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Reseñas - CVC. Centro Virtual Cervantes. · R E S E Ñ A S 1 9 5 En Letras humanas y conflictos...

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Reseñas Amadís de Gaula, 1508: quinientos años de libros de caballerías. Madrid, Biblioteca Nacional de España/Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2008. 432 p. (ISBN: 978-84-92462-05-6) En la serie de quinto centenarios sonados del decenio, históricos y literarios, y siguiendo al de la 1 ra edición de la 1 ra parte del Quijote, se celebró en la BNE la exposición Amadís de Gaula, 1508 (9/10/2008-19/1/2009). Como se sabe esta exposición fue un éxito. Lo que hoy me interesa destacar es el aporte innovador del Catálogo a que dio lugar, el cual, bajo la dirección del Comisario de la exposición, el Pr. José Manuel Lucía Megías, rebasa y con mucho los acostumbrados límites del género, tanto por la amplitud de miras de su contenido científico como por el fructífero para-texto que lo acompaña. Este volumen de más de 400 páginas, primorosamente editado en papel cuché, con una encuadernación destinada a resistir un manoseo frecuente, da cuenta de la exposición a través de 137 preciosas reproducciones de piezas muy variadas en contenido y estilo; abarcan en efecto varias artes a lo largo de siglos, desde fragmentos de códices, portadas de libros y grabados, hasta cuadros, algunas cerámicas y tapices. Más que todo, sin embargo, este Catálogo echa una luz certera sobre el conjunto deslumbrador que constituyó la reunión de estas piezas de procedencia múltiple y a menudo desconocidas, ya que en él las reproducciones pasan a ilustrar las colaboraciones de los máximos expertos en el tema, españoles y extranjeros 1 . Colaboraciones ordenadas a modo de capítulos, con el fin de responder a una meta científica y a la par divulgadora, muy pensada como se verá. A menudo un apéndice puntualiza ejemplarmente un aspecto señalado en tal o cual de estas contribuciones, que ofrecen todas, a modo de remate novedoso y bajo el título «Para saber más», una bibliografía selecta divida en Textos y Estudios . Este Amadís de Gaula 1508 no sólo brinda datos eruditos; también, y esto es lo nuevo y lo apasionante, les devuelve vida y sentido insertándolos en su contexto de época, tanto político como editorial y de vida cultural y social. Después del «Pórtico» sacado de Martín de Riquer, el libro abarca el tema de la novela de caballerías desde los orígenes medievales norteños —la Materia de Bretaña—, poniendo así de realce el significado profundo de su renovación por Montalvo. A continuación contempla los diversos aspectos de la exitosa producción castellana del siglo xvi , que irradia en los países vecinos (Francia, Italia, Portugal, Alemania, Países Bajos, Inglaterra) a través de traducciones e imitaciones (incluye una versión hebrea) y deja su impronta 1 El catalogo de la exposición reúne artículos de Martí de Riquer, Carlos Alvar, Fernando Gómez Redondo, José Manuel Lucía Megías, Juan Manuel Cacho Blecua, Mª Carmen Marín Pina, Emilio José Sales Dasí, Paloma Díaz-Mas, Nieves Baranda, Victor Infantes, Juan Carlos Pantoja Rivero, José Julio Martín Rivero, Emma Herrán Alonso, Claudia Demmatè, Angel Gómez Moreno, Sylvia Roubaud, Anna Bognolo, Aurelio Vargas Díaz-Toledo, Folke Gernert, Tineke Groot, Stefano Neri, Assaf Ashkenazi, Javier Roberto Gónzalez, Alberto del Río Noguera, Simone Pinet, Daniel Eisenberg, Mario Vargas Llosa e Isabel Moyano Andrés. CRITICÓN. Núm. 106 (2009). RESEÑAS.
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Reseñas

Amadís de Gaula, 1508: quinientos años de libros de caballerías. Madrid, Biblioteca Nacional deEspaña/Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2008. 432 p.

(ISBN: 978-84-92462-05-6)

En la serie de quinto centenarios sonados del decenio, históricos y literarios, y siguiendo al dela 1ra edición de la 1ra parte del Quijote, se celebró en la BNE la exposición Amadís de Gaula,1508 (9/10/2008-19/1/2009). Como se sabe esta exposición fue un éxito. Lo que hoy me interesadestacar es el aporte innovador del Catálogo a que dio lugar, el cual, bajo la dirección delComisario de la exposición, el Pr. José Manuel Lucía Megías, rebasa y con mucho losacostumbrados límites del género, tanto por la amplitud de miras de su contenido científico comopor el fructífero para-texto que lo acompaña.

Este volumen de más de 400 páginas, primorosamente editado en papel cuché, con unaencuadernación destinada a resistir un manoseo frecuente, da cuenta de la exposición a través de137 preciosas reproducciones de piezas muy variadas en contenido y estilo; abarcan en efectovarias artes a lo largo de siglos, desde fragmentos de códices, portadas de libros y grabados, hastacuadros, algunas cerámicas y tapices. Más que todo, sin embargo, este Catálogo echa una luzcertera sobre el conjunto deslumbrador que constituyó la reunión de estas piezas de procedenciamúltiple y a menudo desconocidas, ya que en él las reproducciones pasan a ilustrar lascolaboraciones de los máximos expertos en el tema, españoles y extranjeros1. Colaboracionesordenadas a modo de capítulos, con el fin de responder a una meta científica y a la pardivulgadora, muy pensada como se verá. A menudo un apéndice puntualiza ejemplarmente unaspecto señalado en tal o cual de estas contribuciones, que ofrecen todas, a modo de rematenovedoso y bajo el título «Para saber más», una bibliografía selecta divida en Textos y Estudios .

