Date post: | 16-Apr-2017 |
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Mercurita la aprendiz de hada (primeros textos)
Antonio Pedro Grande Rey
ISBN: 978-84-613-4142-9
Este es el primer libro de la serie El hada Mercurita, que
comenc a escribir en febrero del ao 2.009. Para conocer mis
obras visita mi pgina web:
http://siguealgato.weebly.com
Agradezco a todos mis familiares y amigos, por soportarme, y
de alguna manera, de influenciarme, as, como a los lectores que
siguen mis obras.
Un cordial saludo:
El autor, Antonio Pedro Grande Rey.
Captulo 1: Los delincuentes
Es de noche. Tres hombres se hallan en plena naturaleza, en
unos bosques cercanos a las fronteras entre Lamokia y Neuria.
Pero a pesar del inspirador ruido ambiental, creado por el croar de
las ranas y los sonidos de otros animales nocturnos, no estn all
para disfrutar del atractivo entorno. Son ladrones. No muy lejos se
encuentra su objetivo.
Uklo, Demarko Estis listos?
Desde luego, Helio.
El aludido era el jefe de la pequea banda. Estaba inquieto.
Se disponan a asaltar una elegante casa de campo. Tema que se
vieran obligados a usar la violencia. Apenas conoca a sus
acompaantes, pero el hecho de que no protestaran o encontrasen
alguna excusa para no actuar, le hizo darse cuenta de que estaban
decididos a todo. Eso no era bueno. Podran ser hombres sin
escrpulos, acostumbrados a la violencia. Los tres eran miembros
de una banda disuelta, recientemente, por las autoridades. Ellos
tuvieron la inmensa suerte de estar en otra parte cuando
capturaron a sus compaeros En cuntas bandas haba estado ya?
Cul sera su destino final? Helio suspir, incmodo.
Te ocurre algo?
No es nada importante. Es que hace algo de calor. Dijo,
tratando de ocultar sus inquietudes.
Menos mal! Pens que te habas rajado Llevas tu ballesta
y las flechas?
S. Estn debajo de mi capa. Son una incomodidad, pero
podran hacernos falta. Vosotros llevis vuestros cuchillos No es
as?
Desde luego.
A Helio le habra encantado que en la vivienda no hubiera
nadie. Pero el infante "Transo Waskal" no sola dejar dinero, ni
nada de valor en esa casa cuando estaba vaca. Era tacao y no
contrataba a guardias para su seguridad. Sola pasar all sus ratos
libres con su amante, acompaado de un criado de delicado
aspecto y servicial, de vestimenta impecable. Helio calcul que
ellos tres bastaran para que no se resistieran. Al acercarse, qued
claro que estaban despiertos. En la ventana se reflejaba la luz
interior.
Vaya! Esto nos impide la opcin de robarles mientras
duermen Qu fastidio!
No seas ingenuo, jefe. Robar a oscuras es perder el tiempo,
adems de ponerte en peligro. Hay que ser directos e ir al grano,
sin rodeos. Dijo Ukio.
A pocos metros de la puerta de entrada, vieron entrar al
infante. Una mujer iba con l. Detrs de ellos, vistiendo con una
decorativa bata de color azafrn, el joven y silencioso criado
llevaba un candelabro de cinco brazos. Antes de entrar, mir la
puerta de las letrinas y movi el cerrojo, para asegurarse de que
estaba cerrada. A continuacin, se dirigi hacia la casa.
Ponedle un cuchillo al cuello. Lo usaremos como rehn. Ve
a por l, Demarko Aprisa, antes de que entre!
El bandido cumpli la orden de su jefe sin problemas.
No hagas tonteras o te quedars sin cuello, piltrafa! Dijo,
mientras le tapaba los ojos con una mano, y lo intimidaba con su
arma con la otra.
Qu quieres? Por qu me tratas as? Exclam el
sorprendido lacayo.
No protestes y escucha Queremos el dinero!
Al escuchar los gritos, el noble not que pasaba algo y se
asom al exterior. Pareca estar asustado.
Dejadlo en paz! Quines sois?
No te importa quines somos. Lo nico que te interesa
saber es que somos amigos del dinero. Si aprecias la vida de este
gusano, entrganos todo lo que tengas.
Esperad un momento. Os lo dar todo, pero no nos hagis
ningn dao.
Eso depende de la actitud que tengis con nosotros. Dijo
Helio, framente.
Justo en el momento en que el infante entraba, su amante
sala. Estaba llena de temor, pero tambin de ira, al presenciar la
lamentable escena.
Soltadlo, ahora mismo! Por qu no os atrevis con
personas de vuestra talla, cobardes?
A m, no me grites, perra! Entregadnos el dinero lo ms
pronto que podis, y nos iremos.
Helio tema que la situacin se descontrolara. Sus hombres
mantenan una actitud muy aguerrida. No estaba previsto que
Demarko humillase de esa manera al criado. Tampoco le gustaba
la forma de mirar de Ukio a la acompaante del noble personaje.
Todo pareca indicar que estaba dispuesto a hacerle proposiciones
deshonestas Pobre de ella, si no las aceptaba!
No os pongis as, compaeros. Pronto tendremos el botn
y habremos acabado. Ese infante est muerto de miedo y
colaborar. Exclam el jefe en voz baja.
Acabado? Aqu, en estos parajes tan tranquilos y
solitarios, con unas personas, que apenas tienen proteccin? Es
una autntica lstima no sacar provecho de las cosas tan
maravillosas que hay a nuestro alrededor Je, je, je!
Las duras palabras de Ukio confirmaban sus temores. Helio
no era lo suficientemente autoritario como para impedir lo que su
compinche pretenda. En esos momentos lleg el infante con un
saco que contena cosas de valor y monedas, lleno, solo hasta la
mitad.
Esto es todo lo que tienes de valor? Dijo el decepcionado
Demarko, dando una patada al saco.
Ukio ech un vistazo y sac un viejo reloj despertador.
Esto y otras cosas ms, son porqueras que tienen ms
valor sentimental que prctico, y son pesadas de transportar.
Sigue buscando, y ms vale que no intentes burlarte de nosotros.
Ten en cuenta que solo tena previsto pasar un fin de
semana en estos contornos. Lo siento. Asomaros al interior y
veris que no miento.
Helio ech un vistazo, y pocos minutos despus, sali,
moviendo la cabeza, negativamente.
No hay nada ms que valga la pena, excepto dos grandes
cabezas de jabales, disecadas, y una mugrienta cacerola. No creo
que os interesen.
Ukio agarr por el brazo a la mujer.
A ver si no es lo que te acabo de decir, jefe. Hay que sacar
provecho de todo. Al menos, ella tiene algo que me gusta. Creo
que pronto ser padre Je, je, je!
Djala, por favor. Mirad el botn con atencin, y os daris
cuenta de que vale mucho ms de lo que estis pensando.
Nos llevaremos el botn, por supuesto. A tu novia, tambin.
T, qudate acompaando al cobardica de tu sirviente Ja, ja, ja!
El noble, Transo Waskal, perdi los nervios y se abalanz
sobre Ukio, al tiempo que intentaba arrebatarle el cuchillo. El
criado intent secundar a su seor, pero fue inmovilizado con
rapidez.
Quieto, tontn. Si quieres irte al otro mundo, partirs
enseguida. Dijo el villano, en tono amenazador.
Demarko se puso a mirar a su jefe, como si aguardase a que
lo autorizara a degollar a su prisionero. Helio opt por otra
alternativa, y muy a su pesar, apunt al noble con la ballesta. Este
estaba poniendo en apuros a Ukio. Ambos peleaban, tirados en el
suelo.
Suelta a mi compaero, ya mismo, o lo pagars con tu
miserable vidaO Prefieres que sea ella la que muera? O tu
criado? Decdete, de inmediato!
El infante se puso de pie y levant las manos. Ukio lo mir
con odio y lo sujet por el cuello, con intencin de darle un
puetazo.
En ese momento, una burlona voz infantil se oy, procedente
de lo alto de un rbol cercano.
Anda, Ukio, s bueno, y djalos en paz. Si el caballeroso
Teriko te hubiese visto en esta situacin, te habra dado cien
latigazos. Pese a ser un bandido, como t, no permita que se
tratara con brusquedad a las mujeres.
Ukio alz la vista, intrigado. La voz sigui hablando.
Eh, t! Suelta la ballesta, que puedes hacer dao a alguien.
Y t, baja el cuchillo, y no te hagas el gallito con un hombre
desarmado.
Quin eres? Dijo el enojado jefe, temiendo que fuera
algn familiar menor, pariente de Transo.
T, no me conoces. Ukio, s. O eso espero. Hace un par de
aos que no lo vea. Ahora, que por fin lo vuelvo a ver, veo que se
ha vuelto una persona despreciable. Dijo la voz infantil, en tono
de reproche.
El aludido solt a su presa, pero sin soltar el cuchillo, gir
para ver si encontraba al menor que le hablaba.
An no me has visto? Mira hacia arriba. Tal vez, me haya
subido muy alto. Tambin es verdad que con esta luna en cuarto
menguante, se ve muy poco.
El jefe s pareca haber visto a su interlocutor. Alz la
ballesta, pero un luminoso rayo azul, le oblig a soltarla. La saeta
se dispar, pasando cerca de donde estaba situado su objetivo, que
se ech a un lado, y la agarr con la mano. Helio cay al suelo,
retorcindose de dolor.
