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Santa Teresa de Jesús y Calahorra - Dialnet · Santa Teresa de Jesús y Calahorra kalakorikos,...

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kalakorikos, 2014, 19, p. 219-234 biblid 1137-0572(2014)19p.219-234 – 219 – kalakorikos, 2014, 19, p. 219-234 issn 1137-0572 Santa Teresa de Jesús y Calahorra Santa Teresa de Jesús and Calahorra por Miguel Ángel Alcalde Arenzana* Resumen La fundación del monasterio de S. José de Calahorra (La Rioja) es fruto de toda la población, pues en su gestación estuvo presente el alto clero catedralicio, así como los sacerdotes de las distintas parroquias de la ciudad que apoyaron la iniciativa, sin olvidar la población, el concejo municipal y, cómo no, la mitra, con su conocimiento de la santa de Ávila, su aportación económica y su autorización. También tuvo la dicha de tener un grupo de monjas selectas, formadas por santa Teresa de Jesús, además de tener unas calidades humanas y cristianas extraordinarias que fue el semillero de posteriores vocaciones a la vida contemplativa en dicho monasterio calagurritano, tanto de la propia población riojabajeña como de otras partes, lo que ha permitido y posibilitado que llegara hasta nosotros con una magnífica salud espiritual. Palabras clave: Carmelitas Descalzas; Santa Teresa de Jesús; Monasterio de San José; Calahorra. Abstract The establishment of Monastery of San José of Calahorra (La Rioja) was the result of the whole town. Its founding involved cathedral’s high clergy and priests of different churches in the city who supported the initiative, without ever forgetting the population, the municipal council and, of course, the mitre which provided its knowledge about the saint of Ávila, economical contribution and authorization. Fortunately, the Monastery also counted on the participation of a select group of nuns, formed by Santa Teresa de Jesús and with extraordinary human and christian qualities, which was the origin for future contemplative vocations within the Monastery itself, Calahorra and other towns. This allowed the monastery to reach us nowadays with a superb spiritual health. Key words: Carmelitas Descalzas; Santa Teresa de Jesús; Monastery of San José; Calahorra. * Doctor en Historia del Arte. Email: [email protected]
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Santa Teresa de Jesús y Calahorra

Santa Teresa de Jesús and Calahorra

por

Miguel Ángel Alcalde Arenzana*

ResumenLa fundación del monasterio de S. José de Calahorra (La Rioja) es fruto de toda la población, pues en su gestación estuvo presente el alto clero catedralicio, así como los sacerdotes de las distintas parroquias de la ciudad que apoyaron la iniciativa, sin olvidar la población, el concejo municipal y, cómo no, la mitra, con su conocimiento de la santa de Ávila, su aportación económica y su autorización. También tuvo la dicha de tener un grupo de monjas selectas, formadas por santa Teresa de Jesús, además de tener unas calidades humanas y cristianas extraordinarias que fue el semillero de posteriores vocaciones a la vida contemplativa en dicho monasterio calagurritano, tanto de la propia población riojabajeña como de otras partes, lo que ha permitido y posibilitado que llegara hasta nosotros con una magnífica salud espiritual.

Palabras clave: Carmelitas Descalzas; Santa Teresa de Jesús; Monasterio de San José; Calahorra.

AbstractThe establishment of Monastery of San José of Calahorra (La Rioja) was the result of the whole town. Its founding involved cathedral’s high clergy and priests of different churches in the city who supported the initiative, without ever forgetting the population, the municipal council and, of course, the mitre which provided its knowledge about the saint of Ávila, economical contribution and authorization. Fortunately, the Monastery also counted on the participation of a select group of nuns, formed by Santa Teresa de Jesús and with extraordinary human and christian qualities, which was the origin for future contemplative vocations within the Monastery itself, Calahorra and other towns. This allowed the monastery to reach us nowadays with a superb spiritual health.

Key words: Carmelitas Descalzas; Santa Teresa de Jesús; Monastery of San José; Calahorra.

* Doctor en Historia del Arte. Email: [email protected]

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1. Modo de vida en los monasterios de la reforma

1.1. Experiencia religiosa de Santa Teresa

Teresa de Cepeda y Ahumada llevaba a sus espaldas una rica experiencia de vida cristiana desde su infancia, así como una profunda experiencia de vida religiosa desde su entrada, en 1531, en el convento de Sta. María de Gracia, de las agustinas de Ávila1 donde conoció a María Briceño y de la que recibió un importante influjo.2 Una enfermedad le obligó a dejar el claustro hasta que se recuperó en casa de su hermana María de Cepeda. En este tiempo de convalecencia recibió de su tío Pedro el libro de Francisco de Osuna, Tercer abecedario spiritual (1527-1554), conocido también como Tercer alfabeto espiritual, que seguía la pedagogía de los escritos místicos medievales consistente en el modo de examinar la conciencia, la con-centración espiritual y la contemplación, más conocido como recollectionis oratio o mentalis oratio, con cuya lectura comenzó a tener éxtasis, llegando ella a afirmar “teniendo aquel libro por maestro”3. Este libro se conserva en el Monasterio de S. José de Ávila. Otras obras a la que se acercó la santa fueron: el Tratado de oración y meditación, obra ascética, cuyo autor fue uno de sus consultores, S. Pedro de Alcántara, y las Cartas de S. Jerónimo. En ellas el santo fundador de un convento en Belén donde se retiró a traducir los textos bíblicos y quien nos legó la Vulgata, nos ofrece en sus cartas una guía orientativa a determinadas personas pero con el valor de elevar lo privado a categoría universal, de modo que sirve para todos.

