CARACTERISTICAS DE LA TRANSCIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO .
EL RÉGIMEN feudal europeo se acercaba en las postrimerías del siglo XIV y prin-
cipios del XV, a una gran crisis económica y política. Varios factores contribuyeron a
desencadenarla.
a) La liberación de los campesinos de la servidumbre había experimentado un notable
avance. Los nobles, apremiados por la necesidad de dinero para cubrir sus gastos,
propiciaron que mediante un rescate en metálico los siervos se liberaran de las presta-
ciones personales. Con este hecho, aunado a la emigración de las masas campesinas a las
ciudades, recibió un duro golpe el sistema servil.
b) división social del trabajo entre la ciudad y el campo iba acentuándose. Los
burgos o ciudades, centros económicos de la incipiente burguesía, cobraban auge. Allí,
una serie de actividades minaban la autarquía de los feudos. Producción artesanal, el
intercambio comercial, tanto interior como exterior crecieron con gran rapidez, per-
mitiendo la concentración de la riqueza en manos de los mercaderes y banqueros. Estos
desarrollaron las operaciones del crédito, del agio y de la usura.
c) La demanda de mercancías alentaba el incremento de las fuerzas productivas. Se
generalizó el uso de la rueda hidráulica; nació, con los primeros altos hornos, la pro-
ducción de acero; el telar horizontal empezó a sustituir al vertical que daba menor ren-
dimiento; la brújula y el astrolabio facilitaron los viajes marítimos y los hicieron más
audaces; la carabela jugaría un papel destacado en los grandes descubrimientos geo-
gráficos.
d) A medida que se debilitaban las viejas relaciones de producción, se fortalecían
nuevos sectores sociales que entraban en pugna con el poder feudal. En particular, la
burguesía comercial y bancaria, al frente de los estratos más bajos de la población,
rivalizó seriamente con la nobleza y el clero, arrebatándoles el control que ejercían sobre
las ciudades.
e) Con el desarrollo de la industria artesanal, aparecieron nuevas contradicciones de
clase. Los maestros dueños de los talleres se enriquecían. Agrupados en gremios, dis-
putaban el poder a los comerciantes y a los banqueros o se aliaban a ellos contra el señor
feudal, según las circunstancias concretas. Sin embargo, tenían que enfrentar la rebeldía y
el descontento de los aprendices y los oficiales que trabajaban para ellos.
f) Durante el siglo XIV la descomposición del feudalismo se acelera aun más debido a
las repetidas insurrecciones campesinas. La Jacqueri en Francia, la encabezada por Wat
Tyler en Inglaterra y el movimiento Husita en Bohemia, son muestras del grado de
enfrentamiento a que habían llegado las clases sociales. Muchos de estos movimientos
enarbolaban banderas de herejías religiosas como respuesta al papel jugado por la
iglesia católica, firme defensora del feudalismo.
Todo lo anterior ponía de relieve que la estructura económico-social del régimen feudal se
resquebrajaba por todas partes. Era necesario un cambio revolucionario que diera paso a
otras relaciones de producción y fuerzas productivas más nuevas y moderna;. Por diversas
razones que no serán analizadas aquí, la liquidación total del régimen feudal en Europa
esperó todavía varios siglos; se necesitaron diversas oleadas revolucionarias burguesas para
destruirlo por completo. Mientras tanto, en su seno se operaban procesos de gran
trascendencia histórica por el desenvolvimiento del sistema capitalista.
Las transformaciones ocurridas en la base económica del viejo edificio social, plantearon
la modificación del Estado feudal. En virtud de que la autoridad -política que los señores
feudales ejercían en sus jurisdicciones territoriales limitaban la expansión del mercado para
la burguesía, ésta apoyaría la centralización del poder como un medio para salvaguardar
sus intereses, al mismo tiempo que aumentaba su influencia política. Los reyes, auxiliados
por la burguesía, sometieron a los nobles renuentes a acatar el poder real. Se crearon así las
Monarquías Absolutas y los Estados Nacionales Modernos. El intercambio mercantil entre
Oriente y Occidente había favorecido a las ciudades del norte de Italia. Venecia, Génova,
Florencia, entre otras, fueron la cuna del capitalismo gracias a 'las riquezas acumuladas y
al comercio. Sin embargo, la conquista de Constantinopla por los turcos a mediados del
siglo XV, no sólo arruinó el monopolio comercial de las ciudades italianas, sino que provocó
una crisis profunda en toda Europa y transformó en una cuestión de vida o muerte para la
burguesía encontrar nuevas rutas comerciales al Oriente. Dentro de este contexto se
comprende que el "descubrimiento" de América y su incorporación al mercado mundial, no
fue obra de la casualidad: fue producto de la, imperiosa necesidad de expansión de la
naciente burguesía, que "hizo redondo" al mundo.
Por otro lado, durante los siglos mencionados. Europa padeció una falta creciente de
metales preciosos que frenaba el desarrollo de la economía mercantil. Los grandes
descubrimientos geográficos estuvieron ligados en gran medida a la necesidad de satisfacer
esa carencia.
A partir de los viajes interoceánicos se va definiendo el curso del capitalismo como nuevo
sistema económico. El desarrollo de la acumulación originaria del capital cobra un mayor
impulso; el comercio y la industria enfrentan nuevas exigencias y para resolverlas aumenta
la producción de mercancías: el oro y la plata de América inundan los mercados europeos
provocando la "revolución de los precios"; se constituyen los grandes imperios coloniales.
