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NEOGEOGRAFÍA ¿MUERTE DE LA DISTANCIA O VENGANZA · Términos tan espectaculares como “el fin de...

Date post: 21-Jan-2020
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NEOGEOGRAFÍA ¿MUERTE DE LA DISTANCIA O VENGANZA DE LA GEOGRAFÍA? HACIA UNA RENOVACIÓN DE LA CIENCIA GEOGRÁFICA EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN Antonio Balaguer Mora
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NEOGEOGRAFÍA ¿MUERTE DE LA DISTANCIA O VENGANZA

DE LA GEOGRAFÍA? HACIA UNA RENOVACIÓN DE LA

CIENCIA GEOGRÁFICA EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

Antonio Balaguer Mora

1

INSTITUTO UNIVERSITARIO DE GEOGRAFÍA

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA HUMANA

NEOGEOGRAFÍA ¿MUERTE DE LA DISTANCIA O VENGANZA

DE LA GEOGRAFÍA? HACIA UNA RENOVACIÓN DE LA

CIENCIA GEOGRÁFICA EN LA SOCIEDAD DE LA

INFORMACIÓN

ANTONIO BALAGUER MORA

PROGRAMA DE DOCTORADO EN GEOGRAFÍA

Tesis presentada para aspirar al grado de

DOCTOR POR LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE

Dirigida por:

JOSÉ ANTONIO SEGRELLES SERRANO

Enero de 2016

2

3

6

7

15

ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCIÓN

BLOQUE I. LA REVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO.CIBERESPACIO Y NEOGEOGRAFÍA

Capítulo I. LA REVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO 15

16

17

24

29

31

31

39

46

1. ¿Qué es la sociedad de la información?

1.1. Evolución histórica de las Tecnologías de la Información

1.2. Definición actual de TICs

1.3. ¿Son las TICs realmente una revolución?

2. Impacto de las nuevas tecnologías

2.1. Cultural

2.2. Social

2.3. Político

2.4. Económico 59

Capítulo II. GEOGRAFÍA Y CIBERESPACIO 63

63

67

72

83

90

93

94

1. Ciberespacio y metáforas espaciales. Espacio y lugar

1.1. Sustitución y transcendencia: el fin de la Geografía

1.2. Coevolución: espacio geográfico y espacio electrónico

1.3. Recombinación: Las redes sociotecnológicas

2. Espacios y lugares fuera del ciberespacio

2.1. Cibermarginación. La brecha digital

2.2. Ciberexclusión. La brecha digital global

2.3. Objetores digitales. Tecnofobia y ciberfobia 97

Capítulo III. NEOGEOGRAFÍA 103

1. Geografía e internet 103

103 1.1. Breve historia de internet

1.2. La geografía de internet 105

4

1.3. El fenómeno web.0 110 2. El surgimiento de la neogeografía 117

117

122

2.1. El concepto de neogeografía

2.2. Voluntariado Geográfíco y planificación espacial

2.3. Neogeografía instrumentalizada 130

139 BLOQUE II. GEOGRAFÍA DE LA DESIGUALDAD. NEOLIBERALISMO Y NEOGEOGRAFÍA CRÍTICA

Capítulo IV. GEOGRAFÍA DE LA DESIGUALDAD Y CIBEREXCLUSIÓN 139

140

143

148

158

160

161

180

1. Las nuevas tecnologías como derecho

1.1. La ciberexclusión: un eslabón más de la desigualdad

1.2. La Carta de los Derechos de Internet

1.3. El Índice de Desarrollo en TICs

2. Cartografía de la ciberexclusión

2.1. La brecha digital como consecuencia

2.2. La brecha digital como causa

2.3. El capitalismo digital 186

Capítulo V. EL NEOLIBERALISMO COMO IDEOLOGÍA 189

191

195 203

212

213

222

1. El neoliberalismo como proyecto político

1.1. Economía política del neoliberalismo

1.2. El socavamiento del estado

2. Ideario político del neoliberalismo

2.1. Los fines

2.2. Las estrategias y los medios

2.3. Los agentes del cibercapitalismo 238

Capítulo VI. NEOGEOGRAFÍA CRÍTICA 245

248

250

272

294

295

1. Una herramienta de denuncia

1.1. El verdadero rostro del capitalismo

1.2. Los agentes en la sombra

2. Un arma de combate

2.1. La lucha contra la ciberexclusión

2.2. El ciberactivismo 315

5

3. Una propuesta alternativa 359

359 3.1. Un nuevo concepto de espacio y lugar

3.2. Una teoría alternativa de la verdad 365

Capítulo VII. GEOGRAFÍA Y NEOGEOGRAFÍA 385

1. La Geografía como producto social 388

395

408

1.1. Geografía Crítica y neogeografía

1.2. Geografía Humanista y neogeografía

1.3. Geografía de la Percepción y neogeografía 426

443 CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA 459

6

AGRADECIMIENTOS

A mis padres, por rodearme de libros desde bien pronto, y por ayudarme a descubrir el

placer de leer, de aprender.

A María, por estar siempre ahí y crear la infraestructura básica, sin la cual ninguna gran

empresa es posible. Aunque imagino que se puede, no se debe escribir una tesis en un

ambiente inestable.

A Claudia y Mario, porque nada sale realmente bien si no se pone amor. Alguien dijo una

vez que andamos muy preocupados por el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos,

cuando en realidad nos debiera preocupar que hijos vamos a dejar a nuestro mundo.

Esperamos poder estar a la altura para lanzarlos a un futuro que nosotros no viviremos,

pero ellos sí.

A José Antonio, mi director de tesis, por proponerme escribirla, por sus consejos, por su

diligencia en las respuestas, por su constante ánimo, y por algunas divertidas charlas sobre

un lejano pasado común.

A algunos compañeros de trabajo que prefiero no nombrar. Un ambiente laboral recon-

fortante también ayuda a escribir una tesis.

A mis amigos, porque unas cuantas risas desentumecen el cansancio mental.

A mis alumnos, porque gracias a ellos me he mantenido en contacto con la Geografía

durante todos estos años

Al mar y la montaña, el cerebro es un músculo y de vez cuando también necesita descanso.

7

INTRODUCCIÓN

Términos tan espectaculares como “el fin de la Geografía” o “la muerte de la distancia”,

opuestos a otros como “la venganza de la distancia” o “el retorno de la Geografía”, no

hacen sino llamar la atención sobre una intrigante cuestión: el efecto de la sociedad de la

información sobre la Geografía. Tres son los interrogantes principales a los que es ne-

cesario responder:

1) ¿Cómo van a afectar a la Geografía las nuevas tecnologías?

Al indudable impacto que ya están ejerciendo estas últimas sobre la disciplina

cabe añadir nuevos interrogantes: ¿cómo se va a desenvolver la Geografía, y

especialmente la Geografía Social, en el ciberespacio? ¿va a contribuir inter-

net a acreditarla o a desacreditarla? Profesores, investigadores, estudiantes y

usuarios de la Geografía van a tener que responder a esa pregunta en los pró-

ximos años.

2) ¿Tiene la Geografía algo que aportar a esta nueva sociedad de la información?

Desde siempre la Geografía Social se ha interesado por el impacto social de

los adelantos tecnológicos y sus repercusiones espaciales. Por tanto, si desde

la Geografía se considera el espacio como determinante en el carácter de las

actividades que en él se desarrollan, ¿por qué no estudiar el impacto de las

nuevas tecnologías con métodos geográficos, en este caso desde la óptica de

la Geografía Social? Ahora bien, si este nuevo espacio en el que nos movemos

es también virtual, las herramientas con las cuáles estudiar el fenómeno pue-

den tener que ser distintas.

3) ¿Será la Geografía capaz de renovarse y adaptarse a los nuevos tiempos? La

Geografía se encuentra, de nuevo y al igual que el resto de ciencias sociales,

ante el reto de responder adecuadamente a los novedosos planteamientos de

“El destino histórico se ha integrado en el destino planetario y lo ha integrado. La aventura histórica nos arrastra cada vez más profundamente a la era planetaria que ha provocado. Las aceleraciones históricas de los Tiempos Modernos han confluido en una gigantesca aceleración mundializada, verdadero feed-back positivo que, si no es regulado, conduce al cataclismo.”

Edgar Morin

8

todo tipo (sociológicos, epistemológicos y ontológicos) que la sociedad de la

información plantea. Si la renovación de la misma, como se sugiere en algunas

instancias en internet a propósito del término “neogeografía”, va venir a través

de la utilización masiva de herramientas que, aunque con un fuerte compo-

nente geográfico (Google maps, Flickr, etc.), van a ser utilizadas mayormente

por usuarios sin ninguna formación geográfica ni pretensión científica, enton-

ces la tan cacareada muerte de la Geografía puede no venir de la muerte de la

distancia, sino de una interpretación banalizante de nuestra disciplina al paso

de la cual los profesionales de la Geografía deben salir.

Por un lado se proclama que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación

-tales como internet y los teléfonos móviles- implican que los problemas diarios

relacionados con el espacio han desaparecido. Después de todo, el gran sueño de superar

la distancia parece haberse convertido en una realidad, toda vez que las personas viven

rodeadas de redes fácilmente accesibles y globales que permiten llevar a cabo innu-

merables actividades en cualquier sitio. Incluso en casa, sentado delante del ordenador,

cualquiera puede comprar artículos, hablar con amigos distantes, o manejar asuntos

profesionales, sin importar dónde se sitúa geograficamente la oficina o el despacho.

El punto de vista opuesto es menos idealista, pero probablemente más adecuado. Porque,

cuando se considera el papel que la Geografía debe jugar en esta nueva sociedad de la

información -al menos desde las corrientes de pensamiento geográfico preocupadas por

los aspectos sociales de la producción del espacio-, una primera evidencia es que la red

global no es accesible para todos ni en todos los lugares. Para ello la infraestructura, el

cableado y las antenas deberían estar disponibles en cualquier sitio, pero la realidad es

que allí donde no existen el acceso a dicha red no es posible. Además, aunque sí fuera

posible, no todo el mundo sería capaz de utilizar el servicio o podría pagar por él. En

realidad millones de personas en el mundo se encuentran claramente en una situación de

“indigencia digital”, y además se puede delimitar su ubicación geográfica con bastante

precisión. Un sustrato social y económico desfavorable, debido a bajos niveles educativos

o de salarios, y la falta de cobertura en áreas rurales o en zonas subdesarrolladas del

planeta limitan el acceso digital a mucha gente.

Hay además otro aspecto del espacio virtual, en relación con la Geografía, que debería

ser tenido en cuenta. Y es que no todo puede ser hecho en la red. Algunas cosas sim-

plemente no pueden ser transmitidas a través de la red. No se pueden escribir, pero son

en cualquier caso críticas a la hora de hablar de comunicación humana. Basta simple-

9

mente con pensar en los gestos, impresiones, estados de ánimo y ambientes que acom-

pañan nuestras interacciones sociales, para certificar que la denominada Computer

Mediated Communication (CMC) es, en algunos aspectos sustancialmente distinta de la

tradicional comunicación cara a cara. Este hecho no deja de tener importantes implica-

ciones para la Geografía. Por ejemplo, nuestra actividad política es sin duda un tipo

específico, e importante, de comunicación social. Y dicha comunicación cambia sustan-

cialmente cuando se ve mediatizada a través de las nuevas tecnologías. Cuestión distinta,

de la cual se trata en el presente trabajo de investigación, es si dicha mediación tecnoló-

gica mejora o no nuestras relaciones sociales y nuestra manera de participar en política.

Se puede concluir que siempre será importante para la gente encontrarse cara a cara en el

espacio geográfico. Y esta necesidad no se puede cubrir con las nuevas tecnologías, al

menos no siempre. Pero además, al contrario de lo que muchas veces se piensa, las nue-

vas tecnologías no son un sustituto de nuestras tradicionales formas de comunicación,

sino un complemento.

Ésta y otras cuestiones ya están modificando sustancialmente la función social de la Geo-

grafía. Las innovaciones de la era de la información nos brindan experiencias geográficas

completamente nuevas que se interiorizan subconscientemente mientras se navega por el

ciberespacio. Pero el ciberespacio no es un espacio real sino imaginado, una creación

mental. Sólo se siente que se navega por el ciberespacio cuando se salta de una website a

otra, o se visitan sitios que son distantes y desconocidos, u otros que son cercanos y bien

conocidos. Este espacio no tangible puede y debe también ser explicado en términos geo-

gráficos, El presente trabajo de investigación demuestra que ambas cosas -el ciberespacio

y el espacio real- sin ser exactamente lo mismo tampoco son mundos antágonicos sino

complementarios.

La Geografía juega ya un papel social muy diferente desde la llegada de las nuevas tecno-

logías. Al fin y al cabo la wifi o los teléfonos móviles fueron creados para superar la Geo-

grafía. Se compran artículos para navegar en internet y la gente se comunica desde cual-

quier sitio y con cualquier persona. La deslocalización también hace posible trabajar en

cualquier parte del mundo. Pero por otro lado los fabricantes y proveedores de este tipo

de servicios necesitan de la Geografía para desarrollarlos. Por lo tanto la Geografía to-

davía parece ser importante para esas tecnologías que tratan de superarla. ¿Existe en reali-

dad esa dualidad? ¿está la Geografía muerta o es importante?

Si los interrogantes planteados hasta ahora, junto a otros más que irán apareciendo a lo

largo del desarrollo de esta obra, son objeto de debate para la ciudadanía a travès de los

10

medios de comunicación, todavía es más necesario dicho debate en el ámbito académico,

entre geógrafos, investigadores, docentes y estudiantes de la Geografía.

No es nuevo el interés de los geógrafos por la tecnología. Desde siempre se han interesado

por cómo cambia el espacio geográfico cuando en un determinado proceso industrial se

asume una tecnología más eficiente. Desde el impacto en el espacio económico, al ahorro

de recursos y energía, o a los elementos espaciales de las instalaciones. También se han

estudiado los modelos de distribución de la tecnología en el espacio, por ejemplo cómo

se fueron construyendo las líneas de ferrocarril en la Europa del siglo XIX. Por último, y

relacionado con las tecnologías actuales, ahora el nuevo objeto de estudio para la

Geografía son las implicaciones espaciales de la “sociedad de la información”.

Pero para delimitar bien el campo de estudio se debe determinar qué son las nuevas tecno-

logías. Quizás no se pueda encuadrar a todas en un mismo campo de estudio. Por un lado

estarían las tecnologías informáticas y de transmisión de la información, por otro las de

ahorro de energía, la robótica, la ingeniería genética, etc. En el primer bloque de esta tesis

doctoral se atiende a las nuevas tecnologías en tanto que TICs, Tecnologías de la Informa-

ción y Comunicación. Para ello se lleva a cabo un breve análisis histórico de las tecno-

logías que han permitido a la humanidad transmitir y compartir información, desde la

Prehistoria hasta nuestros días, desde la palabra y la escritura hasta internet.

Pero una vez delimitado el campo de estudio, que aplicado a la Geografía toma cuerpo

bajo el concepto de neogeografía, interesará estudiar cuáles son las condiciones necesa-

rias en el espacio geográfico para el funcionamiento combinado del mundo material y el

mundo virtual, y cuáles son las interacciones que se establecen entre ambos. Como ya se

ha comentado, la propuesta de esta tesis es que ambos mundos no se contraponen sino

que se complementan, y a tal fin se dedica un capítulo en el que se analizan las tres

posibles relaciones entre ciberespacio y mundo material: la sustitución de uno por otro,

la colaboración entre ambos y, finalmente la recombinación mutua.

Por supuesto el espacio geográfico no sólo es el medio físico, también incluye el espacio

económico, social, político, legal, etc. Realmente las nuevas tecnologías han cambiado

nuestras vidas, hasta el punto de convertirse en el factor de cambio del espacio geográfico

más poderoso de la actualidad. Las nuevas tecnologías de la comunicación han ampliado

las posibilidades de relación social, económica y política de cualquier persona que tenga

acceso a internet. El mundo se ha hecho mucho más grande, de la vida de barrio o la

ciudad a la vida planetaria, casi con el único límite del idioma. Y si esto es verdad para

una persona mucha más verdad es para las empresas y las instituciones. Se establece así

11

una diferencia entre el mundo físico en el que nos desenvolvemos y el mundo psicológico,

social, y económico en el cual las personas interactúan cada vez más.

Sin embargo, y dado el enfoque crítico y social que se pretende, no es posible dejar de

lado la cuestión también ya comentada de que las posibles interacciones entre mundo

virtual y material son, en cierta medida, un lujo que sólo se puede plantear una parte de

la humanidad. Para el resto simplemente no existe el mundo virtual y forman parte, en los

casos más dramáticos, de auténticos “agujeros negros en el ciberespacio”. A detallar

cuáles son las razones y cuáles las consecuencias de tal situación se dedica otro de los

capítulos de este trabajo. Estos espacios de ciberexclusión y cibermarginación plantean

serias dudas sobre las bondades de la sociedad de la información, al menos tal y cómo ha

sido enfocada hasta el momento. Las nuevas tencologías son un derecho, y sin embargo

para millones de personas en el mundo tal derecho no existe. Cuando se analiza en detalle,

además se comprueba que la ausencia de tal derecho se sobreimpone a la ausencia de

otros que, como el de la educación, la democracia o la protección infantil, tampoco se

cumplen en vastas regiones del planeta. Desde ese punto de vista la ciberexclusión puede

ser considerada como un eslabón más en una cadena de desigualdades geográficas exis-

tentes hoy dia sobre el planeta.

Para la Geografía Social tal situación debe denunciarse y combatirse. Y es en este punto,

que se trata en detalle en un nuevo capítulo, en donde la neogeografía, las aportaciones

de los usuarios a título individual o comunitario, con el ánimo de denunciar, proponer al-

ternativas, o combatir mediante el activismo las situaciones de injusticia, se revelan como

de especial interés y aprovechamiento.

Utilizando las aportaciones de la neogeografía se demuestra en esta obra que es posible

combatir las desigualdades geográficas mundiales. Por un lado desvelando los intereses

que subyacen a la pretensión de mantener la ciberexclusión como un nuevo tipo de des-

igualdad geográfica, por otro lado mostrando las formas en las que las nuevas tecnologías

pueden ayudar a combatir, bajo la forma del ciberactivismo, dichas desigualdades y a los

colectivos que se benefician de las mismas. Y finalmente proponiendo alternativas a esa

pretendida visión unidimensional del mundo virtual, según la cual sólo hay una posible

interpretación del mismo.

En ese proceso ¿qué escuelas de la Geografía se encuentran especialmente implicadas?

Fundamentalmente tres: la Geografía Crítica, la Geografía Humanista y la Geografía de

la Percepción. Como se pone de relieve en el capítulo dedicado a ello las tres son suscep-

tibles de enriquecerse mediante las aportaciones propias de la neogeografía, pero al mis-

12

mo tiempo también las tres pueden aportar algo, cada una desde sus centros de interés, en

la solución a las desigualdades geográficas. De resultas de dicha fusión es posible hablar

de neogeografía crítica, neogeografía humanista y neogeografía de la percepción

respectivamente. Pero al hacerlo así, el concepto mismo de neogeografía también se

enriquece y cambia de significado.

De dicha fusión surgen nuevos planteamientos y posibilidades para la Geografía Social y

respecto al papel que pueda jugar en la sociedad del sigo XXI, atendiendo especialmente

a los siguientes aspectos:

1) Revisión de las escuelas geográficas citadas a la luz del fenómeno de la neo-

geografía. Si las nuevas tecnologías son un fenómeno revolucionario es pre-

ciso descubrir en qué medida y cómo afectan a la Geografía, cómo la Geo-

grafía Social se puede ver afectada por las mismas, y hasta qué punto hará

falta revisarla de acuerdo a esta nueva situación.

2) Mostrar la influencia de las TICs en la investigación geográfica, su revisión y

renovación. Lo que es válido para el punto anterior también lo es para éste.

Ya es un hecho que las nuevas tecnologías se utilizan de manera masiva en la

investigación geográfica. Sin embargo quizás no se ha reflexionado suficien-

temente sobre las implicaciones de dicho uso. Las nuevas tecnologías no sólo

suponen un acceso más fácil a la información susceptible de ser utilizada y

una mayor posibilidad de difusión e intercambio de los resultados, sino que

también pueden suponer una revisión más o menos profunda del proceso

mismo de investigación en Geografía Social, y el replantamiento de sus temas

bajo la influencia de la sociedad de la información.

3) Explorar las posibles aportaciones de la Geografía Social al desarrollo de las

neogeografía. Esto implica que es necesario también recorrer el camino de

vuelta. Innumerables aplicaciones informáticas se basan en contenidos geo-

gráficos y muchas otras son posibles gracias a las aportaciones realizadas por

geógrafos. Por tanto cómo la Geografía puede contribuir al desarrollo de las

nuevas tecnologías es algo que debe también ser analizado.

4) Estudiar el componente socioeconómico de las TICs desde un punto de vista

geográfico. La Geografía es una ciencia social, y como tal debe intentar

aportar luz sobre los componentes sociales, económicos, políticos, etc., que

subyacen a la sociedad de la información en su relación con el territorio y el

acceso a los recursos. En especial en esta tesis doctoral, el problema de la

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denominada “brecha digital”, las enormes diferencias en cuanto a la disponi-

bilidad y acceso a las nuevas tecnologías consideradas como recurso, merece

ser analizada en profundidad.

5) Defender la Geografía de la intrusión de otras disciplinas. La apropiación de

temas propios de la Geografía por otras disciplinas científicas no es un fenó-

meno nuevo. El carácter supuestamente más “científico” de otras materias, en

comparación con las ciencias sociales, ha propiciado este hecho en gran me-

dida. La Geografía, tal vez por su orientación sintética y humanística, ha

tenido más difícil ofrecer dicha imagen. La nueva situación creada por las

nuevas tecnologías puede ser una oportunidad para revertir esta situación,

pero también, al menos para la Geografía Humana, para reivindicar su

carácter social.

6) Reivindicar el carácter científico y académico de la Geografía frente a inter-

pretaciones simplistas. Que las nuevas tecnologías, y especialmente internet,

han puesto al alcance de amplias capas de la población herramientas geográ-

ficas circunscritas hasta ahora al ámbito académico es un hecho que no cabe

discutir. Esta circunstancia, en principio positiva por sus rasgos de democra-

tización del conocimiento, esconde también matices preocupantes: la genera-

lización del uso de herramientas geográficas no puede llegar a considerarse,

como desde algunas instancias parece sugerirse, como creación de conoci-

miento geográfico, ya que carece del rigor científico necesario.

En definitiva, la sociedad de la información ha cambiado el mundo y por tanto también

la Geografía. Esta última ha reaccionado en ocasiones tarde, teniendo necesariamente que

adaptarse a dicha transformación si no quiere ver invadido su campo de investigación por

otras disciplinas o, lo que es peor, pseudodisciplinas. La generalización de las TICs y la

denominada globalización ofrecen a la Geografía inmensas posibilidades de desarrollo,

pero también grandes retos que asumir. Mostrar dichos cambios, explorar las oportuni-

dades y amenazas, y presentarlas de manera coherente es posible y necesario.

14

15

BLOQUE I

LA REVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO. CIBERESPACIO Y NEOGEOGRAFÍA

CAPÍTULO I. LA REVOLUCIÓN DEL CONOCIMIENTO La llamada sociedad de la información se basa en toda una serie de transformaciones tec-

nológicas, sociales y culturales que tienen su origen en las tecnologías de la información

–informática, telecomunicaciones y microelectrónica – pero que a su vez están provo-

cando profundas novedades en el ámbito económico, social y cultural, hasta el punto de

que numerosos autores hablan de una nueva etapa de la economía capitalista (VILLA-

NUEVA, 2005: 86).

En realidad este fenómeno es la última fase de lo que los historiadores denominan ya

desde hace unas décadas como Tercera Revolución Industrial, Revolución Científico-

Técnica o Revolución del Conocimiento (RCT) (CHAVARRÍA, 1990). Precedida por la

primera y segunda revoluciones industriales, basadas en el carbón y la electricidad respec-

tivamente, dio comienzo tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial, siendo las

áreas de conocimiento que mayor impulso le proporcionan la energía nuclear, la investí-

gación espacial, las telecomunicaciones, la robótica, y la ingeniería genética y la infor-

mática. Indudablemente se puede decir que los avances obtenidos en algunas o todas las

disciplinas citadas han cambiado el mundo y lo han hecho diferente al que la humanidad

había conocido hasta ahora. Basta pensar en los llamados productos transgénicos y en la

investigación con células madre, en el campo de la biotecnología, o en las misiones espa-

ciales, tripuladas o no, en el campo de la investigación espacial, para certificar que la per-

cepción del mundo de las personas nacidas tras la segunda gran guerra es tan distinta de

las generaciones anteriores como para justificar el epíteto de revolución para dicho

periodo. Cosa distinta es que las consecuencias de dichos cambios, al igual que en las dos

etapas anteriores, se hayan diseminado por el orbe de manera homogénea, su impacto

haya sido el mismo para toda la humanidad, el acceso a los nuevos recursos equitativo, o

sus inconvenientes asumidos por todos de manera justa y equilibrada

16

1. ¿Qué es la sociedad de la información?

De entre todos los campos y disciplinas que conforman este nuevo proceso de cambio

social, en los últimos decenios uno de ellos destaca sobre los otros en cuanto a su impacto

social, no tanto por sus mayores avances o su mayor relevancia respecto de otros como

por una mayor accesibilidad a su uso por parte de la ciudadanía. Nos referimos a lo que

ya se conoce ampliamente como Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs).

Su popularidad deriva del fácil acceso a las mismas para amplias capas de la población,

merced a su bajo coste en relación con otras áreas de investigación de las anteriormente

citadas. Mientras que sólo unos privilegiados pueden visitar el espacio exterior o sólo un

reducido grupo de especialistas manejan genes en laboratorio, las nuevas tecnologías

derivadas del uso de las comunicaciones y sus diferentes soportes son utilizadas de

manera creciente por millones de usuarios1. Ahora bien la popularidad o masificación de

un determinado fenómeno no justifica por sí sólo su carácter revolucionario. El uso de las

nuevas tecnologías por parte de cada vez más amplias capas de la población sólo nos

habla de su masificación, pero no nos permite atribuirle por sí solo el potencial de

transformar y renovar estructuras sociales, de ser motor del cambio. Se hace necesario en

consecuencia responder a la pregunta ¿suponen realmente las nuevas tecnologías una

revolución? Antes de intentar responder a la misma es preciso analizar qué entendemos

exactamente por Tecnologías de la Información y Comunicación, su evolución histórica,

y precisar con más detalle la acepción del acrónimo TICs, tan en boga en nuestros días.

Una vez valorado su impacto será más fácil entender su potencial de cambio, su capacidad

para transformar estructuras y, en concreto, sus posibilidades de transformación del espa-

cio entendido como producto social.

1 En 2016 habrá 3.400 millones de usuarios de Internet, aproximadamente el 45 por ciento de la población mundial prevista (7.500 millones de personas según la estimación de Naciones Unidas). En 2011 el número global de internautas era de 2.000 millones (aproximadamente el 28 por ciento de una población total de 7.100 millones). En España habrá 37 millones de usuarios de Internet de líneas fijas (excluyendo las conexiones sólo móviles, que sumarán otros 6,6 millones) en 2016, desde los 31 millones contabilizados en 2011); <http://www.cisco.com/c/en/us/solutions/service-provider/visual-networking-index-vni/index.-html>. [12-04-2015].

17

1.1. Evolución histórica de las Tecnologías de la Información

Si entendemos por ellas los avances tecnológicos en la generación, almacenamiento y

transmisión de información, entonces las tecnologías de la información y la comunicación

son tan antiguas como la propia humanidad. Así, desde la escritura hasta los modernos

ordenadores pasando por la imprenta, televisión, telefonía y otros avances tecnológicos,

cada nueva innovación ha supuesto una transformación muchas de las veces de mayor

calado que lo estrictamente tecnológico, hasta el punto de provocar profundas trans-

formaciones sociales y culturales.

De hecho algunos de los intentos de establecer una periodización de la historia de la hu-

manidad se fundamentan en las tecnologías de la información. Las distintas etapas pro-

puestas en dichas periodizaciones atienden, en vez de a acontecimiento sociales, políticos

o bélicos, a las tecnologías dominantes de codificación, almacenamiento y recuperación

de la información de que se dispone en cada momento (ADELL, 1997).

Con este enfoque, indudablemente, las tecnologías de la información y comunicación sí

parecen convertirse en un profundo motor de cambio social. Si la aparición de las mismas

es un factor clave de transformación social es porque provocan cambios estructurales en

cuanto a la manera de gestionar la información y el conocimiento en el sentido más am-

plio, desde el acceso a las mismas hasta los procesos cognitivos, pasando también por

profundas transformaciones en los ámbitos social, cultural y económico que se analizarán

más adelante. Ahora bien, desde esta perspectiva ¿cuáles han sido los hitos que jalonan

la historia de la humanidad? ¿qué nuevas tecnologías de la información llevaban en su

germen, en cada momento, el potencial de acabar transformando colectivos humanos y

sociedades?

Siguiendo a distintos autores (LEVINSON, 1990; HARNAD, 1991; BOSCO, 1995.) se

pueden citar las siguientes:

a) La aparición hace cientos de miles de años del lenguaje oral, que convirtió al

pensamiento en una mercancía social y permitió la acumulación y transmisión del

conocimiento. Esta primera fase, que comienza con el desarrollo del lenguaje oral

en los homínidos, produce a lo largo de los siglos -pues dura aproximadamente

500.000 años- una nueva dimensión en la interacción humana directamente

relacionada con el tiempo, puesto que la palabra sólo se produce en un momento

concreto, pero a su vez permite la acumulación del conocimiento, que era

memorizado y transmitido verbalmente por los mayores: “la palabra hablada

18

proporcionó un medio a los humanos de imponer una estructura al pensamiento y

transmitirlo a otros" (BOSCO, 1995: 28). Este modo de transmisión de la informa-

ción produce, como indica Ong (1985), una cultura oral, caracterizada por ser

aditiva, agregativa, redundante, tradicionalista, centrada en la vida cotidiana,

empática, situacional y participativa.

b) La invención de la escritura, que permitió “la independencia de la información

del acto singular entre el hablante y el oyente, temporal y espacialmente determi-

nado, la posibilidad de preservar para la posteridad o para los no presentes el regis-

tro de lo dicho-oido” (ADELL, 1997: 12). La escritura es la consignación de la

palabra en el espacio, brinda una nueva potencialidad al lenguaje y da una nueva

estructura al pensamiento. Sin embargo en todos los textos escritos vive la palabra

oral: leer un texto consiste en recuperar sus sonidos, en voz alta o en la imagi-

nación. La escritura es un sistema secundario de modelado: no puede haber escri-

tura sin oralidad, pero si existen lenguas orales sin escritura. Es también, desde un

punto de vista histórico y evolutivo de la humanidad, un adelanto tardío. La prime-

ra escritura que conocemos apareció por primera vez en Mesopotamia alrededor

del año 3500 a. C. La grafía cuneiforme de los sumerios, que data de esa época,

es la más antigua que se conoce y se deriva, al menos parcialmente, de un sistema

para registrar transacciones económicas (RAPOSO Y COSTA, 2013).

La gran innovación, respecto del lenguaje oral es que se trata de un dispositivo de

almacenamiento de información externo a la memoria. Al tratarse de una tecno-

logía cuya función primordial es la de almacenar información, fijándola en un so-

porte externo al cerebro humano, es natural que a partir de su invención también

se produjeran cambios ligados a las prácticas que se basan en el intercambio, el

almacenamiento y la manipulación de dicha información. De este modo, desde la

producción de conocimiento hasta las transacciones comerciales se vieron afecta-

das por el progresivo tránsito de la oralidad como instrumento de comunicación

dominante hacia el dominio de la escritura. En esta nueva situación el estatuto de

la información y el conocimiento cambian, al separarse lo dicho de quién lo dice.

Curiosamente estas nuevas tecnologías de la información de la época ya genera-

ban suspicacias, al igual que ocurre hoy con las TICs. Como se verá más adelante

la denominada tecnofobia es tan antigua como la humanidad y sus adelantos

tecnológicos. Algunas de las impugnaciones contra la computadora que se escu-

chan hoy en día fueron dirigidas en su caso hacia la innovación tecnológica de su

19

época, la escritura, por Platón. En el Fedro del año 374 a.C., el archiconocido

filósofo griego define a la escritura como tecnología y se refiere a ella en estos

términos: "la escritura es inhumana al pretender establecer fuera del pensamiento

lo que en realidad sólo puede existir dentro de él" (DE AZCÁRATE, 1871: 342).

La escritura es por tanto un objeto, un producto manufacturado que destruye la

memoria y debilita el pensamiento. También la imprenta recibía críticas seme-

jantes cuando comenzaba a difundirse, y lo mismo ocurre con las actuales TICs.

La escritura, la imprenta y la computadora son, por tanto, formas de “tecnolo-

gizar” la palabra. Son transformaciones tecnológicas de la oralidad primaria origi-

nal, y por eso las palabras de Platón se podrían extrapolar a nuestra época simple-

mente cambiando el término escritura por ordenadores o nuevas tecnologías.

Ocurre que al ser un adelanto tecnológico temprano hemos interiorizado la escritu-

ra de un modo tan profundo que nos cuesta verla como tecnología. Pero si nos

fijamos bien vemos que necesita de todo un equipo de herramientas para materia-

lizarse (plumas, tintas, papeles u otras superficies) y expertos en el manejo y

funcionamiento de las mismas. Por otro lado, al ser todas lenguaje escrito, existe

una línea de continuidad entre escritura, imprenta y computadora, de las cuales la

primera de las citadas es en realidad la innovación más radical: la reducción del

sonido dinámico al espacio inmóvil. La imprenta y el ordenador, sin embargo, son

tan sólo formas más eficientes de consolidar este hecho Además, como ocurre con

todo adelanto tecnológico, la escritura aporta ventajas pero también se pierden

cosas por el camino. Por una lado estabilizó, despersonalizó y objetivizó el cono-

cimiento, propiciando un pensamiento más reflexivo, sistemático, libre del con-

texto y mejor estructurado (BOSCO, 1995: 28). Con la escritura, se produce el

primer proceso de descontextualización en el aprendizaje, anteriormente se

aprendía lo que se observaba y llevaba a cabo directamente en una situación real;

la escritura sin embargo permite el aprendizaje y enseñanza descontextualizada de

su entorno real, ampliándose con ello las posibilidades de aprendizaje. Pero, como

apunta Adell (1997), la palabra escrita tenía entre otros inconvenientes el ser más

lenta, más elitista -no todos las personas podían acceder a ella- y menos interac-

tiva. Aspecto no menos importante, y también coincidente con las nuevas tecnolo-

gías de nuestros días, es la necesidad, tanto entonces como ahora, de formar técni-

cos, expertos en el uso y manejo de las nuevas tecnologías en cada caso. En aquél

entonces la utilización de la escritura como medio de transmisión de la infor-

20

mación supuso la necesidad de la alfabetización de las personas, creándose las

primeras escuelas, cuyo objetivo era enseñar a los “escribas” la lectura y la

escritura.

c) La aparición de la imprenta en el siglo XV, que permitió reproducir textos

escritos en grandes cantidades, y que aunque no supone un cambio de código con

respecto a la fase anterior, la escritura, tuvo consecuencias sociales, políticas y

económicas de gran magnitud que dieron lugar a la cultura moderna que todos

conocemos (EISENSTEIN, 1994). La imprenta permitió una auténtica revolución

en la difusión del conocimiento, haciéndolo accesible a todos y eliminando su

carácter elitista, pero dando lugar a otro tipo de inconvenientes que comparte con

medios de comunicación posteriores, en concreto la posibilidad de manipulación

y control sobre el medio de comunicación. Por un lado hay mayor accesibilidad a

la información y el conocimiento, pero por otro hay también más posibilidad de

manipulación y control del mismo. Aunque la historia se encarga de demostrar

como innovaciones posteriores (radio, televisión, etc.) son instrumentos de

propaganda y control más eficaces que la imprenta, ésta, por su posibilidad de

difusión en masa, ya presenta a menor escala la citada característica. Desde el

punto de vista epistemológico cabe decir de la imprenta que no añade nada nuevo

a la escritura a mano. Ahora es posible difundir el conocimiento y mejorar los

procesos de enseñanza sólo en la medida en que la información llega a más

personas, pero no hay ningún cambio cualitativo. Por tanto, al igual que ocurría

con la escritura, el libro impreso reproduce una estructura de pensamiento lineal,

estructurado en disciplinas cohesionadas, permanentes, acumulativas y ordenadas

lógicamente. Así, al determinar nuestra manera de conocer determina también la

manera en que pensamos. La influencia de este pensamiento lineal se puede

comprobar en los fundamentos pedagógicos y en los métodos que tienen al libro

de texto como soporte básico del proceso de enseñanza-aprendizaje. En definitiva

la imprenta, a diferencia de lo que ocurría con la escritura respecto del lenguaje

oral, no supone una forma nueva de comunicación sino un medio con mayores

posibilidades de difusión del lenguaje escrito, de la transcripción a mano a la

tipografía.

d) Comunicación por cable y ondas electromagnéticas. Conviene aquí establecer

algunas distinciones según a qué medio de comunicación nos estemos refiriendo.

Tanto el telégrafo como el teléfono son en principio tecnologías que usan la comu-

21

nicación por cable. Empezado a utilizar a mediados del siglo XVIII, el telégrafo

transmitía a través de cable palabras en clave. Ello permitió a los investigadores

deducir que si era posible transformar las ondas sonoras en corriente eléctrica

variable, la palabra podía perfectamente ser enviada por medio de los cables.

Rápidamente el teléfono experimentó un notable desarrollo técnico, alcanzando

en pocos años las proporciones de una amplia red de telecomunicaciones. En

1900, sólo la Bell Telephone Company contaba ya con más de un millón de

abonados y cerca de dos millones de líneas que transmitían anualmente nada

menos que dos mil millones de conversaciones (VARGAS, 2008). A su vez la

comunicación radiofónica tiene su origen en las investigaciones que acerca de la

transmisión a distancia de los sonidos realizaron numerosos investigadores y

científicos a lo largo del siglo XIX. En 1909 la conjunción de los dos inventos

anteriores (el teléfono y la telegrafía) en un único aparato hizo posible la

radiodifusión. En 1920 se instala la primera estación regular de radio en Estados

Unidos, mientras que en España la primera emisora data de 1924, alcanzando su

mayoría de edad en la década 1931-40, años gloriosos para la radio.2 La diferencia

de la radio con los anteriores medios de comunicación sin embargo, al menos en

sus estadios iniciales, es el modo de propagación de la información: mientras que

el telégrafo y el teléfono utilizaban al principio el cableado, ahora la radio utiliza

ondas electromagnéticas.

Pero es necesario prestar algo más de atención a las peculiaridades de cada una de

estas nuevas tecnologías de la información. La primera de ellas, el telégrafo,

permite el manejo y transmisión de información escrita, aunque con un código

diferente a las lenguas nativas, que luego hay que descifrar. El teléfono por su

parte, siendo una consecuencia del anterior, permite sin embargo el uso y manejo

de información oral, y además de manera interactiva entre emisor y receptor: aun-

que la comunicación es por tanto bidireccional está limitada a un emisor y un re-

ceptor. La radio por su parte, sin ser interactiva permite ahora llegar, con un solo

emisor de la información, a muchos más receptores. Millones de personas pueden

escuchar la radio al mismo tiempo pero, curiosamente y a diferencia del teléfono,

no pueden interactuar con el emisor. A no ser, claro está, que llamen por teléfono

a la emisora. Interesa llamar la atención aquí sobre el hecho de que los tres medios

2 <http://recursostic.educacion.es/humanidades>. [12-03-2014].

22

de comunicación citados no suponen ninguna novedad respecto a las formas pre-

vias ya existentes de usar y manejar la misma. Independientemente de su mayor o

menor interactividad y posibilidades de difusión, telegrafía, telefonía, y radio-

difusión comparten con la imprenta el no ser una forma nueva de comunicación,

sino una manera más eficiente de sacar partido de tecnologías preexistentes desde

hacía miles de años, caso de la escritura, o incluso cientos de miles de años, caso

del lenguaje hablado.

Algo distinto sin embargo es el caso de la información visual. Con la invención

de la televisión ya no es sólo la palabra dicha y escrita lo que se puede transmitir

de manera masiva sino la visión de lo que está sucediendo, la imagen. La

archiconocida frase “una imagen vale más que mil palabras” resulta especialmente

relevante en este contexto, ya que demuestra el poder que las imágenes tienen

cuando se las valora como fuente de información y conocimiento. El concepto de

“metalenguaje”, al cual se hará referencia en repetidas ocasiones, cobra fuerza

ahora en este nuevo contexto. El impacto social de la televisión empieza a ser rele-

vante desde los años 50 del pasado siglo (WILLIAMS, 1987), y desde entonces

hasta nuestros días sigue siendo el medio de comunicación de masas más influ-

yente. Y es que no es sólo la imagen la información que nos llega a través de la

pantalla de televisión, sino su combinación con palabras, tanto escritas como

habladas, de manera sincrónica a aquello que estamos visionando, y aderezadas

ocasionalmente con sonido de fondo. Baste como ejemplo el formato de alguna

de la información que puede aparecer en la mayoría de los noticiarios de nuestra

época: sobre un fondo de imágenes a tiempo real, relativos a un tema cualquiera,

un reportero nos habla en un idioma extranjero que aparece subtitulado bajo él, y

más abajo del cual corre una cinta de texto con otra información diferente a aquella

de la que nos habla ese mismo reportero. Todo ello puede incluir música o el soni-

do ambiente, y también las imágenes que vemos pueden ser manipuladas a conve-

niencia a cámara rápida o lenta. De este modo información visual, sonora, escrita

y oral nos es ofrecida de manera simultánea. Aunque, a diferencia de lo que ocu-

rría por ejemplo con la escritura respecto del lenguaje hablado, ninguna de dichas

formas de comunicación es nueva, en este caso la combinación de varias de ellas

y la aportación novedosa de la transmisión de imágenes genera un salto cualitativo

en cuanto a la transmisión de información. Resulta curioso, si bien se mira, que la

última etapa de este pequeño periplo histórico a través de las tecnologías de la

23

información y la comunicación de la cual se va a hablar, las TICs, no añade nada

sustancialmente nuevo en cuanto a formas de comunicación comparada con la

televisión: maneja la palabra, escrita o hablada, el sonido y la imagen, todos ellos

combinados de mil maneras pero esencialmente idénticos al ejemplo que acaba-

mos de comentar. Y también seguimos, al igual que con la televisión, dependiendo

de una pantalla, por pequeña que esta sea. ¿Cuál es pues la diferencia? Quizás, al

margen de una mayor calidad y rapidez de la información procesada y transmitida,

y como se detalla en el apartado que sigue, el verdadero cambio sustantivo sea la

interactividad.

e) La aparición de los medios electrónicos y la digitalización, que tienen en las

nuevas tecnologías su andamiaje estructural y que a su vez se convierten, como

acabamos de explicar, en un metalenguaje. Efectivamente, los avances en los

medios electrónicos y la digitalización, y sobre todo la confluencia de los dos, han

permitido crear entornos de comunicación totalmente nuevos. Estos entornos no

están sujetos a un medio físico, y en ellos la información se sitúa en un espacio no

real al que muchos autores han denominado “ciberespacio” o “espacio virtual”

(APARICI, 2013), por lo que se dispone de posibilidades de transmisión de la

información casi instantánea y a nivel global. Internet como elemento más

representativo de las TICs facilita el tratamiento, creación, transferencia y

comunicación de la información a nivel mundial. La enorme influencia de estas

nuevas tecnologías se produce por el enorme impacto que generan en todos los

órdenes sociales (político, económico, cultural, etc.), pero el resultado de la

implantación de las mismas depende en gran medida de los contextos sociales en

los que se produzcan y del uso que los ciudadanos hagan de las mismas. El

lenguaje digital sí es un nuevo lenguaje que sólo unos pocos conocen, y al mismo

tiempo es mucho más metalenguaje que la televisión. Y lo revolucionario son sus

posibilidades de difusión, su accesibilidad y las posibilidades de interactuación.

Como es la tecnología más reciente, y uno de los objetos principales de este

estudio, va a ser analizado con más detalle y profundidad que las anteriores

tecnologías de la información en el apartado siguiente.

Después de todo lo dicho parece claro que las tecnologías de la información y

comunicación son tan antiguas como la humanidad. El acrónimo TICs es por

tanto, desde un punto de vista estricto, inapropiado cuando se usa sólo para

referirse a la última de las etapas propuestas en la clasificación acabada de

24

desglosar, la de la información digital. En realidad cuando hoy en día se habla de

TICs se está haciendo alusión a las “nuevas” tecnologías de la información y

comunicación. Stricto sensu, por consiguiente, debería hablarse de nuevas TICs,

por contraposición a las tradicionalmente utilizadas en etapas anteriores. Hecha

esta aclaración semántica, no hay duda de que el término se halla ya lo suficiente-

mente extendido e implantado en el imaginario común como para darlo por válido.

Y en cualquier caso sí que pone de relieve una mayor conciencia colectiva de la

creciente importancia que la información y el conocimiento juegan en nuestro

presente y del que van a jugar en un futuro inmediato.

1.2. Definición actual de TICs

Aunque ampliamente difundido el neologismo en ambientes académicos, científicos y

educativos, conviene precisar adecuadamente a qué se está haciendo referencia en la

actualidad cuando utilizamos dicha expresión. Efectivamente los términos “información”

y “comunicación” son muy generales. Pueden hacer referencia desde la telefonía móvil o

el GPS hasta la tecnología de microchips y los últimos avances en robótica. Lo mismo

ocurre con su ámbito de aplicación: aunque ya son utilizadas de manera masiva en los

países desarrollados, de forma especialmente fructífera en campos como la comunicación

de masas o la educación (basta pensar para ello en el número de teléfonos móviles de

nuestro país o en la proliferación de la denominada enseñanza online), no cesan de

aparecer nuevos espacios en los cuales las TICs introducen aspectos innovadores. En

definitiva es un ámbito que, por reciente y prolijo, todavía requiere una importante labor

de desbroce. Un repaso a algunas de las definiciones más al uso y por las características

más relevantes del fenómeno tal vez ayude a clarificar un poco la situación.

- Por tecnologías de la información y comunicación se puede entender “aquellas

herramientas computacionales e informáticas que procesan, sintetizan, recuperan

y presentan información representada de la más variada forma. Es un conjunto de

herramientas, soportes y canales para el tratamiento y acceso a la información,

para dar forma, registrar, almacenar y difundir contenidos digitalizados” (DÍAZ,

2013: 42).

- Para Pere Marqués, por otro lado, cuando se habla de TICs “hacemos referencia

al conjunto de avances tecnológicos que nos proporciona la informática, las

telecomunicaciones y las tecnologías audiovisuales, que comprenden los

25

desarrollos relacionados con los ordenadores, internet, la telefonía, los "mass

media", las aplicaciones multimedia y la realidad virtual. Estas tecnologías

básicamente nos proporcionan información, herramientas para su proceso y

canales de comunicación” (MARQUÈS, 2000: 25).

- Según González Soto, entendemos por nuevas tecnologías de la información y

la comunicación “el conjunto de procesos y productos derivados de las nuevas

herramientas (hardware y software), soportes de la información y canales de

comunicación relacionados con el almacenamiento, procesamiento y transmisión

digitalizados de la información” (GONZÁLEZ, 1996: 413).

- Finalmente, y siguiendo a Cabero, “en líneas generales podríamos decir que las

nuevas tecnologías de la información y comunicación son las que giran en torno

a tres medios básicos: la informática, la microelectrónica y las telecomuni-

caciones; pero giran, no sólo de forma aislada, sino lo que es más significativo de

manera interactiva e interconexionadas, lo que permite conseguir nuevas

realidades comunicativas” (CABERO, 1998: 198).

Por otro lado, ¿cuáles son las características básicas de las TICs?:

Inmaterialidad: las TICs convierten la información, tradicionalmente sujeta a un

medio físico, en inmaterial. Mediante la digitalización es posible almacenar

grandes cantidades de información en dispositivos físicos de pequeño tamaño

(CDs, DVDs. memorias USB, etc.) o, lo que es más importante, en espacios

virtuales gracias a internet. La disminución del tamaño de los dispositivos de

almacenamiento de información es un fenómeno que se puede considerar natural

desde el punto de vista del avance científico. Las personas siempre han buscado

la manera más fácil y cómoda para manejar y transportar mercancías, también

aquellas relacionadas con la información y el conocimiento. El hecho, ya

analizado, de que algunas versiones de la historia de la humanidad utilicen

precisamente las innovaciones en el manejo de la información para establecer las

distintas etapas de la evolución humana así lo demuestra. Pero ahora, al hablar de

inmaterialidad, nos referimos a algo cualitativamente distinto. Gracias a internet

hoy día ya no necesitamos transportar la información o llevarla con nosotros, sino

que ella se encuentra disponible de manera instantánea y ubicua, siempre que se

disponga de un terminal de acceso a la red. Tan sólo la transmisión oral, es decir

los individuos, permitía hasta ahora llevar la información con nosotros sin

necesidad de herramienta de transporte alguna, pero con el evidente inconveniente

26

de la “capacidad de carga”, limitada a las posibilidades de nuestra memoria. Ahora

en realidad la información ya no viaja sino que permanece accesible, en la nube,

de forma permanente.

Interactividad: mediante las TICs se consigue un intercambio de información entre

el usuario y el ordenador. Esta característica permite adaptar los recursos

utilizados a las necesidades y características de las personas, en función de la

interacción concreta del sujeto con el ordenador. Duarte (2000) presenta la

interactividad como una de las características de los multimedia, y explica que

ésta permite la posibilidad de dialogar con el programa utilizando potentes

funciones de búsqueda, indagación, experimentación, etc., que superan con creces

las posibilidades de recursos más tradicionales. La interactividad por tanto

aumenta las posibilidades que tiene el usuario de participar y controlar el material

ante el que se enfrenta.

Por otra parte Prendes (1995) reconoce cinco niveles de interactividad, que van

desde el más elemental (aquel en el cual el usuario no puede adoptar ninguna

decisión y lo único que puede hacer es desconectar o seguir absolutamente la

secuencia establecida por el productor y diseñador del medio), al nivel superior,

en el cual todas las decisiones respecto a la información, la cantidad de la misma,

y al tiempo durante el que se establecerá la interacción serán determinados por el

receptor de los mensajes.

En cualquier caso la interactividad en los sistemas multimedia está en parte

condicionada por los tipos de estructuras con las que haya sido diseñado el

material. Si bien es verdad que una estructura lineal permite una menor

interactividad que una estructura reticular, es necesario reconocer que no estamos

ante un sistema multimedia mejor cuánto más interactividad permita, sino que las

condiciones del éxito de un multimedia radican en su adecuación a los usuarios, a

los objetivos, a los contenidos, etc.

Porque “la interactividad que poseen las nuevas tecnologías de la información y

comunicación está permitiendo que el control de la comunicación, que en los

medios tradicionales está situado en el emisor, se esté desplazando hacia el

receptor, que determinará tanto el tiempo como la modalidad de uso. Con ello el

receptor desempeñará un papel importante en la construcción de su mensaje, así

como, a su vez, el de transmisor de mensajes.” (CABERO, 2000: 19).

27

Instantaneidad: las nuevas tecnologías permiten transmitir la información instantá-

neamente a lugares muy alejados físicamente, mediante las denominadas "autopis-

tas de la información". El advenimiento a comienzos del siglo XXI de las nuevas

tecnologías digitales, en el marco de un nuevo sistema mediático como internet,

ha ahondado en el desarrollo de la inmediatez como rasgo característico de nuestra

sociedad. Quizás el lugar donde más evidente sea esta característica es el

denominado periodismo digital. Según Suárez Villegas (2013:3) “nos enfrenta-

mos, así pues, a un relato en directo de la realidad en el que la información viaja

de forma inmediata a través de la red y sus innumerables nodos de interconexión.

El periodista debe componer su discurso en el menor tiempo posible con el

objetivo de que el medio no quede desfasado frente al resto de fuentes de

información que plagan Internet en un fenómeno de actualización constante de la

información.”3

Innovación: el sector de las TICs presenta una gran agilidad y capacidad de

adaptación. Prueba de ello es el gran número de conceptos nuevos que emergen

en su seno - y que todos terminamos utilizando- relacionados con los más diversos

ámbitos (educación, empresa, etc.). La innovación en nuevas tecnologías ha

permitido la aparición de nuevos productos (computadoras cada vez más pequeñas

y potentes, así como programas para manejarlas), y nuevos servicios (transaccio-

nes bancarías, venta de productos, enseñanza online, etc.) que cada día se apoyan

más en innovaciones en las que se produce una fusión de diversas tecnologías,

como la telefonía, el satélite, o la informática, de una manera transversal, hasta el

punto que ya nos resulta prácticamente imposible aislarnos de su influencia

(MARTÍNEZ, 2009).

Elevados parámetros de calidad de imagen y sonido: con las TICs se pueden

alcanzar altas prestaciones de imagen y sonido, por la calidad de la información

que ofrecen, la fiabilidad, la fidelidad con que puede transmitirse la información

de un espacio a otro, y por la superación de las fallas e interrupciones en la

transferencia de la misma. En definitiva y gracias a las nuevas tecnologías dispo-

nemos de más información, más rápida y de mayor calidad en lo que a los aspectos

de sonido e imagen se refiere. Cuestión distinta, que se analiza en detalle en el

apartado correspondiente, es la relativa a la calidad de la información escrita y

3 <http//:.dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4248038.pdf.>. [12-10-2014].

28

oral, ya que, junto a la fiable y consistente, también es posible generar y encontrar

otra banal o mal elaborada, cuando no directamente dirigida a fines espúreos.

Digitalización: entendemos por tal la posibilidad de traducir información, como

textos, imágenes o sonidos, a un formato que puedan entender los microprocesa-

dores. Es el proceso de convertir información analógica en formato digital, ello

nos permite traducir la información a dígitos y operar con procedimientos mate-

máticos, lo cual a su vez supone entre otras las siguientes ventajas:

- Permite ordenar muchos componentes esenciales en la vida de una

persona y liberar la memoria de datos superfluos.

- Resulta una herramienta muy eficiente para recordar hechos y elementos

del pasado y planificar sucesos futuros.

- Elimina la presencia de la mayoría de información en antiguos soportes

físicos, permitiendo así ahorrar espacio y organizar mejor la información,

que se concentra ahora en el ordenador personal.

Automatización: las TICs han facilitado muchos aspectos de la vida de las perso-

nas gracias a esta característica. Con la automatización de tareas podemos, por

ejemplo, programar actividades que realizaran automáticamente los ordenadores

con total seguridad y efectividad.

Interconexión: de la misma forma, casi instantáneamente podemos acceder a

muchos bancos de datos situados a kilómetros de distancia, podemos visitar

muchos sitios, o vernos y hablar con personas que estén al otro lado del planeta.

La morfología de internet y las nuevas tecnologías parece estar bien adaptada para

una complejidad de interacción creciente y para pautas de desarrollo

impredecibles que surgen del poder creativo de esa interacción. Esta configura-

ción en red permite ahora la materialización de todo tipo de procesos y

organizaciones mediante tecnologías de la información de reciente disposición

(CASTELLS, 2004).

Diversidad: otra característica es la diversidad de esas tecnologías, que permiten

ahora desempeñar diversas funciones de manera simultánea. Así por ejemplo, un

videodisco transmite información por medio de imágenes y textos, y la

videoconferencia facilita la interacción entre los usuarios.

29

1.3. ¿Son las TICs realmente una revolución?

Una vez clarificado el concepto y hecho un breve bosquejo de la evolución histórica de

las tecnologías de información y comunicación, tal vez sea el momento de analizar hasta

qué punto nos encontramos ante un salto cualitativo, y si son estas tecnologías el factor

decisivo, aunque no el único, de dicho cambio, como parece certificar la generalización

y popularidad de términos tales como, “revolución de las TICs” o “revolución digital”

(SALVAT, 2011).

Siguiendo a Torrent y Sellens, parece haber una cierta unanimidad en reconocer a las

tecnologías objeto de este análisis su capacidad de generar los suficientes cambios

culturales, sociales y económicos como para considerarlas revolucionarias. Para este

autor “existe un cierto consenso interdisciplinario en el ámbito de las ciencias sociales, lo

que incluye a algunos economistas, con relación al hecho de que durante la última parte

del siglo XX se han sentado las bases de un nuevo tipo de sociedad: la sociedad de la

información y el conocimiento, que tiene su base material en una revolución tecnológica

liderada por las TIC.” (TORRENT Y SELLENS, 2002: 13). Es interesante recalcar que

estamos ante un cambio de carácter tecnológico y que, al igual que en procesos históricos

anteriores, tiene una inevitable vertiente económica que convendrá analizar en profundi-

dad. No en vano se la conoce también como Tercera Revolución Industrial y, si esto es

así, se hace necesario clarificar cuáles son sus características novedosas respecto a las dos

revoluciones industriales anteriores.

Algunos de los principales historiadores de la tecnología (PURSELL, 1967; KRANZ-

BERG, 1985; MOKYR, 1990) nos ayudan a contestar esta pregunta. Una revolución

industrial está integrada por un conjunto de cambios técnicos fundamentales para la

producción y la distribución interconectados con un conjunto de cambios sociales y

culturales de primera magnitud. A modo de ejemplo, durante la primera revolución

industrial el uso de nuevos materiales básicos, como el hierro y el algodón, la aparición

de nuevas fuentes energéticas, de la máquina de vapor y otros inventos mecánicos, como

la máquina de hilatura, y las mejoras del transporte, supusieron un cambio radical en los

esquemas tradicionales de producción, con una nueva organización del trabajo: el sistema

fabril, que se basaba en la división del trabajo y la especialización por funciones.

Este amplio abanico de cambios técnicos y productivos se interconectó con un conjunto

de transformaciones sociales y culturales de primera magnitud: la decadencia de la tierra,

a favor de la producción industrial, como principal factor productivo creador de riqueza,

30

los cambios políticos derivados de los nuevos esquemas del poder económico, con la

aparición de nuevas políticas estatales vinculadas a la necesidad de integración de los

mercados nacionales y, finalmente, importantes cambios demográficos y sociales, con el

crecimiento masivo de las ciudades, la aparición de una nueva clase social, el proletariado

industrial urbano, un incipiente movimiento sindical, y la emergencia de nuevos patrones

de autoridad en la familia y el trabajo.

Pues bien, ¿han generado o están en disposición de generar las TICs unos cambios

técnicos, productivos, sociales y culturales de esta magnitud? Las páginas siguientes

pretenden responder afirmativamente a esta cuestión. Pero además esta Tercera Revolu-

ción Industrial, basada en las tecnologías digitales, tiene un elemento nuevo en relación

con las anteriores. Se trata de “la aplicación de nuevos conocimientos e informaciones

sobre aparatos de generación de conocimiento y proceso de la información y la

comunicación” (CASTELLS, 2000: 62). Dicho de otro modo, en la actualidad la

aplicación del conocimiento se utiliza más que nunca en la generación del propio

conocimiento. Desde siempre la humanidad ha aplicado el conocimiento científico para

promover el desarrollo tecnológico, y siempre este último ha desarrollado nuevas posibili-

dades desde todos los puntos de vista. Las nuevas tecnologías no son ajenas a este

funcionamiento, pero lo novedoso de ellas es que de manera creciente las tecnologías de

nuevo cuño tienen como objeto de aplicación ese mismo conocimiento, también en su

vertiente económica, como se verá en detalle más adelante. En otras palabras entre las

TICs y el conocimiento se produce una relación en bucle mediante la cual ambas se

retroalimentan mutuamente: el conocimiento produce innovaciones en el campo de las

TICs que a su vez son aplicadas de manera creciente a mejorar nuestro conocimiento, el

cual posteriormente es aplicado a la mejora de esas nuevas tecnologías.

Estamos, pues, ante unas tecnologías que utilizan el conocimiento como input y que

contribuyen directamente a la generación del conocimiento como output. Utilizando una

visión amplia de la tecnología, según la cual ésta representa “el dominio del hombre sobre

la naturaleza” (McCLELLAN y DORN, 1999: 2), las nuevas tecnologías nos permiten,

como las anteriores, controlar y sacar provecho del entorno, pero además ahora también

nos permiten de una manera creciente controlar y sacar provecho de nuestro propio

conocimiento. Los ordenadores, el software, los nuevos equipos y sistemas de comunica-

ciones y, en general todas las tecnologías digitales mejoran, amplifican y, en algunos

casos, sustituyen a la mente humana.

31

2. Impacto de las nuevas tecnologías

Si verdaderamente estamos frente a un fenómeno revolucionario, se hace necesario

analizar en qué aspectos lo es. Los principales impactos de las nuevas tecnologías, casi

siempre interrelacionados unos con otros, son los que se detallan a continuación.

2.1. Cultural

En primer lugar es preciso analizar el papel que las nuevas tecnologías ya están jugando

en el proceso de adquisición en sí de la cultura por parte de los individuos. En la medida

que la cultura es conocimiento y las TICS se aplican de manera creciente a este último,

cabe preguntarse si hay alguna posibilidad de articular las nuevas tecnologías en un

cuerpo específico de conocimiento adaptado a un nuevo modelo cognitivo, o si el proceso

de reproducción de dicho conocimiento puede ser llevado a cabo con métodos que ya

hemos utilizado con tecnologías previas. Es decir ¿pueden las nuevas tecnologías aportar-

nos nuevos métodos de aprehender la realidad?

Para muchos autores las TICs han cambiado el soporte primordial del conocimiento, lo

cual a su vez cambiaría radicalmente los modos de conocer y pensar de los hombres. El

acceso a la información y la generación de conocimiento se produce mediante lo que ya

hemos definido con anterioridad como un metalenguaje. El cuerpo de la información se

articula ahora en lo que se ha dado en llamar hiperdocumentos, que presentan tres

características fundamentales en cuanto a la influencia que pueden tener sobre la

cognición humana: información multimedia, un alto grado de interactividad y una

estructura no lineal (V Congreso Iberoamericano de cultura, 2013). Cuáles serán sus

efectos sobre la estructura cerebral y el pensamiento humano son todavía incógnitas sin

resolver. Estas incógnitas a su vez suscitan nuevos interrogantes acerca del desarrollo de

formas de conocimiento híbridas que, aunque fuera del objeto del presente trabajo de

investigación, se tratarán con algo más de detalle en apartados posteriores4. Junto a estas

visiones positivas hay también sombras que resaltar. Mal utilizadas las nuevas tecnologías

pueden entorpecer o impedir el acceso al conocimiento. Así, para algunos autores la

4 Financiado por la Comisión Europea, el proyecto Human Brain Project (HBP) sostiene que la convergen-cia de los avances científicos entre nuevas tecnologías y biología nos ha llevado al punto en el que ya es posible mejorar sustancialmente nuestro conocimiento sobre el cerebro humano y desarrollar nuevas y revolucionarias tecnologías del conocimiento; <www.humanbrainproject.eu>. [23-03-2013]).

32

influencia de los lenguajes audiovisuales produce lo que se ha venido denominando “la

cultura de la imagen en movimiento”, que propicia efectos perversos como la sobrecarga

de información y la pseudoinformación. Esto da lugar a la disminución y dispersión de la

atención, una cultura "mosaico", sin profundidad, la falta de estructuración, la superficia-

lidad, la estandarización de los mensajes, la información como espectáculo, etc. (ADELL,

1997).

La reflexión sobre estos temas es importante, sobre todo si atendemos al uso de las nuevas

tecnologías en los procesos de enseñanza y aprendizaje como método principal de

difusión cultural ya que, correctamente empleadas, pueden ser una ventana que desde el

aula, real o virtual, nos muestre el mundo, un elemento rico en informaciones que es

necesario aprender a valorar críticamente. La enseñanza tradicional tenía por objetivo

fundamental la adquisición de conocimientos, basándose para ello en los procesos de

memorización, impartiéndose la enseñanza de forma colectiva mediante un proceso en el

que el profesor actuaba como el emisor de conocimientos y el estudiante como el receptor

de los mismos. Este tipo de enseñanza sigue un modelo conductista para la adquisición

de conocimientos (KINCHELOE, 2004).

En contraposición a ello, en la sociedad de la información el objetivo fundamental de la

educación es posibilitar que el estudiante sea capaz de construir sus propios conocimien-

tos a partir de los adquiridos previamente a través de las experiencias e informaciones a

las que puede acceder. Es necesario distinguir, por tanto, entre información y conocimien-

to. La mera disponibilidad de información no garantiza la adquisición de conocimiento,

es necesario que el alumno, apoyado y guiado por el profesor, sea capaz de “aprender a

aprender”, esto es acceder a la información, comprenderla, resaltar las ideas fundamenta-

les, estructurarla, y tener una visión crítica sobre la misma. El alumno pasa a ser el centro

del proceso de aprendizaje, es el que construye el conocimiento, a través del apoyo y la

guía del profesor. En este contexto son de gran importancia el uso de entornos y método-

logías facilitadoras del aprendizaje, que permitan al alumno aprender y convertir las

informaciones en conocimientos. Las TICs son elementos adecuados para la creación de

estos entornos por parte de los profesores, apoyando el aprendizaje constructivo,

colaborativo y por descubrimiento (RENÉE, 2006). Presentan también otras ventajas en

comparación con los recursos utilizados en la enseñanza tradicional. La mayoría de las

mismas están relacionadas directamente con las propias características de las TICs y entre

ellas cabe destacar:

33

- Información variada. Es posible acceder a gran cantidad de información sobre

diferentes ámbitos. Esto permite que el alumno deba realizar un análisis de la

misma que le permita valorar su calidad y credibilidad.

- Flexibilidad instruccional. El ritmo de aprendizaje y el camino a seguir durante el

proceso puede ser diferente para los distintos alumnos, adecuándose a las diversas

necesidades que se presentan en el aula.

- Complementariedad de códigos. Las aplicaciones multimedia, que utilizan diver-

sos códigos de comunicación, permiten que estudiantes con distintas capacidades

y habilidades cognitivas puedan extraer un mejor provecho de los aprendizajes

realizados (VILLANUEVA, 2010).

- Aumento de la motivación. Diversos estudios muestran que los estudiantes se

encuentran más motivados cuando utilizan las TICs, esto puede ser efecto de la

novedad, en parte por el mayor atractivo de las presentaciones multimedia sobre

las tradicionales, pero también por un mayor grado de implicación del alumno en

su proceso de aprendizaje.

- Actividades colaborativas. El uso adecuado de las TICs en trabajos de grupo

puede potenciar las actividades colaborativas y cooperativas entre los alumnos, y

también la colaboración con otros centros o instituciones por medio de la red.

- Innovación educativa. La nueva sociedad utiliza nuevas tecnologías que favorecen

nuevas metodologías. Si bien no es una relación causa-efecto, es indudable que

los profesores que conocen nuevas tecnologías tienden a buscar nuevas formas de

enseñar y nuevas metodologías didácticas, más adecuadas a la sociedad actual y

a los conocimientos y destrezas que deben desarrollar los estudiantes para su

adaptación al mundo adulto (BOZU, 2009).

Junto a estos indudables beneficios, el uso de la TICs con fines educativos deberá atender

a posibles riesgos que pueden influir negativamente en la adquisición de conocimientos.

Entre ellos convendría destacar:

- Pseudoinformación. El poder acceder a gran cantidad de información no significa

estar mejor informado o formado, es necesario por tanto dotar al estudiante de

herramientas que le permitan discriminar la información relevante de la que no lo

es, así como distinguir la información con fines tendenciosos o manipuladores.

- Sobrecarga de información. Internet ofrece la posibilidad de obtener mucha

información en un corto espacio de tiempo, por ello es posible que el estudiante

no disponga del tiempo para poder reflexionar e interiorizar la información

34

relevante, produciéndose en algunos casos sobrecarga de información y dando

lugar al efecto de saturación cognitiva, que impediría el aprendizaje (RIBAS,

2001). Para evitar este efecto negativo, los alumnos deben ser conscientes de este

proceso, de modo que puedan establecer una temporalización o sincronía entre la

información externa y sus procesos mentales cognitivos. Asimismo, es aconseja-

ble dotar a los alumnos de herramientas que les faciliten el análisis de la

información para una mejor comprensión e interiorización de la misma –por

ejemplo mapas conceptuales-. Finalmente, el conocimiento de este efecto de

saturación, que casi toda persona ha sentido alguna vez al navegar por internet,

debe llevar a los programadores de aplicaciones educativas multimedia a

diseñarlas con un perfil que facilite el aprendizaje y la comprensión de los

conceptos relevantes, creando estructuras que no propicien la pérdida o la

sobrecarga cognitiva.

- Dependencia tecnológica. Otro de los riesgos de la aplicación de las TICs, como

indica J.M.Sancho (1995), es el hecho de que con el uso de los sistemas

informáticos en la educación se le acabe dando un mayor valor al “saber cómo”

frente al “saber qué o sobre qué”, con las consiguientes carencias en cuanto a la

construcción de significados, el aprendizaje autónomo, la dotación de sentido, la

comprensión y el aprender a aprender. Sólo un uso adecuado de los medios

tecnológicos al servicio de la educación y la construcción de conocimientos

evitará esta dependencia tecnológica. Sólo de esta manera los medios y recursos

utilizados estarán subordinados al proceso educativo, no a la inversa.

Independientemente de estas ventajas e inconvenientes, nada de todo esto se podrá llevar

a cabo sin atender al hecho de que el papel de los especialistas en los procesos educativos

va a ser fundamental en los próximos lustros para analizar las condiciones en las que se

debe producir el hecho educativo y cómo se deben integrar en él las TICs, con el fin de

que la sociedad de la información se traduzca en la sociedad del conocimiento y del

aprendizaje. En esta línea de discurso, son interesantes las aportaciones de J.A. Marina,

al distinguir entre sociedad de la información, sociedad del aprendizaje y sociedad de la

inteligencia:

1) Sociedad de la Información es el sistema de comunicación hecho posible por: 1)

redes de comunicación baratas, abiertas y globales; 2) procedimientos rápidos de

acceso a la comunicación y de elaboración de la información; y 3) bancos de datos

masivos y continuamente actualizados.

35

2) Sociedad del Aprendizaje es un sistema cultural que necesita, para sobrevivir, que

los individuos estén sometidos a un proceso continuado de educación y aprendiza-

je (lifelong learning), para mantener el bienestar social y el progreso económico.

3) Sociedad de la Inteligencia es un concepto operativo que se define por la idea de

"inteligencia mancomunada". Los grupos, en cuanto “sistemas autorreferentes de

comunicación, interacción y relaciones afectivas, aumentan o disminuyen la

capacidad de los individuos para resolver problemas, desarrollar la capacidad

creadora o alcanzar mayores niveles de bienestar" (MARINA, 1999: 14).

Es evidente que los profesionales de la educación no pueden quedar al margen de los

cambios que la llamada sociedad de la información ya está provocando en los procesos

de enseñanza y aprendizaje. Si se van a producir transformaciones en nuestros modelos

de estructuración del conocimiento, los docentes y educadores no deben y no pueden

quedar al margen del análisis y estudio de dichos cambios y de las soluciones a los

problemas que puedan surgir. Algunos de los principales aspectos que cabe analizar al

respecto de esta aportación docente son los siguientes:

1) La evolución de los ordenadores ha permitido disponer de herramientas cada vez

más potentes y versátiles. De especial relevancia a la hora de su implementación en

la educación son los siguientes:

- Menor coste junto a mayor potencia.

- Entornos más amigables y sencillos.

- Proceso de información multimedia.

- Acceso a internet y los servicios telemáticos.

Estas características hacen de los ordenadores instrumentos con grandes posibilidades

de uso en las aulas, sobre todo desde el momento en que el coste de los aparatos y el

software asociado a ellos está al alcance de casi todos los bolsillos. Los ejemplos de

ello son cada vez más. A modo de muestra baste citar la progresiva sustitución de los

materiales impresos en papel (libro de texto, cuaderno de actividades, etc.) por los

digitales, en aparatos electrónicos personales. Son cada vez más los centros educati-

vos de todos los niveles y ámbitos que utilizan en sus clases y actividades diarias

tablets, smartphones y pizarras digitales para el desempeño de la labor docente. Este

es un fenómeno imparable porque, al margen de sus ventajas desde el punto de vista

pedagógico, comporta también un menor coste de los materiales educativos para las

familias, los alumnos y el profesorado.

36

2) A pesar del esfuerzo realizado para destinar amplios recursos a la informatización

de los centros educativos, actualmente el problema de la integración de las TICs en la

educación no se establece tanto en relación al equipamiento físico de ordenadores

como en relación a la utilización que de los mismos se haga en el proceso educativo,

y a la influencia que los mismos tendrán sobre la estructura organizativa de los

centros. A pesar de que los recursos TICs han sido rápidamente asumidos para la

gestión de los centros, esta influencia ha sido muy limitada en los centros de educa-

ción formal, debido principalmente a las características de los mismos y a las

reticencias de parte del profesorado (CABERO, 1998). En este sentido, la integración

del ordenador en el sistema educativo, supone en muchos casos un cambio en los

modos de impartir la docencia y en los valores y roles que han prevalecido durante

siglos.

3) Abundando en lo anterior, existen diversos factores que tienen una influencia

directa sobre el proceso de integración de las TICs en el proceso educativo, cuyo éxito

depende en gran medida de su correcta aplicación. Los más evidentes son los

siguientes:

- Políticas y proyectos institucionales que doten de recursos y dinamicen la inte-

gración de las TICs en la educación.

- Centros facilitadores del proceso que alienten y promuevan la innovación a

través de las TICs.

- Profesores innovadores formados en TICs y en su uso pedagógico.

- Reconocimiento por parte de las autoridades educativas de dicho esfuerzo en

innovación por parte de determinados centros y profesionales.

En definitiva, la importancia del apoyo institucional a los centros escolares debe centrarse

cada vez más en el apoyo a maestros y alumnos. Más allá de la dotación de recursos,

existen, por un lado, necesidades de formación del profesorado que deben ser resueltas,

y, por otro, cuestiones relativas al diseño y la producción de materiales válidos para los

procesos de enseñanza y aprendizaje. Y es que la cuestión clave del uso de los medios

informáticos y audiovisuales en educación recae directamente sobre los usos concretos y

no sobre los medios en sí mismos. Para muchos docentes, es un gran reto la implantación

de las nuevas tecnologías informáticas en el mundo educativo. Pero el papel del

aprendizaje es básicamente lograr el desarrollo integral de la persona, preparándola para

el mundo que le corresponde vivir. Según esto, la introducción de la tecnología

informática en la educación tendría por objetivo preparar a los alumnos en su adaptación

37

al mundo tecnológico en el que están inmersos. Por ello, la alfabetización informática

debería ser uno de los objetivos de la enseñanza básica, pero como indica Cabero: “el

concepto que usualmente tiende a manejarse de alfabetización informática es que el

alumno domine algún lenguaje de programación, lo cual creo que es un error, ya que la

alfabetización informática debe de perseguir objetivos más amplios, y me atrevería a decir

que útiles: formación en una cultura general de las diversas actividades que pueden

realizarse por medio del ordenador, formación en usos específicos de la informática,

formación en su utilización como herramienta para la resolución de problemas,

procesamiento y análisis de datos, hoja electrónica, formación en la cultura de la informá-

tica, limitaciones de los ordenadores, capacidad para manejar distintos programas...”

(CABERO, 1994: 123)

También desde la Comisión Europea se plantea la necesidad de que el sistema educativo

actual proporcione un primer acceso a los equipos y programas informáticos, de modo

que los estudiantes aprendan a utilizar la tecnología Pero además, se realiza especial

hincapié en que esta fase de aprendizaje "básico" de la tecnología debe continuarse con

la fase "utilizar para aprender", esto es, el estudiante estará preparado para utilizar la

tecnología como una herramienta que le permite hallar información y comunicarse,

integrando está metodología de trabajo en el proceso de innovación del propio sistema

educativo.

Finalmente, de manera complementaria a su utilización en el proceso educativo, las

nuevas tecnologías de la información han producido cambios importantes en las

dinámicas sociales, de manera que se hace necesario prestar atención a su incidencia en

la dinamización del sector cultural, especialmente en los modos de consumir y producir

información, en el cambio en el concepto de usuario, y en la creación, proyección y

desarrollo de proyectos culturales. También para la producción cultural las nuevas

tecnologías asociadas a las redes sociales y la web 2.0 y 3.0 -blogs, podcast y wikis entre

otros- permiten generar herramientas de creación, conocimiento, participación, etc.,

donde el tipo de comunicación deja de ser unidireccional para ser bidireccional o más

bien multidireccional. El usuario ahora decide formar o no parte activa de un determinado

proyecto o iniciativa. Muchas de estas tecnologías han sido desarrolladas de forma

colaborativa y posibilitan trabajar en red, ampliando no solo la participación sino los

espacios para la discusión. De esta manera el usuario pasa de ser un simple consumidor

de información a ser productor de la misma. Cosa distinta es la calidad o el alcance de

38

dichos trabajos y proyectos, abarcando desde iniciativas de ámbito local o vecinal hasta

proyectos de investigación o de índole universitaria de ámbito internacional.

Pero las TICs, además de plataformas desde las cuales se pueden impulsar nuevos

proyectos digitales de carácter cultural, son al mismo tiempo un valiosísimo recurso de

difusión de los mismos. Y de este segundo aspecto el sector cultural no está quizás

sabiendo sacar todo el partido por razones varias (falta de formación, costes, descon-

fianza, etc.). Aunque no se trata de hacer borrón y cuenta nueva, y volcarse exclusiva-

mente en las redes sociales, desestimando los medios publicitarios y de comunicación ya

existentes (visuales e impresos) y sus posibilidades para la difusión de la cultura, se deben

hacer esfuerzos para buscar la complementariedad, aprovechando los recursos

tradicionales (revistas, periódicos, programas de TV) en combinación con las nuevas

posibilidades que las TICs ofrecen: mayor movilización de contenidos, interactuación

con el público o el usuario, trabajo participativo, etc. Las instituciones, industrias

culturales, colectivos, editoriales, productores musicales, cines, teatros, museos,

creadores de videojuegos, etc., se están abriendo de manera creciente a la posibilidad de

trabajar en red y servirse de este tipo de herramientas o plataformas. Vivimos en la era de

la instantaneidad, en la que el grado de satisfacción de la sociedad se mide en términos

de inmediatez, y las TICs funcionan bajo esta dinámica. Hay que reconocer que el mundo,

la información y los contenidos culturales se mueven y circulan ya de manera creciente

a través de las redes. Dando por hecho que este proceso es irreversible, las posibilidades

de aplicación de las nuevas tecnologías en el ámbito cultural son básicamente tres:

- Instrumental, mediante la digitalización de objetos culturales de todo tipo,

catálogos interactivos, etc., y su distribución vía web.

- Informativa, mediante una comunicación virtual entre ciudadanos, científicos

y artistas a través de medios como Facebook, Twitter, etc.

- Creativa, mediante la formación de redes, estableciendo conexiones y contac-

tos entre los distintos sectores culturales..

Hay que reconocer que las TICs amplían las perspectivas para el ámbito cultural,

exigiéndole diseñar estrategias creativas que impacten, dinamicen las ideas y los conteni-

dos que se ofrecen al público, exigencias que por supuesto también deben aplicarse para

los medios impresos.

39

2.2. Social

Claramente se observan dos grandes tendencias respecto al impacto de las nuevas

tecnologías en las relaciones sociales interpersonales. Por un lado aquella que pone el

acento en los efectos negativos, como el aumento de las depresiones, la soledad o el

abandono de relaciones existentes (NIE y ERBRING, 2000; NIE, 2001); y por otro

aquella que habla de efectos psicológicos y sociales positivos asociados a las nuevas

tecnologías, de manera que, en oposición a la postura anterior, piensa que cuanto más se

usa internet, mayores son también las relaciones cara a cara con los amigos y la familia

(KRAUT et al., 2002).

Al contrario de lo que pudiera parecer en un principio, la gente que utiliza las nuevas

tecnologías no es más pasiva, sino que ha trasladado su campo de actividad en mayor o

menor medida al mundo virtual (FISCHER, 1992; HUGHES et HANS, 2001). Las nuevas

tecnologías poseen cualidades únicas como medio de comunicación, incluyendo un

relativo anonimato y la posibilidad de entrar fácilmente en contacto con otras personas

que comparte intereses comunes. Nuevamente en contra de opiniones bastante difundidas,

algunas investigaciones han demostrado que el anonimato favorece aspectos tales como

la participación y la expresividad, mientras que la ausencia relativa de interacción física

y verbal facilita la formación de relaciones basadas más en creencias y valores comunes.

Eso no significa que las relaciones online no tengan sus inconvenientes, pero quizás no

son aquellos que inicialmente creíamos. Por ejemplo, el limitado “ancho de banda” propio

de la comunicación a través de internet tiende a crear malinterpretaciones o a dejar

algunas cosas sin aclarar, como se verá a continuación. Pero lo que parece ya a día de hoy

superado son determinados supuestos peligros como, por ejemplo, que el uso de las

nuevas tecnologías hace a sus usuarios más proclives a padecer depresión o soledad, o

que supone un peligro para la comunidad, antes bien todo lo contrario. De hecho, las

nuevas tecnologías, sobre todo el correo electrónico, han facilitado la comunicación y por

tanto el estrechamiento de lazos entre amigos y familiares, especialmente aquellos que

están distantes y no pueden ser visitados de manera regular y frecuente. Además de

mantener las relaciones que ya se tienen, internet y las nuevas tecnologías asociadas a él

son un campo abonado para establecer otras nuevas, con preferencia por aquellas que

tienen que ver con intereses y valores compartidos (HATFIELD et SPRECHER, 1986).

En numerosas ocasiones incluso las relaciones inicialmente establecidas a través de la red

acaban convirtiéndose en relaciones en el mundo real, a través del teléfono y el cara a

40

cara, lo cual acaba con el mito de internet como obstáculo para la “vida real” de las

personas.

Pero la falta de solidez de determinados prejuicios no puede enmascarar algunos

incuestionables efectos negativos de la sociedad de la información como, por ejemplo, la

suplantación de personalidad o el creciente control de los datos de la población desde

instancias políticas o de otro tipo (MANASIAN, 2003; SHAPIRO, 1999). Estos aspectos

serán tratados en profundidad cuando se analice el impacto de las nuevas tecnologías

sobre la actividad política, puesto que ahora el propósito de este apartado es centrarse en

el impacto sobre la vertiente social, e incluso psicológica, en la medida en que las nuevas

tecnologías han facilitado la aparición de un entorno alternativo de relaciones sociales.

Como Lea y Spears (1995) y O’Sullivan (1996) ya propusieran hace tiempo, estudiar

cómo se establecen las relaciones en internet nos obliga a su vez a repensar nuestras

relaciones tradicionales, basadas en la presencia física, especialmente la asunción genera-

lizada de que éstas son esenciales para relacionarnos correctamente unos con otros. Al

ofrecer una manera alternativa de relacionarnos, con nuevas reglas y, en cierta medida,

con diferentes resultados, las nuevas tecnologías ponen sobre el tapete aspectos de las

tradicionales interacciones sociales cara a cara sobre los que cabe recapacitar. Por

ejemplo, nunca hasta el advenimiento de las nuevas tecnologías había surgido la pregunta

acerca de si el factor clave en la comunicación tradicional es la presencia de rasgos físicos

y no verbales o lo es, a diferencia del correo electrónico, la inmediatez en la respuesta

(TYLER, 2002). Aunque la solución a este interrogante no está clara, ya que parece haber

tanto ejemplos de casos en los que una interacción social a través de la red lleva a mejores

resultados como de lo contrario, lo cierto es que la comunicación virtual ya forma parte

de nuestras vidas y habrá que adaptarse a ella se quiera o no.

Internet y las nuevas tecnologías que se están desarrollando a su abrigo tienen marcadas

diferencias con otras tecnologías de la información previas, como ya se ha analizado con

anterioridad. Y quizás sea en las consecuencias sociales de su uso en donde más se haya

investigado hasta el momento (McKENNA et BARGH, 2000). Especialmente dos de

estas diferencias han capitalizado la atención en el campo de la investigación de la

relación entre hombres y computadoras, por un lado, y entre las personas a través de las

computadoras por otro. La primera se refiere a la posibilidad de permanecer relativamente

anónimo en internet, lo cual nos lleva a su vez a analizar las consecuencias sobre el

desarrollo de las relaciones interpersonales y la participación en grupos. La segunda hace

referencia al hecho de que las comunicaciones mediatizadas a través de las computadoras

41

son básicamente diferentes de aquellas que tenemos cara a cara en aspectos como la

ausencia de rasgos no verbales (tono de voz y expresiones faciales), y de otros rasgos per-

sonales potencialmente influyentes, como el atractivo físico, el color de la piel o el género.

Como se verá más adelante además, el advenimiento de las sociedad de la información

ha dado pie a interpretaciones en las que se rediseñan totalmente los lugares y espacios,

la Geografía en definitiva, en base a supuestos que establecen nuevos marcos de

relaciones sociales entre los individuos y los grupos sociales. Por tanto es necesario

averiguar cuál es el estado de la cuestión en lo relativo a los efectos que las nuevas

maneras de relacionarnos están teniendo sobre nuestras interacciones sociales.

Un primer enfoque al respecto es el ya clásico de Sproull y Kiesler (1985), denominado

“comunicación mediatizada a través de la computadora” (computer mediated communi-

cation o CMC), que se centra en los aspectos tecnológicos del correo electrónico y otras

formas de comunicación basadas en las nuevas tecnologías. Según estos autores este

fenómeno limita el “ancho de banda” (bandwith) de las comunicaciones sociales si lo

comparamos con otros medios de comunicación clásicos, como el cara a cara. Los citados

autores consideran a la CMC una experiencia comunicativa empobrecida que comporta

una reducción de las claves sociales disponibles, y por tanto una mayor sensación de

anonimato. Esto a su vez provocaría un efecto individualizador que desembocaría en un

comportamiento más centrado en uno mismo y menos socialmente regulado de lo usual

hasta ahora. La suplantación de personalidad o el anonimato, la difamación y el insulto a

través de las redes sociales, o el ciberacoso, podrían ser ejemplos evidentes de ello. Esta

reducción y empobrecimiento de la comunicación, comparada con la más rica y fluída

comunicación cara a cara, tendría necesariamente efectos negativos sobre la interacción

social. En esta línea de investigación se da por hecho que es el canal de comunicación

usado, es decir internet y las TICs asociadas a dicha red, el elemento determinante a la

hora de predecir el efecto sobre nuestras relaciones sociales.

Sin embargo Spears (2002) contrasta este punto de vista con otro en el que, por el

contrario, el acento se pone en las metas y necesidades personales de los usuarios o grupos

de usuarios de las nuevas tecnologías, que aquí se consideran el factor determinante a la

hora de explicar el impacto sobre la interacción social entre humanos. Según este segundo

punto de vista los propósitos particulares de los individuos determinan el resultado de la

interacción, independientemente de las características específicas del canal de comunica-

ción en el que dicha interacción tiene lugar.

42

Un tercero y más reciente punto de vista pone el foco en la interacción entre las caracterís-

ticas del canal de comunicación utilizado y las necesidades y metas de los que las utilizan,

teniendo también en consideración el contexto social en el que se produce dicha

interacción (BARGH, 2002; McKENNA et BARGH, 2000). Con este nuevo enfoque las

características específicas de las nuevas tecnologías de la información y comunicación,

junto a los propósitos concretos de los usuarios producen unos determinados resultados,

pero estos a su vez pueden ser muy diferentes dependiendo del contexto social. Una

determinada red social puede promover la participación ciudadana en la política, pero la

persistencia de, por ejemplo, situaciones de discriminación de género entre determinados

colectivos dará un resultado distinto para una misma iniciativa allá donde exista dicha

discriminación que donde no.

Ello nos lleva a su vez a un contexto muy a tener en cuenta: nuestras relaciones en el

trabajo, ya que finalmente es nuestro mayor lugar de relaciones. Ya en 1980, antes de que

internet fuera un fenómeno de masas, Sara Kiesler y sus colegas (KIESLER et al., 1984)

llevaron a cabo una investigación sobre los efectos interpersonales de la comunicación

online en el seno de las organizaciones y lugares de trabajo. En coherencia con su modelo

de ancho de banda limitado en las relaciones interpersonales, una de las conclusiones de

sus estudios fue que la individualización propia del modelo CMC producía un incremento

de la hostilidad y la agresividad. Sin embargo posteriores estudios, llevados a cabo por

Walther et al. (1994), y Postmes y Spears (1998), concluyeron que no hay evidencia de

un incremento de la hostilidad y la agresividad entre los comunicantes. Desde la perspec-

tiva de la teoría de la identidad social (social identity theory), Spears y sus colegas

(REICHER et al., 1995; SPEARS et al., 2002) argumentan que la comunicación

mediatizada a través de la computadora no es en realidad individualizante sino desperso-

nalizante, de manera que el resultado final de las interacciones sociales via internet y las

nuevas tecnologías, al llevarnos a una disminución de la importancia del individuo,

provoca que la identidad basada en la pertenencia al grupo se refuerze, de manera que el

efecto real es el de incrementar la conformidad con las normas locales de grupo. Muchas

de las denominadas “tribus urbanas” consiguen su cohesión de grupo a través de

relaciones en internet. Personas que no se han conocido ni probablemente se conozcan

personalmente en la vida se organizan y establecen relaciones de todo tipo a nivel

planetario para defender intereses diversos. Los ejemplos que podrían citarse son

innumerables, pero todos ellos demuestran que si nuestras actuales relaciones online nos

llevan o no hacia un comportamiento mejor o peor en relación con la comunicación cara

43

a cara dependerá del contenido particular de dichas normas de grupo. Algunos estudios

recientes arrojan luz sobre este aspecto. Cummings et al. (2002) llegaron a la conclusión

de que el e-mail es considerado tan útil como las interacciones cara a cara a la hora de

llevar a cabo un trabajo o relacionarse socialmente. Igualmente Jones (2002) concluyó

que el 60% de los estudiantes consideran a internet como algo beneficioso para sus

relaciones, mientras que tan sólo un 4% estima que la red tiene un efecto negativo.

Por otro lado, Thompson (THOMPSON et NADLER, 2002) ha llevado a cabo una amplia

investigación sobre el proceso y resultados de las negociaciones a través de la red (“e-

gotiation”), comparándolas con aquellas que se realizan cara a cara. Al hacerlo ha

encontrado algunos aspectos importantes a resaltar. Según dicha investigación uno de los

principales problemas deriva de lo relativo a las demoras en la contestación a los correos

electrónicos o en malinterpretaciones acerca de las motivaciones de aquellos con los que

se negocia. Al parecer las personas tienden a dar por sentado que nuestros mensajes son

leídos instantáneamente una vez enviados, de forma que cualquier retraso en la contesta-

ción es interpretado muchas veces como falta de interés por la otra parte. Estos descubri-

mientos sobre la gran desconfianza en las comunicaciones online, en comparación con

las relaciones personales directas, se ven sin embargo matizados cuando se atiende a las

relaciones comenzadas en internet, y sirven a la vez de ejemplo sobre cómo los efectos

interpersonales de internet varían en función del contexto social. Thompson también nos

ilustra acerca de un curioso fenómeno que mejora en parte esa desconfianza previa que

las relaciones de negociación en la red crean inicialmente. Se refiere al uso del teléfono

antes del inicio de las negociaciones en internet (THOMPSON et NADLER, 2002). Otros

estudios señalan también el papel del teléfono a la hora de mantener relaciones laborales,

como si este pudiera ser considerado un puente entre el mundo real y el virtual. El estudio

de Cummings (2002), comparando los modos de comunicación online y offline, sitúa al

teléfono entre estos últimos, junto a las relaciones personales cara a cara, y muestra como,

desde banqueros hasta compañeros de estudios, consideran a las relaciones offline como

más apropiadas para establecer relaciones personales extralaborales. Nie y Erbring (2000)

consideran por su parte al teléfono como “real”, mientras que a internet no. Desde este

punto de vista la sustitución del e-mail por el teléfono es considerada como una pérdida

de contacto con el ambiente social. Finalmente otros estudios (McKENNA et al., 2002),

relativos a las relaciones establecidas inicialmente a través de la red, demuestran que la

mayoría de las personas que decidieron trasladar dicho contacto a la vida real tuvieron,

previamente a ello, una conversación telefónica.

44

Pero más allá de nuestras relaciones interpersonales, en el ámbito más amplio de las

relaciones como parte integrante de grupos o colectivos sociales, existe un consenso

generalizado sobre la idoneidad de las TICs para fomentar el acceso igualitario a la

información, para integrar a personas con desventajas sociales, y para desarrollar áreas

menos favorecidas. Las TICs rompen barreras geográficas y de movilidad, y contribuyen

al acercamiento entre personas, sectores económicos y sociales, y países. El conocimiento

está, en principio, a disposición de todo el mundo. Es indudable que el uso de las TICs

trae o puede traer resultados positivos, como el simplificar y agilizar el acceso a más

fuentes de información actualizada; el incremento de formas de intercambio rápidas y a

un bajo costo, que permitan la apertura de nuevas ventanas más allá de lo local; el

fortalecimiento de una participación consentida e informada, tanto de organizaciones y

grupos de la sociedad civil, como de investigadores e investigadoras, que rompen así

barreras geográficas para ser parte de diálogos, aprendizajes e intercambios. Así, las TICs

pueden ayudar a personas y organizaciones a fortalecer su imagen y su autoestima, a

abrirse espacio y dar a conocer al mundo sus intereses y prioridades.

En términos generales, las TICs pueden devenir en un apoyo para que muchos se sientan

parte activa y capaz en una sociedad. Sin embargo, cada vez son más también las voces

que alertan de los peligros que esta sociedad del conocimiento lleva consigo. Existe un

riesgo claro de que se produzcan nuevas desigualdades, o se acentúen las ya existentes.

La generalización del uso de las TICs trae consigo nuevos riesgos de exclusión social

para aquellas personas que no puedan aprovecharlas, por razones geográficas, económi-

cas, sociales o de formación. Sin olvidar que, con demasiada frecuencia, nuestra mirada

no va más allá de nuestro entorno inmediato, de países desarrollados social y económica-

mente, y no nos damos cuenta de que esa sociedad de la información, aparentemente

omnipresente sólo alcanza a una pequeña parte de la población mundial, mientras la

mayoría ni siquiera dispone de teléfono o electricidad, y hay cientos de millones de

personas que jamás llegarán a leer. Las últimas proyecciones al respecto nos dan una cifra

de 738 millones (ROSE, 2013: 105). A nivel mundial, afirmaciones como la del comuni-

cado de prensa de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en enero de 2001: "La

brecha digital es amplia y cada vez mayor. Una gran parte de la población mundial se

encuentra tecnológicamente desconectada” dan qué pensar. En un estudio llevado a cabo

por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 2001) se

identificaban diversos factores que son determinantes en la generación de esta brecha,

tales como la facilidad de acceso a los ordenadores y a internet, dependiendo de la

45

situación socioeconómica y étnica, así como de la edad y educación. Las diferencias

geográficas entre pueblos, regiones y países son también variables que alimentan la

brecha digital. En lo que es ya nuestro espacio económico y social común, la Unión

Europea (UE), aparecen también señales de peligro. La rapidez con que se desarrollan las

TICs puede producir disparidades regionales. La competencia mundial coloca también a

la UE en la situación de afrontar nuevos retos para evitar una pérdida de competitividad.

Los poderes públicos empiezan a estar atentos ante la creciente posibilidad de que los

beneficios de la sociedad de la información se concentren en áreas metropolitanas y

regiones más desarrolladas, y de que se excluya a grandes sectores sociales. En nuestro

entorno capitalista, de mercado, de sociedad desarrollada económica y socialmente "La

fractura fundamental (…) ya no viene determinada únicamente por el acceso a la

propiedad de los medios de producción, ni siquiera por el factor de división en grupos de

estatus determinado por las diferencias en el consumo. El acceso a la información, y a

través de ella al conocimiento, condiciona hoy en mayor medida la división y la

estratificación social. De ahí que hoy hablemos, también de inforricos e infopobres como

categorías sociológicas reales." (BAIGORRI, 1998: 3). Una de las consecuencias de esa

brecha es la aparición de nuevas desigualdades entre los oferentes de trabajo. En un

entorno laboral tan cambiante como el actual, la información, la formación, la educación

y el aprendizaje durante toda la vida son activos esenciales. Y es en este contexto donde

la brecha digital se abre cada vez más deprisa. Se establecen dos polos: por una parte

aquellos con acceso libre y continuo a las TICs y por otra quienes tienen un acceso difícil,

costoso y a veces imposible. Esta diferencia de acceso tiene su origen tanto en las

infraestructuras como en la formación, cultura y educación de las personas. La brecha

produce una nueva división, que se manifiesta en dos vertientes: entre países y dentro de

cada país. Entre países se establece una competencia que puede hacer que las personas

formadas vayan hacia los países “conectados”, y a la vez que se destruyan empleos en los

“no conectados”. Dentro de cada país por otro lado, se genera una nueva segmentación

en el mercado laboral en función de la cantidad y calidad del acceso a las TICs, lo cual

va a condicionar las circunstancias de acceso al mercado laboral y las características de

los puestos conseguidos: aquéllos con mejor acceso tendrán privilegios de entrada y

elección del puesto de trabajo. En muchos casos estas desigualdades no harán sino

añadirse a las ya existentes por causas económicas, sociales y culturales. Sirva como

ejemplo que en la UE, los desempleados usan internet la mitad que los empleados, y las

amas de casa participan poco en la sociedad de la información (Comisión Europea, 2001)

46

Por tanto “Internet es un medio potencial para aumentar las desigualdades sociales,

económicas, culturales y de distinta índole, así como para hacer que las nuevas oportuni-

dades se distribuyan solo entre quienes tienen acceso a ésta (…). Las TIC pueden

provocar separación y aislamiento. Hay personas y grupos que reducen cada vez más sus

intereses y su quehacer cotidiano a pequeños claustros de intercambio cibernético. Solo

una ciudadanía informada, organizada y capaz de apropiarse responsable y equita-

tivamente de los recursos de la Internet, puede hacer frente a las amenazas que implica la

introducción de las TIC en la sociedad” (SÁNCHEZ, 2007: 159).

2.3. Político

Por expresarlo claramente, las nuevas tecnologías nos permiten conseguir el fin del oligo-

polio de la información y caminar hacia un nuevo paradigma de la comunicación y la

transmisión del conocimiento.

Las redes sociales y las nuevas tecnologías permiten en la actualidad expresar opiniones

en entornos sociales virtuales y obtener una respuesta en tiempo real de otros usuarios.

Según Dominique Cardon los límites entre lo privado y lo público se están difuminando,

y es más posible que nunca discutir sobre asuntos políticos en una conversación ordinaria.

La línea de demarcación entre la esfera privada y pública ya no está clara y esta última ha

transcendido sus fronteras tradicionales: “la web ha invadido el espacio público transfor-

mando las nociones de visibilidad y publicidad” (CARDON, 2010: 36).

Los intercambios en las redes sociales, gracias a las nuevas tecnologías, ofrecen unas po-

sibilidades hasta ahora desconocidas desde el punto de vista de la información. Este

mundo ya no es más el lugar exclusivo de los medios de comunicación tradicionales, sus

élites y sus instituciones, puesto que ahora la información se construye también gracias a

las aportaciones de usuarios de cualquier raza, cultura, extracción social o categoría

profesional. Además internet y las nuevas tecnologías permiten no sólo comunicarse de

manera más eficiente sino también hablar de asuntos que tradicionalmente han interesado

poco a los medios de comunicación. Este hecho parece haber puesto fin al oligopolio de

la información, al control de la misma por unos pocos. Ahora por el contrario la

producción de la información está progresivamente descentralizándose y escapando al

control de los guardianes tradicionales de la ortodoxia informativa, que hasta ahora tenían

el privilegio de decidir qué información era la susceptible de ser ofrecida al usuario y qué

otra no. Dicha élite, editores, periodistas y profesionales de la información ya no tienen

47

la exclusividad de dicho rol, desde el momento en que los usuarios, con un simple “clic”

en su terminal, deciden que sitios de información adquieren relevancia y cuáles pasan al

olvido.

Es más, cualquiera puede contribuir a los contenidos de internet. Quizás el ejemplo más

famoso sea Wikipedia, en donde los artículos son supervisados de manera horizontal por

los usuarios del sitio web, y donde estos mismos pueden enmendar, rectificar o comple-

mentar la información allí sin que se carezca, por otro lado, de mecanismos de control de

calidad normalmente suficientes. La información y el conocimiento son así construidos

en un ambiente colaborativo. Esta socialización del conocimiento y la información, como

ya se ha comentado en apartados anteriores, supone una verdadera revolución similar a la

que en su tiempo supusieron anteriores innovaciones en el campo de las tecnologías de la

información (el lenguaje, la imprenta, el teléfono, etc.), y que también supusieron un

cambio radical en el modelo de creación y difusión del conocimiento y la información,

poniendo en cuestión al mismo tiempo las relaciones de poder subyacentes al manejo y

control de los mismos.

Al cambiar la forma, el contenido, los métodos y la velocidad de la información, las

nuevas tecnologías han cambiado también el paradigma de la comunicación. Ésta ya no

puede ser vista por más tiempo como la transmisión de un mensaje por parte de una

persona a otras varias. De alguna manera la idea de flujos de información multidireccio-

nales entre individuos o grupos de gente parece ser la más apropiada. En este nuevo

contexto de flujos de información –en los cuales no hay una dirección predeterminada y

donde todo puede ser almacenado o rechazado- cualquiera puede escoger entre ser un

mero consumidor o pasar a ser un coautor.

Estos aspectos se convierten en relevantes a la hora de analizar las relaciones entre nuevas

tecnologías -especialmente internet-, política y democracia. Dos cuestiones surgen inme-

diatamente en cuanto se analiza desde esta perspectiva: quién es el responsable de la

información por un lado, y cómo se prioriza la misma, por otro. Es decir, el grado de

“visibilidad” y accesibilidad disponibles cuando se realiza una búsqueda en la red.

Los medios de comunicación tradicionales son los predominantes todavía hoy en día, pero

la pregunta es cada vez más hasta cuándo eso será así. Internet especialmente es ya un

complemento para los mismos y, gracias al desarrollo de internet móvil, la gente tiene

cada vez más acceso permanente a la información independientemente de su localización.

Internet es virtualmente ubicua y virtualmente capaz de acoger cualquier tipo y cantidad

48

de contenido. Esto permite al usuario leer, escuchar y obtener información actualizada,

procesarla y complementarla.

De hecho cabe preguntarse si se puede trazar una línea divisoria entre estas nuevas formas

de comunicarse y las hasta ahora tradicionales, o más bien certificar la creciente integra-

ción de unas en otras. Así, vemos como los medios de comunicación clásicos están muy

presentes en la red, luchando por conseguir más audiencia, pero en este caso en un

ambiente menos sujeto a regulaciones y más competitivo. Los profesionales de la

información y los periodistas se afanan por estar bien presentes en Facebook, Twitter y

otras redes sociales. Los artículos de prensa, las imágenes y textos de los noticiarios

circulan también en la red, y la mayoría de publicaciones diarias y semanales tienen una

versión digital. Las televisiones que tenemos en casa son ya obsoletas y sus sustitutas

online ya está disponibles, con pantallas que van a tener tantas funciones como un pad.

(MORLEY, 2014). Las implicaciones de todo ello en el ámbito de la política son innúme-

rables:

a) Protesta política

Esta revolución en el mundo de las comunicaciones tiene y va a tener una relevancia

crucial en el mundo de la política. Su impacto va a ser inmediato en términos de

manejo y diseminación de la información, dando lugar a la coalescencia y aparición

de grupos y movimientos políticos más menos estructurados.

La web no es sólo un foro de libre expresión sino también el lugar donde la gente es

capaz de movilizarse con un alto grado de eficacia. No hay más que ver el poder de

convocatoria de ciertos happenings o mob flash para certificarlo.

Dominique Cardon (2010: 82) establece una diferencia -en relación con los procesos

de acción colectiva en la red- entre cooperación débil y fuerte (weak and strong). La

primera se refiere a formas de agrupamiento ocasionales y con un fin limitado y

específico. La segunda da lugar sin embargo a esfuerzos más prolongados en el

tiempo, dirigidos a reforzar lazos y mantener valores, sin que ello sea menoscabo para

actuaciones más puntuales con las cuales se pretende adquirir recursos y medios para

llevar a cabo las acciones planeadas, como los colectivos del mundo real. Ambos tipos

de movilizaciones dan lugar a formas extremadamente eficientes de acción política,

como demuestra por ejemplo el denominado movimiento 15M, mediante el cual se

llevaron a cabo movilizaciones pacíficas en 58 ciudades españolas, incluida Madrid,

y en donde se llevó a cabo la ocupación de la Plaza de la Puerta del Sol. Esta

movilización ciudadana rápidamente influyó sobre otros países europeos y otras zonas

49

del mundo, como la tent revolution en Israel o el occupy movement en Estados Unidos,

y continúa hoy en día.

Independientemente de las motivaciones inherentes a estas distintas movilizaciones,

sus demandas y sus resultados, lo que interesa destacar aquí es que todos ellos se han

formado y organizado utilizando las posibilidades que las nuevas tecnologías de la

información y comunicación, y especialmente internet, ponían a su disposición

(teléfono móvil, fotos, whatassap, etc.) y a través de websites que les sirven de

plataforma como ¡Democracia real ya!, o Anonymous.

Las distintas etapas de creación de un movimiento de protesta son las mismas de

siempre: concreción de las demandas, circulación de la información, búsqueda de

apoyos y nuevos miembros, y organización de las acciones de protesta. Lo novedoso

ahora es que es posible, sin coste alguno, hacer circular los motivos de la protesta

rápida y masivamente, y también comprobar el grado de impacto, es decir cuántas

personas o colectivos más lo han recibido y se suman a la movilización. Ello también

facilita y agiliza la coordinación de las actividades de los colectivos al tiempo que

disminuye los costes financieros.

Una cuestión a la que es difícil dar una respuesta definitiva es si este tipo de fenómeno

puede dar lugar a un mayor grado de implicación en personas y colectivos con escaso

o nulo grado de iniciativa política. Parece probable que los colectivos que tradicional-

mente son activos políticamente lo seguirán siendo, pero también parece probable que

las nuevas tecnologías permitan a otros colectivos que hasta ahora tenían más

dificultades para ello movilizarse y organizarse efectivamente Desde esta perspectiva

internet estaría contribuyendo a incrementar el control popular y por tanto la

democracia, tanto en los estados democráticos como en los autoritarios, al favorecer

la implicación política y ciudadana (MARGETTS; 2013). Las redes sociales, como

Facebook, Flickr y otras, no sólo están siendo utilizadas para la acción política, sino

que también parece que hay evidencias que sugieren que usar internet nos hace más

propensos a votar y participar en política y que incluso el tiempo que utilizamos

surfeando en internet sin obtener los resultados apetecidos es probable que incremente

nuestra actividad política. Además la gente joven, tradicionalmente poco activa en

política, es más propensa a participar en actividades políticas a través de las redes

sociales.

Amanda Clark nos dice que “la reducción de las barreras para identificar y coordinar

individuos y grupos con intereses comunes a través de fórums, blogs y páginas webs,

50

no sólo permite crear comunidades on-line de las más variadas tipologías, sino que

también permite a dichas comunidades participar de manera espontánea en la política

diaria” (CLARK, 2013: 13). De esta manera” los espacios no políticos on-line se

pueden convertir en los lugares donde aquellos típicamente desencantados de la

política discutan de sus asuntos diarios al mismo tiempo que se relacionan entre ellos

y con su comunidad de intereses on-line” (WRIGHT, 2012: 9).

Jeremy Zimmerman, portavoz y confundador de La Quadrature du Net, nos recuerda

el éxito de la iniciativa llevada a cabo para paralizar la adopción del Anticounterfeiting

Trade Agreement (ACTA)5. Este es un ejemplo perfecto de como internet puede

facilitar a una iniciativa, extenderse rápidamente, de manera simultánea en varios

países, y llegar a ser más poderosa políticamente que ciertos intereses económicos.

Es también un excelente ejemplo de cómo, gracias a las nuevas tecnologías, colectivos

que normalmente permanecen en silencio o privados de la posibilidad de expresarse

en un contexto político pueden unir fuerzas sobre aspectos específicos que les afectan

directamente.

Por lo tanto parece que las nuevas tecnologías están fomentado la participación

democrática. Las plataformas basadas en internet han ampliado el rango de

actividades políticas susceptibles de ser llevadas a cabo de manera más activa y

eficiente que hasta ahora. Básicamente el abanico de pequeñas acciones que cada

individuo puede llevar a cabo se ha ampliado enormemente. Apoyo a formaciones,

firmas electrónicas, emisión o visionado de videos en internet, videconferencias,

suscripción a campañas online, etc. Todo este tipo de pequeñas actividades están

empezando a desplazar el mero hecho de votar cada cierto tiempo como la principal

actividad de tipo político que las personas llevan a cabo. En particular las nuevas

tecnologías adquieren especial importancia allí donde la democracia está amenazada

o no existe todavía. En aquellos países en los que los medios de comunicación

tradicionales están bajo el control del gobierno la web, sobre todo, ofrece un canal

para la protesta y la información alternativa que dichos gobiernos encuentran muy

difícil controlar.

5 ACTA es una iniciativa popular a través de internet que ha conseguido paralizar un acuerdo secreto entre 38 países, incluidos los miembros de la UE, encaminado a controlar y censurar la comunicación y la creación cultural online siguiendo el dictado de las grandes industrias del ocio; <http://www.laquadratu-re.net/fr/ACTA>. [13-05-2014].

51

El mejor ejemplo reciente de como la web puede convertirse en el mejor canal para

vehicular el descontento popular quizás sea la denominada “primavera árabe”.

Independientemente del sesgo que los acontecimiento hayan podido tomar en uno u

otro país según sus circunstancias específicas (Libia, Egipto, Turquía, Siria, etc.) es

incuestionable el papel jugado por determinadas redes sociales con base en internet

que han jugado un rol primordial a la hora de llamar a la movilización o en la

diseminación de las noticias e imágenes de lo que en ellos ocurre, tanto dentro como

fuera de sus fronteras. Más ejemplos de este tipo podrían citarse, como los casos de

China y Arabia Saudí, en donde se han utilizado las redes sociales para denunciar la

brutalidad policial o la corrupción. Por esta razón, en contrapartida, las redes sociales

son objeto, cada vez más, de intentos por controlarlas que en algunos casos sobrepasan

los límites de nuestras democracias. Véase si no el cierre temporal de Google en

China, o los más recientes intentos en Turquía por cerrar determinadas redes sociales

especialmente críticas con el gobierno6. Parece conveniente por tanto mantenerse

alerta para evitar que internet se convierta, utilizando cualquier tipo de pretexto, en

un lugar para la censura.

b) La democracia liquida

Una de las consecuencias más relevantes de lo dicho hasta ahora es la emergencia de

un nuevo modelo de democracia en el que se va a producir un desplazamiento desde

las instituciones y organizaciones hacia los individuos. Un cambio social fundamental

se está produciendo desde el momento en que la gente tiene ahora la capacidad, a

través de los medios sociales, de interactuar directamente con instituciones de todo

tipo. Incluso la idea de pertenencia a un partido u organización está en cierto modo

amenazada desde el momento en que los ciudadanos particulares se movilizan, firman

peticiones o protestan electrónicamente sin pertenecer a ningún partido político. El

liderazgo de la acción política se está desplazando desde la idea de un líder

carismático hacia la de movimientos sin un líder concreto. Las redes sociales permiten

a los individuos escrutar organizaciones e instituciones de todo tipo. Los puntos de

referencia de la democracia se están desplazando desde cómo ven el mundo los

parlamentarios a través de sus instituciones, partidos políticos y legislaturas, hacia

6 Las autoridades chinas controlan estrechamente los medios y exigen motores que filtren los resultados de búsqueda en internet para ignorar los vínculos que llevan a contenidos sensibles para Pekín. Las tensiones con el buscador más utilizado, Google, son constantes. Por otro lado en Turquía, en marzo de 2014, se bloqueó el acceso a Twitter, red social en la que se difundieron grabaciones telefónicas entre el primer ministro Erdogan y su círculo, demostrando posibles fraudes de las esferas gubernamentales turcas.

52

comunidades y discusiones que están teniendo lugar fuera de los foros políticos

clásicos. Los nuevos movimientos sociales no son una amenaza para la democracia,

son la democracia.

Los partidos políticos y las organizaciones tradicionales están sufriendo una creciente

desafección, cuando no un manifiesto rechazo que es una llamada de atención para

todos, políticos y ciudadanos. Sin embargo conviene huir de posiciones extrema-

damente bucólicas. Ningún cambio social importante y duradero, ni la estabilidad

democrática parecen posibles sin liderazgo político. La democracia no son sólo los

movimientos sociales, y aunque estos son imprescindibles para aquella, la vida

política y la democracia son procesos más complejos e interrelacionados. Las nuevas

formas de participación política que están siendo fomentadas por las nuevas

tecnologías necesitan por tanto estructurarse atendiendo a las características

específicas de la democracia representativa, a pesar del hecho incontestable de que

representan, por su funcionamiento y el contenido político de su acción, una ruptura

con las formas tradicionales de la política.

De hecho, formas intermedias como solución de compromiso entre lo clásico y lo

novedoso ya están apareciendo. Los inagotables recursos a disposición en internet

combinados con los deseos de renovar las relaciones entre ciudadanía y política han

propiciado ya algunas formas originales de movilización popular que a su vez han

tenido una concreción específica en determinados resultados electorales. Los partidos

piratas, bajo el paraguas global de Pirates Parties International, aparecieron por

primera vez en la escena política internacional en 2006. Con una llamada a unos

gobiernos más abiertos, mayor transparencia política, libre circulación de la

información, acceso a los datos públicos y el libre acceso a la cultura, estas

formaciones políticas han cosechado cierto éxito electoral, especialmente en algunos

países como Suecia y Alemania, y han preparado el camino para formas nuevas de

participación en política, con internet como medio de participación fundamental7. Los

partidos piratas tienen como idea básica la participación popular en la toma de

decisiones de los políticos que los representen. Mediante plataformas interactivas sus

miembros pueden apoyar, enmendar y votar las propuestas de su partido y de sus

7 En las elecciones al Parlamento Europeo de 2009 el Partido Pirata sueco obtuvo dos escaños. Por su parte el Partido Pirata alemán, creado a semejanza del sueco, cuenta con un diputado en esa misma cámara y con 40 escaños en cuatro parlamentos regionales alemanes; <http://www.tercerainformacion.es/spip-.php?article60282>.[12-10-2013].

53

representantes políticos. Para este propósito se usa LiquidFeedback, un software de

acceso libre disponible en internet que permite a los miembros registrados en una

determinada asociación discutir sobre un asunto determinado y después votar si es el

caso. Es lo que ya se conoce como “democracia líquida” (liquid democracy), una

solución de compromiso entre la democracia directa y la democracia representativa

(JANSEN, 2013)

En términos parecidos, el reciente éxito electoral del Movimiento Cinco Estrellas en

Italia o de Podemos en España se fundamentan en el uso masivo de internet en un

contexto de depresión económica y rechazo de los métodos y mecanismos de la

política tradicional. Sus líderes, Bepe Grillo y Pablo Iglesias respectivamente, han

utilizado preferentemente internet y las nuevas tecnologías, antes que los medios de

comunicación tradicionales, para dar a conocer su ideario, y al mismo tiempo sus

seguidores las han utilizado para unir esfuerzos a la hora de luchar por ciertas

reivindicaciones, como carriles bici o la paralización de desalojos de viviendas.

Este activismo político de base ha sido posible gracias al uso de Meet Up, una website

estadounidense que permite a la población aunar esfuerzos a la hora de llevar a cabo

una reivindicación de carácter más o menos local (<www.metup.com>). Enfrentados

a esta casuística los partidos políticos tradicionales han comenzado a desarrollar

estrategias que se ajusten mejor a las demandas de participación ciudadana. Así por

ejemplo se debe de entender en España la reciente decisión del PSOE de elegir a su

secretario general mediante un proceso de elecciones primarias, o la del Partido

Democrático en Italia de diseñar sus listas electorales teniendo en cuenta las

preferencias expresadas por sus militantes en la web.

En cualquier caso el verdadero impulso para los partidos políticos en internet deriva

de algo más que la website de una determinada formación política, y se basa más bien

en la posibilidad del contacto directo con candidatos y líderes políticos. La

explicación deriva de la “naturaleza conversacional de las formas políticas”

(CARDON, 2010: 92) y de la importancia de los contactos individualizados. Los

blogs políticos que mejor funcionan son aquellos que favorecen el intercambio de

opiniones, ya sean de una orientación ideológica afín o contraria. La importancia de

las estrategias de comunicación política mediante las nuevas tecnologías quedó clara

después del éxito electoral de Barack Obama en Estados Unidos y, como ya hemos

comentado anteriormente, también el de Beppe Grillo en Italia o Pablo Iglesias en

España. Así pues el nuevo escenario al que asistimos en política no es uno ausente de

54

líderes sino más bien el de una manera nueva de comunicarse entre éstos y el

electorado para ganarse por parte de los primeros la confianza y el apoyo a sus

propuestas políticas.

En definitiva, la nueva manera de hacer política será una en que los ciudadanos no

serán meros votantes, si no que participarán de manera más activa en la toma de

decisiones y tendrán al mismo tiempo un mayor acceso y control sobre la actuación

de aquellos que los representen. Todo este proceso, sin embargo, no está exento de

riesgos y sombras que deben analizarse. Lo dicho hasta ahora parece sugerir que

internet es un nuevo espacio para el disfrute de las libertades típicas de una

democracia genuina (libertad de información, expresión y opinión, incluso libertad de

asociación y reunión; fortalecimiento de la transparencia y la participación ciudadana,

etc.), pero esta nueva brisa de libertad no debe hacernos olvidar que en este nuevo

paradigma de comunicación e implicación cívicas también existen riesgos para las

libertades individuales, para la participación ciudadana y para el imperio de la ley.

c) La brecha digital y la división democrática

La expansión de internet y el creciente número de usuarios no debería llevar a creer

que todo el mundo tiene acceso a las nuevas tecnologías de la información y

comunicación. Garantizar efectivamente el acceso a internet, incluyendo la

posibilidad para cualquier persona de estar conectado a la red en cualquier lugar de

un país, debería ser ahora una prioridad política. Esto es así no sólo por las

implicaciones que tienen las nuevas tecnologías para nuestra vida diaria sino también

por algunas de las cuestiones que se analizan en esta obra: si internet, por ejemplo, se

ha convertido en un canal imprescindible para la participación de la ciudadanía en la

actividad política, entonces aquellas personas que no tienen acceso al mismo quedan

al margen de dicha posibilidad de participación, es decir excluidos. Esta nueva forma

de exclusión puede tener serias consecuencias para nuestras democracias y debe de

ser evitada hasta el punto de que algunos estudiosos ya consideran el acceso a todas

las posibilidades de la sociedad de la información un nuevo derecho fundamental

(PELKONEN, 2014).

Es necesario precisar que cuando hablamos de brecha digital podemos distinguir dos

tipos. Una sería la provocada por la imposibilidad de acceder a las nuevas tecnologías

debido a la falta de infraestructuras de soporte de las mismas o a la falta de recursos

económicos para comprar los equipos y contratar los servicios en la web. La otra,

quizás menos evidente pero probablemente más extendida en los países desarrollados,

55

se deriva de las diferentes formas -elitista o popular- en que navegamos, las personas

se muestran e interactúan en la red. Las desigualdades sociales y culturales están

apareciendo ahora en la red de manera que “la desigual distribución del poder político

reproduce sus efectos online (…) internet enriquece la discusión política entre los

ciudadanos, pero también amplía la brecha digital entre aquellos que leen, airean sus

puntos de vista y discuten sobre política y la población menos politizada cuya única

fuente de información es la televisión y no se incorpora a las conversaciones digitales”

(CARDON, 2010: 69).

d) Desinformación, manipulación y peligros ocultos

La posibilidad de publicar contenidos libremente en internet plantea, por otro lado,

otra serie de cuestiones a tener en cuenta. Un primer problema es la falta de

compensación entre la ingente cantidad de información que se vierte en internet y su

calidad y fiabilidad. A parte de los inevitables errores que suceden a veces por el

deseo de informar al instante - y que conducen a errores que luego hay que rectificar-

más serio es el problema de la desinformación y las técnicas de manipulación a las

que puede estar sujeto un usuario de internet. Si centramos este problema desde la

perspectiva de la manipulación política varios son los ejemplos que podemos ofrecer

como posibles riesgos. Por ejemplo, la publicación de estadísticas sobre la

administración pública como parte del desarrollo de una gobernanza transparente y

abierta -algo totalmente deseable- debería siempre ir encaminada a proveer a la

ciudadanía con información e intercambio de conocimientos y buenas prácticas. Sin

embargo en muchas ocasiones esta información es sólo inteligible para los expertos

en la materia.

Más escabroso todavía es el hecho de que incluso los intercambios personales en la

red puedan ser (y sean) interceptados, examinados, e incluso reutilizados, lo cual

plantea el espinoso tema de la supervisión a la que se está sometido cuando se navega

por internet. Antes incluso de considerar la supervisión de la que se es objeto por parte

de las autoridades públicas se debe tener en cuenta aquella de la que se es objeto por

parte de agencias de publicidad, fabricantes, administradores de redes sociales,

servidores, etc., los cuales disponen de distintos medios para conocer de las activida-

des de cada individuo en la red e incluso para ofrecer esos datos a otras compañías.

El almacenamiento de datos se ha convertido así en una fuente inestimable de riqueza.

La tentación de reunir datos de todo tipo e interrelacionarlos es cada vez mayor, por

motivos económicos o por motivos de poder. Así, los datos y la privacidad son

56

rebajados a la categoría de mercancía, hasta el punto de que todo lo que se hace en la

computadora, smartphone o televisión por cable puede ser almacenado, monitorizado

y clasificado por terceros sin el consentimiento de los afectados.

Por el contrario, el control legal del uso de los datos que trasiegan por internet es

arduo y complejo. Las legislaciones sobre protección de datos en cada estado son

diferentes y las políticas de privacidad de las corporaciones transnacionales de

almacenamiento de datos se han de someter sólo a la ley del estado en donde se hayan

registrado. Como ejemplo palmario valga el de Google. Los términos de su servicio

de correo electrónico Gmail son acordes con la legislación de Estados Unidos, país

donde se encuentra registrada esta compañía, pero pueden entrar en conflicto con las

legislaciones al respecto de algunos países miembros de la UE. Además las

corporaciones de internet usualmente no tienen oficinas en los países donde ofrecen

sus servicios, de manera que es imposible para los ciudadanos requerir información a

estas sobre sus datos personales y a las agencias gubernamentales les resulta más

difícil negociar mayores niveles de privacidad personal y familiar.

Pero ¿qué ocurre cuando son las propias instancias gubernamentales las que

aprovechan la infraestructura que ofrecen las nuevas tecnologías para la supervisión?

El asunto de la supervisión de los estados sobre las actividades de sus habitantes no

es ciertamente nuevo ni específico de internet, especialmente en lo referido a

cuestiones de orden público y seguridad, pero en el contexto actual nuevas preocupa-

ciones surgen en relación a la escala y la forma en que se lleva a cabo dicha

supervisión.

Dada su posición preeminente y sus prerrogativas, los estados se encuentran en una

situación privilegiada para obtener datos de los operadores y corporaciones que los

almacenan. En la mayoría de ocasiones estos datos pueden ser obtenidos fácilmente

por las autoridades públicas en cualquier momento. Este hecho puede ser una medida

justificada y necesaria en un estado democrático, dando por sentado que hay un

absoluto respeto de las libertades individuales. Sin embargo esto no es así allí donde

estas garantías y los derechos humanos no son respetados, o incluso allí donde no son

una prioridad y por tanto no se hallan suficientemente garantizados. En los países en

los que hay poca o ninguna vigencia de sistemas democráticos internet está lejos de

ser un espacio de libertad de opinión y se convierte entonces en un medio de control

gubernamental para con los grupos y formaciones políticas oponentes. De hecho,

como han demostrado algunos ejemplos aportados, el acceso a internet puede ser

57

restringido o clausurado al menos temporalmente. Así, internet fue bloqueado en

Egipto en 2011 durante la “primavera árabe”. Algo parecido ocurrió en Libia, cuando

Gadafi provocaba una serie de cortes intermitentes en el acceso a internet o, más

recientemente en Siria, donde el gobierno bloqueó internet durante tres días en

noviembre de 2012 en un intento de sofocar la actual revuelta. (STALLMAN, 2011).8

Por otro lado, el incremento de los ataques a figuras políticas y sus familias es algo

que suscita gran preocupación. En muchos casos son una seria amenaza para la

aparición de un debate político público y de calidad, de manera que se hace necesario

establecer normas regulatorias del mismo para evitar abusos. Otras veces la expresión

de opiniones y la protesta política puede contener elementos antidemocráticos. Así,

el terrorismo o las organizaciones racistas, por poner dos ejemplos, hacen llegar sus

mensajes de la misma manera y con las mismas oportunidades que cualquier tipo de

protesta ciudadana de carácter democrático. El respeto por la dignidad e igualdad de

todos es el fundamento de las sociedades democráticas y la Corte Europea de

Derechos Humanos establece como obligación de los estados el garantizarlos también

en internet (Consejo de Europa, 2011).

Dos cuestiones clave surgen a este respecto. La primera es hasta qué punto internet y

las nuevas tecnologías son una oportunidad para conseguir mayores cotas de

democracia y hasta qué otro punto permite la aparición o incremento de ciertos

peligros para la misma. Y la segunda es hasta qué punto la llamada revolución de la

sociedad de la información está produciendo cambios en el balance entre democracia

representativa y democracia directa, y qué rol han de jugar los legisladores en dicha

situación.

e) Democracia, política y nuevas tecnologías

En la medida en que las nuevas tecnologías, sobre todo a través de internet, ofrecen

la posibilidad de establecer foros de participación ciudadana globales se convierten

también en un instrumento capaz de reforzar la democracia. Amplían el espacio

público y refuerzan el ejercicio de las libertades de expresión y opinión, mejoran la

supervisión de la democracia y facilitan la consulta y la movilización de la gente.

Estos son aspectos a los cuales merece la pena dar la bienvenida.

Puede incluso plantearse si la revolución de la sociedad de la información supone un

cambio radical en la concepción de la democracia de acuerdo a los parámetros

8Conferencia sobre software libre en la Universidad de Stanford; <http://cyberlaw.stanford.edu/node-/6657>.[03-11-2013]).

58

establecidos para ella en el siglo XX. Las nuevas iniciativas ciudadanas que están

tomando forma llevan a preguntarse si no podrían ser el síntoma de un cambio en el

paradigma democrático, un rechazo definitivo de la democracia representativa y la

determinación de conseguir una nueva forma de representación democrática que ya

se ha dado en llamar democracia líquida. Sin embargo, como ya se ha comentado con

anterioridad, democracia representativa y democracia directa no son elementos

incompatibles. No se debe establecer una vinculación grosera entre mayor participa-

ción y mayor democracia, antes bien se deben de corregir ciertos aspectos que las

democracias representativas no han sabido gestionar correctamente a la hora de

favorecer la participación. Y a ello precisamente pueden ayudar las nuevas tecnolo-

gías. Ya no hay excusa para escudarse en complejidades administrativas, burocráticas

y económicas que justifiquen la falta de participación de la gente pero, aunque la

democracia directa es vital para la democracia, resulta utópico considerar un modelo

de gobernanza en el que todos decidan sobre todo siempre y gracias a la red, incluso

en el caso de que todo el mundo tuviera acceso a la misma.

