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Número 7 julio-diciembre 2014 Año 4 - arteconciencia.org fileImpresa en los talleres de Editorial...

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Número 7 julio-diciembre 2014 Año 4
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Número 7 julio-diciembre 2014 Año 4

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DIRECTORIODirector general: Juan Martín Aguilera Morales.

Director editorial: René Navarrete Padilla.

Secretaria de redacción: Erika González Rosas

Consejo EditorialBenjamín Valdivia

Gabriel Medrano de Luna

Manuel Sánchez Martínez

Ma. Isabel de Jesús Téllez García

Fabrizio Ammetto

Pedro del Villar Quiñones

Comité Científico Internacional

Colombia: Olavo Escorcia Oyola.

Cuba: Elsi María López Arias, Flora Morcate.

España: José Luis Carles Arribas, José Manuel Pedrosa,

Manuel Jesús Ramírez Blanco.

Estados Unidos: Paul French.

Francia: Luca Sala.

Italia: Stefano Bertocci, Claudia Colombati, Alvise De Piero,

Saverio Lamacchia, Sandro Parrinello, Romano Vettori.

Israel: Bella Brover-Lubovsky.

Suiza: Constance Frei, Matteo Nanni.

ISSN 2007-4433

Contacto: [email protected]

Juárez 77, Guanajuato, Gto, 36000 México

Tel. +52 (473) 1020100 ext. 2205

Arteconciencia, año 4, núm. 7, julio-diciembre 2014, es una publicación semestral editada y distribuida por la Universidad de Guanajuato,

Lascuráin de Retana núm. 5, Zona Centro, C.P. 36000, Guanajuato, Gto., a través de la División de Arquitectura, Arte y Diseño, Campus

Guanajuato de la Universidad de Guanajuato. Dirección de la publicación: Juárez 77, Zona Centro, CP. 36000, Guanajuato, Gto., Editor res-

ponsable: René Navarrete Padilla, Diseño gráfico: Juan Antonio Michel Malo, Certificado de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo: 04-2011-

070613082300-102 de fecha 6 de julio de 2011 e ISSN 2007-4433 ambos otorgados por la Dirección de Reservas de Derecho del Instituto

Nacional del Derecho de Autor, Certificado de Licitud de Título y Contenido, en trámite a otorgar por la Comisión Calificadora de Publicaciones y

Revistas Ilustradas. Impresa en los talleres de Editorial Calygramma, Avenida de las brujas 12, Colonia Las brujas, Querétaro, Qro. Este número

se terminó de imprimir el día 1 de octubre de 2014 con un tiraje de 500 ejemplares.

Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.

Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación, sin previa autorización de la Uni-

versidad de Guanajuato.

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C O N T E N I D O

Editorial 4

Rolando Álvarez

José María Arguedas o la poética de todas las sangres 5

Erika Lourdes González Rosas

Las industrias culturales y el perfil de sus gestores 18

Myriam Montoya López

Breve preámbulo para el estudio de libros manuscritos

en la Baja Edad Media (XI-XV) 31

José Merced Rizo Carmona

Gadamer y la verdad como “desocultamiento” en la obra de arte 47

David Charles Wright Carr

Ra hyokak’oihmi dega u’ada: El creador de máscaras de maguey 62

Nuestros colaboradores 77

Normas editoriales 79

arteconcienciaNúmero 7 julio-diciembre 2014 Año 4

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editorial

rteconciencia entrega su número siete con la mira puesta en la diversidad de

las áreas y los enfoques, con especial énfasis, en esta ocasión, en las producciones

artísticas que, perteneciendo ya a lo histórico mantienen vigencia o interés para

nuestros días.

Así, Rolando Álvarez trata inicialmente la poética de José María Arguedas y su

proyección de una unidad de las naciones andinas, con la perspectiva de una posible

unidad latinoamericana a partir de las raíces autóctonas.

En contrapunto, Erika Lourdes González Rosas aborda el perfil de los gestores

de industrias culturales, desde los elementos organizacionales y la injerencia de

rubros económicos y sociales que les son propios.

Como parte de una investigación acerca del libro en tanto objeto cultural e his-

tórico, Myriam Montoya López comparte un resumen de los componentes técnicos

y estilísticos de los libros en el período previo a la creación de la imprenta.

La noción gadameriana de “desocultamiento” se analiza con relación a la obra

de arte, por José Merced Rizo Carmona.

David Charles Wright Carr nos ofrece una investigación acerca del artista otomí

José Luis Romo Martín, quien plasma su tradición de forma novedosa sobre hojas

de maguey.

Esperamos que esta emisión de nuestra revista sea de lectura grata e interesante.

4

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José María Arguedas o la poética

de todas las sangres

Rolando Álvarez

En memoria de Máximo Damián1

Resumen

En este trabajo se reflexiona sobre la relación entre la poética de José María Arguedas y su visión

del Perú como una sociedad en conflicto, que contiene una heterogeneidad cultural cuyo com-

ponente histórico fundamental es la comunidad nativa. Se considera también que su obra literaria

no puede ser encasillada en el “indigenismo”, ya que su intención literaria es expresar al Perú

como totalidad.

Palabras clave: Arguedas, Perú, heterogeneidad, indio, novela.

Abstract

In this paper we examine the relationship between José María Arguedas’ poetic point of view and

his insight of Peru as a society in conflict that includes heterogeneous cultural components which

are based, as a historical fundament, in the native Peruvian communities. Also it is considered that

his literary work cannot be constrained into the “indigenismo” trend, since his artistic intention

is to express Peru as a whole.

Keywords: Arguedas, Peru, heterogeneity, indigenous, novel.

1 Al momento de terminar la escritura de este trabajo me enteré de la muerte de Máximo Damián

Huamani, gran violinista y difusor de la música andina, amigo entrañable de José María Arguedas

y a quien el escritor le dedicó su novela póstuma acerca de los zorros. José María Arguedas, en su

testamento, pidió que en su funeral lo despidiera la música de su amigo; y así aconteció.

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La historia personal del escritor peruano

José María Arguedas (1911-1969) es

tan dramática como sus propias nove-

las.2 El sufrimiento que le infringieron

su madrastra —una hacendada de San

Juan de Lucanas— y su hermanastro,

lo cuenta en su participación durante

el Primer encuentro de narradores pe-

ruanos en Arequipa (1965).3 Un breve

fragmento de aquel discurso nos basta

para dimensionar esa etapa de su vida:

Cuando llegué a la cocina me puse a

comer; a mí la servidumbre me trataba

mucho mejor que a los patrones; entró

mi hermanastro, yo estaba tomando sopa

y tenía un plato de riquísimo mote a

un lado con su pedacito de queso; él me

2 Claro que este dramatismo no obscureció del

todo su vida y José María Arguedas no era

un hombre sombrío, como han testimoniado

sus amigos, entre ellos Rodrigo Montoya e

Hildebrando Pérez Grande, le gustaba cantar

y bailar, charlar y contar chistes “verdes,

colorados y de todos colores”.3 El Primer encuentro de narradores peruanos

en Arequipa el año de 1965 fue convocado

por Antonio Cornejo Polar, reuniendo a

personajes de la talla de Ciro Alegría, Alberto

escobar, Tomás Escajadillo, Mario Vargas

Llosa, Sebastián Salazar Bondy o Eleodoro

Vargas Vicuña. Arguedas, José María, Obra

antropológica, T. 7, Editorial Horizonte,

Lima, 2012, pp. 101–105.

Rolando Álvarez

quitó el plato de la mano y me lo tiró a

la cara diciéndome: “no vales ni lo que

comes”, que es una cosa que se suele

decir muy frecuentemente. Yo salí de la

casa, atravesé un pequeño riachuelo, al

otro lado había un excelente campo de

maíz, me tiré boca abajo en el maizal y

pedí a Dios que me mandara la muerte

(Arguedas, Obra antropológica, T. 7,

2012: 102).

Al recibir el premio Inca Garcilaso

de la Vega, en octubre de 1968, plan-

tea su problemática existencial de ma-

nera contundente en una frase que se ha

convertido en emblemática: “Yo no soy

un aculturado; yo soy un peruano que

orgullosamente, como un demonio feliz

habla en cristiano y en indio, en español

y en quechua” (Arguedas, Obras com-

pletas, T V, 1983: 14). Esa frase es el

fundamento de su poética, la peruanidad

es su permanente intención tanto en su

trabajo etnológico como en su quehacer

literario, y la peruanidad la entiende él

como la unión de las dos naciones que

constituyen su país: la india y la criolla.

Originario de los Andes centrales,

de Andahuaylas para ser precisos, se

imbibió con el mundo de los indios,

habló primigeniamente su lengua —el

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quechua—4 pero en castellano constru-

yó obras literarias que son indiscutible-

mente fundamentales en las letras de

Hispanoamérica. En ese mismo discurso

de recepción del premio Garcilaso hace

una “declaración de principios” respec-

to a lo que es su trabajo como escritor al

confesar: “Deseaba convertir esa reali-

dad en lenguaje artístico”. Y señala más

adelante:

Las dos naciones de las que provenía

estaban en conflicto: el universo se me

mostraba encrespado de confusión, de

promesas, de belleza más que deslum-

brante, exigente. Fue leyendo a Mariá-

4 “Los indios y especialmente las indias vieron

en mí exactamente como si fuera uno de ellos,

con la diferencia de que por ser blanco acaso

necesitaba más consuelo que ellos… y me lo

dieron a manos llenas. Pero algo de triste y

de poderoso al mismo tiempo debe tener el

consuelo que los que sufren dan a los que sufren

más, y quedaron en mi naturaleza dos cosas

muy sólidamente desde que aprendí a hablar:

la ternura y el amor sin límites de los indios,

el amor que se tienen entre ellos mismos y

que le tienen a la naturaleza, a las montañas,

a los ríos, a las aves; y el odio que tenían

a quienes, casi inconscientemente, y como

una especie de mandato Supremo, les hacía

padecer.” (Arguedas, Obra antropológica, T.

7, pág. 101).

José María Arguedas o la poética de todas las sangres

tegui y después a Lenin que encontré un

orden permanente en las cosas (…).

El otro principio fue el de considerar

siempre el Perú como una fuente infinita

para la creación (4).

Para José María Arguedas el acto de

escribir se convierte en una forma de

vida que no puede reducirse a un he-

cho meramente oficioso, ni entenderse

como un ejercicio profesional, “escri-

biré con sangre no por profesión”, afir-

ma, y en el diario del 15 de mayo en

El zorro de arriba y el zorro de abajo,

dice: “Escribimos por amor, por goce

y por necesidad, no por oficio. Eso de

planear una novela pensando en que con

su venta se ha de ganar honorarios, me

parece cosa de gente muy metida en las

especializaciones. Yo vivo para escribir,

y creo que hay que vivir desincondicio-

nalmente para interpretar el caos y el

orden” (25).5

Su escritura es fundamentalmente

amorosa, con ese sentimiento “nombra”

al Perú, a su historia mediata e inme-

5 Esta concepción del acto literario de escribir,

entre otras cosas, lo va a llevar a conflictuarse

con algunos escritores, particularmente

con Julio Cortázar (vid. Arguedas, Obras

completas, T. V, págs. 25-26).

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diata, a su gente. También este amor es

el que lo va a llevar a emitir juicios vio-

lentos y drásticos contra quienes trai-

cionan y mancillan de una u otra manera

a la nación, como podemos apreciarlo

en su novela carcelaria El sexto.

Para Arguedas la novela —en tanto

género— en el Perú se imbrica con la

realidad nacional a través de un com-

promiso histórico y por tanto político

que él afirma se desprende del género

mismo como correspondiente sígnico de

referencialidad. En la conferencia que

dicta en el Centro de Investigaciones

Literarias de la Casa de las Américas,

en la Habana el año de 1968, dice:

La relación que hay entre la narrativa y

la composición social del país y su evo-

lución podríamos decir que es todavía

mucho más directa, —como no puede ser

de otro modo— que la de la poesía. Hay

un hecho social que decide el destino del

país en todos los aspectos de la actividad

humana del Perú: la división del país en

dos universos, dos mundos totalmente

diferentes: el mundo de los indios y el

mundo de los criollos, que así les llama-

mos a las personas que están mucho más

influidas por la cultura llamada occiden-

tal (Arguedas, Obra antropológica, T 7,

2012: 527).

Rolando Álvarez

Ese compromiso en su propia obra

se convierte en un intento por expresar

la peruanidad en toda su dimensión de

heterogeneidad y mestizaje a través de

las relaciones conflictivas de los sec-

tores culturales, económicos y étnicos

que conforman su realidad. Así, en el

contexto de la narrativa de Arguedas

ambos conceptos, heterogeneidad y

mestizaje, obedecen a una relación de

orden social extraliteraria. Hablamos

de heterogeneidad cuando en un mismo

ámbito se encuentran dos grupos que

se confrontan culturalmente sin que se

provoque un acto de hibridación o mes-

tizaje, mientras que en la hibridación o

mestizaje hay una relación de mezcla en

la cual ambos grupos pierden elementos

culturales propios que son sustituidos

por adopción con elementos culturales

del otro grupo. Este problema de la he-

terogeneidad y el mestizaje Arguedas

lo enfoca desde el contexto andino para

luego proyectarlo hasta la costa cuan-

do se convierten en escenarios de sus

novelas el puerto de Chimbote y Lima.

Así, el proceso narrativo de Arguedas,

con el Ande como elemento omnipre-

sente, estructura un sistema de ficcio-

nalización de la realidad peruana que si

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bien empieza en las comunidades indias

llega a tocar los grandes problemas na-

cionales de economía, política social o

soberanía del país, desde Agua (1935)

hasta El zorro de arriba y el zorro de

abajo (novela póstuma que rompe con

el esquema tradicional del género en su

momento), pasando por Yawar fiesta y

Los ríos profundos; novelas que en su

conjunto son evidencia de la visión que

Arguedas tiene del Perú como una tota-

lidad problemática. En Discusión de la

narrativa peruana, texto publicado en la

revista Gaceta de Lima (No. 11 – junio

– agosto de 1960), afirma: “El Perú

tiene una humanidad y un paisaje in-

sondables y desgarradores, quien tenga

vocación para la novela encontrará aquí

materia ilimitada que lo arrastre. Pero

debe vivir el país, no contemplarlo sim-

plemente. (…) estos tiempos del Perú

son todavía los de la novela que si no

narra la vida, el revolverse del país para

surgir, ha de valer muy poco” (Argue-

das, Obra antropológica, T.7, 2012:

204). Ese revolverse para surgir no es

otra cosa sino la revolución, la convulsa

intentona de un país por vivir una tota-

lidad heterogénea armónica, pasar de la

utópica unidad romántica del mestizaje

José María Arguedas o la poética de todas las sangres

criollo decimonónico (nulificador de las

diferencias) a un estado coviviente de

“todas las sangres” (sustentado por las

diferencias)6.

El andinismo de Arguedas, en el

cual uno de sus personajes fundamen-

tales es el indio, ha llevado a ubicarlo

dentro de la llamada literatura indi-

genista o neoindigenista, incluso para

muchos críticos es figura mayor de esta

corriente (vgr. José Miguel Oviedo).7

Pero José María nunca aceptó esta cla-

sificación, en su ensayo La novela y el

problema de la expresión literaria en el

Perú8 expresa su negativa: “… se ha di-

cho de mis novelas Agua y Yawar fiesta

que son indigenistas o indias. Y no es

cierto. Se trata de novelas en las cua-

les el Perú andino aparece con todos sus

elementos, en su inquietante y confusa

realidad humana, de la cual el indio es

6 Entendido el término covivencia como vivir

para y desde el otro, lo que supera la condición

de convivencia que sólo es el vivir con el otro.7 Vid. Oviedo, José Miguel, Historia de la

literatura hispanoamericana, T. 3, Alianza

Editorial, Madrid, 2012, pág. 446.8 Originalmente publicado en: Mar del sur,

Revista Peruana de Cultura, Lima, enero -

febrero de 1950, año II, vol. III, No. 9, pp.

66-72.

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tan solo uno de los muchos y distintos

personajes” (en Pinilla, 2004: 175).

Esta afirmación de José María Argue-

das obliga a replantear lo dicho en este

sentido, a reconsiderar el papel del in-

dio en su narrativa y verlo como parte

de un contexto mucho mayor, de una

problemática que rebasa su inmediatez

étnica, su condición social y su estado

político, dejar de concebir su circuns-

tancia como un problema endógeno o

como una condición esencial de las co-

munidades indias y ver en ellas la gran

problemática total del Perú.

Una de las características de la na-

rrativa de arguediana, quizá la más so-

bresaliente, es que el indio habla por sí

mismo. No es más aquel indio al que el

autor criollo o mestizo le presta su voz,

el que habla como misti, sino que en

estas obras la voz del indio-personaje

emerge quechuizando la sintaxis del es-

pañol. Esto que podría parecer a simple

vista el máximo argumento de indige-

nismo es por el contrario un factor para

apoyar la posición de Arguedas respecto

a que su obra no es indigenista, ni mu-

cho menos india. Al darle voz propia

al indio, una voz literaria, sí, pero ar-

mónica con su realidad, lo eleva en sus

Rolando Álvarez

novelas al rango de persona. Esta que-

chuización no es un invento ocurrente

de Arguedas novelista, sino que es el

resultado de la observación del etnó-

logo, explica que en ese proceso de la

castellanización del indio, sobre todo

del migrante, la “deformación” de la

lengua responde a la necesidad del indio

por no sentirse ajeno al usar el caste-

llano, por reconfigurarlo con los mol-

des de su propia habla originaria “hasta

convertirlo en un instrumento propio”.9

Pero Arguedas advierte, porque lo tie-

ne perfectamente claro y así lo deberá

ver el lector, que es un recurso para la

literaturización del indio en su narrati-

va, pues él mismo dice que los indios

de la sierra sur y del centro no hablan

español, para darle voz a sus personajes

indios se plantea la pregunta de en qué

idioma se debía hacer hablar a los indios

en la literatura. Y se responde:

Yo resolví el problema creándoles un

lenguaje castellano especial, que después

ha sido ha sido empleado con horrible

exageración en trabajos ajenos. Pero los

indios no hablan en ese castellano ni

con los de la lengua española, ni mu-

cho menos entre ellos. Es una ficción.

9 Op. cit. pág. 179.

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José María Arguedas o la poética de todas las sangres

Los indios hablan quechua (en Pinilla,

2004:181).

