Date post: | 28-Mar-2016 |
Category: |
Documents |
Upload: | observatorio-de-comunicacion-pucv |
View: | 216 times |
Download: | 0 times |
PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE VALPARAÍSO
ESCUELA DE PERIODISMO
LA CONTRIBUCIÓN DEL ARTE A LA REVITALIZACIÓN DEL ESPACIO PÚBLICO
UN ABORDAJE HERMENÉUTICO AL DISCURSO DE LOS ARTISTAS
HILDA PABST ALDONEY
PROFESOR GUÍA: RODRIGO ARAYA CAMPOS
Viña del Mar, abril de 2009
Pabst 1
Índice
Resumen 3
Introducción 4
I. El foco de la investigación 10
1.1 El espacio público en la mira 10
1.2 Una visión diacrónica de la noción de espacio público 13
1.3 La construcción del problema o lo que el ojo ve 18
II. Consideraciones teóricas 24
2.1 El espacio público contemporáneo: pérdida del ideal y
estrategias de recuperación 26
2.1.1 Las maneras de estar-juntos 34
2.2 Miradas a la ciudadanía 36
2.3 La incorporación del arte a la espacialidad social 40
III. La propuesta metodológica 47 3.1 Pregunta de Investigación 47
3.2 Objetivos de la Investigación 47
3.2.1 Objetivo general 47
3.2.2 Objetivos específicos 47
3.3 Metodología de la investigación: el cristal con que
se mira 48
3.4 Sobre la construcción del objeto de investigación 51
3.5 La opción cualitativa 53
3.5.1 Tipo de investigación 57
3.6 Un diseño metodológico para la Investigación
Social de Discursos 59
3.6.1 Un recurso metodológico ad-hoc 62
Pabst 2
3.6.2 El camino hacia los datos: construyendo categorías
de análisis 65
3.7 La importancia de la herramienta metodológica 69
3.7.1 La entrevista en profundidad: una opción para entre-ver 71
3.7.2 Criterios de selección de la muestra 75
3.7.3 El acercamiento con los informantes 79
3.7.4 El procesamiento de la información: los primeros
dispositivos de análisis 81
IV. El análisis: un abordaje hermenéutico 89
4.1 El espacio público: lugar de uso, comunicación e interacción 92
4.2 Ciudadanía: participación en el territorio e identidades
en proceso 99
4.3 El arte: capacidad de crítica pública y racionalidad emotiva 108
V. Conclusiones 120
5.1 La humanización del espacio público 121
5.1.1 El encuentro por sobre el debate 123
5.1.2 Prácticas de reapropiación creativa 125
5.1.3 El espacio público como escenario 126
5.2 La puesta en escena de la participación ciudadana 128
5.2.1 Hacia una ciudadanía integral 129
5.2.2 La diversidad: el refuerzo del paradigma 130
5.2.3 La importancia del territorio 131
5.3 El arte como generador de sentidos 133
5.3.1 El correlato de la identidad 134
5.3.2 La valoración de la subjetividad y la posibilidad del cambio 135
5.3.3 La mirada crítica, el anclaje de los sentidos
y la resignificación 136
5.4 Los nuevos espacios públicos y los desafíos urbanos 137
5.5 Perspectivas y alcances (sueños y proyecciones) 139
Bibliografía 141
Anexos 148
Pabst 3
Resumen
Esta investigación tiene su punto de arranque en un diagnóstico
de las ciencias sociales radical y, por qué no decirlo, poco
esperanzador: el espacio público ha llegado a su máxima decadencia en
toda su historia. Una desafección nunca antes experimentada nos
enfrenta en la contemporaneidad a espacios públicos vacíos y carentes
de sentidos sociales.
La inquietud de indagar qué fenómenos son capaces de revertir,
mejorar o simplemente hacer frente a ese diagnóstico y un especial
interés personal por componentes de la cultura que se vinculan al
campo del arte, hacen que este trabajo intente abordar la posibilidad
de que el hueco que han dejado, tanto la fuga hacia lo privado como el
desencanto político y social en el espacio público, pueda ser llenado
por nuevos sentidos, provenientes justamente de campos
tradicionalmente no incorporados a los análisis de las ciencias sociales.
Bajo esas premisas he buscado determinar qué aportes realizan
las manifestaciones artísticas al espacio público actual y al tipo de
ciudadanía en ejercicio, convocando para ello a un conjunto de artistas
locales y analizando sus discursos sobre el tema desde una perspectiva
hermenéutica.
La humanización del espacio público, la construcción de nuevos
sentidos y la visibilización de la participación ciudadana son, en
grandes rasgos, los principales hallazgos de la investigación que pongo
a disposición del ojo lector.
Pabst 4
Introducción
La ciudad se ha levantado desde sus inicios como el espacio
público privilegiado, donde todos los (des)encuentros son posibles,
donde el estar-juntos se hace real, sin que medien más lazos que los de
ser parte de una misma humanidad, donde es dable para cualquiera
participar en la discusión sobre los temas que nos interesan a todos. La
dimensión resolutiva o de participación efectiva pareciera quedar
relegada a las urnas de votación.
Mirar el espacio urbano implica mirarnos a nosotros mismos y
cómo hemos ido agrupándonos hasta estar cada vez más cerca unos de
otros, sin que ello signifique necesariamente que estamos más unidos.
Por cierto, la ciudad como espacio público que promueve el estar-
juntos ha ido perdiendo esta capacidad, trasformándose en un espacio
para el flujo, un “no lugar“, donde los individuos dejan de tejer
relaciones con el fin de construir espacios de sociabilidad y más bien
reproducen individualidades estandarizadas (Augè, 98).
A su vez, el extendido y hondo proceso de intercambios globales
que se manifiesta en los más diversos ámbitos de quehacer humano
(economía, servicios, información, personas, etc.), sumado a la
proliferación de nuevas y más eficientes plataformas tecnológicas que
buscan acelerar esos intercambios tienden a reforzar el abandono del
espacio público.
Si a este escenario le agregamos que nuestras sociedades viven un
profundo desencanto de la política producto de los procesos de quiebre
ideológico que desencadenó la caída del muro de Berlín, nos
Pabst 5
enfrentamos a un vacío también en cuanto los referentes políticos
capaces de convocar y dar sentido a la vida social y a la participación
ciudadana en instancias colectivas y democráticas.
Ante este vacío en la política comienzan a tomar relevancia ciertos
elementos de la cultura, producto de los procesos de mundialización
que se vienen intensificando a partir de los años 90. Y hablo de
mundialización para hacer referencia específicamente a componentes
culturales, reservando el término globalización para entender los
fenómenos más bien económicos y tecnológicos que implica este nuevo
escenario de cambios y profusos intercambios a nivel planetario.
En este contexto en que la cultura adquiere una importancia
transversal en la comprensión de los fenómenos que viven la
sociedades contemporáneas, pues en ella los cambios se reflejan,
según nos informa el antropólogo brasilero Renato Ortiz, de manera
más rápida que en la política, aparece como una necesidad evidente
buscar en la esfera de los fenómenos culturales algunas respuestas a
los modos en que la sociedades se están desenvolviendo.
Ciertamente los seres humanos enfrentan necesidades de todo
tipo, desde las más prácticas y concretas hasta las de orden más bien
simbólico (Gombrich, 122). En este sentido la investigación ha querido
mirar la dimensión simbólica de las prácticas culturales y cómo estas
prácticas son capaces de construir sentidos sociales o de relevar
dimensiones de los sujetos que han permanecido opacadas por la
preponderancia de otras. Es el caso del binomio racionalidad-
objetividad que los estatutos de la modernidad han pulido en letras
doradas y que la postmodernidad, en su afán de deconstrucción de la
modernidad, se ha encargado de problematizar al extremo de
enfrentarnos a lo que Gilles Lipovetsky ha llamado la era del vacío.
Pabst 6
En las ciencias sociales el eco de estos cambios de paradigma ha
resonado fuerte en la manera de mirar el conocimiento en definitiva,
alimentando y haciendo crecer metodologías cualitativas que van en la
búsqueda justamente de sentidos más que de verdades, leyes
universales o principios inmutables. La subjetividad de los propios
sujetos, valga la figura, es la que tiene el foco principal.
La cultura, vista como el lugar donde se construyen los sentidos y
donde los sujetos se reconocen en sus distintas dimensiones (social,
política, económica, étnica, estética, etc.) nos entrega múltiples
elementos de análisis y un mar de componentes en los cuales bucear.
A su vez, los temas culturales han ido adquiriendo relevancia a la hora
de mirar tanto los grandes argumentos (las relaciones internacionales,
la importancia del la mirada multicultural, etc.) como los temas más
pequeños (las culturas locales, la oralidad de la cultura, el arte
popular, la artesanía, etc.)
En esta dirección se encamina la propuesta de esta investigación
para mirar la crisis del espacio público: intentando identificar qué
prácticas culturales lo vuelven a llenar de sentidos o le otorgan una
nueva potencia de encuentro social. Creo que el arte que interviene, de
distintas maneras y en distintos niveles, el espacio público tiene algo
que decir a este respecto.
Vemos que las acciones o prácticas artísticas proliferan en el
espacio público de manera creciente, ya sea a partir de iniciativas
personales, colectivas o institucionales (festivales callejeros, carnavales
culturales, intervenciones espontáneas de artistas urbanos, etc.). En
consecuencia, no resulta incoherente plantear que el arte logra
levantarse como un referente que, de algún modo, parece tener
incidencia en ese estar-juntos, pues tiende a impulsar la re-unión en
Pabst 7
torno a una obra o manifestación artística, generando un grado de
sociabilidad variable entre quienes participan del fenómeno.
Y si bien el arte (que es una manifestación que atraviesa a todos los
pueblos y a las distintas culturas desde los orígenes) fue en algún
momento patrimonio de una elite, lo que se ha llamado la “cultura de
masas”, el surgimiento de la industria cultural de la que abominaban
Horkheimer y Adorno, con el consecuente impulso del consumo que ello
significa y la mercantilización de las vanguardias o corrientes artísticas,
han acercado el goce estético al ciudadano común, arrancándolo del
monopolio exclusivo de las elites ilustradas.
El arte contemporáneo que interviene el espacio público plantea
que lo significativo se ubica en el suceso y en la vivencia que de él tienen
sus protagonistas (artistas y público). Se trata de una experiencia
dialógica de participación e interacción que posibilita un estar-juntos
que se construye desde la apelación a la subjetividad de cada cual.
Desde esta perspectiva, el arte en el espacio público surge como
una instancia que posibilita un encuentro motivado desde lo afectivo,
despojado de la obligatoriedad de los ritos políticos o ciudadanos
impulsados (o incluso impuestos) por el Estado y sus instituciones.
Por su parte, la política implica una cierta racionalidad
instrumental que excluye otras lógicas para construir sociabilidad y, hay
que decirlo, esa racionalidad ha entrado sino en descrédito, al menos en
sospecha para la ciudadanía. Tal vez el arte, con su valoración de otras
dimensiones de lo humano (lo emocional, lo estético, el gusto, lo
subjetivo, etc.) permite encontrar nuevos referentes que otorguen
sentido a este inevitable estar-juntos en el mundo.
Pabst 8
Para bucear en este escenario hipotético, he delimitado tres
conceptos transversales que guiarán la presente investigación y que
son su soporte para desarrollar la búsqueda: espacio público,
ciudadanía y arte. En torno a esta base conceptual se desarrollará la
pretensión de conocer o identificar qué aportes puede realizar el arte en
la recuperación o revitalización del espacio público ciudadano y,
consecuentemente, de qué modo posibilita un enriquecimiento de la
ciudadanía. Esto a partir de un análisis hermenéutico centrado en el
resultado de entrevistas individuales sostenidas con un grupo de
artistas, cultores de distintas disciplinas (teatro, danza, artes visuales,
cuentería) y productoras artísticas, quienes desarrollan su trabajo, o
parte de él, en el espacio público, en Valparaíso.
Lo que sigue, es una mirada desde los afectos, qué duda cabe,
desde lo que nos motiva en lo hondo y guía nuestros intereses a lo
largo y ancho de la vida, desde el querer más que el “deber ser”, pero
también desde el genuino asombro, condición, que como bien ha dicho
un permanente guía de ruta en temas de cultura, “desde Platón hasta
Kart Jaspers ha sido considerada por muchos filósofos el origen del
conocimiento” (García Canclini, 2001, 57).
Los cinco capítulos que componen este trabajo intentan cada uno
aportar en transformar la inquietud en saber comunicable. Así, el
primero pone en contexto la investigación, sitúa históricamente el lugar
sobre el cual quiero hablar y define la problemática a abordar. El
segundo mapea, a partir de voces autorizadas, las referencias teóricas
que sustentan esta investigación y le brindan una plataforma para
despegar hacia una propuesta de trabajo plausible. En tercer lugar, se
detalla el modus operandi para desarrollar el trabajo de campo que
demanda la investigación: la perspectiva metodológica, el objeto de
estudio, los instrumentos de recolección, análisis y producción de
Pabst 9
información, etc. El cuarto capítulo pone a disposición la etapa final del
análisis, luego de haber procesado todo el material producido por los
informantes de este estudio, entregando ciertas orientaciones
preliminares, que finalmente se configuran de manera más completa en
el quinto capítulo, que contiene las conclusiones y proyecciones
tentativas de lo estudiado.
Los anexos presentan, por un lado, el instrumento matriz con el
que se desarrollo el trabajo de campo, desde la recolección de los datos
hasta su análisis y, por otro, ciertas imágenes captadas durante el
trabajo de campo, con los informantes como protagonistas y que buscan
reflejar algo del espíritu de las prácticas socio-culturales que motivaron
lo que aquí se presenta.
Pabst 10
I. El foco de la investigación
1.1 El espacio público en la mira
Vivir en sociedad es, aunque a veces parezca lo contrario, vivir
juntos. Igualmente, el lugar donde ese “vivir juntos” en sociedad se
hace efectivo, con todo lo que ello implica (interacción, comunicación,
lucha de poderes, etc.) es ciertamente el espacio público ciudadano. Si
acordamos que en ese lugar la posibilidad de la sociabilidad es casi un
inevitable, podemos dimensionar el fenómeno que contiene el espacio
público.
Este espacio, cuya característica más notable es la de ser un lugar
abierto a todos, es capaz de contener en si la gran densidad de la
trama social, con las distintas identidades que pugnan por
visibilizarse, con los procesos de demandas de los distintos sectores de
la sociedad, es un lugar de representación, de expresión colectiva, de
comunicación, de negociación, de participación y de manifestación de
la cultura en su sentido más amplio.
Sin ser ilusos podríamos afirmar que la calidad y nivel de la
democracia en un país podría ser medida a partir de la dinámica de
sus espacios públicos.
Como profesional de las comunicaciones y en el entendido de que
nuestra labor trasciende, hace tiempo y con creces, el ámbito exclusivo
de los medios de comunicación, al enfocar en esta investigación la
temática del espacio público y los fenómenos conexos de participación
ciudadana y de expresión de la cultura, he optado por una perspectiva
Pabst 11
que se acerca en alguna medida y modestamente a las Ciencias
Sociales como disciplina más amplia e integradora, aunque siempre
abordada desde la especificidad de la Comunicación Social. Pues, en
definitiva, la manera en que construimos sociedad está directamente
relacionada con cómo nos comunicamos. Por su parte, el espacio
público tiene un componente de comunicación indudable.
El proceso comunicativo es una parte esencial de las relaciones
sociales, que está en la base de los fenómenos de expresión colectiva,
interacción y participación. A ese “vivir juntos” en sociedad
mencionado más arriba, que se expresa y se manifiesta en nuestros
espacios públicos, es al que esta investigación quiere aportar,
permitiendo que se incorporen nuevas lógicas para su construcción o,
al menos para su análisis. Eso en la perspectiva más amplia de las
Ciencias Sociales.
En el campo del Periodismo más duro, pero a la vez más
desechable, el de las noticias y el día a día, el de la información de
último minuto, ese periodismo que denota su origen de mercancía1,
con el que pareciera que esta investigación tiene poco que ver, a ese
también quisiera apelar, siguiendo la misma idea de ampliar la mirada
y de integrar elementos de análisis.
Al interior de ese campo existe una pequeña parcela del
periodismo a la que se le ha bautizado como “periodismo cultural” y
que en su sentido extenso asume que la cultura es, como lo ha
declarado la UNESCO, “las maneras de vivir juntos”. Pero existe al
1 En Europa los primeros periódicos aparecen como insumo que reporta sobre el tráfico a los comerciantes de las nuevas rutas surgidas fundamentalmente por impulso del capitalismo mercantil. Como plantea Habermas, en el siglo XVII, “Las noticias mismas se han convertido en mercancías. La información periodística profesional obedece a las mismas leyes del mercado, a cuyo surgimiento debe ella su propia existencia” (Habermas, 1981, 59)
Pabst 12
mismo tiempo una mirada más acotada, justamente la del periodismo
duro, que sentencia al periodismo cultural a remitirse a determinados
tópicos de las “bellas artes”, destinados a unos cuantos entendidos,
doctos o intelectuales. Estas dos visiones sobre la cultura conviven en
permanente tensión, disputando territorios y, en ocasiones, dando
lugar a posturas institucionales, que, de un modo u otro, llegan a
generar políticas o modelos educativos.
Desde la perspectiva de los medios de comunicación, existe una
tendencia extendida a mirar y, sobretodo, hacer ver la cultura como un
fenómeno específico de creadores, artistas, grandes talentos y, en
general, seres muy especiales; no cualquiera puede “desarrollar” la
cultura, lo cual sigue, porfiadamente, forjando la percepción de que la
cultura y el arte son patrimonio de unos pocos.
Este es uno de los caminos que esta investigación busca
ensanchar, entendiendo que el periodismo puede –y debe- contribuir a
la democratización de los espacios públicos, tanto discursivos y
mediáticos como materiales, permitiendo que fenómenos considerados
de elite entren en el dominio del ciudadano común.
Si bien el “periodismo cultural” es un apartado menor, que en las
escuelas se reduce, con suerte, a un ramo optativo, de poca o ninguna
relevancia, no es despreciable el aporte que éste a su vez puede hacer a
ese Periodismo más canónico y escrito con mayúscula, al poner en valor
lo cultural como un elemento transversal en las dinámicas sociales.
Igualmente, entender que el arte es un fenómeno basado en la
comunicación (recepción, interacción, interpretación, etc.) permite, en el
peor de los casos, ampliar la mirada hacia otro ámbito donde se ejercen
prácticas sociales comunicativas y donde los sujetos construyen
Pabst 13
sentidos.
Sin duda, integrar otras miradas enriquece nuestro campo
disciplinario. Lo digo específicamente por la contribución que la
antropología ha hecho al campo de la comunicación y a las
metodologías de investigación social. Sus aportes también han permitido
integrar a la concepción cultural manifestaciones menos “selectas”, pero
igualmente cargadas de vida, manifestaciones latentes y en constante
cambio y movimiento, como las creencias, la oralidad, las prácticas
cotidianas, el arte, por cierto, en fin, las pequeñas estrategias de
resistencia a un modelo que devora.
Por otro lado, si coincidimos con algunas miradas que plantean que
el espacio público es la ciudad, ciertamente el periodismo, la
comunicación social y las ciencias sociales tienen mucho que decir,
pues la ciudad ha sido un objeto de estudio y de práctica predilecto para
esos tres campos. Diría incluso que la ciudad y, por consecuencia el
espacio público, constituyen objetos de estudio cuyo potencial
interdisciplinario es innegable. En ese espíritu de integración busca
avanzar el presente estudio.
1.2 Una visión diacrónica de la noción de espacio público
La existencia de conceptos que son el fundamento para comenzar a
hablar del espacio público podemos rastrearla, como ocurre con casi
todos los conceptos que sostienen el pensamiento político occidental, en
categorías de origen griego.
Así, cuando nos referimos al espacio público helénico, podemos
identificar dos esferas claramente separadas que dan cuenta de la
Pabst 14
realidad social existente.
Por un lado, la vida pública esta vinculada a la esfera de la polis,
donde (recordemos que se trata de una sociedad sustentada en una
economía esclavista), los ciudadanos libres pueden tener acceso
irrestricto. Esta vida pública, como sabemos, se desarrolla en el ágora,
donde transcurre la conversación, la deliberación o el hacer común
(Habermas, 1981, 43).
Por otra parte, la esfera privada esta sujeta a la casa (oikos), donde
acontecen el trabajo productivo (que llevan a cabo los esclavos), el
desarrollo de la vida en familia, en síntesis, donde se satisfacen las
necesidades y donde la vida trascurre desde el nacimiento hasta la
muerte. Luego, quienes pueden participar del espacio público en todas
sus dimensiones, son los oikodespota (señor de la casa), que tienen el
ámbito de la necesidad (de la casa) totalmente resuelto y por lo tanto
pueden participar del espacio público, reconocido por los griegos como
el reino de la libertad y lo permanente, donde todos son iguales
(homoioi), en tanto el ámbito privado de la casa es el mundo de la
necesidad y lo transitorio. Lo político entonces se vincula a lo público en
tanto lo económico se conecta con lo privado, constituyéndose ámbitos
que se oponen por principio, inaugurando la matriz dual del
pensamiento que nos rige: lo político y lo económico, lo público y lo
privado, la libertad y la necesidad.
En adelante, esta diferenciación entre lo público y lo privado ha ido
re-elaborándose y actualizándose en cada época, desde el Derecho
romano, donde la res pública constituye el espacio para la definición y
establecimiento de los asuntos que son de interés general, hasta su
utilización específica en el ámbito jurídico, en el marco del surgimiento
de los modernos Estados nacionales.
Pabst 15
Durante la Edad Media europea, dadas las relaciones basadas en la
propiedad y trabajo de la tierra, el dominio privado del feudo era el que
regía las relaciones sociales, por sobre el espacio público incipiente de
las pequeñas y nacientes ciudades. Estos dos ámbitos de la vida no
estaban tan tajantemente delimitados como en el caso griego e incluso
tienden a mezclarse dado que ambos se encuentran sujetos al
ordenamiento de la tierra, donde por un lado existe un uso común
(vinculado a lo comunitario) al que todos tienen acceso y al mismo
tiempo la tierra pertenece al señor feudal, quien tiene potestad sobre
ella y sobre quienes la habitan. Esta mezcla de lo que es común a todos
y a la vez es de dominio del señor feudal, hace que los límites entre una
y otra categoría tiendan a ser difusos.
A su vez, el espacio público representativo constituye una etapa
posterior en la conformación histórica de las lógicas que definen lo que
es de interés común y aquello que compete a unos pocos de manera
exclusiva y como ambas categorías se expresan en lo social. Aquí el
énfasis está puesto justamente en la idea de representar una cierta
dignidad (la del rey como la suprema, de los caballeros, de los clérigos,
etc.) ante un público que observa, en un acto casi teatral que involucra
gestos, hábitos, modos de hacer y un tipo de retórica, mientras el lugar
de esa representación, o como lo llama Habermas el “emplazamiento”
(Habermas, 1981, 47), es en verdad secundario.
Y cómo no, el proyecto de la Ilustración, o como lo llamara Kant, “el
iluminismo” también levanto su propio modelo de “espacio público
burgués” a partir de una crítica radical al principio absolutista que
dominaba la política del siglo XVI en adelante. Aquí, una vez más se
escinden dos esferas en la construcción de lo político, donde la
capacidad crítica (en un principio al dominio político absoluto del
monarca) a partir del uso de la razón, genera la autonomía que permite
Pabst 16
el paso de la minoría de edad –entiéndase en términos racionales- al
estado adulto, con capacidad de debatir en calidad de docto. De este
modo, las personas privadas se reúnen (en cafés, salones y clubes) para
expresar sus opiniones, constituyendo con ello esferas públicas, con un
carácter fuertemente letrado y discursivo.
Me atrevo a agregar que la acción (fundamentalmente en forma de
manifestación colectiva) en espacios públicos más bien materiales o
urbanos (calles, plazas, etc.) es la contraparte popular de esa esfera
pública burguesa, que surge como respuesta a las miserias de la
industrialización, en el contexto posterior de la llamada sociedad de
masas. Es decir, la idea de la sociabilidad atribuida a la dinámica de los
espacios públicos, donde el acceso es libre para todos, es una etapa
posterior a la génesis del espacio público burgués, dado que los espacios
de los cafés y los salones de ningún modo estaban abiertos a todos, sin
considerar el hecho de que los temas de interés común a debatir
estaban fuertemente marcados por una cultura letrada y de elite. Sin
embargo, no cabe duda que el modelo de espacio público burgués que
Habermas ha analizado y descrito en extenso es un referente
insoslayable y fundamental a la hora de buscar los pilares de esta
construcción social, más allá de las críticas al modelo, que no son
pocas2.
En definitiva, al principio y al final de esta diacronía se encuentran
sin duda los dos modelos canónicos de espacio público en la tradición
occidental: el modelo griego o helénico y el modelo burgués. Entre uno y
otro están las realidades de lo que los ciudadanos experimentamos a
diario como espacios públicos, desde la especificidad de los contextos,
2 Nancy Fraser, por ejemplo, ha problematizado varios supuestos de la mirada habermasiana sobre el espacio público burgués, que entre otros, “se basa en un número importante de exclusiones”, siendo la de género la más fuerte, deja de lado los espacios públicos “subalternos” y predetermina los temas de supuesto interés común según un criterio hegemónico. (Fraser, 98, 124, 126)
Pabst 17
desde la tensión con los flujos y las redes, desde el arraigo de las
identidades y, por cierto, desde la transversalidad de la cultura.
La mirada al espacio público actual y su anunciada disolución son
la materia prima que esta investigación busca poner en discusión
extensa y por ello no es parte de la presente sinopsis.
Sin duda, las dos categorías de público y privado siguen teniendo
un rol ordenador fundamental en la construcción de nuestras
sociedades, aun cuando el peso y la función de una y otra categoría
haya ido transformándose a lo largo de los siglos.
En la democracia actual, el espacio público cobra una relevancia y
una centralidad indesmentibles, tanto en su dimensión discursiva o de
“esfera pública” y, sobre todo, y en esto se concentra esta investigación,
en su aspecto material, donde tienen cabida todo un abanico de
manifestaciones, usos, prácticas, etc., donde, a diferencia de épocas
anteriores, una buena parte de la vida colectiva transcurre en ese
espacio que esta abierto a todos. Jean-Marc Ferry lo ha planteado en
términos bastante simples: “El espacio público es consubstancial a la
existencia de la democracia. Su principio organizativo está vinculado
con la libertad de expresión” (Ferry, 1)
Queda en deuda un esfuerzo nonato por documentar, en esta
breve trayectoria con afán de diacronía, lo que han sido otras nociones
de espacio público fuera de la visión eurocentrada de la que el filósofo
alemán Jürgen Habermas da cuenta de manera parceladamente
exhaustiva. Sin duda hubiera sido interesante situarnos también en un
contexto cercano en lo geográfico y en lo cultural y que, de algún modo,
también contiene trazos donde rastrear nuestras ideas y
construcciones actuales. Me refiero a la posibilidad de indagar en la
Pabst 18
idea de espacio público del mundo precolombino. Ciertamente, el cruce
entre esta visión –imaginada- y la que acabo de exponer, arrojarían
algo más sobre la manera en que, en nuestro contexto latinoamericano,
hemos ido construyendo lo social, hasta llegar al espacio público que
tenemos hoy.
1.3 La construcción del problema o lo que el ojo ve
El espacio público contemporáneo ha experimentado
transformaciones que nos llevan a hablar de una crisis de sus
principios básicos tanto en la perspectiva del modelo clásico (griego)
como en la del modelo moderno (burgués), nuestros dos grandes
referentes, que pese a sus diferencias, coinciden en una cierta lógica
argumentativa y de primacía de la razón, que faculta para la
participación de los ciudadanos debidamente informados (o
adecuadamente ilustrados) en la discusión de los asuntos que son de
interés común. En este contexto ideal, la política constituye el núcleo a
partir del cual la vida pública se ordena y en torno al cual se genera
esa participación ilustrada.
Sin embargo, este modelo ha experimentado sucesivos quiebres que
nos sitúan ante un espacio público fisurado, que ha perdido su potencia
de encuentro, debate, crítica y reflexión, donde la política ya no es un
elemento que convoca o representa, sino por el contrario, genera
desconfianza o desinterés.
Los individuos, en su calidad de ciudadanos transitan hacia un
creciente desencanto de la política, que no logra seducirlos como una
instancia que les permita ejercer una ciudadanía sustantiva y no
Pabst 19
percibirla como puramente formal3, conceptual o jurídica. Un indicador
de ese desinterés se refleja en las votaciones: “En las naciones donde el
voto es voluntario más de la mitad de la población se abstiene en las
elecciones; donde es obligatorio, las encuestas revelan que un 30 a un
40% no sabe por quién votar una semana antes de los comicios” (García
Canclini, 1995, 28). En Chile, el aumento cuantitativo de la votación
nula, blanca y abstenciones entre las elecciones presidenciales de 1999
y las de 2005 es también sintomático. En el año 1999 la abstención fue
de 757.723 personas, en tanto que en el año 2005 esta cifra aumentó a
1.013.349 mil inscritos, según el informe de www.electoral.cl (visitada
en noviembre de 2007). A su vez, el desinterés es aún más evidente
entre los jóvenes, pues son más los que no están inscritos en los
registro electorales –un 80%- que los que si lo están con un 72%, según
información que publica El Mercurio on line (Emol). Entre las razones
que se argumentan para explicar la desmotivación encontramos que
"Está en contra de la clase política", "No se identifica con los partidos" o
"No cree que su voto importe".
La noción de participación ciudadana pareciera adquirir una
dimensión empírica (experimentable por los ciudadanos) casi
exclusivamente en el acto –prácticamente transformado en un puro
gesto- de votar, que claramente ha perdido relevancia. Según datos de
la Corporación Latinobarómetro, a través de un informe que publica
Emol, en Chile existe la percepción de que las elecciones “para el 40%
de la población no permiten cambiar las cosas para que sean mejor en
el futuro”. Vemos entonces, que este tipo de participación ciudadana a
través del voto también enfrenta el descrédito en amplios sectores de la
sociedad.
3 Conceptos desarrollados por Carlos Sojo en su artículo La noción de ciudadanía en el debate latinoamericano
Pabst 20
La política ya no es un referente que convoque a los ciudadanos, los
dos grandes relatos que funcionaban como principios ordenadores del
mundo, se desmoronaron junto con el Muro de Berlín y los partidos
políticos perdieron la potencia como representantes de demandas
colectivas. Como contraparte, surgieron una multiplicidad de
microrrelatos (ya no sólo desde la política) que buscan dar sentido y
cohesión social en un escenario de aguda fragmentación. Estas nuevas
narraciones buscan componer y/o reordenar la realidad social, ya no
desde lo épico o grandilocuente, sino desde las prácticas sociales más
bien cotidianas, aparentemente exentas del carácter de mitos
fundadores (el fútbol, las tribus urbanas, los innumerables movimientos
de resistencia a la globalización, las causas étnicas, ambientales, etc.).
