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7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959
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JU,\: \ A: \TO: \IO ODDO?-;E
LA HISTORIOGRAFIA URUGUAYA EN EL SIGLO XIX.
APUNTES
PARA
SU ESTUDIO.*
Se
ha dicho
con razn
que
la historiografa en Amrica Latina ha
particijJado de modo muy activo en la consolidacin histrica ele las na-
cionalidades
del
Continente
a lo largo del jJasado siglo. Nianifestacin de
militancia
intelectual
ms que
sereno ejerczcio cientifico la reflexin his-
trica sobre el jJasado las creaciones historiogrficas constituyen
f or
lo
comn la
expresin
de un
comjHomiso ante
la realidad, ya bajo
su inme
diata
faz jJoltica o
bien
c mo
empresa
constructiua de
una
conciwcia
wz-
cional
en vas de
sustentacin.
7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959
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JUAN A.NTONIO DDONE
d_ecirse
que
sus
manifestaciones
genricas concejJtuales recorren un tran
sztado sendero desde la crnica fctica hasta las formas adultas de la cons
truccin
historiogrfica.
Esperemos entonces
que una historia de
nuestra
historiografa encare
el relevamiento de sus balbuceos narrativo s de sus atisbos heroicos asi
con: o la crnica
onomstica
y la crnica patritica; que persiga todas las
vanantes
de la escuela filosofante
que introducida
jJor iVIagariilos Ceruan
tes confluye ms tarde
en
la reflexin sociolgica la fundamentacin cau
sal que postula el positivismo cientificisia del 80; que conforme el derrote
ro de
corriente erudita
a travs de su
evolucin metodolgica
y
el
fe
cundo zntercambio que posibilit en el quehacer histrico rio;blatense. De
todo
ello para emjJezar deber hacer buen caudal
una historia
de
nuestra
historia siguiendo de cerca nuestros conflictos partidarios e ideolaicos el
desarrollo de las corrientes literarias
la
af;etencia de la
cultura a 1 ~ b i e n t e
la conformacin ele nuestro medio social. Es dable esperar una
historia
de
la historiografa que no
naufrague
en el
exhaustivo
catlogo
e1udito
o
en
la
venerable
galera_ crono lgica . Cabe aguar dar para
un
trabajo de esa
natu ralez a el estuclzo de la necesaria
conexin entre pensamiento
)' crea
non teniendo en cuenta la adajJtacin y
transformacin
que experimen-
~ a r o n
las corrientes de ideas importadas y el vigor que cobraron en su
zmpregnacin con
nuestro pasado histrico;
haciendo
caudal
en fin
de la
gravitacin militante del
romanticismo y
la dilatada
influencia afirmativa
del
positivismo
evolucionista.
Semejante tarea que desde luego no cabe en la intencin de estas no
tas
an queda
f or cumjJliT. Los apuntes
que
siguen slo pretenden aven
turar
un
somero
planteo de algunas de sus direcciones posibles.
ANTECEDENTES
Y
ESTIMULANTES
Cuando en octubre de 1812, tras la victoriosa insurreccin de la cam
paa oriental,
la
suerte de las armas revolucionarias provoca el segundo si
tio de Montevideo, la poblacin ele la Plaza -fresco en la memoria el re
cuerdo de los ltimos meses de
1811,
y an presente el pnico de aquel
bombardeo ingls ele 1807- vivi das de crecida angustia. Con
la
forma
lizacin del asedio,
hambre
y epidemias fueron durante casi dos aos ru
tinario flagelo de Montevideo. La relacin de Acua de Figueroa, testigo
ocular de aquellos sucesos cotidianos, si constituye
una
temprana
expresin
de
la
poesa nacional,
perdura
tambin como contribucin liminar ele la
crnica
narrativa
en nuestra literatura histrica.
Francisco
Acua
de Figueroa
(1791-1862),
1
narr, como
se
sabe, las
incidencias memorables y menores de aquel episodio en el Diario Histrico
1.
FR:\1\Cisco .-\cu; :;A
DE
FIGUEROA,
Diario Histrico del Sitio de
Afontevideo
en los
mios 1812-13-14, en Biblioteca Americana v. II, Obras Completas de Feo. Acua de
Figueroa :\Iontevideo, 1890.
LA HISTORIOGRAFA URUGUAYA EN EL
SIGLO
XIX
del
Sitio
de M o n t e v i d e o ~
Si
bien
carece de plan,
la obra
no est escrita
acaso; ~ - e _ f l e j a la observacin prolija de quien sigue a diario las inciden
c ~ a s d ~ l
s1t10,
llevando cuentas de los movimientos militares
(aunque
las
~ I f r a s m c u r r a r ~ a veces
en
exageracin), los muertos en la accin y las ba
ps por las ep1demias
que
diezmaron a los montevideanos; las salidas de
los defensores y el bloqueo fluvial; consignando, de paso, las negociaciones
de los bandos en lucha, ya las noticias de Buenos Aires o bien los sucesos
polticos del campo sitiador.
La intencin de hacer historia -que no fue ajena al
autor- se
revela
en el carcter narrativo de
la
obra y en el propsito deliberado de escribir
la crnica de los sucesos.
En 1846,
el
propio
Acua de Fioueroa valoraba
su Diario con estas palabras: "
produccin
acreedora ; la indulgencia
p ~ l i c a P?r _ser la nica crnica escrita de aquella poca memorable y por
la unparClahdad y verdad de sus relatos".:; Sucesivas veces anotado con
datos complementarios, de aclaracin, rectificacin o adicin de testimo
nios, aparece evidente
la intencin
de
aadir
cierto rigor
documental
al
trabajo. Las notas ilustran y jerarquizan el relato rimado, agregando apre
ciaciones personales, citas de fuentes, datos de la
Gazeta
proclamas mili
tares, y an las enmiendas crticas que atemperan los juicios del cronista
ocular.
Tipifica pues, Acua de Figueroa, una expresin temprana de la cr
nica
en
nuestros anales histricos.
Si
-como lo adverta Bauz- su tempe
ramento
y su educacin le
situaban
ms cerca de los cuadros de
la
socie
dad colonial qcte de la estructura ele a joven Repblica,
4
el apego a la
comarca donde naci, el respeto a sus tradiciones y a su historia, permitie
ron una transaccin con las nuevas formas institucionales que el pas asi
milaba, cediendo sus convicciones monrquicas e hispnicas mediante un
acatamiento apacible. El artfice del epigrama no desdijo entonces su for
macin literaria: clsico recalcitrante, su pluma amable,
burlona
y a ratos
punzante, lo identifica con la clsica
literatura
virreina . Bauz le concede
una
significacin
ejemplar
en la funcin
integradora que
cumple
la
litera
tura como concurrente espiritual de la nacionalidad. En su opinin, es
Acua
de Figueroa quien
incorpora
definitivamente el tono heroico de las
luchs emancipadoras a la conciencia colectiva ele lo nacional, mediante su
2. Su propio autor en la portada del Diario explica la naturaleza de la obra: "Escrito
en versos de varios metros en la
poca
misma,
en
el
teatro y
presencia
ele
los
sucesos. posteriormente
corregido
y
aumentado con notas
curiosas y documentos
relativos a los mismos sucesos.
Copiado y
corregido
en
el
ao
1841
por el
autor."
Cfr.: FRAI\Cisco Acu; :;A E
FIGUEROA,
Diario Histrico del Sitio de
Montevideo
cit.
3.
4.
La crnica
rimada
referida a temas histricos, tiene va alg-unos
antecedentes
en
el Ro de
la
Plata. Amn de Barco Centenera, pueden considerarse
precedentes
inmediatos
entre
otros- los
Romances
ele Pantalen
Rivarola,
cantando las
hazaas
de los defensores de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, y el poema ende
caslabo ele Juan \ 'entura de
Portegueda, Buenos-Ayres Reconquistada
Mxi-
co, 1808.
Cfr.: FRAI\CISCO Acu:\;A E
FicUERO.-\_.
Diario Histrico del Sitio de Montevideo
cit.,
Prlogo y Advertencia
en
Obras Completas v. I, t. I, Montevideo, 1890,
pp.
7 y S.
FRAI\CISCO BAuzA,
Estudios Literarios
en
Bibliot eca Artigas Coleccin de Clsicos
Uruguayos
v.
9,
Montevideo,
1953, pp. 5-11.
5
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JUAi\"
ANTONIO DDONE
perpetuacin en las letras uruguayas. Artigas y sus compaeros, Lava
lleja y
los suyos son
la
fuerza inicial, la causa generadora
de
nuestra exis
tencia -escribe Bauz-; y .Figueroa es la fuerza moral propagadora de
las escelencias
de
ese hecho. Aquellos en las armas
y
ste en las letras,
complementan el acto entreg
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JUAN
ANTONIO
0DDONE
Dentro
de la crnica de ndole memorialista, n se insertan mltiples
manifestaciones cuyo anlisis escapa a los lmites de estos apuntes.
La
crnica
narrativa
registra con Dmaso
Antonio Larraaga (1771-1848)
10
un temprano
intento
ele compendiar en un cnadro cronolgico el pasado
histrico de la Banda Oriental.
Dotado de una slida formacin humanstica,
promotor
de variadas
manifestaciones culturales del ocaso colonial y los aos revolucionarios, no
fue ajeno a
la
poltica de su tiempo. Distanciado de Artigas, acept
transar
con la dominacin portuguesa
ele 1817. En
aquellos das, y por encargo del
general Lecor, Larraaga compone una narracin ele los hechos ms salien
tes
ele la historia
del
Ro ele la Plata
desde
el tratado ele
Torclesillas hasta
el ao
1818.
Los
Ajnmtes
Histricos sobre el deswrimiento y poblacin de
la
Ban
da Oriental del Ro de la Plata y las ciudades de lv1ontevideo 1\I aldonado
Colonia etc.
