LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA 2º BACHILLERATO
Nombre y apellidos: Jaume Rius Casado y Francisco José García Gómez.
FICHA DE ANÁLISIS DE POEMAS
Autor (fecha y lugar de nacimiento y muerte) Título del poema o primer verso
José Ángel Valente nace en Orense (Galicia) el 25 de abril de 1929; muere en Ginebra (Suiza) el 18 de julio de 2000, a los 71 años. El poema a analizar es titulado “El poema”, aunque se suele identificar con su primer verso: “Si no creamos un objeto metálico”.
Contextuali-zación: datos generales
sobre la obra, el autor, sus etapas. Título del libro y fecha publicación
Valente fue un poeta, abogado, crítico, traductor y ensayista español que estudió Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela y Filología Romántica en Madrid. En 1955 se
trasladó a Oxford para trabajar como profesor, y más tarde se marchó a París y a Ginebra, donde ejerció su trabajo de traductor. Más tarde fijó su residencia en Almería, y en sus últimos días fue alternando su residencia suiza con la española. Así, vivió en Orense, Madrid, París, Almería, Oxford y Ginebra (donde murió). A lo largo de su vida, recibió algunas distinciones, como el Premio Nacional de Poesía. Durante el inicio de su trayectoria profesional Valente perteneció al Grupo poético del 50 o Generación del medio siglo (cuyos autores se consideraban “hijos de la Guerra Civil”), dentro del cual representó la poesía como una vía de conocimiento, aunque su poesía fue evolucionando hasta ser considerado uno de los poetas más influyentes de la llamada “nueva poética” de los años sesenta, destacada por una posición crítica ante la realidad. De hecho, la obra de Valente se puede dividir en tres etapas. En la primera, que empieza desde la publicación de su primera obra, en 1955 (A modo de esperanza), escribió una poesía muy cercana a la nueva tendencia poética surgida entre los años 50 y 60. Este periodo ha sido descrito por la crítica como una etapa de carácter personal. A partir de la década de 1960, en su segunda etapa, Valente empezó a encaminar sus obras hacia la llamada “poesía del silencio”, desligándose del movimiento poético de mitad de siglo, que, siendo compleja y críptica, se caracteriza por la filosofía y la reflexión sobre el lenguaje poético (metapoesía). De todas formas, en esta etapa sobre todo hay un predominio de la poesía social (escribe sobre el exilio, la soledad, la opresión, el vacío, la muerte…), relacionada con el marco social de opresión que se vive en España, y no es hasta cerca de 1970 cuando su poesía deja de ser un medio de comunicación y compromiso social para centrarse en el universo del propio autor, creando obras cada vez más profundas y complicadas, dentro de la llamada “poesía
intimista”. Este período, correspondiente a su tercera etapa, va desde aproximadamente el año 1970 hasta su muerte, en 2000, y es la más representativa de su obra. Así, la poesía de Valente pasó de tener un carácter existencialista a uno cada vez más esencialista y, desde el principio, buscó una personalidad propia. Valente escribió conocidas obras poéticas, entre las cuales encontramos El Inocente (publicada en 1970), dentro de la cual se incluye “El Poema”. Pese a la dificultad que representa situar algunas de sus obras en una de las tres etapas, “El Poema” se encuentra entre las dos últimas, puesto que en este aparecen características de la poesía social, así como de la metapoesía y de la abstracción que caracterizan su última etapa. Hay que destacar que la poesía de Valente no es fácil de clasificar y que se han realizado diversos estudios sobre su obra y no todos coinciden en esta clasificación de las etapas poéticas.
Comprensión del poema: resumen, tema (y subtemas), tópicos. Estructura. Glosario y palabras clave
En “El Poema” Valente reflexiona sobre la poesía y, señalando una serie de condiciones que debe reunir para poder “poseer la tierra”, nos muestra su propia concepción de ella. Valente hace uso de distintas palabras simbólicas para presentarnos el poema como un arma hiriente, peligrosa, capaz de influir sobre la sociedad (“poseer la tierra”). El poema es, pues, un instrumento amargo, destructor de la realidad injusta y revelador de verdades. Básicamente, en las tres primeras estrofas se plantean las condiciones que requiere el poema para “poseer la tierra”: se describen sus características físicas (debe tener “púas aceradas”, “crueles aristas”, etc.), su función (“percutir en la noche terrible”, “arrasar el mundo”, “hacer arder el amor”…), su sentido, su poder vengativo, etc. La cuarta estrofa sintetiza todas estas características mencionadas y remarca su dureza, indicando que nos defiende de todo, ya que está interpuesta entre una serie de conceptos (“llanto y palabra”, “filo y espada”… vv.24-29), es una especie de escudo-arma. El tema principal del poema es la concepción de la poesía como un instrumento de rebeldía contra las injusticias, que
sirve para combatir la violencia, la falta de libertad, la traición, en fin, para “poseer la tierra”. El título es la clave para resolver y entender el poema, puesto que, gracias a él (recordemos que se titula “El Poema”) el lector puede identificar el “objeto metálico”, que tiene que ser “depositado a mitad del vacío”, como la poesía: el poema explica el proceso para componer un poema (por eso, la metapoesía está muy presente en este texto).
