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OL’ S S E RVATOR E ROMANO · dad y grandeza de corazón en la acogida a los inmigran-tes». Vi d...

Date post: 09-Nov-2018
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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año L, número 39 (2.585) Ciudad del Vaticano 28 de septiembre de 2018 Acuerdo con China Una fecha en la historia L a fecha del 22 de septiembre está evi- dentemente destina- da a entrar en la historia: por la firma, en Pe- kín, de un acuerdo provisio- nal sobre el nombramiento de los obispos entre China y la Santa Sede preparado desde hace décadas después de largas y pacientes nego- ciaciones, mientras el Papa inicia su visita en los Países Bálticos. Bergoglio llegó, de hecho, a Lituania precisa- mente en las mismas horas en las que, a miles de kiló- metros de distancia, sus re- presentantes alcanzaron una etapa, que ciertamente no es concluyente pero que ya ahora resulta de gran im- portancia para la vida de los católicos en el gran país asiático. El acuerdo estaba anun- ciado y, aunque previsible- mente no cesarán interpreta- ciones encontradas y opues- tas, la noticia es muy positi- va e inmediatamente ha da- do la vuelta al mundo. El Pontífice reconoce además la plena comunión a los úl- timos obispos chinos orde- nados sin el mandato ponti- ficio, con el intento evidente de asegurar un desarrollo normal de la vida cotidiana de muchas comunidades ca- tólicas. Como también con- firma el procedimiento si- multáneo que erige al norte de la capital una nueva dió- cesis, la primera después de más de setenta años. Se trata, por lo tanto, de una etapa realmente impor- tante en la historia del cris- tianismo en China, donde las primeras huellas del Evangelio son antiquísimas, atestiguadas por una estela erigida en el 781 a Xi'an, en el corazón del enorme país. Sobre el gran monumento, de casi tres metros de alto y descubierto a inicios del si- glo XVII, se lee, de hecho, el relato en caracteres chinos y siríacos de la llegada, ya en el 635, a través de la llama- da Ruta de la Seda, de mi- sioneros cristianos que ve- nían probablemente de Per- sia. Y sus nombres están grabados en la roca calcá- rea, junto al anuncio de la «religión de la luz», con una síntesis de las vicisitu- des de esta minúscula co- munidad provista de otras decenas de nombres y con una exposición de la doctri- na cristiana confiada des- pués a centenares de libros traducidos y difundidos en los siglos posteriores. La historia de esta ex- traordinaria tradición se prolonga después, oscilando entre florecimientos inespe- rados y persecuciones, hasta cruzarse con las misiones, sobre todo franciscanas, en- viadas por Pontífices y por monarcas cristianos euro- peos, a partir de la segunda mitad del siglo XIII, durante casi un siglo. En los inicios de la Edad Moderna, es la nueva Orden de los jesuitas, vanguardia de la Reforma católica, la que se convierte en protagonista de las mi- siones en China, desde Francisco Javier a Matteo Ricci, por recordar solo al- gunos de los nombres más conocidos de una serie que tiene pocas equiparaciones en la historia de la difusión del Evangelio. Intromisiones políticas, enervamientos doctrinales, envidias y contrastes entre órdenes religiosas compli- can, sin embargo, notable- mente la obra de los misio- neros. Esta resulta obstacu- lizada por la desastrosa con- troversia sobre los ritos chi- nos que se prolongaron has- ta mediados del XVIII; un si- glo más tarde, por las con- diciones impuestas por las potencias coloniales, y final- mente, por repetidas perse- cuciones, también en el cur- so del siglo XX . No es hasta 1926, cuando resultan ordenados, por el mismo Pío XI en Roma los primeros obispos chinos, mientras que veinte años más tarde es su sucesor quien establece la jerarquía católica en el país. Estos «dos hechos de la historia religiosa de China», defini- dos «simbólicos y decisi- vos» fueron recordados el 6 de enero de 1967 en la ho- milía de la Epifanía, apasio- nado elogio del país, por Pablo VI, quien poco más de un año antes en el dis- curso a las Naciones Unidas había pedido la admisión de la China comunista en la Organización. Y es precisa- mente Montini quien llega «por primera vez en la his- toria» durante las horas transcurridas en Hong Kong (entonces bajo el con- trol británico), a territorio chino. «Para decir una sola palabra: amor», exclama el Papa. Y añade, mirando le- jos: «La Iglesia no puede callarse esta buena palabra; amor, que permanecerá». g.m.v. En este número Carta del Papa A los católicos chinos PÁGINAS 16-18 Comunicado y erección de diócesis Firma del acuerdo en Pekín PÁGINAS 10-11 Viaje apostólico a los países bálticos PÁGINAS 3-15 Mensaje del Papa Francisco a los católicos chinos y a la Iglesia univesal
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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año L, número 39 (2.585) Ciudad del Vaticano 28 de septiembre de 2018

Acuerdo con China

Una fechaen la historia

La fecha del 22 deseptiembre está evi-dentemente destina-da a entrar en la

historia: por la firma, en Pe-kín, de un acuerdo provisio-nal sobre el nombramientode los obispos entre Chinay la Santa Sede preparadodesde hace décadas despuésde largas y pacientes nego-ciaciones, mientras el Papainicia su visita en los PaísesBálticos. Bergoglio llegó, dehecho, a Lituania precisa-mente en las mismas horasen las que, a miles de kiló-metros de distancia, sus re-presentantes alcanzaron unaetapa, que ciertamente no esconcluyente pero que yaahora resulta de gran im-portancia para la vida delos católicos en el gran paísasiático.

El acuerdo estaba anun-ciado y, aunque previsible-mente no cesarán interpreta-ciones encontradas y opues-tas, la noticia es muy positi-va e inmediatamente ha da-do la vuelta al mundo. ElPontífice reconoce ademásla plena comunión a los úl-timos obispos chinos orde-nados sin el mandato ponti-ficio, con el intento evidentede asegurar un desarrollonormal de la vida cotidianade muchas comunidades ca-tólicas. Como también con-firma el procedimiento si-multáneo que erige al nortede la capital una nueva dió-cesis, la primera después demás de setenta años.

Se trata, por lo tanto, deuna etapa realmente impor-tante en la historia del cris-tianismo en China, dondelas primeras huellas delEvangelio son antiquísimas,atestiguadas por una estelaerigida en el 781 a Xi'an, enel corazón del enorme país.Sobre el gran monumento,de casi tres metros de alto ydescubierto a inicios del si-glo XVII, se lee, de hecho, elrelato en caracteres chinos ysiríacos de la llegada, ya enel 635, a través de la llama-da Ruta de la Seda, de mi-sioneros cristianos que ve-nían probablemente de Per-sia. Y sus nombres estángrabados en la roca calcá-rea, junto al anuncio de la«religión de la luz», conuna síntesis de las vicisitu-

des de esta minúscula co-munidad provista de otrasdecenas de nombres y conuna exposición de la doctri-na cristiana confiada des-pués a centenares de librostraducidos y difundidos enlos siglos posteriores.

La historia de esta ex-traordinaria tradición seprolonga después, oscilandoentre florecimientos inespe-rados y persecuciones, hastacruzarse con las misiones,sobre todo franciscanas, en-viadas por Pontífices y pormonarcas cristianos euro-peos, a partir de la segundamitad del siglo XIII, durantecasi un siglo. En los iniciosde la Edad Moderna, es lanueva Orden de los jesuitas,vanguardia de la Reformacatólica, la que se convierteen protagonista de las mi-siones en China, desdeFrancisco Javier a MatteoRicci, por recordar solo al-gunos de los nombres másconocidos de una serie quetiene pocas equiparacionesen la historia de la difusióndel Evangelio.

Intromisiones políticas,enervamientos doctrinales,envidias y contrastes entreórdenes religiosas compli-can, sin embargo, notable-mente la obra de los misio-neros. Esta resulta obstacu-lizada por la desastrosa con-troversia sobre los ritos chi-nos que se prolongaron has-ta mediados del XVIII; un si-glo más tarde, por las con-diciones impuestas por laspotencias coloniales, y final-mente, por repetidas perse-cuciones, también en el cur-so del siglo XX .

No es hasta 1926, cuandoresultan ordenados, por elmismo Pío XI en Roma losprimeros obispos chinos,mientras que veinte añosmás tarde es su sucesorquien establece la jerarquíacatólica en el país. Estos«dos hechos de la historiareligiosa de China», defini-dos «simbólicos y decisi-vos» fueron recordados el 6de enero de 1967 en la ho-milía de la Epifanía, apasio-nado elogio del país, porPablo VI, quien poco másde un año antes en el dis-curso a las Naciones Unidashabía pedido la admisiónde la China comunista en laOrganización. Y es precisa-mente Montini quien llega«por primera vez en la his-toria» durante las horastranscurridas en HongKong (entonces bajo el con-trol británico), a territoriochino. «Para decir una solapalabra: amor», exclama elPapa. Y añade, mirando le-jos: «La Iglesia no puedecallarse esta buena palabra;amor, que permanecerá».

g. m .v.

En esten ú m e ro

Carta del Papa

A los católicoschinos

PÁGINAS 16-18

Comunicadoy erección de diócesis

Firmadel acuerdoen Pekín

PÁGINAS 10-11

Viaje apostólicoa los paísesbálticos

PÁGINAS 3-15

Mensaje del Papa Franciscoa los católicos chinos y a la Iglesia univesal

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L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoe d . e s p a n o l a @ o s s ro m .v a

w w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

GI O VA N N I MARIA VIANd i re c t o r

Giuseppe Fiorentinosub director

Silvina Pérezjefe de la edición

Redacciónvia del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano

teléfono 39 06 698 99410

TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICEL’OS S E R VAT O R E ROMANO

Servicio fotográficop h o t o @ o s s ro m .v a

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 28 de septiembre de 2018, número 39

Oremos para que

en el mundo

prevalezcan los programas

para el desarrollo y no los

dedicados a los armamentos

(@pontifex_es, 26 de septiembre, 02:30)

¡Donemos la vida

con alegría en el

servicio, para dar a conocer

a todos que Jesucristo es

nuestra única esperanza!

(@pontifex_es, 23 de septiembre, 04:30)

El Señor saca elbien del mal con

su potencia y su infinitac re a t i v i d a d(@pontifex_es, 25 de septiembre, 09:30)

¡Dejemos que el

Espíritu Santo nos

revista con las

armas del diálogo, de la

comprensión, de la búsqueda

del respeto recíproco y de la

f ra t e r n i d a d !

(@pontifex_es, 24 de septiembre, 04:30)

No a las armas

Donar la vida

El bien

Espíritu Santo

La semana del PapaA la archidiócesisde Valencia

Francisco recibió enaudiencia el viernes21 de septiembre amiembros y sacerdo-

tes de la Archidiócesis de Va-lencia, acompañados por elarzobispo, el cardenal Anto-nio Cañizares Llovera y lesrecordó que el sacerdote esun hombre de oración y querezar «es la primera tarea pa-ra el obispo y para el sacerdo-te». Y añadió: «De esta rela-ción de amistad con Dios serecibe la fuerza y la luz nece-saria para afrontar cualquierapostolado y misión, pues elque ha sido llamado se vaidentificando con los senti-mientos del Señor y así suspalabras y hechos rezumanese sabor tan puro que da elamor de Dios». También su-brayó que el sacerdote ade-más es hombre de obediencia,ya que «el Señor nos llama alsacerdocio para ser sus testi-gos ante el mundo, paratransmitir la alegría del Evan-gelio a todos los hombres». Ytambién es hombre libre enCristo, «y de él obtiene lafuerza para salir al encuentrode los demás». El Papa tam-bién agradeció a la archidió-cesis por lo que hacen «en fa-vor de los más necesitados,en particular por la generosi-dad y grandeza de corazónen la acogida a los inmigran-tes».

Vi d e o m e n s a j esobre los catequistas

Ser catequista «es unavocación». Lo subra-yó el Papa en el vi-deomensaje que envió

el sábado 22 de septiembre alos participantes en el congre-so internacional «El catequis-ta, testigo del misterio», en elque se reflexionó sobre la se-gunda parte del Catecismo dela Iglesia Católica y que estu-vo organizado por el ConsejoPontificio para la Promociónde la Nueva Evangelización.En su mensaje el Pontífice re-cordó que «ser catequista, es-ta es la vocación, no trabajarde catequista». También lespidió que no caigan en latentación «de trastocar el or-den con el cual la Iglesia des-de siempre ha anunciado ypresentado el kerigma» y quetambién se refleja en la mis-ma estructura del Catecismo.«Por ejemplo, no se puedeanteponer la ley, aunque fue-ra la moral, al anuncio tangi-ble del amor y de la miseri-cordia de Dios», les dijo.

En favor de la solidaridad

La escasez de recursos,«que justamentepreocupa a los go-biernos, no puede to-

car ámbitos delicados comoeste, porque los recortes de-ben mirar hacia los derroches,pero nunca se recorta la soli-daridad»: Lo subrayó el Papaen el discurso a la Asociaciónitaliana de trabajadores muti-lados e inválidos (ANMIL), aquienes recibió en audienciael 20 de septiembre en la SalaClementina.

El Pontífice mencionó que«Dios consuela a los que su-fren, habiendo sufrido Él mis-mo, y se acerca a cada situa-ción de indigencia y de hu-mildad» y al respecto recordóque todos están llamados a«un compromiso activo desolidaridad y apoyo conaquellos que son víctimas deaccidentes en el trabajo; apo-yo que debe extenderse a lasfamilias, igualmente afectadasy necesitadas de conforta-ción». Resaltó la importanciade que «la solidaridad siem-pre se conjugue con la subsi-diariedad, que la completa,para que todos puedan ofre-cer su propia contribución albien común».

A la pastoral hispanaen Estados Unidos

Al V encuentro nacio-nal de pastoral his-pana en EstadosUnidos que empezó

el 20 de septiembre, sobre eltema «Discípulos misioneros:testigos de Dios» Franciscoenvió un videomensaje elviernes 21 de septiembre einstó a las Iglesias particula-res a que busquen caminospara responder mejor a la cre-ciente presencia, dones y po-tencial de la juventud y de lasfamilias hispanas. «A travésde este V Encuentro, ustedesbuscan crear una cultura delencuentro que suscite la espe-ranza: encontrarse, diversasculturas, diversos modos devivir, de pensar, de sentir seencuentran y se camina en es-peranza», les dijo.

Y añadió: «Se han pro-puesto lograr una manera dis-tinta de ser y de relacionarse,que aliente a cada persona ya cada grupo a compartir lariqueza de sus tradiciones, lariqueza de sus experiencias, aderribar muros, a construirpuentes».

Acogida e integraciónde los migrantes

El que saca «beneficioeconómico del climade desconfianza ha-cia el extranjero, en

el que la irregularidad o ile-galidad de la estancia favore-ce y alimenta un sistema deprecariedad y explotación»algún día tendrá que rendir«cuentas ante Dios». Es ladenuncia contenida en el dis-curso pronunciado por el Pa-pa el 20 de septiembre, a losparticipantes en la conferen-cia internacional sobre xeno-fobia, racismo y nacionalismopopulista en el contexto delas migraciones mundiales.

Francisco destacó cómo enlos últimos tiempos se hanvuelto a difundir «sentimien-tos de sospecha, de temor, dedesprecio e incluso de odiohacia individuos o gruposjuzgados diferentes debido asu afiliación étnica, nacionalo religiosa». Además, estossentimientos «con demasiadafrecuencia inspiran actos rea-les de intolerancia, discrimi-nación o exclusión, que da-ñan gravemente la dignidadde las personas involucradasy sus derechos fundamentales,incluido el derecho a la viday a la integridad física y mo-ral». De ahí la fuerte críticade aquellos mecanismos porlos que «también sucede queen el mundo de la política secede a la tentación de explo-tar los temores o las dificulta-des objetivas de algunos gru-pos y de usar promesas iluso-rias para intereses electoralesmiop es».

Acompañar a los jóvenes

Una exhortación aconvertirse en«compañeros deviaje del camino»

de los jóvenes fue dirigidapor el Papa a la congregaciónde los Hijos de Santa MaríaInmaculada durante la au-diencia que se llevó a cabo eljueves, 20 de septiembre en laSala del Constistorio. Subra-yó que un elemento impor-tante de su carisma se refiere«al compromiso vocacional,con particular atención a to-das las dimensiones de la vi-da de consagración especial».Y añadió: «Sabemos quesiempre es Dios quien llama,pero podemos y debemos tra-bajar juntos para crear bue-nos terrenos donde la semilladesbordante de la llamadapueda echar raíces y no des-p erdiciarse».

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número 39, viernes 28 de septiembre de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

A su llegada a Vilna el Papa exhorta a Lituania a emprender el camino de la apertura y de la comprensión

Puente entre oriente y occidente

Señora Presidenta,Miembros del Gobiernoy del Cuerpo Diplomático,Representantes de la sociedad civil,Distinguidas autoridades,Señoras y señores:

Es motivo de alegría y esperanzacomenzar esta peregrinación por losPaíses Bálticos en tierra lituana que,como le gustaba llamar a san JuanPablo II, es «testimonio silencioso deun amor apasionado por la libertadreligiosa» (Discurso en la ceremoniade bienvenida, Vilna, 4 septiembre1993).

Le agradezco, señora Presidenta,las cordiales palabras de bienvenidaque me ha dirigido en nombre pro-pio y de su pueblo. En usted quierosaludar en primer lugar a todo elpueblo lituano que hoy me abre laspuertas de su hogar y de su patria.A todos vosotros mi afecto y sinceroagradecimiento.

Esta visita se desarrolla en un mo-mento particularmente importantede vuestra vida como nación al cele-brarse los 100 años de la declaraciónde independencia.

