Date post: | 18-Dec-2015 |
Category: |
Documents |
Upload: | adolfopalomar |
View: | 247 times |
Download: | 5 times |
La vida de Nuestro Seor Jesucristo
La vida de Nuestro Seor Jesucristo
Abate Brispot, La vida de Nuestro Seor Jesucristo
LA VIDA DE NUESTRO SEOR JESUCRISTO
Tomo Primero
ADVERTENCIA DE LOS TRADUCTORES
PRLOGO
APROBACIONES
NOCIONES PRELIMINARES
1o. SOBRE LOS CUATRO EVANGELISTAS.
2o. SOBRE LOS ESCRITORES QUE NOS HAN SUMINISTRADO LA COORDINACION, LAS
EXPLICACIONES Y COMENTARIOS DE LOS SANTOS EVANGELIOS.
LA VIDA DE N. S. JESUCRISTO
CAPITULO I
Dios existe de toda eternidad: el Verbo se hace hombre en el tiempo.- Un
Angel anuncia a Zacharas el nacimiento de Juan Bautista.- Seis meses
despus el mismo Angel anuncia a Mara los designios que tiene el Seor
acerca de ella.
CAPITULO II
Genealoga legal del Hombre-Dios.- Mara visita a Elisabeth: santificacin
de Juan: cntico de Mara.- El Angel anuncia a Joseph el misterio de la
Encarnacin.- Nacimiento de Juan Bautista: su circuncisin: cntico de
Zacharas.
CAPITULO III
Con ocasin del edicto de Csar Augusto, va Joseph con Mara a Betlehm,
en donde nace el Hijo de Dios.- Un ngel anuncia a los pastores su
nacimiento, y van a adorarle.- Circuncisin del Nio Jess.- Adoracin de
los Magos.
CAPITULO IV
Joseph y Mara van a Jerusalm a presentar a Jess en el templo.- Palabras
del viejo Simen y de la profetisa Ana.- Venida a Egipto y vuelta a
Nazareth.- Conducido a Jerusalm por las fiestas de Pascuas, sorprende a
los doctores con la sabidura de sus palabras.
CAPITULO V
Inspirado por el Espritu Santo, sale Juan del desierto y principia a
predicar.- El pueblo se agolpa para orle y para purificarse. El mismo
Jess va de Nazareth al Jordn para ser bautizado.- Segunda genealoga del
Hombre-Dios.
CAPTULO VI
Jess de las orillas del Jordn, se retira a un desierto, para ser tentado
del demonio.-Juan le proclama Salvador del mundo despus de haber dado
testimonio de l ante el pueblo y los enviados de los Judos. Jess, otra
vez junto Jordn, atrae a s muchos discpulos.
CAPTULO VII
Jess de la ribera del Jordn pasa a Can de Galilea, donde hace su primer
milagro; luego se va a Capharnaum, y poco despus a Jerusaln: lo
vendedores arrojados del tempo; entrevista de Jess con Nicodemo. Jess
vuelve al Jordn, donde bautiza por ministerio de sus discpulos.
CAPTULO VIII
Juan da un nuevo testimonio de Jess.-Humildad del santo
precursor.-Herodes el tetrarca le manda prender y aherrojar en una
crcel.-Jess deja el Jordn para marchar a la Galilea.-Entrevista con la
Samaritana.-Predicacin en Samaria.-Creen mucho en l.
CAPTULO IX
De Samaria Jess vuelve a Can de Galilea: cura al hijo de un seor de la
corte. Vuelve despus a Nazareth donde explica una profeca de Isaas, y
llega a Capharnaum donde llama a s nuevos discpulos: cura a un hombre
posedo del demonio, sana a la suegra de Simn Pedro y otros muchos
enfermo
CAPTULO X
De Capharnaum Jess va a predicar a la Galilea; sana a un leproso y a
otros muchos enfermos.-Acosado por el gento se mete en una barca para
ensear.-Primera pesca milagrosa.-De vuelta en Capharnaum sana a un
paraltico y confunde a los Pharisos.
CAPTULO XI
Vocacin de San Matho.-Jess come en Capharnaum con los publcanos.-Mofas
de los Pharisos, y pregunta sobre el ayuno.-Va a casa de Jairo; queda
sana una mujer tocando la orla de su vestidura; resurreccin de la
muchacha; cura de dos ciegos y de un posedo mudo.
CAPTULO XII
Jess pasa de Capharnaum a Jerusaln y sana a un paraltico en la Piscina
llamada Bethsaida: escndalo de los Pharisos.-Jess declara a los judos
que l es Hijo de Dios, igual a su Padre, y el Mesas prometido en las
Sagradas Escrituras.
CAPTULO XIII
Jess volviendo de Jerusaln a Capharnaum, defiende a sus discpulos que
coman espigas. Cursa de un hombre cuya mano estaba seca; conspiracin de
los Pharisos.-Predicaciones y milagros a las orillas del mar.- Va Jess a
un monte de Galilea, donde pasa la noche.-Eleccin de los doce Apstoles.
CAPTULO XIV
Discurso del Hijo de Dios sobre el monte: las ocho bienaventuranzas y las
cuatro maldiciones Sus Apstoles deben alumbrar el mundo predicando la Ley
perfeccionada.-La justifica del cristiano debe ser ms grande que la de
los Escribas y Pharisos: El cristiano debe tener ms dulzura, ms
caridad, ms prudencia y ms castidad.
CAPTULO XV
Continuacin del discurso de Jess sobre el monte: deben evitarse los
juramento; saber padecer para conservar la unin de la caridad, amar hasta
a sus enemigos, evitar la ostentacin, y preferir el secreto en las buenas
obras. Cmo debe orar todo cristiano.
CAPTULO XVI
Prosigue el Seor su discurso sobre el monte, diciendo que hay que tener
la conciencia pura, que no se debe servir ms que a dios, y que el hombre
debe abandonarse sin reserva a los cuidados de la Providencia divina.-Nos
dice que hagamos con nuestro prjimo lo que quisiramos que se hiciese con
nosotros, y nos recomienda que entremos por la puerta estrecha.
CAPTULO XVII
Concluye el Seor su discurso diciendo que no se debe seguir a los falsos
doctores, sino afianzarse en las verdades el Evangelio.-Jess, bajando del
monte, sana a un leproso, y despus en _Capharnaum devuelve la salud al
siervo de un centurin. Al da siguiente pasa a Nam, donde resucita al
hijo de una viuda.
CAPTULO XVIII
Hallndose Jess en Nam le enva Juan dos de sus discpulos: nuevos
milagros.-El Hijo de Dios hace el elogio de Juan.-Censura Jess la
conducta de los Pharisos y la de las ciudad impenitentes.-Paternal
llamamiento a los pobres y afligidos. La pecadora a los pies del Seor.
CAPTULO XIX
De Nam Jess recorre otra vez la Galilea.-Vuelto a Capharnaum, libra a un
endemoniado mudo y ciego; murmuraciones de los Pharisos y respuesta de
Jess.-Le piden un gran prodigio; Jess predice su resurreccin, contina
enseando al pueblo.-Cules son aquellos que reconoce por suyos.
CAPTULO XX
Jess sentado a la orilla del mar propone al pueblo diversas parbolas: la
del sembrador, con su explicacin; la de la semilla echada en la tierra,
la de la cizaa entre el buen trigo, la del grano de mostaza, y la de la
levadura.
CAPTULO XXI
Jess explica en la casa de Capharnaum a sus discpulos la parbola de la
cizaa, y les propone otras; la del tesoro escondido; la de la perla de
mucho valor, y la de la red echada en la mar.-Pasa al territorio de los
Gerasenos: borrasca apaciguada: cura de dos endemoniados: rebao
precipitado en la mar.-Jess se vuelve a la otra orilla del lago.
CAPTULO XXII
De las cercanas de la mar Jess pasa a Nazareth, donde intentan acabar
con su vida.-Predica en la Galilea: misin de los Apstoles e
instrucciones que reciben: los Apstoles se ponen en camino, en tanto que
Jess va predicando por las ciudades.
CAPTULO XXIII
Mientras predica Jess en las ciudades, y sus discpulos en las aldeas de
Galilea, ocurre la muerte de Juan Bautista.- Herodes oye hablar de Jess,
y desea verle; ms Jess se aleja y se vuelve a Capharnaum.-Habiendo
vuelto a su lado los Apstoles, los lleva de Capharnaum al desierto de
Bethsaida, en donde instruye al pueblo.-Primera multiplicacin de los
panes.
CAPTULO XXIV
Jesucristo anda sobre las aguas volviendo del desierto de Bethsaida a
Capharnaum.-Sana a muchos enfermos.-Jess declara al pueblo que su carne
es comida, y su sangre es bebida.-Murmuraciones de los judos: Jess
declara que su cuerpo es el pan celestial figurado por el man.
CAPTULO XXV
De Capharnaum Jess recorre de nuevo la Galilea.-Descubre la hipocresa de
los Pharisos.-Declara que lo que hace impuro al hombre no es el alimento,
sino el consentimiento en el pecado.-Jess se dirige hacia los confines de
Tyro donde cura a la hija de la Chanana, y sale luego de ese pas para
volver a Capharnaum atravesando el territorio de Decpolis: curacin del
sordo-mudo.
CAPTULO XXVI
Jess sana a una porcin de enfermos cerca de la mar, en un desierto no
lejos de Bethsaida.-Segunda multiplicacin de los panes.- Le piden los
judos un prodigio en el cielo: Jess reprende a los judos, y luego a sus
discpulos.-De Bethsaida adonde cura a un ciego, Jess se dirige hacia
Cesarea de Philippo.-Primaca de San Pedro.
CAPTULO XXVII
Sube Jess de las cercanas de Cesarea de Philippo al monte del Thabor: su
transfiguracin.-Anuncia su pasin, y cura a un endemoniado.-Atraviesa la
Galilea y vuelve a Capharnaum.-Milagro para pagar el tributo.
CAPTULO XXVIII
Hallndose Jess en la casa de Capharnaum recomienda a sus discpulos la
humildad de la infancia, y que eviten la ocasin del pecado.-Parbola de
la oveja descarriada.-Poder de atar y desatar las conciencias; oracin en
comn; se debe perdonar siempre al que nos injuria. Parbola del siervo
malo.
CAPTULO XXIX
Sale Jess de Capharnaum y de la Galilea, dirigindose hacia Jerusaln: se
niegan a recibirle en una ciudad de los Samaritanos.-Llegado a Jerusaln
ensea en el templo; los sumos sacerdotes le envan a prender; y los
ministros que fueron, maravillados de su doctrina, vuelven y le alaban.
