos 2 niños juntos me recordaba tanto a Eikka.

—No somos ellos —me dije a mí mismo, y finalmente me preparé para salir en busca del señor “Carver”.

Esperé pacientemente en el restaurante en el que solía desayunar de acuerdo a las notas de Lian, me paseaba entre las mesas para evitar ser abrumado por el aburrimiento, cuando de pronto apareció frente a mis ojos. El señor Carver esperaba a que le asignaran una mesa mientras conversaba con otros dos hombres que le acompañaban. La anfitriona del lugar mencionó su apellido en señal de que había una mesa disponible y el grupo siguió a la señorita hasta el lugar, me moví entre los comensales para tomar mi lugar justo a la diestra del señor Carver, es en momentos como éste en el que uno aprecia poder hacer cosas como ésta.

Desayunaron y conversaron de temas comunes, en realidad nada de lo que había escuchado durante el desayuno había despertado algún tipo de sospecha, me parecía un tipo muy normal, con ocupaciones normales, así fue que me enteré que su hija, ahora de 15 años, planeaba estudiar diseño y sus hijos eran excelentes deportistas, él se dedicaba a las telecomunicaciones, y su empresa estaba en búsqueda de la expansión, nada que me pareciera anormal.

Lo acompañé a su oficina y nada, todo se veía normal en realidad no me parecía que fuera ese hombre malvado que andaba defraudando a la gente de aquí para allá. Por la tarde lo visitó su hija estaban arreglando todo para festejar el cumpleaños de uno de los chicos, quien cumpliría 17 años, habían planeado celebrar su cumpleaños en un conocido centro nocturno de la ciudad pero por razones de espacio habían tenido que cancelarlo; razón por la cual la casa de la familia Carver sería el escenario de la celebración; el padre planeaba regalarle un auto a su hijo, y no tenía idea de qué tipo de carro le gustaría, así que su hija había acudido para entregarle una lista de modelos que a su hermano le parecían atractivos.

¿Quién le regala un auto a un mocoso de 17 años? Pensé. — ¡Vamos ya!, que se hace tarde —dijo la joven tomando del brazo a su padre. —Aún tengo cosas que hacer —respondió el señor Carver sosteniendo unos

folders entre sus manos. —Papá apúrate que se hace tarde, puedes revisar eso después –dijo la joven

tratando de apresurar a su padre para que dejara de revisar los asuntos de su oficina. —Ya, ya, vale vamos a ver eso para que pueda volver a la oficina –respondió el

hombre dejando a un lado los documentos que había estado revisando. Salimos de la oficina con dirección a la concesionaria, esta chica parecía muy

entusiasmada con todo este asunto de la fiesta, caminaba dando brincos al lado de su padre, justo como un niño pequeño que juguetea en un parque, subimos al elevador y lo único que escuchaba era una discusión sobre descapotables y deportivos que en este momento me parecía insulsa, seguramente en otras condiciones yo también habría estado entusiasmado con la idea.

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Al llegar a la concesionaria el señor Carver y su hija revisaron varios autos, en realidad tengo que decir que la hija del señor Carver se veía más entusiasmada que su padre, supongo que era lógico, después de todo no sería ella quien desembolsaría la nada despreciable cantidad superior a los treinta mil Euros. Revisaron varios modelos hasta finalmente decidirse por un auto descapotable color negro.

—Es hermoso papá, seguro a Jillian le va a encantar –exclamó la joven reflejando el entusiasmo que le provocaba la sola idea de regalar un auto a su hermano.

—Sí, sí, espero que lo cuide, no quisiera tener problemas con él por el auto —añadió el hombre un tanto serio ante el asunto.

— ¡Ay papá!, no te preocupes, ya verás que todo sale muy bien, dime que vas a llegar a tiempo, no queremos que te retrases, es una fecha especial y lo más indicado es que llegues a tiempo.

—Ahí estaré. La chica se despidió besando a su padre en la mejilla, la vi desaparecer entre la

gente que caminaba por la calle haciendo sus compras, seguí al señor Carver de vuelta al trabajo, aunque en realidad creía más entretenido seguir a su hija.

Sí, lo sé; eso ya no me tocaba, me había perdido de todo ello el día que morí… pero de alguna forma uno no deja esas cosas atrás; siempre están presentes. Regresamos a su oficina, su aburrida y fría oficina en el séptimo piso de un edificio en el centro, lo único bueno del lugar era la increíble, aunque lejana, vista que se tenía desde esa oficina hacia el mar.

El resto del día: nada, en realidad no encontraba nada, empezaba a aburrirme de estar junto a un hombre que, a mi juicio; no era nada de lo que Lian lo acusaba, hasta que por fin llegó a mi alcance la información que suponía era lo que Lian buscaba. El señor Carver sacó del cajón de su escritorio un archivo con estados de cuentas que este hombre había puesto a nombre de otras personas, supuse que eran cuentas del señor Carver porque de qué otra manera esos papeles podrían estar en sus manos.

¿Presta nombres?, pensé; después de todo, qué caso tiene tener todo ese dinero a nombre de alguien más… y mejor aún, si todo ese dinero era de él, ¿por qué ponerlo a nombre de alguien más? Algo no me estaba gustando y creí que después de todo; sí ameritaba que lo vigilara.

Empezaba a darme cuenta de que esto de vigilar a una persona no es tan sencillo como lo imaginaba, llegar a este punto me había tomado prácticamente todo el día y, aun así; en realidad seguía sin saber nada, al menos, nada que pudiera implicarlo directamente con algún negocio sucio. Regresé a casa con la esperanza de poder descansar y preguntarle a Lian si todo esto se trataba de presta nombres, ¿o qué?

Para mi sorpresa Lian no estaba sola, en la sala había dos sujetos que conversaban con ella sobre dinero y algún tipo de negocio, se me ocurrió que estos tipos también estaban averiguando algo sobre el señor Carver.

No quise hacer mayor aspaviento y subí a mi habitación a esperar que Lian se desocupara, ninguno de los sujetos pareció molestarse por mi presencia, de hecho ni se inmutaron, el tono de voz de los hombres que la acompañaban me provocaba angustia, parecían molestos por alguna razón que no lograba entender, en realidad la conversación no era muy precisa así que no lograba distinguir si hablaban del mismo

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hombre al que había estado vigilando el día entero, o se referían a alguien más, alcanzaba a escuchar la voz de Lian pidiéndoles que no gritaran y finalmente uno de ellos terminó la discusión diciendo:

—Está bien, como tú quieras, pero sabes que tenemos prisa con esto y esperamos resultados lo antes posible, es muy importante Lian.

—Lo sé, no se preocupen, esto está en buenas manos –dijo Lian tratando de calmar los ánimos para luego despedir a sus acompañantes.

Ambos hombres se marcharon y el silencio invadió la casa, escuché los pasos de Lian subiendo las escaleras, me imaginé que se dirigía a mi habitación así que me senté frente a la ventana para que no pareciera que había estado escuchando tras la puerta.

— ¿Ya llegaste ah? ¿Cómo te fue? –preguntó la chica que hacía unos segundos discutía en la sala de la casa.