Un siglo marcado por múltiplespruebas y sufrimientos que han teni-do que sobrellevar (detenciones, de-portaciones, incluso el martirio). Ce-lebrar los cien años de independen-cia significa detenerse un poco en eltiempo, recuperar la memoria de lovivido para tomar contacto con todoaquello que los ha forjado como na-

ción y encontrar allí las claves queles permitan mirar los desafíos pre-sentes, y proyectarse hacia el futuro,en un clima de diálogo y de unidadcon todos sus habitantes, de maneraque nadie quede excluido. Cada ge-neración está llamada a hacer suyaslas luchas y los logros pasados yhonrar en su presente la memoria desus mayores. No sabemos cómo seráel mañana; lo que sí sabemos es quea cada época le corresponde conser-var el «alma» que la construyó yayudó a transformar toda situaciónde dolor e injusticia en oportunidad,además de conservar viva y eficaz laraíz que dio los frutos de hoy. Estepueblo tiene un «alma» fuerte quele permitió resistir y construir. Y asídice vuestro himno nacional: «Quetus hijos desde el pasado extraiganfortaleza» para mirar el presente convalentía.

«Que tus hijos extraigan fortalezadel pasado»

Durante su historia, Lituania supohospedar, acoger y recibir pueblosde diversas etnias y religiones. Todoshan encontrado en estas tierras unlugar para vivir: lituanos, tártaros,polacos, rusos, bielorrusos, ucrania-nos, armenios, alemanes…; católicos,ortodoxos, protestantes, viejos católi-cos, musulmanes, judíos…; han vivi-do juntos y en paz hasta que llega-ron las ideologías totalitarias quequebraron la capacidad de albergary armonizar las diferencias sembran-

do violencia y desconfianza. Extraerfuerzas del pasado es recuperar laraíz y mantener siempre vivo lo másauténtico y original que vive en vo-sotros y que os ha permitido crecer yno sucumbir como nación: la tole-rancia, la hospitalidad, el respeto yla solidaridad.

Mirando el escenario mundial quenos toca vivir, en el que crecen lasvoces que siembran división y en-frentamiento —i n s t ru m e n t a l i z a n d omuchas veces la inseguridad o losconflictos— o que pregonan que laúnica manera posible de garantizarla seguridad y la subsistencia de unacultura nace buscando eliminar, can-celar o expulsar a las otras, vosotroslituanos tenéis una palabra autócto-na que aportar: «albergar las dife-rencias». Por medio del diálogo, dela apertura y la comprensión estaspueden convertirse en puente deunión entre el oriente y el occidenteeurop eo.

Este puede ser el fruto de una his-toria madura, que como pueblo ofre-céis a la comunidad internacional yen particular a la Unión Europea.Vosotros habéis sufrido en «carnepropia» los intentos de imponer unmodelo único, que anulase lo diver-so con la pretensión de creer que losprivilegios de algunos pocos esténpor encima de la dignidad de losotros o del bien común. Bien lo se-ñaló Benedicto XVI: «Desear el biencomún y esforzarse por él es exigen-cia de justicia y caridad. […] Se amaal prójimo tanto más eficazmente,cuanto más se trabaja por un biencomún que responda también a susnecesidades reales» (Carta enc. Cari-tas in veritate, 7). Todos los conflic-tos que se presentan tienen solucio-nes duraderas siempre y cuando sesustenten en el reconocimiento con-creto de las personas, especialmente

de las más débiles y en el sentirsedesafiados a «ampliar la mirada parareconocer un bien mayor que los be-neficiará a todos» (Exhort. ap.Evangelii gaudium, 235).

En este sentido, extraer fortalezadel pasado es prestar atención a losmás jóvenes, que no solo son el fu-turo, sino el presente de esta nación,siempre y cuando permanezcan uni-dos a las raíces del pueblo. Un pue-blo donde los jóvenes encuentran es-pacios para desarrollarse y trabajar,les ayudará sentirse protagonistas dela construcción del entramado socialy comunitario.

Eso posibilitará a todos alzar lamirada con ilusión hacia el mañana.La Lituania que soñáis se juega enla búsqueda incansable por promo-ver todo tipo de políticas que incen-tiven la participación activa de losmás jóvenes en la sociedad. Sin du-da, eso será semilla de esperanza,puesto que portará a un dinamismoen el que el «alma» de este puebloseguirá gestando hospitalidad: hos-pitalidad hacia el extranjero, hospi-talidad hacia los jóvenes, hacia losancianos, que son memoria viva, ha-cia el pobre, en definitiva, hospitali-dad al porvenir.

Le aseguro señora Presidenta quepueden contar —como hasta ahora—con el esfuerzo y el trabajo manco-munado de la Iglesia católica, paraque esta tierra pueda cumplir su vo-cación de ser tierra puente de comu-nión y esperanza.

En la mañana del sábado 22 de septiembre el Papa llegó a Lituania, primeraetapa del vigésimo quinto viaje internacional de su pontificado. El avión conFrancisco a bordo aterrizó a las 11.20 horas locales —10.20 en Europaoccidental— en el aeropuerto internacional de Vilna, donde se llevó a cabo laceremonia de bienvenida. A continuación, el Papa llegó en automóvil al palaciopresidencial para la visita de cortesía al jefe del estado. Al finalizar, en la plazaanexa, encontró a las autoridades del país, representantes de la sociedad civil y alcuerpo diplomático, pronunciando el primer discurso en tierra lituana.

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página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 28 de septiembre de 2018, número 39

En el santuario Mater misericordiae de Vilna

Es tiempo de abrir las puertas al mundoEl sábado 22 de septiembre por la tarde, desde la nunciaturaapostólica el Papa llegó en automóvil al santuario Matermisericordiae de Vilna. A su llegada fue acogido por elmetropolitano ortodoxo y por el párroco de la iglesia católica deSanta Teresa. En el interior de la pequeña capilla —en presenciade la presidenta de la república lituana— Francisco guio el rezodel tercer misterio gozoso del rosario. A continuación, su discurso.

Queridos hermanos y hermanas:

Estamos frente a la «Puerta de la Aurora», lo que quedadel muro protector de esta ciudad que servía para defendersede cualquier peligro y provocación, y que en 1799 el ejércitoinvasor destruyó en su totalidad, dejando solo esta puerta:ya entonces estaba allí la imagen de la «Virgen de la Miseri-cordia», la Santa Madre de Dios que siempre está dispuestaa socorrernos, a salir en nuestro auxilio.

Ya desde esos días, ella nos quería enseñar que se puedeproteger sin atacar, que es posible cuidar sin la necesidad en-fermiza de desconfiar de todos. Esta Madre, sin Niño, todadorada, es la Madre de todos; ella ve en cada uno de los quevienen hasta aquí lo que tantas veces ni nosotros mismos al-canzamos a percibir: el rostro de su Hijo Jesús grabado ennuestro corazón.

Y porque la imagen de Jesucristo está puesta como un se-llo en todo corazón humano, todo hombre y toda mujer nosdan la posibilidad de encontrarnos con Dios.

Cuando nos encerramos dentro de nosotros mismos pormiedo a los demás, cuando construimos muros y barricadas,terminamos privándonos de la Buena Noticia de Jesús queconlleva la historia y la vida de los demás. Hemos construi-do demasiadas fortalezas en nuestro pasado, pero hoy senti-mos la necesidad de mirarnos a la cara y reconocernos comohermanos, de caminar juntos descubriendo y experimentan-do con alegría y paz el valor de la fraternidad (cf. Exhort.ap. Evangelii gaudium, 87).

Cada día visitan a la Madre de la Misericordia en este lu-gar multitud de personas venidas de muchos países: lituanos,polacos, bielorrusos y rusos; católicos y ortodoxos. Hoy lopermite la fluidez de las comunicaciones, la libertad de cir-culación entre nuestros países. Qué bueno sería que a estafacilidad para movernos de un lugar a otro se le sumara tam-bién la facilidad para establecer puntos de encuentro y soli-daridad entre todos, para hacer circular los dones que gratui-tamente hemos recibido, para salir de nosotros mismos ydarnos a los demás, acogiendo a su vez la presencia y la di-versidad de los otros como un regalo y una riqueza en nues-tras vidas.

A veces pareciera que abrirnos al mundo nos lanza a espa-cios de competencia, donde «el hombre es lobo para el hom-bre» y solo hay lugar para el conflicto que nos divide, lastensiones que nos agotan, el odio y la enemistad que no nosllevan a ninguna parte (cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate,71-72).

La Madre de la Misericordia, como toda buena madre,busca reunir a la familia y nos dice al oído: «Busca a tu her-mano». Así nos abre la puerta a un nuevo amanecer, a unanueva aurora. Nos lleva hasta el umbral, como en la puertadel rico Epulón del Evangelio (cf. Lc 16, 19-31). Hoy nos hanesperado niños y familias con las llagas sangrando; no sonlas de Lázaro en la parábola, son las de Jesús; son reales,concretas y, desde su dolor y oscuridad, claman para que no-sotros les acerquemos la sanadora luz de la caridad. Porquees la caridad la llave que nos abre la puerta del cielo.

Queridos hermanos: Que al cruzar este umbral experi-mentemos la fuerza que purifica nuestro modo de abordar alos demás, y la Madre nos permita mirar sus limitaciones ydefectos con misericordia y humildad, sin creernos superioresa nadie (cf. Flp 2, 3). Que al contemplar los misterios del ro-sario le pidamos ser una comunidad que sabe anunciar aCristo Jesús, nuestra esperanza, a fin de construir una patriaque sabe acoger a todos, que recibe de la Virgen Madre losdones del diálogo y la paciencia, de la cercanía y la acogidaque ama, perdona y no condena (cf. Exhort. ap. Evangeliigaudium, 165); una patria que elige construir puentes y nomuros, que prefiere la misericordia y no el juicio.

Que María sea siempre la Puerta de la Aurora para todaesta bendita tierra.

Dejándonos guiar por ella, recemos ahora una decena delRosario, contemplando el tercer misterio gozoso.

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número 39, viernes 28 de septiembre de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

Buenas tardes a todos.Muchas gracias Mónica y Jonás

por vuestro testimonio. Lo he recibi-do como un amigo, como si hubiéra-mos estado sentados juntos, en al-gún bar, contándonos cosas de la vi-da, mientras tomamos una cerveza oun «gira» después de haber ido al«Jaunimo teatras».

Pero vuestras vidas no son unaobra de teatro, son reales, concretas,como las de cada uno de los que es-tamos acá, en esta hermosa plaza si-tuada entre estos dos ríos. Y quizátodo esto nos sirva para releer vues-tras historias y descubrir en ellas elpaso de Dios... porque Dios pasasiempre por nuestras vidas. Pasasiempre. Un filósofo importante de-cía: «Tengo miedo de que el Señorpase y yo no lo reconozca».

Como esta iglesia catedral, voso-tros habéis experimentado situacio-nes que os derrumbaban, incendiosde los que parecía que no hubieraispodido reponeros. Tantas veces estetemplo fue devorado por las llamas,se derrumbó y, sin embargo, siemprehubo quienes decidieron volver a le-vantarlo, no se dejaron vencer porlas dificultades, no bajaron los bra-zos. Hay un canto alpino que diceasí: «En el arte de subir, lo que im-porta no es no caer, sino no quedar-se caído». Comenzar de nuevo siem-pre, y así subir. Como esta catedral.También la libertad de vuestra patriaestá construida sobre aquellos queno se dejaron intimidar por el terrory la desventura. La vida, el modo deser y la muerte de tu papá, Mónica;tu enfermedad, Jonás, os podría ha-ber devastado... Y, sin embargo, es-táis aquí, compartiendo vuestra ex-periencia con una mirada de fe, ha-ciéndonos descubrir que Dios os diola gracia para aguantar, para levanta-ros, para seguir caminando en la vi-da.

Y yo me pregunto: ¿Cómo se de-rramó en vosotros esta gracia deDios? No por el aire, no por arte demagia, no hay una varita mágica pa-ra la vida. Esto ha sucedido a travésde personas que se cruzaron envuestras vidas, gente buena que osnutrió de su experiencia de fe. Siem-pre hay gente en la vida que nos dauna mano para ayudarnos a levan-tarnos. Mónica: tu abuela y tu ma-má, la parroquia franciscana, fueronpara ti como la confluencia de estosdos ríos: así como el Vilna se une alNeris, tú te sumaste, te dejaste llevarpor esa corriente de gracia. Porqueel Señor nos salva haciéndonos partede un pueblo. El Señor nos salvahaciéndonos parte de un pueblo.Nos introduce en un pueblo, y nues-tra identidad, en última instancia,está en pertenecer a un pueblo. Na-die puede decir «yo me salvo solo»,estamos todos interconectados, esta-mos todos «en red». Dios quiso en-trar en esta dinámica de relaciones ynos atrae hacia sí en comunidad,dando pleno sentido de identidad ypertenencia a nuestra vida (cf. Ex-hort. ap. Gaudete et exsultate, 6).

cia tan hermosa que es arriesgar jun-to con otros. No se puede caminarsolos. No cedáis a la tentación deensimismaros, mirándoos el ombli-go, a la tentación de volveros egoís-tas o superficiales ante el dolor, ladificultad o el éxito pasajero. Volva-mos a afirmar que «lo que le pasa alotro, me pasa a mí», vayamos contrala corriente de ese individualismoque aísla, que nos vuelve egocéntri-cos, que nos hacer ser vanidosos,preocupados solamente por la ima-gen y el propio bienestar. Preocupa-do por la imagen, de cómo me ve-rán. Es fea la vida mirándose al es-pejo, es feo. En cambio, la vida eshermosa con los demás, en familia,con amigos, con la lucha de mi gen-te... Así, la vida es hermosa.

Somos cristianos y queremos lo-grar la santidad. Apostad por la san-tidad desde el encuentro y la comu-nión con los demás, atentos a susnecesidades (cf. ibíd., 146). Nuestraverdadera identidad supone la perte-nencia a un pueblo. No existenidentidades «de laboratorio», noexisten, ni identidades «destiladas»,identidades «purasangre»: estas noexisten. Existe la identidad de cami-nar juntos, de luchar juntos, de amar

También los dos recordáis la pre-sencia en el coro, la oración familiar,la misa, la catequesis y la ayuda alos más necesitados; son armas po-derosas que el Señor nos da.

La oración y el canto, para no en-cerrarse en la inmanencia de estemundo: al suspirar por Dios habéissalido de vosotros mismos y habéispodido contemplar con los ojos deDios lo que os pasaba en el corazón(cf. ibíd., 147); practicando la músicaos abrís a la escucha y a la interiori-dad, os dejáis impactar de tal modoen la sensibilidad y eso es siempreuna buena oportunidad para el dis-cernimiento (cf. Sínodo dedicado alos Jóvenes, nstrumentum laboris,162). Es cierto que la oración puedeser una experiencia de «batalla espi-ritual», pero es allí donde aprende-mos a escuchar al Espíritu, a discer-nir los signos de los tiempos y a re-cuperar las fuerzas para seguir anun-ciando el Evangelio hoy. ¿De quéotro modo batallaríamos contra eldesaliento ante las enfermedades ydificultades propias y ajenas, antelos horrores del mundo? ¿Cómo ha-ríamos sin la oración para no creerque todo depende de nosotros, queestamos solos ante el cuerpo a cuer-

po con la adversidad? «¡Jesús y yo,mayoría completa!». No lo olvidéis;esto lo decía un santo, san AlbertoHurtado. El encuentro con él, consu palabra, con la eucaristía nos re-cuerda que no importa la fuerza deloponente; no importa que esté pri-mero el «Žalgiris Kaunas» o el «Vil-nius Rytas»… A propósito, os pre-gunto: ¿Cuál es el primero?... Noimporta cuál es el primero, no im-porta el resultado, sino que el Señorestá con nosotros. También a voso-tros os ha sostenido en la vida la ex-periencia de ayudar a otros, descu-brir que cerca nuestro hay gente quelo pasa mal, incluso mucho peor quenosotros. Mónica: nos has contadode tu tarea con niños discapacitados.Ver la fragilidad de otros nos ubica,nos evita vivir lamiéndonos las pro-pias heridas. Es feo vivir quejándose,es feo. Es feo vivir lamiéndose lasheridas. Cuántos jóvenes se van delpaís por falta de oportunidades,cuántos son víctimas de la depre-sión, el alcohol y las drogas. Voso-tros lo sabéis bien. Cuántas personasmayores solas, sin nadie con quiencompartir el presente y miedosas deque vuelva el pasado. Vosotros, jóve-nes, podéis responder a esos desafíoscon vuestra presencia y con el en-cuentro entre vosotros y los demás.Jesús nos invita a salir de nosotrosmismos, a arriesgar en el «cara a ca-ra» con los otros. Es verdad quecreer en Jesús implica muchas vecesdar saltos de fe en el vacío, y eso damiedo. Otras veces nos lleva a cues-tionarnos, a salir de nuestros esque-mas, y eso puede hacernos sufrir ydejarnos tentar por el desánimo. Pe-ro, sed valientes. Seguir a Jesús esuna aventura apasionante, que llenanuestra vida de sentido, que nos ha-ce sentir parte de una comunidadque nos anima, de una comunidadque nos acompaña, que nos compro-mete a servir. Queridos jóvenes, valela pena seguir a Cristo, ¡vale la pe-na! No tengamos miedo a formarparte de la revolución a la que élnos invita: la revolución de la ternu-ra (cf. Exhort. ap. Evangelii gau-dium, 88). Si la vida fuera una obrade teatro o un videojuego estaríaacotada por un tiempo preciso, uncomienzo y un final donde se baja eltelón o alguien gana la partida. Perola vida mide otros tiempos, no conlos tiempos del teatro o del video-juego; la vida se juega en tiemposparecidos al corazón de Dios; a ve-ces se avanza, otras se retrocede, seensayan e intentan caminos, se cam-bian. La indecisión pareciera que na-ce del miedo a que caiga el telón, aque el cronómetro me deje fuera dela partida, o a que no pueda pasarde nivel en el juego. En cambio, lavida es siempre caminar, la vida sehace en camino, no está parada; lavida es siempre un caminar buscan-do la dirección correcta, sin miedo avolver si me equivoqué. Lo más peli-groso es confundir el camino con unlaberinto: ese andar dando vueltaspor la vida, sobre sí mismos, sin ati-nar por el camino que conduce ha-cia adelante. Por favor, no seáis jó-venes de laberinto, del cual es difícilsalir, sino jóvenes en camino. ¡Nadade laberinto, sino en camino!

