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Date post: 25-Jul-2015
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PENS AMIE NTO ECON OMIC O PERU ANO PENS AMIE NTO ECON OMIC O PERU ANO AUTORES: Rojar Alor, Mariana
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PENSAMIENTO ECONOMICO PERUANO

PENSAMIENTO ECONOMICO PERUANO

AUTORES:

Rojar Alor, Mariana

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UNIVERSIDAD NACIONAL JOSE FAUSTINO SANCHES CARRION

PENSAMIENTO ECONOMICO PERUANO

INTRODUCCION

La construcción de la historia del pensamiento económico es ante todo una labor de selección, interpretación y recreación. Ahora bien, lo deseable sería que el proceso de elaboración de esta historia fuera abordado desde una óptica imparcial, es decir, sin proponerse ningún interés especial, ningún propósito especial fuera de los de ampliar el horizonte cognoscitivo de la ciencia económica, en particular y de la ciencia humana, en general. No obstante la gran importancia que reviste este postulado, su validez no va más allá de la de enunciar el principio de una "justa" investigación

En la realidad, la orientación final de toda investigación, cualquiera que sea su objeto de estudio, guarda una profunda e inalterable relación con la idea que de ese objeto de estudio se haya formado previamente. Y esta idea, obviamente, acaba señalando lo que se considera como lo verdaderamente importante y pertinente en ese objeto de estudio. Así, entonces, la relación entre lo previamente dado y el objetivo propuesto determina, por una parte, una selección del material investigado, asimilando lo relevante y desechando lo superfluo y, por otra parte, la forma cómo se lo interpreta, teniendo en cuenta, desde luego, el contexto conceptual desde el cual es abordada la investigación.

De acuerdo con lo anteriormente expresado, ¿se puede concluir entonces que la historia del pensamiento económico es una historia realizada a partir de postulados puramente subjetivos, en donde imperan las predilecciones, los prejuicios e intereses de quien la escribe?. Aparentemente, sí. No obstante lo anterior, el surgimiento de una determinada corriente de pensamiento económico no es fortuito, casual, sino que obedece a la conjunción de toda una serie de factores (económicos, políticos, ideológicos, etc.) que una vez descubiertos permiten y facilitan la adecuada sistematización de las ideas "económicas", con lo cual, la aparente subjetividad del investigador queda limitada en sus alcances. Con respecto a esta cuestión se han identificado tres

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factores básicos que permiten y facilitan esta sistematización. Veamos a continuación cada uno de ellos.

En primer lugar, la estructura económica existente en un determinado momento y las mutaciones que sufre a través del tiempo y el espacio son los factores que despliegan una mayor influencia en la orientación de cualquier corriente del pensamiento económico. Indudablemente, los cuerpos discursivos construidos por los pensadores de la economía de diferentes épocas y lugares difieren sustancialmente unos de otros en la forma, el contenido y los alcances de sus planteamientos; unos son justificatorios, otros son conciliatorios y otros más son críticos del statu quo imperante en el momento en que fueron construidos. No obstante lo anterior, la mayoría de ellos tiene como común denominador su afán por aprehender e interpretar con una mayor "exactitud" la compleja realidad que les dio origen. Ahora bien, no siempre es plenamente detectable el hilo conductor que une lo económico y la orientación final de las ideas económicas, debido a que también existe una multiplicidad de factores "inmateriales" (ideas, valores, etc.) que en algunas ocasiones ejercen una influencia mucho más fuerte que lo puramente económico y que, en último término, acaban señalando los alcances y la dirección final de estas.

En segundo lugar, en el proceso de estructuración del pensamiento económico se puede identificar la pervivencia de una serie de ideas fundamentales (valor, trabajo, capital, excedente, etc.) alrededor de las cuales giran los postulados básicos de los diversos sistemas económicos hasta ahora construidos. Desde este punto de vista se puede afirmar que todo investigador, especialmente en el área de las ciencias sociales, inicia la elaboración de su "propio" sistema conceptual a partir de un determinado contexto teórico no importando que los elementos que le dieron origen ya no se encuentren plenamente vigentes; lo verdaderamente importante aquí es que la teoría tomada como punto de partida conserve aún gran parte de su validez interna, permitiendo de esta manera que sus principios teóricos básicos puedan ser incorporados, después de un proceso de recreación, en el nuevo sistema conceptual.