—Bien, supongo, en realidad hay algo que quiero preguntarte… — ¿De qué se trata? —Este hombre… Carver… tiene muchas cuentas bancarias a nombre de otras

personas, o al menos supongo que son suyas pues los estados de cuenta le llegan a él, ¿lo que quieres que investigue tiene algún tipo de relación con presta nombres?—

Lian me observó un momento, parecía que no entendía bien el porqué de mi pregunta.

— ¿Presta nombres? —Sí. —Supongo que algún tipo de relación habrá con ello, pero… — ¿Sucede algo? —pregunté intrigado, creía que Lian sabía algo del asunto de

las cuentas bancarias y ahora resultaba que no tenía la menor idea. —Supongo que es así como ha estado ocultando todo lo que ha robado, si no

está a su nombre no pueden adjudicárselo; pero, ¿por qué usar presta nombres? —susurró Lian como si se lo preguntara a sí misma.

Lian se miró fijamente al espejo y después de un largo silencio me ordenó que siguiera vigilando al señor Carver, que tratara de averiguar qué relación tenían estos presta nombres con él y su familia, y después de eso me dejó en la habitación pensando en todo el asunto.

En la oficina del señor Carver todo era aburrición, pasaba las horas escuchando conversaciones telefónicas que no me decían nada sobre los prestanombres, lo veía ir y venir con el teléfono entre las manos, y escuchaba sus aburridas conversaciones con los accionistas y en ocasiones hablaba con su abogado, parecía que el señor Carver estaba planeando entablar una pelea legal, pero no me quedaba claro de qué tipo, él no era muy específico al respecto.

Así pasé varios días en los que no lograba entender nada hasta que previo al día de la celebración del cumpleaños de su hijo sucedió algo que no me esperaba, su hija Claire fue a visitarlo pero; para mi sorpresa iba de la mano de nada más y nada menos que Eikka, mi hermano gemelo, que por alguna macabra razón se dejaba ver por la familia Carver, entraron juntos a la oficina y Eikka no tardó ni dos segundos en notar mi presencia, me vio apenas por un segundo y prosiguió con su obra.

—Papá… te presento a Ryan, acabo de conocerlo, es muy agradable. ¿Ryan? ¿Por qué demonios Eikka estaba usando otro nombre? —Mucho gusto —atinó a decir el padre de Claire mientras estrechaba su mano

con la de Eikka.

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— ¿Puedo saber cómo se conocieron? —De hecho fue en la biblioteca señor, estaba ahí buscando información sobre

España, cuando su hija amablemente se ofreció a ayudarme —dijo mi hermano haciendo uso de sus habilidades sociales, supongo que decir que se habían conocido en una biblioteca lo dejaba como un muchacho serio e inteligente, por no decir que interesante.

—Ryan es muy simpático papá —añadió Claire abrazando a Eikka, era evidente que Claire no sólo creía que mi hermano era simpático, había algo más entre ellos, y no estoy seguro de que eso me agradara.

—Muy bien Ryan, seguramente mi hija Claire ya te contó que tendremos una fiesta el día de mañana.

—Así es, señor Carver. —Y seguramente te invitó, ¿no es así Claire? —Claro, bueno he invitado a Ryan a que nos acompañe en la celebración,

espero que no te moleste —respondió la chica sin soltar a Eikka. —Por supuesto que no me molesta, mientras más seamos mejor, así se

disfrutan mejor las celebraciones, ¿piensas ir muchacho? —Señor no quisiera molestarlos; es decir, yo acabo de conocer a su hija y no

quisiera molestarlos —respondió mi muy hábil, socialmente hablando, hermano Eikka. —Por supuesto que no serás una molestia, te esperamos mañana a las siete por

la tarde, será muy divertido, y que no se diga más —finalizó el señor Carver. —Gracias señor, estoy seguro de que así será. No sé por qué aquellas palabras de Eikka resonaban en mis oídos, no podía

dejar de escucharlas en mi mente, mi confianza hacia él se había ido al traste, y cualquier cosa que dijera me causaba problemas, me preguntaba por qué de pronto Eikka estaba junto a la hija del señor Carver, ¿qué podía estar tramando ahora?

Mi hermano y Claire se despidieron del señor Carver y salieron de la oficina, yo no pude evitar seguirlos y abandonar mi labor al lado del dueño de la oficina, me era más importante mi labor personal, aquello que me había propuesto a mí mismo.

Eikka sabía perfectamente bien que yo estaba siguiéndolos, a diferencia de Claire él podía verme sin necesidad de que yo así lo dispusiera, en más de una ocasión aprovechó los momentos en los que Claire se distraía para hacerme notar que sabía en dónde estaba, me guiñaba un ojo o bien levantaba los dedos índice y meñique de su mano derecha, parecía querer burlarse de mí haciendo esa estúpida seña de fanático del rock.

Estuvimos vagando por el centro de la ciudad, recorriendo tiendas y locales, finalmente llegamos a la casa de Claire, ya se estaba haciendo tarde y ella debía regresar a casa.

— ¿Vas a venir mañana, verdad? —cuestionó Claire. —Por supuesto, jamás me perdería de una celebración que es tan importante

para ti —dijo Eikka abrazando a Claire y se despidió de ella con un beso en la mejilla.

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IV

Das schwarzes Auto (El auto negro)

Por un tiempo seguí a Eikka sin saber qué hacer, o qué decir, no tenía idea de

qué preguntar y en realidad me sentía muy raro por todo este asunto, de alguna manera creo que esperaba que Eikka arrojara a Claire de algún acantilado o algo por el estilo y, de hecho, eso no había pasado.

De pronto Eikka se detuvo frente a la concesionaria en la que unos días atrás Claire y su padre habían comprado el auto para Jillian.

—Es bonito ¿no? —dijo Eikka dirigiéndose a mí. — ¿El auto? —pregunté estúpidamente. —Sí, el auto. —No lo sé, a mí me da igual —exclamé caprichosamente como si quisiera que

Eikka notara mi fastidio por no haber podido entender lo que tramaba —. Es sólo un auto estúpido.

—Mañana este auto estará en manos de un chiquillo de diecisiete años, ¿cómo te suena eso?

—Ya te dije que me da igual, es un estúpido auto y seguramente el mocoso que va a recibirlo es igualmente estúpido, todo esto me parece estúpido. —Aún no sé qué demonios sucedió conmigo aquella noche, simplemente no podía dejar de decir que todo me parecía estúpido, Eikka me miró extrañado por un momento, parecía sorprendido por mi actitud.

Abrió la puerta del auto y se sentó sobre el respaldo de los asientos del mismo. —Ven aquí —me dijo en un tono extrañamente agradable. —Lo vas a maltratar —respondí —. Alguien puede verte, sabes que no

deberíamos aprovecharnos de nuestra condición para entrar en establecimientos cerrados.

—Nadie puede verme ahora Aki, ¿lo olvidas? Cierto, Eikka ya no estaba visible para los mortales, ahora estábamos en la

misma posición, pero por alguna razón no lo había notado, ¿era posible que yo no pudiera detectar el momento en el que Eikka regresaba a su estado normal? Si eso era cierto aquella situación me ponía en desventaja al no poder saber si Eikka era visible para los demás o no.

