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ruta España DuEro - Castilla Termal · hoy 79 habitaciones, bodega propia entre casi cinco...

Date post: 10-Aug-2020
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41 VIAJAR ruta España Justo tras la raya el Duero se convierte en el Douro. Antes de cruzarla su cauce serpentea entre la monumentalidad castellana y las bodegas, algunas de diseño rabioso, de la DO que bebe de su ribera. Salpicados de quintas vitivinícolas, del lado portugués presiden los bancales de viñedos que cincelaron generaciones de campesinos. Ambas riberas son escenarios excepcionales para la vendimia. Las dos riberas desde Castilla hasta Oporto DUERO TEXTO: Elena del Amo / FOTOgraFía: Luis Davilla Claustro del monasterio de Santa María de Valbuena. Bodega Ferreira, en Oporto. 40 VIAJAR
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Page 1: ruta España DuEro - Castilla Termal · hoy 79 habitaciones, bodega propia entre casi cinco hectá-reas de viñedo y un par de restaurantes que se nutren en gran medida de su huerto

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ruta España

Justo tras la raya el Duero se convierte en el Douro. Antes de cruzarla su cauce serpentea entre la monumentalidad castellana y las bodegas, algunas de diseño rabioso, de la DO que bebe de su ribera. Salpicados de quintas vitivinícolas, del lado portugués presiden los bancales de viñedos que cincelaron generaciones de campesinos. Ambas riberas son escenarios excepcionales para la vendimia.

Las dos riberas desde Castilla hasta Oporto

DuEro

TEXTO: Elena del Amo / FOTOgraFía: Luis Davilla Claustro del monasterio de Santa María de Valbuena.

Bodega Ferreira, en Oporto.

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lo largo de sus casi mil kilómetros, el Duero, o el Douro, concentra un patrimonio apa-bullante. Desde su nacimiento en los Picos de Urbión hasta su desembocadura junto a Oporto asoman enclaves literarios como la Soria de Machado y Bécquer, gastronómicos

de la talla de Aranda, tan cuajados de historia como San Esteban de Gormaz, Tordesillas, Toro o el casco medieval de Zamora, y, más allá de los parques naturales de los Arribes y el Douro Inter-nacional, ese Alto Douro Vinhateiro donde la uva crece en terra-zas por las laderas. Hasta para un abstemio recalcitrante su cauce no tiene desperdicio por la monumentalidad de las villas que se miran en él y los paisajes, a veces líricamente mansos y otras de lo más abrupto, que lo acompañan. Para los amantes del buen vino suma sin embargo, a ambos lados de la frontera, el aliciente añadido de sus caldos. Sobre todo en estos tiempos de vendimia, o justo a su fin, cuando la viña se tiñe de oro y grana y sus bodegas recuperan la calma para atender sin prisa a sus visitantes y desve-larles las alquimias del oporto, los blancos y tintos del Douro o los de la Ribera del Duero.

En la meseta norte, a caballo entre Burgos, Valladolid, Soria y un resquicio de Segovia, el Duero se abre paso entre vegas y alto-zanos donde las extensiones de cereal se trenzan con los viñedos. El amor al vino podría servir de hilo conductor para acceder al

ALas vanguardistas instalaciones de la bodega Protos, diseñadas por el arquitecto Richard Rogers, Premio Pritzker de Arquitectura 2007, con el castillo de Peñafiel al fondo. Debajo, interior de otra bodega

con firma de arquitecto ilustre: Portia, obra de Norman Foster, en la localidad burgalesa de Gumiel de Izán. En la página siguiente, estancia con vistas de la bodega Cepa 21.