Cuatro años más tarde (1535) Teresa ingresó en el monasterio de la Encarnación, de Ávila donde encontró una comunidad de 140 monjas. Allí inició su andadura carmelitana durante 27 años, de los 20 a los 47, pudiendo denominarla como su “segunda conversión”, aunque con algunas ausencias. En esta etapa de su vida permaneció hasta que el Señor la llevó consigo a disfrutar eternamente de su presencia. Sin embargo todo no fue fácil para ella, comenzando por el modo de vida en aquel beaterio abulense donde encontró monjas de vida intachable, pero también constató la falta de clausura, el clasismo y las diferencias entre monjas, así como el bullicio y la falta de espíritu comunitario ante tanta distracción.

En la Cuaresma de 1554 experimentó una nueva “conversión” ante un crucifijo. En esta etapa se aficionó a leer las Confesiones de S. Agustín donde el santo obispo de Hipona presenta su etapa pecadora y su posterior conversión.

En su largo proceso de transformación tuvo una larga lista de confesores, entre los que se encuentran varios riojanos que dejaron su impronta en la santa abulense: el P. Juan de Prá-danos, el venerable Baltasar Álvarez, cuyos restos se encuentran en la capilla de S. Ignacio de Villagarcía de Campos (Valladolid), el dominico calagurritano Fray Pedro Ibáñez (ca. 1515-2 de febrero de 1565) que, además, le ayudó a fundar en Calahorra mediante sus gestiones en Roma y antes de morir dejó bien encaminado el asunto fundacional y, como veremos, D. Pedro Manso de Zúñiga, canónigo magistral de Burgos donde conoció a la santa con motivo de la

1. Libro de la vida (en adelante citado como L.V.), 2,6.

2. L.V., 3,1.

3. L.V., 4,6.

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última fundación de la reforma en aquella ciudad en 1582. Posteriormente fue elevado a la mitra calagurritana por Clemente VIII en Bula de 23 de marzo de 1553, que se conserva en el Cabildo, tomando posesión el 26 de mayo de 1594 y realizando su entrada el 22 de diciembre.4

1.2. Criterio de Santa Teresa en sus monasterios reformados

La rica experiencia espiritual vivida por la santa abulense en el monasterio, le llevó a ofrecer a la Iglesia otro tipo de vida religiosa dentro de la clausura. Ella aspiraba a comunidades redu-cidas de monjas entregadas al Señor, sin acompañantes ni criadas que impidieran el camino de perfección, llevando una vida lejos de los abusos del trasiego y comunicación entre la vida de clausura y el mundo exterior y viceversa, que tanto distraía a la vida contemplativa.

Bajo el patrocinio y la protección de S. José inició esta nueva andadura con cuatro postu-lantes. Ahora se trataba de grupos comunitarios que vivían solamente de limosnas, bastaba con trece personas mientras que, si además de las limosnas poseían rentas, la comunidad podía ascender. La cifra máxima era de veintiuna monjas.

Sta. Teresa de Jesús aportó al nuevo tipo de vida contemplativa una riqueza incalculable, cargada de una experiencia profunda de contemplación, con grandes deseos de llevar vida de ermitaña5 a ejemplo e imitación del profeta Elías en el monte Carmelo, en la actual Haifa, situada en la región de Galilea (Israel).

Desconocemos las normas que rigieron la vida religiosa de este primer monasterio, aun-que el escrito que presentó al general P. Juan Bautista Rubeo, en 1567, nos puede dar la pauta. De todos modos, el Camino de perfección es el primer escrito que redacta para las monjas de la primera regla que, en concreto, fueron charlas orientativas que la Santa dio a sus hijas del monasterio de S. José de Ávila aunque, en 1568, presentó el idea de la reforma en las Consti-tuciones, que fueron aprobadas por el mismo general, P. Rubeo. ¿Qué cambio ofrecía Teresa de Jesús? Ella organizó la vida contemplativa, cuyo centro era la oración como intercambio de amor, es decir, centrada en relación con el Amado (Cristo), aunque en alguna ocasión llegó a decir que no le extrañaba que tuviera tan pocos amigos por cómo los trataba. Esto lo decía por propia experiencia en lo que se refiere al proceso fundacional de los monasterios de la reforma. Sin embargo, ella no quería “cumplimiento” de las reglas monacales cargadas de horas de oración, de rezo en común en el coro, etc., sino que deseaba que sus monjas fueran personas oracionales, cuya experiencia de oración se tradujera en la vida real del día, manteniéndose unidas al Señor.

Al ser vida contemplativa, lógicamente, pedía que fuera vivida en rigurosa clausura6, con los conocidos tres votos de pobreza, castidad y obediencia7, sin olvidar el silencio (esto llevaría a la ausencia de recreaciones, es decir, recreos comunitarios e incluso, como señala en las Constituciones, salas de labor), la penitencia, fruto de la oración, incluso con el matiz

4. BUJANDA, F. Episcopologio calagurritano, p. 52-53.

5. Camino de perfección (citado en adelante como L.C.), 13,6.

6. Libro de las fundaciones (citado en adelante como L.F.), 31, 46.

7. L.C., 18.7.

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de mortificación,8 el trabajo manual, el ayuno y la abstinencia de comer carne, aunque levanta la norma si se trata de debilidad o de enfermedad, humildad y sencillez de vida.9 Y todo ello con claro objetivo apostólico basado en tres pilares: la iglesia, el papa y los sacerdotes.10

Para ello, la priora debía asumir el rol de madre que propiciara la oración contemplativa, la vida en silencio, la mortificación y el trabajo, compaginándolo con los momentos de recreo a fin de que todo ello permitiera una vida equilibrada. Fue el papa Sixto V quien, el 5 de enero de 1589 envió a través del nuncio a los superiores carmelitanos, un motu proprio para que purificaran lo que fuera necesario a fin de vivir en el servicio a Dios y, en consecuencia, “se reservaba toda licencia para que las señoras nobles, marquesas, condesas, duquesas pudiesen entrar y permanecer dentro de la clausura”.11

Al final de su vida, Teresa de Jesús vio los frutos de su idea de reforma en los siguientes monasterios fundados por ella: S. José de Ávila (1562), Medina del Campo (Valladolid, 1567), Malagón (Ciudad Real, 1568), Valladolid (también en 1568), Toledo (1569), Pastrana (Gua-dalajara, 1569), Salamanca (1571). A partir de aquí existe un paréntesis de tres años, que es cuando fue nombrara priora del monasterio de la Encarnación de Ávila. Pasado este interín, continuó fundando en Segovia (1574), Beas de Segura (Jaén, 1575), Sevilla (1575), Caravaca (Murcia, 1576). Hubo un nuevo paréntesis originado por el conflicto entre los Carmelitas Calzados y los Descalzos, tras el cual continuó fundando en Villanueva de la Jara (Cuenca, 1580), Palencia (1580), Soria (1581), Granada (1582) y Burgos (1582).