Son dos los aspectos fundamentales de la acumulación originaria de capital. En primer
lugar, los productores directos son despojados de sus medios de producción y de vida, las
tierras de los campesinos son cercadas por los aristócratas aburguesados que los despojan
empleando todo tipo de métodos violentos. La pequeña propiedad agraria y la propiedad de
los pueblos son destruidas y pasan a manos de los terratenientes. Como resultado de este
proceso, nace una masa de trabajadores que sólo cuenta para subsistir con su fuerza de
trabajo y que viene a cubrir la demanda de mano de obra del capitalismo. En segundo
término, se concentran grandes sumas de dinero en pocas manos. La explotación de las
colonias, la trata de esclavos, el saqueo de los bienes eclesiásticos, el despojo de las tierras a
los campesinos, la especulación con los fondos gubernamentales, la piratería y el
contrabando, son los medios muy poco idílicos que dan origen al capitalismo.
La organización feudal de la industria, el taller artesanal, resulta incapaz de satisfacer el
aumento de la demanda cede su puesto a la manufactura. El trabajo individual del artesano
es substituido por la división del trabajo en el seno del taller. La "revolución de los precios"
producto directo de la abundancia de oro y plata extraídos de América, produce, al mismo
tiempo, la elevación del precio de las mercancías, la disminución de los ingresos reales de la
población, de los señores feudales. Son dos los que resultan beneficiados: los burgueses que
pueden elevar el precio de sus productos, de acuerdo a la situación, los terratenientes
capitalistas, que pagan una renta fija por el alquiler de las parcelas a los nobles.
Con los territorios descubiertos España y Portugal construyen sendos imperios. Empieza
a operarse la división internacional del trabajo: ¡os países coloniales serán obligados a
convertirse en productores de materias primas, mientras los países europeos serán los
abastecedores de productos manufacturados. Sobre esta base tendrá lugar el surgimiento del
mercado mundial.
La crisis económica y política del feudalismo se refleja en el plano ideológico. Emergen
corrientes de pensamiento que cuestionan al orden feudal, a la iglesia y a la religión
católica. Los fundamentos teóricos que justificaban el viejo régimen, habían salido de los
seminarios, conventos y palacios episcopales de la Iglesia. Poseedora además de grandes
extensiones de tierra, tuvo que defenderse durante el siglo XVI No sólo de las críticas
ideológicas, sino también del despojo de sus bienes por parte de la burguesía insurrecta en
varios países. La lucha de clases reviste así una máscara religiosa, bajo la cual se escondían
los intereses económicos de las clases en pugna. El Renacimiento y la Reforma Protestante
son partes de este proceso.
Una vez consolidada la autoridad real se vuelve contra sus aliados de ayer, los burgueses,
impidiéndoles por algún tiempo el ascenso al poder. Sin embargo, los reyes no pueden
oponerse a todas las conquistas alcanzadas por la burguesía y se ven obligados a proteger el
comercio y las manufacturas, pues son la fuente de la mayor parte de sus ingresos y, en fin,
ciertos sectores de la burguesía, sobre todo los banqueros y los comerciantes, comparten el
poder con la nobleza y el clero, aunque subordinados a estos. La realeza desarrolla una
política de estímulo al comercio exterior de bienes manufacturados para obtener metales
preciosos, de tarifas aduaneras proteccionistas de monopolios comerciales que hasta cierto
punto, fortalecen a algunos sectores de la burguesía.
De las primeras acciones de insurrección burguesa contra el feudalismo destaca la
Guerra Campesina en Alemania, que concluye en una derrota para los campesinos v el
triunfo de la nobleza. A pesar de ello señala el camino que recorrerán otros movimientos.
La lucha de los Países Bajos por sacudirse el yugo feudal de Felipe II de Españaa fines
del siglo XVI y la Revolución Inglesa de mediados del XVII, son las siguientes acciones de
la insurgencia capitalista. En ambos casos triunfa la burguesía. Los resultados no se hacen
esperar demasiado. Así en Inglaterra se dan las premisas económicas y sociales para el
tránsito a la gran industria.
Durante los siglos XVII y XVIII, fuera de Inglaterra y los Países Bajos, puede afirmarse
que el feudalismo no ha sido derrocado en Europa. A pesar de ello, en sus propias entrañas
continúan desarrollándose y cobrando fuerza las relaciones de producción capitalista. Se
inicia la preparación ideológica para un nuevo ascenso de las luchas antifeudales que
culminarán con la Revolución Francesa. El enciclopedismo abona el terreno con sus
críticas a los privilegios feudales, con sus tesis acerca de la soberanía del pueblo, los
derechos del hombre y con la destrucción del mito del origen divino de la autoridad real.
Inglaterra, conoce las teorías de Adam Smith, representante de h burguesía industrial, que
levanta su voz contra las barreras aduanales, pide la libertad de comercio y el
establecimiento de la libre competencia. Esto es explicable si se toma en cuenta que el
triunfo de la burguesía inglesa sentó las bases económicas, científicas y sociales de la
Revolución Industrial.