A ello se suma la crisis del espacio público o lo que el británico
Richard Sennett ha llamado “el declive del hombre público”4 para
caracterizar, por un lado el vaciamiento de los espacios públicos de
ciudadanos, que se recluyen cada vez más en la intimidad de sus
hogares, utilizando la ciudad sólo para el movimiento o flujo cada vez
más rápido y eficiente.
Por otro lado, se agrega la privatización progresiva de los espacios
que solían pertenecer al dominio público (bordes costeros, calles,
pasajes, los malls como figura controversial entre lo público y lo
privado, etc.). En definitiva, se trata de un cambio fundamental en las
relaciones entre lo público y lo privado, donde lo público, tanto en su
dimensión material como en su dimensión discursiva, cede espacio a la
privatización, mientras, de manera paralela, en el espacio público
medial, lo privado (incluso íntimo en no pocas ocasiones) se expone
públicamente, desconociendo los límites de un pudor ya extraviado en
4 Esta idea es desarrollada por Sennett en el libro que lleva justamente el nombre de El declive del hombre público.
Pabst 21
las redes de la plataforma mediática.
Son justamente los medios, junto con los dispositivos tecnológicos
que permiten el flujo permanente, ilimitado y en tiempo real de
información, servicios, comunicaciones, intercambios de todo tipo, etc.,
los que han contribuido a que los ciudadanos tiendan a recluirse cada
vez más en el espacio privado de sus hogares, abandonando con ello los
espacios públicos de encuentro y sociabilidad tan clásicos desde el
ágora en la polis griega.
Adicionalmente, nuestras ciudades, muchas de ellas en camino de
convertirse en megalópolis5 donde el tejido social se haya
profundamente disperso y fragmentado, enfrentan también los procesos
de cambio global, atomizándose y generando nuevos modos de segregar,
con la instalación de barrios cercados, condominios televigilados,
construyendo un imaginario social donde el espacio público es un
territorio de alta peligrosidad y, por lo tanto, un lugar que hay que
abandonar en pos de la transitoria seguridad de nuestros hogares.
Esta es la manera en como ha ido articulándose, en nuestras
sociedades, el estar juntos, en ciudades que han ido perdiendo sus
espacios públicos, en pos de espacios de tránsito y circulación, o bien,
de espacios que se han ido amurallando y enrejando para separar y
resguardar una privacidad acechada por la paranoia de la inseguridad
ciudadana, la ciudad de los medios (que nos informan desde el
amanecer acerca del estado de las cosas en la polis), pero también como
sugiere García Canclini, “la ciudad de los miedos” (García Canclini,
5 En el libro Las ciudades latinoamericanas en el nuevo (des)orden mundial compilado por Paticio Navia y Marc Zimmerman, García Canclini nos informa que según proyecciones de las Naciones Unidas para el 2015 habrá 33 megaciudades, en tanto en 1970 había once y en 1950, sólo dos (Nueva York y Londres). En la actualidad, están en la lista de megaciudades Los Ángeles, México, Paris, Moscú, Sao Paulo, Tokio y Buenos Aires.
Pabst 22
2004, 71).
Lo público y lo privado se reconfiguran hasta entrelazarse y
confundirse, la vivencia del espacio público se ha reducido como nunca
antes, la interacción social debe ser evitada para protegernos de los
riesgos que representa el otro en este singular estar juntos, las plazas y
espacios de encuentro escasean en tanto proliferan las grandes
carreteras y las vías expeditas, la sociabilidad que posibilita el
encuentro es desplazada por la noción de conectividad, que se vuelve
central, de acuerdo al análisis que plantea Jesús Martín-Barbero:
“La verdadera preocupación de los urbanistas no será por tanto que los ciudadanos se encuentren sino que circulen, porque ya no se les quiere reunidos sino conectados. De ahí que no se construyan plazas ni se permitan recovecos, y lo que allí se pierda poco importa pues en la “sociedad de la información” lo que interesa es la ganancia en la velocidad de circulación” (Martín-Barbero, 2004, 75)
En este escenario de vaciamiento y privatización de los espacios
públicos ciudadanos, de empobrecimiento de las relaciones sociales,
donde la experiencia del espacio público es reemplazada y reducida a la
experiencia doméstica, donde los medios electrónicos y las tecnologías
informacionales nos llevan a permanecer recluidos observando el ágora
mediática que a modo de simulacro nos entrega la televisión, en esta
desafección por los referentes políticos, cabe preguntarnos qué nuevos
referentes son capaces de convocar el interés ciudadano, qué prácticas
tienen la facultad de recuperar los espacios públicos para el uso
ciudadano, qué componentes de la cultura (ya no de la política) tienen
la fuerza para hacer salir a los ciudadanos de sus espacios privados y
recuperar la riqueza y multiplicidad de la experiencia social que genera
el habitar nuestros espacios públicos.
Pabst 23
Del ejercicio de la contemplación de la ciudad y sus espacios como
práctica cotidiana, intuitiva y no estrictamente sistematizada, pero
igualmente fructífera, surge la idea de que el arte que se instala en el
espacio público tiene, como componente de la cultura, una potencia de
convocatoria, encuentro y reflexión sobre los sentidos sociales que no
ha sido del todo explorada.
Pabst 24
II. Consideraciones teóricas
En el intento por situar la investigación dentro de unos márgenes
conceptuales reconocibles y de proveerla de un soporte argumental
que permita entender, hacer coherente y a la vez cohesionar el
discurso que aquí se viene presentando, propongo tomar los aportes
teóricos de las páginas que siguen, como una carta de navegación que,
espero, ayude a llegar al objetivo trazado.
Esto implica mirar estos aportes no como verdades permanentes o
incuestionables sino como fragmentos de un saber en construcción, y
ya que hablamos de cultura en su sentido amplio y en una mirada
contemporánea, partes de un reciclaje cognitivo, que toma elementos
de diferentes investigaciones y/o aproximaciones a la realidad y los re-
utiliza para construir otro trozo de un nuevo fragmento...
Partiré por referenciar de manera bien amplia los fenómenos que
quiere abordar esta investigación. El lugar donde están contenidos, es lo
que Ariel Français denomina el Estado moderno, donde está implícito el
concepto de nación, “entendido como la colectividad forjada por la
Historia y determinada a compartir un futuro común, la cual es
soberana y constituye la única fuente de legitimidad política” (Français,
1) y de manera más específica, el fenómeno que se conoce como la crisis
del Estado-Nación.
Esta situación, a su vez forma parte de un fenómeno de mayor
envergadura como es la crisis de la Modernidad o del Proyecto Moderno,
que nos arroja en un nuevo escenario, la postmodernidad, donde
experimentamos la fragmentación de la experiencia social, la
Pabst 25
participación creciente en el mercado mundial y la desterritorialización
de la cultura, entre otros indicadores cuyo punto de inicio es el término
de los grandes Metarrelatos como referentes que otorgaban sentido a la
vida social.
Para José Bengoa “La caída del muro de Berlín va a ser vista
quizá por los historiadores como el último instante de la modernidad, de
las sociedades construidas como voluntad, como expresión racional de
la libertad” (Bengoa, 20). A partir de ese instante, se modifica de manera
radical el modo de otorgar significado a los elementos de nuestra
cultura, puesto que los grandes discursos generadores de sentido han
perdido validez.
Entonces ya no interesan los grandes relatos, sino las pequeñas
historias, como lo constata Jesús Ibáñez en el prólogo al libro de
Maffesoli: “Por qué interesan más los chismes sobre Juan Luis Guerra
que los discursos de los líderes políticos. Porque los primeros producen
cohesión social y los segundos no” (tomado de Maffesoli, 5).
Si bien la discusión erudita o académica sobre estos temas no
será abordada en extenso en este trabajo, el hecho de anunciar como
marcos la crisis del estado-nación como la del proyecto moderno, nos
permiten mapear preliminarmente el territorio de exploración. Los que
sigue son las diversas consideraciones teóricas que han servido de
fundamento, agrupadas en tres secciones de acuerdo a las temáticas
que atraviesan la búsqueda: espacio público, ciudadanía y arte.
Pabst 26
2.1 El espacio público contemporáneo: pérdida del ideal y estrategias de recuperación
Pocas dudas caben que la mirada analítica del filósofo alemán
Jürgen Habermas sobre el espacio público es paradigmática a la hora
de entender esta construcción social donde los ciudadanos debaten y
deciden sobre los asuntos de interés colectivo. Sin embargo, y de
acuerdo a lo que plantean autores como Richard Sennett, Néstor García
Canclini, Jesús Martín-Barbero, Jordi Borja y varios otros que en este
trabajo son citados, se requieren nuevos elementos de análisis para
explorar la actual “geografía” del espacio público.
Como quedó señalado, esta instancia surgió en el siglo XVIII en
países como Alemania y Francia en los ámbitos ilustrados y, por lo
mismo, estaba restringido a quienes estaban iniciados en la cultura
letrada y, por lo tanto, podían participar de la crítica racional y
“comprender lo social desde las reglas comunicativas de la escritura”
(García Canclini, 1995, 22).
Luego, aquellos sectores que quedaban excluidos de la esfera
pública (mujeres, campesinos, obreros, negros, etc.) eran considerados
“como virtuales ciudadanos que podían irse incorporando a las
deliberaciones sobre el interés común en la medida en que se educaran
en la cultura letrada” (García Canclini, 1995, 22).
Cabe señalar que esta es la mirada idealizada de un espacio
único y letrado, como el propio Habermas lo ha reconocido: “mi excesiva
estilización de la publicidad burguesa conduce a una idealización
injustificada, y no sólo a una sobrestimación de los aspectos racionales
de una comunicación pública mediada por lecturas y focalizada en
conversaciones. No es correcto hablar del público en singular”
Pabst 27
(Habermas, 1981, 5). Se trata de una revisión de Habermas a su propia
obra hecha con posterioridad a sus primeras ediciones.
Según nos instruye García Canclini, otros autores clásicos como
Antonio Gramsci y Mijaíl Bajtín han reconocido la existencia de “una
esfera pública plebeya” (sic) de carácter informal, que escapa al énfasis
supremo en lo letrado y escritural del espacio público habermasiano y
que se expresa a través de “comunicaciones orales y visuales más que
escritas” (García Canclini, 1995, 22). No es un misterio que la primacía
de lo letrado generó ciertas relaciones de poder, ya que su rol
hegemónico sobre toda otra práctica social quedó instalado y, en gran
medida, sacralizado. Tanto ha sido así en términos históricos, que desde
el inicio de las ciudades latinoamericanas es posible distinguir que
“quedaron nítidamente separadas dos lenguas. Una fue pública y de
aparato (…) La otra fue la popular y cotidiana.” (Rama, 4). Y desde esas
lógicas las ciudades fueron teniendo espacios de inclusión y de
segregación, ya desde lo discursivo.
Una revisión de las maneras de abordar el espacio público
contemporáneo permitirá arrojar algo más de luz sobre este tema en su
dimensión material y a la vez como construcción social. Cabe señalar,
en este punto, una distinción fundamental para este trabajo entre
esfera pública en la perspectiva habermasiana, entendida como “el foro
de las sociedades modernas donde se lleva a cabo la participación
política a través del habla” (Ferry, tomado de Fraser, 97) y espacio
público, entendido como un espacio material o físico de interacción
social, de comunicación (desde la diversidad de hablas posibles), de
(des) encuentro ciudadano en un contexto urbano.
Para el urbanista catalán Jordi Borja “la ciudad es ante todo un
espacio público, un lugar abierto y significante en el que confluyen todo
Pabst 28
tipo de flujos”, al mismo tiempo que “una realidad histórico-geográfica,
sociocultural, incluso política, una concentración humana y diversa,
dotada de identidad o de pautas comunes” (Borja, 2003, 21). Esto la
vuelve objeto de estudios para sociólogos y, últimamente, para
antropólogos, sumado a que en la actualidad, en América Latina, por
ejemplo, un setenta por ciento de las personas viven en espacios
urbanos (García Canclini, 1997, 2).
La diversidad cultural, étnica y social que existe en la ciudad
permite entenderla como un espacio público donde confluyen los más
variados imaginarios personales y colectivos, aún cuando “la
planificación macrosocial, la estandarización inmobiliaria y vial, y en
general el desarrollo unificado del mercado capitalista tienden a hacer
de las ciudades dispositivos de homogenización” (García Canclini, 1997,
4).
La ciudad es también vista como el espacio en el cual la
participación ciudadana se vuelve posible y es allí donde se hace viable
“revertir parcialmente esta tendencia al enclaustramiento en lo privado
de la mayoría” (García Canclini, 1997, 6) y revitalizar así su vocación
pública. En efecto, “cuando los Estados-Nación pierden capacidad de
movilizar al pueblo, las ciudades resurgen como escenarios estratégicos
para el avance de nuevas formas de ciudadanía con referentes más
“concretos” y manejables que los de las abstracciones nacionales”
(García Canclini, 1997, 6).
Esta concreción que tiene el espacio público urbano, si bien no se
opone al ideal letrado de esfera pública como instancia de debate
racional, si permite materializar la idea “accesible a todos” que es
determinante en la noción de lo público y que en la concepción de esfera
pública queda relativizada por el requisito de lo letrado.
Pabst 29
La importancia de mirar el espacio público urbano radica en la
necesidad de reconocer las prácticas sociales que allí tienen lugar y que
se relacionan con los cambios que vienen aconteciendo, donde lo local
comienza a tomar fuerza frente a una globalización penetrante, pues los
territorios son fundamentales en la construcción de las identidades
(Castells, 1999, 5) y de los sentidos sociales.
Otra razón para poner la atención en el espacio público urbano es
la puesta en valor de lo que el sociólogo Michel Maffesoli ha llamado “El
pensamiento de la plaza pública”, es decir justamente las prácticas
cotidianas, el conocimiento no erudito, la sabiduría de la calle, por
llamarle de un modo poco académico para los académicos, todo aquello
que por siglos ha sido denostado y, de algún modo marginalizado desde
la academia, lo cual es relevante si consideramos que es en estos
espacios cotidianos que se están forjando los nuevos modos de vivir
juntos: “si existe desafección respecto de las ideologías verticales y
lejanas es porque estamos asistiendo al nacimiento de una
multiplicidad de ideologías vividas día a día y que descansan en valores
próximos. Vivencia y proxemia” (Maffesoli, 274).
Así, respecto a la vivencia del espacio público, parecieran co-existir
dos fuerzas disímiles. Por un lado, la que señala Maffesoli, la
retribalización de la cultura, que se sustenta en una suerte de
“comunidad emocional”, impulsada por nuevas formas de cohesión
social en torno construcciones cotidianas, comunes y hasta pedestres.
“Las grandes características atribuidas a estas comunidades
emocionales son el aspecto efímero, la “composición cambiante”, la
inscripción local, la “ausencia de organización” y la estructura
cotidiana” (Maffesoli, 38).
Por otro lado, se instala una suerte de devastación en el espacio
Pabst 30
que se ha constituido en epicentro de la sociabilidad. “La eliminación
del espacio público viviente está relacionada con una idea aún más
perversa: la de volver al espacio contingente para el movimiento”
(Sennett, 23). Tal como lo plantea Marc Augè, la ciudad como mero
espacio para el flujo y no para la permanencia, genera lógicas donde los
vínculos y la textura de las relaciones sociales no perduran, en
contraste con lo que ocurre en los lugares, donde se tejen relaciones
sociales. “Como los lugares antropológicos crean lo social orgánico, los
no lugares crean la contractualidad solitaria” (Augè, 98). Esta idea es
reafirmada por Martín-Barbero con su concepto de des-centramiento de
la ciudad, donde los lugares tradicionales que funcionaban como centro
de encuentro, fundamentalmente las plazas pierden su valor, debido a
la fuerte tendencia a privilegiar “las avenidas rectas y diagonales, en su
capacidad de operativizar enlaces, conexiones de flujo, versus la
intensidad del encuentro y la peligrosidad de la aglomeración que
posibilita la plaza” (Martín-Barbero, 2004, 76).
La noción de “lugares” y “no lugares” introducida por Augè nos hace
evidente el tipo de sociabilidad que esta prevaleciendo en nuestras
sociedades, marcada por la prescindencia de los códigos identitarios y
fundada simplemente en anónimos e impersonales textos informativos.
El contraste entre estos dos modos de habitar los espacios públicos ha
sido graficado agudamente por Martín-Barbero al comparar las lógicas
de relaciones que se dan en un supermercado y en una feria o mercado:
“Vender o comprar en la plaza de mercado es enredarse en una relación que exige hablar. Donde mientras el hombre vende, la mujer a su lado amamanta al hijo, y si el comprador le deja, le contará lo malo que fue su último parto. Es una comunicación que arranca de la expresividad del espacio (…) a través de la cual el vendedor nos habla de su vida, y llega hasta el regateo, que es posibilidad y exigencia de diálogo. En contraste, usted puede hacer todas sus compras en el
Pabst 31
supermercado sin hablar con nadie, sin ser interpelado por nadie, sin salir del narcisismo especular que lo lleva de unos objetos a otros, de unas marcas a otras. En el supermercado sólo hay la información que le transmite el empaque o la publicidad” (Martín-Barbero, 2004, 79)
Esta crisis del espacio público ha sido diagnosticada de manera
radical desde hace por lo menos unos treinta años6, ya en los setentas
Sennett sentenciaba:
“Así como en los tiempos romanos, actualmente la participación en la res pública es demasiado a menudo una cuestión de seguir adelante, y los foros para esta vida pública, como la ciudad, se encuentran en estado de descomposición” (Sennett, 12)
A su vez, en los noventas esta visión se agudiza hasta llegar a
hablar de la muerte del espacio público, o incluso más, se discute
acerca de “la muerte de todo lo que tiene una especificidad espacial
porque ya vivimos todos en un universo telemático y en una
organización de redes telecomunicadas” (Castells, 1998, 1). Esta
situación se vincula claramente con el fenómeno de desterritorialización
de la cultura del que habla García Canclini o de lo que el propio Castells
ha llamado la ciudad informacional, donde los vínculos reales de los
sujetos sociales se minimizan en pos del flujo y la velocidad y dónde las
costumbres, los ritos, las tradiciones, etc., pierden especificidad
territorial al instalarse en cualquier lugar del planeta o al ser
reformulados por culturas distintas o incluso al convertirse en
productos de mercado a través de las industrias culturales, que se han
convertido en el nicho predilecto para ello.
Paralelamente, como un síntoma más de la gravedad de la patología
que aqueja al espacio público, producto del crecimiento desrregulado y 6 La obra paradigmática en este sentido es la de Richard Sennett, que fue editada por primera vez en español en 1978, en tanto la versión original en inglés es de 1974.
Pabst 32
caótico que experimentan las ciudades y dada la permanente sensación
de inseguridad que esto genera, los sujetos se recluyen en la privacidad
de sus hogares, que se han ido llenando de rejas, mientras los espacios
tradicionales de encuentro clausuran el ingreso público para convertirse
en recintos privados (pasajes, calles, barrios).
“Una cultura de la protección sobrevigilada se alía con nuevas reglas de distinción para privatizar espacios públicos y separar más abruptamente que en el pasado a los sectores sociales. El imaginario se vuelve hacia el interior, rechaza la calle, fija normas cada vez más rígidas de inclusión y exclusión”. (García Canclini, 2004, 70)
Todas estas lógicas postmodernas en que se estructuran las
relaciones sociales, los cambios acontecidos en las dimensiones espacio-
tiempo: la irrelevancia de los espacios de sociabilidad real frente al
protagonismo que ganan a diario los espacios de relaciones virtuales,
sumado a la inmediatez de los intercambios globales (siempre en
“tiempo real”) que nos hacen vivir un presente perpetuo, nos llevan, en
definitiva, a perder de vista la importancia del encuentro en la
espacialidad social, de los vínculos fundadores de toda sociedad, de lo
colectivo. Y la publicidad, a través de los medios, por cierto contribuyen
a fraguar la imagen de sujetos capaces de realizar las acciones
relevantes de sus vidas (todas siempre vinculadas al consumo) desde la
seguridad y efectividad de sus laptops, sin necesidad de salir de su
privacidad al peligro de la calle y los espacios abiertos a todos.
Paradójicamente, lo público se ha trasladado hacia el mundo privado,
hacia el living y las habitaciones de la casa, “hoy son los medios
masivos, y en modo decisivo la televisión, el equivalente de la antigua
ágora: el escenario por antonomasia de la cosa pública” (Martín-
Barbero, 2004, 81). De manera inversa, lo privado y hasta íntimo es
expuesto descarnadamente en lo público a través de los mismos medios,
que se reproducen unos a otros hasta el vértigo.
Pabst 33
En este escenario de lógicas invertidas en torno a lo público y lo
privado, existen fenómenos que se vinculan directamente a los espacios
y a los territorios que es preciso examinar.
En este sentido, es relevante considerar la dimensión socio-cultural
que posee el espacio público, dado que es un lugar donde se producen
relaciones, intercambios, identificaciones, conflictos sociales, fenómenos
“de contacto entre las gentes, de animación urbana, a veces de
expresión comunitaria” (Borja, 1998, 2), que se van traduciendo en la
construcción, reafirmación o, en algunos casos, transformación de las
identidades. Esto lo corrobora incluso uno de los máximos teóricos de la
globalización: “lo local y los lugares se convierten cada vez más en
trincheras de identidad. Frente a la disolución general de identidades en
el mundo instrumental de los flujos, el espacio de los lugares se
constituye como expresión de identidad” (Castells, 1998, 1), lo cual nos
incita también a mirar el espacio público como un lugar de creación de
cultura (siempre en su sentido amplio), de maneras de hacer y de
formas de uso, pues, en definitiva, es el uso de un espacio el que
determina su estatuto de lugar (para la permanencia, el mero flujo, la
sociabilidad, el intercambio, etc.)
Hay ciertas prácticas sociales para las que el espacio público
resulta indispensable. Este es el caso del proceso de socialización de los
niños y los pobres, y también de los que recién llegan a una ciudad.
Quienes enfrentan una situación de vulnerabilidad (carencia de un
hogar, de una fuente laboral, etc.) sin duda encuentran en el espacio
público algunos referentes, un contexto social que ofrece ciertas claves
de relación y de comportamiento.
Así mismo, el espacio público es capaz de constituirse en una
instancia de integración social importante, donde confluyan las
Pabst 34
diversidades del entorno y se configuren todo tipo de relaciones sociales.
2.1.1 Las maneras de estar-juntos
El paso de la comunidad a la sociedad que plantea la teoría
sociológica de Ferdinand Tonnies, implica también el paso de un modo
de estar-juntos basado en la voluntad, donde los nexos sociales “son
intensos, tienen valor intrínseco y no dependen de ningún propósito
exterior y ulterior a ellos mismos” (Gurney y Aguirre, 149), a un modo
donde impera la voluntad racional motivada por fines exteriores y donde
el grupo es percibido como una construcción artificial.
Este paso genera nostalgia en los sujetos: “La ruptura con la
comunidad dejó un hueco, un vacío de sentido. La sociedad, entendida
como sociabilidad moderna, es incapaz de resolver este problema de la
cultura” (Bengoa, 19), y la racionalidad política ya no sirve para llenar
ese abismo. En efecto, “Ya no es la política, el futuro, la vida en
sociedad lo que puede entusiasmar a las personas a vivir”, más bien
adquieren sentido “los lazos primigenios por encima de las razones que
podrían mostrar la conveniencia de abolir las comunidades” (Bengoa,
19).
Las miradas se vuelven entonces hacia lo próximo, lo cotidiano, los
relatos mínimos, eso que Maffesoli, como hemos visto, llama “el
pensamiento de la plaza pública”, el “conocimiento ordinario” o “sentido
común” que la cultura erudita desprecia porque no está en la “lógica del
deber ser”, que privilegia “lo lejano, lo normativo, la elaboración de la ley
general” (Maffesoli, 275). Luego la sociabilidad racionalizada se
sustituye por un modo distinto sociabilidad más bien empática y
espontánea, una orientación hacia el otro que genera lo que Maffesoli
Pabst 35
llama “comunidad emocional” aludiendo a un término acuñado por Max
Weber.
Lo emocional es hoy un elemento articulador de un estar-juntos
que gira en torno a dos polos: permanencia e inestabilidad (el
neotribalismo que observa Maffesoli), la construcción de un nosotros
que se levanta fuertemente en lo que este sociólogo de la vida cotidiana
llama “la potencia de la proxemia”, que otorga intensidad al hecho
mismo de la comunión, pero que puede ser perfectamente efímero.
Así, “la comunidad se caracterizará menos por un proyecto
orientado hacia el futuro que por la realización in actu de la pulsión por
estar-juntos. Haciendo referencia a expresiones de la vida corriente se
puede decir que cosas como darse calor, darse codazos, rozarse
mutuamente…, pueden ser tal vez el fundamento más simple de la ética
comunitaria” (Maffesoli, 45).
Una vez más, a riesgo de parecer reiterativa, lo que queda en
evidencia es que la instrumentalidad racional está al margen de una
gran parte de la experiencia social y no logra sostenerse como punto de
referencia. La cultura, entendida como una basta y diversa construcción
simbólica y material, se vislumbra como capaz de proporcionar nuevos
referentes al estar-juntos “y que actualmente está en trance de
imponerse al enfoque económico-político” (Maffesoli, 21).
A la pregunta de Jesús Martín-Barbero sobre “¿qué convoca hoy a
la gente a juntarse, qué imaginarios hacen de aglutinante y en qué se
apoyan los reconocimientos?” (Martín-Barbero, 2004, 77) podemos
intentar responder desde los distintos lugares que nos permiten
construir sentidos, ya que “el alma y el cuerpo, el espíritu y la materia,
el imaginario y la economía, la ideología y la producción –la lista podría
Pabst 36
seguir alargándose- ya no se oponen de manera estricta” (Maffesoli, 42).
La distancia “entre los campos científicos o artístico y la vida
cotidiana” (García Canclini, 1990, 33) o “la lógica binaria de la
separación que ha prevalecido en todos los ámbitos no puede seguir
aplicándose como tal” (Maffesoli, 42). El estar -juntos tiene hoy
innumerables maneras de estructurarse, sobretodo en la vivencia
común, en espacios de comunidad que se articulan por afectos y
proxemias, más que por lejanas ideologías.
2.2 Miradas a la ciudadanía
El Estado ha figurado en el centro de la concepción de ciudadanía
como el ente generador de dicho estatus, cuyos derechos y deberes
aparecen delimitados en la carta constitucional. Este “conjunto de
individuos abarcados en una comunidad histórico-territorial” (Sojo, 26)
se constituye principalmente a partir de la noción del otro, del que está
fuera de esa comunidad. Así, el Estado construye un referente
identitario común a partir de una cultura dominante, donde las
diversidades (étnicas, religiosas, culturales) quedan subsumidas en un
denominador común donde se identifica comunidad ciudadana con
nación.
Sin embargo, no esta demás recomponer la lógica que tenía
originalmente el concepto de ciudadanía, en cuanto a que hacía
referencia a los habitantes permanentes de la ciudad y que fue a partir
del siglo XVIII y fundamentalmente del XIX que la ciudadanía se fue
ligando al Estado-Nación. En ese marco político-jurídico, ciertamente,
“su origen ciudadano casi se ha olvidado” (Borja, 1998, 9).
Pabst 37
Luego la noción ciudadanía se desglosa, según la distinción clásica
realizada en la post-guerra por el sociólogo británico Thomas Marshall,
en tres elementos que guardan algún desarrollo secuencial y que se
articulan en torno a derechos en los ámbitos civil (relativo a la libertad
individual), político (la participación en el ejercicio del poder; elegir y ser
elegido) y social (derecho al bienestar) (tomado de Sojo, 27, 28).
Esta mirada de la ciudadanía se levanta como una reacción frente
al liberalismo extremo de mediados del siglo XX, que desconoce la
legitimidad del Estado para regular las relaciones entre las personas y el
mercado.
Distintos autores posteriores a Marshall han ido más allá en la
noción de ciudadanía, distinguiendo entre una ciudadanía formal, que
implica ser miembro de un Estado-Nación y ciudadanía sustantiva, que
involucra no sólo el poseer derechos sino tener la capacidad real de
ejercerlos. Esto debido a que el aspecto formal de la ciudadanía se
vuelve problemático si pensamos, por ejemplo, en fenómenos habituales
como las migraciones, donde sectores importantes de la población
mundial quedan desprotegidos pues no poseen el estatus de ciudadanos
formales.
En la perspectiva de la ciudadanía formal, que parece ser la que ha
prevalecido en nuestras sociedades, el voto es el indicador o referente
consagrado para hablar de ciudadanía, ante lo cual cabe preguntarse
junto con Borja “¿El 50 por ciento de los habitantes de la mayoría de las
ciudades norteamericanas que nunca vota ejercen de ciudadanos?”
(Borja, 2003, 25). Ciertamente cabe actualizar la noción de ciudadanía,
integrando nuevos fenómenos y realidades.
En el actual contexto de globalización, entendida como la capacidad
Pabst 38
del mercado de “funcionar como unidad en tiempo real a escala
planetaria”, a través de “un sistema tecnológico de sistemas de
información, telecomunicaciones y transporte, que ha articulado todo el
planeta en una red de flujos” (Castells, 1999, 5), la ciudadanía empieza
a ser entendida bajo otros referentes distintos al Estado-Nación.
En esta perspectiva, García Canclini propone mirar la ciudadanía
desde el consumo, ya que al parecer “lo único accesible son los bienes y
mensajes que llegan a nuestra propia casa y usamos “como nos parece””
(García Canclini, 1995, 47), frente a lo inalcanzable de las instancias
globales desde las cuales se planifican hoy las sociedades.
Lo nacional ha perdido significado en la transnacionalización de la
cultura y la desterritorialización de las identidades, lo cual ha generado
nuevas prácticas sociales y referentes de pertenencia que sacuden la
noción formal de ciudadanía, pues “más que como valores abstractos,
los derechos importan como algo que se construye y cambia en relación
con prácticas y discursos” (García Canclini, 1995, 20).
Lo anterior nos lleva a la comprensión lo que una sociedad entiende
como derechos de ciudadanía está determinado fuertemente por la
acción social efectiva en un contexto particular, más que por la
actividad normativa del Estado.
