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5/28/2018 La verdadera historia de un tal Miguel de Cervantes, Gobernador del Soconusco por Antonio Garca de Len
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La verdadera historia de un tal Miguel de Cervantes, Gobernador del
Soconusco
Publicado originalmente en: 1992Laverdadera historia de un tal Miguel de Cervantes,gobernador de Soconusco.La Jornada Semanal, nueva poca, no. 174, 11 de octubre 1992. Mxico,
pp. 19-26.
Reina en ti propio, t que reinar quieres, pues provincia mayor que el mundo eres.
[Francisco de Quevedo]
Sepan cuantos
Este funcionario menor de las rentas reales, mayordomo del Consejo de Indias y
autor de comedias en sus ratos libres, viva en Sevilla cerca del barrio del matadero, y
desde all recorra la ciudad del Alczar al Guadalquivir. La chusma del patio del
Monipodio inspir muchos de sus desvaros teatrales, pues esta gente baja era rica en
ancdotas, llena de vida en el filo de la muerte, y provista por lo mismo de una sabidura
particular que muy pocos reconocan, salvo l, que nunca perdi la fe en la humanidad.
Fue hasta 1587 que obtuvo por fin el empleo de recaudador de vveres para la
Armada Invencible, que ya no lo era tanto, oficio que le acarre sinsabores,
persecuciones judiciales, encarcelamiento y dos severas excomuniones -producto de su
celo fiscal-, saliendo airoso a medias de todas estas vicisitudes y malaventuranzas. Perotres aos despus, el ir y venir entre las escalinatas de la Casa de Contratacin y el
desembarcadero del Arenal, consuma lo ms de su tiempo y alimentaba sus
frustraciones. A pesar de sus cuarenta y tres aos cumplidos, la juventud pareca lejana y
el tiempo se le agotaba, a menos que un portento sorpresivo modificara sus expectativas.
Slo un aliento lejano lograba reanimarlo, un hlito que era como la llamada remota de
una tierra que estaba en el trasfondo de todas sus fabulaciones, el duende que lomantena con una pequea flama encendida en el corazn. Frisaba pues la edad de
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nuestro hidalgo con los cincuenta aos y ya era atrapado por el demonio del
medioda, esa crisis del talante que muchos sufren al cumplir el medio siglo, o antes.
Haba entonces que hacer algo distinto y original, aunque a la postre terminara, como el
Quijote, imitando las hazaas de otros, buscando la perfeccin en una imitacin...El da que sala de un pleito con los usureros de la calle de las Sierpes, tuvo una
revelacin. Al fondo de la calle apareci, acercndose a l en una flaca cabalgadura, un
caballero lgubre, armado de un bacn por yelmo y de una lanza jineta, como la de los
pastores de alzada. Cuando trataba de entender las palabras que el extrao jinete le
diriga, la figura se deshizo entre la plebe que poblaba la calle. Si no era la muerte era la
fortuna, y as se lo indic el duende y la llama que le susurraba al odo. Desde entoncessupo que el Arenal del muelle era lo mejor y que en l estaba la nuez de sus esperanzas,
la puerta franca hacia una locura placentera, pues a la ciudad andaluza llegaban los
destellos de otro mundo, resplandores a los que haba sido hasta ahora indiferente. El
Arenal era la llegada de la flota, el arribazn de los indianos, que venan forrados de
fortuna y a entablar nuevos contratos, los que apilaban sus bales y contaban sus
dineros a la vista de todos. Provistos de modales desenvueltos, carentes de la estrechez
espiritual de los que se haban quedado ac, estos caballeros de Panam, tratantes del
Per, de Zacatecas y el Potos, o emperifollados y patanes de la gran Mxico, estos
rufianes dichosos representaban el Nuevo Mundo, el ancho orbe y el nico camino a
seguir de quienes se quisieran engolfar en los senderos lquidos que conducan a las
Indias. A pesar de que en todo este tiempo no se le ha hecho merced ninguna, desde
entonces madura la idea de que tiene los suficientes mritos como para pedir un oficio
vaco en aquellas remotas partes, pues, porqu no llegar a ser uno de aquellos
afortunados y retornar algn da a la ciudad remontando el ro, altivo el pecho y llena la
faltriquera y los bales?, y en virtudes, hecho un Fcar, presto en Sevilla te veas
Aquel caluroso da de mayo de 1590 se arm de valor y por fin escribi la
peticin, bajo un calor sofocante que prefiguraba el porvenir, carta petitoria que a la
letra dice1:
1El original de esta carta se halla en el Archivo General de Indias, de Sevilla, ciudad en donde vivi y desde donde parti aAmrica este personaje: AGI. Patronato, 253, R04. 21 mayo 1590.
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Pide y suplica cuanto puede a V. M. sea servido de hacerle merced de un officio en las Indias,
de los tres o cuatro que al presente estn vaccos, que es el uno la contadura del Nuevo Reino
de Granada; o la gobernacin de la provincia de Soconusco, en Guatimala; o contador de lasgaleras de Cartagena; o corregidor de la ciudad de La Paz; que con cualquiera de estos oficios
que V. M. le haga merced, la rescibir, porque es hombre hbil y suficiente y benemrito para
que V. M. le haga merced, porque su deseo es a continuar siempre en el servicio de V. M., y
acabar su vida como lo han hecho sus antepasados, que en ello rescibir muy gran bien y
merced.
Y toda esta historia viene a cuento por un grueso atado de papeles que hallamos
en la catedral de Oaxaca, buscando los desperdigados registros de diezmos y cofradas
de su obispado, por otras historias que no vienen al caso y que nada tenan que ver con
este hallazgo sorpresivo. A partir de all, y desviados de la pesquisa original -buscando
en Sevilla, en Guatemala, en Mxico y en otros archivos que guardan los fragmentos de
estas intrigas-, empezamos a armar el rompecabezas de las aventuras de un personaje del
que no tenamos ni la ms remota idea que hubiera dado con sus huesos en estas tierras.
Por las memorias sobre papel escritas, supimos que era ms bien pobre, de
complexin recia, seco, avellanado y enjuto de rostro, antojadizo y lleno de
pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, gran madrugador y amigo de la
caza. As lo describan a la letra sus amigos, sus enemigos, y algunos alcaldes indios que
lo conocieron y lo acompaaron en sus correras. Lleg de Espaa a fines de mil
quinientos noventa y cinco como Gobernador del Soconusco, es decir, como Alcalde
mayor de la Gobernacin ms rica de la Capitana General de Guatemala y que hoy es,en su mayor parte, perteneciente a la costa pacfica de Chiapas. Permaneci algunos
aos en el cargo, pero luego cay de la gracia de las autoridades por su obstinado afn
de justicia. Pues como lo apuntaba en su diario al llegar aqu, al darse cuenta de la
injusticia habida, se atemperaba su deseo de fortuna.
