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Maurois-Andre-El-Pesador-de-Almas.pdf

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    EELLPPEESSAADDOORRDDEEAALLMMAASS

    AANNDDRREEMMAAUURROOIISS

    Ttulo originalLE PESEUR D'AMES

    Versin castellana de M. A. MUOZ

    Portada de ALVARO

    Ediciones G.P. 1961

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    Se que este relato causar sorpresa. Algunos dudarn de mi buena fe; otros de micabal juicio. Pero si los hechos que voy a describir son sorprendentes, no sonimposibles de comprobar. Unos sencillos experimentos que cualquier bilogo

    puede reproducir, demostrarn que las teoras que me expuso el doctor Jamesestaban fundadas en observaciones reales.

    Asi comienza la novela en la que se intenta demostrar, nada menos, que la vida esuna energa cuyo peso puede medirse. Puede pesarse un alma humana?

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    I

    He vacilado mucho tiempo antes de escribir este relato. S que causar sorpresa aquienes ms he querido y desagradar a muchos de entre ellos. Algunos dudarnde mi buena fe; otros, de mi cabal juicio. Yo mismo hubiera pensado como ellos, de

    no haber sido espectador accidental y rebelde de los hechos que voy a relatar. Tanseguro estoy de su aparente absurdo, que jams habl de ellos a mis ms ntimosconfidentes, y si hoy me decido a romper el silencio, es porque no me creo conderecho a dejar destruir, despus de mi muerte, el nico objeto testigo de estesueo.Ruego a los que me lean que antes de rechazar como inverosmiles las teoras deldoctor James, recuerden lo que yo creo haber sido la extrema prudencia de miespritu. Como todos los hombres, he tenido pasiones y debilidades; pero siempreimposibles de comprobar, dada su naturaleza, en poltica, hasta en mi vidasentimental, me apliqu a no tomar mis deseos por prueba.

    Estoy lejos de haberlo conseguido siempre; pero quiz me sea tenida en cuenta estapreocupacin de equilibrio en el momento en qu tanto crdito necesito.Otro argumento en mi favor es que si los hechos que voy a describir sonsorprendentes, no son imposibles de comprobar, dada su naturaleza. Unossencillos experimentos que todo fsico, bilogo o mdico pueden reproducirfcilmente, demostrarn que las teoras de James, incluso si se tienen por absurdas,estaban fundadas en observaciones reales. Por qu no he continuado yo susexperimentos? No acierto a explicarlo. Creo que me domin la timidez y unanatural repugnancia a ocuparme de ciertas cuestiones. Las circunstancias hicieron

    de m un escritor, no un sabio. No tena a mi disposicin ni hospital ni laboratorio,y vacilaba en relacionarme con hombres para quienes yo era un profano, a fin dellamar su atencin sobre fenmenos tan contrarios segn yo saba, a sus ideas.Lamento mi debilidad, y me conceptuara dichoso si la publicacin de estamemoria decidiera a los espritus aventureros a proseguir, en pos de midesgraciado amigo, la exploracin de un mundo nuevo,

    Conoc al doctor James durante la guerra. Nos encontramos por primera vez enun campo cenagoso de Flandes. En medio de un grupo de ingleses alegres y sanos,sus pmulos salientes y descarnados y su rostro atormentado llamaron mi

    atencin. Acababa l de ser agregado, como mdico, a la divisin de la que eraoficial francs d enlace. Pronto nos hicimos amigos, y a pesar del horror deaquellos tiempos y lugares, conservo un recuerdo casi agradable de los mesespasados en su compaa en el saliente de Ypres. Habitbamos la misma tienda.Entre nuestras dos camas de campaa, una caja de bizcochos serva de mesa y debiblioteca. Por la noche, cuando los silbidos de las granadas, dirigidas por encimade nuestras cabezas contra Poperinghe, y los chasquidos de la tela mojada nos

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    viva de los donativos voluntarios, y que en aquel momento hacan falta treinta millibras. Entr y pregunt al portero si el doctor H. B. James perteneca al hospital.El doctor James? dijo. S, s. A esta hora le encontrar en el pabelln deinternos.... Pase por el arco conmemorativo y tome a la izquierda.Segu estas indicaciones y di con un pabelln aislado, igualmente construido conpiedra blanca ennegrecida por el humo, pero cubierto de dulcamara e hiedra. Alpie de la escalera, en un cuadro, figuraban los nombres de los mdicos, seguido

    cada uno de ellos de la indicacin In o Out, En la primera lnea de la lista le:Doctor James, Firts Floor, Room 21, In. Sub. El nombre de mi amigo estaba inscritoen la placa de madera de una puerta. De pronto, me sent inquieto, casi intimidado,Le agradara verme despus de un olvido tan largo? Iba yo, tras algunas frasescorteses, a encontrarme solo en aquel amontonamiento de chimeneas y tugurios?Llam, y con un movimiento inconsciente puse la mano en el botn de la puerta. Elbotn no se movi. Estaba fijo en el interior. Una voz rechinante y como arrancadapor el viento a hierros oxidados, voz que reconoc muy bien, dijo con tono quepareca hostil:

    Le ruego que espere un momento.En el silencio que sigui o pasos rpidos, el ruido de los anillos de una cortinabruscamente corrida, un grito parecido al de un animalillo al que se pellizcase opisara por error y, por ltimo, el tintineo de vasos que se entrechocaban. Caydulce e irritante el agua en una pila. Delante de aquella puerta yo esperabavagamente descontento. Qu haca James? Haba yo interrumpido algunaoperacin, una cura, un examen? Era poco probable. James no practicaba la cirugay, adems, no deba de recibir enfermos en su cuarto. Es que haba velado y lleguyo a interrumpir su sueo? Por ltimo, ces el agua de correr. Unos pasos seacercaron hacia m; gir el botn de la puerta y, entreabierta sta, apareci lacabeza del doctor. Estaba ms delgado an que en tiempos de la guerra. Los ojos,hundidos en las rbitas, brillaban con brillo turbio y como velado. Encontr en suexpresin no s qu de hosco que me caus pena. Vacil un instante antes deencontrar entre sus recuerdos el que corresponda al del visitante inesperado.Luego, sonri y abri la puerta de par en par. Not que mi amigo vesta una blusablanca.Hullo, my boy dijo . Qu diablos hace en Inglaterra? Usted es la personaque menos esperaba ver esta maana.La habitacin estaba amueblada sencillamente: una cama de campaa, un gran

    silln de cuero, estantes, cargados de libros algunos de ellos y otros ocultos poruna cortina de tela verde, la misma, sin duda, que yo haba odo deslizarse sobre lavarilla. En un rincn, una pila llena de agua jabonosa. En la chimenea, variasfotografas de una mujer joven. James me ofreci el silln y me tendi una caja decigarrillos, pero mirando tan inquieto a su alrededor que me pregunt si no habaotra persona oculta en la habitacin. Hizo Un esfuerzo para hablar, con el airefalsamente interesado que adoptara un hombre interrumpido en un trabajo

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    sospechoso y que quisiera aparecer tranquilo.Well? Well? dijo . Desde que se ha hecho usted historiador me tieneabandonado... He ledo su ltimo libro, aunque usted no me lo ha enviadoNbest mal. No le hubiera credo capaz de ua cosa as,.. Y, dejando a un lado loslibros, qu es de su vida?Yo haba llegado all contento de volver a ver a un hombre al que quise y al quedeba algunas de mis alegras intelectuales ms vivas, y me senta tan cohibido y a

    disgusto, que todo mi placer haba desaparecido. Me di cuenta de que James y yono tenamos casi nada que decirnos.Nos conocimos como miembros de un grupo que dej de existir desde hacatiempo. Nada quedaba de nuestra alma de 1918. Nuestras angustias comunessobre el resultado de la guerra, nuestro comn desdn por las mentiras blicas,nuestra comn afeccin por los amigos heridos, todos estos sentimientos estabantan muertos como las clulas superficiales que formaban entonces nuestrasapariencias terrenales. Para el yo que acababa de entrar en aquella habitacin, elJames que la habitaba era un ser tan completamente desconocido como cualquier

    paseante que yo hubiera podido abordar al azar en Piccadilly. Me pareci que elnico medio de encontrar en l capas ms profundas y estables era confesarle midecepcin.Es curioso, doctor le dije . Recuerda usted una de nuestras veladas deYpres, durante la cual me describi usted la disociacin de la personalidad en loslocos? En este instante experimento una impresin de idntica naturaleza... Vine averle buscando un yo que ya no existe y deseo en vano el momento de locuraque me permita sentirme contento de encontrarle de nuevo.Una frase semejante hubiera bastado para inspirar al James que yo conoc en otrotiempo, un sabio humorista discurso; pero ahora se encogi con laxitud dehombros, encendi un cigarrillo y se dej caer en una de las sillas, mirando otravez inquieto a su alrededor.Ah! suspir . Hace ya tiempo que dej de ocuparme de disociaciones ysublimaciones. Trato de cancerosos, cardacos y tuberculosos... El puerto deLondres me enva algunos compatriotas de usted, marineros^ En aquel momentose oy detrs de la cortina verde el ruido, inolvidable para todos los que lo hanescuchado alguna vez, que produce el galope rpido y seco de un ratn, hecho mssonoro por las duras garras de las patas. Bruscamente evoqu un refugio quecompart con James en una trinchera de ferrocarril.

    Qu curioso! le dije alegremente . Tiene usted ratones? Cuntosrecuerdos comunes!Ratones? dijo, levantndose descontento.Cmo quiere que los haya en un hospital? Amigo mo, padece ustedalucinaciones... Lo siento mucho, pero no podemos permanecer aqu... Es mi horade visita Quiere acompaarme? Tal vez le interese.Yo me senta completamente cohibido.

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    Est usted seguro de que no le molestar? Puedo muy bien volver a otra hora.No dijo amable e irnico a la vez . No Ahora ya no me molesta Sedirigi rpidamente a la pila, y tomando un poco de agua jabonosa borr unamancha de sangre que haba en el borde.

