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Ilustración militar, La (Madrid) 19100430 - EducaMadrid · general Militar. — Los moros del Rif...

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Núm. 128 "i En el campamenío de los Alijares: Un asalío á floreíe. Madmd, 30 de flbml de 1910
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Núm. 128

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En el campamenío de los Alijares: Un asalío á floreíe.

Madmd, 30 de flbml de 1910

114 ILUSTRACIÓN MILITAR

S TJ D̂ /̂l:-A. K / 1 0 TEXTO.—Crónica quincenal.—Reformas militares.—El patriotismo.—El Teni ente Coronel de Infantería D. Manuei Suárez Valdés.—En honor del

Coronel Cavalcanti.—Efeméride militar notable de la quincena: Acción de la Cruz (Venezuela).—Más vale tarde que nunca.—Posesiones es­pañolas en África (conclusión).—De «Re marítima».—Del Extranjero.—El nuevo «Cuadro de Inutilidades» que regula el ingreso en el Ejército español y acompaña al Proyecto de ley de Reclutamiento de 1909, por el Médico de S. M. Doctor D. A. Morales (conclusión).

FOTOkGRABADOS.—En el campamento de los Alijares: Un asalto á florete.—En el campamento de los Alijares: Familias de los aíumnos visitando á sus hijos y deudos. En este grupo se hallan las señoras del Coronel director del Colegio de Huérfanos de Infantería, Sr. Aguado, y del Co­mandante profesor que ha sido de la Academia, Sr. Letamendia.—En el campamento de los Alijares: Profesores de ía Academia y periodis­tas de Madrid.—Campamento de los Alijares: Grupo de alumnos que ocupan la misma tienda en que se aloja el de primer año, Sr. Montilla, hijo del propietario de esta revista.—En el campamento de los Alijares: Grupo formado por Profesores y alumnos que fueron dé la Academia general Militar. — Los moros del Rif condecorados por su adhesión á España, que han permanecido algunos días en Madrid, en el banquete con que fueron obsequiados por el General Tovar. — En el mismo tren en que fueron los periodistas militares al campamento de los Alijares iban á la Imperial ciudad, en prácticas escolares, la ilustre directora de la Normal de Maestras, de esta corte. Doña Carmen Rojo, y algunas de sus bellísimas alumnas. Nuestro fotograbado representa á tan interesante grupo en el coche del ferrocarril.—El Comandante D ' juan Gar­cía Carrasco, cadete de Infantería en el año 1874, y actual Gobernador militar de la Restinga.—Honras fúnebres celebradas en Toledo por el eterno descanso del Teniente de ingenieros Sr. Larrea, ahogado en el Tajo. Los alumnos de la Academia de Infantería oyendo misa en el Pi­cadero de la Academia. — En la Restinga: El General Larrea, Comandante Carrasco, Oficialidad de la guarnición y moros leales á España.— En la Restinga: El General Larrea revistando á la policía indígena.

CHÓNICñ QUl]MCEHALi lia InstfUseión tnllitap.— lio de Ceuta.—El eampatnento de los HlíjaBes.

<vDiario Oficial del Ministerio de la Guerra ha pu­blicado una Real orden-circular referente á la edu­

cación que ha de recibir nuestro soldado mientras per­manezca en las filas activas del EjéiCito.

La soberana disposición ha sido recibida con general aplauso, y es el resultado de una de las muchas y fructí­feras iniciativas del actual Ministro, siempre incansable cuando se trata de elevar el nivel intelectual del elemento armado de su patria, al que sin solución de continuidad ha consagrado toda una vida de amores y de solícitos cui­dados. Dicha Real orden circular ha satisfecho las aspira­ciones de quienes creen, con razón, es el Ejército no sólo el brazo armado del país, pronto á esgrimirse cuando de su honor, integridad ó paz pública se trate, sino también su principal elemento educador y espejo fiel en que han de reflejarse sus virtudes.

La difusión de sus individualidades, una vez cumpli­dos SUS compromisos militares, por ciudades, pueblos y aldeas, ha de llevar á la masa del ciudadano español la buena semilla que cultivaron en los cuarteles; y fuerte, lozana y vigorosa, destruirá los tizones de la indiferen­cia que hoy desdichadamente arraigan en alguna clase social de nuestra Patria, merced á los egoísmos de escue­la, por los achaques de la ignorancia, ó lo que es peor por efecto de predicaciones insensatas que tienden á ex­tirpar del alma del pueblo sentimientos é ideales cuya posesión le hizo ser siempre grande, noble y poderoso.

Nada más acertado que estimular el patriotismo de nuestro ciudadano con el conocimiento de los hechos su­blimes que á España y á su Ejército dieron gloria > fama, pues que de este modo se purifica el ambiente nacional de esos miasmas con que lo pretenden envenenar gentes mal dispuestas con lo que supone altruismo de ideas, unidad de miras y percepción de virtudes que conduz­can al punto del sacrificio por el bien común.

Por esto es de encomiar cuanto contribuya á fortificar el sentimiento del amor á la Patria y sus instituciones ar­madas, ideales supremos para cuyo puro mantenimiento hemos de contribuir los obligados á ello, en la medida de nuestro mayor esfuerzo, y á buen seguro que nuestra dig­na y abnegada Oficialidad cooperará con su ilustración, sus cada vez más crecientes entusiasmos y su nunca de­caído celo á que copiosamente fructifique la feliz idea del señor General Aznar, quien ha satisfecho las aspiraciones de quienes, celosos del bien de su Patria y de su Ejército, sueñan siempre con todo aquello que pueda hacerla vol­ver á sus pasadas y gloriosas épocas de supremo poderío y esplendor. ' ; ' • '

* * •«

Espíritus mal dispuestos con los intereses que princi­palmente afectan á nuestra Nación en el vecino Imperio de Marruecos, han laborado de tal modo, que nos han ofre­cido á los ojos de la Europa como decididos á atentar á la integridad de aquél.

Y el resultado ha sido que, prendiendo el recelo en la Junta internacional de obras públicas de Tánger, ésta ha puesto el veto á la construcción por España de la carre-terra de Ceuta á Tetuán.

Cierto es, que la resolución adoptada por esa Junta in­ternacional, no puede de ninguna de las maneras consi­derarse como definitiva, y aun la Diplomacia no ha dicta­do la última palabra sobre el asunto; pero no es preciso ser muy lince, para ver claro en el fondo de la cuestión, y habremos de convencernos, que pese á los Tratados ó Convenios públicos y secretos y á los alardes exteriores de amistad de que se nos hace objeto y que no pecan de sinceros, pueblos que, como el nuestro, lo desa.stroso de su política le conduce al estado de debilidad que hace si­glos nos caracteriza, no pueden aspirar sino á la recogida de las migajas que se dignen ofrecernos del festín de sus egoístas ambiciones, los poderosos que ejercen una omi­nosa dictadura. Fuese Francia quien hubiera tenido nece­sidad de construir esa carretera para facilitar el comercio de una ciudad suya como Ceuta, y hace mucho tiempo que esa obra estaría terminada y aun ocupado sus tropas á Tetuán como lo está por ellas actualmente y con menor motivo Uxda y Casablanca.

Pero ya se ve, España no dispone de potentes flotas, de Ejércitos numerosos y del numerario suficiente para crear estos elementos de fuerza, únicos que dan la razón á los pueblos cuando la tienen ó no la tienen, y España, ahora, como antes cuando la campaña de África del 59-60, ha de supeditarse á la voluntad del más fuerte, á pesar de sus derechos y de las zonas de su influencia que hu­bieron de concederla los mismos que hoy ponen obstácu­los á que la ejerza en el grado que reclama las universa­les leyes del progreso y los beneficios de la civilización.

Y Ceuta, á no impedirlo la saludable energía de nues­tros Gobiernos, continuará viviendo ahogada por las emi­nencias de Sierra-Bullones, ylos productos que concurran á los muelles de su puerto franco serán consumidos por las tropas que la guarnecen, y resultarán inútiles los sa­crificios que nos impongamos para conseguir la expan­sión pacífica de que precisa nuestra empobrecida Indus­tria, Agricultura y Comercio, y otros monopolizarán, á nuestra vista, lo que por derecho secular nos corresponde^ y sólo nos será permitido, si acaso, roer un hueso cual el de Melilla, y esto en el supuesto de que piltrafas como

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EN EL CAMPAMENTO DE LOS ALIJARES: FAMILIAS DE LOS ALUMNOS VISITANDO Á SUS HIJOS Y DEUDOS. EN ESTE QRUPO SE HALLAN LAS SEÑORAS

DEL CORONEL DIRECTOR DEL COLEGIO DE HUÉRFANOS DE INFANTERÍA, SR. AGUADO, Y DEL COMANDANTE PROFESOR QUE HA SIDO DE LA ACA­

DEMIA, SR- LETAMENDiA

las minas de Tres Forcas ó del monte Uisán no despier­te la codicia de nuestros amigos, y nos las dispute lo in­saciable de su voracidad.

* * *

Con liarte sentimiento mío, y por impedido pertinaz •dolencia, hube de contentarme en este año con las ganas de visitar á la Academia de Infantería, en sus prácticas del campamento de los Alijares.

