La Biblioteca del arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta en el Real Colegio
Seminario de Instrucción, Retiro Voluntario y Corrección del Clero Secular.
1777-1800
María de los Ángeles Ocampo Villa
Instituto Nacional de Antropología e Historia
Museo Nacional del Virreinato
Tepotzotlán, edo. de México.
LIRA
Pagad aquí el tributo, Mexicanos
De un llanto inconsolable:
Ved del gran Nuñez de Haro las dos manos,
Que con lazo amigable
Mitra, y Bastón unieron, ¡Doble gloria
Un golpe derribó! ¡Llore la Historia!1
1 Relación de la fúnebre ceremonia y exequias del ilustrísimo y excelentísimo Señor Doctor Virrey y Capellán
de esta Nueva España, p.68. La lira hace alusión a la doble pérdida que ha sufrido México por la muerte del arzobispo, una, en relación a los negocios políticos que simboliza el bastón, otra, en cuanto a los negocios sagrados que simboliza la mitra. Resaltando sus habilidades para poder manejar ambos cargos.
1.- Introducción
La presencia del arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta en la Nueva España a
finales del siglo XVIII y principios del XIX fue de suma importancia para la sociedad y
jugó un papel relevante no sólo para la formación moral y espiritual del clero, sino también
para el establecimiento de obras de beneficencia.
La intención de este trabajo es ante todo dar a conocer algunas obras que actualmente
resguarda la Biblioteca Pedro Reales del Museo Nacional del Virreinato que sin duda
formaron parte de la Biblioteca que le perteneció al arzobispo y sirvieron de consulta a los
clérigos internos .
Foto de la Biblioteca Antigua2 (ahora Pedro Reales)
del Museo Nacional del Virreinato del Instituto Nacional
de Antropología e Historia, tomada en el año
de 1989, por el fotógrafo Palle Pallesen (†). 2 En esta foto aparece el retrato del arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta, la cual fue sustituida
después de la restauración en el año de 1992, por el retrato del teólogo jesuita Gaspar Sánchez. Ambas pinturas pertenecen al Museo Nacional del Virreinato.
La dificultad a la que me he enfrentado para asegurar si estos libros pertenecieron o no al
obispo ha sido sobre todo porque no tienen una marca de propiedad o ex libris que indiquen
su posesión. Sin embargo, al comparar los libros existentes en el acervo mencionado y las
reglas del Bibliotecario en sus Constituciones que redactó para el Colegio, así como los
libros que debían ser leídos para la formación espiritual, me parecen muy acorde a la
temática y autores utilizados para la formación de los reclusos.
En realidad es difícil hacer conjeturas sobre el destino que tuvo la Biblioteca del
Colegio Seminario una vez que dejó de funcionar como tal, ya que no hay una fecha exacta
de su partida, pues los últimos padres jesuitas regresan al colegio hasta el año de 1880 y es
muy probable que hicieran uso de la misma, ya que al dejar en definitiva el edificio,
estamparon su sello de tinta en todos los libros que había en la biblioteca en el año de 1914.
Sin embargo, lo que me crea confusión es el dato que aparece en un artículo escrito
por la eminente e inolvidable Dra. Clementina Díaz y de Ovando sobre la salida de libros al
estado de Toluca, donde se informa la salida de libros:
“LA BIBLIOTECA DE TEPOTZOTLÁN.- Según el informe que ha recibido el Ministerio
de Gobernación, existía efectivamente en el antiguo convento de jesuitas de esa población
el resto de una biblioteca que había sido de aquellos padres. Pero el gobierno del Estado de
México que entró por concesión que le otorgó el Gobierno Federal en posesión del
expresado convento, se apoderó también de los libros que allí había, trasladándolos a
Toluca”3.
La República, 5 de enero de 1881.
Si en realidad fuera verídico, entonces estos libros deben tener un lugar específico en la
actualidad. Lo más raro es que los últimos padres jesuitas también colocaron el sello de
tinta a los más de trescientos ejemplares que quedaron de los Novicios expulsos.
Otra posibilidad sería que sólo hayan seleccionado algunas obras de interés, aunque
mencionen que sacaron el resto de una biblioteca existente en dicho colegio, o bien, que
después de transcurridos varios años, hayan decidido regresarlos a su lugar de origen.
3 Las pinturas del ex colegio de Tepotzotlán, en Anales IIE 53, UNAM, 1983, p. 189.
Pero según cuenta el señor José Luis Pastén4 que su padre, cuidaba el edificio antes de
que se inaugurara como museo, y en ciertas ocasiones entraba a la biblioteca que dejaron
los últimos padres jesuitas para leer algunos libros en el lugar que actualmente ocupa.
2.- Datos biográficos de Alonso Núñez de Haro y Peralta.
El arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta nació en Villagarcía del Llano,
(España) el 31 de octubre de 1729. Aunque descendía de familia noble, sus padres eran
unos humildes labradores por lo que su tío, Andrés Núñez quien era canónigo de la catedral
de Toledo se encargó de su educación. Se formó en Filosofía y Teología en la universidad
de Toledo y en Bolonia (Italia), donde revalidó el grado de doctor en Sagrada Teología. Fue
un orador elocuente y políglota, desde muy joven mostró el don de lenguas, pues dominaba
el francés, italiano, hebreo, latín, griego y caldeo. El Papa Benito XIV lo recomendó para
4 Por los años de 1914 y 1924 salieron los últimos padres jesuitas del colegio, quedando abandonado el
edificio. El señor Ricardo Pastén originario del mismo pueblo de Tepotzotlán no solo cuidaba el inmueble,
sino que vivía ahí mismo con su familia. En una ocasión, el señor José Luis Pastén me comentó que su
papá era muy estricto y no los dejaba que tocaran los libros.
ocupar el arzobispado de Toledo, Fernando VI le encomendó la mitra de Segovia y tomó el
cargo de presidente de sínodos.
A causa de su gran generosidad y talento, Carlos III vio en él a la persona idónea para
ocupar el arzobispado de México, en sustitución de Antonio de Lorenzana y es así como el
12 de septiembre de 1772 llegó don Alonso de Haro y Peralta a Veracruz, iniciando con el
cargo de arzobispo el 22 de ese mismo mes.
Dentro de las comisiones que desempeñó destacan: la visita y reforma de las casas
de los Padres Agonizantes y de San Antonio Abab, redactó las Constituciones para el
gobierno de la “Casa de Niños Expósitos”.
Con licencia de Carlos III, estableció en el edificio que fuera de los padres jesuitas
de Tepotzotlán, el “Colegio Seminario de Instrucción, Retiro Voluntario y Corrección del
Clero Secular”, con cátedras de Teología, Moral, Sagrada Escritura y Lengua Mexicana.
Colegio al que donó su rica biblioteca y elaboró sus Constituciones5 mismas que serían
aplicadas al buen gobierno de los internos. Algunas de sus obras pastorales fueron
publicadas en México.
En tiempos de guerra, el arzobispo proporcionó varios préstamos y donativos a la
Corona y en los momentos de peste y hambre ayudó a los pobres. Se preocupó por la
situación de muchos indios quienes engañados por sus patrones vivían en un estado de
esclavitud.
Fundó el hospital de San Andrés, último construido en la Colonia y el más
destacado del país, de donde surgieron notables maestros de la medicina mexicana del siglo
XIX. Murió el arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta en México el 26 de mayo de
1800.
5 Las Constituciones fueron publicadas en México, el año de 1777 por el reconocido impresor, Felipe de Zúñiga y Ontiveros.
3.- Establecimiento del Real Colegio Seminario en Tepotzotlán.
Una vez expulsados los padres jesuitas en el año de 1767, el Colegio y Noviciado de
Tepotzotlán queda en total abandono durante casi 10 años, y sus bienes quedan bajo la
custodia de la Real Junta de Temporalidades. El arzobispo Alonso Núñez de Haro y
Peralta recibe la autorización del rey Carlos III, para establecer en el mismo edificio de los
jesuitas expulsos el Real Colegio Seminario de Instrucción, Retiro Voluntario y Corrección
para el Clero Secular de esta Diócesis.6 En el siguiente fragmento se observa una
advertencia de la Real Junta:
“… lo destinará a colegio o retiro voluntario de clérigos, cuyo título será importante
darle, porque el de correccional será un fuerte retrahente de muchos eclesiásticos, a quienes
su edad, su virtud o desengaños estimulen al amor de la soledad, y con este motivo servirá
también para las que quieran ir temporalmente a tomar ejercicios; para residencia de
algunos que se ordenan a título de administración y suelen estar renuentes en cumplir con
este ministerio; e igualmente para reclusión de clérigos díscolos; pues a su enmienda
contribuirá mucho el ejemplo de los demás, y la situación de aquel colegio en un lugar muy
corto, y distante de esta capital”.7
Considerando lo anterior, la Real Junta, autoriza que le sea entregado al arzobispo el
Colegio Seminario de Tepotzotlán con la única condición de que los gastos fueran cubiertos
por los clérigos que la habitasen.