También podemos destacar otros dos temas: el de la muerte y el del silencio o vacío. El primer tema se identifica mediante el sustantivo abstracto “muerte”, en los versos 6 y 29 (“el que va a vendernos (…) presencie metódica su muerte” y “entre la muerte y su naciente sombra”). Teniendo en cuenta que la guerra es causa de muerte, podemos decir que en realidad todo el poema gira en torno de la muerte. Por último, el tema del silencio aparece en los versos 8 y 27 (“a mitad del vacío”, “entre el nombre de dios y su vacío”). Esta idea de silencio hace referencia al carácter inefable de la poesía. Podemos destacar el uso del tópico clásico “Contemptus mundi” (menosprecio del mundo y de la vida terrenal, los cuales son un valle de lágrimas y de dolor), puesto que Valente tiene una imagen pésima de la sociedad y, por eso, mediante este poema la critica y ofrece una opción para enfrentarse a esta sociedad: usar el poema como arma, para transformar la realidad, para combatir la traición. Además, también podemos añadir el tópico de “Vita-militia” (“la vida como lucha”, el carácter bélico de la existencia humana), puesto que, como acabamos de decir, la guerra, aunque no ocupa el primer plano del poema, constituye su trasfondo. También podemos destacar el uso de la idea de la creatio ex nihilo, el crear a partir de la nada, que aparece en el verso 8: “si no depositamos a mitad del vacío un objeto incruento”. El poema se puede estructurar en tres partes según su contenido. La primera se corresponde con la primera estrofa, donde se describen las características físicas que debe tener el poema-objeto (“de dura luz, de púas aceradas, de crueles aristas”): aquí el lector ya interpreta la poesía descrita como una poesía hiriente, puesto que las partes que la constituyen dañan físicamente. Pero no solo es hiriente, sino también resistente, intocable, implacable contra la traición. La segunda parte está formada por la segunda y tercera estrofa. En estas, el autor, aunque continúa indicando cualidades de la poesía, introduce un nuevo concepto: esta poesía debe ser influente, tiene que ser capaz de “percutir en la noche terrible como un pecho sin término”, es decir, de tener repercusión, de otorgar sentido. Además, nos empieza a
hablar del “odio” que debe poseer y de su carácter vengativo, así como su capacidad de hacer arder el amor que no está petrificado, acabado. Es decir, en esta segunda parte, el poeta se centra en describir la función de la poesía, su sentido, y de indicar unas características más abstractas (por ejemplo el poder vengativo del poema, de actuar en contra de las injusticias). Por último, la cuarta estrofa constituye la última parte. En
esta se hace un resumen de todas las características que han sido descritas y se subraya el adjetivo “duro”: es una poesía fuerte, contrapuesta a la poesía blanda, contra la cual el autor se muestra opuesto en todo momento. Esta parte acaba con la repetición del verso “cuándo podremos poseer la tierra”, para remarcar su significado. Podemos decir, pues, que el clímax se encuentra justamente en estos tres versos, ya que, como el verso más significativo es repetido tres veces, se realza su importancia y se indica el fin del poema. Así, se trata de una estructura ascendente. Glosario (por orden de aparición): - Púa: cuerpo pequeño, delgado, firme y acabado en una punta afilada. - Acerado: que es de acero o tiene alguna característica que se considera propia del acero. - Arista: borde de un objeto, generalmente agudo o recortado. - Metódica: (cosa, en este caso la muerte) que se hace ordenada y sistemáticamente, siguiendo un método. - Incruento: que no derrama sangre, no sangriento. - Percutir: dar golpes repetidamente. - Invulnerable: que no puede ser dañado física ni mentalmente. - Petrificado: que está convertido en piedra. - Vedado: prohibido. - Interpuesto: (objeto) puesto entre otros dos. - Llanto: Acción de derramar lágrimas en señal de dolor, tristeza, alegría o necesidad. - Filo: arista aguda de un instrumento cortante (en este caso, de una espada). Palabras clave: poema, objeto, metálico, duro, incruento, tierra, muerte, amor, odio, púas, vacío, luz, incómodo, arrasar.
Estilo: recursos lingüísticos y literarios (figuras retóricas)
Recursos lingüísticos: En “El poema” se puede destacar el uso de un estilo nominal, puesto que hay un predominio de sustantivos sobre verbos: rechaza la artificiosidad verbal. Aunque aparecen más nombres concretos (“objeto”, “cuerpo”, “púas”) que abstractos (“odio”, “amor”), cabe destacar la importancia de estos últimos, pues producen un carácter marcadamente intelectual y nos introducen dentro de la tercera etapa del poeta, donde la abstracción es muy importante. De todas
formas, el poema se constituye fundamentalmente por los primeros, ya que es gracias a ellos que el autor puede comparar la poesía con un arma y referirse a ella como un “objeto metálico”, el cual se puede captar con los sentidos. La abundancia de adjetivos dota al poema de un elevado grado de belleza y expresividad, de modo que, gracias a los adjetivos (“aceradas”, “tentacular”, “incruento”, “resistente”…), el poeta puede expresar su visión de poesía,
puede describirla según su percepción. El hecho que la mayoría de los adjetivos sea especificativa proporciona al texto un cierto grado de sobriedad y de objetividad, características propias de la obra de Valente: quiere llegar a la belleza a partir de la austeridad, de la solidez, busca el rigor poético. Hay que destacar, también, la anteposición de algunos adjetivos (“vengativa luz”), que resalta las cualidades de los nombres a los que acompañan, así como también proporciona belleza. De todas formas, esta anteposición se ve contrastada con el acercamiento al lenguaje común, producido por la posposición de los adjetivos (“objeto incruento”); de hecho, en los primeros cuatro versos ya podemos observar este contraste, pues la posposición y la anteposición se van alternando (“objeto metálico”, “dura luz”, “púas aceradas”, “crueles aristas”): esto nos muestra una voluntad de estilo que contribuye a reforzar la belleza del texto. El lenguaje poético revela un ritmo marcado por la pausa y el silencio, y se usa un léxico cuidadosamente escogido, muy acertado y adecuado. Podemos destacar el uso de la primera persona del plural, que tiene un valor inclusivo (el propio autor se incluye, puesto que él también se considera en cierto modo obligado a crear poesía: escribe sobre lo que los poetas deben hacer, él incluido, para tener influencia en la sociedad, para ser escuchados). La tercera persona del singular se reserva para la descripción del poema-objeto, y para hablar de “el que va a vendernos”, el “injusto”, que es quien se dedica a hacer armas, a participar en la guerra: se trata de la sociedad criticada por Valente. Dentro de los tiempos verbales encontramos el presente de indicativo (“creamos”, “depositamos” y “está”) y de subjuntivo (“reconozca” y “presencie”). Los verbos en indicativo (todos están dentro de la subordinada condicional) indican que el poeta está seguro que si no “creamos” el poema, nunca podremos poseer la tierra (no es algo altamente hipotético, sino que es más bien una afirmación). Al contrario, el uso de los verbos en subjuntivo expresa realidades hipotéticas (“de pronto reconozca o presencie metódica su muerte”: es un
posible efecto que puede causar la poesía, no se sabe con seguridad si sucederá, es dudoso. Hay un predominio de verbos en infinitivo (“percutir”, “arder”, “correr”, “arrasar” y “entrar”), los cuales muestran su doble naturaleza (nombre/verbo), pues reciben un complemento verbal, y forman parte de oraciones subordinadas. También podemos encontrar otras formas no personales,