Una ficción, sí, pero vindicatoria

para el indio. Antonio Cornejo Polar

en su obra Escribir en el aire explica

que la condición colonial (que podemos

entender como condición de conquista-

do) estriba, entre otras cosas, en ne-

garle al colonizado su propia identidad,

en fracturar la continuidad de su serie

cultural.10 En este sentido lo que José

María Arguedas va a hacer con sus per-

sonajes indios es propiciar que a través

de su expresión lingüística castellani-

zante, de su pragmática, restauren su

serie cultural y recobren su identidad.

Así, les permite entrar en el concierto

de la peruanidad como uno más de los

factores que la integran en igualdad con

el resto de sus componentes. No estoy

hablando de justicia social, ni de equi-

dad jurídica, mucho menos de coviven-

cia; sino simplemente de circunstancia

estructural del horizonte peruano que

Arguedas recrea en su obra en tanto la

suma de grupos sociales y de las series

10 Vid. Cornejo Polar, Antonio, Escribir en el

aire, Latinoamericana Editores / CELACP,

Lima, 2011

culturales o de visiones de mundo que

lo conforman. Así, en Yawar fiesta, el

autor presenta un “mapamundi” de los

personajes principales de “los pueblos

grandes” como Puquio, estos personajes

tienen características esenciales que los

definen y son constantes en la novelísti-

ca arguediana. Siguiendo la tipificación

que de cada uno de ellos hace Argue-

das tenemos: el indio (que puede tomar

diversas modalidades y pasar por todas

las condiciones morales y políticas); el

terrateniente viejo o podríamos decir de

linaje como son los Aragón de Peralta

de Todas las sangres (herederos de una

tradición que sustenta sus conductas);

el nuevo terrateniente que se caracteriza

por ser “politiquero” y “tinterillesco”,

hasta servil en determinadas circunstan-

cias con la autoridad y los capitalistas,

el Cholo Cisneros, personaje también de

Todas las sangres lo personifica ejem-

plarmente; el mestizo de pueblo, sujeto

perdido en su propio destino, que puede

resultar servil con los terratenientes y

cruel con los indios, o bien su contra-

rio identificado con los indios, amoroso

con ellos hasta el punto de sacrificarse

en su defensa; el estudiante mestizo y

provinciano cuya existencia se debate

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entre su pueblo y Lima, a la vez que

entre la fidelidad a su origen y la mo-

dernidad citadina con sus aparatos de

poder; finalmente el provinciano que

migra a las grandes ciudades, particu-

larmente a Lima, constituyendo barrios

periféricos miserables. Cada uno de

ellos es icono de su propio colectivo,

pues en la narrativa de José María Ar-

guedas encontramos que los personajes

individualizados son siempre sígnicos

metonímicamente. Aunque también los

colectivos mismos, de manera directa,

adquieren protagonismo en sus textos,

ejemplo de estos colectivos que se ele-

van protagónicamente lo tenemos en las

chicheras de Los ríos profundos. Ha-

blando de su novela Yawar fiesta, Ar-

guedas nos dice: “Casi no hay nombres

de indios en Yawar fiesta. Se relata la

historia de varias hazañas de los cuatro

barrios de Puquio, se intenta exhibir el

alma de la comunidad, lo lúcido y lo

oscuro de su ser” (en Pinilla, 2004:

176).

En este marco la obra narrativa de

José María Arguedas, en su poética de

todas las sangres (es decir de la perua-

nidad heterogénea en busca de la ar-

monía histórica), su trabajo como tes-

Rolando Álvarez

timonio de un peruano conturbado por

la convulsión social de su país, ofrece,

ante todo y como lo ha dicho Sybila

Arredondo, “raíces” en donde expli-

carnos mucho de lo que acontece y es el

Perú actual.11

En mayo de 1967, en su número 2,

la revista El despertador americano, de

México, publicó un texto de José Ma-

ría Arguedas titulado “El escritor y la

cultura”, allí leemos una síntesis con-

clusiva que hace el maestro peruano de

las ponencias presentadas al II Congreso

de escritores latinoamericanos, de es-

tas conclusiones citaré un par de frag-

mentos que implican la visión del indio

en su proceso de integración cultural y

nacional. En el primero de ellos se re-

comienda:

Que los escritores de los países lati-

noamericanos presten la mayor atención

posible al conocimiento y difusión de

las creaciones, especialmente artísticas,

de las poblaciones indígenas de Amé-

rica Latina, no sólo con el objeto de

contribuir a liberar a dichos pueblos del

menosprecio cultural que todavía pade-

cen sino como un modo de alcanzar a

establecer vínculos profundos con valo-

11 Vid. Arguedas, Yawar fiesta, Ediciones del

viento, España, 2006, pág.9.

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res que les ofrecerán una afirmación más

sólida de sí mismos, es decir de los pro-

pios escritores, y motivos e instrumentos

de expresión originales (Arguedas, Ora

antropológica, T.7, 2012: 501).

Nótese que Arguedas puntualiza la

posibilidad que el propio escritor tiene

de enriquecerse culturalmente, estéti-

camente, vivencialmente, desde el arte

indígena, despojándolo del papel me-

siánico que no pocas veces se le atri-

buye o se atribuye él mismo. Ninguna

de las obras de Arguedas tienen este

tinte redentorista, épicas sí, vindicato-

rias también, pero no hay en ellas una

actitud del escritor donde asuma un

papel mesiánico sino que éste se sitúa

en el mismo nivel de sus personajes en

cuanto a lo que se refiere a la diégesis,

lo cual puede originarse en que los re-

ferentes del texto se construyen desde

una base biográfica del autor y por tanto

son visto en una dimensión realista o

icónica. Cuando Arguedas habla de la

liberación de los pueblos indígenas no

lo hace desde una perspectiva solida-

ria sino desde una perspectiva subjetiva,

personal, porque él es parte viva de esos

pueblos a pesar de su condición étnica,

social y académica, es un tanto cuanto

José María Arguedas o la poética de todas las sangres

una especie de Rendón Wilka, el indio

“ilustrado” de Todas las sangres.

El otro fragmento de El escritor y la

cultura que deseo citar es el siguiente:

Recomendar a los escritores de América

Latina que estén atentos al proceso de

cambios culturales que están operán-

dose en las poblaciones indígenas a fin

de que ellos se conduzcan sin que se les

imponga la tecnología moderna y otros

valores de la cultura occidental mediante

procedimientos y métodos que contribu-

yan a fortalecer el menosprecio y au-

tomenosprecio (…), sino sobre la base

del respeto a su personalidad y a la alta

calidad de sus creaciones en el presente

y en el pasado, de modo que dichas po-

blaciones se incorporen a la comunidad

nacional y latinoamericana como grupos

libres y auténticamente evolucionados y

no como gentes de mentalidad coloniza-

da (501-502).

Si atendemos a esta recomendación,

acuciosamente, podemos destacar que

Arguedas considera a la cultura indí-

gena como una entidad dinámica y ac-

tual, con una raíz muy profunda en el

tiempo pero no condenada a su pasado

y mucho menos a ser un símbolo está-

tico que sólo vale para su contempla-

ción, que ese dinamismo es evolutivo y

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que sólo respetando su proceso cultural

puede formar parte de manera equitativa

y justa de la estructura de la nación, y

que a estos pueblos originarios debe de-

jar de vérseles como pueblos vencidos.

En el marco estético de José María

Arguedas y en el marco histórico del

Perú, se sintetiza una larga tradición

literaria que secularmente ha buscado

concretar la expresión identitaria de este

país andino. Desde Guamán Poma de

Ayala y el Inca Garcilaso de la Vega,

más allá de intereses personales de cada

uno, sus textos reflejan ya la proble-

mática que Arguedas retoma, o mejor

sea dicho que hereda. Cuando el autor

de Todas las sangres se asume como

un demonio feliz que habla en cristia-

no y en indio, se acerca a la posición

de Garcilaso el Inca, particularmente

en dos sentidos: la genealogía étnica

– cultural indoamericana y el proble-

ma de la lengua. Por supuesto que no

son circunstancias idénticas y que sus

contextos son muy diferentes, pero la

esencia del problema se mantiene en

ambos autores: el Perú escindido en dos

grandes mundos principales (criollos

e indios andinos) y otros periféricos a

éstos que irán cobrando presencia con-

Rolando Álvarez

forme se estructura la nación, me re-

fiero a los indios de la selva amazónica

y los esclavos del África subsahariana

que darán origen a la comunidad ne-

gra del Perú. Se podría argumentar en

contra que Poma de Ayala y Garcilaso

el Inca recurren a la crónica y no a la

novela como sí lo hace José María Ar-

guedas, pero debemos considerar tam-

bién el ensayo y el artículo como “gé-

neros literarios” que cultiva Arguedas

con asiduidad. Y por otra parte, cómo

en sus estudios sobre el folklor, en su

visión amplia de la expresión artística

peruana, considera como fundamentales

la literatura oral, la danza y la música;

en ese punto específicamente es que se

engarzan sus trabajos con las Corónicas

de Poma de Ayala y con los Comenta-

rios de Garcilaso. En los tres casos la

descripción no sólo busca documen-

tar sino que pretende evidenciar, ante

los ojos de las otredades culturales, la

magnificencia y la vitalidad de la cultu-

ra originaria, además de su integración

en la serie compleja de la peruanidad.

En su ensayo El indigenismo en el Perú

(1965), José María Arguedas trata

el problema de la integración del in-

dio migrante a las grandes ciudades de

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manera muy actual a su momento y al

desarrollo de los estudios antropológi-

cos de esos años, en ese trabajo analiza

la posición del gobierno, de los partidos

políticos, de las clases sociales y de la

iglesia ante el movimiento “insurgente”

de estas masas amorfas12 que inundan

la gran ciudad. Escribe Arguedas, con

su habitual elocuencia, en este trabajo:

Juzgo, como novelista que participó en

la niñez de la vida de indios y mesti-

zos, y que conoció después, bastante de

cerca, los muy diferentes incentivos que

impulsan la conducta de otras clases a

que nos hemos referido, juzgo y creo

que en el Perú, las grandes masas in-

surgentes lograrán conservar muchas de

sus viejas y pervivientes tradiciones: su

música, sus danzas, la cooperación en

el trabajo y la lucha, sin la cual no ha-

brían podido elevarse a la altura en que

se encuentran, aunque todavía habiten

las zonas marginales de las ciudades: los

cinturones de fuego de la resurrección, y

no únicamente de la miseria como ahora

las denominan, desde el centro de es-

12 “Estas masas emergentes o insurgentes son

calificadas por los antropólogos con una masa

de población de cultura amorfa. Pretenden

dejar de ser lo que fueron y convertirse en

semejantes a quienes los dominaron por siglos.

No pueden conseguir ni lo uno ni lo otro.”

(Vid. Arguedas, 1979: pág. 19)..

José María Arguedas o la poética de todas las sangres

tas ciudades, quienes no tienen ojos para

ver lo profundo y percibe solamente la

basura y el mal olor y, ni siquiera el

hecho tan objetivo como una montaña,

de cómo aún allí, las casas de estera y

calamina se convierten rápidamente en

residencias de ladrillo y cemento (Ar-

guedas, 1979:21).

Junto a su obra de creación literaria,

en Arguedas, tenemos el trabajo de re-

copilación y traducción de textos orales

como por ejemplo los cuentos mágico-

realistas y canciones de fiestas tradicio-

nales del Valle del Mantaro, o de mitos,

leyendas y relatos de las tres regiones

de la geografía peruana: costa, selva

y sierra; realizada junto con Francis-

co Izquierdo Ríos. Es importante, muy

importante, considerar la relevancia que

para José María tiene la oralidad13 como

vehículo de comunicación y como me-

dio de integración social. En una de las

ediciones de estos últimos trabajos Sy-

bila Arredondo prologando nos dice:

13 Hasta la fecha los estudios de la oralidad en

el ámbito de los estudios literarios del Perú

son de particular interés, entre los trabajos

más notables en este ámbito se encuentran los

realizados en la Universidad nacional Mayor

de San Marcos por el Dr. Gonzalo Espino

Relucé.

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Con la lectura de este libro podrán cono-

cer algo más sobre la presencia de seres

que han habitado en el Perú y se han

transmitido en historias; en él se cuenta

de alguna manera también la historia de

amor y respeto que implica escuchar lo

que se cuenta, recibir el sentido de la

palabra de los que cuentan, la palabra de

la gente de las diversas regiones y épo-

cas de un país, del Perú (en Arguedas,

2009: 13).

Nuestro tiempo, distraído y ruidoso,

debería recapacitar esta frase sobre el

amor y el respeto que implica escuchar

lo que se cuenta.

La poética de José María Arguedas,

entendida como la selección que hace

un autor entre una variedad de posi-

bilidades temáticas, estilísticas, narra-

tológicas, etcétera, se conforma por

la conjunción de elementos estéticos,

ideológicos, lingüísticos, narrativos y

temáticos que provienen de una pri-

mera fuente: el Ande central. Pero que

como un río recoge afluentes hispanos,

criollos y amazónicos, para desembo-

car en una gran temática que determina

su forma de expresión: el Perú de To-

das las sangres. Su poética es un acto

político con clara conciencia histórica,

donde el trabajo del escritor (novelis-

Rolando Álvarez

ta y poeta) implica, simbióticamente,

al etnólogo. No es posible deslindar de

manera sustantiva ambos quehaceres de

José María Arguedas, otros más incluso

estarán presentes en su poética literaria:

el maestro universitario, el promotor

cultural y el latinoamericanista.

Su poética lleva el sonido que él

mismo ha registrado en las últimas lí-

neas de su novela Todas las sangres:

“como si un río subterráneo empezara

su creciente”. Es el ruido de un Perú

nuevo y armónicamente heterogéneo,

anhelado por un escritor.

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Erika Lourdes González Rosas

Resumen

Las industrias culturales son un sector económico robusto con importantes aportaciones que re-

quieren un modelo de gestión adecuado. El presente trabajo teórico se orienta hacia el análisis y la

reflexión en torno a las industrias culturales y al perfil del gestor cultural moderno, con la inclu-

sión de conceptos sobre la gestión cultural y de investigaciones sobre el tema en varios países. La

conclusión es que en la actualidad no basta con la profesionalización del gestor cultural sino que

se debe profundizar en su formación con miras a una especialización acorde a las circunstancias

y a las especificidades de esa industria.

Palabras clave: industrias culturales, gestión, comercio, arte.

Abstract

The cultural industries represent a robust economic sector with important contributions which

require an appropriate management model. This theoretical paper is focused on the analysis and

reflection regarding the cultural industries and the profile of the modern cultural manager, with

the inclusion of concepts related to cultural management and research on this topic in various

countries. The conclusion is that nowadays the professionalization of the cultural manager is not

enough, and that there should be a more in depth formation with a focus on a specialization ac-

cording to the circumstances and specific nature of that industry.

Key words: cultural industries, management, commerce, art.

Introducción

La cultura es inherente al ser humano y a menudo se han mencionado sus innume-

rables beneficios, por ejemplo que está relacionada con la democracia (Kidd, 2012,

Las industrias culturales y el perfil de sus gestores

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Las industrias culturales y el perfil de sus gestores

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2009) y con el desarrollo (UNESCO,

2013). También se ha recomenda-

do que se considere como componente

fundamental de las políticas de desarro-

llo de los gobiernos (Yúdice, 2002).

Asimismo, hay autores que han puesto

el énfasis en el dilema de si el Estado

debe intervenir o no en la política cultu-

ral (Nivón Bolán, 2006). Aunque este

tema es de interés, dado que tiene sus

propias peculiaridades, debe ser abor-

dado por separado. No obstante, es de

señalarse que el gestor cultural tiene un

área de desarrollo en la política cultural

que requiere otro perfil más acorde.

Las industrias culturales atien-

den aspectos del arte o la creatividad

y, vistas sus características, requieren

una gestión especializada. En un prin-

cipio esta función recayó en los ges-

tores culturales que muchas de las ve-

ces eran artistas que a la par realizaban

actividades de administración. También

hubo mecenas y promotores del arte. En

cualquiera de los casos, es importante

recalcarlo, ninguno de ellos se forma-

ba profesionalmente, todo su hacer era

práctico.

Aún hoy en día, los artistas, cual-

quiera que sea su disciplina, si bien se

forman para el proceso creativo, pocas

veces se entrenan para desarrollar ha-

bilidades o adquirir herramientas de la

administración. En este sentido, el perfil

de gestor–artista es para la gran ma-

yoría de las personas un rol que pocas

veces se puede compaginar eficiente-

mente. Claro que hay excepciones: Da-

mien Hirst ha logrado crear un emporio

empresarial a la par que es uno de los

artistas visuales más exitosos de nues-

tra época. Desde otro punto de vista, la

falta de técnicas empresariales a veces

hace muy difícil para los artistas musi-

cales manejar sus carreras. También se

puede preguntar por qué algunas com-

pañías teatrales son más exitosas que

otras, o cómo es que el Ballet Folklóri-

co de México de Amalia Hernández es

una compañía de danza que se mantie-

ne a lo largo de los años, entre muchas

otras preguntas y ejemplos.

La respuesta parece apuntar hacia

la gestión cultural, entendida como un

mecanismo que provee a los adminis-

tradores de los instrumentos necesarios

para cubrir las necesidades de planea-

ción, organización y control específi-

cos para una industria cultural. Por esa

razón, desde hace tiempo se detectó la

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Erika Lourdes González Rosas

necesidad de profesionalizar a los ges-

tores culturales, formación universitaria

que en los años sesenta comenzó a pro-

porcionarse.

Las industrias culturales son diver-

sas y eso ha derivado en la necesidad

de continuar afinando el perfil del ges-

tor cultural. Hoy en día existen en todo

el mundo estudios especializados en el

área, tanto en el nivel de licenciatura

como de posgrado. No obstante, la pre-

gunta actual no se refiere a la profesio-

nalización del gestor cultural, sino a la

amplia gama de posibilidades que pue-

de cubrir. Este hecho obligó a formular

preguntas como las siguientes: ¿cómo

están siendo administradas las industrias

culturales?, ¿cuáles son las funciones

del gestor cultural actual?, ¿cuál es su

ámbito de trabajo?

Este trabajo quiere ser una reflexión

acerca de las industrias culturales y el

perfil de sus gestores en sus diferentes

ámbitos de acción. El objetivo consiste

en analizar el perfil del gestor cultu-

ral y determinar hacia dónde se dirigen

sus funciones. Para este efecto hubo que

realizar un análisis de las industrias y

del rol del administrador cultural. Es,

pues, un trabajo teórico y heurístico.

Como parte de este análisis se presen-

tan las características de las industrias

culturales, posteriormente aspectos

conceptuales de la gestión cultural y

finalmente algunos estudios empíricos

y teóricos sobre el tema alrededor del

mundo, seguido de la conclusión en la

que se visualiza el perfil actual del ges-

tor cultural.