Este Amadís de Gaula 1508 no sólo brinda datos eruditos; también, y esto es lo nuevo y loapasionante, les devuelve vida y sentido insertándolos en su contexto de época, tanto políticocomo editorial y de vida cultural y social. Después del «Pórtico» sacado de Martín de Riquer, ellibro abarca el tema de la novela de caballerías desde los orígenes medievales norteños —laMateria de Bretaña—, poniendo así de realce el significado profundo de su renovación porMontalvo. A continuación contempla los diversos aspectos de la exitosa producción castellana delsiglo xvi, que irradia en los países vecinos (Francia, Italia, Portugal, Alemania, Países Bajos,Inglaterra) a través de traducciones e imitaciones (incluye una versión hebrea) y deja su impronta

1 El catalogo de la exposición reúne artículos de Martí de Riquer, Carlos Alvar, Fernando GómezRedondo, José Manuel Lucía Megías, Juan Manuel Cacho Blecua, Mª Carmen Marín Pina, Emilio José SalesDasí, Paloma Díaz-Mas, Nieves Baranda, Victor Infantes, Juan Carlos Pantoja Rivero, José Julio MartínRivero, Emma Herrán Alonso, Claudia Demmatè, Angel Gómez Moreno, Sylvia Roubaud, Anna Bognolo,Aurelio Vargas Díaz-Toledo, Folke Gernert, Tineke Groot, Stefano Neri, Assaf Ashkenazi, Javier RobertoGónzalez, Alberto del Río Noguera, Simone Pinet, Daniel Eisenberg, Mario Vargas Llosa e Isabel MoyanoAndrés.

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en la onomástica geográfica de América, hasta llegar a la creación cervantina, despertando hoy uninterés renovado junto con una nueva valoración del tema. Por otra parte, se proponen distintosenfoques del género, tanto externos (sociológicos) como internos (literarios), formándose así unconjunto que recrea la impronta de la vida de la criatura de Montalvo y de sus secuaces en elimaginativo colectivo no solamente hispano con sus ramificaciones, sino claramente europeo. Elbroche final lo pone Vargas Llosa evocando el entusiasmo que despertó en él, entonces jovenestudiante de letras, la lectura de Tirant lo Blanc, obra que le dejó «uno de los recuerdos másfulgurantes».

Lo realmente maravilloso de este Amadís de Gaula 1508 reside en que brinda al lector,mediante tan brillante síntesis, la comprensión del imaginario europeo tal como lo modeló latemprana Edad Moderna, esencialmente marcado por la contradicción que supone la asunción dela consciencia individualista en la sociedad de órdenes del medievo. Tamaña contradicción nopodía sino suscitar el correspondiente afán de evasión del público lector (o auditor) desorientadopor el cambio de los tiempos. Esta auténtica literatura del deseo que son las novelas de caballeríashispanas, con sus lances de amor, sus combates singulares frente a gigantes y demás monstruos amodo de pruebas del valor personal, y la intervención de magos, respondió exitosamente a lasansias del público e inspiró también los fastos del arte efímero de las entradas reales.

Este libro constituirá —y constituye ya— un clásico de obligada consulta no sólo para loscuriosos sino también para los estudiantes y los mismos investigadores de la cultura europea de laModernidad.

Jacqueline FERRERAS(Universidad de Paris Ouest Nanterre-La Défense)

Ana VIAN HERRERO y Consolación BARANDA LETURIO (eds.). Letras humanas y conflictosdel saber: la filología como instrumento a través de las edades. Madrid, Instituto UniversitarioMenéndez Pidal/Editorial Complutense, 2008, 379 p.

(ISBN: 978-84-7491-927-1; Colección I. U. Menéndez Pidal.)

En la introducción al libro que vamos a comentar, las editoras —Ana Vian Herrero yConsolación Baranda Leturio— indican que fue en el Renacimiento cuando los humanistaspusieron los cimientos de la moderna filología, recuperando y editando los textos clásicos,propugnando una nueva pedagogía y promoviendo la adquisición y divulgación de una culturaenciclopédica. España, como integrante cultural de Europa, recibió el influjo del humanismoitaliano, primero, y del germano-flamenco, después. Los avances científicos, la difusión de laimprenta y los descubrimientos geográficos provocan el surgimiento del pensamiento moderno, loque facilita el progreso de la libre interpretación de los textos y el nacimiento de distintas formasde espiritualidad. El hombre se convierte en centro de atención general y todas las manifestacionesartísticas vuelven su mirada hacia él.

Sin embargo, este libro no se ocupa de los cambios culturales producidos por los primeroshumanistas, sino que «atiende sobre todo a esas generaciones de humanistas que ya pudierondedicarse con más medios a la lectura, explicación y anotación de textos clásicos y sagrados»(p.�8), produciendo traducciones u obras originales de muy diverso género e interés. Todo ello seorigina mediante un largo proceso que se inicia tímidamente en el siglo xiv y se consolida durantela segunda mitad del xv. «El siglo xvi es ya un momento de asimilación creativa de los géneroshumanísticos de estirpe clásica (tratado, epístola, diálogo, silva, oda, égloga, sátira, comedia,relato de ficción autobiográfica, etc.) en latín o en romance» (p. 8).

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En Letras humanas y conflictos del saber, Ana Vian y Consolación Baranda han recogido losresultados de un seminario internacional, celebrado en noviembre de 2006, que organizó elInstituto Universitario Menéndez Pidal de la Universidad Complutense. En él se pretendía «volvera reflexionar sobre cómo consideraban los hombres cultos de aquellos siglos su relación, la deellos mismos, con los libros antiguos, y qué nos enseñaban todavía» (p. 8). A aquellas ponenciasiniciales se han sumado ahora otras aportaciones de investigadores relevantes en el campoespecífico de la filología renacentista. Con todo, las editoras reconocen la imposibilidad deabarcar en su totalidad el tema de trabajo, por lo que aspectos como la meditación científica delos humanistas, el pensamiento historiográfico o la reflexión sobre el estudio gramatical de lostextos han debido quedar orillados.

