PUEBLO PERDIDO DE LA QUEBRADA El RECINTO XVIII Acuña Gabriel Eduardo
Universidad Nacional de Catamarca Secretaría de Ciencia y Tecnología – Editorial Científica Universitaria
ISBN: 978‐987‐661‐057‐5
CAPÍTULO I CARACTERIZACIÓN DEL ÁREA
Características ambientales y geológicas
El sitio Pueblo Perdido de la Quebrada (PPQ) se encuentra ubicado en las primeras
estribaciones de la Quebrada de El Tala, en el departamento Capital de la Provincia de
Catamarca (Figura I.1). Su emplazamiento lo convierte en una vía de circulación y
articulación entre el Valle Central y la Sierra de Ambato-Manchao (Figura I.2).
Figura I.1: Ubicación de PPQ en la provincia de Catamarca, departamento Capital.
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El “Valle de Catamarca”, es en realidad una depresión tectónica, está surcado por
los ríos de Los Puestos-del Valle y Paclín-Santa Cruz, que corren en forma paralela en
dirección norte-sur. El valle está delimitado, al norte, por las últimas estribaciones de las
sierras de Fariñango y Graciana, mientras que al sur se diluye en los llanos de la Rioja; al
oeste se ubica la sierra de Ambato-Manchao y, al este, la sierra del Alto-Ancasti (Morlans
1995).
El cordón del Ambato-Manchao se caracteriza por tener un relieve muy abrupto e
irregular que genera una alternancia de microclimas. La Quebrada del El Tala tiene sus
nacientes en estas cumbres, y está recorrida en toda su extensión por un río que lleva el
mismo nombre, de buen caudal y régimen permanente (Morlans 1985).
Figura I.2: Imagen satelital en la que se observa la situación de PPQ como lugar de articulación entre el Valle Central y la Sierra de Ambato‐Manchao.
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La Quebrada del El Tala presenta el típico perfil transversal en “V”. Las quebradas
subsidiarias son numerosas y son del mismo tipo que la quebrada principal. (Juárez 1986).
La cuenca del río El Tala está muy bien drenada. Con numerosos cursos de primer
orden, se trata de un sistema marcadamente torrencial. El diseño de la red hidrográfica está
controlado por las altas pendientes y por las estructuras de las gargantas que en las partes
más bajas son susceptibles a la erosión (Juárez 1986).
Las cuencas de los ríos Las Juntas, Huañomil y El Tala drenan el flanco oriental del
cordón Ambato-Manchao volcando sus aguas en el río del Valle (García Salemi e Ibáñez
1989).
Geológicamente la Quebrada del Tala, como parte del cordón montañoso del
Ambato-Manchao, pertenece a las Sierras Pampeanas Noroccidentales (Morlans 1995,
González Bonorino 1978). Se caracterizan por presentar estrechos valles y amplios
bolsones alternando con bloques o cordones elevados que están compuestos por un
basamento precámbrico de metamorfitas y granitos como elementos principales, con
depósitos terciarios (areniscas, arcosas, conglomerados cementados) y cuartarios
(fanglomerados, limos-arenosos, arenas, etc.) que se conservan en las áreas proximales de
los pies de monte (Merea Llanos 1981) (Figura 1.3).
Las características orográficas determinan un clima sumamente influido por la
configuración del relieve, donde el Ambato-Manchao oficia de barrera a la influencia de
los vientos húmedos del norte y del este. Las precipitaciones son estacionales, siendo el
verano la estación más lluviosa (García Salemi e Ibáñez 1989).
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Edafológicamente integra la asociación Capayán (Da Silva et al. 1983), que se
caracteriza por una pedregosidad extremadamente alta. Se dice que “…la relación
clastos/matriz es variable pero los fragmentos gruesos llegan a presentarse en
proporciones tan elevadas que el suelo pierde todo valor agrícola.” (Da Silva et al. 1983).
