CARLOS III: PROYECCIÓN EXTERIOR Y CIENTÍFICA DE UN REINADO ILUSTRADO
Pocos reinados en España han tenido tanta trascendencia como el de Carlos III, uno de los
monarcas claves en la Historia de la Europa del siglo XVIII.
Su trayectoria vital fue larga y llena de iniciativas exitosas (1716-1788). Un itinerario
marcado por su formación en la corte de sus padres los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio
y el ascenso sucesivo a tres tronos distintos: fue duque de Parma y Piacenza como Carlos I
(entre 1731 y 1735) –y, temporalmente además, príncipe heredero de Toscana-, rey de
Nápoles -como Carlos VII- y rey de Sicilia -como Carlos V- entre 1735 y 1759, y finalmente
rey de España desde 1759 hasta su muerte en 1788. Lo que le convirtió en un monarca
que tuvo casi sesenta años de reinado, añadiéndose la particularidad de haberlo hecho
sobre tres países distintos, independientes y muy diferentes entre sí.
Dentro del pensamiento de la Ilustración son varias las ideas nodales que rigieron durante
este interesante periodo: razón, naturaleza, progreso, tolerancia, cosmopolitismo,
pedagogía… Conceptos que, una vez en España, fueron puestos a disposición de un
proyecto nacional reformista de hondo calado y hábilmente dirigido por el monarca.
Bajo el prisma del pensamiento de toda una época, esta exposición presenta algunos de
los aspectos principales de la vida y obra de uno de los monarcas sustanciales de la
historia de España. Rescatando y contribuyendo a la puesta en valor de dos cuestiones
fundamentales de su reinado: la política exterior y la aportación científico-cultural
española, así como el papel jugado por la Corona a la hora de promover el avance del
conocimiento. Aspectos todos ellos concebidos y cuidados como una verdadera forma de
proyectarse en el mundo.
Carlos III implementó una política de aumento del prestigio internacional de España en
Europa. Para ello, y sobre la base de las reformas nacionales (tanto en los territorios
peninsulares como en los ultramarinos), emprendió una activa política internacional y
fomentó la adopción de numerosos adelantos en el campo científico y cultural.
Giuseppe Bonito. Don Carlos de Borbón, rey de las Dos Sicilias. 1745. Óleo sobre lienzo Colección Banco Santander.
LA EXPOSICIÓN
1. ESPAÑA E ITALIA. RELACIONES E INTERESES INTERNACIONALES (1716-1759)
En Italia es donde un joven Infante Don Carlos se formó como gobernante. Fue además
aquí en donde se consolidó su curiosidad por el conocimiento y, derivada de ella, la política
de establecer las relaciones de sus reinos con el mundo a través de lo político y de lo
científico-cultural.
Producto de una hábil política
internacional llevada a cabo por
sus padres los reyes Felipe V e
Isabel de Farnesio, la subida al
trono de Parma y Piacenza (1731-
1735) marcó un nuevo logro para
la dinastía de los Borbones y
supuso una oportunidad para
entrenarse en las duras tareas de
gobierno reservadas a los
monarcas.
Unas relaciones exteriores que
una vez nombrado rey de Nápoles
en 1735, encuentran su mejor
ejemplo en las mantenidas con
los Estados Pontificios bajo el
gobierno del papa Benedicto XIV y
con el Mediterráneo en manos del
imperio Otomano, la Sublime
Puerta. Así, y en esta interesante
etapa, se constituyeron dos de los ejes más reveladores de sus relaciones internacionales
y que luego se ampliaron a otros espacios estratégicos europeos con el matrimonio en
1738 con la reina María Amalia de Sajonia, hija de Federico Augusto II, príncipe-elector de
Sajonia y después rey de Polonia y gran duque de Lituania (como Augusto III).
Como rey de Nápoles contribuyó a la reforma de su reino y su legislación, reforzó el poder
de la Corona frente a los intereses de las influyentes élites locales, cuidó de las relaciones
internacionales, transformó urbanísticamente algunos espacios de la capital y construyó
importantes residencias reales como el Palacio Real de Capodimonte, promoviendo
Giuseppe Bonito. El embajador turco ante la Corte de Nápoles. 1741. Óleo sobre lienzo.
Museo Nacional del Prado (Madrid).
además de la ciencia, la creación de
varias manufacturas reales, así como
las excavaciones en Pompeya,
Herculano o Estabia.
La muerte de Fernando VI el 10 de
agosto de 1759, sin hijos que le
sucedieran, convirtió a Don Carlos en
rey de España, cuyos asuntos internos
e internacionales había seguido con
interés atendiendo a su condición de
sucesor al trono de su hermano. La
despedida del reino de Nápoles y
la proclamación de su hijo
segundogénito como Fernando IV
marcan el final de esta parte de
su trayectoria vital.
