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Manifiesto del Sr. Quintana Roo al gobierno provisional de Méjico, sobre su comision á Yucatan,...

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Manifiesto del Sr. Quintana Roo al gobierno provisional de Méjico, sobre su comision á Yucatan, con sus notas correspondientes. Author(s): Quintana Roo, Andrés Source: Foreign and Commonwealth Office Collection, (1842) Published by: The University of Manchester, The John Rylands University Library Stable URL: http://www.jstor.org/stable/60235174 . Accessed: 15/06/2014 18:52 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Digitization of this work funded by the JISC Digitisation Programme. The University of Manchester, The John Rylands University Library and are collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Foreign and Commonwealth Office Collection. http://www.jstor.org This content downloaded from 195.34.79.54 on Sun, 15 Jun 2014 18:52:46 PM All use subject to JSTOR Terms and Conditions
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Manifiesto del Sr. Quintana Roo al gobierno provisional de Mejico, sobre su comision aYucatan, con sus notas correspondientes.Author(s): Quintana Roo, AndresSource: Foreign and Commonwealth Office Collection, (1842)Published by: The University of Manchester, The John Rylands University LibraryStable URL: http://www.jstor.org/stable/60235174 .

Accessed: 15/06/2014 18:52

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at .http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp

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Digitization of this work funded by the JISC Digitisation Programme.

The University of Manchester, The John Rylands University Library and are collaborating with JSTOR todigitize, preserve and extend access to Foreign and Commonwealth Office Collection.

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IV

MASTIFIESTO ^

AJL GOBIERNO PROVISIONAL

DE M^JICO,

jSOBRE SU COHIISIOIf i. YUCATAN,

CON SUS NOTAS CORRESPONDIENTES.

SEgrida de Titcatan.

Imprenta de Job6 Dolores Espinosa, calle de Iturbide.

1842.

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Diario del Gobierno de la Republica Mejicana, Marzo 19 de 1842.

Deseoso el supremo gobierno, desde princi- pios de Noviembre anterior, de que el movi- miento de regeneracion politica que acababa de efectuarse casi instantaneamente en toda la re¬

publica, se extendiese igualmente al departamen- to de Yucatan, que se habia separado de la union nacional en la epoca de la administra- cion anterior, determino dirigir a sus autorida- des una comision que pudiese imponer veibal- mente a aquellos mejicanos, de las miras no¬ bles y patrioticas que se habian propuesto los

gefes de la revolucion, y que el Excmo. Sr. pre- sidente estaba decidido a sostener, asi como las fundadas esperanzas que alimentaba el go¬ bierno, de que terminadas las causas que ha¬ bian impulsado a Yucatan a separarse de los otros departamentos sus hermanos, volveria a unirse y a contribuir con ellos a formar la cons- titucion de la republica, que proporcione su fe- licidad y bienestar social.—A este efecto, nom- bro al Sr. magistrado de la suprema corte de

justicia Lie. D. Andres Quintana Roo en clase de comisionado, y al Sr. D. Miguel Arroyo para que acompanase al anterior, con el caraeter de secretario, y que en caso desgraciado de enfer- medad 6 inuerte, se encargase del desempeno de dicha mision.—El Sr. Quintana de vuelta de

Yucatan, presento al supremo gobierno la expo- ^icion y doenmentos que siguen: los que publi-

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_4— camos hoy de orden del mismo gobierno para que el publico se imponga de todo lo acaecido en eate asunto. Como su extension no nos per- mite publicarlos todos en este numero, los res- tantes veran la luz publica en el de mafiana.

Parte oficial.—Gobierno general.—Mi- visterio de relaciones exteriores y de Gober- nmion.—Comision de Yucatan.*-Excmo. Sr. —Aunque en la exposition verbal con que di cuenta al Excmo. Sr. presidente de los acon- tecimientos y resultado de la comision que se digno confiarme para la reconciliation de Yuca¬ tan, procure no olvidar ninguna circunstancia que pudiese conducir a dar a S. E. un conoci- miento completo del estado politico de aquella peninsula; habiendose acordado en junta de mi- nistros, que para inteligencia y satisfaction de la republica, que tanto in teres habia manifesta- b*o en el bnen exito de tan grave negocio, es- cribiese, para su publication, cuanto de pala- bra habia infOrmado, tengo hoy la honra de cum- plir con este sagrado deber, empezando por tribu- tar a S. E. un justo homenage de alabanza por la benignidad con que ahtes de emplear el funesto recurs© de las armas 1) se propuso por vias conciliatorias y pacificas, calmar las inquietudes que agitan aquella preciosa portion de la re- puMica. Esta eohducta hard siempre honor al ac¬ tual goHerno; y Cualquiera que sea el termino final que el destino teftga reservado a los disturbioS (2) de Yucatan, jamas podra decirse, que se omi- tieron Ids rftedios de persuasion y concordia maa propios para sosegarlos.

Intefmrete fiel de tan benetolas intencio- nes, •puedo sin temor asegurar a S. E. que tgote cukhtoa arbitrios estuvieron 4 mi alcance

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para lograr una reconciliation sincere, que sal-

vando la integridad del territorio national, afian-

zase los verdaderos intereses de Yucatan {3)

y el pleno goce de aquella justa y moderada li-

hertad (4), a que sin duda tiene un incontras-

table derecho. La sencilla relation de los he-

chos, y una breve exposition de los motivos que

dirigieron mi conducta, seran bastantes a produ- cir la conviction de esta verdad.

En virtud de la credencial e instructiones

expedidas el 4 de Noviembre ultimo, sali de es-

ta capital el 10 del mismo, para embarcarme en

Veracruz a bordo del bergantin de guerra de

S. M. B. el Piloto, que el E. S. plenipotencia- rio D. Ricardo Packenham habia generosamente puesto para este servitio a disposicion del su¬

premo gobierno. El 16 dio la vela para Cam-

peche aquel buqne donde su eapitan, el Sr^

Ramsay, en todos los ocho dias que duro la

navegaeion, nos prodigo al secretario y a mito-

das las atenciones, miramientos y buen trato pro¬

pios de su educacion y fina politica. Fondeamos

el 23, a 12 millas del puerto, a donde nos con-

dujo un bote servido por excelentes marineros

a las ordenes de un oficial de marina (5); pe- ro antes de llegar nos salio al paso una em-

barcacion, que despues supimos ser la goleta de

guerra llamada la Campechana, cuyo capitan nos

hizo subir a. su bordo, para entregarnos el ofi-

cio numero 1.° comprensivo de la orden dada

por aquel gobierno, y que me transcribia el co-

mandante de Campeche, para que por ningun motivo ni pretexto se nos peraiitiese desembar-

car en aquella plaza. No fue poca la sorpre- sa 6) que produjo en mi ammo esta ocurren-

cia, que mire como de muy mal aguero parn el suceso de la negotiation de que iba encarga-

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—6— do; pero haciendo un esfuerzo sobre mi mismo, cuanto me lo permitio el estado de abatimien- to en que me tenian las molestias de la nave- g«cion y el excesivo calor de aquella costa, abri platicas de paz con el oficial encargado de la ejecucion de la orden, quien mostro escuchar- me Gon agrado y con una deferencia absoluta a las razones que le exponia. El resultado fue que apesar de la estrecha y terminante pre¬ vention que se habia dictado para impedir mi desembarco, lo verifique la tarde del 23, reci- biendo las mas lisongeras demostraciones de a- fecto y amistad, de un pueblo numeroso que agrupado en el muelle (7) mc aguardaba pa¬ ra saludarme. No hago mencion por vanaglo- ria de esta circunstancia, sino porque ella de- muestra el ningun fundamento (3) con que el gobierno de Merida temio fuese yo insultado por el pueblo, excusando con este pretexto la nrden que habia dado para impedirme saltar en tierra, segun despues me manifesto en una satisfaction verbal (9) con que trato de jus- tificar aquella medida.

Acompanado del mismo inmenso gentio que me habia recibido en el muelle, llegue a la po- sada de las diligencias, sin haber querido aceptar ninguno de los generosos ofrecimientos que se me hicieron para recibir un hospedage particular. Inmediatamente me dirigi a la ha¬ bitation del comandante de la plaza el Sr. co- ronel D. Jose Cadenas, a. quien expuse que ha¬ bia recibido a bordo de la Campechana la 6r-

-den que se habia servida insertarme; pero que yo no tuve por conveniente cumplirla, porque yucateco interesado como el que mas en la pros- peridad del pais habia aceptado, con el objeto de consolidarla, una comision importante del

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supremo gobierno, que no podria tal vez des-

empefiar si no renovaba mis antiguas relacio- nes (10) en aquel departamento que, todo po- blado de amigos y deudos mios, podia atrave- sar de un extremo a otro sin el menor incon- veniente. El comandante, hombre atento, po¬ litico y de muy agradables modales, me fe- licito urbanamente por mi llegada, anadiendo

que celebraba se hubiese verificado, no obstan¬ te la intimation que con el mayor sentimien- to se habia visto precisado hacerme; pero que tomando a su cargo la responsabilidad de la in¬

fraction, podia yo permanecer tranquilo mien- tras daba cuenta al gobierno por extraordina- rio violento, que despacho en efecto a las once de aquella misma noche. Acompano mi con¬ testation num. 2 con una exposicion al goberna- dor, en que le decia que las circunstancias le ha- bian obligado a no oponerse a. mi desembarco, y que habiendo yo manifestado una decidida volun- tad de hacer por tierra el viaje a la capital, no le

parecia convenienteestorbarlo, ni concebia en ello <*1 menor peligro. Apoyando este concepto en

consideraciones muy honorificas para mi, debo

dejarlas sepukadas en un profundo silencio (H)- Mientras permaneci en Campeche, plaza la

mas importante de la peninsula, fue todo mi

cuidado tomar un exacto conocimiento del es- tado del pais y de la opinion de sus habitan-

tes, sobre las cuestiones que habian ocasiona- do la ruptura con Mejico. Sin esto, me pare¬ cia aventurado abrir la negotiation, porque si

notaba en la mayoria una decision irrevocable de no ceder un punto en sus pretensioues, se-

gun se habia querido persuadirme por algunos interesados en propagar esta opinion, no debia

«xponer al supremo gobierno al desaire de una

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repulsa indecorosa; pero advert! que en el puu to principal de la independencia, la generali- dad estaba en contra abiertamente (12), y que versando las diferencias unicamente sobre los terminos y naodos de la union, no era dificil traer las cosas a. un punto razonable, siempre que se consiguiese calmar los animos, inspirar confianza y dar garantias a todos los intereses.

