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Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal...El apóstol quiere dirimir una...

Date post: 01-Jan-2021
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Nos encontramos hoy a la luz de la Pascua, que hemos celebrado y continuamos celebrando con la Liturgia. Por ello, en nuestro itinerario de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy deseo hablaros de Cristo Resucitado, nuestra es- peranza, así como lo presenta san Pablo en la Primera Carta a los Corintios (cf cap. 15). El apóstol quiere dirimir una problemática que seguramente en la comunidad de Corinto está en el centro de las discu- siones. La resurrección es el último argumento afrontado en la Carta, pero probablemente, por orden de importancia, es el primero: todo efectivamente se basa en esta premisa. Hablando a sus cristianos, Pablo parte de un dato inapelable, que no es el resultado de una reflexión de un hombre sabio, sino un hecho, un simple hecho que ha intervenido en la vida de algunas personas. El cristianismo nace de aquí. No es una ideología, no es un sistema filosófico, sino que es un camino de fe que parte de un acontecimiento, testimoniado por los primeros discípulos de Jesús. Pablo lo resume de esta manera: Jesús ha muerto por nuestros pecados, fue sepultado, y el tercer día resucitó y se apareció a Pedro y a los Doce (cf 1 Corintios 15,3-5). Este es el hecho: murió, fue sepultado, resucitó y se apareció. Es decir, ¡Jesús está vivo! Este es el núcleo del mensaje cristiano. Anunciando este acontecimiento, que es el núcleo central de la fe, Pablo insiste sobre todo en el último elemento del misterio pascual, es decir en el hecho de que Jesús ha resucitado. Si efectivamente todo hubiera terminado con su muerte, en Él tendríamos un ejemplo de devoción suprema, pero esto no podría generar nuestra fe. Ha sido un héroe. ¡No! Murió, pero resucitó. Porque la fe nace de la resurrección. Aceptar que Cristo murió, y murió crucifi- cado, no es un acto de fe, es un hecho histórico. En cambio creer que resucitó sí. Nuestra fe nace la mañana de Pascua. Pablo hace una lista de las perso- nas a las cuales Jesús resucitado se apareció (cf. vv. 5-7). Tenemos aquí una pequeña síntesis de todas las narraciones pascuales y de todas las personas que entraron en contacto con el Resucitado. Encabezando la lista está Cefas, es decir Pedro, y el grupo de los Doce, luego quinientos hermanosmuchos de los cuales podían dar todavía su testimonio, luego es citado Santiago. Último de la lista —como el menos digno de todos— está él mismo. Pablo dice de sí mismo: como un aborto(cf v. 8). Pablo usa esta expresión porque su historia personal es dramática: él no era un monaguillo, sino un perseguidor de la Iglesia, orgulloso de sus propias convicciones; se sentía un hombre realizado, con una idea muy límpida de qué era la vida con sus deberes. Pero, en este cuadro perfecto, —todo era perfecto en Pablo, sabía todo— en este cuadro perfecto de vida, un día ocurrió lo que era absolutamente imprevisible: el encuentro con Jesús Resucitado, sobre la vía de Damasco. Allí no hubo solamente un hombre que cayó al suelo: hubo una persona aferrada por un evento que le habría cambiado el sentido de la vida. Y el perseguidor se convierte en apóstol, ¿por