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RAÍCES HISPÁNICAS LIBERALES - … · poder llamar hoy liberal al que aboga por la libertad. Y...

Date post: 22-Sep-2018
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RAÍCES HISPÁNICAS LIBERALES Por: El Justicia de Aragón Liberalismo. Es voz nueva, derivada de liberal, que hasta nuestros días ha significado dadivoso, tal vez porque el que da libra o liberta de una independencia incómoda: en este sentido decían los antiguos españoles liberación, porque teniendo más parte en ellas el espíritu que el cuerpo, parecen descargar a éste de un trabajo. Es un alivio para el que habla, y una adquisición para el diccionario poder llamar hoy liberal al que aboga por la libertad. Y liberalismo el conjunto de ideas opuestas a la servidumbre, sea la que fuese” Simón Rodríguez (1830). BREVE JUSTIFICACIÓN Acercarse hoy día a las ideas liberales siendo habitante de alguna sociedad hispanoamericana, suele implicar el comenzar a leer sobre las ideas y reflexiones de pensadores y actores de la vida pública de países de tradición anglosajona, como John Locke, Adam Smith, David Hume, James Madison, Alexander Hamilton y Thomas Jefferson, entre otros, lo que de inmediato hace creer que el liberalismo tiene su origen exclusivo en esa tradición, y que otras sociedades en las que estas ideas han tenido acogida y desarrollo, como podrían ser las escandinavas o algunas asiáticas, ello ha sucedido por asimilación o imitación de lo inventado y desarrollado en los países de habla inglesa. Si la curiosidad es mucha, o existe un interés más permanente en conocer qué es el liberalismo, la indagación puede llevar a estudiar los aportes a la causa de la libertad de personajes de países de habla no inglesa, alemanes, austríacos, franceses y eslavos–allí están Tourgot, Menguer, Humboldt, Constant, Popper, Rand y Berlín-, pero rara vez en las fuentes que se consultan o difunden desde los centros de pensamiento liberal, se incluyen las ideas y reflexiones de pensadores hispánicos desarrolladas, si bien con intermitencias, entre los siglos XVI y XIX, que
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RAÍCES HISPÁNICAS LIBERALES

Por: El Justicia de Aragón

“Liberalismo. Es voz nueva, derivada de liberal, que hasta nuestros días ha significado dadivoso, tal vez porque el que da libra o liberta de una independencia incómoda: en este sentido decían los antiguos españoles liberación, porque teniendo más parte en ellas el espíritu que el cuerpo, parecen descargar a éste de un trabajo. Es un alivio para el que habla, y una adquisición para el diccionario poder llamar hoy liberal al que aboga por la libertad. Y liberalismo el conjunto de ideas opuestas a la servidumbre, sea la que fuese”

Simón Rodríguez (1830).

BREVE JUSTIFICACIÓN

Acercarse hoy día a las ideas liberales siendo habitante de alguna sociedad

hispanoamericana, suele implicar el comenzar a leer sobre las ideas y reflexiones

de pensadores y actores de la vida pública de países de tradición anglosajona,

como John Locke, Adam Smith, David Hume, James Madison, Alexander Hamilton

y Thomas Jefferson, entre otros, lo que de inmediato hace creer que el liberalismo

tiene su origen exclusivo en esa tradición, y que otras sociedades en las que estas

ideas han tenido acogida y desarrollo, como podrían ser las escandinavas o

algunas asiáticas, ello ha sucedido por asimilación o imitación de lo inventado y

desarrollado en los países de habla inglesa.

Si la curiosidad es mucha, o existe un interés más permanente en conocer

qué es el liberalismo, la indagación puede llevar a estudiar los aportes a la causa

de la libertad de personajes de países de habla no inglesa, alemanes, austríacos,

franceses y eslavos–allí están Tourgot, Menguer, Humboldt, Constant, Popper,

Rand y Berlín-, pero rara vez en las fuentes que se consultan o difunden desde los

centros de pensamiento liberal, se incluyen las ideas y reflexiones de pensadores

hispánicos desarrolladas, si bien con intermitencias, entre los siglos XVI y XIX, que

constituyen valiosos aportes a la historia del movimiento liberal, incluso pioneros

respecto de los hechos por la importante tradición anglosajona, y que son

expresión genuina de la tradición hispánica, resultado de condicionantes, desafíos

y circunstancias propias de dicha tradición.

No incluir con todo el rigor el legado hispánico liberal cuando se estudia y

difunde en los países de habla española la filosofía de la libertad, implica una

omisión que, de un modo u otro, hace más difícil y hasta entorpece la

identificación y simpatía con aquélla en distintos auditorios, desde los políticos

hasta los estudiantiles, pasando por los académicos, intelectuales, empresariales

y comunicacionales, al considerar –sobre la base de prejuicios- que el liberalismo

es parte de una cultura ajena a la nuestra, extraña e incompatible con nuestras

creencias, problemas y aspiraciones, y que todo esfuerzo por acoger en los países

de habla hispana las ideas liberales está condenado al fracaso más absoluto.

Al mismo tiempo, esta omisión entonces facilita la interpretación en clave

marxista, socialista, de la historia de España e Hispanoamérica, por parte de los

enemigos de la libertad, que por cierto tienen un importante predominio en las

humanidades, las ciencias sociales y el derecho en nuestros países, debido a la

excesiva concentración del movimiento liberal en la materia económica.

El estado de cosas anterior, tal vez haya sido reforzado, sin intención claro

está, por los mismos liberales hispanos, ya que cuando explican y analizan lo que

fue el aporte español durante el período colonial y con posterioridad a la

independencia de las Repúblicas hispanoamericanas, dan cuenta únicamente del

traslado de las instituciones extractivas y autoritarias1 que pasaron a predominar

en la península ibérica luego del ascenso al trono de los Borbones, sin advertir al

mismo tiempo que también existieron y fueron propuestas en la península ibérica

antes y después de ese ascenso otras ideas e instituciones, de índole liberal, que

por causas históricas no lograron penetrar la conducción política de ese antiguo

mundo hispánico.

El conocimiento de forma casi exclusiva del legado autoritario y contrario a

la libertad económica del Imperio español, asociado a la famosa “Leyenda Negra

Española”, ha generado en los hispanos complejos, frustraciones y resentimientos,

que llevan a sentir vergüenza por la propia tradición cultural y, en no pocos casos,

una envidia insensata hacia otras tradiciones culturales, a las que se considera sin

dejar de incurrir también en excesos, como más civilizadas y prósperas que la

cultura hispánica.

Contribuir con el debilitamiento de los prejuicios y complejos creados, al

menos en parte, por esa narración incompleta de nuestra rica y vigente tradición

liberal hispánica es el propósito de este ensayo. Con él aspiramos a motivar a

nuevas y más detenidas investigaciones sobre este tema, con fines académicos

pero sobre todo divulgativos, que contribuyan a despertar interés, empatía,

aceptación y adopción de las ideas de la libertad en nuestros países. Por tanto, no

pretende el aquí presentado ser un texto exhaustivo y definitivo sobre el interés

por conocer y difundir a las actuales generaciones ese pasado liberal, en mala

                                                                                                                         1 Seguimos aquí el sentido dado a esta expresión por ACEMOĞLU, Daron, y ROBINSON, James M., en ¿Por qué fracasan los países? Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Barcelona: Ediciones Deusto, 2012.

hora derrotado por la vocación autoritaria siempre presente también, y con mucha

eficacia hasta hora, en la tradición hispánica.

Se trata de una argumentada y cordial invitación a que todos los liberales

de las sociedades hispanoamericanas nunca olvidemos ni dejemos de lado ese

legado de nuestros antepasados –pues españoles e hispanoamericanos somos

parte de una misma familia transcontinental-, ya que es mucho es lo que nos

puede ayudar en la empresa de lograr que las nuestras sean cada día sociedades

más abiertas, libres y prósperas.

LA LEYENDA DEL AUTORITARISMO Y ATRASO CONGÉNITO DE LA

TRADICIÓN HISPÁNICA

Existe en nuestra época aún una suerte de complejo cultural, que genera

desprecio hacia nosotros mismos y resentimiento también, en amplios sectores de

las sociedades por ser herederos de la tradición hispánica2. Predomina antes que

aprecio por la lengua, la historia, la cultura y los valores compartidos, vergüenza y

desdén hacia ellos, no sólo por lo que con razón se consideran fracasos a lo largo

de nuestra historia, sino también por la creencia de que hay algo malo en

nosotros, irreversible, si no biológico al menos cultural, que nos empuja a ser

violentos, supersticiosos, a irrespetar normas, adoptar instituciones extractivas y

autoritarias, y a ceder el poder a proyectos personalistas y colectivistas que no

resuelven sino que agravan problemas que nunca hemos podido resolver de forma

sostenida –pobreza, discriminación, servidumbre, ausencia de Estado de Derecho,

etc.-.