En tercer lugar, se encuentra la influencia ejercida por la teoría y la práctica política. En muchas ocasiones los pensadores de la economía han sido también

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políticos, filósofos sociales o han desempeñado importantes cargos en las diferentes instancias del Estado coadyuvando de esta manera, con su trabajo teórico-práctico, a la definición y orientación de la política económica. Por esta razón, en muchas teorías económicas es claramente perceptible el influjo de la situación política que les dio origen.

Es de hacer notar que estos tres factores no tienen un orden preciso de aparición, más bien todos actúan en estrecha interrelación e interdependencia; en consecuencia, la labor de construcción de la historia del pensamiento económico debe estar encaminada a seleccionar lo más relevante de estos factores para descubrir lo que permanece, es decir, los fundamentos o hilos conductores que permiten la estructuración de una determinada teoría, especialmente en el campo de la ciencia económica.

En el siguiente trabajo analizaremos el pensamiento económico desde el punto de vista de los 3 personajes más influyente en la reflexión de la sociedad peruana, los cuales son José Carlos Mariátegui, Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco y Víctor Raúl Haya de la Torre.

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APORTES DE JOSE CARLOS MAREATEGUI

José Carlos Mariátegui La Chira; nació en Moquegua, 14 de junio de 1894 y murió en Lima, 16 de abril de 1930; fue un escritor, sociólogo y político socialista peruano. Su obra más conocida es 7 ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana.

Mariátegui elaboró todo un pensamiento marxista acorde al proceso historia del Perú. Y con ellos con convirtió en una de las voces marxistas en América latina.

Para Mariátegui los procesos históricos habrían llevado al Perú, a partir de su dominación colonial e inserción en el mercado mundial en calidad de simple proveedor de guano y salitre, a poseer una formación económico social de carácter "híbrido", en donde coexisten en un mismo espacio y tiempo tres modos de producción, a saber: comunismo incaico, que pese a todo habría sobrevivido al colonialismo; feudalismo, herencia funesta de la dominación colonial que dificultaría el desarrollo del capitalismo peruano, o llevaría a su circunscripción a las costas del país en calidad de dependiente, si bien es cierto Mariátegui expreso desde sus inicios tener un pensamiento marxista, no solo se limito a la recepción de elemento de corte marxista, antes bien, su formación personal fue abierta a múltiples corrientes y formulaciones, por lo cual pudo hacer una lectura no ortodoxa del marxismo que le permitió considerar la especificidad de la realidad peruana. De esta concepción abierta del mismo se deriva la cuestión del socialismo en el Perú y del sujeto revolucionario que debía llevar a cabo la transformación de esa realidad, pues Mariátegui, siguiendo la arenga clásica del marxismo sobre la necesidad de interpretar la realidad, para después transformarla, reconocía de éste su calidad de marco y punto de partida para investigar, conocer, explicar, interpretar y cambiar una realidad histórica concreta, desde dentro de ella misma; en lugar de ceñirse a la aplicación del aparato conceptual marxista como una plantilla clasificatoria y nominadora, adobada de retórica ideológica, sobre una realidad social