-ampliados y completados, particularmente para su
ltimo
9.
Dentro
de
la crnica narrativa
construida
sobre recuerdos y
tradicin,
pueden
ci
tarse, entre
algunas
de las ms
conocidas: CARLOS
A:-;AYA,
Revolucin
de la
Banda
Oriental del Vruguay situada en la margen hquierda del Ro de la Plata Am-
rica del Sud Por A jnmtacin.s Historicas Polticas Escritas en el Departa
mento
de
Montevideo
en el A1io de 1851 en Revista Histrica Montevideo,
195-1,
nn. 58-60, pp. 296 y ss.;
RA: >I:\ DE
CAcERES, Memorias de don Resumen hist
rico en Revista Histrica Montevideo, 1910, t. 3, ai'io 2, n. 8,
pp.
395-410; JuA:-;
SPIKER:\IA:-1:\,
La
jJrimera
quincena
de los
Treinta
y
Tres
Montevideo,
1891;
Lms
E
LA ToRRE, i\Iemorias de los sucesos de 182; en
Revista
Histrica
t. IV,
n.
1 ,
p. 340; FRA:-ICisco .-\GUSTN
\VRIGHT,
.tljJUntes histricos de
la
Defensa de la Rejn-
blica Montevideo, 1845, t I (segn Dardo Estrada, Wright dej indito un se
gundo tomo que no se ha publicado); U:-; ORIENTAL [.-\:'\TONIO
PEREIRA),
Aclaracio
nes histricas ?\Iontevideo, 1884;
,-\:'\TO:'\IO
PEREIRA, Recuerdos de
mi tiempo
Mon
tevideo, 1891; A:-;TONIO
DL\Z_. Memorias [inditas, que
abarcan
desde
el Descubrimien
to hasta la
paz ele
1828]
en
Archivo
General de
la
Nacin Montevideo;
AnDN
ARZ
TEGUY, La
Revolucin
Oriental de 1870 Buenos Aires, 1889; etc., etc.
Otros gneros de crnica:
Como ejemplo de crnica tradicionalista puede
citarse
a FLORENCIO
EscARD,
autor de Reselia Histrica estadstica y descriptiva con tradiciones orales de las
Repblicas
Argentina
y Oriental del Uruguay desde el descubri miento del Ro de
la Plata hasta el mio
1876, Montevideo, 1876. (v. adems FLORE:'\CIO EscARD,
Un
reflejo de
Montevideo
Montevideo, 1873).
Carlos Calvo,
(1822-1906), nacido en
~ f o n t e v i d e o ,
a quien
Carbia
identifica
como
cronista de sucesos y ele
pocas,
ha trabajado con profusa documentacin, es
tructurando conjuntos documentales con criterio cronolgico; v. Anales Histricos
de la Revolucin de la Amrica Latina Pars, 1864-67; Coleccin Hzstrica de los
Tratados de
la
Amrica Latina
Pars,
1864.
Dentro
de la crnica eclesistica figura
Lorenzo
A. Pons, designado por Ma
riano
Soler en
1892 historigrafo de la Dicesis Eclesistica. El
Prbro. Pons
es
autor
de
los anales religioso-eclesisticos
de
la
Repblica, y,
entre otros escritos
menores,
de la Biografa
del
]limo. Rvmo. Se1ior D
.jacinto
Vera )' Durn_. 1\fon
tevic eo, 19 04.
10. INSTITUTO HISTRICO Y GEOGRAFICO. Escritos de don Dmaso Antonio Larraaua
?\fontevideo , 1922. . '
D ~ I A S O
A ; . ; T o : ~ I o LARRAAGA -
R A Y ~ U N D O
GuERRA, Apuntes histricos sobre l
descubrimiento
y
poblacin de la Banda Oriental del Ro de la Plata
v
las ciuda
des de
Montevideo
1\Ja/donado Colonia etc.
f or
en
Revista
Histrica
l\Ion
tevic eo, 1913,
t.
VI, p. 611; Montevideo, 1914,
t.
VII, pp.
81 y
ss.
y
532
y
ss.
LA HISTORIOGRAFA URUGUAYA EN EL
SIGLO
XIX
perodo,
por
el
Capitn
Jos Raimundo Guerra
(1784-1867)-
describen su
cesos militares, fundaciones
ele
pueblos, y dan noticias polticas
de
la re
volucin; con objetivo criterio
se
hacen apreciaciones sobre las ideas fede
rales de Artigas de quien surge un afable retrato. Dada su ecunime
apreciacin de los hechos posteriores a
la
insurreccin de
18ll,
constituye
uno de los primeros testimonios -como lo seala Pivel
Devoto-
que
eles
mienten la "leyenda negra" artiguista.
Con
Juan
Manuel
de
la
Sota (
t 1858) u se amplan
las posibilida
des
ele
la crnica narrativa enriquecida con el aporte documental. Si bien
carece
ele
un
depurado
mtodo crtico,
dado
que
se maneja
con el simple
procedimiento
de
acopiar elatos y documentacin, seala
una marcada
su
peracin
en
el gnero, en cuanto incorpora nuevos elementos
para
la cons
truccin histrica del pasado.
Argentino ele
origen,
se
estableci
en
nues
tro pas hacia
1830,
donde despliega mltiples actividades, vinculado
por
su carrera pblica a la ensei'anza y la administracin. Su obra, por lo ge
neral, est al servicio de la organizacin nacional, en
un
perodo en
que
las disensiones internas, la guerra contra la Confederacin argentina y la
penetrante
diplomacia brasilea amenazaban
la
estabilidad institucional
del Estado Oriental. Esa intencin pragmtica est en el nimo del
autor
cuando publica, en 1841, la
Historia del territorio oriental del Uruguay;
dice
en
la introdu ccin: " mis deseos y mis esperamos sern
bien
satisfe
chos si el esfuerzo de mis trabajos correspondiese a
la
necesidad con
que
el pas reclama ventilar sus deudas con los limtrofes, e hiciese ver el modo
como
gradualmente
se
preparaba
su Nacin libre e independiente".
12
Se
propone exponer con imparcialidad los hechos histricos de la B a n d ~
Oriental entre
su descubrimiento y el
ao 1817, aunque
su criterio
ele
ob
jetividad se resiente marcadamente
en
la apreciacin de los aos finales
del trabajo. Sus fuentes -dentro de las que no establece jerarquizacin
crtica-
comprenden
la
Historia
del Padre Lozano, las
Dcadas
de He
rrera,. el
Ensayo
del den Funes, los viajes de Navarrete, la coleccin de
De Angelis, las
Cartas
Anuas y documentacin de archivos de Montevideo.
Sin trascender
la mera
noticia, abunda
en
referencias geogrficas, etnogr
ficas, datos sobre fauna y flora, hechos polticos, movimientos econmicos
y administrativos, tratados y batallas. Ese mismo ao de
1841
escribe
una
ligera resea
titulada Noticias Histricas;
narracin onomstica con aspec
to de cronicn medieval, en la que subraya los hechos del descubri
miento,
la
conquista y
la
poblacin
ele
estas regiones hasta
la
gober
nacin
de Vrtiz.
ll JUAN
MANUEL
DE LA SoTA, Historia del territorio oriental del Uruguay Montevideo,
1'841; Noticias Histricas [1841),
en
Revista Histrica Montevideo, 1913, t. IV, pp.
145-60; Cuadros Histricos [1848-49], [inditos]; Catecismo Geogrfico-Poltico e
Histrico de
la Repblica
Oriental del Uruguay
l\fontevicleo, 1'850;
Errores que
contiene la
Memoria
sobre la decadencia de
las
Afisiones ]emticas que ha pu
blicado en
la
ciudad de Paran el Dr. D. iUartn de Moussv etc. Montevideo, 1857.
12. JUAN MANUEL
E
LA SoTA, Historia del Territorio Orientl del Uruguay etc. cit.
Introduccin.
9
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JUAJ.'\
A.NTONIO DDOl\'E
Su aporte qmza ms perdurable -aunque discutibles su
criterio
y
muchas conclusiones- fio-ura en los Cuadros Histricos, que
abarcan
des
de 1492 a 1828, divididgs en dos p::utes separadas
por
la R e v ~ l u c i n de
1\Iayo. 1s Escrita la obra
entre
1848
y
18,19,
en
ella alternan el
ngor
docu
mental con la referencia ele la tradicin o el recuerdo personal, sobre
un
trasfondo subjetivo
donde acta un partidismo
porte:iio al
que
suelen ajus
tarse muchas de sus observaciones, sus juicios de valor y su
balance
hist
rico
de
la
poca revolucionaria.
De
todos modos corresponde a ele
la
Sota
-como
lo se'iala
Pivel
el mrito
de
haber
incorporado a nuestra historiografa la primera crni
ca de la revolucin
oriental .
Fruto de sus inquietudes pedaggicas, es tambin autor de
:m
texto
didctico, concebido con su habitual criterio cronolgico.
Publicado en
1850 como el Catecismo Geogrfico-Politico e
Histrico
de la Rejnblica
Oriental del Uruguay,
presenta omisiones y deficiencias de informacin, ex
plicables para su poca,
an cuando
ya se conocan trabajos como la Carta
de Jos l\la. Reyes (1846) .
En la crnica con aportaciones eruditas puede incluirse el n o m b r ~ _del
espa'iol
Deodoro
de Pascual (1822-1874),
14
extra'ia figura
p u b ~ l C l s t a
y trotamundos que emprendi variadas empresas y aventuras
hteranas.
en
Brasil y el
Ro
de la Plata, as como indagaciones
d _ a t s t i c ~ s
en
arcluos
americanos. Sus
Apuntes
para la historia de la
Rejnblzca
?nental
d_el [;_r u-
guay,
publicados
en
Pars
en
186-1, sealan su
mca contnbuc:on
memorable.