                                                                                                                         2 Algunos de estos complejos, en el caso de España, se describen en la entrevista de Daniel Gascón a John H. Elliott “España no es diferente”, en Letras Libres, octubre de 2015, consultada el 24.06.17 en: https://goo.gl/BeWsR1

Las emociones negativas de las que se nutre ese desprecio o indiferencia

por nuestra tradición hispánica, se refuerzan aún más cuando se compara la

evolución de nuestras sociedades con la de las sociedades anglosajonas, que se

consideran, en general, por ser más abiertas, desarrolladas y libres de regímenes

autoritarios, supuestamente por la cultura o valores liberales que predominarían

entre sus integrantes en general –políticos, funcionarios, electores, periodistas,

académicos, intelectuales, etc.-.. En efecto, esa comparación, en lugar de generar

admiración e interés por conocer qué se ha hecho de bien en esas sociedades y

mal en las nuestras, causa envidia, rencor, y ha facilitado la aceptación de teorías

falaces como las expuesta por Eduardo Galeano en Las Venas Abiertas de

América Latina, según la cual somos atrasados por causa del saqueo del que

fuimos –y todavía seríamos- víctimas a manos de las naciones más desarrolladas,

que no lo serían de haber conservado nuestras naciones esas riquezas que les

fueron arrebatadas.

La fuente primaria de esta leyenda, acerca de lo atrasada que sería en el

plano cultural España y su mundo de ultramar en comparación con las sociedades

británica, francesa y de los países bajos, es la llamada “Leyenda Negra española”.

Sobre ella, a favor y en su contra, es mucho lo que se ha escrito, pero es poco lo

que las actuales generaciones saben al respecto. Es usual escuchar en

conversaciones familiares, universitarias y políticas, que somos contrarios a la

libertad, el trabajo, la responsabilidad y la construcción de instituciones inclusivas

porque descendemos, por el lado español, de maleantes, pícaros, aventureros e

inquisidores llegados del Viejo Mundo con Cristóbal Colón primero y luego con el

resto de los conquistadores de España y de otros países europeos, y no, por

desgracia, de granjeros, pastores protestantes, burgueses y hombres de negocios.

De acuerdo con esa leyenda negra española3, tanto los nacidos en ese país

como todos los habitantes de sus antiguas colonias americanas tienen rasgos de

carácter, conducta, creencias y valores que son contrarios a la convivencia libre,

pacífica y próspera, gustan de la violencia, de burlar la ley, actuar como pícaros,

de ejercer el poder en forma autoritaria en nombre de alguna creencia y controlar

la economía para provecho de pocos. Y estos rasgos nos habrían hecho fracasar

una y otra vez, indefinidamente a lo largo de la Historia, al margen de los

esfuerzos de algunos pocos por impedirlo, pues sería una consecuencia inevitable

por los contenidos de la cultura que en algún momento echó sus raíces en las

antiguas coronas hispánicas, previas a la creación del Reino de España, y que

luego durante la conquista y el período colonial, fueron transferidas a los

habitantes originarios y mestizos de los nuevos territorios americanos.

Este determinismo de la leyenda negra española, basado en una suerte de

filosofía de la historia similar a la criticada por Karl R. Popper en La Miseria del

Historicismo, ha servido para “explicar”, en simultáneo, el supuesto atraso

hispánico y su naturaleza casi irreversible, así como el desarrollo y condición más

liberal de otras tradiciones culturales de Occidente, como la británica, la

estadounidense, la alemana, la francesa y la holandesa, entre otras, que estarían

presuntamente orientadas gracias a sus creencias, lenguas, valores e historia a

vivir en libertad. Hoy día, tal interpretación del devenir de las sociedades, además

                                                                                                                         3 Bien analizada y refutada, entre otras obras de útil lectura, por JUDERÍAS, Julián, en La Leyenda Negra de España. Madrid: 2014, en especial véase las páginas 267 y ss.

de falaz, desconocedora de la condición humana y del enfoque institucional, no

pasa de ser una propaganda, que ha desempeñado desde su invención diversas

funciones, pero siempre todas dirigidas a generar complejos y singularidad en los

habitantes de los países de habla hispana.

Como bien lo analizó y explicó Julián Juderías, no hay sino exageraciones y

falsificaciones en esa interpretación de lo hispánico, que surgió en pleno período

de expansión y predominio del Imperio español en Europa y lo que luego sería

América, en el que los otros Imperios y reinos de la época sintieron terror, angustia

y debilidad ante las magnitudes que la Corona de la península ibérica estaba

adquiriendo, en contra de sus intereses, tanto en el Nuevo Mundo como en el

Viejo Continente.

De algún modo las potencias rivales debían desprestigiar e intentar frenar y

debilitar ese descomunal fortalecimiento que tuvo –y que duraría poco- el aún

incipiente Reino de España4, y la vía elegida no fue solo el de la guerra, sino el

descrédito cultural y la afirmación según la cual el catolicismo y la monarquía

españolas eran, en sí mismas, la causa de atroces comportamientos en contra de

la dignidad y la libertad humanas, de la tolerancia y la convivencia civilizada, tanto

en la península como en las colonias americanas, mientras en paralelo se

realizaba una exaltación cultural de lo protestante y de lo tolerantes que serían las

otras monarquías europeas entre los siglos XVI y XVII.

                                                                                                                         4 Así lo expone el hispanista John H. Elliott en entrevista a Letras Libres, septiembre de 2003, titulada “El desengaño del imperio español”, consultada el 24.06.17 en: https://goo.gl/E34G69. También en ELLIOTT, John H., España y el Mundo Trasatlántico: pasado y presente. Madrid: FAES, 2012, pp. 2 y 12.

Son hechos documentados los procedimientos adoptados en materia

económica, política, social y religiosa, a través de la Inquisición, por la monarquía

española tanto en contra de sus propios súbditos en la península como en contra

de sus súbditos y demás sectores sociales en las colonias de ultramar. Su

carácter autoritario, contrario a la libertad, a la dignidad humana y a la limitación

del poder, es indiscutible. Tanto contra los súbditos que no apoyaban la

construcción de una monarquía centralista, como contra aborígenes, negros y

blancos criollos que se oponían a la discriminación que desde la Metrópoli se

imponía en diferentes grados a quienes habitaban las colonias.

Pero también son hechos documentados el que en países supuestamente

más “evolucionados” en lo cultural, tanto en sus territorios como en las colonias y

en distintos continentes, se cometieron iguales o hasta peores abusos y ultrajes,

tanto en contra de sus súbditos en Europa como en contra de sus colonos en

todos los territorios bajo su control político y militar5. Ahora bien, esos hechos no

impidieron que en medio de sus desafíos y equivocaciones, encontraran el camino

hacia la libertad, que se hizo tal vez más cercano porque partes sustanciales de

esas sociedades nunca asumieron complejos paralizantes, que los hicieran dudar

de su amor propio y de su capacidad efectiva para instaurar instituciones

inclusivas y garantizar con ellas la prosperidad de sus conciudadanos.

                                                                                                                         5 Abundan estudios que demuestran que la intolerancia religiosa y el uso de métodos crueles para torturar y asesinar personas de otros credos o carentes de ellos, no fue exclusiva del catolicismo, y que las iglesias protestantes también las usaron. No es asunto de este ensayo profundizar en este tema, sólo destacar que lo hecho por el Imperio español en sus territorios no fue algo singular, privativo de él, sino común en la época imperial y colonial a todas las potencias europeas, y que tal factor no fue lo que impidió que unas adoptaran instituciones inclusivas y liberales en su desarrollo histórico. Véase al respecto los reportajes de César Cervera y de Manuel P. Villatoro, consultados el 24.06.17 en https://goo.gl/xeFTeB y https://goo.gl/wjGmKy , respectivamente.

El por qué en Inglaterra se pasó de una monarquía absolutista que

amenazaba con imponer el catolicismo a una monarquía constitucional limitada

por el Parlamento, mientras que en España se pasó de una monarquía más o

menos limitada, debido al reconocimiento de instituciones forales, reinos

autónomos e instituciones pre-parlamentarias, a una monarquía absolutista y

sobre todo policial, administrativa, muy fuerte en lo interno pero poco a poco cada

vez más débil en el plano internacional, tiene su explicación no en un

determinismo cultural, o en las creencias religiosas predominantes en un caso y

en otro, o en la vocación liberal de una tradición y autoritaria de la otra, sino en las

circunstancias históricas, políticas, económicas y sociales de cada Imperio6, los

problemas que enfrentaban y la forma en que les dieron respuesta ante lo inédito

de esas circunstancias para cada cual, no siendo a decir verdad una conciencia

generalizada a favor o en contra de la libertad lo que llevó a frenar el absolutismo

en una tradición, y a consolidarlo en la otra.