Con estas ideas sali para la capital, de donde ya habia regresado el correo, conducien- do la resolution num. 3, en que aquel gobier¬ no aprobando la conducta del comandante de

Campeche, convenia en cuanto yo habia exigi- do para mi traslacion, la cual emprendi a la 1 de la manana del 28 de Noviembre. Supe des- de mi salida la sensation que habia causado en Merida (IS) la noticia de mi arribo, la preci¬ pitation con que el gobernador habia reunido al

congreso (14) para dar cuenta de todo lo ocur- rido, la exaltation de las galerias, decididas a

pedir tumultuariamente que no se oyesen pro¬ positions de Mejico (15 y la prontitud con que todo se calmo por la prudencia de aque- llas autoridades, en tan delicada coyuntura, y tal vez por la moderation de mi lenguage en el oficio de contestation al comandante de Cam*

peche, que se leyo a la letra en sesion publi- ca.—Ya en este tiempo se habia hecho por la camara de diputados la declaration de indepen¬ dencia (16), que pendia para su revision del senado. Parece que el gobernador pudo obte- ner la suspension del asunto, y que represen- to sobre la convenieucia de entablar la negotia¬ tion que se anunciaba con todos los sintorna* de franqueza y buena fe.

Tal era el estado de las cosas cuando mi arribo a la capital la tarde del veintinueve de

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—9— Noviembre: jamas olvidare la extraordinaria ma¬ nifestation de jubilo (17) con que personas de todas clases salieron a mas de una legua de distancia a disputarse mis primeros abrazos: en- tre aquella multitud distinguia los restos de la

generation que me viera nacer, y que en su mayor parte habia reempiazado una juventud brillante animada del noble entusiasmo de la

gloria (18), cuya carrera le senale abierta en su intima e inviolable union con la grande y ge- nerosa nacion mejicana. Todos correspondian go- zosos a mis afectuosas insinuaciones, y ni un solo sintoma se percibio de la antipatia que al-

gunos perversos, en cortisimo numero, se ha- bian esforzado a excitar entre aquellos habitantes

y sus hermanos de Mejico (19 ): satisfecho mas

y mas cada dia de estas favorables disposicio- nes (20), di principio a la negociacion el 4 de Diciembre presentando al gobierno mis cre¬ dentials con el oficio numero 4, a que contesto lo que consta por el documento numero 5.— El congreso dio un decreto facultando a dicho

gobernador para aceptar, como dice su secreta- rio, la credential de la comision, pero sujetan- dolo a otro decreto llamado de bases inadmi- •ibles (21) por parte de Mejico, hice presen- te que bajo tales principios era iuutil intentar la avenencia, y entonces el gobernador cediendo a la fuerza de mis razones adopto el arbitrio de omitir en la comunicacion que me dirigio, la condicion que se le habia impuesto, dejando asi

expuesto todos sus pasos a los vicios de nulidad e insubsistencia (22); pero las circunstancias se

agravaban a cada momento, la efervescencia cre- cia: el pueblo aunque en diyersos y aun con- trarios sentidos se ocupaba exclusivamente del uunto: la inquietud, fomentada por la imprenta

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—10— era general y temible: parecia imposible la rup- tura de la negociacion sin exponer el pais a las funestas convulsiones de la anarquia (23), pues la consecuencia inmediata de este paso habria indefectiblemente sido la abierta decla¬ ration de las hostilidades, que no pudiendo im-

pedir los que mas se oponian a. ellas, ni te- niendo aquel gobierno medios de regularizarlas para hacerlas menos omino3as, se habrian re- ducido a movimientos desordenados, destructivos de la propiedad y de todos los elementos que constituyen el estado social (24). La pruden- cia pues, de acuerdo con la humanidad y la politica aconsejaba mantener la esperanza de una composition, que al mismo tiempo que sir- viese de freno a los alborotadores, ansiosos de

pretextos para arrojarse a. la proclamacion de su sofiada independencia, conservase el buen es-

piritu de los amigos del orden, que veian pen- diente la existencia de este bien del restable- cimiento de la union con el resto de la repu¬ blica (25).

Tales fueron entre otros no menos pode- rosos que despues manifestare, los motivos que me obligaron a. desentenderme de la informa- lidad con que se me comunico la autorizacion del gobernador. Reconoci la personalidad de ios/ comisionados que en virtud de ella nombro pa¬ ra arreglar los terminus del convenio; y en su consecuencia se dio principio a. las conferencias la noehe del 17 de Diciembre, en que expuse cuanto me parecio conveniente, para fundar la irresistible necesidad en que se hallaba el gobierno de Mejico para asegurarse en la posesion de Yucatan, como parte la mas interesante, por su posicion gepgrafica, del territorio de la repu¬ blica (26): que esta necesidad derivada de la

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—11— situacion respectiva de Ios dos paises, no habia

poder humano que pudiese hacerla desaparecer, y que mientras ella existiese era inutil toda tentativa dirigida a hacer consentir a Mejico en una quimerica independencia que Yucatan no

podia sostener por carecer de todos los elemen- tos necesarios para ello: que el estado moral de aquellos habitantes, su numero, sus recursos, sus opiniones y habitos arraigados de muchos

afios, debian alejarlos de toda pretension a figu- rar como nacion soberana, cuya idea si bien hala-

gaba las pasiones de hombres irreflexivos y exal-

tados, estaba en contradiction con la unanimi- dad de sentimientos de una sana mayoria que miraba en la union el unico apoyo de su segu- ridad y el desarrollo progresivo de los principios. de su naciente prosperidad (27). Descendi a

enumerar uno por uno todos los recursos con

que podian contar para resistir las fuerzas de

Mejico; y deduciendo de este calculo material la imposibilidad de no sucumbir, les exhorte a evi-

tar los grandes males en que iban a envolver

aquel infortunado suelo si cerraban los oidos a

las honorincas y ventajosas proposiciones con que el gobierno supremo los convidaba a la union.

Que estas proposiciones eran la conservation de su statu quo hasta la reunion del future con-

greso (28), que deliberaria con el concurso de

los dtputados de Yucatan, sobre las cuestiones

constitutionals que se versaban en la disputa.

y se convendria en dejar intactas mientras re-

caia sobre ellas una resolution de indisputable

legalidad; pero que entretanto era indispensable la admision de un comandante general, que con

las fuerzas puramente necesarias cuidase de la

seguridad de aquel territorio contra cualquiera

agresion extranjera y de su tranquilidad interior 2

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contra las tentativas anarquicas de los promo- vedores de la independencia: que era f&cil coh- ciliar esta medida con las garantias que Yuca¬ tan tenia derecho a exigir, de que no seria opri- mida su libertad ni hollados sus derechos, eligien- do un gefe que hubiese dado pruebas de sU res- peto a las leyes, y a quien se prohibiese toda intervencion en la administration civil del pais. Aqui fue donde mis esfuerzos vigorosos redobla- dos sin interruption por un largo espacio de tiem- po, encontraron la mas obstinada resistencia en los comisionados de aquel gobierno, que sin ne- gar la insuficiencia de sus medios (29), ni satisfacer a las reflexiones con que me habia empenado en fundar lo equitativo de mis pro¬ posiciones y la conveniencia de su admision, de- clararon abiertamente que estaban resueltos a todo, primero que consentir en lo que ellos 11a- maban el yugo de una comandancia general. Iba en consecuencia a dar por termihado el asunto, rompiendo desde aquella noche 30) las nego- ciaciones, cuando la consideration ae los desastres que este paso iba a derramar sobre los mismos que me obligaban a. darlo, hizo que emplazase la continuacion de las conferencias para otra no¬ che, esperando que el tiempo y la reflexion amortiguasen el calor de una efervescencia a mi entender fugaz y pasagera; pero no fue asi, y los acontecimientos posteriores no me dejaron ya duda alguna sobre el verdadero estado de las cosas.

Dos incidentes, al parecer contradictories, que sobrevinieron durante el curso de las con- ferencias, debieron producir una grande confu¬ sion en las ideas de quien no hubiese tornado' la clave \ 31 que encerraba la inteligencia de tan cdmplicado negocio: el 1.° la prontitud con

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que aquel gobierno se empeno en aplacar una insurrection partial suscitada en el partido de Tekax, proclamando la independencia; y el 2.° el despojo simultaneo de los empleadoa que no juraron sostener esta misma independencia. No hice sobre esto ultimo ninguna reclamation 32 oficial, a pesar de la notoriedad del hecho, que habian publicado los periodicos, insertando los documentos justificativos, porque no era aquella sazon oportuna de exigir satisfaeciones, que tal vez no se hubieran obtenido, y mi grande objeto era ir derechamente al termino de la ne¬

gotiation, desembarazando el camino de todos los estorbos accidentales que pudieran hacerlo menos practicable. Esta conducta disimulada, pero no artificiosa, reservada, pero no perfida, tenia por objeto preservar a. Yucatan de las hor- rorosas calamidades de que veia amenazados a sus habitantes, en la mayor parte inculpables, si desvanecida toda esperanza de reconciliation, se dejaba libre el campo a los perturbadores pa¬ ra promover levantamientos a. que estaban dis-

puestas las grandes masas de indigenas 33

halagadas con el cebo del perdon de todas sus

deudas, libertad de obvenciones y exencion de todo servicio personal: tres principios constituti- vos de la sociedad en aquel pais, y de la exis- tencia de las propiedades territoriales. Los

que han querido figurar este peligro como quime- rico 6 de muy poca importancia, 6 no saben lo que dicen, 6 no dicen lo que sienten 34 Es ver- dad que un gobierno regular interesado en im-

pedir 6 contener tan desastrosos rnovimientos tiene en su mano lograrlo, empleando la action de lafuerza armada, por pequena que sea; pero cuando la unica fuerza existente, lejos de repri- mir, presta su apoyo a los moyimientos revo-

