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Ignacio Bosque, La Competencia Gramatical

Date post: 25-Sep-2015
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La competencia gramatical de Ignacio BosquesGramatica y linguistica
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Ignacio Bosque: «La competencia gramatical», en Juan José Acero (ed.), Filosofía del lenguaje I. Semántica, Madrid, Trotta, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1998, pp. 27-56. CAP. 2: LA COMPETENCIA GRAMATICAL Ignacio Bosque, Universidad Complutense de Madrid (Texto de diciembre de 1993) 1. Definición y delimitación El punto de partida de muchas de las disciplinas más desarrolladas suele estar en las preguntas ingenuas. Gran parte de los considerables avances de la lingüística teórica en los últimos treinta años es el resultado del esfuerzo por contestar a una de estas preguntas: ¿Cómo es posible que en nuestra vida cotidiana produzcamos un número tan grande de secuencias que nunca antes han sido construidas, y a la vez interpretemos −por lo general acertadamente− el enorme número de secuencias nuevas que aparecen constantemente ante nuestros ojos? Por pequeña que sea nuestra capacidad de asombro, estos hechos constituyen materia suficiente para despertarla. Una de las respuestas que se consideran mejor encaminadas (hasta el punto de que ha dado lugar a toda una corriente de investigación lingüística) es la siguiente: si los seres humanos realizan ese pequeño prodigio es porque tienen acceso a un sistema mental; un sistema abstracto que desarrollan inde- pendientemente de su inteligencia, de su esfuerzo, de su motivación y hasta de su propia consciencia. Ese sistema nos permite combinar (o interpretar la combinación de) un número finito de unidades mediante pautas a la vez versátiles y restrictivas. Han de ser versátiles, porque si no lo fueran no encon- traríamos la enorme variedad combinatoria que podemos percibir a nuestro alrededor en los mensajes verbales, en cuanto salimos de las fórmulas rutinarias o fosilizadas. Han de ser a la vez restrictivas porque si no lo fueran tendríamos continuamente delante secuencias que admitirían interpretaciones casi ilimita-
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  • Ignacio Bosque: La competencia gramatical, en Juan Jos Acero (ed.), Filosofa del lenguaje I.

    Semntica, Madrid, Trotta, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, 1998, pp. 27-56.

    CAP. 2: LA COMPETENCIA GRAMATICAL

    Ignacio Bosque, Universidad Complutense de Madrid

    (Texto de diciembre de 1993)

    1. Definicin y delimitacin

    El punto de partida de muchas de las disciplinas ms desarrolladas suele

    estar en las preguntas ingenuas. Gran parte de los considerables avances de la

    lingstica terica en los ltimos treinta aos es el resultado del esfuerzo por

    contestar a una de estas preguntas: Cmo es posible que en nuestra vida

    cotidiana produzcamos un nmero tan grande de secuencias que nunca antes

    han sido construidas, y a la vez interpretemos por lo general acertadamente

    el enorme nmero de secuencias nuevas que aparecen constantemente ante

    nuestros ojos? Por pequea que sea nuestra capacidad de asombro, estos hechos

    constituyen materia suficiente para despertarla.

    Una de las respuestas que se consideran mejor encaminadas (hasta el

    punto de que ha dado lugar a toda una corriente de investigacin lingstica) es

    la siguiente: si los seres humanos realizan ese pequeo prodigio es porque

    tienen acceso a un sistema mental; un sistema abstracto que desarrollan inde-

    pendientemente de su inteligencia, de su esfuerzo, de su motivacin y hasta de

    su propia consciencia. Ese sistema nos permite combinar (o interpretar la

    combinacin de) un nmero finito de unidades mediante pautas a la vez

    verstiles y restrictivas. Han de ser verstiles, porque si no lo fueran no encon-

    traramos la enorme variedad combinatoria que podemos percibir a nuestro

    alrededor en los mensajes verbales, en cuanto salimos de las frmulas rutinarias

    o fosilizadas. Han de ser a la vez restrictivas porque si no lo fueran tendramos

    continuamente delante secuencias que admitiran interpretaciones casi ilimita-

  • 2

    das, o bien, por el lado contrario, estaramos constantemente ante combinacio-

    nes alambicadas (matemticamente plausibles) a las que sera absolutamente

    imposible dar sentido.

    A ese conocimiento interiorizado que el hablante tiene del sistema

    gramatical de su lengua, a la vez verstil y restrictivo, se le suele llamar compe-

    tencia gramatical. Como cabe deducir de su propia definicin, este concepto est

    vinculado a una determinada concepcin terica del lenguaje. Aun as, y

    paradjicamente, no son muchos los requisitos que exige para ser aceptado. El

    fundamental es conceder un "estatuto mental" al sistema gramatical, es decir,

    aceptar que la lengua es esencialmente una propiedad del individuo, lo que

    significa que si interpretamos y producimos constantemente mensajes verbales

    nuevos es porque tenemos acceso a un sistema mental rico, complejo y articula-

    do que nos permite procesar y producir una cantidad tan grande de informa-

    cin. El concepto de competencia gramatical pertenece a la corriente terica

    racionalista (ms concretamente, cartesiana) denominada lingstica generativa,

    que en su versin ms actual se conoce como Teora de los principios y los parme-

    tros. Ha sido impulsada fundamentalmente por Noam Chomsky desde finales

    de los aos cincuenta (vase el 5.1 para las referencias bibliogrficas genera-

    les). Aunque ha sido y es objeto de grandes polmicas, su influencia, igualmen-

    te poderosa en la lingstica y en la filosofa del lenguaje, est fuera de duda en

    el panorama cientfico actual, hasta el punto de que muchas posiciones lings-

    ticas y filosficas se definen en la actualidad "en relacin con", "en la direccin

    de" o "en contraposicin a" los supuestos bsicos de la lingstica chomskyana.

    En qu consiste entonces la competencia gramatical? El trmino se usa

    en realidad con varios sentidos. En el sentido estricto, la competencia gramati-

    cal se distingue, en primer lugar, de la competencia lxica, o al menos de una

    parte de ella. En efecto, existe una diferencia muy evidente entre las palabras y

    las oraciones: si bien podra decirse que hay tantos significados como palabras,

    no es cierto que existan tantas estructuras como oraciones. El concepto mismo

  • 3

    de gramtica se basa en esta sencilla diferencia. El hablante ordinario que

    interpreta constantemente oraciones nuevas no lo hace porque las recuerde, sino

    porque las reconoce. Prescindiendo por un momento de las unidades lxicas que

    tienen estructura morfolgica, entendemos las palabras que se nos presentan

    porque recordamos su significado, pero en cambio entendemos las oraciones que

    aparecen ante nosotros porque reconocemos las pautas gramaticales con las que

    estn construidas. La distincin entre recordar y reconocer se aplica a otros

    muchos sistemas que permiten combinaciones potencialmente ilimitadas a

    partir de un nmero finito de elementos (la msica es un ejemplo, pero tambin

    lo es cualquier sistema de cdigos artificiales formado sobre una base lineal

    numrica o alfabtica). Sin embargo, la naturaleza de las combinaciones

    posibles y no posibles en el sistema gramatical hace de l un universo suma-

    mente especfico y enormemente complejo, ms incluso que cualquiera de los

    cdigos artificiales que el hombre pueda idear.

    Otra parte de la competencia gramatical, comparativamente menor en

    cuanto a la complejidad y versatilidad de sus unidades bsicas, la representa la

    competencia morfolgica. El hablante es capaz de reconocer palabras que no

    estn en el diccionario si estn construidas con prefijos y sufijos productivos

    correctamente ordenados. Algunos de los principios que determinan la estruc-

    tura de este mbito (concretamente, los que establecen relaciones de jerarqua,

    linealidad, adyacencia y nuclearidad) son muy parecidos a los que se encuen-

    tran en la sintaxis, sin duda el campo ms abierto y creativo de todos los que

    constituyen el sistema gramatical. Por el contrario, estos principios formales son

    muy distintos de los que articulan la llamada competencia pragmtica. Los

    primeros determinan la estructura de los mensajes, mientras que los segundos

    establecen sus condiciones de uso.

    El que la competencia represente un tipo de conocimiento es ya una

    cuestin polmica, vista tanto desde la tradicin lingstica como desde la

    filosfica, sobre todo si se tiene en cuenta que el trmino conocimiento se opone

  • 4

    aqu a conducta, en tanto en cuanto las conductas no son propiedades mentales.

    Una analoga muy simple podra ser aqu de alguna utilidad (aunque no sea

    capaz de ocultar en ningn momento que la posicin que se tome ante estas

    cuestiones es de tal envergadura que puede llegar a definir toda una teora

    epistemolgica). Es bastante evidente que una diferencia trivial entre "un buen

    msico" y "un buen pianista" es que el primero puede ser manco, pero el

    segundo no puede serlo. Ms an, el primero podra incluso ser ciego, o estar

    inconsciente, y (mientras siguiera vivo) podramos seguir diciendo de l que

    "conoce" el lenguaje musical, su estructura, sus capacidades y sus lmites. Un

    buen msico puede no ser, incluso no haber sido nunca, un buen intrprete.

    Anlogamente, el hablante de una lengua natural, incluso si no pudiera articu-

    lar por alguna enfermedad transitoria o congnita, "conoce" los principios

    gramaticales en el sentido de que tiene acceso a ellos independientemente de la

    manera en que manifieste ese conocimiento. Posee, por tanto, la capacidad de

    hacer juicios sobre las oraciones, sobre diferencias de significado y de uso, sobre

    las interpretaciones posibles que pueden tener y sobre el hecho de que ciertas

    combinaciones estn fuera del sistema.

    La distincin competencia-actuacin es el equivalente lingstico de la dis-

    tincin ms general entre conocimiento y conducta. La competencia gramatical

    representa, por tanto, un tipo de conocimiento, no necesariamente de conducta.

    El aspecto ms relevante de la oposicin, por lo que al anlisis del lenguaje se

    refiere, estriba en que las mquinas pueden mostrar una determinada conducta,

    sin que pueda nunca decirse de ellas que poseen el conocimiento que lo permi-

    te.