Por tanto la cuestión no es si la democracia representativa debe de dejarse apartada a

un lado, como algo del pasado e incompatible con la realidad del mundo actual, sino

cómo debe aquella cambiar sus métodos e instituciones de manera que realmente

favorezcan la participación ciudadana en vez de obstaculizarla. A fin de cuentas la

democracia tiene una estructura dialógica en la medida que supone comparar distintos

puntos de vista en un contexto de libertad mutua, respeto e igualdad (HABERMAS,

1999). Las nuevas tecnologías nos abren nuevos caminos para ampliar las relaciones

entre ciudadanos y políticos y reforzar una participación más dinámica en la actividad

política y ciudadana. Pueden ayudar a corregir los defectos constatados hasta el

momento a la hora de conseguir un modelo más abierto a la participación y la

contribución de todos los miembros de la sociedad civil en la toma de decisiones. Este

nuevo modelo también implicaría un mayor grado de contacto con los representantes

electos y las instituciones mediante nuevas herramientas y datos que pueden ser

utilizadas para estudiar las instituciones que gobiernan a los ciudadanos al tiempo que

refuerzan la efectividad de las mismas.

59

2.4. Económico

Es preciso tener en cuenta que el conocimiento es cada vez más un recurso económico:

“El conocimiento es la nueva base de la riqueza. Nunca lo había sido. En el pasado,

cuando los capitalistas hablaban de su riqueza se referían a las fábricas, equipamientos y

recursos naturales que poseían. En el futuro, cuando los capitalistas hablen de su riqueza

se referirán al control que tengan sobre el conocimiento” (THUROW, 2000: 20). Hay que

considerar por tanto la necesidad del estudio de la incorporación del conocimiento a la

actividad productiva y, por lo tanto, su consideración como recurso y como mercancía

sujeta a transacción económica. Si por conocimiento se entiende lo que dice la epistemo-

logía, la teoría del conocimiento: el proceso humano y dinámico de justificación adecuada

de una creencia (TERRICABRES et al., 1998: 7), entonces se puede plantear el hecho

económico de su producción, ya que el acto de conocer es exclusivamente humano,

teniendo que distinguir además entre conocimiento propiamente dicho e información,

entendida esta última como el medio o material necesario para obtener o construir el

conocimiento.

De esta manera, y siguiendo los trabajos ya clásicos de Lundvall y Johnson (1994) y Foray

y Lundvall (1996), se puede afirmar que hay cuatro tipos de saber que caracterizan al

conocimiento como recurso económico:

1) El saber-qué se refiere al conocimiento sobre hechos. Es fácil observar que este

tipo de conocimiento se identifica claramente con la información, ya que puede

ser segmentado y representado fácilmente en flujos de bits.

2) El saber-porqué se refiere al conocimiento científico sobre las leyes de

desarrollo de la naturaleza, la mente humana y la sociedad.

3) El saber-como se refiere a las capacidades para hacer cosas (skills). Incluye el

amplio conjunto de características que incorporan las personas y que van desde

sus habilidades hasta su destreza y talento.

4) El saber-quién se refiere a un tipo de conocimiento que toma progresiva

importancia y que se basa en una combinación de habilidades, incluida la

posibilidad de actuación social. El saber-quién se fundamenta en la información

sobre ¿quién sabe qué? y ¿quién sabe cómo hacer qué? Pero especialmente este

conocimiento incluye un conjunto importante de relaciones sociales para acceder

y utilizar eficientemente esta información.

60

Además, estas cuatro tipologías de conocimiento tienen una característica adicional muy

importante desde el punto de vista económico. Mientras que el saber-qué y el saber-

porqué son fácilmente reproducibles, el saber-cómo y el saber-quién presentan mayores

dificultades para su conversión en información. Precisamente esta característica, la

facilidad de reproducción, nos lleva a otra agrupación de la producción de conocimiento,

desarrollada por Polanyi (1978) y aplicada económicamente, entre otros, por Nonaka

(1991) y David (2000). Se trata de la distinción entre la producción de “conocimiento

explícito”, observable o codificable, y la de “conocimiento tácito o implícito”. La

producción de conocimiento observable es aquella que se puede expresar en un lenguaje

formal y sistemático, de manera que su proceso, transmisión y almacenaje se realiza con

facilidad. La producción de conocimiento tácito es aquella que está asociada al factor

trabajo y que cuenta con elementos técnicos y cognoscitivos, del tipo experiencia práctica,

habilidades y capital humano. ¿Cómo han incidido las TICs en la producción de

conocimiento observable y tácito? La respuesta es doble y se interrelaciona. En primer

lugar, las TICs han reducido las barreras de entrada a los flujos de información y

conocimiento y han aumentado notablemente la dotación y los intercambios de

conocimiento observable. En segundo lugar, las TICs, en algunos casos, han

transformado el conocimiento tácito en observable, mientras que, en otras ocasiones, han

transformado los requerimientos y las habilidades formativas y de experiencia de la fuerza

de trabajo.

De este modo, la formación digital se ha convertido en una formación básica para obtener

y mantener el empleo. Las características del actual mercado de trabajo son bien

conocidas: globalización, movilidad laboral, alta rotación, precariedad en el empleo,

bolsas de desempleados etc. En esta situación de gran competitividad cobran gran

importancia cuestiones como la autoformación, la formación a lo largo de toda la vida

laboral y la actualización constante. La OIT, como no podía ser de otra manera, comparte

estos mismos presupuestos: “el aprendizaje continuo constituye cada vez más la fuente

fundamental de seguridad en el puesto y de empleabilidad en la era digital. El acceso a

ese tipo de educación ofrece una ventaja competitiva a empleados, gobiernos y

empleadores” (OIT 2001: 114).

Pero por otro lado se hace responsable al trabajador de su propia formación y se le invita

a incorporarse al uso de las TICS sin darle un apoyo suficiente. El gran reto es conseguir

que todos los ciudadanos tengan acceso a los beneficios de las nuevas tecnologías en

igualdad de oportunidades, y esto no lo puede conseguir el mercado por sí solo. El papel

61

de las autoridades públicas debe consistir en garantizar el acceso universal al

conocimiento y la calidad de los contenidos para evitar que los segmentos de población

más desfavorecidos se queden atrás, con la consiguiente marginación del mercado de

trabajo. En este sentido, hay una coincidencia generalizada en la necesidad de propuestas

públicas, pero éstas no llegan al ciudadano y las acciones concretas van más lentas de lo

que la sociedad de la información requiere. O quizás no. Quizás esta situación forma

parte de las nuevas estrategias y exigencias del capitalismo financiero.

Uno de los argumentos principales de la presente tesis doctoral es que todo este entramado

que se ha dado en llamar sociedad de la información está en gran parte articulado

atendiendo a intereses económicos. Esta nueva versión del sistema económico capitalista

se caracteriza, según Castells (2004), por tres rasgos interrelacionados:

1) Información: en este capitalismo de la globalización la productividad y la

competencia se basan en el conocimiento y la información, impulsados por la

tecnología de la información. Esto se traduce fundamentalmente en la necesidad

de disponer de una infraestructura tecnológica y en el papel decisivo de los

recursos humanos con un alto nivel de formación.

2) Conexión en red: la nueva economía asegura productividad y flexibilidad

basándose en las redes impulsadas por la información. Redes en el interior de las

empresas y entre empresas, redes entre regiones, y conexión en red

descentralizada en torno a nodos. La nueva arquitectura global se construye

alrededor de flujos entre nodos dinámicos. El aspecto negativo de esta dinámica

es que el sistema permite la conexión y desconexión de regiones, e incluso de

países, en función de su contribución a una cadena de valor organizada en torno a

esas redes globales.

3) Globalización: Una economía global es un nuevo tipo de economía. Es la

economía cuyas actividades fundamentales tienen la capacidad de trabajar como

una unidad a tiempo real y a escala planetaria. Esta capacidad es tecnológica,

basada en las telecomunicaciones, el transporte rápido y los sistemas de

información. Es institucional, se basa en la desregulación, la liberalización y la

privatización. Y es organizativa, basándose en la conexión en red de las empresas

y en formas flexibles de dirección y trabajo. La dimensión clave de la

globalización es la globalización financiera. Actualmente los mercados

financieros son globalmente interdependientes y se desarrollan electrónicamente

en tiempo real, evitando los controles gubernamentales y determinando el destino

62

de las economías. Por ejemplo, los flujos de capital privado han aumentado de

forma espectacular ya que, en términos relativos respecto del PIB mundial, han

crecido más de 12 puntos porcentuales en tan sólo 15 años, entre 1990 y 2005

(HIDALGO, 2009: 48). Por su parte las exportaciones mundiales han pasado de

representar el 18,76% del PIB mundial en 1980 a alcanzar el 27,06% en 2005,

mientras que las importaciones mundiales se movieron desde el 19,79% del PIB

mundial hasta el 27,28% en ese mismo período de tiempo (HIDALGO, 2009: 47).

Por tanto el comercio internacional también es una importante dimensión de la

globalización, pero esta expansión del comercio es principalmente una función de

la internacionalización de la producción, ya que las corporaciones multinacionales

y sus redes representan alrededor de las dos terceras partes del comercio mundial.

Y todo esto está ocurriendo en un mundo que, según se dice, es cada vez más virtual y en

donde se vaticina la “muerte de la distancia”. Es preciso por tanto, desde la Geografía,

atender a la forma en que la globalización se está llevando a cabo. La globalización viene

acompañada de una desproporcionada concentración del poder y una gigantesca

maquinaria de manipulación de masas. Las grandes corporaciones de comunicación están

aniquilando el espacio y saturando el planeta con un imaginario colectivo común, tratando

de crear un futuro lleno de temores mediante la homogeneización de una experiencia

virtual universal. Las corporaciones multinacionales, que integran los sistemas de

producción en una única economía global, pueden usar la oportunidad de la globalización

para dominar a su antojo la fuerza de trabajo y manipular más eficazmente a los

consumidores. El capital financiero concentrado en Nueva York, Londres y otros centros

financieros puede invertir, desinvertir, especular y operar con más eficacia en cualquier

rincón del mundo. Las instituciones de gobernanza global, tales como el Fondo Monetario

Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM), pueden decidir sobre el futuro de naciones

enteras sin ningún control democrático, de manera que corremos el peligro de que una

determinada cultura y un determinado grupo de instituciones acabe imponiendo sus

dictados al resto, en una tendencia hacia la concentración de poder que arruine los

aspectos positivos de la globalización. Porque ante la tendencia hacia la homogeneidad

surgen, de manera dialéctica, contratendencias que ponen en valor las diferencias, y por

cada movimiento en el sentido de concentrar el poder, surgen contramovimientos para

descentralizarlo.

La globalización en su vertiente económica tiene por tanto mucho de geográfica. La

ordenación que se pretende llevar a cabo en el territorio no es casual, responde a intereses

63

diversos y antagónicos. La novedad es que esa dialéctica se está trasladando

paulatinamente al territorio de lo virtual. En el contexto de esta tesis, y atendiendo a lo

dicho, el impacto económico de la sociedad del conocimiento tiene importantes

derivaciones para la Geografía Social. Por esta razón se tratará con más detalle que el

resto de influencias, dedicándole gran parte del contenido del segundo bloque.

CAPÍTULO II. GEOGRAFÍA Y CIBERESPACIO

1. Ciberespacio y metáforas espaciales. Espacio y lugar

Existe actualmente el convencimiento de que la convergencia de las computadoras con

las nuevas tecnologías ha generado un espacio virtual o ciberespacio que a través de las

comunicaciones digitales y las redes multimedia conforma cada vez más nuestra realidad

social, cultural y económica. El término ciberespacio fue acuñado por William Gibson en

1984 en su novela de ciencia-ficción Neuromancer, se entiende por él una “alucinación

colectiva, una representación gráfica de datos abstraídos desde los bancos de todos los

ordenadores hacia el sistema humano” (GIBSON, 1984: 51), también un “universo

paralelo” (BENEDIKT, 1991) o “un nuevo tipo de espacio, invisible a nuestros sentidos

directos, un espacio que podría llegar a ser más importante que el espacio físico en sí

mismo situado encima, dentro y entre el tejido del espacio geográfico tradicional”

(BATTY, 1993: 615-166). Curiosamente, desde el punto de vista de los geógrafos, el

reciente auge de discursos acerca del ciberespacio y las nuevas tecnologías está repleto

de metáforas espaciales y territoriales, de manera que el término ciberespacio sugiere una

pluralidad de resonantes y chocantes metáforas (GÓMEZ, 2007). El léxico de internet

está no sólo repleto sino en sí constituido por el uso masivo de metáforas geográficas que

pretenden ayudar a visualizar lo que en realidad no son más que flujos de señales

electrónicas codificadas como información, representación e intercambio. Así por

ejemplo un punto de información en internet deviene un “sitio web”, un canal de flujo de

información se denomina “autopista de la información”, un nodo de satélites se convierte

en un “telepuerto”, un blog o una red social pasa a ser una “comunidad virtual” o un

“vecindario electrónico”, y los sitios web gestionados por ayuntamientos se convierten en

“ciudades virtuales” (COLINA, 2005). Los ejemplos podrían seguir, pero no harían sino

corroborar el hecho de que el imparable proceso de innovación tecnológica en el que se

encuentra inmersa la humanidad se ha convertido en una “nueva frontera electrónica”

64

esperando ser colonizada. Nuevas metáforas se ofrecen ahora en relación con los nuevos

aventureros que transitan por el ciberespacio con ánimo de descubrimiento. Así, los

nuevos exploradores de estas fronteras virtuales se denominan web surfers o “viajeros

virtuales”, y las herramientas que nos permiten viajar a través de internet llevan nombres

tales como “explorador” o “navegador”. Internet como un todo es indistintamente consi-

derado como una biblioteca electrónica, un medio de correo electrónico, o un mercado

digital entre otras muchas acepciones. En definitiva, tales metáforas espaciales ayudan a

hacer tangibles los enormemente complejos e indescifrables sistemas tecnológicos que

subyacen a internet y otras redes, y el creciente abanico de interacciones y transacciones

sociales, culturales, económicas y de todo tipo que llevan parejos. Mientras que algunos

alegan que redes como internet tienden a negar la Geografía, ser antiespaciales o

incorpóreas (MITCHELL, 1995: 8-10), para otros el efecto acumulativo de metáforas

espaciales es precisamente la única manera que permite la visualización y reconstrucción

de gigantescos sistemas de apariencia territorial que, de algún modo, pueden ser

imaginados como similares a los espacios materiales y sociales de nuestra vida diaria. De

hecho esta profusión de metáforas espaciales en el ciberespacio está comúnmente

relacionada, y sólo acaba de tener sentido, por oposición a los espacios materiales reales

dentro de los cuales se confina nuestro día a día. Podría ser que la estrategia de desarrollar

metáforas espaciales sea quizás la única herramienta conceptual que tenemos para

comprender el desarrollo de una nueva tecnología (SAWHNEY, 1996). La producción de

metáforas permite el proceso de enseñanza, y el tránsito desde lo familiar a lo no familiar

que recorre nuestra imaginación, nuestras emociones y también nuestro intelecto.

Como ocurre con las visiones futuristas dentro de las cuales muchas de estas nuevas

metáforas son a veces presentadas, las mismas más bien reflejan la experiencia del

momento y los recuerdos del pasado que el porvenir. Son constructos imaginarios que

tienen más que decir sobre los tiempos en los que han sido creados que sobre el futuro

real (CORN, 1986). Pero las metáforas asociadas a las tecnologías de la información son

también constructos ideológicos (LEFEBVRE, 1984). Conceptos como “sociedad de la

información” o “autopistas de la información” juegan un importante papel a la hora de

moldear la forma en que las tecnologías son desarrolladas, los usos para los que van a ser

utilizadas y los efectos y las relaciones de poder que subyacen a su desarrollo. Las

metáforas también contienen información sobre cómo las tecnologías se relacionan con

la sociedad y el cambio social (TOFFLER, 1970), de ahí el uso a veces de metáforas

impactantes como “muerte de la geografía” o “muerte de la distancia”.

65

Finalmente las metáforas pueden ser utilizadas para representar la verdadera naturaleza

de la sociedad misma. Los ya consolidados conceptos de sociedad de la información o

era de la información son metáforas que testifican como las nuevas tecnologías son

percibidas como la verdadera esencia de los cambios sociales, culturales, económicos y

políticos de nuestra época contemporánea, y es por ello que serán tratados con más detalle

en páginas posteriores. Pero también aparece el riesgo de caer en el determinismo

tecnológico a la hora de explicar los cambios sociales y espaciales (CÓZAR, 2002). Como

Nigel Thrift expone (1996:1471) con este emergente determinismo “el nuevo orden

tecnológico provee el discurso narrativo. Las nuevas máquinas se convierten en el modelo

para la sociedad y también en su más evidente signo”. De esta manera las metáforas de

nuevo cuño relacionadas con las nuevas tecnologías pueden servir para enmascarar las

complejas relaciones entre ellas y el espacio, los lugares y la sociedad. Dicho de otra

manera, las pretensiones de que las nuevas tecnologías nos ayudan a acceder a un nuevo

espacio electrónico, que de alguna manera es paralelo a nuestro espacio real y material

vivido, suelen adolecer de la consiguiente reflexión sobre cómo estas nuevas tecnologías

se relacionan realmente con los lugares y espacios de la vida territorial humana, como si

fueran dos mundos paralelos. Esto es un error, ya que sin una consideración crítica sobre

cómo las nuevas tecnologías se relacionan con el espacio real y están incrustadas en él,

en su dinámica social, cultural y económica, las reflexiones sobre el ciberespacio no dejan

de ser reduccionistas y simplificadas. Ésta consideración, aplicada más concretamente a

la Geografía, merece esa misma reflexión crítica, Expresiones de nuevo cuño a las cuales

ya hemos hecho mención, como “muerte de la geografía” o “muerte de la distancia” nos

hablan más de la idea que se tiene en algunos foros sobre el destino de la Geografía que

de lo que realmente ocurrirá con ella en un futuro cercano. Pero también obligan a los

geógrafos a intentar desvelar las relaciones entre la Geografía, la sociedad, las relaciones

de poder, y los entramados económicos que subyacen a dichas expresiones.

Es necesario por tanto clarificar desde una perspectiva geográfica cómo son, o deben ser,

las relaciones entre espacio virtual y espacio real. Así “la participación social del

geógrafo puede llevarse a efecto en otros terrenos poco o nada cultivados como una forma

más de aproximación a los ciudadanos.(…), se echa en falta una mayor presencia pública

de los geógrafos y la difusión de sus específicos puntos de vista sobre temas diversos,

como vienen haciendo desde hace mucho tiempo los historiadores, economistas,

sociólogos, juristas, ecólogos, ingenieros o arquitectos, sobre todo si consideramos que

66

cualquier fenómeno o suceso suele albergar un referente espacial.” (SEGRELLES,

1998).9

A este respecto, las posibles relaciones entre espacio real y espacio virtual son esencial-

mente cuatro:

- Una primera perspectiva se podría denominar de sustitución o transcendencia.

Merced a ella la territorialidad humana, el espacio y las dinámicas humanas

basadas en el mismo podrían de alguna manera ser sustituidas utilizando las

nuevas tecnologías. Las metáforas tales como “el fin de la geografía” o “la muerte

de la distancia” cobrarían en esta perspectiva todo su significado.

- La segunda, que podemos calificar como de coevolución, postula que ambos

espacios, electrónico y territorial, son generados de manera simultánea necesaria-

mente, como parte de una reestructuración en marcha del sistema político

económico capitalista. Desde este punto de vista se trataría de una nueva versión

del capitalismo, que se extiende por todo el mundo generando un mayor creci-

miento económico y productividad, pero según un patrón muy desigual.

- Una tercera perspectiva recibe la denominación de recombinación. En este caso

se ofrece una visión completamente relacional de los vínculos entre la tecnología,

el tiempo, el espacio y la vida social. Esta perspectiva revela cómo las nuevas

tecnologías se convierten en complejas, contingentes y sutiles mezclas de actores

humanos y artefactos técnicos, para formar “híbridos sociotécnicos”. A través de

ellas, la vida social y espacial se reconvierte sutil y continuamente en complejas

combinaciones de nuevos conjuntos de espacios y tiempos, que son siempre

contingentes e imposibles de generalizar.

- Finalmente, una cuarta posibilidad es la no relación, la exclusión, o cuando menos

una relación difícil, intermitente o inconexa. Se deriva en parte de lo dicho más

arriba en lo relativo a la postura de la coevolución. El ciberespacio está siendo

organizado de acuerdo a los intereses de grupos e intereses dominantes de corte

capitalista, y en consecuencia está dejando al margen a países enteros e incluso a

determinados colectivos en el interior de los países desarrollados. Además de

estos cibermarginados y ciberexcluídos también existen posturas de automargina-

ción. Son los objetores digitales, personas o colectivos que por distintas razones

9 <http://www.ub.edu/geocrit/sn-30.htm>. [11-12-2013].

67

se colocan de manera más o menos voluntaria al margen de la sociedad de la

información.

1.1. Sustitución y transcendencia: el fin de la geografía

Tanto a nivel popular como académico los debates dominantes sobre espacio, lugar y

tecnologías de la información adoptan la metáfora central de “impacto”. Desde este punto

de vista, muy extendido en los ámbitos de investigación social sobre la sociedad de la

información, pero muy presentes también en los medios de comunicación y en los debates

sobre internet y las superautopistas de la información, las nuevas tecnologías son

asumidas directamente como causa de un profundo cambio social y espacial de una

manera simple, lineal y determinista (CÓZAR, 2002).

Tal determinismo tecnológico, acorde con algunos presupuestos dominantes en la cultura

occidental actual, da por segura una supuesta inevitabilidad de la experiencia tecnológica

(HILL 1988). Aquí las nuevas tecnologías son vistas como un agente de cambio esencial

e independiente, separado de la realidad social y sobre la cual incide mediante una ola de

cambio ineluctable, universal y revolucionaria. Así, como se dice textualmente en el

Manifesto for the digital society (Wired Magazine: 43-44), “la revolución digital que se

está esparciendo a través de la sociedad es en realidad una revolución de las

comunicaciones que está transformando la sociedad. Cuando es utilizada por personas

que la entienden, la tecnología digital permite que la información se transmita y se

transmute de formas fundamentalmente ilimitadas. Esta capacidad es la base del éxito

económico en todo el mundo. Pero ofrece más que eso. Ofrece los intangibles de

incalculable valor de la amistad, la comunidad y el entendimiento. Ofrece una nueva

democracia no dominada ni por los intereses creados de los partidos políticos ni por los

aullidos de la multitud. Se puede reducir la brecha que separa el capital de trabajo; puede

profundizar los lazos entre las personas y el planeta".

Atendiendo al impacto espacial de los actuales avances en comunicación y tecnologías

surgen dos líneas argumentales básicas desde ese variopinto grupo de gurús tecnológicos

y expertos en ciberespacio que enfocan sus comentarios desde el más puro determinismo

tecnológico (esto es, extrapolando la lógica del impacto sobre el espacio de las nuevas

tecnologías de las cualidades intrínsecas de esas mismas tecnologías, sin atender a ningún

otro tipo de consideración). La primera consiste en una ampliamente difundida predicción

acerca de las áreas urbanas en la cual estas perderían su aglutinante social en una deriva

68

hacia su sustitución por parrillas de comunicación multimedia de banda ancha. Las

sociedades capitalistas avanzadas se verían así liberadas de constreñimientos espaciales

y temporales para convertirse en zonas descentralizadas con una cierta uniformidad

espacial y de área. La segunda se centra en el debate acerca del desarrollo de ambientes

virtuales esencialmente inmersivos que efectivamente permitirían transmitir de manera

remota las cualidades envolventes de los lugares geográficos. Ambas posturas merecen

un análisis con algo más de detalle.

A) Uniformidad espacial, disolución urbana e interactividad generalizada

Los efectos geográficos sobre espacio y lugar de la revolución tecnológica basada en una

era de las nuevas tecnologías se describen fácilmente si se sigue una lógica

fundamentalista basada en un simple determinismo de causa-efecto. A medida que las

tecnologías de medios de comunicación, computación y telecomunicaciones convergen,

a medida que los equipos y costes de transmisión se abaratan hasta llegar a ser

virtualmente independientes de la distancia, a medida que las redes integradas de banda

ancha son utilizadas cada vez más para el entretenimiento, la interacción social, las

experiencias culturales, las transacciones económicas y el mundo del trabajo, la distancia

efectivamente empieza a morir, al convertirse en un impedimento para la vida social,

económica y cultural (The Economist, 1995). La vida humana se libera de los incon-

venientes del espacio y de las incomodidades de la distancia. Cualquier cosa se convierte

en posible en cualquier momento y en cualquier lugar (GRAHAM et MARVIN, 1996), y

toda la información está accesible en cualquier momento y en cualquier lugar.

La lógica del determinismo tecnológico es interpretada aquí como inevitable, con-

duciendo a la dispersión geográfica de vastas áreas metropolitanas e incluso a la diso-

lución misma de las ciudades (GRAHAM, 2004). La propuesta más común sería que las

redes metropolitanas de las ciudades se convertirán gradualmente en un anacronismo en

donde la proximidad, la concentración y las relaciones basadas en el lugar y los flujos de

transporte se verán gradualmente sustituidas por algún tipo de medio de comunicación de

banda ancha universal e interactivo (lo último en superautopistas de la información). Para

Baldwin y otros (1996), esta red multimedia, este estupendo ambiente que combina

telefonía, televisión, multimedia y flujos de datos, aderezado con compra virtual y video

comunicación interactiva se puede experimentar ya en las llamadas full-service networks

(FSNs) de ciudades como Orlando, en Estados Unidos. Estos complejos multimedia

aparecen como un sistema de comunicación de banda ancha que integraría voz, vídeo y

datos con enormes bases de datos de almacenamiento y con productos disponibles bajo

69

demanda. El teléfono, el cable, la banda ancha y las computadoras, relativamente

independientes en el pasado, se unen así para crear sistemas integrados. Ligados a la

denominada realidad virtual tales redes tecnológicas proveerán, online y de manera

instantánea, toda la riqueza y sutileza de las comunicaciones en otro tiempo disponibles

sólo a través de las interacciones basadas en el lugar y propias de las áreas urbanas.

En términos greográficos, “desde el momento que el tiempo se convierte en instantáneo,

el espacio se convierte en innecesario. En una “ciudad sin espacio”, la población entera

puede necesitar no más de los 30 atomos de diámetro del rayo de luz del sistema óptico

de una computadora” (NAYAR, 2010).

Tal escenario de sustitución de hecho no es una idea tan reciente como creemos. Como

ya se vio en epígrafes anteriores y se tratará en detalle más tarde, el miedo ante las

innovaciones tecnológicas es tan antiguo como la humanidad. Así también, las

afirmaciones de que los avances en telecomunicaciones disolverán los espacios urbanos

tienen una historia tan larga como la comunicación electrónica misma. Como señala

Caroline Marvin (1988), en su libro When old technologies were new, a finales del siglo

XIX las aparentemente fantásticas tecnologías del telégrafo sin cables y el teléfono se

suponía que destruirían las limitaciones impuestas por el espacio. Las diferencias geo-

gráficas, sociales y culturales desaparecerían en un mundo de telecomunicaciones ubicuo

y universalmente accesible. Como escribía Edward Bellamy ya en 1897 (pp.347-348),

“donde quiera que la conexión eléctrica sea llevada, es posible para los habitantes elegir

en bata y zapatillas el entretenimiento público ofrecido ese día en cualquier ciudad del

mundo”. Tres cuartos de siglo más tarde Marshall McLuhan argumentaba que la

emergencia de lo que él llamaba la ciudad global significaba que la ciudad “como forma

de mayores dimensiones se disolvería inevitablemente como una foto en una película”

(McLUHAN, 1964: 366). Otros, como Melvin Webber predijeron de forma llamativa, ya

en 1968, que por primera vez en la historia sería posible estar en lo alto de una montaña

y mantener al mismo tiempo contacto en tiempo real con los negocios u otras sociedades.

De esta forma todas las personas conectadas a la red global de comunicaciones estable-

cerían relaciones similares a las utilizadas en una región metropolitana dada (WEBBER,

1968). Y los futuristas Naisbitt y Aburdene, cabalgando la ola de la excitada especulación

sobre el futuro de la sociedad de la información en las postrimerías de los años 80 y

principios de los 90 del pasado siglo, vieron “un nuevo territorio electrónico de pueblos

y ciudades pequeñas conectadas sentando las bases para la decadencia de las ciudades”

(NISBITT et ABURDENE, 1991: 329).

70

Anthony Pascal (1987) extrapoló esta lógica argumentado que la era de las computadoras

y las comunicaciones por satélite era incompatible con la alta densidad de las ciudades.

Lo que antes ocurría en las ciudades ahora podía tener lugar en cualquier sitio. Con el

tiempo conseguiríamos una regularidad espacial (spatial regularity) en donde los espa-

cios urbanos convergerían en una total uniformidad de área. Las entonces emergentes

nuevas tecnologías pronto empezarían a proveer sustitutos a los contactos cara a cara, la

principal razón de ser de las ciudades tradicionales.

Un determinismo tecnológico tal todavía resuena con fuerza en algunos de los ambientes

en donde se mantienen posturas críticas acerca de las relaciones entre espacio, lugar y

cambio tecnológico. Por ejemplo, Paul Virilio, filósofo y teórico del urbanismo francés,

sugiere que hablamos de una “cultura de la interactividad generalizada, basada en redes

telemáticas permanentes, ubicuas y multifuncionales, mediante las cuales todo llega tan

rápidamente que partir se convierte en innecesario” (VIRILIO, 1993: 8). Una transición

de este tipo, sugiere Virilio, nos lleva ni más ni menos que a una “crisis de la noción de

la dimensión física” (1993: 9) del espacio, del lugar, de la región. De esta manera la ar-

caica tiranía de las distancias entre gentes que han permanecido geográficamente aisladas

daría paso a una tiranía del tiempo real (tyranny of real time), en la que la ciudad de

antaño paulatinamente se convierte en una paradójica aglomeración en donde las

relaciones de proximidad inmediata dan paso a interrelaciones basadas en la distancia.

Los desplazamientos físicos también se diluyen según este esquema en el que se da paso

a una inercia creciente, un paisaje urbano sedentario, aislado y distópico (distopyan) en

el que “el cambio se hace sentir en última instancia, en el cuerpo de cada habitante de la

ciudad, como ciudadano de terminales que pronto será equipado con prótesis interactivas,

cuyo equivalente patológico es el “discapacitado físico”, equipado de manera que él o

ella puede controlar el entorno doméstico, sin realizar ningún desplazamiento

físico”(VIRILIO, 1993: 11).

B) Los “mundos espejo”. La transmisión del lugar y la trascendencia

Las predicciones de Virilio sobre la desaparición de las dinámicas físicas y materiales de

espacio y lugar encontraron apoyo en otras perspectivas más optimistas propugnadas por

“cibergurus” como Nicolas Negroponte o Bill Gates. Aunque la perspectiva de sustitución

del mundo real por el virtual que estamos analizando se mantiene, en este nuevo punto de

vista se asume que las nuevas tecnologías y su creciente sofisticación, apoyadas en redes

de banda ancha globales, permitirán a los ambientes virtuales parecerse tanto a los lugares

71

reales que éstos podrán fácilmente ser sustituidos por aquellos sin aparente solución de

continuidad.

David Gelerntner imaginaba que tales ambientes tecnológicos permitirán la construcción

de “mundos espejo” (mirror worlds), simulaciones electrónicas enlazadas a tiempo real

con aparatos de monitorización que nos permitirán mirar a la pantalla del ordenador y ver

la realidad. Alguna parte de nuestro mundo, la ciudad en la que vivimos, la compañía para

la que trabajamos, nuestra tienda habitual o el hospital de nuestra ciudad aparecerán allí

en una nítida imagen en color (GELERTNER, 1991).

Hace más de dos décadas Nicholas Negroponte, director del MIT Media Lab, afirmaba

que el modo de vida digital (digital living) supondrá una dependencia cada vez menor

respecto de un momento y lugar específicos, al tiempo que la transmisión del lugar mismo

comenzaría a ser posible: “si yo pudiera mirar la ventana electrónica de mi sala de estar

en Boston y ver los Alpes, escuchar los cencerros, y oler el estiércol (digital), en cierta

manera estoy en gran medida en Suiza” (NEGROPONTE, 1995:165).

Este fundamentalismo tecnológico sugiere por tanto que estamos a punto de entrar, si no

hemos entrado ya, en un acceso permanente a infraestructuras tecnológicas que nos

proporcionarán un único y envolvente sistema para mediar con todos los aspectos de la

vida humana.

Las implicaciones que se derivan de tales afirmaciones son, por ejemplo, que los

conceptos de espacio material, lugar, tiempo, e incluso el concepto mismo de cuerpo, se

convertirán de alguna manera en problemáticos y puede que hasta obsoletos. Nos

liberaremos así, según Benedikt (1991), del lastre de nuestra materialidad (the ballast of

our materiality), escapando durante el proceso de los “dominios de la corporeidad física

del cuerpo, de la tierra, del espacio y del tiempo” (SLOUKA, 1995:25). Las sociedades

humanas, sus sistemas culturales y económicos simplemente migraran al éter electrónico,

en el cual las identidades se construirán de manera flexible, cualquier servicio estará a

nuestra disposición, podremos experimentar mundos de fantasía sin límite, y llevar a

cabo cualquier tarea desde cualquier sitio y en cualquier momento mediante seres

humanos que actuarán dentro de ambientes electrónicos ilimitados. Presumiblemente la

vida humana se verá dominada de manera paulatina por lo que Thu Nguyen y Alexander

(1996:117) llaman “la participación en la ilusión de un mundo elctrónico eterno e

inmaterial”. El mundo material de espacio y tiempo se vería gradualmente eliminado y

una uniformidad territorial completa de hogares y edificios, provista de puntos de entrada

a un ciberespacio liberador estaría a la vuelta de la esquina. Muchos entusiastas del

72

ciberespacio incluso proclaman la necesidad de lo que Schroeder (1994) denominó la

negación del mundo (world rejection). Según esta idea el ciberespacio parece ofrecer una

territorialidad alternativa, un mundo infinito de rellenables y extendibles oportunidades

espaciales que acabaría con las limitaciones materiales y espaciales de un mundo material

cada vez más masificado y poblado. Don Mapes, por ejemplo, nos urge a abandonar

nuestra territorialidad. Para él la buena noticia es que el ciberespacio es infinito e ilimitado

mientras que la tierra es finita y limitada. En el ciberespacio si no estás a gusto puedes

moverte a la siguiente frontera. Siempre hay un nuevo continente en el ciberespacio

(MAPES, 1994). Por supuesto los fundamentos de tal utopismo tecnológico (CRIADO,

2009) se sustentan sobre las raíces culturales de la moderna sociedad capitalista

(MARVIN, 1988; SMITH et MARX, 1995). Los discursos de modernidad y progreso

están constituidos básicamente de promesas tecnológicas acerca de fantásticos mundos

beneficiosos para todos y de diversas utopías tecnológicas promulgadas a través de la

ciencia-ficción, libros de cómics, futuristas, arquitectos y visionarios de las ciudades del

futuro, publicistas y firmas tecnológicas (CORN et HORRIGAN, 1984). El contexto

actual de crisis medioambiental y social simplemente acentúa las tentaciones exis-

tenciales de construir y creer en panaceas y vías de escape basadas en las nuevas

tecnologías: “En un mundo expoliado por el desarrollo excesivo, la superpoblación, y la

acción prolongada de venenos mediaoambientales es reconfortante pensar que las formas

físicas pueden recuperar su prístina pureza al ser reconstituidas como modelos de

información en un espacio computerizado multidimensional. Un cuerpo ciberespacial,

como un paisaje ciberespacial, es inmune a la plaga y la corrupción “(HAYLES, 1993:

81; citado en ROBINS, 1995: 138).

1.2. Coevolución: espacio geográfico y espacio electrónico.

El discurso tecnológico contemporáneo basado en la perspectiva de sustitución y

transcendencia tiende a perpetuar algunos mitos y falacias peligrosos. Afirmando que las

nuevas tecnologías pueden suplantar total y absolutamente al cuerpo material, el mundo

social, el espacio y el tiempo, sus defensores hacen bien poco para avanzar en la

comprensión de los complejos procesos que relacionan a las nuevas tecnologías de la

información y comunicación con los espacios, lugares y territorialidad humanas.

Concediendo a las tecnologías un poder casi mágico, suponiendo un fácil acceso universal

e igualitario a las nuevas redes de comunicación para todos los segmentos de la población

73

y cualquier región del mundo, y transcendiendo las interacciones basadas en el lugar

físico y las relaciones cara a cara, en realidad se está dando más información acerca de

nuestras propias fantasías de omnipotencia que sobre cómo coevolucionan las complejas

combinaciones de interacciones entre el mundo virtual y el real. Estas fantasías de

omnipotencia descansan sobre una cosmovisión acerca de un futuro diferente del

presente, de un espacio y una realidad que son más deseables que las que actualmente nos

rodean y nos incluyen. Es una creencia enfebrecida en la transcendencia, la fe en que las

nuevas tecnologías final y definitivamente nos llevarán a otro sitio libre de las limitacio-

nes y frustraciones de nuestro imperfecto mundo (ROBINS, 1995).

Afortunadamente, sin embargo, perspectivas mucho más sofisticadas se han desarrollado

con posterioridad mediante un segundo punto de vista más amplio que trata de explorar

cómo la producción social de redes y mundos electrónicos coevoluciona con la

producción de los espacios y lugares materiales dentro de un mismo y más amplio proceso

social y societario (MOSCO, 1996). Tres líneas de investigación principales han surgido

desde esta perspectiva: la primera pretende analizar cómo se articulan las relaciones entre

mundo virtual y mundo real; la segunda se centra en las interrelaciones entre

telecomunicaciones y espacios habitados; y finalmente la tercera analiza, desde un punto

de vista teórico, el rol que las telecomunicaciones y las tecnologías de las información

juegan a la hora de generar nuevas disposiciones espaciales y una nueva organización del

territorio. A continuación se analizan con más detalle cada una de ellas.

A) Relaciones entre mundo virtual y mundo real

En vez de asumir simples relaciones de sustitución, esta segunda perspectiva sugiere que

están surgiendo complejas interrelaciones entre el espacio geográfico real y los mundos

electrónicos accesibles a través de las nuevas tecnologías. El argumento aquí es que,

debido a que el ciberevangelismo está ingenuamente obsesionado con las capacidades de

transmisión abstractas de las tecnologías de la información, los debates orientados con un

punto de vista tecnológico-determinista usualmente olvidan, cuando no niegan direc-

tamernte, la riqueza y el arraigo de la vida humana con el espacio y el lugar. Sawhney

(1996) critica el punto de vista orientado exclusivamente hacia el aspecto de transmisión

que tiene la comunicación humana, pretendiendo que la finalidad de la misma es exclu-

sivamente la transferencia de información y la coordinación de la actividad humana. El

ritual o los aspectos comunitarios de la misma son olvidados casi en su totalidad. Este

determinismo tecnológico es acusado de fallar a la hora de apreciar ciertas dinámicas

sociales, culturales y económicas del espacio y el lugar que simplemente no pueden ser

74

teledirigidas a través de ningún mundo virtual, sin importar cuán ancha sea su banda o

cuán envolvente la atmósfera que sea capaz de crear. Muy al contrario, como la creación

humana de espacios y lugares obliga a poner “pie en tierra” y contextualizar las

aplicaciones de las nuevas tecnologías, ese mundo virtual colgado en la red de Bill Gates,

argumenta Denis Cosgrove (1996), está muy lejos de ser abstracto e inhumano, está atado

a los sitios y al tiempo de la vida real, de nuestras existencias humanas, que siguen siendo

tan conectadas, sensuales y personales como siempre.

Kevin Robins por otro lado (1995: 153), cree que mediante el desarrollo de nuevas

tecnologías las personas están por supuesto más y más abiertas a experiencias de

“desrealizacion y deslocalización”, pero continúan teniendo existencias físicas y

localizadas y se deben considerar esas vidas actuales desde estas dos condiciones o puntos

de vista, como en un “estado de suspensión” (state of suspension).

B) Telecomunicaciones y espacios habitados

Dicho estado de suspensión o articulación entre un mundo basado en los lugares reales y

otro mediatizado electrónicamente es especialmente evidente en las metrópolis actuales

en donde, a pesar de una creciente tendencia a la descentralización de ciertos servicios y

funciones rutinarias, no aparecen síntomas de una absoluta disolución. Globalmente la

tendencia hacia la urbanización no tiene parangón en la historia, el sistema urbano

continúa dominando el planeta economica, política, social y culturalmente. Los flujos de

transporte y demanda de productos y servicios están creciendo a gran escala, e incluso en

algunas grandes ciudades del mundo, que hasta hace poco estaban perdiendo población,

aparecen ahora (aunque de manera desigual) signos de recuperación y un cierto

renacimiento cultural y económico que a su vez provoca una recuperación demográfica

(TROITIÑO, 2003). Es decir, las nuevas tecnologías de la comunicación no son simple-

mente un sustituto de los lugares urbanos. En vez de eso un complejo proceso de

coevolución, articulación y sinergias entre mundo virtual y mundo real parece estar emer-

giendo. Ron Abler (1995) nos advierte del sinsentido de la noción de que una versión

digital de los sitios reales constituya un sustituto aceptable de la cosa real. Igualmente

posible es la situación en la que los residentes urbanos se conectan a la realidad virtual

para disponer de recursos digitales que les permitan enriquecer su experiencia y lugares

físicos reales. Por su naturaleza misma la realidad virtual implica la posibilidad y la

probabilidad de una virtualidad real (ABLER, 1995: 3).

Apoyándose en McLuhan, Castells argumenta igualmente que los sistemas de comunica-

ción integrados llevaran a lo que el define como una “cultura de la virtualidad real”

75

(CASTELLS, 1996: 373), conduciendo a participantes de muy diverso origen y a

comunidades fragmentadas hacia nuevos ambientes simbólicos en los que la realidad

misma sea realmente capturada a través de un completo sistema de carácter virtual en el

que dicha experiencia virtual no es sólo vista como algo que sucede a través de la pantalla,

sino como la experiencia misma. Este acompasamiento de intercambios no se limita por

tanto a sustituir las relaciones basadas en los lugares y espacios materiales por otros

virtuales, sino que comprende un vasto cuerpo de interrelaciones locales y globales entre

el espacio de los lugares y el espacio de los flujos (space of places and the space of flows

(CASTELLS, 1996: 423-428). Después de todo, al igual que ocurre con tecnologías de la

comunicación anteriores (televisión, radio, etc.), cualquier análisis actual de internet y las

redes sociales demuestra que la mayoría del tráfico en dichas autopistas de la información

se realiza y articula en sitios y espacios reales, generando a su vez movilidad física,

turismo y transporte de mercancías y personas. Las denominadas ciudades virtuales, por

ejemplo, ayudan a integrar en la web una específica área metropolitana, añadiendo cohe-

rencia y orden a las de otra manera caóticas interrelaciones entre la web y los espacios

urbanos, y permitiendo a los espacios electrónicos permanecer articulados y retroalimen-

tar positivamente sobre las dinámicas de desarrollo de ciudades concretas (GRAHAM et

AURIGI, 1997).

Por tanto el ciberespacio es de hecho un fenómeno predominantemente metropolitano que

se está desarrollando en los complejo urbanos más dinámicos (GRAHAM et MARVIN,

1996). En términos de inversión en infraestructuras relacionadas con las nuevas tecno-

logías, demandas de servicios y tasas de innovación, las áeas metropolitanas mundiales

más dinámicas son las que mantienen una clara expansión y dominancia. En el ámbito

europeo, por ejemplo, París tiene el 16% de la población de Francia, pero demanda el 80

% del total de inversiones en infraestructuras de telecomunicaciones en dicho país; y en

el caso español Madrid es la comunidad autonóma con más internautas del estado

(CARMONA et GARCÍA, 2007).

El ya clásico trabajo de Jean Gottmann sobre espacios urbanos y telecomunicaciones

(1982) ha demostrado claramente que la incorporación de las nuevas tecnologías a la

dinámica económica, administrativa y sociocultural de las ciudades simplemente

intensifica y complementa las funciones de tecnologías anteriores como el correo, el

telégrafo o el teléfono. El mantenimiento del control sobre áreas metropolitanas y

sistemas regionales cada vez más complejos, la capacidad de llegar a cada vez más

distancia y más rápido, y la de extenderse sobre corredores metropolitanos y regiones

76

cada vez más amplios y lejanos es algo evidente. Antes que sustituir a las ciudades a los

flujos de gente y a las mercancías, la evidencia parece señalar que las nuevas tecnologías

se incrustan en los viejos sistemas urbanos permitiendo hacer lo mismo de una manera

nueva. El transporte urbano y las infraestructuras pueden ser manejados y controlados de

manera más eficiente y mejorando su capacidad. Las telecomunicaciones coevolucionan

con el transporte y los flujos de personas y mercancías tradicionales reemplazándolos en

algunas ocasiones (telebanking para las operaciones bancarias o e-mail para algunos

servicios postales previos), en otras generándolas, y finalmente en otras mejorándolas

(GRAHAM et MARVIN, 1996). La extensa e intensificada red actual de interconexiones

entre, por ejemplo, los sectores de viajes, comercio y turismo, realmente se basa en una

mejora sobre el control y las capacidades de las nuevas tecnologías en cada etapa del

proceso.

En las ciudades a su vez, las nuevas tecnologías permiten manejar de una manera más

flexible las limitaciones de espacio y tiempo inherentes a las actividades de consumo,

trabajo, entretenimiento, redes sociales y viajes. Por tanto los espacios urbanos pueden

ser concebidos dentro de una más amplia y más compleja red urbana junto a redes tecno-

lógicas más cada vez más sofisticadas e integradas (BOYER, 1996). Las nuevas tecno-

logías de la información por tanto participan de manera activa en la construcción de

espacios y lugares en vez de convertirlos, como las posturas ciberevangelistas sugieren,

en algo innecesario.

La noción de William Mitchell de arquitectura recombinante (recombinant architecture)

es especialmente relevante aquí, porque demuestra como los espacios materiales están

ahora conectados a puntos de entrada al ciberespacio (MITCHELL, 1995). Espacio

material y espacio electrónico están siendo generados cada vez más de manera conjunta.

La posibilidad de funcionar económicamente y de relacionarse socialmente descansa de

manera creciente sobre lugares y espacios materiales íntimamente entrelazados con

complejas infraestructuras telemáticas, que a su vez nos conectan a otros espacios y

lugares. Las instituciones de hoy en día, argumenta Mitchell, están soportadas no sólo por

los edificios sino también por las telecomunicaciones y el software computacional. De

esta manera una correcta articulación entre sistemas telemáticos y espacios materiales,

tan estrechamente necesitados unos de los otros, se convierte en la norma y define la

fisonomía del urbanismo contemporáneo. Los espacios construidos, nos dice, “serán

vistos de manera creciente como sitios de servicios electrónicos donde los bits se

encuentren con el cuerpo, donde la información digital se transforme en visual, auditiva,

77

táctil o cualquier otra forma de percepción sensorial, y viceversa. Las pantallas y los sen-

sores para presentar y capturar información serán tan imprescindibles como las puertas”

(MTCHELL, 1994: 126). Tiendas de libros, universidades, escuelas, bancos, teatros, mu-

seos, hospitales, empresas, proveedores de servicios, etc., sólo funcionan correctamente

en la actualidad si están presentes tanto en el mundo material como en el electrónico.

Aunque algún fenómeno de sustitución es evidente, con el cierre por ejemplo de oficinas

bancarias paralelo al crecimiento del telebanking, la mayor parte de las actividades

tradicionales y rutinarias que desarrollamos en nuestros espacios materiales, junto a los

transportes que las sustentan, parecen extremadamente resistentes a la simple sustitución.

En otras palabras, los espacios densamente poblados del mundo desarrollado contem-

poráneo, al mismo tiempo que albergan un amplio abanico de puntos de entrada

telemáticos al ciberespacio, son también la caldera en la que se cuecen experiencias,

logros e historias personales, una máquina de socialización, confianza y reciprocidad.

El mundo rural tampoco va quedar al margen de estos procesos. Desde finales del siglo

XX los parámetros clásicos de la polarización urbano-rural comienzan a quedar cortos

para explicar la multidimensionalidad que involucra a uno y otro concepto espacial.

Lentamente, urbano y/o rural no necesariamente remiten o significan lo que en otros

tiempos. Aunque en algunos imaginarios aún hoy persiste la dicotomía, lo cierto es que

en los países desarrollados lo rural ya no puede ser abordado como una prolongación de

lo que acontece en el espacio urbano. Ambos espacios expresan una nueva condición:

“Existimos en una urbanidad no solo desordenada, voraz, sino que demuestra la radi-

calidad y decadencia de la Modernidad pues ésta tiene como base la subordinación del

espacio al tiempo, tiempo asumido como oro” (CIMADEVILLA, 2008: 34).

Vivimos tiempos de nuevas definiciones globales, de interculturalidades y de diálogos

entre el saber cultural rural, y el saber cultural urbano -considerados cada uno como

diversidades propias que deben y pueden complementarse-. Se trata más bien de un

continuo que toma distancia de las lecturas polares y se fundamenta en las interconexiones

y articulaciones que modifican la dinámica y la lógica de los espacios, sin que por ello se

anulen los precedentes (CIMADEVILLA et CARNIGLIA, 2009). Bajo el paradigma

tecnológico informacional así como se urbaniza el campo se ruraliza la ciudad, y ello sin

caer en el determinismo tecnológico. Al igual que las nuevas tecnologías permiten cada

vez más en ambientes rurales acceder a determinados servicios hasta hace poco exclu-

sivos de las ciudades, no es menos verdad lo contrario. Por ejemplo, tan cierto es que se

puede comprar un billete de avión o pagar un determinado impuesto en una pequeña aldea

78

española, situada a cientos o miles de kilómetros de distancia de la oficina donde se

realiza dicho trámite físicamente, como que desde una gran urbe se puede, en esa misma

aldea, comprar un caballo o apadrinar una vaca, monitorizar diariamente a través de una

webcam sus cuidados y evolución, y recibir en casa su leche y su queso de forma

periódica.

De esta manera, al menos en los países desarrollados, la tradicional diferencia entre urba-

no y rural va a desaparecer. Lo rural no necesariamente va a ser ese espacio de exclusión

y falta de oportunidades que estabamos acostumbrados a imaginar. Esa frontera, merced

a las nuevas tecnologías, se está traslandando paulatinamente al mundo virtual.

Cosa distinta es lo que ocurra en las regiones desfavorecidas del planeta. Allí donde no

ha llegado todavía la revolución industrial del siglo XIX difícilmente llegará la revolución

de la información del siglo XXI, y si llega lo hará atendiendo a criterios de mano de obra

barata y beneficio máximo. Los espacios rurales del Tercer Mundo pueden ahondar así

esa brecha entre un campo off line y las ciudades, en donde será algo más factible

participar de la globalización.

Trátese de ambientes urbanos, rurales o rururbanos, la utilidad de la perspectiva de co-

evolución es que subraya el hecho de que los espacios materiales de creación humana y

las redes de comunicación mantienen un estado de interacción permanente, y vienen

moldeándose el uno al otro de complejas maneras que pueden retrotraerse en el tiempo

hasta por lo menos la invención del telégrafo y el teléfono, lo cual a su vez se observa

claramente en la pujanza de la inversión y el uso de las telecomunicaciones -predo-

minantemente, pero no de forma exclusiva como acabamos de explicar- en ambientes

urbanos. Los grandes espacios urbanos mantienen densas redes de copresencia cara a cara

que simplemente no pueden ser sustituidas por las telecomunicaciones. Esto es así porque

son el soporte vital para determinadas actividades de alto nivel político, económico y

social en un mundo global volátil y peligroso (STORPER, 1996), que hace uso simul-

táneamente de relaciones online y relaciones cara a cara. Las complejas conexiones entre

las dinámicas globales y locales de los espacios materiales y electrónicos han sido

estudiadas en detalle por Staple (1993). Él cree que internet y otras tecnologías de la

comunicación, lejos de hacer caer las barreras espaciales, realmente mantienen una

relación dialéctica con los espacios materiales, de manera que ayudan a comprimir el

tiempo y el espacio al tiempo que contribuyen a fomentar una lógica de localización,

fragmentación y “tribalización”. Lejos de unificar todo dentro de un único ciberespacio

internet puede fomentar realmente el enraizamiento de distintos grupos de intereses

79

sociales y culturales en espacios concretos, que son simultáneamente materiales y

electrónicos, constituyendo así una explosión geográfica del lugar (geographical

explosión of place) (STAPLE, 1993: 52). Este nuevo tribalismo, ejemplificado por el uso

de internet como soporte de variopintas redes sociales a lo largo y ancho del planeta con

el propósito de diseñar de manera conjunta intereses específicos de grupo múltiples y

fragmentarios sobre bases planetarias, envuelve a las localidades, las ciudades y las

regiones en nuevo territorio electrónico (STAPLE, 1993). Pero es importante remarcar

que la forma en que los lugares se enlazan en redes tan densas como internet será un

proceso diverso y contingente. Parece probable la aparición de una amplia diversidad de

relaciones entre las estructuras y sistemas urbanos y las particularidades culturales de los

distintos espacios y lugares, por un lado, y el crecimiento de interacciones tele-

mediatizadas por otro. Bolter (1995: 2) especula sobre la diversidad de distintas confi-

guraciones que ligaran las formas urbanas con el ciberespacio:” Quizás los japoneses

construirán el ciberespacio como una extensión de sus densos corredores urbanos. Por

otro lado, la gente puede vivir en los suburbios y participar en el ciberespacio desde sus

casas como muchos americanos hacen ahora (…). Así el ciberespacio puede ser un reflejo

de lo suburbios y exurbios americanos, de las megaciudades japonesas, o de la combina-

ción europea de ciudades de gran y mediano tamaño. El ciberespacio no necesita ser la

entidad uniforme sugerida por la actual metáfora popular en Estados Unidos de “super-

autopista de la información”.

C) Telecomunicaciones, ejes espaciales y la producción de espacio

Perspectivas teóricas basadas en aspectos críticos de economía política sirven para

ejemplificar mejor las formas en que los nuevos sistemas de telecomunicaciones están

ligados con la generación de nuevas visiones de la geografía social y económica,

Reaccionando contra los manidos y sobreexplotados conceptos de “aldea global” y

“compresión espacio temporal”, Scott Kirsch (1995) argumenta que recurriendo a la muy

caricaturesca metáfora del “encogimiento del mundo”, perdemos de vista las complejas

relaciones entre capital, tecnología y espacio, mediante las cuales este último en lugar de

encoger debe de estar en perpetua actualización. Aunque las nuevas tecnologías de la

información y la comunicación aportan más flexibilidad a la forma en que los intereses

de la producción de bienes materiales, los servicios de comunicación, el turismo o los

inversores tratan el espacio, ello no anuncia un desplazamiento hacia modelos de pura y

absoluta movilidad individual. Más bien las barreras de espacio y de tiempo se refundan

y reconstituyen de acuerdo a nuevos patrones de flujos, incorporaciones y exclusiones.

80

Así, según Ferguson, “la movilidad del comercio, organizaciones, información y gente

no convierten al tiempo y al espacio en irrelevantes, antes bien realzan hasta que punto

estas áreas de experiencia se han convertido en más, no menos, polifaceticas, interre-

lacionadas y complejas” (FERGUSON, 1992: 79). Los lugares son ahora diseñados con

arreglo a su incorporación a poderosas redes corporativas de redes e intercambios. Lejos

de llevar a algún tipo de homogeneidad territorial, como algunas visiones sustitucionistas

proclaman, se genera una lógica de poder asimétrico, de acuerdo a los intereses de las

corporaciones transnacionales, para escrutar y explotar los atributos específicos de cada

lugar en la medida que contribuyen a ensamblar perfectamente y de manera más eficiente

la división internacional del trabajo (CASTELLS, 1989). Quizás la visión más exacta de

cómo las nuevas tecnologías se engarzan con la producción de nuevos territorios geográ-

ficos de producción, consumo y distribución a todos los niveles espaciales provenga de

Eric Swyngedouw (1993). Basándose en trabajo previos de Harvey (1985), argumenta

que cualquier actividad económica o social es necesariamente geográfica, está inscrita

en el espacio y tiene lugar en un momento concreto. Las sociedades humanas no pueden

escapar del lugar en donde se estructuran sus prácticas cotidianas. Dentro de una

economía internacionalizada, las empresas capitalistas y los gobiernos deben esforzarse

continuamente por desarrollar nuevas soluciones a las tensiones y contradicciones inhe-

rentes al capitalismo, entre lo que David Harvey denomina fijación (fixity) y la necesidad

de movimiento, movilidad y circulación global de información, dinero, capital, servicios

y trabajo (HARVEY, 1985). Actualmente tales tensiones y crisis surgen porque nuevas

amplias áreas dispersas para el consumo, la producción y el intercambio, no ajustadas a

una economía internacional, necesitan ser integradas y coordinadas dentro de un sistema

económico coherente. De esta manera el espacio necesita ser manejado y controlado a

una escala cada vez más internacional. Para conseguir esto deben llevarse a cabo infra-

estructuras de transporte y telecomunicaciones relativamente fijas y localizadas en el

territorio, conectando lugares de producción, instalaciones de distribución y espacios de

consumo entre sí y a su vez con las infraestructuras de transporte y comunicación

necesarias para asegurar una suficiente fijación espacial que permita mantener los

beneficios. De esta manera la tensión entre fijación y movilidad estalla en una crisis

cuando “el paisaje diseñado en relación a una fase de desarrollo se convierte en una

barrera para una mayor acumulación (de capital)” (HARVEY, 1993:7). Así, una nueva

red de comunicaciones tiene que ser inmovilizada en un cierto territorio para facilitar

mayores posibilidades de movimiento a las que permanecen. La proliferación de antenas

81

de telefonía móviles o la de satélites de telecomunicaciones como “avanzadillas” de ca-

rácter fijo en el proceso de colonización ciberespacial son dos ejemplos palmarios. En

palabras de Swyngedouw (1993: 306): “Una línea de comunicación libera acciones desde

un lugar y reduce la fricción asociada con la distancia y otras barreras espaciales y

sensoriales. Sin embargo, tales organizaciones de transporte y comunicación sólo pueden

liberar actividades de su incrustación en el espacio produciendo nuevas configuraciones

territoriales, potenciando el proceso social en una nueva geografía de lugares y flujos de

conexión. En pocas palabras, la liberación de barreras espaciales sólo puede tener lugar

mediante la creación de nuevas redes de comunicación, que a su vez, necesitan de la

construcción de (relativamente) nuevas estructuras fijas y confinadas”

Es importante por tanto señalar que, desde el punto de vista de la política económica, el

desarrollo de nuevas infraestructuras de telecomunicaciones no es algo neutral, un pro-

ceso puramente tecnológico, sino una contienda social asimétrica para obtener y mantener

poder social, el poder de controlar el espacio y los procesos sociales a distancia. Una

mirada, por ejemplo, al enorme crecimiento de los centros financieros globales o la

extensión global de las redes corporativas telemáticas, nos demuestra enseguida la estre-

cha conexión entre poder sobre el espacio y poder sobre las redes de comunicación. Así,

Graham Murdock nos llama la atención sobre lo que él denomina el efecto fortaleza

(fortress effect), entendiendo por él el llamativo paralelismo entre el diseño y la arqui-

tectura de muchos edificios de oficinas postmodernos y el desarrollo de vastas redes pri-

vadas de “espacios de datos” (dataspaces) controlados por grandes corporaciones

(MURDOCK, 1993: 534). Se desarrolla en este contexto, como en el espacio territorial

físico, una contínua batalla entre las aspiraciones de un acceso y uso público de la

información y los esfuerzos de las grandes redes corporativas por extender los derechos

de propiedad sobre áreas de información cada vez más amplias. En este sentido el tradi-

cional debate sobre la propiedad privada, los derechos de propiedad sobre el territorio, el

acceso y libre tránsito por el mismo o la titularidad del suelo, parecen haberse trasladado

ahora desde el mundo físico y material al ciberespacio. Al desmitificar y mostrar las

relaciones de poder subyacentes a la creación de nuevos territorios virtuales mediante

redes de telecomunicación, la perspectiva político-económica hace mucho por desenmas-

carar los mitos sustitucionistas propios del determinismo tecnológico discutidos anterior-

mente. Nos permite desvelar los efectos sociales de las nuevas tecnologías, la forma en

que estas se hallan envueltas en complejas relaciones y disputas espaciales y sociales; la

forma en que algunos grupos de poder y algunas áreas de influencia se benefician de los

82

resultados de las nuevas tecnologías mientras que otros colectivos salen perdiendo. De

esta manera la creciente liberación y libertad de que disfrutan algunos, derivada de nuevas

formas de movilidad, para otros también puede llevar a la pérdida de influencia e incluso

a la exclusión (SWYNGEDOUW, 1993). Un excelente ejemplo de esto es la actual trans-

formación de algunos servicios públicos, como el abastecimiento energético, bajo la pre-

sión de la competencia y la liberalización del mercado. En España, por citar un caso, la

obtención y registro del Certificado de Eficiencia Energética -que supone ventajas como

la revalorización del inmueble o medidas asumibles de ahorro en la factura- depende en

mayor o menor grado de la facilidad de acceso a internet y de la comunidad autónoma en

la que se resida, ya que dicho servicio está disponible online en unas, pero no en otras.10

Paul Adams (1995) utiliza el concepto de “extensibilidad personal” (personal extensi-

bility) para mostrar como el acceso de alguien (en el mundo físico o en el virtual) a

servicios, lugares y espacios distantes puede permitirle la dominación sobre grupos

excluidos y favorecer la aparición de espacios y ciudades segregadas. La compresión

espacio-temporal de algunas personas (o grupos) puede depender de la imposibilidad de

otras personas (o grupos) para acceder a lugares distantes. Como Adams dice “la varia-

ción de extensibilidad en relación con la raza, edad, género, y otras categorías socialmente

significativas enlaza biografías a microescala con ciertos procesos sociales a macro-

escala” (ADAMS, 1995: 268). De esta manera formas de “superinclusión telemáticas”

(telematic superinclusion) están al alcance de determinados grupos de élite y les permiten

diseñar recintos urbanos exclusivos (normalmente no amurallados) desde los cuales su

permanente acceso a redes telemáticas personales y corporativas les permite una exten-

sibilidad global. Y al mismo tiempo a corta distancia, en algunas zonas intersticiales

urbanas, hay espacios off-line o zonas retrasadas en el tiempo (lag-time places) (BOYER,

1996: 20). En estos últimos y usualmente olvidados lugares, el tiempo y el espacio siguen

siendo profundamente reales, quizás incluso las limitaciones de la vida diaria se acentúan,

debido al traslado al mundo virtual de determinados servicios de transporte, económicos,

sociales y de todo tipo. Se produce así la paradoja de que a medida que los servicios bási-

cos “emigran” al mundo virtual aquellos que no pueden acceder o tienen supervisado su

acceso al mismo quedan “virtualmente excluidos”.

Por tanto, la entusiasta y acrítica postura del determinismo tecnológico y la transcenden-

cia del lugar, convenientemente ignora la diversa y fragmentada realidad del espacio urba-

10 <http://www.arquitecturasostenible.org/sample-page/certificacion-de-eficiencia-energetica-en-espana/la-certificacion-en-las-comunidades-autonomas/>. [13-06-2013].

83

no. Para Christine Boyer (1996), la creciente geografía de la desigualdad (uneven geogra-

phy) de las ciudades contemporáneas, y el cada vez mayor distanciamiento de los nodos

bien diseñados respecto de los lugares “en blanco” que a nadie preocupan, permite a los

grupos afortunados negar su complicidad en la producción de estos nuevos y altamente

desfavorecidos paisajes materiales urbanos. Pero quizás el mejor ejemplo de las in-

trincadas relaciones de poder con la producción de espacios y lugares provenga del pe-

queño grupo elitista que maneja los intercambios financieros globales en las ciudades.

Nos encontramos aquí con que “las extensibles relaciones de una exigua minoría en

Nueva York, Londres y Tokio, sirven para controlar vastos dominios del mundo a través

de redes internacionales de obtención de información y órdenes” (ADAMS, 1995: 277).

1.3. Recombinación: las redes sociotecnológicas.

La tercera y última de las perspectivas analizadas se basa en aspectos fundamentalmente

sociales de las nuevas tecnologías. Basada en las teorías del actor-red (actor-network) de

Michael Callon (1991) y Bruno Latour (1993), y con las aportaciones de Donna Haraway

(1991) acerca del surgimiento de ciborgs u organismos cibernéticos de mezcla humano-

tecnológica, un amplio abanico de investigadores de los campos de la sociología, la cien-

cia, la tecnología, la antropología y, más recientemente, de la Geografía, vienen desde

hace un tiempo centrando su atención en los aspectos “relacionales” (relational)

derivados de los estrechos vínculos que existen entre el mundo social y el tecnológico.

La teoría del actor-red pone el énfasis en cómo específicas situaciones sociales y los seres

humanos integran “piezas” de tecnología, máquinas, así como documentos, textos y

dinero, en las denominadas redes-actor (actor-networks). El acento se pone aquí en los

aspectos relacionales para mostrar cómo toda suerte de bits y piezas del conjunto:

cuerpos, máquinas, edificios, así como textos y todo tipo de documentos, se asocian para

intentar construir orden (BINGHAM, 1996: 32). Los conceptos absolutos de espacio y

tiempo no tienen significado aquí porque lo que interesa son las relaciones. Desde este

punto de vista las tecnologías sólo tienen un efecto contingente y distinto, en la medida

en que se remiten a contextos sociales específicos ligados a su vez a organismos humanos

y tecnológicos. Los límites entre hombres y máquinas pasan a ser más permeables y difu-

sos hasta el punto de que “no tiene sentido hablar de una máquina en general o de un

humano en general” (BINGHAM, 1996: 17).

84

Nigel Thrift (1996: 1468) resume la cuestión cuándo dice que ninguna tecnología es pro-

ducida en un absoluto aislamiento, si no que está vinculada a los propósitos sociales para

los que ha siod creada y a otras tecnologías anteriores que le permiten concretarse. Por

ejemplo, mejor que decir que Newton “descubrió” la teoría de la gravedad, como si

estuviera aislado en el vacio, sería más apropiado tener en cuenta los aspectos “relacio-

nales” que rodearon a tal descubrimiento, como los trabajos previos de Galileo, sus

relaciones con los colegas de la época, sus herramientas, los detalles de su laboratorio y

otros diversos aspectos sociales y tecnológicos, que explicarían convenienteme la apari-

ción de la teoría de la gravedad.

Por otro lado, la teoría del actor-red también subraya la relación en cadena de unas tecno-

logías con otras, y su contextualización según los distintos tipos de actividades humanas.

Así, un teléfono tiene un significado diferente y es utilizado de manera diferente por cual-

quiera de nosotros dependiendo de si lo utilizamos en nuestro lugar de trabajo o si lo

hacemos en nuestro dormitorio.

La ligazón entre elementos tecnológicos y seres humanos es por tanto un proceso comple-

jo que requiere un continuo esfuerzo por mantener unas relaciones que son al mismo tiem-

po sociales y tecnológicas (AKRICH, 1992: 206). La creciente capacidad de las tele-

comunicaciones para llevar a cabo acciones a distancia y por control remoto necesita a su

vez de actores humanos que las usen y les den sentido. Hace falta mucho trabajo previo

por parte de los seres humanos antes de que una orden circulando en el ciberespacio se

lleve a cabo. Un trabajo tan heterogéneo que implica a programadores, chips, protocolos

de transmisión internacionales, usuarios, teléfonos, instituciones de todo tipo, modems,

traductores de idiomas, gobiernos, abogados, y un sinfín más de agentes implicados en el

proceso, están finalmente enfocados a la creación de entornos suficientemente estables

de transmisión de información (BINGHAM, 1996: 31). Por lo tanto no hay un único y

unificado ciberespacio, sino múltiples y heterogéneas redes socieotecnológicas. Más aún,

como se verá en capítulos posteriores, para gran parte de la población mundial no hay

ciberespacio, están literalmente excluidos del mismo.

La teoría del actor-red tiene sus detractores. Se la ha acusado de deshumanizar a los huma-

nos equiparándolos a los actores no humanos (las máquinas y su tecnología). No se pre-

tende hacer aquí una defensa de dicha teoría, sino utilizarla como elemento explicativo

de la inextricable relación entre hombre y tecnología. En realidad la tecnología acompaña

al ser humano desde siempre, de manera que es absurdo pretender disociar uno de la otra.

Pero esa relación es diversa y variopinta y por tanto, en el estadio actual de nivel tecno-

85

lógico de la humanidad, las telecomunicaciones y las tecnologías de la información se

integran estrechamente con actores humanos y con otras tecnologías en sistemas de

relaciones sociotecnológicas a lo largo y ancho del espacio de una forma que, lejos de ser

unívoca y unidireccional como pretenden el ciberevangelismo, es más bien múltiple y

multidireccional.

Esto nos sobliga a considerar a su vez la múltiple e interrelacionada infraestructura física

de tecnologías de la información (cable, redes telefónicas, satélites, fibra óptica, etc.) y

cómo la misma se sustenta en una vasta panoplia de redes sociotecnológicas. Considerado

así, el ciberespacio se vislumbra fragmentado, dividido y conformado por una hetero-

génea multiplicidad de infraestructuras y relaciones. Por ejemplo, existen decenas de mi-

les de redes corporativas especializadas y de intranets. Internet provee los fundamentos

para un sinfín de colectivos de usuarios: listas de servidores, sitios web de publicidad de

empresas, websites especializadas, intranets corporativas, comunidades virtuales, un cre-

ciente flujo de medios audiovisuales, sistemas de gestión de pago con tarjeta,

teleshopping, flujos de transacciones financieras y comerciales internacionales, flujos de

datos y de telefonía y un largo etcétera. Para que todo ello funcione un especializado

sistema compuesto de satélites, banda ancha, cable y redes de comunicación, mantiene

operativo un inmenso flujo de información. Cada aplicación a su vez permanece asociada

a un vasto y multiple conjunto de actores humanos e instituciones que deben velar conti-

nuamente para mantener su parcela específica de telecomunicaciones no sólo operativa

sino también conectada con el resto para producir cierta forma de orden social que fun-

cione. Estos miles de actores-red son siempre contingentes, parciales, nunca ubicuos, y

están a su vez incrustados en sus concretos mundos sociales formados por individuos,

grupos e instituciones. Tales redes sociotecnológicas siempre representan geografías con

ciertas posibilidades y restricciones (geographies of enablement and constraint) (LAW

et BIJKER, 1992: 301), siempre enlazan lo local con lo global de manera estrecha y recí-

proca, y además pueden fallar, desconectarse temporalmente, ser objeto de censura, etc.

Lo importante, por tanto, de ésta tercera perspectiva recombinante, dada la orientación

geográfica de este trabajo de investigación, se deriva del hecho de que plantea importantes

cuestiones relativas a la forma en que conceptualizamos lugar, espacio y tiempo. Desde

esta nueva perspectiva, las nuevas tecnologías más que transcender el espacio y el tiempo

actúan como redes de información y comunicación dentro de las cuales se están cons-

truyendo nuevos lugares y tiempos, nuevas formas de interacción, control y organización

(LATOUR, 1987). Consecuentemente, este punto de vista refuerza las visiones de la

86

Geografía basadas más en los aspectos relacionales que aquellas basadas en concepciones

absolutas de tiempo y espacio (HARVEY, 1996; THRIFT, 1996). Por ejemplo, la concep-

ción en los estudios acerca de urbanismo de que el tiempo y el espacio son datos objetivos

e invariables, simples contenedores de la vida urbana es seriamente puesta en duda desde

la perspectiva recombinante (HARVEY,1996: 256). Según sugiere Whitehead la expe-

riencia heterogénea y la construcción de tiempo dentro de las ciudades es un fenómeno

muy real. De manera que “múltiples procesos fluyen juntos para construir un único, con-

sistente, coherente, aunque multifacético sistema espacio-temporal” (HARVEY, 1996:

260-261). De esta manera un lugar en realidad es un múltiple y heterogéno abanico de

procesos espacio-temporales. Y de ello se deduciría que los barrios, las ciudades y las

regiones no pueden ser examinados independientemente de los procesos espaciales y

temporales que en ellos ocurren. Como Nigel Thrift afirma en su trabajo sobre geografía

del tiempo “el tiempo es un fenómeno múltiple; muchos tiempos están trabajando

continuamente en resonante interacción unos con otros” (THRIFT, 1996: 2). La continua

recombinación del mundo, mediante redes sociotecnológicas y sus específicos y

diferentes espacios y tiempos, es posible porque internet y otros sistemas de información

y comunicación están basados en entramados que, a pesar de su retórica de universalidad,

son siempre específicos y contingentes a la hora de conectar unos lugares con otros. Para

Latour tales redes tecnológicas están compuestas de lugares particulares conectados entre

sí. Para interconectarse necesitan de ramificaciones de telecomunicación etéreas, pero

entre un lugar particular y otro, a no ser que tengamos en consideración la dualidad onda-

corpúsculo de Stephen Hawkings, no hay “virtualmente” nada: ni cableado, ni tren, ni

carretera, ninguna pantalla, nada. Las redes tecnológicas son, como la palabra misma

sugiere, redes lanzadas sobre determinados espacios que retienen sólo una parte aislada

de los mismos. No son en absoluto globales y sistemáticas, aunque abarquen superficies

sin cubrirlas y se extiendan a grandes distancias. Dejan cosas fuera, a veces de manera

consciente y otras, como por ejemplo en las situaciones de ciberfobia, sin desearlo.

El mérito de la teoría recombinante y de la perspectiva que plantea sobre las relaciones

entre la tecnología y el territorio – y de interés por tanto para la Geografía- es que articula

las inteconexiones entre hombre y tecnología contextualizádolas de tal manera que impi-

de de nuevo las visiones ancladas en el determinismo tecnológico. Ayuda a comprender

los múltiples mundos y relaciones generados mediante las tecnologías de la información.

Su énfasis en los híbridos sociotécnológicos subraya las crecientes dificultades que en-

cuentran las ciencias sociales a la hora de separar lo social de lo tecnológico y, antes que

87

hablar de magnificientes revoluciones tecnológicas, pone pie en tierra y llama la atención

sobre una multiplicidad de mundos y realidades sociales contingentes, subrayando las

dificultades inherentes a la pretensión de obtener un “orden social a distancia” mediante

la utilización masiva de artefactos tecnológicos.

Los seres humanos son aquí algo más que sujetos esperando recibir el impacto de las

nuevas tecnologías, meros espectadores de procesos de cambio de alcance global. La

teoría recombinante mantiene que “viviendo, respirando, los seres humanos corpóreos,

dispuestos en variadas redes de relaciones creativamente improvisadas, todavía existen

como algo más que forraje para las máquinas” (THRIFT, 1996: 1466).

Los espacios urbanos altamente concentrados de las modernas urbes lejos de sufrir una

disolución se han recombiando con las nuevas redes tecnológicas, de manera que estas

últimas, lejos de producir un mundo inhumano y abstracto, se han entrelazado con las

prácticas sociales y espaciales de la gente operando dentro de espacios humanos cada vez

más complejos. Usualmente la utilización de sistemas telemáticos más rápidos realmente

incrementa la demanda de más relaciones cara a cara de manera que la carga interpretativa

derivada del exceso de información online pueda ser “digerida”. Curiosamente la tarea

más importante en las grandes ciudades telemáticas de nuestro tiempo es muchas veces

la interpretación, más aún, la interpretación en acción bajo la presión de eventos a tiempo

real. Así, la producción de nuevos espacios materiales y las prácticas sociales que en ellos

ocurren no son una relación tecnológica causa-efecto sino el híbrido resultante de

multiples procesos de configuración social específicos de diferentes actores-red, que a su

vez están compuestos de individuos y artefactos tecnológicos funcionando juntos, y que

generan unos espacios y tiempos propios que a veces coinciden y a veces no. No hay, en

consecuencia, un solo y gran cuadro de lo espacios de nuestra época si no una colección

de sketchs evolucionando constantemente (THRIFT, 1996: 1485).

En definitiva, dos claras conclusiones sobre como la humanidad debe de manejar las

inevitables y crecientes interrelaciones entre Geografía y nuevas tecnologías aparecen

después de analizar las distintas posibilidades de sustitución, coevolución y recom-

binación. La primera es que se debe ser extremadamente cauteloso con el peligro de adop-

tar, incluso implícitamente, los modelos del determinismo tecnológico y las metáforas del

cambio tecnológico. La elección de las palabras no es un hecho casual ni exento de impli-

caciones profundas. La misma elección del término “impacto tecnológico”, por ejemplo,

tan utilizado en nuestros días en distintas disciplinas y campos de investigación de diverso

tipo, resulta problemática, dado el enfoque hacia una visión de causa-efecto simple y

88

lineal. En sus posturas más extremas, este enfoque propio del determinismo tecnológico

favorece una lógica de aparente inevitabilidad, asumiendo de manera pueril simples

relaciones de causa-efecto en los ámbitos social y territorial, e incluso predicciones mesiá-

nicas y evangelísticas de pura salvación tecnológica.

Como la segunda perspectiva, la coevolución, se encarga de demostrar, dicho enfoque

falla a la hora de mostrar cómo las nuevas tecnologías se encuentran inextricablemente

unidas a complejas relaciones sociales y de poder dentro de las cuales nuevos sistemas

tecnológicos y nuevos pasisajes geográficos materiales están siendo creados.

La segunda conclusión tiene que ver con lo que hemos denominado redes socio-tecno-

lógicas. Desde esta perspectiva se incide además en el hecho de que hay que tener en

cuenta las complejas relaciones inherentes a la construcción social de las nuevas tecno-

logías, tanto dentro de cada lugar como en la relación entre ellos. De tal manera que, si

no se tienen en cuenta dichas contingencias, el significado y los efectos de dichas tecnolo-

gías de la información no pueden ser completamente comprendidos. Parafraseando de

nuevo a Thrift, “vistas así, las tecnologías de comunicación electrónicas no son por más

tiempo un terremoto económico, social o cultural, sino más bien parte de una continua

historia de prácticas tecnológicas performativas, un complejo archivo de posturas, emo-

ciones, conocimientos tácitos y cognitivos, presentaciones y representaciones” (THRIFT,

1996: 1474).

Finalmente, la Geografía debe estar alerta sobre los peligros de adoptar posturas

simplistas respecto de los conceptos de espacio y tiempo. Se deben a la extremadamente

extendida versión euclidiana que todavía persiste cuando se trata de estudiar las relaciones

entre geografía y nuevas tecnologías, y que trata los espacios y los lugares como simples

áreas acotadas, como objetos espaciales definibles y cartesianos incrustados en marcos

objetivos de tiempo y espacio. Por el contrario, como Doreen Massey sugiere (1993), los

lugares necesitan ser definidos también como momentos articulados en redes de rela-

ciones sociales más que como áreas con límites alrededor. El mensaje aquí es claro: sola-

mente estudiándolas conjuntamente tendremos una concepción clara de las relaciones en-

tre nuevas tecnologías y territorio, entre TICs y geografía. Para Latour (1993: 120), “ma-

dejas de redes interrelacionan las redes tecnológicas los espacios y lugares y a los usuarios

y (no usuarios) de tales redes. Tales enlaces son tan íntimos y recombinantes que intentar

definir el territorio separadamente de las redes tecnológicas que lo vertebran se convierte

en algo tan absurdo como intentar explicar estas últimas sin tener en cuenta a aquél”. El

ejemplo de las ciudades contemporáneas explica perfectamente lo que se pretende expre-

89

sar en estas palabras. En las ciudades modernas la proximidad real en el espacio no

necesariamente significa mayores relaciones. Complejas estructuras de acceso y trans-

porte a lugares materiales como nuestra casa, nuestro trabajo, nuestros lugares habituales

de ocio e interacción social, están en permanente recombinación con conexiones virtuales

locales y no locales a las que accedemos a través de redes tecnológicas

(telecomunicaciones, información sobre redes de transporte de larga distancia, tele-

marketing, etc.). Lo urbano puede así ser concebido como el locus donde se desarrollan

redes y prácticas socioculturales, económicas e institucionales que se extienden sobre

regiones amplias y difusas mediate complejas combinaciones de “copresencia física” y

mediación tecnológica (HEALEY et al.,1995). Dicho de otra manera, las relaciones

basadas en la presencia en lugares físicos concretos son complementadas con (y en

algunos casos superadas por) la conexión a lugares distantes. De esta manera los vecinos

pueden conocerse o no y mantener relaciones sociales, o empresas adyacentes pueden

establecer o no lazos estrechos. Los espacios públicos urbanos pueden convertirse o no

en espacios culturales según su grado de articulación con los flujos internacionales de

intercambio e información. Las complejas, sutiles y contingentes combinaciones de

proximidad electrónica entre un “mundo urbano sin lugar” (non place urban realm) y otro

anclado en los lugares materiales físicos deben de ser analizadas de manera conjunta. Tal

recombinación de tecnología y lugar representa realmente los procesos más recientes en

cuanto a urbanismo, y no la última moda en cuanto a fenómenos posturbanos (GRAHAM

et MARVIN, 1996). Las ciudades no pueden ser vistas como lugares en fuga hacia el

ciberespacio. Esto es no comprender las formas en las que las nuevas tecnologías de la

información se relacionan con la comunicación humana, más complementando que sus-

tituyendo. Innovaciones como el teléfono, el fax o la computadora se emplean para am-

pliar las posibilidades de la comunicación humana, no para sustituirla. Como las interre-

laciones financieras globales que conectan Londres, París o Nueva York, o los nodos de

transporte internacionales, demuestran, las redes tecnológicas que las sustentan, aunque

siempre locales e incrustadas en espacios y lugares concretos, pueden realmente provocar

un efecto túnel (tunnel effect) merced al cual ciertos espacios y lugares físicamente lejanos

se acercan, mientras que otras áreas adyacentes son desplazadas fuera del circuito. La

división global del trabajo en las redes de comunicación de las corporaciones transna-

cionales proporciona otro buen ejemplo. Como Paul Adams (1995: 277) sugiere “los

edificios que albergan las variadas funciones de una corporación transnacional (oficinas

principales, control, investigación y desarrollo, manufactura, etc.), aunque dispersos por

90

todo el globo, están íntimamente ligados, aunque puedan tener poca o ninguna conexión

con oficinas o edificios directamente adyacentes”.

Las relaciones entre los sistemas urbanos del mundo occidental y el capital financiero

internacional están también sometidas a este tipo de tensiones en las redes territoriales.

Algunas de las redes telemáticas más sofisticadas del mundo rodean a los grandes con-

glomerados metropolitanos del mundo, conectándolos 24 horas a través de transacciones

financieras a tiempo real de miles de millones de euros en un mercado financiero global.

Un edificio de oficinas de Wall Street en Nueva York alberga un sistema de computadoras

que mantiene un volumen de negocio diario de un billón de dólares (United Nations Re-

search Institute for Social Development, 1995). Simultáneamente, el hinterland ad-

yacente y los sistemas urbanos domésticos que rodean estos capitales financieros globales

generalmente no pueden integrarse en tales redes tecnológicas globales, a pesar del hecho

de que las mismas pasan materialmente por tales entornos. Este tipo de relaciones exten-

didas ya por todo el mundo significan que, a efectos prácticos, los centros de negocios de

dos ciudades están más cercanos entre sí que con sus respectivas periferias (MULGAN,

1991). Pero mientras que las ciudades se diseminan por vastas y multipolares regiones

mediante redes globales, otras redes tecnológicas basadas en la adyacencia y la proxi-

midad provocan verdaderos flujos físicos que siguen siendo esenciales para la experiencia

humana social, tanto económica como culturalmente. Porque como Storper sugiere

(1996), el desplazamiento hacia la información telemática, la imagen, la electrónica, los

flujos y transacciones financieras, al mismo tiempo que el creciente uso de las mismas

por parte del arte, la investigación, el ocio, el consumo, o el turismo, requieren una

reinterpretación de los entornos urbanos bajo una nueva perspectiva. Como él mismo

argumenta los mundos que conforman nuestras ciudades modernas “son híbridos,

constreñidos por las fuerzas maquinales del capitalismo moderno tardío” (STORPER,

1996: 32).

2. Espacios y lugares fuera del ciberespacio

Pero ¿qué hay de los que están fuera de la sociedad de la información? Se pueden

clasificar en dos grandes grupos: cibermarginados, voluntarios o forzosos, y ciberexcluí-

dos. Especialmente estos últimos son de interés en el presente trabajo, y desde una pers-

pectiva geográfica debe de hacerse patente su existencia. De lo contrario se corre el peli-

gro de dar por buenos los planteamientos del determinismo tecnológico ya que si el mun-

91

do virtual va a suceder al real, con la desaparición de este último desaparecerá también

más de media humanidad. Más allá de las distintas situaciones de compromiso entre

ambos mundos que acabamos de analizar, el ciberespacio a día de hoy es también ciencia-

ficción para gran parte de la población mundial. Y sólo caben dos opciones: su incor-

poración al mismo o su exclusión de él.

Previamente a su definición con el prefijo “ciber”, es necesario indicar que los conceptos

de marginación y exclusión son díficiles de diferenciar. En ocasiones son utilizados como

sinónimos, otras veces se establece la diferencia entre ellos atendiendo a la faceta prin-

cipal (económica, cultural, social) en la que un individuo o grupo social tiene problemas

de adaptación, hablándose entonces, por ejemplo, de marginados económicos o excluídos

sociales. En otras ocasiones ambos conceptos pueden tener distinto significado según la

región de mundo donde se utilicen y sus peculiaridades históricas. Así, en los países del

denominado estado del bienestar últimamente el concepto de exclusión intenta describir

los procesos a través de los cuales sectores que antes estaban incluidos en los procesos de

desarrollo en los años de bonanza son ahora excluidos, especialmente del mercado laboral

y la seguridad social, pero también de las relaciones sociales, políticas y culturales

predominantes (WACQUANT, 2001). Pero, por otro lado, “si bien el empleo de la

categoría de exclusión social puede ser útil para la descripción del tipo particular de

marginación social acontecida en las últimas décadas en algunos países desarrollados, no

logra abarcar la complejidad de situaciones que operan en países con amplios sectores

nunca incluidos bajo formas capitalistas típicas, como es el caso de América Latina.”

(SALVIA, 2005: 8).

En esta obra se entiende que el concepto de exclusión hace referencia un proceso

multifacético y más amplio, mientras que el de marginación lo hace a una sola dimensión

del ser humano (económica, social, política, etc.), sin perjuicio en este último caso de que

se pueda sufrir más de una situación de marginación de manera sumativa. Así, para un

individuo que se encuentre marginado podemos conseguir un cambio en su situación

simplemente resolviendo la dimensión o dimensiones en las que se encuentra desplazado.

Sin embargo un excluido es siempre, en último término, un excluido social ya que

acumula el suficiente número de aspectos en los que resulta marginado como para ver

restringido su acceso a la condición de ciudadano y a su participación en la vida política,

cultural y de todo tipo.

Por lo tanto, se puede solucionar un problema de marginalidad económica, sacando a una

persona o a un grupo social de una determinada situación de pobreza. Pero eso puede no

92

ser suficiente, y dejar sin solucionar una situación de exclusión social, al faltar nivel

formativo, relaciones sociales o participación política. Quizás un ejemplo ayude a

clarificar mejor el asunto: las mujeres españolas estaban marginadas políticamente en

España hasta que durante la Segunda República se les concedió el derecho a voto. Desde

ese momento se puede decir que las españolas pertenecientes a las clases acomodadas y

de entornos urbanos dejaron de estar marginadas políticamente (al menos en derecho a

voto). Las mujeres pertenecientes al proletariado rural, sin embargo, aún teniendo reco-

nocido tal derecho (y solventado en ese aspecto concreto su situación de marginación)

seguían siendo en la práctica personas en situación de exclusión social, ya que tal derecho

a voto no solucionaba todo un amplio elenco de otras situaciones de marginación (cultu-

ral, económica, social, familiar, geográfica, etc.) que las convertían en auténticas exclui-

das sociales.

Aplicado a los conceptos de cibermarginación y ciberexclusión la conclusión de todo lo

dicho anteriormente parece evidente. Se entiende por cibermarginado a la persona o co-

lectivo que se sitúa al margen de la denominada sociedad de la información ya sea, como

se verá más adelante, de manera forzada o voluntaria. Sin embargo dicha situación es

reversible y tiene solución. Es el caso de las personas de avanzada edad en los países

desarrollados: con suficiente apoyo económico y de la administración es posible con-

seguir su integración en el uso de las nuevas tecnologías e impedir esa emergente forma

de marginalidad que se denomina “analfabetismo digital” (ORTOLL, 2007). La ciber-

marginalidad es por tanto una problemática que, aunque no carente de importancia, es

solucionable con recursos y apoyo institucional. Mención aparte merecen los colectivos

que, por distintas razones de tipo cultural, social o psicológico, se sitúan deliberadamente

al margen de la sociedad de la información y que serán analizados en un epígrafe espe-

cífico utilizando el concepto de objeción digital.

Por contra la ciberexclusión es una forma de “no presencia” en el ciberespacio mucho

más aguda que la cibermarginación, sea esta última forzosa o voluntaria. Previo a su con-

dición de cibermarginado, un ciberexcluído acumula ya, en la mayoría de los casos, una

marginación económica, cultural, educativa, política, etc., que lo convierte en última

instancia en un excluido social. En otras palabras, tener impedido el acceso a la ciuda-

danía digital es para este colectivo, en comparación con otras carencias más perentorias,

un problema menor, o incluso inexistente en la medida en que ni siquiera se es consciente

del mismo. La ciberexclusión no hace sino ahondar en una problemática previa y pre-

existente que es reflejo de un orden social injusto y del cual es un ejemplo más. Es por

93

ello que se le dará en este trabajo, y desde una perspectiva geográfica, un tratamiento más

profundo que a la cibermarginalidad.

Pero ¿cuál es la geografía de la ciberexclusión? Sin duda se sitúa en aquellos países que

han sucumbido ante la última ola de neoliberalismo capitalista a partir de los años 80 del

pasado siglo XX. También se ha de incluir en este grupo al denominado “cuarto mundo”.

Es decir, a los colectivos afectados por esta misma ola neoliberal dentro de los países de-

sarrollados (inmigrantes irregulares, etnias discriminadas, colectivos depauperados, etc.)

y que ya no pueden por más tiempo ser considerados simplemente como marginados, sino

como auténticos excluidos sociales y, por tanto, también ciberexcluidos.

2.1. Cibermarginación. La brecha digital.

La amplia mayoría de estudios relativos a la brecha digital en los países desarrollados se

centra en la observación de las diferencias en el acceso a las nuevas tecnologías para

categorías demográficas tradicionales: nivel de renta, nivel formativo y educativo, edad,

sexo, grupo étnico, etc. Los primeros trabajos de investigación de escala nacional se

llevaron a cabo a finales de los 90 del siglo XX y todos ellos mostraban brechas

crecientes, en lo relativo al acceso a la tecnología, entre la gente con alto y bajo nivel de

renta y educación respectivamente (KATZ, 2002). Siguiendo a este autor se distiguen al

menos tres grandes grupos de población. En primer lugar existiría una élite de alrededor

de un 15% de la población con un ilimitado acceso a las nuevas tecnologías de todo tipo

y las redes sociales derivadas de ellas. Se trata del colectivo social con mayores niveles

de renta y educación, los mejores trabajos y posiciones sociales, y con más de un 95% de

acceso a internet. Esta élite está acostumbrada a vivir en redes sociales densas, extendidas

a lo largo de un gran número de nodos de larga distancia que son parte de un modo de

vida muy móvil. Fuera de este primer núcleo se sitúa la mayoría de la población

(alrededor de un 50-60%) con un menor acceso a las redes sociales e internet, y por tanto

con menores habilidades para su uso. Las aplicaciones utilizadas en internet son en este

colectivo preferentemente lúdicas y de entretenimiento. En una tercera capa aparecen los

cibermarginados, alrededor de un 15% de la población. La población de avanzada edad,

ciertos sectores de la población rural, o las mujeres en algunas etnias o grupos sociales,

son algunos de los colectivos que la conforman. Para ellos el acceso a internet y las

computadoras realmente importa, ya que sin él se produce una clara situación de des-

ventaja merced a la cual aquellos que sólo tienen acceso a los medios y canales de infor-

94

mación tradicionales se quedan atrás y en consecuencia, dada la creciente difusión de los

medios digitales en la sociedad, corren el riesgo de quedar marginados en cada vez más

facetas o aspectos de la participación social Sin embargo para ellos, aunque no tienen

prácticamente acceso a las nuevas tecnologías, dicha situación puede ser corregida

mediante políticas educativas, iniciativas sociales y una conveniente asignación de

recursos. De hecho, la brecha digital para este grupo cibermarginal parece haberse acor-

tado en los últimos años, al menos en lo referente al acceso material a las nuevas

tecnologías, tanto en Norteamérica como en Europa Occidental y los países más

desarrollados de Asia, quedando tan sólo abierta en lo que atañe a los que hemos dado en

llamar ciberexcluídos, cuestión que se analizará en detalle posteriormente. Para la amplia

mayoría de la población de estas regiones del globo la brecha digital se está suturando

paulatinamente. Los grupos sociales artífices de este hecho han sido la población joven y

las mujeres, y quedó patente desde comienzos del siglo XXI, a medida que las categorías

de población con nivel de renta alto alcanzaban un cierto nivel de saturación y gente con

menor poder adquisitivo y educativo se incorporaba paulatinamente al uso de las TICs, a

medida también que los costes de las mismas se abarataban (DIJK, 2012).

Pero en esta descripción nos falta por citar la capa más exterior, en donde aparecen los

ciberexcluidos. Son auténticas bolsas de exclusión social propias de los países desa-

rrollados y compuestas por ciertas minorías étnicas, desempleados de larga duración,

familias en situación de pobreza extrema, inmigrantes irregulares, etc. Para ellos la

denominada ciudadanía digital simplemente no existe. Su situación de exclusión es

virtualmente idéntica a la que sufren los países subdesarrollados, la cual se analiza en

detalle a continuación.

2.2. Ciberexclusión. La brecha digital global

El concepto de brecha digital global (global digital divide) se utiliza mayoritariamente

para hacer referencia a las diferencias entre países desarrollados y subdesarrollados a la |

hora de acceder a los recursos derivados de la revolución del conocimiento y a las opor-

tunidades derivadas del acceso a los mismos (HWANG, 2006). Es por tanto una des-

igualdad de escala global. Hay que considerar no obstante también dentro de esta cate-

goría a aquellos grupos sociales de los países desarrollados que se encuentran en situación

similar a la de la mayoría de los ciudadanos de los países subdesarrollados. Lo que se ha

dado en llamar cuarto mundo.

95

Internet está expandiéndose rápidamente y no todos los países pueden acceder o adap-

tarse a las constantes innovaciones. Cuando hablamos de brecha digital, por tanto, no

estamos hablando sólo de la ausencia de nuevas tecnologías sino también de carencias

relativas a la actualización de infraestructuras, software y material informático.

La brecha digital global es un caso especial de la brecha digital. Se deriva del hecho de

que internet se ha desarrollado insospechadamente rápido por todo el mundo pero de

manera desigual, ocasionando que determinados países queden retrasados en aspectos

tales como tecnología, educación, trabajo, democracia o turismo. Así, el concepto de

brecha digital, popularizado en Estados Unidos para llamar la atención sobre el desigual

acceso a internet de las áreas rurales o urbanas, se traslada a escala mundial como brecha

digital global.

La brecha digital global también contribuye a la desigualdad de acceso a los bienes y

servicios disponibles mediante la tecnología. Las computadoras e internet aportan a los

usuarios una mejor educación, que a su vez conduce a salarios más altos y crea des-

ventajas para la gente que vive en países con limitaciones de acceso a las mismas. Incluso

el viejo concepto de Norte-Sur se redenomina ahora brecha digital norte-sur (north-south

digital divide) (JORGENSEN, 2006). Algunos argumentan de todos modos que antes que

superar la brecha digital global es necesario superar carencias seculares, como la alimen-

tación o la sanidad y es que, como ya ha quedado explicado, un ciberexcluido es previa-

mente un excluido social. En cualquier casos, algunos de los aspectos en los que la brecha

digital global es más evidente hacen referencia al acceso a los siguientes servicios:

- Teléfonos móviles y sofísticados aparatos de comunicación electrónica.

- Participación en decisiones políticas e iniciativas sociales a través de redes

sociales especializadas y plataformas de las organizaciones políticas.

- Comunidades virtuales y redes sociales con fines varios, como educación on-

line, búsqueda y adquisición de empleo o asistencia médica y social.

- Conexión generalizada de banda ancha a internet y a sus últimas aplicaciones.

- Amplio y fácil acceso a internet mediante ordenadores personales, en casa o

en el trabajo, terminales públicas o puntos wifi.

- Comercio virtual a través de medios de pago electrónicos y redes de distri-

bución eficientes.

- Localización virtual, a través de fotografía aérea y satélite que permite llegar

al detalle de calles y locales concretos.

96

- Sistemas de información e investigación online que permiten a los usuarios

consultar prensa y artículos de revistas especializadas.

- Servicios privados de todo tipo, como búsqueda de hoteles, restaurantes, etc.,

al mejor precio posible en cada momento.

- Servicios electrónicos de relación con la administración, para contratar servi-

cios públicos y pagar tasas o multas.

El acceso a internet es tan sólo un aspecto más de la brecha digital global que amplifica

las diferencias entre privilegiados y no privilegiados, debido a que es un requisito para

muchos tipos de comunicación, el acceso a la información y la participación en los

procesos culturales, económicos y políticos.

No ya para superar la brecha digital sino tan sólo para minimizarla se debería tener en

consideración los siguientes aspectos a corregir:

- Acceso físico. Supone atender a las distribución de aparatos de nuevas tecnologías

per cápita y líneas de comunicación por cada mil habitantes. Concretamente las

necesidades individuales para obtener acceso a computadoras, líneas y redes de

acceso a internet.

- Acceso financiero. El coste de los aparatos, el tráfico, las aplicaciones, los

técnicos y formadores, el software, el mantenimiento y las infraestructuras, requi-

eren crecientes medios financieros. Los inconvenientes que ya aparecian para el

acceso a adelantos tecnológicos anteriores persisten ahora corregidos y aumen-

tados.

- Acceso sociodemográfico. Como ya se ha comentado con anterioridad, algunos

rasgos sociales y demográficos favorecen o limitan el acceso y utilización de las

nuevas tecnologías. Parece ser que los niveles educativo y de renta son las varia-

bles más determinantes, situándose la edad en tercer lugar. Otros, como por

ejemplo el género, parecen tener una significación menos relevante.

- Acceso cognitivo. Para utilizar las nuevas tecnologías se necesita un cierto nivel

de formación digital que permita encontrar, descargar y usar información fiable y

útil. Falta por tanto la inversión adecuada en capital humano que permita un uso

eficiente de las nuevas tecnologías. En algunos casos el soporte físico está

disponible pero falta el personal adiestrado en su manejo.

- Acceso al diseño. Los aparatos de nuevas tecnologías deben de ser accesibles a

individuos con diferentes posibilidades físicas y de aprendizaje. El diseño de

software debe estar adaptado a variadas circunstancias y a las peculiaridades de

97

distintas culturas, edades, costumbres, etc. Simplemente, por ejemplo, el acceso a

contenidos digitales en determinados idiomas no está disponible.

- Acceso institucional. El número de usuarios de las nuevas tec nologías se ve en

gran medida afectado dependiendo de si el acceso es ofrecido a través de los

hogares privados o a través de escuelas, centros comunitarios, cibercafés, etc. Este

hecho es especialmente determinante en los países pobres, donde el acceso a

internet en los hogares es muy limitado.

- Acceso político. Internet es considerada una herramienta que favorece la partici-

pación ciudadana y la democracia. Por tanto las dificultades o la imposiblidad de

acceder a las nuevas tecnologías resta posibilidades de participación democrática

a los ciudadanos que carecen de aquellas.

- Acceso cultural. Las posibilidades educativas de las nuevas tecnologías ya han

sido tratadas con suficiente profundidad previamente. A la falta de materiales de

contenido educativo y cultural se suma la falta de formación de los docentes para

un eficiente uso y aprovechamiento de los mismos.

2.3. Objetores digitales. Tecnofobia y Ciberfobia.

Hay que tener en cuenta, después de todo lo descrito en relación a la brecha digital, a

aquellos que permanecen en el “lado malo” de la brecha digital de manera consciente, a

los que podríamos denominar “objetores digitales”. Es evidentemente un caso que afecta

casi en su totalidad a cierta cantidad de población de los países del norte digital. Es decir

que estamos hablando de aquellos que pueden pero no quieren participar en la revolución

digital.

Con la llegada de las nuevas tecnologías aparecieron también posturas de rechazo hacia

las mismas de muy variada motivación. En los años 80 y 90 del siglo XX mucha gente

respondía en las encuestas que no necesitaba un ordenador ni conexión a internet (DIJK,

2012). A medida que las nuevas tecnologías, sin embargo, se han ido introduciendo

paulatinamente en todos los aspectos de nuestras vidas se han convertido en muchos casos

en una necesidad, y la motivación para acceder a las mismas ha crecido rápidamente. De

esa manera, en los países con amplia difusión de las nuevas tecnologías incluso los

colectivos generalmente más propensos a sufrir marginación digital, como la población

de mayor edad, encuentran ahora más motivación para utilizarlas.

98

Pero ¿cuáles son las razones que explican el rechazo consciente a las TICs? estudios

llevados a cabo en Alemania (Zweiten Deutschen Fernsehens, 1999) y Estados Unidos

(National Telecommunications and Information Administration, 2004) mostraban a

principios del presente siglo como principales las siguientes: a) las nuevas tecnologías

son vistas como algo no necesario; b) falta de tiempo o falta de interés; c) rechazo al

medio en sí (internet y los juegos digitales son vistos como algo peligroso); d) falta de

dinero; c) falta de formación. En varios países europeos y americanos los estudios

llevados a cabo entre 1999 y 2003 revelaban que la mitad de los objetores digitales lo

eran por las razones expuestas con anterioridad. (LENHART et al., 2003). Estas

observaciones nos llevan a comentar una serie de situaciones intermedias que ponen en

tela de juicio la creencia usualmente aceptada de que respecto de la brecha digital se está

dentro o fuera, marginado o no. En realidad, entre el segmento de población que no está

“enganchado” a las nuevas tecnologías se producen una serie de situaciones intermedias.

(LENHART et al, 2003):

- En primer lugar están aquellos que podemos llamar usuarios intermitentes, gente

que se sitúa off-line por razones diversas durante periodos más o menos pro-

longados de tiempo.

- Un segundo grupo menos evidente son aquellos que más o menos permanen-

temente pierden la conexión a internet (dropouts).

- Un tercer grupo, finalmente, son aquellos que podemos denominar net-evaders.

Este grupo simplemente rehúsa utilizar internet sin importarle si en ella se en-

cuentran los recursos que necesita.

Todos los grupos citados, sin embargo, manifiestan una tendencia decreciente respecto

de aquellos que utilizan las TICs regularmente. Sobre todo desde que las nuevas tecno-

logías se han convertido en una herramienta necesaria para la vida diaria.

Todavia hay una segunda creencia comúnmente aceptada que necesita ser revisada. Es

aquella que hace referencia a la idea de que todo aquel que tiene un ordenador en casa y

conexión a internet lo utiliza realmente. Muchas personas usan internet una vez a la sema-

na o un par de veces al mes, algunas incluso no la usan nunca. El malentendido proviene

de la idea que asimila y confunde posesión de ordenador y conexión a internet con uso

frecuente de los mismos, cuando no es así.

Los factores explicativos del uso y acceso a la sociedad de la información son tanto de

naturaleza social y cultural como mental y psicológica. Para comprender mejor las razo-

nes de lo que hemos llamado objeción digital pueden ser de utilidad ciertos estudios

99

cualitativos referidos a comunidades locales y grupos culturales. Así fue hecho, por

ejemplo, por Laura Stanley en su estudio sobre población pobre de los barrios latinos y

afroamericanos de San Diego, California (STANLEY, 2001) o el llevado a cabo por la

universidad de Texas relativo a población pobre de Austin (ROJAS et al., 2004). Allí

quedo clara la importancia de arquetipos tradicionales masculinos - como rechazar los

ordenadores porque no es “cool” o porque es algo que hacen las mujeres- y otros tipos de

razones relacionados con estilos de vida propio de las minorías y de la clase trabajadora

que explican en gran medida el rechazo hacia las nuevas tencologías entre determinados

grupos o colectivos. En el caso español no faltan ejemplos similares, como el de la etnia

gitana, que dan lugar a iniciativas y programas institucionales tendentes a corregir dicho

situación de rechazo. Así se reconoce en el Plan de Acción para el Desarrollo de la Po-

blación Gitana cuando se habla de la necesidad de impulsar “la formación en nuevas

tecnologías (TIC) de la población gitana, para abordar la alfabetización digital como un

elemento transversal que facilite la mejora de la empleabilidad y el acceso al mercado de

trabajo” (Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, 2010: 25).

Sin embargo las razones más evidentes del rechazo hacia las nuevas tecnologías

provienen de factores mentales y psicológicos. Concretamente los fenómenos de ansiedad

frente a las nuevas tecnologías en general, conocido como tecnofobia, y los de rechazo

más consciente de las computadoras, conocido como ciberfobia.

Ciberfobia y tecnofobia todavía son barreras importantes para el acceso a las nuevas

tecnologías en muchos países, especialmente entre la población de más edad, con bajo

nivel de estudios o femenina, según países y rasgos culturales. Aunque la tendencia de

ambos fenómenos, ciberfobia y tecnofobia, es decreciente, no es de esperar que simple-

mente con una mayor difusión de internet y del ordenador personal desaparezcan total-

mente, ya que hablamos de actitudes ante las nuevas tecnologías que, como ya hemos

dicho, tienen su raíz en factores psicológicos y mentales, no materiales. Es la gente que

no quiere usar las nuevas tecnologías, no la que no puede. Pero ¿cuál es la diferencia entre

ambos términos?

a) Tecnofobia

La tecnofobia se puede definir como el miedo o desagrado ante los avances tecnológicos.

Aunque hay numerosas interpretaciones, algunas de las cuales la consideran un mero

sinónimo del concepto de ciberfobia, en realidad son conceptos distintos. La tecnofobia

es tan antigua como la humanidad, en la medida en que la tecnología también lo es. Ya

ha quedado claro como el ilustre Platón consideraba a la escritura una “tecnología perni-

100

ciosa” en comparación con el lenguaje oral, y los ejemplos que podríamos exponer, a lo

largo de la historia serían innumerables. En algunos casos las nuevas tecnologías entran

en conflicto con creencias establecidas, en otras con valores personales o estilos de vida

de individuos o colectivos que, como reacción a la novedad tecnológica, tratan de estable-

cer distancias con respecto a las mismas en un afán de conservar sus universos mentales

o incluso sus ideologías. Con cada nuevo avance tecnológico siempre ha habido grupos

que los han considerado dañinos, socialmente perjudiciales o simplemente peligrosos. El

cine (Blade Runner), la literatura (Frankestein), la religión (Amish) o la política (antiglo-

balización) no son más que algunas facetas de la condición humana que se ven afectadas

por la fobia a la tecnología. Aunque en no pocas ocasiones las peligros o consecuencias

perniciosas se demuestran ciertos, otras no hacen sino reflejar cómo, a medida que la

tecnología se hace cada vez más compleja y difícil de comprender, la gente es más

propensa a albergar ansiedades respecto del uso de las mismas.

En nuestra época, y dando por cierto que estamos inmersos en una revolución científica

y tecnológica ya comentada con anterioridad, la tecnofobia es un fenómeno social en

auge. En la actualidad son muchas las posibilidades de que individuos o colectivos sientan

amenazado su universo mental, o simplemente rechacen por peligrosos –muchas veces

con razón- determinados avances tecnológicos. Los alimentos transgénicos, la ingeniería

genética, o la robotica no son más que algunos ejemplos de la tecnofobia moderna. De

entre todos ellos el que interesa al propósito de la presente obra es el miedo o rechazo a

los ordenadores y las TICs, conocido como ciberfobia.

b) Ciberfobia.

Así pues, se puede definir la ciberfobia como un persistente, anormal e injustificado

miedo a los ordenadores y a trabajar con los mismos. Este término fue acuñado en 1985

para expresar temor o ansiedad hacia las nuevas tecnologías en computación. Numerosas

personas experimentan cierto resquemor con respecto a los ordenadores, y muchos otros

consideran que sus habilidades son insuficientes. Este hecho efectivamente ocasiona

actitudes negativas hacia los ordenadores que pueden conducir al rechazo de los mismos

o a su mala utilización (BROSNAN, 1998). Se distinguen tres subcategorías en lo relativo

a las situaciones de rechazo hacia los ordenadores, que en sentido ascendente son las de

"usuarios incómodos", "tecnófóbicos cognitivos" y "tecnófóbicos ansiosos" (GILBERT

et al., 2010).

Todos ellos, en mayor o menor grado, se encuentran en una situación de ansiedad que les

lleva adoptar una actitud de rechazo en la medida en que les falta la información necesaria

101

para usar los ordenadores de manera efectiva (SAMI et PANGANNAIAH, 2006). Dicha

actitud proviene en esencia de lo que se conoce como diálogos internos, aquellas

conversaciones que se mantienen con uno mismo, sin verbalizarlas. Dichos diálogos ocu-

rren permanentemente, como cuando nos decimos “que día tan bonito” o “me gusta este

coche”. Las personas aquejadas de ciberfobia mantienen diálogos internos de tipo nega-

tivo cuando se encuentran delante de un ordenador, por ejemplo “voy a cometer un error”.

La mayoría de las veces este tipo de juicios afectan directa o indirectamente a la manera

en que ejecutan una acción y, para bien o para mal, ésta se toma cada vez más delante de

una pantalla de ordenador. Una persona ciberfóbica puede parecer relajada y tranquila

delante de la computadora, pero internamente se está bombardeando con opiniones nega-

tivas acerca de sí misma, como “todo el mundo sabe lo que tiene que hacer excepto yo”

(SAMI et PANGANNAIAH, 2006).

Así que la ciberfobia, en una sociedad en la que los ordenadores ya son la herramienta de

trabajo cotidiana más utilizada, es un problema doble. Por un lado limita las capacidades

y el potencial de las personas aquejadas, haciéndolas menos eficientes en el trabajo o los

estudios por ejemplo; por otro lado al limitar su rendimiento pueden ralentizar o incluso

impedir la consecución de determinados objetivos en una institución cualquiera (una es-

cuela, una comunidad de vecinos, una empresa, etc.). El campo de la educación puede

servir de ejemplo. Especialmente en los niveles de enseñanza primaria y secundaria, en

el conjunto del estado español se están llevando a cabo iniciativas dirigidas a promover

de manera masiva el uso de las nuevas tecnologías en las aulas (pizarra digital, tablets,

etc.). Pues bien, es el colectivo del alumnado, que en su condición de “nativo digital”

percibe las nuevas tecnologías como algo normal y cotidiano, el que no manifiesta una

actitud de rechazo ante las mismas. No ocurre lo mismo con sus progenitores, que en

ciertos casos ven la introducción de las TICs en las clases como un inconveniente,

argumentando entre otras razones que los alumnos las utilizarán para fines no educativos

y se distraerán, o que provocará que el profesor se relaje en sus clases. Y tampoco el co-

lectivo de profesores abraza las nuevas tecnologías de manera unánime y entusiasta. Las

nuevas formas de enseñanza y de aprendizaje exigen habilidades (como la capacidad de

investigación, búsqueda, estudio, invención, adaptación, flexibilidad, creatividad y actitu-

des de tolerancia a la frustración) para encontrar el uso pedagógico de la tecnología. Es

necesario estar preparados para triunfos y fracasos, propios y de sus alumnos, cada vez

que se intente introducir una nueva tecnología.

102

Lo importante en cualquier caso es comprender que, detrás de las etiquetas de “chapado

a la antigua”, “incapaz de adquirir nuevas responsabilidades”, u otras similares, en la

mayoria de las ocasiones hay más miedo que rechazo a utilizar las nuevas tecnologías. En

realidad las personas con ciberfobia pueden apreciar el resultado de las nuevas tecno-

logías, pero les da miedo utilizarlas. Un buen ejemplo podría ser el de las personas de

avanzada edad que optan por prescindir del teléfono móvil. Aunque lo hagan por razones

de tecnofobia les resulta sin embargo agradable la idea de poder llamar por teléfono de

línea fija convencional y contactar en cualquier sitio con alguien que sí dispone de telé-

fono móvil. La vida en casa nos permite escoger el prescindir de las nuevas tecnologías.

Sin embargo en otros ambientes, especialmente el laboral, la tecnología es obligatoria y

para una persona con ciberfobia su uso será pesado y estresante, conduciedo normalmente

al sentimiento de ir siempre un paso por detrás de los demas (ROSEN, 1992).

Así pues, la principal causa de la ciberfobia es la ignorancia. La gente que reniega de las

nuevas tecnologías lo hace en la mayoría de las ocasiones porque no la entiende, la odian

simplemente porque es algo a lo que no están acostumbrados. Es por ello que la ciberfobia

prácticamente no afecta a la población joven e infantil. Han nacido rodeados de

ordenadores y nuevas tecnologías. Consecuentemente, en el otro lado del espectro gene-

racional, entre la población de mayor edad, es donde la ciberfobia es más frecuente, en

las generaciones que no han crecido con juegos de ordenador, complicados acrónimos o,

incluso en los casos más extremos, sin calculadoras. Para todos ellos, en mayor o menor

grado, se rompe el sistema tradicional de traspaso intergeneracional de conocimiento, lo

cual también contribuye a la ciberfobia. Cuesta aceptar el hecho de que gente más joven,

incluso niños en algunos casos, nos enseñen cómo funcionan algunos de los últimos

avances tecnológicos.

Si la principal causa de la ciberfobia es la ignorancia la mejor terapia es el conocimiento.

Desde el momento en que las personas con ciberfobia rechazan la tecnología porque no

la conocen, el conocimiento hace desaparecer aquello que no comprenden, permitiéndoles

utilizar mejor las nuevas tecnologías (o empezar a utilizarlas) y reduciendo los senti-

mientos de duda relacionados con el aprendizaje de nuevas posibilidades de las TICs.

103

CAPÍTULO III. NEOGEOGRAFÍA

En el contexto descrito hasta ahora es en el que aparece recientemente el neologismo neo-

Geografía. Como ya ha quedado suficientemente demostrado en los capítulos anteriores,

la sociedad de la información, las nuevas tecnologías e internet son fenómenos sociales

que la geografía no puede ignorar. La Revolución Científico Tecnológica en la que se

encuentra inmersa la humanidad proyecta influencias decisivas sobre la investigación, la

docencia y la práctica de la Geografía. Ésta a su vez, como ciencia social, necesita

reconsiderarse en este nuevo contexto, pero también explicar y dar respuesta a nuevas

incógnitas y situaciones respecto de la utilización que los seres humanos hacen del espa-

cio y los lugares, desvelando los intereses que subyacen a las nuevas formas de

ordenación y organización del territorio. Sólo de esta manera es posible comprender a su

vez el surgimiento y significado del término neogeografía, independientemente de la

opinión que se tenga acerca del mismo.

Dos son los aspectos donde ciberespacio y geografía presentan una mayor interrelación:

internet en sí por un lado y su consecuencia más evidente por otro, el actual fenómeno

denominado web. 0.

1. Geografía e internet

Resulta muy difícil, por no decir imposible, imaginar el ciberespacio sin internet. Aunque

las TICs no son sólo internet la red es sin duda su producto estrella y al mismo tiempo el

soporte espacial en el cual se desarrollan la mayoría de aquellas, también las que tienen

especial relación con el presente trabajo de investigación. Un breve bosquejo histórico de

internet puede por tanto ayudar a comprender mejor el nacimiento de las redes sociales,

las comunidades virtuales y, más concretamente, del fenómeno denominado neo-

geografía.

1.1. Breve historia de internet

Internet fue el resultado del pensamiento visionario de algunas personas ya durante los

primeros años 60 del pasado siglo. Ellas intuyeron el alto valor potencial de permitir a las

computadoras compartir información sobre investigación y desarrollo en los campos cien-

tífico y militar. Fue J.C.R. Licklider quien propuso en 1962 una red global de compu-

104

tadoras y se trasladó a la Defense Advance Research Projects Agency (DARPA) estado-

unidense para dirigir los trabajos iniciales que condicionarían su posterior evolución

(LICKLIDER, 2001). No mucho más tarde se desarrolló la teoría de packet switching que

permitiría crear las bases de las conexiones a internet. Tras los primeros intentos de

conectar computadoras a través de líneas teléfonicas, en 1965 se desarrolló el plan de lo

que pronto se conocería como ARPANET (Advanced Research Projects Agency Net)

(McLEOD, 2000). Internet por tanto, conocida entonces como ARPANET, se conectó

por primera vez online en 1969 poniendo en contacto las computadoras de cuatro

universidades del suroeste de Estados Unidos (UCLA, Stanford, UCSB y Utah). Se

diseñó para proveer una red de comunicaciones que pudiera funcionar incluso si alguno

de los sitios más importantes dejaba de hacerlo. Si la ruta más directa no estaba disponible

los routers buscarían en la red rutas alternativas a la más directa.

El internet primigenio no era nada agradable. Era utilizado por expertos, ingenieros y

científicos y por supuesto no se disponía de ordenadores personales, necesitando además

su manejo de un complejo proceso de aprendizaje. Poco después, en 1972, Ray Tomlin-

son adaptó el e-mail para ARPANET (SZYMANCZYK, 2013), permitiendo las comuni-

caciones personalizadas a través de la red, y un año más tarde se desarrolló la posibilidad

de poder transmitir ficheros entre sitios de internet. Lógicamente más complejos al

principio, a medida que dichos procesos se estandarizaban fueron permitiendo a gente no

experta el uso de la red. No era fácil si lo comparamos con la situación actual, pero

paulatinamente se fue abriendo la puerta al uso de internet cada vez a más personas y

colectivos, especialmente en las universidades. Progresivamente, además de las biblio-

tecas, los ingenieros, y los científicos, otro tipo de instituciones fueron encontrando for-

mas para hacer su propio uso de la red comunicándose con sus colegas y compartiendo

datos y recursos. Mientras el número de sitios en internet fue pequeño resultaba fácil

seguir el rastro de los recursos de interés disponibles. Pero a medida que más y más insti-

tuciones se conectaban empezó a resultar dificultoso rastrear la información. Se hacía

patente la necesidad de desarrollar herramientas capaces de “indexar” los crecientes re-

cursos en la red. Distintos intentos con mayor o menor éxito y popularidad se llevaron a

cabo, hasta que en 1998 científicos del European Laboratory for Particle Physics

(CERN) propusieron un nuevo protocolo para la distribución de la información. Este

protocolo se convertiría en la World Wide Web (www) en 1991 (ROMERO, 1998). Dicho

protocolo se basa en el hipertexto, un sistema que incrusta enlaces en un texto para

enlazarlo a su vez a otro texto. El desarrollo a partir de 1993 de navegadores, es decir el

105

software que permite el acceso a internet interpretando la información de archivos y sitios

web para que éstos puedan ser leídos, acabó de dar el espaldarazo definitivo a este proto-

colo dando lugar primero al navegador y servidor Netscape y posteriormente al

archiconocido Microsoft Internet Explorer.

Puesto que inicialmente internet estaba financiada por el gobierno estadounidense su uso

se limitaba a la investigación, la educación y las tareas gubernamentales. Los usos comer-

ciales estaban prohibidos a menos que fuera con propósitos educativos y de investi-

gación. Ésta política continuó hasta los años 90, cuando empezaron a aparecer redes co-

merciales independientes. Empezó entonces a ser posible el intercambio de información

comercial desde un sitio web a otro sin tener que pasar por el filtro gubernamental. Delphi

fue la primera empresa en ofrecer servicios de acceso a internet a sus suscriptores en

1992, y en 1995 desapareció cualquier tipo de limitación al uso comercial en la red.

Con este impulso definitivo a la web se produjo también un período de gran confusión,

bajo la amenaza de que la red se convirtiera en una masa informe de distintos protocolos

de funcionamiento que requerirían diferentes softwares para diferentes aplicaciones. Ello

propició la aparición del World Wide Web Consortium en 1994 con la finalidad de promo-

ver y desarrollar standards de uso común para la web (GREENBERG et al., 2008). Desde

este momento podemos decir que internet se consolida como fenómeno de masas a esca-

la planetaria. Con una mínima infraestructura material se puede tener acceso a los servi-

cios que dicha red proporciona casi desde cualquier lugar del mundo. La consecuencia

más evidente de lo dicho es el desarrollo de redes sociales de todo tipo (cultural, político,

social y económico) que permiten niveles de participación ciudadana impensables hace

tan sólo 20 años y que han sido detalladas en el capítulo dedicado a la revolución del

conocimiento. Su exponente más palmario es el acontecimiento denominado web.0, que

se va a estudiar en detalle a continuación. Pero antes es necesario analizar la geografía de

internet puesto que, como se ha demostrado previamente, existen espacios de ciber-

exclusión: el acceso a las redes sociales y a sus ventajas no es universal, de manera que

es imprescindible hacer visible quién tiene acceso a las mismas y quién no, qué zonas del

mundo disfrutan de dicho privilegio y cuáles otras no.

1.2. La geografía de internet

El mapa a la vista nos muestra el número de usuarios de internet en cada país y el

porcentaje de población con acceso a la red. Se ha realizado utilizando los datos

106

estadísticos del Banco Mundial para el año 2008, que ha monitorizado el número de

usuarios de internet por países y el número de conexiones por cada 100 habitantes desde

1990 como parte de un proyecto de indicadores de gobernanza mundial

Figura 1. Usuarios de internet por continentes

Fuente: Banco Mundial, 2012. Los países con menos de 2 millones de usuarios conectados a internet no aparecen en el

mapa y todos ello conjuntamente pueden ser considerados como el grupo de los

ciberexcluidos. Los datos se visualizan en forma de cartograma y el tamaño de cada país

es proporcional a su número de usuarios de internet a escala global. El sombreado de cada

país refleja la tasa de penetración de internet, siendo el color más oscuro el que implica

mayores tasas de penetración. El análisis del mapa muestra interesantes aspectos a

comentar en cuanto a la localización de los usuarios de internet:

- Destacan claramente China y Estados Unidos como los países con mayor número

de usuarios de internet, aunque la tasa de penetración en el gigante asiático es

menor sin embargo que la que se observa, por ejemplo, en Japón o Europa.

- El mapa también ilustra con claridad el bajo número de usuarios en América

Latina y sobre todo en África y algunos países de Oriente Medio y Asia, que

aunque en algunos casos se corresponden con zonas superpobladas del planeta, ni

siquiera aparecen en el mapa al no alcanzar la cifra de dos millones de usuarios.

107

- Tan sólo Australia y Nueva Zelanda aparecen en el hemisferio sur como países

con una elevada tasa de penetración de internet. Se demuestra así, con toda

rotundidad, que esa brecha digital global norte-sur a la que ya se ha hecho

referencia en epígrafes anteriores es una realidad que está fuera de toda duda. La

ciberexclusión no es más que una variante más a añadir a otras situaciones de

discriminación entre países ricos y pobres anteriores a esta y con las cuales se

solapa, puesto que el acceso a internet es hoy en día una condición indispensable

para el acceso a la información, la comunicación, y la participación en los

procesos económicos, políticos y culturales.

La gráfica analizada en la página siguiente complementa y amplia el cartograma previo.

Esta realizada por la International Communication Union (ITU), organismo dependiente

de la ONU, y hace referencia al porcentaje de hogares del mundo con acceso a internet

atendiendo a su nivel de desarrollo y según la distinción entre desarrollados (developed)

y en vías de desarrollo (developing) que realiza la ONU. El periodo comprendido abarca

desde el año 2005 hasta el 2014, aunque en este último es una estimación final atendiendo

a las previsiones. Junto a la evolución de los países desarrollados y subdesarrollados

también se aportan los datos para el conjunto del mundo, lo cual permite comparar la

situación de uno y otro grupo de países respecto del total mundial.

Como se puede observar la tendencia tanto en el grupo de países desarrollados como en

el de los menos desarrollados es a un incremento constante de los hogares con acceso a

la red. De acuerdo a las estimaciones para 2014, el 44% de los hogares del mundo tendrá

acceso a internet, lo cual en cualquier caso no supone ni la mitad de los mismos.

Atendiendo al nivel de desarrollo se observa una primera y evidente diferencia: mientras

que un 78% de hogares de los países desarrollados estarán conectados, tan sólo un 31%

lo estarán en los países en desarrollo.

108

Figura 2. Número de hogares con acceso a internet (2005-2014)

Fuente: ITU, 2014

La conclusión que se puede extraer del análisis de estos datos es clara: la brecha digital

global queda claramente evidenciada desde el momento que en los países en desarrollo el

acceso a internet está disponible en menos de la mitad de los hogares de lo que lo está en

los países desarrollados. Según las mismas previsiones de la ITU sin embargo, en los

países desarrollados se está cerca de llegar a la saturación digital mientras que las previ-

siones de crecimiento para los países en desarrollo son mayores. En concreto para el

período 2013/14, mientras que en estos últimos se estima que será de un 12,5% en

aquellos será sólo de un 4%. (ITU, 2014).

El análisis de la figura número 3, en la página siguiente, es útil cuando se la compara con

la anterior, puesto que corrobora lo dicho allí. Mientras que en aquella se valoraba la

situación de acceso a internet por número de hogares, ésta lo hace por personas,

individualmente. En el caso de los países desarrollados la cifra es exactamente la misma

(78%), en el caso de los países en desarrollo la cifra sube un punto. Los países ricos se

encuentran claramente por encima de la media, que a nivel mundial no llega a la mitad,

mientras que los países más desfavorecidos cuentan con un porcentaje de usuarios de

internet que nuevamente no es ni la mitad que la de los países desarrollados, y que se

sitúa de manera clara por debajo de la media mundial.

109

Figura 3. Porcentaje de personas usando internet (2005-2014)

Fuente: ITU, 2014

Finalmente en la figura número 4 se observa el porcentaje de suscripciones de banda

ancha de internet. Es decir, aquellas en las que la conexión a la red tiene suficientes

condiciones de rapidez en la ejecución y fiabilidad de la conexión, y por tanto de calidad

en el servicio. Se observa inmediatamente una brusca caída respecto a las dos situaciones

anteriores, de casi el 60% en el caso de los países desarrollados y, todavía más notoria,

de en torno al 80% en el caso de los países desfavorecidos. En ambos grupos de países

por tanto existe un elevado porcentaje de población que dispone de un acceso a internet

de baja calidad. Como se observa en la gráfica, escasamente un 10% de la población

mundial tenía conexión de banda ancha en el año 2014.

Esta situación puede ser paliada de manera más eficiente en los países ricos, en donde

una amplia red de instituciones públicas y privadas – desde instituciones educativas a

lugares de ocio pasando por nodos de transporte, oficinas de la administración pública,

etc.- disponen de esta conexión de banda ancha y la ofrecen en muchas ocasiones de

forma gratuita. Sin embargo en los países subdesarrollados esta infraestructura citada es

mucho menor o no existe.

