+ All Categories
Home > Education > La promesa incumplida: educación y movilidad social

La promesa incumplida: educación y movilidad social

Date post: 15-Feb-2017
Category:
Upload: marcos-eduardo-villa-corrales
View: 480 times
Download: 2 times
Share this document with a friend
12
2015 - Nexos - www.nexos.com.mx La promesa incumplida. Educación y movilidad social El rezago educativo en América Latina no permite que los ciudadanos tengan acceso a mejores condiciones de vida: la región está estancada en términos de movilidad social. Y sin embargo los gobiernos no han establecido un proyecto económico que vaya más allá del desarrollo maquilador Al ingresar a la universidad Manuel logró, ese otoño de 1981, algo que hasta entonces nadie en su familia había conseguido: llegar a una Facultad. Y no se detuvo ahí. Cinco años después finalizó su maestría en la Flacso de México. Al término de la ceremonia de graduación su padre, un hombre que nunca culminó la primaria y trabajaba para una cervecera, se acercó orgulloso a Manuel, ya todo un maestro en Ciencias Sociales. —Manolo, tú has estudiado primaria, secundaria, bachillerato, universidad y ahora esta cosa que se llama maestría. Hablas muy bonito; no dices haiga, como yo, y estoy muy orgulloso… Pero tengo una duda: ¿por qué carajos soy yo, casi un analfabeto, quien te presta dinero para la cuota inicial de tu auto? INICIO
Transcript

®2015 - Nexos - www.nexos.com.mx

La promesa incumplida. Educación y movilidad social

Camila Gómez • Agustina Gallego • Carlos Sánchez

El rezago educativo en América Latina no permite que los ciudadanos tengan acceso amejores condiciones de vida: la región está estancada en términos de movilidad social.Y sin embargo los gobiernos no han establecido un proyecto económico que vaya másallá del desarrollo maquilador

Al ingresar a la universidad Manuel logró, ese otoño de 1981, algo que hasta entonces nadie ensu familia había conseguido: llegar a una Facultad.

Y no se detuvo ahí. Cinco años después finalizó su maestría en la Flacso de México. Al términode la ceremonia de graduación su padre, un hombre que nunca culminó la primaria ytrabajaba para una cervecera, se acercó orgulloso a Manuel, ya todo un maestro en CienciasSociales.

—Manolo, tú has estudiado primaria, secundaria, bachillerato, universidad y ahora esta cosaque se llama maestría. Hablas muy bonito; no dices haiga, como yo, y estoy muy orgulloso…Pero tengo una duda: ¿por qué carajos soy yo, casi un analfabeto, quien te presta dinero para lacuota inicial de tu auto?

INICIO

 

Una de las grandes promesas de la sociedad moderna ha sido la movilidad social. Persiste laidea de que a través de la educación una persona podrá superar su situación de origen y llevarcondiciones de vida mejores que las de sus padres. Es por eso que la pregunta del papá deManuel se la siguen haciendo, año tras año, cientos de miles de personas.

De hecho, señala Manuel Gil Antón, hoy profesor investigador de El Colegio de México y unode los académicos más importantes en materia educativa en su país, “esa promesa de individuose trasladó también a nivel social, y se dijo: en la medida en que una sociedad tenga más genteeducada, será más próspera”.

Pero hay una dificultad, explica: “Se ha hecho una correlación entre educación y progreso —social y personal— que solamente ocurre cuando hay una economía creciente. Y si el proyectoeconómico de una nación no tiene como uno de sus pilares el conocimiento avanzado, noresultará extraño que un físico, por ejemplo, se quede sin empleo si está en un país que sólotiene un desarrollo maquilador”.

La amplitud de esta promesa incumplida recorre a casi toda Hispanoamérica. Julián de Zubiría,investigador destacado en materia educativa en Colombia y director del Instituto AlbertoMerani, opina que, en efecto, hasta ahora la educación no ha sido un factor de movilidadsocial en la región.