Fitogeográficamente corresponde la provincia chaqueña y dentro de ésta, al Chaco
Serrano (Cabrera 1971; Morlans 1995); y también al Bioma de Bosque de Quebracho
Blanco y Algarrobo Negro (De la Orden 2005). Se caracteriza por una vegetación
dispuesta en cinturones o pisos donde cada uno presenta características particulares: un
primer piso de bosque serrano, el segundo formado por arbustos y pastos, y un tercero
constituido por pastizal de altura. La combinación de latitud, longitud y orientación
particular de las laderas influyen en los rangos altitudinales ocupados por cada piso
(Morlans 1995).
Figura I.3: Carta geológica con indicación de la ubicación de PPQ. (Tomado de González Bonorino 1978).
PPQ
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En el estrato arbóreo, las especies dominantes son el quebracho blanco
(Aspidosperma quebracho blanco), algarrobo negro (Prosopis nigra), algarrobo blanco
(Prosopis alba), mistol (Ziziphus mistol), chañar (Geoffroea decorticans), tala (Celtis tala),
brea (Cercidium praecox), palo borracho (Aspidosperma quebracho-blanco), y lata
(Mimozyganthus carinatus).
Entre las especies arbustivas se destacan jarillas (Larrea divaricata), (Larrea
cuneifolia), lata (Mimoziganthus carinatus), tintitaco (Prosopis torcuata), aromito (Acacia
caven), tusca (Acacia aroma), mistol del zorro (Castella coccínea), y abriboca (Maytenus
spinosa).
Las cactáceas que más se destacan son achuma (Trichocereus terscheckii), ucle
(Cereus validus), y cardón común (Stetsonia coryne).
Figura I.4: Regiones Fitogeográficas según Cabrera 1971. Tomado de la Secretaría de Medioambiente y Desarrollo Sustentable
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Además se encuentran chaguares (Puya spathacea), (Deuterocohnia longipetala),
bromeliáceas epifitas de los géneros Tillandsia, Usnea y Cuscutas, como cabello de ángel
(Cuscuta indecora).
Zoogeográficamente la zona de estudio se encuentra dentro del Distrito Subandino
que comprende la mayor parte de los valles interiores y zonas de elevación media en
Argentina; se caracteriza por presentar una fauna muy variada (Cabrera y Yepes 1960).
Entre las especies animales se encuentran mamíferos como el gato montés
(Oncifelis geoffroyi), mara (Dolichotis patagonun), conejo de los palos (Pediolagus
salinicola), vizcacha del cerro (Lagidium viscacia), vizcacha (Lagostomus maximus),
comadreja (Didelphis albiventris), quirquincho bola (Tolypeutes matacus), pichiciego
(Chalmyphorus truncatus), taruca (Hippocamelus antisensis), corzuela colorada (Mazama
americana), zorro gris (Pseudalopex griseus), zorro colorado (Dusieyon culpacus
andinus), zorrino chico (Conepatus castaneus calurus), murciélago orejón (Histiotus
montanus montanus), ratón de los palos (Marmosa pallidor) y oculto (microcavia
astralis).
Los reptiles que más se destacan son la yarará (Bothops neuwiedi diporus),
lampalagua (Constrictor constrictor occidentalis), víbora de la cruz (Bothrops alternatus),
iguana colorada (Tupinambis rufescens), iguana overa (Tupinambis teguxin), viborita
ciega (Amphisbaenidae), lagartijas (Tropiduridae)
Entre la aves se registran la urpilla (columbrina picuí), paloma torcaza (Columba
maculosa), paloma mediana (Zenaida auriculata), paloma pumpuna (Leptotila verreauxi),
jote de cabeza colorada (Cathartes aura), jote de cabeza negra (Coragyps atratus), suri
(Rea americana), hornero (Furnarius rufus), charata (Ortalis canicollis), pava del monte
(Penepole oscura bridgesis), perdiz silvona (Nothoprocta pentlandii) y carpinteros
(Melanerpes cactorum)
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Entre los insectos, solo por mencionar algunos órdenes, se encuentran coleópteros,
lepidópteros, fasmídos, himenópteros, hemípteros, mantodeos. Algunos sobresalen por su
utilidad, como lepidópteros que producen seda, cochinillas (Dactylopius coccus),
utilizadas para teñir, y otros que son comestibles como son las langostas (Orthoptera) y
los gorgojos (Curculionidae), abejas, (Himenoptera) de las cuales se utiliza la miel y la
cera y algunos perjudiciales como la vinchuca (Triatoma infestans). Cabe aclarar que los
curculiónidos son plaga de los alimentos almacenados aunque sean comestibles, y los
ortópteros son plaga de los cultivos.
