Ill" LrBRO HI.
dar alguna idea aeerea de la historic de la civi-
Iizacion americana. En los Estados Unidos, al
oeste de los montes Alleganis, principalmente,
entre el Ohio y las grandes·lagullus del Canada,
se encuentran harto bastantcmente , cuando se
cava la tierra, fragmentos de loza pintnda mez.-
clados can hcrramientas en cobre. Estas mez-clas dcben sorprehendernos en un pais cuyos
naturales, en la primera lIegada de los Europeos ,
ignoraban el usa de los metales. En los bosques
de la America del sud, que se cxtienrlen desde
el ecuador hasta cl paralelo de So de Iatilud bo-
real. cs decir, desdc el pie de los Andes hasta
el Atlantico , se descuhre esta misrna loza pin-
tada en los lugares mas desiertos , pero solo csta
reunida :, pedazos de jade y a otras piedras du-
rns artistamente aguje1'cadas. Jarnas se han en-
co nt ra do alli herramientas ni adornos met alicos ,
no obstante saberse en las montafias del Iitoral ,
yen la espalda de las Cordilleras, rundirse el oro
y cl cobre , y mezclarse estc-ultirno metal con el
estaiio para hacer dc d iustr umentos cortantes.
c Cual es 1.1 causa de este contrastc entre ln zona
trir r idn y la zona temp.ada? Los incas del Pert',
CAPlTno XXI. I (t5
habian llevado SUS conquistas y SUS guerras dereligion hasta las orillas del Napo y del Ama-zona, en donde su lengua se habia propagadoen un pequeiio espacio de terreno; pero la ci-viJizacion de los Peruanos, de los hahitantesde Quito y de los Muiscas de la Nueva Granada.,parece 110 haber influido sensiblernente en elestado moral de los pueblos de la Guyana. Haymas; en la America del norte, entre el Ohio, el.Miamiy las lagunas , un pueblo desconocido ,que autores sisternaticos querrian hacer desccn-
der de los Toltecas y Aztecas, ha construido cntierra, y aun algunas veces en piedras despro-vistas de cimientos , paredes 6 rnuros de 10 [I
)5 pies de alto, y de '] 118,()00 de largo. Estas cir-
cunvalaciones problematicas contienen hasta'75 fanegas de terreno. En los llanos del Orinoco,como en los dell\Jarieta, del Miami y del Ohio, elcentro de una antigua civilizacion se encuentra aloeste en la espalda de las montafias, pero en elOriuoco y las comarcas entre este gran rio y elAmazona parecen DO haber sido jamas habita-das por pueblos, cuyas construcciones hayanresistido it las injuries del tiernpo. Aun cuando
III. 10
I{~G LTRRO VIr.
se encuenlrcn alii grabadas sobre las mas durasrocas figuras simbolicas , sin emhargo, al sud
del 8· de latitud , no se han descubierto hasta
ahora ni uimulos , ni circunvalacion , ni diques
de tierra parecidos a los que se ven mas al norte
en los llanos de Varinas y de Canagua. Tal as-cl contraste que se observa entre las partes
orientales de las rlos Americas, entre las que
se extienden de Ia :\Icsctil, del Cundinnmarca
y de las montanas de Caycna hacia el Atl anfico,
y las quc se prolongan desde los Andes de laNueva Espai~a hacia los montes Alleganis. Algu-
nos pueblos adelantados en la civilizacion , cuyosycstigios descubrimos en las orillas dellago Te-
guyo . y en las casas grarules del rio Gila, han
podido enviar algunas trihus hacia cl este , en
]05 campos abiertos del lUis uri y del Ohio,
. rlonde reina un clima poco diferente del Nuevo)\1{'jico ; pero ell la America meridional, donde
cl gran flu]o de los pueblos ha contiauado del
norte al sud, los que gozaban hacia largo tiern-
po de una suave temperatura a espaldas de las
Cordilleras cquinocciales, han tcmido sin duda
bajar a UIl3S lIanurasardientcs, pobladas de bos-
CAPITULO XXI. I/~i
ques c Inundadas con las crccidas pcriodicas de
los r ios, Se concibe como, bajo la zona torrida ,
In fuerza de In vegetacion, la naturale-a del
suelo y del clirna han embarazado a los indigenas
en sus emigraciones pOl' bandas DumerOS3S, irn-
pedido 105 establecimienlos que exigen un vasto
espacio y perpcrunrlo la rniser ia y el embrute-
cimlento de las orillas aisladas.
