Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
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PROCLAMA DE PAYSANDÚ - 1 DE ENERO DE 1972
MLN – TUPAMAROS. DECLARACIÓN DE GUERRA
1 - CLASIFICANDO LA PROCLAMA
1.1 - Su naturaleza
Se podría enmarcar el texto como de naturaleza histórica, circunstancial y narrativa que está
relacionado con un proceso histórico, y es en función de lo cual argumenta el autor.
Predomina el carácter que emana de los hechos relatados dentro unas circunstancias en que se
encuentra el autor y es en función de este lugar desde el cual se argumenta.
Es una fuente primaria escrita que versa, fundamentalmente, sobre aspectos políticos, sociales
y económicos, aunque se podría agregar algunos aspectos culturales que son tratados muy
tangencialmente.
El texto va destinado a la sociedad uruguaya y con la finalidad expresa de modificar
comportamientos por tal motivo es divulgado. Su carácter público lo hace oficial, abarcando
el ámbito nacional o internacional.
1.2 El momento histórico de la proclama
Es difícil definir la fecha exacta de cuando fue escrita la proclama, aunque podría sostenerse
que el mes de diciembre de 1971 parece la fecha más indicada de su finalización ya que
menciona hechos ocurridos en relación con la elección del 28 de noviembre de 1971. En este
momento el MLN-Tupamaros decide terminar con una tregua que se había autoimpuesto
debido a las elecciones nacionales.
Lo cierto es que se hizo pública el 6 de enero de 1972 y que se refiere a análisis de realidades
que acontecen en ese contexto y con referencias a acontecimientos históricos del Uruguay.
En el año 1971 la conmoción gremial, estudiantil y política sumida en una persistente
violencia gubernamental, pautaron los años de gobierno de Pacheco Areco, período que
además se delimitó por una férrea oposición entre el Parlamento y el Poder Ejecutivo. La
población uruguaya se agitaba entre huelgas, paros, conflictos, guerrilla, choques callejeros,
militarización de funcionarios, asaltos, secuestros y muertes. Las Medidas Prontas de
Seguridad eran algo frecuente en el Uruguay de aquellos días.
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El presidente Pacheco Areco, secundado por una significativa fracción del Partido Colorado,
buscaba su reelección. Por ello promovía (mediante un proyecto que se plebiscitaba
simultáneamente con la elección) una modificación de la Constitución que, finalmente, no
alcanzaría los votos necesarios para ser aprobada. Las urnas darían el triunfo a Juan María
Bordaberry (el delfín de Pacheco) por un margen muy ajustado de sólo 12.802 votos de
ventaja sobre el Partido Nacional.
En esta colectividad política, Wilson Ferreira Aldunate se había transformado en el guía sin
discusión, y en las elecciones fue, individualmente, el postulante con más votos.
En este ambiente caracterizado por las perturbaciones y una paulatina radicalización, en
febrero de 1971, nueve meses antes de la elección, se organizaba oficialmente el Frente
Amplio que asistiría a los comicios bajo el lema facilitado por el Partido Demócrata Cristiano,
donde Seregni y Crottogini serían sus candidatos. La construcción del Frente como fuerza
política reunía a una izquierda diversa y su movilización habría de estimular, entre otras
causas, una intransigente polarización política.
El Uruguay llegó a estas elecciones, al final de un año, pautado por persistentes conflictos
entre el presidente Jorge Pacheco Areco y la Asamblea General, las acciones de los tupamaros
y la conmoción sindical y estudiantil.
Atormentado por la oposición parlamentaria el presidente debió imponerse sobre varias crisis
ministeriales al tiempo que, en varias esferas, se razonó sobre el procedimiento de un juicio
político en el que se le acusaba de discrecionalidad en el manejo de las prerrogativas de
excepción solicitadas para combatir las acciones guerrilleras.
El 14 de julio el Parlamento dispuso por mayoría la conclusión de las Medidas Prontas de
Seguridad pero al día siguiente Pacheco Areco las volvió a implantar apoyándose en la
necesidad de asegurar la realización de la elección de noviembre, donde la crisis de poderes
tuvo uno de sus picos más altos.
En medios estudiantiles, las reclamaciones gremiales se agregaban a las disputas políticas. El
fin de la intervención en Secundaria y el respetar la autonomía universitaria eran motivo de
constantes huelgas y manifestaciones que derivaban en enfrentamientos violentos con la
policía y choques entre la ultraderechista Juventud Uruguaya de Pie (JUP) y militantes
izquierdistas.
Aunque los salarios habían aumentado cerca de un 20% con respecto a 1968 esa mejora
estaba siendo contrarrestada por una inflación que a fines de 1971 llegó al 35,6%.
Mientras tanto, la Convención Nacional de Trabajadores (CNT) se movilizaba frente a la
política del gobierno en busca de la ruptura de las obligaciones asumidas con el Fondo
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Monetario Internacional y pidiendo por la nacionalización de la banca y del comercio
exterior.
A mediados de noviembre, el jazzista norteamericano Duke Ellington realizó una breve visita
a Montevideo para brindar un recital. El fútbol enfrentaba otra crisis. Los jugadores se
declararon en huelga en reclamo de un nuevo estatuto profesional y el cobro de sueldos
impagos. Nacional, cómodo puntero del campeonato uruguayo, se preparaba para disputar la
Copa Intercontinental.
El domingo 28 de noviembre de 1971 fue un día de mucho calor y bajo una atmósfera política
enrarecida por violentas tensiones, los uruguayos fueron a las urnas para elegir una nueva
administración. La votación fue alta y para cargos nacionales sufragaron 1.664.119 personas,
el 88,6% de los habilitados. Este porcentaje récord se entiende debido a que ese año había
entrado en vigor la obligatoriedad del voto. En aquel domingo se abriría una distancia de 13
años entre estas elecciones nacionales y las siguientes.
1.2.1 La campaña electoral de 1971
El desarrollo publicitario precedente a los comicios fue, hasta ese momento, el mayor que
haya acreditado el país, y la campaña electoral se identificó por una excepcional dureza.
Los uruguayos no tenían demasiadas perspectivas de poder tomarse un alivio que les
consintiera quedar, aunque sea transitoriamente, a un lado de una campaña electoral que en su
última etapa se caracterizó por lo violenta.
En este plano de enfrentamiento, de tensiones sociales y políticas, la izquierda se congregó en
una fuerza única al tiempo que en el Partido Nacional se produjo un reagrupamiento de sus
corrientes en torno al senador Wilson Ferreira Aldunate y en el Colorado se promovió la
reelección de Jorge Pacheco Areco.
El 5 de febrero de 1971, se fundó el Frente Amplio congregando al Partido Comunista,
democristianos, independientes, escindidos de los partidos tradicionales y al Partido Socialista
que un mes antes había sido rehabilitado tras la proscripción decretada en diciembre de 1967.
A efectos electorales los distintos segmentos de la coalición resolvieron presentarse bajo el
lema Partido Demócrata Cristiano (PDC). Esto llevó a que antiguos dirigentes de lo que había
sido la Unión Cívica, se reagruparan en la Unión Radical Cristiana en resistencia a la
resolución del PDC de aliarse a corrientes marxistas y postularon a Pérez del Castillo a la
Presidencia.
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El 26 de marzo el Frente Amplio efectuó su primera presentación en la carrera política, en un
acto en la explanada de la Intendencia Municipal de Montevideo presentó la dupla
presidencial integrada por Líber Seregni y Juan J. Crottogini. Esta agrupación política apostó
por una campaña apoyada en la movilización permanente de sus partidarios y,
particularmente, la de sus sectores juveniles.
En el Partido Nacional la fórmula Wilson Ferreira Aldunate y Carlos J. Pereyra intentaba
defender propuestas de gobierno hasta entonces no propugnadas en los partidos tradicionales,
en un intento por no aparecer tan a la derecha, lugar que ya ocupaban otras opciones dentro y
fuera de su partido. En medio de una polarización radical en la que se iba sumergiendo el país
ocupar el centro podría dar cierto rédito político y parecía ser la idea de actuación de esta
fórmula, en un momento en que las alas más izquierdistas de los partidos tradicionales habían
migrado al Frente Amplio. El intentar aprovechar esta coyuntura, pretendiendo alejarse de los
extremos, parece ser la tónica en su prédica: “Ni prepotencia, ni violencia, Por la Patria,
Wilson a la Presidencia”.
En contraposición a esta fórmula, apoyada inicialmente por los sectores de la UBD y el
nacionalismo independiente, el herrerismo postuló al general Oscar M. Aguerrondo como
candidato presidencial y a Alberto Heber, ex Presidente del Consejo Nacional de Gobierno, a
la Vicepresidencia.
