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Historia de La Farmacia

Date post: 26-Jul-2015
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HISTORIA DE LA FARMACIA . POR EL i DR. D. GUILLERMO FOLCH JOU PROFESOR ADJUNTO DE DA FACULTAD DE FARMACIA DE MADRID Prólogo del Dr. D. Rafael FolcK Andreu CATEDRATICO DE HISTORIA DEhk FARMACIA D E L A FACULTAD DE FARMACIA DE MADRID (De la Pharviacopca Hispana de 1794) AFRODISIO AGUADO, S. A. M A D R I D
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Page 1: Historia de La Farmacia

HISTORIA DE LA FARMACIA . P O R E L

i

DR. D. GUILLERMO F O L C H J O U PROFESOR ADJUNTO DE DA FACULTAD DE FARMACIA DE MADRID

Prólogo del Dr. D. Rafael FolcK Andreu C A T E D R A T I C O D E H I S T O R I A D E hk F A R M A C I A D E L A F A C U L T A D D E F A R M A C I A D E M A D R I D

(De la Pharviacopca Hispana de 1794)

A F R O D I S I O A G U A D O , S. A .

M A D R I D

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Consideraban los .empíricos que lo único que podía hacer ade­lantar la Medicina y. convertirla en una verdadera ciencia, era la . práctica. . . .

Pero, su experiencia es pobre, se contenta con bien poco, tan solo en .probar medicamentos, sin tener en cuenta muchas circunstancias que podía ejercer influencia en su acción; Se ha didio que su lema era el de «curar con medicamentos y no con elocuencia».

Difícil es fijar quién fué el primer propagador de tales teorías. _ Algunos quieren ver en FELINO DE COS el fundador, más es SERAEIÓN DE- ALEJANDRÍA el. que fija en una obra las bases de tales métodos te­rapéuticos, dando fórmulas complicadísimas con ingredientes raros en los que cree ver propiedades antisintomáticas indiscutibles. • E l más sobresaliente de todos los empíricos fué, sin duda, HERA-

CLIDES DE TARENTO, del siglo I I I antes de J . C , que escribió varias obras que le náü'"colocado coíno uno de los primeros farmacólogos experimentales.. Ensayando numerosas sustancias logró determinar su eficacia o nulidad y dio fórmulas que destacan por su eficacia.

. * * *

En este tiempo cunde la afición por los estudios farmacológicos aun en personas que por su posición parecen que debieran estar ale­jadas de las mismas, y vemos así experimentando sobre venenos y an­tídotos a reyes, cual NICOMEDES I I DE BITINIA, ATALA I I I PHTLO-METER, CLEOPATRA y, en especial, a MITRIDATES el Grande, rey del Ponto, célebre por la matanza que ordenó de todos los romanos que vivieran en su reino, orden que costó la vida a más de 100.000 per­sonas, y también por dominar a la perfección 22 lenguas. Este rey se ocupó extensamente de la preparación de medicamentos, que pos-•teríormente fueron muy usados, tales como la Arteriacé laudata o müridato, en el que entraban 5á ingredientes y que era considerado como el antídoto por excelencia, gozó de fama hasta el siglo X I X ; la Altanosia o remedio de JaJnmortaltdad, etc., etc. • v. —

Pero más especialmente se ocupó de la preparación de venenos y contravenenos, que él mismo probaba, de tal suerte que llego a in­munizarse contra los primeros, hasta el punto de que cuando quiso darse muerte con ellos no pudo lograrlo por no surtirle efecto, te­niendo que recurrir a la espada de un esclavo. —

I I I

ROMA O LA REPRESENTACIÓN DEL ÍÍATERLALISMO

Sus médicos, sus medicamentos y medios terapéuticos.

No supo Roma aprovechar la ofrenda que Grecia le hizo; des­perdició todo el pensamiento científico de un pueblo que, más idea­lista que él, llegó a sobresalir en el cultivo de la inteligencia.

La forma de ser y de pensar del pueblo romano se debió a su. excesivo materialismo. Ninguna idea se creaba, ninguna acción se ejecutaba, si no era con vistas a un fin práctico inmediato. Los ro­manos adaptaron la Mitología de otros pueblos y en sus dioses po­demos ver confundidos los de los etruscos y griegos, pero despo­jados "de su seiiLido~místico' para quedar convertidos en una institu­ción de carácter jurídico social.

La .Mitología etrusca tiene dioses médicos a los que elevaban preces y ofrecían sacrificios tanto para conservar la salud como para recobrar la perdida, y en su pueblo tenían gran importancia los pre­sagios que llevaban a cabo los Augures y Auruspices Los primeros, de más categoría que los segundos, fundaban sus augurios en el vuelo y canto de las aves, en el caminar de los rebaños, en la direc­ción; del viento; los segundos, observaban la situación y forma de

Jas visceras de los animales sacrificados, creyéndoe que su nombre deriva de 'liar, que en caldeo significaba hígado, ya que era esta viscera la que más frecuentemente examinaban para dictar sus pre-. sagios, habiéndose encontrado numerosas representaciones de esta parte del cuerpo divididas en compartimientos, correspondientes cada uno a una región del cielo y habitado por una divinidad deter­minada (fig. i.'). El hígado, según* ellos, estaría dividido en dos partes: una propicia y. otra adversa ; cada hueco o protuberancia en cada uno de ellos, cada saliente o entrante de sus bordes-, podría significar un suceso o la necesidad de ejecutar una acción.

Estas instituciones de augures y auruspices pasaron a Roma, como igualmente debieron pasar los conocimientos que de la Me­dicina y de las drogas tenía el pueblo etrusco (19), y de ellos se ali­menta la primera Medicina romana; en cambio rechazó o no supo

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apreciar-4a .bondad de muchos de los tratamientos e ideas médicas griegas.

,Acabamos de decir que la Mitología romana es una fusión de la etrusca y la griega, dominando la segunda, y así nos encontramos con Apolo, Hércules, Mercurio, Minerva y otros, cual Esculapio, cuyo culto comienza a principios del siglo I I I antes de J. C , debido, según cuenta la leyenda, a la peste que asoló por aquel tiempo a "Roma, y contra la que nada pudieron presagios ni sacrificios. Acu­dieron entonces a los libros escritos en forma cabalística por la Si-

F i g . 4. '

Representación etrusca de un hígado con las divisiones . precisas para los auruspicios.

büa de Cumas y custodiados por los Diunviros, Decenviros o Quin-decinviros, según las épocas; libros que eran consultados en casos de epidemias, en sucesos~pólítTcós o en guerras desafortunadas. De tal consulta se sacó la consecuencia de que debían enviar una comi­sión al templo de Epidaüro para que pidiese consejo a Esculapio.

-..Mientras se celebraban las fiestas que en Epídauro se habían orga­nizado en honor de los miembros de la embajada romana, una ser­piente del templo pasó delante de los allí presentes para salir a la calle, y dirigiéndose al puerto donde estaban ancladas las naves ro­manas, se introdujo en la cabina de uno de los más prestigiosos jefes de la expedición. Estando la serpiente dedicada al dios, y sien­do uno de sus atributos, creyeron que aquello significaba que el dios se había dispuesto a prestar ayuda a Roma, por lo que, levando anclas, pusieron rumbo a la capital romana; mas en la desemboca­dura del Tiber, la serpiente se lanzó' al agua,- y atravesando a nado la corta distancia que la separaba de la isla que más tarde se llama­ría de San Bartolomé, subió a ella, perdiéndose en su vegetación.

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Aquel acto fué interpretado como un deseo de Esculapio de que. allí se elevase un templo, lo que se.llevó a cabo,, principiando, así: el culto al dios médico. Igualmente fué adorada su hija Hygea, .in­vocada como diosa de la. salud.Dea, salus, uno de cuyos ..templos se elevó en la colina de' Quirinal, y que frecuentemente se la represen-.

F i g . 5.

Mujer haciendo ofrendas a la diosa Hygea representada con la copa y la serpiente, símbolos actuales de la.. Farmacia ,

(Del Museo del Capitolio. R o m a . )

ta como una bella mujer sosteniendo' con la mano una copa, en la __que se enrolla una serpiente, emblema hoy de la Farmacia.

- Interés excepcional presentan algunos dioses de tal Mitología: Cama, protectora delas'funciones vitales y del desarrollo muscular, a. la que se la dedicaba culto el día primero de junio. Las diosas Febris y Mephitis, invocadas contra las fiebres, tuvieron diversos templos, estando situados los de la primera en el monte Palatino, y los de la segunda en los terrenos donde más abundaba la malaria. Prosa y Postvertira-, diosas de los partos normales y anormales, res­pectivamente. Fesonia, diosa protectora de los débiles o cansados; Osipaga, consolidadora de los huesos; Luana, que como Prom,

presidía el parto; Mena, diosa que presidía el menstruo de las mu­jeres ; Rumina o Rumia, protectora de los niños de pecho ; Uterina, y otras muchas que "junto con dioses diversos, que, incluso para de-

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terminadas enfermedades, fueron adorados por el pueblo romano, atribuyéndoseles la facultad de curar y a los cuales acudían los en­fermos en busca de su remedio'.

.Esta fué la primitiva Medicina romana: sacrificios, oraciones y magia; la verdadera estaba por completo abandonada; todo lo más el jefe de la familia conocía ciertas prácticas médicas, como sucedía con Catón, el censor, que para sí, sus familiares y amigos, prac­ticaba la Medicina, si es que a la recomendación de la col como reme­dio universal y la colocación de una golondrina sobre el miembro afectado de una luxación, acompañado de ciertos cánticos, puede considerarse como Medicina. Junto con los jefes de familias, también practicaron empíricamente la Medicina algunos esclavos, a los que parece iba dirigida la parte de la ley Aquilina que condenaba al mé­dico que fuese responsable de la. muerte de otro esclavo.

Por Plinio....c.o.noj:ernos el estado de la Medicina en Roma; según este autor (20) estuvo desj>rovista de verdaderos médicos durante más de seis siglas,--y que romanos de gran prestigio, como el ya citado Catón, atacaron duramente a los primeros griegos que se trasladaron a Roma'para ejercer esta profesión, indicando que tan solo deseaban matar a los bárbaros, y que" los romanos estaban in­cluidos dentro de tal designación, por lo que al tratar a un romano enfermo intentaban envenenarlo.

No obstante, el primer médico griego que se estableció en Roma, que según 'Cassio Hemina fué ARCHAGATO, era recibido con alegría,

_ y. alcanzó, fama tan rápidamente que el Senado le concedió la ciu­dadanía, dándole el nombre de vutterarim, y le obsequió con una tienda de medicina, el iatreyon griego, aunque no le duró mucho tal estimación, porque habiendo abandonado un pocp la farmacolo­gía y dietética para dedicarse más a la cirugía, y habiendo fracasado-en algunas curas, su fama decreció más rápidamente que la había adquirido, y^fué señalado con los nombres de iort'oA- y carnifex.

Esto aumentó la prevención que ya de por sí tenía el pueblo romano contra los médicos y a pesar de ello los griegos que a

—continuación de Archagato llegaron a Roma ejercieron con éxito, aunque justo es reconocer que no todos los que se titulaban médicos conocían la profesión, lo que dio lugar, junto con su avaricia, a que el dictador Syla decretase su expulsión y muerte Mas habiéndo­se divulgado entre el pueblo romano los requisitos que se exigían en el pueblo helénico para titularse médico, pronto supo ver la di­ferencia existente entre éstos y aquellos a quienes anteriormente habían confiado el cuidado de sus enfermos.

Los primeros romanos que aprendieron la profesión médica de los griegos fueron los esclavos, ya que el ciudadano romano consi-

. deraba impropias para sí todas las profesiones ajenas a las de le-

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gisladof, guerrero o agricultor, y estos esclavos, ejerciendo la Me­dicina, llegaron a convertirse, en libertos, en compensación de sus sacrificios, o bien pagando la libertad con los beneficios, que el ejer­cicio profesional les reportaba.

E l tiempo fué el encargado de cambiar en estima la prevención que existía contra los médicos. Los griegos llegados a Roma, alcan­zaron favores de-los gobernantes, entraron en'las casas-patricias5

en las termas, en el ejército, donde fueron tratados como iguales-por los jefes más prestigiosos, y los esclavos dedicados a la Medicina elevaron su valía basta el punto de que fueron los mejor pagados. Este cambio fué el que motivó el decreto dictado por Julio César en el año 46, por el que se concedía la ciudadanía a todos los médicos. Decreto' que cambió el destino de.la Medicina en Roma, ya que se consideró preciso el reglamentar los estudios médicos, por el peligro que suponía el que- siguiesen afluyendo a Roma falsos médicos en bus­ca de beneficios. Se establecieron determinados cursos, y al que los había seguido se le designaba con el nombre de médicus a república, pero había de pasar aún bastante' tiempo antes de que se establecieran verdaderas Escuelas médicas, lo que hizo Alejandro Severo en el siglo I I I de nuestra Era.

Los. médicos fueron ganando en prestigio cada vez. más,.Augusto..... los libró de cargas y contribuciones, y al ser curado en Tarragona por el médico ANTONIO MUSA, le concedió el derecho de ostentar en su mano el anillo de oro, y el Senado mandó erigirle una estatua junto a la del dios Esculapio.

Nerón nombró a su médico, ANDRÓMACO, médico de cámara, con lo que daba lugar al cargo de Arcliiatro palatino, que tuvo parte activa en la vida pública y era considerado como funcionario de alta graduación y al que no sólo le incumbía el ejercicio de la Medi­cina, sino también desempeñar ciertas funciones, cual la'de"controiar-el ejercicio de los demás médicos de la ciudad o provincia.

Más tarde, Antonio .Pío creó él cargo de Archivero popular, que no estaba en conexión directa con la Corte; estos archiatros eran •elegidos por los municipios, poFIó" que podemos considerarlos como médicos-farmacéuticos titulares, ya que no sólo les incumbía el asistir a los enfermos pobres, sino también proveerlos de los medi­camentos que precisasen para su tratamiento.

Dichos Archiatros formaban Ordos, instituciones que se reunían en los templos y que, cual~1os Colegios médicos, decidían sobre la aceptación de nuevos médicos y fiscalizaban el ejercicio profesio­nal, pudiendo poner penas a los compañeros que demostrasen im­pericia.

No hubo separación ninguna en Roma entre los médicos y los farmacéuticos, cosa que no es de extrañar, ya que en Grecia tam-

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poco existió ; como- acabamos de decir, el ar.chiatro debía dispensar­los medicamentos, que el enfermo pobre necesitaba, y para ello re-, cibía su correspondiente remuneración, y los médicos romanos- más. afamados poseyeron su tienda de medicina, la •Medicatrma, nombre, con que fué conocida más tarde, y ésta tiene gran analogía con el iatreyon griego. Sus dependencias son casi las mismas y, desde, luego, un lugar prominente de la misma estaba dedicado a la pre-. paración de medicamentos, y otro a la dispensación de los mismos,, y ya veremos que era frecuente que cada médico tuviese sus medi­cinas particulares que él mismo elaboraba y de las que tan solo él conocía su verdadera composición.

Las tiendas de medicina iatreyon o medicatrinas que poseían los médicos se distinguieron con el nombre de su dueño, y por símbolos análogos a los-que tuvo Esculapio, la serpiente, el bastón, la pifia, y en ellas el local destinado a la preparación no sólo, ocupaba- un lugar principal, como hemos dicho, sino que en él- estaban perfec­tamente instalados todos los utensilios destinados para la elabora­ción y conservación de. los medicamentos, morteros, tamices, c á p r

sulas, mesas de mármol para pomadas, ~ copas y vasijas diversas, balanzas de brazos iguales con dos platillos, y las de brazos desigua­les, romanas, junto con sus pesas, cuyo sistema (21) recuerda al usado por los farmacéuticos hasta últimos del siglo X I X y al aún empleado hoy por los anglosajones (silicua, obulus, scrupulus, drac-ma, uncía, libra y mina),

Los recipientes para contener y conservar los medicamentos eran de las formas y materiales más diversos: cajas de madera y metá­licas para las plantas y flores; botellas, vasos y ánforas de vidrio, barro cocido, cuerno, plata, bronce o estaño para los medicamentos líquidos o pastosos, ungüentos, perfumes, etc.'

En cuanto a las operaciones farmacéuticas no variaron de las ejecutadas por los griegos, por lo que no las señalaremos, remi­tiendo a aquéllas a quienes les interese. Igualmente sus medicamen­tos" son los de los griegos, aunque de origen romano son los si­napismos y los esparadrapos, medicamentos que fueron introducidos en la Farmacia y Medicina durante la influencia de la Escuela Me­tódica.

Con el nombre de esparadrapos se designó a emplastos agluti­nantes que se extendían (¡spargo, extender) sobre la. parte enfer­ma, y una vez cumplida- su misión, para desprenderlos se arrancaban (drepo, arrancar).

Mención especial merecen los colirios romanos, que se han con­siderado como medicamentos secretos, aunque no hay razón para ello, pues no sólo serían los médicos- oculistas-'-los que-prepararían-sus remedios ocultando total o parcialmente su composición, sino

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que todos los dedicados alarte de curar lo harían igualmente. Esto obedece a que han quedado buenas fuentes históricas- que' demues­tran el que los oftalmólogos preparaban sus colirios, que suministra­ban al público, en forma análoga a los remedios secretos 'de antaño y hasta, en algunas ocasiones, a las especialidades farmacéuticas de hogaño. Estas fuentes son conocidas- hoy por 'los stlhsée -los ocuy listas,. Resulta que; los colirios -sólidos q'ue' empleaban iban marcados con-inscripciones diversas,-que se lograban apoyando sellos sobre la masa blanda. Estos sellos, que han llegado hasta nosotros, están

Sello romano para colirios conocido c o n ' e l nombre de Saint Aubión sur Gairion. •— -

hechos en piedra, serpentina o esquistos, de forma cuadrangular o rectangular ..generalmente, y.en ellos se halla grabada a la inversa la inscripción que se deseaba que figurase en el colirio.

Estudiando éstos sellos se ve que en la mayoría se hallan los nombres del oculista preparador de los mismos; el nombre con que . se les designaba, que solían tener un carácter extraordinario o char­latanesco: Anibrosium^_&v'mo ; Anicetum, 'invisible ; Theocristum, ungido por los dioses,' o que se basaba en el color que tenía la masa: Chloron, verde; Cirrqn, amarillo, etc. En algunos se da la com­posición principal: Díapsoricum, al cobre; Diasmyrnes, a la mirra; composición qué a veces tan solo era mencionada muy ligeramente: Spkragis a las piedras preciosas', Dhlepidos a.los óxidos metáli­cos, etc.- Se encuentran también en algunos sus principales propieda-

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des: A-nadinum, Hyginon, saludable; Snectkum, detersivo, y en otros la forma de aplicarse.

Son muchos los sellos para colirios que se han hallado, pero tan solo citaremos el de Madrid (22), llamado así porque procedente de un aficionado a reunir objetos antiguos vino a parar a nuestra capital, y el de Saint Aubion sur Gáillon (23), el que, como ejemplo, interpretaremos. La parte inferior (fig. 6) está en blanco, la superior lleva inscrito

SEX ROM SYMFORI ANICET AD D I A T H E

al que agregando las letras suprimidas quedaría

SEX(TI-)-ROM(ANIÍj' SYMFORI ANICET(UM) „ AD DIATHE(SES) .

o sea, colirio anicetum (invisible) de Sexto Romanio Symforo con­tra la díatheses,

La inscripción derecha dice:

X T ROM SYMFO R I DIAMIS-AD DIAT

(SE)XT<I) ROM(ANII) SYMFO(RI) DIAMIS(US) AD DIAT(HESES)

o sea, igual que el anterior, pero hecho al nist, y la de la izquierda igual que las otras, índica al final Diarhoáon, que noá revela que es­taba hecho a la rosa.

Estoscolinos hacen ver que el médico oculista era el que los obtenía y los vendía. Aún no existía quien tan solo se especializase en prepararlos, por ello todo lo referente a la Medicina ha de con­siderarse igualmente a la Farmacia.

Formando parte de la terapéutica están los perfumes y cosmé­ticos a los que era muy aficionado el pueblo romano, de los que no supo prescindir ni en salud ni en enfermedad, y que frecuentemente eran obtenidos y utilizados por los médico-farmacéuticos para el tratamiento de enfermedades. Eín la composición de ellos entró la primitiva lanolina, que se dice fué obtenida por vez primera por Popea, la tristemente célebre mujer de Nerón, y que se designó con el nombre de oesipo o pínguia- poppeana:

Algunos historiadores han querido ver en los pharmacop-olas ro­manos a los precursores de los farmacéuticos, mas volvemos a indi­

car aquí lo ya dicho al hablar de análoga profesión en Grecia (pági­na 35). Los pharmacopolas de estas épocas eran tan sólo traficantes' en drogas y venenos, pero dadas las más relajadas costumbres ro­manas, aun su fama fué peor en el Imperio de los cesares que en Grecia. • '

Profesiones semejantes a la de los pharmacopolas y también se­mejantes a las encontradas en Grecia bajo el nombre de agvrfoá, las constituían los circuüores, circulatores, circunforaneos, los qué de población en población iban, ofreciendo productos y ensalzando sus virtudes mediante discursos; los celMari, que efectuaban sus ventas en tiendas destinadas al efecto; los sepktsiañ, que en sus estableci­mientos Seplasias ofrecían sus productos a todos los que los preci­saban, y entre ellos a los médicos, y que a veces vendían bajo nom­bres fantásticos medicamentos secretos; su nombre tiene origen en el que llevaba una plaza de Capua, Seplasia, que se hizo célebre por el comercio de drogas que en ella se llevó a cabo.