Así, mientras en el Imperio inglés se opusieron con toda firmeza y éxito a un

monarca “papista”, en España a los Austrias y su conservación de las diversidades

territoriales e institucionales, les sucedió en el trono, debido a una interrupción en

su linaje, una familia simpatizante de la revolución francesa y su proceso de

burocratización, los Borbones. Mientras al Reino Unido no llegaron enormes

cantidades de metales provenientes del Nuevo Mundo, al Reino de España sí, en

un momento en el que se creía todavía que la riqueza tenía que ver más con la

acumulación de metales preciosos que con la producción de bienes y servicios.

                                                                                                                         6 Como se explica en ELLIOTT, J.H. Imperios del Mundo Atlántico. España y Gran Bretaña en América (1492-1830). Madrid: Editorial Taurus, 2006, y PINCUS, Steve, 1688. La primera revolución moderna. Barcelona: El Acantilado, 2013.

Se trató, en suma, de una serie de factores históricos comprobables, así

como del azar y la fortuna de cada sociedad, en el sentido que Nicolás Maquiavelo

atribuía al término “fortuna”7, que explican por qué los descendientes de un

Imperio conservaron casi hasta nuestros días sus libertades básicas en medio de

muchas dificultades –pues no han carecido ni Reino Unido, los EEUU y otros

países de esa tradición de períodos en que los gobiernos han sido centralistas,

intervencionistas y estatistas-, mientras que los descendientes del otro Imperio las

han perdido y recuperado con angustiosa frecuencia, sin lograr la indispensable

estabilidad política y económica.

LA ESCUELA LIBERAL ANTE LA TRADICIÓN HISPÁNICA

Resulta interesante prestar atención a la postura de la tradición liberal de

habla hispana frente a la Leyenda Negra Española y, en general, respecto de la

denominada interpretación pesimista de la sociología hispanoamericana.

Sin llegar a acoger de forma abierta esa Leyenda, nuestra tradición liberal

es coincidente con aquélla en no pocos de los rasgos que le atribuye a la cultura

hispánica, en cuanto a su propensión o abierta acogida, por razones culturales,

psicológicas y religiosas, al autoritarismo, al mercantilismo, a la picardía violenta,

al personalismo político y más recientemente al populismo, por contraste con lo

que sucedería en la tradición cultural occidental más próspera, la anglosajona,

más proclive, también por factores culturales, al desarrollo de sociedades abiertas

con Gobierno limitados y resistentes al colectivismo.

                                                                                                                         7 Para el florentino la fortuna es una mezcla de fuerza natural de las cosas que posibilita la ocurrencia de ciertos eventos y de constancia y esfuerzo oportuno para orientar desde la acción humana el sentido del devenir histórico. Ver sobre esta noción MAQUIAVELO, Nicolás, El Príncipe. Caracas: edición de Los Libros de El Nacional, 1999, pp. 19 y 20, nota al pié n° 7.

Se puede observar, en ensayos liberales de notables intelectuales de

nuestra tradición8, cómo se destacan y enfatizan los aspectos autoritarios tanto del

período monárquico y colonial del antiguo Imperio español como del período

republicano luego de las independencias, las consecuencias del predominio de

estos aspectos, y cómo prevalecen en el tiempo en comparación con la poca

vigencia en nuestras sociedades de instituciones liberales; de igual modo se

explican las prácticas mercantilistas, monopolistas e intervencionistas de las

autoridades en el mundo hispánico durante esos períodos, explicando cómo esos

malos hábitos en la legislación, la regulación y las políticas públicas, facilitaron

luego la acogida de propuestas socialistas y paternalistas en general del individuo

y la sociedad.

Es de innecesario decir que exponer lo anterior es correcto, necesario y

justificado. Pero no es innecesario insistir en que en modo alguno resulta

suficiente limitarse a ello cuando de comprender nuestra tradición hispánica se

trata, y de resaltar en ella las notables expresiones que ha tenido la lucha por la

libertad y la limitación del poder, al menos desde la tardía Edad Media hasta

nuestros días.

En efecto, cuando se explica a las nuevas generaciones las características

de las instituciones extractivas que han predominado en la historia del mundo

hispánico, no se da cuenta de las instituciones políticas limitantes del poder estatal

que funcionaron en Aragón antes de la creación del Reino de España y durante el

                                                                                                                         8 Ejemplos de ello los encontramos en VARGAS LLOSA, Álvaro, Rumbo a la Libertad. Por qué la izquierda y el “neoliberalismo” fracasan en América Latina. Buenos Aires: Planeta, 2004, pp. 32 y ss.; DE LEÓN, Ignacio, La Propiedad como causa del Progreso. Caracas: CEDICE, 2008, pp. 40 y ss.; y GARCÍA HAMILTON, José Ignacio, El Autoritarismo y la Improductividad en Hispanoamérica. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1998, pp. 164 y ss.

menos un tiempo bajo éste para contener su creciente poder9; de los pensadores

católicos escolásticos que emplearon un método empirista, no metafísico, para

conocer y generar conocimiento, que condenaron el control estatal de la economía

y dieron nuevo fundamento a la autoridad real10; de las obras literarias pioneras en

la comprensión el nuevo rol del individuo y el valor de la libertad en el naciente

mundo moderno11; de las ideas y reflexiones políticas que fueron inspiración para

el surgimiento del constitucionalismo dentro de la tradición hispánica12; y del hecho

para nada menor de que el conjunto de las Constituciones con que nacen las

Repúblicas hispánicas del Nuevo Mundo son de signo liberal, sólo que hemos

olvidado el valor de ese nacimiento bajo la aurora de la libertad13.

Tampoco se profundiza en las causas de la caída o derrota de instituciones

liberales en los países de habla hispana, en qué factores tras la unificación de las

Coronas de Castilla y Aragón influyeron para que las instituciones y prácticas

menos estatistas de la segunda no llegaran al Nuevo Mundo; en qué medida la

influencia de la Revolución Francesa en la familia que asume el poder tras la

guerra de sucesión en el Reino de España eclipsó la posibilidad de una monarquía

no absolutista, constitucional y descentralizada; cómo mientras la reforma

                                                                                                                         9 Como se hace en ELLIOTT, John H., España y su Mundo (1500-1700). Madrid: Taurus, 2007, pp. 97 y ss. 10 Como se explica en CHAFUEN, Alejandro A., Raíces cristianas de la economía de libre mercado. Madrid: El Buey Mudo, 2009, pp. 33 y ss; y en TRUYOL Y SERRA, Antonio, Historia de la Filosofía del Derecho y del Estado, Tomos 1 y 2. Madrid: Editorial Alianza, 1995. 11 Como se expone en GRAF, Eric Clifford, “Juan de Mariana y la política monetaria estadounidense moderna. Salamanca, Cervantes, Jefferson y la Escuela Austriaca”, en Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política, Vol. XI, nº 1, Primavera 2014, p. 96. Consultada el 24.06.17 en: https://goo.gl/sPlNNZ 12 Como se expone en GÓMEZ RIVAS, León, “Algunos antecedentes del liberalismo constitucional en España. El pensamiento político de la segunda escolástica”, en Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política, Vol. V, nº 2, Otoño 2008, pp. 188 y ss. 13 Como se lamenta MEZA DORTA, Giovanni, en El Olvido de los Próceres. La filosofía constitucional de la Independencia y su distorsión producto del militarismo. Caracas: Editorial Jurídica Venezolana, 2012.

protestante generaba su importante cuota de intolerancia, persecución, censura y

muertes –inevitable consecuencia de la unión de religión y política-, en el Imperio

español, en pleno período de la Inquisición, se desarrolló un corpus filosófico

sólido, no reñido con el catolicismo, basado en la observación y reflexión empírica

desde categorías tomistas y aristotélicas, que generó aportes en diversos planos

del conocimiento, y que por método y contenido ratifica que la visión liberal del ser

humano y la sociedad es tan parte de nuestra cultura, y ésta de la civilización

occidental, como lo es la cultura anglosajona u otras de Europa.

Tal vez por todo lo anterior, esto es, por considerar que nuestra tradición es

modesta o pobre en aportes a la cultura de la libertad, o que en ella sólo se puede

destacar lo contrario a esa cultura, se estudia y elogia mucho en los ensayos

liberales de habla hispana, con toda razón por demás, a autores e instituciones de

los países de habla inglesa, a los de la tradición austríaca y a pensadores de otras

tradiciones incluso no occidentales, todo lo cual, se insiste, nada de errado tiene,

siempre y cuando la apelación a estas fuentes sea para enriquecer el estudio y

valoración de la libertad, y no para suplir carencias de las cuales, en realidad, no

padecemos en la tradición hispánica14.

