Date post: | 09-Aug-2015 |
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© by Santos J. Álvarez (Principáu d´ Asturies) Página - 1
EL PICU NIAÑU Y LA FOZ DE FOCEYO
ACERCAMIENTO EN COCHE HASTA EL INICIO DE LA RUTA
SSAALLIIDDAA DDEE:: OOvviieeddoo HHOORRAA:: 07:20 LLLLEEGGAADDAA AA:: EEll PPeeddrroossuu ((PPiillooññaa)) HHOORRAA:: 08:50
TTIIEEMMPPOO EEMMPPLLEEAADDOO:: 1 hora y 30 minutos
(tiempo que se tarda realmente: aprox. 50 minutos) KKIILLÓÓMMEETTRROOSS:: 56
Salimos de Oviedo tomando la autopista A-64 (dirección Santander), dejándola a la altura de
la localidad de Lieres, donde enlazamos con la N-634, pasando por Nava hasta llegar a Infiesto
(concejo de Piloña).
A la entrada de Infiesto dejamos la carretera nacional y nos adentramos en el pueblo,
cruzándolo por su larga calle principal, para salir a la altura del colegio público tras pasar por un
puente, y donde están en obras en la actualidad para construir una pequeña glorieta. Unos metros
más allá tomamos a la derecha la carretera local PI-4, en el cruce donde un indicador nos muestra
la dirección a tomar (a Espinaredo 6 km, y a Riofabar 8 km).
Por esta carretera llegamos hasta Espinaredo y tras cruzarlo, aproximadamente 1,5 km. más
allá , hay que tomar una carreterina estrecha que sale hacia la izquierda, ubicada junto al
desaparecido Hotel-Rte. Los Avellanos. Por esta carretera hay que recorrer los casi 3 km. que nos
llevan hasta la aldea de El Pedrosu, donde hay que dejar aparcados los coches.
TTRRAAMMOO II:: DDEE EELL PPEEDDRROOSSUU AALL PPIICCUU NNIIAAÑÑUU SSAALLIIDDAA DDEE:: EEll PPeeddrroossuu HHOORRAA:: 09:00 LLLLEEGGAADDAA AA:: PPiiccuu NNiiaaññuu HHOORRAA:: 10:28 TTIIEEMMPPOO EEMMPPLLEEAADDOO:: ((iinncclluuiiddaass llaass ppaarraaddaass)) 11 hhoorraa yy 2288 mmiinnuuttooss KKIILLÓÓMMEETTRROOSS:: 3,2
* Fecha: 18 de diciembre de 2.010 (sábado)
* Quienes realizaron la ruta: María, Jonatan, Omar, Javi Cienfuegos y Santos.
* Tipo de ruta: Circular [Mapa: hoja 54-I y II del I.G.N.]
* Tiempo total empleado (incluidas las paradas): 7 horas y 30 minutos.
* Distancia total: 13,2 km.
* Desniveles: - Desnivel máximo de subida: 612 m. (desde los 463 m. de El Pedrosu, hasta los 1.075 m. del
picu Niañu)
- Desnivel acumulado en subida: 1.149 m.
- Desnivel máximo de bajada: 695 m. (desde los 1.075 m. del picu Niañu, hasta los 380 m. de
la riega Los Calderones, cerca de la majada Les Cuerries).
- Desnivel acumulado en bajada: el mismo que en el de subida.
* Condiciones atmosféricas: Día excelente de invierno con cielos casi totalmente despejados y
una claridad y visibilidad inmejorables. Temperaturas bajas y con bastante frío, aunque en las zonas
donde daba el sol era muy llevadero. Nos encontramos una ligera capa de nieve (caída
probablemente la noche anterior) que cubría el collado Niañu y las laderas del propio pico, así como
los alrededores con una altitud similar.
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Partimos de la
pequeña aldea de El
Pedrosu, que a pesar de
no tener apenas media
docena de casas aún está
habitada; algunas de las
viviendas han sido
rehabilitadas y reformadas
en los últimos años.