En las filas coloradas, el insistente candidato Jorge Batlle volvió a postularse a la presidencia
y Renán Rodríguez era su compañero de fórmula. Al mismo tiempo se constituyó un
movimiento que pretendía la reelección de Pacheco Areco, pero necesita el paso previo que
era la aprobación de una enmienda constitucional que sería plebiscitada en forma simultánea a
la elección.
Los pachequistas postularon una fórmula integrada por un senador, que su origen era del
Partido Nacional, y que había sido Ministro de Ganadería en el gobierno: Juan María
Bordaberry, a quien acompañaba el senador Jorge Sapelli.
Sólo apoyaban la reelección la “Unión Colorada y Batllista”. Las demás corrientes partidarias
y extra partidarias se negaron a votar en favor de la enmienda.
Los legisladores Amílcar Vasconcellos y Manuel Flores Mora integraron una fórmula
independiente. También intentaron llegar a la presidencia el general retirado Juan P. Ribas y
el Senador Juan L. Pintos. En total, el Partido Colorado presentó siete fórmulas.
Otros intentos de lograr apoyo en las urnas fueron una serie de partidos, como por ejemplo el
“de Jubilados y Pensionistas”, el “Movimiento Justiciero” y “Juventud por el Desarrollo
Oriental”.
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Al tiempo que el Frente Amplio crecía en su militancia, las campañas de los partidos
tradicionales se centraban en detener el avance del comunismo y casi a diario se reportaban
atentados contra locales partidarios así como enfrentamientos entre izquierdistas y adherentes
a la JUP o el pachequismo.
El Frente Amplio demandaba una elección en libertad, con garantías y sin restricciones a la
prensa. Sus adversarios hacían hincapié en la violencia de los tupamaros a quienes
identificaban con el comunismo y el Frente Amplio.
Los diarios propagaban abundante prensa pero limitada al partido a que respondían: “El País”
era el diario nacionalista, los colorados tenían “La Mañana” y “El Diario”, este último
reeleccionista; “El Día” apoyaba la fórmula quincista, y “Acción” que dirigía el propio Jorge
Batlle. La izquierda en tanto contaba con “El Popular”, bajo la órbita del Partido Comunista,
“Ahora” de filiación democristiano y “El Eco”.
El rechazo al Frente Amplio se marcó también en la televisión. Salvo el Canal 12, los demás
no difundían propaganda de la coalición.
Según encuestas realizadas en octubre por un departamento especializado de la Universidad
de la República y por la empresa Gallup, mostraron al Frente Amplio con sensibles ventajas
sobre los partidos tradicionales en Montevideo lo que aumento la radicalización de las
posiciones. Gallup agregaba que en el interior los colorados tenían la supremacía.
El Directorio del Partido Nacional rechazó categóricamente los resultados de Gallup por
considerar que las encuestas de esa empresa carecían de seriedad y denunció su manejo como
una maniobra electoralista.
El 7 de noviembre la campaña alcanzó su punto más caliente cuando, en el departamento de
Rocha, el ómnibus que conducía a Seregni y Crottogini fue atacado a balazos. En un acto
realizado por la noche en la capital departamental una persona se acercó a Seregni para atentar
con una sevillana. Pocos días después Pacheco dispuso la clausura de “El Eco” por diez
ediciones, y el Frente Amplio denunció un nuevo ataque a balazos contra un local comunista
ubicado en Rivera y Pastoriza.
En los días previos a la elección, Pacheco Areco pronunció en cadena nacional de radio y
televisión un mensaje a la ciudadanía a la que llamó a vencer a la sedición y el crimen para
confirmar la democracia, la paz y la libertad.
La Iglesia Católica, mediante la Conferencia Episcopal, analizaba la coyuntura política del
país. Señalaba que mirando únicamente desde el punto de vista de la fe, no encontraba
razones suficientes ni para recomendar ni para excluir como ilícito el voto por cualquiera de
los lemas tal como se ofrecen a la ciudadanía en las elecciones de este año. Sin embargo,
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Mons. Antonio Corso, dirigió por televisión un intenso mensaje fustigando al comunismo y
marcando la incompatibilidad de la doctrina marxista con la religión católica. En momentos
en que en la Iglesia uruguaya afloraban divisiones y hasta algunas rencillas entre los sectores.
Finales de campañas
La campaña electoral culminó sobre el borde mismo de la elección, donde los partidos
realizaron en Montevideo sus “actos finales”, con grandes concentraciones de masas.
El miércoles 24 tuvo lugar la concentración final del Frente Amplio que iba desde la
explanada sur del Palacio Legislativo hasta 18 de Julio. El acto se desarrolló con orden.
Alguna vez se consideró que dicho acto fue contraproducente para los intereses de esta fuerza,
después de observar las características, su magnitud y su clima, algunos analistas entienden
que este acto final “asustó” a buena parte de la población y determinó que muchos ciudadanos
corrigieran la disposición de su voto, inclinándolo hacia sectores que juzgaban más opuestos a
la fuerza del Frente Amplio, por ejemplo el pachequismo. Los frentistas dijeron que habían
reunido, en esa ocasión, 500.000 personas.
La manifestación final de los blancos estuvo marcada por la caravana que llegaba a
Montevideo luego de recorrer el país. La concentración se realizó desde la Plaza
Independencia mirando hacia el este y, según sus organizadores dijeron que habían asistido
600.000 personas, en el mismo, Wilson Ferreira pronunció su discurso.
El acto final del “pachequismo”, en Avenida 18 de Julio, no fue una concentración formal,
delimitada y circunscripta a un área determinada. Los manifestantes a pie o en vehículos, se
movieron sobre toda la zona céntrica de la capital.
No se respetó la tradicional tregua en la propaganda proselitista previa a todo acto electoral y
el sábado una larga fila de automóviles recorrió la ciudad en el marco de una caravana por la
Democracia
Un caótico día de elección
El 28 de noviembre existían 7.500 mesas instaladas en todo el país. Fue la primera que se
realizó con voto obligatorio y además la primera que votaron los militares.
Las propias características de los comicios lo tornaron sumamente complicado en su
desarrollo.
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En Montevideo había registradas 272 hojas de votación a las que se agregaban dos por los
plebiscitos que se realizaban: el de la reelección (hoja verde) y el que por iniciativa de 2/5 de
la Asamblea promovía un nuevo régimen para las relaciones entre los Poderes Ejecutivo y
Legislativo, y cuyo apoyo se expresaba en una hoja blanca. Si el ciudadano quería apoyar esas
enmiendas propuestas, un votante podía poner hasta seis hojas en su sobre.
A las complicaciones del acto eleccionario se sumaron incidentes entre fracciones políticas
rivales. Además que dos ciudadanos, uno en Montevideo y otro en Paysandú, murieron
infartados mientras aguardaban turno para sufragar.
A todo esto se sumaban los cambios en los planes organizativos y la Corte Electoral resolvió
extender hasta las 23 la hora de votación y con opción de votar hasta la hora cero a los
ciudadanos que se encontraban dentro de los circuitos.
Pero nada fue comparable al caos sumido en aquellos lugares en los que se instalaron mesas
especiales para los votos interdepartamentales.
Se suscitaron variadas discusiones y al atardecer, las autoridades, reconocieron la existencia
de disturbios e incidentes y se culpó de los mismos al Frente Amplio.
A medianoche, una vez cerrada la recepción de sufragios, surgieron nuevos problemas para
desarrollar la tarea del escrutinio.
Los diarios del 29 de noviembre expresaron las más variadas expresiones desde una elección
plena de irregularidades o las más sucias de la historia hasta el festejo de quienes habían
triunfado.
Días después, el Directorio del Partido Nacional impugnaba formalmente el acto comicial y
denunció la desaparición de 90 urnas. La palabra fraude se repetía continuamente en tiendas
nacionalistas, frente a lo cual el gobierno, a través de su Ministro del Interior, Danilo Sena,
reaccionaba con igual energía desmintiendo rotundamente las acusaciones.
En ese clima, el 1º de marzo de 1972, asumió la Presidencia Juan María Bordaberry.
1.2.2 La Guerrilla y el Estado
Entre el 1 de enero y el día de las elecciones (28 de noviembre), el MLN-Tupamaros
secuestró al embajador británico Geoffrey Jackson, al fiscal de Corte Guido Berro, al
presidente de UTE Ulysses Pereira Reverbel, al empresario Ricardo Ferrés, al ex ministro
Carlos Frick Davie y al industrial Jorge Berembau. El OPR-33, por su parte, secuestró al
doctor Alfredo Cambón, al empresario Luis Fernández Lladó y al redactor responsable del
diario El Día, José Pereira González.