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—14— lucionarios para oponerlos como un auxilio pode- roso a la agresion que viene de afuera, enton- ces los trastornos y estragos deben ser incal- culables, y el precaverlos es un deber de quien tiene medios de hacerlo. Que el unico que en las circunstancias en que me hallaba era prolongar la negotiation, tanto por parte de aquel gobier¬ no como por la mia, es una verdad que resul- ta de todos los antecedentes, y se comprueba con el documento numero 6.°, en que se implora una amnistia a favor de los proclamadores de la in¬

dependencia, y se deja traslutir que la llama es- taba dispuesta a prender de nuevo, en caso de no tener efecte la negoeiacion todavia pcndien- te 35

Habia ademas otra consideration que aeon- sejaba la misma conducta. La alianza solem- nemente celebrada entre Ios gobiernos de Te- jas y Yucatan, cuyo expediente original existia en mi poder (36), era un escandalo que debia hacerse cesar cuanto antes, y hago a las auto- ridades de mi pais la justicia de creer que es- taban dispuestas a abrazar cualquier medio de- coroso que se les ofreciese para salir del mal paso en que se habian metido. Yo se lo pre¬ sents exigiendo como preliminar la pronta rup- tura con Tejas, y la no admision de su escuadra que se esperaba por aquellos dias, y que en efec- to tardo poco en dejarse ver y fondear en las aguas de Sisal. La medida era tanto mas ur- gente y tanto mas Util a Yucatan, cuanto sus recursos pecuniarios eonsumidos en gran parte en la mantencion de aquella escuadra enemiga, eran los unicos con que esta podia contar para sos- tenerse, siendo nn hecho notorio que la mise- ria de Tejas, ha llegado a tal extremidad, que solo circula entre elloB el poco numernrio que

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—15— han estorsionado de Yucatan, a titulo de la alianza, y que en los primeros dias de la es- tada de sus buques en Sisal, no pudieron pa- gar ni la corta cantidad de 30 pesos, valor de los eso.asos viveres que habian tornado del mer- cado de aquel puerto. Me ocup6 tanto esta idea en todo el curso de la negociacion, que desde la primera conferencia me explique en los ter- minos siguientes, tornados a la letra del proto- colo que entregue en la secretaria de goberna- tion y se halla firmado por ambas partes.

„E1 Sr. Quintana: que respecto a los auxilios de Tejas y toda relation con aquel pais, Me¬

jico no podia menos sino considerarla como un insulto contra el cual desde luego protestaba.— Que las disensiones y desavenencias domesticas entre hermanos, eran disimulables; pero que la li-

ga con unos colonos traidores, ingratos, enemigos de la republica, se miraria siempre como un crimen

imperdonable." Esfbrce este concepto en la con¬ ferencia de 20 de Diciembre, en que me pro- puse fijar en articulos separados todas las pre- tensiones de aquel gobierno para proponer las modificaciones que pudieran admitirse por par¬ te de Mejico, sindejar de convenir en nadade lo que me pareciese justo, atendido el estado

general de la republica. La discusion fue

larga, acalorada y iuertemente sostenida por mi

parte 37 como puede colegirse por el docu-

mento numero 7.° que apenas es un debil reflejo de lo que paso; pero por la breve indication de

los puntos que se tocaroa es facil inferir el em-

perlo y ardor de la disputa. A ella puse ter-

mino, exhausto ya de fuerzas y paciencia, ofre-

ciendo extender un plan que al cabo vino a

reducirae a los convenios de 28 y 29 de Di¬

ciembre, que suscribi para traer yo mismo a la

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—16— ratification del supremo gobierno, si hallaba po11 conveniente otorgarla, pues no podia ignorar que sin este requisito, cualquier concierto que ajus- tase quedaba en la clase de un puro proyecto, que la autoridad dc quien habian emanado los po- deres en cuya virtud contrataba, tenia la facultad de aprobar, reprobar y modificar a su arbitrio. Ca- reciendo de comunicaciones con Mejico, no me fue facil pedir instrucciones para arreglar a ellas mis procedimientos en las extraordinarias circuns- tancias en que me hallaba, no previstas al tiem-

po de mi partida, y asi ateniendome al espiri- tu general de las reglas que se me habian dic- tado, reducidas a otorgar a Yucatan todas las concesiones compatibles con la seguridad de la

republica, no me detuvo el escrupulo de exceder

algun tanto el tenor literal de mis poderes, a

trueque de alejar de aquel pais la influencia extranjera, oprobiosa para el, y que tenia ya un punto de apoyo en la alianza con Tejas (38), que necesariamente debian fomentar los gabine- tes que habian reconocido la independencia de

aquellos colonos sublevados y era de suponer- seles un grande interes en obligar a Mejico al reconocimiento de aquella independencia suscitan- dole nuevas dificultades en Yucatan, y presen- tando las dos repiiblicas estrechamente unidas en alianza ofensiva y defensiva, como inaccesibles al alcance de nuestras fuerzas. Habia recientemente leido el ultimo mensage del presidente de los Es- tados-Unidos, en que hablando de Tejas anun- cia los mas prosperos destinos a la joven repu- blica, que por si sola no es mas que una reu¬ nion de bandidos, incapaz de constituir un Es- tado regular, y donde hoy solo reina la anarquia, la discordia y la miseria. Me es indispensable re- petir aqui en honor de la verdad, que aun las

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—It— mismas autoridades de Yucatan que habian im- plorado el duxilio de Tejas, antes de saber el resultado de la ultima feliz revolucion que de*-- roco la debil e inerte administration anterior, mira- ban como poco noble la cooperacion de los ex- tranjeros en sus desavenencjas con Mejico, y de esto producire un dato irrefragable en la ul¬ tima Carta que me dirigio el gobernador, hallan- dome prisionero en uno de los buques de la escuadra tejana, cuando mas le convenia ocultar sus verdaderos sentimientos.

El gobierno supremo que careciade esios datos, como yo de los medios de comunicarselos con la prontitud que la urgencia de las circuns- tancias demandaba, no podia calificar mi con- ducta, ni precaverse tal vez de los inconvenien- tes de una resolution aventurada, si sorpren- dido por la simple vista de los convenios que podian Hegar a sus manos antes que se verifi- case mi regreso, se encontraba sin noticia de los antecedentes para fundar en ellos la deter¬ mination que le pareciese mas acertada. De aqui la necesidad de dar al asunto el caracter de un profundo secreto (39) hasta la conclu¬ sion definitiva, en que sin compromiso del go¬ bierno pudiese instruirse a la nation de todo lo ocurrido, evitando discusiones intempestivas capaces de desconcertar la negociacion mas bien conducida. Insist! (40) en este punto con cuanto empefio me fue posible, convencido de que en el caso en que me hallaba convenia tanto, como en el mas delicado, tener presen- te la sentencia de Valerio Maximo, que mira el secreto como un seguro vinculo del gobierno:' Tacitjurnitas optimum atque tutissimun return -

administrandarum vinculum; pero todos mis es- fuerzos en esta parte fueron enteramente inuti-

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les; y frescas todavia, por decirlo asi, las firma*

del convenio, fue llevado a la imprenta y publi-? cado en el periodico del gobierno, titulado el Si-

glo 19. Desde entonces mire como malogrados todos mis pasos, dirigidos a procurar a mi pais, sin excusar por mi parte sacrificio de ninguna clase, todo el bien a que racionalmente pudiese

aspirar. Dirigi la reclamation numero 8, docu-

mento importantisimo, que el secretario mismo

puso en manos del gobernador, y el cual en vez

de contestarlo, solicito que yo recogiese, como

si esto hubiera podido hacerlo sin quedar per- sonalmente responsable de las resultas de la in-

discreta publication que claramente presente co-,

mo un mal irreparable, que no dejaba otro ar-

bitrio que jel de resignarse a todas sus conse-

cuencias (41): palabras terminantes del oficio,

que dan bien a entender de cuanta gravedad es- timaba yo la falta que se habia cometido, y cuan poco confiaba, por esto solo, del feliz exi-

to, de una negotiation que llevada por sus ter-

minos regulares, habria procurado a Yucatan be- eficios de precio inestimable. Sin embargo, to¬ davia quise dejar un re3quicio a la esperanza, ofreciendo emplear mi debil influjo en allanar los nuevos inconvenientes, dimanados de tan

desagradable incidente. El gobernador se excu- 6 con el estado de fermentation en que se ha¬ llaba el pueblo, a quien los ajitadores conmo- rian con especies tan falsas como alarmantee, y dio ademas ordenes repetidas para impedir la salida de todo buque hasta mi embarque: me- didas ineficaces, que ni podian Uevarse a efecto con todo el rigor necesario respecto de las em- barcaciones nacionales, ni comprender a las ex-

iranjeras que se hallaban en aquella costa. La

cxperiencia acredito la exactitud de este juicia. Ya desde entonccs nada mire como mas

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urgente que mi pronto regreso para dar cuen- ta al gobierno de la verdadera situation de las cosas: resuelta mi partida, llegaron los buques de guerra tejanos con su comodoro Moore, que paso a Merida y permanecia alii mal visto en lo general de sus habitantes (42). Luego que tuve noticia cierta del hecho, pase al gober¬ nador la nota numero 9, pidiendo explicaciones que se me dieron por la contestation numero