como participios (“amor petrificado, v.15). La mayor parte de los verbos usados (aunque no aparecen demasiados) son predicativos (solo hay uno atributivo, “estar”, que aparece en los versos 12 y 15). Hace falta remarcar el uso de perífrasis verbales modales de posibilidad construidas mediante el verbo poder y los infinitivos poseer y hacer (“podremos poseer” y “pudiera hacer”, vv. 7, 14, 16, 17, 20, 30, 31 y 32), así como las aspectuales de infinitivo, formadas por la estructura “ir a” más un infinitivo (“va a vendernos”, “va a entregarnos”, en el verso 5, la cual es ingresiva). Sobre todo son importantes las perífrasis modales, puesto que nos señalan que con el poema los poetas tendrán la capacidad, la “posibilidad” de influir sobre la sociedad. El poema-objeto es una herramienta que les permite llegar a este objetivo. Encontramos recurrencia léxica con la repetición de “objeto”, en los versos 1, 9 y 21 y de “tierra” en los versos 7, 14, 20, 30, 31 y 32. También se repiten “creamos”, “luz”, “vacío” y “muerte”, aunque solo dos veces. Con estas repeticiones el autor cohesiona el texto y a su vez remarca el significado de las palabras. Dentro de las recurrencias semánticas, podemos establecer un campo asociativo con palabras que pertenecen al campo conceptual de dolor (“púas”, “aristas”, “filo” y “espada”), y guerra (“crueles”, “muerte”, “terrible”, “arrasar”, “odio”, “vengativa”, “duro”, “odioso”, “incómodo”, “injusto”, “llanto” y “víctima”). También podemos establecer uno con palabras relacionadas con la quemadura (“fuego”, “arder” y “lava”), aunque estos también podrían incluirse en el primero, pues son fuente de dolor. Finalmente, podemos formar un campo asociativo de palabras que dan una idea de fluir, de esparcir (“luz”, “correr”, “semen”, “lava” y “río”), y un último con palabras relacionadas con el cielo o la vida: “amor”, “semen”, “luz”, “ángel” y “dios”. Hay familias léxicas de las palabras “vista” y “visible”, “odio” y “odioso”. Aparece un campo semántico de las partes del cuerpo:
“brazo”, “pecho”, “rostro”, “cuerpo” y de los sentidos: “vista” y “tacto”. También encontramos un caso de sinonimia con las palabras “resistente”, “metálico”, “acerado”, “duro (y dura)” e “invulnerable”, y con “tierra” y “mundo”. La sintaxis del texto destaca por el uso de cinco oraciones adverbiales condicionales formadas por la conjunción subordinante condicional “si” que introducen cada una de las estrofas (versos 1, 8, 15 y 21), aunque la subordinada del
verso 12 está en medio de la segunda estrofa. Podemos indicar el uso de una sintaxis compleja, llena de oraciones subordinadas (todas dentro de las condicionales, pues estas engloban todo el poema). Como ejemplos tenemos una subordinada adjetiva sustantivada en el verso 5 (“el que va a vendernos, a entregarnos”), una sustantiva de infinitivo de complemento del adjetivo en el verso 10 (“capaz de percutir en la noche terrible”) y dos adverbiales finales (“para arrasar el mundo, para entrar (…)”), entre otras. La última estrofa es la que tiene una sintaxis más simple, aunque es la más difícil de entender. Según la actitud, hay que hacer notar la importancia de las oraciones interrogativas indirectas y parciales que corresponden a la proposición principal de las oraciones condicionales, “cuándo podremos poseer la tierra”. Finalmente, podemos encontrar algunos casos de deixis. En los versos 1, 7, 8, 14, 20, 21, 30, 31 y 32 hay deixis personales implícitas; a través de las desinencias de persona de los verbos “creamos”, “podremos (poseer)” y “depositamos” (algunos de ellos están repetidos), se indica el emisor colectivo, nosotros/as, lo que permite identificar el sujeto, que es elíptico. Además, los tiempos verbales señalan el momento (presente, pasado o futuro) en que se desarrolla la acción, pero esto ya lo hemos comentado anteriormente. En el verso 5, hay una deixis temporal, “de pronto”, y en el mismo verso encontramos una deixis personal explícita (“va a vendernos, a entregarnos”. El pronombre personal “nos” tiene un carácter anafórico. En los versos 8 y 12, aparecen deixis espaciales, formadas por los localizadores espaciales “a mitad de”, “en el centro” e “interpuesto entre”, que sitúan de forma más precisa el “objeto” y el “odio”. En el verso 17, hallamos una deixis personal con carácter anafórico (“pudiera hacerlo”). Recursos literarios: Los recursos literarios del poema implican una cuidada elaboración textual. Anáforas: versos 1, 8, 12 y 21, con la repetición de la conjunción condicional “si”; 2, 3, 4 y 19, con la de la
preposición “de”; 15 y 16, con la de la conjunción copulativa “y”; 25, 26, 27, 28 y 29, con la de la preposición “entre” y, finalmente, 7, 14, 20, 30, 31 y 32, con el adverbio interrogativo “cuándo”. Estas dos últimas anáforas están dentro de paralelismos. Hipérbatos: versos 12 (“si en el centro no está invulnerable el odio” y 15 (“si no está el amor petrificado”, que sería “si el amor no está petrificado”). Asíndeton: versos 2, 3, 4, 5, 6, 11, 12, 13, 17, 18, 19, 21,
22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30 y 31 (algunos coinciden con enumeraciones). Dotan al texto de una mayor agilidad en la expresión y en el ritmo. Enumeración: versos 2, 3, 4 (“de dura luz, de púas aceradas, de crueles aristas”, en referencia al objeto metálico), 13 (“tentacular, enorme, no visible”, que se refiere al odio), y 21, 22, 23 y 24 (“duro, resistente a la vista, odioso al tacto, incómodo al oficio del injusto, interpuesto entre el llanto y la palabra…”). En el verso 24 empieza una nueva enumeración que se prolonga hasta el verso 29 (“entre el hombre y su rostro, entre el nombre de dios y su vacío…”) y que nos transmite la idea que el poema nos defiende de todo. Todas ellas se tratan de enumeraciones asindéticas. Epífora: versos 30, 31 y 31, con la repetición de la palabra “tierra” al final de tres versos consecutivos (aunque forma parte de un paralelismo), que actúa a manera de eco. Paralelismos: versos 7, 14, 20, 30, 31 y 32 (“cuándo podremos poseer la tierra”), 24, 25, 26, 27, 28 y 29 (repetición de la estructura “entre…y…”), 1, 8, 12, 15, 21 (paralelismo de la estructura “si no...”) y 2, 3 y 4 (“de dura luz, de púas aceradas, de crueles aristas”). Proporcionan al texto una idea de no avance, que contribuye a la idea del silencio (o vacío). Interrogación retórica: versos 7, 14, 20, 30, 31 y 32 (“cuándo podremos poseer la tierra”), que da más vigor a lo dicho, refuerza el significado del verso. Elipsis: versos 5 (el que va a vendernos, a entregarnos) y 17 (hacerlo arder, correr). Esta supresión produce energía, rapidez, concentración. Símil: versos 11, 17 y 18: “como un pecho sin término”, “como semen o lava” (el poema puede hacer arder el amor más poderoso (como semen) y el más destructivo (como lava), siempre que no esté acabado (petrificado)) y “como un río de vengativa luz” (el poema da a la luz verdades incómodas; es vengativo porque devuelve el mal hecho por la sociedad). Imagen: verso 13 (“invulnerable el odio, tentacular, enorme, no visible”) y verso 15 (“amor petrificado”): consiste en la materialización de ideas abstractas (odio y amor). Perífrasis: verso 5, “el que va a vendernos” y “el que va a entregarnos”, para referirse al vendedor y al repartidor, respectivamente. También encontramos una en el verso 13: “no visible”, cuando podría decir directamente “invisible”; en el verso 16: “residuo del fuego”, que se refiere a las brasas, y en el verso 23: “oficio del injusto”, cuando podría decir el nombre del oficio directamente (como esta última perífrasis
se trata, a su vez, de una metáfora, su interpretación es en cierto modo subjetiva, de modo que este oficio podría representar el de “armero” o “soldado”, entre otros, uno relacionado con la injusticia, con la guerra. Similcadencia: verso 18. “para arrasar el mundo, para entrar (…)”. Se trata de un caso particular de paralelismo donde arrasar y entrar tienen la misma forma verbal. Sinestesia: verso 2, (“dura luz”, puesto que se aplica a la luz un adjetivo correspondiente a un campo sensorial distinto).
