VISITA DE S.E.R. MONS. RENZO

FRATINI, NUNCIO APOSTÓLICO EN

ESPAÑA AL SEMINARIO

DEL ARZOBISPADO CASTRENSE.

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Madrid, 16 de diciembre de 2016

Excelencia, Ilmo. Sr. Rector y equipo de formadores. Queridos seminaristas:

Gracias. Muchas gracias por este recibimiento tan cuidado que, cómo no, me hace recordar, con mucho agrado, experiencias semejantes vividas en mi juventud en el Seminario. Gracias por esta intervención musical tan agradable… y que lleva tiempo de ensayos. Sé del esfuerzo que implica. Hay que preparar, hacer hueco en el trascurso de un horario, siempre apretado, en el Seminario. Por eso lo

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agradezco y lo aprecio como es, un homenaje que pasa de mi persona a quien tengo el honor de representar en España, al Santo Padre el Papa Francisco.

En este familiar contacto, queridos seminaristas, ante todo doy gracias al Señor por vosotros y, como recuerdo de este encuentro, de la mano del Papa, quisiera que guardaseis tres palabras que deben acompañar el espíritu del discípulo de Cristo, sobre todo en el llamado a hacerle presente en su Iglesia: la confianza inquebrantable en el Señor, la humildad y el celo apostólico o espíritu misionero.

1.- La confianza en el Señor. Es lo primero. Es una actitud que nos acompaña toda la vida sacerdotal y se inicia y desarrolla en el tiempo de formación en el Seminario. Ya lo decía san Pablo al final de su vida ante el inminente martirio: “Sé de quién me he fiado”. Esta confianza nace del conocimiento que nos da el don de la Fe. Por la fe sabemos quién es Cristo y cuál es su misión, pero hay un momento, que cada uno recuerda siempre, en el que, como los primeros discípulos, se siente como ellos internamente mirado por El. Gracias a esa mirada suya, Jesús nos invita a un encuentro en el que se va creando y desarrollando una confianza que establece una verdadera amistad que cambia nuestra vida. Aquí, en Seminario, se aprende como dice el Papa, “el estilo de Jesús, que pasa por los lugares de la vida cotidiana, se detiene sin prisa y, mirando a los hermanos con misericordia, les lleva a encontrarse con Dios Padre”. Cuando hay verdadera y sentida amistad con Cristo, uno se abandona en El, no se acobarda en las pruebas y permanece fiel a Él en la entrega y el amor a los demás.

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2.- La segunda palabra es “humildad”. El Señor llamó a sus discípulos y formó con ellos una comunidad que cree, que espera y que ama. A través de las tres virtudes teologales el Señor nos hace tener, como dice el Papa, «corazones grandes pero actitud de pequeños». “Pequeños” para conocer más a Jesús, pues el misterio trinitario se revela y comunica a los pequeños y no a los sabios. “Pequeños” porque Jesús es “manso y humilde de Corazón” y desea que sus amigos tengan un corazón semejante que les mantenga en una actitud de total disponibilidad al servicio. Humildes, pequeños, que, como dice el Santo Padre, reconocen: «tú eres Dios, yo soy una persona, yo sigo adelante así, con las pequeñas cosas de la vida, pero caminando en tu presencia e intentando ser irreprensible» (Meditación, 29 de noviembre). Por eso la humildad nos lleva a reconocernos débiles, somos pecadores “cargamos con el peso de la contradicción entre lo que queremos hacer y lo que, en cambio, hacemos (cf. Rm 7,14-21)…Dios hace que comprendamos su inmenso amor justamente ante nuestra condición de pecadores. La gracia es más fuerte y supera cualquier posible resistencia, porque el amor todo lo puede (cf. 1 Co 13,7)” (Misericordia et Misera, 8).

3.- El espíritu misionero.- La intimidad con el Señor, escribe el Papa en la Exhortación Evangelii Gaudium, “es una intimidad itinerante, y la comunión «esencialmente se configura como comunión misionera” (EG 23-24). El celo apostólico motiva al vacacionado que se prepara para comunicar y hacer perseverar e incrementar la semilla del Evangelio. “Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo”. El sueño de un seminarista, de un sacerdote, es que la Palabra sea acogida y

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manifieste su potencia liberadora y renovadora. Aquí os preparáis para aprender a “Primerear” esto es, a tomar la iniciativa de salir al encuentro. Y también a fortalecerse y revestir los “sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús” para aceptar “achicarse” y, con humildad, poder bajar al otro y “acompañar”. El sacerdote necesita un aguante apostólico, paciencia para saber estar en todo el proceso de la persona que ha de ir a Dios. “La alegría del Evangelio es para todo el pueblo…” una Buena Noticia, la eterna, que él debía anunciar a los habitantes de la tierra, a toda nación, familia, lengua y pueblo” (Ap 14,6) (Ibíd).

