REALISMOS DEL SIMULACRO: IMAGEN, MEDIOS Y
TECNOLOGA EN LA NARRATIVA DEL RO DE LA PLATA.
AUTOR: JESS MONTOYA JUREZ
DIRECTOR: NGEL ESTEBAN
Editor: Editorial de la Universidad de GranadaAutor: Jess Montoya JurezD.L.: Gr. 2575-2008ISBN: 978-84-691-7840-9
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 2
Dedicatoria:
A mi padre (1930-2007),
en recuerdo de nuestro viaje a Marte
y a mi hija,
por abrir la vida en mitad de la vida y traerme de vuelta
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 3
AGRADECIMIENTOS
Cuando me inscrib en el programa de doctorado en mi Universidad de Granada, no
poda imaginar lo que iban a suponer estos cinco aos de mi vida. Llegu a la lectura de
Csar Aira por recomendacin de ngel Esteban, el director de esta tesis, entonces
profesor mo en un curso de doctorado. Para l va mi primer agradecimiento, por la fe,
el aliento y la complicidad de estos aos. Y sobre todo por haberme animado a empezar
esta carrera.
Esta tesis tuvo su inicio en un proyecto de investigacin previo que trataba de leer la
posmodernidad en Argentina a travs de la obra de Aira, una de las narrativas ms
difciles, desafiantes y, podramos decir, inabarcables de las publicadas en lengua
espaola. La forma narrativa y las transparencias tericas que he ledo en la obra de
Aira fueron guiando la lectura de los textos terico-crticos para elaborar el enfoque
comparativo de esta tesis.
Mi segundo agradecimiento es para el profesor lvaro Salvador. Sus oportunas crticas
a mi tesina, sus tutoras y recomendaciones a lo largo de estos aos, tienen la culpa de
algunas decisiones que he tomado en el derivar de esta tesis, entre ellas, el tratar de
aproximarme al objeto de estudio, la literatura latinoamericana, desde el reconocimiento
de cul es mi lugar de enunciacin de partida.
En tercer lugar, quiero agradecer al departamento de literatura espaola por el apoyo
material, logstico y personal que me ha prestado en todo momento, a travs de todos
los compaeros. En especial a Andrs Soria, su director, por la generosidad y el afecto,
y la atencin de Remedios Morales a todo lo que he necesitado. Quiero agradecer a
todos los compaeros, en especial a Miguel DOrs, su parte de culpa de que haya
podido llegar hasta aqu, al profesor Antonio Chicharro por sus contactos en Francia y
su inters en mi trabajo. Las palabras siempre cariosas de Agustn de la Granja,
Vicente Sabido y ngela Olalla, el magisterio de todos mis profesores tanto de la
licenciatura de Hispnicas como de Teora de la Literatura, y especialmente, en este
sentido, quiero mencionar a Juan Carlos Rodrguez. Por ltimo quiero agradecer
tambin a los compaeros el haberme arropado en circunstancias personales vividas en
este ltimo ao y medio.
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Realismos del simulacro 4
Mi trabajo se ha podido llevar a efecto gracias a un contrato de investigacin de la Junta
de Andaluca, que me ha permitido realizar estancias de investigacin en diferentes
universidades y centros internacionales. All tambin hay personas a las que tengo que
mencionar en este apartado. En primer lugar quiero agradecer por la amistad, el cario
de aos y la acogida en Duke, despacho y Thanksgiving incluidos, a Miguel, Jane y
resto de familia Garci-Gmez. A Margaret Greer por todas las facilidades, a los
bibliotecarios de Perkins Library, mi segunda casa durante tres meses. A Walter
Mignolo, por invitarme a participar en su curso de doctorado, y al profesor Fredric
Jameson, por aceptarme como uno ms en sus clases y hacerme algunas
recomendaciones para mi trabajo en sus tutoras. Pero sobre todo quiero agradecer a
Alberto Moreiras, por hacerme sentir en casa estando lejos de ella y por haber ledo y
hecho comentarios a mi trabajo de investigacin. A Paco, Mirella, Marcos Canteli y
Oscar Carpintero, por Nueva York, la cada de la hoja, el safe ride, las cenas y el sushi.
A colegas de ese pas que se han interesado por mi trabajo, Edmundo Paz Soldn,
Andrew Brown, Daniel Noem (amigo ya de varios encuentros entre Bratislava, Sevilla
y Granada) y Dianna Niebylski. De Canad quiero agradecer a Daniel Castillo Durante
y a Rita de Grandis, particularmente sus aportes bibliogrficos y observaciones.
Debo agradecer tambin a personas que en mis viajes al Ro de la Plata han sido
brjulas de esta investigacin. En Uruguay, ante todo, Elvio Gandolfo, por abrirme las
puertas del peridico El Pas, brindarme su agenda de telfonos y su sabidura generosa
en cada ocasin. Por haberme hecho descubrir al maestro Levrero. A Rayuela y Libros
de la Arena y sus respectivos libreros, culpables de que mi biblioteca haya crecido
considerablemente. A Leo Costas por todas las pistas, la amistad y el telfono de Csar
Aira. A Hugo Achugar por recibirme tan amablemente en la Universidad de la
Repblica, orientarme y facilitarme mi trabajo, y a Alicia Torres, por su generosidad y
amistad. A Ana Ins Larre Borges, por sus orientaciones sobre Levrero. A Hebert
Bentez Pezzolano, por muchas cosas, la amistad entre ellas. A Hugo Burel, Agustn
Courtoisie, Patricia Turnes, Alejandra, Ignacio Levrero Hoppe y Alicia Hoppe,
generosos en extremo. Y sobre todo a Rafael Courtoisie, por su agudeza, sus libros y
sus sandwiches. Quiero tener un recuerdo para la gente que trabaja en la Biblioteca
Nacional de Montevideo, donde pas maanas y tardes en verano e invierno. Mi
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Realismos del simulacro 5
gratitud a la ciudad de Montevideo por un caf, El Expreso de Pocitos, y a Uruguay, por
una noche de verano en Punta del Diablo.
En Argentina tambin debo mencionar a gente sin cuya ayuda no habra podido
terminar esta tesis. A Mara Rosa Lojo, por hacer posible mi estancia en la UBA y por
sus sugerencias a mi trabajo. Por sus observaciones de primera mano sobre Aira, tengo
que agradecer a Rodolfo Fogwill la charla en el caf que compartimos en la librera El
Ateneo, de Crdoba y Callao. A Laura Estrn por todos los materiales que me regal a
fondo perdido, Mariano Garca, por la generosidad, la amistad y la confianza de darme
sus inditos. dem a Sergio Olgun y la gente de la revista V de Vian. A Sandra
Contreras, por sus observaciones a mi proyecto de tesis, y a Guillermo Korn,
bibliotecario del centro Ricardo Rojas, que hizo de Virgilio para m en el descenso a las
bibliotecas bonaerenses. A Norma Carricaburo por sus contactos y su invitacin a caf
en casa. Especialmente quiero agradecer a la gente de Belleza y Felicidad y Elosa
Cartonera, en Guardia Vieja, por el material que all me fue posible recabar. Y por
supuesto a Csar Aira, que me ha atendido amablemente en las tres ocasiones que he
visitado Buenos Aires y en Grenoble, proporcionndome materiales inhallables. Por
ltimo debo agradecer a un entraable amigo, felizmente abuelo, Francisco Corti, por
muchos motivos, sobre todo el cario, aquel partido en la cancha de Independiente y por
hacerme descubrir la pizzera El Cuartito. De Brasil debo agradecer a Fernando y Teresa
Villrraga y a Ivana, por su inters en mi trabajo. De Mxico a Mariana y a mi querido
amigo Ivn.
Durante mi estancia de investigacin en Montpellier tuve la suerte de contar con la
calurosa acogida de la familia Raimond. A Jeanne en particular, debo agradecer por
todo. Logstica, alojamiento e invitarme a compartir mi trabajo con los alumnos de
Nimes. Al profesor Edmond Cros y su esposa, por su exquisita amabilidad, su
invitacin a casa y su clase magistral de sociocrtica. A Augusto Escobar, con quien
pude conversar de mi tesis y ms ampliamente de mi vida, en ese tiempo. A Grard
Siary y a Catherine Berthet-Cahuzac, por su generosidad y por cuidar de que mi
estancia fuera fructfera.
Otro hito de mi investigacin lo supuso mi visita al centro de investigacin del Ro de la
Plata de Grenoble, bajo la direccin de Michel Lafon, quien fue tan amable de invitarme
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 6
a los seminarios sobre Csar Aira y Arturo Carrera, con la participacin de estos
autores. Quiero expresar mi agradecimiento a las especialistas en Aira Margarita
Remon-Raillard y Cristina Breuil por compartir sus materiales conmigo y a Christian
Strade por ser tan gentil de mantenerme informado del devenir de las actividades del
instituto. De Alemania quiero agradecer a Julio Prieto y del Reino Unido a Brgida
Pastor por su valoracin positiva de mi tesis doctoral.
Quiero agradecer a miembros de universidades espaolas su contribucin a que salga
adelante esta tesis. A Eduardo Becerra por posibilitarme realizar una estancia en la
Universidad Autnoma, y compilar el material que me haca falta a ltima hora. Y
agradezco tambin las contribuciones particulares con materiales y consejos a Francisca
Noguerol, Vicente Cervera, Juana Castao, Carmen de Mora, que me facilit un
excelente material para empezar con el trabajo, y a Javier de Navascus y Manuel
Alberca, por enviarme sus trabajos sobre Aira. Pero sobre todo, quiero agradecer al
maestro Fernando Ansa, una de mis puertas de entrada a la literatura uruguaya, sus
intuiciones y trabajos han dejado huella en mi investigacin.
Cinco aos de mi vida se cierran con la defensa de esta tesis. Siento, espero, que se abra
una etapa nueva. En ella quiero que sigan estando personas a las que tambin quiero
agradecer por hacer real la realidad, poner su peldao, quizs el ms importante, para
empujarme a llegar hasta aqu para someter estos aos de desvelos, alegras,
frustraciones y lecturas ante este tribunal. Sofa, por encima de todas ellas, por su
dispositivo automtico de felicidad, los amigos, Paco, Javi Castillo, Ana, Chema, Jos
Miguel, Jos Carlos, Pepe, Guillermina, Lupe, Javi, Csar, Juanri, Gabriel y sus trucos
informticos, a mi familia y amigos, muy especialmente, a Javier Alonso, por el diseo
de la portada de esta tesis. Seguramente me dejo en el tintero a mucha gente. Me
disculpo de antemano, os doy las gracias. A mis padres, que ya no estn, agradecera
hoy muchas otras cosas. Y por emocionarse con las peripecias de esta investigacin, del
lado de all, por su cario y su fe puesta en m, doy gracias a Ramona.