El rizotomo griego tiene su homólogo en el herbad romano, y el mtropola, en el ungüentara. Asimismo las comadronas griegas o mayas están representadas en la población romana por las medkae, y las sagae, que ejercían el comercio más bochornoso e inmoral que puede imaginarse vendiendo venenos, filtros de amor, afrodisíacos, en cuya composición entraba toda clase de ingredientes, abortivos, que no sólo vendían a quienes se lo solicitaban, sino que, bajo el pretexto de la conservación de la belleza, inducían a utilizar a toda

jmi j e r que esperase el fruto de sus entrañas, aun cuando fuese el hijo de un amor legal.

En Roma existió la palabra apotheca y la de apothecarii, así como existió el de apoteke en Grecia, mas ambas palabras tenían igual significado, muy alejado del de botica, en sentido de farmacia. Ambas son derivadas del verbo «guardar», apotitenai, y con ellas se designaba los establecimientos donde se conservase cualquier mer­cancía destinada al comercio, fuese o no de uso medicinal.

Los griegos, como hemos visto, utilizaban la gimnasia para em-bellece.r.su.cuerpo y como medio terapéutico; los romanos tampoco supieron apreciar lo que de bueno pudieran tener tales tratamientos.

En los orígenes de lo que llegaría a constituir el Imperio Roma­no existieron los gimnasios y palestras, pero faltos del sentido esté­tico helénico, dados a la molicia y a la lujuria, no sobrevivieron tales instituciones por mucho tiempo. En ellos no encontraban'nada que les pudiese reportar algún beneficio práctico. Según su pensa­miento, ni el lanzamiento del disco, ni el de la jabalina, tenían su utilidad como medios de entrenamiento para la guerra, como tam­poco lo' tenían los demás deportes atléticos que' siempre' exigen un sacrificio por parte del que los practica. Por ello él romano poco a

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poco abandonó el gimnasio para sustituirlo por las termas, donde junto con- el ejercicio suave, hallaban placer y el lugar de reunión, para qomentar las actualidades. • La primera de estas termas fué la- fundada por Agripa; a ésta

siguieron las constituidas bajo las órdenes de Nerón, Caracalla, Dio-deciano y otros, de los que aun quedan bellos restos, en Italia.

La afición de los romanos a los baños fué extraordinaria, pues se dice que hubo emperadores-que'se pasaban en ellos la mayor parte del día y de la noche, y que aun comían dentro del baño; y que los

F¡g. 1-Corte de un baño según una pintura bailada en los baños de Tito

en R o m a . A , Horno . B , Calidarium. C , Sudado. D , Tépidarium. E , Frigidarium.

E , Unctarium. [Según Vitruvio. ] /

romanos que pudiéramos considerar pertenecientes a la clase media tomaban por lo menos dos baños diarios. _

En la figura 7 podemos ver algunos de los departamentos de que constaban las termas.

Dé ellas las más importantes son sin duda el Calidarium, destina­do a los baños calientes, del que pasaban al Tépidarium, local cuya temperatura era moderada, y donde permanecían al salir del primero y antes de entrar en el Frigidarium o baños fríos; pero especial­mente es para nosotros interesante el -departamento denominado Unctarium, donde se conservaban y aplicaban las pomadas, ungüen­tos y perfumes a los bañistas, por lo que es posible que allí también se preparasen.

En la figura 8 puede, verse cómo varios personajes proceden a quitarse tales unturas utilizando para ello el instrumento denomi­

nado strigiles; de los qué se .conservan'ejemplares en el Museo Na-, .cional de Ñapóles, así como vasos metálicos para contener los per­fumes y recipientes-para recoger los residuos separados del cuer­po-(fig.-9). • • , : •

Intimamente' ligado' a jos baños por su sentido higiénico, está, el uso' de las fumigaciones, practicadas- frecuentemente como medio

• F i g . 8.

Caldarium [según Mercurial i ] .

profiláctico para desinfectar locales donde hubiese...yivido o muerto algún enfermo. • " '"

Asimismo' sobresalen las medidas higiénicas deL.pueblo romano referentes a la. canalización de aguas-potables, a la eliminación de

las residuales y a la desecación dé terrenos pantanosos para evitar las epidemias; de origen romano es el nombre de mal-aria y es de señalar la vigilancia que ejercían en los mercados para impedir la venta, de alimentos, en malas condiciones., vigilancia que estaba en­comendada a ciertos empleados públicos, precursores de nuestros inspectores bromatológícos, y que podían, no sólo prohibir la venta de determinados alimentos, sino clausurar los locales.

Teorías médicas de interés a la Farmacia.

La farmacologia.no adelantó mucho en Roma, y se puede decir que es la parte más débil de su Medicina, ya - que no se lanzaron teorías, hasta que a principios del siglo i aparecen las de Asclepiades,

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que no aportaron ningún adelanto,. pero que tuvieron su influencia en la Farmacia del tiempo.-

Podemos considerar a ASCLEPIADES DE PRTJSA (siglo I I antes de Jesucristo) como el primer médico que en Roma emite una teoría sobre el origen de las enfermedades. Natural' de Bitinia, se educó en la corte de los iPtolomeós y en Atenas. A principios del siglo I (antes de J. C.) pasó a Roma, donde se ocupó en estudios de retó-

. . Equipo de bañista hallado en Pompeyav Pomo para contener el aceite, Strigiles para separarlo -del cuerpo

y recipiente destinado a recibir el aceite usado. (Museo Nacional de Ñapóles.)

rica. Más tarde, según Plinto,-se-dedicó a la Medicina, buscando gloria y lucro; aquellos primeros estudios le hicieron sobresalir rá­pidamente, cultivando la amistad de los más altos personajes, tales como Marco Antonio, Cicerón y otros, sobre los que tuvo gran influencia. Lucio Apuleyo narra uno de los sucesos de la vida de Asclepiades que motivaron su fama como médico Dice que «cuando se dirigía a su domicilio observó en la Vía Sacra un cortejo fúnebre, parado por estar descansando los portadores del féretro. Por curio­sidad se acercó a ver el cadáver, y al preguntar a los.familiares la causa de la muerte, no convencido de las explicaciones, lo examinó más atentamente y le pareció observar ciertas señales de vida. Con

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su elocuencia ' convenció • ¡a los familiares para que le permitiesen tratarle, y después de hacer algunas prácticas sobre el mismo (¿res­piración artificial?) el pseudo muerto empezó a hacer algunos mo­vimientos, lo que le permitió llevarse al enfermo a su casa y curarle totalmente. La noticia se esparció rápidamente, y con ella cundió por toda Roma la fama. del médico que podía hasta resucitar a los -muer-tes».- -•-'

Sus teorías le hacen, si no el fundador, al menos el inspirador de la Escuela metódica.

Siguiendo las teorías de Leucipo y de Demócríto acerca de la constitución de la materia, considera al cuerpo humano como una materia más, constituida por átomos de distinta forma y tamaño, los que se mueven a través de poros imperceptibles que están en los tejidos y cuya existencia pretendía probar por el sudor expelido por eí cuerpo después de un ejercicio. El movimiento de los áto­mos daba lugar a los diversos fenómenos vitales, al calor y al frío, y de las distintas clases de átomos se t formaban las distintas partes del cuerpo, estando él alma constituida por los átomos más per­fectos.

El movimiento de los átomos debía realizarse con determinada holgura; si por una variación en el tamaño o forma de los poros o atarnos-,' "el m"o"vtmi'eiifo de éstos perdía su cadencia, acelerándose o retrasándose, entonces se perdía la salud, el cuerpo dejaba de funcionar regularmente y se provocaba la enfermedad, que tanto' podía ser debido a una variación del tamaño de los átomos como una obstrución de los poros

La terapéutica que empleó no sólo se basa en estas teorías, sino también en el profundo conocimiento de la psicología y gustos de los romanos, que rechazaban los remedios violentos, y así su divisa fué que la Medicina debía ejercerse «cito tuto et jucunden y sus tratamientos tenían un carácter mecánico-físico e higiénico-dietético, y así encontramos entre los primeros el masaje, los paseos a pie,., a caballo, marítimos, duchas, baños de agua fría, caliente o vapor; el baile, la música, declamación y canto, y entre los segundos el ayu­no, las curas con vino, al que consideraban como remedio universal y con más poder que los dioses; ciertas aguas y alimentos, etc., etc., mientras que proscribió el empleo de purgantes, laxativos y todas las operaciones quirúrgicas.

Alumno de Asclepiades fué THEMISON DE LAODICEA, a quien se considera como el verdadero fundador de la Escuela metódica.

Siguiendo las teorías de su maestro considera que la enferme-' dad puede ser crónica o aguda y. las clasifica en tres grupos.

Si el enfermo tiene sed, calor, congestión y enrojecimiento, la causa patológica es un estado de tensión, tipo constrictivo. Si con-

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trariámente aparece la palidez y relajamiento, es del tipo laxativo, y si en 'alguna ocasión se mezclan los síntomas la enfermedad es del tipo, mixto.

Tan sencilla teoría sirvió para simplificar igualmente las teorías sobre los medicamentos, que fueron divididos en relajantes y- asJ

tringentes, según que sirviesen para uno u otro tipo de enfermedad.-' Medicamentos relajantes eran los laxantes, sudoríficos, • sangrías

ventosas, bebidas y fomentos calientes, etc., mientras que eraja as-trigentes las bebidas frías y acidas, el alumbre, litargirio,. mucílagos y otros.

Thenrison, además de estas ideas,, introdujo algunos medicamen­tos, tales como un jarabe de. diacodio,.obtenido con cabezas de ador­midera, una hierba purgante, así como fué el primero que en Roma empleó las sanguijuelas,

Estas sencillas teorías no fueron- aceptadas por todos los médi­cos romanos, y se lanzaron también otras, que dieron lugar a las Escuelas pneumática y ecléctica, de las que no nos ocuparemos por no haber contribuido con ningún adelanto a la Farmacología.

En cambio varios médicos metódicos escribieron obras y lanza­ron medicamentos de interés farmacológico y farmacéutico; así, T I ­BERIO CLAUDIO MENECRATES, llamado el médico de los Césares, intro­dujo el emplasto diaquilon y dio en una de sus obras los -nombres de las drogas y pesos usados en la época. ANDRÓMACO DE CRETA, ya citado, reformó la triaca en la que introdujo las víboras- y escribió una obra sobre la preparación de medicamentos; SEXTUS NIGER es­cribió sobre materia' médica, y como más importante citaremos a SCRIBONIUS LARGUS, autor de una obra titulada Compositione medi-camentorum, en la que trató de reunir todos los medicamentos usa­dos, tanto simples como compuestos, y en la que da indicaciones para su reconocimiento y preparación, primera obra de esta naturaleza, por lo que se le ha considerado como el dispensatorio más antiguo. En la misma, ai lado de composiciones de poco o ningún valor, inserta algunos procedentes dsrHipócrates, Herophlío y otros médicos de reconocida solvencia, y aun cuando su terminología es algo incom­prensible, tiene el mérito de ser el primero que da una clara defini­ción del opio. Gasifica los medicamentos según las enfermedades a tratar y entre los simples se encuentran de las tres ramas de la na­turaleza, —

Por encima de todos estos metodistas tiene especial importancia para ha Farmacia - PEDACIO DIOSCORIDES, que nació en Anazarbeo, Sicilia, en el siglo I de nuestra Era. Estudió .Medicina en Egea en un templo -dedicado a Esculapio, en el que recibió por algún tiempo las enseñanzas de los Asclepiades, a los que abandonó para emprender

sus viajes en busca de la cuna de los simples, sirviéndose para ello del ejército romano, en el que se alistó primero como combatiente y luego como médico ; con él recorre la mayoría de los países que baña el Mediterráneo: Grecia,. Italia, España y la Galia. y se introduce en el corazón de-Europa, llegando a Germania, Adquiere en todos ellos los-datos que le habían de servir para publicar su obra, observando' todo lo que encuentra a su paso y que pueda referirse a la Medicina. A mediados de siglo vuelve a Roma, y allí da vida a sus conocimien-

Fig-. 10. „ - '

Dioscorides. Miniatura de ,un manuscrito del--si--g-lo xi£ de la Biblioteca de V i e n a .

tos al publicar su Materia- Médica. En la dedicatoria de la obra, ata­ca a los médicos que no han estudiado en la propia naturaleza; se excusa de que su griego no sea del todo perfecto, hecho que nos demuestra la importancia que tenía el ser griego o el conocer esta lengua para un buen médico ; pide que se le juzgue más bien por el contenido de la obra que no- por la elegancia de su lenguaje, y añade que se propone corregir los errores en que habían incurrido los autores que antes que él se habían ocupado de la materia médica.

A pesar de lo dicho en ese prólogo, como en ningún tiempo ha existido quien pueda es'tudiar uno por uno todos los puntos de cual­quier rama'de la Ciencia, Dioscorides tampoco puede estudiar per­sonalmente cada uno de los materiales de, que trata y se vale de lo

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que encontró escrito, tomando como fuentes principales la obra de Cratevas, ya citada, y el Periüles de Sextus Niger.

En los cinco libros que está, dividida su Materia Médica estudia los medicamentos protíedentes de las tres ramas de la naturaleza, siempre desde el punto de vista médico, sin clasificación sistemática, sino que ordenados por. la analogía de sus formas o por sus propie­dades terapéuticas, en las que claramente se puede ver que era par­tidario de la escuela metodista, pues como ésta los considera ads-tringentes o relajantes.

Describe gran número de plantas aun cuando lo haga de forma, incompleta y algo confusa, lo que ha impedido que se pudiesen, iden­tificar muchas de ellas; pero frecuentemente da datos importantes cual son sinonimias con que se conocen en diversos países, suertes comerciales existentes, procedencia de las misma, forma de recono­cerlas, sofistificaciones, etc.,.-'

En algunos casos se'extiende en explicar los cuidados que hay que tomar en la recolección de los materiales, indicando las épocas,, hora del día, forma de llevarla a cabo, demostrando conocer la in ­fluencia del terreno sobre las virtudes medicinales.

Se muestra igualmente muy entendido en los reinos animal y mi­neral, en el que se puede ver que era conocedor de varios procesos químicos, citando por primera vez algunos remedios hasta entonces-no descritos por ningún autor, como el agua de cal, el óxido de cobre, el acetato de plomo y otros que incluso enseña a obtener y purificar. "" "" ~ "

La parte más débil de la obra es la referente a las aplicaciones; medicinales, no sólo por considerar propiedades adstringentes y re­lajantes a las drogas, cosa que en sí no tendría mayor importancia,, sino por la credulidad que demuestra creyendo virtudes curativas-que hasta.pudiéramos considerar inverosímiles y que nos demuestran que su credulidad y superstición no tenían límites.

Esta obra es" sin duda de las de mayor valor histórico. Médicos, famacéuticos, botánicos y químicos a ella.-han..recurrido para buscar antecedentes o asuntos de su profesión, y durante siglos ha sido es­tudiada y comentada. Galeno hizo un elogio de la misma y durante-la Edad Media e incluso hasta el siglo X V I I I fué considerada como-obra imprescindible para aquellos que habían de dedicarse a la Me­dicina y a la Farmacia. Aunque ya lo veremos posteriormente, cita­remos aquí que esta obra fué traducida al castellano por ANDRÉS LAGUNA en el siglo X V I , traducción que tuvo gran número de edicio­nes, alcanzando una de ellas el siglo X V I I I .

Además de esta obra se han querido atribuir a Dioscorides otros libros, cual un tratado de venenos, otro de animales venenosos y e£

dedicado al estudio de remedios fáciles, pero la mayoría de los- auto­res coinciden en considerar que dichas obras son apócrifas,

Celso y la pretendida separación de las ciencias del ar&e de curar

Es AURELIO CELSO uno de los escritores médicos de los que me­nos se sabe en cuanto a su vida; se ignora dónde nació, vivió y murió, se discute la época en que vivió y hasta se pone en duda si fué o no médico.

Por su obra ha de considerársele .como uno de los' primeros en­ciclopedistas, ya que- trataba de Filosofía, Jurisprudencia, Retórica, Arte militar, Agricultura y Medicina.

La obra completa titulada De artíbu-s parece que fué escrita entre los años 25 y 35 de nuestra Era, pero poco interés debió despertar, ya que no es citada por sus contemporáneos, y permaneció ignorada hasta que en el siglo X V el 'Papa Nicolás V encontró la parte dedi­cada a la Medicina, titulada De re medica, siendo la primera obra de esta índole que alcanzó la difusión por medio -de-la imprenta.

En ella se muestra Celso como gran conocedor de la Medicina, por lo que ha de considerársele como médico, pues si no llegó a ejercer esta Ciencia, no cabe duda que profundizó en su estudio, llegando incluso hasta hacer una pequeña • historia de la Medicina que aporta magníficos datos sobre la griega y especialmente de la Escuela de Alejandría.

Divide la obra en tres partes, dietética, pharmaceuúca y .chimr-gica-, acomodándose a los tratamientos empleados en la curación de las enfermedades. Esta división, que no es únicamente suya, pues otros autores anteriores ya la citan, ha hecho creer a algunos his­toriadores que en tiempos de la Escuela de Alejandría, la Medicina se separase de la Farmacia. Mas no pudo ser así, puesto que en tiempos posteriores el médico seguía ejerciendo la cirugía y a la vez preparando los medicamentos_;....qUÍzá el error de t a l división se deba a que se han tomado como sinónimos las palabras pharmaceu-tica de Celso y la de pharmacopolia existente en Grecia. Mas ya hemos visto lo que eran los pharmacopolas, muy ajenos entonces de la verdadera Farmacia. Y el mismo Celso dice en su obra que los médicos para el tratamiento de sus enfermos se servían igual­mente de la dietética que de la pharmaceutica o chirurgia. La divi­sión indicada por Celso tiene más bien un origen didáctico que no un fin práctico para el ejercicio profesional. Consideró que-las en­fermedades pueden clasificarse según los tratamientos convenientes y así considera unos susceptibles de ser curado con dieta, otros, que

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es ventajoso el tratarlos con medicamentos., y unos terceros en los que la cirugía es el único tratamiento posible.

Su obra es sumamente interesante para la historia de los medica­mentos y de la Farmacia, habiendo quien incluso la ha considerado como la primera Farmacopea conocida (24), lo que no podemos ad­mitir en forma alguna, aunque nos demuestre el alto concepto en que de ella se' ha tenido.

Sus prescripciones higíénico-dietéticas nos hacen ver en él un se­guidor de las teorías hípocráticas. Recomienda el ejercicio modera­do y permanencia en el aire libre, combate los ejercicios violentos, así como los cambios climáticos bruscos. Señala las ventajas de un plan dietético alejado de rápidas modificaciones y recomienda mo­deración en todos los actos de la vida. Selecciona los alimentos, ci­tando algunos como causantes de diversos trastornos, y a otros los considera con acciones terapéuticas diversas, diurética, laxante, adstringente, excitantes, etc. Aconseja determinadas dietas alimen- • ticías para algunas enfermedades,, entre las que son de señalar las adecuadas para el reumatismo y la gota.

Mayor importancia aun presenta la parte destinada a la pharma-ceutica; divide los medicamentos según sus efectos, encontrándose los simples medicínales divididos en diuréticos, purgantes, sudorí­ficos, narcóticos, etc., y los medicamentos compuestos constituyen una magnífica descripción de los entonces usados, trociscos, pildoras, calas, hieras, gargarismos, emplastos, ungüentos, colirios, no dejan­do tampoco abandonado el estudio" de los antídotos contra los vene­nos, bien fuesen animales, vegetales o minerales.

E l gran número de medicamentos descritos, junto con que a la vez ha sido el primero en citar algunos, ha hecho ,que se le tenga como uno de los tratadistas que mayor importancia tienen.