10, en que hay de notable la solemne protesta de romper con Tejas, si yo garantizaba la ratification del convenio, 6 verificarlo luego que esta tuviese efecto. Hay ademas en este docu- mento una equivocation destituida de todo fun-

damento, cual es la- de suponer que mi comi¬ sion no habia tenido otro objeto que negociar la ruptura con Tejas, cuando sobre esto nada se habia prevenido en las instrucciones, ni de

palabra recibi la menor indicacion que pudiese justificar aquella injuriosa sospecha 43 Como tal la recibi; pero el interes de la verdad exige de mi parte la declaration de que el secreta- rio de gobierno, a nombre de este, se mostro dis-

puesto a corregir todas las expresiones que pudier sen parecerme disonantes u ofensivas (44): oferta

que no admiti por creer mas conveniente conser- var en su nativa originalidad la expresion de

los verdaderos sentimientos de a'quel gobierno. La intempestiva publicidad (45) que habia da¬

do a las negociaciones en su estado mas criti-

co y delicado, produjo entre otros males inhe-

rentes a tan atropellado paso, el de haber alar-

mado a los tejanos de Sisal, que creyendose ya en estado hostil con Yucatan, en virtud del ar-

reglo hecho con Mejico, tramaron con horrible

perfidia, apoderarse de las personas de cuantos

habiamos salido de Merida para embarcarnos en

la Luisa, barca de N.-Orleans que yo habia fiV 3

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—20— tado de mi cuenta para mi trasporte a Vera¬ cruz. Sin cerciorarse de la verdad de los he- chos, rri tomar ninguna de las precauciones in-

dispensables para dar al asalto que maquinaban el caracter de una legitima represalia autori- zada por el derecho de la guerra, se arrojaron a guisa de bandoleros a bordo de la Luisa, y propalando a. gritos descompasados la prision de su cornodoro en Merida, nos intimaron, que si dentro de un cuarto de hora no nos deja- bamos conducir prisioneros a bordo de su cor- beta de guerra Austin que se hallaba a la vis¬ ta, harian fuego sobre la barca. El capitan de esta protesto contra el insulto hecho al pabe- llon de su nacion, y ademas demandar danos y perjuicios contra los autores de tan escanda- loso atentado. Por mi parte hice presente mi caracter inviolable de enviado de un gobierno reconocido y amigo del de los Estados-Unidos, bajo cuya bandera me hallaba protegido con to¬ dos los que me acompafiaban; pero aquellos pi- ratas prevalidos de la fuerza, y hollando los prin- cipios mas sagrados entre todas las naciones, nos echaron violentamente en su bote, y nos con- dujeron al Austin en calidad de prisioneros has- ta obtener, decian, la libertad de su comodoro, que suponian, pero sin el menor fundamento, de- tenido por ordenes del gobierno de Merida. Por fortuna pudo lograrse que permitiesen al secre- tario que se me nombro volver a tierra, para dar parte al gobernador de la tropelia cometi- da, y recabar las providencias que el caso de- mandaba. La noticia que prontamente se ex- parcio por el puerto, causo una alarma gene¬ ral que se extendio por todas las poblaciones del transito hasta la capital, a donde llego me- diada la noche el secretario, dirigiendose en se- guida a la habitation del gobernador que se ha-

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—21— llaba ya recogido. Mostro este la mayor indig¬ nation al escuchar la relation de lo ocurrido; envio a, llainar al comodoro: dicto varias provi- dencias para cubrir el puerto, hizo marchar al-

gunas fuerzas de las mas jnmediatas, y todo presentaba cl aspecto de una declaration de

guerra contra los tejanos, que hubiera tenido efecto si el comodoro sc hubiese negado a das la orden para nuestra libertad, que entrego al secretario con las mas solemnes protestas de su

inculpabilidad en el caso, y de que esta no ha¬ bia tenido otro origen que una oficiosidad indis- creta de su oficialidad mal informada. No lo crei asi en los primeros momentos de la sor-

presa, y aun llegue a sospechar algnna conni- vencia por parte del gobernador, a quien cier- tamente absuelven de todo cargo la conducta

que observo y las expresiones con que, contes- tando a. mi nota numero 11, en la carta numero

12, manifiesta los mas loables sentimientos has- ta decir, que no sabia si debiamos sentir 6

alegrarnos del suceso, fijando la consideration en la importancia de destruir las simpatias que alii se iban formando a. favor de los tejanos, d

cuya destruccion (ariade) contribuira no lp ,dude V. este atentado (46).

Puesto ya en libertad a virtud de las dili-

gencias del gobernador y la orden del comodo¬

ro, resolvi continuar mi viaje a Veracruz, arros- trando el inminente peligro de se,r nuevamen

<£e apresado por otro buque tejano de los va-

jrios que cruzaban por aquella costa; pero la ur-

jgencia de Uegar cuanto antes a. esta capital es-

trechaba mas cada dia: era preciso aventurar al-

go, y asi me determine a hacerlo, desatendien- do las repetldas instantias que se me dirigie- rpn para bajar a tierra en espera de otro bu¬

que mas respetable en que ha,cer el viaje con

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seguridad. Estas instancias, efecto del genero- ao interes que la generalidad de aquellos habi- tantes habia tornado en mi suerte (47), se ven

energicamente expresadas por Ios documentos numeros 13 y 14, que he creido deber consignar en esta relacion, no solo como complemento de ella, sino como testimonio sincero de aprecio y gratitud al amor y consideracion de mis paisanos. Concluire anadiendo que afortunadamente sa- lieron vanos todos sus temores, y que verifica- do mi arribo a Veracruz la tarde del 17 del ulti¬ mo Enero, fue mi primer cuidado comunicarlo inmediatamente al Excmo Sr. presidente.

Muy sensible me es por cierto, no haber al- canzado a. llenar todos los beneficos deseos de S. E. (48) en el desempefio del arduo y dificil encargo que se digno confiarme: cuando lo acep- te no respondi, ni podia de la seguridad del exito, sino de emplear para conseguirlo todos los medios que estnviesen en mi arbitrio; y la misma conviction de haberlo asi verificado, me consuela de los contratiempos de la suerte, la cual sino siempre corona el merito de las bue- nas intenciones, jamas puede privar de la sa¬ tisfaction que ellas producen en una conciencia pura. Yo no presentare en mi abono otro titu- lo, y ni las molestias personales, ni los riesgos, ni mis sacrificios pecuniarios en un servicio pa¬ ra el cual, ni exigi, ni quise aceptar auxilio al- guno del gobierno, seran vistos por mi sino co¬ mo obligaciones ordinarias que la patria tiene derecho a reclamar a todos sus hijos que se ha- llen en estado de cumplirlas.—Sirvase V. E. dar cuenta con todo al Excmo. Sr. presidente, y re- cibir las protestas de mi consideracion y respe- to.—Mejico, Febrero 20 de 1842.—Andres Quin- tana Roo.—Excmo. Sr. ministro de relaciones exteriores y gobernacion.

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NOTAS.

1 El Sr. Quintana Roo califica de benignidad el pro- •ceder del gobierno provisional de Mejico, cuando dispuso, an¬ tes de emplear el recurso de las armas, mandar una comision 4 Yucatan para solicitar su reincoiporacion a la republica. Es bien extrano que el Sr. Quintana, que se piecia de yncateco, ignore la historia politica coetanea de su pais, porque solo ignordndola absolutamente podia dar el titulo de benigno al gobierno de Mejico, porque no emplea la fuerza para so- juzgarnos. jDe donde quiere derivar el Sr. Quintana el de- recho del gobierno mejicano para obligarnos hostilmente a la reincorporacion? ;No sabe que aun en tiempo de la do- minacion espanola, Yucatan formaba una capitania general separada, y que disfrutaba esta peninsula de algunos privile- gios y excepciones acomodadas & las circunstancias pecu- liares del pais? jlgnora que al efectuarse la emancipacion, Yucatan se unio a- Mejico como pudo haberse unido a Cen- tro-America, 6 permanecido solo, por haberlo solicitado, cre- yendo convenir mas a sus intereses obrar de este modo? jTampoco sabe que desde entonces aca, lejos de conquistar Mejico las simpatias de los yucatecos, promoviendo su pros- peridad y teniendo en cuenta sus intereses, parece haber pues- to todo su conato en disolver esta clase de alianza, unica permanente? [Ha olvidado, 6 nunca ha llegado a saber, que Yu¬ catan mientras ha sido parte integrante de la lepublica mejicana se ha sostenido por sus propios recursos, desprendiendose de mucha parte de ellos para contribuir &. los gastos generates de la nacion mejicana, sin haber obtenido nunca retribucion de ninguna especie, ni aun la de ser atendidas sus justas re- clamaciones, cuando las leyes tiranicas de la metropoli deja- ban agonizante su comercio 6 su industria, 6 los comandan- tes generates cometian extorsiones sin cuento y arbitrariamen- te sobre el pais? jNo ha visto el Sr. Quintana romperse todos los pactos, bajo los cuales quiso Yucatan constituir par¬ te de la republica mejicana'? Pues si Mejico no tiene mas titulos para considerar & Yucatan dependiente de si, que la voluntad que tuvo de unirse en una e"poca no muy remota, cuando creyo convenirle, ;de donde saca el Sr. Quintana ese derecho de obligarle por la fuerza k permanecer ep esa union tan efimera, que nunca se procur6 consolidarT El go- bierno de Mejico no tenia otro paso que dar mas que el <k

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—24— solicitar la reincorporacion del Estado yucateco, si a e"ste le convenia: de manera que en este particular ha observa- do en su verdadero puuto de vista el gabinete mejicauo la cuestion de Yucatan, y mejor que el Sr. Quintana, que se po¬ ne a- tributar alabanzas al gobierno del general Santa-Anna, porque no nos ha hostilizado enviando una expedicion al

pais, y que califica de benigna la providencia de mandar una comision. ;Vaya que la benignidad del Sr. Quintana es una benignidad bien candorosa! Es probable que en su

concepto sea tambien benigna la providencia que ha hecho cerrar a- nuestras embarcaciones y frutos los pueitos mejicanos. El unico derecho que puede tener Mejico para sujetarnos por la fuerza es el derecho de conquista; pero esos tiempos por for- tuna no son de este siglo.

(2) Asi califican todos los tiranos y sus adictos las

regeneraciones de los pueblos y sus gloriosos alzamientos en defensa de sus derechos. Para ellos las voces de 6rdtn y tranquilidad solo son aplicables a la servidumbre, y las de disturbios 6 inquietudes a los sacudimientos que alejan la ti- rania. De manera que cl Sr. Quintana al hacer uso de es- tas palabras respecto de Yucatan, no ha hechc mas que lo

que otros muchos que piensan como el, ya sea que explici- tamente manifiesten su oposicion a las ideas liberales y al es- piritu del siglo, 6 que bajo el disfraz de hombres del progre- sp solo tengan el nombre. "'(3) Mai podia el Sr. Quintana Jloo afianzar los verda-

deros intereses de Yucatan, cuando nro los conocia. Prue- ba de esto son los reiterados esfuerzos que hizo, como con- fiesa mas adelante, para que volviese 4 crearse la comandan- cia general del Estado, destino que ha proscrito el voto ge¬ neral de los yucatecos y que sera- siempre de ominoso re- cuerdo en toda la nacion; y sobre todo con ningun fundamento pueden tenerse por sinceros esos deseos que manifiesta el Sr. Quintana, respecto de los intereses de Yucatan, cuando consig- nados stos en los convenios que el mismo ajusto con los comi- sionados del gobierno del Estado, y despues de haber ofrecido apoyarlos para su ratificacion, no solamente no lo cumple, sino que con el objeto, sin duda, de dar un iestimonio pu¬ blico de haber desempeiiado fielmente la agencia que se tie confio, los contraria cuanto le es posible, descubriendo en todo el relato de su exposicion el conato de ponerse bien con el gabinete mejicano, 6 el de parecer habil diplomatico aun con sacrificio de la buena fe con que ostento presentarse en¬ tre nosotros.