Como mencionáramos al comienzo, en la quebrada de El Tala se encuentran
emplazados numerosos sitios arqueológicos, uno de los cuales es PPQ (Kriscautzky y
Togo 1996) (Figura 1.5).
Figura I.5: sitios arqueológicos cercanos a PPQ.
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Investigaciones arqueológicas en la Quebrada de El Tala
Las investigaciones arqueológicas en La quebrada de El Tala comenzaron en la
primera década del siglo XX, cuando el Padre Antonio Larrouy publica “Los Indios del
Valle de Catamarca” (Larrouy 1914). En este trabajo se hace mención a construcciones
emplazadas en los faldeos de los cerros de la quebrada que nos ocupa, pero no se les
asigna funcionalidad, tampoco época a la que corresponden, ni se pregunta quienes fueron
sus constructores.
En 1929 Adán Quiroga realiza una visita a la zona de la Quebrada de El Tala.
Aunque no puntualiza el lugar exacto donde realizó sus observaciones, pone mucho
énfasis en la descripción de los restos arquitectónicos; señala "...el cerro albergaba una
abundante población indígena (...) No hay rigurosidad del monte por pequeña que sea, que
no esté cruzada de antiguas construcciones..." (Quiroga 1929 tomado de Ardissone 1944:
94 - 95).
A mediados del mismo siglo, Romualdo Ardissone publica “La Instalación
Humana en el Valle de Catamarca. Estudio Antropográfico,” trabajo en el cual plasma sus
observaciones sobre el aspecto físico y climático del área (Ardissone 1944). El autor
realiza un estudio en la zona de Las Juntas, en la confluencia del curso del Río de las
Trancas, con el de Las Juntas, donde encuentra andenes de cultivos. Sostiene que estas
construcciones tuvieron una finalidad agrícola, al tiempo que sirvieron de freno a la
erosión (Ardissone 1944).
En el año 1972, lleva a cabo investigaciones en un sector de la quebrada el Dr.
Omar Barrionuevo, en el sitio denominado "Yacimiento Paso del Obispo" ubicado a la
altura del Km. 15 sobre la ruta provincial N° 4 (Barrionuevo 1972).
Este trabajo resulta importante pues hace referencia a las primeras excavaciones
arqueológicas que se realizaron en la Quebrada de El Tala. Se describen la arquitectura
usada en viviendas, andenes de cultivo, enterratorios bajo los pisos de ocupación y los
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materiales de diversa ergología provenientes de excavación. Atribuye a la cultura de La
Aguada, los vestigios analizados.
A partir de 1981 se inician las investigaciones en el valle central, a cargo del Dr.
Néstor Kriscautzky y su equipo, con el propósito de indagar acerca de las Estrategias
Adaptativas de las Sociedades del Formativo en el Valle de Catamarca (Kriscautzky
1995). Se realiza una prospección en el departamento Capayán, en la parte alta del cerro
Ambato, cuencas de los ríos Ambato, El Potrero y El Tala, así como también en otras
localidades.
Posteriormente, en 1988, este mismo investigador puso en marcha un nuevo
proyecto titulado “Investigación Arqueológica y Generación de Recursos con la puesta en
valor turístico de los Sitios Arqueológicos de Catamarca” (Kriscautzky 1995).
Es a partir de ese momento que se iniciaron las investigaciones en el sitio Pueblo
Perdido de la Quebrada, las que continúan ininterrumpidamente hasta la actualidad.
Posteriormente también se expandirían a todo el ámbito de la Quebrada de El Tala y en
diversos sectores del fondo de valle.