Son numerosas e importantes las
piezas exhibidas en esta primera
parte de la muestra. Entre ellas
podemos subrayar el lienzo de
Jacopo Amigoni titulado El infante
Don Carlos parte para Italia; el
retrato del rey que pintara
Giuseppe Bonito y que es imagen
de la exposición; El embajador
turco ante la Corte de Nápoles,
obra del mismo autor y reflejo de
las relaciones diplomáticas del
momento; la Caja de Herculano
con restos vegetales procedentes
de las excavaciones realizadas en
Herculano; o una delicada
porcelana que representa a la
Familia Real de Nápoles.
Real Fábrica Ferdinandea (Nápoles). La Familia Real de Nápoles. Ca. 1784. Porcelana tierna y madera dorada.
Museo Arqueológico Nacional (Madrid).
Caja de Herculano. Siglo XVIII (los restos vegetales proceden de las excavaciones realizadas en Herculano).
Caja de madera de haya y restos vegetales. Museo Arqueológico Nacional (Madrid).
A. EL REINO DE NÁPOLES Y SU POLÍTICA INTERNACIONAL
Desde su subida al trono de Nápoles en 1735, el rey Carlos mantuvo una intensa
actividad diplomática con diversos estados europeos. Pueden destacarse las
mantenidas con los Estados Pontificios; y con algunos de los territorios mediterráneos
sometidos al Imperio Otomano.
Fue en 1746 cuando el rey Carlos decidió viajar a Roma para visitar al papa Benedicto
XIV. Visita en cuya preparación intervino el diplomático español Alfonso Clemente de
Aróstegui. Sus magníficos bustos son mostrados en esta sección.
En lo que se refiere a su relación con el mundo islámico se firmaron unos acuerdos
bilaterales en 1740, siendo además varias las embajadas recibidas en Nápoles como
las de Hagi Hussein Effendi (1741), emisario de la Sublime Puerta; y la de Mustafá
Bey, enviado del rey de Trípoli.
B. DON CARLOS Y LA ARQUEOLOGÍA
Como rey de Nápoles Don Carlos promovió las excavaciones de Pompeya, Herculano y
Estabia y creó el Museo Portici para recoger y conservar las antigüedades allí
encontradas.
Todo ello constituye una muestra del aprecio y la sensibilidad que tuvo desde joven
por la Antigüedad, convirtiéndolo en un ávido coleccionista. Pero también ejemplifican
la alianza establecida entre Historia y Arqueología como una forma de proyectarse en
aquel presente, buscando en el pasado virtudes que les sirviesen de modelo.
Las noticias de los importantes descubrimientos realizados en Nápoles se continuaron
recibiendo en la Península, donde ya como rey de España siguió siendo informado de
los avances en la investigación de los lugares arqueológicos napolitanos.
Antonio Joli. Vista del Palacio Real Nuevo de Madrid. Posterior a 1762. Óleo sobre lienzo. Palazzo Reale di Napoli (Italia).
La dimensión cultural e internacional alcanzada en toda Europa por estas iniciativas
no ha sido superada, ya que constituyeron el inicio de la arqueología como disciplina
científica; ejerciendo además los descubrimientos una profunda influencia en el arte
del Neoclasicismo.
Varias piezas arqueológicas egipcias, griegas y romanas, procedentes de la colección
real, se presentan también en esta primera parte de la exposición.
2. EL TRONO DE ESPAÑA Y LOS REINOS ULTRAMARINOS
La llegada de Carlos III al trono de España en 1759, uno de los más importantes de la
Europa del momento, supuso la progresiva y definitiva entrada en nuestro país de las ideas
de la Ilustración.
Casi treinta años proporcionaron
la posibilidad de diseñar y
ejecutar con cuidadosa
meticulosidad una profunda y
progresiva transformación a gran
escala en todos los territorios de
la Monarquía Hispánica, aunque
con desiguales resultados.
Algunos de cuyos efectos
continuaron su proyección mucho
tiempo después de la muerte de
su promotor en 1788.
Entre los logros más señalados de
su reinado en España estuvieron
la reorganización de la Marina española, la adopción de una nueva bandera como símbolo
nacional mediante Real Decreto de 28 de mayo de 1785, la adopción de numerosas
reformas legales y educativas, el fomento de la economía (Reales Sociedades de Amigos
del País, nuevos consulados de comerciantes, montepíos, Banco Nacional de San Carlos,
etc.), la política de repoblaciones, la expulsión de la Compañía de Jesús de los territorios de
la Monarquía en 1767, o la protección y fomento de las artes y de las industrias suntuarias
con ellas relacionadas y producidas en las conocidas Reales Fábricas.
Todas estas realizaciones estuvieron marcadas por la personalidad de un monarca que
supo seleccionar a los mejores colaboradores para cada una de las empresas que
acometió, atendiendo, amparando y posibilitando sus iniciativas.