Mayor importancia aun que Celso alcanzó GALENO, el mejor mé­dico que ejerció dn Roma, pero así como de aquél se ignoran tos rrlás importantes datos de su vida, de la de Galeno han llegado a nosotros a través de sus escritos. Nació en Pergamo, en el. siglo I I dé la Era cristiana, y su sobrenombre Galeno, que significa dulzura, le fué puesto por su padre con el deseo de inculcarle tal cualidad. Dedicado en un principio a estudiar la Filosofía aristotélica, se es­pecializó pronto en Medicina, siendo la práctica su mejor maestro en esta Ciencia, aun cuando trabajó con médicos-de renombre cual lo fueron SATYRO, que le enseñó anatomía; STRATOTONICOS, que le hizo comprender las teorías de Hipócrates, y AESIRION, que le intro­dujo en los dogmas de los empíricos. Estuvo establecido en Perga­mo, y aun no tenía veintiocho años cuando su nombre ya era famo­so. Fué nombrado médico de los gladiadores, que vivían aislados para mantenerse en las más óptimas condicione^ físicas; allí ejerció

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con éxito la cirugía durante cuatro años, los que también dedieé al estudio de la dietética e higiene. De este período derivan sus ideas, sobre los deportes atléticos, de los que se muestra contrario, cosa que no es de extrañar, ya que veía en los gladiadores la decadencia, deportiva, a los hombres que luchaban, no por placer y satisfacer una necesidad espiritual buscando el triunfo, sino tan solo por con­seguir victorias que les reportasen beneficios materiales; de su en­trenamiento, dice Galeno: «no aporta ventaja alguna a las -obras esenciales de la vida», y él mismo, al describir a un gladiador, nos hace ver qué clase de atleta era: «ojos húmedos, llenos de humor lacrimal, dientes que bailan y que se caen fácilmente; huesos que­bradizos ante el menor choque», por lo que llegó a creer que la palabra atleta derivara de la de desgraciado, athlhi en griego. • Pasó más tarde a Roma, estableciendo su tienda de medicina en la Vía Sacra. Fué amigo y médico de los hombres más ilustres de la época, logrando con su trabajo una fama y una posición inigua­lada por ningún médico.

La peste que se desencadenó sobre Roma en el 166, le sorprendió en Aquilia, donde permaneció aún algunos años; volvió a la capital del Imperio romano, donde a más de dedicarse a ejercer la Medicina en su clínica actuó de maestro, dando clases públicas en las que hacía vivisecciones en animales, y escribía las obras que le habían de conducir a la inmortalidad.

Ya en el ocaso de su vida, vuelve a su patria, donde le sorprendió la muerte al comenzar el siglo I I I .

Para dar una idea de la fecundidad de Galeno., y tan sólo a título de curiosidad, diremos que se le han querido atribuir más de 500 obras, pero más importante que el número y el título-de las mismas es la doctrina que dejó en ellas y que ha influido sobre las ciencias médicas durante muchos siglos. . - - -.

Las ideas filosóficas que adquirió én su juventud le acompañaron toda su vida, haciendo de él un crítico de las teorías médicas, pero su crítica, que es constructiva sobre tod'o, le hace aceptar ..algunas 'teorías ya existentes, arinque despojándolas de aquello que cree que está en contra de lo que le muestra su experiencia observadora.

Cree indispensable el conocimiento perfecto de la anatomía para lograr el éxito en el ejercicio profesional, ya que comparando la Medicina con la Arquitectura, dice que así como el arquitecto ha de conocer todas las partes de que se compone una casa para poder­la construir bien, o- para reparar la arruinada, así iguahnente el médico ha de conocer las partes del cuerpo humano, las relaciones que guardan entre sí, así como las funciones que desempeñan para poder curar a un enfermo o mantener al hombre en perfecto estado.

En el cuerpo humano considera que hay partes simples o simila-5

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res, • considerando como tales a aquellas que están formadas por . materia de idéntica naturaleza, así la carne es una parte simple como también lo son las venas, nervios,, huesos, cartílagos, etc., ya que al dividirse todas las partes resultantes son análogas. Pero la-unión de distintas partes simples da lugar a-las partes compuestas u orgánicas y por ello los dedos, las manos, los brazos, etc., forma­dos de las partes simples carne, h-ueses;--servies, etc., constituyen dichas partes compuestas.'

Según Galeno las.partes simples están constituidas por los ele­mentos primordiales de.toda la materia, fuego, tierra, aire y agua, que comunican a las mismas sus propiedades de calor, sequedad, frío y humedad.

•Cuando en la composición de una parte simple están equilibradas las proporciones y cualidades de los elementos, entonces la parte simple se encuentra en estado'normal, tiene una justa temperatura, • pero si las proporciones^adécuadas varían por cualquier causa o una de las cualidades, predomina o disminuye se produce un desequili­brio orgánico, un desarreglo funcional y aparece la intemperie, cau­sa de la enfermedad.

Fisiológicamente Galeno considera que todas las funciones están regidas por tres clases de- espíritus, el vital que es el que regula la circulación, da calor al cuerpo y tiene su asiento-en-el corazón ; el espíritu natural que se halla en el hígado y por ello es el centro de los intercambios nutritivos, y por último el espíritu animal que asentado en el cerebro, rige los movimientos y es causa de las sen­saciones. Estos tres espíritus tienen también que encontrarse norma­lizados, pues al igual que la variación de un elemento o de una parte simple' puede provocar la enfermedad, ésta puede igualmente tener su origen en un trastorno de cualesquiera de los espíritus.

No es de extrañar, después de lo dicho, que Galeno aceptase la teoría hipocrática de los cuatro humores, con sus cuatro propieda­des, y así vemos descritas las propiedades caliente y húmeda de la sangre, humor ro jo ; fría y húmeda de la pituita, humor blanco; caliente y seca de-la-bilis, humor amarillo y frío y seca de la pituita o humor negro.

Según Galeno, para que un cuerpo fuese perfecto sería necesario que las partes simples es-tuviesen dotadas de las debidas proporcio­nes de los cuatro elementos, y que las cuatro propiedades de éstas estuviesen equilibradas ; que las partes compuestas estuviesen a su vez formadas por las'proporciones debidas de las simples y que adop­tasen la forma, magnitud y disposición adecuada. Pero sería tamb'-én necesario que los espíritus funcionasen debidamente; por ello esta constitución perfecta, a la que llama temperamento ideal sólo existe teóricamente, pudiéndosele considerar como el patrón que sirviera

para comparar a. los demás temperamentos. A estos los divide, según la cualidad que en ellos predomine y así pueden hallarse cuatro tem­peramentos principales: calientes, fríos, secos y húmedos; pero también puede suceder que existan otros cuatro, resultantes de la preponderancia de dos cualidades, tales como el frío y el seco, él frío y húmedo, el caliente y seco y el caliente y húmedo.

Mas las cualidades pueden variar en magnitud; dos temperamen­tos calientes no serán iguales, si el calor en uno es mayor que en el otro, por lo que hay que clasificar las cualidades en grados u ór­denes y así las divide y subdivide hasta el infinito, división que tam­bién hace con las enfermedades, que pueden ser calientes, frías, hú­medas o secas en grados diversos.

La terapéutica de Galeno se basa en el principio de contraria contraris oponenda y por ello trata de corregir la intemperie buscan­do que las cualidades se equilibren, que los humores estén en sus justas proporciones, y para ello se vale de medicamentos diversos, a los que clasifica en dos clases, evacuantes y alterantes, conside­rando como evacuantes a aquellos que restablecen el estado normal expeliendo los humores en exceso o en malas condiciones, y como alterantes a los que lo realizan sin provocar una evacuación.

A - su vez a todos los medicamentos alterantes los divide aten­diendo a sus propiedades de calor, humedad, sequedad y frialdad, ya que era esto lo que había de oponer a la enfermedad y como creía en la existencia de. varios grados en las cualidades de las enferme­dades, también consideró a los medicamentos diyídidos en grados, es decir, un medicamento podía ser caliente en primero, segundo, tercero o cuarto grado, Pero a más de esto creía que las propieda­des que tenían los medicamentos alteran-tes podían ser actuales o bien provocarse después, ser potenciales. Los medicamentos eva­cuantes no obran por sus cualidades, sino por su' naturaleza, a tota su-bstantia. - \

Se ha considerado a Galeno fundador de la polifarmacia, pero no debemos tenerle-corno a tal, puesto que ya hemos visto que los empíricos abusaron de los medicamentos ..compuestos; él sólo con­tinuó con la farmacia que ya existía, aunque mejorando sus fórmu­las y muchas veces simplificándolas. E l mismo las preparaba en su oficina y al cuidado que ponía en la elección de los simples y al buen e inteligente método operatorio que empleaba se deben mu­chos de sus éxitos, cual es el que obtuvo en el tratamiento de EUDE-Mos con su triaca, en cuya preparación! era muy diestro.

Opinaba que el médico no sólo debía preparar sus fórmulas, sino que debía conocer los simples perfectamente para distinguir las adul­teraciones y hasta en alguna de sus obras da instrucciones para re­conocer las falsificaciones más frecuentes, tales como la del azafrán.

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En. las fórmulas que nos dejó en sus libros y que tantas y tantas veces han sido transcritas, junto al medicamento principal, se en­cuentra el coadyuvante, el correctivo y el excipiente.

La influencia que ejerció Galeno en la Medicina y en la Farmacia puede considerarse extraordinaria. Fué el médico cuya autoridad perduró durante más tiempo, pues aun muchos descubrimientos ana­tómicos-, cual los realizados por Vesalio se pusieron en duda por." contradecir la opinión de Galeno, y aun se dudó del mecanismo de la circulación de la sangre, explicado por Servet y Harvey, por la misma razón. Esta influencia la ejerció primero por la fama que adquirió en vida y segundo.por la seguridad con que dictaba sus ra- •zonamientos que él mismo creía infalibles.

Las ciencias naturales en Roma.

Muy pobre es el aspecto que nos presenta Roma al compararla con Grecia en el estudio de la naturaleza; prefería la acción al es­tudio, y cuando llevaba a cabo éste, no lo hacía filosóficamente, por el placer de conocer, sino buscando siempre el fin práctico inmedia­to ; por ello la mayoría de las obras que han llegado a nosotros-pudiéramos considerarlas como de Historia Natural aplicada, como sucede con las de los llamados padres de la agricultura CATÓN el Censor i VARRÓN y COLUMELA, y con la de DIOSCORIDES que, como hemos podido ver, estudió la naturaleza bajo el punto de vista médi­co. Tan sólo hay un autor, PLINIO el Viejo, al que pueda considerár­sele como naturalista y aun mejor como enciclopedista, puesto que en su obra magna la Historia- natural abarca numerosos asun­tos que van desde la Astronomía hasta la Tecnología de las diversas artes.

Se le ha designado también con el nombre de Plinio el naturalista.. y se cree que nació en el año 33 en Como. Hombre de gran erudi- . ción se dedicó a todos los estudios, ocupándose de las artes mili­tares, de la Jurisprudencia, de la Botánica, a la que se aficionó en los jardines de Antonio Castor, a la Medicina, etc. En sus viajes con el ejército romano- primero, y como político después, fué gober­nador de España y prefecto de la flota de Mesina, dedicándose a recoger cuantos datos le pudiesen servir para llegar a un total cono­cimiento de todo lo existente. Este afán fué la causa de su muerte, pues durante la erupción del Vesubio que'destruyó Herculano y Pompeya se dirigió hacia sus proximidades para poder estudiarlo, pero demasiado osado, murió asfixiado por las emanaciones sul­furosas.

Su obra fué escrita, como el mismo autor indica en el prólogo, para el vulgo-, los humildes, los agricultores y para toda clase de

trabajadores, por lo que pudiéramos considerarla como una enciclo­pedia popular.

Para su redacción consultó multitud de obras, pero falto de crí­tica aceptó como verdaderas, narraciones fantásticas, cual la de los habitantes de lejanos países que tan solo poseían un pie, o tenían orejas de tamaño descomunal y otras que han sido objeto de críti­cas severas. Pero junto a estos, Plinio nos transfiere gran número de conocimientos que sin él hubiesen estado ignorados durante siglos. Las partes dedicadas a la zoología, a la botánica, unidas a las de materia médica animal y vegetal son las más interesantes para-nos­otros ; en ellas estudió desde los animales superiores a los inferiores

F i g . 11. Seres fantásticos descritos en l a obra de Plinio -(traducción de Geronimo_de_la_.Hu-er.ta)..

que denominó insectos, sin dejar las aves y los peces; las plantas silvestres, las cultivadas, las exóticas, e interdó' hacer estudios de Anatomía y Fisiología

Describió plantas hasta entonces'-ignoradas y dio datos sobre cultivo, recolección y utilización de -muchas de ellas. Creyó que todas las plantas tenían su aplicación medicinal.y en l£ parte dedicada a la materia médica, nos muestra una vez más su gran credulidad,- a d ­mitiendo propiedades que hoy tenemos que rechazar, pero a la vez citó otras que han servido a autores posteriores para realizar inves­tigaciones, cual sucedió a HUNLY en 1800, que experimentó la ac­ción del beleño y de la belladona sobre la pupila, por haber leído en la obra de Plinio que se aplicaban los jugos de la planta sobre el ojo (185).

Opinó Plinio en contra de los medicamentos compuestos a los que considera productos artificíales creados por el deseo de lucro humano y creyó que no eran adecuados los medicamentos exóticos.

La obra tuvo un éxito enorme en siglos posteriores, siendo con

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- y o ­

la de Dioscorides y Galeno las que más utilizaron los farmacéuticos de siglos posteriores para el estudio de las producciones- naturales.

También, como naturalista puede considerarse a Galeno, ya que escribió obras en las que estudiaba producciones naturales y CLAUDIO ELIANO que escribió una Historia -de los animales parecida en su contenido a la de Plinio. Aunque de mucho menor interés.

Las ciencias médicas en la Península Ibérica durante la antigüedad.

Así como la Medicina griega fué influenciada por los conocimien­tos de los indios y de los egipcios, y ella a su vez influyó sobre la Medicina romana, la ejercida por los habitantes de la Península ibé­rica denota un marcado carácter romano, por lo que pudiéramos con­siderar que nuestro suelo fué una de las últimas estaciones por la que pasó el conocimiento médico en su viaje de Oriente a Occidente.

Pero antes que los romanos llegaran a. tierras españolas, lo hicie­ron los cartagineses, griegos y fenicios, y aun antes que éstos, otros pueblos habían habitado el suelo hispánico, ignorándose quiénes fueron los primeros que en él fijaron su residencia, aunque la ma­yoría de historiadores coinciden en considerar a los tartesios como uno délos pueblos más antiguos en la Península, sin que ello quiera decir que a su entrada la encontrasen deshabitada. - .

Tras los tartesios se establecieron los iberos y celtas; separados en un principio, llegaron a unirse, dando lugar a la raza celtíbera, que en el fondo es la creadora del carácter español. Carácter qre se conserva a través de los siglos, aun después de sus fusiones con pueblos de características tan marcadas como-lo'p ..romanos, visigo­dos y árabes, que no lo cambiaron totalmente, aunque sí Je modifi­caron, introduciendo en él determinados rasgos. .

Pocos testimonios se tienen sobre los conocimientos médicos de lo." tartesios y no sorrmúchos más los que se poseen de iberos y cel­tas. Todo lo que a nosotros ha llegado ha sido por mediación de es­

critores muy posteriores-; quizá el tiempo nos haga poseedores de documentos que, cual los papiros de Egipto, el documento de Bower en la India y otros análogos en varias civilizaciones, nos den nuevas luces sobre la-medicina celtíbera. Hoy nos tenemos que conformar con juzgarlos a través de datos suministrados por griegos y ro­manos.

El.pueblo celta por su mayor instrucción-debió ser el que marcó mayor influencia sobre los primitivos españoles, aun cuando no todas sus costumbres hayan tenido representación en España.-

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V I

Las ciencias médicas en el pueblo árabe.

Jesucristo di.ó como consigna a sus discípulos el «ama a tus enemigos y perdona»; contra ella había de levantarse otra consig­na, dada por un hombre que quiso hacerse pasar como enviado de un dios, Mahoma, el que dijo que «la espada es la llave del cielo», y por ello no dudó en emplear las armas para extender sus ideas religiosas por el mundo. En estas dos consignas puede verse la gran diferencia de dos religiones. Una predicaba y predica con amor la paz; la otra predicaba con odio la guerra.

Esta nueva religión, que dominó durante siglos la mayor parte del mundo antiguo, influyó indudablemente en la cultura y, por (tanto, en. la Medicina y en la Farmacia.

E l nombre de Arabia deriva de soledad, lo que nos indica el es­tado de aquellas tierras, eti- su inmensa mayoría deshabitadas o con muy poca población, perteneciente a la raza semítica-^or-aiando4ribus-en extremo incultas, dedicadas al pastoreo o a la guerra, que perma­necían aún en la ignorancia cuando otros pueblos brillaban por su saber. En el siglo V I de nuestra Era nace Mahoma, quien de pastor se convierte en reformador de su religión, motivando que con la energía y fanatismo que inculca a su pueblo pase éste de la más completa inactividad al bullicio de la acción.

Con las armas fué esparciendo .sus doctrinas, a la vez que creaba un imperio que sus seguidores extendieron, llegando a dominar gran parte de k> que un día fué Imperio romano. " ~ -

Al conquistar Siria y Persia hallan en estos pueblos lo que ha]}ía de ser el núcleo de sus conocimientos y de su saber. Allí se habían refugiado los nestorianos, secta heresiarca, que debe su nombre a seguir, las ideas del patriarca de Constantmopla, Nestório. Por estas ideas tuvieron que emigrar a Siria y Mesopqtamia, donde fundaron Escuelas, que, como las de Edesa y Nisibis, sirvieron de puente para trasladar los conocimientos científicos del antiguo Imperio romano más al Oriente. En Persia fundaron la Escuela de Dj'ondi-sabur, en donde no sólo-, enseñaron ciencias, sino que también y

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especialmente instruyeron en la Medicina a multitud de alumnos. A los nestorianos se sumaron los filósofos paganos de la última Escuela platónica ateniense, que fueroa también arrojados de su patria por las ideas que profesaban.

Las enseñanzas de tales Escuelas fueron las principales fuentes científicas que tuvieron los árabes.' Nestorianos, filósofos y judíos no fueroa molestados por los conquistadores. "Se les'-permitió;-;se"-guir con sus trabajos, aunque el continuo contacto con aquella raza les hizo aprende- el árabe y al mismo tradujeron las princi­pales obras de la antigüedad,. que ya antes habían sido traducidas a los idiomas sirio y persa. Los partidarios de Mahoma no para­ron en sus conquistas y llevaron la bandera del Islam al Este hasta casi la India, y al Oeste hasta España, enitrando en Francia, donde fueron detenidos por Carlos Martel.

Por donde iban encontraban pueblos más cultos que influyeron en gran manera sobre ellos y especialmente en la Medicina. En unas ocasiones destruyeron los santuarios de la Ciencia; así Alejandría,, punto donde se cruzaban las distintas rutas comerciales, vio perder su. biblioteca; aunque sin negar la influencia que en ello pudieran ha­ber ejercido sus creencias religiosas hemos de considerar que fué un acto realizado por multitudes exaltadas que tanto han abundado y abundan en todos los pueblos y religiones, ya que a un motivo seme~ jante se debe la destrucción de la biblioteca de Serapion por los cris­tianos y la construcción de un puente sobre el Tigris por Houlagou, el Turco, con los libros que encontró en Bagdad.

Antes de realizar estas conquistas y .aun en los primeros tiempos de las mismas; la Medicina árabe no fué más que una mezcja abi­garrada de prácticas mágicas, supersticiones y empleo de remedios empíricos. Los amuletos tuvieron una gran estima / tan sólo como, curiosidad señalaremos que considerados como amuletos . de__K_lpr inigualable, eran determinadas frases del-Coran escritas sobre papel por los sacerdotes en cierto día de la semana y poco antes de poner­se el sol que, encerradas en una caja de cuero o metal,_ debían apli-

—carse sobre la parte enferma y mantenerse-en la misma hasta obtener, el alivio o la curación total.

El pueblo árabe ha jugado un papel capital en la conservación y sostenimiento de la cultura antigua, impidiendo su completa ex­tinción, ya que durante cinco siglos cuidó y logró hacer fructificar la semilla que pudo recoger. Entre los árabes brillaron las matemá­ticas, alcanzó esplendor 4a Quínüca y si la Medicina no adelantó más, por lo menos no se retrasó, ya que parte de la misma, como es la farmacología, reunió en ellos los conocimientos médicos de egipcios, griegos y romanos. Por ello la Farmacia ocupó un- lugar predominante, hasta el punto de que. alguien como COHÉN EL ATTAR.

dijese que la Farmacia, «el arte de las drogas y de las bebidas» era una de las más nobles (3o),'

A l apoderarse de r-uévos países, se apropiaron, sin darse cuenta, de.su civilización'y pronto los califas se hacen defensores de las ciencias; en Bagdad funda Almanzor una Academia; otras se esta­blecen en Samarcanda, Ispahan, Damasco, Basora, Kufa y Bokhara y cuando elpueblo árabe alcanza' su máxima potencia, que coincide con el esplendor de su cultura, por su poder renace en España el de Córdoba, y en ella se funda una Academia que había de ser cono­cida por todo el orbe; tras de ella las de Toledo, Murcia y Sevilla

F i g . 17.

Farmacia árabe, según Un manuscrito de la Biblioteca-Universitaria de Bolonia.