En el año 1991, Kriscautzky, Córdoba y Puentes, publican "El Formativo en el
Valle de Catamarca, Salvataje de un Sitio Arqueológico de Aguada Portezuelo". Los
autores describen los materiales recuperados en el sitio Peschiutta, que habría ocupado los
sectores más bajos del valle (Kriscautzky, Córdoba y Puentes 1991). Es éste el primer
trabajo de investigación arqueológica que aborda estratigráficamente el registro
arqueológico de un sitio asignable a Aguada Portezuelo.
En 1992 se publica "Arqueología y Generación de Recursos, con la Puesta en
Valor Turístico de las Ruinas Rescatadas por las Excavaciones" (Kriscautzky 1992). En
este trabajo el autor propone concentrar las actividades en el sitio Pueblo Perdido de la
Quebrada, enmarcadas dentro de un proyecto de investigación que encara en forma
conjunta dos objetivos principales: la investigación científica y el desarrollo turístico.
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Pone énfasis en el sitio Pueblo Perdido de la Quebrada, del que menciona diversos
atributos como el patrón de asentamiento, sistema de construcción, materia prima
utilizada, etc.
Basándose en esta caracterización, Kriscautzky (1992) concluye que estos atributos
son propios del Valle Central y laderas del Ambato; pero diferentes de los sitios Aguada
del Oeste y de los conocidos para el resto de Catamarca
En 1995 se publica “Avances en la Arqueología del formativo Inferior en el valle
de Catamarca” en la cual Kriscautzky condensa información producto de tres años de
trabajo en la Quebrada de El Tala (Kriscautzky 1995). Presenta una amplia descripción y
clasificación de la diversidad de restos edilicios identificados y una caracterización del
material alfarero obtenido de excavación y de recolecciones superficiales. Estos rasgos
fueron considerados como propios de la zona del Valle Central y de las laderas del
Ambato. En base a los fechados obtenidos -que van entre 1770 A. P. y 1480 A. P.-
determina la contemporaneidad, dentro de un largo margen de tiempo, de las estructuras
presentes en el valle central y las asigna a la cultura La Aguada. Además, presenta planos
de diferentes sitios arqueológicos, entre ellos el de PPQ.
En 1996 Togo y Kriscautzky publican “Asentamientos Humanos Prehispánicos y
Uso del Espacio en el Valle de Catamarca", donde presentan los resultados de las
investigaciones efectuadas en numerosos sitios del Sur del valle Central (Togo y
Kriscautzky 1996). Analizan sitios emplazados en diferentes geoformas, identifican
diferencias en los tipos cerámicos, sosteniendo que en las partes altas del Valle central
predomina cerámica asignable a Aguada y sus variantes tipológicas clásicas, mientras que
en los sectores bajos, el material cerámico predominante corresponde a los tipos Aguada
Portezuelo. Este último se encuentra asociado a estructuras construidas en materiales
perecibles.
También se pública “Nuevos Aportes en la Arqueología del Valle de Catamarca”
(Kriscautzky 1996-1997a). Aquí se presentan los resultados de varios fechados
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radiocarbónicos obtenidos hasta ese momento, y se realiza una somera descripción de los
sitios de donde provienen las muestras para el análisis. Se realiza una nueva descripción
del sitio Pueblo Perdido de la Quebrada y presenta un plano mas actualizado del mismo.
En el mismo año es publicado "Sistemas Productivos y Estructuras Arqueológicas
Relacionadas con la Producción Agropecuaria en el Valle de Catamarca (Kriscautzky
1996-1997b). Se aborda la diversidad de sitios presentes a nivel quebrada y fondo de
valle, los cuales son atribuidas a diferentes modos de producción, caracterizándolos de
acuerdo al lugar de emplazamiento en cual se encuentran.
