Date post: | 06-Jul-2015 |
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Inseguridad en Medellín: Percepción y Realidad.
Investigación, análisis e informe sobre la seguridad de la ciudad
en el año 2013 – Medellín
-‐ febrero 20 de 2014 -‐
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Inseguridad en Medellín: Percepción y Realidad.
Investigación, análisis e informe sobre la seguridad de la ciudad
en el año 2013 – Medellín
Federico Gutiérrez Zuluaga1
Manuel Villa Mejía
Daniel Felipe Zapata Hincapié
Melissa Fernanda Gómez Meneses
Diego Mauricio Jiménez
Luis Fernanda Flórez Jaramillo
1 Contacto: 311 67 32 – 314 618 67 66 -‐ www.federicogutierrez.com -‐ federicogutierrez.com/blog/
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Índice
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................................... 4
PRESENTACIÓN DEL ANÁLISIS .......................................................................................................... 7
Capítulo 1 -‐ Sobre los homicidios.. ................................................................................................................ 8
Capítulo 2 -‐ Bajan los homicidios pero suben otros delitos. ............................................................ 10
Capítulo 3 -‐ Sobre los hurtos. ........................................................................................................................ 11
Capítulo 4 -‐ Sobre las desapariciones forzadas. .................................................................................... 14
Capítulo 5 -‐ Sobre el desplazamiento forzado y las amenazas. ...................................................... 17
Capítulo 6 -‐ Sobre la extorsión. .................................................................................................................... 19
Capítulo 7 -‐ Una mirada a algunas comunas. ......................................................................................... 19
Capítulo 8 -‐ Percepción y realidad. ............................................................................................................. 25
ALGUNAS RECOMENDACIONES: ..................................................................................................... 28
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INTRODUCCIÓN
Hace aproximadamente cuatro años, un grupo de ciudadanos interesados por Medellín y los asuntos públicos, y liderado por Federico Gutiérrez Zuluaga, ha venido promocionando, creando y desarrollando programas y actividades en beneficio de la ciudad. Para ello, se ha dado a la tarea de estructurar y conformar varios y distintos grupos de investigación que tienen por finalidad el estudio y respectivo análisis de temas de ciudad. Lo anterior, con la intención de colaborar con el debate serio, responsable y consciente sobre estos tópicos de ciudad y de esta manera servirle a Medellín, una ciudad a la que ha concebido como un proyecto común.
Es así entonces como uno de los grupos de investigación se ha concentrado en uno de los asuntos que más ha preocupado y preocupa actualmente a la ciudadanía: el de la seguridad.
Pues bien, por años Medellín se ha visto aquejada por ser uno de los principales escenarios mundiales del crimen organizado, y debido a ello su Administración Pública ha tenido la necesidad y obligación de, año tras año, intentar contrarrestar esa realidad y buscar sobreponerse a ella.
Sin pretender entrar con el presente informe en el detalle de la historia y el crimen organizado que tiene vigencia en nuestra localidad, y sin dejar de advertir la importancia que dicho conocimiento tiene y debe tener para la ciudad, sobre todos para quienes tienen la responsabilidad de dirigir la política criminal municipal, se pretende entonces mediante este informe presentar un análisis realizado sobre lo que ese crimen ha representado para Medellín durante el año 2013.
Lo anterior, con miras a colaborar activamente con la discusión ciudadana sobre qué hacer (y cómo hacerlo) frente a la inseguridad que hoy vive Medellín, partiendo del esclarecimiento y entendimiento de lo que realmente ha venido sucediendo en nuestra ciudad. Ello, como quiera que se cree que para poder comprender y luego modificar una realidad para mejorarla, es indispensable, en primer lugar, reconocerla, o lo que es lo mismo, no desconocerla.
Existe una fuerte preocupación en el ambiente ciudadano por cuanto no hay claridad sobre qué esta sucediendo en materia de (in)seguridad, pues, mientras hay quienes dicen que las cosas están mejorando y exponen como ejemplo la disminución de los homicidios que ha evidenciado la ciudad, hay quienes no entienden por qué las cosas, no obstante dicha disminución, parecen no mejorar y la gente, por el contrario, ha pasado a sentirse cada vez más insegura en sus calles.
Este grupo de investigación sobre seguridad ciudadana, cree entonces que es conveniente reflexionar sobre el fondo del asunto, sobre lo que verdaderamente hay detrás de unas cuantas cifras, y presenta a continuación su estudio en materia de seguridad sobre lo ocurrido el año pasado, buscando repasar con mayor detalle lo
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conocido por todos pero, también y de manera principal, desvelar lo desconocido por muchos u ocultado por otros.
Se pretende, pues, fortalecer el debate ciudadano, buscando llamar la atención de sus partícipes sobre lo que realmente está pasando en Medellín e invitándoseles a –se insiste–, en principio, reconocer y aceptar la realidad, aún crítica, que padece la ciudad.
Para ello, además de esta breve introducción, el informe cuanta con la presentación del análisis y, en su parte final, con un apartado de recomendaciones que se cree deben ser tenidas en cuenta, no solo por la Administración Pública en el desarrollo de su función, sino también por la comunidad en general en su labor de veeduría y corresponsabilidad frente a los asuntos públicos, como lo es para el caso el de la seguridad.
Ahora, dicho análisis, consta tanto de una parte cuantitativa como de otra cualitativa:
En lo que a lo cuantitativo se refiere, se pretendió, en primer lugar, partir de la tasa de homicidios que a la ciudadanía se le ha presentado como sinónimo de mejoría en la seguridad, y descifrarla mediante la determinación discriminada por comuna de los diferentes índices de homicidios que se esconden tras una única y consolidada cifra de ciudad. Y en segundo lugar, encontrar en cuanto a otros fenómenos delictuales como lo son las desapariciones, el desplazamiento forzado y el hurto, las cifras por sectores de Medellín, de manera tal que fuera posible, en primera instancia, realizar el análisis habitual de los datos consolidados de ciudad y verificar: qué sucede con esos otros delitos cuando los homicidios bajan, y que no es cierto que porque ello ocurra, es decir, que los homicidios bajen, necesariamente el resto de manifestaciones criminales, que igualmente generan inseguridad, también lo hagan; y en segunda instancia, elaborar un inhabitual contraste de cifras pero por comunas y corregimientos que posibilite una mirada más amplia y detallada del asunto de seguridad y corroborar con ello que cada zona de la ciudad tiene su propia realidad y su propia dinámica, realidades y dinámicas que no necesariamente se ven reflejadas a través de una sola tasa o cifra y que no pueden ser desconocidas porque aún hoy hacen de Medellín una ciudad con una crítica situación de violencia.