Me acerqué a mi hermano, rodeé el auto negro en el que estaba sentado y me acomodé a su lado adoptando exactamente la misma posición.

—Éste es precisamente el tipo de auto que me hubiera gustado tener, ¿sabes? El tono de Eikka sonaba como las conversaciones que manteníamos cuando

estábamos vivos, me parecía que en este momento él no tenía intención alguna de fastidiarme.

—No, no lo sabía —respondí. —Es muy bonito, puedo imaginarme conduciéndolo en nuestra ciudad natal. —Ahora estamos muy lejos. — ¿Puedo hacerte una pregunta Aki?...

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Me quedé pensativo un momento, no sabía qué responder a eso, porque implicaba que tendría que contestar la pregunta que Eikka me hiciera, y no quería responder en caso de que me preguntara algo sobre mi presencia en la oficina del señor Carver.

—Supongo —dije esperando que Eikka notara que tenía mis reservas. —Además de papá y mamá, ¿dejaste a alguien más? — cuestionó con nostalgia. Miré extrañado a mi hermano, a quien hacía ya algún tiempo no veía como al

Eikka que solía jugar conmigo, no sabía por qué me preguntaba algo así, quería creer que era otra de sus jugarretas para después lastimarme, pero estaba ahí, sentado con la barbilla sobre sus puños, codos contra las rodillas y la mirada perdida en la nada, se veía tranquilo y al mismo tiempo indefenso, me quedé callado, estaba pensando en si había dejado a alguien más cuando todo eso sucedió, trataba de recordar a toda la gente que era importante para mí cuando Eikka interrumpió mi pensamiento.

—Porque yo sí. Miré a Eikka fijamente y esperé a que continuara con lo que estaba por decir. — ¿Sabes? Nunca le dije a nadie pero tuve una novia… o algo así, en realidad,

no teníamos tanto tiempo juntos, y hasta ahora, no me había preguntado nunca cómo fue para ella.

Eikka se dejó deslizar por el respaldo hasta terminar sentado en el puesto del conductor

— ¿Crees que le haya dolido?, ¿crees que me extrañe? —Eikka… —no sabía qué decir, mi hermano estaba contándome algo que lo

tenía visiblemente afectado y no tenía la menor idea de qué decirle, y todo por no poder desprenderme de esa idea del Eikka fatal en el que se había convertido.

—De cualquier manera ahora no importa, yo ya no estoy aquí, tal vez es mejor así —añadió con semblante melancólico, no pude evitar abrazarlo, quería consolarlo de ese dolor, sentía que me necesitaba y justo cuando lo tuve entre mis brazos me alejó bruscamente gritando:

— ¿Pero qué demonios crees que haces?, ¿crees que puedes tocarme?, ¿te he pedido acaso que hicieras algo así?

—Eikka… — ¡Nada! No necesito eso, entiéndelo bien Aki… a mí ya nada me importa, no

hay nada que pueda conmoverme, tú y yo somos diferentes, no te confundas, el hecho de que me ponga a hablar contigo no significa que algo haya cambiado entre tú y yo, tú siempre estarás en donde estás y yo haré lo que tenga que hacer, ¿te queda claro?

Eikka se alejó de mí con una actitud molesta, estaba furioso y empezaba a darme cuenta de que cada vez las cosas entre él y yo eran más complicadas.

—Si eso es cierto, si ya nada te importa… contesta, ¿qué rayos hacías con la hija del señor Carver?

—Lo que hago todos los días Aki… mi trabajo. ¿Trabajo? Así que después de todo el numerito montado ante el señor Carver,

¿Eikka sólo estaba trabajando? Eso tenía sentido pero… ¿Qué tenía planeado hacer? ¿Cómo es que había pasado el día entero con Claire y no le había hecho nada? Llegaba al punto en el que no lograba entender nada y por supuesto me sentía tonto, inútil y nervioso por lo que pudiera suceder…

Desperté viendo el frio del exterior, estuve dando vueltas toda la noche tratando de explicar lo que había sucedido con Eikka y no había llegado a nada, intenté

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descifrar las intenciones de mi hermano gemelo, pero por más que buscaba una manera de vincularlo con los Carver no lograba encontrar nada.

Tenía que prepararme para la fiesta de Jillian Carver pues de ser necesario tendría que aparecer ante los ojos de los Carver, mi hermano ciertamente había facilitado las cosas al contactarse con Claire, lo único que tenía que hacer era encontrar el momento preciso para poder hacerme pasar por Eikka y que nadie notara que somos dos personas diferentes.

Para ello tendría que estar pendiente de la ubicación exacta de Eikka y de sus movimientos, lo cual no estoy seguro de que fuera cosa fácil, me recosté en el sillón de la sala; necesitaba pensar seriamente, me preocupaba cometer algún error y arruinar todo estúpidamente.

— ¿Qué estás pensando? —me preguntó Lian. —Hoy es la fiesta del hijo del señor Carver. — ¿Y qué con eso?— recordé que Lian no tenía idea de lo que había estado

sucediendo con Eikka y los Carver —Eikka conoce a Claire, su otra hija, y va a ir a la fiesta. — ¿Eikka? —Sí, Eikka. —Lian me miró extrañada, al igual que yo, no encontraba razón

alguna para que mi hermano hubiera entrado en contacto con Claire Carver. — ¿Qué vas a hacer Aki? —Iré a la fiesta, voy a poder sacar más información si logro entrar en contacto

con la gente que trabaja con el señor Carver, sólo debo cuidarme de no estar en el mismo lugar que mi hermano, y por supuesto tengo que verme igual a él.

— ¿Cómo vas a hacer eso? —Necesito tu ayuda, necesito que pretendas ser fotógrafa o algo así para que

me enseñes cómo se ve Eikka y yo pueda emularlo. — ¿Dices que Eikka está visible? —Sí, seguramente va a estar con Claire, está fingiendo ser un Ryan no sé qué,

no tengo idea de por qué está con Claire, pero seguramente él también está tramando algo; y, sea como sea, yo tengo cosas que hacer.

Desde luego en este momento eso de trabajar en el caso Carver era sólo un pretexto para poder evitar que Eikka hiciera algo malo, no me interesaba en este momento investigar al señor Carver tanto como me preocupaba lo que Eikka planeaba hacer.

—Está bien, te ayudaré; conociendo a Eikka será mejor que prepares toda tu ropa negra, o en su defecto te hagas a la idea de que tendrás que tomarla prestada de algún lugar.

— ¿Te refieres a robarla? —El fin justifica los medios, ¿no es cierto? —dijo fijando su mirada en mi

persona. Lian estaba sugiriendo que robara algo en caso de ser necesario, lo cual me

parecía sumamente extraño, no es que sea moralista ni nada por el estilo pero… ¿Qué no se supone que robar es algo malo? Definitivamente todo este asunto del señor Carver tenía que interesarle demasiado a Lian para sugerir que de ser necesario llegar a eso tendría que hacerlo.