Real Pragmática original sobre la expulsión de los regulares de la Compañía de Jesús. Firmado en El Pardo, el 2 de abril de 1767. Papel/original manuscrito con rúbrica y sello del
Rey. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo Histórico Nacional (Madrid).
Cuestión fundamental en su reinado
fueron los territorios americanos,
considerados por Carlos III como el
pilar estratégico y económico de la
Monarquía. De su estabilidad
dependería la de todos sus reinos, de
ahí el cuidado que puso en
implementar una amplia batería de
reformas ultramarinas en los más
variados campos.
El programa de acción iniciado para
lograr este propósito consistió en
recuperar aquellos territorios
españoles en América ocupados por
otras naciones europeas; mejorar el
sistema comercial; favorecer la
producción de aquellas materias que
más necesarias fuesen en los
centros manufactureros peninsulares; y potenciar en Indias el consumo de los productos
enviados desde la Península.
En esta segunda sección podemos destacar el grandioso retrato de Carlos III de Anton
Rafael Mengs; el Boceto para la Alegoría de la institución de la Orden de Carlos III, de
Vicente López Portaña; una curiosa e interesante Acción del Banco Nacional de San Carlos
a nombre de la “República de indios de los pueblos de la jurisdicción de El Real de Minas
de Tasco”; la Real Pragmática original sobre la expulsión de los regulares de la Compañía
de Jesús de 1767; y el mapa de la América Meridional realizado por Juan Cruz Cano y
Olmedilla y que es una de las grandes joyas de la cartografía hispana del siglo XVIII.
A. LOS REINOS DE LAS INDIAS, CLAVE DE LA POLÍTICA BORBÓNICA
Comprendiendo la necesidad de disponer de los recursos americanos para poder
iniciar la reforma estatal, Carlos III implementó una amplia batería de innovaciones en
los más variados campos y que se fueron poniendo en práctica a lo largo de todo su
reinado gracias al concurso de algunas autoridades indianas imbuidas del espíritu de
la nueva política.
Juan Cruz Cano y Olmedilla (Madrid, 1734 - 1790). América Meridional. 1775. Grabado en 8 hojas, papel montado
sobre tela. Museo Naval (Madrid).
Junto a las transformaciones administrativas y económicas, deben señalarse también
acontecimientos destacados como la expulsión de la Compañía de Jesús (1767), la
creación del Virreinato de Río de la Plata en 1777, o la rebelión de Tupac Amaru
(1780-1782). Así como la política de acuerdos con Portugal, regido por la reina María I
sobrina de Carlos III, a través de la firma del Tratado de San Ildefonso o de Límites de
1777.
3. LA PROYECCIÓN INTERNACIONAL DE LA MONARQUÍA. ESPAÑA EN EL SISTEMA INTERNACIONAL.
A diferencia de sus predecesores inmediatos en el trono, Carlos III implementó una política
internacional cada vez más activa en el difícil panorama geoestratégico del siglo XVIII.
Logrando mantener a España entre las naciones líderes de Europa.
Los escenarios de esa política exterior estuvieron fundamentalmente focalizados en
Francia (con la que se fraguó una sólida alianza a través de la firma del Tercer Pacto de
Familia de 15 de agosto de 1761), el Mediterráneo occidental (Menorca y Gibraltar, en
manos británicas, fueron dos de sus focos de atención y tensión armada), Europa oriental
(Austria y Rusia) y occidental (Portugal) y, ya en América, el valle del Misisipi y el territorio
británico de las Trece Colonias –hoy, Estados Unidos-.
Ejército, Armada (España fue la primera
fuerza naval de esta centuria) y diplomacia
fueron sus tres herramientas para conseguir
la proyección exterior. Su reinado supuso de
este modo la consolidación de la
organización del Ejército y de la Armada,
usados ambos en una nación como la
española, con una clara vocación
internacional, como garantes de los
intereses de la Corona y como medio para
afianzar su dominio sobre los territorios bajo
su soberanía en los diferentes escenarios
continentales.
Entre las páginas más destacadas del papel jugado por España en esos momentos puede
señalarse su participación en la Guerra de los Siete Años (1756-1763), primer conflicto
armado a escala global de los tiempos modernos y que se desarrolló en Europa, América y
Asia.
José Martín Rufo. Asalto inglés al castillo del Morro de La Habana. Óleo sobre lienzo.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid).
O el apoyo velado a la independencia de los Estados
Unidos (1776-1783), en coalición con Francia,
donde se buscó atacar a los intereses británicos. De
este fascinante periodo data la relación entre
Benjamin Franklin y algunos de los grandes
personajes españoles del momento como el Infante
Don Gabriel de Borbón, hijo de Carlos III, o el conde
de Aranda.
También interesante fue la política de acuerdos con
Portugal a través de la firma del Tratado de San
Ildefonso o de Límites de 1777.
