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MANUEL SORTO, cine, danza, pintura y escritura de un sensuntepecano. Primera entrega.
4 de marzo, 2011
Manuel Sorto es un hijo de la ciudad de Sensuntepeque que ha dedicado su vida al arte. Cuando
vivió en nuestro país hizo varios trabajos cinematográficos, de múltiples formas: como director,
guionista, ingeniero de sonido y editor. Publicó libros de poesía y escribió también en periódicos.
Publicó además una novela. Dio clases en el CENAR. También participó como actor de cine y
teatro. Realizó diseño de escenarios. Expuso sus dibujos y pinturas en la Sala Nacional de
Exposiciones “Salarrué”. Hizo crítica de cine y de teatro. Diseñó portadas e ilustraciones de una
efímera pero famosa revista poética.
Desde hace muchos años vive en el extranjero, en donde continúa haciendo arte. Estas pocas líneas
nos alcanzan sólo para tener un pequeño acercamiento al trabajo artístico de Manuel Sorto, el cual
mostraremos en tres entregas.
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Los miembros de LA ESQUINA DE ÉRIKA Y ÓSCAR le hicimos una entrevista en línea y esto
que sigue fue lo que obtuvimos. Agradecemos sinceramente a Manuel su amabilidad de tomarse el
tiempo para atendernos.
Érika Valencia-Perdomo
Óscar Perdomo León
Érika y Óscar: ¿En qué fecha y en qué lugar naciste?
Manuel Sorto: El 25 de noviembre a las 4 de la tarde. Dicen que llegando estaba
cuando sonó la hora en la iglesia. Mi partera fue la Niña Pilar Rosales.
Nací en la Avenida Cabañas número 6, en la casa contigua a la de don Alejandro
González. Allí sí está enterrado mi ombligo. En realidad. Lo digo después de leer la
entrevista a ÁLVAR CASTILLO.
Érika y Óscar: ¿Dónde viviste tu niñez y adolescencia?
Manuel Sorto: La niñez en Sensunte, ahí hice hasta mi Primer Curso de
Secundaria. Creo que nos fuimos a San Salvado cuando yo tenía entre 12 y 13 años.
Érika y Óscar: ¿En qué otros lugares has vivido y dónde vivís ahora?
Manuel Sorto: Si hablan de países, un año en México, entre el ´71 y el ´72, en
Guatemala en 1973, luego de nuevo en México, de 1980 a 1987, y luego en Francia,
en el País Vasco Francés. Es lo que en Europa se parece más a El Salvador. El
terreno es quebrado. El mar está a 15 minutos y a 40 uno ya está ascendiendo los
Pirineos.
Érika y Óscar: ¿Nos podrías decir el nombre de tus padres y demás familia?
Manuel Sorto: Mi padre es Manuel Antonio Sorto Larreynaga. Mi madre María
Inés Moreno Navarrete. Mi hermana, Ana Cristina Sorto.
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Pero tengo más familia, cuando mi padre se casó con mi madre ya era viudo y tenía
dos hijos de su primer matrimonio. Sus nombres: José Dolores Sorto y María Ester
Sorto.
Pero también de mi padre tenía otros 4 hijos fuera de matrimonio y todos
engendrados antes de su primera boda. Yo solo conozco a 3: Orlando, profesor de
Primaria que vivía o vive en Rojas, camino a Victoria. Beto (no recuerdo si Alberto
o Roberto), talabartero que ya murió, hace tiempo. Samuel, quien es joyero y vive
en San Salvador. La cuarta es una mujer: Gregoria. Yo no la conocí, sólo a sus hijos
(sobrinos míos y que tenían más o menos mi edad e incluso uno que era mayor que
yo, Miguel Pérez). De lo que entiendo. Gregoria es la mayor.
Manuel Antonio Sorto Larreynaga, padre de Manuel Sorto.
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Érika y Óscar: ¿Estás casado? Y si lo estás ¿cómo se llama tu esposa? ¿Tenés
hijos?
Manuel Sorto: Estuve casado. Tengo un hijo: Camilo Sorto-Cazaux, tiene 24 años
y a veces colabora con ContraPunto. Su madre se llama Pantxika Cazaux.
Érika y Óscar: ¿Por qué te fuiste de Sensuntepeque?
Manuel Sorto: Mis padres se separaron cuando yo tenía 10 años. Luego mi
madre decidió trasladarse a San Salvador, a buscar trabajo. O quizás huyendo de
los fantasmas.
María Inés sostiene a Camilo, madre e hijo, respectivamente, de Manuel Sorto.
Érika y Óscar: ¿A qué personas recordás de Sensuntepeque?
Manuel Sorto: A muchas. Sobre todo maestros y amigos, y algunos personajes.
En este blog, MÁS ALLÁ DE LOS 400 CERROS, vi hace poco a la Niña Maurita
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Echeverría (yo la llamé siempre así), ella fue mi maestra de Geografía en
Secundaria; maestra excelente, no permitía ninguna indisciplina. Entre los
maestros recuerdo sobre todo a Don Marco Tulio Orellana. Él es mi formador. Él
fue quien remarcó y me alentó a desarrollar mis “talentos”. El teatro, y sobre todo,
el dibujo. Me ponía a dibujar en la pizarra, copiando de los libros, por ejemplo: el
esqueleto, el sistema digestivo, los músculos, los próceres para las fiestas patrias,
etc. De paso, para Semana Santa me ganaba un dinerito haciendo alfombras con sal
de colores, a pedido, con sal de colores. Si tenías alfombra enfrente de la casa, eso
obligaba a la figura o figuras cargadas a posarse sobre la alfombra de tu casa
durante algunos momentos. Don Marco Tulio Orellana fue mi maestro en Cuarto y
Sexto Grado, primero en la Escuela Fermín Velasco y luego en la Sotero Laínez. En
la Fermín Velasco para una “velada” me permitió hacer mis primeros pininos en el
“teatro”. Me inventé “un número”, en el que yo hacía a la vez el dentista y el
paciente. Yo escribí los diálogos y realicé “la utilería”: una muela enorme con sus
raíces construído con “papier mâche”. Perece que gustó mucho. De Don Marco
Tulio recuerdo su humanismo, su sentido y conocimiento de la historia, sus pláticas
sobre la injusticia, su espíritu crítico y sano. Uno de los hombres más honorables
que haya dado Sensuntepeque. Murió, según supe, de las consecuencias de los
golpes (¿torturas?) después que fue capturado para la huelgas de ANDES de los
años ´70s. Tuve buenos profesores, en Historia y Literatura a Mercedes Cañas, era
excelente. Al “Ticher” Fernández, con quien fabriqué mi primer “proyector de
cine”: una caja de cartón, un foco y un par de lentes. Recuerdo a Trinidad Velasco.
Otro maestro importante y de prestigio en Sensuntepeque, pero de quien nunca fui
alumno fue Don Chepe Castillo, tío de Alvar. También yo la gozaba mucho con el
Profesor Miranda, que daba ingés, francés, y entrenaba los equipos de fut. Luego
están los amigos, Arturo Espínola, Arturo Aguilar, Mario Cromeyer, Gladys Padilla
y Alfredo Saravia, Nito López… Carlos Simó… Mario Amaya, Gladis Morales,
Marlene Velasco, Jorge López, Selvy Ponce, Ana Delmy Amaya, que escribe
poesía… Lita y Silvia Anaya… René Chacón… Adrián Velasco, Luis Hernández…
Para la platicada, los mejores eran Arturo Espínola (Catuyo), e Israel Saravia. Para
estudiar, Ángel Chávez, que ya murió. La lista puede ser larga, porque además
están los primos, como Gandolfo y Abdón Sorto, Armando Moreno y los tíos y los
que vivieron en Sensunte sin haber nacido ahí… Miguel Mayorga y El Pachuco de
San Isidro, Daniel Aguilar de San Miguel, Mariano Munguía Payés, Juan Pineda de
Berlín, Fermín Azmitia… Recuerdo también a personajes magníficos como
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Zangolote, Tarzán, El Loco Tincho, Matute Pintor… Jerónimo Canales, el
sorbetero… Me llevaría mucho tiempo hablar o describir a todos estos personajes…
María Inés Moreno Navarrete, madre de Manuel Sorto.
Érika y Óscar: ¿Mantenés contacto con personas de “Sensunte”?
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Manuel Sorto: Cuando voy a El Salvador a quien casi siempre veo es a Israel
Saravia, quien tiene una tienda en el Mercado de Artesanías, en San Salvador. La
última vez solo pudimos hablarnos por teléfono, pero mi hijo fue a verlo… Me
gustaría poder volver a ver a Arturo Espínola, conversar con él era maravilloso, a
veces lo hacíamos bien entrada la madrugada.
Érika y Óscar: Hablanos un poco de tu obra cinematográfica.
Manuel Sorto: Es difícil ser juez y parte. Se hizo lo que se pudo, la guerra se nos
vino encima y todo fue más difícil y casi imposible… La obra cinematográfica es
poca, pero le dio un lugar a El Salvador en la Historia del Cine, que antes no tenía.
Acumuló premios importantes por todo el planeta…
Érika y Óscar: ¿Vivís del cine?
Manuel Sorto: No exactamente. Es que la pregunta de ustedes es complicada. He
vivido de varias cosas. Hasta el 87 en México si viví del cine. Como técnico sobre
todo, Editor o Ingeniero de Sonido, pero también como Asistente de Dirección o
Coordinando Producción. Aquí en Francia, muy poco. Ya hace 4 años, Costa Gavras
denunciaba que entre el 60 y el 70 % de técnicos y artistas del cine francés estaban
desempleados… ya antes de la crísis tan famosa en la que estamos. En verdad
nunca pretendí vivir del cine ni de nada. Son oficios o profesiones que me han
encontrado en su camino y yo en el mío. Alguien me vio y pensó que yo podía hacer
teatro. Luego alguien me vio actuar y creyó que yo podía ser profesor de teatro.