Para la elaboración de lo anteriormente referenciado, fue menester recopilar cifras varias de seguridad (actuales e históricas) provenientes de diferentes fuentes públicas y/u oficiales (periodísticas y de algunas entidades como Medellín Cómo Vamos y la misma Alcaldía, Medicina Legal, Policía Nacional, Personería de Medellín y el SISC (sistema de información para la seguridad y convivencia)), hacer las respectivas tabulaciones y el posterior contraste de las mismas. Todo, en atención a la necesidad y el querer de realizar el análisis –recuérdese– desde una visión más amplia y detallada de lo tradicional.
En cuanto a los datos de homicidios, fue necesario, para poder obtener las tasas discriminadas por sectores de ciudad, acudir al siguiente procedimiento:
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Para cada uno de los años analizados (2012 y 2013 en el caso del presente informe) hubo de aplicarse la siguiente fórmula: 100.000 por el número de homicidios reportados dentro de “X” comuna en el año “Y”, dividido por el número de habitantes de dicha comuna “X” durante ese mismo año “Y”. El producto de la anterior operación es entonces el número de homicidios por cada 100 mil habitantes dentro de cada una de las 16 comunas y 5 corregimientos de la ciudad durante el periodo de un año. Luego, se determinó para cada uno de los años analizados, cuánto en términos porcentuales significaba la población de cada una de las comunas respecto del total de habitantes de Medellín. Y finalmente, para corroborar exitosamente que los datos obtenidos eran correctos, se procedió a realizar una suma producto entre el índice de homicidios por comuna y el porcentaje de contribución poblacional por comuna, para de esta forma obtener el índice de homicidios por cada 100 mil habitantes para toda la ciudad de Medellín, índice que, al compararse con la tasa de homicidios de la ciudad divulgada por las autoridades, resultó ser exactamente el mismo. Y en lo que a la parte cualitativa del informe corresponde, parte que necesariamente ha de complementar a lo cuantitativo, el texto cuenta con descripciones analíticas de lo que las diferentes cifras utilizadas y encontradas y las distintas gráficas construidas demuestran; es decir, expone aquello que dicen los números y lo que detrás de ellos hay o se esconde. Así como también cuenta con ideas y conclusiones identificadas y/o construidas por el mismo grupo de investigación durante la elaboración del presente trabajo.
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PRESENTACIÓN DEL ANÁLISIS
La Administración Municipal ha dado reiteradamente un parte de tranquilidad a la ciudadanía en materia de seguridad basándose, exclusivamente, en una reducción de homicidios y en haber pasado a ocupar el lugar número 35 dentro de las ciudades más violentas del mundo. Es un grave error –y no se puede seguir cometiendo– medir la (in)seguridad únicamente con el indicador del homicidio. El crimen es plural, tiene muchas y muy diversas causas y manifestaciones; y todas ellas, no sólo una, hacen que exista inseguridad.
No está bien entonces que se juzgue y califique el nivel de seguridad de la ciudad con respecto, primero, y como se acaba de advertir, a una sola cifra, y segundo, sin atender a las muy diversas realidades sectoriales que existen dentro de la misma ciudad. Si bien se trata de una sola localidad, Medellín tiene la particularidad de estar conformada por muy diversas realidades, y todas ellas deben ser consideradas, en conjunto pero también de manera aislada, a la hora de evaluar nuestra situación de seguridad.
Como bien lo señalan los expertos en la materia Fernando Carrión y Johanna Espín en la introducción a la publicación “Un lenguaje colectivo en construcción: el diagnóstico de la violencia”, no se puede reducir la violencia a una sola y ésta a una sola variable, pues se estaría cayendo en un “reduccionismo atroz donde la violencia termina siendo un símil de homicidio”. Es hora “de “recuperar la soberanía del delito”, que no es otra cosa que perseguir las violencias que tienen mayor prevalencia y connotación social en cada uno de nuestros países”, y no permitir que la medición tradicional e internacional del delito dicte la agenda de la seguridad de la ciudad y defina los delitos que más se deben perseguir.
Miremos, entonces, la realidad que hay detrás de la reducción de los homicidios, y si verdaderamente ello permite confiarnos de que las cosas van por buen camino.
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Capítulo 1. SOBRE LOS HOMICIDIOS.
GRÁFICA 1. (elaboración propia. Fuente: datos construidos a partir de cifras oficiales)
Si bien la ciudad registró en el 2013 una tasa de 38.1 homicidios por cada 100 mil habitantes, hay sectores de la ciudad que por sí solos duplican esta cifra. Hay comunas de la ciudad como la comuna 10 (La Candelaria) y la comuna 13 (San Javier) cuyas tasas de homicidios por cada 100 mil habitantes en el 2013 fueron de 165 y 81 homicidios por cada 100 mil habitantes respectivamente, tasas solo comparables con las ciudades más peligrosas del mundo como, por ejemplo, San Pedro Sula, Caracas, y Cali, cuyas tasas en el 2013 fueron, respectivamente, de 187.14, 134.36 y 83.20 homicidios por cada 100 mil habitantes2.
Si se toman en el 2013 las cinco (5) comunas donde más se presentaron homicidios, solo entre ellas se encuentra el 47% de los homicidios de la ciudad; estas, en orden de mayor a menor contribución porcentual, fueron: La Candelaria, San Javier, Robledo, Villa Hermosa y Aranjuez. Si contamos solamente estas cinco comunas, la tasa de homicidios de la ciudad sería de 63 homicidios por cada 100 mil habitantes, una cifra similar a la de Barquisimeto, ciudad venezolana que ocupa el décimo lugar dentro de las ciudades más violentas del mundo y cuya tasa, para el año inmediatamente anterior, fue de 64,72 homicidios por cada 100 mil habitantes.
2 Dentro del ranking de las ciudades más violentas del mundo que trae la ONG Mexicana “Seguridad, justicia y paz”, San Pedro Sula ocupa el primer lugar como la ciudad más violenta del mundo, seguida por Caracas, la cual está en el segundo renglón de la lista; y Cali, por su parte, se encuentra en el cuarto lugar, después de Acapulco, que para el año 2013 tuvo una tasa de 112.80 homicidios por cada 100 mil habitantes.
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Pues bien, cada zona, se repite, tiene su propia dinámica, y es esta la realidad que no se puede desconocer queriendo tan solo mostrar una cifra reducida, en gran medida, por tasas de homicidios de otros sectores de la ciudad donde, por la lógica y dinámica misma del conflicto, dichas tasas (y solo esas) no son tan elevadas: tal es el caso de comunas como El Poblado, cuya tasa en el 2013 fue de 5 homicidios y que se compara con urbes como Boston y Nueva York.
En el centro, por ejemplo, en el 2013 hubo, cada 2.58 días, un homicidio. Y en toda la ciudad, uno cada 9 horas y media.