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—Supongo… —respondí no tan convencido de lo que acababa de escuchar, de igual forma Lian creía que mi objetivo era el señor Carver y me estaba dando la libertad de moverme a mis anchas.

Tras mi conversación con Lian subí a mi habitación a buscar lo que pudiera resultar útil del armario saqué una camisa de seda negra, un pantalón de casimir negro, un cinturón con hebilla color plata y mis zapatos negros, esto era muy similar a lo que mi hermano solía vestir y seguramente no sería muy diferente el día de hoy, Lian se despidió de mí y me pidió que estuviera pendiente de sus observaciones para que todo saliera perfecto.

Esperé sentado en la sala a que Lian se comunicara o llegara con la imagen de Eikka, veía mi reflejo en aquel espejo suspendido sobre la cantina y cada minuto se me hacía eterno.

Finalmente el sonido de la cerradura se adueñó de mi atención, Lian llegaba a casa con una fotografía y un abrigo negro de lana.

—Mira, aquí está la foto, te conseguí esto…—dijo Lian entregándome el abrigo —No cabe duda de que son idénticos, de no ser por el símbolo de la hebilla estarían completamente iguales, pero no creo que nadie lo note, por si las dudas procura cubrir tu hebilla y estarás bien.

Me puse el abrigo y comparé mi reflejo con la imagen que Lian había podido conseguir, el parecido era aterrador, seguramente nadie notaría la diferencia a no ser que nos vieran juntos, salí de la casa y camino a la casa de los Carver busqué un sitio seguro para desvanecer, después de todo era más fácil moverme así y sólo hacerme visible cuando lo necesitara, no quería estar todo el tiempo visible para evitar situaciones peligrosas.

Suspiré hondo, me hice de valor y por fin llegué a la fiesta de Jillian Carver, estuve merodeando por el jardín tratando de ubicar la posición de Eikka, me paré justo detrás de la barra de bebidas, aprovechando las largas cortinas de tul blanco que colgaban a cada extremo de la carpa para ocultarme y hacerme visible desde ahí para no causar ningún efecto extraño. La gente iba y venía de un lado a otro probando las bebidas y bocadillos que el señor Carver había puesto a disposición de sus invitados, entre la multitud alcancé a distinguir la delgada silueta de mi hermano gemelo, caminaba tomando de la mano a Claire Carver en una actitud que hacía pensar que había una relación sentimental entre ellos, Eikka era realmente bueno en su papel de “novio” interesado por la relación, me preguntaba si sería capaz de hacerlo tan bien llegado el momento en que tuviera que acercarme a Claire…

La actitud de Eikka lo delataba, estaba tratando de localizarme, de alguna manera se había percatado de mi presencia aunque aún no me había localizado, miraba hacia distintos puntos del lugar e incluso Claire notó que algo sucedía, pude darme cuenta al verla alejarse de Eikka.

De pronto lo sentí, mi hermano estaba llamándome de alguna manera y no podía evitar querer verlo, dirigí mi vista hacia él, y así él pudo constatar mi ubicación, la forma en que me vio me hizo sentir escalofríos, pero no podía detenerme, Eikka me guiñó un ojo en actitud cínica y con una sonrisa perversa levantó la copa que sostenía en sus manos en señal de brindar conmigo.

Había encontrado a mi objetivo, ahora tenía que conversar con al menos un par de personas para obtener información del señor Carver y que Lian no sospechara que no estaba aquí para hacer mi trabajo, entré en la casa seguro de que Eikka estaba en el

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jardín y pronto Claire lo entretendría, entré al baño de visitas que estaba debajo de las escaleras y tras hacerme visible salí del lugar como cualquier invitado lo habría hecho.

— ¡Ryan! —Me sorprendió el señor Carver –. ¿La estás pasando bien? Esto era totalmente inesperado, no sabía qué hacer ni cómo actuaría el tal

“Ryan” ante el señor Carver, sólo podía ser amable y seguir la conversación. —Así es, el ambiente es muy agradable, sin lugar a dudas una gran fiesta señor

—no tenía idea de qué habría respondido Eikka así que me limité a responder lo que cualquiera habría dicho.

—Disfruta la fiesta, y si se te ofrece algo no dudes en pedirlo muchacho —agregó el sujeto dándome una palmada en la espalda.

Una vez que se alejó de mí pude revisar el entorno para escoger a la persona con la que intentaría hablar sobre los negocios del señor Carver.

Alcancé a escuchar a un grupo de personas que hablaban de la compañía del señor Carver y decidí acercarme, me coloqué junto a una gran maceta en el corredor que conducía a la sala y aguardé tratando de no llamar la atención.

—Pero este año las inversiones han sido de gran ayuda –escuché la voz de un hombre de mediana edad entre el grupo.

—Sin duda alguna, pero debemos reconocer el esfuerzo que Carver y asociados han hecho para conservar los empleos de toda esa gente— añadió un tercero observando los arreglos florales que decoraban la sala.

—El humanismo nunca ha llevado al éxito financiero a nadie, yo sé lo que te digo, si Carver insiste en conservar a toda esa gente; al final no tendrá más remedio que ceder ante la competencia.

¿El señor Carver tenía problemas financieros? Todo lo que escuchaba no me hacía pensar otra cosa, de pronto hablaban de empleos que se conservaban y de la importancia que tendría recortar al personal.

—Sabemos muy bien que Carver es un genio y encontrará la manera de solventar la situación, ya ideará una estrategia nueva para solucionar ese pequeño problema de fuga de información.

¿Fuga de información? Todo este asunto empezaba a intrigarme cuando fui llamado a participar en la conversación.

— ¡Hey Ryan!, ven quiero presentarte a unas personas –dijo el hombre de mediana edad que comenzara con la conversación.

¡Ay no!, quién rayos era ese que sabía el nombre falso de mi hermano y, más allá de eso, qué relación tenía Eikka en todo este asunto, qué se supone que diría si alguien ahí me “conocía” y yo no sabía quién era.

—Claro —respondí con falsa seguridad. —Éste es el señor Williams, y su adorable esposa Brenda, Rachel Wizelt, y a

Tina ya la conoces. —Un placer— respondí estrechando las manos de los invitados. —Él es Ryan, actual novio de Claire, y digo actual porque ya saben cómo son

estos jóvenes de ahora— explicó el hombre que me había llevado hasta ahí. El ruido de las risas atrapó la atención de Claire que se encontraba a sólo unos

metros de distancia, esta vez sí que había sido descuidado. —Pero Hans, qué molesto eres, deja ya a Ryan que hace un momento no se

sentía muy bien —dijo Claire tomándome del brazo —. Ahora si me disculpan, voy a llevarme a Ryan a tomar aire fresco.

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—Hasta luego, un placer conocerlos a todos —dije despidiéndome del grupo. Ahora sí que estaba frito, si Claire me sacaba al jardín se daría cuenta de que

Ryan ya estaba afuera, tenía que encontrar una solución y debía hacerlo ya. — ¿Sabes?, porque no mejor me encuentras en el jardín, todavía quiero ir al

baño y no me gustaría hacerte esperar por mí —declaré antes de llegar al cancel que daba paso al jardín.