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determinada de este modo, según la caracterización que Mariátegui hace de la formación económico social peruana, donde coexistirían tres modos de producción, el sujeto revolucionario del marxismo clásico no se hallaría presente (esto es, la clase obrera), no obstante, ello no hace a Mariátegui concluir por la imposibilidad de una acción clasista y autónoma de la clase obrera: en las condiciones en que se encuentra, ésta puede generar un proyecto revolucionario en el cual juegue el papel protagónico y debe actuar conforme a él, sin esperar a que las condiciones materiales para su realización estén dadas, más bien debe crearlas. Igualmente, no habría en el Perú una clase social burguesa que liderara el proceso de implantación y consolidación del capitalismo -paso previo a la instauración del socialismo, según los planteamientos marxistas ortodoxos y etapistas- ya que en la sociedad peruana quedarían graves resabios de la etapa colonial, expresados en la pervivencia de estructuras de carácter feudal y, con ello, en la existencia de latifundios y prácticas de servidumbre y gamonalismo, los cuales están ligados a los problemas del indio y de la tierra (que dan título a dos de los siete ensayos mariateguianos). Como afirma el propio autor: "El problema agrario se presenta, ante todo, como el problema de la liquidación de la feudalidad en el Perú. Esta liquidación debía haber sido realizada ya por el régimen demo-burgués formalmente establecido por la revolución de la independencia. Pero en el Perú no hemos tenido en cien años de república, una verdadera clase burguesa, una verdadera clase capitalista. La antigua clase feudal -camuflada o disfrazada de burguesía republicana- ha conservado sus posiciones.

Así, en línea con su concepción abierta del marxismo, según la especificidad de la realidad peruana, Mariátegui rechazaba cualquier determinismo histórico que condenara a su país a transitar por una serie de etapas preestablecidas y, hasta entonces, proceder a la transformación social necesaria que llevaría al socialismo peruano como proyecto nacional. Según apunta Melis sobre Mariátegui: "su propósito de situar los rasgos específicos de una formación económico-social en un modo de desarrollo histórico, lo cual es lo único que confiere un valor auténticamente científico al marxismo, más allá de toda interpretación deformadora en el sentido del historicismo idealista”Respecto al interés de Mariátegui por el factor religioso, es importante

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mencionar que éste proviene de la amplitud de su formación personal, como se mencionó, abierta a la aportación de elementos no marxistas, y a su inclinación filosófica por corrientes en cierto modo contrarias al materialismo (George Sorel, Henri Bergson), de lo cual resultaría una consideración de los aspectos superestructurales de la sociedad peruana (las religiones incaica y católica) e incluso, su estimación sobre el papel del mito social como fundamento de la acción revolucionaria (herencia de su formación soreliana), no como un "socialismo religioso", sino apuntando a la necesidad del mito social como instrumento para movilizar a las masas indias, que no estaban en condiciones de acceder a un plano más elaborado del conocimiento de la teoría revolucionaria".Así, en la búsqueda por aplicar las formulaciones teóricas marxistas considerando la especificidad de la realidad peruana, José Carlos Mariátegui fundó el marxismo latinoamericano; si bien se circunscribió al ámbito peruano, es importante su esfuerzo, por cuanto ejemplificó la necesidad de conocer y estudiar una realidad social concreta para, sobre esa base, proceder a su análisis y explicación con determinados esquemas teóricos, y en última instancia, a su transformación; ello puede -y debe ser, de hecho- aplicado a otros casos específicos donde se quieran implantar modelos teóricos ajenos a nuestra realidad latinoamericana, con sus diversos escenarios particulares. El imperativo creador y original de nuestro pensamiento latinoamericano tiene así, en él, a un referente fundamental.

APORTES DE ANDRES BELAUNDE

En 1914, Víctor Andrés Belaunde concluyó un famoso discurso pronunciado en la ceremonia de apertura del año académico de la Universidad de San Marcos con una elocuente frase: “¡Queremos patria!”.Detrás de esta exclamación enunciaba algunas de las inquietudes que acompañarían apasionadamente su labor intelectual, política y existencial a lo largo de toda su vida: la reflexión

en torno a los problemas más agudos del Perú pero también la valoración de las tradiciones que formaron a nuestro país. Pues si bien Belaunde fue desde su juventud un severo crítico de los extravíos nacionales, fue sobre todo un

