MÓDULO 7:
LA FELICIDAD II
Educación de la interioridad para el desarrollo de la Inteligencia Espiritual
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Contenido
El asombro………..………………………….3 La humildad………………………………… .7 La gratitud………….………………………..10 La compasión……….…… …………………13
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1 El asombro:
Si buscamos en el diccionario la definición de “asombro” encontramos lo siguiente:
“Impresión en el ánimo que alguien o algo causa a una persona, especialmente por
alguna cualidad extraordinaria o por ser algo inesperado”.
Cuando somos niños, tenemos la capacidad de asombrarnos fácilmente porque todo lo
que vamos descubriendo es nuevo para nosotros: la primera vez que vemos nevar, la
llegada de los Reyes Magos, la visita inesperada de un amigo, etc.
Al hacernos mayores, solemos perder esa capacidad porque entramos en una vida llena
de rutina y, en consecuencia, la sorpresa desaparece de ella. Pero la capacidad de
asombro puede mantenerse a lo largo de la vida si se cultiva la inteligencia espiritual, ya
que el asombro implica curiosidad por saber y por conocer.
En muchas ocasiones, nos hemos asombrado por cosas que han sucedido a nuestro
alrededor, fuera de nosotros. Pero en interioridad hacemos referencia al asombro que
surge de nuestro interior provocado por el hecho de hacernos conscientes de la realidad
de nuestra existencia. El asombro que surge de esa experiencia permanece siempre en
nuestro interior, no desaparece.
Cuando educamos nuestra inteligencia espiritual somos capaces de percibir la vida como
un regalo, como un don que nos ha sido entregado, como una oportunidad para
evolucionar en nuestro camino y elevar nuestra conciencia.
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Cuando nos asombramos ante el gozo de vivir, la sorpresa nos despierta la curiosidad, las
ganas de saber más, de descubrir, y así el disfrute sustituye al deseo como motivación a
la hora de realizar todas las cosas. Según Francesc Torralba: “La estimulación de la
inteligencia espiritual activa las otras inteligencias y desarrolla la capacidad de indagar”.
La existencia es sorpresa solo si tenemos la capacidad de sentirnos una pequeñísima
parte de un Todo y de sentirnos conectados a todas las otras partes que componen ese
Todo.
La admiración por la Vida solo se podrá dar en una persona que desarrolle su Inteligencia
Espiritual, ya que de lo contrario quedará atrapada en la superficialidad de su día a día.
Según Eckart Tolle:
“Observará el presente como si estuviera estropeado, como si estuviera equivocado y no
hubiera tenido que ocurrir. En consecuencia, se perderá la perfección de la Vida”.
Admirar nuestra vida trae consigo el entusiasmo y eso aporta un enorme poder a todo lo
que hacemos porque disfrutamos muchísimo de ello. La poderosa energía del entusiasmo,
junto con algún objetivo que nos propongamos, hará que podamos llevar a cabo nuestro
verdadero proyecto de vida.
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El entusiasmo nos ayudará a sentir placer en todo lo que hacemos, pero siempre en
presencia, en atención plena al momento presente, disfrutando del camino. Si nos
centramos en el objetivo perderemos el poder del entusiasmo, ya que el disfrute se verá
empañado por el deseo. Por eso es tan importante permanecer en el momento presente,
sin crear expectativas.
Cuando conseguimos asombrarnos ante la Vida, ante la experiencia de lo que realmente
somos y ante la grandeza del Todo del que formamos parte, es cuando sentimos que
estamos acompañados por Algo durante cada segundo de nuestra vida, que todo aquello
que poseemos nos ha sido dado y que simplemente somos instrumentos a través de los
cuales ese Misterio se manifiesta. Sentimos que ya no estamos solos, que compartimos la
responsabilidad de nuestra vida con esa Fuente a la que pertenecemos.
Lo único que debemos hacer es realizar todos nuestros actos desde el Amor y crear
circunstancias para que llegue a nuestra vida aquello que está ahí para nosotros. A partir
de ese momento, empezaremos a percibir la vida como un auténtico regalo.