Porque no se trata, desde luego, de negar lo cierto, ni de afirmar lo falso.

De negar que tradiciones como la anglosajona han aportado en ideas y

realizaciones al liberalismo lo que tal vez ninguna otra ha logrado aportar, y de

afirmar que la hispánica por el contrario, a pesar de contar en su devenir con

                                                                                                                         14 Como lo confirman los estudios y ensayos contenidos en JAKSIC, Iván, y POSADA CARBÓ, Eduardo (Edit.), Liberalismo y Poder. Latinoamérica en el siglo XIX. México: Fondo de Cultura Económica, 2011, y FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier (Coord.), La aurora de la libertad: Los primeros liberalismos en el mundo iberoamericano. Madrid: Marcial Pons, 2014.

recursos y oportunidades para asumirlo, ha fallado en ese cometido. Tampoco de

proponer una suerte de lectura exclusiva y excluyente de las fuentes del

liberalismo, que por un chauvinismo absurdo se centre en las obras de habla

hispana. Mucho menos de ahondar el prejuicio y los complejos ante la tradición

anglosajona u otras tradiciones culturales que por mérito y fortuna han tenido

mayor desarrollo social, político y económico, respecto de las cuales la gratitud y

admiración por sus contribuciones a la causa de la libertad serán siempre

insuficientes, y de las cuales es mucho y valioso lo que podemos aprender.

Los aportes y experiencias exitosas de los países de habla inglesa en el

desarrollo del liberalismo, así como de otros en el mundo, son innegables,

insustituibles y de sumo valor, pero no son los únicos a destacar y estudiar, ni

tampoco son inexistentes o menores los aportes hechos desde los tiempos de la

Corona de Aragón, el antiguo Imperio español y luego de las independencias

desde los países hispanoamericanos. Por ello, sería de utilidad que el movimiento

liberal hispánico en la actualidad, como lo hace por ejemplo María Blanco15,

incluya en su relato y comprensión sobre el origen y desarrollo de la filosofía de la

libertad los importantes y pioneros hallazgos y aportes de las instituciones, obras y

pensadores que serán presentados en el siguiente capítulo.

Lo anterior es pertinente, no solo por rigor intelectual, académico y hasta

científico en sentido amplio. Sino por estrategia en la difusión y convencimiento

acerca de los beneficios que para toda persona y sociedad genera el vivir bajo

instituciones y valores liberales, en lugar de bajo instituciones autoritarias y valores

                                                                                                                         15 En Las Tribus Liberales. Una deconstrucción de la mitología liberal. Barcelona: Deusto, 2014, pp. 52 y ss.

colectivistas. Se trata de sumar a esa siempre ardua batalla por las ideas en

contra del socialismo, del populismo y las diversas formas de autoritarismo en

nuestros países, contenidos que contribuyan a desactivar prejuicios, complejos,

falacias y manipulaciones, según las cuales los hispanos no estamos preparados

ni somos culturalmente compatibles con el liberalismo, que sería una forma de

existir propia de otras tradiciones o culturas, pero no de la nuestra, condenada por

alguna suerte de determinismo a la pobreza, el autoritarismo y el desorden.

Lo que se plantea es dar a conocer con mayor regularidad la existencia de

estas experiencias y aportes liberales como prueba de que desde nuestra tradición

sí se han generado aportes universales a la causa de la libertad, que ésta sí es

compatible con valores, creencias y hábitos de los hispanohablantes, por lo

general considerados menos aptos para el gobierno y la producción de riqueza

que otras sociedades, y que las explicaciones culturalistas, teológicas o

historicistas de los fracasos que hemos tenido deben ser, si no del todo

abandonadas, al menos sí problematizadas, como lo plantea Gabriel Zanotti en su

reciente libro Economía para Sacerdotes16, al indicar que el enfoque institucional

de Por qué fracasan los países ha superado explicaciones más sociológicas y

culturalistas como la de La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo. Lo

mismo cabe señalar luego de la lectura del libro coordinado por Francis Fukuyama

La Brecha entre los Estados Unidos y América Latina17.

                                                                                                                         16 ZANOTTI, Gabriel J. y SILAR, Mario, Economía para Sacerdotes. La racionalidad económica al encuentro con la Fe. Buenos Aires: Biblioteca Instituto Acton, 2016, pp. 273 y ss. 17 La Brecha entre los Estados Unidos y América Latina. Determinantes políticos e institucionales del desarrollo económico. México: Fondo de Cultura Económica, 2006.

La explicación del fracaso o poco éxito, pues también lo ha tenido, del

liberalismo en el mundo hispánico, tiene más que ver con adversidades históricas,

el poco aprecio por la igualdad ante la ley de sus élites, aceptación de la leyenda

negra, la exclusión, menosprecio o ignorancia de su propio legado liberal, la poca

imaginación y carisma al promover las ideas de libertad, el exceso de

racionalismo, la reducción de la filosofía liberal a explicaciones económicas y a la

teoría de los incentivos, entre otras causas, que con algún determinismo de tipo

religioso o cultural, insuperable a través de la acción humana consciente.

En prueba de lo anterior, pasemos a relacionar con algunos comentarios,

ese valioso legado de aportes liberales de la tradición hispánica, desde fines de la

Edad Media hasta las independencias hispanoamericanas.

LOS APORTES: INSTITUCIONES, PENSADORES E IDEAS LIBERALES

SURGIDOS EN LA TRADICIÓN HISPÁNICA

Como ya se advirtió, no es objeto de este ensayo ahondar en cada uno de

los aportes a la causa liberal que se exponen a continuación, pues ello es tarea de

un estudio de otra naturaleza. Sólo recuperarlos, presentarlos organizadamente y

generar una nueva curiosidad e interés por cada uno de ellos.

Se los considera aportes, pues en cada hecho, pensamiento u obra

examinado encontramos lo esencial de la filosofía liberal: la preocupación por la

limitación del poder estatal, la defensa de la libertad del individuo, la garantía de la

propiedad privada, la exigencia de tolerancia y pluralismo y de instituciones que

hagan posible un orden social con cada uno de estos elementos.

Las instituciones políticas en la Corona de Aragón (siglos XII al XVIII)

Sorprende que casi toda antología sobre el liberalismo en la cultura

hispánica inicie con el constitucionalismo de Cádiz y las revoluciones de

independencia de las antiguas colonias hispanoamericanas, y que en los ensayos

más especializados sobre el tema, el antecedente más remoto del liberalismo

hispánico se ubique en las ideas y propuestas de los escolásticos de la Escuela de

Salamanca y otros centros universitarios del Reino de España entre los siglos XVI

y XVII.

Sucede que antes de esos siglos, desde la tardía Edad Media y al menos

hasta los Decretos de Nueva Planta dictados entre 1707 y 1716, en los territorios

de Aragón existieron y funcionaron en la práctica instituciones políticas que tenían

entre sus principales fines limitar el poder del monarca de esos territorios, y

garantizar los fueros que se consideraban derechos de parte de los habitantes de

esas regiones, intangibles para la Corona18. Esas instituciones no sólo

garantizaban antecedentes de lo que serían prácticas parlamentarias, sino

también de estructuras descentralizadas, de derechos regionales y locales, como

autonomía frente al derecho común del reino, instituciones jurídicas que tenían

independencia de la Corona y que bien pueden considerarse antecedentes del

ulterior Estado de Derecho.

Cabe considerar como liberales a esas instituciones, entre las que figuran la

Administración de Justicia, Consejo de Aragón, la Real Audiencia, el Justicia de

                                                                                                                         18 Una exposición completa en ELLIOTT, J.H., La España Imperial 1469-1716. Barcelona: Editorial Vicens Vives, 2005, pp. 11 y ss.

Aragón, la Diputación General o Generalitat y las Cortes19, aunque no existiera

para entonces la voz “liberal”, no hayan surgido para asegurar la libertad individual

de las personas y las garantías que ellas brindaban no se extendieran a toda la

población sino solo a una parte, porque estas tres características están presentes

de una manera u otra en la historia de las instituciones liberales inglesas, y a

pesar de ello se las considera liberales o antecedentes de las más

contemporáneas instituciones políticas de garantía de la libertad, y porque lo

fundamental, puede afirmarse, para darles esa denominación y sumarlas a la

tradición liberal hispánica, es que en la práctica sirvieron de forma consciente para

limitar al máximo los poderes de la Monarquía centralista, administrativa y

absolutista que tras la unificación de la Corona de Aragón y de Castilla surgió con

la creación del Reino de España y el descubrimiento de los territorios de ultramar,

ricos en metales preciosos.