(4 Todos los hombres que se atreven a contrariar lps progresqs de la epoca, -no pudiendo enarbolar, por inadmisi- ble de otro modo,'el estandarte de la tirania y del oscuran- tismo, sino pdrfiday dolosamente, se .cubren ,cpn la masca-

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—25— ra de partidarios de la libertad moderada, 6 del justo medio; expresiones que ban sustituido i, las antiguas de esclavitud y despotismo, pero que representan la misma idea. La justa y moderada libertad que el Sr. Quintana queria para Yucatan, era la de uncirnos de nuevo al carro que nos iba conducien- do al abisino mas profundo por el camino del retroceso.

(5) Si hubiera expuesto aqui el Sr. Quintana las millas que anduvo el buque y el rumbo y vientos de aquellos dias, el principio de este parrafo podria suplir al diario de bitaco- ra del piloto de derrota.

(6) La sorpresa del Sr. Quintatia tab' dice' bien cori el talento diplomatico y el olfato politico de que hace alarde, y de que nos ocuparemos mas adelante, notando las contiadic- ciones en que incurre. No debia sorprenderle que para la admision de un parlamentario enemigo se tomasen algunas providencias, que conciliasen con el deseo de hacer posible el arreglo amistoso de las diferencias, la prudente cautela que en estos casos es necesaria para no comprometer la se¬ guridad del Estado, ni debilitar su posicion. Pero el Sr. Quin¬ tana no debio haber hecho mencion de una circunstancia en la cual no hubo obstinacion, como confiesa mas adelante, aunque no quiere apreciar el verdadero motivo de ella, como explicaremos en la nota siguiejite.

(7) Es lastima que el Sr. Quintana Roo, tomando lo bianco por negro y lo negro por bianco, no haya sabido es- timar las cosas en su justo valor. Ni ha debido envanecerse, ni aun admirarse de que se agrupase la gente en el muelle al tiempo de su desembarco, porque este es un suceso comun en Campeche y en todos los puertos en que no hay mucha coucurrencia de buques, siempre que llega alguno; ni tam- poco debio creer infundado el origen de la orden que se le comunico para no desembarcar en Campeche, pues bastan- tes pruebas tenia de la buena fe del gobierno del Estado, y de su deferencia & todo lo que no pudiera producir inconvenien- tes trascendentales.

8 Que el gobierno tuvo fundamento para dar aquella 6r- den, se colige bien de lo que acerca del espiritu publico de los pueblos de Yucatan dice el mismo Sr. Quintana en la exposicion que nos ocupa. Es verdad que sobre este punto se contradice, porque unas veces afirma que el pais estaba de- cidido por la union k Mejico, y otras que todas las masas querian la independencia. • '<• '<

El Sr. Quintana trabaj^ muy deprisa la exposicion al general Santa-Anna, pues faltas de la naturaleza de las que notamos, son imperdonables en documentos de esta especie, porque desvirtiian, anonadan lo que pudiera tener alg«fl viso de verosimilitud.

(9 El Sr. Quintatia habr4 querido decir que el Gober-

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—26— nador le did una satisfaccion verbal, y no el gobierno como> dice, lo cual es una locucion impropia, y mucho mas en bo- ca de un hombre que debe suponerse versado en el estilo y en la propiedad de las voces que se emplean en los negocios de alta politica que se ventilan; pero aun en eso que quiso decir, no hay exactitud precisa y matematica; lo que hizo el Gobernador fu6 darle una explicacion para colocar la verdad en el punto de vista conveniente. El Sr. Quintana debe sa¬ ber que diplomatica y parlamentariamente no es lo mismo una

explicacion que una satisfaccion. (10) Si el Sr. Quintana venia tan dispuesto y al mismo

tiempo tan facultado, comq decia 4 cada paso, para termi- nar su comision en beneficio del Estado, no debio conside- rar indispensable paia desempeiiarla renovar sus antiguas re- laciones: bien pudo presentarse sin este paso preliminar a lle- nar el objeto de su mision. Lo que prueba esta confesion pa- ladina del comisionado de Mejico, es que las instrucciones que traia no eran las que 61 publicaba, dando el caracter de fran- queza y de buena fe ia, esa publicidad, que segun vemos con- firmado por el curso de las negociaciones, el resultado que hasta ahora han tenido, y el espiritu que se nota en la ex¬ posicion que nos ocupa, tenia por objeto adormecer el celo patriotico, bastante exaltado entonces, 4 fin de que no hubie¬ se alarma sobre las verdaderas intenciones del gobierno de Mejico, y no infundiendo sospechas, su representante pudie- se colocarse en la posicion que meditaba para el logro de sus fines.

11 El comandante de armas de Campeche no sola- mente se manejo eomo su fina educacion le persuadia ha- cerlo con un caballero, sino que no se atrevio a desconfiar de las reiteradas protestas que el Sr. Quintana hacia de que su intencion era trabajar en beneficio de Yucatan, para lo cual venia competentemente facultado. Estos ofrecimientos fueron tan piiblicos, y tan repetidos, que apenas hubo perso¬ na en Campeche que no los hubiese oido de su misma bo- ca, y haci6ndolos se desembarco en el muelle; por cier- to que no falto quien cansado de oirle prometer tanto, y 4n- tes de tiempo, dijese en alta voz como el se explicaba: "Har- to sera- que este hombre tan lleno de bondad en lo exterior, no traiga la musica por dentro, 6 el diablo en el cuerpo."

12 Es admirable la prontitud con que el Sr. Quinta¬ na, que tantos alios hacia que faltaba del pais: que necesi- taba estrechar de nuevo los antiguos lazos de amistad: que no tenia como el mismo confiesa) un exacto conociraien- to del Estado de Yucatan, ni de las cuestiones que habiaa ocasionado la ruptura con Mtfjico, se ponga instantaneamen- te al corriente de lo que pasa, y en disposicion de juzgar ya sobre la opinion publica acerca del punto principal que de-

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—27— bia servir de cimiento a sus trabajos, asegurando que la ge- neralidad estaba declarada abiertamente contra la independen¬ cia del Estado; y todo este juicio formado en muy pocos dias, sin haber pasado de la plaza de Campeche, y probable- mente sin haber tenido mas noticias, que las que pudieron darle las personas que le visitaron en aquel punto, que ciertamente no serian de las que opinaban por la indepen¬ dencia absoluta.

Esta especie de ligereza que no puede combinarse con aquel maduro criterio, que debe ser la base de un agente di- plomatico, en las circunstancias en que se encontro el Sr. Quintana, no podia menos de hacerle tropezar de error en error, y de exponerle a las contradicciones que se notan en su citado escrito, que es bien seguro, que si por el hubiese de guiarse el gabinete de Mejico, no hallaria mas luz en la materia, que la que pueden suministrarle los demas conductos comunes y ordinarios.

El Sr. Quintana supone en este parrafo a- Yucatan, segun las expresiones con que lo concluye, desposeido enteramente de la idea de separarse de Mejico: mas bien que entusias- mado por los principios que le habian animado £ desconocer al gobierno de la republica y regirse por si mismo, como enredado en cuestiones puramente personales. Despues de haber asegurado que no habia opinion en favor de la inde¬ pendencia, esta es propiamente la interpretacion que se pue¬ de dar a esas fiases: no era dificil traer las cosas d un punto razonable, siempre que se consiguiese calmar los am¬ nios, inspirar confianza y dar garantias a todos los inte¬ reses.

En el parrafo siguiente veremos al Sr. Quintana incurrien- do a cada palabra en una contiadiccion.

(13.) Aqui tenemos una prueba bien de bulto de la pre- cipitacion con que el Sr. Quintana formo su juicio sobre la opinion publica de Yucatan, no esperando para hacerlo a- sa¬ ber siquiera la sensacion que causaba en la capital del Es¬ tado su arribo a 61, como comisionado del gobierno de M6- jico para tratar de la reincorporacion de la peninsula a- la republica. La sensacion experimentada en Metida al saber- se la llegada del Sr. Quintana, desvanece totalmente su con- cepto de que la generalidad de los habitantes del pais estaba declarada abiertamente contra la independencia. En apoyo de 6sto, citamos al mismo Sr. Quintana en los renglones que aiguen al que nos sugirio la presente nota.

1*.) Esto es absolutamente falso, porque el congreso se hallaba reunido, y el Sr. Quintana lo confiesa luego al ma- nifestar que la camara de diputados habia hecho ya la declara- cjon de independencia; pero no es extrana esta inconsecuen*

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—28— cia en las ideas y noticias que acerca de Yucatan emite el comisionado del gobierno mejicano, porque toda su diploma^ tica exposicion se resiente de las contradicciones de que a- bunda, y de los errores & que no puede menos de conducir semejante modo de dirigir una negociacion de esta espe- cie. Es tan inconexo y esta tan mal enlazado el documen- to citado, que mas bien parece tiabajo de diversas manos, he¬ cho sin la meditacion necesaria, y por el cual no puede lle- garse a ningun resultado, que el fruto de la observacion y de los pasos consiguientes en una comision, al mismo tiempo que tan delicada por su naturaleza, libre de obstaculos para ser desempehada por la buena fe y por la franqueza que le sa- lian i, su encuentro, tanto de parte de las autoridades, como del pueblo, modelo de moralidad y sensatez.

15.) El mismo Sr. Quintana que pocos renglones mas arriba asegura, que en el pais no hay espiritu de indepen¬ dencia, y que todos desean volver a unise con Mejico, es el que dice aqui, que se pedia publicamente en las galerias del congreso, que no se oyese proposicion ninguna del gabinete mejicano.