Kriscautzky y Togo (1996–1997) publican “Análisis comparativo entre los sitios
Aguada del departamento Pomán y el Valle de Catamarca” en el cual proponen la
existencia de notables diferencias entre los sitios del Depto. Pomán y los del Valle de
Catamarca. Las mismas se observan a través de la alfarería y en los tipos de construcción
indicando la posible existencia de "fronteras" entre ambas zonas. Afirman que los sitios
del departamento Pomán contienen mayores elementos del Oeste Catamarqueño y de toda
la franja que corre a lo largo del salar de Pipanaco, Bañado de los Pantanos, Tinogasta y
la Provincia de La Rioja. Al mismo tiempo encuentran sitios pertenecientes a Ciénaga y a
grupos del tardío como Santamariano, Belén e Inca, que no habían sido encontrados, hasta
ése momento, en el Valle de Catamarca. No encuentran evidencia de verdaderas barreras
ecológicas infranqueables entre ambas depresiones, pero mencionan la existencia de
numerosos pasos entre un lado y el otro del Ambato, proponiendo que deben haberse
producido contactos, pero sin embargo esta frontera es muy evidente.
En el año 1999, Kriscautzky presenta una caracterización en la cual agrupa los
sitios que se encuentran en la quebrada. Éstos varían según las condiciones
geomorfológicos, el paisaje y la función que cumplen; es a partir de estos atributos que
crea una tipología para los diversos sitios de la quebrada (Kriscautzky 1999a).
En el mismo año se publica el libro “Arqueología de Catamarca. Desde su
Poblamiento Hasta la Conquista Española”. Se trata del primer trabajo de síntesis, en el
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que se integra y expone un panorama general basado en la información recobrada en todos
esos años de investigación en el Valle central de Catamarca (Kriscautzky 1999b).
“Arqueología del Fuerte Quemado de Yokavil” también se publicó en 1999. En la
introducción de este trabajo Kriscautzky plantea que, para el valle Central, las condiciones
climáticas y los cambios en la conformación social fueron las causas que permitieron
realizar grandes obras de infraestructura. Como señala el autor, “todo ello sostenido por un
sistema ideológico-religioso fuerte, con una organización por lo menos a nivel de
señoríos.” (Kriscautzky 1999c: 35).
Kriscautzky y Lomaglio (2000), presentan un trabajo denominado “¿Aguada o
Aguadas en el Valle de Catamarca?”. En él plantean una larga tradición de Aguada en el
valle de Catamarca, la que dividen en tres etapas. En primer lugar, Aguada Inicial, que
habría tenido su origen en el valle de Catamarca, asignada a los primeros siglos de la Era;
se encuentra asociada a materiales Condorhuasi y Ciénaga. En esta etapa se encontraría la
ocupación de PPQ. En segundo lugar, Aguada Clásica que se corresponde con la descripta
para Hualfín y el Oeste de la provincia, y finalmente un Aguada Final, caracterizada por
Aguada Portezuelo del valle Central, el Este Catamarqueño y parte del área Chaqueña.
Cada etapa tiene características propias pero mantiene algunas manifestaciones en
forma particular de la que le precedió, por lo que se habrían desarrollado en transcurso del
tiempo sin solución de continuidad (Kriscautzky y Lomaglio 2000).
Puentes (2000) presenta un avance de sus investigaciones en el sitio El Peñón.
Plantea que el uso diferencial del espacio representa el éxito logrado a través de una
creciente complejización tecnológica y social. Esto habría sido logrado a partir de un
conocimiento pormenorizado de especies domésticas, con un desarrollo tecnológico que
perfeccionó un sistema de control de erosión asociado con el manejo del agua para riego.
Alvarez, en el año 2001, presenta su trabajo de tesis de licenciatura. Se trata de los
resultados de sus investigaciones en el sitio Mogote del Carrizal. Efectúa la
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caracterización de un tipo particular de restos arquitectónicos a los cuales denomina
estructuras compuestas. Estas habrían tenido una finalidad mixta: agrícola y residencia de
ocupación transitoria y temporaria (Alvarez 2001).
En el trabajo “El Sitio Mogote del Carrizal y su Relación con Otros
Emplazamientos Ubicados en la Quebrada de El Tala (Depto. Capital– Catamarca)”
Alvarez, realiza un estudio comparativo entre el sitio Mogote del Carrizal y otros
emplazados en diferentes sectores de la quebrada, tomando al material alfarero y la
arquitectura como elementos de comparación. Concluye que a pesar de las diferencias
observadas, se encuentran evidencia suficiente para establecer vínculos entre Mogote del
Carrizal y los restantes emplazamientos, incluyendo a Pueblo Perdido de la Quebrada y
Pezuña de Buey, considerados sitios tempranos (1650-1550 AP). El autor señala que
“…Mogote del Carrizal habría pertenecido al sistema de sitios presente en la quebrada,
por el material alfarero recobrado, se correspondería a un sitio Tardío, correspondiente a
los últimos momentos de Aguada en el valle.” (Alvarez 2000-2001: 67).