Yo, qu te he dicho? No me has hecho caso, pues ahora,
te aguantas con el calambrazo, durante un ratito.
La que hablaba as, era una nia que tal vez tuviera siete
aos. Era morena con la piel un poco oscura. Su pelo era largo
con un mechn en la parte derecha de la cara, que pareca querer
taparle el ojo derecho. Vesta de color celeste con un encaje
blanco en la cintura. Llevaba unas alitas de color turquesa en la
espalda. Ukio la mir con atencin, y baj la cabeza, como si se
arrepintiera de haber hecho algo malo.
Ya te acuerdas de m Verdad? Jugu algunas veces a las
cartas contigo y con tus compaeros. Una vez ganaste, haciendo
trampas. Sin embargo, no te alegras de verme Oye, no te guardo
rencor por eso! Conmigo te portaste bien. Exclam la hadita,
sonriente.
S, lo recuerdo. Pero antes tenas el cabello ms corto. Por
eso he tardado en darme cuenta. Dijo, cabizbajo, y evidentemente,
avergonzado.
Fueron otros tiempos. Mi madre quera que llevase el pelo
de esa manera para que no cogiese enfermedades. A m, no me
gustaba. Pero como estoy aprendiendo la magia, lejos de mi casa,
aprovecho para dejrmelo crecer a mi gusto.
La hadita ayud a Helio a ponerse en pie, agarrndolo por el
brazo izquierdo. Este movi la mano del otro brazo, con disimulo,
para sacar un cuchillo de su cinto. Ella se dio cuenta y retrocedi,
mientras le apuntaba con la varita.
No has tenido bastante con un calambrazo? Si te lanzo
otro, podra ser fatal. Anda, piensa bien lo que vas a hacer.
El hada estaba muy pendiente de los bandidos. Giraba la
cabeza, continuamente. Comprendiendo que no iba a bajar la
guardia, Helio decidi envainar el arma.
Sabia decisin. Ahora, levntate muy despacio, y sin hacer
tonteras.
Ukio dijo, irnicamente:
Por lo que veo, la proximidad de mi antigua banda no te ha
influenciado mucho Verdad?
No. De lo contrario os habra apoyado T, suelta a ese
hombre, o te voy a dar un calambrazo parecido al que le di a tu
imprudente jefe!
Tambin podras darle al criado, por error. Si haces una
tontera, me lo cargo. Te aconsejo que te vayas.
No lo har. Estoy dispuesta a asumir ese riesgo. Dijo la
nia, al tiempo que giraba alrededor del ladrn, esperando cogerlo
desprevenido y atacarlo.
Helio temi que la nia hablara en serio y fuera tan atrevida
como para cumplir con su amenaza. Tena la moral muy alta y
pareca estar dispuesta a todo. Si Demarko mataba al sirviente,
condenara a los tres miembros de la banda, a la horca, segn la
ley de Lamokia, en cuyo territorio se encontraban. Con Ukio no
poda contar. Pareca no querer ponerse en contra de la recin
llegada.
Basta! Ya hemos cometido demasiados errores. El
prximo podra ser fatal Sultale! No vale la pena seguir con
esto, por tan poco botn.
Demarko se ech atrs y tambin opt por guardar su arma.
El hada, compadecindose de los ladrones, hizo unas bolsas
de tela con dinero, con su varita mgica.
Ah tenis un regalito. No es mucho, pero os permitir
sobrevivir durante un par de semanas, mientras encontris un
trabajo honrado. Os aconsejo ir a donde no os conozcan. Puede
que en el norte tengis ms suerte. Lamento no poder regalaros
ms. Las normas mgicas lo prohben. Hay que ayudar el que lo
necesite, pero no, hacerlo rico.
Los bandidos cogieron las bolsas, resignados y cabizbajos.
Ukio hizo un ligero gesto de agradecimiento, mientras se iba. El
hada no los perdi de vista, hasta que qued claro que se alejaban.
Muchas gracias, nia. Creo que nos hemos librado de pasar
un mal rato, gracias a ti Cmo te diste cuenta de que estbamos
en peligro? Pregunt el infante.
Fcil. A las hadas nos gusta contemplar la naturaleza. Estos
contornos son muy acogedores y me sub a un rbol con ese fin
Esta noche es encantadora! El cielo est repleto de estrellas y de
cometas! Al poco tiempo vi pasar a Ukio, andando de forma
misteriosa con sus compinches. Imagin que no tena buenas
intenciones. Entonces decid seguirlo, desde lejos.
El criado tena la moral muy baja. Senta vergenza de s
mismo. Tambin agradeci al hada su actuacin, pero se quej del
trato recibido.
Debiste matarlos, lentamente, para hacerlos sufrir. Nunca
antes me sent insultado de esa manera.
No te lo tomes as, Munro, te lo ruego Animo! Dijo la
mujer, al tiempo que lo abrazaba, amistosamente.
Tranquilo, hombre! Todos hemos tenido que soportar
humillaciones en la vida. Esto que te ha pasado es una experiencia
ms, que olvidars en poco tiempo. Exclam el infante.
El criado, algo ms tranquilo, mir a la nia.
Tu actuacin fue soberbia Qu lstima no tener unos
poderes como los tuyos! De haber sido as, ahora habra en el
suelo, tres cadveres.
La hadita, espantada por la opinin del criado, replic.
No digas eso, por Yrena! Tampoco vayas a pensar que he
tenido una vida fcil Nada de eso! Hace un par de aos, todo era
muy distinto.
Cinco de Junio del ao 2.165. Dos aos antes:
Muy temprano, al amanecer, el jefe de unos bandidos,
Teriko de Hadria, se apresura a montar su caballo. Tiene el
semblante serio. En su cinto lleva una decorada pistola de chispa
que llama la atencin de sus hombres. Si bien ese tipo de arma es
frecuente verla en el norte, no lo es tanto en el sur, donde no
confan mucho en las nuevas armas de fuego.
Hay que irse de aqu, enseguida! Las tropas del barn
Amaxo estn a punto de llegar.
Una de las mujeres que trabajan para l, an adormilada,
pregunta si es verdad lo que est diciendo.
A ti, qu te parece? Dejamos a sesenta hombres de
confianza y a ochenta del pueblo, poco de fiar, vigilando un
pequeo fuerte fronterizo del este, por si venan el conde de
Varana o el barn con tropas. Bueno, pues hace una semana, uno
de mis subordinados de confianza quiso hacer unos cambios en la
guardia nocturna. No se fiaba de los ciudadanos, obligados a
servirnos. Esa noche les tocaba vigilar.
Y qu pas?
Teriko contest con irona.
Casi nada. Vio a los traidores abrir la puerta a las fuerzas
de Amaxo, que aguardaban en la oscuridad. Todo ocurri con
mucha rapidez. Solo pudo escapar, por la puerta de atrs, ese
hombre y los cuatro leales que deban relevar de la guardia a esos
felones. A juzgar por la luz de las antorchas, calcul que el
enemigo era muy numeroso. Tal vez, entre dos mil y tres mil.
Por la Diosa Yrena! No me esperaba semejante nmero
contra una guarnicin tan escasa. La reaccin de Amaxo ante la
invasin loitina, hace poco ms de cuatro aos, fue mucho ms
lenta.
El jefe mir, irritado, a la mujer Estaba burlndose de l? En
Neuria, al sur de Lamokia, los pobladores son muy bromistas. A
pesar de todo, contest a su pregunta.
Los loitinos eran ms de dos mil jinetes a caballo, muy
hbiles. Estuvieron poco menos de un ao, y tras asegurarse de
que resultara peligroso permanecer ms tiempo, se marcharon.
Luego vinimos nosotros con tan solo cuatrocientos hombres,
aproximadamente, y tomamos el lugar que ocuparon ellos. En
cuanto a Amaxo, ha permanecido desde entonces en Varana. Si no
ha venido a echarnos antes, fue porque necesitaba dinero para
pagar el ejrcito que haba reclutado para luchar contra los
loitinos, pero no le dio tiempo a mandarlo contra ellos. Al parecer,
ante las dificultades econmicas, el conde de Varana le ha cedido
una pequea parte de su ejrcito, con la condicin de que le
entregue a todos los prisioneros que pueda, para hacer trabajos
forzados en las minas, durante diez aos. Eso es lo que se
rumorea.
Yo he odo que el ejrcito de Amaxo estaba compuesto por
poco ms de cuatro mil guerreros, y que vosotros sois ms de
ocho mil.
Pero la mayor parte son ciudadanos, reclutados a la fuerza,
con escaso espritu militar, u oportunistas que esperan ganar algo
con nuestra alianza. Pronto desertarn, casi todos. Amaxo es
implacable. No les va a perdonar que se hubiesen unido a
nosotros. Si no nos damos prisa, pronto estaremos picando
piedras en Varana.
Os vais a ir, ya mismo, sin siquiera luchar? No dejas de
sorprenderme, Teriko.
El enojado jefe de La Banda de la Pradera, respondi.
