Date post: | 08-Aug-2018 |
Category: |
Documents |
Upload: | anna-maria-san-miguel |
View: | 271 times |
Download: | 0 times |
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 1/988
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 2/988
Dra Scarpetta 02 -
El cuerpo del delitoSobrecubierta
NoneTags: General Interest
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 3/988
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 4/988
Patricia D. Cornwell
El cuerpo del delito
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 5/988
Prólogo
13 de agosto
Key WestM. de mi vida:Treinta días han transcurrido en
mesuradas sombras de soleado color y
cambios en la dirección del viento. Piensdemasiado y no sueño. Me paso casi todaas tardes en Louie's, escribiendo en el
porche y contemplando el mar. El agua esverde esmeralda sobre el mosaico de losbancos de arena y aguamarina en las zonamás profundas. El cielo parece infinito y
as nubes son unas blancas vaharadas enperenne movimiento como el humo. Unabrisa incesante borra los sonidos de losnadadores y de los veleros que amarran
usto al otro lado del arrecife. El porche
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 6/988
está cubierto y, cuando se desencadenauna repentina tormenta, tal como sueleocurrir a última hora de la tarde, me
quedo sentada junto a mi mesa, aspirandoel perfume de la lluvia y viéndolaalborotar el agua como cuando se frota unabrigo de piel en sentido contrario a ladirección del pelo. A veces, diluvia yuce el sol al mismo tiempo.
Nadie me molesta. Ahora ya formo
parte de la familia que regenta elrestaurante como Zulu, el negro labrador que chapotea en pos de los aros que learrojan, y los gatos callejeros que se
acercan en silencio y esperaneducadamente que les echen algunassobras. Los pupilos de cuatro patas de
Louie's comen mejor que cualquier ser
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 7/988
humano. Es un consuelo ver al mundoratar con amabilidad a sus criaturas. No
puedo quejarme de mis días.
Las noches son lo que más temo.Cuando mis pensamientos regresan
subrepticiamente a los oscuros recovecosy tejen sus temibles telarañas, empiezo avagar por las abarrotadas calles de laciudad vieja, atraída por los bares comouna mariposa por la luz. Walt y PJ han
refinado mis hábitos nocturnos hastaconvertirlos en un arte. Walt regresaprimero a la pensión porque su negocio doyas de plata en Mallory Square cierra
cuando oscurece. Destapamos botellas decerveza y esperamos a PJ. Después vamode bar en bar y solemos terminar enSloppy Joe's. Nos estamos convirtiendo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 8/988
en amigos inseparables. Confío en queellos dos sean siempre inseparables. Elamor entre ambos ya no me parece fuera
de lo corriente. Nada me lo parece,excepto la muerte que atisbo.
Hombres pálidos y demacrados, conojos como ventanas, a través de las cualeveo sus almas atormentadas. El sida es unholocausto que consume las ofrendas deesta pequeña isla. Es curioso que me
sienta a gusto con los exiliados y losmoribundos. Puede que todos ellos mesobrevivan. Cuando permanezco despiertpor la noche escuchando el zumbido del
ventilador de la ventana, me asaltanmágenes de cómo será.
Cada vez que oigo sonar el teléfono,o recuerdo. Cada vez que oigo caminar a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 9/988
alguien a mi espalda, me doy la vuelta.Por la noche, miro en el interior delarmario, detrás de la cortina y debajo de
a cama, y después coloco una silla detrásde la puerta.
Dios mío, no quiero regresar a casa.Beryl30 de septiembreKey WestM. de mi vida:
Ayer, en Louie's, Bret salió al porchey me dijo que llamaban al teléfono. Se meaceleraron los latidos del corazón cuandoentré y escuché los ruidos de las
nterferencias; después, la línea se quedómuda. ¡No sabes lo que sentí! Creo queme estoy volviendo excesivamenteparanoica. Él me hubiera dicho algo y se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 10/988
hubiera alegrado de mi temor. Esmposible que sepa dónde estoy,mposible que me pueda haber localizado
aquí. Uno de los camareros se llama Stu.Hace poco rompió sus relaciones con unamigo del norte de la isla y se vino a viviaquí. A lo mejor, llamó su amigo y laconexión era defectuosa. Me pareció quepreguntaba por «Straw» en lugar de «Stu»pero, cuando contesté, colgó.
Ojalá no le hubiera revelado a nadiemi sobrenombre. Soy Beryl. Soy Straw. Yengo miedo.
No he terminado el libro. Pero estoy
casi sin dinero y el tiempo ha cambiado.Esta mañana amaneció con el cieloencapotado y sopla un viento muy fuerte.Me he quedado en mi habitación porque,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 11/988
si hubiera intentado trabajar en Louie's, eviento se me hubiera llevado las páginashacia el mar. Las farolas de la calle están
encendidas. Las palmeras luchan contra eviento y sus copas parecen paraguasvueltos del revés. El mundo gime al otroado de mi ventana como si estuviera
herido y, cuando la lluvia azota loscristales, suena como si un oscuro ejércitohubiera avanzado hasta aquí y Key West
se encontrara bajo asedio.Pronto tendré que irme. Echaré demenos la isla. Echaré de menos a PJ y aWalt. Me han hecho sentir protegida y
segura. No sé qué voy a hacer cuandoregrese a Richmond. Tal vez fueraconveniente que me trasladara en seguidaa otro sitio, pero no sé adonde.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 12/988
Beryl
1Guardando de nuevo las cartas de Key
West en su sobre de cartulina, saqué unpar de guantes quirúrgicos, los introdujeen mi negro maletín y bajé en el ascensor
hasta el depósito de cadáveres.El suelo de mosaico del pasilloaparecía mojado porque lo acababan defregar y las salas de autopsias estaban
cerradas porque ya no era hora de trabajaen ellas. Al otro lado del ascensor, ensentido diagonal, estaba la cámarafrigorífica de acero inoxidable. Abriendosu enorme puerta, recibí en pleno rostro lhabitual ráfaga de frío aire viciado.Localicé la camilla sin molestarme en
consultar las etiquetas que figuraban en la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 13/988
parte inferior, pues ya había reconocido edelicado pie que asomaba por debajo dea blanca sábana. Conocía a Beryl
Madison centímetro a centímetro.Unos ojos azul humo me miraron
nexpresivamente a través de los párpadoentornados. El rostro tenía los músculosrelajados y estaba surcado por unospálidos cortes abiertos, la mayoría deellos en el lado izquierdo. El cuello
estaba abierto hasta la columna vertebraly los músculos de sujeción aparecíancortados. En la parte izquierda del pechose veían nueve puñaladas idénticas cual
rojos ojales casi perfectamente verticalesSe las habían infligido en rápida sucesiónuna detrás de otra y la fuerza había sidoan violenta que la piel mostraba las
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 14/988
huellas de la empuñadura. La longitud deos cortes de los antebrazos y las manos
variaba entre el medio centímetro y los
diez centímetros. Contando las dos de laespalda y excluyendo las cuchilladas y elcorte de la garganta, había veintisieteheridas por objeto punzante, infligidasmientras ella trataba de protegerse de lasacometidas de una ancha hoja afilada.
No necesitaba fotografías ni
diagramas corporales. Cuando cerraba loojos, veía el rostro de Beryl Madison.Veía con nauseabundo detalle la violenciaque habían descargado sobre su cuerpo.
El pulmón izquierdo había sido pinchadocuatro veces. Las arterias carótidasestaban casi seccionadas. El arco aórticoa arteria pulmonar, el corazón y el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 15/988
pericardio habían sufrido lesiones. Yaestaba prácticamente muerta cuando aqueoco la medio decapitó.
Estaba tratando de buscar algunaexplicación lógica. Alguien la habíaamenazado con asesinarla. Ella habíahuido a Key West. Estaba irracionalmenteaterrorizada. No quería morir. Pero lanoche en que regresó a Richmond ocurrióo que más temía.
«¿Por qué le dejaste entrar en tu casa?¿Por qué lo hiciste, por Dios bendito?»Alisando de nuevo la sábana, empujé
a camilla hacia la pared del fondo del
frigorífico al lado de las camillas de otrocuerpos. Mañana a aquella hora su cuerposería incinerado y sus cenizas se enviaríaa California. Beryl Madison hubiera
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 16/988
cumplido treinta y cuatro años al messiguiente. No tenía familiares vivos; alparecer, no tenía a nadie en el mundo,
excepto una hermanastra en Fresno. Lapesada puerta se cerró.
El asfalto del parking situado en laparte de atrás del departamento deMedicina Legal resultaba cálidamenteranquilizador bajo mis pies. Aspiraba el
olor de la creosota del cercano viaducto
del tren asándose bajo un tórrido solmpropio de la estación.Era la víspera de Todos los Santos.La puerta vidriera estaba abierta de
par en par, y uno de los asistentes deldepósito de cadáveres estaba regando elsuelo de hormigón con una manguera.Arqueaba juguetonamente el chorro de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 17/988
agua y lo dejaba caer lo suficientementecerca de mí como para que yo notara lassalpicaduras en los tobillos.
–Oiga, doctora Scarpetta, ¿es queahora hace usted horario de banco? – mepreguntó.
Eran algo más de las cuatro y media yyo raras veces abandonaba mi despachoantes de las seis.
–¿Necesita que la lleve a algún sitio?
añadió el asistente. –Tengo quien me acompañe, gracias -contesté.
Yo había nacido en Miami y el rincón
del mundo en el que Beryl se habíaocultado durante el verano no me era enmodo alguno desconocido. Cuandocerraba los ojos, veía los colores de Key
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 18/988
West. Los intensos verdes y azules yaquellas puestas de sol tan esplendorosasque sólo Dios las hubiera podido
nventar. Beryl Madison jamás hubieradebido regresar a casa.
Un LTD Crown Victoria reciénestrenado y tan brillante como un espejoentró muy despacio en el parking.Esperando ver el viejo y conocidoPlymouth, me quedé de una pieza al ver
cómo bajaba automáticamente la luna delnuevo Ford. –¿Es que está esperando el autobús o
qué?
Unas gafas de sol reflectantes medevolvieron la imagen de mi sorprendidorostro. Pete Marino aparentó indiferenciamientras las cerraduras electrónicas se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 19/988
abrían con un firme clic. –Me he quedado de piedra -dije,
acomodándome en el lujoso interior.
–Me lo han asignado coincidiendo conel ascenso -dijo Marino, acelerando lavelocidad-. No está mal, ¿eh?
Tras pasarse varios años condecrépitos caballos de tiro, Marino habíaconseguido finalmente un espléndidosemental.
Mientras sacaba la cajetilla decigarrillos, observé el hueco en el tablerode instrumentos.
–¿Quería enchufar una lámpara o
simplemente su maquinilla eléctrica deafeitar?
–No me lo recuerde -dijo Marino enono quejumbroso-. Algún sinvergüenza
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 20/988
me robó el encendedor. En el túnel deavado. Era el primer día que lo utilizaba
¿se imagina? Me puse furioso porque los
cepillos me habían roto la antena y lesestaba echando una bronca a aquelloszánganos…
A veces, Marino me recordaba a mimadre.
–… hasta al cabo de un buen rato nome di cuenta de que el maldito
encendedor había desaparecido.Hizo una pausa, rebuscando en subolsillo mientras yo buscaba las cerillasen mi bolso.
–Oiga, jefa, yo creía que iba usted adejar de fumar -me dijo en tono un tantosarcástico mientras me arrojaba unencendedor Bic sobre las rodillas.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 21/988
–Y pienso hacerlo -musité-. Mañana.La noche en que Beryl Madison fue
asesinada, yo había soportado una ópera
aburridísima seguida de unos tragos en unpub inglés de inmerecida fama encompañía de un juez retirado, cuyocomportamiento se fue haciendoprogresivamente menos correcto a medidaque avanzaba la noche. Como no llevabael buscapersonas, la policía no me pudo
ocalizar y había llamado al lugar de loshechos a mi adjunto Fielding. Por consiguiente, ésa iba a ser la primera vezque entraba en la casa de la escritora
asesinada.Windsor Farms no era el tipo de
barrio en el que uno pudiera imaginar alg
an horrible. Las casas eran grandes y se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 22/988
evantaban a cierta distancia de la calle,en medio de unas parcelasprimorosamente ajardinadas. Casi todas
enían instalados sistemas de alarmaantirrobo y todas disponían de ventilacióncentral, que evitaba la necesidad de tenerque abrir las ventanas. El dinero no puedecomprar la eternidad, aunque sí ciertogrado de seguridad. Nunca había tenidoentre manos un caso de homicidio en
Farms. –Está claro que había cobrado dinerode alguna parte -comenté mientras Marinose detenía ante un semáforo.
Una dama de cabello blanco como lanieve nos miró de soslayo mientraspaseaba a su blanco perrito maltés y ésteolfateaba unas hierbas antes de hacer lo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 23/988
que era inevitable. –Qué bola peluda tan inútil -dijo
Marino, mirando desdeñosamente a la
mujer y a su perro-. Aborrezco estosperruchos. Andan por ahí ladrando ymeándose por todas partes. Yo, si he deener un perro, quiero algo que tenga unos
buenos dientes. –Algunas personas quieren
simplemente compañía -dije.
–Ya. – Marino hizo una pausa ydespués contestó a mi anterior comentario.– Beryl Madison tenía dinerocasi todo invertido en la casa. Al parecer
os ahorros que tenía se los gastó allíabajo, en la Isla de los Maricas. Aúnestamos examinando lo que escribió.
–¿Alguna parte había sido revisada?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 24/988
–No creo -contestó Marino-. Hemosdescubierto que no lo hacía del todo malcomo escritora… sabía ganar dólares. Al
parecer, utilizaba varios seudónimos.Adair Wilds, Emily Stratton, EdithMontague.
Las gafas reflectantes volvieron amirarme. Ninguno de los nombres me eraconocido, excepto el de Stratton.
–Su segundo apellido es Stratton.
–A lo mejor, de ahí le venía el apodode Straw.* –De ahí y de su cabello rubio -dije yoBeryl tenía el cabello rubio como la
miel y el sol le había añadido unosreflejos dorados. Era de baja estatura yenía unas facciones delicadas y regulares
Puede que llamara la atención en vida.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 25/988
Era difícil saberlo. La única fotografíaque yo había visto de ella era la quefiguraba en su permiso de conducir.
–Cuando hablé con su hermanastra -me estaba explicando Marino-, ésta medijo que sus amigos más íntimos lalamaban Straw. La persona a quien ella
escribía desde los cayos debía de conocesu apodo. Ésa es la impresión que yoengo -ajustó el espejo retrovisor-. No
entiendo por qué fotocopió aquellascartas. Lo he estado pensando mucho.Vamos a ver, ¿cuántas personas conoceusted que hagan fotocopias de las cartas
personales que escriben? –Usted mismo ha dicho que era muy
aficionada a guardarlo todo -le recordé. –Exacto. Y eso también me llama la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 26/988
atención. Parece ser que el tío llevabavarios meses amenazándola. ¿Qué hacía?¿Qué decía? No tenemos ni idea, porque
ella no grababa las llamadas ni anotabanada. La señora hace fotocopias de lascartas personales, pero no lleva ningúnregistro de las llamadas de alguien queamenazaba con convertirla en picadillo.Ya me dirá usted si eso tiene sentido.
–No todo el mundo piensa como
nosotros. –Bueno, algunas personas no piensanporque están metidas en algo de lo que noquieren que nadie se entere -replicó
Marino.Enfilando una calzada particular,
Marino aparcó delante de la puerta delgaraje. La hierba había crecido y estaba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 27/988
punteada por altos amargones mecidospor la brisa; había un letrero de en ventacolocado cerca del buzón de la
correspondencia. La puerta pintada degris aún estaba cruzada por la cintaamarilla que colocaba la policía en losescenarios de los delitos.
–Su automóvil está en el garaje -dijoMarino mientras descendíamos delvehículo-. Un precioso Honda Accord EX
de color negro. Puede que algunosdetalles le parezcan interesantes.De pie en la calzada, miramos a
nuestro alrededor. Los oblicuos rayos del
sol me calentaban los hombros y la nuca.El aire era fresco y sólo se oía elncesante zumbido de los insectos
otoñales. Respiré hondo, muy despacio.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 28/988
De repente, me sentía muy cansada.Su casa era del llamado estilo
nternacional, muy moderna y
extremadamente simple, con una fachadahorizontal de grandes ventanales sostenidpor unos pilares que le conferían laapariencia de un barco con una cubiertanferior abierta. Era una casa de piedra y
madera como la que se hubiera podidoconstruir una joven pareja adinerada…
grandes habitaciones, altos techos ymucho espacio desperdiciado. WindhamDrive terminaba en su parcela, lo cualexplicaba por qué nadie oyó ni vio nada
hasta que ya fue demasiado tarde. La casaestaba flanqueada a ambos lados por unascortinas de robles y pinos que la aislabancon su follaje de los vecinos más
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 29/988
próximos. En la parte de atrás, el patiodescendía bruscamente a una hondonadade rocas y matorrales, más allá de la cual
un bosque virgen se extendía hasta dondealcanzaba la vista.
–Qué barbaridad. Apuesto a quencluso debe de haber ciervos por aquí -
dijo Marino mientras rodeábamos la casapor la parte de atrás-. Es fantástico,¿verdad? Te asomas a la ventana y crees
que el mundo es tuyo. La vista debe ser preciosa cuando nieva. Me encantaríavivir en una casa como ésta. Encenderíaa chimenea en invierno, me prepararía
una copa de bourbon y contemplaría elbosque. Debe de ser bonito tener dinero.
–Sobre todo si uno está vivo paradisfrutarlo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 30/988
–Y no es así en este caso -dijoMarino.
Las hojas caídas crujían bajo nuestros
pies cuando rodeamos el ala oeste deledificio. La entrada principal seencontraba al mismo nivel que el patio; yoobservé la presencia de una mirillacontemplándome como un minúsculo ojovacío. Marino arrojó la colilla de sucigarrillo hacia la hierba y después
ntrodujo la mano en el bolsillo de lospantalones verdeazulados. Se habíaquitado la chaqueta y el voluminosovientre le sobresalía por encima del
cinturón; la camisa blanca de manga cortacon el cuello desabrochado mostraba unagrandes arrugas alrededor de la funda de
su revólver.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 31/988
Sacó una llave identificada con unaetiqueta amarilla de prueba y, mientrasabría la cerradura, me sorprendió por
enésima vez el tamaño de sus morenas yfuertes manos. Parecían guantes debéisbol. Jamás hubiera podido ser músicoo dentista. De unos cincuenta y tantosaños, el ralo cabello entrecano y el rostroan deteriorado como sus trajes, su figura
seguía siendo lo bastante impresionante
como para infundir respeto a la gente. Lospolicías corpulentos como él raras vecesienen que utilizar los puños. La chusma
de la calle les echa un vistazo y se calma
de golpe. Nos pusimos los guantes bajo erectángulo de luz solar que iluminaba elvestíbulo. La casa olía a moho y a polvo,
al como huelen las casas que llevan algú
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 32/988
iempo cerradas. Aunque la Unidad dedentificación, o ID, del departamento de
Policía de Richmond había registrado
minuciosamente el escenario de loshechos, nadie había tocado nada. Marinome había asegurado que la casa estaríaexactamente tal y como estaba cuando seencontró el cuerpo de Beryl, dos nochesatrás. Marino cerró la puerta y encendióa luz.
–Como ve -resonó su voz-, tuvonecesariamente que abrirle la puerta alndividuo. No hay ninguna huella de que
alguien forzara la cerradura y, además, la
casa dispone de un sistema de alarmaantirrobo de máxima seguridad. – Marinome indicó un panel de botones junto a lapuerta y añadió-: Está desactivado en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 33/988
estos momentos. Pero se encontraba enfuncionamiento cuando llegamos aquí y lasirena silbaba que no vea usted; por eso l
encontramos tan rápido.Me recordó que un vecino de Beryl
había llamado al 911 de la policía pocodespués de las once de la noche,señalando que la alarma estaba sonandodesde hacía casi media hora. Acudió uncoche patrulla y el oficial encontró la
puerta principal abierta de par en par.Minutos después, el oficial solicitórefuerzos por radio.
El salón estaba totalmente revuelto. L
mesita de cristal estaba volcada; revistasun cenicero de cristal, varios cuencos art
déco y un jarrón de flores aparecíandiseminados sobre la alfombra dhurrie, y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 34/988
un sillón orejero de cuero azul pálidoestaba volcado junto a un almohadón deun sofá a juego. En la blanca pared, a la
zquierda de una puerta que daba alpasillo, había varias manchas oscuras desangre seca.
–¿Sabe si tiene la alarma algúndispositivo de retardo? – pregunté.
–Por supuesto. Usted abre la puerta ya alarma emite un zumbido durante unos
quince segundos, tiempo suficiente paraque usted pulse el botón del código y ladesactive.
–Eso significa que ella abrió la
puerta, desactivó la alarma, hizo entrar aa persona y dejó la alarma conectada
mientras la persona se encontraba en lacasa. De lo contrario, no se hubiera
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 35/988
disparado cuando el desconocido saliómás tarde. Interesante.
–Sí -dijo Marino-, tan interesante
como la mierda. Nos encontrábamos en el salón junto a
a mesita volcada. Todo estabapolvoriento; las revistas esparcidas por esuelo eran publicaciones de informacióngeneral y de tipo literario, todas ellasatrasadas.
–¿Encontraron algún periódico orevista recientes? – pregunté-. Si compróalgún periódico local, podría ser mportante. Convendría saber adonde fue
al bajar del avión.Observé que Marino tensaba los
músculos de la mandíbula. Se molestabacuando pensaba que yo le quería enseñar
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 36/988
cómo hacer su trabajo. –Había un par de cosas arriba, en su
dormitorio, junto con la cartera de
documentos y el equipaje -contestóMarino-. Un Herald de Miami y unapublicación llamada Keynoter
especializada en anuncios inmobiliariosde los cayos. A lo mejor, tenía intenciónde irse a vivir allí. Las dos publicacionescorrespondían al lunes. Las debió de
comprar en el aeropuerto antes de tomar el avión de Richmond. –Me interesaría saber lo que dice su
corredor de fincas…
–Nada, no dice nada -me interrumpióMarino-. No tiene ni idea de dónde estabaBeryl y sólo enseñó la casa una vez en suausencia. Una joven pareja. El precio les
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 37/988
pareció demasiado alto. Beryl pedíarescientos mil dólares por la casa -miró
su alrededor con expresión impenetrable-
Supongo que alguien la podríacomprar ahora a precio de saldo.
–Beryl tomó un taxi para regresar acasa desde el aeropuerto la noche de sulegada -dije yo, volviendo a los detalles
Marino sacó un cigarrillo y me apuntócon él.
–Encontramos la factura sobre lamesita del vestíbulo junto a la puerta. Yahemos localizado al taxista, un talWoodrow Hunnel. Más tonto que yo qué
sé. Dijo que estaba esperando en laparada de taxis del aeropuerto. Ella tomósu taxi cerca de las ocho, cuando estabaloviendo a cántaros. Llegó a la casa unos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 38/988
cuarenta y cinco minutos más tarde, éldejó sus dos maletas en la puerta y seargó. La carrera costó veintiséis dólares
ncluyendo la propina. El taxista regresóal aeropuerto aproximadamente mediahora más tarde y recogió a otro cliente.
–¿Está usted seguro o es lo que él ledijo?
–Tan seguro como que ahora estoyaquí con usted. – Marino se golpeó los
nudillos con el cigarrillo y empezó aacariciar el filtro con el pulgar.– Hemoscomprobado los datos. Hunnel nos dijo laverdad. No tocó a la dama. No tuvo
iempo.Seguí la dirección de sus ojos hasta
as oscuras sombras de la pared. Elasesino se debió de manchar la ropa de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 39/988
sangre. No era probable que un taxista coa ropa manchada de sangre hubiera
recogido a otros clientes.
–Llevaba muy poco rato en casa -dijoyo-. Llegó sobre las nueve y un vecinolamó a las once. La alarma sonaba desde
hacía media hora, lo cual significa que elasesino se fue hacia las diez y media.
–Sí, y eso es lo más difícil deentender. Basándonos en las cartas,
parece ser que estaba muerta de miedo.Vuelve en secreto a la ciudad, se encierraen la casa, tenía incluso su tres ochentasobre el mostrador de la cocina… ya se l
enseñaré cuando lleguemos allí. ¿Y quéocurre? ¿Suena el timbre o qué? No losabemos, pero el caso es que ella le abrea puerta al asesino y deja puesta la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 40/988
alarma. Tenía que ser un conocido. –Yo no excluiría a un desconocido -
dije-. Si era una persona muy amable,
puede que le inspirara confianza y ladejara entrar.
–¿A aquella hora? – los ojos deMarino se encendieron mientras recorríana estancia-. ¿Qué cree usted, que el sujet
vendía suscripciones a revistas de humor a las diez de la noche?
No contesté. No lo sabía. Nos detuvimos junto a la puerta quedaba acceso al pasillo.
–Ésta es la primera sangre -dijo
Marino, contemplando las manchasresecas de la pared-. El primer corte se lohicieron aquí mismo. Supongo que ellacorría como una loca y él la perseguía co
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 41/988
el cuchillo.Me imaginé los cortes en la cara, los
brazos y las manos de Beryl.
–Yo creo -añadió Marino- que aquí lehizo un corte en el brazo izquierdo, en laespalda o en la cara. La sangre de lapared procede de la hoja porque él ya lehaba causado por lo menos una herida y lhoja estaba ensangrentada. Cuando lablandió de nuevo, las gotas se escaparon
salpicaron la pared.Eran unas manchas elípticas de unosseis milímetros de diámetro, másalargadas cuanto más se alejaban del
marco de la puerta. Las salpicadurascubrían una distancia de unos tres metros.El asaltante debió de blandir el cuchillocon la fuerza propia de un jugador de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 42/988
squash. Sentí la emoción del crimen. Noera cólera. Era algo mucho peor. ¿Por quée dejó entrar?
–Basándome en k situación de lassalpicaduras, creo que el tipo debía deencontrarse más o menos aquí -dijoMarino, situándose a varios metros de lapuerta y ligeramente a su izquierda-.Blande el cuchillo, la hiere de nuevo y,mientras la hoja se mueve, la sangre se
escapa y salpica la pared. Las manchasempiezan aquí, como puede ver -señalóas manchas más altas, que casi
alcanzaban el nivel de su cabeza-.
Después se agacha y se detiene a varioscentímetros del suelo -hizo una pausa yme miró con expresión desafiante-. Usteda ha examinado. ¿Qué cree? ¿Era zurdo o
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 43/988
no?Los policías siempre querían saberlo.
Por mucho que yo les dijera que no se
podía establecer, ellos siempre lopreguntaban.
–No es posible saberlo a través deestas manchas de sangre -contesté,notándome la boca seca y con sabor apolvo-. Depende totalmente del lugar queocupara con respecto a ella. En cuanto a
as heridas del pecho, le diré que estánigeramente inclinadas de izquierda aderecha. Eso podría indicar que es zurdo,pero ya le digo que todo depende del
ugar que ocupara en relación con ella. –Pues a mí me parece muy interesante
que casi todas las lesiones de defensaestén localizadas en la parte izquierda de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 44/988
su cuerpo. Ella corría y él se le acercapor la izquierda y no por la derecha. Esome induce a sospechar que es zurdo.
–Todo depende de las respectivasposiciones del asaltante y de la víctima -repetí con impaciencia.
–Ya -musitó Marino-. Todo dependede algo.
Cruzamos la puerta. El suelo era deparquet y en él se había trazado un camino
con tiza en el cual se encerraban lasmanchas de sangre que conducían haciauna escalera situada unos tres metros anuestra izquierda. Beryl había seguido
aquel camino para dirigirse a la escalera.Su angustia y terror debieron de ser másntensos que su dolor. En la pared de lazquierda se observaban varias tiznaduras
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 45/988
de sangre hechas con los dedos heridos,que la víctima debió de extender ydeslizar por dicha pared para no perder e
equilibrio.Había manchas negras en el suelo, las
paredes y el techo. Beryl había corridohasta el final del pasillo del piso dearriba, donde su atacante la acorralómomentáneamente. Allí había muchasangre. La persecución se debió de
reanudar cuando ella consiguió huir delcallejón sin salida y corrió a sudormitorio, donde quizás escapó de suatacante subiendo a la cama de
matrimonio mientras él la rodeaba. Enaquel momento, ella le debió de arrojar lamaleta o quizá la maleta estaba encima dea cama y cayó al suelo. La policía la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 46/988
encontró abierta sobre la alfombra y bocaabajo, como una tienda de campaña, convarios papeles diseminados a su
alrededor, entre ellos las fotocopias deas cartas que había escrito desde Key
West. –¿Qué otros papeles encontraron
aquí? – pregunté. –Recibos, un par de guías turísticas,
un folleto con un plano -contestó Marino-
Le haré fotocopias si quiere. –Sí, por favor -dije yo. –También encontré un montón de
páginas mecanografiadas en aquella
cómoda de allí -añadió Marino,señalándola-. Probablemente era lo queestaba escribiendo en los cayos. Haymuchas notas al margen escritas a lápiz.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 47/988
o hay ninguna huella que merezca lapena. Unas cuantas tiznaduras y algunashuellas parciales de la propia víctima.
En la cama sólo quedaba el colchóndesnudo. La colcha y las sábanasensangrentadas habían sido enviadas alaboratorio. La víctima empezó a
debilitarse y a perder la capacidad demovimiento. Salió a trompicones alpasillo y allí cayó sobre un kilim oriental
que yo recordaba haber visto en lasfotografías. En el suelo se veían señalesde arrastre y huellas de manosensangrentadas. Beryl se desplazó a
rastras hasta el dormitorio de invitados alotro lado del cuarto de baño y allífinalmente murió.
–Me parece -añadió Marino- que el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 48/988
ipo quiso divertirse persiguiéndola.Hubiera podido agarrarla y matarla allímismo, en el salón, pero eso le hubiera
quitado toda la gracia. Probablemente seo pasó en grande mientras ella sangraba,
gritaba y le suplicaba. Al llegar aquí, ellase derrumba y entonces se acaba ladiversión. La cosa ya no tiene gracia. Yentonces el tipo decide terminar.
La estancia tenía un aire invernal y
estaba decorada en tonos amarillos tanpálidos como el sol de enero. El suelo deparquet era casi de color negro en laproximidad de una de las dos camas, y se
veían algunas tiznaduras y manchas negraen la pared pintada de blanco. En lasfotografías tomadas en el escenario de loshechos, Beryl se encontraba de espaldas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 49/988
con las piernas separadas, los brazosalrededor de la cabeza y el rostro vueltohacia la ventana protegida por unas
cortinas. Estaba desnuda y la primera vezque estudié las fotografías no pudedistinguir cómo era ni de qué color tena ecabello. Todo lo que veía era de color rojo. La policía había encontrado unosensangrentados pantalones caqui junto asu cuerpo. Faltaban la blusa y la ropa
nterior. –Ese taxista que dice usted… Hunnelo como se llame… ¿recordaba lo quevestía Beryl cuando la recogió en el
aeropuerto? – pregunté. –Ya había oscurecido -contestó
Marino-. No estaba seguro, pero creía quvestía pantalones y chaqueta. Sabemos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 50/988
que llevaba unos pantalones cuando laatacaron, los caqui que encontramos aquíHabía una chaqueta a juego en una silla d
su dormitorio. No creo que se cambiarade ropa al llegar a casa, simplemente sedebió de quitar la chaqueta y dejarla en lasilla. Las demás prendas, la blusa y laropa interior, se las llevó el asesino.
–Como recuerdo -dije en voz alta.Marino estaba contemplando el suelo
manchado de sangre donde se habíaencontrado el cuerpo. –Tal como yo lo veo -dijo-, el tipo la
nmoviliza aquí, le quita la ropa y la viola
o, por lo menos, lo intenta. Después, laapuñala y por poco la decapita. Lástimao del ERP -añadió, refiriéndose al
Equipo de Recogida de Pruebas, en cuyas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 51/988
orundas de muestras no se habíandescubierto restos de esperma-. Creo queya podemos despedirnos de las pruebas
del ADN. –A no ser que alguna muestra de la
sangre que estamos analizando sea suya -dije-. En caso contrario, adiós ADN.
–Y no se ha encontrado ningún cabelldijo Marino.
–Ninguno, a excepción de unos
cuantos pertenecientes a la propiavíctima.La casa estaba tan silenciosa que
nuestras voces sonaban inquietantemente
altas. Dondequiera que yo mirara, veía lahorribles manchas y las imágenes de mimente: las heridas por objeto punzante, lahuellas de la empuñadura, la espantosa
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 52/988
herida del cuello, abierta como una bocaensangrentada. Salí al pasillo. El polvome estaba irritando los pulmones. Me
costaba respirar.Cuando la policía llegó al escenario
del crimen aquella noche, encontró lapistola automática del calibre 38 de Beryen el mostrador de la cocina, cerca delmicroondas. El arma estaba cargada yenía el seguro puesto. Las únicas huellas
parciales que había podido identificar elaboratorio correspondían a la víctima. –Guardaba la caja de municiones en e
cajón de una mesa junto a la cama -
explicó Marino-. Es probable que el armaambién la guardara allí. Debió de subir as maletas a la habitación del piso de
arriba, deshizo el equipaje, arrojó casi
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 53/988
oda la ropa en el cesto de mimbre delcuarto de baño y guardó las maletas en elarmario del dormitorio. En determinado
momento, debió de sacar la pistola, señalnequívoca de que estaba muerta de
miedo. Apuesto a que debió de recorrer odas las estancias de la casa con la
pistola en las manos para estar másranquila.
–Es lo que yo hubiera hecho -dije.
–A lo mejor, bajó a prepararse unentempié -señaló Marino, mirando a sualrededor.
–Bajó para preparárselo, pero no se
o comió -repliqué yo-. Su contenidogástrico eran cincuenta milímetros, o sea,menos de sesenta gramos de un líquidomarrón oscuro. Lo último que comió ya
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 54/988
estaba casi totalmente digerido cuandomurió… o, mejor dicho, cuando laatacaron. La digestión se corta en
momentos de fuerte tensión o temor. Si sehubiera comido un tentempié cuando elasesino la atacó, la comida aún hubieraestado en el estómago.
–De todos modos, no había gran cosadijo Marino como si ello tuvieramportancia, abriendo el frigorífico.
Dentro encontramos un limónarrugado, dos paquetes de mantequilla, unrozo de queso Havarti rancio, varios
condimentos y una botella de agua tónica.
el congelador resultaba un poco másprometedor, aunque no demasiado. Habíavarios paquetes de pechuga de pollo ycarne magra picada.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 55/988
Por lo visto, la cocina no era paraBeryl un placer, sino un ejercicioutilitario. Yo sabia cómo estaba mi propi
cocina. Aquélla resultabadesoladoramente estéril. Se veían motasde polvo suspendidas en la pálida luz quese filtraba a través de las persianas grisesde diseño que protegían la ventana situadpor encima del fregadero. El fregadero yel escurreplatos estaban vacíos y secos.
Los aparatos eran modernos y estabancasi por estrenar. –La otra posibilidad es que bajara a
prepararse un tragó -dijo Marino.
–La prueba de alcohol fue negativa -dije.
–Lo cual no significa que no tuviera
ntención de preparárselo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 56/988
Marino abrió el armario que habíaencima del fregadero. No quedaba en losestantes ni un solo centímetro libre: Jack
Daniel's, Chivas Regal, Tanqueray,diversos licores y una cosa que me llamóa atención. Delante de la botella de
coñac del estante superior había unabotella de ron haitiano Barbancourt dequince años y tan caro como un whiskyescocés de malta.
Tomándola con una mano enguantada,a deposité sobre el mostrador. No habíaningún sello arrancado y el precinto querodeaba el tapón dorado estaba intacto.
–No creo que lo comprara aquí -ledije a Marino-. Deduzco que lo adquirióen Miami o en Key West.
–¿Quiere decir que lo trajo de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 57/988
Florida? –Es posible. Es evidente que era una
experta en bebidas caras. El Barbancourt
es maravilloso. –Me parece que tendré que empezar a
lamarla Doctora Experta -dijo Marino.La botella de Barbancourt no estaba
cubierta de polvo como muchas de las qua rodeaban.
–Puede que eso explique por qué bajó
a la cocina -dije-. Quizá bajó paraguardar la botella de ron. A lo mejor,pensaba tomarse una copita cuandoalguien llamó a la puerta.
–Sí, pero eso no explica por qué dejóa pistola encima del mostrador cuando
fue a abrir la puerta. Suponemos queestaba asustada, ¿no? Sigo pensando que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 58/988
esperaba a alguien y que conocía al tipoque llamó a su puerta. Tiene todas estasbebidas tan caras. ¿Me va usted a decir
que se las bebía sola? No tiene sentido.Es más lógico suponer que, de vez encuando, recibía a alguien. Qué demonios,a lo mejor es este «M» a quien escribíadesde los cayos. A lo mejor, es la persona la que estaba esperando la noche en quea liquidaron.
–Cree que «M» podría ser el asesino dije yo. –¿Usted no?Se estaba poniendo agresivo y su
manera de juguetear con el cigarrillo sinencender ya empezaba a atacarme losnervios.
–Yo lo creo todo -contesté-. Por
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 59/988
ejemplo, también creo que, a lo mejor, lavíctima no esperaba a nadie. Seencontraba en la cocina guardando la
botella de ron y quizá pensaba prepararseun trago. Estaba nerviosa, había dejado lapistola automática encima del mostrador.Se sobresaltó cuando sonó el timbre oalguien empezó a aporrear la puerta…
–Muy bien -me interrumpió Marino-.Se sobresalta y está nerviosa. Pues
entonces, ¿por qué deja la pistola en lacocina cuando se dirige a abrir la malditapuerta?
–¿Había hecho prácticas?
–¿Prácticas? – preguntó Marino,mirándome a los ojos-. ¿Prácticas de qué
–De tiro. –Pues, francamente… no sé…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 60/988
–Si no las había hecho, el gesto deomar el arma no constituía para ella un
reflejo natural sino una reflexión
consciente. Algunas mujeres llevanaerosoles irritantes en sus bolsos. Lasatacan y no se acuerdan de usarlos hastadespués de que han sufrido el ataqueporque la idea de la defensa no constituyeun reflejo.
–Pues no sé…
Yo sí lo sabía. Tenía un revólver Ruger del 38 cargado con Silvertips, lasmuniciones más mortíferas que existen enel mercado. La única razón por la que
omaba el arma eran las prácticas quehacía con ella varias veces al mes en lasala de tiro de mi departamento. Cuando
estaba sola en casa, me sentía más a gusto
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 61/988
con el arma que sin ella.Y había otra cosa. Pensé en el salón y
en los atizadores colocados en su soporte
de latón junto a la chimenea. Beryl habíaforcejeado con su atacante en aquellaestancia y no se le había ocurrido laposibilidad de tomar el atizador o la palaLa defensa no era en ella un reflejo. Suúnico reflejo era huir corriendo, ya fueraescaleras arriba o bien a Key West.
–Puede que no conociera bien el armaMarino -dije-. Suena el timbre. Ella estánerviosa y confusa. Se dirige al salón ydespués mira a través de la mirilla.
Quienquiera que sea, le inspira lasuficiente confianza como para inducirla aabrir la puerta. Se olvida del arma.
–O, a lo mejor, esperaba la visita -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 62/988
repitió Marino. –Es muy posible. Siempre y cuando
alguien supiera que ella se encontraba de
regreso en la ciudad. –Puede que él lo supiera -dijo
Marino. –Y puede que sea «M».Le dije a Marino lo que éste deseaba
escuchar mientras volvía a colocar labotella de ron en el estante.
–Justamente. Ahora la cosa ya tienemás sentido, ¿no le parece?Cerré la puerta del armario de la
cocina.
–Llevaba ya varios meses amenazaday aterrorizada, Marino. Me cuesta creer que fuera un amigo íntimo y Beryl nosospechara en absoluto de él.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 63/988
Marino pareció ofenderse mientrasconsultaba su reloj y se sacaba otra llavedel bolsillo. Era totalmente absurdo
suponer que Beryl le hubiera abierto lapuerta a un desconocido. Pero másabsurdo todavía era suponer que alguienen quien ella confiaba le hubiera podidohacer semejante cosa. ¿Por qué le habíaabierto la puerta? No podía quitarme lapregunta de la cabeza.
Un pasadizo cubierto unía la casa conel garaje. El sol se había ocultado detrásde los árboles.
–Le voy a decir una cosa -añadió
Marino, abriendo la puerta-, yo entré aquípoco antes de llamarla a usted. Hubierapodido derribar la puerta la noche en que
a asesinaron, pero no vi la necesidad. –
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 64/988
Se encogió de hombros y enderezó lasanchas espaldas como si quisieraasegurarse de que yo comprendía su
capacidad de derribar una puerta o unárbol o de volcar un camión si le vinieraen gana.– Ella no había vuelto a entrar enel garaje desde que se fue a Florida.Tardamos un buen rato en encontrar lamaldita llave.
Era el único garaje de paredes
revestidas con paneles de madera que yohabía visto en mi vida; el suelo era unapreciosa piel de dragón realizada concarísimos azulejos italianos en tonos
rojos. –¿Esto fue diseñado realmente para
ser un garaje? – pregunté. –Tiene una puerta de garaje, ¿no? –
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 65/988
Marino se estaba sacando varias llavesdel bolsillo-. Menudo refugio paraproteger el vehículo de la lluvia, ¿eh?
El garaje no estaba ventilado y olía apolvo, a pesar de que estabampecablemente limpio. Aparte un
rastrillo y una escoba apoyados contra lapared de un rincón, no se veían cortadorade césped ni las habituales herramientasque suele haber en un garaje. La estancia
más parecía la sala de exposiciones de unconcesionario de automóviles con elHonda negro colocado en el centro delsuelo de azulejos. El automóvil estaba tan
impio y reluciente que hubiera podidopasar por nuevo y sin estrenar.
Marino abrió la portezuela del ladodel conductor.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 66/988
–Ahí tiene. La invito a que suba -dijoMarino.
Me acomodé en el asiento de suave
cuero color marfil y contemplé lospaneles de madera de la pared a travésdel parabrisas.
Apartándose un poco del vehículo,Marino añadió:
–Quédese sentada donde está. Póngascómoda, examine el interior y dígame qué
e viene a la mente. –¿Quiere que lo ponga en marcha?Marino me entregó la llave.
–Y ahora tenga la bondad de abrir la
puerta del garaje si no quiere que nosasfixiemos aquí dentro -añadí.
Marino miró a su alrededor
frunciendo el ceño hasta que vio el botón
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 67/988
adecuado y abrió la puerta.El vehículo no se puso en marcha a la
primera y el motor se caló varias veces
ronroneando por lo bajo. La radio y elacondicionador de aire estaban enmarcha. El depósito de gasolina sóloestaban lleno hasta un cuarto de sucapacidad y el cuentakilómetrosregistraba menos de ocho mil kilómetros;el techo de ventilación estaba
parcialmente abierto. En el tablero denstrumentos había un resguardo deimpieza en seco fechado el jueves once
de julio, en que Beryl llevó a la tintorería
una falda y una chaqueta que,evidentemente, no pudo recoger. En elasiento del pasajero había la cuenta deuna tienda de alimentación fechada el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 68/988
doce de julio a las diez cuarenta de lamañana, cuando la víctima habíacomprado una lechuga, tomates, pepinos,
carne picada de buey, queso, zumo denaranja y una cajita de pastillas de menta,odo lo cual le costó nueve dólares conrece centavos que pagó con un billete de
diez dólares entregado a la cajera.Al lado de la cuenta se veía un sobre
vacío de banco de color blanco y una
funda beige claro de gafas Ray Ban…ambién vacía.En el asiento de atrás había una
raqueta de tenis Wimbledon y una
arrugada toalla blanca. Alargué la manopor encima del respaldo del asiento paraalcanzarla. Grabado en pequeñas letrasazules en el borde de rizo figuraba el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 69/988
nombre del Westwood Racquet Club, elmismo que yo había visto en una bolsaroja de vinilo en el interior del armario d
Beryl.Marino se había guardado lo más
espectacular para el final. Yo sabía quehabía examinado minuciosamente todosaquellos objetos y quería que yo los vieran situ… No eran pruebas. El asesino no
había entrado en el garaje. Marino me
estaba aguijoneando desde que entramosen la casa. Era una costumbre suya que msacaba de quicio.
Apagando el motor, descendí del
vehículo y la portezuela se cerró a miespalda con un sólido sonidoamortiguado.
Marino me miró inquisitivamente.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 70/988
–Un par de preguntas -dije. –Dispare. –Westwood es un club de lujo. ¿Era
socia?Inclinación afirmativa de la cabeza.
–¿Ha comprobado usted cuándoreservó pista por última vez?
–El viernes doce de julio a las nuevede la mañana. Tomó una lección con elprofesor. Tomaba una lección una vez a la
semana, á eso se limitaba su práctica deeste deporte. –Si no recuerdo mal, salió de
Richmond a primera hora de la mañana
del sábado trece de julio y llegó a Miamipoco después del mediodía.
Otra inclinación de cabeza.
–O sea que dio la clase y se fue
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 71/988
directamente a la tienda de alimentación.Después, puede que se dirigiera al bancoSea como fuere, después de hacer la
compra, en determinado momento debióde decidir abandonar repentinamente laciudad. Si hubiera tenido intención demarcharse al día siguiente, no se hubieramolestado en ir a comprar comida. Nohubiera tenido tiempo de comerse todo loque compró y no dejó la comida en el
frigorífico. Debió de tirarlo todo menos lcarne picada, el queso y, probablemente,as pastillas de menta.
–Me parece bastante razonable -dijo
Marino con aire ausente. –Dejó la funda de las gafas y otros
objetos en el asiento -añadí yo-. Y,además, la radio y el acondicionador de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 72/988
aire estaban en marcha y dejó el techo deventilación parcialmente abierto. Alparecer, entró con el vehículo en el
garaje, apagó el motor y se dirigiócorriendo a la casa con las gafas puestas.Eso me induce a preguntarme si ocurrióalgo mientras regresaba a casa en suautomóvil desde el club de tenis y laienda de comestibles…
–Estoy seguro de que sí. Rodee el
automóvil y eche un vistazo por el otroado… fíjese en concreto en la portezuelaLo hice.Lo que vi me desperdigó los
pensamientos cual si fueran canicas.Grabado en la reluciente pintura negra,usto por debajo del tirador de la
portezuela, vi el nombre beryl en el centro
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 73/988
de un corazón. –Se le pone a uno la carne de gallina,
¿verdad?
–Si el tipo lo hizo mientras elautomóvil estaba aparcado en el club o enas inmediaciones de la tienda -dije yo-,
me parece que alguien le hubiera visto. –Claro. Lo cual quiere decir que, a lo
mejor, lo hizo antes. – Marino hizo unapausa, contemplando el grabado con aire
pensativo.– ¿Cuándo examinó usted por última vez la portezuela del lado delpasajero de su automóvil?
Podían haber transcurrido varios días
O incluso una semana. –Se fue a comprar la comida -dijo
Marino, encendiendo finalmente eldichoso cigarrillo-. No compró muchas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 74/988
cosas -añadió, dando una fuerte chupada-Y seguramente todo le cupo en una solabolsa. Cuando mi mujer sólo lleva una o
dos bolsas, las coloca en el suelo de laparte delantera o en el mismo asiento. Porconsiguiente, es probable que Berylrodeara el automóvil para colocar labolsa de la compra en el asiento. Y fueentonces cuando vio lo que alguien habíagrabado en la pintura. A lo mejor, supo
que lo habían tenido que hacer necesariamente aquel día. A lo mejor, no.o importa. Inmediatamente se asusta y se
pone nerviosa. Regresa a casa o pasa
primero por el banco para sacar dinero.Reserva plaza en el primer vuelo y se va Florida para huir de Richmond.
Abandoné el garaje en compañía de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 75/988
Marino y ambos regresamos juntos a suautomóvil. Estaba oscureciendo con granrapidez y la temperatura había refrescado
Marino puso en marcha el vehículomientras yo contemplaba en silencio lacasa de Beryl a través de la ventanilla.Los ángulos agudos se estabandifuminando en la penumbra y lasventanas estaban a oscuras. De pronto, seencendieron las luces del porche y del
salón. –Vaya -musitó Marino-. ¿Son losniños de Todos los Santos?
–Iluminación intermitente -dije.
–No me diga.2
Brillaba la luna llena sobre Richmond
cuando emprendí el largo camino de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 76/988
regreso a casa. Sólo los más tenacesfantasmas de Todos los Santoscontinuaban la ronda mientras los faros
delanteros de mi automóvil iluminabansus espectrales máscaras y susamenazadoras siluetas de tamaño infantil.Me pregunté cuántos niños habríanlamado a mi puerta para solicitar lasradicionales golosinas sin que nadie les
contestara. Mi casa era una de las
preferidas por los niños que festejaban lavíspera de Todos los Santos, pues, al noener hijos propios a los que mimar, yo
solía mostrarme con ellos extremadament
generosa. Al día siguiente, no tendría másremedio que repartir las cuatro cajasenteras de chocolatinas entre miscolaboradores.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 77/988
El teléfono empezó a sonar mientrasyo subía la escalera. Lo tomé antes de quenterviniera el contestador automático. Al
principio, no identifiqué la voz, pero, alreconocerla, me dio un vuelco el corazón
–¿Kay? Soy Mark. Menos mal que yaestás en casa…
Mark James me hablaba como desdeel fondo de un bidón de petróleo y se oíaen segundo plano el rumor del tráfico.
–¿Dónde estás? – conseguípreguntarle, consciente de la irritación demi voz.
–En la 95, a unos noventa kilómetros
al norte de Richmond.Me senté en el borde de la cama.
–En una cabina telefónica -añadió-.
ecesito instrucciones para llegar a tu
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 78/988
casa. – Otra ráfaga de tráfico.– Quieroverte, Kay. Llevo toda la semana en eldistrito de Columbia y estoy intentando
ocalizarte desde última hora de la tarde.Al final, he decidido correr el riesgo y healquilado un automóvil. ¿Te parece bien?
No supe qué decirle. –He pensado que podríamos tomar un
rago juntos y ponernos al día sobrenuestras actividades respectivas -dijo
aquel hombre que antaño me rompiera elcorazón-. Tengo reservada habitación enel Radisson del centro de la ciudad.Mañana a primera hora hay un vuelo
desde Richmond a Chicago y pensé que…Bueno, en realidad, quiero discutir unasunto contigo…
No acertaba a imaginar qué podamos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 79/988
discutir Mark y yo. –¿Te parece bien? – repitió.¡Pues no, no me parecía bien! Pero lo
que dije fue: –Por supuesto, Mark. Me encantará
verte.Tras facilitarle las correspondientes
nstrucciones, fui al cuarto de baño pararefrescarme un poco y aproveché parahacer inventario. Habían transcurrido más
de quince años desde nuestros días juntosen la facultad de Derecho. Mi cabello eramás ceniza, que rubio y mis ojos eran mábrumosos y menos azules que entonces. E
mparcial espejo me recordó con ciertafrialdad que ya no volvería a cumplir losreinta y nueve y que existían unos
métodos llamados liftings. En mi
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 80/988
memoria, Mark seguía teniendo apenasveinticuatro años, la edad en que seconvirtió para mí en un objeto de pasión y
subordinación que más tarde me llevó a lamás abyecta desesperación. Cuando todoerminó, me entregué en cuerpo y alma alrabajo.
Conducía tan rápido como siempre yno había perdido la afición a los buenosautomóviles. Menos de cuarenta y cinco
minutos más tarde, abrí la puerta de micasa y le vi bajar de su Sterling dealquiler. Seguía siendo el Mark que yorecordaba, con el mismo cuerpo delgado
as largas piernas de confiados andares.Subió los peldaños en un abrir y cerrar deojos, con una leve sonrisa en los labios.Tras darnos un pequeño abrazo,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 81/988
permanecimos un momento de pie en elvestíbulo sin saber qué decirnos.
–¿Sigues bebiendo whisky? – pregunt
yo finalmente. –Eso no ha cambiado -me contestó él,
acompañándome a la cocina.Sacando la botella de Glenfiddich del
bar, le preparé automáticamente el tragoal como solía hacerlo en otros tiempos:
dos dedos, hielo y un chorlito de agua de
Seltz. Sus ojos me siguieron mientras memovía por la cocina y posaba los vasossobre la mesa. Tomando un sorbo,contempló el vaso y empezó a agitar
entamente el hielo tal como siemprehacía cuando estaba nervioso. Contempléargamente sus refinadas facciones, los
altos pómulos y los claros ojos grises. Su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 82/988
cabello oscuro era algo más ralo en lassienes.
Concentré mi atención en el hielo
girando lentamente en el interior de suvaso.
–Supongo que estarás trabajando en ubufete de Chicago.
Reclinándose en su asiento, Mark evantó los ojos y contestó:
–Me limito casi exclusivamente a los
recursos, sólo muy de tarde en tarde hagouicios. Veo de vez en cuando a Diesner.Así fue cómo supe que estabas enRichmond.
Diesner era el jefe del departamentode Medicina Legal de Chicago. Yo le veíen las reuniones y ambos formábamosparte de varios comités. Jamás me había
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 83/988
comentado que conociera a Mark James yyo no sabía cómo había averiguado miantigua relación con él.
–Cometí la equivocación de decirleque te había conocido en la facultad deDerecho y creo que de vez en cuando mehabla de ti para pincharme -me explicóMark, leyendo mis pensamientos.
No hacía falta que me lo jurara.Diesner era tan áspero como un macho
cabrío y no les tenía demasiada simpatía os abogados defensores. Algunas de susbatallas y de sus teatrales actuaciones antos tribunales se habían convertido en
auténticas leyendas. –Como todos los patólogos forenses -
estaba diciendo Mark-, siempre se inclinapor los fiscales. Como yo represento a un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 84/988
asesino convicto, soy el malo. Diesner nopara hasta que me localiza y entonces mecomenta, como el que no quiere la cosa, e
último artículo que has publicado o algúncaso tremebundo en el que has trabajado.La doctora Scarpetta. La famosa jefaScarpetta -añadió riéndose aunque no conos ojos.
–No me parece justo decir que nosnclinamos por los fiscales -contesté-. A
primera vista damos esta impresiónporque, si las pruebas son favorables a unacusado, el caso jamás pasa a losribunales.
–Kay, ya sé lo que ocurre -dijo Mark con aquel tono de voz de «dejémoslo ya»que tan bien recordaba yo-. Yo sé lo queves y, en tu lugar, querría que todos los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 85/988
hijos de puta se pudrieran en una cárcel. –Sí, tú sabes lo que yo veo, Mark -
dije.
Era la misma discusión de siempre.o poda creerlo. Mark llevaba apenas
quince minutos allí y ambos estábamosrecogiendo el hilo de lo que habíamosnterrumpido años atrás. Algunas de
nuestras peores peleas habían sidoprecisamente a propósito de aquel tema.
Yo ya era médica y me había matriculadoen la facultad de Derecho de Georgetowncuando conocí a Mark. Había visto elado oscuro, la crueldad y las tragedias
nexplicables. Había apoyado mis manosenguantadas sobre los ensangrentadosdespojos del sufrimiento y de la muerte.Mark, en cambio, era un espléndido
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 86/988
representante de la Ivy League cuya ideadel delito se identificaba con alguien quee hubiera rayado la pintura de su Jaguar.
Tenía que ser abogado porque su padre ysu abuelo lo eran. Yo era católica y Markprotestante. Yo italiana y él tan ingléscomo el príncipe Carlos. Yo haba crecidoen la pobreza y él se había criado en unosde los más lujosos barrios residencialesde Boston. Llegué a pensar en cierta
ocasión que nuestro matrimonio se habríafraguado en el cielo. –No has cambiado, Kay -dijo Mark-.
Como no sea tal vez en el hecho de que
rradias una cierta dureza ydeterminación. Apuesto a que debes deser temible en los juicios.
–No me gustaría pensar que soy dura.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 87/988
–No lo he dicho como una crítica. Loque digo es que pareces tremenda. – Markmiró a su alrededor.– Y has triunfado.
¿Eres feliz? –Me gusta Virginia -contesté,
apartando la mirada-. Sólo me quejo deos inviernos, aunque supongo que tus
quejas deben de ser más graves a esterespecto. ¿Cómo puedes resistir los seismeses de invierno de Chicago?
–No he conseguido acostumbrarme, siquieres que te diga la verdad. Tú no losoportarías. Una flor de invernadero deMiami como tú no aguantaría allí ni un
mes. No estás casada -añadió, tomandootro sorbo de su bebida.
–Lo estuve.
–Mmmm -Mark frunció el ceño,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 88/988
ratando de recordar-. Tony no sé qué…recuerdo que empezaste a salir conTony… Beneditti, ¿verdad? Fue hacia
finales del tercer curso.Me sorprendió que Mark se hubiera
dado cuenta y más todavía que lorecordara.
–Nos divorciamos hace tiempo -añadí.
–Lo siento -dijo Mark en voz baja.
Alargué la mano hacia mi vaso. –¿Te has estado viendo con alguiensimpático? – preguntó Mark.
–En estos momentos no me veo con
nadie ni simpático ni antipático.Mark no se reía tanto como antaño.
–Estuve casi a punto de casarme haceun par de años, pero la cosa no dio
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 89/988
resultado -me explicó sin emoción-. O talvez sería más honrado decir que, en elúltimo momento, me entró miedo.
Me costaba trabajo creer que no sehubiera casado. Debió de leer por segunda vez mis pensamientos.
–Fue después de que muriera Janet -dijo tras dudar levemente-. Estuve casado
–¿Janet?Mark agitó de nuevo el hielo de su
vaso. –La conocí en Pittsburgh, después deGeorgetown. Era una abogada del bufete,especializada en derecho tributario.
Le estudié con más detenimiento,perpleja ante lo que veían mis ojos. Markhabía cambiado. La vehemencia de antañoera ahora distinta. No lograba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 90/988
dentificarla, pero me parecía mássombría.
–Un accidente de tráfico -explicó-. Un
sábado por la noche. Salió a comprar palomitas de maíz. Queramos ver unapelícula en la televisión. Un conductor borracho se cruzó en su camino. Nisiquiera llevaba los faros delanterosencendidos.
–Dios bendito, Mark, cuánto lo siento
dije-. Debió de ser terrible. –Fue hace ocho años. –¿No tenéis hijos? – pregunté en un
susurro.
Negó con la cabeza.Permanecimos unos instantes en
silencio. –Nuestro bufete va a abrir un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 91/988
despacho en el distrito de Columbia -medijo cuando nuestras miradas se cruzaron
No hice ningún comentario.
–Es posible que me trasladen aldistrito de Columbia. No te imaginas loque estamos creciendo; tenemos más decien abogados, y oficinas en Nueva York,Atlanta y Houston.
–¿Cuándo harías el traslado? – pregunté muy serena.
–Pues, en realidad, podría ser aprimeros de año. –¿Y estás totalmente decidido? –Estoy hasta la coronilla de Chicago,
Kay, necesito un cambio. Quería que losupieras… por eso he venido. O, por lomenos, éste es el motivo principal. Noquería trasladarme a vivir al D. C. y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 92/988
ropezarme contigo en determinadomomento. Viviré en el norte de Virginia.Tú tienes un despacho en el norte de
Virginia. Lo más probable es quecoincidiéramos en un restaurante o uneatro el día menos pensado. Y yo no
quería que las cosas ocurrieran de estamanera.
Me imaginé sentada en el CentroKennedy viendo a Mark tres filas más
adelante, susurrándole algo al oído a unabella acompañante. Recordé el antiguodolor, un dolor tan intenso que casi losentía físicamente. No podía compararle
con nadie. Todas mis emociones seconcentraban en él. Al principio, unaparte de mí intuyó que los sentimientos noeran recíprocos. Más tarde, lo supe con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 93/988
certeza. –Éste es el principal motivo -repitió
Mark en plan de abogado que da
comienzo a la exposición de su informe-.Pero hay algo más que, en realidad, noiene nada que ver con nosotros
personalmente.Guardé silencio.
–Hace un par de noches una mujer fueasesinada aquí, en Richmond. Beryl
Madison…La expresión de asombro de mi rostroe obligó a hacer una breve pausa.
–Berger, el socio gerente, me lo dijo
cuando me llamó a mi hotel del D. C.Quiero hablarte de ello…
–¿Y eso qué tiene que ver contigo? – pregunté-. ¿Acaso la conocías?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 94/988
–Vagamente. La conocí en NuevaYork el invierno pasado. Nuestro bufetede allí suele manejar asuntos relacionado
con el mundo del espectáculo y el ocio.Beryl tenía serios problemas depublicación, una disputa sobre uncontrato, y solicitó los servicios deOrndorff Berger para resolver el asunto.Yo estaba casualmente en Nueva York elmismo día en que ella se reunió con
Sparacino, el abogado que llevaba sucaso. Al final, Sparacino nos invitó a ellay a mí a almorzar en el Algonquin.
–Si hay alguna posibilidad de que esta
disputa que has mencionado estérelacionada con su asesinato, tendrías quehablar con la policía y no conmigo -dije
en tono levemente molesto.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 95/988
–Kay -replicó Mark-, mi bufete nisiquiera sabe que estoy aquí, hablandocontigo, ¿comprendes? Cuando ayer me
lamó Berger, fue por otra cosa. Mecomentó el asesinato de Beryl Madison enel curso de la conversación y me dijo queechara un vistazo a los periódicos de por aquí, a ver qué decían.
–Ya. Hablando en plata, a ver quépodías averiguar a través de tu ex…
Sentí que el rubor me subía por lagarganta. ¿Ex qué? –No es eso -dijo Mark, apartando los
ojos-. Estaba pensando en ti, tenía
ntención de llamarte antes de que melamara Berger, antes incluso de
enterarme de lo de Beryl. Durante dos
malditas noches estuve a punto de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 96/988
lamarte, incluso había pedido tu númeroen Información. Pero no me atrevía. Ypuede que jamás lo hubiera hecho si
Berger no me hubiera contado lo ocurridoEs posible que Beryl me facilitara laexcusa, lo reconozco. Pero no es lo que túpiensas…
No le escuchaba. Estaba deseandocreerle muy a pesar mío.
–Si tu bufete tiene algún interés en
este asesinato, dime exactamente de quése trata.Mark reflexionó un instante.
–La verdad es que no sé si tenemos un
nterés legítimo en el asesinato. Puede qusea algo de tipo personal, una sensaciónde horror y de sobresalto para aquellos dnosotros que tuvimos contacto con ella
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 97/988
cuando estaba viva. Te diré, además, queBeryl estaba metida en una amarga disputsobre los derechos que le habían estafado
a causa de un contrato que firmó haceocho años. Es algo muy complicado yiene que ver con Cary Harper.
–¿El novelista? – preguntédesconcertada-. ¿A ese Cary Harper terefieres?
–Tal como seguramente sabes -dijo
Mark-, vive no demasiado lejos de aquí,en una plantación del siglo XVIII llamadaCutler Grove. A orillas del río James, enWilliamsburg.
Estaba tratando de recordar lo quehabía leído sobre Harper, el ganador deun premio Pulitzer de novela hacía veinteaños, legendariamente aislado del mundo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 98/988
en compañía de una hermana. ¿O acasoera una tía? Se habían hecho muchasconjeturas sobre la vida privada de
Harper; cuanto más huía de los reporterosy más se negaba a conceder entrevistas,anto más crecían los rumores y conjetura
sobre su persona.Encendí un cigarrillo.
–Pensaba que ya lo habrías dejado -dijo Mark.
–Para eso tendrán que extirparme elóbulo frontal. –Ahí va lo poco que yo sé. Beryl tuvo
una relación con Harper cuando contaba
unos veinte años. Durante algún tiempo,legó a vivir en la casa junto con él y su
hermana. Aspiraba a convertirse enescritora y era como la hija de talento que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 99/988
Harper nunca tuvo. Se convirtió en suprotegida y, gracias a sus amistades,consiguió publicar su primera novela
cuando apenas tenía veintidós años, unaespecie de novela rosa escrita bajo elapellido Stratton. Harper escribió inclusoun comentario para la cubierta del libroacerca de aquella joven e interesanteautora que él acababa de descubrir.Muchos se sorprendieron bastante. La
novela era una obra eminentementecomercial y carecía de calidad literaria.Por si fuera poco, Harper llevaba muchoiempo sin dar señales de vida.
–¿Qué tiene eso que ver con la disputasobre el contrato?
–Puede que Harper fuera un primo enmanos de una jovencita que fingía
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 100/988
adorarle como a un héroe, pero es tambiéun hijo de puta de mucho cuidado. Antesde que la chica publicara la novela, la
obligó a firmar un contrato con el cual see prohibía escribir nada sobre él o sobre
cualquier cosa relacionada con su personmientras el y su hermana vivieran. Harperiene apenas cincuenta y tantos años y su
hermana unos pocos más. El contratoataba prácticamente a Beryl para toda la
vida y le impedía escribir sus memorias,pues, ¿cómo hubiera podido hacerlo sinmencionar a Harper?
–Tal vez hubiera podido -repliqué-,
pero, sin Harper, el libro no se hubieravendido.
–Exactamente. –¿Por qué utilizaba seudónimos?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 101/988
¿Formaba parte de su acuerdo conHarper?
–Creo que sí. Probablemente él quería
que Beryl fuera su secreto. La ayudó aalcanzar el éxito literario, pero queríamantenerla alejada del mundo. El nombreBeryl Madison no es muy famoso quedigamos, a pesar del éxito económico quehan cosechado sus novelas.
–¿Debo suponer que la chica estaba a
punto de incumplir el contrato y que por eso solicitó los servicios de Orndorff Berger?
Mark tomó un sorbo de whisky.
–Permíteme recordarte que ella no erami cliente. Por consiguiente, no conozcoodos los detalles. Pero mi impresión es
que ya estaba quemada y quería escribir
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 102/988
algo de más fuste. Y ahora viene lo queseguramente tú ya sabes. Al parecer, teníaproblemas, alguien la amenazaba y la
perseguía… –¿Cuándo? –El invierno pasado, más o menos po
as fechas en que yo almorcé con ella.Creo que fue a finales de febrero.
–Sigue -dije, intrigada. –No tenía ni idea de quién la
amenazaba. No sé si la cosa empezó antesde que decidiera escribir lo que enaquellos momentos tenía entre manos obien después, no puedo asegurarlo.
–¿Y cómo se las hubiera arregladopara incumplir el contrato sin sufrir lasconsecuencias?
–No estoy muy seguro de que hubiera
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 103/988
podido hacerlo -contestó Mark-, pero laestrategia que pensaba seguir Sparacinoconsistiría en informar a Harper de que no
endría más remedio que colaborar siquería que el producto final resultara másbien inofensivo… en otras palabras, se leofrecerían a Harper poderes limitados decensura. En caso de que optara por comportarse como un hijo de puta,Sparacino le asestaría un golpe,
facilitando la debida información a losperiódicos. Harper estaba atrapado. Por supuesto que podía querellarse contraBeryl, pero ella no tenía tanto dinero
como para eso, era una simple gota deagua en el mar en comparación con lo quevale él. El pleito sólo hubiera servidopara que la gente corriera a comprar el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 104/988
ibro de Beryl. Harper no podía ganar. –¿Y no hubiera podido conseguir un
mandato judicial que impidiera la
publicación? – pregunté. –Eso hubiera significado más
publicidad. Detener la publicación lehubiera costado millones.
–Ahora ella ha muerto -contemplé micigarrillo, apagándose en el cenicero-.Supongo que el libro no está terminado.
Harper ya no tiene por qué preocuparse.¿A eso querías llegar, Mark? ¿A laposibilidad de que Harper esténvolucrado en el asesinato?
–Me he limitado a facilitarte los datosdijo Mark.
Los claros ojos se estaban clavandoen los míos. Recordé con inquietud lo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 105/988
ncreíblemente distantes que podían ser aveces.
–Tú, ¿qué piensas? – me preguntó.
No le dije lo que realmente pensaba, asaber, que me parecía muy raro queprecisamente él me hubiera reveladoodos aquellos detalles. No importaba que
Beryl no fuera su cliente. El conocía muybien los códigos de conducta legales,según los cuales los datos que obran en
poder de un socio de un bufete obliganpor igual a todos los demás socios. Seencontraba a un paso de quebrantar lasnormas éticas y ello me parecía tan
mpropio del escrupuloso Mark James quyo recordaba como el hecho de que sehubiera presentado en mi casa luciendo unatuaje.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 106/988
–Creo que será mejor que hables conMarino, el jefe de la investigación -repliqué-. O tal vez será mejor que yo
misma le comunique lo que acabas dedecirme. En cualquier caso, él se pondráen contacto con tu bufete y hará laspreguntas que crea convenientes.
–Me parece muy bien. No tengoninguna objeción.
Ambos permanecimos un instante en
silencio. –¿Cómo era? – pregunté,carraspeando.
–Tal como te he dicho, sólo la vi una
vez. Pero era extraordinaria. Dinámica,ngeniosa, atractiva, vestida de blanco. U
fabuloso vestido blanco de invierno. Te l
podría describir también como levemente
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 107/988
distante. Tenía muchos secretos. No creoque nadie hubiera alcanzado jamás elfondo de sus profundidades. Y bebía
mucho, o, por lo menos, bebió muchoaquel día durante el almuerzo… se tomóres cócteles, lo cual me pareció excesivo
a aquella hora del día. Aunque puede queno lo fuera tanto, teniendo en cuenta loensa y nerviosa que estaba. El problema
por el que había recurrido a Orndorff
Berger no era precisamente un motivo dealegría. Estoy seguro de que todo esteasunto de Harper la tenía muypreocupada.
–¿Qué bebió? –¿Cómo? –Los tres cócteles. ¿Qué eran? –
pregunté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 108/988
Mark frunció el ceño, mirando haciael otro extremo de la cocina.
–Pues no lo sé bien, Kay. Pero, ¿qué
mportancia tiene eso? –No sé si tiene importancia -dije,
recordando el armario de las bebidas deBeryl-. ¿Comentó las amenazas que estabrecibiendo? En tu presencia, quiero decir
–Sí. Y Sparacino también se refirió aellas. Lo único que yo sé es que empezó a
recibir unas llamadas telefónicas decarácter muy específico. Siempre lamisma voz, pero no era ningún conocidosuyo o, por lo menos, eso es lo que dijo.
Hubo otros acontecimientos extraños. Nopuedo recordar los detalles… ocurrióhace tiempo.
–¿Sabes si llevaba un registro de esos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 109/988
acontecimientos? – pregunté. –No lo sé. –¿Y no tenía ni idea de quién lo hacía
ni por qué? –Ésa es la impresión que daba.Mark empujó su silla hacia atrás. Ya
era casi la medianoche.Mientras le acompañaba a la puerta,
se me ocurrió repentinamente una cosa. –Sparacino -dije-. ¿Cuál es su nombre
de pila? –Robert -contestó Mark. –No tendrá una M inicial, ¿verdad? –No -dijo Mark, mirándome con
curiosidad.Se produjo una tensa pausa.
–Ten cuidado por la carretera. –Buenas noches, Kay -dijo Mark,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 110/988
vacilando.Puede que fueran figuraciones mías,
pero, por un instante, pensé que iba a
besarme. Después, bajó apresuradamenteos peldaños y yo ya había cerrado la
puerta cuando le oí alejarse en suautomóvil.
La mañana siguiente fue tan ajetreadacomo de costumbre. Fielding nos informódurante la reunión del equipo de que
eníamos cinco autopsias, entre ellas la deun «flotador», es decir, un cuerpo endescomposición rescatado del río,perspectiva que nunca dejaba de suscitar
gruñidos de desagrado. El departamentode policía de Richmond nos habíaenviado las pruebas de sus dos tiroteosmás recientes y yo había conseguido
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 111/988
enviar por correo los resultados de losanálisis de las primeras antes de salir corriendo hacia la sala de justicia John
Marshall para declarar en el juicio deotro tiroteo con resultado de muerte y,desde allí, hacia el Colegio de Médicospara almorzar con uno de los estudiantes os que asesoraba. Durante mi trabajo,raté por todos los medios de quitarme dea cabeza la visita de Mark. Pero, cuanto
más me esforzaba por no pensar en él,anto más pensaba. Era precavido. Eraobstinado. No era propio de él que sehubiera puesto en contacto conmigo al
cabo de más de una década de silencio.Resistí hasta primera hora de la tarde
en que no pude más y llamé a Marino. –Precisamente ahora iba a llamarla -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 112/988
me dijo Marino antes de que yo pudierapronunciar dos palabras-. Estaba a puntode salir. ¿Puede reunirse conmigo en el
despacho de Benton dentro de una hora uhora y media?
–¿De qué se trata? Ni siquiera le había dicho por qué le
lamaba. –He conseguido los informes sobre
Beryl. Pensé que le interesará estar
presente.Colgó como siempre hacía sin decir adiós.
A la hora convenida, enfilé la East
Grace Street y aparqué en el primer espacio del parquímetro que pudeencontrar a una distancia razonable de midestino. El moderno edificio de diez piso
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 113/988
era como un faro en medio de unadeprimente zona de tiendas de baratijasque pretendían ser establecimientos de
antigüedades y de pequeños restaurantesípicos cuyos platos «especiales» no eranales. Los vagabundos caminaban sin
rumbo por las cuarteadas aceras.Tras identificarme en la garita de los
guardas del vestíbulo, tomé el ascensor hasta el quinto piso. Al final del pasillo
había un puerta de madera sin ningunandicación. La localización de la oficinade operaciones del FBI de Richmond erauno de los secretos más celosamente
guardados de la ciudad, y su presencia eran discreta como la de sus agentes de
paisano. Un joven sentado detrás de unmostrador que se extendía hasta la mitad
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 114/988
de la pared del fondo me miró mientrashablaba por teléfono. Cubriendo eleléfono con la mano, arqueó las cejas
como preguntándome: «¿En qué puedoservirla?». Le expliqué el motivo de mivisita y me invitó a sentarme.
El vestíbulo era pequeño ydecididamente masculino, con elmobiliario tapizado en un sólido cueroazul oscuro y una mesita en la que se
amontonaban distintas revistas deportivasEn los paneles de madera de las paredesfiguraban una galería de retratos de losantiguos directores del FBI, varias
distinciones por servicios y una placa deatón con nombres de agentes muertos en
acto de servicio. De vez en cuando, seabría la puerta exterior y entraban unos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 115/988
hombres de elevada estatura vestidos deoscuro y con los ojos protegidos por gafaahumadas, los cuales no se molestaban en
dirigirme una sola mirada tan siquiera.Benton Wesley podía ser tan prusiano
como todos los demás, pero con el tiempohabía conseguido ganarse mi respeto.Debajo de su placa del FBI se ocultaba unser humano de esos que merece la penaconocer. Era rápido y enérgico incluso
cuando estaba sentado e iba típicamentevestido con pantalón oscuro y blancacamisa almidonada. Lucía una impecablecorbata estrecha a la última moda y en su
cinturón llevaba la negra funda para eldiez milímetros que casi nunca se poníacuando estaba en un ambiente cerrado. Noe había visto mucho últimamente, pero no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 116/988
había cambiado. Estaba en muy buenaforma y era guapo a su manera un tantodura, con un cabello prematuramente gris
plateado que nunca dejaba desorprenderme.
–Siento que haya tenido que esperar,Kay -me dijo sonriendo.
Su apretón de manos fueranquilizadoramente firme y estuvo
exento de cualquier insinuación machista.
El apretón de manos de algunos policías yabogados que yo me sé son unas moles dequince kilos sobre un gatillo de un kilo ymedio que casi me rompen los dedos.
–Está aquí Marino -añadió Wesley-.Tenía que repasar unas cuantas cosas conél antes de hablar con usted.
Sostuvo la puerta para que yo pasara
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 117/988
ambos bajamos por un desierto pasillo.Haciéndome pasar a su pequeñodespacho, se retiró para ir por el café.
–Anoche conseguimos finalmente quefuncionara el ordenador -dijo Marino.
Repantigado cómodamente en susillón, estaba examinando un revólver delcalibre 357 aparentemente por estrenar.
–¿El ordenador? ¿Qué ordenador?¿Había olvidado mis cigarrillos? No.
Otra vez en el fondo del bolso. –El de jefatura. Se estropea a cadados por tres. Sea como fuere, al final heconseguido unas copias de los informes
del delito. Interesantes. Por lo menos, amí me lo parecen.
–¿Son los de Beryl? –Ni más ni menos -Marino depositó e
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 118/988
arma sobre el escritorio de Wesley yañadió-: Bonita pieza. El muy bastardo sea ganó como premio en la convención
nacional de jefes de policía que secelebró en Tampa la semana pasada. Yoni siquiera consigo ganar un par dedólares en la lotería.
Mi atención empezó a vagar. Elescritorio de Wesley estaba atestado demensajes telefónicos, informes, cintas de
vídeo y gruesos sobres de cartulina quedebían de contener detalles y fotografíasde los distintos crímenes que lasurisdicciones policiales sometían a su
consideración. Detrás de los paneles decristal de la librería adosada a la paredhabía varias armas macabras… unaespada, una llave inglesa, un fusil
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 119/988
mprovisado, una lanza africana… trofeosde caza o regalos de protegidosagradecidos. Una anticuada fotografía
mostraba a William Webster estrechándole la mano a Wesley sobre elelón de fondo de un helicóptero de la
Marina en Quantico. No se veía la menor señal de que Wesley tuviera esposa y treshijos. Los agentes del FBI, como casiodos los policías, protegen celosamente
sus vidas privadas, especialmente cuandose han acercado lo suficiente al mal comopara haber sentido su horror. Wesley eraun experto en diseño de perfiles de
sospechosos. Sabía lo que era examinar fotografías de carnicerías inimaginables yvisitar las penitenciarías y ver cara a caraa los Charles Manson y los Ted Budy.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 120/988
Wesley regresó con dos vasos deStyrofoam de café, uno para Marino y otropara mí. Wesley siempre recordaba que
yo bebo el café solo y necesito uncenicero al alcance de la mano.
Marino tomó unas fotocopias denformes policiales que tenía sobre las
rodillas y empezó a repasarlas. –Para empezar -dijo-, sólo hay tres.
Tres informes que constan en archivo. El
primero de ellos está fechado el once demarzo a las nueve y media de un lunes pora mañana. La víspera, Beryl Madison
había marcado el 911 y había pedido la
presencia de un oficial en su casa paraformularle una denuncia. No es deextrañar que la llamada se considerara de
baja prioridad, pues la calle no era
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 121/988
conflictiva. El agente uniformado no sepresentó hasta la mañana siguiente. Un talJim Reed, que lleva cinco años en el
departamento -añadió, mirándome.Sacudí la cabeza. No conocía a Reed.Marino examinó el informe.
–Reed informó de que la denuncianteBeryl Madison estaba muy alterada yhabía afirmado que la víspera, undomingo por la noche, sobre las ocho y
cuarto, había recibido una amenazaelefónica. Una voz que ella identificócomo masculina y posiblemente de unapersona blanca le dijo lo siguiente:
«Apuesto a que me has echado de menos,Beryl. Pero yo siempre te vigilo aunque túno me veas. Yo te veo. Puedes correr,pero no puedes esconderte». La
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 122/988
denunciante añadió que el comunicantedijo haberla visto aquella mañanacomprando un periódico delante de un
establecimiento Seven-Eleven. Eldesconocido le describió cómo ibavestida, con «un chándal de color rojo ysin sujetador». Beryl confirmó que sehabía dirigido en su automóvil al Seven-Eleven de la Avenida Rosemountaproximadamente a las diez de la mañana
del domingo vestida en la forma descrita.Aparcó delante del Seven-Eleven ycompró un Washington Post en lamáquina automática sin entrar en la tienda
y no vio a nadie por los alrededores. Sepreocupó al ver que el comunicanteconocía aquellos detalles y dijo que ladebía de haber seguido. A la pregunta de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 123/988
si había advertido que alguien la siguieracontestó que no.
Marino pasó a la segunda página, que
era la parte confidencial del informe, yañadió:
–Reed informa de que la señoritaMadison se mostró reacia a revelar losdetalles concretos de la amenaza hechapor el comunicante. Al final, ante lansistencia del agente, contestó que el
comunicante había hecho unoscomentarios «obscenos» y había dichoque, cuando se la imaginaba desnuda,sentía deseos de «matarla». Al llegar a
este punto, la señorita Madison dijo habecolgado el teléfono.
Marino dejó la fotocopia en el bordedel escritorio de Wesley.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 124/988
–¿Qué consejo le dio el oficial Reed?pregunté.
–El de siempre -contestó Marino-. Le
aconsejó que llevara un registro y que,cada vez que recibiera una llamada,anotara la fecha, la hora y lo que habíaocurrido. Le aconsejó también mantener as puertas y las ventanas cerradas enstalar, a ser posible, un sistema de
alarma. Y le dijo que, si viera algún
vehículo extraño, anotara el número de lamatrícula y llamara a la policía.Recordé lo que Mark me había dicho
a propósito de su almuerzo con Beryl en
el mes de febrero. –¿Dijo que esta amenaza del once de
marzo había sido la primera?
Fue Wesley quien contestó mientras s
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 125/988
nclinaba hacia adelante para tomar elnforme.
–Parece ser que no -dijo, pasando la
página-. Reed escribió que la denuncianteafirmó haber estado recibiendo amenazasdesde primeros de año, aunque no lohabía notificado a la policía hastaentonces. Al parecer, las llamadasanteriores no eran frecuentes ni tanconcretas como la que recibió la noche
del domingo, diez de marzo. –¿Y estaba segura de que las llamadaanteriores las había hecho el mismohombre? – preguntó Marino.
–Le dijo a Reed que la voz parecía lamisma -contestó Wesley-. Un varónblanco de suaves modales y con facilidadde palabra. No era la voz de ningún
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 126/988
conocido… o, por lo menos, eso es lo queella dijo.
Marino añadió, tomando el segundo
nforme: –Beryl llamó al número de contacto
del oficial Reed un martes a las siete ydieciocho minutos de la tarde. Dijo quenecesitaba verle y el oficial se presentóen la casa menos de una hora más tarde,poco después de la ocho. Según el
nforme, estaba muy alterada y dijo haberrecibido otras amenazas poco antes demarcar el número de contacto de Reed.Era la misma voz, la misma persona que
a haba llamado otras veces. El mensajeera similar al de la llamada del diez demarzo -Marino empezó a leer el informe,palabra por palabra-: «Sé que me has
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 127/988
echado de menos, Beryl. Pronto iré por tiSé dónde vives, lo sé todo de ti. Puedescorrer, pero no puedes esconderte».