Son varias las piezas sorprendentes que se exhiben
en esta sección, como una compleja alegoría de los
dominios de la Monarquía Hispánica, obra de los
hispano-filipinos Vicente de Memije y Laureano
Atlas; el Convenio de Amistad y Comercio entre el rey de España y el emperador de
Marruecos (30 de mayo de 1780); un lienzo de José Martín Rufo que representa el Asalto
inglés al castillo del Morro de La Habana, durante la Guerra de los Siete Años; la carta que
el 12 de diciembre de 1775 dirigiese Benjamin Franklin al Infante Don Gabriel de Borbón; y
el impresionante retrato de George Washington, primer presidente de los Estados Unidos,
obra de Joseph Perovani.
A. LA POLÍTICA NORTEAFRICANA
Como continuación de la política norteafricana desarrollada en la etapa napolitana,
Carlos III manifestó su interés por establecer relaciones y alianzas con Marruecos,
Trípoli y con otros territorios sometidos a la Sublime Puerta.
Esta política fue implementada con el fin de minimizar el peligro de los ataques
berberiscos y la consiguiente captura de cautivos, a más de conseguir otros
beneficios, quedando plasmada en la firma de diversos tratados bilaterales con
Marruecos (1767, 1780 y 1784).
Sin embargo esto no excluyó los momentos de tensión, como la fallida expedición
española enviada contra la Regencia de Argel de 1775 en respuesta a las hostilidades
marroquíes y berberiscas.
En su reinado no solo se prestó atención al mundo Clásico sino también al pasado
musulmán peninsular. Se tomaron entonces medidas para proteger la Alhambra de
Joseph Perovani. George Washington. 1796. Óleo sobre lienzo. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando (Madrid).
Granada y se promovieron otras acciones como la publicación de las Antigüedades
árabes en España de José de Hermosilla, y de la Biblioteca arabico-hispana (1760-
1770) de Miguel Casiri.
B. LA GUERRA DE LOS SIETE AÑOS (1756-1763)
La Guerra de los Siete Años (1756-1763) fue el primer conflicto armado a escala
global de los tiempos modernos que desarrolló sus efectos en Europa, América y Asia.
En 1762 la Habana y Manila -ciudades clave del comercio hispano en el Atlántico y el
Pacífico, respectivamente-, fueron ocupadas durante varios meses por los británicos,
lo que provocó serios estragos en la economía hispana. Obras como la poco conocida
Alegoría de la defensa de Filipinas por el alavés don Simón de Anda y Salazar (1760-
1762) ilustran esta sección.
La situación se vio agravada por diversos acontecimientos adicionales (rebeliones
indígenas en Filipinas a partir de 1755, secuestro en 1763 de los caudales que
llevaba a las islas el galeón Santísima Trinidad, etc.), originando una toma de
conciencia de que los territorios ultramarinos presentaban una problemática propia y
que, para conservarlos, era necesaria la reforma.
C. ESPAÑA Y SU APOYO A LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS (1776-1783)
El apoyo encubierto a la independencia de los Estados Unidos (1776-1783), coaligada
con la Francia de Luis XVI, fue otra de las páginas destacadas del papel jugado por
España en el panorama internacional del momento. Donde la tensión con la Gran
Bretaña vehiculó casi todo el siglo y condicionó profundamente la relación existente
entre ambas naciones.
El amparo a la independencia de las Trece Colonias –hoy Estados Unidos-, entendido
en ese contexto, no partió de la sintonía con sus ideales sino del deseo de atacar los
intereses británicos y así debilitarlos.
Algunos personajes del gobierno, como el conde de Aranda, recelaron del poder que la
nueva nación podría llegar alcanzar y de la potencial amenaza que esto supondría en
el futuro para España.
4. UN MUNDO POR CONOCER. CULTURA Y EXPLORACIONES CIENTÍFICAS.
Como culminación de su idea global de la política del reino Carlos III promovió la ciencia, la
cultura y las exploraciones científicas ultramarinas (terrestres y marítimas) a gran escala,
inaugurando además el prestigio de lo científico para los gobernantes. España volvió a
convertirse entonces en una nación exploradora con el objetivo de contribuir al aumento de
su esplendor.
Continuando la estela iniciada en su etapa napolitana,
como rey de España promovió las investigaciones en la
ciudad maya de Palenque, situada en el Virreinato de
la Nueva España (aproximadamente desde 1773 en
adelante); mostrando de este modo la vinculación de
la Corona con la historia de sus territorios. Otros
súbditos que participaron de aquella atmósfera
ilustrada hicieron lo propio en otras partes de la
América española: fue el caso del obispo del Trujillo
Baltasar Jaime Martínez Compañón (1737-1797) y su
interés por las fascinantes culturas moche y chimú del
Norte del actual Perú; y del arzobispo de México
Francisco Antonio de Lorenzana (1722-1804), gran
coleccionista de piezas americanas.