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monumental patrimonio que se arrima a su curso, con monaste-rios de la talla de Santa María de Valbuena y La Vid o las iglesias románicas de Rejas de San Esteban y Vadocondes; los pueblos fortificados de Langa de Duero, Gumiel de Izán, San Esteban de Gormaz o la espectacular atalaya amurallada de Haza; castillos que recuerdan las luchas de la Reconquista por Peñafiel, Peñaran-da y Curiel, o villas tan sembradas a su vez de historia y tradición gastronómica como Aranda. Con todo derecho, el vino es tam-bién muy capaz por estos pagos de ejercer como leitmotiv viajero en sí mismo, si bien una combinación de cultura y buenos caldos suele resultar imbatible por la Ruta de la Ribera del Duero que, entre las inmediaciones de San Esteban y Quintanilla de Onésimo, se vertebra a cada lado de la muy vitivinícola carretera N-122.Tres centenares de bodegas ofician hoy por ella, en su mayoría bastante jóvenes dado que, aunque vino aquí se ha hecho de siempre, la DO nació a principios de los 80 con entonces apenas nueve. A pesar de que no todas abren al público, se impondrá elegir en cuál, o cuáles, participar en una cata tras pasearse de

la mano de un experto entre las salas donde se recibe la uva du-rante la vendimia, los tanques de fermentación o las cavas en las que envejece el néctar que contienen sus barricas.

Bodegas con firma. Unas pocas llevan la firma de arquitectos es-trella del renombre de Richard Rogers, artífice de la visitadísima bodega que, a los pies del castillo y hoy también Museo del Vino de Peñafiel, le encargó la veterana Protos; o Portia, de diseño tan galáctico que se diría una nave espacial, construida por la friolera de 30 millones de euros para el Grupo Faustino por un Norman Foster armado hasta los dientes de roble, vidrio y acero. No po-dría faltar alguna de las del pionero Alejandro Fernández, cuya visión llevó su tinto Pesquera, y el de toda la Ribera del Duero, fuera de los confines de España, o las de otros vinos cargados de premios, como el glorioso crianza que elabora Carmelo Ro-dero por uno de los paisajes más bonitos de la región, o los que la familia López Cristóbal urde en un caserón de aire colonial cuyos secretos suele desvelar en persona algún miembro del clan.

La ruta de las dos riberas del Duero pasa por enclaves literarios, gastronómicos y otros cuajados de historia. Finaliza en la región del Alto Douro Vinhateiro, donde la uva crece en terrazas de laderas feraces. Arriba, jornaleros en la vendimia. A la derecha, interior y viñedos del monasterio de Santa María de Valbuena, que alberga además el primer hotel balneario de cinco estrellas de Castilla y León.

La envidia de los monjes

En plena milla de oro de la Ribera del Duero, el monaste-rio cisterciense de Santa María de Valbuena alberga, ade-más de la sede de la Fundación Las Edades del Hombre, el primer hotel-balneario de cinco estrellas de Castilla y León. Este edificio del siglo XII, situado en el municipio de Valbuena de Duero, en la provincia de Valladolid, contiene hoy 79 habitaciones, bodega propia entre casi cinco hectá-reas de viñedo y un par de restaurantes que se nutren en gran medida de su huerto ecológico, amén de un hedonista espacio termal que supera los dos mil metros cuadrados, donde concederse alguno de sus programas antiestrés, de adelgazamiento o belleza –a realizar durante una semana, en ocasiones también en pareja–, o rituales de un día con, entre otros caprichos, exfoliación de la piel con sal y uva o envolturas de vino (castillatermal.com).

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Interesantísimas también las bodegas subterráneas de Aranda o las que salpican el barrio de Atauta, junto a San Esteban de Gormaz, declaradas hace nada Bien de Interés Cultural por su valor etno-gráfico. Incluso si se viaja con niños uno podría decantarse por la de Arzuaga, tras cuyo recorrido admirar los ciervos y jabalís que moran por su finca La Planta, o la de Villacreces, donde ponen a disposición de los visitantes unas bicis eléctricas para pedalear entre su pinar bicentenario, y hasta les proporcionan una cesta de picnic si quieren disfrutarlo entre sus viñas, pegadas –ahí es nada– a las de su majestad Vega Sicilia. O la ecológica Comenge, donde tras probar sus vinos con unas tapas de la zona subirse a un coche de caballos para trotar por esta propiedad con a un extremo el castillo de Peñafiel y al otro el de Curiel.