Y a ti, Natalia, mi realidad, por cada paso, cada minuto, cada semana de no
dormir, cada uno de los esfuerzos de estos aos, tan hermosos y tan duros. Por estar ah,
debajo de mi piel, dndoles sentido... Todo esto es tuyo, se debe a ti.
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INDICE:
RESUME DE LA THSE. 11
0. INTRODUCCIN Y JUSTIFICACIN. 17
1. LOS MEDIOS Y LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD: BREVE 27
PREHISTORIA DEL SIMULACRO.
1.1. Prehistoria del simulacro. 27
1.2. Modernidad e imagen. 37
1.3. Los medios en la Escuela de Frankfurt. 47
1.4. De la imagen del mundo al mundo de la imagen: 56
dos recorridos entre Deleuze y Jameson.
1.5. La antesala del simulacro: Debord y McLuhan. 62
1.5.1.Debord y la espectacularizacin de la realidad. 62
1.5.2. McLuhan y los nuevos contornos del hombre. 68
1.6. Breve resumen del captulo. Rupturas y continuidades. 73
2. SENSORIUM POSMODERNO: EL CONCEPTO DE SIMULACRO. 75
2.1. Del espectculo al simulacro: el mundo en diferido 75
de Baudrillard.
2.2. Lyotard Jameson - Vattimo: descripciones del sensorium 81
posmoderno.
2.2.1. Lyotard y el fin de las metanarrativas. 81
2.2.2. Las preguntas de Jameson. 88
2.2.3. La des-realizacin como oportunidad en Vattimo. 101
2.3. De la teora del simulacro a la Realidad Virtual: los aos noventa. 107
2.4. Breve resumen del captulo. Del simulacro del simulacro
al fin de las metforas. 122
3. NI APOCALPTICOS NI INTEGRADOS: MEDIOS Y VIDEOCULTURA
EN LA REFLEXIN LATINOAMERICANA. 125
3.1. La posmodernidad desde la periferia. Achugar, Richard y Sarlo. 131
3.2. Massmediacin e hibridez. 139
3.3. Breve resumen del captulo. Ni apocalpticos ni integrados. 157
4. VIDEO-CULTURA Y CULTURA DE MASAS EN LA LITERATURA:
DEBATES Y PROBLEMAS. 161
4.1. Cultura de masas y alta cultura. 161
4.2. Kitsch, Pop, Camp. 164
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Realismos del simulacro 8
4.3. Algunas precisiones metodolgicas: cfrasis y tecno-escritura. 174
4.4. Breve resumen del captulo. Apuntes metodolgicos. 193
5. LOS MEDIOS EN LA NARRATIVA DEL RO DE LA PLATA. (1969-1992) 195
5.1. After-Pop: El efecto Puig. 195
5.2. Simulacro y traicin a lo masivo: el caso de Mario Levrero. 205
5.2.1. Levrero y sus otros. 209
5.2.2. Narraciones a base de imgenes: un anlisis
de Los muertos. 214
5.2.3. La memoria como simulacro: cfrasis y metaficcin. 221
5.2.4. Imgenes fractales en Pars. 229
5.2.5. Nick Carter y el otro Levrero. 244
5.2.5.1. Nick Carter y la tradicin: breve apunte
sobre el gnero policial en el Ro de la Plata. 245
5.2.5.2. Jorge Varlotta y el verdadero Nick Carter 250
5.2.5.3. La vigilia y el sueo en la poca
de su reproductibilidad tcnica. 257
5.2.6. Ssifo ante el televisor: No se pierdan el prximo episodio. 262
5.3. Escrituras de la tecnologa: de La invencin de Morel
a La ciudad ausente. 264
5.3.1. Doble exposicin fotogrfica en La invencin de Morel. 265
5.3.2. La ciudad ausente como hipertexto literario.
Mquinas, museos y ciencia ficcin. 276
5.4. Breve resumen del captulo. Tecnoescritura, imagen y medios. 298
6. LOS MEDIOS EN LA NARRATIVA DE CSAR AIRA:
HACIA UN REALISMO DEL SIMULACRO. 303
6.1. Literatura y anamorfosis: el gaucho Moreira
o el ndice de la Enciclopedia. 309
6.1.1. Alegora, cfrasis y anamorfosis. 317
6.1.2. Moreira como el ndice de la Enciclopedia airiana. 329
6.2. Introduccin a algunos aspectos de la potica de Aira. 341
6.2.1. Aira por s mismo: continuo, procedimiento y realismo. 341
6.2.2. Literatura mala y el ms all de la literatura. 361
6.2.3. Lo visual: lo radical fotogrfico y lo delirante. 378
6.3. Realismos y simulacros: los aos noventa. 389
6.3.1. Medios, videopoltica y simulacro en Argentina. 391
6.3.2. Presencia de los mass media en la narrativa airiana. 405
6.3.2.1. cfrasis de la fotografa digital. 410
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Realismos del simulacro 9
6.3.2.2. Tejer mirando televisin. 429
6.3.2.3. Del lado del archivo: la televisin como
lenguaje artstico. 435
6.3.2.4. Documentar en presente: cfrasis, zapping
e identidad posthumana. 444
6.3.2.5. De lo pictrico a lo televisivo. 458
6.3.2.6. Simbiosis: entre el lenguaje-libro
y el lenguaje-televisin 463
6.3.2.7. Barrocos televisivos. 468
6.3.2.8. Barrocos televisivos 1.0: Imgenes en la distancia. 472
6.3.2.9 Barrocos televisivos 2.0: Televisin y proyecto
artstico. 482
6.3.3 Ficciones terminales y realismos del simulacro
en la narrativa airiana de entre siglos. 489
6.4. Conclusiones: de la desrealizacin al realismo. 518
7. NARRATIVAS MEDITICAS PARA UN NUEVO MILENIO. 523
7.1. Experiencias posmodernas y universos glocales: videocultura
y cibercultura en la narrativa uruguaya del siglo XXI. 524
7.1.1. Espectacularizacin, mass media y desautomatizacin
en Caras extraas, de Rafael Courtoisie. 526
7.1.3. Exilios virtuales en la era de lo transnacional: El exilio
segn Nicols, de Gabriel Peveroni. 540
7.2. Realidad virtual y el mundo como pantalla: Indios y aliengenas
en la narrativa de Sergio Bizzio. 551
7.2.1. Utopas y distopas del mirar y morir. 551
7.2.2. Planet Argentina. 555
7.3. Airianos en el siglo XXI: Washington Cucurto y Dalia Rosetti. 560
74. Conclusiones. To be continued. 578
8. CONCLUSIONES PARA REINICIAR EN MODO UTOPA. 581
9. DES CONCLUSIONS POUR RECOMMENCER EN MODE UTOPIE.2.0 593
BIBLIOGRAFA 605
Bibliografa General 605
Obras y artculos de los autores del Ro de la Plata trabajados en la Tesis. 656
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Realismos del simulacro 10
Hace un momento te deca que la historia termin, Aldo. Pero eso no quiere
decir que se hayan terminado todas las historias. Ahora vendrn otras, y despus
otras ms Y en todas las historias hay un pequeo objeto perdido, que nadie
va a reclamar, como vos decs, y que sin embargo es importante ( Aira, La
mendiga, 156).
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Realismos del simulacro 11
RESUME DE LA THSE.
Lobjectif de cette thse est de faire des recherches sur la faon dans laquelle le roman
du Ro de la Plata (fleuve dArgent) des deux dernires dcades transcrit formal et
thmatiquement un type spcifique de sensorium qui a t developp au cours des
dernires annes avec la pntration globale des mass mdias. On dcrit ce sensorium
par le terme simulacre , terme pris par la thorie culturelle franaise et nord-
amricaine des annes 80. tymologiquement, un simulacre est une feinte de cela quon
nest pas, quon na pas ou quil nexiste pas, et avec Baudrillard on poudrait le dfinir
comme la contamination des choses par les images (Baudrillard, 1988).
Cette thse veut lire deux phnotextes pour signaler les faons dans lesquelles une
matrice textuelle transcrit le simulacre : les codes provenants de la culture de masse et
les images labores par la techonologie de la reproduction et production audiovisuelle
des mass mdias. Au cours de notre analyse du corpus objet de notre tude, nous
cherchons, premirement, de dterminer la fonction que les produits, genres, images,
clichs provenants de la culture de masse accomplissent dans les textes. Cest--dire, de
faire attention la faon dans laquelle les codes provenants des mass mdias
shybrident avec la matrice textuelle. Deuximement, nous cherchons de dterminer la
fonction que les images des mass mdias et la technologie qui les produit accomplissent
dans les textes. Lobjectif, par consquent, il est double : dcrire les processus travers
lesquels les textes incorporent les images et formes massmdiatiques et leur technologie
et, en mme temps, signaler le sens politique de linvocation sous ekphrasis des images
et grammaires autres de la technologie audiovisulle massmdiatique dans les textes.
Lhypothse initiale est que, partir de lincorporation de la technologie de
reproduction et production grce sa simulation par le recour de lekphrasis, la
technologie textuelle, la construction narrative, fictionnelle, de ces romas rivalisent aux
grammaires propres de mdias comme la photographie, liconographie, la tlvision, la
ralit virtuelle et le cyberspace. De cette faon, il est trancrit ainsi une transformation
dans le sensorium perceptif qui a cristallis en une cologie massmdiatique propre dun
prsent gobalis.
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 12
Les chapitres 1 et 2 cherchent une brve reconstitution de cet histoire de la pntration
des mdias et la transformation que ceux-ci ont sur la perception qui devient la
consolidation du simulacre. Au cours de cette reconstitution on a privilegi les
vnements des tudes visuelles (Visual Studies) et la thorie des mdias (Media
Theory) avec dautres apports de la philosophie et les tudes Culturelles qui peuvent
mieux illustrer une rupture importante dans les relations mutuelles entre les
technologies de la vision et reproduction des images et le changement culturel. La
combinaison de perspectives choisie a aspir une rapprochement interdisciplinaire, de
celle-ci qui soit faisable de revenir continuellement sur les pas en partant de la rlexion
thorique-philosophique aux implications culturelles qui se sont matrialiss dans lart
et la littrature, et vice versa, de ces pratiques lhorizon idologique sur lesquelles
sinscrirent.