Cabe señalar que el sector artísti-

co, creativo o cultural, no ha sido ajeno

a la economía mundial y ha resentido

un evidente impacto debido a la crisis

económica reciente (Rosenstein, Riley,

Rocha, & Boenecke, 2013), lo que

añade mayor complejidad a su manejo

administrativo.

Gestión cultural

La gestión cultural es la disciplina que

se encarga de proveer las herramientas

necesarias y específicas para administrar

los recursos en el ámbito de la cultura

o de las industrias culturales mediante

la planeación, la organización, el se-

guimiento y el control. En este sentido,

la gestión cultural ha cobrado tal im-

portancia que existen múltiples redes de

trabajo. Por ejemplo, Madden (2005)

estudió casos de redes de política cul-

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Las industrias culturales y el perfil de sus gestores

tural como la International Networks

and Arts Councils and Culture Agencies

(IFACCA) y su costo-beneficio para la

promoción del arte.

A su vez, López Jiménez (2006)

identificó tres modelos de gestión cul-

tural, que son: el institucional, el priva-

do y la sociedad civil; y además propu-

so que el diseño de políticas culturales

integrales se sustentara en diagnósticos

y análisis más detallados.

Como disciplina académica, la ges-

tión cultural comenzó en Gran Bretaña

en los años sesenta. En México, desde

los noventa, Marín (1994) ya había

hecho énfasis en la necesidad de de-

finir las características de un promotor

cultural y ya entonces llamaba a la pro-

fesionalización de la actividad. En este

tenor, desde hace tiempo se ha hablado

de que los administradores tradicionales

gerenciales o de negocios no tienen el

perfil deseado para la gestión cultural.

Por ejemplo, Townsend (2000) com-

paró los perfiles de administradores de

las artes y de administradores de orga-

nizaciones sin fines de lucro y encon-

tró diferencias. En otro caso similar,

García Martínez (2006) efectuó un

análisis sobre cómo elaborar proyectos

culturales artísticos, pero abogó por una

profesionalización de la elaboración de

proyectos culturales.

Diferentes autores han hecho pro-

puestas sobre las habilidades, las acti-

tudes, las aptitudes y la formación im-

prescindibles en los gestores culturales.

Mass Moreno (2006: 40) propuso un

perfil del gestor cultural con elementos

como los siguientes:

o Sentido de identidad.

o Estructura rica en componentes (lectura,

escritura, creación artística, participación

en actividades culturales, etc.).

o Habilidades y destrezas comunicativas.

o Desarrollo de una ciber-cultura básica.

o Capacidad de liderazgo, inscripción,

arraigo, conocimiento y soporte comuni-

tario explícito.

Desde esta perspectiva, la tarea de

la definición del perfil del gestor cul-

tural no ha sido fácil. Ebewo & Sirayi

(2009) hicieron hincapié en la nece-

sidad de continuar profesionalizando la

gestión cultural ya que, como se men-

cionó, incluso en unos países está más

avanzada que en otros. Estos autores

identificaron cinco áreas críticas de la

planeación cultural: el arte y la cultura,

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Erika Lourdes González Rosas

la ciudadanía y la identidad, el espacio

de la cultura, los medios de comunica-

ción y la planeación son, en su visión,

factores fundamentales para el entrena-

miento exitoso de los gerentes artísticos

o culturales.

Las habilidades propias de un gestor

cultural también están siendo cuestio-

nadas y observadas desde diferentes es-

feras de desempeño. Kuesters (2010),

por ejemplo, analizó el perfil del ges-

tor cultural en organizaciones artísticas

musicales en Alemania y descubrió que

el perfil incluye actividades como la de

erigirse en un administrador financiero

hasta el punto de ser antagónico del ar-

tista. Además, señaló que a menudo el

gestor cultural es percibido como el que

se limita solo a controlar los recursos,

e incluso denominó a este hecho “di-

ferenciación funcional” en un estudio

para organizaciones artísticas musicales

alemanas. Por ende, el perfil del ges-

tor cultural es dual, debe tener el sen-

tido artístico pero también debe poner

atención a los asuntos administrativos.

Amalgama difícil de lograr y que im-

plica un alto grado de compromiso y

de responsabilidad, pero sobre todo de

sensibilidad.

Como ya se dijo, la formación edu-

cativa formal de los gestores culturales

no carece de antecedentes; existen en

todo el mundo programas específicos

de gestión cultural tanto en el nivel de

licenciatura como de posgrado. Por esta

razón también han comenzado a reali-

zarse análisis de dichos programas edu-

cativos. Varela (2013), por ejemplo,

analizó los programas de posgrado en

gestión cultural en los Estados Unidos

y encontró que se enfocan en aspectos

de la teoría aplicada de la gestión como

la mercadotecnia, el derecho, y las fi-

nanzas, aunque otros están orientados

hacia un enfoque artístico determinado.

Además, si bien hay algunos programas

totalmente encaminados a los negocios,

también los hay con respecto al arte.

Rosenstein (2013), por su parte, rea-

lizó algo muy parecido concluyendo que

los programas de posgrado en Nortea-

mérica abonan de manera trascendental

al entrenamiento de los gerentes cultu-

rales o artísticos. A nivel licenciatura,

Redaelli (2013) analizó los programas

de pregrado en la Asociación de Educa-

dores de la Administración de las Artes

(AAAE, por sus siglas en inglés Asso-

ciation of Arts Administration Educa-

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Las industrias culturales y el perfil de sus gestores

tors) y enfatizó que el área de la gestión

cultural es un sector en crecimiento.

Brkić (2009) identificó tres áreas de

enseñanza en el ámbito: los programas

que se enfocan en el proceso técnico de

la producción de arte, los que entrelazan

la gestión cultural y la política cultu-

ral, y los que se orientan al aspecto del

emprendedurismo de las artes. Destacó

que lo importante era trabajar con obje-

tivos específicos y poner atención en los

aspectos económicos y gerenciales pero

orientarse primordialmente a las artes.

Otro enfoque más dirigido hacia los

negocios muestra una tendencia que fo-

menta la orientación de negocio para

la promoción cultural, lo que viene a

agregar otro ámbito de trabajo para el

gestor. Uno de los modelos más cono-

cidos es el propuesto por Michael Kaiser

(2010) quien consumó una adaptación

del modelo de estrategias empresaria-

les tradicional de Michael Porter al área

de la gestión cultural. Este modelo es

constantemente utilizado como opción

para la gestión artística en los Estados

Unidos ya que tiene un enfoque mucho

más pragmático y orientado fuertemente

al logro del punto de equilibrio eco-

nómico de las organizaciones cultura-

les. En este sentido, Clark & Stewart

(2012) propusieron que el área de la

gestión de las artes promueva estrate-

gias para el emprendedurismo social y

además que las empresas artísticas apli-

quen estrategias de negocio como lo

que ha propuesto Kaiser para el gestor.

Esta es una posición que puede generar

adhesiones o no, pero su planteamiento

está sobre la mesa.

El aspecto financiero del manejo de

los recursos económicos en una orga-

nización cultural es otra fase del gestor

cultural. Røyseng (2008) reflexionó

en Noruega, en el teatro nacional, sobre

el dilema del manejo financiero de las

organizaciones artísticas: ¿lo financiero

debe guiar a la planeación artística o,

por el contrario, lo artístico debe ser lo

primordial? La decisión sobre cómo di-

rigir financieramente una organización,

aún de índole artística, debe ser gradual

y nunca radical, en franca dependencia

de las circunstancias, es un principio

básico de la administración. Es decir,

debe haber un adecuado control de los

recursos para no sobrepasarse, con la

salvedad de que en estos casos el gestor

debe contar con un alto grado de sen-

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Erika Lourdes González Rosas

sibilidad para entender las necesidades

artísticas.

En un sentido contrario, a partir de

un enfoque no tan relacionado con el

negocio, Sorjonen (2011) analizó a los

directores de organizaciones artísticas

desde la perspectiva de la orientación

del mercado y el desempeño organiza-

cional, donde la planeación se realiza

con base en la creatividad, en los recur-

sos o en la misión de la organización.

La investigación sobre la gestión

cultural también comienza a ser abun-

dante y toca aspectos muy diversifi-

cados. He aquí algunos casos. Cray e

Inglis (2011) estudiaron el proceso de

toma de decisiones en organizaciones

artísticas de Canadá, y encontraron que

no difieren de otras organizaciones y

que se preocupan por los mismos temas

estratégicos. Anteriormente Cray, Inglis

y Freeman (2007) habían detectado

que si bien las empresas artísticas tenían

mucho en común con otros tipos de or-

ganizaciones, ciertos factores inherentes

a las artes afectaban la manera en que

podrían gestionarse; en cuanto al lide-

razgo, los gerentes de esas organizacio-

nes utilizaban más los tipos carismático,

transformacional, participativo y tran-

saccional, pero sin que uno en parti-

cular fuera más exitoso, en cuyo caso

recomendaron que se adaptara según

las circunstancias específicas de cada

organización. Mientras tanto, Suther-

land & Gosling (2010) investigaron

más en específico el liderazgo cultural

en las instituciones británicas, desde

cómo se enfrentan crisis financieras o

administrativas hasta el involucramien-

to para liderar proyectos culturales, y

lo consideraron un apoyo, promotor o

facilitador, para las cuestiones cultura-

les, incluso identificaron un perfil. En el

trabajo de liderazgo y género, Isaković

(2011) estudió en Belgrado los ras-

gos entre los líderes de organizaciones

de arte musical sin encontrar diferencias

significativas.

Acorde con los tiempos que co-

rren, la gestión cultural no es ajena a

la imperante necesidad de adoptar o

promover una gestión ecológica o con

cultura verde. En un análisis provocador

del caso concreto de la industria de los

festivales, Mair & Laing (2012) in-

vestigaron las motivaciones y barreras a

las que se enfrentan los gerentes de fes-

tivales “verdes” o de fomento ecológi-

co o sustentable en organizaciones que

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Las industrias culturales y el perfil de sus gestores

habían ganado premios en sus festivales

por ese hecho.

Más en concreto, el éxito empre-

sarial también comienza ser objeto de

estudio. Inversini, Manzoni & Salvemi-

ni (2014) analizaron el caso de éxito

de un chef francés que al administrar su

negocio culinario creó un emporio. Este

ejemplo nos puede ayudar a entender

que el gestor, si quiere, puede tener un

enfoque orientado netamente a los ne-

gocios. Sin embargo, esta decisión de-

penderá exclusivamente de las circuns-

tancias porque si no es así quedarían

descubiertos aspectos como el fomento

del desarrollo mediante la cultura.

Otro ejemplo del sector culinario

lo presentaron Paris y Leroy (2014)

quienes estudiaron el impacto de la

transición en empresas artísticas de este

rubro en Francia. Pero lo llevaron a

cabo desde el punto de vista de qué pasa

cuando el fundador se va, algo común

en organizaciones creativas que muchas

veces se deben a la fundación de un be-

nefactor o líder, y es un proceso com-

plicado como en el resto de las organi-

zaciones. Su recomendación es que el

sucesor debe adquirir el conocimiento y

las habilidades del predecesor como un

requerimiento fundamental para tener

éxito en la sucesión. Este escenario se

presenta muchas veces en las industrias

culturales y atañe a sus gestores, pues

muchas de las organizaciones tienen su

origen en un benefactor, por ejemplo,

los museos privados, en cuyo caso el

administrador cultural ha de estar pre-

parado para enfrentar situaciones de este

tipo.

Industrias culturales

La influencia de la cultura es tan im-

portante que ha llegado a ser un sector

específico de la economía, las industrias

culturales, que han suscitado un vivo

interés (UNESCO, 2012). De entrada,

es importante definir que las industrias

culturales son el “conjunto de activida-

des que producen y distribuyen bienes o

servicios culturales que en su momento

han sido considerados con un atributo,

propósito o expresiones culturales es-

pecíficas, independientemente del va-

lor comercial que tengan” (UNESCO,

2012: 17). La UNESCO ha prestado

atención a las industrias culturales y ha

propuesto la clasificación que se pre-

senta en la figura 1. Como se ve, abar-

ca las industrias de: patrimonio cultural,

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Erika Lourdes González Rosas

escénicas, visuales y gráficas, libros y

prensa, audiovisual y medios interac-

tivos y diseños y servicios creativos

en el área de dominio cultural directo,

mientras que en el dominio relaciona-

do señala: turismo, y libros y prensa

(UNESCO, 2013a).

Revisemos ahora algunos indica-

dores que se han relacionado con las

industrias culturales. Se ha dicho que

generan dos tipos de impacto: el eco-

nómico y el no económico. En cuanto

a lo primero, son consideradas parte del

Producto Interno Bruto (PIB), mientras

que, tocante a lo segundo, se destaca el

aspecto de desarrollo social en campos

que van desde la cohesión social o la

integración de grupos marginales hasta

el fomento de la creatividad.

Adicionalmente, las industrias cul-

turales se analizan en términos de valor

añadido, empleos y actividades de ne-

gocio que generan. A fin de enfatizar lo

anterior, analicemos el siguiente hecho:

en un informe de 2012 de la UNESCO

se presentó un concentrado de los es-

tudios que han realizado veinticuatro

países sobre sus industrias culturales a

nivel nacional. En ese informe se ubicó

al Reino Unido como el país que más

estudios ha realizado en el tema desde

el año 1999, con un total de ocho, se-

guido de Dinamarca con siete y Latvia

con seis. Es decir, las industrias cultu-

rales son motivo de análisis y reflexión

para los gobiernos de los países, pues

como ya se ha comentado su influencia

es grande y diversificada. De ahí la ne-

cesidad de contar con información para

facilitar la toma de decisiones.

En el ámbito de la investigación,

las industrias culturales constituyen un

campo de amplias posibilidades, ya

que, como toda industria, su desarro-

llo es continuo y no han sido ajenas al

desarrollo de tecnologías digitales en las

organizaciones artísticas. Este aspecto

ya fue analizado por Thomson, Purcell

y Rainie (2013). A su vez, Woong

(2010) abordó las pequeñas empresas

de arte en los Estados Unidos de Amé-

rica e identificó características para el

teatro, orquestas, ópera, danza, y mu-

seos desde diferentes disciplinas.

Como se puede observar en la ta-

bla de la página siguiente, las industrias

culturales abarcan diferentes ámbitos y

su área de influencia es por demás am-

plia. Por lo anterior resulta inobjetable

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27

Las industrias culturales y el perfil de sus gestores

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28

Erika Lourdes González Rosas

recalcar la necesidad de emprender una

especialización de la gestión cultural.

Conclusiones

La profesionalización del gestor cul-

tural no es un asunto del pasado, sino

un movimiento actual imprescindible.

Las exigencias de la globalización, la

dinámica de los medios de comunica-

ción y los cambios experimentados en

el sector cultural obligan al desarrollo

de la especialización del gestor artísti-

co o cultural. El administrador cultural

moderno requiere conocer y emplear

herramientas de gestión mucho más de-

finidas, en virtud de que debe realizar

actividades de planeación y organiza-

ción, pero también de mercadotecnia y

promoción, a la vez que de negocios y

hasta de creación de empresas, sin olvi-

dar el imperante influjo de la sensibili-

dad, dadas las características del sector.

Otro factor que afecta esta necesidad de

especialización es la variedad de las in-

dustrias culturales, pues no es lo mismo

gestionar una galería de arte que admi-

nistrar una orquesta sinfónica, es decir

son organizaciones completamente di-

ferentes y por ende su administración

también exige una clara diferenciación.

Desde ese punto de vista, el dilema

de la gestión cultural es patente: de no

adaptarse a los permanentes cambios y

necesidades de las cada vez más com-

plejas industrias culturales, correrá el

riesgo de no impulsar una administra-

ción eficiente, moderna y adecuada, con

los peligros que esa situación conlleva.

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31

Myriam Montoya López

Resumen

El manuscrito es la afirmación particular y característica de un texto en cada una de sus elabora-

ciones y reproducciones. La copia de un texto manuscrito es trabajo de una única persona y por

lo mismo da lugar a una exclusiva copia. Por lo que un libro manuscrito será una muestra original

y característico de un texto en cada una de sus copias. La época predominante de los manuscritos

se concentran en la Edad Antigua y en la Edad Media. Esta pequeña introducción para adentrarse

en el estudio del libro manuscrito abarca los temas como la elección del soporte, formato, com-

posición de tintas, escritura y estilos de la misma.

Palabras clave: manuscritos, pergamino, escritura, tintas, Edad Media.

Abstract

A manuscript is the particular statement and characteristics of a text in each of its elaborations and

repro-ductions. The copy of a manuscript is the work of a single person, reason that leads to the

result of a unique copy. Therefore, a handprinted book will be an original sample of a specific

text in each of its copies. The predominant era of manuscripts is focused between the Old and

Middle Ages. This brief in-troduction will immerse ourselves in the study of hand-written books

addressing topics such as the selec-tion of the framework, format, inks, calligraphy and the style

of the latter.

Keywords: manuscripts, parchment, writing, inks, Middle Ages.

Breve preámbulo para el estudio de

libros manuscritosen la Baja Edad Media (s. IX-XV)

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32

En los siglosV-XI, el libro y todo lo

que tiene que ver con la cultura escrita,

permanecieron dentro del mundo de la

Iglesia, en particular en los clérigos, ya

que ésta tenía la encomienda de asegu-

rar la transferencia de la cultura greco-

latina. Los monasterios instalaron en sus

edificaciones los scriptorium, es decir

lugares o habitaciones en los monas-

terios dedicados para llevar a cabo la

copia de manuscritos por parte de los

escribas monásticos. Al parecer, estos

scriptorium no eran tan comunes en los

monasterios y las copias o la labor del

copiado de los manuscritos se realizaba

en las mismas celdas de los monjes o

pequeños cubículos. Los anticuari eran

los maestros hábiles en la caligrafía, los

scriptores eran los escribas, los encar-

gados de realizar las capitulares eran

conocidos como rubricadores, los que

realizaban la ornamentación eran los

miniatores.

La época que nos concierne en este

apartado es la Baja Edad Media por lo

que predominan los ejemplares de este

periodo el formato en códex, como so-

porte el pergamino y más tarde el papel.