A los jóvenes lituanos

Cómo salir del laberintoPor la tarde del sábado 22 de septiembre el Pontífice encontró a los jóveneslituanos en la plaza de la catedral de Vilna. Introducido por el testimonio de unajoven y de un joven y después de la ejecución de cantos y danzas, el Papapronunció el siguiente discurso.

También tú, Jonás, encontraste enotros en tu esposa y en la promesahecha el día del matrimonio la ra-zón para seguir, para luchar, para vi-vir. No permitáis que el mundo oshaga creer que es mejor caminar so-los. Solos no se llega a ninguna par-te. Sí, podrás tener éxito en la vida,pero sin amor, sin amigos, sin perte-necer a un pueblo, sin una experien-

juntos. La identidad de pertenecer auna familia, a un pueblo. Existe laidentidad que te da amor, ternura,de preocuparte por los demás...Existe la identidad que te da la fuer-za para luchar y al mismo tiempo laternura para acariciar. Cada uno denosotros conoce la belleza y tambiénel cansancio —es hermoso que los jó-venes se cansen, es signo de que tra-bajan—, y muchas veces el dolor depertenecer a un pueblo, vosotros co-nocéis esto. Aquí radica nuestraidentidad, no somos personas sinraíces. No somos personas sin raíces.

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página 6 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 28 de septiembre de 2018, número 39

Misa en el parque Santakos de Kaunas

Solidarios con la humanidady la historia de Lituania

No tengáis miedo a decidiros porJesús, a abrazar su causa, la delEvangelio, de la humanidad, de losseres humanos. Porque él nunca seva a bajar de la barca de nuestra vi-da, siempre va a estar en el cruce denuestros caminos, jamás va a dejarde reconstruirnos, aunque a vecesnos empeñemos en incendiarnos. Je-sús nos regala tiempos amplios y ge-nerosos, donde hay espacios para losfracasos, donde nadie tiene que emi-grar, pues hay lugar para todos. Mu-chos querrán ocupar vuestros cora-zones, inundar los campos de vues-tras aspiraciones con cizaña, pero alfinal, si le entregamos la vida al Se-ñor, siempre vence el buen trigo.

Vuestro testimonio, Mónica y Jonás,hablaba de la abuela, la madre... Megustaría deciros —y con esto termino,no os preocupéis—, me gustaría deci-ros que no olvides las raíces de vues-tro pueblo. Pensad en el pasado, ha-blad con la gente mayor: no es algoaburrido hablar con los mayores. Ida visitar a los ancianos y haced queos cuenten las raíces de vuestro pue-blo, las alegrías, los sufrimientos, losvalores. De este modo, valiéndose delas raíces, sacaréis adelante vuestropueblo, la historia de vuestro pueblopara obtener un fruto mayor. Queri-dos jóvenes: Si queréis un pueblogrande y libre, tomad la memoria delas raíces, y llevadlo adelante. Mu-chas gracias.

Celebrando la misa dominical en el parqueSantakos en Kaunas, después de la proclamacióndel Evangelio, el Pontífice pronunció la siguientehomilía.

San Marcos dedica toda una parte de su evan-gelio a la enseñanza de los discípulos. Parecieraque Jesús, a mitad de camino hacia Jerusalén,quiso que los suyos volvieran a elegir sabiendoque ese seguimiento suponía momentos deprueba y de dolor. El evangelista relata ese pe-ríodo de la vida de Jesús recordando que entres ocasiones él anunció su pasión; ellos expre-saron tres veces su desconcierto y resistencia, yel Señor en las tres oportunidades quiso dejarlesuna enseñanza. Nosotros acabamos de escucharla segunda de esas tres secuencias (cf. Mc 9, 30-

tos también habéis visto tambalear vuestra feporque no apareció Dios para defenderos; por-que el hecho de permanecer fieles no bastó paraque él interviniera en vuestra historia. Kaunassabe de esto; Lituania entera lo puede testimo-niar con un escalofrío ante la sola mención deSiberia, o los guetos de Vilna y de Kaunas, en-tre otros; y puede decir al unísono con el após-tol Santiago, en el fragmento de su carta quehemos escuchado: ambicionan, matan, envidian,combaten y hacen la guerra (cf. 4, 2).

Pero los discípulos no querían que Jesús leshablase de dolor y cruz, no quieren saber nadade pruebas y angustias. Y san Marcos recuerdaque se interesaban por otras cosas, que volvíana casa discutiendo quién era el mayor. Herma-

tre nosotros, aquellos que tenemos que acoger acien años de nuestra independencia? ¿Quién notiene nada para devolvernos, para hacer gratifi-cante nuestro esfuerzo y nuestras renuncias?Quizás son las minorías étnicas de nuestra ciu-dad, o aquellos desocupados que deben emi-grar. Tal vez son los ancianos solos, o los jóve-nes que no encuentran sentido a la vida porqueperdieron sus raíces. «En medio» significa equi-distante, para que nadie se pueda hacer el dis-traído, ninguno pueda argumentar que «es res-ponsabilidad de otro», porque «yo no lo vi» o«estoy más lejos».

Sin protagonismos, sin querer ser los aplaudi-dos o los primeros. Allá, en la ciudad de Vilna,le tocó al río Vilna aportar su caudal y perdersu nombre ante el Neris; acá, es el mismo Nerisel que pierde su nombre aportando su caudal alNemunas. De eso se trata, de ser una Iglesia«en salida», de no tener miedo a salir y entre-garnos aun cuando parezca que nos disolvemos,de perder en pos de los más pequeños, de losolvidados, de aquellos que habitan en las perife-rias existenciales. Pero sabiendo que ese salirimplicará también en ocasiones un detener elpaso, dejar de lado ansiedades y urgencias, parasaber mirar a los ojos, escuchar y acompañar alque se quedó al borde del camino. A veces to-cará comportarse como el padre del hijo pródi-go, que se queda a la puerta esperando su re-greso, para abrirle apenas llegue (cf. ibíd., 46); yotras, como los discípulos que tienen que apren-der que cuando se recibe a un pequeño es almismo Jesús a quien se recibe.

Porque por eso estamos hoy acá, ansiosos derecibir a Jesús: en su palabra, en la eucaristía,en los pequeños.

Recibirlo para que él reconcilie nuestra me-moria y nos acompañe en un presente que nossigue apasionando por sus desafíos, por los sig-nos que nos deja, para que lo sigamos comodiscípulos, porque no hay nada verdaderamentehumano que no tenga resonancia en el corazónde los discípulos de Cristo, y así sentimos comonuestros los gozos y las esperanzas, las tristezasy las angustias de los hombres de nuestro tiem-po, sobre todo de los pobres y afligidos (cf.Conc. Ecum. Vat. II, Const. ap. Gaudium etspes, 1). Por eso, y porque como comunidad nossentimos verdadera e íntimamente solidarios delgénero humano —de esta ciudad y de toda Li-tuania— y de su historia (cf. ibíd.), queremos en-tregar la vida en el servicio y en la alegría, y asíhacer saber a todos que Cristo Jesús es nuestraúnica esperanza.

37). La vida cristiana siempre pasa por momen-tos de cruz, y a veces parecen interminables.Las generaciones pasadas habrán dejado graba-do a fuego el tiempo de la ocupación, la angus-tia de los que eran llevados, la incertidumbre delos que no volvían, la vergüenza de la delación,de la traición.

El libro de la Sabiduría nos habla acerca deljusto perseguido, aquel que sufre ultrajes y tor-mentos por el solo hecho de ser bueno (cf. 2,10-20). Cuántos de vosotros podríais relatar enprimera persona, o en la historia de algún fami-liar, este mismo pasaje que hemos leído. Cuán-

desde afuera y se entretienen en un continuohablar sobre «lo que habría que hacer» (cf.ibíd.).

Jesús, sabiendo lo que sentían, les proponeun antídoto a estas luchas de poder y al rechazodel sacrificio; y, para darle solemnidad a lo queva a decir, se sienta como un Maestro, los lla-ma, y realiza un gesto: pone a un niño en elcentro; un niñito que generalmente se ganabalos mendrugos haciendo los mandados que na-die quería hacer. ¿A quién pondrá en el mediohoy, aquí, en esta mañana de domingo? ¿Quié-nes serán los más pequeños, los más pobres en-

nos: el afán de poder y de glo-ria constituye el modo más co-mún de comportarse de quie-nes no terminan de sanar lamemoria de su historia y, qui-zás por eso mismo, tampocoaceptan esforzarse en el trabajodel presente. Y entonces sediscute sobre quién brilló más,quién fue más puro en el pasa-do, quién tiene más derecho atener privilegios que los otros.Y así negamos nuestra historia,«que es gloriosa por ser histo-ria de sacrificios, de esperanza,de lucha cotidiana, de vidadeshilachada en el servicio, deconstancia en el trabajo quecansa» (Exhort. ap. Evangeliigaudium, 96). Es una actitudestéril y vanidosa, que renunciaa implicarse en la construccióndel presente al perder el con-tacto con la realidad sufrida denuestro pueblo fiel. No pode-mos ser como esos «expertos»espirituales, que solo juzgan

Cómo salir del laberintoVIENE DE LA PÁGINA 5

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número 39, viernes 28 de septiembre de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 7

En el Museo de la ocupación y de las luchas por la libertad

Contra toda injusticia

En recuerdo del aniversario de la destrucción del Gueto de Vilna

Descubrir a tiempoel germen pernicioso

del antisemitismo

El 23 de septiembre por la mañana,Francisco llegó en automóvil desdeVilna hasta Kaunas, para celebrar lamisa dominical en el parque Santakos.Al finalizar, después del saludo dirigidopor el arzobispo jesuita Virbalas y dehaber impartido la bendición, el Papaguio el rezo del Ángelus.

Queridos hermanos y hermanas:El libro de la Sabiduría que he-

mos escuchado en la primera lecturanos habla del justo perseguido, deaquel cuya «sola presencia» molestaa los impíos. El impío es descritocomo el que oprime al pobre, no tie-ne compasión de la viuda ni respetaal anciano (cf. 2, 17-20). El impíotiene la pretensión de creer que su«fuerza es la norma de la justicia».Someter a los más frágiles, usar lafuerza en cualquiera de sus formas:imponer un modo de pensar, unaideología, un discurso dominante,usar la violencia o represión paradoblegar a quienes simplemente, consu hacer cotidiano honesto, sencillo,trabajador y solidario, expresan quees posible otro mundo, otra socie-dad. Al impío no le alcanza con ha-cer lo que quiere, dejarse llevar porsus caprichos; no quiere que losotros, haciendo el bien, dejen en evi-dencia su modo de actuar. En el im-pío, el mal siempre intenta aniquilarel bien.

Hace 75 años, esta nación presen-ciaba la destrucción definitiva delGueto de Vilna; así culminaba elaniquilamiento de miles de hebreosque ya había comenzado dos añosantes. Al igual que se lee en el librode la Sabiduría, el pueblo judío pa-só por ultrajes y tormentos. Haga-mos memoria de aquellos tiempos, ypidamos al Señor que nos dé el don

del discernimiento para detectar atiempo cualquier rebrote de esa per-niciosa actitud, cualquier aire queenrarezca el corazón de las genera-ciones que no han vivido aquello yque a veces pueden correr tras esoscantos de sirena.

Jesús en el Evangelio nos recuerdauna tentación sobre la que tendre-mos que vigilar con insistencia: elafán de primacía, de sobresalir porencima de los demás, que puede ani-dar en todo corazón humano. Cuán-tas veces ha sucedido que un pueblose crea superior, con más derechosadquiridos, con más privilegios porpreservar o conquistar. ¿Cuál es elantídoto que propone Jesús cuandoaparece esa pulsión en nuestro cora-zón o en el latir de una sociedad oun país? Hacerse el último de todosy el servidor de todos; estar allí don-de nadie quiere ir, donde nada llega,

en lo más distante de las periferias;y sirviendo, generando encuentrocon los últimos, con los descartados.Si el poder se decidiera por eso, sipermitiéramos que el Evangelio deJesucristo llegara a lo hondo denuestras vidas, entonces sí sería unarealidad la «globalización de la soli-daridad». «Mientras en el mundo,especialmente en algunos países, rea-parecen diversas formas de guerras yenfrentamientos, los cristianos insis-timos en nuestra propuesta de reco-nocer al otro, de sanar las heridas,de construir puentes, de estrechar la-zos y de ayudarnos «mutuamente allevar las cargas» (Ga 6, 2)» (Ex-hort. ap. Evangelii gaudium, 67).

Aquí en Lituania está la colina delas cruces, donde millares de perso-nas, a lo largo de los siglos, hanplantado el signo de la cruz. Los in-vito a que, al rezar el Ángelus, le pi-

damos a María que nos ayude aplantar la cruz de nuestro servicio,de nuestra entrega allí donde nosnecesitan, en la colina donde habi-tan los últimos, donde es preciso laatención delicada a los excluidos, alas minorías, para que alejemos denuestros ambientes y de nuestrasculturas la posibilidad de aniquilaral otro, de marginar, de seguir des-cartando a quien nos molesta y ame-naza nuestras comodidades.

Jesús pone en medio a un peque-ño, lo pone a la misma distancia detodos, para que todos nos sintamosdesafiados a dar una respuesta. Alrecordar el «sí» de María, pidámosleque haga nuestro «sí» generoso y fe-cundo como el suyo.

V. Angelus Domini nuntiavit Ma-riae.

R. Et concepit de Spiritu Sancto.

Finalmente, el Pontífice añadió:

Queridos hermanos y hermanas:

Deseo aprovechar esta ocasión pa-ra agradecer a la señora Presidentade la República y a las demás auto-ridades de Lituania, así como a losobispos y sus colaboradores, por lapreparación de esta visita; extiendotambién mi agradecimiento a todoslos que de tantos modos han dadosu contribución, incluso con la ora-ción. Pienso en modo particular du-rante estos días a la comunidad ju-día. Esta tarde rezaré delante delMonumento a las Víctimas del Gue-to en Vilna, en el 75 aniversario desu destrucción. Que el Altísimo ben-diga el diálogo y el compromiso co-mún por la justicia y la paz.

Feliz domingo. Buen almuerzo.—G ra žaus sekmadienio! Skaniu pietu!

Desde Kaunas, el domingo23, el Papa volvió a Vilnapara rezar en silencio frenteal monumento de lasvíctimas del Gueto de lacapital, erigido pararecordar el genocidio judíoen Lituania. Después sedirigió al Museo de laocupación y de la lucha porla libertad, donde pronuncióla siguiente oración.

«Dios mío, Dios mío,¿por qué me has abando-nado?» (Mt 27, 47).

Tu grito, Señor, no dejade resonar, y hace eco en

La fuerzade la memoria

Segunda etapa del itinerariobáltico del Papa, la brevevisita en Letonia, desdeRiga al santuario mariano

de Aglona, estuvo precedida porla de Lituania, el país de la regióndonde los católicos son más nu-merosos. Dos días transcurridosbajo el signo de la memoria y desu fuerza, necesarias para construirel futuro que Bergoglio imploróen los encuentros en Vilna y enKaunas. Afirmando que solamenterecordando el pasado, también eldoloroso, se puede extraer la ense-ñanza necesaria para el presente.En el centenario de la indepen-dencia de los tres países bálticos,el trasfondo que, de hecho, volviómás veces en las intervenciones yen los gestos del Pontífice, fue elde la ocupación nazi durante casitoda la Segunda Guerra Mundialy después la soviética.Fruto de «ideologías totalitariasque quebraron la capacidad de al-

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estas paredes que recuerdan los padecimientos vividospor tantos hijos de este pueblo. Lituanos y provenientesde diferentes naciones han sufrido en su carne el afánprepotente de quienes pretendían controlarlo todo.

En tu grito, Señor, encuentra eco el grito del inocenteque se une a tu voz y se eleva hacia el cielo. Es el Vier-nes Santo del dolor y de la amargura, de la desolación yde la impotencia, de la crueldad y del sinsentido que vi-vió este pueblo lituano ante la ambición desenfrenadaque endurece y ciega el corazón. En este lugar de la me-moria, te imploramos Señor que tu grito nos mantenga

privar a cualquier persona de la dignidad con la que túla has revestido. Señor, que Lituania sea faro de espe-ranza. Sea tierra de la memoria operosa que renuevecompromisos contra toda injusticia. Que promueva in-tentos creativos en la defensa de los derechos de todaslas personas, especialmente de los más indefensos y vul-nerables. Y que sea maestra en cómo reconciliar y armo-nizar la diversidad. Señor, no permitas que seamos sor-dos al grito de todos los que hoy siguen clamando alcielo.

despiertos. Que tu grito, Se-ñor, nos libre de la enferme-dad espiritual al que comopueblo estamos siempre ten-tados: olvidarnos de nuestrospadres, de lo que se vivió ypadeció. Que en tu grito yen las vidas de nuestros ma-yores que tanto sufrieron en-contremos la valentía paracomprometernos decidida-mente con el presente y conel futuro; que aquel grito seaestímulo para no acomodar-nos a las modas de turno, alos slogans simplificadores, ya todo intento de reducir y

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En la catedral de Kaunas el encuentro con los sacerdotes, los religiosos, los consagrados y los seminaristas

Sois hijos de mártires y esta es vuestra fuerzaEl domingo 23 de septiembre por la tarde, despuésde haber comido con los obispos de Lituania en elpalacio de la curia arzobispal de Kaunas, el Papallegó a la catedral para encontrar a los sacerdotes,los religiosos, los consagrados y los seminaristas.Publicamos a continuación el discurso que el Papadirigió a los presentes.