2. Calahorra sale a la luz para la Orden del Carmelo

2.1. Los comienzos fundacionales fueron duros

El clero de Calahorra formado por canónigos, beneficiados y sacerdotes, se encontraba re-partido entre la catedral y las distintas parroquias de la ciudad. Algunos de ellos tenían es-pecial interés en que la santa abulense fundara en la ciudad de los Mártires, entre quienes se encontraba el deán D. Gaspar Ortuño, pariente de la duquesa, el abad Burgoa y el arcediano Ordóñez, entre otros.12 No tenemos que olvidar al licenciado Juan Ibáñez, personaje de la vida calagurritana y hermano del dominico calagurritano Fr. Pedro Ibáñez, confesor de Sta. Teresa, que aprobó el proyecto de reforma del monasterio de S. José de Ávila, e incluso una hija de aquel ingresó en el Carmelo de la calle el Cabezo, anterior al actual de la calle Tenerías. Otro defensor de la causa de la fundación del mismo convento fue Juan Bautista de Santoro, cuya hija también profesó.13

8. L.V., 32; L.C., 5,2.

9. L.F., 27.12.

10. L.C., 1-3.

11. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas del Monasterio de San José de Calahorra (La Rioja), 1598-1998, nota 18, p. 29.

12. Ibíd., p. 17.

13. Ibíd., p. 43-45.

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D. Gaspar de Ortuño logró gran prestigio social y eclesiástico, hasta el punto de conseguir ser nombrado canónigo de la catedral abulense en 1560. Al morir el deán Carlos de Arella-no, el rey nombró a Ortuño deán de la catedral de Calahorra en 1561, quizás influido por el duque de Alba a pesar de que no había recibido la ordenación de diácono y, por supuesto, tampoco la de presbítero. Desde luego no es descabellado pensar que trajera consigo el deseo de una fundación teresiana, ya fuera con la presencia de la madre Teresa de Jesús o con la suya propia, en caso de que la santa reformadora no pudiera asistir al evento. Su entrada en Calahorra tuvo lugar el 18 de abril de 1562. Después de manifestar al cabildo su deseo de ser ordenado y recibir la preparación oportuna, el 4 de julio de 1562 pidió ser examinado con el fin de acceder al sacerdocio. Tristemente no tuvo suerte a la hora de conseguir la aceptación de fundación de ninguno de los dos conventos. Sin embargo, el deán Gaspar Ortuño fue el hombre de la siembra teresiana en la ciudad del Cidacos, nunca vio cumplidos sus deseos de fundación, ni el monasterio de S. José y el del Carmen.14 Debió morir a finales de 1592 y el 12 de febrero de 1593 le sucedió Ambrosio González Heredia.

Ante el movimiento fundacional en Calahorra para conseguir que las hijas de la madre Teresa de Jesús se asentaran en la ciudad riojana, conviene tener en cuenta que la fundación de un convento para carmelitas de clausura, que es el tema que nos ocupa, no debe hacerse de cualquier forma, buscando un lugar de refugio sin más donde cobijarse, sino que debe cumplir determinadas condiciones para el fin que se pretende: una vida religiosa interna que facilite la normal habitabilidad, con espacio suficiente para llevar a cabo el tipo de vida religiosa contemplativa que necesita o, de lo contrario, puede dar al traste con la iniciativa. Otro asunto es el económico, conocido como “rentas” con las que debía subsistir la comunidad monástica. Este tema llevó en 1593 a Felipe II a dictar una orden prohibiendo la fundación de nuevos conventos y monasterios sin permiso de los obispos y superiores.

El riojalteño, nacido en Canillas de Río Tuerto, D. Pedro Manso de Zúñiga, Fue nombra-do obispo de Calahorra (26 de mayo de 1594-12 de septiembre de 1612). El nuevo prelado era muy amigo de la santa de quien fue confesor en Burgos donde desempeñaba el cargo de canónigo lectoral en la catedral de Santa María, conservaba su amistad con el carmelita Jerónimo Gracián, desde su etapa estudiantil y deseaba un convento en la ciudad del Cidacos. Tres años después de la entrada del obispo en la diócesis, el arcediano de Vizcaya, D. Alonso Ordóñez solicitó del Consejo Real la fundación, pero sólo tenía 2.000 ducados y le fue dene-gada la demanda. Regresó a Madrid y habló con el P. Diego Yepes, confesor de Felipe II, y le pareció bien. El chantre, D. Andrés Burgoa, dio unas casas que tenía para que se instalaran las monjas, pero un miembro del Consejo se resistía a la fundación y el arcediano D. Alonso Ordóñez le convenció al regidor e incluso ayudó con 100 ducados.