15
Los propsitos iniciales del autor
no llegaron
a
cu:nphrse
nunca.
Anuncia
al comienzo del
trabajo cuatro
tomos
refendos
al
perodo comprendido entre 1810 v 1859; slo aparecieron dos vol
menes que abarcan
hasta
1839. Se 1;roclama a s mismo cr?r:ista,
16
Y la
estructura
de la obra lo confirma: el tono
narratlvo
y superficial, la expo
sicin cronolgica (cada captulo corresponde a un afio), las minuc osas
descripciones en .que se deleita y
una
tendencia, muy verb?sa,
hana.
el
retrato biogrfico, matizado con la cita documental y la pmtura psico
lgica, constituyen algunos rasgos de la
f i s o n ~ m a e:ct_erna
de
e s t ~ s A_puntes,
encabezados por la divisa ciceroniana: etemm mllu plus est j1dez, quam
facundiae.
Pese a
la
compulsa laboriosa
ele
docv.:nentos
. s o b r ~
todo. del
archivo de Itamarat), sus convicciones monrqmcas e luspan.Istas _dicta
ron muchas de sus apreciaciones sobre nuestro pasado revolucwna:w.
Carente, como
de
la
Sota,
de
slida formacin histrica,
da
sm
em
bargo,
por
momentos,
en medio
de la
animada imaginacin
de su
r e l a t ~ ,
la sensacin de
un
cuidadoso manejo de fuentes, con una apare:nte segun-
13. JUAN :\IANUEL
DE "LA
SoTA, Cuadros H i s t ~ i c o s etc., cit. . . .
1-1.
DEODORO
DE
PASCUAL, AjJ lntes jJara la Hzstorza ele la RejJllblzca Orzcntal del Uru-
guay
desde
el
alio 1810
hasta
el
ele
1852, etc., Pars , 1864. .
15. En la edicin ele 1864 anunci
cuatro
temo;;. Slo se conocen los dos pnmeros que
abarcan desde 1810 hasta 1839.
16.
DEODORO DE PASCUAL, Aj11mtes jJara la Historia ele la
Rejnblica
Oriental el Um-
guay, cit., t.
II,
p. 177.
1
LA
HISTORIOGRAFA URUGUAYA N EL
SIGLO
XIX
dad que le otorga cierto aire de empaque y erudicin; ello, sin
disimular
sus tesis a priori: es, en nuestra historiografa poltica, el abanderado de
la causa
imperial
de Brasil.
En
su anlisis de la revolucin y las luchas
civiles, as como en su visin de otros problemas de l realidad -esclavitud,
monarqua y repblica,
anexionismo-
se revela como el defensor conse
cuente de su
majestad
imperial, lo que, para la poca
en que
investiga y
escribe, no
implica contradecir
su hispanismo.
Su visin
de
Artigas,
sumada
a
la
discutida calidad general
del
traba
jo, vinieron a sellar
su
desprestigio en la poca de revisin de las tesis por
te'ias. Bauz, l\Ielin
Lafinur,
Acevedo y Estrada le reservan
un juicio
la
pidario.
No
podra omitirse
--entre
las manifestaciones de la crnica erudita
el nombre de Antonio Daz (1831-1911), 17 gracias a
l
relevante contri
bucin
que seala su
Historia
jJoltica y
militar
de las
Rejnblicas del
Plata
desde el aio de 1828 hasta el de 1866. En la reflexin de Antonio Daz
prevalecen, al menos como propsitos, algunos principios tericos sobre los
fines de la historia y los medios que utiliza. Es su intencin, afirma, man
tenerse
ajeno
a las luchas polticas. Siguiendo el modelo clsico que
par:1.
la poca encarnaba,
una
vez ms, Cicern -grato tambin a de la Sota-,
desea
no formular
juicios sobre los hombres sino limitarse a trazar el cua
dro de los acontecimientos. El
historiador ante
todo -dice Daz- no es
juez".
1
8
N
o
debe
crear,
trastornar ni producir
acontecimientos
ni
opinio
nes apasionadas su verdadero elemento es la vida
ele
los pueblos".
19
Fuera
de
estas prevenciones liminares, la Historia del coronel Daz ins
cribe, bajo el
lineamiento
formal
ele una
crnica descriptiva,
un cuadro
irregular, por momentos desvado,
de
los sucesos nacionales comprendidos
entre
la
guerra
del Brasil y
la Triple
Alianza. El relato aparece revestido
con un profuso aporte documental que se diversifica en declaratorias, tra
tados, alianzas militares, testimonios familiares y manuscritos de poca,
aducidos,
por
lo comn, con dudosa fidelidad. Pese a su notable extensin
-sus doce volmenes constituyen
un alarde
para su
poca-
esta
singular
enciclopedia analstica se resiente ya
por una
presentacin desordenada, y
a veces incoherente, de los hechos,
tanto
como
por
el cuestionable criterio
con que utili za las fuentes (procedentes, en su mayor parte, del archivo
paterno) a
lo
que se agrega frecuentes contradicciones o inexactitudes en
muchos
ie
los juicios sobre acontecimientos y personajes notorios.
Si
bien
careci
de
una
visin objetiva y comprensiva del
perodo
en
carado, y si tampoco su mtodo y su orientacin acertaron a resolver cues
tiones elementales ele criterio historiogrfico, la crnica
ele
Daz, conju
gando
diversas circunstancias, alcanz a gozar ele cierto crdito, que Carbia,
por ejemplo, todava le concede en 19 10: prestigio de relumbrn ganado
17. ANTONIO D.\Z, Historia jJoltica y militar de las Re JZblicas del Plata desde el ao
ele
1828
hasta
el de 1866. Montevideo, 1877-7S.
18. Ibicl.,
t. I,
p. 37.
19. A:\TONIO DiAZ, bid., PP 37-39.
11
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6/18
JUAN ANTONIO DDONE
. 1 D al amparo de la
fama
de
probidad
- lo termina de sealar Prve : p O ~ ~ ; a las iVIemorias de su padre, el ge-
y p o n d e r a c i ~ n at.ribuda en su
neral
Antomo
Draz.
' 'O estro proceso historiogrfico
Isidoro De-l\Iara
(18b-1906)
- les .en nlu 'rleio en sus oosibilidades
1 En
l
cu
mma e ge .
el cromsta por exce encra. b. t como en la expresin conJU-
. 1 vastedad
de
su o ra
tan
o . . f
creauvas, asr
en
a .
f.
t Su
fecunda brbhogra
l a ,
cradora
de
las
distintas modalidades que recuen .1860
y
1909
va desde
la
o .
e
uenden
entre _,
cuyos ttulos mas rmportantes x H b 7\Totables a partir de 1860)
b
o
.
'
freo ( o m res "' '
crnica como
eJercrclO
10
o
1
a . de la vida
nacional (Com-
hasta la percepcin
global y, a la vez,
mmucwsa
os ocas Anales
de
penda, 1864-1902), pasando _p_or la gesta deb ~ t ~ : s de ysa or local Monte-
la Defensa, 1883-1887) y la
hhgrana
~ o _ s l t u m or
una
valoracin ejem
video Antiguo, 1887-189?); todo
e ~ ~
u v ~ ~ 1 a a f i r ~ a t i v a de los orgenes na
plarizante
del
p a s a d . ~ ~ n e n _ t a l .
~ s J ~ ~ i c a
literaria
e
historiogrfica
lue
cionales que se v o l ~ w m q m e t ~ t . c p e r ~ e - ~ I a r ~ su expresin ms relevante.
go de la Paz del
al,
~ n c o ~ t r o . en, . . de los Hombres Notables, empren
Como
relator de
la
penpecra ? w ~ r a f ~ ~ a d
la patria
vieja.
La
tradicin
de
la tarea
de rescatar
del
olvrdo r g u r ~ ~ de los elementos primarios
es el teln de fondo de sus ? ~ r a s , e :epotr o ~ r ca un diario de la poca al
de
la
nacionalidad.
"El e s p r r ~ t u
r ~ a c ~ n ~ a : eque en
nuestras guerras
ira
comentar calurosamente
la
vrda e .
_rug
- necesita ser vivificado
en
la
tricidas
ha recibido
g o l p ~ s
tan
debthta{1tes,1
para que no
desfallezcan
en
conciencia de las generacwnes que se e evai
r 21
la postracin del desa rento. . . , rnr cr al los perfiles de los
d
1110
fue su rntencwn ,
Complementan o, co . to
donde
se
presentara
un pa-
hombres notables
con
una obra
de_ ~ o n J u n
lucionario
hasta
1830,
fueron
norama
completo ~ e l p a s a d ~ cooma l O r 9 c v ~ s t o m ~ s del Compendio de la
apareciendo, a p a r u ; b f ~ 1 ~ ~ -
Y
~ s ~
U;tauay,
minuciosa relacin de los
Historia l a R_epu
z c ~ ~ e ~ ~ :
crnica desbrozando personajes y ges
orgenes
rnsutucwnales on
e t' nl.tlai1te
del
pasado.
La
com-
d
de
un
panorama
es u
..
tas
en la
acomo
aoon
. d 1 . . 1 l'bro de Funes o
la
Colecczon
pulsa de archivos, el testimomo e ;raJeroi e r ~ c l i c i n oral o en el recuerdo
de De Angelis, los hechos
p e r p e t ~ a
os . a novilizados al servicio de
la
P
ersonal,
fueron
sus e l e m e n ~ o . s
el tdra laaJOn,arcr o n
Con el concurso
de la
.
l't '
a y esprntua e
'
consohdacwn
po
1 re
1
C Jendz o dar remate a los Ana es
alelamente a omj ' d
prensa
se
permrtw, par
. . ,
de
los das picos
del
Sitio
Gran
e,
de la Defensa de 1\iontevzdbeo, evocalcwnedaccin de El Constitucional.
d
t de com ate era a r ,
cuan o su pues o . 'nica alcanza con
De-Mana
un
En su modalidad c o ~ t u : n b n s t a a
c : ~ a
de la ciudad-puerto: el sabor
lenguaje que recrea el drano tono e vr .