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creyente en lo que Basadre posteriormente llamaría la “promesa de la vida peruana”, es decir, “un ideal de superación individual y colectiva” que debía ser obtenido por el desarrollo integral del país, “la explotación de sus riquezas, la defensa y acrecentamiento de su población, la creación un mínimun de bienestar para cada ciudadano y de oportunidades para ellos”. La promesa implicaba también para Belaunde la formación de un espacio donde existiera una identidad y una tradición común que no excluyera sino integrara las diversas culturas locales. Esta promesa no era un ideal que debía construirse después de arrasar con el pasado sino que debía estar arraigado en la historia y en la cultura del país para poder proyectarse hacia el futuro.La evolución del pensamiento de Belaunde tuvo tres momentos distinguibles. La confianza por el positivismo; luego, abandonando la certeza positivista, adopta el espiritualismo y, finalmente, el afincamiento en el pensamiento socialcristiano desde el que buscará las razones últimas del espíritu así como las claves definitivas de la peruanidad.

La etapa positivista de Belaunde se refleja en sus tesis y artículos. Su primer trabajo importante, su tesis Filosofía del Derecho y el método positivo, de 1904. Luego vendrían sus otras tesis, la de 1908, El Perú antiguo y los modernos sociólogos (Introducción a un ensayo de sociología jurídica), y las de 1911: Los mitos amazónicos y el Imperio Incaico y Las expediciones de los Incas a la Hoya amazónica. Estos trabajos ya nos muestran a un Belaunde que trata de entender de manera cabal y global la realidad nacional. El momento cumbre de su preocupación sería el representado por el libro de madurez final, titulado precisamente Peruanidad.

La época positivista fue también el tiempo de la mirada optimista por el desarrollo del Perú (representado por El Perú contemporáneo, de García Calderón, 1907). Pero la crisis, especialmente política, que vivió nuestro país en la segunda década del siglo XX, tuvo su impacto en el pensamiento de Belaunde. Aparecieron ante sus ojos con una claridad que no había percibido antes, los males históricos del Perú. El desencanto y el escepticismo cubren este nuevo momento político.

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La conciencia de la nueva etapa tiene su verificación en el memorable discurso que Belaunde ofreció en 1914, titulado “La crisis presente”. Es el tiempo de la Gran Guerra europea y del derrumbe de los paradigmas vigentes. En dicho discurso, Belaunde expone su preocupación por las inexistentes bases institucionales.

En “La crisis presente”, Belaunde ataca, en páginas formidables que todos debemos leer, a la “clase dirigente” por su inmoralidad, a los partidos por deambular tras los caudillos y no tener programas, al gabinete por no cumplir con su función y al parlamento por no ser eficaz en su papel fiscalizador y legislador. Asimismo, denuncia la situación de sometimiento de la clase media (atada económicamente y con el lastre de una educación no apta para las labores técnicas y productivas, debiendo arrinconarse en la burocracia para sobrevivir), fustiga a la burocracia inútil y corrupta, pero, sobre todo, protesta y acusa a un régimen que por su incapacidad ha concluido en el absolutismo presidencial, estableciendo un paralelo siempre citado entre el virrey y el presidente.

Belaunde también señala lo que a su juicio son los tres grandes males de la república: la plutocracia costeña que más aspira a irse del país, la burocracia militar inmiscuida en funciones políticas que no le competen, y el caciquismo parlamentario como cómplice del feudalismo. Sobre éste último explica su presencia gigantesca en el deformado sistema electoral que, eliminado el sufragio universal consagrado en la Constitución de 1860, la elección se centra en las provincias y no en los departamentos, ocasionando una terrible desproporción entre electores y elegidos. Así, jurisdicciones poco pobladas eligen a gran número de representantes con el agravante de que estos caciques provinciales no cuentan con una cultura superior, independencia de todo interés local, ni con la aptitud receptiva ante la opinión pública, bases de todo buen parlamento. La solución la encuentra Belaunde en la emancipación y tecnificación de la clase media, única capaz de formar el verdadero partido liberal en el Perú.

