LIDERAZGO: UN EJEMPLO DE SERVICIO PARA LA VIDA...

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LIDERAZGO: UN EJEMPLO DE SERVICIO

PARA LA VIDA CONSAGRADA

Leticia Herrera de la Cruz

Jornada de Vida Sacerdotal y Consagrada 2016

1 Carta Encíclica Laudato si’ (24 mayo 2015), 23.2 Jn. 14,6

Leticia Herrera de la Cruz

Licenciada en Psicología Educativa. Especialidad en práctica psicoanalítica. Diploma en Psicoanálisis. 6 años de experiencia en acompañamiento de

Sacerdotes, religiosas y seminaristas.

Ya no les llamo siervos…

Jn 15, 15

Introducción

El papa Francisco en la encíclica Laudato Si dice “...hace falta construir liderazgos que marquen caminos, buscando atender las necesidades de las generaciones actuales incluyendo a todos, sin perjudicar a las generaciones futuras”1 . En este sentido, comenzaré el taller compartiendo algunas experiencias a través de la Asociación de Laicos por la Madurez Afectiva y Sexual (ALMAS), por sus siglas. Esta asociación tiene una vasta trayectoria en el acompañamiento formativo subrayando la necesidad y urgencia de “ayudar a los que más ayudan”, como señala el lema y misión, pues los signos de los tiempos requieren de respuestas generosas, críticas y cordiales ante el maremágnum de persuasiones que el mundo contemporáneo ofrece a quienes asumen el riesgo de tomar la vida religiosa como un modo especial de seguimiento de Jesús.

Las preocupaciones son recurrentes. Las angustias y las incertidumbres, las crisis afectivas y las seducciones materiales, se transforman en preguntas que, en ocasiones, ponen en tela de juicio el llamado a la vida religiosa. Por ello, la formación integral es una exigencia no de nuestro tiempo, sino de la donación especial que se ofrenda a Dios mismo. Para disponer la naturaleza a la gracia bien vale interrogar el sentido de la formación religiosa de las nuevas generaciones; es decir, ¿La formación de la vida religiosa tiene vigencia? ¿La actualidad de la formación religiosa responde a los hombres y mujeres contemporáneos? ¿Estamos preparados para acompañar al mundo desde la vocación de la vida religiosa? ¿Desde qué criterios orientar a los jóvenes postulantes a la vida religiosa quienes llegan con nuevas problemáticas y demandas psicológicas y espirituales? ¿Cómo realizar el proceso de formación sin ceder a las demandas de los formandos y sin traicionar la espiritualidad de la vida religiosa? Las preguntas pueden continuar, es una exigencia ética preguntarse, especialmente ante la responsabilidad de las vidas de jóvenes entusiastas que ven en Cristo “el Camino, la Verdad y la Vida”2.


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Jornada de Vida Sacerdotal y Consagrada 2016Este material está protegido por la Ley Federal de Derechos de Autor, por lo tanto queda prohibida su reproducción parcial o total. D.R. © Afectividad y Sexualidad A.C.,2016

3 Francisco, Auténticos y coherentes, Papa Francisco habla de la belleza de la consagración, (Encuentro con los Seminaristas, los Novicios y las Novicias, Roma, 6 julio 2013), en L’Osservatore Romano, lunes-martes 8-9 julio 2013, CLIII (155), p..6.

Las exigencias de la vida actual se encarnan en las almas y en los cuerpos de los formandos. Esa exigencia la viven, no sin confusión y reto, los formadores responsables del acompañamiento en las distintas casas de formación religiosa. Ya el Papa Francisco ha señalado el acompañamiento a los formadores como una prioridad al subrayar “esta es una responsabilidad, ante todo, de los adultos, de los formadores. Es vuestra, formadores, que estáis aquí: dar ejemplo de coherencia a los más jóvenes. ¿Queremos jóvenes coherentes? ¡Seamos nosotros coherentes! De lo contrario, el Señor nos dirá lo que decía de los fariseos al pueblo de Dios: ‘Haced lo que digan, pero no lo que hacen’. Coherencia y autenticidad 3.