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    II

    El Hospital de San Bernab me pareci uno de los menos lgubres que se puedenimaginar. Las salas, embaldosadas con azulejos negros y blancos; las camas rojas,

    alineadas con regularidad; las ventanas floridas; las enfermeras, casi todas ellasbonitas y vestidas con batas azules, ponan en aquel reino de la enfermedad oasisde sana frescura. En cada sala mandaba una enfermera jefe, que usaba comodistintivo una cintura de un azul ms oscuro.Nada nuevo, sister le preguntaba James.Doctor, quisiera que examinara al doscientos diecisis. La fiebre no disminuye.Se aproximaba al lecho, lea el cartoncito suspendido encima del paciente,esforzbase en recordar la historia de la enfermedad y prescriba un cambio detratamiento con voz laxa y triste. En la sala de mujeres qued sorprendido de suindiferencia. Para m, el espectculo de una mujer enferma (y ms an si es joven y

    bella) me ha inspirado siempre una piedad ardiente, acaso mezclada desensualidad. Me explicaba que un mdico, al penetrar en aquellas salas, noexperimentara, como yo, una impresin a la vez dolorosa y de tierna compasin;pero me sorprenda ver a mi compaero insensible a ciertas coqueteras demoribundas. Una joven mortalmente plida bajo sus largos cabellos destrenzadosintent sonrer a nuestro paso; pero en seguida cay jadeante sobre, la almohada. Pobrecilla! dije a James.Quin? pregunt . Ah, s!... La trescientos dieciocho... Oh, est perdida!En la sala de hombres muchos pacientes estaban levantados, y en bata encarnada

    formaban grupos alrededor de camas o mesas cargadas de flores. Haba entoncesuna huelga en los muelles. Muchos de los enfermos eran heridos leves quediscutan entre ellos de poltica y de religin, en el tono grave de los predicadoresde Hyde Park. V los ojos de James dulcificarse para hablar a un hermoso joven dequince aos.Ah! Eres t, Sonny? dijo . No ms vahdos?... Maana saldrs... Nadanuevo, sister?-No creo que el cuatrocientos trece pase de esta noche, doctor. Ya no abre losojos.James dirigise a un lecho en el que estaba tendido un anciano. Sus flacas mejillas

    y las aletas de la nariz parecan aspiradas hacia el interior del cuerpo. Respirabamuy de prisa. Su barba, roja y blanca, no haba sido afeitada desde haca variosdas. James tom el pulso al enfermo, quien no tuvo la menor reaccin.Es verdad, sister dijo James con sbita animacin . No pasar de estanoche. Voy a prevenir a Gregory... No se ocupe de nada,... Adems, vendr a verlems tardeAdminstrele un poco de aceite alcanforado... para que llegue hasta lanoche.

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    Me qued sorprendido del cambio que acababa de operarse en mi amigo. En aqulMomento pareca tan excitado como antes indiferente.Ahora me dijo he de ir a ver al Post- Mortem Clerk... Venga conmigo, leinteresar.Qu es le pregunt el Post-Morten Clerk?Es que ya no sabe latn?... El Post-Morten Clerk, como su nombre indica, es elayudante encargado, despus de la defuncin, de vigilar la autopsia de los

    cadveres.... El nuestro es un hombrecillo muy raro, llamado Gregory.Descendimos tres escaleras. James empuj una puerta maciza cargada de cerrojos yentramos en un anfiteatro de una veintena de plazas, cuyos muros estabanbarnizados de blanco.En l centro de la estancia haba cuatro mesas de diseccin... El ambiente estabaimpregnado de un desagradable olor a formol. Me estremec cuando, con diablicabrusquedad, un hombrecillo pareci surgir en medio del anfiteatro. Desde elprimer instante me fue antiptico, aunque su aspecto era bastante corriente. Laspuntas de sus bigotes, llenas de cosmtico, retorcidas en espiral, suban hacia los

    lentes de oro. Cuando James me habl de este encargado de los cadveres imagin,no s por qu, una especie de verdugo romntico. La mezcla de aquella vulgaridadobsequiosa, comercial, con la idea de la muerte, me choc.Buenos das, Gregory dijo el doctor . Le presento a un amigo mo, francs,que visita el hospital... He venido para prevenir a usted que esta noche tendremos,seguramente, al cuatrocientos trece.Muy bien, doctor contest el hombrecillo, Yo vendr esta noche... Todoestar listo... A las diez?S, poco ms o menos dijo James . Un poco antes, si puede usted.A propsito, doctor pregunt Gregory en voz baja , ha olvidado usted queme debe los dos ltimos?James lanz a su alrededor la misma mirada inquieta que me haba llamado laatencin en su cuarto; sac de su cartera dos billetes y se los tendi a Gregory,quien me mir a travs de sus lentesTal vez dijo plegando lentamente los billetes , tal vez al seor francs legustara nuestra instalacin.Murmur una frase ininteligible. El olor de aquella sala comenzaba a ponermeenfermo y tem desmayarme como una mujer.Estamos organizados continu el hombrecillo con aire satisfecho para

    despachar en esta sala y en la contigua hasta ocho cadveres diarios. Es suficiente,a excepcin del verano, porque en esa poca los nios son muchos. Y, sin embargo,caballero, incluso en plena temporada, con mtodo, llego a hacer..., No es verdad,doctor? He hecho hasta cuatro en la misma mesa... Los pies aqu, la cabeza all...No, no salga por ah, caballero. No ha visto lo ms interesante.Se dirigi hacia la puerta metlica encajada en el muro, y sobre la cual haba,pegado un papel con esta inscripcin: El profesor Simpson desea los corazones

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    intactos. Tmense las mayores precauciones. Rechinaron irnos cerrojos y la puertagir lentamente. Una impresin de fro mortal se apoder de m. Deba de estarbastante plido, porque James me tom por el brazo, mirndome atentamente.Descendimos algunos peldaos y nos encontramos en una bodega cuyas paredeseran de ladrillos. El centro de aquella cueva frigorfica, estaba ocupado por unaparato de hierro fundido parecido a un horno; de pan, a una caldera, o, msexactamente, a un molde gigantesco de barquillos, pues de l salan largos mangos.

    Gregory me mir, dirigindome un misterioso signo, como si fuera a hacerme elms hermoso presente del mundo, y luego, con extraordinaria agilidad, abri dospuertas y tir de uno de los mangos. Estuve a punto de lanzar un grito, porque altirar apareci, tendido en una larga bandeja el cuerpo desnudo de una mujer.Ah!. qu bella era aquella muerta!... Nunca olvidar su cuerpo, de una blancurasobrenatural, sobre la que los botones de los senos ponan dos manchas de color derosa y plidas. Sus ojos estaban cerrados. Una sonrisa triste y altiva modelaba unaboca maravillosa. Cmo una mujer tal haba venido a morir a un hospital de lossuburbios? Hubiera querido conocerla, consolarla, socorrerla... Gregory y James,

    inmviles, me observaban.La reconoce usted, doctor? dijo Gregory. Es una pequea rusa...Esperamos a ver si su familia la reclama.Empuj el mango con un movimiento brusco, introduciendo cuerpo y bandeja enla negra mquina de hierro, y luego me dijo orgullosamente :Aqu podemos conservarlos en el fro indefinidamente... Quiere usted ver unhombre?No le dije . Gracias. Quisiera salir.James me volvi a tomar del brazo, esta vez bondadosamente.Le voy a llevar a mi habitacin, y all tomar una copita de Oporto. Tiene ustedmala cara,... Bueno, Gregory, de acuerdo para esta noche?En aquel momento son en el anfiteatro un timbre sordo: Tac-tac..., tac-tac..., tac-tac...Dos - cuatro anunci Gregory , es para usted, doctor.Dispnseme dijo James . Le dejo un instante... S, para cada uno de nosotroshay una manera particular de sonar... La ma es dos-cuatro... Existen timbres comoste en todas las salas y hasta en nuestros cuartos. Ahora basta telefonear al puestocentral para saber dnde tienen necesidad de m... Quiere esperarme aqu?Preferira en otra parte, doctor. Quiere cenar conmigo esta noche? Vivo en la

    Cit, en un hotelito encantador...Esta noche murmur pensativo . Esta noche.,.. Si, en ltimo caso, puedehacerme reemplazar... Tambin a ml me gustara charlar con usted... Pero ya haodo, a las diez he de estar aqu... Si quiere que cenemos temprano, hacia las siete,podra ir?Le espero. Johnson's Hotel...En el anfiteatro, el timbre, muy apagado, repeta: dos-cuatro

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    III

    El propietario de Johnson's Hotel tena a gala no haber instalado ni calefaccincentral ni luz elctrica, pero en la chimenea del vestbulo arda un gran fuego, en lamesa del comedor brillaban los candelabros de plata, la servidumbre atenda

    silenciosa y amable a los huspedes, y cada uno de stos saba que era para ella, noun nmero, sino un hombre. Rogu al maitre d'htel que me diera para aquellacena el comedorcito particular cuyos cuarterones de roble claro tan de mi agradoeran, y cuando entr, hacia las siete experiment una impresin de sorprendenteintimidad. Sobre la caoba de la mesa, un jarrn con junquillos apareca baado enla dulce luz de las bujas. Al llegar James poco despus, observ con placer quetambin l haba sido sensible a aquel ambiente tan sencillo.Slo un francs dijo calentndose las manos en pie ante el fuego es capazde descubrir en pleno Londres rincones de la Inglaterra antigua. Qu excelenteidea ha tenido usted! Siento tal necesidad de respeto En principio, yo no me

    ocupo de la consulta; pero la del lunes es tan excesiva, que si puedo, ayudo a miscompaeros.Por qu hay ms enfermos el lunes?Es muy sencillo... El lunes es, en los barrios pobres, el da en que losadministradores se presentan en las casas para cobrar el alquiler de la semana. Lasmujeres se arreglan para salir y a fin de tener un pretexto, nos traen a sus hijos.Deba usted de venir a ver esto un da. Es increble. Algunas de ellas dejan a sushijos sobre un banco y se van a beber a la taberna de enfrente. Terminada laconsulta hay que ir a buscarlas, medio dormidas por la cerveza, para que escojan

    un chico entre los que han dejado. Aada a esto los accidentes del domingo, lasrias y, claro est, mis propios enfermos,... es una ruda jornada.A la mesa, doctor!...., Vamos a procurar hacerle olvidar el hospital. Recuerda elvino de Borgoa que bebamos en Amiens? He encargado que nos sirvan delmismo.Durante la sopa evocamos nuestros recuerdos militares. Luego cay James en unmutismo invencible. Record que de estas ausencias sola salir con uno de aquellosdiscursos brillantes y paradjicos que tan de mi agrado eran. Call yo tambin, yesper.Dgame comenz de pronto . Una pregunta que jams le hice..., ni siquiera

    en momentos en que hubiera sido muy natural... Cree usted en la inmortalidaddel alma?Un poco sorprendido, pero satisfecho, porque reconoca en este brusco exordio alJames de mis recuerdos, reflexion un instante.Qu pregunta!... le dije . Usted conoce, o, mejor dicho, conoca en otrotiempo, mi posicin metafsica... Creo columbrar en la Naturaleza las trazas deun orden, de un plan, el reflejo divino, si usted quiere. Pero el plan mismo me