Allá fueron en animado grupo los redactores de los periódicos militares que iiacen la información de Guerra, entre los que se destacaban como personalidades de lar­ga, gruesa y reducida magnitud, figuras tan simpáticas y competentes como los amigos Montilla, Malilla y Gistau.

De los agasajos que recibieron por parte del ilustrado profesorado que tan dignamente dirige el Coronel D.José Villalba, en quien se hermana lo sobresaliente de sus ido­neidades con el ardor inestinguible de sus entusiasmos

EN EL CAMPAMENTO DE LOS ALIJARES: PROFESORES DE LA ACADEMIA Y PERIODISTAS DE MADRID

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no he de hablar, porque conocida es la proverbial galan­tería de la Academia con los huéspedes que se honran con pasar unas cuantas horas, muy cortas siempre, en la casa solariega de nuestra gloriosa Infantería.

Lo que vieron, daría motivo para llenar las columnas de esta Revista, y aun resultaría corto el espacio de todas ellas para reseñar muy á la ligera lo mucho y bueno que produce la intelectualidad y experiencia del docto perso­nal á cuyo cargo corre la educación militar de los futuros Oficiales de la siempre heroica Valerosa del Ejército es­pañol.

Por lo pronto, pudieron observar la primordial impor­tancia que se concede al desarrollo físico de aquella en­tusiasta juventud, hábilmente entrenada en todo género de sports, entre los que sobresalen los ejercicios gimnás­ticos, la esgrima, el salto, la carrera y la equitación, con lo que se consigue, además de contrarrestar el desgaste del estudio por las energías que se adquieren con las ac­tividades de la materia, endurecer sus organismos á fin de que victoriosamente resistan las fatigas de la profesión, y ofrecer un alto ejemplo de resistencia y evidentes prue­bas de superioridad á los hombres que han de preparar para la guerra.

Y pudieron también observar, el incesante progreso de aquel Centro docente militar en el que hallan cabida to­dos los adelantos profesionales, y en el que se abordan, estudian y resuelven los problemas que se derivan de las enseñanzas de las modernísimas campañas, así nacionales camo extranjeras, y sin que pase desarpecibido el más insignificante factor, que todos aprovechan para el mejor cumplimiento de la misión que la Patria confía á la bon­dad de su elemento armado.

Los elementos que apronta la ciencia para la prepara­ción y el momento del combate; la organización adecuada

de las fuerzas que se disponen para la lucha; el aprove­chamiento del terreno para obtener condiciones de supe­rioridad; el conocimiento de las armas hasta el más abso­luto dominio del efecto de ellas, todo es allí familiar para el cadete, quien educado en el puro y severo ambiente de la obediencia y la disciplina, saturado de los austeros deberes que es llamado á cumplir, y poseído del ardiente entusiasmo que conduce á las más admirables abnega­ciones y heroísmos, testimonia en sí, la fructuosa labor á que se entregan capacidades tan reconocidas como las que distinguen á infantes tan ilustres y estudiosos como los Alejandro Dema, Hilario González, los Gómez de Sa-lazar. Montero, Calero, Casademunt, Cebrián, Antonio García Pérez, Anguiano, García Selva, Malagón, García Alvarez, Benito Ruiz y otros muchos que siento no recor­dar, y á los cuales debe la Infantería, el Ejército y la Pa­tria profunda gratitud por los beneficios que cosecha en el campo de sus envidiables aptitudes y de sus incansa­bles actividades.

El campamento de los Alijares, es una gallarda prueba de las múltiples energías que integran á la Academia de Infantería; la exposición de los productos que se obtienen en las aulas del imperial alcázar; el feliz remate de la tarea, que así profesores como alumnos se impusieron, y cuya finalidad no es otra, que llegar al pináculo de la perfec­ción, en el modo de ser del infante español, para acrecen­tar las glorias que inmarcesible fama le dieron en Italia, Flandes, Francia, África, América, y en todos los puntos á que llevó sus armas siempre victoriosas.

Como final de las prácticas de la Academia, en las que no han escaseado instructivos alardes de todo género y propios de la guerra, figuran, en el bien dispuesto progra­ma, una marcha á El Escorial, en cuyas etapas adoptarán ios dos batallones, que constituyen la marcial columna, to-

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SN EL CAMPAMKNTO DE LOS ALIJARES: GRUPO DE ALUMNOS QUE OCUPAN LA MISMA TIENDA EN QUE SE ALOJA EL DE PRIMER AÑO,

SEÑOR MONTILLA, HIJO DEL PROPIETARIO DE ESTA REVISTA

EJÉRCITO Y MARINA 117

das las seguridades que deben rodear á una tropa cercana ai enemigo, ya por lo que impone la enseñanza de materia tan importante, como porque no sería extraño, á confir­marse los rumores que circulan, de que se viere honrada con el inopinado ataque de alguna fuerza que intentase es­torbar su paso, de modo parecido al que se verificó en el pasado año, cuando unas compañías del Regimiento de León, comandadas por S. M. el Rey, pretendieron sorpren­der el campamento.

En resumen, que los periodistas militares que á los

Alijares fueron, pasaron un gran día con el hermoso es­pectáculo que les ofreció aquella juventud animosa, bri­llantísimo plantel de la Oficialidad de nuestra imcompara­ble Infantería, y no es mucho que en sus crónicas refle­jen las gratas impresiones recibidas, y prodiguen los jus­tos elogios que merecen, los beneméritos soldados que á tan sublime altura elevan los prestigios y suficiencias del Arma que ostenta el título glorioso de «Reina de las batallas.»

Omiae.

e>s e>fl cs<s eso osi cs^ eso eso exa s o eso eso eso D'̂ SS E O ̂ O eso s o eso eso cs'Si eso eso

REFORjVíñS IVIILiITñHES I I

En nuestro artículo anterior hicimos alguna indicación para atender con urgencia necesaria los servicios que son indispensables á prever los conflictos que nos han de ocasionar las recientes operaciones en las inmedia­ciones de Melilla. Hoy nos ocuparemos de algo que pue­de afectar á la debida organización militar de nuestro país.

Hasta ahora, y durante largos años, el Ministerio de la Guerra ha venido disfrutando de una verdadera autono­mía para la organización militar, tanto en lo referente á los asuntos interiores, como en lo que respecta á los gra­vísimos problemas internacionales, ocasionándose una verdadera confusión en lo que debía obedecer á un plan perfectamente estudiado, y que los Ministros de la Gue­rra de los distintos Gobiernos debían ir planteando suce­

sivamente, á medida que lo permitieran las circunstancias y las economías en primer término.

Así hemos conocido diferentes tendencias en lo que debía estar muy unificado. Después de 1860, contando entre otros recursos con los de la desamortización, se inició una era de actividad dedicada á crear grandes de­fensas marítimas; en aquellos tiempos surgió el perfec­cionar la defensa de Cartagena; se soñó en convertir á Santoña en una gran plaza fuerte, que ya tomó el nombre de Gibraltar del Norte; principió la defensa de la Ría de Mahpn, que tuvo La Mola como núcleo principal; se ini­ció el estudio defensivo de Canarias y otros puntos, sie i-do difícil de reseñar en estos apuntes.

Posteriormente, y sin dar cima á ninguno de ios traba­jos indicados, se proyectó la defensa del Pirineo. Al efec-

EN EL CAMPAMEMTO DE LOS ALIJARES: QRUPO FORMADO POR PROFESORES Y ALUMNOS QUE PUEROM DE LA ACADEMIA GENERAL MILITAR

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to se emprendieron y estudiaron las posiciones fortifica­das de San Sebastián, con sus fuertes de Guadalupe, Irurzun y otros; Jaca dotada con varios fuertes, alguno como el de Rapilán, hace tiempo terminado, y cuyo arti­llado sufrió notable variación; Pamplona, que cuenta el fuerte de San Cristóbal, que aun no está en buen servi­cio después de treinta y cinco años de trabajos; un campo atrincherado en Zaragoza; los pasos de los ferrocarriles del Noguera-Pallaresa y Noguera-Ribagorzana; otro cam­po atrincherado entre Lérida, Balaguer y otras posiciones; Seo de Urgel con los pasos del Valle de Andorra; Puig-cerdá con su carretera á Ribas; y por último, el camino de Gerona á la frontera francesa, en el que se ha princi­piado el fuerte de San Julián de Ramís.

A la par de estos proyectos se impulsó la fabricación nacional y compra de material de artillería, al objeto de dotar debidamente las obras que ya existían y que se fuesen reformando ó construyendo. Pero el desarrollo de los trabajos, la falta de recursos y, sobre todo, el cam­bio de orientación, determinaron una casi paralización de cuanto se había proyectado.

Estos planes sirvieron de orientación á nuestro Minis­terio de la Guerra durante largo período, y en ellos esta­ba englobada la organización de las fuerzas móviles del Ejército de primera línea. Suponiendo éste de 300.000 hombres, todos harían falta para cubrir las posiciones que mencionamos, y para contar con núcleos de apoyo en las bases más á propósito.