Son los ciudadanos los llamados a ejercer y construir la ciudadanía,
lo cual, en opinión de Carlos Sojo es “el único camino para hacer frente
a un escenario futuro que parece privilegiar siempre el crecimiento de
las empresas por sobre el bienestar de las personas” (Sojo, 33). En este
escenario de mercado global, los Estados tienen poca o ninguna
capacidad de modificar situaciones de desigualdad.
Pabst 39
El mismo Sojo, menciona un aporte crucial realizado por Touraine
para entender la importancia de la construcción del concepto de
ciudadanía y es que ella le otorga a la democracia un sentido concreto,
experienciable por los sujetos en su cotidianeidad, lo cual concuerda
con la relevancia que otorga Canclini a las prácticas sociales.
Puesto que el Estado no alcanza hoy a ser el marco referencial
único de la ciudadanía, han surgido demandas que reclaman una
diversidad de derechos, con lo que la noción de ciudadanía se fragmenta
en “la existencia de una ciudadanía cultural, y también de una
ciudadanía racial, otra de género, otra ecológica, y así podemos seguir
despedazando la ciudadanía en una multiplicidad infinita de
reivindicaciones” (García Canclini, 1995, 21).
Retomando el consumo como referente de la ciudadanía propuesto
por García Canclini, cabe entenderlo no sólo como algo “privado,
atomizado y pasivo” (Appadurai, tomado de García Canclini, 1995, 49),
sino como un fenómeno predominantemente social que permite
descubrir lógicas de pertenencias, prácticas socioculturales, deseos que
se convierten en demandas, etc., y que articulan un modo de ser
ciudadanos que, una vez más pone en evidencia que son los sujetos los
principales actores de un concepto integral de ciudadanía y que esta se
construye hoy en, a lo menos, dos planos que se atraviesan de manera
constante: por un lado lo nacional y por otro lo transnacional (a eso
habría que sumar la ciudad y lo local).
En definitiva, es preciso reconocer que la ciudadanía es un proceso
en permanente modificación de acuerdo a las condiciones externas o
que, como lo plantea Sojo, involucra “la plasticidad de los derechos y su
posibilidad de instalarse en una lógica incrementalista” (Sojo, 33).
Pabst 40
Retomando la lógica que designó la ciudadanía hasta el siglo XIX,
Jordi Borja plantea que es factible repensar el vínculo entre ciudadanía
y ciudad, dada “La reducción de la soberanía del Estado-Nación por la
globalización de la economía y la creación de políticas supraestatales”
(Borja, 1998, 9). Por otro lado, los crecientes fenómenos de migración
también tenderían a reforzar este vínculo, ya que al no reconocérseles a
los inmigrantes un estatus ciudadano desde el Estado y al ser las
ciudades el espacio que los acoge, no es descabellado pensar
nuevamente la ciudadanía en esta dirección.
Al mirar la ciudadanía en esa perspectiva, más bien vinculada al
territorio, se vuelve más concreta que la abstracción a la que nos
circunscribe el Estado y permite ser incrementada orgánicamente de
acuerdo a las distintas maneras de vivirla. Borja ha intentado elaborar
una ampliación de los derechos de la ciudadanía, enumeraré algunos de
los que el autor menciona: derecho al espacio público y a la
monumentalidad, derecho a la identidad colectiva dentro de la ciudad,
derecho a la belleza, derecho a la movilidad y a la accesibilidad, derecho
a la ciudad como refugio, derecho a la ilegalidad (Borja, 2000, 13).
Estas visiones de la ciudadanía nos permiten entender que se trata
de una conquista que se reinventa y actualiza de manera permanente,
que no esta clausurada ni se agota en el acto de depositar un papel en
una urna de votación. La ciudadanía se construye a diario en el propio
ejercicio del ciudadano en su contexto más próximo y no ya tan sólo en
la abstracción institucionalizada de derechos y deberes.
2.3 La incorporación del arte a la espacialidad social
Partamos por enunciar que el arte es un sistema en el que
Pabst 41
confluyen y se relacionan tres componentes fundamentales: artista o
creador, obra de arte y espectador o público. Si alguno de estos
elementos no está presente, se podría afirmar que no existe el arte en su
completitud, según lo expresa la artista visual y académica de la
Escuela de Arte de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Voluspa
Jarpa.
Si nos remontamos a una definición clásica en la tradición del
pensamiento occidental, debemos recurrir nuevamente a los griegos, si
bien en la contemporaneidad es complejo establecer los parámetros del
arte, sobre todo cuando la propia producción artística es la que se
pregunta, a través de las obras mismas, qué es el arte.
Decíamos que desde los griegos se han acuñado ciertos conceptos
para referirnos a lo artístico. Mimesis es uno de ellos; imitación,
entendida como:
“una operación que (…) elabora un nuevo tipo de realidad (la obra) que guarda relaciones de dependencia y derivación respecto de la original, sea que se trate del “parecido” entre el producto y su modelo, sea que se trate de la analogía entre el proceso artístico y el devenir natural (esta última es la base del concepto de “creación”).” (Oyarzún, 7)
Esta noción ha tenido enormes resonancias a lo largo de la historia
occidental y se ha mantenido por siglos como explicación del fenómeno
del arte en general, sólo en el renacimiento se cuestionó la idea de que
el arte se limitaba a copiar la realidad y se determinó que más bien se
trataba de la imitación de ciertas formas ideales. Ciertamente hablamos
de categorías europeas.
Y es, nuevamente, en el siglo XVIII que se produce un vuelco en el
viejo continente, y el concepto de imitación es francamente objetado
Pabst 42
como principio fundador para entender el arte. En adelante el arte será
visto como la expresión de subjetividad “de una manera u otra
privilegiada, que plasma sus impresiones, experiencias y sentimientos
en un producto caracterizado precisamente por su aptitud para acoger y
comunicar tales eventos anímicos” (Oyarzún, 7).
Así, la noción de mimesis y la de expresión de subjetividades han
prevalecido históricamente (la primera por más tiempo que la segunda)
ante la pregunta de ¿qué es el arte?
Otro concepto vinculado es, sin duda, el de estética, que igualmente
proviene del griego aísthçsis, cuyo significado es sensación, percepción,
conocimiento a la vez que objeto de la percepción. Esta idea relacionada
a los sentidos y a la relación sensorial con el mundo ha permanecido
estable por siglos. Es el filósofo alemán Alexander Gottlieb Baumgarten
quien, en el siglo XVII, la convierte en disciplina con estatutos y
legalidad propios al concebirla como la “ciencia del conocimiento
sensible” que abre el camino hacia una valoración de la subjetividad.
En este ámbito el pensamiento de Immanuel Kant también aparece
como fundamental y es considerado por algunos autores como el más
importante teórico de la estética del siglo XVIII. Sus observaciones
permitieron entender que:
“El juicio estético no puede ser dictado a partir de reglas fijas y que expresa una actividad reflexiva libre de la imposición de los conceptos, del discurso demostrativo (la ciencia) o perceptivo (la moral), provista de su propia legalidad, y que precisamente en virtud de esa libertad y de la dichosa coherencia que descubre en el mundo (…) es acompañada de un sentimiento de placer” (Oyarzún, 6)
En definitiva, ha quedado establecido, al menos desde la
Pabst 43
modernidad en adelante, que el arte posee autonomía frente a los
distintos ámbitos del conocimiento (la ciencia) y de la praxis (la moral,
la política, la religión), luego de que históricamente se le asociara
subsidiariamente a la religión o a fuerzas ocultas, de las que se
convertía en manifestación física, ya sea de dioses u otras potencias
míticas: “La obras artísticas más antiguas sabemos que surgieron al
servicio de un ritual primero mágico, luego religioso.(…) El alce que el
hombre de la Edad de Piedra dibuja en las paredes de su cueva es un
instrumento mágico” (Benjamín, 6, 8).
Fueron las vanguardias artísticas (surrealismo, dadaísmo, con
creadores como Picasso, Duchamp) de principios del siglo XX y las
“neovanguardias” de los años setentas (Andy Warhol, Bárbara Kruger,
entre otros), las que contribuyeron a incorporar el arte a la vida
cotidiana, al protestar (a partir de sus propias obras y acciones o
performances) contra ciertos modos de enclaustramiento del arte en
espacios sacralizados para ello (el museo, la galería, el teatro) y
demandando la unión entre ambas esferas, hasta entonces disociadas.
Esta problematización de la función del arte en la sociedad, enriqueció
la discusión artística y repercutió en la incorporación del arte a nuevos
y diversos ámbitos del quehacer (la educación, la publicidad, la
intervención social, la terapia, etc.), hasta el punto de que autores como
Oyarzún o Martín-Barbero, hablan de la intensa “estetización del
mundo cotidiano”, donde la presentación de los mensajes visuales lleva
implícita una carga estética no despreciable.
Esta mirada que acabo de exponer tiene resonancia en el hecho de
que algunos teóricos que han levantado análisis valiosos sobre el estado
actual de nuestras sociedades, planteen que en el arte “hay mayores
posibilidades que en el vértigo de los medios de nombrar nuestras
relaciones más profundas (…) con la naturaleza, con la sociedad, con la
Pabst 44
muerte, esos temas artísticos mayores de todas las épocas” (García
Canclini, 2001, 63).
Crucial también ha sido el cambio en el estatus del arte, señalado
por Walter Benjamín a partir de la reproductibilidad técnica de la obra
de arte que posibilita la fotografía y que refuerza el cine, señalando con
ello el inicio de la “industria cultural” y del consumo masivo de bienes
artísticos. La pérdida del “aura” de la obra como resultado de su
reproducción técnica, implica que su “autenticidad”, su “aquí y ahora”,
esa “manifestación irrepetible de una lejanía” (Benjamín, 3, 5) se han
desmoronado para siempre, pero como contraparte han crecido sus
posibilidades de exhibición y, consecuentemente, de acceso al
ciudadano común. Comienza, también para el arte, el fin de los grandes
relatos, del gran arte de aura casi inalcanzable “la disolvencia de los
géneros” de la que habla Martín-Barbero, con la reproductibilidad
técnica de la obra de arte ocurre “la primera aproximación a un fin del
arte mediante la figura de la muerte del aura: la aparición de una nueva
percepción que, rompiendo el halo, el brillo de las obras de arte, pone a
los hombres, a cualquier hombre, en la disposición de usarlas y
gozarlas” (Martín-Barbero, 1999, 93).
A partir de todos los cambios señalados en la manera de concebir el
arte, surgen nuevas apuestas que buscan potenciar la capacidad del
arte de comunicar, de expresar y de construir cruces con los distintos
ámbitos de la vida social, de constituirse en una manera componer
significados o de re-elaborar ciertos mensajes del inconciente colectivo
como “medio de auscultación y desciframiento de las secretas corrientes
que irrigan el opaco y contradictorio curso del vivir social” (Martín-
Barbero, 1999, 98).
En la actualidad, el arte se ha fugado del museo, del teatro, de las
Pabst 45
galerías, para instalarse en la ciudad, en la calle, en el espacio público y
responder así a su más reciente vocación pública, aportando nuevos
códigos de desciframiento de la realidad, de lecturas y de propuestas de
diálogo.
El arte que interviene en el espacio público (en la lógica del
significado original de inter-venir, ir y venir, una relación de
horizontalidad y diálogo), trabaja “sobre contenidos socialmente
significativos para una comunidad de receptores y los involucra en la
construcción del sentido” (Pagola, 1) y es desde las propias instituciones
públicas que se busca reivindicar el valor de los espacios urbanos desde
el arte, creando ciertas simbiosis entre arte y ciudadanía como las
grandes fiestas ciudadanas de expresiones artísticas, focalizando
intervenciones socioculturales en el nivel más local de los barrios7, etc.
En Estados Unidos existe, desde los setentas, la ley del 1% cultural que
propone destinar ese porcentaje de todas las obras de infraestructura
pública al arte (Parramon, 3).
Las directrices de un arte que se instala en la especialidad social y
que intenta dialogar con su contexto son señaladas por el artista
norteamericano Siah Armajani cuando habla de un arte que “No trata
de los gustos personales, sino de las necesidades de los demás. No trata
acerca de la angustia del artista sino del bienestar de los demás. No
trata del mito del artista, sino de su sentido cívico” (tomado de Gómez
Aguilera, 49).
La necesidad de valorar las subjetividades ha sido entendida, desde
el ámbito de los estudios culturales, como la respuesta a la demanda de 7 Ejemplo de ello son dos grandes programas del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (del Gobierno de Chile): la fiesta ciudadana Chile + Cultura, de la cual se desarrollan dos por región a partir de un trabajo de diagnósticos participativos con los artistas y la comunidad y el programa Creando Chile en mi Barrio que realiza un trabajo de animación cultural en 120 barrios a lo largo del país, igualmente basado en un proceso de participación de los vecinos del lugar.
Pabst 46
las sociedades actuales de renovar los conceptos y las prácticas que la
han orientado hasta la modernidad. Las sociedades post-modernas
exigen a los distintos campos del conocimiento una mayor integración a
lo que se ha llamado “el mundo de la vida”. Así el arte ha debido
orientar su búsqueda hacia los ámbitos más pedestres de la vivencia
cotidiana, democratizando de paso sus propias estructuras y protocolos
estéticos. Se habla incluso de una “estética relacional”8 para indicar las
prácticas artísticas que dialogan con sus contextos y con los sujetos que
habitan dichos lugares sociales, es una propuesta que plantea un
regreso a la proximidad y al juego. Podríamos hablar de una
reconquista imaginativa de los espacios públicos o ir incluso más allá y
mirar el arte que se inserta en lo social como una potencia de
insubordinación a las pautas de un modelo de democracia estancado en
discursos abstractos y asumir que “las artes desempeñan las funciones
estéticas de “desafiar, refinar, criticar” y “buscar la excelencia” que son
los modos encontrados por los artistas modernos para ayudar a los
espectadores a no ser ciudadanos sumisos” (García Canclini, 1995,
187).
Por último, en el ámbito de las políticas públicas que impulsa el
Gobierno de Chile en materia cultural (concretamente en la Política
Cultural), existen medidas destinadas al acceso y la participación de los
ciudadanos respecto a los bienes culturales, las cuales están
fuertemente centradas en la ocupación de los espacios públicos como
principal plataforma de democratización de la cultura9. Esto señala un
camino hacia una mayor integración y penetración social del arte. 8 El concepto de estética relacional ha sido puesto en circulación en los últimos años por el francés Nicolas Bourriaud en un libro llamado justamente Esthétique Relationnelle. 9 La implementación por parte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes de los “Días de…” (las artes) es una medida que apunta a potenciar el vínculo de los ciudadanos con el arte y con sus espacios de identidad. Se trata de la medida 25 de la Política Cultural Nacional: “Intensificación de los días de las artes y el patrimonio (el cine, el patrimonio, las artes visuales, la música, la danza, el teatro, la artesanía y el libro), enfatizando en estas fechas el acceso de los sectores de menores ingresos a las actividades planificadas y otorgando a los municipios un rol central en la ejecución de las mismas” (Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2005, 23).
Pabst 47
III. La propuesta metodológica
3.1 Pregunta de investigación
A partir de la problemática planteada surge el cuestionamiento
sobre qué referentes son capaces de contribuir a la rehabilitación y
revitalización del espacio público ciudadano y, específicamente, si el
arte posee esa capacidad. Luego, la pregunta que esta investigación
intenta responder es la siguiente: desde la perspectiva o el discurso de
un grupo de artistas ¿cuál es el aporte del arte a la crisis del espacio
público actual y a la ciudadanía en ejercicio?
3.2 Objetivos de la investigación
3.2.1 Objetivo general
Identificar, de acuerdo a la reflexión individual –expresada en
discurso- de un grupo de artistas, cuáles son los aportes que, ellos
estiman, puede realizar el arte a la revitalización del espacio público,
en el contexto de la crisis que lo afecta.
3.2.2 Objetivos específicos
Identificar cuál o cuáles son los principales componentes o
características del espacio público, en opinión de los artistas.
Conocer qué usos le otorga y/o propone el arte para el espacio
público ciudadano.
Pabst 48
Determinar qué contribuciones puede hacer el arte a la ciudadanía
en ejercicio.
Conocer que nociones de espacio público visualizan o manejan los
artistas entrevistados.
3.3 Metodología de la investigación: el cristal con que se mira
La manera específica de abordar un determinado problema y de
encontrar respuesta a las interrogantes a las que nos enfrenta una
investigación es lo que nos permite hablar de una metodología de la
investigación.
En este punto inicial quisiera detenerme para introducir una
observación que no es mía, pero a la cual adhiero, pues me permite
mantenerme alerta respecto a mis propias reflexiones (o más aún, a mis
no tan secretas obsesiones): “cuando investigamos, no recolectamos lo
real, lo producimos” (Ibáñez, 88). Ciertamente no vamos a descubrir
algo que esta ahí en el mundo esperando ser detectado, sino que a
partir de una cierta percepción (que a su vez esta determinada por el
lenguaje que utilizamos), establecemos o somos capaces de ver un
potencial objeto de estudio. “Aunque los naturalistas insistan que un
descubrimiento revela algo preexistente, en la sociedad no existe lo que
no se conoce” (Arnold, 332). Son nuestros “lentes” (lenguaje y
percepción, en ese orden) los que nos permiten ver lo que vemos. En
definitiva “el mundo que yo construyo depende de mi capacidad de
percepción y de mi capacidad lingüística” (Ibáñez, XXIV).
De modo que me enfrento a mí misma enfrentándome a mi
investigación, autorreferencia de la cual no puedo escapar, ni intento
encubrir con la cortina de humo de la objetividad. Es lo que el autor de
Pabst 49
la cita llama “investigación de segundo orden”, sujetos investigando
sujetos. El ejercicio de objetivar los fenómenos en estudio es un
requisito metodológico que convierte a los sujetos en entidades medibles
a través de una reducción que proporciona un objeto clausurado, una
parcialidad.
Ahora bien, de vuelta de la digresión, entendemos que existen dos
grandes maneras de hacernos cargo de una investigación o dos grandes
paradigmas como los llama la autora Carmen Curcio.
De una parte, la metodología cuantitativa (o paradigma explicativo)
nos permite recoger información que es externa a los sujetos o
inmediata, efectuando mediciones de variables controladas, cuya
orientación tiene que ver con resultados y productos, y donde el diseño
metodológico tiende a ser más bien rígido, puesto que se estructura de
manera predeterminada, “con juicios y proposiciones a priori” (Curcio,
61) y con un sujeto y un objeto que se constituyen como entidades
separadas.
De otra, la metodología cualitativa (o paradigma interpretativo o
comprensivo), cuyo fundamento epistemológico se encuentra en
fenómenos culturales, sociales, filosóficos, etc., se introduce en los
valores, los deseos, las creencias, los significados, con lo cual nos abre
las puertas de aquello que es interno al sujeto, sus percepciones y
emociones, y lo único que nos permite ver aquello es el lenguaje,
materia con la que se construye toda investigación. Lo cualitativo
permite ver, en consecuencia, ese grado de reflexividad en la
investigación al que hice referencia más arriba, pues ayuda a entender
que “Un físico es un trozo de materia que investiga la materia. Un
biólogo es un trozo de vida que investiga la vida. Un sociólogo es un
trozo de sociedad que investiga la sociedad. Todos son espejos que el
Pabst 50
universo se pone en su centro” (Ibáñez, 13). Además, esta metodología,
al privilegiar la lógica de procesos –más que de resultados-, le otorga
flexibilidad al diseño metodológico (que adquiere un carácter
emergente), posibilitando su reformulación o actualización según lo
requiera la investigación.
Ciertamente el mundo simbólico del investigador, con toda su
complejidad y contradictoriedad también está presente y es imposible
desvincularlo de la investigación, ya que “los resultados de las
investigaciones cualitativas que escriben los científicos sociales son
interpretaciones en las que intervienen sus propios mundos culturales
(incluyendo sus trayectorias biográficas y su condición genérica)”
(Kornblit, 10).
Tal circunstancia no es menor (he aquí otra digresión
autorreferente) y me lleva incluso a cuestionar si acaso no tengo
resuelto de antemano lo que busco saber con la investigación, una
suerte de profecía autocumplida. El filósofo británico Bertrand Russell
logra llevar a un extremo sarcástico esta inquietud:
“Puede decirse en términos generales que todos los animales que han sido cuidadosamente observados manifiestan una conducta que confirma la filosofía en la cual el observador creía antes de comenzar sus observaciones. Aún más, todos ellos han desplegado las características nacionales del observador. Los animales estudiados por los norteamericanos corren frenéticamente de acá para allá con un increíble despliegue de vigor y agilidad hasta que finalmente alcanzan por casualidad el objetivo deseado. Los animales observados por los alemanes toman asiento quietamente, piensan, y finalmente elaboran la solución desde el fondo de su conciencia” (Russell, 189).
Estas observaciones constituyen una suerte de luz roja
epistemológica, que aportan conciencia sobre la inutilidad del criterio de
Pabst 51
verdad en la producción de conocimiento en el ámbito social a partir de
metodologías cualitativas, donde más bien tiene relevancia criterios de
validez. Es de esperar que el trabajo de campo ayude a despejar algunas
inquietudes en este sentido, tanto como a lograr el objetivo que se ha
propuesto esta investigación.
Desde otra perspectiva, cabe señalar que la producción de
conocimiento que faculta lo que el sociólogo chileno Pablo Cottet llama
“el discurso metodológico” contribuye a certificar “la producción legítima
de conocimiento hegemónico en la modernidad” (Cottet, 188), situación
que aún se extiende a nuestros días, manteniendo esa suerte de
desprecio a lo que señalamos en el apartado 2.1.1 como “conocimiento
ordinario” o de la calles o “sentido común”. De algún modo el discurso
metodológico tiende a perpetuar la separación histórica entre vida y
ciencia, tópico sobre el cual no ahondare y en torno al cual
probablemente seguiremos reflexionando fuera de las aulas, en los
pasillos, en la calle o en los bares.
3.4 Sobre la construcción del objeto de investigación
Siguiendo la lógica de Jesús Ibáñez en cuanto a que lo que
hacemos al investigar es construir, a través de descripciones, nuestro
objeto de investigación y no olvidando que, en el caso de la
investigación social, habitualmente trabajamos con personas, nos
enfrentamos, en consecuencia, a una controversia que no es fácil
resolver en nuestra condición de investigadores amateurs.
Nos hallamos bajo un mandato fundamental e ineludible para
validar nuestra precaria posición: “la investigación de lo social es una
práctica institucional cuya misión consiste en producir conocimientos
Pabst 52
con estatuto científico” (Cottet, 210) y al mismo tiempo nos
relacionamos con nuestros “investigados” de manera natural, dado que
son personas como nosotros, pero pensando siempre en extraer de
ellos las unidades de información que requerimos para nuestra labor.
En este escenario contradictorio nos movemos un poco a tientas,
sabiendo que aquello que nombramos como “objeto” y que nos
permitirá validar nuestra investigación es probablemente un trozo de
vida, de experiencia compleja, de sueños y anhelos que intentamos
reducir a texto para que diga lo que queremos decir, de modo que
cumpla con los estatutos de conocimiento científico. “Construir el
objeto de investigación para las ciencias sociales es siempre objetivar
un sujeto y un saber atribuido a tal subjetividad” (Cottet, 195).
En este sentido, considerando aquello que queremos saber, el
conocimiento al cual queremos acceder, objetivamos un fenómeno
social. La manera que tenemos de hacerlo es a través del lenguaje,
pero sabemos que el lenguaje es una abstracción, por lo que
requerimos del hecho material, específicamente de lo que Cottet llama
la “cosa dicha”, que por cierto requiere de un sujeto de enunciación, el
que habla y un referente sobre el que ese sujeto habla. “El plano de la
objetividad proporcionado por el lenguaje facilita la convivencia entre
observadores pero, por sobre todo, posibilita tratar como algo externo
lo producido internamente” (Arnold, 334).
Por otro lado, escogemos a nuestros investigados en base a la
noción que tenemos de que tales sujetos portan en si un saber
determinado al cual queremos acceder y asumimos que la “cosa dicha”
que nos entregan constituye a su vez un discurso que proviene de una
construcción colectiva y que forma parte de una opinión o posición
respecto de aquello que intentamos saber. Esta presunción es
Pabst 53
importante a la hora de validar nuestra investigación, pues implica que
es posible extrapolar nuestro análisis y conclusiones, de modo que
tengan capacidad de ser generalizables, si bien sabemos que lo
cualitativo tiende a lo casuístico más que a otra cosa.
Consideramos que existen “ideas y principios propios de cada
grupo social y que dan cuenta de sus particulares modalidades de ser y
de integrarse en la vida social” (Martinic, 300), así como entendemos
que los seres humanos participan de redes de significaciones que son
producidas de manera de compartida (Arnold, 342). Sobre la base de
estas nociones escogemos a los sujetos que creemos nos brindarán
aquello que ha de convertirse en nuestro objeto de estudio.
Y ya que nos hemos autoadvertido sobre la reflexividad del
proceso de investigación y sobre la reducción que implica objetivar los
fenómenos sociales, entendemos que tanto los sujetos investigados
como el sujeto investigador nos volvemos, a la larga, sujetos de la
reflexión y este ejercicio de observar mi observación se vuelve
igualmente fuente de conocimiento.
3.5 La opción cualitativa
Dado que de algún modo implícito nos hemos instalado en las
ciencias sociales para abordar esta investigación, que intenta conocer la
percepción, los imaginarios y las construcciones simbólicas de
determinados actores sociales (sujetos que construyen sentidos en
sociedad al fin y al cabo), resulta adecuada la utilización de una
metodología cualitativa, pues nos permite una mirada holística e
integrada de los fenómenos, lo cual nos aleja de las reducciones y
simplificaciones radicales que nos impidan ver las complejidades de la
Pabst 54
realidad que intentamos conocer.
El trabajo de investigación desde lo cualitativo nos permite “recrear
lo que los individuos y grupos sociales piensan, creen y sienten”
(Kornblit, 9), ya que lo que pretendemos es justamente comprender las
significaciones que los sujetos le otorgan a los fenómenos que nos
interesa estudiar a partir de sus propias explicaciones. Adoptamos en
consecuencia una perspectiva emic (desde dentro) con el propósito de
“reconstruir la lógica que anima sus puntos de vista” (Kornblit, 10).
En términos de fundamentos filosóficos, lo anterior nos vincula
directamente a la fenomenología que, a su vez, nos instala en el
paradigma comprensivo que señalamos en el apartado 3.1 o en lo que
en la tradición más clásica (como legado de autores como Max Weber) se
ha denominado verstehen: “El fenomenólogo quiere entender los
fenómenos sociales desde la propia perspectiva del actor” (Taylor y
Bodgan, 16). El desafío esta, de parte del investigador, en desprenderse
de sus ideas previas y sus prejuicios para instalarse como un vaso vacío
que se llena con un nuevo conocimiento.
Sabemos, sin embargo, que cuando investigamos no nos
despojamos absolutamente de nuestros contextos, y más aún que
nuestra motivación esta presente a la hora de elegir nuestro tema de
investigación y la manera en que la abordamos. Aún así, trabajamos de
manera inductiva, dejando que los datos y la información recopilada
nos “hablen” para construir nuestra interpretación, sin buscar validar
pautas, modelos o teorías preconcebidos a partir de los datos (análisis
deductivo). Para comprender es preciso escuchar. Diría que observar y
escuchar con atención son dos claves para la investigación cualitativa, o
al menos así ha sido aplicada en este estudio.
Pabst 55
Igualmente e intentado ser consciente de que aquello a lo cual se
abocó esta investigación, ha producido un tipo de conocimiento que no
puede ser considerado verdadero o falso, sino que puede eventualmente
llegar a ser plausible o viable. Por otro lado, como quedó dicho, la
manera de percibir los fenómenos es la que determina aquello que
conocemos, por lo tanto no podría afirmar que lo investigado fue
conocido tal como es, sino como fue percibido. Con ello me instalo
definitivamente en el análisis de segundo o incluso tercer orden (si
pensamos que el primer orden es la experiencia directa), dado que lo
que los sujetos investigados me han transmitido ya es una elaboración
desde su propia percepción que yo que reelaborado desde la mía para
ser expuesta a una vez más a quien la recree con su lectura.
Sintetizaré algunas de las características de la metodología
cualitativa, sobre todo como ha sido expuesta por Taylor y Bodgan en
su calidad de referentes clásicos y como orientaciones que han
intentado plasmarse en esta investigación:
Se trabaja desde los datos recogidos y no recopilando datos
para evaluar teorías.
Las personas y sus contextos son observados en una
perspectiva holística.
Los investigadores son sensibles a lo que pueden causar en los
sujetos con su acción investigativa.
Se intenta comprender a los sujetos desde sus propios marcos
referenciales.
Hay un intento en los investigadores por despojarse de sus
propias creencias y prejuicios.
Se valoran todas las perspectivas, no hay una mejor que otra.
Pabst 56
La pertinencia de la metodología cualitativa en este estudio esta
dada por la búsqueda lo impulsa (entender y valorar el fenómeno social
del arte en el espacio público), los objetivos que lo orientan (determinar
los aportes del arte en la revitalización del espacio público) y su objeto
de estudio específico (el discurso de los artistas).
Siguiendo lo expuesto por Cottet respecto a lo que el llama la
ISCUAL (investigación social cualitativa), es posible identificar dos
estrategias metodológicas que pueden ser llamadas cualitativas. Por
una lado la investigación social etnográfica y por otro, la investigación
social de discursos. Dado que esta investigación tiene como objeto de
estudio el discurso de un grupo de artistas, la segunda estrategia
metodológica será la que corresponda aplicar. Lo que Cottet nombra
como discurso es “la objetivación de un sujeto como colectivo y de su
saber como opinión” (Cottet, 199).
Este discurso es lo que podríamos llamar nuestra “evidencia
empírica” (o inductiva), que a su vez debe ser contrastada con la
prueba teórica (o deductiva), de manera que ambas se articulen en
forma coherente. Esta articulación entre ambas pruebas es lo que
permite que la investigación realizada tenga “estatuto científico” o
dicho de otra manera “los textos empíricos dependen de los textos
teóricos para adquirir valor científico o intelectual” (Sautu, 85). Así la
investigación se ajusta por un lado a la “realidad exterior a ella, que se
adecua al conocimiento en uso que ha configurado el fenómeno”
(Cottet, 190) y, por otro, a la realidad interna de la investigación que
permita que el conocimiento generado este de acuerdo a los
“procedimientos de producción”.