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La desazón de Belaunde y de todo su grupo generacional se ahonda ante la frustración de no concretar los grandes objetivos enarbolados por el Partido Nacional Democrático (PND), fundado en 1915 por José de la Riva Agüero. Belaunde se sintió profundamente afectado al ver que los planes que él y su generación se habían trazado se iban a estrellar contra la incomprensión y el desprecio de las clases dirigentes. Este momento espiritual coincide con el Belaunde más incisivamente analítico. En páginas de gran fineza reflexiva, describe e interpreta la psicología de los peruanos, pretendiendo descubrir qué de específico tiene cada grupo social y étnico (o de raza, como se decía entonces). De este modo, los defectos de la psicología nacional serían estudiados sistemáticamente en sendos artículos, señalando una severa crítica a los factores psíquicos que “desvían” la conciencia nacional, el abuso que se perpetúa en contra de los indios, así como reflexiones en torno a la situación subordinada que vivía la clase media de entonces.

En 1918, Belaunde fundó la revista Mercurio Peruano. Tres años después tuvo que partir al exilio. 2 Hasta entonces, las páginas de esta revista estuvieron abiertas para nuevos escritores y para pensadores que no coincidían necesariamente con las posturas de sus directores, denotando amplitud ideológica. Pero posteriormente, Belaunde recompuso la dirección de la revista con intelectuales más cercanas al pensamiento socialcristiano. Fue en esta etapa que Belaunde inicia el envío de sus artículos de respuesta a los 7 ensayos de Mariátegui, entre 1929 y 1930. Este último año fue el de la caída de Leguía y del retorno de los intelectuales exiliados.

Lejos del país, Belaunde tendría la oportunidad de revisar sus ideas, reafirmar sus lazos espirituales con el Perú y elaborar una nueva visión del mismo. Es así que vuelve al catolicismo que había abrevado desde su experiencia familiar y se vuelve en un teórico del mismo. En La realidad nacional, escrito en un inicio en polémica con Mariátegui, Belaunde expresa su evolución ideológica definitiva hacia el cristianismo.

El principio básico del arielista arequipeño es entender al trabajo no como mercancía sino como elemento humano que debe ser orientado a un fin social. Desde ahí justifica y aconseja la copropiedad (accionarado obrero) y la cogestión

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(comités de fábrica o taller), otorga más importancia al criterio cooperativista, acepta la organización sindical y la constitución de un Consejo Económico. Para Belaunde, la cuestión indígena adquiere sus rasgos típicos cuando se trata de la comunidad y de la hacienda serrana, y para ella elabora un programa que tiene entre sus elementos más importantes el potenciar la productividad de la comunidad, educar económicamente al indígena, expropiar al latifundio improductivo, distribuir tierras sea a individuos o a comunidades, ensayar cooperativas agrícolas, entre otros aspectos. La solución debería encontrarse tanto en los factores económicos como en los de la educación.

Con respecto al desarrollo industrial, Belaunde entendía que mientras la clase media no se liberara económicamente no se podría pasar a la industria, y políticamente no se podría aspirar a un verdadero partido liberal. Frente a esta incapacidad, el capital extranjero (no hablaba de imperialismo pero se acercaba a su diagnóstico) ha aumentado su presencia amenazando nuestra independencia política. Lo que propone Belaunde es el aprovechamiento de ese capital pero sin conceder privilegios y exigiendo al mismo tiempo una mayor presencia del capital nativo. Si queremos fortalecer nuestra economía industrial, aconsejaba, es necesario desarrollar un reformismo prudente.

De regreso al Perú, en 1931, Belaunde participaría en el Congreso Constituyente defendiendo el voto femenino, la libertad de prensa, la autonomía del poder electoral, la independencia del poder judicial, la religión católica como la base espiritual de la nacionalidad; asimismo, seguía sosteniendo que el problema principal del Perú es el indígena, propugna la descentralización, la regionalización y el desarrollo de una educación técnica que actúe sobre la realidad. Pero, por otro lado, se opuso en dar la capacidad de voto a los menores, a los analfabetos y a las fuerzas armadas.

La trayectoria intelectual de Belaunde encuentra en Peruanidad un nivel de interpretación mucho más elevado y amplio; digamos --como lo ha sugerido Domingo García Belaunde-- que es su interpretación filosófica acerca del devenir nacional.