En cambio nadie se había preocupado de nuestras po­siciones de África. Durante medio siglo que ha transcu­rrido desde la campaña de 1860, sólo se ha pensado en artillar Ceuta para su defensa marítima, sin que el estar dominada la plaza por las alturas de Beuzú haya dado lugar á gestión alguna, ocurriendo lo propio á Melilla y demás puntos fortificados, en que nuestras tropas eran constantemente hostilizadas por los indígenas.

Estas anomalías han sido debidas principalmente á la constante renovación de los Ministros de la Guerra, que en la mayoría de los casos no permitía los necesa­rios estudios para poder acometer alguna iniciativa por muy fundada que fuese. Hoy han cambiado las circuns­tancias, pues la pública opinión y la de los hombres po­líticos se preocupa grandemente de, los problemas mi­litares.

La creación de la disuelta Junta de defensa, debida al General Polavieja, del Gran Estado Mayor, presidido por el Monarca, y las Juntas locales que existen en todas las plazas de guerra, son elementos que concurren al es­tudio de todos los asuntos de Guerra y parte de Marina, habiendo cesado las iniciativas de algunas individualida­des que, aprobadas por la Jefes del Ejército, pudieron producir los males que lamentamos.

La situación de España en el actual Concierto europeo, es lo que, en primer lugar, debe tomarse en cuenta para la organización de nuestro Ejército. Desde luego, obser­varemos que la frontera francesa no es conveniente sea defendida; en primer término, porque de nada servirían las fortificaciones dada la facilidad del desembarco de un ejército enemigo en nuestras costas, que podría atacar por la izquierda cuantas obras existen y podamos cons­truir.

Las excelentes relaciones que hace años tenemos con la República francesa es otro dato muy digno de tenerse

en cuenta, y que ha de contribuir á que cese de una vez ese simulacro de la defensa pirinaica. En cuanto á la frontera portuguesa y al campo de Gibraltar, la debilidad de nuestro vecino, y la buena amistad con Inglaterra,, nos permite prescindir de su defensa.

Descartada esa casi legendaria preocupación militar, que tuvo su período álgido cuando el ingeniero Vauban estuvo al servicio de España durante el reinado de Fe­lipe V, ha de quedar muy facilitada la acción militar del Ministerio de la Guerra. El dejar las obras construidas ó en construcción en situación especiante, ha de permitir disponer de recursos y personal, que podrán ser emplea­dos en obras y servicios de verdadera utilidad nacional.

Este es el verdadero problema que tenemos planteado. Una parte del mismo se ha resuelto con una extensa lí­nea de obras en las cercanías de Melilla, y una guarni­ción permanente de 21.000 hombres, que sumados á los que existen en Ceuta forman un total de 30.000, que guarnecerán las posiciones del Norte de África.

Como una parte de este personal no disfruta de buenas condiciones en su acuartelamiento, es de esperar que en cuanto cesen las circunstancias anormales que ha produ­cido nuestra expansión en Melilla, se reduzcan aquellos contingentes, trasladando á Málaga y otros puntos del lito­ral de Andalucía buena parte de los mismos, donde debe­rán estar á disposición de los Jefes de las posesiones afri­canas para acudir en cuanto sean necesarios.

En apoyo de lo que indicamos, recordaremos que Francia ha dejado sólo en Casablanca un contingente de 8 á 9.000 hombres, en la parte más poblada del Imperio marroquí, y en posición que de Argelia y la metrópoli dista bastante más que Melilla de nuestras costas, y sin que haya promovido recelo alguno en las tropas expedi­cionarias ni en la opinión pública de nuestros vecinos.

Resuelto ya este extremo, aunque sólo sea provisional­mente, veremos de entrar en las reformas militares más convenientes, una vez que el General Aznar parece re­suelto á ir á ellas con verdadero empeño. En cuanto á las defensas fijas ó permanentes, ya hemos dado nuestra opi­nión sobre buena parte de las existentes y creemos que todos los recursos á ellas destinados deben serio á muy pocas plazas de guerra, para lograr verias terminadas y debidamente artilladas.

Cuales sean éstas, es asunto difícil de indicar para nosotros; pero ha de ser facilísimo para el Ministerio de la Guerra, dado su contacto con el Ministro de Estado y, especialmente, con el Presidente del Consejo. De estas relaciones, y especialmente de las que surjan en la Junta superior de Defensa del Reino, ha de venir la designación de las plazas que deben señalarse.

Es indudable que alguna plaza marítima aislada en nuestro litoral peninsular é isleño, poco podrá cooperar á la defensa nacional. A lo sumo servirá para abrigar á nuestra Escuadra, que por lo regular tendrá enfrente fuerzas muy superiores. El resto de nuestras extensas costas quedará siempre sin la debida defensa, y dada la movilidad de las modernas flotas, será muy difícil evitar un desembarco.

Pero este pesimismo, que es cierto tratándose de la acción aislada de nuestra Patria, desaparece en cuanto consideremos una contienda general en la que, como es natural, formaremos parte de las agrupaciones de poten­cias en que hoy se halla dividido el planeta en que vivi-

EJÉRCITO y MARINA 119

mos. En este caso, la situación geográfica y la especial de algunas localidades, harán que seamos un factor digno de ser tomado muy en cuenta.

Las Escuadras amigas que naveguen por el Atlántico y Mediterráneo podrán contar con el concurso de nuestros barcos; pero lo que más apreciarán será saber que en Ca­narias, costas del Noroeste, en el estrecho de Gibraltar, y en Cartagena, y algún punto de Baleares han de encon­trar seguro fondeadero, arsenales para reparar averías, depósitos de carbón y municiones adaptadas á los cali­bres de su artillería y cuantos elementos puedan serles necesarios en largas travesías ó en las peripecias de un combate.

Para ello, es necesario que las plazas marítimas que se designen se pongan en las condiciones precisas para que estos servicios se hagan á la perfección, siendo uno de los más urgentes el que asegure á nuestros barcos y á los amigos la entrada y salida de los puertos en excelentes condiciones. No basta el que tengan después de fondea­dos la necesaria protección, es preciso que las obras de­fensivas dejen limpio de enemigos las bocas de los puer­tos, y en un radio suficiente, para que nuestras escuadras puedan colocarse en el orden más conveniente, sin que sean hostilizadas en tan críticos momentos.

Esta gestión, que sale de nuestra esfera, pues ha de

tener carácter internacional, ha de motivar el destino de otra parte de nuestro Ejército, pues es evidente que las plazas ó posiciones que adoptemos han de contar con dotaciones suficientes para todos los servicios que hayan de practicar, para cuyo efecto ha de ser conveniente que estén al pie de guerra, ó, cuando menos, en situación re­forzada.

Y como el Ejército tiene el límite forzoso que ha de imponer la indispensable nivelación del presupuesto na­cional, muy poco nos queda disponible para completar los servicios á que debe atenderse. La guarnición de Ma­drid, numerosa como corresponde á Corte y á posición central geográfica, alguna fuerza en los grandes centros obreros para asegurar su tranquilidad y otra la evicción de cualquiera movimiento revolucionario de las dos tenden­cias extremas.

Con esta disposición de fuerzas quedará ya distribuido todo el contingente, y especialmente en la mayor parte del año, dado el tipo reducido, impuesto para compensar el mayor gasto del período dé maniobra. Queda, pues, muy limitada la iniciativa ministerial en lo referente á mo­vimiento de tropas y organización; pero en cambio puede ser muy grande si logra crear en todas las Armas aquella interior satisfacción de que hablan nuestras antiguas Or­denanzas.

E. 1̂ .

LOH MOROS DEL RIF CONDECORADOS POR SU ADHESIÓN Á ESPAÑA, QUE HAN PERMANECIDO ALGUNOS DÍAS EN MADRID, EN EL BANQUETE

CON QUE FUERON OBSEQUIADOS POR EL GENERAL TOVAR

• • . N . ^ ^ 1 » ^

120 ILUSTRACIÓN MILITAR

ELi PñTHIOTISIVIO

LA última Circular del señor Ministro de la Guerra, re­ferente al desarrollo de la instrucción del soldado en

todas sus esferas, marcando muy especialmente la parte encaminada á levantar su moral y excitar su patriotismo mediante lecciones y conferencias conducentes al efecto, ha sido muy bien acogida por la opinión militar, como no podía menos de ser, esperándose buenos resultados si se cumple tal y como lo da á entender el práctico General Aznar.

A nosotros, sin embargo, no nos ha producido la mejor impresión, porque con ella nos sucede lo que nos ha pa­sado siempre que se nos han pedido muestras de disci­plina, de adhesión á las Instituciones y hasta de valor, pues el recordar esto á individualidades y colectividades, es prueba cierta y evidente de que no existe en toda su pureza la disciplina, la adhesión y el valor, tan indispen­sables en el orden social y militar como la sangre en el cuerpo humano, y ese recuerdo nos deja sabor amargo por la confesión implícita que se hace de un estado de ánimo que no debió existir jamás.