Tendremos que dejar
los coches en un pequeño
apartadero de la misma
carretera, a la entrada de la
aldea, pues apenas hay
espacio para estacionar.
A la misma entrada
de la aldea, junto a las
primeras casas nos
encontramos un cruce
de caminos en forma de
“Y”, por donde el que
parte hacia la izquierda
se adentra hacia el valle
del arroyo Llaranes (por
donde también se podría
afrontar la subida al
picu Niañu), pero
nosotros tomamos el
empedrado camino de la
derecha que arranca
entre las casas, y donde
nos da la bienvenida un
bonito y juguetón
mastín.
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Este camino, que a tramos
conserva su empedrado
original, discurre en cómoda
subida junto al cauce del arroyo de
La Felguerina, que tendremos casi
en todo momento a nuestra
derecha. Casi al final de este
tramo podremos divisar al fondo,
hacia lo alto, la crestería de Peña
Brava y el collado Andolléu (por
donde pasaremos en el trayecto de
vuelta).
Llegamos a un cruce de caminos con bifurcaciones que toman trayectorias totalmente
divergentes: el camino que sale hacia la derecha arranca sin desnivel, para a los pocos metros
cruzar el arroyo de Brañanueva y dirigirse hacia el Collado Andolléu, siendo éste el itinerario en el
camino de regreso; pero nosotros debemos tomar el otro camino que arranca en subida hacia la
izquierda, en paralelo inicialmente con un pequeño arroyo que corre a nuestra derecha.
En este cruce de caminos, si nos fijamos bien, veremos una pequeña tablilla de madera
clavada en una rama, y que pasa totalmente desapercibida, que nos marca las dos posibles
direcciones a seguir (Niaño, hacia la izquierda; collado Andolléu, hacia la derecha).
El camino sube por la ladera del contrafuerte meridional del picu Niañu, permitiéndonos verlo
ya claramente en toda su plenitud, así como también el collado del mismo nombre situado a su
derecha, todo ello cubierto en esta ocasión por un fino manto de nieve.
Pasamos por delante de alguna de las cabañas-cuadra de la braña de Pereda, donde nos
encontraremos con otro cruce de caminos, dejando de lado el que sale hacia la derecha dirigiéndose
hacia las cabañas del fondo del valle, y prosiguiendo la marcha por el que traza un pronunciado giro
a la izquierda para continuar subiendo, y poco después convertirse en simple sendero, aunque bien
claro y visible, y muy marcado sobre el terreno, discurriendo por entre vegetación de monte bajo y
cotoyas.
Según vamos subiendo
comenzamos a disfrutar
de unas esplendidas vistas de
todo el valle del arroyo de
Brañanueva (a nuestra
derecha), del valle del arroyo
de La Maraona, la afilada
crestería de Peña Brava, el
collado Andolléu, la crestería
de la Cuerda de Los Pozales,
y a nuestras espaldas el largo
valle por donde discurre el
arroyo de La Felguerina,
destacando las casas del
pueblecito de Cuerrias,
situadas en un montículo en
el fondo del mismo.
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El sendero nos lleva a la cabecera del
nacimiento del arroyo de Brañanueva, al
pie del Collado Niañu y en donde se extiende la
esclarecida y despejada campera de este collado,
cubierto hoy por la nieve; estando flanqueado a la
izquierda por el picu del mismo nombre, y a la
derecha por la crestería de Peña Brava.
Desde aquí contemplamos
hacia la otra vertiente la zona por
donde tendremos que pasar para
llegar hasta la majada de Ovenes,
que también alcanzamos a
divisar.
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En un principio no
teníamos previsto
subir hasta el picu Niañu,
pero como lo teníamos tan
cerca e íbamos bien de
tiempo, y además algunos
aún no lo conocían,
decidimos subirlo. Así que
desde el collado seguimos
la marcha hacia la
izquierda, remontando la
ladera de monte bajo y
matojos que en esta ocasión
estaba cubierta de una fina
capa de nieve, lo que nos
impidió coger el sendero
que discurre por la misma,
así que tiramos “to tieso”
para arriba por donde mejor
nos parecía, hasta salir a
una especie de pequeña
terraza más despejada, pero
con algo más de nieve;
desde donde afrontamos el
tramo final más pedregoso
y con menor densidad de
vegetación.
