Relaciones. Estudios de historia y sociedad
ISSN: 0185-3929
El Colegio de Michoacán, A.C
México
Romero Frizzi, María de los Ángeles; Oudijk, Michel R.
LOS TÍTULOS PRIMORDIALES: UN GÉNERO DE TRADICIÓN MESOAMERICANA. DEL MUNDO
PREHISPÁNICO AL SIGLO XXI
Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXIV, núm. 95, verano, 2003, pp. 19-48
El Colegio de Michoacán, A.C
Zamora, México
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CCIÓN
La escritura alfabética llegó a Mesoam
érica de la mano
de los conquistadores, en las notas que diariamente
realizaron de las que serían sus futuras crónicas, en losnum
erosos expedientes y cédulas de la burocracia imperial, en los bre-
viarios de los frailes, en las cartas personales y en muchos docum
entosm
ás. Através de los siglos, los castellanos y otros pueblos europeos ha-
bían adaptado las grafías del alfabeto latino a la escritura de sus idiomas.
Mesoam
érica también había desarrollado durante cientos de años
un sistema de escritura para registrar su historia, su filosofía, la influen-
cia del tiempo en la vida y otros tem
as. En vísperas de la Conquistaeuropea, las sociedades m
esoamericanas em
pleaban una escritura quese valía de la iconografía, los ideogram
as y las representaciones fonéti-cas para com
unicar sus mensajes. Sistem
a que se acomodaba bien a su
diversidad lingüística y a sus diferentes organizaciones sociopolíticas.En la sociedad colonial que se estableció después de la Conquista,
los frailes, empeñados en predicar el catolicism
o entre los indígenas yenseñarles las luces del evangelio, tuvieron que aprender sus idiom
asy desarrollar su escritura alfabética. Ellos debieron de pasar horas y díastratando de entender sus sonidos, su relación entre sí, los secretos de la
I El propósito de este artículo es el de corroborar, a partir de ejemplos
del estado de Oaxaca, que los títulos prim
ordiales contienen la histo-ria sagrada de los pueblos indígenas y pertenecen a una antigua tra-dición m
esoamericana que tuvo su origen en el m
undo prehispánico,continuó durante la época colonial en estos títulos y en otros docu-m
entos manuscritos y pictóricos, cruzó el siglo XIX
y llegó hasta noso-tros en los m
apas y documentos que las autoridades de las com
uni-dades indígenas presentan en los tribunales agrarios y está presenteen la tradición oral de esos m
ismos poblados.
(Títulos primordiales, O
axaca, zapotecos, historia oral)
* oudyk@hotm
ail.com rom
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cuenta de la importancia que la escritura alfabética llegó a tener en otros
pueblos indígenas como los xru ngiw
ao chocholtecos, los ñuu dzavuio
mixtecos, bènizàa
o zapotecos, los purépechas, los mayas y otros m
ás. 4
El interés de los indígenas por registrar lo propio con las letras delalfabeto latino no fue un hecho sencillo, fue fruto de com
plicadas inter-relaciones de poder, diálogo, contactos personales, curiosidad y deseode apropiarse los elem
entos introducidos en esta tierra por los espa-ñoles. El uso que la sociedad nativa realizó del alfabeto es un tem
a deprofunda reflexión y que proporciona un rico m
aterial para conocer a lasociedad indígena en sus propias palabras (G
ruzinski 1991). En los ar-chivos nacionales, estatales y com
unales existen numerosos textos de
los escribanos indígenas en sus idiomas, tenem
os cartas, testamentos, tí-
tulos de tierras, procesos de los cabildos indígenas, así como cédulas
reales y órdenes virreinales. Entre todos estos escritos unos de los más
interesantes y polémicos son los llam
ados títulos primordiales.
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Debem
os empezar por una definición operativa, m
uy sencilla pero in-dispensable en el desarrollo de este artículo: ¿qué son los títulos prim
or-diales? U
nos autores consideran que los títulos son documentos escritos
en lenguas indígenas, que fueron realizados en la segunda mitad del si-
glo XVIIy principios del siglo XV
III; a la vez reconocen que en estos docu-m
entos se vertió una antigua tradición indígena (Haskett 1992; 1996; en
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gramática india y, al final, adaptar todo esto a las grafías del alfabeto la-
tino. Los historiadores contemporáneos hem
os dado un enorme valor a
los trabajos de los frailes, pero habíamos olvidado que m
ientras ellosdesarrollaban la escritura de las lenguas nativas, los indígenas tam
biénaprendían a utilizar el alfabeto para escribir sus lenguas y posterior-m
ente difundieron este conocimiento entre otros individuos de su
grupo. 1Pocas décadas después de la Conquista, los nobles y los escri-banos indígenas continuaban registrando la historia de sus linajes, elcóm
puto del tiempo y m
il temas m
ás en su propio sistema de escritura,
pero poco a poco iban incorporando en sus libros de piel o corteza, y ensus lienzos nuevos glifos y glosas. A
la vez escribían cartas al monarca
en español e incluso en latín y escribían largos libros sobre su historiacon las letras del alfabeto.
Desde m
ediados del siglo XX, los historiadores hemos desarrollado
un creciente interés por el estudio de esos documentos escritos por los
mesoam
ericanos en sus idiomas y con las grafías del alfabeto. 2Es cono-
cido que los estudiosos dedicados a los escritos en lengua nahua fueronpioneros en estas investigaciones y actualm
ente existe una reconocidatradición del estudio de la cultura náhuatl a través de sus propios m
a-nuscritos. 3Sin em
bargo, fue en fechas más recientes que nos dim
os
1En la universidad de la ciudad de México, a m
ediados del siglo XVI(1554), los indí-
genas estudiaban gramática del español y leían y escribían en su lengua. El m
ismo virrey
recomendaba que estos individuos, al concluir sus estudios, se repartieran por los pue-
blos y enseñaran a otros indígenas lo que habían aprendido. Tomado del docum
ento:Carta de don Luis de Velasco I al Rey, 7 de febrero de 1554, en M
ariano Cuevas (1975,186-187).
2Cuando hablamos de m
esoamericanos no nos referim
os a los pueblos prehispáni-cos sino a los pueblos poseedores de la tradición m
esoamericana; aquella que tuvo su
origen siglos antes de la Conquista, continuó viva en la Colonia, en los siglos XIXy XX
yha llegado a nuestros días.
3Los historiadores que se han ocupado de los escritos realizado por los pueblos na-huas son m
uy numerosos, algunos de los m
ás representativos de esta tradición son: Gari-
bay (1954); León Portilla (1956), Kirchhoff, O
dena y Reyes García (1989); López A
ustin(1980); Lockhart (1992), Reyes G
arcía (2001) Romero Frizzi y V
ásquez Vásquez (2003), en-
listando aquí sólo una de sus obras. También son im
portantes los estudios realizadossobre las lenguas m
ayas y entre sus más recientes exponentes tenem
os a Restall (1997) yCaso (2002).