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    parece ininteligible, para el espritu humano Carezco, pues, para contestar a,

    usted, de la ayuda de ninguna doctrina tradicional... Lo que honradamente puedodecirle es que no he encontrado jams ningn signo visible de la supervivencia delas almas... Sin embargo, afirmar que el alma muere con el cuerpo me pareceigualmente temerario.Qu prudente es usted! dijo con impaciencia . Es imposible que una de lasdos hiptesis no le parezca ms verosmil que la otra. Vive usted como si creyera

    o como si no creyera en otra vida?Vivo, desde luego, como si no creyera en un Juicio Final; pero esto no quieredecir que est cierto de la no inmortalidad, sino que no creo en la severidad deDios que fuera al mismo tiempo nuestro Creador. Sin embargo, si me deja un pocode tiempo para reflexionar, creo que encontrar argumentos en el favor de lahiptesis de que el alma perece con el cuerpo... El pensamiento sin cuerpo? Meparece inconcebible... No le parece? Nuestro pensamiento es un tejido deimgenes, de sensaciones.,. Las sensaciones cesan con los rganos de los sentidos, yel renacimiento de las imgenes est ligado a la existencia de un sistema

    nervioso...: Usted sabe mejor que yo que ciertas destrucciones fsicas en las clulasdel cerebro acarrean un cambio y hasta una supresin de la personalidad. Ustedmismo me ha ensea-to que, entre otras cosas, la inyeccin de ciertos productosglandulares pueden transformar los pensamientos de un hombre. Todo estoimplica un lazo muy estrecho entre el soporte fsico de nuestro pensamiento y elpensamiento en s. Adems, no olvidemos el sncope... Recuerda usted, doctor, elda en que mi caballo, en Flandes, cay sobre m y me encontr usteddesvanecido?... All permanec dos horas; no recordaba nada... No pareca que mialma hubiera vivido mientras mi cuerpo estaba aniquilado.Ese razonamiento dijo el doctor, con su voz chirriante y sarcstica meparece bastante dbil. Se puede admitir que durante el sincope cesara usted detener conciencia de su personalidad (aunque es muy discutible, pues muchospacientes, al despertar de un sncope o de un dao operatorio, recuerdan imgenesextraordinarias y algunas veces describen una impresin de alma liberada); peroque esta personalidad quedar aniquilada, su despertar prueba lo contrario... Allevantarse despus de la cada usted no era otro hombre, sino el mismo,... Si estaexperiencia prueba algo, es ms bien que su personalidad sobrevivi cuando sucuerpo pareca haberla abandonado. Pero podemos ir ms lejos. Actualmente,cuando un corazn cesa de latir y los pulmones de respirar, los mdicos decimos

    que el enfermo ha muerto... Bien,., Supongamos que se encuentra el medio (y no esinverosmil que se encuentre) de hacer circular en la cabeza del muerto unacorriente de sangre nueva. No revivira el hombre?No s Es posible.Si renace, sera con la misma personalidad o con otra?Con la misma, claro est.Estamos de acuerdo... Pero, de dnde vendra esta personalidad? Sostendra

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    usted que se haba formado de pronto, con su inmenso panorama de recuerdos,sus pasiones, sus sentimientos, en ese cuerpo que acaba de renacer?... Dnde estla antigua alma del muerto?... Y si es la misma, no reconoce usted que no habamuerto con el cuerpo?Por qu, doctor?... Si nuestros recuerdos estn ligados a una estructura definidadel cerebro, al no cambiar esta estructura, los recuerdos renacen idnticos...Empleando una imagen vulgar, pero que expresa mi pensamiento, es como si

    usted dijera: El ministerio est vaco durante la noche, verdad? Y, sin embargo,cuando los empleados vuelven por la maana se ocuparn de los mismos asuntos.El ministerio tiene, pues, un alma personal, que invisible, existe durante lanoche

    Ingenioso sofisma dijo el doctor, escancindose vino , pero sin solidez,...,porque supone que el cerebro conserva la huella de las imgenes y de losrecuerdos, como el misterio guarda los legajos. Pues bien: permtame que yo,mdico, piense que no poseemos prueba alguna de semejante organizacin delcerebro. Las localizaciones cerebrales son de da en da y de ms en ms

    abandonadas por los especialistas; y aunque fueran ciertas, no demostraran lo queusted dice. No; cuanto ms se estudia la estructura del cerebro, mas se tiene laimpresin de que es, como di ce Bergson, un sistema de comunicacin, una centraltelefnica entre el cuerpo y otra cosa. Naturalmente, si usted destruye la central,cesa de comunicar; pero esto no prueba que el Interlocutor no haya existido jams,ni que haya desaparecido al desaparecer los aparatos.En efecto, doctor; pero en el caso de la central telefnica creo en el interlocutor,porque puedo fcilmente ir a su encuentro; a pie, a caballo, en aeroplano. Alinterlocutor alma, quin lo ha encontrado jams? Puede citarme usted un soloejemplo de pensamiento sin el soporte del cuerpo?Desde luego... Por ejemplo, el pensamiento mismo que crea su cuerpo... Nocomprende que si antes del cuerpo, antes de la primera clula, antes de la primeragotita perceptible de proto-plasma, no hubiera habido una fuerza vital, unpensamiento creador, jams se habra organizado la materia del cuerpoviviente?. Porque, bien mirado, resulta sorprendente que haya formado usted uncuerpo, el mismo que est ante m, con carbono, oxgeno, fsforo y algunas otrasmaterias insensibles... Y todava es ms sorprendente que con todo esto hayaconstruido un hombre ms bien que un oso o un camarn. Dnde estaba elsoporte material del pensamiento de que usted ha nacido? Qu cerebro le ha

    transmitido los pensamientos hereditarios, las imgenes atvicas que hacen queusted sea usted?.Habla seriamente, doctor? No cree usted que ese soporte material estabasencillamente en la clula fecundada de donde ha salido mi cuerpo?... No soy muyfuerte en biologa, pero... Me hace rer! replic . De dnde saca usted que est cientficamentedemostrado que en una clula estuvieran prefigurados hace treinta y cinco aos su

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    cuerpo y espritu?... Hace un momento me deca usted: Creo en el interlocutorporque puedo fcilmente ir a su encuentro... Pero en lo que concierne a la clula,qu experimento ha efectuado usted? Qu le permite suponer que bastaraaumentar una clula hasta dimensiones gigantescas, que nuestros microscopios nonos permiten alcanzar, para descubrir la nariz de su bisabuelo o el puritanismo delmo?... Y si realmente lo cree usted, cree que semejante creencia sea cientfica?Sera un gran error. Esa idea, si la tiene usted, es una religin, ni ms ni menos

    demostrada que otra cualquiera, bastante extraa en un hombre que hace unmomento se deca libre de toda doctrina. Ya s que el siglo diecinueve se haesforzado en reducir lo espiritual a lo material; pero ha fracasado.,.. La observacinest lejos de demostrar que la vida mental, sentimental, est contenida en la vidamaterial, sino, al contrario, que aqulla aade a sta un gran campo inexplorado.El matre d'htel, grueso y sonrosado, trajo el caf.Pareca sorprendido. Sin duda los huspedes de Johnson's Hotel no tenancostumbre de discutir acaloradamente sobre la inmortalidad del alma. Call. Losargumentos de James me parecan des-concertantes. Le ofrec un cigarrillo. James

    fum algn tiempo en silencio.De todas maneras... dije por fin . De todas maneras... No razone lo absurdo,doctor... Suponga que cada uno de nosotros tenga un alma inmortal. Dndediablos estaran los miles de millones de individuos que han existido? Adondeiran los millones d millones que existirn todava? _ Dnde estn las almas delos animales? Si usted fuera un telogo, me contestara que no tienen; pero es ustedun naturalista... Dnde estn las almas de todos los marsoplas, de todos loscanguros, de todos los cangrejos que han existido? No le parece inconcebiblesemejante idea.Si yo fuera un telogo, como usted dice, le contestara, probablemente, que esascantidades que le asustan no son nada comparadas con la omnipotencia y loinfinito de Dios. Pero habla usted de una supervivencia eterna de todas laspersonalidades,.. No le pido tanto. No puede usted imaginar que a cada cuerpoviviente est ligada cierta cantidad de una fuerza cuya naturaleza nos esdesconocida, pero a la que llamaremos, para comodidad del vocabulario, fluidovital? Qu impide pensar que despus de la muerte este fluido vuelva a unaespecie de fondo comn?..,.. Por qu no existira un principio de conservacin dela vida anlogo al de conservacin de la energa?. Concdame esto, y me declarosatisfecho.

    Satisfecho? Pero, por qu, querido doctor, concede usted tanta importancia ahiptesis tan frgiles?Eso, querido dijo, levantndose , se lo dir dentro de una hora, si me haceusted el favor de volver conmigo al hospital.

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    IV

    Mientras cenbamos haba cado Una espesa niebla sobre la ciudad. Los farosencendidos de invisibles coches sembraban aureolas rojas y blancas. El Strand

    pareca un paisaje de pesadilla. Ja-mes me invit a que me cogiera de su brazo yme condujo hasta el autobs. Desde nuestra salida del hotel no haba hablado.Cuando estuvimos sentados, le pregunt:Qu vamos a hacer?Tal vez nada..... Usted mismo juzgar... En todo caso, sepa que usted es elprimero a quien revelo mis investigaciones. Por lo dems, ya comprender..., peroprefiero no hablar aqu aadi, lanzando una mirada hostil a una seoraenlutada sentada junto a m.El vehculo atraves el Tmesis en medio de un banco de verdadero algodnamarillo. En la orilla maldita, el resplandor de las fbricas pona en la noche

    neblinosa luces inmensas y plidas. Yo dorma mecido por el autobs.Nos apeamos dijo Bruscamente el doctor James.

    Estbamos delante de San Bernab. El hospital, envuelto en la niebla, brillabadbilmente. James, con da seguridad de movimientos de hombre que pisa terrenoconocido, me gui a travs de los patios y de los arcos. No tard en reconocer lapuerta metlica del cuarto de los muertos. Desde haca un buen rato pensaba yoque all era donde me llevaba. Mi compaero pareca en un violento estado desobreexcitacin nerviosa. Con qu macabra exhibicin iba a terminar nuestravelada? La puerta estaba cerrada con cerrojo. James llam con su golpe fuerte,

    seguido de otros dos ms dbiles.All voy, doctor respondi desde dentro la voz insoportable de Gregory.Yo me reprochaba mi malestar, que no consegua vencer. En realidad, pensandohoy framente en l, no llego a explicarme su intensidad. Gregory me haba sidoantiptico, pero no tena motivo alguno para suponer que fuera otra cosa que unayudante inofensivo. Yo conoca a James desde mucho tiempo antes, y todo cuantosaba de l tena que inspirar confianza. Cierto que desde la guerra haba cambiadomucho y no estaba yo completamente seguro de que se conservara en sus cabales.Pero, qu poda temer? El espectculo de la muerte? De 1914 a 1918 me habafamiliarizado con l. Una complicidad involuntaria? Pero, de qu crimen? Con

    todas mis fuerzas invoqu aquel llamamiento a m mismo que hacamos, diez aosantes, en el momento de un bombardeo, y atraves la puerta, decidido a ser firme.Buenas noches, doctor dijo Gregory.Al verme, me pareci sorprendido y descontento, y aadi:Pero cmo, doctor, le acompaa alguien?Y llevndolo aparte le murmur en voz muy baja unas frases que no o:No importa dijo James en alta voz . Mi amig es un francs que nada tiene

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    que ver con el hospital, compaero fiel durante la guerra. Sabr callar.As lo espero contest Gregory . Porque los dos perderamos nuestropuesto, doctor, si este caballero hablara.Bien, bien, ya le he dicho que sabr callar insisti James con impaciencia .Ha recibido usted el hombre?Gregory se apart, dejando ver la mesa de diseccin, sobre la que haba tendido uncuerpo completamente desnudo. Reconoc al hombre de la barba roja y blanca que

    vi agonizando aquella maana. Me haba equivocado al creerle un anciano. Laenfermedad haba desgastado el rostro, pero era joven, hermoso, musculoso, ydaba, en aquella lamentable debilidad de la muerte, una cruel impresin de vigormalgastado. En la pierna izquierda tena un tatuaje: dos serpientes enlazadas; en elpecho, otro; una barca con las velas hinchadas por el viento.Nos hemos retrasado dijo James . Esta nieblaCunto tiempo hace queest aqu?El ltimo suspiro, hacia las nueve cuarenta, doctor. Ahora son las diez y media.-Bien dijo el doctor . No se ha perdido todo... De prisa, Gregory, la bscula...