Puentes (2003) expone los resultados de sus investigaciones llevadas a cabo en el
sitio El Peñón relacionados al control de cuenca, manejo hidráulico y uso del espacio.
Señala que existe un uso diferencial del espacio a partir de un eficiente modelo de control
de cuenca, el cual se da a partir de una creciente complejización social y tecnológica
(Puentes 2003).
En el trabajo de Lomaglio y Kriscautzky (2005), se describen los tipos de
deformación craneal y los enterratorios excavados en el Valle de Catamarca y sierras de
Ambato (Lomaglio y Kriscautzky 2005). Para Aguada inicial los cuerpos se enterraban
extendidos y predomina la deformación tabular erecta; en Aguada final los cuerpos se
hallan de espaldas con las piernas flexionadas y la cabeza apoyada en una piedra, y se
observan diferentes patrones de deformación tabular.
En el mismo año se publica un trabajo en el cual se describe una tumba
perteneciente al periodo Aguada inicial, que se encontró bajo el piso de una vivienda. Por
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el tipo de ofrendas asociadas pertenecería a un personaje de cierta importancia.
(Kriscautzky et al. 2005).
También en el año 2005, Puentes propone que las poblaciones prehispánicas de la
Quebrada de El Tala supieron administrar la información extraída del ambiente, que se
manifiesta con un manejo y control del espacio de manera racional y un manejo integral
de los recursos (Puentes 2005).
En el año 2006 se publica un trabajo comparando el sitio Pueblo Perdido de la
Quebrada, con otro sitio cercano denominado Pueblo Perdido de la Quebrada II (López et
al. 2006). Ambos sitios se encuentran a 200 metros de distancia entre sí. Se analiza la
arquitectura y la distribución de los recintos, llegando a la conclusión que PPQ II es un
espacio no residencial y que corresponde a un sector vinculado a PPQ para una actividad
específica.
En el año 2006 se presenta un trabajo denominado “El patio como espacio físico
articulador de actividades: sitio mogote del carrizal (Qda. de El Tala – Depto. Capital): un
caso de estudio.” (Alvarez et al. 2006). Se describen los trabajos realizados en el sitio
anteriormente nombrado, los cuales tienen la finalidad de precisar aspectos funcionales y
estructurales del mismo. Además se define al patio como un lugar donde se llevarían a
cabo las actividades domesticas.
Alvarez et al. (2007a) realizan un estudio en la ladera oriental del cerro Colorado,
donde detectan una gran cantidad de estructuras, la mayoría de las cuales serían
emplazamientos agrícolas. Realizan una clasificación de estas estructuras y llegan a la
conclusión de que en la Quebrada del Tala se practicó una agricultura intensiva para el
momento de Aguada. (Alvarez et al. 2007a).
“Planificación Agraria y tecnología agrícola prehispánica: investigaciones en el
tramo superior de la quebrada de El Tala. (depto. Capital – Catamarca)” de Alvarez et al.
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(2007 b) define un nuevo tipo de estructuras agrícolas que se encuentran en la cima del
Cerro Colorado. Además proponen que los habitantes de la Quebrada de El Tala supieron
adaptarse y modificar el paisaje transformándolo en un espacio útil a sus propósitos.
Ese mismo año se publica un trabajo sobre Pueblo Perdido de la Quebrada II,
donde se describe un recinto circular y el material arqueológico recuperado de él. Se
destacan diferencias y similitudes con respecto a Pueblo Perdido de la Quebrada. (López
2007).