Queridos seminaristas, con mi visita, os animo a considerar que Dios necesita hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás.

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A los formadores, les animo a proseguir con generosidad la inexcusable tarea de fomentar las vocaciones y de formar adecuadamente a los candidatos al sacerdocio para el incremento de la vida cristiana en este Arzobispado Castrense mediante el trabajo apostólico de diligentes pastores que, entregándose totalmente a Jesucristo, siguen en todo el ejemplo del divino Maestro que no vino a ser servido sino a servir.

Pido al Señor que, por intercesión de la Virgen Inmaculada, derrame sus dones sobre este Centro dedicado a la formación de futuros sacerdotes que tendrán una tarea muy específica y que es verdadera tarea eclesial.

Que el Señor les bendiga a todos.

HOMILÍA DE S.E.R. MONS. RENZO

FRATINI, CON MOTIVO DE LA

CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN HONOR

DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN,

PATRONA DE LOS CAPELLANES

CASTRENSES ESPAÑOLES

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Madrid, 16 de diciembre de 2016

Eminencia, Excelentísimo Sr. Arzobispo, Ilmos. Sr. Capellanes, Alumnos del Seminario Castrense, Queridos hermanos todos en el Señor:

Le agradezco Sr. Arzobispo la invitación presentada apreciando, en este gesto, los sentimientos de comunión del Arzobispado Castrense con el Santo Padre, a quien tengo el honor de representar en España.

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Cercana aún la fiesta de la Inmaculada, Patrona de los capellanes castrenses, tenemos presente en esta celebración eucarística su conmemoración. Siempre es motivo de gozo celebrar a María. Ella es fruto perfectísimo de la redención de Cristo, su Hijo. En el misterio de la Inmaculada Concepción vemos una imagen de la batalla que atraviesa el tiempo presente entre dos descendencias irreconciliables y que tuvo su inicio en el origen: “dijo Dios a la serpiente: establezco hostilidades entre ti y la Mujer, entre tu estirpe y la suya; Ella te pisará la cabeza”.

En el mensaje de las lecturas de la Palabra de Dios propias de este día, no dejamos de encontrar esta misma batalla que se gana permaneciendo en el amor de Dios verdad, en quien descansan los anhelos más nobles y profundos del hombre que busca la paz.

“Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación está por llegar, y mi justicia se va a manifestar”. Así se expresa el Señor por el Profeta Isaías. Las obras de Cristo, de quien dice san Pablo que es “justificación, salvación y redención”, son la verdad del amor de Dios por nosotros. Así nos lo comunica el Evangelio que hemos escuchado ahora. A través de la fiel voluntad de su naturaleza humana, que se entrega fielmente, las obras de Cristo son la expresión y manifestación de su Persona y naturaleza divina. Y todo lo que dijo e hizo en la tierra, a la vez que manifiesta al Padre, suscita con su amor el nuestro. Un amor que nos lleva a la unión con El. El, antes que nadie, ha sido el primero en amarnos hasta el extremo.

Como en el caso de Juan el Bautista, también cada uno de nosotros somos llamados a vivir y testimoniar a favor de la verdad.

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Pero la verdad nos trasciende. Por eso ha dicho el Señor: “Juan ha dado testimonio a favor de la verdad”. Juan, no es la Verdad. La Verdad es Cristo. Al afirmar “yo tengo que menguar y Él tiene que crecer”, Juan proclama la verdad de que nuestro servicio a Cristo no es otra cosa que ser salvados por El que es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Esto mismo proclama María en su Inmaculada Concepción. Ella, la primera salvada, la obra perfecta de la gracia, unida íntimamente y subordinada al Hijo, se pone al servicio de su Reino, el Reino “de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, el amor y la paz”.