— ¿Estás seguro?— preguntó Claire un tanto preocupada— ¿Aún te sientes mal?— Claire acarició mi rostro y mientras hacía eso vi a Eikka en el jardín tomando un trago de vodka, él ya me había visto con Claire y comencé a rogar porque no quisiera exhibirme.

—Sí, estoy bien. Ahora sí me sentía atrapado, no sabía qué hacer, no pude evitar ver a Eikka y

recuerdo haber sentido que le supliqué con la mirada que no evidenciara lo que ocurría, entonces lo vi alejarse de la multitud, se perdió entre los arbustos del jardín y parecía que atendía a mis suplicas.

—Espérame afuera, yo te busco, no tardo —dije y me separé de Claire, no tengo idea de lo que ocurrió entonces, pues fui al baño a desvanecerme una vez más, cuando salí al jardín Eikka y Claire estaban juntos y parecía que todo estaba bien, ¿sería que Eikka me había salvado el pellejo?

Continué merodeando por ahí participando en conversaciones aburridas sobre el trabajo del señor Carver, teniendo cuidado de no perder la ubicación de Eikka y Claire, pues ahora ambos representaban un problema para mí, de pronto comenzaron a hacer el anuncio de que el señor Carver entregaría su obsequio a Jillian, pidieron que todos los invitados salieran al jardín para estar presentes.

—Bien Ryan, parece que llegó la hora —me dijo la señora Brenda Williams, mientras me tomaba del brazo —Parece que tendremos que continuar después con la conversación, Jillian va a recibir su regalo y eso es muy importante, salgamos.

—Sí, claro. —Me liberé del brazo de la señora Williams y comencé a caminar detrás de ella, aprovechando el tumulto me perdí entre la gente para buscar un lugar seguro para desaparecer.

En el jardín la multitud se reunía alrededor del escenario en el que el señor Carver se encontraba.

—Jillian, sé que hoy es un día muy especial para ti, hoy es tu decimoséptimo cumpleaños y sólo puedo expresarte mi amor y gratitud por todos los momentos en los que me has dado felicidad, hoy contigo celebramos todos los que te queremos, todos los que hemos encontrado en ti a ese ser especial que, de una u otra forma, alegra nuestras vidas— El señor Carver abrazó a su hijo y continuó –Hijo ha llegado el momento en el que nosotros, tu familia; te demos tu regalo de cumpleaños, tendrás que agradecer a tu hermana Claire por haberlo elegido para ti, espero sea de tu agrado.

Las luces apuntaron hacia un extremo del jardín, en el que apareció un empleado de la familia que conducía el convertible negro hacia el escenario.

El rostro de Jillian se iluminó, se le veía totalmente entusiasmado por el obsequio, sus amigos murmuraban entre ellos, parecían sorprendidos por la calidad del regalo que la familia Carver le entregaba a Jillian.

—Ve a conocerlo hijo, es tuyo. —ordenó el anfitrión, el joven descendió del escenario y se acercó al automóvil, el empleado le entregó las llaves del vehículo y,

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Jillian y sus amigos, entraron en el auto, revisaban las vestiduras y detalles del mismo, parecía que el hijo del señor Carver había sido complacido.

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V

Augenblick (Instante)

La fiesta continuó mientras Jillian y sus amigos se divertían con el auto, Eikka se

había quedado solo pues Claire estaba con su padre, me acerqué a Eikka para tratar de indagar algo sobre su relación con la familia Carver.

— Sabes que no podré responderte a no ser que quieras que piensen que estoy loco y tengo amigos imaginarios, ¿cierto? —me dijo mi hermano antes de que pudiera emitir palabra alguna.

— ¿Podemos ir a un lugar en el que no haya tanta gente? —pregunté Eikka comenzó a caminar hacia la fuente del jardín, la cual estaba un tanto

alejada de las carpas del servicio, se recargó en la orilla de la fuente y clavó la mirada en el agua cristalina que era iluminada por una serie de lámparas al interior de la fuente.

—Eres un estúpido —me dijo —. ¿Sabes que han podido descubrirnos? Acaso Lian no te ha dicho cómo debes actuar en esta clase de situaciones, nos has arriesgado a los dos Aki.

— ¿Por qué me ayudaste? —pregunté tras escuchar las palabras de mi hermano.

— ¿Ayudarte? Sólo trataba de cubrir mi pellejo, ¿qué esperabas que hiciera? Que explicara la existencia de un hermano gemelo al que nunca le he presentado a Claire y que además se apunta a una fiesta a la que no fue invitado, de verdad que eres muy tonto.

Cierto, lo que había ocurrido nos ponía en riesgo a los dos y no tenía por qué confundir las cosas, es muy probable que Eikka sólo haya tratado de cubrir su espalda.

— ¿Qué relación tienes con Claire Carver? —pregunté. —Ninguna, nada de lo que debas preocuparte. —Todo en ti me preocupa Eikka, ultimadamente no haces las cosas sólo para

entretenerte. —En eso estás totalmente equivocado hermanito, todo lo que hago es para

entretenerme, a diferencia de ti, yo sí puedo perder el tiempo entreteniéndome y eso es considerado trabajo, claro… depende de lo que a ti te entretenga.

— ¿Qué estás planeando? — ¿Por hoy? jugar, hoy quiero jugar y nada más. — ¿Jugar? —Sí, Aki, quiero jugar a mi juego favorito, tú sabes cómo me gustan los

acertijos. —No me vengas con idioteces —respondí molesto. — ¿Idioteces?, ¿ahora te es permitido hablar así? Vaya sí que las cosas han

cambiado desde que me fui, como sea, supongo que algo le habrás inventado a Lian para que te dejara venir así.

— ¿Así?

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—Ya sabes, disfrazado de mí… —Eikka lo había notado, sabía que por alguna razón había venido con este atuendo y me había dejado ver —Aki; se necesitan dos neuronas funcionales para darse cuenta de que también estás engañando a Lian, pero, ¿cuánto va a durar?... no lo sabe, ¿o sí?

— ¿Qué? —Que te interesa más seguirme que hacer lo que te pide, que te interesa más

lo que hago o dejo de hacer, que lo que tenga que pedirte, que estás aquí por mí y no por el señor Carver.

—Eikka… —No diré nada así que estamos a mano, yo mentiré por ti si es que me

preguntan, eso me dará puntos y al final veremos qué tiene que decir Lian y esa manada de ovejas descerebradas a las que tanto obedecen… me pregunto, ¿qué tan bien se ve que me tengas mintiendo para protegerte?

—No necesito eso, estoy aquí por las dos razones, estoy haciendo lo que me corresponde y al mismo tiempo estoy vigilándote.

—Pues abre bien los ojos Aki porque tú y yo sabemos que apestas en eso, ahora te dejo, ya me aburriste y tengo que jugar para evitar la molestia de tu fastidiosa presencia.