En las colonias americanas después del saqueo inicial, se establecen dos tipos distintos de
regímenes económicos. En la porción norte dominada por los ingleses, prevaleció el
capitalismo aunque obstaculizado seriamente por el sistema colonial. En el resto de América
se implantó el régimen feudal y semifeudal. Esta diferencia, será determinante en el futuro
desarrollo de los países americanos. Por lo pronto el avance del capitalismo provoca la crisis
del viejo sistema colonial en las últimas décadas del siglo XVlll y las primeras del XIX.
Inglaterra, Francia y los Países Bajos se convirtieron en los principales países colo-
nialistas merced a los vastos imperios que crearon con sus colonias en África y en Asia. En
particular, la dominación inglesa de la India permitirá acumular riquezas inmensas sin las
cuales la Revolución Industrial se habría retrasado. España y Portugal han declinado
definitivamente.
Conforme transcurre el siglo XVlll, una nueva crisis asoma en el horizonte. Los estertores
del feudalismo agonizante cimbran todo el edificio social. La burguesía se apresta a destruir
el caduco régimen feudal e implantar el capitalismo. Su "Reinado de la Razón" se avecina.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
1. EXPLICA LAS CARACTERÍSTICAS ECONÓMICAS,
POLÍTICAS Y SOCIALES DE LA TRANSICIÓN DEL
FEUDALISMO AL CAPITALISMO.
2. ¿DEFINE Y ANALIZA EL SIGNIFICADO DEL
RENACIMIENTO EN EL MUNDO MODERNO?
3. EXPLICA QUÉ ES EL HUMANISMO.
4. ¿CUÁLES FUERON LAS APORTACIONES DE LA
CIENCIA EN LA ÉPOCA DE LA TRANSICIÓN DEL
FEUDALISMO AL CAPITALISMO.
5. EXPLICA QUÉ FUE LA REFORMA Y LA
CONTRARREFORMA.
6. CUÁLES FUERON LAS CARACTERÍSTICAS DE UN
ESTADO ABSOLUTISTA.
7. EXPLICA LA DECADENCIA DE LOS MUSULMANES.
DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO
Las transformaciones económicas y sociales
Con el nombre de Renacimiento se conoce el período de intensas
transformaciones culturales, artísticas, ideológicas, económicas y
políticas que se produjeron en Europa occidental desde las últimas
décadas del siglo XV a las postrimerías del XVI, y que constituyeron
el inicio de la Edad Moderna.
Desde el punto de vista económico y social, la transición hacia el
Renacimiento vino definida por el declive de las estructuras feudales
y gremiales propias de la Edad Media y por el auge del modo de
producción capitalista, denominado en esta fase capitalismo
mercantil, mercantilismo o precapitalismo, con objeto de
diferenciarlo del capitalismo industrial, que comenzaría a
predominar sobre las demás formas de organización económica a
partir del siglo XIX. Esta transformación se produjo paulatinamente
en las ciudades y en el campo desde los últimos siglos de la Edad
Media. Tras la crisis de los siglos XIV y XV, la situación del campo y
el régimen señorial había conocido algunas importantes
modificaciones con respecto a épocas anteriores. La disminución de
la población campesina, y, por consiguiente, de la fuerza de trabajo
agrícola, había provocado un importante deterioro de las rentas
nobiliarias, lo que dio lugar al surgimiento de una baja nobleza
arruinada, que en parte se fusionaría con la burguesía rica de las
ciudades y en parte se integraría dentro del aparato burocrático de
los nacientes Estados modernos. La alta nobleza, en cambio,
consolidó su posición económica y política por medio de diversos
procedimientos, dependientes de su fuerza específica en
relación con los demás grupos sociales de cada país. Así, mientras en
la Europa oriental -Alemania, Polonia, Hungría, Rusia-, la
inexistencia de una burguesía fuerte y con intereses nacionales
permitió el reforzamiento del régimen señorial y del poder feudal en
el aparato estatal, en los países occidentales la aristocracia tuvo que
adaptarse a la nueva situación política creada por el surgimiento de
las monarquías autoritarias -acaparamiento de altos cargos,
exención de impuestos, utilización del Derecho Romano para
legalizar la concentración y vinculación hereditaria de los
latifundios, y a las nuevas formas económicas introducidas por la
burguesía ascendente -arrendamientos, explotación extensiva de la
ganadería (en Castilla), actividades comerciales y financieras-. El
clero, compuesto en sus niveles superiores por individuos
pertenecientes a la nobleza -los hijos no herederos-, intensificó sus
actividades litúrgicas y pastorales y fue abandonando
progresivamente la gestión directa de sus dominios territoriales en
favor de labradores arrendatarios -empresarios agrícolas-. Al mismo
tiempo, la población de las ciudades, cuyo auge se evidenció sobre
todo en los Países Bajos, centro y norte de Alemania y norte de Italia
-las zonas alejadas de la guerra de los Cien Años y del control del
Imperio y del Papado-, experimentó un proceso de transformación
que produciría la aparición de un nuevo tipo de burgués: el
empresario renacentista, impulsor del capitalismo mercantil.