Hipóstasis: verso 23, “oficio del injusto”. Oxímoron: verso 8: “a mitad del vacío”. El “vacío” no tiene mitad, no es nada (hay una unión de dos términos que son incoherentes). Personificación: verso 4 (“crueles aristas”), 19 (“vengativa luz”) y 29 (“naciente sombra”). Antítesis: versos 25, 26, 27, 28 y 29 (“dios y su vacío”, “muerte y su naciente sombra”. “el llanto y la palabra”, “el brazo del ángel y el cuerpo de la víctima”). También encontramos “hombre y su rostro” o “filo y su espada”. Aquí el carácter antitético no es tan preponderante, no está tan definido, pero el autor lo usa como tal, con intención de marcar la diferencia entre los dos elementos, así que se pueden considerar antítesis. Además, semen es símbolo de vida, y lava, de muerte, por lo que en el verso 17 también hay antítesis. Por último y a pesar de que están en diferentes versos (2, 19 y 29), encontramos antítesis de “luz” y “sombra”, y también, en los versos 12 y 15, de “odio” y “amor” (la poesía debe contener odio y puede hacer arder el amor que no está petrificado). Aliteración: Hay repeticiones de la vibrante múltiple /rr/ sobre todo en los versos 5, 6, 7, 10, 11, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 30, 31 y 32 (“hacerlo arder, correr”, “percutir en la noche terrible”, “poseer la tierra”, “arrasar el mundo, para entrar como un río”), que dan ímpetu a las palabras, sobre todo a “tierra”, puesto que es el sustantivo más repetido a lo largo del poema. También es constante la repetición del fonema líquido /r/, aunque este no es tan perceptible, y lo único que hace es reforzar las palabras con /rr/, puesto que son más bien silenciosas y suaves. Lo más destacable dentro de los recursos literarios, a parte de los paralelismos, son los símbolos usados por Valente. Así, en la primera estrofa ya encontramos el símbolo más importante del poema. El autor habla de “un objeto metálico”, que en realidad se trata de la poesía, el poema. El autor, pues, establece su propia relación entre la poesía y un arma hiriente (de púas aceradas, etc.). Valente, a través de los símbolos, representa una abstracción (“poesía”) por medio de una realidad perceptible por los sentidos (“objeto”). Así consigue proporcionar a la poesía un carácter inefable. Además, podemos hablar de una alegoría, puesto que este símbolo se prolonga a lo largo de todo el poema: esta poesía es referida en las distintas estrofas como un “objeto metálico”
(v.1), “objeto incruento” (v.9), “el residuo de fuego” (v.16), “río de vengativa luz” (v.18) y “objeto duro” (v.21). Todos ellos simbolizan lo mismo, el poema, pero cada uno añade un matiz a las características de este (vemos que tiene que ser “metálico”, es decir, resistente; “duro”, fuerte, potente, y “vengativo”, rencoroso). También las características físicas del poema son simbólicas. Así, “dura luz” simboliza una poesía molesta (porque revela
verdades incómodas) y “púas aceradas” y “crueles aristas” simbolizan justamente la dureza que debe tener el poema (tiene que ser intocable, inalcanzable para los que quieren silenciarlo: es símbolo de armadura y dureza). Estas relaciones irán apareciendo a lo largo del poema bajo otras formas (“resistente a la vista”, “odioso al tacto”, “incómodo al oficio del injusto”). Finalmente, otro de los símbolos más significativos es el que aparece en el verso “cuándo podremos poseer la tierra”. “Poseer la tierra” simboliza que los poetas ocupen su lugar en el mundo, esto es, causar impacto sobre la sociedad. Esa es la finalidad principal del poema descrito por Valente. De todas formas, a parte de símbolos, también aparecen algunas metáforas. En el verso 5 aparece una metáfora pura (no aparece el término real): “el que va a vendernos, a entregarnos” (el vendedor, el repartidor). Representa la sociedad maliciosa que es criticada por Valente, las personas dedicadas a hacer armas, a participar en la guerra, o directamente la guerra misma. Esta metáfora es a su vez, como ya hemos comentado, una perífrasis, y vuelve a aparecer en el verso 23, como “oficio del injusto”, la cual también se trata de una perífrasis. En el verso 10, hay otra metáfora: “capaz de percutir en la noche terrible”; justamente quiere decir que el poema puede influir (percutir) dentro de esta sociedad corrosiva (noche terrible). De hecho, más bien se trata de una alegoría.
Métrica: tipo de estrofa, verso y rima
El poema está compuesto por cuatro estrofas de versos irregulares (no poseen el mismo número de sílabas). La primera y la segunda estrofa tienen siete versos, la tercera tiene seis versos, y la cuarta tiene doce versos, de modo que hay un total de treinta y dos versos. En la primera estrofa ya vemos esta característica irregularidad: el primer verso es dodecasílabo (13-1); el segundo, pentasílabo (4+1); el tercero, heptasílabo; el cuarto hexasílabo; el quinto, alejandrino (posee tres sinalefas); el sexto, alejandrino (con una sinalefa), y el séptimo y último es endecasílabo. De todas formas, hay un predominio de alejandrinos (los encontramos en los vv. 5, 6, 8, 18 y 25), de endecasílabos (vv. 7, 13, 14, 15, 16, 20, 21, 22, 23, 24, 27, 29, 30, 31 y 32) y de heptasílabos (vv. 3, 26 y 28). El verso más largo es el 17, con 18 sílabas. Además, hace falta indicar que no hay rima de ningún tipo, de modo que su musicalidad se logra mediante el uso de recursos retóricos como los paralelismos. Así, pues, el poema usa el verso libre, puesto que estos no están sometidos a ninguna estructura regular, rítmica o métrica. Podríamos decir, más concretamente, que se trata de un versículo, pues los versos tienen una extensión considerable. Aparecen encabalgamientos en los versos 1, 5, 8, 9, 10, 15, 16 y 18. Esta fragmentación sintáctica ayuda a sugerir la idea del silencio. Se tratan de encabalgamientos sirremáticos, y todos son suaves excepto el primero, que es abrupto.