. y otras que tanto habían de revalorizar el papel "de-nuestra patria en el sentido intelectual. , •'"

Tales Academias Se establecían alrededor de las mezquitas y en ellas existían dependencias para profesores y discípulos;' en sus. salas y en sus patios se daban las lecciones, y en todas ocupaba un lugar destacado la biblioteca. Anejas a las Academias existían-las-Escuelas de Medicina .frecuentemente acompañadas de ambulatorios para enfermos y en algunas ocasiones'de hospitales.

. . En la Escuela de Medicina -de Bagdad se examinaba a los que' deseaban ejercer la profesión y allí fué donde al parecer se estable­ció la primera farmacia (36).

El estudio no sólo fué permitido por los califas, sino también estimulado, existiendo algunos que les apoyaron decididamente, cual los de la dinastía de los Abasidas,' Bajo los califatos se tradujeron y comentaron las obras de Hipócrates, Galeno, Dioscorides, Oriba-. sio y Tralles, que constituyeron junto con las fuentes indias, cal-

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deas y persas las bases fundamentales de sus conocimientos médicos en los primeros' tiempos de su esplendor, en los que si bien no se hallan autores que hicieran avanzar tales estudios existieron los que conservando lo conocido, prepararon el terreno para los que posteriormente habían de dar tanto brillo a la Farmacia y Medicina islamita.

Si alguna parte de las Ciencias médicas, cual la Anatomía, sufrió un retraso, debe achacarse a sus ideas religiosas que les impedía hacer disecciones, por estar en la creencia- de que los seres para ser juzgados debían presentar a los ángeles encargados de valorar su vida, junto con el alma y sus acciones, el cuerpo, como tampoco podían realizar estudios anatómicos sobre grabados o figuras, ya que consideraban que'las representaciones del hombre, bien fuesen pintadas o esculpidas, constituían una forma de idolatría; a pesar de esto hubo, hombres qué,, más influidos- por el amor a la Ciencia que por los. sentimientos'''religiosos, estudiaron anatomía'en los animales e incluso hicieron vivisecciones y ' autopsias, como llevó a cabo Avenzoar, del que más adelante trataremos.

En cambio, otras ciencias alcanzaron esplendor, y entre ellas como más interesantes para nosotros, citaremos la-Alquimia, la As­tro logia, y muy especialmente la Farmacia.-

Hemos dicho que la primera, farmacia, propiamente tal, se esta­bleció en Bagdad; y se puede asegurar que los árabes separaron la Farmacia de la Medicina de' forma casi radical y que a ellos se les debe los orígenes de la Farmacia moderna.

De una parte" el gran número de medicamentos existentes, de otra su complejidad, puesto que entraban en ellos las sustancias activas, juntoi a los correctivos, coadyuvantes, y excipientes, y por último las diversas formas de prepararlos, hizo que los dedicados a la Medicina fuesen abandonando poco a poco la preparación de les remediosi que usaban en sus tratamientos y encomendasen tal misión a otros de su misma profesión, quienes se fueron- especializando sin poder dedicar su tiempo a otros deberes médicos.

Al.establecerse esta separación, se produjo a la vez cierta confu­sión, pues cuando un médico recetaba un medicamento bajo un nom­bre determinado, quien lo preparase podía hacerlo siguiendo las nor­mas de uno u otro autor, hecho que aparte del distinto aspecto que pudiera tener el de diferentes farmacias, no podría ser del agrado del \ facultativo que lo prescribía. Para evitar tales diferencias e inconve­nientes nacieron los Grabadines, verdaderos Códigos farmacéuticos a los que tenían que someterse los preparadores de medicamentos, y libros que podemos considerar como precursores de las Farmaco­peas, ya que las fórmulas en ellos consignadas tenían que estar san­cionadas por los organismos médicos oficiales. El primer. grabadín

fué escrito en la mitad del siglo I X por el Director de la Escuela de Djondisabur SABOR E B N SAHL, y a éste siguieron! otros que se hi­cieron célebres, como el de EBATOLLAH-EBN-TALMID y el de MESUÉ. Según Chiarlone y Mallaina (37) tales grabadines no sólo contenían los modos operatorios a seguir en las preparaciones, sino que al igual que en los petitorios y ea las tarifas actuales, se indicaban los medicamentos de que debían disponer los farmacéuticos erí su oficina" y el precio a que podían dispensarlos.

Si bien puede parecer algo extraño 16. dicho, puede también, sin

F t g . 18.

Farmacia árabe, seg-ún un códice del s ¡g- i 0 X I V . (Castigiioni.)

embargo*, ser cierto ya-que las farmacias-estaban sometidas a una vigilancia especial que llevaba a cabo, mediante inspecciones, un sín­dico o inspector llamado genéricamente Mwt-hasib, al que ayudaban en sus funciones dos auxiliares o Arífs, No obstante, es dudoso el que se fijasen precios, pues aunque se conocen escritos de diversos autores en los que se recomienda a-los farmacéuticos ser moderados en su profesión y que incitan a cobrar lo justo, se tenía el concepto, de que tan sólo Alá podía fijar precios a cualquier cosa, por ello? los hallados en los grabadines pudiesen' más bien servir como orien­tación que no como cosa obligatoria.

'Los inspectores no sólo vigilaban las farmacias y los medicamen-

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tos..en ellas preparados, cuidaban también de que los farmacéuticos llamados Sandalinis se comportasen dentro de ciertas normas de ética, profesional (38) y vigilaban la venta de sus sustancias tóxicas,

Estos inspectores debieron existir, antes del siglo ix , pues Le-clerec cita a uno como existente a principios de dicho sigloi (39).

Las oficinas de farmacia que existieron se apartaron bastante en un principio de las de siglos posteriores a-la' decimosexta centuria. E l farmacéutico exponía sus plantas y drogas medicinales en las mismas puertas y casi siempre preparaba sus medicamentos a Ja-vista de los clientes.

Los medicamentos se- conservaban en recipientes de forana y materiales diversos; sobresalen entre ellos las cajas de madera, los vasos de oro y plata para las confecciones, las que también eran guardadas en botes de porcelana, de los que en España se fabrica­ron bastantes y de los que se conservan buenos ejemplares; tal son los' que representa la figura 20, pertenecientes a la colección de •A, Castigiioni y que al parecer son de alrededor del ano 1400.

A los árabes se les debe la introducción en Europa del esmaltado de los recipientes para medicamentos (40) y el nombré de albar.elo con que se ha conocido a las vasijas cilindricas de boca ancha y algo estrechadas por su centro, del'que se Ignora su verdadero origen, pudiera ser árabe, por comenzar la sílaba al, que es el artículo árabe, aunque también lo es en persa o caldeo. •

De la conservación de medicamentos se ocuparon varios autores ""árabes, aunque" muchos tan sólo copiaron lo que Dioscorides había

dictado sobre la materia. Cohén E l Atta-r, Najm, Abukasis, Akbary y otros dictaron reglas sobre ello, indicando no sólo, dónde deberían conservarse, sino también el tiempo que podían guardarse sin que sufriesen menoscabo en sus propiedades terapéuticas.

Tenían un sistema de pesas estrictamente, medicinal, siendo com­probadas por los inspectores o muhtasibs citados. Entre otros ele­mentos de trabajo emplearon los tamices, morteros, espátulas, pero entre todos acaso sobresalen los alambiques y los aparatos para su­blimación, de los que si no fueron inventores por j o menos hicieron, innovaciones importantes en los mismos, cosa no de extrañar, pues aficionados como fueron a la Química, obtuvieron medicamentos por-destilación y sublimación. En la filtración también sobresalieron, fi­gurando en una obra de Geber el sistema que representa la fig. 19, y que es una filtración por capilaridad Emplearon* moldes para gra-: bar en las pastillas el nombre del medicamento, moldes que se cons- fruían en marfil, madera y diversos metales, uno de los cuales, des­crito por Abulcasis puede verse en la fig. 21 (41).

Ya hemos dicho que los árabes utilizaron los conocimientos de los países que conquistaron y que aprovecharon igualmente los de

lát India; por ello no es de extrañar que igualmente sus medicamen­tos tuviesen idéntico origen. Emplearon el sen( alcanfor, sándalo (de este nombre quieren hacer derivar el nombre que tuvieron los farmacéuticos, sandalinis, vendedores de sándalo), ruibarbo, casia, tamarindo, clavos, cubebas, nuez moscada, mirobalanos, • etc., que

. hasta- entonces eran desconocidos en Europa; "Nótase especialmente la influencia índica porque en numerosas ocasiones y al hablar de los medicamentos, autores árabes.como Rases,- Avicena y otros se re­fieren al Susruta y al Charaka,

E l .Coran, evangelio de los árabes, habla de pocas drogas que puedan considerarse como medicinales, el olivo, los ajos, cebollas, dátiles, cedro, maná, leche y algún que otro' que no han podido ser identificados; en cambio recomienda una terapéutica higíénico-die-tética, baños frecuentes, comidas frugales, ejercicios, prohibición de bebidas fermentadas y de ciertas carnes, etc., aunque no se ha po-•dido concretar el motivo por el que Mahoma estableció algunas de sus reglas.

Entre los medicamentos procedentes del reino animal empleados por los árabes se pueden citar la piedra bezoar, el ámbar gris, el civeto, leches diversas, el amizcle, y emplearon una opoterapia ru­dimentaria, dando a la mujer que tenía poca leche mamas de ciertos animales.

Sobresalen los árabes en el uso de medicamentos químicos; no en balde perfeccionaron- la destilación, y así emplearon alcoholes di­versos, aguas destiladas, y también ácidos, como el sulfúrico y el acético, sales corno el sublimado corrosivo, el carbonato potásico, el nitrato de plata fundido, y otras diversas de oro, plata y mercurio, atribuyendo, en cambio, propiedades curativas .a diversas piedras pre­ciosas, tales' corno el jacinto, esmeralda, ...topacio, zafiro y .granate,. que fueron descritas en el siglo X I I I por SERAPION, el Joven, con el nombre de los cinco fragmentos preciosos.

Estas drogas eran presentadas en formas farmacéuticas diversas, _ entre las que sobresalenTas preparadas~con azúcar, producto intro­

ducido por ellos en la Medicina europea, sustituyendo con ello, en parte, a la miel. Con dicho producto preparaban conservas y confec­ciones, pero tampoco despreciaron las formas ya conocidas,. tales como macéraciones, infusiones y decociones, trociscos,, bolos y pi l ­doras, que platearon y doraron-por vez primera creyendo que con ello aumentaban sus virtudes curativas, con lo que lograban una mejor conservación, motivo por el que dichas prácticas pasaron a ;'la Farmacia universal. Los melitqs, oximelitos, los supositorios, entre los que introdujeron los Chyafs, especie de magdaleones cuya forma daban también a algunos colirios sólidos, las pomadas, ungüentos ceratos, emplastos y jabones eran formas farmacéuticas comúnmen-

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te usadas. Algunas de ellas, que han llegado hasta nosotros, recuer­dan su origen arábigo, así los jarabes (shiraps.en. árabe); los.loocs (laúgat o kaac, jugos espesos); los Robs (de rebuT) y los julepes (de adjousap). Otras se han perdido, como' sucede con los suffufs, mez­clas de po lvos ; las trypkeras, electuarios aromáticos; las hieras, pur ­gantes amargos, etc. ; etc. E n cambio nos lo recuerdan también los nombres de algunos de los medicamentos citados, tales, por ejemplo, el alcohol (de a-lkaat), nafta (de nefthá), alcanfor (de dlkafwr]^ álcali, laca^ etc., .etc.

Con lo exupesto estimamos que es suficiente para confirmar la opinión de Tschirch (42) quien considera que la Farmacia es una. creación árabe y que sería dudoso que hubiera alcanzado su esplen­dor actual si no hubiese sentido la influencia arábiga, opinión que también es sustentada por Castigíioni.

Mas no sólo-es una labor en conjunto la que ha hecho que de los árabes se tenga tan-áíta consideración; sus individualidades les hacen también sobresalir, pues durante siglos fueron seguidos por el resto del mundo en Medicina y 'en Farmacia, así como en otras ciencias.

Entre ellos sobresale SERAPIÓN, el Viejo, que ha sido conocido con el nombre de Juan Damasceno. E n el siglo I X reunió en una obra todos los medicamentos de origen griego y arábigo,' obra que fué traducida al latín por varios autores con nombres diversos. E n ella expone la forma de preparar algunos medicamentos, su conser­vación y modo de distinguir las falsificaciones. • Más interesantes aun son RASES y AVKJENA. E l primero de ellos, RASES O R A S I S , nació en Raí, en el siglo I X . Fué profesor de Medi ­cina en Bagdad, en donde también ostentó el cargo'de Director del Hospital . E n el ejercicio de su profesión fué extremadamente me­ticuloso, hasta-«1-punto de que se dice que murió ciego, al no dejar­se operar por un cirujano al darse cuenta de que no sabía describir, las membranas que tiene el ojo.

Son, muchas las obras que ha escrito y quizá más las que se l e ' han atribuido*; en varias de ellas se preocupa de la preparación de los medicamentos, siendo una de las más importantes su Antidotarlo, que llegó a ser obligatorio en Bagdad y en la que junto a drogas de gran interés, se describen cuerpos químicos que se empleara» en Farmacia, tales como el n i t ro , sulfato de hierro y cobre, cloruro mercúrico y numerosas formas farmacéuticas

Tiene importantes conocimientos químicos que los expone en otras obras, tales como de la preparación del ácido sulfúrico, de la obtención del alcohol, de su rectificación, etc. D e él se ha dicho que ha sido el primero que ha introducido preparados químicos en la Medicina (44), lo que hay que poner en duda, pues ya hemos

visto que anteriormente fueron empleados por otros pueblos, pero sin duda amplió.su Uso.

I g u a l o mayor fama alcanzó el denominadoi Príncipe de lfl>:Med$-cina, o AVICENA '(siglo X - X I ) . Este reunió, junto con una memoria prodigiosa (a los diez años podía recitar todo el Coran), una gran variedad de conocimientos y actividades, ya que fué filósofo, médico e incluso político'," valiéndole esto último e l ser perseguido y encar­celado ; fué entonces cuando escribió algunas de sus más importan­tes obras, que continuó cuando se ocultaba en casa de un farmacéu­tico amigo al tratar de escapar de sus perseguidores. Su vida no fué moralmente' muy ejemplar (45), hecho que motivó su muerte siendo relativamente joven. E l renombre que alcanzó en vida hizo que a su tumba acudiesen numerosos peregrinos y enfermos en busca, de curaciones, ya que creían firmemente que aun. muerto, podría otorgárselas.

Supo unificar las teorías existentes acerca de la Medicina y de la Farmacia, como se puede observar a través de sus obras. L a de mayor importancia es la titulada Canon Medicinal, que durante mu­chos siglos imperó en la Medicina. E n ella se ve que estaba influido por Dioscorides- Galeno y otros autores de la antigüedad, pero co­nocía también la Medicina de la India, ya que como hemos dicho, cita el Susruta y el Charaka en repetidas ocasiones.

Entre los medicamentos simples que conoce se hallan la Kamxala, que cita bajo el nombre de Virz (46), y el café, bajo el nombre de Bonr describiendo--además varios compuestos químicos de los que da su aplicación en Farmacia; también trata, como hemos indicado, del plateado y dorado de las pildoras.

Estos autores influyeron enormemente sobre los siglos posterio­res, de tal punto que hasta el Renacimiento y aun en los primeros tiempos de éste, sólo se comenta y estudia a los sabios griegos y a los árabes citados, sin tenerse en cuenta de que tanto Rases como •Avicena no hicieron otra cosa que comentar las ideas hipocráticas y galénicas. Ellos supieron presentar las teorías ya conocidas de for ­ma que parecían -nuevas, pero en ellos lo único nuevo que se en­contró cae en el terreno de la Farmacología y de la Farmacia, sa­liéndose de la Medicina pura.

A lgo análogo sucede con otro autor árabe_ al que se le podría llamar Príncipe de la Farmacia, si es que ha existido, pues se duda que M E S U E el Joven, a quien nos referimos,.haya sido un ente real y no un nombre adaptado por numerosos autores (47). Otros creen que existió realmente a fines del siglo X y principios del X I , ase­gurando que fué un nestoriano médico de califas, aunque pre­sentándole como, más interesante a la Farmacia que a la Medicina. Siguió, igual que la mayoría de los árabes, las teorías de Galeno,

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y ateniéndose a ellas describe los medicamentos de que trata. Se le ha conocido como el evangelista de los farmacéuticos^ debido a que las normas que dio para el examen de ios medicamentos simples y para la obtención de los compuestos han perdurado durante muchos siglos, -siendo, estudiados y comentados por todos los farmacéuticos, al extremo- de que se creyó que .no era posible ser un> buen profesio­nal sin conocer los Cánones de Meswé, aunque éstos no quieran sig­nificar obra alguna, sino las enseñanzas que se sacaron de las diver­sas que escribió y de entre las que sobresalen, las .conocidas con los nombres de Anüiéotario o Grabádín y la De S-implicibw.

E n ellas describe los simples, usados en su época-, dando detalles sobre su naturaleza, así como los compuestos, citando' casi todos

•los que conocieron los farmacéuticos del Islam. -Algunas de estas preparaciones pasaron posteriormente a Dispensatprios y Farmaco­peas acompañadas con su nombre y tan sólo: por ello se llegaron a considerar como infalibles.- . -

No sólo se ocuparon los árabes de las ciencias médicas, otros conocimientos que poseyeron son para nosotros • de gran interés; descartando su Filosofía diremos que la Botánica fué cultivada con gran entusiasmo,,..acaso.debido a su gran amor por la naturaleza, he­cho que motivó la creación .de numerosos jardines, alguno de los cuales se sostuvieran no sólo con el fin de deleitar el espíritu con su visión, sino también con su estudio. Mas lo que es de extrañar o deplorar es que las obras principales sobre Botánica, tales como las de Aristóteles y Teofrasto, no fueran traducidas a su idioma, per­diendo oon ello la mejor basé para lograr verdaderos progresos; tampoco, entre los muchos que se dedicaron a dicha Ciencia, existió sistemático alguno de altura, y los que describieron las plan-tas lo¡ hicierurrde u n modo tan poco perfecto, que motivó el que una misma planta se conociese con nombres distintos y, lo contrario, que un mismo nombre se adjudicase a plantas diversas.

E l mejor autor sobre esta materia fué el español E B N BEITHAR,"." del que más tarde nos ocuparemos.

L a Astrología tuvo un gran predominio entre ellos, y a los dic­tados de la misma .sujetaban múltiples hechos de la vida_ común, de la Medicina, de la Farmacia y de la Química. A esta última Ciencia se dedicaron gran numero de árabes, y como hemos visto, los mé­dicos más sobresalientes poseyeron' conocimientos químicos, que aplicaron para la obtención de compuestos que empleaban en el t r a ­tamiento de sus enfermos.

E l químico árabe de más valía fué GEBER, que. al igual que M e -sue, unos le quieren hacer un ser imaginario, es decir, para ellos sería tan sólo un .nombre bajo el cual muchos autores dieron a co­nocer sus trabajos, cosa que puede ser cierta, como también puede

serlo el que dicho nombre fuese, corriente entre los árabes, ya que entre otros conocidas pueden citarse a un poeta andaluz y a un céle­bre astrónomo, también español, que murió a principios del siglo X I I . . • Por ello, aun suponiendo que el Geber químico haya sido ün ser'real

por lo inénos debemos admitir dos autores que han llevado' dicho nombre a juzgar de sus ideas acerca de los elementos químicos:, uno, perteneciente a los siglos I X y X , que creía, como era frecuente en. su época, que todos los cuerpos estaban, constituidos por mer-

Fig-. 19.

La destilación y la filtración.-Grabado de «Los trabajos de Geber»,.dé Rusell (1C7SJ.

curio y-azurfre,-y otro, perteneciente al siglo X I V , que considera que el azufre y el mercurio constituyentes de todos los cuerpos no eran tales cuerpos químicos, sino otras materias quintaesencias más sub-tiles que las sustancias vulgares que llevan igual nombre (48).

Nos induce a creer en la opinión de que pueden haber existido varios Geber el que se citen más de quinientos trabajos escritos por él (49). Considerando tan sólo los más importantes y pertenecientes al supuesto Geber de más valía, se puede observar que su autor fué un práctico consumado, que supo conocer la gran importancia que para tales trabajos tiene la paciencia y la perseverancia'.'.En ellos se describen bien el arsénico, azufre, mercurio, oro, plata, plomo,

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estaño y h i e r r o ; la obtención de potasa caustica alumbre de roca Íltmk ácido sulfúrico, nítrico, a g u a b a , «tratos de plata, de potásico y otros muchos compuestos qumucos. P Conoció también varias operaciones quimbas que c o a t o d ^ e -.talle se describen en la obra ; así traía de la f f l t rac i on , sublimación, destilación, calcinación, cristalización, copelación y otras. V I I

Los árabes en España.