Para recoger y estudiar la flora y la fauna de América
se creó en 1781 el Real Jardín Botánico en Madrid, y
se promovieron varias expediciones botánicas como la de José Celestino Mutis (1783-
1810). También, y con un doble objetivo estratégico-
científico, se realizaron varios e importantes periplos
científicos al continente americano (por ejemplo a la
costa Noroeste americana donde preocupaba el
avance ruso hacia el Sur) y al océano Pacífico
(expediciones a Tahití y a otros puntos de la
Polinesia).
Bajo el auspicio regio Antonio de Ulloa y Pedro
Franco Dávila crearon en 1771 el moderno Real
Gabinete de Historia Natural, destinado a satisfacer
el ansia de conocimiento del rey ilustrado y estuche
perfecto para que los objetos americanos de las
colecciones reales –los salvados del incendio del
Francisco de Goya y Lucientes. Carlos III. H. 1786-1787. Óleo
sobre lienzo. Colección del Banco de España
(Madrid).
Panel glífico. Maya. Clásico Tardío (600-900). Relieve sobre piedra caliza. Panel compuesto por seis
glifos. Museo de América (Madrid).
Real Alcázar de 1734 y las nuevas adquisiciones-, pudiesen ser expuestos de nuevo bajo
un criterio Ilustrado. Un espacio destinado a la conservación y el estudio, pero también
concebido como exhibición del poder de una nación que aun ejercía su soberanía e
influencia sobre extensas zonas del planeta.
De entre las obras que se integran en esta cuarta sección de la muestra, subrayamos el
retrato de Carlos III de Francisco de Goya y Lucientes, verdadero testimonio vital que
resume en su rostro toda una vida de servicio al Estado; una piel decorada procedente de
la región de las Praderas de los actuales Estados Unidos; uno de los relieves glíficos de la
ciudad maya de Palenque, explorada en la época; el retrato que en 1776 se pintase de la
osa hormiguera regalada a Carlos III para su parque zoológico; y el icónico Umete regalo del
rey Pomare I de Tahiti al monarca español.
A. LAS EXPEDICIONES MARÍTIMAS Y TERRESTRES ULTRAMARINAS: ENTRE EL CONOCIMIENTO Y LA
POLÍTICA
Una de las características definitorias de un reinado tan rico en matices como el de
Carlos III, fue la voluntad exploratoria y de fomento del estudio puesta de manifiesto
por la Corona y por sus agentes. Podría afirmase que casi no hubo tema geográfico ni
región del Globo, marítima o terrestre, que escapase a su atención, incluida la propia
península Ibérica.
Anónimo - Círculo de Antonio Rafael Mengs. Osa hormiguera de Su Majestad. 1776. Óleo sobre lienzo. Museo Nacional de Ciencias Naturales (Madrid). Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Las exploraciones impulsadas y organizadas entre 1759 y 1788, así como el
caudaloso volumen y la extraordinaria calidad de las informaciones científicas que
generaron y conservamos son prueba de ello.
En este proceso fue clave el papel de la Corona que elaboró un cuidadoso programa
destinado a conocer, defender, gobernar, e incluso ampliar, sus territorios
ultramarinos.
B. EL OCÉANO PACÍFICO EN EL SIGLO ILUSTRADO
La expansión por el océano Pacífico fue un objetivo presente desde la época de
Hernán Cortés. Así, él mismo y, luego, otros tras él, organizaron diversas expediciones
con desiguales resultados. No obstante, el devenir de los diferentes acontecimientos
que afectaron a la Monarquía a lo largo del siglo XVII, impidió culminar este proceso.
Quedando reducidos los intereses hispanos a mantener las islas Filipinas y las
Marianas.
Fue ya en el siglo XVIII cuando se recuperó el interés por adentrarse nuevamente en
aquellas regiones. En el continente americano, fueron los virreinatos de la Nueva
España y del Perú los dos focos principales desde los que se afrontó el reto. Todo ello
con el objetivo político de neutralizar las aspiraciones de otras naciones europeas –
como Rusia, Francia o Inglaterra- en una región tan vasta y diversa geográfica y
culturalmente.
Umete. Tahiti, siglo XVIII. Dolerita –piedra negra-. Museo Nacional de Antropología (Madrid).
SELECCIÓN DE PIEZAS
ESPAÑA E ITALIA. RELACIONES E INTERESES INTERNACIONALES (1716-1759).
1.- Giuseppe Bonito (Castellammare di Stabia, Nápoles, 1707 - Nápoles, 1789). Don Carlos de
Borbón, rey de las Dos Sicilias. 1745. Óleo sobre lienzo. 124 x 97 cm. Colección Banco
Santander (Madrid).
Este retrato de Giuseppe Bonito es la representación más emblemática del que fuera rey de
Nápoles y Sicilia como Carlos VII. La imagen, en la que el monarca aparece con atuendo militar,
podría estar relacionada con su victoria en 1744 contra los austríacos en la batalla de Velletri.