110

Figura 4. Suscripciones de banda ancha por cada 100 habitantes (2005-14)

Fuente. ITU, 2014 Queda claro en resumen, y a la luz de los datos analizados, que cuando hablamos de

ciberespacio, de sociedad de la información y de internet, no se puede pretender transmitir

la idea de que es un conjunto de servicios y ventajas accesibles para todos. Antes bien lo

contrario: como las cifras demuestran sólo unos pocos privilegiados disfrutan de ellos,

solo unos pocos del total de habitantes del planeta disponen a día de hoy de las

posibilidades de interactuar en la red y de participar en las redes sociales a través de la

web.0.

1.3. El fenómeno web.0

Resulta imprescindible ahora, después de aclarado que las nuevas tecnologías es algo a

lo que sólo tiene acceso una porción minoritaria de la humanidad, explicar el fenómeno

web.0 para comprender a su vez lo que es la neogeografía. Si, como se analizará a

continuación, este neologismo se fundamenta en el uso masivo de internet y las redes

sociales, estas últimas no se pueden comprender sin hacerlo también con la denominada

web.0 y sus distintas etapas. Y es que la web ha evolucionado de forma vertiginosa desde

su aparición al menos en tres aspectos fundamentales:

111

- Rapidez de acceso y número de usuarios conectados. El ancho de banda y el número

de usuarios conectados a internet es creciente aunque dispar, como se acaba de

demostrar con el análisis de los documentos cartográficos relativos al difícil o

imposible acceso a internet de algunas regiones del planeta.

- Ámbito de aplicación. El uso de las redes de comunicación ha ido aumentando

exponencialmente desde su creación, actualmente muchas de las actividades coti-

dianas que realizamos se pueden llevar a cabo de forma más rápida y eficaz a través

de las redes (reservas de hotel o avión, pago de tributos, solicitud de cita previa,

transferencias bancarias, compra electrónica, etc.).

- Tipo de interacción del usuario. La evolución que ha seguido la web en relación al rol

que los usuarios tienen cuando acceden a la misma ha ido también transformándose.

Dicha interacción a su vez está estrechamente relacionada con las distintas etapas de

la web.0. Hasta el momento se conocen tres, aunque ya se habla de una cuarta o web

4.0 (RAMOS, 2014).

- Web 1.0. Se basa en la sociedad de la información, en medios de entretenimiento y

consumo pasivo (medios de comunicación tradicionales, radio, televisión y correo

electrónico). En la web 1.0 las páginas web son estáticas y con poca o ninguna posi-

bilidad de interacción con el usuario.

- Web 2.0. Se basa en la sociedad del conocimiento, en medios de entretenimiento y

consumo activo que permiten generar contenidos. En esta etapa las páginas web se

caracterizan por ser dinámicas e interactivas, ya que el usuario comparte información

y recursos con otros usuarios.

- Web 3.0. Se fundamenta en las innovaciones que se están produciendo en estos mo-

mentos, basadas en la sociedad virtual, la denominada web semántica y la búsqueda

inteligente. Un estudio algo más exhaustivo de cada una de estas etapas se realiza a

continuación.

A) La web 1.0

Podemos considerar el fenómeno web 1.0 como el pasado de internet, aunque las distintas

etapas que lo componen son acumulativas. Es decir las mejoras evolutivas de internet lo

hacen normalmente con carácter sumatorio, incorporando y recombinando lo antiguo con

lo más reciente, de manera que la mayoría de lo que hoy se entiende por web 1.0 se

encuentra integrado y mejorado en las etapas posteriores. En cualquier caso por web 1.0

se entiende aquella caracterizada por dos grandes rasgos: ser una canal de comunicación

y ser una vía de acceso a la información.

112

1) Canal de comunicación

Ha sido la primera funcionalidad realmente revolucionaria de internet, y se basa

especialmente en tres aspectos:

- El correo electrónico permite enviar y recibir información personalizada,

intercambiando mensajes entre usuarios de ordenadores conectados a internet.

Presenta ciertas ventajas sobre otros sistemas de comunicación tradicional:

rapidez, comodidad, economía y posibilidad de archivos adjuntos. Para poder

utilizar este recurso de internet los usuarios deben disponer de una dirección de

correo electrónico y de un programa cliente de correo.

- Las listas de distribución permiten la formación de comunidades virtuales com-

puestas por grupos de personas que tienen intereses comunes. El método utilizado

para la comunicación es la suscripción a una dirección de correo (dirección de la

lista), de modo que todos los mensajes que se envíen a la misma se redireccionan

a los correos personales de todos los miembros de la lista. La lista de distribución

puede ser pública o privada y puede estar moderada o no tener ningún control.

- Los foros de debate son semejantes a las listas de distribución en cuanto que

permiten la comunicación de personas que conforman comunidades virtuales, el

método utilizado para comunicarse pueden compararse a un tablón de anuncios

en el que cualquier usuario puede escribir su comentario, respuesta o participación

en un debate. Se realiza a través de páginas web que permiten acceder a los foros

y los mensajes dejados en el mismo. Se asemeja, por tanto, a una discusión activa

en línea en la que los participantes se incorporan en momentos diferentes.

Generalmente no son moderados, por lo que la información que se transmite suele

tener un carácter coloquial e informal. Dada la gran cantidad de mensajes que se

reciben los foros se suelen clasificar por temas. Algunos foros permiten enviar

también los mensajes vía correo electrónico a todas las personas que participan en

el mismo.

- Mediante las charlas IRC (Internet Relay Chat), vulgarmente conocidas como

chats, se pueden establecer conversaciones entre dos o más usuarios de internet.

La comunicación es sincrónica por lo que los usuarios que conversan lo hacen en

tiempo real, con una inmediatez en la comunicación que la asemeja a una con-

versación presencial aunque los interlocutores pueden estar situados en cualquier

parte del mundo. Las características propias de la actividad implicada por estas

herramientas hacen que la comunicación se condicione en cierto sentido. Por una

113

parte, la agilidad de la conversación hace que los mensajes sean cortos y tiendan

a emplear formas especiales de codificación en la comunicación -símbolos que

adquieren una especial significación abreviando una idea o una frase-. De otro

lado, la ausencia de otros elementos de comunicación, que sí existen en la

conversación presencial -lenguaje gestual, corporal, etc.- provoca que éste tenga

que introducirse de otra forma (emoticones). Por último es necesario para su

correcto uso tener presente determinadas cuestiones relativas a la seguridad y

privacidad.

- Mediante la audioconferencia o la videoconferencia podemos realizar charlas,

impartir conferencias o cursos, en resumen comunicarnos, pero añadiendo a las

aplicaciones anteriores el sonido y el video como tecnologías de comunicación.

En ambos casos se proporcionan entornos más enriquecedores y próximos a la

presencialidad.

2) Acceso a la información.

La web 1.0 es también una herramienta de acceso a la información que supera abru-

madoramente a cualquier avance anterior en lo relativo a las tecnologías de la in-

formación (teléfono, radio, etc.). Es quizá el rasgo distintivo más genuino desde los

orígenes de internet. En la etapa que estamos analizando son tres las herramientas bá-

sicas de acceso masivo a la información:

- Mediante el denominado en inglés File Transfer Protocol (FTP), que es un proto-

colo para la transferencia de archivos entre sistemas conectados a una red y basado

en la arquitectura cliente-servidor. Mediante el mismo podemos intercambiar

archivos entre un ordenador cliente y otro servidor, es decir, podemos enviar y

copiar archivos desde nuestro ordenador personal a un ordenador remoto que

actúa como servidor de internet. También podemos llevar a cabo el proceso inver-

so, copiando en nuestro ordenador archivos almacenados en el servidor. Para

acceder al ordenador remoto (servidor) se requiere la identificación mediante có-

digo de usuario y contraseña. Los privilegios de acceso vendrán determinados por

el perfil de usuario que dispongamos.

- Mediante Telnet (Teletype Network), que es el nombre de un protocolo de red que

nos permite viajar a otra máquina para manejarla remotamente como si estu-

viéramos sentados delante de ella. Para ello, mediante un programa de emulación

nos conectamos con el ordenador remoto de forma que el usuario está utilizando

el recurso del ordenador remoto desde su propio ordenador. Mediante Telnet se

114

están utilizando programas, datos, espacio de trabajo, etc., del ordenador central

al que se ha accedido. El ordenador personal del usuario no hace otro trabajo más

que recibir y transmitir las informaciones a este ordenador central remoto.

- Mediante la World Wide Web, finalmente, accedemos al conjunto inmenso de

páginas web ubicadas en servidores de todo el mundo que están conectados entre

sí mediante la red internet. El usuario necesita disponer de un programa infor-

mático (navegador) capaz de comunicarse con los servidores y visualizar las

páginas web. Está tecnología ha incorporado de manera sumativa las fun-

cionalidades de FTP y Telnet, esto es, ambos procesos se realizan ahora a través

de páginas web.,

B) La web 2.0

El término web 2.0 es utilizado para hacer referencia a una nueva generación de websites

que permiten a la gente colaborar y compartir información online de formas que no eran

posible antes. Con la web 1.0 la mayoría de los sitios web consistían en páginas estáticas

HTML (HyperText Markup Language), un lenguaje de marcas que incorpora además del

texto etiquetas o marcas que condicionan la estructura y presentación del mismo prepa-

rándolo para su descarga en internet. Con posterioridad se han desarrollado páginas web

más dinámicas obteniendo la información de extensas bases de datos y usando nuevos

lenguajes de programación para construir páginas en las que además de un mayor dina-

mismo hay un alto grado de interactividad.

La mayor parte de la interactividad de la web 2.0 es posible gracias a una nueva técnica

de programación denominada AJAX (Asynchronous JavaScript and XML), que posibilita

a los navegadores web conectárse a los servidores y descargar pequeñas cantidades de in-

formación en nuestros ordenadores. Este método permite descargar solo las partes de una

página web que cambian como resultado de la interacción del usuario, de forma que no

es necesario descargar la página entera cada vez que un usuario interactúa con ella y la

modifica. El resultado es un sitio web mucho más ágil y unas posibilidades mucho ma-

yores de interactuar para el visitante.

El término web 2.0 fue acuñado por Tim O’Reilly en 2004 durante una conferencia

organizada al respecto. Para él “la web 2.0 es la red como plataforma, abarcando todos

los dispositivos que estén conectados. Las aplicaciones web 2.0 son las que ofrecen la

mayor parte de las ventajas intrínsecas de esa plataforma: la entrega de software como un

servicio continuamente actualizado que mejora más cuanto más gente lo utiliza, con-

sumiendo y remezclando datos de múltiples fuentes, incluyendo las posiciones de los

115

usuarios individuales que, al mismo tiempo que aportan sus propios datos y servicios en

una forma que permite que sean remezclados por otros, crean efectos de red a través de

una "arquitectura de participación" (O’REILLY, 2005:13).

Según Wikipedia, que en sí misma ya es uno de los más exitosos ejemplos de este

fenómeno, las características básicas de la web 2.0 son las siguientes:

- La red como plataforma, en donde se distribuye información y aplicaciones ente-

ramente a través de los navegadores. Un buen ejemplo sería Google Docs, que permite

a los usuarios crear y compartir documentos de texto online.

- Una arquitectura de participación que anima al usuario a enriquecer la aplicación que

esta usando. Un ejemplo podrían ser los agregadores de noticias (Reddit, Divo-

blogger), en los que noticias de cualquier medio son incluidas y votadas por los

ciudadanos.

- Una red social en la que los usuarios pueden intercambiar información fácilmente. La

mayoría de los sitios web 2.0 permiten construir una red junto con otros usuarios de

la misma con el propósito de compartir los recursos que están almacenados online.

Un buen ejemplo es Moodle, una plataforma de recursos educativos en la cual se pue-

den realizar cursos, compartir y generar materiales, realizar exámenes, etc.

- Propiedad de la información en manos del usuario. Como estos pueden organizar y

clasificar la información de acuerdo a sus necesidades, la mayoría de los sitios web

2.0 permiten el uso de la “folksonomía” (folksonomy), una manera de utilizar etiquetas

para categorizar la información. La diferencia entre “folksonomía” y taxonomía es

que dichas etiquetas (también llamadas tags) son generadas por los mismos usuarios

que contribuyen a crear contenidos. Un ejemplo de utilización de tags es Flickr, un

sitio web para almacenar y compartir fotografías.

C) La web 3.0

Es el futuro inmediato de internet, aunque para algunos ya es el presente. La web 3.0

supone en realidad un punto de vista nuevo que, basado en la mejora de las prestaciones

de la web, tiene importantes consecuencias para los usuarios. Y es que si lo comparamos

con la web 1.0 y la 2.0 la diferencia en cuanto a las posibilidades que ofrece para

cualquiera que se conecte a internet estriba fundamentalmente en la mejora progresiva de

la capacidad de interactuar, interacción que por otro lado ya ha quedado dicho que es la

característica más sintomática de internet. Así, en la web 1.0 inicialmente sólo se podía

consumir contenido. Se trataba de información a la que se accedía, pero sin posibilidad

de interactuar. Pero luego llegaron los foros, los blogs, los comentarios, y finalmente las

116

redes sociales (web 2.0), que fundamentalmente permiten compartir información. Es en

este contexto en el que se gesta la neogeografía. Sin embargo, la rápidez de los avances

en la mejora de la interconectividad, esta vorágine de la obsolescencia programada en la

que se halla inmersa la sociedad de la información, convierte en pasado cualquier inno-

vación desde el mismo momento de su aparición. Por tanto ya estamos, según se dice, en

la era de la web 3.0 e incluso para algunos ésta última pronto va ser dejada atrás por la

web 4.0.

En cualquier caso, se haya llegado ya o quede todavía camino por recorrer ¿de qué se

trata cuando hablamos de la web 3.0? La idea más al uso con la cual se asocia esta nueva

etapa es la denominada web semántica (PASTOR, 2013), un concepto que se refiere al

uso de un lenguaje más intuitivo en la red. Mientras la web 2.0 está gestionada por el

propio usuario humano la web 3.0 (que incluye la web semántica, orientada hacia el prota-

gonismo de motores informáticos y procesadores de información que entiendan de lógica

descriptiva en diversos lenguajes muy elaborados de metadatos), está gestionada en la

nube o cloud computing, y es ejecutada desde cualquier dispositivo con una alto grado

de viralidad y personalización (SÁNCHEZ, 2012)11. Constituye un nuevo tipo de web en

la que se añade contenido semántico a los documentos que la forman, y ello conlleva que

la ejecución de la misma sea realizada por máquinas que, basándose en nuestros perfiles

en la red, descubren información para nosotros, pero también de nosotros. De esta forma

la web 3.0 está muy asociada también al concepto de personalización. Un flujo de infor-

mación, contenidos (y también publicidad) adaptada a los gustos y preferencias de cada

uno y que trata de evitar, se dice, el inmenso magma de información irrelevante con el

que hay que bregar diariamente. ¿Dónde obtienen estos motores de gestión de datos,

información sobre nuestros gustos? De nuestra actividad en la red que, como es sabido,

deja un importante rastro a modo de fotos, opiniones, tendencias de búsqueda, viajes, etc.

Dicen que la nueva web terminará con los buscadores tal y como se conciben hoy dia. En

la actualidad, por ejemplo, si se necesita un hotel para unas vacaciones hay que navegar

entre varias páginas analizando diferentes opciones. La web 3.0 ofrecerá el mejor hotel

adaptado a los gustos de cada uno porque sabrá cuáles son. Suena bien, pero un poco

siniestro también. Esta web omnisciente, casi divina, que dibujan algunos analistas no

está exenta de inconvenientes. Nuevamente la idea de interacción surge con fuerza, pero

11 La viralidad es un fenómeno que se logra cuando cualquier tipo de información (una foto, un video, un comentario, es visto en las redes sociales por millones de personas en muy poco tiempo; <www.vuelodi-gital.com>. [20-11-2014].

117

ahora con algún matiz preocupante. Se recoge información adaptada a nuestros gustos,

necesidades e inquietudes, sí, pero también de nuestros gustos, necesidades e inquietudes.

Quién pueda controlar y utilizar dicha información, con fines comerciales o políticos por

ejemplo, no es una cuestión menor aunque no pueda ser tratada en este trabajo con mayor

detalle dado que su finalidad y objetivos son distintos y el fenómeno web tan sólo interesa

en la medida que ayuda a explicar la neogeografía. Baste, sin embargo, como botón de

muestra el denominado marketing viral, consistente en “la creación de una corriente

epidemiológica en donde el mensaje [publicitario] es el centro de acción” (MONTAÑÉS,

2014: 32). Merced a ello nuestro perfil es almacenado y actualizado permanentemente

“en la nube”, de manera que si tecleamos en nuestro navegador, por ejemplo, la palabra

“tabla” alguien o algo que controla nuestro perfil nos mostrará, según sea éste y en virtud

de la web semántica, páginas relacionadas con tablas de surf a unos, de tablas de quesos

a otros, o de tipos de tablones de madera a otros.

2. El surgimiento de la neogeografía

Es en el contexto de redes sociales colaborativas de la etapa que se conoce como web 2.0

en el que surge, como una de sus posibilidades más espectaculares, la denominada

neogeografia, sin que por supuesto lo dicho acerca de la web 3.0 deje de tener también

influencia sobre la misma. Y es que la aplicación de las posibilidades de internet a la

confección de mapas, intercambio de imágenes y videos, e información relativa a sitios y

lugares, tiene prácticamente infinitas posibilidades en este nuevo ambiente colaborativo,

de manera que desde principios de este milenio el neologismo ya goza de una fuerte

implantación en las redes sociales. Bien es verdad que más en ambientes populares que

en el científico y académico, que empieza a reaccionar algo más tarde.

2.1. El concepto de neogeografía

El hecho de que determinadas herramientas propias de la geografía se hayan popularizado

gracias a las nuevas tecnologías explica en parte que las definiciones que se han hecho

hasta el momento de la neogeografía pongan el énfasis en sus supuestos aspectos demo-

cratizantes y favorables a la participación ciudadana. Así, para Eisnor, una de las funda-

doras del sitio web <www. platial.com> y considerada como la persona que acuñó el

término, la neogeografía es “un conjunto diverso de prácticas que se utilizan al margen,

118

al mismo tiempo, o de manera parecida a las prácticas de los geográfos profesionales.

Más que pretender standards científicos, las metodologías de la neogeografía tienden

hacia lo intutitivo, expresivo, personal, absurdo y/o artístico, pero pueden ser también

aplicaciones características de las técnicas de la geografía “real”. Esto no quiere decir que

estas prácticas no sean útiles para la ciencia geográfica/cartográfica, sino simplemente

que no se ajustan a los protocolos de la práctica profesional” (HUDSON-SMITH et al.,

2009:119).

Para Turner (2006) por otro lado, “neogeografía significaría “nueva geografía” y

consistiría en un conjunto de técnicas y herramientas que caen fuera del campo tradicional

de los Sistemas de Información Geográfica, de manera que donde históricamente un car-

tógrafo profesional podia usar ArcGIS, hablar de proyecciones de Mercator contra las de

Mollweide, y resolver disputas territoriales, ahora un usuario de la neogeografía usa una

interfaz de programación de mapas (API) como Google Maps, habla de GPX contra

KML, o geoetiqueta sus fotos para hacer un mapa de sus vacaciones de verano.”.12

Muchos son los ejemplos que se podrían citar de esta nueva “geografía popular”. A modo

de botón de muestra basten los siguentes:

- GeoExt GXP. Biblioteca basada en Javascript para el desarrollo de aplicaciones

web interactivas con todas sus herramientas adaptadas a su vez a un visor de

mapas (OpenLayers).

- GeoMOOSE. Navegador de mapas para la visualización distribuida de datos car-

tográficos. Es particularmente útil para gestionar datos geoespaciales y no geo-

espaciales en oficinas regionales, urbanas y municipales. Permite organizar mu-

chas capas y realizar operaciones de selección y búsquedas de datos.

- Cartaro. Plataforma de cartografía web que proporciona componentes geo-

espaciales de código abierto en un sistema de gestión de contenidos. Con él es

posible instalar y ejecutar un sitio web geográfico y compatible con los estándares

de la OGC (Open Geospatial Consortium).

Estos ejemplos, y otros muchos más que se podrían citar, no hacen sino corroborar el

hecho de que con el término neogeografía se está haciendo referencia en la actualidad a

la presencia cada vez mayor de personas sin formación geográfica específica que usan los

12 GPX, o GPS eXchange Format (Formato de Intercambio GPS) es un aplicación pensada para transferir datos GPS entre aplicaciones. Se puede usar para describir puntos (waypoints), recorridos (tracks), y rutas (routes). Por su parte KML (del acrónimo en inglés Keyhole Markup Language) es un lenguaje de marcado para representar datos geográficos en tres dimensiones. Fue desarrollado para ser manejado con Keyhole LT, precursor de Google Earth)

119

métodos y técnicas de la cartografía mediante la utilización masiva de las TICs e internet

como herramientas básicas para obtener, procesar y comunicar su actividades mediante

su expresión cartográfica. Es de resaltar que el aspecto más característico de la neo-

geografía, lo realmente novedoso, no es la utilización de unas determinadas herramientas

y técnicas geográficas sino su aplicación por parte de personas no provenientes del ámbito

académico y sin pretensiones de aportación científica, sino más bien de ocio y parti-

cipación ciudadana. No obstante, los datos aportados sí que pueden ser utilizados por los

profesionales de distintas disciplinas académicas con fines científicos, y crecientes ini-

ciativas para estrechar la colaboración entre el ámbito público y el académico se están po-

niendo en marcha.

Es lógico, por otro lado, que este rasgo peculiar de la neogeografía cree no pocas suspi-

cacias en el ámbito académico, desde el momento en que son personas sin formación geo-

gráfica las que crean mapas (y en ocasiones los interpretan). Pero también desde esas

mismas instancias surgen voces que ven en este fenómeno aspectos positivos y enrique-

cedores, como por ejemplo la aportación de datos cartográficos por ciudadanos volun-

tarios que sí que pueden ser útiles con posterioridad en instancias académicas. Surgen

inicialmente, y atendiedo a lo dicho hasta ahora, varias preguntas interesantes que merece

la pena intentar contestar:

- ¿Merece este fenómeno social realmente la denominación de neogeografía? Si,

como se dice por aquellos que acuñaron el término, la neogeografía tiene como

su eje fundamental el hecho ser practicada por usuarios aficionados, no parece

tener mucho sentido el calificarla como ciencia, como algunos proponen de mane-

ra peregrina. Véase como muestra el siguiente comentario en la página web

“<http://horadeclase.com/nuevas-geografias-y-neogeografia/>”: “La red nos o-

frece la posibilidad de colaboración masiva, y se puede hablar de una Ciencia

ciudadana. Neosociología, neoantropología, neogeografía, mapas colaborativos,

etc., para todas estas nuevas ramas de la ciencia, la libertad es lo primero.”13

Siguiendo esa lógica, por añadir dos ejemplos más a los que aparecen en esta cita

textual, aquellos que se interesaran por la historia y compartieran sus opiniones

en un foro a tal fin, estarían sentando los fundamentos de la “neo-historia”; y un

foro de intercambio de información sobre una determinada enfermedad estaría

haciendo lo propio con lo que tendríamos que denominar “neo-medicina”. No se

13 <http://horadeclase.com/nuevas-geografias-y-neogeografia/>. [22-10-2014].

120

pretende aquí desmerecer ni minusvalorar el fenómeno de la neogeografía, sino

otorgarle su justa importancia y, como geógrafos, evitar la confusión que genera

el intentar, desde algunos ámbitos y de manera cuando menos ingenua, concederle

la categoría de ciencia. En el segundo bloque de esta obra se intenta valorar el

fenómeno de la neogeografía de manera más equilibrada y se intenta aportar un

nuevo enfoque con posibilidades no vislumbradas hasta ahora.

- ¿Es realmente preciso y adecuado el término neogeografía? Todo parece indicar

que no. La geografía es una ciencia compleja y multidisciplinar, pero los usuarios

de la neogeografía centran su actividad en las herramientas cartograficas, enri-

queciéndolas, eso sí, con variada información obtenida de forma personal y gra-

cias a un amplio abanico de aplicaciones conectadas al diseño de los mapas digi-

tales (etiquetas, fotos, comentarios, etc.). Parecería por tanto más adecuado hablar

en todo caso de “neocartografía”. De hecho dicho término también existe ya

(TYNER, 2014). Más aún, desde algunas de las posiciones que consideran a la

neogeografía un término excesivamente ambicioso ya se lo está sustituyendo por

el anglicismo web mapping, que podríamos traducir por “cartografía en la web”.

(SONGNIAN et al., 2011).

- ¿Es fiable y rigurosa la información neogeográfica? Ya ha quedado explicado

como la neogeografía es un producto más del fenómeno web 2.0. Dentro de este

último quizás sea Wikipedia el producto estrella, aquél que ejemplifica de mejor

forma la web 2.0 en sus rasgos de interactividad y trabajo colaborativo, siendo al

mismo tiempo probablemente el más popular entre los usuarios. Sin embargo, el

rigor de la información que aparece en Wikipedia deja en numerosas ocasiones

mucho que desear, hasta el punto de que algunas entradas a este famoso sitio web

avisan de que la información contenida en ellas está sujeta a revisión o no es del

todo fiable. Un nutrido grupo de colaboradores de Wikipedia, denominados “bu-

rócratas”, supervisan permanentemente los contenidos y las nuevas aportaciones

para cada entrada de la enciclopedia, en un intento de filtrar la información de

mala calidad o directamente maliciosa. No siempre con éxito. Desgraciadamente,

y como ejemplo perfecto, si buscamos el término “neogeografía” nos encontramos

con la situación que se acaba de describir. Así, para la entrada en la versión ingle-

sa (neogeography) parece haber serios problemas, tal y como se desprende del

hecho de que durante parte del año 2010 dicho término estuviera suprimido por

las siguientes razones esgrimidas por la enciclopedia digital misma: “ no está claro

121

qué significa el término. No es exactamente un neologismo (está siendo aparen-

temente utilizado por gente diversa – no supone mucha creatividad añadir “neo”

a una palabra), si no un término pobremente definido que no ha obtenido acep-

tación general”.14

Desafortunadamente de nuevo, la situación en la versión española de la famosa enci-

clopedia libre no es mejor sino peor, y puede ser calificada sin ambajes como aberrante.

Citando textualmente, si introducimos el término neogeografía, una de las explicaciones

que se da del mismo es la de constituir “el paso de una geografía académica o

paleogeografía a la nueva geografía se caracteriza por un desdibujamiento de los límites

entre los roles tradicionales de sujetos”.15

La aberración es en realidad por partida doble: por una lado se identifica la geografía

practicada hasta ahora por universidades, profesionales de distintas disciplinas y otras

instituciones públicas y privadas (geografía académica) como “lo viejo” (paleogeografía).

Es precisamente esta consideración -considerar como paleogeografía todo lo hecho hasta

ahora por la ciencia geográfica- otra de las razones fundamentales que motivaron la

supresión del término en la versión inglesa. Pero es que además, si utilizamos el hiper-

vínculo que la misma enciclopedia nos facilita para el término “paleogeografía” cuando

la compara con la neogeografía, la definición del mismo en este nueva entrada nada tiene

que ver con lo dicho, ya que en este caso la paleogeografía sería “el estudio que tiene

como objetivo la reconstrucción de las condiciones geográficas existentes en la superficie

terrestre a lo largo de los tiempos geológicos.”

Si situaciones como estas se dan en uno de los productos estrella de la web 2.0, a pesar

de los loables intentos por dotar de calidad y fiabilidad a la información allí contenida,

¿qué no pasará en otros que, como la neogeografía, son de más reciente cuño y más versá-

tiles a la hora de compartir una información que no es sólo (ni fundamentalmente) texto

con pretensiones de rigurosidad científica, sino más bien imágenes, coordenadas de

lugares, opiniones personales, etc.?

El planteamiento de estos interrogantes, y de otros que irán surgiendo más adelante, no

supone en ningún caso un intento de descalificar a la neogeografía, si no de reorientarla,

porque quizás se ha intentado ir demasiado rápido y demasiado lejos. Como se verá a

continuación algunos de los planteamientos de esta nueva “ciencia ciudadana” llevan en

14 <http://www.vicchi.org/2010/10/25/neogeography-is-dead-according-to-wikipedia-at-least/ >. [23-10-2014]. 15 <http://es.wikipedia.org/wiki/Neogeograf%C3%ADa.>. [27-11-2014].

122

su germen posibilidades de auténtica transformación social y, lo que es más importante,

de renovación de la ciencia geográfica. Pero es necesario, por un lado, cambiar el punto

de vista, el ángulo desde el que se observa el fenómeno y, por otro lado, ampliar el campo

de visión de manera que todo el mundo quede enfocado, sin ciberexcluídos ni ciber-

marginados. Esta propuesta de nuevo enfoque será tratada en profundidad en el segundo

bloque de esta obra, pero previamente es conveniente realizar una valoración inicial de

las posturas que, respecto de la neogeografia, están a favor o en contra de la misma, de

las ventajas y los inconvenientes que esta práctica comporta, puesto que en su corto

periodo de existencia ya ha promovido un intenso debate, tanto en el ámbito de los usu-

arios como en el de las instancias profesionales y académicas.

2.2. El Voluntariado Geográfico y la participación ciudadana

De manera genérica el principal argumento esgrimido en favor de la neogeografía es que

el hecho de que personas sin conocimientos geográficos intervengan en la realización de

mapas es algo positivo siempre y cuando se tenga en cuenta el carácter complementario

de dichas aportaciones con respecto a la cartografía profesional. Es lo que se denomina

Voluntariado Geográfico (Voluntereed Geographic), la recolección de datos geográficos

por parte de ciudadanos sin formación cartográfica específica que posteriormente quedan

sujetos a la interpretación y valoración de los mismos por los profesionales de la

Geografía (GOODCHILD, 2007).

Este hecho a su vez permitiría hacer visibles a través de la cartografía elementos espa-

ciales hasta entonces ocultos por su irrelevancia o falta de protagonismo en el ámbito aca-

démico (VARNELIS, 2008). Así la cartografía llevada a cabo por usuarios sin formación

académica y, tal y como la misma definición de neogeografía explica, enfocada hacia

temas personales, de ocio, etc., permite incorporar puntos de vista hasta ahora descono-

cidos o sin interés para la Geografía y cartografía tradicionales. Por tanto, el poder del

mapa para organizar nuestras vidas en ningún caso disminuye, si no que aumenta y se

personaliza, lo cual es indudablemente una profunda transformación. Es precisamente

está creciente posibilidad de interactuar con el espacio a través de los mapas aquella de

la cual se extraen las mayores ventajas de la neogeografía como posible factor de cambio

social. A continuación se detallan sus variantes más populares

123

A) El Voluntariado en Información Geográfica

La expresión definitiva de reciente cuño para este fenómeno ha acabado denominándose

Voluntariado en Información Geográfica, en inglés Volunteered Geographic Information

(VGI). Por él se entiende el acumulo de datos geoespaciales que son voluntariamente

creados por ciudadanos no expertos en las disciplinas relacionadas con la Geografía, de

manera que un “número indeterminado de personas, actuando independientemente y

respondiendo a las necesidades de comunidades locales pueden crear juntos una cobertura

a modo de parches” (GOODCHILD, 2007: 10). Los datos espaciales no son generados

por instituciones o individuos formalmente habilitados para ello, si no más bien por

ciudadanos que utilizan las herramientas cartográficas para reunir y diseminar sus propias

observaciones y conocimientos geográficos. El desarrollo de nuevas tecnologías en la

web contribuye ineludiblemente a dar significado al VGI, y permite la posibilidad de que

personas sin formación académica en Geografía realicen mapas o intervengan en estos en

algún nivel. No obstante se trata de intervenciones que se distinguen por un alcance aco-

tado, complementario de la Geografía y la cartografía tradicionales, y que en ningún caso

pueden actuar en calidad de reemplazo de los trabajos e investigaciones provenientes de

la cartografía profesional. Por lo tanto la aportación de las personas sin formación se

concentra sobre todo en el ámbito de la recolección de datos, que precisamente renacería

en el contexto de la web 2.0. Además, algunas veces los voluntarios pueden haber sido

seleccionados atendiendo a criterios específicos que permitan obtener los resultados que

se necesitan de acuerdo a un plan previo. Es en ese preciso momento en el que se produce

la fusión entre voluntariado y participación ciudadana o pública.

B) La Participación Pública en los SIG

El término Public Participation GIS (PPGIS), que al castellano podría ser traducido como

Participación Pública en los Sistemas de Información Geográfica, fue acuñado en la

Conferencia Internacional Empowerment, Marginalization and Public Participation GIS,

celebrada en Santa Barbara, California, en Octubre de 1998, con el propósito de hacer

visible cómo la tecnología SIG puede favorecer la participación pública en una amplia

variedad de actividades de todo tipo: culturales, de ocio, políticas, etc

124

Aunque los Sistemas de Información Geográfica han pasado de ser un instrumento en

manos de profesionales y científicos a convertirse en una herramienta en manos de cada

vez más ciudadanos que las utilizan con fines muy diversos, no ha sido hasta hace muy

poco tiempo que dicho cambio ha comenzado a ser percibido con la totalidad de las

implicaciones que supone. Mientras que hasta ahora la PPGIS era una práctica

relacionado con la gestión del territorio por parte de instituciones privadas o el sector

público, la nueva situación crea las condiciones para que sectores de la población que

permanecían al margen de dichas decisiones puedan participar en el proceso de diseño y

de utilización del espacio. Así la PPGIS puede ser aplicada para ayudar a resolver

distintos problemas sociales y para aportar un mejor asesoramiento en la toma de

decisiones sobre uso del territorio, merced a unas mayores posibilidades de acceso a

información local. Una buena utilización de la participación ciudadana puede dar lugar a

la creación de asociaciones entre individuos, grupos de individuos, comunidades,

organizaciones, instituciones académicas y el sector privado. Aparecen por tanto

categorías de participación que tradicionalmente permanecían separadas o tenían muy

difícil colaborar entre sí, acceder a la información y participar en las decisiones. Dicho

proceso sin embargo, por reciente, presenta todavía algunos aspectos borrosos y cierto

desorden en cuanto a los niveles de participación y la calidad de la información

geográfica aportada. La mejor manera de entender estas nuevas posibilidades de

participación ciudadana es siendo cautelosos desde el principio y considerando todo el

proceso como un continuo (CREIGHTON, 2005) en el cual habría cuatro etapas que

deben quedar siempre claramente definidas y delimitadas en cualquier iniciativa de este

tipo que se emprenda: informar al público, escucharlo, implicarlo y tomar las decisiones.

Indudablemente este nuevo modelo de participación ciudadana que se vislumbra puede

mejorar la comunicación y complementar los contactos cara a cara entre los distintos

agentes interesados en la gestión de espacios y lugares a través de aplicaciones inter-

activas en la red, que a su vez creen las condiciones para mejorar la facilidad de acceso y

la participación en una amplia variedad de situaciones. Esta participación ciudadana,

correctamente planificada y asesorada, no tiene porqué hacer que el mapa pierda ni

tampoco modifique sus atributos como herramienta imprescindible de creación espacial

(ya que el mapa no representa el espacio, sino que lo crea y de ahí proviene su poder, que

ahora se traslada y se comparte). El hecho de que la participación en cuestiones carto-

gráficas se expanda hacia las personas sin formación se considera algo positivo, de mane-

ra similar a lo que ocurrió con la irrupción de los wikis y los blogs en otros ámbitos. De

125

hecho, esta participación concreta en el ámbito cartográfico ya tiene, como se ha

comentado previamente, denominación: Voluntariado en Información Geográfica.

C) Las relaciones entre VGI y PPGIS

El voluntariado geográfico puede ser enfocado desde el punto de vista de las apor-

taciones individuales o desde el de las comunidades de ciudadanos (SCHADY, 2001),

pero en ambos casos presenta cierta confusión a la hora de ser incluido dentro del conce-

pto más amplio de participación ciudadana. En algunos casos los voluntarios participan

en los procesos de planificación espacial con algunas restricciones y condiciones, que a

su vez tienen que ver con circunstancias específicas. Fundamentalmente, y para que

dichas aportaciones sean válidas, los expertos deben de conocer sobre los voluntarios,

quiénes son y qué datos espaciales se espera que aporten (TULLOCH, 2008). Durante el

proceso de participación ciudadana además, el voluntariado puede realizar un mal enfo-

que que podría ser corregido con una conveniente supervisión y control por parte de los

profesionales de la Geografía. Este problema ya ha sido analizado cuando se han visto

otros ejemplos de redes colaborativas en las cuales la calidad y la fiabilidad de la infor-

mación aportada es deficiente.

Pero además la participación ciudadana es un concepto que incluye un amplio elenco de

posibilidades de colaboración en proyectos de todo tipo, mientras que el voluntariado

geográfico es útil tan sólo en algunos de ellos. El solapamiento entre voluntariado geográ-

fico y participación ciudadana se produce principalmente mediante la utilización de los

SIG y las herramientas y programas informáticos disponibles para el público en general

diseñados para aplicarse sobre el territorio, y también desde el momento en que ambos

procesos (voluntariado y participación ciudadana) centran su actividad sobre espacios y

lugares coincidentes. La diferencia fundamental es que en el caso de la PPGIS la parti-

cipación implica en mayor o menor grado el acceso al proceso de planificación espacial,

cosa que no necesariamente debe de ocurrir con el voluntariado geográfico, ya que aquí

se contribuye con la aportación de datos sin tener la posibilidad de decidir sobre su

posterior aplicación o uso. Por tanto parece claro que el voluntariado geográfico se centra

más en el aporte de datos e información y la participación ciudadana en SIG (PPGIS) lo

hace en los procesos y resultados, aunque no por ello dejan de compartir ciertas ventajas

e inconvenientes: por un lado es cierto que en mayor o menor grado permiten a la pobla-

ción una mejor evaluación de los problemas del territorio en todos los sentidos, tanto en

las decisiones del largo plazo -como por ejemplo la planificación urbanística- como en

las del corto plazo -como catástrofes naturales o de otro tipo-; por otro lado, sin embargo,

126

suscita no pocas inquietudes desde distintas perspectivas que, como la cobertura legal o

la utilización de datos personales, ya han sido comentadas al hablar del fenómeno web.0.

Dichos inconvenientes serán tratados en profundidad en el segundo bloque de esta obra,

pero antes es preciso también reflexionar sobre las motivaciones de la gente para realizar

sus aportaciones. Entre otras, se han propuesto el altruismo o el espíritu de colaboración

en buenas prácticas (SCHADY, 2001), la mejora de las habilidades personales

(TULLOCH, 2008), o el compromiso con ciertos valores (KOLLOCK, 1999). En cuanto

a su tipología, entre los voluntarios geográficos se han distinguido cinco categorías

(COLEMAN et al., 2009: 338):

1) Neófito. Alguien sin una formación inicial en la materia, pero con interés, tiempo,

y voluntad para ofrecer una opinión sobre la misma.

2) Amateur. Alguien que “descubrió” su interés en la materia, empezó a leer

literatura sobre la misma, consultó con otros colegas y con expertos sobre temas

específicos, y está experimentando con su aplicación y ganando experiencia en

la materia.

3) Experto amateur. Alguien que ha adquirido una gran destreza en la materia, la

práctica con pasión a menudo, pero para el cual no es una dedicación profesional

retribuida.

4) Experto profesional. Alguien que ha estudiado y práctica la materia y para el que

supone una tarea retribuida, pudiendo ser demandado si sus productos, opiniones

o recomendaciones se demuestran inadecuados o incorrectos.

5) Autoridad experta. Alguien que ha estudiado ampliamente la materia y la ha

practicado hasta el punto de que sus productos y opiniones sobre la misma tiene

un amplio reconocimiento por la calidad de los servicios ofrecidos.

A estas cinco categorías expuestas habría que añadir, relacionada al menos con la primera

de ellas, los voluntarios no fiables, bien por carencia de un mínimo de calidad en cuanto

a la información aportada, bien por intereses maliciosos con la esperanza de obtener algún

tipo de compensación personal (económica, ideológica, etc.). Por tanto evaluar la credi-

bilidad y la fiabilidad de la información aportada se hace imprescindible, ya que cual-

quiera puede contribuir con su propia información, y ésta ha de ser filtrada y contar con

suficientes mecanismos de control. Un perfecto ejemplo de ello es la ya citada conclusión

aberrante de calificar como paleogeografía a todo aquello que no es neogeografía, es decir

a la geografía académica, que todavía hoy aparece en Wikipedia.

127

Como se desprende de lo analizado hastra el momento la relación entre voluntariado

geográfico y participación pública es compleja y debe de ser analizada desde múltiples

perspectivas. Establecer un marco adecuado para esta participación interactiva es clave,

y suscita nuevos interrogantes acerca de las relaciones entre la ciudadanía y las instancias

de poder, entre legitimidad y derechos ciudadanos.

D) La Participación Pública en la Planificación Espacial

Finalmente el Voluntariado en Información Geográfica, como forma específica del par-

ticipación ciudadana a través de la Participación Pública en los SIG, tiene como colofón

un nuevo acrónimo denominado en inglés PSP (Public Spatial Planification), que podría

ser traducido como Participación Pública en la Planificación Espacial y que es uno de los

principales argumentos a favor de la neogeografía: la posibilidad para la ciudadanía no

sólo de participar sino también de influir en la toma de decisiones respecto de la plani-

ficación del territorio en el cual habita y desarrolla sus actividades. A tal respecto se han

establecido cuatro niveles de participación ciudadana en el planeamiento del territorio:

compartir información, consulta de la misma, toma de decisiones y puesta en marcha de

las mismas (McCALL, 2003). Dichos niveles a su vez se conseguirían desarrollando un

plan de participación en tres etapas:

- La primera consistiría en determinar en qué programa de decisiones el público

podría ser implicado.

- La segunda establecería qué tipo de gente puede participar en la toma de

decisiones, identificando el tipo de actividades realizadas y comprobando si di-

chas actividades encajan en un determinado proceso o no.

- La última etapa sería la implementación del plan, lo cual implica considerar los

detalles más importantes del proceso y puede plantear serios inconvenientes a la

hora de promover una toma de decisión consensuada.

Gracias a las nuevas tecnologías estos procesos son posibles hoy en día, aunque implicar

a la ciudadanía en el proceso de planificación espacial hace necesario desarrollar meto-

dologías todavía más eficientes, rápidas y fiables para conseguir aportaciones de calidad.

Los expertos pueden facilitar la implicación del público usando interfaces de mapas

digitales, en las cuales pueden obtener datos espaciales de utilidad para mejorar dichas

interfaces. A este respecto una gran cantidad de posibilidades de obtención de datos

espaciales y geográficos y de técnicas para compartirlos están ya a disposición de la

mayoría de la población de los países desarrollados. Además de la infraestructura de

internet y la web.0, es necesario considerar los aparatos que permiten obtener y volcar

128

información en dicha red: cámaras de fotos, teléfonos móviles, GPS, pendrives, etc.

Utilizándolos se pueden producir mapas, y los datos espaciales pueden ser descargados o

generados libremente desde un sitio web. Además, un gran número de aplicaciones API

pueden ser usadas para construir un mapa digital interfaz que a su vez sea útil para el

voluntariado geográfico. Para construir dichos mapas los lugares deben de integrarse en

la red, para lo cual existen gran número de herramientas y técnicas capaces de integrar la

neogeografía en un sitio web, incorporando la información adecuada al mismo, no sólo

los datos de localización (latitud, longitud, etc.), sino también mucha información añadida

a través del geo-tagging. En estas geoetiquetas se añade y se comparte información en un

entorno colaborativo que hace cada vez más posible encontrar, compartir y publicar

mapas. Este entorno colaborativo es lo que se conoce como peer production network (red

de producción colaborativa) (STARKMAN, 2013), entendido como aquel entorno que

permite a la gente trabajar juntos en una tarea específica sin remuneración económica.

Son proyectos desarrollados en régimen abierto y en los que el apelativo de voluntarios

es el más utilizado para definir a las personas que en ellos participan.

Ello demuestra que, al contrario de lo que se piensa a veces, los mapas no han perdido

importancia y mantienen su relevancia en nuestras vidas. A nivel coloquial habitualmente

se otroga una valoración positiva a aquello que “aparece en el mapa” y negativa aquello

que no lo hace. Por lo tanto, el poder del mapa para organizar nuestras vidas en ningún

caso ha disminuido, tal vez ha aumentado y se ha personalizado. Los mapas continúan

siendo relevantes para las personas y no solamente porque continúen siendo una de las

herramientas más importantes de vinculación con el espacio, sino también en un sentido

simbólico: “Lo que está y lo que no está en el mapa”.

El espacio, y sobre todo el espacio local, constituido en gran parte por aquellas zonas en

las cuáles desarrollamos nuestra cotidianeidad como calles, plazas o cruces de esquinas,

gozan de mayor relevancia gracias a la neogeografía y demuestran la importancia de las

vinculaciones espaciales de personas y colectivos concretos, permitiendo espacializar

determinadas vivencias, situaciones o elementos que permanecían ocultos en el espacio,

ya fuese porque no contaban con la relevancia necesaria para aparecer en un mapa deter-

minado o porque su espacialización era compleja de realizar por diversas razones. Los

mapas en sí mismos son ejercicios de filtrado de información, y en ese contexto la neo-

geografía no pretende constituirse en una nueva categoría de verdad cartográfica, ya que

utiliza procedimientos de filtrado semejantes a los de la cartografía oficial, si no que su

129

diversidad y libertad de creación permiten desvelar o visualizar elementos espaciales que

han permanecido ocultos hasta ahora.

Tal vez resulte más preciso señalar que la neogeografía es una Geografía practicada por

un grupo cada vez más numeroso de personas y por tanto la diversidad de objetivos es

muy grande. En ningún caso cabe considerar la posibilidad de que la cartografía pierda

validez en este nuevo escenario, sino que por el contrario se enriquezca. Pero esta hiper-

localidad, esta vinculación entre lo digital y lo virtual, se genera ahora en un contexto de

fuerte hibridismo en el que intervienen diversas influencias casi como en cualquier otra

actividad creativa humana. Lo digital y lo físico se mezclan con patrones movedizos,

mediante diversas plataformas, acciones y soportes, pero a través de acciones humanas.

Las tecnologías colaborativas y la comunicación mediatizada a través de computadoras

han permitido a la gente utilizar redes sociales para llevar a cabo actividades relacionadas

con la Geografía y, lo que es más importante, aumentar su capacidad potencial de influir

sobre las decisiones que se toman en lo referente a la gestión del territorio. Pero también

ha quedado claro que se hace necesario desarrollar un marco conceptual en el cual se

pueda llevar a cabo esta especial versión de participación ciudadana. Es en realidad un

marco de relaciones entre los expertos, la ciudadanía, los voluntarios geográficos, la

neogeografía y los sistemas de información geográfica. Y todos ellos compartiendo infor-

mación y datos en un entorno web.0, auspiciado a su vez por internet. Elmadhoun (2010)

propone la siguiente secuencia:

1) Los expertos informan al público sobre una determinada consulta y solicitan

participación.

2) El público responde a la solicitud interactuando a través de la interfaz.

3) Un feedback es devuelto al experto a través de la interfaz del mapa digital.

4) Los datos espaciales recogidos a través del voluntariado se someten a validación

desde una base de datos neogeográfica.

5) Los datos espaciales resultantes son extraídos e incorporados como datos SIG.

Estos a su vez ya están disponibles para facilitar la participación en el planea-

miento espacial.

En resumen, el Voluntariado Geográfico y la Participación ciudadana en los Sistemas de

Información Geográfica ofrecen un vasto campo de posibilidades para una mayor im-

plicación de la ciudadanía en la gestión del territorio. No obstante, como se verá a con-

tinuación, muchos son los interrogantes que se pueden plantear a este fenómeno social si

no está debidamente planificado y controlado. Y es que como cita Lefebvre en su obra

130

Espacio y Política “la fragmentación del espacio social jamás manifestada como tal […]

desemboca en proyectos que parecen claros y profundos debido a que son fruto de pro-

yecciones visuales sobre el papel y sobre el plano de un espacio trucado ya desde un prin-

cipio. La fragmentación se traduce por un análisis erróneo, no crítico, que se cree preciso

por ser visual, de los lugares y localizaciones. Un análisis llevado más a fondo y, sobre

todo, más concreto, modifica parámetros que parecían positivos “operatorios”; y que lo

son, dentro de determinado “encuadre” (LEFEBVRE, 1976:9).

2.3. Neogeografía instrumentalizada

Como se acaba de ver, es una opinión bastante extendida en el ámbito académico y

también en el popular que la neogeografía ha provocado un proceso de producción y uso

de la información geográfica más democrático. La neogeografía, por contraposición a la

“geografía tradicional”, especialmente utiliza el argumento de que se trata de una Geo-

grafía para “cualquiera en cualquier sitio y en cualquier momento”. Argumentos pare-

cidos se han utilizado para bendecir el crecimiento del voluntariado geográfico y la

participación pública que se acaban de analizar en detalle. Pero ¿cuál es la naturaleza de

esta democratización? ¿hasta qué punto las tecnologías utilizadas en la neogeografía

cumplen con dicha promesa?

Es necesario formularse estas cuestiones, ya que la visión predominante en la literatura

referida a la neogeografía adopta un enfoque que se puede denominar como

“instrumentalista”, merced al cual las nuevas tecnologías -y por tanto también las he-

rramientas propias de la neogeografía- son concebidas como un valor en sí mismo, esta-

bleciendo una separación entre medios y fines; se considera a la tecnología “neutral con

respecto a las opciones políticas y sociales “ (ACHTERHUIS, 2001: 68). Este punto de

vista ignora los valores subyacentes a las nuevas tecnologías que, al no ser realmente neu-

trales, provocan una separación entre una “élite tecnológica” y el resto de la población,

que en mayor o menor medida queda a expensas de ese enfoque elitista, cuando no clara-

mente al margen de las posibilidad de acceder a las herramientas y utilidades de la neo-

geografía. Para conseguir auténticos niveles de democratización se requiere una cuida-

dosa implementación que tenga en cuenta precisamente los aspectos políticos y sociales

que esta visión instrumental trata de soslayar.

Y es que desde la emergencia de la World Wide Web a principios de los 90 las reivindi-

caciones acerca del potencial democrático de su utilización han sido una constante en la

131

mayoría de los discursos acerca de la misma. Al ya comentado potencial de acceso y uso

de la información para cualquiera, en cualquier sitio y en cualquier momento (BATTY,

1997), se añade desde principios del siglo XXI la emergencia ya descrita del fenómeno

web 2.0 (O’REILLY, 2005), que ahonda en esta dirección y resalta las omnímoda

capacidad de las redes sociales para conectarse en la “plataforma tierra” (FRIEDMAN,

2006).

Prácticamente de manera simultánea aparece el concepto de neogeografía, al que, como

se acaba de analizar, pronto se le atribuyen sus potenciales posibilidades de participación

democrática como algo a añadir a su inherente mayor capacidad de uso y acceso a la in-

formación geográfica. En cierto modo, y según esta visión instrumentalizante, de la mis-

ma manera que el ordenador democratizó la informática, sistemas como Google Earth

democratizarían los SIG. En ese contexto es en el que hay que entender afirmaciones

como la de que “la neogeografía ha ayudado a potenciar una democratización sin prece-

dentes del conocimiento geográfico” (WARF et SUI, 2010: 200), o aquella otra de que

“la wikificación representa un importante paso adelante en la democratización de la infor-

mación geográfica, desplazando el control sobre la producción y el uso de los datos SIG

desde un puñado de expertos a grandes grupos de usuarios” (WARF et SUI, 2010: 200).

Incluso en el seno mismo de ciertos organismos internacionales parece haberse aceptado

este punto de vista. Así, este enfoque parece haber calado en el seno de instituciones

internacionales de diversa índole, como por ejemplo la United Nations Office for the

Coordination of Humanitarian Affairs (OCHA) cuando dice que “desde el punto de vista

tecnológico, Google, Microsoft y OpenStreetMap han democratizado realmente la

cartografia” (citado en LOHR, 2011).

Sin embargo es preciso explorar con más detalle si es cierto y hasta qué punto estas tecno-

logías que facilitan el acceso y la creación de información geográfica permiten también

la democratización del proceso, cuál es la naturaleza de dicha democratización y cuáles

son sus límites. Para responder a estas cuestiones se necesita a su vez una reflexión sobre

el significado del término ”democratización” y, más específicamente, en su contexto de

interacción entre ciudadanía y tecnología. De acuerdo con el diccionario de la Real Aca-

demia de la Lengua16 la democracia sería una “Doctrina política favorable a la interven-

ción del pueblo en el gobierno” y también el “Predominio del pueblo en el gobierno

político de un Estado”. Por su parte democratizar sería “Hacer demócratas a las personas

16 <http://dle.rae.es/?w=diccionario>. [05-04-2015].

132

o democráticas las cosas”. Las nuevas tecnologías son evidentemente cosas, así que

democratizar las nuevas tecnologías sugiere una primera acepción que es la de poner a

disposición de amplias capas de la sociedad, o potencialmente de todas, procesos o

actividades que acostumbraban a estar restringidas o con acceso exclusivo para

determinados colectivos sociales o para una élite. Cuando se dice por ejemplo que la

telefonía móvil se ha democratizado nos referimos al hecho de que hace escasamente unas

décadas sólo los ricos y poderosos miembros de las sociedades occidentales tenían acceso

a dicho servicio. Está claro que, según esto, democratización es aquí un concepto

asimilable al de “popularización”, hacer accesible algo a cada vez más segmentos de la

población. Estaría claro también que, aplicada en este mismo sentido a la neogeografía,

la democratización haría referencia más bien al potencial para permitir recoger, compartir

y organizar información geográfica con variados propósitos -para cualquiera en cualquier

sitio y en cualquier lugar- que sobre acepciones o significados más profundos. Para incluir

estos últimos, para hablar en puridad de auténtica democratización, deberíamos incluir la

idea más profunda de hacer accesible las tecnologías de información geográfica a los

grupos hasta ahora marginados o excluidos de ellas, de una forma tal que les permitiera

realizar cambios en su vida y en su entorno. Desde este nuevo punto de vista la

democratización evoca más bien ideas acerca de participación, igualdad, derecho a influir

en las decisiones, apoyo a los derechos individuales y colectivos, y acceso a recursos y

oportunidades (DOPPELT, 2006).

Simultáneamente, está interpretación más exhaustiva revela las limitaciones de las prác-

ticas actuales de la neogeografía y abre la puerta a la posibilidad de considerar otros desa-

rrollos tecnológicos alternativos que puedan ser considerados como realmente más “de-

mocratizantes”. Se trata de explorar las líneas de contacto entre tecnología y democracia,

poniendo el enfoque en el verdadero potencial democratizador de los Sistemas de

Información Geográfica aparecidos desde principios de los años 90 del pasado siglo, y

más en concreto sobre su masificación a través de los conceptos ya analizados de Volun-

tariado en Información Geográfica (VIG), Participación Pública en los Sistemas de Infor-

mación Geográfica (PPGIS) y Participación Pública en la Planificación Espacial (PSP),

en los cuales a su vez cuestiones como las cuotas de poder, la marginalidad o la go-

bernanza son fundamentales desde su mismo origen, y proporcionan los fundamentos pa-

ra desarrollar un concepto más profundo de democratización cuando se habla de prácticas

neogeográficas.

133

Y es que la neogeografía, como parte integrante de las emergentes nuevas tecnologías, no

puede ni debe quedar al margen, desde un punto de vista filosófico, de la importante

cuestión de las relaciones entre democracia y tecnología. Esta última se convirtió en una

materia de estudio para los eruditos sólo a finales del siglo XIX (DUSEK, 2006), pero la

mayoría de las ideas que actualmente influyen sobre la filosofía de la tecnología fueron

desarrolladas durante el siglo XX, pudiéndose citar entre los contribuyentes a tal estudio

a Martín Heidegger, Herbert Marcuse o Jhon Dewey (FEENBERG, 1999). De hecho el

término “tecnología” obtuvo su acepción actual a principios del siglo XX y tan sólo desde

los años 70 del mismo esta materia empezó a recibir una atención concreta por parte de

la filosofía con el auge de la filosofía de la tecnología. A pesar de ello todavía hoy “el

significado humano de la tecnología es en gran medida un territorio sin cartografiar”

(FEENBERG, 1999:1). La teoría crítica de la tecnología, incluida en la filosofía crítica

de la tecnología de Feenberg es una de las más completas y especificas aportaciones que

hasta el día de hoy se han llevado a cabo en el intento de desvelar las complejas relaciones

entre democracia y tecnología, y detallada en su colección de artículos bajo el título

Democratizing Technology (VEAK, 2006). Su punto de vista es contructivista: el desa-

rrollo de la tecnología está bajo control humano e incluye valores y política, así que

debería estar abierto a la participación y al control democrático. La tecnología puede y

debe de ser utilizada para mejorar la vida de las personas y de la sociedad en su conjunto,

escogiendo cuidadosa y racionalmente las opciones tecnológicas que tienen en cuenta los

variados intereses y necesidades de todos los grupos sociales de una manera democrática,

y sin perder de vista las preocupaciones y necesidades de la sociedad en su conjunto.

Como ya se comentó en el capítulo relativo a las relaciones entre Geografía y ciber-

espacio, la tecnología no se crea simplemente superponiendo unas innovaciones técnicas

sobre otras sino que debe de ser contemplada como el resultado de una serie de actitudes

políticas, sociales, económicas y culturales que llevan a un determinado uso y producción

de la misma. Todo este complejo proceso se articula en torno a lo que el ya citado Bruno

Latour (1993) denomina redes sociotecnológicas, y en un entorno de negociación de mul-

tiples actores con intereses que en no pocas ocasiones son antagónicos. En muchas oca-

siones las complejidades de los sistemas tecnológicos son utilizadas para concentrar el

poder en pequeños grupos de élites tecnológicas, financieras y políticas y para impedir al

resto de la ciudadanía una participación significativa en el diseño y decisión de la práctica

diaria. Y es que la tecnología comporta una ambivalencia entre la conservación de la

jerarquía y la racionalización democrática (FEENBERG, 1999). Así la primera promueve

134

y reproduce la continuidad de las estructuras de poder típicas de las sociedades capitalistas

avanzadas, mientras que la segunda trata de socavar dichas estructuras de poder y permitir

así nuevas oportunidades para el conjunto de la sociedad, incluyendo a grupos mar-

ginados o ignorados, es decir a los cibermarginados y ciberexcluídos a los que se ha hecho

referencia en capítulos anteriores y de los que habrá que volverse a ocupar en esta obra

más adelante.

Feenberg llama la atención sobre el hecho de que los códigos técnicos y tecnológicos

incluyen valores sociales significativos como la eficiencia o el capitalismo, y que dichos

códigos técnicos utilizan de una manera circular y recurrente el significado de los objetos

y procesos tecnológicos adquiridos por la sociedad, enfatizando estos valores y estabili-

zándolos y fijándolos. Mediante este proceso dichos valores nos aparecen como evi-

dentes, lógicos y no problemáticos. En consecuencia la cuestión importante no sería tanto

la de la elección de las personas adecuadas y su nivel de participación (VGI, PPGI, PSP)

como la de la inclusión de determinados valores políticos y sociales en los códigos tecno-

lógicos. En base a ello una profunda y real democratización de la tecnología sólo puede

conseguirse mediante la integración de la racionalidad democrática de los códigos téc-

nicos, con un control realmente democrático sobre las instituciones responsables de di-

chos códigos, de manera que sean capaces, en lo relativo al contenido de esta tesis

doctoral, de modificar la estructura y metodología de la práctica neogeográfica y el con-

trol de la misma. Dicho más claramente: la neogeografía no puede ser democrática si sus

códigos de funcionamiento no lo son. Sólo solucionando este dilema se posibilitaría una

alternativa a la tecnocracia, en la que la intervención popular, en vez de ser vista como

una anomalia o inconveniente, se normalizaría y se incorporaría a los procedimientos

estándar del diseño tecnológico (OLIVÉ, 2011) y en consecuencia también a los de la

práctica de la neogeografía. Esto en definitiva permitiría “Reducir el poder del capital e

incrementar el poder de las instituciones democráticas deliberativas” (CHAPMAN, 2012:

3).

Ahondando más en este punto de vista es útil también distinguir entre lo que se denomina

instrumentación primaria y secundaria con el fin de poder de establecer un marco ade-

cuado de relación entre tecnología y democracia (VEAK, 2012), ya que ello contribuye

todavia más a evidenciar la debilidad de la pretendida democratización que el enfoque

predominante hasta la fecha en lo relativo a la neogeografía propone:

- Por instrumentación primaria se entiende aquella que se centra en los aspectos

funcionales de la tecnología, separando los objetos de su uso regular cotidiano y

135

resaltando así su condición de artefactos tecnológicos. De esta manera quedan

desprovistos de sus características “no deseadas”, aquellas que no pueden ser

parte de una tecnología fácilmente controlable y automatizada.

- La instrumentación secundaria, por el contrario, se centra en el artefacto

tecnológico como producto social, realizado en un determinado contexto y cen-

trándose en sus posibilidades de uso social.

Por supuesto ambos tipos de instrumentación ocurren de manera sincrónica y no pueden

ser separados el uno del otro sin desvirtuar su correcta comprensión. Así, por ejemplo,

un Sistema de Posicionamiento Global (GPS) en su instrumentación primaria esta creado

pensando en conceptos de eficiencia, fiabilidad y consumismo, pero en su instrumen-

tación secundaria, utilizado en un contexto específico junto con teléfonos móviles y deter-

minadas aplicaciones informáticas, puede dar lugar a situaciones muy diversas depen-

diendo de la intencionalidad con las que sea utilizado, como controlar a otras personas a

través de geoslavery (DOBSON et FISHER, 2003), 17 o la práctica del geocaching,

actividad lúdica en la que los participantes utilizan el GPS para encontrar tesoros

escondidos. Este enfoque parece el adecuado desde el momento que deja clara la imposi-

bilidad de separar los medios de los fines y deja en evidencia aquellas corrientes de

opinión que reivindican que la tecnología es un valor en sí mismo fuera del mundo de la

negóciación política y la influencia social. Es en definitiva la mejor manera de desen-

mascarar las visiones unidireccionales de la tecnología, al resaltar como los códigos

tecnológicos son generados con una aureola de “sentido común” que oculta sus implica-

ciones sociales, éticas, morales y medioambientales. Una vez que este código está estable-

cido se espera que la sociedad acepte la tecnología tal cual es sin cuestionarla.

Por lo tanto, si toda tecnología no es neutra sino que tiene intencionalidad política, esta

visión instrumentalista de la tecnología no es más que es un poderoso mecanismo para

que las estructuras de poder dominantes se mantengan y reproduzcan.

Aplicado más concretamente a la neogeografía y sus tecnologías asociadas, lo comentado

hasta ahora ilumina zonas que permanecían cuando menos en la penumbra, desvelando

una marcada diferencia entre la literatura más al uso sobre neogeografía y las posturas

más críticas respecto a la utilización del VIG, PPGIS y PSP en ese mismo contexto neo-

geográfico. Mientras que la primera se sitúa mayoritariamente a favor de los posicio-

namientos que se han denominado instrumentalistas, las segundas adoptan un punto de

17 <https://en.wiktionary.org/wiki/geoslavery>. [12-03-2014].

136

vista más crítico respecto de la tecnología. En definitiva, hablamos de instrumentalización

contra democratización de la neogeografía. Históricamente el VIG, la PPGIS y la PSP, es

decir la implicación de crecientes comunidades de usuarios en los SIG con la finalidad de

ser utilizados en cuestiones de interés para dichas comunidades, surgieron a mediados de

los 90. Las posturas críticas que los siguieron, en lugar de centrarse en los aspectos técni-

cos y metodológicos del proceso, se ocupaban de cuestiones como el nivel de represen-

tación ciudadana y las relaciones entre este nuevo conocimiento social y el poder, con

una clara conciencia de su imbricación con los procesos y estructuras políticas y sociales

(ELWOOD, 2008).

Desde este punto de vista, la literatura crítica sobre PPGIS ponía el acento en cómo las

herramientas típicas de la neogeografía servirían a determinados propósitos sociales. La

publicación de Ground Truth (PICKLES, 1995) es reconocida como un hito importante

en la evolución de esta área de estudio desde el momento en que, incidiendo en el discurso

de democratización profunda, urge la necesidad de aplicaciones geográficas de los SIG

que fueran “de base amplia, inclusivas, atentas a las cuestiones de género, y orientadas

hacia las personas marginadas” (PICKLES, 1995: 218). La literatura posterior de esta

misma tendencia complementaba lo dicho poniendo el acento sobre otros aspectos a tener

en cuenta para una verdadera democratización de la neogeografía, como la necesidad de

considerar el impacto de los SIG en los procesos de democracia interna de instituciones

y organizaciones concretas (como por ejemplo el Banco Mundial o el Fondo Monetario

Internacional, a los que se acusa de falta de democracia interna en la toma de decisiones)

y no sólo en el sistema político en un sentido amplio. (LEITNER et al., 2002), o el

potencial de esas mismas tecnologías para promover políticas de integración de sectores

marginados (SAWICKI et CRAIG, 1996).

En el lado contrario a estos intentos de promover una democratización profunda de la

neogeografía, el discurso predominante se sigue centrando en el enfoque instrumentalista

y, lo que es más importante, las corporaciones y las compañías tecnológicas que están

diseñando el paisaje y las aplicaciones de la neogeografía están todas adoptando ese

mismo punto de vista, e ignorando su posible utilidad como factor de democratización en

sentido profundo (BELLAMY-FOSTER et McCHESNEY, 2011).

En resumen, el enfoque instrumentalista es hasta ahora el predominante en el desarrollo

de la neogeografia. El usuario es concebido supuestamente como alguien con total li-

bertad de elección, que toma sus propias decisiones sobre el uso del sistema y lo hace

trabajar para conseguir sus propios fines, al tiempo que toma en consideración el contexto

137

global en el que lo utiliza. Como no hay nadie que impida a nadie, en cualquier lugar y

en cualquier momento, utilizar las herramientas propias de la neogeografía la democra-

tización se ha conseguido. La realidad de las relaciones entre neogeografia y democracia

es bien distinta. Hay razones objetivas para rechazar las reivindicaciones de pseudo-

democratización y el discurso recurrente de “para cualquiera, en cualquier sitio y en

cualquier momento”. Tales razones incluyen el acceso desigual a las computadoras y a

la comunicación, tal y como ya se ha estudiado en detalle a propósito de la marginación

y la exclusión digital. Dicho acceso desigual se debe a variadas razones de tipo cultural,

demográfico, geográfico, etc, que permiten hablar de otra neogeografía que “es para unos

pocos y en lugares concretos.”

Además de las razones ya expuestas cuando se analizó el desigual acceso al mundo

digital, aparecen otras más específicas o más pertinentes cuando nos fijamos en las opor-

tunidades de acceso a los Sistemas de Información Geográfica y al resto de las herra-

mientas propias de la neogeografía.

1) Costes elevados. La cuestión del acceso a la neogeografía está en principio

fuertemente mediatizada por los costes prohibitivos de data roaming cargados a

los usuarios por los operadores de redes móviles, que provocan que el acceso a

herramientas web desde el móvil sea precisamente más caro en el momento en el

que el usuario está explorando nuevos lugares y utilizando herramientas neo-

geográficas.

2) Desigualdades de participación. En muchos entornos colaborativos se producen

situaciones en las que unos pocos contribuyen mucho y unos muchos contribuyen

muy poco (NIELSEN, 2006). Esta característica ha sido identificada en muchas

aplicaciones de las consideradas como emblemáticas a la hora de hablar de neo-

geografía (BUDAHTHOKI et al., 2010). Por ejemplo, en las aplicaciones de

fotografías geoetiquetadas (geotagged photos) aparece una fuerte componente de

exclusión, ya que se favorece a los participantes que tienen más tiempo y recursos

para contribuir al sistema, mientras que se ignora y margina a los que no.

3) Fiabilidad de la información. Algunas de las aplicaciones de la neogeografía

tienen orientaciones premeditadamente sesgadas en cuestiones, por ejemplo, de

género o de nivel educativo, de manera que en las contribuciones de la ciudadanía

aparecen prácticas culturales y tendencias de opinión propias de grupos concretos,

y por tanto no se pueden considerar representativas de todos los intereses e

inquietudes de un determinado lugar. De esta manera, las prácticas llevadas a

138

cabo dentro de estas comunidades virtuales neogeográficas son manifiestamente

antidemocráticas, más aún cuando su diseño está pensado para favorecer a los

usuarios más frecuentes y marginar a los contribuyentes a pequeña escala. Si la

democracia es también el respeto a las minorías la neogeografía no está pre-

sentando, de momento, el planteamiento adecuado.

4) Encriptamiento. Además de un diseño adaptado a los intereses y valores de las

corporaciones de interés en tecnologías neogeográficas, se produce un encrip-

tamiento, deliberado o no, de los contenidos de manera que “las epistemologías,

vocabularios y categorías de estructuras de datos no se adaptan o no pueden adap-

tarse a las experiencias, reivindicaciones de conocimiento, e identidades de algu-

nos grupos sociales o de algunos lugares” (ELWOOD, 2008: 178).

Las evidencias sociales, económicas, políticas, y técnicas demuestran que en el estado

actual de cosas la neogeografía está lejos de ser un proceso democrático, ya que en

numerosas ocasiones, como otras nuevas tecnologías y aplicaciones del entorno de la web

2.0, realza “ el individualismo radical, el entusiasmo por la economía de mercado, el des-

dén de los poderes públicos, y el entusiasmo por el poder de las compañías de negocios”

(WINNER, 1997:16), sin realizar paralelamente el esfuerzo por llegar a grupos mar-

ginados o acomodarse a opiniones diversas.

Aunque la evidencia muestra que el concepto de democratización es problemático en la

praxis actual de la neogeografía, ello no quiere decir que realmente no tenga un gran po-

tencial democratizador. Pero para ello es necesario ser conscientes de que la exclusión y

la marginación digital son problemas que deben de ser resueltos, y que para reforzar el

potencial democratizador de las herramientas neogeográficas se necesita retomar la idea

de permitir a los ciudadanos ordinarios influir directamente sobre los códigos tecno-

lógicos, de manera que puedan incluir significados y valores alternativos a los estable-

cidos por el enfoque instrumentalista. Al hacerlo así se exploraría el potencial de las prác-

ticas propias de la neogeografía para favorecer los procesos de democratización en un

sentido más amplio. Al final los ciudadanos deberían ser capaces de reutilizar la tecno-

logía existente y adaptarla para perseguir sus propios propósitos y reflejar sus propios

valores puesto que, según se ha analizado, proveniendo de una web tan corporativizada

no cabe esperar que las herramientas que permitan dichos procesos surjan de manera

espontánea en el actual contexto de instrumentalización de las mismas, de acuerdo a las

necesidades de la economía de mercado y bajo postulados que, al final del camino y como

se demostrará en el segundo bloque de esta obra, son los del neoliberalismo capitalista

139

BLOQUE II GEOGRAFÍA DE LA DESIGUALDAD, NEOLIBERALISMO Y NEOGEO-

GRAFÍA CRÍTICA

CAPÍTULO IV. GEOGRAFÍA DE LA DESIGUALDAD Y CIBEREXCLUSIÓN

En el bloque I de esta obra se ha analizado en detalle qué se entiende por sociedad de la

información y como la llegada de las denominadas nuevas tecnologías ha supuesto cam-

bios profundos en todos los campos de actividad de las sociedades contemporáneas, desde

la economía a la cultura pasando por la política o la educación. En especial, como es

lógico, se ha prestado atención al impacto de las innovaciones tecnológicas sobre los

aspectos territoriales y espaciales, que es tanto como decir geográficos. La supuesta

muerte de la distancia se nos revela más bien como un nuevo entramado de relaciones

entre hombres y lugares, sociedades y territorios, en el cual lo sustancialmente novedoso

son los espacios virtuales. Lejos de sustituir al espacio físico cotidiano el espacio virtual

se imbrica con aquél para dar lugar a una situación que se convino en denominar recom-

binante, y merced a la cual tan real es el mundo virtual como virtual el mundo real. La di-

cotomía entre ambos desaparece para originar lugares, espacios y territorios híbridos e

indisociables.

Sin embargo este nuevo territorio híbrido adolece de problemas endémicos ya desde su

mismo nacimiento. Por un lado el mundo virtual es a día de hoy algo inaccesible para

cientos de millones de personas en el mundo. Simplemente carecen de la infraestructura

y recursos necesarios para pertenecer a él. Además dicha imposibilidad de acceso acre-

cienta, en lugar de acortar, las diferencias entre ricos y pobres, de manera que en oca-

siones lo que podría ser la solución a situaciones de desigualdad y discriminación, como

el hambre o el analfabetismo, se convierte en todo lo contrario: la brecha digital aumenta

las diferencias entre un grupo de privilegiados que tienen acceso a las nuevas tecnologías

y saben cómo utilizarlas y otro grupo de desfavorecidos que se encuentra en una situación

de ciberexclusión. Esta situación se debe a la lógica que ha regido hasta ahora el fun-

cionamiento de la sociedad de la información y la globalización, que no es otra que la del

capitalismo neoliberal, y que ahora utiliza los nuevos medios puestos a su disposición por

las nuevas tecnologías para profundizar en dicha lógica.

Finalmente en el último capítulo del bloque I se analizaba un aspecto crucial para la

Geografía en el contexto que se está describiendo: el impacto que sobre ella está teniendo

140

la sociedad de la información. Más allá de las evidentes ventajas de tipo instrumental que

las nuevas tecnologías ejercen sobre esta disciplina, con resultados tan fructíferos como

la cartografía digitalizada o los recursos audiovisuales, desde su vertiente crítica y social

la Geografía tiene la obligación de opinar sobre el hecho en sí, la sociedad de la infor-

mación, y sobre las implicaciones de todo tipo que ya han sido detalladas. La neo-

geografía, vocablo muy sugerente en principio, se ha demostrado incapaz hasta ahora de

dar una respuesta adecuada a la problemática descrita y en la mayoría de ocasiones no

hace sino seguir la lógica neoliberal descrita convirtiéndose en un objeto más de consumo.

En otras, y ésta es la buena dirección, ha sido vista como una oportunidad de demo-

cratización. Pero falta mucho por hacer, porque sólo si todos tienen acceso a las nuevas

tecnologías y las saben utilizar correctamente se podrá luchar por unos mayores niveles

de calidad democrática. De esta manera, paradójicamente, las libertades políticas y la

participación ciudadana se convierten en un privilegio de aquellos que tienen acceso a la

sociedad de la información, y la democracia, como se verá a continuación, en un factor

más de desigualdad global en la medida en que es también el privilegio de unos pocos.

Todo se ha globalizado menos la democracia, y los estados nación actúan cada vez más

como agentes de esa otra mundialización sujeta a intereses financieros y comerciales.

Es por tanto el momento de que, desde posiciones que se sitúan en la denominada

Geografía Social o Geografía Crítica, se intente en esta obra dar respuesta a tres im-

portantes cuestiones, cada una de las cuales conforma uno de los tres capítulos que com-

ponen este segundo bloque:

1ª) ¿Contribuyen las desigualdades en el acceso a la sociedad de la información a

perpetuar desigualdades geográficas previas?

2ª) ¿Quién es responsable de dicha situación si ello es así? ¿Quién sale beneficiado

y quién perjudicado?

3ª) ¿Cuál es el papel que la Geografía, y más concretamente la neogeografía,

juega y puede jugar en este proceso?

1. Las nuevas tecnologías como derecho

En diciembre del año 2003 se celebró en Ginebra la 1ª Cumbre Mundial sobre la Sociedad

de la Información (CMSI). Una de las cuestiones allí planteada fue si la brecha digital es

un nuevo factor de desigualdad o una consecuencia y manifestación contemporánea de

las previamente existentes, a las que se superpone. La primera postura considera que la

141

brecha digital no genera nuevas desigualdades, ya que la verdadera brecha es la que divide

al mundo en quienes tienen hambre y sed y quienes no la tienen. Desde ese punto de vista

la brecha digital no puede generar más desigualdades, simplemente para muchas personas

en este planeta el ciberespacio es también ciencia-ficción y no va a influir para nada en

empeorar una situación ya de por sí precaria. La postura contraria, quizás menos radical

y matizando las situaciones de desigualdad a escala planetaria con un gradiente más sutil

-lo cual a su vez permite establecer matices en el interior del grupo de los denominados

países subdesarrollados- considera que la brecha digital, en algunos casos, puede provo-

car una tendencia al aumento de la desigualdad e impedir el tránsito al estadio de

sociedades tecnológicamente avanzadas a países que se encontrarían en condiciones de

conseguirlo si no fuera precisamente por esa situación de desigualdad. José Terceiro,

partidario de la primera postura prefiere hablar antes que de brecha digital de segmen-

tación digital (Diario El País, 19-11-2003), y distingue al menos seis tipos de la misma:

la generacional (es muy distinto el manejo de ordenadores entre los jóvenes y los

mayores), la lingüística (entre quienes dominan el inglés, lengua franca de internet, y

quienes no lo hacen), la de contenidos (los primeros usuarios son los miembros de las

clases altas y medias), la segmentación de género (hombres y mujeres utilizan en muy

distinto grado y calidad la informática), la democrática (abismales diferencias entre los

países cuyos ciudadanos pueden acceder con libertad a internet y los que no) y, por úl-

timo, la segmentación cultural, que hace referencia al uso con fines de ocio o con fines

científicos y culturales.

Independientemente de la forma de manifestarse, medirse o denominarse, la causa prin-

cipal de la ciberexclusión, como ya ha quedado demostrado, es la desigualdad y pobreza

generadas por el sistema neoliberal globalizado, que no tiene en cuenta las necesidades

de los cada vez más empobrecidos pueblos del denominado sur, y tampoco las de deter-

minados colectivos sociales del norte desarrollado, convirtiendo a ambos grupos en las

principales víctimas de las crisis generadas por este sistema. La brecha digital como

problema es el resultado de otras brechas de mayor trascendencia en educación, capital

social, interacción, gobernabilidad y transparencia democrática. Son estas carencias las

que impiden a los países en vías de desarrollo servirse instrumentalmente de las ventajas

que pueden llegar a brindar las tecnologías de la información para mejorar sus serios

inconvenientes estructurales. Resulta políticamente correcto, además de acertado y veraz,

considerar el desarrollo de las TICs como motor del crecimiento económico mundial,

142

pero es la incorporación de la problemática de la brecha digital a la agenda global y nacio-

nal de desarrollo la que permitirá, de una manera adecuada, acercarnos a un diagnóstico

certero de la brecha tecnológica existente entre regiones y países, impidiendo caer en

análisis estériles y superficiales. Así el propósito principal de este capítulo, bajo el título

de “Geografía de la desigualdad y ciberexclusión” es demostrar que la brecha digital es a

la vez causa y efecto de otras desigualdades de todo tipo a escala planetaria, que la

ciberexclusión no es más que una manifestación más de un orden mundial injusto. En

realidad, como demuestra Edgar Morin en su obra La identidad humana, las relaciones

que se establecen entre cualquier manifestación de actividad humana y su impacto sobre

las personas es una relación en “bucle recursivo” (MORIN, 2003: 331), mediante la cual

todo es simultáneamente causa y consecuencia. De este modo también la brecha digital

es causa y consecuencia de otras desigualdades. Un ejemplo puede ayudar a ilustrar mejor

esta situación: allí donde no llega la electricidad no llega evidentemente internet. Ello

supone graves carencias y normalmente la ausencia de una educación moderna y de cali-

dad, esas carencias educativas implican a su vez la imposibilidad de desarrollar adecua-

damente un espíritu crítico, entendido como la capacidad de obtener una versión de la

realidad y dar respuesta a los problemas de manera razonada y argumentada, sin con-

ciencia de los problemas que a alguien verdaderamente le importan es imposible parti-

cipar activamente en política (si es que el derecho a la participación política está contem-

plado, cosa que no ocurre en todos sitios). A su vez este absentismo político, forzado o

inducido, impide la reclamación de derechos básicos. Como entre dichos derechos

básicos están sin duda la educación o el abastecimiento energético volvemos al punto de

partida. Podrían ponerse innumerables ejemplos de relación en bucle, pero todos llevarían

a la misma conclusión: es irrelevante en que eslabón de la cadena de la desigualdad

mundial se ponga el foco, los eslabones se encuentran firmemente unidos entre sí.

143

Figura 5. El bucle recursivo de la desigualdad

Fuente: Elaboración propia

1.1 La ciberexclusión: un eslabón más en la cadena de la desigualdad

El mundo de hoy, donde prima el libre mercado y la globalización neoliberal, genera una

creciente diferencia y desigualdad entre ricos y pobres de manera que “el uno por ciento

más rico de la población mundial posee el 40 por ciento de los bienes del planeta, y a la

mitad más pobre le queda apenas el uno por ciento de esos activos” (Periodismo humano,

07-11-2013). En lo relativo a la sociedad de la información la desigualdad se ha dado en

llamar brecha digital. Este fenómeno se basa en la imposibilidad o dificultad de acceso a

las tecnologías de la información y comunicación para millones de personas en las regio-

nes desfavorecidas del planeta; es lo que en esta obra se ha analizado en el primer bloque

bajo la denominación de cibermarginación y ciberexclusión.

Llámese de una u otra manera se hace referencia en cualquier caso a la diferencia socio-

económica entre aquellas comunidades y colectivos que tienen internet y acceso a las nue-

vas tecnologías de la información y la comunicación, como el computador personal, la

telefonía móvil, la banda ancha y otros dispositivos, y aquellas otras comunidades que

carecen de dichos servicios. Pero la ciberexclusión, como ya se demostró, se basa en dife-

rencias previas en el acceso a las nuevas tecnologías, como los distintos niveles de alfa-

betización y capacidad tecnológica, la pobreza o la falta de democracia.

144

Algunos de los primeros autores que abordaron el problema de la brecha digital desde

una aproximación sistemática y socialmente profunda fueron Herbert Schiller y William

Wresch (1996). De manera general, estos autores planteaban la necesidad de incluir a

todos los sectores de la población en el acceso a la información disponible a través de las

nuevas tecnologías, así como de las posibles desventajas derivadas de impedirlo: una bre-

cha global, que se presenta entre distintos países, una brecha social, que ocurre en el

interior de una nación, y una brecha democrática, que se refiere a la que existe entre quie-

nes participan y quienes no participan de los asuntos públicos en línea (NORRIS, 2001).

Otra corriente de investigadores se ha centrado en aspectos cuantitativos de la brecha

digital, destacando las diferencias estadísticas en el acceso a las tecnologías de la infor-

mación y la comunicación, según un extenso abanico de variables sociodemográficas

entre las que destacan el sexo, edad, nivel de ingresos, escolaridad, raza, etnia y lugar de

residencia (DIJK, 2012).

Otro enfoque más reciente y novedoso tiene que ver no solamente con el acceso a internet,

sino con la calidad de dicho acceso y la disponibilidad de conexiones de banda ancha que

permitan acceder a contenidos multimedia en tiempos y costos adecuados al contexto de

los usuarios (DEVIS et RINCÓN, 2008).

Desde un punto de vista global resulta irrelevante fijarse en uno u otro enfoque de la ciber-

exclusión, o preguntarse si la nueva desigualdad digital es causa o consecuencia de des-

igualdades previas. Antes bien conviene centrarse en tratar de averiguar cuál es la explica-

ción de las mismas, de todas ellas puesto que se hallan interrelacionadas, y qué motiva-

ciones subyacen al interés por mantener esta situación. Con este enfoque en el presente

apartado se realiza un estudio detallado de la sorprendente equivalencia entre las des-

igualdades en el acceso a las nuevas tecnologías y aquellas otras que se podrían calificar

como “tradicionales” (acceso a la educación, energía y derechos políticos, por ejemplo),

en el sentido de que, al contrario que la ciberexclusión, se remontan en el tiempo décadas

o incluso siglos. El que tantos países del mundo no hayan mejorado sus condiciones de

vida no se debe a la brecha digital, sino a las condiciones institucionales —internacionales

e internas— en las que vienen funcionando la globalización y las nuevas tecnologías. Hoy

en día tanto la economía como la sociedad reconocen la utilidad de las nuevas tecnologías

de la información, paradigma del desarrollo. Pero según un estudio del Instituto de

Investigaciones Económicas (IIE), de la Universidad Nacional Autónoma de México

“unas 200 empresas trasnacionales de diversos países industrializados, sobre todo de Es-

tados Unidos, concentran el 40 por ciento del producto bruto mundial, lo que ha contri-

145

buido a profundizar la desigualdad y pobreza en el mundo” (Diario, La Jornada, 10-8-

2007). Como además dicha producción está orientada hacia la demanda de los consu-

midores con mayor poder adquisitivo será muy difícil revertir el incremento de la des-

igualdad. Máxime teniendo en cuenta que estas grandes empresas desarrollan el 90% de

sus actividades en investigación y desarrollo en sus países de origen.

Es necesario, en este contexto, huir de explicaciones reduccionistas, según las cuales la

competitividad se relaciona primordialmente con competencia por cuotas de mercado y

se mide por la balanza del comercio exterior de un país, y comprender que la compe-

titividad es también consecuencia del grado de libertad que tiene un país en dirigir sus

negocios. Para poder competir hoy en día se torna fundamental tener acceso a las nuevas

armas que garantizan una adecuada productividad acorde a los escenarios globales. Si no

es así nada cambia en la desigualdad internacional, sólo las nuevas herramientas de

desarrollo. La imposibilidad de poder garantizarlas de generación en generación llevará

al mismo escenario de dependencia de la era industrial que selló de algún modo esta lógica

de intercambio desigual. De tal manera que, si los gobiernos de los países en desarrollo

no superan determinados bloqueos institucionales y emprenden toda una serie de políticas

para facilitar el acceso y la utilización productiva de la información y el conocimiento en

las nuevas redes internacionales, tampoco será posible revertir la tendencia. Todo esto

implica la necesidad de introducir las nuevas tecnologías, y especialmente las

relacionadas con la información y el conocimiento, en la agenda de desarrollo de nuestro

tiempo (Informe Desarrollo Humano, 2001).

En las dos últimas décadas, la expresión “sociedad de la información” se ha consagrado

sin lugar a dudas como un término hegemónico, con el beneplácito de las políticas

oficiales de los países más desarrollados, además de la coronación que significó honrarlo

con una cumbre mundial. Esta expresión adquiere su actual relevancia durante los años

90, en el contexto del desarrollo de internet y de las TICs. A partir de 1995, fue incluida

en la agenda de las reuniones del G7 (luego G8). Se ha abordado en foros de la Unión

Europea (UE) y de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico

(OCDE), y ha sido adoptada por el gobierno de los Estados Unidos, así como por varias

agencias de las Naciones Unidas y por el Grupo Banco Mundial. Todo ello con gran eco

mediático.

146

Fruto en parte de todo ello fue la aparición de la Unión Internacional de Tele-

comunicaciones (ITU) en 1998.18

Aun cuando no existe un concepto universalmente aceptado de lo que se llama sociedad

de la información, la mayoría de los autores (STIGTLIZ, 1998; FUKUYAMA, 2003)

concuerdan en que alrededor de 1970 se inició un cambio en la manera en que las

sociedades funcionan. Este cambio se refiere básicamente a que los medios de generación

de riqueza poco a poco se fueron trasladando de los sectores industriales a los sectores de

servicios. Ya se ha estudiado en el primer bloque de esta obra como en la economía

globalizada contemporánea la sociedad de la información concede a las TICs el poder de

convertirse en un nuevo motor de desarrollo y progreso. Si en la segunda mitad del siglo

XX los procesos de industrialización fabriles marcaron la pauta en el desarrollo

económico de las sociedades occidentales que operaban bajo una economía de mercado,

a principios del siglo XXI se habla más bien de las "industrias sin chimenea" (QUE-

SADA, 2010), es decir el sector de los servicios y, de manera especial, las industrias de

la informática. Este espectacular desarrollo se ha llevado a cabo, no obstante, siguiendo

las pautas de funcionamiento típicas de la economía capitalista. Así a finales de siglo XX,

cuando la mayoría de los países desarrollados ya habían adoptado políticas de desarrollo

de infraestructuras en nuevas tecnologías, se produce el auge espectacular del mercado

de acciones de la industria de la comunicación, pero los mercados del norte comienzan a

saturarse. Entonces se intensifican las presiones hacia los países en desarrollo para que

dejen vía libre a la inversión de las empresas de telecomunicaciones e informática, en

busca de nuevos mercados para absorber sus excedentes de ganancias (ROZAS, 2003).

Los partidarios acérrimos de la sociedad de la información sostienen que la incorporación

de las TICs en todos los procesos productivos ciertamente facilita la inserción en los

mercados globales, donde una intensa competencia obliga a reducir costes y a ajustarse

de manera casi inmediata a las cambiantes condiciones del mercado. Pero desde posturas

más críticas se ha señalado que la llamada sociedad de la información no es sino una

versión actualizada del imperialismo cultural ejercido desde los países ricos hacia los

pobres, especialmente porque se favorecen esquemas de dependencia tecnológica que en

18 La Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) es el organismo especializado en telecomu-nicaciones de la Organización de las Naciones Unidas, encargada de regular las telecomunicaciones a nivel internacional entre las distintas administraciones y empresas operadoras. La sede de la ITU se encuentra en la ciudad de Ginebra (Suiza.), y patrocina las convovatorias de la ya citada Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI).

147

realidad ya existían antes del advenimiento de la sociedad de la información (CARDOSO,

1979; DOS SANTOS, 1999).

Como término complementario o contrapuesto al de sociedad de la información (según

se mantengan posturas más o menos críticas con el actual enfoque y uso de las nuevas

tecnologías), la noción de “sociedad del conocimiento” surgió también hacia finales de

los años 90 y es empleada particularmente en medios académicos, como alternativa a la

de “sociedad de la información”. En realidad este segundo término ya había sido utilizado

con anterioridad, aunque sin adquirir la popularidad de la que goza hoy en día. Fue

utilizado por primera vez en 1969 por el sociólogo Peter Drucker (1993). Las sociedades

de la información surgen con el uso intensivo de las tecnologías de la información y las

comunicaciones, y a través del incremento en la transferencia de información, modifican

en muchos sentidos la forma en que se desarrollan muchas actividades en la sociedad mo-

derna. Sin embargo, la información no es lo mismo que el conocimiento, ya que la infor-

mación es efectivamente un instrumento del conocimiento, pero no es el conocimiento en

sí. Mientras que la información supone preferentemente el dato “sin tratar” el cono-

cimiento implica precisamente la elaboración de esos datos de una forma ordenada, crítica

y coherente. Se suelen utilizar ambos términos como prácticamente sinónimos -de hecho

normalmente se los presenta juntos- pero en realidad muchas veces lo que se observa es

un exceso de información y una escasez de verdadero conocimiento.

Por tanto la sociedad del conocimiento no es algo que exista actualmente, es más bien un

ideal o una etapa evolutiva hacia la que se dirige la humanidad, una etapa posterior a la

actual era de la información, a la que se debería de llegar a través de las oportunidades

que representan los nuevos medios y a través de la humanización de las sociedades

actuales. Mientras la información sólo siga siendo una masa de datos indiferenciados, y

hasta que todos los habitantes del mundo no gocen de una igualdad de oportunidades en

el ámbito de la educación para tratar la información disponible con discernimiento y

espíritu crítico, analizarla, seleccionar sus distintos elementos e incorporar los que

estimen más interesantes a una base común de conocimientos, seguiremos estando en una

sociedad de la información y no habremos evolucionado hacia lo que serán las sociedades

del conocimiento.

Se denomine a nuestra sociedad de una u otra manera, este modelo de desarrollo basado

en las nuevas tecnologías tuvo un origen más preciso a principios de la década de 1990

en el llamado Consenso de Washington, mediante el cual el grupo de los países desa-

rrollados definió algunos de los principales planteamientos económicos que habrían de

148

adop-tarse para enfrentar el problema de los llamados países en vías de desarrollo y el

fracaso de sus economías. De esta cuestión y de cuál ha sido su influencia en el aumento

de la desigualdad global se hablará en detalle en el capítulo siguiente, baste ahora señalar

que desde entonces algunas de las consecuencias derivadas de este acuerdo han sido:

- La privatización de las industrias de las telecomunicaciones.

- La desregulación del mercado de las telecomunicaciones.

- La situación de oligopolio en el mercado de las telecomunicaciones

- Las ventajas fiscales para las grandes empresas de telecomunicaciones

- La búsqueda de un acceso global a las TICs como mercado mundial

Todo lo contrario a lo que se propone en la declaración de principios de la Cumbre de la

Sociedad de la Información (CMSI), llevada a cabo en Ginebra (Suiza) en 2003, donde

se establece que dicha sociedad “debe estar centrada en la persona, ser integradora y

orientada al desarrollo de manera que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir

la información y el conocimiento, para que las personas las comunidades y los pueblos

puedan emplear plenamente sus posibilidades en la promoción de su desarrollo sostenible

y en la mejora de su calidad de vida, sobre la base de los propósitos y principios de la

Carta de las Naciones Unidas “(CMSI, 2004)19

1.2. La Carta de los Derechos de Internet

Con ocasión de la ya citada cumbre, y como iniciativa de algunos grupos de participación

ciudadana allí asistentes, surgió la campaña CRIS (Communication Rights in the Info

r-mation Society), en castellano Derechos de Comunicación en la Sociedad de la Infor-

mación, con el objetivo de influir en la agenda de las sesiones en cuestiones relacionadas

con los medios de gobierno y el derecho a la comunicación. Esta campaña cristalizó poco

más tarde en la creación de la Association for Progressive Communication (APC) o

Asociación para la Comunicación Progresista, y la redacción de la Carta Sobre los De-

rechos de Internet.20

Merece la pena analizar en detalle los epígrafes principales de este documento en la

medida en que se concibe el acceso a internet como un derecho y no como una opción, y

también porque se desglosan cuáles son esos derechos, a los que no se tiene acceso cuando

la conexión a internet falta, y su estrecha relación con los correspondientes artículos de

19 <http://www.itu.int/wsis/docs/geneva/official/dop-es.htm>. [l3-04-2015]. 20 :< http://www.apc.org/en/node/5677/>. [26-01-2014].

149

la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas. Ello permitirá

después demostrar fehacientemente como la sociedad de la información y el conoci-

miento que hoy conocemos, debido a su enfoque neocapitalista, es incapaz de proveer de

dichos derechos a una gran parte de la población mundial:

- Acceso a internet para todos y todas.

Artículo 26, Declaración Universal de los Derechos Humanos: la educación ten-

drá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento

del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales.

Nueve son los aspectos que desde la APC se vinculan estrechamente con el citado

artículo de la declaración universal:

1.1. El impacto del acceso a internet sobre el desarrollo y la justicia social. Debe

de quedar garantizado de esta manera el hecho de que los individuos puedan ejer-

cer sus derechos de opinión y expresión como componentes irrenunciables de sus

derechos como persona, permitiendo así el acceso de la sociedad en su conjunto a

tales derechos. Este acceso debe mantenerse especialmente en momentos políticos

clave como elecciones, tiempos de intranquilidad social o aniversarios históricos

y políticos (SAMPEDRO, 2011). Por tanto se deben de denunciar las violaciones

a este derecho humano, que abarcan el bloqueo web o el filtrado de contenidos, la

desconexión para evitar el acceso, los ciberataques, o una protección inadecuada

del derecho de privacidad y protección de datos entre otros.

1.2. El derecho a acceder a la infraestructura sin importar dónde se viva. Internet

funciona como una estructura pública global y por tanto la ciudadanía tiene de-

recho a una conexión a internet que le permita enviar y recibir el contenido que

desee, usar los servicios y aplicaciones que quiera o conectar el hardware y usar

el software que prefiera, siempre que ello no dañe la red. Los proveedores de ser-

vicios de internet tienen que proporcionar toda la información sobre los protocolos

que utilizan, de forma que dicha infraestructura debe estar ampliamente distri-

buida y ser soporte del ancho de banda suficiente para permitir a las personas de

todas partes del mundo utilizar todo su potencial.

1.3. El derecho a los conocimientos. El acceso a la cultura y al conocimiento son

derechos fundamentales. Buscar y encontrar cualquier tipo de información, escu-

char música, ver televisión o videos, hacer cursos, leer, incluso realizar descargas

de material legalmente disponible en línea son algunos ejemplos de las posi-

bilidades de acceso a la cultura y al conocimiento que brinda internet (UNESCO,

150

2014). Pero hay leyes que facilitan a gobiernos y particulares retirar contenidos

de internet. Aunque a veces puede que el bloqueo de contenidos esté justificado,

es necesario buscar un balance entre los intereses privados y los derechos fun-

damentales.

1.4. Derecho a interfaces, contenido y aplicaciones accesibles para todos y todas

(diseño inclusivo). Las interfaces, contenidos y aplicaciones deben diseñarse para

garantizar el acceso a todos y todas, incluso las personas con discapacidades fí-

sicas, sensoriales o cognitivas, las personas analfabetas y las que hablan lenguas

minoritarias. Se debe promover y apoyar el principio de diseño inclusivo y el uso

de tecnologías de asistencia para ayudar a las personas con capacidades diferentes

a tener los mismos beneficios que aquellas que no son discapacitadas.

1.5. Derecho al acceso igualitario para hombres y mujeres. La sociedad de la infor-

mación representa un territorio amplio, complejo y estratificado que las mujeres

han de ocupar en todas sus dimensiones. Para ello es necesario intervenir con deci-

sión, pues hasta ahora la brecha digital de género no se ha reducido en los términos

esperables (CASTAÑO, 2010). Es necesario por tanto incorporar en mayor

medida esta cuestión a la agenda política, en pro de una economía y sociedad

donde las mujeres han de ser necesariamente parte y protagonistas. Una estrategia

que ha de ser interiorizada y compartida por los distintos niveles administrativos

y por los agentes públicos y privados.

1.6. Derecho a un acceso asequible. Los responsables de la formulación de

políticas y regulaciones deben garantizar que toda persona tenga un acceso ase-

quible a internet. Los impedimentos, de tipo económico fundamentalmente, son

la traba principal para gran parte de la población mundial a la hora de acceder a

las nuevas tecnologías. De aquí se derivan los dos siguientes derechos citados a

continuación.

1.7. Derecho al acceso en el lugar de trabajo. Para muchas personas, el lugar de

trabajo es el principal –o único- punto de acceso a internet. Ellas deben poder

acceder a la red en los lugares de trabajo, incluso con fines educativos y para la

protección de los derechos laborales. Esto no siempre es así e incluso en los países

desarrollados se observa una clara correlación entre el tipo de ocupación laboral

y las posibilidades de acceso a internet (ANDUIZA et al., 2010)

1.8. El derecho al acceso público. Gran parte de la población mundial no gozará

nunca de acceso privado a computadores o a internet. Debe haber puntos de acceso

151

público disponibles, como centros administrativos, bibliotecas, centros comuni-

tarios, hospitales y escuelas, para que todas las personas puedan tener acceso a

una distancia razonable de su lugar de residencia o trabajo. Esto es especialmente

importante para la gente joven en los países donde el acceso a internet aún no está

suficientemente extendido o no es asequible.

1.9. Derecho a acceder y crear contenidos cultural y lingüísticamente diversos. En

los sitios web, las herramientas en línea y el software predominan las lenguas lati-

nas, especialmente el inglés. El impresionante crecimiento de la red mundial de

computadoras, dominada por dicho idioma, amenaza el modo de vida y la diver-

sidad cultural, impidiendo el intercambio de contenidos entre culturas.

- Libertad de expresión y asociación.

Artículo 18, Declaración Universal de los Derechos Humanos: toda persona tiene

derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.

Artículo 19, Declaración Universal de los Derechos Humanos: todo individuo tie-

ne derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no

ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y

opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de

expresión.

Artículo 20, Declaración Universal de los Derechos Humanos: toda persona tiene

derecho a la libertad de reunión y asociación pacíficas.

Tres son los aspectos que desde la APC se vinculan estrechamente con los citados

artículos de la declaración universal:

2.1. Derecho a la libertad de expresión. Internet es una valiosa herramienta para

la promoción y protección de los derechos humanos y la previsión es que su in-

fluencia siga creciendo a nivel mundial (HICK et al, 2000). Conforme aumenta el

acceso a la información en el ciberespacio, una variedad de agentes con objetivos

y valores diversos refuerza las limitaciones de acceso. Además del carácter

transfronterizo de internet existen muchísimos factores que determinan el nivel de

la libertad de expresión en ella, y los distintos enfoques normativos, según países,

que repercuten sobre dicha libertad. La verdadera dificultad reside en aprovechar

completamente el potencial de los nuevos medios de comunicación sin poner en

peligro las libertades civiles, en particular los derechos a la libertad de expresión,

a la educación y a la privacidad.

152

2.2. Derecho a estar libre de censura. Los hechos demuestran que la vigilancia y

la censura no para de crecer en internet y permite identificar a los internautas, sus

contactos, su correspondencia y su ubicación. Entre los países autoritarios esta

vigilancia conlleva la detención y los malos tratos a defensores de los derechos

humanos, periodistas, internautas y demás miembros de la sociedad civil. Las

cárceles se han llenado de disidentes defensores de los derechos humanos y las

comunicaciones en internet están cada vez más interceptadas por las autoridades.

2.3. Derecho a participar en manifestaciones en línea. Las organizaciones, co-

munidades e individuos deben tener libertad para usar internet con el propósito de

organizar manifestaciones y participar en ellas.

- Acceso al conocimiento.

Artículo 27, Declaración Universal de los Derechos Humanos: toda persona tiene

derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de

las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él

resulten.

Tres son los aspectos que desde la APC se vinculan estrechamente con los citados

artículos de la declaración universal:

3.1. Derecho a tener acceso al conocimiento. Existen muchas razones para afirmar

que la mejora del acceso libre a la creación y la comunicación de la información

es positiva para los seres humanos. Desde una ética inmanentista de la

información (FLORIDI, 2002), hasta propuestas basadas en la justicia social

(LIPINSKI et BRITZ, 2000), pasando por todo tipo de argumentaciones sobre las

virtudes humanísticas de la educación en todo tipo de entornos culturales, la

accesibilidad de la información se afirma como un bien y un derecho básico.

3.2. Derecho a la libertad de información. Los gobiernos nacionales y locales, así

como las organizaciones internacionales públicas, deben garantizar la trans-

parencia y la responsabilidad poniendo a disposición la información relevante

para la opinión pública. Deben asegurarse de que dicha información se difunda en

línea mediante el uso de formatos compatibles y abiertos, y de que la misma sea

accesible incluso si se usan computadoras antiguas y conexiones lentas a internet.

3.3. Derecho al acceso a la información financiada con fondos públicos. En

estrecha relación con la accesibilidad a los contenidos de internet sin trabas de ti-

po económico surge la necesidad, especialmente cuando los contenidos proceden

153

de financiación pública, de su distribución gratuita, cosa que no siempre ocurre

así.

- Intercambio de aprendizaje y creación. Software libre y desarrollo tecnológico.

Artículo 27, Declaración Universal de los Derechos Humanos: toda persona tiene

derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de

las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él

resulten.

Cuatro son los aspectos que desde la APC se vinculan estrechamente con el citado

artículo de la declaración universal:

4.1. Derecho al intercambio. En teoría, todo el mundo apoya la libertad en inter-

net. Sin embargo, la palabra “libertad” adquiere significados diferentes y tiene

mayor o menor importancia, cuando se la contrapone con otros intereses, en unos

países que en otros. La divergencia normativa se manifiesta en los debates sobre

acceso, control de contenido y gobierno de internet. Es decir, que el concepto

“libertad” en internet incluye un conjunto de conflictos relacionados con la opera-

ción de la red informática. La protección de los intereses de los creadores debe

hacerse de manera coherente con una participación abierta y libre en el flujo de

conocimiento científico y cultural (ZICARDI, 2012).

4.2. Derecho al software libre. El software libre debe crear espacios de acceso

masivo a los contenidos digitales y libres de los derechos de propiedad, espe-

cialmente en cuestiones como la educación o los servicios sociales. La ideología

del software libre puede conducir a transformar los valores respecto al uso de

internet y a la pasividad en el consumo de sus contenidos.

4.3. Derecho a estándares tecnológicos abiertos. Los estándares abiertos son esen-

ciales para la interoperabilidad y la libertad de opción basada en los méritos de las

diferentes aplicaciones de software. Ofrecen libertad frente al cierre de los datos

y la consecuente dependencia del proveedor (RIVERA, 2005). Esto hace que los

estándares abiertos sean esenciales para los gobiernos, empresas, organizaciones

y usuarios individuales de las tecnologías de la información.

4.4. Derecho a beneficiarse de la convergencia y los contenidos multimedia.

Internet es una plataforma multimedia. El acceso y la regulación deben basarse en

su potencial de uso para diversificar la creación y la posesión de contenidos en

línea en múltiples formatos – por ejemplo, la radio y la televisión comunitarias.

- Privacidad, vigilancia y encriptación.

154

Artículo 12, Declaración Universal de los Derechos Humanos: nadie será objeto

de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su co-

rrespondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene dere-

cho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.

Tres son los aspectos que desde la APC se vinculan estrechamente con el citado

artículo de la declaración universal:

5.1. Derecho a la protección de datos. La protección de los datos de carácter

personal se encuentra en la actualidad ante el desafío de adaptar su marco nor-

mativo a la realidad tecnológica de la actual sociedad de la información y las

comunicaciones, caracterizada fundamentalmente por el uso generalizado de la

red internet y las comunicaciones móviles. Es necesario por tanto precisar el

alcance de las previsiones legales, en la exigencia de que se adopten medidas de

seguridad, en la fijación de una relación de equilibrio entre el responsable del fi-

chero/tratamiento y la persona afectada, y en la creación de autoridades admi-

nistrativas independientes encargadas, al menos en un primer estadio, de su tutela.

5.2. Derecho a no estar bajo vigilancia. Las personas deben poder comunicarse

sin correr peligro de vigilancia ni intercepción. La cantidad de datos personales y

de información que los ciudadanos suben a internet convierte en preocupante la

vigilancia de las comunicaciones que practican los gobiernos. Un informe de la

Asamblea de Naciones Unidas, fechado el 17 de abril de 2013 (UN, 2013) destaca

la facilidad tecnológica existente en la actualidad para vigilar las comunicaciones.

Existen herramientas para monitorizar el tráfico web, así como las llamadas y los

mensajes de texto. De la misma manera, se puede intervenir la red de individuos

concretos, teniendo acceso a sus datos y conexiones privadas. El citado informe

ambién señala que ha sido una ambición de los estados desde hace tiempo el inter-

ceptar este tipo de comunicaciones.

5.3. Derecho a usar encriptación. Básicamente, el proceso de encriptación reside

en la codificación y posterior decodificación de archivos e información mediante

un método que funciona en base a algoritmos. Las personas que se comunican por

internet deben tener derecho a usar herramientas de codificación de mensajes que

garanticen una comunicación segura, privada y anónima.

- Gobernanza de internet.

Los aspectos que la Carta de Derechos de Internet contempla como relevantes son

los siguientes:

155

6.1. Derecho a una supervisión multilateral y democrática de internet. La gober-

nanza de internet debe ser multilateral y democrática, con plena participación de

los gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y las organizaciones inter-

nacionales. Ningún gobierno deberá tener un papel preeminente con relación a la

gobernanza de internet.

6.2. Derecho a la transparencia y la accesibilidad. Hoy la sociedad está

demandando mayor transparencia de parte de los gobiernos, más descentralización,

más independencia para expresar demandas, deseos, prerrogativas y prioridades.

La participación ciudadana es uno de los componentes más importantes de los go-

biernos locales allí donde los dirigentes están efectivamente preocupados y com-

prometidos en la satisfacción de las necesidades de la comunidad. Indepen-

dientemente del tamaño de las poblaciones o de la importancia de los gobiernos,

expresiones e iniciativas tales como “gobierno itinerante”, “administración par-

ticipativa”, “defensor del pueblo”, “presupuesto y administración participativa”, se

oyen y se fomentan frecuentemente en muchas localidades.

6.3. Derecho a contar con un internet descentralizado, colaborativo e interoperable.

El desarrollo tecnológico y la administración central de recursos de internet deben

estar descentralizados y ser colaborativos, además de ayudar a garantizar que la

red sea interoperable, funcional, estable, segura, eficiente y extensible en el largo

plazo (KAHIN et KELLER, 2000). Las redes ad hoc son preferibles para garantizar

la libertad de expresión y la comunicación horizontal, ya sea por situaciones de

bloqueo humano o en caso de catástrofes. Funcionan de forma descentralizada, ya

que cada nodo está capacitado para redirigir la información hacia cualquier otro

nodo y para tomar la decisión sobre a qué nodo dirigirla teniendo en cuenta las

condiciones de la red. No dependen de un nodo central o de un punto de acceso.

6.4. Derecho a una arquitectura abierta. Es un tipo de arquitectura de ordenadores

o arquitectura de software que permite añadir, modernizar y cambiar sus com-

ponentes. La arquitectura abierta permite a los potenciales usuarios ver el interior

de todo o parte de la arquitectura de un determinado software sin ninguna res-

tricción por parte del creador. Los procesos de negociación relacionados con una

arquitectura abierta pueden necesitar de algunos acuerdos de licencia entre las enti-

dades que comparten la información sobre la misma.

6.5. Derecho a estándares abiertos. La mayoría de los protocolos esenciales de

internet se basan en estándares abiertos eficientes, confiables y aptos para su imple-

156

mentación mundial, con escasas o inexistentes restricciones en cuanto a licencias.

Las especificaciones de los protocolos deben seguir estando a disposición de todas

las personas, sin costo, reduciendo los obstáculos para el acceso y permitiendo la

interoperatividad.

6.6. Derecho a la neutralidad de internet y al principio de extremo a extremo (end-

to end) (VILLANUEVA, 2005), el cual establece que el manejo de las funciones

de las aplicaciones basadas en internet debe residir en los extremos de la red y no

dentro de ella. De esta forma, el tráfico llevado a cabo en internet no es discri-

minado atendiendo a su origen, destino, aplicación, puerto, protocolo ni contenido.

Esto fomenta la creatividad y la innovación para desarrollar aplicaciones que se

adapten a los avances de la tecnología, propiciando a su vez el crecimiento del eco-

sistema de internet. El principio de extremo a extremo y la neutralidad de la red

deben defenderse contra todo intento de centralizar el control y tener un internet

“de primera y segunda categoría”.

6.7. Derecho a internet como un todo integral. Esta interoperatividad básica forma

parte del valor de internet como bien público global que debería estar libre de las

presiones por fragmentarlo, filtrarlo, limitarlo o censurarlo, cosa que como ya se

ha comentado en varias ocasiones, dista mucho de ser así.

- Conciencia, protección y realización de los derechos.

Los aspectos que la Carta de Derechos de Internet contempla como relevantes son

los siguientes:

7.1. Derecho a la protección de derechos, la conciencia y la educación. Los

derechos de las personas como usuarias de internet deben estar protegidos por

declaraciones internacionales de derechos humanos, legislación y prácticas polí-

ticas, como ésta misma que se está analizando ahora y proveniente de la APC. Los

organismos nacionales, regionales y mundiales de gobierno deben proveer a la

población de la información y los mecanismos que permitan ejercer de manera

efectiva dichos derechos. Esto implica una educación pública que informe a las

personas sobre sus derechos cuando usan internet y sobre los mecanismos para

contrarrestar violaciones a los mismos.

7.2. Derecho a anteponer un recurso cuando ocurre una violación de derechos. La

gente necesita un acceso público y gratuito a mecanismos eficientes y confiables

para tratar los casos de violación de derechos. Cada una de los posibles proce-

dimientos de denuncia e intervención en materia de derechos humanos tiene sus

157

ventajas y desventajas, por lo que resulta necesario informarse sobre las ventajas e

inconvenientes que ofrecen las distintas formas susceptibles de ser utilizadas en

cada caso. Por tanto las personas afectadas deben tener acceso a mecanismos

online para anteponer recursos contra las infracciones (GALLEGO, 2010).

En definitiva, con esta iniciativa de la APC y otra similares se enfatiza el papel de las

nuevas tecnologías como herramientas de comunicación de valores comunes entre gru-

pos, individuos y organizaciones sociales, cuestionando la justificación instrumental de

las tecnologías vistas principalmente como un fin más que como un medio que permita

impulsar el cambio social. Y es que estos derechos universales de internet acabados de

comentar distan mucho de ser universales, debido a esa visión instrumental que no con-

sidera ni las barreras culturales y lingüísticas, ni las relaciones de dependencia y subor-

dinación técnica, económica y política entre países desarrollados y subdesarrollados.

Como ya se ha estudiado previamente la brecha digital puede manifestarse y medirse de

diferentes formas. Las más comúnmente utilizadas son las siguientes:

- Entre países desarrollados y subdesarrollados.

- Entre áreas geográficas.

- Entre grupos de población (raza, sexo, edad, nivel cultural).

- Entre lugares de residencia (campo y ciudad).

- Entre empresas y organismos de un sector.

Pero independientemente del aspecto concreto analizado, la causa principal que la pro-

voca es la desigualdad y pobreza generadas por el sistema neoliberal globalizado, que no

tiene en cuenta las necesidades de los cada vez más empobrecidos países subdesarrollados

(y también de parte de la ciudadanía en los países ricos), aquellos que se encuentran en

situación de exclusión o marginalidad. Ambas categorías, ciberexcluidos y cibermar-

ginados, son las principales víctimas de las crisis generadas por este sistema. Ampliando

lo ya comentado en el bloque I de este trabajo, cabe señalar ahora que dicha desigualdad

digital está cuantificada, ya que desde hace algunos años la ONU viene desarrollando

diversas herramientas estadísticas que ponen de relieve las enormes diferencias entre el

Norte y el Sur en el ámbito de la sociedad de la información. Quedará demostrado así

como la brecha digital ente ricos y pobres ahonda desigualdades anteriores y se convierte

en más insalvable si cabe.

158

1.3. El Índice de Desarrollo en TICs (IDI)

El Índice de Desarrollo en TICs, ICT Development Index o IDI en inglés, es un índice

combinado de 11 indicadores generados en un marco que permite monitorizar y comparar

el grado de desarrollo en tecnologías de la información y comunicación entre países. Fue

desarrollado por la ITU en 2008 y presentado por primera vez en 2009 como respuesta a

la solicitud de los estados miembros del citado organismo para publicar dichos datos de

manera regular. Su principal objetivo es medir los siguientes indicadores:

- El nivel de desarrollo en TIC y su evolución en cada país en relación con los

demás.

- Los progresos en el desarrollo de las nuevas tecnologías, tanto en los países desa-

rrollados como en los subdesarrollados. Para ello el índice debe de ser global y re-

flejar los cambios que están teniendo lugar en los distintos niveles de desarrollo

en TICs.

- La brecha digital, es decir las diferencias entre países ricos y pobres en términos

de sus respectivos desarrollos en nuevas tecnologías.

- El desarrollo potencial de nuevas tecnologías, es decir hasta qué punto los países

pueden hacer uso de las mismas para mejorar sus perspectivas de desarrollo y

crecimiento en función de las capacidades y habilidades disponibles.

El reconocimiento de que las nuevas tecnologías pueden ser un factor de progreso y

desarrollo si son utilizadas adecuadamente resulta crucial para los países que están inten-

tando alcanzar un mayor grado de bienestar como sociedades basadas en la información

y el conocimiento, y es esencial para diseñar un marco conceptual adecuado en lo relativo

al IDI. En este sentido se ha desarrollado un modelo de desarrollo o evolución hacia la

sociedad de la información basado en tres etapas (ITU, 2014):

1. Disponibilidad, que refleja el nivel de infraestructuras en red que permitan el acce-

so a las nuevas tecnologías.

2. Intensidad, que pone de relieve el nivel de utilización de las nuevas tecnologías

en una determinada sociedad.

3. Impacto, que reflejaría los resultados de una utilización eficaz de las nuevas tecno-

logías.

Este enfoque en tres etapas pone de manifiesto que el progreso hacia una sociedad de la

información y el conocimiento se produce sólo si existe una correcta combinación de los

tres factores citados: la disponibilidad de infraestructuras de acceso, un elevado nivel de

159

utilización de las nuevas tecnologías y un uso efectivo y eficaz de las mismas. Alcanzar

la etapa final y maximizar el impacto de las TICs depende finalmente del tercer factor

citado, el nivel de competencia en el uso de las mismas, ya que éste determina la efectiva

utilización de las nuevas tecnologías y se convierte en el factor crucial para valorar su

verdadero potencial como elemento de desarrollo socioeconómico. El crecimiento

económico y el desarrollo de un país permanecerán por debajo de su nivel potencial si

dicho país no es capaz de explotar adecuadamente las TICs y rentabilizar las

oportunidades que ofrece.

Los resultados arrojados por el IDI en el año 2013 muestran que los niveles de desarrollo

en nuevas tecnologías son muy diferentes a escala planetaria. Se analizaron los resultados

de 166 países, atendiendo a los tres aspectos que acaban de ser explicados y valorados de

0 a 10. El valor medio del IDI resultó ser de 4.77, lo cual implica que a escala global se

suspende en el acceso a la sociedad de la información. Lógicamente la brecha digital apa-

rece claramente cuando se pone el foco en el nivel de desarrollo de cada país participante

en el estudio. Así, el valor más alto es para Dinamarca (8.86) y el más bajo para la Repú-

blica Centroafricana (0.96)). Comparado con el año 2012 (4.60) el valor medio del IDI

experimentó una ligera subida. Una amplia mayoría de países incrementaron su valora-

ción en 2013 respecto del año anterior, tanto en el grupo de los desarrollados como en el

de los subdesarrollados. Sin embargo un análisis más pormenorizado de los datos indica

que ese incremento se debe fundamentalmente a la mejora en la primera y segunda etapas

del desarrollo de la sociedad de la información (ITU, 2014: 41).

Es decir, generalmente los países han conseguido mayores cotas de disponibilidad y

acceso a las nuevas tecnologías, pero estos avances se tienen que trasladar todavía al

tercer y definitivo nivel, el de un uso eficaz de las misma. Basta comparar en el gráfico

adjunto a continuación (número 1) el porcentaje de registros de dominios en internet, se-

gún se trate de países desarrollados o no, para comprobar como la diferencia en la renta-

bilidad del uso que se hace de internet se mantiene claramente a favor del primer grupo.

En el actual contexto de globalización, y de acuerdo a los intereses del capitalismo

neoliberal tiene sentido que el incremento del IDI, cuando se analiza en detalle, se

concentre en las primera y segunda etapas del mismo (disponibilidad e intensidad) y

menos en la tercera y última (uso eficaz).

160

Gráfico 1. Porcentaje de registros de dominios de internet

Fuente: ITU, 2014. Elaboración propia.

De acuerdo a esta lógica, ya explicada con anterioridad, interesa el crecimiento de la

sociedad de la información, para lo cual hace falta que el número de consumidores de

artefactos tecnológicos y conexiones de banda ancha crezca, pero no el crecimiento de la

sociedad del conocimiento, aquella que permite un uso realmente eficaz de la información

y por tanto una mejora de las condiciones de existencia. Vivimos rodeados de cada vez

más tecnología, pero solamente una minoría sabe sacar verdadero provecho de la misma.

2. Cartografía de la ciberexclusión

Lo dicho hasta ahora pone claramente de manifiesto que aunque el acceso a la sociedad

de la información y el conocimiento es un derecho universal dista mucho de estar al alcan-

ce de todos en el mundo globalizado de hoy. Ya ha quedado explicado cómo la brecha

digital no hace sino añadir un factor más a valorar cuando se estudian las situaciones de

desigualdad a escala planetaria. Se hace imprescindible poner de manifiesto ahora, en esta

geografía de la desigualdad, algunos aspectos concretos en los que la ciberexclusión, tal

y como ha quedado detallado en el mapa de la página 106, es a su vez causa y

161

consecuencia de que otras situaciones de desigualdad, que se pueden considerar como

“tradicionales” se perpetúen o incluso se acrecienten.

2.1. La brecha digital como consecuencia

Algunos de los principales aspectos a considerar de la ciberexclusión como consecuencia

son los siguientes:

A). Analfabetismo y ciberexclusión

La pobreza y las desigualdades son barreras fundamentales que impiden un aumento del

número de personas en condiciones de tener acceso a la educación primaria. Los niños y

las niñas que provienen del 20 por ciento de los hogares más pobres de los países en desa-

rrollo tienen tres veces menos probabilidades de acudir a la escuela primaria que quienes

proceden del 20 por ciento más rico. Los motivos económicos son la causa principal de

esta desescolarización infantil (SALAZAR, 2005).

No hay duda de que abrir las puertas de la escuela a todos los que deseen entrar ha supues-

to una enorme inversión sobre unos recursos que ya estaban al límite de sus posibilidades.

Por ello, la asistencia internacional para la educación debe aumentar de manera drástica.

Naciones Unidas calculaba en 2005 que se necesitarían 5.600 millones de dólares al año

para lograr la educación primaria universal. Diez años después, en 2015, este mismo

organismo reconoce que dicha meta está todavía lejos de conseguirse.21 Al mismo tiempo

se observa una marcada diferencia de género en lo relativo al acceso a la educación y la

alfabetización. La paridad entre los géneros es un requisito para que el mundo logre que

la enseñanza primaria sea universal. La falta de acceso pleno a la educación para los secto-

res marginados, sobre todo en el Tercer Mundo, es la causa principal del “analfabetismo

digital”, que consiste en el desconocimiento de herramientas básicas para acceder a las

redes de comunicación mundial, así como la falta de la capacidad adecuada para convertir

en conocimiento la información obtenida en la red. La comparación que se muestra a

continuación, entre el mapa de la alfabetización mundial elaborado por la ONU (figura

6) y los porcentajes de usuarios de internet por países (figura 7), deja bien clara la estrecha

relación entre ambas cuestiones. Esta disparidad impide desarrollar habilidades que

permitan al ciudadano ser capaz de relacionarse, aprender, negociar y decidir a través de

los medios digitales. Pero es que además, el fenómeno de la ciberexclusión se encuentra

fuertemente condicionado por el nivel educativo de las personas. El analfabetismo digital

21 <http://www.unicef.org/spanish/media/media_26028.htmlC>. [02-03-2015].

162

tiene como condición previa el analfabetismo absoluto, el no saber leer ni escribir, que a

su vez es consecuencia de la falta de unos niveles mínimos de educación desde la infancia.

El proceso educativo hasta la aparición de las tecnologías de la información no estaba

exento de situaciones de desigualdad de oportunidades en función, por ejemplo, del nivel

socioeconómico o el grado de cobertura de una enseñanza de calidad por parte de los po-

deres públicos. Sin embargo, con la llegada de las tecnologías de la información los facto-

res humanos, como la inteligencia o la capacidad de trabajo, pierden peso relativo a la

hora de obtener una educación de calidad, desde el momento en que la verdadera brecha

educativa es ahora la que separa a aquellos que cuentan con la posibilidad de tener acceso

a una computadora que esté conectada a la red (y lógicamente la habilidad para usarla) y

aquellos otros que no. Estos elementos, aunque creados por los seres humanos, no son

propiamente un atributo personal, ni del alumno ni del maestro; corresponden más bien a

los instrumentos con los que se cuenta, pero inciden de forma sustancial en el proceso

educativo en la medida en que se tiene acceso a información relevante y actualizada. Los

estudios realizados al respecto demuestran que el nivel educativo influye decisivamente

en el hecho de si una persona se conectan a internet o no. A mayor nivel educativo, mayor

utilización de internet. Globalmente, el 30 por ciento de los usuarios de internet han obte-

nido un grado en alguna institución de educación superior (SERVON, 2002).

Figura 6. Tasas de alfabetización mundial

Fuente: United Nations Development Report, 2012.

163

Figura 7. Porcentaje de población usando internet

Fuente: ITU, 2012. Es cierto que en los últimos decenios se han hecho progresos considerables en la esfera

de la educación, ya que el número de niños escolarizados ha aumentado considera-

blemente respecto de épocas pasadas. No obstante, en el año 2014 todavía más de 58 mi-

llones de niños no tienen acceso a la misma (Diario digital Unescopress, 26-06-2014). De

esta cifra casi las dos terceras partes son niñas, con el agravante de que muchos de ellos

y ellas una vez empiezan a asistir a la escuela se ven obligados a dejarla debido a la

pobreza o a presiones familiares y sociales.

En lo referente a la población no infantil, pese a los enormes esfuerzos realizados, apenas

ha mejorado la alfabetización de los adultos. En 2011 había 774 millones de adultos anal-

fabetos, lo que representó una disminución de solo un 1% desde el año 2000. Se prevé

que para el año 2015, esa cifra sólo disminuya ligeramente, hasta los 743 millones. Casi

dos terceras partes de los adultos analfabetos son mujeres. En los países en desarrollo, es

posible que no se logre la alfabetización universal de las jóvenes más pobres hasta 2072.

(ROSE, 2014).

Después de conocer estos datos cabe preguntarse cuáles son las soluciones que se plantean

para superar esta situación de analfabetismo e indigencia educativa. Varias entidades del

sistema Naciones Unidas financian y formulan programas de educación y capacitación de

164

diversa índole, que incluyen desde la enseñanza básica tradicional hasta la formación

técnica para el desarrollo de los recursos humanos en diversos ámbitos. Por ejemplo, el

Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) dedica anualmente el 14 % de

sus gastos de programas a actividades de educación, prestando especial atención a la ense-

ñanza básica y la escolarización de las niñas.22

Los programas de educación de muchos organismos de las Naciones Unidas se centran

en las niñas y las mujeres, ya que el efecto de la escolarización en la mujer es espe-

cialmente importante. Una mujer instruida gozará por lo general de mejor salud, tendrá

menos hijos y dispondrá de más oportunidades de aumentar los ingresos del hogar. A su

vez, sus hijos tendrán tasas de mortalidad más bajas y mejor nutrición y salud general. La

entidad rectora en el ámbito educativo dentro de la ONU es la Organización de las Na-

ciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. (UNESCO), la cual trabaja -

junto con otros asociados - para conseguir la matriculación de todos los niños en escuelas

adecuadas, y la formación adecuada de profesores para impartir una educación de calidad.

No obstante, pese a los esfuerzos de organizaciones y gobiernos, alrededor de 100 millo-

nes de niños, de los cuales 60 % son niñas, no tienen acceso a la educación primaria y

más de dos tercios de analfabetos en el mundo son mujeres.23

Este hecho está provocado fundamentalmente por razones de financiación: al ser la edu-

cación en numerosas ocasiones financiada con capital privado se convierte en una mer-

cancía al servicio de sus propietarios, y no sujeta a los intereses del desarrollo social; pero

las carencias en cuanto a alfabetización también también ocurren por estereotipos discri-

minatorios y de exclusión, como la diferencia de sexo, edad o raza. Los recursos destina-

dos a la educación, particularmente de las niñas y mujeres, son insuficientes en muchos

países, y van disminuyendo debido a las políticas de ajuste.

Llegados a este punto cabe preguntarse qué pueden aportar las nuevas tecnologías para

tratar de paliar la situación. Se pueden distinguir dos posturas:

- La que se ha dado en llamar ciberoptimismo (COMPAINE, 2001) concluye que

el problema de la brecha digital se resuelve mediante la simple introducción de

computadores personales con acceso a internet. Aspectos como la capacitación de

los usuarios y la creación de contenidos culturalmente adecuados a cada contexto,

son frecuentemente dejados de lado, de manera que se concibe el problema de la

brecha digital como una cuestión meramente cuantitativa: poner a disposición de

22 <http://www.cinu.org.mx/temas/desarrollo/dessocial/educacion/educacion.htm.>. [02-03-2015]. 23 <http://www.mujereshoy.com/secciones/3048.shtml>. [03-03-2015].