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El carácter no socialista del programa del Frente Amplio llevó a que los tupamaros discutieran
su apoyo. Posteriormente dispusieron dar un apoyo crítico, en el sentido de que un gobierno
frentista sería una etapa de transición hacia la sociedad socialista. Una vez definida la
estrategia, la dirección del MLN-Tupamaros decidió crear el Movimiento 26 de Marzo como
grupo legal dentro de la coalición. El Movimiento 26 de Marzo consiguió editar un periódico
(La Idea) y una revista (Cuestión). También logró integrar a su dirección a un grupo de
intelectuales prestigiosos entre los que estaban Mario Benedetti, Domingo Carlevaro y Daniel
Vidart. Pese a que los Tupamaros redujeron sus acciones para no perjudicar electoralmente al
Frente Amplio, y pese a que el gobierno levantó las restricciones al funcionamiento de las
organizaciones políticas, la campaña electoral se desarrolló en un clima de violencia.
El 30 de julio, escapan de la Cárcel de Mujeres las integrantes del movimiento tupamaro allí
detenidas. El 6 de setiembre 106 miembros de esa organización, entre ellos sus principales
cabecillas y cinco presos comunes, se fugan de la de Punta Carretas. “El Abuso”, como se
designó el procedimiento de fuga, había sido afinadamente planeado y contó con el soporte de
los CAT (Comandos de Apoyo a los Tupamaros) y militantes de izquierda, muchos de los
cuales no tenían idea de qué se trataba. La noche de la fuga las zonas obreras de La Teja y del
Cerro, barrios alejados del Penal y convenientes para desviar la atención policial dejando
liberada la zona donde los tupamaros terminaban el túnel que los llevaría a la libertad, se
incendiaron. Era la puesta en práctica la “Operación Tero”, cuyo informe operativo fue
capturado por las Fuerzas Conjuntas en la casa de Amazonas 1440 y determinó un documento
del Servicio de Información de Defensa (SID). Según el informe, el operativo tenía como
propósito la dispersión para desconcertar ante la movilización que significa la fuga y fue
cuidadosamente planificado, en principio para el sábado, un día antes de cuando se realizó. A
última hora del sábado fue suspendido, pero luego dieron la orden de realizarlo de manera
sorpresiva el domingo con muy poco tiempo de organización, lo que creó dificultades para
avisar del cambio a todos los participantes. Esta “operación se ejecutó con muchos cambios
forzados sobre la marcha, pero logró su objetivo de distraer la atención de las fuerzas de
seguridad en lo que fue “la primera experiencia militar a nivel de masas”, según la evaluación
del propio documento tupamaro.”1
Para el gobierno, esa fuga significaba perder casi todo lo que se había ganado en años de
actividad represiva. El 9 de setiembre, el presidente Pacheco firmó el decreto que ponía en
manos de los militares la lucha contra la guerrilla.
1 LESSA, Alfonso. La revolución imposible. Los tupamaros y el fracaso de a vía armada en el Uruguay del
siglo XX. Editorial Fin de Siglo. Montevideo, 2003.
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Tres días después, los tupamaros dejaron en libertad al embajador de Gran Bretaña, Geoffrey
Jackson, al que tenían en su poder desde el 8 de enero. Sin embargo mantuvieron secuestrados
al ex presidente de UTE, Ulysses Pereyra Reverbel, al ex Ministro Carlos Frick Davie y a los
empresarios Ricardo Ferrés y Jorge Berembaum.
La crisis en la dirección política del MLN se produjo en las primeras reuniones,
inmediatamente posteriores a la fuga, donde se verificó un malestar y desconfianza entre los
antiguos dirigentes y algunos integrantes de la dirección que los había reemplazado. Los
viejos dirigentes debieron aceptar volver a la base como fruto de diferencias. Según
Fernández Huidobro estas discrepancias estaban en que no habían sido aprobados algunos
planes como el del Collar, el Tatú y otros, además se debería agregar la discrepancia con la
táctica del Plan Cacao (septiembre de 1970), por considerarla asimilable al terrorismo.
A la interna del MLN-Tupamaros, luego de la fuga de Punta Carretas, existían conflictos entre
el estilo político de la columna 15 y la vieja dirigencia, el “estilo forjado por sus dirigentes e
impulsado por los militantes de esa columna que ocuparon puestos de dirección a partir de
setiembre de 1970.
Aunque equilibrada por la presencia de los dirigentes históricos, la orientación de la 15 -que
atribuía gran importancia al factor militar- estaba sólidamente representada en el Ejecutivo
desde tiempo atrás.”2
La expresión “noviembre caliente” remitía a un documento tupamaro de mediados de los años
setenta donde en una parte decía, palabras más o menos, “vamos a tener un verano caliente”
sugiriendo –así se lo interpretó en aquel tiempo– la posibilidad de atentados durante la
temporada turística 1970-71, y que después fue acusado – sobre todo por su difusión, que
muchos consideraron indebida– de provocar el relativo fracaso que esa temporada
efectivamente registró.
El viernes previo a la elección los tupamaros dejaron en libertad al empresario Jorge
Berembaum quien había sido secuestrado el 12 de julio. “El Día” fue el único periódico que
informó del hecho para el lunes 29 fue sancionado con una clausura de dos días por su
transgresión a las normas del gobierno sobre la información referida a los sediciosos.
Los tres meses que corrieron entre el día las elecciones y el momento en que asumió
Bordaberry fueron críticos para el país.
2 ALDRIGHI, Clara. La izquierda armada. Ideología, ética e identidad en el MLN – Tupamaros. Editorial
Trilce, Montevideo, 2001. Pág. 116
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A fines de 1971, parece excluida, de la perspectiva política, la conciliación. Los debates
revelaban que lo que estaba en juego era el poder del Estado y la posibilidad de implementar
un reajuste conservador económico-político que perseguían las derechas. Es así que los
instrumentos de que disponía el Estado habían sido lanzados en una ofensiva destinada a
asegurar el triunfo de esta política, primero para sofocar el movimiento popular, más tarde
contra las organizaciones guerrilleras.
El 17 de diciembre, el gobierno creó por decreto la Junta de Comandante en Jefe y el Estado
Mayor Conjunto (ESMACO). La Junta de Comandantes cumplía funciones de asesoramiento
al presidente. El ESMACO, creado a título experimental, era un órgano de estudio,
asesoramiento, coordinación y planificación necesarios a los fines de la Seguridad y Defensa
nacionales. Los militares ya no pensaban solamente en ofrecer seguridad sino en impulsar
políticas de desarrollo. La lógica golpista se había puesto en funcionamiento.
Aunque la ciudadanía no lo sabía entonces, la creación del ESMACO era el reconocimiento
oficial de un grupo de trabajo que había sido creado meses antes por el general Gregorio
Álvarez. El grupo se venía reuniendo en la Escuela de Armas del Ejército, ubicada en Camino
Maldonado, y aspiraba a ser la usina de ideas de las Fuerzas Armadas.
A fines de 1971, el MLN-Tupamaros puso fin a la tregua electoral. El 21 de diciembre, un
comando que realizaba acciones en el interior asesinó al peón rural Pascasio Báez, que había
encontrado accidentalmente una “tatucera”. Al día siguiente fue incendiada la sede del Club
del Golf de Punta Carretas.
El 31 de diciembre, la denominada Columna Leandro Gómez del MLN ocupó Radio Faro del
Litoral de la ciudad de Paysandú, un aeropuerto militar situado a tres kilómetros y el poblado
Constancia, distante diez kilómetros de la capital sanducera. Desde la radio emitieron la
declaración de guerra a través de radio Sarandí el 6 de enero de 1972, luego del copamiento
de la planta emisora ubicada en Simón Martínez, durante un cuarto de hora.
Como proclama es firmada por el “Comando Leandro Gómez”, una vinculación clara entre el
héroe de la Defensa de Paysandú y el lugar de donde se lanza la misma. El autor material fue
Raúl Sendic, si nos atenemos al trabajo de Samuel Blixen3. Este hecho no lo he podido
comprobar en ninguna otra fuente historiográfica pero algunas fuentes orales han corroborado
esta posición.
1.3 El autor: Raúl Sendic Antonaccio
3 BLIXEN, Samuel. Sendic. Acción y legado. 3ra Edición corregida y ampliada. Editorial Trilce. Montevideo,
2010. Pág. 366
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La figura del Raúl Sendic ha asumido una talla de leyenda que trasciende las fronteras del
tiempo, en tanto a la luz de su figura se puede interpretar las peripecias históricas de las
décadas del 60 y 70 de nuestro país. Así se puede elaborar la historia del Uruguay
contemporáneo, en sus luchas, sus triunfos, sus derrotas y sus tragedias. La simpatía que recae
sobre su persona y la organización tupamara no se sabe a ciencia cierta si es sobre su vida o
sobre su leyenda creada. Como en algún momento lo definió Mujica “era un hombre que veía
o intentaba ver lejos, que planteaba jugadas bastante más allá”.4
Su origen como hombre del interior profundo le permitió compartir las mismas peripecias de
peones rurales, esto incidió en la construcción de su personalidad comprometida con sus
padecimientos.
El inicio político de Sendic fue en el Partido Socialista, donde alcanzó rangos de relevancia y
responsabilidad directriz, que ocurre en un momento debate interno con proceso de
renovación ideológica.