16. En efecto, ya la c4mara de diputados, obsequiando el parecer de la mayoria de los habitantes del Estado, habia hecho la declaracion de la independencia. Sobre este punto es menester dejar la cuestion bien dilucidada, porque el inte- res de algunas personas desafectas & la causa de Yucatan, que aunque insignificantes por su numero, y desacreditadas por sus precedentes, suspiian siempre (por las ollas de Egipto, no pierde ocasion de alucinar a los ilusos, y sobre todo k los que no viven en el Estado, aun acerca de estas materias tan incontrovertibles para nosotros.

La causa de los independientes de Yucatan no es la ban- dera de un partido que por conseguir su triunfo a- costa del contrario se ha tremolado, como pudo haberlo sido cualquiero otra. Es precisamente el resultado de la experiencia, y el fru- to de la couviccion casi general de los yucatecos. Ninguno de los Estados de la republica desde la emancipacion, y tal yez ningun pueblo del mundo despues de la destruccion del imperial roraano hasta nuestros dias, se ha encontrado en la posicion que Yucatan para calcular con datos palpables ine- quivocos sobre su futuro destine Bajo diversos sistemas po- liticos, y Con diferentes gobernantes, mientras que Yucatan ha constituido parte de la nacion mejicana, su condicion ha si- do siempre adversa; cuando no se ha visto en un retroceso in- creible, ha permanecido eatacionario; pero estacionario despues de haberse colocadd en el siglo 13: atacado en su base el co- merjjio y con el la agricultura del pais por las leyes fisca- les ,que adoptaba la republica, que muy buenas tal vez para el

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—29— resto de ella, eran monstruosas para Yucatan, en vez de ca- minar hacia su prosperidad, iba el Estado labrando & pasos agigantados su ruina; las contribuciones y los pre^tamos que a- cada paso se decretaban, acababan de empobreccr a los pue¬ blos; la tirania de los jefes que dependian del gobierno de Mejico, era un mal fin remedio y aun sin el consuelo de poderse quejar de el; la libertad no existia mas que en el nom- bre, y a las luces de la 6poca no se permitia entrada por nin- guna parte; en fin, en Yucatan se verificaba entonces (pare- ce una paradoja) un imposible politico, subsistir bajo tal de- nominacion 6 gobierno, sin tener ninguno de los elementos necesarios, mejor dicho, destruidos casi totalmente los que cons- tituyen la sociedad.

' ''

Este era el estado de Yucatan con pequeiias alteraciones mientras que estaba sometido a Mejico. En las dos 6pocas en que cansado de sufrir la tirania y haciendose superior & si mismo, hizo un esfuerzo para sacudir el yugo, logrando por su ventajosa posicion geografica, y otras causas favora- bles, quedar segregado de Mejico, como por encanto se vio al pais dar seiiales de vida, y el contento general y la tran- quilidad en toda la peninsula denotar que las fuentes [de la riqueza publica comenzaban a derramar sus copiosos rauda- les, con la particularidad de que en la primera separacion se rigio por un gobierno militar, y en la que felizmente hemos alcanzado por un sistema puramente popular.

Este es somera, pero claramente explicado, el orfgen y fomento del espiritu de independencia que reina entre noso- tros, y que cada dia se ha ido generalizando mas. Los po- cos asustadizos que se encuentran, hallan el obstaculo de que Yucatan no teniendo fuerzas considerables, no podria ser re- <:onocida ni respetada de otras naciones, como si no bastasen para poderlo ser, con la reunion de los demas elementos que tiene para reclamar su nacionalidad, las garantias que dan los extranjeros sus buenas leyes fundamentals, y el caracter del pueblo naturalmente propenso a cumplir con escrupulosidad sus pactos y estipulaciones. Es bien seguro que no solo es- tarian bien garantidos en las promesas, sino que quedarfan convidados 4 comerciar en un pais donde la libertad no es un nombre solo, y donde la civilizacion progresa tan colosalmen- te. |Que' nacion no respeta & un pueblo virtuoso! y rjay de la que fiada en las pocas fuerzas militares se airoja sobre un pueblo que ama sus instituciones por convencimiento!

Yucatan no tiene ejSrcitos ni escuadras: su sistema y su gobierno estan sostenidos por la opinion: no hay mas defen- sores de su libertad que el pueblo. Pueblos de esta natura- leza son los mas dificiles de conquistar.

(17 Estas demostraciones de jubilo eran muy naturales,

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—80— despues que por tantos y diferentes conductos se habia anun- ciado al comisionado de Mejico tan decidido y empenado en obrar en beneficio de Yucatan. Despues del manifiesto 6 ex¬ posicion que nos ocupa, un nuevo recibimiento al mismo Sr. probablemente seria de otra especie, pues la miscara habia rodado.

18 La curiosidad moveria naturalmente a- la brillante juventud que describe el Sr. Quintana, no a buscar en su Sria. el mentor que le seilalase el camino de la gloria, pues na- cida en tiempos de mas adelantos que aquellos en que viera la luz primera el Sr. comisionado, no sc le ocultaba que es¬ te no podia ser el mas aproposito al efecto en aquel mo- mento, sino & conocer por sus tamaiios y facha al enviado del pais enemigo, a- ver si era aparentemente alto 6 bajo, viejo 6 mozo, largo, enjuto y descarnado como D. Quijote de la Mancha, 6 rechoncho y trabado como su escudero San- cho Panza.

'( 19 Poco tiene de diplomatico el lenguage del comi¬ sionado de Me'jico en este parrafo, y aun para poderlo en- tender, sera menester analizarlo palabrapor palabra. Dice que todos correspondlan gozosos d sus afectuosas insinuaciones, esto es, todos los que asegura que salieron k recibirle y a abraza.ie. Por afectuosas insinuaciones, segun se ha ex- presado mas arriba, debe entenderse, persuasion de que de- bian unir su suerte d la de los habitantes de los dtmas Es- tados de la repdblica, de manera que el Sr. Quintana quie- re decir, que los que salieron k esperarle al camino, al oir sus penetrantes palabras, se convencieron de que en la union de Yucatan k Mejico, estribaba su felicidad. Continua de es¬ te modo, ni un solo sintoma se percibid de la antipatla que algunos perversos, en cortisimo numero, se habian apurado d excitar entre aquellos habitantes y sus hermanos de Mejico. Quiere decir el comisionado, que mientias se verificaba su magica persuasion 4 una legua de. la capital, nadie victoreo la independencia, porque de esta maneia debemos traducir la palabra anlipatia de que usa en esta ocasion. Los perversos a que se refiere, son todos los hombres que no piensan co¬ mo el en la cuestion, es decir, los perversos, los malvados, los infames que han tenido la osadia de conocer sus derechos y de quererlos sostener y que no han cedido k las afectuo¬ sas insinuaciones del Sr, Quintana. Son en cortisimo niime- ro, segun se expresa, lo que equivale a decir que son muy despreciables, porque no se le oculto al Sr. comisionado que ese cortisimo niimero, es la mayoria del Estado. En consecuencia, el parrafo que anotamos es una mezcla de folsedades y de insultos, y una prueba mas de que ha- biindose propuesto el Sr. Quintana servir a dos amos, es-

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—31— to es, enganar & su comitente el general Santa-Anna, y 4 los yucatecos, incurre sin poderlo evitar en las contradicciones y moiiatruosidades mas absurdas. Su logica a una legua de las pobiacioues podr4 scr muy persuasiva; pero su diploma- cia en conferencias y en escritos, es una torre de Babel.

(20) Mas arriba dijo el Sr. Quintana que 4 su lle- gada se pidio en las galerias del congreso que no se oyese proposicion alguna de Mejico, y que la camara de diputa- dos habia hecho ya la declaracion de la independencia: no sabemos de donde infena ahoia lo que el llama favorables disposiciones que en su ya conocido idioma es lo mismo que disposiciones 4 sucumbir. Pero ya se ve, esta es una con- tradiccion mas, que poco hace al caso donde hay tantas y tan terribles. Puedc- suceder tambien que asi como le parecio cortisimo cl numero de los perversos, le pareciese esto una oosa en que no debia pararse mucho. Cierto es que segun sus ideas, los que estaban por la no admision del comisio¬ nado, y los diputados que votaron la independencia, son tam¬ bien unos pe.rversos, y siendo perversos, son a sus ojos, po- cos, miserables, invisibles.

21 Ya tenemos al Sr. Quintana desempeiiando otro papel, que viene 4 ser el tercero desde su arribo 4 Yucatan. Al desembarcarse dijo y protesto que venia resuelto 4 otor- gav al Estado cuanto le fuese conveniente, porque era hijo de el; y sus afecciones, y los antiguos Jazos y todas las cir- cunstancias que en el se reunian, le impulsaban 4 trabajar en ese sentido, y que por lo mismo se le dejase ir con libertad por todas partes, no recelando nadie del resultado, pues estaba tan interesado como el primero en sostener los derechos de Yucatan. Despues que consiguio ser admitido con esa libertad, dej6 de hacer el papel de yucateco interesado en su progreso, y se convirtio en emisario catequista del gobierno de Mejico, procurando seducir con sus razonamientos 4 cuantos veia, esforz4ndose porque creyesen que el sumo bien consistia en la union de Yucatan con la republica: en una palabra, de amigo que se habia ostentado al principio, se volvio ene- migo, ponicndo por obra los medios de que podia valerse para introducir la discordia; y por ultimo, vuelve 4 cubrir- se con ei ropaje de comisionado del general Santa-Anna al comenzar las conferencias que se entablaron, dando princi¬ pio por rechazar el decreto de bases que se le presento, 11a- mando 4 cstas inadmisibles. Este triple car4cter, que en po- cos dias desplego el Sr. Quintana, nos le ponen 4 la vis¬ ta unas veces como diplom4tico empenado en aprovechar las ocasiones de servir 4 su amo; otras como el amigo que se ofrecia voluntariamente 4 sostener nuestra causa; y otras no ya como amigo, ni como agent© diplomdtico, si-

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—32— no como promovedor de desavenencias y desacuerdo en la opinion publica, es decir, como revolucionario de infima ca- tegorfa.

22 El Sr. Quintana se jacta de que el gobernador ce- di6 4 la fuerza de sus razones: esto no es mas que una jactan- cia. El gobernador no estaba obligado 4 satisfacer al comi¬ sionado de Mejico sobre las facultades que tenia; y si este pensaba de otro modo jpor que entonces no lo hizo presen¬ ce? jporque no dirigio su reclamacion en forma? Lo que se infiere de aqui evidentemente es la mala fe del Sr. co¬ misionado, 4 quien parece que convenia, como mas adelan¬ te lo indica, dar largas al asunto, alimentar la esperanza, y despues hacer lo que todos hemos visto.