Su peticin de servicios en las Indias encabezaba un buen fajo de papeles
maltratados por la humedad y el tiempo, el primero de dos legajos cuyas letras se habandiluido a trechos y que contiene en su mayor parte contratos, censos, apercibimientos y
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requisiciones, curiosamente mezclados con cartas de amor, sonetos, conjuros y
ensalmos. Garabateos de un funcionario real que ms pareceran las anotaciones de un
escritor frustrado que prepara sus novelas y entremeses, sus poemas y canciones, que
modesto hidalgo convertido en Alcalde mayor de un puado de colonos y tributarios dela Mar del Sur. Aparte de la informacin til que contiene este legajo para analizar en
trminos de historia econmica los inicios de la crisis del cacao en la Amrica Central2,
quizs uno de los documentos ms sorprendentes de l es la Relacin de la provincia de
Soconusco, compuesta de 12 fojas y fechada en 27 de enero de 1596. Esta Relacinparece
cubrir la ausencia de informaciones sobre esa provincia, pues la correspondiente de 1580
se halla desaparecida, y completa el retrato apresurado pintado por Juan de Pineda en1594 de una comarca que preocupaba a la Corona por la tradicional corrupcin de sus
Oficiales Reales3.
Por varios indicios contenidos en la informacin, sabemos que, en cuanto lleg a
Sevilla, el documento de Pineda fue conocido por Cervantes, quien era adems uno de
los mayordomos del Consejo, encargado de extractar las largas informaciones llegadas
de ultramar, y esta relacin en particular alent sus ilusiones sobre la posibilidad de
obtener de inmediato el gobierno de la Arcadia retratada en el memorial. Pues en ese
documento, Pineda insiste en la enorme riqueza de la provincia, cual nsula de las perlas
o Berbera, slo en espera de un gobernador justo que ponga coto a los desmanes de
caciques y tratantes que la tienen algo derrumbada. La riqueza estaba al alcance y el
gobernador justo podra entonces ser l mismo. En general, Pineda describe la
escandalosa vida cmoda que llevan los indios, pues
Esta provincia est bastecida de mayz, axi y frisoles; cran aves, ans de la tierra como de
Castilla; tienen muchas frutas de muchos gneros de la tierra, y mucho pescado, ans de muchos
ros que tienen, como de la mar. Cjese mucho cacao en mucha cantidad, porque los yndios
desta provincia tienen muchas myllpas y cada ao las van aumentando y acrecentando y
2Crisis descrita por Murdo J. MacLeod, Spanish Central America. A Socioeconomic History, 1520-1720. University of CaliforniaPress. Los Angeles, 1973.3Juan de Pineda, Descripcin de la Provincia de Guatemala, ao de 1594 [AGI, Estante 58, caja 6, legajo 28] Publicadatambin en: Coleccin de libros y documentos referentes a la historia de Amrica. Tomo VIII [Relaciones histricas y geogrficas de Amricacentral].Librera general de Victoriano Surez. Madrid, 1908. Pp. 415-471.
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rreponiendo, como hazen los dems pueblos, de cacao, como est dicho. Todos tienen
caballos, a dos y a tres, ans para ir a visitar sus myllpas, como para traer, ans el cacao como las
cosas que tienen de cosecha, a sus casas, y no tienen ningn trabajo sino ir a sus myllpas a
caballo y mirar a los indios alquilados que quitan el zacate que ay, que es poco y regular en
verano, y volverse a sus casas. El cacao questos yndios cogen es mucho y lo mejor que ay en la
provincia de Guatemala, y ans en las partes donde lo venden las personas que lo llevan, que es
Tlaxcala, Tepeaca, Acaingo, Guajocingo, Cholula y otros pueblos y en la ciudad de [Puebla de]
Los Angeles, lo venden a tres y a quatro pesos y a ms por carga.4
Estos indios ricos y agraciados5segn el visitador, estaban acostumbrados, desde
antes que fueran lejana y rica colonia de Tenochtitlan, a tratar con el Altiplano mexicano
y a tomar siempre por bueno lo de fuera, naturales que solan vestir bien y a la moda
dominante; y an, tener a su servicio no slo a indios asalariados de otras regiones, de
los Altos de Chiapas y Guatemala, sino tambin a esclavos y sirvientes negros, pues al
decir de Pineda:
...Andan bien vestidos, limpios y adereados, ellos y sus mujeres e hijos, porque es gente muy
polida, y la ms della mexicana, y muchos dellos andan en hbitos de espaoles: como son
camisas, aragelles de lieno y calones, capas de pao y sombreros de tafetn y de fieltro,
apatos y botas, y jubones de lieno de Castilla, y chamarros de pao; y las mujeres con muy
ricos guaypiles y naguas de mucho precio; y es gente que se trata bien en su comida [...] y les
queda mucho cacao que venden a los dichos espaoles y a otros que se lo van a comprar por
dinero, y ans estn rricos, por el mucho cacao que tienen. Y algunos dellos tienen negros y
negras que les sirven, y pieas de plata...6
As, el cargo otorgado a Cervantes, anunciaba de principio ser uno de los ms
jugosos concedidos por la Corona, y alentaba las ilusiones de posicin y aventura del
recin nombrado. Aunque, a decir verdad, el hidalgo venido a menos viva un conflicto
permanente entre su afn de fortuna y los arrebatos justicieros que le asaltaban cada vez
4Juan de Pineda. Op. Cit. Pp. 440-442.5Eran de origen maya (mam, moch y tuzanteca), mixe-tapachulteca y de nacin mexicana, en realidad nahuas pipilesvenidos siglos atrs de la antigua Tula.6Juan de Pineda. Loc. Cit.
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que vea con sus propios ojos las injusticias del mundo. Pero adems, saba que en su
posicin, los mritos no bastaban, pues no se dan all los cargos y oficios por
merecimientos, sino por dineros
A la postre, el legajo cervantino de la catedral se completa con otro fragmento delos pliegos con los que tropezamos poco despus, y que contienen partes importantes de
un diario, acompaado de apuntes de lo que pudieron haber sido novelas, romances,
sonetos, autos y comedias, as como algunas cartas interesantes, entre ellas una de Mateo
Alemn, autor del famoso Guzmn deAlfarache, enviada a Cervantes desde Sevilla el 20
de abril de 1607, poco antes de embarcarse hacia la Nueva Espaa, en donde
encontrara poco de la fortuna y el mrito buscado, y s mucho de la muerte que lesobrevino en 1615. Pues Alemn, al igual que su amigo, haba sido tambin
galardonado con un modesto oficio de alcabalero en la Audiencia de Mxico, cargo
que tambin le acarre pleitos y sinsabores.