Sendic tiene en el marxismo un referente teórico será fuertemente influido por las ideas de
Rosa Luxemburgo, lo que lo marcó con un perfil propio, y que lo expuso a intensas
discrepancias con la izquierda de ese momento.
Innegable es su aporte a la fundación de organizaciones sindicales en el medio rural, como la
Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas y es recordada las marchas cañeras, la lucha por
los derechos y la demanda por tierra.
Su nombre esta unido a la figura del Coordinador, la clandestinidad luego del robo de armas
al Club de Tiro Suizo y la formación del MLN-Tupamaros. De este movimiento destacan la
muerte a Dan Mitrione y la masiva fuga del Penal de Punta Carreta conocida como “El
abuso”. La derrota militar de la guerrilla hace de Sendic un rehén de la dictadura hasta su
liberación.
Luego de su muerte, ocurrida en 1989, su biografía adquiere la talla mítica del combatiente
que transpira valor, convencimiento y heroicidad, donde destaca la frase “Yo soy Rufo y no
me rindo” y su nombre es referencia obligada a reforma agraria y no pago de la deuda
externa. Es enmarcado como líder campesino, una palabra con la que discrepaba en su uso
para Uruguay y que personalmente no utilizaba como referencia. El reconocía públicamente
que no estaba hecho para la vida pública.
4 CAMPODÓNICO, Miguel Ángel. Mujica. Editorial Fin de Siglo. Montevideo, 1999. Pág. 147
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Curso Abogacía hasta el último año, pero no se recibió y fue amante a estudiar economía por
placer, inclusive escribió un libro en la cárcel.
1.3.1 Circunstancias que rodearon a la Proclama
Cuando Raúl Sendic estuvo preso en Punta Carretas, junto a miembros de la denominada
Columna del interior, del MLN-Tupamaros, analizarían un proyecto que se llamaría Plan
Tatú. Zabalza habría explicado la idea original, a partir de reflexiones sobre la experiencia
vietnamita transmitida por los cubanos durante su entrenamiento en la isla. Los grandes
lineamientos, previo examen de la organización, del sistema de los vietnamitas mostrarían que
la red de túneles interconectados no se podía hacer porque lo impedía el subsuelo (demasiadas
piedras) o porque se inundaba en la cercanía de los arroyos. Sin embargo, Sendic y Zabalza
siguieron a estudiando diferentes experiencias de guerrilla rural donde surgía el túnel como
forma de escondrijo. Así llegaron a la experiencia de Chipre y Yemen del Sur donde se
usaron estas modalidades. Además la idea de la tatucera, como elemento táctico, no fue una
total novedad para los combatientes del interior que habían guardado, en partes altas del
monte, en agujeros que cerraban con una cubierta. La variación era la utilización de este
elemento para permitir suplir las carencias del medio. Desde el inicio, el Tatú, fue inventado
como posibilidad de un segundo frente militar, que obligaría a las fuerzas represivas a
desconcentrarse de Montevideo y como segunda intención un trabajo político en los sectores
populares de las ciudades del interior.
También existieron voces discordantes que sostenían “que había que hacer un trabajo de
carácter social. Planteaba que había focos, como Bella Unión, donde podías hacer acciones
grandes, como Pando, pero porque tenías base social. En otros lugares, como en Rivera,
metidos en aquellas sierras, éramos sapos de otro pozo.”5 No obstante, se podía visualizar al
Tatú como retaguardia para el combatiente de las ciudades del interior, el era fácilmente
detectable, y que su principal problema, después de una acción, era la retirada. Una retirada
hacia el monte preservaba la estructura de la ciudad. El Plan fue aprobado y unos cincuenta
tupamaros fueron escogidos para iniciar la experiencia, a la que Sendic concebía como un
elemento de largo plazo.
Luego de la fuga de Punta Carretas fue un alivio para la mayoría de la dirección que los
“viejos” ratificaran su decisión de “ir a la base”. Sin embargo, existía una dura interna en el
5 BLIXEN, Samuel. Op. cit. Pág. 199
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MLN-Tupamaros y una necesidad de la dirección de no permitir a la dirigencia histórica
recuperar prestigio a la interna del movimiento. Sendic planteó viajar inmediatamente para el
monte, en el Queguay, pero Marrero no deseaba que Sendic se afianzara como polo de poder
en el interior. En esta situación adujo que no tenían traslado a lo que Sendic amenazó en que
se trasladaría de cualquier manera.
La salida de Montevideo para el litoral se realizó en camiones y Sendic llegó con su gente a
La Horqueta, en el Queguay, después de un breve paréntesis en la ciudad de Paysandú.
La instalación de los primeros campamentos fue precaria y con escaso en el armamento, a lo
que se sumaba el intenso control de la dirección sobre algunos integrantes como Sendic y
Zabalza. Esta nueva experiencia no era del todo ajena a la interna y choca con la columna 15 a
la que pide armas largas que esta no entrega.
Existió, antes de las acciones de la Proclama, un fallido intento de tomar Quebracho, un
pueblo desarrollado comenzado en una estación de ferrocarril, a 50 quilómetros al norte de
Paysandú.
La Columna Leandro Gómez realizará sus principales acciones alrededor de la ciudad de
Paysandú, antes de desplazarse hacia el sur, y una vez conocidos los resultados de las
elecciones de noviembre, que consideraría terminada la tregua que el MLN concedió
unilateralmente y que respetó apenas en el último tramo, por lo que las fugas y los secuestros
de industriales y banqueros mantuvieron un nivel de enfrentamiento ocasional, y provocaron
una represión que obligó a acciones de represalia. Sendic no era el jefe, pero “fue quien eligió
el nombre: Leandro Gómez. El Bebe mostraba permanentemente su afán por vincular el
accionar del MLN a la historia del país. Era una búsqueda de una forma propia.”6
2. ANÁLISIS DEL TEXTO
La Proclama de Paysandú es una declaración de guerra del MLN-Tupamaros en enero de
1972. Es el fin a la tregua que unilateralmente habían iniciado antes de los comicios de 1971
(aunque solo respetada en el final de la campaña) en virtud de que las aspiraciones del
movimiento no podían ser contempladas desde que el resultado electoral no muestra cambio
en el delineamiento de las fuerzas políticas. Debido a que no venció el Frente Amplio
tampoco es posible analizar si el gobierno de esta fuerza hubiese contenido las aspiraciones
del movimiento.
6 BLIXEN, Samuel. Op. cit. Pág. 211
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
14
La “Proclama de Paysandú” manifestaba un intento de hablarle a la gente del interior con una
manera y en un estilo que se alejaba de los documentos públicos del MLN.
2.1 Contenido temático del texto
Esta declaración es presentada como una lucha más de las que históricamente había realizado
el pueblo oriental a lo largo del tiempo, en un intento de rescatar la historia del país para la
guerrilla. Sendic asume una posición en la que parece sentirse descendiente genuino de
aquellos personajes, así el MLN-Tupamaros serían herederos directos de Timoteo Aparicio,
de Aparicio Saravia, de Anacleto Medina, y el comando Leandro Gómez como continuador
de las milicias criollas de lanceros y que como parte de la existencia, luchaban en el duelo de
pasiones y enfrentamientos políticos presente, donde en el choque de intereses la guerrilla
actuaba como defensor de los más desposeídos. Pero las guerras civiles tenían presente un
ribete sangriento. Y algunos héroes, los que mantienen el prestigio de blancos y colorados,
tienen una historia refinada en que se difunde una tradición preservada con piadosos silencios
sobre algunas cuestiones donde las guerras civiles, del siglo XIX oriental, solían ser crueles.
El histórico anhelo del Imperio de Brasil por avanzar hacia el Río de la Plata también
encuentra lugar en la Proclama, en un hecho que mantendría un paralelismo histórico, y
nuevamente la guerrilla ocupa el lugar de defensor de la orientalidad. Esta especie de
maniqueísmo político se dirige en contra ideología de la rival, demoniza la contraria y hace
perfecta la propia. Este dualismo revolucionario es necesario para evitar la división profunda
de la cual surgen el enfrentamiento y el fracaso. La demonización del contrario sirve también
para crear sentimientos que puedan crear cohesión entre los individuos. La Proclama afirma la
existencia de dos principios supremos, independientes, irreductibles y por supuestos
antagónicos. En esta lucha del bien contra el mal, por cuya acción se explica la evolución de
la realidad; y también a las doctrinas que afirman dos órdenes de ser esencialmente distintos,
con más o menos radicalismo.