4Entre los autores que se han ocupado de estos escritos, en las lenguas del estado deO
axaca, tenemos a V
íctor de la Cruz quien actualmente estudia los cantos zapotecos con-
tenidos en AG
IM, 882; Jansen ha publicado muy num
erosos trabajos sobre los códices mix-
tecos, cito acá sólo unas de sus primeras publicaciones (1986, 1990); Jansen y Pérez Jim
é-nez (2000), O
udijk (1995, 1998, 2000, 2003); Smith Stark (2002, 2003); Terraciano (1998,
2000, 2001); Terraciano y Souza (1992); Whitecotton (1982, 1983 y 1990); W
hitecotton yW
hitecotton (1982 y 1993); Van Doesburg (2001) Van D
oesburg y Michael Sw
anton traba-jan actualm
ente sobre la traducción del Libro de cuenta de Ca’andaxu, que conservan lasautoridades de San M
iguel Tulancingo, Oaxaca. Van D
oesburg y Swanton tam
bién traba-jan el libro de testam
entos que se alberga en la BNA, IN
AH, y sobre otros escritos ngiw
as(chocholtecos).
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Para aclarar nuestro punto de vista quisiéramos iniciar este artículo
considerando que existen dos aproximaciones a los títulos prim
ordiales:una es la idea que las com
unidades indígenas contemporáneas tienen so-
bre sus títulos y otra la que los académicos hem
os elaborado, basadasobre todo en docum
entos de la época colonial. Consideramos que am
-bas concepciones no deben de ser entendidas com
o opuestas, por el con-trario deben de com
plementarse y entre ellas debe existir un diálogo que
ayude al mejor conocim
iento de la historia de los pueblos indígenas.Respecto a la idea que las com
unidades indígenas tienen, es necesa-ria una investigación sistem
ática que se preocupe por preguntar quéson los títulos prim
ordiales y cuál es la importancia para su pueblo.
Nuestra im
presión, con base en trabajo de campo, es que para las gentes
de los pueblos los títulos primordiales son todos los docum
entos –desdem
ercedes reales, títulos de composición, los llam
ados títulos primor-
diales, las resoluciones presidenciales, la toma de colindancias de un
pueblo por ingenieros de las diferentes instituciones agrarias del sigloXX– que sirven para defender su tierra y su integridad. A
demás de los
papeles legales, en muchas com
unidades la gente, principalmente los
ancianos, conserva la historia oral de la fundación de su pueblo. Porejem
plo, en la comunidad de Zacatepec, m
ixe, en la sierra de Oaxaca, el
señor Martín A
guilar Dom
ingo, de 70 años de edad, recuerda como un
grupo de familias errantes llegó a fundar su com
unidad. En el trayectoles ocurrieron hechos extraños, escucharon voces en el m
onte y atrave-saron una selva encantada plagada de anim
ales; cuando lograron cru-zar esos peligros, tras varios días de cam
ino, llegaron al lugar dondefundaron su pueblo, ahí levantaron una cruz y com
enzaron a adorarla.Estaban orando frente a la cruz cuando ocurrieron nuevos hechos inex-plicables, un hom
bre, el carpintero que había labrado la cruz, habló conella e inm
ediatamente vino un tem
blor de tierra. El carpintero supo porla cruz que “esa era la tierra de prom
isión y dios les señalaba el fin desu peregrinar”, en ese lugar construyeron la prim
era capilla y levanta-ron las casas de su pueblo. 7
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prensa; Lockhart 1991, 1992; Florescano 2002a y b; Wood 1984, 1991,
2003). 5El contenido de los títulos es complejo, pero en ellos existen pun-
tos comunes: en su m
ayoría se refieren a la fundación de los pueblosindígenas y m
uchos sitúan este hecho en el mom
ento de la llegada deCortés y la fe católica, en 1521. Contienen una variada y com
plicada vi-sión de la historia propia, es la historia del pueblo, del altépetl, y su pro-pósito final es defender su tierra. A
menudo contienen referencias a
sucesos que tuvieron lugar en una fecha imposible, com
o la mism
a fun-dación de los pueblos en 1521, o hechos extraños com
o la insistencia enuna m
igración de la gente del pueblo y su encuentro, en ese camino, con
personas que se transforman en aves o con anim
ales de proporcionesdescom
unales (Lokhart 1991, 49-51). N
uestro propósito en este artículo es el de corroborar, a partir deejem
plos del estado de Oaxaca, que los títulos prim
ordiales son docu-m
entos que contienen la historia sagrada de los pueblos indígenas ypertenecen a una antigua tradición m
esoamericana que tuvo su origen
en el mundo prehispánico, continuó durante la época colonial en los clá-
sicos títulos primordiales y en otros docum
entos manuscritos y pictóri-
cos, cruzó el siglo XIXy llegó hasta nosotros en los m
apas y documentos
que las autoridades de las comunidades indígenas presentan en los tri-
bunales agrarios y está presente en la tradición oral de esos mism
os po-blados. 6
5Florescano (2002a y b) hace énfasis en que los títulos provienen de una antigua tra-dición m
esoamericana que puede rastrearse hasta los olm
ecas.6Charles G
ibson (1975, 320-321) sugirió que el contenido de los títulos derivaba deuna tradición oral y reconoció la continuidad de los títulos en las oraciones públicas delos pueblos indígenas de hoy. Stephanie W
ood (2003) realizó un estudio del documento
de la fundación del pueblo de Ajusco que se em
plea en eventos actuales en la comu-
nidad. La historia oral que se conserva en las comunidades con contenidos sim
ilares a lostítulos prim
ordiales coloniales ha sido estudiada por Raúl G. A
lavez en las comunidades
mixtecas del distrito de Tlaxiaco, O
axaca; prácticamente todas las com
unidades que élestudió conservan la m
emoria de su fundación con m
ayor o menor detalle. La profesora
Deborah Cruz H
ernández (2002) ha publicado varias historias orales que ella recopiló enlas com
unidades zapotecas durante el tiempo que fue m
aestra de educación primaria.
Otras m
uchas historias orales fueron grabadas en las comunidades m
ixes y zapotecas yestán publicadas en el libro Sierra de Juárez, vols. 1 y 2 (véase A
guilar Dom
ingo 1994).
7Testimonio del profesor jubilado don M
artín Aguilar D
omingo vecino de Zacate-
pec. Mixes, grabado y publicado en el libro Sierra de Juárez
(1994, vol. 1, 43 a 49).
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que en cada mom
ento era más o m
enos importante, creando así un cor-
pusdiverso y complejo. 9
El problema del estudio de este corpusradica precisam
ente en su di-versidad y en la com
plejidad que encierra (Harvey 1986, 153). Para en-
tender esa diversidad, en un futuro cercano los historiadores debemos
desarrollar una tipología de los títulos clasificándolos por periodos cro-nológicos, 10por regiones, tem
as, formato y otros aspectos. Esto brindará
un material precioso para el estudio de las diferencias al interior de la
sociedad indígena y de los variantes procesos que la afectaron. El térmi-
no complejidad tratarem
os de desglosarlo en las páginas siguientes.
UN
ATRA
DICIÓ
NM
ESOA
MERICA
NA
La mejor m
anera para comprender qué es un título prim
ordial dentrode la tradición indígena, es conocer sus antecedentes prehispánicos. D
etodos los libros que los pueblos m
esoamericanos tuvieron, unos fueron
particularmente im
portantes, narraban el origen divino de los linajesgobernantes y la fundación de los reinos. Esa tradición de libros sagra-dos, base del poder político y divino de los linajes gobernantes, cruzó laConquista y continuó en los siglos siguientes ajustando los conceptos ylos requerim
ientos propios a las presiones del sistema colonial, a sus
instancias legales y a un mundo en perm
anente cambio.
