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Historia de las mujeres filósofas

Date post: 08-Nov-2015
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Libro que cuenta la historia de las valientes mujeres filósofas a lo largo de la historia humana
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  • HISTORIA DE LAS MUJERES FILSOFAS

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  • GILLES MNAGE

    HISTORIA DE LAS MUJERES FILSOFAS

    Traduccin deMerc Otero Vidal

    Introduccin y notas deRosa Rius Gatell

    Herder

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  • Ttulo original: Historia mulierum philosopharumTraduccin: Merc Otero VidalDiseo de la cubierta: Michel Tofahrn

    2009, Herder Editorial, S. L., Barcelona

    ISBN: 978-84-254-2581-3

    La reproduccin total o parcial de esta obra sin el consentimientoexpresode los titulares del Copyright est prohibida al amparo de la legislacin vigente.

    Imprenta: LiberdplexDepsito legal: B - 14.378 - 2009Printed in Spain Impreso en Espaa

    Herderwww.herdereditorial.com

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  • ndice

    Introduccin, por Rosa Rius GatellLas filsofas de Gilles Mnage. . . . . . . . . . . . . 11

    Prefacio, por Gilles Mnage . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

    Filsofas de escuela incierta . . . . . . . . . . . . . 47Hipo AristocleaCleobulina Aspasia Diotima BeronicePnfila Clea Eurdice Julia Domna MiroSosipatraAntusa AganiceEudocia (Atenaida)Santa Catalina Ana Comnena Eudocia (esposa de Constantino Palelogo)Panipersebasta Novella Elosa

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  • Platnicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77LasteniaAxiotea Arria Gemina (madre)Gemina (hija)Anfilia Hipatia

    Acadmicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85Cerellia

    Dialcticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89ArgiaTeognidaArtemisiaPantaclea

    Cirenaicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91Arete

    Megricas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93Nicarete

    Cnicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95Hiparquia

    Peripatticas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97La hija de Olimpiodoro Teodora

    Epicreas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101Temista Leoncio Tefila

    ndice

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  • Estoicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105Porcia Arria (madre)Arria (hija)FaniaTefila (vase en epicreas)

    Pitagricas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109Temistoclea Teano (esposa de Pitgoras)Ma Arignota DamoSara Timica FiltisOceloEceloQuilnide Teano (esposa de Brontino)Ma (vase ms arriba)Lastenia (vase en platnicas)HabroteliaEquecratia TirsenisPisrrodeNesteadusaBoioBabelimaCleecmaFintis PerictioneMelisaRdopePtolemaide

    Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

    ndice

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  • Introduccin

    Las filsofas de Gilles Mnage*

    Rosa Rius Gatell

    Pues la filosofa hay que degustarla y no devorarla

    Gilles Mnage

    A finales del siglo xvii se publicaba por primeravez un libro titulado Historia mulierum philoso-pharum (Lyon, 1690). La obra se deba a GillesMnage (1613-1692), latinista y gramtico de fama.Y tambin poeta, menor, se apresura a sealarla crtica. Un autor a quien alguien tan poco pro-clive al elogio como Pierre Bayle defina en suDictionnaire historique et critique como un desplus savans hommes de son temps, & le Varrondu xvii Sicle. En 1692, apenas dos aos despusde la primera, apareca una segunda edicin de laHistoria. El libro iba dedicado a Anne Lefebvre(o Le Fvre) Dacier (1647?-1720), la ms sabiade las mujeres actuales y del pasado,1 intelectualfrancesa, editora y traductora de numerosos cl-sicos griegos y latinos. De ella escribi Voltaire:

    * Este escrito ha contado con el arte de la conversa-cin mantenida con Ramn Andrs y Fina Biruls.

    1. Infra, pg. 46.

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  • Madame Dacier es uno de los prodigios del siglode Luis XIV.

    Una historia de las filsofas escrita en el sigloxvii? Dnde se han conservado sus nombres, susobras o fragmentos, su pensamiento? A raz de latraduccin en francs del texto de Mnage,Umberto Eco deca haber hojeado por lo menostres enciclopedias filosficas actuales sin encon-trar citadas (exceptuando a Hipatia) a ninguna delas pensadoras recogidas en la Histoire des femmesphilosophes.2 Conclua el autor italiano: No esque no hayan existido mujeres que filosofaran.Es que los filsofos han preferido olvidarlas, talvez despus de haberse apropiado de sus ideas.3

    Quines eran las filsofas evocadas por Mna-ge? De dnde procedan y dnde caba adscri-birlas? He encontrado sesenta y cinco filso-fas en los libros de los antiguos,4 leemos en elbreve prefacio. Sesenta y cinco autoras5 nombra-

    Historia de las mujeres filsofas

    2. Gilles Mnage, Histoire des femmes philosophes, Pars,Arla, 2003.

    3. Umberto Eco, Filosofare al femminile, La bustinadi Minerva, en el semanario Lespresso, 8/09/2008 .

    4. Infra, pgs. 45s.5. En realidad cita algunas ms. Como seala Beatrice

    H. Zedler, quiz Mnage tuvo en cuenta la posibilidad deque una filsofa poda presentarse bajo diferentes categoraso incluso bajo distintos nombres. Vase Beatrice H. Zedler,Introduction, Gilles Mnage, The history of women phi-losophers, Lanham Nueva York Londres, University

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  • das por escritores e historiadores, no slo anti-guos, en contra de lo que afirma Mnage. Noshallamos, pues, ante una primersima historia delas filsofas de la Antigedad? No exactamente.Mnage compuso la obra como una especie de dic-cionario de filosofa en el que, con entradas dedesi gual extensin, indicaba quines eran las allreunidas, as como las fuentes, sobre todo anti-guas, en las que aparecen mencionadas. La pocareferencia a su pensamiento algo que suelereprochrsele a nuestro autor podra hacernospensar que el resultado de la lectura del texto esen cierto modo decepcionante. Pero la obra debeser leda atendiendo a su propsito, a su natura-leza. No creo que decepcionara en el momentohistrico en el que vio la luz, sobre todo entre unamplio crculo de las personas que la leyeron ocomentaron. No pretendo con ello salvar a GillesMnage como historiador. Este libro no es, cier-tamente, una historia de la filosofa desde una

    Introduccin

    Press of America, 1984, pgs. xix y xxvi. Zedler tradujo eltexto de Mnage acompandolo de una rigurosa intro-duccin, as como de notas y apndices de gran valor. De -safortunadamente, este volumen no est disponible en casininguna de las bibliotecas espaolas. Deseo aprovechar estanota para agradecer al profesor Jess Mara Garca Gonz-lez de la Universidad de Granada su generosidad al pres-tarse a facilitarme una copia. Aunque finalmente lleg antesun ejemplar de Estados Unidos, que se retrasaba, su gestomerece todo mi reconocimiento.

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  • ptica moderna.6 Para avanzar en este sentido,sera oportuno preguntarse a quin iba destina-da esa Historia y cul fue el propsito de su redac-cin. Sobre este punto pueden resultar de ayudaalgunos elementos contextualizadores.

    Quin fue Gilles Mnage? Alguien que se ocu-p en profundidad de la lengua francesa; el crea-dor del Dictionnaire tymologique ou Origines dela langue franoise. Es lo que comnmente se sabede l, autoridad distinguida por ser Doctor engriego y latn, y gran conocedor de la lengua ita-liana. Se acepta habitualmente que Molire lo cari-caturiz e inmortaliz bajo los rasgos del pedan-te Vadius en Las mujeres sabias (1672, acto III,escena iii). Los trabajos en el terreno filolgico seconsideran sus principales contribuciones. stosincluyen, adems del Dictionnaire tymologique(Pars, 1650 y 1694), Le origini della lingua ita-liana (Pars, 1669) y Observations sur la languefranoise (Pars, 1672). Autor polmico y pole-mista, los estudios sobre su obra nos trasladan losnumerosos reconocimientos de que fue objeto,pero tambin las descalificaciones de sus contem-porneos. Sin medir ahora la fuerza de sus defen-sores o de sus detractores, no puede negrsele elpapel que ocupa en la historia de la lingstica. Sin

    Historia de las mujeres filsofas

    6. Vase al respecto Carlos Garca Gual, Introduccin,en: Digenes Laercio, Vidas de los filsofos ilustres, Madrid,Alianza, 2007, traduccin, introduccin y notas de CarlosGarca Gual, pg. 9.

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  • embargo, sin desatenderla, no es sta la vertientedel autor que deseo subrayar aqu.

    Quin fue, entonces, el Gilles Mnage capazde responder algunos de los interrogantes antesplanteados? Tal vez pueda hacerlo ese autor queestim a las autoras de su tiempo y reconoci susaber. Alguien que, al principio del prefacio desu Historia, no pona en duda el hecho de que:Tambin ha habido algunas [mujeres] que se hanaplicado a [] la filosofa.7 Alguien, en definiti-va, poseedor de los suficientes conocimientos defilologa clsica que le permitieran recorrer confirmeza los textos griegos y latinos para certificarque siempre haba sido as.

    Gilles Mnage, cuyo nombre latinizado res-ponde al de Aegidius Menagius, naci en Angersel 15 de agosto de 1613, y falleci en Pars el 23 dejulio de 1692. Su madre, Guyonne Ayrault, era her-mana del juez Pierre Ayrault. Su padre, GuillaumeMnage, era abogado del rey. Al parecer, desde suinfancia mostr una verdadera pasin por la lec-tura y destac por su extraordinaria memoria. EnAngers estudi humanidades, filosofa y derechobajo la gua de su padre. Continu los estudios enPars, ciudad a la que regres aos ms tarde trasuna estancia en Poitiers y, de nuevo, Angers. Depersonalidad controvertida, desempe primerola abogaca para acoger, despus, la carrera ecle-

    Introduccin

    7. Infra, pg. 45.

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  • sistica, sin ordenarse. Vivi en la casa de Jean-Franois Paul Gondi, cardenal de Retz, hasta 1652,ao en el que se mud a unas dependencias situa-das en el claustro de Notre-Dame.

    Sabemos que frecuent el crculo del palacio deRambouillet, el clebre saln parisino creado porCatherine de Vivonne (1588-1665), marquesa deRambouillet, y que acudi asiduamente al salnliterario de Madeleine de Scudry, ms conocidacomo Mademoiselle de Scudry (1607-1701). Demomento dejar slo mencionadas aqu a la seo-ra de Rambouillet y a Mademoiselle de Scudry,pues habr que volver a ellas. Mnage tambinfue recibido en el restringido saln de Madeleinede Souvr, marquesa de Sabl (1598?-1678), en elque sobre todo se debatan cuestiones teolgicas.Asimismo, entabl amistad con la duquesa de Lon-gueville (1619-1679) y fund su propio saln lite-rario en las habitaciones de Notre-Dame, dondecelebr sus reuniones los mircoles, de ah el nom-bre que recibieron, las mercuriales.