'
Rasgos biocrrficos
.
bl rr fa
en
IsiDORO DE
''
ARIA, . "'
"0 Cfr.: JUA:" E. PIVEL DEVOTO, Bz z , o , ~ a O
t l del
Uruguay. Montevideo, 1939,
' .
de hombzes notables de la
Republzca
rzen a
.
t. l, PP 8-10. . . 11 de abril de 1860, cit. en SETH BRINO l'ERF.O
\,
Cfr.:
La
Rejnblzca,
.Montevideo,.
Miscelnea,
Paysandu, 1891, PP
:J-6.
21.
2
LA HISTORIOGRAFA
URUGUAYA
EN
EL SIGLO XIX
de
sus calles,
la pintura de
sus personajes
populares
y el
cuadro ameno
de aquella sociedad colonial que le vio nacer.
En
cuanto a pensamiento historiogrfico, su obra
toda
-pese a las
distintas expresiones que abarc y a las corrientes de palpitante y su
cesiva boga que marginaron su
dilatado
perodo de creacin- no trascien
de los alcances
de la
crnica, ni supera sus limitaciones conceptuales. Ob
servador penetrante de la realidad, atento testigo de las querellas polticas
y de las fluctuaciones sociales, sublim en la prensa, como periodista mili
tante
y
hombre de partido,
su
frustrada
vocacin de historiador. Las cir
cunstancias de su vida y las peripecias de la poca de organizacin en
que
actu, consumieron
en
la accin
diaria
de la hoja
editorial
o el suelto
intencionado,
sus mejores energas intelectuales. Su formacin, en fin, tam
bin concurri para privarle de
una conceptuacin
histrica que es en
vano
procurar en
su bibliografa.
Pero
si careci de
mtodo y
si
la
propia
modalidad
narrativa
resulta historiogrficamente anacrnica, cuando en
tonces se agitaban verdaderas pasiones en torno a los criterios, los fines, las
posibilidades y la concepcin de la ciencia histrica; si fue
indiferente
o
impermeable a los avances de la erudicin, a las pragmticas de la corrien
te flosofante, a las revoluciones ideolgicas de J\Ichelet o a las innovacio
nes
naturalistas de Taine,
cabe
no obstante
sealar
la identificacin
de su
obra
con un pasado que an careca de conciencia de s mismo y no se
decida
a integrarse al
espritu
colectivo
de
la nacin. Fue
un cronista
del
Montevideo colonial, de la patria vieja y de la joven repblica, aplicado
con
laborioso
amor
a
perpetuar
el
recuerdo
de sus gestas, sus
hombres
y
sus hechos maysculos y menudos. Del balance de su obra
queda
algo ms
que
el apego impasible al relato analstico y la versin
edificante
del pa
sado;
tuvo otras
proyecciones
rigurosamente
historiogrficas
en
cuan
to alumbr posibilidades monogrficas para la pesquisa erudita, o facilit
una labor
de revisin de los prdromos revolucionarios a la
que
se aplic
con fructfero resultado cientfico la investigacin histrica rioplatense.
Su replanteo simptico de la figura de Artigas, y su discrepancia con algu
nas tesis tenidas
por
verdades tradicionales, son antecedentes tempranos
de
una reparacin
esclarecedora, realizada sobre bases crticas
y
objetivas.
Dos LNEAS
VERTEBRALES
DEL
PROCESO
HISTORIOGRFICO
Ms all de la crnica, con respecto a las orientaciones que
prevalecieron en nuestra historiografa del siglo XIX, podra enca
rarse su desarrollo histrico
-con
alguna
salvedad-
en
torno
a dos
grandes vertientes: la tendencia filosofante, propicia al ensayo inter
pretativo y a la fundamentacin causal; y la corriente erudita,
que
ten
di a
la
construccin historiogrfica
integrada
con el aporte
documen
tal y la depuracin crtica. Las vinculaciones y contactos
entre
dichas
corrientes, que desmentiran
un
estricto deslinde, se
ejemplifican en
Mi
tre
y
Lpez, Lamas y Bauz, cuyos trabajos obedecen a solicitaciones tan
to
eruditas como filosficas. Mitre es quiz un arquetipo de historiador
que
se maneja sobre bases
documentales
objetiYas, lo
que no quiere
3
7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959
7/18
JUAI
ANTONIO DDONE
decir que
se
mantenga ajeno a los
requerimientos
de
la interrogacin
filosfica. Lo dice expresamente
en
el comienzo de
la biografa
de Be
grano donde habla de filosofa y enseanzas, aunque antepondr sieinpre
a esas disquisiciones un slido conocimiento de los hechos, surgido de las
pruebas documentales. Lpez, a su vez
-s i
bien alguna vez reproch a
1\Iitre ser esclavo de los
documentos-, no
desde
la contribucin erudita
aunque
busc
su
expresin metodolgica en el crdito a
la tradicin oral
y en el
enjuiciamiento moral de la
poca y
del
personaje. Bauz,
entre
nosotros, acusa
la
confluencia ele esas dos actitudes
ntimamen
te entrelazadas, nutridas recprocamente. Su visin estimulante del pa
sado, su apego a
la
interpretacin causalista y su
admisin
de una
fuerza providencial en el desarroll'J histrico
-fiel,
por lo dems, a
sus convicciones rel igiosas- no excluye, sino que cobra categora cien
tfica con una
argumentacin que
recoje
una nunuciosa
pesqmsa
erudita
puesta al
servicio del
mtodo
crtico,
Las diferencias, que en su hora se agitaron en polmicas memorables,
no radican en los fines sino en los medios, Todo ese movimiento de con
solidacin nacional que define una forma historiogrfica, apunt invaria
blemente
a una
imagen afirmativa
del pasado, rica en lecciones
que
se entendieron provechosas, prdiga en retratos biogrficos arquet
picos, troqueles conmemorativos con que se quera anu1ar
una
con
ciencia colectiva. As
en los juicios
de
los hombres,
en
las causas
de
los
fe
nmenos o
en
el
sentido de
la
vida
histrica se prodig
una
filosofa
de
la
historia
a que toda
la
historiografa, por encima ele mtodos, pag
tributo,
Hubo quienes
cuestionaron la
licitud ele esas conclusiones si no
eran
antecedidas por
un
riguroso conocimiento del pasado sobre bases eruditas;
y quienes llevados por una filosofa a priori hicieron
del
ensayo el punto
de partida, obsesionados por el ideal que sealaban las construcciones de
Macaulay, de
Guizot
y de Carlyle, Todos
hicieron
filosofa
de la historia;
la
diferencia es que algunos terminaron en conclusiones filosficas mien
tras que otros empezaron a elaborar historia con conclusiones filosficas
que slo fueron robusteciendo sus tesis,
a)
las expresiones
de
la historiografa filosofante
Si
la nocin
providencialista de Bossuet fue el mediato
modelo de la
historia con tendencias filosficas
del
siglo XIX, sus cultores consecuentes
(Guizot,
Thiers,
:Mignet, Buckle,
Taine)
erigieron otros altares
donde
la
dialctica hegeliana, el espritu popular o el progreso indefinido vinieron
a traducir, en trminos de su siglo, los principios del Discours
La
imagen
viquiana
ele
los retornos peridicos o la interpretacin naturalista del hom
bre y su
pasado
fueron, sin eluda, incentivos poderosos en el desarrollo de
la escuela historiogrfica animada por premisas filosficas y preocupacio
nes sociolgicas, vida por desentraar
del
curso
de la
vida
histrica
sus
variaciones constantes, as como las influencias
de
hombres, acontecimien
tos e ideas
que
han plasmado
un
comportamiento social. Tras los cuadros
de
la
civilizacin de Voltaire, l\Iontesquieu o Robertson, Guizot encara la
4
..
LA
HISTORIOGRAFA uRUGUA {A
El EL
SIGLO
XIX
historia
como lucha de .
cambios
en
el Estado y l p ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ c : ; o p u e s ~ o l s y, cm:w reflexin sobre los
el . . . en su re acwn siempre actualizada con
l i s r ~ ~ e ~ ~ ; t e . l ~ : t a ~ n ~ d a h d a d _ p ~ a g m t i c a asociada cliYersamente al libera-
ruca y a romanticismo en
literatura,
penetr en el p . '
to sudam,encano, y tuvo sonora repercusin historiogrfica, eusanuen-
Las
mtemperadas lucha
el. ,
invitaron a la refl .. , s q u ~ suce reron a
la
mclependencia
poltica
exwn
construct1va " a la bsq'tecla de
1
baclor 1 d . .l e ' as causas pertur-
r en e _pasa o, asr. c?r w propiciaron los
planteas
sociolo'icos, las
o ~ e c r ~ s ~ a t ~ _ r s t a s
y los
JlllClOS
moralizantes,
En
el
sur
del
C o ~ l t i n e r t e
e s d ~ eE
1 acr reo al Plata, Bilbao, Lastarria v Amunteoui en Chile
Al
er
I e 1everra
Sar111 e
1
t
A '
b ' -
R
: - 1 1 o, en
hrgentma;
Lamas, Varela v Carlos
1\Ia
anurez
en
el Uruouav
se p.