Alguien me vio y creyó que yo podía trabajar en cine. Alguien leyó unos poemas
míos y los publicó. Y así. Yo nos andaba buscando, pero esas gentes de alguna
manera definieron mis caminos en las diversas artes. Mi primer trabajo que me
permitió un salario fijo fue como profesor de teatro en 1970. No fue sino hasta 1976
y que me quedé sin trabajo, que acepté una oferta como Asistente de Editor en una
productora de “spots” comerciales para la televisión. Yo detestaba (y detesto) la
publicidad, pero ya debía dos meses de casa. Los últimos 10 años aquí, he vivido
sobre todo, por increíble que parezca, del trabajo con una Compañía de Danza.
Experiencia que en El Salvador solo la había visto de lejos.
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Arriba: Víctor Moreno. Abajo: María Santos Navarrete. Ambos abuelos maternos de Manuel Sorto.
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Érika y Óscar: ¿Cómo se llama la compañía de danza en donde trabajás. ¿Qué
hacés exactamente ahí, en esa compañía, cuál es tu rol?
Manuel Sorto: La compañía se llama Androphyne. ¿Y qué es lo que hago?
Bueno, se inventaron para mí la función de Meteur en Réflexion. No hago nada
preciso y tengo libertad para opinar sobre todo. O sea, yo acompaño todo el trabajo
de montaje (el último duró tres meses), los hago reflexionar sobre todo lo que
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hacen a medida que la pieza se va creando y va agarrando forma: la coreografía, los
textos, el video, los decorados, el vestuario, la iluminación. Su último montaje
incluía todo ello: teatro, música en vivo, danza, artes marciales, video, e incluso se
transmitía en directo usando cámaras miniatura que portaban los bailarines y
actores o que estaban ubicadas, por ejemplo, en los camerinos o en una guitarra y
las señales eran enviadas por monitores que eran desplazados sobre escena. Los
Coreógrafos de Androphyne (son una pareja) no quieren que haya Puesta en
escena; le apuestan más a la obra colectiva. Lo mismo habíamos buscado con el
teatro en El Salvador, con Maíz, grupo de Investigación Expresiva. Por eso lo de
que Androphyne creara el concepto de Mise en Réflexion para definir mi “status”,
mi rol. Es un término que no existe en el mundo de la danza.
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MANUEL SORTO: “MI PADRE ME QUERÍA MILITAR Y ABOGADO”. Continuación de la entrevista. Segunda entrega.
11 de marzo, 2011
Manuel Sorto.
Foto: Cristina Zaldua. Le Journal du Pays Basque.
Érika y Óscar: Leímos un artículo tuyo en ContraPunto, La Historia de un
Huérfano [El cine salvadoreño], sobre tu experiencia al ver a Alejandro Cotto
filmando una película en Sensuntepeque. ¿Qué nos podés contar sobre eso?
Manuel Sorto: Lo único que puedo contar lo escribí en uno de esos textos. Ahí
están mis recuerdos de cómo se pasó. Por supuesto que nunca me imaginé, que
luego, ya adulto, conocería a Alejandro y que llegaríamos a ser amigos. Allá por
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1978 o 79, me llamó para trabajar con él en unos cortos sobre El Salvador que
financió una cerveza salvadoreña y que produjo una agencia de publicidad. Ahí
nació una amistad que luego nos serviría mucho para realizar la película
de Guillermo Escalón sobre Alejandro en 1991. Hasta hoy somos buenos amigos.
Alejandro Cotto (cineasta salvadoreño) y Manuel Sorto. Fotografía tomada por Guillermo
Escalón.
Yo tuve la suerte de asistir al rodaje de una de las secuencias de El Rostro: la del
combate en el tiangue de Sensuntepeque (lugar de los innumerables cerros,
siguiendo el sentido del nahuat de Pedro Geoffroy Rivas). Yo era un niño y cinéfilo
a morir (me lograba meter en el Cine Cabañas hasta a las no aptas para menores,
aunque mis primeras películas las vi al aire libre en un patio de la farmacia de Don
Federico Chacón y donde cada quien llevaba su silla) y hasta había contruído mi
“proyector” con una caja de cartón y proyectaba en el zaguán de la casa e intenté
cobrar a centavo la entrada.
***
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Alguien pasó gritando por la puerta que en el tiangue el Loco Tincho estaba
haciendo una película. El Loco Tincho era uno de los personajes más populares de
Sensunte, como Zangolote o Tarzán, y yo salí corriendo, pero no para ver al Loco
Tincho sino que para ver como se hacía la película. Al llegar al tiangue pude
contemplar el rodaje. Para el niño que era en 1959, fue impresionante. Como había
una multitud (pleno día de mercado caballar y vacuno) no recuerdo como hice para
ver, pero debí haberme encaramado en un palo o en un caballo para poder observar
la imágen que retengo: en el centro de un círculo de mirones, el Loco tincho se
batía con alguien a cuchillo o guarisama entre la polvareda levantada por los
movimientos de ambos contendientes. Cuando yo me centré sobre el Loco Tincho,
este sudaba y se defendía o atacaba con mirada de todo por la muerte o todo por la
vida. A la derecha vi un aparato que me pareció enorme y uno o dos o tres señores
detrás o al lado de la cámara. Uno de ellos, Alejandro me imagino, hacía gestos,
indicándole al Tincho con sus ademanes lo que Tincho debía representar.
Con El Rostro, el cine documental salvadoreño por primera vez participa en un
festival internacional de cine, en el de Berlín (RFA). Cierto que no obtiene ningún
premio aparte del ser seleccionado, pero como se reza en los juegos olímpicos “lo
importante no es ganar sino competir”. Y al menos El Salvador, por primera
vez, había tenido con qué participar.
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Ex esposa de Manuel Sorto: Pantxika Cazaux, a quien UCA editores le publicó a principios de los noventas su
novela Ojo de Venado.
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Con Pantxika Cazaux, cuando Manuel Sorto fue jurado en el Festival de Bilbao. Foto: Diario EGIN.
“Esta foto de mi mamá es una de mis preferidas. Está discutiendo con el Poeta Alfonso
Kijadurías y su esposa en su casa, en Cuernavaca, México, 1986.”
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Érika y Óscar: En Cine Apolo, programa que pasan en el Canal 10 de televisión,
vimos unos de tus primeros trabajos cinematográficos. ¿Qué cosas recordás de la
esa película? ¿Adónde podemos ver tus películas?
Manuel Sorto: Te refieres a La Zona Intertidal. La única película de ficción
que realizamos Guillermo Escalón y yo. Fue producida por El Taller de los Vagos.
El tema es el asesinato político. El asesinato de un profesor, como tantos que
fueron asesinados a fines de los setentas por los escuadrones de la muerte. Lo
importante era lograr filmarla sin que hubiera problemas, ya que teníamos que
viajar con el equipo hasta la playa.
Érika y Óscar: Manuel, en 1982, en la ponencia impartida por Paul Leduc sobre
Dramaturgia y autocrítica, en el Seminario de Cine Latinoamericano y Dramaturgia
del IV Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, él se refiere a vos, a
Escalón y a Cero a la Izquierda, en términos muy elogiosos, y lo citamos de manera
textual:
“(…) La vocación del NCL ha sido (o querido ser) la de un cine no individualista,
un cine de expresión social, un cine de comunicación popular, un cine de equipo.
Esto se ha dicho (y se ha intentado) muchas veces. Y sin embargo en muy pocos
casos ha logrado realmente insertarse en lo popular. Sanjinés en Bolivia y Cero a la
Izquierda en El Salvador, aparecen como las excepciones que confirman la regla, y
no en balde: el movimiento obrero boliviano y el pueblo armado en El Salvador los
sustentan. (…)
“(…) la Zona Intertidal (…) Sorto y Escalón con enorme inteligencia y visión
cinematográfica inventan una narrativa en la que la película puede existir en
condiciones de guerra. Inventan una narrativa que permite a un equipo de 2,
dirigir, actuar, fotografiar, y editar la película. Inventan una narrativa a partir de
imágenes neutras y sin diálogo, que pueden ser procesadas en cualquier
laboratorio, así esté militarizado, sin sospecha alguna de lo que se trama. Inventan
incluso, cabe decir, una cinematografía nacional a partir de lo que la condiciona. De
las condiciones en las que y por las que nace. (…)”
¿Qué anécdotas recordás de esa película en particular?
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Manuel Sorto: Anécdotas hay algunas. Para filmarla sin problemas, dibujé un
falso “story board” publicitario para Tick-Tack o el whisky Duncan, no recuerdo,
cuya fábrica era de la familia de Guillermo Escalón, el co-realizador y camarógrafo.
Así evitamos problemas en los retenes en la ida a la playa. Se filmó en la playa de
La Leona, porque era una playa pequeña, arrinconada y poco visitada. Esa película
está llena de pequeñas cosas. A nivel técnico, por ejemplo, para lograr la unidad en
los azules, Guillermo eliminó el filtro 85. Lo más difícil a filmar fue la escena del
encuentro y el “diálogo” entre el “caracolito” con el Profesor. Sobre todo la toma
donde el “ermitaño” (así creo que llaman a esos “caracoles”, porque cambian de
“casa”, de concha, a medida que crecen) se da vuelta y regresa para ver de nuevo al
Profesor. A Lynn, mi compañera de la época, se le ocurrió, desde fuera de cámara,
golpear la maleta de aluminio de la cámara mientras el ermitaño pasaba enfrente
de mi rostro. Ya con esa estratagema no costó mucho, dos o tres tomas. Pero esa
película también tiene anécdotas de otro tipo, como por ejemplo, que la camioneta
Cherokee que se utilizó, y que era el vehículo “clásico” que utilizaban los
Escuadrones de la Muerte, nos la consiguió Armando Herrera, mi editor y Director
de la Editorial Universitaria (y que murió el año pasado) era una camioneta de la
Rectoría de la Universidad Nacional. Luego, quien la maneja, aunque no se ve, es
Baltazar Polío, el realizador de Topiltzin.
¿Y sobre dónde verlas en El Salvador?