qué? Por que ¡yo he visto a Jesús vivo! ¡Yo he visto a Jesús resucitado! Este es el fundamento de la fe de Pablo, como el de la fe de la Iglesia, como el de nuestra fe. ¡Qué bonito es pensar que el cristianismo, esencialmente, es esto! No es tanto nuestra búsqueda respecto a Dios —una búsqueda, en verdad, tan titubean- te—, sino más bien la búsqueda de Dios respecto a nosotros. Jesús nos ha tomado, nos ha agarrado, nos ha conquistado para no dejarnos más. El cristianis- mo es gracia, es sorpresa, y por este motivo presupone un corazón capaz de estupor. Un corazón racionalista es incapaz del estupor, y no puede entender qué es el cristianismo. Porque el cristianismo es gracia, y la gracia solamente se percibe, y aún más se encuentra en el estupor del encuentro. Y entonces, aunque seamos pecadores —todos nosotros lo somos—, si nuestros propósitos de bien han permanecido sobre el papel, o también si, mirando nuestra vida, nos damos cuenta de haber sumado muchos fracasos... En la mañana de Pascua podemos hacer como esas personas de las cuales habla el Evangelio: ir al sepulcro de Cristo, ver la gran piedra volcada y pensar que Dios está realizando para mí, para todos nosotros, un futuro inesperado. Ir a nuestro sepulcro: todos tenemos un poquito dentro. Ir ahí, y ver cómo Dios es capaz de resurgir de ahí. Aquí hay felicidad, aquí hay alegría, vida, donde todos pensaban que hubiera solo tristeza, derrota y tinieblas. Dios hace crecer a sus flores más bonitas en medio de las piedras más áridas. Ser cristianos significa no partir de la muerte, sino del amor de Dios por nosotros, que ha derrotado a nuestra acérrima enemiga. Dios es más grande que la nada, y basta sólo una vela encendida para vencer a la más oscura de las noches. Pablo grita, haciéndose eco de los profetas: «¿Dónde está oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está oh muerte, tu aguijón?» (v. 55). Durante estos días de Pascua, llevamos este grito en el corazón. Y si nos dirán el porqué de nues- tra sonrisa donada y de nuestro paciente compartir, entonces podremos responder que Jesús está todavía aquí, que sigue estando vivo entre nosotros, que Jesús está aquí, en la plaza, con nosotros: vivo y resucitado. Noticias y avisos Audiencia pública (17.04.2017) Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal 23 abril 2017, Núm. 158 + El lunes día 24 a las 20.00h hay Grupo de Biblia. + El martes día 25 se retoman las catequesis. No habrá despacho parroquial ni por la mañana ni por la tarde. + El miércoles día 26 la celebración de la Santa Misa será a las 09.30h. + El jueves día 27 se retoman las catequesis. + El Domingo día 30 no habrá Misa a las 20.00h. La Misa será a las 19.00h en la que se confirmarán un grupo de jóvenes de nuestra parroquia y de la parroquia de la Preciosísima Sangre. Será presidida por nuestro Obispo. Por los jóvenes Para que sepan responder con generosi- dad a su propia vocación; considerando seriamente también la po- sibilidad de consagrarse al Señor en el sacerdocio o en la vida consagrada. INTENCIONES DEL PAPA
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Page 1: Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal...El apóstol quiere dirimir una problemática que seguramente en la comunidad de Corinto está en el centro de las discu-siones.