Au cours du chapitre 1, on ralisera un analyse du developpement de la technologie
visuelle et ses machines sociales, compte tenu de comment les appareils fantasmatiques
du XIX sicle et dbut du XX contribuent la transformation du sensorium cartsien
des Lumires, dont le modle technologique tait la chambre noire, en commencent
ainsi un processus dabstraction et intellectualisation de la vie sociale de plus en plus
grand qui sinscrit dans la mtropole moderne. La thse comprend des apports de
Simmel et de la thorie culturelle de Marshall McLuhan et Guy Debord, de mme que
de Bergson, Heidegger, lcole de Frankfurt, Sartre, Barthes, Foucault, Jameson et
Deleuze.
Le chapitre 2 traite du problme dtude, le concept simulacre, en dcrivant les apports
de la rflexion de la thorie postmoderne la construction du concept de simulacre. On
va sarrter dans la description qui Baudrillard, le thoricien fondamental du simulacre
et son critique le plus apocalyptique, fait de ce concept. On va aussi lire les apports que,
en suivant le fil de la thorie postmoderne esthtique , ils font Lyotard, Jameson, et
Vattimo, qui appuye la perspective plus integre, en trouvant un ct oppos
mobilisateur pour le simulacre dans son concept dopportunit postmtaphysique. Dans
la dernire part du chapitre on va rapporter brivement les apports de Mark Poster,
Friedrich Kittler, Slavoj Zizek ou Paul Virilio dans leur rflexion par rapport aux
technologies de la virtualit postmoderne tardive.
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Realismos del simulacro 13
Dans le chapitre 3, il est reconstitu la faon dans laquelle le concept simulacre a t
thmatis et thoris daprs diffrentes lignes de la pense latino-amricaine,
fondamentalement partir des annes quatre-vingt-dix et suivantes. La thorie culturelle
latino-amricaine a commenc a sinquiter des transformations dans le sensorium par
la pntration des mdias dans la culture latino-amricaine. La thse dicute les apports
de Martn Barbero, et limportance des transformations du sensorium dans les processus
rvisionniste de la modernit apparues lacadmie propos du dbat
Modernit/Postmodernit et, plus rcemment, le dbat de la Globalisation, selon
lapproche de lhybridit, surtout avec Garca Canclino, Alfonso de Toro y alberto
Moreiras, ou selon lapproche dune postmodernit priphrique, dHugo Achugar,
Nelly Richard ou Beatriz Sarlo.
Lanalyse textuelle developpe par cette thse repose sur des notions thoriques
provenantes des tudes culturelles et la thorie compare interartistique et
intermdiatique mentionnes dans le chapitre 4. On va employer des notions pris des
tudes culturelles parce que dans notre abord on a constat que les textes littraires se
rfrent eux-mmes comme des systmes de communication en cologies croises et
par consquent il a t denomm la prolifration de linformation ou limplosion
massmdiatique. Ce fait non seulement conditionne leur rception, mais en plus leur
propre production ou criture. Daprs les approches dauteurs comme Mitchell ou
Wagner, on assure que les textes des annes quatre-vingt-dix et du nouveau sicle
peuvent tre considrs des textes hybrides, textes-image (image-texts) ou des
iconotextes (iconotexts). Cette affirmation a t clef pour slectionner le corpus. Les
divers textes choisis montrent les faons dans lesquelles les images que, si bien traduites
en langage, gardent les traces de leur sens visuel, se surimpressionent sur un support
verbal.
Le roman qui nous proposons analyser, ralis El Ro de la Plata entre la fin des
annes quatre-vingt jusqu prsent, montre une rupture dans la faon de traiter la crise
de lexprience et lhibrydation de la littrature avec le massif dans une tradition du
canon latino-amricain. Dans cette rupture, cest trs important loeuvre de Csar Aira.
Premirement, loeuvre de Csar Aira est crite dans une conjoncture quon poudrait
dcrire dentre gnrations, et cela avec sa pratique thorique et critique, fait quil
devienne une charnire dans le canon de El Ro de la Plata. Son oeuvre commence en
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 14
1975, et elle trouve une place dans le canon pendant les annes quatre-vingt grce trs
importantes oeuvres comme Moreira (1975), distribue partir de la parution de son
deuxime roman, Emma la cautiva (1981) ou Una novela china (1987). Il sagit de la
mme priode dans laquelle auteurs-axe un peu plus gs que Csar Aira, comme Saer
et surtout Piglia, entrent dans le canon. Mais il est aux annes quatre-vingt-dix quand sa
potique bouleverse mdiatiquement pas seulement pendant quil transforme la
vitesse de sa production en masive, mais parce quil aussi se lance dans une
tlvisualitation thmatique et formale des propres objects littraires. Pour cette
raison, on pense que Csar Aira est un auteur clef de la dernire dcennie du XX sicle
pour le roman argentin. Si on prend en compte le numro, on peut affirmer que les
romans publis depuis les annes quatre-vingt-dix triplent tout ce quil avait publi
avant. Deuximement, si loeuvre de Csar Aire laisse voir une tradition, qui tait
mineure ou secondaire jusquau ce moment, partir laquelle il est exig dtre lu, il
nest pas moins importante la faon dans laquelle il doue de visibilit
loeuvre dautres crivains contemporains ou plus jeunes qui placent au centre de leurs
potiques les questions de leffacement entre rel / reprsentation, ralisme / simulacre,
production / rception, culture de masse / haute culture. Pour ces raisons loeuvre de
Csar Aira prendra le chapitre le plus long. Ltude ddi Csar Aria, qui se trouve
dans le chapitre 6 de la thse, cest le plus long publi en Espagne sur cet auteur.
Le chapitre 7 tend ltude doeuvres dauteurs qui sencadrent la fin du XX sicle et
au dbut du XIX sicle, des argentins comme Washington Cucurto (1973), Dalia Rosetti
(1972), Sergio Bizzio (1951), ou des uruguayens comme Rafael Courtoisie (1958) et
Gabriel Peveroni (1969), lesquels construisent leurs objets textuels partir du
croisement intersystmique des grammaires techonologiques propres du deuxime ge
des mdias (Poster, 1995), comme la tlvision, les autoroutes de linformation ou la
ralit virtuelle. Tant dans ces oeuvres que dans les oeuvres de Csar Aira, la question
de leffacement des limites des binmes ralisme / reprsentarion, haute culture / culture
de masse, production / rception, etc., est mis au premier plan. Ces littratures sont
crites dans lhorizon de la fin de la littrature, en partant de la reconnaissance de la
technologie de la reproduction et production massmdiatique comme le seul espace
pour accder au mot, jusqu un discours qui est labor et travers par les images dans
le monde des communications globales.
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 15
Mme si la thse est axe sur des auteurs et textes publis depuis la fin des annes
quatre-vingt du XX sicle jusqu prsent dans la rgion goculturelle de El Ro de la
Plata, on pense que cest indispensable de parler brivement de certains textes crits
partir de la fin des annes soixante qui constituent les prcdents dune riche tradition
narrative dans la rgion. Nous parleron de ces prcdents au cours du chapitre 5, qui
commence avec quelques pages sur Manuel Puig (1932-1990), dont loeuvre a t
largement tudi comme premier vnement du changement vers les mdias dans le
roman de El Ro de la Plata. On mentionne aussi dautres auteurs comme Mario Jorge
Varlotta Levrero (1940-2004), dont loeuvre transcrit une crise de lexprience du rel
partir de la combinaison des images oniriques avec dautres images pris de la sphre de
la virtualit massmdiatique. Limportance de Levrero pour le roman uruguayen depuis
des annes quatre-vingt-dix est essentielle, le chapitr consacr Levrero est ltude le
plus long de tous ceux qui ont t publis jusqu prsent. Il convient aussi de
mentionner Ricardo Piglia et notamment La ciudad ausente, fin dexpliquer une
autre faon de transcrire le simulacre dans la tradition narrative de El Ro de la Plata. Le
roman reprsente un travail avec le simulacre et ses technologies partir le genre de la
science fiction et, prcisment, le roman danticipation, en explorant les liens de ce que
Johnston (Johnston, 1998) a appel multiplicit de linformation avec le problme de la
crise de lexprience et la dconnexion des subjectivits avec la mmoire collective en
Argentine de la priode post-dictature. Dun autre ct, cette thse compare le roman de
Piglia la nouvelle de science fiction de Bioy Casares, La invencin de Morel, leur
prcdent si on considre que tous les deux mettent en relief la crise de lexprience du
rel dans une cologie traverse par la technologie partir du genre de la science
fiction, en insistant sur la visibilit des machines technologiques au paysage fictionnel.
Les raison par lesquelles il est pertinent de construire ce corpus sont diverses. Les textes
choisis comme prcdents permettent de dcrire les divers usages de la culture de masse
et de la technologie de la reproduction massmdiatique dimages dans le roman de El
Ro de la Plata qui rsume les divers recherches raliss. Deuximement, en reprenant
quelques approches thoriques classiques de la smiotique dEco, on pense que tous les
textes choisis projettent des formules diffrentes dquilibre entre les ples
apocalyptique et integr par rapport la culture de masse. Au cours de la transcription
mdiatique-technologique labore par les textes de cette rgion de Puig, Levrero ou
Piglia on entrevoit une liaison ludique entre le verbal et visuel avec les technologies
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 16
massmdiatiques, plus intense en Puig, moins intense en Piglia, mais tous ces textes
laissent entrevoir une jouissance qui est recre dans les posibilits quils
prsentent. Mais en mme temps les images et la technologie de la reproduction de
celles-l sont projettes en dernier ressort comme un obstacle pour arriver capturer le
rel. Si, effectivement, on podrait dcrire ces textes comme proches au ple integr par
la sduction vers la culture de masse, leur lecture laissaira entendre simultanment une
description du simulacre laquil soppose une nostalgie de lexprience du rel.
Sur ces horizons dusages et thories concernants le masif, le roman de Csar Aira subit
son changement. Les textes des annes quatre-vingt-dix slectionns effacent la
nostalgie dun rel pralable que le simulacre est venu pour lliminer, pour saffirmer
sur une ralisme du simulacre, le seul ralisme possible dans une cologie de la
prolifration massmdiatique comme espace unique partir lequel accder la
reprsentation. Cet effacement cristallise en les auteurs plus jeunes qui sont analyss
dans le chapitre 7, pour lesquels le simulacre est dj son propre pass.