    En la concepcin racionalista en la que se encuadra la teora de la compe-

    tencia, el lenguaje se interpreta, por tanto, como un objeto natural, un concepto

    en el que Chomsky insiste particularmente porque constituye el camino ms

    directo para relativizar la oposicin entre las propiedades fsicas de los orga-

    nismos humanos y las propiedades mentales de las que objetivamente estn

  • 5

    dotados. Las entidades que llamamos naturales se caracterizan porque son

    relativamente "objetivas", porque vienen dadas por "el mundo real" y porque

    son independientes de las creencias, entendidas como actos transitorios cons-

    cientes o voluntarios. No se trata, pues, exactamente de que los hablantes

    "sepan" que existe cierta informacin gramatical o de que la mente tenga acceso

    a ella. De la misma forma que esos hablantes no saben nada acerca de otras

    propiedades fsicas de su organismo, son incapaces de formular los principios

    formales abstractos que les permiten construir y entender los mensajes verbales,

    y sin embargo podemos probar que los poseen, puesto que lo demuestran

    experimentalmente. La diferencia esencial estriba en que las creencias y otras

    actitudes proposicionales pueden ser concebidas como estados mentales

    transitorios, pero las bases de la competencia gramatical son parte de la mente

    misma. Ello es en realidad una consecuencia de considerar que el lenguaje,

    siendo un objeto mental, forma parte a la vez del mundo natural y, por tanto,

    puede ser abordado con las pautas de objetividad que caracterizan la investiga-

    cin cientfica de los objetos naturales. El aspecto ms relevante para un filsofo

    estriba con seguridad en las consecuencias que esa lnea de investigacin tiene

    en cuanto que viene a suponer una anulacin virtual de una buena parte de lo

    que comporta la dicotoma clsica mente-cuerpo.

    Una discusin tan abstracta necesita bajar de vez en cuando al terreno de

    los ejemplos, ms an si el autor de esta presentacin es un lingista. Cualquier

    hablante del espaol al que se le propongan las dos oraciones siguientes

    Mi primo busca gente que dibuje.

    Mi primo busca gente que dibujar.

    nos dir que, a pesar de su similitud, tienen significados muy diferentes: en la

    primera oracin, es la gente buscada por mi primo la que tiene la capacidad de

    dibujar, mientras que en la segunda oracin se habla de gente que ser dibujada

  • 6

    por mi primo, en el caso de que la encuentre. En esta ltima oracin, que no es

    pasiva, es absolutamente imposible una interpretacin anloga a la anterior.

    Existen en la lengua muchas oraciones ambiguas, pero algo impide que sta sea

    una de ellas. El hablante medio conoce estas diferencias (que, por cierto, no se

    analizan en las gramticas del espaol), pero lo fundamental es que no lo hace

    porque las haya estudiado antes, ni porque sea especialmente inteligente ni

    habilidoso con las palabras. Tampoco lo hace porque "recuerde" esas mismas

    oraciones, que seguramente nunca ha odo en su vida, sino ms bien porque

    "reconoce" las pautas sintcticas que les corresponden; ms exactamente,

    porque tiene acceso a una representacin mental abstracta de esas secuencias en

    la que aparecen rasgos sintcticos que configuran dichas representaciones y su

    consiguiente interpretacin semntica. Uno de ellos es, en este caso, el papel de

    la flexin verbal como legitimador de una relacin sintctica dentro del dominio

    local que representa la oracin de relativo. Los detalles tcnicos no son ahora

    demasiado importantes (cf. el apartado siguiente), pero s lo es, por un lado, el

    tener presente que los factores decisivos dependen estrictamente de la estructu-

    ra sintctica de la unidad que consideramos y, por otro, que la capacidad

    necesaria para mostrar esa diferencia no se corresponde con una peculiar

    habilidad o destreza conscientemente adquirida o justificable por el usuario de

    la lengua, sino ms bien con un conocimiento interiorizado que forma parte de

    lo que significa poseerla.

    El conocimiento que el hablante tiene de la competencia gramatical est,

    pues, interiorizado. Ello significa que el hablante puede establecer diferencias

    semnticas entre oraciones de su idioma marcando matices sutiles que nunca

    antes se le han mostrado, y que adems es incapaz de explicar la base que

    sustenta tales diferencias. Este punto es particularmente polmico para el

    pensamiento filosfico, sobre todo si se recuerda que es relativamente frecuente

    identificar el conocimiento con el pensamiento consciente. En realidad, la

  • 7

    negacin de este supuesto es una de las cuestiones que ms claramente definen

    esta aproximacin racionalista al estudio del lenguaje.

    El sistema gramatical posee una enorme complejidad formal, lo que se

    traduce en la consiguiente complejidad de las oraciones que el hablante es

    capaz de juzgar y comparar. Si en lugar de ser un sistema abstracto e inmanen-

    te, y articulado con tal grado de riqueza, el lenguaje fuera un sistema de hbitos,

    no esperaramos esa complejidad, y s esperaramos, por el contrario, un grado

    mayor de consciencia en los juicios metalingsticos de los hablantes sobre su

    propia introspeccin. Es posible que existan predisposiciones congnitas a

    desarrollar ciertas capacidades fsicas anatmicas o mentales en los seres

    humanos, entre ellas las que llamamos habilidades. No obstante, se suele aceptar

    que las habilidades se desarrollan fundamentalmente con la prctica o la

    constancia, y que se mejora en ellas con el esfuerzo y el tesn. Nada de eso

    parece ocurrir en el aprendizaje natural de una primera lengua.

    Los juicios que el hablante es capaz de hacer sobre la interpretacin de las

    oraciones de su lengua revelan que comprende a la perfeccin las diferencias

    fundamentales que pueden existir entre secuencias prximas que nunca ha

    visto, y lo que es ms importante que no ha tenido que esforzarse para llegar

    a hacerlo. Si preguntamos a cualquier hablante si en la oracin Juan dice que

    Pedro habla mucho de s mismo cabe la interpretacin en la que s mismo se refiere

    a Juan nos dir rotundamente que no. Su negativa no tiene que ver con que no

    est "habituado" a que sea as, ni tampoco con que no "recuerde" que haya sido

    as en las oraciones que hasta el momento ha manejado (es evidente que nadie

    recuerda la forma de las secuencias que ha dicho o escuchado en el curso de

    una sola hora, mucho menos en el curso de una vida). Naturalmente, es ente-

    ramente esperable que el hablante no sea capaz de presentar un razonamiento

    lingstico que justifique esas diferencias, de la misma forma que los que no

    sabemos anatoma ni fisiologa no somos capaces de explicar por qu podemos

  • 8

    girar nuestro propio antebrazo ciento ochenta grados y no trescientos, ni

    tenemos idea de lo que ocurre en nuestro organismo cuando nos entra hipo.

    Existe otra diferencia importante entre la capacidad lingstica y las

    disposiciones que llamamos habilidades. Las habilidades y las destrezas permi-

    ten calificar y jerarquizar a los que las tienen. Ciertamente, no usaramos las

    expresiones "un buen ciclista" ni "un buen sommelier" para expresar que el

    primero tiene dos piernas perfectas con una musculatura proporcionada, y que

    el segundo posee un paladar anatmicamente correcto. Por el contrario, esas

    expresiones aluden a que cada uno de los citados posee habilidades o capacida-

    des notables que han desarrollado o cultivado en sus respectivas profesiones.

    Ntese ahora que si decimos de un hablante nativo de espaol que "usa bien el

    idioma", lo ms probable es que estemos refirindonos a su capacidad oratoria,

    y no exactamente a que sea capaz de explicar las diferencias entre las dos

    secuencias anteriores acerca de mi primo el dibujante o acerca del seor que

    hablaba mucho de s mismo. La oratoria es una habilidad o una tcnica; se

    aprende y se mejora en ella con el esfuerzo. Por el contrario, la disposicin para

    adquirir la competencia gramatical en una lengua natural representa un tipo de

    conocimiento inconsciente e inmanente que forma parte de nuestra propia

    naturaleza humana.

    Una segunda consecuencia del carcter interiorizado del lenguaje es el

    hecho de que los principios mismos que articulan la base de la competencia

    lingstica no sean "externos". Este aspecto de la teora racionalista del lenguaje

    es tan polmico entre los lingistas como entre los filsofos. De hecho, choca

    particularmente entre los lingistas que sustentan (explcita o implcitamente)

    una concepcin "exteriorizada" del sistema lingstico, por ejemplo otorgndole

    una entidad parecida a la de una institucin social con normas compartidas, o

    concibindolo como un objeto con una existencia propia relativamente inde-

    pendiente de los hablantes. Este punto ha sido causa de particular polmica

    entre los lingistas del presente siglo. En la actualidad, la polmica se produce

  • 9

    particularmente entre aquellos que defienden una concepcin tipolgica de la

    variacin lingstica en funcin de pautas gramaticales histricas, y los que

    trabajan en el marco generativista, quienes, como hemos visto, entienden la

    variacin como resultado de las diferencias que existen entre los parmetros

    interiorizados.

    Entre los que rechazan el breve panorama que acabo de esbozar, unos no

    aceptan especficamente la naturaleza autnoma del sistema gramatical, y

    entienden que son "principios comunicativos" los que constituyen su base (me

    referir a ellos en la seccin 3). Otros entienden que no existen explicaciones

    lingsticas fuera de las que proporcionan los factores histricos. Existen

    tambin gramticos que defienden la existencia de un "sistema gramatical"

    autnomo y detalladamente articulado, pero no se preguntan por su origen ni

    insisten en la naturaleza mental de esas unidades (es interesante que Chomksy

    acepte el trabajo de estos ltimos lingistas aunque afirma que le sorprende su

    "falta de curiosidad"). Finalmente, los sociolingistas critican frontalmente el

    modelo de principios y parmetros rechazando el concepto mismo de sistema

    gramatical. En su lugar existe, piensan ellos, un diasistema formado por variantes

    sociales ms o menos articuladas: edad, sexo, educacin, procedencia, estatus

    social, registro lingstico, etc. etc.; en suma, un conjunto de variantes formales

    que lleva a una consideracin casi enteramente irrestricta de los datos relevan-

    tes.