Puentes et al. (2007a) propone que los grupos que habitaron la Quebrada de El
Tala, supieron administrar la información extraída del ambiente a través de sistemas
concretos de cognición y percepción que seleccionaron la información más útil y
adaptables a la geografía serrana. Los mismos están evidenciados a través de las múltiples
estructuras presentes en esta área (Puentes et al. 2007a)
“Ordenamiento territorial con fines agrícolas en el periodo formativo. Cerro
Colorado depto. Capital. Pcia. Catamarca.” (Puentes y Fiant 2007b) plantean que en los
tiempos del formativo superior para la zona de estudio, el espacio era concebido y
administrado a través de un modelo articulado, donde el uso diferencial del suelo alcanzó
un equilibrio dinámico logrado con una tecnología capaz de maximizar la heterogeneidad
ambiental.
En 2007 se presentó el trabajo “Arqueoentomología: Métodos de Recuperación en
PPQ”, en marco del 2do Congreso Argentino de Arqueometría (Acuña et al. 2007a) Se
presenta el primer trabajo en Argentina donde se discuten los métodos y técnicas de
recuperación de restos de insectos con propósitos arqueológicos, basados en el análisis de
sedimentos de diferentes recintos del sitio PPQ.
Acuña et al. (2007b) plantean una alternativa para estimular la valoración del
patrimonio cultural tomando como sitio piloto a PPQ. Se parte del supuesto de que los
sitios arqueológicos, como paradigma del patrimonio cultural, integran elementos del
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paisaje, la geografía y la historia., constituyendo no sólo un atractivo, sino también un
importante recurso que debe ser aprovechado.
“Pueblo Perdido de la Quebrada: Estructura XVIII” presenta los resultados
preliminares de los análisis realizados en el recinto XVIII de PPQ. Se propone que el
mismo fue utilizado como un lugar de procesamiento y almacenaje de líquidos (Acuña et
al. 2007c), en base al estudio preliminar de los materiales recuperados en excavación.
Acuña (2007d) plantea la importancia de la utilización de los restos de insectos en
el Pueblo Perdido de la Quebrada, para la realización de análisis ambientales y estudios
sobre procesos de formación de sitios.
“Arqueología generación de Recursos y concienciación Social” es un trabajo
donde se plantea la importancia de la preservación de los sitios arqueológicos del valle
central de Catamarca y lo fundamental de llevar información a todos los sectores sociales.
Se toma a PPQ como un espacio de articulación entre lo el sector académico y el sector
social (Acuña et al. 2007e).
El sitio Pueblo Perdido de la Quebrada
En este apartado se hará una breve descripción del sitio Pueblo Perdido de la
Quebrada, y del recinto XVII, sobre el cual se realizó la presente tesis.
El sitio PPQ habría sido ocupado en momentos correspondientes a La Aguada
Inicial. Los fechados radiocarbónicos han arrojado edades entre 1520 y 1770 AP
(Kriscautzky y Lomaglio 2000).
Arquitectónicamente, se trata de un poblado planificado que se asienta sobre un
aterrazamiento formado a partir de depósitos aluviales fanglomerados (González Bonorino
1978); se emplaza a una distancia de 50 metros del río El Tala, y a unos 40 metros por
encima de él. Esta terraza habría sido también modificada artificialmente, en su plano
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horizontal general. Está formado por unos cuarenta recintos de formas cuadrangulares que
se distribuyen en sentido Este-Oeste, rodeando y cercando un área central de uso común
que se orienta hacia el sur. Una gran muralla de contención es común a casi todos los
recintos (Kriscautzky 1996-1997a).
Los recintos fueron clasificados en dos grupos: cerrado y abiertos. Los cerrados
son los que tienen forma geométrica completa, con los cuatro lados, tengan o no las
aberturas de comunicación, las cuales pueden estar clausuradas. Los recintos abiertos son
los que carecen de un muro, generalmente es el que da al sur (Kriscautzky 1996-1997a).
Además, se pueden diferenciar tres sectores en el sitio. El primero está formado
por una serie de estructuras unidas entre sí conformando un agrupamiento de recintos
cuadrangulares pequeños, de un promedio de 4x4 m. con sus aberturas de comunicación
mirando hacia el Sur; o hacia los espacios abiertos. Este conjunto de estructuras estaría
evidenciando la presencia de grupos familiares ya que 3 o 4 recintos cerrados y uno
abierto compondrían una unidad familiar, con un patio (espacio abierto de uso
compartido), una estructura de almacenaje y un par de habitaciones.