Cualquier viajero que después de recorrer la costa Mediterránea de Afr i ca pase a la Península y visite las costas andaluzas, no podrá por menos de reconocer los muchos.puntos de común que ambas tienen. Su geología, su vegetación y clima se asemejan de forma indudable, pero no sólo el terreno; el carácter español, amalgama de celtíben^ romano y visigodo, tiene mucho de árabe, especial­mente en Andalucía, sin. que sea exclusivo de esta región, ya que otras también lo muestran, aunque sea en menor grado. No .en balde los árabes vivieron en nuestra Patria durante ocho siglos, mezclados en gran, parte con el pueblo puramente español.

E n el siglo V I I .penetra ron- en-España, y si ésta había alcanzado un gran esplendor en tiempo de los romanos, con los. árabes apa­rece su primavera; florecen muchas ciudades que hasta entonces llevaban vida lánguida o mo existían, y las ciencias y las artes sur­gen en forma'hasta entonces desconocida en nuestro sueío¿ logrando influir en el resto del mundo, empezando de este modo la siembra, que, al fructificar en siglos posteriores, iba a dar origen al gran I m ­perio donde jamás se ponía el sol, y en el que bril laron todas las ramas del saber humano.

Independizada"'Espina "del Califato de Oriente y constituido el de Córdoba, pronto logra sobresalir de los demás estados árabes, aun cuando las luchas que se sucedían contínuamenteI unas veces entre árabes y españoles y otras solamente entre sí, regasen Con sangre el suelo patrio.

A l igual que hicieron en otros lugares, los árabes respetaron ,toda la cultura que encontraron en. nuestra Patria, pero hallan­do en España bellezas naturales que en otros países no hallaron, las aprovecharon y convirtieron nuestro suelo en u n vergel donde tinas comodidades hasta entonces desconocidas incitaban al trabajo y ah estudio.

.Se fundan ciudades y en otras ya existentes se construyen mo­numentos que sirven para que las posteriores generaciones admiren y sueñen con las leyendas que el amor escribió en ellas.

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Califas como los Abdeframanes, Alaken I I e H i x e n I hicieron de nuestra Patria el centro del mufido de Occidente. Levantan la célebre mezquita de Córdoba, a- la que pronto- agregan una Acade­mia, que con el tiempo había de ser la más célebre del orbe, a la que acudirían los ansiosos del saber del mundo entero.. A más de la Academia tuvo dicha ciudad, antes que ninguna otra .en España, alumbrado público y baños, que superaron en grandeza a los que los romanos habían establecido en nuestra- Patria, También en ella se estableció un asilo, donde recibían simultáneamente educación " más de 300 huérfanos", y sobre todo ello y acompañando a su es­cuela, se funda una biblioteca que supera a.cualquier otra del mun­do occidental. E n ella tuvieron cabida obras de toda naturaleza y de todos orígenes, y "aun hoy día es recordada como una de las más importantes que han existido..Mas no sólo fué en Córdoba donde, los árabes dejaron sus recuerdos. L a ciudad de Granada, con su Alcázar, la Alhambra, su mezquita, su hospital, fundado en el s i ­g lo X I V ; la de Málaga, donde establecieron la fortaleza de Gibral-f ^ r o ; Sevilla,- con el Alcázar, y en otros lugares, tales como en A l -rrtería, Murcia y .Toledo se encuentran vestigios de su dominación. Y en ellos y en otros muchos establecieron escuelas con bibliotecas, locales que hoy podríamos llamar laboratorios y observatorios para estudios astronómicos, entre los que sobresalió'-el establecido en Se­villa ; en f in, l a . dominación árabe sentó magníficas bases para la cultura hispana.

E n cuanto a la Medicina y a la Farmacia, en España, al igual que en el resto del mundo islamita, los Califas protegieron sus es­tudios dando títulos honoríficos a los médicos de valía y permitiendo que ejercieran aquellos que no abrazasen su religión, librándoles de las persecuciones que por motivos religiosos pudiesen temer.

A mediados del siglo X aparece en España el médico oficial en la persona del médico del Califa, encargado de velar por la salud de éste y por la de su familia, pero a la vez era el fiscal de sus compañeros en el ejercicio profesional y el inspector encargado de impedir el intrusismo. Se le-conoció-con el nombre de 'Mulitas i b , — -primer médico-, palabra que al igual que el cargo tiene un origen arábigo español (50). Su autoridad no sólo se limitaba a los mé­dicos, sino que la ejercía sobre todos los que se dedicaban al arte de curar y cuantos pudiesen tener alguna relación con la Medicina; por ello vigilaban igualmente el ejercicio de la Farmacia- y anexo• a su cargo llevaban el de {{Preparador de la Triaca», que tan sólo po­dían ostentar las personas de más prestigio, ya que venía a ser aná­logo a Jefe de la Farmacia. . •

Las farmacias de España estuvieron establecidas desde antiguo, conociéndose que en el siglo X los hermanos Ahmed y Ornar Ben

Yu-nes, hijos de u n médico célebre, cordobeses de origen, se tras­ladaron a-Bagdad para ampliar sus conocimientos, y al regresar se establecieron en Medina Azahara, siendo médicos favoritos del Cal i ­fa, E l primero^ de-ellos se distinguió por sus conocimientos de los simples y por las preparaciones de medicamentos compuestos que hábilmente'; obtenía y que le dieron tanta fama que para poder sa­tisfacer todas las demandas que de ellos recibía,, se vio obligado a establecer una oficina de farmacia donde doce mancebos a sus ór­denes preparaban distintos medicamentos.

Son muchos los que escribieron' sobre la preparación de medica­mentos, y entre ellos, a más de las figuras estelares de la Medicina

Fig-. 20.

Botes de farmacia hispano-árabes del sigto xv. Colección Castig-lioni.

y Farmacia, que más tarde citaremos,... son dignas..de, mencionar A bu Djafar Ben Errazal, médico de. E l Mansur, para quien prepa­raba toda clase de medicamentos, y el toledano del s i g l o - X I Aben Gaufif, llamado también Aben Uafed, que, por sus méritos, llegó a ser nombrado Visir y escribió distintas obras sobre la preparación de medicamentos, algunos de los cuales alcanzaron fama como re­medios secretos.

Pero los altos jefes árabes no sólo tuvieron médicos que se de­dicasen a preparar medicamentos a la vez que se preocupaban por la salud de sus soberanos, igualmente tenían quien únicamente se ocupaba de la preparación de medicamentos; así el mismo E l M a n ­sur tuvo como farmacéutico a, A bu Yaye Ben Assatn. E n cuanto a

la enseñanza de las ciencias médicas en España se conoce que ade­más de las escuelas existentes en Córdoba, Toledo, Sevilla y Gra­nada, en numerosas mezquitas se daban clases de esta naturaleza, y que los médicos de' mayor nombradla acogían en sus domicilios

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a algunos discípulos que a la vez que aprendían sus ciencias les prestaban, ayuda en. la atención de los enfermos y en la preparación de medicamentos.

Curioso es señalar que si los árabes daban clases prácticas en sus enseñanzas sobre las ciencias médicas, las más importantes en­tre todas eran las referentes a los medicamentos, ya que mostraban a los discípulos las drogas y las plantas utilizadas para ello, y con t a l f i n se estableció en Guadix un jardín botánico, donde se cult i ­varon las plantas medicinales más usadas por los árabes y en donde se enseñaba a reconocerlas, a recolectarlas y a transformarlas en medicamentos, realizándose en el mismo los exámenes que se -com­plementaban con los'que se verificaban en los hospitales, para lograr obtener el permiso, para ejercer..

Ya hemos dicho que los mismos Califas protegieron estos estu­dios, pero áün"'afiadiremos,.mas: monarcas hubo como Alhaken, que fueron muy aficionados'á los mismos, llegando incluso a estudiar y anotar de su puño': y letra muchas obras antiguas y otros que esti­masen como el mejor regalo una obra de ta l naturaleza; así, sabe­mos que deseando el Emperador Bizancio ganarse la simpatía y el favor de Abderramán I I I y sabiendo sus aficicnes,_ le remitió un ejemplar del Dioscorides en lengua griega, y el Califa, que supo apreciar el justo valor de la ob'ra, designó una comisión de sabios de diversas religiones para que se dedicasen a traducirlo al árabe, buscando la equivalencia entre las drogas descritas en la obra y las que encontraba en nuestro suelo, añadiendo aquellas~que -se usaban frecuentemente en España, aun cuando en la obra no se describiesen.

De dicha comisión formaron parte (51) Nicolás y Aben Chaprut, que prepararon la Triaca por primera vez; en España.

Una de las ciencias más cultivadas por los árabes fué la Farma­cología ; tradujeron los conocimientos de los griegos y de los ro ­manos, logrando así ejercer una marcada influencia en el mundo, de Occidente, y con ella fué._cultivada la Botánica, en la que los ára­bes españoles, en unión' de cristianos y judíos nacidos en nuestra patria introdujeron nuevos y extensos conocimientosrr logrando que Muestro suelo se convirtiese en un jardín donde junto con cereales de todas clases creciesen árboles frutales y numerosas plantas me­dicinales, que proporcionaron a la Farmacia las materias primas que necesitaba. Estas -materias primas- fueron estudiadas cuidado­samente por una legión de autores arábigo-españoles, constituyendo sus obras uno de los principales monumentos de la Ciencia del me­dioevo, aun cuando quizá los -más importantes sólo hayan: llegado hasta nosotros por simples comentarios de autores oost'eriores y aun otras permanezcan casi desconocidas o poco estudiadas, como ocu­rre con la escrita por Abti Mutarrif, que se.conserva en la biblioteca

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del Escorial, y en la que no sólo trata de las drogas ya- conocidas por-Dioscorides y Galeno, sino qué-hasta intenta clasificar de forma lógica las, drogas empleadas por los árabes (52).

Los medicamentos usados por los árabes en España son los Uti ­lizados por ellos con anterioridad a la invasión de la Península; su terapéutica en un principio- y aun durante un largo tiempo fué un conglomerado de~ prácticas absurdas, mezcla de supersticiones, n i ­gromancia y astrología, pero poco a poco se fué pasando, al cono­cimiento de los simples descritos por autores antiguos, j cuando éstos fueron conocidos se produjo una reacción contra las- prác­ticas usadas anteriormente, •

Las obras de árabes extranjeros fueron conocidas pronto en -nuestra Patria, como fueron muchos los árabes judíos y cristia­nos españoles que dieron a la luz obras sobre ellos. Los sandalini, llamados también «Aggiri» manejaron los álcalis, los ácidos-, el a l ­cohol, las conservas, loocs, julepes, trociscos, pildoras, colirios, e t O j usándose un sinnúmero de simples del reino vegetal y muchos de los reinos, animal y mineral.

Medicamentos tan complejos como' la triaca fueron muy usados en España por los árabes; recuérdase que existía el cargo de prepa­rador, de la triaca, y que, como hemos citado, Nicolás y Aben Cha-frut-, que contribuyeron a la traducción del Dioscorides, fueron los primeros que la prepararon en España, y muchos autores se ocupa­r o n de ella, figurando tratados únicamente sobre su preparación como el escrito por Aben Zemrec en e l siglo X I V y titulado «£>« la confección de la Triaca-)).

•Como método terapéutico e higiénico emplearon los baños, prác­tica que acaso demuestre la influencia romana; pero los lugares donde se podían seguir tales tratamientos carecían de la suntuosi­dad y el fausto que caracterizaron a los existentes en el Imperio de los Césares. Si no tuvieron tanta magnificencia, lograron más difusión, pues se cita que sólo en Córdoba hubo novecientos baños públicos (53), encontrándose hoy algunos restos de los mismos, no sólo en dicha ciudad, sino en otrai"cómo Granada, Murc ia y Almería. Nos demuestra que conocían las propiedades curativas de ciertas aguas minero medicinales, el que levantasen balnearios en lugares que aun hoy día se utilizan para tales fines, como el de Sierra Alhamella, en Almería, y el de Alhama, en Granada.

L o -dicho anteriormente no quiere significar que los baños ára­bes fuesen pobres en su presentación, nada más lejos de la realidad, pues en su construcción se lucieron los arquitectos de los califas, y en ellos, al igual ique los romanos, era posible el tomar baños" fríos, calientes, .de vapor; sentados, tumbados o nadando; existían salas para masajes, vestuarios, etc,' etc., aunque siempre fueron

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de menores dimensiones, hecho que no es de extrañar, pues en todas las casas de personas» pudientes existían baños adecuados a tos gustos y necesidades de sus moradores.

Muchos fueron los autores que se ocuparon de los medicamen­tos y que, por tanto, hicieron avanzar a la Farmacia, y por ello hemos de renunciar a estudiarlos, pero refiriéndonos tan sólo a aquellos más sobresalientes, indicaremos que si Rasis no estuvo en España, lo que se afirma frecuentemente, dejó en. ella patentes muestras de su influencia, que aprovecharon autores españoles ará­bigos, como sucedió con ABEN-GAXJFIF, quien escribió un tratado sobre medicamentos simples, que junto con otros éxitos le valió e l llegar a Vis ir en el siglo X , y con B E N SCHAID, que en el siglo X I escribió un Antidotado .

•Mayor importancia que lo realizado por éstos tiene la labor l le­vada a cabo efl el siglo X I por ABULCASIS y en el siglo X I I por A V E N -ZOAR y AVERROES.

E l cordobés Abulcasis alcanzó la cima de la gloria hasta el punto de ser considerado como uno de los médicos de mayor importancia-durante la Edad Media, traspasando sus éxitos todas las fronteras y siendo traducidas sus obras a distintos idiomas para que pudiesen setvir de texto en varias Universidades.

Ejerció como, médico, llegando a serlo de emires y califas; pero su fama no se debe a estos cargos, sino a las numerosas obras que dejó escritas. Entre ellas destaca la conocida con el nomfcre_ de Altasrrif, verdadera enciclopedia de Medicina, y que nos mues­tra lo que era ésta durante su tiempo. E n ella se encuentran descri­tos los remedios simples en ta l forma y en ta l cantidad, que puede decirse que comprendé toda la materia farmacéutica de la época, dando instrucciones sobre la forma de recolectar ios simples, cómo y dónde debían.1 conservarse, etc., etc. Igualmente se ocupó de la obtención de medicamentos complejos, y dictó datos interesantísimos sobre la obtención de trociscos y forma de grabarlos, preparación de extractos, zumos, aceites, y se encuentra por vez primera (54) la representación mediante dibujos de las drogas y aparatos usados ; ta l sucede con el aparato que usó y recomendaba usar para la ob­tención de pastillas (ver fig. 31).

Se le ha querido considerar como el autor arábigo español que representa la química farmacéutica en España durante el período árabe, seguramente por los grandes conocimientos que demuestra en la destilación, con la que obtenía numerosas aguas aromáticas, vinagres,- alcoholes, etc., por tratar de la preparación y uso- de n u ­merosos medicamentos químicos a base de mercurio, arsénico, plo­mo y o t ros ; pero esto sólo nos viene a demostrar sus grandes co­nocimientos sobre la materia, ' que son confirmados en numerosos

pasajes, cual en el que dedica a la escüa, en el que indica que la castración de la .misma es interesante, ya que quemando el ápice se consigue detener el desarrollo de las hojas y se hace que el bulbo acrecenté sus propiedades.

También se manifiesta como un magnífico bromatólogo, ya que además de .describir todos los productos utilizados en la aumenta­ción, detalla la forma que ha de seguirse para su preparación y las propiedades que pueden tener según la manera de condimentarlos.

Fig-. % \ : / Aparato descrito por Abulcasis para preparar

. • pastillas.

Describe numerosos planes dietéticos, indicando los alimentos más apropiados para cada época, enfermedad y edad, y se ve a través de ellos que era más partidario de una terapéutica dietética, que no farmacéutica.

Tanto en su principal obra como en cualquiera de las muchas que escribió, se puede observar un profundo pensamiento místico, que no sólo dominó sobre él, sino que influyó sobre la mayoría de los autores árabes que hacen suyas aquellas frases de: «Yo mido a los enfer­mos, Alá los cura».

A su influencia se quiere hacer deber la obra titulada ((Libro -de los, Amias», y más conocido por el de. ((Calendario de Córdoba», que,

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dedicado al Califa Alaken, fué escrito ¡por JARIB-BEN S A I D , discípulo de Abulcasis y uno de los que se reunían en casa .de éste para dis­cutir temas médicos.

E l nombre de L ibro de los Anuas se debe al que llevaban de­terminadas estrellas que, observadas por los árabes, les servían para predecir el cambio- y duración-de las estacisnes-seg-ún la época y hora en que apareciesen- en el firmamento. E n ella .se describen los humores predominantes en cada estación,' su coincidencia con determinados temperamentos y medios que utilizaban para llevarlos a su justo valor. E n tocante a la Farmacia pura, trata de numero­sas drogas veg'etales, indicando las épocas más oportunas para cul­tivarlas, recolectarlas y conservarlas. E n muchas ocasiones se mues­tra partidario de la influencia astrológica, - y así indica que para que las víboras sean útiles -en la preparación, de la triaca deben cazarse el 5 de junio, que ios purgantes deben prescribirse en deter­minadas épocas,, etc./'etc.

Análogos a este calendario fueron publicados otros, entre los que se pueden citar, el escrito en el siglo X I I por A B U ZACHARIJA y co'nocido con el nombre de Calendario de Sevilla, y que junto con el anterior sirvió- para que el geógrafo E L - S C H A R K I publicase otro en el siglo X V I . -

Si Abulcasis logró gran fama no fué menor la que alcanzó A V E N -ZOAR, a quien se ha comparado en méritos con Avicena; nacido en Peñaflor pasó casi toda su vida en Sevilla, donde ejerció la Medicina logrando grandes triunfos.

Se creyó con suficiente autoridad para refutar teorías médicas, que entonces se consideraban infalibles, tales como algunas de Galeno y de Avicena. Se ha querido ver en él al primer médico que separó por completo la Medicina de la Farmacia y que lo hizo por consi­derar a la segunda como- de menor importancia (57T"y""sü'"éjercicio impropio para los intelectuales. Nada más lejos de la verdad, pues si se acepta que hubiese separado ambas profesiones también habría que aceptar la separación-que hizo de la Cirugía y de la Oftalmolo­gía, con respecto- a la propia Medicina. Si indicó que eran conve­nientes tales divisiones fué con el pensamiento de hacer notar que las diversas ramas -del arte de curar podían tener vida propia e i n ­dependiente, ya que eran demasiado extensas para que una misma persona pudiese abrazarlas y dominarlas. E l que no considerase a la Farmacia profesión impropia para él, nos lo demuestra el que confesó el haber estudiado y ejercido la Farmacia con anterioridad a la Medicina, el que ostentase el carg-o de Preparador de la triaca y aun por encima de esto en sus obras se muestra como uno de los autores más competentes en la preparación de medicamentos, lo que se puede observar en su libro principal el titulado Taysyr, y mucho más

en u n tratado que escribió sobre la preparación de alimentos y me­dicamentos.

Describió numerosos simples, a los que por primera vez da el nombre de medicamentos, señalando cuáles deben administrarse con correctivos y dando noticia de los principales; trata de numerosos. venenos y de sus antídotos y, pasando los límites de la Farmacia, escribe también sobre-cosmética.

Discípulo suyo fué al parecer AVERROES, a quien puede conside­rarse mejor como filósofo que como médico, ya que al igual que los griegos estudió la Medicina como una parte de la ciencia en general. Nació, en Córdoba y se distinguió en Jurisprudencia, en M e ­dicina y en Filosofía, llegando a desempeñar algunos cargos polí­ticos. Por su modo, de pensar, ya que estaba influido por la filoso­fía Aristotélica y no .en balde comentó las obras del célebre estargi-

•rita, se vio perseguido y despojado de cuantos honores se le habían adjudicado, aun cuando estas persecuciones se intentasen justificar por el. hecho de haber-considerado al planeta Venus como una dio­sa (55). Esto no sólo le atrajo enemigos, sino que se le privó de l i ­bertad, traduciendo y comentan-do en la prisión la «Historia de los Animales»^ de Aristóteles, hecho que.aún le acarreó nuevas desdi­chas, puesto que le costó el verse desterrado, después de haber te­nido que situarse a la puerta de la Mezquita- mayor de Fez durante algunos viernes para soportar los insultos y vejámenes del ignoran­te o mal intencionado pueblo.

.Sin embargo, aquellas persecuciones tuv ieronrsu ' f in ; cuando A l -manzor logró ver que sólo podían justificarse por la envidia que otros sentían hacia su gran inteligencia e influencia, reintegrándole en sus cargos públicos.

L a obra de Averroes de mayor importancia para la Farmacia y la Medicina, es la titulada Colliget, pero por estar escrita en sen­tido filosófico, no ejerció durante la Edad Media el influjo que ejer­cieron las obras de otros autores árabes (55).

E n dicha obra ocupa üñ importante lugar el estudio de los a l i ­mentos y medicamentos,..de los que también trata en- otras, como en las tituladas Tratado de la Triaca y Reglas para administrar purgantes. Estudió también en una obra apropiada, los venenos cono­cidos en su época.