La ciudad tampoco se durmió en su empeño de contar con la fundación carmelitana. El 12 de junio de 1595, el concejo municipal pidió licencia real, contribuyendo con mil ducados a la fundación que trataba de hacer el señor obispo. También el prelado contribuyó con otros mil ducados. Al año siguiente, en 1596, don Alonso Ordóñez, arcediano de Vizcaya y canónigo de Calahorra, arropado por un grupo de personas de la ciudad, pidió licencia al rey para fundar un

14. Ibíd., p. 31-32.

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convento, en nombre de dicho grupo calahorrano. En estos momentos contaban con permiso de los superiores, las licencias del obispo y del ayuntamiento. Las monjas podían contar con vivienda e iglesia con capellán, dotada igualmente con todos los objetos litúrgicos y orna-mentos para las celebraciones. Económicamente también estarían atendidas por la cuantía de las dotes y los donativos.15 Estas noticias eran alentadoras pero no para quien debía decidir, el monarca, quien respondió desde Madrid el 17 de julio de 1596, pero con cautela, es decir, que era necesario que el monasterio contara con una amplia renta perpetua.

Inicialmente tenían la puerta abierta para instalarse en una casa del chantre Andrés de Burgoa y, en el caso de no estar en condiciones, se alojarían temporalmente en otra de Calahorra, hasta que contaran con otro edificio más apropiado. Nombraba protectores de la casa y de la comunidad al vicario general, doctor Vergara de Porres, y al doctor Carrión, ambos canónigos de Calahorra, y les facultaba para que cualquiera de ellos, bien Ordóñez o Burgoa, pusieran el Santísimo Sacramento en la iglesia, con lo que quedaba ultimada la fundación.

Ciertamente, el chantre Andrés de Burgoa, les entregó a las monjas una casa que no reunía las dimensiones apropiadas para una vida contemplativa, además de una suma de 600 ducados. El inmueble que se les había prometido estaba deteriorado porque el tejado ame-nazaba ruina y, en el ínterin las monjas se hospedaron en casa del arcediano de Vizcaya, una reducida casa situada en la calle Cabezo, donde se acomodaron en la espera y la esperanza de tiempos mejores.

Finalmente, D. Pedro Manso de Zúñiga autorizó la fundación el 13 de junio de 1598. El texto que sigue a continuación nos aclara los hechos:

El 13 de junio de 1598 visitan dos capitulares de parte del deán González Heredia a las prime-ras monjas. El 20 de junio el cabildo de la catedral acordó que de su buena gracia y devoción, acompañarían procesionaliter a las monjas hasta el monasterio nuevo, que era la casa del señor chantre si previamente desde la casa donde están desde que vinieron, que es la del señor arce-diano de Vizcaya, las traen a la catedral, pues juzgaron que el llevarlas en protocolo de proce-sión, según el letrado Juan Basilio Sanctoro, presbítero, era gentileza y cosa de urbanidad y no obligación. Ya antes, en cuanto a posibles perjuicios que podría sufrir la catedral en diezmos y otros frutos, habían convenido con el padre Prepósito del ellas, que no podrían tener más de 200 o 250 fanegas de trigo. Y así, las acompañaron solemnemente por un presupuesto de cortesía.16

Precisamente por estas dificultades, los superiores se fijaron en una serie de casas donde pudieron encontrar la que podía servir para fundar en Calahorra, también en unas mujeres que tuvieran el espíritu de la santa reformadora, viviendo sus consignas, transmitiendo sus recuerdos, y que fueran quienes infundieran el estilo de vida a quienes ingresaran en el mo-nasterio calagurritano, el actual monasterio de S. José.

15. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas, p. 23.

16. Ibíd., p. 26.

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El acta fundacional que se conserva en el archivo conventual de Calahorra relata el acon-tecimiento de la siguiente manera:

Fundose este convento de la ciudad de Calahorra de Religiosas Descalças de la orden de nues-tra Señora del Monte Carrmelo, cuya vocaçion es del Señor San Joseph, con liçençia del Rmo. señor Don Pedro Manso, obispo deste obispado, y de nuestro padre General fray Elías de San Martín, siendo provinçial desta provincia de nuestro Padre Elias nuestro padre fray Thomas de Jesús. Vinieron a le fundar la madre Magdalena de Jhesus y las hermanas Catalina de Jhesuss, Margarita de la Concepción, Isabel de los Ángeles, María de San Josep y María de la Cruz. Y púsose el Santísimo Sacramento en el dicho convento a veinte y dos de junio de mil y quinientos y noventa y ocho, siendo Rey en España el católico Rey Don Phelipe segundo de este nombre y sumo Pontífice Clemente octavo.

No tubo fundador alguno este convento sino sólo a nuestro Señor y assí su Magestad lo a sustentado casi milagrosamente, porque se fundó sin un marauedí de rrenta sino solas algunas limosnas17.

Este documento indica que las monjas tienen plena confianza en Dios ya que no tienen otro “fundador sino sólo a nuestro Señor y algunas limosnas” y su patrón es el Santísimo Sacramento que se coloca el 22 de junio de 1598 en la improvisada iglesia.

17. Ibíd., nota 10, p. 27.

Monasterio de San José (Calahorra, La Rioja). Fotografía Luis Argáiz.

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También encontramos en dicho documento los nombres de las fundadoras, los superiores jerárquicos, el obispo diocesano, el general de los carmelitas, el provincial, el rey Felipe II y el papa Clemente VIII.

2.2. La primera comunidad de Carmelitas Descalzas

La comunidad del monasterio de S. José de Calahorra tiene cierta similitud con la que inició su andadura en el monasterio burgalés. La madre Teresa de Ávila, partiendo de su ciudad natal, y acompañada por Fr. Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, salió con monjas de los conventos de Ávila (su sobrina Teresita de Jesús, la beata Ana de S. Bartolomé y María Bau-tista), de Alba de Tormes (Tomasina Bautista, Teresa Saiz e Inés de la Cruz) y de Valladolid (Catalina de la Asunción).

