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Jcasuaje slideshare

Date post: 16-Jul-2015
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Los valores son principios que nos

permiten orientar nuestro comportamiento

en función de realizarnos como personas.

Son creencias fundamentales que nos

ayudan a preferir, apreciar y elegir unas

cosas en lugar de otras, o un

comportamiento en lugar de otro. También

son fuente de satisfacción y plenitud. Nos

proporcionan una pauta para formular

metas y propósitos, personales o

colectivos. Reflejan nuestros intereses,

sentimientos y convicciones más

importantes.

Los valores es todo lo que lleva al hombre a

defenderse y creer en sí mismo y crecer como

una persona digna.

Estos depende de la elección libre de la persona

los que desea tomar y emplear en su vida y los

que no y van formando a su vez su

comportamiento proporcionándole metas y

propósitos que se traducen en pensamientos

conceptos e ideas pero sobre todo acciones, ya

que estas demuestran mejor lo que se quiere

expresar, suelen estar ligados a sentimientos y

emociones y se pueden valorar de acuerdo a

varios criterios: estéticos, sociales, costumbres,

principios éticos, etc.

Entendemos los valores como los

principios que rigen los

comportamientos humanos, y dirigen

las aspiraciones de los individuos, o

incluso de sociedades, en pro de su

perfeccionamiento o realización. Son

las pautas que marcan los

comportamientos humanos, y/o

sociales, orientándolos hacia

conductas que presumen la mejora en

el desarrollo de la persona o de una

colectividad.

Se podrían plantear tres situaciones básicas del

hombre con relación al mundo en la clasificación de

los valores:

1) El hombre en el mundo: esta marca nuestra

inscripción dentro del universo. El hombre es

superado o abarcado por el mundo. Son los valores

de lo corpóreo. Puede decirse, que hay valores que

deben ser definidos por relación a la sensibilidad y por

relación al cuerpo, cuyo papel es precisamente el de

inscribirnos en el universo y recibir de él todas las

influencias.

2) El hombre frente al mundo: el hombre se siente y

se ve como parcialmente emancipado respecto a ese

universo, y se dirige a él para comprenderlo,

contemplarlo y recrearlo.

3) El hombre sobre el mundo: el hombre se separa de

todo interés subjetivo e individual. Hablamos de que el

valor reside aquí en el espíritu mismo.

Valores inferiores: económicos y afectivos.

En ambos hay una subjetivación del valor, en el sentido de que el

mundo es visto como marco y como sostén de la existencia

individual corpórea. Pero hay también entre ellos diferencias. Los

valores económicos constituyen el momento más objetivo, es

impersonal, pues son cuantificables y mensurables, mientras que

los afectivos son estrictamente subjetivos, ocupando el lugar

superior por estar relacionados con el centro de la persona. Los

valores económicos son la forma material del valor, aquella que

es más fácilmente captable, la que está en relación

con nuestras necesidades más evidentes.

Los valores afectivos constituyen el lado subjetivo, es

rigurosamente individual; es la propiedad y, en cierto sentido, el

secreto de cada uno. Hay una cierta superioridad de lo afectivo

sobre lo económico.

Se distingue entre los modos básicos en que se realizan los

valores afectivos: el placer y el dolor, que nos dan el valor en su

doble aspecto positivo y negativo.

Valores intermedios: intelectuales y estéticos

Hay un principio de emancipación y de apertura a lo

universal.

Los valores intelectuales serían el momento objetivante de

la situación del hombre frente al mundo, mientras que el

estético representaría su aspecto subjetivo.

Los valores intelectuales adquieren su significado definitivo,

más allá del conocimiento: la inteligencia es esencialmente

plástica.

Los valores estéticos están más cercanos al carácter

creador del espíritu. Los valores estéticos se insertan en la

sensibilidad, pero consideran a esa sensibilidad como una

materia que se trata justamente de transfigurar, es decir,

espiritualizar.

Los valores estéticos conservan una relativa autonomía,

pero preparan y son asumidos finalmente por los valores

superiores, especialmente los religiosos.

Los valores morales y religiosos.