Sobre la rica casaca el rey luce la insignia de la Orden del Toisón de Oro, la banda carmesí de la
napolitana Orden de San Jenaro y la azul de la francesa Orden del Espíritu Santo. La de San
Jenaro fue fundada el 3 de julio de 1738 para celebrar su boda con la princesa María Amalia
de Sajonia.
2.- Giovanni Paolo Panini. Don Carlos de Borbón visita la Basílica de San Pedro. S/a. [siglo
XVIII]. Óleo sobre lienzo. Museo de Capodimonte (Nápoles).
Deseoso de cuidar la proyección exterior de su reino, en 1746 el rey Carlos realizó una visita al
papa Benedicto XIV.
Eran los Estados Pontificios uno de los más importantes territorios italianos y por ello el viaje
fue organizado con gran cuidado por Alfonso Clemente de Aróstegui, representante diplomático
de Fernando VI ante el solio pontificio.
3.- Giuseppe Bonito (Castellammare di Stabia, Nápoles, 1707 - Nápoles, 1789). El embajador
turco ante la Corte de Nápoles. 1741. Óleo sobre lienzo. 207 x 170 cm. Museo Nacional del
Prado (Madrid).
Este lienzo es un valioso testimonio de las relaciones diplomáticas que el reino de Nápoles
mantuvo con el Imperio Otomano. Con una gran vistosidad se representa a Hagi Hussein
Effendi, embajador del sultán, y a su séquito, recibidos por el rey el 30 de agosto de 1741. La
obra fue un regalo enviado desde la Corte napolitana a la reina Isabel de Farnesio.
4.- Caja de Herculano. Siglo XVIII (los restos vegetales proceden de las excavaciones realizadas
en Herculano). Caja de madera de haya y restos vegetales. 4,5 alto x 28 largo x 10 cm fondo.
Museo Arqueológico Nacional (Madrid).
Esta caja contiene siete frutos procedentes de Herculano carbonizados por la erupción del
Vesubio (79 d.C.). La pieza llegó a España en 1761, siendo la única original que vino de esa
procedencia. Se manifestaba así el deseo de Don Carlos de mantener intacto el patrimonio de
la Corona de Nápoles hasta la mayoría de edad de su hijo y sucesor Fernando IV.
5.- Real Fábrica Ferdinandea (Nápoles). La Familia Real de Nápoles. Ca. 1784. Porcelana tierna
y madera dorada. 73 alto x 63 ancho x 44 cm profundidad. Museo Arqueológico Nacional
(Madrid).
En este retrato de conjunto de la Familia Real de Nápoles, enviado como regalo de Estado a
Carlos III, aparecen los reyes Fernando IV y María Carolina de Austria acompañados de seis de
sus hijos. Preside la escena la estatua ecuestre de Don Carlos ataviado a la romana.
La tutela permanente que quiso ejercer Carlos III sobre los asuntos napolitanos, trabó en
algunos momentos la relación con su hijo.
EL TRONO DE ESPAÑA Y LOS REINOS ULTRAMARINOS.
6.- Antonio Joli. Vista del Palacio Real Nuevo de Madrid. Posterior a 1762. Óleo sobre lienzo.
Palazzo Reale di Napoli (Italia).
Cronista de los grandes acontecimientos regios, Antonio Joli retrató aquí el Palacio Real de
Madrid construido tras el incendio del Alcázar en 1734. El edificio se ve desde la orilla derecha
del Manzanares, a la altura de la Casa de Campo.
Entre otros elementos urbanos muy reconocibles aparecen el puente de Segovia y, a la
izquierda, la ermita de la Virgen del Puerto. Aunque se conocen varias versiones, esta fue
posiblemente enviada por Carlos III a la corte napolitana para mostrar el palacio del que sería
su primer ocupante.
Diseñado por Filippo Juvara y su discípulo Juan Bautista Sachetti, el de Madrid es uno de los
palacios reales más importantes y majestuosos de Europa.
7.- Real Pragmática original sobre la expulsión de los regulares de la Compañía de Jesús.
Firmado en El Pardo, el 2 de abril de 1767. Papel / original manuscrito con rúbrica y sello del
Rey. 205 x 300 mm. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo Histórico Nacional
(Madrid).
En 1767 Carlos III ordenó la expulsión de la Compañía de Jesús de todos los territorios de la
Monarquía Hispánica. Se la acusaba de estar tras los motines madrileños del año anterior,
aunque la animosidad contra ella era antigua. Inspirado por España, Francia y Nápoles,
gobernadas por la dinastía Borbón, el papa Clemente XIV declaró su supresión el 21 de julio de
1773.
Refugiados en los Estados Pontificios, fueron varios los jesuitas americanos que desarrollaron
una importante carrera literaria. Fue el caso del novohispano Francisco Javier Clavijero (1731-
1787), que defendió la riqueza del pasado indígena en su Historia Antigua de México (1780)
frente a las críticas vertidas en su contra por algunos ilustrados franceses.