165

cada vez más gente las herramientas y dispositivos tecnológicos de última gene-

ración. Como se verá más adelante, estas posturas ignoran deliberadamente el he-

cho de que la falta de formación y habilidades necesarias por parte de los usuarios

convertiría en instrumentos inútiles para su uso tales herramientas tecnológicas.

Tras esta idea se esconde el intento de crear un mercado global de nuevas tec-

nologías, que reserva la información privilegiada para unos pocos y contempla al

resto como meros consumidores de aquella otra que no se considera relevante.

- La postura contraria (ROGERS, 2003) sostiene que la mera acumulación de herra-

mientas y accesibilidad a las nuevas tecnologías no permite por sí sola suturar la

brecha digital, la única manera de solucionar la ciberexclusión es implantar polí-

ticas de accesibilidad y formación en nuevas tecnologías, para que todas las perso-

nas, independientemente de sus limitaciones físicas o de las derivadas de su entor-

no puedan usar de forma satisfactoria internet. Algunos gobiernos de todo el mun-

do, han desarrollado planes encaminados a la disminución de la brecha digital des-

de este segundo punto de vista, de manera que se ha planteado la necesidad de

estimular no sólo el acceso, sino también el uso y la apropiación de las nuevas

tecnologías, ya que la idea es que éstas efectivamente puedan incidir en los propios

procesos de desarrollo, combatiendo las demás brechas que subyacen a la digital.

Que la mera presencia de ordenadores y conexión a internet no asegura su correcta utili-

zación, y por tanto su rentabilidad educativa, es algo que parece fuera de toda duda. Ya

en la Quinta Conferencia Internacional de Educación de las Personas Adultas (CONFIN-

TEA V), llevada a cabo en Hamburgo en el año 1997 y patrocinada por la UNESCO, que-

daba clara la cuestión, al manifestarse allí que es “importante considerar a la tecnología

en un contexto político, social y económico más amplio, en vez de definirla meramente

en términos de hardware y paquetes de programas. Si se consideran todos los compo-

nentes interrelacionados, la tecnología puede crear entornos de aprendizaje aptos para las

necesidades de los educandos, adquiriendo así gran relevancia para los programas de

alfabetización” (CONFINTEA, 1997: 6). Concretamente, los principios a seguir para una

correcta utilización de las nuevas tecnologías en el proceso de alfabetización serían, según

dicha conferencia, los siguientes:

- Apartarse de las estrategias y estructuras existentes. Esto tal vez requiera el uso

combinado de tecnologías antiguas y modernas.

- Cerciorarse de lo asequible de la inversión inicial antes de montar el sistema.

166

- Incluir un programa de capacitación en el uso de la tecnología. Esto a menudo re-

presenta la inversión mayor, pero es del todo decisivo para la implementación exi-

tosa de la tecnología.

- Incluir temas tales como el compromiso de crear un plan de mantenimiento y so-

porte técnico a largo plazo y el compromiso de mejorar la calidad del sistema

periódicamente.

- Ser flexible en cuanto a la programación de fechas. No debe haber ninguna fecha

límite para la introducción de la tecnología. Lo más importante es buscar la mejor

solución, antes que cumplir con una fecha programada.

B) Pobreza y ciberexclusión

El precio de los servicios de las nuevas tecnologías constituye otro factor determinante

para su generalización, y como tal es uno de los principales focos de atención para los re-

guladores y los políticos. La falta de accesibilidad debido a motivos económicos sigue

siendo la principal barrera para el acceso a internet en la mayoría de los países en vías de

desarrollo. En Brasil por ejemplo, el 44% de los hogares con computadora carecía de

conexión a internet en el año 2013 porque lo consideraban muy caro o por encima de sus

posibilidades económicas (Comité Gestor da Internet no Brasil, 2014). En los países

desarrollados, aunque carecer de internet en casa puede ser atribuido a otros motivos

como la falta de interés, el coste económico todavía representa una barrera parea mucha

gente. En la Unión Europea alrededor de uno de cada cinco hogares sin conexión a

internet citaba el coste económico como la razón de ello, mientras que siete de cada diez

hogares con conexión declaraban que el precio de la misma era el factor más tenido en

cuenta a la hora de contratar el servicio (Comisión Europea, 2014). La importancia de la

accesibilidad es extensible a otros servicios de nuevas tecnologías además de internet, y

su impacto va más allá, influyendo sobre otros usos relacionados. Así, casi la mitad de

los ciudadanos de la Unión Europea limita sus llamadas telefónicas nacionales a causa

del precio de las mismas (Comisión Europea, 2014).

Aun así la accesibilidad de los servicios de nuevas tecnologías no depende sólo de su

precio, sino también de los medios disponibles para cada grupo de nivel de renta en el

interior de un país y en la distribución de la renta dentro de cada grupo. Existe un creciente

interés a la hora de considerar las desigualdades de renta, cuestión que por otro lado ya

ha sido suficientemente analizada en páginas anteriores, como factor explicativo de otro

tipo de desigualdades, ya que está demostrando jugar un papel determinante para la utili-

zación de las nuevas tecnologías al condicionar la accesibilidad a las mismas.

167

Pero si el condicionamiento económico puede suponer una traba para el acceso a la so-

ciedad de la información en los países desarrollados, lo cual influiría mayormente sobre

la cibermarginación, todavía es más lacerante el problema cuando se analiza la ciber-

exclusión. Con más del 40% de la población mundial sumergida en la pobreza, y teniendo

otras necesidades básicas que cubrir (como educación, salud, alimentación, energía),

resulta imposible que todos puedan tener acceso a los medios que se necesitan para lograr

acceso pleno a las tecnologías de la información y la comunicación. En 2013 todavía se

estimaba que 1.200 millones de personas vivían en situación de pobreza extrema (Diario

digital Noticias del bancomundial.org, 17-04-2013).

Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), las nuevas oportunidades tecno-

lógicas y del libre comercio a escala global, serán el motor de una Tercera Revolución

Industrial, convenientemente explicada en el bloque I de este trabajo (página.15). Gracias

a las TICs, se sostiene, se podrán anular las brechas de pobreza y de falta de recursos

existentes, lo cual afectará no sólo a la economía sino que también será el motor de pro-

fundas transformaciones políticas, sociales y culturales que modelarán nuevas relaciones

a escala global. A través del comercio electrónico y de los servicios online, de la reducci-

ón de los costes de conexión, mejorando la eficiencia de los gobiernos y servicios públi-

cos, y favoreciendo el rol del sector privado, se crearía un entorno favorable para lograr

la reducción de las desigualdades entre y dentro de los estados.

Ya ha quedado suficientemente explicado cómo, aunque en las grandes agendas interna-

cionales se enfatizan los grandes beneficios que las nuevas tecnologías pueden tener para

los países del sur, lo que hasta ahora se identifica con la sociedad de la información es

más bien algo pensado de acuerdo a las necesidades de la globalización de corte neoli-

beral, un desarrollo que no tiene en cuenta las necesidades de un sur cada vez más pobre

y dependiente de los países ricos del norte. La realidad en este contexto es que “son los

países del norte y sus transnacionales los principales propietarios y beneficiarios de la

world wide web, así como de la industria del hardware, del software y de la producción

de los contenidos, el 70% del cual está disponible sólo en inglés” (CID, 2001: 64). El sur

permanece excluido o dependiente de este proceso, y con ello aumentan las diferencias

sociales regionales y se impone un modelo de desarrollo desde el norte y a su imagen y

semejanza.

De nuevo se proponen viejas lógicas que nunca han promovido cambios significativos y

que, muy al contrario, han dado lugar a nuevas relaciones de dependencia y han acentuado

las desigualdades existentes: el hardware, por ejemplo, está pensado en Occidente, lo que

168

supone en no pocas ocasiones el ya comentado aspecto discriminatorio respecto de otras

culturas diferente de la occidental: la no adecuación de los contenidos digitales creados y

ofertados a otras visiones de la realidad que no sean las del modelo socioeconómico impe-

rante propio de la globalización. Una comparación entre el PIB per cápita mundial por

países y el acceso mundial a internet resulta muy ilustrativo de lo dicho.

Figura 8. PIB per cápita mundial 2012

Fuente: Banco Mundial, 2012.

Según Internet World Stats, en 2014 existían en el planeta poco más de 3 mil millones de

usuarios, pero analizado por continentes, mientras que en Norteamérica los usuarios de

internet suponen un 87,7% de la población del mismo, o en Europa un 70,5%, en Asia y

África representan tan sólo un 34.7 % y un 26,5% respectivamente.24

Lo llamativo es que, a pesar del aumento generalizado del acceso a la sociedad de la infor-

mación, este sigue siendo desigual, sobre todo en los aspectos más relevantes, aquellos

que van más allá de una mera interpretación cuantitativa de la brecha digital.

Una comparación entre la situación a mediados de la pasada década y la situación actual

puede clarificar mejor esta situación. Datos de 2006 de la ITU mostraban que, mientras

el 58.6% de los habitantes de los países desarrollados tenían acceso a internet, en los

países subdesarrollados apenas el 10.2% de los habitantes tenían acceso a esta tecnología

24 <http://www.internetworldstats.com/stats.htm>. [18-03-2015].

169

Figura 9. Porcentaje de población usando internet

Fuente: ITU, 2012. El citado organismo y la Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo

(UNCTAD), entre otras organizaciones, difundieron un Índice de Oportunidad Digital,

que mide la facilidad de acceso de los ciudadanos de cada país a las tecnologías de la

información y de la comunicación y su capacidad para aprovechar las oportunidades de

crecimiento y desarrollo que ofrecen.25

El índice puede variar desde el 0, que supone un acceso nulo a cualquier servicio de

telecomunicaciones, al 1, que correspondería a un país donde las TICs son totalmente

accesibles, tanto por disponibilidad como por precio. La media mundial estaba en el 0,37.

Según el informe de la ONU el mundo obtenía en 2006 un suspenso en acceso a las nuevas

tecnologías y a la sociedad de la información, a pesar de que más de la mitad de la pobla-

ción mundial (el 51,76%) ya utilizaba el móvil y había un ordenador para cada ocho per-

sonas. Según el mismo informe, los países con el Índice de Oportunidad Digital más alto

eran Corea del Sur (0,79) y Japón (0,71).

El único continente que aprobaba en accesibilidad a la sociedad de la información era

Europa, con un índice de 0,55, mientras que América se quedaba en 0,40, Asia en 0,38,

Oceanía en 0,33 y África en 0,20.

25 <http://www.itu.int/ITU-D/ict/doi/>. [12-03-2015].

170

Gráfico 2. Índice de oportunidad digital (2006)

Fuente: ITU, 2006. Elaboración propia. Junto al móvil, el ordenador personal había entrado con fuerza en muchos hogares y luga-

res de trabajo, con lo que ya había 12,26 máquinas por cada 100 habitantes (unos 772

millones de ordenadores personales en todo el mundo). Sin embargo, mientras que en

África sólo había 1,57 ordenadores personales para cada centenar de personas, en Asia

eran 6,02, en Europa 28,09, en América 33,62 y en Oceanía 51,07.

Ese último continente era el único en el que más de la mitad de la población estaba

conectada a internet (el 52,24%), ya que en África lo hacía el 2,58%, en Asia el 8,15%,

en América el 30,81% y en Europa el 31,23%. Sólo el 2,5% de la población mundial tenía

una conexión de banda ancha a internet, y la mayoría de esos ciudadanos privilegiados

estaban en América del Norte y Europa (donde el porcentaje era del 5,6% y 5,4%, respec-

tivamente), mientras que en África la proporción no llegaba ni al 0,1%.26

26 <http://www.itu.int/ITU-D/ict/doi/>. [12-03-2015].

171

Gráfico 3. Porcentaje mundial de ordenadores personales (2006)

Fuente: ITU, 2006. Elaboración propia.

Pues bien, ¿cómo está la situación casi una década después? En el siguiente cuadro y grá-

fico se muestran los datos de población conectada a internet por continentes en 2014 se-

gún internetworldstats.

Cuadro 1. Usuarios de internet por continentes (2014)

Fuente: http://www.internetworldstats.com/stats.htm.2014. Elaboración propia.

172

Comparando la situación de esta tabla y el gráfico 4 con el Índice de Oportunidad Digital

de 2006 –ya que utilizar internet supone hoy en día en sus distintas posibilidades

(ordenador personal, smartphones, etc.) acceso a las telecomunicaciones- puede apre-

ciarse como la brecha digital en cuanto a conexión a la red ha experimentado algunas

variaciones, pero no en el sentido de superar la brecha digital. América y sobre todo

Oceanía han mejorado su situación respecto de 2006, hasta el punto de alcanzar o incluso

superar los niveles de Europa, mientras que para Asia y África la situación no ha variado

sustancialmente en términos proporcionales: aunque obviamente el número de personas

con algún tipo de acceso a las telecomunicaciones ha crecido, en términos relativos sigue

siendo un porcentaje escaso del total de su respectiva población.

Gráfico 4. Porcentaje de usuarios de internet por continentes (2014)

Fuente: http://www.internetworldstats.com/stats.htm.2014. Elaboración propia.

Lo anterior demuestra que la utilización de las tecnologías de la información y las comu-

nicaciones, sujetas a las leyes del mercado neoliberal globalizado y con una producción

que está en manos de unas pocas empresas transnacionales de la información, que hacen

de estas un lucrativo negocio, imposibilita a una gran parte de la población mundial, sobre

todo de países subdesarrollados, adquirir los medios y tecnologías para lograr el desarro-

llo pleno de una sociedad de la información y el acceso a un conocimiento verdadera-

mente democrático. Ello entra en flagrante contradicción con la idea de internet como

derecho que proponen Naciones Unidas y la APC. El derecho a internet, tal y como ha

173

sido analizado en detalle en páginas anteriores, es en consecuencia algo de lo que no

disfrutan miles de millones de personas.

C) Pobreza energética y ciberexclusión

Esta es probablemente una de las más importantes causas de la brecha digital puesto que

los medios mediante los cuales operan las tecnologías de la información y las comuni-

caciones necesitan del acceso a conexiones de energía para su funcionamiento. Sin embar-

go son muchos los que en el planeta no cuentan con este tipo de servicio. Rara vez se

reflexiona sobre este hecho, dando por supuesto que la simple llegada de la señal de inter-

net a un determinado lugar ya supone la posibilidad de su disfrute. Eso supone un absurdo

similar al de suponer que para disfrutar de un coche sólo hace falta el vehículo y no el

combustible. Por supuesto dicha situación de pobreza energética -término por otro lado

de reciente popularidad- supone otro tipo de carencias más perentorias que el uso de las

nuevas tecnologías, pero interesa reseñar ahora su impacto sobre el uso de estas últimas,

que queda restringido (ya que la energía no es gratis), o imposibilitado (allí donde ni

siquiera existe abastecimiento de la red eléctrica).

Miles de millones de personas en todo el mundo viven sin electricidad. De ellas, 500 mi-

llones residen en el África Subsahariana, donde sólo el 2% de los habitantes de las zonas

rurales tiene acceso a algún tipo de suministro. La principal causa es el elevado coste de

la iluminación, considerada la energía más cara para la población pobre, que destina entre

el 10% y el 15% de los ingresos familiares para costearla. En algunos países de África al

sur del Sahara, menos del 5% de las familias rurales cuenta con electricidad. De mantener-

se las actuales tasas de electrificación, más del 50% de los hogares de toda la región

seguirá sin luz en el año 2050.27

El actual desafío mundial de los gobiernos para poder lograr aumentar el acceso a la

energía eléctrica en cantidad y calidad suficientes se centra en tres aspectos funda-

mentales:

- Altos precios de la energía. Aunque en los años 2014 y 2015 el petróleo ha mante-

nido una tendencia a bajar o estabilizarse, el precio de esta materia prima, de la cual

se obtiene fundamentalmente la electricidad, sigue siendo inasumible para gran parte

de la población mundial. Se trata de una situación desestabilizante para la economía

mundial, en particular en los países más pobres, debido a los potenciales y graves

efectos inflacionarios. El alza constante en los precios de los alimentos y de la energía

27 <http://www.bancomundial.org/aif^>. [19-03-2015].

174

está generando una redistribución considerable de los ingresos desde los

consumidores a los productores, lo cual tiene enormes repercusiones negativas en

muchos hogares. En particular, los altos precios de la energía aumentan los precios de

prácticamente todos los productos básicos, y amenazan con anular años de avances

en reducción de la pobreza en los países en desarrollo, revirtiendo el progreso hacia

la consecución de los objetivos de desarrollo del milenio. Según el Organismo

Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la demanda mundial de

energía en 2030 será más de un 50% superior al nivel actual, situación motivada por

el crecimiento en China e India, países donde las necesidades de energía deberían más

que duplicarse. (IEA, 2014) Es probable que el rápido incremento en la demanda de

energía haga subir sus precios y disminuir su disponibilidad, situación que suscita aún

más inquietudes respecto de la seguridad energética a largo plazo.

Figura 10. Porcentaje de población usando internet

Fuente: ITU, 2012.

175

Figura 11. Consumo mundial de energía per cápita. 2012

Fuente: IEA, 2013.

- Falta de disponibilidad y acceso. Alrededor de 1200 millones de personas, lo que

equivale prácticamente a la totalidad de la población de la India, no tienen acceso a la

electricidad.28 Si las políticas y los niveles de inversión siguen el patrón actual, se

prevé que 1.400 millones de personas aún carecerán de este importante recurso en

2030 y que unos 2.500 millones seguirán dependiendo de combustibles de biomasa

no sostenibles. Falta financiación para realizar inversiones y aumentar el acceso: El

IEA calcula que la inversión anual básica promedio en energía requerida en los países

en desarrollo será de 450.000 millones de dólares durante los próximos 25 años (IEA,

2014.). Actualmente los fondos identificables y fácilmente disponibles representan

aproximadamente 60% de esa cifra.

Especialmente los países más pobres, también son los más vulnerables a las conse-

cuencias de la degradación ambiental y el cambio climático. La demora en reducir las

emisiones de los gases de efecto invernadero, en especial en el sector de la energía,

disminuye considerablemente las oportunidades de lograr niveles de estabilización

más bajos en estos gases. Además, dicho retraso probablemente aumentará tanto los

riesgos de sufrir efectos graves (y algunos posiblemente irreversibles) como los costos

28 <http://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2013/05/28/>. [19-03-2015].

176

de adaptarse a ellos. La necesidad del sector energético de seguir una trayectoria con

bajas emisiones de carbono puede agregar decenas de miles de millones de dólares al

problema de la inversión en energía mencionado más arriba.

- El alto costo de las inversiones para aumentar el acceso, sobre todo en zonas rurales

y de poca población, hace que esto no sea viable para las empresas privadas en ma-

nos de las cuales está la mayor parte de la producción de energía eléctrica a nivel

mundial, por lo que ata de manos a organizaciones y gobiernos que intentan mini-

mizar esta situación. Esto significa que con los actuales niveles de recursos e inver-

sión, el límite técnico de extensión de la red eléctrica ya se ha alcanzado (JUANA,

2003). Aunque en determinadas regiones se intenta suplir dicha carencia con motores

diésel, ésta solución es cara y el abastecimiento está sujeto a problemas de irregulari-

dad en el abastecimiento.

A modo de conclusión se puede decir que, aunque la conexión a la red eléctrica fija no es

ya la única posibilidad de conectividad,29 las alternativas a ello requieren recursos econó-

micos y conocimientos suficientes para ponerlas en funcionamiento. Además en determi-

nados casos, como el plan de Facebook de masificar el acceso a internet mediante drones

y satélites, suscita inmediatamente el problema del control de la tecnología que facilite

dicho acceso. Sin acceso a electricidad en los hogares el acceso a las nuevas tecnologías

seguirá siendo un privilegio para aquellos que dispongan de recursos económicos, forma-

ción adecuada y conocimientos técnicos.

D) Democracia y ciberexclusión

Serios problemas relativos a las relaciones entre democracia y nuevas tecnologías apare-

cen cuando se pone el foco de atención en las democracias consolidadas, pero los múlti-

ples problemas que tienen que arrostrar las democracias emergentes son mucho más se-

rios. Algunos consideran que en estos últimos sistemas políticos internet puede ayudar

a la consolidación de los procesos democráticos mediante el reforzamiento de las institu-

ciones representativas, incluyendo los parlamentos y los partidos políticos, favoreciendo

los lazos entre nuevos movimientos sociales y enriqueciendo las comunidades virtuales

de la sociedad civil, al mismo tiempo que se provee de plataformas de participación a los

29 Tanto Facebook como Google han anunciado recientemente planes para llevar internet a cualquier lugar del planeta. En concreto Google pretende hacerlo mediante el uso de globos aerostáticos, mientras que Facebook se plantea la posibilidad de hacerlo mediante drones, satélites y rayos láser. <https://www.face-book.com/zuck/posts/10101322049893211>. [21-03-2015].

177

partidos de la oposición, grupos de protesta, y minorías que intenten desafiar a los regíme-

nes autoritarios.

Figura 12. Porcentaje de población usando internet

Fuente: ITU, 2012.

Figura 13. Índice de democracia

Fuente: The Economist, 2013.

178

Desde 1973 la “tercera ola” de la democracia transformó el mapa geopolítico y expandió

en gran medida el elenco de democracias electorales (HUNTINGTON, 1994)). De

acuerdo con la organización Freedom House,30estamos actualmente experimentando un

momento favorable para la democracia: hoy día existen, sumando los denominados países

libre y los denominados parcialmente libres, más democracias en el mundo que nunca

antes (157), y el porcentaje más alto de regímenes democráticos (75%).

Figura 14. Porcentaje de países libres en 2014

Fuente: https://freedomhouse.org/report/freedom-world/freedom-world-2014.

Sin embargo esta ráfaga inicial de optimismo que siguió a la caída del muro de Berlín ha

sido sustituida en la actualidad por una postura más cauta. Desde mediados de los 90 del

siglo XX el número de democracias en el mundo se ha estabilizado más que crecer. En

las democracias emergentes la etapa de la consolidación se ha encontrado con multitud

de obstáculos, especialmente en el África Subsahariana, Latinoamérica y Asia. Las semi-

democracias han de arrostrar el reto de la triple transformación de sus naciones estado,

sus estructuras económicas y sus sistemas políticos. Fuera de las ricas naciones industria-

lizadas la calidad de la democracia permanece amenazada, insegura y escasamente insti-

tucionalizada. Muchas de estas democracias incompletas están escasamente consolidadas,

con líderes que acceden al poder mediante elecciones puestas en duda por más de un par-

tido opositor, y plagadas de múltiples problemas en numerosas ocasiones endémicos. En-

30 <https://freedom-house.org/report/freedom-world/freedom-world-2014>. [23-03-2105].

179

tre ellos se pueden destacar una corrupción muy extendida, una justicia amordazada por

el poder político, o el desprecio de los derechos políticos y las libertades civiles. El siste-

ma de partidos aparece frecuentemente muy fragmentado y falto en ocasiones de un ver-

dadero electorado de base. Las legislaturas suelen terminar de manera abrupta, y el control

sobre la acción de gobierno está llena de dificultades. Todo ello suele ir acompañado de

problemas económicos y de un insuficiente aporte de los servicios básicos como la educa-

ción o la salud, además de una violencia periódica contra determinadas minorías. De esta

manera, en no pocas ocasiones se ha materializado la posibilidad real de que alguno de

estos países haya revertido su situación hacia el autoritarismo bajo una fachada de demo-

cracia electoral.

Si esta situación supone o no una reversión de la citada tercera ola de democratización es

una cuestión todavía en debate. A pesar de vueltas ocasionales a regímenes autoritarios y

la persistente ausencia de avances significativos en determinadas regiones de África y

Oriente Medio, el problema más común al que se enfrentan la mayoría de este grupo de

países es la presencia de gobiernos de escasa calidad democrática. Conviene señalar al

respecto que esta calidad se ve amenazada en ocasiones también en las democracias con-

solidadas cuando, por ejemplo, se trata de restringir el acceso a determinados contenidos

o favorecer determinadas tendencias de opinión en menoscabo de otras.

Potencialmente el papel de las nuevas tecnologías se revela como importante a la hora de

desafiar a los gobiernos autoritarios. Los problemas derivados de la restricción del uso de

internet ya han sido comentados en el bloque I de este trabajo (página 51). Sin embargo,

normalmente es más complicado silenciar las voces críticas en internet si lo comparamos

con otros medios de comunicación tradicionales. El periodismo independiente se

beneficia de los menores costes de producción para los diarios y semanarios online.

Algunos estudios que se pueden considerar clásicos (KEDZIE, 1997) ya evidenciaban,

desde finales del pasados siglo XX, la estrecha relación entre internet y democratización.

A pesar de todas estas evidencias, algunas ya comentadas con más detalle en páginas

anteriores, todavía permanece el riesgo de que, dado el desigual acceso a las nuevas

oportunidades de participación política que las nuevas tecnologías ofrecen, internet sirva

fundamentalmente para beneficiar a las élites con los suficientes recursos y motivación

para obtener las ventajas de su uso, dejando a los grupos y naciones más pobres detrás.

El potencial democratizador se verá restringido si sólo unos pocos tienen acceso a internet

en Nigeria, Ecuador o Indonesia. En los regímenes autoritarios, como Burma o Arabia

Saudí, internet puede ser utilizado simplemente como un instrumento de propaganda esta-

180

tal más que como un canal que favorezca las actividades de los partidos y grupos políticos

de la oposición. Los movimientos de protesta pueden utilizar internet como su principal

red de movilización ciudadana, pero las corporaciones multinacionales y las agencias in-

ternacionales pueden utilizar este mismo procedimiento para contraatacar. Las tecno-

logías digitales pueden aparecer como un recurso igualitario para movimientos sociales

alternativos, pero en la práctica pueden tener el efecto contrario, el de reforzar más que

amenazar el poder de autoridades atrincheradas detrás de la red y al abrigo de las corpo-

raciones y agencias multinacionales que las sustentan.

2.1. La brecha digital como causa

Se acaba de analizar como la ciberexclusión es consecuencia de desigualdades previas

que imposibilitan el acceso a la sociedad de la información a millones de personas en el

mundo. Pero, atendiendo a la estructura en bucle recursivo del proceso (página 143),

conviene también estudiar el fenómeno de la brecha digital, aunque de manera menos

exhaustiva, como causa que retroalimenta otras desigualdades preexistentes.

1. Ciberexclusión, pobreza extrema y hambre

Se ha demostrado sin ningún género de dudas una significativa correlación negativa entre

el nivel de desarrollo en nuevas tecnologías por un lado y el porcentaje de población en

situación de pobreza (ALEXANDRATOS, 1995), y también con el porcentaje de pobla-

ción que está malnutrida. Consecuentemente la relación se invierte en el otro extremo, de

manera que altos niveles de acceso y uso de las nuevas tecnologías se asocian a bajos por-

centajes de población malnutrida y también a bajos porcentajes de población viviendo

bajo el umbral de la pobreza. Todavía más, se observa igualmente una relevante corre-

lación negativa entre el incremento porcentual de población que puede acceder a la socie-

dad de la información y el descenso porcentual de población viviendo bajo el límite de la

pobreza. El papel de las nuevas tecnologías en la solución al problema de la malnutrición

en los países en desarrollo ha sido demostrado con rotundidad (LATHAN, 2002). Los

mapas que se muestra a continuación comparando ambas variables, acceso a internet e

índices de pobreza, son suficientemente ilustrativos.

181

Figura 15. Porcentaje de población usando internet

Fuente: ITU, 2012.

Figura 16. Mapa mundial de la pobreza en 2008

Fuente: United Nations, 2008.

182

Esto demuestra claramente que la ciberexclusión, contemplada como desigualdad geo-

gráfica, se sobreimpone y se suma a desigualdades endémicas previas como la pobreza.

Así, según Naciones Unidas, aquellos países que experimentaron un mayor crecimiento

en sus niveles de acceso a la sociedad de la información entre los años 2002 a 2011 mos-

traron también una mayor disminución de su pobreza (ITU, 2014).

2. Ciberexclusión y discriminación de género.

En este escenario de la era de la información la brecha digital refleja el desfase que se da

en el orden económico, social y jurídico. Todas ellas son desigualdades que se relacionan

estrechamente con un tipo de desigualdad universal: la de género, pues el acceso y el uso

de las TICs están muy relacionados con el nivel de ingresos económicos, pero también

con la discriminación de las mujeres. En este contexto, la población mundial con menores

recursos económicos está representada en su mayoría por mujeres. El círculo se cierra.

La brecha digital también es de género.

Una buena prueba de llo es la evidente correlación positiva que se observa entre el au-

mento de la accesibilidad a la sociedad de la información y el aumento de los niveles de

participación política de las mujeres. (AGUILAR et FARRAY, 2007) A partir de 2011,

según los datos manejados por la ONU, el incremento del acceso a los beneficios de la

sociedad de la información ha repercutido en una notable mejora de la igualdad de género

y del papel de la mujer en los parlamentos de los países en vías de desarrollo (ITU, 2014).

Dicha mejora ha sido además certificada por dicho organismo particularmente en el grupo

de países más desfavorecidos, denominados LDCs (Least Developed Countries). La com-

paración entre los datos de usuarios de internet y las situaciones de discriminación de gé-

nero a nivel mundial, aportadas por la Convención sobre la eliminación de todas las for-

mas de discriminación contra la mujer (CETFDCM), evidencian claramente la estrecha

relación entre ambas variables: sociedad de la información e igualdad de género.

183

Figura 17. Porcentaje de población usando internet

Fuente: ITU, 2012.

Figura 18. Gobiernos con problemas de dicriminación de género

Fuente: http://www.un.org/womenwatch/daw/cedaw/text/sconvention.htm

184

En este contexto, ¿qué pueden hacer las nuevas tecnologías para paliar la discriminación

de género? En primer lugar hacen posible que la población tenga acceso a la información

que conciencia sobre el tema, lo que permite que mujeres y hombres puedan conocer

mejor la problemática y tengan más posibilidad de corregir aquellos comportamientos,

actitudes o ideas discriminadoras que puedan aparecer (contenidos sexistas, etc.). Por

tanto, cumplen un papel informativo muy importante, pero también educativo y forma-

tivo. En los países desarrollados, donde el acceso a la educación no discrimina a las muje-

res -y en aquellos otros países en los que se está haciendo el esfuerzo de incorporar a las

mujeres a la educación universal y gratuita- la masiva incorporación de las mismas a las

TICs, no sólo como usuarias sino también como generadoras de contenido de todo tipo

(científico, cultural, divulgativo, etc.), permite dejar clara esta situación de “brecha digital

de género”, al tiempo que actúa como amplificador de todo tipo de iniciativas

encaminadas a corregirla (BONDER, 2002).

3. Ciberexclusión, salud y asistencia sanitaria.

Millones de personas perpetúan si situación de pobreza cada año a causa de los gastos

que tienen que afrontar para recibir atención sanitaria. Los apuros económicos derivados

de los gastos en salud pueden acabar con la capacidad de una familia para resistir los con-

tratiempos: las familias venden su patrimonio, liquidan sus ahorros y sacan a los niños de

la escuela; las mujeres abandonan empleos remunerados para atender al familiar enfermo.

Estos devastadores gastos en salud pueden desencadenar un ciclo de pobreza que pasa de

unas generaciones a otras. Por el contrario, al igual que ocurre en el caso de la educación,

las nuevas tecnologías y el acceso y uso masivo de las mismas puede suponer en nume-

rosas ocasiones una sustancial disminución de los gastos derivados de la asistencia sani-

taria, los diagnósticos médicos e incluso el tratamiento (TAYLOR, 2006). Según datos

de la Fundación de Red de Médicos Solidarios (FRMC), en 2015 la falta de cobertura sa-

nitaria universal abocará a más de cien millones de personas a la pobreza. La salud como

derecho es una responsabilidad de los estados, y las nuevas tecnologías indudablemente

son un factor decisivo a la hora de mejorar la financiación y el servicio de los distintos

modelos sanitarios, de manera que carecer de aquellas empeora la sanidad. En palabras

de Armando Negri, coordinador del Foro Social Mundial de la Salud, “necesitamos

repolitizar el debate sore la salud, en contraposición con la tendencia a despolitizar la

185

sanidad, cuya respuesta es crear seguros para pobres en lugar de ofrecer una garantía de

derechos por parte del Estado”.31

Figura 19. Porcentaje de población usando internet

Fuente: ITU, 2012.

Figura 20. Población con discriminación sanitaria

Fuente: OMS, 2012.

31<http://www.fundacionrcoms.com/noticias/2012/10/12_10_25_sanidad_universal>. [25-03-2015].

186

Y es que, al igual que ocurre con la pobreza y la malnutrición, también se demuestra una

relación inversamente proporcional entre el incremento de la accesibilidad tecnológica y

la disminución de la mortalidad infantil y materna (ITU, 2014). Esto es particularmente

cierto en el grupo menos desfavorecido de los países en desarrollo, y se debe a aspectos

tales como la mejora de las competencias del personal sanitario, el papel que las TICs

pueden jugar a la hora de facilitar la monitorización de los diagnósticos y tratamientos

vía SMS, o el incremento de la información disponible en internet sobre temas de salud.

(LUPIAÑEZ, 2010).

2.3. El capitalismo digital

A modo de conclusión se puede afirmar que en los países en vías de desarrollo se observa

una importante relación entre el desarrollo de las tecnologías de la información y comu-

nicación y otros indicadores de desarrollo socioeconómico. En concreto se han encontra-

do estrechos vínculos entre el desarrollo de las TICs y numerosos indicadores de los deno-

minados por Naciones Unidas Millenium Development Goals (MDG), de manera que apa-

recen correlaciones estadísticamente significativas entre el Índice de Desarrollo en TICs

(IDI), ya explicado en apartados anteriores, y 20 de los 38 indicadores del MDG (ITU,

2014: 65). Este hecho definitivamente sugiere que el desarrollo de la sociedad de la infor-

mación puede conducir a mejoras en el desarrollo de otras áreas sociales y económicas

que son la causa de las desigualdades geográficas que se observan en la actualidad entre

países ricos y pobres.

Teniendo en cuenta los datos analizados es evidente que la ciberexclusión y la cibermar-

ginación han de ser vistas como un asunto colectivo, no individual, donde los beneficios

sociales han de ser valorados en relación a los que se generan para las comunidades, orga-

nizaciones y grupos sociales que sacan provecho de las tecnologías, aunque no tengan a-

cceso a éstas. La eficacia de las políticas de inclusión digital dependerá de las posibi-

lidades de integración del conocimiento en los propios objetivos de sus beneficiarios,

considerando que no existe un solo modelo sino muchas posibles sociedades de la infor-

mación y de la comunicación, adaptadas a las diferentes necesidades y objetivos indivi-

duales y comuitarios de un planeta para nada homogéneo.

Contrariamente a esto, la actual versión de la sociedad de la información, al igual que los

modelos sociales que la han precedido, está creando grandes diferencias y desigualdades

sociales. El nuevo modelo de sociedad de la información que se impone está generando

fuertes diferencias entre la población, concretamente entre los que tienen y no tienen

187

acceso a la información. La causa principal es el denominado “capitalismo digital”

(SCHILLER, 2000:10), que con un nuevo rostro y al amparo de la realidad virtual

perpetúa la desigualdad y la pobreza generadas por el sistema económico neoliberal

globalizado, con sus grandes transnacionales que no tienen en cuenta ni las necesidades

de los cada vez más empobrecidos pueblos del sur ni las del denominado cuarto mundo

en los países desarrollados. Ellos son las principales víctimas de las crisis originadas por

este sistema generador de barreras para el definitivo acceso de los pueblos a una

educación plena, la energía y las tecnologías de la información y la comunicación,

impidiendo así el pleno desarrollo de una verdadera sociedad de la información y el

conocimiento.

Solo la acción política de las organizaciones y gobiernos mundiales, centralizando estos

servicios y quitándole el protagonismo a las grandes transnacionales de la información,

las comunicaciones y la energía, posibilitará en un futuro eliminar el fenómeno de la bre-

cha digital y lograr el pleno acceso de todos a estos servicios. Mientras no se tome con-

ciencia de esto, la brecha lejos de disminuir aumentará cada día más.

Llegados a este punto la primera de las tres grandes cuestiones planteadas al principio de

este bloque parece haber quedado resuelta: la brecha digital y la ciberexclusión contri-

buyen de manera significativa a perpetuar otro tipo de desigualdades geográficas previas.

Qué papel debe jugar la Geografía ante esta situación es el objetivo final de este trabajo

de investigación, pero antes hay que responder a la segunda de las cuestiones planteadas,

¿Quién es responsable de dicha situación? ¿Quién sale beneficiado y quién perjudicado?

188

189

CAPÍTULO V. EL NEOLIBERALISMO COMO IDEOLOGÍA

En el primer capítulo de este segundo bloque se ha tratado de dar respuesta a una de las

cuestiones planteadas el inicio del mismo: ¿contribuyen las desigualdades en el acceso a

la sociedad de la información a perpetuar desigualdades previas? A la luz de los datos

aportados, la respuesta debe de ser afirmativa. Puesto que la sociedad de la información

no llega a todos por igual, puesto que los derechos implícitos en el acceso a la misma,

expresados de manera rotunda y detallada en la Carta sobre los Derechos de Internet, no

lo son para toda la humanidad sino más bien para una minoría privilegiada de la misma,

se debe concluir que la denominada brecha digital, que toma carta de naturaleza a través

de la cibermarginación y la ciberexclusión, es a día de hoy una realidad fuera de toda

duda. Pero además, la constatación de esta situación injusta es sólo parte de la respuesta

a la pregunta planteada. En tanto que desigualdad geográfica -puesto que la brecha digital

está perfectamente cartografiada- la pregunta planteada hacía referencia a su relación con

otras situaciones varias de desigualdad geográfica. Es decir, se relacionaba con la cuestión

de en qué medida la cibermarginación, y muy especialmente la ciberexclusión, se suma-

ban a otras desigualdades previas que la precedían perpetuándolas y agrvándolas; y en

qué medida, por otro lado, dicha situación de ciberexclusión podía ser explicada como la

consecuencia lógica de esas mismas situaciones de desigualdad geográfica previas. De

este modo, mediante una relación que se dado en denominar, siguiendo a Edgar Morin,

como de bucle recursivo (véase página 143), la noción de causalidad lineal es superada y

sustituida por otra en la que los efectos de las causas retroactúan sobre estas últimas para

redimensionarlas. En el caso que se está tratando en el presente trabajo de investigación,

la aplicación concreta de lo dicho supone que la brecha digital no es más que un eslabón

más a añadir en la desigualdad global mundial: una minoría disfruta de las ventajas del

estado del bienestar, mientras que la mayoría de los habitantes del planeta, en mayor o

menor grado, carecen de las mismas. El acceso desigual al denominado mundo virtual

corre parejo a otras situaciones que, como la discriminación de género, el analfabetismo,

la falta de una adecuada cobertura sanitaria, o la ausencia de los derechos democráticos

básicos, por citar sólo algunos ejemplos, recaen siempre sobre los mismos colectivos,

grupos sociales, naciones y regiones del planeta.

La solución a esta primera pregunta conduce a la siguiente, también planteada

introductoriamente al inicio del segundo bloque: ¿Quién es responsable de dicha situa-

ción? ¿Quién sale beneficiado y quién perjudicado? En este segundo capítulo se pretende

190

dar una respuesta contundente a la cuestión: el responsable de dicha situación es el neoli-

beralismo imperante en el orden mundial actual, que apoyándose en las nuevas tecno-

logías, y en una visión exclusivamente economicista del fenómeno de la globalización,

impone una lógica devastadora. Bajo la denominación de cibercapitalismo, neologismo

que hace explícita la estrecha relación entre nuevas tecnología y capitalismo, esta nueva

versión del neoliberalismo más radical, que se ha ido imponiendo progresivamente desde

los años 60 y 70 del pasado siglo XX, pretende aplicar su lógica y, como se detallará en

las páginas siguientes, convertirse en un explicación unidimensional y totalizante de la

realidad, no ya económica, sino también social, política y cultural; todo ello con el ánimo

de acabar convirtiéndose en una especie de “sentido común hegemónico”, fuera del cual

no es posible ninguna interpretación de las cosas. Si esto es así, la respuesta a la pregunta

¿Quién sale beneficiado y quién perjudicado? será más que evidente: los grandes

beneficiados son sin duda los componentes de una élite de los negocios y las finanzas que

se mueven a su antojo en el ciberespacio de los negocios gracias a las nuevas tecnologías;

unas nuevas tecnologías que han prosperado merced el espaldarazo proporcionado por

una tecnoestructura que ha visto en ellas fundamentalmente dos cosas: por un lado un

negócio en sí mismas, y por otro lado la herramienta perfecta para maximizar sus bene-

ficios en cualquier tipo de negocios, incluido también el de la sociedad de la información.

Los grandes perjudicados son, lógicamente, aquellos que quedan al margen de la sociedad

de la información, no ya para realizar negocios, sino tan siquiera para mejorar su situación

social, económica, cultural o política.

Pero para que esto sea posible, para que el cibercapitalismo imponga su lógica de los

tecnomercados a escala planetaria, hace falta crear y mantener una estructura que lo faci-

lite. ¿Cuál es dicha estructura? y ¿quién la conforma? En este capítulo también se trata de

dar respuesta a estos dos interrogantes. La globalización también ha llegado a las insti-

tuciones de gobernanza mundial, perjudicando a unas y favoreciendo a otras. De estas

últimas, aquellas que favorecen los intereses del cibercapitalismo, se realizará un análisis

detallado, tratando de poner el foco sobre sus motivaciones e intereses, y sobre su manera

de gobernarse, que dista mucho de ser democrática. Este carácter no democrático resulta

crucial, en la medida que permite escapar al control sobre la toma de decisiones. Y a su

vez plantea una cuestión transcendental en el juego de fuerzas de este tablero globalizado:

la progresiva pérdida de influencia y capacidad de decisión de los estados nacionales en

detrimento de dichos organismos internacionales: “en las últimas décadas se ha producido

una contrarrevolución que ha convertido los sistemas demoliberales en una caricatura de

191

sí mismos. La transferencia de poder soberano (militar, económico, jurídico) desde los

llamados estados nacionales hacia las agencias supranacionales de ejercicio del poder (la

Troika, el G8, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OTAN, las grandes

corporaciones privadas, las agencias de calificación) ha vaciado de poder a la institución

política fundamental sobre la que se suponía que debía ejercerse el control democrático,

el Estado” (IGLESIAS, 2014: 17).

Este neoliberalismo de nuevo cuño, reformateado, es por tanto un proyecto político, con

una ideología y unos objetivos claros, y que cuenta con unas poderosas instituciones

supranacionales para llevarlos a cabo, orillando progresivamente a los estados nacionales

y escapando así del control por parte de la ciudadanía. Ello al final tiene consecuencias

sobre el territorio, sobre la Geografía. En palabras de Innerarity “Aunque se afirma con

tono solemne el principio de territorialidad, el espacio político está sometido actualmente

a una gran incertidumbre (…) Circuitos financieros, intercambios comerciales, difusión

de ondas e imágenes, migración de personas, solidaridades religiosas, culturales o lin-

güísticas parecen pesar más que nunca en la frágil cartografía del mundo. Probablemente

sea exagerado hablar del fin de los territorios, pero no cabe duda de que la gravedad del

espacio nacional ha cedido el paso a una territorialidad difusa, ambigua y versátil. Las

políticas económicas, las políticas sociales o de seguridad se elaboran cada vez más por

referencia a realidades territoriales múltiples y fluctuantes. El Estado servía para lo que

está; los nuevos territorios sirven a lo que se mueve, para gobernar en medio de procesos”

(INNERARITY, 2004: 103).

1. El neoliberalismo como proyecto político.

El neoliberalismo se ha convertido en uno de los objetos de análisis preferidos por los

profesionales de la Geografía Humana en los últimos años. Aunque los términos neoli-

beral y neoliberalismo ya se utilizaban desde mucho antes, no fue hasta finales de los años

90 del pasado siglo cuando los mismos adquirieron el aura de términos en boga en los

ambientes académicos de distintas disciplinas de las ciencias sociales, desde la Economía

hasta la Filosofía, y por supuesto en la Geografía, especialmente en el mundo anglosajón

y en Latinoamérica. El neoliberalismo emerge como un objeto de reflexión conceptual y

empírica, ligado además a otro concepto todavía más en boga y con cuya popularidad co-

rre pareja. Este último es obviamente el de globalización. En este capítulo se pretende

analizar la manera en que el neoliberalismo es conceptualizado en Geografía Humana. Y

192

es que a la hora de teorizar sobre el neoliberalismo como proyecto político muchos geó-

grafos han acabado sucumbiendo al discurso dominante de autoafirmación de estas polí-

ticas neocapitalistas, de forma y manera que han reducido lo social a un mero efecto resi-

dual de racionalidades políticas y económicas supuestamente más importantes. Los de-

fensores del libre mercado piensan que la humanidad entera se rige esencialmente por cri-

terios egoístas de utilidad y máximo beneficio, a pesar de las abundantes pruebas de que

eso no es siempre así. Los críticos del neoliberalismo por su parte se oponen a este plan-

teamiento, lo cual ha conducido en consecuencia a un análisis teórico de dicha ideología

por parte de la Geografía Humana desde posturas contrarias a la misma. El neoliberalismo

se relaciona en primera instancia con un conjunto de ideas asociadas al revival del libe-

ralismo económico decimonónico de mediados del siglo veinte. En este reverdecimiento

del liberalismo económico habría que incluir como principales puntos de referencia los

siguientes:

- La escuela de economistas austríaca, cuyos principales representantes serían Lud-

wig von Mises, Friedrich von Hayek y Joseph Schumpeter. Se caracteriza por una

defensa a ultranza del individualismo metodológico, una profunda antipatía hacia

la planificación estatal, la defensa de los principios de la propiedad privada y la

defensa de una epistemología antirracionalista, en la que prima por tanto lo em-

pírico e irracional (PERDICES, 2008).

- La Escuela de Chicago, que aunque también incluye al ya citado Friedrich von

Hayek, incorpora a economistas monetaristas de renombrada reputación, espe-

cialmente a Milton Friedman. Los principios de esta escuela de teoría económica

son archiconocidos, y se basan en el monetarismo y la eficiencia del mercado

(PERDICES, 2008). A lo largo de las páginas siguientes se hará un comentario

exhaustivo de dichos principios.

El geógrafo marxista David Harvey condensa perfectamente las características del neo-

liberalismo de la siguiente manera: “es en primera instancia una teoría de prácticas

político-económicas que proponen que el bienestar humano puede conseguirse mejor li-

berando las libertades y capacidades empresariales individuales dentro de un marco ins-

titucional caracterizado por fuertes derechos de propiedad privada, mercados libres y co-

mercio libre. El papel del estado es crear y preservar un marco institucional apropiado

para tales prácticas. El estado ha de garantizar, por ejemplo, la calidad y la integridad de

la moneda. Debe también organizar las estructuras y funciones militares, de defensa, de

policía, y legales para asegurar los derechos de la propiedad privada y garantizar, por la

193

fuerza si es necesario, el correcto funcionamiento de los mercados. Más aún, si los mer-

cados no existen (en aspectos como la tierra, el agua, la educación, la atención sanitaria,

la seguridad social, o la polución ambiental) entonces deben ser creados mediante la

acción del estado si es necesario. Pero el estado no debe aventurarse más allá de estas ta-

reas. La intervención del estado en los mercados (una vez creados) debe mantenerse en

un escaso mínimo porque de acuerdo a la teoría, el estado no puede poseer suficiente in-

formación para adivinar las señales del mercado (precios) y porque los grupos de interés

poderosos inevitablemente distorsionan las intervenciones estatales (sobre todo en las

democracias) para su propio beneficio” (HARVEY, 2005: 2).

El advenimiento del neoliberalismo es narrado a través de una serie de hitos históricos

emblemáticos (HOFFMANN et al., 2006): el período de crisis económica que sacudió

los fundamentos del mundo tras la Segunda Guerra Mundial; el keynesianismo que llevo

a escenarios políticos reales las entonces marginales teorías económicas neoliberales; el

papel jugado por los economistas de la Universidad de Chicago en el Chile de Pinochet

en los años 70; el thatcherismo y las políticas de Reagan en los años 80; el papel clave

de determinadas agencias internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI)

y el Banco Mundial (BM), en la difusión del neoliberalismo a escala global a través del

denominado “Consenso de Washington”; y finalmente la transformación del neolibera-

lismo, que deja de ser una ideología para convertirse en una especie de sentido común

hegemónico.

Este discurso de los acontecimientos, clave en la difusión del neoliberalismo, es llevado

a cabo fundamentalmente desde ciertos ámbitos académicos y denunciado por el

activismo político de la izquierda. Visto así, el neoliberalismo se desvela como una

ideología y un programa político que busca suplantar los valores públicos y colectivos

por otros privados e individualistas, propios de la racionalidad del mercado y que se

convierten en los principios que guían la política estatal, la gobernabilidad económica y

nuestras vidas diarias. En concreto desde la Geografía Humana, aparecen varias

concepciones teóricas acerca del neoliberalismo. Unas veces es presentado como

paradigma político, otras como ideo-logía hegemónica, y otras como una forma distinta

de gestionar la cosa pública (LARNER, 2000), pero en cualquier caso las teorías críticas

con el neoliberalismo son participadas de manera creciente por la Geografía, con una

especial atención a las cuestiones relacionadas con el espacio. En la actualidad, y en el

contexto de la sociedad de la información, el ciberespacio, internet, las redes sociales y

la neogeografia, las desigualdades geográficas, y la brecha digital -temas todos ellos que

194

han sido analizados en detalle previamente en esta obra- la atención a dichas cuestiones

espaciales se torna, si cabe, más perentoria y relevante a la hora de desvelar los nuevos

“ciberterritorios” a conquistar, según unas premisas que son en última instancia las del

capitalismo financiero. En ese sentído se pretende demostrar en este capítulo, mediante

los apartados que se tratan a continuación, como esta nueva sociedad de la información

es en gran medida un constructo ideológico que sirve a dichos intereses financieros y

coadyuva a asentar, a escala planetaria, ese pretendido sentido común hegemónico

merced al cual la visión capitalista del mundo sería no sólo la opción más sensata sino

también la única viable. En concreto las nuevas tecnologías están siendo utilizadas a nivel

global de manera interesada y ventajosa para este propósito de acuerdo a las siguientes

premisas:

- El neoliberalismo es una ideología que mantiene una postura fundamentalista

respecto de la incuestionable bondad del libre mercado.

- El neoliberalismo se difunde y traslada de unos contextos a otros de manera cada

vez más rápida y eficaz.

- El neoliberalismo es operativo en todos los niveles espaciales y territoriales.

- El neoliberalismo desplaza modelos ya establecidos de bienestar a través de políti-

cas públicas hacia políticas de privatización y desregulación.

- El neoliberalismo pretende normalizar determinados valores como los más apro-

piados, cuando no hacerlos aparecer como los únicos sensatos: el individualismo,

el interés propio y el consumismo.

En la base de la concepción del neoliberalismo como objeto de análisis crítico, una gran

parte de los estudios realizados ponen el énfasis en él como “proyecto ideológico”. Este

es el punto de vista, por tanto, también de gran parte de la investigación geográfica al res-

pecto, fundamentalmente en la tradición anglosajona, aunque no falten ejemplos en la

Geografía española (GARCÍA RAMÓN, 2011; SEGRELLES, 1999; GÓMEZ, 2002) ni

latinoamericana (SANTOS, 1990; RINCÓN, 2013). Es el propósito de esta obra en las

páginas siguientes, y utilizando para ello las herramientas que la neogeografia, internet y

las redes sociales ponen al alcance, centrarse en los siguientes aspectos de esta línea de

investigación:

- Examinar la normalización del neoliberalismo en distintas actuaciones espaciales.

- Registrar la difusión del neoliberalismo como ideología en diferentes contextos

geográficos.

195

- Cartografiar la articulación variable de esta ideología a través de distintos con-

textos geográficos.

Y es que la investigación de la Geografía y otras ciencias sociales acerca de la naturaleza

del neoliberalismo como proyecto ideológico implica la ineludible tarea de un análisis

crítico, que permita desenmascarar la específica racionalidad de mercado que pretende

instaurar como constructo social. Sólo así será posible entender la historia más reciente

de Occidente –y debido a la globalización también la del resto del planeta- como una deri-

va desde los valores públicos y colectivos hacia los privados e individualistas; compren-

der como el “capitalismo digital” o “cibercapitalismo” no es más que una nueva etapa

que vuelve a enfrentar dos conjuntos de valores: los privados e individualistas por un la-

do, y los públicos y colectivos por otro. Cada una de estas visiones tiene serias implica-

ciones conceptuales y morales: el mercado contra el estado, lo público contra lo privado,

el consumidor frente al ciudadano, la libertad frente a la igualdad, el utilitarismo frente a

la solidaridad colectiva, el egoísmo frente al altruismo. Lo novedoso ahora es que, gracias

a los nuevos medios puestos a su disposición por las nuevas tecnologías, el neoliberalismo

pretende además constreñir la democracia, al tiempo que reproduce antiguas situaciones

de desigualdad y genera otras nuevas, todo ello desde una realidad cada vez más virtual

que sirve como escondrijo para determinadas élites que se sustraen a cualquier tipo de

control democrático sobre las acciones y decisiones que toman.

1.1 Economía política del neoliberalismo

Desde el punto de vista de las implicaciones de la ideología neoliberal en la activación de

políticas que sustenten sus pretensiones de convertirse, no ya en la doctrina económica

dominante, sino también en la única visión posible del devenir económico de las naciones,

hay dos aspectos especialmente interesantes a analizar. Son los siguientes:

A) La acumulación por desposesión.

El neoliberalismo surge en gran medida como una respuesta o reacción a la crisis

económica de 1970, desplazando el “liberalismo encubierto” que representaba el

keynesianismo por una nueva y más voraz estrategia encaminada a restaurar la

acumulación de capital, y que se ha traducido en que “los Estados nacionales

aceptaron en mayor o menor medida la ideología neoliberal. Los gobiernos na-

cionales adelgazaron el propio Estado y lograron paliar temporalmente los efectos

de la crisis” (PIÑAR, 2013: 183). Sólo así se entiende el auge del capitalismo

196

financiero en estas últimas cuatro décadas. Sin embargo esta nueva etapa del

capitalismo no ha sido especialmente exitosa a la hora de restaurar las condiciones

para un crecimiento económico estable y la correspondiente acumulación de

capital, tal y como la crisis económica mundial de la que todavía estamos saliendo

demuestra. Antes al contrario es una etapa en la que está predominando la redis-

tribución más que la generación de riqueza, y todo ello en base a lo que se ha

dado en llamar “acumulación por desposesión” (HARVEY, 2005: 159). Este nue-

vo modelo de acumulación capitalista procede a través de prácticas que, como la

privatización o la potenciación de los flujos financieros internacionales, busca

transferir recursos y servicios hasta ahora tradicionalmente públicos a manos pri-

vadas. La novedad ahora es que tal fenómeno ocurre con el concurso impres-

cindible de las nuevas tecnologías, que se colocan así en el foco de atención del

capitalismo.

Cuando finaliza la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ejecuta un plan de

reconstrucción europea conocido como Plan Marshall, que permite a los bancos y

empresas norteamericanas expandirse en Europa y en otros continentes. Además,

la guerra había desarrollado las matemáticas, la física y la química, con lo cual se

inicia un acelerado proceso de desarrollo tecnológico en el campo de la infor-

mática y las telecomunicaciones. Dicho desarrollo corre parejo a un espectacular

período de crecimiento económico -conocido en algunos ámbitos como los

“gloriosos treinta” (PETRAS et WELMEYER, 2006: 193)- y coetáneo de la

guerra fría y el temor al holocausto nuclear a causa del conflicto este-oeste.

De esta manera, la formación de una banca mundial, la expansión mundial de las

grandes corporaciones transnacionales y el desarrollo de la informática y las tele-

comunicaciones, crearon las condiciones necesarias para la emergencia, en la dé-

cada de 1970, de un fenómeno que en la década siguiente comienza a llamarse

globalización, por su impacto simultáneo y expansivo en muchos países. Las polí-

ticas financieras auspiciadas por los Estados Unidos, y que tomarán carta de natu-

raleza en el denominado Consenso de Washington, supondrán la revisión de los

acuerdos de Breton Woods, la libertad para los tipos de cambio y de interés, la

sustitución del patrón oro por el patrón dólar, y en definitiva la progresiva libera-

ción de las mercados en cuanto a la circulación de capitales y mercancías. Pero

los resultados sociales y económicos de esta nueva fase denominada como roll

back, entendida como el periodo en que el estado “adelgaza” en beneficio de las

197

posturas más neoliberales (PECK, 2010), no fueron tan buenos como origi-

nalmente se esperaba. Faltaba, sobre todo, un nuevo modelo de desarrollo econó-

mico que pudiese reemplazar el modelo fordista de los años sesenta. Fue así como

pronto empezó la segunda fase, la de roll out, aquella en la que el estado vuelve a

tomar la iniciativa y a implicarse en los asuntos económicos (PECK, 2010),

aunque esta vez desde una perspectiva nueva. Ya no se trataba de prestar servicios

sociales, de actuar como entidad reguladora ni de integrar y corregir los fallos del

mercado. Ahora se perseguía impulsar un nuevo modelo de desarrollo basado en

la plena incorporación de la ciencia y de la innovación en el mercado, y en intro-

ducir todas las medidas públicas necesarias para que este nuevo modelo econó-

mico, basado en la innovación y la comercialización de los avances científicos y

tecnológicos, pudiese despegar. Nacía así la denominada economía del conoci-

miento, de la que ya se han detallado sus características en al bloque I de esta obra

Lo importante a destacar es que en la fase de roll out no fue solamente la ideología

neoliberal la que marcó la evolución y el desarrollo de las nuevas tecnologías, sino

que además estas nuevas tecnologías tuvieron a su vez un impacto relevante en la

forma de entender e implementar el neoliberalismo. Mientras las nuevas políticas

públicas neoliberales acercaban las empresas a los centros de investigación, pri-

vatizaban la educación, y comercializaban las nuevas tecnologías y los descu-

brimientos de la ingeniería genética, el capitalismo también iba extendiendo su

horizonte de acción a nuevas formas de explotación del capital que descansaban,

de manera creciente, sobre las innovaciones tecnológicas de la sociedad de la

información.

La consecuencia más relevante de esta nueva cara del capitalismo es el incremento

de su flexibilidad. En contraste con las estrategias que sustentan la acumulación

en transformaciones de los procesos de trabajo basadas en las relaciones sociales

de producción (las cuales tienen influencias más evidentes en la medida que hacen

transparentes los conflictos sociales), el cibercapitalismo de nuevo cuño, para-

petado en el mundo virtual, diluye esos mismos conflictos. El neoliberalismo con-

cebido como ideología aparece así como una teoría de las prácticas político-

económicas del libre mercado con un nivel muy alto de flexibilidad, y con capa-

cidad para ser implementado tanto por regímenes autoritarios como democráticos,

de hecho la democracia no es considerada una conditio sine qua non por el neoli-

beralismo. Desde esta nueva óptica la desposesión por acumulación tiene el efecto

198

de fragmentar y particularizar los conflictos sociales, lo cual a su vez facilita las

estrategias de acumulación encaminadas a mantener o restaurar las diferencias de

clase. El neoliberalismo, con su seductora retórica de la libertad, utiliza una “bene-

volente máscara llena de palabras bien sonantes como libertad, novedad, elección

y derechos, para esconder las desagradables realidades de la restauración o la re-

fundación del crudo poder de clase” (HARVEY, 2005: 119), cuando en realidad

trabaja fundamentalmente como un sistema de justificación y legitimación de todo

aquello que sea necesario para conseguir el objetivo de la acumulación. Esto plan-

tea una cuestión crucial para la Geografía y, de acuerdo a la intención del presente

trabajo de investigación, también para la neogeografía, que no es otra que las posi-

bles respuestas que se puedan articular para combatir este fenómeno. Dicho en

otras palabras “el discurso de la globalización de la economía y de las culturas ha

ganado terreno en la concepción pública de los procesos geopolíticos y geoeco-

nómicos internacionales. El “fin de la historia” y la “muerte de la distancia” han

sido pilares centrales de este discurso dominante donde se posiciona el pensa-

miento único, el fin de las utopías, se justifica el imperialismo y las crecientes

desigualdades a nivel mundial. Ante este panorama, la geografía puede y debe de-

sarrollar respuestas basadas en la compresión de las diferentes realidades sociales

que se evidencian sobre la superficie terrestre” (RINCÓN, L. et al., 2013: 3).

Las prácticas políticas y económicas del neoliberalismo como ideología acaban

formulándose en un proyecto de transformación socioeconómica cuyo agente

principal es el estado, y que gracias a la globalización, y esto es lo novedoso, se

extiende por el mundo como una marea de reformas y ajustes institucionales.

Como ya ha sido dicho en páginas anteriores la ideología neoliberal se convierte

en una especie de “ideología del sentido común” y deviene la manera “lógica” de

vivir nuestras vidas y comprender el mundo. Es lo que Harvey define como un

mecanismo de “naturalización” que hace necesaria la “articulación de conceptos

fundamentales que estén tan profundamente incrustados en nuestras concepciones

de sentido común que se convierten en incuestionables y más allá de cualquier

duda (…). Es necesario construir un aparato conceptual que se adapte de manera

casi “natural” a nuestras instituciones e instintos, a nuestros valores y deseos, así

como también a las posibilidades que parecen ser inherentes al mundo social en

el que vivimos” (HARVEY, 2006: 146). Las pretensiones hegemónicas del neo-

liberalismo se llevarían a cabo, por tanto, a través de la construcción de un sentido

199

común que es engañoso y deja de lado los problemas reales. La Geografía Social,

ayudándose de las herramientas que la neogeografía proporciona, debe ser capaz

de elaborar una visión más adecuada de la escena contemporánea.

B) El neoliberalismo como tendencia

La neoliberalización es por tanto un proyecto político que prima las relaciones de

mercado frente a la intervención del estado, y que mediante prácticas hegemónicas

lo somete y lo utiliza como un medio para conseguir sus fines. El estado corre el

peligro de pasar a ser la voz de los intereses de clase del capital, convirtiéndose

así en el vehículo de su mismo debilitamiento. Paradójicamente, el estado, que

siempre había ejercido el papel de moderador durante las fases expansivas del

capitalismo, se convierte ahora precisamente en lo contrario: un agente al servicio

del capitalismo, con el que colabora durante la fase de roll back. Se genera así un

proceso de redimensionamiento geográfico mediante la sustitución de métodos de

acumulación de capital fordistas por otros postfordistas. Gutiérrez lo define per-

fectamente con las siguientes palabras: “desde la crisis de los años 1970 asistimos

a un conjunto de transformaciones estructurales que afecta al modo de producción

capitalista considerado globalmente, que se manifiesta en todos los ámbitos de la

estructura económica. Desde hace alguno tiempo, es muy abundante la literatura

que muestra el cambio de un “régimen de acumulación”, un “modo de desarrollo”,

o “una estructura social de acumulación” fordista-keynesiano, a otro denominado

neofordismo o postfordismo, coincidente con la llamada nueva economía global

o, más genéricamente, globalización” (GUTIERREZ, 2014: 142).

¿Cuál es, por tanto, la diferencia entre ambos modelos, fordista y postfordista?

Bajo el fordismo los altos salarios y beneficios se sostenían a través de meca-

nismos keynesianos, que desplegaban los servicios propios de un estado del bien-

estar, y mediante las infraestructuras públicas necesarias para mantener elevados

niveles de consumo. La acumulación y la regulación de los mecanismos de mer-

cado se mantenían en el nivel estatal. Pero la crisis del fordismo llevó a la reor-

ganización de estos mecanismos de acumulación, que se desplazaron desde el

nivel nacional al supranacional (PECK, 2001). Desde esta perspectiva el neoli-

beralismo puede ser concebido como una “tendencia” que trata de perpetuarse

mediante el tránsito desde el estado del bienestar keynesiano a un nuevo régimen

de acumulación; tendencia que tomaría forma mediante un abanico de nuevas

políticas para manejar un nuevo tipo de relaciones sociales de producción y un

200

nuevo modelo de regulación del mercado. Esta nueva tendencia del

neoliberalismo reclama además un status de liderazgo a la hora de promover la

transformación social. La globalización, que bajo los parámetros actuales es la

causante del incremento o perpetuación de las desigualdades, y que actúa bajo los

dictados del neoliberalismo, es propuesta paradójicamente como la solución a la

crisis, y el neoliberalismo que la alimenta como el garante de dicha solución. Una

referencia a Schumpeter es pertinente a la hora de comprender el conjunto de nor-

mas regulatorias políticas y económicas en relación con el neoliberalismo. Dicho

autor, en los años 40 del pasado siglo, presentó al capitalismo como un sistema

caracterizado por la “creación destructiva”, entendida como el “hecho esencial

acerca del capitalismo. Es aquello en lo que consiste el capitalismo y con lo que

cualquier preocupación capitalista tiene que convivir” (SCHUMPETER, 2013:

83). Merced a este proceso, las empresas, persiguiendo su propio interés y con

una mínima intervención del estado, generarían suficiente innovación e inversión

como para mantener altas tasas de crecimiento económico. Para asegurar este

resultado positivo el capitalismo debería de estar sujeto exclusivamente a las nor-

mas regulatorias impuestas por el estado liberal, que simplemente se encargaría

de mantener unas condiciones de eficiencia de mercado.

Opuesta a este modelo regulatorio del neoliberalismo es la opinión de su contem-

poráneo, Karl Polanyi, que por las mismas fechas cuestionaba que el bienestar hu-

mano se pueda conseguir dejando libertad al mercado libre. Para Polanyi el mer-

cado libre sólo puede crear un rápido y constate crecimiento socavando las condi-

ciones de la sociedad humana sobre la cual se fundamenta. Para él la creación des-

tructiva era más destructiva que creativa, de manera que para ser sostenibles y

promover el bienestar humano las relaciones económicas necesitaban insertarse

en un conjunto más amplio de regulaciones, instituciones y normas sociales (PO-

LANYI, 2003). Las ideas de Polanyi proporcionan tanto un marco ontológico en

el que situar las consecuencias del fundamentalismo de mercado como un marco

normativo para criticar las limitaciones de esta ideología. Con ambos instru-

mentos se puede demostrar que el neoliberalismo representa una manera estrecha

de concebir la racionalidad del mercado, ya que conduce a desligar las actividades

económicas de un contexto más amplio de relaciones sociales, instituciones y

normas de las cuales depende la estabilidad socioeconómica. Al final el neolibe-

ralismo es socialmente pernicioso desde el momento en que genera una dinámica

201

mediante la cual se adapta a las sucesivas crisis que él mismo crea. El ciber-

capitalismo no sería sino la última de las adaptaciones del neoliberalismo, la últi-

ma versión del intento de perpetuación de una sociedad injusta.

Polany es una importante fuente para la crítica sociológica de la economía de mer-

cado, y ha sido puesto de nuevo en boga gracias al interés mostrado hacia su obra

por economistas actuales, como por ejemplo el premio Nobel de Economía Joseph

Stiglitz. Desde un punto de vista socioeconómico, es necesario admitir que todos

los mercados, incluso los más libres, se encuentran insertos en contextos más am-

plios. Las instituciones suponen un conjunto de normas, reglas y rutinas en cons-

tante expansión y adaptación a situaciones cada vez más cambiantes y contingen-

tes. Este último aspecto, el de la imposibilidad de un control absoluto sobre todas

las variables que implican el funcionamiento del ciberespacio, ya fue debidamente

analizado en el bloque I a través de la teoría del actor-red de Bruno Latour. Allí

el énfasis en cuanto a las relaciones económicas se pone en aquellos aspectos que

quedan fuera del control de la racionalidad del mercado, ya que en las redes

sociotecnológicas no todo es susceptible de control (véase pag 83). Todos estos

aspectos suscitan serias dudas sobre la viabilidad de un mercado absolutamente

libre que postulan las teorías económicas neoclásicas, ya que impide una organi-

zación del mismo que atienda a valores tales como el bienestar general o la equi-

dad (SMITH, 2005; RODRÍGUEZ POSE et STORPER, 2006). El neoliberalismo

es un constructo social que, por sus características inherentes, imposibilita cual-

quier análisis de la acción racional de los actores individuales y deja de lado cual-

quier consideración moral, con serias consecuencias negativas para una gran parte

de la humanidad (PECK, 2005)., tal y como se ha visto en el capítulo primero de

este bloque

Más en concreto, en las corrientes geográficas interesadas en el neoliberalismo y la

neoliberalización la naturaleza de constructo social de esta ideología queda en evidencia

cuando se demuestra el alto nivel de premeditación de determinadas transformaciones so-

ciales, encaminadas a perpetuarlo o reproducirlo bajo nuevos esquemas. Ello supone

evidenciar que el neoliberalismo es un proyecto político que pretende, y está consiguien-

do, debilitar el estado y convertirlo en un mero actor político necesario para movilizar de-

terminados recursos -como los mecanismos coercitivos militares y policiales, los

impuestos, los recursos ideológicos (tales como la educación y el nacionalismo)- que

permitan la función genérica de mantener cohesionada una sociedad dividida en clases.

202

El neoliberalismo es un producto político en la medida en que la acción del estado favo-

rece las motivaciones propias de unas élites políticas y económicas que detentan el poder.

Dichas élites suponen el sustento ideológico del neoliberalismo como proyecto político,

y la Geografía ha estado atenta desde hace tiempo al proceso en sí, al papel de dichas

élites en el proceso, y lógicamente a su dispersión geográfica, tarea esta última en la que

por cierto la neogeografía puede resultar de gran ayuda, como se explicará en detalle más

adelante.

A este respecto no hay duda de que el neoliberalismo surgió en el ámbito del mundo an-

glosajón a través de redes de conocimiento tanto académicas como no académicas. El

neoliberalismo tiene su casa natal en Estados Unidos y el Reino Unido, y desde allí se di-

fundirá hacia otras zonas de influencia, tratando de expandirse geográficamente como

ideología y entrando en contacto con otros contextos particulares con los cuales híbrida

en ciudades, regiones o estados de Latinoamérica, África, Asia y Europa Oriental.

Peck and Tickell (2002: 388) argumentan que aunque el neoliberalismo “aterriza” de

diferentes maneras en cada lugar, un conjunto de semejanzas familiares entre todas esas

formas permite identificar sus características esenciales, que cristalizan en un conjunto

de filosofías políticas, teoremas económicos y reglamentaciones políticas comunes. De

este modo una adecuada conceptualización geográfica del neoliberalismo debe de estar

atenta tanto a las peculiaridades locales como a los rasgos genéricos.

El nexo de unión entre ambos niveles de análisis proviene de las instituciones que sirven

de bisagra para adaptar dichas características generales a las especificidades particulares,

y que, gracias a la globalización, establecen las reglas de juego mundiales. Estas son la

Organización Mundial del Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y

el Banco Mundial (BM), a las cuales se añade el denominado G8 más recientemente.

Todas estas instituciones establecen una disciplina económica global mediante dos proce-

dimientos: un discurso ideológico y unas prácticas materiales. A través de ambos, los

principios básicos del neoliberalismo se difunden urbi et orbe tratando de conseguir efec-

tos disciplinarios en los gobiernos de las naciones, las instituciones estatales y los ciuda-

danos de a pie.

Este estilo de razonamiento teórico es lo que convierte al neoliberalismo en un objeto

ejemplar de análisis geográfico, desde corrientes que ponen el foco de atención en las

posibles respuestas a dicha ideología y en un compromiso con el cambio social (GARCÍA

RAMÓN, 2005; SEGRELLES, 2005), a otras más empíricas que analizan como los para-

digmas políticos del neoliberalismo se transmiten de un lugar a otro (BONDI et LAU-

203

RIE, 2005), pasando por otras más centrados en las disfunciones entre los programas y

principios liberales y neoliberales (MITCHELL, 2004). En definitiva el neoliberalismo

es un objeto teórico que genera automáticamente una serie de interrogantes geográficos:

- El análisis de la difusión de la ideología neoliberal mediante los procesos políticos

de neoliberalización.

- El análisis de los contextos específicos de la neoliberalización y su articulación a

diferentes escalas.

- El análisis de la hibridación del neoliberalismo con otros proyectos (neoconser-

vadurismo, cibercapitalismo, etc.) y con otras cuestiones sociales (raza, género,

etnia, etc.).

- La reorganización de los espacios públicos y privados de trabajo, servicios so-

ciales, etc.

- El análisis de los movimientos sociales que surgen en respuesta a la neolibe-

ralización y sus efectos.

1.2. El socavamiento del estado

El capitalismo y la neoliberalización pretenden convertir al estado en un simple atributo

funcional para la reproducción de los requerimientos del capital. La conformación parti-

cular de cada estado y su correspondiente forma y contenido político sólo serían factores

territoriales locales, concebidos como una particular forma de las múltiples hibridaciones

del capitalismo que permitirían llevar a cabo una globalización orquestada desde las

instituciones previamente mencionadas, pero siempre con la premisa de la reducción del

gasto público, el debilitamiento del estado del bienestar y la liberalización de sectores

tradicionalmente públicos.

Lógicamente, en aquellas regiones que disfrutan de democracias representativas de

calidad, que por otro lado no representan ni la mitad de los estados del planeta (véase pág.

178), es posible establecer determinados mecanismos de salvaguarda frente a las preten-

siones neoliberales de acumulación del capital, y establecer condiciones regulatorias

particulares para la misma. Ello se tratará en detalle en el último capítulo desde las posibi-

lidades que la neogeografía ofrece en dicho sentido, pero en cualquier caso estaríamos

hablando de la versión “más benévola” de esas particulares formas de hibridación

espacio-temporal de las políticas neoliberales. La democracia no es una condición indis-

pensable para las pretensiones del capitalismo global, antes bien en muchos casos es un

204

estorbo. Todo se globaliza menos la democracia. Por lo tanto, fuera de estos espacios pri-

vilegiados que suponen las democracias representativas, el neoliberalismo es impuesto a

los países en desarrollo a través del ya mencionado Consenso de Washington, promul-

gado por el FMI, el BM y la OMC. Allí donde no hay democracia ésta no es considerada

un requisito indispensable, y allí donde la hay el estado pierde poder frente a los nuevos

espacios de la globalización. Frente a esto, la Geografía Crítica plantea la cuestión de la

relación entre los estados nacionales y las pretensiones de la globalización neoliberal co-

mo un tema crucial, especialmente, aunque no exclusivamente, la Geografía de orien-

tación marxista.

Por un lado el estado ostenta el poder territorial, mediante el cual ejerce su soberanía a

través del monopolio de la violencia y la definición de la legalidad (HARVEY, 2005:

159); por otro lado el estado es también la arena en donde se dirime la lucha de los intere-

ses específicos de clase. Dicho claramente: hay una pugna por el control del estado entre

una ideología neoliberal, normalmente escondida en el ciberespacio, y una ciudadanía

que trata de impedirlo utilizando ese mismo ciberespacio como arma. Existe, como se de-

sarrollará más ampliamente en páginas siguientes, una batalla por el ciberespacio; batalla

en la que la Geografía y sus nuevas versiones tienen mucho que decir y también se juegan

mucho.

Desde este punto de vista el alcance y la extensión de un estado soberano es entendido

como una cambiante situación del equilibrio entre fuerzas sociales: aquellas que preten-

den profundizar en la neoliberalización tal y como ha sido explicada, y aquellas otras que

tratan de contrarrestar dicha influencia. El estado sería el nuevo campo de batalla de la

lucha de clases, y el ciberespacio el contexto y las armas con las cuales esta batalla se

libra. Una batalla desigual, porque el estado cada vez más se pone del lado de los intereses

de clase del capitalismo y utiliza su soberanía, y el monopolio de la fuerza si es necesario,

como instrumentos para forzar, a través de diversas actuaciones políticas e institucionales,

el proyecto ideológico del neoliberalismo. Se pretende una velada pero sistemática reti-

rada del estado de ciertas áreas de actividad consideradas los pilares de la sociedad del

bienestar (educación, pensiones, etc.), y una presencia cada vez mayor en otras áreas en

las que se puedan favorecer procesos políticos y económicos en favor del neoliberalismo.

A su vez dichas pretensiones reciben la correspondiente contestación en forma de movili-

zación y organización colectiva de la sociedad civil. Este proceso dialéctico ha sido con-

cebido en el mundo anglosajón bajo la denominación, previamente explicada, de fases

rollback (enrollar) y rollout (desenrollar) respectivamente. En las fases de rollback el es-

205

tado disminuye sus competencias en beneficio de un impulso a las políticas neoliberales,

mientras que en la fase de rollout ese mismo estado, sus actores e instituciones, tienen

que manejar las consecuencias de las crisis generadas por el neoliberalismo durante las

fases de rollback, pero sin perder de vista el carácter de trayectoria tendencial del proyecto

ideológico neoliberal.

El carácter ideológico del neoliberalismo y su inextricable ligazón con el estado, al cual

parasita en su propio beneficio, ha llevado a que determinadas corrientes de la Geografía

Crítica pusieran un creciente interés en un neologismo acuñado hace un tiempo: la guber-

namentalidad. Como se verá en las páginas siguientes, el proyecto neoliberal utiliza dicha

estrategia para consolidarse, proceso en el que se pueden distinguir tres niveles:

1) La gubernamentalidad.

El concepto de gubernamentalidad es un neologismo utilizado por Michel Fou-

cault (1991) en su estudio sobre las formas de poder político. Es un término que

combina los de “gobierno” y “racionalidad” respectivamente, sugiriendo una for-

ma de análisis político que se centra en modelos de conocimiento que hacen visi-

bles y disponibles los objetos y las formas de gobierno. Según el filósofo francés

“el Estado hoy, como probablemente en el curso de su historia, no tiene esa

unidad, esa individualidad, esa funcionalidad rigurosa, esa importancia sobre

todo, el Estado no es más que una realidad compuesta y una abstracción mitificada

cuya importancia es mucho más limitada de lo que se cree. Lo que es importante

para la modernidad, es decir para nuestro presente, no es tanto la estatalización de

la sociedad cuanto la "gubernamentalización" del Estado. Vivimos en la era de la

"gubernamentalidad" descubierta en el siglo XVIII” (FOUCAULT, 1981: 11).

Lo más interesante de estas palabras, desde el punto de vista del presente trabajo

de investigación, es la estrecha conexión que se establece entre dicho concepto y

la definición de lo público y lo privado en relación con los poderes económicos:

“la gubernamentalización del Estado ha sido sin duda el fenómeno que le ha per-

mitido sobrevivir y muy probablemente el Estado es actualmente lo que es gracias

a esa gubernamentalidad, que es a la vez interna y externa al Estado, ya que son

las tácticas de gobierno las que permiten definir paso a paso qué es lo que compete

al Estado y qué es lo que no le compete, qué es lo público y qué es lo privado, qué

es lo estatal y qué lo no estatal, etc. En consecuencia el Estado, en su supervi-

vencia y en sus límites, no puede entenderse más que a partir de las tácticas gene-

rales de la gubernamentalidad. Podemos, pues, de modo general y por tanto toda-

206

vía aproximativo, reconstruir de este modo las grandes formas y las grandes eco-

nomías del poder en Occidente” (FOUCAULT, 1981: 12).

Según la concepción de Foucault la gubernamentalidad se refiere a modalidades

nuevas y distintas de ejercer el poder, que escapan o no son reducibles en su tota-

lidad a la acción del estado. La gubernamentalidad es concebida como un trabajo

a distancia que busca modelar la “conducta de la conducta”. Eso implica que la

gubernamentalidad se refiere a un amplio abanico de campos de actividad que ini-

cialmente no son vistos como estrictamente políticos, tales como la educación, la

medicina, la religión o la cultura popular. Es una noción que desarrolla una nove-

dosa aproximación al análisis de las relaciones de poder, de manera que no sólo

lo resitúa sino que también evidencia su dispersión y su enajenación respecto de

las acciones soberanas de los estados nacionales, proporcionando una nueva

manera de repensar el tipo de acción a través de la cual el poder es ejercido. Lemke

(2001) argumenta que el trabajo de Foucault sobre la gubernamentalidad pro-

porciona los medios para comprender las relaciones entre conocimiento, estra-

tegias de poder y tecnologías. Desde este punto de vista el neoliberalismo es com-

prendido como “una racionalidad política que trata de condicionar el modelo

económico y social y ligar la reducción de los servicios públicos y de seguridad a

una creciente pretensión de responsabilidad personal e interés personal” (LEM-

KE, 2001: 203). Por otro lado Ong (1999), da cuenta de distintas formas mediante

las cuales la gubernamentalidad es desplegada a través de variadas disposiciones

regulatorias que manipulan el discurso cultural para tratar de convertir selec-

tivamente a la gente en sujetos económicos apropiados para unos objetivos parti-

culares de estrategias de acumulación capitalista. La versión instrumentalizada de

la neogeografía, ya detallada en el bloque I, que considera la “democracia del

consumo” como el núcleo de la misma, es un ejemplo absolutamente adecuado

para comprender dicho fenómeno.

Aunque existen diferencias filosóficas fundamentales entre la concepción mar-

xista y la foucaldiana a la hora de analizar las relaciones de poder en el seno del

capitalismo, también aparecen significativas convergencias entre marxismo y gu-

bernamentalidad desde el momento en que “mientras Marx busca explicar el

porqué de la acumulación de capital y el poder del estado, el análisis de Foucault

de la disciplina y la gubernamentalidad busca explicar el cómo de la explotación

económica y de la dominación política” (JESSOP, 2007:40).

207

Por un lado el marxismo asume las relaciones entre estado y mercado en términos

de movimientos contradictorios de regulación y desregulación, y se centra en

cómo cada discurso, como concepto representativo, es teorizado y materializado

en contextos particulares (TRAUB-WERNER, 2007: 1444-1446); por otro lado,

la gubernamentalidad foucaldiana investiga las modalidades del poder que se si-

túan fuera del estado, al tiempo que el discurso es visto aquí como un concepto

de acción, referido a la combinación de tecnologías y medios de representación.

Ambas posturas son complementarias, de manera que, a pesar de las subyacentes

diferencias filosóficas entre el concepto de gubernamentalidad y la teoría política

y económica marxista, la teoría de Foucault se ha convertido en un punto de refe-

rencia importante en los recientes debates sobre neoliberalización (LARNER,

2003; BARNETT, 2005). La interpretación de un poder disperso, implícita en la

noción de gubernamentalidad, necesita ser reorientada hacia una recentralización

de la soberanía del estado, ya que al final son los estados los que articulan ejecu-

tivamente esa dispersión, al actuar en numerosas ocasiones como correa de trans-

misión de los intereses del neoliberalismo.

2) La gubernamentalidad económica

Aplicado más conretamente a la economía y como complementario del anterior,

surge el concepto de gubernamentalidad económica (AGÜERO, 2010). Aplicado

al proyecto político neoliberal dicha acepción del término gira en torno a la idea

central de gobernar menos pero con más eficacia. El argumento, repetido hasta la

saciedad, es aquél que pretende que la intervención del estado no hace sino buro-

cratizar los servicios por él prestados haciéndolo ineficaz, caro y deficiente. Frente

a ello la privatización permitiría lo contrario: bajo el influjo de la mano invisible

del mercado dichos servicios serían más eficaces y baratos para la administración

pública. En esta nueva racionalidad, los sujetos de derecho sobre quienes el estado

ejerce la soberanía política, son reemplazados por “la población”. De esta manera

el liberalismo se constituye en el marco general de la economía política, en una

razón gubernamental que desplaza a la razón de estado, no sólo garantizando la

libertad como componente central del arte de gobernar, sino también producién-

dola para promover y alcanzar sus propios fines.

No hay duda de que con este enfoque el liberalismo implica un riesgo, por la nece-

sidad de compatibilizar el libre juego de los intereses individuales con el interés

de todos. Ahora bien, la existencia de este riesgo implica a su vez la necesidad de

208

mecanismos de seguridad: la libertad y la seguridad constituyen dos polos opues-

tos de intervención del estado. Esta oposición entre sociedad y estado para Fou-

cault es una relación dialéctica, ya que la sociedad constituye un principio en cuyo

nombre el gobierno liberal debería autolimitarse, pero al mismo tiempo es el

blanco de la intervención gubernamental para promover y alcanzar las libertades

individuales que la forma neoliberal de gobernar requiere. Esta paradoja del libe-

ralismo es el origen de lo que Foucault denomina crisis de gubernamentalidad,

que tiene, como se ha visto, una componente fundamentalmente económica.

¿Cómo se adapta el capitalismo a esta nueva situación?: superando, como se ha

analizado en páginas anteriores, las políticas económicas keynesianas, el interven-

cionismo del estado y los programas sociales que implican aumento del gasto fis-

cal. Es lo que se puede definir como la gubernamentalidad tecnológico-finan-

ciera.

3) La gubernamentalidad tecnológico-financiera

Este nuevo tipo de gubernamentalidad se diferencia de otras formas de guberna-

mentalidad económica previas debido a unas nuevas formas de relación finan-

ciera, y a un nuevo marco institucional manejado por unos agentes del neolibe-

ralismo globales y poderosos (FMI, OMC y BM). Pero quizás el aspecto más

relevante de esta nueva cara del capitalismo sea el uso masivo de las nuevas tecno-

logías, con la evidente finalidad de promover su proyecto político. Interesa recal-

car esta característica dado el objeto final de estudio de este trabajo de inves-

tigación, que no es otro que el impacto de dichas nuevas tecnologías sobre la

Geografía. Ahora bien, ¿en qué contexto emerge esta nueva forma de racionalidad

financiera?, ¿cómo emerge y se desarrolla?, y ¿qué implicaciones se derivan de

este proceso de transformación del trabajo humano en capital financiero? En los

párrafos siguientes se intenta responder a estas preguntas.

Antes de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, cuando ya se perfilaban los países

ganadores de la contienda, se firma en Estados Unidos el acuerdo de Bretton Woods, por

el cual se crea el FMI y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, más cono-

cido como BM. En ellos Estados Unidos se aseguró los votos necesarios para la guberna-

mentalidad financiera del mundo a través de un sistema de cuotas que le permite controlar

de facto dichos organismos (VAN HOUTVEN, 2002). De estas dos instituciones de

gobernanza mundial y alguna más se hablará en las páginas siguientes, tratando de de-

mostrar dos cosas: su carácter profundamente antidemocrático y su papel como agentes

209

de lo que se ha denominado proyecto neoliberal. Pero antes quizás sea conveniente una

breve reseña histórica de cómo y cuándo se ha ido diseñando este proyecto de guberna-

mentalidad tecnológico-financiera neoliberal.

En este sentido, resultan muy útiles algunos estudios sobre la historia del neoliberalismo

publicados recientemente (MIROWSKI et PLEHWE, 2009; MIROWSKI, 2011). Según

los mismos, el círculo neoliberal que se formó alrededor de la Sociedad del Monte Pè-

lerin,32 a finales de los años 40 en Estados Unidos, no sólo consideraba necesaria la pro-

gresiva remoción de todos los elementos del estado social y de las políticas keynesianas;

también aspiraba a extender la tutela del mercado, y de sus mecanismos de autorregu-

lación, a todos los ámbitos de las relaciones sociales y humanas, y no solamente a los a-

suntos económicos propiamente dichos. En sus planteamientos filosóficos y normativos

el mercado, además de un sistema fiable de optimización de las transacciones económi-

cas, constituía un mecanismo normativo de toma de decisión óptimo en todas las rela-

ciones humanas. En otros términos, si la tutela del mercado se pudiese extender a todas

las relaciones humanas y sociales y a todos los dominios que estaban sin regular o regula-

dos de otra forma, el mismo mercado se encargaría de establecer, sin fallo, el óptimo equi-

librio, tanto para las transacciones económicas como para la sociedad en su conjunto. De

este modo, el mercado era una herramienta normativa, un principio ético absoluto más

que un mecanismo regulador de la economía y, por lo tanto, el eje constitutivo de una

utopía política conocida entonces como “el mercado de las ideas” (MIROWSKI, 1994).

Uno de los ámbitos prioritarios para aquellos neoliberales era precisamente el ámbito de

la ciencia y del conocimiento. En su opinión era preciso extender la tutela del mercado a

la ciencia, no solamente para que ciencia e innovación, a través de la comercialización,

pudiesen dar mejores frutos e impulsar la competitividad y el crecimiento, sino también

porque sólo el mercado tenía la competencia necesaria para identificar y premiar la buena

ciencia, penalizando el conocimiento inútil o perjudicial (MIROWSKI, 2011: 13-16). El

objetivo fundamental de esos partidarios del neoliberalismo, por lo tanto, no era la comer-

cialización de la ciencia per se, sino la incorporación de la ciencia y del conocimiento al

32 La Sociedad Mont Pèlerin fue fundada por Friedrich Hayek en 1947 y toma su nombre de una villa famosa, cerca de Montreux, en Suiza, donde se celebró la primera reunión. El objetivo del encuentro fue aglutinar a un grupo de influyentes economistas, filósofos y políticos para ejercer influencia ideológica en el ámbito político, económico y social a favor de la defensa de los ideales del libre mercado sin trabas estatales. Se proponían combatir en el plano de las ideas y a través de sus relaciones con el mundo empresarial y sectores de la dirección política el “ascenso del socialismo” y el keynesianismo. El austríaco Hayek ya había expuesto las ideas centrales de este grupo en su libro Camino de servidumbre, publicado en 1944; <http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/carpeta-3/notas/la-sociedad-mont-pelerin>. [26-05-2015].

210

mercado. Este objetivo, por otro lado, era más de naturaleza ética que económica ya que

esta incorporación se consideraba más una etapa fundamental hacia la realización de una

sociedad más eficiente que un nuevo paso hacia un mayor crecimiento.

En los años 50 estas ideas circulaban entre una minoría de economistas, sobre todo aque-

llos vinculados a la escuela de Chicago, mientras la mayoría de los países occidentales

aplicaban teorías y modelos keynesianos e introducían medidas de políticas públicas o-

rientadas a la construcción del estado social. Pero después del colapso de los acuerdos de

Bretton Woods y las crisis petrolíferas de 1973 y de 1979, las teorías neoclásicas se con-

virtieron en el modelo de referencia para las reformas económicas de los años 80. Durante

esta fase, que ya se ha denominado previamente como el roll-back, el neoliberalismo

empezó a marcar la agenda política, abriendo el camino a las privatizaciones de los ser-

vicios públicos básicos, la reducción de las prestaciones sociales, la desregulación a favor

de la autorregulación de los mercados, la gradual restricción de la acción gubernamental

a temas de política interna y asuntos exteriores, y el establecimiento del individualismo

como principio antropológico dominante (PECK et TICKELL, 2002). En esta primera

fase, la ciencia misma se vio duramente afectada por los recortes de financiación pública

que se introdujeron en Estados Unidos y Reino Unido principalmente, merced a las

políticas neoconservadoras de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.

La caída del muro de Berlín y el final de la guerra fría no hicieron sino potenciar las posi-

bilidades de expansión de este capitalismo neoliberal. Los capitales financieros dejaron

de encontrar trabas en el antiguo bloque comunista, de manera que el esquema occidental

se reprodujo, con las correspondientes adaptaciones a las respectivas idiosincrasias, en

China, Rusia y Europa del Este, dando lugar a tasas extraordinarias de ganancia, favo-

recidas a su vez por las políticas neoliberales impulsadas por el G7, el grupo de países

con mayor poder económico y político en el mundo. Este grupo, liderado por Estados

Unidos e integrado por Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, Japón y Canadá, al que luego

se integra Rusia transformándose en el G-8, gobierna al resto de países del mundo a tra-

vés de políticas financieras que claramente orientan a los mercados financieros interna-

cionales y a los flujos de capitales, establecen los niveles de tasas de interés y tipos de

cambio y supervisan las políticas públicas aplicadas por los gobiernos a través de organis-

mos internacionales como el FMI y el BM.

Gracias a la gubernamentalidad financiera, progresivamente los mercados financieros

fueron reemplazando a los estados merced a la nueva tecnología de poder que son las

computadoras y las bases de datos electrónicas, programadas para administrar flujos de

211

fondos electrónicos desde algún lugar del gran espacio cibernético globalizado. Estos

flujos de fondos son las nuevas mercancías que se negocian en los mercados financieros

como derechos y no como cosas; derechos que a su vez se identifican por registros

electrónicos que expresan la nueva forma de dinero predominante: el dinero electrónico.

En este sentido, las fábricas, las maquinarias, los procesos de producción, los bienes y

servicios, y el mismo trabajo humano, se transforman en dinero electrónico, en flujos de

fondos electrónicos, en el mismo momento o antes de la obtención material de los pro-

ductos y como consecuencia de la acción de los mercados financieros, que transforman

estos productos en derechos que se pueden negociar especulativamente en forma ilimitada

(VIGUERAS, 2009:17).

Un ejemplo de lo afirmado lo constituyen algunas materias primas, como el petróleo o la

soja, cuyo valor no depende de las condiciones materiales de producción, sino de los mer-

cados financieros internacionales donde se negocian como derechos. Mientras estos pro-

ductos se producen y se venden como mercancías en los mercados de petróleo y de gra-

nos, en los mercados financieros se negocian especulativamente varias veces como dere-

chos, generando flujos de dinero electrónico en los mercados financieros que pueden su-

perar varias veces su valor económico real. Esta negociación especulativa de derechos o

de flujos de dinero electrónico, permite que los mercados financieros aumenten arti-

ficialmente la tasa de ganancia del capital. Indudablemente este capitalismo financiero,

es un instrumento mucho más sofisticado y potente que el de las fases de capitalismo

comercial e industrial analizadas por Marx.

El capitalismo ha adoptado diversas formas y contenidos históricos, se ha adaptado a los

más diversos contextos, cambiando constantemente de discurso y produciendo continuas

formas novedosas de explotación, apropiación, acumulación y reproducción del capital.

Visto así, esta nueva fase financiera y electrónica no es más que una de las tantas formas

de despliegue histórico del capitalismo, aunque en este caso no emerge de una situación

de decadencia o declive económico. Antes bien es una reordenación ante las nuevas cir-

cunstancias, la revolución del conocimiento y las nuevas tecnologías, que emergen del

crecimiento económico continuado de tres décadas, del desarrollo tecnológico, de la

expansión de los bancos y las corporaciones transnacionales, y de la formación de feno-

menales masas de capitales financieros depositadas en los bancos y recolocadas en los

mercados internacionales.

Es decir, es una fase superior y más compleja del capitalismo, más sofisticada y con mu-

cho más potencialidad que las anteriores. Y, por supuesto, con mucha más capacidad de

212

destrucción y depredación del medio ambiente, de las condiciones materiales de vida y

de las relaciones sociales (KLEIN, 2015). Escondido en el ciberespacio, este ciber-

capitalismo de nuevo cuño pretende eludir sus responsabilidades en la generación de las

desigualdades geográficas globales que ya han sido detalladas en el capítulo primero.

Pero mientras los procesos financieros se alejan e independizan de sus consecuencias, no

hacen lo mismo respecto de los procesos políticos en el seno de los cuales se generan. Es

decir, los mercados financieros, para crear sus propias condiciones de existencia y sus

propias reglas de funcionamiento, aunque escondidos para la ciudadanía en el mundo

virtual, están muy presentes en la gestión de los estados nacionales, a los cuales utilizan,

al menos en el Occidente desarrollado, para maquillar sus políticas con un barniz pseudo-

democrático. En ese sentido los estados se convierten en agentes del neoliberalismo. En

consecuencia, de manera indirecta y subrepticiamente, los mercados financieros no sólo

no han disminuido sino que han incrementado su capacidad de influir sobre los procesos

productivos y las relaciones sociales de producción. Los cambios en el mundo del trabajo,

provocados por esta nueva forma de gubernamentalidad financiera, han aumentado

enormemente la incertidumbre, la indefensión y la fragilidad de los que viven de su tra-

bajo. El trabajador actual es un esclavo moderno, porque teóricamente es un hombre, pero

en la práctica vive sometido al mando despótico del capital, que diariamente se apropia

de su vida, como trabajador y como consumidor. Además, con los niveles actuales de pro-

ductividad generados por los avances tecnológicos y las posibilidades adicionales de

ganancia que proveen los mercados financieros, los trabajadores aportan cientos de veces

más de lo que reciben como salario. Se puede hablar de un proceso de precarización

estructural del trabajo, que se expresa en nuevas figuras como colaborador, trabajo

flexible, movilidad laboral o subcontratación, entre otras. Este proceso de precarización

laboral deja profundas marcas en los trabajadores y es constitutivo de nuevas identidades

(“mileurista”, “precariado”, etc.).

2. Ideario político del neoliberalismo

Las estrategias políticas del neoliberalismo son fáciles de detallar, puesto que son los

objetivos últimos de sus defensores corporativos. Desde los presupuesto de la Geografía

de orientación marxista el neoliberalismo es un proyecto mundial para superar la crisis

capitalista, revitalizar la hegemonía de la clase dominante, y perpetuar la acumulación de

capital a escala internacional (HARVEY, 2010; ROBINSON, 2008). Ello se llevaría a

213

cabo mediante la expansión de las industrias financieras y las nuevas tecnologías, el debi-

litamiento de las organizaciones de defensa de los derechos de los trabajadores, la de-

construcción del aparato del estado keynesiano, y la mayor concentración de riqueza glo-

bal que el mundo moderno haya visto jamás. De todos estos aspectos y alguno más se o-

frece una detallada explicación a continuación.

2.1. Los fines

El nuevo proyecto cibercapitalista persigue unos objetivos claramente identificables.

Pueden ser detallados en forma agrupada como sigue:

A) Producción transnacional flexible

En el núcleo del proyecto de clase neoliberal está el intento de constituir un régi-

men de acumulación global organizado alrededor de cadenas de producción trans-

nacionales flexibles, producción y manufacturas just in time, y una financia-

rización intensa. Esto implica un desplazamiento desde un “mercado global inte-

grado a una producción global integrada” (ROBINSON, 2008: 133), en la cual el

capital transnacional desarrolla redes externas mediante una miríada de firmas

alrededor del mundo integradas en procesos de producción globales. Ello supone

un elevado incremento de la inversión directa en el extranjero, junto con el

aumento de las filiales de las grandes corporaciones internacionales, fusiones

transfronterizas y la propiedad internacional de acciones y capital. Con esta nueva

forma de organización económica el capitalismo monopolístico es superado por

otros modelos de acumulación más flexibles, en los cuales las compañías se con-

vierten en complejas redes de abastecedores, productores, subcontratistas, distri-

buidores, transportistas y financieros. Esta integración flexible de la producción

ayuda a conseguir dos propósitos más del nuevo proyecto neoliberal de los que se

hablará a continuación: socavar los intereses de los trabajadores, allí donde estos

se encuentran fuertemente organizados, y disciplinar a los estados nacionales

reticentes a cooperar en este nuevo modelo de organización económica. Y todo

ello, además, escapando a unos mínimos requerimientos de control democrático

merced a las nuevas tecnologías, que en este caso permiten a las grandes

transnacionales emboscarse “en la nube”. Combatir esta opacidad, como se verá

en el tercer capítulo de este bloque, es una de las tareas a las que las nuevas herra-

214

mientas de la neogeografía pueden ayudar con gran eficacia si el enfoque de la

utilización de las mismas es el adecuado.

B) El triunfo sobre el trabajo

El debilitamiento de las organizaciones de trabajadores es una “precondición

necesaria para la neoliberalización” (HARVEY, 2005: 116), y para el estable-

cimiento de un régimen flexible de acumulación. Esto es así porque, bajo las

condiciones laborales del estado keynesiano, las ventajas regionales del capita-

lismo disminuían cuando subían los costes de los salarios. Por tanto, cansados de

tasas elevadas, acuerdos colectivos, regulaciones medioambientales y sociales, y

otros tipos de barreras al ánimo de lucro, los capitalistas se deben de trasladar a

nuevos entornos sociales en los que los recursos humanos sean menos costosos de

mantener. A causa de ello emerge un mercado laboral global desregulado que des-

mantela progresivamente las provisiones del estado del bienestar, y promueve la

expansión sin control de las finanzas y el comercio, tal y como las imponen insti-

tuciones de gobernanza mundial no democráticas, tanto por la manera en que se

han conformado como por la ausencia de mecanismos democráticos de control

sobre las mismas.

Pero, como efecto colateral, al dificultar la imposición de tarifas sobre los bienes

y servicios prestados (la famosa tasa Tobin, por ejemplo), o al oponerse a las regu-

laciones sobre seguridad y salud, aunque se crean las condiciones ideales para una

hipermovilidad global capitalista, se daña por otro lado la competitividad a escala

global de los países del Primer Mundo. Como las regiones desarrolladas compiten

con aquellas otras en las que los costes laborales son menores, se ven forzadas a

socavar su correspondiente estado del bienestar para prevenir la descapitalización

y la huida de las inversiones. Al final las condiciones de trabajo, también en los

países desarrollados, se ven seriamente dañadas cuando los costes laborales a ni-

vel global disminuyen para maximizar el beneficio. En los países capitalistas

avanzados este proceso ha llevado a la desindustrialización, la caída de los sala-

rios, el aumento de las horas laborales, la inseguridad laboral, y a un desgaste

generalizado de las provisiones del estado del bienestar (ROBINSON, 2008).

Mientras tanto el capital toma ventaja gracias a una fuerza de trabajo “más compe-

titiva” en regiones de Asía, Latinoamérica o África, en donde los trabajadores per-

manecen mal pagados y expuestos a unas condiciones de trabajo peligrosas, cuan-

do no sometidos a la esclavitud. Incluso los trabajadores de algunas de estas regio-

215

nes de reciente desarrollo industrial no están a salvo de la desinversión cuando es-

te conglomerado tecno-capitalista encuentra mano de obra más barata o una regu-

lación menos exigente en cualquier otra región del mundo.

C) Marchitando el estado keynesiano

El papel del estado neoliberal es crear y preservar un marco institucional que per-

mita mantener un sistema de mercado caracterizado por la libertad empresarial,

fuertes derechos de propiedad privada, mercado libre y comercio libre, con inde-

pendencia de la voluntad de los poderes públicos democráticos. Por lo tanto, uno

de los objetivos fundamentales de las reformas neoliberales es el desman-

telamiento del estado keynesiano en favor de estados neoliberales que se integren

en aparatos transnacionales, aislados del control y la participación democráticas.

El ascenso del neoliberalismo durante los pasados cuarenta años ha supuesto la

progresiva desaparición, país tras país, del aparato regulatorio keynesiano, me-

diante una serie de reformas que incluyen la eliminación de los controles sobre el

capital, la supresión progresiva de los servicios sociales y las regulaciones nacio-

nales, las privatizaciones masivas, la abolición de los subsidios, y la integración

regional y global de los mercados a través de acuerdos de libre comercio e institu-

ciones de gobierno internacionales, como la OMC, que incluso han vencido “la

resistencia de países desarrollados como Francia, Japón y otros, a abandonar sus

tradicionales políticas de proteccionismo económico-social en diferentes rubros

del comercio y la producción” (RAMOS, 2002: 85).

Aunque tales acciones son usualmente llevadas a cabo voluntariamente por los

gobiernos reformistas de corte neoliberal “el poder estructural de la economía

global induce nuevas formas de disciplina en los estados nacionales”

(ROBINSON, 2008: 184). Gran parte de ello sucede gracias a la consolidación de

instituciones de gobernanza global antidemocráticas y al servicio de los intereses

del neoliberalismo, principalmente el FMI y el BM. A ellos se hará referencia de

una manera detallada en breve bajo el epígrafe “los agentes del neoliberalismo”.

Baste ahora citar algunos ejemplos que ilustran la manera en que estas institu-

ciones imponen su disciplina:

- Antes de la crisis financiera de 1998 algunos “tigres asiáticos”, como

Malasia, Corea del Sur y Tailandia, presentaban impresionantes tasas de

crecimiento, merced a la puesta en práctica de políticas proteccionistas

tales como las restricciones a la propiedad en manos de extranjeros, el blo-

216

queo selectivo de algunas importaciones, y un férreo control estatal sobre

las industrias estratégicas (KLEIN, 2007: 267). Cuando la crisis forzó a

los desesperados “tigres” a solicitar crédito al FMI, en contraprestación

por estos préstamos de emergencia el FMI forzó a los solicitantes a “aban-

donar el proteccionismo comercial e inversor y el activismo interven-

cionista estatal que habían sido los ingredientes clave del milagro asiático,

lo cual condujo a una ola de privatizaciones, despidos masivos y caída de

las empresas más poderosas de la región que fueron posteriormente vendi-

das a capital extranjero” (KLEIN, 2007: 269).

Aunque estas reformas fueron altamente impopulares, la crisis de las ma-

nufacturas asiáticas obligó a estos países a aceptar los dictados del FMI.

Esto es así porque los mercados financieros globales pueden imponer sus

propias preferencias políticas sobre naciones que están integradas en cir-

cuitos globales de acumulación capitalista. De esta manera la simple

“amenaza de la fuga de capitales se ha convertido en el mecanismo prin-

cipal mediante el cual el capitalismo transnacional ejerce su poder estruc-

tural sobre estados y poblaciones locales” (ROBINSON, 2008: 263).

- El siguiente caso sirve a su vez para desenmascarar el papel de las a-

gencias de evaluación de riesgo privadas -por ejemplo Standard and Poors

Rating Group o Moody’s Investor Service- como guardianes de la orto-

doxia neoliberal, desde el momento en que la calificación otorgada por las

mismas puede provocar la huida de capitales de un país. Por ejemplo, du-

rante su candidatura a la presidencia de Brasil Lula da Silva presentaba un

programa manifiestamente antineoliberal, basado en la redistribución de

la tierra, la expansión de los programas sociales y la renegociación de la

deuda. En respuesta a ello las citadas agencias lanzaron sus reco-

mendaciones contra Brasil ocasionando la fuga de miles de millones de

dólares de Brasil y colocando al país al borde de la bancarrota (RO-

BINSON, 2008: 273). Lula fue forzado a modificar radicalmente su plata-

forma electoral, plegándose a las políticas de ajuste del FMI y prometiendo

cumplir con los compromisos de deuda del país. El caso de Brasil no es el

único: durante las primeras décadas del neoliberalismo dicho proyecto po-

lítico avanzó teniendo enfrente la oposición de la mayoría de la población

en los países de América Latina y Asia, en donde se imponían medidas

217

acordes con el ideario neoliberal. De hecho muchos gobernantes llegaron

al poder con un programa político antineoliberal. Pero una vez en el poder

dichos gobiernos sucumbían uno tras otro, igual que en el caso de Brasil,

a las presiones de los mercados financieros e instituciones de gobernanza

económica global, el FMI, el BM y la OMC principalmente. En la mayoría

de los casos (Carlos Menem en Argentina o Alberto Fujimori en Perú, por

ejemplo) dichos líderes perdieron posteriormente el poder a manos de un

electorado desencantado, tan sólo para ser reemplazados por nuevos candi-

datos antineoliberales que se vuelven a enfrentar a ese mismo tipo de pre-

siones (Evo Morales en Bolivia o Rafael Correa en Ecuador). Des-

graciadamente los ejemplos propuestos también se pueden extrapolar a la

última de las crisis de gobernanza global, y a sus efectos sobre las políticas

económicas llevadas a cabo en algunos países de la Unión Europea. Las

políticas de ajuste de los últimos años en España, Grecia, Italia, Portugal

e Irlanda, y en menor medida en el resto de países de la zona euro,

corresponden al mismo patrón de comportamiento, con la salvedad de que

en este caso a los ya citados FMI, BM, se debe de añadir el Banco Central

Europeo (BCE) para conformar lo que se ha dado en llamar la “troika”.

D) La desregulación financiera.

La desregulación y la expansión de los mercados financieros promovidas por los

agentes del neoliberalismo han demostrado una extraordinaria eficacia para el

mantenimiento de una sociedad desequilibrada. Las nuevas fuentes de acumu-

lación que la desregulación produce no requieren una fuerza de trabajo organizada

con la cual compartir los beneficios. Más aún, esta globalización financiera de-

muestra una naturaleza extremadamente depredatoria, con un sistema de crédito

convertido en el mayor y más poderoso medio de extracción de riqueza por parte

del capital financiero al resto de la población. Prácticas de capitalismo salvaje,

como las tasas abusivas sobre las tarjetas de crédito, la denegación de liquidez en

momentos críticos para determinadas empresas, las promociones de stocks acu-

mulados -en el caso español para la vivienda-, el incremento de las aportaciones

de los fondos de pensiones, la manipulación de tasas de interés, etc., se han con-

vertido en algo común. Mediante estas prácticas las élites económicas han

acumulado enormes fortunas sin ver prácticamente amenazado su poder político,

social y económico.

218

Simultáneamente “los mercados financieros globales encuentran cada vez más

fácil coordinarse en un sistema transnacional de acumulación de producción y

capital flexible, trasladando la producción, la mano de obra y los capitales de un

sitio a otro con una facilidad nunca vista hasta ahora “ (McGUIAN, 1999: 386).

Efectivamente, nunca hasta ahora había sido tan fácil desinvertir en una región y

reinvertir en cualquier otra, permitiendo a las grandes corporaciones ningunear las

tasas locales, las demandas de los trabajadores o las reglamentaciones locales. La

desregulación financiera y de los mercados de crédito también permite al capital

manipular las crisis financieras en regiones enteras. Esto es precisamente lo que

ocurrió en el Sudeste Asiático y América Latina en la década de los 90.33 Allí la

convergencia de una fuga masiva de capitales, junto a un incremento espectacular

de la deuda dejó libre de manos al FMI para exigir mayores cuotas de priva-

tización y desregulación, lo cual a su vez supuso la transferencia de más propie-

dades y poder a aquellos que estaban en disposición de crear crédito. En el caso

de la crisis financiera de los años 90 “en todos los casos los programas exigieron

restricciones monetarias, incrementos de impuestos y políticas de limpieza

financiera” (LÓPEZ, 1999: 132).

Al mismo tiempo las regiones en crisis citadas sufrían desempleo masivo, pérdida

de poder adquisitivo e incremento de las tasas de pobreza. La pérdida de activos

nacionales se vio acompañada, en un círculo vicioso, por un aumento de la deuda

postcrisis, que de nuevo fue utilizada por los prestamistas internacionales para de-

mandar incluso más reformas neoliberales.

La novedad en todo este fenómeno es que, aunque hasta ahora tan sólo ocurría en

los países en desarrollo, dicho empoderamiento de las élites dirigentes mediante

el manejo de las crisis financieras ha llegado ya al corazón mismo del Occidente

desarrollado. Durante el colapso global de 2008 el capitalismo ha mantenido el

mismo carácter depredador y salvaje descrito en los ejemplos anteriores. En esen-

cia, la desregulación neoliberal y la integración global de los mercados finan-

cieros, combinada con una movilidad global de capitales sin parangón, motivó

una devaluación de los activos financieros globales debido al estallido de la bur-

buja de la deuda estadounidense (HOPE, 2010). Trasladada la crisis a Europa,

33 Antes de la reciente crisis del año 2008, se pensaba que era “la peor crisis de Asia desde la Segunda Guerra Mundial. Otros afirman que puede representar la mayor amenaza para la estabilidad económica y política del mundo desde la crisis petrolera de los años ochenta” (Diario Fortune, 17 de Febrero de 1998).

219

cientos de miles de millones de euros han tenido que ser inyectados en el sistema

para reflotar el sector financiero y bancario, normalmente garantizados por bonos

gubernamentales a pagar a las mismas instituciones financieras rescatadas

(THOMPSON, 2010). Este dinero ha sido utilizado para comprar los

denominados “activos tóxicos” de la mayoría de las instituciones financieras

afectadas por la crisis. Pero, tan pronto como los paquetes de reflotación de la

banca habían sido negociados, los mercados financieros comenzaron a ejercer

presión sobre los gobiernos benefactores para que redujeran sus niveles de deuda

mediante el recorte del gasto en servicios públicos. De esta manera, los ciuda-

danos de países como España, Italia o Inglaterra se encontraron con que, después

de haber financiado la reflotación de las entidades en riesgo, tenían que arrostrar

severas medidas de austeridad, impulsadas por esas mismas élites a las que habían

socorrido y por sus aliados políticos. Para mayor escarnio, esas ingentes canti-

dades de dinero utilizadas para rescatar a la banca eran utilizadas para comprar

otros bancos o mejorar la situación interna de otros, en vez de, por ejemplo, para

ayudar a las personas en riesgo de deshaucio o a las pequeñas empresas con difi-

cultades crediticias. En definitiva, gracias a esta crisis la industria financiera se ha

concentrado más que nunca (NOLAN et ZHANG, 2010), mientras que el resto de

la población se enfrenta a la realidad del desempleo y a la amenaza inmediata de

más medidas de austeridad.

E) Acceso a los mercados globales.

Los mercados financieros globales no son los únicos que el neoliberalismo preten-

de integrar y controlar. Se han establecido igualmente, y por el mismo proce-

dimiento, mercados globales para las materias primas. El ingreso de Méjico en la

North Atlantic Free Trade Association (NAFTA), por ejemplo, supuso la elimi-

nación de las tierras agrícolas comunales, que fueron privatizadas y vendidas a

bajo precio a propietarios foráneos, provocando el desplazamiento de miles de

campesinos y la devaluación de los mercados de trabajo locales. De la misma ma-

nera, durante las últimas décadas las corporaciones de extracción de recursos natu-

rales han estado trasladando sus operaciones desde los países desarrollados a los

subdesarrollados, especialmente en Latinoamérica y África. Detrás de estos movi-

mientos están las políticas neoliberales de liberalización comercial y de inver-

siones que, a través de presiones directas por parte de las instituciones financieras

internacionales y mediante acuerdos de comercio, consiguen de los países en desa-

220

rrollo las regulaciones estatales que les convienen. Así por ejemplo ya en 1995 un

gran número de países africanos “enmendaron sus regulaciones sobre la minería

para hacerla más atractiva a los inversores extranjeros” (REED, 2002: 204); mien-

tras, en Latinoamérica se producía una vuelta a la falta de protección en el trabajo,

la bajada de impuestos sobre los beneficios empresariales, y el consecuente incre-

mento de los beneficios empresariales (REED, 2002: 206).

F) La erosión de la democracia

Según todo lo dicho hasta ahora, parece evidente que el ascenso de regímenes

neoliberales y su sistema de acumulación capitalista flexible representan una

profunda amenaza para cualquier tipo de definición significativa de democracia.

La erosión de cualquier intento serio de participación por parte de la ciudadanía

en las decisiones políticas y económicas de una sociedad -aspecto imprescindible

de cualquier democracia de calidad- es un componente clave del neoliberalismo

globalizado. Socavando esta posibilidad de participación, el capital adquiere una

creciente capacidad de veto sobre las posibilidades de la población para deter-

minar su propio destino económico mediante la negociación de sus derechos so-

ciales y laborales, al mismo tiempo que las provisiones sociales del estado del

bienestar son trituradas para hacer regiones enteras más atractivas a la inversión

privada. El acceso restringido a los mercados globales, controlado por organismos

regulatorios y marcos legales internacionales, impide el control ciudadano sobre

la legislación laboral o las regulaciones comerciales. La integración en mercados

financieros globales no sólo incrementa la capacidad del capital para imponer la

disciplina laboral sino que también sojuzga gobiernos enteros, reduciendo dramá-

ticamente el espectro de posibilidades de participación política. Deliberadamente

las instituciones de gobernanza global han sido diseñadas para escapar a cualquier

tipo de control democrático, de manera que este proyecto neoliberal globalizado

socava directamente la capacidad de las poblaciones locales para controlar su

propio destino económico, social y político. No se puede concebir nada más tóxico

para la democracia que este tipo de política económica. En el capítulo siguiente,

utilizando herramientas propias de las nuevas tecnologías y la neogeografía, se

aportan numerosos ejemplos de este deliberado debilitamiento de la democracia.

G) Concentración de la riqueza.

Bajo estas circunstancias, como Harvey explica, el resultado del neoliberalismo

globalizado ha consistido en “redistribuir más que generar renta y riqueza” (HAR-

221

VEY, 2010: 156). Contrariamente al dogma neoliberal, las reformas anterior-

mente detalladas han supuesto el estancamiento o el colapso económico de alguno

de los países que las adoptaron. La situación de estancamiento o incluso retroceso

de algunos indicadores básicos de bienestar, tal y como de detalló en el capítulo

cuarto del, así lo demuestra. Simultáneamente las astronómicas cifras de la deuda

internacional han supuesto un flujo de dinero desde los países deudores hacia las

instituciones crediticias de los países acreedores equivalente a 50 planes Marshall

(HARVEY, 2010), lo cual ha tenido su reflejo en unos niveles de concentración

de riqueza vergonzosos: según OXFAM, en 2015 las 80 personas más ricas del

planeta han acumulado la misma riqueza que 3.500 millones de pobres; además

estima que en 2016 el 1% más rico tendrá tanta riqueza como el otro 99%.34

A pesar de estos catastróficos resultados el neoliberalismo se mantiene como la

ideología económica dominante en nuestras sociedades, sin prácticamente crítica

desde las principales corrientes de opinión y de organización política. Aunque el

tributo pagado a los principales centros financieros del mundo es sofocante “el

núcleo fundamental de lo que el neoliberalismo ha sido todo este tiempo perma-

nece incuestionado” (HARVEY, 2010: 118), convirtiéndose en un ejemplo per-

fecto de ideología dominante en el sentido marxista-gramsciano: aquel que se

presenta a sí mismo como inevitable, natural y ampliamente beneficioso, al mismo

tiempo que mantiene intactos los intereses de las clase dominante. Esto a su vez,

no sería posible actualmente sin el concurso de las nuevas tecnologías de la infor-

mación y comunicación. Desde este punto de vista las TICs se nos revelan como

un “arma”, quizás la más poderosa en la actualidad, en torno a la cual pivotan las

posibilidades de cambiar este orden social injusto para unos, o de mantenerlo y

perpetuarlo para otros. Este aspecto habrá de ser tratado en detalle en el tercer

capítulo de esta obra, cuando se estudien las posibilidades que conceptos ya ana-

lizados, como voluntariado geográfico o participación ciudadana, ofrecen desde

una perspectiva geográfica y neogeográfica.

34 <https://www.oxfam.org/...oxfam.../cr-even-it-up-extreme-inequality-29101>. [15-06-2014].

222

2.2. Las estrategias y los medios

Las nuevas tecnologías, cuando están al servicio de los intereses del neoliberalismo, son

utilizadas para socavar los derechos sociales y laborales, aupar las redes de información

al servicio de las economías simbólicas y promocionar el ascenso de una economía global

tecnológicamente cosificada. Es lo que en el bloque I de este trabajo se denominó funda-

mentalismo tecnológico, merced al cual el mundo virtual podría sustituir al real en una

especie de tecnoutopía. Esta transformación social, la denominada revolución del cono-

cimiento, descrita exclusivamente como fenómeno tecnológico, oculta el hecho de que

está al servicio en numerosas ocasiones de los intereses y aspiraciones hegemónicas del

neoliberalismo, al tiempo que ayuda a conformar las condiciones a través de las cuales se

producen los cambios sociales y tecnológicos sin los cuales el neoliberalismo globalizado

de acumulación por desposesión simplemente no existiría.

Desde el principio mismo de las respuestas del capital a las crisis de acumulación, ocu-

rridas durante los años 70 del pasado siglo XX, la alta tecnología se vislumbró como un

recurso imprescindible a la hora de perseguir métodos de acumulación de capital más

flexibles, y que permitieran solventar las contradicciones inherentes a esa fase del capita-

lismo. Así hay que entender la inversión masiva en TICs por parte tanto de la empresa

privada como del sector público. Estas inversiones fueron entendidas como comple-

mentarias al emergente sistema de acumulación por desposesión y a la expansión de la

ideología neoliberal sobre la que se fundamentaba, haciendo técnicamente factible aque-

llo que el neoliberalismo hacía políticamente posible. Consecuentemente, “Para algunos,

se trata de la new age, es decir, una edad de oro representada por el modelo esta-

dounidense, que se caracteriza por un crecimiento económico vigoroso y permanente de-

bido los beneficios de las nuevas tecnologías y de la economía de mercado” (PLIHON,

2003: 8). Tal sistema requiere de la capacidad de acumular, almacenar, gestionar y negó-

ciar ingentes cantidades de información que son a su vez las que permiten tomar las deci-

siones en los mercados globales y coordinar las inversiones internacionales, la finan-

ciación, la producción y los flujos transnacionales. De hecho, esta retórica ciberutópica

es una descripción glorificada de las redes de telecomunicación globales necesarias para

una correcta gestión de los mercados financieros. Estos últimos son en esencia economías

virtuales que “sólo son posibles gracias a las tecnologías que impulsan la movilidad finan-

ciera de capital mediante una espectacular reducción de los costes de comunicación y

transferencias” (McGUIAN, 1999: 108). El establecimiento de redes financieras globales

223

está indisolublemente unido al desarrollo y proliferación de redes de telecomunicación.

Como ya se ha comentado, el establecimiento de este sistema, en el cual el capital global

puede moverse dentro y fuera con absoluta libertad y flexibilidad es también imprescin-

dible para conseguir el objetivo neoliberal de socavar el estado.

Las fugas masivas de capital que desestabilizaron el Sudeste Asiático, Latinoamérica, y

en la actualidad el Occidente desarrollado, allanando el camino para la transferencia de

riqueza a una élite global y la imposición de una determinada disciplina de mercado a los

gobiernos nacionales, simplemente no hubieran sido posibles sin una red de teleco-

municaciones global de apoyo al sistema financiero. Los cambios sociales tan entusias-

tamente predichos por los gurús del ciberutopismo (página 71) ayudan también a conse-

guir los objetivos de la agenda neoliberal. La posibilidad de coordinar las transacciones

del mercado global y la producción en cadena transnacional requiere unos sistemas de co-

municación, transporte y automatización que permitan al capital convertirse en global,

por tanto los avances en TICs y otras tecnologías afines facilitan a las grandes

corporaciones transnacionales coordinar una producción flexibilizada mediante

complejas redes de productores, abastecedores, subcontratistas, distribuidores, trans-

portistas y financieros, para manejar flujos de capitales globales entre diferentes continen-

tes con una facilidad nunca antes conocida. Esto ha permitido conseguir el objetivo neoli-

beral de trasladar la producción a las regiones con bajos costes salariales, al tiempo que

incrementaba la movilidad del capital, favoreciendo a las corporaciones la posibilidad de

invertir y desinvertir en diferentes regiones de manera más rápida y barata.

De la misma manera que las redes tecnofinancieras permiten establecer una disciplina

sobre los gobiernos nacionales, las redes de telecomunicación globales establecen esa

misma disciplina sobre las condiciones laborales, bajo la amenaza de desinvertir en busca

de salarios más baratos, tasas sobre los beneficios inferiores, y regulaciones más laxas.

Las nuevas tecnologías, por lo tanto, juegan un papel fundamental a la hora de hacer

competir a unos trabajadores con otros a escala global, de manera que aquellas regiones

en las que se fortalezcan o protejan más las condiciones laborales corren el riesgo de ver

como el trabajo es exportado a otras en donde esté garantizada un menor nivel de demanda

en cuanto a la calidad de las condiciones de trabajo. Este fundamentalismo tecnológico

que sitúa a las TICs como uno de los recursos económicos esenciales en la sociedad de la

información, eclipsando a la fuerza de trabajo y al capital industrial, es uno de los pilares

básicos sobre los que se sustenta la ideología neoliberal, ya que internacionaliza las cade-

nas de producción para explotar mejor a una fuerza de trabajo global barata, al mismo

224

tiempo que disciplina a los gobiernos nacionales para desregular sus propias mercados la-

borales, no sólo en los países en desarrollo sino también en el Occidente desarrollado.

Los ejemplos al respecto son innumerables. Como botón de muestra, y haciendo refe-

rencia a la regulación laboral española, se puede citar la reciente injerencia del FMI en

el poder judicial, Dicha institución internacional "parece querer convertirse en una divi-

nidad de adoración obligatoria", al reprochar a los jueces españoles estar perjudicando la

reforma laboral del gobierno español con una interpretación restrictiva de los despidos.

Es la opinión del portavoz de Jueces para la Democracia, Joaquim Bosch, que ha criticado

duramente en un comunicado al FMI por sugerir "la supresión del poder judicial en ma-

teria laboral y la vuelta a las relaciones laborales del siglo XIX" (Diario digital Público,

30-01-2014).35

Lo que se pretende con este tipo de insinuaciones es que finalmente gran parte de la clase

trabajadora de los países desarrollados permanezca desorganizada y fuertemente explo-

tada. El hecho de que las poblaciones locales se encuentren sobrepasadas por la globa-

lización neoliberal es algo que los fundamentalistas de las nuevas tecnologías pasan por

alto. Ciertamente, para ellos la emergencia de una política económica aislada de las pre-

siones de los requerimientos estatales es una premisa básica, pero que tal aislamiento tam-

bién supone una merma sustancial de los derechos ciudadanos es sin embargo ignorado.

La fetichización del conocimiento, asociado a las nuevas tecnologías como un recurso es-

tratégico de la sociedad, refuerza subrepticiamente la ideología neoliberal en otros mu-

chos aspectos, ignorando deliberadamente dos cuestiones:

- Información no es conocimiento, tal y como se analizó en páginas anteriores.

- Poniendo el acento sobre la información, antes que sobre los recursos laborales o

las instituciones políticas, se sientan las bases para el socavamiento de la partici-

pación ciudadana. Al mismo tiempo que las formas tradicionales de empo-

deramiento ciudadano son erosionadas, se ofrece como alternativa nuevas y re-

lumbrantes formas de un “infopoder” descentralizado que se ejercería a través de

redes tecnológicas de nuevo cuño. Como ya ha sido analizado con anterioridad,

estas nuevas formas de participación ciudadana distan mucho en la mayoría de

ocasiones de suponer un proceso verdaderamente democrático, toda vez que

prima una visión instrumentalizada, merced a la cual se da por hecho que todo el

mundo tiene acceso a las nuevas tecnologías, cosa de todo punto falsa, y que la

35 <http://www.publico.es/actualidad/portavoz-jueces-democracia-fmi-cree.html>. [23-04-2015].

225

información que se obtiene a través de las mismas, fundamentalmente internet, es

siempre objetiva y no condicionada.

Pero aunque la agenda neoliberal de desregulación global del mercado laboral sería impo-

sible sin las nuevas tecnologías, requiere igualmente el concurso de una estructura neo-

liberal global, que se ha venido gestando durante los último cuarenta años, y que ha elimi-

nado progresivamente las barreras al comercio y las finanzas. Nuevas tecnologías y con-

solidación institucional van de la mano para mantener un frente ideológico común, cuyo

núcleo básico es la promoción de la ideología neoliberal y el desgaste de la capacidad de

la ciudadanía para ejercer el control sobre las instituciones que sustentan aquella. ¿Cuáles

son las estrategias y los medios mediante los que se promociona el neoliberalismo? Se

consideran como los más relevantes los siguientes:

1) Promoción del neoliberalismo tecnológico como ideología hegemónica.