. ; ' "
,
,
1
. t> roponen
una fundamentacin
de
la realidad
nacwna a partir del anlisis social encarado sobre bases histricas,
Dentro de nustro
proce
o
b t .
de l, , f . . s .Is onogra reo, puede decirse que su CU1Tl
. o ogrca ue sensible a las mutac iones conceptuale s Y
met
. . V , - '
Ilustraron
el
pensamiento
del XIX C - d, l
..
, . o ~ t o ogrcas que
con Alea ct
I
. - _ , - ' ent Cervante s ,
>US
seouidores reflej'o' n t
mtento
de 'r "
1
. o
'
u empra110
cipios de u n a a ~ ~ ~ : ~ e r : : ~ ~ ~ ~ i : s l / ~ ~ ~ ~ Y
~ : ~ ~ ~ ~ ~ ; ~ l c e s u historia
los
1
prin-
pa
al
embate
. ' ' ' n
una
segunc a eta-
: . . ,
p o : r ~ r v r s t a
recurn, marcaclamenLe con Francisco BeTa al
enJmcranuent? cntrco de hombres y sucesos convirti,rlo'e en rt
.
.,
c a u s ~ l - d e
la
v ~ d a histrica con propensin monitoria. I r ~ i l ~ r a d a :xp I c a c r ~ n
c ~ n t i O > _supeno_res .de enseanza, (en la Universidad, en el
A t e 1 e ~
n ~ l e s u o s
c ~ e d a d U m v e _ r s ~ t a n a )
la
concepcin filosfica
de la hi
l .
o
,,.
la
So
ngor detennuusta
ele
las ciencias naturales pueso erlstona s._\bLIOdcon el
T . B l . ' L onces e e
mo
a
por
Ftme
yL age w a partir ele la Yerbas a filosof a de Buc kle v 1\Iac l -
mt
y
aurenL
En_
la
docencia fueron sus ortavoc es . ' '
~ R I Q U E
KvnLY Y
ARTEAGA,
El espritu
de
rebelin, Madrid, 1896.
3
7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959
12/18
JUAN ANTONIO DDONE
histrico sobre la base de
la
indagacin filolgica.
El
destino de muchos
de estos publicistas, como De Angelis, ligado a la suerte del liberalismo
y a sus adversas vicisitudes, los
empuj
al exilio.
A Pedro
De
Angelis, bifronte figura de la historia
argentina en
la
que perdura como erudito historigrafo y como obsecuente publicista,
se
asocian las influencias iniciales del saber sistemtico aplicado a los
estudios histricos. Un movimiento heurstico que fue posibilitando, a
travs del conocimiento cabal de las fuentes, el desarrollo de
un
modo
his
toriogrfico que, por sus mtodos y sus fines, vena a apartarse de
las especulaciones
que
haba favorecido
la
corriente filosofante. A lo
largo de todo el siglo, historia e historiadores sealaron una actitud
inquisitiva del pasado que, a
partir
de
la
pesquisa
documental,
la
indagacin filolgica o la compulsa bibliogrfica, fueron conformando
una
lnea que con gradaciones de calidad, altibajos y aportaciones exter
nas, constituye un
dominio
del saber histrico.
La caracterizacin de su itinerario historiogrfico en el Uruguay
se
vincula a
la labor
histrica argentina, desde
la
poca de Pedro
De
An
gelis hasta la hora finisecular que marca los maduros trabajos de Mitre,
de Bauz o de Fregeiro, ya
que en
ambas orillas del
Ro
de
la
Plata el
romanticismo -como se
dijo-
impuls la bsqueda de los restos del pa
sado,
en
la
comn inquietud por
sustentar
los
orgenes nacionales. As,
la historioo-rafa romntica, definida en milttancia esttica y poltica, pro-
o . . . '
pendi a
la
bsqueda de documentos
que
una postenor etapa permltlna
someter a
la
crtica y
la
sntesis conceptual.
La
manifestacin ms ostensible de esta orientacin
en
el continente
americano fue
la labor
heurstica: archivos y bibliotecas, documentos p
blicos y privado s comienz an a movilizarse al servicio de los ideales . de
emancipacin. La acumulacin de textos, mensajes, discursos,
m e m o r ~ ~ s
epistolarios, rebasa el puro saber erudito para apuntar a una e x ~ t ~ c ~ ~ n
del
patlzos
nacional.
El
ejemplo de Michelet y Carlyle apura la
debmcwn
de
la historia
en
tnicas de exio-encia nacional. Esa actitud comn a toda
Latinoamrica se expres a t r ~ v s de un movimiento de b s q w ~ d a s sis-
temticas
cumplido en
la segunda
mitad
del XIX,
cuando proliferaron
las colecciones documentales promovidas por calificados estudiosos: en
Chile con Jos Toribio Medina;
en
Mxico con
Manuel
Orozco y
Berra (1853); en Per con Riva-Agero y Odriozola (1858 y 1863); las
series documentales sobre Bolvar, de Blanco y
Azpura
(1875-1877);
la publicacip. de la coleccin de tratados de C:alvo. o la c o e _ c c i r ~ n de docu
mentos de Garca Icazbalceta, son algunos eJemplos sigmficativos.
Entre
las contribuciones que registra el
Ro
de la Plata figura la coleccin de
obras y documentos de Pedro De Angelis (1836-37), slido corpus de s e i ~
tomos euyo eco
m o n t e v ~ d e a n o
recogieron
Jos
pro.scriptos r g e n t i n ~ s
en
_la
biblioteca de El Comercw
del Plata
con once volurnenes de memonas, dia
rios e informes
de
viajeros, opsculos y folletos publicados
bajo
la direccin
de Florencia Varela y Valentn Alsin;,
entre
1845 y 1851. ts
48. Cfr.: DARDO
ESTRADA,
Historia y Bibliografa de la
imprenta
en Montevideo 1810-
1865 Montevideo, 1912, pp. 117 y
ss.
4
LA
HISTORIOGRAFA
L RUGUAYA E:\"
EL
SIGLO
XIX
En
el
plano
de las expresiones individuales,
la labor
heurstica
lu
perpetuado el
nombre
de Andrs Lama s (1817-1891),
49
que con
su va-
riado aporte historiogrfico, seala
una
vocacin ceida por una activa
militancia intelectual y poltica. l\Ientor de nuestra emancipacin lite
raria en el 38, perdura por su aporte ensaystico, monogrfico y docu
mental
como un smil caracterstico de la erudicin en el Uruguay. Ms
all del tradicional esquema poltico de los hechos, su visin del pasado
se
enriqueci con aportes de
la
geografa y
la
economa,
la
estadstica
y
la filologa, la
literatura
y la reflexin sociolgica. Su
obra
puede clesglo
sarse
en
dos aspectos: metodolgico y monogrfico.
La fundacin del
Instituto
Histrico y Geogrfico
en
1843, empresa
a la que estuvo estrechamente vinculado Lamas, recoge sus ideas juveni
les de 1838 al
abogar en
El
Iniciador por
independencia cientfica y li
teraria de la N acin.
Poco despus de
publicar en
forma de
libro
sus
puntes histricos
sobre las agresiones del dictador
argentino
] uan lvianuel de
R_osas
(1848), mientras cooperaba con la empresa heurstica de los emigra
dos unitarios
en
El
Comacio del Plata.
Lamas encara la idea de pu
blicar las fuentes necesarias para la ulterior elaboracin historiogrfica.
En 1849 inicia
la Coleccin de
documentos
jJara la historia y geografa
de los
pueblos
del Plata.
En 1872, junto a Juan Ma. Gutirrez im
pulsa
la fundacin
de la
Revista del Ro de
la
Plata
(1872-1877);
asimismo
por
esos aos
emprende la
edicin
ele
la
Biblioteca del
Ro
de la Plata donde
aparecen
bajo
su cuidado las crnicas de Lozano
(1874) y Guevara (1882). En 1873, concreta su ambicioso
plan
de inves
tigacin
en
repositorios europeos con las
Instrucciones jJara la
adquisicin
en
los archivos
europeos
de
documentos inditos que pueden
ilustrar la
historia colonial del Ro de la Plata. Su aporte en el aspecto heurstico
seala una sostenida pasin de trabajo, sustentada desde sus realizaciones
del 40 hasta los ltimos das de su vida, en cuyo lapso
se
mantuvo estre
chamente vinculado a los problemas de
la
realidad del pas
que
lo vio
nacer.
Pensamiento
y
accin, erudicin
y
militancia,
se
conjugaron
en
su
espritu si no siempre con equilibrio, al menos con la definida vocacin
del historiador
preocupado
y alerta. Como los historiadores
ele la
escuela
romntica -Michelet,
Thierry, Carlyle-
Lamas ejemplifica la disquisicin
sobre el pasado como pretexto para una actitud poltica; as surgen sus
puntes histricos sobre las agresiones del dictador
argentino uan
j\ Ia-
nuel de Rosas
respuesta
que
la
realidad inmediata propone
a
un
espritu
necesitado de explicarse,
en
trminos histricos,
la
situacin presente. El
ensayo aparece,
en
sus virtudes y sus flaquezas, como un analtico cuadro
poltico
que
va desde
la guerra contra
el Brasil hasta
la renuncia de
Oribe
de 1838,
donde
enjuicia la faccin y la
dictadura ele
Rosas en un bosquejo
cargado de pasin partidaria.
Pero su
actitud
posterior, a partir del resurgimiento de los estudios
49. Cfr.: GUILLER:\ 0
FURL0:-1G
CARDIFF, Bibliografa de Andrs Lamas Buenos Aires, 944.
5
3
7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959
13/18
JuAN ANTONio OnnoNE
histricos luego de la cada de Rosas, revela un propsito de indagar
en
el pasado para extraer de l los elementos constructivos de "la indepen
dencia inteligente de la nacin , como deca en 1838,
es
decir, fundamen
tar el armazn espiritual de la conciencia nacional. Su concepcin his
trica
se
ajust a esa consigna, ya
en la
bsqueda
documental
o en
la
circunscripcin monogrfica.