“Que también sirviese el referido colegio para reclusión de clérigos y ejercicios de
ordenandos a disposición de el muy reverendo diocesano, contribuyendo unos y otros lo
necesario a su subsistencia.”8
Sin embargo en la práctica no fue así, ya que el Dr. Alonso cubrió varios gastos y también
reparó varias piezas que estaban ya en ruina, como el arco principal de la Iglesia, y las
6 A través de una carta enviada al rey en el año de 1775, el arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta manifiesta su preocupación y
deseo de fundar dicho Colegio para que a manera de corrección les sirviera como ayuda a todos aquellos Ministros del Señor que habían
cometido algún delito y a la vez mejorar su comportamiento, o simplemente para que desengañados de las faltas cometidas terminasen
con tranquilidad sus días.
7 ANCh. f.150r.
8 Idem. f.143v
viviendas altas que tenían ya podrida la madera de sus techos9. Todo esto lo hizo con el fin
de dejar habitable y con las herramientas necesarias para su clero, a la vez para evitar la
destrucción del edificio. El objetivo principal era continuar con esa misión evangelizadora
y educativa que los padres de la Compañía de Jesús habían dejado al ser expulsados por
orden de Carlos III. Deseaba y estaba seguro en poder restablecer, instruir y corregir al
clero sin dar a conocer al pueblo los defectos que en éstos se encontraren. También era
necesario que los padres jubilados tuvieran una casa útil y funcional.
4.- La Biblioteca del Real Colegio Seminario
En los documentos del Archivo Nacional de Chile10
, se dan informes sobre los
libros que tuvieron los jesuitas expulsos del colegio de Tepotzotlán, se pone de manifiesto
que los clérigos que lleguen a habitar el colegio, podrán hacer uso de los libros que queden
reservados por si regresaran de nueva cuenta los misioneros de Villa García y Loyola, lo
cual certifica que los clérigos establecidos por el arzobispo Núñez de Haro y Peralta
utilizaron la librería que dejaron los jesuitas. Sólo aquellos libros que consideraron no
apropiados y necesarios para su uso, fueron separados.
“…Que la librería de dicho colegio y los volúmenes que se hubiesen encontrado en
los aposentos de los expulsos, se reconociesen por los sujetos que para ello serían
nombrados, ejecutándose la separación de los de laxa doctrina y manuscritos que se
condujesen al paraje que el virrey señalase para su custodia: Que los restantes se dejasen
los que se considerasen útiles y necesarios pare el uso de los misioneros, que no podrían
extraerlos de allí, y los demás desde luego se aplicaban a la Real Universidad de aquella
ciudad”. 11
9 ANCh. f. 151r .
10 Idem. f. 154r
11 Idem. f. 143v
5.- Reglas del Bibliotecario en las Constituciones de Alonso Núñez de Haro
“El padre rector tendrá la llave de la Librería y nadie sin su licencia podrá sacar libro
alguno, bien que la responsabilidad de los que se extravíen la tendrá el Catedrático de
Historia Eclesiástica, porque ha de tener el cargo de Bibliotecario, y se le han de entregar
los libros por inventario”12
.
Como se puede observar en estas reglas que el arzobispo establece, la gran responsabilidad
recae en el profesor de Historia, quien debía estar al pendiente del préstamo de los libros y
no permitir su salida sin antes estar autorizada por el rector.
6.- Libros y obras que más utilizaban los profesores para la instrucción de sus
discípulos en el Real Colegio Seminario.
Para la lección espiritual era indispensable que se realizaran lecturas de las obras de autores
de la talla de san Francisco de Sales, tales como cartas espirituales y cartas familiares, así
también la vida de santa Teresa y las siete moradas13
, de fray Luis de Granada, además de
su doctrina cristiana, se debía leer el comtemptus mundi o desprecio del mundo, e imitación
de Cristo14
, donde se tratan los temas de la vanidad, la prudencia, la obediencia, los
ejercicios de un buen religioso, etc. El tiempo que se ocupaba para las lecturas debía ser de
media hora o lo que dispusiera el padre Rector.
Durante la comida y la cena se leía en voz alta fragmentos de la Sagrada Biblia y el
Martirologio, en libros espirituales que hicieran referencia a los santos.
Con respecto a los tratados de caridad y humildad: estaba prohibido también leer libros
profanos y opuestos a la santidad e inocencia, por ejemplo: comedias, novelas y otros de la
misma naturaleza. Por tanto debían leer a san Bernardo, san Agustín, Gregorio Magno y a
Juan de Palafox y Mendoza.
Para los tratados de moral: el catedrático de moral tenía la obligación de explicar un párrafo
del catecismo del concilio y los tratados de teología moral debían estar bien aprendidos por
los alumnos, con textos del padre maestro Ferrer, de Alejandro Natalis, Concina, Besombes
12
Op. cit. P.4 13
Juan de Rojas, representaciones de la verdad vestida, místicas morales, alegóricas, sobre las siete moradas de Santa Teresa de Jesús, P. 511. 14
El Contemptus mundi fue compuesto en latín por Tomás Kempis y traducido al castellano por Fray Luis de Granada, obras, t. 8, Madrid, Manuel Martín, 1771. P. 379-523
Geneto, y los jueves por la mañana se leían los tratados de retórica de fray Luis de
Granada.