La voz del Papa resuena. Su imperativo no es una exigencia moral sino una súplica evangélica. Por esta razón me permito compartir con ustedes algunas reflexiones, siempre provisionales y sujetas a revisión constante, para explorar el propio acompañamiento, para distinguir las ambigüedades ante el don del servicio y las seducciones del poder y del privilegio. El servicio en la vida religiosa se encuentra caracterizado por la donación, el desinterés y la hospitalidad, posiciones indispensables para el desarrollo constante, la renovación continua y la experiencia de un encuentro íntimo con Aquel “Siervo de los siervos” que no da lugar al resentimiento, a los celos ni a la vanagloria.

a) Liderazgo evangélico

Aunque el liderazgo tiene una relación inmediata con valores que exaltan el éxito y la fama, existen una variedad de teorías e interpretaciones que lo consideran como una posibilidad en la vida consagrada. Sin embargo, para no desfasar las pretensiones del taller, voy a presentar el liderazgo evangélico; es decir, el liderazgo que tiene una finalidad muy clara: anunciar a un Dios vivo a través del apostolado como servicio. Ya en el Evangelio de Marcos 10, 42-45 señala que Jesús los llamó y les dijo: “ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.

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Más que una exégesis teológica el comentario se encuentra en orden al liderazgo evangélico. Éste se considera desde el servicio y la entrega que se hace de la propia vida. Donar la vida de forma desinteresada, sin condiciones y pretensiones de ejercicio de poder e influencia. Pero, ¿Por qué se dificulta realizarlo? ¿Qué provoca la transformación de las aspiraciones de servicio en pretensiones de poder? ¿Qué paso terrible se encuentra en las posiciones de una autoridad autoritaria que ejerce su actividad desde el despotismo y la intransigencia cuando fue llamada al servicio de los más necesitados? Más allá de respuestas apresuradas, de análisis de circunstancias inmediatas, es necesario considerar esa transmutación como un síntoma que da cuenta de una problemática profunda que se anuda a la historia personal. Es decir, las condiciones de nuestros tiempos se anudan a un conjunto de aspiraciones subjetivas, emocionales y sociales que se mezclan con el llamado a la vida religiosa; es decir, el llamado a testimoniar los valores evangélicos no se realiza de forma aislada, sino que se encuentran entreveradas, enredadas en las distintas circunstancias específicas del oyente de la palabra. El desconcierto ante ello no es un dato menor, sino una situación que requiere atención de la historia personal y del manejo emocional ante el llamado a vivir con júbilo los valores evangélicos de forma radical. A decir de Lucas 6, 39 “Nadie da lo que no tiene” entonces los invito a realizar un ejercicio que permita una revisión, con mano firme pero cálida, de la propia experiencia de acompañamiento.

Vamos a responder en una hoja:

1. ¿Ante cuáles fenómenos contemporáneos experimento perturbación o incomodidad para abordarlos ante mi comunidad?

2. ¿Cuáles son mis principales dificultades para orientar con sentido evangélico a mi comunidad religiosa?

3. ¿Cuáles son mis contradicciones íntimas ante las exigencias de los formandos?

4. ¿Cuáles son mis motivaciones principales para orientar a la comunidad?

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b) Revisión de la historia

Si la historia es una historia de salvación, entonces también los distintos acontecimientos que sitúan la existencia personal es una narración de salvación donde se realiza un llamado: Don de Dios que invita sin condiciones a una comunión constante con Él. Así, los distintos medios se disponen a evidenciar tal acontecimiento: la dirección espiritual, los Sacramentos y la oración personal son los recursos de la formación permanente que intensifican la experiencia de comunión con Dios en un marco histórico específico. En la experiencia de acompañamiento de distintas comunidades encuentro que uno de los principales problemas en los procesos de formación se encuentra la falta de testimonio de los formadores, privilegiando el cumplimiento de los objetivos propuestos por los lineamientos formativos; la falta de cercanía en los procesos individuales; poca identificación con el carisma al que se pertenece, manejando problemáticas a partir de la propia experiencia y no desde la escucha de la palabra del formando.