Después añadió que sabía que tenía unnuevo automóvil, un Honda de color negro, y que él le había roto la antena lavíspera cuando ella lo dejó aparcado ena calzada particular. La denunciante
confirmó que la víspera su automóvilestaba aparcado en la calzada y que, al
salir aquel martes por la mañana, habíaobservado la rotura de la antena. Aúnestaba fijada al vehículo, pero tandoblada y estropeada, que no podía
funcionar. El oficial salió a ver elautomóvil y comprobó que la antena seencontraba en el estado descrito por eldenunciante.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 128/988
–¿Qué determinación tomó el oficialReed? – pregunté.
Marino pasó a la segunda página y
contestó: –Le aconsejó que aparcara el vehículo
en el garaje. Ella le contestó que nuncautilizaba el garaje y que tenía la intenciónde convertirlo en despacho. Entonces eloficial le aconsejó que preguntara a susvecinos si habían visto algún automóvil
sospechoso por la zona o a alguna personen su jardín. Dice en el informe que ellae preguntó por la conveniencia de
adquirir un arma.
–¿Eso es todo? – dije-. ¿Qué hay delregistro que Reed le había aconsejadolevar? ¿Se dice algo a este respecto?
–No. El oficial anotó lo siguiente en l
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 129/988
parte confidencial del informe; «Lareacción de la denunciante a los dañosproducidos en la antena parecía excesiva
Se mostró extremadamente alterada y, endeterminado momento, maltrató depalabra al oficial que suscribe». – Marinoevantó la vista.– Eso significa que Reed
no la creyó y dio a entender que, a lomejor, ella misma había roto la antena yse había inventado toda esta mierda de la
amenazas. –Dios bendito -musité asqueada. –Bueno, ¿tiene usted idea de la
cantidad de chalados que llaman
constantemente contando este tipo decosas? Las mujeres son muy aficionadas alamar y a denunciar cortes, arañazos y
violaciones. Y muchas se lo inventan.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 130/988
Tienen un tornillo suelto y necesitanlamar la atención…
Yo lo sabía todo sobre las falsas
enfermedades y lesiones, sobre losbarones de Münchhausen de pacotilla yas inadaptaciones y las manías quenducían a algunas personas a desear encluso provocarse terribles
enfermedades y violencias. No necesitabaque Marino me soltara un sermón.
–Siga -dije-. ¿Qué ocurrió después?Marino dejó el segundo informe sobreel escritorio de Wesley y empezó a leer eercero.
–Beryl volvió a llamar a Reed, estavez el sábado seis de julio a las once dea mañana. El oficial se presentó en su
domicilio a las cuatro de la tarde y la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 131/988
denunciante le recibió muy alterada y conhostilidad…
–Me lo imagino -dije-. Se había
pasado cinco malditas horas esperándole –En esta ocasión… -Marino no me
hizo caso y leyó palabra por palabra…-,«la señorita Madison afirmó que el mismosujeto la había llamado a las once de lamañana y le había comunicado elsiguiente mensaje: "¿Me sigues echando
de menos? Pronto, Beryl, pronto. Anochevine por ti. No estabas en casa. ¿Tedecoloras el cabello? Espero que no". Allegar a este punto, la señorita Madison,
que es rubia, dijo haber intentadoconversar con él. Le suplicó que la dejaraen paz y le preguntó quién era y por qué lehacía eso. Dijo que él no contestó y colgó
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 132/988
La señorita Madison confirmó haber salido la víspera en que el comunicantedijo haber pasado por su casa. Cuando el
oficial que esto suscribe le preguntóadonde había ido, contestó con evasivas yse limitó a decir que había estado fuera da ciudad».
–¿Y qué hizo el oficial Reed esta vezpara ayudar a la dama en apuros? – pregunté.
Marino se quedó mirándome sinnmutarse. –Le aconsejó que se comprara un
perro y ella dijo que era alérgica a los
perros.Wesley abrió una carpeta.
–Kay, usted lo está viendoretrospectivamente a la luz de un terrible
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 133/988
crimen ya cometido. Pero Reed lo estabaviendo desde el otro extremo. Mírelo aravés de sus ojos. Una joven que vive
sola y se pone histérica. Reed hace todoo que puede por ella… le facilita incluso
su teléfono de contacto. La atienderápidamente, por lo menos al principio.Pero ella se muestra evasiva cuando él lehace preguntas significativas. No tienepruebas. Cualquier oficial se hubiera
mostrado escéptico. –Yo sé lo que hubiera pensado en suugar -terció Marino-. Hubiera
sospechado de esta chica que vivía sola y
necesitaba que le hicieran caso y sentir que alguien se preocupaba por ella. O, ao mejor, algún tipo le había hecho daño y
ella estaba preparando un escenario para
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 134/988
vengarse. –Claro -dije yo sin poder contenerme
Y, si hubiera sido su marido o su novio
el que hubiera amenazado con matarla,usted hubiera pensado lo mismo. Y Berylhubiera acabado muerta de todas maneras
–Tal vez -dijo Marino en tonorritado-. Pero, si hubiera sido su marido,
suponiendo que lo tuviera, yo hubieraenido por lo menos un maldito
sospechoso y hubiera podido conseguir unmaldito mandamiento y el juez hubierapodido cursar una orden de detención.
–Las órdenes de detención son papel
mojado -repliqué yo enfurecida y a puntode perder los estribos.
Cada año, yo hacía la autopsia a por o menos media docena de mujeres
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 135/988
brutalmente asesinadas contra cuyosmaridos o novios se habían cursadoórdenes de detención.
Tras un prolongado silencio lepregunté a Wesley:
–¿No sugirió Reed en ningún momentoa conveniencia de intervenir el teléfono?
–No hubiera servido de nada -mecontestó-. No es fácil conseguir unantervención. La compañía telefónica
necesita una larga lista de llamadas,pruebas evidentes de que se estáproduciendo un acoso.
–¿Y ella no disponía de estas pruebas
evidentes?Wesley sacudió lentamente la cabeza.
–Hubieran sido necesarias máslamadas que las que ella recibía, Kay. U
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 136/988
montón de llamadas. Un esquema decuándo se producían. Un detalladoregistro. Sin todo eso, no se puede
ntervenir un teléfono. –Por lo visto -añadió Marino-, Beryl
sólo recibía una o dos llamadas al mes. Yno llevaba el registro que Reed le habíaaconsejado llevar. O, en caso de que lolevara, no lo hemos encontrado. Al
parecer, tampoco grababa las llamadas.
–Santo cielo -murmuré-. Alguienamenaza tu vida y hace falta un malditodecreto del Congreso para que alguien seo tome en serio.
Wesley no contestó. –Ocurre lo mismo que en su profesión
doctora -dijo Marino, soltando un bufido-La medicina preventiva no existe. Somos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 137/988
simplemente el equipo de limpieza. Nopodemos hacer absolutamente nada hastaque se producen los hechos y existen
pruebas evidentes. Por ejemplo, uncadáver.
–La conducta de Beryl hubiera tenidoque ser una prueba suficiente -contesté-.Fíjese en estos informes. Hizo todo lo quee aconsejaba el oficial Reed. Éste le dijo
que instalara un sistema de alarma, y lo
hizo. Le dijo que aparcara el automóvil enel garaje, y lo hizo a pesar de que teníantención de convertirlo en un despacho.
Le preguntó el oficial si le convenía
comprarse un arma de fuego y se lacompró. Y, siempre que llamaba a Reed,o hacía inmediatamente después de que e
asesino la hubiera llamado y amenazado.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 138/988
En otras palabras, no esperaba horas nidías para llamar a la policía.
Wesley empezó a extender sobre el
escritorio las fotocopias de las cartas deBeryl desde Key West, los dibujos y elnforme del escenario de los hechos yoda una serie de fotografías Polaroid de
su patio, del interior de la casa y,finalmente, del cuerpo en el dormitoriodel piso de arriba. Lo examinó todo en
silencio y con rostro impenetrable. Estabansinuando con toda claridad que ya erahora de que empezáramos a ponernos enmarcha y que ya nos habíamos quejado y
habíamos discutido bastante. Lo que habíahecho o dejado de hacer la policía noenía importancia. Lo importante ahora er
encontrar al asesino.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 139/988
–Lo que más me preocupa -dijoWesley- es esta incongruencia en elmodas operandi. Las amenazas que
recibía son propias de una mentalidadpsicopática. Alguien que siguió y amenaza Beryl durante varios meses, alguien quea lo que parece, sólo la conocía de vista.Está claro que su mayor placer loconstituían las fantasías, la fasepreliminar que él prolongó. Es posible
que la atacara precisamente en aquelmomento debido a que ella lo irritóabandonando la ciudad. A lo mejor, temióque se marchara definitivamente y la
asesinó en cuanto regresó. –Al final, se enfadó con ella por lo
que había hecho -terció Marino.
–Aquí veo mucha rabia -añadió
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 140/988
Wesley, contemplando las fotografías- yeso es lo que me desconcierta. La rabiaparece dirigida personalmente contra ella
La desfiguración del rostro en particular -ocó una fotografía con el índice-. El
rostro es la persona. En un típicohomicidio cometido por un sádico sexualel rostro de la víctima no se toca. Estádespersonalizada, es un símbolo. Encierto sentido, carece de rostro para el
asesino porque no es nadie para él. Encaso de que haya mutilación, las zonaselegidas son el pecho, los órganosgenitales… -Wesley hizo una pausa y
miró a su alrededor con expresiónperpleja-. En el asesinato de Beryl hayelementos personales. Los cortes delrostro, el ensañamiento, sugieren que el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 141/988
asesino era alguien a quien ella conocía,al vez muy bien. Alguien que estaba
obsesionado por ella en secreto. Sin
embargo, el hecho de que la vigilara deejos y la siguiera no encaja con estamagen. Este comportamiento es más
propio de un asesino desconocido.Marino estaba jugueteando con el
revólver del 357 de Wesley. Haciendogirar con aire distraído el tambor, dijo:
–¿Quieren mi opinión? A mi juicio,este individuo tiene complejo de Dios. Osea, mientras te sometas a sus normas, noe hace daño. Beryl quebrantó las normas
marchándose de la ciudad y poniendo unetrero de en venta en el patio. La cosa ya
no tenía gracia. Si quebrantas las normas,yo te castigo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 142/988
–¿Qué perfil le hace usted? – lepregunté a Wesley.
–Blanco, de veintitantos a treinta y
antos años. Inteligente, hijo de unafamilia rota en la que faltaba la figura delpadre. Puede que haya recibido malosratos en su infancia, físicos o
psicológicos o ambas cosas a la vez. Esun solitario. Lo cual no significa, sinembargo, que viva solo. Podría estar
casado, puesto que es muy hábil enpreservar su imagen pública. Lleva unadoble vida. Por una parte, está el hombreque ve el mundo y, por otra, esta faceta
más oscura. Es un obseso impulsivo y unvoyeur.
–Ya -murmuró Marino con ironía-.
Más o menos como casi todos los tíos con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 143/988
quienes yo trabajo.Wesley se encogió de hombros.
–Puede que esté dando palos de ciego
Pete. Aún no lo tengo bien estudiado.Podría ser un perdedor de esos que vivenen casa con su madre, podría tener antecedentes, haber estado recluido enalguna institución o alguna cárcel. Quédemonios, incluso podrá trabajar en unamportante compañía de seguros y no
ener ningún antecedente ni penal nipsiquiátrico. Al parecer, solía llamar aBeryl por la noche. La única llamada quehizo de día fue la de un sábado, que
nosotros sepamos. Ella trabajaba fuera decasa y se pasaba casi todo el día allí. Éla llamaba cuando le convenía o cuando
sabía que la iba a encontrar en casa. Me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 144/988
nclino a pensar que trabajaba de nueve acinco y tenía los sábados libres.
–A no ser que la llamara desde su
ugar de trabajo -dijo Marino. –También cabe esta posibilidad -
reconoció Wesley. –¿Y qué me dice de la edad? –
pregunté yo-. ¿No cree que podría ser mayor de lo que usted supone?
–Sería muy insólito -contestó Wesley
Pero todo es posible.Tomando un sorbo del café que ya sehabía enfriado, conseguí revelarlesfinalmente lo que Mark me había dicho a
propósito de los conflictos contractualesde Beryl y de su enigmática relación conCary Harper. Cuando terminé, Wesley yMarino me miraron con curiosidad. En
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 145/988
primer lugar, aquella repentina visita delabogado de Chicago a última hora de lanoche resultaba un tanto extraña. Y, en
segundo, yo acababa de lanzarles unansinuación. Ni a Marino ni a Wesley yanto menos a mí antes de la víspera, se
nos había ocurrido la posibilidad de queel asesinato de Beryl tuviera un móvil. Elmóvil más común de los homicidiossexuales era la inexistencia de un móvil.
Los autores del delito lo cometen porquedisfrutan haciéndolo y porque se lesofrece la ocasión.
–Tengo un amigo policía en
Williamsburg -comentó Marino-. Mecuenta que Harper es un auténticoermitaño. Se desplaza en un viejo Rolls-Royce y nunca habla con nadie. Vive en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 146/988
una enorme mansión a la orilla del río ynunca recibe a nadie. Y, además, es unviejo, doctora.
–En eso se equivoca -dije-. Tiene sólcincuenta y tantos años. Pero es cierto quee gusta la vida retirada. Creo que vive
con su hermana. –Es una posibilidad muy remota -dijo
Wesley, mirándonos con inquietud-. Peromira a ver qué puedes hacer, Pete. Si no
otra cosa, puede que Harper tenga algunadea sobre quién puede ser este «M» aquien Beryl escribía. Está claro que eraalguien a quien ella conocía muy bien, un
amigo, un amante. Alguien tiene que saberquién es. Si lo averiguamos, ya podremosempezar a hacer algo.
Deduje que a Marino no le gustaba la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 147/988
perspectiva. –Yo sé lo que me han contado -dijo-.
Harper no querrá hablar conmigo y yo no
dispongo de ninguna causa probable paraobligarle a que lo haga. Tampoco creoque sea el tipo que mató a Beryl aunquequizá tuviera un motivo. Creo que, dehaberlo querido hacer, lo hubiera hechoen seguida. ¿Por qué prolongar la cosadurante nueve o diez meses? Además, si
él la hubiera llamado, ella le hubierareconocido la voz. –Harper pudo contratar a alguien -dijo
Wesley.
–Sin duda. Pero en tal caso lahubiéramos encontrado una semana másarde con un tiro en la nuca -dijo Marino-
Los asesinos a sueldo no tienen por
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 148/988
costumbre seguir a sus víctimas, llamarlapor teléfono, utilizar arma blanca yviolarlas.
–La mayoría de ellos no hace tal cosaconvino Wesley-. Pero tampoco podemo
estar seguros de que hubo violación. Nose ha encontrado líquido seminal. – Wesley me miró y yo asentí con la cabezapara confirmarlo.– Puede que el tipopadeciera una disfunción. O puede que
colocara el cuerpo de tal forma quepareciera una agresión sexual cuando, enrealidad, no lo fue. Todo dependería de lapersona que se hubiera contratado y del
plan que tuviera. Por ejemplo, si Berylhubiera aparecido muerta en plena disputacon Harper, la policía hubiera colocado aéste en el primer lugar de la lista. En
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 149/988
cambio, si el asesinato pareciera obra deun sádico sexual o un psicópata, a nadiese le ocurriría pensar en Harper.
Marino contempló la librería con elrostro arrebolado. Poco a poco, se volvióa mirarme con cierta inquietud y mepreguntó:
–¿Qué otra cosa sabe sobre este libroque estaba escribiendo?
–Sólo lo que ya he dicho, que era
autobiográfico y que posiblementeconstituía una amenaza para la reputaciónde Harper -contesté.
–¿Eso es lo que estaba escribiendo
allí abajo en Key West? –Supongo, pero no estoy segura. –Bueno, pues -dijo Marino tras una
eve vacilación-, lamento tener que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 150/988
decírselo, pero no encontramos nada deodo eso en la casa.
Hasta Wesley puso cara de asombro.
–¿Y el manuscrito que se encontró ensu dormitorio?
–Ah, sí -Marino se sacó la cajetilla decigarrillos del bolsillo-, le he echado unvistazo. Una mierda de novela románticaambientada en la época de la guerra deSecesión. Desde luego, no parece eso que
a doctora está describiendo. –¿Tiene título o lleva alguna fecha? – pregunté.
–No. En realidad, ni siquiera parece
que esté terminado. Es así de gordo -Marino indicó como unos dos centímetroscon los dedos-. Hay muchas notas almargen y unas diez páginas más escritas a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 151/988
mano. –Será mejor que volvamos a repasar
odos los papeles y los disquetes del
ordenador para cerciorarnos de que estemanuscrito autobiográfico no se encuentraentre ellos -dijo Wesley-. Tambiénenemos que averiguar quién es su agenteiterario o su editor. A lo mejor, antes de
marcharse a Key West, le envió elmanuscrito por correo a alguien. Tenemos
que asegurarnos de que no regresó aRichmond con él. Si lo llevaba consigo yahora no está, sería muy significativo, porno decir otra cosa.
Consultando su reloj, Wesley empujósu sillón hacia atrás y anunció en tono dedisculpa:
–Tengo otra cita dentro de cinco
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 152/988
minutos.Después, salió con nosotros y nos
acompañó hasta el vestíbulo.
No pude librarme de Marino, que seempeñó en acompañarme hasta miautomóvil.
–Tiene que mantener los ojos muyabiertos. – Ya estaba otra vez con lomismo, echándome uno de sus sermonesde «sabiduría callejera» como los que en
antas otras ocasiones me había echado.– Muchas mujeres no piensan en eso. Lasveo constantemente caminando por ahí sinener las más remota idea de quién las
mira o tal vez las sigue. Y, cuando llegueal automóvil, saque las malditas llaves ymire debajo, ¿eh? Le sorprendería lacantidad de mujeres que tampoco piensan
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 153/988
en eso. Si va usted al volante de suautomóvil y se da cuenta de que alguien lasigue, ¿qué hace?
No le contesté. –Se dirige al cuartelillo de bomberos
más próximo, ¿de acuerdo? ¿Por qué?Pues porque allí siempre hay alguien.ncluso a las dos de la tarde del día deavidad. Es el primer lugar al que debe
dirigirse.
Mientras esperaba a que se abriera unhueco en el tráfico para poder cruzar,busqué las llaves en el bolso y, al mirar hacia el otro lado de la calle, vi un
siniestro rectángulo blanco bajo elimpiaparabrisas de mi automóvil oficial.
¿No habría puesto suficientes monedas?Maldita sea.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 154/988
–Están por todas partes -añadióMarino-. Fíjese en ellos cuando regrese acasa o cuando ande por ahí haciendo la
compra.Le lancé una de mis miradas asesinas
y crucé a toda prisa la calle. –Oiga -me dijo Marino cuando
legamos a mi automóvil-, no sé por quése enfada tanto conmigo. Deberíaconsiderarse afortunada por el hecho de
que yo la proteja como un ángel de laguarda.Me había pasado quince minutos del
iempo. Arrancando la notificación del
parabrisas, la doblé y la introduje en elbolsillo de la camisa de Marino.
–Cuando vuelva volando a jefatura -le
dije-, encárguese de resolver este asunto,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 155/988
si no le importa.Mientras me alejaba, le vi mirarme
con expresión ceñuda.
3Diez manzanas más allá, me adentré
en otra zona de aparcamiento e introduje
en la ranura las dos últimas monedas decuarto de dólar que me quedaban, dejandouna roja placa con la palabra médico biena la vista en el tablero de instrumentos de
mi vehículo oficial. Por lo visto, losagentes de tráfico nunca se fijaban ennada. Varios meses atrás, uno de elloshabía tenido la desfachatez de ponermeuna multa mientras yo estaba trabajandoen el escenario de un delito al que lapolicía me había llamado en mitad de la
ornada.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 156/988
Subiendo a toda prisa los peldaños decemento, empujé una puerta de cristal yentré en la sala principal de la biblioteca
pública donde la gente se movía ensilencio de un lado para otro y en cuyasmesas de madera se amontonaban enormecantidades de libros. La sosegadaatmósfera me seguía inspirando la mismareverencia que cuando era pequeña. Allegar a la hilera de máquinas de
microfichas que había en el centro de lasala, saqué un índice de los libros escritobajo los distintos seudónimos de BerylMadison y empecé a anotar los títulos. La
obra más reciente, una novela históricaambientada en la guerra de Secesión ypublicada bajo el seudónimo de Edith
Montague, se había publicado un año y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 157/988
medio atrás. Probablemente no valía grancosa y Mark tenía razón, pensé. A lo largode diez años, Beryl había publicado seis
novelas. Y yo jamás había oído hablar nide una sola de ellas.
A continuación, eché un vistazo a laspublicaciones periódicas. Nada. Beryl seimitaba a escribir libros. Al parecer, no
había publicado nada y tampoco le habíanhecho entrevistas en las revistas. Quizá
encontraría algo en los periódicos. ElTimes de Richmond había publicadoalgunas reseñas de libros en los últimosaños, pero no me servían de nada porque
se referían a la autora utilizando suseudónimo. El asesino de Beryl conocíasu verdadero nombre.
Las pantallas de un blanco brumoso
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 158/988
ban pasando ante mis ojos. «Maberly»,«Macon» y, finalmente, «Madison». ElTimes había publicado una breve nota
sobre Beryl en el mes de noviembre:Conferencia de una
escritora
La novelista Beryl Stratton Madisonpronunciará el próximo miércoles unaconferencia organizada por las Hijas de lRevolución Americana en el hotelJefferson situado en la confluencia entreas calles Mayor y Adams. La señorita
Madison, descubierta por el premio
Pulitzer, Cary Harper, es especialmenteconocida por sus obras ambientadas en laguerra de Independencia y en la deSecesión. Su disertación versará sobre el
ema «Validez de la leyenda como
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 159/988
vehículo de la verdad».Tras anotar la información que me
nteresaba, me entretuve en buscar varios
ibros de Beryl y en echarles un vistazo.Después regresé a mi despacho y,mientras intentaba enfrascarme en elrabajo, no pude evitar que mi atención se
desviara constantemente hacia el teléfono«No es asunto de tu incumbencia.»Conocía muy bien los límites de mi
urisdicción y los de la policía.Se abrió la puerta del ascensor delotro lado del vestíbulo y las cuidadorasempezaron a conversar animadamente
entre sí mientras se dirigían al armario dea conserjería situada varias puertas más
abajo. Siempre llegaban sobre las seis y
media. La señora J. R. McTigue, que,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 160/988
según el periódico, era la encargada deas reservas, no contestaría de todos
modos. El número que yo había copiado
correspondía probablemente a las oficinade Hijas de la Revolución Americana, quhabrían cerrado a las seis.
Contestaron al teléfono al segundoimbrazo.
Tras una pausa, pregunté: –¿La señora J. R. McTigue, por favor
–Sí, soy yo.Ya era demasiado tarde. De nadahubiera servido andarme con evasivas.
–Señora McTigue, soy la doctora
Scarpetta… –¿La doctora qué? –Scarpetta -repetí-. Soy la forense qu
nvestiga la muerte de Beryl Madison…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 161/988
–¡Ah, sí! Lo leí. Qué pena tan grande,era una joven encantadora. Cuando meenteré, no podía creerlo…
–Tengo entendido que pronunció unaconferencia en la reunión de noviembre dHRA -dije.
–Estuvimos muy contentas cuandoaccedió a participar. No solía intervenir en esta clase de actos, ¿sabe usted?
La señora McTigue parecía bastante
mayor y pensé con profundo desalientoque me había equivocado. Pero, depronto, me dio una sorpresa.
–Mire, Beryl lo hizo como un favor.
Sólo fue posible gracias a eso. Mi difuntomarido era amigo de Cary Harper, elescritor. Seguramente habrá oído hablar
de él. En realidad, lo organizó Joe. Sabía
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 162/988
que eso significaría mucho para mí.Siempre me han gustado los libros deBeryl.
–¿Dónde vive usted, señora McTigue –En los Jardines.Jardines Chamberlayne era una
residencia geriátrica situada bastantecerca del centro de la ciudad, uno de losmuchos escenarios de mi vidaprofesional. En el curso de los últimos
años, me había encargado de varios casosde los Jardines y de prácticamente todasas residencias de ancianos u hospitales
de crónicos de la ciudad.
–¿Le importaría que pasara unosminutos por aquí antes de volver a casa? –e pregunté-. ¿Sería posible?
–Pues claro que sí. Supongo que no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 163/988
habrá inconveniente. ¿Es usted la doctoraqué?
Le repetí lentamente mi apellido.
–Estoy en el apartamento tres sieteocho. Al entrar en el vestíbulo, tome elascensor hasta el tercer piso.
El solo hecho de saber dónde vivía,ya me indicaba muchas cosas sobre laseñora McTigue. Jardines Chamberlayneera una residencia destinada a personas
que no dependían de la Seguridad Socialpara vivir. Los depósitos que había queentregar para ocupar sus apartamentoseran muy elevados y el alquiler mensual
superaba con mucho los plazos de lashipotecas de la mayoría de la gente. Peroos Jardines, como otros establecimientos
de su clase, era una jaula dorada. Por muy
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 164/988
bonita que fuera, a nadie le apetecíarealmente vivir allí.
Situado en el sector oeste de los
aledaños del centro de la ciudad, eledificio era un moderno rascacielos deadrillo que parecía una deprimente
mezcla de hotel y hospital. Aparqué en laparte reservada a las visitas y me dirigíhacia un porche iluminado que parecía sea entrada principal. El vestíbulo estaba
amueblado con piezas de estiloWilliamsburg muchas de las cualesostentaban arreglos florales de seda enpesados jarrones de cristal tallado. La
alfombra roja de pared a pared estabacubierta por alfombras orientales tejidas máquina y, en el techo, brillaba unaámpara de latón. Un anciano estaba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 165/988
sentado en el borde de un sofá con unbastón en la mano y la mirada perdidabajo la visera de una gorra inglesa de
weed. Una anciana decrépita avanzabapor la alfombra con la ayuda de unandador.
Un joven de expresión aburrida, casioculto detrás de una planta de interior enel mostrador de recepción, no me prestóa menor atención cuando me dirigí hacia
el ascensor. Las puertas se abrieron yardaron una eternidad en cerrarse talcomo suele ocurrir en los lugares donde lgente necesita mucho tiempo para
moverse. Mientras subía los tres pisossola, leí los boletines fijados a lospaneles del interior en los que anunciabanvisitas a museos y plantaciones de la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 166/988
zona, clubs de bridge, artes y oficios y elplazo de entrega de las prendas de puntoque necesitaba el Centro de la Comunidad
Judía. Muchos de los anuncios ya eranantiguos. Las residencias geriátricas, consus nombres de cementerio tales comoTierra del Sol, Refugio del Pinar oJardines de Chamberlayne, siempresuscitaban en mí una cierta desazón. Nosabía lo que iba a hacer cuando mi madre
ya no pudiera vivir sola. La última vezque la había llamado me había dicho que,a lo mejor, le tendrían que colocar unaprótesis de cadera.
El apartamento de la señora McTiguese encontraba hacia la mitad del pasillo aa izquierda, y mi llamada fuenmediatamente atendida por una
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 167/988
acartonada mujer con el ralo cabellofuertemente rizado y teñido de amarillocomo el papel antiguo. Llevaba mucho
colorete en la cara e iba arrebujada en unersey blanco demasiado grande para ella
Se aspiraba el perfume de un agua decolonia con esencias florales y el aromade un pastel de queso.
–Soy la doctora Scarpetta -dije. –Oh, cuánto me alegro de que haya
venido -exclamó, dándome unaspalmaditas en la mano que yo le tendía-.¿Tomará té o algo un poco más fuerte?Cualquier cosa que desee, la tengo. Yo
beberé una copita de oporto.Todo eso me lo dijo mientras me
acompañaba a un pequeño salón y mendicaba un sillón orejero. Apagó el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 168/988
elevisor y encendió otra lámpara. Elsalón era tan agobiante como el decoradode la ópera Aída. Sobre todos los
espacios disponibles de la gastadaalfombra persa había antiguos muebles decaoba: sillas, veladores, una mesita concachivaches, estanterías abarrotadas deibros y rinconeras con objetos de
porcelana translúcida y cristal tallado.Las paredes aparecían cubiertas de
sombríos cuadros, tiradores decampanillas y grabados de latón.Regresó portando en una fuente de
plata una botella Waterford de oporto, do
copas de cristal tallado a juego y unabandejita con galletas de queso deelaboración casera. Llenando las copitas,me ofreció las galletas y unas servilletas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 169/988
de lino y encaje recién planchadas. Elritual nos llevó un buen rato. Después sesentó en el borde de un sofá en el que yo
supuse que permanecía sentada casi todasas horas del día, leyendo o viendo laelevisión. Le encantaba tener compañía
aunque el motivo de mi visita no tuvieraen cierto modo carácter social. Mepregunté quién la visitaría, si es quealguien lo hacía.
–Tal como le he dicho antes, soy laforense que trabaja en el caso de BerylMadison -dije-. En estos momentos, losque estamos investigando su muerte
apenas sabemos nada sobre ella o laspersonas que la conocían.
La señora McTigue tomó un sorbo deoporto con expresión impenetrable. Yo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 170/988
estaba tan acostumbrada a ir directamenteal grano cuando hablaba con la policía oos abogados, que a veces me olvidaba de
que el resto del mundo necesita un pocode lubrificación previa. La galleta eramantecosa y francamente buena. Así se lodije.
–Muchas gracias -contestó sonriendoa señora McTigue-. Sírvase, por favor.
Hay muchas.
–Señora McTigue -añadí-, ¿conocíausted a Beryl Madison antes de que lanvitara a hablar para su grupo en el otoñ
pasado?
–Sí, por supuesto -contestó-. Por lomenos, en forma indirecta, pues llevomuchos años admirando su obra. Merefiero a sus libros, ¿sabe? Las novelas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 171/988
históricas son lo que más me gusta. –¿Cómo se enteró de que ella era la
autora? – pregunté-. Escribía con
seudónimos y su verdadero nombre nofiguraba ni en las cubiertas ni en la notasobre el autor.
Antes de salir de la biblioteca, yohabía examinado varios de los libros deBeryl.
–Muy cierto. Creo que soy una de las
pocas personas que conocían sudentidad… gracias a Joe. –¿Su marido? –Él y el señor Harper eran amigos -
contestó-. Bueno, todo lo amigos quepodían ser, teniendo en cuenta lapersonalidad del señor Harper. Manteníaratos a través de los negocios de Joe. As
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 172/988
empezó todo. –¿A qué se dedicaba su marido? –
pregunté, llegando a la conclusión de que
mi anfitriona no estaba tan aleuda comoyo había pensado al principio.
–A la construcción. Cuando el señor Harper compró Cutler Grove, la casanecesitaba muchas reformas. Joe se pasócasi dos años allí, supervisando las obras
Hubiera tenido que comprender
nmediatamente la conexión.Construcciones McTigue y CompañíaMaderera McTigue eran las constructorasmás importantes de Richmond, con
delegaciones en toda la mancomunidad. –Eso fue hace más de quince años -
añadió la señora McTigue-. Cuandorabajaba en el Grove, Joe tuvo ocasión
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 173/988
de conocer a Beryl. Ella solía acudir allícon el señor Harper varias veces por semana y muy pronto se instaló en la casa
Era muy joven -la anciana hizo una pausaRecuerdo que Joe me contó entonces que
el señor Harper había adoptado a unachica muy guapa que, además, era unaescritora de gran talento. Creo que erahuérfana. Una historia muy triste. Todoeso se mantuvo en secreto, por supuesto.
La señora McTigue posó la copa ycruzó lentamente la estancia para dirigirsea un secreter. Abriendo un cajón, sacó ungran sobre de color marfil.
–Aquí tiene -dijo, ofreciéndomelo conrémulas manos-. Es la única fotografía
que tengo de ellos.En el interior del sobre había una hoja
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 174/988
en blanco de grueso papel tela queprotegía una fotografía en blanco y negrocon exceso de exposición. A ambos lados
de una bonita y delicada adolescente rubiaparecían dos altos y bronceados hombrevestidos con ropa de faena. Las tresfiguras estaban muy juntas y mantenían loojos entornados bajo el ardiente sol.
–Ése es Joe -dijo la señora McTigue,ndicándome al hombre situado a la
zquierda de la muchacha que sin dudadebía de ser la joven Beryl Madison.Llevaba las mangas de la camisa caquiremangadas hasta los codos y sus ojos
estaban protegidos por la visera de unagorra de la International Harvester. A laderecha de Beryl se encontraba uncorpulento individuo de blanco cabello
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 175/988
que, según me dijo la señora McTigue,era Cary Harper.
–La fotografía se tomó junto al río -
añadió la señora McTigue-. Joe estabarabajando en las reformas de la casa. Ya
entonces el señor Harper tenía el cabelloblanco. Supongo que ya debe de conocer as historias que se cuentan. Al parecer, e
cabello se le volvió blanco mientrasescribía La esquina mellada, cuando
apenas contaba treinta y tantos años. –¿La fotografía se tomó en Cutler Grove?
–Sí, en Cutler Grove -contestó la
señora McTigue.El rostro de Beryl me llamaba
poderosamente la atención. Era un rostrodemasiado sabio y experto para alguien
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 176/988
an joven, el melancólico rostro de anheloy tristeza que yo suelo asociar a los niñosque han sido maltratados y abandonados.
–Beryl era casi una niña -añadió laseñora McTigue.
–Debía de tener dieciséis o tal vezdiecisiete años, ¿verdad?
–Pues sí, más o menos -contestó,observando cómo yo envolvía lafotografía en la hoja de papel y la
ntroducía de nuevo en el sobre-. Laencontré cuando murió Joe. Debió deomarla uno de sus empleados.
Guardó el sobre en el cajón y añadió,
sentándose en el sofá. –Creo que uno de los motivos por los
cuales Joe se llevaba tan bien con elseñor Harper es el hecho de que Joe fuera
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 177/988
extremadamente discreto con los asuntosde otras personas. Hay muchas cosas queestoy segura de que jamás me contó ni
siquiera a mí -dijo con una leve sonrisa eos labios.
–Cuando se empezaron a publicar losibros de Beryl, el señor Harper le debió
de comentar algo a su marido -dije.La señora McTigue me miró con
expresión sorprendida.
–Pues verá, no estoy muy segura deque Joe me dijera alguna vez cómo sehabía enterado, doctora Scarpetta… Quéapellido tan encantador. ¿Español?
–Italiano. –¡Ah! En tal caso, estoy segura de que
debe de ser usted una excelente cocinera. –Es algo que me encanta, en efecto -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 178/988
dije, tomando un sorbo de oporto-. O seaque seguramente el señor Harper le hablóa su marido de los libros de Beryl.
–Vaya -la señora McTigue frunció elceño-. Es curioso que me lo pregunte. Esalgo que nunca se me había ocurrido. Peroel señor Harper le debió de hacer algúncomentario en determinado momento. Deotro modo, no sé cómo Joe se hubierapodido enterar, porque el caso es que se
enteró. Cuando se publicó Bandera dehonor, me regaló un ejemplar por
avidad -volvió a levantarse y, trasbuscar en varias estanterías, sacó un
grueso volumen y me lo entregó-. Estádedicado -añadió con orgullo.
Lo abrí y contemplé la amplia firmade «Emily Stratton», estampada un mes de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 179/988
diciembre de diez años atrás. –Su primer libro -dije. –Posiblemente uno de los pocos que
dedicó -dijo la señora McTigue con unaradiante sonrisa en los labios-. Creo queJoe lo consiguió a través del señor Harper. Claro, no hubiera podidoconseguirlo de ninguna otra manera.
–¿Tiene usted algún otro ejemplar dedicado?
–De obras suyas, no, pero tengo todossus libros y alguno de ellos los he leídohasta dos y tres veces. – La señoraMcTigue hizo una pausa, mirándome con
os ojos muy abiertos.– ¿Ocurrió tal comoo describieron en los periódicos?
–Sí. No le estaba diciendo toda la verdad.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 180/988
La muerte de Beryl había sido mucho másbrutal de lo que habían dicho losperiódicos.
La señora McTigue alargó la manopara tomar una galleta y, por un instante,emí que rompiera a llorar.
–Hábleme del pasado mes denoviembre -le dije-. Hace casi un año queBeryl pronunció una conferencia para suasociación, señora McTigue. Fue para
Hijas de la Revolución Americana,¿verdad? –Fue en ocasión de nuestro banquete
anual. Es el máximo acontecimiento del
año, al que invitamos a un orador especial… normalmente, un personajefamoso. A mí me correspondió presidir ecomité, tomar todas las disposiciones
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 181/988
necesarias y buscar al orador. Desde unprincipio me interesó Beryl, pero enseguida empecé a tropezar con obstáculos
o tenía ni idea de cómo localizarla. Sueléfono no figuraba en ninguna guía y yo
no sabía dónde vivía, ¡no tenía ni la másremota idea de que vivía aquí mismo, enRichmond! Al final, le pedí a Joe que meayudara -la señora McTigue vaciló y soltuna risita nerviosa-. Verá, es que yo
quería resolverlo todo por mi cuenta.Además, Joe estaba muy ocupado. Buenomi marido llamó una noche al señor Harper y, a la mañana siguiente, sonó mi
eléfono. Jamás podré olvidar la sorpresaque me llevé. Me quedé casi sin hablacuando ella se identificó.
Su teléfono. No se me había ocurrido
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 182/988
a posibilidad de que el teléfono de Berylno figurara en la guía. El detalle no semencionaba en los informes del oficial
Reed. ¿Lo sabía Marino? –Aceptó la invitación para mi gran
alegría y después me hizo las habitualespreguntas -añadió la señora McTigue-.Cuánta gente habría. Le contesté que entredoscientas y trescientas personas. Lafecha, cuánto rato debería hablar y cosas
por el estilo. Estuvo amabilísima yencantadora, aunque no me pareció muyparlanchina, lo cual es bastante insólito.
o mostró ningún interés por llevar
ibros. Los escritores siempre quierenlevar libros, ¿sabe usted? Así escriben
dedicatorias y los venden. Beryl dijo queno lo tenía por costumbre y, además, se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 183/988
negó a percibir ningún tipo de honorariosMe pareció deliciosa y muy modesta.
–¿En el grupo sólo había mujeres? –
pregunté.La señora McTigue trató de recordar.
–Creo que algunas sodas llevaron asus maridos, pero la mayoría de asistenteeran mujeres. Como siempre.
Lo suponía. No era probable que elasesino de Beryl hubiera figurado entre
sus admiradores aquel día de noviembre. –¿Solía aceptar invitaciones como laque ustedes le hicieron? – pregunté.
–Oh, no -se apresuró a contestar la
señora McTigue-. Me consta que no, por o menos, no por aquí. Yo me hubiera
enterado y hubiera sido una de lasprimeras personas en apuntarme. Me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 184/988
pareció una joven muy reservada queescribía por el puro placer de escribir yno pretendía llamar la atención. Lo cual
explica por qué utilizaba seudónimos. Loescritores que ocultan su identidad de estmanera raras veces se muestran enpúblico. Y estoy segura de que ella nohubiera hecho una excepción en mi casode no haber sido por la amistad de Joecon el señor Harper.
–Eso quiere decir que estabadispuesta a hacer cualquier cosa por elseñor Harper -comenté.
–Pues sí, supongo que sí.
–¿Le vio usted alguna vez? –Sí. –¿Qué impresión le causó? –Supongo que debía de ser tímido -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 185/988
contestó la señora McTigue-, pero a veceme parecía un hombre muy desdichadoque tal vez se consideraba por encima de
os demás. Tenía una poderosapersonalidad. – Su mirada volvió aperderse en la distancia y la luz de susojos se apagó.– Mi marido le tenía ungran aprecio.
–¿Cuándo vio usted por última vez alseñor Harper?
–Mi marido murió la primaverapasada. –¿Y usted no ha vuelto a ver al señor
Harper desde entonces?
La señora McTigue negó con lacabeza y se perdió en algún oculto yamargo lugar privado del que yo no sabíanada. Me pregunté qué habría ocurrido
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 186/988
realmente entre Cary Harper y el señor McTigue. ¿Relaciones de negociosruinosos? ¿Una influencia sobre el señor
McTigue que acabó convirtiendo a esteúltimo en un hombre distinto del que suesposa había amado? Tal vez todo seredujera a que Harper era un hombreegocéntrico y poco sociable.
–Creo que tiene una hermana. ¿CaryHarper vive con su hermana? – pregunté.
La reacción de la señora McTigue ami pregunta me desconcertó, pues la viapretar fuertemente los labios mientras loojos se le llenaban de lágrimas.
Posando la copa en una mesita,alargué la mano hacia mi bolso.
La señora McTigue me acompañó a lapuerta.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 187/988
Insistí con delicadeza. –¿Les escribió Beryl alguna vez a
usted o a su marido?
Sacudió la cabeza. –¿Sabe si tenía otros amigos? ¿Le hizo
su marido algún comentario en estesentido?
Otro movimiento de negación con lacabeza.
–¿Conoce a alguien a quien ella
pudiera llamar «M», es decir, con lanicial «M»?La señora McTigue contempló
ristemente el desierto pasillo con la mano
apoyada en la puerta. Cuando me miró,sus ojos estaban llorosos y desenfocados.
–Hay un «P» y un «A» en dos de sus
novelas. Espías de la Unión, creo. Oh,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 188/988
Dios mío, creo que no he apagado elhorno -parpadeó varias veces comocuando a uno le molesta el sol-. ¿Vendrá
otra vez a verme, espero? –Me encantaría.Comprimiéndole afectuosamente el
brazo, le di las gracias y me alejé.Llamé a mi madre en cuanto regresé a
casa y, por una vez, lancé un suspiro dealivio al oír sus habituales sermones y
advertencias con aquella voz suya tanautoritaria con la cual me manifestaba sucariño a pesar de los reproches.
–Aquí hemos estado toda la semana a
veintitantos grados, pero he visto en elelediario que en Richmond habéis bajado
a doce -dijo-. Eso quiere decir que hacemucho frío. ¿Todavía no ha nevado?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 189/988
–No, mamá, no ha nevado. ¿Qué tal tucadera?
–Todo lo bien que se puede esperar.
Te estoy haciendo una mamita para que tecubras las rodillas cuando estésrabajando en tu despacho. Lucy ha
preguntado por ti.Llevaba varias semanas sin hablar co
mi sobrina.* –Ahora mismo está trabajando en un
proyecto de ciencias en la escuela -añadimi madre-. Un robot parlante nada menosLo trajo a casa la otra noche y el pobreSinbad se llevó tal susto, que se escondió
debajo de la cama.Sinbad era un perverso y antipático
gato callejero a rayas grises y negras que
había empezado a seguir tenazmente a mi
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 190/988
madre una mañana en que salió decompras por Miami Beach. Siempre queyo iba por allí, Sinbad me expresaba su
hospitalidad instalándose encima delfrigorífico como un buitre y mirándomecon muy malos ojos.
–¿A que no sabes a quién vi el otrodía? – dije con una jovialidad un tantoforzada. Experimentaba el apremiantempulso de contárselo a alguien. Mi
madre conocía mi pasado o, por lo menosuna buena parte de él-. ¿Te acuerdas deMark James?
Silencio.
–Estuvo en Washington y vino averme.
–Pues claro que me acuerdo. –Vino para discutir un caso conmigo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 191/988
Ya recuerdas que es abogado. Vive enChicago -añadí, tratando de hacer marchaatrás-. Tenía un asunto que resolver en el
D. C.Cuanto más hablaba, tanto más me
cercaba el silencioso reproche de mimadre.
–Ya. Lo que yo recuerdo es queestuvo a punto de matarte, Katie.
Cuando me llamaba «Katie», yo
volvía a tener diez años.4
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 192/988
La ventaja más evidente de tener losaboratorios forenses en el mismo edificio
consistía en que no tenía que esperar los
nformes por escrito. Lo mismo que yo,os científicos ya sabían a menudo mucha
cosas antes de sentarse a escribirlas. Yohabía entregado las pruebas de vestigiosde Beryl Madison exactamente unasemana antes y probablementeranscurrirían varias semanas antes de que
el informe se encontrara sobre miescritorio, pero Joni Hamm ya tendría susopiniones y sus interpretacionespersonales. Tras haber terminado los
casos de aquella mañana, me apetecíahacer conjeturas, por lo que, con una tazade café en la mano, decidí subir al cuarto
piso.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 193/988
El «despacho» de Joni no era más queun cuartito emparedado entre losaboratorios de análisis de vestigios y de
narcóticos al final del pasillo. Cuandoentré, la vi sentada junto a un negromostrador, examinando algo a través delocular de un microscopio estereoscópicoeniendo junto a su codo un cuaderno de
espiral lleno de notas pulcramenteescritas.
–¿Vengo en mal momento? – pregunté –No peor que cualquier otro -mecontestó, levantando la vista con airedistraído.
Acerqué una silla.Joni era menuda y tenía una corta
melena negra y unos grandes ojos oscuros
Estaba haciendo el doctorado, daba clase
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 194/988
nocturnas, era madre de dos hijospequeños y siempre parecía cansada yexcesivamente agobiada. Tal como les
ocurría a casi todos los científicos querabajaban en los laboratorios y también a
mí. –Quería saber qué tal van los
vestigios de Beryl Madison, – dije-. ¿Quése ha descubierto?
–Más de lo que esperábamos, supongo
Joni se volvió de espaldas al cuaderno-.Los vestigios de Beryl Madison son unapesadilla.
No me extrañaba. Yo había entregado
una enorme cantidad de sobres y decápsulas de pruebas. El cuerpo de Berylestaba tan ensangrentado que habíarecogido toda clase de restos cual si fuera
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 195/988
un papel atrapamoscas. Las fibras, enparticular, serían difíciles de examinar porque habría que limpiarlas antes de que
Joni pudiera colocarlas bajo elmicroscopio. Para ello, se tendría quecolocar cada fibra individual en elnterior de un recipiente con soluciónabonosa, introducido a su vez en un baño
de ultrasonidos. Cuando la sangre y elpolvo se desprendían, la solución se
pasaba a través de un filtro estéril depapel y cada fibra se colocaba en unportaobjetos de vidrio.
Joni estaba estudiando sus notas.
–Si no me constara que no fue así -añadió-, diría que Beryl Madison fueasesinada no en su casa, sino en otro sitio
–Eso no es posible -dije-. Fue
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 196/988
asesinada en el piso de arriba y llevabamuy poco tiempo muerta cuando llegó lapolicía.
–Ya lo sé. Empezaremos por lasfibras de su casa. Eran tres, recogidas enas zonas ensangrentadas de las rodillas yas palmas de las manos. Son de lana. Do
de ellas rojo oscuro y una dorada. –¿Coinciden con el kilim del pasillo
del piso de arriba? – pregunté,
recordando las fotografías del escenariodel delito. –Sí -contestó Joni-. Coinciden
perfectamente con las muestras que
entregó la policía. Si Beryl Madisonhubiera estado a cuatro patas sobre esaalfombra, se explicaría la existencia deas fibras que usted recogió y su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 197/988
ocalización. Eso es lo más fácil.Joni tomó unas cuantas carpetas de
cartón que contenían varios portaobjetos
rebuscó entre ellas hasta encontrar la quee interesaba. Abriéndola, examinó varias
hileras de portaobjetos de vidrio y dijo: –Aparte de esas fibras, había varias
fibras de algodón blanco. No sirven paranada, pueden proceder de cualquier sitioprobablemente corresponden a la sábana
blanca con que cubrieron su cuerpo.Examiné también otras diez fibrasrecogidas en su cabello, en las zonasensangrentadas de su cuello y su pecho y
en las uñas. Sintéticas -Joni me miró-. Yno coinciden con ninguna de las muestrasque entregó la policía.
–¿No coinciden ni con las prendas qu
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 198/988
vestía ni con la ropa de la cama? – pregunté.
–En absoluto -contestó Joni,
sacudiendo la cabeza-. Al parecer,corresponden a otro escenario y, comoestaban adheridas a la sangre o seencontraban bajo las uñas, es muyprobable que sean el resultado de unaransferencia pasiva desde el atacante
hasta la víctima.
Era un hallazgo inesperado. Cuando esubjefe Fielding consiguió finalmenteocalizarme la noche del asesinato de
Beryl, yo le pedí que me esperara en el
depósito de cadáveres. Llegue allí pocodespués de la una de la madrugada y nospasamos varias horas examinando elcuerpo de Beryl con rayos láser y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 199/988
recogiendo todas las partículas y fibrasque pudimos descubrir. Pensé que casiodo lo que habíamos encontrado serían
nservibles restos de la propia ropa deBeryl o de su casa. La idea de que sehubieran encontrado diez fibrasdepositadas por el atacante me parecíasorprendente. En casi todos los casos quepasaban por mis manos tenía suertecuando encontraba una fibra desconocida
y me llevaba una alegría cuandoencontraba dos o tres. Muchas veces noencontraba ninguna. Las fibras no se vencon facilidad ni siquiera con una lupa y el
menor movimiento del cuerpo o el máseve soplo de aire puede desplazarlas
mucho antes de que el forense llegue alugar de los hechos o de que el cuerpo sea
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 200/988
rasladado al depósito de cadáveres. –¿Qué clase de fibras sintéticas? –
pregunté.
–Olefina, acrílica, nailon, polietilenoy Dynel, pero casi todas de nailon -contestó Joni-. Los colores varían: rojo,azul, verde, dorado, anaranjado. Bajo elmicroscopio tampoco coinciden entre sí.
Joni colocó los portaobjetos unodespués de otro en la platina del
microscopio y miró a través de la lente. –En sentido longitudinal -explicó-,algunas son estriadas y otras no. Casiodas contienen dióxido de titanio en
distintas proporciones, lo cual significaque algunas brillan un poco, otras nobrillan y algunas son brillantes. Losdiámetros son bastante ásperos, lo cual
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 201/988
podría indicar que son fibras de alfombrapero en sentido transversal las formasvarían.
–¿Diez orígenes distintos? – pregunté –Eso parece de momento -contestó
Joni-. Decididamente atípicas. Si lasfibras proceden del atacante, quiere decirque éste llevaba encima una insólitavariedad de fibras. Está claro que las másoscas no pertenecen a su ropa, pues son
fibras de tipo alfombra. Y no pertenecen aninguna de las alfombras de la casa. Elhecho de que el atacante llevara encimaantas fibras es curioso por otro motivo. A
o largo del día recogemos toda clase defibras, pero no las conservamos. Nossentamos en un sitio y recogemos fibras,pero éstas se desprenden cuando, al cabo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 202/988
de un rato, nos sentamos en otro. O el airese las lleva.
La cosa se complicaba. Joni pasó a
otra página del cuaderno de notas yañadió:
–También he examinado las pruebasde la aspiradora, doctora Scarpetta.Concretamente, los restos que Marinorecogió con la aspiradora en la alfombrade oración son un auténtico batiburrillo -
echó un vistazo a la lista-. Ceniza deabaco, partículas de papel rosado quecoinciden con el sello de una cajetilla decigarrillos, cuentas de vidrio, dos restos
de vidrio roto correspondientes a unabotella de cerveza y a faros delanteros deautomóvil. Como de costumbre, hay restode insectos, de hortalizas y también una
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 203/988
esfera metálica. Y mucha sal. –¿Sal de mesa? –Exactamente.
–¿Todo eso en el kilim de oración? – pregunté.
–Y también en la zona del suelo dondse encontró el cuerpo -contestó Joni-. Y lmismo se encontró en su cuerpo, en lasuñas y en el cabello.
Beryl no fumaba. No había razón para
que en la casa hubiera ceniza de tabaco opartículas procedentes del sello de unacajetilla de cigarrillos. La sal se asociacon la comida y era absurdo que hubiera
sal en el piso de arriba o en su cuerpo. –Marino entregó seis muestras
distintas de aspiradora, todas ellasrecogidas en alfombras y zonas del suelo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 204/988
donde se encontró sangre -dijo Joni-.Además, he examinado las muestras decontrol recogidas en zonas de la casa o en
alfombras donde no había sangre nievidencia de lucha… unas zonas en lasque el asesino no estuvo, según cree lapolicía. Las muestras sonsignificativamente distintas. Los restosque acabo de enumerar se encontraronexclusivamente en las zonas donde se cre
que estuvo el asesino, lo cual quiere decique casi todo este material se transfiriódesde su persona al escenario del delito yel cuerpo de la víctima. Puede que
estuviera adherido a sus zapatos, a suropa y a su cabello. Dondequiera quefuera, todo aquello que rozó recogió partede los vestigios.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 205/988
–Debía de parecer una auténticapocilga -dije.
–Todo eso resulta casi invisible a
simple vista -me recordó Joni con la caramuy seria-. Probablemente él no tenía nidea de que llevaba todos estos vestigios
encima.Estudié la lista escrita a mano. En mi
experiencia sólo había dos tipos de casosque podían explicar semejante abundancia
de vestigios. Uno de ellos se daba cuandoun cuerpo se arrojaba a un terraplén oalgún otro lugar polvoriento como, por ejemplo, una cuneta de carretera o un
parking de grava; el otro cuando uncuerpo se trasladaba de un lugar a otro enun sucio portamaletas o en el sucio suelo
de un automóvil. Ninguna de ambas cosas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 206/988
enía aplicación en el caso de Beryl. –Clasifíquemelas según el color -dije
¿Cuáles de estas fibras podrían
corresponder a alfombras y cuáles aprendas de vestir?
–Las seis fibras de nylon son de colorrojo, rojo oscuro, azul, verde, amarilloverdoso y verde oscuro. Las verdespodrían ser negras en realidad -añadióJoni-. El negro no parece negro bajo el
microscopio. Todas estas fibras sonásperas como las de las alfombras ysospecho que algunas de ellas podríancorresponder a una alfombra de automóvi
y no a la de una casa. –¿Por qué? –Por los vestigios que he encontrado.
Por ejemplo, las cuentas de vidrio se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 207/988
asocian a menudo con la pinturareflectante que se utiliza en lasseñalizaciones viarias. En las muestras de
aspiradora de vehículos encuentro amenudo esferas metálicas. Son bolas desoldadura del montaje del chasis delvehículo. No se ven, pero están ahí.Fragmentos de vidrio roto… hayfragmentos de vidrio roto por todas partey, sobre todo, en las cunetas de las
carreteras y los parkings. Los recogemoscon las suelas y los introducimos ennuestro automóvil. Lo mismo ocurre conos restos de tabaco. Finalmente, nos
queda la sal y eso me induce a sospechar que el origen de los vestigios de Beryl esun automóvil. La gente entra en unMacDonald's y se come las patatas fritas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 208/988
en el interior de su automóvil.Probablemente todos los automóviles deesta ciudad tienen restos de sal.
–Supongamos que tiene usted razón -dije-. Digamos que estas fibras procedende la alfombra de un automóvil. Esoodavía no explica por qué tendría que
haber seis fibras de nailon distintas. No eprobable que ese individuo tenga seisipos distintos de alfombra en su vehículo
–No, no es probable -dijo Joni-. Peroas fibras se podrán haber transferido a suautomóvil. A lo mejor, su profesión loexpone a las alfombras. A lo mejor,
desempeña un trabajo que le obliga aentrar y salir de automóviles distintos a loargo de todo el día.
–¿Un túnel de lavado? – pregunté,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 209/988
recordando el vehículo de Berylmpecablemente limpio por dentro y por
fuera.
Joni reflexionó con expresiónreconcentrada.
–Bien pudiera ser algo de eso. Sirabaja en uno de esos sitios donde los
empleados limpian los interiores y losportamaletas, se debe de pasar todo el díaexpuesto a una gran variedad de fibras de
alfombra. Y es inevitable que las recoja.Otra posibilidad es que sea un mecánicode automóviles.
Tomé mi taza de café.
–Muy bien. Vamos con las otrascuatro fibras. ¿Qué puede decirme deellas?
Joni leyó sus notas.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 210/988
–Una es acrílica, otra es olefina, laotra es polietileno y la última es Dynel.Las tres primeras son de tipo alfombra. L
fibra de Dynel es interesante porque no lasuelo ver muy a menudo. Se asocia engeneral con los abrigos de piel demitación y con las alfombras de pelo yas pelucas. Pero esta fibra de Dynel es
más fina y podría corresponder a unaprenda de vestir.
–¿La única fibra de prenda de vestir que ha encontrado? –Creo que sí -contestó Joni. –Al parecer, Beryl vestía un traje
pantalón de color tostado… –No es Dynel -dijo Joni-. Por lo
menos, los pantalones y la chaqueta no lo
son. Son una mezcla de poliester y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 211/988
algodón. Puede que la blusa fuera deDynel, pero no podemos saberlo porqueno ha aparecido -Joni tomó otro
portaobjeto y lo colocó en la platina delmicroscopio-. En cuanto a la fibraanaranjada que he mencionado, la únicaacrílica que he encontrado, debo decir que su sección transversal tiene una formaque jamás había visto.
Trazó un diagrama para enseñármelo,
res círculos unidos en el centro como unrébol de tres hojas sin tallo. Las fibras sefabrican introduciendo un polímerofundido o disuelto a través de los
minúsculos orificios de una hilera.Cortados transversalmente, los filamentoso fibras resultantes tendrán la mismaforma que los orificios de la hilera, de la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 212/988
misma manera que una porción dedentífrico tendrá la misma secciónransversal que la forma de la abertura de
ubo a través del cual se introdujo. Yoampoco había visto jamás aquella forma
de hoja de trébol. Las seccionesransversales de casi todas las fibras
acrílicas tienen forma redonda, decacahuete, de tibia, de pesa de gimnasia ode hongo.
–Observe.Joni se apartó a un lado para hacermesitio.
Miré a través del ocular. La fibra
parecía una moteada cinta retorcida cuyosvariados matices de anaranjado vivoaparecían punteados por negras partículasde dióxido de titanio.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 213/988
–Como se puede ver, el color tambiénes un poco raro -añadió Joni-. Elanaranjado. Desigual y moderadamente
cubierto de partículas para atenuar elbrillo de la fibra. Aun así, el anaranjadoes muy llamativo, como el que lucen losniños la víspera de Todos los Santos, locual me parece un poco raro en una fibrade prenda de vestir o de alfombra. Eldiámetro es moderadamente áspero.
–Y eso quiere decir que pertenece auna alfombra -apunté-. A pesar de lonsólito del color.
–Posiblemente.
Empecé a pensar en los distintos tiposde telas de color anaranjado vivo con loscuales yo me había tropezado.
–¿Y qué me dice de las prendas de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 214/988
ráfico? – pregunté-. Son de color anaranjado vivo y una fibra de este tipoencajaría con los vestidos que usted ha
dentificado. –No es probable -dijo Joni-. Casi
odas las prendas de tráfico que he vistoson de nailon y no acrílicas; la tramasuele ser muy áspera y no se deshilachafácilmente. Además, los blusones y laschaquetas de los obreros que trabajan en
as carreteras o de la policía de tráficoson muy lisas, no se deshilachan y suelenser de nailon. Tampoco creo que llevenmuchas partículas para eliminar el
brillo… un blusón de tráfico tiene quebrillar.
Me aparté del estereoscopio. –En cualquier caso, esta fibra es tan
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 215/988
curiosa que debe de estar patentada.Seguramente alguien la podría identificar aunque nosotros no podamos compararla
con ningún tejido conocido. –Pues le deseo mucha suerte. –Ya lo sé. Derechos de propiedad. La
ndustria textil es tan celosa con suspatentes como lo es la gente con sus citasgalantes.
Joni se desperezó y se aplicó un
masaje en la nuca. –Siempre me ha parecido un milagroque los federales obtuvieran tantacolaboración en el caso de Wayne
Williams -dijo, refiriéndose al terribleperíodo de veintidós meses, en Adanta,durante el cual se cree que murieron nadamenos que treinta niños negros a manos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 216/988
del mismo asesino en serie. Los restosfibrosos encontrados en doce de loscuerpos de las víctimas estaban
relacionados con el domicilio y con losautomóviles utilizados por Williams.
–Convendría que Hanowell echara unvistazo a estas fibras y, particularmente, aa anaranjada -dije.
Roy Hanowell era un agente especialdel FBI de la Unidad de Análisis
Microscópicos de Quantico. Habíaexaminado las fibras del caso Williams ydesde entonces, numerosos organismos denvestigación de todo el mundo le pedían
constantemente que examinara toda clasede cosas desde fibras de lana decachemira a telarañas.
–Le deseo suerte -repitió Joni en tono
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 217/988
burlón. –¿Le llamará? – le pregunté. –Dudo de que quiera examinar algo
que ya ha sido examinado -contestó-. Yasabe usted cómo son los federales. – Lelamaremos las dos -sentencié.
Cuando regresé a mi despacho, meencontré media docena de hojitas rosas demensajes telefónicos. Una me llamónmediatamente la atención. En ella
figuraba el número de una centralita deueva York y una nota que decía: «Mark.Por favor, devuelva la llamada cuantoantes». Sólo se me ocurría una razón que
explicara su presencia en Nueva York.Había ido a ver a Sparacino, el abogadode Beryl. ¿Por qué el bufete Orndorff Berger estaba tan profundamente
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 218/988
nteresado en el asesinato de BerylMadison?
El número de teléfono era, al parecer,
a línea directa de Mark, pues éstecontestó al primer timbrazo.
–¿Cuándo estuviste por última vez enueva York? – me preguntó como el que
no quiere la cosa. –¿Cómo dices? –Hay un vuelo que sale de Richmond
dentro de cuatro horas exactas. Es directo¿Podrías tomarlo? –¿De qué se trata? – pregunté en tono
pausado mientras se me aceleraba el
pulso sin que yo pudiera evitarlo. –No me parece oportuno discutir los
detalles por teléfono, Kay -me contestó. –Pues a mí no me parece oportuno ir a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 219/988
ueva York, Mark -repliqué. –Por favor. Es muy importante. Sabes
que no te lo pediría si no lo fuera.
–No es posible… –Me he pasado toda la mañana con
Sparacino -dijo Mark, interrumpiéndomemientras unas emociones largo tiemporeprimidas luchaban contra mideterminación-. Han surgido un par decosas relacionadas con Beryl Madison y
u oficina. –¿Mi oficina? – pregunté, perdiendoa aparente calma-. ¿Qué tiene mi oficina
que ver con todo eso?
–Por favor -repitió Mark-. Te pido,por favor, que vengas.
Vacilé. –Acudiré a recogerte a La Guardia. –
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 220/988
La urgencia de Mark cortó todos misntentos de retirada.– Buscaremos un lugaranquilo para hablar. La reserva ya está
hecha. Lo único que tienes que hacer esrecoger el billete en el mostrador. Ya tehe reservado habitación y me heencargado de todo.
Oh, Dios mío, pensé, colgando elaparato. Inmediatamente entré en eldespacho de Rose.
–Tengo que ir a Nueva York esta tardle expliqué en un tono que no admitíapreguntas-. Es algo relacionado con elcaso de Beryl Madison y permaneceré
ausente del despacho por lo menosdurante todo el día de mañana -añadí,evitando su mirada.
Aunque mi secretaria no sabía nada d
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 221/988
Mark, temía que mis motivos estuvieranan claros como puede serlo un tablón de
anuncios.
–¿Hay algún teléfono donde yo puedaocalizarla? – preguntó Rose.
–No.Abriendo la agenda, Rose empezó a
examinar las citas que tendrá que cancelamientras me decía:
–Antes llamaron del Times, algo
relacionado con un artículo sobre usted. –Ni hablar -repliqué en tono irritado-Lo que quieren es acorralarme a propósitdel caso de Beryl Madison. No falla.
Siempre que se produce algún brutalasesinato cuyos detalles me niego adiscutir, aparece de pronto un reporteroque quiere saber en qué universidad
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 222/988
estudié, si tengo perro o si abrigosentimientos contradictorios sobre la penade muerte, cuáles son mi color y mi plato
favoritos y la película o la modalidad demuerte que prefiero.
–Les diré que no -musitó Rose,extendiendo la mano hacia el teléfono.
Abandoné mi despacho justo con eliempo suficiente para regresar a casa,
poner unas cuantas cosas en una maleta y
adelantarme al tráfico de la hora punta.Tal como Mark me había prometido, elbillete me esperaba en el aeropuerto. Mehabía hecho una reserva en primera clase
y, en cuestión de una hora, me vi instaladaen una fila para mí sola. Me pasé una horaomando Chivas con hielo y tratando deeer, mientras mis pensamientos vagaban
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 223/988
como las nubes del encapotado cielo queveía a través de la ventanilla ovalada.
Quería ver a Mark. Me daba cuenta de
que no era una necesidad profesional sinouna debilidad que ya creía haber superadopor completo. Me sentía alternativamenteemocionada y asqueada. No me fiaba deél, pero deseaba desesperadamente poderhacerlo. «No es el Mark que conociste enotros tiempos y, aunque lo fuera, recuerda
o que te hizo.» Por muchas cosas quedijera mi mente, mis sentimientos noquerían escucharla.
Leí veinte páginas de una novela
escrita por Beryl Madison bajo elseudónimo de Adair Wilds sin tener ni lamás remota idea de lo que había leído.Las novelas históricas no son de mi
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 224/988
agrado y la verdad es que aquélla nohubiera podido ganar ningún premio.Beryl escribía bien y su prosa era a veces
nspirada, pero el argumento era muy flojy más pesado que el plomo. Era una deesas novelas de segunda categoría queseguían un esquema estereotipado y yo mepreguntaba si Beryl hubiera conseguidocultivar la literatura a la que aspiraba sihubiera vivido más tiempo.
La voz del piloto anunció de repenteque tomaríamos tierra en cuestión de diezminutos. Abajo, la ciudad parecía undeslumbrante circuito con minúsculas
ucecitas que se movían por las autopistasy torres iluminadas que parpadeaban conrojos destellos en lo alto de losrascacielos. Minutos más tarde, saqué mi
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 225/988
maleta del compartimento del equipaje ycrucé el puente de embarque paraadentrarme en la locura del aeropuerto de
La Guardia. Me volví sobresaltada alpercibir la presión de una mano en micodo. Mark se encontraba a mi espaldacon una sonrisa en los labios.
–Gracias a Dios -exclamé con alivio. –¿Cómo? ¿Acaso pensabas que era un
adrón de bolsos? – replicó secamente
Mark. –De haberlo sido, no te hubierasquedado ahí de pie -dije.
–Por supuesto. – Mark me guió para
cruzar la terminal.– ¿Sólo llevas estamaleta?
–Sí. –Muy bien.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 226/988
A la salida, subimos a un taxiconducido por un barburdo sij conurbante marrón cuyo nombre era Munjar
según el carnet de identidad fijado alespejo retrovisor. Él y Mark se hablaron gritos hasta que, al final, Munjar pareciócomprender nuestro destino.
–No habrás comido, espero -me dijoMark.
–Sólo unas almendras tostadas… -
contesté, cayendo contra su hombrocuando el taxi empezó a chirriar pasandode un carril a otro.
–Hay un buen asador cerca del hotel -
dijo Mark levantando la voz-. Pensé quepodríamos comer allí, dado que no tengoni la más remota idea de cómo hay que
desplazarse en esta maldita ciudad.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 227/988
Bastaría con que consiguiéramoslegar al hotel, pensé mientras Munjar niciaba un monólogo que nadie le había
pedido acerca de su llegada al país,donde tenía intención de casarse en el mede diciembre a pesar de que, de momentono tenía ninguna esposa en perspectiva.Después nos informó de que sólo llevabares semanas trabajando como taxista y de
que había aprendido a conducir en el
Punjab, región en la cual había hecho susprimeros pinitos como tractorista a laedad de siete años.
El tráfico era muy intenso y los
amarillos taxis parecían dervichesgiróvagos en la oscuridad. Al llegar alcentro de la ciudad, nos cruzamos con una
nterminable corriente de personas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 228/988
vestidas de etiqueta que se ibanncorporando a la larga cola formada
delante del Carnegie Hall. Las rutilantes
uces, los abrigos de pieles y losesmóquines despertaron antiguosrecuerdos. A Mark y a mí nos encantaba ial teatro, los conciertos y la ópera.
El taxi se detuvo al llegar al OmniPark Central, una impresionante torreuminosa muy cerca de la zona de los
eatros en la confluencia entre las callesCincuenta y Cinco y Siete. Mark tomó mimaleta y yo le seguí al interior delelegante vestíbulo donde él me registró en
recepción y mandó que me subieran lamaleta a la habitación. Minutos después,ambos salimos al fresco aire nocturno. Malegré de haber llevado el abrigo, pues
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 229/988
hacía el frío suficiente como para nevar.Tras recorrer tres manzanas, llegamos alGallargher's, pesadilla de todas las vacas
y de todas las arterias coronarias y sueñodorado de todos los amantes de la carneroja. El escaparate era una colección deoda suerte de cortes de carnenimaginables expuestos detrás del cristal
mientras que el interior parecía unsantuario de personajes famosos cuyas
fotografías dedicadas cubrían todas lasparedes.En medio del bullicio, el barman nos
mezcló unas bebidas muy fuertes mientras
yo encendía un cigarrillo y echaba unrápido vistazo a mi alrededor. Las mesasestaban colocadas muy juntas según lacostumbre de todos los restaurantes de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 230/988
ueva York. Dos hombres de negociosconversaban animadamente a nuestrazquierda, la mesa de la derecha estaba
vacía y en la de más allá había un jovenextremadamente apuesto dando buenacuenta de un vaso de cerveza mientras leíel New York Times. Miré a Mark, tratandode interpretar la expresión de su rostro.Miraba con inquietud y jugueteaba con elwhisky.
–¿Por qué me has hecho venir aquírealmente, Mark? – le pregunté. –A lo mejor, porque me apetecía
nvitarte a cenar -contestó.
–Hablo en serio. –Yo también. ¿Acaso no lo estás
pasando bien? –¿Cómo quieres que lo pase bien si
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 231/988
estoy esperando que me caiga una bomba?repliqué.
Mark se desabrochó la chaqueta.
–Primero pediremos los platos ydespués hablaremos.
Siempre hacía lo mismo. Me ponía enmarcha y después me hacía esperar. A lomejor, era un reflejo de su condición deabogado. En otros tiempos me atacaba losnervios. Y ahora me los seguía atacando.
–Aquí nos recomiendan el chuletón -dijo, examinando los menús-. Es lo quevoy a pedir junto con una ensalada deespinacas. No es muy original, pero dicen
que la carne es de lo mejorcito que hay ena ciudad.
–¿Nunca has estado aquí? – lepregunté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 232/988
–No, pero Sparacino sí -contestó. –¿Él te ha recomendado este
restaurante? Y supongo que también el
hotel, ¿verdad? – dije, presa de unacreciente paranoia.
–Claro. – Mark empezó a estudiar connterés la lista de vinos.– Es inmejorable.
Los clientes vienen a la ciudad y se alojanen el Omni porque es cómodo para elbufete.
–¿Y vuestros clientes también comenaquí? –Sparacino ha estado aquí otras
veces, normalmente a la salida del teatro.
Por eso lo conoce -dijo Mark. –¿Y qué más conoce Sparacino? –
pregunté-. ¿Le has dicho que te ibas a
reunir conmigo?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 233/988
–No -contestó Mark, mirándome a losojos.
–¿Cómo es posible si tu bufete me est
pagando la estancia y Sparacino te harecomendado el hotel y el restaurante?
–El hotel me lo ha recomendado a mí,Kay. En algún sitio tengo que hospedarmey en algún sitio tengo que comer.Sparacino me había invitado a salir estanoche con otros dos abogados. He
declinado la invitación, diciéndole queenía que revisar unos papeles y queprobablemente me buscaría un asador porahí. Y entonces él me recomendó este
ugar. Eso es todo.Estaba empezando a comprenderlo y
no sabía si me sentía turbada o bien
desconcertada. Probablemente ambas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 234/988
cosas a la vez. Orndorff Berger no mehabía pagado el viaje. De eso se habíaencargado Mark. Su bufete no sabía nada.
Regresó el camarero y Mark pidió losplatos aunque yo estaba perdiendorápidamente el apetito.
–Llegué anoche -dijo Mark-.Sparacino se puso en contacto conmigoayer por la mañana en Chicago, dijo queenía que verme inmediatamente. Como ya
habrás adivinado, se trata de BerylMadison -añadió, mirándome con ciertancomodidad.
–¿Y qué? – lo aguijoneé yo cada vez
más inquieta.Mark respiró hondo y se lanzó.
–Sparacino conoce nuestra relación,o que hubo entre nosotros. Nuestro
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 235/988
pasado.Lo traspasé con la mirada.
–Kay…
–Serás hijo de puta.Empujé mi silla hacia atrás y arrojé la
servilleta sobre la mesa. –¡Kay!Mark me asió por el brazo y me
obligó a volver a sentarme. Me libré de spresa y permanecí rígidamente sentada en
mi asiento, mirándole enfurecida. Añosatrás, en un restaurante de Georgetown,me había quitado la pesada pulsera de oroque él me había regalado y la había
arrojado a su sopa de almejas. Fue unachiquillada, uno de los pocos momentosde mi vida en que perdí por completo lacompostura e hice una escena.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 236/988
–Mira -dijo Mark, bajando la voz-, noe reprocho lo que estás pensando. Pero
no es lo que tú crees. No me estoy
aprovechando de nuestro pasado. Te pidoque me escuches un momento, por favor.Es muy complicado y tiene que ver concosas de las que tú no sabes nada. Tengoen cuenta tus intereses, te lo juro. Nodeberá estar hablando contigo. SiSparacino o Berger se enteraran, lo
pagará muy caro. No dije nada. Estaba tan disgustadaque no podía pensar.
Mark se inclinó hacia adelante.
–Vamos a empezar por lo siguiente.Berger se quiere cargar a Sparacino y,ahora mismo, Sparacino se te quiere
cargar a ti.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 237/988
–¿A mí? – exclamé-. Pero si yo nisiquiera le conozco. ¿Por qué se mequiere cargar?
–Ya te he dicho que todo estárelacionado con Beryl -me repitió Mark-.El caso es que él ha sido su abogadodesde los comienzos de su carrera comoescritora. Se incorporó al bufete cuandomontamos un despacho aquí, en NuevaYork. Antes trabajaba por su cuenta.
ecesitábamos a un abogadoespecializado en el mundo del ocio y elespectáculo. Sparacino lleva treinta yantos años en Nueva York. Tiene muchas
conexiones. Nos traspasó sus clientes ynos traspasó muchos casos. ¿Recuerdascuando te comenté mi encuentro con Bery
durante un almuerzo en el Algonquin?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 238/988
Asentí con la cabeza mientras poco apoco se desvanecía mi espíritu de lucha.
–Todo estaba preparado, Kay. No fue
una casualidad. Berger me envió. –¿Por qué?Mirando a su alrededor, Mark
contestó: –Porque Berger está preocupado. El
bufete está dando sus primeros pasos enueva York y tienes que comprender lo
difícil que resulta abrirse camino en estaciudad, crearse una sólida clientela y unabuena reputación. Lo que menos nosnteresa es que un hijo de mala madre
como Sparacino arrastre el nombre delbufete por el arroyo.
Mark se detuvo cuando apareció el
camarero con las ensaladas y descorchó
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 239/988
ceremoniosamente una botella deCabernet Sauvignon. Tomó el primer sorbo de rigor y el camarero nos llenó las
copas. –Berger ya sabía, cuando contrató a
Sparacino, que era un tipo extravagante ymuy aficionado a jugar al tira y afloja -añadió Mark-. Podrás pensar que, bueno,es su manera de ser. Algunos abogadosson más bien discretos y a otros les gusta
lamar la atención. Lo malo es que, hastaal cabo de algún tiempo, Berger y algunosde nosotros no empezamos a comprender hasta qué extremos estaba dispuesto a
legar Sparacino. ¿Recuerdas a ChristieRiggs?
Tardé un momento en recordar elnombre. – ¿La actriz que se casó con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 240/988
aquel defensa de fútbol americano?Mark asintió con la cabeza diciendo:
Sparacino lo organizó todo de cabo a
rabo. Christie era una modelo que estabantentando ganarse la vida con los
anuncios para la televisión, aquí en laciudad. Eso fue hace un par de años,cuando Leon Jones aparecía en lasportadas de todas las revistas. Ambos seconocieron en una fiesta y un fotógrafo
captó su imagen cuando se marchabanuntos y subían al Maserati de Jones.nmediatamente después, Christie Riggs s
presentó en Orndorff Berger. Tenía una
cita con Sparacino. –¿Quieres decir que Sparacino estuvo
detrás de todo lo que ocurrió? – preguntésin poderlo creer.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 241/988
Christie Riggs y Leon Jones se habíancasado el año anterior y se habíandivorciado uno seis meses antes. Las
ormentosas relaciones y el sonadodivorcio fueron tema de comentario nocheras noche en todos los telediarios del
país. – Sí -contestó Mark, tomando unsorbo de vino. – Explícate.
–Sparacino se fija en Christie -dijoMark-. Es guapa, inteligente y ambiciosa.
Pero lo que verdaderamente le interesa deella en aquel momento son sus relacionescon Jones. Sparacino le explica su plan:Ella aspira a la fama. Quiere ser rica. Lo
único que tiene que hacer es atraer aJones a sus redes y más tarde ponerse alorar ante las cámaras y contar detalles
de su vida privada. Le acusa de pegarla,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 242/988
dice que es un borracho y un psicópata,que tontea con la cocaína y que destrozael mobiliario. En un santiamén, le pide el
divorcio a Jones y firma un contrato de unmillón de dólares para contar su historiaen un libro.
–Empiezo a sentir un poco más desimpatía por Jones -murmuré.
–Y lo peor es que creo que él laquería de verdad y no supo comprender lo
que estaba ocurriendo. Empezó a jugar mal y acabó en la clínica de Betty Ford.Ahora ha desaparecido. Uno de losmejores defensas del fútbol americano ha
acabado destruido y arruinado, y de todoeso le puedes echar indirectamente laculpa a Sparacino. Todas estasmarrullerías y cochinadas no van con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 243/988
nosotros. Orndorff Berger es un bufetemuy antiguo y prestigioso, Kay. Cuando senteró de lo que estaba haciendo su
especialista en el mundo del espectáculo,Berger no estuvo muy contento quedigamos.
–¿Y por qué vuestro bufete no se librade él sin más? – pregunté, tomando unpoco de ensalada.
–Porque, de momento, no podemos
demostrar nada. Sparacino sabe actuar sindejar huella. Es poderoso, sobre todo enueva York. Es como agarrar una
serpiente. ¿Cómo la sueltas sin que te
muerda? Y la lista sigue -contestó Mark en tono enojado-. Si echas un vistazo a lahistoria profesional de Sparacino yexaminas algunos de los casos que llevó
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 244/988
cuando ejercía por su cuenta, empiezas aener tus dudas.
–¿Qué casos, por ejemplo? – pregunté
casi sin querer. –Muchos juicios. Un escritor de tres
al cuarto decide escribir una biografía noautorizada de Elvis, John Lennon oSinatra y, cuando llega el momento depublicarla, el personaje famoso o susparientes se querellan contra el biógrafo y
a noticia salta a la televisión y a larevista People. El libro se publica deodos modos en medio de una increíble
publicidad gratuita. Todo el mundo corre
a comprarlo, porque el hecho de que sehaya armado tanto revuelo significa que enteresante. Sospechamos que el método
de Sparacino consiste en representar al
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 245/988
escritor y después, entre bastidores,ofrecer dinero a la «víctima» o las«víctimas» para, de este modo, organizar
un escándalo. Todo está preparado yfunciona de maravilla.
–No sabe una a quién creer -dije.En realidad, yo casi nunca lo sabía.Llegó el chuletón. Cuando se retiró el
camarero, pregunté: –¿Y cómo demonios estableció Beryl
Madison contacto con él? –A través de Cary Harper. Ahí está laronía. Sparacino fue durante algunos año
abogado de Harper. Cuando Beryl empez
a escribir, Harper la puso en contacto conél. Sparacino la ha guiado desde elprincipio y ha sido para ella unacombinación de agente, abogado y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 246/988
padrino. Creo que Beryl era muyvulnerable a los hombres poderosos y sucarrera había sido muy floja hasta que
decidió escribir su autobiografía.Supongo que Sparacino le debió desugerir inicialmente la idea. Sea comofuere, Harper no ha publicado nada desdeque escribió su gran novela americana. Yha pasado a la historia y sólo es valiosopara alguien como Sparacino siempre y
cuando éste crea que hay algunaposibilidad de sacarle partido a lasituación.
–¿Es posible que Sparacino jugara
con los dos? – pregunté tras reflexionar unstante-. En otras palabras, ¿que Beryl
decidiera romper su silencio y su contratocon Harper, y que Sparacino jugara amba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 247/988
cartas? ¿Que actuara entre bastidores yaguijoneara a Harper para que surgieranproblemas?
Mark volvió a llenar las copas ycontestó:
–Sí, creo que quería organizar unadisputa sin que Beryl ni Harper se dierancuenta. Ya te he dicho que ése es el estilode Sparacino.
Cominos en silencio unos momentos.
El Gallargher's tenía bien merecida lafama de que gozaba. Se hubiera podidocortar el chuletón con un tenedor.
–Y lo peor, por lo menos para mí,
Kay… -dijo Mark finalmente mirándomecon dureza-, es el día en que almorzamosen el Algonquin y Beryl comentó quealguien estaba amenazando con matarla…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 248/988
Si quieres que te diga la verdad -añadióras dudar un instante-, sabiendo lo que
sabía de Sparacino…
–No la creíste -dije yo, terminando lafrase por él.
–No -reconoció-, no la creí.Francamente, me pareció un trucopublicitario. Pensé que Sparacino lahabría convencido de que montara aquelnúmero para contribuir con ello a
aumentar las ventas del libro. No sóloenía aquella disputa con Harper, sinoque, además, alguien estaba amenazandocon matarla. No di demasiado crédito a lo
que decía -añadió, haciendo una pausa-. Yme equivoqué.
–Pero es posible que Sparacinoestuviera dispuesto a llegar tan lejos -me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 249/988
atreví yo a sugerir-. ¿No estarásnsinuando…?
–Creo más bien que aguijoneó a
Harper y éste tuvo miedo o, a lo mejor, seenfureció tanto que decidió ir a verla yperdió los estribos. O quizá contrató aalguien para que lo hiciera.
–En tal caso -dije en voz baja-, debede tener muchas cosas que ocultar apropósito de lo que ocurrió cuando Beryl
vivía con él. –Es posible -dijo Mark, centrandonuevamente su atención en la comida-.Pero, aunque no lo hiciera, conoce a
Sparacino y sabe cuál es su manera deactuar. No importa que una cosa seaverdad o mentira. Si Sparacino quierearmar jaleo, lo arma y nadie recuerda el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 250/988
resultado, sino tan sólo las acusaciones. –¿Y ahora se me quiere cargar a mí? –
pregunté en tono dubitativo-. No lo
entiendo. ¿Qué pinto yo en todo eso? –Muy sencillo. Sparacino quiere el
manuscrito de Beryl, Kay. El libro esahora más interesante que nunca a causade lo que le ha ocurrido a su autora -contestó Mark, mirándome fijamente-.Cree que el manuscrito fue entregado en t
despacho como prueba. Y ahora resultaque ha desaparecido.Alargué la mano hacia la crema agria
y pregunté con mucha calma:
–¿Qué te induce a pensar que hadesaparecido?