    Usted dijo, volvindose hacia m sintese en uno de esos bancos... No semueva, no hable. Luego le explicar lo que vea.Gregory, que haba desaparecido bajo el anfiteatro, volvi cargado con un aparato.Reconoc una bscula rematada por un cuadrante con aguja, casi igual a las que seven en las estaciones. La plataforma era lo bastante grande para poder colocar enella un cuerpo humano tendido. Con ayuda de James, el ayudante coloc elcadver del hombre rojo, y en la extremidad de la aguja fij un espejito.Luego desapareci de nuevo bajo el anfiteatro y trajo un cilindro montado en laextremidad de un mango bastante largo. O dar vueltas a un resorte, como si dieracuerda a un mecanismo de relojera.Vamos, de prisa, Gregory; de prisa dijo, impaciente, el doctor Est usted.preparado? Apago.Di vuelta a un interruptor y se apagaron todas las luces del anfiteatro. Entonces vicmo un rayo luminoso, reflejado en el espejito colocado en la extremidad de laaguja, daba en el cilindro que giraba lentamente. l menor movimiento de la agujacorresponda as otro mucho ms amplio de un punto luminoso en el cilindro. Erael mtodo clsico que ya en otro tiempo haba visto yo emplear en las clases defsica para aumentar la sensibilidad de un galvanmetro.No comprenda nada de aquel experimento ;i pero la escena adquiri un aspecto

    cientfico, familiar, que me tranquilizaba. Sentame sensible a su extraa bellezahasta el punto de tranquilizarme. Aquella oscuridad, en la que brillaba un dbilrayo de luz; aquel cuerpo desnudo que se adivinaba en las tinieblas; el rostro deJames, inclinado sobre el cilindro, un instante modelado por el rayo luminoso; todorecordaba esos cuadros de Rembrandt, en los que un filsofo, un alquimista,trabaja en una sombra plida, slo alumbrada por la amarilla luz de una ventanaestrecha y sobrenatural. Durante algunos minutos, el silencio fue absoluto. Luego

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    se oy salir de las tinieblas la voz de James.Comienza usted a comprender? deca . El rayo luminoso sobre el cilindroindica el peso del cuerpo. Observe ahora los puntos fosforescentes de referenciaque marcan la parte superior y la base del cilindro... Como ve, el punto del impactodel rayo luminoso desciende lentamente... Por tanto, disminuye el peso... El pesode un cadver disminuye siempre durante las horas que siguen a la muerte. Porqu disminuye?.... Una parte del agua contenida en los tejidos se pierde por

    evaporacin lenta, y como no la reemplaza ninguna nutricin... Note que estadisminucin es continua, como puede comprobar observando el punto luminosoque desciende sin altos. En efecto, no hay ningn motivo para que la evaporacinsea discontinua. Hace aproximadamente una hora que falleci... Durante mediahora, pocos minutos ms o menos, continuar el fenmeno, sin ningn cambio.Luego debe usted mirar atentamente al cilindro.Sigui una calma extraordinaria. Yo oa respirar a Gregory y a James. El puntoluminoso descenda lentamente, y aquel hombre, que, sin duda, fue para unamujer y para unos nios el centro del mundo, estaba all tendido sobre la

    plataforma de la bscula, objeto de un experimento ininteligible. Son el timbre:tres, dos. La una y veinticinco dijo James con un tono en el que sent de nuevola extraordinaria tensin nerviosa observada al principio de la sesin.Me propuse no perder la vista del cilindro. O con toda claridad el tictac de uncronmetro que James tena, sin duda, en la mano.La una y media dijo.Algunos segundos ms tarde vi caer bruscamente el punto luminoso. El salto habasido minsculo, pero fcil de observar.Ha visto usted, doctor? le pregunt.Precisamente le he trado a usted para que observara este fenmeno.En aquel momento encendi todas las luces y, un poco deslumbrado, vi de nuevolos bigotes brillantes de cosmtico de Gregory y al hombre rojo tendido en una deesas actitudes laxas que adquieren los cadveres.Me encontraba tranquilo y me senta curioso, interesado. Entrevea lo que buscabami amigo, y deseaba apasionadamente saber cmo interpretar su experimento.Ahora le dije me va a explicar usted...Espere me contest . Cuando Gregory se Haya ido.., Venga a mi cuarto yall le mostrar algo ms... Gracias, Gregory, hasta maana,Debo guardar maana el corazn para el profesor Simpson? dijo

    amablemente el hombrecillo, cogiendo el cadver entre sus brazos para volverlo acolocar sobre la mesa de diseccin.Quin se ocupa de los corazones? contest James, encogindose de hombros. S, claro est, haga lo que le hayan ordenado.Sac de su bolsillo un librito de apuntes, anot unas cifras y me invit a seguirle.

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    V

    Y ahora, doctor... dije cuando estuve instalado en el nico silln de su cuarto,un whisky a mi derecha y una caja de cigarrillos a mi izquierda.

    Ahora, amigo mo, usted espera de m que le explique esta sesin... Pero antesquisiera saber qu piensa usted de lo que acaba de ver.Yo?... Qu quiere usted que le diga? Nuestras conversaciones durante la cena ye] experimento que acabo de presenciar me parecen probar que busca usted...cmo decir?... el alma humana. Y tambin que, creyente en el espritu, la buscausted por medios materiales. Lo que, usted perdone, me parece contradictorio..,Pero hago mal en juzgar, puesto que ignoro el resultado de sus experimentos,excepcin del de esta noche. As, pues, hable usted primero.Estaba en pie, apoyado en la chimenea. Encendi su pipa. Detrs de la cortinaverde, un ruido que ya haba odo aquella maana hizo resonar una tabla del

    entarimado.Dgame la verdad Jaimes, son ratones verdad?Ratas, ratascontest sonriendo. Un da le llevar a ver Hamlet,.. Hayen este momento una nueva compaa... Pero ya hablaremos de ratas despus...Antes voy a contestar a su primera objecin: Usted busca el espritu bajo forma demateria, me dice usted- No es cierto... No busco espritu. Busco cierta forma deenerga que, ligada a la materia, le comunica tal vez esa propiedad todavainexplicada: la vida... No me negar usted que, a despecho de las afirmaciones dematerialistas fanticos, jams hasta hoy ha sido posible reproducir por medio de

    mecanismos fisicoqumicos las reacciones de la materia viviente.Es verdad... Pero yo creo que podrn ser explicadas un da....Bien, bien dijo impaciente . Se puede creer todo... En todo caso, no menegar usted que, cientficamente, experimentalmente, puedo decir que ignoramoslo que es la vida,... No es, pues, absurdo buscar, como yo procuro hacerlo, si existeen los cuerpos vivos una forma de energa diferente de todas las que conocemos.Observe que esta investigacin no plantea el problema del alma en el sentidoreligioso o filosfico de la palabra; lo traspone, lo desplaza, lo hace retroceder,... Sillegara a probar que en todo ser viviente existe una masa definida de fluido vital,habra que delimitar lo que en ste hubiera de espritu y de materia y demostrar

    cmo estn unidos... Le digo esto para el caso en que una ortodoxia cualquiera lehaga desconfiado a priori....Mi querido James le dije, ya conoce cul es mi posicin a este respecto. Leescucho con espritu crtico, pero perfectamente libre. Adems esa idea de unfluido vital no es una idea nueva. Mesmer, que fue una de las causas lejanas de laRevolucin francesa...Ya s, ya s.... dijo el doctor, fumando su pipa., Hay otro precursor ms

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    importante, que usted desconoce sin duda: el barn de Reichenbach.En efecto, no lo conozco. Quin era?Un personaje extraordinario, secuestrado por la polica francesa porque querafundar un Estado... Gran qumico, pues fue l quien descubri la parafina y lacreosota... Hacia mil ochocientos sesenta abord el problema de la radiacin de loscuerpos vivientes. Posea en Baviera varios castillos maravillosos, unos situados enla cumbre de las montaas y otros al borde de los lagos. Reuna a sujetos

    especialmente sensibles que, en una oscuridad absoluta perciban alrededor de laspersonas, de los animales, de las flores, un fluido luminoso, que Reichenbachbautiz con el nombre de Od, un trmino snscrito que significa que y penetratodo...,. Los sujetos de Reichenbach vean elevarse en la oscuridad alrededor delos cuerpos, efluvios que no eran ni humo ni vapor, sino algo as como una llamatenue. Cosa extraa, estas emanaciones eran de un color rojizo en la parteizquierda del cuerpo y azulado en la derecha... Yo he intentado reproducir estosexperimentos de Reichenbach, pero no he obtenido nada Cuando, hace un rato,estbamos en la oscuridad usted, Gregory y yo, no creo que haya columbrado

    usted ninguna llama dica, a pesar de que los tres nos encontrbamos en unestado de hiperestesia.No, ni vi nada.Y alrededor del cadver?Nada.Yo tampoco, y siempre me ha ocurrido lo mismo... Pero he encontrado otracosa... y he aqu cmo... En una revista mdica publicada durante la guerra, le unda el experimento realizado por un doctor llamado Crooks, quien deca haberpesado cadveres de animales y comprobado, tras un tiempo, casi siempre, elmismo para una especie dada, un brusco descenso del peso. Para el hombrecalculaba este descenso medio en diecisiete centsimas de miligramo... As, puesconclua, el alma existe y pesa diecisiete centsimas de miligramo. Bajo estaforma grosera, la comunicacin fue juzgada absurda. Se afirm que el tal doctorestaba loco, y nadie ley atentamente su Memoria.... Pero a m me impresion elrelato por el tono de sinceridad y la gran precisin de detalles... Sin embargo,jams hubiera intentado yo repetir experimentos tan difciles y desagradables si

    se interrumpi como si lamentara haber comenzado esta frase, y, sin terminarla,continu : El ao pasado se me ocurri la idea, aprovechando que lascircunstancias y la vida del hospital ponan cadveres a mi disposicin, de

    comprobar los hechos sealados por Crooks... No sin sorpresa vi que haba dichola verdad. Slo que detuvo el experimento prematuramente. Para el hombre, lacurva normal de la evaporacin se interrumpe casi siempre, no una vez, sinotres, por descensos bruscos. La primera, que es la que usted ha observado estanoche, se produce aproximadamente una hora y treinta y cinco minutos despusde la muerte, y es de quince a diecinueve centsimas de miligramo; la segunda ytercera, que no he esperado a que se produjeran, porque las conozco con absoluta