Pues seguimos sin una Cinemateca. Sé que el MUPI tiene tres de ellas
numeradas:Morazán, Los Primeros Frutos (La Decisión de Vencer) y La
Zona Intertidal. Fueron ellos los que le proporcionaron la copia de La Zona
Intertidal a Jorge Dalton para Cine Apolo. Podés hablarle a Tania Preza o a
Santiago. En otros países están en varias Cinematecas.
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Arriba: portada del libro que se editó con las notas de Manuel Sorto que incluye poemas y prosa que “cuenta las
aventuras prohibidas y no públicas del montaje de El espectáculo donde usted es el héroe de la Compañía de
Danza Androphyne”. Abajo: contraportada del mismo libro.
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De izq. a derecha: Carlos José Peraza Sorto (hijo de la hermana de Manuel y de Carlos Peraza, de la Fiebre
Amarilla), ÁLVAR CASTILLO (músico sensuntepecano) y Manuel Sorto. Fotografía tomada
por Camilo Sorto-Cazaux.
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Israel Saravia y Manuel Sorto. Foto: Veronique Martin.
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De izq. a derecha. Atrás: Claudia Alwood y Olga Salarrué. Adelante: Verónica Vides y Manuel Sorto. Foto de
Ricardo Humano.
Érika y Óscar: ¿Cómo ves a El Salvador social y políticamente?
Manuel Sorto: Paloma esta pregunta. Se necesita mucho tiempo para ello y no lo
tengo. Lo importante es que al fin, por lo menos se haya logrado la Alternancia
Política. Casi 20 años después de una guerra civil y casi 80 después de un genocidio
como el de 1932. Nunca hubo Alternancia Política en toda la Historia de la
República. Y no hubo el estallido de violencia que la derecha profetizaba se daría en
caso de que ganara el FMLN y la izquierda. Eso ya es bastante. Cuidemos la
libertad política que tenemos y desde ahí colaboremos, activa y críticamente, de
forma positiva para lograr superar la miseria de siglos. “Todos los nunca se llegan”,
decía Fabio Castillo: se lo escuché en un mitín precisamente en Sensunte cuando yo
estaba cipote y desde entonces se me quedó grabado en la memoria. Vamos a ver al
final de este mandato hasta donde los logros del presente gobierno. De todas
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maneras, la alternancia política es el primer paso hacia una democratización del
país.
Érika y Óscar: ¿Qué dificultades presenta el hacer cine en El Salvador?
Manuel Sorto: Todas.
RETRATO DE FAMILIA. De izq. a derecha. Entre paréstesis aparece la familiaridad con Manuel
Sorto. De pie: María Inés Moreno Navarrete (madre), Manuel Sorto, Camilo Sorto-Cazaux
(hijo) y Carlos José Peraza Sorto (sobrino). Sentadas: Ana Cristina Sorto (hermana) y Carla
Peraza Sorto (sobrina). Fotografía tomada por Carlos Mata Gavidia.
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Camilo Sorto-Cazaux junto a su padre, Manuel Sorto.
Érika y Óscar: ¿Has visto las películas salvadoreñas “Uno, la historia de un gol”,
“Sobreviviendo Guazapa” y “Cinema Libertad”? ¿Qué pensás de ellas?
Manuel Sorto: No he visto ninguna.
Mi hijo vio Cinema Libertad en Toronto y dice que está bien. Es más, creo que dijo
que “muy bien”. Y sobre cine, sabe de lo que habla.
Érika y Óscar: Tres cosas buenas y tres cosas malas de Sensuntepeque.
Manuel Sorto:Ese es el tipo de pregunta que no me gustan. Y puedo hablar de
Sensuntepeque de hace 50 o 40 años. El de ahora, lo desconozco. Pero veamos.
Su clima era bueno, fresco en relación a San Salvador. No sé si sigue siéndolo.
Me encantaban sus calles, sobre todo cuando eran empedradas: o siempre subís o
siempre bajás.
Al menos en mi niñez y juventud, Sensuntepeque tenía misterio. En la noche,
caminar cuando no había nadie, era caminar el misterio.
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La carreta chillona… el cura sin cabeza…
Si no han subido al Cerro Grande, se los recomiendo. Ahí estuvo la ciudad en la
época precolombina. Otro lugar donde me gustaba pasar las tardes era el Parque
Cabañas. No sé cómo se mantiene… el camino de colores que lo circunda, creo que
arcilla de colores y su cueva que atraviesa el cerro. Tronalagua, Guacotecti… La
cosas malas, prefiero no recordarlas.
Érika y Óscar: ¿Cuándo fue la última vez que viniste a Sensuntepeque y a El
Salvador?
Manuel Sorto:Poco después de finalizada la guerra, en 1993. Ya para entonces
estaban tirando la casa donde nací. Me dijeron que la había comprado la Niña
Mercedes Cañas, la que fue mi profesora de Literatura. No pude entrar ya que ella
no estaba. Yo andaba con mi hijo, e ibamos para que conociera a mi padre. Fuimos
con Joaquín Dominguez Parada, que en un tiempo había trabajado en Sensunte.
Tomé una fotos cuyo rollo sin revelar se perdió en el aeropuerto de Nueva York.
En El Salvador estuve por última vez hace poco, a fines del 2009, desde mediados
de noviembre hasta mediados de febrero del 2010. También estuvo Camilo.
Érika y Óscar: ¿Comida favorita?
Manuel Sorto: Las pupusas.
Érika y Óscar: ¿Qué último libro has leído? ¿Quiénes son tus tres escritores
favoritos?
Érika y Óscar: Tres salvadoreños que vos admirés y por qué.
Manuel Sorto: Y vuelven las tres cosas… En primer lugar a mi madre y a mi
padre. A mi madre por su coraje y por aguantar a todos mis amigos. A mi padre
por su capacidad de que, siendo de un orígen campesino, pudo enfrentarse a las
ciudades sin quebrarse, aunque casi nunca vivió en San Salvador. También por el
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respeto que siempre tuvo para mis actividades “artísticas”, aunque no estuviera de
acuerdo. Imagínense que me quería militar y abogado.
A Roque Dalton, por toda su vida y obra, incluídas sus parrandas. A Salarrué,
por su generosidad y sobre todo por su humildad. Uno se le podía acercar con gran
tranquilidad. A Claudia Lars por su sabiduría, su honestidad. No tenía pelos en la
lengua. Recuerdo que allá por 1971, asesinaron a un sobrino de ella en la carretera
Panamericana. Ella declaró a la prensa que esperaba que el gobierno no dijera esa
vez que ese también había sido un asesinato de la izquierda. A Roque no lo conocí;
conozco a su familia, Juan José, Jorge, Aída. Incluso conocí a su madre y a Roque
hijo, el hijo mayor que murió combatiendo en la guerra. A Apolinario Serrano,
el dirigente campesino de FECCAS, asesinado en 1979. A Enrique Álvarez
Córdova, el millonario asesinado, creo que en 1980 y que fue el primer presidente
del FDR. Con excepción de Dalton, a todos pude conocerlos.
Miguel Mármol es otro tipo increíble.
Érika y Óscar: ¿Qué música escuchás?
Manuel Sorto: Me da casi igual, siempre que no estorbe o me dañe los oídos. Y
depende también del momento. No importa la época ni el género. Solo soy exigente
cuando contiene palabras. Tengo muchos amigos músicos, y entre los artistas son
de los con que mejor me entiendo. Para bailar prefiero la Salsa. Detesto la Cumbia,
por ejemplo. Y me encanta el silencio. La música es como las palabras: si lo que
hablamos o tocamos no es mejor que el silencio, pues más vale no hacer ruido. Y a
veces prefiero el silencio.
Érika y Óscar: ¿Cerveza o vino?
Manuel Sorto: Vino para comer y cerveza para pasar el rato. Pero eso del comer
con vino comenzó en México. En El Salvador no tenemos una cultura del vino. Aquí
en Francia forma parte de la identidad, estás obligado a aprender a conocerlos.
Érika y Óscar: ¿No extrañás el mango verde con alguashte y el atol shuco?
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Manuel Sorto: Claro que sí. Y los frijoles monos que ya ni hay. Y la yuca con
pepescas (que también parece que ya no hay, pepesquitas) y todo lo del maíz. Y
hasta el maicillo: los alborotos por ejemplo.
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Manuel Sorto y Claudia Lars, en 1971. Fotografía tomada por R.
Monterrosa.
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Espectáculo de Androphyne : Pierre-Johann Suc y Magalí Pobel,
danzan sobre el agua. Foto: Guy Delahaye.
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Androphyne: Eddy Crampes y Jean Michel Noêl, de El espectáculo donde usted es el héroe. Foto: Guy Delahaye.
31
Androphyne: Eric Bernard, de El espectáculo donde usted es el héroe. Foto: Guy Delahaye.
http://www.androphyne.com/
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Manuel Sorto maquillándose para la presentación de la obra de teatro ”El retablo del flautista” de Jordi Teixidor,
con el grupo GARA y su Pipa de Agua, en Guatemala, en el año de 1973. Fotografía tomada por Guillermo Escalón.
Érika y Óscar: Sabemos que en 1968 Ana Rosa Ochoa, exiliada hondureña,
antigua secretaria de Alberto Masferrer y propietaria de la Librería Claridad te
propuso para interpretar Clov en Final de Partida de Samuel Becketh al director del
Grupo Escena Futura, José Luis Valle. ¿Qué recordás de esa experiencia?
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Manuel Sorto: Por una cosa es quizás la experiencia más importante de mi vida:
esa propuesta de la Niña Rosita definiría el curso de toda mi existencia. Ello me
llevó a penetrar y habitar en este zoológico que es el universo del arte y las letras.