Más hacia el sur, Mariano Narodowski, ex ministro de Educación de la ciudad de Buenos Aires,Argentina, y también investigador de políticas educativas, sostiene que hoy día la movilidadsocial ascendente sólo ha correlacionado fuertemente cuanto menor es el nivel educativo delos padres.

El sociólogo francés Jean-Claude Passerón lo explicó claramente hace más de 40 años: laescuela, si trabaja bien, puede hacer que el hijo de un obrero sea un gerente; lo que la escuelano puede hacer es el puesto de gerente.

“Para que la educación sirva como un instrumento de mejoría en la calidad de vida tiene quehaber, primero, calidad en la educación; y después, crecimiento económico que redistribuya elingreso mediante la generación de empleos o de espacios de desarrollo económico. Esoimplica reducir la inequidad”, subraya Manuel Gil.

Narodowski destaca un gran problema que, a su juicio, enfrenta esta promesa: supone unmercado del trabajo perfecto, cuando en realidad no es. “No es un mercado completamentelibre, muchas veces los mejores empleos no los obtienen los que saben más porque hay otrostipos de redes vinculares, actividades corporativas u oligopólicas que hacen que seancontratadas otra clase de personas”.

Es por ello que se calcula que en 1970 por cada profesionista en México había entre cuatro ycinco puestos de trabajo; en la academia hoy por cada vacante que se abre hay hasta 92aspirantes.

El modelo de desarrollo económico argentino ejemplifica bien esta situación regional, opinaNarodowski, pues está centrado en la renta agropecuaria: “Cuánto dinero le puedes sacar a eserubro y luego redistribuirlo. En esa redistribución se solucionan algunos problemas de pobreza.Esto da un poco de margen para subsidiar sólo algunas industrias. Y bajo ese sistema opera elmodelo educativo argentino. La economía tiende al estancamiento y a la lógica rentista, lo quegenera una sociedad jerárquica, autoritaria”.

Por esa razón, se puede ser el mejor ingeniero ferroviario del mundo, pero si en su país lostrenes dependen del gobierno y éste no invierte en ellos, solamente hay dos opciones: irse delpaís o dedicarse a otra cosa.

Una situación similar vivió Benigno Gutiérrez, un ingeniero químico por la UniversidadNacional Autónoma de México que ahora fabrica y vende mobiliario metálico para laindustria. “De mis compañeros de carrera, a quienes les va mejor es a quienes se fueron del país.Si te quedas en México te va a ir mal. Te mueres de hambre. A ellos les va bien porque trabajanen Bélgica, por ejemplo”.

Incluso, desde el mismo Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo mexicana seincentiva a los lectores a aplicar a empleos en el extranjero. Uno de los vínculos más leídos dela página web es: “¿Quieres trabajar en Canadá?”.

Un segundo problema que se suma a las complicaciones del sistema económico es que el niveleducativo en Hispanoamérica, en general, aún dista de ser ideal, destaca Julián de Zubiría. Y losdatos le dan la razón. El último ranking educativo de la Organización para la Cooperación y elDesarrollo Económicos (OCDE) evaluó a 76 naciones y pocos fueron los paíseshispanoamericanos bien librados.

Los tres Estados de habla hispana más poblados en América ocupan posiciones bajas en elestudio de la OCDE. México se ubica en el puesto 54 de 76, Argentina en el 62 y Colombia el67.

“El mundo contemporáneo le está haciendo exigencias a la universidad y ésta no harespondido. Necesitamos individuos más creativos, con más ingenio para plantear soluciones aproblemas. Eso no se está trabajando a nivel universitario”, sentencia De Zubiría.

Para avanzar en ese sentido hacen falta medidas de Estado que trasciendan a unaadministración, coinciden los expertos. La mayoría de los programas de gobierno no tienenrepercusiones a largo plazo.

La calidad en la educación no es un tema central para los gobiernos; dentro de su proyectoeconómico no es considerado un engranaje fundamental. “En el modelo colombiano, porejemplo —apunta De Zubiría—, es más importante la minería que la educación”.