Ya lo hemos hecho, hace quince das, en las llanuras
fronterizas de Imeka! Nuestra caballera ligera no fue rival para
los jinetes acorazados cedidos por Varana. A continuacin, nos
rodearon y masacraron. ramos siete mil contra cuatro mil. Pero
las tropas de Amaxo, pese a su inferioridad numrica, eran ms
profesionales. Mis cuatrocientos jinetes eran penosos. Estaban
mal entrenados, y su destreza con los arcos era para echarse a
llorar. Pretendan imitar a los loitinos pero lo hicieron mal. Los
loitinos entrenan durante toda la vida, y ellos lo hacan de forma
irregular, desde haca unos cuantos meses. Los cien caballeros del
barn, mataron a unos y espantaron a otros. Sin proteccin en los
flancos, la infantera fue rodeada. Muchos de ellos eran pobres
infelices, armados con azadones y herramientas de labranza. El
barn hizo una carnicera, como advertencia a sus desleales
sbditos. Desde entonces, es imparable.
No saba eso. Imagino que omitiste contarnos esa batalla
para ocultar la derrota Cmo lograste escapar?
Estaba en camino para hacerme cargo de la situacin, pero
llegu tarde. Mi fiel Kastero tom el mando. Muri en combate.
Llegaste tarde? Ah, perdn! Olvid que la batalla fue en
el borde este de Neuria, y aqu estamos en el borde oeste. Al
menos, ests vivo. Tmatelo con calma. Dijo la mujer en un tono
que pareca reprochar a Teriko su cobarda. Este la mir con furia.
Un apresurado mensajero a caballo lleg en ese momento.
Traigo la respuesta de Amaxo a tu peticin de indulto. Te
pide, en primer lugar, que le lleves, de inmediato, a todos aquellos
ciudadanos que se pasaron a tu bando. Cuando lo hayas hecho, te
dar ms instrucciones, y quizs hable contigo sobre el indulto.
Ja! Justo, lo que me esperaba! Ese viejo zorro quiere
ganar tiempo y hacrmelo perder a m Alguna noticia de la
cercana fortaleza de Aikori?
Se limitan a montar guardia, en silencio. Pero es evidente
que cuando el ejrcito del barn aparezca en el horizonte,
desertarn. La mitad son de los nuestros, y la otra mitad son
ciudadanos auxiliares.
Diles, discretamente a nuestros partidarios, que maana, en
cuando sea medioda, se retiren.
A dnde nos iremos? Dijo el mensajero, en evidente tono
de desesperacin.
Al oeste, a Lamokia, a Enebran! A cualquier sitio donde
estemos a salvo de la ira enemiga, idiota!
El jinete no poda creer las palabras de su jefe.
Eso significa la disolucin de nuestro grupo? No
volveremos a intentar recuperar lo que fue nuestro, durante cuatro
aos, que estamos perdiendo a pasos de gigante, en poco menos
de un mes?
En verdad fuimos muy afortunados de durar cuatro aos,
con tan pocas fuerzas, y tomando el relevo de los loitinos en el
momento en que se iban. Amaxo ha estado perdiendo el tiempo,
tratando de reclutar un poderoso ejrcito. Cuando vio que no
conseguira ms ayuda de la recibida, opt por probar suerte. En
cuanto nos derrot en Imeka, entendi su error, y ya ha dejado de
intentar reclutar a ms hombres. Con los que tiene, ms los
cobardes que se le unen, le basta y le sobra.
No puede ser! Somos poderosos! Cmo puedes ser tan
derrotista? Tus pronsticos estn errados.
Interprtalos como te parezca! Pero te advierto que si
permanecemos durante ms de dos das, cruzados de brazos, nos
capturarn Deja de engaarte, a ti mismo, y espabila!
Entonces Qu le digo al.?
Teriko se alej, al galope, dejndolo con la miel en los labios.
No te vayas, por favor! Vuelve! Dijo la mujer, esta vez,
en evidente tono burln. Al escuchar sus palabras, varias mujeres
ms, salieron del interior de una casa.
As que ese valiente caballero opta por retirarse Qu
lstima! Dijo una de ellas, imitando a su compaera.
S que lo es. Ese salvaje me debe doscientos kaliks por mis
servicios. Aunque me temo que le he regalado una buena racin
de sfilis Ja, ja, ja!
El indeciso mensajero las mir, enojado. Hizo el intento de
desenvainar su espada, pero lo pens mejor, y opt por ir hacia la
fortaleza de Aikori para advertir a sus compaeros.
T tambin te marchas, guapetn? Qu maleducado! Se
retira, sin despedirse de nosotras, como su jefe.
No muy lejos, una nia y su madre, observaban la escena
desde la puerta de su casa de campo.
Por fin se van, Sania Somos libres! Ya era hora!
De verdad eran tan malos como se dice? A nosotras nos
trataron bien. Dijo la nia, llena de extraeza.
Nos han tratado bien, pero nos han robado una parte de
nuestros bienes. Una mala persona no es solo la que te pega e
insulta. Hay muchas maneras de maltratarte.
Pues con esos bandidos viviendo en nuestra casa de
campo, yo me senta como una reina en su castillo, mami. Los
vea como a una escolta personal. Eran algo andrajosos y mal
vestidos, pero educados.
Linan mir con ternura a su hija. Se alegr de que se sintiera
as, y no hubiese sufrido maltrato alguno.
Tampoco eran muy trabajadores que digamos. Solo se
animaban a ayudarme a recoger la cosecha y a ayudarnos en los
quehaceres, cuando la novia de Teriko se lo peda.
Ella tambin fue muy buena y atenta con nosotras. Yo temo
que los soldados de Amaxo tambin nos roben.
No te preocupes por eso. Son pocos. A ellos se han unido
los voluntarios que estuvieron a las rdenes de Teriko. Esos se
conformarn con que el barn les perdone sus vidas o acorte su
permanencia en las minas del conde.
En ese momento, una de las prostitutas agit el brazo.
Lnan! Un pregonero acaba de llegar y nos ha dicho que
maana, al medioda, desfilar el barn con sus tropas. Hay que ir
a recibirlo a la entrada del pueblo. Es mejor acudir. Vstete lo ms
elegante que puedas.
La madre de Sania se sorprendi con la noticia. Crey que
Amaxo estaba ms lejos. La mujer le inform de que al saber de
la huda de los pocos que resistan en la fortaleza del pueblo, el
barn tena el camino libre para llegar a los lmites de su reino y
apresur la marcha de sus tropas para forzar la huida de los pocos
miembros del grupo de Teriko que quedaban en la regin de
Neuria.
En cuanto el mensajero les dio las instrucciones de su jefe,
hicieron el equipaje y se fueron. No fueron capaces de esperar
hasta el medioda de maana, tal y como les orden el cobarde de
Teriko Je, je, je!
El desfile, encabezado por elegantes tamborileros fue muy
ruidoso. Los jinetes, guardias de la ciudad y nobles a pie, se
haban colocados sus petos con los colores herldicos
caractersticos en ellos. En cabeza marchaba el barn, con la
cabeza descubierta, y con cierto aire de frialdad, pese a las
aclamaciones de la ciudadana. Un sorprendido oficial varano que
lo acompaaba para escoltarlo, le susurr en voz baja.
Mi seorla gente os aclama y os recibe como a su
libertador No os debera de alegrar?
Hace cuatro aos recibieron as a ese bandido de Teriko. Y
hace cinco, tambin a Windalpa, el jefe loitino. Fue la seca
respuesta a su subordinado.
Lnan contemplaba el desfile, junto a las prostitutas que
vivan, cerca de su casa. Sania se puso junto a los hijos de algunas
de ellas. Algunos ciudadanos entregaron flores al barn, que
sonrea, levemente a las personas que se las daban.
Mam, qu mal huele! Dijo uno de los nios.
Ah, s! Es el inconfundible olor de los mercenarios
daranos. Sus elegantes armaduras de cuero, apestan. Hay quien
dice que las curten con orina de dragn, y por eso huelen as.
Donde quiera que haya un enfrentamiento en Tierra Yrena, no
pueden faltar los mercenarios daranos, ya sea en un bando u otro,
o en ambos. Esos siempre piensan en la guerra.
Porque su tierra es grande pero muy pobre. Sus reyes son
unos corruptos que solo piensan en pasarlo bien. Si se tomaran las
cosas en serio, seran los dueos indiscutibles de toda Tierra
Yrena y no estaran lamindole el trasero al emperador. Dijo una
prostituta.
Pero si fueron ellos los que con su ambicin arruinaron al
Imperio del Norte.
Eso se debe a que les concedieron demasiadas licencias. Se
les permiti hacer lo que quisieran, excepto desertar y faltar el
respeto a sus superiores. Pero se les fue la mano, saqueando a
ciudades amigas. Estas se pasaron al bando enemigo y el
emperador se qued sin aliados fiables que le suministraran tropas
y equipamiento. Inevitablemente, perdieron, y en consecuencia,
quedaron arruinados.
Ojal nunca vuelvan a levantar cabeza!
Pues tras inventar las armas de fuego estn consiguiendo
ciertos xitos. Menos mal que al emperador le han salido unos
hermanos bastardos que le exigen privilegios dignos de ellos y
ciudades para gobernar. Como no se los ha dado, se han unido a
los bandos rebeldes de la boscosa Orian. Ojal se maten entre
ellos y el imperio se disuelva.
No se disolver. El ganador se har cargo del trono y
continuar con la labor del primer emperador, Teofan, hace ms
de mil aos.
Una de las prostitutas se puso a hablar con Lnan.
Qu hars, ahora?