En el caso de Calahorra, allanados los obstáculos para crear un monasterio en la ciudad, los superiores carmelitas seleccionaron un puñado de mujeres de distintas casas de la Orden, todas ellas con una enorme calidad humana y espiritual. Entonces, ¿dónde se encuentra Calahorra en la historia de las fundaciones de la santa? ¿No fundó la madre Teresa de Jesús en nuestra ciudad? No adelantemos acontecimientos. Si las cosas de palacio van despacio, el reloj de Dios no corre a la misma velocidad que los nuestros. Vayamos con calma. A conti-nuación presentamos la relación de las seis mujeres que vinieron a fundar al monasterio de S. José de Calahorra.

2.2.1. Magdalena de JesúsNació en Orduña, su nombre en el siglo era Magdalena de Salazar y Velasco. Se presentó en el monasterio de Valladolid y pidió a la santa que la admitiera, quien la recibió sin ninguna duda,18 y fue precisamente en la ciudad del Pisuerga donde ingresó con su dote Allí profesó el 5 de marzo de 1581.19

El archivo carmelitano de Valladolid la recuerda del siguiente modo: fue penitente, obser-vante, religiosa, humilde, obediente, afable con sus hermanas, era puntual en acudir a los actos comunes y aguantó la extrema pobreza de los comienzos en Calahorra. En cuanto a su faceta de gobierno fue subpriora y maestra de novicias de tal modo que contentó a todos y fue el motivo por el que la enviaron a formar parte de la comunidad fundadora del monasterio de S. José de Calahorra donde fue prelada (priora) en dos ocasiones; estimulaba a las demás a llevar la vida con ánimo, al tiempo que veía crecer el número de las integrantes de la comunidad. Esta conducta ejemplar de las Descalzas de Calahorra salvó la fundación porque los superio-res las vieron animosas y dispuestas, no cansadas ni disgustadas. Fue modelo de sufrimiento ante la penuria de medios. Este modo de vida y trato llevó a algunas monjas a elevar quejas contra la priora a los prelados. Esto originó el que el provincial se personara en Calahorra

18. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia, v. 7, p. 513-514.

19. Ibíd., p. 511.

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y, como ella no se defendió de las denuncias depuso a la priora. Las monjas hablaron con el Provincial, quién habló también con la madre Magdalena y se convenció de su inocencia.20

Cuando más tarde llegó la madre Cecilia del Nacimiento del Carmelo de Valladolid (de la que hablaremos más adelante) la percibió “espiritual, pero pusilánime…la encuentra apocada”.21 Sin embargo fue elegida nuevamente prelada el 29 de enero de 1605 cuando la madre Cecilia del Nacimiento renunció al cargo por enfermedad. La enorme cantidad de visiones que experimentaba Magdalena se relacionaban con la intervención del demonio en las enfermedades que sufría, tales como inflamaciones de la dermis.

Después de doce años de vivir en Calahorra22 regresó a Valladolid, demostrando una gran virtud de obediencia. Cayó en cama por la enfermedad de tabardillo,  enfermedad parecida al tifus, con fiebre alta y continua, alteraciones nerviosas y sanguíneas, y una erupción que cubría todo el cuerpo y que tuvo un gran impacto en Calahorra, donde podemos encontrar en los libros de defunción de las parroquias a muchos ciudadanos fallecidos con esta epidemia. Recibió los últimos sacramentos y falleció el 1 de noviembre de 1614, festividad de Todos los Santos, a las 5 de la tarde con una muerte dulce y muy edificante, a los 56 años de edad y 34 de vida religiosa.23 Fue introducida en el féretro y lo siguiente nos lo relata Cecilia del Nacimiento, que dice, “acavando de llevar su cuerpo al coro bajo, la hermana Ana de San Joseph, sintió que el Santo Cristo que está enzima de la rexa con el brazo derecho la abrazó con mucha piedad”24.

2.2.2. Catalina de JesúsProcedía del monasterio de Palencia,25 convento fundado por la santa reformadora en 1580, y por el que pasó dos años más tarde, cuando fue a fundar el monasterio burgalés.

En el siglo fue Catalina Maldonado, nació en Valladolid. Era hija de Francisco de Chaves y Felipa Maldonado. Profesó en Palencia el 15 de agosto de 1587, siete años después de la fundación de Teresa de Jesús. Según el libro conventual de las Profesiones del monasterio aparece anotado que “esta Religiosa fue a la fundación de Calahorra por subpriora de aquella casa en el año 1598 y volvió a esta”.26 Este dato también aparece en el acta fundacional de Calahorra como (subpriora), donde llegó el año 1598 y al año siguiente aparece firmando como clavaría, es decir, consejera.

Su estancia en Calahorra fue muy beneficiosa ya que venía con el espíritu infundido por Sta. Teresa a sus monjas en el monasterio palentino y lo trasmitió a lo largo de los años que permaneció en la ciudad del Cidacos.

20. Ibíd., p. 514-515.

21. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas, p. 64.

22. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia, v. 7, p. 514-515, habla de trece o catorce años.

23. Ibíd., p. 515.

24. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas, p. 65.

25. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia, v. 7, p. 511.

26. ARCHIVO DE CARMELITAS DESCALZAS DE PALENCIA, sig. B-1.

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Regresó a su monasterio de origen en el año 1601 y allí continuó desempeñando su labor de clavaría durante los años 1609-1615 y 1619-1626. Su fallecimiento tuvo lugar en Palencia en el año 1641.

2.2.3. Margarita de la ConcepciónProcedía de Pamplona, convento fundado por el padre Gracián, el primero que se abrió des-pués de morir Sta. Teresa27En el siglo era Margarita de Villava, natural de Tudela, hija de Juan de Villava y de Mari Ernández, pertenecientes a la nobleza, hizo la profesión el 2 de marzo de 1588. En nota marginal del Libro de Profesiones aparece el siguiente dato: 10. Margarita de la Concept(ión) a 10 de marzo de 1588. A los diez años de haber profesado, Margarita fue destinada al monasterio de Calahorra.