Ahora, si bien el año 2013 terminó con una disminución general de homicidios del 26.5% respecto del 2012, si se mira lo que ha ocurrido en los últimos meses, específicamente a partir de octubre de 2013 hasta enero de 2014, donde el número de homicidios ocurridos fue de 67, se puede observar que los homicidios nuevamente vienen en ascenso. Incluso puede advertirse cómo solo el número de homicidios de enero del presente año sobrepasa el promedio de homicidios del segundo y último semestre del 2013, que tuvo una cifra promedio de 60.3 homicidios mensuales y fue el semestre precisamente en el que se dio realmente la disminución de homicidios del año pasado. No puede querer entonces ello decir que la situación había mejorado y que ahora nuevamente está empeorando; la situación sigue igual, igual de crítica, pero lo que sucede es que hay que entender que las manifestaciones del crimen y sus dinámicas varían de tiempo y de lugar.
Ejemplo de lo anterior es lo ocurrido en comunas como la 5 y la 6, Castilla y Doce de Octubre, donde con 7 casos cada una en enero de 2014, los homicidios aumentaron considerablemente (un 84.2% y un 75% respectivamente) respecto del promedio de homicidios que tuvieron durante el 2013, los cuales fueron, igualmente de manera respectiva, de 3.8 y 4 homicidios por mes.
Sin duda alguna, el homicidio es uno de los delitos que más impacto tiene y el que más ha marcado la imagen de seguridad de la ciudad de Medellín en los últimos 20 años debido a la connotación suya, en tanto está en juego la vida de las personas.
La mayoría de homicidios en Medellín, claro está, son a casusa de la violencia entre grupos delincuenciales actores del crimen organizado que padece la ciudad: ya sean por enfrentamientos, por sicariato a objetivos específicos, por venganzas, por balas pérdidas, por atravesar alguna “frontera invisible”, negarse a obedecer toques de queda ilegales, no pagar extorsiones, no acatar regulaciones sociales, no ingresar a los grupos ilegales o negarse a cooperar con ellos, por desobedecer una amenaza, denunciar ante las autoridades el cobro de extorsiones y sus actividades ilícitas, producto de la justicia ilegal y el trámite de conflictos personales, intrafamiliares e intracomunitarios, o, entre otras cosas, por oponer resistencia en un hurto. En menor medida se encuentran los homicidios por razones personales como móviles pasionales, una riña entre dos personas, la intolerancia, etc.
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En Medellín, según reportes periodísticos, el servicio de sicariato puede costar entre 15.000 y 50.000 pesos, aunque dependiendo del objetivo puede llegar a costar mucho más, hasta incluso superar los 200 millones de pesos.
Hay un fenómeno curioso a anotar y es que se ha observado que, a pesar de la creciente inversión del presupuesto en los últimos 9 años en las comunas más violentas de la ciudad, éstas no presentan una reducción considerable en estos índices de violencia. Varias razones pueden considerarse como causantes de antedicha contradicción: el desempleo juvenil que supera el 40%; jóvenes que ven en la oferta criminal una alternativa real de trabajo, debido a su buena rentabilidad y a la baja probabilidad de ser capturados y judicializados; falta de coordinación entre las instituciones encargadas de combatir este tipo de problemas o la comunicación interinstitucional que a veces es poco eficiente; una inversión social del municipio que no ha estado enmarcada dentro de una verdadera estrategia de seguridad integral; y en casos por la estrategia de la Administración Municipal estar más encaminada a la contención, se ha dejado a un lado la prevención y la erradicación del conflicto.
Ahora, el arma de fuego sigue siendo el principal instrumento para la realización de los homicidios, siendo utilizada aproximadamente en el 70% de los casos. En segundo lugar está la utilización de arma blanca, y de esta modalidad llama la atención, según reportes periodísticos, su creciente uso en el último año, mientras que entre enero y agosto del 2012 se presentaron 99 homicidios con arma blanca, en el mismo periodo del año 2013 se presentaron 114, un aumento del 15%.
Capítulo 2. BAJAN LOS HOMICIDIOS PERO SUBEN OTROS DELITOS. Ahora, es cierto: los ciudadanos, tal y como en alguna de sus notas periodísticas sobre la seguridad de Medellín lo afirmó El Colombiano, “sí han notado que los homicidios han bajado, pero –han notado también que– han crecido otras modalidades de violencia, por ejemplo, la extorsión y las amenazas… La extorsión se ha vuelto insoportable en los últimos meses, y –hasta– los negocios más grandes de la comuna pagan "vacunas" que oscilan entre un millón y tres millones de pesos”. Conviene entonces examinar la seguridad de la ciudad con una visión ampliada y detallada, ampliada de tal manera que se tengan en cuenta otros delitos y no exclusivamente el homicidio, y detallada de manera tal que permita identificar (y por ende luego atender) las diferentes y particulares realidades que se viven en cada una de las zonas de la ciudad. Solo de esta manera es posible tener una mayor y mejor aproximación a lo que en materia de crimen y violencia está viviendo Medellín.
Una visión como la que se acaba de advertir nos permite confirmar lo que se ha venido afirmando: Medellín, en seguridad, no está tan bien como nos lo hacen creer.
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Así, una visión ampliada, nos refleja que, mientras que los homicidios sí disminuyeron un 26.5% frente a lo ocurrido en el 2012 (en el 2012 hubo 1251 homicidios y en el 2013 920, es decir, 331 homicidios menos), los hurtos, por ejemplo, así como también las desapariciones, aumentaron (basándose en casos denunciados, y sin dejar de advertir que la denuncia, durante el año pasado, disminuyó considerablemente).
GRÁFICA 2. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
Capítulo 3. SOBRE LOS HURTOS.
Frente al 2012, año en el que se dieron 10,594 casos, el total de hurtos reportados sufrió un aumento en el 2013 de 14.6%, con el reporte de 12,139 casos.
Si bien la modalidad de hurto a personas, como se explicará en las próximas líneas, aumentó, es de reconocer que modalidades como el hurto de motos y el hurto de carros sí disminuyeron en el 2013 respecto de lo ocurrido en el 2012.
Sin dejar de llamar la atención por aún seguirse tratando de cifras bastante elevadas y significantes, en cuanto al hurto de motos, se pasó del 2012 al 2013 de 5,080 a 4,871 casos; y en cuanto al hurto de carros, en los mismos años anteriormente referenciados, hubo una disminución de un 11.2%, pasando de 1845 casos a 1639.
1251 521
2546
3568
920 654
1853
5629
Homicidios Desapariciones (reportados)
Desplazamientos forzados
Hurto a personas
Comparativo de delitos -‐ Medellín 2012 -‐ 2013
2012 2013
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GRÁFICA 3. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
En cuanto a la modalidad de hurto a personas, se puede observar que, entre el 2012 y 2013 hubo un aumento del 58%, pasando de 3568 casos en el 2012 a 5629 en el 2013 (basándose –se repite– en casos denunciados y sin tener el cuanta el sub-‐registro), lo que confirma la tendencia ascendente de esta modalidad en los últimos años. Los sectores más críticos fueron el Centro de la ciudad y las comunas de El Poblado y Laureles – Estadio, donde el hurto a personas aumentó un 126%, un 54% y un 95% respectivamente.