En México, aunque el porcentaje de aporte a la educación se asemeja a los realizados enAlemania o Japón, los resultados en la materia no se comparan con los de esas naciones.

Este fenómeno muestra que destinar cuantiosos recursos no es suficiente para mejorar elpanorama educativo de un país.

 

Tufik Zambrano, de Colombia, se tituló como licenciado en Ciencias de la Educaciónespecializado en Física y Matemáticas a principios de los noventa. Durante su último año deestudios trabajó como profesor para un colegio pequeño en un sector popular de Bogotá; ahíse dio cuenta de que ése era el trabajo que quería hacer.

Cuando obtuvo su título logró un gran salto: un colegio de elite le ofreció una plaza comodocente. Al mismo tiempo comenzó a trabajar como profesor universitario. Durante 15 añosTufik enseñó en varias de las escuelas más importantes de la capital colombiana hasta que un

día “la experiencia comenzó a jugarme en contra. Los colegios empezaron a contratarestudiantes de último semestre. Con lo que me pagaban a mí podían sostener a cuatro chicosque por la experiencia aceptarían casi cualquier salario”.

Esa situación hizo que Zambrano, quien se encontraba en la campana alta de su carrera, sepreguntara cómo iba a ser el asunto cuando entrara en un declive profesional: “¿Esta profesiónpuede sostener a mi hija, mi esposa y los pagos de la casa que acabo de adquirir? No,imposible”.

Fue entonces cuando Tufik empezó a asesorar a empresas importadoras de materialradioactivo para medicina nuclear. Sus conocimientos de física y matemáticas le permitieroncapacitar al personal sobre cómo transportar y guardar esos productos. Incluso se encargó dediseñar bunkers para el almacenamiento de insumos radioactivos en hospitales.

“En ese momento me di cuenta de que el dinero que podía obtener con esas asesorías eramuchísimo mayor que con la docencia, que me gustaba mucho más, sí, pero económicamenteyo necesitaba sostenerme”, explica.

Un par de años después lo reducido del mercado hizo que para Tufik y sus socios fueraprácticamente imposible competir con las dos empresas más fuertes en el sector de lamedicina nuclear en Colombia. Incluso a pesar de que él y su equipo habían capacitado a granparte del personal de estas compañías.

Lo que había sido una exitosa “desviación” de su profesión comenzó a tornarse difícil. Con elsector educativo ofertando pocas plazas mal pagadas, y el rubro nuclear fuera del alcance deconsultoras pequeñas, Tufik vive ahora de asesorar como freelance a industrias en materia delogística. Su conocimiento como físico matemático es desaprovechado.

No es un caso aislado. Una encuesta realizada en 2015 por Adecco, compañía especializada enrecursos humanos, arrojó que sólo 33% de los colombianos considera que su trabajo guardauna alta relación con sus estudios profesionales.

El fenómeno se replica en México, donde una investigación de la empresa de fuerza laboralManpower reflejó que en 2015 sólo 30% de los egresados universitarios trabajaba en su rubrode profesionalidad. Las cifras oficiales, por su parte, esgrimen que el volumen de quienes tienenun trabajo afín a sus estudios es de 80% de los egresados.

En Argentina una de las últimas investigaciones al respecto surgió de la Universidad Autónomade Buenos Aires, la cual en 2007 registró que alrededor de 40% de sus egresados sedesempeñaba en actividades que guardan “baja o nula” relación con sus estudios.

Este desbalance en el mercado laboral se destaca en un informe realizado en 2013 por laAsociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior de México(ANUIES), el cual es aprovechado por las empresas que contratan al personal más calificadoofreciéndole un menor salario. El resto de los profesionistas tiene que elegir entre ganarprácticamente nada o dedicarse a otra cosa.

 

En esa situación se encuentra Magali Lagomarsino, quien estudió publicidad en la UniversidadArgentina de la Empresa pero actualmente trabaja atendiendo a los clientes de un bancogubernamental en la provincia de Buenos Aires.