Actividades de vendimia. Hay muchas más bodegas abiertas al público y a menudo con actividades especiales en vendimia. Como Prado Rey, dueña y señora además de una coqueta posada dentro de la finca que le perteneciera a la mismísima Isabel la Católica,

o las vanguardistas Aalto y Legaris. También de diseño, Cepa 21, de la familia Moro, donde aliñar la ruta enológica con el toque de innovación que orquesta el chef Alberto Soto en su restaurante con vista a las viñas, o Emina, del Grupo Matarromera, con desde catas a ciegas hasta la posibilidad de participar en la vendimia en la quizá única bodega sensata de visitar cuando se va al volante, ya que ha logrado ese oxímoron que es el vino sin alcohol. Deci-dirse por una u otra no será tarea fácil. Y es que, salvo que se sea un auténtico forofo, una bodega al día, o a lo sumo dos, bastará para entender estos caldos en pleno auge. Así podrá consagrarse el resto de la escapada a maridarlos por sus restaurantes con un lechazo, unas chuletillas al sarmiento o unos buenos embutidos, a contagiarse del sabor castellano de sus mejores villas y a conducir por carreteras comarcales tan escénicas como las que, entre un mar de viñedos, enfilan entre Roa y Pedrosa de Duero o las que rodean La Horra y Sotillo de la Ribera, donde tuvieron el buen ojo de conservar la viña vieja cuando otros la arrancaban para cultivar remolacha, que entonces rendía mucho más.

Otras experiencias en la rutaCabalgar entre los viñedos o sobrevolarlos en globo, caminarse algunos tramos de GR-14 por la Senda del Duero o navegárselo en kayak, pedalear a orillas del canal que se construyó en el XIX para abastecer de agua a Valladolid o avistar desde buitres leona-dos hasta alcotanes por la mejor naturaleza a su vera. Varios por-tales –topriberadelduero.es, ribiertete.com, wanatur.com, wine-travelboutique.es, turismodevino.com, Terranostrum.es, adesum.es– maridan experiencias enológicas con los otros alicientes de la DO Ribera del Duero y hasta por denominaciones hermanas como Rueda, Toro, Cigales o Arribes. Río arriba, su cauce enca-jonado entre cañones también puede surcarse en piragua o cata-marán por el Parque Natural de los Arribes del Duero, que linda con el del Douro Internacional. Y, ya en pleno Douro Vinhateiro, podrá elegirse entre recorridos en barco de unas horas o los cru-ceros de hasta una semana que, recalando por aldeas y bodegas históricas, proponen empresas como Douro Azul (douroazul.com).

Lagar de la casa rural Morgadio da Calçada, caserón portugués del XVII en la Região Vinhateira do Alto Douro. En la página siguiente, vista de Oporto y personaje vestido de época en uno de los pequeños barcos conocidos como “rabelos”, que hasta hace no mucho resultaban cruciales para el transporte del vino desde los escarpados viñedos del interior hasta las bodegas del estuario de Oporto.

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“El más bello y doloroso monumento al trabajo del pueblo por-tugués”. Así definía el Douro Vinhateiro el escritor luso Jaime Cortesão. Fruto del esfuerzo titánico de generaciones de viticul-tores, sus terrazas forradas de viña, esculpidas de arriba abajo una colina tras otra, deparan un auténtico espectáculo. A pesar de estar catalogado como Patrimonio de la Humanidad y de ser un destino de primera a dos pasos de casa –perfecto incluso para un fin de semana o un puente–, este prodigio sigue siendo, sor-prendente e injustamente, bastante poco conocido de este otro lado de la frontera. Entre sus paisajes de impresión crecen las parras de las que nacen los vinos de mesa del Douro y también las del fortificado más internacional del país vecino. Porque, como repiten por estos pagos, “el oporto se hace fuera y se cría dentro”; es decir, que mientras las cavas en las que se añeja que-dan a tiro de piedra de la carismática ciudad que le da nombre, su zona de viñedos se le arrima a la frontera con España.