    Desde muy pronto, la vida de Mnage aparececonstelada de mujeres notables. Aunque las esca-sas informaciones disponibles presentan contor-nos variables, e incluso contradictorios, sobre losvnculos establecidos, destacar brevemente a algu-nas de ellas. Sin atender un orden cronolgico,comenzar por dos grandes escritoras, dos amigasfundamentales en Mnage para lo que pretendo

    Historia de las mujeres filsofas

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  • mostrar aqu: Madame de Svign (Marie de Rabu-tin-Chantal, 1626-1696) y Madame de La Fayette(Marie-Madeleine Pioche de la Vergne, 1634-1693).l fue preceptor de ambas, una circunstanciaque debi permitirle contemplar desde un lugarprivilegiado la evolucin y la exposicin del saberde aqullas. Madame de Svign y Madame de LaFayette se conocieron en 1651 y su amistad con-tinu el resto de sus das. Las dos eran ricas here-deras y recibieron una educacin no formal, puesla educacin formal desde el punto de vista aca-dmico estaba reservada a los varones. Sin embar-go, su formacin y pasin por el conocimiento lasimpuls hacia un saber superior al de la mayorade las mujeres de su condicin social.

    Madame de Svign estudi italiano, lo cual lepermiti abordar, por ejemplo, la lectura de Tassoen su lengua original. Lectora de Virgilio, san Agus-tn, Montaigne y Pascal, senta una debilidad espe-cial por los autores latinos. Tcito y Quintilianodestacan entre sus lecturas. Tambin los moralis-tas, aquellos que hablan de la vida y preparan parala muerte. Fue, sobre todo, una fecunda escritoraepistolar. Sus cartas describen, como pocas vecesse ha hecho, el clima moral y espiritual de su po-ca, al tiempo que nos transmiten su intenso gus-to por la vida y la pertinaz defensa de la libertad,junto a lo cual es perceptible un extraordinariomosaico afectivo hacia los suyos (cabe recordar,en especial, las cartas a Franoise-Marguerite, en

    Introduccin

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  • las que expresa una gran pasin: el amor por suhija) y su admiracin por la naturaleza. Entre losms sealados destinatarios de sus epstolas des-tacan La Rochefoucauld y Madame de La Fayette.Acogida en las mejores sociedades de su poca,no tena la costumbre de recibir en su propia casa.Fue admitida en la chambre bleue a la que mereferir justo a tiempo para admirar su postreroesplendor. Con Mnage entabl una intensa amis-tad intelectual. Fruto de este vnculo, el abate lededic en 1652 un poema de aproximadamentedoscientos versos, Le Pcheur ou Alexis. Idylle Madame la marquise de Svign, en el que leemos:

    De las obras del cielo la obra ms perfecta, adorno de la Corte, maravilla de nuestra poca,amable Svign cuyos poderosos encantos cautivan la razn y dominan los sentidos, pero cuya virtud, pintada en el rostro,imprime respeto y temor a los ms atrevidos8

    Y en cuanto a Madame de La Fayette? Siendomuy joven, y por motivos familiares, sta se vioobligada a dejar Pars (entre 1653 y 1659). Se for-

    Historia de las mujeres filsofas

    8. Cito por la traduccin de Laura Freixas en: Madamede Svign, Cartas a la hija, Barcelona, El Aleph, 2007,pg. 216. Me remito al trabajo de Freixas en esta edicin, enla que, adems de seleccionar y traducir las cartas, ha aa-dido una introduccin, una cronologa y numerosos textosexplicativos muy valiosos.

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  • m entonces en soledad, leyendo y escribiendo; yconfiando en los consejos epistolares del abate, conquien haba iniciado su amistad antes de abando-nar la capital. El matrimonio de Marie-Madeleinecon el conde de La Fayette, lejos de interrumpir larelacin epistolar, le confiri el carcter cannicode amistad galante. Gracias a ella sigui desde lejoslas novedades de la vida parisina en los aos pos-teriores a la Fronda,9 novedades que con frecuen-cia iban acompaadas del envo de libros. Estudiitaliano y latn por sugerencia de su preceptor. Leya los autores latinos (Horacio y Virgilio entre ellos)y a Pascal. Y en su escritura sigui un mtodo detrabajo muy influido por su relacin con Mnage.Para ella, y pese a lo comentado, la tarea de escri-bir nunca sera una aventura solitaria; se haba acos-tumbrado a recurrir a los consejos de su tutor y aenfrentarse a su juicio, y as, incluso despus delocaso de su amistad, se mantuvo fiel a este mtodoy someti sus escritos a un minucioso trabajo deasesoramiento y revisin. Como seala BenedettaCraveri: todas sus obras, de La Princesse de Mont-pensier a Zade y a La Princesse de Clves, nacernde una relacin de colaboracin e intercambio.10

    Introduccin

    9. La serie de movimientos insurreccionales conocidoscomo La Fronda abarca de 1648 a 1653.

    10. Benedetta Craveri, La cultura de la conversacin, trad.cast. Csar Palma, Madrid, Siruela, 2004 (1. ed. 2003), pg. 256.Este libro cuenta con una muy til bibliografa comentadadistribuida por captulos, as como con una anotacin minu-

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  • En momentos en que la relacin entre Madame deLa Fayette y Mnage atravesaba una crisis aguda,el mentor sigui desempeando su funcin. YMadame de La Fayette le escribi mencionando anuestra princesa, en referencia a La Princessede Montpensier, como muestra de gratitud por laayuda recibida.11

    El hecho de que Mnage dedicara varios poe-mas a sus amigas ha generado distintas interpre-taciones, no siempre amables, acerca de su rela-cin. Desconozco si sus versos amorosos siguenexclusivamente la moda de entonces o si, en algncaso, responden a una inclinacin ntima. No creoque el anlisis de sus homenajes o suspiros engriego, latn o francs puedan darnos una clavenica de la relacin entre el autor y sus destinata-rias. S me parece verdaderamente relevante que,al conocerlas, reconociera, como ya he dicho, susaber, un saber estrechamente vinculado a la cul-tura de la conversacin, aquella revolucin gene-rada a raz del particular fenmeno cultural de lossalones. En concreto, e inicialmente, a partir delespacio creado por Madame de Rambouillet. Nome detendr aqu como bien lo merecera esteasunto en la tradicin de los salones; recorda-

    Historia de las mujeres filsofas

    ciosa, orientadas a ofrecer guas extraordinariamente claraspara proseguir el estudio de los distintos temas y personajes.

    11. Ibid., pg. 259. Carta de Madame de La Fayette aMnage, finales de agosto de 1662.

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  • r, no obstante, el incontestable protagonismointelectual que las mujeres desempearon en dichatradicin, en la que tanto Madame de Svigncomo Madame de La Fayette participaron tan acti-vamente, y en no menor medida en que, porsupuesto, lo hizo Gilles Mnage.

    Sin embargo, deseo referirme ahora en particu-lar a la paradigmtica chambre bleue o habitacinazul del htel parisino de Rambouillet. No pue-de establecerse con exactitud la poca en que abrisus puertas el saln de Rambouillet,12 aunque sue-le aceptarse una fecha, la de 1618, que cobra uncarcter inaugural. En dicho ao dieron comien-zo en el palacete las obras de reestructuracinorientadas a construir un espacio bello, luminosoy armonioso; su objetivo era procurar una sensa-cin de confortable intimidad que propiciase laconversacin. Para ello, la principal de la casa debirecurrir a su propio diseo. Una tarde, descontentacon todos los proyectos que le fueron presenta-dos, tras reflexionar largamente, grit: Rpido,traedme papel! He descubierto la manera de hacerlo que quiero. Y sin ms traz un plano, porquenaturalmente saba dibujar.13 Y ese plano se sigui

    Introduccin

    12. Ibid., pgs. 52-70.13. Gdon Tallemant des Raux, Historiettes, ed. de An -

    toine Adam, 2 vols., Pars, Gallimard (Bibliothque de laPliade), 1960, vol. I, pg. 443. Tallemant compuso una vas-ta coleccin de ancdotas, las Historiettes, publicadas pstu-mamente, que constituyen un excelente testimonio de la vida

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  • punto por punto, relataba Tallemant des Raux(1619-1690/1692), cuyas Historiettes, deseo recor-dar, representan un valioso documento para for-marse una imagen prxima a la realidad, evitan-do as un relato absurdamente hagiogrfico14 sobreel saln de Rambouillet y su cercle.

    Concebido casi como un refugio y a la vezcomo un locus amoenus, la seora de Ramboui-llet, apasionada de las artes, la literatura y la his-toria, y conocedora de distintas lenguas, utiliz suimaginacin para crear un mundo aparte. Bajo ladireccin de Arthnice (anagrama de Catherine deVivonne) se reunan mujeres y hombres para con-versar, leer, disertar, componer versos; tambinpara comentar textos recin publicados o inclusolos que estaban a punto de ir a la imprenta, lo cualpermita que pudieran discutirse antes de adquirirsu forma definitiva.15 Los temas recurrentes eranla lengua, las costumbres, los sentimientos, la razny los afectos. Y la amistad en todos sus matices. Enaquel lugar: La actividad principal era la conver-sacin entendida como instrumento de relacinsocial y como la manera ms idnea para enseary aprender la cortesa en su significado moral

    Historia de las mujeres filsofas

    en Francia durante los primeros sesenta aos del siglo xvii.14. En este sentido, vase la biografa de Mnage en:

    Gdon Tallemant des Raux, Historiettes, op. cit., vol. II,pgs. 319-336.

    15. Tal fue el caso, valga como ejemplo, de las Mximasde La Rochefoucauld.

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  • (como conjunto de virtudes) adems de munda-no.16 Eran pocas las personas que podan accedera aquel universo, y para entrar en l haba quesometerse, por as decir, a una suerte de iniciacin.Madame de Rambouillet defendi siempre sulibertad privada, el derecho de vivir en su intimi-dad segn su antojo. Y de compartirla con quienquisiera: en el htel se escoga o, mejor dicho, sereconoca. Mnage fue uno de ellos. Segn sealaBenedetta Craveri: Corresponde [] a la mar-quesa de Rambouillet el honor [] de haber pre-sidido, durante ms de cuarenta aos, el primercentro mundano del siglo xvii. Repetida libro traslibro, esta afirmacin se ha convertido en un axio-ma.17 El saln de la seora de Rambouillet, man-tenido junto con su hija Julie dAngennes (1605?-1671), no fue el primero en sentido estricto, peroel suyo fue tomado como ejemplo en toda Fran-cia durante el siglo xvii y asimismo en los salo-nes dieciochescos de las filsofas.18

    Introduccin

    16. Vase Giulio de Martino y Marina Bruzzese, Lasfilsofas, trad. cast. Mnica Poole, Madrid, Ctedra, 1994,pgs. 146-147.

    17. Benedetta Craveri, La cultura de la conversacin, op.cit., pgs. 22-23. Sobre la cultura del saln, vase asimismoVerena von der Heyden-Rynsch, Los salones europeos: lascimas de una cultura femenina desaparecida, trad. cast. JosLuis Gil Aristu, Barcelona, Pennsula, 1998.

    18. Giulio de Martino y Marina Bruzzese, Las filsofas,op. cit., pg. 147.

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  • Mnage frecuent asiduamente como lohaba hecho durante las dcadas anteriores lossalones que proliferaron despus, en el perodoque sigui a la Fronda, los cuales estuvieron guia-dos en su mayora por mujeres. se es un mundoque vivi de cerca y que le proporcion testimo-nios directos de un espacio de transformacincreado, mantenido y desarrollado por mujeres, unespacio en el que, como he indicado, la conversa-cin se manifest como un principio un eje civi-lizador y se constituy en lugar de formacindel pensamiento.19

    Fue en aquellos aos, en el meridiano del sigloxvii, cuando aparecieron numerosas obras dedi-cadas a elogiar a las mujeres, algo que podra res-ponder a un parcial cambio de actitud por partede un sector de la cultura masculina, y que ya,en cierto modo, se haba producido en distintosmomentos de los siglos xv y xvi, en relacin conel debate conocido como la querelle des femmes.As, por ejemplo, en 1645 vio la luz La femmeheroique de Jacques du Bosc; en 1646, Le triomphedes dames de Franois du Soucy, sieur de Gerzan,y en 1663, Le cercle des femmes savantes de Jeande La Forge. En 1673, el cartesiano Franois Pou-lain de la Barre publicaba el tratado De lgalit

    Historia de las mujeres filsofas

    19. Vase Chiara Zamboni, Prefazione, en: GillesMnage, Storia delle donne filosofe, Verona, Ombre Corte,2005, traduccin y notas de Alessia Parolotto, pg. 13. Lasnotas con que se ha dotado la traduccin son de gran utilidad.

