Date post: | 12-Jan-2015 |
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María De Mattias
Nació en Vallecorsa
el 4 de febrero de 1805
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Murió en Roma
El 20 de agosto de 1866
Gaspar del Bufalo
El Dios que Gaspar presenta es el Dios Padre
que perdona y tiene entrañas de misericordia con todo ser humano
Director espiritualde
María De Mattias
1824 / 1866
Giovanni Merlini
María entendió que cualquier “crucificado”,
sea cual sea el motivo de su cruz,
es alguien sagrado, que reclama nuestra compasión y nuestra
solidaridad
Acompañemos a Jesús en todos sus cami-nos: cuando estamos solas, le acompaña-mos en la soledad de Belén; cuando vamos de viaje, le acompañamos por las tierras de Palestina y en el camino del Calvario; cuan-do somos flageladas por las lenguas murmu-radoras, acompañamos a Jesús flagelado; cuando somos crucificadas, acompañamos a Jesús Crucificado… siempre, siempre con Jesús”.
María De Mattias
El camino indicado por la voluntad de Dios, María lo había encontrado en el
vivir con los demás y para los demás, ayudándolos espiritual y materialmente
a llevar una vida más humana y digna.
“…Tú no escribirás para ti sino para los demás. Al
escribir, encuentro mucha dificultad; muchas veces sudo por la repugnancia.
Cuando no escribo mi corazón se turba; y
cuando lo hago se dilata con paz ”
María de Mattias
Una de las hermanas había escrito:”no tenemos dificultad para identificarnos con el sufrimiento. Esta es la condición humana y nosotras Adoratrices de la Sangre de Cristo, nos hemos identificado fácilmente con el pueblo de Dios que sufre… Sugiero que contemplemos el misterio del sufrimiento a través del Misterio Pascual de Cristo. Él ha resucitado al tercer día y nos ha dado la vida nueva, la vida que debemos expresar con nuestra forma de ser. Si dentro de nosotras no nos reconocemos y no nos identificamos con ésta esperanza, nuestra identificación con el sufrimiento es inútil…, tenemos necesidad de que la esperanza viva en modo operativo en nosotras: esto nos llama a una vida de fe más intensa” Shirley Kolmer, asc
“Bienaventurados los que lavan sus vestidos en la
Sangre del Cordero”
(Ap 7,14)
)