A continuación, en el segundo sector, los recintos se encuentran ubicados en forma
lineal, en algunos casos unidos por paredes medianeras y comprenden la mayor porción
del sitio en extensión, los mismos son de mayor tamaño (10x10 m.). Algunos poseen en
uno de sus ángulos un recinto menor de 3x3 m. En este sector se destaca la presencia de
más de una construcción de grandes dimensiones, que habrían funcionado como corral.
Al final de este alineamiento (hacia el Oeste) se encuentra un nuevo agrupamiento
de estructuras –tercer sector-, que corta la alineación. Este sector corresponde a la porción
más alta del sitio, en donde se registra una diferencia de tres metros con respecto al primer
agrupamiento. La serie de estructuras en este sector están alineadas en sentido Norte–Sur,
observándose en el extremo Norte una serie de alineaciones de piedras que se entrecruzan
y se encuentran de forma escalonada unas con otras, las cuales conformarían una
estructura de característica monticular.
PUEBLO PERDIDO DE LA QUEBRADA El RECINTO XVIII Acuña Gabriel Eduardo
Universidad Nacional de Catamarca Secretaría de Ciencia y Tecnología – Editorial Científica Universitaria
ISBN: 978‐987‐661‐057‐5
Una vista en planta nos permite observar que el sitio muestra una característica
forma en “U” (Kriscautzky 1995:67), la que en toda su extensión rodea y encierra un área
central identificada como patio central o plaza hundida en la que no se observan restos de
construcciones. Esta se encuentra a un nivel más bajo en relación con la cota en la cual se
localizan los restos edilicios, todo este sector deprimido corresponde al sector sur del sitio.
La mayoría de las construcciones fueron realizadas con paredes de piedra canteada
de tipo metamórfica, empleando una técnica denominada muro de tres cuerpos técnica de
edificación recurrente en los numerosos sitios identificados a lo largo de la Quebrada de
El Tala (Kriscautzky 2000), que consiste en la edificación de paredes a partir de dos
alineaciones de piedras, las cuales fueron enterradas unos 0,10 a 0,15 m. verticales y
paralelas entre sí, con una separación promedio de unos 0,60 cm. aunque existen paredes
que superan el metro de espesor. La piedra utilizada a estos fines comprende grandes
bloques los que con frecuencia superan el metro (1,00 m.) conformando una especie de
cajón el cual fue rellenado con cascajos, residuos y barro, este último cumplió también la
función de mortero. Sobre estas se disponen piedras en forma horizontal con la clásica
técnica de construcción en pirca, formando lienzos muy parejos.
Figura 1.6: Plano de PPQ con la ubicación del recinto XVIII.
PUEBLO PERDIDO DE LA QUEBRADA El RECINTO XVIII Acuña Gabriel Eduardo
Universidad Nacional de Catamarca Secretaría de Ciencia y Tecnología – Editorial Científica Universitaria
ISBN: 978‐987‐661‐057‐5
A partir de las excavaciones realizadas en diferentes estructuras, se pudo
determinar que los recintos no registran más que una ocupación (Kriscautzky 1996-
1997a). Además se pudo establecer la funcionalidad de algunos recintos; los abiertos
funcionaron como galerías o patios, debidos a la gran cantidad de restos que evidencian
una actividad cotidiana o doméstica. Los recintos cerrados tienen pocos restos de
actividades por lo cual tendrían funciones de habitaciones y solo se los utilizarían en
épocas de mal tiempo (Kriscautzky 1996-1997a). Las estructuras de almacenaje son
similares a los recintos cerrados pero poseen divisiones internas, “las que servían cómo
depósitos para materiales comestibles tienen aberturas de comunicación pequeñas de no
más de 0,50 m. de ancho, con fogones estructurados y grandes recipientes para el
almacenaje de comida, a diferencia de otros con aberturas de comunicación de más de un
metro, que guardarían elementos como textiles y cesterías” (Kriscautzky 1996-1997 a:
30).