La bitcora de vida que escriba con emocin y minucia el encargado de la
gobernacin se extiende hasta 1616, en la vspera de su muerte, y llena otras 121 fojas
del expediente, escritas en su mayor parte despus de 1602, cuando ya haba sido
obligado a abandonar el puesto. As, la mayor parte del texto fue redactado desde su
retiro en una de las modestas estancias de beneficio de cacao, que le fue concedida
como merced en las inmediaciones de Ocelocalco, un pueblo indio abandonado desde
1597. Por el diario conocemos un poco ms de la vida de quien pudo llegar a ser uno de
los grandes escritores del Siglo de Oro, de su bsqueda incesante de prestigio y de una
serie de mritos militares que atesoraba, que nunca le fueron justamente reconocidos ni
retribuidos, ni por Felipe II ni por su sucesor: su participacin destacada en la batalla de
Lepanto (en donde qued inutilizado de un brazo), su estancia en Italia, su cautiverio en
Argel, su regreso a Espaa y sus orgenes pretendidamente nobles7. Porque a final de
cuentas, el cargo que le adjudicaron, dejaba mucho que desear en cuanto a la
7Testimonio hecho en Madrid a solicitud de Rodrigo de Cervantes, padre de Miguelde Cervantes, para probar ser su hijonoble y estar captivo en Argel, y que por ser pobre no lo poda rescatar. Ao de 1578. Archivo General de Indias.Patronato.204.
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importancia de sus mritos y servicios, algo de lo que no se percat hasta que hubo
llegado a su destino.
Partes de su vida estn ya reflejadas en la misma peticin de 1590, en donde
modestamente se refiere a l en tercera persona, tal vez porque asegura que la misiva fueen realidad redactada por su abogado defensor, un tal licenciado Vidriera. En el
codicilo de esa misiva atestigua que
Miguel de Cervantes Sahavedra dice que habiendo servido a V. M. muchos aos antes en las
jornadas de mar y tierra que se han ofrecido de veinte y dos aos a esta parte, particularmente
en la Batalla naval [Lepanto, 1571], donde le hizieron muchas heridas, de las quales perdi una
mano de un arcabuao. Y el ao siguiente fue a Navarino y despus a la de Tnez y a la
Goleta, y viniendo a esta Corte con cartas del seor don Joan [de Austria] y del duque de ea
para que V. M. le hiziese merced, fue cautivo en la galera del Sol, l y un hermano suyo
[Rodrigo] que tambin ha servido a V. M. en las mismas jornadas y fueron llevados a Argel
donde gastaron el patrimonio que tenan en rescatarse, y toda la hazienda de sus padres y las
dotes de dos hermanas doncellas que tena, las quales quedaron pobres por rescatar a sus
hermanos. Y despus de libertados fueron a servir a V. M. en el Reino de Portugal y a las [islas]
Terceras, con el Marqus de Santa Cruz, y agora al presente estn sirviendo y sirven a V. M., eluno de ellos en Flandes, de alfrez; y el Miguel de Cervantes fue el que traxo las cartas y avisos
del alcalde de Mostagn [en Argel], y fue a Orn por orden de V. M. Y despus ha asistido
sirviendo en Sevilla en negocios de la armada [como alcabalero o recaudador], por orden de
Antonio de Guevara, como consta por las informaciones que tiene. Y en todo este tiempo no
se le ha hecho merced ninguna...
El relato penetra a menudo bajo una niebla espesa, se detiene en detalles queluego abandona, penetra historias paralelas y pretende incluso constituirse, como el
autor se dice a s mismo, en un mar de historias. Contiene tambin ancdotas de sus
ayudantes, escribanos y maestresalas, y sobre todo, muchos indicios de la locura febril en
la que cay en los ltimos aos de su retiro, que algunos atribuyen a su vicio por la
lectura, sobre todo de los libros de quimeras y caballeras trados de Espaa, que
mediante una paga, logr ocultar de la mirada incisiva del comisario del Santo Oficio,que en Veracruz requisaba toda la literatura que pudiera contaminar la mente de los
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colonos y los indios, lecturas que al parecer s le modificaron el seso a nuestro alcalde: el
propio Guzmn, el Amads de Gaula, El Quijote de Ibn Eggeli, La Galatea, Las Sergas de
Esplandin. O los recuerdos cada vez ms alterados de sus mritos y cautiverio, de sus
fieles amigos y de sus detractores, que se mezclan en el diario con las aventuras de lospaladines y sus damas. De Guatemala, al tener noticias de ella, se hizo llegar una
inesperada novela de caballera, que, paradjicamente, era una Historia verdadera de la
conquista de la Nueva Espaa, publicada en 1602 y salida de la pluma de uno de los
protagonistas de aquella hazaa, de un viejo conquistador vecino de ella, un tal Bernal
Daz del Castillo -compaero de aventuras de don Hernando Corts, segn deca-, y
por cuyos mritos y proezas era posible que l mismo se hallara con los pies plantadosen esta tierra.
Muchos detalles de su vida en el Soconusco salpican tambin las fojas del
desordenado diario: sus amores con la mulata indiana, a quien liber, -Aldonza
Lorenzo, hija de Pedro Lorenzo, poblador, y Mara Biafara, esclava-, sus viajes
exploratorios por la regin por la costa, los cerros, las grutas, los pueblos
abandonados-, sus visitas a Guatemala y Ciudad Real, su paso por las trochas abiertas
que intent convertir en caminos tiles para el comercio, su fallida expedicin a Mxico,
ciudad de la que siempre mantuvo una visin deslumbrante, as como del gran
Hernando Corts que conquist la gran Mjico para que la gran Venecia tuviese en
alguna manera quien se le opusiese, pues estas dos famosas ciudades se parecen en las
calles, que son todas de agua: la de Europa, admiracin del mundo antiguo, la de
Amrica, espanto del mundo nuevo
Pueblan estos relatos algunos cuentos viejos de Castilla y Andaluca, escuras
fantasmas, obstinadas estantiguas que me persiguen desde Sevilla, que garabate en un
librillo encuadernado con piel de becerro y pomposamente titulado Novelas ejemplares. As
como los cuentos que haba escuchado en Espaa sobre un Pedro de Urdemalas,
hombre muy cauteloso e invencionero para robar (Yo soy hijo de la piedra, que
padre no conoc), o los escuchados aqu sobre un ubicuo Juan No, personaje que
todava habita el crter del Tacan y cuyos relatos an perviven en la memoria
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campesina del Soconusco, cuentos que ya desde entonces haban sido rejuntados como
si fueran las hazaas de Hrcules por un tal Carlos de Navarrete 8, que era vecino de
Comitn y oriundo de Guatemala, pequeo de talla, buen platicador y con suma de
pelos en las orejas como los cadejos de ac -segn decan-, que dicen que coma poco yque con slo una frazada viva en la Cueva de los Andasolos. Este Navarrete -nima
impaciente-, que en contravencin de las Ordenanzas, en lugar de derrumbar los dolos
de la gentilidad, los buscaba por la tierra penetrando cuevas, horadando ces
abandonados y sacando de ellos antiguallas y olvidadas historias de sus idolatras,
sacrificios y costumbres.