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  • des deux sexes, libro que, en palabras de su autor,slo fue recibido con entusiasmo por las precio-sas.20 Se insertara en aquel contexto la Historiade Mnage?

    Antes de continuar, me detendr, sin embargo,en el trmino preciosa, un concepto que nohaba introducido todava. Y eso que, remitin-donos a lo testimonial de los escritos, las mujeresque he ido destacando o a las que he aludido has-ta aqu (y a las que vincular a las preguntas: aquin iba destinada [la Historia mulierum philo-sopharum] y cul fue su propsito [de Mnage]al redactarla) han sido consideradas preciosaspor un amplio sector de estudios. Pero quineseran realmente las preciosas? Eran ridculas,como transmiten algunos textos del abate de Pure,Boileau o Molire? Para abordar esta cuestin pen-s en recurrir de nuevo a una amiga de Mnage,Mademoiselle de Scudry, presentada a menudocomo la soberana de las preciosas.

    Me he preguntado quines eran, y temo nopoder responder, por lo menos con facilidad.Numerosos estudios se refieren a Mademoisellede Scudry como la autora que, hacia 1650, habra

    Introduccin

    20. Vase Celia Amors, Tiempo de feminismo. Sobre femi-nismo, proyecto ilustrado y postmodernidad, Madrid, Cte-dra, 1997; en particular, pgs. 142-150. Vase asimismo Obrasfeministas de Franois Poulain de la Barre (1647-1723), 4 vols.,edicin crtica de Daniel Cazs Menache con la colaboracinde Mara Hayde Garca Bravo, Mxico, UNAM, 2007.

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  • lanzado la moda de las preciosas: antes, por lotanto, no habran existido. Sin embargo, ella nun-ca se define como tal ni emplea el adjetivo sus-tantivado de preciosa para alabar a otra mujer.Otros estudios afirman que las as llamadas sedifundieron por toda Europa desde la primeramitad del siglo xvii. Otros, en cambio, concedena Madame de Rambouillet el haber iniciado elmovimiento en su saln y prcticamente las inden-tifican con las salonnires. Otros an, y no son losltimos, se plantean si existieron realmente, o sino responden ms que a un mito ambiguo, a unainvencin literaria. Ante posiciones tan disparesno es difcil concluir que el caso de las preciosases uno de los ms intrincados de la literatura delsiglo xvii.21 Lo que se sabe con seguridad es que,a partir de la dcada de 1640, un nmero notablede mujeres cultas ocup un lugar principal en lavida mundana parisina. A cada una se le aplicabael calificativo preciosa en singular, que carecade cualquier connotacin negativa. Solan fre-cuentar los mismos lugares, compartan interesesintelectuales, conversaban, y a menudo estaban

    Historia de las mujeres filsofas

    21. Como seala Craveri: No ser intil detenerse en eldeslizamiento del trmino preciosa del adjetivo al sustan-tivo, del singular al plural, tras el cual la palabra deja de desig-nar a una personalidad de relieve para referirse a una tipo-loga; pierde toda connotacin lisonjera y se convierte []en sospechosa. Vase Benedetta Craveri, La cultura de laconversacin, op. cit., pg. 205. Afortunadamente, Myriam

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  • estrechamente vinculadas entre s. Muchas de ellasfueron las mujeres con las que Mnage dialog, ya quienes reconoci su inteligencia y sus cono-cimientos, su pensamiento y su accin. Made-moiselle de Scudry se cuenta entre dichas damasde mrito incontestable.

    Dejando aparte algunas crticas feroces, porejemplo las de Boileau, Mademoiselle de Scudryfue muy estimada por sus contemporneos. Nun-ca contrajo matrimonio22 y reivindic firmementeel derecho de las mujeres a cultivarse y a escribir.Tuvo el mrito de crearse un espacio en la socie-dad literaria de su tiempo, no slo gracias a suextensa obra sino tambin por haber impulsadola iniciativa del saln que anim a partir de 1657,y que fue conocido como los sbados de Safo,

    Introduccin

    Dufour-Matre ha ofrecido con gran rigor una perspectivacrtica de la cuestin. Vase Myriam Dufour-Matre, Les Pr-cieuses, Naissance des femmes de lettres en France au xviie

    sicle, Pars, Honor Champion, 2008 (1. ed. 1999). 22. Se mantuvo siempre soltera en coherencia con Safo,

    la herona de una de sus novelas, para quien la institucindel matrimonio era una tirana. En este sentido, deseo sea-lar que en las biografas de las mujeres relacionadas con elambiente de los salones se suele leer: se cas el ao Xcon. En la mayora de los casos, al calcular su edad, resul-ta que muchas de aquellas mujeres no se casaron sino quelas casaron, siendo nias, con hombres que a menudo ycomo mnimo tenan veinte aos ms que ellas. Catherinede Vivonne, la marquesa de Rambouillet, tena doce aoscuando contrajo matrimonio.

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  • pseudnimo de su anfitriona. Fue, asimismo, auto-ra de voluminosas novelas, publicadas al princi-pio bajo el nombre de su hermano Georges. Aun-que desprovistas de toda semblanza histrica, enellas eran fcilmente reconocibles numerosos per-sonajes de la poca. Recordar slo dos ttulos,Artamne ou le Grand Cyrus23 (1649-1653), lanovela ms extensa de la literatura francesa (10volmenes), y Cllie, histoire romaine (1654-1660),en la que incluy la clebre Carte de Tendre. Estemapa, autntica cartografa sentimental, ilustra losdistintos itinerarios que deben seguirse para alcan-zar un sentimiento de ternura amorosa a partir deuna nueva amistad. Como seala Chiara Zamboni,tanto en la descripcin del mapa como en otrosescritos debidos a mujeres del mismo contexto seadvierte la bsqueda constante de una razn capazde conjugarse con el sentimiento, evitando losescollos de una pasin arrebatadora.24 Aunqueello no siempre se consigue y lo saban, noera razn suficiente para dejar de manifestarlo.Las pasiones no son un atentado a la razn. Porqu no armonizar ambos planos?

    Historia de las mujeres filsofas

    23. En Las preciosas ridculas, estrenada en 1659, Molirepona en boca de la sirvienta Marotte las siguientes palabras:Diantre! No entiendo latn y no he aprendido como vosla filosofa en el Gran Ciro (escena vi).

    24. Vase Chiara Zamboni, Prefazione, en: GillesMnage, Storia delle donne filosofe, op. cit., pg. 11.

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  • Cmo reciba Mnage estas propuestas y lo queellas suponan? La respuesta la dan sus propiosescritos y el reconocimiento a la autoridad dedichas mujeres. Lector y comentador de Cllie,25

    el abate se diriga de este modo a su autora:admiro la vivacidad de vuestra imaginacin, lasolidez de vuestros juicios [], el nmero infinitode extraordinarios conocimientos que poseis demodo tan eminente.26 Y en una nota en la que serecoge la peticin de ingreso de algunas savantesa la Acadmie Franaise leemos:

    Hace poco fueron nominadas en la Acadmievarias mujeres (Mademoiselle de Scudry, Mada-me Deshouilres,27 Madame Dacier y varias ms)

    Introduccin

    25. Entre los libros que Mnage enviaba a Madame deLa Fayette, cuando sta viva alejada de Pars, se cuentan losltimos y muy esperados volmenes de Cllie.

    26. Mnage Mademoiselle de Scudry, 1658. Vasela carta, digitalizada por la Biblioteca de la Universidad deMinnesota, 14/09/2008 .

    27. Antoinette du Ligier de La Garde (1637?-1694), poe-ta y filsofa epicrea defensora del naturalismo filosfico.Estudiosa de Lucrecio y Gassendi, aprendi latn, italianoy espaol. Vase John J. Conley, The suspicion of virtue:women philosophers in neoclassical France, Ithaca (NY),Cornell University Press, 2002, pgs. 45-74. La casaron alos trece aos con el seor Deshoulires. En 1658 abri unsaln en su modesto apartamento de Pars, al que acudiMnage.

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  • que, ilustres por su inteligencia y sus conoci-mientos, son perfectamente capaces de enrique-cer nuestra lengua con hermosas obras, y que yahan producido algunas maravillosas. MonsieurCharpentier apoy esta propuesta con el ejem-plo de las academias de Padua, donde se admitea mujeres eruditas. Mi tratado Mulierum philo-sopharum ofrece [a los participantes en este deba-te] ejemplos antiguos de distinciones concedi-das a mujeres eruditas. No obstante, la propuestano obtuvo ningn resultado.28

    Historia de las mujeres filsofas

    28. Supplment manuscrit au Menagiana, ed. Pierre LeGouz, Bibliothque Nationale, MF 23254, nm. 184; reim-preso en P. L. Joly, Remarques critiques sur le dictionnairede Bayle, Pars, 1752, vol. 2, pg. 605. Citado por LondaL. Schiebinger, Tiene sexo la mente? Las mujeres en losorgenes de la ciencia, Madrid, Ctedra, 2004, pg. 41. Mna-ge, por su parte, y por razones no suficientemente aclara-das, nunca ingres en la Acadmie Franaise. Fue admiti-do, en cambio, en la florentina Accademia della Crusca.Sobre las peripecias de la no-candidatura de Mnage a laAcadmie, vase Isabelle Leroy-Turcan, Gilles Mnageet lAcadmie Franaise, en: Gilles Mnage (1613-1692),grammairien et lexicographe: Le rayonnement de son oeu-vre linguistique, Actes du colloque international tenu loc-casion du tricentenaire du Dictionnaire tymologique ouOrigines de la langue franoise (1694), Universit JeanMoulin Lyon III, 17-19 de marzo de 1994. Edicin impre-sa, Lyon, Siehlda, 1995; edicin electrnica, 12/09/2008.

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  • Estas lneas ofrecen en parte la respuesta a la pri-mera de las preguntas planteadas al principio yque me he propuesto contestar a lo largo de estaspginas. Gilles Mnage escribi la Historia mulie-rum philosopharum principalmente en honor a susamigas. Queda, no obstante, alguna incgnitaacerca de por qu lo hizo en latn. Segn ChiaraZamboni,29 el hecho de que escribiera el libro enla lengua de los eruditos puede tener que ver con laintencin de dirigirse a otros intelectuales, con elobjeto de atraer su atencin hacia las pensadoras delpasado para refutar, ya de modo concluyente, laextendida y persistente opinin de que nunca habahabido filsofas (o, en su caso, muy pocas). Creoque este objetivo, y con ello atiendo a la segundapregunta (cul fue su propsito al redactarla), sedesdobla. Por un lado, los estudiosos tenan quesaber que ya en la Antigedad hubo pensadoras.Mnage, recordemos, encontr sesenta y cinco.Bastaba mirar hacia el pasado. nicamente no se lasencontraba en los lugares en los que todava no sehaba buscado.30 Por otro lado, tenan que saberlolas propias mujeres que en aquellos precisos momen-

    Introduccin

    29. Vase Chiara Zamboni, Prefazione, en: GillesMnage, Storia delle donne filosofe, op. cit., pg. 13.

    30. Tomo prestada la idea de Karen Petersen y J. J. Wil-son para explicar la ausencia de mujeres artistas a lo largode la historia. Vase Karen Petersen y J. J. Wilson, Womenartists: recognition and reappraisal from the early Middle Agesto the twentieth century, Londres, The Womens Press, 1978.