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Las consideraciones que los académicos hem
os elaborado sobre lostítulos prim
ordiales tienen una larga historia cuya reseña rebasaría elpropósito de este trabajo. Pero podem
os decir que cuando los títulos co-m
enzaron a ser estudiados, a fines de la década de 1940 (Borah 1946;M
cAffe 1946), fueron tachados de ser falsificaciones porque pretendían
ser documentos del siglo XV
I–recordemos que varios de estos títulos
afirman haber sido escritos en 1521– cuando en realidad habían sido
escritos a fines del siglo XVIIy principios del siguiente siglo. 8A
partir deentonces, a través de una prolongada polém
ica y de muchas páginas
escritas, hemos indagado cuál sería el propósito de esos escritos y cuál
la naturaleza de su contenido. Para unos autores, los títulos fueron he-chos com
o respuesta a las presiones de la sociedad colonial para defen-der las tierras de los pueblos, fueron una respuesta al avance de laspropiedades españolas, haciendas y ranchos, y a las congregaciones ycom
posiciones de tierra, pero creen que sería “ocioso buscar en esos do-cum
entos la mentalidad indígena” (M
enegus 1994, 208-211, 215). Con-form
e hemos afinado nuestras herram
ientas para interpretar los docu-m
entos tratando de reconocer en ellos una mentalidad diferente a la
nuestra, varios libros y numerosos artículos han surgido afirm
ando quelos llam
ados títulos primordiales son un esfuerzo de los indígenas por
escribir su historia y son fuentes únicas para acercarnos a la concienciadel pueblo indígena (H
arvey 1986, 153-164; Haskett 1992, 1996; Lock-
hart 1991, 1992; Florescano 2002; Wood 1991, 1998, 2003); claro que en el
intermedio han existido posiciones diversas, desde quienes m
iran más
la validez jurídica del documento hasta quien ve en ellos el esfuerzo de
los escribanos indígenas por escribir su visión de la historia. En este trabajo querem
os enfatizar que los títulos conforman un gé-
nero mesoam
ericano que ha permanecido a través del tiem
po y el espa-cio cam
biando de forma pero conservando su núcleo: reforzar y pro-
teger el territorio del pueblo y su identidad. Las particularidades ycaracterísticas de cada periodo histórico hicieron necesario que los pin-tores o escribanos de los títulos insertaran nuevos tem
as, dejaran otrosde lado o enfatizaron ciertos elem
entos informativos de acuerdo con lo
8Los estudios de Borah y de McA
fee se refieren a los códices del grupo Techialoyan.
9Una idea sem
ejante ha sido expresada por Lockhart para los títulos primordiales
nahuas (1991).10Fechar los títulos prim
ordiales es problemático porque su concepción del tiem
pocorresponde a la visión m
esoamericana en su idea de fechas sagradas. Pero es im
portantetratar de ubicarlos en grandes periodos cronológicos. Los docum
entos pictográficospodríam
os intentar fecharlos por el estilo, pero necesitamos un estudio exhaustivo sobre
los cambios en las regiones y sobre los escribanos indígenas, que nos perm
itan recons-truir el contexto. Es im
portante tratar de establecer grandes mom
entos de cambio
aunque sea con fechas aproximadas. O
tros autores están de acuerdo en esta necesidad.Lockhart (1991, 63) dice que a pesar que el universo de los títulos prim
ordiales es lacom
unidad –el altépetl– existen “tradiciones comunes en grandes áreas”. A
simism
o,H
askett (1992) en su estudio sobre Cuernavaca muestra que los títulos de este poblado
tienen diferencias con los de la tradición de Chalco.
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sia como sím
bolo sagrado del mism
o y la demarcación de sus tierras.
Existen títulos provenientes de grandes ciudades y de pequeños asenta-m
ientos, los hay de zonas centrales económicam
ente hablando y de lu-gares distantes. U
nos de ellos fueron realizados por individuos versa-dos en la tradición india, otros por quienes habían estado en m
ayorcontacto con lo español.
Innumerables lienzos, códices, m
apas, documentos m
ixtos que com-
binan pictogramas con glosas y textos alfabéticos son prueba de que esa
tradición continuó viva en la sociedad nativa bajo el dominio colonial e
incluso cruzando otras épocas ha llegado hasta nosotros en documentos
y mapas, y tam
bién en la tradición oral de las comunidades indígenas. 12
Este artículo desea reflexionar en torno a los títulos primordiales en
un contexto de confrontación entre culturas y filosofías. Será imposible
comprender las com
plejidades que se tejieron entre españoles e indíge-nas si no tenem
os presente en nuestro análisis que cultura no sólo sig-nifica una m
anera de vestir o de comer, sino una form
a de entender lavida con su gam
a inmensa de significados: la idea de lo sagrado y del
poder, sus representaciones y su ejercicio, el sentido que le damos a la
vida, lo que es vital o no lo es, las bases que sustentan la organizacióndel grupo, la práctica del derecho, etcétera. Los conceptos que tenem
osorientan nuestras acciones e influyen en el curso de la historia.
Apartir de ejem
plos concretos de documentos del estado de O
axaca,principalm
ente del pueblo zapoteco (para localizar los poblados dedonde provienen los docum
entos véase figura 1), presentamos unas re-
flexiones sobre la diversidad y el contenido de los títulos primordiales,
y planteamos que la única m
anera de entenderlos es desde la ópticade la cultura indígena de tradición m
esoamericana en su interrelación
con la sociedad y la cultura dominante.
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En la antigüedad prehispánica cada uno de los reinos indígenas de-bió de tener un libro sagrado que apoyaba los derechos de sus linajesgobernantes. La consternación causada por la Conquista destruyó m
u-chos de aquellos libros, pero pasada la guerra, la nobleza indígena con-tinuó nuevam
ente registrando sus derechos en lienzos y códices, en losque daba cuenta de la situación que vivía y sus agudos reacom
odos.M
uchos de esos documentos nunca llegaron a los tribunales novohis-
panos, fueron realizados por razones propias de los reinos indios y parasu uso interno, otros fueron presentados en las tem
pranas cortes colo-niales en el intento de la nobleza indígena por lograr que las nuevas au-toridades reconocieran sus derechos; en otras ocasiones solicitaron laintervención de los jueces españoles com
o árbitros en los conflictos exis-tentes entre distintos linajes nobles, entre reinos diferentes o contra losabusos de los españoles. U
nos documentos fueron realizados siguiendo
de cerca las concepciones mesoam
ericanas, otros iban mostrando en sus
líneas y representaciones los cambios producidos por la Conquista.