CAPTULO XXX
Contina Jess enseando en el templo.-Absuelve el Seor a la mujer
adltera que le trajeron los Escribas y los Pharisos.-Declara que es Hijo
de Dios, y anuncia que deber su muerte a los Judos.-Les dice que no son
ya los hijos de Abrahm, sino los esclavos del demonio.
CAPTULO XXXI
Jesucristo contina enseando en el templo; los judos le llaman
Samaritano y quieren apedrearle.-Habiendo salido del templo da vista a un
ciego de nacimiento. Los judos niegan la gloria de este milagro, y quedan
confundidos.-El ciego reconoce a Jess en el templo, y le adora.
CAPTULO XXXII
Jess hablando otra vez a los judos en el templo, se llama a s mismo el
buen Pastor que da su vida por sus ovejas.-Retirase al monte del Olivar,
de donde enva setenta y dos discpulos, a predicar en diferentes
puntos.-Vuelta de los discpulos.-Declara el Seor lo que es preciso hacer
para obtener la vida eterna.
CAPTULO XXXIII
Hallndose Jess en Bethania comi con sus discpulos en casa de Martha y
Mara.-Se retira a Bethabara en los confines de la Juda; milagros y
predicaciones.-Ensea a orar a sus discpulos; eficacia de la
oracin.-Imprecaciones contra los Pharisos.-Temer a Dios es poner en l
toda su confianza.-La avaricia es locura vana.
CAPTULO XXXIV
Jess contina instruyendo a sus discpulos y a la muchedumbre en
Bethabara a la otra parte del Jordn, dicindoles que confen enteramente
en la Providencia, y los exhorta a estar en continua vela.-Parbola del
siervo malo.-Jess anuncia que su doctrina irritar a los malvados.
Nazarenos condenados a muerde por Pilato.-Parbola de la higuera estril.
CAPTULO XXXV
Jess sana a una mujer en Bethabara a la otra parte del Jordn;
murmuraciones de los Pharisos. Parbolas del grano de mostaza y de la
levadura.-Jess se dirige de nuevo a Jerusaln, cuya ceguedad deplora.
Cura a un hidrpico en sbado. Exhortacin a la modestia y a la humildad.
Parbola de los convidados a la cena que se excusaron.
CAPTULO XXXVI
Jess, en el templo de Jerusaln, da sus milagros a los Judos como
pruebas de su divinidad, y los Judos quieren apedrearle de nuevo porque
se llama Hijo de Dios.-Jess volvindose a la otra parte del Jordn,
contina instruyendo a sus discpulos y a la muchedumbre.-El que ha de
seguir a Cristo debe renunciarlo todo tomando su cruz.-En Bethabara hace
comprender a los Pharisos que ha venido a buscar lo que estaba
perdido.-Propone tres parbolas, la de la oveja descarriada, la de la
dracma prdida y la del hijo prdigo.
CAPTULO XXXVII
Contina Jess instruyendo al pueblo y a sus discpulos en Bathabara a la
otra parte del Jordn.-Parbola del mayordomo injusto.-No se puede servir
a dos amos al mismo tiempo.-No debe repudiarse una mujer par tomar.-Del
rico avariento y de Lzaro el mendigo.
TOMO SEGUNDO
CAPITULO XXXVIII
Martha y Mara envan a decir a Jess a Bethabara que su hermano estaba
enfermo.- Jess pasa a Bethania, cerca de Jerusalm, y resucita a Lzaro.-
La muerte de Jess profetizada por Caiphs y resuelta por el concilio de
los judos.- Jess se retira a la ciudad de Ephrem.
CAPITULO XXXIX
Jess contina instruyendo en Ephrem a sus discpulos y al pueblo. Del
escndalo, del perdn de las injurias, y de la eficacia de la fe.- Jess
pasa de Ephrem a la Galilea, y se dirige hacia Jerusalm.- Sana el Seor a
diez leprosos.- De la segunda venida del Seor.- Parbola del juez
injusto.
CAPITULO XL
Jess contina instruyendo a sus discpulos y al pueblo yendo de la
Galilea hacia Jerusalm para la ltima pascua.- Parbola del Phariseo y
del publicano.- Ensea cual es el camino de la perfeccin y del cielo, y
cun grande impedimento son las riquezas para lo uno y para lo otro.
Concluye diciendo el premio incomparable que tendrn los que por su nombre
dejaron todas las cosas.- Parbola de los trabajadores enviados a la via.
CAPITULO XLI
Jess continuando el camino hacia Jerusalm para la ltima pascua, predice
nuevamente su Pasin.- Ambiciosa pretensin de los hijos del Zebedeo.-
Cura a un ciego.- Llega a Jerich, y entra en casa de un publicano llamado
Zacheo.- Parbola de las diez minas.
CAPITULO XLII
Jess restituye la vista a otro ciego al salir de Jerich.- Mientras le
espera el pueblo en Jerusalm, baja a casa de Martha y Mara: Martha le
sirve: Mara le unge con ungento muy precioso.- Le sigue una grande
muchedumbre de gento.- Entra en triunfo en Jerusalm, llora sobre ella y
anuncia su ruina y desolacin.
CAPITULO XLIII
Hace el Seor su gloriosa entrada en Jerusalm, aclamado por una inmensa
muchedumbre; y entrando en el templo, echa fuera de l a los que le
profanaban comprando, y vendiendo, y cura all a cojos y ciegos.- Mientras
estaba instruyendo al pueblo, se oye la voz del Padre glorificando a su
Hijo.- Al da siguiente, al salir de Bethania, maldice una higuera, y
luego va a Jerusalm a instruir al pueblo.
CAPITULO XLIV
Jess se vuelve al templo desde el monte del Olivar.- Se seca una
higuera.- Propone el Seor las parbolas de los dos hijos indciles; la de
los malos labradores, y la de las bodas del hijo de un rey.
CAPITULO XLV
CAPITULO XLVI
Jess contina enseando en el templo, tres das antes de su Pasin.- Echa
el Seor en cara a los Phariseos y doctores de la ley su hipocresa, y
deplora la ceguedad de Jerusalm.- La viuda que ofreci dos pequeas
monedas.- Anuncia Jess en el monte del Olivar, la ruina y la destruccin
del templo.- De las seales precursoras de la clera divina.
CAPITULO XLVII
Jess contina enseando a sus discpulos en el monte del Olivar en la
noche del martes al mircoles.- Les anuncia las persecuciones y
aflicciones que tendrn que sufrir: herejas predichas: sitio de Jerusalm
y seal de la huida.- De las seales precursoras del fin del mundo.
CAPITULO XLVIII
Jess sigue enseando a sus discpulos en el monte del Olivar en la noche
del martes al mircoles antes de su Pasin, y encomienda a todos la
vigilancia.- Parbolas del siervo malo, de las vrgenes locas y prudentes,
y de los diez mil talentos.- Descripcin del juicio final.
CAPITULO XLIX
Comida de Jess en Bethania en casa de Simn el leproso: blsamo derramado
sobre su cabeza: nuevas murmuraciones de Judas y algunos de los
discpulos.- Pacto de Judas con los prncipes de los sacerdotes.- Jess
enva dos de sus Apstoles a Jerusalm a preparar la Pascua, y va aquella
misma noche con los doce.- Despus de la cena, el Seor lava los pies a
los discpulos.
CAPITULO L
Jess, en el cenculo de Jerusalm, y durante la cena que sigui a la
Pascua legal, contina instruyendo a sus discpulos, y anuncia de nuevo la
traicin de Judas.- Instituye el sacramento de la Eucarista.- Vuelve a
hablar de la traicin que tienen tramada contra l.- Recomienda a todos la
humildad, la obligacin de amar a sus hermanos, y anuncia que Pedro le
negar tres veces.
CAPITULO LI
El Seor consuela a sus discpulos en el cenculo de Jerusalm la vspera
de su muerte, y declara que hay muchas moradas para ellos en la casa de su
Padre; que tanto l como su Padre nunca los perdern de vista, y que las
tres personas divinas estarn siempre con ellos, con tal que permanezcan
unidos a su jefe, como el sarmiento est unido a la vid.
CAPITULO LII
Jess contina instruyendo a sus discpulos en el Cenculo, la vspera de
su muerte; les alienta contra el odio del mundo y las persecuciones,
anuncindoles que tendrn consigo al Espritu Consolador; les dice que se
separa de ellos, pero para volver; y por ltimo les advierte que no les
hablar ya ms por parbolas, sino claramente y en lenguaje de amigo.
CAPITULO LIII
Jess, en el Cenculo, la vspera de su Pasin, ruega a su Padre por sus
discpulos, y por todos cuantos crean en l.- Dirigindose luego al monte
del Olivar, anuncia a sus discpulos que dentro de poco le abandonarn
todos.- Tristeza y agona de Jess en el huerto de Gethseman.
CAPITULO LIV
Llegan al huerto de Gethseman Judas y los satlites enviados por los
prncipes de los sacerdotes: beso del traidor.- Jess despus de haber
anonadado a todos con sola una palabra, les ordena que dejen marchar a sus
discpulos, y se entrega.- Le conducen a casa de Ans en donde recibe un
bofetn, y luego a la del pontfice Caiphs, en donde le juzgan digno de
muerte.
CAPITULO LV
Mientras que Jess recibe toda clase de ultrajes en el vestbulo del
pretorio, San Pedro le niega tres veces. Mirada de Jess, y
arrepentimiento de San Pedro.- Jess se presenta de nuevo ante el Concilio
de los Judos: luego le llevan a casa de Pilato, que se le enva a
Herodes, y este se le devuelve a Pilato.
CAPITULO LVI
Pilato procura de nuevo libertar a Jess, pero intilmente. El pueblo
prefiere a Barrabs.- Azotes y ultrajes infinitos.- El hombre de dolor
presentado a la muchedumbre sedienta de su sangre; imprecaciones de los
Judos.- Jess abandonado al furor de sus enemigos, sale del pretorio
cargado con su cruz, y toma el camino del Calvario.
CAPITULO LVII
Despus de haber subido Jess penosamente al monte del Calvario, es
crucificado entre dos ladrones.- Pilato pone el ttulo sobre la cruz.- Los
soldados reparten entre s los vestidos del Seor, y echan suertes sobre
su tnica.- Tinieblas milagrosas.- Jess entrega su espritu. En su muerte
se obscurece el sol, la tierra tiembla, resucitan los muertos, y se ven
inauditos prodigios.
CAPITULO LVIII
Un soldado abre el costado de Jess con una lanza, y sale de l agua y
sangre.- Joseph de Arimathea pide su cuerpo, y le da honrosa sepultura.-
Los prncipes de los sacerdotes, para asegurar el sepulcro, sellan la
piedra y ponen guardias.