Esta Verdad, que es amor, es la misma clave que nos hace descubrir S. Agustín en el oficio de lecturas de hoy al comentar al profeta Isaías. Este, en la presentación de la salvación universal de Dios, nos dice: “A los extranjeros que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que observan el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza, los traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración, porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos”. A lo que san Agustín comenta: “Tu deseo es tu oración… Cualquier cosa que hagas, si deseas aquel reposo sabático, no interrumpes la oración. Tu deseo continuo es tu voz, es decir, tu oración continúa. Callas cuando dejas de amar. ¿Quiénes se han callado? Aquellos de quienes se ha dicho: Al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría. La frialdad en el amor es el silencio del corazón. Mientras la caridad permanece, estás clamando siempre; si clamas siempre, deseas siempre; y, si deseas, te acuerdas de aquel reposo”.

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Efectivamente, el descaso del sábado al que Dios nos invita y nos lleva con su amor, no es no hacer nada, sino que consiste en amar y guardarse del mal. En esa medida está nuestra coherencia de vida y nuestra autenticidad: “Dichoso el hombre que obra así, el mortal que persevera en esto, que observa el sábado sin profanarlo y preserva su mano de obrar el mal”.

Mirando a María, preservada de todo pecado desde su concepción, recordamos las cuatro heridas de las que habla Santo Tomás al explicar el pecado original. Heridas del alma que se oponen a las virtudes cardinales. La prudencia dificultada por el obstáculo de conocer la verdad, la justicia herida por la malicia de una voluntad débil. La templanza herida por la concupiscencia, esto es, por el deseo de satisfacer los placeres contra los dictados de la razón y, por último, la cobardía fruto de la debilidad para hacer el bien y resistir al mal contraria a la virtud de la fortaleza. Y sí, es de experiencia que a todos nos llegan momentos de dificultad en la vida, momentos en que parece que la carga nos aplasta y las fuerzas nos abandonan y que la voluntad no tiene energía para luchar. Pero quien confía en la roca que es Cristo, ese está en la Verdad – amor, y sigue luchando aunque solo sea con la consigna de no dejarse vencer. Quien así confía, quien así combate, permanece en el lugar que Dios le ha asignado y lleva toda su pena, su desengaño, su desaliento, su cansancio, su misma miseria, junto a la cruz. Y es ahí, en la cruz, donde por el amor de Cristo, que es la fuente, hallará fortaleza para cumplir la voluntad divina. La consigna es esta: confiar batallando, permanecer amando, buscar ante todo el honor divino. El Papa Francisco lo recuerda en el mensaje que acaba de hacer público con ocasión de la próxima Jornada de la Paz, que este año cumple su 50 aniversario. Dice: “Quien acoge la Buena Noticia de

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Jesús reconoce su propia violencia y se deja curar por la misericordia de Dios, convirtiéndose a su vez en instrumento de reconciliación, según la exhortación de san Francisco de Asís: «Que la paz que anunciáis de palabra la tengáis, y en mayor medida, en vuestros corazones»”.

Queridos sacerdotes y seminaristas que os formáis aquí en este espacio castrense. Tenéis una delicada misión al ejercer, o al prepararos para ejercer, una pastoral concreta sobre los agentes de paz que son las Fuerzas Públicas del Estado, garante del bien común. Estando al servicio del Señor, del Príncipe de la Paz, lleváis a cabo vuestra labor inspirados en los principios cristianos, consignas de un Dios que es Amor y Verdad. Éstos, avalan el trabajo eficaz por la reconciliación y la unidad entre los hombres. Dice el Papa Francisco en su citado Mensaje de la paz 2017 que “una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero”… Esto es un programa y un desafío para los líderes políticos y religiosos, para los responsables de las instituciones internacionales… aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de sus propias responsabilidades. Es el desafío de construir la sociedad…Esto exige estar dispuestos a «aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso» Trabajar de este modo significa elegir la solidaridad como estilo para realizar la historia y construir la amistad social”. Sean estos los valores que, a través de vuestra cercanía y buen consejo, fortalezcan a los fieles de este Arzobispado Castrense.

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Nos ponemos en manos de María y encomendándonos a su materna protección le decimos:

“Santa María, tú te has entregado por completo a la llamada de Dios y te has convertido así en fuente de la bondad que mana de Él. Muéstranos a Jesús, guíanos a Él. Enséñanos a conocerlo y amarlo, para que también nosotros podamos llegar a ser capaces de un verdadero amor y ser fuentes de agua viva en medio de un mundo sediento”.

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Que la Virgen María nos ayude a crecer en la fe, en la esperanza y en la caridad, y bajo su cobijo tengamos también una próxima Navidad feliz y gozosa en la paz. Que así sea.