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  • tos estaban construyendo pensamiento. Su actua-cin demostraba que no eran las primeras; tam-poco constituan esa excepcin a menudo tanincmoda que nos presentan determinados textosencomisticos. Podran leer ellas directamente enlatn? No todas. Madame Dacier y Madame Des-houlires s, por supuesto. Madame de La Fayetteprobablemente, con ayuda. Madame de Svign?Al parecer tena nociones. Y las dems? Cabeno olvidar que, aparte de la propia lectura haba otromodo, e importante, de acceder al contenido deltexto, esto es, aquel que conformaba, precisamen-te, su relacin. Antes y despus de su publicacin,las mujeres interesadas en saber de sus antecesorasde las pensadoras que las haban precedidopodran hacerlo no necesariamente leyendo. Intro-duzco el antes para recordar que la cultura de laconversacin procuraba los elementos necesariospara que ese acceso fuera posible. De haber sidoas, no sabemos cunto antes; tenemos la fechade cundo se public el libro por primera vez,no de cundo comenz a gestarse ni a transmitirse.Fuese cuando fuese, en vista de cumplir su obje-tivo, Mnage orient su mirada hacia el pasado.

    Como leemos en su prefacio: Sabemos queel estoico Apolonio escribi un curioso librosobre estas mujeres, y que el gramtico Filoco-ro escribi concretamente sobre las pitagricas;31

    Historia de las mujeres filsofas

    31. Infra, pg. 45.

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  • seguirn Platn, Plutarco, Juvenal, Clemente deAlejandra, Digenes Laercio, Lactancio, Focio ySuidas (o Suda),32 entre otros. Se sirvi de susconocimientos de griego y latn para encontrar enlas fuentes, los lxicos y las bibliotecas las muje-res [que] cultivaban la filosofa.33 Una vez des-cubiertas, ofreci a su poca lo que haba encon-trado. Luego, al publicar los resultados de suindagacin, en 169034 y 1692,35 esto es, cuando

    Introduccin

    32. Se siguen aceptando las dos formas de este lxicobizantino del siglo x. Suidas si se considera que se trata delnombre del autor; Suda si se cree que es una enciclopedia,en femenino. Antonio Ruiz de Elvira trata bien el proble-ma del doble ttulo en su artculo Suidas, y no la Suda,Myrtia 12 (1997), pgs. 5-8.

    33. Infra, pg. 45.34. Historia Mulierum Philosopharum, Ludguni, Apud

    Anissonios, Joan. Posuel, & Claudium Rigaud, 1690.35. La segunda edicin se imprimi en Amsterdam como

    suplemento a una edicin de Digenes Laercio: DiogenisLaertii de Vitis, Dogmatibus et Apophthegmatibus Claro-rum Philosophorum Libri X. Graece et Latine. Cum sub-junctis integris Annotationibus Is. Casauboni, Th. Aldo-brandini & Mer. Casauboni. Latinam Ambrosii Versionemcomplevit & emendavit Marcus Meibomius. Seorsum excu-sas Aeg. Menagii in Diogenem Observationes auctiores habetVolumen II. Ut & Ejusdem Syntagma de Mulieribus Phi-losophis; Et Joachim Khnii ad Diogenem Notas, Amste-laedami: Apud Henricum Wetstenium, 1692. El volumen IIcontena In Diogenem Laertium observationes et emen-dationes y la Historia mulierum philosopharum, ambas deMnage.

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  • contaba casi ochenta aos, proyect su descubri-miento hacia el futuro. De esta manera, Mary EllenWaithe, que edit en 1987 A history of women phi-losophers, describe en la introduccin su en cuentrocon la obra de Mnage (la primera referencia laseala en octubre de 1980) como una de las prin-cipales fuentes de inspiracin para la crea cin de lahistoria de las filsofas de la que es editora.36 En1984, Beatrice H. Zedler, en su edicin inglesa deltexto, sealaba que la identificacin de las fil-sofas all citadas, as como las fuentes de in forma-cin sobre ellas, poda servir de punto de partidapara reconstruir el pensamiento filosfico feme-nino de la Antigedad.37

    Pero de qu naturaleza es esa Historia queambas autoras presentan como un modelo inspi-rador o como un punto de partida? Cul es sucontenido y su forma? Casi al comienzo he apun-tado ya alguna de las censuras al estilo menagianode historiar. Curiosamente o no tan curiosa-mente son muy parecidas a las que de antiguoha recibido alguien tan decisivo para Mnage comoDigenes Laercio, basadas, segn recuerda Car-los Garca Gual,

    Historia de las mujeres filsofas

    36. Mary Ellen Waithe, Introduction, en: id. (ed.), Ahistory of women philosophers, vol. I: Ancient women phi-losophers: 600 BC 500 AD, Dordrecht Boston Lan-caster, Martinus Nijhoff, 1987, pgs. ix-x.

    37. Vase Beatrice H. Zedler, Introduction, en: GillesMnage, The history of women philosophers, op. cit., pg. xx.

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  • en ciertos prejuicios modernos acerca de cmo debe-ra escribirse una buena historia filosfica. No en vanofue Hegel uno de los lectores ms despectivos de nues-tro autor [Laercio], al que trat de amontonador deopiniones varias y chismorrea dor superficial y fas-tidioso []. Se le viene a reprochar al buen Dige-nes Laercio que no compusiera su historia atendien-do ms a las ideas de fondo [] y que, en cambio,gustara de demorarse en las citas de tantos nombrespropios, en referencias biblifilas de segunda y ter-cera manos [] desatendiendo las ideas esenciales.38

    Se reprueba que Laercio no compusiese una His-toria de la filosofa en sentido moderno, y lo mis-mo sucede con Mnage. Es cierto, nos gustarasaber mucho ms sobre qu pensaron las mujeresconvocadas, algunas apenas mencionadas. Por otraparte, tambin es verdad que, debido a la escasezde informacin sobre las opiniones filosficas delas pensadoras, en la mayora de los casos no sepuede ms que sobrevolar su pensamiento.

    La Historia mulierum philosopharum intentaseguir, en efecto, el modelo de Laercio en las Vidas[y opiniones] de los filsofos ilustres. Para Mnage,el autor griego era el principal historiador de lafilosofa,39 y no slo lo admiraba sino que efec-

    Introduccin

    38. Carlos Garca Gual, Introduccin, en: DigenesLaercio, Vidas de los filsofos ilustres, op. cit., pgs. 8-9.

    39. Palabras de Mnage en la dedicatoria de 1663 de su es -crito In Diogenem Laertium observationes et emendationes.

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  • tu un minucioso estudio de la obra laerciana parasu trabajo In Diogenem Laertium observationeset emendationes. Por ello no debe sorprender quesu mtodo y su estilo sean claramente deudoresde Laercio. Como ste, tambin Mnage acuda anumerosas fuentes para tomar prestadas de ellaslos materiales que utilizaba en sus extractos y citas,conjugando todo lo que encontraba de la mismafilsofa. El propio Mnage seala la similitud desu trabajo con el llevado a cabo por Laercio al afir-mar que, al igual que este autor, dedica su obra auna mujer: Y no se sorprendern de que os dedi-que esta exposicin de las vidas de las filsofaslos que saben que Digenes Laercio dedic su obrasobre la vida de los filsofos a una mujer.40 SegnBeatrice H. Zedler, aunque Mnage es conscien-te de que Laercio no empez su obra con unadedicatoria formal, considera como tal las alusio-nes a una estudiosa de Platn, que aparecen enel texto sobre la vida del autor del Fedro.41

    Aun a riesgo de cortar el ritmo de estas pgi-nas, me permito abrir, aunque brevemente, unparntesis para introducir a Anne Lefebvre Dacier.Hija del profesor de griego y humanidades Tan-neguy Lefebvre, se cas en segundas nupcias conel discpulo preferido de su padre, Andr Dacier,

    Historia de las mujeres filsofas

    40. Infra, pg. 46.41. Beatrice H. Zedler, Introduction, en: Gilles Mna-

    ge, The history of women philosophers, op. cit., pg. xv.

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  • tambin fillogo. Anne particip en la disputaentre los antiguos y los modernos, y prest su apo-yo a los primeros. Tradujo al latn a Calmaco,mientras que Anacreonte, Safo, Plauto, Aristfa-nes, Terencio y Homero hablaron francs graciasa su mediacin. Dedic parte de su tiempo a lasediciones de la coleccin de clsicos griegos y lati-nos Ad usum Delphini (para uso del Delfn), des-tinados a la educacin del hijo de Luis XIV. Estaexperta en lenguas clsicas a quien, como hemosledo, Mnage consider digna de ser admitida enlos organismos del saber, ocup un lugar privile-giado en la Historia mulierum philosopharumcomo testimonio de la admiracin que susciten su autor. Amantsima de la historia de la filo-sofa, mereca contarse, pues, entre las apasiona-das de la sabidura. Anne Lefebvre Dacier se suma-ba as a aquella cadena engranada a la Antigedad.

    En el tratado se observa que su autor tuvo muypresente el gnero mujeres ilustres, basado,de manera ms o menos directa, en el Mulierumvirtutes de Plutarco. Destacar como ejemplosel De claris mulieribus (1361-1362) de GiovanniBoccaccio y La cit des dames (1404-1405) deChristine de Pizan, autora mencionada por Mna-ge. Durante el siglo xvi dicho gnero se amplicon la presencia de numerosos escritos que se ads-criban tanto al tratado de Plutarco como a la con-tempornea querelle des femmes, el movimientointelectual impulsado por Christine de Pizan. En

    Introduccin

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  • este sentido, mencionar slo una obra debida aLucrezia Marinelli (1571-1653), que fue impresapor primera vez en la Venecia de 1600 con el ttuloLa nobilt et leccellenza delle donne co diffettiet mancamenti de gli huomini.