En nucstros dias la debil civilizacion introdu-
cida par los frailcs siguc una martha retr6gaada.
El padre Gili cuenta que, cuando lu expcdi-
cion de los Ilrnites , Ia agricultura eomenzaba ;l
haeer progrcsos en las riberas del Orinoco. en
donde el ganado, y particularrnente las cabras,
se habian multiplicado singularrnento en Mai-
pures. Nosotr os ya no homos eneontrado en
esta mision , ni en ningun otro pueblo del Ori-
naco, vestigio alguno de gan3do ; las cabras han
side comidas par los tigres • y solo los pucrcos
nrgros y hlancos (estos ultirnos se Ilaman plle1'.
cos [ramcescs , porque se les cree venidos de las
Antillas) han resistido :1 );JS persccuciones de
las ficras. Vimos can gr;Jnuc interes , al rededor
de las cabanas de los Indios, guacamnyas 0
10'
1.IBRO AII.
arns dorncsticas que volaban en los campos, como
nuestras palomas,que componen la mayor s mas
m'l!:)llifica especic de papagayo que homos cncon-trado en nucstros viages, la cual se llama cahueiytieue inclusa , can Ia cola, dos pies y Ires pulga-
das de largo, y que igualmente la hemos obser-vado en las orillas del Atobapo , del Temi y del
Hio Negro. La carne del calvuei que se come
frecuentemente es negra y un poco dura. Estas
guacamaj'as (; aras , cuyo plumage brilla con
los mas vivos colores de purpura, de azul y de
pajizo hacen un gran adorno en los corrales in-
dios , y no ceden en hcrmosura it los pavo5
reales , a los faisanes dorados, a Jos pauxis ni alas alectorcs 6 pauas de monte y quaciiaracas.EI usa de erial' los papagayos, pajarcs de una
familia tan difcrcntc de las galinaeeas, habiachocado ya a Cristobal CoJomb, quien, cuando ladescubierta de la America, habia visto en las
islas Antillas , en vez de gallinas, aras 6 grandes
papagayos que servian de alimenlo a los na-
turales.
Al redcdor de la pequciia "ilia de l\1aipures
vegela un magnifico arhat de mas de 60 pies de
cxr irur,o XXI. l~galtura, que los colones Haman (i'rho! <.> [rwtu.del burro. Esta es una nueva especie de uuona
que tiene cI porte de la uoaria zeyianica de
Aubletj y que yo habia Hamada en otro tiempo
uvaria fehrl'fuga; sus ramas son derechas y se
clevan ell pirarnide casi como las del alamo del
Misisipi , falsamente llamado alamo ISchopo de
Italia. Este arbol es celebre a causa del uso que
se hace de sus aromaticas frutas , cuya infusion
cs Ull poderoso febrifugo. Los pobres misionc-
I'OS del Orinoco, que durante una gran parte
del ario sufren de terciauas , no via jan sin Jle-
var consigo un saquito Ilene de las [ruta« del
Inl1'ro. Ya he nota do en otra parte que bajo los
trupicos se prefiere generalmente el usa de los
aromas, pOl' ejemplo el cafe fuerte , el croton
cascarilla, 0 los pericarpos de nuestra unonaxy-lopioides, a las cort ezas astringentes del chin-chona y del bon.plan dia tri'[otiata , que es la
quinadelaAngostura.El pueblo americano ticne
las mas inveterad.is prcocupaciones contra cl
usa de ld~ difercntes espccies de quina, y cl1lJISmo pais en que este precioso remedio se-
cria trat« de cottar las c.ilenturas COil infusio-
150 HERO VIr.
nes de scoparia dulcie y Iirnouadas calientes,
prepara das con azucar y limon silvestre , cuya.
corteza es tan aceitosa como ar omatica.
Aunque cl tiempo no me fue nada favorable
para las observacioues astronomicas , obtuve
sin embargo el 20 de abril una buena serie de
alturas eorrespondientes del sol, segun las cua-
lcs el croriornetro di o 70° 37' 33" poria longi-
tud de In mision de Maipures; se hallo la latitud
pOl' una estrella ~bser:vada al norte de 5° lS'57'/' ~Ie sera dificil dcscribir cuantas pen as ytormentas han costarlo est as observaciones de
neche. En ninguna otra parte era mas densa Ianube de mosquitos, que formaba a algunos
pies del suelo un estrate particular y se espesaba
a medida que se aproxirnaba la luz para alum-
brar el horizonte ar-tiflcial. La mayor parte de
los habitantes de "Uaipures dejan el pueblo para
ir <i dormir it los islotes , en ruedio de las cata-
ratas , donde es mas pequeiio cl numero de in-
seetos; y otros hacen hogueras de malezas en
sus cabafias y ticnden sus hamacas CD medio del
humo. El terrn ornetr o se sostcnia de noehe de
~7 ;1 29" y dc dia a :50.