Eikka me dejó frio, ahora sabía que lo estaba vigilando, sabía que Lian no estaba al tanto de la situación, y yo no sabía cuánto tiempo pasaría antes de que quisiera aprovecharse de ello, lo vi alejarse de mí y perderse entre los invitados a la fiesta, me quedé como un idiota viendo el agua de la fuente preguntándome qué tantas cosas sabía Eikka de mí que yo había dejado a la luz, extrañaba mi reflejo en el agua, ese reflejo que sólo podía ver en caso de hacerme visible y que ahora no podía ver, sentí un escalofrío terrible recorrer mi espalda, algo no estaba bien y tenía que averiguarlo lo más pronto posible, regresé a la fiesta en donde todo parecía ir con normalidad, alcancé a ver a Claire platicando con el tal Hans, busqué a Eikka y no lograba encontrarlo, algo estaba mal y no podía permitirme una vez más ser el instrumento que permitiera que Eikka hiciera lo que se le diera la gana.

Recuerdo haber recorrido toda la casa con desesperación, me sentía terriblemente angustiado finalmente descubrí que Eikka no estaba por ningún lado, ya se había largado, al salir de la casa noté que el auto que Claire había escogido para Jillian ya no estaba en el jardín.

—No… —susurré angustiado de que ese fuera el juego del día de hoy, sólo podía pensar en que Eikka había escogido a Jillian Carver para entretenerse el día de hoy, tenía que encontrarlos y hacer algo para evitar una tragedia.

Comencé a recorrer la ciudad, atravesando muros y adentrándome en sitios en los que jamás había estado, finalmente escuché el ruido de las llantas al derrapar sobre el asfalto, si Eikka estaba tramando algo tenía que estar relacionado con el auto así que no tenía nada que perder al asomarme a ver de qué auto se trataba, las probabilidades de que fuera el mismo que buscaba eran muy altas, llegué al sitio del que provenía el ruido y mi decepción fue grande al ver que no se trataba del mismo auto, me angustié y comencé a maldecir el auto que había derrapado en ese lugar, los dueños del mismo habían salido del auto a verificar que todo estuviera en orden, me sentí estúpido e inútil, me dejé caer sobre el asfalto y entonces vi pasar un bólido negro al final de la calle.

Ese tiene que ser, pensé, me dirigí hacia él y al alcanzarlo decidí entrar…

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—Más rápido Jillian, dale duro a esta máquina que para algo te la dieron —decía uno de los amigos de Jillian Carver, en total había cuatro personas en el auto sin contarnos a Eikka y a mí que no estábamos visibles.

—Así que llegaste Aki, me sorprendes, no esperaba que fueras a encontrarme. — ¿Eikka qué haces? —Yo nada, estoy de espectador tal como tú. —Si siguen así van a matar a alguien, o a sí mismos. — ¿No es genial? Vamos a estar en primera fila para disfrutarlo, después

también estaremos en primera fila para ver el sufrimiento de los Carver, ésto está tan bueno que no puedo esperar para verlo.

Eikka estaba disfrutándolo realmente, se divertía con los comentarios estúpidos de los “amigos” de Jillian Carver que no hacían otra cosa más que pedir que acelerara el auto.

— ¡Uy! si esto sigue así podríamos encontrarnos con cualquiera por ahí, ya lo sabes tiempo y lugar equivocados, ¿cierto? —dijo Eikka en un tono que sonaba más a burla que a análisis de la situación.

—Estúpido. Tenía que idear algo que evitara que esto terminara en tragedia, cualquier cosa

que pudiera hacer representaba la diferencia entre regresar a la casa Carver con Jillian vivo o no, noté que mi hermano se había percatado de mi deseo por detener la situación, pero esta vez no planeaba dejarlo así.

—Ni lo intentes Aki, ya no hay nada que puedas hacer, lo mejor es que te sientes y disfrutes del espectáculo.

Eikka sí que podía resultar molesto, sus tonterías me distraían y me molestaba que actuara de esa manera.

A pesar de no haberlo intentado nunca, se me ocurrió entrar en el cuerpo de alguno de ellos, pensé que si podía hacerlo sentirse mal de manera que necesitaran detener el auto lograría algo, me acerqué al tipo que viajaba en el asiento del copiloto, pensando que hacer sentir mal a Jillian no era la mejor opción ya que podía provocar una situación más peligrosa, después de todo no sabía qué tan hábil era conduciendo.

— ¡Ni lo sueñes! —exclamó Eikka tratando de detenerme. —Jillian, tengo que ir al baño, me siento mal —expresé en el cuerpo que estaba

tomando prestado. —Eres un estúpido Aki, no vas a impedir que suceda —dijo a gritos Eikka

mientras se acercaba al cuerpo de Jillian Carver —. Escogiste mal tarado de poca monta —agregó tocando la cabeza de Jillian.

Eikka y yo discutíamos sin que nuestros acompañantes lo notaran, escuchaba a los chicos del asiento trasero pedir a gritos que Jillian acelerara el auto, lo poco que quedaba de la mente de Jillian alcanzó a preguntarme si quería ir al sanitario.

—Detente Jillian, lo necesito —me di cuenta del temor de Eikka a adueñarse del cuerpo de Jillian Carver, era mi única oportunidad de tomarle la palabra y evitar una tragedia, me adelanté a los movimientos de Eikka y entré en el cuerpo de Jillian.

— ¡Aki! —gritó Eikka. Con Jillian bajo mi control detuve el auto y me dirigí a una estación de servicio. —Estamos aquí, ve al sanitario —dije antes de abandonar el cuerpo de Jillian,

una vez fuera de él suspire en señal de alivio, había podido evitar que Jillian hiciera una estupidez pero no sabía por cuánto tiempo podría mantenerlo seguro.

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—Esto no ha terminado Aki —exclamó Eikka visiblemente molesto—. No creas que te va a ser tan sencillo superarme.

Eikka desapareció del lugar, creo haberlo molestado lo suficiente para provocar que se largara.

—Regresemos a casa —dijo Jillian al grupo —. Se hace tarde y no quiero que se den cuenta de que nos fuimos con el auto sin avisar a nadie, esperemos a que David salga del baño.

Los amigos de Jillian regresaron al vehículo al que Jillian le había quitado el toldo, se acomodaron en sus lugares y, tras que su amigo David terminara en el baño y regresara al auto, emprendimos el viaje a casa, no podía dejarlos solos, Jillian conducía a una velocidad moderada, parecía que todo iría en orden hasta que tuvimos que detenernos en un semáforo, el sonido del estéreo a todo volumen impedía que escucháramos el ruido más allá del auto.

—Esa canción es estupenda —exclamó desde la parte trasera uno de los muchachos, el reflejo de las luces en el retrovisor cegó la vista de quienes viajaban en la parte de atrás, el ruido que hicieron al quejarse por el dolor en sus ojos atrajo la atención de Jillian quien volteó para verificar que todo estuviera en orden.

— ¿Todo bien? —peguntó antes de alterarse, la expresión en el rostro de Jillian lo dijo todo, pude ver la angustia en su mirada y fue entonces que volví la vista, sólo podía ver el brillo intenso de las luces de un tráiler dirigiéndose hacia nosotros, evidentemente algo malo ocurría con el conductor pues el vehículo zigzagueaba de un lado a otro sin control.