–Saparacino ha tenido acceso alnforme policial -contestó Mark-. Tú lo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 251/988
habrás visto, supongo. –Eran cosas puramente de rutina -
contesté.
Mark me refrescó la memoria. –En la última hoja hay una lista
pormenorizada de todas las pruebasrecogidas… Entre ellas figuran lospapeles encontrados en el suelo de sudormitorio y un manuscrito que había enun cajón.
Oh, Dios mío, pensé. Marino habíaencontrado efectivamente un manuscrito.Sólo que no era el que nosotrosesperábamos.
–Sparacino ha hablado con elnvestigador esta mañana -añadió Mark-
Un teniente llamado Marino. Éste le hadicho que la policía no lo tiene, que todas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 252/988
as pruebas han sido entregadas a losaboratorios de tu departamento. Y le ha
sugerido a Sparacino que llame a la
forense… es decir, a ti. –Es lo que se hace siempre -dije-. Lo
de la policía me envían la gente a mí y yoa vuelvo a enviar a ellos.
–Ya, pero intenta decirle eso aSparacino. Él dice que el manuscrito tefue entregado a ti junto con el cuerpo de
Beryl. Y ahora ha desaparecido. Y acusade ello a tu departamento. –¡Pero eso es ridículo! –¿De veras? – Mark me miró
nquisitivamente. Tuve la sensación deque me estaba sometiendo a unarepregunta cuando añadió-: ¿Acaso no escierto que algunas pruebas se entregan
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 253/988
unto con el cuerpo de la víctima y tú lasenvías personalmente a los laboratorios oas guardas en tu sala de pruebas?
Por supuesto que era cierto. –¿Formas parte de la cadena de
pruebas en el caso de Beryl? – preguntóMark.
–No por lo que se refiere a las cosasque se encontraron en el lugar de loshechos, como pueden ser los papeles y
documentos personales -contesté muyensa-. Todo eso fue enviado a losaboratorios por la policía, no por mí. De
hecho, casi todos los objetos de la casa
pasaron a la sala de objetos personalesdel departamento de policía.
–Intenta decírselo a Sparacino -repitióMark.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 254/988
–Jamás he visto el manuscrito -dijecategóricamente-. Mi oficina no lo tiene yamás lo tuvo. Y, que yo sepa, no ha
aparecido y punto. –¿Que no ha aparecido? ¿Quieres
decir que no estaba en la casa? ¿Lapolicía no lo encontró?
–No. El manuscrito que encontraronno es ése al que tú te refieres. Es unmanuscrito posiblemente de un libro
publicado hace años y, además, estáncompleto, sólo tiene unas doscientaspáginas como mucho. Estaba en unacómoda de su dormitorio. Marino lo tomó
y pidió a la sección de huellas dactilaresque lo examinara por si el asesino lohubiera tocado.
Mark se reclinó en su asiento.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 255/988
–Si no lo encontrasteis, ¿dónde está? –preguntó en un susurro.
–No tengo ni idea -contesté-. Supongo
que podría estar en cualquier sitio. A lomejor, se lo envió por correo a alguien.
–¿Tenía ordenador? –Sí. –¿Examinasteis el disco duro? –Su ordenador no tiene disco duro,
sólo dos floppy drives -contesté-. Marino
está examinando los floppys. No sé quécontienen. –Es absurdo -añadió Mark-. Aunque
hubiera enviado el manuscrito a alguien
por correo, es absurdo que no hicieraprimero una copia, que no hubiera unacopia en la casa.
–Es absurdo que su padrino Sparacino
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 256/988
no tuviera una copia -dije con intención-.o puedo creer que no haya visto el libro
Es más, no puedo creer que no tenga un
borrador en alguna parte, tal vez inclusoa última versión.
–Él dice que no y tengo buenasrazones para creerle. Por lo que yo hepodido saber de Beryl, ésta era muyreservada en su trabajo y no permitía quenadie, ni siquiera Sparacino, viera lo que
estaba naciendo hasta que lo terminaba.Le mantenía informado de sus progresos aravés de conversaciones telefónicas y de
cartas. Según él, la última vez que tuvo
noticias suyas fue hace aproximadamenteun mes. Al parecer, Beryl le dijo queestaba ocupada en la revisión de la obra yque tendría el libro listo para su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 257/988
publicación hacia primeros de año. –¿Hace un mes? – pregunté
cautelosamente-. ¿Ella le escribió?
–Le llamó. –¿Desde dónde? –Y yo qué sé. Desde Richmond,
supongo. –¿Eso es lo que él te dijo?Mark reflexionó un instante.
–No, no me comentó desde dónde le
había llamado -hizo una pausa-. ¿Por qué? –Llevaba algún tiempo fuera de laciudad -contesté como si la cosa nouviera importancia-. Simplemente quería
saber si Sparacino sabía dónde estabaBeryl.
–¿La policía no sabe dónde estaba? –Oh, hay un montón de cosas que la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 258/988
policía no sabe -contesté. –Eso no es una respuesta. –La mejor respuesta sería, en
realidad, la de que tú y yo no deberíamosestar comentando el caso, Mark. Ya hedicho demasiado y no sé muy bien por que interesa tanto todo eso.
–Y no sabes muy bien si mis motivosson puros -dijo Mark-. No sabes muy biensi te he invitado a cenar y estoy tratando
de ganarme tu confianza porque quieroobtener información. –Si he de serte sincera, sí -contesté,
mirándole a los ojos.
–Estoy preocupado, Kay.Adiviné que era cierto por la tensión
de su rostro… un rostro que todavíaejercía un considerable poder sobre mí.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 259/988
o conseguía quitarle los ojos de encima –Sparacino está tramando algo -dijo-.
Y no quiero que te estruje -añadió,
escanciando en nuestras copas el últimovino que quedaba.
–¿Qué se propone hacer, Mark? – pregunté-. ¿Llamarme y exigirme unmanuscrito que no obra en mi poder?Bueno, ¿y qué?
–Me da la impresión de que él sabe
que tú no lo tienes -dijo Mark-. Lo maloes que eso no importa. Sí, lo quiere. Y, alfinal, lo conseguirá a no ser que se hayaperdido. Es el albacea testamentario.
–Pues qué bien -dije. –Sólo sé que está tramando algo -
añadió Mark como si hablara para suadentros.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 260/988
–¿Otro de sus trucos publicitarios? – pregunté en tono excesivamente burlón.
Mark tomó un sorbo de vino.
–No se me ocurre qué puede ser -continué-. No es posible que sea algorelacionado conmigo.
–A mí sí se me ocurre -dijo Mark cona cara muy seria.
–Pues, entonces, dímelo, por favor.Y me lo dijo.
–Titular: «La jefa del departamento dMedicina Legal se niega a entregar unpolémico manuscrito».
–¡Pero eso es ridículo! – exclamé,
echándome a reír.Mark no se rió.
–Piénsalo bien. Una polémica
autobiografía escrita por una autora que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 261/988
ha sido brutalmente asesinada. Después emanuscrito desaparece y la forense esacusada de haberlo robado. Ten en cuenta
que la maldita cosa desapareció en eldepósito de cadáveres, mujer. Cuandofinalmente se publique el libro, será unbestseller sensacional y Hollywooduchará por asegurarse los derechos
cinematográficos. –No estoy preocupada -dije, aunque
sin demasiado convencimiento-. Todo esan descabellado que no acierto siquiera amaginarlo.
–Sparacino es un mago para sacar
cosas de la nada, Kay -me advirtió Mark-Lo que yo no quiero es que tú acabescomo Leon Jones. – Miró a su alrededor,buscando al camarero, y sus ojos se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 262/988
quedaron de pronto fijos observando laentrada. Luego, bajando rápidamente lamirada hacia su chuletón a medio cocer,
musitó-: Mierda.Tuve que hacer acopio de toda mi
fuerza de voluntad para no volverme. Noevanté los ojos ni di la menor muestra de
haberme dado cuenta de nada hasta que elhombretón se detuvo junto a nuestra mesa
–Hola, Mark, ¿qué tal estás? Pensé
que te encontraría aquí. – Era un hombreamable de unos sesenta o sesenta y tantosaños con un mofletudo rostro endurecidopor la gélida mirada de unos ojillos
ntensamente azules. Estaba arrebolado yrespiraba afanosamente como si el simpleejercicio de acarrear su impresionantemole constituyera un esfuerzo para todas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 263/988
as células de su cuerpo.– Obedeciendo aun súbito impulso, he decidido acercarmepor aquí e invitarte a un trago, muchacho.
Desabrochándose su abrigo de lana decachemira, se volvió hacia mí y me tendióa mano con una sonrisa.– Creo que nos
conocemos. Robert Sparacino. –Kay Scarpetta -dije con sorprendente
aplomo.
5
Conseguimos en cierto modo pasarnouna hora bebiendo con Sparacino. Fuehorrible. Sparacino se comportó como siyo fuera una desconocida a pesar deconstarle quién era. Yo estaba segura deque el encuentro no había sido accidentalEn una ciudad del tamaño de Nueva York
¿cómo hubiera podido ser accidental?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 264/988
–¿Estás seguro de que no hay ningunaposibilidad de que él supiera que yo iba avenir? – pregunté.
–No veo cómo -contestó Mark.Percibí la urgencia de las yemas de
sus dedos cuando me acompañódirectamente a la calle Cincuenta y Cincoomándome del brazo. El Carnegie Hall
estaba vacío y algunas personascaminaban por la acera. Ya era casi la
una, mis pensamientos flotaban en alcohoy tenía los nervios a flor de piel.Sparacino se había ido mostrando
progresivamente más animado y cariñoso
a cada copita de Grana Marnier que seomaba hasta que, al final, empezó a
hablar con una voz pastosa.
–No se le escapa ni una. Crees que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 265/988
está borracho como una cuba y que no seacordará de nada por la mañana, peroiene puesta la alerta roja incluso cuando
está durmiendo a pierna suelta. –Con eso no me consuelas -dije yo. Nos encaminamos directamente hacia
el ascensor y subimos en silencio,contemplando el parpadeo de la luz de lopisos al pasar de un número a otro.
uestros pies se hundieron en la mullida
alfombra del pasillo. Confiando en que mmaleta estuviera allí, lancé un suspiro dealivio cuando la vi encima de la cama alentrar en la habitación.
–¿Tú estás cerca? – le pregunté aMark.
–Un par de puertas más abajo -contestó, mirando rápidamente a su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 266/988
alrededor-. ¿No me vas a ofrecer unaúltima copita?
–No he traído nada…
–Hay un bar muy bien surtido, puedescreerme -dijo Mark.
Maldita la falta que nos hacía otracopita.
–¿Qué va a hacer Sparacino? – pregunté.
El «bar» era un pequeño frigorífico
leno de cervezas, vino y botellinesvacíos. –Nos ha visto juntos -añadí-. ¿Qué va
a pasar?
–Depende de lo que yo le diga -contestó Mark.
–Te lo voy a preguntar de otra maneradije, ofreciéndole un vaso de plástico de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 267/988
whisky-. ¿Qué piensas decirle, Mark? –Una mentira.Me senté en el borde de la cama.
Mark acercó una silla y empezó aagitar lentamente el ambarino líquido.
uestras rodillas casi se rozaban. –Le diré que estaba intentando sacarte
o que pudiera para ayudarle a él -contestó Mark.
–Dile que me estabas utilizando -dije
mientras mis pensamientos se dispersabancomo una mala transmisión radiofónica-.Y que lo has podido hacer gracias anuestro pasado.
–Sí. –¿Y eso es una mentira? – pregunté.Cuando se rió, me di cuenta de que ya
casi había olvidado lo mucho que me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 268/988
gustaba el sonido de su risa. –No le veo la gracia -protesté. En la
habitación hacía calor y yo estaba
arrebolada a causa del whisky-. Si eso esuna mentira, Mark, ¿dónde está la verdad?
–Kay -dijo Mark sin dejar de sonreír sin quitarme los ojos de encima-, ya te hedicho la verdad.
Guardó silencio un instante y despuésse inclinó hacia adelante para acariciarme
a mejilla. Tuve miedo al darme cuenta deo mucho que deseaba que me besara.Mark volvió a reclinarse en su
asiento.
–¿Por qué no te quedas por lo menoshasta mañana por la tarde? Quizáconvendría que ambos habláramos conSparacino por la mañana.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 269/988
–No -dije-. Eso es precisamente loque él querría que yo hiciera.
–Como quieras.
Horas más tarde, después de que Marse retirara, permanecí despierta,contemplando la oscuridad y conscientede la vacía frialdad del otro lado de lacama. En otros tiempos, Mark nunca sequedaba conmigo toda la noche y, a lamañana siguiente, yo tenía que andar por
el apartamento recogiendo prendas devestir, vasos sucios, platos y botellas devino, y vaciando los ceniceros. Por aquelentonces ambos fumábamos.
Permanecíamos despiertos hasta la una,as dos o las tres de la madrugada,
hablando, riéndonos, bebiendo y fumando
Y también discutiendo. Yo aborrecía las
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 270/988
discusiones que muchas veces derivabanen amargas disputas en cuyo transcursonos heríamos el uno al otro y nos
devolvíamos golpe por golpe, artículo decódigo tal contra filosofía cual. Y yosiempre esperando que me dijera que mequería, cosa que él no hacía jamás. Por lamañana, experimentaba el mismo vacíoque en mi infancia cuando terminaba la
avidad y yo ayudaba a mi madre a
recoger los papeles de envoltura de losregalos diseminados alrededor del árbol. No sabía lo que quería. Tal vez nunca
o había sabido. La distancia emocional
nunca quedaba compensada por lacercanía física, pero yo no era capaz deaprender la lección. Nada habíacambiado. Si él me hubiera hecho alguna
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 271/988
nsinuación, me hubiera olvidado de lacordura. El deseo no atiende a razones ya necesidad de intimidad no se había
extinguido.Llevaba años sin evocar ciertas
mágenes, sus labios sobre los míos, susmanos, la urgencia de nuestros anhelos.Ahora me atormentaban los recuerdos.
Había olvidado pedir que medespertaran y no me molesté en poner el
despertador que había en la mesilla. Puseel despertador mental a las seis y medesperté exactamente a dicha hora. Mencorporé en la cama, sintiéndome tan ma
como parecía. La ducha caliente y losminuciosos cuidados no pudieron ocultar as oscuras ojeras ni la palidez de mi tez.
La iluminación del cuarto de baño fue
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 272/988
brutalmente sincera conmigo. Llamé a laUnited Airlines y, a las siete, llamé conos nudillos a la puerta de Mark.
–Hola -me dijo Mark, más fresco yozano que una rosa-. ¿Has cambiado dedea?
–Sí -contesté.El conocido perfume de su colonia me
reordenó los pensamientos cual si fueranos brillantes trozos de vidrio de un
calidoscopio. –Ya lo sabía -dijo. –¿Cómo lo sabías? –Jamás se ha visto que tú rehúyas una
pelea -contestó, mirándome a través delespejo de la cómoda mientras se hacía elnudo de la corbata.
Mark y yo habíamos acordado
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 273/988
reunimos en el despacho de Orndorff Berger a primera hora de la tarde. Elvestíbulo del bufete era un vasto espacio
sin alma. Sobre la negra alfombra seevantaba una impresionante consola
negra bajo las brillantes guías de latón dea iluminación indirecta mientras que un
sólido bloque de latón hacía las veces demesa entre dos cercanas sillas acrílicasde color negro. No había ningún otro
mueble y tampoco plantas o cuadros, sólounas cuantas esculturas retorcidasdiseminadas aquí y allá como fragmentosde metralla para romper el inmenso vacío
de la estancia. –¿En qué puedo servirla? – me
preguntó la recepcionista, dedicándomeuna estereotipada sonrisa desde las
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 274/988
profundidades de su puesto.Antes de que yo pudiera contestar, se
abrió en silencio una puerta invisible en
a negra pared y apareció Mark, el cualomó mi maleta y me acompañó por unargo y ancho pasillo. Pasamos por delate
de un sinfín de puertas de espaciososdespachos cuyos ventanales ofrecían ungris panorama de Manhattan. No se veíani un alma. Pensé que todo el mundo se
habría ido a almorzar. –¿Quién demonios diseñó vuestrovestíbulo? – pregunté en un susurro.
–La persona a la que veremos ahora -
contestó Mark.El despacho de Sparacino era dos
veces más grande que los que yo habíavisto al pasar, y su escritorio era un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 275/988
hermoso bloque de ébano con grancantidad de pisapapeles realizados enpiedras duras, rodeado de paredes
cubiertas de libros. Aquel abogado deuminarias y literatos, tan intimidatorio
como la víspera, iba vestido con lo queme pareció un costoso traje John Gotti pocuyo bolsillo superior asomaba un vistosopañuelo rojo sangre. No se movió delsillón en el que estaba indolentemente
acomodado cuando nosotros entramos ynos sentamos. Durante un estremecedor momento, ni siquiera nos miró.
–Tengo entendido que se van ustedes
almorzar dentro de un ratito -dijofinalmente, levantando sus fríos ojosazules mientras sus gruesos dedoscerraban una carpeta-. Le prometo que no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 276/988
a voy a entretener demasiado, doctoraScarpetta. Mark y yo hemos estadorevisando algunos detalles
correspondientes al caso de mi clienteBeryl Madison. En mi calidad de abogadoy albacea suyo, necesito unas cuantascosas y estoy seguro de que usted meayudará a cumplir sus deseos.
No dije nada mientras buscabanfructuosamente un cenicero.
–Robert necesita sus papeles -dijoMark sin inflexión alguna en la voz-.Concretamente, el manuscrito del libroque estaba escribiendo, Kay. Ya le he
explicado, antes de que tú vinieras, que laoficina del forense no es el lugar donde seguardan esos objetos personales, por lomenos, no en este caso.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 277/988
Habíamos ensayado la reunión durantel desayuno. Mark hubiera tenido que«manejar» a Sparacino antes de que yo
legara, pero me daba la impresión de queera a mí a quien estaba manejando.
Miré directamente a Sparacino y dije: –Los objetos recibidos en mi
despacho tienen carácter de prueba y noncluyen los papeles que usted necesita.
–Me está usted diciendo que no tiene
el manuscrito -dijo Sparacino. –Exactamente. –Y tampoco sabe dónde está. –No tengo ni idea.
–Bueno, pues, lo que usted me dice mplantea unos cuantos problemas. – Sparacino abrió una carpeta con rostro
mpasible y sacó una fotocopia en la que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 278/988
yo reconocí el informe policial sobreBeryl.– Según la policía, se encontró unmanuscrito en el lugar de los hechos -
añadió-. Y ahora me dicen que no hay talmanuscrito. ¿Puede usted aclararme estacuestión?
–Se encontraron unas páginas de unmanuscrito -contesté-, pero no creo quecorrespondan a lo que a usted le interesa,señor Sparacino. No parecen
corresponder a un trabajo en curso y,sobre todo, nunca me fueron entregadas. –¿Cuántas páginas? – preguntó
Sparacino.
–En realidad, no las he visto -contesté.
–¿Quién las ha visto? –El teniente Marino. Es con él con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 279/988
quien usted debería hablar -dije. –Ya lo he hecho, pero él me dice que
e entregó este manuscrito directamente en
mano a usted.Estaba segura de que Marino no le
había dicho tal cosa. –Habrá sido un malentendido -
repliqué-. Marino habrá querido decir quentregó a los laboratorios forenses unmanuscrito parcial, algunas de cuyas
páginas podrían corresponder a una obraanterior. La oficina de Ciencias Forenseses una sección aparte que tiene su sede enmi edificio.
Miré a Mark. Estaba en tensión ysudaba.
El cuero crujió cuando Sparacino seremovió en su sillón.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 280/988
–Se lo voy a decir sin rodeos, doctoraScarpetta -dijo Sparacino-. No la creo.
–Yo no ejerzo ningún control sobre lo
que usted cree o deja de creer -repliquémuy tranquila.
–He estado pensando mucho en esteasunto -añadió Sparacino también muyranquilo-. El caso es que el manuscrito,
que no es más que un montón de papelessin importancia, tiene mucho valor para
ciertas personas. Conozco por lo menosdos, sin incluir a los editores, que estaríadispuestos a pagar un elevado precio por el libro en el que ella estaba trabajando
cuando murió. –Todo eso a mí no me interesa -
contesté-. Mi departamento no tiene el
manuscrito a que usted se refiere. Y, lo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 281/988
que es más, nunca lo tuvo. –Alguien lo tiene -Sparacino miró
hacia la ventana-. Conocía a Beryl mejor
que nadie, conocía muy bien suscostumbres, doctora Scarpetta. Habíapermanecido algún tiempo fuera de laciudad y sólo llevaba en casa unas cuantahoras cuando la asesinaron. No puedocreer que no tuviera el manuscrito a manoEn su despacho, en una cartera de
documentos, en una maleta -los ojillosazules se clavaron en mí-. No tieneninguna caja de seguridad en el banco, noexiste ningún otro lugar donde pudiera
haberlo guardado… aunque, de todosmodos, no lo hubiera hecho. Lo tuvoconsigo durante su ausencia de la ciudad,pues estaba trabajando en él. Es evidente
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 282/988
que, al regresar a Richmond, debía deener el manuscrito.
–Había permanecido algún tiempo
fuera de la ciudad -repetí yo-. ¿Está ustedseguro?
Mark, evidentemente nervioso, no seatrevía a mirarme.
Sparacino se reclinó en su sillón yentrelazó los dedos de las manos sobre suabultado vientre.
–Yo sabía que Beryl no estaba encasa. Llevaba varias semanas intentandolamarla. Después, ella me llamó hace
aproximadamente un mes. No me quiso
decir dónde estaba, pero me dijo que seencontraba muy bien y me comentó losprogresos que estaba haciendo con suibro, añadiendo que trabajaba a muy bue
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 283/988
ritmo. No quise fisgonear. Beryl estabamuy asustada por culpa de ese chaladoque la amenazaba. No me importó no
saber dónde estaba, me bastó con saber que se encontraba bien y que estabarabajando duro para cumplir el plazo.
Puede parecerle una muestra densensibilidad, pero yo tenía que ser
pragmático. –Nosotros no sabemos dónde estuvo
Beryl -terció Mark-. Al parecer, Marinono nos lo quiso decir.El plural me llamó un poco la
atención. «Nosotros», es decir, él y
Sparacino. –Si me pide que responda a esta
pregunta… –Eso es precisamente lo que le pido.-
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 284/988
dijo Sparacino, interrumpiéndome-. Alfinal, se tendrá que saber que pasó losúltimos meses en Carolina del Norte,
Washington, Texas… o el sitio que sea.Pero yo tengo que saberlo ahora. Ustedme dice que su departamento no tiene elmanuscrito. En la policía me dicen queellos tampoco lo tienen. El medio másseguro de llegar al fondo de esta cuestiónes averiguar dónde estuvo y empezar a
seguir la pista del manuscrito a partir deahí. A lo mejor, alguien la acompañó alaeropuerto. A lo mejor, hizo amistad conalguien en el lugar donde estuvo. A lo
mejor, alguien tiene alguna idea de lo queocurrió con el libro. Por ejemplo, ¿lolevaba consigo cuando subió al avión?
–Tendrá que pedir esta información a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 285/988
eniente Marino -contesté-. Yo no estoyautorizada a comentar con usted losdetalles del caso.
–No esperaba que lo hiciera -dijoSparacino-. Probablemente porque ustedsabe que Beryl llevaba consigo elmanuscrito cuando subió al avión pararegresar a Richmond. Probablementeporque el manuscrito llegó a sudepartamento junto con el cuerpo, y ahora
ha desaparecido. – Hizo una pausa yclavó sus fríos ojos en mí.– ¿Cuánto lepagó Cary Harper o su hermana o los dospara que les entregara el manuscrito?
Mark estaba totalmente apático ycontemplaba la escena con rostronexpresivo.
–¿Cuánto? ¿Diez, veinte, cincuenta
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 286/988
mil? –Me parece que aquí termina nuestra
conversación, señor Sparacino -dije,
alargando la mano hacia mi bolso. –No, no creo que haya terminado,
doctora Scarpetta -replicó Sparacino.Rebuscó con indiferencia en la
carpeta y sacó con la misma indiferenciavarias hojas de papel que empujó haciamí sobre el escritorio.
Sentí que la sangre huía de mi rostrocuando tomé las fotocopias de losartículos publicados más de un año atráspor los periódicos de Richmond. Los
itulares me eran dolorosamenteconocidos.
Forense acusado de robar
a un cadáver
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 287/988
Cuando Timothy Smathers murió elpasado mes de un disparo delante de lapuerta de su casa, llevaba un reloj de
pulsera de oro, una sortija de oro y 83dólares en efectivo en los bolsillos delpantalón, según ha declarado su mujer, lacual fue testigo del asesinatopresuntamente cometido por un antiguoempleado despechado. La policía y losmiembros del servicio dé recogida que
acudieron al domicilio de los Smathersras cometerse el asesinato afirman quedichos objetos de valor acompañaban alcuerpo de Smathers cuando éste fue
enviado al departamento de MedicinaLegal para la práctica de la autopsia…
Había otras cosas, pero yo no
necesitaba leer más recortes para saber lo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 288/988
que allí se decía. El caso Smathersprovocó la mayor avalancha depublicidad negativa jamás recibida por m
departamento.Pasé las fotocopias a la mano
extendida de Mark. Sparacino me teníacolgada de un gancho, pero yo estabafirmemente decidida a no moverme.
–Tal como usted observará si ha leídoos reportajes -dije-, se llevó a cabo una
exhaustiva investigación y midepartamento quedó exculpado decualquier irregularidad.
–Sí, en erecto -dijo Sparacino-. Usted
envió personalmente los objetos de valor a la funeraria. Los objetos desaparecierondespués. Pero el problema esdemostrarlo. La señora Smathers sigue
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 289/988
opinando que el departamento deMedicina Legal robó las joyas y el dinerode su marido. He hablado con ella.
–El departamento fue exculpado,Robert -dijo Mark en tono apagadomientras echaba un vistazo a los artículos
Aun así, aquí dice que la señoraSmathers recibió un cheque por una sumaequivalente al valor de los objetos.
–En efecto -dije yo fríamente.
–Pero el valor sentimental no tieneprecio -comentó Sparacino-. Aunque lehubieran entregado un cheque por unasuma diez veces superior, ella no se
hubiera consolado.Aquello era una auténtica broma. La
señora Smathers, que, según sospechabaa policía, había sido la instigadora del
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 290/988
asesinato de su marido, se había casadocon un acaudalado viudo antes de que lahierba empezara a crecer sobre la tumba
de su marido. –Y, tal como dicen los periódicos -
añadió Sparacino-, su departamento nopudo presentar el resguardo de la entregade los efectos personales del señor Smathers a la funeraria. Conozco losdetalles. Parece ser que el resguardo lo
raspapeló una administrativa que ahorarabaja en otro sitio. Tuvo que ser supalabra contra la de los representantes dea funeraria y, aunque la cuestión jamás se
resolvió, por lo menos no a mi enterasatisfacción, ahora ya nadie se acuerda nia nadie le importa.
–¿Adónde quieres ir a parar? –
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 291/988
preguntó Mark en el mismo tono apagadode antes.
Sparacino miró a Mark y después me
miró de nuevo a mí. –El caso Smathers, por desgracia, no
ha sido el único. En julio pasado, sudepartamento recibió el cuerpo de unanciano llamado Henry Jackson, muertopor causas naturales. El cadáver llegó aldepartamento con cincuenta y dos dólares
en el bolsillo. Parece ser que este dineroambién desapareció y usted se vioobligada a extenderle un cheque al hijodel difunto. El hijo denunció los hechos e
el telediario de una televisión local.Tengo una cinta de vídeo de todo lo queallí se dijo, si le interesa verla.
–Jackson entró con cincuenta y dos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 292/988
dólares en efectivo en el bolsillo -repliqué, a punto de perder los estribos-.Se encontraba en avanzado estado de
descomposición y los billetes estaban tanputrefactos que ni el más desesperado deos ladrones se hubiera atrevido aocarlos. No sé qué ocurrió con ellos,
pero lo más probable es que losncineraran inadvertidamente junto con la
ropas no menos putrefactas y llenas de
gusanos que llevaba el difunto Jackson. –Jesús -murmuró Mark por lo bajo. –Su departamento tiene un problema,
doctora Scarpetta -dijo Sparacino
sonriendo. –Sí, y todos los departamentos tienen
sus problemas -repliqué levantándome-.Si usted quiere los efectos personales de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 293/988
Beryl, hable con la policía. –Lo siento -dijo Mark mientras
bajábamos en el ascensor-. No tenía ni
dea de que el muy hijo de puta te iba aatacar con toda esta mierda. Me lohubieras podido decir, Kay…
–Decirte, ¿qué? – pregunté, mirándolecon incredulidad-. Decirte, ¿qué?
–Lo de la desaparición de esosobjetos y el revuelo que se armó. Es la
clase de basura en la que Sparacino semueve como pez en el agua. Yo no losabía y los dos hemos caído en unaemboscada. ¡Maldita sea mi estampa!
–No te lo dije -repliqué levantando lavoz- porque no tenía nada que ver con elcaso de Beryl. Las situaciones que él hamencionado fueron tormentas en un vaso
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 294/988
de agua, la clase de inevitables trastornosque se producen cuando los cuerposlegan en los más variados estados y los
empleados de las funerarias y los agentesde la policía entran y salen todo el díapara recoger los efectos personales de lodifuntos…
–Por favor, no la tomes conmigo. –¡No la tomo contigo! –Mira, ya te comenté cómo era
Sparacino. Estoy tratando de protegerte dél. –A lo mejor, es que no estoy segura d
o que estás tratando de hacer, Mark.
Seguíamos hablando acaloradamentecuando Mark miró a su alrededor buscando un taxi. La circulación estabaprácticamente detenida, los claxons
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 295/988
sonaban, los motores rugían y mis nerviosparecían a punto de estallar. Al final,apareció un taxi y Mark abrió la
portezuela posterior y colocó mi maletaen el suelo. Al ver que le entregaba un pade billetes al taxista tras habermeacomodado yo en el asiento, comprendí loque estaba pasando. Mark no me iba aacompañar. Me enviaba sola alaeropuerto y sin almorzar. Antes de que
pudiera bajar el cristal de la ventanillapara decirle algo, el taxi se puso enmarcha y volvió a adentrarse en el tráfico
Me trasladé en silencio al aeropuerto
de La Guardia, donde todavía me faltabanres horas para subir al avión. Me sentía
enojada, dolida y perpleja. No podíasoportar la idea de marcharme de aquella
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 296/988
manera. Busqué un asiento vacío en elbar, pedí una consumición y encendí uncigarrillo. Observé cómo el humo azulado
ascendía en espiral y se disipaba en labrumosa atmósfera. Minutos más tarde,ntroduje un cuarto de dólar en la ranura
de un teléfono público. –Orndorff Berger -anunció una
profesional voz femenina.Evoqué la imagen de la negra consola
y dije: –Mark James, por favor.Tras una pausa, la mujer contestó:
–Disculpe, se habrá equivocado de
número. –Trabaja en el despacho de Chicago.
Está aquí de visita. Precisamente hoy mehe reunido con él en este bufete -dije.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 297/988
–Atienda un momento, por favor.Me pasé unos dos minutos escuchando
a través del hilo musical la versión de
«Baker Street» de Jerry Rafferty. –Lo siento -me dijo la recepcionista
poniéndose de nuevo al teléfono-, aquí nohay nadie que se llame así, señora.
–Él y yo nos hemos reunido en elvestíbulo de este bufete hace menos dedos horas -exclamé, a punto de perder la
paciencia. –Lo he comprobado, señora. Losiento, nos habrá confundido usted conotro bufete.
Soltando una maldición por lo bajo,colgué violentamente el teléfono. Marquénformación, pedí el número del bufete de
Orndorff Berger de Chicago e introduje
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 298/988
mi tarjeta de crédito. Dejaría un mensajepara Mark, diciéndole que me llamara encuanto pudiera.
Se me heló la sangre en las venascuando la recepcionista de Chicago mecontestó:
–Lo siento mucho, señora. No hayningún Mark James en este bufete.
6Mark no figuraba en la guía telefónica
de Chicago. Había cinco Mark James yres M James. Al llegar a casa, probé alamar a cada uno de los números y me
contestó o bien una mujer o un hombredesconocido. Estaba tan desconcertadaque no pude conciliar el sueño. Hasta lamañana siguiente no se me ocurrió la idea
de llamar a Diesner, el jefe del
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 299/988
departamento de Medicina Legal deChicago con quien Mark afirmaba haberseropezado varias veces.
Llegué a la conclusión de que lo mejosería ir directamente al grano y le dije aDiesner, tras los habituales comentariosntrascendentes:
–Estoy tratando de localizar a Mark James, un abogado de Chicago a quien túconoces si no me equivoco.
–James… -repitió Diesner en tonopensativo-. Me temo que no me suena,Kay. ¿Dices que trabaja como abogadoaquí en Chicago?
–Sí -contesté desalentada-. EnOrndorff Berger.
–Conozco Orndorff Berger, un bufetemuy prestigioso, pero no logro recordar a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 300/988
este Mark James… -Oí el rumor de uncajón al abrirse y el crujido de unas hojasde papel.– Pues no. Tampoco figura en la
páginas amarillas.Tras colgar el teléfono, me llené otra
aza de café cargado y contemplé a travésde la ventana de la cocina el comederovacío de los pájaros. La grisácea mañanaamenazaba lluvia. El escritorio de midespacho del departamento hubiera
necesitado una apisonadora. Era sábado yel lunes eran fiesta oficial. Eldepartamento estará desierto porque miscolaboradores ya estarían disfrutando de
aquel largo fin de semana de tres días.Hubiera podido aprovechar aquella paz yranquilidad. Pero no me apetecía. Sólo
podía pensar en Mark. Era como si no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 301/988
existiera, como si fuera un ser imaginarioun sueño. Cuanto más trataba decomprenderlo, tanto más se me enredaban
os pensamientos. ¿Qué demonios estabapasando?
Al borde de la desesperación, pedí elnúmero del domicilio particular de RoberSparacino y lancé un secreto suspiro dealivio al averiguar que no figuraba en laguía. Llamarle hubiera sido un suicidio.
Mark me había engañado. Me había dichoque trabajaba en Orndorff Berger, mehabía dicho que vivía en Chicago y queconocía a Diesner. ¡Nada de todo aquello
era cierto! Esperaba que sonara eleléfono y que Mark me llamara. Arregléa casa, hice la colada y planché, empecé
a preparar una salsa de tomate, hice unas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 302/988
albóndigas y revisé la correspondencia.El teléfono no sonó hasta las cinco de
a tarde.
–¿Doctora? Aquí, Marino -me dijo laconocida voz-. No quería molestarla en ufin de semana, pero llevo dos malditosdías tratando de localizarla. Queríaasegurarme de que estaba bien -añadióMarino haciendo otra vez de ángel de laguarda-. Tengo una cinta de vídeo que me
nteresa que vea -me explicó-. Hepensado que, si no va a salir, yo podríapasar un momento por su casa. ¿Tienevídeo?
Sabía que sí. Otras veces había«pasado por mi casa» para enseñarmecintas.
–¿Qué clase de cinta? – le pregunté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 303/988
–Sobre ese tipo con quien me hepasado toda la mañana. Interrogándolesobre Beryl Madison.
Marino hizo una pausa y yo adivinéque estaba contento.
Cuanto más conocía a Marino, tantomás se empeñaba éste en presumir antemí. Yo atribuía en parte el fenómeno alhecho de que él me hubiera salvado lavida, un temible acontecimiento que había
servido para crear entre nosotros uncurioso vínculo, dada la disparidad denuestras personalidades*.
–¿Está de servicio?
–Pero si yo siempre estoy de serviciocontestó Marino con un gruñido.
–Hablo en serio.
–No oficialmente, ¿de acuerdo?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 304/988
Terminé a las cuatro, pero mi mujer se hado a Jersey a visitar a su madre y yoenía, más cabos sueltos que un maldito
fabricante de alfombras.Su mujer no estaba. Sus hijos ya eran
mayores. Era un triste sábado y el cieloestaba encapotado. Marino no queríaregresar a una casa vacía. Yo tampocoestaba muy contenta que digamos en misolitaria casa vacía. Contemplé la cazuela
donde se estaba cociendo la salsa. –No tengo que salir -dije-. Pasecuando quiera con la cinta de vídeo y lamiraremos juntos. ¿Le gustan los
espaguetis?Marino vaciló un instante.
–Bueno… –Con albóndigas. Ahora mismo voy a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 305/988
hacer la pasta. ¿Comerá conmigo? –Sí -contestó Marino-, creo que lo
podré arreglar.
Cuando Beryl Madison quería que leavaran el automóvil, tenía por costumbre
acudir al Masterwash de Southside.Marino lo había averiguado visitando
odos los establecimientos de lavado deautomóviles de lujo de la ciudad. Enrealidad, sólo había una docena de
establecimientos que pasaban elautomóvil sin conductor por una cadenade montaje de «aros» que giraban en unasolución espumosa mientras una especie
de duchas enviaban finos chorros de aguaTras ser sometido a un secador de aire, elautomóvil, conducido por un ser humano,era trasladado a una sala donde los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 306/988
empleados le pasaban la aspiradora, loenceraban, le sacaban brillo y leimpiaban los guardabarros y todo lo
demás. Un servicio «Super Deluxe» deMasterwash, me dijo Marino, costabaquince dólares.
–Tuve mucha suerte -me explicóMarino mientras enrollaba los espaguetisen el tenedor con la ayuda de una cuchara
¿Cómo se localiza una cosa así? Los tíos
deben de hacer como unos setenta o cienservicios al día. ¿Cómo se van a fijar enun Honda de color negro? No puede ser.
Se sentía un cazador feliz. Había
cobrado una buena pieza. La semanaanterior, tan pronto como le entregué elnforme preliminar de las fibras,
comprendí que empezaría a recorrer todo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 307/988
os túneles de lavado de la ciudad. Habíaque reconocerle un mérito a Marino:aunque sólo hubiera habido un arbusto en
un desierto, él se hubiera empeñado encomprobar lo que había detrás.
–Fue por pura chiripa -añadió-. Pasépor el Masterwash. Era casi el últimoestablecimiento de la Ésta, por el sitio enque está ubicado. Yo hubiera imaginadoque Beryl llevaba su Honda a algún túnel
de lavado del West End. Pero no, lolevaba al Southside y la única razón quese me ocurre es que el establecimientoiene una sección de embellecimiento de
carrocerías y limpieza de interiores.Resulta que llevó su automóvil allí elpasado mes de diciembre poco despuésde comprarlo y pagó cien dólares para
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 308/988
que le sellaran la pintura. Después, abrióuna cuenta y se hizo socia para poder ahorrarse un par de dólares en cada
avado y aprovechar la oferta de laimpieza semanal gratuita.
–¿Así fue cómo lo descubrió? – lepregunté-. ¿Porque se había hecho socia?
–Pues sí -contestó Marino-. No tienenordenador. Tuve que revisar todas lasmalditas facturas. Pero encontré una copia
de lo que pagó para hacerse socia y,basándome en el estado de su automóvilcuando lo encontramos en el garaje, penséque lo habría lavado poco antes de huir a
Key West. He estado examinando tambiénsus papeles y buscando los comprobantesde los pagos con tarjeta de crédito. Sólohay un cargo de Masterwash y es el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 309/988
rabajo de cien dólares que le hemencionado. Al parecer, pagó en efectivocuando se hizo lavar el vehículo después.
–Los empleados del túnel de lavado -dije-, ¿qué tipo de ropa llevan?
–No hay nada de color anaranjado quecoincida con esa fibra tan rara queencontraron ustedes. Casi todos van convaqueros y zapatillas deportivas… todoslevan una camisa de color azul con el
nombre Masterwash bordado en blanco eel bolsillo. Lo examiné todo mientrasestuve allí. No hubo nada que me llamaraa atención. Sólo vi otro tipo de tejido, el
de las toallas blancas que utilizan parasecar los automóviles.
–No parece muy prometedor -comenté, apartando a un lado mi plato.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 310/988
Menos mal que Marino tenía buenapetito. Yo aún tenía el estómagoencogido por lo de Nueva York y aún no
sabía si revelarle a Marino lo que habíapasado.
–Puede que no -dijo Marino-, perohablé con un tipo que me llamó un poco laatención.
Esperé. –Se llama Al Hunt, veintiocho años,
raza blanca. Me fijé en él inmediatamenteLe vi supervisando la labor de loscurrantes y tuve como una corazonada. See veía fuera de lugar. Muy pulcro y
peripuesto, le hubiera sentado mejor unraje de calle y una cartera de
documentos. «¿Qué estará haciendo un
ipo como él en un callejón sin salida
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 311/988
como éste?», pensé. – Marino hizo unapausa para rebañar el plato con un trozode pan de ajo-. Me acerco a él y empiezo
a pegar la hebra. Le pregunto por Beryl ye muestro la fotografía de su permiso de
conducir. Le pregunto si recuerda haberlavisto por allí y, ¡zas!, empieza a ponersenervioso.
No pude evitar pensar que yo tambiénhubiera empezado a ponerme nerviosa si
Marino se hubiera «acercado» a mí.Probablemente se habría echado encimadel pobre chico como un toro desbocado.
–Y entonces, ¿qué? – pregunté.
–Pues entonces entramos, tomamoscafé y empezamos a hablar en serio -contestó Marino-. Este Al Hunt es un tipomuy curioso. Para empezar, estudió en un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 312/988
escuela superior y se graduó enpsicología, después se pasó un par deaños trabajando como enfermero en el
Metropolitan, imagínese. Y, al preguntarlyo por qué dejó el hospital por elMasterwash, resulta que su padre es eldueño del establecimiento. Tienentereses en toda la ciudad. El
Masterwash no es más que una de susnversiones. También es dueño de varios
parkings y de la mitad de los inmuebles dos barrios bajos del Northside. Cabríasuponer que el joven Al no ha sidoeducado para seguir los pasos de su papá
¿no le parece?La cosa se ponía interesante.
–Pues bueno, resulta que Al no va aponerse un traje de calle aunque a primer
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 313/988
vista parezca que es lo que lecorresponde. O sea, Al es un perdedor ysu padre no se fía de él ni lo ve vestido
con un milrayas y sentado detrás de unescritorio. El tipo se limita a estar allídiciéndoles a los currantes cómo hay queencerar los vehículos y limpiar losguardabarros. Eso me induce a pensar nmediatamente que aquí arriba le falla
algo -dijo Marino, señalándose la cabeza
con un pringoso dedo. – Quizá convendríaque hablara con su padre. – Claro. Y ésteme dirá que su gran esperanza blanca esun zoquete.
–¿Qué se propone hacer? –Ya lo he hecho -contestó Marino-.
Vea usted la cinta de vídeo que traigo,doctora. Me he pasado toda la mañana
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 314/988
con Al Hunt en jefatura. El tipo habla poros codos y siente una enorme curiosidad
por lo que le ocurrió a Beryl, dice que lo
eyó en los periódicos… –¿Cómo sabía quién era Beryl? – le
nterrumpí-. Los periódicos y las emisorade televisión no tenían ninguna fotografíasuya. ¿Acaso reconoció el nombre?
–Dice que no, que no tenía ni idea dequién era la rubia que había visto en el
únel de lavado hasta que yo le mostré lafotografía del carnet de conducir.Entonces pareció llevarse una fuertempresión, estuvo pendiente de todas mis
palabras, quiso hablar de ella y se mostrómuy afectado para ser alguien que no laconocía. – Marino dejó la arrugadaservilleta sobre la mesa-. Lo mejor es que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 315/988
o vea usted misma.Puse la cafetera en el fuego, recogí lo
platos sucios y pasamos al salón para ver
a cinta. Conocía el decorado. Lo habíavisto muchas veces. La sala denterrogatorios del departamento de
policía era un pequeño cuarto de paredesrevestidas con paneles de madera cuyoúnico mobiliario era una mesa desnudacolocada en el centro del suelo
alfombrado. Cerca de la puerta había unnterruptor de la luz y sólo un experto oos iniciados se hubieran dado cuenta de
que faltaba el tornillo superior. Al otro
ado del diminuto orificio negro había unasala de vídeo equipada con unavideocámara especial de gran amplitud decampo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 316/988
A primera vista, Al no ofrecía unaspecto demasiado temible. Tenía elcabello rubio claro con entradas y una tez
más bien pálida. No hubiera sido feo siuna barbilla casi inexistente no hubieraprovocado la fusión entre su rostro y sucuello. Vestía chaqueta de cuero de colormarrón y pantalones vaqueros, y susahusados dedos no paraban de juguetear con una lata de 7-Up mientras miraba a
Marino, sentado delante de él. –¿Qué fue exactamente lo de BerylMadison? – preguntó Marino-. ¿Por qué tefijaste en ella? Cada día pasan muchos
automóviles por el túnel de lavado.¿Recuerdas a todos los clientes?
–Los recuerdo mucho más de lo que
usted se imagina -contestó Hunt-. Sobre
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 317/988
odo a los habituales. Puede que norecuerde sus nombres, pero recuerdo suscaras, porque casi todos ellos se quedan
por allí mientras los empleados les lavanos vehículos. Muchos clientes supervisan
el trabajo, usted ya me entiende. Locomprueban todo y se aseguran de que noolvidemos nada. Algunos toman inclusoun trapo y echan una mano, sobre todo siienen prisa… o si son de esos que no
saben estarse quietos y siempre tienen quehacer algo. –¿Beryl era así? ¿Supervisaba el
rabajo?
–No, señor. Tenemos un par debancos allí fuera. Ella tenía por costumbrsentarse en un banco. A veces, leía elperiódico o un libro. En realidad, no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 318/988
prestaba la menor atención a losempleados y no era muy simpática quedigamos. A lo mejor, fue por eso por lo
que me fijé en ella. –¿Qué quieres decir? – preguntó
Marino. –Quiero decir que enviaba señales. Y
yo las captaba. –¿Señales? –La gente envía toda clase de señales
explicó Hunt-. Yo tengo experiencia y lacapto. Puedo adivinar muchas cosas sobreuna persona a través de las señales queemite.
–¿Yo también emito señales, Al? –Sí, señor. Todo el mundo las emite. –¿Qué clase de señales estoy
emitiendo?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 319/988
–Rojo pálido -contestó Hunt con lacara muy seria.
–¿Como? – preguntó Marino
desconcertado. –Capto las señales bajo la apariencia
de colores. Puede que a usted le parezcaextraño, pero no soy el único. Algunaspersonas percibimos los colores querradian las demás. Ésas son las señales a
que me refería. La señales que yo capto
de usted son de color rojo pálido. Encierto modo cordiales, pero tambiénevemente enfurecidas. Como una señal d
advertencia. Atrae, pero, al mismo
iempo, advierte de la existencia de ciertopeligro…
Marino detuvo la cinta y esbozó una
sonrisa burlona.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 320/988
–Un tipo muy curioso, ¿verdad? –En realidad, creo que es bastante
isto -contesté-. Usted es cordial, pero
está enfurecido y es peligroso. –Maldita sea, doctora. El tío está
como un cencerro. Según él, la gente es unarco iris ambulante.
–Lo que dice tiene cierta validezpsicológica -repliqué-. Las emociones seasocian con los colores. Y en eso se basa
a elección de los colores de lugarespúblicos, habitaciones de hotel enstituciones. El azul, por ejemplo, se
asocia con la depresión. No encontrará
usted muchas habitaciones de hospitalespsiquiátricos decoradas en tonos azules.El rojo es cólera, violencia, pasión. El
negro es morboso, siniestro, etc. Si no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 321/988
recuerdo mal, usted me ha dicho que Huntes graduado en psicología.
Marino me miró con escepticismo y
volvió a poner en marcha la cinta. –… supongo que eso tiene que ver co
el papel que usted desempeña -estabadiciendo Hunt-. Usted es un investigador en este momento necesita micolaboración, pero, al mismo tiempo, nose fía de mí y, si yo tuviera algo que
ocultar, podría ser peligroso para mí. Ésaes la parte de advertencia que yo perciboen el rojo pálido. La parte cordial es supersonalidad sociable. Usted quiere que
a gente se le acerque. A lo mejor, quiereacercarse a la gente. Actúa con dureza,pero quiere que la gente lo aprecie…
–Muy bien -dijo Marino,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 322/988
nterrumpiéndole-. ¿Qué me dices deBeryl Madison? ¿También captabas suscolores?
–Oh, sí. Eso fue lo quenmediatamente me llamó la atención en
ella. Era distinta, realmente distinta. –¿En qué sentido?La silla de Marino crujió
ruidosamente mientras éste se reclinabacontra el respaldo y cruzaba los brazos.
–Muy reservada -contestó Hunt-.Emitía colores árticos. Gélido azul,amarillo pálido como el del sol cuandoapenas brilla y un blanco tan frío que
ardía como el hielo seco, como si fuera aquemarte si la tocaras. Lo que ladistinguía era el color blanco. Muchasmujeres emiten tonos pastel. Tonos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 323/988
femeninos como los colores que visten.Rosa, amarillo, azules y verdes claros.Las mujeres son pasivas, frías y frágiles.
A veces, veo a alguna mujer que emitecolores oscuros y fuertes como el azulmarino, el borgoña o el rojo. Eso significque tiene una acusada personalidad.
ormalmente agresiva. Podría ser unaabogada, una médica o una mujer denegocios y a menudo viste los colores que
acabo de describir. Son las quepermanecen de pie junto a susautomóviles con los brazos en jarras ysupervisan todo lo que hacen los
empleados. Y no vacilan en señalar lasiznaduras del parabrisas o algún punto en
el que no se ha quitado bien el polvo. –¿Y a ti te gusta este tipo de mujer? –
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 324/988
preguntó Marino.Hunt pareció dudar.
–No, señor, si he de serle sincero.
Marino se rió y se inclinó haciaadelante, diciéndole:
–Pues mira, a mí tampoco. Prefieroas nenas de color pastel.
Le dirigí a Marino una de mis miradasasesinas, pero él no me hizo caso mientraen la pantalla le decía a Hunt:
–Háblame un poco más de Beryl, deo que captaste en ella.Hunt frunció el ceño como si
reflexionara.
–Los tonos pastel que emitía no erandemasiado insólitos, lo que ocurre es queyo no los interpretaba precisamente comofrágiles. Aunque tampoco pasivos. Los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 325/988
matices eran fríos y de tipo ártico talcomo ya he dicho, no eran maticesflorales. Como si quisiera decirle al
mundo que se mantuviera apartado de ellay le dejara mucho espacio.
–¿Como si fuera fría, tal vez?Hunt volvió a juguetear con la lata de
7-Up. –No, señor, no creo que sea eso. De
hecho, no creo que fuera eso lo que yo
captaba. Me venía a la mente la idea de ladistancia. La enorme distancia quehubiera tenido que recorrer para llegar hasta ella. Pero sabía que, en cuanto
legara, siempre y cuando ella me hubierapermitido acercarme, su vehemencia mehubiera quemado. Eso significaban lasncandescentes señales blancas que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 326/988
enviaba, lo que más me llamaba. laatención de ella. Era vehemente, muyvehemente. Y daba la impresión de ser
una persona muy inteligente y complicadancluso cuando estaba allí sola sentada en
el banco sin prestarle la menor atención anadie, su mente no descansaba.
Captaba todo lo que la rodeaba. Eradistante y emitía un blanco fulgor como elde una estrella.
–¿Observaste si era soltera? –No llevaba alianza -contestónmediatamente Hunt-. Supuse que era
soltera. No vi en su automóvil nada que
me hiciera suponer lo contrario. –No te entiendo -dijo Marino,
perplejo-, ¿Cómo hubieras podidoadivinarlo a través del vehículo?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 327/988
–Creo que fue la segunda vez que lolevó al túnel de lavado. Mientras uno deos empleados limpiaba el interior no vi
nada de tipo masculino. El paraguas, por ejemplo… estaba en el suelo de la parteposterior y era uno de esos finos paraguasazules que suelen usar las mujeres y nouno de esos negros y con el mango demadera que llevan los hombres. Lasbolsas de la lavandería en seco que había
en la parte de atrás parecían contener prendas de mujer y no de hombre. Casiodas las mujeres casadas llevan la ropa
de su marido a la lavandería junto con la
suya. Y el maletero. No había niherramientas ni cables. Nada de tipomasculino. Es curioso, pero, cuando te
pasas todo el día viendo coches, empieza
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 328/988
a fijarte en esos detalles y a hacer deducciones sobre los conductores sindarte cuenta siquiera.
–Parece que hiciste muchasdeducciones en el caso de Beryl -dijoMarino-. ¿Se te ocurrió alguna vez laposibilidad de hacerle alguna pregunta,Al? ¿Estás seguro de que no conocías sunombre y no lo viste en el resguardo de laavandería o en algún sobre que tal vez
ella dejó en el interior del vehículo?Hunt sacudió la cabeza. –No conocía su nombre. Puede que no
quisiera conocerlo.
–¿Por qué? –No sé…Hunt empezó a ponerse nervioso.
–Vamos, Al. A mí me lo puedes decir
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 329/988
Yo quizá se lo hubiera preguntado,¿sabes? Era guapa e interesante. Yo lohubiera pensado y seguramente hubiera
ntentado averiguar su nombre aescondidas e incluso hubiera tratado delamarla por teléfono.
–Bueno, pues, yo no lo hice. – Hunt semiró las manos. – Ni intenté hacer nada dodo eso.
–¿Y por qué no?
Silencio. –¿A lo mejor porque una vezconociste a una chica como ella y esachica te quemó? – preguntó Marino.
Silencio. –Mira, esas cosas nos ocurren a todos
Al. –Cuando estudiaba -contestó Hunt en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 330/988
un susurro casi inaudible-. Salía con unachica. Estuvimos juntos dos años.Después ella se fue con un chico que
estudiaba Medicina. Las mujeres sonasí… buscan a un cierto tipo de hombrescuando empiezan a pensar en casarse.
–Buscan a los peces gordos -la voz deMarino estaba adquiriendo un filocortante-. Abogados, médicos, banqueros
o les interesan los tipos que trabajan en
un túnel de lavado de coches.Hunt levantó bruscamente la cabeza. –Yo entonces no trabajaba en un túnel
de lavado.
–No importa, Al. Las nenas finascomo Beryl Madison no suelen perder eliempo con alguien como tú,
¿comprendes? Apuesto a que Beryl ni
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 331/988
siquiera sabía que estabas vivo. Apuestoa que ni siquiera te hubiera reconocido sie hubieras cruzado con su automóvil en
alguna calle de por ahí… –No diga eso… –¿Es verdad o mentira?Hunt contempló fijamente sus manos
cerradas en un puño. –A lo mejor, te gustaba Beryl,
¿verdad? – añadió Marino en tono
mplacable-. A lo mejor, te pasabas todoel día pensando en esa chica de color blanco incandescente, soñando con ella ypreguntándote qué tal sería salir con ella
acostarte con ella. A lo mejor, no teatrevías a hablar directamente con ellaporque temías que te considerara unpalurdo, un ser por debajo de ella…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 332/988
–¡Ya basta! ¡Me está usted pinchandoYa basta! – gritó Hunt con voz estridente¡Déjeme en paz!
–Estoy diciendo lo mismo que te diceu padre, ¿no es cierto, Al? – Marino
encendió un cigarrillo y lo agitó mientrashablaba-. El señor Hunt cree que su únicohijo es un marica porque no es un cochinohijo de puta propietario de miserablescasas de vecindad que les saca los cuarto
a los pobres sin preocuparse por sussentimientos ni por su bienestar. – Marinoexhaló una bocanada de humo y añadió enono comprensivo-: Lo sé todo del
poderoso señor Hunt. También sé que lesdijo a todos sus amiguetes que eres unmariquita y que se avergonzó de que su
sangre corriera por tus venas cuando te
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 333/988
fuiste a trabajar como enfermero. El casoes que empezaste a trabajar en el malditoúnel de lavado porque él te dijo que,
como no lo hicieras, te iba a desheredar. –¿Usted sabe todo eso? ¿Cómo se ha
enterado? – preguntó Hunt,artamudeando.
–Yo sé muchas cosas. E incluso séque los del Metropolitan dijeron que erasestupendo y que tratabas de maravilla a
os pacientes. Sintieron mucho que tefueras. Imagínate que la palabra queutilizaron para describirte fue «sensible»al vez demasiado sensible, ¿no es cierto,
Al? Por eso no sales con chicas y noratas con mujeres. Tienes miedo. Beryl te
daba un miedo espantoso, ¿verdad?Hunt respiró hondo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 334/988
–¿Por eso no querías conocer sunombre? Porque entonces hubieras sentida tentación de llamarla o de intentar
hacer algo, ¿verdad? –Simplemente me fijé en ella -
contestó nerviosamente Hunt-. De veras,eso fue todo lo que hubo. No pensaba enella en la forma que usted ha insinuado.Simplemente la miraba, pero no pasaba daquí. Jamás había hablado con ella hasta
a última vez que…Marino pulsó el botón de detención ydijo:
–Ahora viene lo más importante… -
hizo una pausa y me miró detenidamente-.Oiga, ¿acaso no se encuentra bien?
–¿Era realmente necesario ser tan
brutal? – repliqué enfurecida.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 335/988
–Se ve que no me conoce demasiadosi eso le parece brutal -dijo Marino.
–Perdón, había olvidado que estoy
sentada en el salón de mi casa con Atila,el rey de los hunos.
–Todo es una comedia -dijo Marino,ofendido.
–Recuérdeme que le presentecandidato para un Osear.
–Vamos, doctora.
–Lo ha desmoralizado por completo -dije. –Eso no es más que una herramienta,
¿comprende? Un medio de sacar cosas y
de hacerle decir a la gente cosas que, a lomejor, no se le ocurrirían de otra manera Marino se volvió de nuevo hacia el
aparato y pulsó el botón de puesta en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 336/988
marcha-. Toda la entrevista ha merecidoa pena sólo por lo que ahora me va a
decir.
–¿Y eso cuándo fue? – le preguntóMarino a Hunt-. ¿Cuándo fue la última veque la viste?
–No estoy seguro de la fecha exacta -contestó Hunt-. Hace un par de meses,pero recuerdo que era un viernes a últimahora de la mañana. Lo recuerdo porque
aquel día yo tenía que almorzar con mipadre. Siempre almuerzo con él losviernes para discutir los asuntos delnegocio. – Hunt alargó la mano hacia la
ata de 7-Up.– Los viernes siempre mevisto un poco mejor. Aquel día llevabacorbata.
–Y entonces aparece Beryl, aquel
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 337/988
viernes a última hora de la mañana, paraque le laven el automóvil -dijo Marino,aguijoneándolo-. ¿Y aquel día hablaste
con ella? –En realidad, fue ella quien primero
me dirigió la palabra a mí -contestó Huntcomo si eso tuviera importancia-. Leacababan de lavar el vehículo y entoncesella se me acercó y me dijo que se lehabía derramado algo en la alfombra del
maletero y quería saber si podíamosimpiarlo. Me acompañó al automóvil,abrió el maletero y vi que la alfombraestaba empapada. Al parecer, llevaba
unas bolsas de la compra y se había rotouna botella de dos litros de zumo denaranja. Creo que fue por eso por lo quequiso que le lavaran inmediatamente el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 338/988
vehículo. –¿Las bolsas de la compra estaban
odavía en el maletero cuando ella llevó
el coche al túnel de lavado? –No -contestó Hunt. –¿Recuerdas lo que vestía aquel día?Hunt vaciló.
–Prendas de tenis, gafas ahumadas.Parecía que viniera de jugar un partido.Lo recuerdo porque nunca la había visto
vestida de aquella manera. Siempre veníacon ropa de calle. Recuerdo que en elmaletero había una raqueta de tenis y unascuantas cosas más porque ella las sacó
para que limpiáramos la alfombra.Recuerdo que las recogió y las colocó enel asiento de atrás del automóvil.
Marino se sacó una agenda del
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 339/988
bolsillo de la chaqueta, la abrió, pasóunas páginas y preguntó:
–¿Pudo ser la segunda semana de
ulio? ¿El viernes día doce? –Es posible. –¿Recuerdas algo más? ¿Dijo ella
alguna otra cosa? –Estuvo casi amable -contestó Hunt-.
Me acuerdo muy bien. Supongo que todose debió a que la ayudé y nos encargamos
de limpiarle el maletero, cosa que noeníamos ninguna obligación de hacer.Hubiera podido decirle que llevara elvehículo a la sección de servicios
especiales y pagara treinta dólares por elservicio. Pero yo quería ayudarla.Mientras los chicos trabajaban, observéuna cosa muy rara en la portezuela del
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 340/988
ado del pasajero. Parecía que alguienhubiera tomado una llave y hubieragrabado un corazón y unas letras en la
portezuela, justo por debajo del tirador.Cuando le pregunté qué había pasado,rodeó el automóvil para examinar losdesperfectos y le juro que se quedópetrificada y más blanca que una sábana.Por lo visto, no se había dado cuenta hastque yo se lo dije. Traté de tranquilizarla y
e dije que no me extrañaba que sehubiera disgustado tanto. Era un Hondarecién estrenado, un automóvil de veintemil dólares sin el menor arañazo. Y va un
chalado y le hace una cosa así.Seguramente un chiquillo que no teníanada mejor que hacer.
–¿Qué otra cosa dijo, Al? – preguntó
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 341/988
Marino-. ¿Dio alguna explicación sobre locurrido?
–No, señor. Casi no dijo nada. Me
pareció que estaba como asustada. Miró asu alrededor y me preguntó dónde habíaun teléfono público. Le contesté quedentro teníamos uno. Cuando volvió asalir, ya habíamos terminado de limpiarleel vehículo y se fue inmediatamente…
Marino pulsó el botón de detención y
sacó la cinta de la videocámara.Recordando el café, me fui a la cocina ypreparé dos tazas.
–Parece que eso responde a una de
nuestras preguntas -dije al regresar. –Sí -Marino alargó la mano hacia la
crema de leche y el azúcar-. Tal, como yoo imagino, Beryl utilizó el teléfono
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 342/988
público para llamar al banco o tal vezpara reservar un billete de avión. Aquelcorazoncito de San Valentín grabado en la
portezuela de su automóvil fue la gota quehizo derramar el vaso. Le entró miedo.Desde el túnel de lavado se fuedirectamente al banco. He comprobadodónde tenía la cuenta. El doce de julio aas doce y cincuenta minutos del mediodía
retiró casi diez mil dólares en efectivo y
dejó la cuenta sin fondos. Era una de lasmejores dientas y nadie puso reparos. –¿Compró cheques de viaje? –No, aunque parezca increíble -
contestó Marino-. Eso significa que elhecho de que alguien averiguara suparadero la aterrorizaba mucho más quea posibilidad de que la robaran. En los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 343/988
cayos lo pagaba todo en efectivo. Si noutilizaba tarjetas de crédito ni cheques deviaje, nadie tenía por qué enterarse de
cómo se llamaba. –Debía de estar muerta de miedo -dije
en un susurro-. No imagino que pudieralevar tanto dinero encima. Para hacer una
cosa así, yo tendría que estar loca o alborde de la desesperación.
Marino encendió un cigarrillo y yo
hice lo propio.Sacudiendo la cerilla para apagarla,pregunté:
–¿Cree posible que le grabaran el
corazón en la portezuela mientras leavaban el automóvil?
–Le hice a Hunt esta misma preguntapara ver cómo reaccionaba -contestó
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 344/988
Marino-. Juró que nadie lo hubiera podidhacer en el túnel de lavado porque alguiehubiera visto a la persona que lo hacía.
Pero yo no estoy tan seguro. En esos sitiodejas cincuenta centavos en la caja decambios y han desaparecido cuando tedevuelven el vehículo. La gente roba quees un gusto. Monedas, paraguas, lo quesea, y nadie ha visto nada cuandopreguntas. Lo hubiera podido hacer
ncluso el propio Hunt. –Es un tipo un poco raro -reconocí-.Me llama la atención que se hubierafijado tanto en Beryl. Ella no era más que
uno de los muchos clientes que pasabanpor aquel lugar cada día. ¿Con cuántafrecuencia acudía al túnel de lavado?¿Una vez al mes, quizá menos?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 345/988
Marino asintió con la cabeza. –Pero para él resplandecía como un
etrero de neón. Puede que sea
absolutamente inocente. Y puede que no.Recordé el comentario de Mark sobre
el «sensacional» aspecto de Beryl.Marino y yo tomamos nuestros cafés
en silencio mientras la oscuridad volvía aapoderarse de mis pensamientos. Mark.Tenía que haber un error, alguna
explicación lógica de por qué no figurabaen la lista de colaboradores de Orndorff Berger. A lo mejor, su nombre se habíaexcluido del directorio o la empresa se
había informatizado recientemente y élestaba erróneamente codificado, por loque su nombre no apareció cuando la
recepcionista lo introdujo en el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 346/988
ordenador. A lo mejor, ambasrecepcionistas eran nuevas y no conocíana todos los abogados. Pero, ¿por qué no
figuraba en la guía telefónica de Chicago? –La veo preocupada por algo -dijo
finalmente Marino-. Me he dado cuentanada más entrar.
–Estoy simplemente cansada -dije. –A otro perro con ese hueso -replicó
Marino tomando un sorbo de café.
Y estuve a punto de atragantarme conel mío cuando añadió: –Rose me dijo que se había ausentado
de la ciudad. ¿Acaso ha mantenido una
pequeña e instructiva charla conSparacino en Nueva York?
–¿Cuándo le ha dicho Rose todo esto? –No importa. Y no se enfade con su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 347/988
secretaria -añadió Marino-. Ella se limitóa decirme que se había ausentado de laciudad. No me dijo ni a dónde ni con
quién ni para qué. Lo demás lo averigüéyo por mi cuenta.
–¿Cómo? –Me lo acaba usted de decir -contestó
Marino-. No lo ha negado, ¿verdad queno? Bueno, pues, ¿de qué estuvieronhablando usted y Sparacino?
–Él me dijo que había hablado conusted. Quizá convendría que me hablarausted primero de esa conversación -contesté.
–No tuvo la menor importancia -Marino tomó el cigarrillo que habíadejado en el cenicero-. La otra noche va yme llama a casa. No me pregunte cómo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 348/988
demonios averiguó mi nombre y mieléfono. Quiere los papeles de Beryl y yo
no estoy dispuesto a entregárselos. Tal
vez me hubiera mostrado más inclinado acolaborar con él si no hubiera sido tanhijo de puta. Empezó a darme órdenes y acomportarse como si fuera el gran jefe.Dijo que era el albacea testamentario yempezó a amenazarme.
–Y entonces usted tuvo la delicadeza
de enviarme este tiburón a mi despacho -dije yo.Marino me miró fríamente.
–No. Ni siquiera la mencioné.
–¿Está seguro? –Pues claro que estoy seguro. La
conversación duró unos tres minutos. Esofue todo. Su nombre no se mencionó para
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 349/988
nada. –¿Y qué me dice del manuscrito que
usted incluyó en el informe policial? ¿Le
hizo Sparacino alguna pregunta sobre él? –Sí -contestó Marino-. No le facilité
ningún detalle, le dije que todos lospapeles se presentarían como pruebas yañadí lo de siempre, que no estabaautorizado a hacer comentarios sobre elcaso.
–¿Usted no le dijo que el manuscritoque encontró fue inicialmente entregadoen mi departamento?
–Rotundamente no -contestó Marino,
mirándome con extrañeza-. ¿Por qué iba adecirle tal cosa? No es cierto. Le pedí aVander que lo examinara para ver sicontenía alguna huella y esperé mientras
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 350/988
él trabajaba. Después me volví a llevar emanuscrito. Ahora mismo se encuentra ena sala de efectos personales con todas
sus restantes cosas -Marino hizo unapausa-. ¿Por qué? ¿Qué le dijo Sparacino
Me levanté para volver a llenar lasazas. Al regresar, se lo conté todo.
Cuando terminé, Marino me miró conncredulidad y vi en sus ojos algo que me
dejó totalmente hundida. Creo que fue la
primera vez que le vi asustado. –¿Qué va a hacer si llama? – mepreguntó.
–¿Si llama Mark, quiere decir?
–No. Si llaman los Siete Enanitos -contestó Marino en tono burlón.
–Pedirle explicaciones. Preguntarlecómo es posible que trabaje para Orndorf
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 351/988
Berger y cómo es posible que viva enChicago y no haya constancia de ello enninguna parte. – Mi desánimo crecía por
momentos-. No sé, intentaré averiguar quédemonios está pasando.
Marino apartó la mirada de mí y tensóos músculos de la barbilla.
–Usted se pregunta si Mark estámplicado en este asunto… si está en
connivencia con Sparacino y participa en
actividades ilegales y delictivas -dije sinapenas poder expresar con palabras miestremecedora sospecha.
–¿Y qué otra cosa podría pensar? –
me replicó Marino, encendiendoenfurecido otro cigarrillo-. Llevaba ustedmás de quince años sin ver a su exRomeo, sin hablar con él ni saber nada
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 352/988
sobre su paradero. Como si se lo hubieraragado la tierra. Y, de pronto, aparece ena puerta de su casa. ¿Qué sabe usted de
o que realmente ha hecho durante todoese tiempo? No sabe nada. Sólo sabe loque él le ha dicho…
Ambos nos sobresaltamos al oír elimbre del teléfono. Consulténstintivamente mi reloj mientras me
dirigía a la cocina. Aún no eran las diez y
enía el corazón en un puño cuando toméel teléfono. –¿Kay? –¡Mark! – exclamé, tragando saliva-.
¿Dónde estás? –En casa. Acabo de regresar a
Chicago… –Traté de ponerme en contacto contig
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 353/988
en Nueva York y Chicago, llamé aldespacho… -dije, tartamudeando-. Llamédesde el aeropuerto.
Se produjo una pausa cargada demalos presagios.
–Mira, no dispongo de mucho tiempo.Te llamo simplemente para decirte quesiento lo ocurrido y para asegurarme deque estás bien. Me pondré en contactocontigo.
–¿Dónde estás? – volví a preguntar-.¿Mark? ¡Mark!Me contestó el tono de marcar.
7Al día siguiente, domingo, me quedé
durmiendo cuando sonó el despertador.Me salté la misa, me salté el almuerzo y
me sentía inquieta y atontada cuando
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 354/988
finalmente me levanté de la cama. Norecordaba mis sueños, pero sabía quehabían sido desagradables.
Sonó el teléfono, pasadas las siete dea tarde, cuando estaba picando cebollas
pimientos para una tortilla que el destinono me permitiría comer. Minutos despuésya estaba atravesando a gran velocidad unoscuro tramo de la 64 Este con un trozo dpapel en el tablero de instrumentos en el
que figuraban anotadas las instruccionespara llegar a Cutler Grove. Mi mente eracomo un programa informático atrapadoen un bucle en el que mis pensamientos
giraban sin parar, procesandoncesantemente la misma información.
Cary Harper había sido asesinado. Unahora antes, al regresar a casa en su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 355/988
automóvil desde una taberna deWilliamsburg, había sido atacado en elmomento de descender del vehículo. Todo
ocurrió con mucha rapidez. El crimen fuebrutal. Como a Beryl Madison, le habíancortado la garganta.
Estaba oscuro y los bancos de nieblame devolvían el reflejo de los farosdelanteros de mi automóvil. Lavisibilidad se había reducido casi a cero
y la autovía que tantas veces habíarecorrido en el pasado se me antojabarepentinamente extraña. No sabía muybien dónde estaba. Mientras encendía
nerviosamente un cigarrillo, me di cuentade que unos faros delanteros se meestaban acercando por detrás. Unautomóvil oscuro que no pude distinguir
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 356/988
pasó peligrosamente cerca y después sefue quedando poco a poco rezagado.Mantuvo la misma distancia kilómetro tra
kilómetro tanto si yo aceleraba como siaminoraba la marcha. Cuando finalmenteencontré la salida que buscaba me desviéhacia ella y lo mismo hizo el automóvilque circulaba a mi espalda.
La carretera sin asfaltar que enfilé acontinuación no estaba señalizada. Los
faros delanteros seguían fijos en miguardabarros. Me había dejado elrevólver del 38 en casa. No llevaba másque un pequeño aerosol irritante en el
maletín médico. Experimenté un alivio tanhondo que exclamé en voz alta: «¡Graciasa Dios!», cuando la enorme mansiónapareció ante mis ojos al salir de una
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 357/988
curva. La calzada semicircular estabalena de vehículos y de luces de
emergencia. Aparqué y el automóvil que
me seguía se detuvo bruscamente a miespalda. Me quedé de una pieza cuando vbajar a Marino, subiéndose el cuello de lachaqueta.
–Santo cielo -exclamé con una puntade irritación-. No puedo creerlo.
–Lo mismo digo -rezongó Marino,
acercándose a mí a grandes zancadas-. Yoampoco puedo creerlo. – Contempló elbrillante círculo de luz que rodeaba unviejo Rolls-Royce de color blanco
aparcado cerca de la entrada posterior dea mansión.– Mierda. Es lo único que
puedo decir. ¡Mierda!Había agentes de la policía por todas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 358/988
partes. Sus rostros estaban espectralmentepálidos bajo el resplandor de la luzartificial. Los motores rugían
ruidosamente y en la húmeda y gélidaatmósfera resonaban las frasesfragmentadas y las interferencias de lasradios. Una cinta atada a la barandilla deos peldaños posteriores cerraba el
escenario del delito formando un siniestrorectángulo amarillo.
Un policía de paisano vestido con unavieja chaqueta de cuero se acercó anosotros.
–¿Es la doctora Scarpetta? – dijo-.
Soy el investigador Poteat.Yo estaba abriendo mi maletín para
sacar un paquete de guantes quirúrgicos yuna linterna.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 359/988
–Nadie ha tocado el cuerpo -menformó Poteat-. He seguido exactamenteas instrucciones del doctor Watts.
El doctor Watts era un médico queejercía la medicina general, uno de losquinientos forenses repartidos por elestado que me auxiliaban en mi labor yuno de los que más quebraderos de cabezme causaban. En cuanto la policía lelamó aquella tarde, él me llamó a mí. Lo
forenses auxiliares estaban obligados anformar al jefe del departamento deMedicina Legal siempre que se producíaa muerte sospechosa o inesperada de
algún personaje conocido. Pero Wattsambién se sentía obligado a evitar todosos casos que pudiera o a pasárselos a
otro pues le fastidiaba tener que acudir al
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 360/988
ugar de los hechos o rellenar los papelesEra un especialista en no acudir a losescenarios de los delitos y, como era de
esperar, tampoco le vi el pelo en aquellaocasión.
–Llegué aquí al mismo tiempo que elequipo de recogida -me estaba explicandoPoteat-. Me aseguré de que los chicos nohicieran más de lo necesario. No le dieroa vuelta ni le quitaron la ropa ni nada. H
muerto en el acto. –Gracias -contesté con aire distraído. –Al parecer, le golpearon en la cabez
y lo hirieron con un objeto cortante. Pued
que le dispararan. Hay perdigones por odas partes. Ahora mismo lo verá. No
hemos encontrado el arma. Por lo visto,legó sobre las siete menos cuarto y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 361/988
aparcó en el lugar donde ahora seencuentra su automóvil. Suponemos que leatacaron al bajar.
El policía contempló el Rolls-Roycede color blanco. Toda la zona estabaenvuelta en las sombras arrojadas por unos arbustos de boj más altos y másviejos que él.
–¿Estaba abierta la portezuela delconductor cuando usted llegó? – pregunté
–No, señora -contestó Poteat-. Laslaves del vehículo están en el suelo,como si él las tuviera en la mano en elmomento de bajar. Tal como ya le he
dicho, no hemos tocado nada, estábamosesperando que usted viniera o que eliempo nos obligara a tomar una
determinación. Va a llover -añadió,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 362/988
contemplando la capa de densas nubes-. Encluso podría nevar. No hay ninguna
señal de perturbación en el interior del
vehículo, ninguna señal de lucha.Suponemos que el atacante le esperabaoculto entre los arbustos. Lo único quepuedo decirle es que ocurrió con mucharapidez, doctora. Su hermana dice quedesde el interior de la casa no oyó ningúndisparo ni nada.
Le dejé conversando con Marino, meagaché para pasar por debajo de la cinta yme acerqué al Rolls-Royce mirandonstintivamente por donde pisaba. El
automóvil estaba aparcado en paralelo, amenos de tres metros de los peldaños dea entrada posterior, con la puerta delado del conductor mirando hacia la casa
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 363/988
Rodeé el capó, con su característicoemblema, me detuve y saqué la cámara.
Cary Harper se encontraba tendido
boca arriba con la cabeza a pocoscentímetros del neumático delantero delautomóvil. El guardabarros blanco estabasucio y manchado de sangre y su jerseybeige de punto aparecía casi totalmenteeñido de rojo. No lejos de su cadera
había un llavero. Bajo el resplandor de
os focos, todo lo que se veía estabapegajoso y manchado de un rojo brillanteEl cabello blanco de la víctima estabaensangrentado, y tanto en el rostro como
en el cuero cabelludo se observabannumerosas heridas causadas por losfuertes golpes de un objeto contundenteque le había rasgado la piel. La garganta
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 364/988
aparecía cortada de oreja a oreja ydondequiera que se posara el haz de lainterna se veían perdigones tan brillantes
como cuentas de peltre. Había centenaresde ellos sobre su cuerpo y a su alrededor e incluso había unos cuantos diseminadospor el capó del automóvil. Los perdigoneno se habían disparado con arma de fuego
Me desplacé para tomar fotografías ydespués me agaché y saqué el largo
ermómetro químico, que introduje concuidado bajo el jersey de la víctima yalojé en su axila izquierda. La temperaturcorporal era de treinta y dos grados y la
del ambiente de uno sobre cero. El cuerpose estaba enfriando a la rápida velocidadde tres grados por hora porque el frío eramuy intenso y Harper no estaba grueso ni
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 365/988
ba fuertemente abrigado. El rigor mortis
ya se había instalado en los músculos máspequeños. Calculé que debía de llevar
menos de dos horas muerto.A continuación, empecé a buscar
algún posible vestigio que quizá nopudiera superar el traslado al depósito decadáveres. Las fibras, los cabellos ocualquier otro resto adherido a la sangrepodían esperar. Me preocupaban más bie
as cosas sueltas. Estaba examinandoentamente el cuerpo y la zona que lorodeaba cuando el estrecho haz luminosose detuvo en algo situado muy cerca del
cuello de la víctima. Me incliné sin tocar nada y me llamó la atención un pequeñobulto verdoso que parecía plastilina en elque se hallaban incrustados varios
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 366/988
perdigones. Lo estaba guardando todo concuidado en un sobre de plástico cuando seabrió la puerta posterior de la casa y me
vi contemplando directamente losaterrorizados ojos de una mujer, de pie enel vestíbulo, al lado de un oficial de lapolicía que sostenía en su mano unaablilla metálica con un sujetapapeles. La
puerta se cerró suavemente.Las pisadas que se acercaban
pertenecían a Marino y Poteat. Ambos seagacharon para pasar por debajo de lacinta y en seguida se les unió el oficial dea tablilla. La puerta volvió a cerrarse
muy despacio. –¿Se quedará alguien con ella? –
pregunté. –Por supuesto -contestó el oficial de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 367/988
a tablilla mientras el aliento se escapabade su boca como una nube de humo-. Laseñorita Harper tiene una amiga que viene
ahora mismo; dice que no nospreocupemos. Dejaremos un par deunidades en las cercanías paraasegurarnos de que el tipo no regresa yrepite el número.
–¿Qué estamos buscando? – mepreguntó Poteat.
Se introdujo las manos en losbolsillos de la chaqueta y encorvó loshombros para protegerse del frío. Unoscopos de nieve tan grandes como moneda
de cuarto de dólar estaban empezando acaer en espiral.
–Más de un arma -contesté-. Lasesiones de la cabeza y el rostro han sido
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 368/988
provocadas por un objeto contundente -laseñalé con un ensangrentado dedoenguantado-. Está claro que la herida del
cuello se ha infligido con un objetocortante. En cuanto a los perdigones, hevisto que no están deformados y no parecque ninguno de ellos penetrara en elcuerpo.
Marino contempló perplejo losperdigones diseminados por todas partes.
–Ésa fue mi impresión -dijo Poteatasintiendo con la cabeza-. No parecía quese hubiera efectuado un disparo, pero noestaba seguro. Por consiguiente, no
deberíamos buscar una escopeta. ¿Uncuchillo y tal vez algo así como unaherramienta para cambiar neumáticos?
–Tal vez, pero no necesariamente -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 369/988
contesté-. Lo único que puedo decirleahora mismo con certeza es que el cuellofue cortado con algo afilado y que la
víctima fue golpeada con un objeto romoalargado.
–Eso podrían ser muchas cosas,doctora -dijo Poteat, frunciendo el ceño.
–Sí, podrían ser muchas cosas -convine.
Aunque tenía mis sospechas a
propósito de los perdigones, me abstuvede hacer conjeturas, porque la experiencime había dado muchas lecciones. Loscomentarios se interpretaban a menudo al
pie de la letra y una vez, en el escenariode un delito, los policías pasaron de largopor delante de una aguja de tapiceríaensangrentada que había en el salón del
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 370/988
domicilio de la víctima porque yo habíadicho que el arma «podía ser» un punzónde picar hielo.
–El equipo puede retirar el cuerpo -anuncié, quitándome los guantes.
Envolvieron a Harper en una limpiasábana blanca y lo introdujeron en unabolsa corporal de cierre por cremallera.Me acerqué a Marino y observé cómo laambulancia bajaba lentamente por la
oscura y desierta calzada. No llevabauces ni hacía sonar la sirena… No hacefalta darse prisa cuando se traslada a losmuertos. La nieve caía con más fuerza y
cuajaba en el suelo. –¿Se va usted? – preguntó Marino. –¿Qué va a hacer, volver a seguirme?
repliqué sin sonreír.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 371/988
Marino contempló el viejo Rolls-Royce en medio del círculo de lechosa lual borde de la calzada. Los copos de
nieve se derretían cuando caían en la zonade grava mojada por la sangre de Harper.
–No la seguía -dijo con la cara muyseria-. Recibí el mensaje de la radiocuando ya casi estaba de vuelta enRichmond…
–¿Casi de vuelta en Richmond? –
pregunté, interrumpiéndole-. ¿Casi devuelta de dónde? –De aquí -contestó Marino,
rebuscando las llaves en su bolsillo-.
Descubrí que Harper visitabahabitualmente la Culpeper's Tavern ydecidí ir a charlar un rato con él. Estuve
con él una media hora, antes de que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 372/988
prácticamente me mandara al carajo y seargara. Me fui y, cuando me encontraba a
unos veinticinco kilómetros de Richmond
Poteat me envía un mensaje y mecomunica lo ocurrido. Doy media vuelta,reconozco su automóvil y me sitúo detráspara asegurarme de que no se perdiera.