El estancamiento económico que había surgido como consecuencia
del rígido control sobre la producción artesanal y el comercio
impuesto por el patriciado alto medieval originó una serie de
levantamientos populares, que en muchas ocasiones culminaron con
el ascenso social de los nuevos burgueses, apoyados en sus
aspiraciones por los reyes, que necesitaban préstamos para sus
objetivos políticos y deseaban ser apoyados por la burguesía en su
lucha contra la nobleza y su excesivo poder, o por mercenarios y
tiranos interesados en el florecimiento de la actividad urbana. La
transformación fundamental operada en el modo de producción
consistió en la superación de las disposiciones gremiales, que habían
impedido a los burgueses simplificar los procesos productivos y
bajar los precios de las mercancías para obtener así una ganancia en
el mercado sobre los competidores. Los nuevos empresarios
destruyeron el monopolio productivo de los gremios por medio de la
contratación de artesanos rurales cuyos productos resultaban más
baratos y, valiéndose del poder político de los Estados modernos,
crearon un tipo de monopolio comercial que posibilitaba la
obtención de beneficios sin necesidad de abaratar los costes reales de
producción -lo que sucedería posteriormente con la introducción de
la máquina y el consiguiente abaratamiento de la mano de obra-. El
capitalismo mercantil, desarrollado en mayor o menor medida en las
diversas ciudades y Estados europeos, conocería su momento
culminante con la creación del Imperio de Carlos V, que, como
veremos, constituyó un inmenso monopolio comercial centrado en el
negocio de la lana y la industria textil.
La creación del Estado moderno
La consolidación del capitalismo mercantil, consecuencia del
pacto y el reparto de poderes entre la burguesía, la monarquía y
la aristocracia, favoreció a su vez el surgimiento del Estado en su
sentido moderno, es decir, como organización política
centralizada y orientada a la defensa de los intereses nacionales
de los principales grupos sociales que la sustentan. Durante el
Renacimiento y la época barroca -hasta comienzos del siglo
XVIII aproximadamente-, el Estado moderno experimentó una
primera fase de desarrollo, conocida como monarquía
autoritaria, cuya característica básica fue la delegación de sus
medios de acción política en manos privadas
-como consecuencia de la venta de cargos para conseguir
fondos-, lo cual terminó constituyendo un grave obstáculo para
las pretensiones centralizadoras y totalizadoras del poder
monárquico. Estos medios de acción política, destinados a hacer
efectivas las funciones del Estado
moderno -coordinación de los intereses de la burguesía y la
aristocracia, mantenimiento del orden público, represión de la
oposición popular interior y defensa de las agresiones externas-,
estaban constituidos fundamentalmente por la burocracia y el
ejército. Dentro del aparato burocrático desempeñó un papel de
gran importancia la creación de una serie de órganos, todos ellos
supeditados al rey, por medio de los cuales se canalizaban y
formulaban las leyes
-Consejos, Estados Generales-, se administraba la justicia -
tribunales, cancillerías-, y se ejecutaban las decisiones políticas -
el gobierno, los funcionarios territoriales y municipales, cuyo
poder se basaba en el control de los súbditos mediante la
Inquisición, la policía y el ejército-. Para las relaciones
exteriores, el Estado se dotó de unos órganos especializados, la
diplomacia y el ejército, destinados a defender, de forma pacífica
o violenta, los intereses nacionales. La caballería ligera -utilizada
por primera vez en la guerra de Granada-, el tercio
-formación en tres hileras de infantería que sustituyó con gran
ventaja la antigua estructura medieval de lanzas y mesnadas
señoriales-, y la utilización de armas de fuego, fueron las
principales innovaciones militares que se produjeron durante el
Renacimiento. Con objeto de mantener toda esta costosa
maquinaria estatal se hizo necesario perfeccionar y centralizar el
sistema fiscal, aunque en esta primera fase autoritaria de la
monarquía la recaudación de impuestos, al igual que otras
importantes funciones públicas, terminó cayendo en manos de
nobles y banqueros acreedores del Estado.
Otro importante factor dentro de este proceso de consolidación
de los Estados modernos fue el desarrollo de la propaganda
política e ideológica como forma de conseguir la aceptación
pasiva del poder por parte de la población. La cohesión
necesaria para el asentamiento del Estado, cuya existencia se
justificaba mediante argumentos de tipo
religioso y jurídico -el naturalismo político derivado del
Derecho Romano-, se produjo sobre todo como consecuencia de
la transmisión ideológica canalizada a través de la Iglesia, de
una parte de la literatura, y también por medio de la
escenificación de los modelos tradicionales de vida que se
extendió en forma de representaciones teatrales, procesiones,
autos de fe, etcétera.
El «arte de gobernar» se desarrolló en primer lugar en Italia,
originando un tipo de ciudades-estado -entre las que destacó
Florencia- que, poco a poco, irían sucumbiendo ante el
predominio de unidades políticas más poderosas. De acuerdo
con este proceso, los diferentes tipos de alianzas entre la
burguesía y la aristocracia dieron lugar a los Estados
autoritarios propiamente dichos: Castilla-Aragón, Portugal,
Francia, Inglaterra y los Estados Pontificios.
Evolución ideológica. El humanismo
El Renacimiento fue un fenómeno eminentemente cultural que
supuso, como indica su propio nombre, una renovación y
sustitución de los rígidos esquemas ideológicos que habían
servido como justificación a la sociedad feudal. La escolástica,
filosofía conservadora que proclamaba la existencia de una
identidad entre la realidad mundana y los designios divinos, fue
atacada ya en los últimos siglos de la Edad Media por las teorías
nominalistas de Guillermo de Ockham, que negaban la
posibilidad racional de conocer la voluntad de Dios. A partir de
esta limitación de la razón humana, el nominalismo dio lugar al
desarrollo de dos tendencias paralelas y opuestas, una
racionalista y otra irracionalista, de las que habrían de derivarse
los distintos movimientos ideológicos del Renacimiento. La
tendencia irracionalista, fundamentada en la idea del poder de la
voluntad y los sentimientos para conocer la realidad
trascendente, se expresó en una serie de concepciones y
actividades de carácter mágico -astrología, cabala, alquimia-
que, en muchas
ocasiones, se desarrollaron de forma paralela a las
investigaciones científicas basadas en métodos racionales.