Esta articulación resulta, por lo menos compleja; en palabras de
Ibáñez paradójica, ya que “las pruebas empírica y teórica son
Pabst 57
sentencias autorreferentes, la prueba empírica exige medir la sociedad
con instrumentos sociales, la prueba teórica exige hablar del habla o
pensar el pensamiento” (Ibáñez, 1). Con ello nos hallamos nuevamente
atrapados en la reflexividad y recursividad de la investigación social.
Intentaré, no obstante, apoyarme en la lógica de la investigación social
de segundo orden para no acabar mordiéndome la cola en este vértigo
de construir conocimiento dotado de validez científica.
3.5.1 Tipo de investigación
En el intento de acotar y caracterizar aún más esta investigación,
de acuerdo a los procedimientos del discurso metodológico, cabe
afirmar que esta investigación es de carácter exploratoria y descriptiva.
Afirmo esto en el entendido de que el objetivo de la investigación
determina en gran medida el tipo de investigación.
Lo que se busca en la presente investigación es dar cuenta de un
fenómeno que se está produciendo en el ámbito de las prácticas
sociales actuales (el de la ocupación de los espacios públicos desde las
manifestaciones artísticas), tomando en cuenta la perspectiva de uno
de los actores sociales involucrados (en este caso los productores de
dichas prácticas) y con el fin de determinar qué aportes generan tales
prácticas en la revitalización de un espacio público en crisis. Se trata
de explorar un tema que ha sido poco abordado desde la perspectiva de
las ciencias sociales, si bien, desde la especificidad disciplinar del
campo artístico o estético existen cuantiosos estudios. Desde luego el
tema de estudio tal vez no es nuevo, pero si lo es el abordaje específico
que se pone en juego.
El carácter descriptivo de la investigación esta dado por el hecho
Pabst 58
de que indefectiblemente es preciso realizar una exposición de los
hallazgos una vez efectuada la investigación cuya ruta lógica implica el
propósito subyacente de describir ciertas prácticas sociales que se
presentan como relevantes para la comprensión del fenómeno en
cuestión, dando cuenta de sus particularidades y de la manera en que
cobra sentido para quienes nos entregan las unidades de información
que son la materia prima de la investigación.
Según Jacqueline Hurtado se pueden distinguir diez tipos de
investigación de acuerdo al “nivel de complejidad de conocimiento que
se aspira a construir a lo largo del estudio” (Hurtado, 68), lo cual, como
se señaló, se define a partir del objetivo general. El siguiente esquema
grafica la correspondencia entre el objetivo general y el tipo de
investigación:
Explorar Investigación exploratoria
Describir Investigación descriptiva
Analizar Investigación analítica
Comparar Investigación comparativa
Explicar Investigación explicativa
Predecir Investigación predictiva
Proponer Investigación proyectiva
Modificar Investigación interactiva
Confirmar Investigación confirmatoria
Evaluar Investigación evaluativa
Se trata de una pauta referencial, que nos permite visualizar los
niveles de complejidad que eventualmente puede tener el conocimiento
que deseamos construir desde nuestra investigación.
Pabst 59
Dadas las características de la investigación, su objeto de estudio
(vinculado a las percepciones y las construcciones simbólicas de
ciertos sujetos sociales) y la opción metodológica asumida, el diseño
que conduce a los hallazgos ha tenido un grado de flexibilidad
metodológica indesmentible. Esta situación esta determinada por la
ruta no lineal que ha seguido este estudio y que ha sido trazada en
todo momento desde la “escucha” a los datos recogidos de los
informantes. A ellos se ha vuelto cada vez que ha sido necesario para
contrastar las propias reflexiones con la de los informantes,
recurriendo a la metaobservación del segundo orden cuando el estudio
así lo “pedía”.
3.6 Un diseño metodológico para la investigación social de discursos
Lo que resulta al final de la recolección de los datos o de lo que
Cottet llama “generación de unidades de información” es, en definitiva,
(y en este caso específico donde el objeto de estudio lo constituye el
discurso de un grupo de artistas) una buena cantidad de textos
impresos, donde, si el investigador ha sido un buen cazador10,
tomando la posición adecuada para la pesquisa y utilizando las armas
pertinentes (instrumentos), habrá logrado obtener un corpus
significativo para su análisis.
Aquello implica un proceso correlativo de reducción, formalización
y generalización de lo que se ha recopilado, de tal manera que aparezca
10 Jesús Ibáñez nos informa que “investigar viene de “vestigo” (=seguir la huella que los pies de la presa dejan en el camino). La investigación es una operación de la caza” (Ibáñez, 118). De ahí la posición que eventualmente toma el investigador/cazador: absoluta (exterior al objeto); relativa (exterior al objeto) y reflexiva (interior al objeto).
Pabst 60
como un conocimiento válido y susceptible de ser instaurado como
parte de un saber específico.
Al hablar de diseño metodológico estamos haciendo referencia a la
elaboración de una suerte de planificación que logre integrar el objetivo
de la investigación, las técnicas de obtención de los datos o unidades
de información y la modalidad de análisis de dichos datos. Estas tres
áreas requeridas en el diseño de la investigación son ordenadas por
Pablo Cottet en lo que él llama matriz lógica y que distribuye en tres
principios esenciales para cualquier diseño metodológico: construcción
del objeto de investigación, generación de unidades de información y
procesamiento de las unidades de información generadas.
Esta matriz lógica establece la temporalidad pertinente de cada
acción dentro del diseño metodológico. Así por ejemplo plantea que
“Debe construirse el objeto de una investigación, sólo después de
organizar las declaraciones que expresan administrativamente lo que
se va a conocer (los objetivos)” (Cottet, 192). Una vez que el objeto de
estudio se haya objetivado como conocimiento del cual se carece y al
cual se requiere acceder, es preciso “medir el objeto de investigación”,
es decir, fijarlo a partir de ciertas herramientas (o instrumentos) que
sean adecuados a la “medición” de ese “objeto” particular. De modo
que la operación de determinar la herramienta de medición del objeto
implica una elección que articule las cualidades del “objeto” con el
rendimiento de la “herramienta”.
Cottet elabora un listado que él considera “el repertorio más usual
de herramientas para la medición” (Cottet, 204), donde menciona las
encuestas, los grupos focales, los grupos de discusión, las entrevistas
personales, la observación participante y la escucha biográfica. Cada
herramienta es capaz de generar un tipo de información, por lo que se
Pabst 61
las agrupa en aquellas de carácter etnográfico, donde el énfasis esta
puesto en la relación social de reconocimiento (comunidad/contexto) y
aquellas que adscriben al análisis del discurso, donde el énfasis está
puesto en la relación social de discurso (colectivo/opinión). Las
primeras herramientas (donde se generan unidades del tipo relatos
testimoniales), apuntan a la significación de la experiencia, en tanto
las segundas (donde se generan unidades del tipo “micro-
conversaciones”), lo hacen a la experiencia de la significación, según
nos indica Cottet.
Esta investigación ha declarado ir en la búsqueda de las
significaciones otorgadas por un colectivo de opinión (los artistas como
representantes de una “postura” en el contexto social), entendiendo
opinión como “una estructura de sentido que establece posiciones”
(Cottet, 200), que por un lado tiene una cohesión interna y por lo tanto
determina esa “posición” específica y, por otro, lo diferencia, en lo
externo, de otras posiciones.
Continuando con el orden temporal de las acciones del diseño de
matriz lógica, una vez aplicada la herramienta (entrevista en este caso,
sobre lo cual se ahondará más adelante) que nos permite contar con
las unidades de análisis (donde en definitiva se ha efectuado una
reducción del objeto), lo que procede es el procesamiento de dichas
unidades de información, lo cual es caracterizado como una
“traducción de lenguajes habituales a lenguaje científico” (Cottet, 212).
En el caso de la investigación social de discursos que estoy
aplicando la operación consiste en detectar, en el ámbito de las
microconversaciones generadas, las “posiciones” que se presentan en
el colectivo de opinión específico, es decir, el discurso entendido como
un tipo de saber proveniente de un colectivo y expresado en su
Pabst 62
opinión. De este modo se completa la matriz lógica con los tres
principios que la componen:
“Si para el principio lógico “construcción del objeto” se trata de resolver el binomio “sujeto/saber”, y para el principio lógico “generación de unidades de información” el binomio que orienta todos los procedimientos de este ámbito están dirigidos a capturar “cuerpos/hablas”, para el caso de este tercer principio del diseño se pone en marcha un conjunto de procedimientos de “lectura/escritura” de las unidades de información por procesar” (Cottet, 213)
Es importante mencionar que el diseño de esta investigación fue
un ejercicio que si bien antecedió a la puesta en marcha del estudio,
tuvo un grado de flexibilidad no menor, incorporando modificaciones al
diseño inicial y, en cierta medida, haciéndolo emerger del propio
trabajo de campo, que fue entregando mayores claridades en el camino
y determinando ciertos ajustes posteriores.
3.6.1 Un recurso metodológico ad-hoc
Para este estudio se elaboró un diseño pertinente al objeto de
investigación, que se ha determinado que es el discurso de un grupo
heterogéneo de artistas (provenientes de distintas disciplinas). Fue el
primer principio fundante de la matriz lógica que propone Cottet el que
orientó los pasos a seguir. Se exploraron luego algunas dimensiones
temáticas que el trabajo necesitaba abordar para que el objeto de
estudio proporcionara información pertinente.
De este modo, y luego de un proceso de depuración de tópicos
relacionados, donde su buscó utilizar conceptos que funcionaran a la
vez como ejes (transversales a toda la investigación) y como soportes en
Pabst 63
que la investigación se funda, se levantaron tres conceptos claves
capaces de envolver de la manera más abarcadora posible los
contenidos que abordaría el trabajo. Se trata de un modelo de
Categorías de Análisis que ha sido utilizado satisfactoriamente por
Seminarios de Titulación en nuestra escuela de Periodismo y que
igualmente ha resultado adecuado a este estudio.
En este punto haré explícitos los conceptos orientadores que de
manera implícita han estado presentes desde la introducción y que
han permitido organizar tanto el material teórico como la evidencia
empírica.
Dimensión Espacio Público
Dimensión Ciudadanía
Dimensión Arte
Brevemente comentaré cada dimensión, con el fin de hacer
evidente lo que se entiende en este trabajo por cada una de ellas,
considerando que ya en el capítulo II, que contiene las Consideraciones
Teóricas, se ha profundizado en cada uno de los conceptos utilizados.
Vale señalar que las dimensiones que a continuación enuncio se
vuelven operacionales en la medida en que se vinculan a categorías
específicas de funcionamiento que es preciso conocer y que expondré
más adelante.
Espacio Público: en las sociedades contemporáneas este espacio
cobra especial relevancia dados los nuevos contextos de
desterritorialidad de los fenómenos sociales, de de globalización
económica y tecnológica (que fomentan la desmaterialización de
las relaciones), de pérdida creciente de los lugares públicos en
Pabst 64
pos de la privatización y la especulación de suelo. Esto genera la
consecuente proliferación de nuevos espacios públicos (virtuales,
mediáticos, etc.), donde la sociabilidad y el enriquecimiento del
tejido social que posibilita el espacio público ciudadano como
lugar físico, es desplazado por un tipo de conectividad basado
fundamentalmente en los flujos de información.
En este contexto de crisis del espacio público, es necesario
rescatar la potencia que históricamente ha tenido como motor de
sociabilidad real, como indicador de sociedades más
democráticas, como escenario de luchas, de visibilización de
identidades, como espacio de integración social donde los
extranjeros, los sin casa, los desplazados son acogidos, etc. Al
mismo tiempo cabe preguntarse qué cosas permiten rehabilitar
para los ciudadanos un espacio público generoso, abierto,
democrático y vital.
Ciudadanía: se trata de una dimensión que ha sido otro pilar de
la democracia moderna y que si bien surgió vinculada a la
ciudad, con el establecimiento de los Estado-Nación, se
transformó en un estatus solamente otorgado por el Estado. En
este sentido es interesante, considerando el actual contexto de
pérdida de poder y crisis de los estados nacionales frente a la
primacía de entidades supranacionales y de redes globales de
comunidades, ahondar en las maneras en que la ciudadanía es
percibida y practicada, desde una eventual vuelta al vínculo
ciudadano-ciudad.
Arte: dado que el arte contemporáneo adscribe nuevas
coordenadas de integración a las prácticas sociales, en cierto
modo, democratizando sus propias estructuras,
Pabst 65
desenmarcándose del discurso elitista, intelectual y críptico,
construyendo puentes y relaciones con la vida social cotidiana,
cabe indagar en esos nuevos cruces entre campos
históricamente disociados.
Estas dimensiones componen el triángulo conceptual del que
parte esta investigación y al cual vuelve, ya que a partir de allí se ha
elaborado una matriz que ha permitido recoger las unidades de
información que requiere la investigación, en torno a estas
dimensiones se busca reflexionar y aportar elementos de significación.
El paso siguiente ha sido desarrollar, a partir de las tres
dimensiones, las categorías que permiten la doble tarea de obtener en
lo operativo las unidades de información y, posteriormente, realizar el
análisis de dichas unidades.
De allí que el modelo resultante funciona tanto como una matriz
de generación de unidades de información, así como de análisis,
respondiendo, de manera conjunta, a los principios dos y tres de la
matriz lógica de diseño metodológico (ver anexo N° 1).
3.6.2 El camino hacia los datos: construyendo categorías de análisis
Una vez que se determinaron las grandes dimensiones que le
otorgan el contenido y el soporte a la investigación, es preciso definir
cuáles son los énfasis que tendrán en términos operacionales para
obtener la información.
Pabst 66
Una vez más, en esta etapa, se puso de manifiesto el carácter
flexible de la investigación, pues se trató de un ejercicio que se fue
afinando en la medida en que se intentaba compatibilizar los temas a
indagar con el instrumento a aplicar. Esta fue una tarea que se realizó
de manera casi paralela.
Se determinaron entre ocho y diez categorías por cada una de las
tres dimensiones, intentando abarcar la mayor cantidad de temas
asociados a cada dimensión, teniendo siempre en mente que cada una
de las categorías levantadas lleva asociada una búsqueda de sentido,
de imaginarios y de visiones de mundo. En el fondo, a través de las
categorías es posible orientar la búsqueda de las unidades de
información y elaborar un instrumento de indagación – o herramienta
de medición como lo llama Cottet- adecuado. “La construcción de
categorías de análisis es una operación básica de orden y clasificación
del material discursivo que, por lo general, es abundante, complejo y
disperso” (Martinic, 299).
Así, en la Dimensión Espacio Público, se busca indagar tanto en
las prácticas específicas y concretas que efectivamente se llevan a
cabo en él, como en la mirada más utópica, en el deseo de cómo
podría ser, en una visión ideal. Inicialmente se definieron diez posibles
categorías, de las que finalmente se dejaron ocho, eliminando aquellas
que referían a espacios públicos distintos del territorial y físico
(mediáticos o virtuales), pues el foco de la investigación así lo
requería, habiendo definido ciertos límites donde centrar el estudio.
Esta dimensión es, sin duda, el punto de arranque de la investigación,
su leit motiv indiscutible en su aspecto material, como se ha dicho
recientemente. En base a dichos márgenes propongo las siguientes
categorías de análisis para la Dimensión Espacio Público:
Pabst 67
Relación entre espacio público y ciudad
Uso apropiado
Apropiación ciudadana
Participación
Valor del debate
Rol del Estado
Valor de la sociabilidad
Globalización
En la Dimensión Ciudadanía, se busca identificar los distintos
componentes sociales que le otorgan sentido a dicho concepto, que lo
vuelven concreto para los sujetos y con qué lo vinculan, si es algo dado
o, por el contrario, se construye. Por otro lado, se intenta identificar
qué fenómenos sociales actuales inciden de manera importante en la
vivencia real de la ciudadanía, atravesándola y modificándola en su
funcionamiento. A partir de estas pautas se construyeron diez
categorías de análisis:
Valor de la participación
Valor de la pertenencia
Relación con la identidad
Relación con la diversidad
Valor del reconocimiento
Rol del Estado
Relación con la nacionalidad
Relación con lo local
Globalización
Relación con el arte
Respecto a la Dimensión Arte se ha buscado establecer de qué
manera esta actividad se inserta en la sociedad, cómo se vincula con
Pabst 68
sus distintos componentes y hasta qué punto se relaciona con las otras
dos dimensiones de espacio público y ciudadanía, indagando sus
eventuales aportes. Esta dimensión se vincula ampliamente con el
objetivo de la investigación y en tal sentido, esta al final del camino
conceptual que he trazado, pues se parte del espacio público,
recorriendo la ciudadanía, para llegar al arte y su inserción en dichos
ámbitos. De acuerdo a ello, se establecieron once categorías de
análisis:
Rol del artista
Relevancia de la creatividad
Relación entre arte y cultura
Relación con el público
Relación con lo público
Función social del arte
Función del arte en el espacio público
Relación con democratización
Relación con el Estado
Relación con el mercado
Relación con crisis de la modernidad
En el mediano plazo, gracias a la permanente evaluación y
autoevaluación que faculta la investigación de segundo orden, fue
posible determinar que hubo categorías que resultaron ser más
productivas que otras en términos de la generación de las unidades de
información. Esto implicó, tal como se señaló, eliminar aquellas que no
eran pertinentes de manera previa a la aplicación del instrumento de
recolección o bien despriorizar aquellas que, habiendo sido utilizadas
en la aplicación del instrumento, demostraron tener poco rendimiento
en términos de información relevante para lograr responder a la
Pabst 69
pregunta que se ha planteado esta investigación. Otras, no obstante
fueron bastante prolíficas y permitieron incluso sondear en aspectos
que no habían sido contemplados inicialmente, generando información
adicional a la esperada.
3.7 La importancia de la herramienta metodológica
El proceso de generación de las unidades de información
involucra la toma de decisiones en torno a la manera más adecuada de
“medir” el objeto de estudio. Esto porque, de acuerdo a Cottet, las
herramientas de medición, como llama a los instrumentos
metodológicos, “tienen un rendimiento específico, de relativa autonomía
respecto al (…) tipo de datos que produce la herramienta” (Cottet, 204),
es decir el grupo focal produce un tipo de información distinta al que
genera la entrevista en profundidad, por ejemplo. De modo que se hace
necesario evaluar, de acuerdo al objeto de estudio, qué herramienta es
capaz de brindar las unidades de información que dicho objeto
requiere.
En su operación, lo que las herramientas de medición permiten
es, según Cottet, “uniformizar la información” con el fin de efectuar
dicha medición del objeto. En el caso de esta investigación, hemos
establecido que el objeto de estudio es “el discurso de un grupo de
artistas”. En este sentido, lo que las ciencias sociales han nombrado
como “análisis del discurso” contempla herramientas metodológicas
tales como el grupo de discusión y la entrevista abierta
semiestructurada.
Estas dos herramientas tienen la capacidad de generar unidades
de información, cuyo carácter es el de “microconversaciones”, donde es
Pabst 70
posible reconocer posiciones diversas e identificar “la estructura de
sentido que un hecho social adquiere en cuanto colectivo/opinión”
(Cottet, 206). Este es el sentido que tiene el concepto de “análisis del
discurso” en la perspectiva de las ciencias sociales y no en la
perspectiva de la lingüística, donde adquiere otra resonancia que no
será utilizada en este estudio.
En base a tales criterios y también por una afinidad que se
vincula a la formación profesional de periodista, se ha considerado que
la herramienta metodológica más adecuada a esta investigación y a su
objeto particular es la entrevista en profundidad semiestructurada. Tal
elección se sustenta en la adhesión a la idea de que “el orden social
puede comprenderse con la metáfora de una conversación” (Cottet,
199), ya que en dicho orden tienen lugar diversos discursos11,
diferentes voces (con distintas intensidades y preeminencias) toman
parte en esta gran conversación. Así la idea de reconstruir o generar
microconversaciones es coherente con la lógica propuesta, pues se
asume que lo que ocurre en el orden social puede ser reproducido en el
marco más acotado de una investigación gracias a la herramienta
metodológica pertinente para ello.
11 Autores como Nancy Fraser han hablado de la noción de retórica hegemónica, de discursos sub-alternos y de hablas sociales en la esfera pública, con lo cual, por un lado se introduce la mirada desde las relaciones de poder y por otro, se da cuenta de una perspectiva comunicativa para entender el orden social.
Pabst 71
3.7.1 La entrevista en profundidad: una opción para entre-ver
Admitimos que existe todo un conocimiento acumulado en la
investigación social que nos permite saber que cuando hablamos de
entrevistas en profundidad, nos referimos a una herramienta o técnica
de investigación “que pone en relación de comunicación directa cara a
cara a in investigador/entrevistador y a un individuo entrevistado con
el cual se establece una relación peculiar de conocimiento que es
dialógica, espontánea, concreta y de intensidad variable” (Gainza, 219)
o, como lo expresa un texto algo más clásico, se trata de “encuentros
cara a cara entre el investigador y los informantes, encuentros estos
dirigidos hacia la comprensión de las experiencias que tienen los
informantes respecto a sus vidas, experiencias o situaciones, tal como
las expresan con sus propias palabras” (Taylor y Bodgan, 101).
Lo que buscamos realmente es acercarnos lo más posible a la
experiencia y a la subjetividad de nuestros informantes, sin embargo,
esa subjetividad, en rigor, no es asible: “El investigador tiene vedado su
objeto de estudio, la subjetividad del sujeto” (Araya, 24). De modo que
acudimos al lenguaje para tener acceso a esa subjetividad, que por
medio de nuestra “herramienta favorita de excavación”, la entrevista,
intentamos entre-ver, es decir, escudriñamos, a través de preguntas,
esa subjetividad huidiza. Todo esto, como se ha expresado, con el afán
de entender el sentido y la valoración de ciertas prácticas sociales y,
aunque suene a obviedad “para explicarse la acción social de las
personas, no hay más remedio que acudir a las propias personas”
(Araya, 4) y, más concretamente, a lo que podemos obtener de ellas,
sus palabras.
Sin desconocer el planteamiento de Ibáñez en torno a que en la
entrevista se establece una relación de poder entre entrevistador y
Pabst 72
entrevistado, donde el primero puede preguntar y el segundo debe
responder, este trabajo se ha esforzado en resguardar esa relación
dialógica de la que habla más arriba Gainza, siendo al mismo tiempo
consciente de la imposibilidad de suspender del todo la subjetividad de
la propia investigadora al enfrentarse a la subjetividad de los
informantes, aun cuando las energías apuntan en esa dirección.
Bourdieu lo plantea en sus términos: “la entrevista puede considerarse
como una forma de ejercicio espiritual que apunta a obtener, mediante
el olvido de sí mismo, una verdadera conversión de la mirada que
dirigimos a los otros en las circunstancias corrientes de la vida”
(tomado de Gainza, 223).
Se trata, sin embargo, de una especie de doble militancia en la
actitud cognitiva del entrevistador que, de una parte, se entrega sin
restricciones a la subjetividad del otro, pero a la vez no logra
despojarse de su propia subjetividad, pues al mismo tiempo esta
inserto en una relación dialógica que lo vuelve partícipe de ese
acontecer particular: “el sujeto investigador, al establecer una
interacción dialógica con un sujeto entrevistado, realiza una
determinada participación en relación a la producción de significados
establecida con ese sujeto investigado” (Gainza, 257). Nuevamente la
perspectiva de la investigación de segundo orden ha permitido un
grado saludable de reflexividad y meta-observación en torno a la propia
práctica investigativa.
Así las cosas y habiendo experimentado este doble vínculo, la
lógica que ha prevalecido en el momento de las entrevistas ha sido la
del formato conversacional, en el intento de re-crear la dinámica
comunicativa en la que, en gran medida, se sustenta el orden social,
según se ha señalado previamente y que permite entenderlo con la
metáfora de una conversación o, al revés, entender “la conversación en
Pabst 73
tanto unidad mínima de la interacción social” (Araya, 8). Sabemos que
con la técnica de la entrevista en profundidad logramos abordar la
dimensión simbólica de la realidad social como la expresan los propios
sujetos sociales.
Por otro lado, en el entendido de que los sujetos son portadores
de ciertas representaciones sociales, de visiones de mundo, de
imaginarios colectivos, de saberes socialmente construidos, de ciertas
mentalidades12, lo que pretendemos con la entrevista, en buenas
cuentas “no es obtener las respuestas que el entrevistado da a las
interrogantes planteadas, sino hacer fluir el habla social de un cierto
grupo sobre un tema determinado” (Araya, 7). El entrevistado es
valorado no sólo como individuo que expresa su propia subjetividad,
sino además y muy fundamentalmente, en tanto “vocero social”
portador de una intersubjetividad que se expresa en un habla
específica, la que a su vez contiene aquellos elementos que lo vuelven
representativo de la lógica colectivo/opinión, donde el discurso
representa una postura social específica, como ha sido expresado en el
apartado 3.4 de este texto.
Con tales consideraciones y en base a las tres grandes
dimensiones que sustentan y atraviesan esta investigación, junto a las
distintas categorías de análisis que orientan la búsqueda de los datos,
se elaboraron las preguntas, que en un inicio se agruparon
separadamente por cada Dimensión, de acuerdo a las categorías
levantadas en cada caso.
Cada categoría dio lugar a una o en ciertos casos puntuales a dos
preguntas, por lo tanto, por cada dimensión se elaboró un cuestionario 12 Según Roger Chartier, autor que ha desarrollado ampliamente las nociones de representación y mentalidad, indica que esta última es siempre colectiva y “regula, sin explicitarse, las representaciones y los juicios de los sujetos en sociedad” (Chartier, 23).
Pabst 74
de entre ocho y doce preguntas, que a su vez dio como resultado un
cuestionario total de veintinueve a treinta y tres preguntas.
El siguiente extracto sirve para entender el proceso de elaboración
del cuestionario y la estructura conceptual que lo orientó, donde la
Dimensión se aterrizó en una Categoría, que a su tiempo se transformó
en pregunta:
Dimensión Categoría Pregunta
ESPACIO
PÚBLICO
Uso apropiado ¿Cómo le gustaría que se utilizaran
los espacios públicos?
Sociabilidad ¿De qué manera valora la posibilidad
de encontrarse con otros en el
espacio público?
CIUDADANÍA
Participación ¿Por qué cree que es importante la
participación ciudadana?
Ámbito local ¿Cómo se relaciona la ciudadanía
con el entorno inmediato?
ARTE
Rol del artista ¿Cómo define artista y donde lo
ubica en el contexto social?
Función social ¿En qué puede aportar el arte a
cambiar una determinada sociedad?
La aplicación de la totalidad del cuestionario se realizó a todos los
informantes seleccionados para la muestra (ver apartado siguiente)
aunque, nuevamente, apelando a la flexibilidad del modelo diseñado y
a su carácter emergente, en la medida en que se hacían las entrevistas,
se determinó que ciertas preguntas eran de poca utilidad y
rendimiento, lo que significó que en las entrevistas posteriores fueran
eliminadas.
Pabst 75
Así mismo, se estableció un orden temático para la aplicación del
cuestionario, cuya lógica fue la de preguntar primero sobre la
dimensión que aparecía como más cercana a los entrevistados, en
términos de ser parte de su ámbito de competencia, experiencia y/o
saber, para luego introducirse a las otras dos dimensiones. El orden
para abordar el cuestionario fue Arte, Ciudadanía y Espacio Público.
Luego, cada cuestionario por Dimensión se ordenó intentando aplicar
un criterio desde lo más general a lo más específico.
Esta estructura para la composición de la herramienta permitió
orientar las entrevistas y fue una pauta que colaboró en la obtención
de un material relativamente homogéneo, si bien cada entrevista siguió
su propia dinámica de acuerdo a la flexibilidad que provee el modelo
cualitativo.
3.7.2 Criterios de selección de la muestra
El universo considerado para la implementación de la herramienta
metodológica escogida y elaborada consideró artistas de distintas
disciplinas y productores artísticos cuyo trabajo se hallara vinculado a
la intervención de los espacios públicos urbanos, ya fuera, desde la
creación propiamente o desde el ámbito de la producción artística. Con
esto se responde la pregunta del quiénes componen la muestra. Es
preciso, además, responder una segunda pregunta: ¿cuántos?
En el entendido de que lo que intentamos al generar unidades de
información (o datos) es poder informar sobre nuestro objeto de
investigación. Ciertamente estas unidades de información recogidas
son sólo una parcialidad del objeto de estudio, una reducción en
buenas cuentas. Cabe recordar aquí la secuencia que atraviesa a la
Pabst 76
investigación social “la objetivación es una reducción del fenómeno, la
medición una reducción del objeto” (Cottet, 207). De ahí la necesidad
de tener un criterio de representatividad de esa parcialidad o reducción
o dicho en términos simples, cómo hacer que la muestra seleccionada
tenga cierta validez o represente de la manera más completa aquello
que se busca conocer.
Según Cottet, la pregunta respecto a la cantidad de la muestra es
una pregunta que hace referencia a lo espacial: “¿Cuántas posiciones
que se representan en una conversación (macro) es posible de calificar
para un conjunto de conversaciones (micro) que den cuenta del
colectivo opinante?” (Cottet, 210). Retomando la metáfora del orden
social como una macro conversación donde distintas posiciones
conviven, cabe establecer para la muestra una especie de mapeo de las
eventuales posiciones en juego al interior del universo especificado
para levantar el diseño muestral de esta investigación.
De acuerdo a ello se ha establecido como un criterio (que es previo
a la aplicación de la herramienta metodológica), que las posiciones
refieren a distintas disciplinas del quehacer artístico, cada disciplina
(teatro, danza, artes visuales, etc.) representa una posición que es
factible de mapear y, de algún modo, fijar en la macro conversación del
orden social como un indicio de lo que hemos llamado colectivo de
opinión. Así cada informante será considerado como un vocero de un
grupo social específico y particular, por ejemplo, artistas visuales y de
otros más amplios y genéricos como los de artistas y productores
artísticos. Todos son artistas, pero además hay productores artísticos
En síntesis hay dos tipologías genéricas para caracterizar la
muestra y seis tipologías específicas, que pueden graficarse del
siguiente modo:
Pabst 77
a. Artistas: -artes visuales
-cuentería
-danza
-teatro
b. Productores artísticos: -artes escénicas (teatro y danza)
-música
De acuerdo a lo anterior, estarían representadas aquellas artes
que no constituyen industria, como el cine o la literatura, que si
forman parte de la industria cultural y que, por lo tanto, responden a
otros formatos de creación, producción, exhibición y comercialización y
a parámetros masivos de consumo, fuertemente mediatizados y que se
sustentan en una lógica de mercado. Estas características no están
presentes en las artes que no constituyen industria como el teatro, la
danza, las artes visuales y la música (al menos en su dimensión
performática y no comercial) y por lo tanto, prima el contacto directo
con el público, sin procesos de mediación asociados. La producción de
este tipo de artes también tiene una lógica personalizada y de algún
modo artesanal, pues no contempla reproducción de las obras a gran
escala ni cadenas productivas complejas, sino más bien trabajos
asociativos y de redes.