Quintas centenarias. Siempre a la vera del río, puñados de quintas a menudo centenarias proporcionan un alojamiento de nivel, amén de catas y recorridos para iniciarse en los caldos de esta región en la que lleva elaborándose vino por lo menos dos mil años. Hasta no hace mucho, los pequeños barcos conocidos como rabelos resultaban cruciales para su transporte por estas geografías escarpadas. Hoy, aunque también puede optarse por cruceros fluviales e incluso por un tren de época, un reguero de carreteritas panorámicas se cuela entre las laderas donde la uva ha de recogerse casi irremediablemente a mano. Es por estas fe-chas cuando hordas de campesinos se trepan por ellas con sus canastos de mimbre a la espalda para vendimiarse esta zona vi-tivinícola que presume de contar con una de las demarcaciones

más antiguas del mundo. Prueba de ello, y a la vista aquí y allá por sus campos, son las estelas de granito que la acotaron en el XVIII y que se denominan marcos pombalinos en honor del célebre marqués que, convertido en el hombre fuerte de Portugal tras la reconstrucción de Lisboa que siguió al terremoto de 1755, clasificó los terruños como nadie antes lo había hecho. Historia pues no le falta al Douro Vinhateiro y, con ella, caseríos deli-ciosos como Provesende o Trevões y mansiones de los antiguos potentados en las que instalarse unas noches y curiosear por sus bodegas. Algunas incluso enseñan a elaborar vino o permiten jugar a ser vendimiador por un día.

Museos y “trekking”. El Museu do Douro, en Peso da Régua, puede ser un buen punto de partida en el que empaparse de su universo antes de salir a explorarlo: desde el cultivo de la vid en tiempos de los romanos hasta el descubrimiento del oporto por los ingleses o la ruina que trajo la filoxera a estas tierras duras –de ahí, dicen, el nombre del río– que solo lograron cul-tivarse gracias al sacrificio de sus gentes. Desde allí rumbo a Pinhão, a lo largo de la Nacional 222, discurre una excepcional veintena de kilómetros donde reencontrarse con el placer de conducir. Cual tejido de patchwork, las hileras de viñas miran en cualquier dirección buscando la orientación o la pendiente más favorable, mientras el Duero avanza encajonado bajo unos cerros a la vertical horadados de bancales. Tampoco desmere-ce el tramo, cuajado de miradores, entre Pinhão y Sabrosa, o, si no se lleva prisa, el que desde esta primera villa avanza hasta Ferrão pasando por Covas do Douro, entre aldeas olvidadas del mundo y escenarios redondos para calzarse unas botas de trekking y echarse a caminar. V

Vendimia en la ribera del Duero.

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VIAJAR recomienda Desplazarse en coche es la mejor forma de