En el trabajo que encabeza la colección —titulado «El humanismo clásico en la época de losReyes Católicos» (pp. 17-34)—, Luis Gil Fernández se centra en el reinado de los ReyesCatólicos para demostrar que en esa etapa histórica se produce la consolidación del humanismoen España. Para ello, analiza primero los aspectos en que los reinos peninsulares se apartan dellegado histórico europeo, pasando luego a realizar un detallado despliegue de los frutos mássazonados del humanismo en esta etapa: las instituciones docentes (universidades y estudios delatinidad), la imprenta y el comercio de libros, las bibliotecas universitarias y privadas, loshumanistas italianos que se dedicaron a la educación de nobles y príncipes, y los principalesautores y obras que florecieron en aquel momento, especialmente en el campo de la lexicografía,la gramática, la retórica y la historiografía, así como en el de la poesía y el teatro neolatinos. Elestudio se cierra con una alusión a la importancia que, en la difusión del humanismo, tuvieron elmecenazgo, las instituciones docentes creadas al calor de la reforma del clero, algunas órdenesreligiosas y las escuelas municipales de latinidad, a pesar de lo cual «tampoco lograron calarhondo en la sociedad ni transformar su mentalidad y sus gustos las auras humanísticas quesoplaban por Europa» (p. 34).

Ottavio Di Camillo —en su artículo «Juan de Lucena’s rewriting of Bartolomeo Fazio’s Devitae felicitate: on the many uses of humanist ethical theories» (pp. 35-67)— plantea la situaciónde influencia cultural de Italia sobre España durante el siglo xv, en la que se desenvuelve la vida yla obra de Juan de Lucena, en especial el De vita beata, obra escrita en forma de diálogo entreCartagena, Santillana y Mena, en la que también está presente la voz del propio autor. El profesorDi Camillo dilucida algunos aspectos oscuros de la vida de Lucena, sobre todo durante su estanciaen Roma, así como los aspectos textuales que determinan el proceso de composición y edición delDe vita beata, a través del estudio de los manuscritos e impresos conservados. Finalmente, analizael contenido e intención de la obra, en la que Juan de Lucena, tomando como fuente deinspiración el De vitae felicitate de Bartolomeo Fazio, ataca con términos muy duros los principiosdel epicureísmo que Lorenzo Valla intentó adaptar al cristianismo, especialmente en su De verofalsoque bono.

En su trabajo «Las versiones castellana y catalana del Ars moriendi a la luz de su originallatino» (pp. 69-95), Pilar Saquero Suárez y Tomás González Rolán —tras un planteamientoinicial del concepto de la muerte en el paganismo y el cristianismo y de la evolución del conceptodurante la Edad Media— centran su atención en una obra latina, Dialogi quattuor superauspicato Hispaniarum Principis emortualis die (Cuatro diálogos sobre el infausto día de lamuerte del Príncipe de las Españas), publicada por Diego Ramírez de Villaescusa en Amberes,1498. En esta obra dialogan Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, a través de cuya conversaciónRamírez de Villaescusa «refleja la doctrina de la Iglesia católica en este final del siglo xv, y en ellaencontramos profundos e importantes cambios respecto a lo que sobre el más allá se creía antesdel siglo xiii» (pp. 72-73). Los autores de este artículo, tras anotar estos cambios de perspectivaen torno a la concepción medieval de la muerte, fijan su atención en las dos redacciones latinas delArs moriendi (una larga y otra breve, pero ambas inspiradas en el opúsculo De scientia mortis de

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Juan Gerson), analizando su relación de dependencia, el público al que estaban destinadas y eléxito de difusión que alcanzaron en sus traducciones a las diferentes lenguas vulgares europeas. Laúltima parte del trabajo está consagrada al estudio de las traducciones castellana y catalana delArs moriendi, así como a la relación textual entre ambas versiones (parece que la segunda procedede la primera) y su discutible influencia en las Coplas de Jorge Manrique.

Esther Gómez Sierra —en su estudio «Sobre la construcción de la humanitas: el Marqués deSantillana, personaje literario» (pp. 97-105)— centra su análisis en dos obras dialogadascuatrocentistas (el Diálogo e razonamiento... de Pero Díaz de Toledo y el De vita felici de Juan deLucena), cuyos autores —conversos ambos— se incluyen como interlocutores en sus obras yexaltan la figura del Marqués de Santillana como representación del ideal de humanitas en laépoca. Los dos escritores, como personajes de sus propios textos, dejan ver las aspiraciones delgrupo social letrado al que r epresentan, que no son otras que las de su ascensión social yequiparación con la nobleza, anhelos que el devenir histórico se encargó de frustrar.