Buscar un trabajo. Esos desconfiados bandidos no me
permitan ir muchas veces a la ciudad. Teman que informara al
barn de que en mi casa tena Teriko su cuartel general.
El prroco, Arselo, me ha hablado de una casa noble en la
ciudad, cuya duea es muy quisquillosa. Debido a su mal carcter
y lo poco que paga, le cuesta trabajo encontrar a una sirvienta,
que adems deber de residir all. La que tiene se ir en otoo a
vivir a Martana con su familia, pero no encuentran a una sustituta.
Yo prefiero seguir ejerciendo mi oficio. Tambin me insultan los
clientes, pero gano mucho ms Te interesa, Lnan?
Creo que lo intentar. Tendr la ventaja de que al residir y
comer en esa casa, a lo mejor, me compensa el bajo sueldo.
Gracias por informarme.
Se lo dir al prroco para que no busque a otra. Llvate a la
nia. Esa mujer tiene una hija adolescente, y otra, pequea, de la
edad de Sania. Se llevarn bien.
Esa es una de las desventajas de la ausencia de Teriko. No
le gustaba que mi casa se quedara sola. Siempre dejaba, al menos
a tres hombres de confianza, vigilndola. Las pocas veces que
pude visitar a mi madre, me senta tranquila. Saba que Sania
estaba en buenas manos.
La hija de Lnan se haba enterado de la conversacin, pero
no dijo nada. Al principio dud, pues le gustaba vivir en el
campo. Pero al saber que jugara con otras nias, se anim. Tal
vez no fuera mala idea vivir en la ciudad.
Un fuerte gritero interrumpi sus pensamientos. Las
prostitutas aclamaron a las tropas de Darania, que desfilaban con
marcialidad. Adems de sus remachados chalecos de diversas
tonalidades del color ocre, llevaban cascos en forma de plato
invertido, de diversos modelos.
Callad, por favor! Esos hombres huelen muy mal, y si los
aclamis, no se irn nunca. Dijo la molesta Sania, provocando la
carcajada general.
Uno de los oficiales daranos sonri. Le dio una palmadita
amistosa, poniendo a la nia de buen humor. Las prostitutas les
arrojaron flores. Sin embargo, al final del desfile fue el turno de
los prisioneros, que iban encadenados, y vestan con harapos. La
gente los abuche. Una de las mujeres se puso a gritar en voz alta,
que uno de aquellos hombres era su marido, y que era inocente.
Se haba unido a los bandidos porque estos lo obligaron.
Pretenda llegar hasta el barn Amaxo y suplicarle su libertad.
Varios guardias de la ciudad la sujetaron. Al ver que la trataban
con brusquedad, Sania no pudo contenerse.
Dejadla tranquila! Es posible que est diciendo la verdad.
De una manera u otra, todos se han visto obligados a colaborar
con Teriko, por tal de salvar sus vidas. Dijo la nia.
Uno de los guardias hizo un gesto brusco con el pie, como si
amenazara con darle una patada a Sania, por no callarse. Ante esa
actitud, el pblico guard un incmodo silencio, como si se
avergonzara de su hostilidad hacia los cautivos. Sania insisti.
Anda, djala que vaya a ver al barn Tanto te molesta?
S! Est estropeando el desfile triunfal! Cllate o sers
castigada por entrometida!
A ese hombre y a muchos otros ms, le estis estropeando
sus vidas, que es peor. Muchos de ellos morirn en las minas de
Varana Es eso lo que queris?
Eso no es asunto nuestro.
Ya lo veo. A vosotros la justicia os importa un bledo.
No es eso! Nosotros cumplimos rdenes de nuestros
superiores! Dijo un enfurecido suboficial.
Y de dnde creis que sacan vuestro sueldo? De los
impuestos que pagan los ciudadanos! Por lo tanto, os pido, una
vez ms, que permitis a esta mujer que hable con el barn.
Entonces, la multitud, enardecida por las palabras de la nia,
grit en voz alta libertad, una y otra vez, para luego cambiar y
decir: No, no, no! A las minas, no!.
Parece que Amaxo tena buen odo, porque a pesar de la
lejana, dio la vuelta, de inmediato. Se produjo un silencio,
absoluto, solo interrumpido por el sonido de los cascos de los
caballos de Amaxo y de su escolta. El gobernante se qued
mirando con atencin a los prisioneros, como si meditara lo que
deba de hacer con ellos. Uno de los guardias se acerc,
seguramente para informarle de que Sania fue la que enardeci a
la multitud. Pero Amaxo hizo un gesto con la mano, y le orden
guardar silencio. Pareca no querer saber nada sobre esa noticia,
que podra obligarle a castigar a Sania, y no pareca estar
dispuesto a ello. Eso le enemistara con la poblacin.
Pasados unos minutos, hizo un gesto con su mano enguantada
de blanco y orden a un oficial, que todos los prisioneros fueran
desencadenados.
Al verse libres se apresuraron a abrazar a la multitud. La
gente aclam al canoso y bigotudo barn, que por fin opt por
sonrer y saludarlos. Amaxo haba comprendido que si quera
ganarse el cario de su pueblo, tena que ser ms tolerante.
Lnan apenas haba tenido tiempo de reaccionar. No esperaba
que su hija se comportara de esa manera. La mujer que pretenda
arrodillarse ante el barn y su recin liberado marido, no saban
cmo agradecer a Sania lo que haba hecho por ellos.
Tu hija tiene mucho coraje, Lnan. De no haber sido por
ella, los presos estaran en camino hacia Varana. Dijo una
prostituta.
Captulo 2: La hija no buscada
Una fra maana de otoo, Lnan y su hija partieron para la
casa de la familia Harden, situada en el pueblo de Grismot, a
treinta y siete kilmetros de Aikori. Un mercader las llev en uno
de los carros, que de camino llev tambin a un par de prostitutas
de La Casa de Mirenka. Tras la marcha de Teriko, el negocio
haba dejado de ser rentable. Esos contornos eran muy solitarios y
apenas tenan clientes. Poco a poco, las licenciosas mujeres se
iban marchando hacia otros locales de la ciudad. De seguir as,
Mirenka, la duea, pondra en venta el local. Le pregunt a Lnan
si le interesaba, debido a la proximidad con su casa de campo.
Pero ella dijo, que ojal tuviera dinero suficiente para comprarlo.
No se lo puedes pedir a tu madre?
Lnan se estremeci, tan solo en pensarlo, pero se limit a
decir que no se lo dara. En el pasado haban tenido problemas. Su
rencorosa progenitora estaba deseando que le pidiera cualquier
favor para echrselo en cara, constantemente, y avergonzarla en
pblico. Desconoca si tena dinero suficiente como para comprar
el local, pero evitaba pedirle favores.
Las calles del pueblo eran estrechas y apestosas. Las
viviendas no solan tener ms de dos plantas. La mayora
necesitaban con urgencia ser revisadas por algn albail o pintor,
e incluso ser derribadas, debido a su mal estado de conservacin.
Cuando la seora de la casa abri la puerta y vio a Lnan y a
Sania, puso cara de disgusto, como si se hubiera llevado una mala
impresin. De inmediato sonri, cortsmente.
Vosotras sois las que me recomend el prroco, Arselo?
As es, seora. Mi nombre es Lnan Yeriano y ella es mi
hija, Sania Taimoin.
Vengan otro da, por favor. Hoy estoy muy ocupada. Dijo
la seora, disponindose a cerrar la puerta.
Una sonora voz del interior le hizo desistir de sus propsitos.
Era su marido.
Por favor, no se queden fuera. Entren y hablemos.
La conversacin pareci ser del agrado del hombre, que
procedi a decirles que estaban contratadas, y que trajeran sus
pertenencias a la casa, lo antes posible, ya que residiran all.
Ahora mismo las recogeremos. El prroco nos hizo el
favor de guardarlas. Gracias por su confianza.
Cuando se quedaron a solas, Gefia mostr su disconformidad
a su marido. No le gustaba esa nia, fruto de la violacin de un
guerrero loitino hacia su madre. El hombre la corrigi. No fue una
violacin, sino una propuesta matrimonial fracasada. Lnan
desconoca que los loitinos tenan a varias esposas, adems de ser
nmadas. Si el guerrero hubiese accedido a tenerla solo a ella,
adems de quedarse a vivir en su pueblo, o en alguno otro
cercano, habra accedido a casarse con l. Pero el padre de Sania
se neg a ambas cosas. Un guerrero loitino jams abandona a su
tribu. Le dijo. Lnan se neg a seguirlo a sus semidesrticas
tierras.
Eso no cambia mi opinin sobre ellas. Acurdate que la
banda de Teriko tena su cuartel general en la casa de campo de
esa seora, a la que tanto le gusta codearse con bandidos y jinetes
salvajes que visten coloridos ponchos y son expertos en el uso del
arco mientras cabalgan.
Qu otra cosa podan hacer, querida? Aikori est poco
poblada y se halla cerca de la frontera con Lamokia. Era el lugar
perfecto para que ese astuto villano cobarde estableciera su base
principal.
Gefia comprendi que su marido no iba a cambiar de idea.
Espero que no te equivoques en tu eleccin.
Medro Harden tena 49 aos. Estaba casado con Gefia de 39,
de la que tena dos hijas; una con seis aos, llamada Melitta, y
otra con doce, cuyo nombre era Florenia.