El laberinto de amor
La situacin del Soconusco, como la de otras provincias de las Indias, no
corresponda a su fama, y la infamia saltaba por todas partes, como lo pudo notar
Cervantes desde un principio. Los aprestos para su llegada y posesin del cargo, que se
anunciaban en cartas, anuncios recibidos desde Antequera y en un fragmento del mismo
diario, parecan tambin corresponder a las ansias de esta rica nsula de Berbera de ser
gobernada con justeza, y en donde la supuesta riqueza de los indios se trocaba en
miseria mientras ms se penetraba en la provincia. Desde Veracruz, don Miguel haba
seguido el peor de los caminos, el reputado por ms corto. Salir de las Ventas de Buitrn
a Alvarado, remontar en bongo el ro del mismo nombre, subir de Tuxtepec a la Villa
Alta espaola de San Ildefonso de los Zapotecas, bajar a la creciente Antequera, y de all
seguir a Tehuantepec, subir de nuevo la cuesta empinada de La Jineta, infestada de
bandoleros, hasta el valle de Cintalapa, para bajar otra vez a la costa. Todo esto en un
camino accidentado y slo accesible a lomo de mula. Sin querer, y desalentado por los
peligros de vientos que eran capaces de derribar gigantes, evit el paso directo de
Tehuantepec a Tonal -el paso de La Ventosa-, que le hubiera sido ms cmodo, y que
8Diario. Foja 14v.
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era la ruta habitual de los arrieros y los tamemes, los indios cargadores que mientras ms
se avanzaba al meridin, ms sustituan el trabajo de las mulas: Este largo camino, tanto
pasar de breas y montaas, y el bramido continuo de fieras alimaas [] Elpan se me
ha mojado, y roto entre jarales el vestido, los zapatos, rasgado el bro consumido, demodo que no puedo un pie del otro pie pasar un dedo.
Desde Veracruz, la orden de Santo Domingo, por sugerencia del virrey Luis de
Velasco el Mozo, le asign un ayudante, un gua indgena nacido en el Soconusco.
Velasco, joven con mucha blanca que lleg a virrey, empresario de mil empresas y
negocios turbios, dueo de una soberbia que contrastaba con la gravedad de su padre,
quien fuera aos antes un virrey austero y constructor de las grandezas de la tierra,deseaba congraciarse as con quien crea, ms que simple alcalde, un espa de Su
Majestad, alguien que podra perjudicarlo con un informe sobre lo que aqu se
murmuraba. El escudero asignado era entoncesMateo Cipactonal, granconocedor de
la lengua mexicana y de otras de su comarca, y que le servira despus de intrprete,
nahuatato, ayudante, gua, agrimensor de caballeras y mercedes y hasta secretario de
cmara, pues haba aprendido a leer y escribir, y otros oficios en los conventos
dominicos, pero sobre todo en la escuela del mundo, que suele ser la ms provechosa.
Fue este fiel asistenteel que le acompa en el Soconusco el resto de sus das.
El 15 de mayo de 1595, despus de bajar la cumbre de La Sepultura, visitando de
paso la aldea de Tiltepec, la ltima de su provincia yendo a Nueva Espaa, -el postrero
pueblo destos, que se llama Tiltepeque, el primero para m en llegando, que est a cien
leguas de la ciudad de Guatemala, viniendo para Nueva Espaa- Cervantes anot:
Despus que baj del cielo a la Boca del Cielo, una playa as nombrada, y despus que desde su
alta cumbre mir la tierra y la grandeza de la Mar del Sur, y la vi tan pequea, se templ en parte
en m la gana que tena tan grande de ser gobernador; porque qu grandeza es mandar en un
grano de mostaza, o qu dignidad o imperio el gobernar a media docena de hombres tamaos
como avellanas, que, a mi parecer, no haba ms en toda la tierra? Si vuesa seora fuese servido
de darme una tantica parte del cielo, aunque no fuese ms de media legua, la tomara de mejor
gana que la mayor nsula del mundo.
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Y el nuevo oficio, lleno de sorpresas y de cosas nuevas como las que haba visto
desde su desembarco en la Veracruz, lo imaginaba ya en esas primeras pginas del diario,
tan turbulento como el mar lleno de arrecifes y peligros de la costa veracruzana: Agora
s necesito el consejo y la norte y gua que me encamine y saque a seguro puerto deste
mar proceloso, donde voy a engolfarme; que los oficios y grandes cargos no son sino un
golfo profundo de confusiones.... Y es ans, agregando razones, porque como ya
soy viejo y no mozo de buen aire, esa dama Fortuna tan esquiva se ausenta de mis ojos:
adems de que no puedo, Seor, por razn de caridad y justicia, fundar mi fortuna en la
muerte de estos malaventuradosY agregaba, no sin los temores del arribo a su nsula, a la que tambin apellid
Barataria, por lo barato en que ac se cogen los cacaos, que son lo mismo que moneda
corriente, o por lo barato en que me la haba dado el Consejo, algunas reflexiones
interiores:
Primero, Miguel, concete a ti mismo, que bien poco te conoces y te das a conocer como autor
de comedias y encantamientos, en selva tupida de comediantes y encantadores, y entra de lleno
en esta nueva tierra procurando conocerte a ti mismo, que es el ms difcil conocimiento que
puede imaginarse. Del conocerte saldr el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el
buey; que si esto haces, vendr a hacer feos pies de la rueda de tu locura la consideracin de
haber guardado puercos en tu tierra... y Dios te libre de la murmuracin maliciosa, de quien no
hay Estado que se escape.
Al llegar das despus a las puertas de la villa de Huehuetn, poblada de ms de
cincuenta espaoles y sus familias -ms los caciques y seores naturales, castas y negros
esclavos y libres de los cuarenta pueblos y estancias que la componan-, y en cuyas calles
lodosas corran las iguanas y pululaban los perros, el nuevo gobernador extra las
murallas de una ciudad imaginada antes como la Kasbah de Orn, con sus edificios
blanqusimos y sus noches de luna:
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Sali a recibirme el regimiento del pueblo, compuesto de indios descalzos, y mulatos y pardos
que ms parecan moros del Abindarrez que cristianos nuevos destas tierras. Tocaron las
campanas y todos los vecinos dieron muestras de general alegra y asombro, ms de verme
llegar en una flaca bestia que en la gravedad de mi cargo, y con mucha pompa me llevaron a la
iglesia a dar gracias a Dios. Y luego con algunas ridculas ceremonias, entre ellas mesar los
cabellos de los caciques indios de la comarca como lo solan hacer en su gentilidad en seal de
obediencia perpetua, me entregaron las llaves del pueblo y me reputaban como perpetuo
gobernador de la provincia de Soconusco. El traje, las barbas crecidas, los dientes
descompuestos de quien ms pareca un caballero de la triste corcova que un alto oficial, tena
admirada a toda la gente. Finalmente, en sacndome de la iglesia me llevaron a la silla del
juzgado, entre mil zalameras de los que despus se mostraran por mis enemigos...