    Ciertamente, una parte de todas esas discrepancias y esas polmicas, que

    durante dcadas han ocupado a los lingistas, se deben a la desafortunada (y

    lamentablemente frecuente) confusin entre la defensa de los propios intereses

    o lneas de investigacin y la lgica existencia de otras disciplinas que se

    definan como tales por la existencia de intereses diversos y de tareas diferentes

    especficamente definidas. Pero, aunque todo ello sea cierto, parece claro que

    los fundamentos mismos de la teora de la competencia lingstica hacen que

    pierda una parte de su sentido la antigua concepcin extensional, particu-

  • 10

    larmente presente en la lingstica estructural, pero no solo en ella, que entien-

    de la lengua como el conjunto de las secuencias que se han emitido o se pueden

    emitir en un determinado idioma. Si alguien definiera el ajedrez como el

    conjunto de todas las partidas presentes y futuras, o incluso de todos los

    movimientos de cada una de estas partidas, sera lgico replicarle argumen-

    tando que el ajedrez, como cualquier juego, no es un conjunto de partidas, sino

    un conjunto de reglas y de condiciones, y que, de manera ms general, el

    conjunto de pautas que articulan un sistema complejo no es equivalente a los

    productos que ese sistema puede crear. A pesar de que es relativamente

    frecuente usar el trmino lenguaje en este sentido extensional, el trmino ms

    restrictivo de gramtica tiene nicamente el sentido intensional relevante aqu,

    desde el momento en que la gramtica de una lengua no es un conjunto de

    oraciones. La competencia lingstica es, consiguientemente, la teora de

    lenguaje interiorizado (lenguaje-I en la abreviatura del propio Chomsky). A este

    lenguaje-I se opone la concepcin ms habitual del lenguaje como lenguaje

    exteriorizado (lenguaje-E), es decir, de los productos lingsticos mismos. El

    lenguaje-I es ms abstracto, pero no menos real que el lenguaje-E. Para

    Chomsky es incluso ms real, por tres razones al menos:

    a) La primera es que los productos lingsticos son el resultado de un conjunto

    no siempre bien definido de sistemas heterogneos, de los que slo uno est

    representado por la competencia lingstica. Los dems reflejan capacidades

    perceptivas diferentes, entre ellas la memoria, la atencin, la velocidad de

    procesamiento, etc. etc., que provienen de sistemas igualmente distintos. A

    estos factores cognoscitivos se aaden los objetivos mismos de los mensajes

    verbales, desde los persuasivos a los estticos, a los que tradicionalmente

    corresponda incluso una disciplina diferente (la retrica) y, desde luego, todos

    los aspectos lingsticos ms relacionados con las convenciones de uso que con

    la estructura. El lenguaje-E nos parece mucho ms inmediato y accesible, pero

  • 11

    en realidad no es ms que el resultado de la interaccin de numerosos sistemas

    independientes. En otros campos de estudio siempre se han aceptado distincio-

    nes anlogas (pensemos en los lmites evidentes que existen entre los compo-

    nentes "fsicos", "sociales" y "estticos" de disciplinas como la arquitectura), pero

    lo cierto es que estas distinciones no son tan clsicas en el terreno de los estu-

    dios lingsticos.

    b) La segunda razn radica en que los lmites que separan los idiomas estn

    establecidos en buena parte por razones sociopolticas, no siempre coincidentes

    con las pautas propiamente gramaticales. Se ha sealado en muchas ocasiones

    que es imposible la comprensin mutua entre los hablantes de ciertos dialectos

    de una misma lengua (el chino es un ejemplo clsico), mientras que otras veces

    no hay dificultad para que dos hablantes de lenguas distintas (como el holands

    y ciertas variantes del alemn) se entiendan casi a la perfeccin. Por el otro

    extremo, cuando nos comunicamos con otros hablantes del espaol, incluso de

    nuestro mismo entorno, es normal que notemos diferencias lxicas y morfolgi-

    cas, incluso sintcticas, que aceptamos normalmente. Desde la perspectiva del

    lenguaje-I, el lenguaje-E resulta una entidad muy abstracta, exactamente lo

    contrario de lo que resulta ser la reaccin normal de los partidarios de la

    concepcin exteriorizada, puesto que es relativamente normal que estos ltimos

    acepten la variacin (incluso ilimitada) como parte esencial del idioma. El

    desinters por el lenguaje-E que muestra Chomsky esconde en parte un rechazo

    de la idea misma de que el lenguaje pueda ser concebido como un accidente

    histrico o de que la variacin que puede darse en sus estructuras deba quedar

    irrestricta.

    c) La tercera razn es la misma que nos llevaba a cuestionar la definicin del

    ajedrez como un conjunto de partidas, es decir, la confusin de los productos

  • 12

    con los sistemas. El lenguaje-I no puede concebirse como un producto, y por

    tanto no es un conjunto, ni finito ni infinito, de mensajes verbales.

    Las secuencias que se ajustan a los principios combinatorios del sistema

    lingstico se llaman "secuencias gramaticales". La gramaticalidad de una

    secuencia no representa, por tanto, ms que la propiedad de pertenecer al

    sistema gramatical. Con una analoga simplificadora podramos decir que la

    unidad M-8754-GE se ajusta al cdigo que permite construir matrculas de

    automviles en Espaa, mientras que la unidad M-87G4-5E no se ajusta a ese

    cdigo. Anlogamente, es seguro que el telfono (93)738576 no pertenece a

    Barcelona, puesto que al prefijo siguen seis cifras y no siete. Obviamente,

    comparados con la trivialidad de estos cdigos artificiales, los cdigos que

    permiten construir mensajes en las lenguas naturales son de una complejidad

    inusitada. Parte de esa complejidad y del considerable grado de abstraccin que

    encierran son consecuencia del hecho mismo de que sean cdigos naturales, es

    decir conjuntos de principios inmanentes que poseen una "realidad mental" que

    el lingista debe descubrir. Esos principios son consistentes, se integran en un

    sistema computacional deductivo, y a la vez son relativamente arbitrarios, al

    menos si se consideran de manera general las combinaciones matemticas que

    un sistema abstracto de esta naturaleza podra permitir.

    El concepto de secuencia gramatical se diferencia de otros con los que en princi-

    pio pudiera darse alguna confusin:

    1) Lo gramatical no es lo correcto. La diferencia entre gramaticalidad y correccin

    es, en lo fundamental, la misma que sustenta la conocida oposicin entre los

    aspectos constitutivos y regulativos de muchas disciplinas. Mediante los segun-

    dos, que son externos, regulamos conscientemente una serie de comportamien-

    tos preexistentes. Mediante los primeros, que son internos, describimos las

  • 13

    pautas que constituyen los fundamentos de algn sistema. Entre las unidades

    regulativas estn las que componen la jurisprudencia, el urbanismo, la higiene o

    la circulacin de automviles; entre las constitutivas estn, respectivamente, las

    que componen el derecho natural, la resistencia de materiales, la fisiologa, y la

    dinmica de los cuerpos sobre superficies slidas con rozamiento. Anlogamen-

    te, la existencia de gramticas normativas es esperable, e incluso necesaria, pero

    el concepto de correccin se diferencia del de gramaticalidad en que es un concep-

    to relativamente externo a los principios que articulan el sistema lingstico.

    Es interesante hacer notar que las nicas oraciones incorrectas que

    mencionan las gramticas normativas son las que los hablantes usan efecti-

    vamente. Estas gramticas no hacen, por lo general, referencia a las secuencias

    que el sistema lingstico excluye en virtud de sus propios fundamentos. Las

    oraciones incorrectas son, pues, las que no "debemos" usar en funcin de algn

    imperativo externo (en este caso, de carcter social porque se basa en la conve-

    niencia de mantener la unidad del idioma). Las secuencias agramaticales son las

    que no empleamos sin que pueda decirse que hayamos aprendido antes a no

    usarlas. Sencillamente, el sistema gramatical est codificado de tal forma que las

    excluye en virtud de su propia inmanencia. En definitiva, lo incorrecto "se

    postula", mientras que lo agramatical "se descubre". La correccin, que se suele

    articular en "normas", es un concepto "social", mientras que la gramaticalidad,

    que se suele articular en "principios" es, ms apropiadamente, un concepto

    "natural".

    2) Lo gramatical no es lo cierto ni siquiera lo verosmil. Las secuencias que se

    ajustan a los principios fundamentales de la gramtica no tienen que denotar

    situaciones ciertas o verosmiles. Si leemos un poema surrealista y no somos

    capaces de entender su significado no se nos ocurrir sugerir que su autor debe

    aprender ms gramtica o que no domina bien el castellano. Una secuencia

    puede ser gramatical y a la vez relativamente incomprensible, si su significacin

  • 14

    no se ajusta a lo que independientemente sabemos sobre el mundo que nos

    rodea.

    3) Lo gramatical no es lo documentado, ni lo frecuente, ni lo estadsticamente

    relevante. De hecho, en la lingstica generativa es frecuente trabajar con

    oraciones inventadas por el propio lingista, en ocasiones de una complejidad

    mayor que la que proporcionan estadsticamente los textos. Ello se debe a que

    algunas de las propiedades ms interesantes de las estructuras gramaticales

    slo salen a la luz en estructuras complejas infrecuentes, de manera relativa-

    mente anloga a como las propiedades de ciertos compuestos orgnicos e

    inorgnicos slo se manifiestan a travs de manipulaciones experimentales con

    determinados reactivos. Tambin en la gramtica puede decirse que la experi-

    mentacin dista mucho de la simple observacin atenta de los objetos en su

    entorno natural (usando un ejemplo del propio Chomsky, nadie considerara

    que puede aprender zoologa limitndose a ver pelculas de animales). Tambin

    este aspecto de la experimentacin gramatical ha sido sumamente polmico entre

    los lingistas, sobre todo porque en la historia de la gramtica generativa ha

    habido ocasiones en que se han forzado los datos y los experimentos, lo que ha

    hecho pensar a algunos crticos que algo fallaba en el hecho mismo de confiar

    tan ciegamente en la introspeccin como fuente de datos.

    4) Lo gramatical no es lo aceptable. En cuanto conducta, la actuacin incluye

    factores extragramaticales entre los que ya he sealado la memoria, y la capaci-

    dad o la rapidez de procesamiento, entre otros. Una oracin con cinco subordi-

    nadas sustantivas sucesivas no ser, desde luego, muy elegante ni ser segura-

    mente frecuente, pero no ser agramatical, sino relativamente "aceptable" o no

    en funcin de factores de procesamiento completamente ajenos a la estructura

    de la gramtica. Tambin aqu existe una analoga que puede ser til. Supon-

    gamos que alguien, que puede conocer o desconocer el juego del tenis, nos hace

  • 15

    esta pregunta: Cul es la duracin mxima de un partido de tenis?. Lo mejor

    que podramos hacer es explicarle el reglamento del tenis, y luego concluir as:

    "La duracin mxima de un partido de tenis no tiene nada que ver con el

    reglamento del tenis. Tiene que ver con factores independientes, como la luz

    solar, la programacin de televisin, la resistencia fsica (o la vida misma) de los

    jugadores. Existe una duracin media que se puede calcular estadsticamente,

    pero en este clculo no intervienen para nada las reglas del juego". El razona-

    miento necesario para distinguir lo gramatical de lo aceptable no es, en lo funda-

    mental, muy diferente.