Nuevamente, tomando el Centro de la ciudad como ejemplo, durante el 2013, hubo allí un robo cada 4 horas y media.
Y llama la atención cómo en octubre del año pasado, mes donde menos homicidios hubo (45) y lo cual fue señalado como un gran motivo de tranquilidad por la Administración, fue el mes en el que más hurtos hubo: 1362.
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2000
4000
6000
8000
10000
12000
14000
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013
Hurtos
Hurtos
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GRÁFICA 4. (elaboración propia. Fuente: datos construidos a partir de cifras oficiales)
GRÁFICA 5. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
Nota: La gráfica número 5, compara por comunas el comportamiento del hurto a personas del 2012 al 2013. Mediante las flechas azules ascendentes, se señalan las comunas en las que el hurto a personas aumentó, y mediante las flechas de color naranja se identifican, dentro de esas mismas comunas ya señaladas, cuál fue el comportamiento del homicidio del 2012 al 2013.
14 de las 21 zonas de Medellín referenciadas en la gráfica muestran cómo del 2012 al 2013 en ellas, mientras los homicidios se redujeron, los hurtos a personas crecieron. Por su parte, la comuna siete (7) fue la única que evidenció aumento en ambos delitos y la comuna 14, no obstante no presentó variación en cuanto al homicidio, sí es una de las 16 zonas en las que le hurto a personas aumentó.
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En Medellín ocurre un fenómeno preocupante, y es que cada vez que disminuyen los homicidios, los hurtos aumentan de forma casi proporcional. Tal y como lo muestran las gráficas, a menos homicidios más hurtos, y viceversa. Esto demuestra que tanto uno como el otro dependen de los mismos actores, los grupos delincuenciales organizados; mientras estos no están luchando entre sí y generando homicidios, se dedican a robar, y al contrario, mientras más roben quiere decir que menos hombres dedicados a luchar entre sí necesitan. De hecho, es esto lo que puede evidenciarse ha ocurrido en el segundo semestre del año pasado, donde los homicidios bajaron y los hurtos aumentaron, tal y como puede comprobarse en la gráfica número 14.
Es sin duda el hurto uno de los principales fenómenos delictivos que ha causado que la sensación de seguridad ciudadana haya desmejorado, pues, a diferencia del homicidio, es un delito que hace potencialmente víctima a un mayor número de ciudadanos. Así, es más común que las personas salgan de sus casas temiendo ser hurtadas a que salgan temiendo ser asesinadas; no obstante existe el temor de que en algún caso termine sucediendo lo que ya ha ocurrido en varias ocasiones, que por realizar un hurto los delincuentes terminen quitándole la vida a su(s) víctima(s).
Es el hurto, también sin duda, uno de aquellos fenómenos frente a los cuales el ciudadano demanda por parte de la autoridad acciones contundentes, tangibles y cuya efectividad pueda ser y sea verificable. El ciudadano claro que quiere que si es atracado pueda denunciar y que la denuncia no sea un tormento y algo costoso (en dinero y en tiempo), pero el ciudadano también quiere que, inicialmente, no se tenga que ver enfrentado a un caso de robo, y que si lo están robando, la reacción de la autoridad no sea extemporánea; el ciudadano quiere confiar en la ciudad y en sus autoridades, pero hoy, dicha confianza, está claramente en veremos. No son en vano entonces, por ejemplo, las recientes y varias reacciones desesperadas de algunos ciudadanos queriendo hacer justicia por su propia mano.
Capítulo 4. SOBRE LAS DESAPARICIONES.
Los homicidios bajan, sí, pero como puede constatarse, las desapariciones aumentan: las denuncias por desaparición en el 2012 fueron 521 y, a lo largo del año 2013, se presentaron 654 reportes de personas desaparecidas (un aumento del 25.5%), de las cuales 352 aparecieron vivas, 32 aparecieron muertas y 270 aún continúan desaparecidasde. El sector poblacional más afectado con esta actuación criminal es aquel representado por el grupo de edad entre los 10 y 17 años con 210 casos, seguido por el grupo de edad entre los 18 y 25 años con 140 casos.
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GRÁFICA 6. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
La desaparición forzada es utilizada por los grupos delincuenciales para invisibilizar su accionar, realizar sus actuaciones sin llamar la atención de las autoridades, ocultar pruebas y posibles testigos, y generar un ambiente de pánico y zozobra en la población que les facilite el control territorial; aunque no se puede dejar de decir que esta práctica es también utilizada como mecanismo de intimidación colectiva.
Es claro que en las comunas donde hay mayor índice de desapariciones forzadas es porque hay un férreo control territorial y social mediante este tipo de actos sobre la población, que evitan también la llegada de grupos delincuenciales rivales a sus territorios y por lo cual no se presentan enfrentamientos. No es extraño así, como puede evidenciarse en las gráficas siguientes (7 y 8), que en lugares donde crece la desaparición, se reducen los homicidios.
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Las desapariciones como herramientas criminales son bastante utilizadas en ocasiones de pactos ilegales, como puede verificarse con lo sucedido a finales del 2013, pues una de las órdenes cuando hay pactos es que no debe haber homicidios, y entonces, si los va a haber o los hay pues deben terminar silenciándose mediante la desaparición.
Con todo, además de resultar una manera “cómoda” de actuar para los delincuentes en tanto en el asesinato, el cadáver está ahí, por lo que se puede identificar a la víctima y al victimario, mientras que sin cuerpo las autoridades es difícil que puedan encontrar las pruebas, y no obstante lo escalofriante que resulta este fenómeno como quiera que sus métodos resultan ser exageradamente sanguinarios, la desaparición se ha convertido de tiempo atrás en una práctica permanente de los grupos delincuenciales, y su ocurrencia refleja su presencia y poder en la zona.
La desaparición forzada no resulta siendo cosa distinta, entonces, que una especie de homicidio que deja amplios márgenes de impunidad. Incluso muchas desapariciones terminan en supuestos casos de suicidios o accidentes.
GRÁFICA 7. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
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GRÁFICA 8. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
Nota: Las gráficas número 7 y 8, comparan por comunas el comportamiento de las desapariciones del 2012 al 2013 y, a la vez, el comportamiento, también por comunas y del 2012 al 2013, del homicidio. Mediante las flechas azules ascendentes, se señalan las comunas en las que las desapariciones aumentaron, y mediante las flechas de color naranja se identifican, dentro de esas mismas comunas ya señaladas, cuál fue el comportamiento del homicidio del 2012 al 2013.
En 10 de las 21 zonas referenciadas mediante las gráficas, queda claro cómo en ellas, entre el 2012 y 2013, y no obstante los homicidios verse reducidos, las desapariciones, por el contrario, aumentaron. En una de las comunas, la 14, también las desapariciones aumentaron, aunque los homicidios se mantuvieron estables, sin representar ni aumento ni disminución. En Robledo, comuna 7, si bien las desapariciones disminuyeron, los homicidios, contrario a lo que sucedió en la mayoría de los sectores, aumentaron. Y Castilla, por su parte, fue la única comuna de la ciudad que presentó aumento tanto en homicidios como en desapariciones.