Por otro lado, hay un criterio de selección de la muestra en cuanto
a cantidad de informantes que es posterior o que actúa de manera
paralela a la realización de las entrevistas, pues a partir de este
ejercicio empírico fue posible identificar cierta estabilización en los
temas que emergían en los discursos, llegando a un grado de
redundancia que permite asociarlo a lo que Gainza llama “criterio de
saturación”, donde “la información que se recoge/produce no presenta
aspectos significativamente nuevos y diferentes, por lo cual de seguir
entrevistando se obtiene información que tiende a repetirse y que hace
posible suspender la aplicación de las entrevistas” (Gainza, 246).
Pabst 78
En tal circunstancia, cobra importancia lo que dicho autor llama
“informante clave”, cuyas características tienen que ver con el
conocimiento empírico que aquél sujeto posee de la realidad o
fenómeno que se investiga y que, además “es respetado por los demás
sujetos pertenecientes al escenario o realidad local investigada”
(Gainza, 249).
Siguiendo la lógica de que “las entrevistas cualitativas requieren
un diseño flexible de la investigación. Ni el número ni el tipo de
informante se especifica de antemano” (Taylor y Bodgan, 108), se llegó,
a través de un proceso exploratorio, que incluyó una evaluación a
medida que se transcribían las entrevistas, a determinar en un
momento dado que el material con que se contaba era suficiente.
Con estos criterios se seleccionó una muestra de siete informantes
claves, reconocidos en el ámbito artístico local, con conocimiento
suficiente del medio y con el potencial de representar una cierta
vocería en cada uno de sus colectivos de opinión, tal como fueron
caracterizados más arriba en este apartado.
Así, la validez de esta muestra está dada, no por un criterio de
representatividad estadística, sino por una intensa relación cognitiva
que busca permanentemente profundizar en el fenómeno en estudio a
través de la intersubjetividad de los informantes, que, a su vez, permite
adentrarnos en sus representaciones sociales, significados y
construcciones simbólicas. Como lo ha planteado un antropólogo
chileno, “La representatividad no obedece a cantidades, sino que a los
puntos de saturación que se reflejan en los grados de redundancia de
los contenidos comunicativos que se van registrando” (Arnold, 345). En
sobre esta base se pudo decidir, a partir aproximadamente de la quinta
entrevista, que no se requería efectuar un importante número
Pabst 79
adicional, pues comencé a discurrir que los temas se volvían
repetitivos, sin nuevos aportes o potenciales hallazgos.
3.7.3 El acercamiento con los informantes
Es preciso hacer una breve caracterización previa del tipo de
informante al que esta investigación debió convocar para obtener el
material empírico necesario. En general se trata de personas con un
grado variable de formación profesional en el ámbito artístico y en la
respectiva disciplina que cada uno cultiva, algunos con
especializaciones y estudios de post-título, pero todos con inquietudes
intelectuales y, diría, con una cierta vocación crítica centrada en temas
y fenómenos actuales.
Habiendo determinado que en el perfil de los informantes debía
considerarse el hecho de que fueran artistas que desarrollaran su labor
de creación, puesta en escena o producción en el espacio público,
comencé la búsqueda entre las redes de contactos, sondeando y
chequeando algunos nombres potenciales. Sin duda la cercanía y
compromiso con el ámbito artístico por motivos laborales13, me facilitó
el trabajo de llegar a mis informantes.
Al ser abordados y requeridos para participar en la investigación
todos se mostraron dispuestos a colaborar, siempre siendo prevenidos
de que les demandaría un tiempo seguramente valioso en sus agendas.
No siempre fue fácil coordinar y hacer coincidir los tiempos, lo cual en
alguna medida incidió en el hecho de que el proceso de las entrevistas
13 Desde antes de egresar de la carrera hasta hoy me he desarrollado como gestora cultural vinculada a instituciones artísticas independientes, luego en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, a cargo del área de cultura del Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso, más conocido como Plan BID y nuevamente en el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Pabst 80
comenzara en octubre de 2006 y culminara en mayo de 2007, a lo cual
se sumó también el intenso ritmo laboral que llevo desde mi egreso.
Pese a lo dilatado del trabajo de campo, decidí seguir adelante (no
pocas veces me cuestioné este hecho), mientras intentaba, en la praxis,
afinar el instrumento metodológico elaborado en el sentido de lograr
encuentros asertivos y productivos con mis informantes.
En términos generales, las entrevistas tuvieron una duración
promedio de dos horas cada una, exceptuando una cuya duración
excepcional fue de cuatro horas, por lo que requirió más de un
encuentro con la informante. Así fui componiendo una muestra que al
final del proceso quedó compuesta por los siguientes informantes:
1. Edgardo Canales: Licenciado en artes, chileno, 37 años, reside
en Valparaíso, ha desarrollado su obra vinculada a la instalación
y la intervención visual en el espacio urbano.
2. Nataly Aller (Pécora): artista visual autodidacta, chilena, 36
años, reside en Valparaíso, se ha desarrollado como muralista y
cultora del street art o arte callejero.
3. Rocío Rivera: bailarina y coreógrafa, chilena, 33 años, reside en
Valparaíso, dirige y organiza un Festival Internacional de Danza
Contemporánea, Danzalborde, cuyo foco principal es la
intervención del espacio urbano desde la danza y el cuerpo en
movimiento.
4. Juan Serafíni: actor y clown, argentino, 42 años, reside en
Valparaíso, desarrolla la metodología del teatro social o teatro
foro, y desde el clown y la comedia ha realizado teatro callejero y
de intervención social.
5. Iván Sánchez: diseñador y director teatral, chileno, 38 años,
reside en Valparaíso, se ha desarrollado como director artístico
Pabst 81
de las comparsas de Carnavales y espectáculos masivos en la
calle.
6. Mariana Romero: bailarina y productora de artes escénicas,
chilena, 34 años, reside en Valparaíso, se ha dedicado a producir
espectáculos de intervención artística en el espacio público,
donde confluyen la danza, el teatro y la música.
7. Patricia Mix: Cuentacuentos y productora artística, chilena, 43
años, reside en Valparaíso, coordinadora nacional del programa
de fiestas ciudadanas “Chile más Cultura” del Consejo Nacional
de la Cultura y las Artes.
Cada uno de ellos y ellas accedió a entregar su perspectiva sobre
los temas que se había planteado esta investigación y que estaban
contenidos en el instrumento metodológico o entrevista, en definitiva
una conversación, que sostuve con todos y todas.
Este ejercicio preliminar con los informantes, ya desde la primera
entrevista fue arrojando indicios valiosos que demostraron que antes
de llegar a un análisis más minucioso y sistemático, el investigador
puede ir trazando algunos hallazgos sutiles y recogiendo pistas que
irán articulándose y afianzándose hasta llegar a ser un constructo
plausible.
3.8 El procesamiento de la información: los primeros dispositivos de análisis
Una vez realizadas todas las entrevistas que se determinaron como
necesarias para obtener las unidades de información, me enfrenté a un
cúmulo de textos de un volumen no despreciable (61 carillas en total),
los que requerían ser abordados de algún modo.
Pabst 82
En este punto fue preciso volver a las dimensiones temáticas y a
las categorías de análisis establecidas en la etapa del diseño
metodológico, de modo de ordenar todo el material recogido de acuerdo
a los criterios de orientación que en esa etapa se establecieron.
Así, luego de leer las entrevistas completas, y dado que no es
posible en un análisis razonable trabajar con la totalidad de los datos
recogidos, se agruparon las respuestas de cada uno de los siete
informantes en forma de citas. Estas fueron seleccionadas de acuerdo
a su mayor grado de pertinencia a esta investigación (cuyos ejes son
espacio público, ciudadanía, arte) y según la vinculación con cada una
de las categorías de análisis levantadas para aterrizar las tres
dimensiones.
Para cada entrevistado se construyó una matriz que agrupaba por
categoría las citas más relevantes y con sentido para esa categoría
específica. El resultado fue un cuadro que dispusiera la información
ordenadamente y de una manera fácil para visualizar:
Dimensión Espacio Público (EP) / Informante 1: USO APROPIADO del EP
-Que estén bien pensados. Yo he visto tantos errores en cuanto a cómo integrar al ciudadano. Se hacen cosas que muchas veces son inútiles. En la plaza Sotomayor es triste, hicieron todo un decorado muy bonito, sacaron las veredas y pusieron unas cositas para diferenciar donde tú caminas y donde no caminas; la gente no esta acostumbrada a eso, porque era todo plano, la gente estaba acostumbrada a que había una vereda, 15 cms. Y calle. Entonces si los pones en un nivel, se asustan, a pesar de que están las cositas y las cositas de a poco se fueron chocando y ya no hay, además que pusieron una especie de azulejos negros, que no estaban pensados para el peso de los vehículos y esta la escoba. Eso es una mala forma de invertir en un EP, es una pena el lugar como esta. -Que se sepa integrar a la gente. Se necesita un grupo interdisciplinario para armar un EP y que sea accesible a todo el mundo. Hay lugares que los intervienen de tal manera que la gente no va porque no los entiende o no le gustan.
Pabst 83
APROPIACIÓN CIUDADANA del EP
-Más que apropiarse yo creo que es cómo tú quieres y cuidas el lugar donde habitas, que es público, cómo lo cuidas, si los vas a rayar con el señor Paico o vas a ensuciar todas las áreas verdes, qué onda, ahí hay un problema bien fuerte. El tema de la apropiación tiene que ver con el cuidado y con el respeto, tienes que querer el lugar, si lo quieres no puedes estar dejando envases de bebidas, trapos, si no cuidas el lugar estamos mal.
PARTICIPACIÓN en el EP
-Las calles, visibilizo como EP la plaza Sotomayor, me dices EP y yo veo al tiro la imagen de Prat y las marchas, los puertazos. Pero eso es porque yo he trabajado mucho con este lugar, mis íconos para trabajar han sido la plaza Sotomayor, la Matriz. Entonces me hablas de EP y yo inmediatamente bajo al plan.
Valor del DEBATE en el EP
-Es un lugar de encuentro.
Rol del ESTADO en el EP
-Cuidarlo, invertir en él, de buena manera porque hay muchas políticas de inversión bastante mediocres y que sean no excluyentes, que integren. De repente se comete el error que los lugares más que generar encuentro, la gente se siente agredida por la manera en que lo intervienen o lo modifican.
Valor de la SOCIABILIDAD
-Ahí se genera una sociedad, en el intercambio de ideas, generas cultura, generas pensamiento. Si no se dan esos lugares de encuentro, no hay ideas, no hay pensamiento, no hay cohesión ciudadana, el contacto, el intercambio entre tu y yo genera algo. Y eso es lo que pasa ahora, que las ciudades son muy impersonales, por lo tanto no hay una integración.
Del mismo modo que en el extracto anterior, la operación se realizó
con cada informante, con lo cual la cantidad de información se redujo
de las 61 carillas originales a 49, donde se encontraba, grosso modo, la
información más atingente a lo que buscaba esta investigación. Se
trató de un primer proceso de filtrar todo el material con un primer
barrido y ordenarlo según las pautas de orientación construidas.
Con este primer ordenamiento de la información, se leyó
nuevamente, reflexionando en torno a las distintas categorías y al
discurso expresado en las palabras de cada uno de los informantes.
Cabe aquí señalar el hecho de que el análisis parte, en cierta medida,
en la realización misma de la entrevista, donde como investigador nos
encontramos atentos a lo que pronuncian nuestros entrevistados,
Pabst 84
tomando notas de algunas afirmaciones o pidiéndoles que ahonden en
algún tema específico.
Un segundo paso para abordar la información fue transformar la
matriz-filtro mencionada e ilustrada más arriba, en una suerte de
resumen de citas, agrupadas igualmente por categorías, pero
incluyendo en cada categoría lo dicho en torno a ella por todos los
informantes, a partir de las mismas citas recogidas por la matriz y
agregando a ello un elemento de reflexión o interpretación, como se
muestra a continuación:
Dimensión > Ciudadanía / Categoría > Valor de la Participación Ciudadana:
Citas Reflexión -Te guste o no, la situación de Norteamérica tiene una gran gracia, que los ciudadanos son capaces hasta de echar presidentes, cómo el peso ciudadano es tan fuerte, que no se puede abusar de él, acá se abusa, porque el ciudadano no exige sus derechos (informante 1) -Es vital, porque es masa crítica. Se necesita que mucha gente en Valparaíso haga esto, mucha gente y no como especialistas, sino que como talleres comunitarios, recuperación de espacios. Yo siempre digo, si cada artista de Valparaíso hiciera una obra en el EP, Valparaíso sería la ciudad con más arte en todo el mundo (informante 2) -La ciudad es del ciudadano. Si la gente no participa, finalmente el rol de los políticos y el rol de las estructuras que están haciendo que la ciudad funcione es súper ficticio y es como vivir adentro de una casa prestada … la ciudadanía tiene un rol súper importante ahí, porque si no estas
Hay una valoración de la
participación ciudadana como una
manera de producir cambios sociales
y al mismo tiempo como una
herramienta de decisión, expresión de
opinión y posibilidad de tomar
posición ante temas de interés
común.
Pabst 85
viviendo una vida que no te pertenece, donde las decisiones están definidas por otros (informante 3) -Genera que el ser humano se haga cargo de las cosas que construye o destruye. Entonces hay que participar, hay que formar opinión, me parece bueno que la gente sea partícipe en una sociedad tan paternalista o maternalista como la que estamos viviendo. La participación genera, me parece, el romper con el concepto tradicional de familia, en donde los niños se callan y los padres hablan (informante 4) -Creo que es la única que puede exigir, de ahí parte todo, o sea, si la gente no se organiza y no es capaz de exigir no va ocurrir nunca nada (informante 5) -Genera compromiso, porque visibiliza demandas, porque genera grupos humanos activos y no adormecidos en el consumo y embobados con las nuevas tecnologías, ciudadanos que salen de sus mundos privados para ser parte del mundo colectivo. La participación ciudadana es una fuerza de activación (informante 6).
Hecho esto con las 29 categorías, el material se sintetizó de 49 a
24 carillas. Luego, se agruparon las citas una vez más, en esta
oportunidad, con un criterio de similitud, es decir, aquellas citas que
apuntaban hacia una misma idea se juntaron y a cada agrupamiento
de citas se les proporcionó una suerte de titular que extractaba lo
medular del conjunto de citas que coincidían en el punto de vista.
Así, para las mismas citas y categoría anteriores el resultado
fueron dos bloques de citas con su respectivo título o frase explicativa
en negrita y cursiva:
La participación impacta de manera concreta en la realidad social modificándola
Informante 1: Te guste o no, la situación de Norteamérica tiene una gran gracia, que los ciudadanos son capaces hasta de echar
Pabst 86
presidentes, cómo el peso ciudadano es tan fuerte, que no se puede abusar de él, acá se abusa, porque el ciudadano no exige sus derechos
Informante 2: Es vital, porque es masa crítica. Se necesita que mucha gente en Valparaíso haga esto, mucha gente y no como especialistas, sino que como talleres comunitarios, recuperación de espacios. Yo siempre digo, si cada artista de Valparaíso hiciera una obra en el EP, Valparaíso sería la ciudad con más arte en todo el mundo
El valor de la participación esta en poder decidir y tener opinión frente a los temas y situaciones que nos competen
Informante 3: La ciudad es del ciudadano. Si la gente no participa, finalmente el rol de los políticos y el rol de las estructuras que están haciendo que la ciudad funcione es súper ficticio y es como vivir adentro de una casa prestada… la ciudadanía tiene un rol súper importante ahí, porque si no estas viviendo una vida que no te pertenece, donde las decisiones están definidas por otros.
Informante 4: Genera que el ser humano se haga cargo de las cosas que construye o destruye. Entonces hay que participar, hay que formar opinión, me parece bueno que la gente sea partícipe en una sociedad tan paternalista o maternalista como la que estamos viviendo. La participación genera, me parece, el romper con el concepto tradicional de familia, en donde los niños se callan y los padres hablan.
Informante 5: Creo que es la única que puede exigir, de ahí parte todo, o sea, si la gente no se organiza y no es capaz de exigir no va ocurrir nunca nada.
Informante 6: Genera compromiso, porque visibiliza demandas, porque genera grupos humanos activos y no adormecidos en el consumo y embobados con las nuevas tecnologías, ciudadanos que salen de sus mundos privados para ser parte del mundo colectivo. La participación ciudadana es una fuerza de activación.
Este ejercicio se llevó a cabo con cada una de las 29 categorías, lo
cual permitió una nueva síntesis en la información que se ajustó, esta
vez, a 24 carillas, y posibilitó un paso más en la comprensión del objeto
de estudio.
En una última etapa del procesamiento de la información, se
prescindió de las citas de los informantes, dejando expresado sólo lo
medular de lo dicho por ellos a partir de las frases explicativas que en la
etapa anterior sirvieron para agrupar las citas y que aparecen en negrita
Pabst 87
y cursiva. Este último peldaño en el proceso de síntesis de la
información, arrojó una suerte de pre-conclusiones para cada una de
las 29 categorías que orientaron la construcción del instrumento
utilizado en la obtención de las unidades de información. Así, el
resultado fueron cinco carillas donde estaba el extracto esencial de los
discursos procesados y las posiciones expresadas, según se muestra en
el siguiente fragmento que corresponde a la Dimensión Arte:
Categoría Posiciones expresadas
Rol del artista -El artista es considerado como un develador de realidades, como quien ve más allá de lo evidente y por ello se convierte en un facilitador de procesos de transformación o impulsor de acciones. -El artista es un articulador entre lo real cotidiano y lo poético o imaginario.
Relevancia del concepto de creatividad
-La creatividad adquiere sentido si esta al servicio de la capacidad del arte de conmover y construir subjetividad. -El mayor valor del arte radica en rescatar y hacer trascender un momento determinado de la realidad. -El arte es un medio para el descubrimiento personal y, por lo tanto, de valoración de la propia subjetividad.
Relación entre arte y cultura
-El arte está contenido por la cultura, que es un contexto mayor. -El arte y la cultura son equivalentes o son indisociables, hay una relación de interdependencia entre ambos. -El arte y la cultura son dos ámbitos distintos que no se pueden igualar.
Relación del arte con el público
-El público se convierte en un participante y “creador” de una obra en pos de una transformación (visión de un público individual). -Se otorga importancia y valoración a la subjetividad del público al enfrentarse al arte, se reconoce una relación de comunicación (visión de un público individual e incluso personalizado).
Pabst 88
-El arte se acerca cada vez más al público y no al revés (visión de un público colectivo). -El público de consumo no se interesa en el arte (visión de un público alienado).
Relación del arte con lo público
-El arte en lo público no puede ser neutro, siempre esta diciendo algo. -El arte activa los espacios públicos, les da significados nuevos, los humaniza al poner vida y dinamismo en ellos. -El arte se incorpora, se instala cada vez más en los espacios públicos frente a un arte que sólo se instala en un espacio sacralizado para ello.
Función social del arte
-El arte es un medio de crítica pública a la realidad social. -El arte tiene la capacidad de ser educador, y logra visibilizar los imaginarios colectivos. -El arte es un medio para la autovaloración. -El arte abre la posibilidad de activar o modificar el cotidiano, la realidad social a partir de su capacidad de con-mover y vitalizar.
Al llegar a este punto, en que las unidades de información han sido,
chequeadas una y otra vez, han superado ciertos puntos de saturación,
han sido filtradas y se las ha reducido a lo medular de las posiciones en
juego en los distintos discursos, cabe introducirnos en el análisis de la
información recogida y procesada.
Pabst 89
IV. El análisis: un abordaje hermenéutico
Siguiendo la idea de la matriz lógica para el diseño metodológico
de una investigación, nos hallamos ante el tercer principio que
compone dicha matriz y que tiene un sentido de cierre, puesto que
aquí se despliegan los dispositivos finales de construcción de la
investigación que se inició con el ejercicio de objetivar un fenómeno y
los sujetos que lo configuran. En esta etapa de análisis, lo que se hará,
en rigor, es una “traducción de lenguajes habituales a lenguaje
científico” (Cottet, 212), se trata entonces de desarrollar ciertos
mecanismos de “lectura/escritura” de las unidades de información o,
como más comúnmente se les llama, los datos, para que puedan
adquirir el estatuto científico que exige toda investigación. Me atrevería
a hablar incluso de una acción de deconstrucción de los datos y una
posterior reconstrucción o presentación de los mismos en clave erudita
o académica.
Lo que se pondrá en marcha entonces, dado que se ha trabajado
con textos hablados que se han fijado físicamente e inscrito en un
discurso, es “un ejercicio analítico coherente con la noción de
comprensión (verstehen) al buscar identificar y examinar los
significados y sentidos que recorren y animan las respuestas verbales
de los sujetos bajo estudio” (Gainza, 222).
En consecuencia, apelamos en este ejercicio a lo que la
especialista en hermenéutica Teresa Ríos llama “filosofía de la
comprensión” para indicar “una vía de acceso a la dimensión de los
sentidos en el plano de la investigación” (Ríos, 52) a través del lenguaje
como elemento mediador y configurador privilegiado de la experiencia
Pabst 90
humana. Por medio de la interpretación, digamos erudita,
reconfiguramos aquello que ha sido dicho por nuestros informantes en
un ambiente conversacional, semiespontáneo y lo insertamos en lo que
Cottet llama “una modalidad de escritura hegemónica” para referirse a
“la investigación teórico-empírica que realiza la institución Ciencias
Sociales” (Cottet, 216).
Retomando la mirada reflexiva del segundo orden, caemos en a
cuenta de que lo que hacemos es explicar explicaciones o como lo
plantea Geertz, interpretar interpretaciones (las de los informantes), lo
cual tiene un valor para las Ciencias Sociales que no podemos
soslayar, pues esta acción interpretativa permite “inscribir” los
discursos sociales, visibilizándolos, logrando con ello apartarse “del
hecho pasajero que existe sólo en el momento en que se da y pasa a
una relación de ese hecho que existe en sus inscripciones y que puede
volver a ser consultada” (Geertz, 31). El intento entonces se centra en
realizar un abordaje hermenéutico que, si bien tiene entre sus
características la de ser micro en relación al orden social, sea
igualmente extrapolable como indicador de lo que ocurre en un ámbito
de la vida cotidiana, que es donde las personas urden esas tramas de
significación a las que alude Geertz y que les otorgan sentido a sus
acciones.
Hay, diría, una suerte de doble direccionalidad en el análisis
hermenéutico que se plantea, ya que, por un lado, siguiendo lo que
formula Araya en su propuesta de análisis interpretativo de entrevistas
“el acento deberá estar en lo No Dicho” (Araya, 14). Por otro lado, esta
manera de abordar las unidades de información ha de ser
complementada con la propuesta hermenéutica de la comprensión que
“no está dirigida a captar, en primer lugar, el habla que esta detrás del
texto, sino aquello de lo cual se habla, la cosa del texto” (Ríos, 56).
Pabst 91
Si bien tal planteamiento puede parecer paradójico, es parte y
resultado de las distintas e innumerables lecturas que se ha hecho de
los datos donde es posible identificar, coincidiendo con Cottet, tres
niveles de análisis: primero, la selección textual de las citas, segundo,
la conversión a “enunciados” temáticos y, por último, un nivel de
elaboración de lo enunciable, es decir de las relaciones subyacentes a
los discursos (en la exposición del análisis que sigue el orden es: los
enunciados, luego las citas textuales y lo enunciable). Es en cierto
modo, el ejercicio al que nos lleva a encontrarnos dando vueltas en el
“círculo hermenéutico” donde “toda interpretación que tenga como fin
la comprensión tiene que ya haber comprendido lo que intenta
interpretar” (Ríos, 55).
Lo que sigue es un análisis temático de las unidades de
información estructuradas en torno a la matriz de categorías de
análisis, la cual se expuso en el apartado 3.6.2, que determinó
distintas categorías operacionales para la obtención de la información
en cada una de la tres dimensiones que orientan esta investigación y
que han permitido dar respuesta a la interrogante planteada en el
capítulo referente a la metodología de este informe (apartado 3.1).
El procesamiento de la información, el análisis de los datos y las
conclusiones correspondes probablemente a las distintas fases
identificables en lo que ha sido este círculo hermenéutico. Los alcances
de este ejercicio aún permanecen en la timidez de estas páginas, es de
esperar que, como una espiral, este intento de comprender se amplíe y
multiplique en la apertura a otras miradas.
Pabst 92
4.1 El espacio público: lugar de uso, comunicación e interacción
Respecto a la primera categoría que se ha levantado para indagar
en la relación entre espacio público y ciudad es posible entender
varias cosas a partir de lo expresado por los informantes: primero, el
espacio público es un lugar que se usa, se habita, donde se participa,
donde la diversidad es posible; segundo, que la ciudad contiene en si
los espacios públicos, aunque ciudad y espacio público no son
sinónimos, en rigor, el espacio público es un segmento de la ciudad
cada vez más reducido y tercero, que la comunicación e interacción
son elementos esenciales del espacio público ciudadano, donde no hay
exclusión (en tanto la ciudad si es excluyente).
(Informante 2, entrevista) “La comunicación entre seres de todo tipo. Animales, personas, todo se relaciona ahí, es la oportunidad que tenemos de ver que cada ser es una oportunidad, es la oportunidad de comunicarnos y conocernos. O sea, yo encerrada en mi casa no voy a conocer a nadie”
(Informante 5, entrevista) “Para mi el espacio público no es la ciudad. La ciudad es un espacio más grande y el espacio público son pequeños segmentos, son pequeños oasis. Por ejemplo, la plaza Victoria, los días domingo es alucinante como espacio público (…) uno puede ver de todo, unos tipos bailando reggaeton, los Krishna cantando, los skaters por allá. Y de pronto si uno lo mira, todos los microsistemas que conviven en ese espacio, es realmente alucinante (…) pareciera que alguien lo hubiese organizado y nadie lo organizó y ahí hay respeto, hay escucha, hay convivencia, ahí hay un buen ejercicio. Y cuando me llevas a la ciudad, me parece que la ciudad es un territorio más político y no logro visualizarlo como espacio público”
La idea de que la comunicación es un elemento central en la
dinámica del espacio público está fuertemente instalada y todo lo que
allí ocurre es visto en esta perspectiva en que el co-habitar un espacio
implica necesariamente una acción comunicativa.
Pabst 93
Otra categoría importante es la de uso apropiado del espacio público, donde, al analizar el discurso que emiten los informantes (a
quienes también podemos identificar como voceros), se entiende que
aquello implica encuentro e integración de todas las diversidades y, al
mismo tiempo, que los espacios públicos son tales sólo en la medida
en que se hace uso efectivo de ellos.
(Informante 6, entrevista) “Como verdaderos espacios de encuentro de las diversidades de un lugar, y también con respeto y cuidado, con la conciencia de que es el lugar que habitamos, que nos acoge, donde una buena parte de nuestra vida transcurre aunque hoy nos estemos trasladando cada vez más a la privacidad de nuestras casas”.
Lo que prevalece en los diferentes discursos de los artistas-
voceros, es la idea de que el uso del espacio público no sólo es
importante porque es el espacio que nos pertenece a todos y todas,
sino que además es lugar donde se potencian las redes sociales, donde
ocurren fenómenos relevantes de nuestra vida cotidiana, ya que
aparece como un habitat tan importante al habitat privado. De allí la
relevancia de resguardarlo y preservarlo.
En relación a la apropiación ciudadana del espacio público
como tercera categoría se entiende en lo expresado por los
informantes, que debe estar marcada por el cuidado y el respeto hacia
el espacio público, lo cual se vincula al uso apropiado de ese espacio
que también implica el uso espontáneo y libre que se hace de él.
(Informante 4, entrevista) “El hecho de que la gente sienta que el espacio le pertenece realmente. Entonces si yo siento que esto es mío, no voy a tirar papeles, no voy a quemar los bancos... ahora, en cuanto lo siento como una cuestión no mía, ahí es donde creo que la gente se empieza a cagar en el espacio público.
Pabst 94
Tiene que ver con el cuidado y con el respeto, nos pertenece a todos, el espacio público es como nuestra casa”.
(Informante 3, entrevista) “La gente piensa que la calle es de
ella y voy y si quiero pinto la escalera porque es mi calle (…) tiene que ver con acciones concretas sobre el espacio público”.
La idea de sentir que hay un grado de pertenencia sobre el espacio
público es una clave cuya consecuencia inmediata, en términos ideales
sería el cuidado de un lugar que es potencialmente de todos y todas.
Esta es una percepción que tiende a repetirse y que tiene un trasfondo
que esta dado por el generalizado maltrato del espacio público que
tiene que ver con ensuciarlo, estropearlo, etc. Al mismo tiempo se
manifiesta una libertad en el uso del espacio público que es una
costumbre arraigada en la identidad de los porteños, que intervienen
sus espacios urbanos de manera espontánea.
En relación a la categoría de participación en el espacio público
aparece como evidente que es una idea que se relaciona
fundamentalmente con una manifestación, concreta, visible y de cierto
impacto, que genere un cierto dinamismo social, que la vez posibilite
encuentros, expresión pública de anhelos ciudadanos, etc.
(Informante 7, entrevista) “Para mi cotidiano, los espacios públicos están siendo concurrir a ciertas acciones comunes con otros. Voy a alguna manifestación, por ejemplo la otra vez fui a una que se hizo para legalizar el autocultivo o a marchas gay lésbicas, a temas que me mueven y me conmueven, o por ejemplo una acción de arte que se hizo en contra del femicidio, esas cosas me mueven al EP a encontrarme con otros, que están construyendo o haciendo las transformaciones de las que yo también soy parte”.
(Informante 1, entrevista) “Visibilizo como EP la plaza
Sotomayor, me dices EP y yo veo al tiro la imagen de Prat y las marchas, los puertazos”. Sin duda la idea de participación en el espacio público está
Pabst 95
marcada por un ejercicio de visibilización de propuestas, demandas,
deseos, discursos de distinto carácter que encuentran en el espacio
público una plataforma de expresión e incluso de difusión, de manera
que quienes se sientan interpelados pueden adherir a tales iniciativas.
Esto nos lleva a considerar también la idea de lo colectivo como otro
elemento presente en la idea de participación en el espacio público,
pues es posible leer en lo expresado por los informantes que no se
participa solo, sino con otros, de modo que la acción de participar
cobra una potencia que se sustenta en el hecho de ser una acción
conjunta y convocante.