En su artículo —titulado «Philologie et imprimerie à Bâle aux XVe et XVIe siècles» (pp. 107-126)—, Alexandre Vanautgaerden señala la gran influencia alcanzada por Erasmo enCentroeuropa a partir de su instalación en Basilea en 1514: «Pendant deux années, il va éditerplusieurs œuvres qui vont changer le débat religieux et les façons de penser qui avaient eu cours enEurope jusqu’au début du xvie siècle» (p. 108). Para ello, dibuja la carrera de Erasmo desde susinicios hasta su llegada a Basilea, haciendo especial hincapié en la trascendencia de su trabajo encolaboración con Aldo Manuzio en Venecia. Aclara, a continuación, los entresijos de laconfección de libros en aquella época y las diferentes personas encargadas de su elaboración,especialmente los correctores. Evoca el ambiente intelectual y religioso de la capital suiza, cuyonúcleo dinamizador se centraba en la universidad, algunas de cuyas cabezas pensantes _comoJohann Heynlin von Steyn, el impresor Johann Amerbach y el helenista Johann Cuno_ prepararonel camino a Erasmo. Refiere después la llegada de Erasmo a Basilea y su encuentro con el impresorJohann Froben, del que describe su trayectoria prof esional y la colaboración editorial que ambosllevaron a cabo. En Basilea —con su ambiente universitario y humanístico y el desarrollotipográfico de la officina frobeniana—, encontró Erasmo el campo propicio para el desarrollo desus ímprobos y laboriosos proyectos editoriales.

Ramón Valdés Gázquez —en su colaboración, titulada «La historia en la sátira menipea: deSéneca y Luciano a Alfonso de Valdés y los modelos humanistas» (pp. 127-181)— pretendeestudiar, según propia confesión, «las estrategias utilizadas por el satírico para relatar hechoshistóricos y expresar su posición ante los mismos», para lo cual analiza «obras distantescronológicamente entre sí pertenecientes a un mismo género, la sátira menipea, partiendo de losmodelos clásicos para pasar luego a la obra de Alfonso de Valdés y sus modelos o precedenteshumanísticos» (p. 127). Comienza su análisis con un repaso profundo a la Apocolocyntosis deSéneca, obra en la que se ridiculiza la divinización del emperador romano Claudio, tras su muerte;pasa luego a estudiar el uso de la historia en los diálogos de Luciano de Samosata, para establecera continuación el empleo satírico que de los acontecimientos coetáneos hace Alfonso de Valdés ensu Diálogo de Mercurio y Carón, contrastándolo con el precedente de Séneca y Luciano, así comocon el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma, del propio Valdés. Revisa, a continuación, losprincipios que la preceptiva imponía al género y pasa después a estudiar los modelos que sirvieronde referencia al Carón de Valdés: el De Europae dissidiis et bello turcico de Juan Luis Vives y elIulius exclusus de Erasmo. Asimismo, reflexiona sobre el empleo de figuras con autoridad moralcomo elementos decisivos en la argumentación a favor de una tesis en los diálogos de contenidohistórico de Erasmo, Vives y Valdés, quienes, aunque mezclan en sus obras la ficción con lahistoria, no atentan contra la verosimilitud propugnada por el humanismo, pues, aparte de dejarclaramente deslindados los dos campos, justifican la mezcla de historia y ficción en función de la

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utilidad moral del mensaje que encierran sus obras y del atractivo mayor para llegar a más lectoresy ser mejor comprendidas.

En su trabajo «El Colloquivm duarum virginum de Luisa Sigea en la tradición dialógica delescepticismo académico» (pp. 183-234), Ana Vian Herrero centra su atención en esta obra deSigea, escrita en forma de diálogo entre dos doncellas, cuyo tema, «vita aulica et privata, no essólo el tópico antagonismo corte-aldea [...], ni menos lo es al modo guevariano, sino la ocasión deadentrarse en temas de más profundidad humanística, como la vida feliz y, probablemente, elreflejo de la duda propia en un momento de cambio de opción vital, con sentimientosencontrados», lo que explicaría «en parte la suspensión de juicio con la que el texto termina, nosiempre bien interpretada» (p. 189). Tras esbozar el perfil biográfico de la humanista castellana—que durante un tiempo formó parte de la corte femenina de la infanta doña María de Portugal—y elucidar la peripecia bibliográfica del único manuscrito conservado del Colloquivm —obramagna de la autora y prodigio de erudición—, Ana Vian se adentra en el estudio de la obra deSigea, comenzando por un análisis profundo de la dedicatoria, el proemio dialogado y la divisiónen libros; pasa luego a considerar con pormenor las particularidades del marco espacio-temporalen que se desarrolla la conversación y los referentes literarios o de otra índole que tiene en cuentapara la ambientación del coloquio; se centra después en la tipificación de las dos doncellas —dosvoces de la misma autora— que debaten en el coloquio: Blesilla, que defiende la vida retirada, yFlaminia, que argumenta a favor de la vida mundana; y, por último, se analiza con detenimientola argumentación dialógica empleada y la suspensión final del juicio, cuya conclusión queda alarbitrio del lector.

Ángel Alcalá —en «Filología humanística e Inquisición: los casos de Nebrija, fray Luis deLeón y Miguel Servet» (pp. 235-260)— comienza señalando las suspicacias de la Inquisición haciala labor filológica del humanismo renacentista, para pasar luego a considerar los casos específicosde Nebrija —a quien el inquisidor general Diego de Deza procesó por sus comentarios bíblicos—,de fray Luis de León —igualmente procesado, más que por su traducción del Cantar de loscantares, por sus confesadas ideas en torno a la interpretación textual de la Biblia— y de MiguelServet _condenado a la hoguera por Calvino en Ginebra, por refutar el dogma de la Trinidad,defender la libertad de conciencia y expresión, y proclamar otras ideas contrarias e inaceptablestanto para católicos como para protestantes.