Se le ha considerado como el primer autor que observó que las personas que habían tenido viruelas no volvían a sufrirlas,. dando así lo que pudiéramos llamar la primera idea sobre la inmunidad de esta enfermedad.

Aunque no árabe, sino hebreo, trataremos aquí de un autor que en el siglo X I I alcanzó una fama tal que ha perdurado durante siglos, colocándole entre las primeras figuras de la Medicina de la Edad

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Media ; nos referimos al cordobés M A I M Ó N I D E S que descendiente de una familia que había abrazado-el credo musulmán-, se debatió con­tra tales creencias en escritos que pudieran calificarse de heterodo­xos por los seguidores de Mahoma. Llegó a ser rabino principal de una sinagoga de E l Cairo, pero pudo- escapar de la muerte, por sus conocimientos- médicos que tantos éxitos alcanzó entre el pueblo y sus dirigentes. Había sido acusado de haber vuelto a abrazar las ideas religiosas de los hebreos después de haber perjurado de ellas para acogerse a las de los árabes, delito castigado con la última pena; de ella le salvó el Sultán, alegando que si había abandonado momentáneamente sus verdaderas ideas, sólo lo había hecho aparen­temente y por las coacciones a que se había visto sometido.

L o .mismo que Averroes, sus estudios sobre las ciencias del arte de curar furon hechas en un sentido- filosófico, es decir, como una parte más del conocimiento humano, ya que profundizó igualmente en otras ramas del saber, tales como en las Matemáticas, Astrono­mía, Teología, etc.,

Sus ideas médicas se distinguen por considerar que la principal labor del médico -no es" la de curar enfermedades, sino el prevenir­las ;. por ello dicta un gran número de prácticas higiénicas sobre la comida, el reposo, el movimiento y, sobre todo, los actos huma­nos. Clasificó los alimentos dando magníficas ideas sobre la con­veniencia o no de usarlos en diferentes estados o épocas de la vida.

No sólo fué médico, sino que ejerció también la Farmacia, pre-parando los medicamentos que prescribía y en sú principal obra, tiulada Aforismos, dedica un capítulo a la preparación de los- mis­mos, otro a los purgantes, otro a los vomitivos y a los ejercicios corporales, a los baños, a los alimentos y bebidas.' También de i n ­terés para la Farmacia es su tratado sobre las drogas, que sólo- ha llegado a nosotros a través de los escritos de autores posteriores y muy especialmente la titulada Explicación• dc_ los nombres d-e l-as dro­gas, en la que por orden alfabético describe* -los sinónimos con que se conocían las utilizadas por los árabes y judíos,. obra de grandi,... simo interés para la interpretación de las de otros autores.

Por último, diremos que fué,uno de los autores que más se deba­tieron contra las prácticas mágicas aplicad-as a la medicina. Comba­tió igualmente las pretendidas influencias astrológicas sobre el or­ganismo y sobre los medicamentos, llegando a decir que en la M e d i ­cina solamente debe creerse en- aquello que perciben los sentidos y que esté confirmado por la práctica de otros médicos.

No sólo fueron estos los autores arábigo-españoles que dieron a conocer obras interesantes para la Farmacia; otros muchos exis­tieron, tales como A L - G A F - G A F I Q Ü I , cordobés del siglo X I I , que es­cribió, entre otras obras un tratado sobre los simples, y A B U L - S A L T ,

del mismo siglo, autor de otro tratado sobre medicamentos simples, y.muchos otros que, además de escribir obras de interés médico, lo hicieron acerca de diversas ciencias en especial sobre Botánica, a la que fueron muy aficionados y a la que pudieron dedicarse amplia­mente, no sólo por la exuberante flora de nuestro suelo, sino apro­vechando los viajes a la Meca que forzosamente tenían que llevar a cabo en cumplimiento de sus deberes, como- mahometanos. Pero en­tre todos los botánicos de la Edad Media sobresale el malagueña F B N - B E I T H A R , conocido por los nombres del Malagueño, el Andaluz el conocedor de las plantas o simplemente por el mencionado en p r i mer lugar que significaría «nijo del veterinario».

Se instruyó en Medicina y Veterinaria en Sevilla y de ésta par­tió hacia Oriente, realizando un largo- viaje, en el cual llevo a caoo grandes -herborizaciones por Marruecos, Algería. Túnez, Antíoquia, Siria y Egipto , donde fué nombrado por el Sultán jefe de herboris­tas, Visir y Director de los jardines de Damasco', sucesivamente.

Por sus estudios sobre Botánica -ha sjdo considerado como el Tournefort de los árabes, y entre todas sus obras la más interesan­te es la titulada Colección de. medicamentos v elementos simples, en ía que describe unas 1.400 drogas. De ellas cerca de u n millar eran conocidas por griegos y romanos, pero el resto pertenecen a los ara- • griegos y romanos, pero el resto pertenecen a los árabes. D e esta bes. De esta obra se dijo que superaba a todas las conocidas en su tiempo, debido no sólo al gran número de simples descritos, sino por el modo con que lo están, pues además de dar gran número de sinonimias, trata de los terreno; "en que crecen las plantas, épocas y cuidados para el cultivo y recolección, así como da numerosos de­talles de interés para la Farmapia y la Botánica, ..cuales son los re­ferentes a la asafetida, opio, castóreo, setv-y colchico, al que por vez primera se atribuye una acción contra la gota—(60),

Después de lo citado sobre la labor de los árabes españoles en la Farmacia, en la Medicina y en sus ciencias afines, podemos encon­trar justificada la opinión de Leclerc (61), quien considera que España mantuvo durante cinco siglos la civilización y que'ToTiteó con una brillantez hasta entonces desconocida, cuyo hecho le sirvió para dir ig ir el mundo intelectual durante mucho tiempo.

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L a decimosexta centuria.

L a Farmacia que como profesión puede considerarse que nació con los árabes y que fué bautizada por Federico I I al dictar las leyes que la separaron oficialmente de la Medicina, alcanza en el siglo X V I su mayoría de edad. Señales de su adelanto las dio en el siglo X V mediante las obras de Saladino de Aseólo y de Pedro Be­

nedicto Mateo, ambas exclusivamente pa,ra la Farmacia y la segun­da redactada por u n farmacéutico, las que habían de tener inmedia­tamente seguidores. E l farmacéutico principia a mostrarse como hombre de Ciencia, escribe sobre su profesión dándose cuenta de que es necesario el poseer una gran serie de conocimientos para lograr un perfecto desarrollo de la misma. A la primera Farmacopea siguen en este siglo varias otras, siendo españolas las p r i -

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meras que se editaron y los elementos oficiales comprendiendo que la profesión no era un ejercicio comercial, sino científico, exigen estudios y exámenes; en este siglo los medicamentos habían de ser renovados, no solamente con el aporte que de los mismos dio Amé­rica, sino -también con los de naturaleza química, que coi* las ideas de Paracelso tenían entrada en Medicina.

L a oficina en sí no experimentó muchos cambios, seguía mos­trando una disposición muy semejante a la de siglos anteriores. Si nos fijamos en los grabados de la época, veremos que aun los re­cipientes para los medicamentos seguían distinguiéndose con etique-

Fig . 47. Farmacia del siglo x v i (según Sachs).

tas que en lugar de nombres llevabai~sfghos convencionales. W . Her -mann Ryff , autor alemán de diversas obras que tienen interés para la Farmacia (1), en la titulada «Libro de confecciones y de Phar­macia» editada en 1548, nos muestra el grabado representado. en la. figura 46 (2), en el que se ve al farmacéutico trabajando con el mortero y las estanterías con recipientes en los que las etiquetas" son idénticas a 'las del siglo anterior ; vemos también encima de la mesa y colgadas de un semicírculo las balanzas que habían de u t i ­lizarse en el trabajo. Curioso es el caimán que se encuentra suspen­dido-del .techo, donde desde este siglo hallamos colgados animales de esta u otra especie, sacos y manojos de hierbas, todos ellos con

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su rotulata. E l inmortal Shakespeare en su «Romeo y Julieta», descri­be una farmacia de cuyo techo pendían la tor tuga , el caimán y otros objetos, hecho que nos demuestra que debía ser esta costumbre muy frecuente y típica i aparte de que para mejor ambientar la obra la dotó de los detalles más -sobresalientes.

Igualmente, coa símbolos especiales están marcados los botes de­medicamentos que se ven en el grabado con que Sachs representó a la Farmacia ( f ig . 47). E n él vemos al farmacéutico trabajando con el mortero mientras atiende a dos clientes; a su lado podemos ver distintos tamices y en las estanterías unos conos que bien podían ser los panes de azúcar, puesto que en las farmacias, se obtenían diversas confecciones a base de dicho material con el fin de sumi­nistrar los medicamentos con sabor agradable.

OTTO BRUNFELS, médico cartujo célebre por su flora de los alre­dedores de Estrasburgo, en lo obra que tituló Reformacivw de ¡a

Fig. 48. Farmacia del siglo xv i , de la obra de Bruufelí". .

Farmacia presenta" una oficina ( f ig . 48). donde, dos-ayudantes traba­jan bajo la vigilancia del farmacéutico, que a la vez atiende a un personaje que le presenta una receta. Viene a ser una transición entre las farmacias de sigios anteriores y las posteriores; las etique­tas parecen llevar nombres y no símbolos especiales.

Los escritores que describen las Farmacias de esta centuria, el ausburgués M E L I C H y el francés R E N O U (*) exigen tres pisos para la Farmacia y el primero aun indica que ha de tener jardín y azotea, señalando como parte principal de ella el laboratorio. Para la des­cripción de un laboratorio de destilación, podemos fijarnos en la (f ig . 49) lámina de Stradan de mediados del siglo, en la que se

(*) Su obra denominada Instituciones farmacéuticas es de principios del siglo xvn (:6o8), porlo que ha de considerarse que describe las farmacias del siglo que tratamos.

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ve en primer plano un muchacho que pulveriza algún material en un gran mortero, cuyo pistilo mueve fácilmente gracias a la va­ri l la elástica del que está atado, de forma que únicamente para ba­j a r l o tiene que ejecutar -un pequeño esfuerzo mientras que para elevarlo no lo precisa. E n el centro de la figura se've uri aparato destilatorio múltiple, a su derecha una prensa de grandes dimensio­nes y a su izquierda el otro aparato destilatorio.

Los medicamentos que se preparaban en las oficinas, seguían siendo representaciones de la polifarmacia a pesar de los ataques pa-

Fig. 49.

Laboratorio de destilación del siglo x v i , según una lámina de Stradan

racelsiancs, pero como ya-hemos dicho fueron aumentados con otros medicamentos elaborados con materiales procedentes de América r

siendo,de ellos los principalmente usados la zarzapaTrilla, "el guaya­co, el palo santo y la raíz china. A estos hay que añadir todos los productos químicos utilizados por Paracelso y sus seguidores y t a m ­bién, como procedente del reino mineral, la Tierra sellada, que desde este siglo había de encontrarse en todas las Farmacias como uno-de los medicamentos más preciados, especialmente contra la peste, habiendo adquirido tal fama que se llegó a creer que estaba adulte­rada cuando no surtía efecto-. Igua l categoría -alcanzaron las prepa­raciones a base del escorpión, representación de los preparados del reino. animal y cuyo ' aceite érá una de las' preparaciones más en

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boga, hasta el punto que sobre el mismo se escribieron diversos trabajos. . , '

M u y utilizados como medicamentos en este siglo, aun cuando no empezasen a.serlo en él, pues ya lo habían sido en siglos ante­riores, son las piedras preciosas; muchas fórmulas estaban pr inc i ­palmente • constituidas por 'esmeraldas, zafiros, granates^ jacintos-, etcétera, pulverizados y en ellas frecuentemente entraban las perlas.

Dos medicamentos nacieron en este siglo o a finales del anterior que han perdurado durante centurias: E l láudano y los emplastos de • V igo , médico italiano al que se atribuyen gran número de prepara­dos, de los que el confortativo aun se recuerda en las Farmacopeas actuales de varios países (3).

Es de señalar que en este siglo y en las farmacias de Alemania se empiezan a dispensar aguas fnineromedicinales.

Junto- con todos los productos de una acción medicinal se ven­dían en las farmacias, principalmente de Alemania, otros que hoy podemos considerar fuera del campo de acción del farmacéutico, aunque en su or igen a él se debiesen, tales son los preparados a . base de azúcar, conservas, confituras, grageas y licores, que si en un principio sirvieron para enmascarar medicamentos, pronto pa­saron a ser productos cuyo f in primordial era regalar al cuerpo. De análoga índole podemos considerar a los bizcochos, frutas confi­tadas y turrones, mazapán, dátiles, mostaza, bujías de incienso y bujías ordinarias, productos que se sabe ciertamente se encontra­ban en la Farmacia Cabeza de Oro, propiedad de Juan Pipan, en Cracovia (4), así como el lacre, cuya venta fué privilegio de las farmacias de Wohlau.

No se puede afirmar que fuera de Alemania se vendiesen estos productos en las farmacias, y aun en dicho país su venta iba pa­sando a otros establecimientos, ya que los farmacéuticos de Nurem-berg se quejaban de que dichos productos y otros cual la t in ta y el papeleantes de venta exclusiva para ellos, empezasen a ser ven­didos por comerciantes.

La' conservación de todos los materiales, así como la de las pre­paraciones farmacéuticas, era tenida muy en cuenta para evitar su destrucción, bien por las acciones atmosféricas bien por otros mo­tivos, existiendo autores como Brunfels, que en la obra citada an­teriormente se ocupó "de la misma, indicando que la Triaca debía conservarse en cajas de oro o en su defecto de cinc o de plomo. De oro también o de plata debían -ser los recipientes en los que se conservasen las especies aromáticas y propone los de porcelana y cristal para las grasas, aceites y ungüentos para los o jos ; cita tam­bién recipientes, de cuerno.

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Tanto los medicamentos como las drogas utilizadas en su com­posición fueron frecuentemente falsificadas o adulteradas en el si­glo X V I , hechos que no pueden atribuirse a los farmacéuticos. Estos, a l contrario, intentaban descubrir tales fraudes, mostrándolos a los demás farmacéuticos para prevenirles. Ta l hicieron los farmacéuti­cos españoles L u i s D E O V I E D O y LORENZO PÉREZ. E l primero indicó que el polvo de Juan de V igo se.mezclaba con m i n i o ; que diversos aceites adulteraban el aceite laurino y que el cuerno de ciervo era adulterado con aljófar, mientras que el segundo llama la atención sobre la venta de drogas agotadas en sus principios activos (5), De otras falsificaciones conocidas tan sólo se ha comprobado una llevada a cabo por un farmacéutico, que en Nuremberg fué denunciado a fi­nales del siglo por haber vendido manteca falsificada con sebo.

No obstante lo dicho, fueron acusados injustamente como falsi­ficadores y atacados en otros sentidos. De todos los ataques que se les hicieron, el que más divulgación tuvo, fué el 'llevado a cabo pon el médico francés SEBASTIÁN COLÍN, que bajo el seudónimo de Lisset Bemnch publicó un escrito, en el que se indicaba que los farmacéuticos vendían caro, que sólo iban tras la ganancia, que eran ignorantes, falsificaban drogas, etc., etc. Contra todo ello el farma­céutico lionés PEDRO BRAILLER, escribió un folleto con un título se­mejante al que llevaba el de Colín, en el que no sólo defendía a sus compañeros de profesión, sino que demostraba que las faltas que aquél les atribuía eran cometidas por los médicos.

E n España, tan sólo el médico JÍTJAN—BAÜUSTA MONARDES" atacó a los farmacéuticos, aunque no como falsificadores, sino por aso­ciar muchas drogas en la preparación de medicamentos compuestos, aunque reconocía que lo hacían por culpa de los médicos.

No podemos silenciar aquellos medicamentos que' fueron prepa­rados en este siglo como remedios secretos, por personas' que no eran farmacéuticos y que actuaban como intrusos de la profesión

E n España tuvo ..gran .éxito el electuario del cura Francisco Del ­gado, preparado contra la sífilis a base de guayaco; en el extran­jero entre los muchos existentes han de mencionarse los prepara­dos de Leonardo Fioravanti, natural de Bolonia, intruso en todas las profesiones médicas; sin ser médico ejerció como tal , sin ser cirujano practicó operaciones y sin ser farmacéutico preparó nume­rosos remedios, siendo.el que más éxito alcanzó eLconocido con el nombre de Bálsamo de Fioravanti, a base de resinas, nuez moscada y amizcle, del que el autor decía era un gran antídoto contra todo veneno, recomendando que los enfermos se untasen todo el cuerpo con él. Otros remedios secretos suyos llevaron nombres tan llama­tivos como Pildoras divinas, Licor magno., Ungüento angélico y de ' la propaganda que de ello hacía nos dará una idea el que decía que

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poseía uno con el que era posible resucitar a los muertos y oitro para que las mujeres enamoradas pudiesen parecer más bonitas y más jóvenes (6).

Análogas fueron las Pildoras de Barbarroja, preparado contra la sífilis a base de ruibarbo, áloes, mirra , cinamomo y mercurio y l l a ­madas de t a l forma por haberlas usado el corsario de dioho nombre..

Otros remedios secretos que alcanzaron renombre fueron la Pa­nacea Anivaldiam, que a base de cinabrio se recomendaba contra la lepra y los preparados por religiosos en los conventos y fuera de ellos, así la t intura del cura Juan Gramann, preparado a base de plo­mo, y las aguas y aceites olorosos que desde principios de siglo vendían los dominicos de Santa María Novella, de Florencia, que al igual que otros muchos religiosos ejercían intrusamente la pro ­fesión. ' •'

Como intrusos en la Farmacia pueden señalarse no sólo los re ­ligiosos, también a un gran número de personas de todas, las ca­tegorías, habiéndose indicado que como 'tales actuaron algunos prín­cipes y nobles, aunque éstos sólo preparasen medicamentos acciden­talmente, como la princesa Ana de Sajorna, Condesa Sabina de W u -temberg, Cosme I de Médicis, etc., que los obtenían en casos de epidemias y los entregaban gratuitamente a los enfermos.

* * *

La profesión en España durante este siglo estuvo regida por los Colegios de Boticarios en unas regiones, y por el Tribunal del Pro-tomedicato en otras. „ - ''

De este Tribunal emanaron diversas .leyes diatadas por los so­beranos reinantes durante aquella época.'

Para ejercer la profesión, era preciso aprobar un examen que debía verificarse ante los miembros del Protomedicato, que desde

• 1523 en v i r tud de una Orden dictad&_.por Carlos V y Doña Juana, ratificada por Reyes posteriores, dejaban de examinar a ensalmado­res especieros, drogueros y parteras, por considerarse que se ve -jaba a aquellos que verdaderamente ejercían profesiones médicas.

Para poder examinarse el futuro farmacéutico debía saber latín y tenía que haber practicado durante cuatro años en la oficina de un boticario aprobado; esta orden dada por Felipe I I en 156Í* fué confirmada por el mismo rey en 1570, año en que se exigía como un requisito más, que el pretendiente a examen hubiese cumplido vein­ticinco -años de edad.

Ya hemos indicado (pág. 153) que en este sigio un farmacéutico formaba parte por primera vez en los exámenes de sus futuros co-

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legas, sólo en la parte práctica, pero era un tácito reconocimiento de'que únicamente aquellos que ejercían la profesión podían juzgar sobre ¡a práctica de la misma. Otro examen se estableció en este siglo, que podríamos llamar de. revalidación y que tenían que sufrir aquellos que ya aprobados, se ausentaban durante algún tiempo de la Corte y volvían a ella con el deseo de ejercer. Este examen.no sólo se estableció para los farmacéuticos, sino también para los mé­dicos y cirujanos, con el f in de comprobar si habían olvidado lo que antes se les exigió.

U n a vez examinado el farmacéutico, sólo se sabe que para po­derse establecer debía presentar la licencia para tener botica al Jus­ticia y Ayuntamiento del lugar donde' pensase abrir su oficina.

Las farmacias de la Corte debían ser visitadas por el protomé-dico y alcaldes examinadores, .a. decir de las leyes dictadas en d i ­versos anos del" siglo (15227.1548-1567), - a diferencia de las que estu­viesen instaladas en.lugares distantes más de cinco leguas de la capital, ya' que en éstas la inspección estaba encomendada a los co­rregidores y justicias, ordinarios, junto con los Regidores y un mé­dico aprobado del lugar. Este sería el único que podría tener alguna idea de lo que inspeccionaba, aun cuando no la podemos considerar como de mucho valor, como tampoco los propios protomédicos—juz-. garlan en mucho su capacidad para ello, cuando admitieron que en las visitas que se hicieran interviniese un boticario. Esto se deduce de la pragmática dictada por Felipe I I en 1588, en la que se fijan las remuneraciones para los visitadores, y se cita a un Examinador, un Boticario, un Fiscal y un Escribano, y también está demostrado, por una nueva pragmática dictada cinco años más tarde (1593), en la que se fijó que cada dos años se realizasen obligatoriamente las visitas de inspección en las boticas de la Corte y su distrito, mien­tras que en otras villas y ciudades se tendrían que efednar"anual­mente, pudiéndose sin embargo realizar otras, siempre que no lleven derecho ni los protomédícos. ni examinadores, ni alguno de ellos;

. ni el escribano 'y Boticario que se- Miasen en tul visita (7). Varías disposiciones se dictaron regulando el ejercicio, profesio­

nal, siendo la primera la firmada por Carlos V y Doña Juana en 1537 en la que se establece que, los médicos receten en romance, en lugar de en latín como hasta entonces se venía verificando ; ' que ningún médico pudiese recetar en la -botica de su padre, hijo o yer­no y que ni los boticarios n i los especieros pudiesen vender «soli­mán ni cosa emponzoñosa sin licencia de médico». .