Es interesante destacar que la categoría valor del debate en el
espacio público concitó unanimidad en nuestros voceros, respecto al
hecho de que se valora la posibilidad del encuentro, la interacción, la
contemplación y lo espontáneo de todo lo que ocurre en el espacio
público, con un carácter humanizador, por sobre la idea del debate,
que no es particularmente valorada e incluso no fue mencionado por
ninguno de los informantes como elemento relevante del espacio
público.
(Informante 1, entrevista) “Es un lugar de encuentro”. (Informante 5, entrevista) “La convivencia, la espontaneidad,
que todo pueda ocurrir ahí, que todo y nada pueda ocurrir y que nadie se asombre y que todos lo encuentren orgánico, que sea natural que no venga alguien a organizarlo”.
(Informante 6, entrevista) “Esa posibilidad de interacción (…)
El interactuar de sujetos que no se conocen, que no se han visto y que tal vez no se vuelvan a ver, o tal vez si. Ese tejido humano, ese flujo de miradas, indiferencias, intencionalidades que suceden allí es realmente potente (…) lo que ocurre en el espacio público es único, pues es producto de un habitar particular y no ha sido convocado ni creado por ninguna otra instancia”.
Pabst 96
No hubo mención al debate como un elemento fundamental del
espacio público, lo cual no necesariamente indica que no se le valora,
aunque si es posible afirmar que no es la característica más apreciada
o que no es una función fundamental o prioritaria en el contexto de los
fenómenos que tienen lugar en el espacio público. La idea del debate
parece evocar una configuración más bien clásica, donde la política es
un elemento articulador, frente a esta mirada donde se desarrollan
nuevos elementos de cohesión, no necesariamente vinculados a la
racionalidad política que intenta planificar el orden social, sino más
bien a la textura de la vida cotidiana, cuyos códigos son más
espontáneos y casuales.
El rol del Estado en el espacio público como categoría de
análisis permitió identificar ciertas expectativas en torno a esa relación
que es vista en términos de obligatoriedad, es decir, el Estado debe
efectuar determinadas acciones: por un lado debiera funcionar como
facilitador del encuentro y la comunicación en el espacio público y, por
otra, tiene la obligación de generar infraestructura adecuada y cuidar
el espacio público para que todos puedan usarlo. Entonces, se le
hacen requerimientos de tipo comunicacional y al mismo tiempo de
índole material y urbanística.
(Informante 1, entrevista) “Cuidarlo, invertir en él, de buena manera porque hay muchas políticas de inversión bastante mediocres y que sean no excluyentes, que integren. De repente se comete el error que los lugares más que generar encuentro, la gente se siente agredida por la manera en que lo intervienen o lo modifican”. (Informante 6, entrevista) “Facilitar ese encuentro, fomentarlo, cuidarlo, permitir que se de en las mejores circunstancias… todos pagamos impuestos y por eso el Estado debe brindar instalaciones adecuadas para los ciudadanos, la infraestructura ciudadana es una obligación del Estado y no debiera ser excluyente”.
Pabst 97
(Informante 7, entrevista) “Cualquier cosa que se haga en los espacios públicos desde el Estado, desde la poda de los árboles pasando por los asientos, las plazas, la actividad cultural o lo que sea o ver el tema de sanidad, lo que fuera tiene que, de alguna forma, observar y dialogar con el entorno… debería procurar ser un facilitador de la manutención de esos EP desde todas las perspectivas, desde la perspectiva arquitectónica, vial, urbanística, cultural, de salud”.
También emerge una perspectiva crítica hacia la manera en que el
Estado ha llevado su rol en el espacio público, sin incorporar algún
grado de participación o de mirar el contexto y los sujetos que lo
habitan. Se vuelven a vincular los conceptos de comunicación,
participación, encuentro y posibilidad de uso.
En lo relativo al valor de la sociabilidad en el espacio público,
nuestros voceros-artistas le otorgan una importancia radical al
encuentro con otros, ya sea para generar vínculos sociales, para
comunicarse o para conocerse y conocer.
(Informante 5, entrevista) “Es alucinante. De hecho yo creo que ahí está lo que buscamos con Danzalborde. De hecho si alguien nos pregunta cuál es la misión de Danzalborde, es súper simple, o sea poner un poco de poesía desde el cuerpo en espacios públicos y que la gente lo vea y se encuentre, hable, charle de otra forma, vea de otra forma, se lleve un suspiro de otra forma”. (Informante 7, entrevista) “En los espacios públicos, si es que no hay un sentido del cual te sientas parte, de una construcción de algo, como de la identidad, de tu espacio para algo en lo que te encuentras con otros, a mirarlo a conocer, a mirarte a ti mismo también frente al otro… donde se te abre el mundo de la otra persona y a la vez se te abre el propio”.
Pareciera que allí esta la clave de la vivencia en el espacio público,
en la posibilidad de interactuar con otros y de establecer una
comunicación espontánea. Esta perspectiva en que la sociabilidad se
valora con especial intensidad es recurrente a lo largo de las distintas
Pabst 98
entrevistas, poniendo en cierto modo de relieve una vez más que la
lógica de la racionalidad instrumental pasa a ser secundaria frente a
un énfasis en el desarrollo humano basado en componentes más
cercanos a lo emocional.
Otra categoría de análisis que pareció insoslayable para indagar
sobre los discursos en juego fue la incidencia de la globalización en el espacio público, fenómeno controversial que tiende a ser visto
desde dos ópticas disímiles. Por un lado, la globalización es percibida
como perjudicial, ya que provoca una fuga generalizada del espacio
público (“en casa estas conectado al mundo”) y estandariza a las
personas y sus modos de consumo. Por otro, es valorada como una
herramienta de información e inmediatez que permite una mayor
aceptación de la creciente diversidad a la que se tiene acceso.
(Informante 1, entrevista) “La globalización desde el punto de vista tecnológico, ha generado un conflicto, porque te hace olvidarte de que vives en una ciudad, por lo tanto te genera un no deseo de circular en ella, hay un perjuicio… el problema es la identidad y la nacionalidad, que se esta empezando a perder”. (Informante 6, entrevista) “La globalización ha aumentado el grado de diversidad que uno puede ver en los habitantes, los sujetos y eso creo que es beneficioso para la tolerancia, la integración, la multiculturalidad, en fin. Y por otro lado, desde el punto de vista económico ha generado una ansiedad enorme por consumir la multiplicidad y multitud de productos provenientes de otros mercados y eso no tiene que ver con nada más que con la relación costo beneficio y cuando las actividades humanas se miden con esa vara, pues me parece un poco pernicioso”.
La globalización es percibida en términos de pérdida de valores
fundamentales (la sociabilidad, el uso de la ciudad, la identidad, etc.) y
como ganancia de valores nuevos y positivos (la diversidad, la
tolerancia, la multiculturalidad), así como de otros negativos (la
supremacía de criterios de mercado para medir las relaciones, el
Pabst 99
consumo desmedido y la estandarización). Eso en términos más bien
generales, pero al mirar específicamente el espacio público, los
discursos tienden a confirmar el diagnóstico de un abandono
progresivo de ese lugar y un deterioro de las dinámicas sociales que
allí se generan.
4.2 Ciudadanía: participación en el territorio e identidades en proceso
En la primera categoría de análisis de la dimensión ciudadanía, se
buscó indagar en el valor de la participación ciudadana como un
elemento que ayuda a configurar esta dimensión y que le otorga
densidad y contenido, permitiendo que se expanda su significado de la
formalidad del concepto a su operatividad real. En este sentido, queda
expresado que la participación ciudadana impacta de manera concreta
en la realidad social modificándola y que su valor está en poder decidir
y tener opinión frente a los temas y situaciones que nos competen a
todos y todas.
(Informante 1, entrevista) “Te guste o no, la situación de Norteamérica tiene una gran gracia, que los ciudadanos son capaces hasta de echar presidentes: como el peso ciudadano es tan fuerte, que no se puede abusar de él; acá se abusa, porque el ciudadano no exige sus derechos”.
(Informante 3, entrevista) “La ciudad es del ciudadano. Si la
gente no participa, finalmente el rol de los políticos y el rol de las estructuras que están haciendo que la ciudad funcione es súper ficticio y es como vivir adentro de una casa prestada… la ciudadanía tiene un rol súper importante ahí, porque si no estás viviendo una vida que no te pertenece, donde las decisiones están definidas por otros”.
Es interesante notar que la ciudadanía se tiende a asociar
empíricamente a la ciudad, al habitar un territorio inmediato más que
Pabst 100
a una estructura mayor como el Estado, es decir, como lo plantea
Jordi Borja habría una suerte de resurgimiento de las ciudades como
referente o eje de la ciudadanía, pues el concepto político-jurídico de
Estado parece estar poco ligado a las acciones ciudadanas efectivas,
mientras el territorio se constituye en su plataforma natural.
En cuanto al valor de la pertenencia es posible identificar la
importancia de tener conciencia de dónde somos y de reconocer el
vínculo con los orígenes. Así mismo, la pertenencia no es un fenómeno
estático ni unívoco, sino más bien tiende a ser variable y múltiple o
diversa.
(Informante 2, entrevista) “Yo más que identificarme con la nación Chile, me identifico con su territorio. Estoy muy orgullosa de haber nacido en este lugar y no viviría en otro territorio que no fuera mí territorio, que es de donde yo vengo, quien soy”.
(Informante 6, entrevista) “Hoy la gente ya no se agrupa en
torno a un ideal, con suerte se agrupa y desagrupa dependiendo de la contingencia, de gustos específicos, no se, de mil cosas dependiendo del momento, lo cual me parece completamente válido… los dogmas y las pertenencias inamovibles ya no existen demasiado excepto quizás en los fundamentalismos islámicos”.
Se aprecia que la noción de pertenencia está ligada a la de
identidad o más bien a la de identificación, a la idea de dónde se ubica
cada uno en un mapa de sentidos, de significaciones, de emociones y
de afectos, más que en una lógica institucional o de estructuras
políticas.
Por su parte, en la categoría relación entre ciudadanía e identidad, esta última se relaciona nuevamente, de manera
importante, con el territorio y también con la nacionalidad. Pero en
este caso, la ciudadanía no se escoge, es un estatus predeterminado
Pabst 101
que permite tener derechos, frente a la identidad que, al igual que la
pertenencia se presenta como múltiple e incluso contradictoria.
Adicionalmente, la identidad es percibida como una construcción
desde el Estado, donde resalta un afán homogenizador dentro de una
diversidad.
(Informante 1, entrevista) “Piensa en el caso, por ejemplo de los hijos de exiliados, que tienen un problema de identidad heavy, yo me acuerdo de un documental de un compadre que se fue a Cuba siendo un adolescente y le decían el chileno, luego se vino a Chile y le decían el cubano. Si no tienes raíces, de dónde te agarras”.
(Informante 7, entrevista) “¡Un pie de cueca en San Pedro de Atacama! Allá la gente baila saya, no baila cueca y la china era con traje floreado y el guaso con espuelas y yo decía, qué mierda hacen bailando cueca en San Pedro de Atacama… es muy heavy y con eso chileno hegemónico es como cohesionan y esa identidad vale hongo, así vale hongo, es como si pintara toda la casa del mismo color y todos los cuadros del mismo color, es como eso”.
Nuevamente el tema del territorio y de lo que allí acontece cobra
relevancia, pues hay una dinámica propia de lo cultural que sólo se da
allí y que es preciso valorar como componente de la identidad;
entonces es posible señalar que habrá tantas identidades como
territorios e incluso como microterritorios existan y con estos
parámetros, podría decirse “a escala humana”, el territorio nacional es
sólo un referente instalado desde el Estado y en torno a una identidad
también construida desde allí como mito fundacional y épico, en
ocasiones sin conexión con la especificidad de lo micro contenida en el
territorio inmediato.
Frente a esta categoría cuya lógica interna es la de aglutinar,
agrupar o unificar según criterios más bien macro, al indagar en la
relación entre ciudadanía y diversidad, esta última aparece como
menoscabada frente a una identidad hegemónica de ciudadano
Pabst 102
homogenizado o estandarizado.
(Informante 7, entrevista) “Somos tan chilenos nos caen mal los peruanos… hay miradas súper hegemónicas y estigmatizadoras y rigidizadoras de lo que somos, porque no aguanta la diversidad. Por ejemplo cuando hicieron los consultorios en todo Chile, a principios de los ochentas que empiezan a municipalizar la salud primaria y hacen consultorios en todo Chile, el modelo de consultorio tenía la ventanilla de entrega de leche hacia el pasillo, desde Arica a Punta Arenas, o sea, lo que significaba hacer cola a la intemperie en Punta Arenas o en Coyhaique o en Puerto Montt o en Antofagasta o en Arica, en Santiago, es distinto, eso es lo hegemónico de lo chileno, me entiendes: lo central, lo ciudadano, lo blanco, lo hombre y estas otras estigmatizaciones”.
La diversidad en relación a la ciudadanía parece un concepto poco
instalado, si bien en la discusión académica o erudita aparece como
un tópico que tiende a consolidarse. En la práctica parecieran primar
criterios e uniformidad y de cierta ceguera ante los contextos
territoriales, culturales, etc.
Otra categoría vinculada es la de valor del reconocimiento,
donde se plantea que el reconocimiento de la condición de ciudadano
implica una mejor calidad de vida y una validación como partícipe de
un orden social.
(Informante 3, entrevista) “Aunque la persona no quiera igual es ciudadano lo que le puede servir es asumirse como tal y a través de eso buscar apropiarse de lo que tiene, de su entorno, de las decisiones”.
(Informante 6, entrevista) “Ser ciudadano es mejor que no
serlo. Esto queda muy claro con el tema de la inmigración que es un asunto de peso mundial. Los inmigrantes llegan a un país y no son considerados ciudadanos, son mal tratados, explotados, marginados y una serie de situaciones que son irregulares en condiciones normales de ciudadanía. Ser ciudadano es una condición básica para poder vivir la vida dignamente, humanamente”.
Pabst 103
El reconocimiento de la ciudadanía se asocia a contar con
derechos básicos, respetados tanto por las instituciones como por los
pares ciudadanos. Queda también resonando la idea del propio
autoreconocimiento de la condición de ciudadano que permite hacer
efectivos, desde el sujeto, los derechos que ese estatus otorga,
situación que aparece como tanto o más importante que el
reconocimiento externo.
En cuanto al rol del Estado en relación a la ciudadanía, el
Estado es visto como un ente educador, como un soporte material para
la ciudadanía y cuyo papel debiera ser el de constituirse en un
impulsor de la participación ciudadana o en un organismo
empoderador de los ciudadanos.
(Informante 1, entrevista) “Las instituciones que están ligadas a lo que tiene que ver con prevención de drogas, por ejemplo, la labor de las bibliotecas, la educación, para bien o para mal son un aporte”.
(Informante 5, entrevista) “Cuando estuve en Montevideo, una
de las políticas nuevas era que hay fondos públicos donde la ciudadanía vota por barrio en qué quiere invertir cierta cantidad de recursos, ya por ejemplo, para el Cerro Bellavista hay dos millones y va toda la ciudadanía, toda la gente que vive en el cerro Bellavista y algunos quieren pavimentar una calle y otros quieren poner luces y otros quieren poner flores … la gente va y vota y escogen cómo quieren invertir el dinero de la comunidad para mejorar su comunidad … me parece un ejercicio súper bueno”.
La función educadora del Estado no es puesta en duda, más bien
lo que se cuestiona es la calidad de esa función, que es un tema que
ha cobrado inmensa relevancia en el contexto actual. Por otro lado, la
idea de que el Estado desarrolle mecanismos que abran la
participación de los ciudadanos a los asuntos de interés público, nos
Pabst 104
habla de la percepción de una falta de estos mecanismos en el Estado,
como estructura que debe articular la experiencia de ciudadanía.
En relación a la vinculación entre ciudadanía y nacionalidad,
una vez más aparece el nexo con el territorio, además de vislumbrarse
una pérdida del valor de la nacionalidad. Igualmente se entiende que
existe una relación directa entre nacionalidad e identidad, si bien lo
nacional es percibido como un bloque homogéneo (o con afán
homogenizador), que invisibiliza los matices y las diversidades
culturales.
(Informante 3, entrevista) “La nacionalidad es una circunstancia, es una circunstancia territorial. El valor que tiene es que socialmente tu estas organizado con una gente y funcionas con esas leyes”.
(Informante 7, entrevista) “Hay cosas que nos pasan a todos los que estamos en un límite impuesto o no… Ahora independiente de eso, adentro de eso -y eso es de repente lo terrible- hay un montón de naciones que se invisibilizan… lo nacional desde ahí debiera dejar de tratar de diferenciarse del afuera más cercano para abrirse a lo que le esta pasando adentro. Es importante que lo nacional no se convierta en una cosa monolítica”.
La nacionalidad parece tener importancia sólo en cuanto
constituye un soporte que nos hace compartir una manera de estar
juntos en un mismo territorio en lo social, es decir, de funcionar bajo
una lógica conjunta y no en cuanto es un criterio de unificación creado
para homogenizar. Por otro lado, la nacionalidad es percibida como un
mecanismo elaborado para distinguirse de otro externo que no
pertenece, que no se reconoce como parte de algo y cuya identidad no
aplica, por decirlo de algún modo. Así, frente a la diversidad que
emerge en esta mirada que plantean los informantes, lo nacional
pierde peso y espesor en el contexto ciudadano.
Pabst 105
La importancia del territorio es puesta nuevamente en el tapete en
la categoría que indaga la relación entre ciudadanía y ámbito local, ya se entiende que la ciudadanía se realiza o se concreta en el habitar
cotidianamente un territorio.
(Informante 2, entrevista) “Los movimientos ciudadanos que tenemos en esta ciudad, se han dedicado mucho al asunto arquitectónico, la modificación, los edificios. Se han ido a lo macro, cuando la necesidad urgente es transformar lo micro. Desde el mojón, es una lata, pero alguien tiene que hacerlo. Si yo soy capaz de empezar con un pequeño espacio y de ahí expandirme, soy capaz de cambiar la realidad. Pero si me voy de lo macro a lo micro, sí tal vez en algún momento vamos a llegar, pero creo que el camino es más lento, cuando nuestra necesidad es más micro que macro. Así que creo que debiera haber movimientos ciudadanos más por la limpieza de la ciudad para empezar y de ahí la primera capa de piel y de ahí los motivos y de ahí todo lo demás. Limpieza, reforestación, para empezar”.
(Informante 6, entrevista) “Hay una relación directa, nadie
más que la propia ciudadanía está vinculada al entorno inmediato, es justamente el ciudadano el que hace uso de ese entorno y por lo mismo debiera ser una relación armónica… la gente, el ciudadano promedio no valora su espacio vital, lo maltrata, lo ensucia, lo utiliza de mala manera, es que no hay una cultura ciudadana, lo que hay es una cultura del peatón, que sólo circula pero no habita sus espacios”.
Se trata, en cierto modo, de la relación más concreta y cercana con
el territorio, algo así como el área chica, para usar una metáfora un
tanto pedestre, donde se expresa la vivencia cotidiana de la
ciudadanía, por lo tanto es una relación donde se pueden leer diversas
implicancias, desde la idea de que en esa relación es posible encontrar
un indicador de la calidad de vida de la ciudadanía en su vinculación
con el entorno, hasta que la ciudadanía puede entenderse como un
concepto tanto más microscópico que lo que sugiere una noción más
clásica, desde lo político-jurídico, como estamos acostumbrados a
entenderla, es decir desde una macro-estructura como lo es el Estado.
Pabst 106
Se puede interpretar esta visión como, por un lado, una vuelta de la
ciudadanía a la ciudad como referente y elemento articulador y, por
otro, la valoración de lo local como un componente esencial de la
ciudadanía.
Respecto a la incidencia de la globalización en la ciudadanía,
existe, en el discurso de los informantes, la postura de que la
globalización genera una pérdida de sentido de las naciones por la
desterritorialidad de los fenómenos culturales y sociales, así como hay
otra postura que plantea que la globalización nos abre a la idea de un
ciudadano mundial. Una tercera posición expresa que con la
globalización las ciudades se vuelven lugares de tránsito homogéneos y
estandarizados, ya que se le vincula al mercado y a modelos de
consumo uniformes. Otra postura es la que plantea que la
globalización pone a disposición de los ciudadanos una gran cantidad
de información a través de los medios electrónicos y masivos, sin que
sea necesariamente información relevante o pertinente.
(Informante 3, entrevista) “Desde el punto de vista económico si tiene cosas nefastas, esta cosa del libre mercado, con la instalación de megamercados, supermercados, malls y todo eso, si tiene un acto súper dañino sobre la vida ciudadana. Como que las ciudades empiezan a ser grandes urbes para los autos, donde es peligroso andar caminando, donde los negocios de la esquina quiebran porque la gente va al supermercado. Por otro lado pienso que el sistema global de información tiene un lado positivo. Creo que la globalización económica es negativa porque esta tratando de igualar estándares que son irreales. Pero a la vez creo que a nivel de información, sí tiene algo positivo, que es democratizar un montón de cosas”.
(Informante 7, entrevista) “La globalización, desde donde viene
el fenómeno, desde donde está instalado, que en el fondo tiene que ver con la internacionalización total y absoluta de los capitales y de ahí todo lo demás, la información, las conexiones, etc. … es alucinante saber lo que está ocurriendo al otro lado del mundo, pero lo que me están contando del otro lado del mundo no tiene
Pabst 107
que ver con eso … Ahora tenemos un montón de información, re’ poco conocimiento y menos aún de sabiduría, que es todo lo inverso a lo otro a escala más local, más pequeña, que el señor del campo no tenía ni idea de lo que ocurría en Santiago, pero cachaba perfectamente cómo se venían los días, cómo tenía que regar”.
Una vez más se trasluce el impacto de un fenómeno, en este caso
la globalización, sobre el territorio, el lugar donde la ciudadanía se
desenvuelve en lo cotidiano. Este espacio inmediato se ve modificado
en su estructuración y dinámica, pues se entiende que el ciudadano
deja de tener el protagonismo que lo local le otorgaba para
transformarse en un agente de consumo que no tiene propiedad sobre
el espacio que habita, pues este se esta convirtiendo en aquello que
Augè ha llamado un “no lugar”. Junto con esta postura más crítica
hacia el fenómeno de la globalización, coexiste la idea de que la
cercanía, la inmediatez y el acceso a la información sin censura son
componentes valiosos, si bien no hay certeza de que la información
que circula ilimitadamente tenga realmente un valor para la
ciudadanía.
La última categoría de análisis de esta dimensión de ciudadanía
intentó acercarse un poco más al objetivo de la investigación al indagar
sobre la eventual capacidad del arte de fortalecer la ciudadanía,
donde quedó expresado que el arte tiene la capacidad de generar
conciencia, opinión, de educar, transformar, sensibilizar y permitir la
contemplación en el fluir ciudadano.
(Informante 2, entrevista) “En mi caso de los murales y graffiti, es una fusión súper valiosa, porque creamos autoestima. Al transformar y limpiar un espacio empezamos a crear autoestima y no solamente en el lugar donde lo hacemos, dignificamos los lugares donde lo hacemos y creamos autoestima en las personas a las cuales enseñamos que eso es posible y eso es muy bonito
Pabst 108
porque al generar autoestima yo genero preocupación por mi entorno y ya no me da lo mismo la bolsa de basura ahí… el arte público tiene una función social enorme, de transformación, de dignificación, de autoestima”.
(Informante 6, entrevista) “Incorporar lo lúdico, lo sensible, lo
expresivo y con ello la capacidad de contemplación que tan bien nos hace a los seres humanos, que estamos habituados a un hacer permanente”.
Es importante considerar que lo que de algún modo detona
cualquier cambio o fenómeno a partir del arte tiene que ver con su
visibilidad en el espacio ciudadano, no es llevar al ciudadano a un
lugar donde se produce arte, sino es instalar la lógica del arte y la
creación en la calle, donde el ciudadano transita y sólo a partir de esa
dinámica de hacer visible ciertas cosas, se gatilla la contemplación, la
toma de conciencia, la transformación, etc.
4.3 El arte: capacidad de crítica pública y racionalidad emotiva
Con esta dimensión y las categorías que guiaron las interrogantes
que se plantearon, se ha intentado llegar lo más cerca posible del
objetivo de esta investigación, que dice relación con determinar cuáles
son los aportes que puede realizar el arte a la revitalización del espacio
público, en el entendido que quienes mejor pueden informar respecto
al fenómeno del arte en el espacio público son aquellos sujetos cuya
experiencia y conocimiento están vinculados a dicho fenómeno de
manera directa.
A partir de esta dimensión, los informantes enfrentan
discursivamente, desde su propia práctica socio-cultural, la dicotomía
que, en gran parte, da pie a este trabajo. Por un lado, el desencanto
ciudadano y público por la política, sus actores y las lógicas sociales
Pabst 109
que propone y, por otro, una posibilidad de reencantarse y
reencontrarse en lo público desde otras prácticas culturales, distintas
a la política.
Así, al indagar primeramente sobre el rol del artista en la sociedad, las posturas en juego expresan que el artista es considerado
como un develador de realidades, como quien ve más allá de lo
evidente y que por ello se convierte en un facilitador de procesos de
transformación o un impulsor de acciones. Por otro lado, se le
considera un articulador entre lo real o cotidiano y lo poético o
imaginario.
(Informante 3, entrevista) “Es quien tiene algo que decir… es gracias a la mirada de los artistas que las cosas se modifican o que se establecen puntos de vista, se generan reflexiones o hasta acciones”.
(Informante 5, entrevista) “Es una persona que genera un
puente entre el universo del alma o espiritual y una cosa más carnal, más cotidiana”.
Por un lado, está el potencial efecto del arte sobre la realidad
propiamente, que es una consecuencia probablemente visible de una
acción u objeto artístico y, por otra parte, el vínculo que el arte genera
entre una racionalidad de tradición positivista y una racionalidad
emotiva, si se permite el término. Y en todo esto, el papel fundamental
del artista como gatillador de de estos movimientos tanto en lo externo
(la realidad, el orden social inmediato, etc.), como en la interioridad de
los sujetos sociales. Hay, sin duda, una alta valoración
(autovaloración, en rigor) de la función que cumple un artista en la
sociedad, asignándosele un estatus especial, cercano a un culto a la
personalidad o a ese rol particular.
Pabst 110
En torno a la relevancia del concepto de creatividad, se plantea
que la creatividad adquiere sentido si esta al servicio de la capacidad
del arte de conmover y de construir subjetividad. Otra postura indica
que el mayor valor del arte radica en rescatar y hacer trascender un
momento determinado de la realidad y una tercera posición expresa
que el arte es un medio para el descubrimiento personal.
(Informante 2, entrevista) “El valor es el momento y no la obra, por eso es registro, es registrar el momento, es registrar el momento donde se abre esa puerta cósmica, ya la obra no tiene ninguna importancia, ya era la obra, lo importante es el acto mágico que se realiza, más que la obra, por eso, es registro, tu no esperas que las cosas sean eternas en la calle, sino que son muy inpermanentes”.
(Informante 6, entrevista) “… (La obra)…Su poder de conmoción en primer lugar, o más simple aún, su sola presencia, su aura, eso inexplicable que nos lleva a sentir que vale la pena estar frente a ella”.
El arte en el espacio público pareciera tener valor en cuanto
comunica imaginarios (reales o ficticios) y gatilla algún grado de
activación o movilización de las emociones, pero no lo tiene en cuanto
mero objeto o acción estética, por lo tanto el criterio de la creatividad
pasa a ser secundario.
La categoría que indaga en la relación entre arte y cultura
permite identificar tres niveles de relación: por un lado la idea de que
el arte esta contenido por la cultura, la cual constituye un contexto
mayor; en segundo lugar, la relación de interdependencia que existe
entre ambos, donde el arte y la cultura aparecen como equivalentes o
indisociables y, por último, la postura de que el arte y la cultura son
dos ámbitos distintos que no se pueden igualar.
(Informante 1, entrevista) “El arte está dentro de la cultura”.
Pabst 111
(Informante 2, entrevista) “Debería ser lo mismo, no puede haber diferenciación porque cultura es todo lo que hacemos y el arte debería ser el gran asistente de la cultura, son cosas que tienen que ir juntas”.
(Informante 5, entrevista) “Creo que no son lo mismo. La
cultura es lo que se construye entre todos. Y arte creo que va a otro lugar, va a interpretar, va hacia una búsqueda de trascender, de traducir, en cambio la cultura me parece que es algo que se construye día a día en el cotidiano y te puede gustar o no, pero no puedes salirte de ahí”.
La cultura tiene un peso indiscutible en las posiciones expresadas,
que se vincula a su conexión con lo cotidiano y que es una suerte de
superestructura en la cual los seres estamos insertos más allá de
nuestra conciencia de ello. En ese contexto, en cierto modo forzado, el
arte pareciera ocupar un lugar excepcional, pues permite dar un salto
y traspasar la cotidianidad, al tiempo que puede eventualmente
“asistir” y enriquecer la cultura. Los discursos reflejan el otorgamiento
de una jerarquía especial al arte, mientras la cultura es lo corriente, lo
habitual.
Al revisar la relación del arte con el público se plantea que el
público se convierte en un participante y “creador” de una obra en pos
de una transformación; por otra parte, se le otorga importancia y
valoración a la subjetividad del público al enfrentarse al arte, se
reconoce una relación de comunicación. Existe también un diagnóstico
que caracteriza esta relación en el sentido de que el arte se acerca cada
vez más al público (al instalarse en el espacio público) y no al revés, al
mismo tiempo que se detecta que el público de consumo no se interesa
en el arte.
(Informante 2, entrevista) “No tiene que ser un público, tiene que ser también un participante de tu obra. No tiene sentido yo hacer para un público, sino que hacer para transformar, para que
Pabst 112
esa transformación ayude al otro a transformar su propia realidad, mostrarle que es posible”.
(Informante 4, entrevista) “Para mi el consumo artístico es
totalmente subjetivo y personal, porque está basado, desde mi punto de vista...es las vivencias que uno tiene en relación a esa obra que está viendo”.
(Informante 5, entrevista) “En la actualidad no hay público
para nada, sólo lo de consumo fácil, pero nada que te implique hacer un ejercicio, la gente no quiere pensar, en general, creo que todo está favoreciendo eso, creo que todo tiende al consumo rápido”.