Yo estudiaba mi último año de bachillerato en el colegio Salvadoreño Alemán y
durante las vacaciones trabajaba con mi padre en los buses y me ganaba un
dinerito con lo que me compraba libros en su librería. Yo puedo pasarme de la
música pero no de la lectura. Un día me dijo: fíjese que tengo un amigo que está
montando una pieza de teatro y creo que usted es el actor que anda buscando para
un personaje. ¿A usted no le gusta el teatro? ¿No le interesaría? La Niña Rosita
tenía los ojos azul celeste y ya llenos de cataratas, y a pesar de su edad, debía andar
por los 80, su piel era rosadita y suave, como la de un recién nacido. Sucede con
algunas personas. Por ella supe que el programa del presidente Araujo en 1931 para
su gobierno era El mínimum Vital de Masferrer. Eso me aclaró el porqué del golpe
de estado de Martínez y el genocidio en 1932. Don Alberto no se murió de viejo ni
de ninguna enfermedad, me dijo un día: se murió de pura tristeza, por la matanza,
solo, allá en Honduras. Luego pude escuchar o leer de alguien ese mismo
comentario. La muerte de tristeza de Alberto Masferrer. Con la Niña Rosita
comenzó mi educación literaria nacional contemporánea, por ejemplo yo había
leído a Alfredo Espino, A Napoleón Rodríguez Ruiz, a Salarrué, a Claudia Lars… los
clásicos, digamos, pero muy poco de los contemporáneos, por ejemplo a Roque
Dalton, a Álvaro Menen Desleal, a Cea, Argueta, o Quijada, a Geoffroy Rivas, a
Escobar Velado. Y fueron autores que encontré en su librería. Aunque ese
desconocimiento creo que no era solo un problema mío. Con ella comenzó también
de alguna manera mi educación política, con el esclarecimiento o cierta explicación
del porqué de algunos de los hechos que componen nuestra historia. Y con su
propuesta de actuar en una pieza de teatro iba a comenzar mi educación artística y
penetrar en un mundo que solo conocía por lecturas. Hasta entonces yo conocía
sobre todo a los autores clásicos griegos, los que conocía por la Niña Mercedes
Cañas en Sensunte. Por otra parte, en una pequeña biblioteca que se creó en
Sensunte con libros viejos, conocí a algunos franceses como Balzac, Dumas, Zola, el
Rojo y Negro de Sthendal, algo de Salgari… Me quemaba las pestañas bajo un
foquito de 25 watts en esa biblioteca. Esa biblioteca me ayudó mucho. Luego, más a
fondo, un poco de todo con Don Alfredo Betancourt, a quien tuve la suerte que
fuera mi profesor en el Salvadoreño Alemán, quien por esos días me había invitado
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y llevado a una reunión del Ateneo de El Salvador, donde él era un miembro muy
importante, y eso a pesar que una vez me puso cero por ofrecer libros del
colombiano Vargas Vila para una biblioteca del colegio que quería fundar. Luego,
haciendo memoria, es como si todo se conjurara en ese año del 68, para llevarme a
tomar el camino o los caminos que tomé. Bueno, yo le dije que me gustaba el
teatro, pero que solo había “actuado” en veladas y clausuras de la escuela allá en
Sensunte, y que nunca había visto una pieza de teatro. ¿Pero le interesaría? me
repitió. Y le dije que sí, que podíamos probar. Yo hasta entonces no sabía lo que iba
a hacer con mi vida después del bachillerato y mi padre dejaba caer de vez en
cuando que entrara a la Universidad y estudiara derecho, ya que no había querido
probar en la Escuela Militar después del Plan Básico. Porque mi padre me había
dicho una vez algo como así: Miré, primero, después del Tercer Curso entra a la
Escuela Militar y después, estudia Derecho. Con eso se tienen las dos armas para
poder llegar hasta Presidente: los militares tienen las armas pero necesitan las
leyes y los abogados controlan las leyes, pero no tienen las armas. El razonamiento
de mi padre a principios de los sesentas no carecía completamente de sentido, tenía
su lógica desde 1932. El problema era que a mí no me gustaban los uniformes ni las
marchas ni los himnos, ni los códigos penales civiles, militares o religiosos. Y
tampoco me gustaban los presidentes, desde que había nacido eran militares. Y así
duró hasta 1979. Terrible, y patético. Como los capataces en la haciendas. Total que
la Niña Rosita arregló una reunión con José Luis Valle para que me conociera. La
cita fue por la mañana en los locales de la antigua Escuela de Artes Plásticas, creo
que así se llamaba, en el mismo edificio donde estaba el Ateneo y adonde me había
llevado don Alfredo Betancourt. José Luis era un hombre joven, flaco y alto, de
traje pero sin corbata. Me dijo que me haría una prueba y que haríamos una
improvisación. Y planteó los elementos. Estamos en Estados Unidos, me dijo. Yo
soy el dueño de una tienda donde no se admiten ni perros ni negros. Usted viene a
hacer una compra, y usted es negro. Y comenzamos. No recuerdo cuanto duró la
improvisación. Una discusión acalorada y de todos los tonos y en la que me divertí
tanto y me sentí tan bien como solo me había sentido en la clausura de la escuela
Fermín Velasco con mi número del dentista. Creo que cuando José Luis ordenó
parar fue porque ya no aguantaba la risa. Estaba contento. Todo había sido
coherente y me dijo que yo había defendido hasta el final mi personaje. Yo, sobre
todo, me había divertido. José Luis había encontrado el actor para su pieza y yo
había encontrado una llave importante: el placer de eso que llaman arte: el placer
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que se obtiene cuando uno siente que eso se ha sucedido. José Luis me entregó el
libreto y me pidió que lo leyera tranquilo y nos dimos una nueva cita. Se trataba de
Final de Partida, nada menos que de Samuel Beckett, esa bestia del teatro
contemporáneo, clasificado como teatro del absurdo. Beckett todavía no era Premio
Nobel y yo nunca había lo había oído mencionar. Yo era apenas un recién bajado de
Sensunte y sin ninguna orientación de lectura que no fueran las que establecían los
programas escolares. Y de la época, se pueden imaginar. Yo leí la pieza. Y no
entendí nada. Nada que ver con las cosas “clásicas” que yo había leído. Habían dos
personajes centrales: uno, ciego y en una silla de ruedas, Hamm, y otro, Clov, que
se desplazaba con dificultad y parecía tener ladillas porque se rascaba
constantemente las ingles y en un momento se bajaba el pantalón y se rociaba un
producto. Clov hacía lo que le pedía Hamm. Yo no sabía que en alemán Hamm
significa martillo, y Clov, clavo. José Luis me lo dijo en la siguiente reunión, que ya
fue “ensayo”. Con lo del martillo y el clavo todo se volvió más claro. También había
sobre la escena dos tachos de basura en donde estaban otros dos personajes que
asomaban las cabezas de vez en cuando para hablar y que adiviné eran los padres
de Hamm y que parecían morir en un momento dado, ya que no volvían a asomar
sus cabezas. Aparte de eso, no entendí absolutamente nada. Cuando nos reunimos
de nuevo, avergonzado, le dije bien claro a José Luis que no entendía mayor cosa.
José Luis sonrió. Es normal, me dijo.
Mucho después de terminadas las presentaciones, recuerdo que un día en la
Avenida España, me crucé con alguien que desde la acera de enfrente me gritó:
¡Hey! ¿Y qué, ya te curaste de las ladillas?
Con Final de Partida arrancó todo. Ahí me vio actuar Norman Douglas, actor
fetiche de Edmundo Barbero en el Teatro Universitario, que cuando decidió
lanzarse como director, me llamó para fundar lo que sería El Taller de los Vagos en
la Universidad Nacional. Trabajando con el Taller de los Vagos en la Universidad,
nos conocimos con los poetas Roberto Monterrosa y Eduardo Sancho, quienes me
reclutaron para La Masacuata y publicaron mis primeros poemas. También
durante las presentaciones de El Taller de los Vagos en el Teatro de Cámara, hoy
Roque Dalton, me conoció Roberto Salomón, que luego me llamaría como profesor
para la fundación del CENAR y el Bachillerato en Artes, y así se fue encadenando
todo. Y ya no pude zafarme de ese torbellino. E increiblemente todo comenzó por
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esa simple propuesta de Ana Rosa Ochoa, la fiel Secretaria de Don Alberto
Masferrer. En ese año de 1968 que no solo definió el rumbo de mi vida, también fue
el año de una revolución político-cultural casi planetaria.
Viejo final de partida perdida, dice Hamm en uno de sus diálogos.
Y cuando Clov, espiando con su catalejo, le dice que hay alguien en la playa, Hamm
le pregunta que qué hace. Y Clov le responde: Llora.
Ah, entonces vive, resume Hamm.
No tienen nada de absurdas sus palabras.
Ochoa, en vasco, significa lobo.
Aquí en Eukal Herria, el País Vasco, vine a darme cuenta.
Sensuntepeque, visto desde el parque Cabañas, en 1964. Fotografía tomada por Manuel Sorto.
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MANUEL SORTO: “LA MASACUATA FUE MI GRUPO LITERARIO.” Tercera y última entrega.
Posted on marzo 19, 2011
Manuel Sorto. Foto: Marie Helene Daubagna.
Érika y Óscar: Si se diera la oportunidad ¿regresarías a El Salvador?
Manuel Sorto: Claro que sí. Creo que puedo ser más útil allá que aquí.
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Manuel Sorto, a la edad de más o menos 3 años, junto a su madre,María Inés Moreno
Navarrete.
Érika y Óscar: Y en 1980, cuando te avisaron que tu vida estaba en peligro y te
tuviste que ir al exilio, ¿cómo viviste esos momentos y por qué te fuiste
precisamente a México?
Manuel Sorto: No recuerdo como los viví. Todo fue muy rápido. Y había que ser
eficaz. Uno se había acostumbrado a convivir con el terror, el terrorismo de estado.
Salías hacia el trabajo y no sabías si regresarías a tu casa. Antes de dormirte, no
sabías si amanecerías en tu cama. El músico Carlos Aragón, Tamba, el creador de
El Planeta de los Cerdos, y que era Jefe de las Fuerzas Especiales de las FPL, llegó a
avisarme que sus servicios de inteligencia sabían que la “animala” venía por mí.