PREGUNTAS SOBRE “EL POEMA”, DE JOSÉ ÁNGEL VALENTE
1. La obra de José Ángel Valente evolucionó desde el realismo social a una poesía simbólica
de aspiraciones filosóficas en las que la palabra intenta revelar la esencia oculta de la
experiencia humana. En todo caso, la reflexión sobre el propio quehacer poético es una seña
de identidad constante de la lírica de Valente. ¿Qué finalidad atribuye Valente a la poesía en
“El poema”? ¿Por qué afirma que el poema debe tener “púas aceradas” y “ser odioso al
tacto? ¿Qué otras funciones desligadas de la realidad histórica le corresponden al poema
según Valente?
Valente, a través de “Si no creamos un objeto metálico”, indica cómo se debe crear el poema,
qué características debe poseer y cuál es su función. Para el poeta, la poesía es una
herramienta que sirve para combatir las actitudes maliciosas de la sociedad, un instrumento
de rebeldía contra las injusticias, que se usa agresivamente a modo de crítica: entiende la
poesía como un fin liberador de la injusticia producida por la guerra, que sirve para combatir la
violencia, la falta de libertad y la traición, en fin, para “poseer la tierra”. Básicamente, el
poema-arma descrito por Valente es algo invencible, inefable y esencial que tiene la capacidad
de modificar la sociedad desde la abstracción. El autor se opone a la “poesía blanda”,
sentimental y evasiva, y defiende que esta poesía debe ser dura (no inofensiva).
El autor dota al poema de una descripción física que se relaciona con el dolor. Sus “púas
aceradas” (v.3) nos recuerdan a las armas, las cuales causan daño. Lo que intenta el autor es
comparar la función de las armas (herir) con el impacto que debe tener la poesía (debe causar
conciencia en la sociedad, influir sobre ella como arma hiriente, conseguir dejar una marca,
una huella). Otra interpretación es que las “púas aceradas” son símbolo de armadura y de
dureza. De este modo, la poesía solo podrá vencer si es un arma hiriente, peligrosa, implacable
contra la traición y otras impurezas que solamente ella puede pulir: tiene que ser un poema
intocable, invencible, inalcanzable para aquellos que lo quieran silenciar. El uso de estas
cualidades puede ser entendido, por último, como la intención de hacer que los poetas tomen
consciencia de que tienen a su disposición esta herramienta mortífera y de que tienen la
capacidad para crearla: Valente intenta persuadirlos para crear este objeto, que sirve para
defenderse y “poseer la tierra”, esto es, ocupar su lugar en el mundo, influir sobre la sociedad.
Por otra parte, Valente dice que el poema ha de ser “odioso al tacto”: el poema cuenta
verdades que resultan incómodas, pone de manifiesto las actitudes maliciosas de la sociedad.
Así, el poema es incómodo, odioso, molesto, desagradable, para aquellas personas a las que
critica: el poema hace que “el injusto” “presencie metódica su muerte”.
A través de “El Poema” se pueden deducir otras funciones del poema, desligadas de la realidad
histórica. Entre estas destacamos la idea del poema como una fuente de expresión de
sentimientos, ideas y necesidades del ser humano, una especie de medio divulgador del
pensamiento de las personas. Además, la poesía también es un instrumento de conocimiento
del mundo y de uno mismo. Finalmente, aunque el poema no deja de ser una creación
artística, no es un poema cualquiera: sirve para herir, no para el goce estético, lo que sería de
esperar de un poema habitual.
2. Busca un verso en el que el poeta afirme que la poesía debe contener el odio. ¿Cuál crees
que es el motivo por el que el autor vincula poesía con odio?
El verso número doce, “si en el centro no está invulnerable el odio”, nos señala una de las
características que requiere la poesía: la inclusión de odio, un odio “tentacular, enorme, no
visible”. Esta asociación pretende reforzar la poesía, darle fuerzas para que quede establecida
firmemente en la “tierra” y ocupe su lugar justo, para poder influir la sociedad.
El odio es una característica que hace la poesía más fuerte, le da vigor, impulso, puesto que así
podrá atacar sin compasión a la sociedad y, sus cualidades, descritas por Valente, se realzarán.
Así, por ejemplo, si el poema era “vengativa luz”, con odio lo será aún más: devolverá con más
ira el mal hecho por la sociedad, sacará a la luz su carácter reprobable, sin dudarlo, con más
ímpetu, con más ansias de vengarse y de criticar la guerra, con lo que su eficacia será mayor. Si
la poesía no contuviera odio, no sería tan eficaz, tan “dura”, tan “resistente”, tan “odiosa”: no
causaría impacto sobre la sociedad, no podría lograr lo que se propone.
Otra posible interpretación, aunque menos convincente, sería que, debido a que la poesía
debe transmitir los sentimientos de las personas, como hemos mencionado en el apartado
anterior, tiene que expresar la naturaleza humana completa, con todas sus emociones, sin
dejar de lado ninguna, por lo que el odio no queda excluido de esta larga lista.
3. Uno de los temas es el silencio. ¿A qué otro tema va unido?
El tema principal del poema es la concepción de la poesía. Mediante las oraciones
condicionales usadas en cada una de las cuatro estrofas, Valente define su concepción poética,
indicando las propiedades que esta requiere para influir la sociedad (“poseer la tierra”). De
este modo, el autor, mediante el uso de recursos retóricos como los símbolos o los
paralelismos, describe la necesidad de la poesía como arma hiriente (“de púas aceradas”) para
afrontar las actitudes maliciosas de la sociedad (“el que va a vendernos”). El poema es un
instrumento amargo, destructor de la realidad injusta y revelador de verdades. No debemos
olvidar que Valente muestra un claro rechazo hacia la Guerra Civil, y que la poesía, con estas
cualidades, servirá para combatir la traición.
De hecho, el título es la clave para resolver y entender el poema, puesto que, gracias a él
(recordemos que se titula “El Poema”) el lector puede identificar el “objeto metálico”, que
tiene que ser “depositado a mitad del vacío”, como la poesía: “El Poema” explica el proceso
para componer el poema (por eso, la metapoesía está muy presente en este texto). Así,
teniendo en cuenta que este es el titulo del poema, podríamos afirmar que el tema de la
reflexión sobre la poesía es el más importante.