Hay una insinuación de horizontalidad en las relaciones que
construye el arte con el público, donde este último está al mismo nivel
que el artista o creador, donde es necesaria una participación del
público; sin embargo aparece también una alta valoración del arte y
del artista como capaces de posibilitar que el público haga algo que le
es beneficioso. Por otro lado la importancia que se le da a la
subjetividad en esta relación vuelve a reforzar la idea de la
horizontalidad, de la relación directa entre arte y público, que es, al
mismo tiempo, una relación conflictiva, pues el público pareciera no
acercarse espontáneamente al arte, sino más bien lo rehúye, porque la
comprensión se vuelve compleja si se trata de un público habituado al
consumo de medios masivos, que es visto como un público alienado.
Respecto a la relación del arte con lo público, se plantea que el
arte en el espacio público no puede ser neutro, sino que siempre está
diciendo algo; igualmente se expresa que el arte activa los espacios
públicos, les da significados nuevos, los humaniza al poner vida y
dinamismo en ellos. Parte también de un diagnóstico de los
informantes es la percepción de que el arte se incorpora o se instala
cada vez más en los espacios públicos frente a un arte que se diseña y
elabora sólo para instalarse en un espacio sacralizado para ello.
Pabst 113
(Informante 2, entrevista) “La calle, todo lo demás creo que está obsoleto. Creo que encerrar el arte detrás de un vidrio es cobardía. El arte tiene que estar en la calle”.
(Informante 4, entrevista) “Lo que pasa con las obras de arte
en espacios públicos, es que las obras de arte a los espacios públicos les dan vida, y le dan significantes y significados”.
(Informante 6, entrevista) “Cada vez más el arte tiene la
posibilidad de salir de sus circuitos habituales, creo que eso es un aporte que viene de las industrias culturales, de lo masivo, de lo pop”.
Hay una valoración elevada de esta relación entre el arte y lo
público y hay un énfasis en la idea de cuan público debe ser el arte, de
la importancia que tiene que el arte se acerque cada vez más a lo
público y se exprese en los espacios que son de uso de todos,
generando un aporte que se vincula a lo simbólico.
En torno a la función social del arte, se entiende que el arte es
un medio de crítica pública a la realidad social, además de que tiene la
capacidad de ser educador y de visibilizar los imaginarios colectivos;
hay posturas que plantean que el arte es un medio para la
autovaloración y, por último, que abre la posibilidad de activar o
modificar el cotidiano y la realidad social, a partir de su capacidad de
conmover y vitalizar.
(Informante 2, entrevista) “El arte es súper potente. En el caso
del muralismo, cuenta nuestra historia, cuenta nuestros orígenes. De hecho, lo más bonito es que el muralismo es la única vanguardia latinoamericana. O sea a nivel de vanguardia, lo único nuestro es el muralismo, que surge en México. Por qué surge, porque había un alto índice de analfabetismo y en la revolución mexicana se dan cuenta de la necesidad de que el pueblo conozca su historia y el pueblo mexicano era analfabeto, así que con los libros no lo iban a lograr, entonces empiezan a pintar la historia de México en monumentales murales y ese es el valor que tiene,
Pabst 114
cuenta lo que somos, de dónde venimos, lo que queremos, cuáles son nuestros sueños”.
(Informante 7, entrevista) “Si (el arte) no sirve para transformar no sirve. Algo tiene que transformarse”.
Se le otorga una cualidad muy potente al arte, que ya no tiene que
ver con la idea de generar un goce estético, sino que tiene una función
mucho más radical que aquella que lo entiende como portador de un
mensaje estético. La idea de que el arte genera cambios y que modifica
la realidad social, lleva a pensar en un arte hondamente comprometido
con el contexto y con la contingencia, lo cual parece coherente con la
intervención del arte en el espacio público y a las lógicas que se dan en
esa relación.
Así, respecto a la función del arte en el espacio público, en la
perspectiva de quienes llevan a cabo este tipo de acciones, se plantea
que el arte es un elemento trasgresor y provocador del flujo urbano
rutinario y deshumanizado, que tiene la capacidad de ser un elemento
transformador del espacio público hacia una mayor conciencia de la
importancia de este espacio y una mayor autoconciencia del lugar que
ocupa el ciudadano en el espacio público y, por último, que el arte da
vida y otorga significados a los espacios públicos, los revitaliza, los
refresca.
(Informante 6, entrevista) “Desde la frescura hasta el riesgo, lo que hace que la obra sea mucho más viva, más integrada, que respire al ritmo de la calle. Esta esa frescura de por ejemplo ver una pequeña gigante por las calles de una ciudad donde los habitantes pasan a ser parte y a la vez a crear una ficción propia en torno a una obra, está la sorpresa, el misterio, el susto incluso, todas las emociones en estado de frescura”.
(Informante 7, entrevista) “Pasan muchas cosas en el espacio
público, pero podrían pasar muchas más si pudiéramos potenciar y relevar lo que ocurre en el espacio público, cuando hay
Pabst 115
intervenciones artísticas, cualquiera que sea… Todo es movimiento permanente… cómo no va a ser importante la intervención artística en lo público, porque es lo único que te está deteniendo un rato”.
El arte instala nuevas lógicas de funcionamiento y crea dinámicas
que el espacio público no posee, por lo tanto crea un mundo que no es
el cotidiano. De allí que tenga la capacidad de revitalizar, de poner
nuevo oxígeno en un espacio saturado de movimiento y ruido, es de
algún modo la posibilidad de un respiro y de una mirada distinta de lo
urbano a la que como habitantes nos hemos acostumbrado. El arte
viene entonces a desconfigurar, al menos temporalmente, ese hábito
urbano repetitivo, haciéndonos re-mirar nuestro entorno y a nosotros
mismos en ese fluir permanente.
Al indagar en la relación del arte con el concepto de democratización, queda expresado que el arte permite vivir la
subjetividad de manera completa, cosa que no ocurriría con la política,
humanizando con ello la democracia, además de que permite mirar la
realidad social desde nuevas lógicas, no sólo desde lo político o
racional; así mismo se plantea que el arte es capaz de reflejar distintas
miradas políticas, aportando con ello a la democratización de la
sociedad. Por otro lado, se indica que el arte se ha acercado a los
ciudadanos, ampliando el acceso y democratizando los bienes los
bienes culturales, a la vez que democratiza su propio sistema de
funcionamiento. Por último, se plantea la postura de que el arte
complementa la democracia, desde lo individual frente a lo colectivo.
(Informante 4, entrevista) “Esto de la participación del público y generar opinión y generar formas de elaborar los conflictos humanos”.
(Informante 7, entrevista) “Me cuesta usar el término democracia ahora, lo encuentro tan insuficiente, esta súper gastado. Por eso no si hablar de democratizar, tengo dudas con el
Pabst 116
concepto. Más bien me pasa que la construcción de lo colectivo pasa por lo individual. Más que democratizar yo diría que los espacios públicos tienen que ser el lugar donde lo individual sea el camino para lo colectivo y no a la inversa, como en los antiguos paradigmas”.
La desconfianza respecto al concepto de democracia genera una
reticencia a vincular estos dos ámbitos, sin embargo es posible
entender que el arte si es capaz de incidir en la idea de
democratización pues, al instalar nuevas lógicas en el modo de vivir lo
público, amplía las maneras de entender lo social.
En cuanto a la categoría que diera cuenta de las posturas en
torno a la relación del arte con el Estado, los informantes plantean
dos posturas fundamentales, indicando que tanto el Estado como la
autogestión de los artistas son los soportes básicos para la
sustentabilidad del arte, al mismo tiempo que es una necesidad y una
demanda del sector que el Estado se comprometa en el apoyo al arte.
(Informante 1, entrevista) “El apoyo del Estado es bueno. Ahora también la autogestión es válida. Muchos trabajamos, hacemos otro tipo de cosas, o sea, cosas afines de repente, hacer clases, trabajar en diseño gráfico, no sé, producción de eventos, cosas que te permiten con eso poder hacer tus obras”.
(Informante 6, entrevista) “El Estado debiera considerar el
acceso al arte como considera el acceso a la educación, a la vivienda o a la salud; la gente tiene tanto derecho a disfrutar el arte como a disfrutar de una buena casa. En este sentido el estado debe tener políticas públicas en cultura, debe haber un fomento equilibrado al arte, así como debe existir un sano ejercicio de autogestión de parte de los artistas, estos dos ámbitos deben estar equilibrados, pero ciertamente quienes no tienen posibilidad de acceder al arte deben contar con políticas y programas que los incorporen al acceso y al disfrute”.
Se trata de una relación que se entiende como vinculada a lo que
Pabst 117
son las políticas públicas, donde el Estado tiene un rol que cumplir, de
manera similar a como ocurre con otras áreas sensibles del desarrollo
social que están incorporadas a las políticas de estatales. Esta postura
en el discurso puede interpretarse como una demanda tácita del sector
artístico hacia el Estado y como la constatación de que la autogestión y
las actividades paralelas a la ceración artística pura han sido los
instrumentos principales para dar sustentabilidad al sector.
Como contrapartida, se indagó también en la relación del arte con el mercado, categoría que configuró tres posiciones discursivas en
las que se manifiesta por un lado que en la actualidad el mercado es
una opción más para sostener económicamente el arte; otra postura
señala que el mercado rompe con las construcciones colectivas y nos
pone en una lógica individual, por lo que el aspecto colectivo del arte
se ve afectado por la lógica de mercado y, en tercer lugar, la relación
entre arte y mercado es vista como controversial, ya que es difícil
rentabilizar el arte, es una relación que no se da naturalmente, sino de
manera forzada.
(Informante 2, entrevista) “Los artistas tenemos que ser capaces de ser esquizoides en ese aspecto. Si necesitamos producir, si necesitamos medios y no tenemos los medios, tenemos que buscarlos de alguna forma y no hacerlo porque el Estado te genera resentimiento, que eres vendido, eso, a estas alturas de la vida, siglo 21, todos vamos al Líder, no, es absurdo, es ridículo”.
(Informante 7, entrevista) “El concepto de lo colectivo de la
construcción, que la única que puede hacer transformaciones es la construcción colectiva y eso es lo que te están permanentemente desarmando. La economía te pone en un lugar donde tu puedes ver la película en tu casa, con tu familia, con tu equipo y todas las lógicas que tenían que ver con lo colectivo, con el cine, se van a la mierda y así con todo”.
Las lógicas que instala el mercado ciertamente son del tipo costo–
Pabst 118
beneficio, que en algunos casos pueden funcionar con las obras de arte
y esto pareciera no estar puesto en duda. Sin embargo, el arte que se
instala en los espacios públicos pareciera no poder funcionar bajo tales
parámetros, pues su lógica es justamente la de lo público, del acceso
masivo y directo, no mediado por una relación de compra-venta y de
posesión privada de un bien, que es lo que fomenta el mercado.
Como última categoría de esta dimensión se busca conocer qué
ocurre con el arte en la crisis de la modernidad, donde existe un
cierto cambio de paradigmas que tiene consecuencias en todas las
áreas del saber. De modo que el arte ya no tiene que ver sólo con lo
bello, sino que se vincula a lo cotidiano, a la realidad social; por otra
parte, el arte contemporáneo o post-moderno es capaz de hablar sobre
su contexto social; en la actualidad el arte es una forma de
comunicación que expresa vivencias, genera encuentro, proxemias y
ganas de compartir.
(Informante 1, entrevista) “Antes la obra era algo, era un sentimiento que tu expresabas, ya sea en pintura, en escultura, en formatos muy tradicionales para nosotros como artistas contemporáneos… el arte actual, dentro de una línea mucho más contemporánea necesita y debe decir por qué, o sea, no basta con que tu hagas algo, sino el porqué lo haces, es el valor del arte, no la belleza sino el valor, lo que provoca”.
(Informante 6, entrevista) “El arte hoy es para mí una
instancia que acerca, que genera encuentro, sobre todo pensando en todas las propuestas donde el arte se instala en un territorio real y cotidiano, en espacios públicos, en la plaza, en la Moneda, en el Metro, en la junta de vecinos, en el barrio. Así veo el arte hoy, como una vía de acercamiento hacia uno mismo, a través del estallido de nuevas emociones y hacia otros al compartir un espacio de encuentro en un mismo momento de disfrute”.
Fundamentalmente, se entiende que el arte actual o post-
moderno funciona y se instala de manera cada vez más integrada a la
Pabst 119
realidad social, con un contenido que trasciende cánones estéticos y
comienza a responder a las dinámicas concretas de las relaciones entre
las personas.
Probablemente la revitalización del espacio público requiere un
conjunto diverso de acciones y no basta con la realización de múltiples
intervenciones artísticas para recuperar o reinventar lo que la política
no logra movilizar. Sin embargo, en las conclusiones que siguen, se
visualizan, siempre a partir del discurso de los artistas, algunos
posibles aportes del arte, que eventualmente podemos incorporar a
nuestra propia visión.
Pabst 120
V. Conclusiones
En este punto, en que parecen confluir todos los elementos que
componen este estudio (la intención que le dio origen, las infinitas
lecturas, las conversaciones con los entrevistados, los intercambios con
mi tutor, el sui generis aprendizaje metodológico, etc.), la tarea de
identificar, desde el objeto de estudio, la contribución del arte a la
revitalización del espacio público, aparece curiosamente, para mi
perspectiva de investigadora, casi como una obviedad.
El trabajo hermenéutico genera una suerte de recursividad
ineludible, donde lo dicho, es interpretado para ser entregado a la
comprensión de otros, sin embargo para ser interpretado, previamente
debe haber sido comprendido, de allí tal vez esta sensación de obviedad
al llegar a esta etapa. Por sobre ello, lo que aquí se presenta es una
sistematización del análisis que entrega observaciones puntuales en
torno al tema propuesto.
De este modo, habiendo asumido como punto de inicio de esta
investigación el diagnóstico que arroja la mirada teórica y académica
sobre el espacio público contemporáneo, como un espacio cada vez
más vacío, carente de sentidos sociales, políticamente desencantado y
donde sólo el desplazamiento rápido e incesante es posible (más no la
permanencia, el encuentro o la sociabilidad), cabe señalar ciertos
indicios emanados de la interrogante que provocó dicho diagnostico y
recogidos de lo expresado por nuestros informantes. Estos se
estructuran de acuerdo a los tres ejes o dimensiones que soportan el
tejido de la investigación: espacio público, ciudadanía y arte.
Pabst 121
5.1 La humanización del espacio público
De acuerdo al relato común de los artistas entrevistados, el arte
que se instala en los espacios públicos, tiene la capacidad de
vitalizarlos, pues reactiva el encuentro social a través de una
experiencia estética colectiva. En un sentido más profundo, les otorga
significados nuevos, al permitir que el encuentro social gire en torno a
la contemplación del entorno, a una manifestación estética o a un
sentimiento de conmoción provocado en los espectadores-público-
ciudadanos. Estos nuevos motores de interacción social tienden a
humanizar los espacios públicos, al poner vida y dinamismo en ellos.
Otra manera de revitalizar o resignificar el espacio público surge
del hecho de que el arte, en muchas ocasiones, se convierte en un
medio de crítica pública a la realidad social, poniendo en evidencia o
dejando al descubierto situaciones que habitualmente son soslayadas,
ya sea naturalizadamente o ex profeso. Así, el arte tematiza algo que en
ocasiones es un sentimiento soterrado existente en el inconsciente
social y en otras es una mirada nueva por completo.
Al poner en marcha este mecanismo de tematización, hay también
un ejercicio educador en el acto artístico que hace emerger esta nueva
realidad, en que el arte permite al sujeto comprender y vivenciar una
realidad que le era desconocida hasta entonces. Se produce una suerte
de acto de conocimiento colectivo, dado que el fenómeno se produce en
un contexto masivo y público. Hay un “estado de conciencia” que se
instala en los sujetos a partir de la observación, encuentro o
enfrentamiento con una obra artística en el espacio público.
Hasta ahora, en el análisis y el abordaje de la realidad social ha
prevalecido una lógica político-racional, que excluye la posibilidad de
Pabst 122
mirar a los sujetos desde su emocionalidad. Al valorar el aporte de
manifestaciones artísticas en el espacio público, se abre la posibilidad
de incorporar una mirada integradora del ser humano en sus distintas
dimensiones, desde lo racional hasta integrar lo emocional.
En un nivel posterior, vinculado a las interacciones sociales que
ocurren como consecuencia de esta activación de estados de
conciencia, del mismo espacio público, de la tematización crítica de
algunas realidades y la eventual conmoción que ello genera en los
sujetos sociales, es plausible afirmar que el arte abre la posibilidad de
transformar el cotidiano -la realidad social- , pues se constituye en un
motor de motivaciones para los sujetos, sin considerar que el arte que
interviene el espacio público, esta per se, al instalarse allí, modificando
el entorno y el hábitat social.
El hecho de utilizar una plaza, una calle o una escalera como
lugar de intervención implica que todo ese micro-sistema que
constituye un barrio, un sector urbano, etc. se ve transformado en su
status quo: lo estático se vuelve móvil, el flujo habitual se detiene, lo
que no se veía sobresale, lo que era gris adquiere de color, donde sólo
había ruido se instalan sonidos, lo prohibido se permite, etc. Esto,
además, hace que los sujetos puedan valorar y entender la importancia
del espacio público, así como desarrollar una mayor autoconciencia, ya
que al poner la mirada en el entorno, también tiene la oportunidad de
mirarse a sí mismo en ese entorno.
En síntesis, de acuerdo a los entrevistados, el flujo urbano
rutinario y deshumanizado adquiere densidad de sentidos, se copa de
vivencias que conectan a los sujetos con su propia subjetividad, esa
subjetividad, que en la lógica de la racionalidad urbanística
contemporánea que rige los espacios públicos, queda desplazada para
Pabst 123
dejar lugar al orden cuadriculado de la planificación territorial, a la
única acción posible: circular.
5.1.1 El encuentro por sobre el debate
Históricamente se ha valorado el espacio público como el lugar
donde se produce el debate y donde prevalece el uso de la razón. Sin
embargo, en la perspectiva de los artistas entrevistados hay una
tendencia unánime a valorar el encuentro social, la interacción
espontánea, la comunicación fortuita por sobre el debate, que sin dejar
de ser un elemento importante, no constituye, en su visión particular,
el valor fundamental del espacio público. Se le otorga una importancia
radical al encuentro con otros, ya sea para generar vínculos, para
comunicarse, conocer y conocerse, interactuar, etc.
Una vez más la explicación de ello parece radicarse en la
necesidad de incorporar un componente humanizador en la actividad
pública de los sujetos, que tradicionalmente ha estado normada por
parámetros tácitos de racionalidad y buen uso del intelecto. La palabra
argumentada por sobre la acción espontánea.
Por su parte, el encuentro invoca ciertos elementos que se
perciben como humanizadores: la cercanía, el lenguaje corporal, los
gestos, la posibilidad de apelar a la emoción. El mero encuentro no
requiere discursos, posturas ideológicas ni un ejercicio intelectual, si
bien los incluye y los incorpora a la dinámica de la proxemia. Se trata
de una acción no pauteada, que no exige prerrequisito alguno para
ocurrir.
En otro aspecto, el encuentro en el espacio público es visto como
Pabst 124
inclusivo, pues no distingue entre quienes hacen uso de la razón y
quienes no, permitiendo la pura contemplación, la participación
espontánea o incluso el desencuentro. Es heterogéneo, ya que permite
el cruce de actores sociales de diversos ámbitos. De ahí la necesidad de
rearticular este espacio y potenciar el encuentro social.
Esta mirada que prioriza el encuentro por sobre el debate parece
estar motivada por un énfasis en las prácticas sociales más que en los
discursos o en la construcción de grandes relatos como modos de estar
y hacerse parte en los espacios públicos. Es a través de estas prácticas
que se les imprimen nuevos significados al espacio público y se lo
rehabilita para el uso ciudadano democrático.
El sólo discurso político ya no es capaz de llenar de sentido los
conceptos. El término democracia suena vacío y sin potencia. Se
requiere de prácticas que le devuelvan el significado y le den contenido
a ese significante que se haya completamente desgastado a inicios del
siglo XXI.
El ejercicio democrático del debate no es valorado por los artistas
como la instancia más relevante que se produce en el espacio público.
O al menos así se interpreta que, ante la pregunta de qué es lo que
caracterizaría más fuertemente al espacio público, la totalidad de los
entrevistados señaló que era el encuentro y nunca nadie mencionó, en
ningún momento la palabra debate ni se expresó esta idea con otras
palabras. Lo cual no deja de ser llamativo, dado que se trata de sujetos
con un perfil intelectual y crítico.
Paralelamente, se percibe que el vaciamiento y el poco uso que se
le da, se debe a que las tecnologías (cine en DVD, Internet, videojuegos,
televisión satelital, etc.) retienen a los sujetos en sus espacios privados.
Pabst 125
En este contexto de abandono del espacio público, el hecho de
desarrollar prácticas -de intervención artística- que fomenten la
posibilidad de salir del espacio privado, encontrarse y participar en lo
público con otros, es considerado como una contribución significativa
del arte a la revitalización del espacio público. En definitiva, la vivencia
en el espacio público y su uso real parecen ser indicadores bastante
concretos del grado de democratización en que se encuentra una
sociedad.
5.1.2 Prácticas de reapropiación creativa
Frente a la falta de representación política, los artistas proponen
ciertas prácticas de reapropiación creativa del espacio público (desde el
graffiti o los murales hasta la performance o intervenciones
performáticas). De esta manera, el arte logra abordar la paradoja que
presenta el espacio público, ya que por un lado aparece como un lugar
absolutamente disponible, y simultáneamente se percibe como un
espacio que es necesario recuperar para el ciudadano.
Esta apropiación estética que propone el arte es a la vez una
apropiación ética, que redime al espacio público de su vaciamiento y
que permite incluso dar cuerpo a demandas sociales, como es el caso
de la intervención artística montada en distintas ciudades del país en
contra del femicidio (memorial itinerante por las mujeres en Chile).
Es importante agregar que la apropiación del espacio público es
vista como un ejercicio que implica respeto y cuidado por parte de los
ciudadanos, frente a un uso que cotidianamente tiende a vulnerar los
espacios públicos con acciones que lo agreden: la basura que se arroja,
el mobiliario urbano que se destruye, los desperdicios humanos y
Pabst 126
animales que se vierten, etc.
En este sentido, el arte es visto como un elemento que permite
recuperar estéticamente ciertos espacios públicos en estado de
deterioro o abandono. En Valparaíso específicamente las quebradas de
los cerros convertidas en basurales han sido recuperadas (e
intervenidas con obras plásticas) para el uso ciudadano por colectivos
de artistas (festival de la basura). Algo similar ha sucedido con
fachadas, muros, etc. que han adquirido una “nueva piel”, como lo
señalaba una de las artistas, a través, por ejemplo, de los murales.
El hecho de intervenir con arte los espacios públicos es un modo
de devolverles usabilidad, desde códigos estéticos que apelan a una
lectura de la ciudad integrando las subjetividades de los ciudadanos.
Esta reapropiación creativa da pie a vivenciar la ciudad de un modo
que desborda la racionalidad urbanística y los parámetros de la
ciudadanía dura, permitiendo al ciudadano ser un espectador a la vez
que un actor de un espacio público que materializa una cierta vocación
de escenario, que en una ciudad como Valparaíso, resulta más que
aparente.
5.1.3 El espacio público como escenario
Lo que acontece al intervenir artísticamente (musical, plástica, o
teatralmente) un espacio público es, sin duda, un acto de
transformación. La calle, plaza, avenida, etc. se convierten en un
escenario donde un suceso extra cotidiano acontece, habitualmente
con el fin de convocar a todas las personas sin exclusión.
Es posible afirmar que, históricamente, el espacio público es el
Pabst 127
lugar donde se “escenifican” las identidades, las tensiones sociales, las
demandas, los discursos, el devenir social, en suma.
De ahí que la propuesta de los artistas entrevistados que nos
impulsa a mirar al espacio público como un escenario no parece
descabellada y podemos, sin forzar demasiado la interpretación,
recurrir a otro concepto griego clásico, el de katarsis, para explicar lo
que se produce en ese contexto. Si bien los griegos hablan de una
purificación de las pasiones producida en el público gracias a una
experiencia de goce estético, podemos homologar esa idea a una suerte
de descarga emocional colectiva frente a una manifestación artística,
de la índole que sea, con lo cual se abre un espacio a la subjetividad
que no propicia el discurso ni la acción política.
En esta liberación o purificación de las emociones encontramos
dos aspectos que aportan densidad a la vivencia del espacio público.
Por una lado la humanización que se ha señalado inicialmente y que
potencia un espacio público más amigable y, por otro, un cruce entre
lo privado y lo público, que está dado por el hecho de transferir una
experiencia que pertenece al dominio de lo privado -la emoción- a lo
público, donde además, tradicionalmente, ha tenido supremacía la
razón.
Así mismo, al transmutar el espacio público en escenario por
medio de la intervención artística, dado que se apela al componente
emocional de los ciudadanos, es posible generar una mayor conciencia
de la importancia de este espacio público (que en palabras de una
artista nos permite “abrir nuestros espacios antisociales”) y una mayor
autoconciencia del lugar del ciudadano en ese espacio.
De este modo, la noción de que el espacio público adquiere
Pabst 128
carácter de escenario tiene un sentido doble, puesto que funciona tanto
para la intervención artística, así como para los ciudadanos, que logran
poner en escena su propia actuación en el espacio público.
5.2 La puesta en escena de la participación ciudadana El arte en los espacios públicos, sobre todo en situaciones
masivas, permite visivilizar la presencia de los y las ciudadanas,
concretando la participación de un modo que se reconoce más evidente
y vivencial, frente a una presencia que se da por sentada desde la
institucionalidad estatal.
La ciudadanía que promueve el Estado tiene un carácter invisible
y silenciosa, puesto que los espacios de participación que se le otorga
suelen ser representativos y no propiamente participativos. El acto de
votar, emblema de la participación ciudadana en la democracia actual,
si bien es público y masivo, es a la vez secreto e individual, se realiza
en el silencio y en la más estricta privacidad. Se trata, de nuevo, de
una única acción posible: votar.
Ante esto, el arte que interviene los espacios públicos levanta una
propuesta donde los ciudadanos hacen de su participación una
verdadera puesta en escena, donde ven y son vistos, donde ven a otros
y se ven a si mismos en el escenario público en que se transforma el
espacio que es intervenido, donde esta la posibilidad del encuentro y el
diálogo, haciendo que el concepto de participación adquiera una
densidad mayor, una espesura de contenido que involucra más que
una sola acción posible.
Esta manera de participación se percibe como más visible y que
Pabst 129
impacta de manera concreta en la realidad social, modificando in situ e
instantáneamente algún aspecto de dicha realidad, no es preciso
esperar los resultados, éstos están ahí, son la propia acción. Es por ello
que hablo de puesta en escena, para definir la participación ciudadana
que promueve el arte público, de acuerdo a los artistas entrevistados.
Por otro lado, la participación ciudadana se potencia o enriquece
con individuos que son capaces de reconocer sus fortalezas y
cualidades, por lo tanto son ciudadanos conscientes de sus derechos y
deberes. En este sentido el aporte del arte es ser un medio para la
autovaloración al permitir que las personas reconozcan sus propios
talentos e incrementen su autoconciencia. De este modo, los artistas
proponen que una persona que se autovalora, es un ciudadano con
mayor potencial de participación pues cree en su capacidad de aportar
y la hace manifiesta.
En la perspectiva de los artistas entrevistados, la ciudadanía se
realiza o se concreta en el habitar cotidianamente un territorio. Al darle
usabilidad y permitir la participación en ese espacio, por medio de
manifestaciones artísticas, se pone en escena no sólo la participación
ciudadana sino los propios modos de habitar que construyen los
sujetos en su entorno cercano. En este sentido, la participación deja de
ser un concepto político lejano, transmitido en el noticiero de las
nueve, como un dato estadístico y se convierte en una experiencia real
de escenificación de la propia subjetividad.
5.2.1 Hacia una ciudadanía integral
A partir de la premisa asumida de que el Estado es el que otorga el
estatus de ciudadano, se percibe que este estatus tiende a estandarizar
Pabst 130
y homogeneizar, pues levanta e institucionaliza parámetros de
ciudadanía que, ciertamente, son comunes a todos y todas.
Al mismo tiempo, la ciudadanía es vista, por los artistas, como
vinculada directamente a la expresión de las identidades. En este
contexto, el Estado aparece como el gran constructor (oficializador,
para ser más precisos) de LA IDENTIDAD, que tiende a ser hegemónica
frente a la diversidad existente. Este constructo opera bajo la lógica de
un ciudadano promedio y, consecuentemente, UNA identidad
promedio, absorbiendo de paso la textura de las identidades no
hegemónicas o subalternas.
El discurso del arte se instala en la ciudad desde lo alterno y
desde lo diverso, integrando dimensiones de los sujetos que se hallan
subsumidas en la mirada unitaria de ciudadanía e identidad,
clausurada en su propia coherencia, en tanto la mirada de los artistas
propone que las identidades se presentan como múltiples, variables e
incluso contradictorias para un mismo ciudadano.
En consecuencia, desde el arte -y su diversidad de expresiones- es
posible concebir un concepto de ciudadanía integral, que permite
incorporar las diferencias, lo discordante, lo subalterno, lo
extraordinario y, en síntesis, todo lo que excluye el concepto de
ciudadanía que ha institucionalizado el Estado.
5.2.2 La diversidad: el refuerzo al paradigma
Sabemos que en los análisis culturales hemos pasado del
paradigma de lo universal (universalidad) al paradigma de la diversidad
(diversalidad). Lo que en la modernidad era un arquetipo
Pabst 131
incuestionable, defendible hasta las últimas consecuencias, con el
salto a la postmodernidad emerge la crítica a lo universal eurocéntrico
y simultáneamente se comienza a valorar lo que proviene de los otros
continentes.
Luego la globalización y la desterritorialización de los fenómenos
culturales en la contemporaneidad más reciente, inducen un proceso
de conocimiento, aceptación, fusión y, a la larga, valorización de
elementos culturales nuevos que permean otros ámbitos de la vida
social desde los más pedestres (moda, comidas, pasatiempos, etc.)
hasta los más trascendentales (valoración de las etnias, de las
epistemologías no occidentales, medicinas alternativas, etc.),
permitiendo que la diversidad se abra camino.
Es posible afirmar que el discurso de los artistas que intervienen
el espacio público tiende a reforzar este paradigma emergente, aún
cuando ellos perciben que la diversidad aparece como menoscabada
frente a una identidad hegemónica instalada desde la institucionalidad.
Dado que el arte opera desde la diversidad de sus campos
disciplinarios, levantando propuestas disímiles y hasta contrapuestas
entre sí, difícilmente colabora en una construcción unívoca y si a esto
agregamos que en el espacio público el discurso artístico busca ser
altamente convocante, por sobre cualquier tipo de diferencia (social,
política, cultural, racial, sexual, etc.), tenemos, casi por antonomasia,
un sistema que refuerza el paradigma de la diversidad.