No se sabe con exactitud el año en

que se implementa la práctica del co-

Myriam Montoya López

piado de los manuscritos en los monas-

terios, se sabe que gracias a la orden

benedictina comienzan la práctica y

gracias a ellos es que se pudo perpetuar

la civilización latina. Los monjes be-

nedictinos en Irlanda tenían muy clara

la actividad en pro de la cultura y de la

copia de los libros, esta mentalidad hizo

que Irlanda se convirtiera en la Edad

Media el centro más importante de la

cultura clásica. Por encontrarse alejados

de los centros de la civilización antigua,

los monjes irlandeses desarrollaron un

estilo nacional aplicado a la escritura y

la decoración del libro, el cual evolu-

cionó de forma muy diferente a otros

países. El libro de Durrow (sigloVII) y

el libro de Kells (fines del siglo VIII)

son consideradas obras de alta elabo-

ración artística, ya que los irlandeses

manifestaron cero límites en la imagi-

nación y libertad en la aplicación de la

escritura. Los scriptores tienen siempre

presente que la letra capital o inicial

forma parte del texto y que las letras

que le siguen al texto son una transición

en tamaño y ornamentación.1

1 TAGLE, Matilde. Historia del libro, textos

e imágenes. Alfagrama, Buenos Aires, 2007

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33

A finales del siglo XII y durante el

siglo XIII, los monasterios dejaron de

ser centros exclusivos intelectuales, los

scriptoria sólo producían libros para la

propia abadía, es decir, libros litúrgicos

y de estudio. La razón de esta migra-

ción en lo que compete a ubicación de

la fabricación del libro fue que después

de las múltiples irrupciones que sufrie-

ron los pueblos, trataron de protegerse

construyendo murallas, la consecuencia

fue que el comercio y la actividad co-

mercial local se redujo, entonces, tanto

oferta como demanda de libros manus-

critos se minimizó. Los monasterios

que se ubicaban fuera de esas murallas

y contaban con propias, disminuyeron

el contacto con los pueblos amurallados

y por lo mismo la demanda que ahora

cubrían y podían satisfacer era la pro-

pia. Esta es la razón por la que Albert

Labarre,2 en su libro Historia del libro a

este periodo le llama monástico.

A finales del siglo XII aparece un

resurgimiento urbano en los pueblos

amurallados, la vida intelectual se vuel-

ve a activar y estos pueblos se convier-

2 LABARRE, Albert. Historia del libro. Siglo

XXI, México, 2001.

Breve preámbulo para el estudio de libros mansucritos en la Baja Edad Media (s. IX-XV)

ten en ciudades, las cuales se núcleos

de producción en intercambio de libros.

El tiempo de elaboración que le to-

maba a un copista llevar a término un

libro manuscrito era más o menos de

dos meses y medio. Por día realizaba

dos hojas y media de texto. Podía pro-

ducir sobre 250 líneas de texto por jor-

nada laboral. Por lo que un manuscrito

de 250 hojas con 40 líneas por página

era el resultado de dos meses y medio

de trabajo.3

Las escuelas episcopales se llenan

de estudiantes y profesores, la ense-

ñanza que en esa época era de carácter

oral, necesitaba estar apoyada en libros

de texto que les permitiera discutir y

comentar los textos, situación que crea

una demanda de libros y por consi-

guiente nuevos “oficios del libro”4 se

organizan y establecen en torno a las

universidades. Por ejemplo los “libre-

ros” los cuales comerciaban o eran de-

positarios5 de los libros. Los “estacio-

3 DE LOS REYES, Fermín. “Introducción”,

pp. 11-43. El libro antiguo. Editorial Síntesis,

Madrid, 2002.4 LABARRE, Albert. Historia del libro. Siglo

XXI, México, 20025 Id.

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34

narios”, que organizaban la copia de los

libros a un ritmo más acelerado con el

sistema pecia.

En el siglo XIII, las universidades

instauran el sistema pecia, que consistía

en tener un manuscrito original (exem-

plar), el cual era dividido en cuader-

nillos (peciae), se repartía entre varios

copistas y de esta forma se obtenían

varias copias de forma simultánea. El

sistema pecia permitió reproducir de

forma más rápida y controlada los ma-

nuscritos, ya que derivaban del mismo

original.

Nuevas profesiones aparecen con la

re activación económica de las ciuda-

des: los libreros, cuya función era el de

comercializar o ser depositarios de los

libros. Y los estacionarios, los cuales

organizaban el copiado de libros a un

ritmo más acelerado, con el llamado

sistema pecia, el cual garantizaba la fi-

delidad de los textos.

Por consiguiente, las abadías dejan

de ser las únicas cedes de colecciones,

ya que a partir del siglo XIII se pueden

encontrar en las universidades, cole-

gios, colecciones privadas de príncipes

y una nueva clase social naciente: la

burguesía.

Myriam Montoya López

Soportes

El soporte predominante en la Edad

Media es el pergamino y más adelante

el papel.

Pergamino es la palabra con la que se

designa a las pieles curtidas y tratadas

de animales para recibir la tinta y es-

cribir sobre ellas en ambos lados, así

como para formar las cubiertas de los

libros. El nombre de pergamino no se

sabe si fue inventado o se tomó por el

lugar de origen de la técnica (ciudad

de Pérgamo) y la producción se hizo a

gran escala.

Hasta el siglo IX, la fabricación del

pergamino se llevó a cabo en los mo-

nasterios o estancias religiosas. Es un

producto de origen natural por lo que

es prácticamente imposible que se pue-

dan encontrar dos piezas de pergamino

exactamente iguales (no en dimensión,

no en aspecto). Un libro requería para

su confección más de una pieza de per-

gamino, por lo que se buscaba que estas

piezas fueran lo más parecidas posibles

tanto en dimensión como en calidad.

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35

Los aspectos tomados en considera-

ción para catalogar el pergamino son:6

1. La dimensión de los bifolios, como se

trataba de un producto caro (por lo ela-

borado de su manofactura) se buscaba el

aprovechamiento máximo, el tamaño del

pergamino dependía del animal de que

provenía y debían recortar a una medida

determinada dependiendo del formato a

copia, con los recortes se obteníael mate-

rial suficiente para confeccionar las hojas,

los sobrantes se utilizaban para realizar

libros más pequeños o pruebas de texto,

tintas, ilustraciones o iluminaciones.

2. El tipo, es decir el animal del que pro-

viene la piel que origina al pergamino,

analizando el espesor y el color se puede

saber, sobre todo un factor importante

para determinar de cuál es el animal es

observando la implantación del pelo. Sin

importar el cuidado que se le pusiera al

proceso de elaboración, el pergamino te-

nia diferente color en la parte del frente y

la vuelta, por donde se encontraba el pelo

era la parte más oscura o verso (pars pili)

el lado claro también llamado recto (pars

munda), que era el óptimo para recibir

texto, decoraciones e ilustraciones.

3. El espesor o delgado del pergamino es

la principal característica de calidad, la

cual es variable ya que existían piezas

muy gruesas como el cuero o tan del-

6 PEDRAZA, José Manuel. “Estructura

material del libro antiguo”, pp. 137-140. El

libro antiguo. Editorial Síntesis, Madrid, 2002

gadas como papel para fumar7, el ma-

terial más delgado era el más estimado.

El espesor del pergamino tiene que ver

con dos variables que vimos anterior-

mente: el tipo y el modo en que se con-

feccionaba. No existe una relación entre

la resistencia del pergamino y el grosor,

ya que ésta se consigue por la alteración

estructural de la dirección de las células

fibrosas de la piel del animal que me-

diante el proceso de fabricación se han

modificado tanto en la dirección en que

se disponen como en su adaptabilidad.

4. El color natural del pergamino depende-

ría del tipo de animal, edad y técnicas

utilizadas para confeccionarlo, el color

más usual es el amarillo, aunque se pue-

den encontrar blancos, grisáseos. Tam-

bién se acostumbraba teñir o colorear los

pergaminos con fines de ornamentación

en colores añil o púrpura.

5. Implantación del pelo, lo que permite di-

ferenciar a qué animal pertenecía la piel.

El tipo de piel comúnmente usado

para la fabricación del pergamino eran

de mamíferos como terneros, cabras,

carneros, ovejas, ciervos y a veces an-

tílopes (como piel exótica). La piel está

compuesta de tres capas:

* Epidermis, capa situada al exterior, don-

de se encuentra el cabello y contiene te-

7 Id.

Breve preámbulo para el estudio de libros mansucritos en la Baja Edad Media (s. IX-XV)

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jido muerto, se le conocía como corium

minor.

* Dermis, capa intermedia y la más es-

pesa de las tres que componen la piel,

se compone de fibras elásticas entrecru-

zadas, se le llamaba curium, la dermis

está dividida en dermis papilar y dermis

reticular que es la que se utiliza para la

fabricación del pergamino. Representa

el 84% de la piel. La dermis reticular

convenientemente tratada se convierte en

una superficie idónea para la escritura.

* Hipodermis, capa interior de la piel, se le

llamaba corium maior.

La preparación del pergamino se

realizaba durante varios meses en talle-

res especializados dentro de los monas-

terios. El método para fabricarlo, según

Pedraza Gracia,8 era el siguiente:

1)Desollado, extraer la piel del cadáver del

animal, la piel se tenía que extraer en-

tera, sin rasgaduras ni cortes internos,

el cuidado que se le pusiera al proceso

de desollar influía en la calidad final del

pergamino. Esta actividad se llevaba a

cabo en las carnicerías.

2) Salado, la piel se introducía en salmuera

con el fin de conservarla.

3) Batido, la piel se golpeaba y se lavaba

con agua corriente para eliminar la sal

8 PEDRAZA, José Manuel. “El estudio del

libro antiguo”, p 53. El libro antiguo. Editorial

Síntesis, Madrid, 2002

Myriam Montoya López

e impurezas. Este proceso era llevado a

cabo por un zurrador.

4) Apelambrado, las pieles se manceraban

en un preparado de cal muerta llama-

da “pelambre” durante varios días. Esta

preparación y tiempo de reposo abría el

poro de la piel con el objeto de facilitar

la extracción del pelo.

5) Raspado, el pelo se raspaba con una pala y a

la vez se eliminaba parte de la epidermis.

6) Lavado, la piel se sumergía en agua co-

rriente durante cierto periodo de tiempo.

7) Encalcinado, la piel se exponía a un baño

de cal viva9.

8) Descarnado, la piel se raspaba por la parte

interior para eliminar los tejidos sobran-

tes de los procesos anteriores y nueva-

mente se lavaba la piel.

9) Estirado y secado, la piel se estiraba en un

bastidor que la sujetaba, este tipo de se-

cado modificaba la estructura de la der-

mis haciendo que las fibras quedaran de

forma paralela a la superficie de la piel,

esto la dotaba de dureza y flexibilidad.

10) Chiflado, la piel se adelgazaba y raspaba

con una chifla para eliminar partes de la

dermis que fueran necesarias y así dar un

acabado más fino a la piel.

11) Pulido, la piel se frotaba con una piedra

pómez o cualquier material abrasivo para

9 Probablemente la cal viva (CaO) se utilizó

para deshidratar la piel ya que el contacto e

este óxido con el agua produce una reacción

de tipo exotérmica (genera calor) y ayuda al

proceso de conservación del piel.

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obtener una superficie [en la piel] uni-

forme y lisa.

11) Afinado, a la piel se le espolvoreaba

greda para absorber la grasa restante y

cerrar los poros.

12) Raspado, se raspaba la piel y se quitaba

la greda.

13) Recorte, el perímetro del pergamino era

eliminado para quitar las irregularidades

de la piel. El pergaminero cortaba la piel

en hojas, dibujaba el borde con una mina

de plomo o punta seca. El cálculo del

recorte condicionaba el formato del libro

y se hacia de tal forma que se aprove-

chara la mayor materia prima posible.

Por la necesidad de varios ciclos de

lavado a la que era sometida la piel en las

fábricas de pergamino, era común que se

encontrasen cerca de cauces de agua, a

parte, llegaron a existir leyes que regu-

laban la ubicación de estas curtidurías en

lugares alejados de las poblaciones.

Debido a la carestía del producto,

era común que se llevaran a cabo repa-

raciones en los pergaminos que resulta-

ban defectuosos, como coser rasgaduras

o agujeros.

Después del proceso de manufactu-

ra del pergamino, las hojas se le hacían

llegar al scriptorium donde se procedía

al rayado de los márgenes y líneas de

texto (se establecía el ajuste de la pá-

gina), igualmente se marcaban con una

mina de plomo o un punzón.

El rayado del pergamino, lo que

sería ahora una página maestra o una

planilla tenía espacios para el texto

(distribuido en columnas o no), glosas

marginales o interlineales, espacios para

albergar ilustraciones o iluminaciones.

Después de este proceso, se envia-

ban las hojas a los copistas, rotuladores,

iluminadores y encuadernadores.

Cuando se utilizaba el pergamino en

la imprenta, debía de ser revisado, para

evitar gastos en impresiones sobre per-

gaminos defectuosos y recortar perga-

mino por pergamino para adecuarse a las

medidas del libro a confeccionar. Otro

aspecto importante es que el pergamino

reacciona a la humedad de la tinta, ya

que al secarse se contracta al secarse y

podía distorsionar la tipografía aplicada.

Según sus cualidades, estos son los

tipos de pergamino.10

a) Vitela o vellum, tipo de pergamino más

fino al tacto, también se le llama vitela

uterina, es de un color muy blanco, casi

no existe una diferencia notable entre el

lado del pelo y la dermis. Era un mate-

rial muy buscado y altamente costoso,

10 PEDRAZA, Op.cit

Breve preámbulo para el estudio de libros mansucritos en la Baja Edad Media (s. IX-XV)

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utilizado en manuscritos jurídicos o ad-

ministrativos importantes que requerían

ilustraciones abundantes.

b) Pergamino avitelado, la elaboración de

este material requería de un gran trabajo

en el raspado, chiflado y pulido, era un

pergamino de color claro (tratando de

imitar al de la vitela), por lo general se

confeccionaba con piel de cabrito.

c) Pergamino grueso, este tipo de material

provenía de la piel de ovejas o carneros

cuya superficie era bastante irregular; era

comúnmente usado para fabricar las cu-

biertas de las encuadernaciones.

d) Pergamino áspero, que se obtenía de la

piel de cabra, su principal característica

era el color gris que la distinguía.

e) Piel de asno, pergamino de la más baja

calidad, era muy grueso y duro, sin em-

bargo se rasgaba con mucha facilidad.

Los defectos que se podían presentar

en la fabricación del pergamino según

Pedraza en el libro El libro antiguo11

pueden ser:

a) Pergamino granualdo, el que tenía un

grano perceptible a la vista debido a un

defectuoso pulido o chiflado.

b) Pergamino vidrioso, parcialmente tras-

lúcido y amarillento por un defecto del

abrasado al tratar de desengrasar la piel.

c) Pergamino con orificios o cortes, pro-

ducidos al tiempo de desollar al animal.

11 PEDRAZA, Op.cit

Myriam Montoya López

d) Pergamino manchado, teñido natural

de la propia piel del animal, totalmente

independiente del proceso de manofactura.

El pergamino se comenzó a destinar

principalmente para cartas, escritos y

documentos breves, tardó un tiempo en

alcanzar la categoría de material idóneo

para la confección de libros. A partir

del siglo IV a. C., el uso del perga-

mino comenzó a ganar terreno frente al

papiro como materia para la realización

de libros, pues tenía ante el papiro las

siguientes ventajas:

• Material de gran resistencia. Es el ma-

terial preferido a partir del surgimiento

de la era cristiana por su durabilidad y

permanencia para los escritos con “pa-

labras sagradas”

• Se pod ía utilizar por las ambas caras.

• Permitió una nueva forma de presentar el

libro: el códex o códice. Se podía doblar

sin que se fracturara.

• Podía contener el doble de texto que un

rollo de pergamino. Por lo que el espacio

de almacenaje como costos de material

disminuyeron con respecto al papiro.

• Subproducto de la obtención de carne y

leche, era universal y abundante.

• Los codex o códices de pergamino se

podían abrir en la página deseada, no

había necesidad de desenrollar y volver

a enrollar para buscar información.

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• Facilidad para ser raspado otra vez y

reutilizarse, originando el palimpsesto.

• La producción no se encontraba limitada

a un solo país.

El nombre de palimpsestos provie-

ne del griego palin, que significa ‘nue-

vo’; y de psestos que sugiere la acción

de borrar o raspar. La técnica del pa-

limpsestos se utilizó sobre todo entre los

siglos VII y IX cuando llegaba a esca-

sear el pergamino ya fuera por su cos-

toso proceso de producción o el tiempo

de elaboración del mismo, ser recurría

a la técnica de lavar la cara superior de

los códices para desaparecer la escritura

y poderla utilizar nuevamente.

La invención del papel se le atribuye

a los chinos, quienes a partir, d el si-

glo II d.C. lo utilizaban, sin embargo la

técnica de la fabricación de este nuevo

soporte fue celosamente guardado por

los chinos hasta el siglo VI, donde pasa

a Corea y Japón.

Los encargados de llevar el papel y

la forma de fabricarse a Europa son los

árabes cuando conquistaron Turquestán,

aprendieron la manofactura de prisione-

ros chinos los cuales adicionaron nuevas

materias como trapos de algodón usados

y cordeles viejos. En el año de 751 en

Samarcanda, se instala el primero mo-

lino de papel del mundo islámico. Los

árabes, celosos de este conocimiento lo

introducen a Europa por España en el

siglo IX, al parecer la primera fábrica

de papel de “la que hay memoria” dice

Iguiniz se estableció en Játiva12, pobla-

ción cerca de Valencia.

Formato.

El formato se refiere a elegir el tama-

ño del libro y el número de hojas que

se querían por cuaderno. Gracias a que

el pergamino era resistente y que podía

utilizarse por las dos caras, se comien-

zan a confeccionar libros muy parecidos

a los que conocemos en la actualidad,

conformados de varias hojas. Estas ho-

jas se reunían y se sujetaban por medio

de una costura en la orilla izquierda y

se cubrían con tapas de madera o piel.

Al elegir el tipo de soporte para la

escritura, el copista debía decidir sobre

el pergamino o el papel. Elegir perga-

mino era un trabajo meticuloso, se te-

nían que excluir las piezas con defectos

tanto en la piel como de elaboración. En

12 IGUINIZ, Juan B. El libro. Epítome de

bibliología. Porrúa, México, 1998.

Breve preámbulo para el estudio de libros mansucritos en la Baja Edad Media (s. IX-XV)

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cambio con el papel, era más sencillo,

lo que se buscaba era que fuera lo más

blanco posible, que la superficie estu-

viera bien pulida para que la tinta res-

balara con facilidad y no se desprendie-

ran fibras que mancharan la caligrafía.

Después se preparaban los cuadernos

(también llamados fascículos). Los cua-

dernos eran hojas cosidas por la mitad.

Para formarlos, existían dos técnicas:

Encartar, donde se superponían

pliegos de pergamino o papel del mis-

mo tamaño y doblarlos por la mitad para

formar cuadernos compuestos.