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Finalmente alcanzamos la nevada atalaya
del picu Niañu (1.074 m. de altitud),
coronada por una pequeña cruz metálica, de
aproximadamente un metro de altura, en cuyo
crucero tiene adosada una placa con la siguiente
inscripción: “G. M. Vízcares- Infiesto. Picu
Niañu, 1.075 m. novbe – 78”. Por detrás del
crucero tiene adosado el buzón de cumbres, un
cilíndrico tubo metálico que se abre y cierra a
rosca, y de cuyo interior recogimos la tarjeta de
cumbres del propio G. M. Vízcares, que había
depositado el socio Armando M. Fernández
Ortiz el 10 de diciembre de 2.010.
Las vistas que el lugar nos ofrece son
realmente espectaculares, pues en la lejanía
podemos contemplar los Picos de Europa, y las
Sierras del Sueve, Cuera, La Escapa, Peña
Mayor; y alrededor el entorno más cercano,
sobresaliendo el picu Vízcares, la Sierra de
Aves, Cuerda de los Pozales, Peña Brava, el
arroyo de La Felguerina y las estribaciones
occidentales del propio Niañu, sobresaliendo el
picu La Rasa, el Cerro La Escoba y el Cerro
Sobrepiedra.
Dice una antigua
leyenda de esta zona,
que el diablo quiso
llevarse este pico para
incluirlo en sus
dominios debido a las
maravillosas vistas que
desde su cumbre se
contemplaban, y que en
su infructuoso intento
por conseguirlo dejó las
costillas marcadas en la
roca y un diente clavado en la
crestería, encontrándose éste
todavía allí para que los incrédulos
lo contemplen (el peñón de La
Piedra); de esta leyenda le venga
posiblemente el nombre.
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TTRRAAMMOO IIII:: DDEELL PPIICCUU NNIIAAÑÑUU AA LLAA RRIIEEGGAA LLOOSS CCAALLDDEERROONNEESS ((CCEERRCCAA DDEE LLAA MMAAJJAADDAA LLEESS CCUUEERRRRIIEESS))
SSAALLIIDDAA DDEE:: PPiiccuu NNiiaaññuu HHOORRAA:: 10:39
LLLLEEGGAADDAA AA:: RRiieeggaa LLooss CCaallddeerroonneess ((cceerrccaa ddee llaa mmaajjaaddaa LLeess CCuueerrrriieess))
HHOORRAA:: 12:34
TTIIEEMMPPOO EEMMPPLLEEAADDOO:: ((iinncclluuiiddaass llaass ppaarraaddaass)) 11 hhoorraa yy 5555 mmiinnuuttooss KKIILLÓÓMMEETTRROOSS:: 3,4
Desde la cumbre del
Niañu proseguimos la
marcha por la crestería
nororiental de este extremo
Sur de la Sierra de
Pesquerín, dirigiéndonos
inicialmente hacia un
pequeño collado donde está
clavado el “diente del
diablo” al que alude la
leyenda (el peñón de La
Piedra), bajo el cual
pasamos.
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Poco más allá unos peñascales que afloran con una afilada silueta nos obligan a ir bordeando
la crestería por su margen derecha, por una ladera de matojos y cotoyas que afortunadamente
están algo aplastados por la nieve, comenzando a perder progresivamente altura, y buscando el
trazado menos incómodo de caminar, pues apenas hallamos restos de algún sendero pateado por el
ganado.
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Ganamos así la
despejada campera
de la collada Ovenes, y el
contiguo promontorio del
Cantu Macules (882 m.),
otro espléndido mirador
desde donde nos
entretenemos un buen rato
contemplando el valle del
río Tebrandi y los montes
y picos que le dan forma
(Cerro Tebrandi, Monte
Redondo, picu Cantu
Cobil, Cerro del
Diablo,......)