Las similitudes entre neoliberalismo y determinismo tecnológico son más que

evidentes, sin embargo es apropiado explorar con un poco más de intensidad

cómo ambas posturas trabajan de manera conjunta como parte de un sistema hege-

mónico basado tanto en la coerción como en el consentimiento. Ambas tendencias

se complementan mutuamente. Por un lado la coerción es el resultado del poder

disciplinario que se desprende de la globalización del capital, en un régimen de

acumulación flexible instaurado por las reformas neoliberales y con la cobertura

ideológica del determinismo tecnológico. Por otro lado el consenso es obtenido

gracias a la legitimación de ese mismo constructo ideológico en el discurso públi-

co. Desde Gramsci muchos intelectuales han redefinido el concepto de ideología,

concibiéndolo como un sistema vagamente coherente de visiones del mundo, na-

rrativas, valores y normas, utilizados para justificar, desafiar o interpretar un orden

político y social dado, normalmente mediante la invocación de una visión ideal

del mundo social (TAYLOR, 2000; LAKOFF, 2010). Fundamental para esta

definición de cualquier ideología son los marcos -las metáforas, las representa-

ciones simbólicas y los dispositivos cognitivos- incrustados dentro de una ideolo-

gía, y que unidos constituyen un sistema ideológico (LAKOFF, 2010). Como los

científicos cognitivos demuestran, la racionalidad cognitiva humana es indisocia-

ble del marco conceptual con el que interpretamos nuestra concepción de los he-

chos y los acontecimientos. Nuestra comprensión de cualquier hecho depende, por

lo tanto, del citado marco conceptual (narrativa, metáforas, sistemas de valores,

etc.) que utilizamos para interpretar el mundo social. La activación de uno sólo de

226

dichos aspectos desencadena la activación de los otros relacionados con él,

fortaleciendo la coherencia de todo el sistema (LAKOFF, 2010: 72).

Desde el momento en que las ideologías pueden ser concebidas como sistemas de

estructuras interrelacionadas que conjuntamente componen un marco interpre-

tativo más o menos consistente, la exposición repetitiva al lenguaje de dicha es-

tructura ideológica activará y fortalecerá los sistemas mutuamente interconec-

tados que diseñan el sistema ideológico en su totalidad. Este proceso genera un

entramado en el cual nuevas estructuras ideológicas se añaden a aquellas pre-

viamente aceptadas por las personas, en una especie de efecto cascada. Si estos

marcos estructurales de un sistema ideológico se convierten en los dominantes, y

en aquellos a través de los cuales la mayoría de los individuos interpretan la rea-

lidad social, se cosifican como el “sentido común” de un sistema de valores que

se convierte así en hegemónico. Es precisamente este efecto cascada conceptual

el que explica los lazos establecidos entre neoliberalismo y nuevas tecnologías

como componentes indisociables de un proyecto hegemónico que pretende en-

marcar el oren social mundial emergente y legitimar sus reglas. El neoliberalismo

y el determinismo tecnológico tienen una herencia común, emergiendo desde una

élite cuyo núcleo central es el sistema capitalista. Dicho en pocas palabras: los

marcos conceptuales del determinismo tecnológico y del capitalismo son comple-

mentarios y se retroalimentan mutuamente. Esta emergencia dual es debida a la

existencia de un proyecto común neoliberal de clase, encaminado a superar el des-

gaste de la clase dominante y la crisis de acumulación del capital de los años 70

del siglo XX. Dicho proyecto vislumbró en la combinación de ambas teorías la

posibilidad de reorganizar las políticas económicas nacionales alrededor de un

sistema de acumulación flexible global y de corte neoliberal, sustentado por las

nuevas tecnologías y las reformas económicas. Esta combinación teórica no es

nada sorprendente: la ideología capitalista ha otorgado desde siempre un espacio

privilegiado a la tecnología como factor clave del crecimiento capitalista. En parte

esto es el resultado de la importancia central que se otorga al desarrollo tecno-

lógico en la reorganización de los medios y modos de producción, con nuevos

“artefactos” tecnológicos dispuestos a superar las barreras potenciales a la acumu-

lación capitalista. Con este sistema lógico subyacente, resulta coherente pensar en

una constante actualización, tanto de las nuevas tecnologías como del ciberca-

pitalismo, para establecer un sistema global de acumulación capitalista. Un merca-

227

do global integrado sería un cuello de botella sin el concurso de las TICs y las

redes de telecomunicación globales que cohesionan el sistema entero, mientras

que, por otro lado, la emergencia de un sistema integrado de tecnomercado hubie-

ra sido imposible sin el concurso de unas reformas neoliberales, que eliminan las

barreras regulatorias a los flujos globales de capital. De ello se desprende que el

establecimiento de este nuevo sistema depende de la promoción mutua del neo-

liberalismo y el determinismo tecnológico como partes de un proyecto común de

clase. Esta promoción mutua descansa en gran medida sobre la activación recí-

proca de estructuras ideológicas neoliberales y “neotecnológicas”, a través de un

discurso que otorgue carta de naturaleza a su interdependencia. La prolongada

repetición de estas estructuras da lugar a un constructo ideológico unificado, que

ya ha sido calificado como cibercapitalismo, “un sistema que entiende poco de

valores y poco de sentido. Un sistema cuyo fin es la permanente reproducción de

sus propios medios; para continuar la escalada sin fin” (LANCEROS, 2013: 83).

Bajo este constructo ideológico las redes tecnológicas de la sociedad de la infor-

mación y las redes económicas del libre mercado están tan estrechamente interre-

lacionadas que resulta imposible, la mayoría de las veces, separar una de la otra.

Al final, ambas facetas de esta globalización neoliberal refuerzan mutuamente la

coherencia intelectual del conjunto. La clave de esta coherencia ideológica es la

continua activación de las estructuras claves que conforman los referentes básicos,

tanto del determinismo tecnológico como del neoliberalismo, es decir del ciberca-

pitalismo. Estos referentes socioculturales son básicamente los siguientes:

- La generación de riqueza de manera ilimitada, ya sea a través de la fuerza

de los mercados, de las nuevas tecnologías, o de ambas a la vez.

- El desprecio por las instituciones “modernistas” como obsoletas, espe-

cialmente las organizaciones laborales y el intervencionismo estatal.

- El auge de un individualismo radical postinstitucional.

- La inevitabilidad teleológica de los cambios asociados al fundamentalis-

mo tecnológico

- La naturaleza totalizante e ineluctable de los cambios socioeconómicos

asociados a la globalización.

- La negativa a admitir la contingencia política de tales fenómenos.

El resultado final es un tipo de reciprocidad mutua entre los discursos neoliberal

y las bondades de las nuevas tecnologías. De manera similar, el argumentario y

228

las predicciones de las nuevas tecnologías se nos presentan enmarcados dentro de

una lógica neoliberal y de mercado. Este discurso cibercapitalista cuenta con la

ventaja de que, desde el momento en que las políticas, las reformas y las inver-

siones que lo apoyan se consolidan, la retórica que lo sustenta se convierte en au-

ténticamente representativa de la mutua interdependencia entre nuevas tecno-

logías y mercado bajo la forma de la acumulación flexible neoliberal. Los merca-

dos y la sociedad de la información son asumidos finalmente como una y la misma

cosa.

2) Los planificadores y los intelectuales orgánicos.

De acuerdo con Gramsci la aparición de un frente ideológico coherente -a través

de los denominados “intelectuales orgánicos”- de las organizaciones dominantes

de la sociedad civil es una de las condiciones necesarias para la consolidación de

cualquier bloque hegemónico. Según sus propias palabras “Todo grupo que surge

sobre la base original de una función esencial en el mundo de la producción eco-

nómica, establece junto a él, orgánicamente, uno o más tipos de intelectuales que

le dan homogeneidad no sólo en el campo económico, sino también en el social y

en el político” (GRAMSCI, 1967: 21). Las dos funciones básicas a llevar a cabo

por dicha intelectualidad son la planificación y la legitimación. Gramsci argumen-

taba que bajo el capitalismo los intelectuales orgánicos se comportan de manera

creciente como tecnócratas, actuando como los organizadores materiales del sis-

tema de acumulación y colaborando a desarrollar sus procedimientos y estrate-

gias. De esta manera juegan un papel estratégico porque racionalizan y delinean

la estructura emergente del sistema (GRAMSCI, 1967). Así ocurrió también

durante el ascenso del neoliberalismo, cuando los intelectuales de diferentes

países ayudaron a desarrollar las vías que facilitarían las reformas entonces emer-

gentes. Usualmente tales esfuerzos provenían de corporaciones, think-tanks, e ins-

tituciones políticas a través de las cuales los intelectuales neoliberales desarro-

llaban y propagaban las reformas posteriormente adoptadas en sus países de ori-

gen (GUTSTEIN, 2009; RICH, 2004). En otros casos los académicos neoli-

berales, los planificadores gubernamentales y corporativos, normalmente forma-

dos en las instituciones sociales y económicas más prestigiosas del capitalismo,

directamente trabajaban, y siguen trabajando, para los gobiernos de todo el mundo

desarrollando las reformas necesarias para la transición o consolidación del

proyecto neoliberal (KLEIN, 2007). El auge de las nuevas tecnologías y el del

229

fundamentalismo cibernético han seguido un camino muy parecido, de manera

que los nuevos gurús de las TICs no sólo describen el futuro sino que también lo

prescriben (página 71, bloque I), jugando un papel fundamental a la hora de apun-

talar una función planificadora similar a la de sus hermanos neoliberales. Al igual

que ocurre con el neoliberalismo, las posiciones ciberutópicas han sido for-

muladas y promovidas en el seno de think tanks, instituciones políticas, labo-

ratorios, oficinas gubernamentales, y redes de consultoría de los más prósperos y

poderosos centros de la economía capitalista. De algunas de estas instituciones se

hablará en breve, y por supuesto también de organismos de mayor renombre (FMI,

BM, G8, etc.), precisando detalles concretos que traten de explicar con claridad

su papel de “agentes del cibercapitalismo”. Por el momento basta resaltar el rol

que todos ellos comparten en mayor o menor medida: planificadores intelectuales

orgánicamente integrados en el bloque neoliberal emergente. Pero su función va

más allá de la mera planificación, como se explica a continuación.

3) La legitimación del cibercapitalismo

Más allá del rol planificador de los intelectuales, Gramsci llamó también la

atención sobre el hecho de que las ideologías jugaban un papel esencial en la legi-

timación de cualquier hegemonía. Por tanto, junto con los intelectuales orgánicos

actuando como “persuasores permanentes” del público en las sociedades capita-

listas, la creación de un “sentido común incuestionable” propio del cibercapi-

talismo, que hace aparecer como inevitable y deseable la transición hacia la

sociedad de la tecnología y los mercados, requiere tener en cuenta los esfuerzos

de los intelectuales y activistas neoliberales que han trabajado sin descanso duran-

te los últimos cuarenta años para introducir los marco conceptuales apropiados en

la conciencia pública, generando las bases ideológicas sobre las que luego susten-

tar el consenso. Esto ha sido llevado a cabo mediante una intelectualidad corpora-

tiva, grupos de consultoría, continúas apariciones en los medios de comunicación,

artículos, libros y otras publicaciones e informes gubernamentales (GUTSTEIN,

2009; LAKOFF, 2010). Dichos esfuerzos han tenido éxito a la hora de trasladar a

gran parte de la opinión pública hacia posturas neoliberales y neoconservadoras,

especialmente en Estados Unidos (RICH, 2004), aunque también en Europa y las

economías emergentes de Asia. Una gran parte de este éxito se debe al alinea-

miento ideológico del ideario neoliberal con otras ideas más genéricas y de amplia

aceptación popular. En el discurso público las estructuras ideológicas del neo-

230

liberalismo se han presentado asociadas normalmente con la libertad individual,

el antielitismo, la democracia, los valores religiosos y otros prominentes sistemas

de pensamiento conceptual. Sin embargo, y como ya se ha comentado en varias

ocasiones a lo largo de este trabajo, en algunos casos es todo lo contrario: bajo la

pretensión de un supuesto igualitarismo se esconde la perpetuación de los intere-

ses de clase, y bajo un barniz de pseudodemocracia la conversión del ciudadano

en homo consumans (MORIN, 2001:144).

4) El populismo de corte cibercapitalista

Dado que el ideario neoliberal ha quedado legitimado en el discurso público de

los últimos treinta años como el “sentido común social”, merced a la repetida in-

vocación y glorificación del mismo llevada a cabo por sus numerosos profetas

(periodistas y presentadores de medios de comunicación, escritores, eruditos, cón-

sultores de empresas y políticos), se ha conseguido asentar la hegemonía del ciber-

capitalismo a través de la aceptación social. Tales actividades han tomado normal-

mente forma a través de un “populismo del experto de la economía mercado, cuya

primera versión se constituye en el lenguaje e imagen de los Chicago boys”

(CÁRCAMO, 2007: 102). Los esfuerzos por vender la transición hacia formas de

acumulación flexible neoliberales han dado lugar a un discurso recurrente, en el

que los preceptos básicos del cibercapitalismo -tales como el ineluctable adve-

nimiento de un mercado globalizado, el empequeñecimiento del estado, la elimi-

nación de la escasez, la creación infinita de riqueza, y el irresistible auge de un in-

dividualismo transcendente- se asocian con las estructuras ideológicas de un pro-

yecto supuestamente emancipatorio de corte democrático populista. De esta

manera, a la activación simultánea de los discursos ideológicos propios del neoli-

beralismo y del determinismo tecnológico se añade además un plus de legiti-

mación, mediante el alineamiento de dichos idearios con otros conceptos más po-

pulares.

Así, en esta nueva ciberutopía, los ciudadanos se verían capacitados para ejercer

sus preferencias democráticas de manera individual mediante un sistema de mer-

cado estructurado democráticamente y habilitado tecnológicamente, de manera

que “la democracia electoral es (…) sustituida en el discurso público por la demo-

cracia de mercado” (FRANK, 2000:17), lo cual a su vez es presentado como una

mejora de los mecanismos para ejercer la voluntad popular. Al actuar bajo este es-

quema la ciudadanía estaría tomando parte en una especie de revolución populista

231

en la que, gracias a las nuevas tecnologías, ingresarían en el mercado en pie de i-

gualdad con las élites y superando las obsoletas regulaciones del estado. La reali-

dad es, sin embargo, que al hacerlo así el cibercapitalismo debilita los poderes pú-

blicos democráticos mientras consolida el de las élites globales. En el colmo del

transformismo político, el proyecto ideológico neoliberal se presenta como una

nueva y revolucionaria etapa de la democracia, cuando es precisamente la pseudo-

democracia instrumentalizada que pretende instaurar la que la está impidiendo.

5) La divulgación de un escenario cerrado

No obstante, el establecimiento de este consenso hegemónico de acumulación

neoliberal no se apoya más que parcialmente sobre este falso discurso emanci-

patorio. El aparato ideológico del cibercapitalismo sólo se asocia, aunque tan sólo

sea formalmente, con los presupuestos básicos de una democracia de calidad

mientras esta última puede ser mediatizada por la versión cibercapitalista de los

mercados y las nuevas tecnologías. De este modo, al mismo tiempo que la pobla-

ción es animada a ejercer sus “derechos democráticos” como consumidores, in-

versores o productores en esta nueva economía, cualquier intento de ejercer la de-

mocracia ciudadana mediante la participación en “obsoletas instituciones moder-

nistas” (partidos políticos, sindicatos, etc.) es explícitamente denostado. Y,

cuando dichos intentos de participación interfieren con la lógica de la acumula-

ción flexible, la crítica hacia los mismos se revela en ocasiones como sorprenden-

temente antidemocrática. Mientras que a los ciudadanos se les empodera en las

redes tecnológicas del mercado (como homo consumans), el ejercicio tradicional

de la democracia por parte de eso mismos ciudadanos se ve sometido a un estrecho

control por parte de la disciplina de los tecnomercados. De esta manera las

estrategias de legitimación del cibercapitalismo muestran su carácter dialéctico:

populismo democrático emancipatorio, para aquellos que aceptan el nuevo orden

y disciplina, y empobrecimiento para los que lo combaten. Presentando este nuevo

orden como una inevitable e imparable fuerza de la historia, los ciudadanos son

animados a abandonar cualquier otra forma de democracia que no sea la propuesta

por este modelo neoliberal, dejando de lado cualquier otro tipo de pretensiones.

Es desde esta óptica desde la que se han de comprender afirmaciones como la de

que “puesto que defender niveles anteriores de igualdad de renta se ha convertido

en algo imposible, aquellos que todavía defienden el estado del bienestar se ten-

drán que ajustar a las realidades de una economía global” (FRANK, 2004: 344).

232

Desde los años 90 del pasado siglo, especialmente tras la caída del muro de Berlín,

algunos libros han adquirido notoriedad mundial defendiendo este discurso pseu-

dodemocrático. El más famoso ejemplo es, sin duda, El fin de la historia, de Fran-

cis Fukuyama, que propugna el fin de cualquier alternativa razonable al neo-

liberalismo tras el fin de la Guerra Fría. La habilidad y voluntad de todas las na-

ciones para “integrarse completamente en un sistema económico capitalista global

y crear inimaginables cantidades de riqueza” (FUKUYAMA, 2006: 41), han

convertido a cualquier otra alternativa al sistema capitalista en un anacronismo, y

a cualquier injerencia del estado en el capitalismo desregulado en algo contrapro-

ducente “en nombre de la justicia económica” (FUKUYAMA, 2006: 41). Tras

estas afirmaciones se pergeña una era de consumo de masas, posible gracias a las

innovaciones tecnológicas de la era de la información. Sólo las sociedades que se

sumen a la competitividad y los mercados descentralizados podrán alcanzar los

niveles de innovación tecnológica suficientes para superar la escasez, una realidad

que genera como consecuencia inmediata la urgencia de los países en implementar

en sus políticas los fundamentos esenciales de la estructura económica capitalista.

Los países en desarrollo podrían incluso “adquirir las innovaciones tecnológicas

más recientes permitiendo la penetración de las multinacionales corporativas en

sus mercados locales e ingresar de esa manera en la era postindustrial” (FUKU-

YAMA, 2006: 101).

Pero, tal y como se ha adelantado en páginas anteriores, si la asunción de los

presupuestos del cibercapitalismo neoliberal no se consigue a través del consentí-

miento, todavía queda la vía de la coerción disciplinaria, hasta el punto de que la

democracia no es un requisito indispensable para el triunfo de los mercados. Así,

en algunos casos, para llevar a cabo las reformas neoliberales necesarias, “una

dictadura modernizante puede (…) ser más efectiva que una democracia” (FU-

KUYAMA, 2006: 119). En realidad El fin de la historia no es más que una versión

actualizada de aquella otra obra de Daniel Bell, mucho menos conservadora, titu-

lada El fin de la ideología, pero es fascinante la forma en que las posiciones neo-

liberales de Fukuyama celebran la futilidad de los intentos de la ciudadanía para

intentar imaginar una alternativa al final de la historia. Dado que una riqueza y

una prosperidad ilimitada seguirán a la aceptación de los postulados del ciberca-

pitalismo, cualquier intento de interferir en el funcionamiento de los mercados se

233

encontrara con una disciplina susceptible de utilizar mecanismos autoritarios, por

parte de los poderes públicos, si llegara a ser necesario.

También lo evidencia así The World is Flat de Thomas Friedman. En dicho best

seller se detallan una serie de factores sociales, políticos y tecnológicos que están

aplanando (flattening) el mundo, es decir, creando una política económica neoli-

beral global en la que todas las naciones compiten en un mismo campo de juego.

Friedman describe como el colapso del comunismo ha llevado a todos los países

a una suerte de gobernabilidad orientada al libre mercado (FRIEDMAN, 2006),

un fenómeno mundial hecho posible gracias a la revolución de la información e

internet. Estos flatteners tecnológicos han permitido a las compañías integrar los

variopintos aspectos de sus negocios alrededor del mundo, al permitir por ejemplo

su desplazamiento hacia regiones de bajo coste empresarial como China o India.

A su vez este desarrollo corre paralelo al ascenso de los tratados de libre comercio,

auspiciados por la OMC, que hacen legalmente posible una política económica

global que de otra manera sólo sería tecnológicamente factible. En este contexto

una mano de obra más barata y unos impuestos más reducidos, como en el caso

de China, harán más atractivo para las compañías trasladar su producción al ex

tranjero e integrar sus cadenas de abastecimiento mundial. Aunque esta integra-

ción económica mundial tendrá sus inconvenientes para los trabajadores, condu-

ciendo a una desintegración de las organizaciones laborales, la riqueza resultante

final y los nuevos puestos de trabajo creados en otros sectores compensarán en

gran medida los costes de la transición. La clave para desarrollar una economía

competitiva en este nuevo contexto será la aplicación de los citados flatteners,

propios de las reformas neoliberales: bajos impuestos, bajos costes laborales, el

desmantelamiento del estado del bienestar, la privatización de las industrias de

propiedad estatal, la desregulación masiva para la industria privada, la eliminación

de tarifas, y unas leyes laborales laxas. Además, una implementación exitosa de

estas reformas no implica en absoluto su realización a través de procesos demo-

cráticos, como está ocurriendo, por ejemplo, en China, Las naciones que se resis-

tan a estas reformas sufrirán estancamiento económico y pérdida de empleos.

Una vez más queda clara no sólo la confluencia de intereses entre neoliberalismo

y determinismo tecnológico, sino también la negación de cualquier otra alter-

nativa a los mismos. Para sobrevivir en este mundo plano los ciudadanos deben

de reconocer que no hay alternativa al cibercapitalismo. Todas las sociedades

234

deberán admitir las mismas reformas, con independencia de las aspiraciones de-

mocráticas de sus ciudadanos. De esta manera este mundo plano se mofa del ver-

dadero significado de la democracia ciudadana y, aislado como está del control

ciudadano, mediante la confluencia del determinismo tecnológico con el neoli-

beralismo resucita la tesis original de Daniel Bell. Ambos conceptos, neolibe-

ralismo y fundamentalismo tecnológico, rechazan explícitamente cualquier alter-

nativa significativa al capitalismo mediante el ejercicio de una democracia ciuda-

dana. El advenimiento del cibercapitalismo supone así la demonización del estado

del bienestar y el sindicalismo, como premisas de una estabilidad postideológica.

El poder estará descentralizado gracias a las nuevas tecnologías, de forma que las

instituciones de defensa de los derechos laborales y gran parte de las de los estados

nacionales no sólo son innecesarias sino también anacrónicas. Como ya se ha ana-

lizado, ambas palancas de este frente común ideológico, nuevas tecnologías y

capitalismo, están tan entrelazadas que es imposible distinguir una de otra.

6) Hegemonía y disciplina sistémica

No obstante todo lo dicho hasta ahora, la legitimación del ciberapitalismo no se

fundamenta exclusivamente en mentiras, muy al contrario. Volviendo a citar a

Foucault, parafraseado por Feenburg, “las modernas formas de opresión no están

basadas tanto en falsas ideologías como en las específicas “verdades” técnicas que

fundamentan y reproducen la hegemonía dominante. Mientras que la contingencia

de la elección de la “verdad” permanece escondida, se proyecta la imagen de un

orden social técnicamente justificado” (FEENBURG 2010: 18). Es decir, se prima

y beneficia un determinado tipo de verdad, aquella que más y mejor se adapta a

unos determinados intereses. Un esquema mental similar fue diseñado por Herbert

Marcuse cuando habló de la unidimensionalidad de la ideología hegemónica

moderna: “La Conciencia Feliz -la creencia en que lo real es racional y el sistema

reparte los bienes- refleja el nuevo conformismo que es una faceta de la racio-

nalidad tecnológica trasladada al comportamiento social” (MARCUSE, 2013:

97). Bajo un sistema tal la ideología hegemónica no muestra hechos que comu-

niquen el poder represivo del conjunto, dando lugar a que los individuos se en-

cuentren a sí mismos aceptando las leyes de su sociedad. En un sistema hege-

mónico de este tipo sólo hay una dimensión, y esta se encuentra en todos sitios y

bajo todas las formas, los individuos se encuentran subsumidos en un universo de

hechos establecidos que describe determinista y teleológicamente el orden social

235

dominante como el único posible, negando la contingencia política de cualquier

otro tipo de orden.

Los razonamientos de Marcuse y Feenburg describen a la perfección el proyecto

de legitimación hegemónica del cibercapitalismo, que está en última instancia

reforzado por la experiencia real de individuos viviendo en un orden social cons-

tituido por regímenes de acumulación flexible neoliberales. De esta manera el

proceso de legitimación esta recíprocamente establecido por las estrategias de pla-

nificación de la ideología hegemónica y por la realidad en la cual los individuos

están inmersos cotidianamente, que surge del trabajo colectivo de la clase inte-

lectual planificadora del neoliberalismo. Ello contribuye a poner de manifiesto la

naturaleza dialéctica de la tarea de los intelectuales orgánicos al servicio de la

ideología hegemónica: los intelectuales públicos del cibercapitalismo reclaman la

inevitabilidad y deseabilidad de un sistema parcialmente constituido por los plani-

ficadores del mismo, con algunos intelectuales jugando ambos papeles. Tanto las

pretensiones emancipatorias como las disciplinarias se fundamentan y refuerzan

por la interpretación subjetiva de las realidades objetivas que perciben los indi-

viduos bajo este nuevo orden. Los individuos se ven inmersos en verdaderas expe-

riencias reales propias del neoliberalismo global de acumulación flexible, y expe-

rimentadas fundamentalmente con la mediación de las nuevas tecnologías: inte-

gración creciente de las TICs en la vida diaria, auge de las compras e inversiones

online, gestión telemática de servicios administrativos, etc. Seguramente este tipo

de experiencias son percibidas por los individuos como gratificantes y colaboran

a generar una sensación favorable al punto de vista ideológico del ciberca-

pitalismo. Pero cuando esta no es suficiente, las advertencias contra la fútil resis-

tencia a la inevitabilidad del cibercapitalismo se refuerzan con la no menos real

experiencia de las medidas disciplinarias que afronta la ciudadanía en caso de pre-

tender cuestionar la ortodoxia neoliberal: medidas forzadas de austeridad, huida

de capitales y desindustrialización, erosión del estado del bienestar y de la segu-

ridad laboral, sojuzgamiento del estado, efectos devastadores e instantáneos de las

crisis financieras, etc. Estas medidas disciplinarias refuerzan la presunción de

inevitabilidad que advierte contra lo inútil de resistirse, y muestra las duras

consecuencias a las que se enfrenta la ciudadanía si pretende interferir en el fun-

cionamiento del libre mercado a través, por ejemplo, de partidos políticos o

sindicatos.

236

En este sentido, la coerción y el consenso del modelo hegemónico planteado por

Gramsci se refuerzan mutuamente: la naturaleza coercitiva del sistema ciberca-

pitalista refuerza sus pretensiones de convertirse también en la ideología de “sen-

tido común”, al mismo tiempo que estas pretensiones “ayudan” a los individuos a

interpretar el sistema mismo. De esta manera la naturaleza hegemónica del ciber-

capitalismo se revela a sí misma no como una falsedad duplicativa sino más bien

como una propaganda unidireccional y unidimensional de “la verdad”, un univer-

so establecido de hechos construidos a expensas de cualquier intento de compren-

sión de la naturaleza contingente de esos mismos hechos, y rechazando por consi-

guiente la posible existencia de otras verdades. En otras palabras, se da por garan-

tizada, como de sentido común, la nueva realidad del cibercapitalismo, la acumu-

lación flexible y global del neoliberalismo. Sin embargo, esa descripción de la

realidad, aunque basada en un conjunto de hechos reales, también descansa sobre

algunas evidentes contradicciones:

- Distopia

El sistema de acumulación flexible cibercapitalista se presenta en última

instancia bajo un manto de virtudes utópicas y dimensiones emanci-

patorias. Dicha pretensión ignora en gran medida los evidentes aspectos

distópicos de este sistema, Como ya ha quedado profusamente demostrado

en el capítulo anterior hay agujeros negros en el ciberespacio. La brecha

digital, manifestada con rotundidad mediante la cibermarginación y más

aún mediante la ciberexclusión, deja fuera de todas las estructuras menta-

les de pretensión hegemónica neoliberales a cientos de millones de per-

sonas. Simplemente están fuera del sistema. Para todos ellos sólo es de

consideración la versión coercitiva del capitalismo, normalmente en forma

de dictaduras brutales o de conculcación de los derechos humanos más

elementales. Quizás es a los gobiernos implicados en este último tipo de

políticas a los que se refiere Fukuyama cuando utiliza la más que sorpren-

dente expresión de “dictaduras democratizantes”.

- Contingencia

La inadmisibilidad de la contingencia política del nuevo sistema tecno-

lógico neoliberal, la negación de su específico diseño, por parte de unas

élites globales y sus aliados intelectuales y políticos, como un proyecto de

clase en respuesta a las cíclicas fases de crisis de la economía capitalista.

237

Este punto de vista unidimensional refuerza una falsa concepción teleo-

lógica de cambio social, determinado económica y tecnológicamente e in-

mune a cualquier tipo de intervencionismo político y social, cuando es pre-

cisamente a través de un intervencionismo de ese tipo como se han con-

seguido los cambios necesarios para la transición al cibercapitalismo.

- Alternativas

Como se verá en el siguiente capítulo, desde su misma aparición el neoli-

beralismo ha sido contestado política y socialmente. Por tanto es lógico

que a la versión más moderna de este proyecto ideológico, que se ha

convenido en denominar cibercapitalismo, también se le haya respondido

desde distintas posiciones ideológicas. Sin ninguna duda, el ciberca-

pitalismo no es la única verdad explicativa de la realidad, y su simple

pretensión de serlo no va a hacer desvanecerse las iniciativas que se le

oponen o lo combaten; y en este particular aspecto la Geografía Crítica y

la neogeografía tienen bastante que decir. Las pretensiones de haber llega-

do al fin de la historia son a su vez ya historia. Nuevos retos, como el

terrorismo global, la degradación ecológica del planeta. o la emergencia

de nuevos centros de poder político y financiero, no sólo desmienten la

visión neoliberal unidimensional sino que la colocan en el punto de mira

a la hora de asumir responsabilidades por el surgimiento de los mismos.

Ninguna de estas evidentes contradicciones, sin embargo, ha suscitado la más

mínima reacción de autocrítica desde las posturas ideológicas neoliberales. Como

Lakoff se encarga de demostrar, la esquematización simbólica de los espacios

mentales, y de los esquemas subyacentes en la conformación de prototipos, provo-

ca que dichos esquemas se vean mediatizados por la propia interpretación de

hechos y eventos concretos. La ideología neoliberal está intentando, de manera

interesada, “comprender la política del siglo XXI con un cerebro del siglo XVIII”

(LAKOFF, 2008). El resultado es que, en la interpretación de las contradicciones

inherentes al neoliberalismo, sorprendentemente la responsabilidad recae de nue-

vo, de manera explícita o implícita, sobre el estado de cosas que se intenta socavar:

el estado del bienestar. Aunque se expondrán ejemplos concretos de dicho

fenómeno más adelante, lo interesante a resaltar ahora es que la superación de

dichas contradicciones desde las posiciones neoliberales, en respuesta a las

críticas recibidas, consiste en una suerte de huida hacia adelante más o menos

238

consciente. De este modo la solución propuesta desde las posturas neoliberales

consiste en una mayor liberalización, y “el Estado social se reformula para

convertirse en un estado de prestaciones mínimas” (PIÑAR, 2013: 185). En

definitiva, la solución a los problemas creados por el neoliberalismo es más

neoliberalismo. La interpretación de los hechos parece, al menos en parte, media-

tizada por un sistema ideológico que esos mismos hechos parecen invalidar.

Resulta imposible ponderar con exactitud el papel que han jugado las nuevas

tecnologías en esta respuesta autoinducida, Sin embargo queda fuera de toda duda

que la visión final de la ideología neoliberal ha quedado entrelazada con las TICs

de una manera imposible de desligar, gracias a la propaganda en los medios de co-

municación de masas, décadas de informes empresariales, literatura académica de

sesgo neoliberal, informes de prestigiosos think tanks auspiciados por institu-

ciones públicas y privadas, y best sellers como algunos de los ya citados con

anterioridad. Más todavía, en el clima ideológico del cibercapitalismo las preten-

siones del neoliberalismo y del determinismo tecnológico han llegado a estar tan

entrelazadas que resulta imposible estudiarlos por separado, ya que ambos conjun-

tos de estructuras mentales refuerzan el punto de vista de un mundo plano gober-

nado de manera natural e inevitable por el mercado global.

2.3. Los agentes del cibercapitalismo

En esta estrecha relación entre neoliberalismo y nuevas tecnologías, el papel fundamental

de apuntalamiento del cibercapitalismo corresponde a determinadas instituciones que,

debido a su poder e influencia en la gobernanza mundial, y no exclusivamente en el nivel

económico, tienen una capacidad de decisión a todas luces desmesurada y carente de

procedimientos democráticos sobre la vida de millones de personas. Aunque se hablará

con más detalle en el capítulo siguiente de su papel específico como “agentes del ciberca-

pitalismo”, conviene ahora, como colofón a este otro capítulo que finaliza, enumerar los

más influyentes de ellos y sus rasgos básicos, ya que han sido y serán citados numerosas

veces en esta obra.

1) El Fondo Monetario Internacional (FMI).

En su concepción original, tras los acuerdos de Bretton Woods, el FMI era un organismo

supranacional con dos funciones principales:

- Regulación de los tipos de cambio.

239

Se pretendía con esta función colaborar a la hora de aportar estabilidad en los

mercados internacionales de cambio de moneda. Sin embargo, mediatizado como

está por los intereses de las grandes corporaciones del capital financiero global,

su papel como regulador de los tipos de cambio internacional ha servido no pocas

veces para aumentar los ingresos de las mismas, en detrimento de las condiciones

de vida de los ciudadanos de los países que se ven afectados por sus políticas.

- Prestamista internacional

Para prevenir futuras crisis económicas el FMI realizaría préstamos a los países

miembros que tuvieran problemas mediante aportaciones a sus balanzas de pagos.

De esta manera el FMI presta dinero a los países miembros bajo la condición de

que el país en cuestión lleve a cabo “un programa efectivo para establecer o

mantener la estabilidad de la moneda del país miembro en un tipo de cambio

realista” (FMI, 1958: 404). Bajo esta premisa, sin embargo, no pocas veces se

imponen a los estados nacionales políticas que acaban beneficiando a las grandes

corporaciones.

Hasta hace poco el FMI era probablemente la institución no estatal más poderosa

a nivel mundial. Sin duda su papel de prestamista internacional la ha convertido

en una institución a la que todos acuden, pero también a la que la mayoría temen.

Ello es así por el control que sobre la misma ejercen determinados países, control

que deriva en muchas ocasiones de decisiones que no van encaminadas a mejorar

la gobernanza económica de un país o región, sino a favorecer los intereses de

aquellos otros que controlan el FMI. De esta manera la mayoría de países pertene-

cientes a dicho organismo se ven en la obligación de rogarle públicamente, mien-

tras que en privado se quejan de las políticas que se les imponen.

Y es que el FMI efectivamente lleva a cabo las dos funciones citadas, prestar dinero y

regular los tipos de cambio, pero desde su fundación ha sufrido algunas transformaciones

importantes que han afectado tanto a su funcionamiento como a sus funciones,

comportando una creciente acumulación de poder e influencia y una deriva hacia las

posiciones ideológicas propias del neoliberalismo. Las políticas del FMI afectan en la

actualidad a 188 países, una amplia mayoría de la población mundial, y en numerosas

ocasiones dicha influencia dista mucho de ser percibida por los ciudadanos como algo

beneficioso. Por el contrario, millones de ciudadanos se manifiestan todos los años en

distintos países del mundo y desde hace décadas contra las políticas llevadas a cabo por

el FMI, acusando a este organismo de implementar un tipo de política económica que, en

240

lugar de contribuir a solucionar los problemas y crear unas mejores condiciones de vida,

genera exactamente lo contrario: más pobreza y hambre en el caso de los países más

desfavorecidos del planeta, y un deterioro general de las condiciones de vida, excepto

para una élite que se enriquece cada vez más, en cuanto a las condiciones laborales y el

acceso a los servicios propios del estado del bienestar en el resto.

De esta manera, los críticos del FMI argumentan que sus políticas crean desempleo y

pobreza, al mismo tiempo que reducen la capacidad de los estados nacionales para poner

remedio a los problemas resultantes de la aplicación de las políticas impuestas como

contrapartida a la concesión de préstamos. De manera automática el conjunto de la

población asume el pago por unos préstamos hechos a gobiernos cuyas políticas

económicas han sido calificadas como equivocadas por los economistas del FMI. Pero

además, jugando el rol que hemos denominado coercitivo en páginas anteriores, el FMI

impone sus propios postulados económicos incluso en países que podrían desear

desarrollar su economía de manera diferente. Los préstamos del FMI, en este caso, se

convierten en un foco de tensión entre la ciudadanía y sus gobiernos por un lado, esa

misma ciudadanía y el FMI por otro lado -en la medida que este último es identificado

como el organismo que impone la austeridad- y el propio estado nacional y el FMI

finalmente -en la medida en que se considera una intromisión del citado organismo

internacional en las decisiones soberanas de un estado.

Con carácter general se puede afirmar que las políticas del FMI imponen unas medidas

de política económica en los países prestatarios que invariablemente repercuten de

manera negativa preferentemente sobre las condiciones de vida de las clases medias y las

más desfavorecidas. Adhiriéndose a las posturas de la ortodoxia neoliberal, el FMI

propone casi de manera automática el mismo tipo de medidas para cualquier país, con

independencia de su contexto y condicionamientos específicos, medidas que

curiosamente se suelen traducir en un empequeñecimiento del estado. Cómo se articulan

estas medidas y cuál es el organigrama y funcionamiento de este sacrosanto organismo

internacional se detallará en el próximo capítulo, ya que esta es una de las funciones que

la Geografía Social y Crítica, principalmente utilizando algunos de los nuevos enfoques

propuestos por la neogeografia, puede y debe llevar a cabo para desvelar los verdaderos

intereses subyacentes a las decisiones que se toman en el FMI.

2) El Banco Mundial (BM)

Creado en 1944 también en Bretton Woods y en el marco del nuevo sistema monetario

internacional, el Banco posee un capital aportado por los países miembros (188 miembros

241

el año 2015) a los cuales da préstamos en el mercado internacional de capitales. El Banco

financia proyectos sectoriales, públicos o privados, con destino a los países del tercer

mundo y a los países antes llamados socialistas. Se compone de las siguientes filiales.

- El International Bank for Reconstruction and Development (IBRD) hace

préstamos al desarrollo, garantiza los mismos y ofrece servicios de análisis

y consultoría. Realiza préstamos a bajo interés a los países que tienen

dificultades crediticias vendiendo bonos en el mercado privado de capi-

tales procedentes de los países desarrollados. Presta cada año cientos de

miles de millones de dólares a decenas de países, normalmente del

denominado Tercer Mundo.

- La International Development Association (IDA) provee de préstamos a

países insolventes en los mercados financieros internacionales. Los prés-

tamos del IDA no comportan intereses, pero hay un cargo por gastos admi-

nistrativos del 0,75 anual (GAVIRIA, 2006: 188). Se financia con cargo a

los presupuestos anuales de los gobiernos miembros.

- La International Finance Corporation (IFC) es la mayor fuente de finan-

ciación de capital y de préstamos para proyectos del sector privado en los

países en desarrollo.

- La Multilateral Investment Guarantee Agency (MIGA) provee de seguros

a las inversiones.

- El International Center for Settlement of Investment Disputes (ICSID)

facilita los acuerdos en materia de inversiones entre los gobiernos y los

inversores extranjeros.

Con el crecimiento del endeudamiento, el Banco Mundial ha desarrollado sus interven-

ciones, de acuerdo con el FMI, desde una perspectiva macroeconómica. Así, el Banco

impone cada vez más la puesta en marcha de políticas de ajuste destinadas a equilibrar la

balanza de pagos de los países. El Banco no se priva de “aconsejar” a los países sometidos

a las terapias del FMI sobre la mejor manera de reducir el déficit presupuestario, movilizar

el ahorro interno, animar a las inversiones extranjeras a instalarse en el lugar, y liberalizar

los intercambios y los precios. En fin, el Banco participa financieramente en los

programas de préstamos de ajuste estructural, con los países que acordaron y siguen esta

política desde 1982, a través de las siguientes modalidades:

242

-Préstamos-proyectos: préstamos clásicos para centrales térmicas, sector

petrolero, industrias forestales, proyectos agrícolas, represas, rutas, distri-

bución y saneamiento del agua, etc.

-Préstamos de ajuste sectorial, que engloban a un sector entero de una eco-

nomía nacional: energía, agricultura, industria, etc.

- Préstamos a instituciones, que sirven para orientar las políticas de algunas

instituciones hacia el comercio exterior y para abrir la vía a las trans-

nacionales. Financian también la privatización de servicios públicos.

-Préstamos de ajuste estructural, pensados para atenuar la crisis de la deu-

da, y que favorecen invariablemente la política neoliberal.

-Préstamos para luchar contra la pobreza.

El BM juega un papel crítico en la legitimación del modelo de libre mercado neoliberal y

en el afianzamiento del cibercapitalismo. Ejerce un considerable poder sobre la mayoría

de los países del Tercer Mundo y los postcomunistas. Gran parte del mismo reside en su

capacidad para condicionar las políticas económicas de los países bajo su influencia a

través de sus programas de ajuste estructural. Esta influencia se convierte fácilmente en

coerción, debido a las ingentes cantidades de capital que es capaz de movilizar y las

cantidades adicionales en aprobaciones de apalancamiento.36 Ello le permite llevar a cabo

lo que otras agencias no pueden, incluidas las de los gobiernos que reciben las ayudas·.

3) La Organización Mundial del Comercio (OMC)

Fundada el 1 de enero de 1995, la OMC es una versión más formal e institucionalizada

del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), firmado por 23

gobiernos en 1947. El sistema del GATT / OMC regula el comercio internacional de

bienes y servicios mediante un sistema de objetivos y normas previstas en los artículos

de los acuerdos entre los gobiernos miembros. Como organización, la OMC consta de en

un director general (en la actualidad, Roberto Azevedo, ex director ejecutivo de Credit

Lyonnais y ex Comisario de Comercio de la Comisión Europea), cuatro directores

generales adjuntos y una secretaría, todos ellos alojados en Ginebra, (Suiza) donde

muchas agencias de la ONU tienen también su sede. Al igual que el FMI y el Banco

Mundial, también juega un papel clave en la expansión del actual régimen económico y

36 Apalancamiento financiero es como se denomina en finanzas al grado en que una empresa depende de su deuda, es decir, cuánto llega a recurrir una empresa durante su tiempo de vida a los préstamos, ya sean a personas externas o terceros externos, como a personal interno de la empresa. <http://es.wikipe-dia.org/wiki/Apalancamiento_financiero> . [15-06-2015].

243

comercial, merced al papel jugado por cientos de representantes comerciales, enviados

desde los países miembros a las reuniones organizadas por dicho organismo a varios ni-

veles, y a los miles de especialistas, consultores y grupos de presión que ejercen un poder

considerable dentro de la misma. La OMC opera dentro de un discurso que, con algunas

modificaciones a lo largo de su existencia, siempre ha abogado por la "liberalización del

comercio", es decir, la liberación de las restricciones gubernamentales a los movimientos

internacionales de los productos y los servicios. La liberación del comercio, de los

aranceles y del resto de restricciones gubernamentales permitiría así la competencia,

ocasionando que los mercados funcionen con mayor libertad en el plano internacional.

Esto a su vez comportaría finalmente un crecimiento económico más rápido que

beneficiaría a todos.

La liberalización del comercio es uno de los aspectos principales del régimen económico

instaurado tras la Segunda Guerra Mundial, pero en vez de traducirse en un crecimiento

económico más armónico y justo, ha acabado degenerando primero en el neoliberalismo

global, y ahora en su versión más actualizada, el cibercapitalismo. Mientras que el GATT

era relativamente poco contestado política y socialmente, la OMC, como una de los

principales defensoras de las ideas neoliberales, está en el centro de la polémica por la

dirección que ha tomado la globalización, convirtiéndose en el blanco de protestas

multitudinarias en su contra, como las protagonizadas durante su convocatoria en Seattle

en el año 1999.

La esencia de las críticas contra la OMC se puede extraer del comunicado de prensa

realizado a principios de noviembre de 1999, en el contexto de las manifestaciones de

Seattle, por Jerry Mander, presidente del Foro Internacional sobre la Globalización, un

instituto educativo y de investigación compuesto por académicos, economista y activistas

opuestos a las políticas de la OMC.37

Se fundamenta en los siguientes puntos:

1. La OMC detenta un inmenso poder, incluidas facultades ejecutivas,

que van más allá del dado a cualquier otra organización internacional,

incluso a las Naciones Unidas.

2. La OMC ha propiciado la mayor transferencia en la historia de poder

económico y político real desde los estados-nación hacia las corpo-

raciones globales.

37 <http://ifg.org/jerry-mander/ >. [08-07-2015].

244

3. La OMC ha llegado a rivalizar con el FMI como uno de las más pode-

rosas instituciones antidemocráticas, y amenaza con convertirse en un

gobierno mundial en la sombra no elegido.

4. Entre las competencias de la OMC está la capacidad de desafiar el de-

recho constitucional de cualquier país miembro para hacer leyes y nor-

mas que se consideren obstáculos al libre comercio corporativo me-

diante sus propios tribunales, que se reúnen a puerta cerrada.

5. Estos tribunales han dictaminado reiteradamente contra el medio am-

biente y los intereses de las naciones subdesarrolladas.

6. Los obstáculos al libre comercio que la OMC quiere eliminar son leyes

y regulaciones realizadas en nombre del medio ambiente, los pequeños

agricultores, la salud pública, los consumidores, la seguridad ali-

mentaria, la cultura local, la pequeña empresa, los trabajadores y cien-

tos de otras preocupaciones y reglamentos que los ciudadanos de los

naciones soberanas ven como importantes, pero que pueden ser un

inconveniente para el libre comercio corporativo.

7. El objetivo de la OMC es ampliar la libertad de las empresas para ac-

tuar fuera del alcance de los reglamentos nacionales y disminuir los de-

rechos de los gobiernos nacionales para regular el comercio en nombre

de los seres humanos o del medio ambiente.

245

CAPÍTULO VI. NEOGEOGRAFÍA CRÍTICA

En este sexto capítulo del bloque II se pretende dar respuesta al ultimo de los interrogan-

tes planteados al inicio del mismo: ¿cuál es el papel que la Geografía, y más concreta-

mente la neogeografía, juega y puede jugar en este contexto de desigualdad geográfica

global? ¿cuál es el papel que ambas pueden jugar en relación con el proyecto hegemónico

cibercapitalista? La Geografía debe de mantener una postura de compromiso con los pro-

blemas sociales, al menos la Geografía Social. No se puede tratar de permanecer equidis-

tante respecto de situaciones que, como ha quedado demostrado en los capítulos anterio-

res, suponen el sufrimiento y el ostracismo para millones de personas en beneficio de

unos pocos que viven una situación de privilegio gracias a su poderosa influencia -cuando

no directamente el control- sobre unas instituciones de gobernanza global que legislan y

regulan en beneficio de dicha minoría. El cibercapitalismo del siglo XXI mantiene rasgos

de sus fases previas que es preciso evidenciar, ya que “siempre es menester distinguir en-

tre el trastocamiento material de las condiciones económicas de producción, fielmente

comprobables desde el punto de vista de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, po-

líticas, religiosas, artísticas o filósoficas, en suma, ideológicas, dentro de las cuales los

hombres cobran conciencia de este conflicto y lo dirimen. Así como no se juzga a un indi-

viduo de acuerdo a lo que éste cree ser, tampoco es posible juzgar una época semejante

de revolución a partir de su propia conciencia, sino que, por el contrario, se debe explicar

esta conciencia a partir de las contradicciones de la vida material, a partir del conflicto

existente entre fuerzas sociales productivas y relaciones de producción” (MARX, 1980:

5). A este respecto, y con esta idea como eje central, tres son las líneas de actuación bá-

sicas que se deben trabajar:

1) Evidenciar

La neogeografia se puede convertir, merced a las aportaciones de sus usuarios, del

mundo académico o no, pertenecientes a instituciones y organismos privados o

públicos, en una herramienta excelente para mostrar el verdadero rostro del neoli-

beralismo y de su última version, el cibercapitalismo, que utiliza el mundo virtual

para ocultar sus verdaderas intenciones bajo una pátina de determinismo tecno-

lógico: “En tiempos de crisis como el actual, el sistema se delata a sí mismo. Son

momentos en los que las caretas se caen y muestran los auténticos rostros. Sin

embargo, con un mínimo de observación, de información, de memoria, de razona-

miento, de sentido común, no es tan difícil poner en evidencia las contradicciones

246

y falacias del sistema capitalista, incluso en tiempos de aparente prosperidad. Es

posible también quitarle las caretas al sistema sin esperar a que éstas se caigan por

sí solas.”(LÓPEZ, 2009: 2). Al mismo tiempo las herramientas propias de la neo-

geografía -el web mapping, el voluntariado geográfico, los blogs y los sitios web

comprometidos con las causas sociales, etc.- permiten desenmascarar a esas insti-

tuciones que se han denominado en esta obra como agentes del neoliberalismo,

las cuales pretenden mantener una ocultación de sus verdaderas intenciones de ca-

ra a la opinion pública y una situación de permanente incertidumbre de la cual sa-

can finalmente provecho. Dicha incertidumbre es encubierta casi siempre con ex-

plicaciones anecdóticas que giran en torno a los cambios de humor en los llamados

“inversores”, derivados a su vez de tal o cual acontecimiento politico, catástrofe

natural, o acontecimiento violento. Por su parte, las autoridades económicas de

los países más influyentes en este contexto de cibercapitalismo, o de los organis-

mos internacionales que los representan (OCDE, FMI. BM, etc.), no cesan de ha-

cer declaraciones contradictorias: un día anuncian los peligros de una recesión

inflacionaria, otro día alertan acerca de las amenazas de recesión deflacionaria,

por la mañana aseguran que la crisis será pronto superada, y por la tarde declaran

que el enfriamiento económico puede ser de larga duración. Todo al ritmo de los

movimientos erráticos de bolsas y precios, y de impredecibles operaciones bursá-

tiles de especuladores manipulando masas de fondos cuyo volumen las hace

ingobernables. En realidad ni los especuladores ni las autoridades entienden real-

mente lo que está ocurriendo, se les ha venido encima una avalancha de desastres

y cada uno trata de sobrevivir con el instrumental disponible. Pero debe de ser

tarea de la neogeografía airear dichas contradicciones.

2) Combatir

En segundo lugar, la neogeografia también puede facilitar la lucha contra las

tendencias suicidas del cibercapitalismo. La mera existencia de millones de apor-

taciones de usuarios online, la mayoría de los cuales utilizan en mayor o menor

medida herramientas neogeográficas (mapas, gráficos, imágenes, etc.), permite

articular una oposición a las pretensions hegemónicas del neoliberalismo de una

manera más o menos organizada y coherente dependiendo de cada situación. En

cualquier caso, dichas aportaciones pueden ser utilizadas por la Geografía Social

y Crítica, para demostrar que “son tan evidentes las consecuencias del sinsentido

que representa el capitalismo, afectan a tanta gente, es tal la degeneración del

247

sistema actual, que es casi una utopía que pasen desapercibidas. Parece inevitable,

como mínimo, el recuestionamiento del capitalismo” (LÓPEZ, 2009: 41). Pero en

esa lucha contra el capitalismo de nuevo cuño no es esperable que este permanezca

de brazos cruzados: “En los últimos tiempos, el muro ideológico de protección

del status quo se ha agrietado por la aparición de Internet. Afortunadamente, es

muy difícil controlar por completo a la sociedad y a veces algunos avances ciento-

ficos o tecnológicos producen consecuencias sociales imprevisibles. Internet es el

principal talón de Aquiles para el capitalismo. Éste ya se ha puesto manos a la o-

bra y no va a cejar en su empeño por controlarlo todo lo que pueda. La guerra i-

deológica está más latente que nunca. Guerra del capitalismo contra la humanidad.

La guerra por la supervivencia física de la humanidad, además de por una sociedad

humana en el mejor sentido de la palabra” (LÓPEZ, 2009: 41).

3) Proponer

Finalmente también es necesario proponer alternativas y soluciones al aniquila-

miento colectivo al que nos está abocando el cibercapitalismo. “Cuando nos topa-

mos con la cruda realidad, las ideas son puestas a prueba. La realidad puede ma-

quillarse, indudablemente. Pero, tarde o pronto, su maquillaje se deshace. Una vez

superados los prejuicios, una vez superados los complejos, una vez perdido el

“respeto” a las autoridades intelectuales, una vez superado el miedo a hacer el ri-

dículo por pensar y opinar, una vez que uno piensa un poco por uno mismo (ya

sea porque es un rebelde natural, ya sea porque la cruda realidad le devuelve los

ojos y la capacidad de raciocinio), los postulados del capitalismo resisten muy

poco frente al pensamiento crítico” (LÓPEZ, 2009: 41). Cuando cae la careta del

capitalismo, cuando tomamos conciencia de la amenaza que supone, entonces es

necesario actuar. Finalmente, si hay alternativa habrá que ponerla en práctica, ha-

brá que tratar de impedir la hegemonía cibercapitalista; y ello implica en esta obra

resaltar y promover aquellas características de la neogeografía que pueden cola-

borar en la tarea de proponer alternativas a esa visión del mundo unidimensional

acrode a los intereses del ideario neoliberal.

Estas tres líneas de actuación, evidenciar, combatir y proponer, van a ser estudiadas desde

una doble perspectiva:

A) Por un lado tratando de valorar en qué medida la neogeografía puede contribuir a

desarrollar cada una de las tres posibilidades citadas. Es decir, cómo puede esa

contribución ciudadana propia de la neogeografía, que es dispersa, subjetiva y

248

parcial, colaborar para evidenciar las injusticias propias del neoliberalismo, com-

batir su proyecto hegemónico, y proponer alternativas a su vision unidimensional

de la realidad. Y cómo puede la Geografía Critica académica aprovechar toda esa

rica aportación y dotarla de coherencia.

B) Por otro lado, proponiendo también ejemplos concretos de aportaciones hechas

desde la neogeografía, para cada una de las tres líneas de actuación citadas, con la

finalidad posterior de estudiar el posible aprovechamiento que distintas escuelas

de la Geografía pueden obtener de dichas aportaciones, y también de las posibles

vias de colaboración entre ambas realidades, el voluntariado geográfico y la Geo-

grafía académica. En definitiva, y cómo uno de los objetivos finales de este trabajo

de investigación, se pretenden explorar los posibles puntos de contacto entre la

neogeografía y aquellas escuelas de la Geografía que tradicionalmente han mani-

festado preocupación por lo social, es decir, la Geografia Crítica, la Geografia Hu-

manista, y la Geografia de la Percepción. De esta manera, el fenómeno llamado

neogeografía pasa a ser considerado como un objeto de estudio para dichas ramas

de la geografía.

1. Una herramienta de denuncia

No existe un capitalismo de rostro humano: “Pueden maquillar la realidad con frías esta-

dísticas donde sólo se mide a la sociedad en base a ciertos parámetros donde no cuenta la

felicidad, ni el reparto de la riqueza, ni la libertad, ni la igualdad, ni la paz, ni... Es decir,

donde no cuenta lo principal. Donde las personas son sólo números, son sólo costes o

beneficios. Pero no pueden maquillar del todo (aunque lo intentan también) el hecho de

que cada vez haya más pobres, de que cada vez sea más habitual ver indigentes en las

calles (también intentan ocultarlos, quizás llegará el día en que se exterminen), de que la

sociedad se deshumaniza, de que la naturaleza nos está empezando a pasar factura. Quizás

sean capaces de elaborar aún más el maquillaje, pero cada vez les cuesta más” (LÓPEZ,

2009: 41). En realidad, ha medida que cae el maquillaje surge el verdadero rostro de esta

nueva versión de la ideología capitalista.

El cibercapitalismo, estrechamente ligado como está a las nuevas tecnologías, comenzó

a gestarse, contrariamente a lo que comúnmente se cree, no en Estados Unidos sino en

Japón. La revolución de las nuevas tecnologías en realidad tiene su origen en una impor-

tante iniciativa gubernamental llevada a cabo en dicho país asiático durante la década de

249

1960, cuando la burocracia japonesa incorpora las ideas de Yoneji Masuda acerca de la

era de la información -posteriormente plasmadas en su libro The Information Society as

Post-industrial Society (1980)- en sus estrategias nacionales para superar la crisis de esa

década en el desarrollo de su economía. En poco tiempo, estas ideas se habían aprovecha-

do en América del Norte y Europa, donde el interés por las mismas se vio acelerado por

la recesión económica de la década de 1970. Lo que siguió fue una rápida expansión,

llevada a cabo por organismos gubernamentales, institutos académicos, y corporaciones

de planificación, de las estrategias postindustriales de desarrollo de la informatica, la ro-

botica, y la reorganización sistemática del trabajo y la economía. Como apunta Dyer-Wi-

theford, a finales de 1970 la “revolución de la información se perfila como una categoría

central en el gobierno y la planificación empresarial" (DYER-WHITEFORD, 1999: 21).

La idea tomó fuerza durante la década de 1980, popularizada por una toda una serie de

estudios académicos (página 71), por algunos populares best sellers, como La Tercera

Ola, de Alvin Toffler, y Megatrends, de John Naisbett, y finalmente también por una am-

plia cobertura periodística y mediatica. Todo ello junto contribuyó a introducir de manera

paulatina la idea de revolución de la información en el lenguaje popular. Es importante

destacar que, mientras las teorías de Yoneji Masuda habían considerado la burocracia

gubernamental como un actor central en la gestión del entonces futuro postindustrial, los

informacionistas de los años 1970, 1980, y 1990 lo concibieron como un fenómeno más

en sintonía con el clima de thatcherismo y reaganismo dominante por aquél entonces en

gran parte del Occidente desarrollado, rechazando en gran medida el estado keynesiano

y favoreciendo así una concepción de la era de la información dirigida por el mercado y

estructurada en torno a la teoría neoliberal. La utilización de las ideas de Masuda fue deli-

beradamente intencionada en los círculos neoliberales occidentales para favorecer una

nueva versión del capitalismo.

Este nuevo cambio en la teoría informacionista corrió paralelo a enormes inversiones en

alta tecnología por parte de las corporaciones y los gobiernos occidentales, que ya habían

abrazado la acumulación flexible neoliberal tecnológicamente constituida como la solu-

ción a la crisis capitalista. En su nueva forma neoliberal "la idea de una revolución de la

información se convirtió en un componente intelectual y en la retórica fundamental de un

proyecto de reestructuración de la alta tecnología perseguido de manera conjunta por los

sectores estatales y corporativos en todo el mundo capitalista avanzado" (DYER-WHITE-

FORD, 1999: 22). En pocas palabras, los planificadores del cibercapitalismo promovie-

ron cada vez más una visión de la reformas tecnológicas en línea con un proyecto paralelo

250

de neoliberalización, hasta el punto de que ambos tipos de reformas, tecnológica y neoli-

beral, se convirtieron en gran medida en intercambiables, y fueron perseguidas de forma

conjunta como una respuesta integrada a las crisis de acumulación de capital. Lo que sur-

gió fue un proyecto de reforma neoliberal cibercapitalista dedicado a la creación de un

régimen global de acumulación flexible mutuamente constituido por el desarrollo tecno-

lógico y la regulación neoliberal, tal y como ya ha sido suficientemente explicado en el

capítulo precedente. Con este fin una "nueva época" fue declarada inevitable, al tiempo

que se empezaban a implementar toda una serie de decisiones políticas concretas tomadas

en los centros de poder mundial.

Los planificadores informacionistas, es decir lo que en esta obra se ha denominado la in-

telectualidad orgánica (página 252), instaron con éxito a los gobiernos para subvencionar

la investigación en alta tecnología, forjar alianzas académicas y empresariales, desregular

las empresas de telefonía, y privatizar las redes de telecomunicaciones. Todo ello con el

fin acelerar la inevitable llegada de la era de la información, que sería una era de las finan-

zas y el comercio globales, con cambios masivos en la producción industrial y el declive

de los sindicatos (DYER-WHITEFORD, 1999: 18-22). Tan inevitables eran estas premo-

niciones, que fracasar en la tarea significaría pérdida de empleos y disminución de los ni-

veles de vida, un estribillo común neoliberal.

1.1. El verdadero rostro del capitalismo

Para desvelar la falsedad de estas premoniciones, para descubrir y denunciar las verdade-

ras intenciones, ocultas tras sucesivas capas de maquillaje, hace falta clarificar una a una

las sucesivas etapas que han llevado al capitalismo desde la situación inicial descrita hasta

su forma actual.

1) la casa del proyecto cibercapitalista.

Es sin duda Estados Unidos el mejor ejemplo para ilustrar esta época de adminis-

tración ferozmente neoliberal en la que nos encontramos inmersos, y por tanto el

país sobre el que es preciso centrar la atención si se quiere comprender el fenómeno

del cibercapitalismo. Ello es asi porque, además de ser el país que lidera y promue-

ve de manera más eficaz la globalización neoliberal, también es el que obtiene

mayor beneficio de la misma. Contrariamente a lo que algunos pudieran pensar, la

promoción del cibercapitalismo no es patrimonio exclusivo de los sectores más

conservadores de la política de dicho país. Por ejemplo, el presidente demócrata

Bill Clinton fue un acérrimo defensor del dogma informacionista, utilizando de

manera reiterada argumentos neotecnológicos para promover la consolidación de

251

regímenes neoliberales globales de acumulación flexible (DYER-WITHEFORD,

1999: 33-35). Así, en 1994 su congreso aprobó el Bill National Information Infra-

structure (Proyecto de Ley de Infraestructura de Información Nacional), con el

cual se inició la construcción de la “autopista de la información", una red nacional

de telecomunicaciones de banda ancha alta que no iba a ser subsidiada por el go-

bierno, sino por la iniciativa privada. Su vicepresidente Al Gore, ese firme defensor

del medio ambiente, hizo numerosos discursos en los que explicó que esta nueva

"infraestructura nacional de información" sólo podía funcionar en un clima de ne-

gócios no regulados.

No obstante, sin duda fue desde las filas del partido republicano desde donde más

firmemente se apostó desde el principio por la consolidación del proyecto neoli-

beral. Así, el rival político de ambos, el neoliberal Newt Gingrich, creó en 1993 la

Progress & Freedom Foundation, un think-tank con sede en Washington que al-

bergó grandes conferencias para promover la confluencia del capitalismo y la era

de la información. La fundación finalmente publicó, en 1994, Ciberespacio y el

sueño americano: Una Carta Magna para la Era de la Información, en la que par-

ticiparon notables informacionistas, como Alvin Toffler, que de paso se había con-

vertido en asesor personal de Gingrich. La era de la información, según se despren-

de de la lectura de dicha carta magna, no sólo estaba anunciando el “derrocamiento

de la materia", en consonancia con las posturas ciberevangelistas ya detalladas en

el bloque I, sino que también estaba creando un clima económico que hacía nece-

saria la existencia de fuertes derechos de propiedad intelectual para proteger la pro-

piedad privada, el mantenimiento de las infraestructuras de telecomunicaciones

bajo el control de monopolios privados no regulados, las exenciones fiscales para

las empresas de alta tecnología, y "el desmantelamiento generalizado de los regla-

mentos del gobierno federal" (DYSON et al., 1994). Muchas de estas recomenda-

ciones se incluyeron finalmente, en 1996, en el U.S. Telecommunications Bill, que

asumía el rol de “desregular y concentrar el capital para gestionar el nuevo entorno

informático” (MOSCO, 2004:108). Extremadamente reveladora es la lista de pa-

trocinadores financieros de la citada Progress & Fredom Foundation, ya que inclu-

ye algunas de las más poderosas empresas de nuevas tecnologías y medios de co-

municación del planeta: Amazon.com, AOL-Time Warner, Cisco Systems, Disney,

Hewlett-Packard, International Business Management (IBM), Intel, Motorola,

News Corporation, Sun Microsystems, etc. (MOSCO, 2004: 108).

252

2) los intelectuales y los planificadores orgánicos.

Durante la década de 1990, el discurso populista neoliberal pseudodemocrático fue

repetido hasta la saciedad una y otra vez por los defensores del cibercapitalismo,

en artículos de prensa y libros de divulgación, con la finalidad de promover un su-

puesto proyecto emancipador organizado en torno al individualismo radical. Por

ejemplo, el economista Lawrence Kudlow escribió en 1999 que "internet da poder

a la gente común y quita poder del gobierno" (FRANK, 2000: 79). Del mismo mo-

do, el cibergurú y asesor de Reagan, George Gilder aseguraba a los lectores que el

sistema de información del mercado "desplazaba la autoridad de las élites y el esta-

blishment hacia los creadores y clientes" (FRANK, 2000: 82). Mientras tanto, Tho-

mas Friedman, del cual ya se ha hecho mención a propósito de su obra The World

is Flat, explicaba en un artículo de opinión del New York Times, en 1999, que la

"revolución de internet" reflejaba el desplome del muro de Berlín, eliminando el

poder de “gobiernos y sindicatos tiránicos para regular los flujos mundiales de ca-

pital” (FRANK, 2000: 64).

Gran parte de esta retórica cibercapitalista provino, y sigue proviniendo, de las pá-

ginas de Wired, la revista tecnofetichista que se dedica fervientemente a la promo-

ción del tecnomercado. En sus páginas Jon Katz elogia la web como gestora de una

nueva generación de "ciudadanos digitales, cuya inherente lealtad a internet con-

llevaría un posicionamiento ideológico favorable a una mayor desregulación neo-

liberal” (FRANK, 2000: 83-84). Repitiendo el dogma ciberevangelista estándar,

una editorial de dicha revista aseguraba a los lectores que "en esta economía, nues-

tra capacidad para crear riqueza no está obligada por los límites físicos, sino por

nuestra capacidad para llegar a nuevas ideas", y por lo tanto era "ilimitado". Un e-

ditor de Wired incluso escribió que el estado estaba siendo reemplazado por el mer-

cado de internet, habilitado como un "medio superior para expresar la voluntad

popular" (FRANK, 2000: 59). Otro de los ciberevangelistas que frecuentaba la ci-

tada revista fue Peter Schwartz; quien desde posiciones utópicas sobre el mundo

virtual planteaba visiones futuristas acerca de una sociedad habilitada por las fuer-

zas del mercado mundial tecnológicamente emancipadas, gracias a la externaliza-

ción, la reducción del poder de los sindicatos, la privatización y el desmantela-

miento del estado de bienestar. En conjunto, esta sería la fórmula que finalmente

nos llevaría a una nueva economía, en la que las tecnologías interactivas nos con-

ducirían hacia nuevas formas de democracia participativa a una escala nunca ima-

253

ginada. Según sus propias palabras “Estamos viendo el comienzo de un auge eco-

nómico global en una escala nunca antes experimentado. Hemos entrado en un pe-

ríodo de crecimiento sostenido que con el tiempo podría duplicar la economía mun-

dial cada doce años y traer prosperidad creciente para -literalmente- miles de millo-

nes de personas en el planeta. Estamos cabalgando las primeras olas de un período

de 25 años de enorme expansión económica que va a hacer mucho para resolver

problemas aparentemente insolubles como la pobreza y para aliviar las tensiones

en todo el mundo. Y lo haremos sin tocar la cobertura del medio ambiente”

(SCHAWRTZ et LEYDEN, 1997: 1). Como los hechos se encargan de demostrar,

18 años después de esta profecía cibervangélica, la pobreza en el mundo no ha dis-

minuido, la tensión mundial tampoco, y el medio ambiente se encuentra cada vez

más amenazado. Sin embargo, otras consecuencias no hechas explícitas entonces

sí que que se han hecho realidad ya que, debido a esa anunciada inevitabilidad del

capitalismo financiero y su fusión con las nuevas tecnologías, el cibercapitalismo,

que de una manera populista es presentado como una nueva forma de empodera-

miento transcendente del individuo y como un fenómeno democratizante, en rea-

lidad ha permitido “recortar distancia al estado de bienestar, entorpecer los sindi-

catos, y reducir el tamaño de la fuerza de trabajo" (FRANK, 2000: 96), supues-

tamente en aras de una sociedad más justa. Es sorprendente la capacidad del discur-

so cibercapitalista para darle la vuelta a los hechos. Existen pruebas más que evi-

dentes de que la financiarización de la economía en los últimos cuarenta años ha

sido directamente responsable del aumento de la desigualdad de ingresos, colocan-

do la mayoría de las ganancias financieras resultantes en manos de los inversores

y las empresas más ricas del mundo (HARVEY, 2005, 2010; FRANK, 2000; RO-

BINSON, 2008). Además de esto, el ascenso de la desregulación financiera global

ha sido uno de los instrumentos clave del capital global para disciplinar a los go-

biernos democráticos y a los sindicatos, convirtiéndose de ese modo en una razón

importante para el debilitamiento global de los principios básicos de la ciudadanía

democrática. Todo lo contrario de lo que supuestamente había de suceder.

3) La pseudoplutocracia.

A pesar de estas pruebas irrefutables, el discurso cibercapitalista sigue ganando a-

deptos gracias a su condición de discurso hegemónico, fuera del cual ninguna otra

opción parece razonable, cuando no directamente insensata. Internet juega un papel

crucial en este sentido, con el surgimiento de la compraventa online a través de sit-

254

ios web como eBay, PayPal y Amazon, y presentado en numerosos medios de co-

municación como prueba de una nueva forma radical de democratización económi-

ca populista. Supuestamente se permite a muchas más personas, previamente mar-

ginadas, convertirse en empresarios capitalistas (FRANK, 2000: 162-163). Por e-

jemplo, Thomas Friedman argumentó que tales desarrollos, junto con la difusión

de los sistemas globales de libre mercado habilitados tecnológicamente habían

"convertido al mundo entero en un sistema parlamentario", donde los ciudadanos

pueden "votar cada hora, cada día a través de sus fondos de inversión, sus fondos

de pensiones, sus corredores, y además formar sus propios fondos a través de

Internet " (FRANK, 2000: 93). Mientras tanto, un artículo de Business Week, ya

en 1996, sostenía que el "flujo de dinero en la renta variable" representaba "una

forma de transferencia de la riqueza desde las corporaciones a los individuos, con

grandes ganancias de mercado para los pequeños inversores” (FRANK, 2000:

123).

Por lo visto la verdadera democracia consiste en que el dinero fluya libremente.

Así, en el artículo The future of money: it’s flexible, frictionless and (almost) free,38

publicado en la revista digital Wired, se exponen con entusiasmo las virtudes de

las nuevas tecnologías cuando estas forman parte integrante de las nuevas formas

de acumulación neoliberal globales (ROTH, 2010). Esta vez los grandes emanci-

padores son las nuevas tecnologías basadas en la web, que, como PayPal, Google,

Amazon, Facebook, y toda una miríada de empresas de nueva creación, están

permitiendo las opciones de pago "sin fricción" y la transferencia de dinero en

línea. Gracias a estas nuevas tecnologías, mover dinero a escala global, un privi-

legio sólo al alcance de grandes corporaciones hasta hace poco tiempo, es ahora

una opción accesible para cualquier persona. La desregulación es la clave de esta

revolución. Aunque previamente "cualquiera que quería crear un servicio como

éste habría tenido que navegar por un laberinto de regulaciones estatales y federa-

les y los organismos de concesión de licencias", ahora no hay "ningún coste para

mover dinero a nivel internacional" (ROTH, 2010). El resultado es el nuevo mundo

de las tecnofinanzas a escala global, integrado y liberalizado, en el que las nuevas

tecnologías estarían liberando a la ciudadanía de instituciones represivas, como la

empresa y el estado. Estos diseñadores informáticos y financieros están constan-

38 <http://www.wired.com/2010/02/ff_futureofmoney/>. [24-06-2015].

255

temente a "la búsqueda de nuevas formas de derribar la fortaleza de los bancos y

las compañías de tarjetas de crédito”, dando lugar al “tipo de fervor revolucionario

que PayPal siempre tuvo la intención de fomentar" (ROTH, 2010). Peter Thiel, co-

fundador de PayPal y un “libertario” acérrimo, puso en marcha la empresa como

un medio para crear un sistema monetario sin estado que diera a los ciudadanos un

control más directo del que nunca antes habían tenido sobre su dinero. De esta

manera resultaría casi imposible que gobiernos corruptos roben la riqueza a su

pueblo (¡!). De hecho presenta su negocio como una lucha contra los bancos y las

instituciones de tarjetas de crédito, como “el principal campo de batalla del capita-

lismo". Siguiendo la doctrina cibercapitalista estándar, estos nuevos desarrollos se

presentan paradójicamente como revolucionarios.

Resulta cuando menos curioso que Thiel -a la sazón uno de los primeros inversores

de Facebook, con una fortuna estimada en más de 2.200 millones de dólares, y que

en la actualidad se dedica a la inversión en starts up (empresas emergentes) tecno-

lógicas y biotecnológicas- no tenga reparos, al mismo tiempo que libra su particu-

lar batalla contra el capitalismo, en defender públicamente que la competencia per-

fecta -una de las condiciones que cualquier manual básico de economía considera

imprescindible para evitar las injusticias del sistema económico capitalista- sea el

peor de los escenarios posibles para una empresa: “la aspiración de un empren-

dedor es la de crear un producto o servicio tan revolucionario que llegue a monopo-

lizar una industria”39

Parece que la democracia sólo debe de llegar al consumidor, pero, en el caso de

PayPal, no es deseable que la posibilidad de escoger se amplie a otras compañías

que ofrecen el mismo servicio de pago online.

Una vez más, vemos un populismo de tecnomercado ensalzando regímenes de acu-

mulación flexible como la supuesta manera de capacitar a las personas para demo-

cratizar sus finanzas a expensas de las élites económicas y estatales tradicionales

(pero no de las nuevas). No importa que casi todas esas nuevas tecnologías estén a

su vez desarrolladas o financiadas por poderosas corporaciones capitalistas. Lo que

es importante es la aparición de un sistema monetario sin estado, emancipatorio y

sin los obstáculos de las regulaciones gubernamentales, que permita la evasión del

control estatal.

39 <http://www.expansion.com/2015/03/03/emprendedores-empleo/emprendimiento/1425402572.html>. [25-07-2015].

256

Es importante destacar que el período álgido de la propaganda de legitimación po-

pulista del cibercapitalismo se produjo principalmente durante la década de 1990,

antes del estallido de la burbuja tecnológica e inmobiliaria que se inició a partir del

2000. Después de eso, parece que hubo una cierta disminución en este tipo de pro-

moción entusiasta de un orden tecnoutópico del mercado (aunque hay que señalar

que esto ocurrió después de que muchas de las reformas neoliberales preconizadas

por el capitalismo financiero estuvieran ya bien consolidadas institucionalmente).

En cualquier caso, se podría haber esperado algo de autocrítica tras la crisis finan-

ciera económica mundial de 2008, de la que todavía no hemos salido, cuando tras

décadas de aumento de la deuda se produjo el colapso de la economía global. Antes

al contrario, como ya ha quedado explicado en el capítulo anterior, la respuesta ha

sido una suerte de huída hacia delante, mediante la cual la solución es más neoli-

beralismo y menos estado.

4) El microcapitalismo y el empresario online.

De esta manera, aunque está fuera de toda duda que las redes avanzadas de TICs

que constituyen el sistema financiero fueron un factor clave de la crisis en sí, ayu-

dando a generarla y propagando la catástrofe a través de fronteras nacionales a ve-

locidades casi instantáneas (CHAKRAVARTY et SCHILLER, 2010; THOMP-

SON, 2010), el enfoque emancipatorio, propio del cibercapitalismo neoliberal,

sigue muy vivo. El problema, desde dichos planteamientos, no provendría de la

aplicación de las recetas cibercapitalistas, sino precisamente de lo contrario, de la

lentitud a la hora de implementar las reformas y generar el cambio social que

conduzca a la “democracia del consumidor”. De hecho esa lentitud a la hora de

reconocer la necesidad del cambio nos impide reconocer todas sus fantásticas

posibilidades, ahora al alcance de todos. Y es que en esta plutocracia de andar por

casa no sólo votamos cuando ejercemos “nuestro derecho a comprar”, sino que

también podemos convertirnos en empresarios.

En el artículo de Chris Anderson titulado In the nex Industrial Revolution, Atoms

are the new bits, publicado en el año 2010 de nuevo en la revista digital Wired, se

postulan abiertamente estas posibilidades emancipatorias del tecnomercado, en

concreto en lo relativo al aumento de la flexibilidad, las cadenas de producción

globalizadas, y los mercados globales integrados (ANDERSON, 2010).40

40 <http://www.wired.com/2010/01/ff_newrevolution/^>. [ 23-05-2015].

257

En dicho artículo se exalta entusiáticamente el desarrollo de nuevas herramientas

de desarrollo económico basadas en las TICs, tales como el software de diseño 3D,

la asamblea electrónica, y la impresión 3D. Según el autor, todas ellas están

poniendo "las herramientas de producción de la fábrica a disposición de los indivi-

duos". De hecho, "la fabricación se ha abierto a las personas": la aparición de las

cadenas de suministro globales basadas en nuevas tecnologías integradas en los

mercados libres permite a estos nuevos empresarios crear series de producción

completas a través de nuevas formas flexibles de externalización, y acceder como

individuos al "nuevo mundo de las fábricas OpenAccess en China". Así, por ejem-

plo, la fuerte caída de la demanda y de los precios generada por la espiral deflacio-

nista a causa de la crisis financiera mundial de 2008, ha obligado a los fabricantes

chinos a "manejar los pequeños pedidos de manera más eficiente", con "fábricas

aceptando pedidos en línea, comunicándose con los clientes por correo electrónico,

y aceptando el pago con tarjeta de crédito o PayPal. En definitiva, "cualquier per-

sona con una idea y un poco de experiencia puede establecer líneas de ensamblaje

móviles en China con nada más que algunos golpes de teclado en su computadora

portátil" (ANDERSON, 2010).

Todas estas tendencias se conciben, desde la óptica cibercapitalista, como eminen-

temente emancipatorias, incluso revolucionarias, enmarcadas como estan en el

contexto del discurso hegemónico neoliberal. Sostiene Anderson que la fabrica-

ción se democratiza, desde el momento en que un simple garaje se puede convertir

en una microfábrica en potencia y cualquier ciudadano en un “potencial microem-

presario". Para concluir que siendo "el garaje de cualquiera (...) una potencial fábri-

ca de alta tecnología", los medios de producción están disponibles de una manera

tan amplia y eficaz que incluso "Marx estaría contento" (ANDERSON, 2010).

Como de costumbre, este ciberevangelismo neoliberal supone además la trascen-

dencia de la persona de los lazos opresivos de instituciones obsoletas como el esta-

do: "Si los últimos 10 años han sido sobre el descubrimiento de los modelos socia-

les postinstitucionales en la web, entonces los siguientes 10 años serán sobre su

aplicación al mundo real (...) el cambio transformativo sucede cuando la industria

se democratiza, cuando es arrancada del dominio exclusivo de las empresas, los

gobiernos y otras instituciones y es entregada a la gente normal” (ANDERSON,

258

2010). Se da la bienvenida de esta manera, y como colofón del artículo, a la “próxi-

ma revolución industrial”: en primera instancia internet democratizó la publica-

ción, la radiodifusión y las comunicaciones, cuya consecuencia fue un aumento

masivo en el número de participantes y sus posibilidades de participación en todo

lo digital; ahora está sucediendo lo mismo con la fabricación. El garaje está muy

bien para la producción limitada, pero si se quiere ir a lo grande, globalizarse y

externalizar, las fábricas en los mercados emergentes están listas. Ni que decir tiene

que cuanto menos regulada y laxa sea la legislación y las regulaciones laborales en

dichos mercados, mejores opciones para este “nuevo modelo productivo”.

Porque lo que se plantea en realidad, de manera incipiente, es un nuevo modelo de

organización industrial construido alrededor de piezas pequeñas unidas libremente

y de manera esporádica, conformado por empresas pequeñas, virtuales, e informa-

les, y en el que "la mayoría de los participantes no son empleados" (ANDERSON,

2010).

En definitiva, el cibercapitalismo nos pretende mostrar de nuevo, a través del maquillaje

acabado de describir, un supuesto rostro amable que ahora además es accesible a amplias

capas de la población. El populismo de tecnomercado parece muy vivo, a través de la

promoción de las nuevas posibilidades que ofrecen las redes de nuevas tecnologías inte-

gradas en un sistema de libre mercado. Las posibilidades emancipatorias para las personas

se conciben como un asunto radicalmente individualista, con individuos que utilizan la

tecnología para aprovechar los beneficios de la acumulación flexible global y democra-

tizar el proceso mismo de producción. De este modo, cada individuo con buenas habili-

dades en nuevas tecnologías se convierte en un potencial capitalista. Es importante desta-

car que estos nuevos microcapitalistas escapan a lo que ellos consideran una carga excesi-

va de regulación, propia de instituciones obsoletas como el estado y las organizaciones

sindicales. En el núcleo de este nuevo planteamiento subyace la idea de que la democracia

es la capacidad de los individuos ordinarios para utilizar las TICs avanzadas para explotar

redes de cadenas de producción y suministro de bienes y servicios globalmente integra-

dos gracias a la hegemonia del neoliberalismo, que ignora deliberadamente otros aspectos

tradicionalmente característicos de una verdadera democracia en materia laboral, como,

por ejemplo, la protección de los derechos laborales, la seguridad en el trabajo, o la

calidad del servicio. Incluso el desempleo estructural, generado por este sistema de pro-

ducción mundial flexible, se considera desde esta perspectiva como la necesaria e inevita-

ble consolidación de una reserva de mano de obra "voluntaria" de la que un microca-

259

pitalista puede llegar extraer niveles obscenos de plusvalía. Este nuevo estado de cosas

ha sido propiciado por el desempleo estructural inherente al capitalismo, y acrecentado

tras la crisis de 2008. Pero estas situaciones de evidente injusticia social, generadas por

el sistema de acumulación capitalista globalizado, son vistas desde la retórica populista

neoliberal como un signo más del potencial emancipatorio de ese mismo sistema, como

algo lógico y necesario.

La solución, o el problema según desde qué lado se miren las cosas, seria por tanto la len-

titud y la reticencia a la hora de potenciar las reformas necesarias que nos hagan llegar lo

antes posible a la arcadia feliz del cibercapitalismo. Como Lakoff se encarga de demostrar

página 225), los marcos ideológicos de un individuo mediatizan la interpretación de los

hechos y acontecimientos concretos que esa persona realiza. Que la receta para algunos

es más neoliberalismo ha quedado patente después del ascenso del movimiento esta-

dounidense Tea Party, o más recientemente tras el aplastante triunfo del partido conser-

vador en las últimas elecciones británicas de 2015. La crisis parece haber dejado al descu-

bierto las injusticias flagrantes de la ideología cibercapitalista, dando lugar a una serie de

consecuencias qua ya han sido detalladas con anterioridad: crisis del estado, empeo-

ramiento de las condiciones laborales, agravamiento de los problemas medioambientales,

crisis humanitarias, etc. Tales tendencias combinadas con la extrema volatilidad produci-

da por globalización de las finanzas han colocado a la economía mundial en caída libre,

creando una crisis de solvencia que sí que repercute en los estados y en su ciudadanía.

Tal como era de esperar, desde entonces las encuestas muestran que la crisis económica

es la principal preocupación de la gran mayoría de la ciudadanía en los países del Occi-

dente desarrollado, también para los partidarios del neoliberalismo (COHEN, 2010). Pero

estos últimos, lógicamente, en lugar de rechazar el neoliberalismo tecnológico, han res-

pondido con demandas políticas contra los sindicatos, más desregulación de las finanzas

y la industria, duras medidas de austeridad, menos intervención del gobierno en la econo-

mía, y el ulterior desmantelamiento del estado de bienestar. Los ejemplos son innúmera-

bles, desde la crisis en la que se encuentra inmersa en la actualidad la Unión Europea

acerca de las medidas a tomar para salir de la misma, y conocidas vulgarmente como

“austericidio”, hasta la intensa retórica populista del Tea Party en Estados Unidos, que

propugna la emancipación de las élites opresoras del estado, las corporaciones, y el traba-

jo, a través de más neoliberalización. En otras palabras, la interpretación de la crisis, y las

soluciones a la misma, se ha circunscrito a la intrepretación que de la misma hace la línea

dura de la ideología neoliberal hegemónica desde el populismo democrático. La interpre-

260

tación de los hechos, por tanto, parece al menos parcialmente mediatizada a través de un

sistema ideológico que esos mismos acontecimientos parecen invalidar. Como ya se ha

señalado, la visión global de la ideología neoliberal se ha fusionado de manera indisoluble

con las nuevas tecnologías a través de la propagación de un discurso común, y sería extra-

ño que tras décadas de informes, literatura y publicidad, este discurso no hubiera tenido

efecto social alguno. Ambas visiones sesgadas de la realidad se retroalimentan mutua-

mente para sostener el discurso cibercapitalista.

La realidad sin embargo es bien distinta. Si no se frena al cibercapitalismo nos enfrenta-

mos a un panorama global desalentador, que toma paulatinamaente forma a través de la

convergencia de numerosas crisis de diferente ritmo e impacto. La idea de una crisis sisté-

mica general del capitalismo ya está sobre la mesa (AGUIRRE, 2014). Crisis sistémica

porque además de los aspectos materiales de la misma, se han de tener en consideración

aquellos que son intangibles, pero que también condicionan la actuación de las personas

a través de la idea final que se hacen de las cosas, tal y como la Geografía de la Percepción

se encarga de demostrar (SEGRELLES, 2002). Parece ser que es también una crisis exis-

tencial y de valores, que cuestiona los símbolos legitimadores de la modernidad, sus

normas, visiones de futuro, identidades, y todas aquellas representaciones que otorgan

sentido a la existencia. Se trata pues de una fenómeno multifactorial del cual se pueden

señalar como más relevantes los siguientes aspectos:

1) Crisis de liderazgo mundial.

Desde un punto de vista histórico, se puede hablar de la etapa terminal del ciclo

de la hegemonía anglo-norteamericana, que abarca toda la historia del capitalismo

industrial, desde sus orígenes hacia fines del siglo XVIII hasta la actualidad. En

un horizonte temporal razonable, no aparecen sucesores imperiales dignos de ese

nombre. Las previsiones futuristas relativas al fin de la historia o la muerte de la

distancia, ya comentadas con anterioridad, se fundamentan en esta premisa. La

crisis actual, sobre todo las turbulencias financieras en curso y sus secuelas comer-

ciales e industriales, confirman plenamente esa afirmación: las otras grandes po-

tencias están completamente atadas al destino de los Estados Unidos y viceversa,

precisamente a causa de la globalización. Este ciclo bicentenario coincide con el

de la explotación intensiva de los recursos energéticos no renovables (carbón pri-

mero y petróleo después), corazón del desarrollo industrial capitalista, que pudo

despegar y expandirse vertiginosamente porque sometió a su frenético ritmo a las

fuentes energéticas (objetivo técnicamente imposible si se hubiera tratado de re-

261

cursos energéticos renovables). A falta de un auténtico liderazgo de carácter mun-

dial, que debería de ostentar la ONU, surgen de manera incipiente, nuevos ejes de

poder que ponen en cuestión el liderazgo estadounidense en todos los niveles. El

acercamiento politico entre China y Rusia o la creciente tension mundial a propó-

sito del terrorismo global son tan solo dos ejemplos.

2) Crisis de gobernanza económica global.

Por su parte la financiarización acelerada del capitalismo, que se desarrolló desde

fines de los años 60 del siglo XX hasta llegar a la hipertrofia actual, se ha

convertido en algo imposible de controlar y sometido a constantes turbulencias.

Luego de cada una de las sucesivas crisis, y producida la depuración corres-

pondiente, el sistema no renace como si nada hubiera ocurrido. No sólo acumula

las innovaciones de la etapa anterior a las que agrega otras sino que hereda tam-

bién algunas heridas, algunas taras, algunos segmentos parasitarios (por ejemplo

financieros) que pasaran a formar parte de la nueva etapa. Podemos así ver, si-

guiendo a Marx, como el capitalismo va transitando una sucesión de crisis supera-

bles y apuntando hacia una crisis de carácter general (MARX et ENGELS, 2000).

Dicha crisis general no se ha producido antes porque el capitalismo no es sólo una

estructura aeconómica sino algo mas amplio. Se trata de un sistema social muy

complejo, capaz de generar correctivos, parches, o incluso grandes transformacio-

nes, que le permiten sobrevivir e incluso continuar creciendo. En respuesta a crisis

que son sistémicas, la respuesta lógicamente también es sistémica. Se trata de una

respuesta integrada de las clases dominantes, que han ido diseñando la alternativa

más eficaz en el contexto actual: el parasitismo del estado y la expansión financie-

ra (en el caso de Estados Unidos especialmente, también el militarismo) se han

coaligado para apuntalar el sistema hasta ahora. Está por ver cual será su sesgo

ideológico y económico final, pero nuevamente el liderazgo económico occidental

está siendo puesto en entredicho, en este caso mediante la aparición de alternativas

a las instituciones de gobernanza económica mundial, como el FMI, con la

creación, por ejemplo, del Banco Mundial de Desarrollo (BMD) por parte de

Rusia, China, Sudáfrica, Brasil e India41. De dicho iniciativa y otras similares se

hablará en detalle más adelante.

41 <http://www.knowledgeatwharton.com.es/article/banco-mundial-de-desarrollo-alternativa-al-f-

mi-y-el-banco-mundial/>. [25-06-2015].

262

3) Crisis del estado.

En realidad el estado parece haber observado un movimiento pendular durante su

etapa de coexistencia con el capitalismo: ausente o marginal durante la era del ca-

pitalismo liberal del siglo XIX, fue creciendo e incrementando sus funciones, a

medida que la expansión económica y las crisis del sistema lo exigían, hasta con-

vertirse en el estado interventor del siglo XX. La actual degradación del mismo

es el fin de un largo ciclo y esta enlazada con las otras crisis ya mencionadas, la

hipertrofia cibercapitalista le afecta de manera directa, los altos círculos finan-

cieros controlan los estados de las grandes potencias convirtiéndolos en mario-

netas de los especuladores, hecho del cual ya se ha proporcionado suficiente infor-

mación en páginas anteriores.

4) Crisis ambiental.

Esta faceta de la crisis aparece directamente relacionada con todas las crisis men-

cionadas, y de manera muy evidente con el agotamiento del todavía actual sistema

tecnológico-industrial, que ha demostrado ser el mayor motor de destrucción eco-

lógica a escala planetaria. A pesar de las políticas y acuerdos internacionales por

revertir la situación, existen fuerzas socioeconómicas que reproducen continua-

mente la degradación y depredación del medio ambiente, y con ello también la de

la propia naturaleza humana. Estas fuerzas son las propias relaciones capitalistas.

Ya nadie duda hoy de la degradación medioambiental del planeta, pero sin embar-

go la estrecha relación entre el capitalismo y dicha degradación es sistema-

ticamente negada desde determinadas instancias cibercapitalistas (KLEIN, 2015)

5) Crisis humanitaria.

Se puede considerar como tal cualquier situación de emergencia en la que se

prevén necesidades masivas de ayuda humanitaria en un grado muy superior a lo

que podría ser habitual, y que si no se suministran con suficiencia, eficacia y dili-

gencia, desemboca en una catástrofe humanitaria. Como la realidad se encarga de

demostrar, el tránsito desde la situación de crisis a la de catástrofe se produce con

frecuencia en la actualidad. En el capítulo primero de este segundo bloque se ha

aportado suficiente información al respecto: el hambre, la ausencia de democracia,

el imposible acceso a la cultura, la discriminación, el maltrato infantil, la falta de

cobertura sanitaria, la tensión mudial creciente -hasta el punto de que algunos ya

263

hablan de la Tercera Guerra Mundial-42son tan sólo algunos ejemplos que permi-

ten poner seriamente en duda la idea de que el capitalismo crea, con el tiempo,

mejores condiciones de vida para la mayoría. Parece más bien lo contrario.

De todas estas crisis se va a hablar en breve desde un punto de vista neogeográfico, pero

con carácter introductorio es necesario señalar que su naturaleza multifactorial está aler-

tando acerca de la existencia de una profunda crisis del sistema tecnológico de la moder-

nidad, incapaz de superar sus bloqueos y generar una nueva ola global de innovaciones

que posibilite introducir transformaciones decisivas (por ejemplo en el perfil de consumo

energético). El mundo capitalista ha quedado prisionero de su cultura productiva, de sus

proezas científicas y tecnológicas. En este nuevo contexto se abren escenarios futuros gi-

rando en torno a desarrollos potenciales más o menos factibles. De algunos de estos esce-

narios, de especial interés desde el punto de vista geográfico y neogeográfico, se hablará

en el ultimo capítulo de este segundo bloque. Con un enfoque más genérico, algunos de

los posibles son los siguientes:

a) La instauración de un “tecnofascismo” (GORZ, 2008: 81), que cuenta al parecer

en el presente con serias bases de apoyo, evidenciadas a lo largo de la era Bush (y

precedida del reaganismo y el thatcherismo). Aunque esta alternativa ha quedado

bastante desacreditada desde la llegada de la crisis, cabe preguntarse hasta que

punto está última la ha conseguido deteriorar lo suficiente como para hacerla im-

practicable.

b) La supervivencia de capitalismos de baja intensidad (OLIN, 2014), tanto en el

actual centro como en la periferia del sistema, que serían la expresión de una pro-

longada decadencia sin superaciones en el camino, una suerte de “mas de lo mis-

mo” pobre y degradada.

c) La superación humanista, extendiendo la libertad y la solidaridad, y aboliendo

desigualdades, parecería una utopía enterrada en el pasado. Sin embargo una mira-

da histórica profunda nos permite descubrir un increíble siglo XX sepultado a últi-

ma hora por el cibercapitalismo. En ese siglo, y por primera vez en la historia de

las civilizaciones, centenares de millones de seres humanos ejercieron sus dere-

chos democráticos, aunque en numerosos casos estos fueron luego desnatura-

lizados o aplastados, ingresaron en sindicatos, eligieron autoridades, hicieron re-

voluciones populares e incluso algunas socialistas. En ese sentido es en el que hay

42 <http://actualidad.rt.com/actualidad/179043-tercera-guerra-mundial-china-eeuu-rusia>. [22-08-2015].

264

que interpreter las siguientes palabras de Harvey: “Hay muchas señales con-

temporáneas de que la tradición humanista ilustrada sigue vivita y coleando, quizá

incluso ensayando un retorno. Es el espíritu que evidentemente anima a la multi-

tud de personas empleadas en todo el mundo en ONG y otras instituciones caritati-

vas cuya misión es mejorar las oportunidades vitales y las perspectivas de los me-

nos afortunados” (HARVEY, 2014: 276).

d) Expansión de la democracia. En consonancia con esa Geografía Humanista y

Social acabada de citar, y a pesar de la reciente modernización financiera neoli-

beral, se han multiplicado las redes de comunicación y participación social en in-

ternet, haciendo posibles formas futuras de participación y de ejercicio de demo-

cracia directa nunca antes imaginadas (página 50, capítulo I). Este enorme poten-

cial democrático ha empezado a desplegar algunas expresiones de lo que podría

llegar a constituir una alternativa, o un abanico plural de alternativas, de dimen-

sión universal. Y es precisamente éste uno de los campos de acción en los que la

contribución de la neogeografía puede ser más fructífera, en los tres ámbitos cita-

dos al inicio de este capítulo: denunciar, combatir y proponer. Siguiendo ese

orden, se aportan a continuación algunos ejemplos de contribuciones genuí-

namente neogeográficas orientadas a la denuncia del cibercapitalismo.

Figura 21

Fuente:: https://www.youtube.com/watch?v=FJgWtzcV5h8

265

Imagen de una captura de pantalla del video titulado “la doctrina del shock: como el

capitalismo nos doblega” y basado en el libro La doctrina del shock de Naomi Klein

(2007), a quien se ve en la imagen impartiendo una de sus numerosas conferencias en

apoyo de la lucha contra el neoliberalismo. Nacida en Montreal, Canadá, es una perio-

dista, escritora e investigadora de gran influencia en el movimiento antiglobalización y el

socialismo democrático, implicada en el estudio de las influencias del capitalismo de

finales del siglo XX en el impulso del sistema de economía neoliberal y sus efectos en la

cultura moderna de masas. Otras obras suyas de interés son No Logo (2001) y Vallas y

ventanas (2003).

Dice Naomi Klein que la estrategia de la doctrina del shock, ideada por el economista

Milton Friedman y puesta en práctica por sus poderosos seguidores -desde presidentes

estadounidenses hasta oligarcas rusos, pasando por dictadores del tercer mundo, catedrá-

ticos de universidad o directores del FMI-, consiste en “esperar a que se produzca una cri-

sis de primer orden o estado de shock, y luego vender al mejor postor los pedazos de la

red estatal a los agentes privados mientras los ciudadanos aún se recuperan del trauma,

para rápidamente lograr que las “reformas” sean permanentes” (KLEIN, 2008: 7).

Las privatizaciones a las que se ha obligado a Grecia en el segundo rescate de su deuda

soberana en junio de 2015 se ajustan bastante a lo expresado por la autora canadiense.

Primero el shock que produciría la salida del euro, luego la concesión de un nuevo présta-

mo en el que, entre otras condiciones, se exige privatizar numerosas empresas de propie-

dad estatal y se avala el préstamo con activos del país (se ha llegado a hablar de las islas

griegas o incluso el Partenón), que pasarían a los acreedores en caso de que Grecia no

fuera capaz de cumplir con sus obligaciones de deuda.

Publicado el 16 de septiembre de 2012, este documento en forma de vídeo puede ser uti-

lizado como ejemplo de herramienta neogeográfica útil para desvelar el verdadero rostro

del capitalismo actual. En él queda de manifiesto como, desde la dictadura de Pinochet,

el capitalismo ha implementado una forma de actuación que no ha dejado de funcionarle.

Va dando la vuelta al mundo: Sudamerica, Asia, Europa, y seguramente EE.UU, creando

crisis artificiales o sistémicas, y presentando soluciones que simplemente le dejan en ven-

taja, aprovechando entonces para esquilmar nuevos recursos públicos o comunales que

acaba finalmente apropiándose.

Significativa es también la distinción que la autora hace entre mercado libre y capitalismo,

y que este último pretende convertir interesadamente en sinónimos. El primero es antiquí-

simo y está regulado, tiene reglas y los que lo usan las respetan; el capitalismo sin embar-

266

go existe desde hace dos o tres siglos, y sencillamente elude esas regulaciones y sólo

busca beneficios, sin importarle cómo o a quién perjudique. El capitalismo es mas que un

estado, es supranacional, supraestatal y no tiene pasaporte. Va a donde hay beneficios, y

precisamente gracias a las nuevas tecnologías su capacidad de movimiento y su flexibi-

lidad se han vuelto extremas.

Figura 22

Fuente: http://es.slideshare.net/Mar-Ferro/el-capitalismo-y-el-medio-ambiente Afortunadamente las aportaciones voluntarias de ciudadanos y colectivos anónimos, sin

ninguna o escasa relevancia mediática, son tan abundantes en neogeografía como las de

personas e instituciones de prestigio. En ese sentido, se puede decir sin temor a equivo-

carse que internet es un instrumento que favorece la democracia, en tanto que fomenta y

facilita la participación.

El ejemplo que se presenta es uno de ellos, los autores del documento son personas abso-

lutamente desconocidas, pero no por ello la contribución deja de tener calidad y ser ilus-

trativa de aquello que se trata de denunciar: gracias a la globalización económica el mun-

do se enfrenta al deterioro del medio ambiente, y pese a que dicha problemática es del

conocimiento de los estados, hasta hace poco no se habían tomado medidas preventivas

que trataran de regular la explotación desmedida de recursos que se esta llevando a cabo

con la finalidad de mantener la continuidad del sistema cibercapitalista y su permanente

desarrollo.

267

Los principales problemas ambientales de la actualidad derivan del consumo desenfre-

nado, para el cual es necesaria la extracción masiva de recursos naturales y el mante-

nimiento de las industrias que lo permiten. La poca consideración y negligencia del hom-

bre hacia su entorno es la razón por la cual el deterioro del medio ambiente persiste. Todos

los países generan contaminación, sin embargo, los llamados países industrializados son

los que mayor cantidad de contaminación producen; El capitalismo sólo busca generar

ganancias al más bajo coste, sin importar los medios ni la devastación a la cual este

proceso conduce.

La solución a todos estos problemas serían los incentivos para el desarrollo de tecnologías

alternativas, que satisfagan la demanda y ayuden a disminuir el impacto ambiental. Para-

dójicamente, aunque las nuevas tecnologías permiten, ciertamente por sus carácterísticas

intrínsecas, minimizar algunos problemas medioambientales (por ejemplo reduciendo los

desplazamientos y por tanto el gasto energético), cuando las mismas se ponen al servicio

de la lógica capitalista del máximo beneficio al menor coste, acaban convirtiéndose indi-

rectamente en una herramienta potenciadora de la devastación planetaria. El siguiente

ejemplo de contribución neogeográfica evidencia con rotundidad esto último.

Figura 23

Fuente: http://wvw.nacion.com/ln_ee/2005/julio/29/1028725.jpg

268

Ya no es una especulación que los grandes cambios en el clima tienen un factor antrópico

derivado del modelo económico que reina en todo el mundo. Las consecuencias apenas

se vislumbran, pese a las advertencias científicas sobre desastres naturales que serán los

verdaderos protagonistas del “nuevo (des)orden mundial". Más allá del escepticismo de

algunos frente a lo apocalíptico del anuncio (proveniente de la mismísima ONU,

que prevé un colapso planetario abrupto e irreversible) sabemos que existen cada vez más

corporaciones transnacionales que, teniendo sendos vínculos con los gobiernos e incluso

una plataforma de poder en los mismos estados, se dedican a explotar los recursos natura-

les sin mitigar el impacto de forma efectiva y coherente. La imagen adjunta proviene del

diario costarricense La Nación, y en ella se lleva a cabo una cartografía de la conta-

minación por países que necesita pocas explicaciones.

También es posible, gracias a las nuevas tecnologías, obtener datos concretos institución

por institución, ejemplo evidente de como las herramientas propias de la neogeografia

pueden ser un excelente instrumento de denuncia. Según el informe Global 500 Climate

Change Report 2013, elaborado por la organización si ánimo de lucro The Carbon

Disclosure Project (CDP),43las diez corporaciones más contaminantes del planeta son las

siguientes:

- Wal-Mart: es la tercera corporación privada más grande del planeta y está confor-

mada por grandes grupos de minoristas que se encargan de operar grandes almace-

nes de descuentos.

- Exxon Mobil: es una de las mayores empresas petroleras mundiales, y culpable

de más de un derrame de petróleo.

- Bank of America: es la segunda corporación bancaria más grande del mundo.

- Bayer: es la principal empresa del mundo en el sector de los medicamentos y

remedios farmaceúticos.

- Saint-Gobain: es una fábrica con sede matriz en Francia que fabrica toda clase de

materiales para estructuras.

- Samsung: conglomerado surcoreano famoso por sus dispositivos electrónicos,

como computadoras y teléfonos móviles.

- Arcelor Mittal: es el mayor productor de acero de todo el mundo y el único a nivel

global. Su sede está en Luxemburgo.

43 <https://www.google.es/#q=carbon+disclosure+project+2013+results>. [3-08-2015].

269

- Verizon: uno de los principales operadores de telefonía del mundo, con sede en

Estados Unidos.

- Rheinisch-Westfälisches Elektrizitätswerk (RWE): empresa alemana del sector

energético fundada en 1898, con sede en Essen.

- Carnival Cruises: empresa de cruceros con sede en Florida, Estados Unidos.

Figura 24

Fuente:http://www.isciii.es/ISCIII/es/contenidos/fd-servicios-cientifico-tecnicos/fd-vigilancias-alertas/fd-epidemiologia-ambiental-y-cancer/mortalidad-cancer-en-espana.shtml No todos los españoles tienen el mismo riesgo de contraer un cáncer. Aparte de los facto-

res genéticos, de la predisposición familiar y de los hábitos saludables o insanos, la ciudad

de residencia condiciona mucho más de lo que se pensaba la aparición de los tumores.

Nuevamente la neogeografía realiza al respecto una aportación más que demostrativa de

ello. El primer Atlas municipal de mortalidad por cáncer en España, de 157 páginas, rea-

lizado por el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, y que

depende del Ministerio de Sanidad, ha destapado grandes aglomeraciones de casos de

cáncer en determinadas provincias de amplia tradición industrial, como Cataluña, Astu-

rias o País Vasco. En estas zonas, la probabilidad de contraer un cáncer de pulmón, larin-

ge, y tejido conjuntivo es hasta tres veces mayor que en el centro de la península. Se evi-

dencian de esta manera los denominados costes sociales del modelo económico imperan-

te, en forma de externalidades negativas que son asumidas por la administración pública

270

mediante gasto sanitario, pero que sin embargo en numerosas ocasiones provienen de

actividades económicas privadas que no suelen hacer frente a dichos costes.

Los investigadores han desarrollado 21 mapas, uno por tumor. El estudio está realizado

tomando en cuenta todos los fallecidos en España por cáncer entre 1989 y 1998 (los datos

cerrados más recientes). Con esa información, y según la población de cada uno de los

8.077 municipios españoles, los investigadores han construido el riesgo relativo, la proba-

bilidad que tiene una persona de desarrollar un cáncer en ese municipio. El mapa utiliza

una escala que va de 0,5 al 1,5 (siendo 1 la media nacional).

Figura 25

Fuente: https://periodismoglobal.files.wordpress.com/2011/01/2010-gpi-colour-map1 Los medios de comunicación escrita tradicionales (prensa, revistas especializadas, etc.)

han experimentado una profunda transformación con la llegada de las nuevas tecnologías.

Consecuencia de ello es la profusión de aportaciones neogeográficas provenientes de los

mismos. El caso a la vista procede de la agencia de noticias WordPress, y hace referencia

quizá a la más obscena de las facetas de este nuevo capitalismo: el negocio de la guerra.

Muertes, desplazamientos, hambre, violaciones: son algunas de las consecuencias de los

conflictos armados y de las guerras. Son una catástrofe porque provocan sufrimiento y

violan los derechos humanos. Pero también son un negocio y resultan rentables. Además

contribuyen a sostener el actual sistema capitalista.

271

La mayor parte de los conflictos armados se producen (o se provocan) por motivos econó-

micos: extracción de petróleo y de gas, o el expolio de recursos naturales y de materias

primas de las zonas en conflicto. Sin embargo, estas verdaderas razones se ocultan y se

maquillan con otro tipo de causas políticamente más correctas: existencia de conflictos

internos, religiosos, culturales, geográficos, políticos y militares. Todo vale para alimen-

tar el negocio de la guerra. Un claro ejemplo es el de la República Democrática del Congo.

La versión más extendida cuenta que lo que allí ocurre es fruto de conflictos internos,

pero es difícil ignorar que ese país es muy rico en coltán, un material necesario para poder

producir tecnología como los móviles y ordenadores, los cuales finalmente se consumen

en su mayoría en los países del norte.

Además, por encima de los intereses gubernamentales y políticos prevalecen los de gran-

des empresas como las armamentísticas (legales e ilegales), que sacan beneficio de estas

catástrofes. Así, el poder político se doblega al económico, con la complicidad de algunos

organismos internacionales, mientras es la población civil de las zonas en conflicto quien

sufre las consecuencias. En definitiva, el gasto militar y los conflictos armados benefician

a unas pocas personas, a costa del sufrimiento de muchos seres humanos.

Figura 26

Fuente: http://blogs.elpais.com/3500-millones/2014/11/el-negocio-de-la-guerra.html Nuevo ejemplo de aportación neogeográfica proveniente de medios de comunicación pri-

vados. En este caso se trata de una aportación audiovisual mediante un vídeo explicativo

272

del negocio de la guerra e insertado en un blog del diario español El País. Como se verá

en páginas siguientes, es conveniente que la denuncia vaya acompañada de la necesidad

de actuaciones que traten de corregir los hechos denunciados, es decir de un activismo

que, en este caso, también tiene su fundamento en el uso por parte de la ciudadanía de las

herramientas neogeográficas puestas a su disposición o directamente elaboradas por los

usuarios de la red. La participación de una ciudadanía activa y crítica es fundamental para

exigir el respeto de los derechos humanos en todos los lugares del mundo. En el caso

concreto que muestra la figura superior para fomentar valores como la amistad, la solida-

ridad, el antibelicismo, la colaboración y la cooperación, frente a la competitividad, el in-

dividualismo y el egoísmo. Los estados tienen que comprometerse a garantizar el cumpli-

miento de todos los derechos humanos en todos los lugares del mundo y, gracias a la

neogeografía, hoy en día es más fácil controlar si lo hacen y exigirlo si no se da el caso.

1.2. Los agentes en la sombre

Por agentes en la sombre, al servicio del cibercapitalismo, se entiende en esta tesis aque-

llas instituciones y organismos que, de manera más o menos velada, colaboran en la

consolidación del proyecto hegemónico neoliberal. Formarían parte, en sentido amplio y

en la medida en que se trata de instituciones de indudable reconocimiento internacional,

de esa intelectualidad orgánica de la que hablaba Gramsci (página 229). Las tres más

poderosas en la actualidad, el FMI, el BM, y la OMC, son de hecho conocidas como la

“impía trinidad” (CHANG, 2008: 23 ). Es por ello que merecen un análisis pormenorizado

que se realiza a continuación.

1) El Fondo Monetario Internacional (FMI)

“La forma en que los países miembros interactúan con el FMI, y en que el Directorio Eje-

cutivo, el Director Gerente y el personal trabajan conjuntamente para llevar a cabo las

operaciones del FMI, son elementos clave de la gestión de gobierno, pero no siempre se

comprenden ni se los considera transparentes. Hay quienes opinan que los principales

países industriales, liderados por Estados Unidos, imponen su voluntad al resto de los

países miembros por ser los accionistas mayoritarios del FMI. Desde otra perspectiva, se

estima que el prestigio del Director Gerente, o la fuerza monolítica del personal de la ins-

titución, eclipsan al Directorio Ejecutivo. Una tercera opinión es que el procedimiento de

toma de decisiones por consenso del Directorio (véase la sección IV) sofoca las voces de

los países en desarrollo y de los que abogan por el cambio y la reforma. Los grupos de la

sociedad civil también han subrayado la importancia de la transparencia en una institución

273

como el FMI, que debe explicarse mejor ante la opinión pública general” (VAN

HOUTVEN, 2002:11).

Estas palabras, nada sospechas por su procedencia, ya que se trata de una publicación

encargada y financiada por el propio FMI, ponen de manifiesto la problemática a la que

se ha hecho mención reiteradamente: la percepción que se tiene de dicho organismo como

un mero agente al servicio del cibercapitalismo que no tiene problema alguno en mirar

para otro lado cuando se conculcan derechos fundamentales si ello supone beneficios para

las grandes corporaciones que parecen estar detrás de sus órganos de gobierno.

Ya se ha hecho referencia en páginas anteriores a los orígenes del FMI y sus propósitos

fundacionales. Es importante comprender que esta institución de gobernanza económica

global cuenta ya con medio siglo de existencia, lo cual permite un cierto estudio de la

misma desde una perspectiva genética (orígen y evolución). Y es que el actual descrédito

del FMI tiene que ver más con su deriva hacia el neoliberalismo durante todos estos años

que con sus motivaciones originales. A continuación, desde esta perspectiva, se analiza

dicha evolución tratando de comprender y explicar dicha transformación: desde una insti-

tución supuestamente dedicada al buen gobierno de la economía mundial a otra al servicio

del cibercapitalismo.

El FMI fue pensado inicialmente para ayudar a las economías industrializadas a recupe-

rarse económicamente tras la segunda gran guerra. Pero bien pronto, tras la crisis del pe-

tróleo de la década de 1970 y la de la deuda en la de 1980, se produjo un cambio en las

operaciones del FMI, especialmente tras la llegada de gobiernos neoconservadores al

poder (Reagan y Thatcher). A partir de entonces, la categoría de los países que conforman

aquellos que con más frecuencia hacen uso de los servicios de dicho organismo cambió.

Antes de estas crisis, los principales usuarios de los servicios financieros del FMI eran

los países industrializados. Después de las mismas han pasado a ser sin embargo los países

en desarrollo (aunque la reciente crisis de 2008 está provocando, como en el caso de Gre-

cia, un enfoque novedoso al respecto que todavía es pronto para analizar en cuanto a sus

resultados, algo que sin duda habrá que hacer en un futuro no muy lejano). Este cambio

en la clientela del FMI necesariamente produjo cambios en sus operaciones, debido a que

las causas y las soluciones a los problemas en la balanza de pagos de los países en desarro-

llo no son las mismas que las de los países industrializados. La balanza de pagos de los

países en desarrollo tiene unas características diferentes, en parte atribuibles a ese mismo

nivel de desarrollo. En consecuencia, los problemas, normalmente de carácter estructural,

no podían ya ser fácilmente resueltos de acuerdo a los parámetros de soluciones a corto

274

plazo del FMI, pensadas en su origen más bien para los problemas coyunturales de las

economías industrializadas. Dicha institución respondió a esta nueva situación mediante

el desarrollo de líneas de financiación a más largo plazo, tales como el servicio ampliado

del FMI y el Servicio Reforzado de Ajuste Estructural (Enhanced Structural Adjustment

Facility, ESAF) (DE VRIES, 1986).

Esto suponía un nuevo planteamiento, en el que el FMI alargaba el plazo en el que espe-

raba obtener resultados de la aplicación de sus medidas. Como consecuencia, dicha insti-

tución tuvo que reconsiderar qué supuestos deben ser tratadas como factores fijos y cuáles

otros como variables en el diseño de sus programas de estabilización y ajuste. Ello a su

vez permitió comenzar a incluir en sus políticas de condicionalidad algunas medidas des-

tinadas a producir cambios en el perfil de producción del estado miembro (GOLD, 1984).

Una consecuencia necesaria de este cambio es que el FMI, en el momento de decidir la

forma de incorporar las cuestiones relacionadas con sus políticas y programas, comenzó

a prestar más atención a la velocidad y el grado en que las instituciones y personas de un

país pueden hacer verdaderos cambios en los aspectos productivos de la economía, lo cual

a su vez requiere un análisis de los obstáculos económicos, sociales y culturales que pueda

presentar un estado miembro en dicho sentido. De esta manera, el cambio en la clientela

del FMI ha obligado a esta institución a abordar, incluso aunque sólo fuera por una cues-

tión de rentabilidad, las características sociales, culturales y de gobierno, y no sólo la polí-

tica económica, del estado miembro en cuestión, como ocurría cuando se atendía a las ne-

cesidades de países industrializados, en los cuales la democracia estaba, por así decirlo,

garantizada.

El resultado de esta evolución es que hoy en día casi todos los acuerdos del FMI incluyen

discusiones sobre cuestiones sociales, además de las tipicas reformas orientadas al merca-

do. Además, los funcionarios del FMI hablan de la importancia de la gestión transparente

y responsable y del imperio de la ley como condiciones del desarrollo económico, tenien-

do en cuenta, al menos en teoría, cuestiones como por ejemplo el gasto en armamento

(GONZÁLEZ et al., 2000). Como se verá pronto, la letra de dichos compromisos e inten-

ciones no se está cumpliendo, y esa es la principal crítica que se puede realizar al FMI.

Es por eso también por lo que cabe calificar al FMI como agente en la sombra: porque en

numerosas ocasiones hace algo totalmente distinto a lo que dice, en beneficio de élites y

corporaciones que se benefician de este hecho. Por ejemplo las industrias de armamento.

Lo dicho lleva a su vez a contemplar la atención que este organismo internacional presta

a los derechos humanos. Y en ese sentido es importante reseñar que el alcance de la in-

275

fluencia del FMI sobre los derechos humanos es más limitado que el del BM, del cual se

realizará un análisis equivalente a continuación, por varias razones:

1. La primera es que el FMI es una institución monetaria, no de desarrollo. A

pesar de que sus operaciones se centran en los países en desarrollo y sus pro-

blematicas, su objetivo principal sigue siendo macroeconómico, y en particu-

lar las cuestiones monetarias. Está menos implicado que el BM en el nivel

micro de la economía, que es el nivel en el que las políticas y las decisiones

de las instituciones financieras internacionales afectan más directamente a la

situación de los derechos humanos de los ciudadanos de sus estados miembros.

2. La segunda razón, algo menos influyente, es que el FMI tiende a operar, como

ya se ha comentado, con un horizonte de tiempo mucho más corto que el BM,

lo cual es particularmente importante para las cuestiones de derechos huma-

nos, que tienden a requerir más tiempo para el cambio de lo que lo hacen los

problemas en los cuales, por lo general, se centra el FMI. En consecuencia,

existe la tentación para el FMI de tratar las cuestiones de derechos humanos

como algo fijo y estático durante el periodo de tiempo en el que uno de sus

programas es implementado (Treasurer's Department of the International

Monetary Fund, 1991), estando por tanto limitado en la capacidad de reacción

cuando una flagrante violación de aquellos se produce. A pesar de que el FMI

tiene menos influencia que el BM, también impone condiciones en sus estados

miembros en cuanto a la situación de los derechos humanos a través de su pro-

ceso de consulta del Artículo IV, donde dice que “Los Principios respetarán el

ordenamiento sociopolítico de los países miembros, y en la aplicación de esos

principios el Fondo tendrá debidamente en cuenta las circunstancias de los

países miembros. y a través del uso de las condicionalidades que impone a sus

líneas de financiación” (FMI, 2011:7).

3. La tercera razón es una tendencia a atender, por la misma naturaleza de la ins-

titución, a las cuestiones de derechos humanos exclusivamente cuando los a-

busos a los mismos han llegado a ser tan graves como para causar consecuen-

cias monetarias. Por ejemplo, durante la década de 1980, el FMI se vio obliga-

do a reconocer que los abusos sistemáticos causados por la política de apar-

theid de Sudáfrica habían tenido efectos adversos sobre su capacidad para

cumplir con sus obligaciones como miembro del FMI. Como resultado, el FMI

276

se vio obligado a limitar el acceso de Sudáfrica a los recursos y servicios del

FMI (MORELL, 1983).

4. En cuarto lugar, como gerente del sistema monetario internacional, el FMI de-

be equilibrar sus responsabilidades para con los ciudadanos del estado que vio-

la los derechos humanos frente a sus responsabilidades para con los demás ac-

tores del sistema monetario internacional. En consecuencia, no puede imponer

fácilmente sanciones a un estado que viola los derechos humanos si esto oca-

siona un efecto adverso sustancial sobre el sistema monetario internacional.

5. La quinta razón es que el FMI tiene menos opciones reales que el BM para ha-

cer frente a los abusos de derechos humanos. Ello es debido a que el FMI pro-

porciona financiación como apoyo general a la balanza de pagos en lugar de

apoyar a proyectos específicos (GOLD, 1984). Por tanto, no puede dirigir fá-

cilmente el flujo de la financiación, y su única opción cuando se enfrentan a

un grave problema de derechos humanos suele ser el trato con el estado exclu-

sivamente sobre la base de su situación monetaria.

6. En sexto y último lugar, el FMI se encuentra, caso de quererlo, limitado par-

cialmente a la hora de utilizar las sanciones como método disuasorio. Sus esta-

tutos exigen, para que sus líneas de financiación se activen y se pongan a dis-

posición de cualquier estado miembro, la existencia de algún tipo de problema

en la balanza de pagos que pueda ser susceptible de solucionarse con su ayuda.

Pero un miembro se encuentra en "buena situación” si está realizando todas

las obligaciones de su adhesión al FMI (GOLD, 1984). Estas obligaciones no

incluyen específicamente a los derechos humanos, aunque cabe señalar que

los artículos no se oponen a que el FMI, caso de observar un problema grave

de los derechos humanos en lo relativo a su artículo IV en alguno de sus esta-

dos miembros, pueda condicionar su línea de financiación con el argumento

de que el rendimiento deficiente de los derechos humanos puede tener un efec-

to adverso en el equilibrio de la balanza de pagos. Esto se deduce del hecho

de que una situación mala en cuanto a derechos humanos (como el caso citado

de Sudáfrica en los años ochenta o, por poner ejemplos más recientes, el de la

extinta Yugoslavia en los años noventa o la corrupción ligada al narcotráfico

en el México actual), tiene costes económicos que afectan a la asignación y a

la utilización de los recursos, incluidos los recursos humanos.

277

Las razones acabadas de presentar excusarían hasta cierto punto al FMI de su actitud laxa

respecto de los derechos humanos, en la medida en que dicha actitud se deriva de sus pro-

pias características y objetivos. Pero además de estas limitaciones, que se podrían calificar

como funcionales, derivadas de su propósito fundacional y de su carácter eminentemente

monetario, el FMI actúa realmente en la sombra, secretamente, bajo los dictados de los

intereses del cibercapitalismo. Un buen conocedor de esta institución, Joseph Stigtlitz, o-

pina lo siguiente:“Al FMI le gusta manejar sus asuntos sin que los de afuera le hagan de-

masiadas preguntas. En teoría, el fondo respalda las instituciones democráticas de los paí-

ses que reciben su ayuda. En la práctica, socava el proceso democrático imponiendo sus

políticas. Oficialmente, por supuesto, el FMI no "impone" nada. "Negocia" las con-

diciones para prestar ayuda. Pero en las negociaciones, el poder está en un solo lado, el

FMI, y el fondo rara vez deja tiempo suficiente para construir un consenso amplio e inclu-

so para hacer consultas con el parlamento o la sociedad civil. A veces, el FMI suprime

del todo cualquier pretensión de transparencia y negocia convenios secretos” (STIGT-

LITZ, 2009: 248).

Siguiendo a UGARTECHE (2009), algunas de las principales objeciones que se le pueden

achacar al FMI en este oscuro desempeño son las siguientes:

1. La transformación del FMI, a mediados de los años 70, en un organismo

Norte-Sur, cuando hasta entonces había tenido un carácter más bien multila-

teral. Desde entonces el G7/8 pasaría a ser el coordinador de las políticas de

los países más poderosos, mientras que el FMI se encargaría del resto del

mundo.

2. La utilización de un doble rasero, según de qué país se trate. Así, “Mientras

las evaluaciones de las economías en desarrollo se hacían con el criterio de

que éstas deberían estar equilibradas y de preferencia con un superávit fiscal,

sustituyendo la deuda externa por interna, con niveles de inflación rasando el

dígito menor; con Estados Unidos el criterio fue la manga ancha. Grandes dé-

ficits fueron obviados en nombre de la facilidad para conseguir financiamien-

to” (UGARTECHE, 2009: 109).

3. Consecuencia de lo anterior es que el FMI, no es tan internacional como pre-

tende. Es más bien un fondo para las economías emergentes. De ello se des-

prende su incapacidad para gestionar crisis como la de 2008, que afectó en pri-

mera instancia a las economías más desarrolladas.

278

4. El FMI se halla hoy en dia profundamente desacreditado. Si algún dia lo tuvo,

ha perdido el liderazgo moral en cuestiones económicas y monetarias, y es una

institución más temida que respetada. Hay claras señales de una actividad de

regionalización financiera en distintas zonas del mundo para complementar, o

simplemente prescindir, del FMI. De ello ya se han aportado ejemplos en pá-

ginas anteriores.

5. Finalmente el FMI se ha mostrado como una institución ineficiente. Sencilla-

mente, ha hecho las cosas totalmente al revés: estaba mirando para el lado e-

quivocado cuando la crisis sobrevino “mientras obviaba lo que ocurria en los

mercados principales. No vio “el elefante en la vidriera” y se ha tornado en i-

nútil y sin credibilidad. Su actividad de 2007 no pudo predecir el inicio de la

crisis estadounidense ni menos los efectos que podría tener sobre los mercados

financieros y bancarios internacionales” (UGARTECHE, 2009: 109).

Y mientras las críticas contra el FMI arrecian, ¿qué ocurre con su institución hermana, el

Banco Mundial? Dados sus propósitos fundacionales, es de suponer que debiera jugar un

papel más activo y eficiente en la disminución de las desigualdades geográficas actuales.

2) El Banco Mundial (BM)

Los propósitos fundacionales y objetivos del BM, al igual que los del FMI y la OMC, ya

han sido detallados en el capíttulo anterior. El presidente del BM en este momento es Jim

Yong Kim, su sede se encuentra en Washington, D.C, y tiene la misma composición que

el FMI (188 países). Su personal se compone de 8.000 empleados en Washington y 2000

en otras oficinas y sedes. El BM es propiedad de los países miembros, representados por

una Junta de Gobernadores, que se reúne una vez al año, y un Consejo de Administración

con sede en Washington, que se encarga de las tareas del día a día.

Al igual que su institución hermana, el FMI, el BM ha sufrido una evolución desde su

creación que lo ha convertido en blanco de numerosas críticas. Máxime cuando, a

diferencia del fondo, su papel está más directamente relacionado con el fomento del

desarrollo. Sin embargo, cada paso en la expansión de su catálogo de actividades lo ha o-

bligado a enfrentarse a problemas operativos derivados de implicaciones políticas. Por

ejemplo, el BM, como el mismo reconce, no debería financiar proyectos destinados a ali-

viar la pobreza sin ponderar adecuadamente quiénes son los perdedores y quiénes son los

ganadores relativos en estos proyectos (World Bank, 1993). Por el conttrario, el fracaso

del banco para considerar adecuadamente todos los aspectos de estas cuestiones ha dado

lugar a proyectos que, o bien no logran los resultados previstos, o bien perpetúan el trato

279

discriminatorio hacia determinados grupos de población vulnerables (MORSE et

BERGER 1992). Del mismo modo, el BM debería financiar los programas de ajuste

ponderando debidamente la capacidad de los gobiernos, e incluso de los funcionarios gu-

bernamentales individuales, para implementar y mantener dichos programas de ajuste.

La complejidad y la sensibilidad de las cuestiones que el banco debe tener en cuenta han

crecido de manera exponencial con la evolución de las tareas en las que se ha implicado.

Como el foco en los programas de ajuste se ha desplazado desde la formulación de polí-

ticas macroeconómicas a la formulación y ejecución de políticas sectoriales o subsec-

toriales, el banco se ha visto cada vez más profundamente involucrado en los asuntos de

algunos de sus estados miembros. Por ejemplo, la preocupación inicial del banco por la

formulación de políticas macroeconómicas le llevó a centrarse en los problemas en el sec-

tor financiero de los estados miembros. Para resolverlos se comenzó a financiar préstamos

para ajustes en dicho sector, dirigidos inicialmente a producir cambios en las políticas

orientadas al mercado del sector financiero de un determinado estado prestatario. Sin em-

bargo, la puesta en marcha de las ayudas hizo aflorar otros problemas, como los meca-

nismos de supervisión y control, que a su vez originaron nuevos planes para reformar di-

chos mecanismos. Este hecho, a su vez, evidenciaba la falta de eficacia de algunos estados

miembros en la aplicación de las regulaciónes gubernamentales en el sector financiero. Y

esta falta de eficacia provocó que el banco ampliara aún más el alcance de las actividades

encaminadas a incluir la promoción de la transparencia y la exigibilidad de la estructura

legal y reglamentaria en el estado prestatario. Finalmente, este enfoque en la reforma legal

ponía de relieve los problemas a los que se enfrenta el poder judicial en algunos estados

miembros del BM y ha llevado a este último financiar varios proyectos de reforma judi-

cial.