Conforme pasaron los años, los reinos indígenas, enfrentados a cam
-biantes circunstancias, continuaron con esa tradición que para ellos eravital y que nosotros no acabam
os de entender plenamente. N
o es coinci-dencia que existan títulos desde el pasado prehispánico, los prim
eros yúltim
os días de la Colonia, el siglo XIXy hasta el día de hoy, 11que en m
u-chos de ellos se repitan aspectos del relato com
o son referencias a mi-
graciones o movim
ientos de población que preceden a la fundación delpueblo, la tom
a de posesión de su autoridad, la construcción de su igle-
11Consideramos que incluso los m
apas que las comunidades indígenas elaboraron
en el curso de los siglos XVIIIy XIX, para proteger su tierra, son una form
a de continuarcon la tradición de los títulos prim
ordiales para proteger su tierra, aunque muchos de
ellos omiten la historia del pueblo para realzar el territorio pero existen im
portantes ex-cepciones, por ejem
plo el Lienzo de Huilotepec, O
axaca, el Lienzo de San Andrés Yatuni,
Oaxaca, entre otros, véase M
emorial de linderos(1997, 14,19). Los m
apas son resultado delas exigencias de las cortes españolas y nacionales. Falta realizar un estudio sobre la con-tinuidad del género de los títulos prim
ordiales en el siglo XIX, pero Sebastián van Does-
burg localizó un título primordial del siglo XIX
en el archivo de San Pablo Etla, Oaxaca.
Otro ejem
plo del siglo XIXes el M
apa de Cuauhtlantzinco, de la región de Cholula (Wood
2003). Sobre la tradición oral contemporánea véase la nota 7.
12Florescano reconoció la continuidad existente entre algunos de los códices prehis-pánicos y los títulos prim
ordiales (2002b, caps. I, II y VI).
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UN
CRISOL
DE
COM
PLEJIDA
DES
Uno de los m
ás notables ejemplos que tenem
os de los antecedentes pre-hispánicos de los títulos es el Códice Vindobonensisprocedente de la M
ix-teca A
lta, en el actual estado de Oaxaca. 13Este libro pintado narra la
historia de los linajes gobernantes descendientes de la casa real de Tilan-tongo, es una historia sagrada en la que los nobles m
ixtecos confirman
su origen sagrado y la toma de posesión de su tierra (Furst 1978, Jansen
1986, Jansen y Pérez Jiménez 2000). Lo que vem
os en el anverso delCódice Vindobonensises el inicio del m
undo, la ordenación del cosmos, la
organización del día y la noche, la formación de la naturaleza y las fuer-
zas naturales, el nacimiento del señor 9 Viento com
o antepasado sagra-do; tam
bién nos muestra el origen de los fundadores de las casas reales
ñuu dzavui que nacen de un árbol y el surgimiento de un nuevo sol (A
n-ders, Jansen y Reyes G
arcía 1992). El relato dura 52 páginas (52 añostenía un siglo indígena) y nos presenta la historia sagrada, o sea no tem
-poral, de esta casa real. Esta parte del códice funciona com
o una intro-ducción a la genealogía de los gobernantes, o sea a la historia tem
poralrepresentada en el reverso del códice. Com
o tal, se parece mucho al
Rollo Selden, otro libro sagrado del actual estado de Oaxaca, pintado ya
en el siglo XVIcolonial. Este docum
ento contiene también, aunque en
forma m
ás abreviada, la historia sagrada de una casa real no determina-
da de la región de Coixtlahuaca. Tenemos otro ejem
plo colonial tem-
prano en el Lienzo de Tlapiltepecen el que vemos, m
ás abreviada todavía,la historia sagrada de la casa de A
tonal, fundador de la casa de Coixtla-huaca (noroeste del m
ismo estado).
Para la región bènizàa(zapotecos) no tenemos códices tan elaborados
de su historia sagrada. Esto no debe sorprendernos considerando lagran destrucción de docum
entos pictográficos que ocurrió después dela Conquista y que causó que m
uy pocos documentos prehispánicos lle-
garan hasta hoy. Adem
ás, en cuanto a los manuscritos coloniales, el celo
de los frailes y sus posibles represalias ocasionaron que los señores indí-
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FIGURA 1. Estado de Oaxaca.
Fuente: Nuevo atlás Porrúa de la República Mexicana, México, Editorial Porrúa, 1986.
13Existen varios ejem
plos, como el Popol Vuh
de los quichés. Véase Florescano
(2002b, cap. II).
Apoala
Oaxaca
Zaachila
Sta. Ma.Peñoles
LOS
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31
Ycom
o se llegase el día de la fiesta y estuviesen todos aquellos malhechores
en el patio, con todos los caciques de la provincia y principales y mucho
gran número de gente, levantábase en pie aquel sacerdote m
ayor y tomaba
su bordón o lanza y contábales allí toda la historia de sus antepasados:Cóm
o vinieron a esta provincia y las guerras que tuvieron, el servicio desus dioses. Y
duraba hasta la noche que no comían ni bebían él ni ninguno
de los que estaban en el patio (Alcalá 1988, 55)
Por otro lado tenemos la ya m
encionada Genealogía de M
acuilxochitlque m
uestra un linaje de doce generaciones de parejas de caciques vesti-dos a la usanza prehispánica, y term
ina con la representación de un ca-cique zapoteco vestido con traje de español y con su nom
bre: don Luisde Castilla. Él porta som
brero, barba y se sienta en una silla española.A
unque el estilo ha cambiado, la tradición parece ser la m
isma. La legi-
timidad todavía viene en parte de la fundación de la casa real por un
antepasado sagrado, seguramente relacionado con una historia sacrali-
zada ahora guardada en la tradición oral del pueblo y en el documento
presente tan solo por una glosa en letras que se refiere a la “Laguna deSangre Prim
ordial”. Hay una liga con el pasado prehispánico, pero el
cacique acepta también la nueva religión, porque ha recibido el bau-
tismo y con él un nom
bre español, y reconoce a la autoridad colonialporque él m
ismo se presenta com
o un señor español. No debem
os olvi-dar que es posible que este docum
ento fuera hecho para ser entregadoa las autoridades coloniales y por tal razón el cacique se representó enuna m
anera que podía brindarle un buen resultado: vestirse con traje deespañol. M
ientras que ante su gente podía continuar mostrado una cara
diferente, más “prehispánica”. Lo podem
os imaginar en una cerem
oniapública elaborando en torno a la historia de su pueblo y sus linajes go-bernantes, en una m
anera semejante, aunque tal vez no tan im
presio-nante, com
o la mencionada en las citas dadas arriba, pero siem
pre conun papel im
portante en la tradición oral. Una tradición que no term
inócon la Conquista sino que traspasó la Colonia y form
ó uno de los carga-dores m
ás importantes de la historia y la m
emoria bènizàay de los otros
pueblos mesoam
ericanos.Con el tiem
po los narradores de aquellas historias sagradas integra-ron, consciente e inconscientem
ente, elementos nuevos que eran parte
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genas quitaran aquellos elementos de sus docum
entos que pudieran serinterpretados com
o idolatría. Las largas historias sagradas seguramente
fueron uno de los temas que prim
ero eliminaron. Sin em
bargo, existenreferencias a ellas, por ejem
plo la Genealogía de Q
uiaviní(zapoteco delvalle de O
axaca) narra que un antepasado suyo salió de Billehegache o“Cueva Siete” y de
Quilatinizoo o “Laguna de Sangre Prim
ordial”, parair a fundar su pueblo. La “Laguna de Sangre Prim
ordial” es el mism
olugar de donde salió el fundador de la casa real de M
acuilxóchitl, unode los linajes m
ás importantes del valle de O
axaca. Con estos ejemplos
podemos concluir que las historias sagradas, com
o parte central de lahistoria de un pueblo, tam
bién existieron en la región bènizàay segura-
mente fueron un fenóm
eno mesoam
ericano.Es im
portante notar que estas historias tienen un importante conte-
nido de carácter no temporal, o sea, no se conform
an a las limitaciones
de una historia fundada sobre una cronología lineal. Tenemos gente na-
ciendo de plantas, ríos, lagunas y piedras. Personas que mueren y rea-
parecen después o personas que se transforman cuando quieren en un
elemento anim
ado o inanimado. A
demás tenem
os fechas sagradas,fechas que no tienen carácter tem
poral pero sí un significado en las rela-ciones entre las casas reales y los poderes sagrados, relación de valorfundam
ental para las casas señoriales. 14
Otros im
presionantes ejemplos de títulos fueron elaborados en el
temprano siglo XV
I, en el estilo pictográfico de la escritura antigua. Sonel Códice Selden
y el Códice Tulane,ambos ñuu dzavui(m
ixtecos), sonlargas genealogías que inician tam
bién con una historia sagrada y seprolongan durante la Colonia pero sin m
encionar a los españoles y sullegada al nuevo m
undo. Por esta razón pensamos que fueron hechos
para resolver problemas propios de un señorío o para aclarar ciertos
asuntos internos y por eso ignoraron la Conquista. Es probable que estetipo de docum
ento fuera “leído” en grandes ceremonias públicas en las
cuales los señores mostraban su legitim
idad a través de la tradiciónoral, el canto, el baile y hasta el teatro:
14Lockhart trata en detalle este problema de las fechas (1991, 61-63)
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dios que el señor legitimó su posición social pero continúa vistiendo a
la antigua usanza y en un templo propio. 17
Al m
ismo tiem
po, en la parte inferior del Lienzo de Guevea, vem
os uncontenido m
ás apegado a la tradición prehispánica zapoteca. Ocho
principales de Guevea están sentados delante de don Juan Cortés, señor
de Tehuantepec, el principal reino zapoteco del Istmo. Ellos van a ofre-
cerle su lealtad en forma de tributo y servicio personal, y reciben a cam
-bio el derecho de gobernar igual que sus antepasados quienes habíanconquistado la región bajo el m
ando del antecesor y abuelo de don Juan,el Coqui Cosijopii.En este caso encontram
os que aunque existe ya un re-conocim
iento al poder español hay todavía una fuerte presencia de lasbases del poder zapoteco.