sacarle el jugo a ambas regiones vitivinícolas. Pinhão, en el corazón del Douro portugués, está a unas tres horas de Sala-manca, Zamora o Santiago, y a la mitad del aeropuerto de Oporto, con vuelos directos desde Madrid, Barcelona, Valencia, Baleares y Canarias con Iberia (iberia.es), Tap (flytap.com), Air Europa (aireuropa.com), Ryanair (ryanair.com) o Vueling (vueling.com). Cuándo ir. Durante la vendimia, la actividad de las bodegas pro-porciona un ambiente único, si bien algunas cierran para cen-trarse en el vino. Las semanas posteriores hay más calma para atender a los visitantes y los campos presentan unos colores preciosos. Dónde dormir. Del lado español, el hotel-boutique Pesquera AF (hotelpesquera.com), de Peñafiel, en una antigua fábrica de harinas donde el veterano alejandro Fernández ha dejado hacer, con acierto, al diseño más joven. Más clásico y con bodega en la propiedad, la Finca Torremilanos (torremila-nos.com), así como el Emina (hotelruralemina.es) o el Lagar de Isilla (lagarisilla.es), todos con propuestas enoturísticas. Del lado portugués, la Quinta da Pacheca (quintadapacheca.com), una finca centenaria en la que reservarse desde una degustación hasta una clase de cocina o un picnic en sus jardines; o las once habitaciones de la Quinta Nova de Nossa Senhora do Carmo (quintanova.com), con degustaciones y catas, recorridos y experiencias como participar en la vendimia o convertirse en viticultor. También con encanto, la casa rural Morgadio da Calçada (morgadiodacalcada.com), un caserón del XVII con ocho habitaciones y un íntimo restaurante. La bodega se recorre de la mano de su propietario. Para presupuestos sin fisuras, The Vintage House (csvintagehouse.com), un cinco estrellas consagrado al vino, así como el exquisito Six Senses Douro Valley (sixsenses.com), con un restaurante de nivel en su finca decimonónica y un Spa con programas basados en las propiedades de la uva. Qué comer y dónde. En la DO ribera del Duero, el lechazo de Casa Florencio (aranda de Duero. Tel.: 947 500 230) o El Chuleta (roa. Tel.: 947 540 312), célebre también por sus chuletillas al sarmiento; los guisos de caza y setas del Asador Molino de Palacios (Peñafiel. Tel.: 983 880 505), la cocina del chef alberto Soto en la vanguardista bodega Cepa 21 (Castrillo del Duero, cepa21.com), o los sabores castellanos de El Lagar de Isilla (aranda de Duero. lagarisilla.es). En el Douro portu-gués, la terraza con vistas de DOC (docrestaurante.pt), del televisivo chef rui Paula, o, igualmente entre viñedos, el restaurante de la bodega Quinta do Panascal (fonseca.pt). También los restaurantes de Quinta da Pacheca, en cuyos fogones impera el chef Carlos Pires, o Quinta Nova de Nossa Senhora do Carmo, con otra ubicación a pie de viña. Más información. rutadelvinoriberadelduero.es, donde además descargarse una práctica aplicación, y para la zona portuguesa, visitportoandnorth.travel y dourovalley.eu

Info

graf

ía: S

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N-110

Valbuenade DueroValbuenade Duero RoaRoa

PeñafielPeñafiel Castrillode DueroCastrillode Duero

Arandade DueroArandade Duero

ValladolidValladolid

ToroToroZamoraZamora

FolgosaFolgosa

Valença do DouroValença do DouroPinhãoPinhão

SabrosaSabrosa

SalamancaSalamanca

MadridMadrid

LamegoLamego

ValladolidValladolid

Pesquera AF HotelPesquera AF HotelAsador Molino de PalaciosAsador Molino de Palacios

Casa Florencio ArandillaCasa Florencio Arandilla

Hotel Rural EminaHotel Rural Emina

El Lagar de IsillaEl Lagar de Isilla

Quinta da PachecaQuinta da PachecaSix Senses Douro ValleySix Senses Douro Valley

Chef Rui PaulaChef Rui Paula

Quinta do PanascalQuinta do Panascal

Quinta Nova de Nossa Senhora do CarmoQuinta Nova de Nossa Senhora do Carmo

Morgadio da CalcadaMorgadio da Calcada

The Vintage House Hotel, DouroThe Vintage House Hotel, DouroCepa 21Cepa 21

ChuletaChuleta

Finca TorremilanosFinca Torremilanos

Río Dour

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Río Dour

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Río DueroRío DueroRío DueroRío Duero

MADRIDMADRID

BURGOSBURGOS

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UGAL

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UGAL ZAMORAZAMORA VALLADOLIDVALLADOLID

Elaboración de vino en el hotel-bodega Finca Torremilanos, en Aranda de Duero (Burgos).


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