Sobre el papel, en sus comunicados y sus declaraciones de intenciones, el BM manifiesta

una honda preocupación por el alivio de la pobreza y el desarrollo de los recursos huma-

nos. De hecho ha ampliado la gama de actividades ya financiadas (además de sus proyec-

tos de infraestructura tradicionales) para incluir la reforma de la gestión de las empresas

del sector público; la reforma legal y judicial; la planificación familiar; la mejora de la

calidad de la educación y la equidad en el acceso a la educación primaria; la reforma de

las universidades; el desarrollo del sector privado; la titularidad de las tierras y su registro;

y programas para asegurar que los grupos vulnerables, como las mujeres, los niños, los

indígenas y otras minorías, obtengan acceso a la salud, la educación y otros programas fi-

280

nanciados por el banco. Además, durante los últimos años, el Banco ha promovido acti-

vamente la participación pública en sus operaciones.44

Esta descripción de la evolución de las operaciones del banco ilustra la amplia gama de

cuestiones de derechos humanos que pueden surgir relacionadas con las actividades del

mismo. Por ejemplo, el banco puede influir decisivamente en que los derechos de los indi-

viduos esten libres de discriminación, y por tanto que sus derechos a la educación y la sa-

lud queden asegurados, cuando financia proyectos que promueven la equidad en el acceso

a los mismos. Del mismo modo, el banco puede o no favorecer la capacidad de las perso-

nas para ejercer sus derechos en las interacciones con sus gobiernos cuando financia re-

formas de la función pública. Además puede fomentar la libertad de expresión y de aso-

ciación cuando financia proyectos que incorporan la participación pública en el diseño e

implantación de los mismos. La lista de actividades mediante las que el banco puede in-

fluir en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos de un determinado país es en

realidad interminable, y de hecho no cubre sólo las cuestiones relativas a los derechos bá-

sicos, como alimentación o sanidad. Por ejemplo, mediante la financiación de los cambios

en la gestión de las universidades y en la calidad de la educación, el banco influye en la

libertad académica. Y por último, cuando el banco financia un programa de reforma judi-

cial, aunque el programa sólo se diseñe para mejorar aspectos específicos de los trámites

de la judicatura, ello acabará afectando a la forma en que ese sistema judicial funcionará

para todos los que lo utilicen. Es decir, finalmente también influye en el acceso de toda

persona a la justicia.

En definitiva, parece razonable concluir, atendiendo al amplio abanico de actividades y

proyectos del BM, que sus operaciones tienen un efecto directo sobre los derechos huma-

nos en sus estados miembros: el derecho de asociación y de libre expresión; el derecho a

participar en el gobierno y la vida cultural de la comunidad; el derecho al trabajo; el dere-

cho a la salud, la educación, la alimentación y la vivienda; los derechos de las mujeres,

los niños y los pueblos indígenas a un tratamiento no discriminatorio, etc.45

El problema, al igual que ocurría con el FMI, estriba en que los hechos en numerosas oca-

siones contradicen dichas declaraciones de intención, y que muchas de dichas reformas

no queda claro que influyan positivamente sobre el bienestar de la población antes que

44 <http://www.worldbank.org/en/topic/sustainabledevelopment/whats-new?>. [25-07-2015]. 45 <http://www.brettonwoodsproject.org/es/2006/12/art-547294/>. [25-07-2015].

281

sobre los intereses de determinadas corporaciones y grupos de presión. Al igual que ocu-

rre con el FMI, de nuevo subrepticiamente el banco dice una cosa y luego hace otra, o

mira para otro lado cuando se vulneran los derechos humanos básicos de las poblaciones

más desfavorecidas o desprotegidas, normalmente en beneficio de lobbys de presión que

cuentan con poderosos medios legales y financieros para decantar cualquier litigio a su

favor. De ello se aportan varios ejemplos a propósito de los casos de aportaciones neogeo-

gráficas expuestos en esta obra. Y es que la evolución del BM, tal y como se detalla a

continuación, ha corrido pareja a la del FMI, hasta acabar convir-tiéndose en otro agente

en la sombra del cibercapitalismo.

El BM fue en gran medida una creación de Estados Unidos. Los americanos ejercieron

desde bien pronto el liderazgo y proporcionaron la mayor parte de su capital y de su per-

sonal. El resultado fue "una fuerte y duradera impronta americana sobre todos los aspectos

del Banco, incluyendo su estructura, su dirección política general, y sus formas de prés-

tamo“(GWIN, 1997: 197). Su evolución, atendiendo a las etapas que se detallan a conti-

nuación, explica en gran medida la fuerte contestación social que actualmente tiene:

A. Los primeros años.

El Banco Mundial en su forma más temprana, el IBRD, dependía en gran medida

de la venta de bonos para recaudar la mayor parte de su capital de préstamo. En

sus primeros años, el BM actuó como proveedor de préstamos a los gobiernos de

Europa Occidental para su reconstrucción. Más tarde, cuando la atención se des-

vió hacia los países del Tercer Mundo, la misión principal fue ganarse la confianza

de los inversores privados, especialmente los de Wall Street. El BM mantuvo un

Departamento de Marketing hasta 1963 en Wall Street, directamente relacionado

con el First Boston Bank and Morgan Stanley, para vender sus bonos. El Banco

obtuvo la confianza de Wall Street, al insistir en la "disciplina fiscal y monetaria"

por parte de los países prestatarios, y mediante la participación en “sanas prácticas

bancarias”, tales como limitar su actividad a los préstamos de proyectos para la

construcción de servicios públicos genéricos (energía eléctrica, transporte y otras

obras de infraestructura económica), con la supervision estricta de su uso final,

incluyendo un estrecho control sobre los desembolsos de préstamos. Dicha ten-

dencia al control del Banco Mundial por parte de las élites financieras neoyor-

quinas se mantiene en la actualidad, ya que “en realidad las instituciones de Bre-

tton Woods cayeron muy pronto bajo la tutela de Wall Street” (TOUSSAINT,

2006: 65).

282

B. El cambio de rumbo.

Desde el momento en que los receptores de fondos pasaron a ser los países en de-

sarrollo, la política de préstamos del BM, auspiciada en gran medida por el gobier-

no estadounidense, pasó progresivamente a pretender que el banco utilizara los

préstamos del programa para inducir reformas en el país receptor. En aquellos mo-

mentos, en el contexto de un cambio general de régimen de política económica,

del keynesianismo al neoliberalismo, ya descrita en detalle y con profusión en el

capítulo anterior, el significado del término "reforma" significaba un cambio en el

sentido de los préstamos de ajuste estructural, con el fin de promover la orienta-

ción hacia la exportación y la liberalización del comercio. La “guerra contra la

pobreza” se vio privada así de dos elementos básicos para su correcta implementa-

ción: 1) un enfoque racional para generar estructura y apoyo, en lugar de la pro-

moción de la liberalización comercial como supuesta panacea, que en realidad tan

sólo favorecía las exportaciones de los paises desarrollados; y 2) un instrumento

operativo que permitiera la reproducción de los proyectos de reducción de la po-

breza a gran escala. Tanto interna como externamente, el banco carecía de una

perspectiva coherente que pudiera orientar los proyectos que apoyaba la institu-

ción en agricultura, educación y desarrollo urbano, dado que el acento se ponía

ahora en la liberalización comercial. Además, “el banco no tenía un instrumento

favorito para poner en práctica su “cruzada contra la pobreza” que fuera suficien-

temente reproducible y estadisticamente confinable para evaluar los resultados.

En otras palabras, no habia ni una teoria ni unos medios adecuados” (MENDES,

2012: 116). El BM seguiría el ejemplo de su institución hermana, el FMI, en una

división del trabajo que asignaba "programas de estabilización” (préstamos de

ajuste a corto plazo) por un lado, y "préstamos de ajuste estructural” a más largo

plazo por otro, dirigidos a la corrección de problemas estructurales más profundos.

C. La deriva neoliberal

Desde esta perspectiva, en 1980 el banco estableció las condiciones generales por

las que se ponian a disposición los préstamos de ajuste estructural (Structural Ad-

justment Loans, SAL). El argumento era que las nuevas condiciones que afronta-

ban los países del Tercer Mundo -deterioro de las condiciones comerciales y cre-

cientes déficits en cuenta corriente- obligaban a reconsiderar la forma en que po-

drían "ajustar" sus patrones de desarrollo y sus estructuras económicas. El nuevo

programa del banco proporcionaría préstamos que estaban basados en políticas,

283

(cuando hasta entonces habían estado basados en proyectos que se alargaban du-

rante varios años), y pretendía suscitar un apoyo directo a reformas políticas espe-

cíficas, decididas durante el “diálogo” con el país receptor del préstamo (GWIN,

1997). Las reformas específicas no quedaban decididas con exactitud, aunque se-

guirían la tendencia hacia la "liberalización" mencionada anteriormente.

La postura proclive a una política más propensa a la liberalización y el control de

las reformas políticas de los estados miembros se reforzó en 1981, con el cambio

en la presidencia del Banco a favour de A.W. Clausen, ex director del Bank of A-

merica. Bajo la presidencia del mismo, la pobreza se convirtió de nuevo en uno

de los motores de la política macroeconómica, pero entendida desde una óptica

más derechista que ponía el acento en la estabilidad y el equilibrio de pagos, con

límites estrictos a la intervención gubernamental y fomentando las virtudes de fle-

xibilidad y autoajuste del libremercado. La presidencia de Clausen también supu-

so la llegada de nuevo personal con diferentes creencias politicas y económicas al

Banco. La presencia de Clausen en la presidencia del BM se correspondía con un

desplazamiento hacia el conservadurismo en los principales países donantes del

BM- Margaret Thatcher se convirtió en primer ministro en Gran Bretaña en 1979,

Ronald Reagan fue elegido presidente de los Estados Unidos en 1980, y Helmut

Kohl fue elegido canciller de Alemania Occidental en 1982. En realidad, el cam-

bio de actitud de Estados Unidos hacia el BM ya se había evidenciado durante la

administración de Gerald Ford, cuando William Simon, secretario del Tesoro, dijo

en la reunión anual de 1976 de la junta de gobernadores del BM: "el papel del

sector privado es fundamental. No hay sustituto a un sector privado vigoroso para

movilizar los recursos y energías de la gente de los países en desarrollo “(GWIN,

1997: 217). Así las cosas, tras la llegada de la administración Reagan al poder en

1981-con opiniones enfrentadas acerca del BM y otras instituciones multilaterales,

y con una clara tendencia a la reducción del apoyo de Estados Unidos para ellos-

David Stockman, director de la Oficina de Administración y Presupuesto de la ad-

ministración Reagan, creia que "los órganos de la ayuda internacional y el llamado

desarrollo del Tercer Mundo (...) estaban infestadas de error socialista" (STOCK-

MAN, 1986: 116). Del mismo modo, la nueva subsecretaria del Tesoro durante la

administración Reagan, Beryl Sprinkel, una discípula de Milton Friedman, de in-

mediato encargó un estudio para ver si el Banco Mundial tenía "tendencias

socialistas" (KAPUR et al., 1997: 338).

284

D. El Consenso de Washington

Ya con George Bush como presidente en 1991, los principales defensores de la

reestructuración capitalista neoliberal tuvieron una reunión para evaluar su trabajo

en Washington. Entre los participantes había congresistas y representantes del De-

partamento del Tesoro de Estados Unidos, BM, FMI, y los principales think tanks

de Estados Unidos. Al concluir la reunión, se reafirmaron en la amplia gama de

reformas políticas y económicas que ya se aplicaban entonces en prácticamente

todos los países de América Latina y el Caribe, y estuvieron de acuerdo en la nece-

sidad de acelerar el proceso y ampliar el mismo paquete de reformas a otras nacio-

nes y regiones del mundo. El acuerdo asumió la forma de los diez mandamientos,

y el acontecimiento, al igual que su lista de prescripciones de política, llegó a co-

nocerse, gracias al economista John Williamson, como el “Consenso de Washing-

ton” (OCAMPO, 2005: 7). Desarrolladas en el periodo posterior a la caída del

muro de Berlín y envueltos en la imaginería del archiconocido “fin de la historia”,

estas prescripciones pronto lograron status como el paradigma único del capita-

lismo triunfante, sirviendo como medio de alinear a los países periféricos detrás

de la bandera de un programa político liberal cuyos principales pilares incluían la

apertura de la economía mundial al flujo de bienes, servicios y capital, al tiempo

que se alentaba la refundación del estado como garante de la seguridad y la renta-

bilidad de los intereses de las empresas privadas (WADE et VENEROSO, 1998:

353). En este contexto, el consenso supuso el fin de la tolerancia de Washington

con el nacionalismo económico y el apoyo inequívoco al proyecto neoliberal de

socavar el estado del bienestar posterior a la segunda gran guerra.

Desde entonces las políticas llevadas a cabo por el BM han variado poco, lo cual

lo ha convertido, al igual que ocurre con el FMI, en blanco de numerosas críticas.

Críticas que han arreciado desde que la reciente crisis económica mundial ha mos-

trado en toda su crudeza los resultados de las políticas desarrolladas desde los años

90.

Sin embargo es quizás la OMC, la tercera de las instituciones de la “trinidad im-pía”, la

más contestada y la que menos en la sombra trabaja por el triunfo del ci-bercapitalismo.

No en vano su finalidad es la promoción del comercio.

3) La Organización Mundial del Comercio (OMC)

En realidad la OMC no es tan antigua como sus otros dos socios, el FMI y el BM, al

menos en su forma actual. La institución contemporánea de estas se denominaba Acuerdo

285

General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT por sus siglas en inglés), e igual-

mente estaba cargada de buenas intenciones sobre el papel: la elevación de los niveles de

vida, la consecución del pleno empleo, el crecimiento de la producción mundial, la utiliza-

ción óptima de los recursos y la conservación del medio ambiente conforme a los objeti-

vos del desarrollo sostenible. Cuando, tras el Tratado de Marrakech en 1994, se transfor-

mó en la OMC, se añadió a lo anterior la búsqueda de una mayor integración de los países

en desarrollo en un sistema de comercio mundial multilateral y abierto (DÍAZ, 2008).

Para conseguir los objetivos señalados se habrían de utilizar dos grupos de instrumentos

principales.

- El primero de ellos está formado por un conjunto de acuerdos multilaterales que

desarrollan reglas derivadas de algunos principios generales pactados entre los es-

tados miembros. Obviamente las relaciones comerciales se han de atener a tales

reglas, lo cual en la práctica significa su aplicación a las empresas, que son las que

mayoritariamente protagonizan el comercio exterior. En cualquier caso, los prin-

cipios indicados se resumen básicamente en dos (DÍAZ, 2008: 28):

a. No discriminación, mediante noormas comerciales nacionales, entre

los productos nacionales y extranjeros (principio de igualdad de trato

o trato nacional).

b. Transparencia de la normativa comercial de los países miembros, por

medio de la publicación de tales normas y su notificación a la secretaría

de la OMC.

- El segundo grupo de instrumentos hace referencia a las negociaciones comerciales

entre los participantes destinadas tanto a la creación de nuevos acuerdos, que han

ido teniendo cada vez mayor alcance, como a compromisos específicos. Tales ne-

gociaciones presentan algunas características destacables:

a. Según el principio de reciprocidad, las negociaciones deben ser bene-

ficiosas para ambas partes, o para todas ellas en el caso de acuerdos

multilaterales.

b. Han de estar orientadas hacia reducciones importantes de barreras al

comercio, entendidas éstas en el sentido tradicional de aplicación de

aranceles y otros instrumentos a los intercambios de mercancías, y

actualmente en otro más amplio que afectaría a los intercambios de

servicios y a los derechos de propiedad intelectual.

286

c. En aplicación de la propia filosofía del multilateralismo comercial las

negociaciones tendrían tendencia a eliminar los tratamientos discri-

minatorios en las relaciones comerciales entre naciones.

Nuevamente, al igual que en los casos anteriores o si cabe todavía más, las críticas a la

OMC se fundamentan en el incumplimiento de lo escrito arriba, en su secretismo, y en

unos mecanismos de resolución de litigios que, sorprendentemente, se decanta en la ma-

yoría de las ocasiones en beneficio de las corporaciones de los países más influyentes

dentro de dicha organización. Nuevamente los hechos refutan las intenciones. Más inclu-

so que en los casos del FMI y el BM, hasta el punto de que el grado de contestación social

a nivel global respecto de la OMC quizá no tenga parangón. Entre las principales obje-

ciones que se le pueden hacer, desmaquillándola y mostrando su verdadero rostro, están

las siguientes:

A) Constitucionalismo de mercado

Más allá de las practicas de las corporaciones multinacionales, que pueden ser

consideradas como una auténtica lex mercatoria, surge además la pretensión de

un nuevo pseudoconstitucionalismo que brinde estabilidad y seguridad a la movi-

lidad del capital a través de instituciones y formas jurídicas, que obliguen a los

estados según la lógica ya descrita del adelgazamiento del estado (página 215). Es

decir, un nuevo constitucionalismo que utilize su capacidad de disuasión para ase-

gurar, consolidar y estabilizar la lógica de la acumulación flexible del capital. Se

trata en definitive de potenciar una “doctrina y el conjunto de fuerzas sociales que

buscan establecer restricciones sobre el control democrático de las organizaciones

e instituciones económicas públicas y privadas” (GILL, 1993: 10). En dicho co-

metido estarían implicadas tanto la actual configuración institucional de la OMC,

como otro tipo de acuerdos que se podrían considerar complementarios del mis-

mo. Por poner el ejemplo más reciente, del cual se escribirá más con posterioridad

mediante alguna muestra de aportación neogeográfica, el fuertemente contestado

Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP), entre Estados Unidos y

la Unión Europea, está poniendo de manifiesto los aspectos menos democráticos

de la UE, en lo que hace referencia a la falta de control ciudadano sobre el

contenido de los acuerdos que firman sus agencias ejecutivas.46

46 <http://noalttip.blogspot.com.es/>. [29-08-2015].

287

Este nuevo constitucionalismo es, para sus adentros, garantista: trata de consolidar

la libertad de entrada y salida del capital internacional, con extrema movilidad en

relación a diferentes espacios socioeconómicos. Pero por contra los inconvenien-

tes para las políticas domésticas de dicho planteamiento son evidentes, ya que su-

pone que los líderes políticos son tan responsables ante los mercados internaciona-

les como lo son ante su electorado. Es decir, deben recibir aprobación respecto de

dos principios de legitimación crecientemente contradictorios: nacional y supra-

nacional. Las implicaciones en cuestión de derechos humanos de este hecho son

importantes: como ya se ha analizado en capítulos anteriores, dada la actual

situación de hegemonismo cibercapitalista, la erosion de la representividad polí-

tica en el nivel nacional está originando un desplazamiento, en no pocas ocasio-

nes, hacia el estado represivo, en el marco de esa dialéctica de consenso/coercion

en que se sitúan determinados mecanismos de dominación, especialmente en los

estados periféricos,. conocidos como “economías emergentes”, de América Latina

y Asia. Ejemplo claro y paradigmático de que este nuevo pseudoconstitucionalis-

mo debe de ser tomado como una seria amenza es la rapidez con que se construyó,

y la efectividad con que está marchando, el nuevo sistema comercial multilateral

de la OMC. En ese sentido la OMC es la institución idónea para cumplir con los

objetivos que el GATT se había propuesto al inicio de la Ronda Uruguay, y que

excedían sus posibilidades institucionales: “someter una proporción más grande

del comercio mundial a disciplinas multilaterales convenidas, eficaces y exigi-

bles” (IICA, 1987: 21). y de esta forma potenciar una vigilancia que permita a su

vez un control regular de las políticas y practicas comerciales de las partes contra-

tantes y de su efecto en el sistema multilateral de comercio.

B) Regulación jurídica

La nueva organización ejerce además una fuerte imperatividad sobre sus miem-

bros, asegurando la cohesión de la regulación jurídica del comercio internacional.

De esta manera “Paradójicamente, los principios que la OMC dice defender

(transparencia, no discriminación, equidad procesal) son violados de manera fla-

grante en sus procedimientos” (KHOR, 2004: 68). Algo que entra en evidente

contradicción no tanto con la pretension de reducción sustancial de los aranceles

aduaneros y de los obstáculos al comercio, como con la eliminación del trato dis-

criminatorio en las relaciones comerciales internacionales. La OMC es el ámbito

y el órgano de aplicación en el que se desenvuelven las relaciones comerciales

288

entre los países miembros, mediante una serie de instrumentos jurídicos y acuer-

dos ad hoc incluidos como anexos en sus estatutos. Entre otros, los acuerdos mul-

tilaterales sobre Mercancias, Servicios, Propiedad Intelectual, Solución de Dispu-

tas, y Examen de Politicas Comerciales. Todos ellos son por supuesto vinculantes

para todos sus miembros. Por ejemplo, el Acuerdo de Solución de Disputas, de

1994, creó un verdadero tribunal y un procedimiento internacional de resolución

de litigios comerciales, con la posibilidad de imponer sanciones a los miembros

que no sigan las pautas de las políticas comerciales de la OMC. Todas las diferen-

cias que surjan entre los miembros deberán ser resueltas por este mecanismo de

solución de disputas. Se ha creado además el órgano de solución de disputas

(OSD), y un órgano de apelación (OA), cuyas recomendaciones son verdaderas

sentencias de derecho comercial internacional, con la posibilidad de aplicar san-

ciones frente a su incumplimiento.

En síntesis, la imposibilidad de plantear reservas al tratado de la OMC, la con-

figuración del procedimiento de solución de disputas como una jurisdicción obli-

gatoria, y la institucionalización de las sanciones, son elementos que refuerzan la

capacidad de regulación sobre las políticas económicas comerciales de la mayoría

de los estados miembros, al mismo tiempo que la OMC sirve de foro para que las

grandes potencias y bloques económicos impongan sus políticas y tengan un ám-

bito de resolución de sus disputas comerciales (KHOR, 2004). La OMC contiene

los más efectivos procedimientos de todos los tratados internacionales vigentes en

la actualidad. No depende de instancia superior jerárquica alguna, posee en princi-

pio el mismo status jurídico que las Naciones Unidas, y con un procedimiento de

resolución de disputas que refuerza constantemente sus reglas de comercio.

C) Tribunales ad hoc

Los negocios de la OMC son gestionados por comités y paneles que se reúnen a

puerta cerrada en Ginebra, Suiza. Al contrario que los tribunales de los estados

nacionales y otros sistemas de arbitraje internacional, existe una gran falta de

transparencia en términos de publicidad y responsabilidad. Esto conduce a gran-

des concentraciones de poder e influencia corporativas que, en la práctica, signi-

fica que burocrátas con experiencia en comercio internacional, respaldados por un

procedimiento de alta eficacia resolutiva, están juzgando, a partir de su particular

vision del mundo, sobre materias tales como salud pública, derechos laborales y

políticas de desarrollo económico, en la medida que las reglas de la OMC ni si-

289

quiera requieren que los penalistas consulten con expertos en esa materia, ya que

esa posibilidad queda sujeta a la discrecionalidad de sus funcionarios.

D) Adelgazamiento del estado

Finalmente la OMC, como agente activo al servicio del cibercapitalismo, trabaja

denodadamente por disminuir las competencias nacionales de sus estados miem-

bros. En ese propósito, por otra parte claramente explícito y desvelado sin tapujos

en numerosas ocasiones, la OMC colabora activamente en el proyecto neoliberal

de adelgazar al estado. En realidad no se trata meramente de una cuestión

procedimental, sino fundamentalmente de contenido, ya que las reglas y el

procedimiento de la OMC se inmiscuyen en áreas tradicionalmente reservadas a

las políticas públicas estatales, tales como la salud pública, la seguridad social y

alimentaria, y el medio ambiente, directamente relacionadas todas ellas con la e-

fectividad de los derechos humanos. Mediante su enorme poder e influencia, la

OMC traslada la regulación de las cuestiones citadas desde los órganos elegidos

en los estados democráticos, a las reuniones a puerta cerrada de los tribunales de

la organización en Ginebra. El record de la OMC, desde su puesta en funciona-

miento, consiste en que una abrumadora mayoría de leyes democraticamente san-

cionadas por los estados nacionales en materia medioambiental, sanitaria o de se-

guridad alimentaria han resultado finalmente impugnadas en la OMC, de manera

que “Estos procedimientos obran en contra de los países en desarrollo, que consti-

tuyen la gran mayoría de los miembros. A menos que los procedimietos se modifi-

quen, fracasará toda iniciativa para reformar las normas vigentes y obtener resulta-

dos justos en actuales y futuras negociaciones” (KHOR, 2004: 58). Algunos ejem-

plos de aplicaciones propias de la neogeografía, directamente relacionadas con la

denuncia de este hecho, se aportan páginas más abajo en esta obra. Sirven también

de ejemplo de cómo las naciones cuyas leyes han sido declaradas barreras al libre

comercio por la OMC, o que han sido amenazadas con la posibilidad de algún tipo

de acción legal contra ellas por dicho motivo, han eliminado sus políticas para

adecuarse a dichos requerimientos. Además esta tendencia tiene un efecto disua-

sorio en los deseos y propósitos de los estados de propiciar nuevas leyes en mate-

ria medioambiental, de derechos humanos, o de seguridad laboral, porque se busca

evitar costosos y prolongados litigios ante la organización.

A pesar del fuerte rechazo social de la Ronda del Milenio de la OMC, en Seattle,

la organización sigue adelante con su propósito, buscando acoger en su seno la re-

290

gulación sobre la salud, la educación, el medio ambiente y la cultura. El resultado

hasta ahora es descorazondor: “Cabe destacar que una de las principales cuestio-

nes que se plantean en las polémicas sobre globalización y OMC es la considera-

ción de éstas desde una perspectiva de la justicia social, entendida a escala mun-

dial. Para algunos tratadistas quizá las injusticias podrían no ser consustanciales a

la globalización pero han destacado que, en la práctica, se ha registrado como una

de las principales consecuencias de la definición neoliberal de globalización el au-

mento de las desigualdades entre los países y también dentro de los mismos. La

liberalización del comercio mundial atribuida a la OMC habría contribuido no

sólo al señalado incremento de la desigualdad sino sobre todo a un aumento de la

pobreza a escala mundial. Ello se manifestaría de forma especial en los indicado-

res asociados a la Declaración del Milenio de Naciones Unidas” (DIAZ, 2008:

31).

A continuación se comentan tres figuras (27, 27a y 27b) como aportaciones neogeo-

gráficas relativas a los agentes del cibercapitalismo, la OMC, el FMI y el BM.

Figura 27

Fuente: http://stat.wto.org/CountryProfile/WSDBCountryPFReporter.aspx?Language=E

El ejemplo de la figura ilustra cómo la neogeografia es un fenómeno susceptible de utili-

zarse y ser utilizado por cualquier tipo de ususario de las nuevas tecnologías. Aunque el

énfasis de la mayoría de las definiciones de la neogeografía se pone en la participación

291

ciudadana más o menos anónima, ello no impide que instituciones de indudable repute-

ción o influencia a nivel nacional, internacional o global, también participen de dicha

corriente. El ejemplo de la figura pertenece ni más ni menos que a la OMC. Entre sus nu-

merosas aportaciones de carácter público y abierto está la que aparece en la captura de

pantalla de la imagen superior: cualquier ciudadano o institución puede consultar datos

básicos sobre las relaciones comerciales de los países miembros, tales como la balanza

por cuenta corriente o el producto interior bruto. Evidentemente dichas aportaciones de

datos, de primera mano y contrastada calidad, ya estaban disponibles antes de la llegada

de la sociedad de la información, pero las nuevas tecnologías las convierten en algo mu-

cho más accesible y disponible. En ese sentido la imagen superior es un ejemplo de cómo

ese espíritu de “participación ciudadana”, tan propio de la neogegografía, no es exclusivo

de ciudadanos anónimos e instituciones de escasa relevancia académica o social, sino que

también es susceptible de ser utilizado por instituciones y organizaciones influyentes con

finalidades diversas: darse más a conocer, hacer política de imagen, justificar su exis-

tencia, etc.

Por otro lado, la fiabilidad de los datos los hace aptos para su uso en los ámbitos acadé-

mico y educativo de la Geografía. Independientemente de los comentarios y juicios que

puedan derivarse del análisis de dichos datos, aportados por instituciones de contrastada

fiabilidad en cuanto al tratamiento de los mismos, no hay duda de que son una inesti-

mable, y prácticamente inagotable, fuente de datos e información para, por ejemplo, la

Geografía Cuantitativa. Esta corriente de la Geografía es sin duda una de las grandes be-

neficiadas por la masiva utilización de herramientas neogeográficas en la sociedad de la

información, y de ello se dará cumplida información en páginas posteriores.

292

Figura 27a

Fuente: https://www.nadir.org/nadir/initiativ/agp/free/imf/asia/pngprotest.htm

Numerosas páginas de internet, en las cuales los instrumentos propios de las TICs y las

herramientas propias de la neogeografía (imágenes, mapas, descripciones de lugares,

etc.), son utilizadas con profusion, sirven como vehículos de denuncia para las políticas

neoliberales de las instituciones de gobernanza económica mundial. En esta caso la página

web hace referencia a los hechos acaecidos en Papua Nueva Guinea en el año 2001, en

relación con las protestas contra las políticas que el FMI y el BM trataban de imponer en

dicho país. En las protestas contra las pretensions de privatización bancaria que se intenta-

ba llevar a cabo, varios estudiantes murieron en enfrentamientos con la policia y otros

tantos más resultaron heridos de diversa consideración.

La empresa estatal Nueva Guinea Banking Corporation trasladó sus activos a una Comi-

sión de Privatización, que a su vez actuaría como agente en la preparación del banco para

su eventual privatización. Distintas organizaciones y personas, a título privado, interpu-

sieron demandas ante los tribunales para tratar de paralizar dicho proceso. Al mismo tiem-

po, en las protestas ciudadanas que se produjeron con motivo de dicha privatización, el

gobierno autorizó el uso de la fuerza contra los manifestantes, con los resultados ya co-

mentados más arriba. El ejemplo utilizado es relevante a la hora de poner de manifiesto

como en la implementación de las políticas de estas instituciones de gobernanza global

cabe la represión, pero llevada a cabo por los propios estados nacionales. En mayor o me-

293

nor grado -desde las democracias de corte occidental hasta las dictaduras más feroces- los

estados se ven obligadas a utilizar la fuerza a la hora de reprimir los intentos de oposición

a dichas políticas. Como ya se ha comentado en páginas anteriores, los estados nacionales

pierden influencia en favor de los agentes del cibercapitalismo, para los cuales actúan

cada vez más como “agentes locales”. La figura 27b complementa la número 27a.

Figura 27b

Fuente: http://noalamineria.org.sv/noticias/2015/mar/noticia-protesta-frente-al-banco-mundial

Fechada el 23 de marzo de 2015, esta noticia en internet da cuenta de cómo más de 300

organizaciones nacionales e internacionales de la sociedad civil escribieron al presidente

del BM, Jim Yong Kim, durante su reunión semestral en Washington, denunciando la

participación del banco en el caso de Pacific Rim Cayman LLC contra El Salvador. Dicha

corporación minera transnacional, con sede en Canadá, demandó al gobierno de El Sal-

vador por no autorizar un permiso de extracción después que la compañía supuestamente

invirtiera millones de dólares en la exploración de la mina El Dorado, en la provincia

nororiental de Cabañas de dicho país centroamericano. La controversia ha encendido el

debate sobre si las disputas entre países e inversores corporativos deben ser adjudicadas

en los tribunales nacionales o internacionales.

Pacific Rim presentó primero la demanda en 2009, alegando que El Salvador debe propor-

cionar una compensación por la inversión perdida y los beneficios futuros. El Salvador

afirma que la empresa no siguió los protocolos adecuados para la emisión de una licencia:

294

no poseen el título de gran parte de la tierra considerada para el proyecto minero, no

pudieron conseguir las autorizaciones ambientales adecuadas y nunca presentaron el estu-

dio final de viabilidad. A pesar del evidente interés nacional en el conflicto, Pacific Rim

no permitió que los tribunales nacionales arbitraran el caso sino que presentó un escrito

de queja para la protección del inversor ante el tribunal del Banco Mundial. La compañía

está pidiendo más de 300 millones de dólares, casi el 2 por ciento del producto interior

bruto de El Salvador, en compensación por el gasto en exploración y los futuros

beneficios perdidos.

Las organizaciones laborales, comunidades locales y organizaciones de derechos huma-

nos sostienen que es improcedente que el BM, cuya misión es aliviar la pobreza, decida

sobre disputas que amenazan la libre determinación de los países. Los peticionarios argu-

mentaron que Pacific Rim está utilizando los mecanismos de arbitraje del banco para sub-

vertir al gobierno nacional de El Salvador en temas críticos para el bienestar de las comu-

nidades pobres, cuyos intereses deberían prevalecer sobre las ganancias de las empresas

transnacionales.

Este ejemplo de aportación neogeográfica sirve de muestra perfecta para denunciar lo que

se ha venido denominando el adelgazamiento del estado por parte de los agentes del ciber-

capitalismo, en este caso el BM. Al amparo de las instituciones de gobernanza económica

mundial, las grandes corporaciones industriales resuelven sus disputas, incluso frente a

estados nacionales, en complicados litigios que, en el caso de los países más desfavo-

recidos, pueden sobrepasar su capacidad económica y sus estructuras organizativas. Afor-

tunadamente, gracias a las nuevas tecnologías, este tipo de situaciones pueden ser denun-

ciadas con más facilidad, y deben ser consideradas como aportaciones neogeográficas en

la medida que contribuyen a evidenciar situaciones que, como en este caso en el acceso a

la justicia, son también en última instancia desigualdades geográficas.

2. Un arma de combate

Independientemente de las motivaciones e intenciones que puedan estar detrás del intento

de mejorar la vida de la gente a través de las nuevas tecnologías, dichas iniciativas suelen

adolecer de un enfoque equivocado que ya ha sido denominado como instrumentalista:

aquél que pone el acento en la provision del hardware y el software sin prestar la suficien-

te atención al entramado social, que debe también cambiar para hacer efectivas dichas he-

rramientas. Un acceso significativo a las nuevas tecnologías implica algo más que el mero

aprovisionamiento de computadoras y acceso a internet, ya que debe de contemplar tam-

295

bién un complejo abanico de factores físicos, digitales, humanos y sociales. Los conteni-

dos y el idioma, la alfabetización y la educación, las estructuras sociales y comunitarias

también deben de ser contempladas si se quiere conseguir una verdadera erradicación de

la ciberexclusión. En definitiva, la brecha digital existe no tanto por las trabas en el acceso

físico a las computadoras e internet como por la disponibilidad de los recursos

adicionales, tangibles e intangibles, que permiten a la gente utilizar la tecnología

correctamente. Sin embargo, la idea de la brecha digital o ciberexclusión concebida como

la mera imposibilidad de acceso físico a las nuevas tecnologías está firmemente arraigada

en la mentalidad popular, olvidándose frecuentemente los demás factores citados, que en

realidad son de mayor relevancia para una correcta comprensión del fenómeno. Combatir

la ciberexclusión supone por tanto superar dicha vision simplista e incidir, en el caso de

la neogeografía con las herramientas que le son propias, sobre ese complejo multifactorial

excluyente.

2.1. La lucha contra la ciberexclusión

Combatir la ciberexclusión requiere un adecuado análisis del problema, que pasa por ser

conscientes de los dos siguientes malentendidos:

1) Un primer problema respecto de la brecha digital, relacionado tanto con la ciber-

marginación como con la ciberexclusión, según éstas han sido definidas en el

bloque I de esta obra, es su concepción bipolar, tal y como la define Cisler (2000),

una division que distingue entre quienes “tienen” y “no tienen” información. Este

punto de vista es distorsionado e incompleto, ya que en realidad lo que existe es

una gradación basada en diferentes niveles de acceso a la sociedad de la

información. Compárense, por ejemplo, las diferentes situaciones, respectiva-

mente, de un alto ejecutivo de una empresa con conexion de alta velocidad en su

oficina, un trabajador que use internet de manera ocasional en un cibercafé, y un

granjero de un área rural que no tiene computadora ni acceso a las mismas pero

recibe información impresa obtenida por otros para él en internet. Este ejemplo

ilustra tres posibles grados de acceso de los que una persona puede disfrutar en

relación con los materiales online. Por lo tanto la noción de una division binaria

entre los que tienen y no tienen acceso a las nuevas tecnologías es inapropiada y

puede incluso estar enmascarando otro tipo de situaciones. Por ejemplo, en los

Estados Unidos la población afroamericana es usualmente considerada como

parte integrante del grupo de los desfavorecidos, aquellos que formarían parte,

296

según esta concepción bipolar, de los que “no tienen” (WALTON, 1999), pero en

realidad el acceso a internet entre la población negra y otras minorías varía más

cuando se atiende al nivel de renta, de manera que por ejemplo las diferencias

entre negros y blancos disminuyen cuando el nivel de renta aumenta. (National

Telecommunications and Information Administration, 2000). Por otro lado, se

argumenta que en los paises desarrollados esta concepción estrictamentre bipolar

puede incluso fomentar la estratificación social: al desanimar a los proveedores

de contenidos digitales a elaborar materiales para determinadas minorías, y así

tratar de captarlos ofreciendo contenidos específicos para ellas. En otras palabras,

la retórica de la brecha digital mantiene abierta la division entre usuarios

civilizados y no civilizados (JENKINS, 2009)

En lo relativo a la ciberexclusión, que atañe más a los países de Tercer Mundo, la

respuesta a la cuestión de cómo superar la brecha digital depende todavía más de

qué entendamos por acceso. El modelo más común es aquél basado en la

propiedad o la disponibilidad de los aparatos, en éste caso ordenadores. Estos

pueden difundirse relativamente rápido y, en algunos casos, de manera igualitaria.

Sin embargo este modelo basado en la difusion masiva de ordenadores está

seriamente limitado. El precio de un ordenador en realidad es solo una pequeña

porción del coste total de la propiedad, que debe incluir también el del precio del

software, el mantenimiento, los periféricos, etc., por no mencionar los costes

referidos de la reposición del hardware y el software derivados de las políticas de

obsolescéncia programada de las grandes corporaciones de telecomunicaciones.

Más aún, como ya se ha analizado en detalle con anterioridad, otras barreras más

allá de la asequibilidad de los ordenadores seguirán desempeñando un papel

importante en el fomento de la desigualdad digital. Estas barreras incluyen el

acceso diferencial a las telecomunicaciones de banda ancha; las diferencias en los

conocimientos y habilidades en el uso de computadoras o en las actitudes hacia el

uso de las mismas; un inadecuado contenido en línea disponible para las necesida-

des de los ciudadanos de bajos ingresos, especialmente en diversos idiomas; y los

controles gubernamentales o las limitaciones al uso de internet en muchas partes

del mundo (DIMAGGIO Y HARGITTAI, 2001).

El modelo de simple acceso al dispositivo, por tanto, ha de ser complementado

con un modelo de abastecimiento o acceso al canal de telecomunicación, en este

caso la banda ancha de internet. Mientras que un dispositivo puede ser adquirido

297

a través de una compra en una sola vez, el acceso requiere la conexión a una línea

de suministro que proporciona algo de manera regular, como la electricidad, el

servicio telefónico, o la televisión por cable. La difusión de la conectividad es más

lenta que la de los dispositivos, ya sea porque es necesaria una infraestructura

previa (como la instalación de líneas telefónicas o cables de fibra óptica) o porque

el coste de una cuota mensual regular desanima a muchas personas Por ejemplo,

otos canales de comunicación anteriores a internet, tales como la electricidad, el

servicio telefónico y el servicio de televisión por cable, también se han difundido

más lentamente que los dispositivos que dependían de ellos para su utilización

final, como televisores, radios o teléfonos.

Diversas aportaciones propias de la neogeografía pueden paliar, directa o

indirectamente, esta situación, tal y como se verá continuación. La difusión de la

conectividad a menudo implica un alto grado de movilización social y la lucha

para asegurar la igualdad de acceso. Así ha ocurrido, por ejemplo, en lo que se

refiere a la electricidad, donde diferentes países eligieron diferentes caminos hacia

la electrificación, explicados en gran parte por la relación de fuerzas sociales y de

clase en el país. Del mismo modo, en otros países, después de largas luchas

sociales se ha conseguido un acceso telefónico universal.

No obstante, aunque la conectividad proporciona mejores expectativas que el

simple aprovisionamiento de ordenadores como modelo para superar la brecha

digital, la esencia de un verdadero acceso significativo a las nuevas tecnologías

ha de ser buscada en otro sitio. Y es que lo más importante acerca de las TICs no

es tanto la disponibilidad del dispositivo de computación o la línea de internet,

sino más bien la capacidad de las personas para hacer uso de ese dispositivo y esa

línea para participar en prácticas sociales significativas. Aquellas personas que no

saben leer, que nunca han aprendido a usar una computadora, y que no conocen

ninguno de los idiomas más importantes que dominan el software disponible y el

contenido de internet, tendrán dificultades incluso aunque consigan la banda

ancha, y no utilizarán las nuevas tecnologías de forma productiva. Por tanto el

acceso a la educación (ejemplos de neogeografía para mejorar el acceso a la

educación. De esa manera también se resuelve la brecha digita ya que es en sí una

herramienta es requisito imprescindible para romper la brecha digital. Lo

contrario sería intentar construir la casa por el tejado.

298

2) El otro gran malentendido respecto de la desigualdad digital es que se suele

intentar explicar mediante un razonamiento de causalidad lineal: la falta de acceso

a las computadoras e internet limita las expectativas vitales de los individuos. Sin

embargo, utilizando el ya comentado concepto de bucle recursive (pág.145), es

también igualmente cierto que aquellos que ya están marginados o excluídos en

otros aspectos tendrán menos oportunidades de acceder a las nuevas tecnologías

e internet. De hecho, la tecnología y la sociedad están tan estrechamente relacio-

nadas que el modelo de causalidad lineal y determinista es difícilmene defendible.

Pero el principal defecto de este punto de vista radica en la imposibilidad de

establecer una adecuada actuación y adoptar las medidas apropiadas para

solucionar el problema. Simplemente, con un diagnóstico erróneo es imposible

tomar las medidas apropiadas para una cura. Desde el momento en que el

diagnóstico, de manera ingenua o interesada, enfatiza la importancia del acceso

físico a los ordenadores y la conectividad como principal o única causa de la

brecha digital, al tiempo que deja de lado el resto de factores que permtirían a la

población un uso realmente significativo de las nuevas tecnologías, las soluciones

que se puedan proponer no permitirán modificar sustancialmente la

ciberexclusión. En palabras de Rob Kling, director del Center for Social

Informatics en la Universidad de Indiana:” el problema de la brecha digital es que

tiende a suponer soluciones digitales, por ejemplo, computadoras y telecomuni-

caciones, sin tener en cuenta el importante conjunto de recursos complementarios

y complejas intervenciones para apoyar la inclusion social, de la cual las

aplicaciones de tecnologías de la información pueden ser elementos coadyu-

vantes, pero ciertamente insuficientes si son simplemente una combinación

tradicional de recursos y relaciones” (KLING et al., 2005). En otras palabras, si

solucionamos la exclusion social solucionamos la ciberexclusión. La solución

debe de ser integral. Combatir cualquier forma de exclusion es combatir la

ciberexclusión. Ejemplos neogeográficos con este enfoque integral se aportan en

breve

La estrategia clave para combatir la ciberexclusion, en consecuencia, es superar los dos

malentendidos citados: no existe una division binaria ni una causalidad simplista y lineal

que permitan explicar la brecha digital. Las nuevas tecnologías no existen a modo de

variable externa que pueda ser “inyectada” desde el exterior y solucionar así la cibermar-

ginación y la ciberexclusión. Antes bien representan una madeja de complicados procesos

299

y sistemas sociales. Desde el punto de vista de la política por tanto, el objetivo no debe

ser tanto fomentar la utilización de las TICs por parte de la población excluída de las

mismas, como implementar procesos de inclusion social. Cosa distinta, y esa es la clave,

es que esas mismas TICs pueden colaborar de una manera extraordinariamente eficiente

para conseguir dicha inclusion social de una manera integral. Para conseguirlo es

necesario poner el foco en la transformación social, y no en la tecnología, como supuesta

receta mágica. Desde este punto de vista, tal y como algunos ejemplos mostrarán, una

contribución neogeografica a paliar la brecha digital puede tomar la forma tanto de

contribución directa para enseñar el manejo adecuado de una determinada aplicación

informática (acceso a la tecnología), como de otra que simplemente promueva procesos

de transformación social hacia una sociedad más equitativa (acceso significativo), en la

certeza de que al luchar contra la desigualdad con carácter general también se lo hace

contra la desigualdad digital.

De esta manera, sin desmerecer en absoluto la aportación conceptual del término brecha

digital -que ha acabado instalándose como concepto clave a la hora de llamar la atención

sobre desigualdades geográficas de todo tipo, tal y como se analizó en el capítulo cuatro

de esta obra- y la correspondiente necesidad de la alfabetización digital, se hace necesario

complementar este concepto con los de inclusión social y alfabetización literaria, de

manera que permitan matizar y definir la desigualdad digital integrándola en ese otro

concepto más amplio de desigualdades geográficas. Todo ello con la idea de explorar con

posterioridad hasta qué punto y de qué manera la neogeografía puede colaborar en dicho

proceso una vez enfocado correctamente.

1) La inclusion social

Si la ciberexclusión no es más que la forma más moderna de exclusion social,

entonces el marco de referencia alternativo que se sugiere es el de la utilización

de las nuevas tecnologías, y más concretamente las herramientas propias de la

neogeografía, para favorecer la inclusion social. Por inclusion social se entiende

el hecho de que individuos, familias, colectivos y cualquier otro tipo de

comunidades (que en el caso de naciones estado podría incluir perfectamente al

grupo de los denominados Least Developed Countries (LDC), sean capaces de

participar completamente en la sociedad y en el control de sus propios destinos,

tomando en consideración factores tales como los recursos económicos, el

empleo, la salud, la educación, la vivienda, el ocio, la cultura y la participación

civil. Dicho en otras palabras “¿Cuánto de las expresiones económicas y sociales

300

que se generan en situaciones de pobreza tienen como origen un déficit en las

facultades de integración social que presentan algunos sectores de la población,

en términos de poder hacer frente a las demandas productivas y culturales que

genera la globalización? O, en su defecto, ¿en qué medida tales expresiones

devienen de las propias debilidades que presenta el capitalismo, (…) y no son más

que la consecuencia del tipo de comportamiento puesto en juego por una

‘población excedente’ a dicho régimen, pero que al mismo tiempo no reviste para

el mismo ningún riesgo? “ (SALVIA, 2005: 2.)

La inclusion social es no solo una cuestión de compartir recursos, sino también de

“participación en la determinación de la mejora de las expectativas de vida de los

individuos y los colectivos” (STEWART, 2000: 3). Al mismo tiempo, incluso los

intentos de inclusion digital bienintencionados pueden tener que enfrentarse a

otros problemas de exclusión social, debido a motivos de persecución política,

discriminación por razón de género, edad o ideología, volviendo a resaltar ese

necesario carácter integral de las posibles soluciones. Aunque un análisis más

detallado de la cuestión está más allá del campo de investigación de esta obra, se

puede afirmar que el concepto de inclusión social refleja de forma particularmente

adecuada los imperativos de nuestra actual sociedad de la información, en la que

temas como la identidad, el lenguaje, la participación social, la comunidad, y la

sociedad civil ocupa ahora un lugar central (CASTELLS, 1997).

Boaventura de Sousa Santos ha desarrollado un concepto interesantísimo, lo que

él llama “sociología de las ausencias”, con el cual pretende mostrar cómo en casos

relevantes lo que parece no-existente ha sido producido activa y deliberadamente

como no-existente, es decir, se ha construido su inexistencia. Como él mismo

afirma: “Esto significa que se convierte en ausente al ser suprimido, desacre-

ditado, descalificado, marginado, en resumen, por quedar fuera de las monocul-

turas epistemológicas y sociales, como la monocultura del conocimiento, la

calificación social, la concepción del tiempo, las escalas dominantes y la

productividad.” (SOUSA, 2010: 57) A su juicio el neoliberalismo ha estado

creando formas devastadoras de ausencia desde sus inicios, y la ciberexclusión

tan solo sería su manifestación más reciente. Referido más concretamente a la

sociedad de la información es lo que previamente en esta obra se han denominado

agujeros negros en el ciberespacio.

301

2) La alfabetización literaria

Una vez que ha quedado claro que no se puede superar el analfabetismo digital

sin atender a la cuestión de la inclusión social, la mejor manera, o mejor dicho la

conditio sine qua non, para solucionar la brecha digital pasa por procurar el acceso

universal a la educación, empezando por la simple alfabetización literaria.

Algunas de las cuestiones teóricas más importantes relacionados con la práctica

social de la alfabetización digital se pueden extrapolar a los debates actuales sobre

la afabetización literaria, Al igual que aquella, ésta se distribuye y se practica de

forma muy desigual, y está altamente correlacionado con el ingreso y la riqueza,

tanto individual como socialmente. La importancia de la alfabetización en el

desarrollo social e individual está ampliamente reconocida, pero lo que se suele

discutir sin embargo, es la cuestión de la causalidad, es decir, si la alfabetización

literaria permite el desarrollo, o si el desarrollo desigual (y la correspondiente

distribución desigual del poder político, económico y social) restringe el acceso

de las personas a la misma. Dicha discusión se considera en esta obra superada

mediante la sustitución de una causalidad lineal por el tipo de relación en bucle

recursivo ya explicado en el bloque y que es ahora tan válida, en tanto que método

explicativo, como lo ha sido para comprender y desentrañar de una manera más

global cualquiera de las desigualdades geográficas ya expuestas con anterioridad.

En el nivel social, de la alfabetización se ha dicho que separa la prehistoria de la

historia (VILANOVA, 2005), las sociedades primitivas de las sociedades

civilizadas, y las sociedades modernas de las sociedades tradicionales (LERNER,

1958). A nivel individual, de la alfabetización se ha dicho que permite a la gente

dominar las funciones lógicas del lenguaje (ESCUDERO et al., 2013) y pensar

abstractamente (LLINÁS, 2002). De una u otra manera, social o individualmente,

los beneficios cognitivos imputables a la alfabetización han sido una cuestión

largamente debatida.

Además, aprender a leer es un acto de inclusión social que se entrecruza con la

estructura social, la organización social y las prácticas sociales. Las personas

aprenden a leer cuando están rodeados por personas que les apoyan en el proceso,

desde los padres, a los compañeros de clase o los ancianos de la aldea.

La naturaleza multifacética de la alfabetización, la gama de recursos que requiere,

y la naturaleza social de su práctica y maestría, apuntan a la conclusión de que la

adquisición de la alfabetización es un asunto no sólo de cognición, o incluso de

302

cultura, sino también de poder y política (FREIRE, 1970; 1994; GEE, 1996;

STREET, 1995). De Sudáfrica a Brasil pasando por los guetos pobres de los

Estados Unidos, el acceso a la alfabetización se relaciona con la desigualdad de

oportunidades a la hora de asistir a la escuela, la distribución desigual de los

recursos dentro del sistema educativo, y unos planes de estudio y una pedagogía

que atienden más las necesidades de determinados grupos sociales que de otros.

Tal vez la prueba más evidente de este fenómeno es la sorprendentemente baja

tasa de alfabetización de las mujeres en muchos países del mundo en la actualidad.

Debido a distintas motivaciones de índole política, las campañas de alfabetización

que se centran exclusivamente en la habilidad individual, sin tener en cuenta los

sistemas sociales que la fomentan o la restringen, no siempre son los más eficaces.

En muchos casos, la alfabetización no es tanto algo concedido desde arriba, como

conseguido desde abajo a través de la movilización social y la acción colectiva de

los pobres y desposeídos.

Desde este punto de vista, aunque la definición más común de la alfabetización es

la habilidad individual de ser capaz de leer y escribir, muchos teóricos prefieren

una definición más amplia, que tenga en cuenta los contextos sociales de la

práctica de la alfabetización, es decir, su ligazón con el concepto más amplio de

inclusión social. Señalan que lo que se considera la lectura o la escritura hábil

varía ampliamente según los contextos históricos, políticos y socioculturales

(GEE, 1996). Un buen ejemplo es la sustitución de unas determinadas practicas

de alfabetización por otras distintas tras la invención de la imprenta

(EISENSTEIN, 1979), o las diferencias entre los tipos de alfabetización valorados

en una madrasa paquistaní en comparación con una universidad estadounidense.

En este sentido más amplio la alfabetización implicaría tener dominio sobre los

procesos por medio de los cuales la información culturalmente importante es

codificada. Resultan obvias en esta definición las concomitancias entre alfabe-

tización literaria y alfabetización digital. De hecho, ambas presentan al menos las

siguientes similitudes:

- En primer lugar, ambas están estrechamente relacionados con los avances en

la comunicación humana y los medios de producción de conocimiento, tal y

como se detalló en el bloque I de esta obra.

- En segundo lugar, al igual que el acceso a las nuevas tecnologías es condición

necesaria para la plena participación en la sociedad de la información, la

303

alfabetización era (y sigue siendo) un requisito previo para la plena partici-

pación en las fases anteriores del capitalismo industrial.

- En tercer lugar, tanto la alfabetización literaria como la alfabetización digital

requieren de la conexión a un artefacto físico (es decir, un libro o un orde-

nador), a las fuentes de información accesibles a través de ese artefacto físico,

y a un nivel de habilidades suficiente para procesar y hacer uso de esa infor-

mación.

- En cuarto lugar, ambas implican no sólo recibir información, sino también su

producción.

- Por último, ambas están vinculadas a la noción de desigualdad geográfica.

3) Alfabetización digital

Si la alfabetización se entiende como un conjunto de prácticas sociales en lugar

de una simple habilidad cognitiva, entonces aparecen varias consecuencias

importantes en cuanto a la mejor manera de pensar en la adquisición de la

alfabetización, tanto literaria como digital. La alfabetizació literaria, al igual que

el acceso significativo a las nuevas tecnologías, requiere de una amplia variedad

de recursos. Estos incluyen artefactos físicos (libros, revistas, periódicos, compu-

tadoras, etc.); contenidos relevantes transmitidos a través de dichos artefactos;

habilidades y actitudes apropiadas por parte de los usuarios; y un determinado tipo

de comunidad y un adecuado apoyo social. La disponibilidad física de los libros

u otro material de lectura es, por supuesto, esencial para la adquisición de la

alfabetización, pero los demás recursos son igualmente importantes para la

alfabetización digital (los ordenadores, el software, etc.). Por ejemplo, en cuanto

a contenido relevante y accesible, uno de los principales obstáculos hacia la

alfabetización es la escasez de material publicado en muchas, si no la mayoría de

las 7.000 lenguas que se hablan en todo el mundo. La alfabetización es más eficaz

cuando trata contenidos que se dirigen a las necesidades y las condiciones sociales

de los alumnos (aprendizaje significativo). Exactamente el mismo fenómeno ha

sido ya ampliamente detallado en esta obra al hacer referencia a los materiales

relacionados con las TICs y la alfabetización digital: estos contenidos están

escritos de manera abrumadoramente mayoritaria en inglés y enfocados a consu-

medores de países de alto nivel socioeconómico y cultural. La alfabetización

literaria requiere el desarrollo de una amplia variedad de habilidades, conoci-

mientos y actitudes, incluyendo habilidades de procesamiento cognitivo, la

304

motivación, el deseo leer, etc. Todas estas habilidades, conocimientos y actitudes

son necesarias también para hacer un uso significativo de las TICs.

En definitiva y a modo de síntesis, se aprecian seis principales conclusiones sobre la

alfabetización digital, comunes en realidad con la problemática de la simple

alfabetización literaria:

1) No hay sólo una, sino muchas clases de alfabetización digital.

2) El significado y el valor de la alfabetización digital varía según los contextos

sociales particulares.

3) Existen, quizá más que en el caso de la alfabetización literaria, diferencias de

grado más que una oposición bipolar entre analfabeto digital o no.

4) La alfabetización digital por sí sola no trae ningún beneficio automático fuera

de sus funciones y contexto particulares.

5) La alfabetización digital es una práctica social, que implica el acceso a los

artefactos físicos, los contenidos, las habilidades, y el apoyo social necesario.

6) La adquisición de la alfabetización digital no es un asunto sólo de educación,

sino también de política y poder

Queda claro, después de todo lo expuesto, que el acceso a las nuevas tecnologías para la

promoción de la alfabetización digital no puede descansar exclusivamente sobre la

provisión de dispositivos o conexiones, sino que requiere una formulación más amplia

que lo conecte con el concepto más amplio de inclusión social y con el acceso a la

educación y la alfabetización literaria. Por tanto debe implicar la participación de una

serie de recursos desarrollados y promovidos con miras a mejorar la participación social,

económica y política de los usuarios y las comunidades beneficiarias. Cualquier intento

de clasificar estos recursos es por naturaleza complejo, pero un análisis basado en cuatro

categorías generales sirve para atender a las tres cuestiones analizadas (la solución de la

brecha digital y la brecha de alfabetización literaria en un contexto socialmente inclu-

yente), y a la consecuente formulación de políticas encaminadas a tal fin. Estas categorías

han surgido del trabajo de distintos investigadores y teóricos que han examinado temas

de tecnología e inclusión social en diversos contextos (WARSCHAUER, 1999; AICH-

HOLZER et SCHMUTZER, 2001; CARVIN, 2000; WILSON, 2000), y es la siguiente:

1) Recursos físicos, que abarcan el acceso a las computadoras y conexiones de tele-

comunicaciones.

2) Recursos digitales, que se refieren al material digital que está disponible en línea.

305

3) Recursos humanos, que giran en torno a temas como la alfabetización y la educa-

ción (incluyendo los tipos de prácticas de alfabetización que se requieren para el

uso del ordenador y de la comunicación en línea).

4) Recursos sociales, que se refieren a la comunidad, instituciones y estructuras

sociales que apoyen el acceso a las TICs.

Mediante una mejor comprensión del fenómeno de la alfabetización (literaria y digital),

los educadores y los responsables políticos podrían promover mejor su implementación.

Los que han criticado los marcos simplistas y asociales de las políticas de alfabetización

han estado a la vanguardia de los esfuerzos para extenderla, empezando por Paolo Freire,

que propone, por contra a las visiones reduccionistas, un concepto crítico de alfabe-

tización socialmente arraigada y ha colaborado, desde esa perspectiva, en el diseño de

campañas de alfabetización en varios países de todo el mundo (FREIRE, 1970).

Del mismo modo, una crítica de la noción simplista de la brecha digital hace necesario

promover los esfuerzos para utilizar la tecnología también como herramienta de inclusión

social. Desde esa óptica, las nuevas tecnologías enfocadas a la inclusión social permiten

reorientar el enfoque de los problemas que hay que superar para una integración efectiva

de las TICs en las comunidades e instituciones. Este tipo de integración sólo se puede

lograr atendiendo a la multiplicidad de factores físicos, digitales, humanos, sociales, etc.,

que el acceso significativo a las TICs conlleva. El término "brecha digital" ha ayudado a

centrar la atención pública sobre el importante tema de la tecnología y la desigualdad.

Ahora es el momento de profundizar, a través de una evaluación más exhaustiva, en lo

que el acceso a las TICs supone realmente y en los fines que tal acceso persigue.

Llegados a este punto surge la pregunta:¿cómo puede la neogeografía colaborar en este

proceso, en el acceso a todos estos recursos citados? Los ejemplos que se proponen a

continuación son una muestra de ello.

306

Figura 28

Fuente: http://segib.org/es/node/5084 Ejemplo de aportación neogeográfica en la lucha contra la erradicación del analfabetismo

literario. Tal y como ya ha quedado comentado, analfabetismo literario y analfabetismo

digital tienen tantos aspectos en común que combatir uno es ayudar erradicar también el

otro. En este caso es una aportación neogeográfica desde la página oficial de la Secretaría

General Iberoamericana (SEGIB), que junto con la Organización de Estados Ibero-

americanos (OEI) presentaron en la Casa de América de Madrid, España, el Plan Ibero-

americano de Alfabetización y Educación Básica de Personas Jóvenes y Adultas, 2007-

2015, cuyo objetivo es conseguir la alfabetización plena de los más de 34 millones de

analfabetos que viven en Latinoamérica.47 Iniciativas de este tipo resaltan la importancia

que la erradicación del analfabetismo tiene para la lucha contra la desigualdad social y la

pobreza en América Latina. A pesar de los progresos en educación, todavía queda mucho

por hacer en la región. De hecho, además de los 34 millones de personas analfabetas

absolutas, 110 millones de personas jóvenes y adultas de América Latina no han termi-

nado la primaria.

Lo más interesante a destacar de este ejemplo es la clara conciencia del carácter integral

de la exclusión social, en sintonía con el enfoque que se ha estado remarcando en esta

47 <http://segib.org/es/node/5084>. [15-07-2015].

307

tesis. Según Álvaro Marchesi, Secretario General de la OEI, para quien este plan trata de

“reparar una injusticia social”, la lucha contra el analfabetismo “es una acción urgente e

imprescindible”. Sin embargo, señaló que no basta con superar el analfabetismo absoluto,

sino que es imprescindible “superar otras formas de analfabetismo”, como el digital, el

técnico, y el que considera el más importante, el cívico. “Los sistemas educativos han de

ser capaces de preparar a todos para que puedan integrarse en la sociedad, ejercer sus

derechos y cumplir sus obligaciones”, dijo el Secretario General de la OEI.

En definitiva, este Plan Iberoamericano de Alfabetización es un buen ejemplo de cómo

instituciones y organismos del más alto nivel contribuyen, o intentan contribuir, a la

superación de la brecha digital desde una perspectiva integral. Cosa distinta es que se

provea de suficientes fondos dichas iniciativas, sobre todo de cara a aquellos países

iberoamericanos con menos disponibilidad económica.

Figura 29

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2015/07/13/convoca-la-aldea-digital-a-combatir-el-analfa-betismo-tecnologico-880.html Ejemplo de contribución neogeográfica desde el ámbito institucional privado. Según el

diario mexicano La Jornada, por cada dólar que un país invierte en educación le retornan

cinco, por lo que es necesario que los gobiernos dediquen más recursos a esa tarea y que

inviertan conjuntamente con las empresas en combatir el analfabetismo digital, tal y como

señaló el director Comercial de Teléfonos de México, Isidoro Ambe, durante su parti-

cipación en la edición 2015 de la Aldea Digital. La Aldea Digital es un evento que se

celebra desde el año 2009 en México y constituye parte de un fenómeno originado a

finales de la década de los 80 en el norte de Europa, en países como Noruega, Dinamarca

308

o Alemania. Consiste en organizar reuniones multitudinarias de aficionados y

profesionales de la informática que buscan intercambiar conocimientos y realizar todo

tipo de actividades relacionadas con la informática durante varios días.

Aunque eventos de este tipo puede tener cierta influencia en la erradicación del analfa-

betismo digital, en realidad están enfocados a usuarios que no tienen problemas de acceso

a las nuevas tecnologías, sino que desean mejorar su conocimiento y competencias sobre

las mismas. Tal vez uno de los aspectos de utilidad de cara al combate contra la ciberex-

clusión provenga de las iniciativas de software libre que se suelen presentar en este tipo

de eventos.

Figura 30

Fuente: http://www.buscarempleo.es/formacion/la-guerra-contra-el-analfabetismo-en-el-mundo.html Las desigualdades sociales influyen de forma decisiva en las posibilidades de aprendizaje

de los alumnos en las escuelas de enseñanza primaria del mundo, un factor contra el que

ningún país, ya sea rico o pobre, está inmunizado. Así lo revela una encuesta realizada

por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura

(UNESCO) en países de América Latina, África del Norte y Asia. Este ejemplo de aporta-

ción neogeográfica, que proviene de una institución pública y oficial de indudable recono-

cimiento internacional, pone de relieve y refuerza la idea constantemente repetida en esta

tesis de que la solución a la brecha digital pasa por una solución integral, que atienda a

otro tipo de desigualdades sociales preexistentes.

309

El estudio, titulado Una mirada al interior de las escuelas primarias, fue realizado por el

Instituto de Estadística de la Unesco (IEU, 2008), en once países que participan en el

Programa Indicadores Mundiales de Educación (PIME), y que contó con el apoyo activo

de sus respectivos gobiernos.

Las mayores disparidades se dan entre las zonas urbanas y las rurales, donde muchas

escuelas carecen de equipamientos básicos, como agua corriente y electricidad, señala el

informe. Así, en el caso de Perú por ejemplo, menos de la mitad de las escuelas de los

pueblos dispone de electricidad, biblioteca o servicios higiénicos para las niñas y los

niños. Sin embargo, en las zonas urbanas prácticamente todas las escuelas cuentan con

electricidad, el 65% posee servicios higiénicos y el 74% posee una biblioteca. La

conclusión más evidente del informe es la estrecha relación entre la condición socio-

económica y el rendimiento escolar. Según se desprende de las conclusiones del mismo:

“las escuelas que atendían a estudiantes de perfil socioeconómico más favorecido también

mostraron disponer de mejores recursos, un mejor clima escolar y requisitos curriculares

más exigentes” (IEU, 2008: 21).

Figura 31

Fuente:http://www.euskadinnova.net/es/enpresa-digitala/noticias/bilbao-reunira-regiones-mundo-para-luchar-contra-brecha-digital/1916.aspx Con fecha de 25-10-2005, y bajo el patrocinio del Departamento de Desarrollo Econó-

mico y Competitividad del Gobierno Vasco, se anunció en internet la celebración en

Bilbao de la II Cumbre Mundial de Ciudades y Autoridades Locales sobre la Sociedad

310

de la Información, que reunió a más de 2.000 representantes de entidades regionales de

todos los continentes del planeta. La capital vizcaína se convirtió en un foro internacional

contra la brecha digital, que impide el uso de las tecnologías de la información a millones

de ciudadanos en todo el planeta, y que de esta manera se ven privados de los beneficios

sociales y económicos que genera el ámbito de internet. A la cita acudieron, entre otros,

los representan de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), una organización que

representa a más de la mitad de la población del planeta48 y que presentó un programa de

acción de lucha contra la brecha digital sustentado en tres pilares:

1) Que cada ciudad y región del mundo desarrolle en su ámbito respectivo un progra-

ma electrónico propio (denominado agenda electrónica local).

2) La potenciación internacional de la solidaridad digital como fórmula que elimina

las desigualdades sociales en el acceso a las nuevas tecnologías.

3) Para hacer realidad los dos puntos anteriores la CGLU cree necesario el fortale-

cimiento de los entes locales como auténticos dinamizadores de la lucha contra la

brecha digital. A tal fin puso en marcha un ambicioso programa de presencia en

las redes sociales que diez años después ha demostrado un notable éxito (CGLU,

2014).

El ejemplo de aportación neogeográfica en la lucha contra la ciberexclusión que este

documento supone tiene interés especialmente en el reconocimiento explícito que se hace,

en este último y tercer punto, de la importancia de la escala local para combatir la

ciberexclusión. Nuevamente lo local frente a lo global. Efectivamente, son los entes de

gobierno más cercanos al ciudadano aquellos que mejor pueden atender las carencias

propias de la ciberexclusión. Aunque ya ha quedado explicado que el mero acceso a los

ordenadores y la banda ancha no son suficientes para suprimir la brecha digital, está claro

que sin ellos no es posible llevar a cabo ningún tipo de actuación más integral. En muchos

casos los entes locales son los únicos capaces de ofrecer a las capas de población más

necesitadas los locales donde acceder a las nuevas tecnologías. En cualquier caso el plan

de utilización de las instalaciones facilitadas ha de buscar un rendimiento que sea

realmente significativo, de acuerdo a los requerimientos ya detallados anteriormente Un

buen ejemplo de ello se aporta a continuación.

48 <http://www.uclg.org/es>. [22-05-2005].

311

Figura 32

Fuente: http://www.smartcommunitieschicago.org/index.html En la actualidad el 30% de los habitantes de Chicago carecen de la conexión de banda

ancha necesaria para participar de manera efectiva en la sociedad de la información. Este

30% está formado mayoritariamente por familias de renta baja, minorías, personas con

algún tipo de discapacidad y población de avanzada edad.

El Plan Tecnológico de la Ciudad (City’s Technology Plan) identfica distintas iniciativas

encaminadas a hacer de la ciudad de Chicago un lugar donde la tecnología favorezca las

oportunidades, la inclusión, y la innovación para todos.

Un vecindario que carezca de alfabetización digital en el mundo actual se encuentra en

situación de desventaja comparativa. Encontrar un trabajo, gestionar servicios municipa-

les, o pagar facturas son cosas que se hacen cada vez más a través de internet, de forma

que resulta imposibe ignorar el poder de las nuevas tecnologías.

Este es el fundamento de la iniciativa Smart Communities llevado a cabo por el ayunta-

miento de Chicago. Dicho programa ha sido puesto en marcha en cinco barrios de renta

media y baja. Creado en base a las aportaciones de los residentes y liderado por organiza-

ciones locales, el programa pretende la construcción de una cultura de excelencia digital,

complementaria de otros objetivos que permitan llevarla a cabo desde la perspectiva

inclusiva y significativa que ya se ha comentado en páginas anteriores, -desde la educa-

312

ción para el desarrollo económico del barrio, a los programas enfocados para los más

jóvenes o la población de edad avanzadas.

Para alcanzar dichos objetivos Smart Communities se centra en los siguientes aspectos

clave:

- Capacitación técnica para enseñar habilidades digitales cotidianas a la gente de

todas las edades.

- Una red de internet para las familias que proporciona acceso a computadoras y

capacitación práctica para su manejo.

- Una red de recursos de negocios para aumentar el uso de las nuevas tecnologías

en las empresas locales.

- Portales comunitarios que permiten a los residentes locales publicar y encontrar

información.

- Una red digital de la juventud, que involucra a los jóvenes en actividades

multimedia.

En definitiva, esta aportación neogeográfica es un buen ejemplo de como la implicación

de la administración local quizás sea la más adecuada y efectiva a la hora de conseguir

una plena alfabetización digital. Ello refuerza el papel de lo local frente a lo global y

plantea un modelo de globalización distinto al que pretende el cibercapitalismo, para el

cual las nuevas tecnologías son tan sólo una herramienta y una fuente de negocios.

Figura 33

Fuente: http://padbuenosaires.abc.gov.ar/asistencia.html

313

Los desafíos que nos abre el nuevo mundo digital están lejos de plantearse en términos

técnicos o de equipamientos. Por el contrario se hace necesario un acceso significativo a

las nuevas tecnologías que permita la superación de la brecha digital mediante

procedimientos realmente inclusivos. Sin ningún género de dudas la escuela jugará en

ello un papel clave. Una de las preguntas que debe hacerse la escuela hoy es justamente

¿qué hacer con estas nuevas demandas y aspiraciones que de manera creciente tendrán

todos los jóvenes? A corto plazo, el desafío central pasa por preguntarse si la escuela va

a ser capaz de afrontar este reto en condiciones y en todas las regiones del mundo.

Iniciativas como el ejemplo neogeográfico de la presente imagen, proveniente del ámbito

institucional público, parecen las más adecuadas, pero en ocasiones pueden no dar todo

el rendimiento que podrían por la falta de un personal adecuadamente formado para hacer

un uso pedagógico eficaz de los recursos puestos a su disposición. Nos referimos a los

maestros.

Nos encontramos en un período de tránsito generacional. Todos los nacidos en el siglo

XXI, al menos en los países desarrollados, son y serán nativos digitales, pero, en la

medida que la generación nacida a mediados del siglo XX es en la actualidad el grueso

de la población trabajadora, los inmigrantes digitales son todavía un porcentaje elevado

de la población activa mundial, también en el colectivo docente. Dado el papel clave que

la educación debe jugar en la alfabetización digital, la formación de los maestros, que en

muchos casos se formaron en escuelas no digitales, es un factor clave para conseguir

aquella. Habrá por tanto que invertir en capital humano para evitar aquellos casos reales

en los que todos los recursos están disponibles (ordenadores, banda ancha, software,

programas de inclusión digital significativa, etc.), pero el profesorado carece del apoyo y

la motivación suficientes para ponerlos en marcha. En esta generación de tránsito hacia

la sociedad de la información habrá que prestar especial atención a los profesionales que

la han de facilitar.

Como muestra la siguiente figura (número 34) en numerosas ocasiones, el acceso a las

nuevas tecnologías no es sólo cuestión de disponer de un ordenador. Dado que internet es

el elemento imprescindible para acceder a las redes sociales y a todos los recursos que se

ofrecen en ella, disponer de conexión a la red es condición indispensable para la

alfabetización digital.

314

Figura 34

Fuente: http://www.thetimes.co.uk/tto/business/industries/technology/article3938353.ece En ese sentido el ejemplo neogeográfico a la vista pone de relieve el creciente interés de

los medios de comunicación, en el caso de la figura superior el diario digital The Times,

en todas las cuestiones relacionadas con el acceso a la sociedad de la información..

El ejemplo a la vista analiza cuatro variables: la cobertura de banda superancha y la

velocidad media de descarga para siete países de la Unión Europea; la inversión pública

en banda ancha en algunos paises de la Commonwealth; y las diferencias de precio en las

ofertas de banda superancha entre distintas multinacionales de las telecomuncaciones.

Queda claro, a la vista de los datos de la figura, que incluso en las regiones del mundo en

las que hay acceso generalizado al ciberespacio, la calidad en el servicio puede ser muy

distinta entre unos países y otros. Y también que el precio de dicho acceso y la inversión

pública para facilitarlo al conjunto de la población (véase el caso de Australia) da lugar

también a notables diferencias. En concreto para España, según la Comisión Nacional del

Mercado de la Competencia (CNMC), en junio de 2013 los accesos activos de banda

ancha en redes fijas alcanzaron los 11,66 millones. Esta cifra representa un incremento

interanual del 4,6%, superior al registrado en el mismo periodo del año anterior cuando

se alcanzó el 3,3%. Este volumen de conexiones ha elevado la penetración de la banda

315

ancha a las 25 líneas por cada 100 habitantes, uno de cada cuatro habitantes, frente a las

23,8 líneas de junio de 201249.

La conclusión es evidente, además de las regiones del planeta afectadas por la

ciberexclusión, que no aparecen representadas en la figura, en los países ricos también

existen “zonas oscuras” en el ciberspacio, aquellas que en esta obra se han agrupado

mayormente bajo el concepto de cibermarginalidad.

2.2. El ciberactivismo

En este apartado se pretende dar cuenta del fenómeno denominado ciberactivismo.

Aparecido al abrigo de la web 2.0 y 3.0, ya estudiadas en el bloque I, el activismo en las

redes sociales supone el uso de las mismas en internet para promover y defender inquie-

tudes de todo tipo (sociales, culturales, medioambientales, etc.), pero también para

combatir situaciones de injusticia y desigualdad. A este segundo aspecto, dada la temática

y objetivos de esta tesis doctoral, se le prestará especial atención en las páginas que

siguen. Pero antes de profundizar en las prácticas, métodos y variantes del ciberactivismo,

es conveniente detallar las etapas a través de las cuales se ha ido conformando este

reciente fenómeno, que son las siguientes:

1. Desde la década de 1990ha habido crecientes discusiones sobre el activismo

en internet y cómo los nuevos medios se han utilizado con eficacia por una

amplia variedad de movimientos políticos (BEST et KELLNER, 2001;

COULDRY et CURRAN, 2003). Quizá el primer gran ejemplo de ello sea el

uso exitoso de internet, a principios de 1990, por el movimiento indígena

Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la región de Chiapas,

México, que puso de relieve rápidamente cómo los nuevos medios de

comunicación pueden crear sinergias, remover las conciencias y desafiar la

cultura y la política hegemónicas (KELLNER, 2001). Los activistas, que ya

estaban desplegados en internet como medio de organización y comunicación

en centros digitales como The Well,50atrajeron rápidamente a internet a los

ususarios simpatizantes con el zapatismo para comenzar a transmitir y adaptar

sus propios mensajes a una audiencia global emergente. A finales de 1990,

49 <www.cnmc,es>. [15-09-2015]. 50 <www.well.com>. [13-07-2014].

316

estos activistas comenzaron a emplear internet para fomentar afiliaciones y

eventos concretos contra los excesos del neoliberalismo y el capitalismo

corporativo transnacional. El 18 de junio 1999 en el "Carnaval contra el

Capital” cientos de miles de manifestantes (incluyendo trabajadores, ecologis-

tas, feministas, anticapitalistas, defensores de los derechos de los animales,

anarquistas y otros grupos) se manifestaron en todo el mundo utilizando

internet y las nuevas tecnologías. El carnaval continuó, en diciembre de 1999,

con la famosa “Batalla de Seattle”, en contra de la reunión en dicha ciudad

organizada por la OMC, hecho al cual ya se ha hecho referencia en esta obra

en repetidas ocasiones. En cierto modo, estos dos eventos se pueden

considerar como el germen a partir del cual un movimiento internacional de

protesta online surgió como foco de resistencia a las instituciones neoliberales

y sus políticas de globalización asociadas, proponiendo alternativas que

defendieran la democracia y la justicia social. Desde entonces, y de manera

creciente, las iniciativas políticas populares se han convertido en algo común,

gracias a un sentido evolutivo de la forma en que internet puede ser utilizado,

de forma democrática y emancipadora, por una creciente ciudadanía global

que está utilizando los nuevos medios de comunicación para informarse, para

informar a los demás, y para la construcción de nuevas relaciones sociales y

políticas. Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre, que desen-

caderon a su vez una supuesta guerra contra el terrorismo de escala global,

esta ola de activismo político ha aumentado, e internet juega en ello un papel

cada vez más importante (KELLNER, 2003). Se puede considerar, por tanto,

los atentados del 11-S como el inicio de la etapa siguiente a la iniciativa

zapatista y las protestas de Seattle.

2. A finales de 2002 y principios de 2003 en todo el mundo los movimientos

contra la guerra comenzaron a emerger como significativos desafíos a las

políticas del gobierno de Bush contra Irak y al riesgo de la extension del

conflicto a toda la región, riesgo confirmado con rotundidad a la vista de la

actual situación de Oriente Próximo. Contactando con un público cada vez

más amplio, grupos políticos basados en internet, como MoveOn 51 o

ANSWER,52 utilizaron la red para hacer circular información contra la guerra,

51<http://www.moveon.org>. [25-07-2015]. 52 <http://www.internationalanswer.org>. [25-07-2015].

317

organizar manifestaciones, y promover una amplia diversidad de actividades

contra la misma. Basta recordar la manifestación pública en más de sesenta

países y con una participación, según la BBC, de entre 6 y 10 millones de

personas en todo el mundo el 15 de febrero de 200353 llamando a la paz al

unísono, para darse cuenta de que los nuevos medios de comunicación repre-

sentan una herramienta innovadora en la lucha por una democracia global. De

hecho, después de usar internet para organizar con éxito una amplia gama de

actividades antibelicistas y de manifestaciones contra las corporaciones

capitalistas que patrocinan la globalización neoliberal a propósito de la guerra

de Irak, los activistas continúan ahora la tarea a través de lo que se podría

considerar un bloque ideológico virtual que monitoriza, critica y combate esta

nueva version de la globalización que es el cibercapitalismo. Internet en

consecuencia se ha convertido en una plataforma inigualable para movimien-

tos ciudadanos en favor de la paz, la justicia social, el medio ambiente y en

definitiva, cualquier inquietud que pueda motivar a un determinado colectivo,

grupo social, o incluso individuos. Todo este activismo en internet a través de

una amplia amalgama de movimientos sociales y subculturas, que han

madurado junto con los nuevos medios de comunicación durante los últimos

años, permiten considerar a internet una “fuerza histórica” y una de las claves

para la comprensión y la conformación de la vida política y cultural de la

época actual.

3. Finalmente aquél incipiente activismo en red, que en principio se centraba en

situaciones y casos concretos, ha acabado cristalizando en muchos casos, sin

perder su perpespectiva inicial, en un movimiento de protesta generalizada

contra la globalización neoliberal. Y esa es la siguiente y última etapa del

ciberactivismo. En oposición a la estrategia cibercapitalista de globalización

desde arriba, las subculturas del ciberactivismo están intentando llevar a cabo

una globalización desde bajo, desarrollando redes de solidaridad y propaganda

de ideas y movimientos de oposición por todo el planeta. Contra la globa-

lización dirigida por las grandes corporaciones del capitalismo transnacional,

está surgiendo, una “Quinta Internacional” (AMIN, 2007) de activismo

basado en las nuevas tecnologías y que es cualitativamente diferente de los

53 <https://es.wikipedia.org/wiki/Protestas_antiguerra_del_15_de_febrero_de_2003>. [25-07-2015].

318

tradicionales movimientos de oposición internacional basados en los partidos

tradicionales de corte comunista/socialista, ecologista, nacionalista, etc.,

independientemente de que dichos movimientos participen en él en mayor o

menor medida. Como el teórico de las comunidades virtuales Howard Rhein-

gold deja claramente de manifiesto (2002), los avances en las nuevas tecnolo-

gías móviles y personalizadas están dando lugar, de manera creciente, a

nuevas formas de comunidades, autónomas y excelentemente informadas, que

se aglutinan en torno a demandas políticas globales, problemas comuni-tarios

específicos, amenazas de tipo medioambiental, etc.

Llegados a la situación actual la cuestión, dado el carácter geográfico de esta obra, es

preciso tratar de dar respuesta a la pregunta de hasta qué punto la neogeografía

participa de estas iniciativas de activismo en red. Ello será analizado desde un doble

punto de vista:

A) Participación de la neogeografía en usos ciberactivistas no geográficos.

Las nuevas tecnologías, y muy especialmente internet, contienen, quiérase o no,

un elevado componente geográfico. Casi se podría decir que el internet de la

actualidad es imposible de concebir sin dicho carácter geográfico. Además de que

cualquier información en las redes sociales e internet ha de ser localizada en la

geografía virtual del ciberespacio (en la medida en que cualquier hecho o aspecto

analizado en la red es susceptible de, o necesita imperiosamente, ser localizado y

ubicado físicamente) se hace necesario también el concurso de herramientas neo-

geográficas. En este sentido la neogeografía colabora al activismo en internet de

una manera que se puede considerar indirecta, como colaboradora necesaria.

B) Aportaciones genuínamente ciberactivistas y neogeográficas.

Pero por supuesto algunas herramientas, aplicaciones y usos propios de la neogeo-

grafía aparecen en numerosas ocasiones en la raíz misma de dicho ciberactivismo.

En este caso la neogeografía esta en el orígen mismo de una determinada iniciativa

en red, y utiliza las herramientas y aplicaciones que le son propias como el ele-

tmento esencial de una determinada acción de protesta, denuncia o solución.

De ambos tipos de casuística se aportarán detalles y ejemplos en breve. Y es que estas

múltiples redes de ciudadanos y activistas conectados se muestran decididos a transfor-

mar las practicas monopolísticas y rígidas, propias de los medios de comunicación

tradicionales, en “multitudes inteligentes” (smart mobs) de comunidades socialmente

activas vinculados mediante computadoras portátiles, teléfonos celulares, localizadores

319

de internet y sistemas de posicionamiento global (GPS), gran parte de ellos herramientas

de uso cotidiano en neogeografía.. De este modo la tecnología móvil emergente propor-

ciona un nuevo impulso para la construcción de nuevas políticas de identidad, mediante

la creación de redes vinculadas a diversas comunidades relacionadas con cuestiones

como el trabajo, el feminismo, la ecología, los movimientos pacifistas, y por supuesto

también el anticapitalismo, creando la base para una nueva política de alianzas y

solidaridades que permitan superar las limitaciones de las políticas de identidad

postmodernas ( BURBACH, 2001; DYER-WITHEFORD, 1999).

El ciberespacio es un espacio de cognición, comunicación y cooperación global tecno-

lógicamente mediatizado, una esfera de producción, reproducción y circulación del cono-

cimiento humano. Es inherentemente descentralizado y dinámico. Además de ser un gran

mercado para los intereses de cibercapitalismo, también es un medio de interacción

política y una herramienta de combate de aquél. En las páginas siguientes se intenta

describir el fenómeno del ciberactivismo a nivel teórico, y en el marco de las posibilidades

de combatir el neoliberalismo que la neogeografía y la Geografía Social ofrecen.

El ciberactivismo es un fenómeno emergente en lo relativo a la investigación sobre

movimientos sociales que refleja el papel de los medios alternativos de comunicación y

las protestas en línea. Es necesario ofrecer una perspectiva teórica que incorpore el

fenómeno del ciberactivismo, en tanto que fenómeno neogeográfico, a la Geografía

Social, y ofrezca conceptos teóricos que pueden orientar en la comprensión del mismo.

Se pretende a continuación hacer una contribución a los fundamentos teóricos del

fenómeno del ciberactivismo, considerándolo desde la perspectiva de la teoría de auto-

organización, según se articula ésta atendiendo al concepto de pensamiento complejo

formulado por Edgar Morin, autor ya citado en varias ocasiones en esta obra: “Respecto

de la teoría organizacional, desde este nuevo punto de vista ningún sistema puede

absorber toda la complejidad existente en su entorno, dado que ninguno tiene la capacidad

para responder, punto por punto, a la inmensa cantidad de estímulos que provienen del

exterior. Así, todo sistema debería desarrollar una especial disposición hacia la comple-

jidad, en el sentido de ignorar, rechazar, crear indiferencias, recluirse sobre si mismo y

también saber elegir el tipo de complejidad de su entorno con la cual deberá luchar o

fortalecer (mercado, producto, zona geográfica, ideología dominante, ideología no domi-

nante, cultura étnica, tipo de conflicto social, etc.) con el fin de que sus recursos sean

inteligentemente empleados, puesto que son limitados” (AHUMADA, 2011: 3)

320

Desde este punto de vista, la noción de autoorganización parece ser particularmente

prometedora porque se basa en conceptos tales como la creación de redes, la interacción,

la comunicación, la cooperación, la complejidad, la dinámica, los procesos y la descen-

tralización, que a su vez dan lugar a diversos enfoques de descripción de los movimientos

sociales de ciberactivismo, la mayoría de los cuales son también, en mayor o menor

medida, aportaciones neoeográficas. Los sistemas autoorganizados son redes de

interacción que producen nuevas cualidades en el sistema emergente del cual proceden

mediante un proceso sinérgico (FUCHS, 2003). Estos sistemas son complejos, dinámicos

y en evolución. Tanto el ciberespacio como la protesta online son sistemas en red,

globalizados y descentralizados. De ahí que la lógica de los sistemas de autoorganización

parece ser la adecuada para describir el acoplamiento estructural de ciberespacio y

protesta, que se ha convenido en denominar en esta obra como ciberactivismo.

La autoorganización es un proceso donde un sistema se reproduce a sí mismo con la ayuda

de su propia lógica y componentes, es decir, el sistema se retroalimenta a sí mismo sobre

la base de una lógica interna. En un sistema de autoorganización un nuevo orden emerge

del antiguo sistema, pero este nuevo orden no se puede reducir a los elementos

individuales previos, ya que, debido a la interacción de los elementos del sistema, es algo

más que la suma de sus partes.

La lógica subyacente a los sistemas de autoorganización se asemeja a los principios

dialécticos de la transición de la cantidad a la calidad, o la negación y la negación de la

negación (FUCHS, 2003). El carácter dinámico de los sistemas sociales se logra en este

caso mediante la producción mutua de los actores y grupos humanos por un lado y las

estructuras sociales por otro. Este proceso puede ser denominado autoorganización social

o recreación de un sistema social (FUCHS, 2003). Las sinergias de los procesos de

comunicación dan lugar a la producción y reproducción de las estructuras sociales, estas

últimas a su vez permiten nuevas prácticas y comunicaciones mediante las que las

estructuras sociales de nuevo pueden ser producidas y reproducidas, etc. Este proceso es

recursivo y cíclico, de manera que los sistemas sociales cambian de forma permanente;

su dinámica está dada por una emergencia sin fin de las estructuras sociales y de las

prácticas de comunicación de los actores humanos y viceversa. Las estructuras sociales y

las acciones y comunicaciones humanas se producen y reproducen mutuamente.

Anthony Giddens ha denominado este proceso dualidad de la estructura: "De acuerdo con

el concepto de la dualidad de la estructura, las propiedades estructurales de los sistemas

321

sociales son a la vez medio y el resultado de las prácticas que recurrentemente organizan"

(GIDDENS, 1984: 25).

Visto así, internet es un sistema de autoorganización sociotecnológico (FUCHS, 2005),

no es tan sólo una red tecnológica mundial de computadoras conectadas entre sí y basadas

en los protocolos de internet, sino también un auténtico sistema social. Como simple

almacenamiento tecnológico de conocimiento internet sería inútil, cobra su verdadero

sentido gracias a la actividad humana y las relaciones sociales que interpretan los datos

y producen conocimiento significativo. Hay que rechazar, por tanto, las concepciones

mecanicistas y lineales de este proceso, para pensarlo como un sistema sociotecnológico

en el que actores y grupos (comunidades virtuales) humanos son de importancia central.

Internet se compone de un subsistema tecnológico, es decir, una red descentralizada

mundial de computadoras que almacenan el conocimiento humano objetivado, y un

subsistema social, es decir los actores humanos y comunidades virtuales que interpretan,

comunican y producen conocimiento dentro de internet. Se compone tanto de una

infraestructura tecnológica como de la comunicación de los actores humanos. En conjun-

to, estas dos partes forman un sistema sociotecnológico. El conocimiento subjetivo e

intersubjetivo se objetiva durante el proceso. El conocimiento objetivo ya existente que

se almacena por ejemplo, en la world wide web, se reproduce de forma permanente, es

decir, se interpreta y adquiere su verdadero significado unido a los actores humanos. Esta

dinámica permite la producción y reproducción de más conocimiento objetivo en internet,

en un ciclo recursivo de producción sin fin en el que el conocimiento objetivo y subjetivo,

las estructuras tecnológicas y las acciones humanas, se reproducen mutuamente. La

autoorganización de internet es una objetivación permanente de conocimiento subjetivo

y una subjetivación del conocimiento objetivo de alcance mundial, que puede ser visto

como una dialéctica productiva global entre conocimiento/información y objeti-

vo/subjetivo.

La world wide web es también un ambiente autoreferencial, en el sentido de que cuando

se crea un nuevo enlace (link) en el sistema éste se refiere a sí mismo para actualizar su

contenido. Cada página se refiere a una serie de otras páginas web que hacen referencia

de nuevo a otras páginas web, etc. La autorreferencia es una de las características

esenciales de un hipertexto, tal y como ya se ha comentado en páginas anteriores.

Mediante la creación de vínculos un texto se conecta a otro texto, imagen, vídeo, etc. Pero

este sistema autoreferencial del mundo virtual se basa en actividades humanas, es decir,

en la creación de nuevos hipertextos que se incrustan en el sistema existente. La estructura

322

interrelacionada de la www define posibles caminos, que son descubiertos por seres

humanos que navegan por la web y crean su propio camino personal. "Un hipertexto es

una matriz de textos potenciales, sólo algunas de las cuales se realizarán a través de la

interacción con un usuario "(LÉVY, 1998: 52).

La autoorganización de la red significa también la aparición permanente de nuevos sitios

web. La estructura de la web cambia dinámicamente, algunas páginas desaparecen, reapa-

recen en formas alternativas, se reflejan en otros servidores, aparecen nuevas páginas, etc.

La consecuencia de ello es que no puede detallarse una estructura concreta de la web, no

puede ser conocida, predicha, y controlada con rotundidad, y su complejidad aumenta de

manera constante con su crecimiento. La complejidad virtual se puede medir por el

número de sitios y enlaces web. Cuando se introduce un nuevo sitio web, se incrusta en

la red existente. Por lo tanto se puede decir que en la autoorganización de la red, nuevas

páginas surgen de otras páginas previas. La web "está en continua expansión, moviéndose

y transformándose. La world wide web es un flujo " (LÉVY, 2001: 140).

Pero esta autoorganización de la red no es un proceso puramente tecnológico, necesita de

actores humanos con conocimientos activos que creen su estructura, vínculos, nuevas

páginas, y naveguen por ellas. Sin los seres humanos, internet es una entidad mecánica

muerta que no es autoorganizativa. La metáfora de internet como una alfombra que se

teje y reteje permanentemente por millones de personas que se distribuyen en todo el

mundo describe la naturaleza dinámica del ciberespacio. Es una alfombra de información

significativa compartida en red que se recrea permanentemente en sí y permanentemente

reemerge.

Lo relevante de todo lo dicho hasta ahora es el hecho de que también los movimientos de

protesta y el ciberactivismo son sistemas de autoorganización, y este tipo concreto de

autoorganización se pone en numerosas ocasiones al servicio de la lucha contra las

desigualdades sociales, siendo por tanto de interés para la Geografía Social en tanto que

aportación propia de la neogeografía. El ciberativismo es parte de la sociedad civil, y

mediante la producción de temas alternativos garantiza la dinámica del sistema político.

Los movimientos de protesta son sistemas de comunicación dinámicos que reaccionan de

forma permanente a los acontecimientos políticos y sociales mediante prácticas de pro-

testa autoorganizadas que dan lugar a la aparición y diferenciación (producción y repro-

ducción) de nuevas estructuras de protesta (eventos, temas de oposición, valores alter-

nativos, patrones de interacción social, etc.). La dinámica de dichos movimientos sociales

323

se basa en la presencia permanente (virtual) y en la producción mutua de prácticas y

estructuras de protesta.

La autoorganización de un movimiento social es un proceso vivo, que se basa en el

movimiento permanente y la diferenciación de los actores y las estructuras que se comu-

nican a través de la protesta. Durante el proceso surgen nuevos sistemas sociales de

protesta cuya forma, contenido y efectos no se determinan, pero que todavía dependen de

las estructuras anteriores, es decir, las viejas estructuras permiten y limitan las nuevas

estructuras. La aparición de nuevos temas de protesta, los métodos, las identidades, las

estructuras y las formas organizativas comienzan como algo singular que, si es amplia-

mente imitado luego, se extiende dentro del sistema y lo transforma en su conjunto.

Se volverá en breve sobre este carácter autotorganizativo del ciberactivismo para detallar

los modos en que éste se puede llevar a cabo, pero antes es necesario reseñar sus riesgos.

Ya se ha explicado como el capitalismo vió pronto los beneficios que le proporcionarían

las nuevas tecnologías e internet para mantener y profundizar su lógica. Eso, y no otra

cosa, es lo que representa el término cibercapitalismo. Así que, en cierta medida, el

capitalismo va con ventaja en esta disputa por el espacio virtual.

Por supuesto el cibercapitalismo también utiliza internet para promocionar su agenda

política, y además, con las más variadas excusas, está usando internet cada vez más para

promover su causa. Consciente de la amenaza del ciberactivismo, en el intento de tratar

de canalizar y desarmar los canales de información de sus adversarios el cibercapitalismo

percibe internet como una amenaza en la medida en que la red sirve de vehículo para

fuerzas culturales asociadas a la lucha contra la globalización corporativa. Por ejemplo,

en el aspecto concreto del control de la disidencia, se han puesto en marcha potentes

sistemas de vigilancia gubernamentales, que monitorean todas las formas de información

electrónica para palabras clave y patrones de conducta que se consideran potencialmente

sospechosos. El gobierno de Bush propuso el denominado TIA (Total Information Aware-

ness), consistente en un banco de datos que combina todos los datos existentes sobre los

individuos en un solo lugar, evocando los temores de un panóptico digital. En España,

durante la época de gobierno de José Maria Áznar, se desarrollo el Sistema Legal de

Interceptación de las Comunicaciones (SITEL), puesto en marcha definitivamente en la

posterior etapa socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Según la Asociación de

Internautas española resulta “imposible un control judicial de este sistema como exige la

jurisprudencia del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, el Tribunal Constitu-

324

cional y el Tribunal Supremo”.54 Dichos intentos de control de la disidencia han hecho a

las personas más conscientes de los riesgos asociados a las comunicaciones en línea. Y

en consecuencia los grupos de oposición están ahora más atentos a las amenazas para su

privacidad que plantea el seguimiento por parte de organismos gubernamentales tales

como la Oficina de Seguridad Nacional, en Estados Unidos, o el SITEL en España, los

ejemplos citados arriba. Como reacción a esto ultimo han aparecido respuestas a dichos

intentos de control gubernamental. Además, la intensa actividad social de los ciberac-

tivistas no está exenta de riesgo. Un blogger, el ahora famoso iraquí Salam Pax,55 dio al

mundo una dosis de cruda realidad al detallar el impacto del bombardeo de Bagdad

durante la Guerra del Golfo. Basta teclear las palabras “ciberactivistas encarcelados” en

cualquier buscador de internet para encontrar cientos de entradas al respecto repartidas

por todo el mundo (Irán, China, Etiopía, etc.). En respuesta a la necesidad de anonimato

total en algunos casos, como en los países donde la libertad de expresión está en duda o

es directamente conculcada, un software de código abierto, como Invisiblog (ha sido

desarrollado para proteger la identidad de los periodistas en línea.56. A pesar de todas las

trabas y riesgos que aparecen en el camino, todos los ejemplos y situaciones propuestas

demuestran como es posible utilizar los nuevos avances de la tecnocultura para hacer

posible una reconfiguración de la política y de la sociedad. En esta coyuntura, las ideas

de Guy Debord y la “Internacional Situacionista” aparcen como especialmente relevantes,

ya que ponen el énfasis en la construcción de situaciones, mediante el uso de las nuevas

tecnologías, los medios de comunicación y las formas culturales, que promuevan una

revolución de la vida cotidiana, aumenten los espacios de libertad, el sentido de

comunidad y el empoderamiento ciudadano (CLEAVER, 1999). Las ideas y prácticas de

Debord y los situacionistas tiene una vida futura muy sugestiva en la cultura de internet

a través de sus articulaciones con el mundo social, hecho que tal vez permita un

reverdecimiento de dicha corriente ideológica tras su práctica desaparición hace algunos

años.57

Por ejemplo, de un tiempo a esta parte se ha popularizado, en determinados foros de inter-

net, el fenómeno de las “multitudes relámpago” (flash mobs). Mediante el mismo, grupos

54< http://www.internautas.org/html/5741.html>. [29-08-2015]. 55 <http://dear_raed.blogspot.com>. [21-04-2015]. 56 <http://www.invisiblog.com>. [24-05-2015]. 57 <http://situaciones.info/revista/la-vanguardia-no-se-rinde-guy-debord-y-el-situacionismo/>. [29-08-20-15]

325

de individuos citados por correo electrónico aparecen en sitios específicos, coordinados

a través del uso de sistemas de seguimiento GPS móviles, para llevar a cabo acciones de

todo tipo. Este tipo de encuentros propiciados por internet, en muchas ocasiones breves y

fugaces, con la intención de crear confusion entre compradores o guardias de seguridad,

o de ocupar determinados espacios urbanos en otras ocasiones (por ejemplo durante el

movimiento 15-M en España), desafian el orden establecido aunque sea de manera algo

lúdica y fugaz. Sus intenciones pueden ser de lo más variopintas, como protestar contra

las grandes corporaciones, el militarismo, o los recortes sociales, pero en realidad

albergan en su interior un potencial revolucionario mayor del que muchas veces se cree.

De manera significativa, constituyen una sorprendente transformación de la vida

cotidiana que se está construyendo y potenciada en la actualidad por las subculturas de

internet.

Sin embargo el ciberespacio es también utilizado, y con más y mejores medios, por el

cibercapitalismo. La misma transformación que propicia el ciberactivismo es también una

oportunidad para promover y difundir la sociedad de consumo capitalista, el

individualismo y la competencia, dando lugar a nuevas formas de fetichismo, de

esclavitud y de dominación todavía no claramente percibidas y teorizadas Por lo tanto,

internet es finalmente un territorio (virtual) en disputa, utilizado por la izquierda y la

derecha con el fin de promover sus propias agendas e intereses. La batalla por el

ciberespacio ya ha comenzado y, como se verá inmediatamente, tiene ya una cierta

historia, aunque, por su novedad y por motivos generacionales, desde el lado del

ciberactivismo la esté librándo mayoritariamente población menor de 30/40 años, los

nativos digitales. De todos modos, para ellos y para los inmigrantes digitales, ya está claro

que las batallas políticas del futuro se libraran como siempre en las calles, las fábricas,

los parlamentos, y otros sitios de lucha tradicionales, pero como la política ya está

mediatizada por las nuevas tecnologías, y por tanto la lucha política también, incluirá (de

hecho incluye ya) al mundo virtual. En consecuencia, los interesados en la política y la

cultura del futuro deben tener claro el importante papel de esta nueva esfera pública y

actuar de acuerdo a ello, lo cual, para los teóricos y activistas críticos, supone la

responsabilidad de promover una alfabetización digital (de acuerdo a los parámetros y el

enfoque que ya han sido detallados en páginas anteriores) que permita a todos cultivar las

habilidades que les posibiliten participar en la lucha por sus intereses. De esta manera los

ciberactivistas en línea están materializando un nuevo espacio vital para la política y la

cultura en la que una gran diversidad de individuos y grupos, utilizando las tecnologías

326

emergentes, producen nuevas relaciones sociales y nuevas posibilidades políticas

(democracia líquida). Algo tendrá que decir la Geografía, especialmente en la vertiente

neogeográfica, de este fenómeno, si no quiere perder el tren. Pero ¿cuáles son los métodos

de este ciberactivismo autoorganizado? Y ¿quiénes son los actores de esta batalla contra

el cibercapitalismo? Es algo que se explica a continuación.

A. Los modos del ciberactivismo

El carácter de internet como sistema para la producción cooperativa de conocimientos

(web 3.0), permite el surgimiento y reproducción permanente de sistemas sociales de

protesta global que tienen valores, prácticas, metas e identidades colectivas. A través de

internet estos grupos producen significados compartidos que constituyen identidades y

prácticas comunitarias. La lógica de internet y de los nuevos movimientos de protesta

mundial se caracteriza por la descentralización, la creación de redes, el dinamismo y la

globalidad. Ambos sistemas se basan en procesos de autoorganización global, de ahí que

internet sea adecuado como medio de coordinación, comunicación y cooperación para el

ciberactivismo. Lógicamente, la tendencia de los actuales movimientos de protesta en la

red es a estar menos organizados en los niveles locales y nacionales, y más en las

comunidades virtuales globales, de manera que se están conformando movimientos de

protesta transnacionales virtualmente mediatizados.

Este acoplamiento estructural entre el ciberespacio y los procesos globales de activismo,

desde abajo, global y descentralizado, anticipa un nuevo movimiento político de masas

que podría asumir la forma de una Quinta Internacional transnacional, cooperativa, y

descentralizada, una "Internacional del ciberespacio"58, en la que las comunicaciones

informáticas proporcionarían los hilos de conexión para nuevas formas de colectividad

capaces de coordinar la cooperación socioeconómica de abajo hacia arriba" (DYER-

WHITEFORD, 199: 232). Manfred Eigen ha caracterizado estos procesos de autoorga-

nización cíclica como hiperciclos (EIGEN et SCHUSTER, 1999). El ciberactivismo sería

así un hiperciclo global del sistema sociotecnológico de ciberprotesta. Es importante tener

en cuenta que ni las redes tecnológicas producen redes de protesta ex nihilo, ni a la

inversa, ambos supuestos serían visiones deterministas unidimensionales. La forma

radicular de los actuales movimientos sociales de protesta no es en realidad un resultado

que tenga que ver exclusivamente con las posibilidades que ofrece internet. También a la

inversa, el formato web de internet no es el resultado de las protestas globales en red, pero

58 <http://www.zmag.org/escobarcyner.htm->. [01-03-2014].

327

estas últimas pueden transformar las tecnologías en red, y la adopción de internet por tales

movimientos ha provocado la aparición de nuevas modalidades de participación

tecnológicas, tales como medios de comunicación electrónicos, diversos tipos de

campañas de protesta online, etc. Ambas redes de protesta, global y electrónica, son la

expresión de un cambio social global, desde la lógica de los lugares fijos a la lógica de

los flujos y redes, con evidentes connotaciones geográficas, y que trata de contrarrestar

esa otra lógica de cambios globales en los patrones de producción y consumo de los

recursos económicos, del poder, del conocimiento y de las tecnologías, que acompañan

las nuevas estrategias de acumulación capitalista y que se ha denominado en esta obra

como cibercapitalismo. Las redes mundiales de protesta hacen uso de las tecnologías

online con el fin de potenciar su forma de red y producir a su vez nuevas perspectivas de

las nuevas tecnologías, generando así nuevas y diversas formas de ciberprotesta y

ciberactivismo. Los sistemas sociales y las tecnologías están dialécticamente

relacionados, se producen mutuamente. Harry Cleaver describe la naturaleza dinámica

del ciberactivismo con la ayuda de la metáfora de un océano: "Como metáfora para pensar

en el movimiento incesante que conforma la vida política y la trayectoria histórica de los

que resisten, y a veces escapan de las instituciones del capitalismo, he llegado preferir la

del agua, la hidrosfera, especialmente de los océanos con sus corrientes y remolinos

siempre inquietos; ahora se mueve más rápido, más lento ahora, ahora más caliente, ahora

más frío, ahora más profundo, ahora en la superficie. En algunos puntos el agua se

congela, cristalizando en la rigidez, pero se funde de nuevo, deshaciendo una forma

molecular para volver a un proceso de autoorganización dinámica que niega la

cristalización pero cuyas direcciones y potencial pueden ser observados y seguidos. Así

también ocurre con la "sociedad civil". Es fluida, cambiando constantemente, y sólo

momentáneamente formando esos momentos solidificados que llamamos

"organizaciones". Tales momentos están constantemente erosionados por las corrientes

cambiantes que los rodean, de modo que se funden repetidamente de nuevo en el propio

flujo " (CLEAVER, 1999: 25). Internet mediatiza la circulación de las luchas de los

movimientos globales de protesta, es decir, la producción de los contenidos y las prácticas

de la protesta ciudadana puede extenderse e intensificarse con la ayuda del ciberespacio.

Permite la fabricación y la utilización de contenidos y conexiones de comunicaciones que

destruyen el aislamiento y permiten a la gente luchar de manera complementaria, tanto

en contra de las limitaciones que les constriñen como en la construcción de las

alternativas. El ciberactivismo es un flujo virtual de lucha de los movimientos globales

328

de protesta. "Por lo tanto, las nuevas tecnologías de la información no aparecen

simplemente como instrumentos para la circulación de mercancías, sino también como

canales para la circulación de las luchas (...). El ciberespacio es importante como una

arena política, no, como algunos teóricos postmodernos sugieren, porque sea un ámbito

donde los conflictos virtuales sustituyen a las luchas "en el terreno", sino porque es un

medio en el que las luchas terrestres se pueden hacer visible y vinculadas entre sí

"(DYER-WHITEFORD, 1999: 21). Los activistas están utilizando las mismas máquinas

con las que el capital intenta asegurar la integración de su poder como medio para

conectar sus diversas rebeliones. El circuito del capital de la alta tecnología es por tanto

también un circuito de lucha. De esta forma eventos en principio puntuales o locales se

pueden transformar, incluso de forma espontánea, en sistemas complejos. A través del

ciberespacio la protesta y la información sobre la misma se pueden propagar rápidamente

a través de grandes distancias, mediante el efecto “bola de nieve” o “efecto mariposa” en

una suerte de “contramarketing viral”. Todo ello a pesar de que los movimientos de

protesta son con frecuencia espontáneos, impredecibles e incontrolables. "Las acciones

del movimiento desencadenan cadenas de eventos que no siempre son previsibles o

controlables y a veces provocan reacciones violentas y otras respuestas no deseadas "

(CROSSLEY, 2002: 9). Debido a la posibilidad de transmisión y amplificación de una

determinada protesta de manera rápida y eficiente a través del ciberespacio, internet es un

medio para la solidaridad política global. En breve se aportan ejemplos de aportaciones

neogeográficas que lo demuestran. Para el ciberactivismo internet es también un medio

de comunicación muy útil en la preparación y coordinación de las protestas, así como un

medio de discusión para el intercambio de puntos de vista, estrategias y metas, y una

detallada difusión y dispersión del evento (KIDD, 2003). Es igualmente un medio de

movilización de los llamados "grupos de concienciación", y un medio de cooperación

para las protestas virtuales. El ciberactivismo, como se detalla a continuación, en realidad

hace uso de las tres dimensiones del conocimiento, tanto real como virtual: la cognición,

la comunicación y la cooperación; significa un acceso simplificado a los movimientos de

protesta (por supuesto sólo para aquellas personas que están conectadas), y una puesta en

común de sus valores e identidades, algo que se ha denominado "ethos instantáneo"

(GURAK, 2003: 31). Un ejemplo de este tipo es la protesta online contra las patentes de

software iniciada por ATTAC Alemania (GRIGNOU et PATOU, 2004), organización de

la que ya se ha hablado en capítulos anteriores. En julio de 2005 se pidió a los

ciberactivistas que enviaran pequeñas fotos de ellos mismos que posteriormente se

329

combinaron en línea para formar un mosaico con la escritura "NO ePATENTS". Era una

protesta contra la introducción de las patentes de software por una directiva de la Unión

Europea. El mosaico fue impreso en una bandera que fue izada frente al Parlamento

Europeo el 6 de julio de 2005, el día en que la votación sobre la directiva tenía lugar. Se

argumentaba que las patentes de software ponían en peligro el software libre,

disminuyendo la seguridad y la estabilidad, la innovación, y los puestos de trabajo. En

esta campaña muchos activistas que no se conocían entre sí colaboraron mediante el

envío de imágenes y la introducción de consignas de protesta. Fue un tipo de protesta

desvinculada espacio-temporalmente, descentralizada, y a la que cualquiera se podía unir

con unos pocos “clics” del ratón. Sirve como primer ejemplo de las posibilidades que

para el ciberactivismo ofrecen las nuevas tecnologías. Varios más se ofrecen un poco más

adelante mediante las correspondientes figuras. Pero antes conviene desglosar la

participación del ciberactivismo en los tres aspectos citados del proceso de creación de

conocimiento: la cognición, la comunicación y la cooperación (FUCHS et HOF-

KIRCHNER, 2005), tal y como se detalla a continuación:

1) Ciberactivismo cognitivo

Los movimientos de protesta buscan visibilidad pública, no son importantes si no

llegan al público. Internet es un espacio global que es utilizado por los

movimientos de protesta con el fin de ser percibido por un público global y para

producir una respuesta política en una esfera pública alternativa. Como ya ha

quedado demostrado, el ciberespacio es mayoritariamente en la actualidad un

inmenso espacio comercial, financiero y de entretenimiento, mediatizado por unas

élites que lo instrumentalizan, y reflejo de desigualdades sociales y relaciones de

clase fundamentadas en una estratificación por categorías tales como los ingresos,

la educación, el género, la edad, la raza, o el idioma. Pero a la vez es también un

espacio para la organización de una esfera política alternativa y pública, que

implica nuevos riesgos y oportunidades. Lee Salter (2003) argumenta en este

contexto, desde una perspectiva habermasiana, que ante un modelo de comunica-

ción basado en el poder y la influencia económica, el discurso y el diálogo propios

de la ciberprotesta pueden fortalecer la esfera pública, la acción comunicativa, y

una mejora de las condiciones de vida: "internet puede ser visto como un medio

fundamental para la sociedad civil y la esfera pública informal (…). Internet per-

mite a los grupos y organizaciones comunicarse, generar información, y distribuir

esta información de forma barata y efectiva, lo que permite la respuesta y la

330

retroalimentación de los movimientos sociales " (SALTER, 2003: 128). De este

modo, el ciberactivismo puede contribuir a la constitución de una esfera pública

alternativa, aunque también corre el riesgo de constituirse en un espacio excesiva-

mente segmentado. W. L. Bennett (2003) sostiene que las redes de activistas glo-

bales son organizaciones policéntricas, tienen muchos centros, o centros que son

menos propensos que los movimientos anteriores de protesta para agregarse en

torno a líderes prominentes. La ciberprotesta representa con todo una oportunidad

para avanzar en el activismo ciudadano. Los medios de comunicación en línea

alternativos se articulan en torno a plataformas online, como Indymedia o

Alternet, que tienen un carácter abierto y cooperativista, proporcionando

información política alternativa, de acuerdo al principio de "no odio a los medios

de comunicación, sino conversión”.59 Se utilizan medios alternativos de distribu-

ción de canales de información que son independientes de las estructuras de las

grandes corporaciones, y frecuentemente caracterizados por un modelo de

autogestión. Gracias a ellos se puede acceder a puntos de vista no comerciales que

son disonantes de los de los medios de comunicación dominantes, dan visibilidad

a voces y temas no escuchados y marginados, y al mismo tiempo suponen una

gran participación de los usuarios y la subversión de la distinción de roles

estereotipados, como productor y consumidor, o autor y escritor. Así por ejemplo

se ha de entender la aparición del denominado “prosumer”: “un nuevo consumidor

capaz de generar contenido, opiniones y comentarios sobre los productos o

servicios de una empresa y que son compartidos por una comunidad con gustos

en común. Gracias a la viralidad y la interactividad de la red, estos nuevos usuarios

se convierten en poderosos líderes de opinión cuyas ideas pueden favorecer o

dañar la imagen de una marca”.60

El desafío y la oportunidad para estos medios alternativos es negar la lógica

unidimensional hegemónica del cibercapitalismo y ofrecer alternativas de pensa-

miento, escritura, presentación y discurso a aquellas que dominan los medios de

comunicación establecidos, es decir, proponer formas de presentación de la

información que reflejen la complejidad del mundo y activen el pensamiento

crítico y complejo. "La oportunidad -y el reto- para la publicación abierta es

59< http://www.alternet.org/>. [24-06-2014]. 60<http://blog.solucionesc2.com/prosumer-un-nuevo-concepto-de-consumidor>. [26-07-2015].

331

encontrar nuevas formas de escritura que acerquen al público a las soluciones de

los problemas en discusión. Historias que aborden la complejidad en lugar de

reducirla a un esquema de buenos/malos. Historias que estimulen la discusión y

el debate en lugar de la generación de conflictos" (SALTER, 2003:100]. Estos

medios alternativos son además "de propiedad y gestión independiente; articulan

puntos de vista que son en algún sentido disonantes de los de los medios de comu-

nicación de masas; y fomentan los vínculos horizontales entre su público, en

contraste con los de arriba hacia abajo" (MEIKLE, 2002: 60).

Uno de los medios en línea alternativos más conocida es Indymedia. "Indymedia

es un colectivo de organizaciones de medios independientes y cientos de

periodistas que ofrecen apoyo y cobertura no corporativa. Indymedia es un medio

de comunicación democrático para la creación de narraciones radicales, exactas,

y apasionadas de la verdad”. 61 Actualmente hay más de ciento cincuenta

Independent Media Center (IMC) en todo el mundo. Cada IMC es un grupo

autónomo que tiene su propia declaración de intenciones, gestiona sus propias

finanzas y toma sus propias decisiones a través de sus propios procesos. En sus

inicios, varios cientos de activistas de medios, muchos de los cuales habían estado

trabajando durante años para desarrollar medios de comunicación independientes

activos a través de sus propias organizaciones, se reunieron a finales de noviembre

de 1999 en Seattle para crear un IMC con la intención de cubrir las protestas contra

la Organización Mundial del Comercio. El IMC de Seattle proporcionó la

cobertura informativa de la reunión de la OMC a través de una publicación

impresa llamada El Punto Ciego y del primer sitio web de IMC. El sitio web

recibió casi 1,5 millones de visitas durante las protestas contra la OMC. En febrero

de 2000 otro pequeño IMC se formó en Boston, y otro se reunió más tarde en

Washington D.C. para cubrir las protestas contra el Banco Mundial y el Fondo

Monetario Internacional. Después de eso, las peticiones de los grupos locales

interesados en la formación de sus propios IMCs comenzaron a proliferar. En la

actualidad hay más de cien centros de medios independientes locales de todo el

mundo y más están en camino.62

No obstante, el principal problema de los medios alternativos y de izquierdas es

que con frecuencia no poseen suficiente dinero para llegar a gran cantidad de

61 <http://www.indymedia.org>. [29-06-2015]. 62 <http://www.indymedia.org>. [29-06-2015].

332

público, recurso con el que sí cuenta el cibercapitalismo. A diferencia de los

medios de comunicación tradicionales internet es un medio barato, rápido y global

de publicación, pero es un espacio segmentado, que refleja las contradicciones del

capitalismo informacional global. Lo decisivo no es tanto que existan medios

alternativos en el ciberespacio, sino a qué cantidad de gente llega su información.

De ahí que su problema central es lograr la atención y llegar a un público amplio.

La world wide web se caracteriza por un exceso de información que se pierde en

el ciberespacio o no llega a su público potencial, por lo tanto, los medios

alternativos deben tratar de desarrollar estrategias que produzcan mayor visibi-

lidad en el ciberespacio. Al igual que en la sociedad real, también es cierto para

los espacios virtuales que la visibilidad se puede comprar. Una de las hipótesis en

este contexto es que internet ayuda a hacer de la protesta existente un movimiento

más flexible, global y abierto, pero con limitaciones en relación a la movilización

de nuevos activistas y la producción de nuevas esferas públicas, que se derivan

del hecho de que internet tiene una estructura pensada inicialmente desde presu-

puestos capitalistas, hecho que entra en contradicción con el carácter fundamen-

talmente no comercial de los medios de comunicación cibernéticos alternativos.

Los cibermedios de comunicación alternativos, como el citado Indymedia, son un

refugio de carácter abierto donde, gracias a una visión de trabajo de abajo arriba,

todo el mundo puede dedicarse a periodista en la medida en que utiliza activa-

mente el medio. El ciberespacio es una contraesfera global que está limitada en su

alcance a los seres humanos con conciencia alternativa, ya que los procesos de

toma de conciencia virtuales están limitados por los efectos restrictivos de un

espacio virtual estratificado y dominado por una visión simplista unidimensional.

Eso es lo que la neogeografía puede ayudar a combatir, tal y como los ejemplos

que se aportarán en breve demuestran.

La lucha por el libre acceso a internet, el conocimiento digital, y la tecnología (a

través, por ejemplo, del movimiento Open Source) forman parte de un movimien-

to universal que lucha por la reapropiación del conocimiento, la tecnología, los

bienes públicos, y la naturaleza como cosas comunes. Dicho carácter común de

los bienes y servicios es socavado de manera sistemática por las patentes de

software, patentes genéticas, etc., como ya ha quedado sobradamente de mani-

fiesto, mediante acuerdos de carácter transnacional como el AGCS (Acuerdo

General sobre Comercio y Servicios) o más recientemente el ya citado TTIP, entre

333

la Unión Europea y Estados Unidos. El resultado como reacción a dicha apropia-

ción es un movimiento emergente que pretende la recuperación de los bienes

comunes (KLEIN, 2004). Las nuevas tecnologías, y especialmente en el caso que

nos ocupa las herramientas neogeográficas, colaboran a tal fin de manera efectiva

en numerosas ocasiones, cosa que se tendrá la oportunidad de conocer en breve.

2) Ciberprotesta comunicativa

El ciberactivismo también se puede llevar a cabo desde una perspectiva de

coordinación comunicativa de la protesta social (como en el caso de las protestas

contra la globalización, que son principalmente coordinadas y preparadas

mediante listas de correo electrónico, foros de discusión en línea, grupos de

noticias, etc.). La ciberprotesta comunicativa significa que los movimientos

sociales hacen uso de las infraestructuras de telecomunicaciones en red para

comunicarse y coordinar la protesta. Muchas personas usan internet y los

ordenadores con el fin de copiar, transmitir y distribuir libremente conocimiento

digital (software, música, vídeos, películas, etc.). Son los hacktivistas y bloggers,

de los que se hablará en breve, parte esencial de esa multitud que lucha por el

carácter abierto y común del conocimiento y los servicios asociados a él, incluso

aunque algunos no saben que son parte de este movimiento. Esta lucha tiene varios

frentes, como las luchas contra la privatización de los bienes públicos, contra la

apropiación capitalista de los conocimientos tradicionales y la información

genética, por el acceso gratuito a internet y las nuevas tecnologías, o por el

carácter de código abierto del conocimiento. Internet se utiliza en estas luchas

como un medio que ayuda a la producción y distribución alternativa de conoci-

miento crítico, compartiendo libremente el conocimiento y la tecnología,

produciendo tecnología de forma cooperativa, y cambiando y destruyendo el

conocimiento hegemónico mediante ataques cibernéticos.

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y sus simpatizantes fueron

los primeros en adoptar el ciberespacio como lugar para la ciberprotesta. Dicho

movimiento ha sido definido como la primera guerrilla informacional por Manuel

Castells (2004), y como el germen del movimiento "antiglobalización". La rapidez

y la minuciosidad con la que casi todos los aspectos de las comunicaciones

informáticas modernas fueron utilizados por las fuerzas pro-zapatistas resultó

fundamental en este movimiento particular, convirtiéndose en un prototipo. A

partir de la utilización de listas de correo y conferencias para la difusión de

334

información, el intercambio de experiencias, el fomento de la discusión y la

organización a través de la elaboración de sitios web multimedia, los zapatistas y

sus partidarios estuvieron en la vanguardia de la utilización política de las

comunicaciones informáticas. El análisis de este movimiento también ha puesto

de relieve cómo el contenido de estas formas rizomáticas -concepto sobre el cual

se hablará en breve- de movilización social se diferencia de las nociones

tradicionales de acciónes revolucionarias anteriores. En lugar de una dedicación a

la toma del poder, la rebelión zapatista, incluidas sus dimensiones internacionales,

supuso una movilización con objetivos esencialmente políticos: 1) reunir los

movimientos populares contra el orden político y económico actual en México y

el mundo, y 2) facilitar la elaboración y difusión de enfoques alternativos para la

organización social.

El carácter rizomático mencionado por Castells en la cita previa ha sido

convenientemente estudiado por Harry Cleaver (1999), quien a su vez lo ha

tomado prestado de Gilles Deleuze y Félix Guattari (1976), con el fin de

caracterizar el ciberactivismo como un rizoma transnacional. Lo más sobresa-

liente de su metáfora del rizoma es su asimilación con el proceso de crecimiento

de las plantas subterráneas, que implica propagación a través del desarrollo

horizontal del tallo de la planta. Deleuze y Guattari yuxtaponen esta elaboración

horizontal de una multiplicidad de raíces subterráneas con otra por encima del

suelo que se debe a los procesos arbóreos asociados con el crecimiento vertical,

centralizado en los árboles. A través de la metáfora del rizoma Guattari y Deleuze

han explorado las características que uno encuentra, o podría esperar encontrar,

en las interacciones humanas vinculadas de forma horizontal -ya sea de grupos

sociales a pequeña escala o de movimientos sociales a gran escala. Este trabajo ha

sido recogido por los activistas de estos movimientos y se utiliza para reflexionar

sobre su propia actividad, tanto a nivel local como internacional.

¿En qué sentido es rizomática la protesta cibernética? Con el fin responder a dicha

pregunta tenemos que tener en cuenta las seis cualidades de un rizoma (DE-

LEUZE, 1977):

1. El principio de conexión: cualquier punto de un rizoma puede estar conectado

a cualquier otra cosa, y debe estarlo (DELEUZE, 1977: 2). Los elementos que

están conectados son diversos modos de codificación (biológica, política, eco-

335

nómica, etc.), las organizaciones de poder, y circunstancias relativas a las

artes, las ciencias y las luchas sociales.

2. El principio de heterogeneidad: los elementos de un rizoma se pueden conectar

de acuerdo con diferentes tipos de códigos. Un rizoma no tiene la estructura

jerárquica y centralizada de un árbol, sino que tiene una forma antijerárquica

y descentralizada.

3. El principio de la multiplicidad: no hay puntos o posiciones en un rizoma, sólo

líneas. Las multiplicidades se definen por el exterior de acuerdo al cual

cambian de naturaleza y se conectan con otras multiplicidades. "Las multipli-

cidades se definen por el exterior: por la línea abstracta, la línea de fuga o

desterritorialización según la cual cambian de naturaleza y se conectan con

otras" (DELEUZE, 1977: 4). Las líneas de fuga es un aspecto importante en

los rizomas. Los rizomas tienden a desterritorializarse a través de estas líneas

de fuga.

4. El principio de ruptura asignificante: un rizoma puede romperse en un punto

dado, pero se pondrá en marcha de nuevo en alguna de sus viejas líneas o en

nuevas líneas.

5. El principio de la cartografía y la calcomanía: un rizoma es un mapa y no un

trazado. Un mapa no es una imagen a través de la cual se pueda trazar la

realidad, es un flujo cambiante que se reconstruye de forma permanente. Un

mapa está orientado hacia la experimentación, en contacto con lo real fomenta

las conexiones, elimina los bloques, es abierto, conectable, desmontable,

reversible, susceptible de modificación constante, y tiene múltiples entradas.

Un rizoma se niega a la reducción en partes simples. Uno puede tratar de

copiar un mapa, pero no será una reproducción idéntica. El flujo de infor-

mación en un mapa no es jerárquico.

A su vez, ¿qué significan estos principios para el ciberactivismo?:

1. El principio de conexión: Un movimiento de protesta sólo puede formar un

rizoma si sus estructuras de decisión y comunicación son incluyentes y cada

actor está conectado a los otros actores. Para tomar decisiones comunicativas

inclusivas, internet es un medio idóneo.

2. El principio de heterogeneidad: Los elementos de un rizoma pueden conec-

tarse de diferentes maneras, es decir, la comunicación puede tomar diferentes

formas. Las dos formas más importantes son las reuniones cara a cara y la

336

comunicación mediada por computadora (CMC), de la cual ya se detallaron

sus características en el bloque I. La CMC es la principal forma de coordina-

ción de la protesta global. Un rizoma es un medio antijerárquico y descentra-

lizado, lo cual es importante para los movimientos de protesta directa

organizados democráticamente. La codificación heterogénea implica que los

objetivos, valores y esquemas de interpretación de los grupos e individuos en

un movimiento son diversos y deben coordinarse en forma de una unidad en la

pluralidad. Los problemas de acceso pueden derivarse de la segmentación a

causa de la brecha digital, por lo tanto, existe el peligro de que nuevas

jerarquías de reciente aparición se desarrollen dentro de un movimiento global

inicialmente descentralizado. Este problema puede ser resuelto compartiendo

recursos, también los financieros. El principio de ayuda mutua es importante

para los movimientos de protesta democrática.

3. El principio de la multiplicidad: La línea de fuga es una fuerza cohesiva en el

ciberactivismo, ya que este se organiza en contra de un enemigo común y con

la ayuda de prácticas comunes. La multiplicidad de un rizoma no sólo significa

la existencia de líneas de fuga, sino también que a través de ellas es posible

una constante reestructuración del proceso.

4. El principio de ruptura asignificante: los movimientos globales de protesta en

su mayoría tienen un carácter abierto, son dinámicos, nuevos actores entran,

los antiguos pueden desaparecer, las prácticas son diseñadas de nuevo, etc. Que

un rizoma se extienda es expresión de su carácter dinámico. Tanto los movi-

mientos de protesta como internet son sistemas dinámicos, por lo tanto su

combinación en forma de ciberactivismo global es obvia.

5. El principio de la cartografía y la calcomanía: Los movimientos de protesta

son rizomáticos sólo si no se organizan jerárquicamente, sino de manera

descentralizada. No debe haber ninguna autoridad central, las decisiones deben

tomarse en forma de red. La comunicación debe ser global, plana y dinámica.

Hardt y Negri (2005) han argumentado que los movimientos de protesta y

terrorismo fundamentalistas, como Al Qaeda, son sistemas globales en red,

pero que su estructura interna basada en el liderazgo central y su objetivo

externo, que es una sociedad jerárquica y represiva, impiden calificarlo como

rizomático. Por lo tanto un movimiento de protesta sólo es rizomático si

atiende a sus bases y tiene objetivos progresistas como el surgimiento de una

337

democracia global. El ciberactivismo transnacional no es automáticamente

rizomatico, sólo lo es en el caso en que sea abierto, dinámico, democrático,

pluralista, y tenga objetivos políticos humanistas. Al Qaeda no es rizomática,

mientras que el movimiento por la democracia global sí constituye un rizoma

transnacional. Un rizoma es al mismo tiempo la multiplicidad, la heteroge-

neidad y la conexión, esto significa que la estructura organizativa ideal del

ciberactivismo es la forma de unidad en la pluralidad.