Hay un elem
ento más por el cual podem
os interpretar al Lienzo deG
ueveadentro del género de los títulos y com
o una continuación detiem
pos prehispánicos. En el centro del mapa vem
os un texto en letrasque se refiere a la construcción de las m
ojoneras del pueblo y con ella elreconocim
iento de los límites de G
uevea:
En el nombre de dios padre dios hijo dios spiritu santu\ ni asca yni tlally-
pa ynanpa Rey de españa y mejico\ castoli naui tepetl m
ojon años de 1 dejunio de 1540.
En el nombre de D
ios Padre, Dios H
ijo, Dios Espíritu Santo\, hoy en esta
tierra por mandado del Rey de España y M
éxico\ hemos puesto 19 m
ontescom
o mojones, 1 de junio de 1540 (traducción de M
. Oudijk).
Ahora bien, la fecha m
encionada puede significar la fecha verdaderacuando los linderos fueron reconocidos por el em
perador Carlos V, perootra alternativa será verla com
o una fecha sin significado cronológico, osea com
o una fecha sagrada. 18Lo típico de tales fechas sagradas es su
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de su nueva relación con la sociedad colonial y sus estructuras de poder.En los lienzos y títulos coloniales van apareciendo elem
entos como la
fundación de la iglesia, que aseguraba el reconocimiento del pueblo
como una entidad religiosa; el bautism
o de sus autoridades que era vis-to a la vez com
o un baño ritual y como señal de aceptación de la nueva
religión; los cargos del cabildo con los cuales el pueblo reconocía el nue-vo m
ando colonial y la delimitación y reconocim
iento de su territorio. 15
Todo ellos afirmaban la nueva identidad y la existencia del pueblo en el
mundo colonial.
Veamos otros lienzos y docum
entos bènizàaque ejem
plifican latransform
ación y adaptación que ellos vivieron. En el Lienzo de Guevea
(zapoteco del Istmo), que podem
os fechar antes de 1562, vemos una
mezcla interesante de esa sociedad indígena que trataba de ajustar lo
que era esencial en su historia a las nuevas situaciones coloniales. Laparte superior del lienzo consiste en un detallado m
apa del territorio deG
uevea con sus mojoneras. En el centro del m
apa está representado elseñor del pueblo con su nom
bre español, se llama don Pedro Santiago,
porta ropa prehispánica y está sentado dentro de un templo prehispáni-
co. Vemos entonces que G
uevea ha aceptado la religión católica porquesu señor se ha bautizado y ha tom
ado el apellido del santo patrón delpueblo, Santiago, una indicación de la fuerte relación entre el señor go-bernante y el dios principal del pueblo que después, durante la Colonia,se convertiría en el santo patrón de las com
unidades. 16Es a través de ese
15Es posible que las páginas que en el Códice Vindobonensissiguen a la primera sali-
da del sol (láminas 22 a la 5 del anverso) y que han sido leídas com
o “La inauguraciónde señoríos y dinastías” m
ixtecas (Anders, Jansen y Reyes G
arcía, 1992), puedan leersecom
o la toma de posesión de estas regiones por el linaje de A
poala. El códice muestra
como en cada una de estas regiones se construyen tem
plos y se realizaron ofrendas, cere-m
onias y sacrificios, símbolos de tom
a de posesión. En los documentos coloniales estas
ceremonias fueron sustituidas por la colocación de cruces y m
ojoneras. 16Existen pruebas en los docum
entos zapotecos de esta identificación entre los fun-dadores sagrados de los linajes y los santos patronos de los pueblos, pueden verse en lasglosas del M
apa de Quiaviní, palabras com
o éstas: “[...] mandam
os de hacer este título defundación y las congregaciones de todos los Conquistadores y Pobladores de este pueblodel Señor san Lucas patrón de todos los Caxiques y Principales [...]” (O
udijk 2000, 284).
17Existen varias copias antiguas del Lienzo de Guevea (O
udijk y Jansen 1998, Zeitlin2003), en este artículo nos referim
os al Lienzo de Guevea I, que se localiza en N
ettie LeeBenson Latin A
merican Collection, de la U
niversidad de Texas, Austin.
18Posiblemente una veintena de años después de la Conquista, aunque corresponde
en forma aproxim
ada.