–¿Me está usted diciendo que estuvoefectivamente hablando con Harper estanoche en la taberna? – pregunté con
asombro. –Pues sí -contestó Marino-. Despuésme deja plantado y unos cinco minutosmás tarde lo hacen picadillo. Tendré que
reunirme con Poteat -añadió inquieto ynervioso mientras se dirigía a suautomóvil-, a ver qué consigo averiguar.Y vendré mañana por la mañana para
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 373/988
echar un vistazo al lugar, si usted no tienenconveniente.
Se alejó, sacudiéndose la nieve del
cabello. Ya había desaparecido cuandogiré la llave de encendido del Plymouth.
Los limpiaparabrisas eliminaron unafina capa de nieve y se detuvieron en elcentro del parabrisas. El motor de miautomóvil oficial hizo un último y débilntento antes de convertirse en el segundo
cadáver de la noche.La biblioteca de los Harper era unaacogedora y vibrante estancia decoradacon alfombras persas y muebles antiguos
abrados en maderas preciosas. Estabacasi segura de que el sofá era de estiloChippendale; yo jamás había acariciado,anto menos me había sentado en una
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 374/988
auténtica pieza Chippendale. El alto techoestaba adornado con complicadasmolduras rococó y las paredes estaban
enteramente cubiertas de libros, casiodos ellos encuadernados en cuero.
Directamente delante de mí, había unachimenea muy bien provista de troncospartidos.
Inclinándome hacia adelante, extendías manos hacia el fuego y seguí
estudiando el retrato al óleo que colgabaencima de la repisa. La retratada era unaencantadora jovencita de largo cabellomuy rubio vestida de blanco y sentada en
un pequeño banco, que sujetaba entre lasmanos, sobre su regazo, un cepillo deplata para el cabello. Irradiaba un tenuebrillo en medio del creciente calor y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 375/988
mantenía los pesados párpadosentornados y los húmedos labiosentreabiertos, en tanto que el profundo
escote de su vestido dejaba entrever undelicado busto apenas desarrollado y tanblanco como la porcelana. Me estabapreguntando por qué razón se exhibíaaquel retrato en lugar tan destacadocuando la hermana de Cary Harper entró ycerró la puerta tan sigilosamente como la
había abierto. –He pensado que eso la ayudará aentrar en calor -me dijo, ofreciéndomeuna copa de vino.
Dejó la bandeja en una mesita auxiliay se sentó en el rojo almohadón deerciopelo de un sillón barroco,
colocando los pies a un lado tal como se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 376/988
es enseña a hacer a las señoritas bieneducadas en presencia de un caballero.
–Gracias -dije, volviendo a
disculparme.La batería de mi automóvil oficial ya
no pertenecía a este mundo y los cables dempalme no la iban a resucitar. La policíahabía solicitado por cable el envío de unagrúa y me habían prometido llevarme aRichmond en cuanto terminara su trabajo
en el lugar de los hechos. No tenía másalternativa que permanecer de pie bajo lanieve o quedarme una hora sentada en elnterior de un coche patrulla. Por
consiguiente, llamé a la puerta de atrás dea señorita Harper.
La señorita Harper tomó un sorbo devino y contempló el fuego con aire
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 377/988
ausente. Como los costosos objetos que larodeaban, su apariencia era muy bella; yopensé que era una de las mujeres más
elegantes que en mi vida hubiera visto. Elcabello le enmarcaba suavemente elaristocrático rostro y su esbelta y bienformada figura vestía un jersey beige decuello cisne y una falda de pana.Contemplando a Sterling Harper, lapalabra «solterona» ni siquiera se me
pasó por la imaginación.Permaneció en silencio mientras lanieve besaba las frías ventanas y el vientogemía alrededor de los aleros. Yo no
acertaba a comprender que alguienpudiera vivir solo en aquella casa.
–¿Tiene algún pariente? – pregunté. –Todos han muerto -contestó.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 378/988
–Lo siento, señorita Harper… –Mire, le ruego que no vuelva a decir
eso, doctora Scarpetta.
La enorme esmeralda de su sortijabrilló bajo la luz de las llamas mientrasevantaba la copa. Sus ojos se clavaron e
mí. Recordé el horror de aquellos ojoscuando ella abrió la puerta mientras yoexaminaba el cuerpo de su hermano.Ahora se había serenado
considerablemente. –Cary lo sabía -comentó súbitamente-Supongo que lo que más me sorprende esa forma en que ha ocurrido. No pensaba
que alguien tuviera el atrevimiento deesperarle cerca de la casa.
–¿Y usted no oyó nada? – pregunté.
–Oí el rumor del automóvil de mi
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 379/988
hermano. Y después ya no oí nada más. Aver que no entraba en la casa, abrí lapuerta por si le hubiera ocurrido algo.
nmediatamente llamé al 911. –¿Sabe si visitaba algún otro local
aparte del Culpeper's? – pregunté. –No, ninguno. Pero iba al Culpeper's
odas las noches -contestó la señoritaHarper, apartando la mirada-. Yo siempree decía que no fuera, le advertía de los
peligros de hoy en día. Porque él siemprelevaba dinero encima y ofendía conmucha facilidad a la gente. Nuncapermanecía mucho rato en la taberna. Una
o dos horas todo lo más. Me decía que erpara inspirarse, para mezclarse con elhombre corriente. Cary ya no tenía nadamás que decir después de La esquina
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 380/988
mellada.
Yo había leído el libro en launiversidad de Cornell y recordaba tan
sólo las impresiones: un despiadado Sur rebosante de violencia, incestos yracismo, visto a través de los ojos de unoven escritor criado en una granja de
Virginia. Recordaba que me habíadeprimido.
–Mi hermano era uno de esos
desdichados talentos que sólo puedencrear un libro -añadió la señorita Harper. –Ha habido otros excelentes
escritores como él -dije.
–Sólo vivió lo que se vio obligado avivir cuando era más joven -prosiguiódiciendo en el mismo tono apagado-.Después se convirtió en un hombre vacío
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 381/988
que llevaba una existencia apaciblementedesesperada. Intentaba escribir y hacíasalidas en falso que posteriormente
arrojaba al fuego, contemplandoenfurecido cómo ardían las páginas.Después vagaba por la casa como un toroenfurecido hasta que volvía a intentarlo dnuevo. Eso es lo que ha ocurrido duranteantos años, que ya ni me acuerdo.
–Me parece usted tremendamente dura
con su hermano -comenté en voz baja. –Soy tremendamente dura conmigomisma, doctora Scarpetta -replicó ella,mirándome a los ojos-. Cary y yo estamos
cortados por el mismo patrón. Ladiferencia es que yo no me sientoobligada a analizar lo que no se puedecambiar. Él se pasaba el rato ahondando
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 382/988
en su naturaleza, su pasado y las fuerzasque lo habían configurado. Eso lepermitió ganar un Pulitzer. En cuanto a mí
he optado por no luchar contra lo quesiempre ha estado muy claro.
–¿Y qué es? –La familia Harper, estéril tras
haberse reproducido en exceso, halegado al final de su linaje. Ya no habrá
nadie más después de nosotros -dijo.
El vino era un barato borgoña defabricación casera, seco y con un ligeroregusto metálico. ¿Cuánto tardaría lapolicía en terminar? Me parecía haber
oído el rumor de un camión hacía un rato.La grúa que venía a retirar mi vehículo.
–Acepté el destino que me habíaocado en suerte de cuidar de mi hermano
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 383/988
y de ayudar a la familia en su caminohacia la extinción -dijo la señoritaHarper-. Echaré de menos a Cary sólo
porque era mi hermano. No mentirédiciendo que era maravilloso. – Volvió aomar un sorbo de vino.– Estoy segura de
que le debo de parecer muy fría.«Fría» no era la palabra más
adecuada. –Le agradezco que sea sincera -dije.
–Cary tenía una imaginación y unossentimientos muy volubles. Yo carezcocasi por entero de lo uno y de lo otro. Deno haber sido así, no hubiera podido
resistirlo. Y ciertamente no hubieravivido aquí.
–Viviendo en esta casa se debe desentir uno muy aislado -dije, suponiendo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 384/988
que a eso se refería la señorita Harper. –No me refería al aislamiento. –¿A qué se refería entonces, señorita
Harper? – inquirí alargando la mano hacimi cajetilla de cigarrillos.
–¿Le apetece un poco más de vino? – preguntó mientras uno de los lados de surostro quedaba oscurecido por la sombradel fuego.
–No, gracias.
–Ojalá no nos hubiéramos mudado avivir aquí. Nada bueno ocurre en estacasa -añadió.
–¿Qué va usted a hacer? – El vacío de
sus ojos me daba miedo.– ¿Se quedaráaquí?
–No tengo ningún otro sitio adonde ir,doctora Scarpetta.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 385/988
–No creo que le fuera muy difícilvender Cutler Grove -dije mientras misojos se posaban de nuevo en el retrato qu
colgaba sobre la repisa de la chimenea.La joven vestida de blanco sonreía
misteriosamente como si conociera unossecretos que jamás iba a revelar.
–Cuesta mucho abandonar un pulmónde acero, doctora Scarpetta.
–¿Cómo dice?
–Soy demasiado mayor para cambiar me explicó-. Soy demasiado mayor parabuscar la salud y hacer nuevas amistades.El pasado respira por mí. Es mi vida.
Usted es muy joven, doctora Scarpetta.Algún día sabrá lo que es mirar haciaatrás. Verá que no se puede evitar. Y
descubrirá que su historia personal la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 386/988
atrae hacia las conocidas estancias en lasque, curiosamente, tuvieron lugar loshechos que provocaron su alejamiento de
a vida. Con el tiempo verá que los durosmuebles del sufrimiento son más cómodoy que las personas que le fallaron son máamables. Correrá de nuevo a echarse enbrazos del dolor del que antaño escapó.Es más fácil. No puedo decirle otra cosa.Es más fácil.
–¿Tiene usted alguna idea de quién leha hecho eso a su hermano? – preguntédirectamente en un afán de cambiar deema.
La señorita Harper contempló el fuegode la chimenea en silencio.
–¿Qué me dice de Beryl? – insistí. –Sé que la estuvieron acosando vario
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 387/988
meses antes de que ocurriera. –¿Varios meses antes de su muerte? –
pregunté.
–Beryl y yo éramos muy amigas. –¿Usted sabía que la estaban
acosando? –Sí. Yo conocía las amenazas que le
estaban haciendo -contestó. –¿Ella le dijo a usted que la estaban
amenazando, señorita Harper?
–Por supuesto -contestó.Marino había examinado las facturasdel teléfono de Beryl y no habíaencontrado ninguna conferencia a
Williamsburg. Tampoco habíadescubierto ninguna carta escrita por laseñorita Harper o su hermano.
–¿Entonces mantuvo usted estrecho
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 388/988
contacto con ella a lo largo de los años? –pregunté.
–Sí, un contacto muy estrecho -
contestó la señorita Harper-. En toda lamedida de lo posible, por lo menos.Debido a ese libro que estaba escribiendoy a la clara ruptura del acuerdo que habíasuscrito con mi hermano. Bueno, lasituación se puso muy fea. Cary estabafurioso.
–¿Cómo sabía él lo que estabahaciendo Beryl? ¿Acaso le dijo ella loque estaba escribiendo?
–Se lo dijo el abogado de Beryl.
–¿Sparacino? –No conozco los detalles de lo que le
dijo a Cary -contestó la señorita Harper endureciendo las facciones-. Pero el caso
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 389/988
es que mi hermano tenía conocimiento deese libro de Beryl. El suficiente comopara estar absolutamente desquiciado. El
abogado fue el que lo enredó todo bajomano. Iba de Beryl a Cary, actuando comosi fuera aliado del uno o del otro, segúncon cuál de ellos estuviera hablando.
–¿Conoce usted la actual situación deibro? – pregunté cautelosamente-. ¿Loiene Sparacino? ¿Va a publicarse
próximamente? –Hace unos días el abogado llamó aCary. Oí unos retazos de la conversacióny deduje que el manuscrito había
desaparecido. Oí que Cary comentabaalgo sobre el forense. Supongo que serefería a usted. En determinado momentose enfadó y llegué a la conclusión de que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 390/988
el señor Sparacino pretendía averiguar siel manuscrito se encontraba en poder demi hermano.
–¿Podría ser? – pregunté. –Beryl jamás se lo hubiera entregado
a Cary -contestó las señorita Harper emocionada-. Hubiera sido absurdo que lentregara su obra. Cary era abiertamentecontrario a lo que ella estaba haciendo.
Guardamos silencio unos instantes.
Después pregunté: –Dígame, señorita Harper, ¿de quéenía tanto miedo su hermano?
–De la vida.
Esperé, estudiándola detenidamente. –Y cuanto más la temía, tanto más se
apartaba de ella -afirmó con un extrañoono de voz, contemplando de nuevo el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 391/988
fuego-. El aislamiento provoca unosefectos muy raros en la mente. La vuelvedel revés, hace girar los pensamientos y
as ideas hasta que empiezan a brincar y apegar extraños saltos. Creo que Beryl fuea única persona a quien mi hermano amó
Se aferraba a ella. Experimentaba larreprimible necesidad de dominarla y de
mantenerla unida a sí. Cuando pensó queella le estaba traicionando, que ya no
ejercía poder sobre ella, su locura sentensificó. Estoy segura de que empezó amaginar que ella divulgaría toda suerte
de barbaridades sobre él. Y sobre nuestra
situación aquí.Cuando volvió a alargar la mano haci
a copa de vino, observé que le temblabaHablaba de su hermano como si éste
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 392/988
levara muerto muchos años. No seadvertía la menor emoción en su vozcuando se refería a él. El pozo del amor
hacia su hermano tenía las paredesnternas recubiertas con los durosadrillos de la cólera y el dolor.
–A Cary y a mí no nos quedaba nadiecuando apareció Beryl -añadió-. Nuestrospadres habían muerto. Sólo nos teníamosel uno al otro. Cary tenía un carácter
difícil. Era un demonio que escribía comoun ángel. Necesitaba que alguien lecuidara. Yo estaba dispuesta a ayudarle acumplir su deseo de dejar una huella en e
mundo. –Tales sacrificios suelen ir
acompañados por el resentimiento -señalé.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 393/988
Silencio. La luz del fuego parpadeó enas facciones de un rostro exquisitamente
cincelado.
–¿Cómo encontraron a Beryl? – pregunté.
–Ella nos encontró a nosotros. Por aquel entonces vivía en Fresno con supadre y su madrastra. Escribía, estabaobsesionada con la idea de convertirse enescritora -prosiguió diciendo la señorita
Harper sin apartar los ojos del fuego-. Undía Cary recibió una carta suya a travésde su editor. Llevaba adjunta unanarración corta escrita a mano. La
recuerdo muy bien. La autora parecíaprometedora, era una imaginación engermen que simplemente necesitaba a
alguien que la guiara. Así se inició la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 394/988
correspondencia. Meses más tarde, Carya invitó a visitarnos y le envió un billete
Poco después, compró esta casa y empezó
a restaurarla. Lo hizo todo por ella. Unamuchacha encantadora que había traído lamagia a su mundo.
–¿Y usted? No contestó al principio.La leña se movió en la chimenea y
saltaron unas chispas.
–La vida fue un poco complicadacuando ella se mudó a vivir con nosotros,doctora Scarpetta -dijo-. Yo observaba loque había entre ellos.
–Entre Beryl y su hermano. –Yo no quería tenerla prisionera tal
como hacía él -añadió-. En su implacableafán de retener a Beryl y de conservarla
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 395/988
sólo para él, Cary la perdió. –Usted quería mucho a Beryl -dije. –Es imposible explicarlo. – Se le
quebró un poco la voz.– Y muy difícilentenderlo.
Traté de sonsacarle algo más. –Su hermano no quería que usted
mantuviera contacto con ella. –Sobre todo en los últimos meses, a
causa del libro. Cary la demandó y la
repudió. Su nombre no se podíamencionar en esta casa. Me prohibiómantener cualquier tipo de relación conella.
–Pero usted la mantuvo -dije. –De una forma muy limitada -contestó
con cierta dificultad. –Debió de ser muy doloroso para
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 396/988
usted. Mantenerse alejada de una personaa la que tanto quería.
Apartó la mirada y volvió a fijarla en
as llamas de la chimenea. –Señorita Harper, ¿cuándo se enteró
usted de la muerte de Beryl? No contestó. –¿Alguien la llamó? –Me enteré por la radio a la mañana
siguiente -musitó.
Dios mío, pensé. Qué horror. No dijo nada más. Sus heridas estabanfuera de mi alcance y, por mucho quequisiera consolarla, no podía decirle
nada. Permanecimos sentadas en silencioargo rato. Cuando, finalmente, consulté
disimuladamente mi reloj, vi que ya eracasi la medianoche.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 397/988
La casa estaba muy tranquila…demasiado tranquila, pensé súbitamentesobresaltada.
En comparación con la calidez de labiblioteca, el vestíbulo estaba tan fríocomo una catedral. Abrí la puertaposterior y me quedé asombrada. Bajo loechosos remolinos de la nieve, la calzad
se había convertido en una blanca sábanaen la que apenas se percibían las huellas
de los neumáticos dejadas por losmalditos policías que se habían largadosin mí. Se habían llevado mi automóviloficial, olvidándose de que yo estaba
odavía en la casa. ¡Maldita fuera suestampa!
Cuando regresé a la biblioteca, la
señorita Harper estaba poniendo otro
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 398/988
ronco en la chimenea. –Parece que se han ido sin mí -dije si
ocultar mi disgusto-. Tendré que usar su
eléfono. –Me temo que no va a ser posible -me
contestó en tono apagado-. Los teléfonosse averiaron poco después de que se fueraa policía. Ocurre bastante a menudo
cuando hace mal tiempo.La vi atizar los troncos ardientes.
Observé las cintas de humo que seescapaban de ellos mientras unas chispassubían como un enjambre hacia el cañón.
Lo había olvidado.
No se me había ocurrido hasta aquelmomento.
–Su amiga… -dije.La señorita Harper volvió a atizar el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 399/988
fuego. –La policía dijo que una amiga suya
estaba en camino y se quedaría esta noche
con usted…La señorita Harper se incorporó
pausadamente y se volvió a mirarme conel rostro arrebolado por el calor de laslamas.
–Sí, doctora Scarpetta -me contestó-.Ha sido usted muy amable al venir.
8La señorita Harper regresó con más
vino mientras el alto reloj de péndulo quehabía en el rellano junto a la puerta de labiblioteca daba las doce.
–El reloj -se sintió obligada aexplicarme-. Atrasa diez minutos.
Siempre le ha ocurrido.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 400/988
Los teléfonos de la mansión estabanrealmente averiados. Lo habíacomprobado. Para ir a la ciudad se tenían
que recorrer varios kilómetros a través deuna capa de nieve que ahora debía deener un grosor de por lo menos quince
centímetros. No podía hacer nada.El hermano había muerto. Beryl había
muerto. La señorita Harper era la únicaque quedaba. Confié en que fuera una
coincidencia. Encendí un cigarrillo y tomun sorbo de vino.La señorita Harper no tenía la fuerza
física necesaria para haber matado a su
hermano y a Beryl. ¿Y si el asesinoambién quisiera eliminarla a ella? ¿Y si
volviera?
Mi revólver del 38 estaba en casa.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 401/988
La policía estaría delimitando la zona¿Con qué? ¡Con vehículos especiales
para la nieve!
Me di cuenta de que la señoritaHarper me estaba diciendo otra cosa.
–Perdón -dije, esbozando una sonrisaforzada.
–Tiene cara de frío -repitió.Se sentó plácidamente en el sillón
barroco y clavó la mirada en el fuego. La
altas llamas emitían un rumor semejante ade una bandera agitada por el viento y lasráfagas empujaban de vez en cuando laceniza fuera de la chimenea. Pero mi
presencia parecía tranquilizar a laseñorita Harper. Yo, en su lugar, tampocohubiera querido quedarme sola.
–Estoy bien -mentí.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 402/988
Pero tenía frío. –Con mucho gusto le iré a buscar un
ersey.
–Por favor, no se moleste. Estoy muya gusto… de veras.
–Es completamente imposible calentaesta casa -añadió la señorita Harper-. Coestos techos tan altos… Y, además, carecde aislamiento térmico. Pero una seacostumbra.
Pensé en mi moderna casa deRichmond con calefacción a gas. Pensé enmi enorme cama con su sólido colchón ysu manta eléctrica. Pensé en el cartón de
cigarrillos que tenía en una alacena juntoal frigorífico y en el excelente whiskyescocés de mi bar. Y luego pensé en el
polvoriento y oscuro piso superior de la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 403/988
mansión de Cutler Grove azotado por lascorrientes de aire.
–Estoy bien aquí abajo. En el sofá -
dije. –Tonterías. El fuego se apagará en
seguida.La señorita Harper estaba jugueteando
con un botón de su jersey sin apartar losojos del fuego.
–Señorita Harper -dije, haciendo un
ultimo intento-, ¿tiene usted alguna idea dquién puede haber hecho eso? A Beryl y asu hermano. ¿O por qué?
–Usted cree que es el mismo hombre.
Lo dijo como una afirmación, no comouna pregunta.
–Tengo que considerar estaposibilidad.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 404/988
–Ojalá pudiera decirle algo útil -contestó-. Pero tal vez no importe.Quienquiera que sea, lo hecho hecho está
–¿No quiere que lo castiguen? –Ya ha habido suficientes castigos.
Eso no deshará lo que se ha hecho -dijo. –¿No cree que Beryl querría que lo
atraparan?La señorita Harper se volvió a
mirarme con los ojos muy abiertos.
–Ojalá la hubiera conocido. –Creo que ya la conozco en ciertomodo -dije con dulzura.
–No puedo explicarle…
–No es necesario, señorita Harper. –Hubiera sido tan bonito…Por un instante, vi el dolor reflejado
en su rostro, pero en seguida se dominó.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 405/988
o era necesario que terminara la frase.Hubiera sido tan bonito ahora, que ya nohabía nadie que pudiera separar a Beryl
de la señorita Harper. Compañeras.Amigas. La vida es tan vacía cuando unoestá solo, cuando no tiene a nadie a quienamar…
–Lo siento -dije con la profundaemoción-. Lo siento muchísimo, señoritaHarper.
–Estamos a mediados de noviembre -replicó apartando de nuevo la mirada-.Demasiado pronto para que nieve. Enseguida se producirá el deshielo, doctora
Scarpetta. A última hora de la mañanapodrá salir de aquí. Los que se hanolvidado de usted ya se habrán acordadopara entonces. Ha sido usted muy amable
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 406/988
al venir.Era como si ya supiera que yo la
visitaría. Tuve la extraña impresión de
que lo había organizado todo. Pero esoera imposible, naturalmente.
–Una cosa quisiera pedirle -dijo. –¿De qué se trata, señorita Harper? –Vuelva en primavera. Vuelva en
abril -añadió, contemplando las llamas. –Me encantará.
–Los nomeolvides ya habránflorecido. Hay tantos que el céspedparece de color azul pálido. Es unapreciosidad, mi estación del año
preferida. Beryl y yo solíamos recogerlos¿Los ha examinado alguna vez de cerca?¿O acaso es como la mayoría de la genteque no les da ninguna importancia ni se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 407/988
fija en ellos por ser tan pequeños? Sonuna maravilla si los mira de cerca. Sonbellísimos, como hechos de porcelana y
pintados por la mano perfecta de Dios.os los poníamos en el cabello y en
cuencos de agua por toda la casa, Beryl yyo. Tiene que prometerme que volverá enabril. Me lo promete, ¿verdad?
Se volvió a mirarme y me conmovióel sentimiento que reflejaban sus ojos.
–Sí, sí, por supuesto que sí -contestécon toda sinceridad. –¿Tiene alguna preferencia especial
para el desayuno? – me preguntó al
evantarse. –Cualquier cosa que prepare me irá
bien. –Hay de todo en el frigorífico -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 408/988
añadió-. Tome su copa de vino y leenseñaré su habitación.
Su mano se deslizó por el barandal
mientras me acompañaba por la soberbiaescalera de madera labrada que conducíaal piso de arriba. No había luces en elecho sino simplemente lámparas de pie.
La mohosa atmósfera era tan fría como lade una bodega.
–Yo estoy al otro lado del pasillo, tre
puertas más abajo, si necesita algo -medijo, acompañándome a un pequeñodormitorio.
Los muebles eran de caoba con
ncrustaciones de satín; de las paredesempapeladas de azul pálido colgabanvarios lienzos al óleo de arreglos floralesy una vista del río. La cama de dosel ya
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 409/988
estaba preparada y tenía varias mantas.Una puerta abierta daba acceso a uncuarto de baño de mosaico. Se aspiraba
olor a polvo y a moho, como si jamás seabrieran las ventanas y no hubiera másque recuerdos. Estaba segura de que nadihabía dormido en aquella habitacióndesde hacía muchos años.
–En el primer cajón de la cómoda hayun camisón de franela, y en el baño
encontrará toallas limpias y otrosartículos de aseo -dijo la señorita HarperYa lo tiene todo, ¿verdad?
–Sí, y muchas gracias -le contesté
sonriendo-. Buenas noches.Cerré la puerta y corrí el endeble
pestillo. El camisón era la única prendaque había en la cómoda, junto con un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 410/988
saquito que ya había perdido el aroma.Todos los demás cajones estaban vacíos.En el cuarto de baño había un cepillo de
dientes envuelto todavía en celofán, unubito de dentífrico, una pastilla no usada
de jabón con perfume a espliego y muchasoallas, tal como me había prometido la
señorita Harper. La pila estaba tan secacomo la tiza y, cuando abrí los grifosdorados, el agua salió de color herrumbre
Tardó una eternidad en salir limpia y lobastante caliente como para que yo meatreviera a lavarme.
Me pareció que el camisón, viejo,
pero limpio, era del mismo color azulpálido que el de los nomeolvides. Meacosté y me subí las mantas que olían amoho hasta la barbilla antes de apagar la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 411/988
ámpara. La almohada estaba muy llena ynoté las plumas de su interior mientras laahuecaba para darle una forma más
cómoda. Totalmente despierta y con lanariz helada, me incorporé en laoscuridad de una habitación que sin dudahabría sido ocupada por Beryl en otrosiempos y me terminé el vino. La casa
estaba tan silenciosa que me pareció oír a profunda quietud de la nieve cayendo a
otro lado de la ventana. No me di cuenta de que me quedabadormida, pero, cuando abrí los párpados,el corazón me latía violentamente y temía
moverme. No podía recordar la pesadillaAl principio, no sabía dónde estaba ni siel ruido que oía era de verdad. El grifodel cuarto de baño goteaba lentamente. El
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 412/988
entarimado del otro lado de la puertacerrada de mi dormitorio volvió a crujir.
Mi mente corrió a través de una
carrera de obstáculos de posibilidades: Edescenso de la temperatura estabaprovocando el crujido de la madera.Ratones. Alguien avanzaba muy despaciopor el pasillo. Agucé el oído, conteniendoa respiración mientras unos pies calzado
con zapatillas pasaban por delante de mi
puerta cerrada. La señorita Harper, penséMe pareció que bajaba a la planta baja.Me debí de pasar una hora dando vueltasen la cama. Al final, encendí la lámpara y
me levanté. Eran las tres y media de lamadrugada y no había ninguna esperanzade que pudiera volver a dormirme.Temblando de frío bajo mi camisón
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 413/988
prestado, me eché sobre los hombros elabrigo, descorrí el pestillo de la puerta yavancé por el pasillo tan negro como la
pez hasta que distinguí la oscura forma decurvado barandal en lo alto de laescalera.
El gélido vestíbulo de la entradaestaba iluminado por la luz de la luna quepenetraba a través de dos ventanitassituadas una a cada lado de la puerta
principal. Había cesado de nevar y habíansalido las estrellas; tres ramas y unarbusto sin forma aparecían totalmenteblancos de escarcha. Entré sigilosamente
en la biblioteca, atraída por la promesadel calor del fuego de la chimenea.
La señorita Harper estaba sentada enel sofá con una manta a su alrededor.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 414/988
Contemplaba las llamas y tenía lasmejillas mojadas de lágrimas que no sehabía molestado en enjugarse. Carraspeé
y la llamé suavemente para nosobresaltarla.
No se movió. –¿Señorita Harper? – repetí,
evantando un poco más la voz-. La heoído bajar…
Estaba reclinada contra el curvado
respaldo del sofá, contemplando laslamas sin parpadear. La cabeza le cayóhacia un lado cuando me senté en el sofá ye comprimí el cuello con los dedos.
Estaba muy caliente, pero no tenía pulso.Tendiéndola sobre la alfombra, empecé apracticarle el boca a boca y a aplicarlemasajes en el esternón, tratando de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 415/988
nfundir nueva vida a sus pulmones y deograr que su corazón volviera a latir. No
sé cuánto tiempo transcurrió. Cuando al
final me di por vencida, tenía los labiosentumecidos, me temblaban los músculosde la espalda y los brazos y todo micuerpo se estremecían de pies a cabeza.
Los teléfonos aún estaban averiados.o podía llamar a nadie. No podía hacer
nada. Me acerqué a la ventana de la
biblioteca, separé las cortinas ycontemplé a través de las lágrimas lancreíble blancura iluminada por la luna.
Más allá, el río era de color negro y no se
veía nada al otro lado. Conseguí colocar el cuerpo nuevamente en el sofá y lo cubrcuidadosamente con la manta mientras elfuego de la chimenea se iba apagando y la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 416/988
niña del cuadro se perdía en las sombras.La muerte de Sterling Harper me habíapillado por sorpresa, dejándome
otalmente aturdida. Me senté en laalfombra delante del sofá y contemplécómo se moría el fuego.
Tampoco podía devolverle la vida. Erealidad, ni siquiera lo intenté.
Yo no lloré cuando mi padre murió.Llevaba enfermo tantos años que me habí
convertido en una experta en lacauterización de las emociones. Lo vi ena cama durante casi toda mi infancia.
Cuando al final murió en casa una tarde,
el terrible dolor de mi madre me condujoa un grado todavía más alto dedistanciamiento y, desde aquella posiciónde ventaja aparentemente más segura,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 417/988
ogré perfeccionar el arte de contemplar el hundimiento de mi familia.
Con aquellas reservas aparentemente
nagotables, fui testigo de la anarquía quese produjo entre mi madre y mi hermanamenor Dorothy, la cual había sido unaconsumada narcisista y una irresponsabledesde el día en que nació.
Me aparté en silencio de los gritos,as discusiones y las peleas mientras
rataba de sobrevivir en mi fuero interno.Lejos de las guerras domésticas, mepasaba el rato bajo la protección de lasmonjas franciscanas después de las clases
o bien en la biblioteca, donde empecé apercatarme de la precocidad de mi mentey de las recompensas que ello me podíareportar. Destacaba en ciencias y me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 418/988
ntrigaba la biología humana. A los quincaños, estudiaba por mi cuenta la Anatomí
de Gray, la cual se convirtió en un
elemento imprescindible de miautodidactismo y en el receptáculo de miepifanía. Abandonaría Miami para ir a launiversidad. En una época en que lasmujeres eran maestras, secretarias y amasde casa, yo iba a ser médica.
En el instituto sacaba sobresalientes,
ugaba al tenis y leía durante lasvacaciones y los veranos mientras mifamilia seguía luchando cual unosveteranos de la Confederación sureña en
un mundo ya ganado definitivamente por el Norte. No me interesaba salir conchicos y tenía muy pocos amigos. Fui laprimera de la promoción y me matriculé
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 419/988
en la universidad de Cornell con unabeca, después pasé a la facultad deMedicina de la Johns Hopkins y a la de
Derecho en Georgetown, desde donderegresé a la Hopkins para hacer minternado en la especialidad de patologíao acababa de darme cuenta de lo que
hacía. La carrera en la que me habíaembarcado me devolvería constantementeal escenario del terrible delito de la
muerte de mi padre. Desarmará la muertey la volverá a armar miles de veces.Dominará sus claves y las llevará a losribunales. Desentrañará todos sus
entresijos. Pero nada de todo ellodevolverá la vida a mi padre y la niña qulevaba dentro jamás deberá llorar su
muerte.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 420/988
Los rescoldos se movieron en lachimenea y yo me adormilé a ratos.
Horas más tarde los detalles de mi
prisión empezaron a perfilarse en la fría yazulada atmósfera del amanecer. Sentí unapunzada de dolor en la espalda y laspiernas cuando me levanté rígidamente yme acerqué a la ventana. El sol era unpálido huevo sobre el río gris pizarra yos negros troncos de los árboles se
recortaban contra la blancura de la nieve.El fuego se había apagado y dos preguntapulsaban en lo más hondo de mi febrilcerebro. ¿Hubiera muerto la señorita
Harper de no haber estado yo allí? Quécómodo morir estando yo en la casa. ¿Porqué bajó a la biblioteca? Me la imaginé
bajando la escalera, poniendo un tronco
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 421/988
en la chimenea y acomodándose en elsofá. Mientras contemplaba las llamas, see había parado el corazón. ¿O fue tal vez
el retrato lo que contempló por últimavez?
Encendí todas las lámparas.Acercando una silla a la chimenea, mesubí a ella y descolgué el cuadro,sacándolo de los ganchos que losostenían. De cerca no resultaba tan
nquietante y el efecto total se disgregabaen sutiles matices de color y suavespinceladas de espesa pintura al óleo. Elpolvo se desprendió del lienzo mientras
yo lo bajaba y lo depositaba en el suelo. No había firma ni fecha y no era tan
antiguo como yo había supuesto. Loscolores se habían oscurecido
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 422/988
deliberadamente para que parecieraantiguo y no se veía la menor grieta.
Le di la vuelta y examiné el papel
marrón de la parte posterior. En su centrohabía un sello dorado con el nombre deuna tienda de marcos y molduras deWilliamsburg. Tomé nota de él y volví acolgar el cuadro. Después, me agachédelante de la chimenea y removí losrescoldos con un lápiz que había sacado
de mi bolso. Los carbonizados trozos deeña estaban cubiertos por una fina capade blanca ceniza que se desintegró comouna telaraña. Debajo vi una especie de
bulto que parecía plástico fundido. –No se ofenda, doctora -dijo Marino,
haciendo marcha atrás para salir delparking-, pero tiene usted una pinta
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 423/988
espantosa. –Muchas gracias -musité. –Ya le he dicho que no se ofenda.
Supongo que no habrá dormido muchoesta noche.
Al ver que no aparecía por la mañanapara la práctica de la autopsia de CaryHarper, Marino llamó inmediatamente a lpolicía de Williamsburg. A media mañandos tímidos oficiales se presentaron en la
mansión, hundiendo las cadenas de suvehículo en la suave y espesa nieve. Trasuna deprimente serie de preguntas sobreas circunstancias de la muerte de Sterling
Harper, el cuerpo fue colocado en unaambulancia para su traslado a Richmond yos oficiales me acompañaron a la jefatur
de Williamsburg donde me atiborraron de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 424/988
café y donuts hasta que Marino acudió arecogerme.
–Yo no hubiera podido quedarme tod
a noche en aquella casa -añadió Marino-o me hubiera importado soportar una
emperatura de cinco bajo cero. Hubierapreferido que se me congelara el traseroantes que pasar la noche con un fiambre…
–¿Sabe dónde está Princess Street? – pregunté, interrumpiéndole.
–¿Qué tiene de particular?Sus gafas reflectantes se volvieron amirarme.
La nieve era como fuego blanco bajo
el sol y las calles se estaban convirtiendorápidamente en un lodazal.
–Me interesa un establecimiento delcinco cero siete -contesté, dándole a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 425/988
entender que esperaba que meacompañara hasta allí.
El edificio se encontraba casi en el
centro histórico entre otros edificioscomerciales de Merchants Square. En unparking recién inaugurado había apenasunos doce automóviles con la capotascubiertas de nieve. Lancé un suspiro dealivio al ver que la Galería y Taller deMarcos The Village estaba abierta.
Marino no hizo preguntas cuando bajéProbablemente intuyó que no estaba dehumor para contestar en aquel momento.Sólo había un cliente en la galería, un
oven vestido con un abrigo negro queestaba examinando con aire distraído unaitografías mientras una mujer de largo
cabello rubio trabajaba con una
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 426/988
calculadora detrás de un mostrador. –¿La puedo ayudar en algo? –
preguntó la rubia mirándome con
ndiferencia.La fría expresión dubitativa con la
cual me miró me hizo comprender que mipinta debía de ser efectivamenteespantosa. Me había quedado dormidacon el abrigo puesto. Tenía el cabellootalmente desgreñado. Levantando la
mano con gesto cohibido para alisarme unmechón, me di cuenta de que habíaperdido un pendiente. Me identifiqué antea mujer, mostrándole la carterita negra
que contenía mi placa de forense. –Eso depende del tiempo que lleve
rabajando aquí -contesté. –Llevo dos años -me dijo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 427/988
–Me interesa un cuadro que este tallerenmarcó probablemente antes de queusted empezara a trabajar aquí -le dije-.
Un retrato que debió de traer CaryHarper.
–Oh, Dios mío. Me he enterado por laradio esta mañana. Sé lo que le ha pasadoOh, Dios mío, qué horrible -añadiógimoteando-. Tendrá que hablar con elseñor Hilgeman.
Se retiró para ir en su busca y enseguida apareció el señor Hilgeman, undistinguido caballero vestido con un trajede tweed, el cual me dijo en términos
nequívocos: –Cary Harper lleva años sin visitar
esta casa y aquí nadie le conocía muy
bien, por lo menos que yo sepa.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 428/988
–Señor Hilgeman -dije-, sobre larepisa de la chimenea de la biblioteca deCary Harper hay un retrato de una
ovencita rubia. Lo enmarcaron en suienda, probablemente hace muchos años.
¿Lo recuerda usted? No observé el menor brillo de
reconocimiento en los grises ojos que memiraron por encima de las gafas deectura.
–Parece muy antiguo -añadí-. Unabuena imitación, pero un tratamiento unanto insólito del tema. La niña tiene unos
nueve, diez o todo lo más doce años, pero
viste más bien como una joven, toda deblanco, sentada en un banco y sosteniendoun cepillo de plata para el cabello.
Me hubiera dado de bofetadas por no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 429/988
haber tomado una fotografía Polaroid delienzo. Guardaba la cámara en mi maletín
médico, pero estaba tan alterada que la
dea ni siquiera me había pasado por lacabeza.
–Mire -dijo el señor Hilgemanmientras se encendía en sus ojos un levefulgor-, creo recordar eso de que usted mhabla. El retrato de una niña muy bonita,pero un poco insólito, como usted dice.
Sí. Recuerdo que era muy sugerente.Decidí no espolearle. –Debe de hacer por lo menos quince
años… Déjeme pensar -se acercó el
ndice a los labios-. No -añadió,sacudiendo la cabeza-. No fui yo.
–¿No fue usted? ¿Qué quiere decir? –e pregunté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 430/988
–Yo no enmarqué el lienzo. Debió dehacerlo Clara. Una ayudante que entoncesrabajaba aquí. Creo… mejor dicho, estoy
seguro, de que lo enmarcó Clara. Unrabajo bastante caro y que, en realidad,
no merecía la pena, si he de serle sinceroEl cuadro no era demasiado bueno. Enrealidad, fue uno de sus trabajos menosogrados…
–¿Se refiere usted a Clara? – pregunté
nterrumpiéndole. –Me refiero a Sterling Harper. – Elseñor Hilgeman me mirónquisitivamente.– Ella es la artista.
Debió de ser hace quince años, cuando sededicaba mucho a pintar. Tengo entendidoque había un estudio en la casa. Yo nunca
estuve allí, claro. Pero ella solía traernos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 431/988
algunos de sus trabajos, en generalnaturalezas muertas o paisajes. El cuadroque a usted le interesa es el único retrato
que yo recuerde. –¿Cuánto tiempo hace que lo pintó? –Por lo menos quince años, tal como
ya le he dicho. –¿Alguien posó para ella? – pregunté. –Pudo hacerlo a través de una
fotografía… -El señor Hilgeman frunció
el ceño-. Pero, en realidad, no puedocontestar a su pregunta. Si alguien posó,no sé quién pudo ser.
Disimulé mi sorpresa. Beryl debía de
ener entonces dieciséis o diecisiete añosy vivía en Cutler Grove. ¿Acaso el señor Hilgeman y la gente de la ciudad no losabían?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 432/988
–Es una pena -añadió en tonopensativo-. Unas personas tan dotadas enteligentes. No tenían hijos ni parientes.
–¿Amigos tampoco? – pregunté. –La verdad es que no conozco
personalmente a ninguno de los dos -contestó.
Ni los conocerá, pensé morbosamenteMarino estaba limpiando el parabrisa
con un paño de gamuza cuando regresé al
parking. La nieve fundida y la sal arrojadpor los equipos de limpieza habíanensuciado su precioso automóvil negro yno estaba muy contento que se diga. En el
suelo junto a la portezuela del conductor había toda una colección de colillas decigarrillo procedentes del cenicero que
Marino había vaciado allí sin
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 433/988
contemplaciones. –Dos cosas -dije mientras ambos nos
abrochábamos los cinturones de
seguridad-. En la biblioteca de la mansiónhay un cuadro de una niña rubia que, alparecer, la señorita Harper hizo enmarcaren esta tienda hace unos quince años.
–¿Beryl Madison? – dijo Marino,sacando el encendedor.
–Podría ser un retrato suyo -contesté-
Pero, en tal caso, la representa con unaedad inferior a la que ella tenía cuandoos Harper la conocieron. El tratamiento
del tema es un poco curioso. Parece algo
así como una Lolita… –¿Cómo? –Sexualmente atractiva -dije sin
andarme por las ramas-. Una niña pintada
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 434/988
con rasgos sensuales. –Ya. Ahora me va usted a decir que
Cary Harper era un pederasta en secreto.
–En primer lugar, el cuadro lo pintó shermana -dije.
–Mierda -exclamó Marino. –En segundo lugar -añadí-, me da la
sensación de que el dueño de la tienda noiene ni idea de que Beryl vivió con los
Harper. Eso me induce a preguntarme si
otras personas lo sabían. En casocontrario, no sé cómo pudo ser. La chicavivió varios años en la mansión, Marino.Eso está a tres kilómetros de la ciudad. Y
a ciudad es muy pequeña.Marino miró hacia adelante y siguió
conduciendo sin decir nada. –Bueno -añadí-, puede que eso no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 435/988
sean más que vanas conjeturas. Vivíanmuy aislados. A lo mejor, Cary Harper hizo todo lo posible por ocultar a Beryl
de los ojos del mundo. Sea como fuere, lasituación no me parece muy normal quedigamos. Pero, a lo mejor, no tiene nadaque ver con sus muertes.
–Qué carajo -exclamó bruscamenteMarino-, «normal» no es la palabra másapropiada. Tanto si vivían aislados como
si no, es absurdo que nadie supiera que lachica vivía allí. A no ser que lamantuvieran encerrada o encadenada a lapata de una cama. Condenados
pervertidos. Odio a los pervertidos.Aborrezco a la gente que se encapricha deos niños, ¿sabe? – Marino se volvió a
mirarme-. La aborrezco con toda mi alma
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 436/988
Sigo con la misma impresión que alprincipio.
–¿Qué impresión?
–La de que el señor premio Pulitzer scargó a Beryl -contestó Marino-. Sabe quella se irá de la lengua en su libro, seasusta y va a verla armado con uncuchillo.
–En tal caso, ¿quién lo mató a él? –Puede que la chiflada de su hermana
Quienquiera que hubiera asesinado aCary Harper tenía que haber sido alguieno bastante fuerte como para dejarle casinmediatamente sin sentido con los golpes
y, por otra parte, el hecho de cortarle aalguien la garganta no encajaba con lafigura de un agresor de sexo femenino. Dehecho, yo jamás había visto ningún caso
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 437/988
en el que una mujer hubiera hecho algosemejante.
Tras un prolongado silencio, Marino
preguntó: –¿Tuvo usted la impresión de que la
hermana de Harper chocheaba? –Me pareció un tanto excéntrica, pero
no chocheaba -contesté. –¿Una loca? –No.
–Basándome en la descripción queusted me ha hecho, no me parece que sureacción ante el asesinato de su hermanofuera precisamente la más adecuada -dijo
Marino. –Estaba bajo los efectos de un shock,
Marino. Las personas que sufren un shock
no reaccionan de manera adecuada a nada
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 438/988
–¿Cree usted que se suicidó? –Es posible, por supuesto -contesté. –¿Encontró alguna sustancia en el
ugar de los hechos? –Sólo medicamentos que se venden
sin receta, ninguno de ellos mortal -contesté.
–¿Ninguna lesión? –No he visto ninguna. –Entonces, ¿sabe usted qué demonios
a ha matado? – me preguntó Marino,mirándome con dureza. –No -contesté-. En este momento, no
engo absolutamente la menor idea.
–Supongo que ahora regresará aCutler Grove -le dije a Marino mientraséste aparcaba en la parte de atrás del
edificio de mi departamento.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 439/988
–La perspectiva me entusiasma -masculló-. Vaya a casa y procure dormir.
–No olvide la máquina de escribir de
Harper.Marino se sacó el encendedor del
bolsillo. –La marca y el modelo y todas las
cintas usadas -le recordé.Encendió un cigarrillo.
–Y cualquier papel de cartas o de
máquina de escribir que haya en la casa.Le sugiero que recoja usted mismo laceniza de la chimenea. Va a ser extremadamente difícil conservarla…
–No se ofenda, doctora, pero me estáusted empezando a parecer mi madre oalgo por el estilo.
–Marino -repliqué-, hablo en serio.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 440/988
–Sí, muy en serio… y yo le digo muyen serio que tiene que irse a dormir.
Marino estaba tan desanimado como
yo y probablemente también andaba faltode sueño.
La entrada posterior estaba cerrada yel suelo de cemento aparecía totalmenteleno de manchas de gasolina. En el
depósito de cadáveres percibí el molestozumbido de la electricidad y los
generadores que apenas notaba durante laornada laboral. La vaharada de aireviciado me pareció insólitamente intensacuando entré en la cámara frigorífica.
Los cuerpos habían sido colocadosuntos contra la pared de la izquierda. Tal
vez fue porque estaba muy cansada, pero,
cuando aparté la sábana que cubría a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 441/988
Sterling Harper, noté una sensación dedebilidad en las rodillas y se me cayó elmaletín médico al suelo. Recordé la
delicada belleza de su rostro y el terror dsus ojos cuando se abrió la puertaposterior de la mansión y ella me vioatendiendo a su hermano muerto con lasmanos enguantadas totalmente manchadasde sangre. El hermano y la hermanaestaban presentes y podíamos dar razón
de su paradero. Era lo único quenecesitaba saber. La volví a tapar suavemente, cubriendo un rostro ahora tanvacío como una máscara de goma. A mi
alrededor asomaban varios pies desnudoscon sus correspondientes tarjetas dedentificación.
Había observado vagamente la caja
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 442/988
amarilla de película fotográfica debajo dea camilla de Sterling Harper al entrar en
el frigorífico. Pero sólo cuando me agach
para recoger el maletín y la vi más decerca, caí en la cuenta de su significado.Kodak de treinta y cinco milímetros,exposición veinticuatro. La película queutilizábamos en mi departamento por contrato del estado era Fuji y siemprepedíamos exposición treinta y seis. Los
miembros del personal sanitario quehabían trasladado el cuerpo de la señoritaHarper ya se habrían marchado muchashoras antes y, además, no habrían tomado
ninguna fotografía.Salí nuevamente al pasillo. Me llamó
a atención la luz del ascensor, detenidoen el segundo piso. ¡Alguien más se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 443/988
encontraba en el edificio! Probablementeel guarda de seguridad que estaríahaciendo la ronda. De pronto, tuve un
presentimiento y volví a pensar en la cajade película. Asiendo con fuerza la correadel maletín, decidí utilizar la escalera. Allegar al rellano del segundo piso, abrí
sigilosamente la puerta y presté atenciónantes de entrar. Los despachos del ala estestaban vacíos y las luces apagadas. Giré
a la derecha hacia el pasillo principal ypasé por delante de un aula vacía, labiblioteca y el despacho de Helding. Nooí ni vi a nadie. Para mi tranquilidad,
decidí llamar al servicio de seguridad alentrar en mi despacho.
Se me cortó la respiración cuando levi. Por un terrible instante, se me quedó la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 444/988
mente en blanco. Estaba examinandohábilmente un archivador abierto. Llevabel cuello de la chaqueta de la Marina
subido hasta las orejas, mantenía los ojosocultos tras unas gafas oscuras de pilotode aviación y se protegía las manos conunos guantes quirúrgicos. De uno de suspoderosos hombros colgaba la correa decuero de una cámara fotográfica. Parecíaan sólido y duro como el mármol y yo no
pude retirarme con la suficiente rapidez.De repente, las manos enguantadas sedetuvieron.
Cuando se abalanzó sobre mí, le
arrojé en un reflejo instintivo el maletínmédico cual si fuera un martillo olímpicoEl impulso que le imprimí lo propulsó coal fuerza entre sus piernas que el impacto
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 445/988
e arrancó las gafas que le ocultaban elrostro. Se dobló hacia adelanteretorciéndose de dolor y perdiendo en
parte el equilibrio, cosa que yo aprovechépara propinarle un puntapié en los tobilloy dejarle tendido en el suelo. No debió desentirse muy a gusto cuando el duroobjetivo metálico de su cámara fue elúnico cojín entre sus costillas y el suelo.
El material médico se esparció por el
suelo cuando yo busqué rápidamente en emaletín el aerosol irritante que siemprelevaba conmigo. Lanzó un rugido en el
momento en que el fuerte chorro le
alcanzó de lleno la cara. Se frotó los ojosy empezó a rodar por el suelo gritando dedolor mientras yo tomaba el teléfono parapedir socorro. Lo volví a rociar por si
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 446/988
acaso justo en el momento en que entrabael guarda. Inmediatamente aparecieronunos oficiales de policía. Mi histérico
rehén suplicó que lo llevaran al hospitalmientras un oficial le sujetaba las manos aa espalda sin contemplaciones, le
colocaba unas esposas y se lo llevaba.Según su permiso de conducir, el
ntruso se llamaba Jeb Price, tenía treintay cuatro años y vivía en la ciudad de
Washington. En la parte posterior de suspantalones de pana llevaba una automáticSmith Wesson de nueve milímetros concatorce cartuchos en el cargador y uno en
a cámara. No recordaba haber entrado en el
despacho del depósito de cadáveres yhaber tomado las llaves del otro vehículo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 447/988
oficial asignado a mi departamento. Perodebí de hacerlo porque al anochecer aparqué la «rubia» de color azul oscuro
en la calzada particular de mi casa. Elvehículo, utilizado para el transporte decadáveres, era muy grande, llevaba laventanilla posterior discretamenteprotegida por una cortina y en la parte deatrás tenía un suelo de maderacontrachapada que se limpiaba con una
manguera varias veces a la semana. Elvehículo era una mezcla de automóvilfamiliar y coche mortuorio, casi tan difícide aparcar, a mi juicio, como un camión
de gran tonelaje.Como una muerta viviente, subí
directamente al piso de arriba sinmolestarme en examinar los mensajes
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 448/988
elefónicos ni en desconectar elcontestador automático. Me dolían elcodo y el hombro derechos. Me dolían lo
huesecillos de la mano. Dejando la ropaen una silla, me tomé un baño caliente ycaí rendida en la cama. Profundo,profundo, profundo. Un sueño tanprofundo como la muerte. La oscuridadera absoluta y yo trataba de nadar a travéde ella como si mi cuerpo fuera de plomo
mientras el sonido del teléfono de mimesilla de noche quedaba bruscamententerrumpido por el contestador
automático.
–… no sé cuándo podré volverte alamar, por consiguiente, presta mucha
atención. Escúchame bien, Kay. Me heenterado de lo de Cary Harper…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 449/988
El corazón me latía violentamentecuando abrí los ojos y la apremiante vozde Mark me arrancó de mi sopor.
–… Por favor, no te metas en eso. Noe mezcles en este asunto. Te lo pido por
favor. Volveré a hablar contigo en cuantopueda…
Cuando conseguí descolgar eleléfono, sólo escuché el tono de marcar.
Mientras pasaba el mensaje, me recliné
contra las almohadas y rompí en sollozos9
A la mañana siguiente Marino llegó adepósito de cadáveres mientras yopracticaba una incisión en forma de Y enel cuerpo de Cary Harper.
Levanté las costillas y saqué el bloqu
de órganos de la cavidad torácica
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 450/988
mientras Marino lo observaba todo ensilencio. El agua de los grifos caía en laspilas, los instrumentos quirúrgicos
resonaban y tintineaban y, al fondo de lasala, la larga hoja de un cuchillo chirriabacontra una piedra de afilar que estabautilizando uno de los auxiliares deldepósito de cadáveres. Teníamos cuatrocasos aquella mañana y todas las mesasde autopsia de acero inoxidable estaban
ocupadas.Como Marino no parecía muynclinado a decir nada por su cuenta, yo
misma planteé el tema.
–¿Qué ha averiguado sobre Jeb Price?le pregunté.
–En su historial no se encontró nada -contestó, desviando la mirada con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 451/988
expresión inquieta-. Ni antecedentes niórdenes judiciales ni nada. Además, noquiere cantar. Si lo hiciera,
probablemente parecería una sopranodespués del numerito que usted le hahecho. He pasado por el departamento dedentificación antes de venir. Están
desarrollando la película de su cámara.Le traeré las copias cuando estén listas.
–¿Ha echado un vistazo?
–A los negativos -contestó. –¿Y qué? –Fotografías que tomó en el interior
de la cámara frigorífica. De los cuerpos
de los Harper. –No creo que sea un reportero de
algún periódico sensacionalista -dije enono de chanza.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 452/988
–Ya. Siga adivinando.Levanté la vista de lo que estaba
haciendo. Marino no parecía de muy buen
humor. Más desgreñado que decostumbre, se había cortado dos veces lamandíbula al afeitarse y tenía los ojosnyectados en sangre.
–Casi ninguno de los reporteros queyo conozco utiliza nueve milímetroscargadas con Glasers -dijo-. Y suelen
protestar cuando los vapulean y piden unamoneda de un cuarto de dólar para llamaral abogado del periódico. Este tío norechista, es un auténtico profesional.
Habrá usado una ganzúa para entrar. Eligeun lunes por la tarde, cuando es fiestaoficial y sabe que no es probable que hay
nadie por allí. Encontramos su automóvil
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 453/988
aparcado a unas tres manzanas dedistancia, en el parking delestablecimiento Farm Fresh, un vehículo
de alquiler con teléfono. En el maleteroguardaba cartuchos de municiones ycargadores suficientes como para detenerun pequeño ejército, más una pistolaametralladora Mac Ten y un chalecoantibalas Kevlar. Ese no es un reportero.
–Pues no estoy yo tan segura de que
sea un profesional -comenté, colocandouna nueva hoja en mi bisturí-. Cometió unremendo fallo al dejar una caja vacía de
película en el frigorífico. Y, si hubiera
querido actuar con seguridad, hubieraentrado a las dos o las tres de lamadrugada y no en pleno día.
–Tiene razón. Lo de la caja de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 454/988
película fue un fallo -convino Marino-.Pero comprendo que entrara a esa hora.Una funeraria o un equipo de recogida
podría entrar en el frigorífico en elmomento en que Price estuviera dentro.En pleno día, podría hacerse pasar por alguien que trabaja allí y tiene un motivoustificado para estar allí dentro. En
cambio, si le sorprendieran a las dos de lmadrugada, no tendría ninguna excusa
para explicar su presencia a aquella horaSea como fuere, pensé, el tal Jeb Pricno se andaba con chiquitas. Lasmuniciones de seguridad Glaser son una
cosa tremenda, unos cartuchos llenos deperdigones que se dispersan al producirseel impacto y desgarran la carne y losórganos como si fueran una granizada de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 455/988
plomo. Las Mac Ten eran una de lasherramientas preferidas de los terroristasy los señores de la droga, unas pistolas
ametralladoras que se compraban por cuatro perras la docena en CentroaméricaOriente Medio y mi ciudad natal deMiami.
–Convendría que pusiera usted unacerradura en la cámara frigorífica -añadióMarino.
–Ya he avisado al servicio demantenimiento -dije.Era una medida de precaución que
levaba varios años aplazando. Las
funerarias y los equipos de recogidaenían que entrar a veces en el frigorífico
fuera del horario laboral. Se tendría queentregar llaves a los guardas de seguridad
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 456/988
y a los forenses locales que estuvieran deguardia. Habría protestas. Surgiríanproblemas. ¡Y yo ya estaba hasta la
coronilla de los problemas, maldita sea!Marino estaba contemplando el
cuerpo de Harper. No era necesaria unaautopsia ni hacía falta ser un genio paraestablecer la causa de la muerte.
–Tiene fracturas múltiples en elcráneo y laceraciones en el cerebro -le
expliqué. –¿La garganta se la cortaron al final,como a Beryl?
–Las venas yugulares y las arterias
carótidas están seccionadas y, sinembargo, los órganos no estánexcesivamente pálidos -contesté-. Hubiermuerto desangrado en cuestión de minutos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 457/988
si hubiera tenido presión sanguínea alta.En otras palabras, la hemorragia nohubiera sido suficiente para explicar su
muerte. Estaba muerto o moribundo acausa de las lesiones en la cabeza cuandoe cortaron la garganta.
–¿Hay alguna lesión de defensa? – preguntó Marino.
–Ninguna -dejé el bisturí paramostrárselo, estirando uno a uno los
agarrotados dedos de Harper-. No hayuñas rotas, cortes ni contusiones. Nontentó defenderse de los golpes del arma
–No se enteró del origen de los golpe
comentó Marino-. Regresa cuando yaestá oscuro. El tío le esperaprobablemente oculto entre los arbustos.Harper aparca, baja de su Rolls. Está
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 458/988
cerrando la portezuela cuando el tíoaparece por detrás y le golpea la parteposterior de la cabeza…
–Tiene un veinte por ciento deestenosis de la artería pulmonar -dije parmis adentros, buscando mi lápiz.
–Harper se desploma como un saco dpatatas y el tío le sigue golpeando -añadióMarino.
–El treinta por ciento de la arteria
coronaria -dije, garabateando las notas enun paquete vacío de guantes-. No haycicatrices de antiguos infartos. El corazónestá sano aunque ligeramente engrosado,
iene calcificación de la aorta y unamoderada arterioesclerosis.
–Después le corta la garganta.Probablemente para asegurarse de que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 459/988
esté bien muerto.Levanté la vista.
–Quienquiera que lo haya hecho quiso
asegurarse de que Harper estuvieramuerto -repitió Marino.
–No sé si yo le atribuiría todos estosrazonamientos tan lógicos al atacante -contesté.– Fíjese en él, Marino. – Habíaretirado el cuero cabelludo del cráneo, elcual estaba tan agrietado como la cáscara
de un huevo duro. Señalando las líneas defractura, expliqué-: Le golpearon por lomenos siete veces, con tal fuerza que nohubiera podido sobrevivir a ninguna de
as lesiones. Y después le cortaron lagarganta. Un acto superfluo. Como lo fueen el caso de Beryl.
–De acuerdo. Un acto superfluo, y no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 460/988
se lo discuto -replicó Marino-. Digosimplemente que el asesino quisoasegurarse de que Beryl y Harper
estuvieran bien muertos. Si le cortasprácticamente la cabeza a alguien, puedesargarte con la absoluta certeza de que tu
víctima no podrá ser reanimada y contar a historia.
Marino hizo una mueca mientras yovaciaba el contenido del estómago en un
recipiente de cartón. –No se moleste. Yo mismo le diré loque comió, estuve sentado con él. Unoscacahuetes. Y un par de martinis -dijo.
Los cacahuetes ya estaban empezandoa abandonar el estómago de Harper cuando éste murió. Sólo quedaba uníquido parduzco y se aspiraba el olor del
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 461/988
alcohol. –¿Qué averiguó a través de él? – le
pregunté a Marino.
–Absolutamente nada.Le miré mientras aplicaba una etiquet
al recipiente. –Estoy en la taberna bebiendo una
ima con tónica -dijo-. Debían ser menoscuarto. Harper entra a las cinco en punto.
–¿Cómo supo que era él?
Los riñones eran finamentegranulosos. Los coloqué en la balanza yanoté el peso.
–No podía equivocarme con esta
melena de cabello blanco -contestóMarino-. Encajaba con la descripción queme había hecho Poteat. Lo reconocí encuanto entró. Se sienta solo a una mesa si
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 462/988
decirle nada a nadie, pide «lo desiempre» y empieza a comer cacahuetesmientras espera. Le observo un rato y
después me acerco, tomo una silla y mepresento. Dice que no puede darmeninguna indicación útil y que no quierehablar de ello. Insisto, le digo que Beryllevaba varios meses recibiendo
amenazas y le pregunto si él lo sabía. Memira con cara de asco y me contesta que
no. –¿Cree que le dijo la verdad?Me estaba preguntando también cuál
sería la verdad sobre los hábitos
alcohólicos de Harper. Tenía un hígadomuy graso.
–Cualquiera sabe -contestó Marinosacudiendo la ceniza de su cigarrillo en e
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 463/988
suelo-. Le pregunto dónde estaba la nocheen que asesinaron a Beryl y me dice queen la taberna a la hora de costumbre y
después en casa. Le pregunto si suhermana puede confirmarlo y dice queella no estaba en casa.
Le miré con el bisturí en suspenso enel aire.
–¿Dónde estaba? –Fuera de la ciudad -contestó Marino
–¿Y no le dijo dónde? –No. Dijo (le cito sus palabrasextuales): «Eso es asunto suyo. A mí no
me pregunte».
Los ojos de Marino contemplarondesdeñosamente las secciones de hígadoque yo estaba cortando.
–Antes mi plato preferido era el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 464/988
hígado con cebollas. ¿Se imagina? Noconozco a ningún policía que hayapresenciado una autopsia y siga comiendo
hígado…La sierra Stryker ahogó su voz
mientras yo empezaba a aserrar el cráneoMarino no pudo más y se apartó en cuantoel polvo del hueso se esparció por el aireAunque los cuerpos estén sanos, despidenun olor desagradable cuando se abren. El
espectáculo visual tampoco esexactamente una película de MaryPoppins. Tenía que reconocerle el méritoa Marino. Por horrible que fuera un caso,
él siempre acudía al depósito decadáveres.
El cerebro de Harper estaba blando ypresentaba numerosas laceraciones
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 465/988
rregulares. La hemorragia era muyescasa, lo cual demostraba que no habíavivido mucho tras sufrir las lesiones. Por
o menos su muerte había sidomisericordiosamente rápida. A diferenciade Beryl, Harper no había tenido tiempode experimentar terror o dolor ni desuplicar que le perdonaran la vicia. Suasesinato difería también del de Beryl pootras cosas. Él no había recibido
amenazas… por lo menos, que nosotrossupiéramos. La agresión no había tenidoconnotaciones sexuales. Le habíangolpeado en lugar de apuñalarlo como a
Beryl y no le habían quitado ningunaprenda de vestir.
–He contado ciento sesenta y ochodólares en su billetero -le dije a Marino-.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 466/988
Y tanto el reloj de pulsera como el anillode sello están presentes yconvenientemente guardados.
–¿Y qué me dice del collar? – mepreguntó Marino.
No tenía ni idea de lo que me estabadiciendo.
–Llevaba una gruesa cadena de orocon una medalla, un escudo, una especiede cota de malla -me explicó-. Me fijé en
a taberna. –Pues eso no lo trajeron con él y norecuerdo haberlo visto en el escenario dedelito…
Iba a decir «anoche». Pero no habíasido la víspera. Harper había muerto eldomingo a primera hora de la noche. Yestábamos a martes. Había perdido la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 467/988
noción del tiempo. Los últimos dos díasme parecían irreales y, si no hubieravuelto a pasar el mensaje de Mark por la
mañana, también me hubiera preguntado sa llamada había sido real.
–O sea que, a lo mejor, el tío se lalevó. Otro recuerdo -dijo Marino.
–Eso es absurdo -repliqué-.Comprendo que se llevaran un recuerdoen el caso de Beryl si su asesinato fue
obra de un perturbado que estabaobsesionado con ella. Pero, ¿por quélevarse un objeto de Harper?
–Trofeos, tal vez -apuntó Marino-.
Pellejos de caza. Podría ser un asesino asueldo que quiere conservar pequeñosrecuerdos de sus trabajos.
–Supongo que un asesino a sueldo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 468/988
sería demasiado cauteloso como parahacer algo semejante -repliqué.
–Sí, yo también. De la misma manera
que cabría suponer que Jeb Price hubierasido demasiado cauteloso como paradejar una caja de película en la cámarafrigorífica -dijo Marino con ironía.
Quitándome los guantes, terminé depegar las etiquetas a los tubos de ensayo yotras muestras que había recogido.
Tomé los papeles y subí a midespacho con Marino.Rose me había dejado el periódico de
a tarde sobre el papel secante. El
asesinato de Harper y la repentina muertede su hermana eran el tema del titular dea primera plana. Lo que me amargó el dí
fue la columna lateral que lo acompañaba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 469/988
Forense acusada de
«perder» un
polémico manuscritoLa noticia de la Associated Press
estaba fechada en Nueva York e ibaseguida de un comentario sobre la«detención» de un hombre llamado JebPrice a quien yo había sorprendido«saqueando» mi despacho la víspera. Las
alusiones al manuscrito tenían queproceder de Sparacino, pensé enfurecida.Y lo de Jeb Price lo habría sacado delnforme policial. Mientras estudiaba las
notas de las llamadas, observé que casiodas ellas eran de reporteros.
–¿Examinó usted sus disquetes? – pregunté, arrojándole el periódico a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 470/988
Marino. –Desde luego -contestó Marino-. Los
he examinado todos.
–¿Y ha encontrado este libro por elcual todo el mundo está armando tantorevuelo?
No -musitó Marino, echando unvistazo a la primera plana.
–¿No está en ellos? – preguntédesanimada-. ¿No está en los disquetes?
Y eso, ¿cómo es posible, si lo estabaescribiendo en su ordenador? –A mí no me pregunte -contestó
Marino-. Yo lo que le digo es que he
examinado unos disquetes. No hay nadareciente en ellos. Parecen cosas antiguas,ya sabe, sus novelas. No hay nada que serefiera a ella misma o a Harper. Encontré
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 471/988
algunas cartas antiguas, entre ellas doscartas comerciales a Sparacino. No meentusiasmaron demasiado.
–A lo mejor, guardó los disquetes enalgún lugar seguro antes de marcharse aKey West -dije.
–Puede que lo hiciera. Pero no loshemos encontrado.
Justo en aquel momento entró Fieldingcon sus brazos de orangután asomando po
as cortas mangas del mono quirúrgico decolor verde y las musculosas manosodavía ligeramente cubiertas por la capa
de talco de los guantes de látex que
levaba en la sala de autopsias. Fieldingera su propia obra de arte. Sólo Diossabía las horas que debía de pasarse cadasemana esculpiéndose el cuerpo en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 472/988
cualquiera sabía qué gimnasio de lacadena Nautilus. Mi teoría era que suobsesión por el culturismo era
nversamente proporcional a su obsesiónpor el trabajo. Era un adjunto muycompetente, llevaba algo más de un añoen el puesto y ya empezaba a dar señalesde estar quemado. Cuanto más sedesilusionaba, tanto más se ledesarrollaba el cuerpo. Yo le calculaba
un par de años más antes de que pasara almás pulcro y lucrativo ambiente de lapatología hospitalaria o se convirtiera enel heredero forzoso del Increíble Hulk.
–Voy a tener que dejar en suspenso elcaso de Sterling Harper -dijo,permaneciendo nerviosamente de pieunto al borde de mi escritorio-. Su índice
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 473/988
de alcoholemia es sólo de coma cero tresy su contenido gástrico no me dice apenasnada. No hay hemorragia ni olores
nsólitos. El corazón está sano, no hayevidencia de antiguos infartos y lascoronarias se encuentran en buen estado.El cerebro es normal. Pero algo lepasaba. El hígado está engrosado, sobreos dos kilos y medio, y el bazo pesa un
kilo aproximadamente y tiene la cápsula
muy espesa. También hay una ciertaafectación de los nódulos linfáticos. –¿Alguna metástasis? – pregunté. –Ninguna a primera vista.
–Dígales a los del laboratorio deanálisis microscópicos que se den prisa -e dije.
Fielding asintió con la cabeza y se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 474/988
retiró de inmediato.Marino me miró inquisitivamente.
–Podrían ser muchas cosas -dije-.
Leucemia, linfoma o cualquier enfermedad colagénica… algunas de ellason benignas y otras no. El bazo y losnódulos linfáticos reaccionan como uncomponente del sistema inmunológico…en otras palabras, el bazo resulta casisiempre afectado en cualquier enfermedad
de la sangre. En cuanto al engrasamientodel hígado, eso no nos sirve de muchopara el diagnóstico. No sabré nada hastaque examine los cambios histológicos
bajo el microscopio. –¿Sería tan amable de hablar en
cristiano para variar? – dijo Marino,encendiendo un cigarrillo-. Explíqueme e
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 475/988
palabras sencillas qué es lo que hadescubierto el doctor Schwarzenegger.
–Que el sistema inmunológico está
reaccionando a algo -contesté-. La víctimestaba enferma.
–¿Lo bastante enferma como parapalmarla en el sofá?
–¿Así, de repente? – dije-. Lo dudo. –¿Y qué me dice de algún
medicamento? – apuntó Marino-. Podría
haberse tomado unas pastillas y haber arrojado después el frasco al fuego, locual explicaría tal vez la presencia delplástico fundido que usted descubrió en la
chimenea y el hecho de que noencontráramos frascos de pastillas nininguna otra cosa. Medicamentos de esosque se expenden sin receta.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 476/988
Una sobredosis de medicamentoocupaba uno de los primeros lugares enmi lista de posibilidades, pero era
absurdo que me preocupara en aquelmomento por ello. A pesar de minsistencia y a pesar de las promesas de
que el caso sería tratado con la máximaurgencia, los resultados de toxicologíaardarían varios días y tal vez varias
semanas en estar disponibles.
En cuanto al hermano, yo tenía mieoría. –Creo que a Cary Harper lo golpearo
con una porra de fabricación casera hecha
con un trozo de tubo metálico lleno deperdigones y con los extremos tapadoscon plastilina para que no se escaparan
os perdigones. Al cabo de varios golpes
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 477/988
a tapa de plastilina se pudo desprender yentonces los perdigones se esparcieronpor todas partes.
Marino sacudió la ceniza delcigarrillo con aire pensativo.
–Eso no encaja demasiado con toda lamierda de soldado mercenario que hemosencontrado en el automóvil de Price. Nicon nada que se le hubiera podido ocurrira la señorita Harper.
–Supongo que no habrá ustedencontrado en la casa ni plastilina niperdigones ni nada de todo eso.
Marino sacudió la cabeza diciendo:
–No, qué va.Mi teléfono no dejó de sonar en todo
el resto del día. Las noticias sobre misupuesto papel en la desaparición de un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 478/988
«misterioso y valioso manuscrito» y lasexageradas descripciones de cómo yohabía conseguido «reducir a un atacante»
que había penetrado en mi despacho yahabían llegado a las agencias. Otrosreporteros estaban deseando dar laprimicia y merodeaban por el parking deldepartamento o se presentaban en elvestíbulo con sus micrófonos y cámarasen ristre. Un pinchadiscos local
especialmente irreverente estabacomentando a través de las ondas que yoera la única jefa del país que usaba«guantes de oro en lugar de guantes de
goma». La situación se me estabaescapando rápidamente de las manos y yoya empezaba a tomarme un poco más enserio las advertencias de Mark. Sparacino
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 479/988
era perfectamente capaz de amargarme lavida.
Siempre que a Thomas Ethridge IV se
e ocurría alguna idea, me llamaba aravés de la línea directa en lugar de pasa
por Rose. No me sorprendió que melamara. Creo incluso que lancé un
suspiro de alivio. Era la última hora de laarde y ambos nos encontrábamos
sentados en su despacho. Tenía la edad
suficiente como para ser mi padre y erauno de esos hombres cuya personalidadanodina en la juventud se transforma conel paso de los años en todo un monumento
de carácter. Ethridge tenía una cara deWinston Churchill, muy propia de unparlamento o de un salón lleno de humode cigarros. Siempre nos habíamos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 480/988
levado extremadamente bien. –¿Un número publicitario? ¿Y te
parece probable que alguien se lo crea,
Kay? – me preguntó el fiscal general,acariciando con aire ausente la cadena dereloj de oro prendida en su chaleco.
–Tengo la impresión de que no mecrees -dije.
Su respuesta fue tomar una gruesaestilográfica Mont Blanc de color negro y
desenroscarle lentamente el capuchón. –Supongo que nadie tendrá laoportunidad de creerme o dejar decreerme -añadí en tono dubitativo-. Mis
sospechas no tienen ningún fundamentoconcreto, Tom. Si hago una acusación deesta naturaleza para contraatacar aSparacino, lo que conseguiré es que éste
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 481/988
se divierta de lo lindo. –Te sientes muy aislada, ¿verdad,
Kay?
–Sí, porque lo estoy, Tom. –Las situaciones como ésta suelen
adquirir vida propia -dijo Tom en tonopensativo-. Hay que cortar por lo sano sinlamar la atención.
Frotándose los cansados ojos por detrás de sus gafas de montura de concha,
pasó a una página en blanco de uncuaderno de apuntes y empezó a hacer unade sus acostumbradas listas nixonianas,razando una línea en el centro de la
página amarilla para separar las ventajasa un lado de los inconvenientes al otro…sin que yo tuviera ni idea de lo que seproponía. Tras llenar media página en la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 482/988
que una de las columnas erasensiblemente más larga que la otra, sereclinó en su sillón y levantó la vista,
frunciendo el ceño. –Kay -me dijo-, ¿nunca te has parado
a pensar en la posibilidad de que te estésdejando llevar por los casos en mayor medida que tus antecesores en el cargo?
–No he conocido a ninguno de ellos -contesté.
Ethridge esbozó una leve sonrisa. –Ésa no es una respuesta a mipregunta, señora letrada.
–Sinceramente, jamás lo había
pensado. –Ni yo esperaba que lo hicieras -dijo
él, sorprendiéndome con su comentario-.o lo esperaba en absoluto porque eres
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 483/988
una persona que se entrega hasta el fondoLo cual es precisamente uno de los variosmotivos por los que apoyé sin reservas tu
nombramiento. El lado bueno es que no see escapa ni una, que eres una patóloga
forense de primera, aparte tus excelentesdotes como administradora. El lado maloes que a veces tiendes a colocarte ensituaciones peligrosas. Aquellos casos deestrangulamiento de hace
aproximadamente un año,* por ejemplo.Puede que jamás se hubieran resuelto yque muchas otras mujeres hubieran muertode no haber sido por ti. Pero por poco te
cuestan la vida.«Volviendo al incidente de ayer -
Ethridge hizo una pausa, sacudió lacabeza y soltó una carcajada-, tengo que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 484/988
reconocer que estoy impresionado. Creohaber oído por la radio esta mañana queo dejaste K.O. ¿Es cierto eso?
–No exactamente -contesté un tantocohibida.
–¿Sabes quién es y qué buscaba? –No estamos seguros -dije-, pero
entró en la cámara frigorífica del depósitode cadáveres y tomó unas fotografías. Deos cuerpos de Cary y Sterling Harper.
Las fichas que estaba examinando cuandoyo entré no me revelaron nada. –¿Estaban por orden alfabético? –Estaban en el fichero de la M a la N
dije. –¿M de Madison? –Podría ser -contesté-. Pero este caso
se encuentra en el despacho principal. No
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 485/988
hay nada en los archivadores.Tras un prolongado silencio, el fiscal
general tamborileó con el índice sobre el
cuaderno de notas y dijo: –He anotado todo lo que sé sobre
estas muertes recientes. Beryl Madison,Cary Harper, Sterling Harper. Tienenodos los ingredientes propios de una
novela de misterio, ¿verdad? Y ahora saleoda esta historia del manuscrito perdido
en la cual está presuntamente implicado edespacho de la jefa del departamento deMedicina Legal. Te voy a decir un par decosas, Kay. Primero, si te llama alguien
más a propósito del manuscrito, creo quee será más cómodo enviar a losnteresados a mi despacho. Estoy
preparado para afrontar una querella
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 486/988
fraudulenta. Pondré a trabajar a miequipo, a ver si podemos adelantarnos ycortarles el paso. En segundo lugar, y eso
o he estado meditando con muchocuidado, quiero que te conviertas en unceberg.
–¿Y eso qué significa exactamente? – pregunté con una cierta inquietud.
–Lo que aflora a la superficie no esmás que una mínima parte de lo que hay
realmente debajo -me contestó-. No loconfundas con la discreción, aunque aodos los efectos prácticos tengas que
mostrarte discreta. Declaraciones a la
prensa reducidas a su mínima expresión yprocurar pasar lo más inadvertida posibleempezó a acariciar de nuevo la cadena
del reloj-. Inversamente proporcional a tu
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 487/988
nvisibilidad será tu nivel de actividad ode participación, si prefieres.
–¿De participación? – dije en tono de
protesta-. ¿Ésa es tu manera de decirmeque me dedique exclusivamente a mirabajo procurando al mismo tiempo que
mi despacho no llame la atención? –Sí y no. Sí en cuanto al trabajo. Por
o que respecta a tu despacho, me temoque eso no estará en tu mano controlarlo -
Ethridge hizo una pausa, cruzando lasmanos sobre su escritorio-. Conozcobastante bien a Robert Sparacino.
–¿Has tenido tratos con él? – pregunté
–Tuve la desgracia de conocerle en lafacultad de Derecho -contestó.
Le miré con incredulidad. –Universidad de Columbia,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 488/988
promoción del cincuenta y uno -añadióEthridge-. Un joven obeso y arrogante conun defecto de carácter muy grave. Por si
fuera poco, era muy inteligente y hubierapodido ser el primero de la promoción yentrar a trabajar como colaborador en eldespacho del presidente del TribunalSupremo si yo no hubiera forzado lamáquina. – Tras una breve pausa, Ethridgerminó diciendo-: Yo fui a Washington y
disfruté del privilegio de trabajar paraHugo Black. Y Robert se quedó en NuevaYork.
–¿Y crees que te ha perdonado? –
pregunté mientras en mi mente empezaba formarse una nube de sospecha-. Supongoque debió de haber mucha rivalidad entrevosotros. ¿Te ha perdonado alguna vez
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 489/988
que le vencieras en la carrera y fueras elprimero de la promoción?
–Nunca deja de enviarme una postal
de felicitación por Navidad -contestósecamente Ethridge-. A partir de una listade ordenador, con su firma impresa y minombre erróneamente escrito. Lo bastantempersonal como para resultar ofensivo.
Estaba empezando a comprender por qué razón Ethridge quería que todas las
batallas con Sparacino pasaran por eldespacho del fiscal general. –No estarás pensando que la ha
omado conmigo para fastidiarte a ti,
¿verdad? – le pregunté en tono dubitativo –¿Cómo? ¿Que la pérdida del
manuscrito sea un engaño y él lo sepa?¿Que esté armando todo este alboroto en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 490/988
a Mancomunidad para dejarmendirectamente un ojo a la funerala y
causarme quebraderos de cabeza? –
Ethridge esbozó una triste sonrisa-. Nocreo que éste sea su único motivo.
–Pero podría ser un alicienteadicional -dije-. Él sabe que cualquier aleo legal, cualquier litigio relacionado
con mi departamento tendría que pasar por el fiscal general. Lo que tú me estás
diciendo es que se trata de un hombrevengativo.Ethridge juntó las yemas de los dedos
de ambas manos y empezó a tamborilear
entamente con ellas mientras me decíacon la mirada perdida en la distancia:
–Te voy a contar una cosa que merevelaron sobre Robert Sparacino cuando
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 491/988
ambos estudiábamos en la universidad deColumbia. Procede de un hogar roto yvivía con su madre mientras su padre se
dedicaba a ganar un montón de dinero enWall Street. Al parecer, el chico visitabaa su padre en Nueva York varias veces alaño y era un ávido y precoz lector que sesentía profundamente atraído por elmundo literario. Durante una de susvisitas, convenció a su padre de que lo
levara a almorzar al Algonquin un día enque Dorothy Parker y los miembros de suMesa Redonda tenían que reunirse allí.Robert, que no tendría más de nueve o
diez años, lo tenía todo planeado segúnmás tarde les contó a sus amiguetes deColumbia. Se acercaría a DorothyParker,* le tendería la mano y se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 492/988
presentaría diciendo: «Señorita Parker,mucho gusto en conocerla», y todas estascosas que suelen decirse. Pero, cuando se
acercó a la mesa, lo que le dijo fue:«Señorita Parker, mucho gusto encomplacerla». A lo cual Dorothy contestóriéndose como sólo ella sabía hacerlo:«Muchos hombres me han dicho lo mismoaunque ninguno tan joven como tú». Lasrisas que se produjeron mortificaron y
humillaron a Sparacino, el cual jamás lasolvidó.La imagen del pequeño gordinflón
endiendo una sudorosa mano y diciendo
aquella patochada resultaba tan patéticaque ni siquiera me reí. Si un héroe de minfancia me hubiera humillado, yoampoco lo hubiera olvidado jamás.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 493/988
–Te lo cuento -dijo Ethridge- parademostrarte una cosa que a estas alturasya ha sido confirmada con creces, Kay.
Cuando Sparacino contó esta anécdota enColumbia estaba un poco bebido yamargado y prometió que se vengará y leenseñaría a Dorothy Parker y al resto desu refinado y elitista ambiente que de élno se reía nadie. ¿Y qué ha ocurrido? – Ethridge me miró plácidamente-. Pues que
es uno de los abogados más poderosos desector editorial y se codea con loseditores, los agentes y los escritores, loscuales puede que le odien en privado,
pero no consideran prudente incurrir en suenojo. A lo mejor, almuerza habitualmenten el Algonquin e insiste en concertar
odos los contratos cinematográficos y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 494/988
editoriales que allí se forjan mientras ensu fuero interno contempla con una sonrisrelamida el fantasma de Dorothy Parker.
¿Te parece muy descabellado? – preguntóras una pausa.
–No. No hace falta ser un psicólogopara comprenderlo -contesté.
–He aquí lo que quiero sugerirte -dijoEthridge clavando los ojos en los míos-.Deja que yo me encargue de Sparacino.
Quiero que evites cualquier contacto conél en la medida de lo posible. No debessubestimarle, Kay. Aunque creas queapenas le has dicho nada, él lee entre
íneas y es un maestro en hacer deducciones que pueden dar asombrosamente en el blanco. No sé muybien cuáles eran sus relaciones con Beryl
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 495/988
Madison y los Harper ni qué se proponeen realidad. A lo mejor, toda una serie decosas desagradables.