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 17
Captulo 0: INTRODUCCIN Y JUSTIFICACIN.
El objetivo del presente trabajo es investigar cmo la narrativa del Ro de la Plata de las
ltimas dos dcadas transcribe formal y temticamente un tipo especfico de sensorium
que se ha desarrollado en los ltimos aos con la penetracin global de los medios de
comunicacin de masas. Describimos este sensorium con el trmino simulacro,
trmino acuado por la teora cultural francesa y norteamericana de los ochenta.
Etimolgicamente, un simulacro es un fingimiento de lo que no se es, no se tiene o no
existe, y junto a Baudrillard podramos definirlo como la contaminacin viral de las
cosas por las imgenes (Baudrillard, 1994: 31).
Dos son los fenotextos que esta tesis quiere leer para sealar los modos en que una
matriz textual transcribe el simulacro: los cdigos provenientes de la cultura de masas y
las imgenes generadas por la tecnologa de la reproduccin y produccin audiovisual
massmeditica. En nuestro anlisis del corpus objeto de nuestro estudio, pretendemos,
en primer lugar, determinar cul es la funcin que cumplen en los textos los productos,
gneros, imgenes, clichs provenientes de la cultura de masas. Es decir, atender a
cmo se hibridan en los textos los cdigos provenientes de los medios masivos en la
matriz textual. En segundo lugar, determinar cul es la funcin que cumplen en ellos las
imgenes de los mass media y la tecnologa que las produce. Nuestro objetivo, por
tanto, ser doble: describir los diferentes procesos a travs de los cuales los textos
incorporan las imgenes y formas massmediticas y su tecnologa y, al mismo tiempo,
sealar cul es el sentido poltico de la invocacin bajo cfrasis de las imgenes y
gramticas otras de la tecnologa de lo audiovisual massmeditico en los textos.
Nuestra hiptesis inicial es que, a partir de la incorporacin de la tecnologa de
reproduccin y produccin de las imgenes mediante su simulacin a travs del recurso
de la cfrasis, la tecnologa textual, la construccin narrativa, ficcional, de estas novelas
emula las gramticas propias de medios tales como la fotografa, la infografa, la
televisin, la realidad virtual y el ciberespacio, transcribiendo as una transformacin en
el sensorium perceptivo que ha cristalizado en una ecologa massmeditica propia de un
presente globalizado. En este sentido nos valdremos de nociones tericas para apoyar
nuestro anlisis provenientes de los estudios culturales y la teora comparada
interartstica que aplicaremos al espectro de lo intermeditico. Emplearemos nociones
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 18
procedentes de los estudios culturales porque en nuestro abordaje hemos comprobado
que los textos literarios se autorrefieren a s mismos como sistemas comunicacionales
en ecologas cruzadas por lo que se ha denominado la proliferacin de la informacin o
la implosin massmeditica. Este hecho condiciona no slo su recepcin sino su propia
produccin o escritura, donde la recepcin y el mercado influyen como nunca hasta
ahora. Por otro lado, nuestro anlisis se apoyar en ciertas nociones provenientes de la
teora comparada interartstica porque, siguiendo los planteamientos de autores como
W.J.T.Mitchell o Peter Wagner, podemos afirmar que los textos de los aos noventa y
del nuevo siglo que hemos elegido pueden considerarse textos hbridos, textos-
imagen (image-texts) o iconotextos (iconotexts). Son considerados de esta forma en
tanto que, en ellos, sobre un soporte verbal se sobreimpresionan las imgenes que, si
bien son traducidas al lenguaje verbal, como demostraremos, conservan en el proceso de
asimilacin las marcas de su otredad visual.
La narrativa que proponemos analizar, producida en el Ro de la Plata entre fines de los
ochenta y el presente, ilustra una ruptura en el tratamiento de la crisis de la experiencia
y la hibridacin de la literatura con lo masivo dentro de una tradicin en el canon
latinoamericano. En esa ruptura, por su influencia y efecto visibilizador, nos parece
fundamental la obra del argentino Csar Aira (1949). En primer lugar, la produccin de
Aira se escribe en una coyuntura que podramos denominar inter-generacional, y ello
unido a su operatoria terica y crtica, la convierten en una bisagra en el canon
rioplatense. Su produccin arranca en 1975, y encuentra un lugar en el canon en los
aos ochenta con obras fundamentales como Moreira (1975), distribuida a partir de la
publicacin de su segunda novela, Ema la cautiva (1981) o Una novela china (1987).
Se trata del mismo perodo en el que ingresan al canon argentino autores-eje algo
mayores que Aira, como Saer y, sobre todo, Piglia. Pero es en los noventa cuando Aira
revoluciona mediticamente su potica no slo en tanto vuelve masiva la velocidad de
su produccin, sino tambin porque acomete una televisualizacin temtica y formal
de los propios objetos literarios. Es por ello que consideramos a Aira un autor clave de
la ltima dcada del siglo XX en la narrativa argentina. Si atendemos a su nmero
podemos afirmar que las novelas publicadas desde los noventa triplican lo publicado
previamente. En segundo lugar, si la obra de Aira visibiliza una tradicin, hasta
entonces marginal o secundaria desde la que aqulla exige ser leda (desde Arlt, Puig y
Pizarnik, a, sobre todo, Copi y Osvaldo Lamborghini), no es menos importante el modo
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 19
en que dota de visibilidad a la obra de otros escritores coetneos o ms jvenes que l
que sitan en el centro de sus poticas las cuestiones del borramiento entre real/
representacin, realismo/ simulacro, produccin/ recepcin, cultura de masas/ alta
cultura. Por estas razones la obra de Aira ocupar el eje de nuestro anlisis.
Posteriormente extendemos nuestro estudio a obras de autores que se escriben en el fin
de Siglo XX e inicios del XXI, argentinos como Washington Cucurto (1973), Dalia
Rosetti (1972), Sergio Bizzio (1951), o uruguayos como Rafael Courtoisie (1958) y
Gabriel Peveroni (1969), que construyen sus objetos textuales a partir del cruce
intersistmico de las gramticas tecnolgicas propias de la segunda edad de los media
(Poster, 1995), tales como la televisin, las autopistas de la informacin o la realidad
virtual. En estas obras, como en las de Aira, la cuestin del borramiento de los lmites
en los binomios realismo/representacin, alta cultura/cultura de masas,
produccin/recepcin, etc., se pone en un primer plano. Estas literaturas se escriben en
el horizonte del fin de la literatura, desde el reconocimiento de la tecnologa de la
reproduccin y produccin massmeditica como el nico espacio para acceder a la
palabra, a un discurso que est configurado y atravesado por las imgenes en el mundo
de las comunicaciones globales.
Aunque en nuestro trabajo nos vamos a centrar en una constelacin de autores y textos
publicados desde fines de los aos ochenta del siglo XX hasta la actualidad en el rea
geocultural del Ro de la Plata, nos ha resultado imprescindible referirnos brevemente a
una serie de textos escritos desde fines de los sesenta que constituyen los antecedentes
de una rica tradicin narrativa en la regin. A la consignacin de estos antecedentes
dedicamos el captulo cinco, que principia en unas pginas referidas a Manuel Puig
(1932-1990), cuya obra ha sido ampliamente estudiada como primer hito del salto
definitivo a los media en la narrativa del Ro de la Plata. Otro de los autores a los que
nos referiremos es Mario Jorge Varlotta Levrero (1940-2004), cuyos textos transcriben
una crisis de la experiencia de lo real a partir de la combinacin de las imgenes
onricas, al modo en que lo hara el surrealismo cortazariano, con otras imgenes
extradas de la esfera de la virtualidad massmeditica. Si las primeras obras de Puig
resultan claves en la reconstruccin de cualquier canon de los cruces entre la literatura y
cultura de masas en la literatura argentina (Puig es particularmente una referencia
fundamental para Aira y los autores argentinos ms jvenes en conexin con Aira), la
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 20
de Levrero constituye una obra clave en la tradicin de la seduccin por las formas
menores y masivas de la literatura en Uruguay, y pionera en el desarrollo de las tcnicas
ecfrsticas aplicadas a lo televisivo y en la exploracin de los vnculos entre simulacro y
alienacin en los aos setenta. Si bien recibi el inters de crticos de la talla de Rama,
Moraa o Ansa, de la obra de Levrero, escrita en su totalidad entre Buenos Aires,
Colonia, Piripolis y Montevideo y distribuida localmente hasta no hace muchos aos,
no existen estudios en Espaa1. Hemos considerado tambin oportuno referirnos a
Ricardo Piglia y en concreto a La ciudad ausente, para explicitar otro modo de
transcribir el simulacro en la tradicin narrativa del Ro de la Plata. La novela supone un
trabajo con el simulacro y sus tecnologas desde el gnero de la ciencia ficcin y, en
concreto, la novela de anticipacin. Esta ficcin paranoica de Piglia explora los vnculos
de lo que Johnston ha denominado multiplicidad de la informacin (Johnston, 1998) con
el problema de la crisis de la experiencia y la desconexin de las subjetividades con la
memoria colectiva en la Argentina de la postdictadura. La novela de Piglia constituye
para nosotros otro modelo contemporneo de tratamiento del simulacro. Si por un lado
la novela fagocita e incorpora la cultura de masas, por otro marca una distancia crtica
respecto de lo masivo, sobre todo en tanto su gramtica busca plegarse a lo textual. Las
emisiones de informacin generadas por la cyborg, sus simulacros que son objeto de
debate entre los polos de la alienacin y mistificacin por un lado y de la resistencia por
otro, en la novela de Piglia, se vinculan a lo verbal. En otro sentido, el abordaje del
simulacro de esta metaficcin virtual (Carrera, 2001), podra vincularse con la nouvelle
de ciencia ficcin de Bioy Casares, La invencin de Morel, que podra considerarse su
antecedente en tanto ambas ponen de relieve desde el gnero de la ciencia ficcin la
crisis de la experiencia de lo real en una ecologa atravesada por la tecnologa,
remarcando la visibilidad de los artefactos tecnolgicos en el paisaje ficcional.
