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IV Memorial Clara Campoamor. Organizado por la Asociación de
Amigos del Telégrafo de España. 17 de febrero de 2010
Maria Victoria Crespo Gutiérrez.
Directora del Museo Postal y Telegráfico
Miembro de la Asociación del Amigos del Telégrafo de España.
Biografías de Consuelo Álvarez, Violeta (1867-1959) y Esther
Azcarate Álvarez (1893-1963).
Consuelo Álvarez, Violeta infancia y juventud.
Nace Consuelo en Barcelona, el 24 de julio de 1867, en el seno de una
familia pequeño burguesa. Su padre Gabriel Álvarez Muñiz era natural de
La Bañeza (León) y había estudiado Filosofía y Letras en el Seminario
conciliar de Astorga. Su madre Juana Pool era inglesa de Stafford, de
familia liberal descendiente de los ingleses que vinieron a España en 1850
para la explotación de la minería en Rió Tinto ( Huelva), y Trubia.
Tuvo Consuelo una infancia itinerante, junto a sus nueve hermanos, debido
a los cambios de empleos de su padre, que era funcionario público, maestro
de enseñanza primaria. Vivió en distintas ciudades de la geografía
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española: Barcelona, Burgos, Huelva, Murcia, y finalmente en Trubia
(Asturias).
En cuanto a su formación, Consuelo era bilingüe su madre le enseñó inglés
y además estudió otros idiomas, para los que tenía mucha facilidad. Con
mucho tesón llegó a dominar el francés. Fue profesora, a la edad de 48
años, de gramática y lengua francesa para adultos, después de estudiar
durante cinco cursos en la Escuela de Idiomas de Madrid. Amaba la música
estudió solfeo y piano.
Desde muy joven siente la idea de la emancipación de la mujer, que sólo
será posible con la emancipación económica, por eso con 18 años solicita
poder realizar el examen para ingresar de Auxiliar Temporera en el Cuerpo
de Telégrafos, una de las formas de acceder a la Corporación, desde que en
1881 fuera contratada la primera mujer telegrafista, Josefa Alvarez Portela,
esposa del oficial de la estación de Nava del Rey.
En julio de 1885 aprueba el ingreso en Telégrafos. En esas fechas Consuelo
Álvarez vivía en Trubia, su padre había fallecido y las necesidades
económicas de la familia llevaron a su madre a concertar el matrimonio de
su hija con Bernardo Azcarate Arístegui, un delineante y mecánico de la
fábrica de armas de Trubia, un hombre de mentalidad liberal, con quien se
casa en 1888 a los 22 años.
Del matrimonio nacieron cuatro hijos: Laureano, Esther, Gloria que murió
a los cinco años de meningitis y un cuarto hijo que falleció de recién
nacido.
Fue una mujer comprometida, luchadora, precursora en la defensa de los
derechos del proletariado y de la mujer, ya que estuvo en contacto con la
realidad industrial y obrera de Trubia.
“Yo empecé a revelarme contra el orden social establecido cuando muy
joven aún fui a vivir a la fábrica de armas de Trubia. Allí ante la enorme
desigualdad de clases, puesta de manifiesto más que en ninguna parte,
entre militares y obreros, despertó mi amor al proletariado. Entonces
comencé a celebrar conferencias políticas que alternaba los domingos con
la labor de los Orfeones. Fueron unos años terribles, en que mi
sensibilidad era sacudida con demasiada frecuencia por el estampido de
los cañones que se probaban en la fábrica y que casi siempre causaban
alguna víctima. Violeta. La mujer en la política. Rev. Mujer 1931.
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Llega un momento en que el matrimonio de Consuelo Álvarez y Bernardo
Azcarate no funciona, y se separan. Consuelo se va, con sus hijos, a
Oviedo. Su partida fue un escándalo en la localidad y ella fue objeto de
toda clase de críticas.
Una de las primeras periodistas españolas.
Inmersa en esta realidad social y en una nueva situación personal,
comienza su singladura periodística. Consuelo Álvarez fue una de las
primeras periodistas españolas. Empieza a trabajar en el periódico de
Oviedo El Progreso en 1902 y continúa en 1903, en este medio publica
colaboraciones literarias, ensayos breves y artículos de corte progresista.