23 Si el comisionado de Mejico fuese mas franco de- bia haber dicho aqui: parecla imposible la ruptura de la ne¬ gotiation, sin dejar escapar la presa, porque el pais esta¬ ba ya resuelto d no ser el juguete de nadie, pues estaba convencido de que no era patrimonio de persona ni gobier¬ no alguno.

24 jQue bondad la del Sr. Quintana! jque" interes por nuestras cosas cuando se pone, como en el momenta de es- cribir este renglon, la mascara de amigo! Mas v6amosle dis- frazado ya con otra, en los conceptos que siguen.

25) Al escribir esto se acordo que era comisionado y fiel servidor del gobierno de Mejico: arrojo la mascarilla con que se cubre de cuando en cuando para parecer otra cosa, y deja manifiesta su buena fe y sus liberales intenciones, con eso de era menester mantener la esperanza, servir de fre- no a los alborotadores, conservar el buen espiritu de los amigos del 6rden fyc. fyc. Si hay quien necesite todavia de otras pincelada3 para conocer al comisionado de Mejico, pe- netrarse bien del objeto de la comision, y vaticinar su re¬ sultado, es menester confesar que es el mas ciego de todos los ciegos.

26 Queda contestado el exponente sobre este particu¬ lar en la nota primera.

27 Tambien nos consta fue" bien contestado el Sr. co¬ misionado sobre estas cosas, que dice que dijo desde la pri¬ mera conferencia, y tanto que por ello se desengan6 de lo que habia pensado, esto es, de que en las conferencias nadie re- plicaria al Sr. Quintana Roo, y que con 'un rato de charla cortesana se concluia la leccion. Pero en cuanto 4 hombre y en cuanto 4 comisionado se engan6 torpemente, y por eso es que segun iba viendo mas claro los acontecimientos pos¬ teriori no le dejaban ya duda alguna, segun repite varias veces en su exposicion, del verdadero estado de las cosas.

28 Aqui falta a la verdad, categ6ricamente hablando, el

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—33— Sr. comisionado y perdonemos su ausencia ): jamas propu- so en las conferencias ni dijo fuera de ellas, que Yucatan conservaria su statu quo hasta la deliberacion del futuro con- greso, ni en esto penso, nos atrevemos 4 apostar, hasta el tiempo de extender su manifiesto 6 luego que noto el vien- to reinante en la corte de Mejico: lo que propuso en las conferencias y dijo fuera de ellas, y repitio hasta el fastidio file", que Yucatan procediese 4 nombrar sus representantes para el consejo del gobierno provisional, asi como sus di- putados para el congreso constituyente: que con estas dos me- didas y solamente con que los comisionados representantes le acompaiiasen 4 su regreso 4 Mejico, el respondia, porque estaba plenamente autorizado, y en los secretos de su gobier¬ no, que los tratados que se llegasen 4 ajustar con Yucatan, serian ratificados al instante por el presidente provisional: que si esto no sucediese el prometia, y protestaba desde en- tonces que seria el primer opositor ai gobierno del general Santa-Anna, y que no descansaria hasta encender una re- volucion que lo derribase. Esto dijo el Sr. Quintana en Me¬ rida de Yucatan, no una, sino varias veces y 4 presencia de diversos sugetos: que lo desmienta su seiioria si pue¬ de, que nosotros estamos prontos 4 probarselo con mas tes- tigos presenciales y fidedignos, que los que requiere la ley. Pero la prueba fehaciente de que mientras el Sr. 'Quintana permanecio en las negociaciones de union, no se acordo de aplazar la cuestion para la deliberacion del futuro congre¬ so, son los mismos tratados que ajusto y firmo en 28 de Diciembre, y cuya ratificacion se cometi6 al presidente pro¬ visional.

Sentimos que el Sr. Quintana haya incurrido en esta fal- ta de vcrdad tan f4cil de probar; pero aun sentimos mas que hubiese faltado 4 sus repetidas y solemnes promesas, que na¬ die le exigio, de cooperar tan eficazmente 4 la aprobacion de los tratados; de suerte que se hace duro de creer, que el au- tor del manifiesto 6 exposicion que nos ocupa, sea el mismo D. Andres Quintana Roo por quien aparece firmado.

29 Los leetores atar4n cabos aqui si pueden al Sr. Quintana Roo: dice que sus esfuerzos vigorosos redoblados sin interruption por un largo espacio de tiempo, encontraron la mas obstinada resistencia en los comisionados de este go¬ bierno; pero al mismo tiempo manifiesta, que esta resistencia u oposicion era debil, nula y ninguna, puesto que los comi¬ sionados no tenian razones para negar la insuficiencia de sus medios, ni para satisfacer 4 las reflexiones del Sf. Quin¬ tana. De suerte que nos quedamos sin saber de cierto, si el Sr. Quintana sudo 6 no sudo en esta parte de las con¬ ferencias, aunque parece que si, si nbs ateneroosa lo deles

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—34— vigorosos esfuerzos redoblados por la resistencia que encon- tr<5; y no leemos lo que sigue despues.

30 Asi como hay generales 4 quienes conviene pere- cer sobre la victoria, para que su lustre no pueda empaiiarse por acciones ulteriorcs, al Sr. Quintana Roo en su particu¬ lar le hubiera sido conveniente romper desde aquella noche las negociaciones; pues de este modo se hubiera librado de tantas palabras, y de tantos ofrecimientos 4 los yucatecos, 4 que ha correspondido con el insigne documento que estamos anotando, para legarlo 4 la posteridad.

31 A pesar de haber hallado la clave del negocio el Sr. Quintana, 6 no lo entendio, 6 no quiso entenderlo. Prue- ba de ello sus contradicciones 4 cada paso mientras estuvo en Yucatan; y sobre todo su posterior conducta al presen- tarse 4 instruir de tan vital asunto al gobierno que le co- misiono para ello.

32 Hizo muy bien el Sr. Quintana en no dirigir re- clamacion alguna, porque hubiera perdido el tiempo; se le hu¬ biera contestado que el no tenia facultad para entrometerse en los actos del gobierno de Yucatan, y por consiguiente que no se estaba en el caso de satisfacerle sobre el particular: que se limitase al objeto de su comision, y se dejase de lo que nada le importaba y en lo que nada podia absolutamente. Por lo demas, el gobierno del Estado obro en el circulo de sus atribuciones en los dos incidentes que califico el Sr. Quin¬ tana de contradictories.

33 La fuerza de los hechos obliga algunas veces al Sr. Quintana 4 decir la verdad. En efecto, las grandes ma- sas de indigenas estaban dispuestas 4 levantarse pidiendo la independencia.

3-1 Como en cada p&rrafo parece otro hombre el que habia, segun lo que se contradice 4 cada paso, nosotros de- bemos racionalmente inferir, no que el Sr. Quintana no sabe lo que dice en ninguno de ellos, sino que no dice lo que siente en los mas.

35 Tampoco se ha equivocado el comisionado de Me'- jico en creer, 6 en decir que la llama de la independencia quedaba pendiente del resultado de la negociacion. Es cier- to, como lo asegura que quedo y aun sigue dispuesta 4 pren- der de nuevo, si los tratados no tienen efecto.

36 ^Y que' saco en limpio el Sr. Quintana con el ex- pediente original que le facilitaron? Sin necesidad de 61 ^no habia oido en las conferencias de boca de los comisionados del gobierno del Estado la esencia de su contenido, aun an¬ tes de que se atreviese su senoria 4 tocar la cuestion? jY cuando calific6 de gran borron para Yucatan la alianza con Tejas, no ee le contesto, y se did por concluido, que el bor-

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—35— ron seria siempre del gobierno de Mejico, que pretendia hos- tilizar 4 Yucatan 4 fuer de conquistador, y que el crimen im- perdonable en los yucatecos seria dejarse invadir y hostilizar sin procurar antes esta 6 cualquiera otra alianza que les fue- se provechosa? j,Los que asi se adelantaron 4 prevenir al comisionado de Mejico, temerian ocultarle la alianza con Te"- jas, que por otro lado era un hecho publico? jA quien otro que al Sr. Quintana por sus miras particulares, 6 4 algun escritorzuelo pagado al intento, pudiera ocurrirsele la peregri- na idea de mirar como un escandalo y como un crimen el procurarse la defensa que es de derecho natural? ^Quo ha- rian el Sr, Quintana y los que en su sentido se han atre- vido 4 escribir, si viendose atacados por una turba de l^pe- ros con pufial en mano, tuviesen al otro lado unos tejanos que les tendiesen una mano protectora? ^Se pondrian 4 exami- nar si e'stos eran de raza anglo-sajona, cristianos 6 protestan- tes? Creemos que no solo 4 los tejanos, sino que al moro Muza se agarrarian.

Pero el Sr. Quintana jamas debio haber consignado en su exposicion el hecho de habersele facilitado el expediente, 6 los tratados secretos originates celebrados entre Tejas y Yucatan. ^Ignoraba por ventura que no escribia solamente para vindicarse con el gobierno provisional de Mejico? Y en este caso jentiende su seiioria el alto compromiso en que ha colocado por su manifiesto al miserable que faltando 4 los mas sagrados deberes de su honor y de su conciencia, os6 pres- tarle tales documentos? Que, jconsideraria dificil en Yuca¬ tan senalar con el dedo al traidor? Si volviase alguna otra vez, aunque no sea probable, el Sr. Quintana 4 ser envia- do diplom4tico, seguramente no obtendria mas semejantes fa- vores por tcmor de otra imprudencia. Hasta para con los espias, soplones y traidores se necesita de politica.

37 Bien se conoce que no fue leon el pintor. El Sr. Quintana hace alarde de haber sostenido fuertemente la disputa, y nada dice acerca de las razones con que por par¬ te de los comisionados del Estado se defendio la causa de Yucatan; pero muy pronto se publicar4 el protocolo que se formo entonces, supuesto que el Sr. Qaintana tomandose una libertad que no tenia, faltando 4 la costumbre establecida en esta clase de negociaciones, y sin atender a otra cosa, que 4 ponerse en buen lugar con el gobierno provisional de Me¬ jico, ha dado 4 luz una parte de aquel documento en su fa- mosa exposicion.