Medro viva del dinero que le produca el alquiler de una
casa de campo y otras tres casas en el centro urbano. Sola estar
fuera de la suya por las maanas. No era ningn secreto que haca
lo imposible por salir, a la ms mnima excusa. Su esposa estaba
siempre de mal humor. Justificaba su ausencia, unas veces con
motivo de visitar a su padre, y otras para ayudar a su hermano en
el campo. Medro era un hombre alto; delgado y rubio, con bigote
alargado, casi calvo. Su esposa era morena, bajita, y de carcter
inquieto. A ambos les estaban saliendo abundantes canas en el
pelo.
La casa era demasiado grande para las cuatro personas que la
habitaban. El marido viva all desde su infancia con sus seis
hermanos, que junto con sus padres, residieron en ella. Era una
vivienda amueblada con muebles rsticos y algunos que otros
adornos caballerescos, tales como espadas y blasones, que intuan
el origen noble de la familia. Tambin tena un patio interior en el
que correteaba con frecuencia la pequea Melitta. Esta, nada ms
ver a Sania entrar por la puerta, se qued mirndola. Sin darle
tiempo a presentarse, la cogi de la mano y le dijo:
Ven, vamos a jugar!
Ambas nias se pusieron a correr a toda velocidad por el
pequeo patio. Florenia jugaba poco con ellas; la mayora de las
veces, cuando su irascible madre coga una de sus habituales
rabietas. Melitta tena el pelo castao, al contrario que su
hermana, que era rubia. Sania era morena con el pelo corto, al
igual que su madre. Sus ojos marrones tenan cierto aire oriental,
tal vez, heredado de su padre.
Los trabajos de la casa no eran ms duros que las de
cualquier otra de la poca. A Lnan le tocaba planchar, tender la
ropa, ir a por agua al pozo, ordenar las habitaciones, etc.
Curiosamente, hacer la comida no entraba en sus tareas. De
eso se encargaba Gefia, tal vez para controlar los gastos o porque
debido a su mana persecutoria tema ser envenenada.
Lo ms deleznable era que habiendo habitaciones y camas de
sobra, Lnan y Sania tenan que dormir encima de un viejo
colchn, tapadas con mantas en un oscuro y hmedo cuarto vaco.
Medro se conmovi y protest a su mujer. Lo mismo hizo
Melitta, que aseguraba que en su dormitorio haba sitio para
Sania. Pero la alocada duea de la casa hizo valer su decisin,
gritando con brusquedad. Melitta se puso a llorar pero el marido
no protest demasiado; lo cual era lgico, ya que dorma en la
misma cama que su esposa y para no llevarse mal con ella, cedi
cobardemente. La mayor preocupacin de Gefia era su hija,
Florenia, a la que aparentemente, todo le daba igual. Esta haba
tenido la oportunidad de estudiar en un colegio para personas
acaudaladas, pero su falta de voluntad hizo que dejara los estudios
cuando apenas tena diez aos.
Ay, hija ma! Qu hacemos contigo? Bscate un marido
con dinero para que solucione tu futuro. Le sola decir su madre,
frecuentemente.
Cuando la vea sentada, mirando las musaraas, sola decirle
en tono de enfado:
Ya que no haces nada, haz algo til y ensea a tu hermana
a leer, para que el ao que viene tenga eso de adelanto.
La aptica Florenia, algunas veces obedeca, provocando la
irritacin de Gefia con su pasividad. Pero en esas escasas
ocasiones, Sania se acercaba tambin para aprender. A la seora
de la casa no le gustaba eso, y con frecuencia trataba de alejarla.
Pero en cuanto la seora de la casa se daba la vuelta, la nia
regresaba. Gefia dio las quejas a Lnan.
Dile a tu hija que te ayude en tus tareas. No me gusta que
se acerque a Melitta cuando su hermana la est enseando a leer.
Disculpe, seora. Pero mi hija ya sabe leer. La banda de
Teriko la ense. Entre ella y Florenia, su hija aprender ms
pronto. Dos profesoras son mejor que una sola.
Gefia no dijo nada, pero se le hizo insoportable ver a Sania
enseando animadamente a leer a Melitta, mientras Florenia
asenta en silencio, delegando sus funciones en ella. Un da llam
en privado a su hija mayor y le dijo:
No te da vergenza que esa pequea salvaje campesina
sea ms eficaz que t? Espabila y no te dejes avasallar! De
camino, contrlala. No permitas que toque mucho nuestros
costosos libros. Los podra ensuciar o romper.
Con no poca desgana, la hermana de Melitta cumpla el
mandato de su madre. Pero Sania, indefectiblemente, tomaba la
iniciativa, y volva a sustituir a la resignada Florenia en sus
funciones de enseanza. Irritada, Gefia se lo dijo a su marido, que
se limit a guardar unos cuantos libros a los que tena mucho
aprecio, y ponerlos fuera del alcance de la cada vez ms
carismtica Sania.
Gefia acab por ceder, pero eso no evito que cuando la viera
tocar algn libro que no fueran los destinados a ensear a leer a
Melitta, ordenara a Sania, con brusquedad, que lo guardara de
nuevo en su sitio. Poco le gustaba ver a ambas nias charlando,
animadamente, mientras Florenia, cruzada de brazos, se quedaba
mirndolas, sentada en un rincn.
A la hora de pagar por sus servicios a Lnan, unas veces lo
haca el marido, y otras, la esposa. Al soltar el dinero, Gefia la
miraba con cara de asco, como si le diera una limosna.
La asistenta no se tomaba a mal la actitud de Gefia. Era de
carcter discreto y paciente, salvo cuando alguien hablaba mal,
acerca del origen de su hija Sania.
Haba un doloroso asunto que la pona triste. Su madre,
Amara, no quera saber nada de su nieta. La consideraba el fruto
de un desliz por parte de un salvaje brbaro. Pero ella tena mucha
maldad y deca a sus vecinas, que su hija fue violada. Lnan
tampoco se llevaba bien con su orgullosa y dspota madre. De
hecho, aos atrs se escap de la casa con su hermano porque no
podan soportarla. Pero tras la muerte de ste, en combate contra
la poderosa secta de los Dragones Rojos, la relacin entre
madre e hija fue algo ms suave, e iban a verse, de vez en cuando.
Pero Amara le daba la espalda a Sania y no le diriga la palabra.
Tampoco permita que la llamara abuela. Si de ella hubiera
dependido, habra obligado a su hija a abortar. Amara viva cerca
de donde trabajaba Lnan.
Captulo 3: Un da de mercado
El jueves era el da que Gefia sola ir a comprar al mercado.
En tales ocasiones se haca acompaar de todas las manos
posibles para ayudarla a cargar con las compras. Ese da no se
salvo siquiera su madrugador esposo. Al parecer, la noche anterior
haban discutido, y debi de amenazarlo con privarle de alguna
cosa de inters para que acudiera, resignadamente, y sin protestar.
Tampoco las dos pequeas se libraron de ir, aunque a ellas les
encantaba salir a la calle, y no les daban cosas de mucho peso
para cargar.
Era increble el bullicio en la plaza mayor del pueblo. Por
todas partes se escuchaba el vocero de los vendedores, que
llamaban a la gente, y gritaban en voz alta sus ofertas.
Lnan, acompame. T, Florenia, ven tambin. Medro,
qudate con las nias y cuando os llamemos, venid a ayudarnos.
Este se sent en uno de los bancos, mientras contemplaba el
corretear de las chiquillas a su alrededor. Una voz educada le
interrumpi sus pensamientos.
Disculpe, seor No le echa un vistazo a mis mercancas?
Medro se levant de golpe y mir hacia atrs. Un hombre, de
unos cincuenta aos, tena expuestos unos artculos desconocidos
para l. En una mesa haba trastos de vivos colores.
OigaQu es todo esto que hay aqu?
Ahora se lo explico, seor. Este tarro de aqu es agua
milagrosa del manantial de Farmos, en el norte. Esto, velas
aromticas para traer la felicidad a su casa. Esto otro, varitas
mgicas para viajeros.
El asombrado Medro pregunt.
Qu es eso de varitas mgicas para viajeros? Es la
primera vez que oigo hablar de ellas. Si son unas vulgares ramas.
Ver, seor; son unas varitas que han sido cargadas de
energa por un mago, para que las utilicen las personas que no
entienden el uso de la magia. Se usan, sobre todo, para defenderse
de los bandidos, lanzndoles una descarga elctrica o para hacer
brotar agua cuando nos encontremos sedientos. Se pueden utilizar
entre cinco y diez veces, eso depende de los hechizos y las
habilidades mgicas de su poseedor No le interesan? En el precio
va incluido un papiro para aprender a manejarla con los nombres
de los hechizos ms adecuados para su uso.
Medro mir a su lado. Las nias haban dejado de jugar y
miraban, sonrientes, los extraos objetos del vendedor.
No, gracias. No necesito varitas en este momento.
Adems, lo ms seguro es que acaben en manos de estas dos
diablillas, y sabe Yrena lo que podra suceder luego.
El vendedor se ech a rer.
Cierto, caballero, cierto. Y es una pena. Las nias tienen
ms habilidades mgicas que las personas adultas. Una varita de
viajero en manos infantiles puede ser usada entre veinte y treinta
veces, ms o menos.
Una severa voz de mujer se escuch detrs de Medro.
Te dije que estuvieras atento. Estoy harta de llamarte.