Plegar, los pliegos de pergamino o

papel se doblaban sobre sí mismos for-

mando cuadernos semejantes.

Independientemente del proceso con

que se formasen los libros, se podían

obtener grosores y tamaños diferentes.

El formato de los manuscritos se da

dependiendo de la técnica de formación

por encarte o plegado.

Encarte. El grosor variaba en fun-

ción de las unidades superpuestas. La

medida del cuaderno estaba establecida

por la medida de la mitad de la unidad

de pergamino o el pliego de papel:

Myriam Montoya López

1. Bifolio, se obtenían dos hojas

o cuatro páginas.

2. Singulión o unión, a partir de

un bifolio.

3. Duerno o binión, a partir de

dos bifolios.

4. Terno o ternión, a partir de

tres bifolios.

5. Cuaterno o cuaternión, a par-

tir de cuatro bifolios.

6. Quinterno o quinión, a partir

de cinco bifolios.

7. Sisterno o sinión, a partir de

seis bifolios.

8. Septerno o septenión, a partir

de siete bifolios.

Plegado. La medida se veía reducida

por los dobleces. Existen formatos regu-

lares e irregulares. Con orientación apai-

sada o natural. El cálculo se hacía para

aprovechar al máximo la materia prima:

• In folio, primer doblez.

• In quarto, dos dobleces.

• In octavo, tres dobleces.

• Dieciseisavo, cuatro dobleces.

• Treintaidosavo, cinco dobleces.

• Medio in folio, el papel se dobla

por el lado más largo, el resultado

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es un formato estrecho. En soporte

de papel.

Se han encontrado cuadernos arma-

dos con los dos sistemas al mismo tiem-

po: encartado, cuando un pliego se ha

doblado más de una vez sobre sí mismo

y luego se superponen los formatos; y

alzados, los cuales resultan de doblar

más de un pliego al mismo tiempo.

Dimensiones de los libros manuscritos:

• Gran folio, más de 40 cm.

• Folio mayor, de 35-40 cm.

• Folio, 34 cm.

• Folio menor, 30-33 cm.

• Cuarto mayor, 27-30 cm.

• Cuarto, 26 cm.

• Cuarto menor, 23-25 cm.

• Octavo mayor, 19-22 cm.

• Octavo, 18 cm.

• Octavo menor, 14-17 cm.

• Dieciseisavo (pequeño octavo), 9 cm.

• Treintaidosavo (octavo minúsculo)

1-8 cm.

Los grandes formatos estaban des-

tinados para Biblias, servicios divinos

y tratados. Los textos clásicos por lo

general estaban in quarto, así mismo

escritos universitarios, Biblias y libros

de horas. Sobre todo los libros de horas,

como debían ser manejables y porta-

bles, se hicieron en formatos pequeños.

Tintas

Sobre la composición de las tintas uti-

lizadas para la escritura, la mezcla más

común fue de sulfato de hierro (vitrio-

lo), nuez de agalla, solventes y fijado-

res. El tener un exceso de hierro en la

mezcla provocaba, con el tiempo, que

el papel se desgastara, esto por el grado

de acidez del papel, común en los siglos

XV y XVI.

Otros pigmentos utilizados tanto por

los copistas como por los iluminadores

eran los que se presentan en la tabla de

la página siguiente:13

13 PEDRAZA, Op.cit

Breve preámbulo para el estudio de libros mansucritos en la Baja Edad Media (s. IX-XV)

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Pigmento o color Origen

Negro vegetal También llamada al carbono. A partir de organismos vege-

tales incinerados (negro de humo) y con goma arábiga que

servía como fijador. La tinta vegetal no se oxidan, son fá-

ciles de borrar y los materiales son accesibles y económicos.

Negro metálico o

metalotánicas

La coloración se produce por la reacción de tanino, hierro

o cobre. Los materiales básicos son vidrio, nuez de agallas,

vitriolo y goma. Las base hierro tienden al rojo y las de

cobre tienden la verde.

Blanco Cerusita, carbonato de plomo, polvo de creta, yeso o polvo

de huesos triturados.

Azul De origen vegetal como lirios, violeta o el perejil. De origen

mineral como azurita o azul de prusia, también el lapislázuli

y carbonato de cobre.

Violeta De origen vegetal con granos de tornasol.

Verde De origen vegetal: flor de lis, endrino. Origen mineral a

partir de la malaquita.

Amarillo Azafrán o de arcilla rica en limonita.

Púrpura Origen animal, proviene de las glándulas de un molusco

llamado múrices.

Carmín Proviene de las larvas de la familia de las cochinillas (con

el nombre científico cocus ilicis)

Rojo mineral A partir del cinabrio (proviene del mercurio) y tiende al

azul. El minio (bióxido de plomo) tiende al rojo anarajado.

Rojo vegetal A partir de la raíz de la rubia (purpurina) y del llamado

Palo de Brasil.

Oro La escritura en oro era rara, se le llama crisografía.

Plata La escritura en plata, se le llama argirografía.

Myriam Montoya López

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Las mejores tintas tenían una com-

posición diferente, utilizaban negro de

humo y goma arábiga, esta mezcla era

muy estable en los soportes de escritura

y no se dañaba con la luz.

La tinta roja provenía de óxido de

plomo o también llamado minio, se uti-

lizaba para los títulos, iniciales. De la

palabra minio proviene la palabra mi-

niatores, con esta palabra se designaba

a los que elaboraban los manuscritos

decorados, es decir, las miniaturas de la

Edad Media.

El color plata era utilizada para obras

especiales, como el Codex Argenteus o

Libro de Plata, una biblia impresa con

tinta color plana sobre hojas moradas, la

figura presentada se encuentra en Upp-

sala, Suiza.

La escritura

Antes de comenzar a escribir, era ne-

cesario alistar las páginas, se marcaban

los espacios para la escritura, es decir,

se realizaba la pauta o rayado, útil para

obtener una buena legibilidad, estética y

no desviarse del plano horizontal.

En la Edad Media, la pauta se rea-

lizaba perforando o punteando las ho-

jas con una aguja, después se llevaba a

cabo el trazo de las líneas para indicar

dónde iban las cabeceras, el texto co-

rrido, pie de página, márgenes y folios.

• Hasta el siglo XII, las rayas se

hacían con punta seca, es decir

sin color.

• Del siglo XII al XIV se utiliza-

ron puntas de plomo que hacían

el rayado en un color gris.

• En el siglo XV, se utilizó tin-

ta con un color más sutil que el

empleado para la escritura.

Para escribir, utilizaban un tallo ve-

getal de una planta llamada cálamo o

también usaban plumas de ave, ambas

herramientas de escritura se debían de

afilar una vez que se gastaba la punta.

En la tabla que se presenta en la si-

guiente página se pueden apreciar los

nombres diversos de las formas de es-

critura y su descripción.

Breve preámbulo para el estudio de libros mansucritos en la Baja Edad Media (s. IX-XV)

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Nombre Descripción

Unicial

Escritura utilizada por los calígrafos romanos para la co-

pia de textos desde el siglo IV. Se siguió utilizando en la

Alta Edad Media hasta el siglo XII. Se le llama unicial

porque se escribían sobre dos líneas guía que tenían de

distancia una única (pulgada romana). Son leras mayús-

culas redondas, adecuadas para la escritura rápida. Sus

curvas reducen el número de trazos y uniones angulares.

Semiunicial

o media unicial

Menos duración como sistema de escritura, punto de

partida para la aparición de la escritura monástica o pre-

carolina. Su base de construcción era sobre cuatro líneas,

lo que permitía el uso de altas y bajas, fáciles de escribir

y con mayor legibilidad.

Merovingia

o francesa

Sistema caligráfico utilizado en Francia.

Los monjes tomaron elementos de la unicial, semiunicial

y escritura cursiva.

Visigoda Sistema caligráfico utilizado en la península Ibérica.

Beneventana,

longobarda o italiana

Sistema caligráfico utilizado en Italia y Silicia.

Insular o irlandesa Sistema caligráfico utilizado en las islas británicas.

Carolina

Surge en Francia a partir del siglo VII. Es una letra

minúscula, con más interletrado, escasas abreviaturas,

limpia, proporcionada.

Littera gallica

Escritura carolina que penetra a España por la Marca

Hispánica, aunque se ordena su uso en el año de 1090,

no se ve hasta códices del siglo XII.

Gótica, escolástica,

monacal o alemana.

Es el resultado de transformaciones sociales, económicas

y artísticas en Europa. A partir del siglo XII las letras

se hacen más angulosas. Difícil de leer porque muchos

caracteres tienen la misma figura.

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Humanística

Surge en Italia a mediados del siglo XIV, Petrarca y

contemporáneos comienzan a usarla, tratan de imitar la

carolina. Es una reacción en contra de la gótica. En el

siglo XV ya establecida para textos de autores clásicos

y humanistas.

Humanística cursivaLas astas inclinadas hacia la derecha, caracteres unidos,

también conocida como itálica.

En España, por su parte, se pueden

diferenciar a partir del siglo XIV varios

estilos de escritura:

• Gótico o letra gótica de forma,

demandaba más tiempo para

su trazo, por lo que se limitaba

su uso a códices religiosos.

• Semigótica o redonda, la es-

tructura era más ancha y eran

más rápidas de trazar, permitía

más texto en los formatos, uti-

lizada sobre todo en los siglos

XIV y XV.

• Cursivas, donde encontramos a

la bastarda para textos latinos y

la cortesana que se ha encon-

trado en documentos del perio-

do de los Reyes Católicos.

Se puede observar que al incremen-

tarse la necesidad de más libros por el

surgimiento de las universidades, sur-

gía la exigencia de hacer las copias más

rápido y aprovechar el soporte de es-

critura al máximo, estos detalles pro-

pician a que los textos se compriman

y las formas se alarguen, surge la letra

gótica, la cual permite que los textos se

compriman, surgen las abreviaturas y es

posible ver en las formas de este nuevo

estilo de letra la influencia de la arqui-

tectura y sus estilos góticos.

La letra gótica es una forma con

vértices en ángulo, se distinguen tres

tipos de ella: la molde, letra de gran

tamaño empleada sobre todo en textos

litúrgicos. La letra gótica de suma, con

ángulos más sutiles y de menor tamaño

utilizada para los manuscritos de estu-

dio. Por último está la gótica bastarda,

el mejor ejemplo lo tenemos en textos

Breve preámbulo para el estudio de libros mansucritos en la Baja Edad Media (s. IX-XV)

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del siglo XV en la corte de Borgoña.

Las formas góticas fueron utilizadas

como molde para crear los tipos móviles

de las primeras imprentas.

La escritura humanística en Espa-

ña llega a mediados del siglo XV en la

Corona de Aragón, es poco utilizada, ya

que siguen usando la gótica, semigótica y

variedades de cursiva. En el siglo XVI va

a predominar la letra humanística cursiva,

la cual dará origen a la escritura moderna.

El desarrollo de los estilos de escri-

tura fue el resultado de una búsqueda en

el diseño de letras más sencillas, rápidas

y de fácil trazo.

Myriam Montoya López

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Gadamer y la verdadcomo “desocultamiento” en la obra de arte

José Merced Rizo Carmona

Resumen

La hermenéutica filosófica de Hans-Georg Gadamer se ha convertido en el lugar de encuentro

no sólo de los diversos temas filosóficos, sino también de las Ciencias sociales y, en general, del

Humanismo. En la estética de Gadamer, como uno de los pilares de su hermenéutica, se encuentra

el sentido de sus reflexiones en la ontología y la epistemología de la obra de arte, específica-

mente en la verdad que ésta nos pueda “develar”. La pretensión del pensamiento gadameriano es

la búsqueda de la verdad, por ello después de un análisis-crítico de la verdad metodológica, el

hermeneuta recurre, en principio, a las ideas de su maestro Heidegger para ofrecernos una idea de

verdad vinculada a los aspectos históricos, lingüísticos, vivenciales, etc., del sujeto. Se verá que

esta noción de “verdad existencial” acontece o se “devela” de manera esencial en la experiencia

vivida con la obra de arte.

Palabras clave: Gadamer, desocultamiento, hermenéutica, arte.

Abstract

Not only has Hans-Georg Gadamer’s philosophical hermeneutics become the meeting point

of various philosophical issues, but also of Social Studies and, in general, of Humanism. In

Gadamer’s aesthetics, as one of pillars of his hermeneutics, the meaning of his reflections on

the ontology and epistemology of the work of art can be found, specifically in the truth that this

can “reveal”. The claim of Gadamer’s thinking is the search for truth, so after a methodological

truth-critical analysis, the hermeneutician, in principle, makes use of, his Heidegger’s ideas his

teacher’s to give us an idea of truth linked to the subjects historical, linguistic, experiential as-

pects, etc. It will be seen that this notion of “existential truth” does happen or “reveal” essentially

the experience lived throughout.

Keywords: Gadamer, disoccultment, hermeneutics, art.

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José Merced Rizo Carmona

El límite epistemológico de la verdad

como “desocultamiento”

Gadamer (2005) señala en la introduc-

ción de Verdad y método que el objeti-

vo de su investigación es, en resistencia

a la pretensión de verdad de la metodo-

logía científica, rastrear la experiencia

de la verdad ahí donde se encuentre e

indagar su legitimación. Este intento se

puede considerar como lo más propio y

genuino de la hermenéutica, pues esto

le permitió a Gadamer sacar el concepto

de verdad del ámbito determinado por

lo repetitivo y extender su legitimidad a

otras formas de experiencia que inclu-

yan lo subjetivo-vivencial y lo históri-

co, y no sólo lo metódico.

Gadamer considera que, en esta

época, la tecnociencia ha expandido sus

criterios de racionalidad hacia ámbitos

no sólo del mundo material, sino tam-

bién al terreno de la “praxis social”. Él

dice que: «El espíritu metodológico de

la ciencia se impone en todo» (2005,

p. 11). Esto no quiere decir, de ninguna

manera, que Gadamer se oponga al ren-

dimiento que han tenido y tendrán tanto

la ciencia como la técnica en beneficio

de la humanidad, pues aquélla repre-

senta una esperanza de evitar los males

y aumentar el bienestar (cfr. Gadamer,

2001); de ahí que él no renuncia a la

metodología, pero sí le interesa saber

hasta qué punto-límite el método ga-

rantiza la verdad.

Es decir que Gadamer en su re-

flexión hermenéutica avala la prácti-

ca de la ciencia; su desacuerdo es que

ciencia y técnica pretendan agotar la to-

talidad del ámbito de la razón (incluidas

las llamadas ciencias del espíritu). Ante

la preeminencia lógico-metódica, él

busca hacer una propuesta que repien-

se el fenómeno de la interpretación-

comprensión y el de la verdad «más allá

del reducido horizonte de interés de la

metodología de la teoría de la ciencia»

(Gadamer, 2005, p. 642), partiendo

de la historicidad y la finitud de la exis-

tencia humana, en donde el ámbito de

la verdad es más amplio que el de la

certeza empírica.

En este sentido, la postura de Gad-

amer no conduce al irracionalismo, sino

que su finalidad es, por un lado, re-

lativizar las pretensiones únicas de las

metodologías científicas y, por otro,

mostrar que el suelo del que se nutre

toda experiencia es el logos (el lengua-

je) y una verdad específicos, que están

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Gadamer y la verdad como “desocultamiento” en la obra de arte

en la base de toda racionalidad y que

no pueden ser caracterizados de acuerdo

con los criterios de verdad y de racio-

nalidad de la ciencia. La verdad del ser

que accede al lenguaje sólo se opone al

método cuando éste pretende ser el mo-

delo ontológico universal.

Así pues, para Gadamer, la meto-

dología científica, con sus criterios de

verdad, son también modalidades del

lenguaje que deben ser remitidos a las

condiciones históricas de la enuncia-

ción. Por ello, el ideal de una racionali-

dad objetivante como criterio último de

verdad, esto es, de una racionalidad que

prescinde de la historicidad, debe ser

relativizado; en otras palabras, debe ser

reconducido a las condiciones históricas

del lenguaje.

Por otra parte, se puede constatar

que Gadamer no ofrece una teoría ex-

plícita (o sistemática) de la verdad; sin

embargo es posible reconstruirla a par-

tir de la noción de comprensión como

una concepción vivencial de la verdad.

En este sentido, Gadamer recuperará

de Heidegger la importancia que tiene

para la concepción del ser que la verdad

tenga que ser arrebatada del estado de

ocultación y encubrimiento. (cfr. Gad-

amer, 2006)

Esta noción de “verdad existencial”

o “verdad esencial” –según Grondin

(2004)– está contrapuesta al concepto

de “verdad científica” (que es anóni-

mo, general y necesario). Esta noción

gadameriana de la verdad va más allá

de todo metodologismo, pues hace más

amplio el campo de la experiencia de

la verdad al considerar el aspecto vital-

histórico del ser humano; dicha expe-

riencia va más allá de la planificación,

sólo “sucede”, se sufre o se disfruta a

veces de manera irrepetible. Gadamer

lo dice así: «La intimidad con que nos

afecta la obra de arte es, a la vez, de

modo enigmático, estremecimiento y

desmoronamiento de lo habitual». (Ga-

damer, 1998, p. 62)

Así pues, nuestro hermeneuta en

cuestión piensa la verdad en clave

aletheiológica:1 como acontecer, des-

1 Esta idea es explicada por Gerard Vilar de

la manera siguiente: «En la estela de la con-

cepción heideggeriana de la aletheia o verdad

como “des ocultamiento”, Gadamer sostiene

que el lenguaje en su fun ción constituidora

del mundo nos abre a la verdad, no la verdad

en el sentido tradicional de adaequatio rei et

intellectus, sino a la verdad como fundación

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ocultamiento, o experiencia de sentido.

Esta última es la llamada experiencia

hermenéutica, en la que el ser ni se cal-

cula ni se controla, sino que acontece.