A finales de 1903 se traslada a Madrid, y empieza a escribir en el periódico
republicano El País gracias al apoyo de su amigo Tato Amat.
Este diario contaba con la colaboración de las mejores plumas progresistas
de la época: Benito Pérez Galdós, Joaquín Costa, los hermanos Machado,
Azorín, etc
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Firma su primer artículo en este periódico, el 5 de septiembre de 1904 ”En
las tinieblas” con el seudónimo de Violeta, en las páginas del dominical y
sólo unos meses más tarde, está escribiendo como redactora en la primera
página del periódico. Serán dieciséis años ininterrumpidos y cientos de
artículos los que saldrán de su pluma hasta 1921.
Sus artículos son muy variados, en general de opinión, de crítica literaria,
comenta las conferencias a las que asiste en el Ateneo, las noticias del
momento, y publica relatos y poesías inéditas. Después de un siglo,
algunos de los temas que trata están de actualidad, como el maltrato de las
mujeres, la igualdad de hombres y mujeres, la educación integral para
todos, etc.
Violeta compagina, durante unos años (1905-1907), su labor periodística
entre El País y La Conciencia Libre, publicación semanal librepensadora,
entorno a la que se agruparon una serie de mujeres racionalistas de España,
con el afán de combatir desde sus páginas los prejuicios y supersticiones
de la sociedad en que vivían, y en la que tanto la administración como la
redacción corría a cargo de mujeres, escritoras de prestigio.
Consuelo Álvarez fue una de las primeras mujeres miembro de la
Asociación de la Prensa, figura en dicha Asociación desde 1907.
Más de veinticinco años como Telegrafista.
Han pasado doce años desde que aprobara el ingreso a Telégrafos, y la
situación económica familiar de Consuelo se complica. En 1907, acude al
Conde del Moral de Calatrava antiguo director general de Telégrafos para
que escriba a su homólogo Valtierra y se interese por su caso. Sin embargo,
la recomendación no fue muy efectiva y no lo logra hasta febrero de 1908
que ingresa como Auxiliar femenina de tercera en Madrid.
La contratación de personal femenino no se formaliza en Telégrafos hasta
el año 1909, en que se convocan dos oposiciones: 20 plazas para Auxiliares
femeninas de segunda, en la que consiguió plaza Clara Campoamor y 30
plazas para Auxiliares femeninas de tercera, en las que obtuvieron plaza
Consuelo Álvarez Pool y su hija Esther Azcarate. Percibirían un sueldo
anual de 1250 pts.
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Consuelo en Telégrafos escribió en la prensa profesional en la Revista
El Telegrafista Español.
Como periodista entendía, que la misión de la prensa no consistía,
únicamente, en dar a conocer los sucesos más sobresalientes que ocurren en
cada país, sino que su finalidad debe ser educativa, instructiva,
moralizadora y revolucionaria.
Uno de los artículos en donde mejor se ve la modernidad y la claridad de
sus ideas, es en titulado El problema de Telégrafos, de 1913, en el que
aborda el problema 3.000 telegrafistas que constituyen, en ese momento, el
Cuerpo de Telégrafos.
“El Cuerpo de Telégrafos una masa de individuos dedicados a la
explotación de la red telegráfica del Estado y se debe constituir como una
Compañía moderna, y hacer frente al problema de la cultura exigiendo
una Escuela Superior de Telegrafía. Con esta medida, los funcionarios que
quieran estudiar, que estudien en la escuela, y dirijan, después la
Corporación, técnicamente; habrá otros funcionarios que la dirijan
administrativamente y el resto constituirán “la necesaria masa de labor”
que realizarán una tarea no tan brillante, pero igual de honrosa, útil e
indispensable”.
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A finales del año 1915, José
Francos Rodríguez es nombrado
director general de
Comunicaciones, cargo que ya
había ocupado con anterioridad
en 1909. Político y periodista de
carrera crear un gabinete
“sección de prensa” desde el que
mantener la comunicación interna
con los funcionarios, y la
comunicación externa, con toda la
sociedad. Consuelo Álvarez y
Francos Rodríguez se conocen de
la redacción de El País y confía
en ella para que trabaje en su
gabinete de prensa, y allí
permanecerá varios años también
con el director general Emilio
Ortuño.