Capítulo 5. SOBRE EL DESPLAZAMIENTO FORZADO Y LAS AMENAZAS.
El desplazamiento forzado sigue siendo una realidad, y aunque haya disminuido frente a lo ocurrido en el 2012 (pasando de 2546 casos a 1853 en el 2013), sus niveles siguen siendo bastante elevados y no dejan ni pueden dejar de preocuparnos, así como tampoco puede dejar de preocuparnos el difícil fenómeno de la amenaza, fenómeno que, para el 2013, afectó a 6004 personas.
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GRÁFICA 9. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
Nota: La gráfica número 9, compara por comunas el comportamiento del desplazamiento forzado producto de amenazas directas del 2012 al 2013. Mediante las flechas azules ascendentes, se señalan las comunas en las que el desplazamiento aumentó, y mediante las flechas de color naranja se identifican, dentro de esas mismas comunas ya señaladas, cuál fue el comportamiento del homicidio del 2012 al 2013.
En 7 de las 21 zonas referenciadas en la gráfica, queda evidente cómo en ellas, si bien el homicidio se redujo en el 2013 frente a lo ocurrido en el 2012, el desplazamiento, por el contrario, creció.
El fenómeno del desplazamiento forzado intra-‐urbano es una consecuencia del accionar de los grupos delincuenciales que hacen presencia en el territorio. Dentro de la disputa y el control territorial que ejercen estos grupos delincuenciales, estas organizaciones criminales tratan de ejercer también un control social mediante actos como las amenazas directas, el intento de reclutamiento forzado a menores de edad, las agresiones físicas, las agresiones sexuales contra las mujeres, los homicidios, las extorsiones y el miedo en general que generan las “fronteras invisibles” y las disputas entre estas organizaciones. Esto, todo, es lo que hace que las personas tengan que abandonar sus hogares buscando protección.
De la mano del desplazamiento forzado, así como también de la mano de la desaparición forzada, se encuentra otro fenómeno criminal, cual es el de reclutamiento de menores, menores que siempre han sido y serán objetivos de las estructuras criminales en su querer de engrosar sus filas. Son los jóvenes y los niños, indefensos, muchos con problemas familiares, sociales, muchos pobres, los que se convierten en “presas fáciles” para el coqueteo de quienes delinquen, quienes, mediante falsas imágenes prometedoras, y de ser necesario, mediante amenazas, literalmente reclutan a estas personas para convertirlos, de manera rápida y fácil gracias a su corta edad (que significa poca experiencia, falta de carácter, facilidad de convencimiento, inocencia), en criminales profesionales.
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Capítulo 6. SOBRE LA EXTORSIÓN.
No se puede dejar de decir frente a esta manifestación criminal que, al igual que el hurto y los homicidios, es uno de los delitos que mayor sensación de inseguridad y zozobra causa en la ciudadanía, toda vez que la persona que padece el cobro de este impuesto ilegal, es victima permanente (diaria o semanal) y la posibilidad de incumplir por una u otra razón con el pago pone en constante peligro su integridad. Es así la extorsión, como se advirtió líneas atrás, una de las causas del desplazamiento, pues quienes no acceden a pagar o no pueden pagar la suma de dinero requerida por los criminales, se ven en la obligación de abandonar sus viviendas o trabajos.
En salidas de campo ha podido identificarse una situación que se ha convertido en la regla general de muchos de los sectores de Medellín; así por ejemplo, pudo evidenciarse cómo en la comuna 5, Castilla, y específicamente en su bulevard de la calle 68, hay comerciantes que, de acuerdo a la magnitud de sus negocios, pagan vacunas semanales que pueden oscilar entra 10.000 y 20.000 pesos, o un poco más incluso, y cómo hay personas que llevan alrededor de siete años teniendo que pagar estas cantidades de dinero.
Según estimaciones periodísticas, tal y como nosotros lo hemos constatado y como cualquier ciudadano lo puede constatar en muchos y diversos sitios de la ciudad, el 80% de las actividades que se desarrollan en el espacio público y de la vida cotidiana de la ciudad poseen algún tipo de impuesto o cobro ilegal, por lo que la extorsión, dentro de la economía criminal, se ha terminado por consolidar como una de las principales y más importantes fuentes de financiación.
Sin embargo, preocupa, no obstante haber la extorsión crecido considerablemente en los últimos años y haberse expandido a lo largo y ancho de todo el territorio municipal, que no se haya logrado todavía tener cifras sólidas sobre este fenómeno y que la denuncia en estos casos sean tan exageradamente precaria, lo que sin duda dificulta el análisis (y consecuente tratamiento) de esta parte de la realidad que tanta atención merece.
Capítulo 7.
Adicional entonces a la visión ampliada que se acaba de desarrollar, y tal y como se advirtió en el capítulo 2, es necesaria también una visión detallada, la cual, por su parte, nos demuestra que existen sectores o comunas de la ciudad que –recuérdese– tienen su propia dinámica y viven una crítica situación de seguridad, situación o situaciones que no se ven claramente reflejadas cuando se hecha mano,
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exclusivamente, de un solo indicador para aludir o evaluar el tema de seguridad en la ciudad.
Basta mirar las cifras de algunas comunas para darse cuenta de que lo que se acaba de afirmar es realmente cierto. Veamos:
Nota: las comunas a las que se hará alusión a continuación fueron escogidas, luego de compararse por comunas sus distintos indicadores de seguridad, como claros ejemplos de aquellas zonas de la ciudad en las que existe una dinámica propia y, no obstante existir unas cifras de ciudad consolidadas, sus respectivas realidades no se ven en ellas reflejadas. En otras palabras, son casos que confirman la necesidad de esa visión detallada antes aludida.
Dentro de las gráficas en las que se alude a la situación de dichas comunas, y mediante las flechas rojas ascendentes, se señalan las cifras que en cada una de dichas comunas aumentaron del 2012 al 2013; con la flecha de color naranja, se resalta el particular comportamiento de los homicidios; y con la estrella roja se llama la atención sobre aquellas cifras que, no obstante haber disminuido en el 2013, siguen presentando índices altos y alarmantes.
COMUNA 10.
GRÁFICA 10. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
En el caso de la comuna 10, La Candelaria, por ejemplo, los homicidios se redujeron en apenas unos 5 casos (mientras los homicidios en la ciudad rebajaron un 26.5% del 2012 al 2013), una disminución mínima que no permite concluir de ninguna manera que frente al asunto de los homicidios se haya mejorado y que mantiene al centro de la ciudad como uno de los sectores más difíciles y violentos de Medellín, con una tasa
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bastante elevada de homicidios que, como se dijo inicialmente, tan solo es comparable con las tasas de aquellas ciudades más peligrosas del mundo.