Estas investigaciones científicas, efectuadas mediante la
observación, experimentación y análisis de los fenómenos
naturales, fueron el resultado de las tendencias racionalistas
derivadas del nominalismo, al igual que las nuevas concepciones
sobre el mundo, el hombre y sus relaciones con Dios. En este
sentido, hay que señalar como antecedente directo del
humanismo y de la ideología renacentista en general el
movimiento de la Devotio moderna, extendido por toda Europa e
inspirado por la idea de crear un nuevo tipo de religiosidad
basada en el ejercicio espiritual y el acercamiento directo del
hombre a la divinidad. La Devotio moderna, muy arraigada en
aquellas zonas donde se había desarrollado precozmente el modo
de producción mercantilista
-Países Bajos e Italia-, conectaba perfectamente con la
mentalidad del burgués renacentista, que deseaba alcanzar la
paz espiritual del mismo modo que había conseguido
enriquecerse: mediante el esfuerzo personal, sin tutelas ni
ayudas de intermediarios. De este caldo de cultivo nació la
primera reforma religiosa europea, el humanismo cristiano de
Erasmo de Rotterdam, y también la escisión de la Iglesia
provocada por el luteranismo. El humanismo, sin embargo, no se
restringió al campo de la religión; por el contrario, la reacción
contra el inmovilismo cultural y los métodos de enseñanza
medievales constituyó quizá el rasgo más característico de la
renovación ideológica del Renacimiento. El dinero y el saber,
nuevos criterios de valoración social que habían sido difundidos
por la burguesía, favorecieron el surgimiento de una serie de
concepciones y actitudes intelectuales centradas en el hombre y
la dignidad del espíritu humano, frente a las ideas teocentristas
del medievo. El punto de partida del humanismo fue la
introducción de nuevas formas de
educación inspiradas en el recuerdo de la antigüedad grecolatina
y en el estudio directo de los textos clásicos. La nueva cultura
literaria
-los Studia humanitatis- se vio favorecida por la invención de la
imprenta -Gutemberg, 1448- y por el mecenazgo dispensado a
las letras y las artes por numerosos nobles y burgueses, de
manera particular en las florecientes ciudades italianas.
Algunas de las manifestaciones más importantes del humanismo,
aparte de las nuevas concepciones religiosas ya mencionadas,
fueron el desarrollo de una visión antropológica basada en el
individualismo y la afirmación de los valores vitales -Manetti,
Valla, Ficino, Mirándola, Pomponazzi-, la observación empírica
de la naturaleza
-Leonardo- y la interpretación laica y científica de la sociedad
política -Nicolás Maquiavelo fue el primer
pensador político que formuló los modernos conceptos de razón
de Estado y amoralidad en el ejercicio del poder-.
Una última manifestación del humanismo sería el surgimiento
del pensamiento utópico -Tomás Moro, Campanella-, si bien en
este caso se advierte una cierta desconfianza hacia los valores
burgueses de lucro y competencia y parece añorarse la vuelta a
una supuesta sociedad armónica anclada en el pasado e imbuida
de contenidos moralizantes.
El humanismo, surgido inicialmente en Italia, donde existía una
fuerte tradición clásica que se había visto además reforzada por
la llegada de los filósofos y artistas bizantinos huidos de
Constantinopla ante la amenaza turca, se extendió por toda
Europa bajo la forma de una cultura común y de carácter
universalista, cuya racionalidad y optimismo parecían unir a los
hombres cultos de todas las universidades y cortes -los altos
cargos estatales empezaron a ser ocupados por humanistas- en
un ideal de objetivos y aspiraciones comunes.
A partir de 1540, sin embargo, las tensiones económicas,
religiosas y políticas generadas por el Imperio de Carlos V
terminaron destruyendo esta comunidad de ideales creada por el
humanismo, y la cultura renacentista.
Literatura y arte. El inicio de la ciencia moderna.
El espíritu renacentista, amante de la belleza y exaltador de los
valores humanos, se materializó de una forma especialmente
brillante en el campo de las artes.
Las nuevas técnicas y concepciones estéticas acerca del mundo y
la sociedad iniciaron su desarrollo en Italia, pero pronto se
difundieron por toda Europa dando lugar a una serie de escuelas
nacionales bien diferenciadas. El movimiento literario
renacentista fue iniciado ya en el siglo XIV por Dante Alighieri,
Petrarca y Bocaccio, que dignificaron el uso de la lengua vulgar
en sus famosísimas obras -La Divina Comedia, Cancionero,
Decamerón, respectivamente-, pero fue en el transcurso de las
dos centurias siguientes cuando alcanzó su momento más
característico con Baltasar Castiglione, Ludovico Ariosto y
Torcuato Tasso. La literatura renacentista estuvo representada
en España por Fernando de Rojas -presunto autor de La
Celestina- Garcilaso de la Vega -introductor de las modas
italianas-, Santa Teresa de Jesús y la novela picaresca -Lazarillo
de Tormes-, y en Francia por Rabelais y Ronsard.