En cualquier caso, el carácter rizomático del ciberactivismo es más patente en unos

aspectos que en otros. El análisis de los usos de internet por parte de los nuevos

movimientos de protesta ha demostrado que los elementos de interacción y comu-

nicación a tiempo real (listas de correo, foros, chats, wikis, etc.) han sido menos

utilizados que los sitios web de protesta, a menudo intensamente vinculados entre

sí, y que el foco de la protesta de estos sitios web se centra principalmente en la

información relativa a los efectos de la globalización neoliberal y los calendarios

de protesta contra la misma (ROSENKRANDS, 2004). Las funciones y caracterís-

ticas de las diferentes formas de ciberprotesta a través de estos sitios web son la

concienciación, la movilización, la organización, la búsqueda de apoyo externo

(por ejemplo, campañas de correo electrónico como pieza esencial de las campañas

políticas), la desobediencia civil electrónica, los blogs y el hacktivismo (VEGH,

2003).

La APC, de la que ya se ha dado información exhaustiva en páginas anteriores es

una red internacional de organizaciones de la sociedad civil que apoya a los

individuos y grupos que luchan por la libertad, los derechos humanos, el desarro-

llo y la protección ambiental mediante el uso estratégico de las nuevas tecnologías.

La visión de la APC es un "mundo en el que todas las personas tengan un acceso

fácil, equitativo y accesible al potencial creativo de las TIC para mejorar sus vidas

y crear sociedades más democráticas e igualitarias".63 Como ya se vió, la APC ha

elaborado una Carta de los Derechos de Internet que debe garantizar los derechos

humanos de la libre comunicación, la libertad de expresión, la libre asociación y

organización, y el derecho a organizar formas de protesta. "Internet se ha

convertido en una plataforma de comunicación potente y extendida. El acceso a

Internet ha aumentado, a pesar de la continua exclusión de las comunidades

63 <http: //www.apc. org / Inglés / about / index.shtml>. [13-05-2015].

338

marginadas y muchas personas en el mundo en desarrollo. Al mismo tiempo se ha

convertido en objeto de creciente comercialización, de propiedad corporativa y

control. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC),

incluida Internet, son parte del proceso de globalización - un proceso que se lleva

a cabo en condiciones de desigualdad, y que a menudo aumenta la desigualdad

social y económica entre países y dentro de ellos. Al mismo tiempo las herra-

mientas de Internet y afines se pueden utilizar para la resistencia, la movilización

social y el desarrollo cuando están en manos de personas y organizaciones que

trabajan por la libertad y la justicia".64

Dicha organización exige, por ejemplo, un derecho de acceso a la información y

a las tecnologías de la comunicación para todos: "Creemos que el derecho a la

comunicación es un derecho humano fundamental. Los derechos relacionados con

el acceso y el uso de Internet y las telecomunicaciones son extremadamente

importantes si la gente corriente quiere hacer escuchar su voz. Las TIC -y la ayuda

par autilizarlas -efectivamente deben ponerse a disposición de todos de forma

efectiva".65 Otras demandas relativas a internet, ya analizadas previamen-te en

profundidad son la facilidad de uso, el acceso para los grupos marginados, la

igualdad de género, la asequibilidad, la transparencia en la información pública,

la libertad de expresión, el libre intercambio de información, la ausencia de

censura en los debates, los debates políticos online, el derecho a la libre

organización de protestas, el derecho a la participación en protestas online, la

diversidad de contenidos, el apoyo a la utilización de software libre y software de

código abierto, la protección de datos, el derecho a la comunicación encriptada, y

la ausencia de control y vigilancia. Como ya se analizó, todos estos derechos

digitales están estrechamente relacionados con la Carta de Derechos Humanos

elaborada porla ONU, pero a dia de hoy dichos derechos son tan sólo el privilegio

de los ciudadanos de los países industrializados. Queda mucho camino a recorrer

en cuanto a los procesos de comunicación propios del ciberactivismo.

3) Protesta online y desobediencia civil electrónica

La ciberprotesta tiene lugar lógicamente en el espacio virtual, como protesta

virtual cooperativa en el ciberespacio. Los ciberactivistas cooperan con el fin de

atacar la infraestructura de información de las instancias a las que se oponen.

64 <http://www.apc.org/english/rights/charter.shtml>. [29-07-2015]. 65 <http: //www.apc.org/english/rights/charter.shtml>. [29-07-2015].

339

Debido a que internet posee una gigantesca infraestructura al servicio de los

intereses del cibercapitalismo como medio de difusión de sus pretensiones

hegemónicas, los activistas electrónicos tratan de paralizar los sitios web de sus

adversarios. Sitios web como petitionsite.com (que ofrece enlaces ordenados a

peticiones en línea), o los ciberataques que obstruyen el acceso a determinados

servicios (con la ayuda de aplicaciones de software como FloodNet), son tan sólo

dos ejemplos de distintos tipos de actuaciones encaminadas a la obstrucción de

determinados servidores -como la piratería informática, el secuestro de sitios web,

el envío de correo basura a determinadas direcciones de correo electrónico

(bombas de correo electrónico), con la finalidad de atascarlas- y todas ellas forman

parte del amplio repertorio de acciones propias del ciberactivismo. Una caracterís-

tica importante de las protestas en línea es que son formas de protesta colectiva

que, a diferencia de las manifestaciones, huelgas, sentadas, ocupación de edificios,

etc., no requieren la presencia espacial y temporal de los actores que las

protagonizan. Los ciberactivistas son “multitudes inteligentes, personas que son

capaces de actuar de manera concertada, incluso si no se conocen entre sí"

(RHEINGOLD, 2002: 12). El ciberespacio permite una comunicación y una

cooperación que trasciende los límites espacio-temporales, y hace posible la

acción a distancia. Algunos eventos de ciberprotesta se pueden desvincular tempo-

ralmente (como peticiones en línea en las que hay cierto límite para firmar, pero

no tienen por qué ser firmadas al mismo tiempo por todos los participantes),

mientras que otros, aunque deben de llevarse a cabo al mismo tiempo, se

desvinculan espacialmente (como la inundación de dererminados sitios web o

servidores con el fin de bloquear determinados canales de comunicación). Final-

mente, ambos tipos de desvinculación pueden ocurrir de manera simultánea. De

esta manera el ciberactivismo se concibe en gran medida como una forma de

protesta social desvinculada espacio-temporalmente, pero capaz de ser distribuida

a nivel mundial y en red. Algunos ejemplos ilustraran mejor la situación:

- En el sitio web de “Amigos de la Tierra Reino Unido”, es posible firmar peti-

ciones en línea que se envían automáticamente a las partes interesadas por

correo electrónico.

- En la comunidad online de Greenpeace los ciberactivistas pueden firmar

peticiones en línea, enviar tarjetas electrónicas, y discutir temas relacionados

340

con Greenpeace en sus foros de discusión en línea. En la sección de peticiones

es posible generar cartas de petición que se envían por correo electrónico.

- El “Teatro de Disturbio Electrónico”, Electronic Disturbance Theater (EDT),

apoya la lucha de los zapatistas mexicanos fomentando la "desobediencia civil

electrónica", un tipo de activismo del que se darán detalles más adelante.

Aún siendo un fenómeno relativamente reciente el ciberactivismo cooperativo

viene desarrollando un vocabulario específico cada vez más amplio que trata de

precisar una realidad todavía en construcción. Así, Sandor Vegh (2003: 82)

distingue entre ciberataques, cibercampañas y ciberguerra. Un ciberataque sería

una sola acción virtual de motivación política llevada a cabo desde instancias no

estatales con el fin de recabar la atención del público o expresar desaprobación

sobre un determinado tema. Las campañas cibernéticas o cibercampañas serían

ciberataques coordinados en el marco de un conflicto social preexistente.

Finalmente la ciberguerra sería la parte de un conflicto armada en la que las

nuevas tecnologías son utilizadas para atacar o neutralizar las defensas del

adversario.

En lo relativo a los actores del ciberactivismo también se vienen desarrollando

intentos de precisión conceptual similares. Por ejemplo, Jordan y Paul A.Taylor

(2004) distinguen un hacker de un hacktivista. El primero sería una persona que

ataca o entra en los sistemas informáticos de otras personas con fines ilícitos (por

ejemplo acceder a su cuenta corriente). El hacktivista, por contraposición, tendría

motivaciones políticas, independientemente de que su acción también pueda ser

considerada ilegal.

Además, dentro de esta última categoría distinguen a su vez entre un hacktivismo

orientado a la acción de masas, o mass action hacktivism (MAH), y otro que

denominan digitalmente correcto, o digital correct hacktivism (DCH). El primero

utilizaría las formas tradicionales de protesta del mundo físico trasladadas o

compartidas con el mundo virtual (boicots, manifestaciones, sentadas, huelgas,

desobediencia civil). El segundo centra sus esfuerzos en la libertad de información

como derecho humano y en el fomento de la conciencia ciudadana a través de la

red, pero sin considerar apropiadas las acciones que puedan ser tenidas como

ilícitas, aunque tengan una motivación política final encomiable: “Mientras que

los hacktivistas de acción de masas (MAH) ven a internet como el escenario en

donde hacer cosas, como un lugar en el que se puede producir la protesta, al igual

341

que las carreteras son lugares en los que pueden producirse manifestaciones, los

DCH hacktivistas se centran en dar forma a las carreteras y las vías de comunica-

ción del ciberespacio “ (JORDAN et TAYLOR, 2004:114).

El MAH hace uso de la tecnología con el fin de alcanzar metas no tecnológicas,

por el contrario el DCH considera el espacio electrónico como un espacio político

que, si se consigue que sea verdaderamente de libre acceso, daría los resultados

apetecidos por sí mismo.

Entre los ejemplos de la primera modalidad citada cabe considerar, por ejemplo,

la alteración de canales de comunicación (ataques de denegación de servicio, etc.)

por grupos como el Electronic Disturbance Theater, o los scratches organizados

por la Plataforma Antideshaucios contra determinados políticos españoles consi-

derados responsables de la aparición de dicha problemática. Entre los segundos,

el DCH, un ejemplo podría ser la Electronic Frontier Foundation: "La Electronic

Frontier Foundation (EFF) fue creado para defender nuestro derecho a pensar,

hablar y compartir nuestras ideas, pensamientos, y necesita el uso de nuevas

tecnologías, tales como la Internet y la World Wide Web. La EFF es la primera

en identificar las amenazas a nuestros derechos básicos en línea y en abogar por

la libertad de expresión en la era digital".66

Al ciberactivismo MAH se va prestar atención detallada en el próximo apartado,

ya que como se verá ha acabado cristalizando en movimientos de lucha organizada

contra el cibercapitalismo, algunos de ellos ideológicamente de izquierdas, Pero

ahora conviene reseñar que la modalidad DCH ha conseguido notables éxitos en

esta misma lucha. El ejemplo que se expone a continuación es uno de los más

notorios.

Hace algunos años Nike en una campaña de microcomercialización ofreció a sus

clientes la posibilidad de presentar una palabra o frase que se imprimiría en un par

de zapatillas de dicha multinacinal. Como una acción de jamming (interferencia)

cultural, un tal Jonás Peretti presentó el lema "fábrica de explotación (Sweatshop)"

para criticar las condiciones laborales en los lugares de producción de Nike en el

Tercer Mundo. Nike, lógicamente, se negó a imprimir dicho lema en un par de

sus zapatillas de deporte. Peretti publicó el intercambio de correos electrónicos

66 <http://www.eff.org/about/>. [03-07-2015].

342

entre la multinacional y él en internet y la historia llegó a los medios de

comunicación y acabó perjudicando seriamente la imagen de Nike, a la cual se

asocia ahora con frecuencia con los talleres clandestinos. En palabras de Peretti

"Nike rechazó mi petición, lo que supuso el comienzo de una correspondencia

entre la empresa y yo. Ninguno de los mensajes de Nike hacía referencia a los

abusos laborales de la empresa, y su evasión del problema creó una impresión aún

peor que la admisión de su culpabilidad. (...). El intercambio de correos comenzó

a difundirse ampliamente gracias a una colección de desconocidos, repartidos por

todo el mundo, que asumió mi batalla con Nike. El adversario de Nike era un

grupo amorfo de consumidores descontentos conectados por una red descentra-

lizada de direcciones de correo electrónico. Aunque la prensa presentó mi batalla

con Nike como la parábola de David contra Goliat, la verdadera historia es la de

la batalla entre una empresa como Nike, con acceso a los medios de comunicación,

y una red de ciudadanos en Internet que sólo tienen micromedios a su disposición

(...) Nunca esperé que mi conversación con Nike fuera a ser tan ampliamente

distribuida; mi e-mail comenzó a proliferar sin mi participación".67

Esta protesta logró producir una alternativa, la codificación crítica de un nombre

de marca, haciendo uso del correo electrónico, internet y los medios de

comunicación. El valor de este testimonio es el de mostrar como el ciberespacio

puede desempeñar un papel importante en la cultura de la interferencia y la crítica

subversiva de los símbolos de la dominación. Este ejemplo no sólo muestra la

conexión del ciberespacio y la cultura jamming, sino también como el ciberac-

tivismo puede hacer uso de las características de un sistema de autoorganización

de comunicación virtual para intensificar rápidamente en las redes sociales su

poder de convocatoria y su influencia. El ejemplo demuestra que en los sistemas

complejos y autoorganizados, tal y como han sido definidos al principio de este

apartado, las pequeñas causas pueden tener grandes efectos.

B. Los actores del ciberactivismo.

En definitiva, todas estas variantes del ciberactivismo comparten en muchas ocasiones

una finalidad común. La aparición de una forma transnacional de dominación en red,

propia del cibercapitalismo, que hace uso de las nuevas tecnologías de la comunicación

y que ha sido denominada sin ambajes como Imperio por Hardt y Negri (2005), ha dado

67 <www.thenation.com/article/my-nike-media-adventure>. [13-05-2015].

343

lugar a nuevas formas de ciberactivismo en red que desafían a dicho Imperio. "Se necesita

una red para combatir una red" (HARDT et NEGRI, 2005: 149). Así, algunos ciberac-

tivistas hacen uso de las nuevas tecnologías y utilizan la lógica del sistema global con el

fin de luchar contra el mismo. Esta contralógica pretende apropiarse, transformar y

revertir la lógica dominante. Para hacerlo se han desarrollado grupos específicos de

actores del ciberactivismo que, como los movimientos de ciberizquierda, el hacktivismo

o los bloggers, se analizan en detalle a continuación.

1) Hacktivistas

Como ya se ha comentado, el hacktivismo tiene motivaciones políticas, y por

tanto se definiría al hacktivista como un hacker cuya actividad en la red tiene

connotaciones ideológicas. Una de sus actividades predilectas en la red es el

sabotaje. Por ejemplo ®TMark es una organización que financia actos de sabotaje

que critican el poder corporativo. Su objetivo es el "sabotaje inteligente de los

artículos de producción de masas" 68 mediante la critica satírica del poder

corporativo y burocrático. Así, ®TMark creó un sitio web que se hacía pasar por

un lugar de subasta del voto como forma de criticar el déficit democrático.

También ridiculizó las políticas de libre comercio de la OMC en un ficticio sitio

web de dicho organismo que financiaba la Organización de Liberación de Barbie,

con el fin hacer hincapié en el problema de los estereotipos de género en los

juguetes de los niños. Igualmente patrocina alteraciones de títulos y letras de

canciones como forma de resaltar la naturaleza burda de algún tipo de música. La

estrategia consiste en sabotear y revertir irónicamente los símbolos de la

dominación corporativa y política. Es una forma políticamente motivada de

sabotaje semiótico y de alteración de la información. El hacktivismo “se dirige

contra una tecnocultura instrumental cada vez más intrusiva cuyo modo operativo

es la fabricación del consenso a través de la manipulación de símbolos. (...) estos

terroristas artísticos (…), los jammers culturales, introducen ruido en la señal

cuando pasa del transmisor al receptor, fomentando interpretaciones idiosin-

crásicas no deseadas. Se introducen en los intrusos, invierten anuncios, noticieros

y otros medios de comunicación con significados subversivos; al mismo tiempo,

los descifran, haciendo su seduccion impotente. Los jammers ofrecen pruebas

irrefutables de que el derecho no tien derechos de autor" (DERY, 1993).69

68 <http://www.rtmark.com/docsystem.html>. [10.05.2015]. 69 <http://www.levity.com/markdery/culturjam.html>. [12.07-2015].

344

En paralelo a estas actividades de sabotaje el hacktivismo también se provee de

sus propios medios de comunicación alternativos. Adbusters, por ejemplo, es una

organización cultural que opera a través de un sitio web, una revista y una agencia

de publicidad propios con el fin de "avanzar en el nuevo movimiento activista

social de la era de la información. Nuestro objetivo es derrocar las estructuras de

poder existentes y forjar un cambio importante en la forma en que vamos a vivir

en el siglo XXI. Vamos a cambiar la forma de los flujos de información, la manera

en la que las instituciones ejercen el poder, la forma en que las industrias de la

alimentación, moda, automóviles y cultura establecen sus agendas. Por encima de

todo, vamos a cambiar la forma en que interactuamos con los medios de comuni-

cación y vamos a rediseñar la forma en la que el significado es producido en

nuestra sociedad".70

Finalmente, el hacktivismo también defiende su territorio, es decir el ciberespacio.

La web debe de ser libre y de acceso universal, y no debe de estar sujeta a los

intentos de control y manipulación por parte del poder establecido. El software de

código abierto, como el procesador de texto OpenOffice, es uno de sus caballos

de batalla más emblemáticos y conocidos, en la medida que puede utilizarse

libremente y trata de eludir los intentos de los gobiernos y corporaciones para

controlar la experiencia de internet. Otros ejemplos menos conocidos pero

igualmente relevantes son los siguientes:

- El programa After 6/4, lanzado después de los sucesos de la Plaza Tiananmen.

En el se combinan la capacidad P2P, peer-to-peer, de aplicaciones informá-

ticas para manejo de sonido, como Napster o Kazaa (junto con un protocolo

de red privada virtual que convierte en anónima la identidad del usuario), con

una cámara Shy. Se permite de esta manera mantener en el anonimato la

procedencia de la información.71

- Acceso gratuíto a la red inalámbrica de banda ancha. Mediante la técnica

hacktivista denominada “conducir la guerra“(wardriving), un hacker transita

por una determinada comunidad, equipado con una antena inalámbrica básica

y un ordenador, en busca de nodos de acceso gratuitos a la red. Estos puntos

gratuitos de acceso a Internet de banda ancha se compilan luego y se añaden

70 <http://www.adbusters.org>. [7-8-2015]). 71 <http://after64.sbs.com.au/>. [12-04-2014].

345

a bases de datos en línea para uso de la comunidad, proporcionando de esta

manera conectividad a internet para todos en una determinada zona72. Además

de ofrecer a instituciones, empresas y hogares internet y acceso a la red local

para cualquiera dentro del área cubierta por la señal inalámbrica, potencial-

mente también ofrece ese servicio a los vecinos cercanos y peatones si estas

redes se consideran inseguras desde el punto de vista de la privacidad. Ni que

decir tiene que en todos estos ejemplos, y en la mayoría de cualquier otro que

se pudiera citar, aparece el uso de herramientas y metodología propios de la

neogeografía en una o ambas maneras de las descritas previamente, colabo-

rador necesario o genuína aportación neogeográfica. De alguno de ellos se

ofrecerá información más detallada en páginas posteriores.

2) Bloggers

La conectividad a internet en sí misma no se traduce necesariamente en beneficio

social si su único uso es el comercio electrónico típico de finales de 1990, la web

corporativa, etc. Por contra, es importante destacar las nuevas formas socialmente

interactivas de los medios de comunicación en internet, tales como los blogs y los

wikis, que se han convertido en herramientas de comunicación muy populares; de

todos ellos con carácter general se ha dado cuenta detalladamente en el bloque I.

La nueva subcultura de internet que ha surgido en torno a los blogs es

particularmente digna de análisis aquí, ya que los bloggers han demostrado ser

tecnoactivistas que favorecen no sólo la libre expresión democrática y la creación

de redes, sino también la crítica global de los medios de comunicación y la

actividad periodística. Los blogs han tenido una gran acogida, ya que, a diferencia

del hacktivismo, son relativamente fáciles de crear y mantener incluso para los

usuarios de internet poco avisados. Su popularidad también se debe a que re-

presenttan una cierta evolución de la experiencia basada en la web. De acuerdo al

fenómeno ya analizado de la web 2.0, los blogs fueron uno de los primeros usos

en convertir a la red en algó más dinámico y propenso al debate y el diálogo,

haciendo hincapié en la interpretación y difusión de información alternativa.

Aunque debido a su generalización se han convertido también en herramientas

proclives al autoensalzamiento y el narcisismo (también como instrumentos de

propaganda del cibercapitalismo), existen muchos blogs de grupo, como Ameri-

72 <http: //www.freenetworks.org>. [12-04-2014].

346

can Samizdat (<http://www.drmenlo.com/ samizdat />), filtro Meta (<http:

//www.meta filter.com>) y BoingBoing (<http://www.boingboing.net>), en los

que equipos de colaboradores publican y comentan las noticias, eventos y temas

del día, al margen del “corsé mediático” que suponen las todopoderosas agencias

de noticias internacionales como Reuters o Cable News Network (CNN). Uno de

los más importantes es la serie everexpanding de Indymedia International73, de la

cual se ofrece información detallada más adelante. Todos ellos mantienen en

común el hecho de ser sitios de dominio público y creados por los activistas para

informarse de cuestiones relevantes, tanto a nivel local como global.

Uno de los resultados más espectaculares de los bloggers ha sido el fenómeno

subcultural conocido como Google Bombing. documentado a principios de 2002.

Se descubrió entonces que el popular motor de búsqueda Google tenía una

afinidad especial para con los blogs, debido a su tendencia a favorecer contenidos

web recientemente actualizados, lo cual los hacía aparcer en posiciones altas del

ranking de dicho buscador. Con esto en mente, algunos bloggers comenzaron

campañas para conseguir un gran número de compañeros de sus blogs que

publicaran y actualizaran enlaces específicos que incluyeran las palabras clave

que los usuarios de Google normalmente podrían buscar. De esta forma determi-

nados blogs consiguieron aparecer en la primera página del famoso buscador

cuando los internautas tecleaban ciertas palabras clave. Es cierto que muchos

bloggers a menudo abusaron de este truco para obtener beneficios personales (por

ejemplo, para promocionar su propio nombre y ver su blog colocado en el top ten

de los términos de búsqueda más populares de Google), pero no es menos cierto

que otros muchos comenzaron a usar el Google Bombing como una herramienta

para la subversión política. Concebida como una "bomba de justicia”, este uso de

los blogs sirvió para vincular las malas practicas de una empresa particular con

una serie de palabras clave que la parodiaban o criticaban. De este modo, por

ejemplo, los usuarios de Google al escribir McDonald’s encontraban entre sus

primeras opciones de búsqueda la entrada a un blog en el que se hablaba sobre las

“mentiras sobre sus patatas fritas”.

73< http: // www. Indymedia.com>. [07-06-204].

347

3) La lucha de clases en internet: la ciberizquierda.

En los últimos años una gran cantidad de blogs orientados politicamente a la

izquierda han sido creados y organizados en redes de inteconexión solidaria, con

el fin de contrarrestar la tendencia contraria, los blogs de tendencia neconserva-

dora. Así la batalla por el ciberespacio es fundamentalmente una batalla de ideas.

La ciberizquierda tiene en realidad una cierta tradición a sus espaldas y es tan

antigua como la web 2.0. Por ejemplo, tras las guerras de Afganistán e Irak surgió

el fenómeno del Warblogging, hasta acabar convirtiéndose en una de las

iniciativas de ciberizquierda más populares. También BlogLeft ,74 que se presenta

como una oportunidad de “brindar una amplia gama de puntos de vista alternate-

vos fiables y relativos a los objetivos de la administración nortamericana y el

Pentágono y a la manipulación mediática corporativa que les rodea”. A esta

tercera variante del ciberactivismo se le prestará especial atención en páginas

posteriores, en la medida que ofrece numerosos elementos de coincidencia con la

Geografía Crítica, tanto marxista como anarquista. De momento cabe reseñar que

plantea una superación de las tradicionales formas de lucha contra el capitalismo:

“Los consejos obreros o los frentes populares fueron formas revolucionarias en

sus día para que los poderes reaccionarios y militares pudieran ser superados y se

pudieran al menos iniciar las transformaciones socialistas en algunos países. Pero

las oligarquías aprenden, y hoy (al menos en Europa) usan otros poderes de

convicción, consumismos, aprovechan las fragmentaciones sociales, etc, de tal

forma que no bastan contrapoderes, ni antipoderes” (VILLASANTE, 2010: 94).

La nueva era del capitalismo, el cibercapitalismo, requiere de nuevas estrategias

que, persiguiendo como siempre la superación de la injusticia y la desigualdad, se

adapten al nuevo escenario que la sociedad de la información plantea: una lucha

que se desarrolla simultáneamente en el mundo físico y en el virtual. De esta

manera “ante la complejidad de la situación hacen falta estrategias que desborden

desde sus propias contradicciones al sistema. En la confusión y desánimo que

crean los que mandan (“no es lo que quisiéramos, pero no queda otra solución”)

hay que pasar de los discursos y programas, a los hechos, a experiencias que

evidencien que es posible el construir colectivamente otros mundos posibles. Hoy

hay sectores populares capaces de autoorganizarse, de usar medios y tecnologías

74 <http://www.gseis.ucla.edu/courses/ed253a/blogger.php>. [29-05-2015].

348

alternativas, de cuestionarse el papel del trabajo en el capitalismo, de cuestionar

el patriarcado y las jerarquía, el despilfarro del productivismo, mostrar que hay

otras formas de vivir, protestar y proponer” (VILLASANTE, 2010:94).

A modo de conclusión, y antes de ofrecer una serie de ejemplos de ciberactivismo

neogeográfico, parece haber quedado claro que la sociedad de la información propone

una nueva lógica que transforma las estructuras de dominación, las tecnologías y las

luchas sociales. En ese contexto, el ciberactivismo es una expresión de protesta global en

red que desafía la lógica hegemónica cibercapitalista de dominación y acumulación que

estratifica, nuevamente, la sociedad del conocimiento. El ciberespacio es un espacio

alternativo para determinados medios de comunicación en línea que desafían la lógica

unidimensional de los medios de comunicación dominantes (cognición), también es un

medio que coordina la interacción de protestas sociales de carácter global (comunica-

ción), y finalmente es un sistema que permite a las personas cooperar a escala mundial en

modalidades que no requieren copresencia, ya que están desvinculadas espacial y

temporalmente, pero que sin embargo permiten a la gente movilizarse de forma conjunta

a pesar de que nunca se han conocido físicamente (cooperación).

Figura 35

Fuente: http://ictlogy.net/category/digital-divide/page/2/ Imagen de la captura de pantalla de un vídeo de Ismael Peña López, profesor de la

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC),

349

Los principales aspectos que se detallan en la entrevista que se le realiza han sido

analizados en profundidad también en esta tesis. Son los siguientes:

- Durante los 250 años de nuestra sociedad industrial los propietarios del capital

(capitalistas) han sido los que han gobernado el mundo, los que están en el poder.

- Nuestro sistema democrático está conformado de acuerdo a esta sociedad indus-

trial y sus relaciones de poder.

- En la sociedad del conocimiento en la que ya nos encontramos inmersos, aque-

llos capaces de gestionar el conocimiento mediante herramientas digitales (dige-

rati) es probable que tengan una participación y una cuota de poder superiores al

resto en todos los aspectos de la vida, sobre todo en las cuestiones relacionadas

con el gobierno (goverati).

- Para impedir esto es necesario conseguir un acceso al conocimiento lo más

amplio posible (infraestructuras, competencias digitales y uso eficaz y significa-

tivo). Sólo así se podrá evitar la sustitución de la plutocracia existente por una

nueva “e-aristocracia”.

Este ejemplo demuestra como el ciberactivismo en las redes sociales está lejos de ser,

como a veces se insinúa de manera interesada, algo propio de colectivos peyorativamente

calificados como “radicales” o “alternativos”. Aunque por supuesto determinados colecti-

vos tienen en ocasiones un comportamiento espontáneo y desorganizado, tal y como ya

se ha reseñado en esta obra, el ciberactivismo está presente en todos los niveles

socioculturales con muy variados propósitos, también en la lucha contra el ciberca-

pitalismo.

El siguiente ejemplo de aportación neogeográfica relativa al ciberactivismo aparece en la

figura número 36. Ya se han dado detalles sobre esta fundación digital, sus principios y

filosofía de trabajo. El caso a la vista es una de sus campañas en relación a la censura.

Según dicha organización, casos de recientes publicaciones consideradas secretas por

algunos gobiernos, como por ejemplo las llevadas a cabo por la famosa Wikileaks75, han

activado un debate lleno de polémica sobre el secretismo de la información

gubernamental y el derecho a informarse de los ciudadanos.

Este debate ha terminado convirtiéndose en un ataque masivo al derecho de los

intermediarios a publicar información.

75 <https://wikileaks.org/index.es.html>. [15-09-2015].

350

Figura 36

Fuente: https://www.eff.org/es/pages/dile-no-la-censura

Los editores de información en la red tienen el derecho fundamental de publicar

información política fidedigna, y los usuarios de internet tienen el derecho fundamental

de leer esa información y manifestar sus opiniones sobre ella. Estos derechos están

reconocidos en los países democráticos mediante legislaciones específicas que, en última

instancia, remiten al artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

que establece que “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión;

este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y

recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por

cualquier medio de expresión”. 76 Lo más interesante de este ejemplo de aportación

neogeográfica es su valor representativo como elemento de lucha contra los intentos de

socavar la libertad de expresión. Es decir, no se limita a denunciar, sino que propone un

plan de acción para combatir la situación. Y para ello evidentemente se utilizan las redes

sociales e internet. Se detallan a continuación, literalmente, las propuestas más

significativas del plan de acción que la EFF propone:

- Descarga el botón de la campaña No a la Censura para tu website o tu red social.

- Reemplaza los avatares en tus redes sociales por los gráficos de la campaña.

- Únete al Twibbon de la campaña.

76 <https://wikileaks.org/index.es.html>. [15-09-2015].

351

- Házte miembro de EFF para ayudarnos a continuar en la lucha por nuestros

derechos.

- En Facebook, reemplaza la foto de tu perfil de Facebook con el botón "No a la

censura”.

- En tu blog o página web, copia y pega el botón “No a la censura” para mostrar tu

apoyo a la libertad de expresión.

En relación con la censura es también interesante el ejemplo siguiente (figura 37). Total

Information Awareness (TIA) fue un programa de los Estados Unidos puesto en marcha

en febrero de 2003. Basado en el concepto de anticipación del riesgo, su objetivo era

reunir información detallada acerca de las personas con el fin de prevenir los delitos antes

de que se cometieran. Presentado como parte de los esfuerzos para ganar la guerra contra

el terrorismo, el programa procesaba todo tipo de información personal de acuerdo al

rastro que cada individuo deja en internet

Figura 37

Fuente: http://informationliberation.com/?id=20743

El programa fue derogado a finales de 2003 por el congreso de los Estados Unidos

después de que diversos medios de comunicación criticaran al gobierno por tratar de

establecer los métodos de supervisión del TIA sobre toda la ciudadania de manera

indiscriminada y sin ningún tipo de filtro. No obstante, aunque el programa fue suspen-

dido formalmente, su software de obtención de datos fue adoptado más tarde por otras

352

agencias del gobierno con algunos cambios superficiales. En el ejemplo de aportación

neogeográfica ciberactivista a la vista, procedente de la agencia de noticias

Informationliberation y cuya actividad se lleva a cabo utilizando internet y las redes

sociales, se llama la atención sobre este hecho según su artículo de fecha 9 de marzo de

2007. En el mismo se denuncia que las herramientas informáticas utilizadas por el TIA

todavía están activas. Simplemente se las ha renombrado y puede ser utilizadas en

cualquier momento. Como el mismo Pentágono reconoce, según se comenta en el citado

artículo, “queda abierta la posibilidad de que parte o la totalidad de estas herramientas de

software de alto rendimiento (…) puedan ser utilizadas por diferentes oficinas guberna-

mentales”. De hecho gran parte de este software está compuesto por herramientas neogeo-

gráficas, tal y como han sido entendidas en el presente trabajo de investigación, pero en

este caso enfocadas al control de la privacidad ciudadana. Así por ejemplo LifeLog que

es descrito como “un registro digital multimedia de cualquier sitio donde usted vaya,

cualquier cosa que usted vea, oiga, lea, diga y toque.”

En definitiva el ejemplo comentado en esta figura , junto con el anterior, no puede ser

más ilustrativo de aquello que se ha denominado en esta tesis la batalla por el ciberes-

pacio: utilizando las nuevas tecnologías y las herramientas neogeográficas apropiadas,

está teniendo lugar en el ciberspacio una pugna por el control sobre circunstancias

políticas, sociales, económicas, etc., que afectan al conjunto de los ciudadanos de un país,

región, o incluso al conjunto del planeta, y que además acaban teniendo amplia repercu-

sión sobre nuestras vidas reales y materiales.

Se ha comentado en esta tesis el importante papel que desempeñan los bloggers en el

contexto general del fenómeno del ciberactivismo. La gran ventaja de los bloggers como

usuarios activos de las redes sociales es la facilidad con que se puede crear y gestionar un

blog. No se requieren, al contrario que en el hacktivismo, conocimientos más o menos

avanzados de informática, lo cual los hace extremadamente populares. Uno de los más

famosos a nivel internacional es sin duda el ejemplo del cual se muestra una captura de

pantalla: <dear_raed.blogspot.com>, en la figura siguiente (número 38).

Hace unos años, en el contexto de la invasión estadounidense en Irak, Salam Pax (alias

que significa “paz” en árabe y latín) se convirtió en uno de los blogger más famosos del

planeta.

353

Figura 38

Fuente: http://dear_raed.blogspot.com.es/ Su diario personal en línea, Dear Raed, alcanzó un número tal de visitas que se colapsaba,

incapaz de soportar el tráfico que generaba en las redes sociales. De hecho sirvió de

inspiración para otros muchos blogs.

La prensa convencional empezó a darse cuenta de que un misterioso personaje que

escribía frenéticamente desde Bagdad estaba captando mucha atención por parte del

público, incluso más de la que obtenían los corresponsales tradicionales. Cada nota de

Pax en el diario despertaba un alud de comentarios y muchos debates en la web. En todo

el mundo se especulaba sobre su existencia y su verdadera identidad. En muy poco tiempo

Salam Pax salió parcialmente del anonimato, empezó a escribir como periodista, su blog

se convirtió en el libro El internauta de Bagdad (2003), y continuó documentando por

un tiempo la vida de su país durante la guerra y ocupación. En la actualidad trabaja como

reportero para el diario británico The Guardian.

La relevancia de este ejemplo de aportación neogeográfica se debe de relacionar con una

de las características intrínsecas del uso de las redes sociales e internet: la viralidad. Ya

comentada anteriormente a propósito del denominado marketing viral, este concepto hace

354

referencia a cómo cualquier persona, o cualquier circunstancia comentada por ella en las

redes sociales, es susceptible de convertirse en una cuestión planetaria incluso en cuestión

de horas. Es por ello por lo que las herramientas propias de las redes sociales pueden

definirse como herramientas neogeográficas en un doble sentido: son capaces, por un

lado, de ocupar mucho territorio (la red de redes) y muchos lugares (sitios web) en un

corto espacio de tiempo; pero también por otro lado, en tanto que hecho social, son

también de interés para la Geografía Humana, y por supuesto para la Geografía Social,

en la medida que siguen suscitando los mismas inquietudes e interrogantes que está última

se viene planteando desde sus inicios a través de las diferentes corrientes geográficas que

la practican.

Otro buen ejemplo de viralidad es el siguiente, correspondiente a la figura 39. Se trata de

una captura de pantalla de la presentación del documental McLibel, dirigido por Ken

Loach y Franny Armstrong. Tiene una duración de 85 minutos y se estrenó en el año 2005

en el Reino Unido. McLibel es la historia de dos personas corrientes que humillaron a

McDonald’s en uno de los mayores desastres para la corporación en cuanto a sus

campañas de imagen.

Figura 39

Fuente: http://www.filmaffinity.com/es/film281510.html La multinacional utiliza con asiduidad la legislación británica contra el libelo para

suprimir cualquier crítica. Incluso importantes medios de comunicación, como la British

Broadcasting Corporation (BBC) o The Guardian, ceden y piden disculpas en litigios

355

legales contra aquella. Hasta que en 1997 la jardinera Helen Steel y el cartero Dave Morris

decidieron llegar hasta el final.

En el juicio más largo de la historia legal de Inglaterra, “The McLibel Two” (la jardinera

y el cartero) se representaron legalmente a sí mismos contra el millonario equipo legal de

McDonald’s. Todos los aspectos de la corporación fueron analizados, desde la comida

basura hasta los McJobs, pasando por la crueldad animal, los daños medioambientales o

la publicidad infantil.

McDonald’s lo intentó todo en su litigio contra los demandados: maniobras legales, una

visita sorpresa de su propietario, Ronald McDonald, para intentar llegar a un acuerdo

extrajudicial, incluso espias. Siete años más tarde, en febrero de 2005, el maratón legal

concluyó finalmenrte en la Corte Europea de Derechos Humanos con un fallo favorable

a “Los dos de Mclibel”.

Lo importante del juicio y su final no es la derrota de McDonald’s, sino la victoria de la

libertad de expresión. Ya se ha visto en algunos ejemplos anteriores como las grandes

corporaciones multinacionales son capaces de doblegar, en instancias legales internacio-

nales de dudosa imparcialidad, incluso a estados nacionales. En este contexto, que

individuos a título particular sean capaces de defenderse de dicha presión abre una puerta

a la esperanza.

Pero todavía más relevante, atendiendo al objeto de esta tesis, es la fuerte carga de

ciberactivsmo que este famoso caso legal contiene. Gracias a las redes sociales miles de

personas en todo el mundo conocieron del desarrollo de la batalla legal en todo momento.

También gracias a ellas el veredicto final se pudo difundir a escala planetaria en muy

poco tiempo. Finalmente, y este es el aspecto más llamativo, gracias al ciberactivismo

este caso, su resolución final, y el documental que relata la historia del mismo, permane-

cen, mal que le pese a McDonald’s, colgados en la red al disposición de cientos de

millones de personas. En esta batalla de David contra Goliath, tal y como fue denominada

por los medios de comunicación durante el proceso, internet es el tirachinas y el ciberac-

tivismo la piedra.

Tal y como se ha comentado en el apartado dedicado al ciberactivismo, existen dos

filosofías entre sus usuarios y practicantes, el de acción de masas (MAH) y el digital-

mente correcto (DCH), aunque como ambas no son excluyentes la línea fronteriza entre

una y otra postura es en ocasiones difusa. El ejemplo de aportación neogegráfica de la

figura sigueinte presenta una de los sitios web más populares a propósito del ciber-

activismo, MoveO

356

Figura 40

Fuente: http://front.moveon.org/ Se trata de una comunidad virtual que agrupa a millones de ciudadanos con la finalidad

principal de utilizar las nuevas tecnologías para liderar, participar y ganar campañas en

favor de un cambio progresista. Desde sus inicios la organización viene utilizando las

herramientas propias de las nuevas tecnologías para intentar derribar las barreras a la

participación democrática, de manera que la ciudadanía haga oir su voz en un contexto

politico en el que los intereses de las grandes corporaciones parten con ventaja gracias a

sus enormes recursos económicos y su capacidad de influir sobre los gobernantes.

Progresivamente, los miembros de MoveOn se están convirtiendo en lideres de sus

propias campañas de promoción del cambio social. Utilizando para ello las posibilidades

más avanzadas de las nuevas tecnologías, tales como MoveOn Petitions, mediante las

cuales se fomenta el empoderamiento ciudadano a través del alistamiento en la

organización y la puesta en marcha de iniciativas ciudadanas concretas.

La siguiente captura de pantalla se refiere a una smart mob con ocasion del día de la

infancia de Naciones Unidas en Viena, Austria, el dia 20 de noviembre de 2010.

357

Figura 41

Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Smart_mob De acuerdo con Wikipedia, una smart mob (multitud inteligente) es un grupo de gente

que, contrariamente a la connotación de descontrol o irracionalidad que la palabra

multitud suele llevar aparejada en ocasiones, se comporta de manera coordinada e

inteligente, gracias a las posibilidades que ofrecen las redes sociales al posibilitar a la

gente compartir información y coordinarse socialmente.77

El concepto de smart mob fue acuñado por Howard Reinghold en su libro Smart Mobs:

The next Social Revolution, al cual ya se ha hecho referencia en varias ocasiones en esta

tesis. Según Reinghold las smart mobs son el indicador de una evolución de las tecno-

logías de la comunicación que favorecerán el empoderamiento ciudadano. Las tecno-

logías que están propiciando dicho cambio social son internet y la Computer Mediated

Communication (CMC).

Como fenómeno multitudianario, las smart mobs se mueven en esa frontera difusa entre

el sabotaje cibernético y lo digitalmente correcto. En ocasiones se limitan a una simple

concentración de protesta en un determinado lugar, pero en otras derivan hacia situaciones

77 <https://en.wikipedia.org/wiki/Smart_mob>. [13-09-2015]).

358

que, como los scratches a políticos españoles a propósito de los deshaucios, entrarían en

el ámbito de las acciones de sabotaje y descrédito.

En otras ocasiones, como en la figura siguiente, el ciberactivismo de la modalidad MAH

es más evidente. Adbusters es una organización anticapitalista que lleva a cabo ataques a

determinados medios de comunicación y la filosofía consumista que estos promulgan. Su

objetivo es utilizar la publicidad como una forma de compartir ideas y compensar así la

manipulación que ejerce la publicidad sobre la sociedad. La organización apareció en

1989, surgiendo al mismo tiempo una publicación homónima vinculada a ella. Fue

fundada en Canadá, y sus principales impulsores fueron Kalle Lasn y Bill Schmalz. Se

presenta como un espacio de diálogo y lucha contra el consumismo y el capitalismo, en

el que tienen cabida escritores, activistas, estudiantes y demás personas comprometidas

con el anticonsumismo. Al contrario que el ejemplo de MoveOn el ciberactivismo de

Adbusters se puede calificar sin ambajes como “digitalmente incorrecto”

Figura 42

Fuente: http://es.slideshare.net/eam9/contrapublicidad-adbusters El valor se este ejemplo y los anteriores es el de mostrar su validez, independientemente

de una u otra orientación más o menos beligerante y en el contexto general del ciberac-

tivismo, como herramientas neogeográficas, en este caso útiles para la Geografía Social.

Toda esta actividad en las redes sociales es de interés para la Geografía y, de acuerdo a la

definición propuesta en esta tesis, entra dentro del campo de acción de la neogeografía.

359

La Geografía Humanista, por ejemplo, busca en la secular tradición filósofica del

humanismo los fundamentos de su propia existencia como escuela geográfica, con la

finalidad de promover la mejora de la condición humana y la lucha contra la injusticia.

Igualmente, los geográfos marxistas no pueden ignorar la secular tradición de lucha

anticapitalista del movimiento obrero cuando tratan de interpretar la realidad social. Sin

que haya que dejar de atender a la tradición, la nueva realidad de la sociedad de la

información requiere sin duda atender también a las nuevas formas de movilización social

y a sus teóricos. Si para hacer Geografía Crítica es imprescindible estudiar a aquellos que

hasta ahora han luchado por mejorar el mundo, para hacer neogeografía crítica es impres-

cindible atender a aquellos que siguen intentándolo.

3. Una propuesta alternativa

Al comienzo de este capítulo se hizo referencia a un enfoque de las relaciones entre la

neogeografía y la geografía académica desde un triple análisis: denunciar, combatir y

proponer. Triple enfoque que pretende valorar en qué medida la neogeografía es

susceptible de colaborar en la lucha contra las desigualdades geográficas inherentes al

cibercapitalismo y hasta qué punto dicha contribución puede ser aprovechada por la

Geografía Crítica en esa misma lucha. Los dos primeros aspectos ya han sido detallados.

En este tercer apartado se analizan las posibilidades del tercero: visiones alternativas al

modelo hegemónico de la globalización neoliberal y a su pretensión de convertirse en una

suerte de “sentido común” unidimensional y reduccionista. Como la neogeografía

demuestra, otras verdades, otros espacios y territorios (físicos y virtuales), no sólo son

posibles, sino que son cada vez más reales.

3.1. Un nuevo concepto de espacio y lugar

Desde el momento en que la Geografía Humana se interesa decisivamente en aspectos

relevantes de la teoría social, la realidad de la sociedad de la información obliga a una

revisión de la noción de espacio absoluto, para dar paso a una concepción más relativa y

relacional de la espacialidad. La coincidencia de este cambio con el auge de la

neogeografía no es casual, antes bien la creciente relatividad del espacio y las formas de

recolección y representación de datos geográficos propias de la neogeografía han de ser

vistos como fenómenos determinados reciproca y simultáneamente. Los SIG convencio-

360

nales implicaban una visión del espacio como algo dado y absoluto, mientras que las

aportaciones de la neogeografía permiten revisualizar ese mismo espacio como algo más

relacional y relativo. En contraste con el espacio absoluto, que es fijo, asocial y atemporal,

el espacio relativizado refleja la amplia variedad de formas en las que puede ser medida,

percibida y recorrida la distancia, es decir un espacio socialmente fabricado y refabricado

con el paso del tiempo, que enseguida recuerda los postulados de la Geografía de la

Percepción. Al contrario que las geometrias del positivismo, este espacio relativizado

retrata geografías fluídas, mutables y constantemente cambiantes. La génesis de un

espacio relativo y relacional puede encontrarse en el afamado intelectual del siglo XVII

Gottfried Leibniz (1646-1716), rival de Newton y fundador de una perspectiva alternativa

sobre la espacialidad. El enfoque de Leibniz sobre el espacio se enfrenta con la

prevaleciente visión euclideo-cartesiana que enfatiza la noción de espacio absoluto. En

contraste a la opinión de Newton acerca de que el espacio es absoluto, en el sentido de

que existe independientemente de cómo es medido o dónde está contenido, Leibniz

sostiene que tiempo y espacio son dos dimensiones sólo comprensibles de acuerdo con

unos referentes específicos de interpretación (GARAVITO, 2013). La distancia, por e-

jemplo, podría ser sólo entendida a través de la apelación a dos o más objetos situados en

el espacio.

El espacio relativo, sin embargo, permaneció subyugado a la idea de espacio absoluto

durante muchos años, por lo menos hasta que la espectacular compresión espacio-

temporal que supuso la revolución industrial rediseñó el significado mismo del espacio y

del tiempo, a medida que sucesivas oleadas de innovaciones reducían las fricciones de la

distancia y conducían hacia una amplia reconfiguración de la noción de proximidad

(WARF, 2008). El espacio relativo y relacional se interconectó entonces de manera

creciente con las dinámicas del capitalismo moderno y postmoderno, hasta cristralizar

como se ha explicado en páginas anteriores en el cibercapitalismo: la fusión del

neoliberalismo y las nuevas tecnologías. El famoso libro de Kern (1983) The Culture of

Time and Space 1880–1918, por ejemplo, explica el cambiante significado de la

espacialidad a mediados del siglo XIX y principios del XX. Como ya se ha detallado en

el bloque I, la invención del telegráfo, el teléfono, la radio, (y también, la fotografía, el

automóvil, el avión, el impresionismo, el cubismo, el cine, la teoría de la relatividad, etc.)

desdibujaron los significados convencionales de “cerca” y “lejos”, al poner en contacto

gentes y sociedades hasta entonces aisladas unas de otras. Esta transformación cambió

los tradicionales puntos de vista de la distancia, y por tanto también del espacio,

361

convirtiéndolos en productos de circunstancias sociales cambiantes. La teoría social y la

Geografía Social jugaran un papel decisivo para iniciar el traslado desde una visión

estática del espacio a otra relacional y relativa, en la que dicho espacio (y su producción)

tiene unos orígenes sociales explícitos y unas consecuencias concretas. El espacio

relacional, de esta manera, encuentra su sentido en la tesis marxista de la acumulación

flexible, proceso mediante el cual el capitalismo busca y conquista nuevos espacios

envolviéndolos en una divisón de trabajo más amplia. De manera notable David Harvey,

citado en numerosas ocasiones en esta obra, ha demostrado de manera fehaciente como

la reconstrucción de estos espacios relativos puede ser aprovechada para la búsqueda

ilimitada de mayores beneficios. En el momento histórico actual la globalización y el

cibercapitalismo han generado complejas geografías en las que la proximidad provoca

que los costes de transporte se pueden considerar costes relativamente marginales

(SHEPPARD, 2002). Los aviones, los satélites, la televisión, las nuevas tecnologías e

internet nos reconducen a formas de interacción social en las que la distancia física se

convierte en irrelevante, aunque la localización y el lugar no tanto. Consecuentemente

hemos asistido a una serie de “nuevos paisajes” tipificados mediante cambiantes

geografías de centralidad y periferia. Esta nueva concepción topológica del espacio

diverge del tratamiento convencional de los SIG, desde el momento en que presenta un

espacio formado por una red de comunicaciones contingente, cambiante e interconectada,

en lugar de la posicionalidad absoluta de la concepción tradicional. La neogeografia ha

insuflado espacios relacionales y relativizados en el hasta ahora cerrado mundo de los

SIG. Egenhofer and Mark (1995) argumentan que estos modelos formales pueden ser

desarrollados de acuerdo a la “geografía naive” de la gente, un conocimiento de “sentido

común” sobre el entorno inmediato que puede ser utilizado como manera de incorporar

la vida diaria y la experiencia vivida a las prácticas tradicionales de la geografía

(WRITER, 2009).

Desde el momento en que el ciberespacio se ha convertido en indispensable para cientos

de millones de personas, la neogeografía permitirá a mucha gente, la mayoría de la cual

no pertenece al ámbito académico, cartografíar distintas rutas a través del “metaverso”

(SMART et al., 2007), los espacios múltiples, y los digi-places, que están usualmente

poblados por avatares (PAPAGIANNIDIS et al., 2009). Estamos entrando rápidamente

en la nueva era del metaverso – mundos virtuales que sirven como equivalentes digitales

del mundo físico y que se definen como “la convergencia de 1) una realidad física virtual-

mente mejorada y 2) un espacio virtual persistente físicamente. Esto es, una fusión de

362

ambos, mientras se permite a los usuarios disfrutar de los dos”78. Los navegadores, para

relacionarse con este metaverso, estarán basados en una red tridimensional que incluya

de manera integrada las siguientes cuatro tecnologías:

- Mundos espejo. Representaciones digitales de una realidad no virtual, tales como

Google Earth, ArcGlobe, etc.

- Mundos virtuales. Representaciones digitales de mundos imaginarios, tales

como Second Life o World Warcraft.

- Lifelogging, o capturas digitales de información acerca del mundo virtual o real,

tales como Twitter, Youtbe; e interacciones sociales online, tales como MySpace

o FaceBook.

- Realidad aumentada. Superposiciones sensoriales de información digital en los

mundos reales y virtuales que utilizan pantallas frontales u otros dispositivos

móviles y portátiles, como teléfonos móviles o sensores de detección.

Este punto de vista multipolar entra en contradicción con los enfoques tradicionales de la

Geografia, centrados casi exclusivamente en la georeferenciación de coordenadas

cartesianas definidas por una geometría euclidiana; una visión que cosifica una

concepción aboluta del espacio. En contraste con esto, las distintas aproximaciones

agrupadas bajo la denominación de neogeografía incluyen elementos de los cuatro

aspectos citados que están interconectados mutuamente mediante geoetiquetas, una

aproximación que concuerda con una visión del espacio como relacional (JENSEN,

2010). Jones (2009) sostiene que esta perspectiva relacional implica necesariamente la

negación del espacio como un ente absoluto, porque hace desaparecer las fronteras entre

los objetos y el espacio, es decir, entrelaza de manera necesaria los fenómenos y su

contexto como entidades inseparables. Un punto de vista tal no puede sostenerse más que

desde una concepción del espacio como algo relacional, y por tanto también relativo,

mediante la cual el espacio no existe como una identidad per se, por encima de los objetos

y sus relaciones espacio-temporales.

Como ya se ha analizado en profundidad en el bloque I de esta obra, esta visión alternativa

del espacio implica para la Geografía la puesta en valor de la información de carácter

local y privada, algo que también se distancia con rotundidad de las prácticas tradicionales

de los SIG. De acuerdo con Tuan (1997) en Geografía el espacio ha estado asociado

normalmente a las ideas de libertad, movimiento, distancia y abstracción, mientras que el

78 <www.metaverseroadmap.org> [6-5-2015].

363

lugar se ha relacionado preferentemente con las ideas de confinamiento, estabilidad,

proximidad y concreto. Como Sack (1980) y Casey (1998) han argumentado, las

conceptualizaciones de espacio y lugar tienen una rica historia y no se prestan a una

síntesis fácil. Pero las actividades propias de la neogegrafía, al incorporar datos hasta

ahora no tenidos en cuenta, como los sentimientos personales en determinados lugares y

momentos (véase, por ejemplo, <http: //www.wefeel fi ne.org>), o la descripción

detallada de regiones o lugares, están facilitando dicha síntesis. Las tecnologías web 2.0

y 3.0 sirven esencialmente como el nuevo medio, similar a los documentos de papiro o

pergamino de la antigüedad, para escribir y reescribir capas de información sobre el

mundo. Desde una perspectiva nueva seguimos necesitando los conceptos de espacio y

lugar para comprender la ontología de la neogeografía, porque al poner en valor el lugar

los neogeógrafos resaltan el carácter relacional y relativo del espacio.

Por lo tanto, en lugar de un solo plano, uniforme en el que las relaciones sociales se

desarrollan y tienen lugar, la ontología de la neogeografía tiende a ser parcial,

superpuesta, y específica, acorde a los intereses de determinados grupos de usuarios. No

existe por tanto un único y coherente espacio neogeográfico, sino una vasta multiplicidad

de lugares generados por los usuarios específicos y sus particulares intereses comuni-

tarios. A este perspectiva tan sólo cabe objetarle el hecho de que no todos los intereses de

no todos los grupos son susceptibles de aparecer en esta cosmovisión. Los espacios de

ciberexclusión quedan al margen de estas posibilidades de participación ciudadana, en la

medida en que no tienen acceso a las tecnologías propias de la neogeografía. Para aquellos

que sí, tales lugares, generados a través de innumerables interacciones de los usuarios

desde abajo hacia arriba, y que están muy dispersas físicamente, son virtuales, en

constante cambio, y en ocasiones sólo mantienen tenues vínculos con los paisajes

materiales. Además, al permitir a lo local convertirse en global, la neogeografía supera

las escalas geográficas convencionales con facilidad. En este sentido, es compatible con

la “ontología plana" de Deleuze-Guattari –ya citada a propósito del carácter rizomático

del ciberactivismo- con espacialidades que no esten atadas por los efectos ofuscadoras de

la escala y magníficamente ejemplarizada en el libro Else/Where: Mapping New Carto-

graphies of Networks and Territories (ABRAMS et HALL, 2006), que encarna la

perspectiva relacional y relativa del espacio.

En cualquier caso, esta percepción relativa y relacional del espacio ya había sido

declarada con rotundidad a finales del siglo XX. “EI espacio no es ni una cosa ni un

sistema de cosas, sino una realidad relacional: cosas y relaciones juntas, Por esto su

364

definición sólo puede situarse en relación a otras realidades: la naturaleza y la sociedad,

mediatizadas por el trabajo. Por lo tanto, no es, como las definiciones clasicas de

geografìa, el resultado de una interacción entre el hombre y la naturaleza bruta, ni siquiera

de una amalgama formada por la sociedad de hoy y el medio ambiente. El espacio debe

considerarse como el conjunto indisociable del que participan, por un lado, cierta

disposición de objetos geograficos, objetos naturales y objetos sociales, y por otro, la vida

que los llena y anima, la sociedad en movimiento. El contenido (de la sociedad) no es

independiente de la forma (los objetos geograficos): cada forma encierra un conjunto de

formas, que contienen fracciones de la sociedad en movimiento. Las formas, pues, tienen

un papel en la realización social” (SANTOS, 1996: 27-28).

Desde este punto de vista la neogeografía no hace ninguna aportación teórica novedosa,

sus puntos de vista ya estan incluídos en aportaciones previas de distintas escuelas

geográficas (Geografía de la Percepción, Geografía Humanista, etc.). El valor de lo

subjetivo, la preocupación por los problemas concretos, la valoración de espacios y

lugares como resultado de las vivencias específicas de los individuos y las comunidades

que los habitan no es algo nuevo. Por tanto, una de las principales aportaciones de la

neogeografía, desde el punto de vista académico, quizás sea el amplio abanico de

posibilidades que ofrece como campo de estudio para algunas escuelas de pensamiento

geográfico. El reto es integrar las inmensas posibilidades de participación ciudadana que

ofrecen las nuevas tecnologías desde el punto de vista neogeográfico -en concreto el

Voluntariado en Información Geografica (VIG) y la Participación en Información Geo-

gráfica (PPIG) ya explicados detalladamente en el bloque I- con las inquietudes de

aquellas corrientes de la Geografía que han mostrado interés por las cuestiones a las que

la neogeografía está aportando mayores posibilidades de investigación, merced a dicha

participación ciudadana. Nos referimos concretamente a la Geografía de la Percepción,

la Geografía Crítica, y la Geografía Humanista. Explorar que preocupaciones tienen en

común las corrientes geográficas acabadas de citar permite a su vez valorar la aportación

de la neogeografía en la medida que puede resultar útil para todas ellas. Ello supone

también una redefinición de la neogeografia misma, desde el momento que realza el valor

de sus contenidos, al integrarlos dentro de la ciencia geográfica y restañar en alguna

medida ese carácter pseudocientífico de “ciencia ciudadana”.

Ciencia ciudadana que en cualquier caso está al acceso de una parte de la población

mundial, pero no de otra gran parte. Como se verá en el penúltimo capítulo de este bloque,

una de las grandes capacidades de uso de la neogeografía, por parte de la Geografía

365

académica, es la posibilidad que ofrece para hacer oir la voz de aquellos a los que la

sociedad de la información no llega, o lo hace de manera tangencial y deficiente. Más

concretamente, la Geografía Crítica, en la medida en que es la más comprometida en la

lucha contra las desigualdades geográficas, debe de ser capaz de incorporar las aporta-

ciones neogeográficas a su cuerpo doctrinal.

3.2. Una teoría alternativa de la verdad

Si la neogeografía ofrece por un lado ontologías pluralistas del espacio y del lugar,

también tiene importantes consecuencias epistemológicas. En particular, desde el mo-

mento en que distintos grupos de personas con diferentes intereses aprovechan la web

para subir sus propios datos e interpretaciones, los puntos de vista convencionales acerca

de lo que constituye el conocimiento y la verdad válida se ven cuestionados. Por ejemplo,

los grupos que utilizan tecnologías neogeográficas, por su carácter espontáneo y disperso,

tienen en ocasiones un difícil tratamiento estadístico, un criterio que se encuentra en el

corazón de la comúnmente aceptada definicion de "método científico", la positivista. Por

el contrario las entradas que los usuarios de herramientas propias de la neogeografía

realizan los unen a una específica comunidad de intereses. Los mapas generados por los

usuarios de sitios nudistas, observadores de aves en peligro de extinción, baños con

acceso para minusválidos, caminos óptimos en bicicleta, lugares para acampar, o restau-

rantes vegetarianos, son poco susceptibles de tratamiento estadístico y poco fiables en sus

resultados, pero sin embargo sí que producen resultados significativos para sus

respectivos grupos de interés, creando una “geografía de la gente”, bastante distanciada,

en principio, del mundo académico.

La pregunta no puede ser más filosófica, pero no se puede negar que la práctica de la

neogeografía la convierte en absolutamente imprescindible:¿qué es entonces lo verda-

dero? ¿Qué es lo verdadero cuando, sobre todo los no expertos, generan sus propios datos

e historias para dar sentido al mundo en formas que pueden estar marcadamente en

desacuerdo con los rígidos criterios exigidos por los expertos en SIG? Antes al contrario,

la neogeografía permite la construcción de “verdades” en relación con grupos específicos

de usuarios. ¿Cuál es la "verdadera" historia de un lugar, por ejemplo, aquella que se basa

en las subidas a través de sus iPhones realizadas por un grupo de estudiantes, o la de ese

mismo lugar descrito por un grupo de cberactivistas ambientales tratando de definir el

hábitat de un pequeño pez en peligro de extinción? Esta perspectiva neogeográfica,

claramente enraizada en una concepción del conocimiento como constructo social, y por

366

tanto también espacial, modifica los criterios con los que se juzga lo “verdadero”. La

verdad, en este contexto, se retira del dominio exclusivo del intelectual, liberada de sus

amarras en la teoría de la correspondencia, y en su lugar se relativiza y es generada por

aquellos a quienes es útil en términos cotidianos y pragmáticos.

Hay muchas corrientes epistemológicas relativas a la teoría de la verdad, incluyendo la

constructivista, la coherentista, la del consenso, etc., (MARIN, 1997), que en mayor o

menor medida, se apartan de la perspectiva convencional positivista, señalando la

orígenes sociales y las aplicaciones específicas del conocimiento. Lejos de constituir un

todo homogéneo, estas perspectivas comparten una noción de la "verdad" como algo

bastante más complejo que una representación sesgada de la realidad objetiva indepen-

diente del observador y aplicable en todo tiempo y lugar. En contraposición a ello, la

verdad se considera como parcial, generada por una serie de entrecruzamientos de

diversos grupos de personas con diferentes intereses, para variados propósitos, y en

contextos históricos y geográficos específicos y muy variables (FINNEGAN, 2008). De

acuerdo con esta lectura, el conocimiento siempre se encuentra “espacialmente situado”.

Como Hardy (2010) demostró, por ejemplo, el número de contribuyentes para las entradas

de Wikipedia tiene que ver con la distancia al lugar o hecho sobre el que se aporta informa-

ción en una relación que es directamente proporcional: la gente tiende a contribuir más

frecuentemente y con más información cuando se trata de lugares situados más cerca de

donde vive.

Así pues en neogeografía, merced a las fuertes divisiones entre el conocedor y lo

conocido, entre las representaciones y el mundo que retratan, epistemología y ontología

son verdades deliberadamente borrosas (por que siempre hay más de una), que aparecen

como una serie contingente y parcial de manifestaciones que reflejen la realidad vivida y

son útiles en la misma.

Esta línea de pensamiento debe mucho a John Dewey y William James en particular

(1909), valedores de una epistemología pragmatista en la que la verdad se determina por

su utilidad y por la eficacia en su aplicación, que es tanto como decir por sus conse-

cuencias. De esta manera la neogeografía ha facilitado una democratización de la

producción de la verdad, la transferencia de su creación y aplicación de los expertos a las

masas. Para comprender mejor este aspecto, la obra de tres filósofos importantes resulta

de gran ayuda: Paul Feyerabend, Jürgen Habermas, y Richard Rorty.

- Paul Feyerabend fue fundamental para destronar las teorías reduccionistas de la

verdad, defendiendo lo que equivalía esencialmente a una teoría anarquista del

367

conocimiento y el pluralismo ontológico. En esta línea de pensamiento, que

precedió y facilitó los discursos emergentes de la postmodernidad, no hay realidad

observable o un estilo metodológico simple. Más bien, hay múltiples realidades,

muchas maneras diferentes e igualmente viables de construcción del conoci-

miento, todas los cuales contienen un elevado grado de incertidumbre e inconsis-

tencia. En palabras del propio filósofo: “La idea de un método que contenga

principios científicos, inalterables y absolutamente obligatorios que rijan los

asuntos científicos entra en dificultades al ser confrontada con los resultados de la

investigación histórica. En ese momento nos encontramos con que no hay una sola

regla, por plausible que sea, ni por firmemente basada en la epistemología que

venga, que no sea infringida en una ocasión o en otra” (FEYERABEND,

1975:13).

El paralelo entre Feyerabend y los puntos de vista de la neogeografia es más que

evidente: ambos dependen de la aceptación de diversas maneras, inconmensura-

bles, de conocer; el reconocimiento de las múltiples formas en las que se entrela-

zan los conocimientos y las prácticas sociales; y un tratamiento democrático de

distintos cuerpos de conocimiento fuera de la competencia de los expertos

autoproclamados.

- Jurgen Habermas por otro lado (1989), aporta puntos de contacto con la

neogeografia en su teoría del consenso de la verdad. En Habermas el concepto de

comunicación es central para la construcción de un proceso social de consenso y

verdad, a través del cual los individuos y las comunidades de interés participan en

una interpretación pública y discursiva de la realidad (CALHOUN, 1992). Para

Habermas un discurso sin trabas es central para la "esfera pública" en la que la

vida social se construye, y para la producción de una verdad en ausencia de

barreras a la comunicación. La verdad, interpretada de esta manera, es inseparable

de la experiencia vivida, la intención y la práctica social. En este enfoque todos

los participantes en un debate teóricamente tienen los mismos derechos y capaci-

dades para que sus opiniones se conozcan y para desafiar a cualquier otro punto

de vista. Cuando todas las relaciones de poder se han eliminado de la libertad de

participar en el discurso, el único criterio para resolver las disputas es su valor

verdadero, “en una situación ideal de habla [los individuos deben] estar motivados

únicamente por su deseo de alcanzar un consenso sobre la la verdad de sus

afirmaciones” (BERNSTEIN 1995: 50). Si se adopta el punto de vista de

368

Habermas, un discurso sin trabas en la esfera pública, el nexo con la neogeografía

es más que evidente. Correctamente enfocadas, las aportaciones de esta última

proporcionan entradas de representaciones geográficas que pueden desafiar

opiniones dominantes y moldear los resultados hacia fines distintos de aquellos

propios de las élites y los grupos de presión (COLEMAN et al., 2009). En

consecuencia, la neogeografía colabora a que organizaciones de base y organiza-

ciones no gubernamentales den forma a la tecnología para sus propias necesida-

des. La explosión de los teléfonos celulares y dispositivos portátiles similares ha

facilitado en gran medida la capacidad de muchos grupos para cargar y descargar

datos neogeográficos. Como observa Schuurman: “Nos enfrentamos a escenarios

antes inimaginables, de seres humanos actuando constantemente como sensores

de recopilación de información con sus teléfonos celulares y descargando esa

información a datos centrales que conectados a internet permiten cotejar la

información sobre lugares concretos” (SCHUURMAN, 2009: 571). Ya se ha

analizado con profusión en páginas anteriores como en cualquier caso la

neogeografía se enfrenta a series limitaciones desde el punto de vista de los

usuarios. Además de los conocimientos técnicos necesarios para cargar los datos,

simplemente proporcionar una entrada en internet no es lo mismo que presentar

un cuerpo de datos de forma coherente y organizada. Por supuesto, el acceso a las

herramientas neogeografícas está también limitado por los mismos factores

sociales que influyen sobre el acceso a las nuevas tecnologías, como el nivel de

ingresos, la educación, la edad, la etnia y el género, todos los cuales son determi-

nantes significativos de la brecha digital. De manera recurrente, surge de nuevo la

pregunta: ¿y qué hay de los agujeros negros del ciberespacio? ¿quién da voz a los

ciberexcluidos?

No obstante, en la medida que muchas personas tienen un acceso sencillo a las

herramientas de internet para cargar y descargar datos y resultados, y pueden por

tanto participar en comunidades neogeograficas, la situación ideal de habla de

Habermas se consigue, en gran parte debido al elevado potencial de participación

de los usuarios.

- Finalmente, Richard Rorty (1979) ha ofrecido un famoso cambio de metáforas

para entender la creación de conocimiento. Si el espejo sirvió como el reflejo ideal

de la construcción del conocimiento a partir de la Ilustración en adelante (con su

énfasis en la visión, la precisión y la luz), la conversación sirve como el vehículo

369

perfecto para resumir las formas de construcción del conocimiento postestruc-

turalista en la época actual - una serie desordenada de diálogos en los que cada

voz es parcial, incompleta y contingente. En Geografía, un desafío a la hegemonía

de lo visual se ha producido gradualmente a medida que esta disciplina ha llegado

a abrazar versiones constructivistas sociales de la verdad en lugar de las teorías de

la correspondencia (SUI, 2000). La neogeografía se convierte de esta manera más

en una "conversación" que en un "espejo" del mundo, en el cual las verdades

construidas son relativas y útiles para comunidades específicas, y en el que no hay

un árbitro para decidir lo que es preciso y verdadero, ya que ello se decide por

consenso y atendiendo a un cálculo pragmático. Alejándose de posiciones

reduccionistas respecto de la verdad, este punto de vista pone más énfasis en la

práctica, el rendimiento y el consenso, que conducen a puntos de acuerdo entre

cosmovisiones contendientes. La neogeografía nos acerca a una teoría performati-

va de la verdad, con el enfoque puesto en prácticas espaciales reales, y fundamen-

tado en la interpretación de los datos cartográficos y geográficos sobre la base de

la sostenibilidad y la repetición. En lugar de la verdad, la performatividad ha sido

llevada al frente y se busca hacer lo correcto, es decir, se busca la calidad de una

idea o “sentir verdadero" sin evidencia empírica voluminosa (MANJOO, 2008).

A través del procesamiento periférico de datos y su exposición selectiva, las

herramientas neogográficas han permitido a un gran número de gente escoger y

elegir aquellas fuentes de información que engranan convenientemente con sus

presupuestos ideológicos.

Obviamente, hay ventajas y desventajas en los enfoques citados. Muy especialmente, la

sabiduría de la multitud no tiene porqué tener más validez que la de unos pocos individuos

expertos. Utilizando datos que sólo confirman sus creencias, los usuarios nunca se

enfrentan con fuentes de información que contradigan o refuten sus opiniones y puntos

de vista, lo cual puede reforzar estereotipos previos. En este sentido la neogeografía corre

el riesgo de convertirse en reflejo de los medios de comunicación de masas altamente

especializados que la mayoría de la población tiende a utilizar como fuente de informa-

ción para conformar sus opiniones. Sin embargo, al poner en manos de los usuarios

enormes cantidades de datos y poderosas herramientas de visualización, la neogeografia

obliga a reconocer sin ambajes hasta qué punto lo que denominamos verdad refleja

preocupaciones sociales de más alcance, como la credibilidad o el voluntariado, concep-

tos, especialmente este último, que ya han sido analizados en detalle.

370

La precisión, en este contexto, es una cuestión en gran medida relacionada con la

ideología y las preferencias, contingente en cuanto al contexto y propósitos, y diseñada

de acuerdo a los específicos intereses de una determinada comunidad o grupo. Al facilitar

la emergencia de otros vecindarios de la verdad la neogeografia anima a abandonar una

ridícula parrilla de generalizaciones sacrosantas universales y desafía, sin saberlo en

muchos casos, las pretensiones de sentido común hegemónico del cibercapitalismo. Por

el contrario, realza la naturaleza ligada al terreno del conocimiento geográfico y abre

ventanas a través de los ojos de grupos particulares con específicos estilos de vida, valores

políticos, hábitos recreacionales o cualquier otra dimensión de la vida social.

En definitiva, la relación entre la verdad absoluta y la verdad relativa, no está

principalmente en que nuestro conocimiento de la realidad sea siempre incompleto y por

lo tanto nunca plenamente absoluto, sino esencialmente en qué se entiende por verdad

absoluta: una afirmación demostrada como cierta en los marcos de un sistema, y sólo en

los marcos de ese sistema de referencia dado; y qué se entiende por verdad relativa:

aquella afirmación demostrada como cierta en el marco de un sistema de referencia, pero

que ya no lo tiene que ser necesariamente, con relación a otro sistema de referencia.

Nuevamente las ideas de Lakoff, ya citado previamente, apoyan esta visión de la realidad:

los marcos conceptuales en los que un individuo o colectivo concreto se desenvuelve

predeterminan los juicios de valor que tendrá sobre esa misma realidad. Extrapolada a la

neogeografía la conclusión no puede ser más evidente: en la medida que el espacio,

también el espacio virtual, es un producto social, distintos marcos conceptuales espaciales

conllevan a distintas verdades.

Al final, la popularidad de la neogeografía refleja la naturaleza de nuestra vida, cada vez

más compartimentada social y espacialmente en el capitalismo contemporáneo, un mundo

en el que la estructura y el significado de la Geografía se han transformado profundamente

bajo los efectos simultáneos de la globalización y las tecnologías de información, cada

vez más popularizadas y en algunos casos democratizadas. En la medida que permite a

los usuarios construir sus propias representaciones espaciales, la neogeografía puede ser

muy adecuada para comprender y tratar la intensa compresión espacio-temporal de este

momento histórico, postmoderno e hiperespacial. La localización se ha convertido cada

vez más en una cuestión de producción y negociación, en lugar de ser algo determinado

a priori. Si la sociedad postmoderna presenta un “carácter fibroso, filiforme, nervudo,

viscoso, capilar, que nunca es capturado por las nociones de niveles, capas, territorios,

esferas, categorías, estructuras o sistemas” (PAASI, 2004: 541), entonces la neogeografía

371

parece ser la forma ideal para que los ciudadanos comunes representen la geografía de las

espacialidades que construyen y en las cuales viven. No hay por tanto una sola verdad

geográfica, espacial y territorial, como pretende el cibercapitalismo, sino múltiples

verdades.

Saber reconducir esta virtud de la neogeografía hacia el combate de la verdad absoluta

cibercapitalista y de la ideología que lo conforma, convirtiéndola en una neogeografia

crítica, social y humanista, es el propósito final de esta obra. Algunos de los ejemplos que

se aportan a conitnuacón caminan en esa dirección.

El primero de ellos, en la figura 43, es emblemático a la hora de poner de relieve la

“realidad” del mundo virtual. Se habla mucho del mundo virtual, pero también es

necesario ver la realidad desde el otro lado, la virtualidad real. La captura de pantalla

corresponde a la versión española del popular sitio web Second Life. Cualquier persona

registrándose en él puede escoger un avatar (representación en el mundo virtual de sí

mismo) como los que se observan en la figura e ingresar en el mundo virtual. Pero también

cualquier institución u organismo puede hacerlo. De hecho Second Life, dispone de su

propio territorio virtual -territorio que se vende y se compra- desde el cual cualquier

institución puede trascender su actividad en el mundo físico real y continuarla en el

ciberespacio.

Figura 43

Fuente: http://secondlife.com/destination/virtual-spain

372

De ahí la inevitable carga geográfica y neogeográfica que este tipo de iniciativas implica.

Veamos algunos caso reales que ocurren en este sitio web:

- Muchas universidades y empresas están utilizando Second Life para la formación,

incluyendo las universidades de Harvard, Oxford, en el ámbito anglosajón, y las

universidades de Puerto Rico, Málaga, Vigo y Salamanca en el de habla hispana.

- En el año 2007 se empezó a usar Second Life para la enseñanza de idiomas. La

enseñanza de inglés como un idioma extranjero ha conseguido una nutrida presen-

cia a través de varias escuelas, incluyendo el British Council.

- Suecia inauguró en 2007 su embajada virtual con el propósito de convertirla en

una vitrina de su cultura. Es la segunda legación diplomática virtual de Second

Life, tras la abierta por las islas Maldivas, pero otros países, como Serbia, Estonia,

Macedonia o Filipinas, también se han sumado ya a la iniciativa. En el caso de

Suecia. La embajada virtual ha costado unos 43.000 euros y se sitúa en una isla

de 64 hectáreas, bautizada como Segunda Casa de Suecia. Está inspirada en la

muy real Embajada de Suecia en Washington y presenta de forma interactiva

exposiciones o acontecimientos culturales acaecidos en Suecia, así como datos de

empresas y personalidades del país, o indicaciones sobre trámites administrativos.

Cada elemento enlaza con una dirección de internet que contiene información

sobre él. En palabras de Carl Bildt, ministro de exteriores sueco que inauguró la

citada embajada virtual y uno de los valedores principales de esta iniciativa,

"Podemos utilizar esta embajada para difundir informaciones sobre Suecia.

Second Life apenas empieza, aún no sabemos todo su potencial. Igual que hace

diez años no sabíamos el potencial de Google" 79

Second Life, creado por la empresa estadounidense Linden Lab, cuenta ya con

millones de internautas que han creado su propio avatar y pasan una parte de sus vidas

en el ciberespacio. Por supuesto también ha atraído ya a empresas (que han abierto

tiendas virtuales) o a dirigentes políticos (que han creado su propio personaje virtual

o avatar). De este último aspecto se facilita un ejemplo a continuación.

79<http://sverigesradio.se/sida/artikel.aspx?programid=2054&artikel=1398744>. [13-10-2015].

373

Figura 44

Fuente: www.elmundo.es/navegante/2007/05/05/juegos/1178376596

Gaspar Llamazares, quien fuera coordinador de Izquierda Unida, tiene su propio avatar

en Second Life. La delegación del PP en Castilla-La Mancha, también cuenta con una

oficina electoral, pero la primera persona de la política española en tener avatar y sede en

este medio fue la candidata del PSOE a la alcaldía de Oviedo, Paloma Sainz.

Eso significa que la actividad real de los partidos políticos ya está funcionando en el

ciberespacio. Esta actividad, por ejemplo, se vio reflejada en Second Life en mayo del año

2007, día en que un usuario registrado en ella bajo el apodo de Iulius Carter convocó a

una manifestación virtual frente a la sede del PSOE antes mencionada para protestar por

la política, en el mundo real, del gobierno español al conceder la excarcelación al etarra

De Juana Chaos.80

Como lo dicho arriba demuestra, la ideología y la política ya se han instalado en el

ciberespacio, y paulatinamente lo van haciendo también todas nuestras realidades

sociales, económicas, culturales, etc., con todas sus grandezas y miserias (en Second Life

ya existe, por ejemplo, el comercio sexual y la prostitución entre avatares). Así que, lejos

de aquellas pretensiones de sustitución del mundo real por el virtual, propias del

80 <https://es.wikipedia.org/wiki/Second_Life#Espa.C3.B1a>. [13-09-2015].

374

ciberenvangelismo, ambas realidades van a coexistir y entrelazarse cada vez más en una

red sociotecnológica de doble dirección.

Figura 45

Fuente: http://www.qilania.com/es/ El sector del entretenimiento es uno de los más proclives a la creación de mundos

alternativos, tanto en la red como a través del software a la venta en forma de discos

compactos, descargas de pago en internet o videoconsolas. Una gran parte de estas

aplicaciones lúdicas digitales proponen participar en mundos y lugares virtuales, llevando

a cabo actividades de todo tipo, desde las de contenido bélico a las educativas. Desde el

momento en que proponen la visita a lugares, su interacción con ellos y el tránsito de unos

a otros, se convierten en herramientas neogeográficas con lugares, territorios y desplaza-

mientos. El ejemplo que se propone en la figura superior corresponde a una aportación

neogeográfica de contenido educativo, una de las grandes oportunidades que ofrece el

ciberespacio.

Qilania es un mundo virtual para todos los públicos, con especial atención a los niños, en

un entorno que responde a sus conocimientos y las exigencias propias de su edad. Al igual

que en ejemplo de la figura 44, para acceder a Qilania los niños y adolescentes han de

crear su propio avatar, y a partir de ese momento interactuar con otros usuarios en el

mundo virtual jugando y tomando decisiones. Los usuarios participan en una gran aventu-

ra, en un mundo que tienen que descubrir y salvar. El objetivo final es derrotar al villano

375

Lord Lord, que planea la construcción de una factoría de óxido nitroso que hará el planeta

inhabitable. Los usuarios adoptan el papel de especialistas (detectives, ingenieros, super-

héroes, etc.) y la acción se desenvuelve en Qilania, una isla un tanto especial que Lord

Lord piensa utilizar para destruir el mundo.

Es sin duda un ejemplo de cómo la neogeografía puede ser utilizada con éxito en el ámbito

de la educación informal (en este caso fundamentalmente la educación ambiental). Des-

graciadamente, los nuevos espacios y lugares del ciberespacio también tiene su lado os-

curo, y prueba de ello es el siguiente ejemplo.

World of Warcraft (WoW) es un videojuego de rol multijugador en línea. Con 7’7

millones de suscriptores, continúa siendo con diferencia el juego en línea por suscripción

con el mayor registro de usuarios, manteniendo el récord Guiness para el MMORPG

(Massive Multiplayer Online Rol Playing Game). El éxito del juego y la gran comunidad

de usuarios que ha generado han motivado la creación de auténticos puestos de trabajo

relacionados con el universo WoW. Por ejemplo, hay usuarios que se dedican a subir de

nivel a los avatares de otras personas, mientras que otros son auténticos busca tesoros que

consiguen beneficios económicos vendiendo objetos únicos.

Figura 46

Fuente: www.warcraft.com/

Entre otros, uno de los grandes problemas de este videjuego es su extraordinario potencial

adictivo. Así, un hombre chino de 24 años falleció en una cabina de internet de Shanghai

376

tras jugar a este videojuego durante 19 horas seguidas, probablemente por la falta de

descanso81.

Adicción y negocio van además de la mano en muchos de estos mundos virtuales. De

nuevo en China ha aparecido un nuevo "trabajo" en WoW que es cuando menos curioso.

Básicamente, hay usuarios que ofrecen sus servicios como auténticos sicarios virtuales

para terminar, por encargo, con determinados personajes. La existencia de estos sicarios

se ha dado a conocer después de que un padre en China contratase a estos matones

virtuales para terminar con los personajes de su hijo en el juego.82

Finalmente, el creciente número de usuarios de este tipo de videojuegos también ha

despertado el interés de algunas instancias gubernamentales: en diciembre de 2013,

gracias a los documentos secretos filtrados por Edward Snowden, salió a la luz que la

estadounidense Central Intelligence Agency (CIA), en colaboración con la británica

Government Communication Headquarters (GCHQ) han estado vigilando y recogiendo

datos del World of Warcraft y otros juegos.

Figura 47

Fuente: https://www.openstreetmap.org

81 <http://www.rpp.com.pe/2015-03-06-world-of-warcraft-joven-muere-tras-jugar-19-horas-seguidas-noticia_775477.html>. [15-10-2015]. 82<http://www.laopiniondemurcia.es/vidayestilo/tecnologia/videojuegos/2015/04/20/sicarios-virtuales-acabar-adiccion juego/641262.html>. [22-09-2015].

377

Este ejemplo de aportación neogeográfica es uno de los más adecuados para mostrar la

estrecha relación entre las prácticas cartográficas propias de la neogeografía y la fuerte

carga social y alternativa que pueden contener, si el enfoque es el adecuado. Ya se ha

analizado con anterioridad como una de las principales iniciativas del ciberactivismo

consiste en generar software libre de acceso universal y gratuíto para los usuarios

(OpenOffice como procesador de textos, OpenAccess como base de datos, etc.). La

cartografia no podía quedar al margen de este tipo de iniciativas, y OpenStreetMap es

quizás el mejor ejemplo de software libre aplicado a la confección de mapas. En la

mayoría de países la información geográfica pública no es de libre uso en su totalidad. Al

no estar considerada por las administraciones públicas como un servicio similar a una

infraestructura de orden público, el usuario paga dos veces por esa información, la

primera al generarla, a través de sus impuestos, y la segunda al adquirirla para su uso.

Así mismo, las licencias de uso a veces restringen su utilización, al tener el usuario un

derecho limitado de aplicación de la cartografía. No se puede corregir errores, añadir

nuevos datos o emplear esos mapas de determinados modos (integración en aplicaciones

informáticas, publicaciones, etc.) sin pagar por ellos. Frente a ello el proyecto Open-

StreetMap plantea un escenario abierto, social y de dimensión global.

Merece la pena transcribir literalmente la filosofía de trabajo y la declaración de

intenciones de esta aplicación informática para comentarla luego. Dice así: “Seguramente

somos gente como tú. Gente que ama su ciudad y el territorio en el que vive. Personas

que tenemos determinados conocimientos que se complementan con los de otros para

potenciar un espacio que sea mejor para todos, tanto para los residentes como para los

visitantes.

Lo que hacemos es una provocación, porque frente a una sociedad basada en el mercanti-

lismo, nosotros ponemos nuestros conocimientos a disposición de la comunidad sin espe-

rar nada a cambio. Nuestra propuesta es un desafío a las grandes compañías multina-

cionales que tienen los mapas para explotarlos comercialmente.

El mapa de mi barrio es una representación gráfica del espacio en el que vivo, y quien

mejor lo conoce somos mis vecinos y yo. Por esa razón los datos que nosotros aporta-

mos a un gigantesco mapa común son más fiables que los que aportan empresas que nunca

han estado aquí.

El mapa de mi barrio y de mi ciudad es una invitación para que vengas a conocerla, y

nadie tiene que pagar por eso. Las informaciones básicas, como las relacionadas con el

tiempo o el espacio, deben ser patrimonio común.

378

Eso quiere decir que lo elaboramos personas que desean un modelo distinto de sociedad,

abierto, compartido, colaborativo, cohesionado y libre”.83

Después de estas palabras poco se puede añadir. Queda claro en ellas que las prácticas

propias de la neogeografía en su vertiente cartográfica pueden tener una fuerte

intencionalidad política y social. Ya se vió al comienzo de esta obra como en la definición

de la neogeografía que daban sus mismos creadores se subrayaba su carácter subjetivo,

personal y espontáneo, pero mientras allí no aparecía ninguna inquietud social, ninguna

referencia a la búsqueda de alternativas al statu quo, en la filosofía de trabajo de

OpenStreetMap de inmediato aparecen alusiones, implícitas o explícitas, al espacio como

producto social y la lucha contra el capitalismo (Geografía Crítica), a la búsqueda de un

mundo mejor y a la importancia del lugar (Geografía Humanista), y al valor de la

aportación personal y subjetiva (Geografía de la Percepción). Este tipo de cartografía

neogeografica demuestra el más que evidente nexo entre el ciberactivismo y la Geografía

Social.

Figura 48

Fuente: http://info.nodo50.org/Cartografias-para-el-cambio-social.html

83 <https://www.openstreetmap.org>. [16.09-2015].

379

Utilizados tradicionalmente para dominar el territorio, los mapas se revelan en la

actualidad como una herramienta muy útil para visibilizar el poder y promover el cambio

social. Numerosas iniciativas proponen nuevas formas de mirar el territorio.

En 1979 el australiano Stuart McArthur presentó un mapa del mundo en el que América

Latina, Oceanía y África estaban en la parte superior. A fin de cuentas la posición del

planeta tierra en el firmamento es totalmente relativa respecto a las ideas de arriba y abajo.

En el mapa de la figura 48 el sur sigue siendo el sur y el norte sigue siendo el norte, pero

el norte no tiene porqué estar “encima”.

Aunque los mapas sirven para imaginar el territorio, la forma en que se disponen los

elementos no es inocente: situar unas zonas arriba y otras abajo, a la izquierda o a la

derecha implica priorizar unas sobre otras. La certeza de que los mapas no sólo represen-

tan la realidad, sino que también la crean, ha permitido el desarrollo de una verdadera

cartografía crítica. Según esta corriente todo mapa, a pesar de que lo percibimos como

algo objetivo, realizado siguiendo criterios científicos, tiene una visión política implícita:

propone una determinada mirada sobre el territorio. Hoy en día, el desarrollo de nuevas

herramientas para explorar el territorio y para visualizar datos ha puesto en manos de

cualquiera con un ordenador y ciertas nociones informáticas la capacidad de crear un

mapa. Gracias a la neogeografía, la confección de mapas está siendo liberada de los

confines académicos para abrirse a la gente. Los saberes que se habían utilizado para

conocer y dominar el mundo han mostrado sus potencialidades liberadoras: los mapas son

una herramienta muy útil para visibilizar el poder. Permiten dibujar conceptos y

abstracciones, así como establecer relaciones entre elementos. En los últimos años, con

el rápido desarrollo tecnológico y el estallido de la web 2.0, asistimos a una ebullición de

experiencias y proyectos que ponen en práctica una cartografía crítica o radical, dirigida

a promover el cambio social.

El mapa de la figura inferior refleja los datos de 2004 en relación a la cantidad de bombas

nucleares en cada país respecto del total mundial. El problema nuclear en la actualidad

se centra en tres aspectos básicos: el desarme, la pertenencia y adhesión de todas las

potencias nucleares al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), y los usos pacíficos

de la energía nuclear. A ello habría que añadir más recientemente el peligro del terrorismo

nuclear (ORLOV et TRUSHKIN, 2010).

380

Figura 49

Fuente: http://www.cibermitanios.com.ar/2008/05/planisferios-alternativos.html En cualquier caso, al margen del problema nuclear y los futuribles acerca de su posible

evolución, el mapa de la figura ilustra de forma inmejorable cómo la utilización de un

procedimiento u otro a la hora de cartografiar una determinda situación o característica

puede contribuir a realzar una percepción de los hechos mas ajustada a aquello que se

pretende transmitir. Los tradicionales mapas de coropletas, por ejemplo, transmiten en

ocasiones, al agrupar países por tramos de cantidades, porcentajes, etc, una percepción de

los hechos menos ajustada a la realidad que aquellos en los que cada país tiene un tamaño

acorde a la variable analizada. Las visiones relativizadas que se generan sobre el espacio

tienen en ocasiones mucho que ver con la metodologia utilizada.

La Internacional Situacionista (IS), en la siguiente figura número 50, era una organización

de artistas e intelectuales revolucionarios, entre cuyos principales objetivos estaba el de

acabar con la sociedad de clases en tanto que sistema opresivo, y el de combatir el sistema

ideológico contempo-ráneo de la civilización occidental: la llamada dominación

capitalista.

La IS provenía, ideológicamente hablando, de la mezcla de diferentes movimientos

revolucionarios aparecidos desde el siglo XIX hasta nuestros días, notablemente del

pensamiento marxista de Anton Pannekoek, de Rosa Luxemburg, y de Georg Lukács, así

como del llamado Comunismo de Consejo (BRENDEL, 1999).

381

Figura 50

Fuente: http://www.sindominio.net/ash/is0413.htm

Su principal ideólogo, Guy Debord, puso fin a la IS justo en el momento en que esta

alcanzaba su mayor grado de fama y cuando miles de revolucionarios, llamados despecti-

vamente pro-situs por Debord por su pasividad e idealismo, seducidos por el prestigio de

la IS buscaban enrolarse en sus filas. Debord aprovechó ese momento para explicar con

claridad la necesidad imperiosa de acabar con la IS en un texto fundamental para

comprender las particularidades de dicho movimiento: La Véritable scission dans l'Inter-

nationale Situationniste (IS,1999).

Para la IS el desarrollo tecnológico era una oportunidad en el sentido de ser un factor de

desarrollo de nuevas potencialidades para el ser humano. Eso explica que la llegada de la

sociedad de la información haya supuesto una cierta recuperación de su ideario basándose

precisamente en las redes sociales, tal y como la captura de pantalla de la figura 50

demuestra. El ejemplo lo es tanto de ciberactivismo como de propuesta alternativa al

modelo hegemónico cibercapitalista, al cual se opone frontalmente la IS como movimien-

to ideológico. Algunos de los postulados de la IS que se exponen a continuación así lo

demuestran:

1) Contra la cultura espectáculo la cultura situacionista introduce la participación

total como elemento clave. Este enfoque no elitista subraya y renueva las

382

posibilidades de este movimiento en la medida que las redes sociales y la web 2.0

y 3.0 son fuentes de oportunidad para la creación en ambientes colaborativos.

2) Contra las formas culturales estáticas y “museísticas” se defiende una cultura que

tenga mucho más en cuenta el momento vivido y el contacto con la realidad

cotidiana, Tal planteamiento recuerda la importancia otorgada a la expericncia

subjetiva, propia de la Geografia de la Percepción, y el papel que la experiencia

vivida en los lugares concretos tiene en la Geografía Humanista (nótese la

importancia dada por la IS a la denominada Psicogeografía en la captura de

pantalla de su página web). Aplicado a la neogeografía, conviene recordar ahora

que las inquietudes personales o la mera motivación estética son parte esencial de

la misma. tal y como ella es entendida por los propios creadores de su primera

definición.

3) Frente a la cultura de lo fragmentario se defienden planteamientos holísticos. La

IS defiende la producción colectiva y anónima. Sus planteamientos proponen una

revolución del comportamiento con importantes consecuencias en aspectos relati-

vos a la Geografía, como un urbanismo unitario y dinámico, susceptibles de

extenderse a todo el planeta. Desde este punto de vista la IS defiende planteamien-

tos afines los movimientos antiglobalización, en la medida que no se está en contra

de la mundialización, sino contra la versión de la misma que propone el capita-

lismo.

4) Contra las visiones unidimensionales se defiende el diálogo y la interacción. Para

los situacionistas el problema de los enfoques unidimensionales es en realidad

anterior al capitalismo, y éste no hace sino ahondar en la herida. Frente a ello, las

posibilidades de una “comunicación completa” gracias a las redes sociales y las

nuevas tecnologías permitiría la superación de dicha situación.

En la siguiente figura (número 51) se hace referencia a una noticia del 30 de enero de

2014 aparecida en la revista digital Rolling Stone. Aunque el comunismo como

modelo político haya perdido partidarios en los últimos tiempos, la teoría económica

marxista sigue siendo de las más lúcidas para entender el modelo capitalista actual.

La citada revista, en su versión digital, ha reunido 5 predicciones de la teoría marxista

que pueden constatarse en el sistema económico actual, dotando de aires proféticos a

Marx.

383

Figura 51

Fuente: http://www.rollingstone.com/music/news/marx-was-right-five-surprising-ways-karl-marx-predic-ted-2014-20140130 Traducidos al castellano los cinco aspectos valorados en dicho artículo son los siguientes:

1. La gran recesión (la naturaleza caótica del capitalismo)

El patrón característico de agudo crecimiento y caída en el capitalismo fue descrito

como “caótico” por Marx; el no actuar para contrarrestar esta tendencia produce

siempre recesiones o depresiones económicas. Dicho patrón del materialismo

histórico puede claramente presenciarse en la crisis ecónomica del 2008, precipi-

tada por el colapso del mercado inmobiliario. Justamente debido a la utilización

de instrumentos financieros, el “capital ficticio” en términos de Marx.

2. Apetitos imaginarios (Iphone)

Escribiendo hace 150 años Marx ya había detectado la tendencia del capitalismo,

en su búsqueda del crecimiento infinito, de crear falsas necesidades:“la extensión

de los productos y las necesidades se vuelve una especie de calculada y confabula-

toria servidumbre a sofisticados apetitos imaginarios, inhumanos e innaturales”.

Un ejemplo patente de esto es la fiebre religiosa que generan gadgets como el

iPhone 5, provocando enormes filas de fieles que buscan comprar el nuevo aparato

cuando aún tienen un aparato perfectamente funcional que en realidad no difiere

mucho (el iPhone 4). Igual que éste hay numerosos ejemplos.

3. La globalización del capitalismo. El FMI

384

Como señala Sean McElwee en Rolling Stone, las ideas de la sobreproducción de

Marx lo llevaron a predecir la difusión del capitalismo por todo el planeta a la

búsqueda de nuevos mercados: “La necesidad de un mercado en constante expan-

sión corretea a los burgueses por toda la superficie del orbe. Debe arraigarse en

todas partes, establecerse en toda partes y formar conexiones en todas partes”.

Esto es lo que hoy llamamos globalización; de nuevo Marx lo vio venir cien años

antes y entendió por qué sucedería.

4. Monopolios (Walmart)

La teoría económica asume que la competencia se mantendrá de forma natural;

Marx, más sagaz, notó que el poder del mercado se centralizaría en compañías

monopolísticas que se depredarían entre sí. No es difícil ver esta tendencia en el

mundo globalizado: no sólo en Estados Unidos Wal Mart ha desplazado tiendas

locales de pequeños empresarios, también en México han desaparecido minoristas

a favor de gigantes que a veces usan otros nombre para poder penetrar el mercado

sin que haya alarmas de monopolio. Grandes conglomerados de medios, telefó-

nicas y petroleras son algunos otros ejemplos.

5. Salarios bajos, grandes ganancias (Ejército industrial de reserva)

Marx argumentó que los salarios serían mantenidos bajos por un ejército industrial

de reserva. Los capitalistas siempre querrán pagar lo menor posible, lo cual es fácil

de hacer cuando hay tantos trabajadores flotando por ahí. Después de una recesión

lo que ocurre es un alto índice de desempleo que hará que los salarios se mantengan

en cifras bajas, mientras las ganancias se elevan. Curiosamente, este último aspecto

de los citados por la revista Rolling Stone, ya había sido evidenciado algunos años

antes. En el año 2010, un diario tan poco sospechoso de izquierdismo como el

neoconservador Wall Street Journal reconocía como problema, a propósito de la

crisis de 2008, la existencia de un creciente ejército de reserva de trabajadores,

mientras las ganancias corporativas crecían “con una característica marxista” y

seguía habiendo una gran cantidad de desempleados.84

Sin ninguna duda, como se analizará en páginas posteriores, la corriente marxista dentro

de la Geografía Crítica es probablemente la que más beneficios puede obtener del

84 <http://blogs.wsj.com/economics/2010/05/08/number-of-the-week-294-million-in-industrial-reserve-ar-

my/>. [25-08-2015].

385

contacto con la neogeografía a la hora de encontrar nuevas modalidades de lucha contra

el cibercapitalismo, tal y como los dos últimos ejemplos expuestos demuestran. Pero

también la que más puede aportar a determinadas iniciativas ciberactivistas del mismo

sesgo. Volvemos a Marx no porque sea infalible sino porque es inevitable (HEILBRO-

NER, 2011), e indudablemente dicho reencuentro también se producirá en el ciberes-

pacio.

CAPÍTULO VI. GEOGRAFÍA Y NEOGEOGRAFÍA

Interesa en este trabajo de investigación realzar el carácter social del discurso geográfico,

de manera que las relaciones sociales sean entendidas como algo que ocurre en un

determinado espacio geográfico y, por consiguiente, contribuyan a la explicación del

mismo. Lejos por tanto de concebirlo como un concepto absoluto y cerrado, el espacio ha

de ser visto más bien como espacio social, un producto de nuestras relaciones sociales

que necesita ser explicado precisamente mediante dichas relaciones. En el tramo final de

esta obra se intenta vincular este enfoque social de la geografía con las nuevas tendencias

que surgen al abrigo de la neogeografia, pero buscando las posibles sinergias y

posibilidades de cooperación entre aquellas escuelas geográficas más acordes con la

dimensión social de la geografía, la Geografía Crítica, la Geografía Humanista y la

Geografía de la Percepción. Si el espacio es siempre social, para ser explicado es

necesario desentrañar la estructura y el funcionamiento de la sociedad y los grupos

sociales que la configuran. En el actual contexto sociohistórico, con el anuncio del fin de

la historia, la muerte de la distancia y el triunfo del capitalismo, ha quedado patente que

la estructura social hegemónica en nuestros días es la propia del neoliberalismo

capitalista, que trata de imponerse no ya como el discurso dominante sino como el único

posible y “sensato”. Mediante su omnipresencia gracias a las nuevas tecnologías, y con

el inestimable apoyo de poderosas instituciones que garantízan una visión de la

globalización acorde a sus intereses, el espacio social producido intenta garantizar la

perpetuación de dicha situación mediante la expansión o ampliación de áreas de mercado

y de flujos financieros, la creación de bloques económicos y el reparto del mundo en

zonas de mercado libre, la relocalización de la fuerza de trabajo, y la deslocalización de

los procesos productivos. Todas ellas son estrategias espaciales que el capitalismo

siempre ha utilizado para perpetuarse como sistema hegemónico, pero que en la

actualidad gracias a las nuevas tecnologías adquieren una dimensión nueva.

386

Efectivamente, en lo que Milton Santos denomina era Técnico Científica e Informacional

(SANTOS, 2000: 201), el cibercapitalismo encuentra los instrumentos y las herramientas

adecuadas para conseguir convertirse de manera creciente en una aplastante realidad.

Dado que las nuevas tecnologías son actualmente la principal herramienta de

autoafirmación del capitalismo ha sido necesario desentrañar la profunda relación entre

ambas realidades, capitalismo y nuevas tencologías. Dicha tarea, llevada cabo en esta

obra fundamentalmente en el capítulo IV del este bloque II, era necesaria porque “las

caracteristicas de la sociedad y del espacio geográfico, en un momento dado de su

evolución, están en relación con un determinado estado de las técnicas. Por tanto, el

conocimiento de los sistemas técnicos sucesivos es esencial para la comprensión de las

diversas formas históricas de estructuración, funcionamiento y articulación de los

territorios, desde los albores de la historia hasta la época actual. Cada período es portador

de un sentido, compartido por el espacio y por la sociedad, representativo de la forma

como la historia realiza las promesas de la técnica” (SANTOS, 2000: 145). De esta

manera se evidencia cómo el estado tecnológico actual determina unas nuevas relaciones

sociales que a su vez generan nuevos espacios geográficos, con la interesante novedad,

en el caso del presente estadio tecnológico, de que esos nuevos espacios no son

exclusivamente físicos y materiales sino también virtuales e inmateriales.

Desgraciadamente ello no ha supuesto en la mayoría de ocasiones una alternativa a las

relaciones sociales de producción inherentes al capitalismo, sino más bien un

reforzamiento de las mismas. Este hecho a su vez renueva el compromiso de aquellas

escuelas geográficas ya citadas cuya inquietud es la dimensión social del espacio,

obligándolas a adaptarse a esta nueva situación. Y es que esa misma sociedad de la

información y las tecnologías de nuevo cuño que la acompañan se convierten en la mejor

arma para combatir las pretensiones hegemónicas del neoliberalismo del siglo XXI. “El

uso de teorías y conceptos, orientados a resolver la problemática social actual a escala

local y global, se hace hoy más imprescindible en este medio técnico científico e

informacional que abstrae una falsa realidad y que intenta reducir, a simples números, los

complejos problemas de la sociedad. Un estudio socio-espacial serio debe resolver dichos

problemas considerando a estos siempre como una permanente e indesligable relación

dialéctica y temporal” (BERAÚN, 2006: 376).

Es perentorio por lo tanto para la Geografía adentrarse sin complejos en ese mundo

virtual, desentrañarlo en tanto que producto social y establecer sus relaciones y vínculos

con la realidad material y física. Ello obviamente no significa despreciar las nuevas

387

tecnologías, antes al contrario es necesario valorar en su justa medida las aportaciones de

los usuarios (desde el mundo académico y desde fuera de él), en tanto que espacios

sociales creados según unos determinados patrones culturales y desde unas inquitudes

concretas, en tanto que espacios “percibidos” de una determinada manera. En palabras de

Horacio Capel: “los geográfos han tenido que descubrir muchas Tierras Incógnitas. En el

siglo XX, una vez que el hombre había llegado a los polos y pudo darse por explorada y

conocida toda la superficie del planeta, se atrevieron a penetrar en otra Tierra Incógnita

desconocida, la que se construye en el interior de la mente, investigando las geografías

personales, los mapas mentales y las imágenes espaciales que se producen, y que acaban

por afectar al comportaminto geográfico. Hoy nos encontramos con dos geografías

nuevas que es necesario explorar y estudiar: una la geografía de Internet en la Tierra; otra,

la geografía del ciberespacio” (CAPEL, 2010: 37.)

Lo escrito hasta ahora no supone en absoluto dejar de lado los logros de otras corrientes

del pensamiento geográfico a las que se les presta menos atención en esta obra, como la

Geografía Cuantitativa, sino integrar su inmensa aportación de datos de forma y manera

que resulten socialmente relevantes: “Las transformaciones socioespaciales ameritan,

hoy, hacer un concienzudo análisis espacio temporal de las leyes, métodos y teorías

geográficas y de todas las ciencias en general. Con la aplicación corriente de las

matemáticas en la geografía cuantitativa tenemos una reproducción de las etapas en

sucesión, pero nunca la propia sucesión, en otras palabras se trabaja con resultados, pero

los procesos se omiten, lo que equivale a decir que los resultados pueden ser objetos no

de una interpretación pero sí de la mistificación. Estos resultados deben responder

científicamente a las necesidades sociales y a su evolución como sociedades más

conscientes en la construcción de un paradigma” (BERAÚN, 2006: 378).

En definitiva, aunque la llegada de la sociedad de la información parece augurar una edad

de oro para la Geografía Cuantitativa -en la medida en que la obtención de datos ha dejado

de ser un problema- también la augura para la Geografía Social, en la medida que todos

esos datos y esa información pueden y deben ser interpretados. Ello es lo que se analiza

en este capítulo. Gran parte de lo escrito hasta ahora en esta obra ha estado poniendo el

acento en el sólido e incuestionable componente social y geográfico de la neogeografía.

Ahora es el momento de analizar el incuestionable carácter neogeográfico de la Geo-

grafía.

388

1. La Geografía como producto social

La idea que se tiene de la Geografía en la actualidad, al menos en el ámbito académico,

es muy diferente de aquella que se tenía no hace mucho tiempo. Ya en los años 60 y 70

del pasado siglo XX, aparecieron corrientes de respuesta a aquella que se había impuesto

como visión geográfica dominante bajo la denominación de Geografía Cuantitativa,

calificada también entonces como nueva Geografía y basada en el método científico

positivista, la reflexión teórica abstracta y el lenguaje matemático.

La respuesta a dicha Geografía Cuantitativa o Teorética cristalizó pronto en la denomina-

da Geografía Crítica o Social. En ella se reaccionaba contra los excesos del positivismo

que impregnaba la corriente cuantitativa, con el argumento de que ésta dejaba de lado u

ocultaba, debajo de reflexiones abstractas y montañas de datos y cifras, un componente

social que la Geografía había perdido durante el camino. Se reivindicaba, de esta manera,

una recuperación de los temas sociales que, como las desigualdades geográficas, la

importancia de lo local, o la valoración de las experiencias personales, quedaban orillados

en el camino.

Pronto surgieron a su vez distintos enfoques en esta Geografía Crítica o Social, enfoques

que acabaron tomando cuerpo en varias corrientes geográficas. Bajo la bandera común de

su reacción ante la Geografía Cuantitativa, todas esas nuevas corrientes han ido

desarrollando un corpus teórico propio que las ha ido diferenciando unas de otras. De este

modo, en la actualidad se las puede encontrar, indistintamente, agrupadas a todas ellas

bajo la denominación de Geografía Crítica (BENITO, 2004), o bien separadas en

corrientes o escuelas diferenciadas unas de otras aunque con un origen común (CAPEL

et URTEAGA, 1991).

En realidad, la discusión acerca de si dichos enfoques geográficos tienen la suficiente

prestancia o enjundia como para ser categorizados como escuelas o ramas independientes

de la Geografía o, por el contrario, deben permanecer todas unidas bajo la categoría de

Geografía Crítica o Social, es absolutamente intranscendente. Unas, como por ejemplo la

Geografía Marxista, disponen del suficiente bagaje teórico y filosófico como para

reclamar dicho status independiente; otras, como la Geografía de la Percepción, quizás

no tanto. Pero en cualquier caso es evidente que todas ellas comparten el tronco común

de ser una reacción a los excesos del positivismo aplicados a la geografía, junto a la

preocupación por los temas sociales en sentido amplio. Además, como se analizará en

repetidas ocasiones en las páginas siguientes, no escasean las opiniones en el ámbito de

389

la Geografía académica que favorecen o prevén distintas posibilidades de síntesis entre

dichos enfoques (VARA, 2010; MILLÁN, 2004; REQUES, 2006).

En esta tesis doctoral, por una cuestión de coherencia con el planteamiento y objetivos de

la misma, se ha escogido considerar estos enfoques por separado, aunque reconociendo

ciertos aspectos en común, dado que todos ellos suponen una reacción frente a los excesos

de la Geografía Cuantitativa y todos ellos manifiestan, desde diversos puntos de vista y

con enfoques distintos, preocupación por el carácter social de la Geografía. Todos ellos,

en mayor o menor medida, tienen algo que decir a propósito del reciente fenómeno de la

neogeografía; y todos ellos a su vez son susceptibles de enriquecerse a través de las

aportaciones que los usuarios de la neogeografía realizan a diario en las redes sociales e

internet. Sería un error no atender a tal fenómeno y no tratar de integrarlo y reconducirlo

en beneficio de la Geografía. Por lo tanto, las escuelas o corrientes de pensamiento

geográfico que se considera conveniente analizar en profundidad, dada su especial

relación con la neogeografía son los siguientes:

- Geografía Crítica

La idea de que el pensamiento marxista no termina con Marx y que, en la medida

en que el espacio es concebido como un producto social, dicho pensamiento es

también de aplicación a la Geografía en la lucha contra la injusticia está en la base

de la Geografía Crítica Marxista. La práctica desaparición del socialismo como

proyecto político a nivel de estados nacionales no invalida los presupuestos

teóricos y metodológicos del marxismo: “no puede sostenerse de manera

demagógica que la expiración del socialismo real equivale al ocaso del pensa-

miento marxista” (SEGRELLES, 1999: 137). De esta manera, las aportaciones de

los geógrafos de orientación marxista resultan imprescindibles para una adecuada

comprensión de las desigualdades geográficas actuales y, en el caso que nos

ocupa, para integrar correctamente las aportaciones de la neogeografía en la lucha

contra las mismas.

Es algo sobre lo que se ha venido llamando la atención en la presente tesis doctoral

en muchos de sus apartados. Si entre las preocupaciones (y por tanto los objetos

de estudio) de la Geografía Crítica aparecen las cuestiones relacionadas con

injusticia social -algunas de carácter estructural como la pobreza, la marginación

social o la falta de libertades, y otras más recientes como la contaminación

medioambiental o la brecha digital- entonces la neogeografía ofrece inmensas

posibilidades de aprovechamiento en las dos direcciones: desde la aportación

390

ciudadana hacia el mundo de la investigación y la docencia de la Geografía y

viceversa.

- Geografía Humanista

El enfoque positivista lógico en el que se apoyaba la Geografía Cuantitativa

también fue respondido desde la denominada Geografía Humanista que, al tiempo

que cuestionaba la validez del enfoque cuantitativo, proponía una nueva

alternativa, más acorde según sus partidarios con el carácter de ciencia social de

la Geografía. Este movimiento geográfico, al igual que ocurre con el marxismo,

hunde sus raíces en una corriente filosófica secular: el humanismo. Desde el

Renacimiento, dicha escuela de pensamiento mantiene una actitud que en todo

momento se esfuerza por introducir en el estudio del hecho social todo lo referente

a la condición humana lo cual, aplicado a la Geografía, significa luchar contra las

estrechas limitaciones del positivismo lógico e incluir en el análisis espacial

cuestiones que la Geografía Cuantitativa dejaba de lado, empezando por una

reflexión misma, en tanto que ciencia social, sobre la función social de la

Geografía.

Esta corriente de la Geografía guarda, según algunos autores, alguna relación con

la anterior, la Geografía Crítica. De hecho se apoya “en algunos escritos de Marx

y en los neomarxistas Lukacs y Marcuse” (ESTEBÁNEZ, 1982), hasta el punto

de que desde posiciones propias de la Geografía Crítica de orientación marxista

siempre se han vislumbrado posibilidades de acercamiento entre ambas corrientes,

en lo que se ha dado en llamar “humanismo marxiano” (CAPEL et URTEAGA,

1991:70; SEGRELLES, 1999:141). Al margen de discusiones teóricas sobre si

dicho acercamiento es posible y hasta qué punto lo es, un debate que sigue abierto

y sobre el cual se opinará más adelante, lo importante ahora es resaltar uno de los

aspectos que ambos enfoques comparten: la crítica a la visión asocial del enfoque

positivista. Al negar dicha visión simplista introducen alternativas a la misma, y

esas alternativas son necesarias. La Geografía Humanista, al igual que ocurre con

la Geografía Crítica, tiene mucho que recibir y mucho que aportar de su contacto

con la neogeografía. Si, como dice Ley “la salvaguarda del enfoque subjetivo es

la única garantía de que el mundo de la realidad social no sea sustituido por un

mundo ficticio construido por el observador científico” (LEY, 1980: 12), entonces

la neogeografía, con esa enorme carga de subjetividad y espontaneidad que

muchas veces la caracteriza, es algo que no se puede ignorar.

391

- Geografía de la Percepción

Finalmente, la Geografía de la Percepción también forma parte de ese grupo de

corrientes de crítica o renovación de la Geografía Cuantitativa. Tras unos inicios

que se pueden retrotraer hasta finales de la década de los años 50 del siglo pasado,

y fundamentados epistemológicamente en la Psicología Social y el Psicoanálisis

(VARA, 2008: 371), la Geografía de la Percepción toma cuerpo como verdadera

corriente geográfica mediante los trabajos de K. Lynch (1960) y D. Lowenthal

(1961). La puesta en valor de lo subjetivo supone evidentemente, aunque por una

vía de ingreso diferente a la Geografía Crítica y la Geografía Humanista, entrar

en contradicción con la tiranía de los datos y cifras de la Geografía Cuantitativa.

El interés por la experiencia personal hará que el interés por lo local y cercano,

por el espacio vivido, adquiera una importancia central.

La Geografía de la Percepción, al igual que ocurre en otras ciencias sociales

cuando se resalta la importancia de lo subjetivo y lo local, desarrolla una

metodología en la que el interés por los temas se desarrolla en círculos

concéntricos, en la medida en que lo vivido ha de ser necesariamente lo cercano.

Estos círculos concéntricos, sin embargo, no necesariamente tienen que ver con

las distancias reales, sino con el entramado complejo de relaciones sociales que

los individuos y grupos sociales establecen. En ese sentido, lo vivido, ya en los

mismos orígenes de esta escuela de pensamiento geográfico, no tiene que ser

siempre lo más cercano. Así, alguien que establezca relaciones sociales lejanas en

cuanto a distancia física incorpora, desde el punto de vista de la Geografía de la

Percepción, esos espacios lejanos físicamente a las capas más interiores de su

experiencia vivida, dotando así a los conceptos de espacio y lugar de un carácter

fuertemente relativizado.

Este carácter relativo de la noción de la distancia, y por tanto del espacio y de los

lugares, tiene más que evidentes conexiones con las prácticas de la neogeografía.

Sobre ello se habrá de abundar en las páginas que siguen. Por el momento basta

con resaltar el hecho de que la llegada de las nuevas tecnologías y la sociedad de

la información han provocado que el carácter relativo del espacio y la distancia se

acentúe. Si, desde el punto de vista de la Geografía de la Percepción, allá en sus

orígenes en torno a 1960, un ciudadano español por ejemplo, que viajara con

frecuencia a Australia incorporaba las antípodas a su espacio vivencial subjetivo

más próximo, en la actualidad, a través de internet y las redes sociales, las

392

implicaciones de dicha perspectiva geográfica adquieren una dimensión práctica-

mente infinita, a través de la comunicación a tiempo real en las redes sociales.

Hecho este breve repaso a las tendencias de la Geografía de interés para el propósito del

presente trabajo de investigación, lo cual supone una pequeña introducción a temas que

se desarrollaran en las siguientes páginas, conviene preguntarse también si las conexiones

con la neogeografía de cada una de ellas permitirán a su vez establecer algún vínculo

entre las tres en tanto que corrientes de la Geografía preocupadas, cada una a su manera,

por el carácter social de la misma. En otras palabras: ¿puede la neogeografía generar algún

tipo de colaboración entre estas diferentes escuelas de pensamiento geográfico? Induda-

blemente si ello es posible sólo lo será atendiendo a cuestiones por las que puedan

compartir un interés común. De acuerdo al contenido de esta tesis se considera que,

aunque no es el único, existe un punto en común que interesa resaltar aqui: la oposición,

de manera más o menos declarada o consciente, al cibercapitalismo, en la medida en que

esta ideología se publicita como el mundo más justo posible, la única verdad, el único

sentido común, la percepción correcta, la única posibilidad viable, el fin de la historia, la

muerte de la distancia, y toda esa otra retórica altisonante bajo la cual se esconde esta

nueva versión del neoliberalismo.

En la medida que comparten esa preocupación por el carácter social, estas tres escuelas

de pensamiento geográfico pueden y deben utilizar todo su potencial para confluir en la

crítica a la ideología neoliberal dominante. ¿Va a ser aceptable admitir un nuevo “rostro

dulce” del neoliberalismo, una nueva capa de maquillaje, o incluso un retorno a los

arreglos al estilo keynesiano, sin que suene la voz de alarma? La respuesta a esta pregunta

es de importancia crítica para los geógrafos y continuará en el aire mientras se desarrolla

este nuevo proyecto neoliberal conocido como cibercapitalismo.

El neoliberalismo puede estar en cuestión en determinados foros en la medida en que ha

quedado en evidencia con esta nueva crísis, pero su dominio, bajo la forma de

cibercapitalismo, sigue estando espantosamente vivo (SMITH, 2008). En consecuencia,

se necesita tal vez más que nunca una crítica continua del mismo. Las escuelas de

Geografía citadas han estado o pueden estar a la vanguardia, cada una a su manera y en

mayor o menor grado, a la hora de demostrar cómo y por qué el neoliberalismo, como

sistema económico, como cosmovisión y como única verdad, no es inevitable, la conditio

sine qua non del desarrollo y el progreso humanos. Antes bien, dichas escuelas nos

impulsan a reconocer una multiplicidad de posibles futuros, que a su vez pueden ayudar

a deshacer el hechizo que el neoliberalismo ha vertido sobre el imaginario politico de

393

nuestros líderes y responsables políticos, y sobre nosotros mismos. Como disciplina

preocupada por el hecho social, la Geografía no puede permitirse el lujo de erosionar su

potencial crítico y quedar atrapada en la retórica del sentido común hegemónico propia

del neoliberalismo, ni puede permitirse el lujo de prescindir de dos de sus elementos

consustanciales, al menos en la Geografía Crítica, la lucha contra el capitalismo y la

injusticia social inherente a él. El foco de atención debe permanecer centrado en la tarea

de forjar espacios alternativos en los que el capitalismo pueda ser combatido. Es en este

aspecto en el que el ciberactivismo basado en la utilización de herramientas propias de la

neogeográfía puede ser de gran utilidad, algo que ya ha sido analizado en profundidad en

el capítulo anterior y sobre lo cual se aportarán más ejemplos en las páginas siguientes.

El momento actual de este capitalismo global, abigarrado, hibridado, y amagado en el

mundo virtual, no debe de impedir la posibilidad de desvelar, bajo el oropel de las nuevas

tecnologías, la bestia sin corazón que siempre ha sido, precisamente utilizando para

combatirlo esas mismas nuevas tecnologías detrás de las cuales pretende esconderse. La

Geografía se juega mucho si no se involucra en esta lucha, junto con otras ciencias

sociales, y consigue ser un punto de referencia en la construcción de la solidaridad y la

lucha contra la disciplina del cibercapitalismo, conservando su potencial de crítica

radical. Y ello de una manera que ha de ser necesariamente coordinada con otras

disciplinas y colectivos sociales, porque “para resolver este problema debemos empezar

por recordar que la sociedad moderna es un supersistema de sistemas: ambiental,

biológico, económico, cultural y político. Estos sistemas interactúan entre sí, de modo

que el progreso de cualquiera de ellos requiere el de los demás. Por ejemplo, la economía

no puede avanzar mucho si los trabajadores están enfermos y no hay ingenieros ni

gerentes competentes; a su vez, no se formarán ingenieros competentes si la economía no

los necesita y si el nivel cultural es bajo; la cultura no avanzará si está sometida a la

censura del partido politico gobernante y si la gente no tiene energía, tiempo libre ni ganas

de estudiar; y la política no se renovará a menos que la gente participe masivamente en

ella y disponga de la información necesaria para identificar los problemas sociales y

proponer soluciones. Y nada de esto será posible si no se protege el medio ambiente”

(BUNGE, 2010:37).

Este carácter ineludiblemente sistémico del entramado social, politico y económico del

mundo globalizado ya ha sido analizado a propósito de las sucesivas y yuxtapuestas crisis

a las que el neoliberalismo nos ha llevado y nos seguirá llevando.¿Cómo luchar contra

ellas desde la Geografía? Una vez más, al igual que ocurría con la respuesta ante los

394

excesos de la Geografía Cuantitativa, cada escuela geográfica propone, como se verá, un

enfoque distinto, pero con algo en común: todos son enfoques alternativos al

neoliberalismo.

Citando a Foucault (1988: 10): "El principal interés en la vida y el trabajo es llegar a ser

alguien que usted no era al principio”. Así que complementando la famosa tesis de que

los filósofos hasta ahora sólo han interpretado el mundo cuando el verdadero asunto es

cambiarlo (MARX et ENGELS, 1976), Foucault habría argumentado que nuestra tarea

además debe ser también la de seguir cambiando nuestra mente. Cambiar nuestra mente,

nuestra manera de interpreter la realidad, ya supone en parte cambiar el mundo y ello pasa

por incorporar, otras formas de conocer, ser y hacer que vienen desde abajo y en las cuales

la neogeografía tiene mucho que aportar. Como nos dice Mario Bunge: “para curar las

lacras sociales, es preciso emprender reformas sistémicas, o sea, renovar todos los

aspectos de la sociedad en lugar de limitarse a uno solo, tal como el económico, el político

o el cultural. Y esta reforma global no puede hacerse del día a la noche, sino que insumirá

varias generaciones: hay que abandonar malos hábitos (tales como el autoritarismo y el

consumismo) y crear nuevos hábitos (tales como la participación y la austeridad). Nada

de esto se logrará con revoluciones ni “terapias de choque” desde arriba, porque los

cambios súbitos suelen tener unas consecuencias inesperadas. La democratización va de

abajo hacia arriba y marcha gradualmente porque abarca a todos los sectores.” (BUNGE,

2010: 37). El ciberactivismo, en su vertiente neogeográfica y como movimiento social de

base, está en la raíz misma de esta interpretación. Ya ha quedado explicado anteriormente

como las aportaciones provenientes de la neogeografía colaboran a combatir el

cibercapitalismo en la triple vertiente analizada: denunciarlo, combatirlo y proponer

alternativas al mismo. Dichas aportaciones son en muchas ocasiones, por la misma

naturaleza de la neogeografia, inconnexas, limitadas, subjetivas y espontáneas. En

definitiva, carentes de coherencia en el sentido organizativo, aunque su estudio por parte

de la Geografía académica pueda dar lugar a rendimientos notables. En las páginas que

siguen se intenta aportar un poco de orden en ese vasto y fructífero campo de estudio que

es la neogeografía. Dicho intento se llevará a cabo analizando los posibles vínculos entre

la neogeografía y cada una de las tres escuelas de geografía que comparten el rasgo común

de ofrecer una alternativa al cibercapitaslimo. Se pretende en cierta medida, explorar un

camino complementario al andado en el capítulo anterior. En aquél quedó claro que la

neogeografía, en muchas ocasiones sin saberlo, es útil en la lucha contra la ideología

neoliberal y sus practicas depredatorias. En este se pretende hacer más visible dicha

395

utilidad y tratar de moderarla y organizarla, precisamente aportando ejemplos de posibles

vías para la integración de la neogeografía en la Geografía Crítica, la Geografía

Humanista y la Geografía de la Percepción respectivamente.

1.1. Geografía Crítica y neogeografía

Desde el momento en que la Geografía Crítica se ha ido consolidando como escuela

geográfica con una indudable impronta social, las fronteras con otras ciencias sociales se

han ido difuminando. Nadie debería poner en duda hoy en dia, al margen de que se esté

o no de acuerdo con los postulados ideológicos de una u otra escuela, la necesaria

participación de la Geografía en el estudio y análisis del hecho social, en el caso de la

Geografía Crítica desde un enfoque mayoritariamente marxista. Es un error tratar de

instalarse en un pretendido limbo “desideologizado”, como si opinar sobre el indudable

carácter social del espacio producido y vivido supusiera el riesgo de convertir a la

Geografía en una disciplina carente de rigor científico.

Desde ese punto de vista, uno de los mayores retos para la Geografía Crítica en la

actualidad es tratar de incorporar todo el acervo adquirido durante sus tres o cuatro

décadas de existencia y aplicarlo a la tarea de comprender críticamente una realidad

geográfica enormemente dinámica. Es decir, repensarse de acuerdo a unos patrones y

marcos referenciales que han cambiado de forma drástica para seguir siendo capaz de

ofrecer alternativas (en el caso que nos ocupa especialmente alternativas al cibercapi-

talismo).

La aparición de una cultura global, el nuevo lenguaje y las nuevas perspectivas de la era

de la información, la generalización de las nuevas tecnologías y el fenómeno de las redes

sociales e internet; todo contribuye a animar a la investigación en Geografía Crítica para

exponerse al desafío ideológico que supone integrar todo lo que se ha escrito y pensado

en estos años a propósito de los cambios locales y globales de las sociedades de nuestro

tiempo y explorar las alternativas que puedan aparecer. Con el ánimo, claro está, de

participar en una nueva generación de luchas dirigidas a construir un futuro anticapita-

lista. Algunos enfoques de Geografía Crítica de reciente aparición se refieren especifica-

mente a esta cuestión.

A) La cuestión de la escala

El primero de ellos hace referencia a la cuestión de la escala geográfica. En la década de

1970, antes de que el postmodernismo y los estudios culturales pusieran de moda el

396

constructivismo social en el campo las humanidades y las ciencias sociales, la Geografía

Crítica ya presentaba el espacio como un producto social. En este contexto la escala

geográfica era una parte esencial del proceso, de manera que el estudio del espacio como

producto social implicaba no solo el análisis de la planificación del territorio de acuerdo

a unos intereses y motivaciones dados, sino también de las dimensiones asignadas a cada

uso social y las distintas unidades “de medida” del territorio utilizadas. De esta manera,

el estudio de cualquier territorio de acuerdo a unas dimensiones u otras muestra

intenciones y finalidades distintas, hasta el punto de suponer realidades históricas,

políticas, ideológicas y económicas diferentes. Dicho en pocas palabras: las dimensiones

y escalas utilizadas para ordenar el territorio son reflejo de una ideología, de una manera

de pensar el mundo.

Un ejemplo concreto y muy cercano puede ayudar a comprender la importancia de la

escala. De acuerdo a lo expresado, en la Comunidad Valenciana, y en el ámbito concreto

de la ordenación politica y territorial, las escalas o niveles oficialmente reconocidos son

tres: municipal, provincial y autonómico. Como consecuencia de este hecho surge un

mapa de la Comunidad Valenciana dado. Sin embargo existe otra opción: no es difícil

encontrar mapas de la Comunidad Valenciana en los que la distribución territorial de la

misma está realizada atendiendo también a la distribución comarcal (Baix Segura, El

Comtat, etc.). Aquí, aunque la escala municipal y autonómica permanecen, la provincial

no siempre lo hace y en cualquier caso la cartografía resultante ofrece una organización

del territorio (una realidad a los ojos del que consulta el mapa) sustancialmente diferente

de la que resulta cuando no aparece esta cuarta escala territorial. Más todavía, con esta

cuarta dimension territorial (la comarca) en cierta cartografía desaparece la escala

autonómica, y las comarcas continúan desgranándose sin solución de continuidad en

Cataluña y Baleares para ofrecer a quien consulte el mapa una realidad totalmente

distinta, els Països Catalans. En esta última propuesta de ordenación politico territorial,

desaparece la escala autonómica (ni más ni menos que para tres comunidades autónomas),

desaparece la escala provincial, y tan solo se mantiene la escala municipal.

Lo relevante de este ejemplo, al margen de los posicionamientos politicos que suponen el

optar por una u otra version del territorio, es que muestran con rotundidad el carácter de

producto social a la hora de ordenarlo y dimensionarlo. En el ejemplo que se ha mostrado

son indudables las connotaciones históricas, políticas, ideológicas, culturales y lingüís-

ticas según se opte por una version cartográfica u otra.