Las razones que nos han llevado a incluir este corpus de textos como antecedentes de la
problemtica que tratamos son varias: en primer lugar, los textos elegidos como
antecedentes nos van a permitir hablar de diferentes usos de la cultura de masas y de la
tecnologa de la reproduccin massmeditica de imgenes en la narrativa rioplatense
que, pensamos, resumen los diferentes abordajes llevados a cabo en la literatura de la
regin de este problema. En segundo lugar, retomando algunos planteamientos tericos
1 Cuando estbamos realizando la maquetacin de esta tesis conocimos a Jorge Olivera, doctorando de la Universidad Complutense que en breve defender una tesis sobre la triloga involuntaria de Levrero.
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 21
clsicos de la semitica de Eco, pensamos que todos los textos elegidos proyectan
frmulas diferentes de equilibrio entre los polos apocalptico e integrado respecto de la
cultura de masas. En la transcripcin meditico-tecnolgica que hacen los textos
rioplatenses de Puig, Levrero o Piglia atisbamos una relacin ldica entre lo verbal y lo
visual y las tecnologas massmediticas, ms intensa en Puig, menos intensa en Piglia,
pero en todos ellos una jouissance que se recrea en las posibilidades que dichas
interacciones presentan. Pero al mismo tiempo las imgenes y la tecnologa de la
reproduccin de las mismas se proyectan en ltima instancia como un obstculo para
apresar lo real. Si, efectivamente, podramos describir estos textos como prximos al
polo integrado por la seduccin hacia la cultura de masas que en ellos resulta legible,
consideramos sin embargo que, simultneamente, se desprende de su lectura no slo
una traicin que los aleja de lo masivo para conectar con una tradicin culta o en algn
caso camp de la narrativa, sino tambin una descripcin del simulacro a la que se
contrapone una nostalgia de la experiencia de lo real, y esta nostalgia es, podramos
decir, su veta ms apocalptica.
Es sobre este horizonte de usos y posturas entre lo apocalptico y lo integrado respecto
de lo masivo, que ilustran estos antecedentes, que la narrativa de Csar Aira y de los
autores ms jvenes estudiados opera un cambio. Los textos de los noventa que hemos
seleccionado borran el resto de esa nostalgia de un real previo que el simulacro ha
venido a eliminar, para afirmarse en un realismo del simulacro, nico realismo posible
en una ecologa de la proliferacin massmeditica como espacio nico desde el que
acceder a la representacin. Borran, decimos, casi en su totalidad, la nostalgia de una
experiencia diferente a la experiencia contaminada de simulacro, una experiencia
previa- moderna- de lo real, para afirmar un deseo de real justo en el lmite en el que la
narracin pierde todo verosmil representativo. En los autores ms jvenes, podramos
decir, el simulacro es ya su propio pasado.
Los captulos 1 y 2 pretenden una breve reconstruccin de esa historia de la penetracin
de los medios y la transformacin que stos operan sobre la percepcin que deviene en
la consolidacin del simulacro. En esta reconstruccin hemos privilegiado los hitos de
los estudios visuales (Visual Studies) y teora de los media (Media Theory) junto con
otras aportaciones de la filosofa y los Estudios Culturales que mejor pueden
ejemplificar una ruptura significativa en las relaciones mutuas entre las tecnologas de la
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 22
visin y reproduccin de las imgenes y el cambio cultural. La combinacin de
perspectivas elegida ha pretendido una aproximacin interdisciplinar, desde la que sea
factible desandar continuamente los pasos desde la reflexin terico-filosfica a las
implicaciones culturales que se materializan en el arte y la literatura, y viceversa, desde
estas prcticas al horizonte ideolgico en que se inscriben.
En el captulo 1 realizaremos un recorrido por el desarrollo de la tecnologa de lo visual
y sus mquinas sociales, atendiendo a cmo los aparatos fantasmticos del XIX y
principios del XX (el estereoscopio, el daguerrotipo y, sobre todo, la fotografa y el
cine) coadyuvan en la transformacin del sensorium cartesiano de la Ilustracin, cuyo
modelo tecnolgico era la cmara oscura, dando inicio a un proceso de abstraccin e
intelectualizacin de la vida social cada vez mayor que se inscribe en la metrpoli
moderna. En dicha reconstruccin incluimos aportes desde Simmel a la teora cultural
de Marshall McLuhan y Guy Debord. Pasando por Bergson, Heidegger, la escuela de
Frankfurt, Sartre, Barthes, Foucault, Jameson y Deleuze.
En el captulo 2 discutiremos los aportes de la reflexin de la teora posmoderna a la
construccin del concepto de simulacro. Nos detendremos en la descripcin que del
mismo hace Baudrillard, el terico fundamental del simulacro y su crtico ms
apocalptico, leeremos los aportes que al hilo de la teorizacin del posmodernismo
esttico hace Lyotard a la construccin del concepto, describiremos cmo Jameson
caracteriza el simulacro como rasgo esttico fundamental del cambio cultural, y
encontraremos en Vattimo la perspectiva ms integrada, hallando una contracara
movilizadora para el simulacro en su concepto de oportunidad (chance) postmetafsica.
En la ltima seccin del captulo referiremos brevemente los aportes de Mark Poster,
Friedrich Kittler, Slavoj Zizek o Paul Virilio en su reflexin sobre las tecnologas de la
virtualidad tardoposmoderna de los ltimos aos, que tambin podran alinearse entre lo
apocalptico y lo integrado.
En el captulo 3 reconstruimos cmo el concepto de simulacro ha sido tematizado y
teorizado desde diferentes vetas del pensamiento latinoamericano, fundamentalmente a
partir de los aos noventa en adelante. La teora cultural latinoamericana se ha visto
preocupada por las transformaciones en el sensorium perceptivo con la penetracin de
los medios en la cultura de Latinoamrica. Desde los estudios de la comunicacin nos
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 23
han parecido particularmente valiosos los aportes de Martn Barbero y su mapa
cognitivo de la incidencia de la implantacin de los medios de masas en las sociedades
y culturas latinoamericanas. Los medios de comunicacin de masas juegan al mismo
tiempo un papel fundamental en los debates que se generan desde fines de los ochenta
vinculados al ingreso de una voz latinoamericana en los procesos revisionistas de la
modernidad surgidos en la academia euro-norteamericana a propsito del debate
Modernidad/Posmodernidad y, ms recientemente, en el debate de la Globalizacin.
Entre los aportes de los estudios culturales latinoamericanos recogemos los elaborados
desde el paradigma de la hibridez, fundamentalmente con Garca Canclini, Alfonso de
Toro y Alberto Moreiras, o desde el planteamiento de tericos como Hugo Achugar,
Nelly Richard o Beatriz Sarlo, los medios de masas constituyen un argumento clave
para la inclusin de Latinoamrica como posmodernidad perifrica en la agenda global.
En el captulo 4 recogeremos los debates y problemas que se han abordado en los
estudios literarios respecto de la incidencia de la cultura de masas y la videocultura en la
narrativa. Describiremos brevemente nociones valiosas para el desarrollo de la
metodologa de anlisis de los textos literarios elegidos, tales como los conceptos de
kitsch y camp, la tecnoescritura, la proliferacin de la informacin, el ensamblaje de los
media y la cfrasis, representacin verbal de la representacin visual, que ser un
concepto retrico particularmente clave para el anlisis planteado en esta tesis.
En el captulo 5, como hemos sealado ms arriba, referimos brevemente los
antecedentes de la transcripcin del simulacro en la narrativa del Ro de la Plata desde
Manuel Puig, hasta Ricardo Piglia. Todos estos antecedentes en la transcripcin
narrativa del simulacro, podemos decir, se recrean en la hibridez en tanto sta supone
una apertura de las posibilidades estticas, pero en la contracara de ese optimismo
vanguardista, su aproximacin al simulacro no oculta una nostalgia de real que los ubica
prximos al polo apocalptico al mismo tiempo que proyecta una resistencia respecto de
la penetracin de la tecnologa como materializacin de la dominante ideolgica del
capitalismo transnacional. La pobreza de la experiencia de que hablaba Benjamin se
traduce entonces en una negatividad resistente en la que lo verbal pugna con lo visual
para no integrarse definitivamente. El esfuerzo entonces estriba en desenmascarar las
imgenes, incluso en los casos en que se reconoce este esfuerzo como imposible o como
un esfuerzo a sabiendas de que lo real es indiscernible de su simulacro. En esa
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 24
ambivalencia entre la jouissance y la denuncia, en esa resistencia negativa, estos textos
definen su valor.
Dedicamos el captulo 6 ntegramente a la obra de Csar Aira. El trabajo con lo
meditico y la tecnologa de la reproduccin de las imgenes son el material que los
complejos libros de Aira toman como objeto. Como hemos dicho, Aira constituye un
quiebre, una ruptura en el tratamiento del simulacro. Pretenderemos demostrar cmo, a
diferencia de los textos tratados en el captulo precedente, en los que la tematizacin del
simulacro conduca a poner el nfasis en la irrealidad de lo real, las novelas airianas de
los noventa se afirman en lo que hemos descrito como un realismo del simulacro
proponindose las gramticas propias de la tecnologa de la produccin y reproduccin
de las imgenes, como la fotografa digital o la televisin, como las vas de acceso a un
real o como cdigos de un realismo nuevo, un realismo que pretende salir del propio
texto y de la representacin simblica y obrar conexiones o asociaciones en el ms
all del texto. Como veremos, en ciertos aspectos la obra de Aira anticipar una
corriente de narradores que persiguen construir lo que Laddaga ha denominado
ecologas culturales (Laddaga 2006: 21) que enfatizan su carcter relacional, como es
el caso de Cucurto y Rosetti, ambos narradores analizados en el captulo 7. En este
sentido la obra de Aira nos parece fundamental para construir el canon de la literatura
no slo rioplatense sino de toda Latinoamrica desde los aos noventa.