Fue gracias a esas instituciones políticas aragonesas, aplicables en

regiones como Valencia, Cataluña, Baleares e incluso en territorios que hoy día

pertenecen a Francia e Italia, que esa tendencia que podemos calificar desde el

presente como autoritaria del Reino de España, a razón del predominio en su

evolución de las ideas e instituciones políticas existentes en Castilla como

resultado de la guerra contra la ocupación árabe ocurrida durante el siglo VIII, no

se impuso a toda la península ibérica y más allá una vez los Reyes Católicos

sellaron la unificación de las Coronas. De hecho, durante un largo período cada

                                                                                                                         19 Una exposición detallada de estas instituciones “protoliberales” en CORONA MARZOL, Carmen, Las Instituciones Políticas en la Corona De Aragón desde sus orígenes al Reinado de Carlos II, consultado el 24.06.17 en: https://goo.gl/MvhgiC y en MORALES ARRIZABALAGA, Jesús, “La intervención de la Corte del Justicia y las Cortes del Reino en la Formulación del Fuero de Aragón”, consultado el 24.06.17 en: https://goo.gl/8fRtDt

una conservó su autonomía política y económica, en especial por las fuertes

presiones que Fernando II y sus sucesores recibieron de sus súbditos en cada uno

de los principados y regiones de su territorio, para que no asumiera las

instituciones castellanas en su territorio, ni aceptara su progresiva implantación20.

¿Por qué no se conservaron esas instituciones? Por la fortuna histórica, por

la torpeza política y por un comprensible fracaso ante un desafío político mayor,

sin precedentes. Se corta la línea de sucesión de los Austrias, se desata una

guerra de secesión y triunfan los Borbones, una familia real que simpatiza y

asume el proyecto político de la constructivista e intervencionista Revolución

Francesa. Las clases aragonesas directamente beneficiadas por las instituciones y

fueros de esa Corona no entendieron la necesidad de aliarse con los sectores más

deprimidos y excluidos de ésta para llegado el momento resistir con más eficacia

la ofensiva autoritaria del Reino de España, luego del cambio de familia real21.

También se perdieron a causa de las enfermedades que azotaron a los

aragoneses y diezmaron el tamaño de su población, que terminó siendo inferior al

de las regiones de Castilla, por el aumento del poder económico que adquirió esta

última luego de la conquista gracias a la extracción de metales preciosos de los

territorios de ultramar -con los que se prohibió a Aragón todo contacto político y

comercial-, y en definitiva, porque El Reino de España se vio rebasado por las

circunstancias al llegar tan rápida e inesperadamente a ser el Imperio más vasto y

poderoso de Occidente, sin experiencia previa alguna sobre cómo administrar y

aprovechar del mejor modo posible esa favorable pero desafiante realidad.

                                                                                                                         20 ELLIOTT, J.H., La España Imperial 1469-1716, op. cit., pp. 409 y ss. 21 Sobre este tema es pertinente la lectura de NEGRO, Dalmacio, El Liberalismo en España. Una antología. Madrid: Unión Editorial, 1988, pp. 17 y ss.

No responde nada de lo anterior a un determinismo cultural o histórico, a

una fascinación por el autoritarismo y el centralismo por parte de los hispanos, a

un fatalismo por el predominio de la fe católica o a un gusto por el mercantilismo y

el intervencionismo económico inherente a las prácticas comerciales de la

península ibérica. Sino a hechos imponderables, a luchas por el poder y a

consecuencias inevitables de situaciones históricas inéditas, que podían

evolucionar de otro modo, pero también como en efecto lo hicieron.

En Inglaterra quizá sin la amenaza de una implantación forzosa del

catolicismo por un monarca papista, tal vez la Revolución Gloriosa no habría

tenido lugar. Si en Chile el régimen militar no hubiera carecido de plan económico

y estado los “Chicago Boys” listos para proponer las reformas, quizá ese país

habría seguido una ruta económica diferente a la que le ha brindado la

prosperidad actual. Sin la guerra de “Las Malvinas”, tal vez Margaret Thatcher no

habría podido ejecutar la parte más importante de su programa de reformas

económicas liberales en Reino Unido. La fortuna en la historia es relevante.

Luego, existe a nivel historiográfico una interesante polémica sobre si las

instituciones de la Corona de Aragón son más expresión de resabios feudales en

la península ibérica, o más bien antecedentes del constitucionalismo y formas de

ejercicio limitado del poder estatal22. Al margen de las razones a favor y en contra

de una u otra postura –en la que la segunda interpretación luce más plausible que

la primera-, lo relevante para el pensamiento liberal es que hispanistas de la talla                                                                                                                          22 Sobre el carácter feudal de las instituciones de Aragón ver ANTÓN, Luis González, España y las Españas. Madrid: Alianza Editorial, 2002, mientras que sobre el carácter liberal o antecedentes del constitucionalismo de esas instituciones, véase además de los trabajos de John H. Elliott antes referidos, lo expuesto por LLUCH, Ernst, “Liberalismo fuerista en el siglo XIX: Corona de Aragón y País Vasco”, en Derechos Históricos y Constitucionalismo Útil. Barcelona: Editorial Crítica, 2001, pp. 51 y ss.

de John H. Elliott y Marjorie Grace Hutchinson23, sostienen abiertamente que en

nuestra cultura hispánica funcionaron instituciones de limitación del poder, mucho

antes de que en el Reino Unido, Países Bajos u otras regiones del mundo.

Las reflexiones, obras y propuestas de la escolástica tardía

No es objeto de este ensayo describir, analizar y destacar los aportes de los

escolásticos tardíos de la Escuela de Salamanca y el resto de los pensadores

españoles durante los siglos XVI y XVII. Esa labor, por fortuna, ha sido ya

ampliamente desarrollada por especialistas como Alejandro A. Chafuen y León

Gómez Rivas, entre otros.

Si lo es, en cambio, destacar lo poco que se emplean las obras de estos

autores en comparación con el empleo que sí se hace de la obra de los británicos,

estadounidenses y austríacos.

Es pertinente preguntarse por qué no se destaca que la mayoría de estos

pensadores desarrollaron sus investigaciones en Castilla, no en Aragón, a pesar

de estar ese territorio sujeto a instituciones monárquicas más centralistas,

absolutistas e intervencionistas que las presentes en el territorio aragonés; que lo

hicieron sin abandonar o contradecir valores del catolicismo y teniendo como pilar

central la filosofía y teología cristiana de Tomás de Aquino, sin tener que abrazar

el protestantismo al que, por el contrario, criticaron por intolerante y violento, y

cómo los escolásticos no sólo aportaron ideas y propuestas a la causa de la

libertad en materia económica, sino también en la política, la moral y la filosófica.

                                                                                                                         23 Entre otras, en su libro Ensayos sobre el pensamiento económico en España. Madrid: Alianza editorial, 1995.

En efecto, los escolásticos tardíos aportaron descubrimientos, teorías y

recomendaciones en materia monetaria, contractual, acerca de la teoría del valor y

el trabajo, sobre los límites a la intervención del Gobierno en la economía, y con

relación a la libertad de las personas para actuar en este ámbito de la vida

social24.

Pero también lo hicieron al reflexionar sobre el origen y legitimidad del

poder del monarca, sobre cómo éste deriva de los súbditos por autoridad divina y

no del propio ocupante del trono, acerca de los límites del poder estatal para

gobernar conforme a la dignidad y libertad de las personas y no degenerar en una

tiranía y el natural derecho de los gobernados a rebelarse y hasta disponer de la

vida del gobernante convertido en tirano.

Igualmente, muchos de estos escolásticos formularon críticas a la forma en

que se llevó la conquista y colonización en los territorios de ultramar, al trato dado

a los nativos de las nuevas posesiones del Reino de España, a las condiciones

económicas impuestas a los nacidos en la Península que eligieron permanecer en

el Nuevo Mundo y a la ausencia de igualdad ante la ley.

En un ámbito cultural teológico, metafísico y que evolucionaría hacia el

racionalismo constructivista, los escolásticos aportan una embrionaria

epistemología empirista, basada en la observación y verificación para, a partir de

esos datos, generar explicaciones universales de la conducta humana en el plano

económico, político y moral, de modo que hay también aportes de sumo valor

                                                                                                                         24 Una explicación de estos aportes desde la perspectiva antropológica en TERMES, Rafael, Antropología del Capitalismo. Un debate abierto. Madrid: Ediciones RIALP, 2001, pp. 113 y ss.

desde el punto de vista filosófico y epistemológico, que deberían ser resaltados y

recuperados en todo aquello que mantenga vigencia.