Los valores morales corresponden a la esfera suprema y representan dentro de

ella, el aspecto objetivo, por su contraposición a los valores religiosos, depositarios

de la más pura subjetividad (o sea del más puro carácter personal). Lo propio de la

moral es invitarnos a crearnos a nosotros mismos como personas.

Se distingue dentro de los valores morales tres niveles:

1. Valores Sociales: son los deberes impuestos por la sociedad.

2. Valores jurídicos: son una especie particular de los valores sociales, que

precisan su naturaleza y forman una transición más directa a los valores

(estrictamente) morales.

3. Valores propiamente morales: en ellos la persona se realiza en su interioridad y

en su encuentro comunitario con otras personas. Su característica es expresar las

relaciones mutuas entre las personas, de tal modo que estas relaciones se

encuentran fundadas sobre la voluntad consciente de las personas mismas, y no

ya sobre una presión emanada de la sociedad de la

que forman parte.

El grado supremo de los valores, son los valores religioso o valores espirituales,

en estos todas nuestras facultades se hallan elevadas a lo universal, como se ve

en la inteligencia, la sensibilidad y la voluntad en los tres valores fundamentales;

pero la distinción entre estas facultades es abolida en ese foco común del que

proceden y que es propiamente el amor. Es un acto de fe, de modo que la

afirmación del valor en la medida en es la afirmación misma del absoluto, es

siempre una afirmación religiosa.

Moral es una palabra de origen latino, que proviene del términos moris (“costumbre”).

Se trata de un conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona

o de un grupo social, que funciona como una guía para obrar. Es decir, la moral

orienta acerca de que acciones son correctas (buenas) y cuales son incorrectas

(malas).

Según otra definición, la moral es la suma total del conocimiento que se adquiere

sobre lo más alto y noble, y que una persona respeta en su conducta. Las creencias

sobre la moralidad son generalizadas y codificadas en una cierta cultura o en un

grupo social determinado, por lo que la moral regula el comportamiento de sus

miembros. Por otra parte, la moral suele ser identificada con los principios religiosos

y éticos que una comunidad acuerda respetar.

El conjunto de normas morales es denominado como moralidad objetiva (existen

como hechos sociales más allá de que el sujeto decida acatarlas). En cambio, los

actos a través de los cuales la persona respeta o viola la norma moral conforman la

moralidad subjetiva.

Cabe mencionar que la idea de responsabilidad moral aparece con el

convencimiento de que el accionar del individuo siempre se realiza con un fin, a

menos de que se encuentra inconsciente (ya sea por una enfermedad mental, un

desequilibrio psicológico, los efectos de una droga, etc.). Se dice que una persona

que hace uso de los valores morales de su sociedad puede forjarse un mejor destino.

El término moral también puede utilizarse como sinónimo de ética, por lo que

adquiere sentido como disciplina filosófica o como sinónimo de la teología moral (una

disciplina teológica).

La palabra ética proviene del griego ethikos (“carácter”). Se trata del estudio de la moral y

del accionar humano para promover los comportamientos deseables. Una sentencia ética

supone la elaboración de un juicio moral y una norma que señala cómo deberían actuar

los integrantes de una sociedad.

Por profesión se entiende una ocupación que se desarrolla con el fin de colaborar con el

bienestar de una sociedad. Para realizar dicha labor es necesario que el profesional

(persona que ejerce la misma) actúe con responsabilidad, siguiendo los requisitos que la

ley vigente plantee para el desarrollo de esa actividad.

La ética profesional pretende regular las actividades que se realizan en el marco de una

profesión. En este sentido, se trata de una disciplina que está incluida dentro de la ética

aplicada ya que hace referencia a una parte específica de la realidad.

Cabe destacar que la ética, a nivel general, no es coactiva (no impone sanciones legales

o normativas). Sin embargo, la ética profesional puede estar, en cierta forma, en los

códigos deontológicos que regulan una actividad profesional. La deontología forma parte

de lo que se conoce como ética normativa y presenta una serie de principios y reglas de

cumplimiento obligatorio.

Podría decirse, por lo tanto, que la ética profesional

estudia las normas vinculantes recogidas por la

deontología profesional. La ética sugiere aquello que

es deseable y condena lo que no debe hacerse,

mientras que la deontología cuenta con las

herramientas administrativas para garantizar que la

profesión se ejerza de manera ética.


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