    Mnage agrupa a las filsofas en once catego-ras e inicia su descripcin con aquellas de escue-la incierta. A continuacin expone las escuelasplatnica, acadmica,42 dialctica, cirenaica, meg-rica, cnica, peripattica, epicrea y estoica; intro-duce, en ltimo lugar, a las filsofas pitagricas,contraviniendo un orden cronolgico que por lgi-ca reclamara lo contrario. El texto no permite vercon demasiada claridad los criterios empleadospor el autor para incorporar, o no, a una mujer.Con el objeto de intentar comprender este punto,Beatrice H. Zedler se plante los siguientes inte-rrogantes, que son a mi parecer una preciosa ayu-da para abordar el tratado: una mujer fue lla-mada filsofa, sabia o persona culta por algnescritor antiguo?; tuvo vnculos familiares o fueamiga o discpula de un filsofo reconocido?;llev a cabo algn trabajo o particip en algunaactividad relacionada con la filosofa? Si por lomenos una o varias de estas cuestiones pudieranresponderse afirmativamente, seala Zedler, lamujer poda ser una buena candidata para el cat-logo de Mnage. En el primer caso, basta con que

    Historia de las mujeres filsofas

    42. Sobre la inclusin de las acadmicas, vase la nota 45.

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  • su nombre constara en una lista de filsofos (comola relacin de las pitagricas que Jmblico ofreceen su Vida pitagrica). En el segundo, si haba sidohija, esposa, hermana, cuada, amiga o discpulade un hombre sabio o de un filsofo poda ser ellamisma considerada como filsofa. En el tercero,se incluiran aquellas de las que constaba su par-ticipacin en alguna actividad vinculada a la filo-sofa, como, por ejemplo, el que hubiera recibi-do una formacin filosfica (as Eudocia), discutidosobre cuestiones de filosofa (como Julia Domna)o mostrado una especial destreza a la hora de argu-mentar filosficamente (caso de Catalina de Ale-jandra). As tambin, si se le atribuyera la auto-ra de algn escrito filosfico (como Arignota oPerictione), o hubiera enseado filosofa (comoTemistoclea, Diotima o Aspasia) o dirigido algunaescuela filosfica (como Hipatia o Teano).43

    Diferentes son, pues, los motivos por los cualeslas sesenta y cinco filsofas quedaron grabadasen este documento que constituye la Historia mulie-rum philosopharum, a la que, con la presente edi-cin, ya podemos llamar Historia de las mujeresfilsofas. Diferentes y desiguales, como desiguales la extensin dedicada a cada una de ellas sin quea veces comprendamos demasiado bien las razo-nes de tal decisin. As, por ejemplo, a Diotima, la

    Introduccin

    43. Beatrice H. Zedler, Introduction, en: Gilles Mna-ge, The history of women philosophers, op. cit., pgs. xvii-xviii.

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  • mujer de Mantinea que ense a Scrates filo-sofa amatoria, se le asignan escasas lneas y nose hace referencia alguna al hecho de que fuerasacerdotisa. Probablemente porque, como obser-va Chiara Zamboni, Mnage no presta particularatencin al nexo entre la filosofa y lo sagrado.44 Seadvierte, en cambio, un claro despuntar de la sabi-dura en varias de las figuras presentadas. Mnageagreg filsofas a su lista hasta el final de su vida.Entre la primera edicin (1690, cuando contabasetenta y siete aos) y la segunda (1692) sigui ensu busca. De hecho, los principales cambios de lasegunda edicin45 tienen que ver precisamente conla suma de dos filsofas medievales, Elosa (1101-1164) y Novella (siglo xiv), con las que cruza lafrontera de la Antigedad. A la segunda, la juristaNovella, el autor dice incluirla entre las filsofasporque es lo que hace Ulpiano [] cuando llamafilsofos a los jurisconsultos que practican unaverdadera y no simulada filosofa.46 Avanzamos

    Historia de las mujeres filsofas

    44. Chiara Zamboni, Prefazione, en: Gilles Mnage,Storia delle donne filosofe, op. cit., pg. 21.

    45. Otro cambio significativo de la segunda edicin esla introduccin del apartado de las acadmicas, que no apa-reca en la primera.

    46. Mnage cita un fragmento de La ciudad de las damasde Christine de Pizan para referirse a Novella, si bien dicehaber obtenido la informacin a partir de un libro de suamigo Claude Joly. Aprovecha la cita para referirse bre-vemente a Christine. Vase infra, pg. 74.

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  • en el libro, y al terminar puede tenerse la sensacinde no saber demasiado acerca del pensamiento demuchas de sus protagonistas, es cierto. Sin embar-go, a partir de su lectura nos es dado conocer suexistencia y tener noticias de las relaciones que esta-blecieron con su tiempo; sabemos qu autores serefirieron a ellas como filsofas y en qu lugares lohicieron. De este modo, Historia de las mujeres fil-sofas puede ser, como bien indicaba Beatrice H.Zedler, un excelente punto de partida para poste-riores trabajos. Como as ha sido.47

    Introduccin

    47. Vanse, por ejemplo, la obra ya citada de Mary EllenWaithe (ed.), A History of Women Philosophers, vol. I:Ancient Women Philosophers: 600 BC 500 AD y los tra-bajos de Montserrat Jufresa, Qu s ser dona en la filoso-fia pitagrica, en: Mercedes Vilanova (comp.), Pensar lasdiferencias, Barcelona, Promociones y Publicaciones Uni-versitarias, 1994, pgs. 85-93 y Mercedes Gutirrez, Mont-serrat Jufresa, Cristina Mier y Flix Pardo, Teano de Cro-tona, en: Enrahonar 26 (1996), pgs. 95-108.

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  • Advertencia

    Con el fin de presentar la obra de Mnage de la forma mscompleta posible, la traduccin del texto se ha basado en lasediciones de 1690 y 1692. La edicin de 1692 ampla la ante-rior (como se ha dicho en la introduccin, con la inclusin deElosa, Novella y el apartado de las acadmicas). La segundaedicin aporta algunas modificaciones as como pequeascorrecciones. En los escasos lugares significativos en los quela edicin de 1690 se separa de la de 1692, se ha sealado lavariante entre corchetes dobles.

    Las notas al texto pretenden orientar en la localizacin dealgunos de los pasajes aludidos por Mnage. En ocasiones,la referencia que se da en el cuerpo del texto queda modifi-cada en la nota, que procura dar la referencia cannica.

    En la mayora de los casos, se han aadido entre parn-tesis las fechas aproximadas en las que vivieron las filsofas.

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  • Historia de las mujeres filsofas

    A Anne Lefebvre Dacier1

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  • Prefacio

    El nmero de mujeres que han escrito es tan gran-de que con slo sus nombres se podra llenar unextenso volumen. Pero la mayora de ellas se hadedicado a estudios agradables: la retrica, la poe-sa, la historia, la mitologa y la correspondenciaelegante. Sin embargo, tambin ha habido algunasque se han aplicado a una disciplina ms seria: lafilosofa. Gracias a los fragmentos de Spatro2 cita-dos por Focio3 sabemos que el estoico Apolonio4

    escribi un curioso libro sobre estas mujeres.Adems, Suidas5 nos informa que el gramticoFilocoro6 escribi concretamente sobre las pita-gricas. Y Juvenal7 explica que en su poca lasmujeres cultivaban la filosofa. Por eso es sor-prendente que, como filsofas, Ddimo,8 el gra-mtico ms docto de su tiempo, nicamente citea Temista, y Lactancio,9 el escritor eclesistico mserudito, slo a Teano. Yo, por mi parte, he encon-trado sesenta y cinco filsofas en los libros de los

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  • antiguos. Como me he propuesto escribir su his-toria, me ha parecido bien dedicrosla a vos, AnneLefebvre Dacier, la ms sabia de las mujeres actua-les y del pasado, para que este trabajo sea tambinun testimonio de la admiracin que me inspiris.Adems, no considero que el hecho de haberosdedicado recientemente mi disertacin sobre elHeautontimorumenos,10 de Terencio, sea suficientemuestra de mi admiracin por vos. Y no se sor-prendern de que os dedique esta exposicin delas vidas de las filsofas los que saben que Di-genes Laercio dedic su obra sobre la vida de losfilsofos a una mujer.11

    Nos proponemos hablar primero de las muje-res filsofas que son de escuela incierta y luego asig-naremos a las restantes sus respectivas escuelas.

    Historia de las mujeres filsofas

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  • Filsofas de escuela incierta

    Hipo (ca. siglo xii a. C.). Hija del centauro Qui-rn, que ense a Eolo la observacin de la natu-raleza, segn testimonio de Clemente de Alejan-dra en el libro i de los Stromata12 y de Cirilo en ellibro iv de Contra Juliano.13 Pues la observacinde la naturaleza es una parte esencial de la filoso-fa. Tambin en el libro iv14 de los Stromata, deClemente, Eurpides recuerda a Hipo como adi-vina y mujer versada en cuestiones astrolgicas.

    Aristoclea (siglo vi a. C.). Se ver ms adelan-te con el nombre de Temistoclea, en el apartadode las pitagricas.

    Cleobulina (fl. 570 a. C.). Hija de Clebulo, unode los siete sabios de Grecia, por eso conocida vul-garmente as, aunque a ella su padre (son palabrasde Plutarco) la llamaba Eumetida. Escribi enig-mas en versos hexmetros que elogi Ateneo en el

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  • libro x, captulo xv.15 Aristteles, en el libro iii,captulo ii de la Retrica, cita este clebre enigmasobre la aplicacin de la ventosa: Vi a un hombreque con fuego soldaba bronce sobre otro hombre.

    Plutarco testifica en el Banquete de los sietesabios16 que este enigma es de Cleobulina. En estemismo libro Tales la llama la sabia, lo cual elcompilador del ndice de Plutarco interpreta quesignifica dedicada a la filosofa. Y as estimabaCharles Caton de Court,17 varn de doctrina ymodestia singulares, que tenan que ser interpre-tadas estas palabras. La recuerda Cratino en la pie-za Cleobulinas,18 obra que escribi sobre su nom-bre. Pues indican Laercio en su Clebulo19 yAteneo en el libro iv, captulo xxi,20 que esta pie-za se conoce con el nombre en plural. Menoscorrectamente en singular, Cleobulina, esta obraes citada por Plux en el libro vii, captulo xi.21

    Sobre Cleobulina, adems de Plutarco y Laercioen los textos citados y de Suidas en Clebulo,hay que consultar a Clemente de Alejandra en ellibro iv de los Stromata,22 en el que dice que ellalavaba los pies de los huspedes de su padre. Sabe-mos por Homero en la Odisea, canto xix, por elapstol Pablo en la Primera carta a Timoteo, cap-tulo v, por el libro i, captulo xxv, de Samuel, porPlutarco en las Virtudes de mujeres23 y a travs delorculo dado a los milesios, citado por Herdoto,que en otro tiempo las mujeres acostumbraban alavar los pies de los hombres.

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  • Aspasia (ca. 470-410 a. C.). Milesia, hija de Axo-co. Ense retrica a Pericles y retrica y filosofaa Scrates. Consultad a Platn en el Menxeno24

    y a Clemente de Alejandra en el libro iv de losStromata.25 Suidas en Aspasia26 y el escoliastade Aristfanes en Los acarnienses la llaman sofis-ta y, lo que es rarsimo en su sexo, maestra deelocuencia. Nos indica Ateneo, en el libro v,27

    que tambin fue poeta y que muchos de sus ver-sos fueron publicados por Herdico Cratecio.Fue, primero, amante y, despus, esposa de Peri-cles. Capturada por los atenienses, ste la despo-s en un matrimonio infausto para la patria, pueseste hecho fue el origen de dos grandes guerras,contra los samios y contra los peloponesios. Deesto trata Aristfanes en Los acarnienses. Los ver-sos de Aristfanes, que fueron traducidos al latnpor Frischlin,28 suenan as:

    Los jvenes que marchaban hacia Megara sehaban embriagado jugando al cotabo y furtiva-mente se llevaron a la meretriz Simeta. Los mega-renses, conmocionados por un justo dolor, roba-ron a su vez dos hetairas amigas de Aspasia. Acausa de tres meretrices se inici una guerra entretodos los pueblos griegos. El olmpico Pericleslanzaba con ira truenos y relmpagos y agitabatoda Grecia. Adems promulg leyes escritasms bien como cantos de banquete: prohibi alos megarenses permanecer en tierra, en el foro,

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  • en el mar y en el continente. Pronto los mega-renses, cada vez ms forzados por el hambre,rogaron a los lacedemonios que interpusieran suinfluencia para que revocsemos este decretoque haba sido promulgado a causa de unasrameras. Pero nosotros no queramos or susmuchas y reiteradas splicas. Oamos el furorde la guerra y el estrpito de las armas.