Cierra la Proclama como el momento en que ha llegado el tiempo de la lucha final en un
lenguaje que recuerda a K Marx y F. Engels en el Manifiesto Comunista donde la teoría de la
lucha de clases como motor de la historia. En este contexto el resultado sería una “lucha que
terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de
las clases beligerantes.”7
7 MARX, K y ENGELS, F. Manifiesto Comunista. 3ª Reimpresión Básica de Bolsillo. Editorial Akal. Madrid,
2009. Pág. 22
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
15
2.1.1 Desglosando la Proclama: Uso de algunos términos
La proclama consta de alrededor de mil palabras. La palabra más repetida es “pueblo” que se
repite cinco veces. Otra palabra es “ricos” que se usa en cuatro oportunidades a la que se
podría agregar una más en la que se usa “rico”. Luego existe una serie de vocablos “tortura”,
“pobres”, “patria”, “oriental”, “hambre”, “guerra”, “cárcel” que son usadas en tres
oportunidades. Estas palabras, que son muy representativas de la proclama, casi siempre
aparecen juntas como pueblo y oriental, o en el caso de tortura y cárcel se pueden encontrar
en la misma frase. Otras palabras que se encuentran juntas en la misma frase son “pobres” y
“ricos” y siempre como forma de enfrentamiento.
Entendemos que estas palabras son muy distintivas del texto, donde podemos resumir el
enfrentamiento, esa “guerra”, entre “ricos” y “pobres”, generaría “tortura”, “hambre”,
“cárcel” para el “pueblo” “oriental”, considerando al pueblo oriental como el defendido por la
proclama. La palabra “patria” aparece en el último tramo de la proclama y siempre como un
reclamo de igualdad, y como pedido final de “patria” para todos.
La Proclama consta de dos partes bien diferenciada, donde la primera parte es un recuento del
material capturado en tres acciones del comando en la ciudad de Paysandú y sus cercanías.
Entre el aeropuerto y la cantera, ubicada al norte de Paysandú y cerca del empalme entre ruta
3 y ruta 26, existen unos cuarenta quilómetros de distancia aproximadamente. El poblado de
Constancia está a unos 10 quilómetros, al norte por ruta 3, de Paysandú. Todos estos puntos
distan unos cincuenta quilómetros de la supuesta base de operaciones, por ese entonces, del
Comando Leandro Gómez que se ubicaba en la confluencia entre los ríos Queguay Grande y
Queguay Chico.
La segunda sería la proclama propiamente dicha, es la parte que refiere al discurso político.
Esta parte tiene mayor extensión y a su vez podemos subdividirla en varios tramos, en nuestro
análisis encontramos siete.
Existen en la segunda parte una serie referencia a caudillos del siglo XIX. Timoteo Aparicio
(1814-1882) militar y caudillo de Uruguay. Hombre de Manuel Oribe desde el año 1836, se
sumó al asedio a Montevideo cuando la Guerra Grande y el Gobierno del Cerrito.
Reivindicado como figura del Partido Nacional en un momento histórico donde más que
partidos existían divisas. Luego del triunfo de Flores en 1865 emigra a Entre Ríos, Argentina
y retorna en 1870 para iniciar la “Revolución de las Lanzas”. En Paso Severino el 12 de
septiembre de ese año derrota a las fuerzas leales al Presidente Lorenzo Batlle. La
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
16
Convención del 6 de abril de 1872 pone fin a esta lucha armada. La figura controversial de
Anacleto Medina (1788-1871), que desde 1830 apoyaba a Fructuoso Rivera de 1830 y en
1834 rechazó la invasión de Lavalleja, al que derrotó en una pequeña batalla. Llego a ser
general y jefe de estado mayor del ejército de Rivera y estuvo en el gobierno de La Defensa.
En la política de fusión estuvo del lado de Juan Francisco Giró y Gabriel Pereira que lo
nombraría comandante del ejército. En 1858 venció al general César Díaz en Paso de
Quinteros y por orden de Pereira debió fusilarlos a todos. Esta matanza, conocida como
Hecatombe de Quinteros, con el tiempo el Partido Colorado los reclamaría como mártires.
Cesar Díaz había participado en el Gobierno de la Defensa al igual que Pereira y Medina.
Peleo junto a Timoteo Aparicio en 1871 en la llamada “Revolución de las Lanzas” muriendo
en 1871.
Toda suerte de atropellos de los caudillos colorados, Francisco Caraballo, Venancio Flores,
Máximo Pérez, se le puede sumar la muerte de Leandro Gómez, encuadra como pretexto de lo
sucedido en Quinteros. Especialmente Gregorio Suárez, responsable de la carnicería después
de la capitulación de Paysandú, de la matanza de los defensores y del fusilamiento de Leandro
Gómez y sus lugartenientes, una vez que habían sido hechos prisioneros.
Aparicio Saravia (1856-1904) se lanzó, en 1904, a la que sería la última gran lucha civil del
tipo caudillista en el Uruguay. Carente de caudillo, el movimiento revolucionario se disolvió.
Luego de su muerte, el presidente Batlle y Ordóñez hace una serie de cambios sobre la
representación de las minorías. Como expone Barrán y Nahum que fue “capaz de acaudillar al
pobrerío, pero no de conducirlo en el sentido histórico del término”8
En esta segunda parte también hace referencias a dos presidentes: el que está en ejercicio,
Jorge Pacheco Areco y el que fue electo Juan María Bordaberry.
El Gaucho Martín Fierro es un poema narrativo, escrito por José Hernández en 1872. Como
obra literaria es considerada ejemplar del género gauchesco. Debido a que tiene una
continuación, La vuelta de Martín Fierro, escrita en 1879, ambos libros han sido considerados
como libro nacional de la Argentina, bajo el título genérico de "El Martín Fierro". Martín
Fierro es un gaucho trabajador que, la injusticia social vuelve gaucho matrero (fuera de la
ley). El poema es, en parte, una crítica a la política del presidente argentino Sarmiento de
alistar obligatoriamente a los gauchos para ir a la frontera contra el indio.
El Chueco Maciel. Su madre, Santa Rodríguez, llegó con sus cuatro hijos, en los años 60 en el
Pasaje “A” 4054, del Barrio Marconi, de Montevideo. Llegaban de Tacuarembó; había
8 BARRÁN, José P. y BENJAMÍN Nahum. Historia rural del Uruguay moderno. 1851-1914. Tomo 4. Historia
social de las revoluciones de 1897 y 1904. Ediciones Banda Oriental. Montevideo, 1972. Pág. 83
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perdido a su marido en 1959; también a una hija pequeña. Puso un pequeño despacho de
bebidas, cuidó a sus hijos y se vinculó a una iglesia evangélica. Dentro de la pobreza de su
rancho de lata y piso de tierra, la familia se las arregla, los niños van a la escuela, salvo
Nelson, al que apodan “el Chueco”. Era famoso en el Cantegril, que lo protegía a cambio de
su generosidad para dejar una parte de sus botines entre los amigos. Eso le garantizaba refugio
seguro. Pronto sus hechos y la prensa crearon el personaje: “El chueco Maciel, enemigo
público”. Su breve vida, terminó un día invernal de junio de 1971 en un enfrentamiento con la
Policía. En el acto nació la leyenda.
Las referencias geográficas son a Vichadero, un pueblo en el departamento de Rivera.
Ubicada a unos 130 Km, en dirección sureste, de la capital departamental y a unos 100 km de
la ciudad de Melo (Cerro Largo). La otra referencia es Caraguatá que dista de Melo unos 90
kilómetros y Tacuarembó unos 120 kilómetros. Ambos puntos pueden ser considerados el
interior profundo.
La Guardia Metropolitana era un organismo de élite dependiente de Jefatura de Policía de
Montevideo, que actualmente no existe. Según la Ley de Presupuesto Nacional para el
quinquenio 2011 - 2015, se crea la Guardia Nacional Republicana, cuerpo de élite de la
Policía Nacional con jurisdicción en todo el territorio uruguayo, pasando a ser una repartición
dependiente directamente del Ministerio del Interior. La Guardia Republicana (Nacional) se
genera a partir del pasaje como organismo dependiente del Ministerio del Interior, asimilado a
Dirección Nacional del Regimiento Guardia Republicana de la Jefatura de Policía de
Montevideo, formado por la Guardia de Coraceros y el Regimiento Guardia Metropolitana,
junto a la capacitación de los actuales Grupos Especiales de Operaciones (GEO) de cada
departamento, los cuales serán absorbidos por la Guardia Republicana.
La Juventud Uruguaya de Pie (JUP) fue un movimiento estudiantil uruguayo nacido en la
década de los años setenta el cual reunía a jóvenes antimarxista y antiizquierdista. El 24 de
octubre de 1970 en la ciudad de Salto, decenas de jóvenes se reunían en el Ateneo para
realizar la fundación de la Juventud Uruguaya de Pie. Realizaron una serie atentados: el 26 de
julio de 1972 atacan el Liceo 17, el 27 al Liceo Rodó y al Liceo 16, el 2 de agosto sitian el
Bauzá, el 7 comienzan ataques en cadena y ocupan el Miranda. El 11 de agosto llegan al
Liceo 8 y continúan el 26 de agosto en al Liceo Suárez, el Zorrilla y otros.