Pero no son solo los homicidios, el desplazamiento forzado en esta comuna y el hurto a personas tuvieron un aumento del 2012 al 2013. El desplazamiento por su parte y dentro de esta comuna aumentó un 15.8%, mientras que el hurto a personas aumentó un 126.4%, pasando de 864 casos en el 2012 a 1956 en el 2013.
Incluso fenómenos como el del hurto a carros y hurto a motos, y no obstante haber presentado una disminución en el 2013 frente a lo ocurrido en el año respectivamente anterior, siguen reflejando cifras bastante altas: 1001 motos robadas y 243 carros robados en La Candelaria durante el 2013.
COMUNA 14.
GRÁFICA 11. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
En la comuna 14, El Poblado, aquel sector de la ciudad que históricamente ha presentado una de las tasas de homicidios más bajas de Medellín y que contrasta con la gran mayoría del resto de indicadores de homicidios de la ciudad, no presentó en el 2013 variación alguna en cuanto a los homicidios y frente al 2012. Además, presentó fuertes aumentos en lo que a las desapariciones y el hurto a personas respecta. De 3 desaparecidos reportados en el 2012 se pasó a 7 en el 2013, y de 407 casos de hurto a personas a lo largo del 2012, se pasó a 635 casos en el 2013.
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COMUNA 5.
GRÁFICA 12. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
Castilla, es decir, la comuna 5, si bien representó disminución en cuatro de los cinco fenómenos delictivos a los que se alude en las gráficas que se comentan, sigue presenciando un altísimo número de hurto a motos y de hurto a personas, con 420 y 311 casos respectivamente para el periodo anual del 2013. En cuanto al hurto de motos, es Castilla la cuarta comuna de la ciudad más afectada por esta práctica criminal, representando en su caso dicha modalidad el 45% del total de hurtos.
Adicional a lo anterior, como ocurrió en 12 de las 21 comunas (16 comunas y 5 corregimientos) de la ciudad de Medellín, las desapariciones en la comuna 5 aumentaron un 20% pasando de 25 a 30 casos del 2012 al 2013.
Y ha de advertirse, finalmente, que fue Castilla una de las únicas dos comunas (junto con Robledo, comuna 7) en las que el homicidio, en el 2013 y frente al 2012, en vez de disminuir, aumentó. En su caso lo hizo un 9.5%.
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COMUNAS 13 Y 8.
GRÁFICA 13. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
GRÁFICA 14. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
Tanto San Javier como Villa Hermosa (comunas 13 y 8) han sido y son sectores bastante aporreados por la dinámica criminal que por años ha castigado a la ciudad. Si bien en ambas comunas se evidenció una disminución de los homicidios del 2012 al 2013, en ellas, por la lógica misma del conflicto y del crimen organizado (que independientemente de las variaciones de los diferentes indicadores de seguridad que haya podido haber y que pueda llegar a haber, es una realidad que se ha afianzado en Medellín y sus sectores aledaños –y ello no se puede olvidar, pues es precisamente ese
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crimen al que se debe combatir y contra el cual se debe luchar, no a los indicadores, no contra las cifras (por más útiles que ellas puedan ser no pueden dejar de ser vistas como un instrumento para pasar a ser entendidas como objetivos)–) hubo aumento de otras formas delictuales.
Así por ejemplo, en San Javier el hurto a motos aumentó, como también así lo hicieron las desapariciones, pasando de 22 personas reportadas como desaparecidas en el 2012 a, en el 2013, 50. Un aumento de un 127.3%. Y si bien los homicidios y los desplazamientos forzados rebajaron en el 2013, las cifras siguen siendo muy preocupantes: 112 homicidios y 466 casos de desplazamiento forzado en el 2013. Es, indiscutiblemente, el sector de Medellín más afectado por el desplazamiento forzado intra-‐urbano, representando el 25.1% de todos los casos que ocurren la ciudad.
En Villa Hermosa, por su parte, fenómenos como el de hurto a motos y el desplazamiento forzado disminuyeron, pero sus cifras no dejan de ser altas y preocupantes: 212 motos robadas en el 2013 y 314 casos de desplazamiento, siendo así la segunda comuna más afectada de la ciudad por el desplazamiento forzado y representando el 16.9% de todos los casos que ocurren en la ciudad. Y manifestaciones delictivas como las desapariciones, el hurto a carros y el hurto a personas, por el contrario, aumentaron un 10.3%, un 10.8% y un 80.9% respectivamente.
CORREGIMIENTO DE SAN CRISTÓBAL.
GRÁFICA 15. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
Finalmente, es el corregimiento de San Cristóbal un ejemplo más, de varios, en los que se puede evidenciar que cada zona de la ciudad enfrenta realidades particulares y dinámicas criminales distintas, y que si bien uno o algunos indicadores pueden disminuir, como en su caso lo hizo, por ejemplo, el número de homicidios, otros
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indicadores pueden aumentar, demostrando que la inseguridad y el crimen son plurales. Durante el 2013, y tal y como se constata en la gráfica anterior, aumentaron en San Cristóbal las desapariciones (en un 100%), el hurto a motos (pasando de 23 en el 2012 a 40 robos de motos en el 2013) y el hurto a personas (en un 123.1%).
Capítulo 8.
Ahora bien, es claro que se debe valorar el esfuerzo de la institucionalidad por combatir las causas que generan inseguridad. Pero no se puede dejar de reconocer la realidad, no se puede ahora desconocer que hay otros factores (indeseados pero ciertos) que influyen también en el comportamiento de los indicadores de criminalidad.
Existen fuertes indicios sobre la existencia en la ciudad de un pacto criminal desde mediados del año pasado. Y al analizar algunas cifras, estas nos deben poner a pensar: en los dos primeros meses de 2013 los homicidios aumentaron un 21.2% con respecto a los dos primeros meses de 2012, y en los 6 primeros meses de 2013 hubo una reducción de homicidios de tan sólo un 2% en comparación con el mismo periodo del año inmediatamente anterior. La disminución de la que se habla en cuanto a los homicidios ocurrió, entonces, a partir de mitad de año, fecha en la que se presume fue realizado el pacto.