Pero no quiero que averigüe másdetalles sobre estas muertes que los queya conoce.
–Ya conoce muchas cosas -dije-. Elnforme policial sobre Beryl Madison,
por ejemplo. No me preguntes cómo… –Es un personaje muy ingenioso -me
nterrumpió Ethridge-. Te aconsejo quemantengas todos los informes fuera de lacirculación y sólo los envíes adondeengas que hacerlo. Refuerza las medidas
de seguridad, mantén todos los archivosbajo llave. Asegúrate de que tuscolaboradores no faciliten información anadie sobre estos casos a no ser que estés
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 496/988
absolutamente segura de que la personaque llama para solicitarla es realmentequien dice ser. Sparacino utilizará todas
as migajas en su propio beneficio. Paraél es un juego. Muchas personas podríansufrir las consecuencias… tú incluida. Pono hablar de lo que podrá ocurrir con loscasos cuando llegara el momento deluicio. Tras uno de sus típicos revuelos
publicitarios, tendríamos que irnos a la
maldita Antártida. –Puede que él ya se haya adelantado ao que piensas hacer -dije en voz baja.
–¿Al hecho de que yo me convierta en
pararrayos y suba al ring en lugar de dejaque lo haga alguno de mis colaboradores?
Asentí con la cabeza. –Bueno, es posible.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 497/988
Yo estaba segura de no ser la presaque Sparacino perseguía. Él queríacargarse a su antigua pesadilla. Sparacino
no podía atacar directamente al fiscalgeneral. No hubiera podido superar labarrera de los perros guardianes, losayudantes y las secretarias. Por eso mehabía elegido a mí y, por suerte para él,estaba obteniendo el resultado apetecido.La idea de que me utilizaran de semejante
guisa sólo sirvió para intensificar mienojo. De pronto, me vino a la menteMark. ¿Cuál sería su papel en todoaquello?
–Estás disgustada y no te lo reprocho dijo Ethridge-. Y vas a tenerte que tragar u orgullo y tus emociones, Kay. Necesito
u ayuda.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 498/988
Le escuché sin decir nada, pendientede sus palabras.
–Tengo la fundada sospecha de que la
entrada que nos facilitará el acceso alparque de atracciones de Sparacino es esmanuscrito por el que todo el mundomuestra tanto interés. ¿Hay algunaposibilidad de que lo puedas localizar?
Sentí que me ardía la cara. –Eso no ha pasado en ningún momento
por mi despacho, Tom… –Kay -dijo Ethridge con firmeza-, noes eso lo que yo te he preguntado. Haymuchas cosas que nunca pasan por tu
despacho y que, sin embargo, el forenseconsigue averiguar. Existencia demedicamentos, un comentario sobre un
dolor torácico que alguien oyó en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 499/988
determinado momento poco antes de queel sujeto cayera repentinamente muerto,detalles sobre unas intenciones de
suicidio que logras averiguar a través deun familiar. Tú no tienes poder paraobligar a nadie, pero puedes investigar. Ya veces descubres cosas que nadie le diría la policía.
–Yo no quiero ser un simple testigo,Tom.
–Tú eres un testigo experto. Por supuesto que no serás un simple testigo.Sería una lástima -dijo Ethridge.
–La policía suele hacer los
nterrogatorios mejor que yo -añadí-. Noespera que la gente diga la verdad.
–¿Lo esperas tú? – me preguntó elfiscal general.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 500/988
–El amable médico de cabecera sueleesperarlo, espera que la gente le diga laverdad tal y como la percibe. Hace todo
o que puede. Casi ningún médico esperaque el paciente lo engañe.
–Kay, estás generalizando. –No quiero colocarme en la
situación… –Kay, el código dice que el forense
nvestigará la causa y modalidad de las
muertes y pondrá por escrito susresultados. Todo eso es muy vago y teconfiere plenos poderes para investigar.Lo único que en realidad no puedes hacer
es detener a una persona, lo sabes muybien. La policía jamás encontrará estemanuscrito. Tú eres la única persona que
puede encontrarlo. – Ethridge me miró
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 501/988
directamente a la cara.– Es másmportante para ti y para tu reputación que
para ellos.
No podía hacer nada. Ethridge lehabía declarado la guerra a Sparacino yyo había sido reclutada.
–Busca este manuscrito, Kay. – Elfiscal general consultó su reloj.– Teconozco. Si te lo propones, lo encontraráso, por lo menos, descubrirás qué ha sido
de él. Tres personas han muerto. Una deellas es un premio Pulitzer cuyo libro escasualmente uno de mis preferidos.Además, me tendrás informado de
cualquier cosa que surja relacionada conSparacino. Lo intentarás, ¿verdad?
–Sí, señor -contesté-. Por supuestoque lo intentaré.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 502/988
Empecé dando la lata a los científicosEl examen de los documentos es uno
de los pocos procedimientos científicos
que pueden ofrecer respuestas visibles. Ean concreto como el papel y tan tangible
como la tinta. El miércoles a última horade la tarde el jefe de la sección llamadoWill, Marino y yo ya llevábamos variashoras en ello. Lo que estábamosdescubriendo era un claro recordatorio de
que nadie puede decir que un día no caeráen el hábito de la bebida. No sabía muy bien lo que esperaba.
La mejor solución hubiera sido establecer
de buenas a primeras que lo que habíaquemado la señorita Harper en lachimenea era el manuscrito perdido de
Beryl. Entonces hubiéramos llegado a la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 503/988
conclusión de que Beryl lo habíaencomendado a la custodia de su amiga. Yhubiéramos supuesto que la obra contenía
unas indiscreciones que la señoritaHarper había optado por no compartir conel mundo. Y, sobre todo, hubiéramospodido llegar a la conclusión de que elmanuscrito no había desaparecido delescenario del delito.
Sin embargo, la cantidad y el tipo de
papel que estábamos examinando noencajaban con aquellas posibilidades.Quedaban muy pocos fragmentos sinquemar y ninguno de ellos superaba el
amaño de una pequeña moneda, por loque no merecía la pena colocarlo bajo laente con nitro de rayos infrarrojos del
videocomparador. Ningún medio técnico
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 504/988
o ninguna prueba química nos permitiríaexaminar aquellos tenues y blancos buclede ceniza. Eran tan frágiles que no nos
atrevíamos a sacarlos de la caja de cartónen la que Marino los había recogido.Habíamos cerrado la puerta y las ventanadel laboratorio de documentos para queen la estancia no corriera el menor soplode aire. Estábamos entregados a ladesesperante y minuciosa tarea de sujetar
con unas pinzas unas etéreas cenizas enbusca de alguna palabra. De momento,sabíamos que la señorita Harper habíaquemado unas hojas de un papel tela muy
caro en el que figuraban impresos unoscaracteres mecanografiados con cinta decarbón. Estábamos seguros de ello por varias razones. El papel fabricado con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 505/988
pulpa de madera se vuelve de color negrocuando se quema mientras que elfabricado a partir de algodón es
ncreíblemente limpio y sus cenizas sonan finas y blancas como las que habíamo
encontrado en la chimenea de la señoritaHarper. Los pocos fragmentos noquemados que estábamos contemplandocoincidían con esa variedad. Finalmente,el carbón no se quema. El calor había
encogido los caracteres mecanografiadosdejándolos reducidos a algo comparable a letra menuda de imprenta de unos
veinte espacios aproximadamente.
Algunas palabras estaban enteras ydestacaban en la fina película blanca de lceniza. Lo demás estabarremediablemente fragmentado y tan
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 506/988
sucio como los pringosos restos de lospapemos que contenían las galletitaschinas de la fortuna.
–arrib -deletreó Will.Tenía los ojos enrojecidos detrás de
sus anticuadas gafas de montura negra, suuvenil rostro estaba visiblemente
cansado y le costaba un enorme esfuerzoener paciencia.
Añadí la palabra parcial a la lista de
a página de mi cuaderno de apuntes. –Arriba, arribar -añadió con unsuspiro-. No se me ocurre qué otra cosapodría ser.
–Arribista -dije yo pensando en vozalta.
–¿Arribista? – preguntó asombradoMarino con cara de asco-. Y eso, ¿qué
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 507/988
demonios es? –Un trepador social -contesté. –Demasiado esotérico para mí -dijo
Will sin ánimo de hacerse el gracioso. –Probablemente demasiado esotérico
para la mayoría de la gente -reconocí,pensando que ojalá tuviera a mano elfrasco de Advir que guardaba en mi bolsopara poder aliviar el persistente dolor decabeza que yo atribuía al forzamiento de
a vista. –Jesús -exclamó Marino-. Palabras,palabras, palabras. Jamás había vistoantas palabras en mi puñetera vida. La
mitad de ellas no las había oído jamás,cosa, por otra parte, que no lamento enabsoluto.
Se encontraba acomodado en una silla
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 508/988
giratoria, con los pies apoyados en unescritorio, y estaba leyendo laranscripción de los escritos que Will
había descifrado en la cinta sacada de lamáquina de escribir de Cary Harper. Lacinta no era de carbón, lo cual significabaque las páginas que había quemado laseñorita Harper no podían proceder de lamáquina de escribir de su hermano. Alparecer, el novelista estaba trabajando a
rachas en otro esbozo de libro. Buenaparte de lo que Marino estaba examinandono tenía demasiado sentido. Cuando antesyo le había echado un vistazo, me había
preguntado si la inspiración de Harper nohabría sido un frasco de esencias queraras veces se destapaba.
–No sé si esta mierda se podría
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 509/988
vender -comentó Marino.Will había pescado otro fragmento de
frase en medio del revoltijo de hollín y
ahora lo estaba examinandodetenidamente.
–Es que, cuando muere un famosoescritor, siempre sacan cosas -añadióMarino-. En general, son tonterías que elpobre hombre jamás tuvo la menor ntención de publicar.
–Sí. Las podrían llamar Migajas deun banquete literario -musité.
–¿Cómo dice? –No importa. Aquí no hay ni diez
páginas, Marino -dije-. Sería difícil hacerun libro con todo eso.
–Bueno pues, en lugar de hacer unibro, se publica en el Esquive o el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 510/988
layboy. Probablemente valdría susbuenos dólares -dijo Marino.
–Esta palabra indica con toda clarida
el nombre de un lugar o una empresa -dijoWill sin prestar atención a lo que íbamosdiciendo-. «Co» está con inicialmayúscula.
–Interesante -dije-. Muy interesante.Marino se levantó para echar un
vistazo.
–Cuidado, no respiren encima -nosadvirtió Will sosteniendo las pinzas en lamano cual si fueran un bisturí mientrassujetaba con delicadeza el retazo de
blanca ceniza en el que unas letras negrasdecían «bor Co.»
–Colegio, condado, compañía -sugeríyo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 511/988
Me estaba volviendo a circular lasangre y me había despertado de mimodorra.
–Ya, pero, ¿qué significaría «bor» -preguntó Marino.
–¿Ann Arbor? – apuntó Will. –¿Y si fuera un condado de Virginia?
dijo Marino. No pudimos encontrar ningún condado
de Virginia que terminara en «bor».
–Harbor -dije yo. –De acuerdo. Pero, entonces, ¿quésignificaría el «Co» -replicó Will en tonodubitativo.
–Podría ser algo así como «Harbor Company» -dijo Marino.
Busqué en la guía telefónica. Había
cinco empresas cuyos nombres empezaba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 512/988
con Harbor: Harbor East, Harbor South,Harbor Village, Harbor Imports y HarborSquare.
–Me parece que no vamos por buencamino -dijo Marino.
No tuvimos demasiada suerte cuandolamé a Información, preguntando por los
nombres de las empresas del área deWilliamsburg llamadas Harbor tal oHarbor cual. Aparte un complejo de
apartamentos, no había nada. Despuéslamé al investigador Poteat de la policíade Williamsburg, el cual sólo me pudofacilitar el nombre del complejo de
apartamentos que ya conocíamos. –Quizá no merece la pena que
perdamos el tiempo con eso -dijo Marinorritado.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 513/988
Will se había enfrascado de nuevo enel examen de la caja de cenizas.
Marino contempló por encima de mi
hombro la lista de palabras que habíamosencontrado hasta entonces.
Tu, tus, mi, nosotros y bien eran muyfrecuentes. Otras palabras completaspertenecían a la argamasa de laconstrucción gramatical de las frases máscorrientes… y, es, era, eso, este, lo, un,
que y una. Otras palabras eran algo másconcretas, como, por ejemplo, ciudad,
casa, saber, por favor, miedo, trabajo,
creo y echo de menos. En cuanto a las
palabras incompletas, sólo podíamoshacer conjeturas acerca de lo que habránsido en su anterior existencia. Una
derivación de tremendo se utilizaba al
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 514/988
parecer muy a menudo, pues no se nosocurría ninguna palabra que pudieraempezar con tremen o tremend Como es
natural, los matices ni siquiera nospasaban por la imaginación. ¿Habríautilizado la persona el término«tremendo» como en la frase «Eso esremendo»? ¿La habría usado para decir
«Estoy tremendamente disgustado» o «Teecho tremendamente de menos»? ¿O acaso
habría escrito algo tan inocente como «Hasido tremendamente amable de su parte»?Curiosamente, encontramos varios
restos del nombre Sterling y otros tantos
del nombre Cary. –Estoy casi segura de que lo que
quemó fueron cartas personales -dije-. Elipo de papel y las palabras utilizadas me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 515/988
nducen a pensarlo.Will se mostró completamente de
acuerdo con mi opinión.
–¿Recuerda si encontró algún papel dcartas en la casa de Beryl Madison? – lepregunté a Marino.
–Papel de impresora de ordenador ypapel de escribir a máquina. Eso es todo.
ada de este papel tan caro de que ustedhabla -contestó.
–Su impresora utiliza cintas de tinta -nos recordó Will mientras inmovilizabaun fragmento de ceniza con las pinzas yañadía-: Creo que tenemos otra.
Eché un vistazo.Esta vez sólo quedaba «or C».
–Beryl tenía un ordenador y unampresora de la marca Lanier -le dije a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 516/988
Marino-. Creo que no sería mala ideaaveriguar si eso fue lo único que siempreuvo.
–Repasé todas sus facturas -dijoMarino.
–¿De cuántos años? – le pregunté. –Todos los que había. Cinco, seis -
contestó. –¿Siempre tuvo el mismo ordenador? –No -contestó-, pero sí la misma
mpresora, doctora. Una cosa llamada milseiscientos, con margarita. Y siempreutilizaba el mismo tipo de cinta. No tengoni idea de lo que utilizaba antes para
escribir. –Comprendo. –Pues la felicito -dijo Marino en tono
quejumbroso, aplicándose masaje a la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 517/988
nuca-. Yo no comprendo ni torta.
10La Academia Nacional del FBI en
Quantico, Virginia, es un oasis de ladrilloy cristal en medio de una guerra artificialJamás olvidaría mi primer día de estancia
allí años atrás. Me acostaba y meevantaba en medio del rumor de losdisparos de las semiautomáticas, y unaarde en que me equivoqué de camino
durante la prueba de aptitud por elbosque, poco faltó para que meatropellara un tanque.
Era un viernes por la mañana. BentonWesley había organizado una reunión yMarino se animó visiblemente cuandoaparecieron ante nuestros ojos la fuente y
as banderas de la Academia. Tuve que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 518/988
dar dos pasos por cada uno de los que éldaba para no quedarme rezagada mientrasentrábamos en el espacioso y soleado
vestíbulo de un edificio de recienteconstrucción que más parecía un hotel deujo, hasta el punto de que todo el mundoo llamaba el Quantico Hilton. Entregando
su revólver en el mostrador de la entrada,Marino firmó por los dos y nos prendimoos pases de visitante mientras un
recepcionista avisaba a Wesley paraconfirmar nuestro privilegiado derecho deadmisión.
Un laberinto de pasillos de cristal
unen los despachos, las aulas y losaboratorios, y uno puede trasladarse de
un edificio a otro sin necesidad de salir fuera. Por muy a menudo que visitara
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 519/988
aquel lugar, yo siempre me perdía.Marino parecía saber por dónde iba, asíque yo le seguí confiadamente mientras
contemplaba el desfile de los alumnoscodificados según distintos colores. Loscamisas rojas y pantalones caqui eranoficiales de policía. Los camisas grises ypantalones negros de faena remetidos enrelucientes botas eran los nuevos agentesde la DEA, la Drug Enforcement Agency,
encargada de la lucha contra la droga,cuyos veteranos vestían siniestramente denegro. Los nuevos agentes del FBI vestíande azul y caqui mientras que los miembro
del grupo especial de los Equipos deRehenes vestían de un blanco inmaculadoTanto hombres como mujeres ibanmpecablemente aseados y parecían
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 520/988
disfrutar de una extraordinaria buenaforma. Mostraban un comedimientoípicamente militar, tan tangible como el
olor del disolvente para limpiar armas defuego que dejaban a su paso.
Tomamos un ascensor y Marino pulsóun botón marcado con las letras HHHondo Hondo, según el chiste de la
casa). El refugio antiatómico secretomandado construir por Hoover, el antiguo
director del FBI, se encuentra a veintemetros bajo tierra y a mí siempre me haparecido muy acertado que la Academiadecidiera localizar su Unidad de Ciencias
Conductistas más cerca del infierno quedel cielo. Las denominaciones cambian.Según mis últimas noticias, el FBIlamaba ahora a los expertos en diseños
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 521/988
de perfiles Criminal Investigative AgentsAgentes de Investigación Criminal) o
CIA (una sigla destinada a sembrar la
confusión). Pero el trabajo no cambia.Siempre habrá psicópatas, sociópatas,asesinos por placer… o como quiera unolamar a los seres malvados que disfrutan
causando un dolor inimaginable a sussemejantes.
Salimos del ascensor y avanzamos po
un desangelado pasillo hasta llegar a undesangelado despacho exterior.nmediatamente apareció Wesley, el cual
nos acompañó a una pequeña sala de
untas donde Roy Hanowell se hallabasentado junto a una reluciente mesaalargada. El experto en fibras nuncaparecía reconocerme a primera vista de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 522/988
una reunión a otra. Por eso yo siempre mepresentaba cuando me tendía la mano.
–Por supuesto, por supuesto, doctora
Scarpetta. ¿Qué tal está usted? – mepreguntó, tal como solía hacer siempre.
Wesley cerró la puerta y Marino miróa su alrededor, frunciendo el ceño,enfurecido al no ver ningún cenicero.Tendría que utilizar una lata vacía deCoke dietético. Reprimí el impulso de
sacar mi cajetilla. La Academia estaba taexenta de humo de tabaco como unaunidad de cuidados intensivos.
La espalda de la blanca camisa de
Wesley estaba arrugada y sus ojosmostraban una expresión muy cansada ypreocupada cuando empezó a examinar os papeles de una carpeta. Fue
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 523/988
nmediatamente al grano. –¿Alguna novedad sobre Sterling
Harper? – preguntó.
Yo había estudiado los resultados deos exámenes histológicos sin
sorprenderme en exceso y sin que ello mepermitiera establecer la causa de surepentina muerte.
–Padecía leucemia mielocíticacrónica -contesté.
Wesley levantó la vista. –¿Fue la causa de su muerte? –No. En realidad, ni siquiera estoy
segura de que ella lo supiera -dije.
–Interesante -comentó Hanowell-.¿Puede uno estar enfermo de leucemia sinsaberlo?
–El inicio de la leucemia crónica es
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 524/988
nsidioso -expliqué-. Puede que lossíntomas fueran simplemente sudoresnocturnos, cansancio o pérdida de peso.
Por otra parte, es posible que le fueradiagnosticado hace algún tiempo y seencontrara en fase de remisión. No estabasufriendo una crisis. No se registrabannfiltraciones leucémicas progresivas y no
padecía ninguna infección significativa.Hanowell me miró perplejo.
–Pues entonces, ¿por qué se murió? –No lo sé -reconocí. –¿Algún medicamento? – preguntó
Wesley, tomando apuntes.
–En toxicología han iniciado lasegunda fase de análisis -contesté-. Elnforme preliminar indica una
alcoholemia de coma cero tres. Además,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 525/988
se han encontrado rastros dedextromethorphan, un antitusígeno quefigura en la fórmula de numerosos jarabes
que se venden sin receta. En el lugar deos hechos encontramos un frasco de
Robitussin en el lavabo de su cuarto debaño del piso de arriba. Estaba llenohasta más de la mitad de su contenido.
–O sea que eso no pudo ser la causa -musitó Wesley para sus adentros.
–Aunque se hubiera tomado todo elfrasco, no hubiera ocurrido nada -le dije-Reconozco que es un poco desconcertanteañadí.
–¿Me tendrá al corriente?Comuníqueme las novedades que seproduzcan -dijo Wesley, pasando unaspáginas y llegando al segundo tema de su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 526/988
agenda-. Roy examinó las fibras del casode Beryl Madison. Queremos hablar deello. Y después, Pete, Kay… -levantó la
vista para mirarnos-, hay otro asunto quequisiera discutir con ustedes dos.
Wesley no parecía muy contento y yoenía la impresión de que la razón de que
nos hubiera convocado allí tampoco iba aser un motivo de alegría para mí.Hanowell, en cambio, se mostraba tan
mperturbable como siempre. Su cabello,sus cejas y sus ojos eran de color gris.Siempre que yo le veía, me parecía un sermedio adormilado y gris, tan incoloro y
apagado que a veces estaba tentada depreguntarme si tenía presión sanguínea.
–Con una sola excepción -empezódiciendo lacónicamente Hanowell-, las
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 527/988
fibras que me pidieron que examinara,doctora Scarpetta, revelan muy pocassorpresas… en las secciones
ransversales no se observan tintes niformas insólitas. He llegado a laconclusión de que las seis fibras de nailoproceden muy probablemente de seisorígenes distintos, tal como yasuponíamos el experto de Richmond y yo.Cuatro de ellas coinciden con las de los
ejidos utilizados en la fabricación de lasalfombras de automóviles. –Y eso, ¿cómo lo ha averiguado? –
preguntó Marino.
–La tapicería y las alfombras denailon se degradan muy rápidamente por efecto de la luz solar y el calor, tal comousted puede imaginar -dijo Hanowell-. Si
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 528/988
as fibras no se someten a un proceso deinte premetalizado, que les añade
estabilizadores de temperatura y de rayos
ultravioleta, las alfombras de losautomóviles se decoloran o se pudren enun santiamén. Utilizando fluorescencia derayos X he podido detectar residuosmetálicos en cuatro de las fibras denailon. Aunque no puedo asegurar concerteza que el origen de esas fibras sean
unas alfombras de automóvil, digo quecoinciden con éstas. –¿Hay alguna posibilidad de que se
pueda establecer la marca y el modelo? –
preguntó Marino. –Me temo que no -contestó Hanowell
A no ser que se trate de una fibra muynsólita con una modificación patentada,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 529/988
descubrir al fabricante no servirá demucho, sobre todo si los vehículos encuestión se hubieran fabricado en el
Japón. Le voy a dar un ejemplo. Elprecursor de la alfombra de un Toyota sounos aglomerados de plástico que seenvían desde nuestro país al Japón. Allíse transforman en fibras y el hilo se envíade nuevo aquí para la fabricación de lasalfombras. La alfombra se envía al Japón
y allí se coloca en los automóviles quesalen de la cadena de montaje.Sus monótonas explicaciones me
estaban hundiendo cada vez más en la
desesperanza. –También tenemos quebraderos de
cabeza con los automóviles fabricados enos Estados Unidos. La Chrysler
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 530/988
Corporation, por ejemplo, puede obtener un cierto color de sus alfombras a travésde tres proveedores distintos. En pleno
proceso de fabricación de un modelo delaño, la Chrysler puede decidir cambiar dproveedores. Supongamos, teniente, por ejemplo, que usted y yo tenemos sendosLe Barons negros del ochenta y siete conapicería interior de color borgoña. Bueno
pues, los proveedores de la alfombra de
color borgoña del mío pueden ser distintos de los proveedores de la suya.Lo cual quiere decir que lo únicosignificativo en las fibras de nailon que h
examinado es su variedad. Dos podríanproceder de una alfombra doméstica.Cuatro podrían pertenecer a alfombras deautomóvil. Los colores y las secciones
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 531/988
ransversales varían. A todo ello añádaleel hallazgo de la olefina, el Dynel y lasfibras acrílicas y el resultado será un
batiburrillo de lo más curioso. –Está claro -terció Wesley- que el
asesino ejerce una profesión o tiene unaactividad que le pone en contacto conmuchos tipos de alfombras. Y, cuandoasesinó a Beryl Madison, llevaba unaprenda a la que se adherían con facilidad
numerosas fibras.Pudo ser una prenda de lana, pana ofranela, pensé, a pesar de que no se habíaencontrado ninguna fibra de lana o de
algodón teñido que pudiera proceder delasesino.
– ¿Y qué puede decirnos del Dynel? – pregunté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 532/988
–Suele utilizarse en prendas de mujerPelucas, abrigos de piel sintética y cosasasí -contestó Hanowell.
–Sí, pero no exclusivamente -dije yo-Una camisa o unos pantalones fabricadoscon Dynel crean electricidad estáticacomo el poliéster, dando lugar a que sees adhieran toda clase de cosas. Eso
podría explicar por qué llevaba encimaantos vestigios.
–Es posible -dijo Hanowell. –O sea que a lo mejor el tío llevabauna peluca -apuntó Marino-. Sabemos queBeryl le franqueó la entrada, es decir, que
no se sintió amenazada por su presencia.Las mujeres no suelen sentirseamenazadas cuando aparece en su puerta
otra mujer.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 533/988
–¿Un travestí? – dijo Wesley. –Podría ser -contestó Marino-.
Algunos de ellos son unas chicas
preciosas. Es tremendo. Son capaces deengañarme incluso a mí a menos que lesexamine detenidamente la cara.
–Si el atacante hubiera ido disfrazadodije yo-, ¿cómo se explicaría la
presencia de las fibras que llevabaadheridas? Si el origen de las fibras fuera
su lugar de trabajo, está claro que allí nose hubiera presentado disfrazado. –A no ser que trabaje disfrazado en la
calle -dijo Marino-. Y se pase la noche
entrando y saliendo de los automóviles deos clientes o tal vez entrando y saliendo
de habitaciones de motel con suelos
alfombrados.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 534/988
–En tal caso, la elección de la víctimano tendría ningún sentido -comenté yo.
–No, pero la ausencia de líquido
seminal sí la podría tener -replicóMarino-. Los travestis masculinos, losputones, no suelen andar por ahí violandoa las mujeres.
–Tampoco suelen andar por ahíasesinándolas -dije yo.
–He mencionado una excepción -
añadió Hanowell, consultando su reloj-.Se trata de la fibra acrílica de color anaranjado por la que usted sentía tantacuriosidad -dijo clavando sus grises e
mperturbables ojos en mí. –La fibra en forma de trébol de tres
hojas -recordé.
–Sí -dijo Hanowell asintiendo-. La
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 535/988
forma es muy insólita y el propósito,como en todas las trilobuladas, esdisimular la suciedad y dispersar la luz.
El único lugar que yo conozco donde sepodrían encontrar fibras de esta forma sonos Plymouth fabricados a finales de la
década de los setenta… Son fibraspertenecientes a la alfombra de nailon ysu sección transversal tiene la mismaforma de trébol de tres hojas que la
sección transversal de la fibra anaranjadadescubierta en el caso de Beryl Madison. –Pero la fibra anaranjada es acrílica -
e recordé yo-. No es de nailon.
–Muy cierto, doctora Scarpetta -dijoHanowell-. Le estoy facilitando todosestos datos para subrayarle las singularespropiedades de la fibra en cuestión. El
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 536/988
hecho de que sea acrílica y no de nailon yel hecho de que los colores tan vivoscomo el anaranjado casi nunca se usen en
as alfombras de los automóviles nosayuda a descartar numerosos orígenes…ncluyendo los Plymouth fabricados a
finales de la década de los setenta. Ocualquier otro automóvil que se le puedaocurrir.
–¿O sea que usted nunca ha visto nada
semejante a esta fibra anaranjada? – preguntó Marino. –A eso iba -contestó Hanowell en
ono vacilante.
–El año pasado -terció Wesley-recibimos una fibra idéntica a estaanaranjada cuando a Roy le pidieron queexaminara los rastros recuperados en un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 537/988
Boeing 747 secuestrado en Atenas. Estoyseguro de que recordarán el incidente.
Silencio.
Hasta Marino se había quedadomomentáneamente sin habla.
Wesley siguió adelante, mirándonoscon expresión sombría…
–Los secuestradores asesinaron a dossoldados norteamericanos que seencontraban a bordo y arrojaron sus
cuerpos a la pista. Chet Ramsey era unnfante de Marina de veinticuatro años, elprimero en ser arrojado desde el aparato.La fibra anaranjada estaba adherida a la
sangre de su oreja izquierda. –¿Y si la fibra hubiera procedido del
nterior del avión? – pregunté yo. –Parece ser que no -contestó
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 538/988
Hanowell-. La comparé con muestras dea alfombra, de la tapicería de los
asientos, y de las sábanas guardadas en
os compartimentos superiores y noencontré nada igual o que tan siquiera see pareciera. O Ramsey recogió la fibra
en otro lugar, cosa no muy probablepuesto que la fibra estaba adherida asangre reciente, o fue el resultado de unaransferencia pasiva desde uno de los
erroristas a él. La única alternativa quese me ocurre es que la fibra procediera dotro pasajero, pero, en tal caso, estapersona hubiera tenido que tocarle
después de que le causaran la lesión.Según el relato de un testigo presencial deos hechos, ninguno de los demás
pasajeros se le acercó. Ramsey fue
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 539/988
conducido a la parte anterior del aparato,ejos de los restantes pasajeros, y
golpeado; después le pegaron un tiro,
envolvieron su cuerpo en una de lasmantas del avión y lo arrojaron a la pista.Por cierto, la manta era de color tostado.
Marino fue el primero que lo dijo ysin el menor tinte humorístico, por cierto:
–¿Le importa explicar qué coño tieneque ver un secuestro en Grecia con el
asesinato de dos escritores en Virginia? –La fibra establece una relación entrepor lo menos dos de los incidentes -contestó Hanowell-. El secuestro y la
muerte de Beryl Madison. Eso nosignifica que ambos delitos esténrelacionados, teniente, pero esta fibraanaranjada es tan insólita que conviene
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 540/988
ener en cuenta la posibilidad de queexista algún común denominador entre loque ocurrió en Atenas y lo que ahora está
ocurriendo aquí.Era una certeza más que una
posibilidad. Había un comúndenominador. Persona, lugar u objeto,pensé. Tenía que ser una de las tres cosasLos detalles estaban surgiendo muydespacio en mi mente.
–No pudieron interrogar a loserroristas -dije-. Dos de ellos acabaronmuertos. Otros dos consiguieron escapar no han sido atrapados.
Wesley asintió con la cabeza. –¿Estamos seguros de que eran
erroristas, Benton? – pregunté. –Jamás conseguimos relacionarlos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 541/988
con ningún grupo terrorista -contestóWesley tras una pausa-. Pero se suponeque pretendían montar un número
antinorteamericano. El aparato eranorteamericano, al igual que un tercio delpasaje.
–¿Qué prendas vestían lossecuestradores? – pregunté.
–Ropa de paisano. Pantalón, camisacon el cuello desabrochado, nada fuera de
o corriente -contestó Wesley. –¿Y no se encontró ninguna fibraanaranjada en los cuerpos de los dossecuestradores muertos? – inquirí.
–No lo sabemos -contestó Hanowell-Los abatieron a tiros en la pista y nosotrono actuamos con la suficiente rapidezcomo para reclamar los cuerpos y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 542/988
rasladarlos aquí para su examen junto coos de los dos soldados norteamericanos
asesinados. Por desgracia, el informe
sobre la fibra anaranjada lo recibí de laautoridades griegas. Yo no examiné ni laropa ni los vestigios de lossecuestradores. Es evidente que pudieronpasarse por alto muchos detalles. Pero,aunque se hubieran recuperado una o dosfibras en el cuerpo de uno de los
secuestradores, eso no nos hubierandicado necesariamente el origen. –Pero bueno, ¿qué me está usted
diciendo? – preguntó Marino-. ¿Debo
suponer que estamos buscando a unsecuestrador fugado que ahora se dedica amatar a gente en Virginia?
–No podemos excluir por completo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 543/988
esta posibilidad, Pete -dijo Wesley-. Por estrambótica que pueda parecer.
–Los cuatro hombres que secuestraron
aquel avión jamás se han asociado conningún grupo -recordé yo-. Y no sabemosrealmente cuál era su verdadero propósitoni quiénes eran, sólo sabemos que dos deellos eran libaneses, si la memoria no mefalla, y que los otros dos que huyeronposiblemente fueran griegos. Creo que se
hicieron en aquel momento algunasconjeturas sobre la posibilidad de que elverdadero objetivo fuera un embajador norteamericano que estaba de vacaciones
y que hubiera tenido que tomar aquelvuelo junto con su familia.
–Cierto -dijo Wesley un tantonquieto-. La embajada norteamericana en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 544/988
París había sufrido un atentado con unabomba varios días antes, lo cual dio lugara que los planes de viaje del embajador
se modificaran en secreto aunque no asías reservas. – Su mirada pareció
perderse en la distancia mientras se dabaunos golpecitos con una pluma en elnudillo de su pulgar izquierdo.– No hemoexcluido la posibilidad de que lossecuestradores fueran un escuadrón de
ataque, unos pistoleros profesionalescontratados por alguien. –Muy bien, muy bien -dijo Marino co
mpaciencia-. Y nadie ha excluido
ampoco la posibilidad de que BerylMadison y Cary Harper fueran asesinadospor un pistolero profesional. De hecho,os delitos se escenificaron de tal forma
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 545/988
que parecieran la obra de un chiflado. –Creo que un punto de partida podrá
ser intentar averiguar algo más sobre esta
fibra anaranjada y su posible origen.Fue entonces cuando yo me atreví a
decirlo: –Y tal vez alguien debería examinar
con un poco más de detenimiento aSparacino y asegurarse de que no tuvoninguna relación con el embajador que
quizá era el verdadero objetivo delsecuestro.Wesley no contestó.Marino experimentó el impulso de
cortarse la uña de un pulgar con uncortaplumas.
Hanowell miró a su alrededor y,cuando le pareció que ya no teníamos más
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 546/988
preguntas para él, se excusó y se retiró.Marino encendió otro cigarrillo.
–Si quieren que les dé mi opinión -
dijo, exhalando una nube de humo-, eso seestá convirtiendo en un malditogalimatías. Quiero decir que no tiene nipies ni cabeza. ¿Por qué contratar a unasesino a sueldo internacional paraiquidar a una escritora de novelas
románticas y a un escritor en decadencia
que lleva años sin publicar nada? –No lo sé -contestó Wesley-. Tododepende de la clase de conexiones quehubiera. Depende de un montón de cosas,
Pete. Como todo. Lo único que podemoshacer es seguir las pruebas lo mejor quepodamos. Y eso me lleva al segundo temade la agenda. Jeb Price.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 547/988
–Ya está en la calle -dijoautomáticamente Marino.
Le miré sin poderlo creer.
–¿Desde cuándo? – preguntó Wesley. –Desde ayer -contestó Marino-.
Depositó la fianza. Cincuenta de losgrandes para ser más exactos.
–Entonces, ¿le importa explicarmecómo lo consiguió? – pregunté, indignadaante el hecho de que Marino no me lo
hubiera dicho antes. –No me importa en absoluto, doctora.Yo sabía que había tres maneras de
depositar una fianza. La primera por
medio de un aval personal, la segunda pomedio de una entrega en efectivo o enbienes y la tercera a través de un fiador
que facilitaba la suma con un diez por
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 548/988
ciento de recargo y exigía la firma de unercero como garantía de que no se
quedará sin nada si el acusado decidiera
argarse. Jeb Price, dijo Marino, habíaoptado por la tercera posibilidad.
–Quiero saber cómo lo consiguió -dije, sacando mi cajetilla de cigarrillos yacercándome a la lata de Coke para podecompartirla con Marino.
–Sólo conozco una manera. Llamó a
su abogado, el cual abrió una cuentabancaria a su nombre y envió una libretade depósito a Lucky -contestó Marino.
–¿Lucky? – pregunté.
–Sí. La Compañía de Finanzas Luckyde la calle Diecisiete, oportunamenteubicada a una manzana de la cárcel de laciudad -contestó Marino-. La tienda de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 549/988
empeños que ha montado Charlie Luck para los presos. Conocida también como«El precio de la libertad». Charlie y yo
nos conocemos desde hace mucho tiempopegamos la hebra a menudo, nos contamochistes y cosas así. A veces, larga un pocy otras se cierra en banda. Por desgracia,esta vez ha ocurrido esto último y no hepodido sacarle el nombre del abogado dePrice, aunque sospecho que no debe de
ser de aquí. –Está claro que Price tiene muybuenas conexiones -dije.
–Está claro -convino Wesley con
expresión ceñuda. –¿Y no ha hablado? – pregunté. –Tiene derecho a guardar silencio y
vaya si lo ha ejercido -contestó Marino.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 550/988
–¿Qué se ha averiguado sobre suarsenal? – preguntó Wesley, tomandoapuntes-. ¿Se han hecho comprobaciones
en el registro? –Todo está registrado a su nombre -
contestó Marino- y tiene licencia paralevar un arma oculta concedida hace seis
años por un juez medio lelo del norte deVirginia que ya está jubilado y se harasladado a vivir al sur. Según los datos
ncluidos en el registro del juzgado a losque he tenido acceso, Price era soltero y,en el momento en que le fue concedida laicencia, trabajaba en una empresa de
compraventa de oro y plata llamadaFinklestein's, en el distrito de Columbia.¿Y a que no saben una cosa? Finklestein's
ya no existe.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 551/988
–¿Y qué dice su historial comoconductor? – inquirió Wesley sin dejar deescribir.
–No tiene multas. Tiene un BMW delochenta y nueve a su nombre, vive en unapartamento del distrito de Columbiacerca de Dupont Circle, adonde se mudóel invierno pasado. En el contrato dealquiler que me han mostrado en la oficindel administrador consta que trabaja por
cuenta propia. Tengo que ir a Haciendapara que me muestren los datos de susdeclaraciones de renta correspondientes aos últimos cinco años.
–¿Y si fuera un investigador privado?dije yo.
–En el distrito de Columbia, no -
contestó Marino.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 552/988
Wesley levantó la vista y me dijo: –Alguien le contrató. Aún no sabemos
con qué propósito. Es evidente que
fracasó en su misión. Quienquiera queesté detrás de todo ello podría volver antentarlo. No quisiera que se tropezara
usted con el próximo, Kay. –¿Sería una perogrullada decir que yo
ampoco? –Lo que quiero decirle -añadió
Wesley en tono de progenitor que no seanda con pamplinas- es que debe ustedevitar colocarse en situaciones en las quepueda ser vulnerable. Por ejemplo, no me
parece muy buena idea que esté usted ensu despacho cuando no hay nadie más enel edificio. Y no me refiero
exclusivamente a los fines de semana. Si
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 553/988
usted trabaja hasta las seis o las siete dea tarde cuando todo el mundo ya se hado a casa, no conviene que se dirija a un
parking a oscuras para recoger suautomóvil. ¿No podría marcharse a lascinco, cuando hay muchos ojos y oídos asu alrededor?
–Lo tendré en cuenta -dije. –En caso de que tenga que marcharse
más tarde, Kay, avise al guarda de
seguridad y dígale que la acompañe hastasu automóvil -añadió Wesley. –Qué demonios, llámeme a mí si
quiere -se ofreció amablemente Marino-.
Tiene usted el número de mibuscapersonas. Si yo no estoy disponibledígale al operador de comunicaciones quee envíe un vehículo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 554/988
«Muy bien», pensé. «Y, a lo mejor,con un poco de suerte, volveré a casa aas doce de la noche».
–Tenga muchísimo cuidado -dijoWesley, mirándome con dureza-. Dejandoaparte las teorías, dos personas han sidoasesinadas. El asesino todavía andasuelto. La naturaleza de las víctimas y losmóviles son lo suficientemente extrañoscomo para que cualquier cosa se
considere posible.Sus palabras afloraron varias veces emi mente mientras regresaba a casa.Cuando cualquier cosa es posible, nada e
mposible. Uno más uno no es igual a tres¿O sí? La muerte de Sterling Harper noparecía pertenecer a la misma ecuación
que las muertes de su hermano y de Beryl
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 555/988
pero, ¿y si también perteneciera a ella? –Me dijo usted que la señorita Harper
no estaba en la ciudad la noche en que
asesinaron a Beryl -le dije a Marino-. ¿Haveriguado algo más a este respecto?
–No. –Dondequiera que fuera, ¿cree que
utilizó un automóvil? –No. Los Harper sólo tenían el Rolls
blanco y la noche en que asesinaron a
Beryl lo usó el hermano. –¿Lo sabe usted con certeza? –He hecho indagaciones en la
Culpeper's Tavern -contestó Marino-.
Harper se presentó aquella tarde a la horade costumbre. Llegó en su automóvil,como hacía siempre, y se fue sobre lasseis y media.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 556/988
A la luz de los recientesacontecimientos, dudo que alguien seextrañara lo más mínimo cuando, en el
ranscurso de la reunión con mi equipo decolaboradores el lunes por la mañana,anuncié que había decidido tomarme misvacaciones anuales.
Todo el mundo imaginó que miencuentro con Jeb Price me habíaprovocado tal tensión que necesitaba
alejarme y hundir la cabeza en la arenadurante algún tiempo para recuperar lacalma. No le dije a nadie adónde ibaporque no lo sabía. Me limité a
marcharme, dejando a mi espalda unescritorio atestado de papeles y a unasecretaria que lanzó en secreto un suspiro
de alivio.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 557/988
Regresé a casa y me pasé toda lamañana al teléfono, llamando a todas lasíneas aéreas que prestaban servicio en el
aeropuerto Byrd de Richmond, el máscómodo para Sterling Harper.
–Sí, ya sé que hay una penalización deun veinte por ciento -le dije al agente dereservas de la USAir-. Usted no me haentendido. No pretendo cambiar el billeteEso ocurrió hace varias semanas. Lo que
yo quiero saber es si ella usó este vuelo. –¿El billete no era para usted? –No -contesté por tercera vez-. Estab
a su nombre.
–En tal caso, es ella la que tiene queponerse en contacto con nosotros.
–Sterling Harper ha muerto -dije-. No
puede ponerse en contacto con ustedes.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 558/988
Una pausa de sorpresa. –Murió repentinamente en torno a la
fecha en que hubiera tenido que efectuar
un viaje -expliqué-. Si fuera usted tanamable de comprobarlo en elordenador…
La cosa se repitió hasta el extremo deque yo hubiera podido pronunciar lasmismas frases sin pensar. En USAir noenían nada y los ordenadores de Delta,
United, American e Eastern tampocoencontraron nada. De los datos queobraban en poder de los agentes, sededucía que la señorita Harper no había
omado ningún vuelo desde Richmonddurante la última semana de octubre enque Beryl Madison había sido asesinada.
La señorita Harper tampoco había
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 559/988
utilizado un automóvil. Yo dudaba de quehubiera tomado un autobús. Quedaba elren.
Un agente del Amtrak llamado Johnme dijo que tenía el ordenador estropeadoy me preguntó si me podía llamar él.Colgué el teléfono al oír que llamaban aa puerta.
Aún no era mediodía. La mañana eraan dulce y suave como una manzana
otoñal. La luz del sol pintaba unosblancos rectángulos en mi salón yparpadeaba en el parabrisas de undesconocido sedán Mazda de color
plateado estacionado en mi calzadaparticular. El pálido y rubio joven que yoobservé a través de la mirilla permanecíade pie con la cabeza inclinada y el cuello
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 560/988
de una chaqueta de cuero subido hasta lasorejas. El Ruger me pesaba en la mano,por lo que me lo guardé en el bolsillo de
a chaqueta mientras descorría el pestillode seguridad. No le reconocí hasta que levi cara a cara.
–¿Doctora Scarpetta? – preguntónerviosamente.
No hice ademán de franquearle elpaso. Mantuve la mano derecha en el
bolsillo, sujetando fuertemente la culatadel revólver. –Le ruego que me perdone por
presentarme de esta manera en su casa -
dijo-. Llamé a su despacho y me dijeronque se había ido de vacaciones. Encontrésu número en la guía, pero el teléfonocomunicaba constantemente. Deduje que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 561/988
estaba en casa y, la verdad, tenía quehablar con usted. ¿Me permite pasar?
Parecía más inofensivo en persona
que en la cinta de vídeo que Marino mehabía mostrado.
–¿De qué se trata? – pregunté confirmeza.
–De Beryl Madison, quiero hablarlede ella -contestó-. Ah, bueno, me llamoAlt Hunt. No la entretendré mucho rato, se
o prometo.Me aparté a un lado para que entrara.Su rostro palideció como el alabastrocuando se sentó en el sofá de mi salón y
clavó fugazmente los ojos en la culata delrevólver que asomó por mi bolsillo en elmomento de sentarme en un sillón orejeroa una distancia prudencial.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 562/988
–¿Va usted armada? – preguntó. –Sí -contesté. –No me gustan las armas.
–No son muy agradables -convine. –No, señora -dijo-. Mi padre me llevó
a la caza del venado una vez. Cuando erapequeño. Alcanzó a una cierva. Lloraba.La cierva lloraba tumbada de lado,loraba. Yo jamás podría pegarle un tiro a
nada.
–¿Conocía usted a Beryl Madison? – e pregunté. –La policía… la policía me ha
hablado de ella -contestó tartamudeando-
Un teniente. Marino, el teniente Marino.Se presentó en el túnel de lavado decoches donde yo trabajo, habló conmigo y
después me pidió que lo acompañara a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 563/988
efatura. Estuvimos hablando mucho rato.Ella solía llevar su automóvil a nuestroestablecimiento. Así la conocí.
Mientras el chico hablaba, no pudeevitar preguntarme qué colores debía«irradiar» yo. ¿Azul acero? ¿Algo de rojoporque estaba alarmada y procurabadisimularlo? Estuve tentada de ordenarleque se largara. Consideré la posibilidadde llamar a la policía. No podía creer que
estuviera sentado en mi casa y puede quesu audacia por una parte y mi perplejidadpor la otra me impidieran tomar unadeterminación -Señor Hunt… -le
nterrumpí. –Por favor, llámeme Al. –Muy bien pues, Al -dije.– ¿Por qué
quería usted verme? Si tiene alguna
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 564/988
nformación, ¿por qué no habla con eleniente Marino?
El rubor le subió a las mejillas
mientras se miraba tímidamente lasmanos.
–Lo que tengo que decir no se incluyeen la categoría de información policial -contestó-. Pensé que usted locomprendería.
–¿Y por qué lo pensó? Usted no me
conoce -dije. –Usted se encargó del caso de Beryl.Por regla general, las mujeres son másntuitivas y compasivas que los hombres -
contestó.Puede que la cosa fuera así de
sencilla. Puede que Hunt hubiera acudidoa mí porque creía que yo no le humillaría
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 565/988
Me miró con una expresión dolida ydesconsolada lindando casi con el pánico
–¿Alguna vez ha sabido usted una cos
con toda certeza aunque no existieraninguna prueba que pudiera confirmar sucreencia, doctora Scarpetta?
–Yo no soy adivina, si es lo que mepregunta -repliqué.
–Habla como una científica. –Es que soy una científica.
–Pero ha tenido esta sensación -nsistió, mirándome con desesperación-.Usted sabe muy bien a qué me refiero,¿verdad?
–Sí -contesté-. Sé a qué se refiere, AlMe pareció que lanzaba un suspiro de
alivio. Después respiró hondo y añadió:
–Yo sé cosas, doctora Scarpetta. Sé
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 566/988
quién asesinó a Beryl. No reaccioné en absoluto. –Le conozco, sé lo que piensa y siente
y por qué lo hizo -dijo sin la menor emoción en la voz-. Si se lo digo, tieneque prometerme que tratará lo que yo lediga con sumo cuidado, lo analizará muyen serio y no… bueno, no quiero quecorra a comunicárselo a la policía. Ellosno lo comprenderían. Usted lo entiende,
¿verdad? –Analizaré con mucho cuidado lo queusted me diga -contesté.
Se inclinó hacia adelante y se
encendió un fulgor en los ojos de aquelpálido rostro de figura de El Greco.Acerqué instintivamente la mano derechaal bolsillo. Noté la pieza de goma de la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 567/988
culata del revólver contra la palma de mimano.
–La policía no lo comprende -dijo el
oven-. No es capaz de comprenderme. Elmotivo de que dejara la psicología, por ejemplo. Eso la policía no lo entiende.Tengo el título, ¿sabe? ¿Y qué? Trabajécomo enfermero y ahora trabajo en unúnel de lavado de automóviles. Usted no
cree que la policía lo pueda comprender,
¿verdad? No dije nada. –Cuando era pequeño, soñaba con ser
psicólogo o asistente social, tal vez
ncluso psiquiatra -añadió-. Me parecía lomás natural. Era lo que hubiera tenido queser, mis inclinaciones me llevaban por este camino.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 568/988
–Pero no lo es -dije-. ¿Por qué? –Porque me hubiera destruido -
contestó, apartando los ojos-. No puedo
controlar lo que me ocurre. Me identificoanto con los problemas e idiosincrasias
de los demás que la persona que hay en mse pierde y se ahoga. No me di cuenta deo dramático que es eso hasta que trabajé
algún tiempo en una unidad penitenciaria.De delincuentes con deficiencias
mentales. Formaba parte de minvestigación con vistas a la tesis. – Eloven se estaba alterando por momentos.–
Jamás lo olvidaré. Frankie. Frankie era un
esquizofrénico paranoico. Golpeó a sumadre con un tronco hasta matarla. Hiceamistad con Frankie. Conseguí con mucho
iento que me relatara su vida hasta llegar
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 569/988
a aquella tarde de invierno.»-Frankie, Frankie -le dije-, ¿qué fue
o que ocurrió? ¿Qué fue lo que pulsó ese
botón? ¿Recuerdas lo que pasó por tumente y por tus nervios?
»Dijo que estaba sentado comosiempre en su sillón delante de lachimenea contemplando las llamas cuando"ellos" empezaron a hablarle en susurros.Unos tremendos comentarios burlones.
Entró su madre y le miró como siempre,pero esa vez él lo vio en sus ojos. Lasvoces gritaban tanto que ni siquiera lepermitían pensar. De pronto, se vio todo
mojado y pegajoso y observó que sumadre ya ni siquiera tenía cara. Se detuvocuando las voces se callaron. Me pasémuchas noches sin poder dormir. Cada
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 570/988
vez que cerraba los ojos, veía a Frankielorando y cubierto con la sangre de su
madre. Yo le comprendía. Comprendía lo
que había hecho. Siempre que hablaba coalguien, siempre que me contaban algo,me ocurría lo mismo.
Permanecí sentada sin moverme,aparté a un lado mis poderes demaginación y me revestí con los ropajes
de la científica y de la médica.
–¿Ha experimentado usted alguna vezel impulso de matar a alguien, Al? – lepregunté.
–Todo el mundo lo ha experimentado
en determinado momento -contestó,mirándome a los ojos.
–¿Todo el mundo? ¿De veras lo creeusted así?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 571/988
–Sí. Todas las personas tienen esacapacidad. Absolutamente todas.
–¿A quién ha sentido usted deseos de
matar? – pregunté. –No tengo ningún arma de fuego ni
ninguna otra cosa… digamos peligrosa -contestó-. Porque no quiero ceder jamás aun impulso. En cuanto te imaginas a timismo haciendo una cosa, en cuantoestableces una relación con el mecanismo
que se oculta detrás de una acción, seentreabre la puerta y puede ocurrir.Prácticamente todos los acontecimientoshorripilantes que ocurren en este mundo
se concibieron primero en la mente. Nosomos ni buenos ni malos -añadió conrémula voz-. Incluso las personas
catalogadas como locas tienen sus razone
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 572/988
para hacer lo que hacen. –¿Cuál fue la razón que se ocultaba
detrás de lo que le ocurrió a Beryl? –
pregunté.Mis pensamientos eran precisos y
habían sido claramente expresados y, sinembargo, experimenté un mareo por dentro mientras trataba de bloquear lasmágenes: las negras manchas de las
paredes, las cuchilladas que se
concentraban en la zona del pecho, losibros cuidadosamente ordenados en losestantes de la biblioteca a la espera deque alguien los leyera.
–La persona que lo hizo la queríamucho -dijo.
–Fue una manera un tanto brutal dedemostrárselo, ¿no le parece?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 573/988
–El amor puede ser brutal. –¿Usted la amaba? –Nos parecíamos mucho.
–¿En qué sentido? –No estábamos sincronizados con el
mundo que nos rodeaba -contestó Al,estudiándose de nuevo las manos-.
Solos, sensibles e incomprendidos. Yeso hacía que Beryl pareciera una persondistante, muy recelosa e inaccesible. No
sé nada de ella… quiero decir que nadieme ha contado jamás nada sobre ella.Pero yo intuía el ser que se ocultaba en sunterior. Intuía que sabía quién era y lo
que valía. Pero estaba furiosa por elprecio que tenía que pagar a cambio delhecho de ser distinta. Estaba herida. No s
por qué. Algo le había hecho daño. Eso
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 574/988
me inducía a desear cuidar de ella. Queríayudarla porque sabía que lacomprendería.
–¿Y por qué no la ayudó? – pregunté. –Las circunstancias no eran idóneas.
Tal vez si la hubiera conocido en otrougar… -contestó.
–Hábleme de la persona que le hizoeso, Al -dije-. ¿Cree usted que él lahubiera podido ayudar si las
circunstancias hubieran sido idóneas? –No. –¿No? –Las circunstancias jamás hubieran
sido idóneas porque él es un inepto y losabe -contestó Hunt.
Su repentina transformación medesconcertó. Ahora era un psicólogo. Su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 575/988
voz sonaba más tranquila. Estaba tratandode concentrarse y mantenía las manosfuertemente entrelazadas sobre las
rodillas. –Él tiene muy mala opinión de sí
mismo -estaba diciendo- y no puedeexpresar sus sentimientos de una maneraconstructiva. La atracción se convierte enobsesión y el amor se convierte en algopatológico. Cuando ama, tiene que poseer
porque se siente inseguro e indigno y sesiente fácilmente amenazado. Cuando suamor secreto no es correspondido, seobsesiona cada vez más. Y eso limita su
capacidad de reacción y de actuación. Escomo Frankie cuando oía las voces. Algoe empuja sin que él pueda evitarlo.
Pierde el control.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 576/988
–¿Es inteligente? – pregunté. –Bastante. –¿Qué nivel de instrucción tiene?
–Sus problemas son tan graves que nopuede actuar en la medida en que supreparación intelectural le permitiríahacerlo.
–¿Por qué ella? – pregunté-. ¿Por quéeligió a Beryl Madison?
–Tiene la libertad y la fama de que él
carece -contestó Hunt con los ojosempañados-. Cree que se siente atraídopor ella, pero hay algo más. Quiereposeer las cualidades de las que él
carece. Quiere poseerla en el sentido deque quiere ser ella.
–Entonces, ¿me está usted diciendo
que conocía a Beryl como escritora? –
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 577/988
pregunté. –Pocas cosas se le escapan. De la
manera que fuese, descubrió que ella era
escritora. Sabía tantas cosas sobre ellaque, en cuanto hubiera comenzado ahablar con él, Beryl se hubiera sentidoerriblemente mancillada y profundamente
asustada. –Hábleme de aquella noche -dije-.
¿Qué ocurrió la noche en que ella murió,
Al? –Yo sólo sé lo que he leído en losperiódicos.
–¿Y qué ha deducido a través de lo
que han publicado los periódicos? – pregunté.
–Ella estaba en casa -contestó con lamirada perdida en el espacio-. Y ya era
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 578/988
bastante tarde cuando él se presentó en supuerta. Lo más probable es que ella lefranqueara la entrada. En determinado
momento poco antes de la medianoche élabandonó la casa y la alarma se disparó.La mataron a puñaladas. Se insinuó quehabía sido una agresión de tipo sexual.Eso es todo lo que leí.
–¿Tiene usted alguna teoría sobre loque pudo ocurrir? – pregunté en un
susurro-. ¿Alguna conjetura que vaya másallá de lo que ha leído?Al se inclinó hacia adelante en su
asiento y su actitud volvió a experimentar
un cambio espectacular. Se le llenaron loojos de emoción y le empezaron a temblaos labios.
–Veo escenas en mi mente -dijo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 579/988
–¿Como cuáles? –Cosas que no quisiera decirle a la
policía.
–Yo no soy la policía -dije. –Ellos no lo comprenderían -añadió-.
Son cosas que veo y siento sin tener ningún motivo para saberlas. Es como lode Frankie. – Parpadeó para reprimir laságrimas.– Como lo de los otros. Yo veía
y comprendía lo que había ocurrido
aunque no siempre me facilitaran todosos detalles. Sin embargo, los detalles nosiempre son necesarios. En la mayoría deos casos no se conocen. Y usted sabe por
qué, ¿verdad? –No estoy segura… –¡Porque los Frankies de este mundo
ampoco conocen los detalles! Es como u
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 580/988
grave accidente que uno no puederecordar. La conciencia se recupera comosi uno despertara de una pesadilla y
contemplara los destrozos. La madre quese ha quedado sin cara. O una Berylmuerta y ensangrentada. Los Frankies sedespiertan cuando echan a correr ocuando un agente de policía a quien norecuerdan haber llamado se presenta en lacasa.
–¿Me está usted diciendo que elasesino de Beryl no recuerda exactamenteo que hizo? – pregunté cautelosamente.
El joven asintió con la cabeza.
–¿Está usted seguro? –El más experto psiquiatra se podría
pasar un millón de años interrogándole yamás conseguiría obtener un relato
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 581/988
preciso de lo que ocurrió -contestó Hunt-La verdad jamás se sabrá. Tiene querecrearse y, en cierta medida, deducirse.
–Que es lo que usted ha hecho.Recrear y deducir -dije.
Respiraba afanosamente y le temblabael húmedo labio inferior…
–¿Quiere que le diga lo que veo? –Sí -contesté. –Había transcurrido mucho tiempo
desde su primer contacto con ella. Peroella no había reparado en él como personaunque quizá le hubiera visto alguna vezen alguna parte… le había visto sin tener
ni idea. La frustración y la obsesión lolevaron hasta su puerta. Algo se disparó
en su interior y le hizo experimentar laapremiante necesidad de enfrentarse a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 582/988
ella. –¿Qué fue? – pregunté-. ¿Qué es lo
que se disparó?
–No lo sé. –¿Qué sintió cuando decidió ir a
verla? –Rabia -contestó Hunt, cerrando los
ojos-. Rabia porque no conseguía que lascosas le salieran como él quería.
–¿Rabia porque no podía mantener
una relación con Beryl? – pregunté.Con los ojos todavía cerrados, Huntsacudió lentamente la cabeza de uno aotro lado y contestó:
–No. Puede que pareciera eso aprimera vista. Pero la raíz era mucho másprofunda. Rabia porque nada salió comoél quería al principio.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 583/988
–¿Cuando era pequeño? – pregunté. –Sí. –¿Sufrió malos tratos?
–Emocionalmente, sí -contestó Hunt. –¿Por parte de quién?Sin abrir los ojos, Hunt contestó:
–De su madre. Al matar a Beryl, matóa su madre.
–¿Estudia usted libros de psiquiatríaforense, Al? ¿Lee cosas de este tipo? –
pregunté.Abrió los ojos como si no hubieraoído mi pregunta.
–Tiene usted que comprender la
cantidad de veces que había imaginadoaquel momento -añadió con vehemencia-.
o fue una cosa impulsiva en el sentido
de que corrió a la casa de Beryl sin
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 584/988
premeditación. La elección del momentopuede que obedeciera a un impulso, peroel método había sido planeado
meticulosamente hasta el mínimo detalle.De ninguna manera podía permitirsecorrer el riesgo de que ella se alarmara ye negara la entrada en su casa. En tal
caso, ella hubiera llamado a la policía yhubiera facilitado una descripción.Aunque no lo hubieran atrapado, le
hubieran arrancado la máscara y ya jamáshubiera podido acercarse a ella. Habíaurdido un plan que no podía fallar y queno despertaría ningún recelo en Beryl.
Cuando se presentó aquella noche en supuerta, inspiraba confianza. Y ella lefranqueó la entrada.
Yo veía mentalmente al hombre en el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 585/988
vestíbulo de Beryl, pero no podía ver surostro ni el color de su cabello, sólo unaborrosa figura y el brillo de la larga hoja
de acero mientras entraba con el arma queposteriormente utilizaría para matarla.
–Aquí es cuando la cosa empezó aorcerse -prosiguió diciendo Hunt-. No
recuerda lo que ocurrió a continuación. Epánico y el terror de Beryl no sonagradables para él. No había pensado
demasiado en aquella parte del ritual.Cuando ella corrió y trató de huir y él vioel pánico reflejado en sus ojos,comprendió plenamente que ella le
rechazaba. Se dio cuenta de que estabahaciendo una cosa horrible, y el desprecioque sentía por sí mismo lo tradujo endesprecio hacia ella. Cólera.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 586/988
Rápidamente perdió el control que ejercíasobre ella mientras él quedaba reducido ao más bajo que se puede llegar. Un
asesino. Un destructor. Un insensatosalvaje que desgarraba, cortaba e infligíadolor. Los gritos y la sangre de Berylfueron horribles para él. Cuanto más heríay desfiguraba aquel templo que él habíaadorado durante tanto tiempo, tanto menopodía soportar la contemplación de lo que
estaba haciendo. – Me miró, pero yo no vnada en sus ojos. En su rostro no sereflejaba la menor emoción cuando mepreguntó-: ¿Entiende todo esto que le
estoy contando, doctora Scarpetta? –Le escucho -me limité a responder. –Él está en todos nosotros -dijo. –¿Siente remordimiento, Al?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 587/988
–Está por encima de eso -contestó-.o creo que se sienta a gusto con lo que
hizo o que tan siquiera se dé cuenta de lo
que hizo. Le quedaron unos sentimientosconfusos. En su mente, no quería dejarlamorir. Se hace preguntas sobre ello,rememora sus contactos con ella y en susfantasías cree que su relación con ella fuea más profunda que puede haber, puesto
que ella pensó en él cuando exhaló el
último suspiro y ésta es la máximantimidad que puede darse con otro ser humano. Sueña que ella sigue pensando enél más allá de la muerte. Pero la parte
racional de su personalidad se sientensatisfecha y frustrada. Nadie puede
pertenecer por completo a otra persona y
eso es lo que ahora está empezando a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 588/988
descubrir. –¿Qué quiere usted decir? – pregunté. –Su acto no podía producir de ninguna
manera el efecto deseado -contestó Hunt-o está seguro de la intimidad… de la
misma manera que nunca estuvo seguro dea intimidad con su madre. Otra vez la
desconfianza. Y, además, ahora hay otraspersonas que tienen una razón másustificada que él para mantener una
relación con Beryl. –¿Como quiénes? –La policía -sus ojos se clavaron en
mí-. Y usted.
–¿Porque estamos investigando suasesinato? – pregunté mientras unestremecimiento me recorría la columnavertebral.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 589/988
–Sí. –¿Porque ella se ha convertido en
objeto de preocupación para nosotros y
nuestra relación con ella es más públicaque la del asesino?
–Sí. –Y eso, ¿adonde nos lleva? –
pregunté. –Cary Harper ha muerto. –¿Él ha matado a Harper?
–Sí. –¿Por qué? – inquirí, encendiendonerviosamente un cigarrillo.
–Lo que le hizo a Beryl fue un acto de
amor -contestó Hunt-. Lo que le hizo aHarper fue un acto de odio. Ahora estáhundido en el odio. Cualquiera que esté
relacionado con Beryl corre peligro. Eso
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 590/988
es lo que yo quería decirle al tenienteMarino, el policía. Pero comprendí queno serviría de nada. Él… ellos pensarían
que me faltaba un tornillo. –¿Quién es? – pregunté-. ¿Quién mató
a Beryl?Al Hunt se desplazó hacia el borde
del sofá y se frotó el rostro con las manosCuando levantó la vista, tenía las mejillasenrojecidas.
–Jim Jim -contestó en un susurro. –¿Jim Jim? – pregunté, perpleja. –No lo sé -contestó él, con la voz
quebrada por la emoción-. Oigo
constantemente este nombre en mi cabezao oigo una y otra vez…
Permanecí sentada sin moverme. –Hace mucho tiempo, cuando estaba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 591/988
en el hospital Valhalla -dijo. –¿En la unidad forense? – pregunté,
nterrumpiéndole-. ¿Acaso este Jim Jim
era un paciente cuando usted estuvo allí? –No estoy seguro. – Las emociones se
estaban condensando en sus ojos comouna tormenta.– Oigo su nombre y veoaquel lugar. Mis pensamientos regresan aos recuerdos más oscuros. Y tengo la
sensación de que me deslizo por un
desagüe. Hace mucho tiempo. Muchascosas se han borrado. Jim. Jim. Jim. Jim.Como el traqueteo de un tren. El sonidono cesa. Me duele la cabeza de tanto
oírlo. –¿Cuándo fue? – pregunté. –Hace diez años -gritó.Comprendí que Hunt no hubiera
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 592/988
podido estar preparando una tesis deicenciatura por aquel entonces. Aún no
habría cumplido los veinte años.
–Al -dije-, usted no estaba haciendonvestigación en la unidad forense.
Entonces, era un paciente, ¿verdad?Hunt se cubrió el rostro con las manos
y rompió a llorar. Guando finalmenteogró sobreponerse, se negó a seguir
hablando. Estaba visiblemente
rastornado, musitó que se le hacía tardepara una cita y prácticamente saliócorriendo. El corazón me galopaba en elpecho y no quería detenerse. Me preparé
una taza de café y empecé a pasear por lacocina sin saber qué hacer. Me sobresaltéal oír sonar el teléfono.
–Kay Scarpetta, por favor.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 593/988
–Al habla. –Soy John, de Amtrack. Al final he
obtenido la información que me había
pedido, señora. Vamos a ver… SterlingHarper tenía un billete de ida y vuelta enEl Virginiano para el veintisiete deoctubre con regreso el treinta y uno. Segúmis datos, subió a aquel tren o, por lomenos, subió alguien que tenía su billete.¿Quiere que le diga las horas?
–Sí, por favor -contesté, dispuesta aanotarlas-. ¿Qué estaciones? –Origen Fredericksburg, destino
Baltimore -contestó el empleado.
Intenté llamar a Marino. Estaba en lacalle. Ya era de noche cuando devolviómi llamada y me comunicó al mismo
iempo una noticia.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 594/988
–¿Quiere que vaya? – preguntéanonadada.
–No veo la necesidad -contestó
Marino-. Lo que hizo está muy claro. Dejóuna nota escrita y se la prendió en loscalzoncillos. Decía que lo sentía mucho,pero que ya no podía resistirlo por másiempo. Eso es todo, más o menos. No hay
nada sospechoso en el escenario de loshechos. Ya nos vamos. El doctor Coleman
está aquí -añadió, refiriéndose a uno demis forenses locales.Poco después de abandonar mi casa,
Al Hunt se había dirigido en su automóvil
a la suya, un edificio de ladrillo de estilocolonial en Ginter Park, donde vivía encompañía de sus padres. En el estudio de
su padre tomó un bloc de notas y una
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 595/988
pluma. Bajó al sótano y se quitó elestrecho cinturón de cuero negro quelevaba. Dejó los zapatos y los pantalones
en el suelo. Cuando su madre bajó másarde para colocar una carga de ropa en laavadora, encontró a su único hijo
colgando de una tubería en el lavadero.
11
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 596/988
Una gélida lluvia empezó a caer pasada la medianoche. A la mañanasiguiente, el mundo parecía de cristal. El
sábado me quedé en casa y miconversación con Al Hunt irrumpiórepentinamente en la sociedad de mispensamientos privados como el hielo quecrujía sobre la tierra más allá de miventana. Me sentía culpable. Como todosos mortales que alguna vez han estado en
contacto con un suicidio, sustentaba laengañosa creencia de que hubiera podidohacer algo para impedirlo.
Añadí tristemente su nombre a la lista
Cuatro personas habían muerto. Dos deas muertes eran unos homicidios
evidentes, dos no lo eran y, sin embargo,
os cuatro casos estaban en cierto modo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 597/988
relacionados. Relacionados tal vez por unbrillante hilo de color anaranjado. Elsábado y el domingo trabajé en el
despacho de mi casa porque mi despachooficial me hubiera hecho recordar que yano me sentía al frente del departamento…y, de hecho, ya no me sentía necesaria.Las tareas seguían adelante sin mí. Lagente se ponía en contacto conmigo paradecirme algo y después se moría.
Respetados colegas como el fiscal generame pedían respuestas y yo no tenía nadaque ofrecerles.
Traté de luchar de la única y débil
manera que sabía. Me senté delante de miordenador doméstico, tecleando notassobre los casos y consultando textos dereferencia. Y efectué numerosas llamadas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 598/988
elefónicas. No volví a ver a Marino hasta que
ambos nos reunimos en la estación de
ferrocarril de Staples Mill Road el lunespor la mañana. Pasamos entre dos trenes apunto de salir cuyas locomotoras enmarcha calentaban la gélida atmósferanvernal y despedían un fuerte olor a
combustible. Encontramos asiento en laparte de atrás de nuestro tren y
reanudamos la conversación iniciada en lestación. –El doctor Masterson no estuvo muy
ocuaz que digamos -dije, refiriéndome al
psiquiatra de Hunt, mientras depositabacuidadosamente en el suelo la bolsa decompra que llevaba-. Pero tengo lasospecha de que recuerda a Hunt con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 599/988
mucha más claridad de lo que quiere dar entender.
¿Por qué sería que siempre me tocaba
un asiento cuyo reposapiés no funcionabaMarino bostezó sin disimulo mientras
bajaba el suyo, que, como era de esperar,funcionaba de maravilla. No se ofreció acambiar de asiento conmigo. De haberlohecho, yo hubiera aceptado.
–O sea que Hunt debía de tener unos
dieciocho o diecinueve años cuandoestuvo en el manicomio -comentó. –Sí, estuvo en tratamiento por una
severa depresión -contesté.
–Ya me lo imagino. –¿Qué quiere usted decir? – pregunté. –Pues que esta clase de personas
siempre están deprimidas.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 600/988
–¿Y qué clase sería según usted,Marino?
–Digamos que la palabra «marica» m
pasó por la mente más de una vez mientrahablaba con él -contestó.
La palabra «marica» pasaba por lamente de Marino más de una vez siempreque hablaba con alguien que fueradistinto.
El tren se deslizó en silencio hacia
adelante como un barco que se alejara demuelle. –Ojalá hubiera usted grabado la
conversación -añadió Marino volviendo a
bostezar. –¿Con el doctor Masterson? –No, con Hunt. Cuando estuvo en su
casa.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 601/988
–No serviría de nada y ya no tienemportancia -repliqué con cierta desazón.
–No sé. Me da la impresión de que el
ío sabía muchísimo más. Ojalá se hubieraquedado entre nosotros un poco más deiempo, como suele decirse.
Lo que Hunt había dicho en el salónde mi casa hubiera sido significativo si eloven hubiera estado vivo y no hubieraenido tantas coartadas. La policía había
registrado minuciosamente la casa de suspadres. No se había encontrado nada quepudiera relacionar a Hunt con losasesinatos de Beryl Madison y Cary
Harper. Y, más concretamente, Huntestuvo cenando con sus padres en su clubde campo la noche de la muerte de Beryl
estaba en la ópera con sus padres cuando
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 602/988
asesinaron a Harper. Se habían llevado acabo las necesarias comprobaciones. Lospadres de Hunt habían dicho la verdad.
El tren traqueteó, osciló y rugiómientras su silbido sonaba tristementerumbo al norte.
–Lo de Beryl lo llevó al borde delprecipicio -estaba diciendo Marino-. Siquiere que le diga mi opinión, sedentificó tanto con el asesino que, al
final, le entró miedo y prefirió despedirsey desaparecer antes de venirse abajo. –Yo creo más bien que Beryl le
volvió a abrir una antigua herida -
repliqué-. Le recordó su incapacidad paraestablecer relaciones.
–Al parecer, él y el asesino estabancortados por el mismo patrón. Ambos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 603/988
eran incapaces de establecer una relacióncon las mujeres. Ambos eran perdedores.
–Hunt no era violento.
–A lo mejor, tenía esta tendencia y nopodía soportarlo -dijo Marino.
–No sabemos quién mató a Beryl y aHarper -le recordé-. No sabemos si fuealguien como Hunt. No lo sabemos enabsoluto y aún no tenemos ni idea de cualfue el móvil del delito. El asesino hubiera
podido ser fácilmente alguien como JebPrice. O alguien llamado Jim Jim. –Jim Jim, un cuerno -dijo Marino en
ono sarcástico.
–Creo que no debiéramos descartar nada de momento, Marino.
–Por supuesto que no. Si tropiezausted con un Jim Jim que se graduó en el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 604/988
hospital Valhalla y ahora es un terrorista ratos perdidos que anda por el mundo confibras acrílicas de color anaranjado sobre
su cuerpo, ya me avisará. – Repantigándose en su asiento y cerrandoos ojos, Marino añadió-: Necesito unas
vacaciones. –Yo también -dije-. Necesito unas
vacaciones para alejarme de usted.La víspera Benton Wesley me había
lamado para hablar de Hunt y yo le habíadicho adonde pensaba ir y por qué. Semostró totalmente en contra de que fuerasola por considerarlo una imprudencia,
maginándose toda suerte de terroristas,Uzis y Glasers. Quiso que me acompañaraMarino y puede que no me hubieramportado demasiado si la experiencia no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 605/988
hubiera constituido para mí un suplicionaguantable. En el tren de las seis treinta
y cinco de la mañana no había más
asientos disponibles, por cuyo motivoMarino reservó plaza para los dos en unoque salía a las cuatro cuarenta y ocho dea madrugada. A las tres de la madrugada
bajé a mi despacho del departamento pararecoger la caja de styrofoam que ahoraguardaba en la bolsa de compra. Me
sentía físicamente castigada y la falta desueño estaba alcanzando proporcionesgigantescas. No sería necesario que losJeb Price que pudieran andar sueltos por
el mundo me liquidaran. Mi ángelguardián Marino les ahorraría la molestiaOtros pasajeros estaban durmiendo trashaber apagado las lámparas del techo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 606/988
Cuando, poco después, atravesamosentamente el centro de Ashland, me
pregunté qué tal vivirían las personas que
ocupaban las pulcras casitas blancas demadera de cara a las vías. Las ventanasestaban oscuras y unos desnudos mástilesde bandera nos saludaban desde losporches. Pasamos por delante de lassoñolientas vidrieras de una barbería, unapapelería y un banco y después el tren
aceleró al rodear la curva del campus delRandolph-Macon Collage con susedificios de estilo georgiano y sus heladapistas de atletismo ocupadas a aquella
emprana hora de la mañana por una hilerde multicolores trineos. Más allá de laciudad se extendían los bosques y losyacimientos de arcilla roja. Me recliné en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 607/988
el respaldo del asiento, adormecida por eritmo del tren. Cuanto más nos alejábamode Richmond, tanto más me relajaba a
pesar de no tener la menor intención dequedarme dormida.
No soñé, pero estuve inconscientedurante una hora. Cuando abrí los ojos, elalba ya había roto con sus tonos azuladosy estábamos cruzando el arroyo QuanticoEl agua era como de peltre bruñido y la
uz se reflejaba en sus escarceos mientrasalgunas embarcaciones surcaban el agua.Pensé en Mark, en nuestra noche en NuevYork y en los tiempos pasados. No había
enido la menor noticia suya desde aquelúltimo y críptico mensaje que me habíadejado en el contestador. Me pregunté quéestaría haciendo y, sin embargo, temía
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 608/988
saberlo.Marino se incorporó y me miró con
os ojos entornados y con cara de sueño.
Ya era la hora del desayuno y de loscigarrillos, no necesariamente en aquelmismo orden.
El vagón restaurante estaba casi llenode una clientela semicomatosa como laque solía haber en cualquier terminal deautobuses de Norteamérica, la cual
parecía encontrarse allí perfectamente asus anchas. Un joven dormitaba al compáde lo que le soltaban los auriculares quelevaba puestos. Una mujer de aire
cansado sostenía en sus brazos a un niñode pecho. Una pareja de ancianos jugaba as cartas. Encontramos una mesa en un
rincón y yo encendí un cigarrillo mientras
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 609/988
Marino iba por el desayuno. Lo únicopositivo que podía decirse del bocadillopre-envasado de huevo con jamón es que
estaba calentito. El café tampoco estabadel todo mal.
Marino arrancó el celofán con losdientes y contempló la bolsa de compraque yo había colocado a mi lado en elasiento. Dentro estaba la caja destyrofoam con muestras del hígado de
Sterling Harper y tubos que contenían lasangre y el contenido gástrico envueltosen hielo seco.
–¿Cuánto tardará en fundirse? –
preguntó Marino. –Llegaremos con tiempo suficiente,
siempre y cuando no nos entretengamos -contesté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 610/988
–Hablando de tiempo, eso esprecisamente lo que ahora nos sobra. ¿Lemporta repetirme de nuevo toda esta
mierda del jarabe contra la tos? Anoche,cuando me le contó, yo estaba mediodormido.
–Sí, tan medio dormido como estamañana.
–¿Es que usted nunca se cansa? –Estoy tan cansada, Marino, que ni
siquiera estoy segura de si voy a vivir. –Bueno, pues será mejor que viva.Porque, lo que es yo, no pienso entregar personalmente estas piezas y fragmentos -
dijo Marino, alargando la mano hacia suaza de café.
Se lo expliqué con la deliberada
entitud de una conferencia grabada en un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 611/988
cinta. –La sustancia activa del antitusígeno
que encontramos en el cuarto de baño de
a señorita Harper es eldextromethorphan, un análogo de lacodeína. El dextromethorphan esnofensivo a no ser que se ingiera una
dosis masiva. Es el d-isómero de uncompuesto cuyo nombre no significaríanada para usted…
–Ah, ¿no? ¿Y cómo sabe usted que nosignificará nada para mí? –Tres-methoxi-N-metilmorphinano. –Tenía usted razón. No significa nada
para mí. –Hay otra sustancia que es el 1-
sómero del mismo compuesto del cual eldextromethorphan es el d-isómero -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 612/988
proseguí diciendo-. El 1-isómero es el 1-methorphan, un potente narcótico cincoveces más fuerte que la morfina. La única
diferencia entre ambas sustancias desde epunto de vista de su detección es que,examinadas a través de un aparato ópticogiratorio llamado polarímetro, eldextromethorphan hace virar la luz a laderecha mientras que el levomethorphana hace virar a la izquierda.
–En otras palabras, sin este aparato nose puede establecer la diferencia entreambas sustancias -dijo Marino.
–En los análisis toxicológicos de
rutina, no -contesté-. El levomethorphanse presenta como dextromethorphanporque los componentes son los mismos.La única diferencia discernible es la de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 613/988
que hacen virar la luz en direccionescontrarias, de la misma manera que la d-sacarosa y la 1-sacarosa hacen virar la lu
en direcciones contrarias, a pesar de queambas sean estructuralmente el mismodisacárido. La d-sacarosa es el azúcar demesa. La 1-sacarosa no tiene ningún valornutritivo para los seres humanos.
–Me parece que no acabo deentenderlo -dijo Marino, frotándose los
ojos-. ¿Cómo pueden ser unas sustanciasguales, pero distintas? –Imagine que el dextromethorphan y e
evomethorphan son hermanos gemelos -
dije-. No son una misma persona por asídecirlo, pero parecen iguales, sólo queuno usa la mano derecha y el otro eszurdo. Uno es inofensivo y el otro es lo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 614/988
bastante fuerte como para matar. ¿Le valeesta explicación?
–Sí, creo que sí. Bueno pues, ¿qué
cantidad de este levomethorphan hubieranecesitado la señorita Harper parasuicidarse?
–Probablemente treinta miligramoshubieran sido suficientes. En otraspalabras, quince comprimidos de dosmiligramos -contesté.
–¿Y entonces qué, suponiendo que loshubiera tomado? –Se hubiera sumido rápidamente en
una narcosis profunda y hubiera muerto.
–¿Y usted cree que ella hubierasabido eso de los isómeros?
–Podría ser -contesté-. Sabemos quepadecía cáncer y sospechamos también
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 615/988
que quiso ocultar su suicidio, lo cualexplica tal vez la presencia de un plásticofundido en la chimenea y las cenizas de lo
que quemó poco antes de morir. Esposible que dejara deliberadamente a lavista el frasco de jarabe para la tos paradespistarnos. Tras haber visto el frasco,no me extrañó la presencia dedextromethorphan en su análisisoxicológico.
La señorita Harper no tenía parientesvivos, sus amistades eran muy escasas, sies que tenía alguna, y no daba lampresión de ser una persona que viajara
con frecuencia. Tras descubrir que habíaviajado recientemente a Baltimore, loprimero que se me ocurrió fue launiversidad Johns Hopkins, en la cual est
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 616/988
encuadrada una de las mejores clínicasoncológicas del mundo. Dos rápidaslamadas me confirmaron que la señorita
Harper había visitado periódicamente laHopkins para que le efectuaran análisis dsangre y médula, cosas ambasrelacionadas con una enfermedad que,evidentemente, ella había mantenido ensecreto. Cuando me comunicaron lamedicación que tomaba, las piezas del
rompecabezas empezaron a encajar denmediato en mi mente. Los laboratoriosde mi departamento no disponían deningún polarímetro ni de ningún otro
medio para detectar la presencia delevomethorphan. El doctor Ismail de la
Hopkins había prometido ayudarme,siempre y cuando yo le facilitara las
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 617/988
necesarias muestras.Todavía no eran las siete de la
mañana y ya nos estábamos acercando a
os límites exteriores del Distrito FederalLos bosques y los pantanos se sucedieronen el paisaje hasta que, de pronto,apareció la ciudad y vimos el blancomonumento a Jefferson a través de unabrecha entre los árboles. Los altosedificios comerciales estaban tan cerca
que yo pude ver incluso plantas denterior y pantallas de lámparas a travésde sus ventanas impecablemente limpiasantes de que el tren se escondiera bajo
ierra como un topo y prosiguieraciegamente su avance por debajo delMall.
Encontramos al doctor Ismail en el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 618/988
aboratorio de farmacología de la clínicaoncológica. Abriendo la bolsa de compradeposité la pequeña caja de styrofoam
encima de su escritorio. –¿Son las muestras de que hablamos?
me preguntó con una sonrisa. –Sí -contesté-. Supongo que estarán
odavía congeladas. Hemos venidodirectamente aquí desde la estación.