En su colaboración —titulada «La biblioteca del ateo en el Quinientos» (pp. 261-301)—,María José Vega Ramos —partiendo de las tesis de Lucien Febvre y otros, que niegan laexistencia de una verdadera corriente atea en el Renacimiento— analiza los principales puntos devista sobre esta cuestión desde mediados del siglo pasado, confesando su creencia en la existenciade una corriente oculta de ateísmo en el Quinientos, tesis que confirma a continuación reseñandouna serie de obras ateas o sobre el ateísmo, de autores antiguos y modernos, que circularon porEuropa durante los siglos xvi y xvii. Con todo, la corriente del ateísmo quinientista es difícil derastrear, pues en aquella época permaneció soterrada por temor a una drástica y sangrientapersecución; aunque no sólo por este motivo, ya que «la tesis de que la religión, aun siendo falsa,es una institución políticamente respetable y una forma eficacísima de hacer observar las leyes»(p.�283), obligó al ateo a guardar un prudente silencio sobre sus convicciones íntimas. Finalmente,sendas secciones de este artículo se dedican a distinguir las peculiaridades que diferencian a losateos políticos —que entienden la religión como una invención de los legisladores y uninstrumento de gobierno— y los ateos antropológicos o epicúreos —que fundan su argumentaciónen la naturaleza miserable del hombre y la inexistencia de un Dios providente.

Elena Artaza Álvarez —en su artículo «Casos, quaestiones y otros recursos retóricos alservicio de la educación en el Quijote» (pp. 303-323)— se detiene a estudiar «el uso que hizoCervantes de los recursos que la Retórica ponía a su disposición», para lo cual se dedica a«repasar algunos de los esquemas retóricos y poéticos más comunes que Cervantes utilizó para

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convencer a sus lectores de la conveniencia de seguir una conducta ejemplar de la cual el rechazode las novelas de caballería era solo una parte» (pp. 303-304). Distingue entre las quaestionesinfinitae —ideas abstractas, filosóficas o generales, que podían ser simplices o comparativae— ylas quaestiones finitae o casos de carácter concreto y particular. Ambas podían plantearsemediante dos formas de declamatio: las controversiae y las suasoriae. La profesora Artazarelaciona los distintos tipos de cuestiones que aparecen en el Quijote —literarias, políticas,teológicas, morales y de filosofía social— y analiza cómo Cervantes utiliza los artificios retóricos,fundamenta sus tesis y organiza las declamationes de sus personajes para educar a la sociedad desu tiempo con su novela. Para ello, pasa revista a las diferentes quaestiones amoris, ejemplificadasen casos concretos, como las historias de Grisóstomo y Marcela, Cardenio y Luscinda, donFernando y Dorotea, el rico Camacho y Quiteria, el Curioso Impertinente, la pastora Leandra yClaudia Jerónima. Y concluye con algunos ejemplos del ejercicio retórico de la comparatio dentrodel Quijote.

La colaboración de Teodora Grigoriadu —titulada «La traducción castellana de Juan deAguilar Villaquirán en su contexto de versiones del corpus lucianeum: “Las obras de LucianoSamosatense...” (Biblioteca Menéndez Pelayo, Santander: ms 55)» (pp. 325-344)— se inicia conuna panorámica de la fortuna que alcanzó la obra de Luciano desde su muerte hasta su difusiónen Occidente gracias a la favorable acogida que le proporcionó el humanismo italiano, primero, yel centroeuropeo, después, favoreciendo las traducciones del samosatense al latín y a las lenguasvulgares. Tras aquilatar la aclimatación de Luciano en España —perceptible en las traducciones desus obras al latín y al castellano que se hicieron en nuestro suelo y que corrieron paralelas al augede los estudios helénicos—, pasa a estudiar pormenorizadamente tanto el contenido como laperipecia bibliográfica del manuscrito titulado Las obras de Luciano samosatense..., queconstituye «la mayor colección de traducciones áureas —y europeas— del corpus Lucianeumhechas por el mismo traductor» (p. 334), realizada por Juan de Aguilar Villaquirán en 1617,cuando ya el entusiasmo por la cultura clásica comenzaba a remitir en nuestro país.

Fernando Díaz Esteban —en su trabajo «Bernardo de Aldrete en la corriente anticuaria delsiglo XVII» (pp. 345-361)— subraya, en su primera parte, la profusión de obras en castellanopublicadas allende nuestras fronteras durante el siglo xvii, entre las que se encuentran Del origeny principio de la lengua castellana o romance (Roma, 1606)) y Varias antigüedades de España,África y otras provincias (Amberes, 1614), de Bernardo de Aldrete, estampadas en el extranjeropor simples demoras burocráticas o dificultades técnicas para poder imprimirlas dentro de España.A continuación, desarrolla las ideas de Aldrete sobre el origen de la lengua castellana —queatinadamente dice provenir del latín— y otras cuestiones lingüísticas, pasando luego a considerartoda una corriente de escritores que trataron sobre los primeros pobladores de España —muchosde ellos con elucubraciones fabulosas—, en la que se inserta Aldrete con las dos obrasmencionadas, de cuyas opiniones participa Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana oespañola (Madrid, 1611), aunque no le faltaron pareceres contrarios, como el de Gaspar Ibáñez deSegovia y Peralta (1628-1708).

En el último artículo del libro —«De cómo los lingüistas hemos dejado de ser humanistas sinllegar a ser científicos» (pp. 363-379)—, Ángel López García reflexiona sobre la pérdida devaloración social que ha conocido la filología durante el siglo xx. En una brillante exposición,constata primero el afán con que las ciencias sociales —y la lingüística en particular—abandonaron su enfoque humanista para intentar asimilarse en técnicas y metodología a lasciencias de la naturaleza, con lo que los intelectuales arruinaron el papel de guías de la sociedadque habían venido desempeñando desde siglos atrás; pasa después a verificar cómo la lingüística sedejó arrastrar hacia un malentendido cientifismo formalista, que la condujo a una estrechez demiras que ha terminado por empobrecerla y dejar a la vista un panorama descorazonador.