Cuando se crea el Sindicato de Telégrafos en 1931, Consuelo Álvarez Pool
tiene 64 años y es la primera mujer elegida por sus compañeros del Cuerpo
de Telégrafos, para ser su representante. Desde este cargo electo seguirá
luchando hasta cumplir la edad reglamentaria de su jubilación, en 1932, por
las mejoras profesionales y sociales de los telegrafistas con el mismo
entusiasmo que al principio de su carrera.
Pionera en la defensa de los derechos de la mujer.
Consuelo defiende, desde los primeros años del siglo XX, la separación de
la Iglesia y el Estado, la educación laica y experimental, cree en la
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coeducación, en que niños y niñas se formen en las mismas aulas, y
compartan unos principios que les lleven a la igualdad de sexos.
La educación de la escuela se deberá completar en el núcleo familiar, por
eso era tan importante, que sobre todo las madres de familia, recibieran una
serie de pautas a seguir, sobre la educación física y sicológica de sus hijos,
a través de los artículos de prensa dirigidos a ellas como la Sección, que
escribía Consuelo en El País: Carnet femenino.
Además las madres podrían asistir a cursos nocturnos para adultos, en los
que se impartían clases de gramática, de idiomas, de comercio, etc como
en la institución Fomento de las Artes. Acudir a conferencias divulgativas,
de esta forma, las mujeres tendrían un mayor nivel de educación. Solo así,
podría acceder la mujer a una profesión y a la emancipación económica.
Frente a la educación moderna que propugna Consuelo, la educación
antigua en la que a la mujer se la preparaba exclusivamente para el
matrimonio y quedaba en desamparo ante la pérdida o la inexistencia del
cónyuge.
La igualdad de hombre y mujer vendrá dada por la nivelación cultural.
Solo cuando haya mujeres trabajando en las industrias, en las oficinas, en
la prensa, en la política, cuando la mujer tenga un papel social al lado del
hombre se podrán reivindicar los derechos políticos para la mujer entre
otros el derecho al voto y la ley del divorcio.
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Consuelo Álvarez fue una luchadora que defendió los derechos de la mujer
con su pluma y participando en política desde 1906, dando mítines por toda
España. Fundando en 1909 la Agrupación Femenina, Las Damas Rojas,
para la defensa de la mujer y de los más desfavorecidos socialmente.
En junio de 1931, con la República, se presenta por el partido Republicano
Democrático Federal por la circunscripción de Madrid, no sale su
candidatura, pero desde ese momento presta todo su apoyo a su amiga y
antigua telegrafista Clara Campoamor para conseguir el voto para la mujer.
Tiene de su lado Consuelo para crear opinión favorable al voto femenino:
a un sector importante de la prensa, a grupos de intelectuales y sufragistas y
sobre todo, a sus compañeros progresistas del Cuerpo de Telégrafos que
siempre la habían apoyado en la consecución de sus ideales y habían
confiado en ella eligiéndola para que les representase en el Sindicato de
Telégrafos.
El día 1 de octubre de 1931 cuando se aprueba en el Congreso el sufragio
universal para la mujer, con 161 votos a favor, con los votos de la derecha,
los pequeños partidos republicanos y nacionalistas, el Partido Socialista
Obrero Español, excepto Indalecio Prieto, y el voto de Clara Campoamor
del Partido Radical, fue uno de los días más felices de su vida al ver hecho
realidad el reconocimiento de un derecho político para las mujeres.
Sin embargo Consuelo Álvarez tenía razón cundo decía: ”La política
adolece de grandes defectos; uno de los mayores es olvidar el sacrificio de
"los primeros" que se levantan para defender una causa, cuando el
ambiente les es hostil y no han de recoger, como a mí me sucede, más que
espinas y ofensas”.(Rectificando 1910).
Biografía de Esther Azcarate Álvarez. Tres generaciones de
telegrafistas.
Esther Azcárate Alvarez nació en Trubia el 22 de septiembre de 1893. Era
hija de Bernardo Azcárate y Consuelo Álvarez. Desde niña estuvo muy
unida a su madre, y Consuelo le dio la educación en la que creía y que
consideraba imprescindible, para que Esther fuera una mujer que
desempeñara una profesión, y libre para elegir su destino, sin tener que
depender del matrimonio para poder vivir.