Además, podemos destacar dos subtemas: el de la muerte y el del silencio. El primero aparece
en los versos 6 y 29, con el uso del sustantivo abstracto “muerte”, (“el que va a vendernos (…)
presencie metódica su muerte” y “entre la muerte y su naciente sombra”). Si analizamos los
recursos lingüísticos, podemos formar un amplio campo asociativo de palabras que tienen
pertenecen al mismo campo conceptual que “guerra” y “dolor”. Teniendo en cuenta que la
guerra es causa de muerte, podemos decir que en realidad todo el poema gira en torno a este
tema (incluso se podría formar un campo asociativo con relación con la muerte: “tierra”,
“muerte”, “lava”, “terrible”, “vacío”, “cuerpo de la víctima”, “sombra”, “fuego”, “arder”,
aunque sería una especie de síntesis de los de “guerra” y de “dolor”). Además, discretamente,
Valente también usa el tópico de “Memento mori” (“recuerda que has de morir”), puesto que,
cuando alude a la muerte, al fin y al cabo nos está recordando su inevitabilidad, su presencia.
4. Desde el punto de vista del estilo, ¿cómo crees que se consigue sugerir la idea del silencio
(vacío)?
Una de las formas con que el autor consigue aportar la idea del silencio es mediante el uso del
encabalgamiento, encontrado en los versos 1, 5, 8, 9, 10, 15, 16 y 18. Todos los
encabalgamientos son suaves, excepto el primero, que es abrupto. En todos los casos, se trata
de encabalgamientos sirremáticos. Así, a través de esta fragmentación sintáctica, se sugiere la
idea del vacío.
El uso de enumeraciones también provoca esta idea del silencio. Estas pueden ser encontradas
en los versos 2, 3 y 4: “de dura luz, de púas aceradas, de crueles aristas”, en referencia al
“objeto metálico”, y en el 13: “tentacular, enorme, no visible”, que se refiere al odio, así como
en los versos 21, 22, 23 y 24 (“resistente a la vista, odioso al tacto, incomodo al oficio del
injusto, (...)”). Del verso 24 al 29 también hay una enumeración (“entre el hombre y su rostro,
entre el nombre de dios y su vacío…”) que nos transmite la idea que el poema nos defiende de
todo. Todas ellas se tratan de enumeraciones asindéticas, que dan una idea de estancamiento,
de silencio.
Sobre todo tienen mucha importancia los paralelismos y repeticiones en serie. Los
paralelismos están presentes en los versos 7, 14, 20, 30, 31 y 32 (“cuándo podremos poseer la
tierra”), 25, 26, 27, 28 y 29 (repetición de la estructura “entre el…y…”), 1, 8, 15 y 21
(paralelismo de la estructura “si no...”), y 2, 3 y 4 (repetición de “de… (Sustantivo y adjetivo)”).
Estos nos proporcionan una visión de no avance, de silencio, de vacío. Asimismo, la ausencia
de formas verbales contribuye a este estancamiento, pues no sucede nada, no hay progresión
ni movimiento. Lo mismo ocurre con las anáforas (recurso morfosintáctico), que aparecen en
los versos 1, 8, 12 y 21, con la repetición de la conjunción condicional “si”; 2, 3, 4 y 19, con la
de la preposición “de”; 15 y 16, con la de la conjunción copulativa “y”; 25, 26, 27, 28 y 29, con
la de la preposición “entre” y, finalmente, 7, 14, 20, 30, 31 y 32, con el adverbio interrogativo
“cuándo”.
También podemos añadir que el sustantivo “vacío” es repetido dos veces, en los versos 8 y 27,
y además, como se encuentran al final del verso, en cierto modo actúan a manera de eco.
La idea del silencio también puede sugerir el hecho que la poesía es inefable. Por eso, la gran
abundancia de símbolos (de hecho incluso podríamos afirmar que el poema entero es un
símbolo, puesto que el “objeto”, del cual se habla en todas las estrofas, es el “poema”)
contribuyen a reforzar esta idea, ya que nos indican que el autor, como no puede describir el
poema, recurre a un “objeto metálico”, para poder establecer la relación poema-arma.
El hecho que en los versos 7, 14, 20, 30, 31 y 32 (“cuándo podremos poseer la tierra”), haya
una interrogación retórica también intensifica la idea del silencio, pues no hay respuesta a la
pregunta.
Por último, este vacío también se consigue gracias a la elipsis, que aparece en los versos 5 (el
que va a vendernos, a entregarnos) y 17 (hacerlo arder, correr). Sobre todo son destacables los
sujetos elípticos, en los versos 1, 7, 8, 14, 20, 21, 30, 31 y 32 (“Si no creamos…” (Nosotros),
“cuándo podremos poseer…”).
5. Las cuatro estrofas están formadas por oraciones compuestas de la misma clase, ¿de qué
tipo son? ¿Cuál es la proposición principal? A su vez, ¿qué tipo de proposición es esta última
desde el punto de vista de la actitud?
El poema está constituido por cinco oraciones subordinadas adverbiales impropias o de
relación condicionales, más concretamente, por proposiciones condicionales negativas (“si no
creamos…”, “si no depositamos..."), que expresan la condición para que se cumpla lo indicado
en la oración, en este caso, “poseer la tierra”, y en las cuales se indican las características que
debe tener la poesía, según el autor, para conseguir este fin. El autor nos indica cómo debe ser
la poesía para poder influir la sociedad, cómo tiene que ser compuesta, a través de las
oraciones condicionales. Las subordinadas condicionales empiezan en los versos 1 (“Si no
creamos…”), 8 (“Si no depositamos…”), 12 (“Si en el centro no está…”), 15 (“Y si no está…”) y
21 (“Si no creamos…”), y todas introducen una estrofa, excepto la del verso 12, que se
encuentra en mitad de la segunda estrofa, aunque esta y la del verso 8 comparten la misma
proposición principal (solo hay una para las dos subordinadas).
En las cuatro estrofas del poema, estas oraciones comparten el mismo nexo, la conjunción
subordinante condicional “si” y, además, también tienen en común la misma proposición
principal: “cuándo podremos poseer la tierra”, presente en el último verso de todas las
estrofas, y repetida tres veces en la última copla.
Desde el punto de vista de la actitud, la proposición principal es una oración interrogativa
indirecta. De hecho, analizándola desde un punto de vista literario, se trata de una
interrogación retórica.
6. En la estrofa final aparece, a modo de síntesis, la poesía como objeto duro, es decir,
opuesto a la poesía blanda, sentimental, evasiva. Valente, por tanto, funde el concepto
combativo de la poesía social, como defendía Gabriel Celaya (véase “La poesía es un arma
cargada de futuro”), con otro propio de las corrientes poéticas que entienden la poesía como
algo inefable y transgresor, como pretendían los surrealistas. ¿Qué figuras retóricas se
concentran en esta estrofa final?
La última estrofa, así como las otras, está repleta de recursos literarios. Lo que más llama la
atención es el uso de paralelismos en los versos 24, 25, 26, 27, 28 y 29 (“entre el hombre y su
rostro”, “entre el filo y su espada”, “entre…y…”), y del paralelismo de los versos completos
“cuándo podremos poseer la tierra”, repetidos tres veces, en los versos 30, 31 y 32, lo que
subraya su transcendencia en el poema.