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descripciones de acontecimientos históricos com
o la escena de una bata-lla, la fundación de la iglesia, la llegada de las autoridades coloniales, lainstalación del cabildo del pueblo y el reconocim
iento del territorio deTiltepec (O
udijk 2000, 208-224). Todos ellos elementos que están presen-
tes en los documentos que hem
os mencionado, solo que ahora ha habi-
do una reinterpretación de la historia: la fundación de la iglesia que si-gue a la escena de la batalla sim
boliza la fundación del pueblo; elreconocim
iento del territorio colocando mojoneras en el paisaje puede
corresponder a la demarcación de las regiones en el CódiceVindobonen-
sis. Ha desaparecido la detallada relación que hablaba del prim
er día y
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asociación con fundaciones de casas reales o pueblos y en cierta mane-
ra eso es lo que vemos aquí. Con la llegada de los españoles fue necesa-
rio empezar todo de nuevo: recibir nom
bres a través del bautismo, ins-
talar el gobierno del pueblo con la introducción del cabildo, reconoceral pueblo com
o entidad católica a través de la fundación de la iglesia,establecer el territorio del pueblo con la erección de las m
ojoneras. No
es posible probar que el primer día de junio de 1540 es una fecha sagra-
da pero del contexto en que ocurre, esta sugerencia se hace plausible y,com
o vamos a ver m
ás adelante, hay casos en los cuales la situación esm
ás clara.Para la Sierra Zapoteca (al norte y noreste de la actual ciudad de
Oaxaca) tenem
os unos ejemplos del com
plicado proceso de ajuste entrelo que era im
portante para las casas reinantes, lo que los españoles tra-taban de im
poner en los pueblos y lo que los indígenas a su vez inter-pretaban de ello. El Lienzo de Tiltepec
(figura 2), 19proveniente de la co-m
unidad del mism
o nombre, es un docum
ento que integra en forma
más com
pleja las dos tradiciones de escritura: la pictórica y la alfabéti-ca. Fue elaborado a finales del siglo XV
Iy es producto de una sociedadbènizàaque ha pasado por un proceso de cam
bio más prolongado, incor-
porando a los elementos zapotecos, aquellos que ha seleccionado y
adaptado de la tradición española, para formar entre am
bos una tradi-ción y un estilo nuevo que podem
os llamar indígena colonial. El lienzo
nos muestra dos genealogías y una serie de “afirm
aciones parentales”20
o sea los nombres de los padres de las m
ujeres que vinieron a casarsecon los señores gobernantes de Tiltepec. A
demás contiene lo que Eliza-
beth Smith (1973) ha llam
ado un mapa escrito, lo que quiere decir que
hay descripciones en letras de mojoneras organizadas sobre el lienzo de
acuerdo con su situación geográfica en el paisaje real. Pero hay también
19El Lienzo de Tiltepecse localiza actualmente en la com
unidad del mism
o nombre, en
el distrito de Villa Alta, O
axaca. Alrededor de 1985 fue llevado a la ciudad de M
éxicopara ser restaurado (G
uevara 1991), posteriormente perm
aneció durante varios años enel M
useo del Centro C
ultural de Santo Dom
ingo, en la ciudad de Oaxaca.
Aproxim
adamente hace dos años fue regresado a su com
unidad. Pueden verse fotos dellienzo y un análisis m
ás detallado en Oudijk (2000, 208-224).
20El término ha sido tom
ado del inglés: parental statement.
FIG
URA
2. Lienzo de Tiltepec.
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Para entender la producción de los documentos debem
os darnoscuenta que los pueblos no vivían aislados. Los pueblos, incluso aquellosubicados en regiones de difícil acceso, estaban inm
ersos en redes de re-laciones sociales que hacían posible un m
asivo y continuo flujo de infor-m
ación entre los mism
os pueblos de una región, como fue la Sierra Za-
poteca, y entre ellos y su exterior. Para dar un ejemplo concreto de este
flujo podemos ver la com
unicación que existió en la sierra a finales delsiglo XV
IIe inicios del siglo siguiente cuando la Iglesia católica realizóuna investigación sobre las prácticas religiosas indígenas ( A
GI, M
éxico882). D
urante la investigación fueron interrogados varios maestros o es-
pecialistas indígenas que continuaban empleando en sus rituales y en
su vida calendarios de tradición mesoam
ericana, aunque ahora escritoscon el alfabeto. A
través de sus testimonios nos queda claro que entre los
pueblos existía un contacto continuo, a tal nivel que varios maestros dis-
tribuyeron copias de su propio calendario a maestros de otros pue-
blos. 21Esta comunicación entre personas cultas, m
uchas de de las cualespodían leer y escribir, y el nivel clandestino en que esa com
unicacióntuvo lugar, nos hace pensar en las num
erosas posibilidades que habíapara form
ar una visión propia de la historia de la región y de sus pue-blos. Q
ueda por investigar cuál puede haber sido el papel de los maes-
tros en la producción de los textos históricos bènizàa.Con estas condiciones en m
ente, no es sorprendente que tengamos
otros documentos pictográfico-alfabéticos que se parecen m
ucho alLienzo de Tiltepec, com
o es el Lienzo de Tabaá(O
udijk 2000, 186-208). Laform
a y la estructura interna de este lienzo son idénticas al de Tiltepec,lo que podem
os explicar por ese continuo intercambio de ideas e infor-
mación entre los pueblos. En el Lienzo de Tabaá
volvemos a encontrar
una fecha sagrada, 1521, relacionada con la fundación de la iglesia y conel bautism
o de los caciques, hay mención a la llegada de H
ernán Cortés,la de Juan de Salinas el alcalde m
ayor que estableció los linderos de los
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la primera noche, la creación de la naturaleza y las fuerzas naturales
y la genealogía no comienza con el nacim
iento maravilloso de los fun-
dadores del linaje real en un árbol o una laguna, pero esto no importa
mientras esté claro que sus orígenes se rem
ontan catorce generacionesen el pasado, o sea a tiem
pos inmem
oriales. Adem
ás tenemos una fecha
sagrada, abajo de la iglesia leemos lunes 15 de m
ayo de 1521. Es claroque no es una fecha histórica porque los españoles, en ese m
omento, no
habían entrado en la sierra. Podemos im
aginar que el pueblo de Tiltepecescogió ese año por la consternación causada por la destrucción de laciudad de M
éxico, y ella debe de tener la mism
a función de las fechassagradas en los códices prehispánicos, en este caso sim
boliza el princi-pio de un nuevo poder.
Es probable que el Lienzo de Tiltepecfuera elaborado poco antes de
1591, porque este año se realizó una averiguación sobre el derecho quedon Juan de M
endoza, cacique de Tiltepec, tenía para ocupar esta posi-ción. Parece m
uy probable que durante la investigación, don Juan,quien está m
encionado como el últim
o cacique en el lienzo, presentarael lienzo com
o prueba. Aunque no es claro si el lienzo fue hecho para
esa ocasión o si ya existía. Si lo último es lo correcto, es posible que los
datos del lienzo vinieran de otro documento m
ás antiguo y de la tradi-ción oral, dada la com
plejidad de la información que contienen, com
oson los nom
bres de más de catorce parejas de señores prehispánicos
(Oudijk 2000, 223).El difícil proceso de seleccionar datos de diferentes fuentes y reunir-
los en un manuscrito nuevo, dio origen a docum
entos muy distintos
aunque provenientes de una mism
a matriz. Esto explica por que existen
tantas diferentes formas de docum
entos pictográficos del periodo colo-nial tem
prano. Atrás de cada uno de ellos existió una com
pleja situaciónque le dio origen: sus autores tuvieron que seleccionar datos de diferen-tes fuentes escritas y orales, interpretarlos a la luz de la nueva situaciónque vivían y reunir todo en un docum
ento nuevo más acorde con las
nuevas circunstancias. No obstante, los objetivos de estos docum
entossiem
pre son los mism
os: proteger las tierras del pueblo, sus autorida-des, su tem
plo y su identidad. Reconocemos en ellos elem
entos simila-
res y en consecuencia los podemos considerar com
o un genreo género.