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Madre e hija preparan las oposiciones a Telégrafos en 1909, pues Consuelo
Álvarez no era funcionaria de carrera. Esther era muy joven, 16 años la
edad mínima para presentarse, ambas aprueban como Auxiliares femeninos
de Tercera, aunque Esther no ingresará hasta el 11 de enero de 1911.
La vocación de Esther era el teatro estudió declamación en el
Conservatorio de Madrid. En el periódico El País, en una portada, en ese
mismo año, aparece su fotografía como actriz del Teatro del Arte “a quien
espera un brillante porvenir en la escena”.
En la revista Comedias y comediantes el prestigioso crítico de teatro José
Alsina se refiere a la representación en el teatro del Conservatorio de
Cuento de amor y a la joven Esther Azcárate, en el papel del paje Florisel,
que “mostró sensibilidad y talento y cuando esos factores se coronan como
en este caso con una afición decidida, el resultado es fácil de prever en
cuanto intervenga la disciplina del estudio”
Su madre siempre alentó su actividad teatral, pues ella había hecho teatro
en su juventud, e incluso propuso en una ocasión que se creara un teatro
propiedad del estado, al cual pudieran asistir sin pagar localidades, los
niños de las escuelas municipales y de todas aquellas que daban enseñanza
gratuita. Entiende que el teatro es un medio educativo más, para la
formación de los niños y de los adultos.
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En 1917 actuó Esther en una sesión literaria musical benéfica en el Salón
de Actos de Fomento de las Artes con Julio Costa e interpretaron dos
diálogos “De pesca” de Parellada y “Olé las castizas” de Ramón María de
Pereda. Los fondos recaudados eran para mejorar la educación de los niños
ciegos.
Acude a las conferencias y tertulias del Ateneo de Madrid desde los años
20 y conoce a los literatos y políticos relevantes del país. Participa en el
homenaje que Fraternidad Cívica había organizado en honor de Rosario de
Acuña, unos días después de su muerte.
Durante la velada literaria intervienen: Roberto Castrovido, director de El
País, Álvaro de Albornoz, abogado, y Luis Tapia Secretario del Ateneo y
escritor satírico de prestigio, además Consuelo Álvarez, y Esther Azcarate,
que lee trabajos inéditos de la escritora.
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Esther Azcarate se casa en 1930 con el telegrafista Rufino Picazo,
destinado en la Habilitación de la Dirección General y tiene dos hijos
Santiago y Gloria.
En 1932 estuvo destinada en la secretaría del Director General Mateo
Hernández Barroso, uno de los pocos Directores de Telégrafos
pertenecientes al Cuerpo y después pasó a Habilitación.
Cuando estalla la guerra civil, la Dirección General de Telégrafos y sus
funcionarios se trasladan a Valencia y después a Barcelona. Son días
difíciles, el matrimonio Picazo cruza la frontera a Francia y son llevados a
dos campos de refugiados, Esther permanece con sus hijos.
Finalmente en el año 40 regresan a España. Rufino Picazo es sancionado
como consecuencia de un expediente político-social y enviado aprestar
servicio a la oficina Telegráfica de Reus como jefe de Administración
Civil de 3ª clase, está bastante enfermo y fallece tres años después.
Esther y sus hijos vuelven a Madrid, y con mucha dedicación y sacrificio
los saca adelante. En febrero de 1953 no se revisa su expediente en
Telégrafos y reingresa en 1957 para jubilase cuatro años después.
Esther Azcarate inculcó a sus hijos los valores democráticos en los que
creía y su amor por el cuerpo de Telégrafos en el que ingresó su hijo
Santiago Picazo Azcarate que hoy se encuentra con nosotros.
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Para él y para su familia mi agradecimiento, sobre todo a Santiago Picazo
Marinas, bisnieto de Consuelo Álvarez y nieto de Esther Azcarate, por la
información bibliográfica que me ha proporcionado para escribir el libro
que quiero publicar pronto sobre Consuelo Álvarez. También a Julio
Azcarate, nieto de Consuelo, que vivió con ella la última etapa de su vida.
Y a Sebastián Olivé, mi maestro, que me acercó a la telegrafista Consuelo
Álvarez y me animó a que investigara sobre ella.
A todos ustedes muchas gracias.