“Mientras cursaba la carrera participé en algunos concursos y me fue bien. Pensaba terminartrabajando en alguna empresa grande en el sector de publicidad o para una agencia. Pero alsalir de la universidad me di cuenta de que si no tienes contactos o disponibilidad para trabajarprácticamente gratis, no hay empleo”, cuenta.

Como se ve, el fenómeno de personas que optan por dedicarse a algo distinto a suespecialidad debido a cuestiones económicas no es excepcional. Al respecto, Lagomarsinoreflexiona: “Terminas consiguiendo un empleo en otra cosa que te deja vivir mejor que tupropia carrera. Si trabajara en publicidad seguro sería de lunes a lunes y ganaría menos plata”.

Algo similar le ocurrió a Pamela Mejía Blancas, quien estudió Ciencias de la Educación enMichoacán, México. “Pensé que con el título universitario se me facilitaría conseguir trabajo.Acá dicen ‘papelito habla’; se supone que se te abren más puertas, pero creo que no es verdad”,dice con desgano.

Al término de su carrera Pamela contaba con un año de experiencia como maestra deprimaria, pero en todas las entrevistas a las que acudió le pedían un mínimo de cuatro años.Eso quiere decir que habría tenido que trabajar como profesora casi desde el inicio de sucarrera. Y se cuestiona: “Si no te dan la oportunidad de ejercer, ¿de dónde rayos vas a sacar laexperiencia?”

1

De acuerdo con encuestas a empresarios, una de las principales deficiencias que perciben losempleadores es, precisamente, que los jóvenes carecen de experiencia.

El estudio Logrando compromiso en el trabajo, realizado este año por la agencia Manpower enMéxico, aborda esa misma inquietud, pero muestra otro ángulo: “Las empresas perciben queexisten algunas desventajas al contratar personas jóvenes: falta de madurez, falta de experienciay de compromiso, lo cual es paradójico, considerando que un joven podrá generar experienciatrabajando y se comprometerá con la empresa al ser parte de ella”.

Para María Fernanda Rodríguez, una politóloga bogotana que hoy es asesora educativa, esadebilidad afecta gravemente a todos los egresados. “Es muy importante tener una buenapasantía, que uno no sea la asistente de alguien a quien le resulta más barato tener un pasanteque contratar una secretaria”. Esto se traduciría en egresados con más dominio de la práctica.

Sin embargo, apunta De Zubiría, “entre los hombres de negocios no sólo hay descontento porla falta de trayectoria. Me llama la atención que no hay quejas de que los chicos tuvieranerrores en las ecuaciones de segundo grado; todos coinciden en que los egresados no sabenescribir, hablar bien ni trabajar en equipo”.

La educación está muy descuidada, apunta el investigador colombiano. “Yo estudié en laFacultad de Economía de la Universidad Nacional de Colombia: nunca tuvimos trabajo entorno a cómo manejar el dinero, no hicimos ejercicios de cómo invertir en la bolsa y despuésanalizarlo en una materia. El egresado de Economía no sale de la carrera manejando el dinero.¿No es eso absurdo?”.

“En Argentina a nadie le importa la educación. Es impensable, por ejemplo, que un candidatogane una elección porque promete algo en materia educativa. Existe el dirigente, el candidatoal que le interesa individualmente el tema, pero como clase política Lo vemos en la campañaelectoral en curso: nadie habla al respecto, y si lo hacen es con vaguedades”, sentenciaNarodowski.

También resulta paradójico que en la mayoría de estos países el sector empresarial se quejemucho del nivel de los egresados profesionales pero no emprenda acciones de impacto pararevertir la situación.

Sólo en dos países de la región el empresariado ha tomado manos en el asunto: RepúblicaDominicana y Brasil, indica De Zubiría: “Los hombres de negocios pensaron que podíanmantener su crecimiento económico sin tocar el sistema educativo, pero han comenzado adarse cuenta de que este rezago en la formación de jóvenes comienza a volverse un obstáculo”.