Como persona tenemos que decir que era una mujer letrada, que probablemente leyó libros de teología. A las doce de la noche recitaba unos maitines compuestos por ella misma. “Cuatro rasgos descuellan en su vida. Su talento, su mortificación (a veces extrema), su hu-mildad y su obediencia”,28 sin olvidar sus ayunos y sus disciplinas.

En el ámbito comunitario “fue mujer ejemplarísima y maestra de casi todas las que toma-ron el hábito hasta cumplirse el número. Y como testigo de vista puedo decir que enseñaba con palabras vivas de su raro ejemplo”.29 En 1610 regresó a Pamplona y murió en el monasterio que la recibió en religión, después de una larga enfermedad.

2.2.4. Isabel de los ÁngelesNació el 18 de diciembre de año 1573. Hasta aquí parece que todo es normal, pero en el docu-mento donde se dice de ella que era sacristana de la comunidad de Segovia, prestó declaración en el proceso de S. Juan de la Cruz (Juan de Yepes Álvarez, conocido en religión como Juan de S. Matías) el 13 de abril de 1616 cuando contaba 44 años de edad y, por tanto, nació en 1572. Un dato interesante que se desprende de su declaración es que se deja entrever que tuvo mucho más trato con el santo de Fontiveros (Ávila) de lo que menciona30De hecho lo tuvo como confesor, lo conoció en sus últimos años de vida y fue él quien le entregó el hábito y el velo que había recibido en el convento. De su etapa de penitente de fray Juan de la Cruz recibió una orientación de vida entregada a la oración y a la mortificación.31

Siendo general Fr. Juan Bautista Caffardo y Provincial Fr. Nicolás de Jesús María, a los 16 años hizo su profesión el día 18 de diciembre de 1589, festividad de Ntra. Sra. de la O, en el convento de S. José de Segovia, fundado en 1574 por la santa abulense.

En el Libro de Profesiones del monasterio segoviano se reseñan los siguientes datos sobre ella: entre los años 1610 y 1625 aparece firmando como clavaria.

27. ARCHIVO DE CARMELITAS DESCALZAS DE PAMPLONA. Libro Becerro, Libro de las Profesiones.

28. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas, p. 67.

29. Ibíd., nota 34, p. 67.

30. JUAN DE LA CRUZ, Santo. Obras de San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia. Editadas y anotadas por el P. Silverio de Santa Teresa, p. 239 y ss.

31. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia, v. 9, p. 167.

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Según el Libro Becerro, como religiosa era ejemplo de penitencia; en cuanto a la mortifi-cación fue capaz de llevarlas al extremo, colocándose cilicios que abarcaban todo el brazo, e incluso otro que iba del pie hasta la rodilla.

Procedente de Segovia, formó parte del grupo de fundadoras del monasterio de Ca-lahorra, regresó en el año 1601. En 1626 fue trasladada a Toro (Zamora) donde ejerció como priora y falleció la causa de un tabardillo el 24 de agosto de 1629, cuando contaba 57 años de y 40 de monja.32

2.2.5. María de S. JoséHija de Sebastián Pelaz e Inés de collazos, naturales de Paredes de Nava (Palencia). Ingresó en el monasterio de Palencia donde hizo la profesión el 15 de agosto de 1597, aunque en calidad de futura conventual de Calahorra, cuando la fundación del monasterio calagurritano estaba iniciada y los superiores perfilaban el grupo de monjas fundadoras que se materializará al año siguiente. Esta circunstancia de su profesión aparece recogida en el becerro de Calahorra y la madre Cecilia del Nacimiento la menciona como una de las fundadoras matizando “y una novicia par(a) que en profesando fuese hija de la de Calahorra”.33 Como persona era sencilla, humilde, honesta, aunque de carácter indeciso.

En Calahorra ejerció el cargo de maestra de novicias y con motivo de las elecciones de 1621 fue nombrada priora, aunque continuó ejerciendo de maestra de novicias. Según Eliseo Sáinz Ripa, fue la última de las fundadoras.34 Finalmente, falleció el 20 de septiembre de 1632, a los 60 años de edad y 35 de monja del Carmelo.

2.2.6. María de la Cruz Se llamaba María Ribolta (Riloba). Aparece reseñada en un librito de relaciones históricas del monasterio de Soria, de donde procedía, con el siguiente dato: María de la Cruz, de velo blanco, era hija de Pedro de Riloba natural de Becerril de Campos. Profesó día de Nuestra Señora de setiembre año de 1583.

El Libro de profesiones35os aporta los siguientes datos. En primer lugar, en nota marginal aparece su nombre: María de la Cruz, y da el modo de entrar en religión, que fue como lega. Profesó el día de la Natividad de la Virgen, 8 de septiembre.

Ya en el monasterio de S. José de Calahorra, escribe María de S. José lo que recoge de María de S. Bernabé: “En este convento era María de la Cruz, y llegaba como hermana de velo blanco. En la vida de diario este apelativo significaba la dedicación a los oficios humildes de la casa, en muchos casos, como en éste, comportaba una escasa formación cultural y aún la carencia total de letras, aun las primeras.36

32. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia, v. 9, p. 167.

33. CECILIA DEL NACIMIENTO. Obras completas, p. 478.

34. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas, p. 70.

35. ARCHIVO DE CARMELITAS DESCALZAS DE SORIA. Libro de profesiones, libro becerro.

36. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia, v. 7, p. 511.