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    certidumbre, siguen a la primera a veinte minutos y una hora de intervalo,respectivamente... Quera usted decir algo?.Nada importante Una simple observacin... Como no puede usted colocar los

    cadveres en la bscula sino, lo ms pronto, algunos minutos despus de lamuerte, no sabe, doctor, si durante estos minutos se ha producido un fenmeno delmismo orden.Reflexion un instante y dijo:Exacto... Pero vuelvo a lo que le deca... Sobre los resultados del experimento noexiste la menor duda. Usted mismo acaba de comprobarlo, y todo el mundo puedehacer lo mismo... Aadir que los he repetido con anmales (ah tiene los ratonesque le intrigaban) y tambin he confirmado los resultados de Crooks. Siempre seproduce un descenso brusco; pero su amplitud es muy inferior a la observada en elhombre. En el caso del ratn, tan inferior, que no puede ser medida. Tales son loshechos. Sobre su interpretacin se puede discutirEncendi su pipa, que se haba apagado, y me mir.Me guard muy bien de decir nada, y continu:

    Al punto a que he llegado, mi conclusin es que no es absurdo suponer, no queel alma humana pesa diecisiete centsimas de miligramo, pero s que todo serviviente est minado (almado podramos decir) por cierta forma de energa queabandona el cuerpo despus de la muerte Que toda energa tiene una masa e scosa admitida por todos los fsicos, desde Einstein. Usted sabe que se puede pesarla luz y que, tericamente, incluso se la podra comprimir en una esfera Por quno ocurrira lo mismo con la energa vital?. Verdad es que el peso de la luz es deuna importancia infinitamente ms pequea que el observado en misexperimentos; pero no creo que esto pueda ser un argumento en contra ma. Estoprueba nada ms que estamos en presencia de un fenmeno completamentedistinto, lo que nada tiene de extrao ... Se conocen hoy estados de la materia tales,que una tonelada de tomos reducidos a su ncleo podran caber en el bolsillo demi chaleco.... Sigue mi razonamiento o me juzga completamente loco?Me resulta difcil habituarme a estas ideas; pero lo que usted me dice me parececlaro. Sin embargo, le har una objecin. Usted considera el cuerpo humano comouna unidad viviente, y, segn lo que sabemos, no es as. Las diversas clulas delcuerpo no mueren todas al mismo tiempo. Un corazn vive ms tiempo que uncerebro. Cuando yo fui a Amrica me ensearon en los laboratorios Cairrel que sepuede, por medios artificiales, hacer vivir las clulas del corazn casi

    indefinidamente. No recuerdo qu sabio ha dicho que las clulas de un cuerpomueren como la poblacin de una ciudad hambrienta: las ms frgiles, lasprimeras; pero si la muerte es progresiva, cmo coordinar esta idea con la de

    los descensos bruscos observados por usted?Su observacin es razonable y yo mismo me la he formulado. La respuesta esque he notado no uno, sino varios descensos, y adems que esa idea de la muerteindividual de las clulas no es ms que una hiptesis... Si existe determinada

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    fuerza que sea el soporte de lo que llamamos personalidad, debe desaparecer deuna sola vez (con toda seguridad al producirse el descenso ms fuerte). Lapersonalidad de cada uno de nosotros es, no lo olvidemos, algo completamentedistinto de la vida de cada una de sus clulas... Una personalidad es o no es...Insisto en que yo no pretendo hacer del alma una cosa material; pero, como antesle he dicho, as como el alma est, por la expresin de sus pensamientos y por lapercepcin de sus sensaciones, ligada al cuerpo, as tambin es posible que,

    despus de separarse del cuerpo, quede ligada a esa energa misteriosa cuya salidaacabamos de observar.Quiere usted decir que la personalidad podra sobrevivir en el cuerpo si laenerga vital de ste pudiera permanecer agrupada en un punto nico?Eso es, pero por el momento no afirmo nada. Slo digo que no es inconcebible.S; pero de hecho esa energa no permanece agrupada.No sabemos nada; pero me parece posible, como le deca en el hotel, que ascomo la materia de que est formado un cuerpo vuelve, bajo formas diversas, a lamateria universal, nuestra fuerza vital, en el momento de la muerte, retorna a

    algn inmenso depsito de energa espiritual hasta l momento en que, ligada denuevo ciertos tomos de la materia, va a animar una vez ms a un ser viviente.En otros trminos: usted cree en una inmortalidad del alma universal, pero no enla supervivencia del individuo.Tiene usted un gusto muy francs por las ideas, amigo mo Quiere usted

    llevarme al campo ilimitado de las hiptesis? Para m, el problema que me interesaes mucho ms modesto... Si pudiramos aprisionar la energa vital de un serhumano, habramos fijado con ello su personalidad? Le habramos asegurado, sino la inmortalidad (todos los problemas en los que entra el infinito escapan alespritu humano), al menos una cierta duracin de supervivencia? Esto es lo queyo busco.Un poco loco, doctor, aunque interesante...Pero ha intentado usted recoger esacosa que pesa diecisiete centsimas de miligramo?Todava no he encontrado ocasin de intentarlo en el hombre. En los animales,s. Durante el experimento de la bscula he colocado ciertos animales bajocampanas de cristal; pero qu he recogido en stas? He recogido siquiera algo?No lo he sabido jams. En primer lugar, para retirar el animal tengo que levantar lacampana. Se escapa entonces lo que ella contiene? Lo ignoro.... El fluido vital,pese a las aserciones de Reinchenbach, contina invisible... Esto hace la

    observacin difcil.. Claro que los experimentos, hechos con el hombre, deberanofrecer resultados ms fcilmente observables, puesto que las masasexperimentales son mayores... Hace tres das he encargado una campana de cristalde dimensiones capaces para cubrir el cuerpo de un hombre... La tendr la semanaprxima Ya veremos. Estar usted todava aqu?Tengo que regresar a Pars para algunos das, pero mi trabajo est lejos determinar y volver a Londres el viernes, hacia las siete de la tardeQuiere usted

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    cenar conmigo ese da?No; el viernes no puedo dejar el hospital; pero vngase usted por aqu y tal vez.Me mir largamente, como un arquitecto que calcula con la mirada la fuerza deuna viga o de un muro, Desde luego, usted me reitera su promesa de que nohablar a nadie de lo que aqu ha visto Perdera de golpe mi puesto y los mediosde continuar mis experimentos.Le estrech la mano y sal. Encontr difcilmente mi camino en medio de la niebla,

    y no llegu al hotel hasta las tres de la maana. No pude dormir.

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    VI

    Llego al punto de esta historia en que las circunstancias me llevaron a desempearun papel ms importante, y quiero confesar sin demora, que fui culpable, pese a lapromesa solemne que hice a James, de hablar a un sabio francs, aunque de

    manera indirecta, de las investigaciones de mi amigo. Sin embargo, merezcodisculpas. En primer lugar, no fue deliberadamente, sino casualidad quien porentonces me depar oportunidad de conocer a Monestier. En segundo lugar, sever que las preguntas que yo hice fueron de tal naturaleza que ni por unmomento pudo sospechar que un mdico realizara tan extraas investigaciones. Y,por ltimo, dir que mi conducta, por imprudente que fuera, permiti a James darun paso decisivo hacia la solucin del problema.Llegu a Pars un sbado, y la noche del mismo da cen en casa de unos amigos.En la mesa, Monestier se sent a mi lado. Yo le admiraba desde haca tiempo,porque con Juan Perrin y Langevin es no slo uno de nuestros grandes fsicos, sino

    tambin un perfecto-escritor. Qued encantado de este hombre. Tena los ojosazules y vivos de un nio, cabellos blancos y voz rpida y joven. Recuerdo que mehabl primero de los trabajos de Esnault-Peiterie y de la posibilidad de un viaje ala Luna.Yo no ir afirm. Mi hijo, tal vez; mi nieto, con toda seguridad..... Ademslos voluntarios se contarn por centenares.Cmo respirarn? le pregunt.Llevarn oxgeno consigodijo Monestier;| ms adelante, cuando haya alluna colonia de seres humanos, se abrir un mercado de oxgeno, en el que todas

    las maanas harn las criadas provisiones de aire respirable. Esta existenciaparecer muy sencilla a los que vivan..... Qu habra pensado Cristbal Coln si lehubiera descrito el transatlntico Ile de France. Relea a Julio Verne y a Wells.Casi todos los sueos de la generacin precedente son hoy realidades.Fue en este momento (sin duda porque haba citado con simpata los nombres deJulio Verne y Wells) cuando sent un deseo invencible de interrogarle sobre el valorcientfico de las investigaciones del doctor James.A propsito le dije , figrese que yo tambin quisiera escribir un cuentofantstico sobre el cual, puesto que la ocasin se presenta, quisiera conocer laopinin de un sabio Claro que va usted a juzgar el tema completamente

    absurdo... Ya s que lo es; pero yo quisiera saber, partiendo del supuesto de que unsabio realizara determinados experimentos, qu marcha seguira y cul sera suorientacin.Seguidamente le refer, como si se tratara del argumento de una novela, misconversaciones con James y los experimentos de que fui testigo. Me escuchdivertido y amable.No es tan absurdo dijo. Por qu no habra psicones como hay

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    electrones?... Sabemos tan poco!... Exactamente, qu quiere usted saber?... Quexperimentos podra hacer este mdico? En su lugar, yo procurara saber, primero,si ciertas radiaciones no hacen visible la energa que l cree haber recogido en lacampana de cristal. Ha visto usted materias fluorescentes invisibles en laoscuridad al paso de los rayos ultravioleta?No, nunca.Yo se lo ensear; es un hermoso espectculo... Puede usted venir maana a mi

    laboratorio?Encantado.Al da siguiente me recibi en un edificio nuevo, en medio de mquinas brillantesy complicadas. Cuando entr estaba Monestier, en pie ante un tubo de cristal, en elcual, aproximndome, vi anillos de luz de un rosa malva plido y sobrenatural.Muy buenos das! me dijo . Mire, aqu tiene un curioso fenmeno. Fjese.....Deslizo un imn a lo largo de este tuboTena en la mano un pedazo de metal en forma de herradura, que hizo resbalarlentamente hacia la derecha, y entonces vi cmo los anillos se separaban unos de

    otros siguiendo al imn y se hacan ms transparentes y plidos. Monestier llev elimn hacia la izquierda y los anillos se mezclaron entre s hasta formar uno solo lamateria violeta.Maravilloso! exclam . Qu explicacin?Ah!... Eso es lo que busco... Todava no s... Pero usted ha venido para verfenmenos de fluorescenciaNo quiero que pierda el tiempo.En un rincn del laboratorio haba una mquina larga y negra, parecida a unaparato fotogrfico de grandes dimensiones, cubierta con un trapo idntico al queemplean los fotgrafos al enfocar.Esto dijo Monestier es el aparato que produce los rayos ultravioleta... Laluz visible es detenida a la salida por una placa negra que slo deja pasar lasradiaciones invisibles.. Ahora ver... Apague la luz,.., el conmutador est ms laizquierda,... Bien. Ahora ponga el aparato en marcha en la oscuridad. No ve ustednada. Si coloca usted su mano al paso del haz de rayos, la ver usted luminosa enparte, y si la deja mucho tiempo se quemar Bien Ahora coloco delante del

    aparato una bola de cristal llena de agua.... Naturalmente, es invisible; pero en

    esta agua vierto una sustancia fluorescente... Mire!De pronto aparecieron dos gotas de agua de un azul acerado, como planetassuspendidos en la noche. Estas gotas se ensancharon .en volutas que giraron

    lentamente, crecieron, se debilitaron, como nebulosas cada vez ms tenues. Unhumo lquido llen todo el recipiente como una nube irreal y luminosa.Qu hermoso! exclam. Creera uno asistir a la creacin de la materia,,..Pero por qu todo esto no es visible a luz ordinaria?Mi querido seor dijo sonriendo, los porqus de la ciencia son casisiempre comprobaciones de hecho. Recuerde a Molire: Quia est in eo virtusdormitiva... Porque hay sustancias fluorescentes que son visibles a los rayos

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    ultravioletas Pero volviendo a su asunto, en el cual he pensado mucho anoche,

    nada impide suponer que ese fluido vital sea fluorescente,.. El mdico de sunovela podra seguramente encontrar en el hospital un aparato como ste... Quecoloque una de las campanas de cristal que emplea al paso de los rayos Quin

    sabe? Tal vez vea de pronto los psicones hacerse luminosos.Si es una buena idea No teme usted que el cristal de la campana deje

    escapar la energa que contenga? No seran preferibles campanas de metal o

    cristal de roca?Ah! No, no s... Todo depende de la naturaleza del fluido que me esdesconocida; pero no veo razn a priori para que el cristal sea insuficiente. SI loes, puede usted suponer que su hroe recurre aun cristal coloidal, y entonceshablar en su novela de hermosas campanas rojas Pero le voy a ensear algo

    ms...Me hizo ver lminas de jabn infinitamente delgadas, en las que se formabanplacas de colores vivos y cambiantes, y ya no me atrev a hablarte ms de minovela.