Por qué el acervo de la escolástica tardía hispánica no tuvo continuidad en

la vida universitaria e intelectual de la España borbónica, por qué no fue asumida

por las autoridades del Imperio español como base para sus políticas económicas,

por qué no fue conocida o no tuvo recepción en las colonias americanas, a qué se

debe el que en lugar de las propuestas de los escolásticos hayan sido asumidas

las tesis estatistas e intervencionistas de pensadores como Sancho de Moncada,

son todos eventos que tienen respuestas en causas y hechos vinculados más que

con aspectos culturales o teológicos propios del mundo hispánico, con eventos

sociales, políticos, económicos y militares de su período histórico imperial, internos

e internacionales, que enfrentó el Reino de España tanto en su propio territorio

europeo como en las colonias de ultramar, eventos con que otros Reinos, como el

británico y el francés, por ejemplo, no se vieron en necesidad de enfrentar25.

El que tengan otras causas, desde luego, no elimina ni disminuye el peso y

los efectos del fracaso de la tradición liberal en el mundo hispánico, al no lograr

moldear las instituciones políticas y económicas predominantes, pero al mismo

tiempo, permite valorar en su justa dimensión la existencia, evolución, consistencia

e influencia, más allá del Imperio español, de los aportes de Salamanca y de

personajes de otros centros de pensamiento hispánicos a la cultura de la libertad,

y permite sostener que si en un momento de la historia con tantas complicaciones

se pudo lograr, al interior de una creencia religiosa además, un corpus tan

                                                                                                                         25 Un notable estudio sobre esta temática se encuentra en FERNÁNDEZ DELGADO, Rogelio, Liberalismo y Estatismo en el Siglo de Oro Español. Un estudio comparado del pensamiento económico de Juan de Mariana y Sancho de Moncada. Madrid: Unión Editorial, 2006.

sustancial a favor del liberalismo, con mayor razón en el presente ello es posible,

pero sobre todo, constatar que no hay nada de singular en lo hispánico que nos

ate al anti liberalismo, y que sostener lo contrario es asumir la propaganda ya

refutada hasta la saciedad de la Leyenda Negra española.

La literatura del siglo de oro y sus aportes a la causa de la libertad

El valor para la cultura Occidental de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la

Mancha, desde el punto de vista literario y estético han sido también asunto más

que tratado y estudiado por expertos de diferentes especialidades, en particular

por escritores, historiadores y economistas.

Pero cabe también destacar, de la que es considerada la primera novela

moderna, sus aportes a la visión del ser humano en la sociedad y, más allá, al

cambio de mentalidad en pleno ascenso de la era moderna, con su empresa nada

menor de desacralizar el mundo, colocar al individuo como centro de los cambios

sociales y no fuerzas históricas impersonales, y adoptar la razón como

herramienta fundamental para conducir a la humanidad como parte de la

naturaleza y en su existencia en sociedad.

Como lo han destacado Eric Graff y Mario Vargas Llosa, El Quijote es

fuente pionera y certera dentro de la modernidad occidental, de esa ruptura con el

mundo encantado de los mitos y leyendas medievales, escrita en los territorios de

Castilla, en lengua castellana, por un amante de su tierra como Cervantes y en

pleno ejercicio del absolutismo Borbón, no obstante ello, esta obra, apreciada por

grandes pensadores y políticos de la libertad como Jefferson y Bastiat, no ha sido

suficientemente empleada por los defensores del liberalismo en nuestro tiempo a

través de las humanidades y del arte, en ámbitos como la educación básica y

universitaria, el teatro, la televisión y el cine, mediante los cuales es mucho lo que

puede influirse en las nuevas generaciones.

Sorprende que mientras en Reino Unido, obras literarias como las de

George Orwell, J. R.R. Tolkien y Charles Dickens, tengan amplia difusión en los

ámbitos antes mencionados, en cambio, en habla hispana, novelas, obras de

teatro y cuentos del siglo de oro, así como obras literarias más contemporáneas,

del siglo XX, como las del Boom Literario por ejemplo, tengan tan poca utilización

desde la perspectiva liberal y orientada la influencia hacia las nuevas

generaciones, para lo cual bien podrían utilizarse las nuevas tecnologías y lograr

ingeniosas formas de difusión e interés hacia los valores del liberalismo y su visión

crítica del poder.

En cuanto a los aspectos económicos de El Quijote, el hispanista Eric Graff

se pregunta y responde lo siguiente:

“¿Era Cervantes un capitalista?, ¿un austriaco?, ¿un randiano partidario del libre mercado?, ¿un libertario?, ¿un liberal inglés? Minimizamos el riesgo académico diciendo que era un pionero; sin embargo, podemos ir más lejos aún. Cuando se trata de pensar en teoría económica moderna, Don Quijote es un amplificador de influencias. Las ideas de la Escuela de Salamanca acerca de la política económica influenciaron a Cervantes; más tarde, protoliberales y liberales clásicos, que también leyeron a los salmantinos, a menudo validaron sus ideas leyendo Don Quijote. John Locke, Thomas Jefferson y Frédéric Bastiat tenían sus razones para ser grandes aficionados a la primera novela moderna. Pero esa es otra historia”26.

El mismo autor destaca, en su análisis sobre asuntos no económicos en El

Quijote, aspectos tales como:

“En términos filosóficos, Don Quijote representa la culminación tanto del humanismo como del escolasticismo tardío. En términos de la historia de la literatura, exhibe toda la complejidad de la estética de la barroca española con su sinfín de paradojas,

                                                                                                                         26 GRAFF, Eric, Cinco principios del libre mercado en Don Quijote de la Mancha. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/EKQtyJ

subversiones e ironías lingüísticas, filosóficas y hasta políticas (…) A la vez, es un texto que mira tanto hacia la antigüedad como hacia la modernidad (…) Cervantes influenció directa e indirectamente a los fundadores de Estados Unidos, entre ellos a Franklin, a Madison y sobre todo a Jefferson. Por lo tanto, Don Quijote representa una excelente oportunidad para destacar que los anglosajones y los hispanos tenemos ciertos valores en común”27.

De allí que Graff sostenga también que:

“En el siglo XXI, la novela de Cervantes promete ser el más sano terreno de encuentro cultural e ideológico entre el norte y el sur del Nuevo Mundo. En ese texto todos reconoceremos ideas que solíamos imaginar como si fuesen exclusivamente ‘nuestras’, pero que en realidad son universales. A mi modo de ver, lo verdaderamente bello de la obra maestra de Cervantes es su constante e inexorable defensa de la libertad: la religiosa, la personal, la política, e incluso la económica. De hecho, según una tendencia de la crítica literaria actual, Cervantes es uno de los padres del liberalismo clásico (…) Más recientemente, David Hart descubrió que Frédéric Bastiat escribió un ensayo acerca de Sancho Panza como Gobernador de la Ínsula Barataria. Yo mismo he indicado la conexión intelectual que hubo entre Cervantes y el gran filósofo salamantino Juan de Mariana (…) Y aunque pueda sonar sorprendente, es un hecho que Locke, Hume y Burke, tres de los defensores de la libertad más importantes de la tradición anglosajona, fueron lectores fanáticos de la primera novela moderna”28.

Por último, es importante destacar la visión de España y de lo hispánico que

está presente en El Quijote a decir de Mario Vargas Llosa, la cual contradice la

visión oscura de la Leyenda Negra Española y matiza un poco el pesimismo liberal

hacia la tradición hispánica:

“¿Cuál es la imagen de España que se levanta de las páginas de la novela cervantina? La de un mundo vasto y diverso, sin fronteras geográficas, constituido por un archipiélago de comunidades, aldeas y pueblos, a los que los personajes dan el nombre de ‘patrias’ (…) A lo largo de sus tres salidas, el Quijote recorre la Mancha y parte de Aragón y Cataluña, pero, por la procedencia de muchos personajes y referencias a lugares y cosas en el curso de la narración y de los diálogos, España aparece como un espacio mucho más vasto, cohesionado en su diversidad geográfica y cultural y de unas inciertas fronteras que parecen definirse en función no de territorios y demarcaciones administrativas, sino religiosas…”29.