    Ateneo recogi asimismo esta cita de Aristfanesen el libro xiii.29

    Pero oigamos tambin qu dice, acerca de Aspa-sia, el propio Plutarco en su Pericles:30

    Pero porque se cree que lo que llev a cabo Peri-cles contra los samios lo hizo para agradar a Aspa-sia, no resulta incongruente, sobre todo en estepunto, considerar qu arte y qu fuerza tan gran-de posea esta mujer para tener bajo su podera los hombres principales de la ciudad y para quelos filsofos hicieran mencin de ella como ilus-tre y clebre. Es sabido que naci en Mileto y quefue hija de Axoco. Dicen que sigui los pasos deuna tal Targelia, as como los de las antiguas muje-res jnicas, y que busc la amistad de los que eranmuy ricos. Ciertamente, Targelia, que era de her-moso rostro y que una belleza y agudeza de in -genio, tuvo familiaridad con muchos griegos,concili a todos stos con el rey y, mediante sucolaboracin, furtivamente esparci en las ciu-

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  • dades los principios del partido de los medas. Perodicen que Pericles eligi a Aspasia porque era pru-dente y experta en cuestiones polticas. Tambinel propio Scrates la frecuent con sus ntimos.Los socrticos llevaban a sus mujeres a escucharla,aunque tuviera una escuela poco decorosa yhonesta, pues criaba jvenes que hacan negociocon sus cuerpos. Esquines cuenta que Lisicles, unganadero que tuvo relacin con Aspasia despusde la muerte de Pericles, de ser un hombre de bajaestofa y abyecto se convirti en uno de los prin-cipales de la ciudad de Atenas. En el Menxenode Platn, aunque el principio haya sido escritoen tono de broma, hay, sin embargo, algo de ver-dad cuando se afirma que es por todos sabido quemuchos atenienses aprendieron de Aspasia el artede hablar. Pero es verosmil que el amor de Peri-cles por ella fuera lascivo ya que l tena comoesposa a una pariente prxima que antes habaestado casada con Hipnico y que le haba dadoun hijo, Calias, un rico personaje. Tambin dela unin con Pericles haba engendrado esta mujera Jantipo y a Paralo. Como este matrimonio fue-ra odioso a ambos, Pericles la entreg a otro con-tra su voluntad. Entonces l se cas con Aspasia,a la que am mucho, pues, cuando iba o volvadel foro, siempre la saludaba con un beso. En lascomedias Aspasia es llamada nueva nfale, Deya-nira y Juno. Cratino abiertamente la denominconcubina [].31 Pero se cuenta que Aspasia

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  • fue tan clebre y noble que Ciro, que hizo la gue-rra al rey de los persas por el reino, llamaba Aspa-sia a la concubina que ms amaba y que antes tenapor nombre Milto.

    Asimismo, Plutarco narra que Aspasia fue acusa-da por el comedigrafo Hermipo de impiedad yde llevar a la prostitucin a mujeres libres, de lasque se serva Pericles. Tambin escribe que ella selibr del juicio por la intercesin de este ltimo.32

    Ved el dilogo al que nos referimos, tituladoAspasia, acerca del cual Laercio testifica que loescribi el socrtico Antstenes.33

    No hace mucho haba en Roma, en la dactilo-teca de Felicia Rondanina, mujer de la aristocra-cia, una antigua piedra de jaspe que, engarzadaen un anillo, tena grabada, bajo el nombre de, la imagen de una hermosa mujer de lar-gos cabellos que le caan sobre el pecho y los hom-bros, adornada con un collar y pendientes, arma-da de un yelmo y protegida por una gida: en elcasco haba pintada una cuadriga de caballos ysobre sta se poda ver a Pegaso y a la esfinge.Canini34 y Bellori,35 que describieron esta imagen,uno en sus antiguas Imgenes de hombres ilus-tres, el otro en su Iconologa, consideraron queaquella mujer era Aspasia de Mileto, maestra deScrates. Pero, a pesar del respeto por esos doctosvarones, permtaseme objetar: cmo puede decir en vez de ; en efecto, no lo veo

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  • claro. Aado que nunca he encontrado en los libros antiguos, porque, de hallrselo, seranombre de varn, no de mujer. en vez de podra ser. Y pienso si el grabador nohabra querido poner , en caso genitivo.Debi de ser as.

    Diotima (siglo v a. C.). Ense a Scrates filo-sofa amatoria, segn el testimonio que l mis-mo da en el Banquete de Platn.36 Sobre la filo-sofa del amor hay que leer a los platnicos y enprimer lugar a Mximo de Tiro.37 Sobre Diotima,adems del mencionado pasaje de Platn, hay queconsultar a Luciano en sus Imgenes.38

    Beronice. Focio menciona a Beronice en suBiblioteca cuando enumera a los filsofos cuyosapotegmas recoge Estobeo.39 Con el nombre deBerenice hubo cuatro reinas, pero sin ningunarelacin con nuestra Beronice, que tambin pare-ce ser distinta de aquella Ferenice de la cual hablanValerio Mximo,40 Plinio41 y Pausanias42 y que fuela nica mujer a la que se le permiti asistir a unespectculo deportivo cuando acompa a Olim-pia a su hijo Euclea, que tena que participar enun certamen; fue hija de padre olimpinico (esdecir, vencedor en varias ocasiones del certamenolmpico) y tuvo hermanos que, con no pocosesfuerzos, consiguieron este mismo ttulo. Bero-nice, Berenice y Ferenice son el mismo nombre.

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  • Pnfila (siglo i). De Epidauro de Egipto. Hijade Soterida, un celebrrimo gramtico. Suidas lallama la sabia de Epidauro y Focio dice que suslibros estn llenos de cuestiones filosficas. Escri-bi ocho libros miscelneos que Focio cita en suBiblioteca. Suidas testifica que fueron treinta y tresy que escribi muchas otras cosas: un eptome deCtesia, eptomes de historias, de controversias ysobre las fiestas de Afrodita. Vivi en tiempos deNern. A menudo Laercio utiliza su testimonio43

    y Gelio la cita en el libro xv, captulos xvii y xxiii.44

    Su padre, Soterida, le dedica sus comentarios. Hayque consultar a Suidas bajo el nombre de Soteri-da. Pnfila contrajo matrimonio con Socrtida,segn el testimonio de Suidas en Pnfila. YFocio dice que estuvo casada con aqul durantetrece aos.45

    Clea (siglos i-ii). Plutarco le dedic sus Virtudesde mujeres, obra en la que afirma que ella era ver-sada en la lectura de libros. Dice tambin que cuan-do Clea hubo sufrido la muerte de la excelenteLeontida, que, conjeturamos, acaso fuera su madre,ambos tuvieron un rico coloquio de consolacinfilosfica. Por eso sospechamos que Clea se dedi-caba a la filosofa.

    Eurdice (siglos i-ii). Esposa de Poliano. Plu-tarco escribi para ellos sus Preceptos conyugales.Dice tambin que Eurdice haba sido educada en

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  • la filosofa. Jonsius, en el libro iii, captulo vi, deEscritores de la historia filosfica,46 piensa que fuehija de Plutarco. Confieso que no s de dnde sacaesta afirmacin. Pues esta Eurdice nuestra es dis-tinta de aquella Eurdice que, siendo brbara, dehecho Plutarco la llama tres veces brbara (erailiria y de Hierpolis), sin embargo, ya en edadavanzada se dedic al estudio para educar a sushijos. De esta noble dedicacin trata un epigramaen el ltimo captulo del tratado Sobre la educa-cin de los hijos, de Plutarco.47

    Julia Domna (170-217). Esposa del emperadorSevero. Din Casio, al final del libro lxxv de laHistoria romana,48 dice de ella: Empez a filoso-far y pasaba los das con los sofistas. Por eso Fils-trato,49 en Filisco, la llama filsofa: Antoninoera hijo de la filsofa Julia. Se refiere a Anto-nino Caracalla. De este modo hay que leer la exce-lente enmienda de Claude Saumaise a Elio Lam-pridio.50 Antes se lea errneamente del filsofo.Acerca del mismo sofista, Filstrato prosigue:Gracias a Julia, Filisco obtuvo del emperadorCaracalla la ctedra de filosofa de Atenas. Puestambin hay que leer as, teniendo en cuenta laenmienda del mismo Saumaise, en vez de como selea antes: por su [de l] intercesin. La empe-ratriz Julia conoca no slo a Filstrato sino tam-bin a otros sofistas, que la acompaaban diaria-mente. Pues Tzetzes51 en la historia cuadragsimo

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  • quinta de la sexta Quiliada ofrece el testimoniode que los sofistas estaban a menudo con ella.

    Era de patria siria, de la ciudad de Emesa.Despus de haberla hecho venir de Siria, Severola despos. Acerca de l dice Espartiano:52

    Despus de haber perdido a su esposa y, que-rindose casar con otra, requera los horsco-pos de las posibles consortes. l mismo era muyexperto en matemticas. Y como haba odo queen Siria exista una mujer que tena un horsco-po que la haca digna de unirse a un rey, la pidicomo esposa.

    Tras la muerte de Severo, quisieron que Julia secasase con su hijastro Antonino Caracalla. Espar-tiano, a propsito de Caracalla, dice:53

    Conviene saber de qu manera se haba casadocon su madrastra Julia. Como ella era bellsimay quizs por negligencia se haba desnudado lamayor parte del cuerpo, Antonino le dijo: Que-rra, si fuera lcito. Se cuenta que ella respon-di: Si te gusta, es lcito. Acaso no sabes queeres el emperador y que promulgas las leyes, nolas acatas?. Odo esto, su deseo desordenadofue alentado a cometer el acto criminal y se cele-braron las nupcias. Si Antonino hubiera sabi-do promulgar leyes, l mismo habra debido pro-hibirse este acto: pues se cas con su madre (no

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  • se poda decir de otra manera). Al parricidio aa-di el incesto, ya que se uni en matrimonio aaquella a cuyo hijo haba matado recientemente.

    Aurelio Vctor,54 Eutropio55 y Orosio56 se sumana Espartiano. Pero grandes testigos, libres de todasospecha, como Opiano,57 Herodiano58 y Fils-trato,59 testifican que todos aquellos se equivocan.Escritores contemporneos de Julia dijeron un-nimemente que ella era la madre de Caracalla, nola madrastra. Lo ratifican las antiguas monedas einscripciones, que dan testimonio de lo que yanadie duda: Caracalla fue el hijo de Julia Dom-na, no el hijastro. Esto ya haba sido reconocidopor los doctos varones, por Casaubon y Saumai-se en la Historia augusta,60 por Tristan en losComentarios histricos,61 por Spanheim en la sp-tima disertacin acerca de la Importancia y uso delas monedas,62 por Spon en las Miscelneas de laAntigedad erudita,63 y recientemente por Vail -lant en las Monedas,64 donde habla de SeptimioSevero, Julia Pa y Antonino Caracalla.