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En Letras humanas y conflictos del saber se recogen, pues, una ilustrativa gavilla de agudas ydiferentes miradas en torno al concepto y la práctica de la filología en nuestros siglos áureos. Estelibro —como indican las editoras Ana Vian y Consolación Baranda— «une el hoy con el ayer delas letras de humanidad; vuelve de nuevo a esa pluralidad de sentidos que encierra el términophilologia [...]. El volumen sale a la luz ahuyentando —no nos cabe duda— la estampa de laFilología pobre y desnuda que Petrarca lamentaba» (p. 15).

Antonio CASTRO DÍAZ(Sevilla)

Juan de la CUEVA, El príncipe tirano. Comedia y Tragedia. Edición, introducción y notas deMercedes de los Reyes Peña, María del Valle Ojeda Calvo y José Antonio Raynaud. Sevilla, Juntade Andalucía, Consejería de Cultura/Centro Andaluz de Teatro/Centro de Documentación de lasArtes Escénicas de Andalucía, 2009. 404 p.

(ISBN: 978-84-8266-803-1; Cuadernos Escénicos, 15.)

Este volumen es el último fruto del trabajo del Seminario de Investigación sobre DramaturgosClásicos Andaluces (SIDCA), vinculado al Centro Andaluz de Teatro (CAT). En esta ocasión, tresde sus investigadores llevan a cabo la edición crítica de dos obras de Juan de la Cueva (1543-1612), estrenadas en 1580, que fueron escritas como un solo proyecto dramático. La Comedia delpríncipe tirano presenta los crímenes del príncipe Licímaco, que pretende hacerse con la coronadel reino de Colcos. Sus delitos merecerían la pena capital, pero el rey, con el consejo de losnobles, lo indulta por el bien del país. En los versos finales de la comedia se da paso a la Tragediadel príncipe tirano, donde el monarca, cansado de las fatigas que conlleva el gobierno, abdica ensu hijo. Licímaco aprovecha la ocasión para redoblar el número de sus crímenes, convirtiéndoseasí en un tirano abominable, hasta que dos de los personajes más agraviados por su conducta loasesinan.

La edición está precedida por un amplio estudio, dividido en varios apartados. En el primero,se exponen los factores que motivaron el nacimiento del teatro comercial en España durante elsiglo xvi. Se presta una atención especial al entorno teatral sevillano del último tercio de lacenturia para describir el contexto de escritura y de puesta en escena de las piezas de Cueva: losprimeros corrales, los actores y las actrices, el público, el nuevo estatuto de escritor de comediasfrente al de los autores-actores, etc. Esta información se amplía considerablemente, con respecto alos escenarios y a las compañías que dieron vida al estreno de sus obras, en el cuarto apartado,dedicado a la «Representación de la obra dramática». En las dos ocasiones, destaca el uso de unabibliografía sobre la historia dramática hispalense que hasta ahora no se había reunido paradescribir el teatro de Cueva.

Le sigue una breve semblanza del escritor a partir de su testamento y de aquellas noticias quese pueden deducir del resto de su producción literaria. El tercer apartado, dedicado a «Juan de laCueva dramaturgo», aporta un nuevo documento que amplía nuestro conocimiento de la difusióny del desarrollo de su obra teatral. Desde hace más de ochenta años, conocíamos la existencia deun poder notarial, firmado el 9 de junio de 1595, por el que Cueva otorga a dos representantes lapotestad de entregar al Consejo Real, para su revisión, una Segunda parte de las comedias ytragedias que quiere editar y que, desgraciadamente, no ha llegado hasta nosotros. En este estudiose exhuma un escrito anterior, del 15 de enero de 1595, con otro poder para que sus delegados enMadrid soliciten una prórroga del privilegio de impresión de la Primera parte —con el objeto depublicarla por tercera vez— y para solicitar la licencia que le permita imprimir la segunda.Aunque no conservamos ningún ejemplar de esa nueva edición de la Primera parte, este

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documento permite ratificar el éxito editorial de las obras dramáticas de Cueva, en un momentoen el que no es frecuente imprimir teatro, y refuerza la existencia, al menos en manuscrito, delsegundo volumen.

El apartado central, dedicado a la teoría dramática del sevillano, sitúa a Juan de la Cuevadentro de la renovación formal y temática que llevó a cabo la generación de 1580, y expone elinflujo que estos dramaturgos recibieron de los trágicos italianos. Termina con una exposición, agrandes rasgos, del contenido expuesto por el hispalense en su Ejemplar poético (1606-1609), ycon una reflexión en torno a su distinción entre comedia y tragedia, que ayuda a entender ladiferencia de título entre las dos piezas —tan similares— que aquí se editan.

El resto de la Introducción se centra ya en el análisis de los textos. En primer lugar, desarrollade un modo pormenorizado el contenido de todas las jornadas, destacando aquellos puntos en losque se advierte la influencia de la tradición clásica e italiana (y aquellos en los que la varía), yseñalando cómo se configura en ellas la identidad del tirano, que no respeta ni a los hombres ni aDios. Este último punto, precisamente, es el que no se enfoca de un modo satisfactorio en elapartado siguiente. Resulta convincente el interés de los investigadores por separar el caso deLicímaco de la realidad política española de aquellos días y de la figura de Felipe II, en contra dela opinión de otros críticos como Alfredo Hermenegildo o Anthony Watson, que ven en elpríncipe un trasunto del monarca de El Escorial. Se propone, en cambio —a partir del caminotrazado por Rinaldo Froldi—, que la razón de ser de este tipo de historias se ha de buscar en eldebate en torno a los límites del poder real que tiene lugar en el ámbito de la Contrarreforma. Sipara demostrarlo se señala el origen doctrinal de estos postulados, el entramado teórico y políticoque sustenta este debate se expone de un modo demasiado general. Se muestra la solución deCueva al problema de la tiranía; se comparan sus ideas con el De tirano (1400) de ColuccioSalutati; se estudia el sentido providencialista de sus argumentos y se apunta la semejanza de estastesis con las de Arias Montano, pero falta una descripción del panorama cultural de finales delsiglo XVI y principios del XVII, que presenta un aluvión de tratados sobre este asunto, y da sentidoa la propuesta teatral del hispalense. En líneas generales, los teóricos católicos —véase comomáximos exponentes a Mariana (De rege, 1599) y a Suárez (Defensio fidei, 1613)— se opusieroncon claridad al absolutismo del poder real defendido por los protestantes en el marco de lasguerras de religión, y trazaron los límites de su autoridad. Dentro de estos límites, llegaron adefender el recurso al tiranicidio en determinados casos. El estudio de estas dos piezas, de unatemática tan marcada, se hubiera visto enriquecido, en mi opinión, con una reflexión más detenidasobre el sentido y el alcance de esta controversia, que tuvo en jaque a los eruditos más destacadosdel momento, y sobre la participación en ella de los dramaturgos finiseculares.