C~PITVLO XXI,
Despues de haber pasado dos dias y media en
cl pueblo de Maipurcs, en las orillas de la gran
catarata superior, nos embarcamos e121 de abril
a las dos de la tarde en Ia misma piragua que
ci misionero de Carichana nos habia cedido.
Esta habia sufrido mucho pOl' los cheques con-
tra los escollos y pOl' In indolencia de los pi-
lotos indios; pero mayores peligros la espera-
ban aun. Deblasela ar rastrar pOl' tierra pOl'
n~_edio de un istrno de 36,000 pies desde el riCf
Tuamini al Rio Negro I hacerla subir pOl' el
Casiquiare al Orinoco, y volvcr a pasar. olra vezlos dos raiulaies, Exarninamos el fondo y bor-
des de Ia piragua , y Ia j uzgamos bastante fuerte
para resistir aun [, este largo viage. Cuando sc
ha pasado .las grandes cataratas se cree haber
entrado en un nuevo mundo , y haber fran-
queado la barrera que la oaturaleza parece ha-
bel' elevado entre los raises civilizados de Incosta y las comarcas salvages y desconocidas
tiel interior.
Yendo al embarcadero, cogimos en un arhol
de hcvea ' uua nueva especie de reneta , nota-
, Uno de los arboles c~Y,llcche produce el eautcl.uc.
LIBRa VII.
LIe pOl' sus herrnosos colo res ; tenia cl vientreamarillo, el lomo y Ia cabeza de un bello color-purpura veludada : una sob faja blanca atrave-saba el cuerpo desde In pun ta del hocieo hasta lasextremidades posteriores. Era una ranilla de dospulgadas de largo, vecina de esta ?'ana tincto-?'ia, Clip sangre Ul 10 que se asegura) imprc-gnada en la piel de los papagayos, en los lu-sares en que la han arraucado las plumas. hacesalir las nuevas plumas to.pireadas , amarillas
o encarnadas.
Reuniendo en cl valle de Keri, por un canal
de der ivacion , los pcquerio s rios Camaji y To-para, podria haeerse supcrfluo el paso de las
I'
piraguas pOl' media de los raudales. La catarata
de Maipures, presenta, por Ta naturaleza delsuelo que la rodea , facilidades al cfecto que scLuscarian en vano en Atures. El ea nal tendria
2,850 6 1,560 toesas de largo, scgun se quisiesc
comcnzar cerca de las embocaduras de los dos
pcqueiios rios , <> mas inmediato al nacimiento
de ellos. El declive 6 pendiente general del tcr-
reno parece incliuado de 6 a 7 toesas del S. S. E.
al N. N. 0., y el suelo delvalle de Keri CSl[1 cute-
CAPiTULO XXI. 153ramenle lisa, a excepcion de un pequeiia cer-
rito, ULinea decurnbrecitas, que separa, sabre el
parnlelo de Ia iglesia de Maipures, los dos afluen-
tes opuestos en su curso. La ejecucion de esteproyecto seria muy poco costosa estando for-
mado el istmo en gran parte par un terreno dealuvion. Este canal, cuya anchura no deberia
exceder de 1a pies, pod ria ser mirada como un
braze navegable del Orinoco; el cual no exigiria
la construccionde ninguna esclusa, ni los barcos
que so dirigen hacia el alto Orinoco serian
maltratados , como sucede hoy, par el cheque 0rozamiento contra las rocas asperas y escabro sas
del1'audal, espiaudolos 0 halandolos par me-dio de un cabo tendido poria proa, y evitan-
dose par este media una perdida considerable
de tiempo que se gasta en descargar los generos.