Hoy, para que no se reproduzcan hechos pasados que están en la memoria de todo el mundo, trátase, con muy buen acuerdo, de evitar su reproducción y se apela á esas conferencias, á esas lecciones, á esos Batallones infantiles y á otros mil medios más para combatir lo que hemos dado en llamar antimilitarismo, planta que crece y se des­arrolla por momentos y que ya ha dado tristes frutos com­prometiendo la honra de España y de sus Instituciones militares, y es natural que hemos de aplaudir sin reservas, y coadyuvar con todas nuestras fuerzas á que se desarrai­gue y desaparezca esa maldita semilla para no retoñar ja­más; pero se nos ocurre preguntar: ¿Bastará todo eso?...

Nosotros, que por amor al uniforme que vestimos hemos empleado todas nuestras horas de asueto en conocer y aprender la historia de nuestro Ejército y de sus fastos fa­vorables y adversos, de sus héroes, de sus abnegaciones, privaciones y fastuosidades, de su modo de ser y funcio-

EN EL MISMO TREN EN QUE FUERON LOS PERIODISTAS MILITARES AL CAMPAMENTO DE LOS ALIJARES IBAN

A LA IMPERIAL CIUDAD EN PRÁCTICAS ESCOLARES LA ILUSTRE DIRECTORA DE LA NORMAL DE MAESTRAS

DE ESTA CORTE DOÑA CARMEN ROJO Y ALGUNAS DE SUS BELLÍSIMAS ALUMNAS. NUESTRO FOTOGRABADO

REPRESENTA A TAN INTERESANTE GRUPO EN EL COCHE DEL FERROCARRIL,

nar desde los tiempos más remotos al día, hemos adqui­rido el convencimiento de que el servicio militar fué, es y será mirado siempre con cierta aversión, sin que basten leyes, necesidades y obligaciones sociales para convencer á los padres del deber en que están de dar sus hijos á la Patria cuando tengan la edad requerida para dedicarse á su servicio, y de ahí que, de muchos años á esta parte, en contra de las corrientes generales en todo el mundo, abo­guemos por el tiempo de servicio corto, cuatro años á la sumo, dulcificado por el voluntariado con buen premio y con ventajas que ya existieron y que hoy echamos de me- . nos y por la instrucción militar obligatoria para todo 3 sin excepción, vayan ó no filas, acortando Tácticas y Regla­mentos, plazos de instrucción y métodos de enseñanza, llegando al mínimum como medio primordial de combatir esa enemiga y de cortar la otra tan peligrosa, al traer á filas hombres casados, con hijos, hacienda y obligaciones, no para guardar plazas y puertos, sino para ir á bati'rse y perder la vida á las pocas horas de separarse de sus fa­milias.

Y aun con esto no se cortaría de todo el mal. Al consi­derarse contribución, obligación, servicio, lo que á lo sumo es deber y profesión, siempre será vista con prevención la venida al Ejército y siempre se buscará modo de buríar la ley y de resistirse á ella, como estamos viendo, y no será seguramente con conferencias, libros y actos exteriores con los que se extinguirá esa aversión, pues si alguna vez dará resultado, al no tocar otras ventajas y consecuencias más positivas y eficaces, caerá por su base el edificio y volveremos á las mismas.

Aparte de lo expuesto, echamos de menos las dos cosas que antes disfrutaba el soldado y que ya no existen y de las que tanto nos hemos ocupado en la P, ensa. La masiia ó ahorro individual, el que sea suya la ropa con que se viste y el acceso á la categoría de Oficial, hoy algo abierto con el pase á la Escala de Reserva; pero que es aún insu­ficiente en nuestro concepto, y para cuya enmienda hemos

pedido y pediremos la crea­ción de la Escala práctica, con ascenso hasta CoroneL

Esto por lo que respecta al ciudadano antes de venir al Ejército. Cuando el país vea que el deber militar exige sólo elsacrificiodequeSO.OOO reclutas de los 140.000 anua­les declarados soldados ven­gan á filas á servir cuatro años de una sola vez, sin in­termitencias ni licencias; pera que se les conceda redención á metálico graduada, por la fortuna que posean, y susti­tución y cambio de número en ciertos casos especiales, para que no apelen á com­prar á un hombre por 1.000 pesetas quien deba pagar 10.000 por su redención; cuando vean que las bajas que esto produzca, más las que acaecen en cada año, se cubren con voluntarios con premios por tiempo largo, na menor de cuatro años, sir­viendo el Ejército de refugia para los desheredados de la fortuna y del trabajo, propor­cionándolos un porvenir que no obtendrían con sus mise-

EJÉRCITO Y MARINA 121

ros jornales y la acción manual; cuando vean que redimidos, sustituidos, cambiados y los 110.000 reclutas restantes vienen foí/os áfilas en dos ó tres tandas, á recibir la instrucción, como en Suiza, pudiendo en este caso vestir­se y comer por su cuenta y pernoctar fuera del cuartel, regresando á sus hogares á los tres ó cuatro meses, ya aprendido lo más esencial de la pro/es/d/z; cuando vean que unos se ha­cen hombres por su propio esfuerzo, pasando á ser Oficiales de esa Escala ó ingresando en las Academias militares para serlo de las acti­vas; cuando se aperciban de que los que es­tán cuatro años en el Regimiento vuelven á sus casas con un buen hato de ropa y unos cientos de pesetas ahorradas que no hubieran tenido trabajando á jornal en ese tiempo; cuando se percaten de que para reforzar el Ejército se llama primero al contingente más joven, después al que le sigue, y así sucesiva­mente, y que todos, soldados y reclutas, reci­ben sus licencias absolutas y quedan libres, pudiendo ya contraer matrimonio y crear fa­milia sin temor á ser llamados á filas, enton­ces, sin dejar de lamentar el que se les arran­quen sus hijos, los darán con más conformi­dad al ver tan suavizada una obligación tan peligrosa como es la militar.

Por lo que toca al recluta dentro del Regi­miento, su moral se levantará si le enseñan bien la historia de su Cuerpo y ve en su Ban­dera la cruz y corbata de San Fernando, ins­cripciones de hechos gloriosos; si lleva en su uniforme algo que le distinga de las demás unidades; si además de la fiesta de la Patria el día de la jura de Banderas ve celebrar el cumpleaños del Regimiento; si en las lectu­ras se le leen Catecismos patrióticos, como el de Matilla; El niño será so/í/íZí/o,deBermúdezy Banda; La Cartilla de Guedea y tantos otros de poco valor metáli­co; pero de inmenso precio moral al alcance de sus inteli­gencias... entonces sabrá por qué y para qué es soldado, y no habrá que temer lances que no queremos recordar.

Y preventivamente, que en las escuelas todas se ense­ñe lo que es Patria y Ejército hasta constituir una asig­natura cual la de Religión y Moral, pues aunque se nos tache de herejes, creemos que va siendo hora de que dediquemos más atención á las cosas de la tierra que á las del cielo, y que enseñemos al niño y á la mujer lo que es mucho más necesario que la historia de Noé,

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EL COMANDA NTE DON JUAN GARCÍA CARRASCO, CADETE DE INFANTERÍA EN EL AÑO 1874

Y ACTUAL GOBERNADOR MILITAR DE LA RESTINGA

Jacob y los Santos Apóstoles, pues si pecamos por no saber la Constitución y la ley de Reclutamiento, nos so­brará en el cielo, pero no en la tierra, el saber mucho cate­cismo é Historia Sagrada.

Y como final, que al que cometa el delito de predicar cosas antimilitaristas se le aplique la más suave y con­vincente de todas las razones, fusilándolo por prime­ra providencia. Y tratar duramente la deserción de los prófugos.

Solo así mataremos de raíz el antimilitarismo, y habrá lo que no debe faltar nunca: el patriotismo.

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El Tenieníe Coronel de Infantería D. Manuel Suárez Valdés y Perdomo.

Es uno de los más jóvenes, entusiastas é idóneos Jefes de nuestra brava Infantería.

Hijo del muy ilustre y respetable General del mismo ape­llido, que en la actualidad preside el más alto organismo de Justicia militar, debe el Teniente Coronel Suárez Valdés la relativa rapidez de su carrera á los méritos propios, que tuvo ocasión de esteriorizar brillantemente en nuestras guerras coloniales. Cadete en 1883, ascendió á alférez en 1886, sien­do destinado al Regimiento del Príncipe, y después agrega­do á la Comandancia de Artillería de Santiago y Batallón Cazadores de la Habana, en el ejército de la Isla de Cuba.

Ascendido á Teniente por antigüedad, solicita su pase al de Filipinas, y con el Regimiento número 69, cuya sección de tiradores mandaba, emprendió las operaciones de Min-danao, y en el combate de Kalalanuagn, donde se portó bi­zarramente, resultó contuso grave, siendo recompensado con una Cruz, roja, de primera clase.