Nos encontramos hoy a la luz de la Pascua, que hemos celebrado y continuamos celebrando con la Liturgia. Por ello, en nuestro itinerario de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy deseo hablaros de Cristo Resucitado, nuestra es-peranza, así como lo presenta san Pablo en la Primera Carta a los Corintios (cf cap. 15). El apóstol quiere dirimir una problemática que seguramente en la comunidad de Corinto está en el centro de las discu-siones. La resurrección es el último argumento afrontado en la Carta, pero probablemente, por orden de importancia, es el primero: todo efectivamente se basa en esta premisa. Hablando a sus cristianos, Pablo parte de un dato inapelable, que no es el resultado de una reflexión de un hombre sabio, sino un hecho, un simple hecho que ha intervenido en la vida de algunas personas. El cristianismo nace de aquí. No es una ideología, no es un sistema filosófico, sino que es un camino de fe que parte de un acontecimiento, testimoniado por los primeros discípulos de Jesús. Pablo lo resume de esta manera: Jesús ha muerto por nuestros pecados, fue sepultado, y el tercer día resucitó y se apareció a Pedro y a los Doce (cf 1 Corintios 15,3-5). Este es el hecho: murió, fue sepultado, resucitó y se apareció. Es decir, ¡Jesús está vivo! Este es el núcleo del mensaje cristiano. Anunciando este acontecimiento, que es el núcleo central de la fe, Pablo insiste sobre todo en el último elemento del misterio pascual, es decir en el hecho de que Jesús ha resucitado. Si efectivamente todo hubiera terminado con su muerte, en Él tendríamos un ejemplo de devoción suprema, pero esto no podría generar nuestra fe. Ha sido un héroe. ¡No! Murió, pero resucitó. Porque la fe nace de la resurrección. Aceptar que Cristo murió, y murió crucifi-cado, no es un acto de fe, es un hecho histórico. En cambio creer que resucitó sí. Nuestra fe nace la mañana de Pascua. Pablo hace una lista de las perso-nas a las cuales Jesús resucitado se apareció (cf. vv. 5-7). Tenemos aquí una pequeña síntesis de todas las narraciones pascuales y de todas las personas que entraron en contacto con el Resucitado. Encabezando la lista está Cefas, es decir Pedro, y el grupo de los Doce, luego “quinientos hermanos” muchos de los cuales podían dar todavía su testimonio, luego es citado Santiago. Último de la lista —como el menos digno de todos— está él mismo. Pablo dice de sí mismo: “como un aborto” (cf v. 8). Pablo usa esta expresión porque su historia personal es dramática: él no era un monaguillo, sino un perseguidor de la Iglesia, orgulloso de sus propias convicciones; se sentía un hombre realizado, con una idea muy límpida de qué era la vida con sus deberes. Pero, en este cuadro perfecto, —todo era perfecto en Pablo, sabía todo— en este cuadro perfecto de vida, un día ocurrió lo que era absolutamente imprevisible: el encuentro con Jesús Resucitado, sobre la vía de Damasco. Allí no hubo solamente un hombre que cayó al suelo: hubo una persona aferrada por un evento que le habría cambiado el sentido de la vida. Y el perseguidor se convierte en apóstol, ¿por qué? Por que ¡yo he visto a Jesús vivo! ¡Yo he visto a Jesús resucitado! Este es el fundamento de la fe de Pablo, como el de la fe de la Iglesia, como el de nuestra fe. ¡Qué bonito es pensar que el cristianismo, esencialmente, es esto! No es tanto nuestra búsqueda respecto a Dios —una búsqueda, en verdad, tan titubean-te—, sino más bien la búsqueda de Dios respecto a nosotros. Jesús nos ha tomado, nos ha agarrado, nos ha conquistado para no dejarnos más. El cristianis-mo es gracia, es sorpresa, y por este motivo presupone un corazón capaz de estupor. Un corazón racionalista es incapaz del estupor, y no puede entender qué es el cristianismo. Porque el cristianismo es gracia, y la gracia solamente se percibe, y aún más se encuentra en el estupor del encuentro. Y entonces, aunque seamos pecadores —todos nosotros lo somos—, si nuestros propósitos de bien han permanecido sobre el papel, o también si, mirando nuestra vida, nos damos cuenta de haber sumado muchos fracasos... En la mañana de Pascua podemos hacer como esas personas de las cuales habla el Evangelio: ir al sepulcro de Cristo, ver la gran piedra volcada y pensar que Dios está realizando para mí, para todos nosotros, un futuro inesperado. Ir a nuestro sepulcro: todos tenemos un poquito dentro. Ir ahí, y ver cómo Dios es capaz de resurgir de ahí. Aquí hay felicidad, aquí hay alegría, vida, donde todos pensaban que hubiera solo tristeza, derrota y tinieblas. Dios hace crecer a sus flores más bonitas en medio de las piedras más áridas. Ser cristianos significa no partir de la muerte, sino del amor de Dios por nosotros, que ha derrotado a nuestra acérrima enemiga. Dios es más grande que la nada, y basta sólo una vela encendida para vencer a la más oscura de las noches. Pablo grita, haciéndose eco de los profetas: «¿Dónde está oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está oh muerte, tu aguijón?» (v. 55). Durante estos días de Pascua, llevamos este grito en el corazón. Y si nos dirán el porqué de nues-tra sonrisa donada y de nuestro paciente compartir, entonces podremos responder que Jesús está todavía aquí, que sigue estando vivo entre nosotros, que Jesús está aquí, en la plaza, con nosotros: vivo y resucitado.