Embarcados en eJ Puerto de arriba, pasa-
mas, aunque can trabajo , el raudal de Camaji ,
paso que es tenido pOl' peligroso cuando las
aguas estan elevadas. AI afro Indo del raudal
encontramos Ia superficie del rio tan lisa comoun hiclo : hivaqueamos en una isla periascosa ,
Hamada Piedn:« Raton, que tiene cerca de trcs
tIBRO '-II;
cuartos de legua de largo, y que ofrece aqueti
aspecto extraordinario de una vegetacion na-ciente y aquellos grupos de arbustos esparcidos
en un suelo llano y pedregoso , de que hernos-
hablado muchas veces. Hice alli muchas obser-vaciones de eslrellas durante la noche , y en-
contrc Ia latitud de esta isla de 5° !{ Y 31", y su.
longitud de 'joG 37", EI rio me ofrecia Ins ima-
genes de 105 astros pOl' reflexion; yaun cuando
nos encontd.bamos en medic del Orinoco. lu
plaga de los mosquitos era tan espesa que no-
tuve paciencia para calar el horizontc artificial.
Partirnos de alii el 22 de abril , hora y media
antes de salir el sol : Ia manana estaba hu-rncda , pero deliciosa. Ni un 5010 pelo de aire
se seutia , pues que al sud de A.tures y de Mai-
pures reina una perpetua cal rna : y en las or-illas
del Rio Negro, del Casiquiare , al pie del cerro
Duida , y en la mision de Santa Barbara. [amas
hernos oido este temblor 0 estremecimiento de
las hojas que produce un encanto particular enlos dimas ardientes. Las torLuosidadcs de los
rios , cl abrigo de las moutafias , la grande es-
pcsura de los bosqucs y las Iluvias , que casi con-
CAPiTULO XXI. 155tinuamente reinan a uno 6 dos grados de lati-
tu d al norte del ecuador, contribuyen sin dud a
mucho a cste fcnorneno que es particular it lasmisiones del Orinoco.
En cl aire fijo del alto Orinoco, las afini-
dades quimicas obran mas poderosamcnte, y
se forman en el miasmas malsauos. La insalu-
hr idad del clirnaseria la misma en las orillas
arboleadas del Amazona, si esle rio, dirigido
como cl 1'\iger del oeste al este , no siguiese en
su prodrgiosa Jargura una misma dircccion ,
que es Ia de los vientos alisios. EI valle del Ama-
zona solo esta cerrado en la extremidad occi-
dental que se aproxima a la Cordillera de los
Andes; y hacia el este , doude la brisa del mar
llega hasta cl nuevo contincnte, el litoral ape-
nas est a elevado algunos pies sabre el nivcl del
Atlantico. EI alto Orinoco corre primeramenle
del cste al oeste), y despues del norte al sud;
pero donde su curso es casi igual al del Ama-zo na , un pais extremadarnecte montuoso , elgrupo de las montaiias de la Parirna y de las
~ Pi opiamen te del E. S. E. al 0.1'1-.O.
156.
LIDRO HI.
Guyanas holandesa y [rancesa , le separan del·
Atlantico e irnpiden al vicnto de rotacion que
Ilcgue a la Esmeralda; este viento no comienza :tscntirse con fuerza sino desde cl confluentc del
Apure, en que el bajo Orinoco se dirigc , deloeste al cste , a una Ilanura abierta del Iado del
Atlantico , y de aqui resulta que el c1ima de esta
parle del rio es menos mal sano que cl del alto
Orinoco,
A seis millas de di stancia de I" isla de Piedrc:Raton, pasarnos al principio al es te de la em-bocadura del rio Sipapo , que los Indios llaman
Tipapu , y despues al oeste de la emb ocadura
del rio Vichada , cerca del cual algunas rocas ,
cnteramcnte cubiertas pOl' las aguas , formanu na pequefia cascada 0 un raudalito. EI rio Si-
papa viene de una cadena de montaiias bastantcconsiderables. Despues del pico que se eleva
sobre la mision dc la Esmeralda, los cer ros deSipapo me han parccido los mas altos de tod i 1.1Cordillera dc la Parima; los cualcs forman una
muralla de rocas que sc exticnd en hasto cl llauo ,
y cuya crcsta , dirigida del S. S. E. al 1\ . .\. 0.,csia rccortada.