Queridos hermanos y hermanas: buenas tardes.Antes que nada, me gustaría manifestar una

sensación que tengo. Mirándoos, veo muchosmártires detrás de vosotros. Mártires anónimos,en el sentido de que ni siquiera sabemos dóndefueron enterrados. También alguno entre voso-tros: saludé a uno que sabía lo que era la cárcel.Me acuerdo de una palabra para comenzar: nolo olvidéis, tened memoria. Vosotros sois hijos demártires, esta es vuestra fuerza. Y que el espíritudel mundo no venga a deciros algo diferente delo que vivieron vuestros antepasados. Recordad avuestros mártires y tomad ejemplo de ellos: notenían miedo. Hablando con los obispos, vues-tros obispos, decían hoy: «¿Cómo podemos ha-cer para presentar la causa de beatificación detantos, de los que no tenemos documentos, perosabemos que son mártires?». Es un consuelo; eshermoso escuchar esto: la preocupación poraquellos que nos han dado testimonio. Ellos sonsantos.

El obispo [Linas Vodopjanovas, O.F.M., res-ponsable para la vida consagrada] habló sin ma-tices —los franciscanos hablan así—: «Hoy, enmuchos sentidos, nuestra fe se pone a prueba»,dijo. Él no pensó en la persecución de los dicta-dores, no. «Después de responder a la llamadade la vocación, con frecuencia no sentimos másalegría en la oración o en la vida comunitaria».

El espíritu de la secularización, del aburri-miento por todo lo que tiene relación con la co-munidad es la tentación de la segunda genera-ción. Nuestros padres lucharon, sufrieron, estu-vieron en la cárcel y, quizás, nosotros no tenemosla fuerza para seguir adelante. Tened esto encuenta.

La Carta a los Hebreos exhorta: «Recordadaquellos días primeros. No olvides a tus antepa-sados» (cf. 10, 32-39). Esta es la exhortación queos dirijo al inicio.

Toda la visita a vuestro país ha estado enmar-cada en una expresión: «Cristo Jesús, nuestra es-peranza». Ya casi al finalizar este día, nos encon-tramos con un texto del apóstol Pablo que nosinvita a esperar con constancia. Y esta invitaciónla hace habiéndonos anunciado el sueño de Diospara todo ser humano, es más, para toda la crea-ción: que «Dios dispone todas las cosas para elbien de quienes lo aman» (Rm 8, 28); «endere-za» todas las cosas, sería la traducción literal.

Hoy querría compartir con vosotros algunosrasgos de esa esperanza; rasgos que nosotros—sacerdotes, seminaristas, consagrados y consa-gradas— estamos invitados a vivir.

En primer lugar, antes de invitarnos a la espe-ranza, Pablo ha repetido tres veces la palabra«gemir»: gime la creación, gimen los hombres,gime el Espíritu en nosotros (cf. Rm 8, 22-23.26).Se gime desde la esclavitud de la corrupción,desde el anhelo de plenitud. Y hoy nos harábien preguntarnos si está presente en nosotrosese gemido, o por el contrario ya nada grita ennuestra carne, nada anhela al Dios vivo. Comodecía vuestro obispo: «No sentimos más la ale-gría en la oración, en la vida comunitaria». Elbramido de la cierva sedienta ante la escasez deagua debería ser el nuestro, en la búsqueda de loprofundo, de lo verdadero, de lo bello de Dios.Queridos hermanos: ¡No somos «funcionarios deDios»! Quizás la «sociedad del bienestar» nostiene demasiado repletos, llenos de servicios y debienes, y terminamos «empachados» de todo yllenos de nada; quizás nos tiene aturdidos o dis-persos, pero no plenos. Peor aún: A veces no te-nemos más hambre.

Somos nosotros, hombres y mujeres de espe-cial consagración, los que nunca nos podemospermitir perder ese gemido, esa inquietud del co-razón que solo encuentra descanso en el Señor(cf. S. Agustín, Confesiones, I, 1,1). La inquietuddel corazón. Ninguna información inmediata,ninguna comunicación virtual instantánea nospuede privar de los tiempos concretos, prolonga-dos, para conquistar —de eso se trata, de un es-fuerzo sostenido—; para conquistar un diálogocotidiano con el Señor por medio de la oración yla adoración. Se trata de cultivar nuestro deseode Dios, como escribía san Juan de la Cruz. De-cía así: «Procure ser continuo en la oración, y enmedio de los ejercicios corporales no la deje. Seaque coma, beba, hable con otros, o haga cual-quier cosa, siempre ande deseando a Dios y ape-gando a él su corazón» (Avisos a un religioso paraalcanzar la perfección, 9).

Ese gemido también brota de la contempla-ción del mundo de los hombres, es un clamor deplenitud ante las necesidades insatisfechas denuestros hermanos más pobres, ante la ausenciade sentido de la vida de los más jóvenes, la sole-dad de los ancianos, el atropello al mundo crea-do. Es un gemido que busca organizarse para in-cidir en el acontecer de una nación, de una ciu-dad; no como presión o ejercicio del poder, sinocomo servicio. A nosotros nos debe impactar elclamor de nuestro pueblo, como a Moisés, aquien Dios le reveló el sufrimiento de su puebloen el encuentro junto a la zarza ardiente (cf. Ex3, 9). Escuchar la voz de Dios en la oración nos

hace ver, nos hace oír, conocer el dolor de losdemás para liberarlos. Pero también nos debeimpactar cuando nuestro pueblo ha dejado degemir, ha dejado de buscar el agua que sacia lased. Es un momento también para discernir quépuede estar anestesiando la voz de nuestra gen-te.

El clamor que nos hace buscar a Dios en laoración y adoración es el mismo que nos haceauscultar el quejido de nuestros hermanos. Ellos«esperan» en nosotros y precisamos, desde undelicado discernimiento, organizarnos, planificary ser audaces y creativos en nuestros apostola-dos. Que nuestra presencia no esté entregada ala improvisación, sino que responda a las necesi-dades del pueblo de Dios y sea así fermento enla masa (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 33).

Pero el apóstol también habla de constancia;constancia en el sufrimiento, constancia paraperseverar en el bien. Esto supone estar centra-dos en Dios, permanecer firmemente arraigadosen él, ser fieles a su amor.

Vosotros, los de mayor edad —cómo no men-cionar a Mons. Sigitas Tamkevicius— sabéis testi-moniar esta constancia en el sufrir, ese «esperarcontra toda esperanza» (cf. Rm 4, 18). La violen-cia ejercida sobre vosotros por defender la liber-tad civil y religiosa, la violencia de la difama-ción, la cárcel y la deportación no pudieron ven-cer vuestra fe en Jesucristo, Señor de la historia.Por eso, tenéis mucho que decirnos y enseñar-nos, y también mucho que proponer, sin necesi-dad de juzgar la aparente debilidad de los másjóvenes. Y vosotros, los más jóvenes, cuando an-te pequeñas frustraciones que os desalientan ten-déis a encerraros en vosotros mismos, a recurrir aestilos y diversiones que no están acordes convuestra consagración, buscad vuestras raíces ymirad el camino recorrido por los mayores. Veoque hay jóvenes aquí. Repito, porque hay jóve-nes. Y vosotros, los más jóvenes, cuando ante laspequeñas frustraciones que os desalientan tendéisa cerraros en vosotros mismos, a recurrir a com-portamientos y evasiones que no son coherentescon vuestra consagración, buscad vuestras raícesy mirad el camino recorrido por los mayores. Esmejor que toméis otro camino que vivir en lamediocridad. Esto para jóvenes. Todavía estáis atiempo, y la puerta está abierta. Son precisamen-te las tribulaciones las que perfilan los rasgosdistintivos de la esperanza cristiana, porquecuando es solo una esperanza humana podemosfrustrarnos y aplastarnos en el fracaso. No suce-de lo mismo con la esperanza cristiana, ella salemás nítida, más aquilatada tras pasar por el cri-sol de las tribulaciones.

Es cierto que estos son otros tiempos y vivi-mos en otras estructuras, pero también es cierto

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que esos consejos son mejor asimilados cuandolos que han vivido esas experiencias duras no seencierran, sino que las comparten aprovechandolos momentos comunes. Sus relatos no están lle-nos de añoranzas de tiempos pasados presenta-dos como mejores, ni de acusaciones solapadasante los que tienen estructuras afectivas más frá-giles. La reserva de constancia de una comuni-dad discipular es eficaz cuando sabe integrar—como aquel escriba— lo nuevo y lo viejo (cf. Mt13, 52), cuando es consciente de que la historiavivida es raíz para que el árbol pueda florecer.

Por último, mirar a Cristo Jesús como nuestraesperanza significa identificarnos con él, partici-par comunitariamente de su suerte. Para el após-tol Pablo, la salvación esperada no se limita a unaspecto negativo —liberación de una tribulacióninterna o externa, temporal o escatológica— sinoque el énfasis está puesto en algo altamente posi-tivo: la participación en la vida gloriosa de Cris-to (cf. 1 Ts 5, 9-10), la participación en su Reinoglorioso (cf. 2 Tm 4, 18), la redención del cuerpo(cf. Rm 8, 23-24). Entonces, se trata de entreverel misterio del proyecto único e irrepetible queDios tiene para cada uno, para cada uno. Porqueno hay nadie que nos conozca ni nos haya cono-cido con tanta profundidad como Dios, por esoél nos destina a algo que parece imposible,apuesta sin posibilidad a equivocarse a que re-produzcamos la imagen de su Hijo. Él ha puestosus expectativas en nosotros, y nosotros espera-mos en él.

Nosotros, un «nosotros» que integra, perotambién supera y excede el «yo»; el Señor nosllama, nos justifica y nos glorifica juntos, tanjuntos que incluye a toda la creación. Muchasveces hemos puesto tanto énfasis en la responsa-bilidad personal que lo comunitario pasó a serun telón de fondo, solo un ornamento. Pero elEspíritu Santo nos reúne, reconcilia nuestras di-ferencias y genera nuevos dinamismos para im-pulsar la misión de la Iglesia (cf. Exhort. ap.Evangelii gaudium, 131; 235).

Este templo en el que nos reunimos, está dedi-cado a San Pedro y San Pablo. Ambos apóstolesfueron conscientes del tesoro que se les había da-do; ambos, en momentos y en circunstancias di-ferentes, fueron invitados a «ir mar adentro» (Lc5, 4). En la barca de la Iglesia estamos todos, in-tentando siempre clamar a Dios, ser constantesen medio de las tribulaciones y tener a Cristo Je-sús como el objeto de nuestra esperanza. Y estabarca reconoce en el centro de su misión elanuncio de esa gloria esperada, que es la presen-cia de Dios en medio de su pueblo, en Cristo

Resucitado, y que un día, anhelado por toda lacreación, se manifestará en los hijos de Dios. Es-te es el desafío que nos urge: el mandato a evan-gelizar. Es la razón de ser de nuestra esperanza yde nuestra alegría.

Cuantas veces encontramos sacerdotes, consa-grados y consagradas, tristes. La tristeza espiri-tual es una enfermedad. Triste porque no sa-ben... Triste porque no encuentran el amor, por-que no están enamorados: enamorados del Se-ñor. Dejaron atrás una vida de matrimonio, defamilia, y querían seguir al Señor. Pero ahora pa-rece que están cansados... Y la tristeza va calan-do. Por favor, cuando os sintáis tristes, deteneos.Y buscad un sacerdote sabio, una monja sabia.No son sabios porque tienen un título universita-rio, no, no por eso. Sabio o sabia porque han si-do capaces de avanzar en el amor. Id y pedidconsejo. Cuando inicia esa tristeza, podemosprofetizar que si no se cura a tiempo, os hará«solterones» y «solteronas», hombres y mujeresque no son fecundos. ¡Tened miedo a esta triste-za! El diablo siembra.

Y hoy ese mar, en el que «se adentrarán», se-rán «los escenarios y los desafíos siempre nue-vos» de esta Iglesia en salida. Es necesario vol-ver a preguntarnos: ¿qué nos pide el Señor?¿Cuáles son las periferias que más necesitan denuestra presencia para llevarles la luz del Evan-gelio? (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 20).

Si no, si no tenéis la alegría de la vocación,¿quién podrá creer que Cristo Jesús es nuestraesperanza? Solo nuestro ejemplo de vida dará ra-zón de nuestra esperanza en él.

Hay algo más que tiene relación con la triste-za: confundir la vocación con una empresa, conuna empresa de trabajo. «Yo me dedico a esto,trabajo en esto, tengo entusiasmo con esto... yestoy feliz porque tengo esto». Pero mañana, vie-ne un obispo, otro o el mismo, o viene otro su-perior, superiora, y te dice: «No, deja esto y vesa otra parte». Es el momento de la derrota. ¿Porqué? Porque, en ese momento, caerás en la cuen-ta de que has tomado un camino equivocado. Tedarás cuenta de que el Señor, que te ha llamadoa amar, está desilusionado contigo, porque haspreferido hacer negocios. Al principio os dijeque la vida de los que siguen a Jesús no es la vi-da de un funcionario o funcionaria: es la vidadel amor del Señor y del celo apostólico por lagente. Haré una caricatura: ¿Qué hace un sacer-dote funcionario? Él tiene su tiempo, su oficina,abre la oficina a una hora, hace su trabajo, cierrala oficina... Y la gente está afuera. Él no se acer-

ca a la gente. Queridos hermanos y hermanas: Sino queréis ser funcionarios, os diré una palabra:cercanía. Proximidad, cercanía. Cercanía al Sa-grario, cara a cara con el Señor. Y cercanía a laspersonas. «Pero, padre, la gente no viene...». ¡Ida buscarla! «Pero, los jóvenes hoy no vienen...».Inventa algo: el oratorio, para seguirlos, paraayudarlos. Cercanía a las personas y cercanía conel Señor en el Sagrario. El Señor os quiere pas-tores del pueblo, y no clérigos del estado. Des-pués diré algo a las hermanas, pero después…

Cercanía significa misericordia. En esta tierradonde Jesús se reveló a sí mismo como Jesús mi-sericordioso, un sacerdote tiene que ser miseri-cordioso. Sobre todo en el confesionario. Pensaden cómo Jesús daría la bienvenida a esta persona[que se confiesa]. ¡A ese pobre hombre, ya lo hagolpeado bastante la vida! Hazle sentir el abrazodel Padre que perdona. Si no puedes darle la ab-solución, por ejemplo, dale el consuelo de her-mano, de padre. Anímalo a seguir adelante.Convéncelo de que Dios perdona todo. Pero es-to con la calidez de un padre. ¡Nunca eches anadie del confesionario! Nunca eches a nadie.«Mira, no puedes... Ahora no puedo, pero Dioste ama, reza, vuelve y hablaremos...». Así, cerca-nía. Esto es ser padre ¿No te importa ese peca-dor que lo echas así? No estoy hablando de vo-sotros, porque no os conozco. Hablo de otrasrealidades. Y misericordia. El confesionario no esel estudio de un psiquiatra. El confesionario noes para hurgar en los corazones de las personas.

Y por esto, queridos sacerdotes, la cercaníapara vosotros también significa tener entrañas demisericordia. Y las entrañas de misericordia, ¿sa-béis dónde se adquieren? Allí, en el Sagrario.

Y ustedes, queridas hermanas: Muchas vecesvemos hermanas que son buenas —todas lasmonjas son buenas—, pero hablan, chismorrean...Preguntadle a la que está en el primer puesto enel otro lado —la penúltima—, si en la cárcel teníatiempo para comentarios mientras cosía guantes.Preguntadle. Por favor, ¡sed madres! Sed ma-dres, porque son un ícono de la Iglesia y de laVirgen. Y que cada persona que os vea puedaver a la Madre Iglesia y a la Madre María. Noolvidéis esto. Y la Madre Iglesia no es una «sol-terona». La Madre Iglesia no chismorrea: ama,sirve, hace crecer. Vuestra cercanía es ser madre:un ícono de la Iglesia y un ícono de la Virgen.

Cercanía al Sagrario y a la oración. Esa seddel alma de la que hablé, y con los demás. Servi-cio sacerdotal y vida consagrada no de funciona-rios, sino de padres y madres de misericordia. Ysi hacéis así, cuando seáis ancianos, tendréis unasonrisa hermosa y ojos brillantes. Porque ten-dréis el alma llena de ternura, de mansedumbre,de misericordia, de amor, de paternidad y mater-nidad.

Y rezad por este pobre obispo. Gracias.

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número 39, viernes 28 de septiembre de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO páginas 10/11

Firmado en Pekín un acuerdo provisional entre la Santa Sede y la República Popular Chinasobre el nombramiento de los obispos

En el marco de los contactos entre la Santa Sede y la Re-pública Popular de China, que están en curso desde hacetiempo para tratar cuestiones eclesiales de interés común ypromover ulteriores relaciones de entendimiento, hoy, 22 deseptiembre de 2018, se ha celebrado una reunión en Pekínentre monseñor Antoine Camilleri, Subsecretario de la San-ta Sede para las Relaciones con los Estados, y S.E. el Sr.Wang Chao, Viceministro de Asuntos Exteriores de la Re-pública Popular de China, respectivamente Jefes de las de-legaciones vaticana y china.

En el contexto de esta reunión, ambos representantes fir-maron un Acuerdo Provisional sobre el nombramiento delos obispos. El Acuerdo Provisional mencionado, que esfruto de un acercamiento gradual y recíproco, se estipuladespués de un largo proceso de delicadas negociaciones yprevé evaluaciones periódicas sobre su implementación.