GRÁFICA 16. (elaboración propia. Fuente: datos oficiales)
91 100
109
88 92
82
59
69 63
45
59 63
800
109 153
214 150
298 325 362
810 1362
547 418
1
10
100
1000
10000
0
20
40
60
80
100
120 Casos de hurtos
Casos de hom
icidios
Seguridad en Medellín -‐ 2013
Homicidios Hurtos (a personas)
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GRÁFICA 17. (elaboración propia. Fuente: datos periodísticos – El Colombiano)
Desapariciones antes y después de los pactos de 2013
Enero 1 a 30 de junio Julio 1 a 23 de octubre
294 reportados desaparecidos 273 reportadas desaparecidas
176 desaparecidas 210 desaparecidas
Es claro, como puede evidenciarse, que no solo los homicidios bajaron y subieron otras modalidades delincuenciales, sino que, y no es simple coincidencia, dicha disminución de homicidios coincide con el aumento de esas otras manifestaciones criminales. Es así como, por ejemplo, la cifra de reportes de desaparecidos del primer semestre de 2013 casi fue igualada por la cifra obtenida en los siguientes tan solo 4 meses: del 1ro de enero al 30 de junio hubo 294 casos reportados, y del 1ro de julio al 23 de octubre fueron 273 los casos reportados. No se trata entonces, de ninguna manera, de aceptar o validar el pacto; pero sí se requiere reconocer que ha habido un acuerdo entre “La Oficina” y “Los Urabeños”, quienes, ante el anuncio de entrada de estos últimos al territorio metropolitano, decidieron abstenerse de entrar en guerra por el control de las zonas y “repartirse” el territorio para que de esta manera cada uno de esos bandos pudiera dedicarse al negocio del crimen sin tener que desgastarse afrontando una lucha armada. Es por ello que, consecuencialmente, aumentan otros fenómenos delictivos en la ciudad, tal y como quedó anteriormente demostrado. Testimonios muestran que ha empezado a haber fraccionamientos del pacto en algunos sectores, lo que podría ser una de las causas por lo que en sectores como la comuna 5 y la comuna 6 los homicidios han estado aumentando. Existe entonces ahora la posibilidad de que dicho pacto se rompa, como tarde que temprano termina por suceder con ese tipo de acuerdos ilegales: o se rompe o una de las partes absorbe a la otra y consolida y fortalece su poder. Una u otra consecuencia son bastantes perjudiciales para la ciudad y pueden acarrear consecuencias indeseables. Adicional a ello, hay que valorar testimonios que ya hablan de la entrada a la ciudad de otros actores o grupos del crimen y saber entonces sortear la situación activamente y no tan solo, luego, de manera reactiva. Ahora, aquí el único pacto que debe existir es el de la institucionalidad y la ciudadanía. Pero sí se requiere aceptar la realidad, y no permitir que ésta se vea distorsionada. No se puede permitir que la agenda de la seguridad y los indicadores de seguridad
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obedezcan y dependan de la voluntad y de la agenda criminal. La agenda de la seguridad debe depender única y exclusivamente de la autoridad estatal, autoridad que se debe imponer a lo largo y ancho de todo el territorio de la ciudad. No se puede entonces decir que estamos muy bien y que necesariamente las cosas están mejorando. De hecho, alta, grave y preocupante es la percepción ciudadana de inseguridad que aún se vie en Medellín: en la última encuesta Medellín Cómo Vamos, se observa que el porcentaje de personas que se sienten seguras en la ciudad pasó de un 54% a un 44%, y el porcentaje de personas que se sienten muy inseguras en la ciudad de un 14% a un 19%. Se debe recordar que la seguridad es tanto objetiva como subjetiva; son hechos pero también percepción.
GRÁFICA 18. (elaboración propia. Fuente: datos Medellín Cómo Vamos)
Con todo, es evidente que la seguridad en Medellín no solo es percepción, también es realidad. Sin embargo, sí es posible que las cosas mejoren realmente. Y es del interés de todos que ello suceda. Por lo mismo, se procede a continuación a realizar algunas recomendaciones.
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ALGUNAS RECOMENDACIONES:
Debe empezarse por reconocer la crítica situación de inseguridad que se vive y convocar a toda la ciudadanía para que juntos se le enfrente.
La Alcaldía debe liderar la estructuración e implementación de un modelo de seguridad integral para la ciudad, en el que se incluya, no sólo la represión del crimen, sino también, fuertemente, el fomento de la ciudadanía (la corresponsabilidad social, el civismo, la legalidad y la autoridad) y la prevención del delito, de la mano siempre, por su puesto, de una bien elaborada inversión social.
No sólo se debe decir, por ejemplo, que se va a fomentar la corresponsabilidad de la ciudadanía en asuntos públicos, se debe saber específicamente cómo ello se va a lograr. En cuanto a la falta de denuncia, no se puede seguir lamentándose y solicitándole simplemente a las personas que denuncien; se requiere de estrategias verificables que provoquen e impulsen la denuncia ciudadana. Hoy denunciar para el ciudadano se ha convertido en un martirio, tanto por el trámite burocrático como por el temor a las represalias a las que se puede someter quien denuncia puesto que en algunos casos la información no se termina manejando con confidencialidad. Es claro entonces que además de una estrategia en pro de la denuncia y la protección del denunciante, se requiere de una intervención que desde las bases de la atención eficiente al ciudadano permita disminuir el tiempo de trámite y mejore el sistema de gestión de información y respuesta. Las herramientas tecnológicas son imprescindibles en este aspecto. Para esto se requiere el trabajo coordinado de la Fiscalía y la Administración Municipal.
Una de las tareas urgentes es reorientar las funciones de la reciente Secretaría de Seguridad, ya que en la actualidad se limita a ser la ordenadora del gasto de los organismos de seguridad, (eso lo hacía anteriormente la Secretaría de Gobierno) desvirtuando su función principal que consiste en ser el organismo encargado de coordinar y planear con la participación de los demás organismos (Policía, Ejercito, Fiscalía, entre otros) todo el manejo de la seguridad en la ciudad.
Mas allá de quien ocupe el cargo, se debe revisar la pertinencia de haber creado la Vicealcaldía de Seguridad y Gobernabilidad (al igual que las otras Vicealcaldías). La burocratización de la Seguridad no es conveniente, ya que se diluyen las responsabilidades.
La seguridad y Medellín requieren de menos burocracia y de más acciones.
Muy válida la determinación de aumentar el presupuesto de seguridad para este 2014. La seguridad no puede ser vista como un gasto sino como una inversión, y son muchos los frentes en los que, para la seguridad de la ciudad, se requieren inversiones, que obedezcan, claro está, a planes estratégicos de inversión y no a simples situaciones coyunturales. En tecnología e inteligencia (técnica y humana) es posible avanzar bastante, no solo para el tema de investigaciones judiciales, sino también, para controlar el delito y vigilar la ciudad (más cámaras y a la vez mayor y mejor capacidad para operarlas, equipamientos de policía de avanzada, nuevas tecnologías, entre
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otros). No obstante, es importante que se vigile muy bien la ejecución de los recursos y la disposición final que se hace de herramientas técnicas y tecnológicas, así como del parque automotor, la ciudad no se puede permitir una gestión ineficiente o poco asertiva de estos incrementos.
Por ejemplo, las cámaras utilizadas para las foto-‐multas deberían servir también como cámaras de seguridad.
La ciudad necesita urgente un libro blanco de la seguridad en la actualidad. Para ello es necesario la participación mancomunada del sector privado, de organismos privados y de instituciones educativas, a los y a las cuales se les extiende la invitación para hacer parte de la materialización de esta propuesta.