Las generosas ayudas dispensadas por las cortes de los grandes
príncipes italianos -los Mediéis de Florencia, los Visconti y los
Sforza en Milán, los pontífices humanistas Julio u, León X y
Clemente VII en Roma, los nobles aragoneses en Napóles, etc.-
constituyeron el punto de apoyo básico para el desarrollo de las
innovaciones técnicas y conceptuales que caracterizaron el arte
renacentista. La revalorización de lo cotidiano, el naturalismo y
la fidelidad en la representación de la figura humana y el
tratamiento del paisaje –Van
Eyck, Van der Weyden, Donatello, Massaccio-, el sentido del
volumen y la luz -Fiero della Francesca, Mantegna-, y los
estudios teóricos sobre perspectiva, arquitectura -Brunelleschi,
Alberti-, arqueología -Mantegna- y anatomía -Donatello,
Pollaiuolo-, fueron los primeros logros del Renacimiento durante
la primera mitad del XV. La segunda mitad del Quattrocento
continuó la evolución iniciada, alcanzando cotas de gran calidad
en la extraordinaria dulzura y elegancia de Boticelli y Bellini, en
la minuciosidad de Fouquet -Francia- y en el profundo sentido
poético de Memling y David -escuela flamenca-. Mientras que el
siglo XVI, el Cinquecento, marcó el comienzo del clasicismo
renacentista. Florencia, que iniciaba entonces un período de
decadencia política y económica, fue relevada en su papel
renovador por la Roma de los papas humanistas. La simplicidad
lineal y el equilibrio de las proporciones en la arquitectura -
Bramante, Miguel Ángel-, la perfección y expresividad en la
escultura -Miguel Ángel- y el refinamiento del sentido estético
renacentista en la obra de los tres grandes genios de la pintura
universal: Miguel Ángel, Leonardo y Rafael, constituyeron las
características esenciales del arte cinquecentista. Otras
aportaciones importantes del arte renacentista fueron el sentido
del color y la luz de la escuela veneciana
-Tiziano, Veronés, Tintoretto-, y las distintas peculiaridades de
las diferentes escuelas nacionales europeas: Flandes -Brueghel el
Viejo, el Bosco-, Alemania -Grünewald, Durero, Holbein-,
Francia -Clouet- y España -Gil de Hontañón, Machuca, Herrera
y Alonso de Berruguete-
A partir de 1540, coincidiendo con el declive de los ideales
renacentistas y con el recrudecimiento de las guerras y la
intolerancia en Europa, surgió un nuevo estilo de transición
conocido como manierismo, cuya característica fundamental fue
la pérdida del equilibrio y la armonía clásicas de los grandes
maestros del Cinquecento. Entre las figuras más destacadas del
manierismo
figuran los arquitectos Vignola y Palladio y los pintores
Parmigianino, Giulio Romano y el Greco, junto con la llamada
«escuela de Fontainebleau». Paralelamente al esfuerzo
renovador realizado en los campos del pensamiento y el arte, el
hombre renacentista impulsó durante los siglos XV y XVI el
nacimiento y desarrollo de la ciencia moderna. Frente a los
limitados planteamientos filosóficos de la ciencia aristotélico-
tomista, basada en una concepción metafísica de la naturaleza de
las cosas y los seres, los estudiosos renacentistas construyeron un
método físico-matemático fundamentado en la razón y la
experimentación, del cual se derivaron nuevas teorías
astronómicas y físicas de gran trascendencia para el desarrollo
posterior de la ciencia. La destrucción del antiguo sistema
astronómico aristotélico-ptolemaico, que defendía la posición
central de la Tierra con respecto a los demás astros -
geocentrismo-, fue obra de Nicolás Copérnico (1473-1543), cuyos
estudios demostraron la existencia de los movimientos de
rotación y traslación de la Tierra -heliocentrismo- y
determinaron las distancias de los planetas al Sol, los períodos
siderales de cada planeta y las posiciones futuras de los mismos.
De esta forma, quedaba abierto el camino para la negación
definitiva de las teorías aristotélicas llevadas a cabo por Tycho
Brahe, Galileo y Kepler, entre otros, y la apertura desde el
ámbito cerrado del mundo medieval a una concepción abierta
del universo. La observación directa de la naturaleza y el empleo
del método experimental produjeron también notables avances
en la ciencia médica. En este campo, los investigadores más
famosos del Renacimiento fueron el flamenco Andrés Vesalio -
anatomía humana-, el alemán Paracelso -química y biología-y el
español Miguel Servet -descubridor de la circulación sanguínea-.
Reforma y Contrarreforma
Durante gran parte del siglo XIV y comienzos del XV la
creciente
corrupción y secularización del aparato eclesiástico –venta
y acumulación de cargos, enriquecimiento de la corte papal y el
alto clero- dio lugar, como ya hemos señalado, a la aparición de
unas nuevas concepciones, vinculadas con el humanismo, que
abogaban por el acercamiento directo a Dios y postulaban la
necesidad de una reforma en la organización religiosa. El
movimiento encabezado por Johann Huss en Bohemia y,
posteriormente, el erasmismo, extendieron estas ideas entre los
ambientes intelectuales de la época, preparando así el camino
para la difusión de la reforma luterana a partir de 1520.