¿Qué sucede entonces con el acompañamiento de los formadores? ¿Será que ellos no están teniendo espacios de acompañamiento? ¿Será que se han perdido en el camino o han perdido el amor de antes como dice un versículo del apocalipsis? La revisión de la historia personal permite a los formadores identificar las circunstancias por las que están atravesando en esta nueva etapa de su vocación, desde una mirada integral y considerando la dimensión humana como un eje que permita identificar las dificultades y la imposibilidad de llevar a cabo su labor como formador. Por otro lado, la vida espiritual como un eje rector de comunión viva y cercana con Dios, que dé testimonio de vida en fraternidad, haciendo de su labor como formador un testimonio de Dios vivo, cercano y misericordioso. Revisar la historia personal es una instancia esencial para mantener viva la identidad, fortalecer la unidad comunitaria y el sentido de pertenencia al carisma específico. Y decir con júblio: “cuando soy débil, entonces soy más fuerte”4 .

La revisión introspectiva es de suma importancia para ejercer el liderazgo como servicio, ya que acompañar implica “ser cuerpo para el otro”, es decir, hacer la función asignada como formador y responder como formador. Si no se tiene consciencia de las propias necesidades, difícilmente podremos empatizar con las necesidades de otros, o por el contrario, se puede sesgar el acompañamiento a partir de las problemáticas no resueltas del formador.

4 2 Co 12, 10

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Pensar el liderazgo como servicio es también responder con fidelidad al llamado que Dios nos ha hecho y confiar en la dirección del Espíritu, el cual nos ayuda a ser mas espirituales y a mantener la comunión con los miembros de la comunidad, dando testimonio de Él a través de los vínculos que establecemos como dice Santa Teresa de Ávila a sus monjas “A las religiosas importa mucho esto: mientras más santas, más conversables con sus hermanas… que es lo que mucho hemos de procurar: ser afables y agradar y contentar a las personas que tratamos, en especial a nuestras hermanas”5. Pensar en el servicio es no despegar la mirada hacia Dios, encontrando en el evangelio el ejemplo mismo de Jesús y respondiendo con fidelidad y sincera conversión.

c) Revisión de los procesos formativos

Retomando el congreso internacional de formadores en Roma de 2015, se hace énfasis en la revisión de los procesos, metodologías pedagógicas y una especial invitación para modificar los estilos de acompañamiento que no solo se centren en las etapas iniciales de formación, sino sea una planeación de acompañamiento para todas las generaciones incluyendo votos perpetuos y haciendo un programa de formación por generaciones, entre otras consideraciones.

Una problemática actual de muchas congregaciones es que los proyectos formativos no son claros, ni planeados y no consideran las nuevas realidades a las que se enfrentan en la cultura actual. Se requieren cambios también en la cultura interna de las comunidades, promoviendo una visión menos jerárquica y más corresponsable, una comunidad donde los superiores y formadores sean gestores de nuevos proyectos y no solo organizadores de eventos y actividades, con un liderazgo participativo que involucre a los más jóvenes para fomentar la identidad con el carisma, cambiar de una cultura paternalista que promueve muchas veces intereses personales a una cultura donde todos se sientan involucrados en la búsqueda del bienestar de la comunidad. Promover de manera transversal en todos las áreas de formación, donde los miembros de la comunidad se sientan libres, con motivaciones intrínsecas en el discernimiento de su vocación, y con una convicción personal de ser acompañados.

Ahora, pensemos en la historia de nuestras comunidades y respondamos las siguientes preguntas.

5 Camino de perfección Cap 41,7

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1. ¿Cuáles son las características relacionadas al liderazgo que tenía o tiene la fundadora o fundador de la comunidad a la que pertenezco?

2. ¿Responden a las necesidades actuales de la comunidad?

3. ¿Los proyectos formativos actuales responden a las necesidades de la comunidad a la que pertenezco?

4. ¿Qué elementos me hacen pensar que el liderazgo es muestra de servicio?

d) ¿Qué se entiende por servicio?

