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SANTO PADRE FRANCISCO. Catequesis sobre la … · «Por eso mi Pueblo conocerá mi Nombre en ese...

Date post: 26-Sep-2018
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SANTO PADRE FRANCISCO.Catequesis sobre la

ESPERANZA.

Textos tomados de:www.vatican.vaCompuestos por:

[email protected] 7 de diciembre de 2016. Laesperanza cristiana.14 de diciembre de 2016.Estamos llamados aconvertirnos en hombres ymujeres de esperanza.21 de diciembre de 2016. Elnacimiento de Jesús, nostrae una esperanza segura.28 de diciembre de 2016.Firme en la esperanzacontra toda esperanza.4 de enero de 2017. Secar unalágrima del rostro de quiensufre.

11 de enero de 2017. Contralas falsas esperanzas queofrece el mundo.18 de enero de 2017. Laoración te lleva adelante enla esperanza.25 de enero de 2017. Que laesperanza venza a nuestrostemores.1 de febrero de 2017. Laesperanza de la salvación.8 de febrero de 2017. El hogarnatural de la esperanzacristiana, es la Iglesia.15 de febrero de 2017. Laesperanza no decepciona.22 de febrero de 2017. La

creación entera espera de lamanifestación de Dios.1 de marzo de 2017.Cuaresma camino deesperanza.15 de marzo de 2017. El amorde Dios nunca falla.22 de marzo de 2017. Laesperanza fundada en laPalabra.29 de marzo de 2017. Abrir elcorazón.5 de abril de 2017. El mal nose vence con el mal.12 de abril de 2017. En elCrucifijo nuestra esperanzaha renacido.

19 de abril de 2017. La fenace de la Resurrección.26 de abril de 2017. Lapromesa que da esperanza.3 de mayo de 2017. Signo deesperanza.10 de mayo de 2017. Maríaestaba ahí.17 de mayo de 2017. Serapóstol de la nueva y másgrande esperanza.24 de mayo de 2017. No hayamor sin sacrificio.31 de mayo de 2017. Elcumpleaños de la Iglesia.

7 de diciembre de 2016. Laesperanza cristiana. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Iniciamos hoy una nueva seriede catequesis, sobre el tema dela esperanza cristiana. Es muyimportante porque la esperanzano defrauda.¡El optimismo defrauda, laesperanza no! La necesitamosmucho, en estos tiempos queaparecen oscuros, donde aveces nos sentimos perdidos

frente al mal y la violencia quenos rodea, frente al dolor detantos hermanos nuestros.¡Necesitamos esperanza! Nossentimos perdidos y también unpoco desanimados, porque nossentimos impotentes y nosparece que esta oscuridad nose acabe nunca.Pero no hay que dejar que laesperanza nos abandoneporque Dios con su amorcamina con nosotros. «Yoespero porque Dios caminaconmigo»: esto podemosdecirlo todos. Cada uno denosotros puede decir: «Yo

espero, tengo esperanza,porque Dios camina conmigo».Camina y me lleva de la mano.Dios no nos deja solos y elSeñor Jesús ha vencido al maly nos ha abierto el camino dela vida. Sobre todo en estetiempo de Adviento, que estiempo de espera, en el quenos preparamos para dar labienvenida una vez más almisterio consolador de laEncarnación y de la luz de laNavidad, es importantereflexionar sobre la esperanza.Dejémonos enseñar por elSeñor qué quiere decir esperar.

Escuchemos las palabras de laSagrada Escritura, empezandopor el profeta Isaías, el granprofeta del Adviento, el granmensajero de la esperanza.En la segunda parte de su libro,Isaías se dirige al pueblo con suanuncio de consolación:«Consolad, consolad a mipueblo, dice vuestro Dios.Hablad al corazón de Jerusalény decidle bien alto que yacumplido su milicia, ya hasatisfecho por su culpa [...]».Una voz clama:«En el desierto abrid camino alSeñor, trazad en la estepa una

calzada recta a nuestro Dios.Que todo valle sea elevado, ytodo monte y cerro rebajado;vuélvase lo escabroso llano ylas breñas planicie. Se revelarála gloria del Señor y todacriatura a una la verá, porquela boca del Señor ha hablado»(Is 40,1-2.3-5).Dios Padre consuela suscitandoconsoladores, a los que pideque alienten a su pueblo, a sushijos, anunciando que latribulación ha terminado, queel dolor se ha acabado y elpecado ha sido perdonado. Estoes lo que cura el corazón

angustiado y asustado. Por esoel profeta llama a preparar elcamino del Señor, abriéndonosa sus dones y a su salvación.La consolación, para el pueblo,comienza con la posibilidad decaminar sobre el camino deDios, un camino nuevo,rectificado y viable, un caminopara preparar en el desierto,así para poder atravesarlo yvolver a la patria. Porque elpueblo al que el profeta sedirige está viviendo en esetiempo la tragedia del exilio deBabilonia, y ahora sin embargose escucha decir que podrá

volver a su tierra, a través deun camino hecho cómodo ylargo, sin valles ni montañasque hacen cansado el camino,un camino allanado en eldesierto. Preparar ese caminoquiere decir por tanto prepararun camino de salvación y uncamino de liberación de todoobstáculo y tropiezo.El exilio fue un momentodramático en la historia deIsrael, el pueblo había perdidotodo: la patria, la libertad, ladignidad, e incluso la confianzaen Dios. Se sentía abandonadoy sin esperanza. Pero, aquí está