Trata del nombramiento de los obispos, una cuestión degran relevancia para la vida de la Iglesia, y crea las condi-ciones para una colaboración más amplia a nivel bilateral.La esperanza compartida es que este acuerdo fomente unproceso de diálogo institucional fructífero y con visión defuturo y contribuya positivamente a la vida de la IglesiaCatólica en China, para el bien común del pueblo chino ypara la paz en el mundo.

22 de septiembre de 2018

Con el fin de sostener el anuncio del Evangelio enChina, el Santo Padre Francisco ha decidido readmitir ala plena comunión eclesial a los restantes obispos «ofi-ciales» ordenados sin mandato pontificio: S.E. MonseñorJoseph Guo Jincai, S.E. Monseñor Joseph Huang Bin-gzhang, S.E. Monseñor Paul Lei Shiyin, S.E. MonseñorJoseph Liu Xinhong, S.E. Monseñor Joseph Ma Yinglin,S.E. Monseñor Joseph Yue Fusheng, S.E. Monseñor Vin-cent Zhan Silu y S.E. Monseñor Anthony Tu Shihua,O.F.M. (fallecido el 4 de enero de 2017, habiendo expresa-do antes de morir su deseo de reconciliarse con la SedeAp ostólica).

El Papa Francisco espera que, con las decisiones to-madas, se pueda comenzar un nuevo camino que con-sienta superar las heridas del pasado realizando la plenacomunión de todos los católicos chinos.

La comunidad católica en China está llamada a viviren una colaboración más fraterna, para llevar con uncompromiso renovado el anuncio del Evangelio. De he-cho, la Iglesia existe para testimoniar a Jesucristo y elAmor que perdona y salva del Padre.

22 de septiembre de 2018

Matteo Ricci(manuscrito

«De la entrada de laCompañía...»)

Con el deseo de promover el cuida-do pastoral del rebaño del Señor ypara atender de forma más eficaz asu bien espiritual, el Sumo PontíficeFrancisco ha decidido constituir enla China continental, la diócesis deChengde, sufragánea de Pekín, consede episcopal en la iglesia catedralde Jesús Buen Pastor, ubicada en laDivisión Administrativa de Shuan-gluan, «Ciudad de Chengde». Unaparte relevante del territorio de lanueva diócesis perteneció antigua-mente al vicariado apostólico deMongolia Oriental erigido 21 de di-ciembre de 1883 y elevado a diócesisde Yejé / Jinzhou con la bula Quoti-die Nos del Papa Pío XII el 11 deabril de 1946.

La nueva circunscripción eclesiás-tica se encuentra en la provincia deHebei. El territorio es el comprendi-do en los actuales límites administra-tivos civiles de la «Ciudad de Chen-gde» e incluye, por lo tanto, ochodistritos rurales (Chengde, Xin-glong, Pingquan, Luanping, Lon-ghua, Fengning, Kuancheng y Wei-chang) y tres divisiones administrati-vas (Shuangqiao, Shuangluan y Yin-gshouyingzikuang). En consecuen-cia, se modifican, los límites eclesiás-ticos de la diócesis de Yejé / Jinzhouy Chifeng en cuanto una parte de suterritorio se asigna ahora a la nuevadiócesis de Chengde.

Tiene una superficie de 39.519km² y una población de aproxima-damente 3.700.000 habitantes. Se-gún los últimos datos, hay cerca de25.000 católicos, distribuidos en 12parroquias, en las que prestan servi-cios pastorales 7 sacerdotes, unasdiez religiosas y algunos seminaris-tas.

22 de septiembre de 2018

Elcomunicado

La notainformativa

sobre laIglesia

en China

La diócesisde Chengde

D eclaracióndel cardenal secretario de Estado

PIETRO PAROLIN

La firma de un Acuerdo Provisional entre la SantaSede y la República Popular China sobre el nom-bramiento de Obispos es un acontecimiento de es-pecial importancia para la vida de la Iglesia católi-

ca en China, para el diálogo entre la Santa Sede y las Au-toridades civiles de aquel País, y también para la consolida-ción de la paz, del entendimiento entre los pueblos, en es-tos momentos de grandes, fuertes tensiones internacionales.Y el objetivo de la Santa Sede es un objetivo pastoral, esdecir, es ayudar a las iglesias locales para que gocen decondiciones de mayor libertad, de mayor autonomía, deuna posiblidad de una mejor organización, y así se dedi-quen al anuncio del Evangelio y a contribuir al desarrollointegral de la sociedad y de la persona.

Por primera vez, hoy, todos los Obispos en China estánen comunión con el Santo Padre, con el Papa, con el Suce-sor de Pedro. Y el Papa Francisco, como sus immediatosPredecesores, mira con particular atención y con un espe-cial cuidado al pueblo chino. Se necesita unidad, se necesi-ta confianza, se necesita un nuevo empuje, como tambiénse necesita tener buenos Obispos que sean reconocidos porel Papa, por el Sucesor de Pedro, y por las legítimas Auto-ridades civiles de su País. Y el Acuerdo se pone en esta lí-nea: es un instrumento para que se pueda ayuda en eso,con la colaboración de todos.

Y a toda la comunidadad católica en China el Santo Pa-dre se dirige; se dirige a los Obispos, a los sacerdotes, a losreligiosos y religiosas, los fieles, para que pongan gestosconcretos de reconciliación entre hermanos, superando lasincomprensiones del pasado y las tensiones, sobre todo lastensiones y las incomprensiones más recientes.

De esta manera podrán anunciar y testimoniar el Evan-gelio, que es el papel, la tarea principal de la Iglesia, y almismo tiempo contribuir a la construcción de una sociedadjusta y armoniosa, manifestar el genuino amor a la patria ytambién ayudar para que se pueda construir un porvenir depaz y de concordia entre todos los pueblos. El cardenal CostantiniMatteo Ricci y Xu Guangqi en una ilustración de 1670

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página 12 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 28 de septiembre de 2018, número 39

En Riga el Papa recuerda que la economía no debe primar sobre las personas

El desarrollo se mide con el deseo de generar vidaEl lunes 24 por la mañana, el Papa desdeVilna fue en avión hasta Riga, donde encontróen el Palacio presidencial a las autoridades, lasociedad civil y al cuerpo diplomático. Acontinuación, su primer discurso en Letonia.

Señor Presidente,Miembros del Gobierno y autoridades,Miembros del Cuerpo Diplomáticoy de la sociedad civil,queridos amigos todos:

Agradezco, señor Presidente, sus amablespalabras de bienvenida así como la invitaciónque me hizo para visitarlos durante el encuen-tro que mantuvimos en el Vaticano. Es motivode alegría poder estar por primera vez en Le-tonia y en esta ciudad que, como todo vuestropaís, ha estado marcada por duras pruebas so-ciales, políticas, económicas y también espiri-tuales —fruto de las divisiones y conflictos del

tros: «Mis raíces están en el cielo». Sin esacapacidad de mirar hacia arriba, de apelar ahorizontes más altos que nos recuerden esa«dignidad trascendente» de la que todos losseres humanos estamos formados (cf. D i s c u rs oal Parlamento Europeo, 25 noviembre 2014), lareconstrucción de vuestra nación no hubierasido posible.

Esa capacidad espiritual de mirar más allá,y que se hace concreta en pequeños y cotidia-nos gestos de solidaridad, compasión y auxiliomutuo, los ha sostenido y, a su vez, les ha da-do la creatividad necesaria para generar nue-vas dinámicas sociales frente a todos los in-tentos reduccionistas y de exclusión que siem-pre amenazan el tejido social.

Me alegra saber que en el corazón de lasraíces que constituyen esta tierra se encuentrala Iglesia Católica, en un trabajo de plena co-laboración con las otras Iglesias cristianas, lo

de seguir apostando por la libertad y la inde-pendencia de Letonia, que ciertamente son undon, pero también una tarea que implica a to-dos. Trabajar por la libertad es comprometer-se por un desarrollo integral e integrador delas personas y de la comunidad. Si hoy sepuede hacer fiesta es gracias a tantos que hanabierto caminos, puertas, futuro, y les han de-jado en herencia la misma responsabilidad:abrir futuro poniendo la mirada en que todoesté al servicio de la vida, generando vida.

Y en este sentido, al finalizar este encuen-tro, iremos hacia el Monumento de la Liber-tad donde estarán presentes niños, jóvenes yfamilias. Ellos nos recuerdan que «la materni-dad» de Letonia —analogía sugerida por el le-ma de este viaje— encuentra eco en la capaci-dad de promover estrategias que sean real-mente eficaces y estén más centradas en losrostros concretos de estas familias, ancianos,

pasado—, pero que hoy se ha convertido enuno de los principales centros culturales, polí-ticos y portuarios de la región. Vuestros repre-sentantes del ámbito de la cultura y del arte y,en particular, del mundo musical son bien co-nocidos fuera de vuestras fronteras. Tambiénlo he podido apreciar a mi llegada en el aero-puerto.

De ahí creo que pueden aplicarse bien laspalabras del salmista: «Cambiaste mi luto endanza» (Sal 30, 12). Letonia, tierra de las«dainas», ha sabido cambiar su luto y doloren canto y danza y se ha esforzado en trans-formarse en lugar de diálogo y de encuentro,de convivencia pacífica que busca mirar haciaadelante.

Celebráis los 100 años de vuestra indepen-dencia, momento significativo para la vida detoda la sociedad. Vosotros conocéis muy bienel precio de esta libertad que habéis tenidoque conquistar y reconquistar. Una libertadhecha posible gracias a las raíces que os cons-tituyen, como le gustaba recordar a ZentaMaurina que ha inspirado a tantos de voso-

cual es signo de cómo es posible desarrollaruna comunión en las diferencias. Realidadque ocurre cuando las personas se animan a irmás allá de la superficie conflictiva y se miranen su dignidad más profunda. Así, podemosafirmar que cada vez que las personas y lascomunidades aprendemos a apuntar más altode nosotros mismos y de nuestros interesesparticulares, la comprensión y el compromisomutuo se transforman en solidaridad; la cual,entendida en su sentido más hondo y desa-fiante, se convierte en un modo de hacer lahistoria, en un ámbito donde los conflictos,las tensiones e incluso los que se podrían ha-ber considerados opuestos en el pasado, pue-den alcanzar una unidad multiforme que en-gendra nueva vida (cf. Exhort. ap. Evangeliigaudium, 228).

Así como nutrió la vida de vuestro pueblo,hoy el Evangelio puede seguir abriendo cami-nos para afrontar los desafíos actuales, valo-rando las diferencias y especialmente fomen-tando la común-unión entre todos. La cele-bración del centenario recuerda la importancia

niños y jóvenes, que en el primado de la eco-nomía sobre la vida. La «maternidad» de Le-tonia se manifiesta también en la capacidadde generar fuentes de trabajo para que nadienecesite desarraigarse por construir su futuro.El índice de desarrollo humano también semide por la capacidad de crecer y multiplicar-se.

El desarrollo de las comunidades no se pro-duce únicamente, y menos se mide, por la ca-pacidad de bienes o recursos que se posean,sino por las ganas que se tenga de engendrarvida y crear futuro. Esto solo es posible en lamedida que haya arraigo en el pasado, creati-vidad en el presente y confianza y esperanzaen el mañana. Y se mide en la capacidad deentrega y de apuesta tal como las generacio-nes pasadas nos supieron testimoniar.

Señor Presidente, amigos todos: Comienzoaquí mi peregrinación por esta tierra, pidién-dole a Dios que siga acompañando, bendi-ciendo y haciendo próspera la labor de vues-tras manos para esta nación.

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número 39, viernes 28 de septiembre de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 13

El encuentro ecuménico en la catedral luterana de Riga

Si la música del Evangelio deja de sonar

Me alegra poder encontrarme convosotros, en esta tierra que se carac-teriza por realizar un camino de re-conocimiento, colaboración y amis-tad entre las diversas iglesias cristia-nas, que han logrado generar unidadmanteniendo la riqueza y la singula-ridad que les es propia. Me animaríaa decir que es «un ecumenismo vi-vo», siendo una de las característicasparticulares de Letonia. Sin ningunaduda, una razón para la esperanza yla acción de gracias.

Gracias al señor arzobispo JānisVanags por abrirnos las puertas deesta casa para realizar este encuentrode oración. Casa catedral que pormás de 800 años alberga la vida cris-tiana de esta ciudad; testimonio fielde tantos hermanos nuestros que sehan acercado para adorar, rezar, sos-tener la esperanza en tiempos de su-frimiento y tomar coraje para enfren-tar tiempos de mucha injusticia y su-frimiento. Hoy nos hospeda paraque el Espíritu Santo siga tejiendoartesanalmente lazos de comuniónentre nosotros y, así, volvernos tam-bién nosotros artesanos de unidaden nuestros pueblos, haciendo quenuestras diferencias no se conviertanen división. Dejemos que el EspírituSanto nos revista con las armas deldiálogo, del entendimiento, de labúsqueda del reconocimiento mutuoy de la fraternidad (cf. Ef 6, 13-18).

En esta catedral se encuentra unode los órganos más antiguos de Eu-ropa, y que fue el más grande delmundo en el tiempo de su inaugura-ción. Podemos imaginar cómoacompañó la vida, la creatividad, laimaginación y la piedad de todosaquellos que se dejaban acariciar porsu melodía. Ha sido instrumento deDios y de los hombres para elevar lamirada y el corazón. Hoy es un em-blema de esta ciudad y de esta cate-dral. Para el «residente» en este lu-gar significa más que un órgano mo-numental, es parte de su vida, de sutradición, de su identidad. En cam-bio, para un turista, es lógicamenteuna pieza más de arte a conocer yfotografiar. Y ese es uno de los peli-gros que siempre se corre: pasar deresidentes a turistas. Hacer de aque-llo que nos identifica una pieza delpasado, una atracción turística y demuseo que recuerda las gestas de an-taño, de alto valor histórico, peroque ha dejado de movilizar el cora-zón de aquellos que lo escuchan.

Con la fe nos puede pasar exacta-mente lo mismo. Podemos dejar desentirnos cristianos residentes paravolvernos turistas. Es más, podría-mos afirmar que toda nuestra tradi-ción cristiana puede correr la mismasuerte: quedar reducida a una piezadel pasado que, encerrada en las pa-redes de nuestros templos, deja deentonar una melodía capaz de movi-lizar e inspirar la vida y el corazón

de aquellos que la escuchan. Sin em-bargo, como afirma el evangelio quehemos escuchado, nuestra fe no espara ocultarla sino para darla a co-nocer y hacerla resonar en diferentesámbitos de la sociedad, para que to-dos puedan contemplar su belleza yser iluminados con su luz (cf. Lc 11,33).

Si la música del evangelio deja deejecutarse en nuestra vida y se con-vierte en una bella partitura del pa-sado, dejará de romper las monoto-nías asfixiantes que impiden movili-zar la esperanza, volviendo así esté-riles todos nuestros esfuerzos.

Si la música del evangelio deja devibrar en nuestras entrañas, habre-mos perdido la alegría que brota dela compasión, la ternura que nace dela confianza, la capacidad de recon-ciliación que encuentra su fuente ensabernos siempre perdonados-envia-dos.

Si la música del evangelio deja desonar en nuestras casas, en nuestrasplazas, en los trabajos, en la políticay en la economía, habremos apagadola melodía que nos desafiaba a lu-char por la dignidad de todo hom-bre y mujer, sea cual sea su prove-niencia, encerrándonos en «lo mío»,

olvidándonos de «lo nuestro»: la ca-sa común que nos atañe a todos.

Si la música del evangelio deja desonar, habremos perdido los sonidosque conducirán nuestras vidas al cie-lo, encerrándonos en uno de lospeores males de hoy en día: la sole-dad y el aislamiento. Esa enferme-dad que nace en quien no tiene vín-culos, y que puede verse en los an-cianos abandonados a su destino,como también en los jóvenes sinpuntos de referencia y de oportuni-dades para el futuro (cf. Discurso alParlamento Europeo, 25 noviembre2014).

Padre, «que todos sean uno, […]para que el mundo crea» (Jn 17, 21).Estas palabras siguen resonando confuerza en medio nuestro, gracias aDios. Es Jesús que antes de su en-trega reza al Padre. Es Jesucristoque, mirando de frente su cruz y lacruz de tantos hermanos nuestros,no deja de implorar al Padre. Es elsusurro de esta oración la que nosmarca el sendero y nos indica el ca-mino a seguir. Sumergidos en suoración, como creyentes en él y ensu Iglesia, deseando la comunión degracia que el Padre tiene desde todala eternidad (cf. Juan Pablo II, Enc.Ut unum sint, 9), encontramos allí elúnico camino posible para todo ecu-menismo: en la cruz del sufrimientode tantos jóvenes, ancianos y niñosexpuestos muchas veces a la explota-ción, al sin sentido, a la falta deoportunidades y a la soledad. Mi-rando Jesús a su Padre y a nosotrossus hermanos no deja de implorar:que todos sean uno.

La misión hoy nos sigue pidiendoy reclamando la unidad, es la misiónla que nos exige dejar de mirar lasheridas del pasado o toda actitudautorreferencial para centrarnos enla oración del Maestro. Es la misiónla que reclama que la música delevangelio no deje de sonar en nues-tras plazas.