El creador de la nueva doctrina fue Martín Lulero (1483-1546),
monje alemán educado en los principios del nominalismo y la
Devotio moderna que, preocupado por la corrupción de la
Iglesia y deseoso de conferir una mayor pureza a la actitud del
hombre ante la salvación, negó la validez de la mediación
eclesiástica entre Dios y los hombres y la posibilidad de alcanzar
méritos mediante la realización de obras externas. Lulero fue
excomulgado en 1520 por León X, en castigo por haberse
reafirmado en sus ideas en conlra de las indulgencias, que había
expuesto tres años antes en la puerta de la iglesia de Witlemberg
-las «95 lesis»-. La teoría de la justificación por la fe, basada en
una confianza ilimitada en la voluntad divina, que dispensaba la
gracia de una forma lolalmenle incondicional, el libre examen de
la Biblia -negando así la exclusividad de la Iradición eclesiástica
en la interpretación de las Sagradas Escrituras-, la reducción de
los sacramentos
-Bautismo y Eucaristía-, la supresión del culto a la Virgen y a los
santos, la eliminación de la jerarquía de la Iglesia y la
simplificación de la liturgia, constituían los puntos
fundamentales en los que Lulero centró la reforma. Estas
concepciones, que suponían un ataque directo conlra la
hegemonía de Roma, fueron contestadas al principio de
una forma pacífica. Carlos V, interesado en mantener la unidad
del Imperio, intentó atraerse a los luteranos mediante el
humanismo cristiano de Erasmo, que había sostenido asimismo
la necesidad de una reforma profunda en la religiosidad y en la
Iglesia. Sin embargo, el luteranismo se extendió con gran
rapidez por Alemania, de forma particular en aquellos Eslados
cuyos príncipes codiciaban los bienes de la Iglesia y deseaban
independizarse de Roma y la tulela imperial. En último extremo,
pues, fueron intereses económicos y políticos los que
determinaron el enfrenlamienlo bélico enlre católicos y
proteslantes. Las doctrinas protestantes conocieron un nuevo
impulso gracias a las aportaciones teóricas de Ulrico Zuinglio y
Juan Calvino -el concepto de predestinación, la introducción de
una moralidad puritana y rígida-, y pronto se difundieron
intensamente a Iravés de Suiza, los Países Bajos, Francia,
Escandinavia, Escocia y Gran Bretaña. En este último país el
cisma fue provocado por una decisión personal de Enrique VIII
(1491-1547), debido a que el papa había respondido
negativamente a su petición de divorcio de Catalina de Aragón.
Los reinados de Eduardo VI y de Isabel I consolidaron
definitivamente el carácter internacional de la Iglesia anglicana,
que adoptó una actilud intermedia entre las doctrinas luteranas
y las católicas.
De forma paralela al desarrollo del luteranismo, la Iglesia
católica inició un proceso propio de reforma -la llamada
Contrarreforma-, centrada en la reafirmación de los dogmas
tradicionales y en la reorganización de la disciplina eclesiástica.
Este proceso, iniciado en España por el cardenal Cisneros y la
orden de los carmelitas
-santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz-, y en Italia por la
Congregación del Amor Divino y la orden de los Teatinos, cobró
mayor fuerza tras la separación de los proteslantes y la
necesidad consiguiente de reforzar las posiciones ideológicas del
catolicismo.
El Concilio de Trenlo, iniciado en 1545 y prolongado durante
dieciocho años, condenó las nuevas doctrinas y definió el valor
de las buenas obras, las indulgencias y los sacramentos, reafirmó
la estructura de la jerarquía eclesiástica y reformó algunos
aspectos de la disciplina interna de la organización religiosa -
obligación de los obispos de residir en sus diócesis, prohibición
de la acumulación de cargos y de la sustitución en las funciones
pastorales-. Un apoyo de gran importancia en la extensión de la
reforma católica fue la actividad de las órdenes religiosas, lanío
las ya existentes -dominicos, franciscanos, carmelitas- como las
de nueva formación, principalmente la Compañía de Jesús,
fundada en 1534 por san Ignacio de Loyola. Los jesuítas, que
habían unido a los tres votos tradicionales -obediencia, castidad
y pobreza- un cuarto referido a la obediencia directa al Papa, se
distinguieron especialmente por su ardor combativo contra el
protestantismo y por su labor docente y misionera en América y
Asia.
La separación del orbe cristiano en proteslantes y católicos
supuso la destrucción de los ideales universales del Renacimiento
y el comienzo de un nuevo período histórico caracterizado por la
intolerancia y el fanatismo religiosos, lo que dio lugar a
numerosas guerras y a un recrudecimiento de la represión
ideológica en toda Europa.
Evolución de los Estados europeos
La evolución social y económica de las naciones europeas
favoreció, como hemos visto, el desarrollo de los distintos
Estados autoritarios, los cuales, durante la época renacentista,
iniciaron un largo período de enfrentamientos derivado de las
apetencias hegemónicas sobre el continente y las rutas
comerciales. En Francia, robustecida tras la guerra de los Cien
Años, se había afianzado el poder de la monarquía bajo el
reinado de Luis XI (1461-1483), para lo cual se apoyaría en una
administración sólida y en una burguesía enriquecida. Tanto él
como sus sucesores, Carlos VIII (1483-1498) y Luis XII (1498-
1515) consiguieron controlar a la nobleza levantisca y convertir
a Francia en una nación unificada con la anexión de la Borgoña,
el Franco-Condado y el Rosellón.