–Si las concentraciones son buenas,
podré tener una respuesta para usteddentro de uno o dos días -me dijo. –¿Qué va usted a hacer exactamente?
preguntó Marino, contemplando el
aboratorio, cuyo aspecto era como el deodos los laboratorios que yo había visto.
–En realidad, es muy sencillo -contestó pacientemente el doctor Ismail-.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 619/988
Primero haré un extracto de la muestragástrica. Ésa será la parte más larga yaboriosa del análisis. Una vez hecho
esto, colocaré el extracto en elpolarímetro que, por cierto, se parecemucho a un telescopio. Lo que ocurre esque tiene unas lentes giratorias. Miraré aravés del ocular y haré girar la lente a lazquierda y a la derecha. Si la sustancia e
cuestión es el dextromethorphan, hará
virar la luz hacia la derecha, lo cualquiere decir que la luz de mi campoadquirirá una mayor intensidad cuando yohaga girar la lente hacia la derecha. En
caso de que sea levomethorphan, ocurriráo contrario.
El doctor Ismail añadió que elevomethorphan era un analgésico muy
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 620/988
eficaz que prácticamente sólo se recetabaen los casos de enfermos terminales decáncer. Puesto que la sustancia había sido
desarrollada allí, el médico tenía una listade todos los pacientes de la Hopkins quea estaban tomando. Su propósito era
establecer su eficacia terapéutica. Por suerte para nosotros, tenía un registro deos tratamientos seguidos por la señorita
Harper.
–Venía cada dos meses para losanálisis de sangre y médula y, en cadavisita, se le facilitaban unos doscientoscincuenta comprimidos de dos miligramo
dijo el doctor Ismail, alisando laspáginas de un voluminoso registro-.Vamos a ver… Su última visita fue elveintiocho de octubre. Le hubieran tenido
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 621/988
que quedar por lo menos de setenta ycinco a cien comprimidos.
–No los encontramos -dijo Marino.
–Lástima. – Los negros ojos deldoctor Ismail nos miraron con expresiónentristecida.– El tratamiento iba muy bienUna mujer encantadora. Siempre era unplacer para mí verlas a ella y a su hija.
Tras un instante de sorprendidosilencio, pregunté:
–¿Su hija? –Supongo que era su hija. Una jovenrubia…
Marino interrumpió sus palabras.
–¿Acompañaba a la señorita Harper lúltima vez, el último fin de semana deoctubre?
El doctor Ismail frunció el ceño
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 622/988
diciendo: –No, no recuerdo haberla visto
entonces. La señorita Harper vino sola.
–¿Cuántos años llevaba la señoritaHarper viniendo a esta clínica? – pregunté.
–Tendré que sacar su historia. Pero séque eran varios. Por lo menos, dos.
–Ya. Y su hija, la joven rubia, ¿laacompañaba siempre? – pregunté.
–No tan a menudo como al principio -contestó el doctor Ismail-. Pero a lo largode este año acompañó a la señoritaHarper en todas sus visitas menos el
último fin de semana de octubre y quizása visita anterior. Me causaba unampresión muy favorable. Cuando uno est
gravemente enfermo, no sé, es bonito
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 623/988
contar con el apoyo de la familia. –¿Dónde se alojaba la señorita Harpe
durante sus estancias aquí? – preguntó
Marino, volviendo a contraer losmúsculos de la mandíbula.
–Casi todos los pacientes se hospedanen hoteles de la zona. Pero a la señoritaHarper le gustaba el puerto -contestó eldoctor Ismail.
La tensión y la falta de sueño me
mpedían reaccionar con rapidez. –¿No sabe en qué hotel? – insistióMarino.
–No, no tengo ni idea…
De pronto, empecé a ver las imágenesde los fragmentos de palabrasmecanografiadas en la fina película deblanca ceniza.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 624/988
–¿Me permite consultar su guíaelefónica, por favor? – dije,nterrumpiendo al doctor Ismail y a
Marino.Quince minutos más tarde, Marino y
yo estábamos en la calle, buscando unaxi. Lucía el sol, pero hacía frío.
–Maldita sea -repitió Marino-, esperoque tenga usted razón.
–En seguida lo averiguaremos -dije en
ono muy tenso.En las páginas comerciales de la guíaelefónica figuraba un hotel llamado
Harbor Court. bor Co, Bor Co. Las
pequeñas letras negras de los restos depapel quemado bailaban incesantementeen mi mente. El hotel era uno de los más
ujosos de la ciudad y se encontraba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 625/988
directamente enfrente de Harbor Place. –Le voy a decir lo que no entiendo -
añadió Marino mientras otro taxi pasaba
por delante de nosotros sin detenerse-.¿Por qué tomarse tantas molestias? Laseñorita Harper se suicidó, ¿no? ¿Por quése tomó la molestia de hacerlo de unamanera tan misteriosa? ¿No le parece queeso no tiene sentido?
–Era una mujer orgullosa.
Probablemente para ella el suicidio era uacto vergonzoso. Quizá no quería quenadie lo supiera y, a lo mejor, decidióquitarse la vida mientras yo estaba en su
casa. –¿Por qué? –Quizá porque no quería que
encontraran su cuerpo una semana más
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 626/988
arde.El tráfico era tremendo y yo estaba
empezando a preguntarme si tendríamos
que ir andando hasta el puerto. –¿Y de veras cree usted que ella sabía
odo este lío de los isómeros? –Creo que sí -contesté. –¿Cómo es posible? –Porque ella quería morir con
dignidad, Marino. Puede que llevara
algún tiempo planeando el suicidio encaso de que la leucemia se agudizara yella no quería sufrir ni hacer sufrir a losdemás. El levomethorphan era una
elección perfecta. En circunstanciasnormales jamás se hubiera detectado…siempre que en la casa hubiera un frascocon dextromethorphan.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 627/988
–¿Será verdad lo que están viendo miojos? – dijo Marino al ver que un taxi seapartaba del tráfico y se dirigía hacia
nosotros-. Desde luego, es algo quempresiona. Lo digo en serio.
–Más bien trágico. –Pues no sé qué decirle. – Marino
desenvolvió un chicle y empezó amascarlo con entusiasmo-. Yo no querríaestar en una cama del hospital con tubos
por todas partes. A lo mejor, yo hubierapensado lo mismo que ella. – No sesuicidó por el cáncer.
–Lo sé -dijo Marino mientras
bajábamos del bordillo-. Pero guardarelación. Tiene que ser eso. Ella no iba apermanecer mucho tiempo en este mundo
de todos modos. Primero matan a Beryl y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 628/988
después despachan a su hermano -Marinose encogió de hombros-. ¿Para qué seguirviviendo?
Subimos al taxi y le facilitamos ladirección al conductor. Durante unos diezminutos permanecimos en silencio.Después, el taxi aminoró la marcha y pasópor debajo de una estrecha arcada quedaba acceso a un patio de ladrillorebosante de parterres de coles
ornamentales y arbustos. Un porterovestido de frac y chistera se situónmediatamente junto a mi codo y me
escoltó hasta un espléndido vestíbulo
brillantemente iluminado y decorado enonos rosa y crema. Todo estabanmaculadamente limpio y reluciente, con
flores naturales por todas partes, lujoso
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 629/988
mobiliario y un personal impecablementeuniformado que prestaba ayuda si ésta leera solicitada, pero no dejaba sentir su
presencia. Nos acompañaron a un lujoso
despacho donde un director elegantementevestido estaba hablando por teléfono. T.M. Bland, según el nombre que figurabaen la placa de su escritorio, nos miró ydio rápidamente por concluida su
conversación telefónica. Marino fuedirectamente al grano. –La lista de nuestros clientes es
confidencial -contestó el señor Bland,
esbozando una amable sonrisa.Marino se acomodó en un sillón de
cuero y encendió un cigarrillo a pesar deletrero gracias por no fumar claramente
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 630/988
visible en la pared, y después se sacó elbilletero del bolsillo y mostró su placa.
–Me llamo Pete Marino -dijo
acónicamente-. Departamento de Policíade Richmond, Brigada de Homicidios. Lepresento a la doctora Scarpetta, jefa deldepartamento de Medicina Legal deVirginia. Comprendemos su insistencia enel carácter confidencial de los datos yrespetamos la discreción del hotel, señor
Bland. Pero, verá usted, ocurre queSterling Harper ha muerto. Su hermanoCary Harper también ha muerto y BerylMadison también. Cary Harper y Beryl
han sido asesinados. Y todavía noestamos seguros de lo que le ocurrió a laseñorita Harper. Por eso hemos venidoaquí.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 631/988
–Leo los periódicos, investigador Marino -dijo el señor Bland empezando aperder un poco la compostura-. Tenga la
certeza de que el hotel colaborará con lasautoridades en toda la medida de loposible.
–Entonces me está usted diciendo queestas personas se habían hospedado eneste hotel -dijo Marino.
–Cary Harper nunca fue huésped de
este hotel. –Pero su hermana y Beryl Madison sí –En efecto -dijo el señor Bland. –¿Con cuánta frecuencia y cuándo fue
a última vez? –Tendré que buscar la cuenta de la
señorita Harper -contestó el señor Bland-
¿Me disculpan un momento?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 632/988
Estuvo ausente de su despacho no másde quince minutos y, al regresar, nosentregó una hoja impresa de ordenador.
–Como pueden ver -dijo, volviendo asentarse-, la señorita Harper y BerylMadison se alojaron en nuestro hotel seisveces en el transcurso del último año ymedio.
–Aproximadamente cada dos meses -dije yo, pensando en voz alta mientras
echaba un vistazo a las fechas de la hoja-excepto la última semana de agosto y losúltimos días de octubre. Entonces pareceque la señorita Harper vino sola.
El director asintió con la cabeza. –¿Cuál era el propósito de sus visitas
preguntó Marino.
–Probablemente negocios. Compras.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 633/988
Simple deseo de descansar. La verdad esque no lo sé. El hotel no tiene por costumbre controlar a sus clientes.
–Y yo tampoco tengo por costumbrenteresarme por lo que hacen sus clientes
a menos que aparezcan muertos -dijoMarino-. Dígame qué observaba ustedcuando las dos damas se alojaban aquí.
La sonrisa del señor Bland se esfumóde su rostro mientras sus manos sacaban
nerviosamente un bolígrafo de oro de laarandela que lo mantenía sujeto a un blocde notas. Después, como si no supieramuy bien el propósito de aquella acción,
se guardó el bolígrafo en el bolsillo de sucamisa rosa almidonada y carraspeó.
–Sólo puedo decirle lo que me llamóa atención -dijo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 634/988
–Se lo ruego -dijo Marino. –Las dos señoras viajaban por
separado. Por regla general, la señorita
Harper se registraba en el hotel un díaantes que la señorita Madison y confrecuencia no se iban al mismo tiempo.
–¿Qué quiere usted decir con eso deque no se iban al mismo tiempo?
–Quiero decir que, a lo mejor, semarchaban el mismo día, pero no
necesariamente a la misma hora y noelegían necesariamente el mismo mediode transporte. No utilizaban el mismo taxipor ejemplo.
–¿Pero las dos se dirigían a laestación ferroviaria? – inquirí yo.
–Me parece que la señorita Madison
se dirigía muchas veces al aeropuerto en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 635/988
imusina -contestó el señor Bland-. Perocreo que la señorita Harper solía viajar en tren.
–¿Cómo se alojaban? – pregunté yo,estudiando la hoja impresa.
–Sí -terció Marino-. Aquí no dicenada de la habitación -añadió, dando unosgolpecitos a la hoja con el índice-. ¿Lahabitación era doble o individual? Ustedya me entiende, ¿una cama o dos camas?
Ruborizándose levemente ante lansinuación, el señor Bland contestó: –Siempre se alojaban en una
habitación con dos camas de cara al mar.
Eran invitadas del hotel, investigador Marino, si de veras necesita ustedconocer este detalle que, por supuesto, esconfidencial.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 636/988
–Pero, bueno, ¿acaso tengo yo pinta dreportero? – ¿Quiere decir que sealojaban gratis en este hotel? – pregunté,
confusa. – Sí, señora. –¿Le importa explicárnoslo? – dijo
Marino. – Por deseo de Joseph McTigue contestó el señor Bland.
–¿Cómo dice? – Me incliné haciaadelante y le miré fijamente.– ¿Elcontratista de obras de Richmond? ¿Se
refiere usted al famoso Joseph McTigue? –El difunto señor McTigue fue uno deos promotores de buena parte de las
obras del puerto. Entre sus propiedades s
ncluye un considerable paquete deacciones de este hotel -explicó el señor Bland-. Quiso que siempre ofreciéramos
el mejor alojamiento posible a la señorita
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 637/988
Harper y nosotros seguimos cumpliendosu deseo después de su muerte.
Minutos más tarde, deslicé un billete
de dólar hacia la mano del portero yMarino y yo subimos a un taxi.
–¿Le importa decir quién demonios esJoseph McTigue? – preguntó Marinomientras nos adentrábamos en el tráfico-.Tengo la impresión de que lo sabe.
–Visité a su mujer en Richmond. En
ardines Chamberlayne. Ya se lo dije. – Qué extraño. –Sí, a mí también me ha dejado
bastante perpleja -convine yo.
–¿Quiere explicarme qué demoniosdeduce usted de todo eso?
No lo sabía, pero estaba empezando asospechar algo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 638/988
–Me parece todo muy raro -añadióMarino-. Para empezar, este numerito deque la señorita Harper tomara el tren y
Beryl viajara en avión a pesar de queambas se dirigían al mismo sitio.
–No es tan raro -dije yo-. No podíanviajar juntas de ninguna de la maneras,Marino. Ni la señora Harper ni Berylpodían correr este riesgo. Oficialmente nomantenían ningún trato, ¿recuerda? Si
Cary Harper tenía por costumbre ir arecoger a su hermana a la estación yambas hubieran viajado juntas, Beryl nohubiera podido desaparecer de repente. –
Hice una pausa porque, de pronto, se mehabía ocurrido otra posibilidad.– Quizá laseñorita Harper estaba ayudando a Beryl
en la redacción de su libro y le
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 639/988
proporcionaba datos sobre losantecedentes de la familia Harper.
Marino miró a través de su ventanilla
–Si quiere que le diga mi opinión -dijo-, para mí que esas dos eranesbianas.
Vi la mirada de curiosidad del taxistaa través del espejo retrovisor.
–Creo que se querían -me limité adecir.
–Y quizá mantenían un pequeño idilioy se reunían cada dos meses aquí, enBaltimore, donde nadie las conocía ni lesprestaba la menor atención. Mire -añadió
Marino-, tal vez por eso Beryl decidióhuir a Key West. Era una lesbiana y allí sdebía de sentir como en casa.
–Su homofobia es furibunda, Marino,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 640/988
por no decir aburrida. Tenga cuidado. Lagente podría empezar a sospechar deusted.
–Sí, es verdad -dijo él.Mi comentario no le había hecho
demasiada gracia. Guardé silencio. –El caso es que, a lo mejor, Beryl se
buscó alguna amiguita allí abajo -prosiguió diciendo Marino.
–Quizá convendría que lo investigara
–Ni hablar. A mí no me pica ningúnmosquito en la capital del sida deorteamérica. Conversar con un puñado
de maricones no es la idea que yo tengo
de la diversión. –¿Ha pedido a la policía de Florida
que investigue los contactos de Beryl allíabajo? – pregunté, sin querer dármelas de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 641/988
graciosa. –Un par de investigadores me dijeron
que habían echado un vistazo. Comentaro
que era una misión desagradable. Teníanmiedo de la comida y de la bebida. Unode los maricas del restaurante del que ellahabla en sus cartas se está muriendo desida ahora mismo. Los investigadoresuvieron que llevar guantes.
–¿Durante las entrevistas?
–Por supuesto. E incluso mascarillasquirúrgicas… por lo menos, cuandohablaron con el moribundo. Noaveriguaron nada que nos pueda ayudar, l
nformación que obtuvieron no sirve paranada.
–Es natural -comenté-. Si tratas a laspersonas como si fueran leprosas, no es
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 642/988
probable que te ganes su confianza y quee cuenten detalles.
–Si alguien me pidiera mi opinión, yo
creo que tendrían que cortar esa parte deHonda y dejarla a la deriva en alta mar.
–Bueno, por suerte nadie se la hapedido -dije yo.
Cuando regresé a casa al anochecer,encontré varios mensajes en micontestador automático.
Esperaba que uno de ellos fuera deMark. Me senté en el borde de la camabebiendo un vaso de vino mientrasescuchaba con desgana las voces que iban
surgiendo del aparato.Bertha, mi asistenta, decía que había
pillado la gripe y anunciaba que no podrívenir al día siguiente. El fiscal general
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 643/988
quería que desayunara con él a la mañanasiguiente y me informaba de que elalbacea de Beryl Madison había
nterpuesto una querella por ladesaparición del manuscrito. Tresperiodistas me pedían comentarios y mimadre quería saber si prefería pavo oamón por Navidad… una sutil manera de
averiguar si podría contar conmigo por lomenos en esa fiesta.
No reconocí la ronca voz que escuchéa continuación. –… Tienes un cabello rubio precioso
¿Es natural o te lo decoloras, Kay?
Rebobiné rápidamente la cinta y abríel cajón de mi mesilla de noche.
–… ¿Es natural o te lo decoloras,Kay? Te he dejado un regalito en el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 644/988
porche trasero.Trastornada y sin soltar el Ruger,
volví a pasar la cinta una vez más. La voz
era casi un susurro, muy tranquila ypausada. Una voz masculina. No teníaningún acento especial y el tono no dejabaraslucir la menor emoción. El sonido de
mis pisadas en la escalera me atacaba losnervios. Encendí las luces de todas lashabitaciones por las que pasé. El porche
rasero estaba junto a la cocina. Elcorazón me latía violentamente cuando mesitué a un lado de la ventana panorámicaque daba al comedero de los pájaros y
separé ligeramente los visillos,sosteniendo el revólver en alto apuntandohacia el techo.
La lámpara del porche disipaba la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 645/988
oscuridad del césped y perfilaba lassiluetas de los árboles de la negra zonaboscosa lindante con mi parcela. En el
porche de ladrillo no había nada.Tampoco se veía nada en los peldaños.Me dirigí a la puerta, curvé los dedosalrededor del tirador y permanecí inmóvicon el corazón martilleando en mi pechomientras descorría el pestillo deseguridad.
Al abrir, advertí un rumor apenasperceptible contra la madera exterior dea puerta. En cuanto vi lo que colgaba delirador exterior, cerré la puerta con tal
fuerza que las ventanas se estremecieron.Marino hablaba como si le hubiera
sacado de la cama. –¡Venga aquí inmediatamente! – dije,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 646/988
hablando una octava más alto de lohabitual.
–Tranquilícese -me dijo él con
firmeza-. No le abra la puerta a nadiehasta que yo llegue, ¿entendido? Voy paraacá.
Cuatro coches patrullas se hallabanestacionados en la calle delante de micasa y los oficiales recorrían en laoscuridad las zonas de bosque y los
arbustos con unos largos dedos de luz. –La unidad k-nueve ya está en caminodijo Marino, dejando su radiotransmisor
portátil sobre la mesa de mi cocina-.
Dudo mucho de que este zángano estéodavía por aquí, pero lo comprobaremos
exhaustivamente antes de irnos.Era la primera vez que veía a Marino
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 647/988
en pantalones vaqueros y pensé que lehubieran sentado bastante bien de nohaber sido por los calcetines blancos de
gimnasia, los mocasines baratos y lacamiseta gris una talla demasiado chica.El aroma del café recién hecho seesparció por la cocina mientras yo locolaba a un recipiente lo bastante grandecomo para que pudiera beber mediobarrio. Mis ojos miraban de uno a otro
ado como si buscaran algo. –Vuélvamelo a contar muy despacio -dijo Marino, encendiendo un cigarrillo.
–Estaba pasando los mensajes de mi
contestador -repetí-. Cuando llegué alúltimo, oí esta voz de varón blanco jovenSerá mejor que lo escuche usted mismo.Dijo algo sobre mi cabello y me preguntó
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 648/988
si me lo decoloraba. – Los ojos deMarino me estudiaron las raíces delcabello.– Después dijo que me había
dejado un regalo en el porche trasero.Bajé aquí, miré por la ventana y no vinada. No sé lo que imaginaba.Sinceramente no lo sé. Algo horrible en enterior de una caja envuelta con papel de
regalo. Al abrir la puerta, oí que algorascaba la madera. Lo habían colgado del
irador.En el interior de un sobre de plásticode pruebas colocado en el centro de lamesa había un insólito medallón de oro
prendido a una gruesa cadena de oro. –¿Está seguro de que eso es lo que
Harper llevaba en la taberna? – volví apreguntar.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 649/988
–Por supuesto que sí -contestó Marinocon el rostro muy tenso-. No me cabe lamenor duda. Tampoco me cabe ninguna
sobre el lugar donde el objeto habráestado durante todo este tiempo. El tipo so quitó a Harper tras haberlo liquidado y
ahora se lo ofrece a usted como regaloanticipado de Navidad. Parece quenuestro amigo se ha encaprichado deusted.
–Por favor -dije con impaciencia. –Estoy hablando en serio. – Marinoacercó el sobre y examinó el collar aravés del plástico.– Observe que el
cierre está doblado, lo mismo que laanillita del extremo. A lo mejor, serompió cuando lo arrancó del cuello de
Harper. Y quizá después lo arregló con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 650/988
unas tenacillas. Probablemente se lo hapuesto. Mierda -Marino sacudió la cenizadel cigarrillo-. ¿Encontró en el cuello de
Harper alguna lesión provocada por lacadena?
–En su cuello no quedaba casi nadaentero -contesté en tono apagado.
–¿Había visto usted alguna vez unmedallón como éste?
–No.
Parecía un escudo de armas en oro dedieciocho quilates, pero no tenía nadagrabado, excepto la fecha de 1909 en elreverso.
–Basándome en las cuatro marcas deoyero grabadas en el reverso, creo que su
origen es inglés -dije-. Las marcas son deun código universal e indican cuándo se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 651/988
fabricó el medallón, dónde y por quién.Un joyero las podría interpretar. Sé queno es italiano…
–Doctora… –Hubiera tenido grabado un siete
cincuenta en el reverso para indicar el orode dieciocho quilates porque el quinientoequivale a catorce quilates…
–Doctora… –Conozco a un experto de la joyería
Schwarzschild's… –Oiga -dijo Marino, levantando lavoz-, eso no tiene importancia, ¿vale?
Estaba parloteando como una vieja
histérica. –El maldito árbol genealógico de
odas las personas que han sidopropietarias de este collar no nos va a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 652/988
revelar lo más importante… el nombredel tipo que lo ha colgado en su puerta. – Los ojos de Marino se suavizaron un poco
mientras me preguntaba en voz baja-:¿Qué se bebe en esta casa? Brandy.¿Tiene un poco de brandy?
–Está usted de servicio. –No es para mí -dijo Marino
riéndose-. Es para usted. Póngase unpoquito así. – Tocándose con el pulgar el
nudillo central del índice derecho, mendicó unos cinco centímetros-. Luegohablaremos.
Me dirigí al bar y regresé con una
copita. El brandy me quemó la garganta yel calor se difundió rápidamente a travésde mi sangre. Dejé de estremecerme por dentro y de temblar por fuera. Marino me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 653/988
estudió con curiosidad. Su interés me hizodarme cuenta de muchas cosas. Ibavestida con lo mismo que llevaba durante
el viaje de vuelta desde Baltimore. Lospantys me apretaban en la cintura y mehacían bolsas alrededor de las rodillas.Experimentaba la apremiante necesidadde lavarme la cara y cepillarme losdientes. Me picaba el cuero cabelludo.Estaba segura de que debía de tener una
pinta espantosa. –Está claro que este tipo no haceamenazas gratuitas -dijo Marino en vozbaja mientras yo tomaba otro sorbo de
brandy. –Probablemente se mete conmigo
porque intervengo en el caso. Quiereburlarse de mí. No es nada insólito que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 654/988
as psicópatas se burlen de losnvestigadores e incluso les envíen
recuerdos -dije sin creérmelo demasiado.
Marino, por supuesto, no lo creía. –Voy a dejar una o dos unidades por
aquí. Vigilaremos su casa -dijo-. Tengoque imponerle un par de normas. Sígalasal pie de la letra. Hablo en serio -añadió,mirándome a los ojos-.
En primer lugar, cualesquiera que
sean sus costumbres, quiero que las altereodo lo que pueda. Si usted va a la tiendade comestibles el viernes por la tarde, lapróxima vez vaya el miércoles y acuda a
otra tienda. No salga de su casa ni de suautomóvil sin mirar a su alrededor. Si vealgo que le llama la atención, como, por ejemplo, un vehículo sospechoso
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 655/988
aparcado en la calle o pruebas visibles deque alguien ha estado en su casa, se larganmediatamente de aquí o se queda
encerrada en la casa y llama a la policía.Si al entrar en la casa nota algo raro,aunque sólo experimente una sensación denquietud, aléjese, busque un teléfono ylame a la policía y pida que la acompañe
un oficial para cerciorarse de que todo vabien.
–Tengo instalada una alarma antirrobodije. –También la tenía Beryl. –Pero ella le abrió la puerta al hijo de
puta. –No deje entrar a nadie de quien no
esté absolutamente segura. –¿Qué puede hacer, saltarse mi alarm
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 656/988
antirrobo? – pregunté. –Cualquier cosa es posible.Recordé que Wesley había dicho lo
mismo. –No salga de su despacho de noche o
cuando no haya nadie en el edificio. Lomismo vale para la entrada. Si suele ir cuando todavía está bastante oscuro y elparking se encuentra vacío, empiece ahacerlo un poco más tarde. Tenga puesto
el contestador automático. Grábelo todo.Si recibe otra llamada, póngasenmediatamente en contacto conmigo. Si llama dos veces más, interceptaremos la
ínea… –¿Como hicieron con Beryl? –
repliqué, empezando a enfadarme. No contestó.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 657/988
–Dígame, Marino, ¿se defenderán misderechos cuando ya se haya quebrantadoa ley? ¿Cuando ya sea demasiado tarde
para que me sirva de algo? –¿Quiere que duerma en un sofá esta
noche? – me preguntó sin perder la calmaEl solo hecho de imaginármelo se me
hacía muy duro. Veía a Marino encalzoncillos y con una ajustada camisetasobre el voluminoso vientre dirigiéndose
descalzo hacia el cuarto de baño.Probablemente, todavía dejaba la tapaevantada.
–No se preocupe -dije.
–Tiene licencia de armas, ¿verdad? –¿Para llevar un arma oculta? –
pregunté-. Pues no.
Marino empujó la silla hacia atrás
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 658/988
diciendo: –Mañana mantendré una pequeña
conversación con el juez Reinhard. Le
facilitaremos una.Eso fue todo. Ya era casi la
medianoche.Momentos después me quedé sola y
sin poder dormir. Me tomé otro trago debrandy y más tarde un tercero, ypermanecí tendida en la cama mirando
hacia el oscuro techo. Cuando le ocurrenmuchas desgracias en la vida, la genteempieza a preguntarse en su fuero internosi no será un imán que atrae el infortunio,
el peligro o los trastornos. Yo también meo estaba empezando a preguntar. A lo
mejor, Ethridge tenía razón, me dejabaarrastrar demasiado por los casos y me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 659/988
colocaba en situaciones peligrosas. Otrasveces había recibido llamadas que mehubieran podido enviar volando a la
eternidad.Cuando finalmente conseguí
dormirme, tuve unos sueñoscompletamente absurdos. Ethridge sequemaba el chaleco con la ceniza delcigarro. Fielding trabajaba en un cuerpoque estaba empezando a parecer un
acerico porque no conseguía encontrar ninguna arteria en la que hubiera sangre.Marino subía por la empinada ladera deuna colina con unos zancos y yo sabía que
se iba a caer.12
A primera hora de la mañana en el
salón a oscuras de mi casa, contemplé a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 660/988
ravés de la ventana las sombras y siluetadel jardín. El garaje del estado aún no mehabía devuelto el Plymouth. Mientras mis
ojos se posaban en la enorme «rubia» queme habían facilitado, me pregunté si seríamuy difícil que un hombre adultopermaneciera oculto debajo de ella y meagarrara el pie en el momento en que yome acercara para abrir la portezuela delado del conductor. Ni siquiera tendría
que matarme. Yo me moriría primero deun ataque al corazón. La calle estabadesierta y las farolas apenas alumbraban.Miré a través de los visillos apenas
descorridos, pero no vi nada. No oí nada.o se veía nada extraño. Probablemente
ampoco se veía nada extraño cuandoCary Harper regresó a su casa desde la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 661/988
aberna.Estaba citada para desayunar con el
fiscal general para antes de una hora.
Como no me armara de valor y cubrieraos nueve metros que me separaban del
vehículo, llegaría tarde. Estudié losarbustos y los pequeños cornejos quebordeaban el césped de mi jardín. Susserenas siluetas se recortaban contra uncielo que se iba aclarando poco a poco.
La luna era un globo iridiscente semejantea una flor de dondiego de noche y lahierba aparecía cubierta de plateadaescarcha.
¿Cómo habría llegado el asesino hastaas casas de las ¿víctimas, hasta mi casa?
Debía de disponer de algún medio deransporte. Apenas se habían hecho
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 662/988
conjeturas sobre la capacidad dedesplazamiento del asesino. El tipo devehículo es tan importante en el perfil de
un criminal como su edad y su raza y, sinembargo, nadie había hecho el menor comentario, ni siquiera Wesley. Mepregunté por qué mientras contemplaba ladesierta calle. La severa actitud deWesley en Quantico me seguíapreocupando.
Manifesté mis inquietudes mientrasdesayunaba con Ethridge. –A lo mejor, todo se debe a que
Wesley no ha querido revelarle ciertas
cosas -apuntó Ethridge. – Siempre ha sidomuy sincero conmigo. – El FBI tiende amantener la boca cerrada, Kay. – Wesleyes un experto en diseño de perfiles -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 663/988
repliqué-. Siempre ha compartidogenerosamente conmigo sus teorías yopiniones. Pero, en este caso, apenas dice
nada. Prácticamente no ha hecho ningúnperfil del posible autor de los hechos. Hacambiado de personalidad. Ya no bromeay apenas me mira a los ojos. Es muy raroe increíblemente desconcertante -añadí,respirando hondo.
–Todavía te sientes aislada, ¿verdad,
Kay? – me preguntó Ethridge. – Sí, Tom. –Y estás un poquito paranoica. – También -contesté.
–¿Confías en mí, Kay? ¿Crees que
estoy de tu parte y tengo en cuenta tusntereses? – preguntó el fiscal general.
Asentí con la cabeza y volví a respirar hondo. Estábamos conversando en voz
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 664/988
baja en el comedor del hotel Capítol, unocal muy frecuentado por los políticos yos plutócratas. Tres mesas más allá, el
senador Partin, con la cara mucho másarrugada de lo que yo recordaba, estabahablando muy serio con un joven cuyorostro yo había visto en alguna parte.
–En los períodos de tensión, casiodos nos sentimos aislados y paranoicosos sentimos solos en el desierto -dijo
Ethridge mirándome con expresiónurbada. –Yo estoy sola en el desierto -
repliqué-. Y tengo esta sensación porque
es verdad. –Se comprende que Wesley esté
preocupado. –Por supuesto.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 665/988
–Lo que me preocupa en tu caso, Kayes que basas tus teorías en la intuición y tguías por el instinto. Lo cual a veces
puede ser muy peligroso. –A veces lo puede ser, en efecto. Pero
ambién puede ser peligroso que la genteempiece a complicar demasiado lascosas. El asesinato suele ser una cosadeprimentemente sencilla.
–Pero no siempre.
–Casi siempre, Tom. –No pensarás que las maquinacionesde Sparacino guardan relación con estasmuertes, ¿verdad? – preguntó el fiscal
general. –Creo que sería demasiado fácil
centrarse en sus maquinaciones. Lo que
hace él y lo que está haciendo el asesino
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 666/988
podrían ser trenes que circulan por víasparalelas. Ambos son mortalmentepeligrosos. Pero no son lo mismo. No
están relacionados. No obedecen a losmismos impulsos.
–¿Tampoco crees que la desaparicióndel manuscrito tenga algo que ver conello?
–No lo sé. –¿No estás un poco más cerca de la
verdad?El interrogatorio me hacía sentir comouna niña que no hubiera hecho susdeberes. Pensé que ojalá no me lo hubiera
preguntado. –No, Tom -reconocí-. No tengo ni
dea de dónde está. –¿Y si Sterling Harper lo hubiera
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 667/988
quemado en la chimenea poco antes demorir?
–No creo. El experto en documentos
examinó los restos carbonizados de papely los identificó como pertenecientes ahojas de papel tela de alta calidad. Comoel que suelen utilizar los abogados en losdocumentos legales. No es probable quealguien escribiera el borrador de un libroen papel de este tipo. Lo más probable es
que la señorita Harper quemara cartas ypapeles personales. –¿Cartas de Beryl Madison? –No podemos excluirlo -contesté a
pesar de que yo prácticamente lo habíaexcluido.
–¿O tal vez cartas de Cary Harper? –En la casa se encontró una
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 668/988
considerable cantidad de papelespersonales de Cary Harper -contesté-. Nohay pruebas de que alguien los hubiera
ocado o revisado recientemente. –Si las cartas hubieran sido de Beryl
Madison, ¿qué razón hubiera tenido laseñorita Harper para quemarlas?
–No lo sé -contesté, intuyendo queEthridge seguía pensando en su pesadilla,el abogado Sparacino.
Sparacino había actuado con mucharapidez. Yo había visto las treinta y trespáginas de la querella. Sparacino habíanterpuesto una querella contra mí y contr
a policía y el gobernador del estado. Laúltima vez que me había puesto encontacto con Rose, ésta me había dichoque habían llamado de la revista People y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 669/988
que el otro día uno de sus fotógrafosestaba fotografiando el edificio tras serledenegada la entrada más allá del
vestíbulo. Me estaba empezando a hacer famosa. Y también estaba empezando aconvertirme en una experta en no hacer comentarios y en no dar la cara.
–Crees que estamos en presencia deun psicópata, ¿verdad? – me preguntóEthridge a bocajarro.
Tanto si la fibra acrílica anaranjadaguardaba relación con unossecuestradores como si no, eso era lo queyo pensaba y así se lo dije al fiscal
general.Éste contempló la comida casi intacta
de su plato y, cuando levantó los ojos, mequedé desconcertada por lo que vi en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 670/988
ellos. Tristeza y decepción. Y una terribledesgana.
–Kay -dijo-, no me resulta fácil
decírtelo.Tomé una galleta.
–Pero tienes que saberlo.ndependientemente de lo que esté
sucediendo y de por qué sucede,cualesquiera que sean tus creencias yopiniones personales, es necesario que lo
sepas.Llegué a la conclusión de que meapetecía fumar en lugar de comer, por locual saqué mi cajetilla.
–Tengo un contacto. Sólo puedodecirte que está al corriente de todas lasactividades del departamento deJusticia…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 671/988
–Se trata de Sparacino -dijenterrumpiéndole.
–Se trata de Mark James.
Si el fiscal general me hubiera soltadouna palabrota, mi asombro no hubierasido mayor.
–¿Qué ocurre con Mark? – pregunté. –Quizá esta pregunta te la tendrá que
hacer yo a ti, Kay. –¿Qué quieres decir exactamente?
–Los dos fuisteis vistos juntos enueva York hace varias semanas. En elGallagher's -el fiscal general hizo unapausa, carraspeó y añadió sin que viniera
a cuento-: Los años que hace que no voypor allí.
Contemplé el humo que se escapaba
de mi cigarrillo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 672/988
–Si no recuerdo mal, los bistecs deallí son excelentes…
–Ya basta, Tom -dije, exasperada.
–Suele haber muchos irlandeses debuen corazón muy aficionados a la bebiday a las bromas…
–Ya basta, maldita sea -dije,evantando excesivamente la voz.
El senador Partin miró directamentehacia nuestra mesa y sus ojos se posaron
con leve curiosidad primero en Ethridge ydespués en mí. El camarero se acercósolícito para volvernos a llenar las tazasde café y preguntar si necesitábamos algo
Me sentía desagradablemente acalorada. –No me vengas con todas estas
onterías, Tom -dije-. ¿Quién me vio?
El fiscal general hizo un gesto con la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 673/988
mano. –Lo que importa aquí es saber de qué
o conoces.
–Le conozco desde hace muchoiempo.
–Eso no es una respuesta. –Desde la facultad de Derecho. –¿Erais íntimos amigos? –Sí. –¿Amantes?
–Por Dios, Tom. –Lo siento, Kay. Es muy importante. –Acercándose la servilleta a los labios,Ethridge tomó su taza de café y miró
nerviosamente a su alrededor. Al parecera situación le resultaba extremadamente
embarazosa.– Digamos que los dospermanecisteis buena parte de la noche en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 674/988
ueva York. En el Omni. Noté que me ardían las mejillas. –A mí me importa un bledo tu vida
personal, Kay. Y dudo que a alguien lemporte. Excepto en este caso. Te aseguro
que lo siento en el alma. – Ethridgecarraspeó y finalmente volvió a mirarme.–Maldita sea. El compinche de Mark estásiendo investigado por el departamento dJusticia…
–¿Su compinche? –Eso es muy serio, Kay -añadióEthridge-. Yo no sé cómo era Mark Jamescuando tú le conociste en la facultad de
Derecho, pero sé lo que ha hecho desdeentonces. Conozco su historial. Tras habesido informado de que le habían vistocontigo, llevé a cabo algunas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 675/988
nvestigaciones. Tuvo graves problemasen Tallahassee hace siete años. ExtorsiónEstafa. Delitos por los cuales fue juzgado
y cumplió condena en la cárcel. Másarde, acabó asociándose con Sparacino,
el cual es sospechoso de estar relacionado con el mundo del hampa.
Tuve la sensación de que una tuercame estaba estrujando la sangre delcorazón y debí de palidecer
considerablemente porque Ethridge seapresuró a ofrecerme mi vaso de agua yesperó pacientemente a que mesobrepusiera. Sin embargo, cuando volvió
a mirarme a los ojos, reanudó susdevastadoras revelaciones desde elmismo punto en que las habíanterrumpido.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 676/988
–Mark jamás trabajó en Orndorff Berger, Kay. En ese bufete jamás han oídohablar de él. Lo cual no me sorprende en
absoluto. Mark James no podía ejercer laabogacía porque el colegio le habíaretirado la licencia. Al parecer, essimplemente el ayudante personal deSparacino.
–Pero ¿trabaja Sparacino paraOrndorff Berger? – conseguí preguntar.
–Es su abogado especializado en elmundo del espectáculo. Eso sí es cierto -contestó el fiscal general.
No dije nada porque estaba a punto de
echarme a llorar. –Mantente alejada de él, Kay -dijo
Ethridge con una voz que fue como una
ruda caricia en un intento de mostrarse
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 677/988
afectuoso-. Rompe con él por lo que másquieras. Rompe cualquier relación quemantengas con él.
–No mantengo ninguna relación con éldije con trémula voz.
–¿Cuándo tuviste contacto con él por última vez?
–Hace varias semanas. Llamó. Yhablamos no más de treinta segundos.
Edhndge asintió con la cabeza como s
no esperara otra cosa. –La vida paranoica. Uno de los frutosmás venenosos de la actividad delictiva.Dudo de que Mark James sea aficionado a
as largas conversaciones telefónicas ydudo de que se ponga en contacto contigoa menos que quiera algo. Dime ahora por qué estuviste con él en Nueva York.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 678/988
–Quería verme. Quería advertirmecontra Sparacino. O eso me dijo -añadícon un hilillo de voz.
–¿Y te advirtió en su contra? –Sí. –¿Qué te dijo? –Todas las cosas que tú acabas de
mencionar sobre Sparacino. –¿Y por qué te dijo Mark todo eso? –Dijo que quería protegerme.
–¿Y tú lo crees? –Ya no sé qué demonios creer -contesté.
–¿Estás enamorada de este hombre?
Le miré en silencio con ojos depiedra.
–Tengo que saber hasta qué extremo
eres vulnerable -dijo Ethridge en voz
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 679/988
baja-. No pienses ni por un instante quedisfruto con eso, Kay, te lo ruego.
–Y yo te ruego a ti que no pienses
ampoco que yo disfruto, Tom -dije convoz cortante.
Ethridge tomó la servilleta que lecubría las rodillas y la dobló despacio ycon mucho cuidado antes de colocarlabajo el borde de su plato.
–Tengo razones para temer que Mark
James pueda hacerte un daño terrible, Kadijo en voz tan baja que tuve quenclinarme hacia adelante para poder
oírle-. Tenemos motivos para sospechar
que se encuentra detrás del allanamientode tu despacho…
–¿Qué motivos? – le corté, levantandoa voz-. ¿De qué estás hablando? ¿Qué
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 680/988
prueba…?.Las palabras se me quedaron
atascadas en la garganta cuando el
senador Partin y su joven acompañante sesituaron súbitamente junto a nuestra mesa
o me había dado cuenta de que se habíaevantado para acercarse a nosotros.
Adiviné por la expresión de sus rostrosque eran conscientes de haber nterrumpido una tensa conversación.
–John, cuánto me alegro de verte -exclamó Ethridge, empujando su sillahacia atrás para levantarse-. Ya conoces aa jefa del departamento de Medicina
Legal, la doctora Scarpetta, ¿verdad? –Por supuesto, por supuesto. Sí, ¿qué
al está usted, doctora Scarpetta? – Elsenador me estrechó la mano sonriendo,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 681/988
pero sus ojos estaban muy lejos.– Lepresento a mi hijo Scott.
Observé que Scott no había heredado
os toscos y ásperos rasgos de su padre niampoco su rechoncha figura. El joven era
alto, delgado e increíblemente apuesto,con un bello rostro enmarcado por unacorona de espléndido cabello negro.Tenía unos veintitantos años y ardía ensus ojos una insolencia que me molestó.
La cordial conversación no disipó minquietud y tampoco me sentí mejor cuando padre e hijo finalmente seretiraron.
–Le he visto en alguna parte -lecomenté a Ethridge cuando el camarerovolvió a llenarnos las tazas.
–¿A quién? ¿A John?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 682/988
–No, no… por supuesto que he vistoantes al senador. Me refiero al hijo, ScottSu rostro me es conocido.
–Probablemente le habrás visto en laelevisión -dijo Ethridge, consultando
furtivamente su reloj-. Es actor o, por lomenos, intenta serlo. Creo que hanterpretado un par de papeles
secundarios en unos seriales. –Oh, Dios mío -musité.
–Puede que haya tenido también algúnpapelito en alguna película. Estuvo enCalifornia, pero ahora vive en NuevaYork.
–No -dije yo, anonadada.Ethridge posó su taza de café y clavó
sus serenos ojos en mí.
–¿Cómo sabía él que íbamos a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 683/988
desayunar aquí esta mañana, Tom? – pregunté, procurando que no me temblaraa voz mientras evocaba las imágenes.
El Gallagher's. El joven solitario quebebía cerveza unas mesas más allá delugar donde Mark y yo estábamos
sentados. –No sé cómo lo ha sabido -contestó
Ethridge mientras se encendía en sus ojosel brillo de una secreta satisfacción-. Me
imitaré a decirte que no me sorprende,Kay. El joven Partin lleva varios díassiguiéndome.
–No será tu contacto en el
departamento de Justicia… –No, por Dios -contestó escuetamente
Ethridge. –¿De Sparacino?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 684/988
–Más bien sí. Sería lo más lógico, ¿noe parece, Kay?
–¿Por qué?
Ethridge estudió la cuenta y despuéscontestó:
–Para asegurarse de que sabe lo queocurre. Para espiar. Para intimidar. Eligeo que prefieras -añadió, levantando la
vista.Scott Partin me había llamado la
atención por ser uno de aquellos jóvenescircunspectos que a menudo constituyenuna memorable muestra de melancólicoesplendor. Recordé que estaba leyendo el
ew York Times mientras bebía unacerveza con expresión enfurruñada. Mefijé en él porque las personas
extremadamente hermosas, como los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 685/988
artísticos arreglos florales, difícilmentepasan inadvertidas.
Más tarde experimenté el impulso de
contárselo todo a Marino mientras ambosbajábamos en ascensor a la primera plantde mi departamento aquella mañana.
–Estoy segura -repetí-. Estaba sentadodos mesas más allá en el Gallagher's.
–¿Y no le acompañaba nadie? –Exacto. Estaba leyendo el periódico
y bebiendo cerveza. No creo que comieranada, pero la verdad es que no meacuerdo -contesté mientras amboscruzábamos un gran almacén que olía a
polvo y cartón.Mi mente y mi corazón corrían en un
nuevo intento de adelantarme a otra de lasmentiras de Mark. Me habían dicho que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 686/988
Sparacino ignoraba mi presencia enueva York y que su aparición en el
restaurante había sido una pura
casualidad. Lo cual no podía ser cierto. Eoven Partin había sido enviado para
espiarme aquella noche y ello sólohubiera sido posible en el caso de queSparacino supiera que yo estaba allí conMark.
–Bueno, hay otra posibilidad -dijo
Marino mientras recorríamos laspolvorientas entrañas de midepartamento-. Supongamos que el chicose gana la vida en la Gran Manzana,
espiando a ratos perdidos por cuenta deSparacino. A lo mejor, Partin fue enviadopara espiar a Mark y no a usted. Recuerdeque Sparacino le recomendó el restaurant
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 687/988
a Mark… o, por lo menos, eso es lo queMark le dijo a usted.
Por consiguiente, Sparacino tenía
razones para saber que Mark cenaría allíaquella noche. Sparacino le dice a Partinque acuda al restaurante y observe lo quehace Mark. Partin lo hace y está tomandouna cerveza cuando ustedes dos entran enel local. Puede que, en determinadomomento, se levantara para llamar a
Sparacino y facilitarle la noticia.nmediatamente aparece Sparacino.Hubiera querido creerlo.
–No es más que una teoría -añadió
Marino.Sabía que no podía creerlo. La
verdad, recordé con dureza, era que Markme había traicionado y, tal como Ethridge
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 688/988
me lo había descrito, era un delincuente. –Pero usted debe tener en cuenta toda
estas posibilidades -terminó diciendo
Marino. –Claro -musité.Bajamos por otro angosto pasillo y
nos detuvimos ante una pesada puertametálica. Busqué la llave y entramos en lasala de tiro, donde los probadores dearmas de fuego ensayaban prácticamente
odas las armas conocidas por el hombre.Era una siniestra sala de hormigóncontaminada por plomo, una de cuyasparedes estaba enteramente cubierta por
un tablero perforado en el cual sealineaban los revólveres y las pistolasametralladoras que los tribunalesconfiscaban y posteriormente entregaban
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 689/988
al laboratorio. En unos armeros se veíanoda clase de escopetas y rifles. La pared
del fondo era de acero reforzado en el
centro y estaba marcada por miles dedisparos efectuados a lo largo de muchosaños. Marino se dirigió a un rincón dondeunos desnudos troncos, caderas, cabezas ypiernas de maniquí se mezclaban en unrevoltijo que hacía evocar las horriblesfosas comunes de Auschwitz.
–Usted prefiere la carne tierna,¿verdad? – preguntó Marino, eligiendo unpálido tronco masculino de color carne.
No hice caso de su comentario
mientras abría la funda y sacaba mi Rugerde acero inoxidable. El plástico resonómientras Marino rebuscaba hasta elegir finalmente una cabeza de hombre blanco
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 690/988
con cabello y ojos oscuros. Encajó lacabeza en el tronco y colocó ambas cosassobre una caja de cartón contra la pared
de acero a unos treinta pasos de distancia –Hay que vaciar el cargador para
mandarle al infierno -dijo Marino.Mientras limpiaba mi revólver con
una varilla, levanté la vista y observé queMarino sacaba una pistola de 9milímetros del bolsillo posterior de sus
pantalones. Extrajo el cargador y lovolvió a colocar en su sitio. –Felices Navidades -me dijo,
ofreciéndome el arma con el seguro
puesto y la culata de cara a mí. –No gracias -contesté con la mayor
cortesía posible. –Cinco disparos con su trasto y está
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 691/988
perdida. –Eso, si fallo. –Mierda, doctora. Todo el mundo
falla unos cuantos disparos. Lo malo esque, con este Ruger que usted tiene,dispone de muy pocos.
–Prefiero efectuar pocos disparos,pero certeros, con el mío. Eso, lo únicoque hace es esparcir el plomo por todaspartes.
–Su potencia de fuego es mucho mayodijo Marino. –Lo sé. Unos cuarenta y cinco kilos
por centímetro cuadrado más que la mía a
quince metros, si uso municionesSilvertips Plus.
–Y el triple de disparos, que no espoco -añadió Marino.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 692/988
Yo había utilizado pistolas de 9milímetros otras veces y no me gustaban.
o eran tan precisas como mi revólver
especial del 38. Tampoco tan seguras y,además, se podían encasquillar. Yo nuncahabía sido partidaria de sustituir lacalidad por la cantidad y nada podíasustituir los conocimientos y la práctica.
–Basta un disparo -dije, colocándomeunos protectores auditivos sobre las
orejas. –Sí, siempre y cuando le alcance entreos malditos ojos.
Sosteniendo el revólver con la mano
zquierda, apreté repetidamente el gatilloy alcancé al maniquí una vez en la cabezay tres veces en el pecho mientras que la
quinta bala le rozó el hombro izquierdo…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 693/988
odo lo cual ocurrió en cuestión desegundos mientras la cabeza y el tronco seevantaban de la caja y golpeaban con un
sordo rumor contra la pared de acero.Sin una palabra, Marino depositó la
pistola de 9 milímetros encima de unamesa y se sacó su 357 de la funda delhombro. Comprendí que había herido sussentimientos. Estaba segura de que sehabía tomado muchas molestias para
buscarme aquella pistola automática en lacerteza de que yo se lo agradecería. –Gracias, Marino -dije.Colocando el tambor en su sitio,
Marino levantó lentamente el revólver.Iba a añadir que le agradecía la
molestia, pero comprendí que no podría ono querría escucharme.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 694/988
Retrocedí mientras Marino efectuabaseis descargas y la cabeza del maniquícaía brincando al suelo. Después, se
concentró en el tronco. Cuando terminó,se aspiraba en el aire el acre olor de lapólvora y yo comprendí que por nada delmundo hubiera querido incurrir en sucólera asesina.
–No hay nada como disparar contra unhombre que ya está en el suelo -dije.
–Tiene usted razón. – Marino se quitóos tapones de los oídos.– No hay nadaque se le pueda comparar.
Colocamos un listón de madera a lo
argo de un riel superior y le prendimosun blanco de papel Score Keeper. Cuandose me terminaron las municiones y yo
hube comprobado que aún no había
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 695/988
perdido la puntería, disparé un par deSilvertips para limpiar el alma del cañónantes de utilizar un trozo de tela Hoppe's
n. 9. El olor del disolvente siempre mehacía recordar Quantico.
–¿Quiere conocer mi opinión? – dijoMarino mientras limpiaba su arma-. Loque usted necesita en su casa es un fusil.
Me guardé el Ruger en la funda sindecir nada.
–Mire, algo así como un Remingtonsemiautomático, magnum, de tres pulgaday doble potencia. Sería como disparar quince balas del calibre treinta y dos… e
riple de lo que dispararía con tresdescargas. Estamos hablando nada menosque de cuarenta y cinco malditos pedazosde plomo. Con eso basta y sobra.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 696/988
–Marino -dije en tono pausado-. No spreocupe, ¿de acuerdo? No necesito paranada un arsenal.
Marino me miró con dureza. –¿Tiene usted alguna idea de lo que
significa disparar contra un tipo y que éstse siga acercando?
–No, no la tengo -contesté. –Bueno pues, yo sí. Allá en Nueva
York disparé contra una bestia que tenía
atemorizado a medio barrio. Le alcancécuatro veces en el tronco y el tío como sinada. Parecía una escena sacada de unanovela de Stephen King; el tipo seguía
avanzando hacia mí como un malditomuerto viviente.
Encontré en el bolsillo de mi bata de
aboratorio unos pañuelos de celulosa y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 697/988
empecé a secarme las manos con ellospara eliminar el aceite y el disolvente.
–El tipo que persiguió a Beryl por la
casa, doctora, era así, como ese lunáticode quien le hablo. Cualquier cosa que seproponga, no se va a detener en cuanto sehaya puesto en marcha.
–El hombre de Nueva York… -pregunté-, ¿murió?
–Por supuesto. En la sala de urgencia
del hospital. Los dos nos desplazamos allen la misma ambulancia. Menudoviajecito.
–¿Resultó usted gravemente herido?
–No -contestó Marino con rostrompenetrable-. Setenta y ocho puntos.
Heridas por objeto punzante. Usted no meha visto jamás sin camisa. El tipo llevaba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 698/988
una navaja. –Qué horror -murmuré. –No me gustan las navajas, doctora.
–Ni a mi tampoco -convine yo.Salimos. El aceite del arma y los
residuos de los disparos me hacían sentir pringosa. El uso de armas de fuego esmucho más sucio de lo que la mayoría dea gente puede imaginar.
Mientras avanzábamos por el pasillo,
Marino se introdujo la mano en el bolsilloposterior de los pantalones y extrajo elbilletero. Después, me entregó unaarjetita blanca.
–No rellené ninguna instancia -dije,contemplando un tanto aturdida la licenciaque me autorizaba a llevar un arma oculta
–Bueno, es que el juez Reinhard me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 699/988
debía un favor. –Gracias, Marino -dije.Me miró con una sonrisa mientras
sostenía la puerta para que yo pasara.A pesar de las recomendaciones de
Wesley y de Marino, y de mi propiosentido común, me quedé en el edificiohasta que ya había anochecido y elparking estaba vacío. Tenía muyabandonado el despacho y una mirada a
mi agenda me dejó asombrada.Rose había estado reorganizandosistemáticamente mi vida. Las citas sehabían aplazado varias semanas o bien
cancelado, las conferencias y lasdemostraciones de autopsias se habíandesviado hacia Fielding. Mi superior nmediato, el comisionado de Sanidad,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 700/988
había intentado tres veces ponerse encontacto conmigo y, al final, habíapreguntado si estaba enferma.
Fielding estaba cumpliendo muy bienel papel de sustituto. Rose pasaba amáquina sus informes de autopsia y susdictados. Hacía el trabajo de Fielding enugar del mío. El sol seguía saliendo y
poniéndose y el despacho funcionabacomo la seda porque yo había elegido y
adiestrado muy bien a los miembros de mequipo. Me preguntaba qué debió desentir Dios después de haber creado unmundo que no croa necesitarle.
No me fui directamente a casa, sinoque decidí pasar primero por JardinesChamberlayne. En las paredes delascensor figuraban todavía los mismos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 701/988
anuncios ya caducados. Subí con unademacrada mujercita que no apartó ni unnstante sus solitarios ojos de mí mientras
se aferraba a su andador cual un pájaroposado en una rama.
No había llamado a la señoraMcTigue para avisarla. Cuando la puertadel 378 se abrió finalmente tras repetidasy fuertes llamadas con los nudillos, ellame miró inquisitivamente desde su
madriguera atestada de muebles y deruidos procedentes del televisor. –¿Señora McTigue?Volví a presentarme temiendo que no
me recordara.La puerta se abrió un poco más y su
rostro se iluminó. –Sí. ¡Pues claro que sí! ¡Cuánto me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 702/988
alegro de que venga a verme! Pase, por favor.
Llevaba una bata rosa acolchada y
unas zapatillas a juego. Cuando entramosen el salón, apagó el televisor y apartóuna manta de viaje del sofá donde debíade estar sentada viendo el telediario de lanoche mientras tomaba unas rebanadas depan de nueces con zumo de fruta.
–Por favor, le ruego que me perdone -
dije-. He interrumpido su cena. –Oh, no. Estaba simplemente picandounas cositas. ¿Qué le apetece tomar? – seapresuró a preguntarme.
Decliné amablemente el ofrecimientoy me senté mientras ella se movía de unado para otro ordenando el salón. Me
conmoví al recordar a mi abuela, que no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 703/988
perdió jamás el sentido del humor, nisiquiera cuando la carne se le caíaprácticamente a pedazos. Jamás podría
olvidar su visita a Miami el veranoanterior a su muerte, cuando la llevé decompras y, de pronto, se soltó unmperdible de sus improvisados
«panales» hechos con unos calzoncillosde hombre y unos salvaeslips Kotex, loscuales acabaron alrededor de sus rodillas
en pleno centro de los almacenesWoolworth's. Conservó el aplomomientras corríamos a buscar un lavabo deseñoras riéndonos con tal fuerza que hasta
yo estuve a punto también de perder elcontrol de la vejiga.
–Dicen que esta noche podría nevar -comentó la señora McTigue, sentándose.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 704/988
–Fuera hay mucha humedad -contestécon aire distraído-. Y, desde luego, haceel frío suficiente como para que nieve.
–De todos modos, no creo que hayagrandes nevadas.
–No me gusta conducir con nieve -dije, pensando en cosas mucho más seriasy desagradables.
–Puede que este año tengamos unasavidades blancas. ¿A que sería bonito?
–Muy bonito, sin duda.Estaba buscando en vano algunaprueba de la existencia de una máquina deescribir en el apartamento.
–No recuerdo cuándo fue la última veque tuvimos unas Navidades blancas.
Su nerviosa conversación tenía por
objeto disimular la inquietud que la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 705/988
embargaba. Intuía que yo había acudido avisitarla por alguna razón no precisamentplacentera.
–¿Seguro que no le apetece tomar algo? ¿Una copita de oporto?
–No, gracias -contesté.Silencio.
–Señora McTigue -dije en tonovacilante. Sus ojos eran como los de unachiquilla vulnerable e insegura-, ¿tendría
usted la bondad de volver a enseñarmeaquella fotografía? La que me mostró laúltima vez que estuve aquí.
Parpadeó varias veces, esbozando una
eve y pálida sonrisa semejante a unacicatriz.
–La de Beryl Madison -añadí. –Faltaría más, por supuesto -dijo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 706/988
evantándose lentamente y dirigiéndosecon aire resignado al secreter donde laguardaba. Su rostro parecía asustado o tal
vez simplemente perplejo cuando me laentregó y yo pedí ver también el sobre ya hoja doblada de papel crema.
Comprendí inmediatamente por elacto que era papel tela de alta calidad.
Lo coloqué contra la lámpara y vi lamarca Crane al trasluz. Estudié
brevemente la fotografía mientras laseñora McTigue me miraba totalmentedesconcertada.
–Perdón -dije-. Debe de estar
preguntándose qué demonios estoyhaciendo.
No supo qué decir. –Me llama un poco la atención. La
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 707/988
fotografía parece mucho más antigua queeste papel de cartas.
–Y lo es -replicó ella sin apartar de
mí sus atemorizados ojos-. Encontré lafotógrafo entre los papeles de Joe y laguardé en el sobre para que no seestropeara.
–¿Es el papel de cartas que usted usa?pregunté con toda la delicadeza que
pude.
–Oh, no. – La señora McTigue alargóa mano hacia el vaso de zumo y tomócuidadosamente un sorbo. – Era el de mimarido, pero se lo compraba yo. Un pape
de cartas muy bonito con el membretegrabado para su correspondencia denegocios. Cuando él murió, conservé lassegundas hojas en blanco y los sobres.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 708/988
Tengo tantos, que jamás los terminaré. No podía hacerle la pregunta de otra
forma que no fuera yendo directamente al
grano. –Señora McTigue, ¿tenía su marido
alguna máquina de escribir? –Pues claro. Se la di a mi hija que
vive en Falls Church. Yo siempre escriboas cartas a mano. Ahora escribo menos
por culpa de la artritis.
–¿Qué tipo de máquina de escribir? –Ay, Dios mío. Sólo recuerdo que eseléctrica y bastante nueva -balbuceó-. Joecambiaba la máquina cada pocos años.
Mire, incluso cuando salieron losordenadores, él insistió en llevar lacorrespondencia tal como siempre lahabía llevado; Burt, el gerente de su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 709/988
oficina, se pasó mucho tiempo tratando deconvencer a Joe de que usara unordenador, pero Joe siempre quería tener
una máquina de escribir. –¿En casa o en el despacho? –
pregunté. –En los dos sitios. A menudo
permanecía levantado hasta muy tarde,rabajando en el despacho de nuestra casa
–¿Mantenía correspondencia con los
Harper, señora McTigue?La señora McTigue se había sacadoun pañuelo de celulosa del bolsillo y loestaba estrujando con las manos.
–Siento hacerle tantas preguntas -dijeratando de disculparme.
Se miró la fina piel de las nudosasmanos sin decir nada.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 710/988
–Por favor -insistí en voz baja-. Esmuy importante, de otro modo no se lopreguntaría.
–Es por ella, ¿verdad?El pañuelo se estaba rompiendo y la
señora McTigue seguía sin levantar losojos.
–Sterling Harper. –Sí. –Dígamelo, señora McTigue, se lo
ruego. –Era encantadora. Y muy simpática.Una dama deliciosa -dijo la señoraMcTigue.
–¿Mantenía su maridocorrespondencia con la señorita Harper?
pregunté.
–Estoy segura de que sí.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 711/988
–¿Qué le induce a pensarlo? –Una o dos veces le sorprendí
escribiendo una carta. Siempre decía que
eran asuntos de negocios. No hice ningún comentario. –Sí. Mi Joe. – La señora McTigue
esbozó una sonrisa, pero sus ojos memiraron inexpresivamente. – Tan galante.Mire, siempre le besaba la mano a unamujer y la hacía sentirse una reina.
–¿La señorita Harper también leescribía a él? – pregunté con ciertavacilación; no me gustaba hurgar en lasviejas heridas.
–Que yo sepa, no. –¿El le escribía y ella jamás le
contestaba?
–Joe era muy aficionado a escribir
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 712/988
cartas. Siempre decía que algún díaescribiría un libro y siempre estabaeyendo algo, ¿sabe?
–Ahora comprendo por qué apreciabaanto la amistad de Cary Harper -comenté
–Muchas veces, cuando estabadisgustado por algo, el señor Harper lamaba. Una amistad literaria podríamos
decir. Llamaba a Joe y ambos se pasabanun buen rato conversando sobre literatura
y qué sé yo cuántas cosas. – El pañuelo sehabía convertido en unos minúsculosfragmentos sobre su regazo. – El escritor preferido de Joe era Faulkner, figúrese
usted. También le gustaban muchoHemingway y Dostoievski. Cuandoéramos novios, yo vivía en Arlington y élaquí. Me escribía las cartas más bonitas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 713/988
que pueda usted imaginarse.Cartas como las que empezó a escribi
años más tarde, pensé. Cartas como las
que le empezó a escribir a la hermosa ysoltera Sterling Harper. Cartas que ellauvo la gentileza de quemar antes de
suicidarse porque no quiso destrozar elcorazón y los recuerdos de su viuda.
–Entonces las ha encontrado -se limitóa decir la señora McTigue.
–¿Cartas dirigidas a ella? –Sí. Las cartas de mi marido. –No -fue posiblemente la media
verdad más misericordiosa que yo jamás
hubiera dicho-. No, no encontramosexactamente nada de todo eso, señoraMcTigue. La policía no encontró ningunacarta de su marido entre los efectos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 714/988
personales de los hermanos Harper yampoco ningún papel de cartas con el
membrete de la empresa de su marido, ni
nada de carácter íntimo dirigido a SterlinHarper.
Su rostro se relajó al oír mis palabras –¿Trató usted alguna vez a los
Harper? ¿En acontecimientos sociales,por ejemplo? – pregunté.
–Pues sí. Un par de veces que yo
recuerde. Una vez el señor Harper vino auna cena. Y, en otra ocasión, los Harper yBeryl Madison pasaron la noche ennuestra casa.
El comentario despertó mi interés. –¿Cuándo pasaron la noche en su
casa? –Muy pocos meses antes de que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 715/988
muriera Joe. Calculo que debía de ser aprincipios de año, uno o dos mesesdespués de que Beryl pronunciara una
conferencia para nuestra asociación. Esmás, estoy segura de que fue entoncesporque aún teníamos el árbol de NavidadLo recuerdo muy bien. Me encantó tenerlaen casa.
–¿Se refiere usted a Beryl? –¡Claro! Estuve muy contenta. Al
parecer, ellos tres habían estado en NuevYork por un asunto de negocios. Creo quehabían ido a ver al agente de Beryl.Volaron a Richmond al volver a casa y
uvieron la generosidad de pasar la nochecon nosotros. O, mejor dicho, los que lapasaron fueron los hermanos Harper porque Beryl vivía aquí. Más tarde, Joe l
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 716/988
acompañó a casa en su automóvil. A lamañana siguiente, acompañó a los Harpera Williamsburg.
–¿Qué recuerda usted de aquellanoche? – pregunté.
–Vamos a ver… recuerdo que preparéuna pierna de cordero y que tardaronbastante en llegar del aeropuerto porqueas líneas aéreas habían perdido el
equipaje del señor Harper.
Un año atrás, pensé. Debió de ser antes de que Beryl empezara a recibir lasamenazas… deduje, basándome en lanformación que habíamos obtenido.
–Estaban bastante cansados del viaje añadió la señora McTigue-. Pero Joeestuvo muy amable con ellos. Fue elanfitrión más encantador que pueda usted
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 717/988
maginarse.¿Pudo adivinarlo la señora McTigue?
¿Comprendió, por su forma de mirar a la
señorita Harper, que su marido estabaenamorado de ella?
Recordé la distante mirada de los ojode Mark durante los últimos días queestuvimos juntos años atrás. Cuando yo loadiviné instintivamente. Comprendí queya no pensaba en mí y, sin embargo, no
creía que se hubiera enamorado de otrahasta que él finalmente me lo dijo. –Kay, lo siento -me dijo mientras nos
omábamos por última vez un café
rlandés en nuestro bar preferido deGeorgetown, contemplando cómo unosminúsculos copos de nieve caían enespiral desde el encapotado cielo gris y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 718/988
as parejas caminaban por la calleenvueltas en gruesos abrigos invernales ybufandas de punto de vivos colores-. Tú
sabes que te quiero, Kay. –Pero no de la misma manera que yo
e quiero a ti -dije, experimentando eldolor más profundo que jamás hubierasentido mi corazón.
–No quería hacerte daño -añadió,clavando los ojos en la mesa.
–Por supuesto que no. –Lo siento, lo siento muchísimo.Comprendí que era verdad. Lo sentía
de veras. Pero la situación no cambiaba
por eso. Nunca supe cómo se llamaba la otra
porque no quise saberlo, pero no era lamujer con quien él dijo más tarde haberse
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 719/988
casado. Janet, la que había muerto.Aunque igual también era mentira.
–… tenía muy mal genio.
–¿Quién? – pregunté, centrandonuevamente mi atención en la señoraMcTigue.
–El señor Harper -contestó la señoraMcTigue dando visibles muestras decansancio-. Estaba furioso por lo delequipaje. Por suerte, las maletas llegaron
en el siguiente vuelo. Dios mío -añadióras una pausa-. Parece que hayaranscurrido mucho tiempo, pero, en
realidad, fue como quien dice ayer.
–¿Qué me puede decir de Beryl? – pregunté-. ¿Qué recuerda de ella deaquella noche?
–Todos han desaparecido ahora.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 720/988
Con las manos inmóviles sobre elregazo, su mente parecía contemplar unoscuro espejo vado. Todos habían muerto
menos ella; los huéspedes de aquellarecordada y terrible cena eran unosfantasmas.
–Estamos hablando de ellos, señoraMcTigue. Están todavía con nosotros.
–Así lo espero… -dijo con los ojoshúmedos de lágrimas.
–Necesitamos su ayuda y ellosnecesitan la nuestra.La señora McTigue asintió en
silencio.
–Hábleme de aquella noche -repetí-.Sobre Beryl.
–Estuvo muy callada. La recuerdo
contemplando el fuego de la chimenea.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 721/988
–¿Qué más? –Ocurrió algo. –¿Qué? ¿Qué ocurrió, señora
McTigue? –Ella y el señor Harper parecían
disgustados -contestó. –¿Por qué? ¿Acaso discutieron? –Fue después de que el chico
entregara el equipaje. El señor Harper abrió una maleta y sacó un sobre que
contenía unos papeles. La verdad es queno sé qué pasó, pero él bebió demasiado. –¿Qué ocurrió a continuación? –Tuvo un intercambio de palabras
bastante fuerte con Beryl y su hermana.Después, sacó los papeles y los arrojó alfuego.
»-Eso es lo que pienso de esto.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 722/988
Basura, simple basura! – dijo. O algo poel estilo.
–¿Sabe usted qué quemó? ¿Un contrat
al vez? –No creo -contestó la señora McTigu
apartando la mirada-. Más bien tuve lampresión de que era algo que Beryl habí
escrito. Parecían páginas mecanografiaday su irritación parecía dirigirse contraBeryl.
La autobiografía que ella estabaescribiendo, pensé yo. O tal vez unesquema de libro que la señorita Harper,Beryl y Sparacino habían discutido en
ueva York, con un Cary Harper cada vemás enojado y fuera de sí.
–Entonces intervino Joe -dijo laseñora McTigue, entrelazando los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 723/988
deformados dedos como si quisieracontener su dolor.
–¿Qué hizo?
–La acompañó a casa. Acompañó aBeryl Madison a casa. – De pronto, laseñora McTigue se detuvo y me miró conprofundo temor.– Por eso ocurrió. Lo sé.
–¿Por eso ocurrió qué? – pregunté. –Por eso están todos muertos -
contestó-. Lo sé. Entonces tuve el
presentimiento. Fue una cosa tremenda. –Le ruego que me la describa. ¿Me lapuede usted describir?
–Por eso están todos muertos -repitió
Hubo mucho odio aquella noche enaquella habitación.
13
El hospital Valhalla se levantaba en lo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 724/988
alto de una colina, en medio del dulcepaisaje del condado de Albemarle, queos vínculos de mi facultad con la
universidad de Virginia me obligaban avisitar periódicamente a lo largo del año.Aunque había contemplando a menudo elmpresionante edificio de ladrillo en lo
alto de la distante colina visible desde lacarretera interestatal, jamás había visitadel hospital ni por motivos personales ni
por razones profesionales.Era un antiguo hotel de lujofrecuentado por famosos y acaudaladospersonajes que, durante la Depresión, se
declaró en quiebra, siendo posteriormenteadquirido por tres hermanos psiquiatrasque decidieron convertir el Valhalla enuna institución freudiana de máxima
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 725/988
categoría en la que las familiasadineradas pudieran almacenar susestorbos y vergüenzas genéticas, sus
ancianos aquejados de demencia senil ysus vástagos mal programados.
No me sorprendió demasiado que AlHunt hubiera sido recluido allí en suadolescencia. Lo que me sorprendió fueque su psiquiatra se mostrara tan reticentea hablar de él. Bajo la profesional
cordialidad del doctor Warner Mastersonse ocultaba un lecho rocoso de reserva losuficientemente duro como para romper epedazos el taladro de los más tenaces
nquisidores. Me constaba que no deseabahablar conmigo. Pero él sabía que no tenímás remedio que hacerlo.
Tras aparcar en la zona reservada a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 726/988
as visitas, entré en el vestíbulo decoradocon muebles Victorianos, alfombrasorientales y pesados cortinajes, cuyas
barrocas sobrepuertas aparecían un tantodeterioradas. Estaba a punto deanunciarme a la recepcionista cuando oíque alguien pronunciaba mi nombre a miespalda. – ¿Doctora Scarpetta?
Al volverme, vi a un negro alto ydelgado vestido con un traje azul marino
de corte europeo. Tenía el cabelloentrecano, unos pronunciados pómulos yuna frente aristocráticamente despejada.
–Soy Warner Masterson -me dijo,
esbozando una ancha sonrisa mientras meendía la mano.
Estaba preguntándome si le habríaconocido en alguna otra parte cuando él
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 727/988
me explicó que me había identificado aravés de las fotografías de la prensa y lamágenes de la televisión, cosas ambas de
as cuales gustosamente yo hubieraprescindido.
–Vamos a mi despacho -dijoamablemente-. Espero que no esté muycansada del viaje. ¿Puedo ofrecerle algode beber? ¿Café? ¿Un refresco?
Todo ello me lo dijo sin dejar de
caminar mientras yo procuraba seguir elritmo de sus grandes zancadas. Unasignificativa porción de la raza humana noiene ni idea de lo que es estar pegado a
unas piernas cortas, cosa que a mí meobliga a caminar constantemente como unpobre carretilla en un mundo dominadopor los trenes expresos. El doctor
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 728/988
Masterson ya se encontraba en el otroextremo de un largo pasillo alfombradocuando, al final, se le ocurrió mirar a su
alrededor. Deteniéndose junto a unapuerta, esperó hasta que yo le dieraalcance y entonces me hizo pasar. Meacomodé en un sillón mientras él sesentaba detrás de su escritorio yempezaba a llenar de tabaco una costosapipa de raíz de brezo.
–Huelga decir, doctora Scarpetta -dijoel doctor Masterson con su pausada yculta forma de hablar mientras abría unagruesa carpeta-, que estoy desolado por la
muerte de Al Hunt. –¿Le sorprende? – le pregunté. –No del todo. –Me gustaría revisar el caso mientras
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 729/988
hablamos -dije.Vaciló lo suficiente cómo para que yo
estuviera a punto de recordarle mis
derechos legales a examinar los archivos –Por supuesto -dijo, esbozando una
sonrisa al tiempo que me entregaba lacarpeta.
Abrí un sobre de cartulina y empecé aexaminar su contenido mientras el azuladohumo de la pipa llegaba hasta mí en
aromáticas vaharadas. El informe delngreso y el examen físico de Al Hunt erade pura rutina. El joven gozaba deexcelente salud cuando ingresó en el
centro un diez de abril por la mañana oncaños atrás. Los detalles del examenmental ya eran otra cosa.
–¿Se encontraba en estado catatónico
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 730/988
cuando ingresó? – pregunté. –Profundamente deprimido y apático
contestó el doctor Masterson-. No nos
pudo decir por qué estaba aquí. No nospudo decir nada. Le faltaba la energíaemocional necesaria para responder a laspreguntas. Observará usted en el historialque no pudimos someterle ni al StandfordBinet ni al IMPM y que tuvimos querepetir los tests en una fecha posterior.
Los resultados constaban en la ficha.La puntuación de Al Hunt en el test denteligencia Standford-Binet había sido de
130 más o menos, lo cual demostraba que
su problema no era de carácter ntelectivo. En cuanto al Inventario
Multifásico de Personalidad deMinnesota, el joven no cumplía los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 731/988
requisitos para encuadrarle en laesquizofrenia ni en una perturbaciónmental de carácter orgánico. Según el
dictamen del doctor Masterson, Al Huntpadecía «un trastorno de tipo esquizoidecon rasgos de personalidad semianormalque se manifestó a través de una brevepsicosis reactiva cuando se cortó lasmuñecas con un cuchillo de mesa trasencerrarse en el cuarto de baño». Fue un
gesto suicida y las superficiales heridasconstituyeron una llamada de socorrocontra un serio intento de quitarse la vidaSu madre lo llevó a toda prisa a la sala de
urgencias de un cercano hospital donde lecosieron las heridas y le dieron de alta. Aa mañana siguiente, ingresó en el
Valhalla. Una entrevista con la señora
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 732/988
Hunt reveló que el incidente había sidoprovocado por la actitud de su marido, elcual «había perdido los estribos» con Al
durante la cena. – Al principio -prosiguiódiciendo el doctor Masterson-, Al senegaba a participar en las sesiones deerapia ocupacional de grupo y en las
fruiciones sociales a las que los pacientesdeben asistir. Su respuesta a lamedicación antidepresiva fue muy escasa
y, durante nuestras sesiones, apenasconseguía sacarle una palabra.Al ver que no se registraba ninguna
mejora al cabo de la primera semana,
explicó el doctor Masterson, se consideróa posibilidad de someterle a unratamiento electroconvulsivo, algo
equivalente a reprogramar un ordenador
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 733/988
en lugar de establecer la causa de loserrores. Aunque el resultado final puedeser una saludable reconexión de los
senderos cerebrales, una especie dereordenación, por así decirlo, los«microbios» de formateo que han causadoel problema se olvidarán inevitablementey, en muchos casos, se perderán parasiempre. Por regla general, el TEC no esel tratamiento idóneo en los jóvenes.
–¿Lo sometieron al TEC? – preguntéras comprobar que en la ficha no semencionaba nada al respecto.
–No. Cuando ya estaba llegando a la
conclusión de que no habría más remedioque hacerlo, una mañana ocurrió unpequeño milagro durante una sesión depsicodrama.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 734/988
El psiquiatra hizo una pausa paravolver a encender la pipa.
–Explíqueme el psicodrama tal y
como se desarrolló en aquel caso -dije. –Algunos procedimientos se hacen de
memoria y son como ejercicios deprecalentamiento, por así decirlo. Duranteaquella sesión, colocamos a los pacientesen fila y les pedimos que imitaran a lasflores. Tulipanes, narcisos, margaritas,
cualquier cosa que se les ocurriera, quecada uno se doblara a su gusto paraevocar la flor que hubiera elegido. Estáclaro que la elección del paciente revela
muchas cosas. Fue la primera vez que AlHunt participaba en una sesión. Entrelazóos brazos e inclinó la cabeza -el doctor
Masteron repitió los gestos y yo pensé
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 735/988
que, más que una flor, parecía un elefanteCuándo el terapeuta le preguntó qué flor
era aquélla, contestó:
»-Un pensamiento. No dije nada mientras experimentaba
una oleada de creciente compasión por aquel joven desaparecido al queestábamos evocando en aquellosmomentos.
–Como es lógico, nuestra primera
reacción fue suponer que se trataba de unareferencia a la opinión que su padre teníade él -explicó el doctor Masterson,impiándose las gafas con un pañuelo-.
Burlonas alusiones a los rasgosafeminados del joven y a su fragilidad.Pero era algo más que eso. – Volviéndosea poner las gafas, Masterson me miró
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 736/988
fijamente.– ¿Tiene usted alguna idea deas asociaciones cromáticas de Al?
–Muy vaga.
–El pensamiento es también un color. –Sí. Un morado o violeta muy intenso
convine yo. –Es lo que se obtiene si se mezcla el
azul de la depresión con el rojo de la ira.El color de las magulladuras y del dolor.El color de Al. Es el color que, según él,
rradiaba su alma. –Un color apasionado -dije yo-. Muyprofundo.
–Al Hunt era un joven muy profundo,
doctora Scarpetta. ¿Sabe usted que seconsideraba vidente?
–No muy bien -contesté con inquietud –En su pensamiento mágico se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 737/988
ncluían la clarividencia, la telepatía y lasuperstición. Huelga decir que todas estascaracterísticas se intensificaban en los
momentos de extrema tensión, durante loscuales él creía poder leer lospensamientos de las personas.
–¿Y podía hacerlo realmente? –Era un joven muy intuitivo. – El
doctor Masterson volvió a sacar elencendedor.– Tengo que decir que sus
ntuiciones eran a menudo acertadas, y ésera uno de sus problemas. Intuía lo queos demás pensaban o sentían, y a veces
parecía poseer un inexplicable
conocimiento a priori de lo que éstosharían o ya habían hecho. La dificultadestribaba en el hecho de que, tal como yoe mencioné brevemente durante nuestra
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 738/988
conversación telefónica, Al proyectabasus percepciones y las llevaba demasiadoejos. Se perdía en los demás, se alteraba
y se volvía paranoico porque supersonalidad era muy frágil. Como elagua, tendía a adquirir la forma de aquellque lo contenía. Para utilizar un lugar común, se identificaba con el universo.
–Una cosa muy peligrosa -observé yoPor no decir algo mucho peor. Al ha
muerto. – ¿Está usted diciendo que sentíaempatia? – Sin duda. –Eso no concuerda demasiado con el
diagnóstico -dije-. Los individuos con
rastornos de la personalidad de tiposemianormal no suelen sentir nada por losdemás.
–Claro, pero eso formaba parte de su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 739/988
pensamiento mágico, doctora Scarpetta.Al atribuía sus trastornos sociales yocupacionales a lo que él consideraba una
rreprimible empatía con los demás. Creísinceramente sentir e incluso experimentael dolor de los demás y conocer susmentes, tal como ya le he dicho. De hechoAl Hunt estaba socialmente aislado.
–El personal del hospital Metropolitaha señalado que solía mostrarse muy
amable con los pacientes durante elperíodo en que estuvo allí comoenfermero -dije.
–Y no me extraña -replicó el doctor
Masterson-. Trabajaba como enfermero ea sala de urgencias. Jamás hubiera
soportado una unidad de cuidadosntensivos. Al era capaz de ser muy
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 740/988
amable siempre y cuando no tuviera quentimar con nadie y no se viera obligado a
estrechar lazos con nadie.
–Lo cual explica por qué consiguió undiploma, pero después no pudodesenvolverse en un ambiente de terapiapsicoterapéutica -apunté.
–Exactamente. –¿Qué me puede decir de las
relaciones con su padre?
–Fueron unas relacionesdesequilibradas y despóticas -contestó elpsiquiatra-. El señor Hunt era un nombreduro e inflexible. La idea que él tenía de
a educación de un hijo consistía engolpearle y maltratarle para convertirlo eun hombre. Y Al carecía de la resistenciaemocional necesaria para soportar las
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 741/988
ntimidaciones, los malos tratos y eladiestramiento mental que, según supadre, le servirían de preparación para
poder enfrentarse con la vida. Todo elloobligó al chico a pasarse al bando de sumadre, donde la imagen de sí mismo sefue confundiendo progresivamente.Seguramente no se sorprenderá, doctoraScarpetta, si le digo que muchos varoneshomosexuales son hijos de unos bestias
que andan por ahí con armeros en lasfurgonetas y pegatinas con banderas delejército confederado.
Me vino a la mente Marino. Sabía que
enía un hijo ya crecido. Hasta aquelmomento, jamás se me había ocurridopensar que Marino nunca hablara de suúnico hijo, el cual vivía en no sé qué sitio
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 742/988
del Oeste. –¿Está usted insinuando que Al era
homosexual?
–Estoy insinuando que era una persondemasiado insegura y que su complejo denferioridad era demasiado hondo como
para que pudiera reaccionar ante unapersona o establecer cualquier tipo derelación íntima con alguien. Que yo sepa,amás tuvo un encuentro homosexual.
El doctor Masterson miró conexpresión impenetrable por encima de micabeza mientras daba una chupada a lapipa.
–¿Qué ocurrió en el psicodrama deaquel día, doctor Masterson? ¿Cuál fue elpequeño milagro que usted hamencionado? ¿La imitación de un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 743/988
pensamiento? ¿Fue eso? –Empezó a destaparse -me contestó-.