                                                                                                                         27 GRAFF, Eric, Don Quijote es una férrea defensa de la libertad humana. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/8pnfmA 28 GRAFF, Eric, Don Quijote es una férrea defensa de la libertad humana. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/8pnfmA 29 VARGAS LLOSA, Mario, Un liberal en el siglo de oro. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/GEBVnm

Según el autor de Cinco Esquinas, ya en Cervantes está claramente

planteada la necesidad del reconocimiento de las autonomías culturales, sin caer

en el nacionalismo, enemigo acérrimo de la libertad:

“…con el paso del tiempo, esta idea de ‘patria’ iría desmaterializándose y acercándose cada vez más a la idea de nación (que sólo nace en el siglo XIX) hasta confundirse con ella (…) Esta concepción está en las antípodas del individualismo exaltado del que hace gala Don Quijote y quienes lo acompañan en la novela de Cervantes, un mundo en el que el ‘patriotismo’ es un sentimiento generoso y positivo, de amor al terruño y a los suyos, a la memoria y al pasado familiar, y no una manera de diferenciarse, excluirse y elevar fronteras contra los ‘otros’”30.

 Y como El Quijote, existen otras ficciones, obras teatrales y obras filosóficas

que han sido desarrolladas por escritores, dramaturgos y pensadores de habla

hispana, como las destacadas por Martín Krause en La Economía explicada a mis

hijos, las reflexiones de José Ortega y Gasset, entre otros31, sin mencionar aquí a

los hispanoamericanos del siglo XX, que si sabemos rescatarlas y actualizar su

mensaje para las generaciones de hoy y de mañana, serán de mucha utilidad en

la promoción del ideario liberal en nuestros países.

El constitucionalismo gaditano

Si sobre Salamanca, los escolásticos tardíos y El Quijote es mucho y bueno

lo que se ha escrito y destacado, sobre el constitucionalismo de Cádiz cabe

señalar exactamente lo mismo. De modo que no es pertinente ni resumir ni

analizar aquí sobre lo que se intentó y no se logró, sobre las personalidades que

estuvieron al frente de la apuesta por una monarquía constitucional en el Reino de

España, y sobre los aspectos más políticos y jurídicos, a favor de la libertad a

pesar de ciertas dificultades no del todo resueltas, de la Constitución gaditana.                                                                                                                          30 VARGAS LLOSA, Mario, Un liberal en el siglo de oro. Consultado el 20.06.17 en: https://goo.gl/GEBVnm 31 En NEGRO, Dalmacio, El Liberalismo en España. Una antología, op. cit., se incluye una amplia relación de notables liberales hispánicos.

Lo que sí resulta pertinente resaltar en este ensayo es un aspecto bien

estudiado por León Gómez Rivas32, que va a contracorriente de lo explicado en la

mayoría de los trabajos dedicados a explicar lo que fue y significó ese episodio de

1812 en la historia de España y de las nacientes Repúblicas Hispanoamericanas,

como es la conexión directa entre los principales representantes del movimiento

constitucional gaditano y las obras, ideas y reflexiones de los escolásticos tardíos,

junto a las innegables influencias que también recibieron tanto de la Revolución

Norteamericana como de la Revolución Francesa.

El hallazgo, basado en abundante documentación, así como otros estudios

que el mismo autor ha hecho sobre la difusión de las ideas liberales en las

colonias hispanoamericanas por órdenes religiosas como las de los jesuitas –

siempre tan contradictorios como diversos-, no es cosa de poca importancia.

En efecto, un lugar común al estudiar en los niveles básicos y universitarios

los procesos de independencia de las colonias hispanoamericanas, así como las

fuentes de la Constitución de Cádiz y la guerra de independencia de España de la

ocupación francesa con José Bonaparte al frente de la misma, es que las ideas

que influyeron en ciertos pensadores y hombres de acción política y militar

protagonistas de esos procesos, es afirmar que las fuentes provienen de la

Revolución Francesa –paradójicamente muy poco liberal, pero sí bastante

estatista y colectivista- y de la Revolución Norteamericana, por carecer la tradición

                                                                                                                         32 Ver el ya mencionado ensayo del autor GÓMEZ RIVAS, León, “Algunos antecedentes del liberalismo constitucional en España. El pensamiento político de la segunda escolástica”, en Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política. También CARPINTERO BENÍTEZ, Francisco, “Los escolásticos españoles en los inicios del liberalismo político y jurídico”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos XXV. Chile: Valparaíso, 2003, consultado el 24.06.17 en: https://goo.gl/63N5rp

hispánica de fuentes propias, obras, personajes y períodos a los cuales apelar

para la defensa de la libertad frente a la opresión.

Lo que es tanto como sostener que sin las fuentes liberales anglosajonas y

francesas –estas últimas mucho más reducidas en número-, los procesos de

independencia y el esfuerzo por instaurar formas de Estado con gobiernos

limitados y garantías de la libertad, no habrían sido posibles, ya que en el mundo

hispánico solo existía justificación para el absolutismo, la intolerancia, el

mercantilismo, los monopolios y el centralismo.

Por ello son tan valiosos hallazgos o rescates como el hecho por Miguel

Ángel Cortés y Xavier Reyes Matheus, respecto de una figura como la de León de

Arroyal, quien siendo un habitante del Reino de Castilla, en sus Cartas prefiguró el

marco institucional que debía regir en futuro al mundo hispánico, para lograr la

libertad y la prosperidad33.

Declaraciones de Independencia y Constituciones hispanoamericanas

Aunque se las califique como lo hizo Simón Bolívar de Repúblicas aéreas, o

hayamos sucumbido ante la mentira constitucional sobre la que alertó Octavio

Paz34, siempre será un gran hito de la tradición hispánica el que sus Declaraciones

de Independencia y sus Constituciones iniciales, hayan anunciado y asumido la

forma de Repúblicas liberales, y con el paso del tiempo se hayan vuelto en general

                                                                                                                         33 “Aunque para la mayor parte de los españoles sigue siendo un desconocido, este pensador ocupa un puesto relevante en nuestra historia de las ideas por haber sido el primero en proponer una Constitución para el país, estimando en sus Cartas que ‘el pueblo verá con gusto la disminución de un poder que regularmente se funda en la opresión y en su debilidad’”. CORTÉS, Miguel Ángel, y REYES MATHEUS, Xavier, Era cuestión de ser libres. Doscientos años del proyecto liberal en el mundo hispánico. Madrid: Turner, 2012, p.24 34 Sobre esta frustración histórica y común a las naciones hispanoamericanas, es de rigor la lectura de ROJAS, Rafael, Las Repúblicas de Aire. Utopía y desencanto en la Revolución de Hispanoamérica. Madrid: Taurus, 2009.

democráticas, si bien en su mayoría no asegurando una economía de mercado

protegida del intervencionismo estatal.

Las normas escritas no hacen las instituciones. Pueden reforzar y mejorar

la vigencia y utilización de las últimas si existe en la sociedad en que ellas operan

un entendimiento y convencimiento de que su uso es beneficioso y preferible a

cualquier otra alternativa posible. De modo que lo escrito en una Declaración de

Independencia, de Derechos o en una Constitución, no hará que una sociedad

viva en libertad, con prosperidad y garantías institucionales eficaces. Para lograr

esto se necesita mucho, mucho más, que tener esos textos escritos. Pero tenerlos

no es del todo inútil, ni tampoco secundario.

Con el predominio militarista en un prolongado período de la breve historia

de estas Repúblicas, y luego con el auge y predominio de regímenes socialistas,

populistas y colectivistas en general, bien pudieron adoptar las Constituciones

desde México hasta Argentina contenidos abiertamente contrarios a la libertad y a

la limitación del poder. Y si bien no han estado exentas las Constituciones de

contenidos estatistas y populistas, en general han conservado lo fundamental para

servir en la diaria lucha por impedir la concentración y abuso de poder.

Por supuesto, reformas constitucionales, enmiendas y más recientemente

las peligrosas Asambleas Constituyentes, han sido usadas para debilitar, eliminar

y reemplazar principios y reglas que impedían a los déspotas, a los caudillos y a

los proyectos colectivistas concentrar el poder y permanecer de forma indefinida

en él, mediante farsas consultas electorales. Todo ello es cierto, y es muestra de

lo frágil que es la materia constitucional para, por sí sola, frenar los embates de los

enemigos de la libertad.

Pero el constitucionalismo no ha logrado más en nuestra tradición, porque

entre la frustración por los pocos éxitos y el descuido que ha permitido el que

juristas y politólogos antiliberales monopolicen esta materia, la causa liberal ha

facilitado el que para muchas personas en Hispanoamérica la Constitución sea

sinónimo de proyecto partidista, de política pública o de fuente para la mágica

solución de los problemas, y no lo único que es y puede ser: la base normativa

para organizar y limitar el poder estatal, así como para garantizar la libertad de las

personas.