Perdonaes que estaba hablando con este seor, y no me
pareci educado interrumpirle. Dijo Medro a su esposa.
Buenos das, seoras. Pasen y vean las cosas que tengo.
Gefia pareca muy interesada. Se llev un buen rato hablando
con el vendedor. Este se llamaba, Gradn Mefil.
Mientras Medro, sus hijas y Sania regresaban a la casa,
cargados con las bolsas de la compra, Gefia y Lnan se quedaron
hablando con Gradn. Tardaron ms de dos horas en regresar.
Cuando volvieron, traan velas perfumadas de colores, vasos
decorados con imgenes mgicas, adems de varitas de incienso,
entre muchas cosas ms, relacionadas con las artes mgicas.
Vaya! Veo que el tal Gradn ha hecho el negocio de su
vida. Dijo Medro, algo enojado.
En cambio, su esposa estaba radiante de alegra.
Calla, calla, calla! Ese vendedor me ha dado la solucin
para nuestra hija. Me dijo que en las capitales es muy comn
entre las mujeres importantes estudiar la magia Te imaginas a
nuestra amada Florenia con una varita mgica como las hadas?
Dijo Gefia, sonriente.
El marido se ech las manos a la cabeza.
Madre ma! Yo, siguindole la corriente al tipo ese, y
aguantando sus tonteras para no comprarle nada, y t, no solo le
compras medio puesto, sino que adems me vienes con extraas
historias de hadas y brujas.
Anda, calla, que no entiendes. Bueno, pues tambin me ha
dado la direccin de un mago al que podremos escribirle para
evaluar si nuestra hija tiene dotes suficientes para ser un hada, y
recomendarla en caso de ser as.
Uf! Vaya tontera. Ese tipo, seguramente, ser un farsante
que nos sacar el dinero a base de bien, si se nos ocurriera contar
con sus servicios.
Debemos darnos prisa en llamarlo. Dentro de un par de
meses partir hacia el norte.
Y si Florenia no tuviera dotes mgicas?
No tengas tan poca fe, querido. Adems, por ingresar en
una escuela de magia, le darn un certificado de asistencia. Y
segn Gradn, a los hombres de las grandes ciudades, les
impresionan las mujeres que son hadas o han estudiado la magia.
Ja, ja, ja, ja! Menudas cosas raras se te ocurren para
encontrarle un novio adinerado a nuestra hija.
Ser mejor que no digas ms tonteras y le escribas una
carta para que venga a vernos, cuanto antes. Dijo su esposa con
seriedad.
El resignado marido no tuvo ms remedio que escribirla. A
su trmino, Gefia le pregunt por curiosidad a su hija Florenia,
qu le pareca la idea.
Mala. Creo que ser una prdida de tiempo y unos estudios
muy complicados para m.
La enfurecida madre mir llena de rabia a su hija, y a
continuacin cogi la carta con ira. Estuvo a punto de romperla.
Hars lo que yo te ordene! Ni se te ocurra decirle al mago
que no quieres ser un hada. Al menos, intenta estudiar durante un
ao. Cuando tengas el ttulo, decides si quieres seguir estudiando
o no.
Debemos cuidar nuestras costumbres. Los magos piensan
que las hijas de las familias acomodadas son unas ineptas. Dijo
Medro.
Tienes razn, querido. Yo me encargo de eso. Respondi
su esposa.
Ya fuera porque cogieron ms confianza o porque queran
que su visitante tuviera una buena impresin de ellos, lo cierto es
que Gefia, por fin accedi a que Sania y su madre se alojaran en
una de las habitaciones vacas de la casa. En cuanto al mago, cuyo
nombre era Fausto Sanwatt, escribi respondiendo a la carta de
Medro, dicindole que si le pagaba el viaje y sus honorarios,
accedera a visitarlos.
Gefia estuvo de acuerdo. Al leer la respuesta, Fausto se puso
en marcha. Al parecer, tardara cinco das.
Captulo 4: La visita del mago
No fueron cinco das, sino seis, los que el mago Fausto tard
en llegar. Con l iba su ayudante, Rexiles. Ambos vestan
amplias tnicas con filos adornados en color oro. La de Fausto era
azul, y la de su ayudante, del mismo color, pero de un tono ms
claro. Fausto tena un aspecto afable. Llevaba barba de un mes,
casi blanca. Aparentaba tener poco ms de cincuenta aos.
Muy buenas tardes. Es la casa de la familia Harden
Verdad? Soy Fausto, el mago.
Buenas tardes. Pasen, por favor, y sean bienvenidos a
nuestro humilde hogar. Exclam Gefia, mostrando simpata al
abrir.
Una vez dentro, Sania se apresur a saludar a los dos
hombres. Al verla, dijo el mago:
Hola, morenita! Eres t, la futura hada de la que me
hablaron en la carta?
No. Es esa rubita Pero a m, tambin me gustara ser un
hada! Eh? Por cierto, me llamo Sania. Ella es Florenia. Dijo,
sealndola.
Al verla, el mago exclam con aire de decepcin:
Ah, muy bien, Sania! Gracias por informarme!
De inmediato, todos fueron a recibir a Fausto y a su
ayudante. Este pregunt a los padres, si podan hablar en privado.
Gefia los condujo al patio. De all sali su hija, Melitta, que dijo
hola a los recin llegados. Pese a tener la misma edad que
Sania, no tena tanta soltura como ella.
No quiero ser demasiado pesimista, pero adelanto que
Florenia no me ha causado buena impresin. La veo demasiado
tranquila. Para ser un hada, hay que tener una actitud mucho ms
enrgica. De lo contrario no ser capaz de defender a los
oprimidos cuando estn en aprietos.
Por favor, no adelantemos acontecimientos. Hgale las
pruebas, y cuando termine, me dice lo que opina.
Desde luego. Tal vez sea una impresin ma. Si usted
supiera la cantidad de chicas que quieren ser hadas, pero no
logran llegar a final de curso...Se dira que se apuntaron,
solamente para tener la estrella azul que les regalan al acabar el
primer grado. Esa estrella es una preciosidad, de un intenso azul
ail, que muchas llevan colgando del cuello para lucirlo por la
calle. La gente se queda sorprendida y piensa: Por ah, va un
hada. Y el 75 por ciento, ni siquiera tiene la categora de
Aprendiz de primer grado. Pero a ellas, les da lo mismo.
Los padres guardaron un respetuoso silencio. Pareca que
Fausto haba adivinado las intenciones de estos, y les daba a
entender que no contaran con su aprobacin para recomendar a
una aspirante que no tuviera realmente vocacin de hada.
Durante unos diez minutos, la madre defendi a su hija. Ella
siempre tuvo ilusin por ser un hada Cmo poda dudarlo? Pero
Fausto era muy reacio a creerla. La experiencia le haba enseado
a juzgar a las personas de un simple vistazo. A modo de
consolacin, exclam:
No sera mejor examinar a la pequea? Es an una nia,
y con un aprendizaje correcto podra ser una buena hada.
Pero Gefia insisti, una y otra vez, que deba ser su hija
mayor. La pequea apenas saba leer y no iba al colegio. Tal vez,
ms adelante.
De acuerdo, no se hable ms. Examinemos a Florenia.
Esta tuvo que soportar unas curiosas pruebas.
Ve a tu habitacin y ponte el vestido ms elegante que
poseas. Tienes quince minutos.
La hija mayor cumpli con el tiempo acordado. Fausto le
pidi que caminara hacia adelante, girara de lado, etc. Todo ello a
la vista de los moradores de la casa. De pronto, le dijo algo en el
odo a la hija menor, aprovechando un momento que su alumna
les estaba dando la espalda.
El mago le pidi que caminara de puntillas, con los brazos en
alto. Melitta se ech a rer.
Te hace gracia, mocosa? Dijo la aspirante a hada, con
malos modales y mirada asesina.
Rexiles apunta en el cuaderno: No tiene paciencia
suficiente como para aguantar una broma o comentario. Te digo
una cosa, Florenia. Tu hermana se ha redo, porque yo se lo ped.
Esta baj la cabeza, avergonzada, por no haber superado la
prueba a la que la someti el mago.
Mam Estas cosas que hace Florenia son para hadas o
para modelos de sastrera? Dijo Sania a su madre, en voz baja.
El mago, que se haba enterado de la conversacin, le
respondi con una alegre sonrisa:
Es para comprobar su disciplina exterior. Ahora viene lo
ms difcil; la disciplina interior.
Fausto pidi a su alumna que se sentara en el suelo, encima
de sus piernas, y se relajara.
Ahora, todos debis guardar silencio. Si alguien considera
que no puede estar con la boca cerrada o sin hacer ruido, le ruego
que salga de esta habitacin.
Florenia estuvo en esa postura durante ms de quince
minutos. Pasados los cuales, exclam:
Debo permanecer mucho ms tiempo as?
No. Ni un minuto ms. Al abrir la boca, ha finalizado la
prueba. He aqu, una cosa buena. No esperaba que estuvieras
callada ms de cinco minutos. Eso me ha gustado.
Fausto puso un vaso de bronce, lleno de agua, encima de la
mesa. A continuacin, cogi su bastn mgico. Eso provoc un
comentario de la curiosa Sania.
Pens que los magos y las hadas usaban varitas.
Je, je, je! Eso es una creencia popular, mi querida nia.