Noticias y avisos

Audiencia pública (17.04.2017)

Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal

23 abril 2017, Núm. 158

+ El lunes día 24 a las 20.00h hay Grupo de Biblia. + El martes día 25 se retoman las catequesis. No habrá despacho parroquial ni por la mañana ni por la tarde. + El miércoles día 26 la celebración de la Santa Misa será a las 09.30h. + El jueves día 27 se retoman las catequesis. + El Domingo día 30 no habrá Misa a las 20.00h. La Misa será a las 19.00h en la que se confirmarán un grupo de jóvenes de nuestra parroquia y de la parroquia de la Preciosísima Sangre. Será presidida por nuestro Obispo.

Por los jóvenes Para que sepan responder con generosi-dad a su propia vocación; considerando seriamente también la po-sibilidad de consagrarse al Señor en el sacerdocio o en la vida consagrada.

INTENCIONES DEL PAPA

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No es difícil ponerse en la situación que los discípulos habían vivido tras los acontecimientos de la pasión y la cruz; podemos imaginar en ellos sentimientos encontra-dos. Es así como nos los presen-ta el evangelio de hoy: una co-munidad replegada, sin horizon-tes. En medio de su situación se hace presente Jesús resucitado. De esta forma este domingo nos muestra que la comunidad cris-tiana se construye desde la pro-pia vida, con sus limitaciones y pobrezas, pero alrededor de Jesús resucitado. Estamos invitados a reconocer-nos en la trayectoria de aque-llos discípulos. También noso-tros a veces huimos de la cruz, hemos cerrado las puertas fren-te a cualquier riesgo, permane-cemos acomodados, anestesia-dos por rutinas y miedos. Cuan-do no dejamos que el Señor sea el centro, la consecuencia es clara. Es pues necesaria esta experiencia de encontrarnos con el Señor. Encuentro que no es solo un detalle del Resucita-do para alejar los miedos de aquellos frágiles discípulos, sino toda una invitación a que se hagan sus testigos: «cómo el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (Jn 20,12). No somos pregoneros teóricos de un mensaje que nos hemos aprendido, sino testigos de lo que oramos, celebramos y vivimos. Jesús nos envía de la misma manera que envío a sus discípulos; y como el testimonio no depende de sus so-las fuerzas, les da su Espíritu. Insufla sobre ellos el Es-

píritu de la misma manera que Dios lo hizo sobre Adán (Gn 2,7); de esta forma tan bella el evange-lista nos enseña que con la

Comentario bíblico

resurrección somos hechos hombres nuevos, fortaleci-dos para este testimonio.

Ahora emerge la figura de To-mas. En ella también debemos vernos, con nuestras dudas, y con nuestras ganas de creer al mismo tiempo. Tomás fue el último en llegar, pero llegó. Y Cristo lo esperaba paciente-mente. Y él experimentó que Cristo también acoge a los que vacilan, a los que avanzan can-sados en medio de la tiniebla. A pesar de su debilidad, se sintió amado, comprendido e incorporado de nuevo. Como a Tomás, el Señor nos pide que toquemos las heridas del Resu-citado, es decir, que sigamos haciendo presente su miseri-cordia en todos los hombres necesitados de su consuelo y salvación. Tocar las heridas del resucita-do quiere decirnos hoy que, para ser testigos del Señor, no basta con creer sin ver, tam-bién es necesario amar sin ver: «…significa tocar y acariciar sus llagas, presentes también

hoy en el cuerpo y en el alma de muchos hermanos y hermanas suyos. Al curar estas heridas, confesamos a Jesús, lo hacemos presente y vivo; permitimos a otros que toquen su misericordia y que lo reconozcan como “Señor y Dios” como hizo el apóstol Tomás. Esta es la misión que se nos confía». (Papa Francisco, Homilía de la misa por el Jubileo de la divina misericordia, 3-4-2016). Es este un buen programa para esta Pascua.

Lunes 24 09.30h María Martínez Moreno

Martes 25 20.00h María Jesús

Miércoles 26 09.30h ———

Jueves 27 20.00h Rvdo. D. Francisco Guillen

Viernes 28 20.00h ———

Sábado 29 10.00h / 20.00h ——— / ———

Domingo 30 11.00h / 19.00h Pro populo / CONFIRMACIONES

Intenciones de Misa

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Escucha su voz

Lunes 24 San Fidel Hch 4,23-31 / Sal 2 / Jn 3,1-8

Martes 25 San Marcos 1 Pe 5,5-14 / Sal 88 / Mc 16,15-20

Miércoles 26 San Isidoro 1 Cor 2,1-10 / Sal 118 / Mt 5,13-16

Jueves 27 Ntra. Sra. de Montserrat Hch 5,27-33 / Sal 33 / Jn 3,31-36

Viernes 28 San Pedro Chanel Hch 5,34-42 / Sal 26 / Jn 6,1-15

Sábado 29 Sta. Catalina de Siena 1 Jn 1,5-21 / Sal 102 / Mt 11,25-30

Lecturas de la Misa para la Semana

Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la

comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo

estaba impresionado y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos.

Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían

posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de

cada uno. Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo

espíritu, partían el pan en las casas, y tomaban el alimento con ale-

gría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo

el pueblo, y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban sal-

vando.

Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:

eterna es su misericordia.