Que debía irme inmediatamente, mínimo a México, que pronto se fundaría el FDR
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y que era una estructura para gente como yo. Que debía irme a buscar unos billetes
de avión para Lynn y para mí, e irnos, ¡pero ya! Que le avisara a Guillermo Escalón
y a Marie Noëlle Fontan, su mujer y su hijo Sebastián. Recuerdo que recalcó lo de
Sebastián. Además, Marie Noëlle estaba en cinta como de siete meses. Alba Marina
nacería en México. Había que pensar, tomar decisiones y actuar. En cuestión de
horas. Cada segundo contaba. Pasamos con Lynn donde Guillermo a avisarle.
Luego nos fuimos a una agencia de viajes donde conseguimos lugar para el día
siguiente. Por ese tiempo yo trabajaba con Actoteatro, con quienes trabajaba en Las
Brujas de Salem de Arthur Miller y que dirigía Roberto Salomón. Yo interpretaba
Próctor, un personaje que amaba mucho. Así que al regreso de la agencia de viajes
pasé a Actoteatro y me enteré que había sido cateado, solo encontré a Naara
Salomón, la mujer de Roberto, y le avisé que me iba. Eran días terribles. Roberto
Castellanos (primo de Horacio) y su mujer Annette, danesa, venían de ser
asesinados. Recuerdo que Guillermo montó “guardia” junto a sus féretros en el
Auditorio de Derecho de la Universidad Nacional. A la señora que trabajaba con
nosotros dos o tres día por semana, su marido, un obrero textil, estaba
desaparecido desde hacía unos días. Le dejamos lo que pudimos como adelanto,
dos o tres meses de salario, y ella me ayudó a limpiar y llevar a la basura lo que no
podíamos quemar, libros o documentos que podrían ser comprometedores para
quien fuera. Le hablé a Cristy, mi hermana, y Carlos Peraza, su marido, el músico,
para que pasaran por mi casa al día siguiente, antes de irme. Armamos una valija
para cada uno y nos fuimos. A ella le dejamos las llaves de la casa y las llaves del
carro de Lynn. Mi hermana se encargaría de mis cosas y de entregar las llaves a la
propietaria. Me faltaba corregir las últimas galeras de “Operación Amor” que ya
estaba en prensa, pero ni modo. Así se va, no es grave, me dijo Armando Herrera
por teléfono. Me fui a México no sólo porque lo sugiriera (o lo ordenara) Carlos
(Tamba) Aragón, también porque había vivido ahí entre 1971 y 1972 y tenía
algunos conocidos. Y porque rodando “Las Historias Prohibidas de Pulgarcito”,
había conocido a Paul Leduc y otros cineastas mexicanos. Por otra parte era el país
más cercano donde podía encontrar equipo para editar el material que habíamos
filmado entre 1979 y los inicios del ´80. De ahí salieron “La Zona Intertidal”,
“Morazán” y “Una canción”, un corto documental poco conocido.
Érika y Óscar: En 1971 publicaste “Las cabezas infinitas, Selección de 7 jóvenes
poetas” (Ricardo Lindo, Roberto Monterrosa, Mauricio
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Marquina, Ricardo Castrorrivas, Eduardo Sancho, Ricardo
Humano y Manuel Sorto). Ed. Dirección General de Publicaciones, Ministerio
de Educación. El Salvador. Y en 1980 publicaste “Operación Amor” (Novela Corta).
Ed. Universitaria. El Salvador. Aunque esos dos libros son dos géneros literarios
distintos y están separados por la distancia del tiempo, además que uno es colectivo
y el otro está hecho en solitario ¿qué encontrás de común entre ellos? ¿Hay alguna
línea esencial que seguís en cuanto a literatura?
Manuel Sorto: No creo que tengan nada que ver. Pero la verdad es que nunca me
lo he pensado. Y en todo caso no es a mí a quien correspondería hacerlo.
No tengo línea de ningún tipo. Si todavía no sé quién soy yo mismo. A veces no
entiendo si soy un autor o un personaje de una trama aún desconocida.
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42
Érika y Óscar: Manuel, sos un hombre de muchas facetas. De todas las cosas
¿cuál es la que más te apasiona?
Manuel Sorto: Escribo y dibujo sobre todo, porque para hacerlo no necesito a
nadie, son oficios de solitario. El trabajo en equipo es siempre más complejo. Hago
cine y teatro u otro tipo de espectáculo viviente, cuando puedo, cuando me dejan,
cuando me llaman y me atrae el proyecto, y cuando se reúnen las condiciones. El
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teatro y el cine, como artes colectivas, es más difícil, y requieren infraestructura.
Me apasiona todo lo que hago. Y sólo por una gran necesidad económica hago
trabajos que no me gustan. Y eso ha sido muy raro en mi vida. Si puedo los evito. El
trabajo para mí debe también producir el placer de vivir. Si no, es un calvario, como
se dice. Para mí trabajar significa hacer cosas que sean útiles y les dan placer o
ayuden o sirvan también a los demás, no sólo para ganarme un salario. Los
mexicanos usan para hacer esa diferencia la palabra “chambear” y no trabajar. Es
como el “bosser”, de los franceses.
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Dibujo a plumilla. 12 por 17 ctms. 1976. Por esa época Manuel Sorto firmaba Egedor.
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Manuel Sorto editando, en Tlayacapan, México.
Homenaje a un volcán, de Manuel Sorto. Pastel.
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Érika y Óscar: Diste un gran salto creativo cuando te fuiste a México. ¿Creés que
acá alguien puede hacer ese salto sin salir del país, aun hoy con la era del Internet?
Manuel Sorto: Vamos a ver. Esta pregunta es complicada. Al menos para mí. Me
cuestiona por muchos lados. Contiene muchas cosas. Puedo hablar desde mi
experiencia, y para el arte no hay reglas fijas. Lo de afuera ha sido una
consecuencia o prolongación de lo que hice en mi país. Por ello no estoy de acuerdo
a cien por ciento con esa afirmación. Tampoco digo que estar afuera no me haya
servido. He ganado mucha experiencia sobre todo. Mis horizontes son
enormemente más amplios. He trabajado en las artes colectivas con profesionales
de un calibre que en El Salvador no tenemos, ni soñando. Y no quiero decir que no
haya talento: tenemos genios incluso, pero el confinamiento y las limitaciones
locales anulan. Y la falta de medios y apoyo, e infraestructura. Lo que les quiero
decir, es que creo que mi obra real o esencialmente creativa no se desarrolló más
afuera. Es más, creo que de alguna manera, se ha ido como bloqueando o
posponiendo, sobre todo aquí en Francia. Porque en México, pues somos el mismo
maíz. La misma cultura mesoamericana. La misma lengua castellana que es la
mayoritaria. Francia es otro cantar. Una amiga guatemalteca dijo un día: “es que en
Francia y en Europa en general, están más deshumanizados”. La cita textual está
en Ojo de Venado, la novela de Pantxika Cazaux. Y aquí, tanto en teatro como en
cine u otras artes colectivas, las gentes preparadas y competentes, a nivel técnico y
artístico, hay a montones. Son innumerables. Y además está lo de la lengua. Todas
mis películas han sido obra colectiva y sólo se editaron en México debido a las
circunstancias, por motivos fuera de la voluntad. Creo que por un lado era más
creativo cuando estaba en mi país. Afuera y yendo cada 4 años, apenas sirve “para
tocar base”, como una vez dijo Rafael Menjívar Ochoa sobre mis idas a El salvador.
La experiencia es la que se acrecentó o enriqueció. Afuera siempre es más difícil,
sobre todo cuando venimos de países como los nuestros, sin tradición, y con muy
pocos autores que hayan tenido un reconocimiento internacional, que hayan
marcado las artes o la literatura, y las ciencias, y todo. Pero salir es importante. La
óptica es más vasta. Se te abren tus horizontes mentales. Yo viví en México un poco
entre 1971 y 72 y fue la por primera vez que me pagaron por escribir. Pero también
lo que sucede es que ahí adentro y sin salir, nuestros parámetros culturales son más
estrechos, aún ahora, y a pesar de Internet. La estrechez en el pensamiento
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también provoca cosas, que más parecen de cuento o de pesadilla. Para dar
ejemplos recientes, ya de estos días y con el nuevo gobierno, leí que al historiador
Carlos Cañas Dinarte lo publicaron sin su permiso, y parece que, según la nota,
hasta su nombre eliminaron. También el otro día René Lovo decía en ContraPunto
que hay un montón de espectáculos teatrales que no hayan donde presentarse.
¡Que el alquiler del teatro nacional cuesta 150 dólares! Es deprimente. Y René
insinuaba que algo similar está pasando con todas las ramas del arte. Otro ejemplo,
en agosto del 2010, en una entrevista también en ContraPunto, Andrés Guttfreund
hablaba de “no canibalizar el cine salvadoreño”, y al mismo tiempo se le dejaba ir
con patada y mordida a Arturo Menéndez, el realizador de Cinema Libertad. No
tenemos derecho de tratar así públicamente a un realizador salvadoreño con
talento, que se inicia, y que además despega muy bien, no tenemos derecho,
seamos quienes seamos y sea el que sea en el pasado nuestro reconocimiento
internacional. Con el agravante de que Cinema Libertad es un esfuerzo 100 %
salvadoreño. Viniendo de alguien de la edad y la supuesta capacidad y experiencia
de Andrés, me parece no sólo excesivo e inadecuado, es antipedagógico. Y
contradictorio. Está alimentando el “canibalismo” que “propone” evitar. Es
mezquino, y bajero. Y todo forma parte de ese estrecho mundo nuestro. Hasta le
permite cosas como esa a Andrés, que se ha educado y vive en Estados Unidos. Nos
devoramos entre nosotros. Y lo poco que tenemos no lo valoramos o lo mal
aprovechamos. Ya desde los días de las elecciones señalé en ContraPunto una
mínima cadena de infraestructura existente creada en la administración Béneke a
principios de los años setentas, y que ha estado subutilizada, como entre otras, la
red de las Casas de la Cultura y el Centro Nacional de Artes. Y eso es sólo un
ejemplo. El Salvador es un país de sordos. Y a veces de mudos. De nada sirve
pensar ni decir lo que se piensa. Todo cae al vacío y lo que te ganas son enemigos.