Según el testimonio de la historiadora Clara Aldrighi subrayó la coincidencia de personas
vinculadas al Escuadrón de la Muerte y a la JUP, a quienes calificó como dos niveles de un
mismo diseño subversivo y desestabilizador de las instituciones.
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18
El 9º Regimiento de Caballería fue creado el 11 de abril de 1905. A partir de los años 80 fue
mecanizado y por Decreto Nº162/999 su nombre actual es Regimiento “Dragones
Libertadores” de Caballería Mecanizado Nº 9. Su ubicación es Avda. José Belloni 3888 en la
ciudad de Montevideo.
2.2 Sentido temático de la Proclama
La Proclama puede entenderse como un análisis social, que Sendic pretende hacer, y que
conllevaría, como definición, un plan de lucha. Por ello, a nuestro entender, su pretensión es
presentar un estudio de las relaciones de poder en el país. El análisis del poder y quien lo
detenta es lo que podemos ver en la proclama. El uso de ese poder puede ser comprendido
como una relación de fuerzas en el ejercicio mismo del dominio de una sociedad. A la vez, el
poder puede ser comprendido como la posibilidad o capacidad de actuar o como la fuerza para
hacer posible un objetivo o alcanzar un interés.
Pero ese poder, que atraviesa de manera desigual o asimétrica la sociedad, envuelve a los
sujetos históricos, que conforman grupos sociales, en sus disputas en la sociedad. La
desigualdad de recursos o capacidades compromete el resultado de la lucha, la proclama es un
intento de lograr captar más adhesión de una población que se mantiene al margen. El proceso
de acumulación de fuerza o de capacidades de lucha compromete en su enfrentamiento una
cantidad y calidad diferente de recursos que se deben actualizan periódicamente con base en
un balance de esas luchas.
2.3 Desentrañando el contenido
La proclama muestra la lucha por el poder en el momento de la Proclama y que esta se vuelve
histórica desde el momento que viene enrabada con los levantamientos del siglo XIX de
Timoteo Aparicio y Anacleto Medina, continua en el principio del siglo XX con Aparicio
Saravia y se extiende hasta hoy con el MLN-Tupamaros. El comando “Leandro Gómez” así
adquiere relevancia histórica al ser un eslabón más en la larga cadena de luchas históricas del
pueblo oriental.
Esta es una forma de legitimación y esta lucha por la legitimidad política, también es una
forma de ejercicio de poder. Así la proclama intenta mostrar que la lucha debe ser percibida
como legítima, ya que tiene raíces históricas. Desde esta perspectiva, también será legítimo si
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
19
se accede al poder y lo ejerce por que cumple los requisitos para mandar. Por el otro lado
cuando el poder pierde su legitimidad deja de ser poder, salvo que ejercite la coacción.
La legitimidad del alzamiento armado era lo que constantemente cuestiona el gobierno, en
una lógica donde sólo existen amigos y enemigos. El discurso ponía al enemigo en un marco
difícil de definir, el límite entre amigos y enemigos está dentro de la nación, en la misma
ciudad, y algunas veces, dentro de la misma familia. Este enemigo interno es un personaje que
conozco bastante de cerca, que se ha encargado de inocular ese agente patógeno que enferma
al sistema organizado y lo destruye con distintos artilugios, aplicando las más bajas practicas.
El enemigo interno entró y generó el conflicto y provocó el caos y generó la duda, terminando
con un sistema organizado. Contra este esquema mental es que se alza la proclama, desde el
momento que el lector comprendiera que esta lucha no es más que otra de las tantas luchas
que tuvo la nación para lograr su identidad, todo el razonamiento del enemigo interno cae.
Existe una interesante guerra propagandística a lo largo del accionar de la guerrilla. Un
elemento propagandístico que encontramos fue un hecho muy explotado como es la acusación
al otro. Los dos denunciaban la ayuda extranjera que el otro recibía. Y en los dos se decía que
el enemigo estaba vendiendo el país. En este sentido los dos se adjudicaban el patriotismo. A
los ayudantes extranjeros se les acusará de indeseables y ávidos de saquear la nación.
3. COMENTANDO LA PROCLAMA
Como ya hemos precisado la proclama tiene dos partes bien diferenciadas. La primera es un
recuento del material requisado en acciones y carecería de mayor consideración. En la
segunda parte es sobre la cual basaremos nuestro comentario.
La proclama podemos caracterizarla como un discurso argumentativo, pues responde a la
intención convencer y producir un cambio de actitud. La importancia de este tipo de discurso
radica en la posibilidad de inducir, modificar, refutar o estabilizar creencias o ideas y se
estructura a partir de una tesis, la cual se defiende entregando razonamientos que permitan
probar o demostrar o bien persuadir al otro de lo que se afirma o se niega.
Se pueden señalar dos dimensiones asociadas a este tipo de discurso; a) la del razonamiento
lógico, propiamente argumentativa; y otra b) persuasiva, es decir, que busca influir
afectivamente en el receptor apelando a sus emociones y sentimientos.
Podemos enmarcar el texto en la siguiente la estructura:
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
20
• Tesis: la hipótesis a demostrar es que hace 100 años que no existen posibilidades para los
pobres, que nada cambia a su favor, que por esto se estaba luchando desde el siglo XIX. En
este marco entra la referencia histórica a Timoteo Aparicio y Anacleto Medina.
• Argumentos: para probar esta tesis el razonamiento es que se afirma es que los “ricos”
siguen mandando como antes y se siguen beneficiando por ello; que se sigue la obsecuencia al
poder extranjero contra la que se habían alzados los caudillos; y que la ley hace marcadas
diferencia a favor de ellos. Aunque existen actores nuevos y algunos se benefician de servir a
los “ricos” (el caso de Pacheco Areco) la situación general no cambia. Sigue tan igual como
en otros momentos, y aquí aparece la segunda referencia histórica de Aparicio Saravia, donde
hubo levantamientos. Con el correr del tiempo nada cambia pero varían los que enfrentan al
poder, así va desde Timoteo Aparicio en una misma línea hasta el MLN-Tupamaros, línea que
incluye a Aparicio Saravia.
• Conclusión: validando la tesis, tenemos que este levantamiento es válido, como es válido el
enfrentamiento de otros actores históricos. Nuevamente se invalida una salida digna para los
“pobres”, como resultado de la ofensa que somete el gobierno. Así el camino del
enfrentamiento aparece como lógico y, fundamentalmente, legítimo en este contexto.
La segunda parte consta de varios tramos. El primer tramo se concentra en el enfrentamiento
entre los caudillos y los fieles del imperio de Brasil.
Venancio Flores había encabezado una revolución que invadió el Uruguay el 19 abril de 1863
y dio inició una extensa guerra civil. En este levantamiento es donde se produce la toma
Paysandú en enero de 1865 y el fusilamiento de Leandro Gómez. Existe un ánimo de
revancha cuando manda a fusilar a siete jefes políticos de Florida y no tiene reparos en
propiciar la invasión brasileña para triunfar. Cometió toda clase de exceso o amparó los que
cometían sus lugartenientes, lo que no limitó que su figura se incorporara al santoral del
Partido Colorado.
Formalizada el 1º de marzo de 1865 la Triple Alianza con Argentina y Brasil, se inició la
Guerra del Paraguay transcurrida entre 1865 y 1870; cuyo objetivo proclamado era deponer
del gobierno paraguayo al Mariscal Francisco Solano López. El Gral. Flores traspasó la
presidencia el 15 de febrero de 1868 al Presidente del Senado.
Entre 1870 y 1872 Timoteo Aparicio encabezó una revolución contra el Presidente Gral.
Lorenzo Batlle, que fue llamada “la revolución de las lanzas” porque fue la última lucha civil
en que la lanza fue el arma principal, antes de la generalización de las armas de fuego y
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
21
“puede ser considerada la Revolución “tipo” de la época, en medio de muchas otras.”9 Se
suma a este levantamiento Anacleto Medina y junto a él, algunos destacados jefes blancos,
como el general Lesmes de Basterrica y el coronel Federico Aberasturi, ambos supervivientes
de la Defensa de Paysandú. La lucha culmina con la Paz de 6 de Abril de 1872 por la cual los
blancos lograron por primera vez coparticipar junto a los colorados en el gobierno.
No parece caprichosa la mención de Anacleto Medina, a quien los colorados consideraban un
traidor que se había pasado a los blancos y a quien le atribuían la responsabilidad por los
“Mártires de Quinteros”, la llamada “hecatombe”, un fusilamiento de un puñado de colorados
comandados por el general César Díaz.