Pudo percatarse que la confusin de la provincia era tal, que al paso de los aos,
casi todos los vecinos indios y espaoles del lugar resultaban parientes entre s, en las
ms extraas combinaciones, enredos y servidumbres, que en eso ocupaban muchas de
sus ociosidades. Fue por eso que don Frutos Gmez Casillas, su alcalde en 1575, llam
al Soconusco el paraso de Mahoma, por la costumbre de los indios de la tierra de servir a
los cristianos y darles sus hijas o hermanas, y venir a sus casas por va de parentesco yamistad, y as eran servidos los cristianos, porque tenan muchos hijos en la gente natural
de la tierra, y a esta causa venan los indios a servir como a casa de parientes y
sobrinos9. Que si bien los humores equinocciales solan matar los piojos, causaban en
las personas calores y humedades que acrecentaban sus pecados, desde los comunes
hasta los nefandos, dando mucho que hacer a los comisarios y provisores, y gran
oportunidad a los diablos de tentar.Corri el tiempo y no con la ligereza que l quisiera, cuando se vio ya inmerso en
muchas de las nuevas aventuras de la tierra. La nave de su destino corra con prspero
viento hacia el deseado puerto, aunque algunas tormentas no dejaban de anegarle ni
algunas preocupaciones de asediarle. Muchos de sus escritos se perdieron, otros fueron
barridos por las tormentas o se hicieron viento. Un entrems en lengua mexicana y otro
en tapachulteca desaparecieron en un incendio que arras su primera morada, no sin ser
9Archivo General de Centroamrica. Guatemala. AI, 23, enero 18 de 1575.
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antes representados en plaza pblica y corrales por un tal Mauricio Ximnez, flor de los
comediantes y embaucadores desta tierra, clida como el infierno, quien recorra con su
compaa la regin a bordo de un carromato que haca de campamento y escenario. En
el percance se perdieron tambin cinco bellas canciones de cuna en castellano y en elhabla de los bozales de Biafra, quizs inspirados por los cantos evocadores de Aldonza,
negrillas que se mencionan casi al final del diario fragmentado.
El tal Ximnez, originario de Cuautla de las Amilpas, se haba enzarzado desde
pequeo en el mundo de los comediantes y saltimbanquis, de donde aprendi el oficio.
Chico de cuerpo, fcil de alegrarse, de ojos expresivos y barbado, vesta con una camisa
suelta de manta, hecha de las damascadas de la tierra, que los indios entregaban portributo y que reputaban como dinero. Con unos zaragelles bombachos, de cuya color
original quedaban pocas trazas, lo mejor de su figura eran unas botas de cuero indignas
de esos calores, que por lo mismo le causaban bubas y raspaduras en las entrepiernas.
Cuando se las descalzaba, el olor era tal, que poda matar varias manadas de ganado
mayor en leguas a la redonda: No me huela e l soldado otros olores que el olor de la pez
y de resina, que el que usa en la guerra estos primores muy mal podr sufrir la coracina,
no quiero otro primor ni otra fragancia en tanto que espaol viva en Numancia.
Cuando apareci en la tierra, montaba un entrems de conquista, un juguete ejemplar
titulado Lo que cala son los filos, de su autora y talante. Tena tales maravillas y artificios,
que encant al alcalde y lo distrajo de sus pesadas obligaciones. En estos apartados
pramos, tom al cmico por amigo, pues era, como l, amante de la msica, el vino y el
amor, as como gran fabulador en las comedias. En los das siguientes, que se
prolongaron por meses, don Miguel se hizo cercano de los comediantes, y apareci
como autor de muchos de sus desvaros pblicos. Comparta con ellos festines, bailes y
francachelas, -lo que le vali un juicio por abandono del cargo-, y un gusto particular por
los vinos y aceitunas que de contrabando introducan los peruleros en toda la costa de la
Mar del Sur. Cuando la compaa de hbitos gitanos amenaz con abandonar la tierra,
Cervantes la retuvo con promesas de contrato y otras razones, pues al alcalde todo este
mundo le reviva el perdido allende la mar. Los comediantes y su capitn le recordaban
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los barrios bajos de la lejana Sevilla, le traan el viento fresco de lo mejor del pasado, los
recuerdos de juventud que suelen ser los mejores.
En el primer encuentro que tuvo con Ximnez y su tropa cuando ste se diriga a
Acapetagua a representar Las Cortes de la Muerte, un viejo Auto atribuido a Micael deCaravajal y a Luis Hurtado de Toledo, don Miguel vio llegar a los cmicos a bordo de su
vehculo, o rodeando al carromato entre pfanos y tambores que daban a la escena un
aire de ensueo. Regresaba de una ceremonia de posesin de tierras acompaado de
Mateo, pues hubo que preguntar en su lengua a los indios varios pareceres, cuando, de
pronto, top con la estrafalaria comitiva. Vena en l un ngel de alas pintadas, un
emperador luciendo una corona que pareca de oro, un dios Cupido y un caballeroarmado de punta en blanco, grupo extrao que formaba la compaa itinerante y que
diverta a su paso a los habitantes de los pueblos. Un personaje disfrazado de cacique
indio, al reconocer al alcalde y por complacer al indiano pblico, enton all algo
entresacado de Las Cortes:
Los indios occidentales
y estos caciques venimos,
hasta tus Cortes triunfales,
a quejarnos de los males
y agravios que recibimos
Pero lo mejor de la escena siguiente, casi representada en teatro caminero al
alcalde y su comitiva, fue el baile de la nia Aldonza, la danza de cascabeles, la zambra
indiana, la chacona amulatada, que atrajo a una multitud de curiosos de los caseros
vecinos, y que caus el arrobo del pblico y el encantamiento general, impresiones que
la dulce infanta suscitaba siempre en quienes se extasiaban por su baile. Esclava de la
heredad de un Gmez, y poco a poco conocida por su habilidad y donaire en la danza y
el canto, Aldonza se haba integrado a la celebracin espontnea, con el nimo de quien
quisiera escapar a su estado, pues siendo hija de un poblador empobrecido, de la que
qued hurfana, hered la esclavitud de la madre. Fue entonces cuando su maltrecha
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nave se precipit tambin en el remolino de los amores de la nia, que se una por ratos
a los festejos de las comedias. Para aligerar su carga, el alcalde compr a Gmez la
libertad de la joven, testificada en una sesin de Cabildo de marzo de 1598.