Bien
se
sabe
que
el acopio de fuentes fue la
palabra
de
orden
al filo
del
medio
siglo. A imagen de los
ca.zadores de
documentos
de
la
Mo
narqua de Julio, los heursticos rioplatenses
se
dieron a la tarea mproba
de rescatar y ordenar la
maraa
papelstica de donde surgiran las fuentes
para la sntesis historiogrfica.
Como
en
la Francia ele Guizot, o la Alemania ele los 1\ionwnentae ese
ideal fue entonces imperativo, sin escapar a las extremas exageraciones de
la o b ~ e s i n clatstica. Trelles, Alsina, Quesada, :\litre, Lamas y Gu tirrez
traduJeron esas inquietudes la
Revista del Rlo de
la
Plata
fue quiz su
rgano ms expresivo. Si bien Lamas fue un tpico erudito, su labor ad
mite el cotejo con la
obra
ele su colega y amigo Bartolom :Mitre. En toda
su obra, ya
en
las puntualizaciones metodolgicas que prologan la crni
ca de Guevara o Lozano, o
bien
en el anlisis ele la ley agraria de Riva
davia as como en la conclicionaliclad histrica
que
surge
en
el
Gnesis
de la Revolucin alienta
una vocacin
que
responde a la idea orgnica
de
la
historia, concebida como desarrollo vivo de la idea ele nacin. An
en
su tono menor, ms recuerda Lamas al
Belgrano
de
Mitre
que
a las
precisiones de Quesada
sobre
La
jJoltica imjJerialista del Brasil.
Si es
cierto que, por el contrario de 1\Iitre, nunca trascendi la dimensin del
planteo
monogrfico y
l
exgesis documental, sus conocimientos de ame
ricanista, su competencia en filologa, en lenguas clsicas, en geografa y
etnografa,
junto
a su versacin
en
temas de estadstica y demografa,
fi-
nanzas y administracin, revelan no slo una slida cultura sino tambin
una
vigilante
atencin
a la realidad, en
cuanto
su condicin de estudioso
no invalid sino fortific su actitud como hombre ele su tiempo. Ms fue
lo
que plane
que lo
que pudo
realizar; pero dadas sus orientaciones, sus
directivas y los planes que dej bosquejados puede decirse que con Lamas
se supera dentro
de
la
heurstica nacional
la etapa
datstica
que
gener
-por oposicin a la filosofa ele la historia- una deformacin antihist
rica de
la
que se resintieron muchas de las ramificaciones consecuentes
de esa lnea del pensamiento histrico.
Las aportaciones que marcaron el trnsito historiogrfico del roman
ticismo
al
positivismo, y su propia pugna -como
se sabe-
modificaron
y
actualizaron las perspectivas conceptuales y metodolgicas de la ciencia
histrica
europea en la
segunda mitad del siglo
XIX.
La sistematizacin
de nuevos gneros, la ingerencia cada vez ms atrevida de la ciencia natu
ral que apunta a la
nominacin
causalista de los desarrollos sociales; el
renovado impulso
que con el positivismo cobra la filosofa de
la
historia;
as como la desconcertante ampliacin ele los horizontes documentales,
6
LA
HISTORIOGRAFA
URUGUAYA
EN
EL
SIGLO
XIX
fueron todas circunstancias
que requirieron
el extremo rigor de la crtica
aplicado a lo s elementos de primera mano.
En Buenos Aires,
la
corriente
erudita
de Domnguez, ya
jerarquizada
por Mitre en cuanto al mtodo, emite su profesin de fe cientfica, como
escuela histrica,
en
ocasin de la polmica de
1881 entre
l\fitre y Lpez.
Es justamente a partir de entonces, en el lapso que cubren las dos
ltimas dcadas
del
siglo,
donde se sitan
algunas expresiones singulares,
caractersticas
ele
aquella
tendencia que, a
partir
de
la
compulsa docu
mental
y la erudicin,
postula
una rigurosa exgesis de fuentes,
por
el m
todo de depuracin hermenutica. El ochenta y el noventa recogen una bi
bliografa histrica que compendia, a los fines sistemticos de este pano
rama, los frutos de la corriente erudita en el Uruguay del XIX.
Tras los festejos de inauguracin del monumento ele la Florida
(1879),
la
polmica desatada desde Buenos
i r e ~
por Juan Carlos G
mez, al negar significacin independentista a la efemrides de 1825,
promovi
una
conmocin que trascendi del
plano
inicial.
Y
al cabo de
la
consideracin ele
Jos
antecedentes histricos del acontecimiento, vino a im
pulsar
una disquisicin sobre los orgenes de
la propia nacionalidad
orien
tal, ventilada en la tribuna del Ateneo en sus
A na les
en polmicas deriva
das ele la
prensa
al folleto,
en
los peridicos de ambas orillas del Plata.
Todo
este proceso espiritual que cubre los aos 1879 a 1885, arroja un
saldo edificante para
la
conciencia histrica. Este perodo sin
duda
mere
cera,
por
su resonancia intelectual,
por
su repercusin historiogrfica y
por
su contenido afirmatiYo
ele la
conciencia nacional,
una
consideracin
muy atenta,
que
desborda por fuerza estos apuntes. Pedro Eustamante,
Juan Carlos Gmez, Berra, Lucio V. Lpez, Fregeiro, l\Iitre, Carlos ?\fa
ra y Jos Pedro Ramrez, Alejandro Magarii'os Cervantes, Carlos Ma. de
Pena, Bauz, :Melin Lafinur, Angel Floro Costa fueron sus protagonistas
con ostensible o indirecta actuacin. El clima que crea
la
creciente discu
sin propicia eco y respuestas, algunas de cuyas yoces han recogido los
Anales del Ateneo.
En
una segunda instancia, centrado el debate en torno a Artigas, Car
los
Maria
Ramrez (1848-1898) 50
impugna
a Berra con su
juicio
Crtico.
Periodista, hombre pblico, universitario, Ramrez estaba vinculado a
Berra
por amistad y comunes aspiraciones. Sin embargo,
no
pudiendo
sustraerse al movimiento ele reafirmacin de la nacionalidad que se ven
tilaba
con urgencia polmica,
plantea
algunas discrepancias con el libro
del educador
que
entonces (1881) apareca
en
su tercera edicin.
El
Juicio
Crtico
revela la necesidad de objetivar en la historia la figura del caudi
llo y ele la revolucin oriental. Su vinculacin con Fregeiro, sin duda in
cidi en la gestacin ele este opsculo. Ramrez avanza una crtica de las
50.
CARLOS
Ma.
RA:\ REZ, La guerra civil y los jJartidos en la Repblica Oriental del
Uruguay
Montevideo, Sil;
juicio crtico del Bosquejo Histrico de
la R e j n ~ l i c a
Oriental del Uruguay
j or
el Dr. D. Francisco Berra Buenos Aires, IS82; Artzgas
Debate entre El Sud Amrica de Buenos Aires y La Razn de Afontevideo Monte
video, 1884.
7
7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959
14/18
JU
Al\
ANTOl\10 DDONE
fuentes que ha utilizado Berra, cuestionando su testimonio. Analiza las
r e l a c i o n ~ s
de Artigas con Buenos Aires y
aunque
coincide con Berra en
que
Art1gas
no plante la
independencia total de
la Banda
Oriental,
sti-
ma excesivo el enjuiciamiento denigrante
que
recoge el
Bosquejo.
"Es me
nester
en
efecto -deca
Ramrez-
ser muy ciego
para
no
ver
que Artigas
en .un momento_ dado fue el
representante
de un prmcipio que la revo
lucin de Mayo levaba en sus entraas y que re;poncli a la ms profun
da
necesidad de
la
sociabilidad
argentina". 51
La respuesta de Berra, publicada meses despus, no acall los argu
mentos de Carlos lVIa. Ramrez sino que le movi, como confiesa en 1884,
a i ~ d a g a r con mayor profundidad los hechos de la vida del prcer. El
Artzgas
(1884) recopila toda su intervencin e indirectamente la de su
amigo
Fregeiro-
en el debate promovido desde Buenos Aires por
El Sud
Amrica con violentos artculos, cuvo annimo autor
se
ha dado en iden
tificar con el Dr. Lucio Vicente Lpez. 52 Los artculos de Ramrez, apa
recidos
en La Razn
de Montevideo, constituven un verdadero alegato,
fundado en
minuciosas comprobaciones docuinentales con miras a "la
revisacin severa de todas las versiones tendientes a deslustrar
nuestra
historia".
53
Si bien slo fue accidental, y polmica -como en este caso-, su in
cursin en el dominio histrico, Ramrez se mostr siempre sensible a los
postulados de
la
escuela filosfica. Sus anlisis de los ora-enes v evolucin
de las instituciones le llevaron a
una
interrogacin de
la historia que
pro
pici en su espritu las interpretaciones de corte causal. Guizot, por
sus aficiones literarias, se le llam en su juventud. En 1872 sostiene en
el
Club
Universitario - que el progreso es ley del
movimiento
de la hu
manidad.
54
Su
Curso de Derecho Constitucional
ejemplifica
-entre
otras-
esas influencias
55
y su admiracin
por
Lpez, aunque discrepe
con su tesis antiartiguista, as como las propias declaraciones de tono dis
cursivo y filosfico que
lucen
en
la
introduccin al
Artigas anotan
las
direcciones predominantes de su criterio en materia histrica.
En aquel clima polmico que haban suscitado las divergentes inter
pretaciones histricas de 1884, el Ateneo, muy oportunamente, llama a
concurso sobre el tema de candente actualidad: la revolucin oriental, 56
concurso que premia el trabajo de Justo i\Iaeso
La insurreccin emanci-
padora de la Provincia Oriental en 1811.