    La sorprendente capacidad de los seres humanos que ha llevado a

    postular y desarrollar la teora de la competencia gramatical no parece ser tan

    sorprendente para algunos de los crticos de la lingstica chomskyana (vase el

    5.4 para las referencias bibliogrficas). Independientemente de las crticas que

    provienen de los partidarios del lenguaje-E, que ya he mencionado brevemente,

    existen otras de naturaleza distinta. Una crtica frecuente a la teora de la

    competencia lingstica, tal y como se ha esbozado arriba, es que la interpreta-

    cin de las secuencias nuevas tiene poco de misteriosa porque se basa en la

    existencia de analogas sobre estructuras previas, de las que el hablante tiene una

    experiencia directa. Este recurso a la analoga puede realizarse desde posiciones

    empiristas o conductistas radicales, o bien desde una perspectiva ms ingenua

    que trate simplemente de abordar los datos considerados tratando de simplifi-

    car su anlisis. En cualquier caso, la rplica en este punto de Chomsky es

    rotunda y ajustada: mientras no precisemos por qu no se dan unas analogas y

    s otras en cada caso particular, el concepto de analoga ser muy poco til en la

    gramtica. Si consiguiramos restringir cada una de esas "analogas" de manera

    precisa, y prever detalladamente de qu manera interaccionan para constreir

    explcitamente las interpretaciones posibles que tienen lugar en cada contexto

    formal, lo que obtendramos sera la misma teora de la competencia gramatical,

    pero quizs con otro nombre.

  • 16

    Muchas veces sucede que la base de algunos contrastes gramaticales

    esenciales en la determinacin de la competencia gramatical es relativamente

    intuitiva. Sin embargo, no lo es tanto la manera concreta de formular las

    generalizaciones gramaticales oportunas, sobre todo porque, si no las restrin-

    gimos, ser imposible explicar por qu no se dan los mismos efectos en casos

    relativamente similares. Consideremos un ejemplo sencillo basado en un par de

    secuencias breves bastante parecidas:

    Vi que el libro estaba en la mesa.

    Vi el libro que estaba en la mesa.

    Es fcil comprobar que en la primera de las dos oraciones, la frase

    prepositiva en la mesa se puede interrogar; es decir, podemos sustituirla por el

    adverbio dnde y colocarla al principio formando la pregunta Dnde viste que

    estaba el libro? Si realizamos este mismo proceso en la segunda oracin, obten-

    dremos una secuencia imposible: Dnde viste el libro que estaba? Intuitivamente,

    la frase prepositiva est aqu "demasiado incrustada" para ser "accesible", pero

    es obvio que tenemos que precisar el sentido de "demasiado", puesto que

    podemos construir secuencias mucho ms complicadas que sta en las que

    parece que todava tenemos ms incrustado el elemento que estamos interro-

    gando, y sin embargo el resultado es gramatical. Puede servir como ejemplo

    una oracin del tipo de De dnde diras t que piensa el bobo de Pepe que vienen los

    nios?

    La teora sintctica define, por tanto, en trminos abstractos pero preci-

    sos, el concepto intuitivo de "accesibilidad" y de "incrustacin". En la segunda

    de las dos oraciones anteriores estbamos extrayendo un complemento de una

    oracin de relativo, mientras que en la primera lo hacamos de una subordinada

    sustantiva. Existe un principio formal que impide interpretar el complemento

    extrado si existen ms de dos nudos sintagmticos de acotacin entre el punto

  • 17

    de desplazamiento y el de llegada. En la extraccin a travs de subordinadas

    sustantivas sucesivas existen razones independientes para pensar que cada una

    de ellas cuenta con una posicin propia para el desplazamiento intermedio sin

    que sea necesario tal movimiento largo. Independientemente de los detalles

    tcnicos sobre estos principios, parece claro que el hablante no los aprende

    conscientemente, y que, aunque pueda manifestar una vaga intuicin de lo que

    est ocurriendo, su reaccin como hablante se guiar por el simple sentido

    comn, es decir, ser incapaz de formular un principio restrictivo que pueda ser

    contrastado con nuevos datos.

    Otros crticos (el debate Chomsky-Piaget es aqu relevante, vase el 5.4)

    han sugerido que el aprendizaje del lenguaje se realiza mediante dispositivos

    generales cognoscitivos anlogos en cierto sentido a los de tipo sensorial y

    motriz. Lo cierto es que es sumamente difcil mostrar empricamente que los

    principios formales de la sintaxis (como, por ejemplo, el que regula la determi-

    nacin de los antecedentes locales de los reflexivos o la reccin de las categoras

    vacas en estructuras subordinadas) tienen un correlato directo en otros siste-

    mas perceptivos. Pero sin estas demostraciones no parece que puedan verificar-

    se las propuestas que pretenden establecer tales relaciones.

    Otras clases de crtica son muy conocidas entre los filsofos. La idea de

    que existen distintos tipos de axiomas de los que podemos derivar los mismos

    postulados acerca del significado y la forma de las estructuras gramaticales

    lleva a autores como Quine a pensar que nunca podremos saber cul de esos

    conjuntos formales es el que posee una determinada realidad psicolgica en la

    mente del hablante, desde el momento en que otro conjunto extensional de

    postulados podra llevar a definir un estadio parecido. Esta crtica del indeter-

    minismo (o al menos una parte de ella) tambin se reduce, en cierta medida, a

    una cuestin emprica, desde el momento en que los "distintos tipos de axio-

    mas" deben hacer predicciones objetivas sobre estructuras gramaticales en

    funcin de su propia coherencia mutua. Dado que esas predicciones deben

  • 18

    verificarse independientemente, tenemos una salida de tipo emprico para

    realizar la comparacin que el argumento considera inviable (vase el 5.4).

    Todas estas propiedades de la competencia gramatical permiten dar

    alguna idea de por qu se considera en el modelo de principios y parmetros

    que el lenguaje es un "rgano mental" que "crece" y "se desarrolla" con las

    condiciones del medio, de manera anloga a como la alimentacin, el entorno o

    el tipo de actividad cotidiana condicionan el desarrollo de los seres vivos.

    "Aprender" el lenguaje es, siguiendo con la metfora, permitir que "crezca".

    Veamos con algo ms de detalle algunas de las unidades lingsticas que

    articulan la teora de la competencia.

    2. Los subsistemas gramaticales

    Un aspecto de la teora de la competencia particularmente importante en

    la concepcin racionalista chomskyana es el hecho de que la facultad del

    lenguaje sea de tipo modular. No se trata de un molde vaco, de una tabla rasa

    que contenga la mera predisposicin a recibir una lengua, sino de un conjunto

    de principios que se corresponden con mdulos o subteoras y que restringen de

    forma muy precisa la forma de las gramticas posibles. Si se desea mantener la

    metfora del molde, se trata de un molde consistentemente articulado en

    funcin de unidades independientes que interactan formando un sistema

    deductivo de tipo computacional.

    Puede parecer extraa la defensa que repetidamente ha realizado

    Chomsky del concepto especfico de gramtica como objeto emprico de investi-

    gacin, frente al concepto "externo" y, en su opinin ms evanescente, de

    lenguaje. Pero si se recuerda lo fundamental de la distincin presentada arriba

    entre lenguaje-E y lenguaje-I, no habr demasiada sorpresa en tal insistencia.

    Dentro ya de la gramtica, se impone una segunda distincin: Ncleo frente a

  • 19

    periferia. No toda la gramtica es igualmente nuclear o central, de modo que

    habrn de quedar en un segundo plano las restricciones idiosincrsicas que no

    se siguen de principios generales. Una parte de ellas es consecuencia de los

    factores externos de la lengua, entre otros, los que condicionan su evolucin

    como objeto histrico.

    Si entramos en lo que hemos denominado ncleo (core grammar) estaremos

    ya en el verdadero corazn de lo que constituye la teora de la competencia

    gramatical. Dado que es en este punto donde comienza la parte ms tcnica de

    la gramtica, ser imposible recoger en unas lneas la complejidad de tal

    aparato formal. Me limitar a presentar de manera muy simplificada los

    aspectos ms generales, y a hacer algunas consideraciones sobre las diferencias

    entre las unidades de anlisis fundamentales a partir de algunos ejemplos

    relativamente sencillos. El lector puede encontrar en la bibliografa temtica de

    los 5.1 y 5.2 las referencias bibliogrficas necesarias para ampliar esta sucinta

    presentacin.

    Como he indicado, el ncleo de la gramtica lo componen principios que a

    su vez se articulan en subteoras o mdulos. Entre los principios se permite cierta

    variacin en funcin de determinados parmetros. Las estructuras formadas se

    reparten y se interpretan en varios niveles de anlisis o componentes:

    I. Componentes gramaticales:

    1. El lxico.

    2. El componente categorial o sintagmtico.

    3. El componente transformacional.

    4. El componente de las representaciones fonticas (Forma fontica).

    5. El componente de las representaciones semnticas (Forma lgica).

    II. Mdulos o subteoras gramaticales

    a. Teora de la X'.

    b. Teora temtica.

  • 20

    c. Teora del Caso abstracto.

    d. Teora del ligamiento.

    e. Teora de la acotacin.

    f. Teora del control.

    g. Teora de la reccin.

    Entre los principios, unos afectan a las bases formales ms generales de la

    gramtica, como por ejemplo al hecho de que las estructuras sintagmticas sean

    endocntricas (=con un ncleo categorial), lo que corresponde a II.a, y otros a

    aspectos ms especficos que se relacionan con cada una de las subteoras. Los

    parmetros introducen, por el contrario, factores de variacin, generalmente

    sobre una base binaria. La variacin est limitada, por tanto, dentro de estos

    mrgenes. As, el hecho de que una lengua sea de flexin fuerte, como el

    espaol, o de flexin dbil como el ingls tiene un gran nmero de conse-

    cuencias formales (presencia o ausencia de sujetos pronominales plenos o

    expletivos, de sujetos pospuestos, de ciertas oraciones con pronombres interro-

    gativos de sujeto formadas a travs de subordinadas sustantivas, etc.). El que

    los ncleos rijan a sus complementos situados a su derecha o a su izquierda

    permite diferenciar el espaol y el ingls del japons o el vasco, etc.