Al paso de los meses, don Miguel tom en amores libres a la doncella, despusdel agasajo en donde cantara algunos aires y romances de la tierra que ms son de
moriscos que de cristianos, pues ella sali al baile, rica de villancicos, de coplas,
seguidillas y zarabandas, y de otros versos, especialmente de romances, que los cantaba
con especial donaire:
Nia soy, esclava tierna,mi edad de quince no pasa,
catorce tengo y tres meses
te juro en Dios y en mi nima.
stas y otras gracias mas
son despojos de tu aljaba;
desta casa soy doncella:
la nia Aldonza me llaman.
Y don Miguel pudo pensar para s aquello de: Y yo tengo que ser de ella, cocido
o asado, limpio, bien criado y honesto, a pesar de todas las potestades hechiceras de la
tierra, mientras se dejaba arrastrar en el arrebato encendido de aquella turbulencia, en la
red barredera cuyos nudos se haban tejido lentamente para la pesca de corazones.
Esas tan temidas potestades hechiceras de la tierra estarn tambin en la lenta
conversin indiana del alcalde, ms atento ya a las tortillas de maz y al chocolate que a
las ollas podridas y a los duelos y quebrantos de La Mancha y de Castilla. Los tocinos y
torreznos de los cerdos de ac saban diferente y la carne del ganado mayor era casi
regalada, pues lo que interesaba ms eran los cueros, de los que haba gran saca y
mantenimiento. Ensimismado en el aprendizaje de la lengua mexicana y en la escritura
de las comedias, poca cuenta se dio de los tantos disgustos que causara a los tratantes
que vivan de sacar a los indios hasta el ltimo grano de un cacao hijo del exterminio yel despoblamiento, y que consideraban estos devaneos con el mundo como indignos de
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su cargo y de su condicin. Por eso, cuando los indios nobles de Mapachtepec lo
sintieron prximo, o creyeron poderlo ganar para su causa, lo involucraron en sus
pleitos y lo empezaron a llamar como a cualquiera de su nacin y de su estado, don
Miguel Mazapiltzin, -hijo del ciervo, por lo de Cervantes-, y por la obstinada defensade sus empresas perdidas, defensa inspirada, segn el diario, por un Memorial de agravios
que cay en sus manos y que aceler por fin el desafuero de 1602, cuando las
autoridades de Santiago de los Caballeros hicieron descender el anuncio de su
destitucin como si de un rayo se tratara10. Trabaj sin embargo en esos aos ayudando
a redactar reclamos de tierras y Probanzas ya perdidas, testimonios de una nobleza
indgena que los rigores del siglo de hierro convertan, pese a sus intentos en contrario,en pobres maceguales.
Pero uno de los episodios ms notables de esos das es la visita a la cueva de
Tetzauhxapoyo, la gruta encantada, en las inmediaciones del Despoblado, no porque
lo sea del todo, sino porque no hay tantos pueblos como en la halda de la sierra,
extensin casi balda que separaba al Soconusco ganadero, el de Tonal y Pixixiapan, del
Soconusco cacaotero centrado en Huehuetn. All, y pese al temor que suscitaban las
consejas, baj a la gruta en tierras mercedadas de un Montesinos, que luego pobl en l a
Alcalda de Tuxtla.
El descenso a la cueva de Montesinos incluye el relato de una aventura extraa en
un inframundo poblado de nimas de otras pocas que viven encantadas sirviendo al
viejo guardin del recinto: un anciano que castiga a los cazadores que maltratan a los
ciervos. Tres horas permaneci en ella, segn los indios que lo acompaaban y que lo
esperaron en la boca de la cueva, aunque eso no puede ser, acota Cervantes el 22 de
julio de 1608, porque all me anocheci y amaneci, y torn a anochecer, y a amanecer
tres veces; de modo que, a mi cuenta, tres das he estado en aquellas partes remotas y
escondidas a la vista nuestra, y los das me faltan para empezar las noches. Cuando
relat su aventura, otros le hablaron de los indios hechiceros y encantadores de Chiapa,
10Cf. Causa de los seores principales del pueblo de Mapachtepec. Archivo General de la Nacin/ Mxico. General deParte.22, 3: Ff. 11-62v. 25 de mayo de 1608. El Memorial de Agravios mencionado es posiblemente el texto conocido comoResistencia y utopa. Memorial de agravios y crnica de revueltas y profecas acaecidas en la provincia de Chiapas durante los ltimos 500 aos desu historia, obra de un cronista de la Veracruz. La versin facsimilar la public Ediciones Era de Mxico, en dos tomos, en elao de 1985.
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de los que haba descubierto el obispo Pedro de Feria en 1584, de los que salan de
noche y andaban de cerro en cerro, y cueva en cueva, y en donde debaxo y so color de
religin cristiana, se espiritualizaban y se convertan en dioses, que haban de enviar
temporales o dar muchas riquezas a quien quisiera, y que por su talante ms parecan dela secta de los alumbradosde Espaa que simples idlatras de esta tierra11.
En todos esos aos, don Miguel viva el encuentro de los mundos reales y los
imaginarios, de los fantasmas que lo asediaban y de todo lo que ayudaba a crear en su
cabeza un Nuevo Orbe, -un nuevo amasijo de Europa, frica y Amrica-, en donde los
espaoles seguan, con la adarga bajo el brazo, persiguiendo a sus antiguos demonios
familiares; a sus duendes, endriagos y amazonas, de los que siempre se queran librar sinnunca lograrlo.
El hospital de los podridos
Este denso Soconusco cervantino, este Soconusco plantado en el siglo, difiere en
mucho, y de hecho desde el primer golpe de vista, de la comarca rica pintada por los
cronistas. Es ms el Soconusco de una crisis acelerada por el despoblamiento que el que
haba surgido de la imagen interesada del cobrador de tributos, o de la visin viajera del
fraile visitador, Toms Torres. Era en realidad una provincia desolada, devastada y
deprimente, cuya poblacin haba descendido de treinta mil tributarios en 1515 a slo
dos mil en 160912. Su situacin no era sino un anticipo temprano y siniestro de lo que
sucedera por doquier en Amrica Central...