CAPITULO LIX
Las santas mujeres preparan aromas para embalsamar el cuerpo de Jess.
Cuando iban al sepulcro, la tierra tiembla, y un ngel baja de los
cielos.- Resurreccin gloriosa de Jesucristo, que aparece a la Magdalena,
la que corre a advertir a Simn Pedro, y luego a las dems mujeres.-
Fbula inventada por los prncipes de los sacerdotes.
CAPITULO LX
De vuelta del sepulcro, las santas mujeres van a anunciar a los once
Apstoles la resurreccin de Jess.- Aparece a los discpulos, que iban a
Emmas, y por la tarde aparece tambin a diez de los Apstoles.- Ocho das
despus aparece de nuevo: Toms se rinde a la evidencia. Marchan los
Apstoles a Galilea.
CAPITULO LXI
Mustrase Jess de nuevo a sus discpulos, cerca de la mar de Galilea
estando ellos pescando.- Primaca de San Pedro.- Jess aparece otra vez;
misin de los Apstoles en el mundo entero.- Jess confirma su misin
apareciendo de nuevo, les promete el Espritu Santo y se eleva al cielo en
su presencia.
CAPITULO LXII
Discurso de San Pedro en el cenculo; eleccin de Mathias para reemplazar
a Judas en el apostolado.- Bajada del Espritu Santo.- Salen los Apstoles
a predicar por toda la tierra el Evangelio1.
RESUMEN DE TODA LA OBRA
CONTENIDO
EN ALGUNAS PALABRAS DE LOS SANTOS APOSTOLES
La vida de Nuestro Seor JesucristoABCDE
FGHIJ
KLMNO
PQRST
UVWXY
Zndice General
ABCDE
FGHIJ
KLMNO
PQRST
UVWXY
Z
ABCDE
FGHIJ
KLMNO
PQRST
UVWXY
Zndice General
23 de Noviembre de 2002
Abate Brispot, La vida de Nuestro Seor Jesucristo
LA VIDA DE NUESTRO SEOR JESUCRISTO
ESCRITA POR LOS CUATRO EVANGELISTAS EXPLICADA Y ACLARADA POR LOS SS.
PADRES Y LOS HOMBRES MAS CELEBRES QUE HAN EXISTIDO DESDE LOS TIEMPOS
APOSTOLICOS HASTA NUESTROS DIAS OBRA INTERESANTISIMA TANTO PARA LOS
HOMBRES DOCTOS COMO PARA LAS ALMAS PIADOSAS Y CONTEMPLATIVAS POR EL SEOR
ABATE BRISPOT
TRADUCIDA AL CASTELLANO POR DON M. URRABIETA Y DON V. G. DE LA LLANA
APROBADA POR EL ILLMO. SEOR ARZOBISPO DE PARIS, POR S. E. EL CARDENAL
ARZOBISPO DE BURDEOS Y OTROS VARIOS ILUSTRES PRELADOS, TANTO DE FRANCIA
COMO DE OTROS PAISES.
Y AUMENTADA POR LOS TRADUCTORES CON NOTAS Y COMENTARIOS DE CLEBRES
ESCRITORES ESPAOLES QUE NO EXISTAN EN EL FRANCS.
Tomo Primero
ADVERTENCIA DE LOS TRADUCTORES
El texto de esta obra no es una traduccin del original francs, ni mucho
menos una nueva versin de los Evangelios, empresa que consideramos desde
un principio como muy superior a nuestras fuerzas. La obra francesa nos ha
servido nicamente para seguir punto por punto el arduo y delicado trabajo
de coordinacin de las cuatro narraciones evanglicas reducidas aqu a un
relato nico, habindonos valido para ello de la conocida y exacta
traduccin de la Vulgata del R. P. Scio de San Miguel, superior a nuestro
juicio, a todas las dems versiones castellanas que se conocen del Viejo y
Nuevo Testamento. Bien habramos deseado cambiar ciertos giros de frases y
palabras que pueden parecer viciosos o anticuados; pero hemos tenido muy
presente, que tratndose de los Santos Evangelios, todo es respetable y
vedado, lo que parece sencillo es sublime; y como las innovaciones de
autoridad propia pueden dar lugar a interpretaciones que deben evitarse
siempre, hemos preferido seguir en un todo nuestro buen modelo aun a
riesgo de poner, como ha sucedido, dos ortografas diferentes, esto es, la
del P. Scio en el texto sagrado, y la usual en lo restante de la obra.
La parte de traduccin queda pues reducida a las notas que van al pie del
texto, y a las explicaciones o comentarios al fin de los captulos, que
aclaran o desenvuelven las palabras sagradas. En cuanto a las notas, hemos
tomado tambin algunas de ellas del P. Scio de San Miguel con preferencia
a las que se hallaban en la obra francesa, y son todas aquellas que llevan
por seal un asterisco; y acerca de los comentarios, nuestro trabajo ha
sido ms difcil, pues hemos cambiado y suprimido muchos, cuyos autores de
una reputacin poco ortodoxa, no nos ha parecido bien citar en una obra
tan seria como esta. Y en efecto, si bien es cierto que el testimonio de
un incrdulo en favor de nuestra santa Religin es una prueba ms de su
origen divino, no lo es menos, que muchos lectores veran con disgusto el
nombre de J. J. Rousseau al lado de un San Juan Crisstomo, un San
Bernardo, un San Agustn y un Bossuet. Adems, no habiendo hallado en el
original un solo escritor espaol, teniendo nosotros tantos ilustres y
santos varones de clarsimo entendimiento, luces y elocuencia, cremos que
se faltaba a la justicia, y sintinedo herido nuestro amor propio nacional,
nos propusimos llenar este vaco sacando varios trozos selectos de Santa
Teresa de Jess, Fray Luis de Granada, el Maestro Juan de Avila, Fray
Diego de Estella y otros varios escritores, la honra del clero espaol en
el siglo XVI. Con estos tesoros de sabidura cristiana, gusto y elegancia
hijos de nuestro suelo patrio, hemos reemplazado los comentarios
suprimidos, y aun hemos aadido otros muchos, dando a la obra un nuevo
inters y un nuevo brillo con este aumento de luz y de doctrina, de una
autoridad irrecusable.
Tal ha sido nuestro plan en la tarea que hemos llevado a cabo. Si a pesar
del sumo cuidado que hemos puesto hasta en los detalles tipogrficos de
una obra tan importante, pudiera el lector encontrar en ella alguna falta,
culpa ser de nuestra ignorancia, pero jams de nuestras intenciones,
guiadas nicamente por el mvil de la rectitud y de la piedad cristiana.
PRLOGO
Desengaados hace mucho tiempo los hombres ilustrados de los vanos
sistemas de una falsa filosofa, y aterrados al ver las sociedades
alucinadas y descarriadas fluctuando en el pilago de toda clase de
doctrinas, cual navo sin brjula y sin direccin, reconocieron la
imperiosa necesidad de fundar el edificio de sus creencias en bases
slidas e inmutables y por consiguiente superiores a la razn humana. Esta
necesidad suprema no tan slo la reconocen hoy los talentos superiores y
elevados, sino todas las clases reunidas de la sociedad; la sensatez y
discernimiento popular, y hasta el instinto de conservacin individual.
Si, hoy da todos los ojos se dirigen al cielo, todas las bocas pronuncian
un nombre divino, el de Nuestro Seor Jesucristo, Salvador de las
sociedades y de los hombres que las componen.
Difundir cada vez ms en todas las clases el conocimiento de este
Libertador, presentrselo en el espejo de las Divinas Escrituras; hacer
que oigan sus palabras divinas, y a la vez interpretrselas en caso
necesario por el rgano de los mayores talentos que se han visto en la
Iglesia; hacerles asistir, por decirlo as, a las escenas ms tiernas, ms
sublimes y solemnes del paso del Hijo de Dios sobre la tierra,
presentndolas a su vista tal como nos las ha reproducido el talento
iluminado por la fe; en una palabra, hacerles conocer, amar y adorar a
Jesucristo, hablndoles a la vez al entendimiento, a la fe, a la vista y
al corazn: tal es el objeto de esta obra.
Sin duda alguna los Evangelios presentan por s solos los admirables
rasgos de la vida y muerte del Hombre-Dios; pero hallndose diseminados
estos rasgos divinos en cuatro relaciones diferentes, no se conciben tan
bien en su conjunto, como si estuviesen reunidos en un mismo cuadro. Esta
fusin de los cuatro Evangelios en una sola relacin, reclamada en todos
los tiempos por la piedad de los fieles, y que fue intentada ya en el
segundo siglo de la Iglesia[#1], ha sido el objeto comn de los deseos de
los hombres ms eminentes del cristianismo, que alternativamente han
consagrado a ella sus luces y talento; por consiguiente slo faltaba
recoger en sus obras esos preciosos frutos de sus meditaciones, y tal es
el trabajo que nos hemos impuesto.
Merced a tan poderoso auxilio, creemos haber marcado con una exactitud que
no exista aun el lugar o el orden cronolgico de cada hecho, presentando
de este modo el conjunto general bajo un aspecto enteramente nuevo.
Hemos dilucidado los pasajes obscuros, y hemos entrado franca y lealmente
en esas dificultades de detalle que a veces elude tmidamente la
traduccin con un lenguaje ambiguo; y no contentos con aclarar el texto de
este modo, hemos aadido numerosas notas y explicaciones tomadas de los
hombres eminentes de todos los siglos.
En cuanto a las objeciones que se han hecho sobre diferentes pasajes de
los santos Evangelios, las hemos dividido en dos categoras, a saber: las
que estn sepultadas en el desprecio o que caen en l diariamente, y las
que aun subsisten o que han sido resucitadas en pocas recientes. Con
respecto a las primeras hemos credo que el lector nos agradecer que no
refutemos seriamente lo que merece desprecio, porque el simple sentido
comn basta para reducirlas a la nada; y en cuanto a las ltimas, bien que
no hayamos marcado ninguna, se podr ver fcilmente por poco versado que
estuviere el hombre en esta materia, que quedan resueltas directamente, o
arruinadas y reducidas a la nada en su base, o por ltimo que se destruyen
por s mismas dando al texto evanglico su verdadero sentido.