    La llamada estructura profunda no es (frente a lo que tantas veces se ha

    dicho) un nivel abstracto de representacin semntica, sino un nivel sintctico

    que forman I.1. y I.2 de acuerdo con los principios configuracionales que aporta

    II.a. Mientras que los componentes constituyen niveles de anlisis o de represen-

    tacin, las subteoras aportan unidades de anlisis, es decir, instrumentos

    gramaticales muy restringidos de carcter transcategorial que actan en uno o

    varios componentes. Las pautas que aportan I.1 y I.2 forman la base sintctica

    sobre la que se aplican los procesos transformacionales (sumamente restringi-

    dos por principios formales) que finalmente se interpretarn fontica y semnti-

    camente de acuerdo con I.4 y I.5.

  • 21

    Los mdulos afectan a aspectos de las estructuras gramaticales que

    podran llamarse microscpicos, en el sentido de que constituyen unidades

    mnimas de anlisis. La teora de la X' (II.a) ofrece instrumentos para formar

    frases o sintagmas a partir de las categoras gramaticales, e impone condiciones

    de jerarquizacin formal a las unidades as formadas. En esta teora se determi-

    nan la disposicin y naturaleza de los ncleos, los complementos y los especifi-

    cadores, y tambin los tipos de adjuncin a estas proyecciones o expansiones

    categoriales. En los ltimos aos, la teora sintctica sobre la estructura de

    constituyentes ha avanzado considerablemente. Se ha desarrollado una teora de

    las proyecciones funcionales que se aade a la ms conocida de las proyecciones

    lxicas. Esta nueva concepcin permite dar una traduccin formal adecuada de

    la idea intuitiva que consiste en considerar a "las partculas" (artculos, preposi-

    ciones, etc.) y las informaciones flexivas (tiempo, aspecto, persona, nmero)

    como el verdadero esqueleto de la gramtica. Las unidades lxicas se engarzan

    en el armazn que estas entidades ms abstractas y ms bsicas conforman.

    Es habitual pensar que los lingistas generativistas conciben el sistema

    gramatical como un conjunto de reglas. As fue en los comienzos de la teora,

    pero en la actualidad el concepto de regla ha sido sustituido en gran medida

    por el de representacin. De hecho, se percibe un cambio claro desde la antigua

    teora de las derivaciones, que estableca secuencias de reglas transformacionales

    convenientemente ordenadas, por una teora de las representaciones. Las represen-

    taciones pueden estar bien o mal formuladas dependiendo de que cumplan o

    no las condiciones que se establecen en cada componente. Para evitar el recurso

    a los largos procesos derivativos existen marcas sintcticas, como las denomina-

    das huellas, que son indicadores explcitos de relaciones sintcticas que se

    establecen a distancia.

    En la primera gramtica generativa, se postulaban reglas de reescritura

    (=expansin categorial) cuya informacin, se piensa ahora, era en gran medida

    redundante. As, una regla de reescritura que diga que un sintagma preposi-

  • 22

    cional se reescribe como una preposicin ms un sintagma nominal es redun-

    dante, puesto que por un principio general de endocentricidad, que ahora

    proporciona IIa sabemos que el ncleo de un SP no puede ser otra cosa que

    una preposicin (hay razones sintcticas independientes que no puedo explicar

    aqu). Por un principio general de variacin sobre la posicin de los comple-

    mentos, en este caso un parmetro, sabemos que en espaol los ncleos preceden

    a sus complementos, y no al contrario. En definitiva, no necesitamos una regla

    para recoger esas informaciones especficas sobre el sintagma preposicional.

    Puede resultar extrao que el lxico sea el punto de partida en I, pero lo

    que se quiere decir con ello es que las propiedades combinatorias de las unida-

    des lxicas (lo que tradicionalmente se denomina valencia semntica, recogido

    aqu en II.b) aportan la base sobre la que se asienta el componente categorial.

    El engarce de I.1 y I.2 se realiza mediante el llamado principio de proyec-

    cin, que exige que las propiedades valenciales de las unidades lxicas se

    mantengan en todas las representaciones, empezando por la estructura sintag-

    mtica. Ciertamente, la estructura valencial de las palabras, llamada en este

    modelo argumental, es esencialmente semntica, pero aun as no puede decirse

    que la base del sistema formal de la gramtica est en el significado lxico. Vale

    la pena explicar brevemente cmo se resuelve esta paradoja, que sin duda es

    relevante para los intereses de los filsofos del lenguaje.

    Sabemos que los verbos de movimiento suelen seleccionar, para saturar

    sintcticamente sus argumentos, un punto de partida, otro de llegada y una

    entidad mvil. Estas valencias semnticas (llamadas papeles temticos en la termi-

    nologa generativista) se corresponden con categoras sintagmticas, concreta-

    mente con sintagmas nominales y prepositivos, estos ltimos encabezados por

    ciertas preposiciones que en buena parte podemos prever. Cada una de estas

    unidades tendr su propia estructura en funcin de principios formales inde-

    pendientes ya del significado del verbo en cuestin. Los sintagmas formados

    son unidades de construccin que se deducen en gran medida de la seleccin

  • 23

    semntica previa, pero tienen una estructura formal independiente, y entran en

    la combinatoria sintctica en funcin de los factores que aporte el componente

    I.2, no el I.1.).

    Cul es entonces la solucin de la paradoja? Es esencial tener presente

    que las propiedades lxicas que la gramtica toma como base de la combina-

    toria sintctica no representan ms que una parte de los rasgos que definen el

    significado lxico, y desde luego no puede decirse que esas informaciones se

    deduzcan de la naturaleza de los objetos mismos. Supongamos que propone-

    mos a un hablante cualquiera que considere la diferencia entre las expresiones

    Una foto de Mara y Un reloj de Mara. Dado que estos dos segmentos solo se

    diferencian en una palabra, lo normal es que el hablante nos explique las

    diferencias entre las fotos y los relojes. Si se lo pedimos, puede que nos constru-

    ya una lista con esas diferencias, y probablemente no ser corta. A continuacin

    podemos pedir a ese mismo hablante que compare las dos oraciones que apare-

    cen a continuacin:

    Mara es la chica de la que vi una foto.

    Mara es la chica de la que vi un reloj.

    Notaremos que tender a rechazar la segunda de estas oraciones, que conside-

    rar mal construida, pero adems es probable que no sea capaz de aplicar

    ninguna de las diferencias que apunt en su lista para explicar un contraste de

    gramaticalidad tan claro como ste, que le resultar seguramente inesperado.

    La sorpresa que puede causar ese contraste se produce porque

    nuestro hablante pensaba sobre los objetos, no sobre las palabras. La explica-

    cin de este contraste es sintctica y semntica a la vez, pero desde luego no se

    basa en lo que un diccionario podra aportarnos sobre estas palabras, y mucho

    menos en lo que podramos deducir sobre esos objetos si los comparamos sobre

    una mesa. El sustantivo foto posee un argumento interno que se corresponde

  • 24

    con el objeto representado. De hecho la palabra foto pertenece a la clase semn-

    tica de los nombres de representacin (ing. picture nouns), junto con cuadro o

    pelcula. Las palabras que denotan simples objetos fsicos, como los relojes o las

    farolas, no poseen estructura argumental. Sus complementos posesivos desig-

    nan a su dueo, una entidad que la gramtica no conceptualiza como comple-

    mento argumental, en parte porque el que casi todos los objetos tengan dueo

    no forma parte de su significado, sino del mundo que nos ha tocado vivir.

    As pues, la formacin de oraciones de relativo es sensible a la existencia

    de un argumento del sustantivo, y el sustantivo foto puede tener dos: el fotgrafo

    y la imagen. De este modo, la interpretacin en la que Mara es la duea de la

    foto resulta rechazada en la secuencia con la oracin de relativo propuesta. Por

    otra parte, la nica forma de salvar la oracin de relativo formada con reloj sera

    forzar en este sustantivo un argumento externo, concretamente el agente, lo que

    se lograra si consideramos a Mara una famosa relojera.

    La sintaxis no reacciona ms que ante ciertos aspectos del significado de

    las palabras. Este sencillo ejemplo muestra que las diferencias gramaticales a las

    que la sintaxis es sensible pueden tener una indudable base semntica, pero no

    nos exigen una teora completa del significado lxico como requisito previo

    para abordar las estructuras sintcticas. La gramtica tiene la capacidad de

    abstraer ciertos aspectos, en cierto sentido estereotipados, del significado lxico,

    como ocurre en este caso con el concepto de estructura argumental. Esos

    aspectos ni siquiera estn entre los rasgos conceptuales que un lexicgrafo

    podra considerar fundamentales. El que las pautas formales del lenguaje los

    filtren tan cuidadosamente es, en lo esencial, la razn por la que el lxico, y no el

    diccionario, aparece como primer componente de la gramtica. Esta admirable

    capacidad de diseccin que la sintaxis muestra es verdaderamente sorpren-

    dente y misteriosa, incluso para los lingistas que estamos acostumbrados a

    trabajar con ella.

  • 25

    Un aspecto central de la sintaxis bsica consiste en proyectar la estructura

    argumental en la estructura sintagmtica. Se piensa en la actualidad que las

    estructuras argumentales no son en realidad verdaderamente primitivas, sino que

    se derivan ms bien de unas estructuras conceptuales ms abstractas que estn

    articuladas sobre una base composicional. El autor que ms detalladamente ha

    desarrollado esta idea es R. Jackendoff (vanse las referencias que cito en el

    5.3). A diferencia de otras propuestas de estructuras conceptuales para las

    relaciones gramaticales bsicas, como las de Lakoff o Langacker, en los plan-

    teamientos de Jackendoff las estructuras conceptuales se construyen sobre una

    base composicional anloga a la que permite configurar las proyecciones

    sintcticas.

    Las unidades de anlisis que aportan los mdulos o subteoras son ms

    abstractas que las que proporcionan las gramticas clsicas, e introducen una

    serie de generalizaciones transcategoriales que esas obras no eran capaces de

    conseguir. Por poner un ejemplo, ninguna gramtica descriptiva es capaz de

    relacionar los principios que determinan la sintaxis de las oraciones subordi-

    nadas de subjuntivo con los que son necesarios para analizar los antecedentes

    de los pronombres no reflexivos. En esta teora ambos pertenecen al mdulo IId

    y son relativamente parecidos. Las subteoras interactan en una misma

    estructura sintctica porque, aunque sean independientes, cada uno de estos

    mdulos es "responsable" de un aspecto diferente de la forma o el significado

    de las oraciones.