Pero el milagro, si usted quiere, fue un
explosivo y acalorado diálogo con supadre, al cual imaginó sentado en una sillen el centro de la estancia. A medida queel diálogo se intensificaba, el terapeuta sedio cuenta de lo que estaba pasando, seacomodó en la silla y empezó a interpretael papel del padre de Al. En determinado
momento, el joven se dejó arrastrar hastaal punto por la situación, que alcanzó casun estado hipnótico, no pudo separar loreal de lo imaginario y, al final, toda su
cólera estalló de repente. –¿Cómo se manifestó? ¿Adoptó una
actitud violenta? – Se echó a llorar -contestó el doctor Masterson. – ¿Qué le
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 744/988
estaba diciendo su «padre»? – Le estabaatacando con sus habituales insultos, lecriticaba y le decía que no valía nada
como hombre ni como ser humano. Al erahipersensible a las críticas, doctoraScarpetta. Ésa era en parte la raíz de suconfusión. Creía ser sensible a los demáscuando, en realidad, sólo era sensible a supropia persona.
–¿Le asignaron un asistente social? –
pregunté mientras seguía pasando laspáginas sin encontrar ninguna anotaciónhecha por algún terapeuta.
–Por supuesto.
–¿Quién era?Me pareció que en la historia faltaban
algunas páginas. –El terapeuta que le acabo de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 745/988
mencionar -contestó el doctor Masterson. –¿El terapeuta que actuó en el
psicodrama?
El psiquiatra asintió con la cabeza. –¿Trabaja todavía en este hospital? –No -contestó el doctor Masterson-.
Jim ya no está con nosotros… –¿Jim? – pregunté, interrumpiéndole.El doctor Masterson empezó a vaciar
el tabaco quemado de la pipa.
–¿Cuál es su apellido y dónde estáahora? – pregunté. –Lamento decirle que Jim Barres
murió en un accidente de tráfico hace
varios años. –¿Cuántos años?El doctor Masterson volvió a
impiarse las gafas con el pañuelo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 746/988
–Supongo que unos ocho o nueveaños.
–¿Cómo ocurrió y dónde?
–No recuerdo los detalles. –Qué pena -dije como si hubiera
perdido cualquier interés por el asunto. –¿Debo suponer que considera usted a
Al Hunt sospechoso en este caso? – preguntó el doctor Masterson.
–Hay dos casos. Dos homicidios -
contesté. –Muy bien pues. Dos casos. –Respondiendo a su pregunta, doctor
Masterson, no me corresponde a mí
considerar a nadie sospechoso de nada.Eso corresponde a la policía. A mí menteresa obtener información sobre Al
Hunt para poder establecer que éste tenía
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 747/988
un historial de tendencias suicidas. –¿Acaso cabe alguna duda a este
respecto, doctora Scarpetta? Se ahorcó,
¿no es cierto? ¿Qué otra cosa podría ser sino un suicidio?
–Iba vestido de una manera muy rara.Una camisa y unos calzoncillos -contesté-Tales cosas suelen dar lugar a conjeturas.
–¿Está usted insinuando la posibilidadde una asfixia onanista? – preguntó el
psiquiatra, arqueando las cejas conexpresión de asombro-. ¿Una muerteaccidental que ocurrió mientras se estabamasturbando?
–Estoy haciendo todo lo posible por contrarrestar esta pregunta, en caso de quse planteara.
–Comprendo. Por la cuestión de la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 748/988
póliza del seguro. Por si la familia seopone a lo que usted diga en el certificadode defunción.
–Por distintas razones -contesté. –¿De veras alberga usted alguna duda
acerca de lo que ocurrió? – preguntó eldoctor Masterson frunciendo el ceño.
–No -contesté-. Creo que Al se quitóa vida, doctor Mastérson. Creo que ésa
fue su intención cuando bajó al sótano y
que, a lo mejor, se quitó los pantalones alquitarse el cinturón. El cinturón queutilizó para ahorcarse.
–Muy bien. Quizá yo pueda aclararle
otra cuestión, doctora Scarpetta. Al nuncapuso de manifiesto tendencias violentas.La única persona a quien causó algúndaño, que yo sepa, fue a él mismo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 749/988
Le creía y también creía que habíamuchas cosas que no me había dicho y qusus fallos de memoria y sus vaguedades
eran evidentemente deliberados. JimBarnes, pensé. Jim Jim. – ¿Cuánto tiempopermaneció Al Hunt ingresado aquí? – pregunté, cambiando de tema. – Cuatromeses, creo. – ¿Estuvo alguna vez en launidad forense? – El Valhalla no disponede ninguna unidad forense propiamente
dicha. Tenemos una sala llamada el«cuarto trasero» para los pacientespsicópatas, los que padecen delirium
remens y los que constituyen un peligro
para su propia integridad física. Noalmacenamos enfermos mentales quehayan cometido delitos.
–¿Estuvo Al alguna vez en esa sala? –
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 750/988
pregunté. –Nunca fue necesario. –Muchas gracias por haberme
dedicado su tiempo -dije, levantándome-.Envíeme por correo una fotocopia de estahistoria, si es tan amable.
–Lo haré con mucho gusto. – El doctoMasterson esbozó de nuevo una cordialsonrisa, pero sin mirarme a la cara.– Nodude en llamar si yo puedo hacer alguna
otra cosa.Experimenté una extraña y molestasensación mientras recorría el largo ydesierto pasillo que conducía al vestíbulo
pero mi instinto me aconsejaba nopreguntar por Frankie o tan siquieramencionar su nombre. El «cuarto trasero»Pacientes psicóticos o que padecen
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 751/988
delirium tremens. Al Hunt me habíacomentado sus entrevistas con pacientesconfinados en una unidad forense. ¿Fuero
acaso figuraciones suyas o una confusiónpor su parte? No había ninguna unidadforense en el Valhalla. Y, sin embargo,pudo haber alguien que se llamara Frankiencerrado en el «cuarto trasero». ¿Y siFrankie hubiera mejorado y más tarde lohubieran trasladado a otra sala durante la
permanencia de Al en el Valhalla? ¿Y siFrankie hubiera imaginado que habíaasesinado a su madre o hubiera deseadopoder hacerlo?
«Frankie golpeó a su madre con unronco hasta matarla.» El asesino había
golpeado a Cary Harper con un trozo deubería metálica hasta matarlo.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 752/988
Cuando llegué a mi despacho ya habíaanochecido y los guardas ya no estaban.
Sentándome detrás de mi escritorio,
giré el sillón de cara al terminal deordenadores. Tras pulsar varioscomandos, apareció ante mis ojos lapantalla ámbar y, momentos después,recuperé el caso de Jim Barnes. Un veintede abril de nueve años atrás, sufrió unaccidente de tráfico en el condado de
Albemarle; la causa de la muerte habíansido unas «lesiones cerebrales cerradas»Su índice de alcoholemia era de 18, casiel doble de lo legalmente permitido, y se
e habían encontrado restos denortriptilina y amitriptilina. Estaba claroque Jim Barnes tenía un problema.
En el despacho del analista de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 753/988
nformática situado unas puertas másabajo, la arcaica y cuadrada máquina demicro-filmes se hallaba sólidamente
asentada sobre una mesa del fondo cual sifuera un Buda. Mis habilidadesaudiovisuales nunca habían sidoextraordinarias. Tras una impacientebúsqueda en la filmoteca, encontré elrollo que me interesaba y conseguícolocarlo debidamente en la máquina.
Con las luces apagadas, vi pasar unanterminable corriente de borrosasmágenes en blanco y negro. Ya me
estaban empezando a doler los ojos
cuando encontré el caso. La películacrujió levemente cuando pulsé un botón ycentré en la pantalla el informe policialescrito a mano. Aproximadamente a las
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 754/988
diez cuarenta y cinco de un viernes por lanoche, el BMW 1973 de Barnes estabacirculando a alta velocidad en dirección
este por la I-64. Cuando la rueda derechase separó del asfalto, Jim efectuó unamaniobra de corrección excesiva, segolpeó contra la divisoria y saltó por losaires. Hice avanzar la película y encontréel informe inicial de investigación delforense. En la sección de comentarios, un
al doctor Brown había escrito que elfallecido había sido despedido aquellamisma tarde del hospital Valhalla donderabajaba como asistente social. Cuando
abandonó el Valhalla a las cinco de laarde de aquel día, lo vieron
extremadamente alterado y enfurecido.Barnes era soltero y sólo tenía treinta y un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 755/988
años.En el informe del forense se
mencionaban dos testigos a quienes el
doctor Brown debía de haber entrevistado. Uno era el doctor Mastersony el otro una empleada del hospitallamada señorita Jeannie Sample.
A veces, trabajar en un caso dehomicidio es como extraviarse. Siguescualquier calle que te parece prometedora
confiando en que, con un poco de suerte,una callejuela te conducirá finalmente a lacalle principal. ¿Cómo era posible que unerapeuta fallecido nueve años atrás
uviera algo que ver con los recientesasesinatos de Beryl Madison y CaryHarper? Y, sin embargo, yo presentía quehabía un eslabón.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 756/988
No me apetecía demasiado interrogar a los colaboradores del doctor Mastersony apostaba a que éste ya habría
aleccionado a los de mayor rango paraque, si yo los llamara, se mostrarancorteses… y mudos. A la mañanasiguiente, sábado, dejé que misubconsciente trabajara en aquelproblema y llamé al Johns Hopkins en laesperanza de que el doctor Ismail
estuviera allí. Estaba y confirmó mieoría. Las muestras del contenidogástrico y de la sangre de Sterling Harperndicaban que ésta había ingerido
evomethorphan poco antes de morir, ochmiligramos por litro de sangre, demasiadopara que pudiera sobrevivir o para que
hubiera sido accidental. Se había quitado
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 757/988
a vida y lo había hecho de una forma queen circunstancias normales, no se hubieradetectado.
–¿Sabía ella que el dextromethorphany el levomethorphan se presentan comodextromethorphan en los análisisoxicológicos de rutina? – le pregunté al
doctor Ismail. –No recuerdo haber comentado con
ella nada de todo eso -me contestó-. Pero
ella siempre mostraba un gran interés poros detalles de sus tratamientos ymedicaciones, doctora Scarpetta. Cabe laposibilidad de que investigara el tema en
nuestra biblioteca médica. Recuerdo queme hizo muchas preguntas cuando lereceté por primera vez el levomethorphanEso fue hace varios años. Como era un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 758/988
ratamiento de tipo experimental, sentíacuriosidad y puede que estuviera un pocopreocupada…
Apenas le escuché mientras me seguíadando explicaciones. Jamás podríademostrar que la señorita Harper habíadejado deliberadamente el frasco dearabe para la tos bien a la vista para que
yo lo encontrara. Pero yo estabarazonablemente segura de que eso era lo
que había hecho. Quiso morir condignidad y sin reproches, pero no lo quisohacer en soledad.
Tras colgar el teléfono, me preparé un
buen té caliente y empecé a pasear por lacocina, deteniéndome de vez en cuandopara contemplar el claro día dediciembre. Sammy, una de las pocas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 759/988
ardillas albinas de Richmond, estabasaqueando de nuevo mi comedero parapájaros. Por un instante, nos miramos a
os ojos mientras sus peludas mejillas semovían a ritmo frenético, las semillas seescapaban volando de sus patitas y lapequeña cola blanca se movía cual unrémulo punto interrogativo recortándose
contra el azul del cielo. Nos habíamoshecho amigas el invierno anterior cuando
contemplé desde mi ventana sus repetidosntentos de saltar desde una rama paraalcanzar la cónica parte superior delcomedero de pájaros. Tras un
considerable número de revolcones por esuelo, Sammy consiguió finalmentecogerle el tranquillo a la cosa. De vez encuando, yo salía y le arrojaba un puñado
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 760/988
de cacahuetes. La situación había llegadohasta el extremo de que, cuando tardabaun poco en verla, experimentaba una
punzada de inquietud seguida de ungozoso suspiro de alivio cuando la ardillaaparecía de nuevo para aprovecharse demi bondad.
Sentada junto a la mesa de la cocinacon un cuaderno de apuntes y un bolígrafoen la mano, marqué el número del
Valhalla. –Jeannie Sample, por favor -dije sindentificarme.
–¿Es una paciente, señora? – me
preguntó la recepcionista. –No. Es una empleada… -Me hice un
poco la tonta. – Por lo menos, eso creo.Llevo años sin ver a Jeannie.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 761/988
–Un momento, por favor.La recepcionista volvió a ponerse al
eléfono.
–Aquí no hay nadie que se llame así.Maldita sea. ¿Cómo era posible? El
número de teléfono que figuraba junto a snombre en el informe del forense era eldel Valhalla. ¿Se habría equivocado eldoctor Brown? Nueve años atrás, pensé.En nueve años podían haber ocurrido
muchas cosas. La señorita Sample podíahaberse ido a otro sido. Se podía haber casado.
–Perdón -dije-. Sample es su apellido
de soltera. –¿Conoce usted su apellido de
casada?
–Qué estúpida soy, tendría que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 762/988
saberlo… –¿No será Jean Wilson?Hice una pausa como si no estuviera
segura. –Aquí tenemos a una Jean Wilson -
añadió la voz-. Una de nuestras terapeutasocupacionales. No se retire, por favor. – La recepcionista volvió en seguida.– Sí,su primer apellido es Sample, señora.Pero no trabaja los fines de semana.
Estará aquí el lunes a las ocho de lamañana. ¿Quiere dejarle algún recado? –¿Hay algún medio de que pueda
ponerme en contacto con ella?
–No estamos autorizados a facilitar os números de los teléfonos particularescontestó la recepcionista, poniéndose un
poco en guardia-. Si me deja usted su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 763/988
nombre y su teléfono, intentaré localizarlay le diré que la llame.
–Qué lástima, no voy a estar aquí
mucho tiempo -reflexioné un instante yañadí en tono de fingida resignación-. Lontentaré de nuevo… la próxima vez que
vuelva por esta zona. Supongo queambién puedo escribirle al Valhalla.
–Sí, señora, por supuesto. –La dirección, ¿cuál es?
Me la facilitó. –¿Y el nombre del marido?Una pausa.
–Skip, creo.
A veces, era un diminutivo de Leslie,pensé.
–Señora de Skip o de Leslie Wilson -murmuré como si lo estuviera anotando-.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 764/988
Bueno pues, muchas gracias.El servicio de información de la
elefónica me dijo que en Charlottesville
había un Leslie Wilson, un L. P. Wilson yun L. T. Wilson. Empecé a marcar. Elhombre que se puso al teléfono cuandomarqué el número de L. T. Wilson me dijque «Jeannie» había salido a hacer unosrecados y regresaría a casa antes de unahora.
Comprendí que una voz desconocidaque hiciera preguntas por teléfono nolegaría a ninguna parte. Jeannie Wilsonnsistiría en hablar primero con el doctor
Masterson y entonces todo estaríaperdido. Sin embargo, sería un poco másdifícil rechazar a alguien que sepresentara inesperadamente en la puerta
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 765/988
de la casa, sobre todo si este alguien sedentificara como la jefa del departamento
de Medicina Legal y llevara una placa qu
así lo confirmara.Jeannie Sample Wilson no aparentaba
más de treinta años y vestía vaqueros y unersey de color rojo. Era una vivaracha
morena de ojos risueños, nariz pecosa yargo cabello recogido hacia atrás en una
cola de caballo. En el salón que se veía
desde la puerta, dos chiquillos estabansentados sobre la alfombra del suelo,contemplando los dibujos animados de laelevisión.
–¿Cuánto tiempo lleva trabajando enel Valhalla? – le pregunté.
–Unos doce años -contestó tras dudar un poco.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 766/988
Me alegré tanto que casi estuve apunto de lanzar un suspiro de alivio.Jeannie Wilson debía de estar allí no sólo
cuando despidieron a Jim Barnes, sinoambién cuando Al Hunt ingresó en el
centro como paciente dos años antes.Estaba sólidamente plantada en la
puerta. En la calzada particular había unautomóvil, aparte el mío. Su marido debíade haber salido. Estupendo.
–Estoy investigando los homicidios dBeryl Madison y Cary Harper -dije.Jeannie me miró con los ojos muy
abiertos.
–¿Qué quiere usted de mí? Yo no lesconocía…
–¿Me permite pasar?
–Por supuesto. Perdón. Por favor.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 767/988
Nos sentamos en la pequeña cocina deinóleo, formica blanca y armarios de
madera de pino. Todo estaba
mpecablemente limpio, con las cajas decereales pulcramente alineadas sobre elfrigorífico y grandes tarros de vidrio congalletas, arroz y pasta en los mostradoresEl lavavajillas estaba en marcha y seaspiraba el aroma de un pastel cociéndosen el horno.
Decidí vencer cualquier resistenciapor medio de la dureza. –Señora Wilson, Al Hunt estuvo
ngresado como paciente en el Valhalla
hace once años, y durante algún tiempofue sospechoso en los casos que nosocupan. Él conoció a Beryl Madison. –
¿Al Hunt?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 768/988
Jeannie me miró, desconcertada. – ¿Lrecuerda? Sacudió la cabeza.
–¿Y dice usted que lleva doce años
rabajando en el Valhalla? –Once y medio para ser más exacta. –
Al Hunt estuvo ingresado allí comopaciente hace once años tal como ya le hedicho…
–El nombre no me suena… –Se suicidó la semana pasada -dije.
Su perplejidad se intensificó. –Hablé con él poco antes de sumuerte, señora Wilson. Su asistente sociamurió hace nueve años en un accidente de
ráfico. Jim Barnes. Necesito hacerlealgunas preguntas sobre él.
Un rubor le empezó a subir por el
cuello.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 769/988
–¿Cree usted que su suicidio estárelacionado o tuvo algo que ver con Jim?
Era imposible responder a la
pregunta. –Al parecer, Jim Barnes había sido
despedido del Valhalla unas cuantas horaantes de su muerte -añadí-. Su apellido o,por lo menos, su apellido de soltera,figuraba en el informe del forense, señoraWilson.
–Hubo… Bueno, ciertas dudas -balbució-. Sobre si había sido un suicidioo un accidente. Me interrogaron. Unmédico o un forense, no recuerdo. Pero
me llamó un hombre. –¿El doctor Brown? –No recuerdo su nombre -contestó.
–¿Por qué quería hablar con usted,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 770/988
señora Wilson? –Supongo que porque fui una de las
últimas personas que vieron con vida a
Jim. El médico debió de llamar arecepción y Betty me debió de pasar lalamada a mí.
–¿Betty? –Era la recepcionista que teníamos
entonces. –Necesito que me diga todo lo que
pueda recordar sobre las circunstanciasdel despido de Jim Barnes -dije mientrasella se levantaba para echar un vistazo alpastel del horno.
Cuando regresó, parecía un poco mássosegada. Ya no estaba acobardada, sinoenfurecida.
–Puede que no sea muy correcto
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 771/988
hablar mal de los muertos, doctoraScarpetta -dijo-, pero Jim no era unabuena persona. Había provocado un
problema muy grave en el Valhalla yhubieran tenido que despedirle muchoantes.
–¿Qué clase de problemaexactamente?
–Los pacientes dicen muchas cosas y menudo no se les puede dar mucho
crédito. Es difícil establecer lo que esverdad y lo que no lo es. El doctor Masterson y los terapeutas recibían quejade vez en cuando, pero no se pudo
demostrar nada hasta que una mañana, lamañana de aquel día, alguien fue testigode unos hechos. Aquel día Jim fuedespedido y sufrió el accidente.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 772/988
–¿Fue usted el testigo de los hechos? pregunté.
–Sí -contestó con la mirada perdida e
a lejanía y los labios firmementeapretados.
–¿Qué ocurrió? –Yo estaba cruzando el vestíbulo para
r a ver al doctor Masterson por algo queahora no recuerdo, cuando Betty melamó. Trabajaba en la centralita del
mostrador de recepción tal como ya le hedicho… ¡Tommy, Clay, a ver si os estáisquietos!
Los gritos de la otra estancia se
ntensificaron mientras los niños ibancambiando vertiginosamente los canales.
La señora Wilson se levantó con aire
cansado para restablecer el orden entre
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 773/988
sus hijos. Oí los rumores amortiguados deunas palmas sobre unas posaderas, tras locual el canal se quedó quieto. Al parecer,
os personajes de los dibujos animados seestaban atacando con ametralladoras.
–¿Dónde estaba? – preguntó la señoraWilson al volver a la cocina.
–Me estaba hablando de Betty -lerecordé.
–Ah, sí. Me hizo señas de que me
acercara y dijo que la madre de Jimlamaba por conferencia y parecía que serataba de algo importante. Nunca supe el
propósito de la llamada. Pero Betty me
pidió que fuera a avisar a Jim. Estaba enel psicodrama que se suele hacer en elsalón de baile. El Valhalla tiene un salónde baile que utilizamos para muchas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 774/988
cosas, ¿sabe usted? El sábado por lanoche, para bailes y fiestas. Hay tambiénun escenario con un estrado para la
orquesta. Procede de la época en que elValhalla era un hotel. Entré por la partede atrás y, cuando vi lo que estabaocurriendo, me quedé de una pieza. – Losojos de Jeannie se encendieron de furia ysus dedos empezaron a juguetear con elborde de un mantelito individual. –
Permanecí inmóvil, observando la escenaJim se encontraba de espaldas a mí concinco o seis pacientes en el escenario. Lasillas estaban colocadas de tal forma que
os demás no podían ver lo que él hacíacon una paciente, una niña llamada Rita.Rita debía de tener unos trece años yhabía sido violada por su padrastro. No
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 775/988
hablaba jamás y se había quedadofuncionalmente muda. Jim la estabaobligando a escenificar de nuevo lo
ocurrido. –¿La violación? – pregunté sin perder
a calma. –El muy hijo de puta. Perdone, pero e
que todavía me altero. –Se comprende. –Más tarde dijo que no había
cometido ninguna incorrección. Era unembustero y lo negó todo. Pero yo lohabía visto. Comprendí exactamente loque estaba haciendo. Interpretaba el pape
del padrastro y Rita estaba tan asustadaque no podía ni moverse. Estabapetrificada en la silla y él, inclinado sobrsu rostro, le hablaba en voz baja. El salón
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 776/988
de baile tiene muy buena acústica y lo oíodo muy bien. Rita estaba muy
desarrollada para ser una niña de trece
años.»-¿Es eso lo que te hizo? – le
preguntaba Jim mientras la tocaba.«Supongo que la manoseó tal como
había hecho su padrastro. Me retiré sinque él se diera cuenta de mi presencia y,minutos más tarde, el doctor Masterson y
yo nos enfrentamos con él.Empecé a comprender por qué eldoctor Masterson se había negado ahablar conmigo de Jim Barners y adiviné
por qué faltaban algunas páginas en elhistorial de Al Hunt. Si se hubierandivulgado ¿les hechos, a pesar de haber ocurrido varios años atrás, la reputación
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 777/988
del hospital hubiera sufrido un duro golpe –¿Y usted sospecha que Jim Barners
había hecho lo mismo otras veces? –
pregunté. –Algunas quejas que habíamos
recibido así parecían indicarlo -contestóJeannie Wilson con los ojos encendidosde cólera.
–¿Siempre mujeres? – No siempre. –¿Recibieron quejas de algún pacient
varón? – De un chico, sí. Pero nadie lehizo caso. Tenía problemas sexualesporque, al parecer, lo habían sometido aabusos deshonestos o algo por el estilo.
El tipo de paciente del que alguien comoJim se podía aprovechar porque nadie sehubiera creído lo que decía el pobrecillo
¿Recuerda el nombre de aquel paciente
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 778/988
A ver -Jeannie frunció el ceño-. Haceanto tiempo -añadió-. Frank… Frankie.
Eso es. Recuerdo que algunos pacientes l
lamaban Frankie. Pero no recuerdo suapellido. – ¿Cuántos años tenía? – pregunté, consciente de los violentosatidos de mi corazón.
–Pues no sé. Unos diecisiete odieciocho. – ¿Qué recuerda usted deFrankie? – pregunté-. Es importante. Muy
mportante.Sonó un cronómetro y Jeannie empujósu silla hacia atrás y se levantó para sacael pastel del horno. Después fue a ver qué
estaban naciendo sus hijos. Regresófrunciendo el ceño. – Recuerdo vagamentque estuvo algún tiempo en el «cuartorasero», inmediatamente después de su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 779/988
ngreso. Después lo trasladaron a la salade hombres del segundo piso. Yo lorataba en terapia ocupacional -añadió
Jeannie acercándose el índice a labarbilla con gesto pensativo-. Recuerdoque era muy ingenioso. Hacía muchoscinturones de cuero y grabados en latón ye gustaba hacer calceta, lo cual era un
poco insólito. Los varones se niegan ahacer calceta. Prefieren los trabajos en
cuero, los ceniceros y todas estas cosas.Él era muy creativo y extremadamentehabilidoso. Y recuerdo también otra cosaSu pulcritud. Era un maniático de la
impieza y siempre limpiaba y ordenabasu espacio, recogiendo cualquier cosa quehubiera caído al suelo. Como si nopudiera soportar el desorden.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 780/988
Jeannie hizo una pausa para mirarme. –¿Cuando formuló su queja contra Jim
Barnes? – pregunté.
–Poco después de que yo empezara arabajar en el Valhalla. – Jeannie trató de
recordar.– Creo que Frankie sólo llevabacosa de un mes en el Valhalla cuando dijoalgo sobre Jim. Me parece que se locomentó a otro paciente. Es más… -laoven hizo una pausa y juntó sus bien
perfiladas cejas, frunciendo el entrecejo-fue el otro paciente el que se quejó ante edoctor Masterson.
–¿Recuerda quién era el paciente? ¿E
paciente a quien Frankie le hizo elcomentario?
–No.
–¿Pudo ser alguien llamado Al Hunt?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 781/988
Me ha dicho que llevaba poco tiemporabajando en el Valhalla. Hunt estuvongresado allí como paciente hace once
años, durante la primavera y el verano. –No recuerdo a Al Hunt… –Eran más o menos de la misma edad
añadí. –Qué curioso. – Los ojos de Jeannie
se clavaron en los míos con expresión denocente asombro.– Frankie tenía un
amigo, otro adolescente como él. Rubio.El chico era muy rubio y parecía muyímido. No recuerdo su nombre.
–Alt Hunt era rubio -dije.
Silencio. –Oh, Dios mío.Seguí aguijoneándola.
–Callado, tímido…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 782/988
–Oh, Dios mío -repitió Jeannie-.Entonces apuesto a que fue él! ¿Y dice
usted que se suicidó la semana pasada?
–Sí. –¿Y no le había hablado de Jim? –Me mencionó a alguien llamado Jim
Jim. –Jim Jim -repitió la joven-. Pues no
sé… -¿Qué le ocurrió a Frankie? –No estuvo allí mucho tiempo, unos
dos o tres meses. – ¿Regresó a su casa? –pregunté. – Supongo que sí -contestóJeannie-. No sé qué pasó con su madre.Creo que vivía con el padre. La madre de
Frankie le abandonó cuando erapequeño… o algo por el estilo. Lo únicoque recuerdo es que su situación familiar
era muy lamentable. Aunque eso se podría
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 783/988
decir de casi todos los pacientes delValhalla -Jeannie lanzó un suspiro-.Madre mía, la de tiempo que llevaba yo
sin pensar en esas cosas. Frankie -sacudióa cabeza-. No sé qué habrá sido de él. –
¿No tiene ni idea? –Absolutamente ninguna. – Me miró
argo rato y vi el temor reflejado en susojos.– Dos personas asesinadas. ¿Nopensará usted que Frankie…? No dije
nada. –Nunca fue violento cuando yorabajaba con él. Era más bien cariñoso. –
Jeannie esperó. Al ver que yo no hacía
ningún comentario, añadió-: Quiero decirque era muy amable y educado conmigo,me observaba detenidamente y hacía todoo que yo le decía.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 784/988
–Eso quiere decir que la apreciaba -dije. – Incluso me hizo una bufanda.Ahora me acuerdo. Roja, blanca y azul.
Lo había olvidado por completo. No séqué fue de ella -su voz se perdió-. Debíde dársela a los del Ejército de Salvacióno algo así. No sé. Frankie, bueno, creoque se había enamorado un poco de mí -dijo, soltando una risita nerviosa.
–Señora Wilson, ¿qué aspecto tenía
Frankie? – Alto, delgado y moreno. – Jeannie cerró brevemente los ojos.– Haceanto tiempo -añadió volviendo a
mirarme-. No destacaba por nada y no
recuerdo que fuera especialmente guapo.Porque, si hubiera sido muy guapo o muyfeo, tal vez le recordaría mejor. Por
consiguiente, creo que debía de ser del
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 785/988
montón. –¿Es posible que haya alguna
fotografía suya en los archivos del
hospital? –No. Nuevamente el silencio. De pronto,
Jeannie me miró con asombro. –Tartamudeaba -dijo, primero como
dudando y después con más convicción. –¿Cómo dice?
–Digo que a veces tartamudeaba.Ahora me acuerdo. Cuando se excitaba oestaba muy nervioso, Frankieartamudeaba.
Jim Jim.Al Hunt había querido decir
exactamente lo que dijo. Cuando Frankiee contó a Hunt lo que Barnes había
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 786/988
ntentado hacer, Frankie debía de estar rastornado y agitado. Y seguramenteartamudeaba. Debía de tartamudear
siempre que le hablaba a Hunt de JimBarnes. ¡Jim Jim!
Tras salir de la casa de JeannieWilson, entré en la primera cabinaelefónica que encontré. El muy tonto de
Marino se había ido a jugar a los bolos.
14
El lunes amaneció con una oleada denubes jaspeadas y siniestramente grisesque envolvían las estribaciones del BlueRidge y ocultaban de la vista el Valhalla.El viento azotaba el automóvil de Marinoy, cuando éste aparcó en el hospital, unosdiminutos copos de nieve ya se estaban
pegando al parabrisas.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 787/988
–Mierda -exclamó Marino al bajar-.Lo único que nos faltaba.
–Dicen que no será nada -le
ranquilicé, haciendo una mueca cuandoos helados copos me rozaron las
mejillas.Inclinamos las cabezas para
protegernos del viento y corrimos enmedio del gélido silencio hacia la entradaprincipal.
El doctor Masterson nos esperaba enel vestíbulo con un rostro más duro que lapiedra a pesar de su forzada sonrisa.Ambos hombres se estrecharon la mano,
mirándose como gatos enemigos, y yo nohice nada por suavizar la tensión porqueya estaba hasta la coronilla de los juegos
que se llevaba entre manos el psiquiatra.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 788/988
l tenía una información que nosotrosnecesitábamos y nos la tendría quefacilitar en su totalidad ya fuera
voluntariamente o bien a través de unmandamiento judicial. A su elección. Leseguimos sin demora a su despacho y estavez cerró la puerta.
–Bien, ten qué puedo servirles? – preguntó nada más sentarse.
–Más información -contesté yo.
–Por supuesto. Pero debo confesarle,doctora Scarpetta -añadió Mastersoncomo si Marino no estuviera presente ena estancia-, que no veo qué otra cosa
podría decirle sobre Al Hunt paraayudarle en sus casos. Ya examinó ustedsu historial y yo le he dicho todo lo querecuerdo…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 789/988
–Sí, bueno -le interrumpió Marino-,nosotros hemos venido para refrescarle upoco más la memoria. – Sacó la cajetilla
de cigarrillos.– Y no es Al Hunt quien nonteresa.
–No lo entiendo. –Nos interesa más bien su compañero
explicó Marino.¿Qué compañero? – preguntó
Masterson, mirándole fríamente.
–¿El nombre de Frankie le suena dealgo?El doctor Masterson empezó a
impiarse las gafas y yo pensé que ésa
debía de ser una de sus estratagemaspreferidas para ganar tiempo.
–Cuando Al estuvo ingresado aquí
había un paciente, un muchacho llamado
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 790/988
Frankie -añadió Marino. –Me temo que no lo recuerdo. –Pues haga memoria, doctor, y
díganos quién es Frankie. –En el Valhalla tenemos en todo
momento trescientos pacientes ingresadoseniente -contestó el psiquiatra-. No me es
posible recordar a todos los que pasanpor aquí y tanto menos a aquellos cuyaestancia es de corta duración.
–¿O sea que este tal Frankie no estuvoaquí mucho tiempo? – preguntó Marino.El doctor Masterson alargó la mano
hacia la pipa. Había cometido un fallo y
a cólera se reflejaba en sus ojos. –Yo no he dicho nada de todo eso,
eniente -empezó a llenar la pipa muydespacio con picadura de tabaco-. Pero,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 791/988
si fuera usted tan amable de facilitarmealgunos datos sobre este paciente, eloven a quien usted llama Frankie, tal vez
se me ocurriría algo. ¿Puede usteddecirme algo más sobre él, aparte elhecho de que era un «muchacho»?
–Al parecer -intervine yo-, Al Huntenía un amigo cuando estaba aquí, alguie
a quien él llamaba Frankie. Al me locomentó cuando habló conmigo. Creemos
que este joven pudo estar inicialmenteconfinado en el «cuarto trasero» y quedespués quizá fue trasladado a otro pisodonde probablemente hizo amistad con
Al. Frank nos ha sido descrito como unoven alto, delgado y moreno. Además,
era aficionado a hacer calceta, lo cual esbastante atípico entre los varones según
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 792/988
me han dicho. –¿Eso es lo que le dijo Al Hunt? –
preguntó el doctor Masterson.
–Frank era también un maniático de laimpieza -añadí, esquivando la pregunta.
–Lamento decirle que el personal nome suele comentar el hecho de que a unpaciente le guste hacer calceta -dijo eldoctor Masterson, volviendo a encender a pipa.
–Cabe la posibilidad de que tuvierauna cierta tendencia a tartamudear cuandose ponía nervioso -añadí, reprimiendo mimpaciencia.
–Mmm. Tal vez fuera alguien condisfonía espástica en su diagnósticodiferencial. Podríamos empezar por aquí…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 793/988
–Podríamos empezar por dejarnos demierdas -dijo bruscamente Marino.
–La verdad, teniente -el doctor
Masterson le dirigió una mirada desuperioridad-, su hostilidad estáotalmente injustificada.
–Ya, ya, ahora mismo no hay ningúnmandamiento judicial, pero yo podríacambiar de idea en un santiamén, enviarleun mandamiento y encerrarle en chirona
por complicidad en un asesinato. ¿Qué leparece? – dijo Marino, mirándoleenfurecido.
–Me parece que ya estoy harto de sus
mpertinencias -contestó Masterson conexasperante calma-. No respondo muybien a las amenazas, teniente.
–Y yo no respondo muy bien a alguien
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 794/988
que me está tomando el pelo -replicóMarino.
–¿Quién es Frankie? – volví a
preguntar yo. –Le aseguro que no lo sé así de
repente -contestó el doctor Masterson-.Pero, si son ustedes tan amables deesperar unos minutos, iré a ver qué datospodemos sacar de nuestro ordenador.
–Gracias -dije-. Esperaremos.
En cuanto el psiquiatra se retiró,Marino empezó a despotricar. –Menudo cara dura. –Marino -dije en tono cansado.
–No es que haya muchos jóvenes eneste sitio. Apuesto a que el setenta y cincopor ciento de los pacientes debe desuperar los sesenta años. Por eso es más
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 795/988
fácil recordar a los jóvenes, ¿no cree? Elío sabe muy bien quién es Frankie y
probablemente nos podría decir incluso
qué número de zapatos calza. –Tal vez. –Nada de tal vez. Le digo que el tío
nos está tomando el pelo. –Y lo seguirá haciendo mientras usted
siga adoptando esta actitud tan hostil,Marino.
–Mierda. – Marino se levantó y seacercó a la ventana que había detrás delescritorio del doctor Masterson-. Nosoporto que alguien me venga con
mentiras. Le juro que lo mandaré detener en caso necesario. Eso es lo que más mefastidia de los psiquiatras. Les da igualener por paciente a Jack el Destapador.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 796/988
Te mienten, arropan al animal en la camay le dan cucharaditas de caldo de gallinacomo si fuera un angelito. Menos mal que
ha dejado de nevar -musitó conncongruencia tras hacer una pausa.
Esperé a que volviera a sentarse y ledije:
–Creo que la amenaza de acusación dcomplicidad en asesinato ha sidodemasiado fuerte.
–Pero le ha hecho efecto, ¿verdad? –Déle la oportunidad de salvar lasapariencias, Marino.
Marino contempló enfurruñado los
visillos de la ventana, mientras daba unachupada al cigarrillo.
–Creo que ahora ya ha comprendidoque le conviene colaborar -dije.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 797/988
–Sí, bueno, pero a mí no me convieneperder el tiempo jugando al gato y al ratócon él. En estos momentos, Frankie el
Chalado está en la calle pensando cosasraras y es como una maldita bomba derelojera a punto de estallar.
Pensé en mi tranquila casa de miranquilo barrio, en la cadena de Cary
Harper colgada del tirador de la puerta deatrás y en los murmullos de la voz en mi
contestador automático: «¿Tienes elcabello rubio natural o te lo decoloras?»Qué extraño. La pregunta medesconcertaba. ¿Qué más le daba eso a
él? –Si Frankie es el asesino -dije
respirando hondo-, no acierto a
comprender qué relación puede haber
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 798/988
entre Sparacino; y los homicidios. –Ya veremos -musitó Marino,
encendiendo otro cigarrillo y clavando
sombríamente la mirada en la puerta. –¿Qué quiere decir con eso de «ya
veremos»? –Nunca deja de asombrarme la
facilidad con la cual una cosa conduce aotra -contestó enigmáticamente.
–¿Cómo? ¿Qué cosas conducen a
otras, Marino?Marino consultó su reloj y soltó unapalabrota.
–Pero, ¿dónde demonios se ha metido
ése? ¿Se habrá ido a almorzar? –Esperemos que esté buscando el
historial de Frankie. –Sí, esperemos.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 799/988
–¿Qué cosas conducen a otras? – volví a preguntar-. ¿En qué estápensando? ¿Le importará concretar un
poco más? –Digamos que tengo el presentimiento
de que, de no haber sido por el malditoibro que Beryl estaba escribiendo, losres aún estarían vivos. Y probablemente
Hunt también lo estará. –Yo no estará tan segura.
–Por supuesto. Usted siempre es muyobjetiva. Yo, lo que digo es que tengo estpresentimiento. – Marino me miró y sefrotó los cansados ojos. Tenía el rostro
arrebolado. – Presiento que Sparacino yel libro guardan relación. Es lo quenicialmente relacionó al asesino con
Beryl, y después una cosa condujo a la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 800/988
otra. A continuación, va el tipo y se cargaa Harper. Y la señorita Harper se tragauna cantidad de pastillas suficiente para
matar a un caballo antes que quedarsesola en aquella maldita casa mientras elcáncer se la come viva. Y, finalmente,Hunt se cuelga de una viga encalzoncillos.
La fibra anaranjada con su curiosasección de trébol pasó fugazmente por mi
mente junto con el manuscrito de Beryl,Sparacino, Jeb Price, el hijocinematográfico del senador Partin, laseñora McTigue y Mark. Todos ellos eran
miembros y ligamentos de un cuerpo queyo no lograba recomponer. De unanexplicable manera, eran la alquimia
mediante la cual unas personas y unos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 801/988
acontecimientos aparentemente norelacionados entre sí se habían convertidoen Frankie. Marino tenía razón. Una cosa
siempre conduce a otra. El asesinatonunca emerge del vacío en toda suplenitud. Ninguna maldad surge aislada.
–¿Tiene usted alguna teoría sobre cuápueda ser exactamente este eslabón? – lepregunté a Marino.
–No, ninguna en absoluto -me contestó
con un bostezo justo en el momento en queentraba el doctor Masterson, cerrando lapuerta a su espalda.
Observé con satisfacción que éste
levaba un montón de carpetas en la mano –Bueno pues -dijo fríamente el doctor
Masterson sin mirarnos a ninguno de losdos-, no he encontrado a nadie llamado
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 802/988
Frankie, por cuyo motivo deduzco quepodría ser un diminutivo. Por consiguiente, he sacado los casos
coincidentes con la fecha de tratamiento,a edad y la raza. Aquí tengo los
historiales de seis pacientes varones deraza blanca, excluido Al Hunt, queestuvieron ingresados como pacientes enel Valhalla durante el período de tiempoque a ustedes les interesa. Todos ellos
están comprendidos entre las edades derece y veinticuatro años. –¿Qué le parece si nos deja revisarlo
mientras usted se queda aquí sentado
fumando su pipa?Marino estaba un poco menos
combativo, pero no mucho. –Preferiría darles sólo sus historias
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 803/988
por razones confidenciales, teniente. Sialguno de ellos parece más interesante,revisaremos detalladamente su historial.
¿Les parece bien? –Nos parece bien -contesté yo antes
de que Marino pudiera protestar. –El primer caso -dijo el doctor
Masterson, abriendo la primera carpeta-es un joven de diecinueve años deHighland Park, Illinois, ingresado en
diciembre de 1978 con unos antecedentesde consumo de estupefacientes…concretamente heroína -pasó una página-.Metro setenta de estatura, setenta y cinco
kilos de peso, ojos y cabello castaños.Estuvo tres meses en tratamiento.
–Al Hunt no ingresó hasta el mes deabril siguiente -le recordé al psiquiatra-.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 804/988
o coincidieron como pacientes. –Sí, tiene usted razón. No me había
dado cuenta. A éste lo podemos descartar
Mientras el psiquiatra dejaba lacarpeta sobre el papel secante de suescritorio, yo le dirigí a Marino unamirada de advertencia. Tenía la cara tancolorada como un tomate y yo sabía queestaba a punto de estallar.
Abriendo una segunda carpeta, el
doctor Masterson añadió: –El siguiente es un varón de catorceaños, rubio y de ojos azules, metro setentade estatura y cincuenta y cinco kilos de
peso. Ingresó en febrero de 1979 y fuedado de alta seis meses más tarde. Teníaunos antecedentes de personalidadretraída y alucinaciones fragmentarias.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 805/988
Fue diagnosticado como esquizofrénicode tipo desorganizado y hebefrénico.
–¿Le importa explicarnos qué
demonios significa todo esto? – preguntóMarino.
–Presentaba incoherencia, actitudesextrañas, extremo retraimiento social yotras anomalías de comportamiento. Por ejemplo… -el psiquiatra se detuvo paraexaminar una página-, salía por la mañana
para dirigirse a la parada del autobús,pero no acudía a la escuela, y una mañanao encontramos sentado bajo un árbol
dibujando cosas raras y sin sentido en su
cuaderno de apuntes. –Ya. Y ahora debe de ser un reputado
artista que vive en Nueva York -musitósarcásticamente Marino-. ¿Se llama
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 806/988
Frank, Frankie o algo que empiece por F? –No. Nada que se le parezca. –¿Quién tenemos a continuación?
–A continuación tenemos a un varónde veintidós años de Delaware. Pelirrojoojos grises… mmm… metro sesenta ycinco de estatura, setenta kilos. Ingresó enmarzo de 1979 y fue dado de alta en junioEl diagnóstico fue síndrome alucinatorioorgánico. Los factores coadyuvantes
fueron una epilepsia transitoria y unosantecedentes de consumo de marihuana.Entre las complicaciones se incluíanestado de ánimo disfórico y un intento de
autocastración en respuesta a unaalucinación.
–¿Qué significa disfórico? – preguntóMarino.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 807/988
–Ansioso, inquieto, deprimido. –¿Eso fue antes o después de que
ntentara convertirse en una soprano?
El doctor Masterson estabaempezando a perder la paciencia, y yo nose lo reprochaba.
–El siguiente -dijo Marino cual sifuera un sargento de instrucción.
–El cuarto caso es un varón dedieciocho años, cabello negro, ojos
castaños, metro setenta y cinco y sesenta yocho kilos. Ingresó en mayo de 1979 y eldiagnóstico fue esquizofrenia de tipoparanoico. Su historia… -el psiquiatra
pasó una página y alargó la mano hacia lapipa-, incluye cólera y ansiedad difusascon dudas sobre la propia identidad
sexual y un acusado temor a ser
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 808/988
catalogado como homosexual. La psicosisse desencadenó al parecer al ser abordado por un homosexual en unos
avabos públicos… –Un momento -si Marino no le hubier
nterrumpido, lo hubiera hecho yo-.Tenemos que hablar de éste. ¿Cuántoiempo estuvo ingresado en el Valhalla?
El doctor Masterson encendió su pipaTomándoselo con mucha calma y
examinando el historial, contestó: –Diez semanas. –Coincidiendo con la estancia de Hun
dijo Marino.
–Exactamente. –¿O sea que lo abordó un homosexual
en un lavabo y se pegó un susto? ¿Quépasó? ¿Qué tipo de psicosis? – preguntó
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 809/988
Marino.El doctor Masterson pasó unas
páginas. Quitándose las gafas, contestó:
–Un episodio de delirios de grandezaCreía que Dios le ordenaba hacer cosas.
–¿Qué cosas? – preguntó Marino,nclinándose hacia adelante en su sillón.
–Aquí no se especifica nada enconcreto; sólo se dice que se expresaba eérminos extraños.
–¿Y era un esquizofrénico paranoico?le preguntó Marino. –Sí. –¿Nos lo quiere definir? ¿Qué otros
síntomas característicos se dan en estoscasos?
–Lo más típico -contestó el doctor Masterson- son los rasgos asociados entre
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 810/988
os cuales se incluyen los delirios degrandeza o las alucinaciones de contenidograndioso. Pueden registrarse celos
njustificados, una extrema vehemencia enas interacciones interpersonales,nclinación a las discusiones y, en alguno
casos, violencia. –¿De dónde era? – pregunté. –Maryland. –Mierda -musitó Marino-. ¿Vivía con
sus dos progenitores? –Vivía con su padre. –¿Está usted seguro de que era
paranoico y no indiferenciado? –
pregunté.La distinción era importante. Los
esquizofrénicos de tipo indiferenciadosuelen observar una conducta
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 811/988
ampliamente desorganizada.Generalmente no tienen capacidad parapremeditar crímenes y escapar con éxito a
a captura. La persona que buscábamosestaba lo suficientemente organizadacomo para planear y ejecutar con éxito sucrímenes y evitar que la atraparan.
–Estoy completamente seguro -contestó el doctor Masterson. Tras unapausa, añadió, como el que no quiere la
cosa-: Curiosamente, el nombre de pila déste es Frank.Después me entregó la carpeta y
Marino y yo echamos un breve vistazo al
contenido.Frank Ethan Aims, o Frank E., y, por
consiguiente, «Frankie», deduje yo, habíasido dado de alta en el Valhalla a finales
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 812/988
de julio de 1979 y, poco después, según lanotación hecha posteriormente por eldoctor Masterson, se había fugado de su
casa en Maryland. –¿Cómo sabe usted que se fugó de su
casa? – preguntó Marino, mirando alpsiquiatra-. ¿Cómo sabe lo que fue de élras haber abandonado este hospital?
–Me llamó su padre. Estaba muydisgustado -contestó el doctor Masterson.
–¿Y entonces qué? –Por desgracia, ni yo ni nadiepodíamos hacer nada. Frank era mayor deedad, teniente.
–¿Recuerda si alguien se refería a éllamándole Frankie? – pregunté.
Masterson sacudió la cabeza. –¿Y Jim Barnes? ¿Fue el asistente
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 813/988
social de Frank Aims? –Sí -contestó el doctor Masterson a
regañadientes.
–¿Tuvo Frank Aims algún encuentrodesagradable con Jim Barnes? – pregunté
–Parece ser que sí -contestó elpsiquiatra tras dudar un poco.
–¿De qué naturaleza? –Parece ser que de naturaleza sexual,
doctora Scarpetta. Les ruego, por lo que
más quieran, que tengan en cuenta mintención de colaborar. –Lo tenemos en cuenta, no se
preocupe. Quiero decir que no es nuestro
propósito repartir comunicados de prensa –O sea que Frank conoció a Al Hunt -
dije yo.El doctor Masterson volvió a vacilar.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 814/988
–Sí -dijo con la cara muy tensa-. FueAl Hunt quien formuló las acusaciones.
–Eso ya está mejor -dijo Marino por
o bajo. –¿Qué quiere decir con eso de que fue
Al Hunt quien formuló las acusaciones? –pregunté.
–Quiero decir que se quejó a una denuestras terapeutas -contestó el doctor Masterson un poco a la defensiva-.
Durante una de nuestras sesiones tambiénme dijo algo a mí. Interrogamos a Frank yéste se negó a decir nada. Era un jovenmuy colérico y retraído. Yo no podía
omar medidas basándome en lo que Alhabía dicho. Sin la confirmación de Frankas acusaciones sólo podían considerarse
rumores.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 815/988
Marino y yo guardamos silencio. –Lo siento -cajo el doctor Masterson
con aire profundamente abatido-. No
puedo ayudarles a descubrir el paraderode Frank. Ya no sé nada más. La últimavez que hablé con su padre fue hace sieteu ocho años.
–¿Cuál fue el motivo de laconversación? – pregunté.
–El señor Aims me llamó.
–¿Por qué razón? –Quería saber si yo había tenidoalguna noticia de Frank.
–¿Y la había tenido? – preguntó
Marino. –No -contestó el doctor Masterson-.
Lamento decir que nunca supe nada más
de Frank.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 816/988
–¿Y por qué quería saber el señor Aims si usted había tenido alguna noticiade Frank? – pregunté yo.
–Su padre quería localizarle ypensaba que, a lo mejor, yo podrá saber algo sobre su paradero. Porque su madrehabía muerto. Quiero decir, la madre deFrank.
–¿Dónde murió y cómo? – pregunté. –En Freeport, Maine. No estoy muy al
corriente de las circunstancias. –¿De muerte natural? – pregunté. –No -contestó el doctor Masterson sin
mirarnos a la cara-. Estoy casi seguro de
que no.Marino no tardó mucho en
averiguarlo. Llamó al departamento de
Policía de Freeport, Maine. Según los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 817/988
archivos, a última hora de la tarde del 15de enero de 1983, un «ladrón» que, alparecer, se encontraba en el interior de su
casa mató a golpes a la señora WilmaAims cuando ésta regresó de la tienda decomestibles. Tenía cuarenta y dos años almorir y era una mujer de baja estatura,ojos azules y cabello rubio decolorado. Ecaso no se aclaró.
Yo no tenía ninguna duda sobre quién
era el presunto ladrón. Marino tampocoenía ninguna. –Puede que Hunt fuera realmente un
vidente, oiga -dijo Marino-. Sabía que
Frankie había matado a su madre. Y esoocurrió mucho después de que los doschalados hubieran estado juntos en elmanicomio.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 818/988
Ambos estábamos contemplando laspiruetas de la ardilla Sammy alrededor del comedero de los pájaros. Marino me
había acompañado en su automóvil a casadesde el hospital y yo le había invitado aomar café.
–¿Está seguro de que Frankie norabajó en algún momento en el túnel deavado de coches de Hunt en los últimos
años? – pregunté.
–No recuerdo haber visto ningúnFrank o Frankie Aims en los registros -contestó Marino.
–Es posible que se cambiara el
nombre -dije. –Probablemente lo hizo tras haber
iquidado a su mamá, sabiendo que la
policía podría buscarle. – Marino alargó
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 819/988
a mano hacia su taza de café.– Lo malo eque no tenemos ninguna descripciónreciente y los túneles de lavado como el
Masterwash son como una maldita puertagiratoria. La gente entra y saleconstantemente. Los tipos trabajan un par de días, una semana, un mes. ¿Tiene ustedalguna idea de la cantidad de hombresblancos altos, delgados y morenos queandan sueltos por ahí? Estoy buscando
nombres y me desvío de la pista.Estábamos muy cerca y, sin embargo,muy lejos. Era como para volverse locos.
–Las fibras podrían confirmar la
hipótesis de un túnel de lavado deautomóviles -dije exasperada-. Hunt sabíaque Frankie había matado a su madreporque, a lo mejor, Hunt y Frankie
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 820/988
mantuvieron contacto tras ser dados dealta en el Valhalla. A lo mejor, Frankierabajó en el túnel de lavado de Hunt,
ncluso puede que trabajara allí hasta hacmuy poco. Es posible que Frankie sefijara en Beryl cuando ésta llevó suautomóvil allí para que se lo lavaran.
–Tienen treinta y seis empleados.Todos menos once son negros, doctora, yde los once blancos, seis son mujeres. Po
consiguiente, nos quedan cinco. Tres deellos tienen menos de veinte años, lo cualsignifica que tenían ocho o nueve cuandoFrankie estaba en el Valhalla. Por
consiguiente, no nos sirven. Y los otrosres tampoco encajan por distintas
razones. –¿Qué razones? – pregunté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 821/988
–Fueron contratados hace un par demeses o ni siquiera trabajaban allí cuandoBeryl llevaba su automóvil al túnel de
avado. Aparte el hecho de que suscaracterísticas físicas no coinciden con ladescripción ni de lejos. Uno es pelirrojo,otro es casi tan bajito como usted.
–Muchas gracias, hombre. –Seguiré investigando -dijo Marino
apartando la vista del comedero de los
pájaros mientras la ardilla Sammy nosobservaba atentamente con sus ojosribeteados de rosa- Y usted, ¿qué?
–¿Yo qué?
–¿Saben en su despacho que siguerabajando allí? – preguntó Marino,
mirándome de una manera muy rara.
–Todo está bajo control -contesté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 822/988
–No estoy muy seguro, doctora. –Pues yo sí. –Me parece -añadió Marino,
nsistiendo en el tema- que las cosas novan tan bien como dice.
–Tardaré un par de días más enregresar al despacho -le expliqué confirmeza-. Tengo que localizar elmanuscrito de Beryl. Ethridge tambiénestá trabajando en el asunto. Tenemos que
ver lo que contiene. Puede queencontremos el eslabón de que ustedhablaba antes.
–Siempre y cuando recuerde mis
normas -dijo Marino, apartándose de lamesa.
–Tengo mucho cuidado -le aseguré.
–No ha sabido nada más de él,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 823/988
¿verdad? –Exacto -contesté-. Ninguna llamada.
i rastro de él. Nada.
–Permítame recordarle que tampocoenía por costumbre llamar a Beryl todosos días.
No hacía falta que me lo recordara.o quería que empezara de nuevo a
soltarme un sermón. –Si llama, me limitaré a decirle:
«Hola, Frankie. ¿Qué hay?». –Oiga, que eso no es para tomarlo aguasa -Marino se detuvo en el recibidor yse volvió a mirarme.– Era una broma,
¿verdad? –Pues claro -contesté con una sonrisa
dándole una palmadita en la espalda. –Hablo en serio, doctora. No se le
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 824/988
ocurra hacer nada de eso. Si oye su voz eel contestador, no tome el malditoeléfono…
Cuando abrí la puerta, Marino sequedó petrificado.
–La puta madre…Salió al porche, extrajo estúpidamente
el revólver y miró a su alrededor como unoco.
El asombro me dejó sin habla
mientras miraba hacia el exterior, dondeos chisporroteos y el rugido del fuegolenaban el aire invernal.
El LTD de Marino era un infierno
recortándose contra la negra noche y suslamas danzaban y se elevaban hacia launa en cuarto menguante. Asiendo a
Marino por la manga, tiré de él hacia el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 825/988
nterior de la casa justo en el momento enque se empezaba a escuchar el silbido deuna sirena en la distancia y estallaba el
depósito de la gasolina. Las ventanas delsalón se iluminaron cuando una bola defuego se elevó hacia el cielo y las llamasprendieron en los pequeños cornejos delfondo de mi patio.
–¡Dios mío! – exclamé al ver que secortaba la luz.
La enorme sombra de Marino paseabapor la alfombra en la oscuridad como unoro enfurecido a punto de embestir
mientras manipulaba su radiotransmisor
portátil, soltando maldiciones. –¡Maldito hijo de puta! ¡Maldito hijo
de la gran puta!Despedí a Marino poco después de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 826/988
que el montón calcio nado en que se habíaconvertido su amado automóvil nuevofuera retirado por medio de un camión co
remolque. Había insistido en quedarseoda la noche y yo le había contestado queos numerosos coches patrulla que
vigilaban mi casa serían suficientes.Después insistió en que me fuera a unhotel, pero yo me negué a hacerlo. Él teníque ocuparse de su desastre y yo del mío.
Mi casa y mi patio parecían un negropantano y la planta baja estaba llena depestilente humo. El buzón del final de lacalzada parecía una cerilla ennegrecida y
yo había perdido por lo menos mediadocena de arbustos de boj y otros tantosárboles. Pero, por encima de todo, aunquee agradecía a Marino su preocupación,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 827/988
prefería estar sola. Ya era bien pasada lamedianoche y me estaba desnudando a lauz de una vela cuando sonó el teléfono.
La voz de Frankie se filtró como un vapormalsano en mi dormitorio, envenenando eaire que yo respiraba y mancillando elprivilegiado refugio de mi hogar.
Sentada en el borde de la cama,contemplé el contestador mientras la bilisme subía por la garganta y el corazón me
golpeaba con fuerza las costillas. –… me hubiera gustado estar ahí paraverlo. ¿Ha sido impre-presionante, Kay?¿A que ha sido bonito? No me gusta que
haya otros hom-hombres en tu casa. Ahoraya lo sabes. Ahora ya lo sabes.
El contestador se detuvo. La lucecitaempezó a parpadear. Cerré los ojos y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 828/988
respiré hondo. El corazón me latíaviolentamente y las sombras de la llamade la vela oscilaban en silencio en las
paredes. ¿Cómo era posible que meestuviera ocurriendo a mí semejante cosa
Sabía lo que tena que hacer. Lo mismoque Beryl Madison había hecho. Mepregunté si estaría experimentando elmismo temor que ella habría sentido alhuir a toda prisa del túnel de lavado tras
haber visto el corazón grabado en laportezuela de su automóvil. Me temblabanas manos sin poderlo evitar cuando abrí
el cajón de la mesita de noche y saqué las
páginas amarillas. Tras haber hecho lasreservas, llamé a Benton Wesley.
–Yo no se lo aconsejo, Kay -me dijo,despertándose de golpe-. No. Bajo ningún
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 829/988
pretexto. Escúcheme, Kay… –No tengo más remedio, Benton.
Quería simplemente que alguien lo
supiera. Puedo informar a Marino si lodesea. Pero no se entrometa. Por favor. Emanuscrito…
–Kay… –Tengo que encontrarlo. Creo que es
allí donde está. –¡Kay! ¡No discurre con lógica!
–Oiga -dije, levantando la voz-, ¿quéquiere usted que haga? ¿Esperar hasta queeste mal nacido decida pegar un puntapiéa mi puerta y hacer saltar por los aires mi
automóvil? Si me quedo aquí, me mata.¿Es que no lo comprende?
–Tiene instalado un sistema dealarma. Tiene un arma. No puede volar su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 830/988
automóvil estando usted dentro. Ah, me halamado Marino. Me ha contado lo
ocurrido. Están casi seguros de que
alguien empapó un trapo con gasolina y lontrodujo en el depósito. Han descubierto
huellas de apalancamiento. Forzó con unapalanca el…
–Por Dios, Benton. Es que ni siquierame escucha.
–Usted es la que tiene que escucharme
a mí. Por favor, le ruego que me escuche,Kay. Le conseguiré protección, le enviaréa alguien que se instale en la casa conusted, ¿de acuerdo? Una de nuestras
agentes… –Buenas noches, Benton. –¡Kay!Colgué y no contesté cuando Wesley
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 831/988
me volvió a llamar de inmediato. Escuchéen silencio sus protestas a través delcontestador automático mientras la sangre
me latía en el cuello y yo evocaba lasmágenes del automóvil de Marino
silbando y rugiendo al recibir losarqueados chorros de agua de lasmangueras de los bomberos desde el otroado de la calle. Cuando descubrí el
cuerpecillo carbonizado al final de mi
calzada particular, algo se rompió dentrode mí. El depósito de gasolina delvehículo de Marino debía de haber estallado justo en el momento en que la
ardilla Sammy corría frenéticamente por el cable del tendido eléctrico paraescapar. Durante una décima de segundosus patitas habían establecido
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 832/988
simultáneamente contacto con elransformador del suelo y el cable de la
corriente primaria. Veinte mil voltios de
electricidad habían atravesado suminúsculo cuerpo quemándola en unnstante y provocando la fusión de los
plomos.La coloqué en una caja de zapatos y la
enterré en mi rosaleda porque no podíasoportar la idea de ver su figura
ennegrecida a la luz de la mañana.Aún no tenía electricidad cuandoerminé de hacer la maleta. Bajé a la
planta baja, me tomé un brandy y me fumé
un cigarrillo hasta que dejé de temblar mientras el Ruger que había dejado sobreel mostrador del bar brillaba bajo la luzde los reflectores. No me acosté. No
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 833/988
contemplé los destrozos de mi jardíncuando cerré con llave la puerta. Lamaleta me golpeó la pierna y el agua suci
me salpicó en los tobillos mientras corríahacia mi automóvil. No vi ni un solocoche patrulla cuando bajé a granvelocidad por mi desierta calle. Al llegaral aeropuerto poco después de las cincode la madrugada, me encaminédirectamente a los lavabos de señoras y
saqué el arma que llevaba en el bolso. Ladescargué y la guardé en la maleta.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 834/988
15Cruzando el puente de embarque,
legué al mediodía al soleado vestíbulo,al aire libre del aeropuerto internacionalde Miami.
Me detuve para comprar el Herald de
Miami y tomarme un café. Encontré unamesa medio oculta detrás de la maceta deuna palmera, me quité el blazer invernal yme remangué las mangas. Estaba
empapada y el sudor me bajaba enriachuelos por los costados y la espalda.Me escocían los ojos por falta de sueño yme dolía la cabeza. Lo que vi aldesdoblar el periódico no contribuyóprecisamente a mejorar mi estado.
En el ángulo inferior izquierdo de la
primera plana había una espectacular
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 835/988
fotografía de los bomberos apagando consus mangueras las llamas del automóvil dMarino. El pie de la fotografía que
acompañaba la dramática escena de arcosde agua, denso humo y árboles ardiendo afondo de mi patio, decía:
Estalla un vehículo de lapolicíaLos bomberos de Richmond extinguen
as llamas del vehículo de un investigadode la policía en una tranquila calle de unbarrio residencial. El Ford LTD no estabaocupado cuando estalló anoche. No hubo
heridos. Se sospecha que el incendio fueprovocado.Menos mal que, gracias a Dios, no se
mencionaba a quién pertenecía la casa
frente a la cual se encontraba aparcado el
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 836/988
automóvil de Marino ni el porqué. Aunasí, mi madre vería la fotografía ententaría llamar. «Me gustaría que
volvieras a Miami, Kay. Richmond meparece un lugar horrible. Además, elnuevo departamento de Medicina Legal daquí es una monada, Kay… parece depelícula», me diría. Curiosamente, a mimadre nunca se le ocurriría pensar que enmi ciudad natal de habla española se
registraban cada año más homicidios,iroteos, detenciones relacionadas con ladroga, disturbios raciales, violaciones yrobos que en Virginia y toda la
Commonwealth británica combinadas.Llamaría a mi madre más tarde.
Perdóname, Señor, pero ahora no estoy de
humor para hablar con ella.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 837/988
Recogiendo mis cosas, aplasté elcigarrillo para apagarlo y me sumergí ena marea de atuendos tropicales, bolsas d
compra de las tiendas duty-free y lenguasextranjeras que se dirigían hacia la zonade equipajes, apretando fuertemente elbolso contra mi costado en gestoprotector.
No empecé a relajarme hasta variashoras más tarde, cuando crucé el puente
Seven Mile en mi automóvil de alquiler.Más adelante, con el golfo de México a unado y el Atlántico al otro, traté de
recordar la última vez que había visto
Key West. Con la de veces que Tony y yohabíamos visitado a mi familia en Miami,amás se nos había ocurrido hacer aquella
excursión. Estaba casi segura de que la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 838/988
última vez que había hecho aquel trayectohabía sido con Mark. Su pasión por lasplayas, el agua y el sol era un amor
correspondido. Si es posible que lanaturaleza tenga predilección por unacriatura más que por otra, por Mark sentíauna especial predilección. Apenasrecordaba el año y mucho menos el lugar adonde fuimos aquella vez que él pasóuna semana con mi familia. Recordaba, en
cambio, con toda claridad sus holgadoscalzones blancos de baño y el calor de sumano en la mía durante nuestros paseospor la fresca y mojada arena de la playa.
Recordaba la deslumbradora blancura desus dientes contrastando con el cobrizocolor de su piel y la saludable erreprimible expresión de alegría de sus
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 839/988
ojos mientras buscaba dientes de tiburón conchas y yo le miraba con una sonrisadesde la sombra de la ancha ala de mi
sombrero. Pero, por encima de todo, loque no podía olvidar era el hecho dehaber amado a un joven llamado Mark James más de lo que yo creyera posibleamar algo en este mundo.
¿Por qué había cambiado? Noacertaba a imaginar que se hubiera pasado
al bando enemigo, tal como Ethridge creíay yo no tenía más remedio que aceptar.Mark siempre había sido un niño mimadoSu conducta posesiva era la propia del
guapo hijo de unas personas guapas. Secreía con derecho a disfrutar de los bienedel mundo, aunque jamás había faltado aa honradez ni se había comportado con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 840/988
crueldad. Ni siquiera se podía decir quehubiera adoptado jamás una actitud desuperioridad con las personas menos
afortunadas que él, o que hubiera tratadode manipular a su antojo a las quesucumbían a su encanto. Su único yverdadero pecado era el de no habermeamado lo bastante. Desde la perspectivade la distancia y del tiempo, se lo podíaperdonar. Lo que no le podía perdonar er
a falta de honradez. No podía perdonarleque se hubiera convertido en un hombrenferior al ser que yo antaño había
respetado y adorado. No podía perdonarl
que hubiera dejado de ser Mark.Pasando por delante del Hospital
aval de los Estados Unidos al borde dea Nacional 1, seguí la suave curva del
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 841/988
orth Roosevelt Boulevard que bordeabaa playa. En seguida me adentré en elaberinto de callejuelas de Key West en
busca de Duval. El sol pintaba de blancoas callejas mientras las sombras del
follaje tropical agitado por la brisadanzaban en el suelo. Bajo el interminablcielo azul, las gigantescas palmeras y loscaobos envolvían con sus verdes brazosextendidos las casas y las tiendas en tanto
que las buganvillas y las rosas de Chinaengalanaban las aceras y los porches consus púrpuras y sus rojos. Pasabanentamente por mi lado personas con
sandalias y calzones en un interminabledesfile.
Había muy pocos niños y un númerodesproporcionado de hombres.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 842/988
El La Concha, un hotel de la cadenaHoliday Inn, era un alto edificio de color de rosa con vastos espacios abiertos y
lamativas plantas tropicales. No habíaenido ningún problema para reservar
habitación, oficialmente porque laemporada turística no empezaba hasta laercera semana de diciembre. Sin
embargo, mientras dejaba el automóvil enel parking semivacío y me dirigía al
vestíbulo prácticamente desierto, no pudemenos que pensar en lo que me habíadicho Marino. Jamás en mi vida habíavisto tantas parejas formadas por
personas del mismo sexo, y estabaclarísimo que, bajo la vigorosa salud deaquella diminuta isla frente a la costa, se
ocultaba un inmenso yacimiento de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 843/988
enfermedad. Dondequiera que mirara,veía a hombres moribundos. No temíacontagiarme de la hepatitis o el sida, pues
había aprendido hacía muchos años aenfrentarme con el peligro teórico de loscontagios inherente a mi profesión.Tampoco me molestaban loshomosexuales. Con el paso del tiempo,cada vez me reafirmaba más en la opiniónde que el amor puede sentirse de muchas
maneras. No hay una manera buena o malade amar; lo importante es la forma en queuno la exprese.
Mientras el recepcionista me devolvía
a tarjeta de crédito, le pedí que mendicara en qué dirección se encontraban
más o menos los ascensores y subí medioatontada a mi habitación del quinto piso.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 844/988
Me desnudé y, sin quitarme la ropanterior, me tendí en la cama y me pasé
catorce horas durmiendo.
El día siguiente fue tan espléndidocomo el anterior. Me vestí como unaurista cualquiera, exceptuando el Ruger
cargado que llevaba en el bolso. Me habímpuesto la misión de buscar, entre lasreinta y tantas mil personas que habitaban
en la isla, a dos hombres a quienes sólo
conocía como PJ y Walt. Sabía por lascartas que Beryl había escrito a finales deagosto que eran amigos suyos y vivían ena misma pensión donde ella se alojaba.
o tenía la menor idea de cuál era elnombre o la dirección de la mencionadapensión y rezaba para que alguien delLouie's me lo pudiera indicar.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 845/988
Caminaba con un mapa en la mano,comprado en la tienda de regalos delhotel. Entrando en Duval, pasé por delant
de numerosas tiendas y restaurantes congalerías que me traían a la mente el BarriFrancés de Nueva Orleans. Pasé por delante de exposiciones callejeras deobjetos artísticos y de establecimientosque vendían plantas exóticas, sedas ybombones de la marca Perugina, y
después me detuve en un cruce,contemplando el lento avance de losvagones amarillo rabioso del tren turísticCoch Tour. Estaba empezando a
comprender por qué razón Beryl Madisonno quería marcharse de Key West. A cadapaso que daba, la amenazadora presencia
de Frankie se iba borrando
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 846/988
progresivamente de mi mente. Cuandogiré a la izquierda para entrar en la SouthStreet, Frankie ya era algo tan lejano
como el crudo tiempo de diciembre deRichmond.
El Louie's era un restaurante ubicadoen un edificio de. madera pintado deblanco que antaño había sido una casa, ena esquina entre las calles Vernon y
Waddell. El pavimento de madera estaba
nmaculadamente limpio y las mesas,cubiertas con manteles de hilo de color melocotón pálido, estabanmpecablemente puestas y adornadas con
exquisitas flores naturales. Cruzando elcomedor con aire acondicionado, meacompañaron al porche, donde mesorprendió la variedad de azules del mar
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 847/988
que se juntaba con el cielo y las palmerasy cestos colgantes de plantas floridasagitadas por la perfumada brisa marina.
El océano Atlántico se extendía casi a mipies y numerosas embarcaciones de velase hallaban ancladas a un tiro de piedra.Pedí un ron con tónica y, pensando en lascartas de Beryl, me pregunté si estaríasentada en el mismo lugar donde ella lashabía escrito.
Casi todas las mesas estabanocupadas. Me sentía aislada de la gente emi mesa situada en un rincón junto a labaranda. A mi izquierda, cuatro peldaños
conducían a una amplia terraza donde unreducido grupo de jóvenes de ambossexos estaban sentados en traje de bañounto a una pequeña barra. Vi que un
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 848/988
musculoso joven de apariencia latinavestido con un traje de baño de color amarillo arrojaba una colilla al agua y
después se levantaba para desperezarseánguidamente. Se acercó a la barra para
pedirle otra ronda de cervezas al barbudobarman, el cual se movía con losndolentes gestos propios de alguien que
estuviera cansado de su trabajo y ya nouviera edad para ciertos trotes.
Mucho después de que yo me hubieraerminado la ensalada y la sopa demariscos, los jóvenes bajaron lospeldaños y se zambulleron ruidosamente
en el agua, dirigiéndose a nado hacia lasembarcaciones ancladas a escasadistancia. Pagué la cuenta y me acerqué abarman. Estaba sentado en una silla
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 849/988
eyendo una novela bajo la techumbre depaja.
–¿Qué va a ser? – me preguntó,
evantándose sin demasiado entusiasmopara guardar el libro bajo la barra.
–No sé si vende usted cigarrillos. Nohe visto ninguna máquina expendedoradentro.
–Ahí tiene -dijo, mostrándome elimitado surtido que tenía a su espalda.
Elegí la marca que me interesaba.Depositó la cajetilla sobre la barra,me cobró la escandalosa suma de dosdólares y no se mostró demasiado
agradecido cuando le dejé cincuentacentavos de propina. Sus ojos verdesmiraban con expresión extremadamentehostil, su rostro estaba curtido por mucho
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 850/988
años de sol y en su espesa barba morenase observaban algunas hebras grises. Noparecía muy servicial y yo tenía la
sospecha de que llevaba mucho tiempoviviendo en Key West.
–¿Le importa que le haga unapregunta? – dije.
–No importa puesto que ya me la hahecho, señora -contestó.
–Tiene razón -dije sonriendo-. Y
ahora le voy a hacer otra. ¿Cuánto tiempoleva trabajando en el Louie's? –Va para cinco años -contestó,
omando un trapo para limpiar la barra.
–Entonces seguramente habráconocido a una joven a quien llamabanStraw -dije, recordando por las cartas deBeryl que ella no había utilizado su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 851/988
verdadero nombre durante su estancia ena isla.
–¿Straw? – repitió el barman
frunciendo el ceño sin dejar de frotar. –Un apodo. Era rubia, esbelta y muy
guapa, y el verano pasado solía venir casodas las tardes al Louie's. Se sentabaunto a una mesa y escribía.
El barman dejó de limpiar y clavó susduros ojos en mí.
–¿Qué tiene usted que ver con ella?¿Acaso es amiga suya? –Es una paciente mía.Fue lo único que se me ocurrió para
no esquivar la pregunta y no decir unadescarada mentira.
–¿Cómo dice? – El barman arqueó unpoblada ceja. – ¿Paciente, dice usted?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 852/988
¿Acaso es usted una doctora? –Pues sí. –Bueno pues, lamento decirle que
ahora ya no le podrá hacer ningún bien,doctora.
El barman se dejó caer en la silla y sereclinó contra el respaldo, esperando.
–Lo sé -dije-. Sé que ha muerto. –Sí, me quedé de piedra cuando me
enteré. Los de la policía se presentaron
hace un par de semanas con sus malosmodales y sus intimidaciones. Le voy adecir a usted lo que mis compañeros lesdijeron a ellos. Aquí nadie sabe una
mierda de lo que le ocurrió a Straw. Erauna chica muy discreta y educada -añadióel barman indicándome una mesa vacía ados pasos de donde yo me encontraba-.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 853/988
Solía sentarse allí sin decir nada. –¿Alguno de ustedes consiguió trabar
amistad con ella? – pregunté esperanzada
–Pues claro. Solíamos tomar juntosunos copas. A ella le gustaban mucho lasCoronas y la lima. Pero no creo quealguien la conociera lo que se dicepersonalmente. Quiero decir que no estoymuy seguro de que alguien supiera dedónde era, aparte el hecho de que
procedía de la tierra de los pinzones deas nieves. –De Richmond, Virginia -dije yo. –Verá usted -prosiguió diciendo el
barman-. Aquí van y vienen muchaspersonas. Key West es un lugar donde sevive y se deja vivir. Por aquí hay unmontón de artistas muertos de hambre.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 854/988
Straw no se diferenciaba mucho de lamayoría de personas a las que yo trato…aparte el hecho de que la mayoría de
personas a las que yo trato no acabanasesinadas. Maldita sea -añadió,sacudiendo lentamente la cabeza-. Mecuesta imaginarlo. Una cosa así te dejahecho polvo.
–Hay muchas preguntas sin respuesta dije yo, encendiendo un cigarrillo.
–Sí, por ejemplo, ¿por qué demoniosfuma usted? Yo creía que los médicossabían que eso no es bueno.
–Es una cochina costumbre muy poco
saludable. Y sé perfectamente que no esbueno. Y me parece que ya podría ustedempezar a servirme un ron con tónicaporque, además, me gusta beber.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 855/988
Barbancourt con una pizquita de tónica. –¿Cuatro, ocho, cuál prefiere? – me
preguntó, poniendo a prueba mis
conocimientos alcohólicos. –Veinticinco, si tiene. –No. En las islas sólo lo encontrará
de veinte años. Tan suavecito que le daráganas de llorar.
–Pues el mejor que tenga entonces.Me mostró con el dedo una botella a
su espalda con la conocida etiqueta delvaso color ámbar y cinco estrellas.Barbancourt Rhum, envejecido en tonelesdurante quince años, exactamente igual
que la botella que yo había descubierto enel armario de la cocina de Beryl.
–Estupendo -dije.Esbozando una sonrisa, el barman se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 856/988
evantó con súbita energía de la silla y sumanos se movieron con la habilidad de unprestidigitador, midiendo un largo chorro
de dorado líquido haitiano sin la ayudadel correspondiente vasito y añadiendo acontinuación unas centelleantes rociadasde tónica. Como broche final, cortóhábilmente una impecable raja de lima deos cayos que parecía recién arrancada
del árbol, la exprimió en mi copa y pasó
una corteza de limón por el borde.Después, se secó las manos con la toallaque llevaba remetida en el cinturón de susdesteñidos pantalones Levi's, deslizó una
servilleta de papel por la barra y meofreció el resultado de su arte. Era sinugar a dudas el mejor ron con tónica queamás me hubiera acercado a los labios, y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 857/988
así se lo dije. –Invita la casa -dijo, rechazando con
un gesto de la mano el billete de diez
dólares que yo le estaba dando-. Unamédica que fuma y sabe apreciar un buenron me parece muy bien. – Alargó la manobajo el mostrador para sacar su propiacajetilla-. Mire -añadió, agitando lacerilla para apagarla-, ya estoy harto deoír toda esta mierda santurrona sobre el
abaco y todo lo demás. Usted meentiende, ¿verdad? La gente te hace sentircasi un criminal. Yo digo vive y dejavivir. Ése es mi lema.
–Sí, entiendo muy bien lo que quieredecir -contesté mientras ambos dábamosunas prolongadas y hambrientas chupadasa nuestros respectivos cigarrillos.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 858/988
–Siempre están juzgándote por algo.Lo que comes, lo que bebes, con quiénsales, ya sabe. – Hay personas muy
criticonas y antipáticas -dije. –Estoy totalmente de acuerdo.Volvió a sentarse a la sombra de su
cobertizo repleto de botellas mientras yopermanecía bajo un sol de justicia que meestaba asando la tapa de los sesos.
–O sea que era usted la doctora de
Straw -dijo-. ¿Y qué pretende averiguar,si no le importa que se lo pregunte? –Hay varias circunstancias un tanto
confusas que se produjeron antes de su
muerte -contesté-. He venido en laconfianza de que sus amigos me puedanaclarar algunos detalles…
–Un momento. – El barman me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 859/988
nterrumpió y se incorporó un poco másen su asiento.– Me ha dicho que esmédica, pero, ¿qué clase de médica?
–Yo la examiné… –¿Cuándo? –Después de su muerte. –Mierda. ¿Me está diciendo que es de
a funeraria? – preguntó en tono dencredulidad.
–Ejerzo la medicina legal.
–¿Una forense? –Más o menos. –Maldita sea mi estampa. – Me miró
de arriba abajo. – En mi vida lo hubiera
adivinado. No supe si me acababa de hacer un
cumplido o todo lo contrario. –¿Es costumbre enviar por ahí a…
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 860/988
cómo ha dicho que se llamaba eso… unamédica legal como usted para que obtenganformación tal como usted lo está
haciendo? –Nadie me ha enviado. He venido por
mi cuenta. –¿Por qué? – preguntó mientras sus
negros ojos volvían a mirarme con receloPues menudo viajecito se ha pegado.
–Me interesa lo que le sucedió. Me
nteresa muchísimo. –¿Quiere decir que no la ha enviado lpolicía?
–La policía no tiene autoridad para
enviarme a ninguna parte. –Menos mal. – El barman se rió.– Eso
ya me gusta más.Alargué la mano hacia mi copa.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 861/988
–Son una cuadrilla de matones. Secreen unos Rambos de vía estrecha.Vinieron con unos malditos guantes de
goma. Jesús. ¿Qué debieron de pensar losclientes? Fueron a ver a Brent… uno denuestros camareros. Es un moribundo y, ¿que no sabe lo que hicieron? Los muymbéciles se pusieron unas mascarillas
quirúrgicas y permanecieron de pie a unores metros de él como si tuviera el tifus,
preguntándole yo qué sé cuántas mierdas.Le juro por Dios que, aunque yo hubierasabido algo sobre lo que le ocurrió aBeryl, no les hubiera dicho ni tanto así.
El nombre me golpeó como unpuñetazo. Cuando nuestras miradas secruzaron, adiviné que él había
comprendido el significado de lo que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 862/988
acababa de decir. –¿Beryl? – pregunté.Se reclinó en silencio contra el
respaldo de su silla. –¿Sabía usted que se llamaba Beryl? –
nsistí. –Tal como ya le he dicho, los policía
vinieron para hacer preguntas y hablar sobre ella.
Con creciente nerviosismo, encendió
otro cigarrillo sin mirarme a los ojos. Ami amigo el barman no se le daban muybien las mentiras.
–¿Hablaron con usted?
–No. Yo me largué en cuanto vi lo queocurría.
–¿Por qué? –Ya se lo he dicho. No me gustan los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 863/988
policías. Yo tengo un Barracuda, unamierda de cacharro que me compré deovencito. Por alguna u otra razón,
siempre tienen que meterse conmigo.Siempre me están poniendo multas por esto o por aquello, avasallándome con suenormes pistolas y sus gafas Ray Bancomo si se creyeran los astros de unaserie de televisión o yo qué sé.
–Usted conocía su nombre cuando ella
estaba aquí -dije en tono pausado-. Ustedsabía que se llamaba Beryl Madisonmucho antes de que viniera la policía.
–¿Y qué? ¿Qué tiene eso de malo?
–Ella tenía especial empeño enocultarlo -contesté con emoción-. Noquería que la gente de aquí supiera quiénera. Lo pagaba todo en efectivo para no
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 864/988
utilizar tarjetas de crédito, cheques ocualquier otra cosa que pudieradentificarla. Estaba asustada. Huía de
algo. No quería morir.El barman me miró con los ojos muy
abiertos. –Por favor, dígame todo lo que sabe.
Se lo ruego. Tengo la sensación de queusted era su amigo.
El barman se levantó sin decir nada y
salió de detrás de la barra. De espaldas amí, empezó a recoger las botellas vacías otros desperdicios que los jóvenes habíandejado diseminados por la terraza.
Tomé mi consumición en silencio ycontemplé el agua. En la distancia, unbronceado joven estaba desplegando unavela de color azul para hacerse a la mar.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 865/988
Las frondas de las palmeras susurrabanmovidas por la brisa y un negro labrador brincaba en la orilla, entrando y saliendo
del olejale.-Zulu -musité, contemplando con
asombro el perro.El barman interrumpió su tarea y me
miró. –¿Cómo ha dicho?- Zulu -repetí-. Beryl mencionaba a
Zulu y a los gatos de aquí en una de suscartas. Decía que los animales que teníanrecogidos en el Louie's comen mejor quemuchos seres humanos.
–¿Qué cartas? –Escribió varias cartas mientras
estuvo aquí. Las encontramos en sudormitorio después de su asesinato. Decía
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 866/988
que la gente de aquí se había convertidoen su familia y creía que éste era el lugar más bello de la tierra. Ojalá no hubiera
regresado jamás a Richmond. Ojalá sehubiera quedado aquí para siempre.