No nos escuchamos. Estamos sordos. Y la lista es larga. El arte y la cultura no
tienen mayores apoyos. No le interesa ni a la derecha ni a la
izquierda. El FMLN nunca tuvo ni tiene proyecto cultural ni artístico. Si las
mismas organizaciones a duras penas llegaron a unirse y por necesidades de la
guerra. A los artistas se nos veía como productores o vehículos de sus aparatos de
propaganda, salvo raras excepciones personales. Estábamos en guerra y podría
comprenderse. Carlos Aragón, Tamba, un día que me visitó, recuerdo que me dijo:
“yo ya no soy un músico, primo, ni un poeta: ya sólo soy un guerrero”. Pero la
guerra ya terminó. Se supone. Ni la derecha ni la izquierda nunca se han
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preocupado de un proyecto cultural nacional con seriedad y como parte importante
del país. Siempre las prioridades son otras, no la cultura. Y somos uno de los países
culturalmente más violentos del mundo. Porque el asesinato y la traición y la
violencia que recorren toda nuestra historia, de izquierda y derecha, como una
enfermedad nacional, es también un signo cultural, y constante. Sin embargo, la
cultura no es una prioridad. Salvo raras excepciones como la antes mencionada, en
la que aunque sea a medias se creó un mínimo de infraestructura cultural con
racionalidad y coherencia pero que también se quedó a medio camino y de lo que
sólo quedan cadáveres exquisitos, como ya dije una vez. Hablo con propiedad,
porque yo participé en esa reforma. Si uno no sale de El Salvador, por mucho
Internet, no se abrirán mucho más tus horizontes. Conocer otras culturas es
importante, si no, te faltan parámetros reales para ubicarte y seguimos creyendo en
lo que nuestra corta imaginación e información nos permite o deforma. Pero esas
tenemos. Tampoco importamos arte para verlo. ¿Que no tenemos dinero? Pues
para empezar, para eso existen los acuerdos culturales entre los diferentes países.
Ricos y/o pobres. Y los sistemas de intercambio cultural. Pero no los utilizamos, o
los mal utilizamos. Nos falta imaginación, y voluntad política. Sobre esto se puede
hablar o escribir mucho, pero no sirve de nada. Todo, lo poco que tenemos, lo
hacen y se debe sobre todo a los propios actores culturales y artísticos, y
generalmente, están solos. Solitititos. Solititos. A ver cuando el Estado se convierte
en un aliado de la cultura y del arte.
Les dije que su pregunta era complicada.
El final está comprendido en el comienzo, dice Hamm en Final de Partida.
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Manuel Sorto. Foto de Marie Helene Daubagna.
Érika y Óscar: Manuel, nos gustaría que nos hablaras de cuando colaboraste
con Horacio Castellanos Moya, Roger Lindo, Miguel Huezo
Mixco y Roberto Rodríguez en la revista El Papo, Cosa Poética, en donde
hiciste portadas e ilustraciones para la revista e hiciste crítica de cine. ¿Cómo fue
esa experiencia de trabajar junto a esos destacados escritores?
Manuel Sorto: Pues yo me divertí colaborándoles. Les hice una portada y un par
de ilustraciones. Y les conseguí cosas de otros dibujantes. Y lo hice con placer. Para
mí, sin el aspecto lúdico, el arte y la literatura serían imposibles y no tendrían
sentido. Ellos eran un poco más jóvenes que yo. Y en esa época, unos eran más
jóvenes que los otros. Y unos tenían más experiencia que los otros. Ellos lograron
sacar más números de esa revista que nosotros con La Masacuata. Yo tengo la 7.
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Por entonces solo éramos unos muchachones, como ahora. Con Horacio volvimos a
trabajar juntos en México, editamos un libro colectivo:”Arme y desarme”; se
tradujo al inglés como ”Mirrors of war”, la traducción es del canadiense Keith
Ellis y se editó a la vez en Nueva York, Londres y Toronto. Aparte de Castellanos
Moya y yo, son coautores, Gabriela Yanes y Lynn Sorto. También sacamos una
revista, “Palo de Fuego, cosa centroamericana”, junto con Luis Melgar
Brizuela, Pantxika Cazaux y Luis Barquera. Lo de cosa es un homenaje al
subtítulo de ”El Papo: cosa poética”. Creo que a mi se me ocurrió eso de ”la cosa”
como un homenaje a esa revista. Horacio Castellanos Moya es ahora nuestro
narrador más reconocido en la cancha internacional. Con Roberto Rodríguez
Rojas compartimos experiencias como 12 o 13 años después, a principios de los
años 90, en París. El punto de fusión era el poeta Armijo, en su casa y en la de su
hermano William. A Mr. Roger en México, durante la guerra, en una de sus
pasadas, lo llevamos hasta a bailar y lo rociamos de mezcal y de tequila.
Hermanitos. Después de la guerra, nos vemos cuando podemos, o cuando nos
cruzamos. Y ahora, hasta cuando queremos, somos privilegiados:
“teletransportación skype”.
Portada elaborada en 1977 por Manuel Sorto para la revista EL PAPO, COSA POÉTICA, la cual editaban Miguel
Huezo Mixco, Horacio Castellanos Moya, Roger Lindo y Roberto Rodríguez Rojas.
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Feto astral Siglo XXI. Dibujo a plumilla de Manuel Sorto, 1974, en La Cebolla Púrpura, Diario El Mundo. 1975.
Érika y Óscar: Sabemos que mantenés amistad con el poeta Kijadurías, Premio
Nacional de Cultura 2009. ¿Cómo se conocieron? ¿Qué nos podrías contar sobre el
lado humano de él?
Manuel Sorto: Debe haber sido en la Universidad de El Salvador. Creo que yo
trabajaba en el Taller de los Vagos y él en la Editorial Universitaria. Pero puede
haber sido más tarde, por 1970. Puede haber sido también una vez que visitamos a
Pedro Geoffroy Rivas. No lo tengo muy claro.
Es uno de los hombres más sabios, humildes y buenos que conozco. Sino el más.
Kijadurías es un santo. Una mezcla de Lao-Tsé, Salomón y Omar Khayam. Un
sabio.
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Kijadurías y Manuel Sorto 2009. Foto: Françoise Bèséme.
La actriz cubana Mirta Ibarra y Manuel Sorto. En Biarritz, 1992.
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Érika y Óscar: ¿Cómo fue que conociste a Miguel Mármol, el que fue por
tantos años una leyenda viviente?
Manuel Sorto: Me lo presentó Armando Herrera a fines de 1978 0 principios de
1979. Yo casi me fui de espaldas. Ahí tenía a Miguel Mármol, en carne y hueso. Yo
creí que alucinaba. Estábamos con Baltazar Polío. Desde entonces nos vimos con
regularidad, hasta que yo salí del país, pero mantuvimos correspondencia. Luego
cuando yo caía por Cuba, por lo de los festivales o por cosas de escritores, a veces él
andaba por ahí y siempre nos veíamos. Publiqué un par de anécdotas sobre él en
ContraPunto. Filmamos a Miguel, primero con Baltazar, pero sin sonido
sincrónico. Luego con Guillermo, ya en regla. No sé dónde andan esos materiales.
De izq. a der. Armando Herrera, Manuel Sorto, Miguel Mármol y Baltazar Polío. Están en el
Lago de Ilopango en 1978, en el lugar exacto (según Miguel) donde se fundó el Partido
Comunista Salvadoreño. (La foto es de Raúl Cabrol, economista argentino, fue profesor de
Economía de la Universidad Nacional. Armando Herrera, quien murió el año pasado, fue
Director de la Editorial Universitaria y editor de “El Huevo” y “Operación Amor” de Manuel
Sorto.)
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Érika y Óscar: ¿Y sobre Armando Herrera qué nos podés contar?
Manuel Sorto: Armando Herrera era un Armador. Armando Herrera siempre
andaba armando relaciones. Bien fiel a su nombre. Jajá. Y de esas relaciones
siempre se lograban cosas. Nunca se perdía nada. A mí durante mucho tiempo,
mínimo, todo 1979, me sacó el jugo como crítico de cine cuando dirigía El
Universitario, el periódico oficial de la U. Él dirigía la Editorial Universitaria. Sin
embargo, Armando nunca habló de trabajo político. Jajajá. Era un motor
incansable. Valiosísimo. Tanto con Miguel como con Armando nunca me sentí que
estaba hablando con gente del Partido Comunista Salvadoreño. Ellos buscaban
siempre adjuntar, sumar, acumular fuerzas. Y todo por medio de proyectos que se
volvían conjuntos. Políticos serios. Y a ninguno se le ocurrió reclutarme nunca, y
mucho menos darme línea. Tenían bien claro lo que es la libertad para el trabajo
creativo. Hasta nos consiguió la Cherokee para “La Zona Intertidal”. Jajá. Y hasta
su muerte mantuvo una columna diaria en el Co-Latino. Su esposa, Norma, fue
asesinada por los escuadrones de la muerte. También Armando Herrera fue el
primer editor de Horacio Castellanos Moya, le publicó su antología de poesía La
Margarita Emocionante, de los que editaban El Papo.
Sí, Armando Herrera fue un Gran Armador.Guardo una foto que tomó Armando
Herrera para una exposición de Carlos Mejía, donde éste integró poemas míos en
sus cuadros.
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De izq. a derecha: Manuel Sorto, Carlos Mejía e Inti Yabi (hijo de Carlos).
Érika y Óscar: Uno de los poetas más reconocidos y respetados en El Salvador
es Rafael Mendoza. ¿Cuál ha sido tu relación con él? ¿Qué pensás de su obra
poética?