Igualmente, es importante que se de el debate sobre la diferencia existente entre seguridad nacional y seguridad ciudadana. Tradicionalmente, desde un punto de vista formal, se ha asimilado la seguridad nacional a lo rural y al ejército y la seguridad ciudadana a lo urbano y a la Policía. Sin embargo, la realidad del crimen organizado se ha encargado de demostrar que esa visión puede ser insuficiente y que, por lo tanto, se requiere es de una visión material. De esta última manera, entendiendo que la seguridad nacional es la seguridad del Estado y la seguridad ciudadana la de las ciudades, y analizando las condiciones y realidades actuales, es posible y necesario concluir que el Estado hoy no se ve amenazado solamente en el campo o en las zonas alejadas y olvidadas, sino que dentro de las mismas ciudades como Medellín, es posible encontrar sectores donde el Estado no llega y lo que hay allí son Estados paralelos. No se trata pues de la militarización de una ciudad, sino la obligación constitucional que tiene el Estado de recuperar su territorio, para lo cual en casos es indispensable el apoyo y el actuar del Ejército.
Entre muchas otras, son necesarias también medidas (en todo caso lideradas por la principal autoridad del municipio quien debe personificar la figura del gobernante líder) como por ejemplo:
-‐ Realizar consejos de seguridad diarios, así como consejos de seguridad barriales cada semana y consejos de seguridad metropolitana cada mes.
-‐ Mediante inteligencia y la operación de diferentes grupos de fuerzas estatales especializados atacar y desarticular las estructuras criminales, así como también sus economías ilegales y los diferentes tipos de delitos. Ahora bien, el enfoque no puede ser única y exclusivamente buscar las cabezas u objetivos de alto valor, pues en este tipo de estructuras con funcionamiento en red, está demostrado que las cabezas, al caer, son fácilmente reemplazables. El objetivo debe ser también de manera principal atacar el flujo de caja, las rentas legales, informales e ilegales que permiten mantener a flote la estructura criminal. Por esta misma razón, además de un grupo de objetivos de alto valor, son necesarios pues grupos elites (conformados por miembros de la fuerza del Estado altamente especializados, así como también por personas de la Justicia y la Fiscalía) para cada uno de los delitos más significativos, cuya operatividad
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debe ser manejada de tal manera que se eviten fenómenos como el de la corrupción y la inefectividad (por ejemplo: podrían tenerse en cuenta medidas como, entre otras varias, operativos sorpresa y rotaciones estratégicas de personal, tiempo y lugar).
-‐ Fortalecer las demás instituciones que deben actuar frente a la inseguridad, como por ejemplo la justicia (jueces y Fiscalía) y la Policía, apoyándola no solo con dinero sino con trabajo conjunto (ideas, logística, exigencias, infraestructura, operaciones conjuntas, etc.).
-‐ Reforzar la relación existente entre la Policía y el ciudadano, exigiéndole a aquella un mejor desempeño (depurándola en los casos que ello sea necesario y adelantando y comunicando las labores de control interno de cara a acabar con la corrupción institucional) pero fortaleciendo la colaboración de éste, el ciudadano. Es de vital importancia que exista una verdadera confianza entre los ciudadanos y la Policía.
-‐ Así como ha de exigírsele a la Policía, también se debe dignificar su labor. No puede suceder que hoy los policías, por ejemplo, están agotados y desmotivados por jornadas fuertemente extenuantes de trabajo sin que ello se vea reflejado en sus retribuciones. Esta institución, y en general todas las fuerzas del Estado, deben contar con el respaldo y la defensa por parte de la Administración Pública.
-‐ En cuanto a la situación carcelaria precaria y de hacinamiento que vive el Valle de Aburrá, es necesario que se convoque al Ministerio de Justicia para que, conjuntamente, se le de salida pronta a esta problemática. Es un asunto que no solo preocupa al Área Metropolitana, sino a todo el país. Medellín puede y debe entonces ser partícipe activamente del debate nacional sobre el asunto de la crisis carcelaria.
-‐ Además del Plan Cuadrantes, el cual no solo debe reforzarse con equipamientos sino también con el fortalecimiento de la capacidad del policía de construir lazos de confianza con la comunidad, de reflejar autoridad y de significar eficiencia y efectividad en su labor de vigilancia (enseñándosele y exigiéndosele, por ejemplo, que no es suficiente un patrullaje con unas luces encendidas y unas paradas cada cierto tiempo, sino que mientras se está patrullando ir realizando constantemente y aleatoriamente labores de control y vigilancia, como retenes, detención de vehículos en movimiento, requisas, etc.), debe haber otras manifestaciones más puntuales de la intervención de la fuerza del Estado que permita adelantar la lucha contra el crimen. Para esto es necesario, como ya se advirtió, la inteligencia, la tecnología y la actuación y confluencia de grupos elites y especializados.
-‐ Continuar y reforzar las intervenciones sociales integrales (en educación, en deporte, en cultura y en empleo y oportunidades (especialmente para los
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jóvenes quienes son gran parte la materia prima y de los principales insumos del conflicto); intervenciones ambientales, en infraestructura, con presencia policiva, etc.), sabiendo distinguir que, siendo cosas diferentes la inversión social y la prevención del delito, ambas son necesarias y complementarias. Algunas de las intervenciones deben hacerse correcta y rápidamente en lugares que se tienen identificados como los sectores más violentos de la ciudad, y de manera tal que los efectos esperados puedan ser verificados con la mayor brevedad posible.
-‐ Y sabiendo que mucho de lo que se puede hacer y debe hacer frente a la seguridad de Medellín no le corresponde a la Administración Municipal, si debe ser tarea de ésta, identificando previamente las respectivas competencias, el exigirle contundentemente (y apoyarlas en los casos que sea necesario) a las demás instituciones, personas o entidades de rango especialmente Nacional su debida actuación responsable en la materia. Así por ejemplo, no sobra entonces, y conviene, que la Administración Municipal lidere la elaboración de algún(os) Proyecto(s) de Ley, de la mano de los Congresistas, en materia de seguridad ciudadana. Por lo pronto, se le hace un respetuoso llamado tanto al Presidente Juan Manuel Santos, al Ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón, al Director General de la Policía de Colombia General Rodolfo Palomino López y al Comandante General de las Fuerzas Militares General Juan Pablo Rodríguez Barragán, para que atienden, de la mano de la Administración Municipal, la crítica situación de seguridad que todavía padece Medellín.
Se requiere, pues, de una lucha decidida y frontal, de medidas claras, específicas y contundentes en contra de la criminalidad; no se puede permitir que la ciudadanía termine por recurrir a la justicia por la propia mano y a “grupos de limpieza social”. La seguridad cuesta, pero la inseguridad cuesta derechos, vidas. Se propone, entonces, y para comenzar, que el Alcalde (y con él toda la institucionalidad) se apersone de la seguridad de la ciudad y ejerza su labor más cerca del ciudadano, reflejando con ello liderazgo y a la vez autoridad.