MENSAJE PASTORAL DEL ARZOBISPO

CASTRENSE CON MOTIVO DEL

DÍA DEL SEMINARIO 2017

JUAN DEL RÍO MARTÍN

ARZOBISPO CASTRENSE DE ESPAÑA

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Queridos capellanes, seminaristas y fieles en general.

1. Todos los años, alrededor de la festividad de san José, Patrón de la Iglesia Universal, la mayoría de las diócesis española celebramos El Día del Seminario, que en el presente año 2017, lleva por lema: Cerca de Dios y de los hermanos, ello nos remite a la identidad esencial que debe brillar en el Presbítero y por extensión al capellán castrense; el cual por similitud ha de ser un hombre con fuerte experiencia de Dios y a la vez esa cercanía con lo divino la sepa comunicar a su campo específico pastoral que son los centinelas de la paz que componen nuestra Fuerzas Armadas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

2. La Asistencia Religiosa Castrense no es ningún privilegio de antaño, ni la concesión de un color político, sino es un derecho del militar creyente que dimana de los principios fundamentales del hombre, y que es respetado y apoyado en todos los países de nuestro entorno democrático. Los actuales capellanes de este Arzobispado, son herederos del bien humano, espiritual y formativo que sembraron aquellos sacerdotes, que les precedieron durante siglos, en las diversas formas de organización administrativa y militar de las Fuerzas Armadas en España. Sin embargo, la tarea pastoral continua siendo la misma: ofrecer los auxilios del Evangelio del “Príncipe de la paz”,

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Jesucristo, para que iluminen, asistan y conforten a nuestros soldados en el cumplimiento de sus deberes constitucionales y en su caso ser buenos cristianos. Esta labor requiere determinada presencia que va, desde el acompañamiento a nuestros militares, guardias civiles y policías en misiones extrajeras, hasta el servicio pastoral en los cuarteles y establecimientos propios. Con esta dedicación a la familia militar, también contribuimos a la potenciación de una cultura de la defensa y de la paz, que lleva al compromiso de resistir a la violencia, al terrorismo y a la guerra, en función de la libertad y del bien común de los españoles.

3. ¿Cuáles son las actitudes básicas que requiere esa presencia? Pues, servicio, alegría y mansedumbre, hacia los hombres y mujeres que componen la milicia. No se actuará por criterios de mundanidad, ni movidos por la acepción de rangos y condiciones, sino con gran sentido de comunión, igualdad y concordia. La figura y misión del Pater la define el papa Francisco de esta manera: “La función del capellán castrense requiere una atención específica que consiste en acompañar a los militares y sus familias, con un desvelo que les permita (a soldados, oficiales y mandos) percibir la cercanía maternal de la Iglesia, siendo para todos una presencia consoladora y fraterna. Vosotros podéis derramar sobre las heridas de estas personas el bálsamo de la Palabra de Dios, que alivia los dolores e infunde esperanza; y podéis ofrecerles las gracia de la eucaristía y de la reconciliación, que alimenta y regenera el alma” 1.

1 Francisco, Discurso a los participantes del IV Curso de Formación de

Capellanes Castrenses en Derecho Internacional Humanitario, Roma 26.10.2015.

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4. Esa “cercanía maternal” hacia los militares es algo que la Iglesia ha querido cuidar siempre con extraordinaria solicitud, “por su peculiares condiciones de vida”2. Ello demandan una concreta y específica forma de asistencia pastoral que sobrepasa lo que comúnmente se lleva en general en las diócesis ordinarias. Además, por el ejercicio diario del ministerio en un sector social tan definido, se va adquiriendo una determinada espiritualidad sacerdotal castrense que tiene sus elementos propios. Para adquirir esa formación integral adecuada, la Iglesia prevé que: “El Ordinario militar, con la aprobación de la Santa Sede, pueda erigir su propio seminario y promover a las sagradas órdenes en el Ordinariato a sus alumnos, una vez completada su específica formación espiritual y pastoral”3.

5. Como respuesta a esta propuesta pontificia, se instauró hace veintiséis años en nuestro Arzobispado Castrense, un Seminario propio, que ha dado sus buenos frutos vocacionales y que se ha ido consolidándose como una pieza clave para la futura atención espiritual y pastoral de nuestros militares, guardias civiles y policías. En la actualidad, hay quince seminaristas que de diversas procedencias están preparándose para esta misión específica sacerdotal, de ejercer su ministerio de paz entre las armas. Esto conlleva un largo proceso de discernimiento a través de una intensa vida espiritual, de la correspondiente maduración humana en todos sus aspectos, del estudio serio de las ciencias eclesiásticas, del aprecio de la vida

2 Juan Pablo II, Constitución Apostólica Spirituali Militum Curae, Roma, 1986, (SMC). 3 SMC, VI,3.

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comunitaria, y de un conocimiento pastoral de la realidad militar y policial en el contexto español e internacional.