51. CARLOS
Ma.
RAMREZ, Artigas etc. cit.
52.
Carta de Clemente
L.
Fregeiro a Setembrino Pereda
Buenos Aires,
25
de
julio
de 1916,
en
Cuestiones H i ~ t r i c a s Revista del Instituto Histrico y Gogrfico del
Uruguay Montevideo, 1926,
t V,
n.
1,
p. 283.
53. CARLOS Ma. R A ~ I R E Z Artigas etc. cit. Introduccin p. IX.
5- . CARLos
Ma. RA:\IREZ, La decadencia de los jJUeblos en El Club Universitario
t.
II,
::\fontevicleo, 1872.
55. CARLOS
Ma. RAMREZ,
Conferencias de Derecho Constitucional_. en La Bandera Ra-
dical Montevideo, 1871.
Su.
Cfr.:
Anales del
Ateneo alio I, t. I, n.
2,
Montevicl.eo, 5
de
octubre
de
1881,
pp.
196-7.
8
LA HISTORIOGRAFA URUGUAYA
EN
EL SIGLO XIX
La monografa de ?.Jaeso (1830-1886), 57 no obstante su premiosa
elaboracin, sirvi
ele
base a un posterior estudio documental y crtico con
fines alegatorios. La documentacin es exhibida con intencin reivindica
toria, acudiendo a testimonios hasta entonces desconocidos.
Es, con sus limitaciones, una sntesis comprensiva que se propone
aportar las probanzas documentales para demostrar la espontaneidad
ele
la revolucin ele 1811. Encarado bajo
la
forma ele
un
alegato, se remi
te al testimonio de los actores del proceso "como
la
nica e ineludi
ble ley". Al asignar
al
movimiento emancipador una sealada proyeccin
nacional, avanza
una interpretacin
moralizante de
ese
pasado
donde
aso-
man
"las virtudes o los crmenes de los hombres notables y de las gene
raciones pasadas presentndolas de relieve ante la admiracin de los con
temporneos".
58
Aun en su significacin menor, Maeso representa una
valiosa contribucin al acervo monogrfico, as en la compuba ele testi
monios poco conocidos como en la erudicin general que revela su tra
bajo,
un
exponente ms del revisionismo histrico que asoma con pujan
za en la dcada del ochenta,
impulsado
por
los debates acerca de la na
cionalidad, pero sustentado adems por una bonificacin de mtodo e ins
trumental erudito.
La
consideracin ele la figura de Clemente Fregeiro (1853-1923),
5
implica reconocer, para los estudios histricos,
una
notoria ampliacin de
57. JusTo MAESO,
La insurreccin emancijJadora
de la
Provincia Ori ental en 1811 Sus
antecedentes
y
su espontaneidad
en
Anales del
Ateneo afio IV, t. IX, n. 50, Mon
tevideo, 15 de octubre de 1885,
p .310; El general Artigas
)
su poca
apuntes
do-
cumentados jJara la historia oriental Montevideo, ISS5; Los primeros patriotas
orientales
de
1811.
Expontaneidad de
la insurreccin oriental contra la Espaiia en
la
guerra
de
la indej;wdencia americana l\Iontevideo, 1888.
58. La insurreccin emancipadora de la Provincia Oriental en 1811. Sus antecedentes
su esj;ontaneidad
en
Anales del
Ateneo
afio IV, t. IX, n. 50, Montevideo, 15 de
octubre
ele
1885.
5Y.
CLDIE: \TE L
FREGEIRO, Compendio de
la
Historia Argentina desde
el
descubri-
miento del
Nuevo
Mundo hasta el ;resente
Buenos Aires, 1876, 3a. ed., 18Sl;
Los
colores de
la
bandera argentina
Buenos Aires, 1878;
Juan Daz de Sals
y
el des
cubrimiento
del
Ro de
la Plata
Buenos Aires, IS79;
Don Be rnardo Monteagudo .
Buenos Aires, 1880;
San Martn Guido
y
la exj;edicin libertadora del Per
Bue
nos Aires, 1884;
Vida de argentinos ilustres
Buenos Aires, 1885;
Artigas El Exodo
del Pueblo Oriental 1811
en
Anales del Ateneo Montevideo, 18S5; Artigas Estu-
dio Histrico Documentos justificativos Montevideo, 1886; Lecciones de Historia
Argentina
Buenos Aires, 1886;
Don Vicente Fidel Lj;ez
y
un
texto de historia
ar-
gentina Buenos Aires, 18SY; Un informe y un decreto. Fundacin de pueblos en
la
Banda Oriental Buenos Aires, 1891; Noticias sobre la vida de don Hiplito Vieytes
Buenos Aires, 1893; La Historia documental crtica Buenos Aires, 1893; Sntesis
histrica del desarrollo histrico de la Rejnblica Argentina en El Censo Nacional
Buenos Aires, 1895;
Antecedentes de las invasiones inglesas en
el
Ro de la Plata
en Revi sta de Derecho Histoia
)
Letras
Buenos Aires, 1897; La
Defensa de Mon-
tevideo
) el
Gral. Urquiza en Revista
ele
la
Univenidad de
Buenos Aires
Buenos
Aires, 1917;
La vida de un revolucionario en
La
Nacin
Buenos Aires, febrero ele
1918;
La Data/la de Ituzaing
Buenos Aires, 1919;
Estudios Histricos sobre
la
Re-
voluci n de 1favo
en
Biblioteca de Historia Argentina y Americana tt. VI-VII,
Buenos Aires, [I 930] s. d.
9
7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959
15/18
JUAN ANTONIO DDONE
panorama. Uruguayo
de nacimiento, argentino por adopcin, su biblio
grafa ha abarcado temas comunes a
la
historia rioplatense en compendios
didcticos, compulsas documentales, puntualizaciones metodolgicas y
minuciosas monografas.
Su ubicacin en
la
tendencia erudita v sus estrechas vinculaciones,
con Mitre y Domnguez obviarn su filiacin historiogrfica. Interesa, s,
destacar en Fregeiro
cuanto
importa su concepcin metodolgica,
donde
parece definirse un cierto reajuste
ele
la tendencia a que pertenece, me
diante
la
posesin de
una
visin conceptual rlel proceso histrico.
Comienza a producir hacia 1880. A tal altura del siglo,
la
situacin
de los estudios histricos apuntaba a objetivos
muy
definidos:
la labor
preparatoria y el mejoramiento de los instrumentos ele trabajo que se
desarrolla desde los primeros decenios del siglo con
apertura
de archivos,
recopilaciones como las ele Migne, Pertz y \:Vaitz, aparicin ele calificadas
publicaciones histricas, creacin y mejoramiento
ele
instituciones
ele es-
pecializacin como la Escuela
ele
Altos Estucli.os, de Duruy (1868), la Es-
cuela de Atenas (1846), la Escuela Francesa ele Roma (1874),
sealan
el auge de la investigacin histrica de base documental y crtica. En el
Ro de la Plata la parcializacin de los temas y
la
confront
7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959
16/18
JUAN ANT0:'-110 DDONE
Todo
parece indicar,
as en
la ampliacin del
dominio erudito como
en la precisin del instrumental crtico, que con Fregeiro se accede a
una
etapa definitoria en
nuestra historiografa. Su visin
conceptual de
l
vida
histrica, que aplic a la comprensin de los procesos orgnicos a
la
minuciosa pesquisa monogrfica, caracteriz -dentro de la orientacin
que
haba definido
Mitre- una
objetivacin
cientfica
del pasado
riopla
tense sobre bases documentales crticas.
FRANCISCO
BAUZA:
UN CONCEPCIN HISTORIOGRAFICA
DE LA
l\ACIONALIDAD ORIENTAL.
'
=
No slo
por
azar cronolgico
la
obra
ele Bauz
se
ubica
al
final
de
estos apuntes, sino ms bien su carcter de frontera historiogrfica pare
ce imponerla
entre dos vertientes de nuestro quehacer histrico: la de su
coetneo Fregeiro y la que
definir Pablo
Blanco Acevedo a partir
dd
novecientos.
Sin duda pertenece a Francisco Bauz
(18-19-1899)
65
la primera vi
sin
integral
y orgnica
de
nuestros orgenes nacionales, desde sus funda
mentos coloniales hasta su eclosin revolucionaria, inscripta en un cuadro
edificante de la
conciencia
nacional.
Por su revisin crtica
ele
las
inter
pretaciones historiogrficas argentinas brasileas, por su reivindicacin
de Artigas como gestor ele la organizacin republicana, por su anlisis de
las fuerzas econmicas sociales
que juegan
en
el proceso de descomposi
cin colonial,
por
su explicacin
ele
las circunstancias geogrficas y las
caractersticas etnogrficas que
posibilitaron la
secesin
independiente, la
Historia
de
la Dominacin
Espaiola
en
el Uruguay
es ya
-como
se ha di
cho- una obra clsica que deja cabalmente establecida, sobre bases docu
mentales crticas,
la
existencia histrica
ele la nacin oriental.
Tema do
minante en su bibliografa, el estudio de los elementos histricos, litera
rios
jurdicos de la nacionalidad,
66
es encarado en forma
sistemtica
en
los tres tomos
de
la Historia
de
la Dominacin. La
estructura
ele la obra,
las apreciaciones metodolgicas de su Reseila preliminar su anlisis cr
tico
de
fuentes, el slido
conocimiento
bibliogr:fico, as como
la calidad
de su estilo,
sealan
la
aparicin
de una
definida
concepcin historiogrfica.
A partir de Bauz, an sin desdear los aportes previos, se abre para el
trabajo histrico, la
posibilidad ele
acceder a
una conceptuacin
cientfi
ca, en el plano
ele
la investigacin
y
la interpretacin.