Gadamer dirá que, como cuando la tra-

dición nos interpela, no hay un ser en

sí que se vaya desvelando cada vez un

poco más, sino que simplemente ocurre;

o cuando en una verdadera conversación

surge algo que ninguno de los interlo-

cutores abarcaría por sí solo. (cfr. Ga-

damer, 2005)

La verdad vista de esta forma se

orienta hacia «un ámbito de verdad,

por así decir, monovalente, en cuanto

es todavía previo a la alternativa biva-

lente entre lo ‘verdadero’ y lo ‘falso’,

tal como ésta se plantea en el ámbito

demarcado por la noción habitual de la

verdad como correspondencia» (Vigo,

2006, p. 13). La “venida”, la pre-

sencia, la comprensibilidad de lo que

se manifiesta en primera instancia, es

ajena a los fenómenos de falsedad, en-

cubrimiento, o sinsentido. Así pues, la

“verdad hermenéutica” gadameriana

de sentido, como fundación de lo que, acaso

luego, pero sólo luego, puede ser verdadero

o falso como correspondencia pero que en el

lenguaje ya es». (Vilar, 1998, pp. 11-12)

destaca el “desocultamiento” y el ca-

rácter de “apertura” propio de la expe-

riencia de la comprensión y no acentúa,

como lo hace Heidegger, aquello que

permanece oculto y en la oscuridad del

misterio. (cfr. Santiago, 1986)

Para Gadamer, la verdad surge de

la tradición lingüística a la que se per-

tenece, específicamente a través del

diálogo, «pero, desde nuestro punto de

vista, ésta es sólo una condición nece-

saria, pero no suficiente, de la verdad

de la comprensión; es decir, la verdad

requiere interpretación; lo que se debe

aclarar ahora es si todas las interpreta-

ciones son verdaderas» (López, 2002,

p. 6). Debido a que Gadamer no desea

reiterar el absolutismo de la metafísica

y de la conciencia metódica (que esta-

blece un criterio de verdad previamente

verificado y desde una posición ahistó-

rica y ahermenéutica), para él no hay

una verdad con mayúscula o absoluta2

debido a que: «la reflexión hermenéu-

2 Gadamer hace notar que: «Hacia el final del

siglo XIX, se introdujo un nuevo principio: no

existe en la filosofía una verdad sistemática,

un sistema de validez general. Todos los sis-

temas son parciales; no son la verdad como

tal, sino una visión más o menos parcial de la

realidad». (Gadamer, 1999, p. 31)

José Merced Rizo Carmona

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tica se limita a abrir posibilidades de

conocimiento que sin ella no se perci-

birían. No ofrece un criterio de verdad»

(Gadamer, 2006, p. 254). Es decir

que la verdad no es una instancia que

nos sobrepasa; no obstante, no la pode-

mos definir debido a que se va haciendo

históricamente, pero siempre con refe-

rencia a la cosa como su origen.

En el mismo sentido, aunque los

conocimientos presuntos o reales de las

ciencias del espíritu influyen directa-

mente en todas las facetas humanas al

traducirse en formación y educación del

hombre, dichas ciencias no disponen de

ningún medio para distinguir lo ver-

dadero de lo falso fuera de su propio

instrumental, sólo cuentan con su pro-

pio lenguaje que es su verdad.3 Y sin

embargo, «en este recurso puede en-

contrarse el máximo de verdad que el

3 Con una idea parecida Nietzsche se preguntó:

«¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en

movimiento de metáforas, metonimias, antro-

pomorfismos, en resumidas cuentas, una suma

de relaciones humanas que han sido realzadas,

extrapoladas y adornadas poética y retórica-

mente y que, después de un prolongado uso,

un pueblo considera firmes canónicas y vincu-

lantes». (Nietzsche, 2010, p. 28)

hombre puede alcanzar. Lo que cons-

tituye su problematicidad es en realidad

su verdadera característica: logoi, dis-

cursos, “sólo” discursos». (Gadamer,

2006, p. 49)

Para Gadamer el lenguaje siempre

apunta a la apertura de su continuación

en el diálogo; para que éste sea verda-

dero resulta necesario escuchar y reco-

nocer al interlocutor: «en todo hombre

honesto que quiere persuadir a otro, y

que está dispuesto también a dejarse

persuadir, hay fe en la verdad» (Ga-

damer, 2010, p. 71). Así entendido,

el diálogo ejemplifica las relaciones co-

munitarias y es el lugar de la “verdad”.

Así pues, desde la noción de ver-

dad como develamiento, no se pueden

emplear criterios para demarcar las

interpretaciones verdaderas de las fal-

sas, todas tienen el mismo valor: son

una verdad, pues ésta se identifica con

el mismo proceso hermenéutico, con el

devenir del saber y con la transforma-

ción constante de éste y de su objeto,

incluso la transformación del sujeto que

vive la experiencia (que interpreta) es

fundamental.

Si bien Gadamer reconoce que hay

interpretaciones incorrectas, él conside-

Gadamer y la verdad como “desocultamiento” en la obra de arte

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ra válida la negatividad de la experien-

cia, al conmover nuestras convicciones,

por ser una interpretación novedosa o

con un resultado distinto al que se es-

peraba, pues no se trata tanto de com-

prender mejor, sino de modo distinto.

En última instancia, Gadamer alude a

la fenomenología husserliana y se apoya

en la “cosa misma” (para este caso la

obra de arte) manifiesta en el lenguaje

como el “criterio” de legitimación de

la verdad.

Según Gadamer, la multiplicidad de

interpretaciones y de la verdad no se

debe a nuestras limitaciones,4 sino a la

racionalidad de interpretaciones inago-

4 Aquí cabe considerar que el aspecto formal

de la verdad gadameriana deja en segundo

plano los aspectos psicogenéticos del indi-

viduo que podrían resultar decisivos para la

“verdad”: «preguntas acerca del momento en

que aparece la conciencia de la verdad en el

desarrollo individual humano, qué ocurre con

la necesidad señalada en las etapas anteriores a

ese momento de la aparición, etc., no afectan

al núcleo del argumento. Algo parecido sucede

con las diversas patologías que distorsionan de

un modo u otro la conciencia de la verdad»

(Nicolás, 2004, p. 164). ¿Qué lugar otorga

Gadamer al malestar indefinido, al malhumor,

al aislamiento del outsider, del desarraigado,

del que no encaja ni en su mundo ni en sí

mismo?

tables. Esto es así porque la percepción

del mundo, los impulsos y los intereses,

es privada y, por su parte, la razón que

es común a todos y capaz de detectar

eso que es común no puede ante las

ofuscaciones que en nosotros alimenta

la individualidad: «Por eso la conver-

sación con el otro, sus objeciones o su

aprobación, su comprensión y también

sus malentendidos son una especie de

ampliación de nuestra individualidad y

una piedra de toque del posible acuerdo

al que la razón nos invita» (Gadamer,

2006: p. 206). Contra esto, Haber-

mas enfatizará las manifestaciones de la

sistemática comunicación distorsionada,

de las patologías que surgen en el seno

del lenguaje ordinario, y verá en ello un

límite de la conciencia hermenéutica.5

El valor cognitivo de la experiencia

artística

La estética para Gadamer es relevante.

Para él, podría decirse que hay corres-

5 Habermas afirmará que: «La conciencia her-

menéutica permanece incompleta mientras no

recoja en sí la reflexión acerca de los límites

de la comprensión hermenéutica. La experien-

cia hermenéutica del límite se refiere a mani-

festaciones vitales específicamente ininteligi-

bles». (Habermas, 2009, p. 286)

José Merced Rizo Carmona

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pondencia del modo de ser de la obra

de arte con el modo de ser del ser. Para

llegar a su noción de estética, de manera

natural y debido a posturas contrarias,

Gadamer se confrontará críticamente

con Kant y el romanticismo; reflexio-

nará sobre las propuestas y establecerá

los límites y las posibilidades de la es-

tética tal como la trataron ambos.

Ya Hegel había establecido que el

contenido del sentido del arte se podía

alcanzar mediante el concepto, la ra-

cionalidad. Por su parte, Kant (1985),

en su Crítica del juicio, afirma que la

belleza y el juicio del gusto nada tie-

nen que ver con el conocimiento, con

el entendimiento, con la lógica, por lo

tanto, con los conceptos o con la verdad

(en sentido “científico”, esto mismo

asentirá Gadamer y en ello se acerca-

rá a Kant). No obstante, Kant también

separa el gusto del entendimiento y la

moral, y lo hace un asunto puramente

estético basado en la subjetividad. El

gusto Kant (1985) lo entiende como

“la capacidad de juzgar” lo bello natural

o la belleza libre y propia (complacen-

cia desinteresada), no la que se refiere a

lo bello del arte o belleza adherente. Sin

embargo, Kant (1985) abre la posibi-

lidad del arte bello cuando parece ser

naturaleza; para ello, introduce el con-

cepto del “genio”, entendido como el

talento (facultad innata o natural) que

da la regla al arte.

Gadamer verá en ambas tesis la es-

cisión y la subjetivización del arte kan-

tianos, la imposibilidad de que el arte

nos proporcione ese encuentro del hom-

bre consigo mismo, del “incremento de

ser” que le interesa al hermeneuta. Des-

pués de su distanciamiento con Kant, de

manera más o menos concluyente, Ga-

damer (2005) nos dice que para Kant

la subjetividad es el único principio a

priori que da validez tanto a lo bello en

la naturaleza como en el arte, dejando

de lado la contextualidad.

También Gadamer afirma que la

noción subjetiva del gusto kantiano

(sentimiento vital que facilita otros de-

sarrollos epistémicos) ocasiona la sepa-

ración de los momentos históricos que

pueden estar presentes en ella y, junto

con ello, se da lugar a una pérdida del

significado cognitivo del arte, pues en el

“juicio de gusto” no se conoce nada de

los objetos que se juzgan como bellos.

Por esta razón, para el hermeneuta, el

punto de vista del gusto es secundario;

Gadamer y la verdad como “desocultamiento” en la obra de arte

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no puede ser un principio como para

Kant: «Se hace violencia al concepto

de gusto cuando no se incluye en él su

carácter cambiante» (Gadamer, 2005,

p. 93), porque el gusto se forma, se

mejora y se amplía.

Por su parte, los románticos (como

Schiller y otros seguidores de Kant)

observarán, en el talante teleológi-

co y racionalista6 que Kant hace en su

tratamiento de la estética, el peligro

justamente de lo que éste buscaba: la

autonomía de la estética, pues la natu-

raleza pareciera desear la felicidad del

hombre, por lo que hasta cierto punto

se depende de ella. Los románticos se

esforzarán por lograr dicha autonomía:

replantearán la idea de genio creador,

6 Kant reconoce en la belleza un tipo de sím-

bolo de la moralidad, pues la naturaleza, con

sus “buenas intenciones”, parece querer la

felicidad del hombre (fin teleológico). El co-

mentario de Gadamer con respecto a esto es

que: «El interés por lo bello en la naturaleza

es, pues, “moral por parentesco”. En cuanto

que aprecia la coincidencia no intencionada de

la naturaleza con nuestro placer independiente

de todo interés, y en cuanto concluye así una

maravillosa orientación final de la naturaleza

hacia nosotros, apunta a nosotros como al fin

último de la creación, a nuestra “determina-

ción moral”». (Gadamer, 2005, p. 85)

en la que el proceso artístico se lleva

a cabo por inspiración, por estados al-

terados de la conciencia –se genera un

culto a la producción inconsciente. 7

Schiller, por su parte, une la moral

y la estética; acerca a ésta con el mundo

de la praxis. También formula la idea de

un comportamiento estético del hombre

o una “educación estética”.8 Esto con-

lleva pensar el arte y la naturaleza de

forma separada. Desde esta perspectiva,

la idea kantiana de lo bello de la natura-

leza cederá su puesto a lo bello del arte;

la estética del gusto se cambiará por la

estética del genio.

Para Gadamer (2005), la estética

kantiana y la romántica separan toda

alusión al ser y al conocer; con su va-

lidez de autonomía del conocimiento y

la acción, con el privilegio de la subje-

tividad (Kant: gusto-natural y Schiller:

genio-creador) disuelven toda unidad

7 Tanto para Kant como para los románticos el

genio es un ser inspirado. La fuente de inspi-

ración no es la misma: para aquél es la natura-

leza y para los románticos es el inconsciente o

los estados alterados de la conciencia.8 Gadamer critica el tipo de educación “para

el arte” a la que Schiller se refiere en su obra

Cartas sobre la educación estética del hombre.

(cfr. Gadamer, 2005, pp. 122-123)

José Merced Rizo Carmona

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de pertenencia de una obra de arte res-

pecto a su mundo histórico, cosa que

para Gadamer no es posible, ya que

cada obra de arte ofrece “un mundo”

en el que aprendemos a conocernos a

nosotros mismos y en el que es posi-

ble la verdad como manifestación (no

como adecuación); también, porque la

obra lleva consigo múltiples sentidos:

sólo tiene su ser en su devenir y en su

retornar, o sea, deviene históricamente

en sus representaciones.

Del mismo modo, desde dichas

perspectivas subjetivistas –según Ga-

damer– se reduce el arte a vivencia

y goce estético, dejando de lado ele-

mentos extra-estéticos como la función

cognoscitiva y el valor de verdad en

la obra de arte, además de marginar la

realidad y la sociedad en la que surge.

Este aspecto será importante para Gad-

amer ya que en el arte se puede sustentar

la comprensión, pues él afirma que: «la

experiencia de la obra de arte implica

un comprender, esto es, representa por

sí misma un fenómeno hermenéutico».

(2005, p. 142)

En otras palabras, Gadamer propone

que la experiencia de la obra de arte es

una tarea de comprensión y se da en si-

multaneidad con el presente y el pasado

(fusión de horizontes); la obra de arte,

como creación histórica, nos permite

vincularnos con lo que históricamente

hemos sido. Además, agregará la tesis

de que la comprensión en el saber artís-

tico se debe a la experiencia de la co-

pertenencia del intérprete, de su esen-

cial puesta en juego con el objeto que

desea conocer y no al distanciamiento

entre el objeto y su comprensión.

Igualmente, enfatiza que toda ge-

nuina comprensión es siempre, a la vez,

autocomprensión y autoconocimien-

to, en la medida en que trae consigo

la posibilidad de una nueva relación

consciente, sea en el modo de dis-

tanciamiento crítico o bien de manera

críticamente mediada, con los propios

presupuestos y puntos de partida. Gad-

amer (2005) afirma que la experiencia

que uno “hace” transforma el conjunto

de nuestro saber, puesto que con cada

experiencia ganamos nuevos horizontes

y ampliamos nuestro mundo hasta la

posibilidad de autocomprendernos9 me-

9 Se considera que para Gadamer cada inter-

pretación artística (ya sea ejecución, lectura,

puesta en escena, etc.), es decir, «cada re-

presentación viene a ser un proceso óntico que

Gadamer y la verdad como “desocultamiento” en la obra de arte

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diante el reconocimiento de uno mismo

en lo externo, en lo otro.

Lo anterior está muy cercano a lo

que la palabra y la esencia de la cultu-

ra representan: la formación del hom-

bre. Porque, según Gadamer, el arte no

sólo transforma al ser que representa,

sino que también transforma en su ser

a quien le llega. Lo que se adquiere en

el arte es una experiencia de verdad que

nos ayuda a entender el arte, las cien-

cias humanas y el comprender humano.

Gadamer (2001) insistirá en que el

arte es un modo de experiencia que im-

plica directamente la propia noción de la

existencia. Esta ontología del arte per-

mite que el sujeto se vea de otro modo:

no pensar su ser como algo absoluto –

ahistórico e intemporal–, no pensar-se

sólo desde el ego cogito cartesiano o del

sujeto trascendental kantiano, no pensar

la obra de arte como “objeto” frente a

un sujeto, no pensar la verdad en tér-

minos de adaequatio rei et intellectus.

Así, Gadamer recupera y privilegia

la verdad que emerge de la experien-

contribuye a constituir el rango óntico de lo

representado. La representación supone para

ello un incremento de ser». (Gadamer, 2005:

189)

cia del arte. Para lograr este objetivo, él

parte de la idea de arte que no debe en-

tender a la obra como apariencia frente

a la realidad, sino que la obra (como

creación histórica) abarca lo real y no

sólo la expresión de vivencias y creen-

cias. Si se hace autónoma a la obra

(“pura obra de arte”), entonces no nos

deja decir lo que es el mundo históri-

co (lo extraestético –como la existencia

cotidiana– se vuelve no esencial). La

idea gadameriana de verdad se entien-

de, más que como conocimiento, como

re-conocimiento (anamnesis): nos lle-

va a reconocer de nuevo el mundo en

que vivimos (Gadamer, 2005), el de la

cotidianidad. La verdad brota en la obra

de arte, entre otras cosas, porque imita10

la realidad (mimesis).

10 Gadamer piensa la obra como mimesis para

vincularla con el mundo, pero no como mera

imitación o copia; en este sentido, recupera la

idea del arte imitativo para recordar su fun-

ción cognitiva. Claro está que esto entrará en

oposición con la propuesta kantiana y la de los

románticos, que no otorgan prioridad estética

fundamental a la dimensión funcional o utili-

taria ni a la mimesis en el arte, sino que privi-

legian el elemento creativo. (Véase: Gadamer,

2005, p. 160)

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Este tipo de verdad, rescatado por

Gadamer del pensamiento temprano

de Heidegger, se refiere a que impe-

ra verdad –en el sentido manifestativo,

según la etimología del término griego

alétheia– en todo modo de acceso al

ente, a sí mismo y al mundo por parte

del hombre, como trascendencia finita,

es decir, no sólo en el acceso teórico-

contemplativo, sino, mucho antes ya,

también en las diversas formas del ac-

ceso práctico-operativo: tanto en el

hacer regulado, como lo hace posible

la téchne, como en el obrar racional y

práctico de la phrónesis.

Estas ideas acerca del arte y la ver-

dad se pueden considerar como un in-

tento propio y genuino de la hermenéu-

tica, pues esto le permitió a Gadamer

sacar el concepto de verdad del ámbito

determinado por lo repetitivo y extender

su legitimidad a otras formas de expe-

riencia que incluyan lo subjetivo y lo

histórico y no sólo lo metódico.

Así, la reflexión sobre la experien-

cia artística le ayuda a Gadamer para

garantizar la verdadera amplitud del

fenómeno de la comprensión. Por eso,

cuando Gadamer piensa sobre la verdad

desde la experiencia del arte, intenta

desde ahí apoyar una hermenéutica más

general de las ciencias humanas. Pero

siempre desde una perspectiva onto-

lógica y no desde una funcionalista o

pragmática, como ocurre con las peda-

gogías que tratan de encontrar de qué

forma el aprendizaje de habilidades ar-

tísticas favorece el desarrollo de habili-

dades cognitivas.

Asimismo, Gadamer sostendrá que

la representación artística proporcio-

na incremento de ser y de esta manera

un acercamiento al conocimiento de la

verdad (si es la del espectador, se con-

vierte en el encuentro consigo mismo);

con esto, él refuerza su idea de que la

comprensión responde a la necesidad

de preguntar radicalmente sobre lo que

somos. Por ello, la experiencia del arte

(como movimiento progresivo que abre

múltiples posibilidades) puede ser un

procedimiento válido para tener acceso

a la verdad de la obra de arte. Porque, si

la verdad de la obra de arte se da como

una autocomprensión, una catarsis (un

diálogo con el artista, con su tradición,

una interpretación circunstanciada de

la obra, un motivo para reflexionar o

cambiar la dirección de la vida, etc.),

entonces apunta a una formación en una

Gadamer y la verdad como “desocultamiento” en la obra de arte

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comunidad particular, al reconocimiento

y a la integración en ella: así se com-

prende la tradición en la que se está in-

serto.