Existe una tarea a asumir en toda su extensión, por parte del movimiento

liberal en Hispanoamérica, para mostrar a las actuales generaciones que a la

cabeza de las mayoría de las independencias estuvieron pensadores y políticos

defensores de la libertad y no del estatismo35, que por causas históricas y no por

fatalismos o determinismos, no se ha logrado consolidar en muchos casos el

proyecto republicano liberal de las independencias, que la falta de aceptación del

carácter superior de la economía de mercado en atención a sus beneficios ha

impedido un desarrollo económico apropiado en buena parte de los países –salvo

en aquellos como Perú y Chile por ejemplo, en los que las normas constitucionales

han colaborado con el desarrollo de ese tipo de economías-, que instituciones

como la justicia constitucional según las reglas y controles ciudadanos que existen

sobre ella pueden asegurar la libertad o acabarla, que la desigualdad no es en sí

                                                                                                                         35 Como se prueba en las valiosas investigaciones compiladas en los ya mencionados JAKSIC, Iván, y POSADA CARBÓ, Eduardo (Edit.), Liberalismo y Poder. Latinoamérica en el siglo XIX. México: Fondo de Cultura Económica, 2011, y FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier (Coord.), La aurora de la libertad: Los primeros liberalismos en el mundo iberoamericano. Madrid: Marcial Pons, 2014. Así mismo, las interpretaciones y debates planteados por historiadores sobre las causas de las independencias hispanoamericanas y sus implicaciones en CHUST, Manuel (Ed.) Las Independencias Iberoamericanas en su Laberinto. Valencia: Universidad de Valencia, 2010.

misma un problema y que la igualdad ante la ley es lo que debe asumirse para

que haya oportunidades sin discriminación para todos.

Fue también gracias a normas constitucionales que en Argentina y en

Bolivia los regímenes populistas y autoritarios de Fernández y Morales no se

consolidaron a través de la reelección indefinida. En cambio, en gran medida fue

el desprecio a su constitucionalismo liberal originario lo que ha hecho posible que

en Venezuela y en Ecuador regímenes con esas características se perpetúen en

el poder a expensas de la libertad y la prosperidad de los habitantes de esos

países.

Es imprudente menospreciar la influencia de la materia constitucional en la

vida de las sociedades y los individuos. En los EEUU lo mismo que en Reino

Unido, el constitucionalismo ha contribuido a que las tendencias autoritarias y

populistas muy presentes también en esas sociedades, no hayan causado

mayores estragos. La limitación del poder vía revisión judicial o sistema federal ha

sido esencial en la salvaguarda de la libertad. Lo mismo en la Alemania de

postguerra, con su Ley Fundamental, y otros países de la Europa central y del

este, tras el colapso del socialismo real.

Un mejor futuro para el liberalismo en Hispanoamérica depende en gran

medida de que la visión liberal de la Constitución al menos compita con mejores

resultados con la visión estatista, socialista y populista de la Constitución, como la

que impulsan los neoconstitucionalistas y defensores del -extractivo- Estado

social. Y en modo alguno, con una retirada total de ese debate, para concentrarse

en forma exclusiva en el análisis económico, las estadísticas y la demostración de

cómo ha aumentado el poder adquisitivo de las masas gracias al capitalismo. Las

formas, los símbolos, los relatos, las instituciones no económicas, son también

fundamentales.

IDEAS PARA LA MEJOR DIFUSIÓN DE LOS APORTES HISPÁNICOS A

LA CULTURA DE LA LIBERTAD

El estudio puramente académico de los aportes hispánicos a la cultura de la

libertad antes mencionados y comentados, para profundizar en ellos, procurar

nuevos hallazgos y sistematizar ese legado liberal, es de por sí una labor que

debería ser asumida con más recursos, tiempo y regularidad tanto por centros de

enseñanza como por los tanques de pensamiento liberales en los países de habla

hispana, para una mejor comprensión y valoración de estos aportes, cuyo

conocimiento sigue siendo reducido y marginal en muchos sentidos.

Pero a efectos de esta contribución, pensamos que su identificación y

difusión en los aspectos esenciales de cada uno, a través de conversaciones,

charlas, conferencias, publicaciones y clases, de la actividad política y de debates

en publicaciones culturales, es indispensable y urgente, para derribar muchos de

los obstáculos que el movimiento liberal enfrenta en los países de habla hispana

para convencer acerca de los beneficios de los valores liberales, los cuales por

desgracia, en parte gracias al predominio socialista en las humanidades y las

ciencias sociales, siguen percibiéndose como foráneos, extraños a nuestra cultura

e idiosincrasia, y sólo aplicables en otras sociedades, en particular en las

anglosajonas.

En tal sentido, nos atrevemos a formular a continuación algunas

sugerencias en esa dirección, no exhaustivas por supuesto, que pueden ser de

utilidad para el mejor empleo en el terreno de estos valiosos aportes, de estas

auténticas raíces liberales del mundo hispánico, a las que deben sumarse los

aportes no menores hechos luego de consumadas las independencias, por

políticos, intelectuales, pensadores y civiles en diversas áreas, para la constitución

con mayor o menor éxito, de sociedades abiertas, en las que rijan el Estado de

Derecho, la propiedad privada, la independencia judicial, la desconcentración del

poder y la economía de mercado, y la democracia esté limitada por la libertad

individual y la división de poderes sin excepción.

Entre otras acciones, puede resultar de utilidad llevar adelante una revisión

autocrítica de la forma en que se expone y valora en ensayos y estudios liberales

al antiguo Imperio español y la historia de las relaciones entre éste y las

Repúblicas hispanoamericanas durante el período colonial, para sumar a la

exposición de las prácticas e instituciones extractivas y autoritarias que

predominaron, información y valoración de las instituciones, ideas y propuestas

liberales que también se generaron antes y durante la existencia de dicho Imperio,

a fin de equilibrar la visión y ponderación del legado ibérico en América, y romper

de raíz con la errada creencia de que todo lo relativo al Reino de España fue

negativo, como se planteó por estrategia política durante y después de las guerras

de independencias, por ser irremediablemente contrario a la libertad y al desarrollo

de los individuos.

Considerar en qué medida el movimiento liberal de habla hispana ha sido

receptivo de parte al menos de la Leyenda Negra española, para desmarcarse de

esa propaganda política, que magnifica lo negativo y oculta lo positivo del

predominio español en Occidente, y que más allá de ello, genera complejos,

envidia y frustración en los miembros actuales de las sociedades de habla hispana

al compararse con los integrantes de otras sociedades, en especial con los de las

sociedades anglosajonas, y advertir que no hay singularidad alguna en los hechos

negativos atribuibles al Imperio español y a la conquista desarrollada por aquél en

los territorios americanos.

Revisar la tesis de la supuesta radical incompatibilidad entre catolicismo y

liberalismo, a la fecha bastante criticada por liberales con valiosas investigaciones

sobre el tópico, a fin de no alimentar un innecesario conflicto entre creencias y

valores religiosos de los integrantes de las sociedades hispánicas y los valores y

propuestas del liberalismo, tomando en cuenta además que este último tiene

conexiones directas con el cristianismo y que en el mundo actual la religión

condiciona mucho menos que en otras épocas la conducta política, económica y

moral de las personas, lo que elimina riesgos de determinismos irreversibles por

causas teológicas.

Ampliar la promoción de las ideas de libertad en los países de habla

hispana tomando en cuenta y empleando las ideas, narraciones, metodologías y

vocación constitucional surgidas en nuestra tradición hispánica, tanto en España

como en América, para complementar las fuentes generadas en otras tradiciones

que también se emplean, y que desde luego deben seguirse utilizando, en la

“popularización” del liberalismo y sus beneficios para la vida en sociedad, de modo

que puedan conectarse, mediante formas novedosas, emotivas, creativas y

estéticas, las ideas y valores liberales con las creencias, tradiciones y formas de

entender el mundo de los habitantes de las sociedades de habla hispana, sin que

éstos entiendan que sólo asumiendo una tradición distinta a la suya, como la

anglosajona, es que podrían asumirse las instituciones y valores liberales.

Considerar que este redescubrimiento, y en casos reconciliación, con los

aportes liberales del mundo hispánico a la cultura de la libertad universal, es

también una forma de combatir la narrativa de la historia de nuestros países

impuesta en gran medida por el marxismo y diferentes corrientes del socialismo,

con sus categorías maniqueas de ricos y pobres, explotadores y explotados,

capitalistas y proletarios, pues un relato integral de las luces y sombras de la lucha

por la libertad de la historia que comparten España y las Repúblicas

Hispanoamericanas, contribuirá a eliminar los determinismos, los fatalismos, las

conspiraciones y el victimismo, y a fomentar en su lugar la comprensión en

términos empíricos -históricos, políticos y económicos- de las causas del por qué

no hemos consolidado instituciones liberales estables, y de por qué no son

mayoría los hispanos que entienden por qué un orden liberal es preferible a una

organización colectivista y populista de la sociedad.


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