Manuel Sorto: Fue el primero que escribió sobre mi trabajo como actor de teatro
y como poeta en la prensa escrita. En El Mundo. Recuerdo muy bien su artículo. Se
titulaba “Sorto y otros fenómenos”. Otros es la lectura al revés de mi apellido. Me
gustó la puntada, aparte de que no me lo esperaba, el artículo. Decía que tenía una
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cara de muerto. Ha sido una relación de buenos amigos desde que nos conocimos.
Él ya era Rafael Mendoza cuando yo apenas estaba bajando de “Sensunte”. En mis
inicios fue paciente conmigo, leía mis cosas, y me orientaba cuando lo estimaba
prudente. Una vez me regañó por el cómo yo hablaba de Ionesco en un texto. Y por
supuesto mi texto terminó en la basura. Tenía razón. Fue hace muchísimos años,
cuando él y Roberto Monterrosa trabajaban en el Diario El Independiente de Jorge
Pinto. Tanto El Independiente como La Crónica, fueron reventados por el
terrorismo de estado. Es alguien a quien quiero y respeto mucho. Alguien muy
honesto. Hemos tenido muchas aventuras, a cual más jugosa.
Sobre lo de su obra, pues, Uno: no soy crítico de poesía. No tengo la competencia.
He sido crítico de teatro y cine, tanto en El Salvador como en México, pero eso es
otra cosa. Y puedo seguir haciéndolo, tengo las herramientas. Pero no para la
crítica de poesía. Y tampoco quiero, ni me interesa. Dos: yo no opino en público de
la obra de mis amigos poetas: eso se habla directamente entre nosotros. A menos
que uno quiera lanzar o darle un espaldarazo a alguien. O lo contrario. Pero Rafael
Mendoza no necesita espaldarazos de nadie. Para darte un ejemplo, cuando aún no
éramos amigos, recuerdo que la primera vez que lo vi fue en la presentación de su
libro “Confesiones a Marcia”, la hizo Claudia Lars en el Auditorio de Derecho de la
Universidad Nacional. ¡Vaya! La amistad es independiente de la obra, y viceversa.
Esa es una regla de amistad. Igual me pasa con los signos ideológicos.
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De izq. a derecha: Manuel Sorto, Kijadaurías, Ricardo Humano y Rafael Mendoza (el viejo).
Érika y Óscar: El pintor, poeta y editor Ricardo Humano, ha sido conservador
de la obra de Salarrué desde después de su muerte y dirigiendo la Fundación CASA
DE SALARRUÉ (hasta que hace poco que se la pasó al MUPI para su cuidado).
¿Cuál ha sido tu relación con él, qué nos podés contar sobre él?
Manuel Sorto: Una relación rarísima. A Ricardo Aguilar alguna gente de la
izquierda lo colorea de derecha, y algunos de derecha de estar “muy a la izquierda”.
Yo creo que se divierte provocando a los que se rizan de izquierdas y a los que se
rizan de derechas. Ricardo es sobre todo un cristiano empedernido, en el sentido
crístico. Esotérico. Respecto a la política es un escéptico. Roberto Armijo le confió
en París en 1997, antes de morir, su libro inédito “El pastor de las equivocaciones”,
un título maravilloso y que creo nos resume a muchos, y Ricardo hizo una sencilla y
hermosa edición con su sello “El venado blanco”, con ilustraciones de Verónica
Vides. Ricardo conoció a Roque Dalton, de lo que sé, es que se los presentó Manlio
Argueta, a él y a Rolando Costa. Creo que era cuando querían ingresar en el Partido
Comunista. Jajá. Con Ricardo, Aguilar y Humano, me ha pasado una cosa muy
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peculiar: hemos llorado juntos en tres ciudades tan distantes como México, Sevilla
y París. Pero llorar de alegría, a carcajadas, ante las situaciones por las que
pasábamos. En México, un día, hambrientos, entre los dos sólo reuníamos dinero
para tres taquitos de canasta, los más baratos. Nos tocó taquito y medio a cada uno.
Mientras los comíamos, viéndonos a los ojos, comenzamos a carcajearnos y a
llorar, a carcajadas. Y hasta por teléfono nos ha pasado, él en Mejicanos y yo en
Bayona, la noche del 15 de marzo del 2009, hace 2 años, mientras él me describía
las lágrimas de alegría de la gente en Mejicanos cuando triunfó el FMLN. Todo un
record sobre lloradas.
Manuel Sorto. Retrato de Françoise Bèséme.
Érika y Óscar: ¿Qué nos podés contar de tus días con el grupo literario «La
Masacuata»?
Manuel Sorto: «La Masacuata» fue mi grupo literario. El de mi “generación”
literaria. La Masacuata se organizaba en Brigadas: San Vicente, Usulután, San
Salvador… Yo incluso intenté una base en Sensuntepeque con teatro, pero sólo
tuvimos dos reuniones, yo iba en los fines de semana. No se consiguió local estable.
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Contrariamente a los otros grupos literarios, «La Masacuata» nació en la provincia,
en San Vicente, y no en la capital, y logró sobrevivir aún después de la entrada en la
clandestinidad en 1971 de varios de sus miembros, que son fundadores de la
guerrilla. Otra “novedad” de «La Masacuata» es que era un grupo no sólo literario,
«La Masacuata» integraba también pintores como Roberto Huezo, Roberto
Galicia y Pedro Portillo y el ceramista y pintorCarlos Mejía. En una entrevista
reciente Miguel Antonio Bonilla lo menciona. Y la revista de Brigadas La
Masacuata se editaba en San Vicente y no en San Salvador; se lograron editar 5 ó 6
números y se imprimía en la imprenta de la Editorial Ramírez. A «La Masacuata»
“le tocó” el nacimiento de la lucha armada. Eduardo Sancho es uno de los
fundadores de la guerrilla, no sólo de «La Masacuata». En el último número que
salió entraron entre los responsables Alfonso Kijadurías, Rolando
Costa y Ricardo Humano. Jajá. A falta de los que ya andaban clandestinos. De
«La Masacuata», los que sobrevivimos a la guerra no hemos vuelto a producir, a
escribir, o al menos a publicar con el mismo ritmo.
LA MASACUATA. De izq. a derecha: Eduardo Sancho, Roberto Monterrosa, Carlos Eduardo Rico, Rigoberto
Góngora, Manuel Sorto y Luis Felipe Minhero (faltan Alfonso Hernández y Salvador Silis). Foto tomada por:
Roberto Salomón. 1970.
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El poeta Alfonso Hernández (Comandante Sebastián, caído en combate en 1988) con Manuel Sorto (a la derecha),
en su casa, en Tlalpan, México. 1986.
Érika y Óscar: ¿Qué último libro has leído? ¿Quiénes son tus tres escritores
favoritos?
Manuel Sorto: Profundidades de Henning Mankell. Lo terminé anoche. Estoy
atrasado con las novedades. Un libro terrible.
Jodido seleccionar tres escritores, es imposible, pero entre mis favoritos
latinoamericanos siempre estarán García Márquez, Juan Rulfo, Fuentes, Oneti,
Conti, Carpentier, Rama, Cortázar… la obra corta de Roberto Bolaño. Lo poco que
conozco de Castellanos Moya. Pero son varios y de diferentes lenguas y
nacionalidades. José Saramago es enorme. Este tipo de preguntas no me gustan.
Siempre queda uno de los preferidos afuera.
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Érika y Óscar: Algunos de los premios que has ganado en cine, siendo miembro
delColectivo Cero a la Izquierda son, por mencionar algunos, el Primer
Premio Coralen el II Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana, Cuba,
con el cortometraje “Morazán”; también el Premio a una Cinematografía
Naciente en el Festival de Leipzig, R.D. Alemania; tus películas “La Zona
Intertidal” y “Morazán” fueron seleccionadas para La Quincena de los
realizadores en el Festival de Cannes, Francia; con “La Zona
Interdidal” obtuviste Mikeldi de Plata en el Festival de Cortometraje y Cine
Documental de Bilbao, España, y Segundo Premio en el Festival de
Oberhaunsen (RFA); con “Los primeros frutos (la decisión de
vencer)” obtuvisteLa Paloma de Oro en el Festival de Leipzig, R.D. Alemania y
el Gran Premio Coral en el III Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, La
Habana, Cuba.
¿Cuál de todos estos reconocimientos y galardones guardás con más cariño en tu
corazón y por qué?
Manuel Sorto: Todos. Fue interesante que en Leipzig, en 1980, el premio fuera
para “Una Cinematografía Naciente”. Al siguiente año, en 1981, obtuvimos la
Paloma de Oro. O sea, que a Leipzig no le fallamos ni le quedamos mal. No
olvidemos que Leipzig es una ciudad estudiantil, y donde prácticamente comenzó
la caída del muro de Berlín.
(Nota: los amables lectores pueden hallar información sobre los premios que
hemos mencionado en los siguientes enlaces:
http://www.habanafilmfestival.com/noticias/index.php?newsid=361
http://www.zinebi.com/zinebi53inscrip/docs/palmares_historico.pdf)
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De
izq. a derecha: Manuel Sorto, Alejandro Cotto, Roberto Cameros y Guillermo Escalón. Durante el rodaje
de Alejandro, de G. Escalón.
Samuel Fuller y Manuel Sorto, en el Festival de Cine e Historia de Pessac. 1992.
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Érika y Óscar: Manuel, incursionaste en la literatura infantil y en 1979 dirigiste la
obra “El caso de la muñeca abandonada” de Alfonso Sastre, con «El Taller de Las
Cipotas», del Colegio Sagrado Corazón de San Salvador, con la coordinación de
Carmen Elena Echeverria. ¿Qué recordás de esa experiencia?