    La interaccin de estos mdulos la realiza el hablante a travs de un

    cmputo mental, es decir, un clculo deductivo, generalmente muy rpido y

    sumamente preciso. La teora de la competencia debe estar formulada de tal

    forma que nos permita obtener un modelo formal de ese clculo que resulte tan

    explcito como lo son las interpretaciones de los hablantes. En lugar de mencio-

    nar apresuradamente la relacin de tareas que corresponden a cada mdulo,

    creo que puede ser ms interesante considerar un ejemplo, muy simplificado

  • 26

    para que el lector capte lo esencial de la argumentacin, de lo que se entiende

    por cmputo mental en la teora gramatical. Tratar de mostrar cmo se interac-

    cionan los componentes de la teora del ligamiento (II.d) y los de la teora del

    control (II.f).

    Consideremos la oracin Juan le permiti cuidarlo. Supongamos que lo se

    refiere a una persona, no a un animal ni a una cosa. Ciertamente, no sabemos

    quin es Juan, ni a quin se refiere le ni lo, pero el rapidsimo sistema computa-

    cional de cualquier hablante es capaz de establecer de inmediato que Juan y le

    no son correferentes (es decir, no designan al mismo individuo); que le y lo

    tampoco lo son, y que Juan y lo pueden serlo o no serlo. Si sustituimos los

    pronombres o los verbos al azar obtendremos resultados igualmente claros y no

    menos inmediatos: en Juan le permiti cuidarse no cabe identificar se con Juan,

    pero si sustituimos permitir por prometer eso es exactamente lo que suceder.

    Asimismo, las secuencias *Le promet cuidarse y *Me permiti cuidarse son agrama-

    ticales en cualquier contexto posible.

    Las bases de estos rpidos diagnsticos (independientes por completo de

    la inteligencia del hablante) no aparecen en las gramticas, tal vez porque se

    considera implcitamente que todo ello es as "porque ha de serlo" o porque es

    demasiado evidente como para tener que explicarlo. El cmputo mental que el

    hablante realiza puede resumirse en una estrecha interaccin de los principios

    de ligamiento y control. Reduciendo el razonamiento a lo esencial, puede

    decirse que los primeros establecen los entornos formales en los que los pro-

    nombres encuentran sus antecedentes, y que los segundos introducen factores

    (en parte semnticos) necesarios para la determinacin de los antecedentes de

    algunos sujetos no expresos. Los reflexivos, junto con los recprocos (y con otros

    elementos de los que no puedo ocuparme aqu) encuentran sus antecedentes en

    entornos mucho ms restrictivos que los elementos llamados pronominales (en

    espaol lo son los personales no reflexivos, sean o no clticos). Todos ello se

    formaliza en los principios de la teora del ligamiento. Pero independientemen-

  • 27

    te, en la oracin subordinada de infinitivo, necesitaremos un sujeto nulo en

    virtud del principio que nos exige proyectar el lxico en la sintaxis (principio de

    proyeccin). Este sujeto nulo, que habitualmente se representa por PRO, cuenta

    como argumento del verbo subordinado. Los principios formales que regulan la

    localizacin de los antecedentes de los pronombres nos exigen que interprete-

    mos PRO como antecedente obligatorio de se en Le permiti [PRO cuidarSE], y

    como no-antecedente de lo en Le permiti [PRO cuidarLO].

    Hasta aqu no interviene para nada la naturaleza del verbo principal. Lo

    hace cuando hacemos intervenir los principios de la teora del control, que

    recuerdan en cierto sentido las intuiciones de algunas gramticas clsicas sobre

    lo que se llamaba concertacin de los infinitivos. La teora del control nos interpre-

    tar el antecedente de PRO. El verbo permitir pertenece a la clase semntica de

    los verbos de influencia, que sintcticamente son verbos de control de objeto (el

    objeto del verbo principal es el que controla la referencia del sujeto del subordi-

    nado), mientras que prometer es un verbo de voluntad, que sintcticamente son

    verbos de control de sujeto (el sujeto del verbo principal controla la referencia del

    sujeto del subordinado). En definitiva, sea cual sea la interpretacin que demos

    a cualquiera de los pronombres en estas oraciones, la interpretacin correcta

    slo se producir si se satisfacen las subteoras del ligamiento y del control. Las

    oraciones agramaticales mencionadas lo sern porque una de las dos no puede

    cumplir sus requisitos. El hablante no sabe, obviamente, qu principio est

    incumpliendo, pero reacciona con suma rapidez indicando intuitivamente que

    no se pueden satisfacer todos los requisitos referenciales de los elementos que

    participan en dichas secuencias.

    En el resto de los mdulos se obtienen interacciones parecidas, no tanto

    en los datos gramaticales, que lgicamente son muy distintos, sino en cuanto

    que se usan conceptos parecidos de localidad, es decir, lmites formales que

    acotan de manera muy precisa los entornos en los que "son activas" las unidades

  • 28

    gramaticales. Ello condiciona, consiguientemente, las interpretaciones semnti-

    cas que las oraciones pueden tener.

    El componente I.5 es uno de los que ms se ha desarrollado en los ltimos

    aos. Afecta, en esencia, a los aspectos no lxicos del significado gramatical,

    como es, por ejemplo, la determinacin del mbito relativo de los cuantificado-

    res. La razn por la que ha despertado tanto inters en los ltimos aos es

    porque se ha descubierto que son factores sintcticos similares a los que

    controlan los desplazamientos "visibles" de los elementos interrogativos en la

    sintaxis los que regulan procesos como los relativos a la interpretacin de los

    sintagmas cuantificativos, en los que no se manifiestan abiertamente tales

    relaciones de desplazamiento. Si ello es as, este componente viene a ser un tipo

    ms abstracto de representacin sintctica, una forma de medir "distancias

    sintcticas", en ocasiones invisibles, a partir de las cotas que separan los elemen-

    tos que han de relacionarse y de la posicin de estos en la estructura sintctica.

    Una de las consecuencias inmediatas de la "distribucin del trabajo" que

    realizan las subteoras del modelo de principios y parmetros es tan interesante

    como sorprendente: las construcciones gramaticales, entendidas en el sentido

    tradicional (oraciones pasivas, relativas, etc, etc.) no son elementos primitivos

    del anlisis, puesto que se reducen a principios ms bsicos de la estructura

    sintctica: los que distinguen ncleos, complementos, especificadores y adjun-

    tos en las distintas proyecciones, a los que se unen los parmetros de direccio-

    nalidad en los procesos de marcado y las fronteras categoriales mencionadas

    ms arriba. Ni siquiera las funciones sintcticas tradicionales (sujeto, objeto

    directo, etc.) son inmunes a esta redistribucin, porque en realidad se descompo-

    nen en unidades ms pequeas, que son las aportadas por los principios de

    asignacin de Caso abstracto (II.c) en esencia, marcas formales de identificacin

    de relaciones sintcticas y las informaciones argumentales que aporta II.b en

    las condiciones de adyacencia y direccionalidad que establece II.g.

  • 29

    3. Estructura y funcin en la gramtica

    Como hemos visto, las nociones bsicas que articulan la competencia

    gramatical de los hablantes no dependen, en el modelo de principios y parme-

    tros, de la eficacia de la comunicacin, sino de principios independientes no

    aprendidos que poseen una realidad mental. El lenguaje se concibe, pues, en

    esta teora, como un sistema cognoscitivo, no como un sistema comunicativo.

    Ciertamente, estas ideas no son aceptadas por todos los profesionales (lingis-

    tas, psicolingistas o filsofos del lenguaje) de aquellas ciencias humanas en las

    que tales cuestiones son relevantes. La posicin terica que se asume en dicho

    modelo resulta polmica para algunos psiclogos y filsofos porque las unida-

    des bsicas no se derivan de otros sistemas perceptivos del ser humano ni

    participan en otras funciones distintas de las verbales. Resulta polmica para

    algunos lingistas porque los principios formales que determinan la estructura

    de las secuencias no se relacionan directamente en dicho modelo con los

    propsitos comunicativos del hablante.

    Los lingistas que rechazan la aproximacin que ofrece el modelo de

    principios y parmetros en la direccin apuntada pertenecen a escuelas consi-

    derablemente diferentes, pero les suele unir el trmino funcionalistas y la idea de

    que los principios formales de la lingstica formal debieran ser segn argu-

    mentan o bien reemplazados por otros de naturaleza discursiva, o bien

    derivados de ellos. En su opinin, las unidades bsicas deben establecerse de tal

    modo que relacionen directamente la forma de los mensajes con los propsitos

    comunicativos de los hablantes. La crtica ms repetida de los funcionalistas

    hacia los generativistas se basa en su idea de que los principios formales

    autnomos no "explicaran" los hechos, sino que los "reformularan" en un nivel

    ms abstracto. La cuestin fundamental que est en juego, como ha sealado F.

    Newmeyer en varios trabajos (vase el 5.6), es si la gramtica es o no un

    sistema autnomo, es decir, si las unidades y las capacidades que son necesarias

  • 30

    para desarrollar el enorme edificio que constituye la gramtica son o no inde-

    pendientes de otros sistemas; en definitiva, si en la gramtica existe o no una

    relacin directa entre la estructura y la funcin, entre los principios que configu-

    ran la arquitectura de las secuencias y los propsitos a los que se destinan los

    mensajes.

    La oposicin entre estructura y funcin posee un marcado inters filosfico

    en varios campos que no tienen que ver, en principio, con el lenguaje. Es clsico

    el ejemplo de que algunos rganos del cuerpo humano tienen la estructura

    formal que tienen porque desempean una determinada funcin. En el caso del

    corazn, la estructura es una determinada disposicin de aurculas, ventrculos

    y vlvulas, y la funcin es bombear sangre. La relacin entre estructura y

    funcin es ms que evidente. Sin embargo, en el caso de las estructuras gramati-

    cales es muy dudoso que se d sistemticamente una relacin tan directa entre

    estructura y funcin. Es casi imposible que detrs de cada unidad formal de la

    gramtica exista un principio discursivo que relacione su existencia con los

    propsitos comunicativos del hablante. Algunos procesos obligatorios en la

    sintaxis parecen incluso claramente antifuncionales, como por ejemplo la

    redundancia formal que siempre imponen las marcas de concordancia. Las

    estructuras que podran caracterizarse como icnicas (tal vez la formacin de

    plurales, algunas estructuras coordinadas y ciertas pautas de repeticin,

    focalizacin y disposicin lineal) constituyen una parte muy pequea del

    edificio gramatical. Aunque reconociramos en algunas de ellas una cierta base

    analgica, sera verdaderamente imposible deducir de ese fundamento las

    constricciones gramaticales a las que tales estructuras estn sometidas. Indepen-

    dientemente de esos casos, no puede decirse que la variacin paramtrica que

    se postula en la gramtica formal se pueda deducir tampoco de principios

    funcionales, sobre todo porque la eficacia comunicativa se consigue igualmente

    ante opciones formales distintas en idiomas diferentes. De hecho, la enorme

    divergencia entre las estructuras sintcticas de las lenguas del mundo no aboga

  • 31

    a favor de los anlisis que relacionan tan claramente las formas con las funcio-

    nes.