Este alzamiento, que el Partido Nacional se atribuye, en su momento fue hecho por
combatientes que pertenecían al gobierno del Cerrito y la Defensa y la insignia que
levantaban era el Pabellón Nacional. Podemos considerar que fue un levantamiento
nacionalista más que del Partido Nacional. Sin embargo, este levantamiento es el primero en
el cual no intervienen potencias extranjeras (ningún ejército de Brasil ni de Argentina). Cuesta
encontrar un punto de contacto entre el MLN-Tupamaros y este alzamiento, salvo que están
enfrentado a la Asociación Rural del Uruguay y que históricamente a posterior vino un
militarismo.
El segundo tramo, que también viene desde hace 100 años donde poco “ha cambiado el país
para los pobres, en los rancheríos y en los cantegriles”10
, se fundamenta en un juego de
relaciones causales. Los mismos que siguen el poder causa todo el mal que se ve en los
pobres, para estos el tiempo pasa pero los avances no llegan a ellos.
Así los derechos humanos de primera generación, los que tratan esencialmente de la libertad y
la participación en la vida política y sirven para proteger al individuo de los excesos del
Estado, están apenas contemplados. Estos derechos de primera generación incluyen la libertad
de expresión y el derecho a un juicio justo no están siendo observados de acuerdo a la
proclama. Pero fundamentalmente la proclama reclama por los Derechos económicos,
sociales y culturales (derechos humanos de segunda generación que están relacionados con la
igualdad). Estos son los que aseguran a los diferentes miembros de la ciudadanía igualdad de
condiciones y de trato. Incluyen el derecho a ser empleados, a la educación, los derechos a
vivienda y a la salud, así como la seguridad social y las prestaciones por desempleo. Ninguno
9 BARRÁN, José P. y BENJAMÍN Nahum. Historia rural del Uruguay moderno. 1851-1914. Tomo I. Historia
rural del Uruguay moderno. 1851-1885. Ediciones Banda Oriental. Montevideo, 1967. pág. 223 10
HARARI, José. Contribución a la Historia del MLN. Tupamaros. Tomo II. Editorial MZ Ltda. Montevideo,
1986. Pág. 413
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
22
de estos derechos estaría siendo contemplado en el momento de la proclama, derechos
incluidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículos 22 al 27.
El siguiente intervalo está en función del anterior y es mediante la comparación organizada de
la información comparando diferencias y a partir de esa comparación, se apoya la tesis por
oposición. Según la proclama, la realidad uruguaya parece el desarrollo de un juego de suma
cero. Según la teoría de los juegos una situación en la que la ganancia o pérdida de un
participante se equilibra con exactitud con las pérdidas o ganancias de los otros participantes.
Como resultaría ser un juego cooperativo (los pobres contra los ricos) donde a la interna no
compiten, sino más bien se esfuerzan por conseguir el mismo objetivo y por lo tanto ganan o
pierden como grupo. En otras palabras, es un juego donde grupos de jugadores (coaliciones)
pueden tomar comportamientos cooperativos, pues el juego es una competición entre
coaliciones de jugadores más que entre jugadores individuales.
Sin embargo, este razonamiento se podría enmarcar como una trampa social, término
utilizado en psicología, ya que la situación lleva uno o varios individuos de un grupo a actuar
buscando un beneficio individual a corto plazo, tal que a la larga lleva a la comunidad a
pérdidas en su conjunto.
Una excepción parece ser Pacheco Areco que logra el cambio de grupo, pero ese mismo
hecho implica que adquiera todos los vicios del grupo (corrupción, etc.). Descartes se refería a
que con frecuencia en esta vida se alcanzan mayores recompensas con los vicios que con las
virtudes, así es que pocas personas preferirán lo justo a lo útil. Si seguimos esa línea de
pensamiento aquí no cabe la esperanza que en la política exista gente ejemplar y admirable,
que no mienta ni enrede, que no está dispuesta a callar bajo ningún concepto, ni a venderse.
El quinto tramo estaría en relación al primero en la medida, como 100 años antes, los
gobernantes se acercan a Brasil. Existe una acusación por fraude electoral que realiza la
proclama, que ya se había realizado, al otro día de realizado el acto eleccionario y “antes de
que se conocieran los resultados primarios, el Directorio del Partido Nacional sostuvo que
había irregularidades y denunció la desaparición de 90 urnas.”11
El término “abrasilerado” que le asigna a Bordaberry puede provenir de los informes que
trascendieron sobre un golpe por parte del Estado Mayor brasileño. En un operativo de 30
horas las fuerzas del III Cuerpo de Ejército cruzaría las fronteras y controlarían todo el
territorio uruguayo a partir del momento en que se confirmara un eventual triunfo electoral
11
Historia Reciente. Desde Hiroshima a las Torres Gemelas. Septiembre 2007. Diario El País de Montevideo.
Fascículo 22. Pág. 12
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
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frenteamplista. La dictadura brasileña estimaba incompatible para su Seguridad Nacional la
existencia de un gobierno de izquierdas en Montevideo.
El “operativo Poncho Verde” era un plan de control de los puentes sobre las grandes rutas
nacionales para detener el avance de los tanques brasileños, operación que a su vez era parte
de una tarea conjugada con el Partido Comunista y con los militares constitucionalistas del
grupo 1815 que se organizaban en torno al general Líber Seregni. El coronel Pedro Montañés
impulsaba el “Plan Contragolpe”. La dirección del Frente Amplio había recogido indicios que
fracciones de las Fuerzas Armadas planeaban un golpe de Estado en caso de que la coalición
ganara las elecciones. La coordinación la realizaban los coroneles Montañés, Carlos
Zufriategui e Ismael Castelao, por el MLN, Engler y Wasem, y por el Partido Comunista
Jaime Pérez y Ramón Aurelio Pérez González. Los coroneles reclamaron el control y mando
del Plan Contragolpe, a lo que el MLN aceptó, y en la repartición de tareas le concernió la
defensa de los accesos en la zona este de Montevideo, incluido el aeropuerto, en una acción
combinada con un grupo aerotransportado. El Partido Comunista se encargaba de los accesos
en la zona oeste, por donde se preveía un avance de la División de Ejército II, comandada por
el general Esteban Cristi.
Hasta el día de las elecciones existió una gran concentración de tropas brasileños sobre la
frontera, pero el Plan Contragolpe ya había sido desactivado porque los datos de las
encuestas “revelaban que de ninguna manera podía esperarse un triunfo del Frente Amplio el
28 de noviembre, y esa certeza la compartían quienes se habían propuesto el golpe militar.”12
Vuelve al esquema de enfrentamiento: “Cuando un rico roba, especula, estafa, la ley no lo
toca.”13
Al igual que ocurre con estos temimos contrarios, los dos principios postulados son la
negación el uno del otro y no susceptibles de recíproca asimilación.
Es interesante la posición que toma la proclama ante la perdurabilidad de las diferencias, en
este sentido, cabe distinguir el alejamiento de un dualismo dialéctico (cuando la oposición de
los dos principios es constitutiva de lo real e irresoluble, siendo por tanto los principios
eternos en su actividad) y asumiendo un dualismo escatológico (cuando se postula la
aniquilación o neutralización de uno de los principios). Nos vemos inducido a caracterizarlo
como un dualismo radical, antinómico, asimétrico y escatológico, además de contar similares
características al maniqueísmo.
La tortura era una metodología común en el Uruguay de ese tiempo y hasta se había creado
una Comisión Investigadora en el Senado para indagar. A la habitual aplicación del sistema
12
BLIXEN, Samuel. Op. cit. Pág. 208 13
HARARI, José. Op. cit. Pág. 414
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
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de tortura por parte de la Policía de Montevideo ahora se le agregaba las dependencias
militares. Sin embargo, no se respeta el artículo 3 de Conflictos no internacionales declara
acerca de las personas “puestas fuera de combate por enfermedad, herida, detención o por
cualquier otra causa, serán, en todas las circunstancias, tratadas con humanidad, sin distinción
alguna de índole desfavorable basada en la raza, el color, la religión o la creencia, el sexo, el
nacimiento o la fortuna o cualquier otro criterio análogo.”14
En todo caso, el Ejército, se cuidó
de no dar a la guerrilla el carácter de combatientes.