Lo más importante dentro de los recursos literarios, a parte de los paralelismos, son los
símbolos usados por Valente. Es importante destacar el uso del símbolo “objeto duro”, que
simboliza la poesía, el poema (v.21). Valente, a través de los símbolos, representa una
abstracción (“poesía”) por medio de una realidad perceptible por los sentidos (“objeto”). Así
consigue proporcionar a la poesía un carácter inefable. Este símbolo ya ha aparecido en
estrofas anteriores bajo formas distintas, pues el autor también se refiere a la poesía como
“objeto metálico” (v.1), “objeto incruento” (v.9), “residuo del fuego” (v.16) y “río de vengativa
luz” (v.18). Por tanto, también estamos hablando de una alegoría, ya que todos estos símbolos
juntos pretenden dar una idea del poema defendido por Valente: todos agrupados constituyen
una idea compleja.
Los símbolos son probablemente la figura retórica más importante del poema, sobre todo con
respecto al contenido y a la comprensión del poema; de hecho, es la clave que permite
entenderlo. Este símbolo (v.21), en concreto, nos introduce una nueva característica de la
poesía o el poema: es una poesía dura, fuerte, potente, un arma-herramienta que sirve para
enfrentarse a la sociedad, para criticarla, para conseguir algún cambio, y que se contrapone
con la poesía blanda o sentimental.
En el verso 23, encontramos una metáfora pura: “oficio del injusto”. Se trata del oficio de
quien de dedica a hacer armas, a participar en la guerra; el “injusto” es “el que va a vendernos,
a entregarnos” (v.5). Justamente, se trata de la sociedad criticada por Valente, es el objetivo, el
blanco, de este “objeto duro”: la poesía pretende desvelar verdades que pueden llegar a ser
“incómodas”, “odiosas” para el “injusto”, descubre sus acciones moralmente reprobables. Así,
esta metáfora se puede interpretar directamente como una identificación de la guerra o de la
sociedad corrosiva.
Dentro de esta última metáfora, de hecho, encontramos otras dos figuras retóricas. Una de
ellas es la hipóstasis, puesto que se produce un cambio de categoría gramatical de la palabra
“injusto”. La otra figura presente es la perífrasis: “oficio del injusto”, cuando podría decir el
nombre del oficio directamente (como esta última perífrasis se trata, a su vez, de una
metáfora, su interpretación es en cierto modo subjetiva, de modo que este oficio podría
representar el de “armero” o “soldado”, entre otros: uno relacionado con la injusticia, con la
guerra; ya hemos visto que la metáfora se refería a la sociedad corrompida, envilecida,
criticada por Valente).
Finalmente, en los versos 30, 31 y 32, aparece otro de los símbolos más significativos: “cuándo
podremos poseer la tierra”. “Poseer la tierra” simboliza ocupar un lugar en el mundo (los
poetas), esto es, causar impacto sobre la sociedad. Esa es la finalidad principal del poema
descrito por Valente.
Dentro de la sucesión de paralelismos encontramos un conjunto de antítesis, en los versos 25,
26, 27, 28 y 29. Como ejemplo tenemos “dios y su vacío”, “muerte y su naciente sombra”, “el
llanto y la palabra” y “el brazo del ángel y el cuerpo de la víctima”, elementos que tienen
significados opuestos. De todas formas, también encontramos “hombre y su rostro” o “filo y su
espada”. Aquí el carácter antitético no es tan preponderante, no está tan definido, pero el
autor lo usa como tal, con intención de marcar la diferencia entre los dos elementos, así que se
pueden considerar antítesis (el autor quiere dar una idea del poema como objeto intermedio).
En todos los versos (vv.21-32) destacamos la presencia de asíndeton. Gracias a este recurso, el
texto se vuelve más ágil, tanto en la expresión como en el ritmo. Los asíndeton de los versos
21, 22, 23 y 24 son, más concretamente, una enumeración: “duro, resistente a la vista, odioso
al tacto, incómodo al oficio del injusto, interpuesto entre el llanto y la palabra (...)”. En el verso
24 empieza una nueva enumeración que se prolonga hasta el verso 29 (“entre el hombre y su
rostro, entre el nombre de dios y su vacío…”) y que nos transmite la idea que el poema nos
defiende de todo. Todas ellas se tratan de enumeraciones asindéticas.
También podemos indicar el uso de una aliteración en toda la estrofa, con la repetición del
sonido [ ], y también la de [ ] (esta última se produce básicamente en los versos 30, 31 y 32,
con “poseer la tierra”). La aliteración del fonema líquido /r/ se ve principalmente en los versos
24, 26, 29, y está mezclada con la del fonema /rr/ (“interpuesto entre el llanto y la palabra”,
“entre el hombre y su rostro” y “entre la muerte y su naciente sombra”). Los fonemas /r/
connotan suavidad, silencio, suavidad, y esto permite resaltar las palabras que contienen el
fonema /rr/, como es el caso de “tierra”, que adquiere fuerza. La aliteración produce y añade
ímpetu, intensificando el valor de estas. Así, realmente, la aliteración importante es la del
fonema /rr/, pero solo es destacable mirando el poema como un todo, no fragmentado.
El verso “cuándo podremos poseer la tierra” es, además, una interrogación retórica que se
emplea, en este caso, para dar más vigor a lo dicho.
En los versos 25, 26, 27, 28 y 29 hay una anáfora de la preposición “entre”, y en los versos 30,
31 y 32, también, con el adverbio interrogativo “cuándo”. De todas formas, estas dos últimas
anáforas están dentro de paralelismos.
En los versos 30, 31 y 31, encontramos una epífora la repetición de la palabra “tierra” al final
de tres versos consecutivos (aunque también forma parte de un paralelismo), que actúa a
manera de eco.
Finalmente, podemos encontrar una personificación en el verso 29, formada por un adjetivo
calificativo y un sustantivo, que contribuye a la aportación de belleza al poema.
Podemos agrupar las figuras retóricas según el plano o nivel al cual pertenecen. Las figuras que
se encuentran dentro del nivel morfosintáctico son: paralelismo, hipóstasis, asíndeton,
enumeración, anáfora y epífora. En el plano léxico-semántico encontramos: símbolo, alegoría,
metáfora, perífrasis, antítesis, personificación e interrogación retórica. Por último, la
aliteración pertenece al plano fónico.
7. Reflexiona sobre el valor de la palabra y de la poesía.
La poesía ha sido tradicionalmente asociada con el sentimentalismo, pero Valente nos expone
un concepto nuevo y diferente: una poesía combativa, dura y potente (opuesta a la poesía
blanda: no es lírica ni inofensiva, al contrario) capaz de sacudir las conciencias, agitar el
mundo, único método para lograr que los poetas puedan “poseer la tierra”, influir en la
sociedad. Valente describe el proceso de formación de la poesía, de modo que cuando el
poema tome forma, nacerá como un objeto metálico, un ser intermedio y mediador que nos
defiende de todos y de todo (es por eso que se describe como el objeto “interpuesto entre el
llanto y la palabra” o “entre el brazo del ángel y el cuerpo de la víctima”, en la última estrofa).