21En concreto podemos dar el ejem
plo de Juan Santiago de Yatzona quien produjosiete copias de su libro calendárico (A
GIM, 882, calendarios 45, 46, 48, 50, 52, 68, 71 y 77),
los cuales distribuyó a maestros de otros pueblos. V
éase también el estudio de D
avid Ta-varez (1999) sobre los calendarios zapotecos.
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Hoy m
artes 10 días de febrero del año de 1595 hago mi papel yo Bartolom
éde Chávez Tialapa. Relato del linaje m
ío, del anciano abuelo, del ancianopadre Bilapag Laguiag que llegó aquí en Zoogocho (traducción de M
.O
udijk).
Acontinuación de estas palabras sigue un linaje de diez generacio-
nes empezando con Bilapag Laguiag, el anciano padre, posible antepa-
sado fundador, y termina con don G
erónimo Yagelao y don G
erónimo
Pea Quiçoba, hijos de don Bartolom
é, el autor del testamento. El m
ismo
texto se repite en otro manuscrito del m
ismo don Bartolom
é, hecho esem
ismo año pero ahora seguido de una descripción de las tierras (Ibid.,
ff. 4r-v). Lo que tenemos aquí es una lectura de un lienzo sim
ilar al deTiltepec o Tabaá pero su autor quitó varios elem
entos que no consideróútiles para los objetivos de don Bartolom
é y le dio forma de testam
en-to. Ya no encontram
os la llegada de Hernán Cortés o Juan de Salinas,
tampoco el relato de la fundación de la iglesia o el bautism
o de las auto-ridades del pueblo. Pero tam
poco hay una referencia a la Sagrada Tri-nidad que siem
pre está presente en otros testamentos sim
ilares inclusoen el testam
ento de uno de los dos, don Gerónim
o en 1649 (Ibid., ff. 2r-3v) o en el testam
ento de 1582 de don Pablo Sánchez, vecino del mism
opueblo de Zoogocho ( A
RA, 276.1/2152). El ejem
plo anterior nos indica que los escribanos realizaban un pro-ceso de selección y elaboración de la inform
ación que poseían, lo quedio origen a docum
entos que contienen elementos sim
ilares y al mism
otiem
po un carácter único. Este carácter es resultado de los objetivos dela persona o del grupo que hizo el docum
ento.Los testam
entos de Zoogocho contienen un aspecto que hasta ahorano hem
os discutido pero que tiene gran importancia en los títulos de fi-
nales del siglo XVII: la m
igración. En ellos vemos que un hom
bre denom
bre Bilapag Laguiag llegó en algún mom
ento, siete generacionesantes de la Conquista española, a la Sierra Zapoteca para fundar el lina-je que continuará hasta don G
erónimo de Chávez en 1649. 23Tal m
igra-
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pueblos, y la de los frailes Bartolomé de O
lmedo y D
omingo. Son m
o-m
entos claves en la historia de Tabaá que introducen una nueva era ypor tal razón fueron seleccionados para su representación en el lienzo.A
demás, el lienzo contiene las descripciones de las m
ojoneras, la genea-logía de los caciques del pueblo y la de su lugar de origen (¿Santa M
aríaM
agdalena Teticpac?), elementos cruciales para el establecim
iento delterritorio del pueblo y el reconocim
iento de la casa real de don Juan deM
endoza y Velasco, el primer cacique colonial. Lo que es interesante es
que el Lienzo de Tabaáfue explícitamente hecho com
o un “mapa pintura
título probanza”, complicada denom
inación que encontraremos a m
e-nudo en los títulos del siglo XV
III, y su relación con el de Tiltepec y conotros docum
entos escritos en el mism
o Tabaá, sugiere que fue realizadoa m
ediados del siglo XVII.
Décadas antes, a fines del siglo XV
I, surgió y se estableció otro tipode docum
ento con una importante relación con los títulos y los lienzos
ya mencionados y que parece fue la inspiración para los títulos del siglo
XVII. N
os referimos a los testam
entos escritos en tíchazàa(idioma zapote-
co). Alrededor de la década de 1580 com
enzaron a producirse los pri-m
eros testamentos que conocem
os en el pueblo de San Bartolomé Zoo-
gocho, en la Sierra Zapoteca. 22Son documentos relativam
ente largos dedos hasta siete páginas que en su estructura y contenido son m
uy simi-
lares a los textos de los Lienzos de Tiltepecy Tabaá. Contienen largas y de-talladas descripciones de las tierras y sus m
ojoneras; y además encon-
tramos en ellos los nom
bres de los antepasados, o bene xotao, un término
muy com
ún en los lienzos. Lo más im
portante es el estilo del escrito queclaram
ente se relaciona con los textos de los lienzos y los títulos de fi-nales del siglo XV
II. Veamos un ejem
plo de un testamento de 1595:
Nacha m
artes gochiy gobicha febrero 1595 año tonia quichitia quenetab[a]r[tolo]m
e [roto, de] chabez tialapag tolapa ytia quea golag sotaonagolag xocia bilapag laquig bichina queche nicaha saggocho (AVA, Civil, Exp.196, ff. 1v)
22Estos testamentos zapotecos se encuentran en los siguientes archivos: A
JVA, Civil,Leg.13, Exp. 6; A
RA, 276.1/2252. Stephanie Wood tam
bién ha realizado un estudio de tes-tam
entos nahuas semejantes (1998, 85-111).
23En las referencias a Bilapag Laguiag existen dos posibles lecturas de los documen-
tos que deben de estudiarse para entender su imagen com
o fundador. La primera refe-
rencia documental habla de que Bilapag llegó siete generaciones antes de la Conquista y
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tos de otros títulos del periodo colonial, aunque es necesaria una com-
paración detallada para distinguir áreas de tradición como ya se m
en-cionó. Los títulos zapotecos son docum
entos utilizados por el pueblo,yetzeen zapoteco serrano, para proteger sus linderos y por lo tanto nom
encionan las genealogías de las casas gobernantes. Sin embargo, siem
-pre es uno o varios caciques los que supuestam
ente hablan en el títuloen nom
bre del pueblo.Estos títulos tardíos prestan, sin excepción, una gran atención a la
llegada de los españoles y particularmente a la de los frailes que bauti-
zaron a los jefes de los linajes gobernantes. Son favoritos fray Bartolomé
de Olm
edo, fray Jordán de Santa Catarina y fray Dom
ingo Tequinaca(tal vez fray D
omingo de A
guiñaga (Burgoa 1989 II, 191) quienes esta-ban presentes en el Lienzo de Tabaá. Pero es im
portante hacer notar quela aceptación de la fe católica com
o legitimadora del poder tenía un pa-
pel, en apariencia más im
portante, en los documentos m
ás tempranos
como el Lienzo de Tiltepec, la G
enealogía de Macuilxochitly el Lienzo de
Guevea.