11Fray Pedro de Feria, Relacin que hace el obispo de Chiapa sobre la reincidencia en sus idolatras de los indios de aquelpas despus de treinta aos de cristianos [1584]. Edicin de Nicols Len en Anales del Museo Nacional de Mxico.Tomo VI.Mxico, 1899. Pp. 481-487.12 Relacin de la visita a diversos pueblos y conventos de la Provincia de Chiapa hecha por el frayle visitador Toms
Torres, por mandato del obispo de la dicha Provincia. Citado por Carlos Navarrete en: The Pre-Hispanic System ofCommunications between Chiapas and Tabasco. En: Thomas Lee Jr. and Carlos Navarrete, Mesoamerican CommunicationRoutes and Cultural Contacts. New World Archaeological Foundation. Provo, Utah, 1978. Pp. 75-106. En ese texto, Navarrete
adjunta un mapa de ese ao de 1609 en donde aparecen caminos, estancias y pueblos delSoconusco. Curiosamente, unodelos dos personajes que aparecen dibujados sobre el glifo de Huehuetn, ataviado de una larga tnica blanca, porta una varade justicia en las manos, es barbado y enjuto. Junto a l se lee don Miguel.
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Dnde estn las riquezas de esta tierra? Se esfuman como vapor con cada indio que muere de
las enfermedades y el trabajo. Y estos espaoles que digo, les traen mucho bizcocho, tocino y
cosas, y menudo de puerco; y la ropa muy cara y lo dems que visten y calzan. Todo se lo traen
estos espaoles que digo, sin contar los dems que andan por los pueblos como salteadores,
llevndoles mil baratijas y espejuelos, por el mucho cacao que pueden rescatar y luego llevar a
otras partes con recuas y tamemes. Ansimismo les traen mucho vino para beber, que con esto
los embelecan, y lo he tenido que permitir por licencia, que si no, dicen, tornarn a rebelarse,
tanto los tratantes como los caciques que viven deste trato...13
Pues en esta provincia, en donde la Corona recolectaba todo el tributo -desde
Tonal, en la frontera con Oaxaca, hasta Ayutla-, el gobernador y los dems
funcionarios reales ocupaban una posicin muy privilegiada. Separados de las
autoridades centrales y con gran independencia de Mxico, Guatemala, y an de Espaa,
gobernaron hasta agotarla y convertirla en una devastada nsula cacaotera, como la
llamara John Chilton en su Travels in Mexicodesde 1570.
El comercio, presidido siempre por el que ocupabael cargo de gobernador, era
en realidad una compleja red de delitos perpetrados contra los indios y los colonos
pobres, una actividad daina para las dos repblicas. Por ello, don Miguel, retomando
sus originales intenciones de justicia, desoy los consejos de sus iguales y trat de actuar
de otro modo, enarbolando la ley de un rey lejano y ajeno. A cambio del cacao, que ya a
fines del XVI se pudra por falta de mano de obra, los buhoneros les vendan a los
indios vino caro y adulterado, exigiendo adems variados obsequios para no exagerar
una tasa de tributos que creca en relacin inversa a la poblacin de tributarios14.
Es una burla, acota Cervantes en 1600, el ser esta una rica provincia. Ms me valdra no esperar
en favores ni en ddivas, pues todo el cuerpo de nuestra nacin est contaminado y podrido; y
el gobierno usa ms del cauterio que abrasa, que del ungento que molifica, y ans, ha llevado
sobre sus fuertes hombros y a debida ejecucin el peso desta gran mquina, sin que nuestras
13Relacin, foja 8v.14 Demandando exagerados pagos tributarios que no eran enviados a la Corona y trabajando en connivencia con los
comerciantes espaoles y mestizos. Se hacan de la vista gorda y era comn, al tiempo de la venta de los tributos reales encacao, el compartir ganancias entre funcionarios reales y compradores. Tambin a los sacerdotes se les acusaba, a veces, delos mismos delitos. MacLeod, Op. Cit. Pg. 64.
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industrias, estratagemas, solicitudes, y tambin fraudes, hayan podido deslumbrar sus ojos de
Argos, que contino tiene alerta, porque no se le quede ni encubra ninguno de los nuestros, que,
como raz escondida, con el tiempo venga despus a brotar, y a echar frutos venenosos en esta
Espaa del gran Filipo Tercero. Y la fortuna que busqu huye de m, y no me ser fcil toparla
por estas tierras, aunque la busque, como me dijera Mateo Alemn, ni con linterna flamenca15.
Intrigas locales, con olas crecientemente encrespadas, ponan en peligro su
travesa. Por todas partes el mundo se despoblaba y el gran xodo de los colonos hacia
sus estancias de cacao y ganado, arrastraran tambin hacia un mayor aislamiento al
alcalde destronado. La plata era cada da ms cara, y un descenso terrible de la poblacin
obligaba a los seores de minas y ganados a volverse hacia sus mercedes y estancias decampo, los que las tenan, a aorar el pasado o a refugiarse en el mundo anterior de
honras y aventuras caballerescas16. Slo la compaa permanente de Aldonza, de una hija
fruto de sus amores, de Mateo, su escudero, mitigaran pasajeramente sus penas, en
los ltimos aos de una vida que se secaba como el arbusto de la perdida fortuna.
Agona del trnsito de la muerte
Sucede luego que aprieta ms el diablo cuando ve que se acaba la vida, y ve
menos habilidad en el moribundo para resistir a sus armas ocultas y a sus renovados
ardides [] Luego por eso tienta: porque piensa ganar y granjear algunos pecados con
que acabe la vida el paciente y se lleve su alma al infierno17.
A principios de 1616, meses antes de su muerte, don Miguel tena la idea fija de
olvidar todo, de trocar su nombre por el de Quesada o el de Alonso Quijano el
Bueno, como le llamara algunos aos su fiel asistente huehueteca. Ciertas cosas deban
ser suprimidas de su vida y otras trocarse en realidad, como las dos partes del Ingenioso
Hidalgo don Quijote de la Mancha, que aseguraba haber escrito antes que el rabe andalus
Sid Ahmed Ibn Eggeli: Cide Hamete Benengueli, como lo llamaba en sus cada vez
15Relacin, foja 11.16As al menos lo presenta Pierre Vilar en su clebre artculo Le temps du Quichotte.Europe, 7, 1956.17Maestro Alejo Venegas,Agona del trnsito de la muerte con los avisos y consuelos que cerca de ella son provechosos.Toledo, 1590.
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ms frecuentes delirios18. Los pleitos imaginarios, en verso y en prosa, se reflejan a veces
en el diario, junto a dilogos inconclusos con los grandes de la comedia y las letras,
como el famoso Fnix Lope, y an, a fragmentos del Opsculo que imaginaba haber
escrito entre la primera y la segunda parte del soado Quijote: El muy donoso librillo
llamado Buscapi, donde, dems de su mucha y excelente doctrina, van declaradas todas
aquellas cosas escondidas y no declaradas en el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la
Mancha19.