8.- Juan Cruz Cano y Olmedilla (Madrid, 1734 - 1790). América Meridional. 1775. Grabado en 8
hojas, papel montado sobre tela. Escala 1:4000000. 228 x 175 cm. Museo Naval (Madrid).
El gran cartógrafo y grabador Cruz Cano y Olmedilla, formado en España y en Francia y colega
de su homólogo Tomás López (1730-1802), realizó en esta auténtica joya de la cartografía el
más completo mapa hecho hasta el momento de una parte de la América hispana.
Junto a la información geográfica, se ofrecen otras acerca de las divisiones administrativas o de
la red de caminería existente. Representándose también aquellas zonas en litigio con la Corona
portuguesa en la frontera entre el Virreinato del Río de la Plata y el Brasil, entre 1750 y 1777,
años de los Tratados de límites signados entre ambas naciones.
El hecho de representar los territorios ocupados originó que el mapa fuese desautorizado y
retirado de la circulación.
9.- Anónimo. Quarterona de Mestizo y Español, producen Quinterona de Mestizo. Virreinato del
Perú. Óleo sobre lienzo. Museo Nacional de Antropología (Madrid).
Producto del afán estudioso y racionalista que impregnó al Siglo Ilustrado, los conocidos como
cuadros de castas fueron una de las respuestas generadas ante el proceso de mestizaje en la
América española.
A camino entre la obra artística y el documento histórico, pretendían ordenar una sociedad
multiétnica, estableciendo unas barreras sociales ya muy diluidas en ese momento. No
respondiendo por tanto sus clasificaciones, adornadas de complicados nombres, a aquella
realidad social.
Conocemos numerosas series novohispanas, compuestas siempre de varios lienzos donde los
personajes aparecen inmersos en su cotidianidad; pero sólo una serie peruana, encargada por
el virrey del Perú Amat y Junyent y conservada en el Museo Nacional de Antropología (Madrid).
LA PROYECCIÓN INTERNACIONAL DE LA MONARQUÍA. ESPAÑA EN EL SISTEMA INTERNACIONAL.
10.- José Martín Rufo (España, activo en la segunda mitad del siglo XVIII). Asalto inglés al
castillo del Morro de La Habana. S/a. [Segunda mitad del siglo XVIII]. Óleo sobre lienzo. 166 x
210 cm. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid).
Durante la Guerra de los Siete Años los británicos tomaron la plaza de La Habana (Cuba), una
de las llaves del comercio y de la comunicación americana con la Península.
En estos tres lienzos pueden verse las versiones españolas e inglesa del hecho que dio inicio a
la ocupación: el asalto británico de 1762 al castillo del Morro y la denodada defensa española
del mismo, de la que se encargaron los oficiales de la Armada Luis Vicente de Velasco e Isla y
Vicente González de Bassecourt.
La plaza cayó tras casi dos meses de asedio. La Corona emprendió después diversas acciones
para honrar la memoria de estos dos marinos que perdieron la vida en el combate.
11.- Joseph Perovani (Brescia, Italia, 1765 - México, 1835). George Washington. 1796. Óleo
sobre lienzo. 220 x 145 cm. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
(Madrid).
Cuando el 4 de julio de 1776 el Congreso Continental de las Trece Colonias declaró la guerra a
Inglaterra, George Washington (1732-1799) fue nombrado comandante en jefe de las fuerzas
independentistas.
Durante la contienda fue clave el apoyo de la España de Carlos III que, con recursos
económicos y materiales, sostuvo al ejército continental desde el otoño de 1776.
Son numerosos los retratos realizados al que fuera primer presidente de los Estados Unidos
(1789-1797). En este aparece en un gabinete lleno de citas llenas de significado, apuntando
con su mano derecha al Tratado signado entre ambas naciones el 27 de octubre de 1795.
El cuadro fue encargado en 1796 por José de Jáudenes, embajador de España en Filadelfia, y
regalado a Manuel Godoy (1767-1851).
12.- Jean Baptiste Nini. Benjamin Franklin. 1777. Placa en barro cocido. Fundación Museo
Lázaro Galdiano (Madrid).
Dentro de los contactos hispano-estadounidenses es significativa la relación existente entre
Benjamin Franklin (1706-1790) y el conde de Aranda, representante español en París (1773-
1787); así como la correspondencia entre el primero y el Infante Don Gabriel de Borbón, hijo de
Carlos III y apasionado de la cultura y las artes.
Franklin regaló al Infante un instrumento musical de su invención realizado a base de copas de
fino vidrio. Don Gabriel correspondió enviándole un ejemplar dedicado de su traducción al
castellano del original latino de La Conjuración de Catilina y La guerra de Yugurta, obras de
Cayo Salustio Crispo (Madrid, 1772).