Algunos pueden llegar a decir:son tiempos difíciles, son tiemposcomplejos los que nos toca vivir.Otros pueden llegar a pensar que,en nuestras sociedades, los cristianostienen cada vez menos márgenes deacción o de influencia debido a unsinfín de componentes como puedeser el secularismo o las lógicas indi-vidualistas. Esto no debe conducir auna actitud de encierro, de defensa,e incluso de resignación. No pode-mos dejar de reconocer que cierta-mente no son tiempos fáciles, espe-cialmente para muchos hermanosnuestros que hoy viven en su carneel destierro e inclusive el martirio acausa de la fe. Pero su testimonionos lleva a descubrir que el Señornos sigue llamando e invitando a vi-vir el evangelio con alegría, gratitudy radicalidad. Si Cristo nos conside-ró dignos de vivir en estos tiempos,en esta hora —la única que tene-mos—, no podemos dejarnos vencerpor el miedo ni dejarla pasar sinasumirla con la alegría de la fideli-dad. El Señor nos dará la fuerza pa-ra hacer de cada tiempo, de cadamomento, de cada situación unaoportunidad de comunión y reconci-liación con el Padre y con nuestroshermanos, especialmente con aque-llos que hoy son considerados infe-riores o material de descarte. Si Cris-to nos consideró dignos de hacer so-nar la melodía del evangelio, ¿deja-remos de hacerlo?

La unidad a la que el Señor nosllama es una unidad siempre en cla-ve misionera, que nos pide salir yllegar al corazón de nuestros pue-blos y culturas, a la sociedad posmo-derna en la que vivimos, «allí dondese gestan los nuevos relatos y para-digmas [para] alcanzar con la Pala-bra de Jesús los núcleos más profun-dos del alma de las ciudades» (Ex-hort. ap. Evangelii gaudium, 74). Lo-graremos realizar esta misión ecumé-nica si nos dejamos empapar por elEspíritu de Jesucristo que es capazde «romper los esquemas aburridosen los cuales pretendemos encerrarloy nos sorprende siempre con suconstante creatividad divina. Cadavez que intentamos volver a la fuen-te y recuperar la frescura original delevangelio brotan nuevos caminos,métodos creativos, otras formas deexpresión, signos más elocuentes,palabras cargadas de renovado signi-ficado para el mundo actual» (ibíd.,11).

Queridos hermanos y hermanas:Que siga sonando entre nosotros lamúsica del evangelio, que no deje desonar lo que permite que nuestro co-razón siga soñando y mirando la vi-da plena a la que el Señor nos llamaa todos: a ser sus discípulos misione-ros en medio del mundo que nos to-ca vivir.

Desde el Palacio presidencial de Riga, el lunes 24 de septiembre por la mañana,el Papa llegó en automóvil al Monumento de la libertad. A su llegada,fue acogido al inicio del puente por el presidente Vējonis y juntos se dirigieron apie hacia el Monumento. Después de los honores a las banderas, Franciscodepositó una corona de flores, después saludó a una decena de personas enrepresentación de niños, jóvenes y familias. Al finalizar, se transfirió en papamóvila la catedral luterana de Santa María, conocida como Rigas Doms, paraparticipar en un encuentro de oración ecuménico. A continuación, su discurso.

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La fuerzade la memoria

bergar y armonizar las diferenciassembrando violencia y desconfian-za», dijo el Papa en el primer dis-curso en Vilna.

Así, «sacar fuerza del pasado»,como canta el himno lituano, sig-nifica recuperar las raíces que per-mitieron «no sucumbir como na-ción», dijo Francisco, que lasidentificó en la hospitalidad y enla solidaridad.

Raíces fundamentales en el con-texto de hoy: y no solo en el bálti-co, que puede «convertirse enpuente de unión entre el oriente yel occidente europeo» sino en elconjunto del «escenario mundial»y en particular en una Unión Eu-ropea que parece, a menudo, ha-ber olvidado las razones más pro-fundas y más nobles del procesodel que nació después de las rui-nas de la guerra.

La memoria de aquellos añosterribles y del periodo sucesivo fueevocada no solo por las palabrassino también por los gestos delPapa. «Lituania entera lo puedetestimoniar con un escalofrío antela sola mención de Siberia, o losguetos», dijo en Kaunas el Pontí-fice antes de rendir homenaje a lasvíctimas de los indecibles horroresuna vez de vuelta en Vilna.

Aquí, de hecho, se detuvo y re-zó frente al pequeño cipo que re-cuerda el aniquilamiento del guetode la ciudad, conocida en el mun-do judío como «la Jerusalén delnorte» y después en el Museo dela ocupación y de la lucha por lalib ertad.

En este lugar siniestro y angus-tiante, donde se sucedieron las po-licías secretas nazi y después sovié-tica, Francisco apareció profunda-mente afectado y conmovido.Aquí honró la memoria de losmártires, entre ellos obispos y sa-cerdotes católicos, para despuésdetenerse durante un largo tiempoen silencio frente al monumentoque recuerda a «las víctimas de laocupación soviética», presentes al-gunas decenas de supervivientes.

Y aquí, después, de centenaresde voces se elevó un canto vehe-mente que en aquellos años susti-tuyó al himno nacional.

Otros cantos muy hermosos, ycompuestos en buena parte en la-tín, sostuvieron el encuentro ecu-ménico en la catedral luterana deRiga, poco después del encuentrocon las autoridades y la sociedadcivil que introdujo la visita en Le-tonia.

En el gran y solemne edificiogótico, antiguamente católico, elPapa, acompañado por el arzobis-po luterano, veneró la tumba desan Meinardo, el primer obispo delos países bálticos, y después elo-gió el ecumenismo «vivo» y misio-nero, para que «la música delevangelio no deje de sonar ennuestras plazas».

g. m .v.

El Pontífice a la comunidad católica

Raícesde un pueblo

Hacia el mediodía del lunes 24,el Pontífice se dirigió en papamóvila la catedral católica de Riga, dedicadaa Santiago. A la llegada fue acogido porel párroco, que le llevó el crucifijo y elagua bendita para la aspersión; después,una pareja de ancianos le dio unas flores,que Francisco depositó frente a la imagende la Virgen María. A continuación,el discurso del Papa.

Queridos hermanas y hermanos:Agradezco las palabras del arzo-

bispo y su preciso análisis de larealidad. Vuestra presencia, herma-nos más mayores, me hace recordardos expresiones de la carta delapóstol Santiago, a quien está dedi-cada esta catedral. Al comienzo yal final de la carta nos invita a laconstancia, pero usando dos térmi-nos diversos. Estoy seguro de quepodemos sentir la voz del hermanodel Señor que hoy quiere dirigirse an o s o t ro s .

Vosotros aquí presentes habéis si-do sometidos a toda clase de prue-bas: el horror de la guerra, y des-pués la represión política, la perse-cución y el exilio, como bien hadescrito vuestro arzobispo. Y ha-béis sido constantes, habéis perse-verado en la fe. Ni el régimen nazi,ni el soviético apagó la fe en vues-tros corazones y, en algunos de vo-sotros, incluso, no os hizo desistirde entregaros a la vida sacerdotal oreligiosa, a ser catequistas, y a múl-tiples servicios eclesiales que po-nían en riesgo la vida; habéis com-batido el buen combate, estáis porconcluir la carrera, y habéis conser-vado la fe (cf. 2 Tm 4, 7).

Pero el apóstol Santiago insisteen que esta paciencia supera laprueba de la fe haciendo emergerobras perfectas (cf. 1, 2-4). Vuestro

obrar habrá sido perfecto en aquelentonces y deberá tender, en lasnuevas circunstancias, también a laperfección. Vosotros, que habéisofrecido cuerpo y alma, que habéisdado la vida en pos de la libertadde vuestra patria, muchas veces osveis relegados. Aunque suene para-dójico, hoy, en nombre de la liber-tad, los hombres libres someten alos ancianos a la soledad, al ostra-cismo, a la falta de recursos, a laexclusión, y hasta a la miseria. Si esasí, el supuesto tren de la libertad yel progreso acaba teniendo, enquienes lucharon por conquistarderechos, su furgón de cola, los es-pectadores de una fiesta que es deotros, los honrados en homenajes,pero olvidados en la vida cotidiana(cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium,234).

El apóstol Santiago nos invita aser constantes, a no bajar los bra-zos. «En este camino, el desarrollode lo bueno, la maduración espiri-tual y el crecimiento del amor sonel mejor contrapeso ante el mal»(Exhort. ap. Gaudete et exsultate,163). No cedáis a la decepción, a latristeza, no perdáis la dulzura y,menos aún, la esperanza. Termi-nando su epístola, Santiago vuelvea invitar a la paciencia (5, 7), peroutiliza una palabra que reúne dossignificados: soportar pacientemen-te y esperar pacientemente. Os ani-

mo a que seáis también vosotros,en medio de vuestras familias y devuestra patria, ejemplo de estas ac-titudes: soportar y esperar, las dosllenas de paciencia. Así continua-réis a construir vuestro pueblo. Vo-sotros, que habéis transitado mu-chos tiempos, sed testimonio vivode tesón en la adversidad, perotambién del don de profecía, querecuerda a las jóvenes generacionesque el cuidado y protección de losque nos antecedieron es querido yvalorado por Dios, y que clama aDios cuando es desoído. Vosotros,que habéis transitado muchas épo-cas, no os olvidéis de que sois raí-ces de un pueblo, raíces de retoñosjóvenes que deben florecer y darfrutos; defended esas raíces, mante-nedlas vivas para que los niños yjóvenes se injerten allí, que ellosentiendan que «lo que el árbol tie-ne de florido/ vive de lo que tienesepultado» (F. L. Bernárdez, sonetoSi para recobrar lo recobrado).

Como dice la frase inscrita en elpúlpito de este templo: «Ojalá es-cuchéis hoy la voz del Señor, noendurezcáis el corazón» (Sal 95, 7-8). El corazón duro y esclerotizadoes aquel que pierde la alegría de lanovedad de Dios, el que renuncia ala juventud de ánimo, a gustar yver qué bueno es siempre, en todotiempo y hasta el final, el Señor(cf. Sal 34, 9).

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número 39, viernes 28 de septiembre de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 15

En la tarde del lunes24 de septiembre el

Papa —después de habercomido con los obispos

letones en la casaSagrada Familia enRiga y haber dejado

como presente uncrucifijo en bajorelieve—

llegó en helicóptero aAglona, donde en el área

del santuariointernacional de la

Madre de Dios celebróla misa. A continuación,la homilía pronunciada

por el Pontífice

La homilía de la misa en el santuario mariano de Aglona

La aceptación amorosa del otroBien podríamos decir que aquello que relatasan Lucas en el comienzo del libro de los He-chos de los Apóstoles se repite hoy aquí: ínti-mamente unidos, dedicados a la oración, y encompañía de María, nuestra Madre (cf. 1,14).Hoy hacemos nuestro el lema de esta visita:«¡Muéstrate, Madre!», haz evidente en quélugar sigues cantando el Ma g n í f i c a t , en qué si-tios está tu Hijo crucificado, para encontrar asus pies tu firme presencia.

El evangelio de Juan relata solo dos mo-mentos en que la vida de Jesús se entrecruzacon la de su Madre: las bodas de Caná (cf. Jn2, 1-12) y el que acabamos de leer, María alpie de la cruz (cf. Jn 19, 25-27). Pareciera queal evangelista le interesa mostrarnos a la Ma-dre de Jesús en esas situaciones de vida apa-rentemente opuestas: el gozo de unas bodas yel dolor por la muerte de un hijo. Que, aladentrarnos en el misterio de la Palabra, ellanos muestre cuál es la Buena Noticia que elSeñor hoy quiere compartirnos.

Lo primero que señala el evangelista es queMaría está «firmemente de pie» junto a suHijo. No es un modo liviano de estar, tampo-co evasivo y menos aún pusilánime. Es confirmeza, «clavada» al pie de la cruz, expresan-do con la postura de su cuerpo que nada ninadie podría moverla de ese lugar. María semuestra en primer lugar así: al lado de losque sufren, de aquellos de los que todo elmundo huye, incluso de los que son enjuicia-dos, condenados por todos, deportados. Nose trata solo de que sean oprimidos o explota-dos, sino de estar directamente «fuera del sis-tema», al margen de la sociedad (cf. Exhort.ap. Evangelii gaudium, 53). Con ellos está tam-bién la Madre, clavada junto a esa cruz de laincomprensión y del sufrimiento.

También María nos muestra un modo deestar al lado de estas realidades; no es ir depaseo ni hacer una breve visita, ni tampoco es«turismo solidario». Se trata de que quienespadecen una realidad de dolor nos sientan asu lado y de su lado, de modo firme, estable;todos los descartados de la sociedad puedenhacer experiencia de esta Madre delicadamen-te cercana, porque en el que sufre siguenabiertas las llagas de su Hijo Jesús. Ella loaprendió al pie de la cruz. También nosotrosestamos llamados a «tocar» el sufrimiento delos demás. Vayamos al encuentro de nuestropueblo para consolarlo y acompañarlo; notengamos miedo de experimentar la fuerza dela ternura y de implicarnos y complicarnos la

vida por los otros (cf. ibíd., 270). Y, como Ma-ría, permanezcamos firmes y de pie: con el co-razón puesto en Dios y animados, levantandoal que está caído, enalteciendo al humilde,ayudando a terminar con cualquier situaciónde opresión que los hace vivir como crucifica-dos.

María es invitada por Jesús a recibir al dis-cípulo amado como su hijo. El texto nos diceque estaban juntos, pero Jesús percibe que nolo suficiente, que no se han recibido mutua-mente. Porque uno puede estar al lado demuchísimas personas, puede incluso compartirla misma vivienda, o el barrio, o el trabajo;puede compartir la fe, contemplar y gozar delos mismos misterios, pero no acogerse, nohacer el ejercicio de una aceptación amorosadel otro. Cuántos matrimonios podrían relatarsus historias de estar cerca pero no juntos;cuántos jóvenes sienten con dolor esta distan-cia con los adultos, cuántos ancianos se sien-ten fríamente atendidos, pero no amorosa-mente cuidados y recibidos.

Es cierto que, a veces, cuando nos hemosabierto a los demás nos ha hecho mucho da-ño. También es verdad que, en nuestras reali-dades políticas, la historia de desencuentro delos pueblos todavía está dolorosamente fresca.María se muestra como mujer abierta al per-dón, a dejar de lado rencores y desconfianzas;renuncia a hacer reclamos por lo que «hubierapodido ser» si los amigos de su Hijo, si lossacerdotes de su pueblo o si los gobernantesse hubieran comportado de otra manera, nose deja ganar por la frustración o la impoten-cia. María le cree a Jesús y recibe al discípulo,porque las relaciones que nos sanan y liberanson las que nos abren al encuentro y a la fra-ternidad con los demás, porque descubren enel otro al mismo Dios (cf. ibíd., 92). Monse-ñor Sloskans, que descansa aquí, una vezapresado y enviado lejos, escribía a sus pa-dres: «Os lo pido desde lo más hondo de micorazón: no dejéis que la venganza o la exas-peración se abran camino en vuestro corazón.Si lo permitiésemos no seríamos verdaderoscristianos, sino fanáticos». En tiempos dondepareciera que vuelve a haber modos de pensarque nos invitan a desconfiar de los otros, quecon estadísticas nos quieren demostrar que es-taríamos mejor, seríamos más prósperos, ha-bría más seguridad si estuviéramos solos, Ma-ría y los discípulos de estas tierras nos invitana acoger, a volver a apostar por el hermano,por la fraternidad universal.

Pero María se muestra también como lamujer que se deja recibir, que humildementeacepta pasar a ser parte de las cosas del discí-pulo. En aquella boda que se había quedadosin vino, con el peligro de terminar llena deritos pero seca de amor y de alegría, fue ellala que les mandó que hicieran lo que él lesdijera (cf. Jn 2, 5). Ahora, como discípulaobediente, se deja recibir, se traslada, se aco-moda al ritmo del más joven. Siempre cuestala armonía cuando somos distintos, cuandolos años, las historias y las circunstancias nosponen en modos de sentir, pensar y hacer quea simple vista parecen opuestos. Cuando confe escuchamos el mandato de recibir y ser re-cibidos, es posible construir la unidad en ladiversidad, porque no nos frenan ni dividenlas diferencias, sino que somos capaces de mi-rar más allá, de ver a los otros en su dignidadmás profunda, como hijos de un mismo Padre(cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228).

En esta, como en cada eucaristía, hacemosmemoria de aquel día. Al pie de la cruz, Ma-ría nos recuerda el gozo de haber sido recono-cidos como sus hijos, y su Hijo Jesús nos invi-ta a traerla a casa, a ponerla en medio denuestra vida. Ella nos quiere regalar su valen-tía, para estar firmemente de pie; su humil-dad, que la hace adaptarse a las coordenadasde cada momento de la historia; y clama paraque en este, su santuario, todos nos compro-metamos a acogernos sin discriminarnos. Quetodos en Letonia, sepan que estamos dispues-tos a privilegiar a los más pobres, levantar alos caídos y recibir a los demás así como vie-nen y se presentan ante nosotros.

Al finalizar la misa, después del saludo delobispo Janis Bulis, el Papa agradeció así a losfieles presentes.

Queridos hermanos y hermanas:Al final de esta celebración, agradezco a

vuestro Obispo las palabras que me ha dirigi-do. Quiero dar las gracias de corazón a todoslos que de diversas maneras han colaboradoen esta visita. En particular, expreso mi pro-funda gratitud al Presidente de la República ya las autoridades del país por su acogida.

En esta «Tierra mariana», ofrezco a la San-ta Madre de Dios el obsequio de una especialcorona del Rosario: Que la Virgen os protejay os acompañe siempre.

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Mensaje del Papa Francicoa los católicos chinos y a la Iglesia universal

El Pontífice subraya que la fe cambia la historia

«Su misericordia es eterna,su fidelidad por todas las edades»

(Salmo 100, 5).Queridos hermanos en el episcopado, sa-

cerdotes, personas consagradas y todos losfieles de la Iglesia católica en China: da-mos gracias al Señor, porque es eterna sumisericordia y reconocemos que «él nos hi-zo y somos suyos, su pueblo y ovejas de surebaño» (Sal 100, 3).