Otras veces, caminando de noche por el corredor de la estancia de Ocelocalco,
ataviado de una larga tnica blanca y blandiendo una vara de gobernador, prometa ir al
encuentro de los motines de los indios enmascarados que estaban en su apogeo en lavecina provincia de Chiapa, o a concertarse con los desvaros del ladino Vicente Guilln,
venido de las tierras chichimecas del norte y que se haca pasar entre ellos por uno de los
cuatro autores del Evangelio su vocero por mandato divino, por mi voz habla la
voz, deca a los cuatro vientos-. Aposentado en las arboledas de su Sierra Morena, en
las selvas del Manch y Lacandn, proclamaba desde ah estar en el Paraso Terrenal,
que as describi Len Pinelo a su frondoso escondite20, publicando arengas escritas
para encender el nimo de sus seguidores y los de su secta. Guilln se proclamaba
tambin como seguidor de aquel Juan de Zapata, el capitn comunero de Madrid que en
1521 haba dirigido la desobediencia de las comunas de Castilla contra Carlos V21. El
amotinado, segn los rumores que llegaban a la costa, regenteaba las aldeas llamndolas
Caracoles de Buen Gobierno, a la manera de la crnica del Guaman Poma del Per, y
predicaba la buena nueva de la recuperacin de las Indias, de la restitucin del trono
del Anhuac y el Tahuantinsuyo, as como la fundacin de Repblicas de Indios ajenas
al poder del rey nuestro seor.
Las fiebres frecuentes magnificaban la opresin y el cautiverio del trpico,
multiplicaban las pesadillas en esa pronunciada pendiente de la costa que suele hacer
18Ahmed viene siendo el nombre del arcngel Miguel, y el apellido Ibn Eggeli, algo as como hijo del ciervo en rabe.19Lo edit Adolfo Castro como: El Buscapi. Opsculo indito que en defensa de la primera parte de El Quijote escribi Miguel deCervantes Saavedra. Imprenta de la Revista Mdica. Cdiz, 1848.20Antonio de Len Pinelo, Relacin sobre la pacificacin de las provincias del Manch i Lacandn, 1643. Edicin de Porra Turanzas.Madrid, 1958. Y del mismo autor:El Paraso en el Nuevo Mundo.Torres Aguirre. 2 volmenes. Lima, 1943.21Joseph Prez, Los comuneros. Historia 16. Madrid, 1989.
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cambiar de curso a los atropellados ros. O congelaba en imgenes detenidas el mundo
casi lquido de los miasmas y el estero: el vuelo de las garzas suspendido sobre los hatos
del ganado mayor, los monos que invadan el corredor por las tardes para robar la
cosecha de pltanos, las nubes de mosquitos, el olor penetrante a selva hmeda que loacompa desde su llegada, humor a veces placentero y cambiante en el regazo y la
hamaca de la Aldonza, otras veces asociado malamente a las fiebres y el insomnio.
Una tarde, permaneci don Miguel largo tiempo cavilando, perdido en las
posibilidades alarmantes de su memoria, en las tristezas y la melancola por una Espaa
que le cerr las puertas de la gloria, con el temor de la muerte y de la eternidad ante l.
La eternidad, dijo en voz alta, y el sonido de aquella palabra le sac de su sueo. Unanube de polvo se levantaba bajo sus pies. Libros desperdigados, con las pginas sueltas,
rodaban por el suelo. Otros parecan no haber sido nunca abiertos. Libros de cuentas,
alcabalas de viento, libros de caballeras y encantamientos, recuerdos de una Espaa
vieja y lejana que nunca volvera a ver con sus mortales ojos, las llanuras de La Mancha,
el campo de Montiel, los jardines de Esquivias, el muelle de la Torre del Oro y el Arenal
de plata de la festiva Sevilla; ciudad que las desventuras del Siglo de Hierro
transformaban en otra, en la Babilonia de las mancebas de la Espaa decadente, Las
Indias de Europa saqueada por los limosneros alemanes que controlaban su comercio,
limosneros con garrote que exigan a los espaoles la plata al coro de guelte, guelte.
En el fondo de esas pesadillas se levantaba siempre la Casa de Contratacin de Sevilla,
anclada como un enorme buque en el barrio de la Santa Cruz, en cuyas escaleras trabaj
como alcabalero y Comisario real de cereales y aceite, y que luego, quien lo dijera,
albergara sus papeles para la posteridad.
Para Mateo, su escudero siempre atento a los refranes y a las sabiduras populares,
el amo en su agona se haba vuelto zahor, pues a menudo lo oa hablar con alguien en
su habitacin, y aseguraba incluso escuchar otras voces unidas a la suya. Para Mateo, ese
alguien era a veces un espritu en forma de nia o de ninfa, por expresiones y palabras
que usaba, a veces en espaol: -Mi Dulcinea, mi Preciosa...; y otras veces en el dialecto
nahua meridional. Se trataba sin duda de las visitas nocturnas de un espritu obstinado,
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un scubo producto del mestizaje y de un mundo al revs, que luego recordaba como un
sueo o un encantamiento. En otras ocasiones imprecaba a voces contra los gigantes,
losQuinametin tzocuilicximej, los enormes y pesados monstruosde los pies invertidos, a
los que haba que raer de la faz de la tierra, los que turbaban el sueo del estancierodesde los mundos paralelos de las creaciones anteriores. O se le apareca la vieja de los
dientes de hierro, la Tantepusilamaj, a veces en la forma de una doncella provocativa, la de
la vulva dentada, la que habitaba simultnea varios volcanes de la regin, desde los
Zoques a Nicaragua.
Puesto ya el pie en el estribo, escriba el 19 de abril de 1616, con las ansias de
la muerte, gran seor sta te escribo... Ayer me dieron la extremauncin, y hoy escribosta: el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto llevo
la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto a la muerte. En los
momentos finales de lucidez pudo dictar un testamento apresurado, interrumpido a
ratos por la fiebre: Sepan cuantos esta carta de testamento, de ltima y postrimera
voluntad vieren, como yo don Miguel de Cervantes Saavedra dejo a mi mujer Aldonza y
a mi hija Marina los pocos bienes del interno y externo de esta estancia de beneficio de
cacao
A los cuatro das, el 23 de abril, compareci don Miguel Cervantes Mazapiltzin
ante Nuestro Seor para la saca y conducimiento de su espritu, pues ese atardecer
muri en su lecho. Hallse el escribano presente, relata una breve nota del albacea de
los escasos bienes heredados a la mujer y a la hija, y dijo que nunca haba sabido que un
caballero tal hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente, y tan cristiano como don
Miguel; el cual, entre compasiones y lgrimas de los que all se hallaron, dio su espritu:
quiero decir que se muri.... As, el antiguo gobernador, un alma para la vida eterna, se
convirti en un hroe de la caridad hasta lo sublime. Cubierto de llagas y atado de
tentaciones terrorficas, como penitencia en s de todos los pecados, lleg hasta su
muerte serena, trnsito de santos, entre msica de flautas y coros de indios, siendo su
muerte y sepelio una especie de cuadro asctico de Zurbarn, animado en el drama de
estas tierras lejanas que le dieron sepultura.
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