    Domna era su cognomen. Opiano, en el libro ide su De la caza, en el que habla de AntoninoCaracalla, a quien dedic su obra, dice: la granDomna lo dio al gran Severo. Pues en este lugarDomna no es duea, como queran ScipioneGentile65 en el libro ii, captulo xxii de Introduc-cin al derecho y Rittershausen66 en el comenta-rio a Opiano, sino que es un nombre propio, o

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  • mejor dicho un cognomen. Consultad, si os pla-ce, lo que decimos en Amenidades del derecho,67

    captulo xxv. Aado que la esposa de Isidoro,aquel celebrrimo filsofo cuya vida escribiDamascio, se llamaba Domna. Ved los extrac-tos de su vida en Focio.

    Sabemos por Herodiano, cuando habla deCaracalla, y por Capitolino,68 en su Opilio Macri-no, que tuvo una hermana, Julia Mesa. Tristan yPatin69 escribieron que este nombre en sirio feni-cio significa sol [[lo que dudo mucho. De hecho,me veo obligado a creer que no es una palabra nisiria ni fenicia, tal como me asegur Luis Pico,telogo de la Sorbona, gran experto en lenguasorientales]].

    Miro. De ella Suidas dice as: Miro de Rodas,filsofa. Escribi tratados sobre mujeres que fue-ron reinas, y tambin fbulas. Segn Suidas, no setrata de Miro, la celebrrima poeta, hija o madrede Homero, uno de los poetas trgicos de la Pl-yade. Pues nuestra Miro fue bizantina, como cons-ta en Suidas. Ateneo tambin la hace bizantina enel libro xi, captulo xii,70 y Eustacio71 en el comen-tario al verso 310 del canto xxiv de la Ilada. Peroall se la llama Moiro, no Miro. Adems, segnel testimonio de Suidas, escribi, lo dir de pasa-da, versos elegiacos y mlicos, as como una obracon el ttulo de Anemosyne, segn dice Ateneo,72

    y un libro sobre los dialectos, segn Eustacio.73

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  • Sosipatra. Mujer de origen asitico, docta, rica,hermosa y generosa. Se haba casado con Eusta-cio, prefecto de Capadocia, y, despus de la muer-te de ste, fue amada por Filomtor, su pariente.Estas y ms cosas dice Eunapio,74 gracias al cualse sabe que fue filsofa y que ense filosofa asus hijos.

    Antusa (siglo v). De ella habla Focio en su Biblio-teca, obra en la que recoge extractos del libro deDamascio75 Vida de Isidoro, el filsofo:

    Se dice que una mujer de nombre Antusa, quevivi en tiempos del emperador bizantino Len,descubri la adivinacin a travs de las nubes,arte que no era conocido, segn parece, por losantiguos. Se deca que esta mujer haba nacidoen Egea de Cilicia y que descenda de los pri-meros capadocios que habitaron en Comana,monte de las orestiades, remontndose as sugenealoga a Plope. Preocupada por su marido,a quien se le haba encargado cumplir el servi-cio militar y que haba sido enviado con otros aluchar en la guerra scula, rog en sueos cono-cer el futuro y or de cara al sol naciente. Perosu padre, en sueos, le mand que tambin reza-ra hacia la puesta del sol. Y mientras ella hacaesto, de repente, en el cielo sereno, cerca del sol,apareci una nube que, creciendo, tom la for-ma de un hombre. Despus apareci otra nube

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  • que tambin fue creciendo hasta alcanzar eltamao de la anterior y que se convirti en unfiero len. Entonces el len, abriendo su granboca, degluti al hombre. El aspecto de la nubecon forma de hombre era semejante a un godo.De hecho, poco despus, el rey Len mat demanera fraudulenta a Asper, caudillo de losgodos, y a sus hijos. Desde aquel momento yhasta el da de hoy, Antusa ha estudiado la mane-ra de predecir el futuro a partir de las nubes.

    Gaffarel,76 en el captulo ii [[xii]] de Cosas curio-sas inauditas, sostiene que en las nubes se puedenleer muchas cosas.

    Parece bien aadir a Antusa a las filsofas por-que la contemplacin de las nubes es parte de lafsica y la fsica forma parte de la filosofa. Ade-ms, porque la astrologa, segn Aristteles enel libro xii, captulo viii de la Metafsica, es un tipode filosofa teortica. Tambin ha de aadirse lasiguiente mujer.

    Aganice. Hija del tesalio Hegetor. Fue expertaen los plenilunios en los que falta la luz de la lunay, habiendo captado por razonamiento en qumomento la luna penetrara en la sombra, per-suadi a las mujeres de que se poda bajar dichoastro del cielo. Lo dice Plutarco en sus Preceptosconyugales.

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  • Eudocia (ca. 401-460). Ateniense, en principiollamada Atenaida. Hija del filsofo atenienseHerclito o, segn otros, del sofista Leoncio.Esposa del emperador Teodosio el Joven. De ellael autor de la Crnica Pascual en la OlimpiadaCCC dice lo siguiente:

    Al crecer, Teodosio, el joven augusto, fue edu-cado en palacio junto a su padre. Despus de lamuerte de su progenitor, se preparaba con l unchico ms joven, Paulino, hijo de un noble de lacasa. En efecto, Teodosio le amaba como a smismo. Cuando el joven augusto se convirti enhombre dese tomar una esposa, y a menudointerpelaba sobre este asunto a su hermana, laaugusta Pulqueria. sta, aficionada al hermano,se mantena alejada de las nupcias. En efecto,Pulqueria se esforzaba en examinar a muchasjvenes nacidas de sangre patricia o real paraeducarlas en el palacio, porque Teodosio le habadicho: Deseo encontrar una virgen de eximiabelleza, que oscurezca la hermosura de todas lasvrgenes de Constantinopla y que sea de sangrereal. Pero si no es excelente en belleza yo no ten-dr en cuenta ni su dignidad, ni su estirpe regia, nisu riqueza. Deseo vehementemente la doncellams loada por su belleza, sea cual sea su origen.Al or esto, la augusta Pulqueria, solcita, orde-n la bsqueda de una tal doncella por todas laspartes de la tierra. Hasta el propio Paulino, com-

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  • paero y amigo de Teodosio, se esforzaba y semova de un lado a otro para contentar tambinen esto al joven emperador. Sucedi, pues, quelleg a Constantinopla una doncella griega deaspecto y cultura singulares, de nombre Ate-naida, hija del filsofo Herclito. Lleg a estaciudad para visitar a su ta, sin duda sta fue larazn. El filsofo Herclito, padre de Atenaida,tena dos hijos, Valeriano y Genesio. A la hora desu muerte hizo un testamento en el que nombrherederos a los dos hijos varones. Pero acerca deAtenaida dispuso en su testamento lo siguiente:A mi muy amada hija quiero que le sean dadasslo cien monedas, pues a ella le son suficientesla belleza y el saber, en los que aventaja a todosu sexo. Entonces muri. Despus de su falle-cimiento, una vez abierto el testamento, comoAtenaida se considerara perjudicada, rogaba asus hermanos mayores y les suplicaba, postrn-dose, que no tuvieran en cuenta la razn del tes-tamento, y que le concedieran la tercera parte dela herencia paterna. Y afirmaba que ella no habacometido ninguna falta y que ellos no ignora-ban de qu manera haba sido siempre afecta alpadre. Y no s por qu deca, al morir,nuestro padre me ha dejado sin herencia y meha privado de mi parte de sus bienes. Pero sushermanos despreciaron sus ruegos e irritados laexpulsaron de la casa paterna. Una ta maternaacogi a Atenaida y la protegi no slo como

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  • hurfana menor de edad, sino tambin porqueera virgen e hija de su hermana. Y luego la llevconsigo a casa de la ta paterna, la hermana deHerclito. Ambas asumieron la defensa de Ate-naida y llevaron a cabo acciones contra sus her-manos. Acudieron a la muy piadosa princesaPulqueria, hermana de Teodosio, le informaronde cmo haba sido tratada Atenaida por sus her-manos y al mismo tiempo le recomendaron laelocuencia de Atenaida. Y cuando la augusta Pul-queria se dio cuenta de cmo sobresala en belle-za, en cultura y en elocuencia, pregunt a sus tassi era virgen. En efecto, despus de informarsede que era una virgen vigilada por su padre y conamplia formacin erudita en el estudio de la filo-sofa, orden que ella, junto con las damas inac-cesibles, fuera custodiada por las camareras y per-maneciera en el palacio, dicindole que aceptabala peticin de sus tas materna y paterna. Luegofue en busca de su hermano, el emperador Teo-dosio, y le dijo: He encontrado una adolescenteirreprochable, especialmente elegante, con unafrente sutil y rasgos apropiados, nariz propor-cionada, piel blanca, grandes ojos, una gracia sin-gular, una cabellera rizada y rubia, un porte segu-ro, erudita, una virgen griega. Al punto que oyesto, Teodosio ardi en deseos, como joven queera, y junto con su amigo y compaero Paulinopidi a su hermana Pulqueria que, con el pre-texto de un encargo, llevara a Atenaida a su habi-

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  • tacin para que l y Paulino la pudieran ver atravs de un velo. Atenaida fue introducida enla habitacin de Pulqueria. Agrad a Teodosioy tambin se qued atnito Paulino, que la con-virti al cristianismo, pues era pagana de reli-gin griega. Y la llam Eudocia.

    Scrates77 narra esta misma historia, con algunavariacin, en el libro vii, captulo xxi, de la His-toria eclesistica con estas palabras:

    As pues, como una ilustre victoria haba sidoconcedida a los romanos [se trata de la victoriade los romanos contra los persas] por voluntaddivina, muchos varones sobresalientes en elo-cuencia escribieron discursos panegricos dealabanza al emperador y los recitaron en pbli-co. Ms an, la propia emperatriz, esposa de Teo-dosio el Joven, compuso un poema en versopico, pues era efectivamente erudita por ser hijadel sofista Leoncio, educada por su padre e ins-truida en todo gnero literario. Cuando el empe-rador Teodosio decidi casarse con ella, el obis-po tico la convirti al cristianismo y la llamEudocia.

    Y Evagrio78 en el libro i, captulo xx, dice:

    Teodosio, gracias a la intervencin de su her-mana Pulqueria, tom por esposa a Eudocia, de

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  • linaje ateniense, de aspecto elegante y no igno-rante del arte potica, despus de que ella reci-biera las aguas del bautismo de la salvacin. Efec-tivamente, tiempo despus, cuando perteneca ala santa ciudad de Cristo, Dios y Seor nuestro,Eudocia fue a Antioqua, donde pronunci enpblico unas palabras al pueblo y termin sudiscurso con este verso: Me place y me alegrahaber nacido de vuestra sangre, dando impor-tancia a las colonias que haban sido fundadaspor Grecia. Por este motivo los antioquenos lahonraron con una estatua hecha de bronce quetodava permanece intacta.