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    VII

    Regres a Londres el viernes por la tarde. La travesa fue mala y sentame muyfatigado para salir aquel mismo da. Hasta el siguiente, sbado, no fui al hospital aver a James. No le encontr en su habitacin; pero, como la puerta estaba abierta,

    entr para esperarle. La cortina verde estaba descorrida. En los estantes que mehaba ocultado esta cortina en mi primera visita, vi una pequea balanza, unacampana de cristal y diferentes botellas. Mientras esperaba la llegada de mi amigomir las fotografas de mujeres que cubran la chimenea y la mesa de trabajo.Entonces observ (lo que no advert el primer da) que casi todos eran retratos de lamisma mujer, una nia casi. La expresin del rostro era dulce, ingenua; los rasgos,encantadores; los cabellos de un rubio tan claro que a veces parecan blancos. En lamayora de aquellos retratos la joven apareca vestida con trajes que no eran denuestro tiempo. Una actriz? Es que se complaca en dar a su sorprendente bellezaaspectos diferentes? Me encontraba abstrado en esas reflexiones en que siempre

    nos sume la contemplacin de un hermoso rostro, cuando o pasos. Me volv.James estaba detrs de m. Pos su mano en mi hombro y mir tambin un instantela fotografa.Ya est usted de vuelta! Cmo ha encontrado el alegre Pars?Muy agradable. No conozco ciudad ms agradable que Pars en primavera...Pero esto no nos interesa... James, creo que all he descubierto algo muy valiosopara las investigaciones que realiza usted.Para mis investigaciones? Cmo es eso?Le confes mi imprudencia, explicndole que no implicaba para l ningn peligro.

    Le describ cuanto haba visto en el laboratorio de Monestier y le relat lo msfielmente posible cuanto ste me dijo.Creo que si usted pudiera proyectar un haz de rayos ultravioleta sobre elcadver en el momento en que usted cree que se escapa algo, acaso vierailuminarse el fluido Tambin lo contrario es posible.,._. Pero no podra ensayar?Seguramente que aqu en el hospital existe un aparato de rayos ultravioleta.S, s dijo, abstrado . La sola dificultad es disponer de l en la sala dediseccin,...; pero esto no me parece imposible... S, muchas gracias... Es una buenaidea... He visto varias veces experimentos de fluorescencia No haba pensado en

    aplicarlos a mis investigaciones. En todo caso, voy a ensayar en mi cuarto con uno

    de esos animalitos. Quiere usted venir maana por la noche y ensayaremos esojuntos?No es posible imaginar el estado de excitacin en el cual encontr a James al dasiguiente. Al or mis pasos en la escalera sali de su habitacin y, extendindomelas dos manos, apenas me vio exclam a media voz:Gracias a usted, amigo mo, tenemos una solucin!Qu dice?

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    Entre y mire.La habitacin estaba a oscuras, pero James me gui, empujndome por la espalda.Cuidado! me dijo. El aparato est en medio del cuarto. Un poco ms a laizquierda Bien... Ahora,derecho, delante de usted... Ve usted algo?Hacia donde estaba situada la chimenea columbr un dbil resplandor, del tamaoaproximado de una avellana, pero ms alargado. Mirando ms cerca not en elinterior de aquel ncleo luminoso corrientes ms oscuras que giraban con lentitud.

    El aspecto del conjunto recordaba ciertas fotografas de nebulosas celestes.Qu es eso? le pregunt . Es curioso y hasta bonitoSe lo voy a demostrar ms claramente me dijo.Se alej de m y la lmpara central del cuarto se encendi. Sobre la chimenea vi unacampana pequea de cristal, bajo la cual haba un ratn muerto, tendido decostado. La luz cenicienta haba desaparecido. Mir a James con cierto aireinterrogador.Parece usted sorprendido me dijo. Me he limitado a poner en prctica loque usted me dijo. Lo que acaba de ver es una masa de... no me atrevo a decir

    materia.... de... fluido luminoso que apareci a los rayos ultravioleta, en la partesuperior de esa campana, veintin minutos despus de la muerte del animal.Me encontraba asombrado y apenas poda creer lo que acababa de ver y or.Es extraordinario, James! Nadie ha tenido jams esta idea. Es un grandescubrimiento, no cree usted? Y dnde est ahora el fluido? Bajo la campana noveo nada.En efecto, nada se ve a la luz ordinaria, y a esto se debe que ni yo ni nadiehayamos comprobado antes el fenmeno... Pero el mtodo de usted, o, mejordicho, el de su amigo el fsico, es el que ha permitido

    Quisiera ver otra vez.Apag la luz, en marcha el aparato. Inmediatamente el ncleo alargado brill consu dulce resplandor de nebulosa.Comienzo a creer, James, que est usted en camino hacia un porvenirimprevisible y maravilloso,.... Cree usted que la personalidad,..,? No, no se puedehablar de la personalidad de un ratn. Cree usted que la individualidad de eseanimal est, bajo una u otra forma, ligada a ese pequeo resplandor?Amigo mo, no s ms que usted... Todo lo que puedo decir es que me pareceposible, probable..., y que estoy decidido a repetir el experimento con un hombreapenas disponga de una campana mayor... Observe, adems, que tenemos la suerte

    de que ese fluido sea ms ligero que el aire y se rena en la parte superior, lo quehace fcil su conservacin incluso si hay que levantar la campana para retirar elcuerpo.Quedamos silenciosos algunos momentos en la oscuridad, mirando aquelresplandor que acaso era el signo de una misteriosa presencia.Qu sorprendente dije; que hechos tan importantes y tan sencillos hayanescapado hasta hoy a los hombres!

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    Por qu? Es la historia de todos los fenmenos cientficos. Los elementos detodos los grandes descubrimientos han existido en la Naturaleza desde hace milesde aos. Faltaba una inteligencia que los interpretara. Cuando el hombre de lascavernas dejaba caer una piedra en el torrente o desde el borde de una roca hubierapodido, como hizo ms tarde Galileo, descubrir las leyes de la cada de los cuerpos.No pens en ello. Las tempestades han sido, desde que la Tierra existe,maravillosos experimentos que hubieran podido ensear a todos los hombres la

    existencia de la electricidad... Pero atribuan el fenmeno a la clera de Zeus_...,Los hombres han estado siempre rodeados y la atmsfera surcada por lasradiaciones d que hoy se sirven nuestros fsicos, pero estas radiacionespermanecan invisibles, inapresables, como la fuerza vital de este ratn.Pobre animalito! Squelo de ah, James! Me es penoso ver ese cuerpo en mediode las fotografas de esa mujer.Tras un momento de vacilacin, pregunt:Quin es ella?No la conoce? Es Edith Philipps, esa joven actriz a la que todo Londres corre a

    ver representar Ofelia... No la ha visto?,... Esta noche iremos juntos.Saque ese ratn, James.Levant la campana con precaucin, tir de la larga cola del animalillo y loenvolvi en un papel.Ahora vamos a ver si la luz contina ah todava.Repiti la experiencia. El ncleo luminoso brillaba en la parte superior de lacampana.

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    VIII

    Mis visitas al Hospital de San Bernab se hicieron casi diarias. Yo continuabatrabajando en el British Museum porque no tena ms remedio y porque no poda

    pasar todo el tiempo con el doctor James, a quien su profesin dejaba poco tiempolibre; pero las investigaciones de mi amigo me interesaban ms que las mas. Todoslos das esperaba con impaciencia la hora que l me fijaba. En la sala de lectura, envez de trabajar, miraba a mis vecinos; una seorita con gafas de concha, un jovenhind de rizado pelo, imaginndome a ambos tendidos sobre la fnebre bscula deGregory. Cuando llegaba la hora, corra hacia la ciudad de las chimeneas y de losmuelles.Dos veces por semana, el lunes y el jueves, la avenida que conduca al hospitalestaba ocupada por el mercado miserable que ya haba visto en mi primera visita.Yo gustaba de pararme en las tienda? al aire libre, en las que vendan pescado,

    libros a diez cntimos calzado usado. Algunas veces hablaba con los vendedores.Un tal William Slutter era mi preferido porque tena una hermosa cabeza de viejolord y una sorprendente distincin natural. Por sesenta cntimos venda unosextraos encendedores en los que un cerdo con una pata levantada produca lachispa. Wonderful joke deca They never let you down... I was sold outyesterday. I have only a few left. En verdad, yo jams le vi vender ni uno; perosonrea siempre y aparentaba una gran confianza en la vida. Yo estaba lejos depensar, cierto jueves, hablando con l de las dificultades de su comercio, que lasemana siguiente sera el protagonista del ms extraordinario de los experimentos.

    Y, sin embargo, as fue. William Slutter tuvo una pleuresa purulenta y fue llevadoa San Bernab en un estado que no permita la menor esperanza. Aquel mismo da,un gran almacn que pretenda servir todo lo que se le pidiera entregaba a James lacampana de talla humana que haba encargado tres semanas antes. Por la noche,cuando acompa a James en su visita a las salas, qued sorprendido al ver elrostro, de ordinario tan sereno, de William Slutter. Exaltado por la fiebre.Wonderful joke gritaba . I have only a few left... La noche del siguiente daa medianoche, le volv a ver en la sala de diseccin.Comenzaba a habituarme a aquel espectculo macabro. James, por el contrario,estaba aquella noche muy agitado. Haba ayudado a Gregory a ocultar la campana

    gigante bajo el anfiteatro, y tema que el hombrecillo la rompiera al colocarla en lamesa, sobre el cadver. El doctor tuvo que renunciar a servirse de la bscula,porque hubiera sido difcil, por no decir imposible, conservar la campana enequilibrio sobre la plataforma de la bscula; pero dispona del aparato de los rayosultravioleta, que, una vez ms, consigui que le prestaran. Gregory, que no estabaal corriente de nuestras nuevas investigaciones, no comprenda nada de lo quehaca el doctor y nos ayudaba torpemente y de mal humor.