En este momento resuenan en mi inte-rior las palabras con las que mi veneradoPredecesor os exhortaba en la Carta del 27de mayo de 2007: «Iglesia católica en Chi-na, pequeña grey presente y operante en lavastedad de un inmenso Pueblo que cami-na en la historia, ¡cómo resuenan alentado-ras y provocadoras para ti las palabras deJesús: «No temas, pequeño rebaño; porquevuestro Padre ha tenido a bien daros elReino» (Lc 12, 32)! Por tanto, «alumbre asívuestra luz a los hombres, para que veanvuestras buenas obras y den gloria a vues-tro a Padre que está en el cielo» (Mt 5,16)» (Benedicto XVI, Carta a los católicoschinos, 27 mayo 2007, 5).

1. En los últimos tiempos, han circuladomuchas voces opuestas sobre el presente y,especialmente, sobre el futuro de la comu-nidad católica en China. Soy consciente deque semejante torbellino de opiniones yconsideraciones habrá provocado muchaconfusión, originando en muchos corazo-nes sentimientos encontrados. En algunos,surgen dudas y perplejidad; otros, tienen lasensación de que han sido abandonadospor la Santa Sede y, al mismo tiempo, sepreguntan inquietos sobre el valor del su-

frimiento vivido en fidelidad al Sucesor dePedro. En otros muchos, en cambio, predo-minan expectativas y reflexiones positivasque están animadas por la esperanza de unfuturo más sereno a causa de un testimoniofecundo de la fe en tierra china.

Dicha situación se ha ido acentuando so-bre todo con referencia al Acuerdo Provi-sional entre la Santa Sede y la RepúblicaPopular China que, como sabéis, se ha fir-mado recientemente en Pekín. En un mo-mento tan significativo para la vida de laIglesia, y a través de este breve Mensaje,deseo, sobre todo, aseguraros que cada díaos tengo presentes en mi oración ademásde compartir con vosotros los sentimientosque están en mi corazón.

Son sentimientos de gratitud al Señor yde sincera admiración —que es la admira-ción de toda la Iglesia católica— por el donde vuestra fidelidad, de la constancia en laprueba, de la arraigada confianza en laProvidencia divina, también cuando ciertosacontecimientos se demostraron particular-mente adversos y difíciles.

Tales experiencias dolorosas pertenecenal tesoro espiritual de la Iglesia en China yde todo el Pueblo de Dios que peregrinaen la tierra. Os aseguro que el Señor, preci-samente a través del crisol de las pruebas,no deja nunca de colmarnos de sus conso-laciones y de prepararnos para una alegríamás grande. Con el Salmo 126 tenemos lacerteza de que «los que sembraban con lá-grimas cosechan entre cantares» (v. 5).

Sigamos, entonces, con la mirada fija enel ejemplo de tantos fieles y pastores queno han dudado en ofrecer su «testimoniomaravilloso» (cf. 1 Tm 6, 13) al Evangelio,hasta el ofrecimiento de la propia vida. Sehan de considerar como verdaderos amigosde Dios.

2. Por mi parte, siempre he consideradoa China como una tierra llena de grandesoportunidades, y al Pueblo chino como ar-tífice y protector de un patrimonio inesti-mable de cultura y sabiduría, que se ha idoacrisolando resintiendo a las adversidades eintegrando las diferencias, y que tomó con-tacto, no por casualidad, desde tiempos re-motos con el mensaje cristiano. Como de-

cía con gran sutileza el P. Mateo Ricci, S.J.,desafiándonos a vivir la virtud de la con-fianza, «antes de establecer una amistad, senecesita observar; después de tenerla, senecesita confianza mutua» (De Amicitia, 7).

Tengo también la convicción de que elencuentro solo será auténtico y fecundo sise realiza poniendo en práctica el diálogo,que significa conocerse, respetarse y «cami-nar juntos» para construir un futuro co-mún de mayor armonía.

En este surco se coloca el Acuerdo Pro-visional, que es fruto de un largo y comple-jo diálogo institucional entre la Santa Sedey las Autoridades chinas, iniciado ya porsan Juan Pablo II y seguido por el PapaBenedicto XVI. A lo largo de dicho recorri-do, la Santa Sede no tenía —ni tiene— o t roobjetivo, sino el de llevar a cabo los finesespirituales y pastorales que le son propios;es decir, sostener y promover el anunciodel Evangelio, así como el de alcanzar ymantener la plena y visible unidad de lacomunidad católica en China.

Sobre el valor y finalidades de dichoAcuerdo, deseo proponeros algunas refle-xiones, ofreciéndoos además alguna suge-rencia de espiritualidad pastoral para el ca-mino que, en esta nueva fase, estamos lla-mados a recorrer.

Se trata de un camino que, como la eta-pa precedente, «requiere tiempo y presupo-ne la buena voluntad de las partes» (Bene-dicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27mayo 2007, 4), pero para la Iglesia, dentroy fuera de China, no se trata solo de adhe-rirse a valores humanos, sino de respondera una vocación espiritual: salir de sí mismapara abrazar «el gozo y la esperanza, latristeza y la angustia de los hombres denuestro tiempo, sobre todo de los pobres yde todos los afligidos» (Conc. Ecum. Vat.II, Const. ap. Gaudium et spes, 1), así comolos desafíos del presente que Dios le con-fía. Por tanto, es una llamada eclesial paraque nos hagamos peregrinos en los cami-nos de la historia, confiando ante todo enDios y en sus promesas, como hicieronAbrahán y nuestros padres en la fe.

Abrahán, llamado por Dios, obedeciópartiendo hacia una tierra desconocida que

Publicamos el texto delmensaje del Papa Francisco a

los católicos de China y a laIglesia universal después delacuerdo provisional entre laSanta Sede y la República

popular china firmado el 22de septiembre en Pekín

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SIGUE EN LA PÁGINA 18

tenía que recibir en heredad, sin conocer elcamino que se abría ante él. Si Abrahánhubiera pretendido condiciones, sociales ypolíticas, ideales antes de salir de su tierra,quizás no hubiera salido nunca. Él, encambio, confió en Dios y por su Palabradejó su propia casa y sus seguridades. Nofueron pues los cambios históricos los quele permitieron confiar en Dios, sino quefue su fe auténtica la que provocó un cam-bio en la historia. La fe, de hecho, «es fun-damento de lo que se espera y garantía delo que no se ve. Por ella son recordados losantiguos» (Heb 11, 1-2).

3. Como Sucesor de Pedro, deseo confir-maros en esta fe (cf. Lc 11, 32) —en la fe deAbrahán, en la fe de la Virgen María, en lafe que habéis recibido—, para invitaros aque pongáis cada vez con mayor convic-ción vuestra confianza en el Señor de lahistoria, discerniendo su voluntad que serealiza en la Iglesia. Invoquemos el dondel Espíritu para que ilumine la mente, en-cienda el corazón y nos ayude a entenderhacia dónde nos quiere llevar para superarlos inevitables momentos de cansancio y te-ner el valor de seguir decididamente el ca-mino que se abre ante nosotros.

Con el fin de sostener e impulsar elanuncio del Evangelio en China y de resta-blecer la plena y visible unidad en la Igle-sia, era fundamental afrontar, en primer lu-gar, la cuestión de los nombramientos epis-copales. Todos conocéis que, lamentable-mente, la historia reciente de la Iglesia ca-tólica en China ha estado dolorosamentemarcada por las profundas tensiones, heri-das y divisiones que se han polarizado, so-bre todo, en torno a la figura del obispocomo guardián de la autenticidad de la fe ygarante de la comunión eclesial.

Cuando, en el pasado, se pretendió de-terminar también la vida interna de las co-munidades católicas, imponiendo el controldirecto más allá de las legítimas competen-cias del Estado, surgió en la Iglesia en Chi-na el fenómeno de la clandestinidad. Dichaexperiencia —cabe señalar— no es normalen la vida de la Iglesia y «la historia ense-ña que pastores y fieles han recurrido a ellasólo con el doloroso deseo de mantener ín-tegra la propia fe» (Benedicto XVI, Carta alos católicos chinos, 27 mayo 2007, 8).

Quisiera daros a conocer que, desde queme fue confiado el Ministerio Petrino, heexperimentado gran consuelo al constatarel sincero deseo de los católicos chinos devivir su fe en plena comunión con la Igle-sia universal y con el Sucesor de Pedro,que es «el principio y fundamento perpe-tuo y visible de la unidad, tanto de losobispos como de la muchedumbre de fie-les» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm.Lumen gentium, 23). De este deseo, he reci-bido durante estos años numerosos signosy testimonios concretos, también de partede los que, incluso obispos, han herido lacomunión en la Iglesia, a causa de su debi-lidad y de sus errores, pero, además, nopocas veces, por la fuerte e indebida pre-sión externa.

Por lo tanto, después de haber examina-do atentamente cada situación personal yescuchado distintos pareceres, he reflexio-nado y rezado mucho buscando el verdade-ro bien de la Iglesia en China. Finalmente,ante el Señor y con serenidad de juicio, encontinuidad con las directrices de mis Pre-decesores inmediatos, he decidido concederla reconciliación a los siete restantes obis-pos «oficiales» ordenados sin mandatopontificio y, habiendo remitido toda san-ción canónica relativa, readmitirlos a la ple-na comunión eclesial. Al mismo tiempo, les

pido a ellos que manifies-ten, a través de gestos con-cretos y visibles, la resta-blecida unidad con la SedeApostólica y con las Igle-sias dispersas por el mun-do, y que se mantenganfieles a pesar de las dificul-tades.

4. En el sexto año de miPontificado, que ya desdelos primeros pasos pusebajo el amor misericordio-so de Dios, invito por lotanto a todos los católicoschinos a que se hagan artí-fices de reconciliación, re-cordando con renovadoempuje apostólico las pala-bras de san Pablo: «Diosnos reconcilió consigo pormedio de Cristo y nos en-cargó el ministerio de la re-conciliación» (2 Co 5, 18).

De hecho, como escribíal concluir el Jubileo Ex-traordinario de la miseri-cordia, «no existe ley niprecepto que pueda impe-dir a Dios volver a abrazaral hijo que regresa a él re-conociendo que se ha equi-vocado, pero decidido a re-comenzar desde el princi-pio. Quedarse solamenteen la ley equivale a banali-zar la fe y la misericordiadivina. […] Incluso en loscasos más complejos, en

En este sentido, es evidente que unAcuerdo no es nada más que un instru-mento, y por sí solo no podrá resolver to-dos los problemas existentes. En realidad,este resultaría ineficaz y estéril si no fueraacompañado por un compromiso profundode renovación de la conducta personal ydel comportamiento eclesial.

6. A nivel pastoral, la comunidad católi-ca en China está llamada a permanecerunida, para superar las divisiones del pasa-do que tantos sufrimientos han provocadoy lo siguen haciendo en el corazón de mu-chos pastores y fieles. Que todos los cris-tianos, sin distinción, hagan ahora gestosde reconciliación y de comunión. En estesentido, tomemos en serio la advertencia desan Juan de la Cruz: «A la tarde te exami-narán en el amor» (Palabras de luz y dea m o r, 1,60).

Que, en el ámbito civil y político, los ca-tólicos chinos sean buenos ciudadanos,amen totalmente a su Patria y sirvan a suPaís con esfuerzo y honestidad, según suspropias capacidades. Que, en el plano éti-co, sean conscientes de que muchos com-patriotas esperan de ellos un grado más enel servicio del bien común y del desarrolloarmonioso de la sociedad entera. Que loscatólicos sepan, de modo particular, ofreceraquella aportación profética y constructivaque ellos obtienen de su fe en el reino deDios. Esto puede exigirles también la difi-cultad de expresar una palabra crítica, nopor inútil contraposición, sino con el fin deedificar una sociedad más justa, más huma-na y más respetuosa con la dignidad de ca-da persona.

7. Me dirijo a todos vosotros, queridoshermanos obispos, sacerdotes y personasconsagradas, que «servís al Señor con ale-gría» (Sal 100, 2). Que nos reconozcamoscomo discípulos de Cristo en el servicio al

los que se siente la tentación de hacer pre-valecer una justicia que deriva sólo de lasnormas, se debe creer en la fuerza que bro-ta de la gracia divina» (Carta ap. Misericor-dia et misera, 20 noviembre 2016, 11).

Con este espíritu, y con las decisionesadoptadas, podemos iniciar un camino iné-dito, que confiamos en que ayudará a sanarlas heridas del pasado, a restablecer la ple-na comunión de todos los católicos chinosy a abrir una fase de mayor colaboraciónfraterna, para asumir con renovado com-promiso la misión de anunciar el Evange-lio. En efecto, la Iglesia existe para dar tes-timonio de Jesús y del amor del Padre queperdona y salva.

5. El Acuerdo Provisional firmado conlas Autoridades chinas, aun cuando estácircunscrito a algunos aspectos de la vidade la Iglesia y está llamado necesariamentea ser mejorado, puede contribuir —por suparte— a escribir esta nueva página de laIglesia católica en China. Por primera vez,se contemplan elementos estables de cola-boración entre las Autoridades del Estadoy la Sede Apostólica, con la esperanza deasegurar buenos pastores a la comunidadcatólica.

En este contexto, la Santa Sede deseahacer lo que le corresponde hasta el final,pero también vosotros, obispos, sacerdotes,personas consagradas y fieles laicos, tenéisun papel importante: buscar de forma con-junta buenos candidatos que sean capacesde asumir en la Iglesia el delicado e impor-tante servicio episcopal. No se trata, enefecto, de nombrar funcionarios para lagestión de las cuestiones religiosas, sino detener pastores auténticos según el corazónde Jesús, entregados con su trabajo genero-so al servicio del Pueblo de Dios, especial-mente de los más pobres y débiles, tenien-do en cuenta las palabras del Señor: «Elque quiera ser grande entre vosotros, quesea vuestro servidor; y el que quiera ser pri-mero, sea esclavo de todos» (Mc 10, 43-44).

Chu Kar Kui,«Nuestra Señora de China»

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página 18 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 28 de septiembre de 2018, número 39

Mensaje a los católicos chinosy a la Iglesia universal

VIENE DE LA PÁGINA 17

Pueblo de Dios. Que vivamos la caridad pastoralcomo brújula de nuestro ministerio. Que supere-mos las contradicciones del pasado, la búsquedade intereses personales y atendamos a los fieles,haciendo nuestras sus alegrías y sufrimientos.Que trabajemos humildemente por la reconcilia-ción y la unidad. Que retomemos con fuerza ypasión el camino de la evangelización, como se-ñaló el Concilio Ecuménico Vaticano II.

A todos vosotros os digo nuevamente conafecto: «Nos moviliza el ejemplo de tantos sacer-dotes, religiosas, religiosos y laicos que se dedi-can a anunciar y a servir con gran fidelidad, mu-chas veces arriesgando sus vidas y ciertamente acosta de su comodidad. Su testimonio nos re-cuerda que la Iglesia no necesita tantos burócra-tas y funcionarios, sino misioneros apasionados,devorados por el entusiasmo de comunicar laverdadera vida. Los santos sorprenden, desinsta-lan, porque sus vidas nos invitan a salir de lamediocridad tranquila y anestesiante» (Exhort.ap. Gaudete et exsultate, 19 marzo 2018, 138).

Os ruego con convicción que pidáis la graciade no vacilar cuando el Espíritu nos reclame quedemos un paso adelante: «Pidamos el valor

de hoy: el orgullo del éxito mundano, la cerra-zón en las propias certezas, la supremacía dada alas cosas materiales como si Dios no existiese. Idcontracorriente y permaneced firmes en el Señor:«Él solo es bueno», solo «su misericordia eseterna», solo su fidelidad dura «por todas lasedades» (Sal 100, 5).

9. Queridos hermanos y hermanas de la Igle-sia universal: todos debemos reconocer comouno de los signos de nuestro tiempo lo que estásucediendo hoy en la vida de la Iglesia en Chi-na. Tenemos una tarea importante: acompañarcon la oración fervorosa y la amistad fraterna anuestros hermanos y hermanas en China. De he-cho, ellos deben experimentar que no están solosen el camino que en este momento se abre anteellos. Es necesario que sean acogidos y ayudadoscomo parte viva de la Iglesia: «Ved qué dulzura,qué delicia, convivir los hermanos unidos» (Sal133, 1).

Que cada comunidad católica local, en todo elmundo, se comprometa a valorizar y a acoger eltesoro espiritual y cultural específico de los cató-licos chinos. Ha llegado la hora en que probe-mos juntos los frutos genuinos del Evangeliosembrado en el seno del antiguo «Reino del Me-dio» y que elevemos al Señor Jesucristo el canto

de la fe y de la acción de gracias, embellecidocon auténticas notas chinas.

10. Me dirijo con respeto a los que guían laRepública Popular China y renuevo la invitacióna continuar el diálogo iniciado hace tiempo conconfianza, valentía y amplitud de miras. Deseoasegurar que la Santa Sede seguirá trabajandosinceramente para crecer en la auténtica amistadcon el Pueblo chino.

Los contactos actuales entre la Santa Sede y elGobierno chino se están revelando útiles parasuperar las contraposiciones del pasado, tambiénreciente, y para escribir una página de colabora-ción más serena y concreta en la certeza de que«las incomprensiones no favorecen ni a las Auto-ridades chinas ni a la Iglesia católica en China»(Benedicto XVI, Carta a los católicos chinos, 27mayo 2007, 4).

De este modo, China y la Sede Apostólica,llamadas por la historia a una tarea difícil peroapasionante, podrán actuar más positivamente afavor del crecimiento ordenado y armonioso dela comunidad católica en tierra china, y se esfor-zarán en promover el desarrollo integral de la so-ciedad, asegurando un mayor respeto por la per-sona humana también en el ámbito religioso, tra-bajando de forma concreta en la protección delambiente en el que vivimos y en la construcciónde un futuro de paz y de fraternidad entre lospueblos.