6. Nuestro Seminario es cada día más una obra conjunta entre el equipo de formadores, los capellanes y fieles de nuestra jurisdicción. Siendo “un cenáculo” donde se experimenta la cercanía del Señor en la Eucaristía, en los actos de piedad y en la fraternidad de los hermanos. A la vez, sus puertas están abiertas para que nuestros militares, guardias civiles y policías vayan conociendo a sus futuros capellanes y los seminaristas aprendan a ser hombres cercanos y humildes servidores del Evangelio, entre los primeros servidores de España. Teniendo presente esta realidad, es de vital importancia que cultivemos y demos a conocer la existencia de nuestro propio seminario4.

7. La oferta vocacional a ser futuros capellanes castrenses, hemos de hacerla con entusiasmo y alegría entre nuestras gentes. Se debe presentar sin complejos, sustentada en la oración y en el testimonio de vida. Teniendo siempre presente, para no desanimarnos, aquella enseñanza de Jesús: “La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, por tanto, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc 10,2). Pido a todos los capellanes que os sintáis llamados a suscitar las vocaciones sacerdotales para el mundo castrense. Orad a Dios por el buen discernimiento de los candidatos y por la perseverancia de los

4 Cf. SMC, XIII-XIV.

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seminaristas. Colaborad económicamente al sostenimiento de nuestro Seminario, apreciándolo como lo que es: algo vuestro5.

8. Aquellos jóvenes que abrigáis en vuestro interior la llamada del Señor “Ven, y sígueme” y que un día os gustaría ser capellanes castrenses, sabed que el Seminario es un periodo preciso en el que uno aprende con los otros y de los otros. Es pasar por la vida oculta de Nazaret, que va capacitando al aspirante al sacerdocio para la actividad pública del ministerio. Es un tiempo necesario de maduración de la decisión tomada desde la fe en Cristo. De esta manera lo definía el papa Francisco: “Es importante realizar esta opción personal y definitiva de una verdadera entrega de sí a Dios y a los demás. Os invito, por lo tanto, a aceptar este aprendizaje de la fraternidad, poniendo en ello todo vuestro entusiasmo; creceréis en la caridad y construiréis la unidad tomando las iniciativas que el Espíritu Santo os inspirara6.

9. Vosotros seminaristas, sois los primeros promotores de las vocaciones castrenses. Por eso os pido que llevéis a cabo esta tarea, mostrando con sencillez y sin miedos, de que sois felices en el camino elegido, porque un día os sentisteis seducidos, como dice el Obispo de Roma, cuando escuchasteis cosas como estas: “Dios os dijo: “Tú eres importante para mí,…, cuento contigo …No tengáis miedo a mostrar la alegría de haber respondido a la llamada del Señor, a su elección de

5 A continuación, reitero la invitación que he hecho en otras ocasiones, muy especialmente con motivo del día del seminario del pasado año (13 de marzo de 2016). 6 Francisco, Mensaje a los seminaristas franceses, Santuario de Lourdes, 10.11.2014.

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amor, porque la alegría, la verdadera es contagiosa…. De todo somos capaces, pues Cristo nos da la fuerza” (Filp. 4,13)7.

10. También los fieles de este Arzobispado están llamados a ser agentes activos de una renovada pastoral vocacional, en esta Iglesia particular castrense. No pongáis obstáculos a la vocación sacerdotal de vuestros hijos, fomentad que descubran la posibilidad de que sean presbíteros castrenses, conoced el que es vuestro Seminario y colaborad con él, por medio de las becas establecidas si está al alcance de vuestras posibilidades. ¡Sólo se ama aquello que se conoce: únicamente se valora una misión si nos sentimos corresponsables de ella!

Que la intercesión de la Virgen Inmaculada, Patrona de los Capellanes, haga que no falten jóvenes que, enamorados de Cristo y siendo sacerdotes castrenses, quieran llevar la pasión por el Evangelio allí donde están los hombres y mujeres que cada día se juegan la vida por España.

Con afecto y bendición

† Juan del Río Martín Arzobispo Castrense de España

Madrid a 2 de febrero de 2017 Fiesta, Presentación del Señor 7 Francisco, Palabra a seminaristas y consagrados, Roma 6.7.2013.