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    Por fin, el pobre William Slutter qued tendido bajo la enorme campana, y elaparato colocado de forma que la parte superior de aqulla quedaba en latrayectoria de los rayos. Estas operaciones requieren tanto tiempo, que slofaltaban seis minutos para el momento en que, segn nuestro horario, ya familiar,de aquellos experimentos, deba producir algo. James, que tena la vista fija en elreloj, orden a Gregory que apagara la luz. Yo miraba la parte superior de lacampana, esforzndome en no perder su direccin. La espera me pareci

    interminable.Un minuto dijo James.Me puse a contar lentamente. Uno..., dos, tres..., cuatro.... Al llegar a cincuenta vi

    aparecer una neblina azulada. Al principio me pareci informe y como esparcidapor todo lo ancho del haz, pero esta etapa fue tan breve que no pude observarla.De pronto, toda la neblina se condens en una masa lechosa, de una longitudaproximada de cuatro pulgadas, cuya base era horizontal y cuya parte superior,redondeada, segua la curva de la campana. Aquella masa no permaneca inmvilni era homognea. Se vean corrientes ms claras y ms oscuras. Yo no podra

    describirlas mejor que invitando al lector a imaginarse el humo de un cigarrillo, deespesores y colores ligeramente distintos, que superpusieran sus espiras y anilloshasta formar un objeto de contornos bien definidos.Doctor dijo la voz de Gregory asustado . Doctor, doctor..., ve usted esehuevo de luz?Silencio! orden la voz chirriante de James.Vi pasar por el campo del aparato la cabeza del doctor, y algunos de sus rasgos sehicieron luminosos por un instante. Luego desapareci de nuevo en la oscuridad.Sin verlo, saba yo que estaba inclinado, para observarla ms de cerca, sobre laextraa sustancia que haba conseguido aprisionar. Pens en William Slutter...Quedaba verdaderamente bajo la campana de cristal un poco de la que haba sidoaquella alma ingenua y resignada? Era posible que todo lo que haba hecho lavida en aquel cuerpo inanimado se encontrara concentrado en tan reducidoespacio? Tenamos all una fuerza impersonal o el individuo William Slutter?Poda vernos? Pensaba en aquel instante Wonderful joke? Y si exista la

    menor probabilidad de que fuera consciente, tenamos derecho a guardar un almacautiva?Luz, Gregory! dijo la voz del doctor.Qued sorprendido de ver nuevamente, a ste, al ayudantillo de brillantes bigotes,

    el aparato cubierto con una tela negra y bajo la campana, privada ahora de suresplandor, el cadver de un anciano de blancos mostachos.

    James me miraba moviendo la cabeza. Sent que estaba desconcertado por el xito.Ha visto usted el huevo de luz, seor? pregunt Gregory.Todos lo hemos visto contest James Lo que ahora deseo, Gregory, es queme conserve usted esa campana sin romperla y, sobre todo, sin moverla Me

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    comprende?S, doctor contest malhumorado Gregory . Pero no traiga usted otra,porque no sabra dnde guardarla...No hablo de traer otra dijo James . Le vamos a ayudar a llevar sta alanfiteatro.Efectuamos la operacin entre los tres, no sin dificultad, y nos despedimos deGregory. El hombrecillo pareca reticente. Cuando nos encontramos en el patio del

    hospital bajo el cielo estrellado, le dije a James:Creo que debe usted darle algunas explicaciones... Tiene necesidad de l, y

    esta noche

    Es usted admirable, amigo mo. Qu quiere que le diga? Sabe l lo mismo queusted y que yo. Es que usted puede explicar lo que hemos visto?Le dije que no, pero que el experimento me pareca confirmar las teoras que mehaba expuesto la noche que cenamos juntos por primera vez. Si lo que esperabaera fijar, conservar algo de los seres humanos despus de su muerte, estaba encamino de tal posibilidad. Le confes que, por lo dems, no vea a qu conduca

    este xito, porque incluso admitiendo que tuviera bajo la campana el alma delpobre William Slutter, no poda entrar en comunicacin con ella, y aad que no lereconoca ningn derecho a guardar prisionera aquella sustancia desconocida.Suponga, doctor, que la ley de la naturaleza humana sea realmente que despusde la muerte se escape de nosotros un fluido vital y se mezcle a algn depsitouniversal de vida. Por qu y cmo oponernos? Las campanas de cristal no soneternas, y llegar un da en que William Slutter cesar de ser William Slutter, apesar de todo. Qu habr hecho usted en tal cas sino prolongar en vano unaexistencia, acaso en condiciones horribles?... Ha realizado usted un descubrimientoque le dar, el da que quiera hacerlo pblico, cierta gloria. Pero limite el peligro deesos experimentos a lo que sea estrictamente necesario... Horacio, hay ms cosasbajo el cielo y sobre la tierra Me recuerda usted dijo que una nochetengo que llevarle a ver Hamlet. Buenas noches.

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    IX

    Mis frecuentes visitas al hospital de San Bernab me depararon oportunidad deconocer a algunos de sus mdicos. En diferentes ocasiones, James me llev a comeral comedor de los internos. All hablaba con mis vecinos de mesa, y, especialmente,

    con el doctor Digby, que era, como aqu se dice, el especialista mental delestablecimiento. Yo siempre he sentido una inclinacin invencible, que no llego aexplicarme, por los psiquiatras. El trato con los anormales creo que les da unainteligencia ms viva, ms ingeniosa que al comn de los normales. Para m, queaspiraba a ser un escritor y comprender a los hombres, su conversacin contenasiempre valiosas enseanzas. Adems Digby me resultaba ms simptico quecualquier otro. Era un hombrecito calvo, de ojos tranquilos, que hablaba con vozdulce, precisa e inteligente.Al da siguiente de la noche que acabo de describir, llegu antes de la hora fijadapor James, unos paseos por la terraza ornada de flores que en el Interior de San

    Bernab Bordea el ro, y me encontr con Digby en blusa blanca.Cmo es que est usted solo? Se encuentra enfermo nuestro amigo? No le hevisto en el almuerzo.Creo que est bien, doctor Digby, pero no estar libre hasta dentro de un cuartode hora.Comenz una frase, se detuvo como vacilando y por fin dijo:Bien, pues... No... S..,. Puesto que falta un cuarto de hora, venga a mi despacho.Era una habitacin clara, que daba a la terraza, llena de clasificadores, de legajos,de fichas.

    Cigarrillos?... Whisky?... me pregunt Digby. No?,... Bien, ya que tengouna oportunidad de verle a solas, quisiera hablarle de James. Es usted amigo suyoy no pertenece al hospital. Tal vez pueda usted prestarnos un gran servicio.Con mucho gusto, si puedo... Ya lo creo!... Mi influencia sobre James...Se trata,.. Pero, ante todo, queda entendido que todo lo que le diga a usted esconfidencial y no debe repetirlo a nadie, ni siquiera a James... De acuerdo?Desde luego.Perfectamente,.. Tengo motivos para creer que est usted al corriente de ciertosexperimentos misteriosos que realiza James, con una finalidad por completoincomprensible, sirvindose de los cadveres de los enfermos que fallecen en este

    hospital,,;, Es exacto?;Qu interrogatorio!,.,. No puedo contestarle, doctor,,.. Y le ruego que no tomeesta respuesta ni como una confirmacin ni como una negativa... Significa slo queconsidero que los actos de mi amigo dependen exclusivamente de su conciencia.Apruebo su actitud dijo el doctor, sonrendo, pero, por mi parte, estoyseguro de que cumplo con mi deber dicindole que las autoridades del hospitalestn al corriente,,. Hasta hoy no han ordenado que se abra una informacin,

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    porque James slo cuenta aqu con amigos, y tambin porque sus experimentosparecen absurdos, pero inofensivos.En efecto, creo que si se disecan cadveres, con mayor motivoCuidado! dijo . Va usted a decir ms de lo que quiere... Entindame Silos rumores llegaran a odos, no de los mdicos, sino de personas menosindulgentes del Consejo de Vigilancia, nuestro amigo podra sufrir molestiasbastante graves Pero ste es el menos importante de mis mviles. Sobre todo,

    temo... Va usted a pensar: Estos especialistas ven por todas partes suespecialidad! Pero no importa. Principalmente, temo que ciertas investigacionessean peligrosas para la salud mental de James, y de su estado de espritu es de loque, si usted me lo permite, quiero hablarle, porque, se lo repito, las circunstanciasparecen poner a usted en condiciones de serle til... En primer lugar, sabe ustedalgo de su historia personal?Qu entiende usted por historia personal? Yo le conoc durante la guerra... Desu vida anterior a esta poca nada s... ni de su historia sentimental posterior a laguerra, porque es un hombre que, como todos los ingleses, habla poco de estas

    cosas.Le voy a informar, pues, de lo que creo necesario conozca usted. James se casen marzo de 1914 con una joven danesa de gran hermosura que haca sus estudiosde medicina en Londres. La conoc mucho. Era una mujer de sorprendenteinteligencia, franca y generosa, pero inadaptable a la vida inglesa, y que nuncaam a James. Este, por el contrario, la adoraba, y creo que si lo acept por maridofue por lstima, por la violencia del sentimiento que ella le inspiraba Cuando, afines de 1915, parti James para Francia, Hilda, que se senta aqu completamenteaislada, regres a su pas. All encontr a un joven que reuna mejores condicionespara gustarle, y escribi a James, lealmente, pero sin consideraciones Le pedalibertad. James se rebel, se neg... Un da, en el frente, supo que su esposa habamuerto en circunstancias oscuras, dramticas, que no conozco bien., James nuncase ha consolado.Qu misteriosos son los seres humanos, doctor! As cuando yo viva en Blgica,en el mismo refugio de James, acababa ste de atravesar ese drama y yo no supenada.S... Es, a la vez la fuerza y el peligro de nuestro carcter nacional esaincapacidad para expresarse... No nos descubrimos. Reprimimos, como ahoradice el pblico con pedantera un poco ingenua. No carece esto de dignidad, pero

    es peligroso para el equilibrio del espritu... El caso de James, que yo he seguidomuy de cerca, me preocup mucho durante los primeros aos posteriores a laguerra... Viva en una gran soledad, en una indigencia sentimental difcil deimaginarse para un francs. Sin su trabajo en el hospital, que afortunadamente leinteresaba, ignoro si su razn habra podido resistir... Hace dos aos,encontrndose de vacaciones en casa de sus padres, en Wiltshire, fue llamado conurgencia, por encontrarse ausente el mdico del pueblo, a la cabecera de una joven