c.tpITULO XXI. is')
Detras de cstas montaiias del Sipapo es dondeCrucero, gefe poderoso de los Guaipunabis, tuvosu habitacion durante largo ticmpo, despuesde haber dejado con su horda guerrera losllanos entre cl rio Inirida y el Chamochiquiui.Nos han asegurado los Indios que los bosquesque cubren al Sipapo abundan en oelvuco deMaym1u'e,:queesuna enredadera celebre entrelos indigenes que la emplean en hacer canas-tillos , costas y esteras , pero estos bosques SOil
enteramente desconocidos.Desernbarcamos en In embocadura del rio
Vichada 6 Visata para examiner las plantas deaquella comarca, la cual forma una posicionmuy extraordinaria , pues que el bosque es poco
espeso, y una innumerable cantidad de peque-
fias rocas se extienden en clllano y forman ma-cizos prismaticos, pilares en ruina, y torrecillas
aisladas de 15 i 20 pies de alto. En el confluentedel Vichada las rocas de granito, y 10 que esmas notable todavia , el mismo sueIo, estan cu-
biertas de musgos y de liquenes , sieudo estosultirnos del porte de la dadonia pyxitla{a ydel lichen 'j·(t1t.gi{e1·inus, tan comunes en el
158 LlBRO VII.
norte de Europa; nos costaba mucho persua-dirnos estuvicsernos eIevados 100 tocsas it 10 me-
nos sabre el nivel del Oceano, {l 5° de la titud ,
y en el centro de est a zona torrida , que durante
tanto tiempo se ha creido desnuda de plantas
criptogamas. Ileflexionabamos sobre 10 poco
que habia llovido hasta entonces, y nos adrnir.i-
bamos del hermoso verdor de aquellos bosques.
Esta circunstancia caracteriza el valle del alto
Orinoco; en Ia costa de Caracas y en los llanosse despojan los arboles de sus bojas en invier-
no, y el suelo solo ofrccc alii una yerba ama-
rillcn ta y seen.
En este mismo sitio tan pintorcsco , dC5CU-
brio M. Bonpland muchos troneos del la.u-rus cinmamomoides ~ especie de canela muy
arom6.tica,conoeida en el Orinoco con cl nom-
bre de uavim acu. y de canetiiia, Esta preeiosa
produccion se encuentra tambien en cl valle
del rio Caura , cerca de la Esmeralda \' al estcJ
de las grandes cataratas. Parece que el padre
jcsuita, Francisco del Ohno , ha sido cl primero
que ha descubierto la cancl.lla en el pais dc los
Piaroas, ccrea del nacimiento del Catnninpo. El
CUiTULO X"iJ. 159\
rnlsionero Gili , qne no ha llegndo hasta las re-
giones que describe en este momenta, parecc
confundir el oarimacu. 0 9uarimacu con la
111yristica6 arbol de la nuez muscada de Ame-rica. Estas cortezas y estas frutas aromaticas , lacanela , la nuez muscada , el myrtus pimentay c1 Laurus pucheri , se hubieran hecho ob]e-
tos importantes de eomercio, si In Europa, al
ticmpo del dcscubrimiento del nuevo mundo
no hubiese estado ya acostumbrada a las espe-
cias y a los aromas de la India. La canela del
'Orinoco y la de las misiones Anuaquies, cuya
-cultura ha sirlo introducida por M. ~Iutis en In
Uariquita " son sin embargo menos arornaticas
que Ia canela de Ceylan , y 10 seria mucho me-
nos aun, si estuviesen secas y preparadas por
operaciones igualwen te parecidas.
EI rio Vichada, que tiene un pequeiio raudalell su eonfluente con elOrinoco, me ha parecido,
.despues dell\Ieta y Guaviare, el mas considera-
hIe de los rios, que Began del oeste, y sobre el
·eual ningun Europeo ha navegado haee mas de
, Ciudad de la Nueva Grannda al oeste de Honda.
160 LIBRO vrr.
cuarenta alios. El padre Gumilla nos ha censer-vado el nombre de muchos jesuitas alemanes yespanoles que, en 1734, perecieron victirnas de5U zelo para Ia religion, it manos de los Caribes,en las orillas hoy dia desiertas de este rio.
Bivaqueamos en la playa del Orinoco, en laembocadura del Zama, rio muy considerable,tan desconocido como cl Yichada y euyas aguas
son negras.Nadie conoce cl vasto terreno que se extiende
entre ell\leta, el Vichada y cl Guaviare a unaIegua de distancia de Ia orilla , el cual se creehabitado par Indios salvages de Ia tribu de losChiricoas, que felizmente no coostruyen canoas.Cuando los Caribes y sus enemigos los Cafres
recorrian estas regiones con sus flotillas de al-madias y piraguas, huhiera side irnprudeute
pasar Ia noche cerea de la embocadura de un rio
procedente del oeste; pero hoy dia que los pc-queries establecimientos han alejado a los Indios
independientes de las orillas del alto Orino-
co, la soledad de eslas rcgiones es tal que de
Carichana a Javita I y de In Esmeralda :i San
Fernando de Atabapo , cn una navegacion de
CAPiTULO XXI.