Algunas fuentes marcan que el acercamiento al sistema de tortura en el Ejército comienza
desde la época de Dan Mitrione. Instaló el programa de seguridad pública de Estados Unidos
en Uruguay que introdujo un sistema de tarjetas de identificación como en Brasil y la tortura
se volvió una rutina en la Jefatura de Policía de Montevideo. Mitrione había arribado sobre
fines de 1969 y comenzado una selección de personal policial para sus “cursos”. En este
contexto “algunos militares interesados por su superación cultural y profesional, movieron
influencias y lograron su inclusión en el primer grupo, es el caso del Coronel Buda, el
Coronel Hontou y un tal De Michelis, Teniente Coronel que también obtuvieron matrículas en
el primer grupo, pero por alguna razón, fueron sustituidos por un Capitán de Paysandú y otro
oficial del Interior.”15
Cerrando este tramo, de la proclama, vuelve sobre la idea de la humillación que sufre el
pueblo oriental. Por eso vuelve al alzamiento como en el cambio de siglo y aparece la figura
de Aparicio Saravia. Un caudillo que se hizo visible a fines del año 1896, cuando realizó un
frustrado intento revolucionario y terminó internándose en Brasil al cabo de pocos días. Pocos
meses después, en la revolución de 1897, marcó el comienzo del ascenso de su figura dentro
del Partido Nacional; de un colaborador espontáneo y jefe de una fuerza casi auxiliar, a
primera figura al encabezar un golpe contra la Junta de Guerra circunstancialmente presidida
por Duvimioso Terra. La imagen de Aparicio pasa de uno de los jefes destacados, pero sin
alcanzar la preeminencia, en cambio, en 1903 y 1904 la figura de Saravia es la que se destaca
claramente dentro de su partido.
14
Conferencia Diplomática para Elaborar Convenios Internacionales destinados a proteger a las víctimas de la
guerra. I. Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los heridos y los enfermos de las fuerzas
armadas en campaña. Ginebra, 1949 en http://www2.ohchr.org/spanish/law/convenio_ginebra.htm 15
PERDOMO, RICARDO. Yo soy Rufo… y no me entrego. Editorial Centro de Estudios Tierra. Estocolmo,
1999. Pág. 61
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
25
Existe, también, un error histórico ya que la frase citada no fue de una carta escrita en
Caraguatá sino en Cerro de Pereira el 10 de mayo de 189716
; en la carta de Caraguatá la frase
que mayormente se recuerda es “La patria es la dignidad arriba y el regocijo abajo.”
El tramo final de la proclama es donde justifica el accionar del comando Leandro Gómez y
ante lo anterior relatado y es por esa “razón que hoy ponemos fin a la tregua que
unilateralmente iniciamos antes de los comicios.”17
Si se buscara un paralelo con el siglo
XIX, la crisis en la sociedad rural, crisis latente desde el cercamiento, pero que no había
estallado por falta del adecuado encuadramiento político a nivel nacional que logra Saravia, a
una crisis de la década del 70 donde el “pobrerío” vuelve a ser el protagonista de las
revoluciones. Las diferencias entre estas dos revoluciones estarían dadas en que la de Saravia
no es claro que tuvieran, si es que alguna vez los tuvo, objetivos sociales y la de la proclama,
al menos en el discurso, si. No existe, en la historia del Uruguay, una figura del tipo Emiliano
Zapata que reclamara tierras y que ideológicamente aparecería más cerca del MLN-
Tupamaros que la distancia que existe con Aparicio Saravia.
En la asimetría de los contendientes (ricos contra pobres) existe una descompensación de
fuerzas a favor de los ricos. Lo que cabe esperar es que la situación conflictiva no persista
eternamente, sino que en cierto momento tenga lugar una resolución final y definitiva del
conflicto en detrimento de ellos. Este aspecto queda puesto de manifiesto en la noción de tres
tiempos o fases por las que transcurre la relación mutua (o ausencia de relación) entre los dos
grupos. El primer tiempo se refiere al momento que deviene en lo histórico (100 años), con la
prevalencia de los ricos; la segunda fase se refiere al momento de la proclama, en que las dos
magnitudes permanecen en conflicto; el tiempo final es donde el mundo conocido se colapsa,
desplomándose sobre sí mismo, y es el momento de la conflagración final. La victoria
obtenida comporta que el mal será definitivamente sellado, se obtiene así el tercer tiempo.
En la conclusión es cuando la proclama adquiere el carácter mesiánico y más que analizar la
realidad anuncia profecías para un futuro venturoso. La “tierra prometida” está al alcance y
llego el momento de tomarla.
4. CONCLUSIONES
La política puede verse desde dos polos: el primero, como un medio para resolver conflictos
sociales. Se entiende como un instrumento y no como fin. Su función es de comunicación
16
SARAVIA, Nepomuceno H. Memorias de Aparicio Saravia. Editorial Medina. 1956. Pág. 90 17
HARARI, José. Op. cit. Pág. 414
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social; facilitar el diálogo y encontrar respuestas. El segundo, en cambio, ve en la política una
forma de suprimir al “otro”. De vencer al contrario e imponer las ideas propias. De ahí que no
busque el diálogo ni la reconciliación, sino la victoria sobre el otro.
No resulta fácil pronosticar resultados al adoptar la primera forma. Todo depende del
entendimiento, del acuerdo que se concrete y de qué tanto se respete y lo hagan respetar. En
cambio, bajo el segundo modelo, parece fácil pronosticar las consecuencias que se tendrían al
adoptarlo. Este fue el modelo que rigió durante la Edad Media (los católicos y sus
“enemigos”), una política del estilo “amigo-enemigo”. Donde la otredad, la disidencia y la
discusión crítica no tienen cabida. Son suprimidos, atacados y mal vistos.
Esta realidad fue la que se instaló en el Uruguay de los 60 y los 70, con el resultado de una
Dictadura cívico-militar. Pero la proclama no es ajena a esta forma de entender esta realidad,
si existe una diferencia es en el resultado de este enfrentamiento.
La proclama entra en el esquema de Mani, profeta persa del siglo III, basado en un rotundo
dualismo, que dibuja un mundo dividido en dos partes puras que desde sus antagonismos
están condenados a eliminar uno al otro: “Quien no está conmigo, está contra mí”.
Pero si todos somos responsables de la situación que vivimos, la sociedad en su conjunto no
aparece en la proclama. Esta parece dilucidar una lucha entre dos “élites”, una queriendo
subyugar al “pueblo oriental” y la otra defendiéndola. Hasta podríamos decir que se repite el
debate del siglo XIX: ¿Civilización o Barbarie?
A nuestro entender la elección de figuras históricas, si bien es novedosa y existe una relación
de que todos se alzan contra el Partido Colorado, no es posible seguir una línea común hasta
la actualidad de la proclama. De los alzamientos, en el siglo XIX, no puede concluirse que era
en defensa del “pueblo oriental, ofendido y humillado”, no logramos encontrar que ellos
tengan aspiraciones sociales, como tampoco podríamos concluir que el alzamiento, del MLN-
Tupamaros, lo tenga. El levantamiento de Timoteo Aparicio y Anacleto Medina era
netamente político. Igualmente se puede decir de los alzamientos de Aparicio Saravia, donde
existe una sublevación política partidista, de adhesión a la divisa y objetivos políticos, aunque
puede que sus tropas podían tener objetivos sociales. Fue una lucha por el Gobierno, pero
embellecida al calor de una divisa y algún padecimiento común de jefes y tropa. Se vuelve a
intentar presentar la misma contradicción entre clases conservadoras y pobrerío, en el siglo
XIX rural o nacional en el siglo XX, que tiene el peso que quien no está con una, está con
otra. En la disquisición no parece haber espacio para una opción de neutralidad.
Tal vez la única coincidencia sea el tratar de mantenerse lejos del enemigo, Saravia lejos de
las vías férreas y la columna Leandro Gómez lejos de las carreteras en lo profundo del monte.
Nacional IV Trabajo Final – La Proclama de Paysandú
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La proclama, a nuestro entender, plantea el concepto de vanguardia. Ser vanguardia es ejercer
el rol político e histórico de mediador del autoaprendizaje político del pueblo por medio de la
lucha. La respuesta de Lenin es la teoría del Partido como vanguardia. Con ello, el problema
se traslada a cómo organizar de manera política e históricamente eficaz esa vanguardia. Sin
embargo, este concepto no se aleja del concepto de élite, la cual a juicio de Pareto, esta
integrada por miembros “superiores” de una sociedad, por aquellos a quienes sus cualidades
eminentes deparan poder o prestigio. Un grupo minoritario del sistema social se encargara de
dirigirlo y que esta minoría se distanciara y escapara del control de la mayoría. Por lo tanto,
un primer y único acotamiento es el de contraponer la élite a la parte de la población excluida
de la misma, la no-élite (élite vs masa).
Por lo demás, a la luz de esta noción de élite es preciso comprender la teoría de la
“circulación de las élites”. De acuerdo con esta teoría, la pertenencia a la élite no es
necesariamente hereditaria, no se transmite de padres a hijos. Se produce pues una incesante
sustitución de las élites antiguas por otras nuevas, salidas de las capas inferiores de la
sociedad. La circulación de las élites concurre al mismo tiempo que el cambio social, porque
trae consigo a su vez la circulación de las ideas. La teoría de las élites es tanto una negativa al
historicismo del siglo XIX como una reacción ante el modelo dicotómico marxista.
La frase de Pareto: “la historia es un cementerio de aristocracias” podemos considerarla como
antítesis del dicho de Marx: “la historia...es la historia de la lucha de clases”, aunque ambas
pueden servir como corolarios para la proclama.
5. BIBLIOGRAFÍA
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