Terminada la campaña, y después de permanecer algún tiempo de guarnición en Manila con el Regimiento número 73 regresó á la Peni.isula á fines del año 1892, ejerciendo el cargo de Ayudante de Campo, primero, con el General Suá rez Valdés, y después con el General D.José Sánchez Gómez á la sazón Gobernador militar de Madrid, hasta Junio de 1895 que iniciada la campaña de Cuba marchó á dicha Isla coneí Batallón expedicionario del Regimiento del Rey

A su llegada á la Habana fué nombrado otra vez ayudan­te de campo de su señor padre, y,, ello no obstante, entró en operaciones separado de su General, mandando una guerri-la, y obtuvo el empleo de Capitán por el mérito que con­trajo en las acciones de Baez y Casa-Teja, que sostuvo la columna del Coronel Manrique de Lara, de la cual formaba parte. Cerca de un año permaneció en esta situación, hasta que, en Abril de 1896, se le ordenó reintegrarse á sus funcio­nes de ayundante de campo, asistiendo á buen número de

122 ILUSTRACIÓN MILITAR

combates, incluso al del 26 de Mayo, uno de los más duros de aquella guerra y en el que fué herido grave­mente su General y padre, y por el que, y á pesar de haber sido mencionado con elogio su bravo comporta­miento y recomendado es­pecialmente para señalada recompensa, sólo obtuvo la Cruz roja, de primera clase, pensionada.

Aun cuando su General regresó á la Península para reponer su salud, quebran­tada por la herida recibida, quedó en Cuba el Capitán Suárez Valdés, y á las órde­nes del mencionado Gene­ral Manrique de Lara se le confió el mando de una gue­rrilla, al frente de cuya fuer­za, que puso á la altura de los mejores escuadrones re­gulares, se dedicó al cuida­do de las muchas y magní­ficas propiedades del rico valle de Trinidad, logrando con su pericia y con el es­carmiento que hizo al ene­migo, en el buen número de encuentros que con él sos­tuvo, que se hicieran los trabajos del campo y reco­lección de la cosecha, sin que lo estorbara el estado de gue­rra del país.

Con su guerrilla penetró en el poblado del Condado, que sitiaba las fuerzas insurrectas de Serafín Sánchez y Pancho Carrillo, ascendentes á 4.000 hombres, demostrando extraor­dinaria habilidad y decisión al romper el cerco sin perder ni un hombre ni un caballo; y después de sufrir á su vez du­rante tres días el mismo asedio, al retirarse el enemigo le si­guió en su rastro, debiéndose á las noticias que comunicó, de su fuerza y dirección el que una columna de Santi Spiri-tus lo batiera y fuese muerto el titulado Mayor General Se­rafín Sánchez y herido Pancho Carrillo.

A principios del año 1897 organizó el susodicho General Manrique de Lara una fuerte columna, cuya extrema vanguar­dia fué constantemente confiada al Capitán Suárez Valdés, que con su guerrilla, mantuvo el fuego con los insurrectos todo el día 24 de Febrero, y libró un combate personal con lino de ellos hasta darle muerte. Tres días después, y al reco­

nocer el farallón de la Chi­charra, fué herido grave­mente y le mataron el caba­llo que montaba, así como también fueron heridos tres hombres y cinco caballos de su guerrilla á los efec­tos de la misma descarga. Por la manera de conducir una tropa extraña á su Ar­ma, por su heroico compor­tamiento el citado día 24 y por su arrojo y bizarría en los hechos de armas ante­riores obtuvo el empleo de Comandante.

Pero entorpecimientos de la propuesta hizo que se re­trasara la concesión de tan justa recompensa, y en este interregno y hasta que fué resuelta volvió el hoy Te­niente Coronel Suárez Val­dés á ponerse al frente de su guerrilla y con ella batió varias veces al enemigo. La necesidad de atender á su curación le obligó á pedir el pase á la Habana, y se le destinó al Batallón de Or­den público, donde prestó sus servicios de Ayudante del mismo y como Coman­dante, cuando entró en po­sesión de este último em­

pleo, hasta que fué destinado á la Subinspección. Repatria­do aquel ejército regresó á la Península en Diciembre de 1898, y en Febrero del siguiente año se le nombró Ayu­dante de Campo del Capitán general de la séptima región, ejerciendo ef mismo cargo á las órdenes del mismo General en los diferentes que este último ha ejercido y ejerce, y en cuyo desempeño ha sido promovido por antigüedad á su actual empleo.

El Teniente Coronel Suárez Valdés, cuyo nombre sonó re­cientemente para el mando de un Batallón de Cazadores y cuya designación, recibida con aplauso por los que conocen sus entusiasmos, brillantes aptitudes, sus energías y adecuadas dotes, no fué confirmada, luce en su pecho una Cruz, blanca, del Mérito Militar, de primera clase; tres cruces, rojas, senci­llas, una pensionada, y otra, de segunda clase, de la misma orden; la Cruz de San Hermenegildo y las Medallas de Minda-nao, de la guerra de Cuba, de los voluntarios de aquella Isla, la de los bomberos de la Habana y la de Alfonso XIII.

13 D c:

EJÉRCITO Y MARINA 123

EH HOflOn DEli COf̂ OflELi CñVñüCñflTI

-y

LOS compañeros de promoción de salida de Oficia­les de Caballería en 1893, que pertenecen al Arma,

han obsequiado al Coronel Cavalcanti con la artística pla­ca de plata cuya foto­grafía publicamos. ——

Sujeta por clavos de acero á un marco de nogal, lleva en esmal­tes y oro la cruz lau­reada del tamaño de dos tercios de la regla­mentaria; en letras de oro el nombre del com­bate famoso; debajo la copia de la Real orden de concesión de la pre­clara recompensa y en la parte inferior, en tri­ple columna, los nom­bres de los 57 donan­tes, restos de una pro­moción de 77.

Casi todos los resi­dentes en Madrid y cantones acudieron á casa del heroico Coro­nel el sábado 23, ha­ciéndole entrega del re­cuerdo, que lo es de cariño y admiración, y prenda de perfecta y duradera unión entre el brillante Jefe y sus compañeros de carrera.

El Capitán Dolía, «el orador y el escritor de la promoción»—como

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lo llamó Cavalcanti—, le dirigió unas frases elocuentes, como suyas; pero dentro del estilo propio de la familia­ridad del acto, contestando el laureado jinete con pala­

bras muy sentidas, que produjeron una corrien­te de emoción muy honda.

Y después de beber una copa de champag­ne, se separaron tan buenos compañeros haciendo votos porque en otras ocasiones vuelva á distinguirse una promoción que ya cuenta con nombres tan valiosos como Ca­valcanti, Fernández Sil­vestre, Dolía, Beren-guer. Peña, Fernández de Velasco, Cabane-llas, León Lores, Ro­mero de Tejada, Gar­cía Benítez, Ruiz Bení-tez. Amado, Manera, Pignatelli y tantos más que en las letras y en la profesión, lo mismo en paz que en guerra, y hasta en la política, se han portado como bue­nos luchando constan­temente por acrecentar los prestigios del Arma á que pertenecen y del Ejército.

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EPElWÉt^IDE JVTIIilTHÍ^ l^OTñfil iE DE l i ñ QÜI^lCEílft

O S O S O S

flCCIÓri DE ÜR CHUZ (VEflEZUEüfl)

CORRfA el año de 1819 y la insurrección de la Capitanía general de Venezuela se presentaba muy en baja, va­

gando por la provincia de Bannas algunas partidas que traían muy atareadas á las columnas del Ejército encargadas de perseguirlas.

Una de estas columnas, compuesta de dos Compañías, con unos 200 hombres, del Batallón ligero Cazadores de Barinas, famoso por sus hechos militares en el poco tiempo que lleva­ba de existencia, se hallaba acantonada en el pueblo de La Cruz, distante cinco leguas de Nutrias, cabecera del citado Cuerpo.

19 de ÍIb»ll de 1819.

El cabecilla insurgente Paez, notable por sus ferocidades, intentó sorprender y copar esta pequeña fuerza para luego marchar á saquear la capital de la provincia, y para ello se presentó el 19 de Abril del año citado con 900 hombres á pie y 700 á caballo delante del pueblo de La Cruz.

Los centinelas colocados en las afueras dieron parte de la proximidad del enemigo, y el Capitán D. Juan Duran, que mandaba las dos Compañías, las hizo formar en la plaza, ba-rricando las calles que á ella conducían y tomando toda clase de disposiciones para una defensa en la que, si era vencido, no podía esperar cuartel del vencedor. Tan á punto lo hizo,

124 ILUSTRACIÓN MILITAR

que ya estaban entrando en el pueblo las avanzadas insur­gentes, que, al encontrarse cerrado el camino, retrocedieron á dar cuenta del aspecto de las tropas españolas.

Sabedor Paez de su corto número, no vaciló en emprender el ataque, y para ello formó dos columnas de Infantería y las encaminó hacia la plaza por dos sitios distintos, que se lan­zaron al asalto de las débiles barricadas con verdadero furor; pero el valor de los realistas fué inimitable, según dice To­rrentes, pues recibiéndolos con descargas cerradas á la voz de mando de sus J«fes, hiciéronlos infinidad de bajas, y apro­vechando los momentos de confusión producida por el fuego, se lanzaron á su vez á la bayoneta sobre el enemigo, hacien­do una horrible carnicería, obligándoles á emprender la fuga más desordenada.

Mas Paez no era hombre de intimidarse tan pronto. Los detiene, los reorganiza, y nuevamente los lanza á la pelea, y de nuevo, por segunda vez, se ven obligados á huir ante el certerísimo fuego y las afiladas bayonetas de los soldados de Barinas. Por segunda vez logran detener la huida los Jefes y Oficiales enemigos, y esparciéndose por los corrales traseros de las casas intentan penetrar en éstas á todo trance, para hacer fuego desde las ventanas sobre aquellos bravos, ya menguados por la pelea.