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    enferma. Era una actriz...Miss Edith Philipps? dijo.Ah! Le ha hablado James de ella?No... Apenas; pero he visto su fotografa en el cuarto de nuestro amigo ypregunt quin era.Ya habr visto que es muy hermosa; pero usted no puede saber como yo hastaqu punto se parece a la que fue esposa de James Sin duda, por esta razn James

    le cobr afecto desde el primer instante que la vio, con una fuerza que crece cadada... No crea que Edith sea su amante. Es una seorita que vive con su padre, queha sido uno de nuestros grandes actores. Ya se habra casado si la salud de ella nofuera tan dbil, que nosotros, mdicos, no nos explicamos cmo puede ejercer suoficio.., Qu piensa Edith de nuestro amigo? Le ama? Siente por el amor, o le esindiferente? No los he visto juntos, y lo que s de ellos lo s por terceras personas.Slo puedo decir que l la quiere desesperadamente, que sus horas libres las pasajunto a ella y que, sabindola muy enferma, vive en el terror de perderla... Todoesto es lo que quera decir a ustedNo quiero aadir ninguna de las conclusiones

    que saco de todos es-tos hechos..., porque su intimidad con James es grande y spor experiencia cuan peligroso es sembrar en un medio hipersensible sugestionesque no tardar m llegar a ser virulentas. Perdone mi franqueza.Muchas gracias, doctor Digby, pero no le comprendo muy bien..... Qu deseausted que haga yo? No tengo ninguna autoridad sobre James; no conozco a missPhilipps; por otra parte, no permanecer mucho tiempo en Inglaterra. Aunquequisiera, no podra, y todo me hace suponer que una vez que me marche cesarnmis relaciones de ahora con James.Todo eso es cierto. No le pido nada concreto... Slo quera que conociera ustedlos hechos, a fin de que no ande a ciegas en un terreno difcil. Ahora juzgue usted.Si en un plazo lo ms breve posible consigue usted que nuestro amigo renuncie ainvestigaciones que parecen poco serias, creo que le habr prestado un dobleservicio... Pero vaya en su busca, pues le he tenido ms de un cuarto de hora.Sal. Cuando llegu al cuarto de James, el timbre sonaba: dos-cuatro, dos-cuatro... Le haban llamado de una sala y tuve que esperar. Entonces observ queentre las fotografas colocadas en la chimenea, una, la ms grande, era de unadama ms joven y ms frgil. La primera vez no me di cuenta, porque se parecasorprendentemente a la mujer de cuyas efigies estaba rodeada.

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    X

    Cuando, algunos das antes, me propuso James llevarme a ver Hamlet, no prestgran atencin a su ofrecimiento. La vida que en su compaa llevaba por entonces,

    entre enfermos y mezclado a sus investigaciones, me pareca tan bella y varia comolos ms grandes dramas. Despus de mi conversacin con Digby sent, como esnatural, un vivo deseo de conocer a Edith Philipps y record a James su promesa.Me contest que pedira localidades para la primera noche que tuviera libre.Dirigindome al teatro, me explic James que la compaa era la de un teatro debarrio. La crtica haba elogiado con tanto entusiasmo al joven que representabaHamlet; el Polonio interpretado por un viejo actor desconocido y, sobre todo, laOfelia de miss Philipps, que un director de West End ofreci un teatro a lacompaa. Desde entonces, todo Londres acuda. Shakespeare estaba de nuevo a lamoda y muchas gentes decan al salir que acababan de ver Hamlet por primera

    vez.--Para la mayora de ellos dijo James es cierto, pero Inglaterra descubre asHamlet cada cincuenta aos.El padre de su amiga, Gerald Philipps, tambin haba comenzado medio sigloantes con el mismo protagonista y revelado aquel autor desconocido, WilliamShakespeare, a los ingleses de 1880.Para m, como para los espectadores de quienes se burla James, Hamlet fue aquellanoche una obra nueva. Los actores haban tenido la cordura fcil, pero rara, de nosuprimir nada del texto de Shakespeare. El joven que representaba el prncipe de

    Dinamarca trabajaba con energa y naturalidad. Cuando hablaba d este mundoaburrido, gastado, estril, me pareca tan contemporneo nuestro como el jovenBarres o Benjamn Constant. Cuando apareci miss Philipps, comprend que era laeterna joven pura. En su primera escena con Polonio mostr una mezcla de pudor,de audacia ingenua, de sumisin infantil y de dicha de ser amada, que me cautiv.Su amiga dije a James en el entreacto est adorable.Pareci contento.Luego se lo podr decir a ella en persona, porque le he anunciado que iremos acenar juntos... Est usted contento?Muy contento,... Excelente... Una sola crtica: el Fantasma, que me ha

    decepcionado. Por qu habla desde entre bastidores?... El viejo topo deShakespeare debe gritar: Jurad! bajo las espadas.. Recuerda usted todo lo quedice sobre esto Goethe en el Wilhem Meister?... Goethe opinaba que el Fantasmadebe moverse bajo la tierra, y una llamita saliendo del suelo indicar donde seencuentra.La llama dica?... dijo James en voz baja, mirndome con una imperceptiblesonrisa, Estoy pensando en lo que har en este Instante el fantasma de William

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    Slutter.En efecto. Contina bajo la campana?S, todava le vi anoche. La prisin de cristal nos lo guarda fielmente.No piensa usted dejarlo en libertad, doctor?Puso un dedo en sus labios. Una vendedora nos ofreca helados y chocolate. Eltimbre anunci, el fin del entreacto y nos sumimos de nuevo en el mundo deShakespeare.

    El lector se sorprender probablemente de verme hablar con tanto detalle de unarepresentacin de Hamlet en medio de un relato de tema tan diferente. Es queaquella noche conoc a miss Phillips que, como se ver, representa un papelimportante en el secreto que me propongo revelar, y tambin a causa de que no spor qu la atmsfera de Hamlet est ligada para m al recuerdo del doctor James.Fue la nica ocasin en que pude medir la profundidad de los sentimientosocultos, desesperados, que disimulaba aquella mscara trgica, pero impasible. Enel momento en que en la escena de los cmicos, cuando Hamlet juzga vergonzosoque un actor pueda llorar y palidecer por una emocin fingida, mientras que l,

    con tan grandes pasiones, permanezca tranquilo, vi a James inclinarse y abrir laboca como si fuera l a gritar los versos. Durante la escena de la locura de Ofelia,por la primera y nica vez de nuestra vida en comn, vi una lgrima deslizarse porsus mejillas. Reconozco que Edith Philipps estaba conmovedora. Sus ojos abransesobre un mundo transparente. Hablaba y cantaba con una voz montonainfinitamente dulce, y ofreca flores invisibles. He aqu romero, que es para lamemoria: acurdate, amor mo, te lo ruego.... Tambin a m me hizo pensar enmuchas cosas finitas que fueron bellas.Sabe usted me dijo James en el momento del entreacto lo que es msadmirable en su manera de interpretar? Es que llega a dar la impresin (igual quehacen con frecuencia las locas de verdad) de que la locura es un refugio casiconsciente... Ofelia no quiere ver ms este mundo horrible y ha creado otro, el delas flores, el del recuerdo, del que hablar hasta el fin con su voz dulce,implacable,,..: Verdaderamente, ningn teatro es ms profundamente humano queste.Despus de quedar la escena sembrada de cadveres, luego que el jovenPortimbrs sac a Hamlet a hombros de cuatro capitanes, cuando el pblico secans de aplaudir y la orquesta toc el God save the King salimos del teatro.Qu de cadveres!.dije yo por fin.

    Como en la vida me respondi James . Quiere que demos la vuelta alteatro para ir a buscar a Edith a la otra puerta? Seguramente nos estaresperando, porque tienen tiempo de cambiarse durante el ltimo acto.La encontramos, en efecto, esperndonos en la portera. Era una joven sencillsima.Pareci ingenuamente dichosa de los elogios que le hice, como si todos los crticosde Londres no le hubieran dicho ya que era una actriz genial. James nos llev a unpequeo restaurante francs, y all, a la luz, vi mejor a miss Philipps. Era tan bella

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    como pareca en los retratos, pero de una sorprendente palidez. Durante la cenaestuvo muy alegre. Su conversacin me decepcion un poco; pero no ocurresiempre lo mismo con una actriz cuando se la acaba de ver en una obra maestra?Se le presta, inconscientemente, el espritu de Shakespeare, de Musset, y se desea,se espera casi que fuera en la vida Julieta, Desdmona o Camila, y nosencontramos con una nia. Hace falta ms penetracin de la que yo tena entoncespara descubrir en ella lo que efectivamente guardaba de potico. Ahora

    comprendo bien por qu rasgos de Edith Philipps era maravillosamenteShakesperiana. James la haba comprendido desde haca tiempo, y me emocion latierna admiracin que senta por ella.Al salir del restaurante nos separamos, porque James quera acompaarla hastacasa del padre de ella antes de regresar al hospital.

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    XI

    Si he conseguido dar una idea del carcter de James, se comprender que cuandonos volvimos a ver no se hablara nada de Edith Philipps. En diferentes ocasiones,tomando de la chimenea una de las fotografas de la joven y mirndola con

    atencin, procur lanzar al doctor sobre este tema; pero nunca consegu nada. Lolament, no slo por curiosidad, sino porque crea, y sigo creyendo, que mi amigohubiera sido menos desgraciado de poder expresar las pasiones confusas y tristesque senta.Cumpliendo lo prometido al doctor Digby, intent en diferentes ocasiones disuadira mi amigo de que continuara sus experimentos. Le hice observar que Gregoryescapaba ahora a su influencia, que no nos ayudaba ya sino con desconfianza ymala voluntad, y que apenas si le agradeca los billetes cada vez ms numerososque le entregaba James. El doctor, como yo, haba observado estos sntomasinquietantes; pero no por eso dejaba d visitar l anfiteatro. Hay que reconocer que

    las investigaciones haban tomado un giro muy curioso, y que yo mismo, que lecensuraba, no poda sustraerme a seguirlas con pasin.James, preocupado por la dificultad que presentaba el manejo y conservacin deaquellas enormes campanas de cristal, haba tenido la idea sencillsima, peroingeniosa, de colocar en su parte superior una esfera de cristal de cuatro pulgadasde dimetro aproximadamente, que comunicaba con la campana por medio de untubo igualmente de cristal. Observando por medio de los rayos ultravioleta lo quese produca, vimos, como era de esperar, que el fluido pasaba de la campana a laesfera. Esta llegaba a ser entonces casi totalmente luminosa, mientras la campana

    quedada oscura. Nada ms fcil que cortar el tubo, cerrarlo y conservar en unreducido volumen la materia o la energa que nos interesaba. Soldando luegoa la campana un nuevo tubo rematado por otra esfera, podamos servirnosindefinidamente de la misma campana, salvo accidente.Aquellas esferas de cristal, que se manejaban con gran facilidad, las conservaba eldoctor en su propia habitacin. Para no confundirlas entre s, haba colocado encada una, una etiqueta con el nombre de la persona de la cual proceda elcontenido y la fecha del acontecimiento, que todo el mundo hubiera llamadomuerte, pero que James llamaba metamorfosis. La esfera nmero 1 corresponda aWilliam Slutter; la 2, a Mrs. Prim, una anciana vendedora de alfileres; la 3, a un

    marinero noruego. En total haba siete, y estaban alineadas en uno de los estantesvacos del cuarto de James. Yo pasaba horas enteras mirndolas. Parecan pompasde jabn milagrosamente solidificadas de pronto. En cada una de ellas jugabanreflejos alargados, en los que se me


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