En el tema 4 hicimos referencia a las herramientas principales para el desarrollo de la
inteligencia espiritual. Precisamente estas herramientas son las que nos ayudarán a ser
capaces de poder observar todo lo que sucede a nuestro alrededor desde una visión de
amor y respeto por la grandeza de la Vida.
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Introducir momentos de meditación diarios nos llevarán a viajar al silencio, a saber pausar
nuestro ruido mental para así poder saborear tranquilamente el hecho de dedicar un
tiempo a la contemplación, fuera del estrés y la prisa; de este modo tendremos la
oportunidad de percatarnos de los pequeños milagros que tienen lugar a nuestro
alrededor y de los cuales no somos conscientes porque nunca nos hemos detenido a
observarlos.
Es muy importante para nuestro bienestar físico, mental y emocional dedicar un tiempo a
salir de la hiperactividad en la que vivimos inmersos la mayoría del día. Eso nos ayudará
a ser capaces de parar para contemplar, admirar y asombrarnos del regalo que es vivir y
mejorarán nuestro estado de ánimo y nuestras relaciones, ya que nos dedicaremos un
tiempo de mayor calidad a nosotros mismos y a los demás.
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2 La humildad.
Dentro de este tema dedicado a la felicidad, la humildad ocupa un lugar muy relevante, ya
que el desarrollo de esta virtud es uno de los regalos más valiosos que obtenemos
cuando cultivamos nuestra inteligencia espiritual.
La humildad supone una actitud de servicio, de amor, de tolerancia y respeto hacia
nosotros mismos y hacia los demás. Cuando trabajamos la humildad va desapareciendo
poco a poco el egoísmo de nuestra vida. La persona humilde no tiene la necesidad de
alardear constantemente de sus logros, ni se siente superior a nadie. Rechaza la
arrogancia y el orgullo y siente que todos somos iguales y debemos ser tratados con la
misma dignidad y respeto.
La verdadera humildad la sentimos cuando percibimos que lo que hacemos no proviene
de nosotros, sino que es un don que nos ha sido dado por la Vida.
Eckart Tolle, en su libro “Un nuevo mundo ahora” escribe:
“No dejes que tus habilidades se te suban a la cabeza, porque ahí arriba puede estar
escondido un residuo del ego. Todavía eres un humano corriente. Lo extraordinario es lo
que llega a este mundo a través de ti. Pero esa esencia la compartes con todos los seres.
El poeta y maestro sufí Hafiz expresó esta verdad de un modo muy bello: Soy un agujero
en una flauta por el que se mueve el aliento de Dios. Escucha esa música”.
La humildad nos libera del apego a nuestras obras, a lo que los demás pensarán de
nosotros, a la preocupación de quedar bien o mal, a hacer el ridículo, etc. Cuando nos
sentimos liberados de esas cargas es cuando verdaderamente podemos comenzar a ser
nosotros mismos, a ser honestos con nosotros mismos. Así descubriremos lo que
realmente somos y escaparemos de ese yo ilusorio. Por este motivo, practicar la humildad
nos ayudará muchísimo a mantener nuestra autoestima sana.
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La humildad es simplicidad. Es liberarse de la creencia de que debemos poseer muchas
cosas para sentirnos felices. El desarrollo de la inteligencia espiritual se caracteriza por el
valor de lo sencillo y la no necesidad de los excesos. Simplificar es hacer bella nuestra
vida diaria, es hacer de lo ordinario algo extraordinario.
Vivir de una manera sencilla nos va a generar mucha riqueza espiritual, ya que aumenta
la importancia del Ser y disminuye la del tener. Si lo que ocurre es que vivimos dando más
importancia al tener vivimos desde el miedo a poder perder lo que poseemos y eso nos
provoca mucha ansiedad, debido a que sustentamos nuestra identidad con objetos. Ese
es el motivo por el que el ego nunca traerá felicidad a nuestra vida. El ego no es nuestra
verdadera esencia. Nuestra verdadera esencia es el Ser y está vacío de ego, ya que
nuestra riqueza proviene de dentro, no de nada exterior.
La simplicidad y la sencillez son productos de la sabiduría. La simplicidad está en el
corazón de todos los sabios y colocarnos en una posición de humildad frente a la vida nos
ayuda a tener la actitud correcta para continuar aprendiendo.