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Murió en Calahorra el 26 de diciembre de 1626, a la edad de 76 años. El monasterio de Calahorra le dedicó una reseña:

En esta casa murió la hermana María de la Cruz, lega, a 26 días del mes de diciembre de 1626 de hedad de 76 años. Vino de el convento de Soria a fundar esta casa. Desde siempre muy buen ejemplo en su ministerio abraçando con gran humildad y deseo de padecer y complir con su llamamiento el trabajo hasta que murió. Guardava muy continuo silencio y hera alma muy pura y favorecida de Dios. Una vez, dicen, se le mostró el Señor muy hermoso y resplandeciente y la consoló de un trabajo que tenía y la dijo: ‘Sírveme, hija, que yo te lo pagaré’. En la enfermedad de que murió, que fue penosísima de hidropesía, dio gran exemplo de paciencia y sufrimiento y reçibió los sanctos Sacramentos con mucha devoción y dio la alma al Sejor denándonos a todas muy edificadas37.

Hasta aquí el grupo inicial que fundó en Calahorra.

2.3. Un momento de relevo en la primitiva comunidad

Cuando en 1601 regresaron a sus monasterios de origen, tanto Catalina de Jesús como Isabel de los Ángeles, vinieron destinadas y procedentes del cuarto monasterio de la fundación de la reforma teresiana en Valladolid dos monjas llamadas Cecilia del Nacimiento y María de San Gregorio, que permaneció solamente dos años, ya que en 1603 regresó a Valladolid.

2.3.1. Cecilia del NacimientoCon ella, el monasterio de S. José de Calahorra tuvo la dicha de contar con una gran mística y poetisa. ¿Quién era esta valiosa mujer que, además, nos dejó un valioso documento del monasterio como fue la fundación del convento de Carmelitas Descalzas de Calahorra, cuyo texto se conserva en su monasterio de origen?38.

Había nacido en 1570 en Valladolid, y era hija del bachiller Antonio Sobrino y María de Morillas. Fue bautizada en la catedral vallisoletana.39 Tuvo siete hermanos, seis fueron sa-cerdotes y de ellos cuatro fueron religiosos; uno fue médico y teólogo, pero murió soltero y muy pobre, después de una vida entregada precisamente a los pobres. A los 16 años de edad, Cecilia ingresó en el Carmelo de Valladolid, al igual que su hermana María de S. Alberto, ambas admitidas por la prelada o priora Madre Dorotea de la Cruz. Cuando tomaron el hábito en 1587, festividad de S. Antón, “Contaba María 19 años y Cecilia no llegaba los 17”,40 aunque en sus Obras Completas habla de 18 años.

La misión que recibió Cecilia cuando fue destinada a Calahorra queda claramente rese-ñada:

37. El P. Silverio se equivoca en la fecha de muerte porque dice que fue el 16, cuando el acta de muerte del Becerro de Calahorra dice claramente el 26.

38. ARCHIVO DE CARMELITAS DESCALZAS DE VALLADOLID, sig. K-22.

39. ALONSO-CORTÉS, B. Dos monjas vallisoletanas, nota 40, p. 50.

40. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas, p. 80.

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En 1601 los Prelados encomendaron a la M. Cecilia la misión e pasar a Calahorra y poner a contribución su inteligencia y práctica en la organización del convento de aquella ciudad. El P. Fray Tomás de Jesús, Provincial de Castilla la Vieja, conocedor de los dones que adornaban a la M. Cecilia, fué quien, con licencia del P. Fray Francisco de la Madre de Dios, General de los Descalzos, dispuso su traslado al convento de Calahorra. Habíase fundado ese convento, no sin grandes dificultades, en 1598, y fué su primera Priora la M. Magdalena de Jesús, de la Casa de Valladolid, religiosa de grandes virtudes y que había tratado a Santa Teresa. La M. Magdalena, sin embargo, tropezó con varios obstáculos en el desempeño de su cargo, y aun fué objeto de injustificadas quejas que algunos religiosos elevaron a los superiores.

Salió la M. Cecilia de Valladolid, con dirección a Calahorra, la víspera del día de San José del citado año 1601, en compañía de otra religiosa llamada la Hª María de San Gregorio, ‘y con dejar –escribe la M. Petronila de San José- casa y hermanas que tanto quería y la querían, y en particular a la que lo era de todas manera, la M. María de San Alberto, fué muy contenta por ser obediencia y cosa del servicio de Nuestro Señor y más aumento de nuestra agrada religión; y aunque iba a casa tan nueva y porque donde había de tener tantas descomodidades y mengua de todo, y ser su natural enfermo y flaco, no reparó en nada ni propuso palabra a los Prelados. Iba gozosísima a padecer y morir, si fuese menester, en la demanda41.

En el seno de su familia había recibido una sólida formación. Practicaba la música, el dibu-jo y la pintura. Poco después de llegar a Calahorra, la vemos como priora, según testimonio de la madre Petronila en sus dos etapas de 1602 y 1608, en las que se muestra como una mujer entregada a su misión de prelada y como maestra de novicias, con su fuerte magnetismo personal que contagiaba a las novicias y profesas del monasterio, “.. dábales mucho ejemplo con el rigor de su penitencia. No comía de ordinario sino un huevo; el hábito era el más viejo y lleno de remiendos; dormía poco, velaba y oraba mucho42”.

La comunidad de Calahorra tenía una historia muy reciente, apenas contaba con dos años de existencia, pero se habían puesto muchas ilusiones y esperanzas en dicha fundación. Es muy posible que fuera motivo para enviar a la madre Cecilia del Nacimiento a tierras rioba-jeñas donde desempeñó varias funciones, una vez abandonado el monasterio vallisoletano el 18 de marzo de 1601.

La madre Cecilia formó a muchas novicias, tanto en Calahorra como en Valladolid. En el desempeño de este cargo supo instruirlas de forma que muchas fueron elegidas posterior-mente como prioras. En el caso de Calahorra vemos a Ana de la Trinidad, hija de los señores de Alcanadre, Ausejo y Murillo de Río Leza, todos ellos en La Rioja. Tuvo una vida breve, pero destacó en matemáticas, poesía, pintura, música y latín.