Cada mago usa lo que le da la gana. Aunque eso, s, a las alumnas
y alumnos, les suelen dar una pequea varita para que tengan ms
soltura en sus primeras prcticas.
Pues parece la pata de una mesa grande.
Verdad que s? Las hay de muchas formas y tamaos.
Muchos magos las pintan de sus colores favoritos. Eso no les est
permitido a las hadas novatas. Cuando un mago derrota a otro, es
frecuente que se quede con su varita, palo o bastn. Les suelen
pedir mucho dinero a sus rivales derrotados, si estos quieren
recuperarlos.
A continuacin, dijo a Florenia:
Observa lo que voy a hacer, porque luego tendrs que
hacerlo, t, sola.
Fausto apunt su bastn mgico hacia el vaso, lleno de agua,
y lo levant de la mesa, dejndolo caer a continuacin, sin
derramar una sola gota.
Ves? Ahora, hazlo t. No te preocupes si derramas el
lquido. Ninguna alumna ha conseguido levantar el vaso la
primera vez, sin mojar el suelo.
Pero la prueba fue un rotundo fracaso. Despus de varios
intentos fallidos, Fausto decidi dejarla por imposible.
Lo siento mucho. Esta prueba era la ms importante de
todas, y su hija ha fallado.
No puede darle otra oportunidad, por favor? Exclam la
apenada Gefia.
Lo siento, es intil. El vaso ni siquiera pestae. En
apariencia, su hija Florenia no tiene habilidades mgicas.
Entonces, la pequea Sania exclam con su dicharachera e
inocente vocecita:
Pero si ella no ha intentado nunca una cosa as Por qu
habra de salirle bien? Ande, djela que practique un ratito, antes
de examinarla de nuevo.
Lo siento, pequea. Pero no puede ser.
Que s, que s puede ser. De ti, depende. No seas malo.
Algo enfadado por los modales de la nia, Fausto exclam:
A ver, Sania Es qu pretendes ensearme lo que debo
hacer, y lo que no?
Pues.s. Claro que s. T dijiste antes, que hay que ser
enrgicos ante las injusticias No? Exclam, ingenuamente.
Esa respuesta dej mudo de asombro al mago. Lnan se
dirigi a su hija para regaarla, pero Gefia la sujet por la mano,
al tiempo que le deca en voz baja:
No, por favor, djala. Tal vez ella consiga convencerlo de
que le d otra oportunidad a Florenia.
Fausto, tras acariciar el pelo a Sania, dijo a Gefia:
Con su permiso, estimada seora, me gustara ir a alguna
habitacin en la que mi ayudante y yo podamos estar a solas y
consultar.
Por supuesto. Por favor, sganme.
Sania, al ver a la callada Florenia, sentada e inmvil como
una estatua, exclam:
Qu haces as? Deberas estar practicando para convencer
a Fausto de que tienes facultades mgicas A qu esperas?
Esta rompi a llorar.
Es intil, Sania. He fallado. No me saldr, jams No sirvo
para nada!
Qu forma tan derrotista de hablar es esa? Venga, te voy
a ayudar. Igual, con un poco de suerte, sale bien.
En ese momento entr Melitta. Al ver a las dos nias levantar
el pesado bastn, dijo:
Estis jugando a ser hadas? Yo tambin quiero jugar!
Rexiles tambin intentaba convencer a su maestro de que le
diera una segunda oportunidad a la hija mayor de Gefia. Fausto
estuvo pensativo durante al menos quince minutos, antes de
responderle.
Sabes que no puede ser. Lo intent varias veces sin ningn
resultado positivo. A juzgar por la actitud de Florenia, solo un
milagro puede ayudarla. Si al menos hubiera alguna esperanza
concretaLo siento. Veo muy poca voluntad por su parte.
Te entiendo, maestro.
Anda, hazme un favor; trae un poco de agua, que tengo la
boca seca. Ve a por el vaso que dej encima de la mesa del saln,
y llnalo de agua limpia. A ver si se me aclaran las ideas, y se me
ocurre alguna cosa.
Al cruzar por el patio de la casa, Rexiles vio desde la ventana
interior a las tres nias sosteniendo el bastn del mago.
Maestro, asmate. No te lo pierdas.
Vaya, vaya! As que esas tres granujillas estn jugando
con mi bastn.
Viendo que el vaso no se mova, Sania dijo a sus amigas:
Creo que lo estamos haciendo mal. A lo mejor es que la
cosa no consiste en apuntar al objeto, sino en concentrarnos y
decirle que se mueva, dirigiendo con el bastn nuestras rdenes
mentales.
Puede ser. Exclam Florenia.
Vamos a pedirle al vaso que se levante. Dijo su hermana.
Las nias, al unsono, exclamaron:
Vaso, levanta! Vaso, levanta! Vaso, levanta!
Qu gracia tienen esas tres diablillas! Dime, Rexiles
Crees que conseguirn moverlo?
Entonces, para asombro de los mirones, el recipiente se elev
unos diez centmetros en el aire. Estuvo inmvil durante cuatro
segundos, y descendi con brusquedad, tirando un poco de agua.
Las tres nias gritaron con alegra:
Biennn!
Ahora, yo sola. Exclam Melitta.
Los padres y Lnan, al ver a Fausto y su ayudante curiosear
por la ventana, les preguntaron qu estaba sucediendo.
No hagan ruido, por favor. Esto se pone interesante. Dijo
el maestro, en voz baja.
Melitta no consigui que el vaso se moviera, ni un solo
centmetro.
Ahora no sale? Si antes se movi.
A ver si es que el bastn pesa mucho para ti, djamelo.
No, Sania. El bastn es mo. Vosotras buscad otra cosa.
Viendo que no estaba dispuesta a soltarlo, Sania cogi un
lpiz. El vaso se levant, de inmediato y sin dificultad, en la
direccin que sealaba este. No se derram ni una gota de agua.
A ver, ahora djame a m el lpiz. Exclam Melitta,
soltando el bastn.
El asombrado Fausto, dijo en voz baja:
Es ella. La pequea Sania es un hada.
Nono puede ser. Exclam Lnan con asombro.
Claro que no. Dijo Gefia, con claros sntomas de envidia.
Florenia se anim, y cogi otro lpiz.
Voy a intentarlo yo, pero con otra cosa.
En esta ocasin intent levantar un pequeo libro que haba
en una estantera cercana. Este se movi unos centmetros.
Parece que Florenia va mejorando. Tal vez valga la pena
que le demos una segunda oportunidad. Exclam Fausto.
Melitta consigui levantar el vaso, durante unos segundos.
Luego solt el lpiz y exclam, alegremente:
Lo consegu!
Tras realizar su prodigio, se fue al patio a seguir jugando.
Viendo las dificultades para levantar el libro, Sania decidi
ayudar a su amiga.
Tuerce a la izquierda, Florenia. A la izquierda, no a la
derecha. Eso es.
El libro se elev a varios metros del suelo y aterriz con
cierta brusquedad, encima de la mesa.
Gracias, Sania. Ahora, llvate el libro para que no se moje,
y djame con el vaso de agua, que le tengo ganas.
Espera, que te voy a ayudar.
En ese momento, Fausto alz la voz.
No, Sania. Djala a ella, sola! Florenia es tu oportunidad.
Levanta ese vaso, pero hazlo, tranquilamente, como si no te
estuviramos observando Concntrate!
Este se elev, casi en lnea recta, sorprendiendo a Fausto.
Entonces se fij que la nia estaba ayudando con disimulo a
su amiga, apuntando con el lpiz al recipiente.
Sania, no la ayudes, por favor! Dijo el mago, irritado.
Vamos, Florenia T puedes! Dijo su madre.
La pequea mir a los ojos a su amiga y le dijo:
Venga, hazlo. Yo tambin confo en ti.
Ahora, s. El vaso se elev, magistralmente, aunque su cada
fue brusca. Pero no importaba. Fausto se dio por satisfecho.
Sorprendente! Es increble lo que puede hacer el apoyo
de unos amigos y parientes cercanos. Puedes contar conmigo,
para conseguir el ingreso en la escuela de hadas de Tarat.
Tarat!Eso est muy lejos. Dijo Florenia.
A unos doscientos kilmetros de aqu, ms o menos. Pero
hay que sacrificarse un poco No te parece?
No te preocupes por eso, hija ma. Te acostumbrars a
estar lejos. Supongo que durante el verano, le darn vacaciones
No es as?
Desde luego. Ahora, si no les importa, quisiera volver con
mi ayudante a la habitacin. Hay que escribir una carta muy larga,
para recomendar a su hija.
La asombrada Lnan pregunt a Sania, cmo haba logrado
mover los objetos. Esta, asustada, y temiendo ser el blanco de la
envidia de los dueos de la casa, dijo que ella no haba hecho
ningn prodigio, y que todo lo que vieron fue obra de Florenia.
Exactamente! Siempre dije que mi hija tena facultades
mgicas, desde que naci. Pero hoy, por fin se me hace caso. Dijo
la orgullosa Gefia.
Sania, antes dijiste que te gustara ser un hada Verdad?
Dijo el sonriente Fausto.
Puesme gustara, ya lo creo. Pero por lo que estoy
viendo, tendra que pasar por unas pruebas como las que pas
Florenia, y no me siento capaz de superarlas. Adems, tendra que
separarme de mi madre para poder ir a estudiar.