La voz que surgía de mí me sonabacomo procedente de otra persona y se meestaba borrando la visión. La falta desueño, la tensión acumulada y el ron seestaban cobrando su tributo. El sol
parecía sacar la poca sangre quecirculaba por mi cerebro.Cuando regresó finalmente de su
choza de paja, el barman me dijo con
serena emoción: –No sé qué decirle, pero sí, yo era
amigo de Beryl. –Gracias -dije, volviéndome a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 867/988
mirarle-. Quisiera pensar que yo tambiénera su amiga. Que soy su amiga.
Bajó la vista turbado, pero no sin que
antes yo observara la suavización de lasfacciones de su rostro.
–Nunca puedes estar seguro de quiénviene con honradez y de quién no -comentó-. Hoy en día es muy difícilsaberlo, desde luego.
El significado de sus palabras penetró
poco a poco en mi mente a pesar delcansancio. –¿Han venido personas a preguntar
por Beryl? ¿Otras personas aparte de la
policía? ¿Otras personas aparte yo?Se echó un Coke en un vaso.
–¿Ha venido alguien más? ¿Quién? – repetí, súbitamente alarmada.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 868/988
–No sé cómo se llama. – El barmanomó un buen trago de su bebida.– Un tipo
muy guapo. De unos veintitantos años.
Moreno. Muy bien vestido, con gafas dediseño. Parecía recién salido de unarevista de moda. Creo que estuvo aquíhace un par de semanas. Dijo que eranvestigador privado o una mierda por el
estilo.«El hijo del senador Partin.»
–Quería saber dónde vivía Berylcuando estaba aquí -añadió el barman. –¿Y usted se lo dijo? –Qué va, ni siquiera hablé con él.
–¿Alguien se lo dijo? – insistí. –No es probable. –¿Por qué no es probable? ¿Y cuándo
me va usted a decir su nombre?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 869/988
–No es probable, porque eso sólo losabíamos yo y un amigo mío -contestó-. Ye diré mi nombre si usted me dice el
suyo. –Kay Scarpetta. –Encantado de conocerla. Yo me
lamo Peter Jones. Mis amigos me llamanPJ.
PJ vivía a dos manzanas de distanciadel Louie's en una casita casi
completamente oculta por la selvaropical. El follaje era tan denso que estosegura de que no hubiera adivinado que lacasita de madera despintada estaba allí
dentro de no haber sido por el Barracudaaparcado delante. Una sola mirada alautomóvil me bastó para comprender
exactamente por qué la policía hostigaba
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 870/988
constantemente a su propietario. Era algoasí como el dibujo de una pintada deestación de metro sobre unas ruedas
descomunales, embellecido con toda clasde adornos, la parte posterior muyevantada y las delirantes formas, dibujos
y colores psicodélicos de los añossesenta.
–Aquí tiene a mi nene -dijo PJ dandouna cariñosa palmada a la cubierta del
motor. –Desde luego, es impresionante -comenté.
–Lo tengo desde los dieciséis años.
–Y lo tendría que conservar siempre -dije con toda sinceridad mientras meagachaba para pasar por debajo de lasramas y le seguía a una fresca y oscura
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 871/988
zona de sombra. –Es muy poca cosa -dijo PJ
disculpándose mientras abría la puerta-.
Sólo un dormitorio de más y un retrete enel piso de arriba, que es el que ocupabaBeryl. Cualquier día de éstos creo que lovoy a volver a alquilar. Pero yo soy muymaniático con los inquilinos.
El salón era un batiburrillo de trastosviejos: un sofá y un sillón tapizado en
chillones tonos rosas y verdes, variasámparas hechas con cosas raras comoconchas y corales y una mesa de centroque en su vida anterior debió de ser una
puerta de roble. Se veían por doquier cocos pintados, estrellas de mar,periódicos, zapatos y latas de cerveza, yse aspiraba en el húmedo aire el acre olo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 872/988
de la podredumbre. –¿Cómo se enteró Beryl de que usted
alquilaba una habitación? – pregunté,
sentándome en el sofá. –En el Louie's -contestó el barman,
encendiendo varias lámparas-. Losprimeros días se alojó en el Ocean Key,un hotel bastante bonito de Duval. Si teníaprevisto quedarse aquí una temporada,debió de calcular que le saldría muy caro
PJ se sentó en el sillón tapizado.– Creoque fue la tercera vez que almorzó en elLouie's. Comía simplemente una ensaladay se quedaba allí, contemplando el mar.
Entonces no estaba trabajando ennada. Permanecía simplemente sentada yeso era un poco raro. Porque se pasabahoras, prácticamente toda la tarde. Al
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 873/988
final, creo que fue al tercer día, se acercóa la barra y se apoyó en la baranda,contemplando el panorama. Me dio
ástima de ella. –¿Por qué?El barman se encogió de hombros.
–No sé, se la veía muy desvalida.Comprendí que estaba deprimida o algopor el estilo. Empecé a conversar conella. Y no fue nada fácil, se lo aseguro.
–Era difícil trabar amistad con ella -convine yo. –No había forma de entablar una
conversación amistosa. Le hacía pregunta
como: «¿Es la primera vez que vieneaquí?» o «¿De dónde viene usted?».Cosas de este tipo. Y a veces ni siquierame contestaba. Pero era curioso. Algo me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 874/988
dijo que tenía que insistir. Le pregunté que apetecía beber y empezamos a hablar
de las distintas clases de bebidas. Eso le
soltó un poco la lengua y despertó sunterés. Primero una Corona con un
chorrito de lima, eso la volvió loca.Después un Barbancourt como el que le hpreparado a usted. Le pareció una cosaexquisita.
–No me extraña que se le soltara la
engua -comenté. –Sí, usted ya me entiende -el barmanesbozó una sonrisa-. Se lo preparébastante fuerte. Empezamos a hablar de
otras cosas y, de pronto, va y me preguntasi hay algún sitio donde pueda alojarsepor esta zona. Fue entonces cuando le dijeque yo tenía una habitación y la invité a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 875/988
venir a verla y a pasar más tarde por aquísi quería. Era domingo y los domingossiempre salgo muy temprano.
–¿Y vino aquella noche? –Me sorprendió muchísimo. Pensé qu
no aparecería. Pero vino y encontró elsitio sin ninguna dificultad. Para entoncesWalt ya había regresado a casa. Sequedaba en la plaza vendiendo susmierdas hasta el anochecer. Acababa de
legar. Los tres empezamos a conversar ydespués decidimos salir a dar una vuelta acabamos en el Sloppy Joe's. Como ellaera escritora, todo eso la encantó y se
pasó un rato hablándonos de Hemingway.Era una chica estupenda, se lo digo yo.
–Walt vendía joyas de plata -dije-. EnMallory Square.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 876/988
–¿Y usted cómo lo sabe? – preguntóPJ, sorprendido.
–Por las cartas que escribía Beryl -le
recordé.Por un instante, la triste mirada de PJ
pareció perderse en la lejanía. –También hablaba del Sloppy Joe's.
Tengo la impresión de que los apreciabamucho tanto a usted como a Walt.
–Es que Beryl tenía algo -dijo PJ,
mirándome-. Vaya si tenía algo. Jamáshabía conocido a una persona como ella yprobablemente no la volveré a conocer.Una vez superabas la barrera, era una
chica estupenda. Y muy inteligente -añadió, apoyando la cabeza en el respalddel sillón mientras contemplaba el
desconchado techo-. Me encantaba oírla
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 877/988
hablar. Decía cosas preciosas sinnecesidad de pensarlas, así por lasbuenas. – PJ chasqueó los dedos.– Yo no
hubiera podido hacerlo aunque me hubierpasado diez años pensando. Mi hermanase le parece. Es profesora en un colegiode Denver. Lengua y literatura inglesa. Amí lo de hablar se me da muy mal. Antesde ponerme a trabajar de barman, yo mededicaba a trabajos manuales.
Construcción, albañilería, carpintería.También me dediqué un poco a lacerámica, pero con eso me moría dehambre. Vine aquí gracias a Walt. Le
conocí nada menos que en Mississippi. Euna terminal de autobuses, imagínese.Empezamos a charlar y viajamos juntoshasta Luisiana. Al cabo de dos meses, los
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 878/988
dos nos vinimos aquí. Es curioso -dijo PJmirándome-. Quiero decir que eso fuehace casi diez años. Y ahora lo único que
me queda es este tugurio. –Su vida dista mucho de estar
acabada, PJ -le dije amablemente. –Sí.Levantó el rostro hacia el techo y
cerró los ojos. –¿Dónde está Walt ahora?
–Según mis últimas noticias, enLauderdale. –Lo siento mucho -dije. –Son cosas que ocurren, ¿qué le
vamos a hacer?Se produjo una pausa de silencio y
decidí lanzarme. –Beryl estaba escribiendo un libro.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 879/988
–Exacto. Cuando no salía por ahí connosotros dos, trabajaba en aquel malditoibro.
–Ha desaparecido.PJ no dijo nada.
–El presunto investigador privado queusted ha mencionado y otras variaspersonas están muy interesadas en él. Yyo creo que usted lo sabe.
Con los ojos cerrados, PJ permaneció
en silencio. –No tiene usted ningún motivo parafiarse de mí, PJ, pero espero que meescuche -añadí en voz baja-. Tengo que
encontrar el manuscrito en el que Berylestaba trabajando durante su estanciaaquí. Creo que no se lo llevó consigo a
Richmond cuando se fue de Key West.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 880/988
¿Puede ayudarme?PJ me miró con los ojos entornados.
–Con el debido respeto, doctora
Searpetta, suponiendo que lo supiera, ¿poqué se lo tendrá que decir? ¿Por quéendría que quebrantar una promesa?
–¿Le prometió a Beryl no decir jamásdónde estaba el manuscrito? – pregunté.
–Eso no importa y yo le he hechoprimero una pregunta -contestó PJ.
Respirando hondo, contemplé la suciaalfombra de pelo de color dorado quehabía bajo mis pies mientras me inclinabahacia adelante en el sillón.
–No se me ocurre ninguna razónustificada para que rompa usted la
promesa que le hizo a una amiga, PJ -dije –Eso son tonterías. Usted no me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 881/988
hubiera hecho la pregunta si no supieraque hay una razón justificada.
–¿Le habló Beryl de él? – pregunté.
–¿Se refiere al hijo de puta que laestaba acosando?
–Sí. –Pues sí, algo me dijo. – De pronto,
PJ se levantó.– No sé a usted, pero a míme apetece una cerveza.
–Gracias -contesté, considerando que
era importante aceptar su hospitalidad encontra de mi sentido común, pues aúnestaba un poco achispada a causa del ron
Regresó de la cocina y me ofreció una
sudorosa botella de Corona muy fría conuna raja de lima flotando en su largocuello. Sabía a gloria.
PJ se sentó y empezó a hablar de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 882/988
nuevo. –Straw, quiero decir Beryl, creo que
ya puedo llamarla Beryl, estaba muerta de
miedo. Y, a decir verdad, cuando supe loocurrido, no me sorprendió demasiado.Bueno, me llevé un disgusto enorme, peroa verdad es que no me sorprendió. Le
dije que se quedara aquí. Le dije que nose preocupara por el alquiler y sequedara. Walt y yo, bueno, la cosa tiene
gracia, pero, al final, ella era algo asícomo nuestra hermana. El muy cerdoambién me fastidió a mí.
–¿Cómo dice? – pregunté,
sobresaltada por su repentino acceso decólera.
–Fue entonces cuando Walt se marchóAl enterarnos de lo que había pasado. No
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 883/988
sé, Walt experimentó un cambio, aunqueno puedo decir que el único motivo fuerao que le ocurrió a ella. Teníamos
nuestros problemas, pero aquello le afectprofundamente. Empezó a mostrarsedistante y ya ni ¿quiera quería hablar. Depronto, una mañana se fue. Así, sin más.
–¿Y eso cuándo fue? ¿Hace variassemanas, cuando ustedes se enteraron deo ocurrido a través de la policía, cuando
os de la policía se presentaron en elLouie's?PJ asintió con la cabeza.
–Eso también me ha fastidiado a mí,
PJ -dije-. A mí también me ha fastidiadopor completo.
–¿Qué quiere decir? ¿Cómo es posiblque eso la haya fastidiado, dejando aparte
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 884/988
as molestias que le está ocasionando? –Estoy viviendo la pesadilla de Beryl
me atreví a contestar.
PJ tomó un sorbo de cerveza y memiró fijamente.
–En estos momentos -añadí-, creo queestoy huyendo… por las mismas razonesque ella.
–No entiendo nada -dijo PJ,sacudiendo la cabeza-. ¿De qué está usted
hablando? –¿Ha visto usted la fotografía de laprimera plana del Herald de esta mañana
pregunté-. La fotografía de un vehículo
de la policía incendiado en Richmond. –Sí -contestó, desconcertado-. Creo
que la recuerdo. –Eso ha ocurrido delante de mi casa,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 885/988
PJ. El investigador estaba en el salón demi casa hablando conmigo cuandoncendiaron su automóvil. Y eso no es lo
primero que ha ocurrido. Como ve, élambién me persigue a mí.
–Pero, ¿quién es, por el amor deDios? – preguntó.
Sin embargo, yo adiviné que ya losabía.
–El hombre que asesinó a Beryl -
contesté, haciendo un esfuerzo-. Elhombre que después mató al mentor deBeryl, Cary Harper, de quien ellaposiblemente le habló.. – Muchas veces.
Mierda. No puedo creerlo. –Por favor, ayúdeme, PJ. –No sé si puedo. – Estaba tan
rastornado que se levantó del sillón y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 886/988
empezó a pasear arriba y abajo.– Pero,¿por qué iba este cerdo a perseguirla austed?
–Siente celos injustificados. Sufre unaobsesión. Es un esquizofrénico paranoicoOdia a cualquier persona que estérelacionada con Beryl. No sé por qué, PJPero tengo que averiguar quién es. Tengoque encontrarle -dije.
–No sé quién demonios es ni dónde
demonios está. Si lo supiera, ¡iría por él ye arrancaría la maldita cabeza! – estalló,verdaderamente enfurecido.
–Necesito el manuscrito, PJ -añadí.
–¿Qué demonios tiene que ver elmanuscrito con todo eso? – protestó.
Se lo dije. Le hablé de Cary Harper ydel collar. Le hablé de las llamadas
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 887/988
elefónicas, de las fibras y de laautobiografía que Beryl estabaescribiendo y de que yo había sido
acusada de robar. Le revelé todo lo que sme ocurrió acerca de los casos mientrasel alma se me encogía de miedo. Jamás enmi vida, ni una sola vez, había comentadoos detalles de un caso con nadie que no
fueran los investigadores o los fiscalesque estuvieran trabajando en él. Cuando
erminé, PJ abandonó la estancia ensilencio. Al regresar, llevaba un macutodel ejército que depositó sobre misrodillas.
–Ahí tiene -dijo-. Juré por Dios nohacerlo jamás. Perdóname, Beryl -musitó
Perdóname.Levantando la solapa de la lona, saqu
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 888/988
cerca de unas mil páginasmecanografiadas con notas escritas amano y cuatro disquetes de ordenador,
odo ello atado con resistentes cintaselásticas.
–Nos dijo que no se lo entregáramos anadie en caso de que le ocurriera algo. Yprometí no hacerlo.
–Gracias, Peter. Dios le bendiga -ledije. Después, le hice una última
pregunta-: ¿Le mencionó Beryl alguna veza alguien a quien ella llamaba «M»?PJ permaneció inmóvil, contemplando
su cerveza.
–¿Sabe usted quién es esta persona? –pregunté.
–Yo misma -contestó. –No entiendo qué quiere decir.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 889/988
–«M» de «misma». Se escribía cartasa sí misma -contestó.
–Las dos cartas que encontramos -le
dije-. Las que encontramos en el suelo desu dormitorio después del asesinato,aquellas en las que se les mencionaba austed y a Walt, estaban dirigidas a «M».
–Lo sé -dijo PJ, cerrando los ojos. –¿Cómo lo sabe? –Lo supe cuando mencionó usted a
Zulu y a los gatos. Comprendí que habíaeído aquellas cartas. Fue entoncescuando comprendí que era usted de fiar yera quien decía ser.
–¿O sea que también leyó las cartas? pregunté, sorprendida.
PJ asintió con la cabeza.
–No encontramos los originales -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 890/988
musité-. Sólo encontramos fotocopias. –Porque ella lo quemó todo -explicó
PJ respirando hondo para tranquilizarse.
–Pero el libro no lo quemó. –No. Me dijo que no sabía adónde irí
ni qué haría en caso de que él la siguierapersiguiendo. Que me llamaría más tardey me diría dónde tendría que enviarle elibro. En caso de que no tuviera noticias
suyas, me dijo que lo guardara y no se lo
entregara jamás a nadie. Pero no llamó,¿sabe? Ya no llamó. – PJ se enjugó losojos y apartó el rostro.– El libro era suesperanza, ¿comprende? Su esperanza
para poder seguir viviendo -se le quebróa voz al añadir-: Jamás perdió la
esperanza de que todo se arreglara. –¿Qué es lo que quemó exactamente,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 891/988
PJ? –Su diario -contestó-. Creo que así lo
podríamos llamar. Cartas que se escribía
a sí misma. Decía que eran su terapia yque no quería que nadie las viera. Eranmuy personales, en ellas expresaba susmás íntimos sentimientos. La víspera desu partida, quemó todas las cartas menosdos.
–Las dos que yo vi -dije en un
susurro-. ¿Por qué? ¿Por qué no quemóaquellas dos cartas? –Porque quería que yo y Walt las
conserváramos.
–¿Como recuerdo? –Sí. – PJ alargó la mano hacia la
cerveza y se enjugó torpemente laságrimas de los ojos-. Un pedazo de sí
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 892/988
misma, un registro de lo que pensabadurante su estancia aquí. La víspera de supartida, el día en que lo quemó todo, salió
y fotocopió sólo esas dos. Se quedó lascopias y nos entregó los originales,diciendo que eso era como una especie decontrato de vinculación entre nosotros…ésa fue la palabra que empleó. Los tresestaríamos siempre espiritualmente unidomientras tuviéramos las cartas.
Cuando me acompañó a la puerta, mevolví y lo abracé en gesto de gratitud.Al regresar a mi hotel, ya se estaba
poniendo el sol y las palmeras se
recortaban contra una franja de fuego cadvez más ancha. Grupos de personas sedirigían ruidosamente a los bares deDuval y el aire encantado vibraba con la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 893/988
música, las risas y las luces. Yo caminabacon paso decidido y con el macuto delejército colgado del hombro. Por primera
vez en varias semanas me sentía feliz ycasi eufórica. No estaba en absolutopreparada para lo que me esperaba en mihabitación.
16 No recordaba haber dejado las
ámparas encendidas y pensé que el
personal habría olvidado apagarlas trascambiar la ropa de la cama y vaciar losceniceros. Ya había cerrado la puerta yestaba tarareando para mis adentros alpasar por delante del cuarto de bañocuando me percaté de que no estaba sola.
Mark se hallaba sentado junto a la
ventana con una cartera de documentos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 894/988
abierta sobre la alfombra a su lado. En elnstante de duda en que mis pies no
supieron hacia dónde moverse, sus ojos s
cruzaron con los míos en silenciosacomunicación, llenándome el corazón deerror.
Pálido y vestido con un traje denvierno de color gris, parecía que
acabara de llegar del aeropuerto. Su bolsde viaje estaba apoyada contra la cama.
Si él hubiera tenido un contador Geiger mental, yo estaba segura de que mi macutoo hubiera puesto en marcha de inmediato
Lo enviaba Sparacino. Pensé en el Ruger
que guardaba en mi bolso, perocomprendí que jamás podría apuntar conun arma a Mark James y apretar el gatillolegado el caso.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 895/988
–¿Cómo has entrado? – le pregunté sinmoverme.
–Soy tu marido -contestó, sacándose
del bolsillo la llave de hotel de mihabitación.
–Serás hijo de puta -musité mientrasel corazón me martilleaba en el pecho.
Mark palideció y apartó la mirada. –Kay… –Oh, Dios mío. ¡Hijo de la gran puta!
–Kay, estoy aquí porque BentonWesley me ha enviado. Por favor -añadióevantándose de la silla.
Le observé en anonadado silencio
mientras sacaba un botellón de whisky desu bolsa de viaje. Se dirigió al bar ycolocó hielo en los vasos. Sus
movimientos eran lentos y pausados,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 896/988
como si estuviera haciendo todo loposible por no alterarme más de lo que yaestaba. Se le veía muy cansado.
–¿Has comido? – me preguntó,ofreciéndome un vaso.
Pasando por su lado, dejé el macuto yel bolso sobre la cómoda.
–Yo estoy muerto de hambre -dijo,desabrochándose el botón del cuello de lacamisa y aflojándose la corbata-. Debo de
haber cambiado cuatro veces de avión.Creo que no he comido más que unoscacahuetes desde el desayuno.
No contesté.
–Ya he pedido la cena para los dos -añadió-. Estará lista para comer cuandonos la suban.
Acercándome a la ventana, contemplé
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 897/988
as nubes grises veteadas de púrpurasobre las luces de las calles de la CiudadVieja de Key West. Mark acercó una silla
se quitó los zapatos y apoyó los pies en eborde de la cama.
–Cuando estés preparada para que teo explique, ya me lo dirás -dijo, agitando
el hielo de su vaso. –No me podría creer nada de lo que tú
me dijeras, Mark -contesté fríamente.
–Muy bien. Me pagan para que vivauna mentira. Y lo he hechoestupendamente bien.
–Sí -repetí yo-, lo has hecho
estupendamente bien. ¿Cómo meencontraste? No creo que Benton te lohaya dicho. Él no sabe dónde estoy y enesta isla debe de haber cincuenta hoteles
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 898/988
otras tantas pensiones. –Tienes razón. Estoy seguro de que sí
pero me bastó una sola llamada telefónica
para encontrarte -dijo Mark.Me senté con aire abatido en la cama.Rebuscando en un bolsillo de su
chaqueta, Mark se sacó un folleto dobladoy me lo entregó.
–¿Lo reconoces?Era la misma guía de información
urística que Marino había encontrado enel dormitorio de Beryl Madison, unafotocopia de la cual se había incluido ensu ficha. La misma guía que yo había
estudiado incontables veces y de la queme acordé dos noches antes de mi partidacuando decidí huir a Key West. Conteníauna lista de restaurantes, tiendas y lugares
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 899/988
de interés y un plano rodeado de anunciosuno de los cuales era el del hotel dondenos encontrábamos; por eso se me había
ocurrido la idea de alojarme allí. –Tras repetidos e infructuosos
ntentos, Benton consiguió finalmenteocalizarme -añadió Mark-. Estaba muy
alterado. Dijo que te habías ido para veniaquí y entonces intentamos seguirte lapista. Al parecer, en a ficha que él tiene
hay una fotocopia del folleto de Beryl.Supuso que tú también la habrías visto yque probablemente habrías sacado unafotocopia para tu propio archivo. Y
pensamos que, a lo mejor, se te ocurriríaa idea de usarlo como guía.
–¿De dónde lo has sacado? – pregunté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 900/988
–En el aeropuerto. Resulta que estehotel es el único que figura en losanuncios. Fue el primer sitio al que llamé
Tenía una reserva a tu nombre. –Muy bien. Eso demuestra que no soy
una buena fugitiva. –Bastante mala. –De aquí saqué la idea, si te interesa
saberlo -reconocí, enojada-. He revisadoantas veces los papeles de Beryl que
recordaba perfectamente el folleto y elanuncio de un hotel de la cadena Holidaynn en Duval. Me debió de llamar la
atención porque debí de preguntarme si
ella se alojó aquí cuando vino a KeyWest.
–¿Se alojó aquí? – preguntó Mark,
omando un sorbo de whisky.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 901/988
–No.Mientras se levantaba para ir por más
hielo, llamaron a la puerta y el corazón
me dio un vuelco en el pecho al ver queMark extendía la mano hacia atrás y sesacaba una pistola de 9 milímetros dedebajo de la chaqueta. Sosteniéndola enalto, aplicó el ojo a la mirilla de lapuerta, se guardó el arma en el bolsilloposterior de los pantalones y abrió. Había
legado la cena. Cuando Mark le pagó a lacamarera en efectivo, ésta esbozó unaancha sonrisa diciendo:
–Muchas gracias, señor Scarpetta.
Espero que los bistecs estén a su gusto. –¿Por qué te has registrado como si
fueras mi marido? – pregunté.
–Dormiré en el suelo. Pero tú no te
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 902/988
vas a quedar sola en esta habitación -contestó, colocando los platos tapadossobre la mesa que había junto a una
ventana y descorchando la botella devino.
Quitándose la chaqueta y arrojándolasobre la cama, colocó la pistola alalcance de su mano encima de la cómodano lejos de mi macuto.
Esperé a que se sentara antes de
preguntarle por qué iba armado. –Un pequeño monstruo, pero puedeque sea mi único amigo -contestó,cortando el bistec-. Pero supongo que tú
ambién llevas tu treinta y ocho,probablemente en este macuto -añadiócontemplando el macuto de la cómoda.
–Para tu información, te diré que lo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 903/988
levo en el bolso -confesé estúpidamente-¿Y cómo demonios sabes tú que yo tengoun treinta y ocho?
–Benton me lo dijo. También me dijoque te han concedido recientemente laicencia para llevar un arma oculta y que
seguramente la llevarás contigo a todaspartes. No está mal -añadió, tomando unsorbo de vino.
–¿También te ha dicho Benton qué
alla de ropa uso? – pregunté, tratando decomer, a pesar de que mi estómago mesuplicaba que no lo hiciera.
–Bueno, eso no hace falta que me lo
diga. Sigues usando la cuarenta y cuatro yestás tan guapa como cuando vivíamos enGeorgetown. Mejor dicho, todavía más.
–Te agradecería mucho que dejaras d
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 904/988
comportarte como un caballeroso hijo deputa y me dijeras cómo demonios conocesan siquiera de nombre a Benton Wesley,
por no decir cómo has conseguidomerecer el privilegio de reunirte tantasveces a solas con él para hablar de mí.
–Kay -Mark posó el tenedor y memiró a los ojos-, conozco a Benton desdehace mucho más tiempo que tú. ¿Acaso noo has comprendido todavía? ¿Tengo que
escribírtelo con luces de neón? –Sí, escríbelo en letras mayúsculas enel cielo, Mark, porque ya no sé lo quepensar. Ya no tengo ni idea de quién eres
o me fío de ti. Es más, en este momentoe tengo un miedo atroz.
Reclinándose en su asiento yponiéndose más serio de lo que yo jamás
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 905/988
e hubiera visto, Mark me dijo: –Kay, lamento mucho que me tengas
miedo y lamento que no te fíes de mí. Lo
cual es perfectamente lógico porque muypocas personas en este mundo tienen ideade quién soy y hay veces en que ni yomismo lo sé. No te lo podía decir antes,pero ya todo ha terminado -hizo unapausa-. Benton fue profesor mío en laAcademia mucho antes de que tú le
conocieras. –¿Eres un agente? – le pregunté conncredulidad.
–Sí.
–No -dije mientras la cabeza meempezaba a dar rápidas vueltas.
«¡No! ¡Esta vez no te voy a creer,maldita sea!»
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 906/988
Levantándose sin una palabra, Mark se acercó al teléfono de la mesita denoche y marcó.
–Ven aquí -dijo volviéndose.Después me pasó el teléfono.
–¿Diga?Reconocí inmediatamente la voz.
–¿Benton? – dije. –¿Kay? ¿Se encuentra usted bien? –Mark está ahí -dije-. Me ha
encontrado. Sí, Benton, estoy bien. –Gracias a Dios. Está en buenasmanos. Estoy seguro de que él se loexplicará.
–Yo también lo estoy. Gracias,Benton. Adiós.
Mark tomó el teléfono y lo colgó.
Cuando regresamos a la mesa, me miró
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 907/988
argo rato antes de hablar. –Dejé el ejercicio de la abogacía
cuando murió Janet. Aún no sé muy bien
por qué, Kay, pero no importa. Trabajécomo agente de calle en Detroit durantealgún tiempo y después me convertí enagente secreto. Lo de Orndorff Berger fueuna estratagema.
–No me irás a decir que Sparacinoambién trabaja para los federales -dije
sin dejar de temblar. –No, por Dios -contestó Mark,apartando la mirada.
–¿Qué se proponía, Mark?
–Entre sus delitos de carácter leve sencluían estafas a Beryl Madison y
alteración de las declaraciones dederechos de autor como tantas veces ha
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 908/988
hecho con otros muchos clientes suyos. Ye conté que la estaba manipulando en unntento de enemistarla con Cary Harper
para poder organizar un escándalopublicitario… tal como ha hecho muchasotras veces.
–Entonces, lo que me dijiste en NuevaYork es cierto.
–Sí, pero no todo. No te lo podíadecir todo.
–¿Sabía Sparacino que yo viajaría aueva York?Era una pregunta que me atormentaba
desde hacía varias semanas.
–Sí. Yo lo organicé todo, diciéndoleque, de esta manera, podría arrancartemás información y conseguir que hablarascon él. Sparacino estaba seguro de que tú
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 909/988
amás accederías a tratar con él. Por esoyo me ofrecí a conducirte hasta él.
–Jesús -musité por lo bajo.
–Pensé que lo tenía todo controlado.Pensé que él no sospechaba de mí hastaque llegamos al restaurante. Entoncescomprendí que todo se había estropeado.
–¿Por qué? –Porque él me tenía vigilado. Sé
desde hace tiempo que el hijo de Partin e
uno de sus confidentes. Así se gana lavida mientras espera que le den algúnpapel en los seriales, los anuncios de laelevisión y la publicidad de calzoncillos
Está claro que Sparacino no se fiaba demí.
–¿Por qué envió a Partin? ¿Nocomprendió que tú le reconocerías?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 910/988
–Sparacino no sabe que conozco aPartin -contestó Mark-. Cuando vi a Partien el restaurante, comprendí que
Sparacino lo había enviado paracerciorarse de que yo me reuníaefectivamente contigo y ver qué melevaba entre manos, de la misma manera
que envió al llamado Jeb Price a revolveru despacho.
–¿Me vas a decir que Jeb Price
ambién es un actor muerto de hambre? –No. Lo detuvimos en Nueva Jersey lsemana pasada. Se pasará una buenaemporada sin molestar a nadie.
–Supongo que lo de que conocías aDiesner en Chicago también fue una troladije.
–Es un personaje de leyenda. Pero yo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 911/988
amás le he conocido. –Y tu visita a Richmond para verme
ambién fue un montaje, ¿verdad? –
pregunté, tratando de reprimir laságrimas.
–No venía por carretera desde eldistrito de Columbia -contestó Mark mientras volvía a llenar los vasos devino-. Acababa de llegar en avión desde
ueva York. Sparacino me había enviado
para sonsacarte y tratar de averiguar todoo que pudiera sobre el asesinato de BeryMadison.
Tomé un sorbo de vino y permanecí e
silencio un instante, tratando de recuperara compostura.
Después pregunté: –¿Ha tenido él algo que ver con su
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 912/988
asesinato, Mark? –Pues, al principio, me preocupaba
esta posibilidad -contestó-. Temí que los
uegos de Sparacino con Harper hubieranlegado demasiado lejos y que éste
hubiera perdido la cabeza y hubieraasesinado a Beryl. Pero, cuando mataron Harper, no conseguí encontrar nada queme indujera a pensar que Sparacinoestaba relacionado con las muertes. Creo
que Sparacino quería que yo averiguaraodo lo que pudiera sobre el asesinato deBeryl porque estaba un poco paranoico.
–¿Temía que la policía registrara el
despacho de Beryl y descubriera que lasdeclaraciones de derechos de autor que ée había hecho eran fraudulentas? –
pregunté.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 913/988
–Tal vez. Sé que anda tras elmanuscrito porque le consta su valor.Pero, aparte eso, no sé nada más.
–¿Y qué me dices de su querella, desu venganza contra el fiscal general?
–Se ha armado un gran escándalo -contestó Mark-. Sparacino desprecia aEthridge y le encantaría poder humillarlee incluso obligarle a abandonar el cargoque ocupa.
–Scott Partin ha estado aquí -le dije-.Estuvo aquí no hace mucho, haciendopreguntas sobre Beryl.
–Interesante -se limitó a decir Mark
mientras tomaba otro trozo de bistec. –¿Cuánto tiempo llevas con
Sparacino?
–Más de dos años.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 914/988
–¡Dios mío! – dije. –El FBI lo organizó todo con mucho
cuidado. Me enviaron bajo el disfraz de
un abogado llamado Paul Baker quebuscaba trabajo y quería hacerse ricorápidamente. Hice todo lo necesario paraque se tragara el anzuelo. Como es lógicome mandó investigar y, al descubrir algunos detalles que no concordaban, meexigió explicaciones. Le confesé que
utilizaba una identidad falsa y queformaba parte del Programa de Proteccióde Testigos. Es muy complicado y difícilde explicar, pero Sparacino creía que yo
me había dedicado a actividades ilegalesen Tallahassee, que me habían detenido yque los federales me habían
recompensado la colaboración dándome
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 915/988
una identidad y un pasado falsos. –¿Y es cierto que habías desarrollado
actividades ilegales? – pregunté.
–No. –Ethridge cree que sí -dije-. Y cree
que estuviste en la cárcel. –No me sorprende, Kay. Los
directores de prisiones suelen colaborar estrechadamente con el FBI. Sobre elpapel, el Mark James que conociste en
otros tiempos tiene muy mala pinta. Unabogado que delinquió y se pasó dos añosen chirona tras habérsele retirado laicencia.
–¿Debo suponer que la relación entreSparacino y Orndorff Berger es unaapadera? – pregunté.
–Sí.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 916/988
–¿Tapadera de qué, Mark? Aquí tieneque haber algo más que los escándalospublicitarios.
–Tenemos el convencimiento de queSparacino ha estado blanqueando dineroprocedente del mundo del hampa, Kay.Dinero procedente del tráfico de droga.También creemos que está relacionadocon el crimen organizado en los casinos.Hay políticos, jueces y otros abogados
mplicados. La red es increíble. Losabemos desde hace tiempo, pero es muypeligroso que una parte del sistemaudicial ataque a otra. Tiene que haber
pruebas admisibles de culpabilidad Por eso me enviaron a mí Cuantas más cosasdescubría, tantas más quedaban por
descubrir. Los tres meses se convirtieron
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 917/988
en seis y después en años. –No lo entiendo. Su bufete es legal,
Mark.
–Nueva York es el coto privado deSparacino. Tiene poder. En Orndorff Berger apenas tienen idea de lo que nace.Yo jamás trabajé en ese bufete. Nisiquiera saben cómo me llamo.
–Pero Sparacino sí -dije yo-. Le oíreferirse a ti como a Mark.
–Sí, él conoce mi verdadero nombre.Tal como ya te he dicho, el FBI tienemucho cuidado. Hicieron un buen trabajoal inventarse de nuevo mi vida y crear un
reguero de documentos que convierten alMark James que antaño conociste enalguien que no reconocerías y que tegustaría muy poco. – Mark hizo una pausa
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 918/988
con el rostro muy serio.– Sparacino y yoacordamos que él se referiría a mílamándome Mark en tu presencia. Aparte
eso, yo era siempre Paul y trabajaba paraél. Durante algún tiempo, viví con sufamilia. Era su fiel hijo o, por lo menos,eso era lo que él pensaba.
–Sé que en Orndorff Berger jamás hanoído hablar de ti -confesé-. Intentélamarte a Nueva York y Chicago y no
sabían de quién les hablaba. Llamé aDiesner y tampoco sabía quién eras.Puede que no sea una buena fugitiva, peroú tampoco eres muy buen espía que
digamos.Mark guardó silencio un instante y
después dijo: –El FBI no tuvo más remedio que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 919/988
ntroducirme en el caso, Kay. Aparecisteen escena y yo corrí muchos riesgos. Mesentía emocionalmente implicado porque
ú estabas implicada. Fui un estúpido. –No sé qué contestar a eso. –Bébete el vino y contempla cómo
sale la luna sobre Key West. Es la mejor manera de contestar.
–Pero, Mark -dije, inevitablementeatrapada en sus redes-, hay un punto muy
mportante que no comprendo. –Estoy seguro de que hay muchospuntos importantes que no comprendes yque tal vez jamás comprenderás, Kay. No
separa una brecha muy grande; no sepuede cerrar en una noche.
–Dices que Sparacino te envió paraque me sonsacaras. ¿Cómo sabía que me
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 920/988
conocías? ¿Acaso tú se lo habías dicho? –Hizo una referencia a ti poco
después de enterarnos del asesinato de
Beryl. Dijo que eras la jefa deldepartamento de Medicina Legal deVirginia. Me asusté. No quería que trataradirectamente contigo. Decidí hacerlo yoen su lugar.
–Te agradezco el detalle -dije conronía.
–Bien me lo puedes agradecer. – Marclavó los ojos en los míos.– Le dije quehabíamos salido juntos en otros tiempos.Quería que me encomendara la misión a
mí. Y así lo hizo. –¿Y eso es todo? – pregunté. –Ojalá, aunque me temo que mis
motivos son un tanto confusos.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 921/988
–¿Confusos? –Creo que me atraía la posibilidad de
volver a verte.
–Eso me dijiste. –Y no mentí. –¿Me estás mintiendo ahora? –Te juro por Dios que no -contestó.De pronto me di cuenta de que todavía
ba vestida con un polo y unos calzonescortos y tenía la piel pegajosa y el cabello
hecho un desastre. Me excuséevantándome de la mesa y me fui alcuarto de baño. Media hora más tarde,salí envuelta en mi albornoz de rizo
preferido y Mark se había quedadoprofundamente dormido en mi cama.
Gruñó y abrió los ojos cuando me
senté a su lado.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 922/988
–Sparacino es un hombre peligroso -dije, pasándole lentamente los dedos por el cabello.
–De eso no cabe la menor duda -mecontestó con voz adormilada.
–Envió a Partin. No entiendo muy biecómo sabía que Beryl estaba aquí abajo.
–Porque ella le llamó desde aquí,Kay. Él lo sabía desde el principio.
Asentí con la cabeza sin sorprenderm
demasiado. Aunque Beryl hubieradependido de Sparacino hasta su amargofinal, debió de empezar a desconfiar de éen determinado momento. De otro modo,
e hubiera confiado el manuscrito a él y na un barman llamado PJ.
–¿Qué haría si supiera que estás aquí?
preguntó en un susurro-. ¿Qué haría
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 923/988
Sparacino si supiera que tú y yo estamosconversando en esta habitación?
–Le daría, un ataque de celos.
–Hablo en serio. –Probablemente nos mataría si
pensara que podía hacerlo impunemente. –¿Y podría hacerlo impunemente,
Mark? Atrayéndome hacia sí, Mark contestó contra mi cuello: -Mierda, no.
El sol nos despertó a la mañana
siguiente. Tras hacer nuevamente el amornos dormimos abrazados el uno al otrohasta las diez.
Mientras Mark se duchaba y se
afeitaba, contemplé el día y me parecióque jamás había visto unos colores másbrillantes ni un sol tan resplandeciente ena pequeña isla costera de Key West.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 924/988
Compraría una casa en una urbanizacióndonde Mark y yo pudiéramos hacer elamor el resto de nuestras vidas. Montaría
en bicicleta por primera vez desde minfancia, volvería a jugar al tenis y dejarí
de fumar. Pondría más empeño enlevarme bien con mi familia y Lucy nos
visitaría a menudo. Acudiría al Louie'scon frecuencia y adoptaríamos a PJ comoamigo. Contemplaría la luz del sol
danzando sobre el mar y rezará por unamujer llamada Beryl Madison cuyaerrible muerte había conferido un nuevo
significado a mi vida y me había enseñad
a volver a amar. Después de un buendesayuno que tomamos en la habitación,saqué el manuscrito de Beryl del macutomientras Mark me miraba con
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 925/988
ncredulidad. –¿Es eso lo que yo creo que es? –
preguntó.
–Sí, es exactamente lo que crees quees -contesté.
Mark se levantó de la mesa. –Pero, ¿dónde demonios lo has
encontrado, Kay? –Se lo dejó a un amigo. Nos colocamos unos almohadones
detrás de la espalda y dejamos elmanuscrito entre nuestros cuerpos en lacama mientras yo le contaba a Mark todosos pormenores de mis conversaciones
con PJ.La mañana se convirtió en tarde, pero
no salimos de la habitación más que paradejar los platos sucios en el pasillo y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 926/988
sustituirlos por los bocadillos yentempiés que fuimos pidiendo cada vez
que nos apetecía tomar algo.
Transcurrieron varias horas sin queapenas nos habláramos mientraspasábamos las páginas de la vida deBeryl Madison. El libro era increíble ymás de una vez me hizo asomar lágrimas aos ojos.
Beryl era un pájaro cantor nacido en
una tormenta, un minúsculo ser de belloscolores aferrado a las ramas de una vidaespantosa. Su madre había muerto y supadre la había sustituido por una mujer
que la trataba con desprecio. Incapaz desoportar el mundo en el que vivía,aprendió el arte de crearse otro más de sugusto. La escritura era su manera de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 927/988
resistir y se había convertido en ella en unrefinado talento, como ocurre con lahabilidad artística en el caso de los
sordos y la música en el de los ciegos.Era capaz de crear con las palabras unmundo que yo podía saborear, oler ysentir.
Su relación con los Harper había sidoan intensa como desquiciada. Eran tres
elementos explosivos que se
ransformaron en una tormenta dencreíble potencia destructora cuandofinalmente vivieron juntos en aquellamansión de cuento de hadas a la orilla de
un río de sueños infinitos. Cary Harper compró y restauró la casa por Beryl, y unnoche, en aquella habitación del piso dearriba donde yo había dormido, le había
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 928/988
robado su virginidad cuando ella teníaapenas dieciséis años.
Sorprendida de que Beryl no bajara a
a mañana siguiente a la hora deldesayuno, Sterling Harper subió a ver quéocurría y la encontró llorando en posiciónfetal. Sin poder enfrentarse con el hechode que su famoso hermano hubieraviolado a la que hacía las veces de suhija, la señorita Harper decidió luchar
contra los demonios de su casa con unejército de negativas. Jamás le dijo ni unasola palabra a Beryl ni intentó intervenir.Se limitó a cerrar suavemente la puerta de
su dormitorio por las noches paraentregarse a sus agitados sueños.
Los acosos contra Beryl se sucedieronsemana tras semana, cada vez menos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 929/988
frecuentes a medida que ella crecía hastaque, al final, cesaron por completo,coincidiendo con la obtención del premio
Pulitzer… La impotencia del ganador había sido provocada por las largasveladas de borrachera y otros excesos,ncluidas las drogas. Cuando los intereses
acumulados de las ganancias del libro y lherencia familiar ya no pudieron costear sus vicios, el escritor recurrió a su amigo
Joseph McTigue, el cual se encargóamablemente de rentabilizar su precariaeconomía, logrando que el autor «no sólorecuperara su solvencia, sino también que
se hiciera lo bastante rico como paracomprarse cajas enteras del mejor whiskyy pudiera entregarse al vicio de la cocaínsiempre que le apetecía».
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 930/988
Según Beryl, cuando ella abandonó lacasa, la señorita Harper pintó el retratoque colgaba sobre la repisa de la
chimenea de la biblioteca, el retrato deuna niña revestida de inocencia, en unntento, tal vez inconsciente o tal vez no,
de atormentar a Harper para siempre. Élse entregó cada vez más a la bebida,apenas escribía y empezó a sufrir nsomnio. Poco a poco adquirió la
costumbre de frecuentar la Culpeper'sTavern, alentado por su hermana, la cualaprovechaba las horas de su ausencia parconspirar contra él con Beryl por
eléfono. El golpe definitivo se produjo aravés de un dramático desafío cuando
Beryl, animada por Sparacino, quebrantó
el contrato.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 931/988
Fue su manera de recuperar su vida y,en sus propias palabras, «preservar labelleza de mi amiga Sterling, prensando
sus recuerdos entre estas páginas cual sifueran flores silvestres». Beryl inició elibro poco después de que a la señorita
Harper le fuera diagnosticado un cáncer.El vínculo entre ambas era inquebrantabley tan profundo como el amor que seprofesaban.
Como es natural, la biografía conteníaargas digresiones sobre los libros queBeryl había escrito y las fuentes de susdeas. Se incluían fragmentos de sus
primeras obras y yo pensé que aquello talvez hubiera podido explicar la presenciadel manuscrito parcial que encontramos
en su dormitorio después del asesinato.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 932/988
Aunque no era fácil establecerlo. No erafácil averiguar qué pensamientos habíancruzado por la mente de Beryl. Sin
embargo, comprendí que la obra eraextraordinaria y lo bastante escandalosacomo para haber provocado el temor deCary Harper y la codicia de Sparacino.
Pero, a lo largo de toda la tarde, noogré encontrar nada capaz de hacerme
evocar el espectro de Frankie. En el
manuscrito no se mencionaba la pesadillaque al final acabó con la vida de Beryl.Pensé que, a lo mejor, era algo demasiadoerrible como para que pudiera
describirlo. Tal vez esperaba que todopasara con el tiempo.
Me estaba acercando al final del librode Beryl cuando Mark apoyó súbitamente
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 933/988
a mano en mi brazo. –¿Qué hay? – pregunté sin apenas
poder apartar la vista de las páginas.
–Kay, fíjate en eso -dijo Mark colocando cuidadosamente una páginaencima de la que yo estaba leyendo. Erael comienzo del capítulo Veinticinco, unapágina que yo ya había leído. Se tratabade una fotocopia muy clara y no de unapágina original mecanografiada como
odas las demás. –Pensé que me habías dicho que éseera el único ejemplar -dijo Mark en tononquisitivo.
–Tenía la impresión de que así era -repliqué, perpleja.
–A lo mejor, hizo una copia y cambióas páginas.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 934/988
–Eso parece -dije en tono pensativo-.Pero, en tal caso, ¿dónde está la copia?
o ha aparecido.
–No tengo ni idea. –¿Estás seguro de que no la tiene
Sparacino? –Estoy completamente seguro de que
o sabría si la tuviera. He revuelto sudespacho de arriba abajo durante susausencias y he hecho lo mismo en su casa
Además, creo que me lo hubiera dicho,por lo menos cuando pensaba que éramoscompinches.
–Será mejor que vayamos a ver a PJ.
Descubrimos que era el día libre dePJ. No estaba en el Louie's ni en su casa.Caía la noche en la isla cuando finalmente
nos tropezamos con él en el Sloppy Joe's
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 935/988
y comprobamos que llevaba una trompafenomenal. Le tomé del brazo en la barray, asiendo su mano, le acompañé a una
mesa.Hice rápidamente las presentaciones.
–Mark James, un amigo mío.PJ asintió con la cabeza y levantó una
botella de cerveza de largo cuello en unborracho gesto de brindis. Despuésparpadeó varias veces como si quisiera
aclararse la vista mientras admiraba sindisimulo a mi atractivo acompañante.Mark pareció no darse cuenta.
Levantando la voz por encima del
barullo que estaba armando la gente y laorquesta, le dije a PJ:
–El manuscrito de Beryl. ¿Hizo algunacopia de él durante su estancia aquí?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 936/988
Tomando un sorbo de cerveza ybalanceándose al ritmo de la música, PJcontestó:
–No lo sé. Si lo hizo, a mí no me dijonada.
–Pero, ¿cómo es posible? – insistí-.¿Pudo hacerlo quizá cuando fue a hacer as fotografías de las cartas que le entregó
a usted?PJ se encogió de hombros mientras la
gotas de sudor le bajaban por las sienes ypor las arreboladas mejillas. PJ no estabasimplemente achispado sino borrachocomo una cuba.
Mientras Mark contemplaba la escenacon rostro impasible, volví a intentarlo.
–Bueno pues, dígame si se llevó el
manuscrito cuando fue a fotocopiar las
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 937/988
cartas. –… como Bogie y Bacall… -entonó
PJ con áspera voz de barítono, dando
rítmicas palmadas contra el borde de lamesa mientras seguía el compás junto cona gente.
–¡PJ! – grité. –Pero bueno -protestó el hombre sin
apartar los ojos del escenario-, es micanción preferida.
Me hundí en mi asiento y dejé que PJsiguiera cantando su canción preferida.Durante una breve pausa del espectáculo,repetí la pregunta. PJ apuró la botella de
cerveza y contestó con sorprendenteclaridad:
–Lo único que recuerdo es que aqueldía Beryl llevaba el macuto, ¿vale? Se lo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 938/988
regalé yo, ¿saben? Para que pudieraacarrear sus mierdas por ahí. Se dirigió aCopy Cat o algún sitio así y estoy seguro
de que llevaba el macuto. – Sacó lacajetilla de cigarrillos. – A lo mejor,levaba el libro en el macuto. Y puede quo mandara fotocopiar cuando hizo las
fotocopias de las cartas. Yo sólo sé queme dejó lo que yo le entregué a usted norecuerdo cuándo.
–Ayer -dije yo. –Eso es, ayer.Cerrando los ojos, PJ empezó a
aporrear de nuevo el borde de la mesa.
–Gracias, PJ -le dije. No nos prestó la menor atención
cuando nos fuimos, abriéndonos pasoentre la gente para salir al fresco aire
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 939/988
nocturno. –Eso es lo que yo llamo un ejercicio
vano -dijo Mark mientras regresábamos
caminando al hotel. –No sé -repliqué-. Pero me parece
ógico que Beryl hiciera una fotocopia demanuscrito cuando fotocopió las cartas.
o puedo creer que le dejara el libro a PJa no ser que ella tuviera una copia.
–Tras haberle conocido, yo tampoco
puedo creerlo. PJ no es precisamente loque llamaría un guardián muy de fiar. –Pues lo es, Mark. Lo que ocurre es
que esta noche está un poco bebido.
–Más bien totalmente trompa. –A lo mejor, se ha emborrachado por
culpa de mi visita. –Si Beryl fotocopió el manuscrito y se
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 940/988
levó la copia a Richmond -añadió Mark-quienquiera que la matara lo debió derobar.
–Frankie -dije yo. –Lo cual tal vez explique por qué
decidió cargarse después a Cary Harper.uestro amigo Frankie se puso celoso y l
sola idea de imaginarse a Harper en eldormitorio de Beryl lo volvió loco… másoco de lo que ya estaba. En el libro de
Beryl se menciona la costumbre deHarper de ir todas las tardes a laCulpeper's.
–Lo sé.
–Quizá Frankie lo leyó, averiguódónde podría encontrarle y pensó que lamejor manera de atraparle sería actuandopor sorpresa.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 941/988
–¿Qué mejor momento que cuandoestás medio borracho y bajas de tuautomóvil en una calzada oscura y
desierta? – dije yo. –Lo que me extraña es que no se
cargara también a Sterling Harper. –Puede que lo hubiera hecho. –Tienes razón. No se le ofreció la
oportunidad -dijo Mark-. Ella le ahorró lamolestia.
Tomándonos de la mano, guardamossilencio mientras nuestros zapatosavanzaban despacio por la acera y labrisa agitaba las ramas de los árboles.
Hubiera deseado que aquel momento seprolongara indefinidamente. Temía lasverdades con las que tendríamos que
enfrentarnos. Sólo cuando ya estábamos
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 942/988
en nuestra habitación bebiendo vinountos, hice la pregunta.
–¿Y ahora qué, Mark?
–Washington -contestó él, volviendoel rostro para mirar a través de laventana-. Mañana mismo. Me someterán aun interrogatorio y me reprogramarán -respiró hondo-. Y después no sé qué voy hacer.
–Tú, ¿qué quieres hacer? – le
pregunté. –No lo sé, Kay. ¿Quién sabe adondeme enviarán? – añadió, contemplando lanoche-. Sé que tú no vas a dejar
Richmond. –No, no puedo dejar Richmond.
Ahora, no. Mi trabajo es mi vida, Mark. –Siempre ha sido tu vida -dijo él-. Mi
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 943/988
rabajo también es mi vida. Lo cualsignifica que queda muy poco espaciopara la diplomacia.
Sus palabras y su rostro me estabanpartiendo el corazón. Sabía que Mark enía razón. Cuando intenté decir algo, laságrimas asomaron a mis ojos.
Nos estrechamos con fuerza hasta queél se quedó dormido en mis brazos.Soltándome suavemente, me levanté y
regresé junto a la ventana, donde me sentéa fumar mientras mi mente repasabaobsesivamente multitud de detalles hastaque el alba empezó a teñir el cielo de
rosa.Me tomé una buena ducha. El agua
caliente me calmó y fortaleció mideterminación. Refrescada y envuelta en
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 944/988
el albornoz, salí del cuarto de baño y vique Mark ya se había despertado y estabapidiendo el desayuno.
–Vuelvo a Richmond -anuncié confirmeza, sentándome a su lado en la cama
Mark frunció el ceño. –No es una buena idea, Kay. –He encontrado el manuscrito, tú te
vas y yo no quiero quedarme aquí sola,esperando que aparezcan Frankie, Scott
Partin o el mismísimo Sparacino enpersona -expliqué. –No han encontrado a Frankie. Es
demasiado peligroso. Mandaré que te
envíen protección aquí -objetó Mark-. Oen Miami. Tal vez sea mejor. Podrásquedarte una temporada con tu familia.
–No.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 945/988
–Kay… –Mark, es posible que Frankie ya hay
abandonado Richmond. Puede que tarden
varias semanas en encontrarle. O que noo encuentren jamás. ¿Qué tengo que
hacer, permanecer para siempreescondida en Florida?
Mark se recostó contra la almohadasin contestar.
–No consentiré que me destrocen la
vida y la carrera -añadí, tomando sumano- y me niego a dejarme intimidar pormás tiempo. Llamaré a Marino y le pediréque acuda a recibirme al aeropuerto.
Mark tomó mis manos y dijo,mirándome a los ojos:
–Regresa conmigo al distrito de
Columbia. También podrías quedarte
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 946/988
algún tiempo en Quantico.Sacudí la cabeza.
–No me va a ocurrir nada, Mark.
–No puedo quitarme de la cabeza loque le ocurrió a Beryl -dijo,estrechándome en sus brazos.
Yo tampoco podía. Nos despedimos en el aeropuerto de
Miami y yo me alejé rápidamente sinvolver la mirada hacia atrás. Sólo estuve
despierta durante el intervalo en quecambié de avión en Atlanta. El resto deliempo me lo pasé durmiendo, pues me
sentía física y emocionalmente agotada.
Marino me recibió en la puerta delegada. Por una vez, pareció intuir mi
estado de ánimo y me siguió en pacientesilencio mientras cruzábamos la terminal.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 947/988
Los adornos navideños y los objetos quese exhibían en los escaparates de lasiendas del aeropuerto sólo sirvieron para
ntensificar mi depresión. No esperabacon ansia la llegada de las fiestas. Noestaba muy segura de cómo o cuándovolvería a ver a Mark. Para agravar lascosas, cuando llegamos a la zona derecogida de equipajes, Marino y youvimos que esperar una hora mientras los
equipajes giraban lentamente como en uniovivo. Ello ofreció a Marino la ocasiónde interrogarme mientras yo perdía lapaciencia por momentos. Al final, no tuve
más remedio que notificar la pérdida de lmaleta. Tras rellenar un detallado imprescon múltiples apartados, recogí miautomóvil y me dirigí a casa, seguida de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 948/988
cerca por Marino.La oscura y lluviosa noche borró
misericordiosamente los daños que había
sufrido el patio mientras aparcábamos enmi calzada. Marino me había recordadopreviamente que no habían tenido suerteen la localización de Frankie en miausencia, por cuyo motivo no queríacorrer ningún nesgo. Tras iluminar con lainterna todos los rincones del exterior de
mi casa, en busca de ventanas rotas ocualquier otra señal de la presencia de unntruso, recorrió toda la casa conmigo,
encendiendo las luces de todas las
habitaciones, abriendo Tos armarios encluso mirando debajo de las camas.
Nos estábamos dirigiendo a la cocinacon la intención de prepararnos un café
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 949/988
cuando ambos reconocimos la clave de suradiotransmisor portátil.
–Dos-quince, diez-treinta y tres…
–¡Mierda! – exclamó Marino,sacándose el radiotransmisor del bolsillode la chaqueta.
Diez-treinta y tres era la clave de«Socorro». Las transmisionesradiofónicas rebotaban como balas por elaire y los coches patrulla estaban
respondiendo cual aviones quedespegaran. Un oficial se encontraba enuna tienda no muy lejos de mi casa. Alparecer, le habían herido de un disparo.
–Siete-cero-siete, diez-treinta y tres -e ladró Marino al oficial de
comunicaciones mientras corría hacia lapuerta-. ¡Maldita sea! ¡Walters! ¡No es
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 950/988
más que un condenado chiquillo! – Saliócorriendo bajo la lluvia-. Cierre bien,doctora -me dijo, volviéndose-. ¡En
seguida le mando a un par de agentes!Empecé a pasear por la cocina y, al
final, me senté junto a la mesa con un vasode whisky mientras la lluvia tamborileabacon fuerza sobre el tejado y azotaba loscristales de las ventanas. Había perdidoa maleta y el 38 estaba dentro. Había
olvidado mencionarle aquel detalle aMarino porque estaba atontada por elcansancio. Demasiado nerviosa comopara irme a la cama, empecé a repasar el
manuscrito de Beryl que había tenido laprudencia de guardar en el equipaje demano mientras esperaba la llegada de lapolicía.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 951/988
Poco antes de la medianoche, mesobresalté en mi sillón al oír el timbre dea puerta.
Apliqué el ojo a la mirilla de lapuerta, esperando ver a los oficiales queMarino me había prometido, pero, en suugar, vi a un pálido joven vestido con unmpermeable oscuro y tocado con una
especie de gorra de uniforme. Se le veíamojado y muerto de frío, con la espalda
encorvada para protegerse de la lluvia yuna tablilla sujetapapeles apretada contrael pecho.
–¿Quién es? – pregunté.
–Servicio de Mensajería Omega delaeropuerto Byrd -contestó-. Traigo sumaleta, señora.
–Gracias a Dios -dije con alivio
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 952/988
mientras desactivaba la alarma y abría lapuerta.
El terror me dejó paralizada cuando e
oven puso la maleta en el suelo delrecibidor y súbitamente lo recordé. ¡En elmpreso de reclamación que había
rellenado en el aeropuerto había escrito ldirección de mi despacho, no la de midomicilio particular!
17
Un flequillo de cabello oscuro leasomaba por debajo de la gorra y no memiró a los ojos cuando me dijo:
–Si es usted tan amable de firmar,señora.
Me entregó la tablilla sujetapapelesmientras unas voces resonaban
umultuosamente en mi mente.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 953/988
«Tardaron en venir desde elaeropuerto porque las líneas aéreashabían perdido el equipaje del señor
Harper.»«¿Tienes el cabello rubio natural,
Kay, o te lo decoloras?»«Fue después de que el chico
entregara el equipaje…»«Todos han desaparecido ahora.»«El año pasado recibimos una fibra
déntica a esta anaranjada cuando a Roy lpidieron que examinara unos restosrecuperados en un Boeing siete cuarenta ysiete…»
«¡Fue después de que el chicoentregara el equipaje!»
Lentamente tomé el bolígrafo y la
ablilla sujetapapeles que me ofrecía una
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 954/988
mano enfundada en un guante de cueromarrón.
Con una voz que apenas reconocí,
dije: –¿Sería usted tan amable de abrir la
maleta? No puedo firmar nada hasta queme haya cerciorado de que no faltaninguno de mis efectos personales.
Por un instante, el pálido rostropareció desconcertarse. Abrió levemente
os ojos con expresión de asombromientras los bajaba para contemplar lamaleta. Le ataqué con tal rapidez que nouvo tiempo de levantar las manos para
esquivar el golpe. El canto de la tablillae alcanzó en la garganta, tras lo cual yo
me volví y pegué un salto de animalsalvaje.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 955/988
Cuando llegué al comedor, oí suspisadas persiguiéndome. Sentí los fuertesatidos de mi corazón contra las costillas
mientras corría a la cocina, donde estuvea punto de resbalar sobre el suave linóleoen el momento de rodear el tajo decarnicero y arrancar el extintor dencendios que había en la pared junto al
frigorífico. En cuanto entró en la cocina,e arrojé a la cara una asfixiante tormenta
de espuma seca. Un cuchillo de larga hojacayó ruidosamente al suelo mientras él seacercaba ambas manos al rostro jadeandoafanosamente. Tomando una sartén de
hierro fundido, la blandí cual si fuera unaraqueta de tenis y le golpeé el vientre conodas mis fuerzas. Sin poder respirar, el
oven dobló el tronco y yo le volví a
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 956/988
golpear, esta vez en la cabeza. Me falló upoco la puntería. Oí un crujido decartílagos bajo el plano fondo de hierro.
Comprendí que le había roto la nariz yprobablemente varios dientes. Pero ellono bastó para dejarle fuera de combate.Cayendo de rodillas, tosiendo yparcialmente cegado por la espuma delextintor, me agarró los tobillos con unamano mientras con la otra buscaba a
ientas el cuchillo. Descargándole unnuevo golpe con la sartén, aparté elcuchillo de un puntapié y huí de la cocinagolpeándome la cadera contra el afilado
canto de la mesa y el hombro contra elmarco de la puerta.
Desorientada y entre sollozos,conseguí sacar el Ruger de la maleta y
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 957/988
colocar dos cartuchos en el tambor. Paraentonces ya casi le tenía encima. Oía elrumor de la lluvia y su afanosa
respiración. El cuchillo se encontraba aescasos centímetros de mi gargantacuando, al apretar por tercera vez elgatillo, conseguí finalmente que elpercusor tocara el fulminante. En mediode una ensordecedora explosión de llamay gas, un Silvertip le desgarró el vientre
arrojándolo hacia atrás y provocando sucaída al suelo. Trató de incorporarsemientras me miraba con los ojosempañados desde la ensangrentada masa
de su rostro. Intentó decir algo al tiempoque se esforzaba por levantar el cuchillo.Me silbaban los oídos. Sujetando el armacon trémulas manos, le alojé una segunda
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 958/988
bala en el pecho. El acre olor de lapólvora se mezclaba con el dulzón olor da sangre cuando vi apagarse la luz en los
ojos de Frankie Aims.Después, me vine abajo y empecé a
sollozar mientras el viento y la lluviagolpeaban con fuerza mi casa y la sangrede Frankie se iba extendiendo por elreluciente suelo de madera de roble.Temblé y lloré sin poder moverme hasta
que el timbre del teléfono sonó por quintavez. –Marino -sólo pude decir-. ¡Oh, Dios
mío, Marino!
No regresé a mi despacho hasta quesacaron el cuerpo de Frankie Aims deldepósito de cadáveres tras haberloimpiado de sangre sobre la mesa de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 959/988
acero inoxidable, una sangre que bajó poros desagües y se mezcló con las fétidas
aguas de las cloacas de la ciudad. No
amentaba haberle matado. Lamentaba quehubiera nacido.
–Por lo que parece -dijo Marinomirándome por encima del deprimentemontón de papeles que llenaban lasuperficie de mi escritorio-, Frankie llegóa Richmond hace un año, en octubre. Por
o menos, tenía un piso alquilado en ReddStreet desde entonces. Un par de semanasdespués encontró trabajo como repartidorde equipajes perdidos. Omega trabaja por
cuenta del aeropuerto. No dije nada mientras mi abrecartas
rasgaba otro sobre destinado a lapapelera.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 960/988
–Los tipos que trabajan en Omegautilizan su propio automóvil. En el mes deenero pasado Frankie tropezó con un
problema. Se rompió la correa deransmisión de su Mercury Lynx del
ochenta y uno y no tenía dinero para pagaa reparación. Sin automóvil, no podíarabajar. Fue entonces cuando yo creo quee debió de pedir un favor a Al Hunt.
–¿Habían mantenido contacto los dos
con anterioridad? – pregunté, sintiéndomeotalmente exhausta y trastornada ysabiendo que se me notaba en la voz.
–Desde luego -contestó Marino-. A m
no me cabe la menor duda y a Bentonampoco.
–¿En qué basan sus suposiciones?
–Para empezar -contestó Marino-,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 961/988
resulta que Frankie vivía hace un año ymedio en Butler, Pennsylvania. Hemosrepasado las facturas telefónicas del
padre de Al Hunt de los últimos cincoaños… porque lo guarda todo por siuvieran que hacerle una auditoría, ¿sabe?
Durante el tiempo que Frankie vivió enPennsylvania, los Hunt recibieron cincolamadas con cobro revertido desde
Butler. El año anterior, habían recibido
lamadas con cobro revertido desdeDover, Delaware, y el otro año huboaproximadamente media docena desdeHagerstown, Maryland.
–¿Las llamadas eran de Frankie? – pregunté.
–Aún lo estamos investigando, peroyo sospecho que Frankie llamaba a Al
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 962/988
Hunt de vez en cuando y probablemente lecontó lo que había hecho a su madre. Por eso Al sabía tantas cosas cuando habló
con usted. No es que leyera elpensamiento de la gente ni nada de eso.Contó lo que había averiguado a través desus conversaciones con su compañero demanicomio. Cuanto más enloquecíaFrankie, tanto más se aproximaba aRichmond. De pronto, hace un año,
aparece en nuestra encantadora ciudad. Eresto ya es historia. –¿Y qué me dice usted del túnel de
avado de Hunt? pregunté-. ¿Frankie lo
visitaba a menudo? –Según un par de tipos que trabajan
allí -contestó Marino-, alguien cuyoaspecto coincide con la descripción de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 963/988
Frankie iba por allí de vez en cuando, alparecer desde el pasado mes de enero. Laprimera semana de febrero, basándonos
en las facturas que hemos encontrado ensu casa, hizo revisar el motor de suMercury por quinientos dólares, queprobablemente le proporcionó Al Hunt.
–¿Sabe si Frankie se encontraba por casualidad en el túnel de lavado el día enque Beryl llevó su automóvil allí?
–Supongo que sí. Mire, la debió dever por primera vez cuando entregó lasmaletas de Harper en casa de losMcTigue en enero pasado. Después, la
debió de volver a ver un par de semanasmás tarde, cuando estaba en el túnel deavado para pedirle un préstamo a su
amigo. Eso le debió de parecer algo así
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 964/988
como un mensaje. Puede que la viera denuevo en el aeropuerto… puesto queentraba y salía constantemente de allí
recogiendo maletas extraviadas yhaciendo yo qué sé otras cosas. A lomejor, la vio por tercera vez cuando ellaestaba en el aeropuerto a punto de tomar un avión para Baltimore, donde se iba areunir con la señorita Harper.
–¿Cree que Frankie le comentó
ambién a Hunt algo sobre Beryl? –Cualquiera sabe. Pero no mesorprendería que lo hubiera hecho. Esoexplicaría sin duda por qué se ahorcó
Hunt. Seguramente vio venir lo que suamigo le hizo a Beryl. Después, cuandomataron a Harper, se debió de sentir remendamente culpable.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 965/988
Me moví dolorosamente en mi asientomientras revolvía los papeles en buscadel sello de la fecha que tenía en la mano
hacía justo un momento. Me dolía todo elcuerpo y estaba considerando seriamentea posibilidad de que me hicieran una
radiografía del hombro. En cuanto a miestado de ánimo, no estaba muy segura deque alguien pudiera ayudarme. No mesentía yo misma. No sabía muy bien lo
que me pasaba, pero no podía estarmequieta. Me era imposible relajarme. –En su delirio, Frankie debía de
personalizar sus encuentros con Beryl y
atribuirles un profundo significado. Ve aBeryl en casa de los McTigue. La ve en eúnel de lavado de automóviles. La ve en
el aeropuerto. Eso fue seguramente lo que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 966/988
e indujo a actuar. –Sí. El esquizofrénico debió de
pensar que Dios le hablaba y le decía que
enía una relación especial con aquellabonita rubia.
Justo en aquel momento entró Rose.Tomando la hoja de color de rosa delrecado telefónico que ella me ofrecía, laañadí al montón.
–¿De qué color era su automóvil? –
pregunté.El automóvil de Frankie estabaaparcado en mi calzada. Lo había vistocuando llegó la policía y los reflectores
luminaron mi casa por todas partes. Perono me había fijado en nada. Recordabamuy pocos detalles.
–Azul oscuro.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 967/988
–¿Y nadie recuerda haber visto unMercury Lynx azul en el barrio de Beryl?
Marino sacudió la cabeza.
–De noche, con los faros delanterosapagados, el vehículo no debía de llamar demasiado la atención.
–Es verdad. –Después, cuando fue por Harper,
debió de dejar el automóvil en algún lugaapartado de la carretera y debió de hacer
el resto del camino a pie -Marino hizo unpausa-. La tapicería del asiento delconductor estaba muy estropeada.
–¿Cómo? – dije, levantando la vista
de lo que hacía. –La había cubierto con una manta que
debió de birlar de algún avión.
–¿El origen de la fibra anaranjada? –
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 968/988
nquirí. –Tienen que hacer algunos análisis,
pero creemos que sí. La manta es a rayas
anaranjado-rojizas y Frankie debió desentarse encima de ella cuando se dirigióa casa de Beryl. Probablemente esoexplica toda esa historia de loserroristas. Algún pasajero debió de usar
una manta como la de Frankie durante unvuelo transatlántico. Después, el tipo
cambia de aparato y la fibra anaranjadaacaba casualmente en el avión queposteriormente secuestraron en Grecia. Ya un pobre marino le queda adherida la
fibra en la sangre reseca tras ser asesinado. ¿Tiene usted idea de lacantidad de fibras que se deben deransferir de un avión a otro?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 969/988
–Imposible saberlo- convine mientrasme preguntaba por qué razón yo habríamerecido el honor de figurar en todas las
istas de publicidad por correo de losEstados Unidos-. Eso explicaprobablemente por qué razón Frankielevaba tantas fibras adheridas a su ropa.
Trabajaba en la zona de equipajes. Iba deun lado para otro en el aeropuerto y puedeser que incluso subiera a los aparatos.
¿Quién sabe qué hacía o qué restosquedaban adheridos a su ropa? –Los empleados de Omega llevan
unas camisas de uniforme -señaló Marino
De color tostado. Confeccionadas enDynel.
–Interesante.
–Usted ya debiera saberlo, doctora -
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 970/988
dijo Marino, mirándome fijamente-.Llevaba una de estas camisas cuandousted disparó contra él.
No me acordaba. Sólo recordaba sumpermeable oscuro y su rostro
ensangrentado y cubierto con la blancaespuma del extintor de incendios.
–Muy bien -dije-. Hasta ahora le sigoMarino. Pero lo que no entiendo es cómoconsiguió averiguar Frankie el número de
eléfono de Beryl. No figuraba en la guía.¿Y cómo se enteró de que ella regresaríade Key West la noche del veintinueve deoctubre en que efectivamente Beryl
regresó a Richmond? ¿Y cómo demoniosse enteró de la fecha de mi regreso?
–Los ordenadores -contestó Marino-.Toda la información sobre los pasajeros,
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 971/988
ncluyendo los horarios de vuelo, númeroelefónicos y domicilios particulares, está
almacenada en los ordenadores.
Suponemos que Frankie jugaba a vecescon los ordenadores aprovechando algúnmomento en que no hubiera nadie en algúnmostrador, tal vez por la noche o aprimera hora de la mañana. El aeropuertoera como su casa. Cualquiera sabe lo quehacía sin que nadie le prestara la menor
atención. Hablaba poco y era un tipo másbien discreto que pasaba inadvertido y semovía con el sigilo de un gato.
–Según el test Standford-Binet -dije
aplicando el sello de la fecha a la resecaalmohadilla de tinta-, su inteligenciaestaba por encima de lo normal.
Marino no dijo nada.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 972/988
–Su cociente intelectual rondaba elnivel del uno veinte.
–Sí, sí -dijo Marino con cierta
mpaciencia. –Era simplemente un comentario. –Mierda, pero ¿es que usted se toma
realmente en serio estos tests? –Son un buen indicador. –Pero no son el evangelio. –No, yo no digo que los tests del
cociente intelectual sean el evangelio -convine. –Me alegro de no conocer el mío. –Se podría someter a ellos, Marino.
unca es demasiado tarde. –Espero que mi cociente intelectual
sea más alto que mi puntuación en los
bolos. Es lo único que puedo decir.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 973/988
–No es probable. A menos que seausted un jugador de bolos muy malo.
–La última vez lo fui.
Me quité las gafas y me frotécuidadosamente los ojos. Temía que eldolor de cabeza no me desaparecieraamás.
–Lo único que Benton y yo podemossuponer es que Frankie obtuvo el númerode teléfono de Beryl a través del
ordenador y, al cabo de algún tiempo,empezó a controlar sus vuelos. Estoyseguro de que averiguó a través delordenador que ella había viajado a Miam
en julio, cuando huyó tras descubrir elcorazón grabado en la portezuela de suautomóvil…
–¿Tienen alguna teoría sobre cuándo
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 974/988
pudo hacerlo? – pregunté,nterrumpiéndole mientras me acercaba un
poco más la papelera.
–Cuando volaba a Baltámore, Beryldebía de dejar el automóvil en elaeropuerto, y la última vez que se reunióallí arriba con la señorita Harper fue aprincipios de julio, menos de una semanaantes de que descubriera el corazóngrabado en la portezuela -contestó
Marino. –O sea que pudo hacerlo cuando elautomóvil estaba aparcado en elaeropuerto.
–Usted, ¿qué piensa? –Me parece muy posible. –A mí también. –Después Beryl huye a Key West -dij
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 975/988
sin dejar de examinar micorrespondencia-. Y Frankie sigueconsultando los datos del ordenador para
averiguar la fecha de la reserva del billetde regreso. De esta manera, supoexactamente cuándo iba a volver.
–La noche del veintinueve de octubredijo Marino-. Frankie ya lo tenía todo
previsto. Era muy fácil. Tenía legalmenteacceso a la zona de equipajes y supongo
que debió de revisar los equipajes delvuelo de Beryl a medida que los ibancolocando en la cinta transmisora. Al ver una etiqueta con el nombre de Beryl,
debió de apoderarse de la bolsa. Másarde, Beryl debió de notificar la pérdida
de su bolsa de viaje de cuero de color marrón.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 976/988
Marino no añadió que aquélla eraexactamente la misma estratagema queFrankie había utilizado conmigo. Frankie
averiguó a través del ordenador la fechade mi regreso de Florida. Me quitó lamaleta y después llamó a mi puerta y yo labrí.
El gobernador del estado me habíanvitado a una recepción celebrada una
semana antes. Suponía que Fielding habrí
asistido en mi lugar. Arrojé la invitación a papelera.Marino me facilitó más detalles
acerca de lo que la policía había
descubierto en el apartamento de FrankieAims en Northside.
En su dormitorio estaba la bolsa de
viaje de Beryl en la que guardaba la blusa
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 977/988
y la ropa interior ensangrentada de suvíctima. En un baúl que le servía de mesaal lado de su cama había una colección de
revistas pornográficas y una bolsa deperdigones como los que usó para llenar el trozo de cañería con el cual golpeó lacabeza de Cary Harper. En el mismo baúlse encontró un sobre que contenía unsegundo paquete de disquetes deordenador de Beryl colocados entre dos
rígidos cuadrados de cartón y la fotocopiadel manuscrito de Beryl, incluyendo laprimera página del capítulo Veinticincoque ella había cambiado inadvertidamente
con la página del original que Mark y yohabíamos leído. La teoría de BentonWesley era que Frankie tenía, por costumbre leer en la cama el libro de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 978/988
Beryl mientras acariciaba las prendas queella llevaba cuando él la asesinó. Puedeque sí. Sin embargo, lo que yo sabía sin
asomo de duda era que Beryl no habíaenido la menor oportunidad de salvarse.
Cuando Frankie llamó a su puerta, llevabasu bolsa de viaje de cuero y se identificócomo mensajero. Aunque ella le hubierarecordado de la noche en que le vioentregando el equipaje de Cary Harper en
casa de los McTigue, no había razón paraque sospechara nada… de la mismamanera que yo no sospeché nada hasta quya había abierto la puerta.
–Si no le hubiera franqueado laentrada… -musité.
Mi abrecartas había desaparecido.¿Dónde demonios lo había puesto?
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 979/988
–Era lógico que lo hiciera -dijoMarino-. Frankie se presentó sonriente yamable, luciendo la camisa de uniforme y
a gorra de Omega. Llevaba la bolsa deviaje, lo cual significaba que también lelevaba el manuscrito. Beryl debió deanzar un suspiro de alivio. Estaba
agradecida. Abrió la puerta. Desactivó laalarma y le invitó a pasar…
–Pero, ¿por qué volvió a poner la
alarma, Marino? Yo también tengo unsistema de alarma antirrobo. Y, de vez encuando, vienen repartidores a casa. Siengo la alarma puesta cuando llega algún
mensajero, la desactivo y abro la puerta.Si me fio lo bastante como para franqueara entrada a una persona, no vuelvo a
poner la alarma para tener que
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 980/988
desactivarla de nuevo y volverla a poner un minuto después, cuando la persona seva.
–¿Se ha dejado usted alguna vez laslaves dentro del automóvil cerrado? – m
preguntó Marino, mirándome con airepensativo.
–Y eso, ¿qué tiene que ver? –Responda a mi pregunta. –Por supuesto que sí.
Había encontrado el abrecartas. Loenía sobre las rodillas. –¿Y eso cómo ocurre? En los
automóviles nuevos hay toda clase de
dispositivos de seguridad que lo impidendoctora.
–Claro. Y yo, que me los conozco dememoria, hago las cosas sin pensar, cierr
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 981/988
as portezuelas y me dejo las llavescolgando del encendido.
–Tengo la impresión de que eso fue
exactamente lo que hizo Beryl -añadióMarino-. Debía de estar obsesionada conel maldito sistema de alarma que habíanstalado tras empezar a recibir las
amenazas. Creo que lo tenía puestoconstantemente y que pulsaba los botonesautomáticamente en cuanto cerraba la
puerta. – Marino pareció vacilar,contemplando mi biblioteca con expresióensimismada.– Qué curioso. Deja lamaldita arma de fuego en la cocina y
después pone la alarma tras haber permitido la entrada del tipo en su casa.Eso demuestra lo nerviosa que estaba yhasta qué extremo la había alterado toda
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 982/988
aquella situación.Ordené un montón de informes de
oxicología y lo aparté a un lado junto con
oda una serie de certificados dedefunción. Contemplando la torre decintas magnetofónicas que había junto ami microscopio, volví a sentirmenmediatamente deprimida.
–Dios bendito -se quejó finalmenteMarino-. ¿Quiere usted hacer el favor de
estarse quieta un momento, por lo menoshasta que yo me vaya? Me está atacandoos nervios.
–Es mi primer día de vuelta al trabajo
le recordé-. No puedo evitarlo. Fíjese enodo este jaleo -dije, señalando con un
gesto de la mano mi escritorio-.Cualquiera diría que he estado un año
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 983/988
ausente. Tardaré un mes en ponerme aldía.
–Le doy a usted hasta las ocho de esta
noche. Para entonces, todo habráregresado a la normalidad, exactamenteal y como estaba antes.
–Muchas gracias -dije con ciertaaspereza.
–Tiene usted un buen equipo decolaboradores. Ellos saben mantenerlo
odo en marcha cuando usted no está.¿Qué tiene eso de malo? –Nada.Encendí un cigarrillo y empujé unos
papeles a un lado, buscando el cenicero.Marino lo vio en una esquina del
escritorio y me lo acercó. –Mire, no he querido decir que no sea
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 984/988
usted necesaria -dijo. –Nadie es indispensable. –Sí. Ya sabía que era eso lo que
pensaba. –Yo no pienso nada. Estoy
simplemente aturdida -dije alargando lamano hacia la estantería que tenía a mizquierda para tomar mi agenda.
Rose había anulado todas las citashasta finales de la semana siguiente.
Después ya sería Navidad. Estaba a puntode echarme a llorar y no sabía por qué.Inclinándose hacia adelante para
sacudir la ceniza de su cigarrillo, Marino
me preguntó en voz baja: –¿Cómo era el libro de Beryl,
doctora? –Le partirá el corazón y lo llenará de
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 985/988
alegría -contesté al borde de las lágrimasEs algo increíble.
–Bueno pues, espero que lo publiquen
Será una manera de mantenerla viva encierto modo, usted ya me entiende.
–Entiendo muy bien lo que quieredecir -respiré hondo-. Mark verá lo quese puede hacer. Supongo que se tendránque adoptar nuevas disposiciones.Sparacino ya no seguirá encargado de los
asuntos de Beryl, eso por supuesto. –A menos que lo haga entre rejas.Supongo que Mark ya le habrá comentadoo de la carta.
–Sí -dije-. Me lo comentó.Una de las cartas de Sparacino a
Beryl que Marino había encontrado en lacasa después del asesinato, había
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 986/988
adquirido un nuevo significado cuandoMark la examinó tras haber leído elmanuscrito:
Es muy interesante que Joe ayudara aCary a salir del atolladero… Ahora mealegro todavía más de haberlos puesto encontacto cuando Cary compró aquellasoberbia mansión. No, no me extraña enabsoluto. Joe era uno de los hombres másgenerosos que jamás haya tenido el place
de conocer. Espero con ansia nuevasnoticias.Aquel simple párrafo sugería muchas
cosas, aunque no era probable que Beryl
o supiera. No era probable que éstauviera alguna idea de que, al mencionar a
Joseph McTigue, se había aproximadopeligrosamente al terreno prohibido de la
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 987/988
actividades ilegales de Sparacino, entreas cuales se incluían numerosas empresa
fantasmas que él se había sacado de la
manga para facilitar sus operaciones deblanqueo de dinero. Mark creía queMcTigue, con su impresionante potencialeconómico y sus vastas propiedadesnmobiliarias, estaba relacionado con las
actividades ilegales de Sparacino y que laayuda que McTigue le ofreció finalmente
a un Harper en situación económicadesesperada no había sido precisamentedesinteresada. Puesto que jamás habíavisto el manuscrito de Beryl, Sparacino
emía lo que ésta hubiera podido revelar nadvertidamente. Al desaparecer el
manuscrito, su afán por recuperarlo fuealgo más que simple coincidencia.
8/22/2019 Patricia D. Cornwell - El Cuerpo Del Delito Nº 2
http://slidepdf.com/reader/full/patricia-d-cornwell-el-cuerpo-del-delito-no-2 988/988
–Probablemente pensó que haba sidouna suerte que Beryl muriera -añadióMarino-. Porque ella ya no podrá decir
nada cuando él revise el libro y eliminecualquier referencia a lo que él se llevarealmente entre manos. Después, buscaráun poco por ahí, lo venderá y la obraalcanzará un éxito sensacional. Todo elmundo tendrá interés por leerla despuésde lo que ha pasado y de lo mucho que se
ha hablado y escrito. Cualquiera sabecómo acabará la cosa… probablementeas fotografías de los cadáveres de los
hermanos Harper se publicarán en algún
periódico sensacionalista… –La fotografías que tomó Jeb Price
amás llegaron a las manos de Sparacino