No resulta habitual incluir en este tipo de ediciones un «Proyecto de espectáculo», con el queculmina la Introducción, que pueda servir de «cuaderno de trabajo» para los directores de escenaactuales, pero sí es propio de las ediciones del SIDCA, que pretenden unir los estudios de Historiadel teatro con la vida teatral; un proyecto que se completa, en el apéndice, con las «Tablas deanálisis», que muestran un esquema de lo expuesto con detalle en el estudio. Se propone aquí unacercamiento a lo que debió ser la puesta en escena de estas obras. Con los datos que nos ofrecenlos textos, en especial a partir de las didascalias implícitas, se describe el comportamiento de lospersonajes, la estructura dramática del texto —cada jornada, cada escena y cada secuencia—, y sereconstruye su espacio escénico y dramático. Esta propuesta no se realiza como un mero ejerciciode creatividad teatral sino dentro de la tradición histórica, a partir de los puntos en los que sigue ovaría conscientemente la tradición clásica —principalmente a Séneca— y a los trágicos italianos—Giraldi—, junto con una toma en consideración de la iconografía de la época, la métrica, lasobras de los escritores de su generación y de los estudios sobre utilería y escenografía de finales delsiglo xvi de que disponemos.

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La edición de las piezas utiliza como texto base el segundo testimonio (1588), porque corrige,en vida del autor, gran parte de los errores del primero (1583). Se ha realizado un gran esfuerzo enla localización de testimonios —esta edición presenta el mayor número de ejemplares cotejadoshasta el momento para una edición de Cueva—, pero siempre queda alguno fuera delconocimiento del investigador. Es el caso de los dos ejemplares de la edición de 1588 (VIT 160 y161) y del manuscrito (Ms. 83239) en cuatro volúmenes, compuesto a partir de uno de losimpresos, que se guardan en el Instituto del Teatro de Barcelona. En cualquier caso, su lectura novaría en nada el texto fijado en esta ocasión.

El texto ha sido editado con el rigor filológico que ha caracterizado la prestigiosa trayectoriade estos investigadores y que la obra del hispalense venía necesitando (una lástima, tan solo, loserrores tipográficos que se cuelan en algunas páginas). La edición incorpora acotaciones, entrecorchetes, que ayudan a seguir el desarrollo del espectáculo. En las notas al pie se sintetizan lasideas más relevantes del estudio inicial y se incluyen, junto a las notas culturales, abundantesreferencias a la tradición dramática clásica e italiana, así como al arsenal de motivos que ofrecía laOfficina de Ravisio Textor, de influencia evidente en estas piezas —el sevillano estaba traduciendola obra al castellano por aquellos días—, que no ha sido utilizada hasta ahora en la edición de suteatro.

Varias piezas de Cueva siguen aún sin edición moderna y las publicadas en los últimos años sehan quedado obsoletas. Esta magnífica edición inaugura un nuevo estadio en la historia de lacrítica y de los estudios dramáticos sobre Juan de la Cueva.

Francisco Javier BURGUILLO LÓPEZ(Universidad de Salamanca)

Héctor BRIOSO SANTOS, Cervantes y América, con la colaboración de José Montero Reguera.Madrid, Fundación Carolina/Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos/Marcial PonsHistoria, 2006. 382 p.

(ISBN 84-96467-18-X)

Autor de varios estudios sobre la imagen de América en la prosa de ficción y el teatro delBarroco, Héctor Brioso Santos era, sin la menor duda, el investigador más capacitado paraabordar el tema americano en la vida y obra de Cervantes, contribuyendo desde esta perspectiva ala conmemoración del Cuarto Centenario. La obra que acaba de ofrecernos sobre el particular senos aparece, en cierta manera, como una reordenación de materiales ya aprovechadosanteriormente por él en otros trabajos, entre los que debe destacarse un libro de dimensionesparecidas publicado hace ocho años por la Diputación de Huelva2.

Basta, para comprobarlo, realizar un rápido cotejo entre ambos índices. En el primero de estosdos libros, en efecto, se examinan sucesivamente la influencia de Ultramar en la literatura, elindiano como personaje literario, la representación literaria del Viejo Mundo y sus consecuencias,la descripción de América en la prosa áurea y las Indias como fuente de recursos estilísticos. En el

2 H. Brioso Santos, América en la prosa literaria española de los siglos XVI y XVII, Huelva, Diputaciónprovincial, 1999. Cabe señalar además otros títulos de este autor que remiten al mismo tema desde variosenfoques: «La imagen del mar y la navegación en la literatura española del Siglo de Oro», en Homage toBruno Damiani, a Festchrift, ed. Filippo M. Toscano, Dover, University Press of America, 1994, pp. 43-63;«La figura del indiano teatral en algunos textos clásicos españoles», en Actas del Segundo CongresoIberoamericano de teatro, Cádiz, Universidad de Cádiz, 1998, pp. 423-434; Sevilla en la prosa de ficción delSiglo de Oro, Sevilla, Diputación, 1998; América en el teatro español del Siglo de Oro (coord. Héctor BriosoSantos), número monográfico de la revista Teatro, 15, 2001.