En líneas generales, el proyecto de Belaunde fue un intento armonizador, buscando siempre bajar las tensiones de los conflictos sociales evitando las

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polarizaciones. Pero, a pesar de su lucidez, Belaunde no fue oportunamente escuchado por las élites gobernantes. La oligarquía despreció a los intelectuales y evitó proponer un proyecto nacional que significaba, como lo sostenía Belaunde, una transformación real de las instituciones. Los grupos oligárquicos prefirieron la ganancia particular y el acomodo institucional de acuerdo a las circunstancias, aunque con éxito, pues de otra manera no se puede explicar su larga permanencia en el poder. Mirar al futuro suponía tener una conciencia de país y una convicción modernizadora de las que carecieron dichos grupos privilegiados.

En conclusión, en tanto Belaunde como intelectual, no fue un crítico radical del poder y tampoco uno orgánico, no despreció la política como actividad pero sí mantuvo distancia de quienes la ejercían. Su público no fue un grupo o una clase social específica sino que trató de que su audiencia fuera esa peruanidad que, de un modo un tanto abstracto, intentó definir. Buscó, ya desde su etapa de madurez, colocarse como un pensador por encima de los conflictos para, desde su sentido de realismo, ejercer la reflexión y proponer las correcciones, como una especie de conciencia crítica de la nación, a la manera de los grandes pensadores del siglo XIX. Pero la realidad social del país no le permitió serlo, pues las diferencias radicales que la atravesaban, y que el propio Belaunde analizó, le impidieron dialogar con una población plurilingüe y multicultural y en la que grandes sectores no se sentían identificados con la vida en común, con ese sentimiento de comunidad que es la nacionalidad.

APORTES DE VICTOR HAYA DE LA TORRES

Haya de la Torre corresponde a uno de los procesos ideológicos más particulares, evolutivos y complejos de la historia del Perú. El conjunto de sus escritos, pronunciamientos y posiciones hacen de él un personaje heterogéneo e incluso

contradictorio, su mensaje se ha prestado a distintas y diversas interpretaciones. Según conceptos generales apristas, Haya aplicó el materialismo histórico a la revisión de la historia y condiciones objetivas de Latinoamérica, deduciendo de ello una teoría original de la acción política para

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conducir dichas sociedades hacia el socialismo; en el plano teórico su pensamiento, aunque marxista, resultará diferente y aún contrario del leninismo ortodoxo respecto a la estrategia socialista en sociedades coloniales o periféricas.Haya comienza postulando que el imperialismo es la máxima expresión del capitalismo, que es, a su vez, el modo de producción económica superior a todo lo que el mundo conocía. En virtud de lo cual, concluye que el capitalismo es una fase inevitable en el proceso de civilización contemporáneo. El capitalismo, según Haya de la Torre, no será eterno y tiene contradicciones dentro de sí que terminarán finalmente con él pero, para que eso suceda, debe evolucionar completamente, esto es, existir y madurar. El proletariado de los atrasados países latinoamericanos es demasiado joven como para hacer la gran revolución que supere al capitalismo.

Sigue indicando que el imperialismo es la última fase del capitalismo en los países desarrollados, pero en los subdesarrollados, como los es el Perú, es la primera fase. En estos países, no se trata de una etapa de industrialización avanzada sino de explotación de materias primas, porque es el tipo de producción que le interesa hacer allí al mundo desarrollado del que vienen los capitales imperialistas; no a los ciudadanos de estos países. Por esta causa, dice, su desarrollo inicial es lento e incompleto. De esta manera, el problema de la América es político: cómo emanciparse del yugo del imperialismo sin retrasar su progreso. En tanto se trata de América y no de Europa, en tanto llegó al capitalismo por el imperialismo, tiene que adoptar una aptitud de enfrentamiento del problema que sea propia.

Víctor Raúl estima que serán las tres clases oprimidas por el imperialismo las que harán avanzar esta etapa de la sociedad: el proletariado industrial joven, el campesinado y las clases medias empobrecidas. Con la alianza de estas clases en el poder, el Estado ya no será instrumento del imperialismo sino defensor de las clases que represente. Así, tomarán de los países desarrollados lo que les interese y negociarán con estos de igual a igual, no sometidos, porque se necesitan mutuamente.