Empujaban y empujaban para derribarme,

pero el Señor me ayudó;

el Señor es mi fuerza y mi energía,

él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria

en las tiendas de los justos.

La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,

ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que hizo el Señor:

sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran

misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los

muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva; para una heren-

cia incorruptible, intachable e inmarcesible, reservada en el cielo a

vosotros que mediante la fe estáis protegidos con la fuerza de Dios;

para la salvación dispuesta a revelarse en el momento final. Por ello

os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco, en pruebas

diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro,

que, aunque perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria

y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin

contemplarlo todavía, creéis en él; y así os alegráis con un gozo inefa-

ble y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de

vuestras almas.

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos

en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto

entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y, diciendo esto,

les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al

ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado,

así también os envío yo. Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid

el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdona-

dos; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. Tomás, uno de los

Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los

otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no

veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero

de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. A los ocho días,

estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús,

estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros.

Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y

métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás:

¡Señor Mío y Dios mío! Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Bie-

naventurados los que crean sin haber visto. Muchos otros signos, que no

están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se

han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para

que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

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Mientras adorábamos la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesucristo cada Viernes Santo, tenía lugar la colecta por Tierra Santa, establecida por el papa Martín V en el año 1421, en la que se encomienda a los cristianos que viven en la tierra de Jesús. Al respecto, Mons Adolfo González Montes, Obispo de Almería, ha escrito una circular en la que invita a ayudar a estos hermanos con nuestra oración y nuestras limosnas. En su misiva el prelado explica que “La presencia de cristianos en aque-

llos Santos Lugares es de importancia capital, para que el marco histórico-geográfico de la memoria de la historia de nuestra salvación mantenga su identi-dad; para lo cual no sólo es necesaria la presencia de la «Custodia de Tierra Santa» confiada a la Orden Franciscana Menor, sino de manera vital son necesarias las comunidades cristianas que viven en dicho escenario y constituyen el marco hu-mano cristiano de su labor secular” El 19 de abril fallecía el Rvdo. D. Alfonso Viúdez Viúdez (Úrcal - Huércal Overa, 8/7/1929). La capilla ardiente se instaló en la Casa de Nazaret de la Institución Benéfica del Sagrado Corazón de Jesús . El 20 de Abril, a las 10 horas se celebraró la misa exequial presidida por el Obispo diocesano, en la parroquia de san Agustín. A continuación, se procedió a su traslado a la villa de Úrcal donde esperará la resurrección junto a sus padres. La diócesis agradece de corazón a su sobrina Bea-triz, a las religiosas de la Casa de Nazaret y a tantas personas que cuidaron a D. Alfonso, el amor y la ternura con la que le rodearon en los momentos de debilidad y vejez.

Eran las 11,00 h. cuando comenzaba la santa Misa estacional del Domingo de Resurrección, mientras la Catedral continuaba recibiendo fieles que se incorporaban a la Misa. Cantaba la schola del Seminario y el pueblo, que recibía el agua lustral de Pascua y escu-chaba la homilía del Obispo exhortando a todos a retomar y poner en práctica las promesas bautisma-les. La Misa de Pascua congrega a

las cofradías de Semana Santa, con sus hermanos mayores al frente, que ocupan su lugar. El Obispo agradecía el esfuerzo realizado por los cofrades, pues este año todas las cofradías han llegado hasta la Catedral para la estación de penitencia. La última procesión de Semana Santa salía, como siempre, tras la celebración de la santa Misa y una vez el Obispo impartiera la Bendición Papal de Pascua. Son cientos los fieles que acuden a la bendición y salida del Resucitado.

En nuestra Diócesis

Mártires de Almería

© Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce)