180 leguas, no encontramos un solo barco.En la ernbocadura del rio Zama, entrarnos
en un sistema de rios que merece mucha aten-cion. El Zarna , el Mataveni , el Atabapo .• el Tua-mini, el Tcmi y el Guainia, tienen aguas ne-gras; es dccir, que sus nguas vistas en grandesmasas parecen obscuras como el cafe 0 de un
negro verdoso, pero que sin embargo son lasaguas mas hermosas , mas clar as y mas agrada-bles al gusto. Ya he dicho arriba que los co-codrilos , y si no los eancudos a 10 menos losmosquitos ,huyen bastante gcneralmente delas aguas negras. Las del Mataveni exam inadas
en un vasa son bastante blancas, .y las del Ata-bapo conservan un ligero tinte amarillenlo obs-curo , pero cuando el: mas leve viento agita lasuperficie de estos 'rios negros las aguas pare-
, cen de un verde claro, como las de las 1agunasde la Suiza ; mas las del Zama, del Atabapo, ydel Guainia son casi enteramente negras. Estosfenomenos son tan chocantcs que los Indios dis-tinguen por todas partes las aguns negras yblancas. Las primeras me han servido muchas
. veces de horizonte artificial. pues que elias re-
III. I I
rG2 r mno VIT.
flejnu In imagen de los astros con tina lim-.plcza admirnhle, Las aguas negras y blancas cs-
t an tan extr aordinariamente mezcladas en los
bosques y en las savanas, que no se sabe a que
debe atribuirse la causa de su coloracion. EI Ca-
siquiare, que desagua en el Rio Negro, tienc las
agnas blancas como el Orin:co de donde sale.
De los dos afluentes del Casiquiare , a saber, el
Siapa y cl Pacimcni, que estau muy iumediatos,
-cl uno es blanco y cl otro negro.
A las tres de fa manana del 23 de abril sali-
mos de la ombocadura del rio Zama , cuyas
milrgenes estan cubicrtas de un ('speso bosque;
pnsamos dcsde luego la emboeadura del ~Iata·
von i y un rslot e , de una forma muy ex tracrdi-
naria que consiste en una roca granitica, cua-
drada , que, a manera de un cofre , se eleva en
medic de las aguas y que los misioncros llaman
El CastiUito. Unas fajas negras parecian indicar
que las altas crecidas del Orinoco no excedian
en estc punto de ocho pies y que las grandes
crccidas observadas mas abajo son debidas a los
alluentes que descrnbocan al norte de los "au-dates de Atures y Maipurcs. Pa~amos la noche
c.IPiTLLO xxr.
en ln orilla dcrecha cnfrcntc de las hocus delrio Siucurivapu , eerea de una roea HamadaAricagua. en donde una inmensa cantldad eremurcielagos snlieron de las grletas y hendidu-ras de la roca y se cernieron al redcdor de nues-
tras harnacas, Ya he halilado en otro parage delrna I que hacen estes ani males en los rebafios ;SIl numcro aurnenta cousidcrablemente en Josafios de sequedad '.
Una copiosa lluvia tlOS oblig6 a reunirnos itnuestro piragua en la mafiana del 24 de abril,
y partir fl las des de la mariana d espues de ha-ber perdido algunos libros, que no pudimos
hallar en Ia obscuridad de la noche sobre la roeade Arieagua; pasamos las cmbocaduras del Uca-
ta , del Arapa , y del Caranaveni , y a las cua-
Iro de la tarde desembarcamos en los conucosde Sif{'l.tita, plantacioncs de los Indios de la
mision de San Fernando. Estas buenas genIesquisieron detenernos en su casa , pero conti-
• En el Brasil, en la provincia del Cinra, causan tales es-
traeos los murcielaaos entre las vacas , que reducen a algn-o "
1I0S ricos renteros al estado de In indigrneia i Corogr. bras. ,
10m. II, raG" 224).•J I
164 LIBRO VII.
nuarnos subiendo contra la corriente, que erade cinco pies por segundo. Entramos , en unanoche obscura , en la embocadura de) Guaviare,pasamos e1 puente en que el rio Atabapo seune al Guaviare, y Ilegamos i la mision despuesde media noche; fuimos hospedados como siern-
pre en el convento , es decir, en la casa del mi-sionero, que, muy sorprehendido de nuestrainesperada visita , nos acogio con la mas amis-
tosa hospitalidad.