Pero si bien la participación del sector empresarial en el sistema educativo de un país puedetener beneficios invaluables. Los gobiernos no pueden ceder todo a los hombres de negocios.“No vinimos al mundo sólo a generar dinero. Vinimos a jugar futbol, a enamorarnos, a escribir yleer poesía Y si los empresarios se adueñan de la educación, se preocuparán sólo por elrendimiento económico; y no, la educación tiene que desarrollar al ser humano de maneraintegral”, añade De Zubiría.

Ahí radica la importancia de la educación más allá del sistema económico. Probablemente espor eso que, en una entrevista para el Observatorio Laboral del Ministerio de Educacióncolombiano, Harold Schomburg —investigador alemán en educación y trabajo— apuntó quesería completamente erróneo asesorar a los estudiantes de acuerdo con lo que sucede en elmercado laboral. Ellos deben desarrollar sus habilidades.

La educación, si se hace bien —subraya Gil Antón—, produce lectores, personas que piensan.Contribuye a consolidar ciudadanía, capacidad crítica. Por eso, a pesar de que en losmomentos en que no hay crecimiento económico tengamos un excedente de egresados cuyotalento efectivamente se desperdicia, tenemos también un ejército de personas preparadasque pueden ser un motor de cambio social.

Esta idea la comparte Benigno Gutiérrez: “Si bien no ejerzo en el rubro de mi profesión, piensoque tendría muchas deficiencias si no hubiera ido a la universidad. Cursar una carrera abrió miperspectiva de la vida, de otra forma habría estado más limitado en mi visión del mundo”.

Coincide también Elkin Morris, un publicista bogotano convertido en chef: “En cualquiermedio que te desempeñes te exigen una cultura que, me parece a mí, solamente puedesobtener mediante la universidad”.

Pero no todos lo consideran así. La mexicana Pamela Mejía es menos optimista. “Con lo queestoy viviendo no creo que sea tan necesario estudiar la universidad. Al final de cuentas lo queimporta es que tengas contactos. Eso es lo primordial. Mi trabajo actual, como asistente de una

congresista local, lo tengo justamente porque soy familiar”, lamenta.

No es extraño que en muchas ocasiones los profesionales dependan más del nivel y la calidadde relaciones y contactos que de su conocimiento.

“Nunca se ha probado que un egresado del Tecnológico de Monterrey —una de lasuniversidades privadas más costosas de México— sea mejor ingeniero que un chico delInstituto Politécnico, que es público. Sin embargo, el primero tiene más relaciones, tiene otrocolor de piel, tiene un capital cultural distinto en casa, ha viajado desde que tiene cinco años,quizá habla inglés con fluidez tiene muchas ventajas, pero son de origen: hemos vuelto al viejorégimen en que origen es destino”, afirma Manuel Gil.

Tal vez es por ello que Tufik Zambrano se muestra escéptico respecto a la necesidad de cursarla universidad. “Antes las familias se sentían muy orgullosas de que sus hijos fueranprofesionales; hoy es un requerimiento serlo, pero pienso que económicamente no es una muybuena decisión para la familia. La inversión es muy alta y la tasa de retorno casi nula, si es que lahay”.

La frustración y el descontento social que genera esta promesa incumplida de educación ymovilidad social es un problema serio, pues conlleva un gran riesgo para toda la sociedad.

“Esta frustración genera un desapego a la aventura del conocimiento. Los chicos empiezan apreguntarse para qué estudiar si se gana mucho más como vendedor informal, y no se digacomo delincuente. Cuando un país pierde la relevancia educativa pierde muchísimo más que elempleo o el desarrollo económico. Pierde el sentido de la cultura, el sentido del valor del saber”,dice Gil Antón.

 

Camila Gómez • Agustina Gallego • Carlos Sánchez Periodistas.

Riquelme, Graciela y Herger, Natalia, Estudiantes universitarios avanzados de tres universidadesargentinas: la relación estudio-trabajo y las expectativas sobre la vida profesional, UniversidadAutónoma de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina, 2007.

1


Recommended