Representación del mundo en la obra

de arte

El arte se distingue por su carácter espe-

cíficamente humano. El artista, a partir

de su mundo, en el que está inmerso,

crea la obra y le otorga autonomía, con

la cual hace posible la constitución de

su propio mundo. Esto implica que el

arte se entienda como visión del mundo

(posee una historia, una tradición y un

horizonte11 de posibilidades propios, a

los cuales nos vincula y nos acerca),

pues no es sólo la expresión de las vi-

vencias y el sentir del autor, ni sólo el

conjunto de atributos y valores estéti-

cos. Por otra parte, también el intérprete

tiene su propio horizonte-mundo, que

le permite encontrar significatividad en

este círculo interpretativo-comprensivo:

hombre-arte-mundo. Esto conlleva a

una existencia humana, a una historia

11 “Horizonte es el ámbito de visión que abarca

y encierra todo lo que es visible desde un de-

terminado punto.” (Gadamer, 2005, p. 372)

del arte y del ser, que se expresa de

manera múltiple y multívoca.

Gadamer enfatiza que no se está

obligado a limitarse a la inmediatez de

lo dado. Es una exigencia hermenéutica

justificada considerar la multiplicidad

de horizontes, porque el que no tiene

horizontes no ve suficientemente: «En

cambio tener horizontes significa no es-

tar limitado a lo más cercano sino po-

der ver por encima de ello» (Gadamer,

2005, p. 373). Considerar los diferen-

tes horizontes nos permite valorar co-

rrectamente el significado de las cosas

que caen dentro de ellos. Al respecto,

Charles Taylor propone comprender

lo ajeno sin anular su alteridad.12 Esto

implica tomar conciencia de algunos de

los supuestos básicos de la propia con-

cepción del mundo; por ejemplo, que

también en la comprensión de lo aje-

no lo que se ilumina es la relación de

12 Esta idea la plasma en lo siguiente: “Hasta

cierto punto sólo liberamos a los otros y los

‘dejamos ser’ cuando podemos identificar y

articular un contraste entre su comprensión y

la nuestra, dejando así de interpretarlos sim-

plemente a través de nuestra propia compren-

sión (home understanding) y les permitimos

situarse más fuera de ella a su manera.” (Ta-

ylor, 1997, p. 203)

José Merced Rizo Carmona

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co-pertenencia y la posibilidad de au-

tocomprenderse.

Gadamer afirmará que «en el re-

conocimiento de la obra de arte uno se

reconoce a sí mismo. Todo re-cono-

cimiento es experiencia de un creci-

miento de familiaridad; y todas nuestras

experiencias del mundo son, en última

instancia, formas con las cuales cons-

truimos nuestra familiaridad con ese

mundo» (Gadamer, 1998, p. 89). El

arte es un modo de re-conocimiento

que permite un conocimiento más pro-

fundo de sí y, con ello, la familiaridad

con el mundo, con la experiencia de lo

bello, se sabe más acerca del mundo y

de uno mismo. El arte, como manifes-

tación sensible de la idea, deviene vi-

sión del mundo.13

Por lo anterior, según Gadamer

(2005), lejos de que el arte sea una

ficción, en su representación se halla

un “incremento de ser” que, en directa

13 Al respecto, esto dice Gadamer: «Así tam-

bién es la obra de arte a los ojos de estos

pensadores especulativos una objetivación del

espíritu, no el concepto realizado de sí mismo,

sino la manifestación del espíritu en el modo

según el cual el mundo es visto. El arte es,

en el sentido literal de la palabra, visión del

mundo». (Gadamer, 2006a, pp. 173-174)

conexión con la correspondencia obra

de arte-mundo, lleva consigo un au-

tocomprenderse de quien contempla la

obra; porque «toda autocomprensión se

realiza al comprender algo distinto, e

incluye la unidad y la mismidad de eso

otro. En cuanto que en el mundo nos

encontramos con la obra de arte y en

cada obra de arte nos encontramos con

un mundo» (Gadamer, 2005, p. 138).

Y es que en la obra de arte acontece lo

que todos hacemos al existir: construc-

ción permanente del mundo.

A partir de lo habitual y lo familiar

del mundo, la obra de arte concentra de

forma paradigmática las fuerzas que so-

portan la cultura humana: un conservar

y reordenar de las tradiciones.14 Es por

este hecho que la obra muestra-desvela

su verdad en su historicidad, esto en

oposición al habitual punto de partida

de caracterizar la obra de arte como ob-

jeto, en lugar de cosa que se sostiene

en sí misma, razón por la cual no sólo

pertenece a su mundo, sino que en ella

el mundo está ahí de forma alegórica.

14 Ya Heidegger había manifestado que la obra

abre y cierra (mundo y tierra) significados,

sentidos desplegados de manera histórica.

(Véase: Heidegger, 2008, pp. 32 y 33)

Gadamer y la verdad como “desocultamiento” en la obra de arte

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Heidegger (2008) había referido que

toda obra posee el carácter de cosa; no

obstante, la obra de arte es una cosa no

consumada: va más allá del carácter de

cosa; nos da a conocer otro asunto; es

símbolo.

Conclusión

Gadamer, después de hacer una crítica

en general a los modelos epistemológi-

cos científicos acerca de la verdad, re-

toma conceptos fundamentales desarro-

llados por Heidegger (básicamente que

en la obra de arte acontece la verdad

como desocultamiento del ente) para

proponer su noción de verdad.

Para Gadamer de la relación entre

obra de arte y verdad surge el símbo-

lo como parte, “fragmento de ser” (la

obra de arte siempre es más de lo que en

cada caso dice), en espera de ser com-

pletado, pues el arte es la expresión de

una tradición (la cual es representada en

la obra de arte) a la que pertenecen el

artista y el lector-espectador.

Asimismo, en términos heidegge-

rianos la esencia del arte consiste en el

acontecer de la verdad; y, en térmi-

nos gadamerianos, es la tradición la que

se “desvela” (o se abre como símbolo,

como siempre más) y se complemen-

ta –lingüística e históricamente– con el

propio horizonte del espectador y se va

constituyendo un “mundo” y una com-

prensión-interpretación cada vez (y no

una verdad absoluta, debido a la finitud

humana), gracias a lo que ha sido y lo

que es hoy, por esta razón artista, obra

de arte y espectador son históricos.

Finalmente, se puede sostener que

lo que acontece en la obra de arte no

es una subjetividad particular (la del

artista, por ejemplo), sino que lo que

“aparece” es la verdad como desocul-

tamiento de sentidos: la obra abre-re-

fiere-crea mundos, la obra de arte es un

crecimiento en el ser. Esto permite ver

la importancia que tiene para la Filo-

sofía contemporánea el hecho de que a

partir del arte se pueda reflexionar acer-

ca de la relación arte-pensar.

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Ra hyokak’oihmi dega u’ada:El creador de máscaras de maguey

David Charles Wright Carr

Resumen

El presente trabajo* inicia con un boceto biográfico del artista otomí José Luis Romo Martín. En

seguida se abordan tres series de máscaras, o imágenes de rostros, creadas por Romo entre 2003

y 2013; se tratan las técnicas empleadas en su elaboración, sus aspectos formales, sus conte-

nidos y su dimensión estética. De 2003 a 2004 Romo creó una serie de esculturas en bronce,

inspirándose en las formas y texturas de las pencas de maguey; las obras resultantes representan a

los dioses ancestrales de los pueblos originarios de Mesoamérica, así como los temas universales

del tiempo y el envejecimiento. A partir de 2009 ha aprovechado las pencas de maguey de una

manera más directa, como materia prima para la elaboración de dos series de máscaras policromas

que representan de una manera muy personal las deidades mesoamericanas.

Palabras clave: José Luis Romo Martín, otomí, máscaras, maguey, Mesoamérica.

Abstract

This article begins with a biographical sketch of the Otomí artist José Luis Romo Martín. Then it

considers three series of masks, or representations of faces, created by Romo between 2003 and

2013, describing the techniques used to make them, their formal aspects, their content, and their

aesthetic dimension. From 2003 to 2004 Romo created a series of bronze sculptures, drawing

* Este texto es una versión ampliada de la ponencia “Ya k’oihmi dega u’ada: las máscaras de

maguey de José Luis Romo Martín”, presentada por el autor en el XVI Coloquio Internacional

sobre Otopames, Museo Nacional de Antropología, México, D. F., 22 de octubre de 2014. El

autor agradece a la Universidad de Guanajuato, que apoyó el estudio de la vida y obra de José Luis

Romo Martín mediante la Convocatoria Institucional de Investigación Científica 2013 (proyecto

número 236).

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his inspiration from the ancestral deities of the native peoples of Mesoamerica, as well as the uni-

versal themes of time and aging. Beginning in 2009 he has made use of maguey leaves in a more

direct manner, as the base material for producing two series of polychrome masks that represent

Mesoamerican deities in a very personal way.

Keywords: José Luis Romo Martín, Otomí, masks, maguey, Mesoamerica.

El artista

El artista otomí José Luis Romo Mar-

tín (figura 1) tiene una trayectoria de

cuatro décadas como productor de obras

plásticas destinadas a museos, galerías y

colecciones particulares. Ha tenido éxi-

to en el ámbito de las artes visuales, ha-

biendo sido distinguido con varios pre-

mios y subvenciones.1 Se identifica con

el pueblo otomí y con la nación mexi-

cana. Lo explicó así en 2013: “Nací

otomí, crecí otomí, hablo y soy ñähñu.

[...] Mi trabajo no es una necesidad de

folclor, sino una necesidad de vida, de

volver a ciertos valores, de buscar sobre

todo dentro de mi México y no en las

fronteras y de las costas hacia afuera”.2

1 Para una relación detallada de las exposicio-

nes de José Luis Romo Martín, los premios

y distinciones que ha recibido, y algunas de

las publicaciones acerca de su obra en libros y

revistas, véase el Curriculum vitae en el libro

sobre su obra (2011).2 José Luis Romo Martín, 2013. La norma

usual en el Valle del Mezquital es escribir

Romo nació en 1954 en Santa Ana

Bathá, un pueblo otomí del municipio

de Chilcuautla, en el corazón del Valle

del Mezquital. Creció ahí y en el pueblo

vecino de Tlacotlapilco. Aclara que es

hijo del mestizaje, de madre otomí y de

padre mestizo, originario de Aguasca-

lientes, a quien no conoció hasta que

fue adulto, cuando lo buscó para que se

conocieran los dos, aunque fuera efí-

mero el encuentro. Lo crio su abuela

materna, mientras su madre trabajaba

como empleada doméstica en la ciudad

de México. Su lengua materna es la va-

riante del otomí, llamada hñähñu, que

nähnu para referirse a los otomíes de esta re-

gión, y hñähñu cuando se refiere a la variante

que hablan del otomí. El Instituto Nacional

de Lenguas Indígenas registra nueve variantes

del grupo lingüístico llamado otomí, cada uno

con su propia forma de autodenominación, y

con diversos grados de inteligibilidad entre sí.

Todas tienen el estatus legal de idiomas na-

cionales (Catálogo de las lenguas indígenas

nacionales, 2008).

Ra hyokak’oihmi dega u’ada: El creador de máscaras de maguey

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David Charles Wright Carr

se habla en el Mezquital. De niño ayu-

daba a su abuela a elaborar artesanías:

bordados, tapetes de palma y sonajas

con la forma de gallinitas emplumadas.

Cierto día llegaron las brigadas de al-

fabetización a la casa de su abuela. El

niño José Luis recibió sus primeras en-

señanzas escolares en un programa de

educación bilingüe y empezó a hablar y

a escribir la lengua castellana. Conclui-

dos sus estudios primarios, trabajó du-

rante un par de años como jornalero en

Figura 1. José Luis Romo Martín en su estudio en Querétaro,

febrero de 2013. Fotografía del autor.

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Ra hyokak’oihmi dega u’ada: El creador de máscaras de maguey

Mixquiahuala y Progreso de Obregón,

dos pequeñas ciudades del Valle del

Mezquital, cercanas a su pueblo natal.

Luego estudió la secundaria en Ixmi-

quilpan, trabajando primero como mozo

doméstico, después parchando llantas y

arreglando coches. Cuando terminó la

secundaria, a los 16 años, ya dominaba

el castellano.3

Romo decidió emigrar a la ciudad de

México con la idea de seguir estudian-

do. A su llegada vivió durante algunas

semanas en una terminal de autobuses.

Sobrevivió vendiendo artículos domés-

ticos de puerta en puerta. Un día se en-

contraba sin dinero para pagar el pasaje

del trolebús para volver a casa. Vio que

una mujer estaba pintando su barda.

Ofreció ayudarla a cambio de los 35

centavos que costaba el pasaje. Mientras

pintaban, el joven le platicó de su de-

seo de estudiar el programa de técnico

en electricidad, en la Vocacional 4 del

Instituto Politécnico Nacional. Le pidió

una oportunidad para trabajar para así

poder lograr su sueño. La señora con-

sultó con su marido, un contador quien

administraba varios negocios. Ella le

3 José Luis Romo Martín, comunicación per-

sonal, 2014; Macluf, 2011.

pagó a José Luis la generosa cantidad de

20 pesos, que para él era mucho dinero,

y le indicó que debía traerle varios do-

cumentos para su contratación. De esta

manera llegó a trabajar en el taller de

marcos del pintor Óscar Rodríguez, en

el edificio Condesa. Allí el joven otomí

tuvo la oportunidad de conocer a varios

de los más destacados artistas del país,

entre ellos Rufino Tamayo, Francisco

Toledo y Gunther Gerzso.4

Asistía a sus clases en la Vocacional,

pero en ocasiones se metía extraoficial-

mente en los talleres de La Esmeralda.

Cuando confió a Óscar Rodríguez que

había decidido dedicarse a la pintura,

éste le dijo que no se lo aconsejaba,

porque se moriría de hambre. Un día

Romo enseñó uno de sus grabados al

pintor Gunther Gerzso, quien ofreció

comprárselo. El artista en ciernes se lo

regaló. El día siguiente Gerzso respon-

dió, obsequiándole una obra suya, un

monotipo firmado y fechado en 1957.

José Luis había encontrado su vocación.

En 1976 fue a trabajar en el taller de

Gerzso, donde fue su ayudante y dis-

cípulo durante más de dos décadas,

4 Grimberg, 2011; José Luis Romo Martín,

comunicación personal, 2014; Macluf, 2011.

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aprendiendo las teorías y la historia del

arte, dominando varias técnicas pictó-

ricas y desarrollando un estilo propio.5

Romo abandonó el programa de in-

geniería a los dos años de haberlo ini-

ciado. Estudió pintura, escultura y gra-

5 Biografía, 2012; José Luis Romo Martín,

2013; José Luis Romo Martín, comunicación

personal, 2014; Macluf, 2011.

bado en La Esmeralda de 1975 a 1979.

Muy pronto se destacó por la calidad de

su trabajo e inició su carrera profesio-

nal en el ámbito de las artes plásticas.

Daba clases de pintura en el Politécnico,

y en 1978 fue ayudante de la coor-

dinación de exposiciones en la Escuela

Superior de Ingeniería y Arquitectura

Figura 2. Un rayo de luz. Óleo sobre tablero de fibras,

100 x 100 cm, 1980. Fotografía del autor.

David Charles Wright Carr

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que tenía el Politécnico en Zacatenco.

El año siguiente presentó una exhibición

individual de sus pinturas en la Galería

de Exposiciones de la misma escuela.

De 1978 a 1980 colaboró esporádica-

mente con el pintor oaxaqueño Rufino

Tamayo. A partir de 1980 la obra de

Romo se vendía en la Galería de Arte

Mexicano.6 Su obra de este periodo se

caracteriza por la fragmentación de la

superficie pictórica, el uso de los colo-

res tierra y la inclusión de temas rela-

cionados con la vida personal del artista

y una serie de iconemas extraídos de la

vida cotidiana de los otomíes del Valle

del Mezquital (figura 2).

El 10 de octubre de 1981 sufrió un

accidente automovilístico que le dejó

con las piernas destrozadas, entre otras

aflicciones. Tuvo varias cirugías y sufrió

mucho dolor, situación que se refleja en

sus pinturas de esta etapa. Pudo superar

esta crisis gracias al apoyo económico

y moral de Gerzso y de la galería que

vendía su obra. Volvió a Ixmiquilpan,

donde a partir de 1983 organizó un

movimiento cultural en torno a la en-

6 Biografía, 2012; José Luis Romo Martín,

2013; José Luis Romo Martín, comunicación

personal, 2014; Macluf, 2011.

señanza de las artes, con el apoyo de

maestros de varias disciplinas, quienes

impartían las clases en distintas sedes.7

Algunos años después, Romo es-

tableció su taller en Querétaro, donde

siguió produciendo obras pictóricas, a

lo largo de la última década del siglo

XX y los primeros años del XXI. En

1992 y 1993 formó parte de un selecto

grupo de artistas mexicanos, elegido por

un comité oficial para engalanar con sus

obras la Residencia Oficial de Los Pinos

(figura 3). En 1994 recibió un apoyo

del Consejo Estatal para la Cultura y las

Artes de Querétaro, en la categoría de

“Creadores con trayectoria”, para pin-

tar una serie de paisajes con el título

“Belleza olvidada”, con el propósito

de “reflejar la problemática del hombre

del siglo XX”.8 Estando en esta tarea,

recorrió varios municipios para dibujar

las áridas tierras que le recordaban su

niñez. En el municipio de Cadereyta,

en el semidesierto queretano, tuvo un

7 Biografía, 2012; Conde, 2011; Grimberg,

2011; Macluf, 2011. José Luis Romo Mar-

tín, comunicación personal, 2014.8 José Luis Romo Martín, comunicación per-

sonal, 2014; Macluf, 2011; Sistema de In-

formación Cultural, sin fecha.

Ra hyokak’oihmi dega u’ada: El creador de máscaras de maguey

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encuentro con unos ancianos otomíes,

quienes le platicaron que en el pasado

se realizaban danzas rituales portando

máscaras hechas con pencas de maguey.