Las relaciones de Franklin con los ilustrados españoles se ampliaron a otros personajes como
el conde de Campomanes, a quien en 1786 hizo miembro de la American Philosophical Society
como agradecimiento por haber sido promovido a la dignidad de correspondiente de la Real
Academia de la Historia de la que Campomanes era director.
UN MUNDO POR CONOCER. CULTURA Y EXPLORACIONES CIENTÍFICAS.
13.- Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 1746 - Burdeos, Francia, 1828).
Carlos III. H. 1786-1787. Óleo sobre lienzo. 197 x 112 cm. Colección del Banco de España
(Madrid).
Retratado en su edad madura por los pinceles de Francisco de Goya y Lucientes, el paso del
tiempo y el peso de las múltiples responsabilidades asumidas desde la juventud se reflejan en
el rostro del monarca. Que en el cuadro, encargado por el Banco Nacional de San Carlos, viste
un suntuoso traje de corte con condecoraciones y sosteniendo en su mano derecha la bengala
símbolo de su poder y autoridad.
El monarca fallecería en diciembre de 1788, al poco tiempo de terminarse el cuadro, dejando
un gran legado destinado a perdurar.
14.- Panel glífico. Maya. Clásico Tardío (600-900 d.C.). Relieve sobre piedra caliza. Panel
compuesto por seis glifos. 41 x 33 cm. Museo de América (Madrid).
La ciudad maya de Palenque, situada en el Virreinato de la Nueva España, fue redescubierta y
comenzada a estudiar desde 1773.
Las investigaciones propiciaron el levantamiento de planos (como el que se expone realizado
por el arquitecto Antonio Bernasconi), el dibujo de los relieves con los que estaban decorados
los muros de los antiguos edificios, así como la recogida de valiosas piezas como este panel
compuesto por seis glifos.
Precisamente la pieza más notable recuperada entonces, y que perteneció también a la
colección Real, fue la pata derecha del trono del rey Pakal de Palenque (603-683 d.C.), la
Estela de Madrid, conservada en el Museo de América.
15.- Anónimo - Círculo de Antonio Rafael Mengs (Aussig, Bohemia, 1728 - Roma, 1779). Osa
hormiguera de Su Majestad. 1776. Óleo sobre lienzo. 105 x 209 cm -con marco-. Museo
Nacional de Ciencias Naturales (Madrid). Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC).
Este conocido óleo representa uno de los ejemplares de la fauna americana enviados con
relativa frecuencia al rey para su parque zoológico, ubicado en los jardines del palacio del Buen
Retiro de Madrid.
La tradición de conservar animales de diversas procedencias era una práctica antigua en la
Corte española desde la época de los Austrias. Continuando esta costumbre, Carlos III poseyó
diversos animales desde su etapa italiana. Entre los más famosos el elefante regalado por el
sultán de Turquía cuando era rey de Nápoles; así como otro elefante y un ciervo albino enviado
a Madrid desde las islas Filipinas.
Esta osa hormiguera, traída desde el Río de la Plata, murió a los pocos meses de su llegada.
16.- Umete. Tahiti. S/a. [¿Siglo XVIII? O anterior]. Dolorita –piedra negra-. 119 x 57 x 30 cm.
Museo Nacional de Antropología (Madrid).
Durante el gobierno del virrey del Perú Amat y Junyent se realizaron varias expediciones a los
Mares del Sur (islas de Pascua y Tahiti). Fueron las de Felipe González de Haedo a la isla de
Pascua (1770); y las enviadas a Tahiti a cargo de Domingo de Bonaechea (1772-1773); de
Bonaechea y de Tomás Gayangos (1774-1775); y de Juan Cayetano de Lángara (1775).
Este Umete o recipiente para el consumo de kava (bebida ritual de Oceanía), fue un regalo
destinado a Carlos III que el rey Pomare I de Tahiti entregó al marinero Máximo Rodríguez
durante la segunda expedición a esta isla polinesia.
Realizado en dolerita negra, procede del marae o templo Taputapuatea, en Punaauia
Carlos III: proyección exterior y científica de un reinado ilustrado
16 de diciembre 2016 – 26 de marzo 2017
Organizada por:
Acción Cultural Española (AC/E) Ministerio de Educación, Cultura y Deporte Museo Arqueológico Nacional
Comisario:
Miguel Luque Talaván
Horario de visita:
Martes a sábado: 9:30 – 20:00 Domingos y festivos: 9:30 – 15:00
Entrada gratuita
Visitas guiadas gratuitas
De martes a viernes, 12:00 y 18:00 (desde el 20 de diciembre al 24 de marzo, salvo festivos)
Contacto de prensa para más información y entrevistas:
Museo Arqueológico Nacional (MAN) [email protected] / +34 91 577 7912 Ext. 273593 / 273596 Acción Cultural Española (AC/E) Mónica Hernández / [email protected] 628260175 / +34 91 700 4000