Es de suma importancia que también en Chi-na, a nivel local, se profundicen cada vez más lasrelaciones entre los Responsables de las comuni-dades eclesiales y las Autoridades civiles, me-diante un diálogo sincero y una escucha sin pre-juicios que permita superar las actitudes recípro-cas de hostilidad. Se tiene que aprender un estilonuevo de colaboración sencilla y cotidiana entrelas Autoridades locales y las eclesiásticas —obis-pos, sacerdotes, ancianos de las comunidades—de tal modo que se garantice el desarrollo orde-nado de las actividades pastorales, armonizandolas expectativas legítimas de los fieles y las deci-siones que son competencia de las Autoridades.

Esto ayudará a comprender que la Iglesia enChina no es ajena a la historia china, ni pideningún privilegio: su finalidad en el diálogo conlas Autoridades civiles es la de «llegar a una re-lación basada en el respeto recíproco y en el co-nocimiento profundo» (ibíd.).

11. En nombre de toda la Iglesia, pido al Se-ñor el don de la paz, a la vez que os invito a to-dos a invocar conmigo la protección maternal dela Virgen María.

Madre del cielo, escucha la voz de tus hijos, quehumildemente invocan tu nombre.

Virgen de la esperanza, a ti confiamos el caminode los creyentes en la noble tierra de China. Te pedi-mos que presentes al Señor de la historia las tribu-laciones y las fatigas, las súplicas y las esperanzasde los fieles que te rezan, oh Reina del cielo.

Madre de la Iglesia, te consagramos el presente yel futuro de las familias y de nuestras comunidades.Protégelas y ayúdalas en la reconciliación fraterna yen el servicio hacia los pobres que bendicen tu nom-bre, oh Reina del cielo.

Consoladora de los afligidos, nos dirigimos a tipara que seas refugio de los que lloran en la hora dela prueba. Vela sobre tus hijos que alaban tu nom-bre, haz que lleven juntos el anuncio del Evangelio.Acompaña sus pasos por un mundo más fraterno,haz que todos lleven la alegría del perdón, oh Reinadel cielo.

María, Auxilio de los cristianos, te pedimos paraChina días de bendición y de paz. Amén.

Vaticano, 26 de septiembre de 2018

apostólico de comunicar elEvangelio a los demás y de re-nunciar a hacer de nuestra vidacristiana un museo de recuer-dos. En todo caso, dejemos queel Espíritu Santo nos haga con-templar la historia en la clavede Jesús resucitado. De ese mo-do la Iglesia, en lugar de estan-carse, podrá seguir adelanteacogiendo las sorpresas del Se-ñor» (ibíd., 139).

8. En este año, en el que to-da la Iglesia celebra el Sínodode los Jóvenes, deseo dirigirmeespecialmente a vosotros, jóve-nes católicos chinos, que atrave-sáis las puertas de la Casa delSeñor «con himnos dándolegracias y bendiciendo su nom-bre» (Sal 100, 4). Os pido quecolaboréis en la construccióndel futuro de vuestro País conlos dones personales que habéisrecibido y con vuestra fe joven.Os animo a llevar a todos, convuestro entusiasmo, la alegríadel Evangelio.

Estad dispuestos a acoger co-mo guía segura al Espíritu San-to, que indica al mundo de hoyel camino hacia la reconcilia-ción y la paz. Dejaos sorpren-der por la fuerza renovadora dela gracia, también cuando ospueda parecer que el Señor ospide un compromiso superior avuestras fuerzas. No tengáismiedo de escuchar su voz queos pide fraternidad, encuentro,capacidad de diálogo y de per-dón, y espíritu de servicio, a pe-sar de tantas experiencias dolo-rosas del pasado reciente y delas heridas todavía abiertas.

Abrid el corazón y la mentepara discernir el plan misericor-dioso de Dios, que nos pide su-perar los prejuicios personales yantagonismos entre los grupos ylas comunidades, para abrir uncamino valiente y fraterno a laluz de una auténtica cultura dele n c u e n t ro .

Muchas son las tentaciones

«El buen pastor» (postal china)

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número 39, viernes 28 de septiembre de 2018 L’OSSERVATORE ROMANO página 19

Hombre de palabraEl Papa Francisco según el director alemán Wim Wenders

EMILIO RA N Z AT O

Estará en los cines solamente del 4 al 8 deoctubre El Papa Francisco: un hombre de Pala-b ra , el documental sobre el Papa Bergogliodirigido por Wim Wenders, fruto de cuatrolargos encuentros en el Vaticano entre el Pon-tífice y el gran director alemán a lo largo dedos años.

En la base del documental hay en el fondouna idea sencilla. Es decir, alternar imágenesrelativas a los grandes problemas del mundocon las palabras del protagonista. Palabrasimpresas sobre dos conceptos que no por ca-sualidad el Papa elogia durante los encuen-

obstáculo, pero en el fondo no es ni siquieraparticularmente necesaria. De tal modo, sehabría dejado completamente el documentala las imágenes y a las palabras del Papa y elresultado final habría tenido todavía másefecto.

Los aspectos del papado actual que Wen-ders tiene intención de subrayar, son el deseode hacer que la pobreza se vuelva centraldentro de la Iglesia, la ausencia de descon-fianza en la ciencia, con la que la fe deberíaconsolidar una dialéctica fecunda, la promo-ción de un sentido de hermandad entre cris-tianos y pertenecientes a otras religiones, labatalla sin titubeos y sin freno contra el es-cándalo de los abusos a menores por parte demiembros del clero y el apoyo incondicionala las familias de las víctimas en sede procesal,la atención al medioambiente y a la ecología,el hecho de profesar un comportamiento deinclusión y no de exclusión al hacer frente alimponente fenómeno migratorio de estosaños.

Más en general, Wenders está evidente-mente conmovido por la capacidad del Papade transmitir el propio mensaje a todos, tam-bién a los no cristianos, también a los ateos.Todos son aspectos apoyados muy bien porla elección de las imágenes. Y las que causanuna impresión particular son las dedicadas alas travesías del Mediterráneo, tan dramáticascomo necesarias.

A las palabras dadas directamente a él,además, el director alterna las expresadas du-rante algunos encuentros del Papa con gentede todo el mundo. Testimonio de que no soloes amado, sino, sobre todo, de cuánto sus pa-labras hacen efecto. De particular interés, ental sentido, son las imágenes de la interven-ción en el Congreso de Estados Unidos. Undiscurso sin medias tintas sobre la relaciónentre difusión de las armas y dinero, suscitaen los oyentes una inesperada reacción de en-tusiasmo que parece casi liberatoria.

El único verdadero defecto del documen-tal, pero que no afecta al resultado final, nacede la elección de hacer un paralelismo entreel Papa y San Francisco. Sobre todo porquese trata de un aspecto que habría merecidomucho más espacio, incluso una películaaparte. Al delinear, sin embargo, brevementela doctrina del santo de Asís, la película nopuede hacer otra cosa que resultar superficialy apresurada. Además, la idea de representaralgunos episodios de su vida a través de bre-ves reconstrucciones recitadas, desentona tan-to estilística como conceptualmente con elresto del documental. Las imágenes en blan-co y negro que simulan el aspecto del cinemudo son un poco ingenuas, pero sobre todocontravienen el buen sentido de urgencia queel director ha conseguido conferir al resto dela obra. Se trata de un contraste seguramenteconsciente, pero no menos logrado.

Esto no quita para que el director alemánse confirme —después de Buena vista socialclub (1999), La sal de la tierra (2014) y mu-chos otros— como un buen documentalista, ypara demostrarlo bastarían los minutos finalesde la película, en los que la simbiosis entreimágenes y palabras crece de ritmo hasta re-presentar al Papa Francisco como una barreraal dolor del mundo. Excepto entonces, conun toque genial, cerrarse en una nota, al con-trario, intimista y ligera, que hace justicia ybien a la personalidad del protagonista.

El Papa Francisco concluye de hecho conun elogio a la sonrisa y al sentido del humor,dones de Dios que pueden estar incluso con-tenidos en una oración, como la de santo To-más Moro, «la oración del buen humor», queél repite cada mañana. Y que se abre con laspalabras: «Dame oh Señor una buena diges-tión. Y también algo que digerir».

tros con el director: la humildad y la sabidu-ría. El tono en el que expresa su pensamien-to, de hecho, no es el de quien quiere bajaruna verdad desde arriba, más bien, sencilla-mente, es el de un hombre que habla a otroshombres. Un hombre sabio. Que, fuerte porlo que ha aprendido gracias a la fe, pero tam-bién gracias a la sencilla experiencia de vida,ve las cosas de una forma muy lúcida y se ex-presa con determinación y seguridad.

De manera coherente, frente al objetivo dela cámara de cine, el Papa Francisco se mues-tra con gran desenvoltura, ayudado en estotambién por inteligentes recursos técnicosadoptados por Wenders, que —inspirándoseen el estilo del documentalista estadouniden-se Errol Morris— durante las grabaciones pre-paró un monitor de modo que el Papa se di-rigiera a él y al mismo tiempo mirara al obje-tivo, y por lo tanto, al espectador.

Haciendo coincidir la mirada del directorcon la del público, Wenders expresa tambiénbien el estado de ánimo con el que ha afron-tado este último trabajo, que es aquel másque legítimo de un hombre asustado de laépoca en la que estamos viviendo y que quie-re ser tranquilizado también en primera per-sona.

El director además ha suprimido precisa-mente las preguntas que él mismo realizó alPapa, además de su propia presencia, paraconcentrar más la atención sobre el entrevis-tado. Tal vez se podía excluir también la voznarradora del mismo Wenders, que no es un

Un fotograma del documental

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página 20 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 28 de septiembre de 2018, número 39

En la catequesis el Pontífice habla del viaje a los Países bálticos

La libertad necesita al amorQueridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Los días pasados he llevado a ca-bo un viaje apostólico a Lituania,Letonia y Estonia, con ocasión delcentenario de la independencia deestos países llamados Bálticos. Cienaños de los que la mitad los han vi-vido bajo el yugo de las ocupacio-nes, la nazi primero y la soviéticadespués. Son pueblos que han sufri-do mucho y por eso, el Señor les hamirado con predilección. Estoy segu-ro de eso. Agradezco a los presiden-tes de las tres repúblicas y a las au-toridades civiles por la exquisita aco-gida que he recibido. Agradezco alos obispos y a todos aquellos quehan colaborado para preparar y lle-var a cabo este evento eclesial.

Mi visita tuvo lugar en un contex-to muy diferente al que encontró sanJuan Pablo II; por lo tanto, mi mi-sión era proclamar a esos pueblos laalegría del Evangelio y la revoluciónde la ternura, de la misericordia,porque la libertad no es suficientepara dar sentido y plenitud a la vidasin amor, el amor que siempre pro-viene de Dios. El Evangelio, que entiempo de pruebas da fuerza y almaa la lucha por la liberación, en eltiempo de la libertad es luz para elviaje diario de las personas, familias,sociedades y es la sal que da sabor ala vida ordinaria y la preserva de lacorrupción de la mediocridad y delos egoísmos.

En Lituania, los católicos son lamayoría, mientras que en Letonia yen Estonia prevalecen los luteranos ylos ortodoxos, pero muchos se hanalejado de la vida religiosa. Por lotanto, el desafío es el de reforzar lacomunión entre todos los cristianos,que ya se desarrolló durante el duroperiodo de la persecución. De he-cho, la dimensión ecuménica era in-

trínseca a este viaje y encontró ex-presión en el momento de oraciónen la Catedral de Riga y en el en-cuentro con los jóvenes en Tallin.

Al dirigirme a las respectivas auto-ridades de los tres países, he enfati-zado la contribución que brindan ala comunidad de naciones y espe-cialmente a Europa: la contribuciónde los valores humanos y socialespasados por el crisol de la prueba.Incentivé el diálogo entre la genera-ción de mayores y la de los jóvenes,para que el contacto con las «raíces»pueda continuar fertilizando el pre-sente y el futuro. Insté a combinarsiempre la libertad con la solidari-dad y la acogida, según la tradiciónde esas tierras.

A los jóvenes y a los ancianos es-taban dedicados dos encuentros es-pecíficos: con los jóvenes en Vilna,con los ancianos en Riga. En la pla-za de Vilna, llena de chicos y chicas,se palpaba el lema de la visita a Li-tuania: «Cristo Jesús, nuestra espe-ranza». Los testimonios manifesta-ron la belleza de la oración y delcanto, donde el alma siempre se abrea Dios; la alegría de servir a los de-más, saliendo de los recintos del«yo» para estar en camino, capacesde volver a levantarse después de lascaídas. Con los ancianos, en Leto-nia, subrayé el estrecho vínculo entrepaciencia y esperanza. Aquellos quehan pasado por duras pruebas sonlas raíces de un pueblo, a custodiarcon la gracia de Dios, para que losnuevos brotes puedan llegar, florecery dar fruto. El desafío para quienenvejece es no endurecerse dentro,sino permanecer abierto y tierno demente y de corazón; y esto es posi-ble con la «linfa» del Espíritu San-to, en la oración y en la escucha dela Palabra. También con los sacerdo-tes, los consagrados y los seminaris-tas, reunidos en Lituania, la dimen-

sión de la constancia parecía seresencial para la esperanza: estar cen-trados en Dios, firmemente enraiza-dos en su amor. ¡Qué gran testimo-nio en esto han dado y todavía danmuchos sacerdotes, religiosos religio-sos y religiosas! Sufrieron calumnias,cárceles, deportaciones... pero semantuvieron firmes en la fe. Insté ano olvidar, a guardar la memoria delos mártires, a seguir sus ejemplos.

Y a propósito de la memoria, enVilna rendí homenaje a las víctimasdel genocidio judío en Lituania,exactamente 75 años después del cie-rre del gran Gueto, que fue la ante-sala de la muerte de decenas de mi-les de judíos. Al mismo tiempo, visi-té el Museo de la ocupación y la lu-cha por la Libertad: me detuve enoración justo en las salas donde losopositores al régimen fueron deteni-dos, torturados y asesinados. Mata-ron a más o menos cuarenta por no-che. Es conmovedor ver hasta quépunto puede llegar la crueldad hu-mana. Pensemos en esto. Pasan losaños, los regímenes pasan, pero porencima de la Puerta de la Aurora deVilna, María, Madre de la Misericor-dia, continúa cuidando a su pueblo,como una señal de esperanza y con-suelo (cf. Concilio Ecuménico Vati-cano II, Const. Dogm. Lumen Gen-tium, 68).

Un signo vivo del Evangelio essiempre la caridad concreta. Inclusodonde la secularización es más fuer-te, Dios habla con el lenguaje delamor, de la atención, del serviciogratuito a los necesitados. Y luegose abren los corazones y ocurren losmilagros: en los desiertos brota unanueva vida. En las tres celebracioneseucarísticas —en Kaunas, Lituania,en Aglona, Letonia y en Tallin, Es-tonia— el santo pueblo fiel de Diosen camino por esas tierras renovó su«sí» a Cristo nuestra esperanza; lo

renovó con María, que siempre semuestra como la Madre de sus hijos,especialmente la que más sufre; lorenovó como un pueblo escogido,sacerdotal y santo, en cuyo corazónDios despierta la gracia del bautis-mo.

Recemos por nuestros hermanos yhermanas de Lituania, de Letonia yde Estonia. ¡Gracias!

El deseo de que «en China se puedaabrir una nueva fase, que ayude asanar las heridas del pasado, arestablecer y a mantener la plenacomunión de todos los católicos chinos ya asumir con un compromiso renovadoel anuncio del Evangelio» fueexpresado por el Papa al finalizar laaudiencia general, durante los saludosa los fieles presentes en la plaza SanP e d ro .

Saludo cordialmente a los peregri-nos de lengua española venidos deEspaña y Latinoamérica. Los animoa ser fieles al Evangelio de Jesús,que en tiempos de prueba da fuerzay alienta en la esperanza, y en tiem-pos de libertad ilumina la vida coti-diana de las personas, las familias yla sociedad. Que María, Madre dela Misericordia, nos acompañe en elcamino de la caridad concreta y delservicio gratuito. Muchas gracias.

Queridos hermanos y hermanas:El sábado pasado, 22 de septiem-

bre, se firmó en Pekín un acuerdoprovisional entre la Santa Sede y laRepública Popular China sobre elnombramiento de obispos en China.El acuerdo es fruto de un largo ymeditado camino de diálogo desti-nado a favorecer una colaboraciónmás positiva entre la Santa Sede ylas autoridades chinas por el bien dela comunidad católica en China ypor la armonía de toda la sociedad.

Con este espíritu, he decidido di-rigir a los católicos chinos y a todala Iglesia universal un mensaje deánimo fraterno, que se publicaráhoy. Con ello, deseo que en Chinase pueda abrir una nueva fase, queayude a sanar las heridas del pasado,a restablecer y a mantener la plenacomunión de todos los católicos chi-nos y a asumir con un compromisorenovado el anuncio del Evangelio.

Queridos hermanos y hermanas,¡tenemos una tarea importante! Esta-mos llamados a acompañar con fer-viente oración y con amistad frater-na a nuestros hermanos y hermanasen China.

Ellos saben que no están solos.Toda la Iglesia reza con ellos y porellos. Pidamos a la Virgen, madre dela Esperanza y Ayuda de los Cristia-nos, que bendiga y custodie a todoslos católicos en China, mientras quepara todo el pueblo chino invoca-mos de Dios el don de la prosperi-dad y de la paz.

La «contribución de los valoreshumanos y sociales pasados por elcrisol de la prueba» que Lituania,Letonia y Estonia puede dar «a lacomunidad de naciones y especialmentea Europa» fue destacada por el Papaen la audiencia general, durante lacatequesis dedicada al viaje en los trespaíses bálticos que concluyó la nochep re c e d e n t e .


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