Echamos la
vista atrás y vemos
en lo alto y medio
tapado el picu
Niañu, y la
despejada campera
del collado Niañu,
así como la “fea”
ladera por donde
hemos tenido que
pasar para llegar
hasta aquí.
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Proseguimos el
descenso por la
hombrera del Cantu
Macules, más despejada y
libre de vegetación,
divisando abajo las
relucientes praderías de la
majada de Ovenes, hacia
donde nos dirigimos.
Llegamos a la
abandonada majada
de Ovenes (631 m.),
donde aprovechando que
da el sol, paramos unos
minutos a tomarnos un
reconfortante café
calentito (¡que gran
invento esto del termo!),
mientras inspeccionamos
un poco las cabañas que
aún quedan en pie, llamándonos especialmente la atención las ruinas de lo que en su tiempo fue una
casa (no cuadra) que seguro estuvo habitada de manera estable y continuada.
Tras el pequeño descanso continuamos la marcha, tomando dirección hacia el valle que se
abre a la izquierda de la loma donde se asienta la majada, descendiendo por la ladera de la
margen izquierda de la riega Los Calderones, por donde discurre un transitable sendero.
Casi llegando al fondo
del valle pasamos al
lado de un despejado “prau
de siega”, en el que se asienta
una cuadra, junto a la que hay
una “vara de hierba”, de las
que ya apenas se ven por la
geografía asturiana (el
moderno ensilado de la
hierba o pación recién segada
en balas de plástico, ha
llevado a la casi desaparición
de esta peculiar y
característica forma de
almacenar la hierba destinada
a dar de comer al ganado en
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la época invernal; ¡unas cuantas me tocó hacer a mí!).
Proseguimos camino hacia abajo
adentrándonos por un bonito bosque,
por entre el que comenzamos a divisar en el
fondo del valle del río Color, alguna de las
cabañas de la majada de Les Cuerries.
Pasamos junto a una de esas cabañas,
donde paramos a charlar un rato con su
dueño, que nos comenta que precisamente
había quedado a dormir y pasar la noche en
la cabaña, y que muy atentamente nos
acompañó para indicarnos por donde
teníamos que cruzar el río más abajo y qué
camino debíamos tomar.
Desde poco antes de llegar a esta
cabaña entramos en lo que se podría
llamar el reino del barro, pues el camino-
sendero es en muchos tramos un auténtico
lodazal, llegando incluso en algún momento
a hundir las botas hasta más arriba de los
tobillos como te despistes un poco.
Unas decenas de metros más hacia
abajo de donde está ubicada la cabaña
alcanzamos el cauce de la riega Los
Calderones, que poco más abajo va
a desembocar al río Color,
cruzándola y tomando un sendero
que parte hacia la margen
izquierda, dejando casi de espaldas
el valle por donde discurre dicha
riega.
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TTRRAAMMOO IIIIII:: DDEE LLAA RRIIEEGGAA LLOOSS CCAALLDDEERROONNEESS AALL CCOOLLLLAADDOO AANNDDOOLLLLÉÉUU ((AATTRRAAVVEESSAANNDDOO LLAA FFOOZZ DDEE FFOOCCEEYYOO))
SSAALLIIDDAA DDEE:: RRiieeggaa LLooss CCaallddeerroonneess ((cceerrccaa ddee llaa mmaajjaaddaa LLeess CCuueerrrriieess))
HHOORRAA:: 12:34
LLLLEEGGAADDAA AA:: CCoollllaaddoo AAnnddoollllééuu HHOORRAA:: 15:32 TTIIEEMMPPOO EEMMPPLLEEAADDOO:: ((iinncclluuiiddaass llaass ppaarraaddaass)) 22 hhoorraass yy 5588 mmiinnuuttooss KKIILLÓÓMMEETTRROOSS:: 3,7
El camino asciende ahora un
pequeño tramo de ladera, muy
embarrado, que nos lleva hasta una
zona más enllanada, donde se
encuentran las cabañas de El
Cobayón, una de las cuales tiene una
singular puerta de camarote de
barco.