En fin, considerando como un complemento natural del Evangelio aquello que
el mismo Evangelio ha inspirado al genio del hombre, hemos tratado de
poner al pie del texto sagrado lo ms notable que sobre l han escrito los
mayores y ms incontestables talentos que le han comentado desde los
tiempos apostlicos hasta nuestros das; por manera que, en todo el curso
de esta obra no es tan slo un autor ms o menos hbil el que nos presenta
sus propias reflexiones, sino que es la palabra del mismo Dios que se oye
de la boca de sus enviados; es el eco, es la voz de aquellos ilustres
muertos de quienes est escrito que sus mismos huesos profetizarn, y que
parecen haberse incorporado en sus sepulcros para renovar y patentizar de
nuevo el glorioso testimonio que dieron de Jesucristo en otro tiempo; y
son con ellos tambin varios contemporneos nuestros que recibieron de
Dios el talento y la fe de los mejores das del cristianismo. En una
palabra, presentamos en esta obra esa legin de apstoles, de
evangelistas, de pastores y de doctores; esa legin tan santa, tan
brillante y tan digna de confianza que se rene como en un augusto
concilio para ensearnos cmo debemos concebir a Jesucristo y or sus
divinas palabras.
Al acompaar a los captulos del Evangelio estos comentarios de una
magnificencia inusitada, hemos tenido el doble objeto de explicar el
sagrado texto de una manera ms noble y ms viva, y de llamar la atencin
de la gente de mundo sobre el genio y elevadsimo talento de los Padres de
la Iglesia y de sus grandes oradores cristianos casi desconocidos, pues
aun cuando existen en las bibliotecas particulares, rara vez suelen
abrirse sus pginas.
Cumplida esta inmensa tarea, faltaba adems presentar a la vista las
escenas ms tiernas y solemnes de la vida y muerte del Hombre-Dios, a fin
de que el arte, iluminado por la fe, pagase tambin a su turno su tributo
de luz para la explicacin del Evangelio. Imposible nos habra sido
publicar una serie de lminas nuevas y superiores sobre un asunto tan
grande y tan vasto, porque semejante empresa es superior a los esfuerzos
que se pueden hacer en nuestros das. Formar esta serie eligiendo las
obras maestras de los grandes pintores y artistas, como muchos trataron de
hacerlo, era disminuir una mitad del nmero de lminas, era nicamente
publicar cosas conocidas de todos, era renunciar a la unidad tan
conveniente en semejante materia, y era en fin desfigurar quiz las mismas
obras maestras, forzndolas por decirlo as, a que entrasen todas con sus
diferentes dimensiones en un cuadro uniforme. Adems de esto, cuntos
anacronismos y cuntos errores se ven sobre los hechos evanglicos hasta
en las mejores obras de nuestros grandes maestros! Estas inexactitudes, o
si se quiere, estas licencias que se toma el talento, cuando se ven lejos
del sagrado texto y de las explicaciones que le sirven de comentario, tal
vez no chocan, y hasta pueden producir un hermoso efecto; pero cuando la
palabra santa est all para desmentirlas, cuando se tienen a la vista
razones perentorias que prueban precisamente todo lo contrario de lo que
se halla en la lmina, como por ejemplo, cuando san Jernimo escribe de
Beln diciendo, que el lugar en donde naci Jess era una gruta hecha en
la roca, y que el artista prefiri pintar una choza de madera apoyada en
las ruinas de un edificio griego, entonces, digo, el lector ofendido al
ver este cambio, se sorprende, y pronto aparta la vista de semejante
composicin, sea cual fuere su mrito artstico, y a pesar del prestigio
del nombre que la firma.
Ya no quedaban ms que las lminas ms o menos exactas que se hallan en
todas las bibliotecas de Francia y que enriquecen las Biblias francesas.
Empero, fuera de Francia y a mediados del siglo XVI, un distinguido
telogo de la Compaa de Jess llamado Jernimo Natalis, mand componer a
costa de grandes gastos por las celebridades de la escuela flamenca y por
recomendacin del mismo san Ignacio, una serie de dibujos representando
toda la vida de Jesucristo, coleccin que puede considerarse como una de
las obras maestras hija de la fe y del talento artstico de aquella poca.
Aprobados estos dibujos por el Soberano Pontfice Clemente VIII, y
recomendados por l en una bula especial por representar toda la vida de
Jesucristo conforme a la verdad, fueron confiados a los grabadores ms
hbiles de la poca, y de este modo el mundo religioso pudo admirar esta
produccin monumental, en cuyo favor haba consagrado la piedad inmensas
sumas, y el talento, ayudado de la ciencia sagrada, mas de medio siglo de
trabajo.
Nuestra eleccin no poda ser dudosa, y hasta podemos decir que una
circunstancia en cierto modo providencial pareca haberla fijado de
antemano. Uno de aquellos raros ejemplares fue a parar a una aldea en
donde le desencuadernaron, y sus grabados puestos en marcos toscos y de
mal gusto, adornaban la modesta habitacin de un labriego, cuando dos
habitantes del mismo distrito, sin ms gua que su luz natural, y sin otro
mvil que el de la admiracin que les haban inspirado aquellos dibujos,
se impusieron la misin de resucitar y devolver a la sociedad cristiana
una obra tan propia para instruirla y edificarla. En efecto llegan a
Pars, se dirigen a los artistas, hacen reproducir dos lminas, y las
presentan al seor arzobispo, quien no pudo menos de aplaudir su sagacidad
y noble resolucin. Esos dos hombres son los editores de la presente obra.
Su instinto no les haba engaado, pues la coleccin de lminas que tanto
llam su atencin al descubrirlas, es en efecto la mejor que nos han
dejado los siglos en que el arte cristiano lleg a su apogeo, y as es que
no hemos titubeado un momento en darles cabida en nuestra obra.
A fin de conformarnos con un uso que data de los primeros siglos de la
Iglesia, hemos dividido esta coordinacin del Evangelio en dos partes, es
decir, Vida y Pasin, como lo indican dos frontispicios o portadas
diferentes, dando principio al segundo tomo en la resurreccin de Lzaro,
porque desde entonces fue resuelta la muerte de Jesucristo en el consejo
de los judos.
Adems de las notas que se hallan en la obra concernientes al tiempo y
lugar en que se ha verificado cada hecho evanglico, hemos puesto al fin
de cada tomo un cuadro que resume todas estas indicaciones, y que indica
adems los evangelistas de quienes se han sacado los hechos. Por medio de
este cuadro, se puede seguir al Salvador en todos sus viajes, se puede uno
dar cuenta de cmo ha pasado cada ao de su vida pblica, de las
solemnidades que e hacan ir de tiempo en tiempo a Jerusaln etc., y se
puede hallar en la Vida de Jesucristo cada uno de los versculos de los
cuatro Evangelios. Igualmente damos al fin de cada tomo la explicacin de
todas las lminas que se hallan en l, indicando al mismo tiempo el lugar
que debe ocupar cada una en la obra.
Primeramente tuvimos la idea de insertar al principio como introduccin
las principales profecas que anunciaron a Jesucristo; pero despus de
haber principiado este trabajo, y habiendo visto todo el Nuevo Testamento
como cubierto con un velo en el Viejo, as como este se halla revelado en
el Nuevo, hemos credo oportuno no entrar en estas grandes cuestiones, no
pudiendo tratarlas sino de una manera incompleta. Todos los doctores
aseguran que las profecas y las figuras del Viejo Testamento deben ser
miradas principalmente en su conjunto, pues es precioso que todos los
rayos de la luz divina estn reunidos, para hacernos vislumbrar con todos
los santos, lo ancho, lo largo, la sublimidad y la profundidad de los
fines y de la caridad de Jesucristo para con los hombres. Si Dios nos lo
permite, daremos a luz muy en breve sobre esta materia una nueva obra, en
vez de algunas citas insuficientes, la que servir de primer volumen a los
dos que publicamos hoy.
Con el ttulo de Nociones Preliminares hemos indicado adems de los cuatro
Evangelistas, los principales autores cuyos nombres estn citados en esta
obra, para que pueda saber el lector lo que han sido, el tiempo en que
vivieron y los ttulos que tienen a su confianza.
Al hacer mencin de los grandes escritores que nos han facilitado los
frutos de sus meditaciones y de su elevado talento sobre las diferentes
partes del Evangelio, no podemos echar en olvido a los ilustres prelados
en quienes hemos hallado el apoyo moral que necesitbamos para el buen
xito de tan grande empresa. Permtasenos pues, que les manifestemos aqu
el vivo agradecimiento y el respeto de que estamos penetrados por el
generoso auxilio que nos han prestado con tanta espontaneidad y
benevolencia.
Tambin debemos un testimonio de reconocimiento a las numerosas familias
que quisieron honrarnos con su suscripcin, no obstante las dificultades
de los tiempos. Merced a este nuevo apoyo, la obra ha echado ya races, no
tan slo en Francia, sino en otros pases, para los que se est
traduciendo y en donde ha sido acogida con marcado inters.
Quiera el cielo que esta obra pueda contribuir a propagar el conocimiento
de Nuestro Seor Jesucristo, a que vuelvan al redil algunas ovejas
descarriadas, y a que se rinda a nuestro Redentor con ms exactitud el
tributo de adoracin, de amor y de reconocimiento a que tiene derecho como
Dios y Salvador nuestro! Quiera el cielo que aquellos que hayan tratado
de ver al Hijo de Dios durante su paso sobre la tierra como Zacheo,
reciban de l los dones preciosos que vino a traer a los hombres! Y
quiera el cielo en fin que aquellos que lean las palabras divinas que
contiene este libro, las recojan en un corazn bueno por excelencia, para
que produzcan en l frutos de consuelo para la vida presente, y de
salvacin para la venidera!
APROBACIONES
Extracto de la bula del soberano Pontfice, Clemente VIII, en que aprueba
y protege con su autoridad apostlica la obra de Jernimo Natalis, y con
particularidad las lminas que forman parte de ella.
CLEMENS PAPA VIII,
Ad futuram rei memoriam. Cum, sicut accepimus, dilectus filius M. N., typ.
antverp., ad publicam omnium fidelium utilitatem opus quondam Hieronimi
Natalis, dum in humanis ageret Societatis Jesu theologi, adnotationum...
in Evangelia... typis dare intendat; et tam in eo opere, quam in alterius
insignis ejus partis, imaginum scilicet centum quinquaginta trium
sculptura, quibus praedictus Hieronimus, totius operis author, historiam
vitae Christi Jesu Domini nostri, juxta quatuor Evangelistarum veritatem
ac plenitudinem expressit, magna pecuniae summa exposita jam sit, et adhuc
ulterior sit exponenda: Nos, tanti operis excellentiam plurimum in Domino
commendantes, eorumque indemnitati, qui ad operis hujus editionem pecunias
conquisitas impenderunt, prospicere cupientes..., praedicto M...
auctoritate apostolica tenore praesentium concedimus et elargimur, ne
quis... per decem annos a data praesentium computandos, imagenes
supradictas... absque expressa... ipsius M. licentia imprimere seu in
quovis loco vendere... quovis modo praesumat... in hac quidem urbe nostra,
et in toto statu ecclesiastico, sub mille ducatorum auri...; extra vero
Urbem ipsam, ac ditionem ecclesiasticam, ubique locorum, Excomunicationis
latae sententiae, a qua nullus praeter Romanum Pontificem absolvere
possit, poenis toties, quoties contraventum fuerit incurrendis, districtus
inhibemus...