En el captulo 7, nos centraremos en diferentes textos narrativos de los ltimos aos,
entre 1998 y 2006, que hacen del trabajo con los medios, la videocultura y la
cibercultura el objeto clave de sus estticas, sugiriendo una lnea de investigacin futura
que tratar de analizar el funcionamiento de imagen, tecnologa y medios en la narrativa
latinoamericana reciente. En Argentina, y en relacin al proyecto de Csar Aira
ubicamos los textos de Sergio Bizzio, Planet (1998) y En esa poca (2001), Washington
Cucurto, Noches vacas (2003), Cosa de negros (2003), El curandero del amor (2005),
y Dalia Rosetti, Durazno reverdeciente (2006). En Uruguay, en relacin a la
explicitacin de la ecologa massmeditica y la narrativa de ciencia ficcin o
anticipacin, a la que hacemos referencia a propsito de la narrativa de Piglia, Levrero y
el propio Aira, leeremos un texto de Gabriel Peveroni, El exilio segn Nicols (2005),
para cuyo anlisis nos valdremos de teoras de lo hipertextual, de la identidad
posthumana y el cyborg. Otro de los autores en que nos centraremos, Rafael Courtoisie,
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 25
retoma en Vida de perro (1997), Tajos (1998), algunos relatos de Sabores del pas
(2006) pero, sobre todo, en Caras extraas (2001), la temtica de la prdida de densidad
de lo real y la pone en relacin con la prdida de densidad de la memoria, en una lnea
que recuerda a la novela de Piglia que citbamos. Sin embargo, como en Aira, en
Courtoisie, la gramtica textual se pliega a lo visual, a la de la esttica del videoclip, y
lo visual se proyecta ahora no como obstculo sino como va de acceso a la
desautomatizacin.
El captulo 8 pretende dar cuenta de algunas conclusiones a las que hemos llegado tras
el anlisis del corpus. La lnea de investigacin que propone esta tesis ha sido ensayada
en una serie de trabajos anteriores, publicados en forma de artculos y captulos de libro
y que hemos incluido en la bibliografa final.
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Realismos del simulacro 26
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 27
CAPTULO 1: LOS MEDIOS Y LA CONSTRUCCIN DE LA REALIDAD:
BREVE PREHISTORIA DEL SIMULACRO.
1.1. Prehistoria del simulacro:
Una importante corriente del pensamiento occidental a lo largo de los ltimos dos siglos
ha circulado por el cauce de la reflexin acerca de la configuracin de lo visual y los
sistemas a travs de los cuales el hombre percibe el mundo. Y ese debate no ha podido
desligarse del papel jugado por la tecnologa de la reproduccin y la produccin de
imgenes. Si, como seala Deleuze, cada formacin histrica implica una reparticin
de lo visible y de lo enunciable que se hace sobre ella misma, y si, de otra parte,
prosigue Deleuze, de un estrato a otro, hay variacin de la reparticin porque la
visibilidad misma cambia de modo y los enunciados cambian ellos mismos de rgimen
(Deleuze, 1986a: 56)2, en este proceso la tecnologa de la representacin visual, si bien
no explica completamente las transformaciones en la formacin histrica de la mirada y
el sujeto de la percepcin, es determinante si se la entiende, como hace Deleuze, en una
relacin de simultaneidad o subordinacin a otras fuerzas (Deleuze, 1986a) en tanto
materializacin ella misma de un inconsciente ideolgico y de un sensorium ptico. De
esta consideracin parte el anlisis de Crary de la serie de elementos y factores que se
alan e influyen en los cambios que se producen en la percepcin y en el sujeto
observador a lo largo del siglo XIX. Para Crary, dicho cambio se produce por la
interseccin y el dilogo de una serie de transformaciones en las prcticas discursivas,
discursos filosficos, cientficos y estticos, por un lado, con la tecnologa. Las
mquinas, como seala Deleuze, son sociales ms que tcnicas (Deleuze, 1986a), se
trata entonces de analizar los instrumentos de la visin como agenciamientos-
prcticas, objetos sociales-, y en este sentido la cmara oscura y la fotografa, puede
afirmarse con Crary, pertenecen a dos sistemas de representacin, dos estructuraciones
diversas del observador y de lo visible (1994).
2 La traduccin es ma.
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Realismos del simulacro 28
Martin Jay, en su estudio dedicado a la historia de la cultura visual en el pensamiento
francs (2007), seala cmo el sensorium perceptivo vigente en la mayor parte de las
teorizaciones de la Ilustracin francesa, inspirado en el sistema cartesiano, parte de la
identificacin de la idea con la imagen. La cita del filsofo Thomas Reid puede
ejemplificar hasta qu punto el pensamiento de la Ilustracin cifra su cultura visual en el
vnculo entre la lucidez y la racionalidad, convirtiendo por esta razn a la visin en el
sentido privilegiado: De todas las facultades que reciben el nombre de los cinco
sentidos, la vista es sin ninguna duda la ms noble (Reid, Thomas, cit. en Jay, 2007:
72). Jay ha sealado cmo el siglo de las luces francs entroniza un ocularcentrismo
que la filosofa de los siglos siguientes, sobre todo la del siglo XX, toma como objeto de
su crtica. El ocularcentrismo ilustrado se inspira, segn Jay, en Descartes y, sobre todo,
en el sensualismo de Locke, que convertan a la visin en el sentido privilegiado en la
consecucin del conocimiento3. A la pregunta Qu es una idea? Voltaire en su
Diccionario Filosfico responde Es una imagen () que se plasma a s misma en mi
cerebro (Voltaire, cit. en Jay, 2007: 70). Jay tambin analiza cmo, en Rousseau, la
visibilidad o transparencia deviene una idea clave en el modelo de utopa. Si bien es
comn a otros intelectuales su denuncia de los salones de Pars en la que poda
encontrarse un tipo de ansiedad similar a la regard absol de los personajes de Racine,
en La nueva Elosa, se percibe una idea de la transparencia como ideal social donde los
humanos estaran absolutamente abiertos a la mirada de los otros, una utopa de
vigilancia mutuamente beneficiosa sin reprobacin ni represin (Jay, 2007: 77).
Esta conceptualizacin de la visin como sentido privilegiado y del entendimiento como
plasmacin o impresin de las imgenes, se ha venido consolidando en los siglos
precedentes, y en ese desarrollo se ha sugerido la importancia de diferentes
agenciamientos tecnolgicos. En este sentido, para la crtica tiene una vital importancia
3 Descartes es para la mayor parte de la crtica dedicada a la historizacin de lo visual el fundador del paradigma visual moderno. Para Rorty en el modelo cartesiano el intelecto investiga entidades configuradas a partir de imgenes retininianas (Rorty, Richard, 1979: 50) (traduccin nuestra) y Gasch, seala cmo en Descartes el concepto ptico de la reflexin deja de ser el medio de la metafsica para volverse su fundamento. Con Descartes, la certeza derivada del cogito me cogitare se vuelve el eje inamovible de la filosofa (Gasch, cit. en Jay, 2007: 60) Descartes justifica filosficamente, segn Jay, el hbito epistemolgico de ver ideas en la mente, y se convierte en el fundador de la tradicin especulativa de la reflexividad identitaria (Jay, 2007: 61). La fsica cartesiana se basa en la asuncin de que la luz pasa de inmediato a travs de un medio extenso que llena el espacio entre el objeto y el ojo, sin que en la naturaleza existan vacos. El planteamiento medieval de unas imgenes reales que se transmitiran a travs del aire, como ya haba puesto en duda Gillermo de Ockham, desde el nuevo paradigma cartesiano se habr desmoronado. En este punto Jay subraya la deuda de Descartes con Kepler (Jay, 2007: 63)
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 29
la invencin y difusin del invento de Gutemberg. Segn tericos como Walter Ong la
transformacin introducida en el sistema sensorial por la imprenta dio pbulo a que
pronto comenzara la campaa a gran escala en pro de lo claro y lo distinto, iniciada
por Ramus y en la que Descartes puso toda su atencin: una campaa a favor de una
empresa cognitiva concebida en trminos visuales (Ong, 2000: 50). McLuhan sostiene
que la imprenta presentaba una imagen de precisin repetible que inspir formas
totalmente nuevas de extender las energas sociales, segn McLuhan, la tipografa
concede al hombre la posibilidad de un nuevo aislamiento, el cual signific la
posibilidad de separar pensamiento y sentimiento, accin de actuacin (McLuhan,
1996). Con la reproduccin mecnica y la impresin tipogrfica, no slo como
reproduccin de la letra escrita sino, tambin -como resulta de inters sealar-, con el
impacto que tuvo la reproduccin seriada de imgenes rudimentarias a travs de
planchas primero talladas y despus grabadas4, el conocimiento se estandariza y se
vuelve, como nunca antes, visual (Ivins, 1953).
No es de extraar que la cmara oscura, rescatada por Leonardo como ayuda para el
dibujo y perfeccionada a lo largo de los siglos subsiguientes hasta el mecanismo logrado
por Della Porta, se hubiera convertido en el emblema tecnolgico del estatuto
dominante del observador durante los siglos XVII y XVIII, ubicando el problema del
punto de vista en el centro del debate de las diversas teoras de la visin. As lo
demuestran afirmaciones como las de Locke en 1690 para quien la cmara oscura serva
incluso de modelo al entendimiento: () el entendimiento se parece () a una cabina
completamente oscura, que no tendr sino algunas pequeas aberturas para dejar entrar
las imgenes exteriores y visibles, o, por as decir, las ideas de las cosas: de suerte que
si estas imgenes vienen a dibujarse en el decorado oscuro, puedan quedarse all y sean
colocadas en orden, de forma que pueda encontrarlas en la ocasin que convenga, habr
entonces una gran semejanza entre la cmara oscura y el entendimiento humano
(Locke, cit. en Crary, 1994: 74)5.
La cmara oscura supone, por un lado, un esquema visual postcopernicano en el que
varios puntos de vista coexisten y la visibilidad por tanto ha devenido relativa,
dependiente del punto de vista, por otro, el hecho de que la verdad de lo visual se ha
4 Sobre esta cuestin puede consultarse el libro clsico de Ivins (1953). 5 La traduccin es ma.
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Realismos del simulacro 30
separado de la evidencia sensorial para confiarla a un dispositivo monocular. Ello se
percibe claramente en buena parte de la filosofa. Como demuestra el anlisis de Crary,
tanto en Pascal como en Leibniz, la cuestin del punto de vista deviene un problema
crucial. En este ltimo, el esfuerzo del pensamiento se concentra en reconciliar las
verdades universales en un mundo compuesto de diferentes mnadas aisladas, cada una
de ellas un interior sin exterior (Deleuze, 1988: 50). En el sistema leibniziano, la
cmara oscura, como cono de visin, ejemplifica la nocin del punto de vista mondico.