Durante los reinados de Francisco I (1516-1547) y Enrique II
(1547-1559), la monarquía francesa adquirió un carácter
innegablemente absolutista. Prescindiendo de los Estados
Generales, apoyaron su gobierno personal en los Secretarios de
Estado y en los Consejos, hasta convertir la Corte, integrada por
nobles que mendigaban el favor real, en el centro de la vida
política -y mundana- del país. Así, la Francia del siglo XVI, que
disfrutaba de los pingües beneficios de una industria y un
comercio florecientes, alcanzaría el rango de gran potencia,
tanto atlántica como mediterránea.
En Inglaterra, el poder de la monarquía se afianza, en un
proceso similar al francés, con Enrique VII Tudor (1485-1509).
La guerra de las Dos Rosas (1455-1485) había aniquilado a la
nobleza feudal, abriendo el camino al autoritarismo de un rey
que gobierna con un Consejo Privado, legisla a través de la
Cámara Estrellada y se apoya sobre una economía en desarrollo
gracias al comercio de la lana y a la ganadería. Su hijo y sucesor,
Enrique VIII (1509-1547), déspota de tipo humanista, acentuó
las tendencias autoritarias. Durante su reinado se produjo la
separación de Roma de la Iglesia anglicana (1531) y el
sometimiento de galeses e irlandeses al poder inglés. Con su
sucesor, Eduardo VI (1547-1553), que no llegó a la mayoría de
edad, las ideas protestantes se extendieron entre la burguesía, en
tanto que el campesinado se mantenía fiel a la fe católica. Por lo
que respecta a Portugal, Juan II (1481-1495) y Manuel el
Afortunado (1495-1521), conscientes del peligro que
representaba para su independencia el expansionismo
castellano, consiguieron unir a la burguesía y a la aristocracia
nacionales en una empresa descubridora y colonizadora
que dio como resultado la creación de un importante imperio
comercial.
Expansión y decadencia del imperio turco
A mediados del siglo XV, el imperio turco, que se había
extendido ya por ambas márgenes del Bosforo, aprovecha la
potencia de su ejército y el fanatismo religioso de que estaba
imbuido para ampliar su ámbito de influencia, con tan buenos
resultados que durante la centuria siguiente se convertiría en la
más seria amenaza para Europa.
Sucesor de Mohamed II, el conquistador de Constantinopla,
Bayaceto II (1481-1512) dedicó su reinado a la ordenación
administrativa interior, absolutamente necesaria tras las rápidas
conquistas del siglo XV, que habían integrado en el imperio a
griegos, búlgaros, servios y armenios. Tras este paréntesis de
paz, sus sucesores se lanzaron de nuevo a una fulgurante
expansión por Anatolia, Mesopotamia, Siria y Egipto, hasta
dominar el Oriente Próximo.
Solimán II el Magnífico (1520-1566) dirigió su mirada hacia
Europa y abrió allí dos frentes de acción, uno por el
Mediterráneo y otro por el Danubio. A través del primero
intentó contrarrestar la ofensiva de los Reyes Católicos sobre
Granada y el norte de África, aliado con los piratas berberiscos.
En su expansión por el Danubio llegaría, después de conquistar
Belgrado (1521), a las mismas puertas de Viena (1529), en el
centro de Europa. Sin embargo, esto sería lo máximo que iba a
conseguir el imperio turco en el continente europeo. Su
excesivamente rápida expansión no le había permitido organizar
los distintos territorios dominados, y a partir de ese momento
comenzaría su debilitamiento, dejando de ser a finales del siglo
XVI un peligro para los europeos.
ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE
1. ¿CUÁLES FUERON LOS FACTORES QUE DEBILITARON LAS ESTRUCTURAS FEUDALES?
2. ¿EXPLICA EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN DEL CAMPESINO DE SERVIDUMBRE A PROLETARIOS?.
3. DESCRIBE LOS CAMBIOS TECNOLÓGICOS QUE SE PRESENTARON EN LA TRANSICIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO.
4. EXPLICA EL PROCESO DE CONFORMACIÓN DEL ESTADO NACIÓN Y DE LOS ESTADOS ABSOLUTISTAS.
5. ¿CÓMO DEBE INTERPRETARSE EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA?
6. DEFINE QUE FUE LA ACUMULACIÓN ORIGINARIA DEL CAPITAL.
7. ¿CUÁLES SON LAS CONFRONTACIONES IDEOLÓGICAS ENTRE LAS ESTRUCTURA FEUDAL Y LAS NACIENTES IDEOLOGÍAS DEL CAPITALISMO.
8. DEFINE EL CONCEPTO DE RENACIMIENTO.
9. ¿CUÁL FUE EL PROCESO DE CREACIÓN DEL ESTADO MODERNO?
10. DEFINE EL CONCEPTO DE HUMANISMO.
11. EXPLICA Y ANALIZA LOS AVANCES CIENTÍFICOS EN EL PERIODO DEL TRANSICIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO.
12. EXPLICA QUÉ FUE LA REFORMA PROTESTANTE Y LA CONTRARREFORMA.
13. RESUME LA EVOLUCIÓN DE LOS ESTADOS EUROPEOS.
14. RESUME Y EXPLICA LAS CARACTERÍSTICAS DE LA DECADENCIA DEL IMPERIO TURCO.