Datum Romae, apud sanctum Marcum, sub annulo Piscatoris, die XIV augusti,
MDXCIII;
M. Vestrius Barbianus
Habiendo enviado en una edicin pequea, el texto entero de esta obra a un
crecido nmero de Arzobispos y Obispos, y habiendo recibido respuestas
favorables de estos ilustres prelados, con permiso para publicarlas,
transcribimos aqu algunas de ellas por orden de fechas:
"Saint-Germain-en Laye 20 de agosto de 1851.
Seor Abate:
"Me felicito de haber acogido con un vivo inters, desde el primer momento
en que usted me lo particip, su pensamiento de publicar una Vida de
Nuestro Seor Jesucristo, escrita por los cuatro Evangelistas, coordinada,
explicada y desenvuelta por los Santos Padres, los Doctores y los Oradores
ms clebres desde los tiempos apostlicos hasta nuestros das.
Los captulos que he visto confirman mi esperanza, de que esta hermosa
obra debe producir los mejores resultados.
Como usted mismo lo dice, en un siglo como el nuestro en que tantos
espritus y corazones extraviados por los malos sistemas de una falsa
filosofa, fluctan de doctrina en doctrina buscando un punto de apoyo,
nada es ms propio en efecto, para curarles y para que puedan obtener un
poco de paz y de ventura, que mostrarles, en el espejo de las divinas
Escrituras, al Autor y al Consumador de nuestra fe, a Aquel que ilumina
todo hombre cuando viene al mundo, a Aquel que es para todas las almas el
Camino, la Verdad y la Vida.
Esto es lo que usted ha hecho en su libro con una perseverancia,
inteligencia y celo superior a todas las alabanzas. Ha reunido usted todos
los rasgos del Libertador celestial, esparcidos en sus cuatro inspirados
historiadores, y con ella ha compuesto usted un cuadro completo,
acompandolo con notas indispensables para comprender su espritu, y
encerrndolo en cierto modo, en los ms hermosos comentarios que sobre
ello se han hecho.
Por esto no puedo dudar de su buen xito y de su buena influencia, y de
antemano bendigo a Dios de todo mi corazn por semejante idea, etc.
+ M. D. Augusto, Arzobispo de Paris.
Nevers 25 de octubre de 1851
He visto con un vivo inters la obra que usted se ha servido enviarme. La
idea de haber acompaado al texto de la Vida de Nuestro Seor hermosos
pasajes sacados de los Santos Padres y de los ms eminentes escritores, me
parece sumamente acertada. Este conjunto de comentarios presenta menos
unidad que si perteneciese a un solo autor, pero en cambio es mucho ms
rico y precioso.
La divisin por versculos, no era a mi juicio necesaria, o en este caso,
considero que no habran debido omitirse las citas de los Evangelistas;
pero esto no disminuye en nada el mrito notable de esta obra que, por mi
parte, no titubeo en recomendar a los fieles.
+ Dom. A., Obispo de Nevers
.
Sens 19 de noviembre 1851.
Acabo de recorrer la obra intitulada: La Vida de Nuestro Seor Jesucristo,
y debo felicitar a usted tanto por el concienzudo trabajo que ha
emprendido, como por la acertada eleccin que ha sabido hacer para los
comentarios, quedando en la firme persuasin de que este libro puede ser
utilsimo a muchas personas, en cuyo concepto le recomiendo a todas las
familias de mi dicesis.
+ M. J., Arzobispo de Sens
.
Troyes, 31 de marzo de 1852.
En cuanto vi esta obra, aplaud muchsimo semejante pensamiento: es un
trabajo tan hermoso como noble, donde todo es grande, santo y poderoso, y
donde todo eleva el alma unindola ntimamente con N. S. Jesucristo. Usted
ha sabido poner en relacin con sumo acierto, los diversos rasgos de este
Pontfice supremo, diseminados en el Evangelio, resultando de ello un
cuadro grande y armonioso que facilita la contemplacin de esa cabeza
divina en toda su majestad.
As presentaban tambin la Religin los Padres de la Iglesia; y el siglo
de Luis XIV abraz tambin este golpe de vista, cuando nuestra Francia,
con sus inmortales genios, se prosternaba a los pies de los altares.
Jesucristo es el centro de todo: es el manantial donde se apaga la sed de
justicia y de verdad, donde se encuentra una savia divina, firme y
vigorosa que penetra al hombre en todo su ser, que sostiene su vida moral,
y que le infunde la alta sabidura y las grandes virtudes. Es muy
importante conducir all sin cesar la religin de los pueblos para el
fomento de la piedad de los fieles, porque no en otra parte podrn
aprender a sentir las verdaderas magnificencias del cristianismo, hallando
al mismo tiempo un remedio soberano para el desaliento de la poca.
La lectura de esta obra es recomendable por mil motivos, y deseo
ardientemente que se propague y difunda en toda mi dicesis.
+ P. L., Obispo de Troyes.
Poitiers 30 de abril de 1852.
. No quiero diferir ms tiempo el decir a usted que su historiadel
Salvador de los hombres, resultado de la coordinacin de los cuatro
Evangelios, con las notas que usted ha aadido, me parece la obra ms
propia para satisfacer las necesidades de tantos hombres del siglo, que no
conocen ya a N. S. Jesucristo, y que en ninguna otra parte pueden aprender
a conocerle mejor que en el relato evanglico que usted les presenta.
+ L. E., Obispo de Poitiers.
Vistas las primeras entregas de la traduccin espaola de esta obra, el
Excmo. e Illmo. obispo de la dicesis de Puerto Rico, ha tenido a bien
decir entre otras cosas lo siguiente:
"Nos han sido presentadas en solicitud de su aprobacin, las entregas de
la obra titulada: La Vida de Nuestro Seor Jesucristo, escrita por los
cuatro Evangelistas, coordinada, explicada y desarrollada por los Santos
Padres, los Doctores, etc.
Aunque el sagrado texto de los Evangelistas traducido en nuestro idioma y
anotado por Doctores catlicos se halla con frecuencia en manos de los
fieles, esta nueva edicin ofrece la conocida ventaja de presentar los
hechos de Nuestro Divino Redentor, formando de los cuatro Evangelistas un
solo cuerpo de historia con aquel orden cronolgico que probablemente
tendran. Este loable trabajo interesa la atencin del lector, fija los
hechos en su memoria, porque estn encadenados con toda naturalidad, y
contribuye en gran manera a la mejor inteligencia de la historia
Evanglica.
Hemos ledo gran parte del texto sagrado con sus correspondientes notas, y
son dignos de nuestra aprobacin e igualmente los grabados que les
acompaan.
Estas notas y explicaciones tomadas de los Santos Padres y Doctores de la
Iglesia, derraman copiosas luces sobre los lugares oscuros que por
necesidad ofrecen los Libros Santos, y explican su sentido con toda
claridad, y segn la mente de la Iglesia Catlica.
Los fieles se penetrarn del mrito intrnseco de esta obra cuando
recuerden que si Dios habl a los hebreos de muchos modos por medio de los
Profetas, a nosotros nos habla en el Evangelio por medio de su mismo Hijo;
y lo que para ellos eran anuncios, promesas y figuras, lo vemos nosotros
cumplido y demostrado en este libro divino.
De aqu fcilmente podrn inferir que esta obra en su sustancia no
necesita la recomendacin de los hombres, y slo declaramos que la parte
que hemos examinado, tanto de la traduccin del texto como de las notas,
merece nuestra aprobacin, y recomendamos a los fieles su lectura,
esperando en el Seor que acompaada de humildad y devocin, ha de
producir abundantes frutos de fe y de satisfaccin".
Aprobacin del Excmo. e Illmo. seor obispo de la Habana:
"Revisadas por un censor a quien el Excmo. e Illmo. seor obispo diocesano
tuvo a bien cometer el examen de las entregas presentadas de la obra
titulada Vida de Nuestro Seor Jesucristo por el abate Brispot, y
traducida al castellano por D. M. Urrabieta y D. V. G. de la Llana; y
habiendo hallado que nada contiene opuesto al dogma y a la moral
cristiana, ni a la disciplina de la Iglesia, y que adems es en un todo
conforme al Sagrado texto, tiene la conviccin de que su lectura puede ser
de utilidad y provecho al comn de los fieles, a los predicadores y a
todas las clases del pueblo cristiano".
NOCIONES PRELIMINARES
1o. SOBRE LOS CUATRO EVANGELISTAS.
Los Apstoles, y bajo sus rdenes algunos de los setenta y dos discpulos,
inspirados por el Espritu Santo, el da de la Pentecosts, se diseminaron
por todas las comarcas para cumplir la misin que les haba confiado
Jesucristo. El conjunto de verdades que estaban encargados de anunciar a
toda criatura, es lo que se llama Evangelio en toda la acepcin de la
palabra.
Dos de los Apstoles, Mateo y Juan, y dos de los setenta y dos discpulos,
Marcos y Lucas, en virtud de una orden particular del Espritu de Dios,
escribieron cada uno, en tiempos y lugares diferentes, un relato ms o
menos sucinto de los hechos divinos que todos tenan misin de publicar de
viva voz. Estos cuatro relatos, de una autenticidad eternamente
incontestable, forman lo que llamamos los Evangelios.
San Mateo escribi su Evangelio unos ocho aos despus de la muerte del
Salvador, principiando por la genealoga legal de Jesucristo en cuanto
hombre; y de ah proviene que se le da por figura simblica el ser
misterioso que vio San Juan en el Apocalipsis, y que tena un rostro
parecido al de un hombre.
San Marcos escribi unos dos aos despus, principiando por lo que dice
Isaas sobre la voz que clama en el desierto. Se le da por figura
simblica el ser misterioso que tena la apariencia de un len, porque
tambin el len hace resonar su voz en el desierto.
San Lucas escribi por el ao 58 de Jesucristo. Despus de un prlogo de
dos versculos, comienza su Evangelio por la aparicin del ngel Zacaras
en el templo de Jerusaln. Se le da por figura simblica el ser misterioso
que se asemejaba a un buey, porque se inmolaban estos animales en el
templo.