Manuel Sorto: Bella experiencia: se montó sólo con mujeres. Todas alumnas del
colegio El Sagrado Corazón. La idea de llamarme fue de Carmen Elena Echeverría
cuando ella trabajaba ahí. Es la única vez que he trabajado sólo con mujeres. Es
maravilloso. Por eso el grupo se llamó «El Taller de las Cipotas». Me pasaron dos
cosas curiosas con esa pieza: terminé el trabajo pero no pude verla para su estreno,
ya que tuve que irme del país. Pero me quedó un juego de fotos de los ensayos. Ya
aquí, un día que visité a Alfonso Sastre, le di el juego de fotos que tenía sobre el
montaje, y no guardé copia. Alfonso está bastante enfermo y afectado desde la
muerte de su compañera, Eva Forest, la autora de Operación Ogro (que era el
nombre del operativo de ETA que ejecutó a Carrero Blanco, el Jefe de Gobierno de
Franco). Un día de estos, ya hoy con la numerización, trataré de lograr una copia de
esas fotos que están en sus archivos. Ellos viven aquí al ladito, en Ondarribia
(Fuenterrabía) en el País Vasco Español que le dicen. Alfonso trabajó esa pieza para
niños a partir de El Círculo de tiza Caucasiano de Bertolt Brecht.
Érika y Óscar: ¿Por qué creés que pocos escritores se ocupan de trabajar en
literatura infantil?
Me imagino que porque no es fácil. Pero también porque no se fomenta y porque
no tenemos editoriales que se preocupen del género. La Secretaría de Cultura por
ejemplo, podría crear un certamen anual de Literatura infantil. O alguna
universidad. Las mismas Casas de la Cultura en sus localidades. Es importante. Y si
no aparece nada de calidad suficiente, pues se declara desierto, acumulando “el
bote”. Es ridículo que no haya nada; incluso a niveles económicos: el mercado de
los niños es eterno, pero lo llenamos de estupideces embrutecedoras. A veces esos
juguetes son más peligrosos que muchas otras cosas. Armando Herrera, siendo
director de la Editorial Universitaria, publicó en 1979 El Huevo, con texto
de Lynn Geary e ilustraciones mías (Lynn era mi compañera en esos años y lo
firmó Sorto). La edición quedó muy bien, y Armando Herrera la realizó ¡con los
sobrantes de los diferentes papeles que las distintas autoridades usaban para sus
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tarjetas de visita! ¡Genial! Como resultado, las páginas tienen diferentes texturas, lo
cual, con un formato cuadrado y grande, más las acuarelas, se logró un bello objeto
y muy original. Otro ejemplo de ingenio: Roberto Monterrosa, cuando dirigía la
Dirección de Publicaciones en 1970 y ´71, hizo algo parecido creando la
Colección Tekij, de pequeño formato (en la que aparecieron, entre otros, “Las
Cabezas Infinitas”, y “Memorias Lunares” de Mauricio Marquina), con los
sobrantes de papel de las otras colecciones. Monterrosa también hizo una bella
edición tipo Juvenil de Oyarkandal. Falta imaginación. Nos faltan muchas cosas.
A esto se le podría aplicar lo mismo que Paul Leduc dijo sobre La zona
Intertidal, respecto a crear con y a pesar de los condicionamientos que
supuestamente nos limitan.
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Érika y Óscar: Manuel, sabemos que vos, junto a Guillermo Escalón y Paul Leduc
filmaron en San Salvador la masacre del 22 de enero de 1980. ¿Cómo recordás esos
momentos? ¿Cuándo volviste a ver lo que habías filmado qué pensaste, qué
sentiste?
Manuel Sorto: Fue para Las Historias prohibidas de Pulgarcito, la película
es de Paul Leduc y fue filmada entre noviembre de 1979 y enero de 1980. “Ahí se
quemó Manuel Sorto” o algo así, escribe Sancho/Cienfuegos en su libro “Crónica
entre los Espejos” (2002). Ver lo filmado no fue mayor problema. Lo duro fue
vivirlo, sin parar de filmar, y salir vivo. Gracias sobre todo, en el equipo que yo iba,
a la sangre fría de Leduc, y que yo conocía la zona donde quedamos atrapados. El
equipo de Guillermo logró refugiarse en la Iglesia del Rosario. Fue a llamado del
poeta Eduardo Sancho (Comandante Fermán Cienfuegos, en ese contexto), que
trabajamos en ella. Ahí conocí a Leduc. Sancho y Fermán le pidió expresamente a
Leduc, que para la edición, el tiempo de presencia de cada una de las cinco
organizaciones político-militares se repartiera por igual. Técnicamente fue difícil
para Leduc. La produjo el FAPU. La del 22 de enero de 1980 es la mayor
manifestación en la historia de El Salvador. Ahí el pueblo se manifestó con todas
sus fuerzas a pesar de las diferencias. Recuerdo algunas de las demandas
campesinas: una cucharada más de frijoles en la comida, por ejemplo. Todas las
posibilidades de diálogo con los gobiernos estaban cerradas desde hacía mucho. La
masacre del 22 de enero no hizo más que confirmarlo. Fue salvaje. Completamente
irracional. A mediados de año se lograría la Unidad, y se crearía el FMLN. El
asesinato de Monseñor Romero fue la gota que desbordó el tarro. Después fue la
guerra abierta. Algunos apuntes sobre ello, muy pocos, se los envié a Eduardo
Sancho y Fermán para un libro que prepara. Es muy duro describir eso. Lo siento.
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Se cree que unas 250,000 personas se encontraban en la manifestación del 22 de enero de
1980, en San Salvador.
Eduardo Sancho (Fermán Cienfuegos) y Manuel Sorto, después de la guerra, en el 2001, en casa
de la madre de Sorto.
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Sorto en Amsterdam, en 1982, durante el homenaje a los periodistas y cineastas holandeses
asesinados en El Salvador. Foto y texto: Maya Pejic.
Érika y Óscar: En la guerra civil recién pasada que tuvo El Salvador, la violencia
que se desató de uno y otro lado, es decir, de la izquierda y la derecha, tenía un
ideal, un sentido ideológico si se quiere. Pero la actual violencia que vive nuestro
país, que destruye a las familias y corrompe a la sociedad, el único ideal que tiene
es el odio, el dinero y las drogas. No tiene una respuesta fácil la siguiente pregunta,
pero… ¿qué futuro le ves a El Salvador?
Manuel Sorto: No tengo idea. En parte, como siempre, va a depender de todos
nosotros. Pero también se gana o se pierde tiempo con las decisiones acertadas o
no de los Poderes. El problema parece ser más bien regional. Rubén Aguilar, un
amigo mexicano, por ejemplo, está publicando tanto en México como en
ContraPunto ciertos artículos sobre la si o no legalización de la droga como un
medio de combate o solución frente al narcotráfico. Como se hace con el alcohol,
droga también, y más peligrosa, por ejemplo, que el cannabis.
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Érika y Óscar: ¿Qué mensaje le enviás a los jóvenes salvadoreños?
Manuel Sorto: NO CLAUDIQUEN NUNCA. NO SE RINDAN NUNCA. SE TRATA
DE EDUCARSE, NO DE DOMESTICARSE. ¡FÁJENSE POR SUS SUEÑOS! Y
RÍAN. RÍANSE MUCHO. ES BUENA MEDICINA PARA TODO.
Manuel Sorto y su hijo Camilo Sorto-Cazaux . 2009. Foto: Françoise Bèséme.
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Manuel Sorto, en su balcón. Foto tomada por Julien Lacoste.
Érika y Óscar: Nos despedimos aquí, Manuel, y gracias nuevamente por
habernos concedido esta entrevista. ¿Algún comentario final?
Manuel Sorto: Pues se me olvidó mencionar a un amigo, que me enseñó nada
menos que a manejar, a conducir, en la camioneta de mi papá. Hacíamos Victoria-
Sensunte-Victoria después de terminado el viaje comercial. E íbamos al cine, por
supuesto. Carlos Valladares era su nombre. Hijo del Negro Jorge. Magnífico
amigo. De esos del alma. No lo he vuelto a ver. También se me olvidó decir
que Ana Rosa Ochoa publicó un libro, mucho antes de que yo la conociera:
“Perdigones quemados”. Su título es claro. También entre mis amigos olvidé
mencionar a Carlos Mayorga. Y sobre todo, se me olvidó decir, que el hijo de la
Niña Pilar Rosales, mi partera, fue el poeta Armengol Rosales, era profesor.
Recuerdo haber leído un poema suyo que él me mostró cuando yo era niño.
Hablaba de caballos «encarrerados» y desbocados. Recuerdo una explosión de
imágenes. Publiqué algo sobre él hace mucho tiempo. Algo que le gustó mucho a la
actriz Gilda Lewin. Creo que lo publicó Jaime Suarez Quemain o Rolando Elías. Me
imagino que su obra se perdió.
Y soy yo el que les estoy agradecido por la mayoría de sus preguntas, jajajá, y por el
trabajo que realizan con Más allá de los 400 cerros. Sensuntepeque se los
70
merece. Quiero decir: la ciudad a ustedes, no sólo por la labor como médicos. Pero
también ustedes se merecen a Sensuntepeque. Qué bueno que Sensunte tenga su
Voz. A ver cuando nos conocemos personalmente.
Hasta siempre.
Fotografía de la manifestación de San Salvador del 22 de enero de 1980 extraída de El Mundo.es:
http://www.elmundo.es/america/blogs/cronicascentroamerica/2011/01/22/apuntes-sobre-la-masacre-del-22-de-enero.html
Algunos artículos escritos por Manuel Sorto los pueden leer siguiendo estos enlaces:
Miguel y Roque: Realidad y Ficción
La última novia de Miguelito Mármol
Mi primo Abdón y el poeta Armijo
Artículo relacionado a Manuel Sorto:
“Roberto Bolaño en El Salvador. Supremo jardín de la guerra florida”, escrito por Miguel Huezo
Mixco: http://www.fronterad.com/?q=node/3001&page=0,0
Algunas fuentes sobre la filmografía de Manuel Sorto:
http://movies.yahoo.com/movie/contributor/1809632012
Artículos interesantes relacionados con Manuel Sorto:
Manuel Sorto. Profesión: salvadoreño
Esta entrevista fue publicada también en
http://www.contracultura.com.sv/entremes/manuel-sorto-mi-padre-me-queria-militar-y-abogado