En los lienzos y en algunos de los títulos de fines del siglo XVII, la
autoridad civil está representada por Hernán Cortés, y especialm
entepor el alcalde m
ayor don Juan de Salinas quien reconoció los linderosde los pueblos entre 1556 y 1560 (Chance 1989, 31). D
e Salinas ocupa unlugar im
portante en los Lienzos de Tiltepecy Tabaá, pero el reconoci-
miento del territorio del pueblo es un tem
a omnipresente en los do-
cumentos desde el m
omento de la llegada de los españoles hasta el día
de hoy.En cuanto a las fechas, vem
os que el año de 1521 es muy im
portante,su im
pacto es evidente. Aparece por lo m
enos en seis ocasiones para noolvidar la llegada de H
ernán Cortés y con él la fe católica. Según el Tí-tulo de Yojovi, Cortés conquistó M
éxico en 1521 y siete años despuésllegó a O
axaca y a la Sierra Zapoteca. El Título de Juquilaen cambio hace
aparecer una innumerable secuencia de hechos com
o si hubieran ocu-rrido todos en ese año crucial. En un año ocurrió la llegada de losantepasados a la sierra, la de los españoles, el bautizo, la fundación delpueblo, el reconocim
iento de las tierras y la elaboración del título ( AG
NT,
335, 5 y Romero Frizzi 2000; Rom
ero Frizzi y Vásquez V
ásquez 2003).
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ción está implícita en los Lienzos de Tiltepecy Tabaá, porque am
bos linajesem
piezan, respectivamente, cuatro y dos generaciones antes de la Con-
quista, lo que quiere decir que antes de esas fundaciones vivieron enotro lugar. Las m
igraciones son elementos presentes en las historias sa-
gradas mesoam
ericanas, como, por ejem
plo, en la Pintura de la Peregri-nación Culhua-M
exica,el Códice Aubin
(Castañeda de la Paz, en prensa),la H
istoria Tolteca-Chichimeca
(Kirchhoff et. al1989) y m
uchos documen-
tos más.
Afinales del siglo XV
IIy principios del siglo siguiente, las tradicionesy elem
entos descritos arriba culminaron en una form
a espectacular: enlos “clásicos” títulos prim
ordiales. Tenemos ocho ejem
plos de la SierraZapoteca: son los Títulos de Solaga
(2), Tabaá, La Olla, Juquila, Yacuini, 24
Yetzegoa, 25Yojoviy Yalabichi. En su forma y contenido concuerdan con lo
que sabemos de los títulos nahuas y m
ayas (Gibson 1975; Lockhart 1992;
Restall 1997; Haskett 1992, 1996; W
ood 1984, 1991, 2003) y no son distin-
la segunda aparece en el testamento de 1648 de A
gustín García del pueblo de Yatzachi el
Alto (AVA
Civil, Leg. 13, Exp. 25:9r & 14r) y dice: “N
igaa too cuee layoo quea dee cochoyohottao Saggocho nacca layoo que tahuaha M
aria Cualaba xijni bilapag laquiag […]”,
que traduce como: “aquí, un pedazo de tierra m
ío que está detrás de la iglesia de Zoogo-cho y es de m
i abuela Maria Cualaba [6 Conejo], hija de Bilapag Laguiag [...]” Es posible
leer que este Bilapag es abuelo de Agustín G
arcía y se refiere a él en 1648, lo que hacepensar que no pudo haber vivido siete generaciones antes de la conquista. Pero podem
osver estos datos desde otra óptica: Bilapag no es un abuelo en el sentido occidental, sinoun abuelo en el sentido zapoteco o sea un antepasado y entonces vem
os que es impresio-
nante que hallan conservado su mem
oria a través de tantos años. La referencia a losabuelos com
o antepasados en general puede observarse en numerosos textos de los li-
bros Sierra de Juárez. Otra referencia a Bilapag Laguiag viene del Título Prim
ordial de So-laga
que dice “Aquí com
ienzan en donde nos amojonam
os con los Abuelos de los de
Solaga, quien se nombró Bilapag Laguiag”. Este señor es el m
ismo que está m
encionadoen el Lienzo de Tabaá
(Compartim
ento número 34 del lienzo) com
o dueño de terrenos enSolaga. H
ay que observar la referencia a los abuelos en el Título de Solagapara confirmar
nuestra lectura anterior.24Su nom
bre náhuatl es Totolinga, AG
NT, leg. 335, exp. 5.
25Su nombre náhuatl es Juquila, A
GN
T, leg. 335, exp. 5. Aunque parece haberse dado
un cambio de asentam
iento del pueblo viejo de Yetzegoa al nuevo asentamiento de
Juquila.
LOS
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43
Proponemos que debem
os de dejar de mirar a los títulos prim
ordia-les com
o un grupo de documentos escritos en el alfabeto que com
enza-ron a producirse hacia fines del siglo XV
II, para verlos como parte de una
tradición mesoam
ericana que ha sobrevivido a través de los siglos. Te-nem
os que cambiar nuestra óptica para com
prender a la sociedad indí-gena en sus escritos y en los profundos cam
bios que la afectaron. En laspáginas anteriores presentam
os unos apretados ejemplos provenientes
de los bènizàadel estado de O
axaca, para sostener nuestra idea de quetodos los títulos, en su inm
ensa diversidad, son portadores de esa tradi-ción m
esoamericana. Los docum
entos señalados son tan distintos entresí, porque son respuestas dadas por distintos individuos y grupos a cir-cunstancias en cam
bio permanente. Si vem
os a estos escritos indígenasen esta form
a, como elaboraciones de un género prehispánico, ellos for-
man una puerta de entrada a un m
ejor conocimiento de los cam
bios quehan afectado a la sociedad indígena a través de los tiem
pos y a su grancapacidad de adaptación.
ABREV
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rchivo General de Indias, Escribanía de Cám
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MA
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DE
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ÁN
GE
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RO
ME
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Obviam
ente podemos considerar 1521 un año cero, com
o el inicio deuna nueva era y com
o tal una fecha sagrada igual a esas que conocemos
de los códices pictográficos prehispánicos y coloniales tempranos. 26
Todo lo anterior, la mención al año de 1521, a Cortés, al alcalde m
a-yor Salinas, a los frailes y otros detalles, se debe a una reinterpretaciónde las bases del poder que se dio entre los zapotecos, tam
bién en otrospueblos m
esoamericanos, en las prim
eras décadas después de la guerrade Conquista. En los docum
entos tardíos ya no era necesario presentartoda esta inform
ación porque era algo sabido, pero entre unos y otrosexistía una continuidad.
REFLEXIO
NES
FINA
LES
No es posible concluir este artículo sin reflexionar sobre el im
pacto quela escritura alfabética y el sistem
a legal novohispano tuvieron sobre as-pectos centrales de la sociedad indígena, en concreto sobre sus libros sa-grados.
Los libros sagrados mesoam
ericanos son una ventana a la sociedadprehispánica: a su m
anera de pensar, a sus ideas sobre el orden que losregía, el nexo que existía entre los linajes gobernantes y lo sagrado, lafundación de los pueblos y la tom
a de posesión de sus tierras como un
acto ritual. Esos libros continuaron produciéndose durante toda la épo-ca colonial y han llegado hasta nosotros, aunque m
uy alterados, conte-nidos en m
apas que las autoridades indígenas presentan ante las autori-dades agrarias y en la tradición oral de las com
unidades. La capacidadde sus autores para adaptar su contenido a necesidades internas a sugrupo y externas, y a m
omentos y contextos m
uy diversos es más que
impresionante.
26Existen otras fechas más que no podem
os relacionar con otros documentos, por
ejemplo, el Título de Tabaá
menciona 1551 com
o la fecha cuando fue fundado, y el deYalabichi refiere a 1547 com
o el año en que fueron bautizados sus señores. Es necesariocontar con m
ás información para construir un contexto que pueda aclarar esos años, no
sabemos si se trata de fechas sagradas o de hechos concretos en la historia hum
ana.
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