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La humildad y la simplicidad fomentan la honestidad. Ser honestos con nosotros mismos
nos es muy positivo en todos los aspectos de nuestra vida. Por ejemplo cuando
aprendemos a reducir el número de pensamientos negativos e inútiles, a terminar con
relaciones que no nos benefician, a tomar decisiones y traer cosas a nuestra vida que
realmente pensamos que son valiosas, etc.. y en definitiva, a disfrutar de las cosas
sencillas de la vida y conseguir vivirla con mucha felicidad.
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3 La gratitud.
Como hemos visto en el apartado anterior, trabajar la humildad supone que el ser humano
se coloca en una actitud de respeto por la Vida. La persona humilde experimenta que todo
aquello que posee en su vida no es obra suya exclusivamente, sino que siente que
también le ha sido dado por la Vida. Entonces de manera natural, surge un sentimiento de
gratitud frente al regalo que se le hace cada día al tener la oportunidad de vivir y poder
continuar trabajando para la evolución de su Ser.
Previa a la gratitud, es necesario trabajar la aceptación, ya que sin ésta no podremos dar
las gracias por poder estar viviendo cuando estemos pasando por un momento que
experimentemos como negativo.
Como ya comentamos en el tema 5, la aceptación es asumir lo que está sucediendo en el
momento presente y no resistirnos a ello, porque de lo contrario solo encontraremos
sufrimiento. Cuando la persona acepta lo que le está sucediendo es cuando empieza a
amarlo y después a poder gestionarlo. Una vez que aceptemos todas las circunstancias
de nuestra vida todo lo que ocurra en ella, tanto lo positivo como lo negativo, será cuando
surja en nosotros un sentimiento de gratitud que nos invade al experimentar la
oportunidad de vivir para poder continuar aprendiendo y evolucionando.
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¿Cuántas veces nos hemos levantado por la mañana y al abrir los ojos nuestro primer
pensamiento ha sido “o no!!, no quiero levantarme, no me gusta lo que hago en mi vida,
me provoca hastío y ansiedad!!”.
Cuando ponemos en marcha el cultivo de la interioridad percibimos la vida como un juego
en el que, a través de nuestras decisiones, podemos quitar o poner cosas en el tablero.
De nosotros depende hacia donde queremos dirigir nuestro juego, es decir, nuestra vida.
Si la dirección es la correcta, al abrir los ojos por la mañana lo primero que pensaremos
será “gracias, gracias, gracias por tener el regalo de estar aquí un día más y reconocer
que la vida es buena”.
La gratitud es una herramienta muy poderosa para atraer la felicidad a nuestra vida, ya
que nos eleva, inspira y transforma. Las personas agradecidas ven más lo positivo que lo
negativo en las cosas, disfrutan de sus relaciones y no se sienten solas. Experimentan
que la vida es un acto de dar, recibir y volver a dar, por lo que se sienten unidas a las
otras personas y perciben la interdependencia entre ellas, no como una necesidad de
llenarse con su presencia, sino como una oportunidad para repartir Amor. La gratitud es
una expresión del Amor Universal, es reconocer que nosotros somos la felicidad, es ser
conscientes de ello.
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Uno de los valores que predomina en nuestra sociedad es la ingratitud. El motivo es que
se fomentan una serie de creencias, valores, conceptos o imágenes que refuerzan la idea
de que la felicidad está en el tener y no en el ser. La persona narcisista carece de empatía
hacia los demás y demuestra ingratitud hacia la vida, ya que piensa que todo lo que
posee lo merece.
Eso le provoca todavía más infelicidad porque lo que ha alimentado siempre es su ego y
tiene que hacer esfuerzos enormes para que éste no decaiga. Por este motivo es tan
necesario comenzar a desarrollar nuestra inteligencia espiritual y, como educadores, guiar
a nuestros niños y jóvenes en su viaje. Está en nuestra mano la oportunidad de poder
transformar poco a poco nuestra sociedad y hacer que todos caminemos hacia
experimentar la gratitud que supone sentirnos dignos de vivir y felices por ello.