San Juan escribi su Evangelio unos 65 aos despus de la muerte de su
divino Maestro. Se le da por figura simblica el ser misterioso que tena
la apariencia de un guila, a causa de esta sublime palabra con que
principia su Evangelio: En el principio era el Verbo...
(San Jernimo)
2o. SOBRE LOS ESCRITORES QUE NOS HAN SUMINISTRADO LA COORDINACION, LAS
EXPLICACIONES Y COMENTARIOS DE LOS SANTOS EVANGELIOS.
Como sera demasiado largo hablar aqu de todos los autores que hemos
consultado y cuyas luces y elocuencia nos han facilitado nuestro trabajo
para componer la vida de N. S. Jesucristo, mencionaremos solamente
aquellos que ms han brillado en los fastos de la Iglesia.
San Clemente, papa, discpulo de los Apstoles, y mrtir (siglo Io.).
San Dionisio Areopagita, primer obispo de Atenas, convertido por San Pablo
(s. Io.)
San Ignacio, obispo de Antioqua, discpulo de San Juan Evangelista, y
mrtir (s. I-II).
San Policarpo, obispo de Esmirna, discpulo de San Juan Evangelista, y
mrtir (s. I-II).
San Clemente Alejandrino, sacerdote, clebre doctor y predicador elocuente
(s. II-III).
Tertuliano, sacerdote de Cartago, uno de los ms ilustres escritores de la
Iglesia, y cuyas obras lea diariamente San Cipriano (s. II-III).
Orgenes, sacerdote, discpulo de San Clemente Alejandrino, doctor y
clebre predicador (s. III).
San Gregorio, obispo de Neocesarea, formado por Orgenes, y llamado el
Taumaturgo (s. III).
San Cipriano, obispo de Cartago, tan clebre por sus vitudes como por su
talento, mrtir (s. III).
Lactancio, clebre escritor, formado por Arnobo, llamado el Cicern
cristiano (s. IV).
San Hilario, obispo de Poitiers, doctor distinguido y generoso defensor de
la fe cristiana (s. IV).
San Atanasio, patriarca de Alejandra, llamado el Grande (s. IV).
San Basilio el Grande, obispo de Cesarea, hermano de San Gregorio de
Nissa, y amigo ntimo de San Gregorio Nacianceno (s. IV).
San Gregorio, obispo de Nissa, y hermano de San Basilio el Grande (s. IV).
San Gregorio Nacianceno, obispo de Constantinopla, llamado el Telogo (s.
IV).
San Efren, dicono de Edesa, y predicador tan clebre, que el pueblo le
consideraba como un intrprete del espritu de Dios (s. IV).
San Ambrosio, arzobispo de Milan, famoso doctor, y predicador de los ms
elocuentes (s. IV).
San Astero, obispo de Amasea, de un talento elevado, y eminente predicador
(s. IV-V).
San Juan Crisstomo, arzobispo de Constantinopla, uno de los ms
elocuentes predicadores que ha tenido la Iglesia (s. IV-V).
San Agustn, obispo de Hipona, uno de los genios ms eminentes de la
Iglesia (s. IV-V).
San Epifanio, obispo de Salamina, padre y doctor de la Iglesia (s. IV-V).
San Jernimo, sacerdote, doctor, y una de las ms brillantes luces de la
Iglesia (s. IV-V).
San Mximo, obispo de Turn, clebre por su doctrina y su piedad cristiana
(s. V).
San Proclo, arzobispo de Constantinopla, uno de los hombres ms doctos de
su tiempo (s. V).
Salviano, sacerdote de Marsella, llamado el Jeremas del siglo quinto (s.
V).
San Len el Grande, papa, uno de los hombres ms grandes de la Iglesia (s.
V).
San Gregorio el Grande, papa y doctor de la Iglesia (s. VI).
El Venerable Beda, sacerdote y fraile, llamado el doctor de los ingleses
(s. VII).
San Juan Damasceno, religioso de superior talento y confesor de Jesucristo
(s. VIII).
San Jorge, fraile y arzobispo de Nicomedia, predicador clebre (s. IX).
San Bruno, fundador de la orden de Cartujos, predicador muy docto y
elocuente (s. XI).
San Yvas, obispo de Chartres, telogo muy entendido y predicador muy
elocuente (s. XI).
San Bernardo, primer abate de Clairvaux, el ltimo padre de la Iglesia -
San Bernardo, apstol, profeta, ngel terrestre por su doctrina, por sus
predicaciones, por sus milagros y por una vida ms sorprendente aun que
sus mismos milagros. (Bossuet) (s. XI).
Eutimio Zigabeno, fraile griego muy erudito y predicador muy elocuente (s.
XII).
Santo Toms de Aquino, de la orden de Dominicos, doctor de la Iglesia,
llamado el ngel de la Escuela (s. XIII).
San Lorenzo Justiniano, primer patriarca de Venecia, y predicador
elocuente (s. XV).
Santa Teresa de Jess, modelo y admiracin de los siglos como escritora y
como mujer; clebre e inmortal doctora, dechado de humildad, de amor y de
virtud cristiana, beatificada y canonizada por la Iglesia (s. XVI).
Fray Luis de Granada, predicador admirable y autor de muchas obras
piadosas de doctrina y elegancia incomparables (s. XVI).
El Maestro Alejo Venegas, uno de los hombres ms doctos de su tiempo (s.
XVI).
El Venerable Maestro Juan de Avila, predicador famoso que mereci el
renombre de Apstol de Andaluca y de Maestro por excelencia (s. XVI).
Fray Diego de Estella, predicador, consultor y telogo del rey Felipe II.
Escribi varias obras en latn y en castellano (s. XVI).
Fray Pedro Malon de Chaide, uno de los ms clebres telogos y oradores de
su siglo (s. XVI).
Fray Luis de Len, una de las ms altas glorias de la literatura espaola,
ya se le considere como prosista, ya como poeta mstico (s. XVI).
Bossuet, obispo de Meaux, el genio ms superior de los tiempos modernos,
llamado el Aguila de Meaux (s. XVII).
Bourdaloue, jesuita, talento de primer orden y de una fecundidad
inagotable, profundo telogo y predicador eminente (s. XVII).
Feneln, ilustre arzobispo de Cambrai, genio admirado de toda la Europa
(s. XVII).
Massilln, obispo de Clermont, una de las primeras glorias del plpito
francs (s. XVII-XVIII).
Duvoisin, obispo de Nantes, cuya elocuente pluma sirvi tanto a la Francia
despus de los desastres del ltimo siglo (s. XVIII-XIX).
De la Luzerne, cardenal, obispo de Langres, elocuente defensor de la
religin en estos ltimos tiempos (s. XVIII-XIX).
De Boulogne, obispo de Troyes, genio elevado y de grande elocuencia (s.
XVIII-XIX).
De Chateaubriand, cuyo Genio del Cristianismo produjo en Francia una
impresin tan saludable despus de las conmociones que acababan de
agitarla (s. XIX).
Las Conferencias eclesisticas de la dicesis de Digne del ao 1841 (s.
XIX).
Su Santidad Po IX, hoy sucesor de San Pedro en la silla apostlica de
Roma, respetado del universo catlico como un gran papa (s. XIX).
Giraud, cardenal, arzobispo de Cambrai (s. XIX).
Sibour, arzobispo de Pars, una de las luces ms puras del episcopado
francs (s. XIX).
Como dejamos dicho, omitimos en esta lista muchos nombres clebres como
San Anfiloquio, Lecoz, Frayssinous, el R. P. Lacordaire, etc., etc.
23 de Noviembre de 2002
Abate Brispot, La vida de Nuestro Seor Jesucristo
LA VIDA DE N. S. JESUCRISTO
CAPITULO I
Dios existe de toda eternidad: el Verbo se hace hombre en el tiempo.- Un
Angel anuncia a Zacharas el nacimiento de Juan Bautista.- Seis meses
despus el mismo Angel anuncia a Mara los designios que tiene el Seor
acerca de ella.
[1] En el principio era el Verbo (1) y el Verbo era con Dios (2), y el
Verbo era Dios.
[2] Este era en el principio con Dios.
[3] Todas las cosas fueron hechas por l (3): y nada de lo que fue hecho,
se hizo sin l,
[4] En l estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres (4).
[5] Y la luz en las tinieblas resplandece (5); mas las tinieblas no la
comprendieron.
[6] Fue un hombre enviado de Dios, que tena por nombre Juan.
[7] Este vino en testimonio, para dar testimonio de la luz, para que
creyesen todos por l.
[8] No era l la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
[9] Era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, que viene a este
mundo (6).
[10] En el mundo estaba, y el mundo por l fue hecho, y no le conoci el
mundo.
[11] A lo suyo vino (7), y los suyos no le recibieron.
[12] Mas a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hechos hijos de
Dios, a aquellos que creen en su nombre:
[13] Los cuales son nacidos no de sangres, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varn, ms de Dios.
[14] Y el Verbo fue hecho carne, y habit entre nosotros, y vimos la
gloria de l, gloria como de Unignito del Padre (8)lleno de gracia y de
verdad (9).
[15] Y de su plenitud recibimos nosotros todos, y gracia por gracia (10).
[16] Porque la ley fue dada por Moiss: mas la gracia y la verdad fue
hecha por Jesucristo (11).
[17] A Dios nadie le vio jams (12): el Hijo Unignito, que est en el
seno del Padre, l mismo lo ha declarado.
[18] Hubo en los das de Herodes, rey de Judea (13), un sacerdote nombrado
Zacharas de la suerte de Abas (14): y su mujer de las hijas de Aarn, y
el nombre de ella Elisabeth.
[19] Y eran ambos justos delante de Dios, caminando irreprensiblemente en
todos los mandamientos, y estatutos del Seor,
[20] Y no tenan hijo, porque Elisabeth era estril, y ambos eran
avanzados en sus das.
[21] Y aconteci, que ejerciendo Zacharas su ministerio de sacerdote
delante de Dios en el orden de su vez,
[22] Segn la costumbre del sacerdocio, sali por su suerte a poner el
incienso, entrando en el templo del Seor:
[23] Y toda la muchedumbre del pueblo estaba fuera orando a la hora del
incienso (15).
[24] Y se le apareci el Angel del Seor, puesto en pie a la derecha del
altar del incienso (16).
[25] Y Zacharas al verle se turb, y cay temor sobre l.