Además, Valente también piensa en la poesía como un instrumento de conocimiento.
A nuestro parecer, la poesía ciertamente puede ser concebida como una vía de conocimiento,
tan válida como la científica (de hecho, Valente afirmó que poesía y ciencia son “sistemas de
símbolos que operan de modo complementario sobre la realidad”). No solo puede
proporcionar conocimiento, sino que puede crear conciencia en los lectores. Es por eso que
también puede ser usada como un arma, para criticar, hacer ver a los lectores que su
comportamiento no es el adecuado y tienen que cambiar. Por esto, opinamos que la poesía es
un instrumento, una herramienta más con la que transformar la realidad.
Asimismo, la palabra también tiene un poder incalculable: permite expresar cualquier
sentimiento o emoción. En cierto modo, a veces se cumple que “una palabra vale más que mil
imágenes”. En una palabra se puede concentrar toda la intención del autor, todo su
pensamiento, pude reflejar todos sus sentimientos, puede causar mucho más impacto que
cualquier imagen (dependiendo de la palabra, claro). Una palabra, al fin y al cabo, es una
especie de espejo que refleja el interior del poeta: es una manifestación de su juicio.
También coincidimos con la opinión de Valente de que la poesía no es efectiva si no es “dura”,
si no contiene “odio”. La poesía sentimental y evasiva (que pretende evitar una dificultad, un
peligro) nunca servirá como arma: es demasiado “blanda” (justamente, estas dos poesías son
antitéticas, se oponen radicalmente), no puede causar impacto en la sociedad, ni tampoco
tiene interés en hacerlo, pues no contiene odio, y es evasiva: quiere evitar posibles problemas,
enfrentamientos. Por tanto, se requiere una poesía que no le tema a nada, que sea vengativa,
que ataque la sociedad con ira y odio, para así poder “dañar”: tiene que ser un objeto
resistente, metálico, hiriente (en cierto modo, Valente nos da la idea de una poesía similar a un
cactus, puesto que hiere y a su vez se defiende, lo que sería un símbolo de armadura dañina,
aunque, claro está, no pretende darnos esta idea, sino la de poesía-arma). Es decir, el poema
defendido por Valente no es uno cualquiera, sino uno esencial y fuerte. Por eso, se dice que
Valente toma la misma idea que tenía Gabriel Celaya (poeta de la poesía social, de la década
1940-1950), de que “la poesía es un arma cargada de futuro” (título del poema que resultó ser
el lema de su generación). Pero Valente aún va más lejos, y une esta última idea con una
poesía que también tiene que ser inefable, no se debe poder expresar con palabras. Esto dota
al poema de simbolismo e importancia.
Valente ofrece una poesía iluminadora (de ahí que se refiera a ella como “dura luz” (v.2) o
“vengativa luz” (v.19)): revela, descubre y pone de manifiesto verdades que pueden resultar
incómodas para ciertas personas, muestra el comportamiento de la sociedad, para que así
estas personas puedan reflexionar sobre sus actos.
A través de la estructura del poema, formada por oraciones condicionales, Valente insinúa que
la guerra y las armas son herramientas necesarias para adueñarse de la tierra. Este
planteamiento, que no deja de tener un toque de ironía, intenta persuadir a los lectores de la
maldad de la guerra y de las armas. De todas formas, aprovecha esta misma idea para
comparar esta capacidad de las armas con la del poema: este también, igual que las armas,
puede “poseer la tierra”, aunque, claro está, de una forma distinta. La poesía combate contra
la guerra, contra la injusticia, contra la traición. Así, Valente aprovecha la función de las armas
para ridiculizar la sociedad de España (Valente tiene influencias del Grupo poético de los 50) y,
a su vez, para dotar la poesía de su misma fuerza.
La poesía es más que un conjunto de versos: es una manifestación de los pensamientos de su
autor, un reflejo del pensamiento del poeta e incluso, a veces, de la sociedad de la época. Se
trata de un mecanismo de rebeldía que puede llegar a tener mucho impacto (para que
transformara la sociedad, este poema tendría que hacerse muy divulgativo, o tendrían que
haber muchos poetas dispuestos a proponer un cambio). En estos tiempos, difícilmente un
poema podría llegar a marcar la sociedad, puesto que el papel de la poesía (y de la palabra) es
cada vez menor: un día la tecnología la sepultará (si es que no lo ha hecho ya, en cierto modo)
y dejará de ser una posible herramienta de cambio. Hasta entonces, tanto la poesía como la
palabra mantendrán este poder destructivo y amenazador que mucha gente ignora.
8. ¿Por qué se dice que en este poema el esencialismo es cada vez mayor?
El esencialismo es la búsqueda o el estudio de la esencia de un ser, de aquello que hace que
este ser sea lo que es (lo que se es incluso antes de ser). En este caso, es aquello que hace que
un poema sea un poema, incluso antes de que haya sido creado.
Como ya hemos indicado, Valente, en “El Poema” indica lo que se tiene que hacer para
componer un poema, habla sobre su proceso de creación (el proceso de pasar de no-ser a ser);
es por esta razón que podemos afirmar que la descripción de Valente es claramente
esencialista, aunque hay que añadir que, a lo largo de las cuatro estrofas, este esencialismo va
en aumento, y esto es debido a que al inicio, el poema es “un objeto metálico”, “un objeto
incruento”, pero hacia el final, pasa a “arrasar el mundo” o a ser “vengativa luz”, por lo que la
simbología que usa para describir la esencia del poema (en griego “poiesis”, creación o
producción) es cada vez más oscura, menos tangible, más profunda. La cima del esencialismo
se encuentra en la última copla, donde define el poema como aquello situado “entre el llanto y
la palabra”, “entre el brazo del ángel y el cuerpo de la víctima”, “entre el hombre y su rostro”,
“entre el nombre del dios y su vacío”, “entre el filo y su espada” y “entre la muerte y su
naciente sombra”: cada vez se usan conceptos más profundos y más complejos. De este modo,
podemos decir que la dificultad de comprensión del poema es cada vez mayor, hasta llegar a la
última estrofa, que de algún modo sería el clímax del esencialismo. Así, hablando en términos
lingüísticos, el léxico cuidadamente elegido nos muestra de alguna forma este esencialismo.
Alumnos: Jaume Rius Casado y Francisco José García Gómez.
Curso: 2º bachillerato A.
Asignatura: Lengua castellana y Literatura.
Fecha de entrega: 11/12/2016.