—¡Arranca Jillian!, apúrate —gritó angustiado uno de los muchachos que viajaba en la parte trasera, Jillian regresó la vista al volante e intentó arrancar el vehículo a toda velocidad, comenzamos a avanzar y fuimos arrollados por un camión que transitaba por la avenida que intentábamos cruzar, nos vimos envueltos en un remolino de gritos, dolor, fierro retorcido, vidrio y llanto, girábamos sobre la avenida totalmente fuera de control y entonces llegó el impacto de aquel tráiler que intentábamos evitar, el ruido fue ensordecedor, me llevó de vuelta a aquel vagón en que años atrás perdiera la vida, había perdido una vez más.

Cuando por fin nos detuvimos el ruido de los curiosos era insoportable, me alejé un poco para poder ver lo que había sucedido, el auto de Jillian estaba destrozado, había sangre por todo el auto, vi a Jillian aferrado al volante con la cabeza bañada en sangre sobre él, quien viajaba en el asiento del copiloto se encontraba proyectado al frente del auto atravesando el parabrisas, medio cuerpo dentro del auto y medio cuerpo fuera, de los otros dos ni rastro en el vehículo, de pronto ese crucero se veía invadido por cristal, hule, sangre y todo tipo de cosas que se podrían esperar en una situación así.

Quería morirme otra vez, me sentía fatal y sabía que había fallado una vez más. —No diré que no lo intentaste Aki, después de todo debo darte crédito, la

verdad es que no esperaba que te atrevieras a hacer algo así, pero te dije que no podrías evitarlo.

—Eikka, ¿por qué? —pregunté angustiado y lleno de desesperación. —Porque es mi juego favorito, ahora puedes verlo de esta forma, ya no habrá

quedado como que el imbécil de Jillian Carver lo provocó, ahora él también es una víctima más de las circunstancias, no es lo mismo ser el maldito que provoca el accidente a ser la víctima de un conductor ebrio que se desvía de su ruta.

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— ¡Tú lo desviaste! —grité furioso. — ¡Pero qué aprehensivo eres hermanito! tiempo y lugar equivocados Aki, sólo

eso, además no esperaba que tu estúpido protegido se dispusiera a arrancarse de la manera en que lo hizo, tal vez si hubiera esperado esto no habría sido tan grande, el plan era que se encontrara con mi conductor, no que involucrara a nadie más, ahora es también un asesino, mira nada más a cuanta gente se arrastró con ese camión de pasajeros –dijo señalando el tumulto que se había formado entre los heridos y quienes trataban de ayudar.

—Él no quería hacerlo así. —Imprudencial o no, asesino al fin del día, supéralo Aki… todos lo son. Las ambulancias comenzaron a llegar, el escándalo era insoportable, las luces

rojas y azules de las torretas añadían ese dramatismo de las escenas trágicas en la urbe.

—Feliz, Feliz cumpleaños… —cantaba mi estúpido hermano Eikka celebrando la terrible escena, verlo festejar de esa manera me resultaba casi obsceno.

—No hay nada que puedas hacer Aki, vete a casa y disfrutemos juntos del duelo y los funerales en casa de los Carver, seguro mañana será un gran día —Eikka se marchó dejándome tirado sobre el pavimento, y sabía que tenía razón, ya no había nada que pudiera hacer…

Llegué a casa en la madrugada, estuve vagando por ahí después de lo ocurrido, y ciertamente llevarme a Jillian Carver al más allá no era parte de mi trabajo, recuerdo que llovió alrededor de la media noche, abrí la puerta principal tratando de hacer el menor ruido posible, no quería despertar a Lian, no podía enfrentarla y decirle lo que había ocurrido.

Me senté en el sillón de la sala, ese mismo sillón al que acudía cada vez que necesitaba pensar, la luz artificial del exterior iluminaba una parte de mi cuerpo, podía ver el reflejo de mis piernas en el espejo, de pronto no resistí más y me solté a llorar, trataba de ahogar mi llanto para no hacer ruido pero fue inevitable.

— ¿Aki? —Preguntó Lian desde la escalera — ¿Eres tú no es cierto? —Lian bajó y se me quedó viendo desde la puerta— ¿Qué pasó?

Observé a Lian por un momento, no tenía idea de qué decirle, las cosas no habían salido nada bien, pero eso no le importaba, yo debí haber investigado a los Carver y no meterme en otros asuntos, mucho menos si tenían que ver con Eikka, ya no había nada que decir, la única explicación que tenía era la verdad, y si no se lo decía yo de cualquier forma se enteraría por las noticias de la mañana.

—Jillian Carver murió esta noche… — ¿Quién? —preguntó Lian confundida. —Jillian Carver, el chico del cumpleaños, el hijo del señor Carver; Eikka lo mató. — ¿Eikka? —Pude haberlo evitado, lo intenté pero al final él… No podía con esto, comencé a llorar desconsoladamente, Lian me veía desde la

puerta, supongo que tampoco tenía idea de qué hacer, lo cual no me extrañaba, no es el tipo de situaciones para las que uno esté preparado.

— ¿Y tú dónde estabas? —cuestionó Lian. ¿Dónde estaba? Lo que Lian acababa de preguntar ¿era en serio?, sería que no

había escuchado lo que dije… Eikka había matado a Jillian Carver ¿y a Lian le preocupaba en dónde había estado yo?

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— ¿Qué? —pregunté incrédulo, en verdad no había esperado lo que Lian acababa de preguntar, no lo había visto venir.

—Sí, ¿dónde estabas cuando eso sucedió? —Con Jillian Carver. —Y puedo saber, ¿por qué? —Porque sabía que Eikka haría algo así. —Pues ese es problema de Eikka, y tú tenías otra obligación, ¿sí te das cuenta

de que ahora con todo este lío nos va a ser más difícil poner a ese tipo Carver en su lugar? Todo el mundo lo va a martirizar…

No, esto no era cierto, Lian no podía ser tan insensible, es cierto que algo raro sucedía con el señor Carver pero, ¿qué parte de su hijo acaba de morir es lo que Lian no entendía?

—Su hijo murió, ¿no lo entiendes?— grité molesto por la actitud de Lian –Seguramente acaba de enterarse que su hijo murió en el auto que se suponía debía alegrar al muchacho el día de su cumpleaños, ese auto debía ser un obsequio, no su tumba, ¿qué no puedes entenderlo? Estás aquí parada preocupada porque no vamos a poder acusarlo de fraude con la seguridad de que el mundo lo condenará por ello, te preocupa que ahora lo vean como el pobre señor Carver… pues sí, es el pobre señor Carver.

Lian corrió hacia mí para abrazarme, tal vez lo que acababa de decir había tenido algún efecto en ella, en realidad no sé qué pasó, me apretó con fuerza contra su cuerpo y comenzó a llorar.

—Lo siento Aki… lo siento de verdad, sé que lo que ocurrió es terrible, pero sabes bien que tenemos cosas que hacer y no podemos detenernos por circunstancias así, me imagino lo mal que te sientes por saber que Eikka está detrás de lo ocurrido pero, al igual que él, nosotros debemos hacer lo que nos corresponde cueste lo que cueste, entiéndeme, este caso es muy importante para mí.