[26] Mas el Angel le dijo: No temas Zacharas, porque tu oracin ha sido
oda (17): y tu mujer Elisabeth te parir un hijo, y llamars su nombre
Juan,
[27] Y tendrs gozo y alegra, y se gozarn muchos en su nacimiento:
[28] Porque ser grande delante del Seor: y no beber vino ni sidra (18),
y ser lleno de Espritu Santo aun desde el vientre de su madre:
[29] Y a muchos de los hijos de Israel convertir al Seor el Dios de
ellos;
[30] Porque l ir delante de l (19)con el espritu y virtud de Elas,
para convertir los corazones de los padres a los hijos (20), y los
incrdulos a la prudencia de los justos, para aparejar al Seor un pueblo
perfecto.
[31] Y dijo Zacharas al Angel: En qu conocer esto? porque yo soy
viejo, y mi mujer est avanzada en das.
[32] Y respondiendo el Angel le dijo: Yo soy Gabriel, que asisto delante
de Dios: y soy enviado a hablarte, y a traerte esta feliz nueva.
[33] Y tu quedars mudo, y no podrs hablar hasta el da en que esto sea
hecho, porque no creste a mis palabras, las cuales se cumplirn a su
tiempo.
[34] Y el pueblo estaba esperando a Zacharas (21): y se maravillaban de
que se tardase l en el templo.
[35] Y cuando sali no les poda hablar, y entendieron que haba visto
visin en el templo. Y l se lo significaba por seas, y qued mudo.
[36] Y cuando fueron cumplidos los das de su ministerio, se fue a su
casa:
[37] Y despus de estos das concibi Elisabeth su mujer, y se estuvo
escondida cinco meses diciendo:
[38] Porque el Seor me hizo esto en los das, en que atendi a quitar mi
oprobio de entre los hombres.
[39] Y al sexto mes, el ngel Gabriel fue enviado de Dios a una ciudad de
Galilea, llamada Nazareth,
[40] A una Virgen desposada con un varn, que se llamaba Joseph, de la
casa de David, y el nombre de la Virgen era Mara.
[41] Y habiendo entrado el Angel, adonde estaba, dijo: Dios te salve,
llena de gracia: El Seor es contigo: Bendita t entre las mujeres.
[42] Y cuando ella esto oy, se turb con las palabras de l, y pensaba,
qu salutacin fuese esta.
[43] Y el Angel le dijo: No temas, Mara, porque has hallado gracia
delante de Dios:
[44] He aqu concebirs en tu seno, y parirs un hijo, y llamars su
nombre JESS.
[45] Este ser grande, y ser llamado Hijo del Altsimo, y le dar el
Seor Dios el trono de David su padre: y reinar en la casa de Jacob por
siempre,
[46] Y no tendr fin su reino.
[47] Y dijo Mara al Angel: Cmo ser esto, porque no conozco varn?
[48] Y respondiendo el Angel, le dijo: El Espritu Santo vendr sobre ti,
y te har sombra la virtud del Altsimo. Y por eso lo Santo, que nacer de
ti, ser llamado Hijo de Dios.
[49] Y he aqu Elisabeth tu parienta, tambin ella ha concebido un hijo en
su vejez: y este es el sexto mes a ella, que es llamada la estril:
[50] Porque no hay cosa alguna imposible para Dios.
[51] Y dijo Mara: He aqu la esclava del Seor, hgase en m segn tu
palabra. Y se retir el Angel de ella.
CAPITULO II
Genealoga legal del Hombre-Dios.- Mara visita a Elisabeth: santificacin
de Juan: cntico de Mara.- El Angel anuncia a Joseph el misterio de la
Encarnacin.- Nacimiento de Juan Bautista: su circuncisin: cntico de
Zacharas.
[1] Libro de la generacin de Jesucristo hijo de David, hijo de Abrahm.
[2] Abrahm engendr a Isaac. Y Isaac engendr a Jacob. Y Jacob engendr a
Judas y a sus hermanos.
[3] Y Judas engendr de Thamr a Phars, y a Zara. Y Phars engendr a
Esrn. Y Esrn engendr a Aram.
[4] Y Arm engendr a Aminadb. Y Aminadb engendr a Naassn. Y Naassn
engendr a Salmn.
[5] Y Salmn engendr de Rahb a Booz. Y Booz engendr de Ruth a Obd. Y
Obd engendr a Jess. Y Jess engendr a David el rey.
[6] Y David el rey engendr a Salomn de aquella, que fue de Uras (22).
[7] Y Salomn engendr a Robom. Y Robom engendr a Abas. Y Abas
engendr a As.
[8] Y As engendr a Josapht. Y Josapht engendr a Jorm. Y Jorm
engendr (23) a Ozas.
[9] Y Ozas engendr a Joathm. Y Joathm engendr a Achaz. Y Achaz
engendr a Ezechas.
[10] Y Ezechas engendr a Manasss. Y Manasss engendr a Amn. Y Amn
engendr a Josas.
[11] Y Josas engendr a Jechonas, y a sus hermanos en la transmigracin
de Babilonia (24).
[12] Y despus de la transmigracin de Babilonia: Jechonas (25)engendr a
Salathil. Y Salathil engendr a Zorobabel.
[13] Y Zorobabel engendr a Abid. Y Abid engendr a Eliacm. Y Eliacm
engendr a Azr.
[14] Y Azr engendr a Sadc. Y Sadc engendr a Achm. Y Achm engendr a
Elid.
[15] Y Elid engendr a Eleazar. Y Eleazar engendr a Mathn. Y Mathn
engendr a Jacob.
[16] Y Jacob engendr a Joseph esposo de Mara, de la cual naci Jess,
que es llamado el Cristo (26).
[17] De manera que todas las generaciones desde Abrahm hasta David,
catorce generaciones: y desde David hasta la transmigracin de Babilonia,
catorce generaciones: y desde la transmigracin de Babilonia hasta Cristo,
catorce generaciones (27).
[18] Y la generacin de Jesucristo fue de esta manera: que siendo Mara su
madre desposada con Joseph, antes que viviesen juntos, se hall haber
concebido en l vientre, de Espritu Santo.
[19] Y en aquellos das levantndose Mara, fue con prisa a la montaa, a
una ciudad de Jud (28).
[20] Y entr en casa de Zacharas, y salud a Elisabeth.
[21] Y cuando Elisabeth oy la salutacin de Mara, la criatura dio saltos
en su vientre: y fue llena de Espritu Santo:
[22] Y exclam en alta voz y dijo: Bendita t entre las mujeres, y bendito
el fruto de tu vientre.
[23] Y de dnde esto a m, que la madre de mi Seor venga a m?
[24] Porque he aqu luego que lleg la voz de tu salutacin a mis odos,
la criatura dio saltos de gozo en mi vientre.
[25] Y bienaventurada la que creste (29), porque cumplido ser, lo que te
fue dicho de parte del Seor.
[26] Y dijo Mara: Mi alma engrandece al Seor:
[27] Y mi espritu se regocij en Dios mi Salvador.
[28] Porque mir la bajeza de su esclava: pues ya desde ahora me dirn
bienaventurada todas las generaciones.
[29] Porque me ha hecho grandes cosas, el que es poderoso: y santo el
nombre de l.
[30] Y su misericordia de generacin en generacin sobre los que le temen.
[31] Hizo valenta con su brazo: esparci a los soberbios del pensamiento
de su corazn.
[32] Destron a los poderosos, y ensalz a los humildes.
[33] Hinch de bienes a los hambrientos: y a los rico dej vacos.
[34] Recibi a Israel su siervo (30), acordndose de su misericordia.
[35] As como habl a nuestros padres, a Abrahm, y a su descendencia por
los siglos.
[36] Y Mara se detuvo con ella tres meses: y se volvi a su casa.
[37] Y Joseph su esposo, como era justo, y no quisiese infamarla: quiso
dejarla secretamente.
[38] Y estando l pensando en esto, he aqu que el Angel del Seor le
apareci en sueos (31), diciendo: Joseph hijo de David, no temas de
recibir a Mara tu mujer: porque lo que en ella ha nacido, de Espritu
Santo es.
[39] Y parir un hijo: y llamars su nombre JESUS: porque l salvar a su
pueblo de los pecados de ellos.
[40] Mas todo esto fue hecho para que se cumpliese lo que habl el Seor
por el profeta, que dice:
[41] He aqu la Virgen concebir, y parir hijo: y llamarn su nombre
Emmanul (32), que quiere decir: con nosotros Dios.
[42] Y despertando Joseph del sueo, hizo como el Angel del Seor le haba
mandado, y recibi a su mujer.
[43] Y no la conoci hasta que pari a su hijo primognito (33).
[44] Mas a Elisabeth se le cumpli el tiempo de parir, y pari un hijo.
[45] Y oyeron sus vecinos, y parientes, que el Seor haba sealado con
ella su misericordia, y se congratulaban con ella.
[46] Y aconteci que al octavo da vinieron a circuncidar al nio, y le
llamaban del nombre de su padre, Zacharas.
[47] Y respondiendo su madre, dijo: De ningn modo, sino Juan ser
llamado.
[48] Y le dijeron: Nadie hay en tu linaje, que se llame con este nombre.
[49] Y preguntaban por seas al padre del nio, como quera que se
llamase.
[50] Y pidiendo una tableta, escribi, diciendo: Juan es su nombre. Y se
maravillaron todos.
[51] Y luego fue abierta su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a
Dios.
[52] Y vino temor sobre todos los vecinos de ellos: y se extendieron todas
estas cosas por todas las montaas de la Judea:
[53] Y todos los que las oan, las conservaban en su corazn, diciendo:
Quin pensis, que ser este nio? Porque la mano del Seor era con l.
[54] Y Zacharas su padre fue lleno de Espritu Santo, y profetiz,
diciendo:
[55] Bendito el Seor Dios de Israel, porque visit, e hizo la redencin
de su pueblo:
[56] Y nos alz el cuerno de salud (34)en la casa de David su siervo.
[57] Como habl por boca de sus santos profetas, que ha habido de otro
tiempo:
[58] Salud (35)de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos
aborrecen:
[59] Para hacer misericordia con nuestros padres, y acordarse de su santo
testamento.
[60] El juramento, que jur a nuestro padre Abrahm, que l dara a
nosotros:
[61] Para que librados de las manos de nuestros enemigos, le sirvamos sin
temor,
[62] En santidad, y en justicia delante de l mismo, todos los das de
nuestra vida.
[63] Y t, nio, profeta del Altsimo sers llamado: porque irs ante la
faz del Seor, para aparejar sus caminos:
[64] Para dar conocimiento de salud a su pueblo, para la remisin de sus
pecados.
[65] Por las entraas de misericordia de nuestro Dios, con que nos visit
de lo alto el Oriente:
[66] Para alumbrar, a los que estn de asiento en tinieblas, y en sombra
de muerte: para enderezar nuestros pies a camino de paz.