397

Aunque luego es la historia la que decide, hay un segundo aspecto a resaltar de vital

importancia para el objetivo de esta tesis: en la medida en que una determinada cartografía

se consolida, y puesto que todas responden a una vision del mundo concreta, la

persistencia o aparición de otras cartografías supone la presencia de visiones del mundo

alternativas. En el ejemplo que se ha expuesto arriba, y llevando la propuesta de los Països

Catalans hasta sus últimas consecuencias (veáse figura 52), un ciudadano de cualquiera

de las tres comunidades citadas pasaría a serlo de un supuesto nuevo estado -en el que

por cierto también se integraría un pequeño contingente de franceses e italianos- y

perdería su condición de español. Esto sería indudablemente una verdadera alternativa a

su status actual.

Figura 52

Fuente: http://blocs.mesvilaweb.cat/vicent/?p=268581

398

Aplicado a los objetivos de esta tesis, y en concreto al papel que la Geografía Crítica

puede jugar en este nuevo contexto global, las implicaciones de lo explicado son

evidentes:

1) Cartografía de la globalización neoliberal.

Si, como se acaba de explicar, toda version cartográfica de un territorio, y sus

escalas correspondientes, implica una ideología que le subyace, habrá que detallar

cuáles son las preferencias del cibercapitalismo, en tanto que ideología, en esa

ordenación territorial del mundo. El fenómeno de la globalización y el adveni-

miento de la sociedad de la información está siendo cartografiado preferen-

temente de acuerdo a los patrones de conducta e intereses de dicha ideología. Ya

ha quedado suficientemente demostrado en el capítulo quinto de este bloque II

como, por ejemplo, la escala nacional o estatal esta siendo sistemáticamente

socavada para poner el estado de rodillas frente a instituciones supranacionales

que trabajan más por los intereses de determinadas élites politicas y económicas

que por el bienestar general de la humanidad. ¿Camina el mundo, por tanto, hacia

una “cartografía de lo supranacional” en la que los estados, progresivamente

debilitados por el avance del cibercapitalismo, queden desdibujados y reducidos

a sus aspectos folcklóricos y culturales, tales como una lengua distinta, una

gastronomía particular o unos momumentos emblemáticos? Esta pregunta

también es pertinente hacerla en relación a ese otro mundo que ya hemos incorpo-

rado a nuestras vidas, el ciberespacio. Aqui el cibercapitalismo parte con ventaja.

Éste fue el primero en ver las enormes posibilidades de reestructuración del capital

que le ofrecía la llegada de la sociedad de la información. Aunque ya se le combate

en la red en forma de ciberactivismo ha tenido tiempo, también en el ciberespacio,

de diseñar una cartografía del mundo virtual acorde con sus intereses y comple-

mentaria de aquella que está tratando de imponer en el mundo físico. Las

implicaciones de todo tipo, no sólo ideológicas, respecto de la creación de unas

cartografías u otras, adquieren mayor relevancia si cabe en este mundo virtual que

en el físico y material, tal y como los siguientes ejemplos demuestran.

399

Figura 53

Fuente: http://farm9.staticflickr.com/8299/7922150206_402af0e51c_z.jpg

Según el mapa de la figura superior la multinacional McDonald’s está presente en todo el

mundo. Aunque aparecen las fronteras entre estados nacionales, el logotipo de la marca

aparece en todos los continentes y no hay escala cromática alguna que diferencie entre

países con una mayor o menor presencia de esta franquicia. La conclusion, por tanto, que

cualquier persona extrae a la vista de la imagen es que McDonald’s está presente en todos

los países del mundo sin excepción.

Sin embargo, si se atiende a la figura 54, situada a continuación en este texto, la realidad

es otra bien distinta. Curiosamente, aunque en este caso las fronteras nacionales de los

estados no aparecen delineadas, dentro de cada continente sí se separan mediante colores

los países que disponen de algun establecimiento de la marca estadounidense de comida

rápida de aquellos otros que no. El resultado, la percepción de quién consulta un mapa u

otro, será en consecuencia bien distinta. Según la figura superior McDonald’s está

presente en todos los países del mundo, se utiliza para ello la escala supranacional

(continentes), aunque engañosamente se trazan en cada continente las fronteras estatales,

para generar la percepción deseada. Según la figura inferior, que refleja otra realidad bien

400

distinta, la archiconocida franquicia tan solo está presente en 119 países, mientras que

hay 105 que componen lo que se denomina “zonas libres de McDonald’s”85

No existen los restaurantes McDonald’s en África (excepto en Egipto, Argelia y

Sudáfrica), ni en algunos estados balcánicos como Serbia, ni en muchos países del

Sudeste Asiático o de Oriente Medio, como Siria, Irak o Pakistán, en estos últimos tres

casos por motivos de seguridad (los restaurantes que había en Irán también fueron

cerrados por razones políticas en 1994). Por otra parte, hay países en los que no tiene

presencia la red de comidas rápidas por motivos ideológicos. Cuba (excepto Guantánamo,

donde sí existe uno) y Corea del Norte son probablemente los casos más emblemáticos.

Finalmente, la escasa rentabilidad fue en cambio el motivo que llevó a cerrar los

McDonald’s en países como Jamaica, Barbados, Islandia o Bolivia. En este último caso

tras cinco años de operaciones sin los resultados esperados, la empresa quebró y retiró las

ocho filiales bolivianas. Muchos argumentan que las causas del fracaso residen en el

tradicionalismo alimenticio del país y en la mentalidad de su población, pero probable-

mente las motivaciones políticas e ideológicas también hayan tenido su peso en tal

decisión. Como anécdota cabe destacar que el mayor y más frecuentado restaurante de

McDonald’s en todo el mundo es el que se encuentra en la Plaza Pushkin de Moscú86.

Al margen de todas estas consideraciones, que darían para extraer muchas e interesantes

conclusiones, la comparación entre uno y otro mapa sirve finalmente para mostrar como

la utilización de una escala u otra, en este caso la supranacional o la nacional, da lugar a

realidades distintas. Cuando “aparece” la escala nacional llama la atención especialmente

la escasa presencia de McDonalds en África. Ello permite comprobar a golpe de vista la

extraordinaria correspondencia entre la ausencia de la multinacional y el hambre en esa

región del mundo cuando se compara con otras aportaciones cartográficas. Sobre ello se

abundará enseguida a mediante otro ejemplo de aportación neogeográfica.

2) La necesidad de una alternativa

La importancia de pensar criticamente sobre la escala geográfica estriba en que

permite proporcionar una poderosa alternativa al discurso narrativo propio de la

globalización neoliberal. La mayoría del discurso dominante sobre la globalización

considera inevitable la homogeneización de las condiciones culturales y económicas

85 <http://www.infobae.com/2014/10/03/1599396-el-mapa-del-dia-los-paises-que-no-tienen-mcdonalds>. [05-09-2015]. 86 <http://canalviajes.com/mapas-raros-mcdonalds-en-el-mundo/>. [05-09-2015].

401

que están ocurriendo a lo largo y ancho del planeta, como el ejemplo de “McDonald’s

en todos los países” acaba de demostrar.

Figura 54

Fuente: http://canalviajes.com/mapas-raros-mcdonalds-en-el-mundo/

Una respuesta lógica a esto desde la Geografía Crítica consiste en remarcar la creciente

desigualdad que la globalización, entendida a la manera cibercapitalista, conlleva. Las

nuevas formas de explotación de los trabajadores y los nuevos métodos del

cibercapitalismo, ya expuestos suficientemente en capítulos anteriores, requieren en

respuesta el desarrollo de un discurso que permita interpretar las crecientes diferencias

sociales como diferencias territoriales y, en consecuencia, diferencias geográficas. Dichas

diferencias espaciales (por ejemplo entre el centro de una ciudad y sus suburbios, o entre

la distribución de zonas verdes en una ciudad), pueden ser utilizadas para demostrar la

naturaleza ideológica de algúnas formas de diferenciación territorial que tienen su

traducción en lo social.

Después de todo lo explicado, queda claro que la escala no es un simple concepto ni una

simple opción metodológica, sino un mecanismo de medición del territorio que organiza

las actividades sociales en unidades geograficamente diferenciadas: ciudades, regiones,

estados, etc. Dichas escalas así producidas socialmente contienen ciertos tipos de activi-

dad social. Visto desde esta perspectiva es fácil comprender por qué el cibercapitalismo

prefiere y fomenta la escala global: entre las decisiones a mano alzada en municipios con

402

decenas de habitantes, imposibles de sustraerse a la voluntad popular y que tan solo

afectan a esos pocos habitantes, o las decisiones tomadas en secreto en el despacho de un

rascacielos de alguna metrópoli, pero que acabaran afectando a millones de personas, la

opción es clara para los intereses del capital. En medio de estos dos extremos, lo

microlocal y lo global, encontramos otras escalas intermedias: la local, la comarcal, la

regional, etc. Lo esencial es comprender que el cibercapitalismo se encuentra más

cómodo cuanto mayor es la escala, ya que ello aumenta sus posibilidades de

enmascararse, diluirse progresivamente en las escalas inferiores y evitar la asunción de

responsabilidades y las explicaciones debidas a la ciudadanía. Las reuniones en lugares

de difícil acceso, a puerta cerrada y rodeados de auténticos ejércitos de fuerzas de

seguridad (por ejemplo los encuentros del denominado G8), así lo atestiguan.

¿Qué puede hacer la Geografía Critica ante este hecho? Dos cosas: proponer una version

distinta de la escala global, por un lado, y fomentar otras escalas de rango inferior, por

otro. A continuación se ofrecen dos ejemplos de aportaciones neogeográficas como mues-

tra de cada una de estas dos opciones.

Figura 55

Fuente: http://www.wfp.org/

Este ejemplo de aportación neogeográfica proviene del World Food Programme (WFP),

organismo dependiente de la ONU. Según el mismo había en el mundo, en el año 2009,

795 millones de personas malnutridas. Eso significa que una de cada nueve personas en

403

el mundo no disponen de suficiente alimento para desarrollar una vida saludable y activa.

De hecho el hambre y la malnutrición son la primera causa de muerte en el mundo, y son

las responsables de más muertes que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas. Lo sor-

prendente es que, al contrario que otras pandemias que asolan determinadas regiones del

mundo, el problema del hambre tendría solución simplemente con voluntad política y

utilizando las herramientas y políticas adecuadas.

Tal y como las estadísiticas de dicho organismo atestiguan, el África SubSahariana es la

región del mundo con la tasa más alta de prevalencia (porcentaje de población) en relación

al problema del hambre. Allí, una persona de cada cuatro está malnutrida.87

Este hecho se observa claramente en el mapa del hambre de 2009 de la figura superior,

que a su vez sirve para aportar uno de los dos ejemplos de respuesta posible a esa

cartografía propia de los intereses de las grandes corporaciones: la propuesta de otra

cartografía alternativa que ofrezca otra vision de la realidad.

En el caso que nos ocupa, merece la pena comparar el mapa del hambre de 2009 con los

anteriormente facilitados a propósito de McDonald’s. Con muy pocas excepciones, los

países que aparecen en la figura 54 como “zonas libres de McDonald’s” son también

aquellos en donde el hambre es un problema para su población. Destaca con fuerza el

hecho de que el África Subsahariana, esa zona donde el hambre es un problema endémico,

es la region del mundo donde no hay ningún establecimiento de la marca norteamericana.

A la luz de este ultimo dato la conclusion parece evidente: mientras en unas regiones del

mundo se sale a comer fuera de casa (aunque sea comida a precios baratos y de dudosa

calidad), en otras no tienen nada para comer dentro. Si, por ultimo, se compara el mapa

del hambre con la figura 53 el contraste es todavía más nítido. Nada queda de esa vision

homogénea propia de los intereses de McDonald’s en donde todos los países del mundo

disfrutan de sus servicios y en donde nadie pasaría hambre.

El siguiente es un ejemplo de aportación neogeográfica propia del ciberactivismo en la

modalidad de blogger, ya definida con anterioridad.

“Piensa globalmente, come localmente” es uno de los lemas de este movimiento social

surgido en Norteamérica hace unos años. Se denominan localívoros, aunque no son una

tribu, y su propuesta pasa por alimentarse preferentemente de productos locales, dentro

de un radio de no más de 160 Km.

87 <https://www.wfp.org/content/wfp-annual-report-2009-english>. [12-07-2015].

404

Figura 56

Fuente: http://www.agro20.com/profiles/blogs/2015296:BlogPost:8525

En este caso se trata de un blog para compartir y debatir los beneficios sobre el consumo

de productos elaborados en un entorno cercano, aprovechando recursos y beneficiándose

de la mejora de la economía local. Los tres aspectos básicos que se pretenden fortalecer

mediante iniciativas de este tipo son los siguientes:

- Consumo responsable: ser responsable en nuestras compras, prestando atención a

detalles como el origen del producto, uso de bolsas de plástico, envoltorios innece-

sarios, etc.

- Consumo regional: procurar comprar productos de nuestro entorno más cercano,

siempre será más ecológico, además de beneficiar la economía local.

- Comercio justo: evitar intermediarios entre productor y consumidor, pagar por un

producto un precio que permita subsistir al productor.

Esta nueva conciencia de consumo se rebela contra un hecho real que debería de hacer

reflexionar: la comida de cualquier ciudadano acomodado del norte desarrollado recorre

una media de 2.300 Km antes de llegar al plato. Ello implica una altísima cantidad de

emisiones contaminantes, enormes cantidades de energía y combustibles gastados en la

producción, el transporte, envasado y distribución de estos productos. Según los

argumentos de este nuevo movimiento social, el consumo de productos locales dismi-

nuiría enormemente el impacto medioambiental de nuestra comida y sería una gran

405

contribución a la lucha contra el cambio climático y los demás procesos que maltratan

nuestro medio ambiente y que incluso ponen en peligro el futuro de nuestro planeta.88

Lo relevante de este ejemplo, complementario del anterior que ofrecía visiones

alternativas en la escala global, es la reivindicación de escalas más reducidas, en este caso

la local, como respuesta a esa globalización que no atiende al interés general ni al bien

común. Lo local y cercano, en muchas ocasiones, es imposible de disfrazar en el mundo

virtual, ya que es un espacio asequible, el espacio físicamente habitable donde todo está

más cercano y donde la ciudadanía tiene mucha más capacidad de control sobre la toma

de decisiones. Por eso, como se explicará en detalle más adelante, la Geografía Humanista

y la Geografía de la Percepción, al reivindicar los lugares vividos y lo vivido en los

lugares, colaboran en parte en la lucha contra el cibercapitalismo, que pretende prescindir

de ellos para llevarnos a una escala global imposible de gestionar salvo para las grandes

instituciones o corporaciones.

En definitiva, y después de analizar los ejemplos aportados al respecto, queda claro que

la producción de escalas que acaban imponiéndose como las más comunes proporciona

el marco espacial en el que se intentan desarrollar formas de poder con evidentes

consecuencias sociales, políticas, culturales y económicas. Esta forma de pensar sobre la

escala tiene por tanto indudables implicaciones politicas, desde el momento en que se

hace necesario estar presente en todas ellas, y “saltar” de una a otra para reforzar la pre-

sencia allí donde se considere conveniente. Así, por ejemplo,el movimiento localívoro se

desplaza hacia bajo en la escala, desde lo global a lo local, pero también ocurre en sentido

contrario, iniciativas en principio de escala reducida han acabado saltando a la global. La

primera cumbre de Porto Alegre en 2001 en Brasil, de escala entonces local, ha acabado

cristalizando en el Foro Social Mundial (FSM), un encuentro anual que llevan a cabo

miembros del movimiento por una globalización diferente y que ha ocupado con éxito la

escala global. Se ha celebrado desde entonces reunions del FSM en India, Tunez, Kenia,

Venezuela y Senegal, estando prevista su próxima reunion de 2016 en Canada. Es sin

duda el ejemplo más conocido de propuesta alternativa a la vision unidimensional y

economicista propia del ciberapitalismo: la cuestión de quién define la globalización está

intimamente ligada a la de qué intereses aparecen y se ven reforzados en dicha escala

global.

88 <http://blogs.lavozdegalicia.es/menudeldia/tag/localivoros/>. [08-09-2015].

406

En todos estos fenómenos internet y las redes sociales son una condición necesaria. La

Geografía Crítica debe de estar atenta a este proceso y saber integrarlas en sus formula-

ciones teóricas y practicas, convirtiéndolas así en neogeografía crítica, y con la finalidad

de ofrecer una alternativa a las pretensions hegemónicas del cibercapitalismo.

B) La relación con el ciberactivismo.

El segundo aspecto a considerar especialmente por la Geografía Crítica, y directamente

relacionado con el de la escala, es la atención al activismo social en internet, el

ciberactivismo. Dada su indudable impronta marxista, la Geografía Crítica cometería un

error si no supiera adaptarse a esta nueva realidad. Afortunadamente, algunas iniciativas

promovidas principalmente desde el ámbito académico están tratando de conseguir dicha

adaptación:

1) Conectar con el activismo. La Universidad de Siracusa, Estados Unidos, ha puesto

en marcha el People’s Geography Project, cuyo propósito es trasladar la investi-

gación realizada durante las pasadas décadas en el ámbito del marxismo, el

feminismo y otros movimientos sociales a una serie de vídeos, libros y panfletos

bajo el título de People’s Geography of the United States. Toda esta documenta-

ción estará accessible para su libre lectura y consulta en la página web del

Proyecto.89

2) Globalizarse. La Geografía Crítica debería de “saltar” desde la escala nacional o

regional a la global. Su indudable peso específico en el mundo anglosajón no tiene

correspondencia con su escaso predicamento en otras regiones del mundo, entre

las cuales se encuentra sin duda España. Sin embargo, los intentos por cerrar esa

brecha ya están en marcha. Ya en su primera conferencia inaugural en Vancouver,

en 1997, el International Critical Geography Group (ICGG) incluyó la participa-

ción de 30 países de los cinco continentes. Desde entonces se ha venido

celebrando sin interrupción en Corea del Sur (2000), Hungría (2002), México

(2005), India (2007) y Alemania (2011). La última conferencia del ICGG se cele-

bró en julio de 2015 en Ramallah (Jerusalen). La ICGG se compone de un amplio

abanico de profesionales de la Geografía crítica, mayoritariamente de orientación

marxista, que buscan proporcionar una alternativa intelectual y política desde

planteamientos ideológicos y politicos de izquierda.90

89 <www.peoplesgeography.org>. [26-07-2015]. 90 <http://internationalcriticalgeography.org/>. [13-07-2015].

407

3) Participar del movimiento antiglobalización. Aunque estrechamente conectado

con los dos puntos anteriores, dada la atención que se le está prestando al fenó-

meno de la globalización en esta tesis, merece ser citada aparte la necesidad de

conectar e integrarse en el movimiento antiglobalización. Como ya se vió en

páginas anteriores la llamada “batalla de Seattle” marcó un hito en la breve

historia del ciberactivismo y es también un punto de referencia clave a la hora de

articular la protesta social contra la globalización neoliberal. Como consecuencia

de ello algunos geográfos orientaron su trabajo hacia el apoyo al movimiento

antiglobalización (WAINRIGHT et al., 2000; FANNIN et. al., 2000). En la

medida que el el movimiento antoglobalización se extiende por el mundo, así

también debería de hacerlo la investigación en Geografía Crítica para apoyarlo,

estableciendo nuevos lazos de conexion con el ciberactivismo.

En definitiva, muchas de las cuestiones de interés politico en la actualidad son también

de naturaleza geográfica: la globalización, la autonomía local, la identidad regional, el

debilitamiento del estado, etc. Esta es una situación delicada para los centros del poder

establecido desde el momento en que la naturaleza política de estas cuestiones geográficas

es cada vez más evidente. Los cibergurús de la globalización consecuentemente han

argumentado con fuerza tratando de demostrar la perdida de importancia de la Geografía,

proponiendo que ésta es ya irrelevante y pretendiendo llevarnos “más allá de ella”. La

pretendida muerte de la distancia planteaba un escenario en el que la globalización nos

proporcionaría una fascinante igualdad de condiciones de dimensiones planetarias. Antes

al contrario, los temas de importancia política en la actualidad suponen la incuestionabi-

lidad de cómo las desigualdades geográficas, suficientemente detalladas en el capítulo IV

del bloque II, son reconstruidas de tal manera que confirman diferencias sociales

tradicionales y hacen aparecer otras nuevas, imposibilitando una vez más la pretension de

concebirlas como algo inevitable y natural.

Más que nunca una correcta comprensión de cómo las escalas geográficas, tal y como han

sido entendidas en las páginas anteriores, son establecidas, mantenidas y reconstruidas,

junto con su innegable importancia a la hora de construir realidades políticas y sociales,

demuestran la necesidad de formular estrategias políticas encaminadas a construir un

futuro alternativo.

Pero el análisis de esta realidad que la Geografía Crítica lleve a cabo debe de adaptarse a

la nueva situación, para ser capaz de garantizar propuestas apropiadas de utilización del

espacio. Hardt y Negri (2000), ya citados a propósito del ciberactivismo, sugieren que

408

nos enfrentamos a un nuevo tipo de “Imperio global” en el cual el poder emana de una

red global discontinua y virtual. El poder económico, politico y cultural no reside en un

lugar concreto sino que simplemente habita en una red de conexiones, en los flujos. De

esta manera, al insistir en el anonimato y la desubicación del poder, este argumento

desvela a las claras la indudable carga ideológica de las propuestas de los augures de la

globalización neoliberal.

La Geografía Crítica, consciente de ello, debe interpretar la reconfiguración de las escalas

geográficas -desde la humana y microlocal a la planetaria- como un proceso marcada-

mente politico y de relaciones de poder. A medida que el mundo cambia la Geografía

Crítica necesita reinventarse continuamente para adaptarse a nuevas realidades.

Este es el mayor desafío de la globalización. Nunca ha sido más urgente para la Geografía

Crítica adoptar una perspectiva novedosa para comprender en su totalidad la naturaleza

política de esta nueva fase de acumulación del capital y ofrecer alternativas al mismo. No

es suficiente denunciar que la globalización, entendida a la manera cibercapitalista, es

consustancial al neoliberalismo y combatir la autopropaganda de la sociedad de la

información que este lleva a cabo. Como la realidad de estos doscientos años de

capitalismo demuestra, incluso las ideas más radicales son capaces de ser cooptadas,

integradas y disfrazadas, merced a la poderosa maquinaria mediática puesta al servicio de

los intereses del capital, hasta el punto de acabar convirtiéndose en ocasiones en una

posibilidad de negocio. Así pasó por ejemplo con el movimiento hippie en los años 60

del siglo XX, y en cierta medida con el ecologismo y “lo verde” en la actualidad. Desde

esta perspectiva la mejor opción para la Geografía Crítica es seguir siendo radical,

dialéctica y profundamente crítica, para poder reinventarse permanentemente.

1.2. Geografía Humanista y neogeografía

En esta corriente de pensamiento geográfico el concepto de lugar ocupa una posición

central. Éste es concebido como un centro de significado o foco de nexo emocional, más

que como un mero punto físico en el espacio. La aproximación humanística es una

reacción contra la visión mecanicista y objetiva del ser humano, en favor de una visión

que destaca los aspectos más humanos: significados, valores y ambiciones que cristalizan

en torno a lugares concretos. Así, “ya que en términos sociales el espacio se convierte en

lugar, la idea abstracta de espacialidad adquiere dimensiones significativas, y la distancia

define relaciones de proximidad o de deshumanización” (ESTEBÁNEZ, 1982:18). Este

409

mismo autor encuentra a su vez puntos de encuentro entre la Geografía Humanista y la

Geografía de la Percepción cuando esta última “subraya el carácter holístico de la ciencia,

en oposición a la visión analítica que separa artificialmente los conceptos, y para ello se

busca una teoría global no abstracta, sino contextual que permita interpretar las relaciones

recíprocas y activas del hombre y el medio” (ESTEBÁNEZ, 1982:18). En este sentido, el

paisaje es un lugar que merece especial atención y desde él parten algunos de los

planteamientos de la Geografía Humanista. Como el lugar no tiene escala, la casa, la

plaza, el pueblo o el paisaje de una comarca o región pueden ser lugares, puesto que

todos ellos –después de una relación íntima y cotidiana- pueden convertirse en símbolos

de nuestras aspiraciones, frustraciones, emociones y experiencias pasadas y presentes.

(NOGUÉ, 1985).

A la Geografía Humanista se le ha criticado, fundamentalmente desde el marxismo

(CRESSWELL, 2013; PEET, 1998; ROSE, 1995), la excesiva importancia concedida al

factor humano en detrimento de estructuras políticas y económicas de mayor escala que

diseñan los lugares y los mundo vividos, Y también su “esencialismo”, es decir, asumir

una suerte de condición humana universal que solo se comprende cuando todas las otras

contingencias, como la historia o la cultura son dejadas de lado. Tampoco faltan, por otro

lado, las posturas que ven ciertas posibilidades de acercamiento entre ambas escuelas

geográficas. David Harvey, por ejemplo, no deja de reconocer la confluencia de intereses

entre marxismo y humanismo a la hora de luchar en un frente común contra el neolibe-

ralismo cuando dice “el humanismo es el espíritu que inspira a innumerables personas a

dar infatigablemente lo mejor de sí mismas y, a menudo sin recompensa material, a

contribuir desinteresadamente al bienestar de otras. Los humanismos cristiano, judío,

islámico y budista han generado organizaciones caritativas muy extendidas, así como

figuras icónicas como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, la madre Teresa y el obispo

Tutu. Dentro de la tradición laica, existen muchas variedades de pensamiento y práctica

humanistas, que incluyen corrientes explícitas de humanismo cosmopolita, liberal,

socialista y marxista. Y por supuesto, filósofos morales y políticos han ideado a través de

los siglos innumerables sistemas éticos de pensamiento antagónicos, basados en diversos

ideales de justicia, concepciones cosmopolitas y libertades emancipatorias” (HARVEY,

2014: 276).

En cualquier caso, y en apoyo de una postura proclive a hallar puntos de encuentro entre

ambas escuelas geográficas, cabe decir que la Geografía Humanista parece haber

experimentado un rejuvenecimeinto en los últimos años gracias a las aportaciones en

410

investigación llevadas a cabo desde su vertiente fenomenólogica, lo cual ha supuesto una

cierta revisión de sus planteamientos fundacionales. Insistiendo en la “localidad del ser”,

se reconoce que la Geografía Humanista ha adolecido durante bastante tiempo de lo que

se podría denominar exceso de subjetivismo. El lugar era interpretado como una

representación subjetiva, ya sea cognitiva o afectiva, experimentada dentro del individuo

y ontológicamente distinta de su entorno objetivo exterior. Como el filósofo fenome-

nológico Jeff Malpas (1999: 30) señala, este enfoque subjetivista es insuficiente

ontológicamente porque "no proporciona ninguna explicación real del concepto de lugar

como tal, ya que se limita yuxtaponer la idea de una parte del espacio físico objetivo con

lo cualidad subjetiva emocional o afectiva o con un conjunto de cualidades y así trata al

lugar como una derivación de estas ideas más básicas". A medida que se revisaban estas

concepciones sobre su naturaleza por Malpas, y por el también filósofo fenomenológico

Edward Casey (1997, 2009), el lugar pasa a ser entendido como una estructura ontológica

primaria que implica conjuntamente tanto la experiencia humana como el mundo material

en el que ocurre esa experiencia. Desde ese momento para la Geografía Humanista

quiénes somos refleja también dónde estamos, y esto implica, detallándolo un poco más,

que la manera en la que somos, la forma como vivimos, pensamos, y experimentamos

nuestro ser, es inseparable de los lugares en los que vivimos. Nuestras vidas están

entrelazadas con los lugares, las cosas y las personas con las que interactuamos en esos

lugares, a través de los cuales nos movemos, en los que llevamos a cabo nuestras acciones,

y con respecto a las cuales nos orientamos y nos localizamos a nosotros mismos.

Esta afirmación de que el ser humano es siempre ser humano en un lugar, la “localidad

de ser" (MALPAS, 1999: 8), tiene importantes implicaciones epistemológicas para el

desarrollo del pensamiento geográfico humanista, ya que presupone que “La propia

apariencia de las cosas, de los objetos, de uno mismo y de los demás, sólo es posible

dentro de la brújula del lugar que todo lo abarca”'(MALPAS, 1999: 15). Si el mundo se

nos presenta sólo a través de sus lugares concretos, ello implica que las conexiones

humanas con el lugar, en la medida en que podemos influir sobre ellas, no son contingen-

tes ni accidentales. Por el contrario, ser un ser humano es ya para siempre estar

emplazado, localizado: "Es a través de nuestro compromiso con el lugar como nuestro

propio ser humano se hace real, pero también a través de nuestro compromiso ese lugar

adquiere un sentido y un significado propio" (MALPAS, 2009: 33). Las implicaciones de

este enfoque humanista en el contexto del contenido y objetivos de esta tesis doctoral, y

411

más concretamente para la articulación de alternativas a los planteamientos hegemónicos

del cibercapitalismo son más que evidentes:

- Importancia concedida al lugar concreto vivido, contraria a la visión uniforme y

reduccionista del cibercapitalismo, gracias a la cual se produciría, aunque no para

los ciberxcluidos, una democracia basada en el consumo (homo consumans).

Contra la consiguiente muerte de la distancia, que haría perder importancia paula-

tinamente a los lugares físicos donde se desarrolla la vida, la Geografía Humanis-

ta, al reinvindicar el papel central del lugar físico, propone una alternativa a la

visión cibercapitalista y ayuda a combatir las pretensiones hegemónicas del

neoliberalismo. Cabe añadir, y este asunto será tratado con más detalle en breve,

que la importancia dada al lugar por la Geografía Humanista se ha de trasladar al

ciberespacio. En la sociedad de la información tan vividos y experienciales

pueden resultar los lugares físicos como los virtuales, los websites.

- El compromiso con el lugar concreto sin el cual no es posible el ser humano. La

afirmación de que la calidad del lugar vivido influye sobre la calidad de vida y

viceversa son un claro llamamiento a la acción. Las personas pueden y deben,

luchar por tener lugares más habitables, material y socialmente. Los lugares son

en última instancias sistemas vivenciales, y en un sistema el equilibrio se altera

cuando algún elemento se degrada o cambia. No habrá calidad de vida si el lugar

donde se vive sufre agresiones medioambientales, lo cual a su vez influirá en el

estado de animo y en las relaciones sociales. Del mismo modo, no se puede

pretender un lugar de calidad si se permite que en el existan desigualdades

lacerantes e injusticias evidentes. Quiénes somos refleja dónde estamos, pero

dónde estamos refleja también quienes somos. La Geografía Humanista llama a

pasar a la acción para proteger o mejorar nuestros lugares, y al hacerlo combate

el cibercapitalismo, para el cual, como ya ha quedado demostrado en el capítulo

segundo del segundo bloque, el maltrato al medio ambiente o las desigualdades

sociales son a lo sumo consecuencias inevitables de su lógica de funcionamiento.

Añadir además aquello que ya se ha comentado en el apartado anterior: la calidad

de las websites, como lugares virtuales que son, refleja nuestra calidad de vida.

Dónde estamos en el ciberespacio también refleja quiénes somos.

- Perspectiva relacional. Contrariamente a lo que veces se piensa, la importancia

concedida en la Geografía Humanista a lo subjetivo, en la medida en que el lugar

es importante para la experiencia vivencial que cada individuo tiene del mismo,

412

no implica individualismo, más bien todo lo contrario. Darle importancia al lugar

no implica quitársela a las personas (ni a las instituciones en sentido amplio) con

las que se comparte dicho lugar, dichas personas e instituciones son parte de ese

lugar; de hecho son el elemento más importante de las vivencias de cada uno. Esta

perspectiva tiene dos importantes implicaciones epistemológicas para la Geogra-

fia Humanista. Por un lado, subraya el componente relacional del espacio vivido,

y por otro lado remite inmediatamente a la noción de comunidad. Ambas cosas

permiten poner en duda nuevamente la visión del mundo que el neoliberalismo

está tratando de imponer en esta nueva sociedad de la información.

Contrariamente a un espacio uniforme y financieramente globalizado, lo que la

Geografía Humanista propone son multiples espacios relacionales, y por tanto

relativos a la manera que fueron tratados y explicados en el capítulo sexto del

segundo bloque. De esta manera, al poner el acento sobre la diversidad, la Geogra-

fía Humanista se opone al cibercapitalismo. Este último, como ya se explicó al

tratar las implicaciones de la Geografía Crítica en lo relativo a la escala geográ-

fica, se encuentra más cómodo en la escala global, de hecho pretende convertirla

en la preponderante cuando no en la única. En cierta manera, al hacerlo así, el

cibercapitalismo está tratando de instaurar un único lugar como marco de nuestras

experiencias vividas, el del planeta tierra, y delimitar así nuestro marco vivencial

-qué experiencias podemos vivir y cuáles no- a través del ciberespacio, en el

mundo virtual. Por resumirlo en pocas palabras: la insistencia del cibercapitalismo

en fomentar la escala global, corre paralela al intento de ningunear los lugares

concretos, de ahí que uno de los términos preferidos de esta ideología sea el de

deslocalización. La Geografía Humanista al insistir en la importancia del lugar,

en la localización, sin duda plantea una alternativa al citado intento.

Pero, por otro lado, desde el momento en que el lugar es importante en Geografía

Humanista, en la medida en que este enmarca nuestras relaciones sociales

concretas, ocasiona de manera natural comunidades o agrupaciones de individuos

que comparten intereses comunes. Esto implica un llamamiento a la defensa de

los “lugares comunes”. Aunque para la Geografía Humanista el valor de la

experiencia subjetiva es importante, ello no significa la defensa de posturas

individualistas, antes bién “El humanismo como modo de vida ha puesto el énfasis

en las virtudes de la justicia, la compasión y la generosidad para con el prójimo.

Esto se ha materializado en el humanitarismo, la organización de partidos

413

políticos y el compromiso personal en problemas que afectan a la condición

humana” (BUTTIMER, 1992: 38). Lo comunitario, la defensa del lugar común,

sale reforzada en la Geografía Humanista cuando se enfoca desde este punto de

vista. Y esta defensa de lo comunitario y local es nuevamente una alternativa al

fomento de lo individualista y global que caracteriza al cibercapitalismo. No hay

quizás mejor ejemplo de lo dicho que la defensa concreta que llevan a cabo

algunas ONGs de los derechos de los pueblos indígenas (razón por la cual se utili-

zará como ejemplo de aportación neogeográfica en breve). Desde el punto de vista

de la Geografía Humanista, la acción humanitaria que dichas organizaciones

llevan a cabo es una lucha de lo local contra lo global, y del comunitarismo frente

al individualismo.

Esta concepción del espacio vivido es potencialmente transformadora en lo conceptual y

en lo práctico. Los lugares y la ordenación del espacio resultante se nos revelan como un

producto humano y social en la medida que son una solución de compromiso entre el

lugar y lo vivido en él. El lugar es poderoso porque, simplemente por ser lo que es, reúne

mundos vividos espacial y ambientalmente, enmarcando los ámbitos de la acción huma-

na, su significado y su intención, acción e intención, cuestiones todas que a su vez retro-

actúan sobre la fabricación del lugar. De nuevo la noción de bucle recursivo tal y como

la concibe el filósofo Edgar Morin aparece con fuerza en este contexto relacional

individuo-lugar. Este enfoque significa que el lugar no es un medio físico separado de las

personas asociadas a él, sino más bien una complejo indivisible. Se trata de un fenómeno

complejo y dinámico, que incorpora procesos generativos a través de los cuales un lugar

y sus experiencias y significados se transforman constantemente (SEAMON, 2014). Cada

lugar vivido también implica que la calidad de la vida humana está íntimamente relaciona-

da con la calidad del lugar en el que se desarrolla la vida y viceversa. Como Malpas

explica: “Puesto que la vida es en efecto algo que se constituye en y a través de su relación

con los lugares en que se vive, así la riqueza de la vida, y el desarrollo de su sentido propio

y su carácter unitario, está ligada directamente a la forma en que la relación vivida con el

lugar viene a articularse y se expresa. En ese caso, vivir de una manera que es negligente

con el lugar será vivir de una manera que es negligente con la vida misma –será vivir en

una forma que pueda dar lugar a un modo de existencia empobrecido y quizás incluso

fragmentado. Cuidar y atender a nuestras propias vidas exige por lo tanto que también

cuidemos y atendamos el lugar” (MALPAS, 2001: 232).

414

La importancia concedida al lugar como espacio vivido, la necesidad de transformarlo y

humanizarlo, la pertenencia a comunidades y colectividades de individuos conscientes de

tal tarea, todas ellas cuestiones clave en el ideario de la Geografía Humanista en el mundo

físico y real, deben de trasladarse también el mundo virtual. Si la Geografía Humanista

lucha por un mundo más atento a las personas, más humano, esa lucha ya se está librando

también en el ciberespacio. A continuación se realiza un breve repaso del ideario de la

Geografia Humanista a través de sus principales teóricos, extrapolando sus conclusiones

al mundo virtual para poner de relieve que aquello que es necesario llevar cabo en el

mundo real (en los lugares), también debe hacerse -ya se está haciendo- en el mundo

virtual (en los sitios web). Actuando así, la Geografía Humanista estará combatiendo las

visiones uniformes e instrumentalizadas del capitalismo en el ciberespacio, a las que

también se opone en el mundo real. Siguiendo a GONZÁLEZ (2011) serían los

siguientes:

- Para Edward Relph si la Geografía está interesada en la comprensión de la gente

a nivel humano, un conocimiento práctico de los lugares físicos es esencial para

la existencia humana. El lugar físico es una experiencia profunda y compleja de

la experiencia humana en el mundo (RELPH, 1976). Evidentemente en la

sociedad de la información del siglo XXI los lugares ya no son sólo físicos sino

también virtuales. Cada vez más personas experimentan los lugares virtuales no

como algo anecdótico, sino como una parte más o menos importante de su

experiencia vital diaria. En muchas ocasiones se puede decir, sin temor a

equivocarse, que dichos lugares virtuales (websites) son incluso más importantes

que los lugares físicos. Si los lugares físicos siempre han sido el soporte del mundo

vivido, de las experiencias cotidianas, los lugares virtuales también lo son ya de

forma creciente.

Al mismo tiempo para este autor existe una fuerte relación entre la

comunidad/colectividad y el lugar, hasta el punto de que ambos se refuerzan

mutuamente. La importancia de este posicionamiento a favor de la idea de la

comunidad es de especial relevancia en el contexto de este trabajo de investiga-

ción. En la experiencia personal y colectiva de lugares concretos hay una fuerte

vinculación que constituye "nuestras raíces en los sitios", y que se suele traducir

en la constitución de comunidades de intereses: “La autenticidad e inautenticidad

del lugar es otro concepto de este autor. Un sentido auténtico del lugar implica

estar y pertenecer a un lugar (casa, ciudad de origen, región) como individuo y

415

miembro de la colectividad. Proporciona una sólida fuente de identidad para las

personas y la colectividad” (GONZÁLEZ, 2011: 997). Al contrario de lo que se

piensa en ocasiones, tal y como ya se analizó en el bloque I de esta obra, las

relaciones a través de internet y las redes sociales, o Computer Mediated Commu-

nication (CMC), presentan desventajas, pero también ventajas respecto de las

relaciones establecidas en el mundo físico. Así, a diferencia de lo que se pensaba

al comienzo de la era de la información, allá por los años 60 del pasado siglo XX,

la CMC no necesariamente tiene que producir una pérdida de la capacidad

simbólica de los lugares, una falta de conexión afectiva con los mismos, ni una

perdida del sentido de pertenencia a un determinado lugar. La Geografía

Humanista no puede considerar por más tiempo los lugares virtuales como no

auténticos. Eso sería hacerle el juego a las posturas sustitucionistas, propias del

ciberevangelismo y, en última instancia, favorables a los intereses del

cibercapitalismo. El ciberespacio no es una geografía sin lugares, sino una manera

distinta de vivirlos. A este respecto resulta mucho más adecuado fijar la atención

en los lugares del ciberespacio como redes sociotecnológicas, de acuerdo con la

teoría ya explicada de Bruno Latour, en las que la interacción entre los lugares

físicos y los virtuales produce un enriquecimiento mutuo y genera identdades

colectivas.

- Para Yi-Fu Tuan ha de concederse mayor importancia al nexo afectivo entre la

gente y el lugar, en un enfoque que se aproxima al propio de la Geografia de la

Percepción (TUAN, 1977). Desde ese momento las conexiones con las prácticas

comúnmente aceptadas como neogeográficas por los usuarios de las mismas son

más que evidentes. Conviene recordar ahora como las apelaciones a los estético,

espontáneo y subjetivo aparecen en el contenido mismo de las definiciones al uso

sobre el concepto de neogeografía. Los aspectos en común de dichas definiciones

con las ideas de Tuan son más que evidentes: “La experiencia estética más intensa

proviene de la sorpresa (…). Los lugares tienen capacidad para crear imágenes.

Ciertos lugares tienen gran capacidad para excitar sentimientos de topofilia o

lugares con los que el hombre establece lazos afectivos ya que evocan experien-

cias agradables. Hay modelos que apelan a la imaginación humana: la costa del

mar, un lago, los valles pequeños, las islas” (GONZÁLEZ, 2011: 998). Al igual

que se comentará más adelante respecto de la Geografía de la Percepción, la

neogeografía ofrece una inagotable fuente de recursos y ejemplos para profundi-

416

zar en esta particular visión de la Geografía Humanista; y al igual que ocurría con

los puntos de vista de Relph, aquí las apelaciones a lo estético y lo lúdico son tan

pertinentes para los paisajes físicos como para los virtuales, ya que ambos

interactúan y se enriquecen mutuamente. Algunos ejemplos de ello se comentarán

a continuación.

- Anne Buttimer, centrándose en las relaciones entre la gente y los lugares, explica

como la identidad personal y cultural están muy ligadas a la identidad del lugar.

Para la autora irlandesa la perdida del lugar de uno puede con frecuencia desenca-

denar una crisis de identidad, ya que la identidad con un lugar supone que éste es

el centro de los diversos intereses de una persona. Paralelamente también ha

desarrollado lo que podría denominarse una vertiente ambientalista en favor del

desarollo sostenible (BUTTIMER, 2001), en consonancia con las ideas ya comen-

tadas con anterioridad acerca de la necesidad de preservar la calidad del lugar

como requísito imprescindible para la calidad de las relaciones interpersonales.

Nuevamente, lo que es cierto para el mundo físico también lo es en el ciberes-

pacio.

En primer lugar, las nuevas tecnologías están propiciando la identificación de

millones de individuos con lugares del ciberespacio. Numerosas personas confían

en las redes sociales para construir su identidad, y eso sólo debería ser preocupante

en la medida en que se produzca una sustitución de un mundo por otro, el virtual

por el material y físico. En realidad, para la mayoría de ellas existe preferente-

mente lo que ya se denominó virtualidad real, la cual supone la colaboración y

constante recombinación de ambos mundos. Desde los presupuestos filósoficos

de la Geografia Humanista esta nueva doble realidad supone la necesidad de

atender a los “lugares web” como soporte de nuevas identidades virtuales, siempre

y cuando dicha actividad en el mundo virtual influya y retroactúe sobre los lugares

del mundo físico material.

En segundo lugar, en lo referente a la preocupación de la Geografía Humanista

por las cuestiones medioambientales, la noción de calidad del entorno debe de ser

entendida en un sentido amplio. Ya se ha explicado con anterioridad que “cómo

somos explica el lugar que vivimos”, por tanto la calidad medioambiental de

cualquier lugar no implica sólo al soporte físico (la naturaleza más o menos

alterada por el hombre y los espacios urbanizados) sino también al entramado

social que se desarrolla en dicho soporte, que a su vez es inexplicable sin entender

417

la calidad de nuestras relaciones sociales. Desde este punto de vista luchar por un

mundo más justo y con menos desigualdades, por ejemplo, es una actitud tan

implicada en la defensa del medio ambiente como la de un ecologista. La

consecuencia, atendiendo a lo que se está tratando en este apartado, es clara para

la Geografía Humanista: a través del mundo virtual se puede trabajar en pro de

una mejora de la calidad de los lugares materiales en donde se desarrolla nuestra

vida diaria. De hecho gran parte de la actividad neogeográfica del ciberactivismo,

tal y como ya ha sido definido con anterioridad, tiene como cometido principal la

defensa del medio ambiente, tanto en su faceta de medio natural como en la de

medio social; actividad en la que por cierto en numerosas ocasiones se produce

confluencia de intereses entre las posturas ideológicas de izquierda y aquellas más

propias de la tradición humanista. Pero además, si la calidad ambiental de los

lugares es cuestión de importancia para la Geografía Humanista en el mundo

físico, también ha de serlo en el mundo virtual. Si es imposible ya disociar la vida

virtual de la vida real, la calidad ambiental de las experiencias y relaciones en el

ciberespacio, aunque en ocasiones no vayan enfocadas a ninguna acción o aspecto

concreto en el mundo físico, acaban explicando también cómo somos: cómo

somos en el mundo virtual explica el lugar virtual, pero también el lugar físico

que vivimos.

- David Seamon analiza las experiencias cotidianas de la gente y los

comportamientos asociados con los lugares en los que viven, y busca modelos

básicos que representen el comportamiento humano y la experiencia. En lo que

denomina “humildad medioambiental” (Environmental Humility), argumenta que

la tradición humanística en Geografía se refiere esencialmente a una perspectiva

ética y conceptual que trata de reflexionar sobre cómo debería ser una adecuada

relación entre el hombre y el territorio: Un descubrimiento progresivo de la

naturaleza humana, su significado y experiencias en relación a fenómenos geográ-

ficos como el espacio, el lugar, el paisaje, la región y los ambientes naturales y

humanizados. Citando a Seamon textualmente, implícito a este estilo de acerca-

miento intelectual “está la sensación de asombro ante los fenómenos geográficos

del mundo y el deseo de comprenderlos tal y como son, sin pagar ningún peaje a

ninguna obligación conceptual, ideológica o práctica. Este impulso de investiga-

ción procede del deseo de conocer y del placer emocional e intelectual de

418

encontrar formas de explorar los fenómenos en los que uno está interesado”

(SEAMON, 2013: 13).

Nuevamente, las concomitancias con el aspecto lúdico, espontáneo e incluso

arbitrario de la neogeografía, ya comentadas cuando se hizo referencia a Tuan,

vuelven a aparecer con fuerza en las palabras de Seamon. Igualmente, las

referencias al medio ambiente lo relacionan con lo expresado por Buttimer. Lo

dicho cuando se habló previamente para Tuan y Buttimer es por tanto adecuado

también aquí. El aspecto novedoso ahora respecto de ellos, y que se desprende de

la anterior cita textual, es la idea de deleite intelectual, del placer por conocer e

investigar; y ello vuelve a remitir a conceptos ya analizados en el bloque I de esta

obra, en concreto a ese carácter de “ciencia ciudadana” tan en boga en las redes

sociales y del cual participa en cierta medida la neogeografía. Ya se comentó

entonces la necesidad de una cierta moderación del fenómeno así denominado, en

aras de un rigor mínimo que impida el descrédito. La Geografía Humanista,

implicándose en este tipo de actividades propias de la red, habrá de contribuir a la

aparición de sinergias entre el mundo académico y otros ámbitos (educación

informal, organizaciones no gubernamentales de diversa índole, etc), en beneficio

mutuo. De este tipo de colaboraciones se aportarán más adelante ejemplos que ya

están teniendo lugar.

- Un punto de vista distinto es el de David Ley. Para este autor el lugar debe ser

entendido como el soporte físico en el cual el sujeto desarrolla sus actividades,

adquiriéndo así significado para el sujeto (LEY, 1981). Pero esa relación

individuo-lugar corre en las dos direcciones. Así como el lugar no tiene significa-

do sin el sujeto, el sujeto pierde su identidad cuando es separado del lugar. Esta

insistencia por parte de la Geografía Humanista en ligar de manera necesaria la

relación entre las personas y los lugares vividos, que por otro lado ya hemos visto

representada anteriormente en otros autores de esta escuela de pensamiento geo-

gráfico, ha de ser trasladada y traducida el mundo virtual. Es necesario volver a

remarcar la idea de que cada vez más gente esta construyendo su identidad, en

mayor o menor grado, en relación a lugares virtuales y que esos lugares virtuales

a su vez interactúan con los lugares físicos y materiales. Si la Geografía

Humanista se preocupa por la relación hombre-lugar, el sistema a estudiar se ha

hecho más complejo, puesto que ahora consta de tres elementos interrelacionados:

hombre, lugar físico y lugar virtual.

419

Por otro lado, la relación entre las personas y los lugares en los que habitan no es

cerrada. Ya se ha visto como la Geografia Humanista anima a la transformación

cuando la calidad del lugar vivido no es la adecuada, tanto desde el punto de vista

ambiental como social. Las implicaciones de esta postura son importantes y tienen

especial relevancia en el ámbito de la neogeografia: se puede actuar para mantener

o mejorar la calidad de los lugares vividos, pero también se puede escapar de ellos

en pos de lugares mejores. Desde este último punto de vista los lugares virtuales

funcionan en ocasiones como válvula de escape. Se pretende así huir de lugares

que no satisfacen las expectativas vitales de las personas y se busca refugio en

mundos virtuales creados a nuestra medida. Pero al ingresar en ellos, al vivirlos,

se les dota de significado, y al igual que ocurre con los lugares físicos desde ese

mismo momento se convierten en polo de atracción para otros individuos que

puedan compartir intereses y valores similares. Igual que existen barrios y zonas

diferenciadas (cultural, social, económicamente, etc.) en nuestras ciudades y

pueblos, así también ocurre en el ciberespacio. Mucho se podría discutir sobre las

implicaciones sociales y políticas de esta actitud “escapista”, típica de nuestra

sociedad de la información, pero baste con indicar que, desde el punto de vista de

la Geografía Social, los lugares virtuales no cobran verdadero sentido salvo

cuando remiten e interactúan con los lugares físicos. Cuando los lugares virtuales

son utilizados como refugio y sustituto de los lugares materiales se está cayendo,

voluntaria o involuntariamente, en los presupuestos ideológicos del ciberevange-

lismo, lo cual impide la reflexión y la consiguiente acción sobre la calidad de los

lugares en los que se vive la vida material cotidiana. Se presentan a continuación

algunos ejemplos comentados de aportaciones neogeográficas que corroboran y

amplian lo dicho hasta ahora a propósito de la Geografía Humanista.

Survival es un movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas y tribales.

De carácter mundial. Los ayuda a defender sus vidas, proteger sus tierras y decidir su pro-

pio futuro.

Los pueblos indígenas y tribales han desarrollado modos de vida en gran medida autosu-

ficientes y extraordinariamente diversos. Muchos de los alimentos básicos del planeta y

de los fármacos que se utilizan en la medicina occidental tienen su origen en ellos y han

salvado millones de vidas. A pesar de ello se describe a los pueblos indígenas y tribales

como atrasados y primitivos simplemente porque sus modos de vida comunitarios son

distintos.

420

Figura 57

Fuente: http://www.survival.es/

Las sociedades industrializadas los someten a una violencia genocida, a la esclavitud y al

racismo para poder arrebatarles sus tierras, recursos y mano de obra en nombre del

“progreso” y de la “civilización”.

La labor de Survival consiste en evitar la aniquilación de los pueblos indígenas y tribales,

trabajar en colaboración con ellos, proporcionándo una plataforma desde la cual dirigirse

al mundo. Se denuncian las atrocidades de las que son víctimas y presentan evidencias

ante Naciones Unidas y otros foros internacionales. También prestan apoyo en casos

judiciales, financian proyectos autogestionados de salud y educación. Ofrece distintas

maneras de colaboración para los particulares: unirse a su cuenta de Facebook, hacerse

socio de la organización, aportar fondos de ayuda, y denunciar hechos concretos.

El ejemplo que muestra la figura superior se corresponde una serie de protestas llevadas

a cabo por determinadas comunidades indígenas de Brasil en las que Survival ha

participado activamente. El Congreso de Brasil está debatiendo una Proposta de Emenda

Constitucional (PEC 215), que modificará drásticamente la demarcación asignada a los

pueblos indígenas en beneficio del poderoso sector del agronegocio, que a su vez está

sólidamente representado en la cámara brasileña. La PEC 215 implicará un retroceso de

décadas en los derechos indígenas y tendrá consecuencias desastrosas para pueblos como

421

los guaraníes, los kaingangs y los mundurukus, puesto que muchas de sus tierras aún no

han sido reconocidas.

Resulta un ejemplo apropiado para poner de relieve la importancia del lugar vivido (los

territorios indígenas de Brasil) y su naturaleza sistémica. El medio ambiente, las formas

de vida tradicionales y los hábitats en los que se desarrolla la existencia cotidiana de las

personas se ven amenazados de manera simultánea. La defensa del lugar, propia de la

Geografía Humanista, se hace más imprescindible que nunca en este tipo de circunstan-

cias. Y dicha defensa se hace en este caso desde esos presupuestos humanitaristas a los

que suele hacer referencia dicha corriente de pensamiento geográfico.

El siguiente ejemplo en la figura inferior incide en los aspectos más filósoficos de estos

planteamientos. Tal y como ya se comentó con anterioridad, el ciberactivismo es un fenó-

meno pujante en el mundo virtual. La preocupación de la Geografía Humanista por los

lugares y su calidad se puede y se debe de trasladar al ciberespacio, convirtiéndose así en

neogeografía humanista. La figura superior corresponde a un ejemplo de lo que en esta

tesis se ha denominado DCH (Digital Correct Hacktivism), o ciberactivismo digitalmene

correcto. Este centra sus esfuerzos, entre otras cuestiones, en el fomento de la conciencia

ciudadana a través de la red, pero sin considerar apropiadas las acciones que puedan ser

tenidas como ilícitas, aunque tengan una motivación política final encomiable.

Figura 58

Fuente: http://www.angelfire.com/ma2/geouruguayleo/geohumanist.html

422

El ejemplo de la figura 58 corresponde a una página web sudamericana directamente

implicada en la promoción del ideario de la Geografía Humanista, más concretamente a

través de una de sus figuras más representativas, el geográfo Yi Fu Tuan.

La cuestión de la relación entre medioambiente y calidad de vida del ser humano, tan

propia de la Geografía Humanista, aparece como una de las cuestiones centrales en esta

aportación neogeográfica: ¿De qué forma un geógrafo humanista contribuye al bienestar

humano, por ejemplo trabajando en pro de un medio ambiente mejor? Mientras que desde

otras disciplinas se pueden sugerir intervenciones “prácticas”, como un sistema de trans-

porte más eficiente o localizaciones para nuevas industrias o para las estaciones de basura,

un geográfo humanista lo haría destacando la ambigüedad, ambivalencia y complejidad

de dicho ambiente, como parte de una determinada cultura que intermedia en las

relaciones de los individuos con los lugares. Como se dice textualmente en esta página

web “Una de las funciones del humanista es volver explícitas las virtudes y los defectos

de una cultura. Debe ser capaz de sugerir al planificador que en algunas culturas las

personas prefieren vivir más próximas; por otro lado, debe ser capaz de recordar a las

personas que la proximidad, es alcanzada a costa de otros valores humanos. El humanista

mostrará cómo el lugar es un concepto y un sentimiento compartido tanto como una

localización y un medio ambiente”. Estas palabras reflejan a la perfección las ideas ya

comentadas respecto de las relaciones entre Geografía Humanista y mundo virtual a

través de aportaciones neogeográficas como el presente ejemplo: la estrecha e ineludible

relación entre medio ambiente y bienestar humano, y la llamada a trasladar estas

iniciativas que surgen en las redes sociales al mundo real a través de “sugerencias al

planificador” o “recordatorios a las personas”.

Queda clara así la vocación formativa de la Geografía Humanista. Se trata no sólo de

poner en valor los lugares vividos sino también de trabajar por su conservación y mejora.

Para ello es posible utilizar las herramientas propias de las nuevas tecnologías, convirtién-

dose en ese momento en neogeografía humanista.

El ámbito de actuación y las posibilidades de promoción de los valores propios de esta

escuela de pensamiento geográfico se amplian de forma exponencial. De entre todos ellos

el campo de la docencia, en todos los niveles educativos, es uno de los más esperanzado-

res, tal y como la figura siguiente demuestra.

423

Figura 59

Fuente: https://lorenaperezmelchor.wordpress.com/secuencia-d/

La educación es uno de las grandes oportunidades para la Geografía Humanista en la

defensa del lugar. Especialmente en las edades más tempranas los alumnos muestran un

elevado nivel de motivación y participación cuando se trata de describir, comentar,

compartir y defender los lugares de su existencia cotidiana. En consecuencia abundan las

iniciativas educativas que toman al lugar como el eje alrededor del cual giran actividades

de todo tipo, desde descripciones más o menos detalladas y puntuales del entorno

vivencial, hasta proyectos educativos de mayor duración, pero centrados en el estudio,

conservación y mejora de la calidad del entorno ambiental y social.

Es el caso del ejemplo de la figura superior. Con el título “participo en el lugar donde

vivo”, este blog anima a los alumnos a tomar conciencia de la importancia de su entorno

a través de una serie de actividades estructuradas en dos sesiones de 50 minutos cada una

y con el siguiente formato:

1) Inicio: dialogar sobre el lugar en que viven, lo que les gusta y lo que pudieran

cambiar o requiere protección. Observar un video e imágenes sobre acciones que

afectan la naturaleza del lugar donde vive y sus concecuencias ambientales.

2) Desarrollo: reconocer algunas actividades que realizan y afectan al ambiente del

lugar donde viven, expresando las razones por las que es importante cuidarlo. Por

equipos ilustrar algunas de ellas. Promover la participación de los alumnos en

424

actividades para cuidar las plantas, animales y el ambiente del lugar donde vive.

Escribir en papel las actividades propuestas para que queden en un espacio visible.

3) Cierre: de manera grupal los alumnos elaboran una lista de actividades viables,

para que junto a la familia, contribuyan a cuidar algunas de las propuestas sobre

el cuidado de su entorno.

4) Aprendizajes esperados: representar oral y gráficamente concepciones sobre el

lugar donde se vive, actuar de manera responsable en beneficio del medio ambien-

te, proponer acciones responsables que cuiden el lugar donde se vive, participar

en acciones para cuidar el lugar donde se vive, describir actividades que pueden

dañar el entorno inmediato.

Sin ningún género de dudas este tipo de actividades neogeográficas contribuyen a valorar

el lugar y refuerzan la idea de “lugar vivido”. Aunque se aportarán más ejemplos cuando

se haga referencia a la Geografía de la Percepción, el recién citado es tan bien un buen

modelo para mostrar las innumerables percepciones, desde el momento en que se invita

a los alumnos a describir su hábitat, que sobre un mismo lugar pueden obtenerse. Y es

que las conexiones entre ambas escuelas de Geografía a través del concepto de lugar son

más que evidentes: “La Geografía Humanística articula su enfoque holístico de la realidad

en torno a un concepto clave: el de lugar. Centro de significado, condición de la propia

existencia, foco de vinculación emocional para los seres humanos, contexto para nuestras

acciones y fuente de nuestra identidad, el concepto de lugar se opone al geometrizado

espacio abstracto del neopositivismo y, a diferencia de este, está lleno de significados y

valores, que son inseparables de la experiencia de quienes lo habitan, de sus pensamientos

y sentimientos” (GARCÍA, 1992: 11).

El ejemplo a continuación (figura 60) es aportación neogeografica con un enfoque clara-

mente humanístico, en este caso un blogger. En esta página web cualquiera puede

consultar información sobre las descripciones que otros usuarios hacen de los lugares

donde viven, (ciudad, barrio, pueblo, etc.), y también puede introducer información sobre

el lugar donde él vive. Esta modalidad de ciberactivismo tiene inmensas posibilidades de

aprovechamiento por parte de la Geografía Humanista, en la medida que abundan en

internet iniciativas para establecer fórmulas de colaboración entre comunidades virtuales

cuyo eje central de actuación es la promoción, atención y cuidado del entorno más

inmediato de cada individuo, los lugares vividos por cada uno.

425

Figura 60

Fuente: http://pasaporte-a1tarea4.blogspot.com.es/

Se invita en estas redes sociales a describir los lugares donde se vive, detallar los aspectos

a valorar, las amenazas a las que están expuestos, información sobre las posibilidades de

visitarlos y cómo llegar a ellos para los usuarios que viven en otros lugares, etc. Es de

resaltar que aunque la comunicación se realiza en el mundo virtual, la información hace

referencia a lugares reales. No puede haber mejor ejemplo de cómo la neogegrafía es una

campo de estudio y colaboración idóneo para la Geografia Humanista. Sencillamente, con

las nuevas tecnologías las posibilidades de dar a conocer y poner en valor el sitio donde

cada uno vive aumentan exponencialmente las posibilidades de focalizar la información

sobre el concepto clave de esta escuela de pensamiento geográfico, el lugar vivido: “La

Geografía Humanística da contenido existencial a conceptos tradicionales en Geografía.

El lugar (place) es definido como un centro de significado o foco de nexo emocional, más

que como un mero punto físico en el espacio. La aproximación humanística es una

reacción contra la visión mecanicista, objetiva del ser humano, en favor de una visión que

destaca los aspectos más humanos: significados, valores y ambiciones.” (GONZÁLEZ,

2011: 997). A través del ejemplo de la figura 60, que se adecúa perfectamente a lo acabado

de citar, de nuevo queda claro que, al contrario de lo que proponen las posturas

sustitucionistas, los lugares virtuales no van a transcender a los lugares físicos, sino que

van a recombinarse con ellos realzándose mutuamente.

426

1.3. Geografía de la Percepción y neogeografía

La Geografía de la Percepción propuso desde sus inicios un planteamiento novedoso en

relación al análisis y estudio del territorio. Mientras hasta entonces el estudio del mismo

se hacia “desde fuera”, esta corriente del pensamiento geográfico plantea un estudio

“desde dentro”, poniendo el foco de atención sobre el individuo (el habitante) que vive

un determinado lugar. Al hacerlo así surge necesariamente una primera conclusion: las

vivencias que cada individuo experimenta en un determinado lugar serán siempre

distintas de las de los demás, y en consecuencia la percepción de dicho lugar también lo

será.

Es por tanto un enfoque geográfico que entiende el espacio desde una perspectiva

subjetiva, atendiendo a la valoración específica que cada inviduo hace del mismo,

favorable o desfavorable, positiva o negativa, en tanto que espacio conocido y

experimentado individualmente (VILÁ, 1983).

La década de 1960 es considerada como la del nacimiento de la Geografía de la

Percepción (VARA, 2008), después de la publicación de la obra Image of the city, de

Kevin Lynch (1960) y el artículo de David Lowenthal Geography, experience and

imagination: towards a geographical epistemology, publicado en los Anales de la

Asociación de Geográfos Americanos, revista que a día de hoy sigue siendo el referente

esencial en este corriente de pensamiento geográfico.

Horacio Capel (1973) siguiendo el trabajo de Joseph Sonnenfeld (1968), distinguió tres

niveles superpuestos de infuencia del medio en la percepción final que de él se hace el

ser humano:

1) El medio operacional. Este es el aquél en el cua1 se realizan las acciones del

hombre, que constituye por tanto el espacio de la actividad de cada grupo humano.

Podría coincidir grosso modo, con ese espacio objetivo en el cual se van a

desarrollar las vivencias concretas de cada individuo, pero el hombre no es

consciente de todo este medio operacional, sino solo de una parte del mismo,

2) El medio perceptivo. Un mismo medio operacional es percibido con distinta

intensidad y de distinta manera por cada individuo, debida a razones orgánicas,

psicológicas y sensoriales. Además ese medio percibido es también distinto para

cada individuo como resultado de aprendizajes concretos.

3) El medio del comportamiento. Finalmente la percepción que cada individuo tenga

427

de un determinado medio operacional provocará una respuesta de

comportamiento, es decir le motivará para llevar a cabo unas acciones u otras, o a

permanecer pasivo en determinadas ocasiones.Así, el medio de comportamiento

sería la parte del medio perceptivo que motiva directamente una acción o que

provoca una respuesta en un determinado medio operacional.

Como dice Sonnenfeld “todos vivimos en un medio geográfico, pero no todo el es

operacional; sólo de una parte del medio operacional somos conscientes y sólo a una parte

de éste reaccionamos” (citado en CAPEL, 1973: 63). Por tanto desde la Geografía de la

Percepción se plantean alternativas a la visión externa y pretendidamente objetiva del

espacio, en la cual la percepción del espacio que se traslada es exclusivamente la del

investigador y que se limita a cotejar datos que le permitan elaborar una presentación

cerrada y absoluta de las características (sociales, demográficas, etc.) de un determinado

territorio.

Por contraposición a este último, el enfoque propio de la Geografía de la Percepción

propone otro que pone en valor lo subjetivo y relativo. En éste, la realidad del espacio

geográfico se describe principalmente desde la experiencia personal de la gente,

experiencia que a su vez, y de acuerdo a lo acabado de referir, se despliega en varios

niveles experienciales superpuestos y condicionados por factores socioculturales

diferentes: “El espacio, en suma, puede estar afectado por sentimientos y por prejuicios,

por filtros personales o culturales y por significados, que permiten hablar de una

dimensión "subjetiva" enfrentada o superpuesta a la realidad "objetiva", de tal manera

que el espacio simbólico, afectivo y vivido es, o puede llegar a ser, diferente del "real" o

euclidiano, gracias a los significados que los seres humanos le otorgan” (REQUES, 2006:

2).

Aunque se abundará en las páginas siguienes sobre los importantes nexos y posibilidades

de colaboración entre la neogeografía y la Geografia de la Percepción, proporcionando

ejemplos de aportaciones neogeográficas y comentando su pertinencia al respecto,

merece la pena señalar dos consecuencias preliminares derivadas de lo dicho arriba, y que

están estrechamente relacionadas con el objetivo y propósitos de la presente tesis docto-

ral:

a) Al poner en valor el carácter subjetivo del espacio vivido y los distintos niveles

de experimentación del mismo, la Geografía de la Percepción está socavando las

pretendidas visiones de un espacio único, absoluto y hegemónico, hacia el que la

versión cibercapitalista de la globalización quiere llevar al planeta. Desde ese

428

punto de vista, tal y como ya se comentó anteriormente, comparte intereses con la

Geografía Crítica y la Geografía Humanista, ya que distintas percepciones del

espacio conducen a distintos comportamientos y actitudes: “las relaciones de tipo

sensorial, afectivo, estético y simbólico que el individuo mantiene con el paisaje

que le rodea son más importantes de lo que parece a simple vista. No se pueden

ignorar, porque son precisamente estas relaciones –estos fenómenos del mundo

vivido geográfico de cada individuo- las que explican muy a menudo nuestro

comportamieto espacial” (NOGUÉ, 1992: 88)

b) Por otro lado, al poner en valor lo subjetivo, la Geografía de la Percepción se nutre

de las aportaciones personales y concretas que se derivan de la experiencia de

cada individuo. Para contraponer a la visión objetiva del espacio que aportan las

instancias oficiales y académicas otra subjetiva, propia del ciudadano anónimo,

se hace necesaria una ingente labor de recopilación y posterior elaboración de

datos que permita dar visibilidad a esas visiones alternativas. Es por ello que el

trabajo de campo, los cuestionarios, las encuestas son una herramienta tan impor-

tante para esta escuela de pensamiento geográfico. Y aquí es donde la neogeo-

grafía tiene mucho que aportar. Aunque la neogeografía se muestra como una

herramienta de provecho para las tres escuelas de pensamiento geográfico

analizadas en este capítulo -crítica, humanista y de la percepción- quizás sea esta

última la que más rendimiento puede obtener de la colaboración con aquella. Ello

se debe a dos motivos: por un lado las nuevas tecnología han puesto al servicio de

la Geografía de la Percepción un acúmulo de datos con los que trabajar que se

puede calificar de inagotable; por otro lado, esa inagotable fuente de datos, esa

“masificación de lo subjetivo” y diverso, tan propia de internet y las redes sociales,

es la prueba más evidente y palmaria del carácter experiencial y percceptivo de

los espacios vividos (físicos y virtuales), imposibles de constreñirse en un único

marco conceptual, ideológico y espacial. De manera deliberada o no, este tipo de

aportaciones neogeográficas manifiestan un fuerte carácter subversivo, simple-

mente por el hecho de mostrar que sobre un mismo lugar existen infinidad de

percepciones, y no una sola y monolítica. Ya se han aportado ejemplos de como

determinadas percepciones pueden ser utilizadas provechosamente para combatir

o denunciar las pretensiones hegemónicas del cibercapitalismo, En otras, como

los ejemplos que vienen a continuación, se demuestra, de manera algo más lúdica

429

pero no exenta de interés, las innumerables posibilidades que la neogeografía

ofrece a la Geografía de la Percepción.

Figura 61

Fuente: https://twitter.com/ForeignPolicy/status/634469630170529792/photo/1?ref_src=twsrc%5Etfw

“El esquema cognitivo de los lugares puede alinearse en dos grandes capítulos. Uno es el

capítulo de los lugares en donde se ejerce el vivir cotidiano; el otro es el capítulo de los

lugares alejados de dicha experiencia. Las vías de acceder a un esquema mental son distin-

tas en ambos casos” (BOSQUE, 1992: 12). Es difícil encontrar palabras más adecuadas

que estas para explicar lo que los ejemplos de las 61 y 62 representan.

Es cierto que sobre un mismo lugar, de acuerdo a los presupuestos de la Geografía de la

Percepción, puede haber tantas versiones como individuos, pero no lo es menos que al

final determinados estereotipos acaban consolidándose en el imaginario común por esa

otra vía de acceso para los lugares alejados del vivir cotidiano. Este hecho, que ya era así

antes de la llegada de la sociedad de la información, se ha visto acentuado gracias a las

nuevas tecnologías y las redes sociales. Cómo se acaban consolidando dichos estereotipos

es algo a lo que la Geografía de la Percepción deberá atender en los próximos años, y

desde luego datos para dicho estudio y análisis no van a faltar. Pero los casos aportados

suscitan también interesantes interrogantes de carácter epistemológico para esta escuela

geográfica a lo hora de establecer colaboraciones con la neogeografía.

430

Figura 62

Fuente: http://visual.ly/how-americans-see-europe-0

Estos dos ejemplos no dejan de tener un componente más bien folcklórico, pero ¿qué

ocurre cuando la percepción es inducida intencionadamene? Hoy en dia, gracias a

poderosos medios de manipulación de masas, es posible promover determinadas perce-

pciones como las válidas, sensatas y apropiadas, todo ello con la finalidad de provocar un

determinado tipo de actitudes y acciones y despreciar o minusvalorar otras: “La misma

noción de percepción en su acepción más estricta deberia ser matizada en el sentido de

distinguir dentro de ella entre dos niveles diferentes: lo que podriamos denominar

provisionalmente la percepción determinada y la percepción manipulada. La primera es

la que procede de la misma estructura de los campos visuales y de la incapacidad del

cerebro para asimilar y organizar toda la información disponible, lo que da lugar a percep-

ciones y conocimientos erróneos o incompletos. La segunda es la percepción manipulada,

o con posibilidades de serlo, por los grupos sociales que poseen el control de la

información (CAPEL, 1973: 129). Según la clasificación de Sonnenfeld ya citada, esto

supone que es posible mediatizar el medio perceptivo para de esta manera condicionar el

medio del comportamiento. En el contexto de esta obra interesa resaltar el extraordinario

poder de manipulación que sobre el medio perceptivo ejerce el cibercapitalismo a través

431

de los mecanismos que ya se expusieron detalladamente en el capítulo quinto de este

segundo bloque. Allí quedó claro como esta nueva versión del neoliberalismo utiliza las

nuevas tecnologías de manera ventajosa para dicho propósito: generar la percepción de

que su visión del mundo es una especie de sentido común hegemónico, desplazando toda

otra versión de los hechos y en consecuencia toda otra posibilidad de acción o alternativa.

Ya se ha expresado varias veces a lo largo de esta obra, pero conviene repetirlo: el fin de

la historia, la muerte de la distancia, la sustitución del mundo físico por el ciberespacio,

la globalización financiera, y todo el complejo entramado ideológico y mediático que

acompaña a todos estos conceptos y algunos más, no son más que el intento de las nuevas

élites del cibercapitalismo para generar la percepción adecuada a sus intereses, lo cual a

su vez provocaría las actitudes y las acciones deseadas. Por eso la Geografía de la Percep-

ción, tan sólo por el hecho de mostrar alternativas, ya subvierte dicho orden.

Pero además, como se analiza a continuación, determinados enfoques propios de la

Geografía de la Percepción, al contrario de lo que se ha venido opinando en muchas

ocasiones, manifiestan un carácter de oposición deliberadamente combativo hacia el

orden de cosas dominante. Esto es así porque, tal y como se ha expresado al inicio de este

capítulo, entre la Geografía de la Percepción, la Geografía Humanista y la Geografía

Crítica hay algunos aspectos en común precisamente a la hora de ofrecer, buscar, o luchar

por alternativas distintas a las visiones reduccionistas de un espacio absoluto, ya hecho

explícito y sin opción alguna.

Ello se debe también al hecho de que bajo el paraguas de la Geografía de la Percepción

se han agrupado de manera reduccionista distintas orientaciones de la investigación

geográfica que, aunque comparten el interés por el estudio del componente subjetivo en

el estudio del espacio, difieren en sus fundamentos teóricos y epistemológicos, y algunos

de los cuales muestran un perfil más proclive a la contestación social frente a las

injusticia.

Antes al contrario, la situación actual no permite por más tiempo agruparlos a todos ellos

bajo una denominación común que proviene de una simplificación que tan sólo fue útil,

si acaso, en los orígenes de esta corriente de pensamiento geográfico. En palabras de

Pedro Reques “Aquella simplificación táctica creada para divulgar una nueva aproxima-

ción ha terminado por generar una engañosa homogeneidad interna y un simplismo a la

hora de clasificar las investigaciones preocupadas por algún aspecto de la cognición

ambiental. En la literatura internacional, suelen aparecer indistintamente utilizadas las

denominaciones "Geografía de la Percepción" y "Geografía del Comporta-miento" e

432

incluso ambas a la vez. Esta simplificación terminológica merece, desde la perspectiva

actual, ser matizada. La utilización indiscriminada de ambos términos oculta una riqueza

de orígenes y marcos teóricos que pueden incluso resultar contrapuestos” (REQUES,

2006: 3).

De esta manera queda en evidencia que la Geografía de la Percepción ha sido tratada, en

ocasiones por comodidad intelectual, como una corriente más homogénea de lo que

realmente es. De entre todos sus posicionamientos se distinguen al menos dos claramente

diferenciados (REQUES, 2006: 4):

a) La Geografía del comportamiento analítica, término relacionado con los métodos

positivistas y que mantiene los rasgos fundamentales de dicho método. En este

caso la relación se ha de buscar con la Geografía Cuantitativa, ya que en la

elaboración de los mapas mentales propios de la Geografia de la Percepción el

tratamiento estadístico de datos obtenidos de cuestionarios e informes resulta

imprescindible a la hora de diseñar y cartografiar aspectos tales como la preferen-

cia por determinados lugares, los trayectos urbanos más adecuados, o la percep-

eión de seguridad ciudadana. En este posicionamiento de la Geografía de la

Percepción prima, en buena lógica el pensamiento lógico-matemático, la

verificación de resultados, la búsqueda de generalizaciones, la comprobación de

hipótesis, y la presentación de modelos.

b) La aproximación humanista, influida por la filosofía fenomenológica,

existencialista e idealista que utiliza el análisis intersubjetivo, no descartando la

implicación del investigador en el tema, ni el condicionamiento que ello supone:

“Los geógrafos deberían tomar conciencia y reconocer que no hablan desde

posiciones, socialmente neutrales, sino que, debido a su situación social y a los

papeles que juegan, expresan intereses, preocupaciones y aspiraciones que no

comparten necesariamente el conjunto de las categorías sociales” (HERIN, 1992:

61). Entre las características de este enfoque destaca la revalorización de los

aspectos subjetivos, el uso de fuentes alternativas para el estudio del espacio (de

entre las cuales aquellas relacionadas con la neogeografía cobran cada vez mayor

importancia), y una visión antropocéntrica y holística de la relación entre el

hombre y su entorno, lo cual remite a su vez a determinados aspectos que ya han

sido tratados como importantes también para la Geografía Humanista. Sus focos

de interés se centran en la infuencia de las variables culturales y sociales en la

percepción del espacio, el papel de los símbolos y significados en dicha

433

percepción y, finalmente, el diseño de mapas mentales de individuos y colectivos

que a su vez explican nuestras actitudes y acciones en ese mismo espacio. En

suma, la Geografía de la Percepción “busca conocer qué piensan de un lugar sus

usuarios, lo cual no deja de ser una democratización del saber espacial que no

debe ser menospreciada” (REQUES, 2006: 7).

Dar voz sobre cuestiones relativas a espacios y lugares a quienes hasta ahora no la han

tenido es, desde luego, un objetivo deseable, y la neogeografía es la herramienta perfecta

para conseguirlo. Lógicamente, de acuerdo con el contenido de esta obra, interesa resaltar

este segundo posicionamiento, la aproximación humanista, ya que permite reforzar la idea

de que la Geografía de la Percepción tiene algunos aspectos comunes compartidos con la

Geografía Crítica y la Geografía Humanista.

Al igual que se ha hecho con estas dos escuelas de pensamiento geográfico, conviene

destacar ahora aquellos aspectos a los que la Geografía de la Percepción debe prestar

especial atención en la búsqueda de una articulación lo más fructífera posible de sus

relaciones con la neogeografía. Son los siguientes:

1) Utilizar toda la información que proporciona la neogeografía

“Un problema fundamental que se plantea en el estudio de la percepción del medio es

el de poner a punto indices de medida adecuados que permitan la comprobación de

las hipótesis formuladas y contribuyan al desarrollo o modificación de la teoria que

se encuentra, de forma explicita o implícita, en la base de toda la investigación. El

problema, en este caso, es particularmente delicado, ya que se trata de medir imágenes

mentales, sobre lo que evidentemente no existen datos” (CAPEL, 1973:75). Este texto

de Horacio Capel ilustra a la perfección cuál era el estado de la cuestión para la

Geografía de la Percepción hace ya más de cuarenta años. La situación evidentemente

ha cambiado mucho desde entonces, pero sobre todo, a efectos de la obtención de

datos que sirvan para comprobar hipótesis y formular o modificar teorías, desde la

llegada y posterior implantación a nivel mundial de internet a partir de la década de

1990, fenómeno del cual ya se analizaron sus etapas y evolución hasta la situación

actual en el bloque I. Desde su primer estadio (la web 1.0) internet ya supuso un salto

cualitativo en cuanto a la obtención de información de tal magnitud que gran parte de

lo que hoy conocemos como Tercera Revolución Industrial se debe esencialmente a

la “red de redes”. Aunque, como ya se detalló, la sociedad de la información actual

tiene otros pilares menos conocidos pero no menos decisivos, como la biotecnología

434

o la investigación espacial, es internet aquello que es percibido, probablemente con

razón, como el elemento clave de esta nueva etapa de la historia de la humanidad.

Desde luego eso es así también para la Geografía, para todas sus ramas, escuelas y

tendencias, y tanto a nivel docente como en el ámbito de la investigación. Y es que el

tratamiento de datos territoriales y espaciales es quizás uno de los que más se ha

beneficiado de los adelantos propios de las nuevas tecnologías. Pero en justa

reciprocidad, estas mismas nuevas tecnologías, y especialmente internet, son

imposibles de concebir sin su esencial componente geográfico. Internet necesita de la

geografía tanto como ésta de aquél. La continua referencia al vocabulario geográfico

y las metáforas espaciales que inundan la red son la prueba más evidente de lo dicho.

De las tres escuelas de pensamiento geográfico estudiadas en este capitulo es sin duda

la Geografía de la Percepción la que más beneficios obtiene de la relación con las

nuevas tecnologías. Siendo la que menos bagaje teórico y filosófico acumula, es sin

embargo aquella que aparece más representada de manera espóntanea en la sociedad

de la información a través de las aportaciones provenientes de la neogeografía.

Los datos que necesita la Geografía de la Percepción para la determinación de

imágenes y mapas mentales pueden ser obtenidos por métodos directos o indirectos:

directamente mediante el empleo de cuestionarios y entrevistas; indirectamente

mediante la explotación de material literario, gráfico, audiovisual, etc.

En cuanto a los métodos indirectos, sin ningún género de dudas, la sociedad de la

información a puesto a disposición de los investigadores la posibilidad de obtener los

datos necesarios para cualquier tipo de elaboración estadística de una manera masiva,

fiable e instántanea. Este hecho ya era evidente en la fase denominada web 1.0,

caracterizada por la obtención de información. A disposición del investigador están

desde entonces, en ocasiones, mas datos de aquellos que es capaz de procesar, lo cual

ha llevado en consecuencia a desarrollar el software y los programas informáticos

necesarios para procesar cada vez más datos. Este fenómeno fue beneficioso para el

desarrollo de la investigación en todos los campos del saber, por tanto también para

las ciencias sociales y más en concreto para la Geografía.

Pero es sin duda a partir de la década de 1990 cuando, merced a la web 2.0, el

escenario ofrece unas perspectivas que mejoran con mucho la etapa anterior. En esta

etapa, como ya se explicó en su momento, internet, gracias al correo electrónico en

primer lugar y a las redes sociales poco después, ofrece la posibilidad de compartir

información y colaborar en la elaboración de la misma.

435

La Geografía de la Percepción, que necesita de los cuestionarios, los feedbacks, los

comentarios y las aportaciones de los usuarios para la elaboración de los mapas e

imágenes mentales como una de sus principales herramientas de investigación, dispo-

ne desde entonces de infinitas posibilidades. Además de la información de la que ya

disponía durante la etapa de la web 1.0, que funcionaba tan solo en una dirección,

desde la llegada de la web 2.0, la obtención de datos directos es una tarea fácil y

fructífera en relación a épocas anteriores.

De este modo, la percepción subjetiva de millones de individuos sobre los lugares y

espacios donde habitan está a disposición del geográfo de manera ubicua y perma-

nente, bien a través de internet, bien a través de cualquiera de los mecanismos de

almacenamiento masivo de información a disposición de cualquier usuario (CD, USB,

etc.). Al geográfo interesado en conocer la imagen mental de un determinado lugar

que de ella tienen sus habitantes no le hace falta más que teclear las palabras clave en

el buscador de internet pra encontrar miles de entradas con información al respecto

(gráfica, escrita y audiovisual). De hecho, la sociedad de la información, y muy

especialmente internet, ha transformado el escenario de una manera tan profunda que,

en el caso que nos ocupa, incluso la tradicional distinción entre datos directos e

indirectos como fuente de aprovisionamiento para las tareas de investigación podría

ser revisada. Lo cual nos lleva a tratar de los métodos directos de obtención de

información adecuados para la Geografía de la Percepción desde esta nueva perspecti-

va.

Efectivamente, por datos directos se ha entendido tradicionalmente aquellos que se

obtenían mediante cuestionarios, informes, entrevistas, etc, obtenidos con un

propósito explicíto -tal como una batería de preguntas o un comentario sobre algún

aspecto específico- ya fuera de manera anónima o no. Indudablemente desde la

llegada de la web 2.0 es posible entrevistar a miles de personas simultáneamente, por

escrito o mediante videoconferencia, tener debates online, solicitar la colaboración

ciudadana para cualquier tipo de iniciativa, etc. Todas ellas opciones que la Geografia

de la Percepción puede utilizar para su labor científica y divulgtiva. Pero, ¿qué ocurre

con aquellos datos que tradicionalmente se han considerado indirectos? Desde el

momento en que en internet quedan registradas las trazas de la actividad de cada

usuario, desde el momento en que el problema del investigador ya no es más la

obtención de información sino la discriminación de la más adecuada para sus

propósitos concretos en un momento dado, y, sobre todo, desde el momento en que

436

en sus aportaciones los usuarios se identifican expresamente (mediante su correo

electrónico, su comunidad virtual, etc.), la frontera entre datos directos e indirectos se

difumina. Dicho de otra manera: para muchas labores de obtención de datos con

posterior finalidad investigadora no es necesario contactar con los usuarios de los

cuales se obtendría la información (método directo), sino que basta con “bucear” en

la red y obtener aquella que esos mismos usuarios han dejado a disposición del resto

en la web (método indirecto), pero a su vez dichos usuarios se identifican voluntaria-

mente en la mayoría de ocasiones, de manera que nada que el investigador contacte

con aquellos que han aportado los datos que más le interesan, se incorpore a una

determinada red social que considera apropiada, etc.

Este hecho, que es así con carácter general para cualquier campo de investigación en

el ámbito de las ciencias sociales, queda quizá reflejado de una manera más nítida en

el campo de la Geografía, y más concretamente en la Geografía de la Percepción. Tal

y como se comenta a continuación.

2) Reforzar el carácter perceptivo de la neogeografía

La Geografía de la Percepción siempre ha perseguido la obtención de las imágenes

mentales que las personas se hacen de los lugares donde viven o de aquellos otros que

visitan transitoriamente. Antes de la llegada de la sociedad de la información la

elaboración de los mismos, aunque no imposible, era ciertamente compleja. En la

actualidad sin embargo, y siguiendo el mismo patron evolutivo citado en el punto

anterior para la obtención de datos, se puede decir sin temor a equivocarse que se está

viviendo exactamente lo contrario. Gracias al carácter de metalenguaje propio de las

aportaciones en la web, nunca como hasta ahora había sido posible transmitir a otras

personas o colectivos la percepción que se tiene de un lugar de una manera tan

exhaustiva, nitida y masiva. Ya no es solo que haya más información escrita, en forma

de cuestionarios, informes y comentarios, a disposición del especialista para diseñar

el imaginario mental de las personas acerca del territorio y los lugares. Ahora, además

de todo eso, existe una abundante cartografía mental de dichos lugares y territorios.

Gracias a la cartografia digital de libre acceso es posible conocer cientos, miles de

percepciones distintas sobre una misma porción de territorio. Dichas percepciones,

aportadas en la mayoría de ocasiones por usuarios sin formación geográfica, son en

numerosas ocasiones subjetivas, sin ningún orden o plan preconcebido, y en algunas

ocasiones tendenciosas o inexactas. Poco importa eso para aquello sobre lo que se

pretende llamar la atención ahora, que no es sino el hecho de que jamás ha habido

437

tanta información disponible sobre el imaginario mental de los lugares habitados o

transitados, y jamás ha sido tan detallada la información sobre esas imágenes mentales

de los mismos. Mientras que hasta hace tan solo unas décadas había que limitarse a

las descripciones escritas y orales de los usuarios, y en el mejor de los casos a su

complemento mediante fotografías y algún tipo de cartografía rudimentaria, cualquier

usuario no instruido en Geografía puede en la actualidad utilizar cartografía

digitalizada de calidad, fotografía aérea con diversas capas de información y, lo que

es más importante, tiene la posibilidad de interactuar, modificar, complementar y

corregir dicha información mediante el uso de etiquetas, enlaces a comentarios

personales, vídeos, fotografías, etc; compartiéndolo además con miles de usuarios

que, por una u otra razón, están interesados en ese mismo lugar y aportan a su vez su

percepciónn del mismo. El ejemplo comentado en la figura N (OpenStreetMap) es la

mejor muestra de lo dicho.

3) Buscar puntos de encuentro

Finalmente, la Geografía de la Percepción tiene la gran oportunidad, dado el

extraordinario crecimiento de aportaciones desde la neogeografia que la nutren en la

actualidad, de utilizar todo ese acervo desde una perspectiva proclive al acercamiento

con la Geografía Crítica y la Geografía Humanista. A lo largo de las páginas anteriores

se ha hecho alusión en varias ocasiones a la necesaria aproximación entre las tres

escuelas de pensamiento geográfico que ocupan este capítulo, y a determinados temas

de interés que en la medida que son tratados por todas ellas, aunque desde ángulos

distintos, pueden actuar a modo de bisagra que favorezca posicionamientos no

comunes, pero sí al menos complementarios. Uno de ellos, como ya se adelantó al

inicio del capítulo, es la oposición al cibercapitalismo que las tres, de manera más o

menos beligerante y deliberada, manifiestan y que, en el contexto de la presente tesis

doctoral, es el que interesa resaltar.

En el caso de la Geografía de la Percepción y desde este último punto de vista, una

primera conclusión es evidente: en la medida en que sigue existiendo cibermargi-

nación, y todavía más a causa de la ciberexclusión, a pesar del indudable crecimiento

de aportaciones neogeográficas, siguen faltando las percepciones geográficas de los

más desfavorecidos.

La existencia de lo que se ha denominado “agujeros negros en el ciberespacio”

impide la elaboración completa de los mapas mentales de un determinado lugar, tal y

como la Geografía de la Percepción pretende. Sólo determinadas percepciones del

438

territorio pueden ser estudiadas, por la sencilla razón de que otras no están disponi-

bles. Se genera así una vision sesgada e incompleta propia de las situaciones de

cibermarginación.

Pero más descorazonador es el escenario allí donde existe ciberexclusión, y en

consecuencia no es posible ninguna aportación por parte de las personas que habitan

los lugares vividos. En este último caso resulta cuando menos chocante que las unicas

percepciones de determinados lugares (al menos como aportaciónes neogeográficas,

es decir en internet, las redes sociales, etc.) provengan de personas que no habitan en

ellos, sino que simplemente los transitan (turistas, hombres de negocios, visitantes

ocasionales, etc.). Aunque no están exentas de interés, estas aportaciones evidencian

un hecho que no se puede ignorar: en los territorios donde impera la ciberexclusión la

Geografía de la Percepción es un lujo que solo algunos, normalmente foráneos, se

pueden permitir. Si como dice Vara (2010: 342) “el objeto de estudio de la Geografía

de la percepción es el espacio, que siempre es un espacio subjetivo. Su método

consiste en estudiarlo a través de sus percepiones: las de los usuarios, los cartógrafos,

los geográfos y los planificadores (……)”, entonces en los territorios de la

cibermarginación y la ciberclusión, falta la pieza esencial, el usuario, de manera que

el panorama queda totalmente desdibujado. Si, además el “conjunto de conclusiones

combinadas nos ofrecerá un panorama muy amplio de las diversas perspectivas y

percepciones del espacio, es decir, nos estará acercando al espacio mismo, sin

dicotomías entre lo objetivo y lo subjetivo” (VARA, 2010: 342-343), entonces al

faltar la información proveniente de la pieza esencial, el habitante del lugar, es

imposible escenificar el panorama mental en su totalidad.

Pero por otro lado, el lugar vivido, eje central de la Geografia Humanista, es sin duda

también un lugar percibido, propio de la Geografía de la Percepción. Se tiene una

determinada percepción de un lugar que simplemente se visita, aunque no se lo habite,

pero esta percepción es imposible de eludir cuando también es el lugar donde se vive,

de acuerdo con lo ya explicado en páginas anteriores. Tanto la “geografía de la

percepción como la geografía humanística nos permiten adentrarnos en la

subjetividad de los individuos, considerarlos como parte de una comunidad sin por

ello negar o menguar su individualidad, su personalidad, su cualidad de únicos e

irrepetibles” (PEREYRA, 2012: 89). Cosa distinta, según lo acabado de comentar, es

que esa percepción de lo vivido se pueda o no transmitir a los demás. De esta manera

la cibermarginación y la ciberexclusión, al negar el “derecho” a opinar sobre un lugar

439

(a través de la particular versión o percepción del mismo que cada persona o colectivo

tenga), niegan en parte el lugar, al impedir dar sobre el mismo una versión completa.

Queda ahora de nuevo claro el plan del cibercapitalismo: no sólo hay lugares a cuyos

habitantes se les impide expresar su visión del mismo, sino que es posible, gracias a

una disponibilidad masiva de los herramientas propias de las nuevas tecnologías y al

poderoso complejo político-mediático ya detallado en el capítulo quinto de este

bloque, generar una percepción de los mismos acorde a los intereses de expansión sin

límite del capital: “El interés del análisis de las imágenes y percepciones espaciales

de la clase dominante, de los intereses que reflejan estas imágenes y de sus deforma-

ciones respecto a Ia realidad objetiva es grande, ya que es precisamente esta clase la

que tiene la posibilidad de difundir e imponer estas imágenes y de organizar el espacio

en función de las mismas” (CAPEL, 1974: 130).

Principalmente la Geografía Crítica, pero también la Humanista y la de la Percepción,

deben articular respuestas ante esta situación. El escenario se muestra ahora en toda

su cruda realidad: no impidiendo la ciberexclusión y la cibermarginación, que como

la Geografía Crítica demuestra no son más que la última y más moderna forma de

injusticia global -y algo que en consecuencia es necesario combatir- se consigue

transmitir a escala planetaria una determinda percepción geográfica de los lugares

que, además de incompleta (algo a lo que la Geografía de la Percepción debe de

oponerse), es deliberadamente tendenciosa en favor de los intereses del cibercapi-

talismo, y que allana el camino para, si se necesario, destruir ecosistemas, acabar con

comunidades indigenas, prostituir tradiciones culturales, limitar derechos sociales,

etc; es decir, pervertir los lugares vividos tan preciados para la Geografía Humanista.

Visto así, a la Geografía de la Percepción le interesa fomentar las visiones del

territorio de aquellos que todavía no tienen la posibilidad de hacerlo. Le va en ello su

propia esencia.

La última figura refleja un mapa del mundo elaborado atendiendo al porcentaje de

población de cada país sobre el total mundial. En ocasiones para tener una percepción

distinta de la realidad tan sólo es necesario poner el foco de atención en otro lugar,

mirar para otro lado. Nadie discute la veracidad de un mapa físico del mundo, la

tecnología actual nos permite delimitarlo y describirlo con una precision que cabe

calificar de milimétrica, gracias a los satélites espaciales, la tecnología GPS y la

fotografía digitalizada.

440

Figura 63

Fuente: http://www.cibermitanios.com.ar/2008/05/planisferios-alternativos.html

Así, es posible averiguar las variaciones del relieve que produce una catastrófe natural.

Por ejemplo, el reciente terremoto ocurrido en Nepal durante el verano de 2015 ha

provocado desplazamientos en la corteza terrestre de hasta seis metros.91

Pero cuando hablamos de hechos sociales la percepción de los mismos ofrece una

variedad de alternativas que dependen del enfoque y del propósito e intencionalidad de

quien elabora los datos. En el ejemplo de la figura superior, la cartografia se nos muestra

“deformada” respecto de esa otra realidad física y objetiva que nos ofrecerían las nuevas

tecnologías citadas. En este caso India, China y Japón aparecen más grandes en el mapa

porque tienen la mayor cantidad de población con respecto al total mundial. Sin embargo

Sudán, que es el país más grande de África, se ve menor que Nigeria, Egipto, Etiopía, el

Congo, Sudáfrica y Tanzania, por la misma razón. Esta figura es sin duda un ejemplo

perfecto de neogeografía de la percepción. Es tan cierto como un mapamundi físico, y

tan objetivo si los datos con los que se ha elaborado son fiables y actualizados, pero sin

embargo muestra a los ojos de quien lo contempla una realidad distinta. Por poner tan

sólo un ejemplo: algunos de los países más destacados en este mapa, sobre todo en África

y Ásia forman parte del grupo de los ciberexcluidos, carecen de importancia en este

91 <http://www.tiempo.com/ram/178882/el-terremoto-de-nepal-de-2015-cambio-la-forma-de-la-tierra/no-ta>. [13-10-2015].

441

segundo aspecto, y en consecuencia su tamaño sería mínimo si se hubiera realizado el

mapa atendiendo al acceso a la sociedad de la información.

442

443

CONCLUSIONES

1) La Geografía es una ciencia social.

Esta primera afirmación no es, obviamente, ningún descubrimiento, sino más bien

una declaración de intenciones. Las ciencias sociales tienen como objeto de

estudio los hechos sociales, las distintas manifestaciones (políticas, culturales,

económicas, etc.) del comportamiento humano, ya sea individual o colectivame-

nte. Es curioso como otras disciplinas afines, como la Historia, la Economía o la

Sociología tienen reconocido el status de ciencia social con una rotundidad de la

que carece la Geografía.

Sobre este hecho se han vertido ríos de tinta, y gran parte de la bibliografía y la

temática de esta tesis doctoral puede servir como ejemplo de ello. No hay el

sufíciente espacio aquí para abordar el tema en profundidad, pero algunas claves

que explican esta situación si convienen ser destacadas:

- Existe la Geografía como un todo. Toda Geografía es, en primera o última

instancia, en mayor o menor grado, Geografía Social. Más que nunca

ahora. Si alguna vez tuvo sentido, la tradicional división entre Geografía

Física y Humana ha de ser superada. No existe ningún rincón del planeta,

y en esta tesis se ha aportado algún ejemplo de ello, al que la influencia

del ser humano no haya llegado todavía. No quedan lugares vírgenes

donde supuestamente estudiar un medio físico intacto. Y aunque los

hubiera, el mero hecho de explorarlos, cartografiarlos, cátalogarlos y

transmitirlos ya supone “socializarlos”. Es decir, ofrecer una visión de los

mismos, ordenarlos, explotarlos, etc.

- La Geografía, en tanto que estudio del espacio -todo él, físico y humano-

como producto social, conllevará siempre una carga ideológica. Los datos

estadísticos, la cartografía de última generación, el impresionante acúmulo

de datos a disposición de los geógrafos, del cual la sociedad de la

información es la principal causa, no son nada si no se los interpreta.

Quedarse ahí, en la confección y manipulación de ingentes masas de datos

de manera exhaustiva y fiable, sería tan absurdo como pensar que la labor

de un historiador es ofrecer una lista de fechas, reyes y acontecimientos,

sin entrar a valorar la etapa histórica en que ocurrieron.

444

En consecuencia, no opinar sobre el espacio y su manejo no supone dotar a la

Geografía de una mayor rigor científico, sino convertirla en una materia aburrida

que, desgraciadamente, todavía hoy fuera del ámbito académico se identifica

muchas veces con saber nombres de ríos, cordilleras y provincias.

2) La neogeografía resalta las carencias de la Geografía.

Esa situación de indefinición que todavía hoy padece la Geografía explica en parte

el fenómeno de la neogeografía, que ha sido el objeto principal de estudio del pre-

sente trabajo de investigación. En cierta medida la neogeografía es una suerte de

“reacción social” al estado de indefinición citado en el punto anterior. Sorprende

cómo un término tan prometedor como el de neogeografía, que parece ofrecer

renovación, alternativa, nuevos enfoques, etc., ha sido acuñado completamente al

margen de la participación de la Geografía profesional y académica. Más aún, sin

la participación de nadie cuyo interés principal fuera la Geografía. De esta manera

el neologismo en cuestión ha surgido prácticamente por accidente. ¿Sería posible,

por ejemplo, acuñar el término “neoeconomía” o “neofilosofía” sin al menos la

participación de personas interesadas en la Economía o la Filosofía? Que esto sí

haya ocurrido así en el caso de la Geografía debe dar que pensar. De alguna

manera se demuestra que, fuera del ámbito académico y docente, la Geografía

sigue siendo vista como un mero “soporte físico” sobre el cual plasmar o llevar a

cabo iniciativas e inquietudes de todo tipo, pero de nuevo sin reflexionar, salvo en

contados casos, sobre el carácter de producto social del espacio ni sobre la carga

ideológica que cualquier actuación sobre el mismo conlleva.

3) La neogeografía es un fenómeno emergente y ha venido para quedarse.

Pero si algo tiene precisamente la neogeografía es una indudable impronta de

fenómeno social. Se produce así la interesante paradoja de que dicho fenómeno

pone en evidencia ciertas carencias de la Geografía al tiempo que se ofrece como

una extraordinaria oportunidad para empezar a solventarlas. Si toda Geografía es

finalmente Geografía Social ¿qué mejor oportunidad para esta ciencia que la de

estudiar y analizar las recientes manifestaciones sociales que suponen la

utilización masiva de las nuevas herramientas geográficas, puestas a disposición

de la población por las nuevas tecnologías para todo tipo de actividades, desde la

política a las compras online? Al hacerlo así estará tendiendo el puente que quizás

permita restañar la creciente desafección de la población hacia la Geografía tal y

como ha sido enfocada hasta ahora.

445

Sin ser plenamente conscientes de ello, gracias a las nuevas tecnologías, millones

de personas utilizan vocabulario y herramientas geográficas en sus actividades

diarias. Gracias a ellas se desplazan a través del mundo material y virtual utilizan-

do la Geografía. Y sin embargo, no todos perciben el extraordinario cambio que

ello supone respecto a la situación de hace tan sólo unas décadas.

En cualquier caso es un hecho a saludar. La neogeografía no es más que una de

las múltiples manifestaciones de la sociedad de la información, bien es verdad

que, precisamente por su componente geográfico, es de las más vistosas y

espectaculares; aunque no se debería quedar exclusivamente en esa vistosidad.

También posee enormes posibilidades de transformación y cambio social. Y es

sin duda a través de esa dimensión mediante la cual la Geografía Social puede

reconducir este reciente fenómeno hacia posiciones más comprometidas

socialmente.

Ello pasa necesariamente por luchar por proveer de acceso universal a la sociedad

de la información a todos los habitantes del planeta, sin ciberexclusión y sin ciber-

marginación. Pero dicho escenario, como se ha demostrado en detalle, está muy

lejos de cumplirse en la actualidad.

4) La sociedad de la información es un hecho revolucionario al que la Geografía debe

prestar atención.

La sociedad de la información es un hecho histórico de primera magnitud. No se

puede saber todavía qué nombre recibirá, pero en el futuro, cuando haya pasado

el tiempo suficiente para que los historiadores juzguen los hechos desde la distan-

cia, se situará en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI el adveninien-

to de una nueva época histórica. En términos históricos la Edad Contemporánea,

la de la Revolución Francesa, la Revolución Industrial, el movimiento obrero, el

colonialismo, las dos grandes guerras y la Guerra Fría, ya ha finalizado. La

sociedad de la información ha producido un salto cualitativo en nuestra manera

de vivir, y ha cambiado radicalmente nuestra manera de hacer las cosas. Aplicado

a los hechos emblemáticos de la Edad Contemporánea citados, por ejemplo, dicho

salto cualitativo supone que ya existen formas sustancialmente distintas de hacer

política, relacionarse económicamente, movilizarse para defender derechos, hacer

la guerra o concebir el mundo.

Todo ello es así debido a múltiples razones, agrupadas en lo que se denomina

Revolución Científica y Tecnológica (RCT), desde la ingeniería genética a la

446

conquista espacial, pasando por las telecomunicaciones de última generación o

internet. De entre todas ellas quizás sean las nuevas Tecnologías de la Información

y Comunicación (TICs), y muy especialmente su asociación con internet, lo que

más haya contribuido a generar este nuevo estadio de la evolución humana. Las

TICs e internet han dado lugar a la aparición de una realidad alternativa, el

ciberespacio, un mundo virtual que, sin embargo, está cada vez más presente y es

cada vez más real en nuestras vidas diarias.

Este ciberespacio tiene un doble interés para la Geografía :

- Por un lado es espacio, y como tal de importancia para el geógrafo Si el

espacio físico y material es un producto social, el ciberespacio no lo es

menos, así que la Geografía tendrá que algo que decir sobre él. La

Geografía se halla frente a una nueva Terra Incógnita que explorar,

cartografiar e interpretar. No hay prueba más evidente del carácter

eminentemente geográfico del ciberespacio que la profusión de metáforas

espaciales y territoriales que lo inundan, y sin las cuales cualquiera se

puede extraviar en él. En el ciberespacio se “navega” utilizando

“exploradores” y se visitan “sitios” (websites); además en dichos sitios la

gente interactúa y se relaciona. El ciberespacio es un espacio social, más

incluso que el mundo real. A fin de cuentas el mundo real ya existía antes

que la humanidad, pero el mundo virtual es un constructo humano, no

tangible y esencialmente relacional.

- Esto último nos lleva al segundo punto de interés para la Geografía. Si se

trata de un ciberespacio social, entonces la Geografía Social

necesariamente habrá de analizarlo, estudiarlo e interpretarlo. Los

primeros en explorar el ciberespacio han sido los usuarios, gente de todo

tipo que lo ha ido colonizando, y fundando primero sitios, luego

comunidades, después ciudades, y finalmente mundos alternativos. De

entre toda esta amalgama de usuarios, algunos grupos se han especiali-

zado en aquellas herramientas de carácter principalmente geográfico que

permiten explorarlo y relacionarse en él (cartografía digital, fotografía,

GPS, etc,), y a dicha actividad la han bautizado con el nombre de

neogeografía. Siempre ha sido así, el mundo académico nunca es el

primero en llegar a los sitios, pero ya ha llegado el momento de que en este

caso los geógrafos, además de utilizar, como el resto de usuarios, el

447

ciberespacio para relacionarse (compartiendo investígación, en labores

docentes, etc.) también lo interpreten en tanto que producto social.

5) La batalla por el ciberespacio ya ha comenzado.

Por expresarlo con rotundidad: el fenómeno de la globalización sería sencillamen-

te imposible sin el concurso de las nuevas tecnologías e internet. Ahora bien, sobre

la globalización hay posturas encontradas, opiniones a favor o en contra,

partidarios y detractores; y diferentes visiones de su significado, intenciones y

posibilidades. La consecuencia inmediata de lo dicho es que también habrá

distintas visiones acerca del papel que las nuevas tecnologías deben de jugar en

esa sociedad globalizada. Nadie va a renunciar a ellas, sino que cada uno intentará

utilizarlas para sus propios fines.

En ese sentido, en la sociedad de la información vuelven a aparecer las grandezas

y miserias de la humanidad. Internet, las redes sociales, la telefonía móvil de

última generación, etc.; todo ello puede ser utilizado tanto para socorrer a las vícti-

mas de una catástrofe o para denunciar injusticias como para cometer un atentado

terrorista o practicar la pederastia.

Llegados a este punto es necesario reseñar que el anuncio de la llegada de la

sociedad de la información, y su correspondiente promoción, ha sido llevado a

cabo hasta ahora desde una perspectiva fundamentalmente capitalista, es decir

como negocio. Es lo que en esta tesis se ha denominado cibercapitalismo. Esta

versión instrumentalizada de la sociedad de la información es la dominante en la

actualidad, gracias al concurso de un poderosísimo complejo mediático e

informático que se encarga de promoverlo. Se pretende ofrecer una versión del

ciberespacio como sustituto del mundo real y material, y es en este contexto en el

que expresiones tan chocantes como el “fin de la historia” o “la muerte de la

geografía” son permanentemente cacareadas. Ello a su vez conduce, según lo ya

comentado, a una determinada versión de la globalización, versión que

lógicamente también es la del cibercapitalismo: nuevamente un negocio.

Sin embargo, como se demuestra en esta tesis doctoral, hay otras versiones del

ciberespacio. En lugar de antagónicos, el mundo virtual y el mundo real son com-

plementarios y están inextricablemente unidos. De este modo el mundo virtual

retroactúa sobre el mundo material y físico abriendo nuevas posibilidades de

interrelación nunca conocidas hasta ahora. Al igual que en la versión interesada

propia del cibercapitalismo, ésta otra supone por supuesto una manera distinta de

448

concebir la globalización, una “alterglobalización”. Lógicamente esta otra versión

del mundo gobalizado necesita hacerse visible y promocionarse, tanto en el

mundo real como en el virtual, y para ello necesita del concurso de las nuevas

tecnologías e internet. Así que, al final, se está librando una batalla por el

ciberespacio entre dos visiones contrarias de la sociedad de la información y de la

globalización.

Ni que decir tiene que la Geografía ha de estar presente en dicho escenario,

atendiendo al fenómeno en su conjunto, a la aportación y la versión final que la

neogeografía pueda dar del mismo y, especialmente desde la Geografía Social,

para promover versiones alternativas a la hegemónica, propia del cibercapitalis-

mo.

6) Una gran parte de la humanidad vive ciberexcluida.

Porque la versión cibercapitalista de la sociedad de la información y de la

globalización implica la aparición de una profunda brecha digital global, un

profundo cisma entre aquellos que tienen acceso a las nuevas tecnologías e

internet y aquellos otros que no. Esta nueva modalidad de desigualdad geográfica,

aparece fundamentalmente de dos maneras: como cibermarginación y como

ciberexclusión. La primera es más propia de los países desarrollados, y suele hacer

referencia a aquellos grupos sociales y comunidades desfavorecidas o en situación

de desventaja por variadas razones, como la población de avanzada edad, ciertas

minorías étnicas o, en determinadas culturas, las mujeres. Sin embargo con

voluntad y las políticas adecuadas puede ser corregida.

La ciberexclusión, por el contrario, afecta de manera general a los países del sur

menos desarrollados. Aparece como una nueva forma de exclusión que se

sobreimpone a otras que en la lógica económica capitalista tienen ya un carácter

estructural, en la medida en que se han perpetuado en el tiempo y no ofrecen visos

de solucionarse. Entre ellas están, por citar algunas de las más evidentes, el

hambre, el analfabetismo, la falta de democracia o la discriminación de la mujer.

Resulta clarificador, y a ello se ha dedicado un apartado de esta obra, la extraordi-

naria coincidencia entre la cartografía al uso respecto de la ciberexclusión y otras

formas de exclusión “tradicionales”. La conclusión evidente es que la

ciberexclusión es una consecuencia lógica de desigualdades previas como las

acabadas de mencionar. Pero a su vez, la ciberexclusión es también la causa de

que dichas desigualdades previas no se solucionen. Al final se llega a una relación

449

en bucle mediante la cual la brecha digital es efecto y causa, en un círculo vicioso

que está lejos de resolverse.

7) La Geografía y la neogeografía pueden combatir la ciberexclusión

Combatir la ciberexclusión es combatir el cibercapitalismo y su versión

economicista de la globalización. La Geografía Social siempre ha pretendido una

sociedad más justa. Pero en el nuevo escenario de la sociedad de la información

los métodos y las herramientas para conseguirlo han cambiado sustancialmente.

Aunque el fin siga siendo el mismo, los medios han variado. De entre todas las

nuevas posibilidades de combatir el cibercapitalismo que la nueva sociedad de la

información pone a disposición, la más apropiada para la Geografía Social es sin

duda la neogeografía. Desde una triple vertiente:

- Reconducir el extraordinario potencial ciberactivista de este fenómeno.

Ello supone, por un lado reorientar lo que en esta tesis se ha denominado

una versión instrumentalizada de la neogeografía, a través de la cual esta

emergente realidad es vista exclusivamente como un evento folcklórico y

consumista; y por otro lado potenciar, reconducir, y colaborar con aquellas

otras actitudes que, como el voluntariado geográfico y la participación

ciudadana, fomentan su vertiente más social y reivindicativa.

- Explotar su potencial, ya que al establecer lazos de colaboración entre

Geografía y neogeografía, desde el enfoque contrario a la versión

instrumentalizada, la neogeografia se muestra como un arma muy

poderosa, capaz de ofrecer alternativas viables a la lógica del fundamenta-

lismo del tecnomercado, empeñado en enterrar la historia y la geografía.

- Finalmente, y como consecuencia de lo anterior, de resultas de dicha

colaboración la Geografía tendría la oportunidad de establecer esos

vínculos tan necesarios con la sociedad, demostrando que su verdadera

labor es la interpretación del territorio como producto social.

8) Se propone una nueva definición de neogeografía y de acuerdo con ella se

establece cual puede ser su nueva función.

“La neogeografía es el uso de las herramientas informáticas de nueva generación

propias de la sociedad de la información, en especial internet, para las finalidades

propias de la Geografía como disciplina académica; en todas sus escuelas de

pensamiento geográfico, e incorporando las aportaciones que, desde fuera de la

Geografía, son realizadas por usuarios no especialistas en esta disciplina gracias

450

al uso de específicas herramientas geográficas de última tecnología”. Esta nueva

definición restituye a la Geografía académica el papel de liderazgo que debe

ostentar a la hora de plantear una renovación de la disciplina, con el rigor y el

derecho que le otorga su trayectoria multisecular. Pero al mismo tiempo incluye

el interesante fenómeno social de la participación ciudadana en el conocimiento

geográfico desde su doble vertiente: como indudable posibilidad de

enriquecimiento para la Geografía, y como fenómeno social de especial interés

geográfico.

Es necesario comprender que la ciberexclusión implica, entre otras muchas cosas,

la exclusión de la posibilidad de practicar la neogeografía, no ya en su vertiente

instrumentalizada y consumista, sino también, y esto es lo realmente relevante, en

lo que respecta a las posibilidades de participación ciudadana. Es decir, en la

capacidad de las personas para influir, individual o colectivamente, sobre las

decisiones y actuaciones de su vivir cotidiano y su futuro inmediato. Vista así, la

neogeografía es un lujo que sólo se pueden permitir los ciudadanos de los países

desarrollados, y aún en este caso no todos ellos en la medida que también existe

la cibermarginación.

Por tanto, la neogeografía debe de ser la primera interesada en acabar con esta

situación. Es comprensible que la concepción instrumentalizada de la neogeogra-

fía no preste atención a esta injusta situación, preocupada como está sólo en el

aspecto lúdico y superfluo de su enorme potencial, pero no tiene sentido que esa

otra corriente que defiende la participación ciudadana no anhele hacerla extensible

al mayor número de personas del planeta. De lo contrario se incurriría en el

absurdo de luchar por mayores cotas de participación ciudadana para unos pocos,

dejando al margen a la mayoría y contribuyendo a mantener una situación que, a

escala planetaria, es ciertamente indiscutible a día de hoy: la democracia y el

derecho de participación ciudadana son, junto con el acceso a la sociedad de la

información, un lujo para unos pocos. Mientras algunos tienen cada vez más fácil

movilizarse por sus derechos y organizarse políticamente, otros permanecen al

margen tan siquiera de los mínimos derechos y, lo que es peor, de la posibilidad

de luchar por conseguirlos. De esta manera la brecha digital está ampliando las

diferencias entre Norte y Sur, también en el acceso a la democracia. La prueba de

que esto así, como se ha demostrado en esta tesis, es que el acceso a internet es

concebido ya como un derecho por la ONU, derecho que se conecta directa y

451

explícitamente con alguno o algunos de los detallados en la Carta de los Derechos

Humanos (asociación, participación, etc.).

9) La neogeografía, apoyándose en la Geografía Social, puede colaborar a revertir

las desigualdades geográficas.

Ello puede ser llevado cabo en tres direcciones:

- Denunciar. En tanto que neogeografía social, esta modalidad de práctica

en las redes sociales puede contribuir de manera notoria en la denuncia de

las desigualdades geográficas, y en concreto de la ciberexclusión. En esta

tesis se han ofrecido numerosos ejemplos de aportaciones provenientes de

la neogeografía en las que se denuncian explícita o implícitamente

situaciones que evidencian dicha desigualdad y a las instituciones que las

promueven, fomentan, o miran para otro lado cuando esto ocurre. En

concreto se ha llevado a cabo un análisis exhaustivo de las tres más

representativas: el FMI, el BM y la OMC.

- Combatir. Por otro lado la neogeografía también puede colaborar de

manera eficiente a combatir las desigualdades geográficas, sobre todo, en

el contexto de esta tesis y como fenómeno típico de la sociedad de la

información, la ciberexclusión y el analfabetismo digital. Igual que en el

caso anterior, se han aportado numerosos ejemplos de cómo la Geografía

puede utilizar toda esa ingente cantidad de iniciativas que aparecen en las

redes sociales encaminadas a superar la brecha digital, desde organismos

privados, hasta ministerios de educación, pasando por ayuntamientos o

comunidades de vecinos. Pero esta neogeografía social puede ser utilizada

también en la lucha contra cualquier otro tipo de desigualdad, de acuerdo

a la lógica propuesta en este trabajo de investigación, mediante la cual la

ciberexclusión es consecuencia pero al mismo tiempo causa del resto de

desigualdades planetarias existentes en la actualidad. De este modo,

tambíén se ofrecen ejemplos de aportaciones neogeográficas de interés

para la Geografía en la lucha contra otras carencias, como el acceso a los

servicios sanitarios, la democracia, o los derechos de minorías.

- Proponer. Finalmente la neogeografía es capaz de ofrecer alternativas a

las visiones unidimensionales y hegemónicas del cibercapitalismo. En ese

sentido se convierte en subversiva, al socavar el universo ideológico

neoliberal, su autoproclamado éxito sin paliativos, y su inevitabilidad.

452

Ideas todas que están en la base de la anunciada muerte de la Geografía.

La neogeografía ayuda a demostrar que las distancias no van a desaparecer

sino que se van a tener que repensar, empezando por el hecho de que ese

ciberespacio sin desplazamientos que publicita el fundamentalismo

tecnológico no es nada real para cientos de millones de personas en el

mundo. Mientras algunos se plantean experimentar un paseo virtual por

los Alpes desde el salón de su casa -conectados a ordenadores, sensores,

visores, y otros aparatos de última tecnología- otros recorren decenas de

kilómetros al día tan sólo para recoger algo de agua. ¿Qué clase de locura

es esta?, ¿cómo es posible ignorar que las nuevas tecnologías, si no se

gestiona bien su uso, conducen a un ahondamiento, más obsceno si cabe,

de la brecha entre ricos y pobres?, ¿va a ser posible un destino planetario

común si la humanidad sigue por ese camino, el camino del ciberca-

pitalismo?

La neogeografía nuevamente puede colaborar a corregir o paliar esta situación.

Internet, al menos de momento aunque no en todos sitios, es un foro abierto. Y en

él se desarrollan numerosas iniciativas que proponen alternativas a la situación

descrita. Valen como muestra las propuestas como ejemplos en esta tesis en el

apartado dedicado a tal fin.

10) Determinadas escuelas de pensamiento geográfico se ven especialmente

implicadas en el fenómeno de la neogeografía.

Desde el enfoque planteado en esta tesis doctoral, y después de la nueva definición

propuesta para la neogeografía, se llega a la conclusión de que determinadas

escuelas de pensamiento geográfico están especialmente implicadas en ese

proceso de articulación de un nuevo modelo de relación con lo que hasta ahora se

venía conociendo como neogeografía, y más todavía en dotar de contenido a la

nueva definición de la misma. Dichas escuelas son la Geografía Crítica, la

Geografía Humanista, y la Geografía de la Percepción. Ello es así porque cumplen

con dos requisitos:

- El hecho social del espacio. Las tres corrientes de pensamiento

geográfico citadas tienen en común la preocupación por el carácter social

del espacio y el territorio. Cada una desde su propia perspectiva, con su

propia metodología y con sus específicos centros de interés.

453

- Beneficio mutuo. Desde distintos ángulos también las tres tienen grandes

posibilidades de incorporar las aportaciones realizadas por la

neogeografía, procedentes del mundo no académico, para enriquecer sus

propios contenidos y metodología. Pero obviamente las tres tienen mucho

que ofrecer también a la hora de reconducir la práctica de la neogeografía

desde su versión instrumentalizada a la social.

11) La Geografía Crítica y la neogeografía tienen grandes posibilidades de

colaboración.

En esta tesis se han propuesto principalmente los aspectos que se citan a

continuación:

- Promover escalas distintas a la de la globalización. La escala planetaria

es la que favorece las pretensiones del cibercapitalismo. En ella es donde

se encuentra más cómodo y en dónde puede actuar con menos control por

parte de la ciudadanía. Especialmente patente queda dicha situación en lo

que se denomina el “adelgazamiento del estado”. Los estados nación

representan la escala territorial nacional. Ésta ha sido durante siglos la que

ha marcado el devenir histórico y político del mundo. Todo se acababa

resolviendo en el contexto de las relaciones entre estados, o de

instituciones supraestatales (como la ONU, la OTAN, etc.) que no eran

sino agrupaciones de aquellos. Dicho escenario ha cambiado radicalmente

con la llegada de la sociedad de la información. El destino del planeta está

ahora en manos de una megamáquina económica mundializada que

dispone de sociedades multinacionales, redes de comunicación de

ultimísima tecnología y continuamente renovadas, y sedes deslocalizadas.

La megamáquina subordina a los estados y, sin un aparato central definido

y visible, funciona a través del ciberespacio a escala global. Ofrecer la

oportunidad a otras escalas (nacional, regional y local) la posibilidad de

hacerse visibles y reafirmarse permite combatir el cibercapitalismo.

- Conectar con el ciberactivismo anticapitalista. En la lucha contra el

cibercapitalismo internet se he revelado como una poderosa arma. Existen

innumerables iniciativas (comunidades virtuales, blogs, websites, etc.) que

diariamente se oponen de manera activa a la ideología neoliberal. Todas

ellas se pueden englobar bajo la denominación de ciberactivismo, o

activismo en la red. Muchas de ellas además tienen una reconocida

454

filiación política de izquierdas. Evidentemente la Geografía Crítica no

puede desaprovechar este extraordinario potencial, ni dejar de participar

en él.

- Promover otra globalización. Aunque no todo, gran parte de este

ciberactivismo de izquierdas centra sus esfuerzos en la lucha contra la

globalización entendida a la manera capitalista. Uniéndose a él y

participándolo la Geografía Crítica incide sobre los dos aspectos

anteriores. La lucha contra la globalización promovida desde el

ciberactivismo, no sólo el ciberactivismo de izquierdas, propone otra

visión de la misma que respete otras escalas, como la nacional y la local.

Y existen también ciertamente, tal y como algunos ejemplos de esta tesis

han demostrado, iniciativas surgidas desde el ámbito académico de la

Geografía que ya se han sumado a la lucha del ciberactivismo contra la

globalización neoliberal.

12) La Geografía Humanista y la neogeografía tienen grandes posibilidades de

colaboración.

El lugar es el concepto central para la Geografía Humanista. Un lugar que no

necesariamente implica la negación de lo objetivo frente a la subjetividad de lo

vivido en él. Antes bien, como se ha demostrado en esta tesis doctoral, las

personas son indisociables del entorno en el que habitan y, desde ese punto de

vista, el lugar se convierte en el nexo de unión de los individuos y su ambiente;

dicho ambiente es concebido a su vez en un sentido amplio, de manera que

engloba no sólo las características físicas y medioambientales sino también el

entorno social, el complejo entramado de relaciones sociales que establecemos

diariamente.

La novedad ahora es que los lugares ya no son exclusivamente los físicos y

materiales, porque ahora es necesario incluir los lugares virtuales. Si la Geografía

Humanista se preocupa por la relación hombre-lugar, el sistema a estudiar se ha

hecho más complejo, y consta de tres elementos interrelacionados: hombre,

entorno físico y entorno virtual. Esta nueva triple dimensión ha quedado

perfectamente caracterizada a través de las denominadas redes sociotecnológicas,

auténticos entramados que en su misma esencia niegan la versión ciberevangelista

del mundo virtual propia del capitalismo digital. La Geografía Humanista llama

así a la acción para modelar los lugares (físicos y virtuales) y anima a la

455

transformación cuando la calidad del lugar vivido no es la adecuada, tanto desde

el punto de vista ambiental como social. Las implicaciones de esta postura son

importantes y tienen especial relevancia en el ámbito de la neogeografia: se puede

actuar para mantener o mejorar la calidad de los lugares vividos, también los

virtuales. Y al ingresar en estos últimos, al vivirlos, se les dota de significado, tal

y como siempre ha ocurrido con los lugares físicos. Desde ese mismo momento

se convierten en polo de atracción para otros individuos que puedan compartir

intereses y valores similares. La insistencia por parte de la Geografía Humanista

en ligar de manera necesaria la relación entre las personas y los lugares vividos se

ha trasladado también al mundo virtual, la mayoría de ocasiones en forma de

aportaciones neogeográficas a través del ciberactivismo.

13) La Geografía de la Percepción y la neogeografía tienen grandes posibilidades

de colaboración.

Tal y como se ha comentado en esta obra, la Geografía de la Percepción quizás

sea, de las tres escuelas de pensamiento geográfico implicadas, la que más

semejanzas y puntos de contacto guarda con el fenómeno de la neogeografía.

Dicha afirmación se debe al indudable hecho de que esta última fue definida en

origen por sus propios practicantes como una actividad espontánea, lúdica y

subjetiva, que no busca el rigor científico ni la objetividad sino la aportación

particular y subjetiva (la percepción en definitiva, pero manifestada ahora a través

de las redes sociales e internet) que de un determinado lugar, experiencia o

situación tiene cada uno. Las implicaciones al respecto de lo dicho son

esencialmente tres:

- Por un lado supone una inagotable fuente de recursos en forma de

aportaciones personales de los usuarios. Cualquier usuario de la

neogeografía tiene a su disposición en la actualidad, gracias a las nuevas

tecnologías, unas posibilidades de elaboración y presentación de productos

cartográficos personalizados de los que no disponian ni tan siquiera los

profesionales de la Geografía hace relativamente poco tiempo. Con la

interesante novedad de que dicha información se puede generar en

colaboración con otros, y se puede compartir con miles de usuarios que,

por una u otra razón, están interesados en un mismo lugar y aportan a su

vez su percepción del mismo. No hay mejor ejemplo de cómo la

neogeografía y la Geografía de la Percepción se apoyan mutuamente.

456

- Se refuerza el carácter perceptivo de la neogeografía. Gracias a la

cartografia digital de libre acceso es posible conocer cientos, miles de

percepciones distintas sobre una misma porción de territorio. Dichas

percepciones, aportadas en la mayoría de ocasiones por usuarios sin

formación geográfica, son deliberadamente subjetivas, sin ningún orden o

plan preconcebido, y en algunas ocasiones tendenciosas o inexactas. Pero

lo importante es que refurerzan los postulados teóricos de la Geografía de

la Percepción. En cierto sentido la neogeografía va a suponer en los

próximos años una eclosión de la Geografía de la Percepción.

- Facilita puntos de encuentro. la Geografía de la Percepción tiene la gran

oportunidad, dado el extraordinario crecimiento de aportaciones desde la

neogeografia que la nutren en la actualidad, de utilizar todo ese acervo

desde una perspectiva proclive a la búsqueda de centros de interés y

lugares comunes con la Geografía Crítica y la Geografía Humanista. En el

caso de la Geografía de la Percepción y desde este último punto de vista,

una primera conclusión es evidente: en la medida en que sigue existiendo

cibermarginación, y todavía más a causa de la ciberexclusión, a pesar del

indudable crecimiento de aportaciones neogeográficas siguen faltando las

percepciones geográficas de los más desfavorecidos. La existencia de lo

que se ha denominado “agujeros negros en el ciberespacio” impide la

elaboración completa de los mapas mentales de un determinado lugar, tal

y como la Geografía de la Percepción pretende. Sólo determinadas

percepciones del territorio pueden ser estudiadas por la sencilla razón de

que otras no están disponibles. Se genera así una vision sesgada e

incompleta del espacio nada acorde con las pretensions de esta escuela de

pensamiento geográfico.

14) Las tres escuelas de pensamiento geográfico implicadas tienen en común

plantamientos alternativos al cibercapitalismo.

Dichos planteamientos comunes se ven reforzados gracias a su colaboración con la

neogeografía. De este modo oponerse a la version unidimensional y hegemónica del

capitalismo digital se convierte en una necesidad común para todas ellas, aunque por

diferentes razones. La ciberexclusión es algo contra lo que se debe luchar, por una

cuestión de justicia social (Geografía Crítica), en la defensa de la calidad de los

lugares vividos (Geografía Humanista), y desde una perspectiva en la que todos los

457

puntos de vista sean tenidos en cuenta (Geografía de la Percepción). No es difícil,

además, darse cuenta de la complementariedad de las tres razones esgrimidas. No es

posible conseguir justicia social sin una adecuada calidad del entorno socioambiental

y sin una posibilidad del participación accessible a todos, y viceversa. La

neogeografía, como recién llegada, no hace sino ampliar el abanico de posibilidades

y la efectividad con que dicha tarea puede ser llevada a cabo.

Esta tesis ha pretendido dar visibilidad a esta situación, que por novedosa quizás no

haya sido suficientemente sopesada hasta el momento. Ahora corresponde a los

profesionales de la Geografía servir de guía y referencia ante este nuevo reto.

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