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Haya de la Torre tiene una visión americanista de hacer política. Cree que lo que el llama "Indoamérica", tiene que integrarse y luchar en conjunto para avanzar. Por ello su partido tiene un nombre en el que figura el concepto de alianza americana. En síntesis, dice que hay que crear la resistencia antiimperialista en América y darle forma de organización política. Esto es lo que Haya considera que debe ser el Apra.

En la actualidad las reinterpretaciones y análisis del "hayismo" desde dentro y fuera del Partido Aprista son cada vez mayores. Obviamente, la obra reciente +más destacada sobre el asunto corresponde a la autoría del actual líder del PAP y actual Presidente del Perú, Alan García Pérez. García ha publicado recientemente La revolución constructiva del aprismo/ Teoría y práctica de la modernidad (Lima, 2008); el libro esboza una historia ideológica del APRA con vistas a explicar y justificar las actuales posiciones del gobierno. La obra pretende mostrar que Haya -al igual que García- llegó a ser un conservador a través de un largo proceso de maduración intelectual y política; explica, además, que durante el período 1970-1990, el Apra "resultó más velasquista que hayista". García dice que su partido cometió un error al interpretar la revolución militar como la "realización de lo que había propuesto el Apra desde 1931", lo que los habría llevado a que "adoptaran como propias las estatizaciones, el modelo colectivista en la agricultura y el manejo estatal del comercio de muchos servicios y bienes", lo que eran conceptos "totalmente ajenos a la ideología de Haya y su trabajo dialéctico". La tesis de García ha sido rebatida, o por lo menos discutida, por diversos intelectuales peruanos como Hugo Neira, Sinesio López, Nelson Manrique y Martín Tanaka.

La disociación entre un socialismo como el de Mariátegui, que no concebía a América Latina como una nación inconclusa, y el nacionalismo de Haya, que rechazaba el papel dirigente de la clase obrera en la revolución nacional unificadora de la Patria Grande, fue una evidencia trágica de la inmadurez histórica de los latinoamericanos en el primer tercio del siglo XX. Si se fusionara a ambos brotaría de ellos un socialismo criollo rebosante de originalidad.

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CONCLUSION

El breve recorrido a través del tiempo evidencia que las diversas teorías presentan variadas formas de ver y definir la economía, así como existen diversas formas de manifestación artística de la pintura o la música.

La economía puede definirse como la ciencia que trata de la gestión del medio que nos rodea, o también como la ciencia que estudia las leyes de las diversas fases de los procesos de transformación de los bienes, o como la ciencia que estudia las relaciones entre los recursos escasos y los deseos ilimitados, o como la gestión integrada e interdisciplinaria de los recursos naturales, técnicos y humanos para el desarrollo sostenible.

Independiente de las posturas que adoptemos y la definición que seleccionemos, un hecho llama la atención es que existen diversas formas de ver y analizar los procesos económicos. No existe una mirada única.

“Por ahora parece que el modo mas satisfactorio de definir la economía - escribe Maurice Dobb - es hacerlo en términos de la cuestión que se pregunta y cuya respuesta se busca, y definir, de manera semejante, las escuelas ideológicas rivales en términos de las diversas cuestiones que se proponen a si mismas, o de las diferencias de los tipos de la respuesta que ofrecen”

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BIBLIOGRAFIA

Belaúnde, Víctor Andrés. La Realidad Nacional. 1931. Obras Completas. Primera Serie “El Proyecto Nacional”. Tomo III. Lima: Edición de la Comisión Nacional del Centenario, 1987.

Ricardo Cubas Ramacciotti. Víctor Andrés Belaunde y el debate intelectual en torno a la realidad peruana

Ictzel Maldonado Ledezma. Las aportaciones de José Carlos Mariátegui al Pensamiento Latinoamericano

Jose Carlos Mariaegui. 7 ensayos de la realidad Peruana Archivo Chile. De Mariátegui a Haya de la Torre


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