Esta última prohibición se hacia igualmente en las «Ordenanzas de Madrid 1552 para los Boticarios» (8) en las que se extendía a otras profesiones ya que en ellas se indica: Que ningún- tendero

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ni'especiero pueda vender medicinas por menudo ni dar solimán, ni acíbar sin licencia del médico, disposición que causa extrañeza ya que de ella puede deducirse que en algunos casos se autorizaba a los tenderos y especieros a vender ciertos medicamentos.

Estas Ordenanzas de 1522 que ignoramos si llegaron a tener v i ­gor, promovidas por el Ayuntamiento de .Madrid y redactadas por una comisión de médicos, muestran hasta qué punto los médicos deseaban someter a sus fueros a la profesión farmacéutica, pues en ellas se establecía que el farmacéutico que desease hacer cual-quer medicina compuesta, tendría que llamar al médico nombrado por el Ayuntamiento y que en su presencia se hiciesen las prepara­ciones, debiendo el médico llevar anotado el día, mes y año en que se hizo la medicina, así como la cantidad que se elaboró. También establecían que mensualmente el mencionado médico con los regi­dores que se estimasen pertinentes, tasasen todas las medicinas, de­biendo el farmacéutico tener en su oficina y a vista del público una copia de dicha tarifa.

Otras disposiciones que se dictaron prohibía a los farmacéuticos actuar como drogueros y les obligaban a indicar en las cubiertas de los preparados la fecha en que se había elaborado (1580).

Interesantes son las leyes que se dictaron en 1591 y en 1593. Por la primera se •••trató de unificar la preparación de medicamentos y las distintas pesas y medidas usadas en la época

Esta ley no debió surtir gran efecto cuando para conseguir una mayor unificación se ordenó por la segunda. Jey_d£. .1593, .que-en el plazo de dos años (finalizaba 1595) los protomédícos con tres mé­dicos y tres boticarios hiciesen una Farmacopea general, por la qual los Boticarios de estos Reynos, compongan, y tengan h-echas todas las Medicinas y todas las demás cosas que tuvieren en sus Boticas. A pesar de esta orden había de llegarse al siglo X V I I I para que sé redactase un Farmacopea.

L a misma ley establece que ninguna mujer pueda tener botica aunque tenga en ella oficial examinado. Referente a esta prohibición las Ordenanzas de 1522 pretendían ser más rigurosas-r-pues- estable­cían que en ninguna botica pudiese despachar -la mujer, hermana o hi ja del boticario.

* * *

A l igual que en España, en varios países extranjeros se exigía el conocer e l latín y un número variable de años de práctica para presentarse a examen. E n Francia se comienza a exigir en este si­glo- que los pretendientes a examen debelan haber asistido a 'as clases dadas por doctores en Medicina. Ta l dice la Orden dictada

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por el Parlamento en 1536, que obligaba a los aprendices de botica­rios a que dos veces por semana durante un año; debía oír las ense­ñanzas que sobre el arte de la Farmacia debía darles un Doctor de la Facultad de Medicina. Igua l se exigía en Montpellier desde 1550 y en Poitiers desde 1588 (9), así como también se exigió en otros lugares de Francia. Estos cursos generalmente eran -dados-por médicos de la Facultades.

Rompió' la pauta la Asociación o Colegio de Boticarios de Mont ­pellier, que poco después de mediados de siglo, consiguió estable­cer los cursos para enseñar ciencias farmacéuticas (10).

Entre otras disposiciones de interés dictadas en Francia durante el siglo merecen citarse aquellas que permitieron a las viudas de los farmacéuticos continuar con la botica abierta, si ponían al frente de ella como encargado, un boticario examinado. L a que dispuso que por la Facultad de Medicina se designasen a seis miembros para redactar una lista de los sucedáneos (quid-pro-quo) que. podían ut i ­lizar los farmacéuticos en la preparación de recetas, con lo que se intentaba legalizar el uso de ciertas sustituciones y acaso poner fin a los ataques que por dicho uso se dirigían a los profesionales de la Farmacia.

Es interesante hacer notar que en Francia durante"-el siglo se • principió a utilizar los servicios del farmacéutico para la aplicación de clisteres (enemas), dictándose algunas disposiciones sobre ello, ocupación U n tanto- denigrante, pero que ponía en. contacto directo al enfermo con el farmacéutico, lo que aun se llevaba más a fondo en Salins donde se permitió que los farmacéuticos cuidasen de los enfermos durante las ausencias del médico (11).

E n Portugal el primer examen de que se tiene noticia para los far­macéuticos, se verificó en 1515 y como jueces acíuaron_dos médicos y un farmacéutico (12) y desde mediados del último tercio de la cen­turia se dieron algunas enseñanzas para los farmacéuticos en la U n i ­versidad de Coimbra (13).

También en es te siglo se nombraban los primeros farmacéuticos oficiales portugueses, encargados de suministrar medicamentos a las familias indigentes, recibiendo en pago de ello una subvención del Estado o del Municipio (14).

E n Inglaterra la venta de drogas y medicamentos, así como la preparación de ésTos era libre, pudiendo hacerlo aquellos que lo de­seasen, sin que fuera necesario ser farmacéutico. A mediados del siglo, se ordenó que cualquier subdito del Rey que conociese la na­turaleza de hierbas, raíces y aguas, podría usarlas y suministrar­las (15) hecho que parece indicar que se exigían unos conocimientos determinados. De las personas dedicadas a suministrar medicamen-

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tos sobresalieron sin duda alguna, los médicos y cirujanos, los que para ejercer su profesión tenían que demostrar su suficiencia me­diante un examen juzgado por el Obispo de Londres o Dean de Sap Pablo, que era asislido en esta función por cuatro doctores en M e ­dicina y Cirugía (16); E n Worms (1582) se prohibió que las mujeres pudiesen despachar medicamentos n i aun en las farmacias y como curiosidad señalaremos que la misma disposición indicaba, que el farmacéutico tendría que dar gratuitamente al médico, no solamen­te los medicamentos que precisara para sí o su familia, sino tamb'én el papel y la t inta que necesitase para sus recetas; el médico, como compensación, le tendría que prestar gratuitamente sus servicios (17).

E n Lucerna, se dispuso que el farmacéutico debería acompañar al médico en sus visitas a los enfermos, cuando las curas de éstos fueran largas o difíciles, con el fin de que por una parte ayudase al médico y por otra se instruyese para poder suplirle en sus ausencias.

Literatura farmacéutica del siglo

Entre la literatura farmacéutica del siglo X V I ocupan un lugar predominante las obras de autores españoles y las Farmacopeas, de nuestro país.

Como ya hemos indicado en otras ocasiones, fué el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, el primere-que -en España publica una obra que ha de considerarse como la segunda Farmacopea que apa­rece en el mundo. Hallada en 1943 por el doctor Balleater en Valls (18), fué Folch y Andréu (19 y 20) quien -se dio cuenta de que era la más antigua Farmacopea editada-en España, A pesar de su título Concordia Apothecariorum. Bárchinonensimn- .(Concordia de los Boticarios de Barcelona) reúne' todos los requisitos para ser considerada como un Código oficial para la preparación de medi­camentos. Data del año 1511, época en que eran Cónsules del Co­legio barcelonés Gabriel Stanyol y M i g u e l Sancho (21)..

E n 1535 el mismo Colegio de Boticarios de Barcelona publica una nueva edición, la Concordia Ptormacopolamm Barchinonen-sium (22) hoy día conocida con el nombre de «Concordia gótica» por estar escrita en caracteres de esta naturaleza (23). Su redacción se debe a los Cónsules del Colegio Juan Pedrosa y Juan Latzer Rosell (24).

A u n en el mismo siglo apareció una nueva edición de esta obra, en 1587 bajo el mismo título que la anterior, redactada por miem­bros del Colegio de Farmacéuticos, fué revisada y aprobada por el

'Colegio de Médicos de la Ciudad Condal (25).

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No fué solamente el Colegio de Barcelona el que se dio cuenta de la necesidad de esta l i teratura; el Colegio de Zaragoza demostró también el deseo de que se uniformasen las preparaciones farmacéu­ticas publicando para ello la que ha de considerarse como tercera farmacopea española; ésta apareció en 1546 bajo el título Concordia

Concordíe cl?íñ;iinedícmí0 £o poííttótíberfelicíter ínctpít

Fig-. 50. Frontispicio de la primera farmacopea de España y

— - segunda del mundo. Concordia Apotecariórum Bar-chinonensium.

Aromatariorum civitatis Cesaran guste, obra que ha permanecido i g ­norada hasta que en 1918 la.daba a conocer Folch y Andréu (26). E l éxito que debió alcanzar esta obra en su tiempo nos lo demuestra el que siete años más tarde, en 1553, saliese la segunda edición, en la que se encuentran versificados en castellano los simples de Mesué (27).

E n el extranjero ha de considerarse como la Farmacopea más antigua del siglo, la que escribió V A L E R I U S CORDUS, quien dejó iné­dita una obra titulada Pharma-coru-m conficiendorUin, la que exami-

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nada por una comisión fué aprobada, .y .publicada por primera vez en Nuremberg aproximadamente en 1546, siendo reeditada- varias ve­ces durante el mismo siglo.

. E n la mitad de la centuria apareció la segunda edición del Recetario FlorentinOj que fué reeditada en latín dos años más tarde ; poste­riormente se publicaron Farmacopeas en distintos puntos .de. Euro ­pa, Copenhague "(1555), Basilea (1560), etc., etc. * -

Aparece la primera obra de-farmacia escrita en castellano (28) la de F R A Y BERNARDO DE L A R E D O , sevillano que ingresó como lego en el convento de San Francisco del Monte en Valver-

.Fig;- 61. Contraportada y primera fórmula de la Concordia Farmacopola-

rum Barchinonensium de 1335

de, en el que ejerció la Medicina a la vez que se dedicaba a la Farmacia, de la que llegó a tener conocimientos profundos que le permitieron escribir la obra en cuestión, que tituló Modus faciendi xum otd'me medicandi, tratado deTFarmacia donde el autor muestra su práctica en la profesión- L a primera edición de esta obra que según algunos (30) data de 1521, según otros de 1527, fué seguida de otras en el mismo siglo que debieron ejercer profunda influen­cia sobre los farmacéuticos de la época, pues.aunque st basó para escribirla en autores antiguos, especialmente árabes y salernitanos, en ella se encuentran agrupados numerosos datos útiles. Del mismo autor es el tratado titulado Metaphora Mcdicinae (1522), también escrita en castellano, • y que es una breve recopilación de los conoci­mientos médico - farmacéuticos de los autores que más renombre tentar.- en la época (29).

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Contemporáneo -de Laredo fué el segoviano FERNANDO DE S E -PÚLVEDA, médico y farmacéutico que llegó a ocupar una cátedra en Valladolid, autor de una obra titulada Manipulas medkinarum, inte­resante por constituir su primera parte un tratado de sinonimias de los productos medicinales usados' en su época; la segunda parte de la misma es una especie de dispensatorio de menos valor que la anterior.

Interesantes son las obras dé LORENZO PÉREZ, farmacéutico es­tablecido en Toledo que publicó bajo ios títulos de Tratado de

Fig. 52. Frontispicio de la Concordia Aromatariorum civitatis

Cesarauguste de 1546,

Theriaca y De Medicamentormn simplichim et compositorum, que marcaron bastante influencia.

Junto a estos autores podemos señalar a F R A Y A N T O N I O CASTELL, que ejerció la profesión como director de la botica del Convento de Benedictinos de Valladolid, autor de la obra Titearla, y practica de boticarios, obra en la que se pueden ver las preparaciones más usadas de la época y en la que se encuentra un- tratado de pesas y medidas y otro de sustitutos. A L U I S DE" O V I E D O , farmacéutico as­turiano que" ejerció en Madrid, se debe la titulada Methodo de

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la recolección y reposición ée las medicinas y de su corrección y pre­paración, obra de enseñanza y crítica que alcanzó varias ediciones y en la que frecuentemente rechaza las teorías de antiguos y contem­poráneos (31), A A N T O N I O D E A G U I L E R A , por la titulada Expo­siciones sobre las preparaciones de Mesué, en la que señala los re­quisitos que debe reunir todo buen' boticario,--y-entre los que se encuentran «el saber latín,, ser temeroso de Dios, tener edad bas-

Portada de la segunda edición del Ricettario Florentino (1567).

tante para haber adquirido la prudencia y ciencia que la Farmacia requiere, ser fiel y recto, no ser vicioso, ser casado», etc., etc. A ALONSO D E JUBERA, farmacéutico que escribió un Dechado y refor­mación de todas las medicinas compuestas usuales. A D I E G O D E S A N -VARRO, boticariq_de Felipe I I , que escribió unos comentarios a las varias obras en las que trata de operaciones químicas. M I G U E L N A ­VARRO, boticario de Felipe I I , que escribió unos comentarios a las obras de Mesué (32).

Jun£o~"con estos profesionales de la Farmacia varios médicos es­pañoles escribieron sobre asuntos farmacéuticos; así L u i s L O B E R A D Á V I L A entre otras obras publicó una titulada Antidotarlo. L u i s Co-

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T A L A D O redactó un dispensatorio bajo ei nombre de Pharmacop earum omnium, pero entre ellos el que más influencia ejerció fue el proto-médico de Felipe I I y Catedrático de Medicina en la Universidad de Alcalá. FRANCISCO VALI .ES , llamado por el monarca el divino, por ha­berle aliviado de los dolores que le producía la gota, autor de una obra que tenía por fin la unificación de pesas y medidas medicínales.

•CoTrtienzan a encontrarse obras de Farmacia escritas por farma­céuticos extranjeros. E n París es M I G U E L DUSSEAU, guardia jurado de la corporación, conocido con el nombre de Sigill io, el primer farmacéutico francés que escribió un tratado de Farmacia, titulado Enchiridion o Manipul des Miropoles ( 1 5 6 1 ) , que también es la p r i ­mera obra farmacéutica escrita en francés.

Años después otro farmacéutico1 parisino, NICOLÁS H Ü E L , publ i ­caba el tratado de Farmacia titulado Pharmac'eutices libri dúo ( 1 5 7 1 ) y dos años más tarde un tratado sobre la Triaca y el mkridaüo.

E n Ital ia fué P A U L U S SUÁRDUS el primer farmacéutico del siglo que escribió una obra farmacéutica, la titulada Thesaurus aromatario-rum ( 1 5 1 2 ) .

E l alemán JORGE M E L I C H , que estuvo establecido en Venecia como farmacéutico^ escribió la primera obra farmacéutica en i tal ia­no, Awertimenti nelle composítione de médicamente ( 1 5 7 4 ) .

Aunque-s'írs""escritos no fueron originales no podemos silenciar la labor del farmacéutico de Amberes PEDRO COUDENBERG, quien pu­blicó el dispensatorio de Valerio Cordo, pero tan reformado que ha sido considerado como uno de los tratados de Farmacia de ma­yor interés.

Autores no farmacéuticos, pero cuyas obras tienen interés para nuestra profesión, aparte V A L E R I O CORDO el autor del Dispensa-torio que había de convertirse en la primera farmacopea alemana, tene­mos ..a...JACQUES D U B O I S , llamado Silvius, profesor de Medicina en París, que publicó dos obras tituladas MetM^us medicament'a com­ponenda ( 1 9 4 1 ) y De medicamentorum simplicium preparatione de-lect'u, ( 1 5 4 2 ) , que alcanzaron varias traducciones. •

Uno- de los más importantes fué el francés JOSÉ D U CHESNE, Quér-cetanus, que llegó a ser consejero y médico de reyes, no obstante los ataques que le dirigió el Decano de la Facultad de París Guy Patin en el siglo X V I I , por ser partidario de la yatroquímica, ata­ques que se enardecieron a la muerte de Quercetanus. Patin escri­bió una carta en donde a más llamarle borracho e ignorante indica que los éxitos que obtuvo los debió a la química que conocía ( 3 4 ) . Las principales obras de Chesne son la Pkarmacopea dogmaticontm restituía y el Tratado de la preparación espargírica de los medica­mentos ( 3 5 ) . Junto con el empleo de medicamentos químicos (fué el primero en utilizar los calomelanos), emplea otros, tales como el

magisterio de cráneo humano y la mumia, que. son un buen ejem­plo de la farmacología de la época.

E l médico- italiano- BRASAVOLA publicó numerosas obras de inte­rés farmacéutico, de las que sólo señalaremos las tituladas Examen Omnium simplicium medicamentorunv ( 1536 ) y De Medicamentos tam simplices quam compositis ( 1 5 6 5 ) , primera y última de las que es­cribió.

Suiza tiene su representante en la literatura farmacéutica del siglo en J U A N JACOBO W E C K E R , autor de dos Antidofarios, el espe­cial ( 1 5 6 1 ) y el general ( 1 5 8 1 ) , que fueron publicados reunidos aún más tarde.

* * *

E n las Ciencias auxiliares de la Farmacia, la Química en el si ­glo X V I es la que mayor cambio experimentó, pues aunque los al- , quimistas seguían buscando la piedra filosofal, las teorías paracel-sistas son las que logran el tr iunfo , a pesar de que tuvieron pode­rosos enemigos. Estos pusieron barreras en- su expansión, como la levantada en Francia, donde lograron que- el Parlamento dictase en 1566 un decreto por el que se prohibía a los médicos parisinos no sólo la obtención de medicamentos químicos, sino también su prescripción, amenazando a los contraventores con la pérdida de sus derechos como médicos. L a Facultad de Medicina de París llevó a efecto tal amenaza en el' siglo X V I I con hombres de tanta valía como

—Turquet de-Mayerna. A esa barrera se debe el que España tardase en admitir los medicamentos químicos y que las teorías de Para-celso no llegasen a ser seg'uidas.

Muchos adeptos a las teorías yatroquímicas muestran interés pero ninguno tanto como ANDRÉS L I B A V I O ( 3 3 ) médico alemán qjie con espíritu crítico supo apartarse de las equivocaciones de Para-celso y combatió sus errores; escribió varias obras, siendo- la de mayor importancia la conocida con el nombre de Alchimia recog­íala-, que fué considerada como imprescindible para el estudio de la -Química en siglos posteriores.

Si no fuera suficiente el valor de esta obra para engrandecer su nombre, bastaría decir que fué el primero que obtuvo el ácido sul­fúrico- a part i r de la combustión del azufre iniciada con- ni tro , y el que demostró que el producto así obtenido era el mismo que el que se preparaba mediante la destilación del alumbre.

La idea que tiene del laboratorio químico contrasta con los la­boratorios de la época; realizó planos para su instalación y en ellos se encuentran lugares para cada operación.

Su nombre ha pasado a la posteridad unido al cloruro estánnico,

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que obtuvo ¡por vez primera, por lo que se le llamó Espíritu fumante de Libando.

Son varios los ensayos y reacciones analíticas que describió para el análisis de aguas minerales, indicando incluso una especie de marcha analítica.

— Como médico empleó varios compuestos químicos, con lo que contribuyó a que fueran introducidos en la Farmacia.

LEONARDO THURNEISSER, médico suizo, fué otro seguidor de Pa-racelso, pero aunque contribuyó a la difusión de la yatroquímica hay que reconocer que principalmente se fijó en lo que de asombroso tenían las teorías de aquél; no obstante, intentó el análisis de aguas minerales y el de la orina.

Otro yatroquímico de fama fué O S W A L D CROLL, médico alemán, muy experto- en la obtención de medicamentos químicos, los que utilizaba con profusión, siendo uno de los primeros que trataron de extraer los principios activos de las drogas vegetales más común­mente empleadas. Intentó clasificar los medicamentos según su ac­ción y son varias las fórmulas que, ideadas por él, pasaron a for­mularios. Su obra principal es la Basilia chimica (1608).

Fué partidario- en grado sumo de la Astrología y de la teoría ~de-4as-signaturas, en la que llegó a superar en mucho a Paracelso.

También partidario de las signaturas fué el italiano JUAN B A U ­TISTA PORTA, fundador de la más antigua Academia que se conoce, la titulada A cademla de los Secretos. Fundó un buen Museo de Ciencias naturales y se le atribuye el descubrimiento- de la cámara oscura. E n una de sus obras, la titulada De destíllatione, amplía la teoría de las signaturas, buscando la equivalencia entre los aparatos quí­micos y la figura del hombre y de los animales.