As es, hija ma. Te permito que juegues a hadas y brujas,
pero no permitir que te tengas que alejar de m, para poder serlo.
Dijo Lnan, abrazndola con ternura.
Florenia, sentada en el sof de madera, escuchaba en silencio
lo que hablaban de ella. Miraba con asombro a la inquieta Sania y
se preguntaba por qu no defenda abiertamente sus poderes y
facultades mgicas Demasiado bien saba, que de no haber sido
por su gran apoyo, no lo habra conseguido! Senta lstima por
ella. Ahora la apreciaba mucho ms que antes. Dentro de un par
de meses, partira a estudiar a la escuela de hadas. Ella seguira
all, ayudando a su madre y perdiendo la niez.
Pasado un buen rato, Rexiles llam a Lnan y a su hija.
Mi maestro quiere que vayan a verle. Necesita que le
ayuden a hacer el equipaje. Dijo, guiando un ojo.
Esa era una excusa para no despertar sospechas en la
envidiosa Gefia. Fausto dijo a Sania:
Estoy muy asombrado. Veo que estas hecha toda un hada.
No negars que la mayor parte de las cosas que vimos, las hiciste
t No es cierto?
La ruborizada nia no dijo nada, pero movi su cabecita, con
un gesto afirmativo.
Seora, aqu tiene una recomendacin ma, por si se
decidiera alguna vez a mandar a su hija a estudiar la carrera de
hada. Disculpe que no se la entregue en el saln, delante de todos.
Ya he podido observar que algunas personas podran sentirse
ofendidas. Dijo, mientras le entregaba un par de papiros.
Ehmuchas gracias, pero creo que no la voy a mandar.
Doscientos kilmetros son muchos. Adems, no tengo dinero para
costear sus estudios, ni creo que pueda pagarle a usted tampoco
por el favor que nos est haciendo.
No me debe nada. As que, no se preocupe por eso. La
escuela a la que he recomendado a Florenia, es muy distinta a la
que voy a recomendar a su hija. Est, casi a quinientos
kilmetros, en la ciudad de Keilan, en la regin de Lamokia. Se
llama Escuela del Roble Dorado. Ah, pero eso s; al ser una
nia prodigio, los gastos los paga la reina de all. No le oculto que
existe el inconveniente de que si estallara una guerra, es muy
probable que a las hadas con talento, les toque ser las primeras en
ir a defender ese reino.
Ms lejos, an! Lo siento, pero no estoy dispuesta a
perder de vista a mi pequea. Tal vez, dentro de unos aos
Dentro de unos aos, quizs no sirvan de nada mis
recomendaciones. Es incluso probable que ella haya perdido
muchas de sus facultades mgicas. De todas formas, guarde estos
pergaminos como si fueran un tesoro, y selos lo ms pronto que
pueda.
Lo pensar. Pero de momento, no.
Captulo 5: Malas noticias
Grismot, 8 de enero del ao 2.167.
El da anterior, Florenia regres a la escuela de hadas, tras
pasar la Navidad en familia. Ninguno de sus parientes esperaba
las noticias que les cont. Al parecer, en esa escuela abundaban
los alumnos de muy baja categora. La directora ni siquiera se
molest en leer la recomendacin de Fausto cuando Florenia se
apunt al curso, en septiembre del ao anterior. Ms que una
escuela de hadas y hados, pareca un centro disciplinario.
Las edades de los alumnos variaban desde los seis aos,
hasta los sesenta y cinco. Muchos eran conflictivos y los
profesores tenan muy escasa paciencia con ellos. No dudaban en
agredirles o incluso expulsarles. Se calculaba que a final de curso,
casi la mitad del alumnado estara dado de baja por diversos
motivos; muchos de ellos, expulsados por causa de su mala
conducta.
Florenia quiso morirse al ver ese nefasto ambiente. A los dos
meses se acostumbr, aunque no estaba segura de que pudiera
llegar hasta los cinco aos que duraban los cursos normales. Ese
centro era llamado El Barrizal porque inicialmente estuvo
situado cerca de un pequeo y fangoso ro. Debido al gran
nmero de alumnos que enferm, lo ubicaron en otro sitio, pero la
gente sigui llamndolo igual.
La cuestin es que mi hija sea capaz de aguantar hasta el
final. Lo que ms me duele, es que ese Fausto nos cobrara por sus
servicios. En ese centro sus recomendaciones no sirven para nada.
l lo saba. Dijo Gefia de mal humor
No le ha escrito, protestndole por eso? Dijo Lnan.
Por supuesto. Ha respondido, casi burlndose de nosotros.
Nos dijo que en esa escuela no hace falta tener muchas
recomendaciones para poder entrar; y que ya nos avis de que
Florenia no tiene mucho talento de hada Qu hombre tan
testarudo! Acaso no la vio levantar el vaso, lleno de agua, tal y
como le pidi? Si lo llego a saber, no lo llamo.
Sania permaneca la mayor parte del tiempo, aburrida en la
casa. Su compaera de juegos, Melitta, ya iba al colegio. Ese era
su primer ao. Cuando le pregunt a su madre por qu no poda ir,
le respondi que no tena dinero.
Entonces, djame ir a la escuela de hadas de Lamokia. All
es gratis para m.
Ya hemos hablado de eso, y la respuesta es que no.
Aunque no quise que nacieras, ahora que te tengo, no quiero
perderte.
Cul es mi futuro? Ser una sirvienta como t?
Nada dijo Lnan a eso. En su interior, se reprochaba su
egosmo. Ella era la que haba dado sentido a su existencia, y no
estaba dispuesta a quedarse sola, nunca ms.
Das ms tarde, Lnan fue con Gefia al mercado a comprar
ropa. Estaban de suerte, ya que haba mucha de rebaja. Ambas
mujeres toqueteaban, maravilladas, las prendas, sin saber por
cules decidirse.
Increble! Simplemente, increble. No me puedo creer que
estos trajes tan bonitos cuesten tan baratos.
Hay que tener en cuenta, que pronto ser primavera.
S, mi querida Lnan, pero as y todo, no dejan de
sorprenderme estos precios tan bajos.
Entonces, la sirvienta mir con detenimiento una de las
muchas prendas.
Esta manchaSupongo que saldr al lavarla No? Parece
sangre seca.
Sangre seca? Qu imaginacin tienes, querida!
De pronto, unos soldados con casco metlico en forma de
plato invertido y peto de color ocre, entraron en la plaza. Uno de
ellos, grit a viva voz:
Apartaos de ah! Inmediatamente!
Entonces, se form un tumulto. La gente no saba qu estaba
pasando. El soldado habl con ms claridad:
Desgraciados! No os acerquis a los puestos del rincn si
apreciis vuestras vidas! Estos vendedores son unos ladrones y
muchas de las prendas de vestir han sido robadas del hospital de
Las Dunas Blancas!
Al or aquello, la gente comenz a gritar y a correr. Pese a la
distancia, muchos saban que los enfermos de la asediada ciudad
de Ern haban sido alojados en ese hospital. Algunos murieron
por una epidemia que se desat. Los vendedores quisieron
escapar, aprovechando la confusin. Pero fue intil.
Dos das despus, Lnan se sinti mal. Cuando el mdico fue
a verla, se ech las manos a la cabeza. Todo pareca indicar que
tena la Peste verde. De inmediato, la alojaron en un hospital de
caridad. Su hija no quiso separarse de ella. Los mdicos no eran
muy optimistas.
Bueno, hija ma. Parece que con un poco de suerte te
librars de m, y podrs estudiar tu carrera de hada.
No digas eso, mam. Yo no quiero ser un hada Quiero que
te cures! Te curars! Dime que s!
Yo tambin deseo curarme y estar siempre contigo. Pero
eso no depende de nosotros, sino de Dios. Si tal cosa pasara, no se
te ocurra ir al mismo colegio que Florenia. Vete al del Roble
Dorado, que es el que viene en la recomendacin.
Mam, no digas eso. Te curars
Claro, hija ma. Yo solo te hablo por hablar, para estar
entretenida. En este oscuro cuarto me aburro mucho. Y si no fuera
por ti, me aburrira, an ms Te importara leer en voz alta la
recomendacin que nos dio Fausto?
Sania ley con dificultad. La vela no iluminaba mucho, y lea
pocas veces desde que estaban en la casa de los Harden, por culpa
de la severa Gefia.
Esta prometedora nia es testaruda como una piedra; gil
y escurridiza como el mercurio, con una voluntad de oro y un
tesn inquebrantable. Es carismtica y tiene un excepcional don
de gentes. Es muy activa e incansable, capaz de animar a los
desesperados y consolar a los afligidos.
Muy bien! Qu de cosas buenas ha escrito Fausto de ti.
Segn nos cont Florenia, las hadas pueden escoger un
seudnimo o usar su nombre Qu haras t?
Creo que me gustara usar un seudnimo, basndome en la
descripcin que hizo ese mago de m.
Aj. Eso est muy bien Entonces, cul usaras? Pies de
oro? Testarudita? Piedrecita?
No. Me gusta ms Mercuria.
Entonces, por tu edad te llamarn Mercurita.
Eso es! Mercurita me gusta ms. Y si me llaman siempre
as, aunque crezca, no me ofender.
Estupendo! Anda, tpame, que quiero dormir un rato, mi
pequea Mercurita.
Fin de los primeros textos de la obra
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