Para entrar en el tema de liderazgo evangélico como servicio es importante considerar que a veces existen ideas tergiversadas sobre el servicio, que se confunden con servilismo. El servilismo está centrado en la cobertura de las necesidades personales, del aprovechamiento del poder, de la manipulación de las emociones de los demás, de las posiciones privilegiadas o de las influencias con las que cuentan para adquirir lo que se desea. Por lo tanto, es un peligro para la vivencia de la propia vocación y para la comunidad a la que se está acompañando, ya que las motivaciones intrínsecas no son con recta intención, afectando de manera implícita o explicita la vocación de otros miembros de la comunidad. Atrás de una actitud que fomenta el servilismo existe una inmadurez emocional y espiritual y se busca cubrir sus necesidades a través de estas manifestaciones.

En cambio el servicio, es una muestra de amor por excelencia como ha sido a lo largo de la historia con los numerosos fundadores y fundadoras, santos y santas, que han optado por Cristo en la radicalidad evangélica, precisamente, este servicio evidencia con claridad cómo la vida consagrada manifiesta el carácter unitario del mandamiento del amor, en el vínculo inseparable entre amor a Dios y amor al prójimo. Buscando transformar con responsabilidad las condiciones de la comunidad que permitan un cambio individual así como en la comunidad y en todos los aspectos de la vida consagrada, como una respuesta generosa al llamado y a la construcción del Reino de Dios.

Una muestra de liderazgo como servicio se refleja en ser agradecido con los hermanos de la comunidad, en la hospitalidad cuando un miembro tiene alguna necesidad, en la capacidad de escucha, la cercanía y conexión

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fraterna. Así como estar atentos a las necesidades sociales, sensibles a las necesidades emocionales de su comunidad, buscar soluciones viables con una visión que fomente la confianza, la autorrealización evangélica y se vea reflejada en la vida cotidiana.

e) Un liderazgo que da frutos

En la encíclica Evangelii Gaudium el papa Francisco nos dice: “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructican y festejan”6. Una invitación a seguir siendo discípulos a través del servicio, donde los formadores sean los primeros en dar paso a la misión evangelizadora, no solo fuera de sus comunidades, sino dentro con la comunidad más cercana, que tengan iniciativa para generar nuevas estrategias de acompañamiento, que hagan lideres a sus hermanos y que den frutos. “Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión“7. Queda entonces preguntarnos sobre los recursos que se necesitan para ser ejercer un liderazgo como servicio. Podemos mencionar habilidades sociales, comunicativas, y el manejo de la afectividad. Pero el principal recurso es el acompañamiento personal, la vida espiritual como encuentro personal con Dios, y la docilidad al Espíritu para discernir la voluntad de Dios. Es difícil pensar en adquirir ciertas habilidades sino es por la vía del vínculo con el otro, porque el ser cristiano está llamado al vínculo por excelencia. Entonces no es sino a través de asumir responsablemente nuestra vocación, dando una respuesta con fidelidad el llamado que Dios ha hecho para servir y así tener la sensibilidad de acompañar desde el corazón y atendiendo a las necesidades de los demás desde la empatía. Un líder es aquel que tiene la capacidad de influir, representar a la autoridad, pero sin olvidar que es servidor. Solo a través de ese camino podemos adquirir habilidades y cumplir con las características necesarias para el acompañamiento como son:

• Toma de decisiones, mediante el cual se realiza una elección entre las opciones o formas para resolver diferentes situaciones o contextos, considerando los factores que intervienen y eligiendo aquellas que

6 Carta Encíclica Evangelii Gaudium (26 noviembre 2013), 24.7 V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documentos de Apariencia (29 junio 2007), 360.

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convienen a los intereses de la comunidad o de la personas que se está acompañando. Sin que tenga que estar centrado en el mundo afectivo del formador.

• Ser Accesible, con disposición y humildad para responder a las demandas de la comunidad, mostrando confianza y comprensión.