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4 La compasión.
La compasión es el sentimiento de Amor más poderoso que pueda experimentar el ser
humano. Es un acto de amor incondicional dedicado a aliviar el sufrimiento de los demás
y que nos ayuda a evolucionar muchísimo nuestra conciencia.
La compasión es trascender el ego y centrar el interés en la felicidad y libertad de todos
los seres humanos, independientemente de cualquiera que sea la diferencia entre ellos.
Es la prueba de que la espiritualidad no consiste meramente en la salvación personal,
sino que para que ésta se lleve a cabo es necesario que experimentemos compasión por
todo aquello que nos rodea. Sin compasión no hay crecimiento espiritual.
La inteligencia espiritual entiende la compasión como el valor fundamental de la Vida, ya
que compasión es respeto, tolerancia, amor incondicional y paz. Es la herramienta más
poderosa para eliminar el ego de nuestra vida.
Es una invitación para amar al mundo porque la compasión es acción, no es solo observar
lo que ocurre a nuestro alrededor y sentir pena o tristeza por ello. Tampoco situarnos en el
lugar del otro (empatía) sino que nos lleva a implicarnos en aliviar su sufrimiento y
reconocer que las adversidades de la vida y los sentimientos de decepción son comunes
a todos los seres humanos.
Al compadecernos de los demás sentimos que estamos unidos a ellos, interconectados y
que pertenecemos a la misma Realidad. Este sentimiento de hermandad es necesario
para el buen desarrollo y progreso de nuestra sociedad.
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De la compasión se derivan valores que son muy necesarios fomentar en nuestra vida
tales como la solidaridad, la tolerancia, el respeto, etc. Estos valores sólo se inculcarán
realmente en la persona cuando ésta llegue a la experiencia de que surgen de su interior,
porque constituyen su realidad más profunda y verdadera. No se pueden aprender como
si fueran una asignatura de clase porque de lo contrario solo se quedarán en un concepto
mental.
Para llegar a esa experiencia es necesario que el ser humano realice un viaje hacia su
interior y conecte con la verdadera esencia de lo que es: amor, dicha, paz, pureza,
silencio, etc. Por este motivo es tan necesario que eduquemos nuestra interioridad.
Junto con la compasión debemos trabajar la autocompasión, debido a que no seremos
capaces de dar amor a los demás si no lo sentimos previamente por nosotros mismos.
Según el Dr. Ramón Gallegos:
“La autocompasión es la capacidad de tratarnos con amabilidad, respeto y atención plena
en los momentos de sufrimiento, evitando juzgarnos, castigarnos o criticarnos. La
autocompasión es una habilidad auto-sanadora, una actitud inteligente dirigida hacia uno
mismo, que tiene como objetivo generar una respuesta espiritual al sufrimiento”.
La autocompasión está muy relacionada con la autoestima precisamente porque nos
ayuda a descubrir cuál es la verdadera esencia del Amor, ya que en ocasiones tener una
autoestima alta puede provocar ser una persona con mucha soberbia. La autocompasión
dirige el amor por nosotros mismos hacia la humildad y la gratitud, no hacia el narcisismo.
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Practicar la autocompasión nos ayuda a:
Tratarnos con bondad, en el sentido de que nos ayuda a desarrollar todo lo bueno
que hay en nosotros: nuestras virtudes.
Trabajar la aceptación, ya que nos ayuda a aceptar como somos, a no maltratarnos
cuando nos equivocamos y a no tener miedo a fracasar.
No experimentarnos como seres exclusivos y diferentes a los demás, sino como
seres humanos, todos tenemos el mismo valor y todos hemos pasado por
momentos de sufrimiento. De esta manera no solo prestamos atención a nuestro
dolor, sino que somos conscientes de que los demás también lo sienten.
Vivir en atención plena a todo lo que nos sucede, a como nos sentimos ante ello.
Así podremos transformarlo si es necesario y continuaremos nuestro camino de
crecimiento espiritual.
En resumen, podemos decir que tanto la compasión como la autocompasión son
herramientas fundamentales para gestionar el sufrimiento propio y ajeno, por lo que su
desarrollo es primordial para llevar una vida feliz.