    Adems Nicforo,79 en el libro xiv, captulo xxiii,dice:

    La augusta Pulqueria, porque mostraba gran celopor la honestidad, cuando el emperador lleg ala edad madura, decidi unirlo en matrimonioa una cnyuge y examin a muchachas de todaclase y familia, tambin de otros pases, jvenesque fueran distinguidas por la belleza, las rique-zas y otras dotes. Y mientras llevaba a cabo estascosas, ocurri muy oportunamente que lleg dela ciudad de Atenas, presentndose ante la augu-ta, una mujer cuyo nombre era Atenaida, toda-va doncella. sta era hija del filsofo Leoncio,y muy inteligente, instruida por su padre en todamateria, no slo en las letras griegas sino tam-

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  • bin en las latinas, tanto en filosofa prctica comoteortica, y en lo referente al arte de la retricaera versada en pruebas y refutaciones, tanto quenadie la aventajaba. Tambin lleg ms lejosque ninguno en su tiempo en astronoma, en geo-metra y en proporciones numricas. Despus deeducarla e instruirla as, su padre, al morir, dejherederos de sus bienes a sus hijos Valerio y Ecio,pero deshered a su hija diciendo que su bellezay su saber le eran suficientes. En efecto, cuandola situacin en casa se le hizo agobiante, acudia la augusta Pulqueria quejndose de la injuriade sus hermanos. Cuando aqulla vio la pru-dencia, la belleza y la admirable destreza de lajoven en todos los aspectos, como ya he dicho,comenz a pensar en unirla en matrimonio a suhermano. Y despus de persuadirla para que prac-ticara el cristianismo, hizo venir al obispo ticoy se encarg de que ella recibiera el bautismo enel templo del protomrtir Esteban. Y adoptadacomo hija, la dio como esposa a su hermano, lla-mndola Eudocia en vez de Atenaida.

    Observaris de paso que el padre de Eudocia, alque el autor de la Crnica Pascual asigna el nom-bre de Herclito, es llamado Leoncio por Scra-tes, Nicforo y Zonaras.80 Pero tambin ella mis-ma es llamada Leoncia, es decir, hija de Leoncio,en el dstico colocado al final de la Metafrasis delOctateuco, de la cual se hablar ms adelante.

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  • Asimismo sus hermanos, a los que el autor dedicha Crnica llama Valerio y Genesio, son men-cionados como Valerio y Ecio por Scrates y porNicforo. Pero Zonaras, en el libro xiii de los Ana-les, los llama tambin Genesio y Valerio. Aadeque Eudocia pidi al emperador, para Genesio, laprefectura de los ilirios, y el ttulo de magister paraValerio, adems afirma que ella no estaba enfada-da con sus hermanos, ya que si no la hubieranexpulsado de casa, no habra ido a Constantinopla,donde haba conseguido los mximos honores.

    Y hay que observar que Atenaida es llamadapoeta por Scrates y por Evagrio y filsofapor el autor de la Crnica Pascual. Sabemos porNicforo que sobre la victoria de los romanos con-tra los persas escribi un poema en versos pi-cos en alabanza a su esposo Teodosio.81 Hay quie-nes dicen que ella hizo un centn de Cristo nuestrosalvador, que vulgarmente es atribuido a ProbaFalconia. Sobre esta cuestin hay que consultar aGiglio Giraldi.82 Zonaras escribi que los Cento-nes homricos fueron una obra inacabada y desor -denada de un tal Patricio y que Eudocia la com-plet y orden. Consta que ella escribi en griego,en un poema pico en ocho libros, la Metafrasisdel Octateuco83 y la Metafrasis de los profetas Zaca-ras y Daniel,84 y tres libros sobre el mrtir sanCipriano.85 Sobre estos poemas hay que consul-tar sobre todo a Focio en su Biblioteca.

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  • Santa Catalina ( 307). La mayora de loscristianos cree que santa Catalina de Alejandra,virgen y mrtir, que vivi bajo el poder del empe-rador Magencio, muy versada en cuestiones filo-sficas, haba debilitado a los filsofos paganos conargumentos muy potentes y con sus razones loshaba llevado a que abrazaran la religin cristiana.En la historia de su martirio, escrita en griego porSimen Metafrastes,86 no slo se narra esto mis-mo, sino que incluso se cuenta que la propia san-ta Catalina dice que haba aprendido retrica, filo-sofa, geometra y otras disciplinas. Y es por estoque los profesores de filosofa parisinos la eligie-ron como patrona y en el da de su celebracin laescuela de Pars hace fiesta; a ejemplo de la de Pars,tambin las otras escuelas festejan ese da.

    El escritor ms antiguo que recuerda a esta vir-gen es el annimo griego de la Vida de san Pablode Latros, eremita que vivi en Elea cerca de Pr-gamo y que muri el da 15 de diciembre del ao956 en el monasterio de , en territorio deFrigia. Pero aquel escritor la llama Ecaterina y noCatarina. He aqu sus palabras segn la interpre-tacin de Jacques Sirmond,87 el cual encontr estabiografa en la Biblioteca Sforza de Roma y la tra-dujo al latn para el cardenal Baronio:

    Efectivamente, los recuerdos de otros santosproporcionaban a Pablo motivos de alegra. Peroel martirio de Ecaterina no slo llenaba al santo

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  • de placer sino que casi lo transportaba a un esta-do de exultacin.

    Baronio,88 en el tomo x de los Anales, considera aeste autor un escritor fiel. Catalina tambin esllamada Ecaterina por el monje Eutimio Zigabenoen el salmo 44 de sus Comentarios a los salmos,cuyo manuscrito se conserva en la Biblioteca Realy tambin en la de Bigot. Le Moyne edit el pre-facio de dicho libro en Varia sacra.89 Eutimio vivi,aproximadamente, a principios del siglo xiv.90

    Catalina es llamada en una antigua tabli-lla griega que mostr Charles Du Cange, varnmuy ilustre, al final del Glosario de los escritores dela media y baja latinidad;91 all se la ha represen-tado con una corona real en la cabeza y vestida conel traje consular. Esto me recuerda que advierta alos lectores de que, en el Martirio antes citado,escrito por Simen Metafrastes, se seala que ellaera de familia regia, segn el comentario de Gen-tian Hervet92 a propsito del 25 de noviembre:

    Una piadosa mujer llamada Ecaterina, joven deedad, de hermoso aspecto, que llevaba sangrede estirpe real, haba ledo toda la literatura paga-na y cristiana y, acompaada de muchas sir-vientas, viva en Alejandra.

    Pero volvamos a nuestro asunto. En la Bibliotecade Colbert93 hay siete cdices manuscritos del Mar-

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  • tirio de santa Catalina, con las signaturas 413, 569,622, 850, 3048, 4530, 5823, en los que tambin esllamada, invariablemente, Ecaterina. Asimismo JanVermeulen, Molanus,94 la llama Ecaterina en susAdiciones a Usuardo. Pero, efectivamente, en elcalendario griego ms antiguo de dicha biblioteca,con la signatura 5149, ella figura, en el 24 denoviembre, como . Los autores poste-riores la llamaron Caterina, creo, porque ignora-ban el origen del nombre Ecaterina, Ecaterinos,Eccaterinos, es decir, no se sabe qu significan, , . Consta que no sonpalabras griegas, pero tampoco se trata de trmi-nos rabes, como quieren algunos, porque santaEcaterina fue enterrada en una cima del monteSina, donde todava hay un monasterio a ella dedi-cado, segn me indic Eusbe Renaudot,95 varnconocedor como nadie de la lengua rabe. Cierta-mente es llamada Catarina en todos los Breviarioseclesisticos y no slo en el Martirologio de Baro-nio. En Paquimeres,96 en el libro ii, captulo xviiiy en el libro iii, captulo i, de Andrnico, Catalina,hija nica de Filipo, emperador de Constantino-pla, casada posteriormente con el conde Carlos deValois, es llamada . De donde se deduceque Catarina y Ecaterina son el mismo nombre.

    Esto por lo que se refiere al nombre de santaCatalina. Veamos ahora su historia. Parece queBaronio la considera falsa. As pues, dice de ellaen los Anales, en el ao 317, en la seccin 23:

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  • De la misma manera que lamentamos que fueraolvidada por Eusebio, ms nos duele que el actade esta nobilsima mrtir fuera escrita por unautor desconocido ms libremente y menos fiel-mente de lo que conviene. Pues en cuestiones demrtires y de otros santos ms vale echar de me -nos muchos datos que acumularlos en cantidad,aunque vacilen por todas partes. Porque se mirams por la verdad eclesistica con el silencio delas cosas no seguras del todo que con la menti-ra, aunque vaya mezclada de verdad, y con laelocuencia del discurso adulterado.

    Razn tuvieron para eliminarla, por fabulosa, delBreviario parisiense reformado, en el ao 1680,por orden del ilustrsimo Franois de Harlay,arzobispo de Pars, los que se encargaron de sureforma, hombres ilustres por su piedad y saber:Jacques de Saint-Beuve, profesor telogo de laSorbona; Guillaume Bruneterre, entonces archi-dicono de Brie en la Iglesia de Pars y hoy obis-po de Santon; Claude Castellain, cannigo pari-siense; Nicolas Gobilius, doctor de la Sorbona yprroco de Saint Laurent en Pars; Lonard Lam-tus, doctor de Navarra, entonces cannigo dePars, ahora prroco de Saint Eustache en Pars;Claude Amalin, archidicono parisiense; NicolasCoquelin, canciller parisiense, y Nicolas Tourne-feu, telogo y orador eximio.

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  • Ana Comnena (1083-1148). Hija del emperadorAlexis, esposa del csar Nicforo Brienio. En ellibro xv de su Alexiada, ella misma escribe que sededic a la filosofa. Y Nicetas,97 en Juan Com-neno, explica que se consagr a la filosofa, madrede todas las disciplinas y que fue erudita en todaslas artes. Tambin Zonaras, en el libro xviii de losAnales, cuando habla de su esposo Brienio, dicede la filsofa lo siguiente:

    Pues l tambin se dedicaba a los estudios de lasdoctrinas y su esposa pona en stos un empe-o incluso mayor. Hablaba, a la manera tica,un griego exquisito. Estaba dotada de una muyaguda inteligencia para las especulaciones msabstractas; haba conseguido esta facultad, enparte, por don natural y, en parte, por aplicacin,pues estaba apegada a los libros y a menudo tenarelacin con los eruditos.

    Eudocia (siglo xi). Esposa del dspota Cons-tantino Palelogo, segundo hijo del emperadorPalelogo. De ella Nicforo Gregoras,98 en el libroviii, captulo v, de las Historias, dice lo siguiente:

    Era experta en filosofa pagana y sobresala noslo en la elegancia de la forma sino tambin enla suavidad de su facundia y en la bondad de suscostumbres. Era tambin erudita en letras huma-nsticas y en los coloquios daba a conocer con

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  • gusto cosas diversas que ella misma haba ledoo que haba odo de otra gente, de tal maneraque era llamada por los entendidos la otra Tea-no, la pitagrica o la otra Hipatia.

    Panipersebasta (siglo xiv). Hija de TeodoroMetoquita, que fue gran tesorero en el reinado deAndrnico el Viejo. El emperador la prometi enmatrimonio al hijo de su hermano Juan Paniper-sebasto, por lo que es llamada Panipersebasta porNicforo Gregoras en el libro viii de la Historiaromana.99 Gregoras, en el mismo sitio, recoge unode sus discursos, de lo que se puede conjeturar quehaba sido filsofa. En efecto, el propio Gregorasdice de ella:

    Era todava joven de edad, pero haba alcanza-do un grado tan alto de prudencia que la facul-tad de hablar que le haba sido concedida pornaturaleza era digna no slo de ella sino tambinde Pitgoras, de Platn y de los dems filsofos.

    Adems, la llama Cesarisa, pues su esposo tuvo,en primer lugar, el cargo de panipersebasto y lue-go fue honrado con la dignidad de csar. Muertosu marido en territorio de los tribalos, el legadoGregoras fue enviado ante ella misma y ante el reyde los tribalos para consolarla de la afliccin porla muerte del marido y para exhortarla a volver aBizancio. Tuvo como preceptor al tant


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