Mas Duran no se descuidaba. Viendo que seria vano em­peño desalojar á tanto enemigo de todas las casas á la vez, oponiendo tenaz resistencia desde las ventanas, corraleras y hasta desde los tejados, fué retirando sus soldados hasta re­concentrarlos en un gran corral aislado que reunía regulares condiciones de defensa. Eran apenas 100 hombres. Duran, con dos balazos en un brazo y muertos y heridos los demás Oficiales y sargentos de las dos Compañías, se hizo cargo del mando un cabo, decidido á morir antes que rendirse, de cuya idea participaban todos aquellos valientes Cazadores,

y empleando los heridos menos graves en cargar los fusiles y darlos á los sanos, siguió la defensa con mayor brío que antes.

Los enemigos llevaban ya sufridas tantas bajas, que puede decirse que se habían quedado sin Infantería; pero Paez, obs­tinado en vencer aquella desusada resistencia, mandó echar pie á tierra á sus jinetes y que entraran al ataque y asalto del corral con sus lanzas. ¡Vano empeño! Si con valor inmen­so llegaban á montar la tapia aquellos lanceros, con no me­nos coraje los hacían rodar al suelo los héroes de Barinas, que no cesaban de disparar sin perder un tiro; una y otra vez insistían en sus ataques, hasta que, rendidos, desmoralizados, sin Jefes ni Oficiales, tuvieron que emprender la fuga á des­pecho de Paez, que, á las cuatro de la tarde, abandonó el pue­blo con los restos miserables de su gente, dejando el terreno lleno de muertos, heridos, armas y caballos ensillados.

Al ver su retirada, todavía tuvieron bríos los de Duran para salir del corral y perseguirlos, recogiendo más de 200 caba­llos, y sin perder un fusil ni un herido, colocándolos en estas cabalgaduras y llenor. de trofeos, dejando sólo los muertos, marcharon á Nutrías, ya que La Cruz era un montón de es­combro, llegando al siguiente amanecer.

Los Oficiales fueron recompensados con dos empleos cada uno; el cabo recibió recompensa merecida de honor y apre­cio, y todo el personal sano, que no llegaban á 40, y los he­ridos fueron objeto de premio debido á tanto valor.

¿Cómo no concedieron á ese Batallón la corbata de San Fernando?

Paez sufrió más de 1.200 bajas, entre ellas 800 muertos. El heroico Barinas fué disuelto al poco tiempo sin volver á ser reorganizado después.

¡Gloria y honor á tan benemérito Batallón! -í^ieafdo Espi.

o ^ s>si ^o t¡<st¡''¡a v<a o ^ s>^ es<a e>9 e>a K<a G<S C<¡ c^a B<S c<a ts^a c<a oa o s eso t so

^^^^ MÁS VñbE TñHDE QUE flüriCñ === 'L Diario Oficial del día 21 publica una Real orden

relativa á instrucción, y entre lo que dispone figura la del soldado en primer término, que ha venido á llenar un vacío inmenso que hace mucho tiempo existía.

Mi humilde criterio cree, y el tiempo demostrará, si ahora con todo calor se sigue por ese nuevo camino que disposición tan sabia traza, que habrá Ejército y ciudada­nos; pues así como la escuela sirve para educar la inteli-

HONRAS FÚNEBRES CELEBRADAS EN TOLEDO POR EL ETERNO DESCANSO

DEL TENIENTE DE INGENIEROS SEÑOR LARREA, AHOGADO EN EL TAJO. LOS

ALUMNOS DE LA ACADEMIA DE INFANTERÍA OYENDO MISA EN EL PICADERO

DE LA ACADEMIA

(Fot. de la Academia.)

gencia y su primera obligación es hacer desaparecer el analfabetismo, impropio de toda nación europea, para cuyo objeto debiera hacerse obligatoria la asistencia á las mismas, el Regimiento debe ser y será el que en lo suce­sivo eduque el corazón y haga ciudadanos que tengan verdadero amor á su madre Patria, despertando el espí­ritu militar y aniquilando esa aversión ó repugnancia que hoy existe, no diré que mucha, pero que sí se nota en casi todos los que al servicio de las armas llegan.

Ellos serán los primeros que lleven nuevos vientos al pueblo y al hogar, ellos serán los nuevos sembradores de esa semilla que se llama moral militar, tan necesaria para la vida del Ejército, que es la vida de la Nación.

No todo se reduce, lo repito hoy otra vez, á tener bue­nos armamentos, buenos cañones, que sobre todo lo ma­terial, todo lo técnico sea de primera fuerza é inmejorable, hay ese factor moral tan olvidado, con el cual no se hace y no se ha hecho prácticamente preparación alguna y al cual á veces, en momentos críticos, es debido todo.

Hay, por lo tanto, que educar ese factor y colocarlo á la altura de las circunstancias; su educación es muy fácil, todo consiste en educar el corazón del recluta. ¿Quién es el que lo ha de hacer? Según dicha Real orden el Oficial que designe el Jefe del Cuerpo. Muy bien, en este mo­mento adquiere un relieve psicológico social de grandí­sima importancia, será el que moldee con sus entusiastas frases y con el colorido que las dé el casi virgen corazón del recluta para que sea un buen ciudadano y soldado, y vea en el Ejército la religión de hombres dispuestos al sacrificio, siempre hermoso y solemne, por la amada Patria.

EJERCITO Y MARINA 125

Naturalmente qué á los veinte años todos tienen ener­gía suficiente para soportar los rigores de la fatiga, y que á poco que se metodice el ejercicio, pueden obte­nerse buenos soldados, vistos desde el punto de vista físico naturalmente, excelentes tiradores con la mucha práctica, etc., etc.; pero lo que es más difícil y necesita un exquisito cuidado y algún tiempo es la educación moral.

No se reduce todo á que sepa el recluta la nomencla­tura del fusil, el nombre del General, Coronel, Capitán, Oficiales, etc.; en que sepa distinguir un Almirante, un General del Cabo, del Sargento, hay algo más y más im­portante, y gracias á la citada Real orden, nunca bien ponderada, se abre un ancho campo y se puede mirar al porvenir, pues muchísimo se puede hacer, así es que por eso digo al empezar: más vale tarde que nunca.

H- flmetllep.

oaoa E x a o s c<a o d B<a ts<a exa ESO ESO o a Es<a e>aB<at>atya B<a osa e>a B O e>íaes<a

Posesiones españolas en ñMca (Conclusión.)

COSTA.—La del Estrecho comprende desde Punta Leona hasta punta Almina; en ella se encuentran la bahía de Benzú al O. y la ensenada de Ceuta al E.; los salientes más impor­tantes se denominan Peñas de Benzú (al pie del fuerte de este nombre), Punta Blanca, Punta Bermeja (en ella se proyecta construir una batería), Punta Benítez (en sus inmediaciones se halla la batería «Puntilla») y Santa Catalina (en sus altu­ras tiene el fortín de igual nombre). Paralelamente á esta costa existe una carretera que enlaza la población con el fuerte Benzú.

Los arroyos que terminan en esta costa son: Mocarra, San José, Hornos, Renegado, Infierno, Cepo, Benítez y Fez.

La costa del Mediterráneo es más suave que la anterior; abundan en ella arroyos como los de Chorrillo, Morro, Ci-navero, Juan Viera, Colmenas y Bombas. Sobre esta costa se encuentran los fortines Desnarigado, Palmera y Quemado; las baterías Escuela práctica. Molino y Pintor, y el blockhaus Tarajal.

FUERTES Y BATERÍAS.—Las defensas de Ceuta repártense entre la península de la Almina y el campo exterior; todas están bien dotadas de moderno armamento.

El primer recinto de la plaza lo constituye el monte Hacho (194 metros de altura); el segundo, la parte más espaciosa del istmo, desde la falda del Hacho hasta el foso de la Almi­na; y el tercero, la zona más estrecha del istmo y el campo exterior.

Los fuertes denomínanse: Renegado, Benzú, Aranguren, Yebel Anghera, Isabel II, Francisco de Asís, Piniers, Mendi-zábal, Serrallo y Principe Alfonso.

Pintor,

Las baterías de Ceuta con sus costas son:

n . T̂ í Explanada derecha Punta Negra { ,, . . ,

{ ídem izquierda Sala de armas Torre de la Mora (base). San José y San Carlos (batería de la derecha

/ Pieza superior "\ Ídem inferior

. . . . ( Piezas altas Molino i ,,

\ Ídem bajas Polvorín de San Hipólito

Núm 1 ^ '^'^^^ *̂^ '^ derecha '\ Ídem de la izquierda

Ídem. 2 ídem. 3 Ídem. 4 Vigilia (asta de señales) .

Cuesta del Hacho San Antonio (explanada superior) „ , . ( Piezas de la derecha, Cuatro caminos.^ , , . . . . .

I Ídem de la izquierda Obispo Quemadero (cordón) Desnarigado | Explanada superior

I Batería de morteros

Ciudadela.