• Interacción y cercanía con los integrantes de su comunidad para relacionarse de manera sencilla, mostrando un acompañamiento en los diversos ámbitos de la vida, mostrando interés por el crecimiento y realización de cada miembro de la comunidad.

• Visión para analizar la realidad y responder con innovación a las necesidades de las nuevas generaciones.

• Reconoce el trabajo de su comunidad que permita integrar el trabajo colaborativo y fomente la integración y el sentido de pertenencia de los miembros.

• Objetividad como la capacidad de distinguir entre la subjetividad marcada por la experiencia personal y la realidad que se presenta en función de una meta u objetivo.

• Empatía que permite conectar la propia vulnerabilidad para entender la vulnerabilidad ajena, haciendo uso de su resiliencia para acompañar los procesos de otras personas. • Delegar funciones (confianza) que significa valorar las capacidades de otras personas, reconociendo así las limitaciones personales y el beneficio de trabajo en equipo, fomentando con ello que la misma comunidad crezca y se promueva el liderazgo en los hermanos de la comunidad.

• Escucha activa como una herramienta necesaria de escuchar con atención, sin juicios, ni reproches sino desde la empatía.

• Autocritico como uno de los frutos del trabajo personas que posibilita revisar los aciertos y errores cometidos en la decisiones que se toman, o en la revisión y aceptación de retroalimentación hechas por otro.

• Manejo asertivo de la comunicación como la posibilidad de hablar de

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las emociones, su efectos y consecuencias, siendo transparentes en los mensajes que se trasmiten, esto posibilita la confianza y la afrontación de problemáticas.

Comentarios finales

La vocación a la vida consagrada es un llamado a vivir con alegría y entrega a la Iglesia. Reflexionar sobre la respuesta centrada en el amor que estamos dando en la actualidad, es pensar en las futuras vocaciones, porque si bien se tiene un equipo de acompañamiento para la promoción vocacional, no vasta con hablar de las constituciones o el carisma, es necesario encarnar el evangelio, en la vida cotidiana, en el acompañamiento cercano y entregado para dar testimonio de un estilo de vida nuevo y propositivo. Es ocasión para pensar el liderazgo evangélico como una vía que lleva a las nuevas generaciones a una nueva propuesta de vida, innovadoras y arriesgadas que pongan en práctica los consejos evangélicos donde la esperanza de la que hablamos no se base en los números o en las obras, sino en aquel en quien hemos puesto nuestra confianza como lo menciona Pablo en su carta a Timoteo.

Pensar en el liderazgo es no olvidar el ejemplo mismo de Jesús, que fue el primero en vivir su humanidad y cercanía con sus discípulos, dando muestra de una madurez afectiva y una comunión con su Padre que le hace decir “Nada puedo hacer yo por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la de aquel que me ha enviado” 8. Una Iglesia renovada solo se podrá construir con Sacerdotes, religiosas y laicos que estén conectados con Dios, con sus comunidades y con acompañamientos más cercanos, humanos y desde el corazón mas que desde la razón.

El señor nos dice hoy “No tengas miedo, que yo estoy contigo” 9 (Jr 1, 8).

8 Jn 5,309 Jr 1,8

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Referencias bibliográficas

de Jesús, T. (2011). Camino de perfección. Ed. Cántico.

Carta Encíclica Evangelii Gaudium (26 noviembre 2013)

Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007)

Carta Encíclica Laudato si’ (24 mayo 2015)

Francisco, Auténticos y coherentes, Papa Francisco habla de la belleza de la consagración, [Encuentro con los Seminaristas, los Novicios y las Novicias, Roma, 6 julio 2013], en: L’Osservatore Romano, lunes-martes 8-9 julio 2013, CLIII (155)

Fernández, B. (2005). La Vida Consagrada ante la crisis de reducción. Cuadernos de formación permanente para religiosos. Ed. Frontera Hegian.

Varios autores, et. al.. (1993). Afectividad y vida religiosa. Santafé de Bogotá, Ed. San Pablo.

Jornada de Vida Sacerdotal y Consagrada 26 de noviembre 2016

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