Si en España no hallamos a partidarios de las teorías yatroquí-micas, en el siglo X V I aparecieron hombres de valía en la química técnica, en especial con sus relaciones a la mineralogía. Son de citar especialmente: BERNARDO PÉREZ DE VARGAS, madrileño^.competente en ciencias exactas, que pasó a Coin, donde se ocupó del beneficio de los metales. Su principal obra se titula Los nueve libros de re me­tálica (1569). E n ella se encuentra reunido todo lo que pueda ser útil para el beneficio industrial de los metales, desde los filones has­ta el obrero, pasando- por los instrumentos y maquinaria a emplear. Da datos interesantes sobre la obtención de distintas clases de ace­ro , del vidrio , ec , etc.

Se ha dicho que copió de Agrícola, hecho que no- es • cierto, pues si bien es factible que conociese esta obra y de ella se valiese, la suya tiene múltiples detalles que demuestran originalidad.

BARTOLOMÉ DE M E D I N A , sevillano, que pasó a América, dedicán-se a estudios de metalurgia, llegó a idear un método para benefí-

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ciar en frío la plata, método que se denominó del patio y, fué em­pleado profusamente en Méjico y después en España, donde! lo d i ­fundió J U A N D E CÓRDOBA.

Entre los diversos extranjeros que en el siglo se dedicaron a la Química técnica citaremos a' los tres que consideramos más importantes.

JORGE AGRÍCOLA, médico alemán, que abandonó esta profesión para dedicarse a la metalurgia, publicando diversas obras, entre las que sobresale la titulada De re metálica, impresa en varias ocasio­nes y en la que se ocupa intensamente de todo lo referente a la minería, intentando incluso un análisis de minerales para determinar la cantidad de metal existente en ellos. Obra suya de interés es tam­bién la publicada con el nombre De natura fosilitm, en la que i n ­tenta una clasificación de los metales y donde se halla un estudio del alcanfor (36),

VANUNCIO B I R I N G U C I O es el representante italiano, autor de la obra Pyrolecnia, comparada por muchos en importancia a la obra de Agrícola (37). En ella se describen diversos metales y su bene­ficio, y combate la idea de la trasmutación del mercurio en oro y plata, lanzando la idea.de que todos los metales están formados de ciertos elementos primitivos combinados en- proporciones determi­nadas.

BERNARDO D E PALISSY, representante francés, -no sólo de la Quí­mica técnica, sino de la experimentación, ya que en sus obras, es­critas en forma dialogada, presenta a la teoría vana y orgullosa, en lucha contra la humilde práctica, que siempre sale triunfadora, ad­virtiendo al lector que huya de la teoría, que t a n sólo le propor­cionaría confusiones. •" -

Su vida, igual que su lenguaje, fué humilde, pero su valía le elevó hasta tratar con los Reyes, y gracias a éstos y a los grandes de la Corte salvó su vida, pues calvinista, pudo escapar en fecha tan tristemente célebre como la noche de San Bartolomé. Posterior-

jnente fué encarcelado- por sostener sus ideas religiosas. A su deseo de conocer todos los materiales que le. pudiesen ser­

vir para fabricar porcelanas esmaltadas, se debe la creación de uno de los primeros gabinetes mineralógicos existentes en París, así como el haber dado enseñanzas sobre la materia, en forma de conferen­cias, a las que asistían personas de gran categoría.

Los trabajos que llevó a cabo para lograr la cerámica, que tanto nombre le había de dar, -motivaron el que escribiera múltiples obras todas de gran interés, sobre Agricultura y Mineralogía, siendo i n ­teresante el que en el trabajo sobre las piedras describe la cristali­zación, aunque bajo el nombre de congelación.

Hemos indicado que la Química es la Ciencia que mayor cam-14

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'bio experimentó en el siglo X V I , mas también la Botánica sufrió un-a gran metamorfosis, aunque en menor grado, por la falta de un hombre que se revelase contra lo antiguo y erróneo, como l o hizo Paracelso, Pero si no de modo tan ostensible, las ciencias na­turales avanzan considerablemente, y sin romper con lo clásico, sus cultivadores van oteando nuevos horizontes.

Durante la Edad Media lo más que se hizo fué comentar a es­critores antiguos. E n la decimosexta centuria también se comenta a Aristóteles, Teofrasto, Pl inio , Dioscorides y cuantas obras sobre Botánica se conocían. Se indica que el principal mot ivo ' de ello fué el deseo de no perder los medicamentos que se señalaban en . ellas. Acaso por esto. los comentadores de este siglo tratan de aclarar las ideas de los clásicos, y hacen por encontrar las p lan- ' tas que les sirvieron para escribir sus tratados, cayendo en un error a l identificar 'como' tales a ..obras completamente distintas, por no tener en cuenta, que la .flora descrita por aquéllos pertenece a luga­res muy alejados del 's it io donde ellos las buscaban (38).

T a l sucede con J U A N R U E L L , cuya obra De natura stirpium es una recopilación de las obras de Téofrasto, Dioscorides y Plinio y ' e n ella confunde con frecuencia las plantas de Grecia e Ital ia, descritas por éstos, con las plantas francesas, algo semejantes.

Sin embargo, estos naturalistas empiezan a observar al tratar de hallar las plantas descritas por los antiguos, y estas observacio­nes se encuentran reflejadas en sus obras.

Muchos son los comentados y los comentadores, pero sin duda entre los primeros ninguno lo fué tanto como Dioscorides.

E n España le comentaron A N T O N I O NEBRIJA, JUAN JARAVA, JUAN RODRÍGUEZ, más conocido con el nombre de Amato Lusitano ; J U A N PLAZA (39) y A N D R É S L U G U N A , sin duda el más importante. Médico culto, que viajó por Europa recibiendo honores y distinciones d i ­versas; no sólo se contentó con traducir y anotar a Dioscorides. sino que igualmente . tradujo obras de Aristóteles y Constantino César. Su labor con la obra de Dioscorides ha marcado una pro ­funda influencia en la Botánica" y Farmacia españolas, ya qué - é l Dioscorides de Laguna sirvió como- libro preferente de estudio.

Entre todos los comentarios extranjeros sobresale el llevado a cabo por ANDRÉS M A T I O L O , entre otros motivos por haber dotado a la obra con magníficos dibujos.

Si al tratar de comprobar lo indicado por los autores~clásicos la Botánica adelantó, el descubrimiento del Nuevo Mundo la hizo avanzar igualmente; un gran número de plantas nuevas se presen­taban, y su descripción y su estudio, empezado -en-este siglo, die-

.ron lugar a que los botánicos viesen un nuevo campo para la Cien­cia. Pero la parte que de la misma más les interesó en un principio,

• fué la Botánica aplicada, especialmente la materia farmacéutica ve­getal. Siendo él descubrimiento- de América obra de ios españoles, no es de extrañar que a nuestra Patria le correspondiera el mérito de ser la que prestase los materiales que allí encontraron, ocasión que supieron aprovechar, por cuyo motivo el número de autores que de jas Indias trataron es elevado, y su labor no puede ser me­jor , "si se tiene en" cuenta el tiempo en que fué hecha.

No sólo estos autores fueron hombres exclusivamente dedicados a Ta ciencia;. políticos, guerreros y religiosos se ocuparon también de las producciones americanas. E l propio COLÓN, en sus notas so­bre los viajes, dejó impresos muchos datos sobre plantas diversas: las batatas, el tabaco, cacao (40); H E R N Á N CORTÉS, en las cartas escritas al Emperador Carlos V , se ocupa de las producciones na­turales de Méjico y de sus cultivos, y así, habla del Bálsamo del Perú, vainilla, imízl etc.

Como representación de los políticos citaremos como principal a GONZALO FERNÁNDEZ D E O V I E D O Y V A L D É S (41), que desde paje del Duque de Villahermosa llegó a ser Gobernador de Cartagena de Indias, y que durante los años que pasó en América recopiló los datos necesarios para escribir una magnífica obra que tituló' Histo­ria general y natural de las Indias, cuya importancia está demostrada por las ediciones francesa e italiana que de ella se hicieron y por haber sido reeditada el siglo pasado por la Academia de la Historia. Ya el título- nos. indica que se ocupó de todo lo que en América pudo observar: costumbres de los. indígenas, su forma de vivir y luchar, sus poblaciones y los productos que usaban; describe el ta­baco, la coca, el cacao y su manteca; el azúcar de caña, el maíz, el guayacan, la bixa y otros muchos, siendo de señalar el que es uno de los primeros que hablan del caucho al describir las pelotas que-empleabán en el juego del batey. . Entre los religiosos sobresale el jesuíta JOSÉ DE ACOSTA, que como misionero pasó al Perú, de donde fué a Méjico, y o t ros_ lu - . gares, en los que recopiló el material suficiente para publicar ja Historia Natural y m\ora\. de las Indias, parecida a la obra de Fer­nández de Oviedo, y en la que se encuentran numerosos datos sobre el anime, caña de azúcar, cochinilla, oopal mechoacán, palo del Brasil, etc.

E l representante de los investigadores es, sin duda alguna, F R A N ­CISCO HERNÁNDEZ, médico de Felipe I I , quien le encargó del estudio y descripción de las producciones de Nueva España, en donde peí1-' maneció seis anos, reuniendo los datos necesarios para escribir una magnífica obra, la más-científica de las citadas, y en la que se des­cribían animales vegetales y plantas, con gran profusión de dibujos en colores. Desgraciadamente no llegó a publicarse, pues deposi-

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tada en la biblioteca del Escorial, casi desapareció por completo en u n incendio acaecido en el siglo X V I I . A pesar de su destrucción la obra no se perdió totalmente, ya que el médico napolitano N A R D O A N T O N I O R E C H I hizo un extracto de la misma, que, bajo el título de Nova plantarum, fué editada por. el Príncipe de Cesi. También un español, el dominicano FRANCISCO X I M É N E Z , publicó un extrac­to bajo el título de Quat-ro libros de la naturaleza y virtudes de las plantas y animales ¿[ue están- recebidos en el aso de Medid ' • en la Nueva España y la methodo y corrección y preparación que para aéministraüos se requiere, en dónde principalmente se presentan las plantas y animales de uso' medicinal.

Cuatro libros de la obra de Hernández fueron hallados en el si­glo X V I I I en la biblioteca de San Isidro, de Madrid , y un extracto de la parte Botánica fué publicado por C A S I M I R O GÓMEZ ORTEGA.

Además de los autores citados, otros muchos, durante el s i ­glo X V I pasaron a América y dieron noticias de sus producciones tales como PEDRO CIEZA D E L E Ó N , autor de la Crónica del Perú, en la que se dan datos sobre la zarzaparrilla; CABEZA DE VACA, que en su Relación describe diversas plantas, batatas, cacahuete, etcé­tera ; F R . BERNARDINO D E SAHAGUN (42), autor de la Historia Ge­neral de las cosas de Nueva España donde se hallan descritas nume­rosas plantas, unas de aplicación en Medicina y otras de ornamen­tación y alimento, entre ellas la yuca y el zapote, siendo el prime­ro que da datos extensos sobre la vainilla. VARGAS MACHUCA, M A R ­T Í N DEL BARCO, L Ó P E Z D E GOMARA, quien, además de ocuparse de la zarzaparrilla, da a conocer el árbol del Tolú; D I E G O GARCÍA DEL PALACIO y otros muchos podríamos agregar a esta relación de| au­tores que descubrieron plantas y drogas americanas. •

Mas ni el comentario a las obras antiguas ni la descripción de las producciones de América constituía una verdadra Botánica tal como hoy día la consideramos ; ésta fué influida por ellos, pero mucho más lo fué por el deseo de conocer las plantas de E u r o p a ; para ello se empiezan a recoger y a tratar de conservar,-apareciendo- los p r i ­meros herbarios, ignorándose quién fué el primero que los ideó, aun cuando unos lo atribuyen al inglés FALCONER (431 y otros a C H I N I ( 4 4 ) . Asimismo aparecen los primeros jardines botánicos, cuyo origen es remoto, pues con fines decorativos o para el cultivo de las plantas medicinales necesarias en las farmacias, ya existían desde hacía s iglos ; pero, sin duda, del X V I datan los propiamente llamados así, es decir, los dedicados únicamente a l cultivo de plan­tas para su estudio. De éstos hubo gran número, propiedad de par­ticulares, y que como tales no podían ser empleados por todo el que lo desease; tales fueron, por ejemplo, el que en Italia formaba BRASSAVOI.A : en París, R O B Í N : el que en Zurich establecía GESNER

y en Sevilla S I M Ó N TOVAR. Mas pronto a éstos siguieron los verda­deros jardines públicos, considerándose como el principal el estable­cido en 1545 en Padua y destinado especialmente a la instrucción de los alumnos de Medicina {45). Su dirección fué confiada a F R . B O -NAFEDE, y años después, al demostrador A N G U I L E R A , quien llegaba a cultivar en él 1,800 plantas._(46). Pronto se establecieron jardines semejantes en diversas partes de Europa, empezando a fundar el primer jardín botánico de España en Aranjuez, por disposición de Felipe I I e idea de ANDRÉS LAGUNA, pero pronto fué destinado a jardín de recreo.

Los autores botánicos del siglo en un principio no pudieron sacar conclusiones generales de sus observaciones, aun cuando las des­cripciones se iban haciendo más detalladas, y con el f in de que fue­sen más claras y dar una idea fiel de la planta descrita se unen a las descripciones grabados representativos de ellas; así, el botánico alemán O T T O BRUNSFELS el médico cartujo ya citado en otro lugar, describe la flora de los alrededores de Estrasburgo,- pero sin llegar a generalizar, describe los vegetales sin método n i clasificación a l ­guna, pero con muy buenos grabados.

LEONARDO F U C H S , médico alemán, igualmente se distingue en sus obras botánicas por. Ja. magnificencia de. los grabados, pero tampoco generaliza y describe las plantas por orden alfabético. A él se deben los primeros intentos de nomenclatura. Su compatriota JERÓNIMO B O C K O TRAGUS publicó una obra titulada Nuevo libro de plantas, en la que intenta describir las plantas siguiendo u n orden; para ello las divide en espontáneas cultivadas y en hierbas, arbustos y árboles, división que ocasiona confusionismo. Los graba­dos que lleva la obra son muy exactos y algunos muy- representativos de las acciones de las plantas. M u y análoga-a la obra <le B O C K es la de TEODORO TABERNAEMÜNTHNUS, farmacéutico .y_...mé.dico natural de Baviera, titulada Nuevo herbario -completo, en la que se des­criben unas 5-000 especies, la mitad de ellas'representadas con gra­bados. Descritas sin orden, atiende con frecuencia a sus acciones medicinales.

Entre todos estos autores sobresale CONRADO GESNER, natural de Zurich, que llegó a ser profesor de Historia Natural en su ciu­dad natal. Dotado de un espíritu observador, es el primero que i n ­dica la necesidad de conocer bien la flor y el fruto para llegar a una clasificación metódica de las plantas. Indica que todas aquellas cuyas flores y frutos tenían semejanzas, también se parecían en las demás partes, introduciendo a la vez las primeras nociones de gé­nero y especie.

Si los botánicos alemanes no llegaron a establecer una verdade­ra clasificación, tampoco lo lograron los franceses, a pesar de que

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M A T Í A S L O B E L se acercó mucho a ello, pues se fijó en los caracteres de las plantas, diferenciando claramente las monocotiledóneas de las dicotiledóneas, y las reunió en grupos semejantes a familias basándose en la apariencia general de la plañía y en la forma de las hojas. Sin embargo, compatriotas suyos,-cual SANTIAGO D A L E -CHAMP, dieron clasificaciones basadas en la forma externa, en. el lugar donde habitaban y en su acción; en su obra principal Historia-generalis plantarum- se encuentran descritas gran número de plan­tas de diversos países de Europa, debiéndose las españolas al far­macéutico español LORENZO M I C O .

I g u a l que el anterior tampoco el francés CARLOS C L U S I U S llegó y. una clasificación, pero su obra •E.voticarum libri decem es intere­santísima, no sólo para la Botánica sino para la Farmacognosia, lo que ha hecho que se le considere como uno de los padres de la misma ( 4 7 ) . , Para nosotros es importante por haber realizado ex­cursiones botánicas en la.-Península Ibérica y por describir en su obra diversas plantas españolas y el cultivo que de ellas se hacía.

E l autor que verdaderamente marca una etapa en el siglo es el italiano ANDRÉS CESALPINO, quien no se contenta con la observación de la apariencia general de las plantas, sino que somete sus diversas partes a u n examen minucioso, estudiando con detalles todos sus órganos.

E n su obra principal, De Planiis, establece por vez primera la sexualidad de las plantas y da una clasificación de ellas que ha de considerarse como la primera científica a pesar de los muchos erro­res de la misma, que parten desdé sü'cominzo al dividirlas en ár­boles y hierbas, pero es la única que abandona todas aquellas propie­dades farmacológicas, el lugar de nacimiento, etc., y se fi ja tan sólo en los caracteres de las mismas.

También es de elogiar la obra, por encontrarse en ella en- per- • fecta armonía las diferentes partes que posteriormente se distin­guieron en el estudio de la Botánica, fisiología, nomenclatura y sis­temática. — -

Hemos señalado anteriormente a_ los españoles que pasaron a América y describieron las producciones de aquellas tierras y a los que comentaron a Dioscorides, pero también debemos ocuparnos de aquellos que se dedicaron a la Botánica sin salir de la Península, que contribuyeron al conocimiento de la flora española, que en su conjunto no fué descrita a pesar de que varios autores prometie­ron hacerlo.

PEDRO J A I M E ESTEVE, catedrático de Medicina en Valencia, es­cribió un Diccionario de las plañías y hierbas medicinales del reino de Valencia que no llegó a publicarse, y en la que. como tal dicciona­r io , las plantas se encuentran descritas por orden alfabético. Igual ­

mente permeneció inédita otra obra sobre flora regional, escrita por el médico farmacéutico JUAN GIMÉNEZ G I L , titulada Salubridad del Moncayo y términos contiguos dejos1 Montes Pirineos... sus yerbáis y plantas. Si la labor de estos botánicos no llegó a verse reflejada en letras de molde, otros botánicos españoles tampoco publicaron sus observaciones, pero las dieron a conocer a botánicos extranjeros, quienes en sus obras, así lo señalaron. Entre ellos tenemos a LORENZO

M I C O , médico y farmacéutico catalán, de quien ya hemos dicho que colaboró con Dalechamp, al que remitió las observaciones que-ha­bía hecho en -sus viajes botánicos por Cataluña, Castilla y Extrema­dura ; A R I A S M O N T A N O , eclesiástico sevillano que tuvo relacióa con Clusio ; S I M Ó N TOVAR, que, además de ser el primero que en Espa­ña poseyó u n jardín botánico, colaboró con varios botánicos extran­jeros, entre ellos, con el citado Clusio ; también a este autor francés ayudó el catedrático' de botánica de Valencia J U A N PLAZA.

Dichos autores nos hacen ver que la botánica en sí era estudiada y no faltaban los que a ella se dedicasen. Mas no sólo fué la botáni­ca, sino también la materia farmacéutica en la que sobresale NICOLÁS MONARDES ( 4 8 ) , sevillano que después de estudiar Medicina en A l ­calá, pasó a su ciudad natal, donde ejerció la profesión. Se dedicó especialmente al estudio de los materiales que venían de América, llegando a formar con ellos un verdadero Museo farmacológico, s i ­guiendo quizá el ideado por Bonafede, pero que tuvo mucho mayor éxito, a l extremo que puede considerarse como el primero de los modernos por haberse reunido en él toda suerte de drogas, muchas de ellas hasta entonces desconocidas. Resultado del estudio de las mismas es la obra que publicó, titulada Historia. medicinal de ¡as cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales, que ha tenido muchas ediciones y ha sido traducida a varios idiomas. No es esta la única obra escrita por Monardes, pero sí la más interesante.

Junto a Monardes puede citarse el cirujano de Felipe I I , JUAN FRAGOSO que herborizó por diversos lugares de España, aun cuando no llegó a publicar sus observaciones botánicas; en cambio, sí publ i ­có varias obras interesantes a la materia farmacéutica, siendo entre ellas la más digna de mención la titulada Discursos de las cosas aro-máticas, árboles y frutales, y de otras muchas medicinas simples que se traen de la India Oriental.

M u y interesantes también, para la Materia farmacéutica vegetal, así como para la Botánica, son las exploraciones que se nevaron a cabo por Oriente. Varios fueron los que hicieron descripciones de drogas nuevas o ya conocidas, pero de las que se aportaron datos ignorados; entre ellos, los más dignos de mención son CRISTÓBAL DE ACOSTA y GARCÍA DA ORTA. Ambos tienen una vida bastante se­mejante y pueden considerarse como portugueses, pues aun cuando


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