Al año siguiente (9 de septiembre de 1602) fue elegida priora en el nuevo monasterio, el actual de la calle Tenerías, donde se reforzó en toda la comunidad el cultivo espiritual, gracias a unas mejores condiciones de habitabilidad, necesarias para la vida contemplativa. Cecilia contaba 31 años. La tarea no fue fácil; ella tenía un gran espíritu oracional, pero en

41. ALONSO-CORTÉS, B. Dos monjas, p. 61.

42. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas, p. 85.

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la vida (también religiosa) no basta confiar en la Providencia, sino ponerse al trabajo43 (“a Dios rogando y con el mazo dando”), es decir, siendo una buena gestora de los dineros que tenía el monasterio así como de las cantidades que algunos bienhechores habían prometido dar para la nueva fundación. Sin embargo Cecilia, como ya hemos visto al hablar de la madre Magdalena de Jesús:

no pudo cumplir el trienio: los achaques y dolencias la forzaron a renunciar, y el 29 de enero de 1605, elegida por la comunidad, volvió al cargo de priora la madre Magdalena de Jesús. Madre Cecilia quedó de clavaria44.

El 29 de noviembre de 1608 fue elegida nuevamente Cecilia del Nacimiento como priora y permanecerá en el cargo hasta el 23 de diciembre de 1610 en que fue elegida nueva priora la madre Mariana del Espíritu Santo, procedente del monasterio de Sta. Ana de Tarazona y ella tuvo que trasladarse al de Valladolid, donde había iniciado su vida religiosa sin haber ter-minado tampoco este segundo mandato, con severas indicaciones de no comunicarse con el padre Tomás de Jesús, con quien se dirigía espiritualmente. Esto no fue el motivo de la orden dada a Cecilia, sino las intenciones ocultas de Tomás de ser misionero y que chocaron con las miras de la congregación de España y con un destino en Roma.45 La historia suele poner las cosas en su sitio y también a las personas, en este caso para Cecilia y para Tomás. Esta tormenta se percibió en Calahorra y la partida de Cecilia se hizo sentir tanto en la comunidad como en la ciudad. Atrás quedaba “la casa de Burgoa, el traslado al nuevo convento y el culto de las primitivas”.46

Magdalena de Jesús y Cecilia del Nacimiento salieron de Calahorra en dirección a Valla-dolid. El trayecto no lo hicieron directamente, sino que pararon en Palencia, donde hicieron una estancia de varios meses, tiempo que aprovecharon las monjas para tratar cuestiones espirituales con la madre, dado su espíritu y su magisterio. En octubre de 1612 llegaron al monasterio de Valladolid, tanto Cecilia como Magdalena. Allí Cecilia, retomó su vida de ob-servante y penitencia como si nada hubiera sucedido. Desempeñó las funciones de tornera, sacristana, maestra de novicias en dos ocasiones (lo que indica su categoría espiritual y su vivencia de la perfección lograda a lo largo de su vida)47, clavaria, y prelada en el año 1616. Finalmente, falleció el 7 de abril de 1646, a la edad de 76 años y 58 de vida religiosa. Ella fue la última de los nueve hermanos en fallecer.48

De este grupo inicial de monjas selectas del Carmelo podemos afirmar que la andadura de su vida comunitaria la iniciaron con el mismo fervor que en los demás monasterios de la Reforma. Todas, de una u otra forma habían tratado con la santa abulense, incluida la primera

43. Esta expresión puede recordarnos lo que dice Ignacio de Loyola en sus Ejercicios: “offrescerán todas sus personas al trabajo” en la meditación del Rey Temporal (EE. 96-97).

44. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia, v. 8, p. 897 y ss.

45. Ibíd., p. 569.

46. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas, p.89.

47. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia, v. 9, p. 900.

48. ALONSO-CORTÉS, B. Dos monjas, p. 69.

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priora que tuvo el monasterio calagurritano, concretamente en Valladolid y, como las demás, era gran conocedora de su espíritu.49

Además de las seis fundadoras y las dos que fueron trasladadas desde Valladolid, tenemos que mencionar a otro grupo de dignas mujeres que ingresaron en el Carmelo de Calahorra, pero este tema excede el objetivo que nos hemos planteado para el año del aniversario de la santa abulense.

3. Conclusiones

Para terminar, digamos que el monasterio de S. José de Calahorra, perteneciente a la reforma carmelitana respiraba el mismo clima religioso de entrega al Señor que infundió Sta. Teresa de Jesús en sus hijas.50 Este punto nuclear en la vida monástica carmelitana no ha cambiado con el paso del tiempo. Los calagurritanos de todos los tiempos tuvimos, tenemos y tendre-mos la convicción de que el Señor siempre pone sus ojos y sus manos en el monasterio de Calahorra para mantener una comunidad de Carmelitas Descalzas, hijas de la santa abulense, que continúan su espíritu de reforma de la vida monástica. Y esto es tan importante como el hecho de que la misma reformadora hubiera estado físicamente en la ciudad del Cidacos porque con orgullo se puede decir que su espíritu no desaparecerá.

Bibliografía

ALONSO-CORTÉS, B. Dos monjas vallisoletanas. Valladolid, 1944.BUJANDA, F. Episcopologio calagurritano. Logroño, 1945.CECILIA DEL NACIMIENTO. Obras completas. Madrid : Edit. de Espiritualidad, 1970.JUAN DE LA CRUZ, Santo. Obras de San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia. Editadas y anotadas por el P.

Silverio de Santa Teresa. Burgos: Monte Carmelo, 1929.SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas del Monasterio de San José de Calahorra (La Rioja), 1598-1998.

Calahorra: MM.CC. Descalzas de Calahorra, 1997. ISBN 84-605-6703-6. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia del Carmen Descalzo en España, Portugal y América. Burgos: El Monte

Carmelo, 1935-1952.

49. SILVERIO DE SANTA TERESA. Historia, v. 7, p. 511.

50. SÁINZ RIPA, E. Las Carmelitas Descalzas, p. 30.


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