5.2.3 La importancia del territorio
Desde el enfoque de los artistas entrevistados, el fenómeno de la
Pabst 132
globalización tiene dos consecuencias que inciden de manera
contrapuesta en la manera de mirar el territorio.
En un extremo, se visualizan una pérdida de sentido de las
naciones producto de la mencionada desterritorialidad de los
fenómenos culturales y sociales; así como la transformación de las
ciudades en lugares de tránsito y consumo homogéneo y
estandarizado, producto de la internacionalización de los mercados. Se
ve a la globalización como un fenómeno que colabora en la fuga del
espacio público.
En el otro punto, nos permite concebir la idea de un ciudadano
mundial o universal, con competencias para integrar distintas
cosmovisiones y transitar por espacios culturales diversos; y al mismo
tiempo pone a disposición de los ciudadanos una gran cantidad de
información, si bien no es fácil determinar si se trata de información
relevante o pertinente. Una de las artistas entrevistadas lo plantea con
palabra elocuentes: “ahora tenemos un montón de información, re poco
conocimiento y menos aún de sabiduría”
Entre estas dos miradas, para los artistas que intervienen los
espacios públicos, la importancia del territorio es radical, en primer
lugar desde la perspectiva de la ciudadanía, pues perciben que esta
sólo se realiza o se concreta (se incorpora, esto es, se introduce en el
cuerpo) en el habitar cotidianamente un territorio.
Luego, la idea de intervenir, reapropiar o resignificar los espacios
públicos desde el arte, sólo es posible en el territorio, configurando una
acción dialogante con todo lo que ese territorio contiene en si
(habitantes, estructuras urbanas, formas de sociabilidad, etc.)
Pabst 133
En último término, la noción de puesta en escena y el territorio
están vinculados, la primera depende absolutamente del último, en el
entendido de que la mise en scene en contextos urbanos requiere de un
espacio real, habitado, que es el territorio, el espacio próximo, o de las
proxemias de las que habla Maffesoli.
5.3 El arte como generador de sentidos
Si bien se pudiera pensar que el arte se relaciona únicamente con
lo bello o lo estético, se trata de un imaginario que tuvo su quiebre
hace décadas, cuando las vanguardias se tomaron licencias radicales
al punto de sentenciar la muerte del arte, permitiendo con ello
problematizar el rol del arte en la sociedad.
En la actualidad, es posible afirmar que el arte que se instala en el
espacio público, se vincula con lo cotidiano, con la problemática social,
con los imaginarios de las personas, es un arte capaz de hablar sobre
su contexto, sobre lo contingente, lo infortunado, lo extraño y lo
desagradable, sin que su única motivación sea la belleza como
categoría rectora.
Al ser capaz de ofrecer una multiplicidad de lecturas de la realidad
social, el arte pone a disposición un cúmulo de sentidos, algunos de los
cuales logran instalarse y darle peso semántico a un espacio, un hecho
social, etc., ya sea temporalmente o de modo permanente. Ejemplo de
ello fue la irrupción en el espacio público en Santiago de la muñeca La
Pequeña Gigante14, que generó una atmósfera de cuento fantástico en
14 El año 2007, la compañía de teatro francesa, Royal de Luxe, realizó en Chile una intervención pública a escala ciudad, donde una niña-marioneta de 7 metros de altura recorría las calles de Santiago para buscar a un rinoceronte oculto en la ciudad, que iba
Pabst 134
las calles, dándoles un sentido mágico, que tuvo a los habitantes
buscando al increíble personaje y a sus compañeros de la historia (un
rinoceronte, cientos de Liliputienses que llevaban a la enorme muñeca).
Cuando los nuevos sentidos que el arte instala en el espacio
público se comparten socialmente, parecieran dar cohesión y permitir
la interacción social, motivando, de paso, la apropiación de los lugares
y, con ello, algún grado de identificación y de sentido de pertenencia.
Es, tal vez, el paso del vaciamiento del espacio público a la
incorporación de nuevos contenidos que lo llenen y renueven su
vocación convocante.
5.3.1 El correlato de la identidad
Si partimos de la clásica proposición hegeliana de que el arte
constituye una materialización del espíritu de un pueblo y la
extrapolamos a una visión más contemporánea, podríamos decir que el
arte hoy es capaz de reflejar modos de ser, representaciones sociales,
idiosincrasias, rasgos identitarios, en definitiva.
Puesto que el arte que interviene el espacio público recoge
elementos de dicho espacio y busca dialogar con el entorno, esa puesta
en escena tiene la cualidad de develar aspectos de la vida de ese
contexto. Así los innumerables murales que existen en Valparaíso
dicen algo de la ciudad, de sus habitantes, de los paisajes multicromos,
de la pobreza sempiterna de los cerros, de los gatos y los perros
vagabundos, algo de la atmósfera se plasma en los muros intervenidos,
que se convierten en un cierto correlato visual de la identidad porteña.
dejando cada día huellas de su paso, que la niña gigante seguía en esta fábula urbana que se desarrolla en tiempo real.
Pabst 135
Así mismo, los espacios públicos intervenidos artísticamente con
frecuencia adquieren una alta densidad identitaria que, además, se
vuelve visible y genera ciudades “con carácter“. Es el caso de
Valparaíso, que es reconocidamente una ciudad donde sus espacios
públicos reciben y ofrecen intervenciones artísticas, lo que le otorga
una característica de identidad única, que se relaciona con la
diversidad de expresiones que es posible hallar en el espacio público
porteño.
5.3.2 La valoración de la subjetividad y la posibilidad del cambio
El espacio público ha sido, clásicamente visto como un lugar
destinado al debate y consagrado a la racionalidad como gran motor que
hace girar el mecanismo de la vida pública. El carácter político del
ciudadano se expresa, en su versión clásica helénica, en su capacidad
de levantar un discurso en el ágora, pero no sólo eso; este discurso debe
estar investido por la coherencia, la lógica y el buen sentido, que sólo
son dables a partir de un análisis altamente racional y, por cierto, que
otorgue al juicio emitido un marcado tinte de objetividad.
Frente a estas premisas instaladas por siglos en la vida social, la
mirada de los artistas propone un paradigma diferente como elemento
de valoración del ciudadano. Se trata de la subjetividad, valga la
redundancia, de los sujetos sociales, una zona invisibilizada por la
racionalidad cartesiana imperante y el paradigma positivista del
conocimiento.
Esta valoración de la subjetividad es un indicio más en el camino
que conduce a una mayor humanización del espacio público y
contribuye a actualizar conceptos que adquieren real potencia en su
Pabst 136
seno, como lo es el de democracia, que también tiende a humanizarse,
pues la vivencia de la subjetividad en el espacio público permite leer el
concepto de democracia como algo cercano y tangible.
Validar la presencia de la subjetividad en el espacio público,
implica a la vez, permitir que distintas lógicas entren en juego, ya no
sólo la político-racional, lo cual ciertamente enriquece el sentido de la
participación en el espacio público, no sólo desde lo colectivo y, en
consecuencia, épico, sino desde la valoración de lo individual.
La idea, reiteradamente expuesta por los artistas entrevistados
respecto a la capacidad del arte de conmover se vincula con su
constante apelación a la subjetividad. En esta dualidad subjetividad-
conmoción se activa un mecanismo distinto al que se pone en marcha
en el binomio objetividad-razón que es el núcleo duro del abordaje más
bien político de la realidad social. La conmoción que genera el invocar la
subjetividad de las personas, es ya en si una transformación y no sólo
un medio o un camino a la transformación, en tanto la idea de cambio
en el segundo caso, esta mediada por el uso de la razón según criterios
de objetividad que es preciso construir, la transformación es un
resultado a posteriori.
5.3.3 La mirada crítica, el anclaje de los sentidos y la resignificación
Un elemento de juicio que ha sido constante y unánimemente
relevado por los artistas entrevistados, es la idea de que el arte
constituye un medio de crítica pública a la realidad social, capaz de
decir y de mostrar situaciones que no son evidentes o que si lo son, no
se ponen en el discurso público. Para los entrevistados, esta mirada
Pabst 137
crítica de la realidad contribuye a generar conciencia, lo cual es visto
como el inicio de una transformación, el hecho de que un ciudadano
tome conciencia respecto a un hecho, es en si una transformación. De
ahí la importancia de levantar una voz crítica. El connotado artista
chileno Alfredo Jaar ha recorrido el mundo interviniendo el espacio
público con obras que critican las matanzas, la discriminación, el
racismo, el hambre, etc. en lugares tan emblemáticos como el Time
Square en Nueva York, el viejo Montreal, la plaza Sant Boi en Barcelona,
Tijuana en la frontera entre México y USA, Japón, Noruega, etc.
Por otra parte, así como el arte tiene la capacidad de darle sentido y
contenido a los espacios públicos, también contribuye a anclar ciertos
sentidos que pueden estar latentes. La múltiples puestas en escena
(música, teatro, danza, carnavales, etc.) que se realizan en la Plaza
Sotomayor han aportado lo suyo para que un lugar de alta densidad
institucional (allí se aglutinan la Armada Nacional, la comandancia de
Bomberos, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, el servicio de
Aduana) consolide su carácter de espacio de encuentro de la diversidad
cultural.
Igualmente, la posibilidad de re-significar los espacios públicos, de
dotarlos de sentidos y contenidos nuevos a partir del arte, aparece como
una contribución cuya potencia es preciso poner en valor. Un ejemplo
emblemático es la ex cárcel pública de Valparaíso, espacio
completamente re-significado por las manifestaciones artísticas que se
han instalado allí.
5.4 Los nuevos espacios públicos y los desafíos urbanos
Si bien se ha trabajado a lo largo de la investigación con una
Pabst 138
dimensión del espacio público, aparece como necesario rescatar otras
visiones que a este respecto plantean los artistas y que ven vinculadas
al mundo actual. Es el caso del espacio virtual, que, como dice una de
las artistas “no se le puede negar que es comunicación e integración” y
que “es un espacio público donde se están encontrando los jóvenes de
otra manera” (Informante 7, entrevista).
Las vitrinas también son vistas como un espacio público
alternativo, donde se esta comunicando desde mensajes estéticos, desde
el arte que las interviene como el caso de la recientemente extinta H-10
en Plaza Aníbal Pinto (originalmente una oficina de colectivos con una
pequeña vitrina) o la vitrina Pasar en la plaza Cívica.
Una gran pantalla en el centro de la ciudad en un paseo concurrido
también puede ser un espacio público para la cultura y el arte, lo mismo
un muro. Son nuevos espacios públicos que reúnen de otra manera, o
más bien conectan, es un encuentro en lo público desde otros y nuevos
soportes.
Así mismo, y reconociendo un diagnóstico desde lo territorial y
cotidiano que habla de un severo, ya no abandono, sino descuido e
incluso maltrato del espacio público en una ciudad como Valparaíso, los
desafíos que se vislumbran son, no sólo recuperar y rearticular ese
espacio desde lo social para una mejor vivencia colectiva, sino generar la
conciencia ciudadana de la importancia de su cuidado, así como
políticas adecuadas respecto a temas como salubridad, desechos y
control de plagas urbanas.
En definitiva, el arte en el espacio público tiene un fin que
trasciende a lo estético y se cruza con lo social, pues intenta recobrar la
ciudad para sus ciudadanos, promoviendo una conciencia respecto al
Pabst 139
valor del espacio público y de nuestro rol dentro de la sociedad a través
del suceso artístico.
5.6 Perspectivas y alcances (sueños y proyecciones)
La búsqueda de esta investigación y las conclusiones alcanzadas
han intentado abordar el espacio público desde una perspectiva
integradora: como lugar privilegiado de comunicación, de interacción,
de sociabilidad, de negociación, de identidad, de ciudadanía, de
creación.
Esta manera de asumir el espacio público pretende aportar al
periodismo cruces, que estimo necesarios y beneficiosos, con otras
disciplinas, de modo de complementar la mirada puramente
comunicacional, incorporando un cierto análisis cultural.
Por otro lado, el hecho de mirar el flujo de la ciudad es una
actividad históricamente propia del periodismo, que ha sabido tomar el
pulso a esa corriente que nos mueve a diario. En este sentido, este
trabajo y sus hallazgos tienen la validez de plasmar una –de las tantas-
voces que surgen en el espacio público, un discurso que tiene poca
visibilidad en el contexto de las retóricas hegemónicas, pero cuyo aporte
en la construcción y desarrollo de, por qué no decirlo, un nuevo espacio
público puede ser valioso.
En los anexos se encuentra algunos elementos visuales que aporten
cierta concreción a todo lo dicho, en el entendido de que “Las imágenes
pueden tomar el lugar de las palabras o por lo menos transmitir algo
que las palabras no pueden” (Taylor y Bodgan, 148). Se trata de un
brevísimo correlato visual de lo que lo que esta plasmado en el discurso,
Pabst 140
sin más pretensión que la de brindar algunos indicios adicionales para
la lectura de esta investigación.
Es, en gran medida, toda esa visualidad la que motivó este estudio,
sumado a las continuas caminatas por la ciudad y a la pregunta de qué
hacer para recuperarla y vivirla de modo que podamos sentir que la
calle es el lugar donde todo sueño o fantasía son posibles. Es probable
que el arte tenga un cuento que contar que nos invite a revitalizar o
resignificar no sólo nuestros espacios públicos, sino nuestra propia
condición de ciudadanos.
Pabst 141
Bibliografía
1. Araya, Rodrigo “Una propuesta de análisis interpretativo de entrevistas”. Trabajo final del Seminario de Especialidad Pensamiento y Cultura, del programa de Doctorado en Estudios Americanos de la Universidad de Santiago, agosto de 2007.
2. Arnold, Marcelo “Fundamentos de la observación de segundo orden”. Metodologías de Investigación Social Introducción a los oficios. Ed. y coord. Manuel Canales Cerón, Santiago, LOM Ediciones, 2006.
3. Augè, Marc Los no lugares espacios del anonimato: una
antropología de la sobremodernidad. Barcelona, Editorial Gedisa, 1993.
4. Becerro, Antonio “Me enamoré del pueblo chileno”. La Nación Domingo. LCD La cultura domingo, p. 52, 53 y 54. Santiago, semana del 13 al 19 de enero de 2008, entrevista realizada a Jean-Luc Courcoult, director compañía francesa Royal de Luxe.
5. Bengoa, José La comunidad perdida. Santiago, Chile, Ediciones Sur, 1996.
6. Benjamín, Walter Discursos interrumpidos I: filosofía del arte y de la historia. Buenos Aires, Editorial Taurus, 1989.
7. Boal, Augusto Teatro del oprimido, ejercicios para actores y no
actores. México, Editorial Nueva Imagen, 1980.
8. Borja Jordi “Ciudad y Ciudadanía. Dos notas”. Barcelona, Working Papers Nº177, Institut de Ciències Politiques i Socials, 2000.
9. Borja, Jordi “Ciudadanía y Espacio Público”. Revista del CLAD Reforma y Democracia Nº12. Caracas, Octubre 1998.
10. Borja, Jordi La ciudad conquistada. Madrid, Alianza Editorial, 2003.
11. Castells, Manuel “Espacios públicos en la sociedad
informacional”. Revista Urbanitats, número 7, Barcelona, Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, 1998. Publicado en http://www.cccb.org/rcs_gene/espacios_publicos_cast.pdf , visitado en mayo de 2007.
12. Castells, Manuel “Globalización, identidad y Estado en América Latina”. Temas de desarrollo humano sustentable, publicación del PNUD, 1999. Publicado en
Pabst 142
www.desarrollohumano.cl/otraspub/Pub01/Idyest.pdf , visitado en mayo de 2007.
13. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes “La región de Valparaíso quiere más cultura. Definiciones de política cultural región de Valparaíso 2006-2010”. Región de Valparaíso, 2006.
14. Consejo Nacional de la Cultura y las Artes “Chile quiere más cultura, definiciones de política cultural 2005-2010”, Santiago, mayo 2005.
15. Cottet, Pablo “Diseños y estrategias de investigación
social: el caso de la ISCUAL”. Metodologías de Investigación Social Introducción a los oficios. Ed. y coord. Manuel Canales Cerón, Santiago, LOM Ediciones, 2006.
16. Curcio Borrero, Carmen Lucía Investigación cuantitativa, una perspectiva espistemológica y metodológica. Colombia, Editorial Kinesis, 2002.
17. Chartier, Roger El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural. Barcelona, Editorial Gedisa, 2005.
18. Deutsche, Rosalyn “Agorafobia”. Modos de hacer. Arte crítico, esfera pública y acción directa. Eds. Paloma Blanco, Jesús Carrillo, Ediciones Universidad de Salamanca, 2001. Publicado en www.bbaa.upv.es/Escultura/asignatura/proy2/pro_publico/apuntes/Deustche1.rtf, visitado en diciembre de 2007.
19. Di Girolamo, Claudio “Notas para una reflexión acerca de la
participación ciudadana y la cultura”. La cultura durante el período de la transición a la democracia 1990-2005. Santiago, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2006.
20. Ferry, Jean- Marc, Wolton Dominique y otros El nuevo espacio público. Barcelona, Editorial Gedisa, 1999.
21. Français, Ariel “El crepúsculo del Estado-Nación. Una interpretación histórica en el contexto de la globalización”. Documentos de debate de UNESCO Nº 47, 2000. Publicado en http://www.unesco.org/most/francais.htm , visitado en 2006.
22. Fraser, Nancy Iustitia Interrupta: reflexiones críticas desde la posición postsocialista. Bogotá, Siglo del Hombre, 1997.
23. Frey, Bruno La economía del arte. Barcelona, Editorial La Caixa, Colección estudios Económicos Nº 18, 2000.
24. Gaínza Veloso, Álvaro “La entrevista en profundidad
individual”. Metodologías de Investigación Social Introducción a los oficios. Ed. y coord. Manuel Canales Cerón, Santiago, LOM Ediciones, 2006.
Pabst 143
25. García Canclini, Néstor “Culturas urbanas de fin de siglo: la mirada antropológica”. Revista Internacional de Ciencias Sociales de UNESCO, Nº 153, septiembre 1997. Publicado en http://www.unesco.org/issj/rics153/canclinispa.html, visitado en 2006.
26. García Canclini, Néstor “Definiciones en transición”. Publicado en www.globalcult.org.ve/pub/clacso1/canclini.pdf, visitado en octubre de 2007.
27. García Canclini, Néstor “Por qué legislar sobre industrias culturales”. Revista Nueva Sociedad Nº 175, septiembre-octubre 2001. Publicado en http://www.nuevasoc.org.ve/n175/ensayo.htm, visitado en enero de 2008.
28. García Canclini, Néstor “El dinamismo de la descomposición:
megaciudades latinoamericanas”. Las ciudades latinoamericanas en el nuevo (des)orden mundial. Compiladores Patricio Navia y Marc Zimmerman, México, Siglo XXI editores, 2004.
29. García Canclini, Néstor “Todos tienen cultura: ¿quiénes pueden desarrollarla?”. Washington, febrero de 2005, conferencia para el Seminario sobre Cultura y Desarrollo, en el Banco Interamericano de Desarrollo. Publicado en www.aulaintercultural.org/IMG/pdf/0202405canclini.pdf , visitado en diciembre de 2007.
30. García Canclini, Néstor Consumidores y ciudadanos: conflictos multiculturales de la globalización. México, Editorial Grijalbo, 1995.
31. García Canclini, Néstor Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. México, Editorial Grijalbo, 1990.
32. Garretón, Manuel Antonio (coord.) El espacio cultural latinoamericano. Bases para una política cultural de integración. Santiago, Chile, Fondo de Cultura Económica, 2003.
33. Geertz, Clifford La interpretación de las culturas. Barcelona, Editorial Gedisa, 2005.
34. Gomez Aguilera, Fernando “Arte, Ciudadanía y Espacio Público”. Revista electrónica On the w@terfront Nº 5, marzo, 2004.
35. Goode, William y Hatt, Paul Métodos de investigación social. México, Editorial Trillas, 1990.
36. Gombrich, Ernst Breve historia de la cultura. México, Editorial
Océano, 2004.
Pabst 144
37. Gurney, P y Aguirre, B “La teoría sociológica de Fredinand Tonnies”. En Revista Interamericana de Sociología, Nº 29, Volumen 10, Enero-Diciembre, 1980.
38. Habermas, Jürgen “La modernidad, un proyecto incompleto”. La posmodernidad. Foster Hal (editor), México, Editorial Cairos, 1988.
39. Habermas, Jürgen Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona, Editorial Gili, 1981.
40. Hernández, Carmen “Más allá de la exotización y la sociologización del arte latinoamericano”. Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Daniel Mato (compilador). Caracas, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2002.
41. Horkheimer, M.; Adorno, T. Dialéctica del Iluminismo.
Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1969.
42. Hurtado de Barrera, Jacqueline Cómo formular objetivos de investigación. Bogotá, Cooperativa Editorial Magisterio, 2004.
43. Ibáñez, Jesús El regreso del sujeto. La investigación social de segundo orden. Madrid, Siglo XXI Editores, 1994.
44. Jarpa, Voluspa “El arte como espejo social y motor de
encuentro”. Ponenecia del Seminario Internacional “Ciudadanía, Participación y Cultura” del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Centro Cultural Palacio La Moneda, 5 y 6 de octubre de 2006.
45. Kornblit, Ana Lía, coordinadora Metodologías cualitativas en ciencias sociales. Buenos Aires, Editorial Biblos, 2004.
46. Lobeto, Claudio “Acciones y representaciones en los espacios urbanos”. Publicado en Ciudad Virtual de Antropología y Arqueología www.naya.org.ar/congreso/ponencia1-22.htm, visitado en mayo de 2008.
47. Londoño, Claudia “Arte público y ciudad”. Revista de Ciencias Humanas, N°31. Universidad Tecnológica de Pereira, Colombia. Publicado en http://www.utp.edu.co/~chumanas/revistas/revistas/rev31/arte.htm, visitado en mayo de 2008.
48. López, Juan Cristóbal “La hermenéutica en la antropología,
una experiencia y propuesta de trabajo etnográfico: la descripción densa de Clifford Geertz”. Ra Ximhai, revista de sociedad, cultura y desarrollo sustentable, Vol. 1, número 2, México, mayo-agosto 2005.
49. Maccioni, Laura “Valoración de la democracia y resignificación de “política” y “cultura”: sobre las políticas culturales como metapolíticas”. Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en
Pabst 145
cultura y poder. Daniel Mato (compilador) Caracas, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2002.
50. Maffesoli, Michel El tiempo de las tribus. Barcelona, Icaria Editorial, 1990.
51. Martín-Barbero, Jesús “Los descentramientos del arte y la comunicación”. La pantalla delirante. Ed. Carlos Ossa, Santiago, Editorial LOM, 1999.
52. Martín-Barbero, Jesús “Mediaciones urbanas y nuevos
escenarios de comunicación”. Las ciudades latinoamericanas en el nuevo (des)orden mundial. Compiladores Patricio Navia y Marc Zimmerman, México, Siglo XXI editores, 2004.
53. Martinic, Sergio “El estudio de las representaciones y el
análisis estructural de discurso”. Metodologías de la investigación social. Introducción a los oficios. Ed. y coord. Manuel Canales Cerón, Santiago, LOM Ediciones, 2006.
54. Mella, Orlando Metodología cualitativa en ciencias sociales y educación. Santiago, Chile, Editorial Primus, 2003.
55. Ortiz, Renato “El concepto de cultura a lo largo de la
historia”. Ponencia del Seminario Internacional “Ciudadanía, Participación y Cultura” del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Centro Cultural Palacio La Moneda, 5 de octubre de 2006.
56. Oyarzún, Pablo “Arte, Cultura y Sociedad. Arte y Estética”.
Laboratorios de Gestión Cultural Local. Publicado por la División de Cultura del Ministerio de Educación. Santiago, 2003, p. 5 a 28.
57. Pagola, Lila “Arte y espacio público: preguntas
localizadas”. Publicado en http://betatest.ubp.edu.ar/0013/0013_1.htm, visitado en 2007.
58. Pardinas, Felipe Metodología y técnicas de investigación en ciencias sociales. México, Siglo XXI Editores, 1998.
59. Rama, Ángel La crítica de la cultura en América Latina. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 2005.
60. Remedi, Gustavo “Ciudad letrada: Ángel Rama y la
especialización del análisis cultural”. Publicado en http://www.henciclopedia.org.uy/autores/Remedi/ciudadletrada.htm, visitado en marzo de 2008.
61. Remedi, Gustavo “Las bases estéticas de la ciudadanía”.
Revista Aisthesis, Nº 38 de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Julio de
Pabst 146
2005. Publicado en www.puc.cl/estetica/html/revista/pdf/GRemedi.pdf, visitado en marzo de 2008.
62. Riedemann, Clemente “La cultura en regiones: un proceso emergente”. La cultura durante el período de la transición a la democracia 1990-2005. Santiago, Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2006.
63. Ríos Saavedra, Teresa “La hermenéutica reflexiva en la investigación educacional” Revista Enfoques Educacionales 7, Departamento de Educación, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, 2005. Publicado en www.csociales.uchile.cl/publicaciones/enfoques/09/Rios_N7_2005.pdf, visitado en febrero de 2008.
64. Rojas, Sergio “Estética del malestar y expresión ciudadana. Hacia una cultura crítica”. Conferencia inaugural del Seminario Internacional “Ciudadanía, Participación y Cultura” del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Centro Cultural Palacio La Moneda, 5 de octubre de 2006.
65. Salazar, Gabriel “Las avenidas del espacio público y el avance de la educación ciudadana”. Revista Última Década, N° 4, Centro de Investigación y Difusión Poblacional de Achupallas, Viña del Mar, Chile, 1996. Publicado en www.redalyc.com, visitado en 2006.
66. Sautu, Ruth Todo es teoría. Objetivos y métodos de investigación. Argentina, Ediciones Lumiere, 2003.
67. Sennett, Richard El declive del hombre público. Barcelona, Ediciones Península, 1978.
68. Silva Téllez, Armando “La ciudad como comunicación”.
Publicado en www.felafacs.org/files/silvatellez.pdf, visitado en junio de 2007.
69. Sojo, Carlos “La noción de ciudadanía en el debate latinoamericano”. Revista de la CEPAL 76, Abril, 2002. Publicado en www.eclac.cl , visitado en 2006.
70. Souza, Silvina “Comunicación y espacio público en la
ciudad de La Plata. Circulación, recorridos y encuentros”. Publicado en www.oei.es/pensariberoamerica/colaboraciones03.htm, visitado en agosto de 2007.
71. Sunkel, Guillermo “Una mirada otra. La cultura desde el
consumo”. Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Daniel Mato (compilador), Caracas, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2002.
72. S.J Taylor y R. Bodgan Introducción a los métodos cualitativos
de investigación. La búsqueda de significados. España, Ediciones Paidós, 1987.
Pabst 147
73. Williams, Raymond Cultura: sociología de la comunicación y del arte. Barcelona, Ediciones Paidós, 1982.
74. Yúdice, George “Contrapunteo estadounidense/ latinoamericano de los estudios culturales”. Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. Daniel Mato (coord.), Caracas, CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2002.
75. Yúdice, George “Redes de gestión social y cultural en
tiempos de globalización”. Publicado en www.globalcult.org.ve/pub/AMII/05-yudice.pdf, visitado en octubre de 2007.
76. www.alfredojaar.net, visitado en enero de 2008.
77. www.electoral.cl, visitado en noviembre de 2007.
78. www.emol.com/noticias/documentos/pdfs/Informe_LB_2005.pdf, visitado en noviembre de 2007.
Pabst 148
Anexos
1. Matriz de análisis
Dimensión
Categoría
Pregunta
Espacio Público
-Relación entre espacio público y ciudad -Uso apropiado -Apropiación ciudadana -Participación -Valor del debate -Rol del Estado -Valor de la sociabilidad -Globalización
-¿Cómo define Espacio Público? -¿Cómo le gustaría que se utilizaran los espacios públicos? -¿Qué entiende por apropiación ciudadana del espacio público? -¿En qué se diferencia una ciudad que tiene espacios públicos dinámicos y una que carece de ellos? -¿Qué caracteriza más fuertemente al espacio público? -¿Cuál es el rol del Estado en el espacio público? -¿De qué manera valora la posibilidad de encontrarse con otros en el espacio público? -Los cambios que ha traído la globalización al EP ¿han empeorado o mejorado la ciudad?
Ciudadanía -Valor de la participación -Valor de la pertenencia -Relación con la identidad -Relación con la diversidad -Valor del reconocimiento -Rol del Estado -Relación con la nacionalidad -Relación con lo local -Globalización -Relación con el arte
-¿Por qué es importante la participación ciudadana? -¿Por qué es importante identificarse con algún componente ya sea del Estado o de la sociedad? -¿Qué cree que es lo más importante de ser ciudadano y en qué se manifiesta la ciudadanía? -¿De qué debiera servirle a una persona convertirse en ciudadano? -¿Si se pierde la condición de ciudadano, cuál es la principal pérdida? -¿Qué política pública le parece destacable en el sentido de fortalecer la ciudadanía? -¿Qué valor tiene la nacionalidad respecto a la ciudadanía? -¿Cómo se relaciona la ciudadanía con el entorno inmediato? -¿Cómo cree que se relacionan o vinculan ciudadanía y globalización? -¿Qué aportes puede hacer el arte a la ciudadanía?
Pabst 149
Arte -Rol del artista -Relevancia de la creatividad -Relación entre arte y cultura -Relación con el público -Relación con lo público -Función social del arte -Función del arte en el espacio público -Relación con democratización -Relación con el Estado -Relación con el mercado -Relación con crisis de la modernidad
-¿Cómo define artista y dónde lo ubica en el contexto social? -¿Cuál es el mayor valor de una obra artística? -¿En qué se diferencian arte y cultura? -¿Qué debiera provocar la obra de arte en el público? -¿Una obra artística debe buscar modificar la sociedad en la que está inserta o debe ser neutra frente a estas instancias? -¿En qué puede aportar el arte a cambiar una determinada sociedad? - ¿Qué aporta el EP o la calle como escenario a la obra artística? -¿Cuál es el valor político del arte? -¿Es viable que el arte sea independiente y prescinda del Estado? -¿La ecuación mercado/arte puede generar buenos resultados? -¿Cómo entiende el arte hoy respecto de cómo éste era entendido hace 50 años?
Pabst 150
2. Imágenes de obras realizadas por los informantes en el Espacio Público
Pabst 151
Pabst 152
Pabst 153
Pabst 154
Pabst 155
Pabst 156
Pabst 157