Valdeaguas T, , I Pieza derecha Torremocha i ,, . . ,

[ Ídem izquierda POBLACIÓN.—El caserío de Ceuta descansa

y O. de la península de la Almina; el número tes asciende á 15.706.

18.00 metros. 19.00 11.20 12.10 » 13.35 60.28 » 57.28 » 68.89 64.89 77.42

. 191.00 , 192.02 »

177.88 » . 192.45 179.24 193.07 » 136.38 121.22 110.11 112.91 94.93 32.34 » 37.22 » 29.90 17.34 . 28.40 25.40 »

eti las faldas N. de sus habitan-

EN LA RESTINGA: EL GENERAL LARREA, COMANDANTE CARRASCO, OFICIALIDAD DE LA GUARNICIÓN Y MOROS LEALES A ESPAÑA

126 ILUSTRACIÓN MILITAR

«Ceuta—escribe Ramos Espinosa de los Monteros—ence­rró dentro de su zona más de 79.000 almas; tenia varios mo­linos, viñedos abundantes que crearon la leyenda «desde Be-liunesch pueden ir los felinos sobre los sarmientos hasta Ceuta sin poner las garras en la tierra», riqueza de aguas y arbolado...

Ceuta acuñó moneda, fabricó papel, construyó naves, in­dustrió tejidos, hizo famosa su tintorería, templó armas, con­servó frutas, levantó palacios, cultivó flores que perfumaban los camarines regios de Málaga, Córdoba y Sevilla; exportó mercaderías en tan cuantiosa medida, que hizo prorrumpir á un Monarca: «Tengo yo gente guerrera que coma, y Ceuta que abastezca, y la fe prevalecerá»; cultivó la agricultura y llevó la seda á sus batanes; en 540, lusef Abenjlúf la adornó con industrias de cueros y cordelerías; en 721, el sobrino de Colson, Balch, derrotado por los zenetes, se refugia en Ceuta con su ejército durante seis meses, «sin que ia población se resintiese en ia provisión...»

De aquel pueblo guerrero que supo unir el comercio con las lanzas, y de aquella cristiandad y caballeros de armas que llenaban de territorios la soberanía del monarca, ¿qué queda?»

Á un extremo de la ciudad y sobre la parte más estrecha del istmo está el foso navegable, de 11 pies de calado, cons­tituido por el hueco que forman las murallas del primero y segundo recinto; débese su construcción á los portugueses.

El puerto franco de Ceuta, en la bahía N., fué declarado

de interés general de segundo orden por ley de 7 de Mayo de 1880; está limitada al O. por Punta Bermeja y al E. por la de Santa Catalina, interHándose una milla, por lo cual no ofrece buen resguardo á buques grandes como no sea con vientos del SO. al S.; el proyecto consta de una dársena de 50 hectáreas y un antepuerto de 60 hectáreas, con calados de 10 á 19 metros; actualmente sólo existe un espigón llama­do muelle del Comercio.

El faro (de luz fija con destello cada minuto), tiene un al­cance geométrico de 25,5 millas y se alza sobre cerro Mos-queror. El cable amarra junto al foso navegable (en la ba­hía S.) dobla la Almina y termina en Atunara (Algeciras).

Ceuta ostenta los títulos de Siempre Noble, Leal y Fidelí­sima; sus armas consisten en un escudo real portugués, lle­vando en el centro esquinas de campo azul celeste, y, alre­dedor, en color carmesí, siete castillos con palma y laurel.

Las distancias desde Ceuta á varias poblaciones, son:

Tetuán 8 leguas. Tánger 9 » Fez 33 »

Ceutaá....|Mequínez 37 » Marraquex 90 * Alhucemas 22 Melilla 35 " Peñón » 21

R. Oapeía Vévaz, Capitán en la Academia de Infantería,

con aptitud acreditada de E. iW. .

Bs<sE>s] ESO n<a Exa B O O S E ^ S E ^ S ESO t>a E > S E>a rKS c<a oa v<a C O B O ts<a tya c<s exa

DE „HE pñf i ÍT ipf l ce

LA necesidad de hacerse fuertes en la mar, que sienten todos los pueblos bañados por sus aguas, ha hecho

que se emprendan en este último decenio una serie de cons­trucciones navales que, á seguir por el camino empredido, no sabemos adonde los conducirán.

Asombra el ánimo leer las descripciones de los nuevos acorazados proyectados en Inglaterra, Estados Unidos, Japón, Francia, Austria-Hungría, Alemania, Brasil, Buenos Aires. Chile y otros países. Desplazamientos de más. de 30.000 toneladas, que ha de exigir corazas espesísimas y de un trabajo metaliirgico y químico, buscando ligereza, tenaci­dad, cohesión y resistencia que han de costar millones de pesetas; cañones monstruosos de más de 30 centímetros de calibre y de una longitud exagerada para no durar mas que el tiempo preciso para hacer tres ó cuatro docenas de dispa­ros; máquinas complicadísimas en que á menor volumen se desarrollen velocidades vertiginosas; accesorios eléctricos y automáticos, de vapor y aire comprimido, para mover pesos, dar órdenes, iluminar su interior y calentarlo ó refrescarlo á voluntad, cuanto puede soñar la ciencia del Ingeniero y cuan­tos problemas se relacionan con la arquitectura naval; otros tantos van resueltos al construir esos monstruos del mar, cuyo precio va á resultar en 100 millones de pesetas para una sola unidad, y como si esto fuera poco, dicho se está que esos buques gigantescos han de necesitar diques no me­nos grandes donde puedan entrar á limpiar fondos y hacer composiciones, depósitos en tierra y flotantes para llevarles el carbón, agua, aceite y energía eléctrica que les son preci­sos; fondeaderos adecuados donde puedan cobijarse á des­cansar y evitar los furores del tiempo, y obras tales en los puertos, que por sí solas requerirían un gasto diez veces ma­yor de querer que tuvieran acceso á los más principales de la Nación... ¿Y todo para qué? Para que á las primeras de cam­bio un buen impacto que inutilice ios aparatos motores ó re- .

viente en algiin pañol los haga dar la voltereta y sumergirse en un santiamén, ó para que un afortunado torpedo los haga volar por los aires en un segundo...

Esta fiebre que sufren los citados pueblos, y en menor cuantía los restantes, amenaza tomar unas proporciones ta­les, que concluirá por ser imposible sufragar los tesoros que se requieren, á menos que surja algiin invento en que las co­razas sean de un cemento especial que valga dos pesetas el metro ciibico; los cañones, simples tubos de madera, para dar dirección á los nuevos proyectiles-torpedos, que en una en­vuelta de hoja de lata lleven tales explosivos, que, sin necesi­dad de perforar ni romper una plancha de tres centímetros, deshagan el barco como si fuera de papel, y con aparatos motores similares á los de los automóviles, que en el redu­cido espacio de seis metros cuadrados contengan calderas y piezas de máquina que, con cuatro kilogramos de leña ó aceite por combustible, les hagan andar velocidades de 200 kilómetros por hora, y cuyo doble casco los haga insumergi-gles y los libre de topetazos contra rocas ú otros buques, creándose así el buque del porvenir, cuya primera condición ha de ser la de poder navegar á flote ó un poco sumergido, relizando el ideal del Natitilus, soñado por Julio Verne, hoy aplicado á los torpederos.

¡Acorazados de 30.000 toneladas y 100 millones de pesetas! ¿Habrá hierro bastante en el mundo para construir un cente­nar de ellos entre todos los países? ¿De dónde se sacarán esas millonadas precisas para su construcción y entreteni­miento?... Asusta el pensarlo; pues si sólo con uno de ellos se resolviera el ser el más fuerte, nada habría que objetar, más requiriéndose, y más en España, siquiera media docena para salvaguardar las costas y territorios adyacentes ¿cómo su­fragar su coste y el que supone la modificación de puertosi arsenales, fondeaderos y puntos de apoyo de la flota de guerra?...

EJERCITO Y MARINA 127

Truénase por los partidos extremos y aun por los gu­bernamentales en todas partes, contra los excesivos y ya insoportables gastos que suponen los Ejércitos per­manentes en uso, y eso que,' con un presupuesto de 300 millones, podríamos tener en España un núcleo permanente de doscientos mil hombres bien dotados de todo, y como base para encuadrar, un millón de reservistas; ¿qué no se objetará con un gasto de 600 para sólo seis buques, que requieren exploradores ra­pidísimos que los acompañen y vigilen los horizontes, cazatorpederos numerosos que los preserven del torpe­dero, buques especiales en gran cantidad que les lleven municiones, víveres, combustible y piezas de repuesto, sin contar esos otros en que se han de educar marine­ros y clases, maquinistas y fogoneros, torpedistas y electricistas, artilleros y artificieros Oficiales y tropa, y cuantas especialidades técnicas requiere hoy un buque de combate?...