La cita de Leibniz abunda en los vnculos entre visualidad y conocimiento de los que la
cmara oscura vuelve a sugerirse como modelo:
Pour rendre la ressemblance plus grand (entre la cabinet obscure et lentendement
humain) il faudrait suposser que dans la chambre obscure il y et une toile pour recevoir
les espces, qui ne ft pas unie, mais diversifie par des plis, reprsentant les
connaisances innes ; que de plus cette toile ou membrane, tant tendue, et une manire
de ressort ou force dagir, et mme une action ou raction accommode tant aux plis
passs quaux nouveaux venus des impressions des espces (Leibniz, 1966: 121)
Con el legado previo del plano difano de Berkeley, pasando por las sensaciones
impresas de Locke, hasta la toile ressort de Leibniz, el observador del XVIII se
confronta con un espacio unificado y ordenado que se modifica en funcin de su propio
sistema sensorial6. No obstante, la realidad percibida a travs del aparato tecnolgico de
la cmara oscura no ha roto definitivamente sus vnculos con lo tctil, ya que para que
se produzca la visin en cierto modo la realidad ha de estar de algn modo ante la
6 Resultan ilustrativas de este sensorium vinculado a la cmara oscura las observaciones de Leibniz respecto de las transformaciones acaecidas en el sistema perceptivo y los problemas teolgicos y filosficos que stas acarrean. Las diferentes aproximaciones a una villa sirven de modelo a la distincin que hace Leibniz entre escenografa e iconografa, las dos representaciones de lo visible para cada mnada y para Dios, respectivamente. Por un lado Vista de Venecia, de Jacopo de Barbari, de 1500, precopernicana, aprehensin sinptica y totalizante, que hace de la villa una entidad unificada; por otro lado, los cuadros de Venecia de Canaletto en el siglo XVIII, revelan un campo ocupado por un observador mondico en una villa que no puede conocerse ms que a partir de una acumulacin de puntos de vista mltiples, las implicaciones de la filosofa de Leibniz en el estudio del sensorium posmoderno son puestas de relieve por Deleuze (1988), lo que en Leibniz se sugiere como problema, la multiplicidad de puntos de vista como diferentes universos, que se resuelven en un nico universo a partir de la existencia de Dios, capaz de ver la characteristica universalis que recorre el conjunto de lo real y a cada mnada, en la lectura posmoderna se vuelve radical e irresoluble, con la teorizacin de realidades simultneas, simulacros y simulacin: () y como una misma villa mirada de diferentes costados parece otra, y est como multiplicada en perspectiva; () para la multitud de infinita de sustancias simples, hay como otro tanto de diferentes universos, que no son por tanto ms que las perspectivas de uno nico segn los diferentes puntos de vista de cada mnada. (Leibniz, 1978: 173) (la traduccin me pertenece)
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Realismos del simulacro 31
cmara, y en consecuencia la visin depende en efecto del punto de vista, pero no del
funcionamiento del ojo. A la cmara oscura y el ordenamiento de lo visible que la hace
posible suceden, a lo largo del siglo XIX, una serie de instrumentos, como es el caso
del estereoscopio, y, sobre todo, la fotografa, que permiten medir la transformacin de
tal estatuto.
Podramos afirmar que el proceso de abstraccin que obra la modernidad en el siglo
XIX opera en los procesos perceptivos de la visin, en primer lugar, separando las
conexiones entre los distintos sentidos al punto de que el ojo, desligado de la red
referencial que supone lo tctil (Crary 1994: 44), progresivamente entreteje una
relacin subjetiva con el espacio percibido. En segundo lugar, y a consecuencia de ello,
la visin podr predicarse de objetos que podramos describir con Benjamin como
fantasmticos o fantasmagricos, no necesariamente presentes ante el ojo. Esta
relacin subjetiva acaba objetivndose a travs de la tecnologa y la consecuencia de
este hecho es una refundacin del observador que sentar las bases del consumo
espectacular, que encuentra una de sus descripciones ms acabadas en la conocida obra
de Guy Debord, Sociedad del espectculo, que desde nuestro punto de vista, y para
buena parte de la crtica posmoderna, atestigua la puerta de entrada del sensorium
posmoderno, que denominaremos con el trmino simulacro. En este sentido es
pertinente sealar que la verdadera prehistoria de la formacin de la mirada
contempornea tiene lugar en el XIX y que por esta razn, entre otras, el sensorium
moderno y el posmoderno se hallan, desde nuestro punto de vista, en relacin de
continuidad ms que de ruptura.
Se ha vuelto un lugar comn analizar la experimentacin con la percepcin y los
artilugios fantasmticos del siglo XIX como la prehistoria del cine. En el anlisis de
Crary la refundacin del observador antecede incluso a hitos como la difusin de la
fotografa o al desarrollo de la escuela impresionista en arte. Y es precisamente el arte
un excelente termmetro para medir la paulatina transformacin en el sensorium
perceptivo que se da en el siglo XIX. Como seala Crary, los pintores de la escuela de
Warburg, antes incluso que los impresionistas, por ejemplo, ya muestran sntomas,
tcnicas, y sus obras implican modos de ser contempladas y consumidas que requieren
de un observador y una reestructuracin de lo visible diferente a los de sus
contemporneos (Crary 1994). Romnticos ingleses como William Turner reflejan en
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Realismos del simulacro 32
sus obras una puesta en crisis del sistema perceptivo en la que el ojo humano se vuelve
un instrumento opaco, frente al estatuto de la visin que representa la cmara oscura. El
nfasis en lo difano y lo ntido del proceso visual se troca por un nfasis en el misterio
y la luz (Crary, 1994), a partir de una recuperacin del sfumato leonardiano (Jay, 2007).
En esa lnea camina el impresionismo pictrico, que rechaza abiertamente la
transformacin del esbozo directo de la naturaleza en cuadro pulido o completado en el
estudio, para dejar sus obras sin terminar (Jay, 2007: 121), como representaciones de la
experiencia de la luz y el color en la retina humana. Estos experimentos en la pintura del
XIX atestiguan cmo lo visible sale del orden atemporal e incorpreo de la cmara
oscura para ingresar en otro sistema relacionado con la fisiologa y el tiempo inestable
del cuerpo humano (Crary, 1994), en el que juegan un papel clave nuevos
agenciamientos tecnolgicos relacionados con la visin.
Ciertos medios de producir efectos realistas en la cultura visual de masas, como el
estereoscopio, se fundan en la ya referida abstraccin y reconstruccin radical de la
experiencia ptica, que obliga a una reevaluacin del concepto de realismo del siglo
XIX. Segn Crary, la concepcin del observador al inicio del XIX, se articula siguiendo
los modelos de la visin subjetiva por oposicin a la negacin de la visin como
proceso que caracteriza el discurso de los siglos XVII y XVIII, promovida por el
contexto romntico. Para decirlo con Meyer, las teoras de la visin atienden ahora al
rol creciente desempeado por el espritu en la percepcin (Meyer, 1953: 57); as,
la concepcin de la percepcin pasa de ser una teora de la imitacin a una teora de la
expresin, de la metfora del espejo a la de la lmpara (Meyer, 1953: 57-65). Lo que no
estaba implicado en el modelo de la visin del XVIII era la productividad del sujeto
observador, de su psiquis, la visin proceda del exterior y acceda al interior de la
mnada a travs del instrumento ptico. Ahora, con el desarrollo de la fisiologa y los
estudios sobre la propagacin de la luz, asistimos a un cambio que podramos resumir
con las palabras de William Blake, del ojo depende el objeto (cit. en Crary: 141).
Como seala Starobinski, a fines del XVIII dos tendencias filosficas coadyuvan en la
prdida de fe en la visin como rgano de percepcin privilegiado. Por un lado, un
anhelo del sentido neoplatnico de la belleza ideal, una sed de una Belleza inteligible,
la reflexin sobre la unidad de la Belleza, emergi con fuerza por doquier, como
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Realismos del simulacro 33
reaccin contra la seduccin corruptora del placer sensual (Starobinski, 1982: 145). La
otra, una nueva valoracin de la oscuridad como el complemento necesario, cuando no
la fuente, de la luz7 (Starobinski, 1982). Una seal de ese cambio fue la sustitucin de
la sensacin pasiva por una voluntad ms activa (Jay, 2007: 88) que responda a una
nueva concepcin de la subjetividad en las filosofias dominantes a comienzos del siglo
XIX. Otra, como seala, Jay, tuvo que ver con el inters en la esttica de lo sublime,
proveniente de la filosofa kantiana, en tanto lo sublime pone en evidencia una facultad
de la mente que trasciende cualquier medida de los sentidos (Kant, cit. en Jay, 2007:
88). Si lo sublime como categora esttica exige una captacin intelectiva, que desborde
los sentidos, no es de extraar que, como recuerda Mitchell, lo sublime en la
conceptualizacin que hace de ello Edmund Burke se asocie expresamente con la
palabra, mientras que la belleza se encuentre vinculada a la imagen (Mitchell, 1986).
Tanto Goethe como Schopenhauer8 coinciden en abordar el proceso de la visin como
un nudo de elementos pertenecientes al mismo tiempo al ser humano y al mundo
exterior. La separacin entre representacin interior y mundo exterior sostenida por la
cmara oscura es reemplazada ahora por una sola superficie de afectos en los que el
adentro y el afuera pierden la mayor parte de sus significaciones y posiciones anteriores.
Los avances tecnolgicos y cientficos vienen a confirmar, como seala Crary, la
naturaleza atpica del color o su no referencia espacial. La consecuencia de esto es un
cambio de focalizacin en el estudio de los fenmenos visuales como procesos
complejos en los que participan los elementos psquicos y fisiolgicos del individuo. La
irrupcin de una nueva episteme que Foucault describe como una nueva analtica de la
7 Respecto de esto ltimo, seala Jay cmo el estudio de Goethe sobre el color subraya precisamente la polaridad de la luz y la sombra, y, anlogamente, junto a Starobinski, cmo las pinturas negras de Goya son una plasmacin de esa misma dialctica luz/sombra. Jay anota en este sentido un nfasis paradjico en Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, en tanto los puntos de luz en la pintura estn a menudo iluminando los rostros del horror, mientras los agentes de la Ilustracin, en este caso los ejecutores, permanecen sumidos en sombras (Jay, 2007: 87 nota al pie). Jay lee as cmo la denuncia de la barbarie de la Razn se acompaa de un tratamiento paradjico de la luz y la sombra. 8 Crary analiza cmo los estudios cientficos de Maine de Biran o Xavier Bichat influyen en El mundo como voluntad y representacin. De Biran, estudia la influencia de la fatiga fsica en la percepcin. Bichat sita las facultades de la inteligencia y la memoria en diferentes parcelas del cerebro. Para Schopenhauer la representacin es un proceso fisiolgico complejo que se compone en el cerebro de un animal y a continuacin nace en el mismo cerebro la conciencia de una imagen (Schopenhauer, cit. en Crary, 1994: 133), y su utopa de la percepcin esttica es igualmente un refugio contra la angustia de un mundo modernizado que transforma los cuerpos en un sistema de movimientos reflejos previsibles. Tambin a la inversa, investigaciones como las de Franz Joseph Gall, Johann Gaspar Spurzheim y Franois Magendie, sobre la naturaleza de los nervios y la ubicacin de las distintas funciones cerebrales, incluidas las emociones, tienen anclaje en la nocin de sujeto que se desprende de la filosofa de Schopenhauer.