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segundo, un capítulo liminar trata de la literatura del Siglo de Oro español ante las Indias,sintetizando la materia del primer capítulo del estudio anterior. El segundo se centra en laemigración, destacando las tres figuras emblemáticas que recoge Cervantes: el indiano, el soldadoy el santo. El tercero vuelve de nuevo sobre Sevilla, la navegación y el paisaje americano. El cuartolo dedica el autor a la riqueza, el indígena y otras Américas en Cervantes. Finalmente, los dosúltimos capítulos representan, por decirlo así, la aportación más específica: el quinto, porcomparar esta representación de América con las diferentes utopías cervantinas, desde la IslaBárbara del Persiles hasta la ínsula Barataria de Sancho, y el sexto, debido a la pluma de JoséMontero Reguera, por tratar de la recepción del Quijote en Hispanoamérica. Sin desestimar elinterés de este capítulo final, obra de un reconocido experto, no cabe duda de que se trata másbien de un apéndice, cuya incorporación al libro responde a un propósito circunstancial. Otrotanto se podría decir de la obra en conjunto, si nos limitáramos a un examen somero de sucontenido. Pero semejante conclusión no concedería su justo precio a la importante remodelaciónque Héctor Brioso Santos efectúa sobre el amplio material reunido en sus investigacionesanteriores.

Entre las aportaciones más significativas que le debemos, en efecto, cabe destacar, primero, elplanteamiento metodológico que, en su nutrida introducción, nos ofrece del tema americano enCervantes, no sólo como contextualización de dicho tema, sino como estudio de las dialécticas—tradición/innovación, vida/literatura— que vertebran sus ocurrencias. En el capítulo primero,especial interés reviste la problemática desarrollada en torno a las razones, tanto geográficas ypolíticas como literarias, de la relativa ausencia de las Indias en la literatura áurea y, másconcretamente, en la obra cervantina, con especial énfasis en los respectivos espacios del Quijote ydel Persiles. En el capítulo siguiente, la figura de Carrizales es objeto de un detallado análisis quese centra, no sólo en las dos versiones del Celoso extremeño, sino en el contraste entre indianoverdadero e indiano fingido al que nos invita la actuación de Cardenio en la comedia de Laentretenida; un contraste que se recorta a su vez sobre el trasfondo de las dos frustradas tentativasde Cervantes por conseguir un cargo allende los mares: la que se infiere de una carta de 1584 aAntonio de Eraso, y la que atestigua el famoso Memorial de 1590 dirigido al Consejo de Indias.En «Sevilla, la navegación y el paisaje americano», tercer capítulo del libro, Héctor Brioso Santosno sólo recoge los datos inconexos que se pueden entresacar del conjunto de la obra cervantina,sino que los coloca en su debida perspectiva, relacionándolos con los imperativos de la lógicanarrativa, en el caso de las novelas, y de la sistemática de los personajes, en el de una comediacomo El rufián dichoso. «La riqueza, el indígena y otras Américas en Cervantes» trasciende, porsu parte, la mera recopilación de materiales dispersos para caracterizar la cosmografía del Persiles,aclarando los motivos que imposibilitaron la localización en las Indias Occidentales de una accióncolocada por el autor bajo la advocación de la novela griega3. Finalmente, las ya señaladas utopíascervantinas se contemplan desde el enfoque de una percepción del «otro» que tiene particularrelevancia en las obras del manco de Lepanto, configurándose de tal modo que excluye al indio entanto que figura literaria.

En este sentido, la nueva contribución de Héctor Brioso Santos representa un adelantoconsiderable, si se la compara con los estudios dedicados, hace más de medio siglo, a las relacionesde Cervantes y América: el artículo de Jorge Campos o el libro de Emilio Carilla4. En su densaconclusión, no solo recapacita sobre sus anteriores observaciones, sino que cuestiona el significado

3 Novela griega, y no novela bizantina, en contra de lo que suele decirse: en la época en que aparecen lasobras de Heliodoro y Aquiles Tacio, el Imperio bizantino no había nacido como entidad específica, por lo cualno se puede aplicar este calificativo a unas obras escritas antes del siglo v de nuestra era.

4 Jorge Campos, «Presencia de América en la obra de Cervantes», Revista de Indias, 8, 1947, pp. 371-404; Emilio Carilla, Cervantes y América , Buenos Aires, Imprenta de la Universidad, 1951.

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que viene a tener esta América cervantina vista en tanto que conjunto. Para decirlo con suspropias palabras, «si bien el lector podrá encontrar que la visión de Ultramar es escueta y parcial[…], la profundidad de algunas alusiones, lo enigmático de otras, la reiteración de bastantes deellas o sus matices ocasionales frente a los tópicos manejados por sus contemporáneos sirven demotivo de reflexión para el cervantista» (p. 357). Ahora bien, como apunta acertadamente elautor, la capacidad de sugerencia y de espejismo de dicha visión no alimenta, ni mucho menos, ununiverso borgiano creado por el capricho de unos eruditos ociosos. Al asomarse, ocasionalmente,a unas Indias Occidentales que entreveía de lejos, Cervantes, a diferencia de otros, lo hizo «sinclaves ocultas ni trampantojos, porque lo suyo es mentir con la verdad, como el gran escritor quees» (p. 358).

Jean CANAVAGGIO

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