Seis de esos monstruos han de necesitar otro tanto de gasto para hacerlos verdaderamente eficaces... ¿Po­drá España así tener Marina militar? Creemos que no, y no es razón que se nos diga que por lo menos habrá que hacer tres ó cuatro cual se verifica en Austria, Brasil, Chile, etc., pues estamos en otras condiciones navales muy su­periores á esos pueblos.'España necesita atender á tres costas diferentes y separadas Unas de otras por Portugal y ese es­trecho de Gibraltar. Con un barco ó dos en cada sección ó tramo, no tenemos para empezar, y sí únicamente para sos­tener un combate naval en que seamos vencidos por el nú­mero, de no poder operar nuestra flota en un solo mar y te­ner que atender á tres á la vez, y en vista de esto creemos, que ya que hemos tenido previsión para no seguir á los de­más países en sus probaturas y dispendios, que continuemos por ese camino buscando el ideal del buque de guerra, por donde ha de concluir al fin y al cabo.

Por el buque pequeño que no pase de 3.000 toneladas, con las condiciones someramente apuntadas y cuyo coste no ex­

ceda de cinco á seis millones de pesetas por unidad como máximum.

ENTRADA DEL GENERAL MOLINS, CAPITÁN GENERAL DE CANARIAS, EN..SANTA

CRUZ DE TENERIFE

Bastará abrir concursos para premiar con cantidades creci­das á la coraza ó revestimiento más dura, impenetrable, lige­ra, barata y fácil de hacer en cualquier parte; al tubo lanza­torpedos más barato; al proyectil más económico, que obre por la explosión en lugar de por la percusión y penetración; al motor más pequeño y que gaste menos combustible, y asi, por este estilo, los demás extremos y detalles, y no dudamos ni un momento que así como surgieron Blascos de Garay, Elorzas, Ordóñez y Perales, saldrán á luz otros que nos darán el buque de guerra del porvenir, fácilmenfe manejable, segu­ro, potente, rápido y barato que ha de venir en cuanto se ve­rifique la reacción contra esos monstruos vulnerables en su misma magnitud, por la imposibilidad de hacerlos donde se quiera, en el tiempo que se desee y al precio que convenga.

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Ün faro pafa globos en Spandaa.

La instalación de faros para globos emprendida en Alema­nia no puede ser más conveniente, puesto que hay que con­

siderar esta medida, no sólo de oportunidad en las actuales circunstancias, sino que llega á ser de necesidad absoluta.

Cuando el navegante se aproxima de noche á las costas, está advertido por los faros, las boyas, las campanas subma­rinas y otras señales, de los peligros que le amenazan. Y des­de que la navegación aérea ha tomado incremento, dirigién­dose actualmente en algunas Naciones la explotación de lí­neas por encima del país sobre una red determinada, había

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EN LA RESTINGA: EL GENERAL LARREA REVISTANDO A LA POLICÍA 1NDÍ DIQENA

128 ILUSTRACIÓN MILITAR

que pensar también en indicar á los pilotos de los globos di­rigibles, por medio de grandes fuegos, los riesgos á que se exponen al descender á tierra.

Cierto es que en una atmósfera clara y serena, las calles alumbradas de las ciudades, las estaciones, etc., facilitan has­ta cierto punto la orientación; pero esto no sucede en tiem­po nublado, puesto que la niebla sólo permite percibir las lu­ces como sombras indistintas. Precisan en tal caso fuegos poderosos que alumbren momentáneamente y se apaguen después, dando asi, con sus fuertes manantiales de luz, las indicaciones necesarias para el piloto.

La primera instalación de esta especie en Alemania ha sido el faro para globos colocado en Spandau, en la estación de mercancías, adaptando sobre su campanario una plataforma horizontal de madera, con 38 grandes focos eléctricos, cuyas luces se encienden y apagan á regulares intervalos. Varios faros semejantes se utilizarán pronto en algunos puntos de Alemania, en Postdam y Nanen, entre otros ya proyectados.

SUIZA

Cocinas móviles.

Suiza fué la primera Nación que ensayó, hace ya veinti­cinco años, las cocinas móviles, sin que estas pruebas mere­ciesen entonces su adopción práctica, excepto en la Caba­llería y la Artillería.

Desde la experiencia de la guerra rusojaponesa, en que las cocinas móviles han prestado tan útiles servicios, Suiza ha emprendido nuevos ensayos para su adopción en la Infante­ría, y, después de varias pruebas, ha decidido la compra de cocinas móviles para la Infantería y el Cuerpo de Ingenieros, que serán entregadas antes de 1911.

Cada uno de estos carruajes-cocinas costará 2.700 fran­cos, y pesará 1.200 kilogramos, siendo todos construidos en los talleres del Estado.

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El nueüo "Cuadro de Inutilidades,, que regula el ingreso en el Ejército español y acompaña al Proyecto de ley de Recluíamienío de 1909

poi< el Médieo de S. jVI. DP. D. R. Jñonsles (lVIadt<id).

(Conclusión.)

En general se procura colocar en la clase 2.̂ sólo aquellos casos que con facilidad y sin grandes medios de exploración pueden comprobarse; justo criterio, dado el modo de hacer los reconocimientos y escasez de recursos que tiene el facul­tativo á su disposición, cuando los practica ante las Comisio­nes mixtas. Esta misma razón nos induce á pensar que algu­nos, como el 165 de la clase 3.^ por ejemplo, quizás de­biera entrar en la2.''por tratarse de un proceso diagnosticable fácilmente y sin que á nuestro modo de ver exija observación uherior. Con esto se facilita grandemente el trabajo que su­pone acumular muchos individuos en la observación, se aho­rran gastos y se cumple el criterio que preside á la redacción del Reglamento.

La gran importancia que este asunto encierra, movió á la Sociedad Oftalmológica Española á proponer como tema y encargo á dos de sus socios la confección de un «Proyecto de nuevo Cuadro clasificador de las exenciones para el Ejér­cito y la Marina». El señor Azoy, Médico 1.° de Sanidad Mi­litar, leyó en la V Asamblea celebrada el año último su tra­bajo relativo al primero y en él proponía una serie de refor­mas muy acertadas, cuyo conjunto, muy elogiado por todos, se estimó como digno de ser conocido. Pero habiendo algu­nos ligeros detalles en discordancia con lo legislado, y siendo el propósito de nuestra Sociedad ofrecer á los Poderes públi­cos una obra que á la mayor brevedad fuese susceptible de aplicación práctica, se nombró una nueva Comisión para ar­monizar dichos extremos. Tuve el honor de formar parte de la misma, y al dar cuenta en la discusión del proyecto así re­formado, hice algunas observaciones en cuanto á mi manera personal de estimar las condiciones á que entiendo deben su­jetarse los trabajos de esta índole si han de resultar prácticos en consonancia con el objeto especialísimo á que se des­tinan.

Así decía: que estimando el grado de agudeza visual como el mejor criterio para inclusión ó exclusión, no era éste apli­cable en sentido absoluto á nuestro soldado, supuesto que las ametropías precisan siempre corrección, y á veces ésta exige vidrios de confección muy delicada, como sucede en ciertos astigmatismos, circunstancia muy digna de tenerse

en cuenta, porque si bien se logra el tener buena agudeza vi­sual, es sólo cuando el soldado lleva lentes, y éstos, además de que no los proporciona el Estado, constituyen siempre un motivo de queja para quienes no siempre tienen interés en usarlos. Como no tenemos servicios auxiliares donde éstos puedan ser destinados, cumpliendo allí su misión perfecta­mente, entiendo que mientras subsista el actual estado de cosas, es poco práctico la corrección de ciertos defectos ocu­lares en los reclutas.

Creo también preferible no incluir, según ya he manifesta­do, en la clase 1." defectos ó enfermedades que no sea posi­ble comprobar en el acto del reconocimiento ante las Comi­siones mixtas, pues allí no existen medios suficientes para reunir los datos necesarios y calificar á un mozo como inúti si padece glaucoma en ciertas condiciones, si es emétrope, et­cétera. Esto, repito, debe tener su sitio natural en la observa­ción, conforme lo hace el nuevo Cuadro que hemos estudiado antes.

El criterio anatómico, como base de clasificación seguido por el Sr. Azoy, lo encuentro ventajoso, porque si bien exis­ten casos que no es posible colocar en sitio propio, y otros corresponden á varios grupos, presentan en cambio la faci­lidad de poder clasificar rápidamente y con facilidad.

Después de aceptarse algunas de las modificaciones pro­puestas, el trabajo á que hacemos referencia fué confiado al Sr. Presidente de la Sociedad Oftalmológica, para que si los Poderes públicos lo estiman utilizable, se aprovechasen de mismo al redactar un nuevo proyecto en armonía con el es­tado actual de la Ciencia en este punto.

Tales son, señores Congresistas, los datos que con refe­rencia ala especialidad de oftalmología en su parte aplicable al Ejército, del que tengo el honor de formar parte, podemos ofreceros como nuevo en España. Por ellos veréis que si bien nuestra legislación está atrasada (hecho ajeno á nuestra voluntad), existen muUitud de modificaciones, que, como de­cía al principio, han sido llevadas á cabo para adaptarla en lo posible al ideal que perseguimos, y no faltan proyectos razonados para el día que se apruebe la tan deseada «Nueva ley de Reclutamiento».

(WADRID.-Imppenta de QACBTH HDIWIJSÍISTRATIVA, Ueganl tos , n ú m . S .4 . -Te lé fono 2 .499.


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