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Realismos del simulacro 34
finitud en los albores del siglo XIX. Foucault explica del siguiente modo este regreso
del cuerpo:
El lugar de anlisis, no es ms la representacin, sino el hombre en su finitud (). Uno
puede descubrir que el conocimiento tena las condiciones anatmico-fisiolgicas, que se
formaba poco a poco sobre la nervadura del cuerpo, que tena quizs un asiento
privilegiado, que sus formas en todo caso no podan ser disociadas de las singularidades
de su funcionamiento: que haba una naturaleza del conocimiento humano que
determinaba las formas y que poda al mismo tiempo serle manifestada en sus propios
contenidos empricos. (Foucault, 1966: 329-330)9.
Si el siglo XIX es la poca de la fascinacin ante los espectculos de la mirada, lo es, al
mismo tiempo, de la crisis sin precedentes del rgimen escpico dominante del
perspectivismo cartesiano. Mucho antes de la fotografa, en 1807, Hegel haba advertido
del estatuto engaoso de las imgenes, cuestionando la identificacin de la imagen con
el conocimiento, postulando un ideal antiocularcntrico de verdad sin imagen (Jay,
2007: 89), afirmando, en el prefacio a la Fenomenologa del Espritu, la verdad no es
como una moneda acuada que puede embolsarse uno (Hegel, cit. en Crary, 1994:
145), pudiendo consistir en algo diferente a lo que uno puede alcanzar a ver, y Goethe
haba sugerido en su Tratado del color que la persistencia retiniana de las imgenes
consecutivas se produca a pesar de no hallarse dichas imgenes presentes. Desde
inicios del XIX se haba venido creando un caldo de cultivo propicio al advenimiento de
lo fantasmagrico.
En este contexto cientfico-filosfico proliferan diferentes instrumentos visuales
relacionados con la praxis cientfica para acabar algunos de ellos como objetos de
consumo popular y espectculos de la sociedad de masas. El taumatropo (1825), la
rueda de Faraday (1831), el fenaquistiscopio de Plateau (1830-1833), el estroboscopio,
de Ritter von Stampfer (1834), el zootropio o rueda de la vida de Horner (1834), el
caleidoscopio de Brewster, el diorama de Daguerre (1820). Muchos de estos aparatos,
dedicados a investigar empricamente tanto la persistencia retiniana de las imgenes,
como la propagacin y refraccin de la luz o la percepcin ilusoria del movimiento, han
sido estudiados como la prehistoria tecnolgica del cine (Metz, 1974).
9 La traduccin es nuestra.
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Realismos del simulacro 35
Crary se centra en uno de estos instrumentos, el estereoscopio, indisociable del debate
por la percepcin del espacio. Su desarrollo se liga a uno de los primeros
descubrimientos de Wheatstone: Cuando un objeto se mira a una gran distancia, tal que
los rayos pticos de los dos ojos son sensiblemente paralelos, () sus proyecciones
perspectivas, vistas por separado por cada ojo, son parecidas y la apariencia del objeto
visto con los dos ojos es la misma que si estuviera vista por uno solo (Wheatstone, cit.
en Crary, 1994: 170). El experimento de Wheatstone prueba que el efecto de
profundidad se poda obrar artificialmente y que lo que vemos no es una cualidad del
mundo real o emprico, sino la resulta de una serie de estmulos combinados en el
cerebro. Wheatstone defiende la naturaleza atpica de la imagen estereoscpica,
probando la disyuncin entre la causa y el efecto en la percepcin. El estereoscopio de
Wheatstone inaugura una concepcin de la visin como alucinatoria o artificial,
concepcin que Barthes llama ilusin referencial. (Barthes, 1997: 181). Al sustraerse
la posibilidad de verificar la realidad de la imagen en el mundo fsico por medio del
tacto, el estereoscopio pone en jaque la congruencia entre la geometra del mundo y la
geometra natural del ojo de la mente (Jay, 2007: 119).
Es interesante sealar que los aparatos de los aos 30 y 40, a decir de Crary, se
caracterizan por la visibilidad de su estructura de funcionamiento y por la forma de
subjetivizacin que comportan. Permiten acceder a lo real y, al mismo tiempo, no
pretenden que lo real sea otra cosa que una produccin mecnica. La mquina no es
separable del producto entendido como representacin. Las visiones que se permiten
fabricar se desligan de las imgenes que ellos utilizan. Remiten a la interaccin
funcional de los cuerpos y la mquina ms que a los objetos exteriores de la
representacin. Esta fascinacin vinculada a las mquinas de percepcin se traduce
desde la perspectiva de algunos crticos en un impulso voyeurista en la literatura
realista, como seala Starobinski a propsito de Stendhal (Starobinski, 1999), o como
prueba el hecho de que Balzac reconociese su propia obra como una literatura de
imgenes (Jay, 2007). A propsito de la obra de Flaubert se han sealado los vnculos
entre sus descripciones visuales y la fotografa, y el hecho de que su literatura busque
ubicar al lector como si estuviera ante un espectculo (Turnell, The Art of French
Fiction, cit. en Jay, 2007: 91). No obstante lo fotogrfico del realismo estriba ms en la
escala de detallismo escpico de su proyecto de querer describir con palabras
Jess Montoya Jurez
Realismos del simulacro 36
transparentes una realidad visible y dispuesta para la observacin de un narrador que lo
ve todo (Jay, 2007), que en una exploracin de la crisis que la fotografa genera en el
sensorium perceptivo.
Esta indita ansia de real inspirada en las nuevas posibilidades tcnicas y el desarrollo
del voyeurismo durante el ltimo tercio del siglo convierten, en opinin de Jay, a la
fotografa en el ms popular y fascinante invento del XIX. La fotografa permanece,
frente a muchos otros aparatos que envejecen prematuramente. La obsolescencia de
estos artilugios de la ilusin se explica en parte porque no son fantasmagricos en el
sentido que usan Benjamin o Adorno para describir los modos de representacin
posteriores a 1850. La fantasmagora califica un tipo particular de espectculo que sigue
el modelo primitivo de la linterna mgica ensayado por vez primera en 1790 y que
alcanza su forma acabada con la fotografa. Lo fantasmagrico persigue, como seala
Andreas Huyssen parafraseando a Adorno, disimular la produccin bajo la apariencia
de producto (Huyssen, 1986: 34)10 Lo fantasmagrico tiene la pretensin de sustituir al
ser, en tanto su apariencia se presenta sin lagunas (Huyssen, 1986: 34-35)
La fotografa, al igual que el estereoscopio, supone un modo de consumacin visual,
pero al mismo tiempo se postula como un ente autnomo entre el observador y lo
percibido: por un lado contina haciendo creble que el sujeto libre de la cmara oscura
contina viable, pero, por otro, aunque en sus inicios los clichs fotogrficos parezcan
inscribirse en la lnea de los viejos cdigos pictricos naturalistas, la fotografa en
realidad abole la indisolubilidad aparente del observador y la cmara oscura, ligados por
un punto de vista nico, y hace del nuevo aparato un dispositivo funcionalmente
independiente del espectador. La tecnologa fotogrfica constituye por primera vez un
intermediario transparente e inmaterial entre el observador y el mundo (Crary, 1994:
189), e implica la constitucin de un nuevo espectador, cuya fundacin conforma la
prehistoria del espectculo (Crary, 1994) y permite la percepcin pura del modernismo
(Krauss, 1986). La difusin del daguerrotipo primero, despus de la fotografa, supone,
para decirlo con las palabras de Virilio:
La gran ruptura del siglo XIX, paralelamente a la revolucin de los transportes, () la
instauracin de una esttica de la desaparicin que sucede a la esttica de la aparicin
10 La traduccin es nuestra.
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Realismos del simulacro 37
() propia de la escultura y de la pintura () (en las que) las formas emergen de sus
sustratos () y la persistencia del soporte es la esencia de la llegada de la imagen. Esa
misma que emerge a travs del bosquejo y que se fija con el barniz, de la misma manera
que se pule un mrmol () con Niepce y Daguerre va a nacer una esttica de la
desaparicin. Pasando por la invencin de la fotografa instantnea que permitir la
creacin del fotograma cinematogrfico, la esttica ser puesta en movimiento. Las cosas
existirn en la medida en que desaparecen. La pelcula es una esttica de la desaparicin
puesta en escena por las secuencias. No es simplemente un problema de transporte, es la
velocidad de la toma de la instantnea fotogrfica, luego la velocidad de veinticuatro
imgenes por segundo, las que revolucionarn la percepcin y cambiarn totalmente la
esttica. Frente a la esttica de la desaparicin, slo queda una persistencia retiniana. Para
ver cmo se animan las imgenes de la secuencia, del fotograma, tiene que haber
persistencia retiniana. Por lo tanto, pasamos de la persistencia de un sustrato material- el
mrmol o la tela del pintor- a la persistencia cognitiva de la visin. () esttica de la
desaparicin, que prolongan hasta nuestros das el vdeo y la televisin (Virilio, 1997:
24-25).
1.2. Modernidad e imagen:
El hombre est a punto de lanzarse sobre la tierra ntegra y sobre su atmsfera,
de usurpar y de sujetar, bajo la forma de fuerzas, el reino secreto de la
naturaleza y de someter el curso de la historia a la planificacin y al dominio
de un gobierno planetario. Ese mismo hombre rebelde no est en
condiciones de decir simplemente lo que es, de decir lo que significa, en
general, que una cosa sea (Heidegger, Martin, The Age of World Picture)
Los medios de comunicacin y la nueva intensidad y velocidad de proliferacin de las
imgenes han acompaado las descripciones de los modernistas, en sentido lato11, de su
11 Empleamos el trmino modernista en un sentido artstico y amplio, conscientes de lo problemtico de su uso. Este sentido amplio es el que se desarrolla en el mbito de la li