Historiador
legislador,
periodista
y
hombre
de
partido, Bauz
en
cara la creacin historiogrfica como vehculo vivificante de
la
concien
cia nacional, urgido por
una
exigencia espiritual que le mueve a ahondar
65.
FRA.;crsco BAuzA, Influencia
ele
los orientales en la evolucin
ele
1810, [1870],
en
Revista
Histrica,
Montevideo, II, t. IV, n. 12, p.
7- 9 y
ss.;
Historia de la Domina-
cin Esj;ariola en el Uruguay, ~ I o n t e v i d e o
1880-82 (la. edicin); 1895 (2a. ecli cin i;
1929 (3a.
edicin); Estudios Literarios,
Montevideo, 1884;
Estudios constitucionales,
l\Iontcvicleo, 1887;
Ensayo sobre la formacin de
una
clase media
l\Iontevirleo, 1876.
G6. FRANCisco BAuzA, Estudios L iterarios, cit.; Estudios Comtituc ionales, cit : Ensayo
solne la formacin ele una clase media.
3
LA HISTORIOGRAFA
URUGUAYA
EN
EL
SIGLO
XIX
en
el
pasado para
explicarse por
va
retrospectiva
la
existencia
indepen
drente de su pas,
en
el
momento culminante
de la controversia sobre
la
autenticidad
histrica de
la
Repblica. El preconcepto de la existencia
nacional
-como se sabe- dinarmz
variadamente la
historiografa ameri
cana. La hiptesis del trabajo de 1\Iitre, al 'perseguir los oroenes del sen-
. . .
b
tunrento nacwnal como conciencia de la cornumdad , G7 es el supuesto
que dinamiza en Bauz la
bsqueda
atenta de los elementos fsicos,
oeo
grficos, polticos y sociales que dan cuerpo al ser nacional uruguayo. ~ J o r
eso
es
la suya la primera
historia de
los orientales.
Su
interpretacin ele la Revolucin de Mayo y
la
revisin de la fiou
ra histrica de Arugas que emprende en dos de sus trabajos de 1 8 7 ~
prehguran
ya su detmitlva
viswn
del proceso
revolucionano
rioplatense,
como lo ha sealado Pivel Devoto. Segn Bauz, el movimiento de 181\J
surge como
un brote comunero
amparado
en
planes
monrquicos, contra
los cuales Artigas simboliza la
idea
republicana iederal. Cree que 1810 es
una
proyeccin del movimiento juntista de Montevideo ele 18v8 y
que
el
princrpio
de la
soberana ele
los
pueblos
y
la
difusin popular
del
iLteario
republrcano deben remitirse al espritu artiguista. Entonces, anticipndo
se a los
grandes
debates sobre
Arugas, Bauz
dehni
en
estos
esCI-uos
ju
veniles y en sus artculos
de Los
Debates las bases ele
una
juiciosa apolo
ga, que ms tarde emprendera a la luz de la crtica documental.
En la
Historia
de la
Dominacin
Espar ola en el Uruguay)
ratifica
estas tesis
con
nuevos argumentos.
Como
Mitre, cree
en
la preexistencia
de la nacin en la
colonia,
dada la vida independiente que en
una comar
ca
muy delimitada por
las fronteras
naturales
haban establecido los cha
rras.
La
colonia -afirma- entendi ser, y era, en electo, la continua
cin de la antigua
nacionalidad
brbara e
independiente
que le haba
dado
origen . Desde tiempos
muy
antiguos sus rentas
propws
derivadas
de su produccin agrcola
ganadera
su estratgica situaCin
portuaria,
demostraron
que el pas en cierto
modo se bastaba
a s mismo.
Por
ello,
la revolucin no surge corno un ex-abrupto histrico, sino como una na
tural consecuencia
de
un
tradicional sentimiento independentista para
el
que
el pueblo estaba preparado por un
instinto
fraternal democrti
co que alentaba en
una
sociedad
donde
se confundan las clases doude
la conciencia
igualitaria
desemboc forzosamente
en
la forma de
gobierno
republicano.
Una
explicacin causal, a veces forzada por un rigor silogs
tico,
encubre toda su
diagnosis
ele la vida
colonial.
.Su
anlisis
ele la
do
minacin hispnica
se resuelve
en
un balance favorable
de la
gestin del
conquistador,
aunque
tras
su juicio de valor
yace
una
hipte5is
de
corte
67.
Jost Lms R o ~ I E R O Mitre un historiador frente al destino nacional, en Argentina
Imgenes jJerspectivas,
Buenos Aires, 1956, p. 140.
68.
FRA?\CISCO BAUZA,
La
influencia de
la
Rejnblica Oriental
del
Uruguay en
Amrica
del Sur;
cfr.:
Memoria jJresentada al Club Universitario,
l\fontevic eo, 9
de
abril
de
1870,
en Archivo del Ateneo de Montevideo. Club Universitario,
1868-71, paquete
1;
adems
JUAN
E.
PrvEL
DEVOTO,
De la leyenda negra al culto artiguista, en
Z viarcha,
~ I o n t e v i c l e o
27
ele octubre
ele 1950.
33
7/25/2019 Oddone - La Historiografia en Revista Historica Universidad 2a Epoca 01 1959
17/18
JUAN ANTONIO DDONE
providencialista en cuanto a la misin espiritual de Espaa en
Indias
que
-acorde con su
fe catlica-
recuerda a l\Iagarios Cervantes.
60
Su explicacin del proceso histrico colonial configura un enorme
gozne causal sobre el
que
se asienta, sin roces
ni
fricciones, el
quicio
de
la
nacionalidad independiente. La aparente endeblez de semejante esquema
interpretativo
de la vida histrica
se
ve contrastada con las probanzas de
su
aparato
erudito, y el aguzado sentido crtico con que analiza, depura,
coteja y rectifica las piezas
ele
su vasto material, desde la crnica
rudimen
taria del primitivo viajero hasta las conclusiones
ele
la historiografa ar
gentina
y brasilea. Su conocimiento
ele
la bibliografa y los conjuntos do
cumentales, que ordena metdicamente en la
Reseia
Preliminar se re
suelve en una disquisicin moralizante del pasado, tal como lo entendan
entonces -por encima ele diferencias
ele
escuelas- Mitre y Lpez.
70
Convencido
ele que
en la historia confluyen pasado y presente, como
conciencia, seala
la
urgencia ele ese autoconocimiento objetivo,
hilo
con
ductor
de la accin. . . . cada poca tiene sus exijencias y la nuestra,
que
es
ele
mayoridad, solicita el aclaramiento
ele
las cosas. El pueblo urugua
yo -sostiene Bauz- ya no es
un pueblo
infante
. . .
Necesita pues, saber
lo
que han hecho
sus mayores para decidir lo
que
debe hacer l mismo .
Y enseguida la conclusin pragmtica
que
nutre el sentimiento patriti
co:
. . .
Necesita munirse del valor poltico
que
lleva los hijos ser jue
ces en los actos
de
sus padres sacando
ele
ellos con toda imparcialidad, las
enseanzas
que
sirven para
condenar
al mal y
nutrirse
en las que hacen
del
bien
un
culto
y
una
norma
ele
conducta.
No
ele
otro
modo
se
forma
el patriotismo .
71
La
obra ele Bauz viene a sellar, en trminos definitivos para nuestra
historiografa,
la
polmica
que
desat
la
discusin sobre los orgenes na
cionales, momento en
que
no slo por la vigencia espiritual del tema, sino
tambin por la
concurrencia de opiniones y orientaciones, se vivi
una
hora fecunda para los estudios histricos, impulsados a partir ele entonces
por un vigoroso movimiento renovador
que
culmin a comienzos
del
no
vecientos con la creacin ele la Revista
Histrica ele
la
Universidad.
Des
de luego,
no puede
significar
la
detencin
ele
estas notas en Bauz que su
aporte clausure la fisonoma historiogrfica del siglo; parece, en cambio,
un mojn
adecuado para
medir en
perspectiva la
altura
alcanzada
en
esta
disciplina durante el siglo XIX. Ello tampoco implica el desconocimien
to de otras figuras
ele
cierta r e l e v a n c ~ a , entre los coetneos
ele
Bauz,
y
del movimiento de renovacin didctica que propician al filo del nove-
69.
La
dominacin espaola
-concluye
Bauz-
fu
beneficiosa al Uruguay, en cuan
to nos
di todos los elementos que necesitaba el pas
para
ascender
de
las oscuri
dades del
barbarismo
a las esferas ele la civilizacin cristiana , FRA:\Cisco BAuzA,
Historia de la Dominacin Espaola en el Uruguay, Montevideo, 1929, t.
Il,
p. 496.
70.
La
historia de
los pueblos
-afirma
Bauz-
cuanto ms complicada
y
rdua
tanto
ms rica en experiencias para
sus
hijos; y la nuestra, que
no
brilla por las fa
cilidades venturosas, es adecuada a cncarrilarnos sriamente, si sriamente entramos
en
la empresa de estudiarla , FRANCisco BAUZA, Estudios Constitucionales, etc.,
cit., p.
l l .
71. Ibid., p. ll.
4
LA
HISTORIOGRAFA
URUGUAYA
EN EL
SIGLO
XIX
cientos Arajo, el Hermano Damasceno, Bollo, hasta la nueva promocin
de historiadores de este siglo
que definirn
Pereda y Salgado, Acevedo y
Pablo Blanco.
Su consideracin, empero, est fuera
ele
los lmites asignados a este
esquema.
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racin del presente artculo, no constituyendo, por lo tanto,
una
bibliografa comple
ta sobre
el
tema. Las fuentes se
han intercalado en
las
notas al pie
de pgina,
donJ.e
cada autor
remite
a sus obras
.ms
importantes.
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