Le dijeron que ya no existían estas

máscaras porque los clérigos católicos

las habían quemado. Las reflexiones del

artista sobre aquellas pláticas, y la idea

de las máscaras de pencas de maguey,

serían el punto de partida de tres series

de obras que realizaría a partir del año

2003, mismas que se describen a con-

tinuación.9

Las máscaras de maguey: la memoria

ancestral y el arte contemporáneo

La obra reciente del maestro Romo se

encuentra sobre la borrosa frontera en-

tre la pintura, el grabado y la escultura.

Tiene dos componentes básicos. El pri-

mero es el maguey, planta sagrada de

9 José Luis Romo Martín, comunicación

personal, 2014.

Figura 3. Artistas mexicanos con obras en Los Pinos.

José Luis Romo Martín está en la primera fila, a la izquierda.

Fotografía del archivo del artista.

David Charles Wright Carr

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los otomíes del Mezquital, que durante

milenios les ha dado bebida, alimento,

vivienda, ropa, medicina, combustible

y mucho más. El segundo componente

es el recuerdo de los antiguos dioses,

que personifican las fuerzas naturales

sacralizadas. En las obras resultantes las

deidades ancestrales se manifiestan por

medio de las formas del maguey.

Una serie de 21 bronces intitulada

“Los rostros del maguey”, realizada de

2003 a 2004, es el producto de la pri-

mera incursión del artista por estos ca-

minos de exploración plástica y estética.

Fue realizada con el apoyo del Consejo

Estatal para la Cultura y las Artes de

Querétaro, junto con el Instituto Na-

cional de Antropología e Historia, y

Figura 4. Divinidad otomí. Bronce con base de caoba y hierro, 39 x 25 x 9 cm.

Fotografía de Salvador Salas Zamudio.

Ra hyokak’oihmi dega u’ada: El creador de máscaras de maguey

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expuesta al público por primera vez en

el Museo Regional de Querétaro, cuyo

edificio fue construido inicialmente por

la Orden de Frailes Menores como cen-

tro de evangelización del pueblo otomí

de Querétaro.10 Las esculturas repre-

sentan rostros divinos y humanos, por

10 Curriculum vitae, 2011; José Luis Romo

Martín, comunicación personal, 2014.

medio de las formas y texturas del ma-

guey. La vocación de pintor del artista

se manifiesta en el manejo de las sutiles

policromías en las pátinas. Un tema que

se revela en estas piezas son los anti-

guos dioses; otro es el tiempo, su paso

y sus efectos en los seres humanos (fi-

guras 4 y 5).

Figura 5. Mayáhuel (diosa del maguey). Bronce con base de caoba y hierro, 53 x 20 x 12 cm.

Fotografía de Salvador Salas Zamudio.

David Charles Wright Carr

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Después de esta incursión en la

escultura en bronce, Romo desarrolló

otros proyectos, incluyendo la serie de

40 pinturas “Nayarit Mágico”, pintadas

en 2009, en un estudio en Puerto Va-

llarta, con el apoyo del Consejo Estatal

para la Cultura y las Artes de Nayarit

(figura 6).

Durante esta misma etapa, Romo

retomó la idea de crear rostros a par-

tir del maguey. Esta vez decidió tra-

bajar directamente sobre las pencas del

agave. Durante años hizo experimentos,

explorando las posibilidades plásticas de

esta novedosa técnica. La primera serie

lleva el nombre “Los rostros del pasa-

do”. Consta de 39 piezas, realizadas de

2010 a 2011, de nuevo con el apoyo

del Consejo Estatal para la Cultura y

las Artes de Nayarit. Fue exhibida por

Figura 6. Máscara: mujer cora. Técnica mixta sobre tela, 180 x 120 cm. Fotografía del autor.

Ra hyokak’oihmi dega u’ada: El creador de máscaras de maguey

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primera vez en el Salón de la Plástica

Nayarita en Tepic.11 La técnica de es-

tas obras escultórico-pictóricas consiste

en modificar la forma volumétrica y la

textura de las pencas durante el largo

11 José Luis Romo Martín, comunicación per-

sonal, 2014; Sistema de Información Cultu-

ral, sin fecha.

proceso de deshidratación, y luego en

enriquecer sus superficies, secas y arru-

gadas, con aplicaciones de pintura al

óleo, y en ocasiones con hoja de plata

y hoja de oro. Los resultados recogen y

desarrollan las experiencias previas del

artista con las técnicas de la escultura,

el grabado y la pintura. Él explica así

Figura 7. Tezcatlipoca (dios de dioses).

Óleo sobre penca de maguey, 48 x 26 cm. Fotografía de Ramiro Valencia.

David Charles Wright Carr

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sus intenciones: “Mis trazos y las fi-

guras grabadas en el maguey sugieren

el pensamiento de mis antepasados”.12

Parte de la fuerza estética de estas

piezas radica en el hecho de que no se

inspiran directamente en imágenes pre-

hispánicas de las deidades, sino en la

fecunda imaginación del artista cuando

12 José Luis Romo Martín, comunicación per-

sonal, 2014.

reflexiona sobre los conceptos esenciales

de estos dioses. Conoce estos conceptos

desde su niñez en una comunidad otomí

del Valle del Mezquital, y profundi-

za en ellos a través de la investigación

en las fuentes publicadas. En las obras

resultantes, es evidente que el creador

de rostros de maguey, ra hyokak’oihmi

dega u’ada, ha encontrado una potente

veta de exploración artística, logrando

Figura 8. Yoho Ajuä (dios dual). Óleo sobre penca de maguey, 77 x 21 cm.

Fotografía de Ramiro Valencia.

Ra hyokak’oihmi dega u’ada: El creador de máscaras de maguey

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que la esencia de la cosmovisión de los

pueblos originarios de Mesoamérica se

manifieste en las pencas transformadas

de la planta sagrada de los otomíes (fi-

guras 7 y 8).

La segunda serie de máscaras de

maguey lleva como título “Voces si-

lenciosas”. Abarca 32 piezas, elabo-

radas de 2011 a 2013, con el apoyo

del Consejo Estatal para la Cultura y

las Artes de Hidalgo. Fue exhibida ini-

cialmente, junto con obras de las series

anteriores, “Los rostros del maguey” y

“Los rostros del pasado”, en el Museo

Nacional de la Máscara en la ciudad de

San Luis Potosí, en junio de 2013. En

octubre del mismo año esta serie vol-

vió a exhibirse en el Centro Cultural de

Figura 9. Ometochtli (dos conejo, deidad del pulque). Óleo, hoja de oro y hoja de plata sobre

penca de maguey, 48 x 20 cm. Fotografía de Ramiro Valencia.

David Charles Wright Carr

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Real de Monte, Hidalgo. En esta nueva

serie Romo siguió explorando las posi-

bilidades técnicas, formales, simbólicas

y estéticas de la representación de las

deidades mesoamericanas mediante la

manipulación plástica de las pencas del

maguey (figuras 9 y 10).

Conclusión

Lejos de hacer reinterpretaciones de

piezas arqueológicas, Romo expre-

sa la esencia de su cosmovisión como

ñähñu, u otomí del Valle del Mezquital,

por medio de un lenguaje formal e ico-

nográfico personal. La obra de Romo,

además del goce estético que suele pro-

Figura 10. Hyadi Nde (Sol de la tarde). Óleo sobre penca de maguey, 75 x 35 cm.

Fotografía de Ramiro Valencia.

Ra hyokak’oihmi dega u’ada: El creador de máscaras de maguey

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ducir en las personas que la contemplan,

encierra mensajes en varios niveles. En

ella se expresa la cosmovisión del Mé-

xico profundo, de raíz mesoamericana,

sin dejar de reflejar las corrientes es-

téticas de nuestros tiempos. Romo, por

medio de su producción plástica, ha

logrado proyectar sus raíces étnicas y

su sensibilidad estética personal hacia

la cultura universal, tendiendo puentes

entre los valores de su cultura ancestral

y el ámbito del arte contemporáneo.

Referencias

“BIOGRAFÍA”, de José Luis Romo Martín,

pintor otomí / otomí painter/ n’a hyokä k’oi

nähñu, 2012. Consulta: 26 de diciembre de

2013, http://romomartin.mx/romomartin/

“CATÁLOGO DE LAS LENGUAS INDÍGE-

NAS NACIONALES: variantes lingüísticas de

México con sus autodenominaciones y refe-

rencias geoestadísticas”, pp. 31-78 (1a. sec-

ción), 1-96 (2a. sección) y 1-112 (tercera

sección) de: Diario Oficial de la Federación,

tomo 652, no. 9, 14 de enero de 2008.

CONDE, Teresa del. “La fantasía de José

Luis Romo”, pp. 17-20 de: José Luis Romo,

pintor otomí | otomí painter | n’a hyokä k’oi

ñähñu, Consejo Estatal para la Cultura y las

Artes, Pachuca, 2011.

“CURRICULUM VITAE”, pp. 120-123 de:

José Luis Romo, pintor otomí | otomí painter |

n’a hyokä k’oi ñähñu, Consejo Estatal para la

Cultura y las Artes, Pachuca, 2011.

GRIMBERG, Salomon. “Descuartizado: la

realidad de José Luis Romo”, pp. 29-32 de:

José Luis Romo, pintor otomí | otomí painter |

n’a hyokä k’oi ñähñu, Consejo Estatal para la

Cultura y las Artes, Pachuca, 2011.

MACLUF, Lourdes, “José Luis Romo, un

pintor otomí”, pp. 45-50 de: José Luis

Romo, pintor otomí | otomí painter | n’a hyokä

k’oi ñähñu, Consejo Estatal para la Cultura y

las Artes, Pachuca, 2011.

ROMO Martín, José Luis. Declaración del ar-

tista, manuscrito inédito, 2013.

“SISTEMA DE INFORMACIÓN CULTU-

RAL”, de CONACULTA. Consulta: 9 de

julio de 2014, http://sic.conaculta.gob.mx/

David Charles Wright Carr

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Nuestros

colaboradores

Rolando Álvarez ([email protected]) Doctor en Artes por la Universidad de

Guanajuato (área de concentración en Teorías estéticas), maestro en los Departamentos de Música

y Letras Hispánicas de la misma institución. En 2011 realizó una estancia de investigación en el

Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar, en Lima, Perú. En ese mismo país ha sido

catedrático invitado desde 2011 a la fecha en la Universidad Nacional del Perú “San Marcos”,

en su Escuela de Posgrado; y en 2014 en la Universidad Nacional de Arequipa “San Agustín”.

Ha publicado en diversas revistas especializadas y en libros colectivos tanto de México como del

Perú (pertenecientes a instituciones como la Academia Peruana de la Lengua, Universidad Na-

cional Mayor de San Marcos, Universidad de Guanajuato y Universidad Autónoma Metropolitana

de México, entre otras). Su libro individual más reciente se titula Sombra que tiembla: referen-

cia, iconicidad y simbología en las novelas “El Indio” y “Los ríos profundos” (Universidad de

Guanajuato, 2014). Ha participado en diversos congresos y coloquios internacionales tanto en

México como en el Perú y dictado conferencias en ambos países. Es miembro de la Correspon-

salía de Guanajuato del Seminario de Cultura Mexicana y del Instituto Internacional de Literatura

Iberoamericana.

Erika Lourdes González Rosas ([email protected]) cuenta con Licenciatura en Relaciones In-

dustriales por la Universidad de Guanajuato, Maestría en Ciencias Sociales con énfasis en Estu-

dios Internacionales por la Southern Oregon University. Es doctora en Gestión Empresarial por

la Universidad Politécnica de Valencia. Además, está certificada en asesoramiento para negocios

PYMES por la Oregon Small Business Development Center Network y en capacitación y desa-

rrollo por la Texas A&M University.

Ha impartido de licenciatura y posgrado. Actualmente se desempeña como profesora e investi-

gadora del Departamento de Gestión y Dirección de Empresas de la Universidad de Guanajuato.

Su trabajo de investigación está basado en las líneas de liderazgo, calidad, turismo y gestión cul-

tural. Participa en una red de investigadores en España y México, realizando diversos proyectos

de su especialidad. Es autora de ponencias presentadas en múltiples congresos internacionales y

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de publicaciones varias. Es integrante de número de la Academia Mexicana de Ciencias Admi-

nistrativas.

En el ámbito de la extensión y la vinculación ha diseñado, desarrollado y gestionado un amplio

número de proyectos con la iniciativa pública y privada. Actualmente se desempeña como secre-

taria de redacción de la revista Arteconciencia.

Myriam Montoya López ([email protected]), originaria de Morelia, Michoacán,

es diseñadora gráfica, fundadora y directora del estudio de diseño M2 Publicidad especializado

en identidad corporativa, diseño editorial y consultoría. Se desempeña como docente en la Uni-

versidad de Guanajuato, dentro de la División de Arquitectura, Arte y Diseño, donde ha cursado

los estudios de Doctorado en Artes. Además de la Licenciatura en Diseño Gráfico, cuenta con

Maestría en Administración por parte de la Universidad Vasco de Quiroga. Se interesa también

por el diseño tipográfico y la ortotipografía.

José Merced Rizo Carmona ([email protected]) Doctor en Filosofía por la Universi-

dad de Guanajuato, institución en la que desarrolla desde hace más de 10 años actividad docente

en el Nivel Superior así como en Nivel Medio. De su obra se han publicado 8 libros como autor,

coautor o compilador, además de artículos en revistas especializadas de filosofía y educación. Ob-

tuvo mención especial de la Asociación Filosófica de México A.C. en el premio nacional de mejor

tesis de filosofía por su tesis doctoral titulada “Alcances y límites de la hermenéutica filosófica de

Hans-Georg Gadamer en educación”.

David Wright ([email protected]) obtuvo los grados de Licenciatura y Maestría en Bellas

Artes en el Instituto Allende, y el Doctorado en Ciencias Sociales en El Colegio de Michoacán.

Es autor de varios libros, capítulos, ponencias en memorias de congresos, artículos en revistas

académicas, reseñas, prólogos, artículos de divulgación y publicaciones digitales; la mayor parte

de éstos versan sobre la historia y el arte de la antigua Mesoamérica, la Nueva España y el México

independiente, así como las lenguas indígenas del periodo Novohispano.

Desde 2003 es profesor de tiempo completo en la Universidad de Guanajuato, integrado desde

2012 al Departamento de Artes Visuales.

Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Texas, la Universidad Harvard, la

Biblioteca Newberry y la Universidad de Princeton. Ha sido asesor histórico del Consejo Estatal

para la Cultura y las Artes de Querétaro, y miembro del Comité de Expertos y del Comité Cientí-

fico de Seguimiento de la Conferencia Mundial de Derechos Lingüísticos. Es miembro correspon-

sal de la Academia Mexicana de la Historia e integrante del Sistema Nacional de Investigadores.

Más información en los sitios: www.paginasprodigy.com/dcwright/ y www.researchgate.net/

profile/David_Wright-Carr/

Nuestros colaboradores

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NORMAS EDITORIALES

Recepción

La revista internacional arteconciencia, de la División de Arquitectura, Arte y Diseño del

Campus Guanajuato de la Universidad de Guanajuato, está abierta a propuestas de artícu-

los sobre Arquitectura, Diseño, Música, Artes visuales y en general escritos relativos a las

artes, tanto en enfoques especializados como interdisciplinarios.

Las propuestas de publicación que cuenten con la suficiente calidad y corrección for-

mal, así como el aparato de referencias conforme a los lineamientos que se señalan aquí

mismo, se turnarán para dictamen (doble ciego) a dos miembros del Comité Científico

Internacional en el área correspondiente o de invitados especiales, si es el caso. El Consejo

Editorial de la revista supervisará el procedimiento, acerca del cual no se emitirá infor-

mación alguna, recibiendo únicamente el autor el acuse de recibo de su propuesta o las

observaciones y determinaciones resultantes del dictamen.

Todas las comunicaciones de la revista serán por medio de la cuenta de correo elec-

trónico de la Secretaria de Redacción: [email protected]

Lineamientos y políticas

Los textos propuestos para publicación en la revista deberán ser inéditos.

Los proponentes deberán estar autorizados para ceder los derechos de publicación por

una sola vez del texto en cuestión, así como su ubicación en el sitio virtual de la revista,

lo cual harán constar en carta anexa a su propuesta.

La determinación definitiva del Consejo Editorial se dará a conocer por correo electró-

nico. Dicho Consejo decidirá la emisión en la que se publicará el texto aceptado.

Requisitos formales

Los textos sometidos a dictamen deberán cumplir las formas mínimas siguientes (de lo

contrario no entrarán a dictamen):

* Las propuestas se presentarán en español, portugués, inglés, francés, italiano o alemán,

y serán de 12 a 30 páginas en letra de 12 puntos a doble espacio enviadas en archivo de

texto compatible con Word. El texto comenzará con un resumen en español de no más de

10 líneas y una versión similar del resumen en alguno de los idiomas mencionados.

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* Las imágenes serán en escala de grises, en formato jpg a 300 puntos y tamaño de al

menos 15 cm.

* Debe incluirse una ficha curricular del autor de unos diez renglones, así como sus datos

de correo electrónico y teléfono, y, si es el caso, institución a la que está adscrito.

* Las notas en español irán al pie de la página con números arábigos, haciendo la llamada

con superíndice después de la puntuación. (Es decir luego de coma,1 o después de punto

y coma;2 o de punto final.3 Y después del paréntesis.)4 Los artículos en otros idiomas

respetarán el uso académico normal en ellos para las notas al pie.

* Las referencias documentales llevarán los datos en la forma señalada a continuación:

Libro:

DORFLES, Gillo. El devenir de las artes. FCE, México, 1995.

SÁNCHEZ Vázquez, Adolfo. Invitación a la estética. Debolsillo, México, 2007.

Páginas de libro:

DORFLES, Gillo. El devenir de las artes. FCE, México, 1995, pp. 25-38.

Capítulo de libro:

GOMBRICH, E. H. “The What and the How. Perspective Representation and the

Phenomenal World”, pp. 129-149 de: RUDNER, R. y SCHEFFLER, I. (eds.) Logic &

Art. Essays in Honor of Nelson Goodman. Bobbs-Merrill, California, 1972.

Artículo en revista:

GLAZIER, Jeremy. “La música de la conspiración”, pp. 63-65 de: La tempestad,

núm. 76, México, ene-feb 2011.

Fuentes virtuales (al copiar las direcciones vigilar que se haga con la opción “con-

servar sólo texto”, para que no se copien como vínculos):

NOELLE, Louise. “Estados Unidos y la arquitectura mexicana en el siglo XX”. Con-

sulta: 21/03/2011, redalyc.uaemex.mx/pdf/369/36908504.pdf

Otras referencias:

Cualquier otra referencia debe seguir los usos normales en el campo académico, con

el criterio de mayor claridad y mejor localización de sus fuentes por parte de los lectores

interesados.

Normas editoriales


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