El catedrático de historia eclesiástica para explicar la lección a sus discípulos se basaba
especialmente en la Suma del padre Amat de Graveson15
, y los jueves de 9 a 10 de la
mañana les pedía llevar la lección de Ritos y Ceremonias del compendio de Galindo.
Los maestros debían estudiar la Historia eclesiástica del abad Fleuri, obras del doctor
Tomasino, del cardenal Bona, Cavalier, Gavanto, y las reglas de la Cronología del maestro
Enrique Florez16
. Lo que se pretendía con esta disciplina era evitar que se distrajesen con
libros de vanidad y cualquier otra costumbre que debilite al espíritu.
Siempre el Rector y los catedráticos debían vigilar que no tuvieran otros libros con temas
que afectaran la mente de sus discípulos, por ello era importante tener “Breviarios, Biblias,
Concordancias, Concilios de Trento, los Concilios Mexicanos, la Suma de fray Vicente
Ferrer17
y las obras de otros autores. Algunos buenos autores predicables, Artes y
Vocabulario de los idiomas Mexicano y Othomí.” Lo que no debía faltar dentro de la lista
era el Contemptus Mundi y un ejemplar de las Constituciones.
Por otra parte los sacerdotes y clérigos deberán utilizar para la lección espiritual las obras
del padre Antonio de Molina, De sacerdotibus,18
la Vocación eclesiástica y el Manual de
sacerdotes del padre Arbiol, También era muy importante que realizaran lecturas de la
trompeta de Ezequiel o las cartas pastorales del ilustre Juan de Palafox. No podía faltar en
este listado los ejercicios en el eclesiástico instruido del doctor Ortiz Garay.19
En términos generales como bien se puede observar a través de estas obras y autores
mencionados, la Biblioteca del Real Colegio Seminario estaba compuesta por libros
selectos recomendados por el arzobispo Núñez de Haro y Peralta acorde a la preparación
de los estudiantes y maestros
15
1670-1733, escribió su Historia eclesiástica en 9 volúmenes, autor polémico muy estudiado en la época colonial. 16
Religioso agustino, escritor de la monumental obra: España Sagrada. 17
Suma moral para examen de curas y confesores fue un libro de gran utilidad durante el siglo XVIII, editado en Valencia, Murcia y México donde también alcanzó popularidad a tal grado que se le conocía sólo como el Ferrer. 18
Tratado sobre la instrucción del sacerdote. 19
Todos estos libros mencionados fueron de suma importancia para la formación pastoral de los discípulos del Colegio Seminario.
7. Libros existentes en la biblioteca tres años después de la muerte del arzobispo
Alonso Núñez de Haro.
En 1803, se hizo de orden del gobierno virreinal un registro de los bienes del Colegio. La
biblioteca tenía tres mil volúmenes escogidos. Se seleccionaron de la forma siguiente:
MATERIA LIBROS
Intérpretes y comentadores de la Sagrada
Escritura
208
Santos Padres y Doctores
130
Teólogos dogmáticos
104
Moralistas 101
Ascéticos y místicos
303
Oradores
290
Derecho canónico y civil
371
Historia Eclesiástica
269
Historia Profana
85
Literatura y también los libros que estaban
en el rectorado.
710
En total había 2, 788.
8. Muestra de libros existentes en la Biblioteca Pedro Reales que pertenecieron al Real
Colegio Seminario.
Libro de Luis de la Puente en cuya guarda
posterior se puede apreciar la siguiente
grafía manuscrita: Este libro pertenece al
Real Colegio Seminario de Tepotzotlán 29
de (…) 1802.
Guarda posterior.
La teología cristiana de fray Daniel Concina. Existen los dos tomos.
Existen varios ejemplares de las Obras de Juan
de Palafox.
Pie de fotos de pinturas
Foto 1
Alonso Núñez de Haro y Peralta
Anónimo
Siglo XIX
Óleo sobre tela
Museo Nacional del Virreinato.
Foto 2
Alonso Núñez de Haro y Peralta
Anónimo
Siglo XVIII
Óleo sobre tela
Museo Nacional del Virreinato.
Foto 3
Alonso Núñez de Haro y Peralta
José de Páez
Siglo XVIII
Óleo sobre tela
Museo Nacional del Virreinato.
BIBLIOGRAFÍA
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de Cultura Económica, 1995.
Granada, Luis de fray, obras, t. 8, Madrid, Manuel Martín, 1771. P. 379-523
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siete moradas de Santa Teresa de Jesús, Madrid, Antonio González de Reyes, 1677. P. 511.
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