    Como han sealado Newmeyer y otros autores, la concepcin que tiene

    Chomsky de las unidades gramaticales bsicas es similar a la que los histlogos

    pueden tener sobre su objeto de estudio. Frente a los rganos, los tejidos no son

    unidades que se definan por la funcin que desempeen, sino ms bien compo-

    nentes "estructurales" que forman parte de varios rganos a la vez. El tejido

    nervioso o el glandular aparecen en muchos rganos, por ejemplo en el rin,

    en el corazn o en el hgado, y ello no impide en absoluto que tales rganos

    realicen funciones diferentes. En un sentido relativamente parecido a como los

    tejidos no son "unidades de funcin", y s son, en cambio, "unidades interor-

    gnicas", podra decirse que las unidades formales ms bsicas de la gramtica,

    que son intercategoriales, no son tampoco unidades funcionales, sino estructura-

    les.

    Sera faltar a la verdad presentar la postura que habitualmente se caracte-

    riza como funcionalista como minoritaria en el panorama lingstico actual,

    sobre todo si se entiende el trmino en un sentido amplio. En realidad, las

    posturas contra la existencia misma de un sistema gramatical autnomo, es

    decir, independiente de los factores de uso (sean estos sociales, estticos o de

    otra naturaleza) han sido predominantes en la tradicin europea, en buena

    parte porque los usos estticos, y en general retricos, del lenguaje nunca se han

    diferenciado radicalmente de los principios que configuran las estructuras

    bsicas de la gramtica. Varios de los autores ms destacados en la tradicin

    lingstica europea del presente siglo (entre otros muchos, Halliday, Martinet y

    los representantes de la importante escuela lingstica de Praga) han defendido

    posiciones claramente funcionalistas y, en general, puede decirse que esa

    concepcin sigue siendo muy pujante en la investigacin y en la enseanza,

    juntamente con la visin histrica de los objetos lingsticos a la que antes me

    he referido.

  • 32

    En la tradicin descriptiva de las gramticas europeas clsicas, el sistema

    gramatical era una entidad abstracta que se encontraba inserta de forma vaga

    en los textos de los mejores autores literarios. Con cierta frecuencia, las explica-

    ciones gramaticales acudan a combinaciones diversas de factores formales,

    funcionales y hasta estticos. No haba ningn reparo en acudir a factores extra-

    lingsticos tantas veces como fuera necesario, en parte porque tampoco

    existan los requisitos de explicitud analtica que se piden en las aproximaciones

    recientes a la teora gramatical. La gramtica formal ha chocado tambin en la

    tradicin lingstica europea porque se contrapona claramente a la visin en

    parte romntica del lenguaje como sistema libre de expresin y de comunica-

    cin en el que, por su propia naturaleza, no tendra sentido postular constriccio-

    nes o ataduras de tipo formal. En el panorama lingstico internacional actual

    existen, no obstante, varios grados en la posicin de los lingistas funcionalistas

    sobre el margen que se concede a los principios autnomos. Este margen es

    prcticamente nulo en las propuestas de T. Givon o E. Thompson, y algo mayor

    en las de R. Van Valin, E. Prince, S. Kuno o en los lingistas de la escuela tipolo-

    gista de Colonia (para ms detalle sobre las posiciones tericas de cada uno,

    vanse las referencias que cito en el 5.6). Otros lingistas, como G. Lakoff y R.

    Langacker, defienden una aproximacin en la que las formas lingsticas

    reproducen estructuras conceptuales, de forma que las categoras gramaticales

    y semnticas se configuran segn ciertos prototipos semnticos que se pueden

    combinar. Para estos lingistas, la aproximacin de los gramticos generati-

    vistas se reduce a una "manipulacin de smbolos" sobre estructuras formales

    desprovistas de significado. Por el contrario, algunos autores que no trabajan en

    el marco de la gramtica generativa, como E. Prince, S. Kuno, L. Horn y otros,

    aceptan la idea de que existe una sintaxis autnoma, y al mismo tiempo defien-

    den la relevancia de principios funcionales complementarios.

    La polmica sobre los fundamentos autnomos o derivados de los princi-

    pios bsicos de la gramtica se puede reducir en buena medida a una cuestin

  • 33

    emprica. Lamentablemente, no existen demasiados trabajos en los que se

    comparen detenidamente las propuestas formales autnomas y las propuestas

    funcionalistas discursivas sobre los mismos fenmenos. Los trabajos recientes de

    S. Kuno (vase el 5.6) sobre las aproximaciones funcionalistas a los fenmenos

    de ligado (= determinacin de los antecedentes de los pronombres) son intere-

    santes por lo que tienen de explcitas, y porque llegan a admitir que el estudio

    de los aspectos discursivos de la anfora no es incompatible con el de los

    aspectos configuracionales de esas mismas estructuras.

    Otras veces, los lingistas funcionalistas han presentado anlisis discur-

    sivos para fenmenos considerados formales en la tradicin generativista sin

    que la comparacin de resultados se haya verificado con igual grado de detalle.

    As ocurre, por ejemplo, con los intentos de analizar la extraccin de consti-

    tuyentes interrogativos o relativos, muy detalladamente estudiados en la

    gramtica formal, como resultado de la interaccin de principios discursivos

    relacionados con la interpretacin de los elementos focalizados, con la semnti-

    ca de los predicados de actitud proposicional (en particular, los de asercin

    dbil) y con ciertas condiciones pragmticas sobre la existencia de "esquemas" o

    "escenarios" prototpicos vinculados al conocimiento mutuo. Es de lamentar que

    en estos anlisis no se lleva siempre a cabo la tarea de contrastar estas opciones

    con las que proporciona la gramtica formal para cada caso (principios de re-

    estructuracin lxica, formacin de predicados complejos, etc.) y, sobre todo, la

    tarea de intentar separar lo que puede estar determinado por principios

    discursivos y lo que corresponde ms propiamente a la estructura.

    En realidad, no es difcil encontrar estructuras gramaticales en las que es

    posible separar los componentes autnomos y los discursivos. Entre ellas estn las

    estructuras con procesos de focalizacin y tematizacin, o en general de nfasis,

    las estructuras copulativas llamadas perfrasis de relativo, o las subordinadas

    sustantivas flexionadas en indicativo o subjuntivo. As, en este ltimo caso, se

    sabe que una parte de los factores que determinan el modo verbal es conse-

  • 34

    cuencia de la reccin lxica por el predicado principal; otra parte tiene ver con

    factores relacionados con el nfasis (ms concretamente, el foco) y con el mbito

    de la negacin y de otros operadores oracionales. El que cada una de estas

    construcciones sea el resultado de la interaccin de principios distintos (unos

    formales y otros discursivos) es en realidad lo esperable, pero ello exige un

    cuidadoso anlisis emprico que no siempre se encuentra en las posiciones

    apriorsticas.

    A todo eso cabe aadir el hecho de que en las aproximaciones funcionales

    es frecuente que las generalizaciones se formulen en trminos de "tendencias" o

    de "escalas", jerarquas de prominencia (ing. saliency) y condiciones no formales

    para identificar las unidades fundamentales, lo que tiene como consecuencia el

    que los anlisis no sean igualmente verificables en todos los casos. El hecho

    mismo de que no sea frecuente trabajar con constituyentes acotados en esos

    estudios lleva a que los lmites entre las unidades segmentadas sean a veces un

    tanto difusos.

    La base de la aproximacin funcionalista a las unidades gramaticales

    fundamentales radica en una subordinacin de las estructuras lingsticas a

    propsitos externos, y en este sentido se defiende indirectamente un tipo de

    empirismo en el aprendizaje que no exigira admitir que la capacidad verbal es

    algo ms que un simple molde para recibir el lenguaje. Desde el punto de vista

    filosfico, la cuestin que est en juego es de cierta envergadura, puesto que

    afecta a la decisin sobre si las estructuras mentales son o no intencionales en s

    mismas. Es importante hacer notar que la polmica no afecta a los aspectos que

    corresponden a la competencia pragmtica. No parece discutible (ni para los

    lingistas ms formalistas) que el anlisis de los actos verbales, las presuposi-

    ciones o los conectores discursivos exigen principios ajenos a los que configuran

    las bases formales del lenguaje. Lo que los gramticos funcionalistas ponen en

    duda (con argumentos no suficientes, en mi opinin) es la existencia misma de

    una sintaxis autnoma.

  • 35

    A los que miran desde fuera el campo de la lingstica generativa les

    llama a veces la atencin el hecho de que las consideraciones ms profundas y

    los argumentos decisivos se planteen a partir de oraciones breves, austeras, y

    podra decirse que hasta ramplonas. Los gramticos que trabajan en esta teora

    usan sistemticamente tal tipo de datos en lugar de otros ms atractivos, como

    por ejemplo los que podran extraerse de un ensayo o de una obra literaria.

    Pero, visto en conjunto este apresurado repaso, ello es en realidad lo esperable,

    puesto que lo que se pretende es separar los principios "fsicos" de los que

    proporcionan los dems sistemas. Retomando la analoga de la arquitectura,

    introducida antes, el arquitecto que desee explicar por qu se mantiene en pie

    un edificio no necesitar nociones urbansticas ni sociolgicas ni estticas para

    exponer su argumentacin, sino ms bien principios estrictamente fsicos. Para

    hacerlo, le podra servir hasta el bloque de pisos ms anodino que pudiera

    imaginarse. Nadie deducira de ello que la arquitectura no es una de las Bellas

    Artes o que carece de una proyeccin social, o que se acta incorrectamente

    aislando los dems aspectos. Se dira probablemente que, en lo fundamental, las

    estructuras las aporta la fsica, y que los usos y las funciones los van introdu-

    ciendo la cultura y el entorno social.