Los documentos más antiguos que hablan de San Marcos aseguran que Marcos estuvo al lado de San Pedro, en Roma, como intérprete y redactor de la Buena Nueva, primeramente en la catequesis oral y después, en la compo-sición -guiado por el Espíritu Santo- de aquel admirable texto que es el Evangelio más condensado de la vida, los milagros y la muer-te de Jesús. La primera vez que habla de Marcos el libro de los Hechos de los Apóstoles, es en el capítulo 12, versículos 12-16, cuando relatan la salida milagrosa de San Pedro, de la cárcel, por obra del ángel que le abre las puertas y se dirige "a casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde muchos hermanos se hallan congregados en oración". Quizá era un niño o jovencito cuando Jesús fue condenado a muerte. Dice su Evangelio que cuando Jesús fue apresado en el Huerto de los Olivos, le seguía un joven envuelto en una sábana para curiosear, a ver en qué paraba todo aquello. Es muy posible que este joven fuera el mismo Juan Marcos. El que era un niño el año 30, por el 44 ya era todo un hombre y decidió marcharse a evangelizar con su primo, José Bernabé. Acompañó a Pablo y Bernabé en sus recorridos apostólicas por Chipre y otras ciudades. Posterior-mente pasó diez o doce años en Jerusalén al lado de Pedro, ayudándole como secretario y haciendo de "intérprete y consejero". Pedro amaba con cariño a Marcos. Le llama "mi hijo Marcos" (1 Pedro 5, 13). El evangelista Marcos escribe con fluidez, sencillez, en estilo directo y sólido a la vez, y se propone probar la Divinidad de Cristo. Es el más breve de los libros del Evangelio (16 capítulos); sin embargo, tiene sus razones: Marcos dio a su Evangelio los mismos límites que los apóstoles habían asignado a la catequesis primitiva. Los apóstoles no se propo-nían dar todo lo que los creyentes querían saber, sino que querían transmitir lo

esencial de lo que Jesús había dicho y hecho (Hechos 1, 21-22). Marcos se halla en Roma el año 67 cuando mueren los dos Apóstoles, San Pedro y San Pablo. La tradición dice que Mar-cos evangelizó como Obispo de Alejandría, en Egipto, donde realizó varios milagros y estableció una iglesia y su famosa escuela cristiana, nombrando un obispo, tres presbíteros y siete diáconos y murió allá como mártir en el año 68, un 25 de abril. Se dice que sus asesinos trataron de quemar su cuerpo, sin conseguirlo. Los cristianos de Alejandría rescataron su cuerpo intacto, lo envolvieron y le dieron sepultura. En Vene-cia, Italia, se veneran, en la preciosa catedral de su mismo nombre, los restos mortales del evangelista, cuyo traslado de Alejandría se remonta al siglo IX.

Ntra. Sra. del Carmen Patrona de Aguadulce ruega por nosotros

PARROQUIA ERMITA

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na profundamente religiosa. Era un hom-bre de gran fe, fiel al rezo del Breviario. Él manifestaba siempre su amor a Dios y respeto a su santo nombre. Cuidaba mu-cho su tiempo del confesionario para atender a los fieles en el sacramento de la penitencia.»

El veinticinco de julio de 1936 celebró, con grave peligro, la Santa Misa en la solemnidad del Patrono de España. Durante su detención, el seis de agosto, «Su hermana in-tentó defenderlo para que no se lo llevaran y alguno del piquete le golpeó con la culata de la escopeta en la cabeza, la tiraron al suelo, dejándo-la medio loca, y así se mantuvo hasta que mu-rió.»

Sufrió prisión en Almería junto a los bea-tos Obispos Ventaja y Medina Olmos. Se-leccionado para ser martirizado junto con ellos, durante el trayecto hacia el barran-co del Chisme, el beato don Diego Venta-ja Milán le pidió: «Padre, usted que es el mayor ¿quiere darnos la absolución?» Con-taba sesenta y cuatro años de edad al entregar su vida por Cristo.

La ciudad de Vera acogió su nacimiento y su bautismo, así como su crianza en la casa de su padre que ejercía de veterina-rio. Por su vocación, ingresó en el Semi-nario de Almería y fue ordenado presbíte-ro en el Santuario de la Santísima Virgen del Mar el doce de junio de 1897. Recibió su primera mi-sión pastoral como cape-llán del Hospital de Vera en 1898, siendo coadju-tor de su parroquia natal en 1905 y ecónomo de Purchena en 1907. En 1916 fue Cura Ecónomo de Arboleas y, desde 1918, Cura Regente de Cantoria. Por una déca-da, desde 1922 a 1931, fue Cura Encargado de Lubrín. Retornado a su ciudad natal desde 1931 como Coadjutor. Su sobrina nieta lo recordaba así: «Tenía gran celo apostólico. Ayudaba al maestro Pedro a dar clases a los niños y jóvenes del pueblo. No era hombre vi-cioso, era un sacerdote respetuoso con la gente y al mismo tiempo querido y respe-tado por todos. No le he oído a nadie decir algo desagradable de él. Vivía con una hermana, que era también una perso-

Con Su ejemplo


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