[67] Y el nio creca, y era fortificado en espritu: y estuvo en los
desiertos hasta el da, que se manifest a Israel (36).
CAPITULO III
Con ocasin del edicto de Csar Augusto, va Joseph con Mara a Betlehm,
en donde nace el Hijo de Dios.- Un ngel anuncia a los pastores su
nacimiento, y van a adorarle.- Circuncisin del Nio Jess.- Adoracin de
los Magos.
[1] Y aconteci en aquellos das, que sali un edicto de Csar Augusto,
para que fuese empadronado todo el mundo (37).
[2] Este primer empadronamiento fue hecho por Cyrino, gobernador de la
Syria (38):
[3] E iban todos a empadronarse cada uno a su ciudad (39).
[4] Y subi tambin Joseph de Galilea de la ciudad de Nazarth, a Judea, a
la ciudad de David, que se llama Bethlehm: porque era de la casa y
familia de David,
[5] Para empadronarse con su esposa Mara, que estaba preada.
[6] Y estando all, aconteci que se cumplieron los das en que haba de
parir (40).
[7] Y pari a su Hijo primognito (41), y lo envolvi en paales, y lo
recost en un pesebre: porque no haba lugar para ellos en el mesn (42).
[8] Y haba unos pastores en aquella comarca, que estaban velando, y
guardando las velas de la noche sobre su ganado.
[9] Y he aqu se puso junto a ellos un Angel del Seor, y la claridad de
Dios los cerc de resplandor, y tuvieron grande temor.
[10] Y les dijo el Angel: No temis: porque he aqu os anuncio un grande
gozo, que ser a todo el pueblo:
[11] Que hoy os es nacido el Salvador, que es el Cristo Seor, en la
ciudad de David.
[12] Y esta os ser la seal: Hallaris al nio envuelto en paales, y
echado en un pesebre.
[13] Y sbitamente apareci con el Angel una tropa numerosa de la milicia
celestial, que alababan a Dios, y decan:
[14] Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de
buena voluntad (43).
[15] Y aconteci, que luego que los Angeles se retiraron de ellos al
cielo: los pastores se decan los unos a los otros: Pasemos hasta
Bethlehm, y veamos esto, que ha acontecido, lo cual el Seor nos ha
mostrado.
[16] Y fueron apresurados, y hallaron a Mara, y a Joseph, y al nio
echado en el pesebre.
[17] Y cuando esto vieron, entendieron lo que se les haba dicho acerca de
aquel nio.
[18] Y todos los que lo oyeron, se maravillaron: y tambin de lo que les
haban referido los pastores.
[19] Mas Mara guardaba todas estas cosas, confirindolas en su corazn.
[20] Y se volvieron los pastores glorificando, y loando a Dios por todas
las cosas, que haban odo y visto, as como les haba sido dicho.
[21] Y despus que fueron pasados los ocho das para circuncidar al nio:
llamaron su nombre JESUS, como le haba llamado el Angel, antes que fuese
concebido en el vientre.
[22] Pues cuando hubo nacido Jess en Bethlehm de Jud en tiempo de
Herodes el rey, he aqu unos Magos (44)vinieron del Oriente (45)a
Jerusalm,
[23] Diciendo: Dnde est el rey de los Judos que ha nacido? porque
vimos su estrella en el Oriente (46), y venimos a adorarle.
[24] Y el rey Herodes, cuando lo oy, se turb, y toda Jerusalm con l.
[25] Y convocando todos los prncipes de los sacerdotes (47)y los escribas
del pueblo (48), les preguntaba, donde haba de nacer el Cristo.
[26] Y ellos le dijeron: En Bethlehm de Jud: porque as est escrito por
el profeta.
[27] Y t, Bethlehm, tierra de Jud, no eres la menor entre las
principales de Jud, porque de ti saldr el caudillo, que gobernar a mi
pueblo de Israel.
[28] Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, se inform de
ellos cuidadosamente del tiempo, en que les apareci la estrella.
[29] Y encaminndolas a Bethlehm, les dijo: Id, e informaos bien del
nio: y cuando le hubireis hallado, hacdmelo saber, para que yo tambin
vaya a adorarle.
[30] Ellos, luego que esto oyeron del rey, se fueron. Y he aqu la
estrella, que haban visto en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que
llegando se par, sobre donde estaba el nio (49).
[31] Y cuando vieron la estrella, se regocijaron en gran manera.
[32] Y entrando en la casa, hallaron al nio con Mara su madre, y
postrndose le adoraron: y abiertos sus tesoros, le ofrecieron dones, oro,
incienso y mirra.
[33] Y habida respuesta en sueos (50), que no volviesen a Herodes, se
volvieron a su tierra por otro camino.
CAPITULO IV
Joseph y Mara van a Jerusalm a presentar a Jess en el templo.- Palabras
del viejo Simen y de la profetisa Ana.- Venida a Egipto y vuelta a
Nazareth.- Conducido a Jerusalm por las fiestas de Pascuas, sorprende a
los doctores con la sabidura de sus palabras.
[1] Despus que ellos (51)se fueron, y despus que fueron cumplidos los
das de la purificacin de Mara, segn la ley de Moiss, lo llevaron a
Jerusalm, para presentarlo al Seor,
[2] Como est escrito en la ley del Seor: Que todo macho que abriere
matriz, ser consagrado al Seor (52).
[3] Y para dar la ofrenda, conforme est mandado en la ley del Seor, un
par de trtolas, o dos palominos.
[4] Y haba a la sazn en Jerusalm un hombre llamado Simen, y este
hombre justo y temeroso de Dios, esperaba la consolacin de Israel (53), y
el Espritu Santo era en l.
[5] Y haba recibido respuesta del Espritu Santo, que l no vera la
muerte, sin ver antes al Cristo del Seor.
[6] Y vino por espritu al templo. Y trayendo los padres al nio Jess,
para hacer segn la costumbre de la ley por l:
[7] Entonces l lo tom en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo:
[8] Ahora, Seor, despides a tu siervo, segn tu palabra, en paz:
[9] Porque han visto mis ojos tu salud (54),
[10] La cual has aparejado ante la faz de todos los pueblos.
[11] Lumbre para ser revelada a los gentiles, y para gloria de tu pueblo
Israel.
[12] Y su padre y madre estaban maravillados de aquellas cosas que de l
se decan.
[13] Y los bendijo Simen, y dijo a Mara su madre: He aqu que este es
puesto para cada, y para levantamiento de muchos en Israel (55): y para
seal a la que se har contradiccin (56):
[14] Y una espada traspasar tu alma de ti misma, para que sean
descubiertos los pensamientos de muchos corazones (57).
[15] Y haba una profetisa llamada Ana, hija de Phanuel de la tribu de
Aser: esta era ya de muchos das, y haba vivido siete aos con su marido
desde su virginidad (58).
[16] Y esta era viuda, como de ochenta y cuatro aos: que no se apartaba
del templo, sirviendo da y noche en ayunos y oraciones.
[17] Y como llegase ella a la misma hora, alababa al Seor: y hablaba de
l a todos los que esperaban la redencin de Israel.
[18] Y cuando lo hubieron todo cumplido conforme a la ley del Seor, he
aqu un Angel del Seor apareci en sueos a Joseph, y le dijo: Levntate,
y toma al nio, y a su madre, y huye a Egipto, y estte all hasta que yo
te lo diga. Porque ha de acontecer, que Herodes busque al nio para
matarle.
[19] Levantndose Joseph, tom al nio, y a su madre de noche, y se retir
a Egipto:
[20] Y permaneci all hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliese
lo que haba hablado el Seor por el profeta, que dice: De Egipto llam a
mi hijo.
[21] Entonces Herodes, cuando vio, que haba sido burlado por los Magos,
se irrit mucho, y enviando hizo matar todos los nios, que haba en
Bethlehem y en toda su comarca de dos aos y abajo, conforme al tiempo,
que haba averiguado de los Magos (59).
[22] Entonces fue cumplido lo que se haba dicho por Jeremas el profeta,
que dice:
[23] Voz fue oda en Ram (60), lloro, y mucho lamento: Rachl llorando
sus hijos, y no quiso ser consolada, porque no son.
[24] Y habiendo muerto Herodes, he aqu el Angel del Seor apareci en
sueos a Joseph en Egipto.
[25] Diciendo: Levntate, y toma al nio, y a su madre, y vete a tierra de
Israel: porque muertos son, los que queran matar al nio.
[26] Levantndose Joseph, tom al nio, y a su madre, y se vino para
tierra de Israel.
[27] Mas oyendo que Archelao reinaba en la Judea en lugar de Herodes, su
padre, temi de ir all: y avisado en sueos, se retir a las tierras de
Galilea.
[28] Y vino a morar a su ciudad, que se llama Nazareth: para que se
cumpliese lo que haban dicho los profetas: que ser llamado Nazareno
(61).
[29] Y el nio creca, y se fortificaba, estando lleno de sabidura: y la
gracia de Dios era en l.
[30] Y sus padres iban todos los aos a Jerusalm, en el da solemne de la
Pascua.
[31] Y cuando tuvo doce aos, subieron ellos a Jerusalm, segn la
costumbre del da de la fiesta,
[32] Y acabados los das, cuando se volvan, se qued el nio Jess en
Jerusalm, sin que sus padres lo advirtiesen (62).
[33] Y creyendo, que l estaba con los de la comitiva, anduvieron camino
de un da, y le buscaban entre los parientes, y entre los conocidos.
[34] Y como no le hallasen, se volvieron a Jerusalm, buscndole.
[35] Y aconteci, que tres das despus le hallaron en el templo, sentado
en medio de los doctores, oyndolos y preguntndoles.
[36] Y se pasmaban todos los que le oan, de su inteligencia, y de sus
respuestas.
[37] Y cuando le vieron (63) se maravillaron. Y le dijo su madre: Hijo,
por qu los has hecho as con nosotros? mira, como tu padre, y yo
angustiados te buscbamos.
[38] Y les respondi: Para qu me buscbais? No sabais, que en las
cosas que son de mi Padre me conviene estar?
[39] Mas ellos no entendieron la palabra, que les habl.
[40] Y descendi con ellos, y vino a Nazareth: y estaba sujeto a ellos. Y
su madre guardaba todas estas cosas en su corazn.
[41] Y Jess creca en sabidura, y en edad, y en gracia delante de Dios,
y de los hombres.
CAPITULO V
Inspirado por el Espritu Santo, sale Juan del desierto y principia a
predicar.- El pueblo se agolpa para orle y para purificarse. El mismo
Jess va de Nazareth al Jordn para ser bautizado.- Segunda g