    4. Conclusin

    La competencia gramatical representa el conocimiento interiorizado que

    el hablante tiene de su lengua. La concepcin racionalista del lenguaje en la que

    se ha introducido y desarrollado este concepto ha sido impulsada por Noam

    Chomsky y ha venido desarrollndose desde finales de los aos cincuenta. En

    la versin actual recibe el nombre de modelo de principios y parmetros. Sus

    fundamentos son los siguientes:

  • 36

    a) El lenguaje es un sistema interiorizado. Su conocimiento es el resultado de que

    aparezca articulado como un sistema computacional rico y complejo construido

    sobre una serie de principios formales que determinan un conjunto de repre-

    sentaciones de naturaleza mental. Estas representaciones mentales se corres-

    ponden con estructuras fnicas y tambin semnticas.

    b) La hiptesis ms fuerte de esta concepcin cartesiana del lenguaje afecta a la

    forma en que este conocimiento se adquiere: el punto de partida es un sistema

    abstracto que los humanos poseen de forma innata. El contacto con otros

    hablantes hace que el sistema "crezca", que se fijen las opciones paramtricas

    que posee (con lo que se regula y se restringe la variacin) y que alcance la

    "madurez" de forma parecida a como lo hacen los sistemas orgnicos. El sistema

    "crece" de forma sorprendentemente rpida ante muy pocos estmulos, incluso

    ante estmulos tan incompletos y deficientes como los que proporciona la

    comunicacin lingstica interpersonal cotidiana. Lgicamente, la lingstica se

    concibe en esta aproximacin como una rama de la psicologa cognoscitiva.

    c) El lenguaje no es un "sistema de aductos y eductos" (input-output system),

    frente a los sistemas de percepcin sensorial. As pues, no son necesarios

    estmulos externos para que los hablantes manifiesten sus pensamientos. Los

    principios formales que se articulan en la gramtica interiorizada no son

    resultado de las intenciones comunicativas de los hablantes.

    d) El lenguaje no es un sistema de hbitos ni de destrezas. Los principios

    fundamentales que configuran la competencia gramatical no se infieren tampo-

    co mediante recursos analgicos ni son comunes a los que subyacen a los

    sistemas sensoriales o motrices.

  • 37

    e) La teora de la competencia gramatical es la teora del lenguaje interiorizado.

    El lenguaje es a la vez un objeto natural y un objeto mental. Las representaciones

    mentales que constituyen la base de la gramtica forman parte del mundo

    fsico.

    f) Los principios gramaticales, abstractos pero sumamente especficos, se

    articulan en subteoras. Los hablantes los manejan y realizan rpidos cmputos

    mentales con ellos y establecen as la forma en que la gramtica determina el

    significado de las oraciones.

    g) Existen aspectos relevantes de la gramtica que corresponden a los usos del

    lenguaje ms que a las estructuras formales que lo sustentan, pero los principios

    discursivos o comunicativos que subyacen a tales aspectos, aun siendo reales,

    no contradicen ni anulan la existencia de un sistema formal autnomo.

    5. Gua bibliogrfica

    5.1. Introducciones generales a la lingstica generativa. Cabe mencionar en

    primer lugar las que no son demasiado tcnicas, pero a la vez son abarcadoras y

    pedaggicas, como Chomsky (1988a) y Otero (1984). El libro de J. Leiber (1975)

    es algo anticuado por la fecha de publicacin, pero Chomsky lo recomendaba

    hace aos como introduccin bsica ("It is the book that I would recommend to

    people who ask me what I'm up to"). Vase asimismo la primera parte de la

    reciente introduccin de Acero (1993). Son particularmente interesantes los

    libros de entrevistas a Chomsky, sobre todo si no se desea entrar en los detalles

    tcnicos, y en cambio se pretende obtener una idea general de su teora del

    lenguaje. Destaca entre todos ellos Chomsky (1988b), y a continuacin (ms

    tcnico en muchos aspectos), Chomsky (1982). Existen otras muchas intro-

  • 38

    ducciones a la gramtica generativa clsica, pero pocas, aparte de las citadas,

    reflejan el estado actual de la teora sin entrar en los aspectos ms tcnicos (para

    stos vase la seccin siguiente). El vol. 1 de la antologa de Newmeyer (1988),

    escrito por una destacada seleccin de especialistas, constituye una de las

    fuentes ms ricas y rigurosas de informacin. Recomiendo sin dudarlo los

    cuatro volmenes de que consta la obra, y en especial la cuidada versin

    espaola.

    5.2. Introducciones tcnicas al modelo de principios y parmetros. Se han

    publicado muchas en los ltimos aos. Entre las relativamente sencillas figuran

    Cook (1988) y Cowper (1992). Esta ltima algo menos sencilla, pero s simplifi-

    cada- y la primera parte de Chomsky (1986). Entre las que comparan el modelo

    de principios y parmetros con otras teoras formales de la sintaxis debe

    sealarse Horrocks (1987) y, en segundo lugar, Sells (1985). La introduccin ms

    pedaggica, y a la vez una de las ms detalladas, es Radford (1988). Las ms

    actualizadas son Haegeman (1991) y Freidin (1992). En cuanto al espaol, se

    pueden distinguir tambin las introducciones bsicas, como Hernanz y Brucart

    (1987), y las avanzadas, como Demonte (1989).

    5.3. Obras fundamentales en esta teora que tengan inters para la filosofa

    del lenguaje. Entre las obras del propio Chomsky cabe indicar aqu las que no

    son especialmente tcnicas. A las que indico en el 5.1 pueden aadirse

    Chomsky (1975) y (1980). En los trabajos de Jackendoff (1990, 1987, 1993) se

    expone detalladamente una teora componencial del lxico que se articula sobre

    una base componencial de tipo sintctico. Si el lector desea profundizar en la

    teora temtica, esencial sin duda para la relacin entre lxico y sintaxis, le

    recomendara las antologas de Roca (1992) y Wilkins (1988). Entre todas las

    numerosas antologas recientes sobre este modelo que pueden ser de inters

    para los filsofos del lenguaje, destacar, adems de las que sealo en el 5.4,

  • 39

    Kasher (1991), particularmente interesante para el concepto de forma lgica en la

    teora gramatical.

    5.4. Polmicas y debates. Crticas y rplicas de inters lingstico y filosfico.

    Despus de la clsica polmica Chomsky-Skinner, que no mencionar por su

    antigedad, el primer puesto de esta seccin lo debe ocupar por su inters,

    tanto para filsofos como para psiclogos y lingistas, el debate Chomksy-

    Piaget, que se reproduce en Piattelli-Palmarini (1989). Sobre la cuestin del

    indeterminismo, vase el debate Stich-Chomsky/Katz, reproducido en Sitch y

    otros (1978), as como parte de la antologa compilada por G. Harman (Harman

    1974). Esta antologa resulta til a pesar de que los aspectos formales de los

    anlisis sintcticos sean en la actualidad considerablemente diferentes. Una

    recopilacin de los argumentos clsicos contra la gramtica generativa por parte

    de varios filsofos del lenguaje (de orientacin empirista en su mayor parte) es

    la de Hook (1969), algunos de cuyos argumentos se reproducen bajo otras

    formas en la antologa de George (1989), publicada veinte aos despus. Otras

    crticas de inters para los filsofos del lenguaje se exponen en Matthews (1979),

    Sampson (1980) y Bunge (1983). En cuanto a las rplicas, vanse fundamental-

    mente las obras del propio Chomsky, en particular Chomsky (1975, 1980,

    1988b). Una buena rplica a las crticas a la gramtica generativa, sobre todo a

    las realizadas en Francia, se presenta en Pollock y Obenauer (1990).

    5.5. Panoramas sobre los estudios de gramtica generativa aplicados al

    espaol. Existen varios panoramas recientes sobre las aplicaciones al espaol

    del modelo de principios y parmetros. El lector encontrar abundante informa-

    cin sobre este punto en Suer (1989), Brucart (1992), Rivero (1991), Demonte

    (1993) y Bosque (1993).

  • 40

    5.6. Comparacin de las teoras gramaticales de base formal y de base funcio-

    nal. Para esta comparacin recomiendo fundamentalmente las obras de F.

    Newmeyer (1983, 1986, 1991, 1992), junto con el nmero 11 (1991) de la revista

    Language and Communication, en el que el propio Newmeyer debate con diecisis

    funcionalistas sobre la naturaleza autnoma o derivada de las unidades grama-

    ticales. El lector podr encontrar tambin una comparacin interesante de los

    principios formales y funcionales en Kuno y Takami (1993), donde se desarro-

    llan ideas de Kuno (1987). Para una exposicin somera, pero clara, de los

    fundamentos de cada teora, vase Droste y Joseph (1991).

    6. Referencias

    Acero, J.J. (1993), Lenguaje y filosofa, Octaedro, Barcelona.

    Bosque, I. (1993), "La gramtica generativa y los estudios de sintaxis espaola;

    breve estado de la cuestin", en prensa en las Actas del X Congreso de la Asocia-

    cin de Lingstica y Filologa de Amrica Latina, Universidad de Veracruz (Mxi-

    co).

    Brucart, J. M. (1992), "Gramtica generativa y gramtica del espaol": Verba

    (Santiago de Compostela) vol. 19 (en prensa).

    Bunge, M. (1983), Lingstica y Filosofa, Ariel, Barcelona.

    Cook, V.J. (1988), Chomsky's Universal Grammar, Basil Blackwell, Londres.

    Cowper, E. (1992), A Concise Introduction to Syntactic Theory, The University of

    Chicago Press, Chicago.

  • 41

    Chomsky, N. (1975), Reflections on Language, Pantheon Books, Nueva York.

    Versin espaola: Ariel, Barcelona, 1979.

    Chomsky, N. (1980), Rules and Representations, Columbia University Press,

    Nueva York. Versin espaola: Mxico, Fondo de Cultura, 1983.

    Chomsky, N. (1981), Lectures on Government and Binding, Foris, Dordrecht.

    32-33

    Chomsky, N. (1982), The Generative Enterprise, Foris, Dordrecht, 1982

    Chomsky, N. (1986), Knowledge of Language, Nueva York, Prager; versin

    espaola, Madrid, Alianza, 1989.

    Chomsky, N. (1988a), Language and Problems of Knowledge, MIT Press, Cambrid-

    ge, versin espaola: Visor, Madrid, 1989.

    Chomsky, N. (1988b), Language and Politics, editado por C. P. Otero, Black Rose

    Books, Montreal-Nueva York.

    Demonte, V. (1989), Teora sintctica. De las estructuras a la reccin, Madrid, Arco-

    Libros.

    Demonte, V., (1993), "Gramtica del espaol y gramtica universal: Perspectivas

    de un encuentro", en Cuadernos de lingstica (Instituto Universitario Ortega y

    Gasset), vol. 1.

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    Droste F. y J.E. Joseph eds. (1991), Linguistic Theory and Grammatical Descriptions,

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    Freidin, R. (1992), Foundations of Generative Syntax, MIT Press, Cambridge.

    George, A. ed. (1989), Reflections on Chomsky, Basil Blackwell, Londres.

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