Este tramo está en ocasiones
algo “comido” por la vegetación, y a
nuestra izquierda vamos dejando la
cuenca del río Color, pero sin que
apenas podamos distinguir y ver el
cauce del río.
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Sin apenas desnivel de bajada nos
vamos aproximando a la entrada del
valle y la foz del río Foceyu, que
paulatinamente se va abriendo ante
nosotros por la margen derecha, mientras
de frente podemos contemplar la alargada
y estrecha foz que origina el río Color en
su cabecera. Estas dos agrestes foces están
divididas y separadas en forma de “V” por
la imponente mole del pico La Vela, cuya
cumbre se yergue 400 m. más arriba de
donde nos encontramos.
Nos
adentramos
hacia la foz
afrontando una
ligera subida que sin
embargo, poco a
poco nos va
acercando al cauce
del río Foceyu,
pudiendo comprobar
que debido al otoño tan lluvioso que hemos tenido, lleva bastante agua; aunque nos imaginamos que
durante el verano será apenas un pequeño arroyo o regato con no mucha agua.
Flanqueada y encajonada entre la Peña Barovena por un lado, y el pico La Vela por el otro,
esta foz de Foceyu es otra de esas muchas foces de nuestra región de una gran belleza y
encanto, pero que sin embargo es una total desconocida de la que prácticamente no hay información
y referencias.
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Un paraje de ensueño donde la umbría del
bosque de hayas, en el que se intercala algún que
otro ejemplar de tejo, el tapiz de verde y
esponjoso musgo que cubre troncos y piedras, el
silencio compartido con el rumor del agua, la
humedad, la sensación de soledad, hace que te
sientas totalmente evadido de la realidad cotidiana
y mundana, experimentando un estado de ausencia
y unas sensaciones difíciles de describir y de poder
encontrar en cualquier otro lugar o situación.
El sendero que discurre a través de la foz,
nos obliga a cruzar el río de un lado a otro en
varias ocasiones (en total hasta seis veces), aunque
sin mayores problemas o dificultades que no sean
el mojarse un poquito, pero que a estas alturas
tampoco tiene mayor importancia, pues ya
llevamos los pies y el calzado bastante calado de
la nieve y el barro, así que algunos directamente lo
cruzamos por el agua.
En el tramo
medio de la foz también
debemos dejar de lado el
cauce del reguero Les
Recuenques, que discurre
por el lado derecho y
entre la Peña Barovena y
el Cerro Ogabia, para
acabar diluyéndose en el
cauce del Foceyu.
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Proseguimos río
arriba, descubriendo
cada uno de los rincones, y
la belleza y el encanto de
esta hermosísima foz,
cambiando de ribera casi
continuamente. Por este
lugar era por donde
inicialmente teníamos
previsto realizar la subida
para coronar el pico La
Vela, pero el cambio de
planes sobre la marcha para
subir al picu Niañu, que no
estaba planeado, nos hizo
perder algo de tiempo, y
previendo que se nos podría
hacer algo tarde desistimos
de subir hasta este otro
pico.
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Llegamos a un tramo donde el río
parece encajonarse, dando lugar a
la formación de una preciosa cascada,
teniendo que volver a cruzar el río y
prácticamente meternos dentro de él para
poder llegar hasta la misma y sacarle
unas bonitas fotos.
Luego seguimos el
sendero ganando unos pocos
metros de altura y un poco más
allá volver a contemplar una
segunda cascada, con un acceso
algo más complicado para poder
fotografiarla.
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Tras cruzar el río por
última vez, dejamos a la
derecha el cauce de otra pequeña
riega, y comenzamos a salir hacia
la izquierda a la parte baja de
unas praderías donde aún
podemos apreciar las ruinas de
las murias de piedra cubiertas de
musgo que las delimitaban, y por
donde ascendemos hasta salir a
las ruinosas cabañas del Prau
Mestres, en las estribaciones del
picu Valverde y la Peña Tiñosa.