¿Para mí?, ¿por qué de pronto Lian decía para mí en vez de nosotros? — ¿Es importante para ti? —pregunté consternado. —Bueno, para nosotros, sabes que somos todos los que queremos hacer un

mundo mejor, es sólo que yo estoy al frente de esta investigación —Lian se limpió las lágrimas de la cara, se levantó y me ayudó a incorporar—. Ve a descansar Aki, será lo mejor, has tenido un día muy pesado y necesitas relajarte, tómate el día si lo necesitas, de cualquier forma no creo que sea un buen día para trabajar en el caso.

Subí las escaleras con la idea de que algo no estaba bien aquí, evidentemente este asunto del señor Carver tenía a Lian muy preocupada y no parecía tratarse simplemente de un caso más, por alguna razón Lian quería averiguar esto a costo de lo que fuera.

Me recosté pero no pude conciliar el sueño, las imágenes del accidente venían a mi cabeza a cada momento, escuchaba los gritos como si estuviera ahí otra vez, veía las luces de los autos, los colores disolviéndose por la velocidad a la que derrapamos, sentía miedo y sólo podía pensar en que los Carver estarían destrozados, recordaba la risa de Eikka, y todo lo que hizo para lograr esto, no podía creerlo capaz de ser tan ruin, ¿en qué se había convertido?

Vi las horas pasar frente a mis ojos, de pronto el sol iluminaba las calles, el ruido de la gente conduciendo y platicando invadía los espacios en el exterior, todo parecía tan normal, la vida está hecha de esto, cosas malas pasan pero ni te enteras,

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siempre es allá afuera, y cuando te pasa a ti es que te das cuenta de lo insignificante que eres, nadie es tan importante para cambiar el curso de la vida, me pregunto qué haría toda esa gente allá afuera si Jillian Carver hubiera tenido que ver con ellos.

Supéralo… eran las palabras de Eikka, solía decirlo a cada momento, y de pronto era un experto en superar las cosas, ese infeliz, pensé que si lograba encontrar la manera de “superar” las cosas me sería más fácil hacer lo que fuera necesario para detener a Eikka, ya lo había visto hacer muchas cosas y no quería esperar a ver qué más podía hacer, no entendía el porqué de su cambio, por qué se esmeraba tanto en destruir lo que alguna vez había admirado, lo que aspiraba a ser, siempre lo había admirado por su valor, su coraje y esa determinación que tenía para hacer las cosas; ahora sólo podía odiarlo, quería lastimarlo, llegué a pensar que tenía que encontrar la manera de destruirlo, pues sólo así terminaría con este infierno en mi cabeza.

No podía quedarme aquí a llorar la pérdida de Jillian Carver, tenía que moverme y tratar, en medida de lo posible, de detener a Eikka, me levanté, puse todo en orden y salí de la casa sin decir más, entré a casa de los Carver pues sabía que el señor Carver no tendría cabeza para ir a la oficina.

La casa estaba llena de arreglos florales, el silencio era perturbador, pude ver a Claire abrazando a un muchacho, supuse que se trataba de su otro hermano, había demasiada gente, la casa estaba llena de personas en trajes negros y con gafas oscuras, me llamó la atención el hecho de que muchas personas salían de una habitación en particular, se trataba de una especie de sala para invitados, entré y ahí estaba la madre de Jillian Carver aferrándose al féretro de su hijo, el llanto desesperado de la mujer era simplemente desgarrador; la escuchaba suplicar porque fuera un sueño, le pedía a Dios que le devolviera a su hijo y al mismo tiempo maldecía a Dios por habérselo arrebatado.

— ¿Por qué me haces esto? —decía una y otra vez dejándose caer sobre el féretro de caoba.

El señor Carver apareció en la escena sólo para abrazar a su esposa y separarla de la caja, estaban destrozados, la expresión en sus rostros lo decía todo, me acerqué al féretro, quería ver el rostro de Jillian para no olvidar jamás que, de no hacer todo lo que estuviera en mis manos, cosas así podían suceder, atravesé el cristal que cubría su rostro y acaricie su mejilla, me quedé viendo a los Carver desde ahí, supongo que algo semejante ocurrió con mis padres el día que perdieron a sus dos hijos.

Si ellos supieran lo que ocurrió con Eikka después, tal vez no habrían llorado, ahora eso ya no importaba, la realidad, y lo único bueno de la historia; es que ellos jamás tendrían que saber lo que su hijo era capaz de hacer, no tendrían que vivir con eso en sus conciencias.

Recuerda bien esos ojos que reflejaron el pánico de ver a la muerte frente a ellos, me dije antes de separarme de Jillian.

Salí de la habitación sólo para encontrarme a mi demonio, Eikka estaba abrazando a Claire fingiendo consolarla, actuando como si le importara el sufrimiento de Claire, nos vimos el uno al otro, era evidente que le divertía toda la situación, estaba disfrutando de esto con la crueldad de un niño al lastimar a un perro.

Quería matarlo por segunda vez, quería arrancarle esa sonrisa macabra y hacerlo pedir perdón por lo que había hecho, quería que suplicara, que se humillara… no podía soportarlo así que me largué sin mayor aspaviento, Eikka sabía que esto me afectaba pero no iba a darle el gusto de verme mal.

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Hoy no habrá nada que hacer con el señor Carver lo mejor será esperar a que las cosas se calmen un poco y entonces podremos averiguar algo…

Decidí caminar en la playa, escuchar las olas y verlas romper sobre las rocas, de alguna extraña manera eso lograba tranquilizarme cada vez que me sentía acabado, sentí la presencia de alguien más, llevaba un tiempo que me estaban observando y no lograba distinguir de quién se trataba, un aliado nuevo, pensé.

Observé a mi alrededor para averiguar de quién se trataba, después de todo descubrirnos no era cosa difícil una vez que estás entre nosotros, sólo hay que buscar al sujeto que nadie puede ver, nadie excepto tú.

En realidad me había hecho la tarea más fácil, era sencillo descubrir que una persona que camina en la playa totalmente abrigada a las doce del día no puede estar bien del todo, al menos no de la cabeza, o este tipo tenía alterado el termostato o al igual que yo no podía sentir frio o calor.

— ¿Se te ofrece algo? —pregunté —Yo también lo vi —respondió con un tono lleno de nerviosismo —. Creí que

habías sido tú, pero después lo descubrí, ustedes son dos, fue como una pesadilla muy bizarra, verte dirigir a ese hombre para que se estrellara de la forma en que lo hizo, y después volver a verte arrodillado sobre el pavimento, creí que me tomabas el pelo.

— ¿Qué quieres?— cuestioné. — ¿Quién es él? — ¿Quién eres tú? —pregunté. — ¿Me temes? —Por supuesto que no, resulta que no hablaré del tema con un desconocido, si

quieres saber quién es él, tendrás que decirme quién eres tú y qué es lo que quieres —respondí un tanto molesto, me preguntaba cómo es que este sujeto tenía el valor de aparecerse así sólo para preguntar lo que me resultaba molesto y doloroso en este momento.

—Mi nombre es Matt, no sé lo que soy, pero puedo decirte lo que era. — ¿Y qué eras Matt?


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