38 Respecto de la alianza con Tejas ya se le ha di- cho al comisionado mas arriba lo que hace al caso.

39 El Sr. Quintana que sin encomendarse & Dios ni al diablo, echa mano del protocolo celebrodo en Yucatan, y

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sustrae de el para publicarlo cuanto le parecio necesario, ft fin de purificarse 4 los ojos del general Santa-Anna; siguien- do su sistema de contradicion, manifiesta en este parrafo que el asunto debia tener el car4cter de un profundo secreto has- ta la conclusion definitiva; pero esto lo hace para indignar- se contra la publicacion del convenio. Es decir que el Sr. Quintana, cambiando los frenos, juzga que es una falta dar publicidad al resultado de un convenio ajustado ya por am- bas partes, y sobre el cual la expectacion era general, la an- siedad inexplicable, y ninguno el inconveniente de satisfa- cer 4 los interesados acerca de lo que podian esperar por fru- to de la negociacion, y no le parece falta, ni aun leve si- quiera, dar 4; la prensa las discusiones que siempre debian ser secretas, porque las razones alegadas por una y otra par¬ te, no eran de interes inmediato del publico, y en el esta¬ do de la negociacion es una precipitacion sin objeto, si no es que se considere como objeto bagtanle la necesidad que tenia el comisionado de quedar suficientemente acrisOT lado ante el gobiemo del general Santa-Anna.

40 El Sr. Quintana no solamente no insistid, pero ni aun siquiera hizo la mas ligera indicacion sobre que no se publicasen los convenios, y la prueba mas convincente de es¬ ta verdad, es que habiendo pedido que los tres articulos adi- cionales permaneciesen secretos, asi se le otorgo y cumplio despues. Por consiguiente el Sr. Quintana falta 4 la verdad en esta especie de inculpacion que quiere haCer 4 las auto- ridades de Yucatan: jamas se acord<5 de pedir el secreto: nin¬ gun esfuerzo se le malogro en esta parte, porque no los hi¬ zo, y en nada le falto el gobierno de Yucatan.

Pero insistiendo sobre la publicacion del convenio cde- brado, debemos aiiadir que en Yucatan no podia dejar de publicarse, porque el sistema verdaderamente popular que nos rige, no permite esos misterios y ocultaciones en cosas que el pueblo tiene derecho 4 saber que" estado tienen, y por que". Que los pasos encubiertos y el extremado sigilo, que el Sr. Quintana hubiera deseado en el asunto, solo son admi- sibles en los gobieraos desp6ticos donde el pueblo no es mas que un rebaiio, que, el pastor puede conducir 4 palos al re- dil: que ese modo de dirigir las altas negociaciones se esti- laba en los antiguos sistemas politicos que tenian por lema la arbitrariedad; pero ya es desconocido en los modernos tiem- pos, excepto en los paises en que por su desgraciada suerte, al paso que se reprueban las monarquias y los monarcas, y 4 la sombra de un sistema republicano, no hay mas que un gobierno puramente militar en su esencia y en sus efec- tos, y on los cuales hasta para reunirse los procuradorea 6 apoderados del pyeb.h>,i necesitan ser convocados al son de

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—37— la caja y de las trompetas b61icas, donde sus acuerdos han de ser garantidos por las lanzas y los cariones, y donde siem¬ pre es menester estar pendientes del non plus ultra, con que el gefe de las fuerzas, y por consiguiente del Estado, pone fin 4 las cuestiones, Eu Yucatan por fortuna no impera mas que la ley que el pueblo se dicto, unico que puede modi- flcarla 6 variarla totalmente, y por consiguiente el pueblo yucateco tiene un incuestionable derechoj 4 iritervenir direc- tamente en todos sus negocios. '- 41 Repetimos lo que ya hemos dicho 'sobre -'rel 'par¬ ticular: .que el Sr. Quintana si pens6 en encargar el secre¬ to, no pas6 de alii, pues basta que vio publicado el conve¬ nio, no se acordo de decir cosa alguna referente 4 la - su- ma importancia de tenerlo todo oculto. Solo la estipulo-opoi- tunamente de los tres articulos adicionales. ~ • / '

42 Esta gratuita suposicion del Sr. Quintana ofende notablemente 4 los habitantes de Merida. • Puede que su se- noria no lo haya conocido asi al tiempo de escribirlo; pe¬ ro esto no disminuye la ofensa que hace 4 sus paisanos. Estos y todos los yucatecos son naturalmeiite afables y hos- pitalarios, y tienen algunos grados mas de civilizacicn que los que se sirve 'concederles el Sr. Quintana. Es falso y falsi- simo que el Sr. comodoro Moore estuviese en la capital mal visto en lo general de sus habitantes. Los que asi informa- ron al Sr. Quintana, sino ha sido peculiarmente suya la in- vencion, no son yucatecos que aman 4 su pais, pues que no tienen inconveniente en colocarlo en la linea de los se- mi-bdrbaros. El comodoro Moore es un caballero de fina educaeion y de atentos modales, y en lo mas minimo ha desmentido su noble comportamiento con los yucatecos. Es¬ tos no tienen odio ni mala voluntad d nadie, y mal pudie- ran desconocer el me'rito y las cualidades personates que adornan al Sr. Moore. Sirva esto de contestacion y desa- gravio al insulto que nos prodiga el Sr. Quintana, querien donos considerar como inciviles.

43 Si el Sr. Quintana se acordara en cada renglon que escribe de lo que ha dejado asentado en los anteriores, veria que nada tenia de extrano aquella inujriosa sospecha. Pero de este vicio adolece principalmente todo el escrito del S*. Quintana: cada p4rrafo es contradictorio de otro, y jamas sej ,acuerda de lo que antes dijo. ^Pues que, no confeso no hace mucho, que sus conatos se dirigian directamente 4 ha- cer cesar el escdndalo de la alianzaeon Tejas? jY no lo ma¬ nifesto asi de palabra alguna vez, y con la nota pidiendo ex- plicaciones? jLuego entoncgs, que Jiay. de extrano en to sqsp«5cha?;; x - 0- >ky a> '••> .EJioo im ohia l J:-'"" /•'-

(-44i) '.Otra prueba-de-kr buena-'fe^y-saruas Inteociones

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—38— del gobierno de Yucatan, y otra mas de la pesima corres-

pondencia del Sr. Quintana que hace merito de esto, que mas bien fiie" una especie de cortesia y miramientos 4 quien no lo meracia, que debilidad, corno quiere dejar traslucir el comisionado.

45 No hay suceso posterior que el Sr. Quintana no

quiera achacar a la publicacion de los tratados. En el que aqui menciona, nada tuvo que ver aquella circunstancia, pues los tejanos que ya sabian que en el Estado se hallaba un comisionado de Mejico, no debian sorprenderse de lo que precisamente debian esperar, esto es, de un convenio fun- dado en estas 6 las otras bases. Nosotros pensamos al contrario, que la publicacion de los tratados, serviria para de- mostrarles que si Yucatan se habia manifestado docil a oir las proposiciones que Mejico le hacia para que se reincorpora- se nuevamente 4 la republica, y se prestaba 4 volver 4 cons- tituir parte de ella, lo hacia sin menoscabo de sus derechos y procurando garantizar sus mas caros intereses, es decir, que si por el convenio Yucatan se obligaba 4 la union, lo verificaba sin sucumbir vergonzosamente.

46 Todo este largo relato en que el Sr. Quintana pin- ta sus trabajos, y menudamente refiere todos los incidentes de su prision, no prueba otra cosa mas, que la buena fe con que el gobierno del Estado comenzaba 4 obsequiar las con- secuencias del ajustado convenio, y manifiesta con evideucia que por parte de Yucatan, acordada ya la union bajo tales bases, se respetaba con religiosidad este pacto; no se mane- jo asi el comisionado de Mejico, que despues de sus pro- te3tas repetidisimas de contribuir al ^xito de la negociacion, y despues de haber asentido 4 lo que fue por fin el conve¬ nio, se le ve en la exposicion y en toda su posterior con- ducta, interesado en eludir lo hecho, y en vez de ser el sos- tenedor de lo tratado, se convierte en refutador de todos los medios, y aun de los mas insignificantes incidentes que ocur- rieron.

47 El Sr. Quintana debio haber correspondido de otra manera al generoso interes que h4cia su persona advirtio en los yucatecos, los cuales le patentizaron, que 4 pesar de sus opiniones pronunciadas abiertamente por el mayor grado de libertad 4 que podfan aspirar, sabian respetar sin embargo 4 los que venfan 4 tratar con ellos, aun cuando procediesen de pais enemigo, y sus propuestas no pudiesen ser en con¬ secuencia analogas al espiritu politico reinante en el pais.

48 Este es el modo con que el Sr. Quintana cum- pho bus promesas de trabajar en apoyo de los tratados; mas noble hubiera sido su porte, si en vez de esos fingidos de- seos que ostentaW aqui de que los convenios se ratificasen,

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—39— nos hubiese dicho con franqueza y claridad, que las miras de 1 gobierno de que era enviado, la autorizacion que traia, y aun sus ideas propias en la cuestion, estaban en eompleto desa- cuerdo con nuestro modo de verla; que no era posible ave- nencia alguna, si no adoptabamos la base 6 condicion preli- minar de someternos enteramente; y cuando hubie'semos vis- to, que en valde demostr4bamos al comisionado de Meji¬ co, que nosotros no debiamos retrogradar ni un ^olo paso: que en el punto en que nos hall4bamos debiamos conservar la conquista de nuestros derechos, y no exponer al Estado 4 las fluctuaciones que anteriormente le habian sumergido en el abismo de la degradacion y de la miseria, hubie'ramos terminado las discusiones sin haber concebido ni alimenta- do esperanza de arreglo alguno, y lejos de tener hoy que hacer cargos tan terribles al Sr. Quintana por los variados y contradictories papeles que hizo en su grave y espinosa comision, tendriamos que confesar que era un agente circuns- pecto y un fiel servidor de su gobierno, aunque jamas pu= di£semos darle el titulo de amigo politico nuestro.

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Page 41: Manifiesto del Sr. Quintana Roo al gobierno provisional de Méjico, sobre su comision á Yucatan, con sus notas correspondientes

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