Desde ahí
tomamos un
sendero que nos lleva a
cruzar un pequeño
arroyo por encima de un
precario puente, con
unas tablas de madera
medio carcomidas y
descompuestas que no
inspiran demasiada
confianza , aunque
también se puede cruzar
por encima de las
piedras sin mayores
problemas.
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El cruce del
arroyo da paso
a un antiguo y
empedrado camino
carretero por el que
inicialmente
comenzamos la
subida por esta
pendiente ladera, para
continuar luego por
mitad de los prados,
ya que el camino
acaba cerrándose,
para llegar a una
arreglada cabaña
situada a media
ladera.
Con asientos de
madera adosados a la fachada
de la cabaña, resguardados y
con el sol dándonos de frente,
es el lugar ideal para
detenerse a comer el
bocadillo y descansar un buen
rato, aunque tampoco nos
podemos entretener
demasiado, pues pronto el sol
se esconde tras la Sierra de
Aves y comenzamos a sentir
el frío de la tarde.
Proseguimos
ladera arriba
atravesando los
prados, con el
incomparable marco a
nuestras espaldas de
las nevadas laderas
del Vizcares, hasta
alcanzar el Collado
Andolléu, donde los
restos de cercados de
piedra (murias) que
delimitaban antiguos
pastizales, nos
encaminan a pasar por
delante de las ruinas
de ancestrales
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cabañas de piedra, en la
actualidad engullidas por la
vegetación. A pocos metros,
se levanta al cobijo de varios
árboles una cabaña
totalmente forrada de piedra,
con un largo corredor que la
rodea, tratándose
posiblemente de algún
albergue de montaña o
refugio de alguna sociedad de
cazadores.
Sobre la alomada
campera, que extiende sus
verdes pastos hacia ambas
vertientes, encontramos una fuente con abrevadero de bañera, de la que mana un generoso chorro de
frías aguas.
Aquí apenas debe dar el sol en todo el día, y la nieve caída la noche anterior aún persiste.
TTRRAAMMOO IIVV:: DDEELL CCOOLLLLAADDOO AANNDDOOLLLLEEÚÚ AALL PPEEDDRROOSSUU SSAALLIIDDAA DDEE:: CCoollllaaddoo AAnnddoolllleeúú HHOORRAA:: 15:39 LLLLEEGGAADDAA AA:: EEll PPeeddrroossuu HHOORRAA:: 16:30 TTIIEEMMPPOO EEMMPPLLEEAADDOO:: ((iinncclluuiiddaass llaass ppaarraaddaass)) 5511 mmiinnuuttooss KKIILLÓÓMMEETTRROOSS:: 2,9
Hasta este collado llega una pista ganadera, algo deteriorada en la actualidad, la cual hemos de
tomar en descenso. Esta pista baja a media ladera del contrafuerte que desciende de la
crestería de la Cuerda de Los Pozales, quedando más abajo hacia nuestra derecha el fondo del valle
del arroyo de La Maraona, por donde se dispersan las cabañas que conforman las vetustas majadas de
La Sapera, Las Galleras y Fuentenueva.
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Comprobamos sorprendidos
como toda la nieve que a
primeras horas de la mañana
nos encontramos en las
laderas del collado y el picu
Niañu, había desaparecido
por completo como por arte
de magia, sucumbiendo a los
tibios rayos de este sol
invernal.
Llegando casi al fondo del valle pasamos junto a las cabañas de la majada de Campera Gapito,
situadas sobre despejados pastizales, lugar donde el trazado del camino hace un pronunciado
giro a la derecha introduciéndonos directamente a la zona boscosa y más tupida del valle, por donde
discurren los arroyos de La Maraona y Brañanueva, los cuales juntarán sus cauces unos metros más
abajo formando el arroyo de La Felguerina, para finalmente salir al cruce de camino de Pereda, en el
punto 3 del trayecto de ida, retornando nuevamente hasta la aldea de El Pedroso donde tenemos
aparcados los coches.
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MAPA GENERAL DEL TRAZADO DEL ITINERARIO DE LA RUTA
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GRAFICO DE COTAS DE ALTITUD, DISTANCIAS, HORARIO Y TIEMPOS