la llamada del profeta quevuelve a abrir el corazón a lafe. El desierto es un lugardonde es difícil vivir, pero justoallí ahora se podrá caminar nosólo para volver a la patria,sino para volver a Dios, paravolver a esperar y a sonreír.Cuando estamos en laoscuridad, en las dificultades noviene la sonrisa, y esprecisamente la esperanza laque nos enseña a sonreír paraencontrar el camino que lleva aDios. Una de las primeras cosasque les pasa a las personas quese separan de Dios es que son

personas sin sonrisa. Quizáspuedan reírse a carcajadas, unadetrás de otra, un chiste, unacarcajada... pero les falta lasonrisa. La sonrisa la dasolamente la esperanza: es lasonrisa de la esperanza deencontrar a Dios.La vida es a menudo undesierto, es difícil caminardentro de la vida, pero si nosencomendamos a Dios puedellegar a ser hermosa y anchacomo una autopista. Essuficiente con no perder nuncala esperanza, basta quesigamos creyendo, siempre, a

pesar de todo. Cuando nosencontramos frente a un niño,quizá tengamos muchosproblemas y muchasdificultades, pero nos viene dedentro una sonrisa, porquetenemos delante a laesperanza: ¡un niño es unaesperanza! Así tenemos quesaber ver en la vida el caminoque nos lleva a encontrarnoscon Dios, Dios que se hizo niñopor nosotros. ¡Y nos harásonreir, nos dará todo!Precisamente estas palabras deIsaías son después usadas porJuan Bautista en su predicación

que invitaba a la conversión.Decía así: «Voz que clama en eldesierto: preparad el camino alSeñor» (Mt 3, 3). Es una vozque grita donde parece quenadie pueda escuchar - pero¿quién puede escuchar en eldesierto? - que grita en supérdida debido a la crisis de fe.Nosotros no podemos negarque el mundo de hoy está encrisis de fe. Sí, decimos, «yocreo en Dios, yo soy cristiano,yo soy de esa religión», pero tuvida está muy lejos de sercristiano, está muy lejos deDios. La religión, la fe ha caído

en una palabra. Yo creo, sí.Pero aquí se trata de volver aDios, convertir el corazón aDios e ir por este camino paraencontrarlo. Él nos espera. Estaes la predicación de JuanBautista, preparar. Preparar elencuentro con ese Niño quenos dará de nuevo la sonrisa.Los israelitas, cuando elBautista anuncia la venida deJesús, es como si estuvierantodavía en el exilio, porqueestán bajo la dominaciónromana, que les haceextranjeros en su propia patria,gobernados por ocupantes

poderosos que deciden sobresus vidas. Pero la verdaderahistoria no es la hecha por lospoderosos, sino la hecha porDios junto con sus pequeños.La verdadera historia, la quepermanecerá en la eternidad,es la que escribe Dios con suspequeños. Dios con María, Dioscon Jesús, Dios con José, Dioscon los pequeños. Esospequeños y sencillos queencontramos junto a Jesús quenace: Zacarías e Isabel,ancianos y marcados por laesterilidad; María, joven virgenprometida con José; los

pastores, que erandespreciados y no contabannada. Son los pequeños,hechos grandes por su fe, lospequeños que saben continuaresperando. La esperanza esuna virtud de los pequeños. Losgrandes, los satisfechos noconocen la esperanza, no sabenqué es.Son ellos los pequeños conDios, con Jesús quetransforman el desierto delexilio, de la soledaddesesperada, del sufrimiento,en un camino plano sobre elque caminar para ir al

encuentro a la gloria del Señor.Y llegamos al por tanto.Dejémonos enseñar laesperanza, dejémonos enseñarla esperanza, esperando conconfianza la venida del Señor, ycualquiera que sea el desiertode nuestras vidas, cada unosabe en qué desierto camino,cualquiera que sea el desiertode nuestras vidas, se convertiráen un jardín florecido. Laesperanza no decepciona. Lodecimos otra vez. ¡Laesperanza no decepciona! Saludos

Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Pidamos alSeñor la gracia de trasformar eldesierto de nuestra vida, denuestro sufrimiento y denuestra soledad, en un caminollano que nos lleve alencuentro con el Señor y conlos hermanos. Dios los bendiga.

14 de diciembre de 2016.Estamos llamados aconvertirnos en hombres ymujeres de esperanza. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Nos estamos acercando a laNavidad, y el profeta Isaías unavez más nos ayuda a abrirnos ala esperanza acogiendo laBuena Noticia de la venida dela salvación. El capítulo 52 deIsaías empieza con la invitacióndirigida a Jerusalén para que se

despierte, se sacuda el polvo ylas cadenas y se ponga losvestidos más bonitos, porque elSeñor ha venido a liberar a supueblo (Is 52, 1-3). Y añade:«Por eso mi Pueblo conocerá miNombre en ese día, porque yosoy aquel que dice: «¡Aquíestoy!» (Is 52, 6).A este «aquí estoy» dicho porDios, que resume toda suvoluntad de salvación,responde el canto de alegría deJerusalén, según la invitacióndel profeta. Es el final del exiliode Babilonia, es la posibilidadpara Israel de encontrar a Dios

y, en la fe, de encontrarse a símismo. El Señor se hacecercano, y el «pequeño resto»,que en exilio ha resistido en lafe, que ha atravesado la crisis yha continuado creyendo yesperando también en mediode la oscuridad, ese «pequeñoresto» podrá ver las maravillasde Dios.A este punto el profetaintroduce un canto de júbilo.«Qué hermosos son sobre lasmontañas los pasos del quetrae la buena noticia, del queproclama la paz, del queanuncia la felicidad, del que

proclama la salvación, y dice aSión: «¡Tu Dios reina!». […]Prorrumpan en gritos dealegría, ruinas de Jerusalén,porque el Señor consuela a suPueblo, él redime a Jerusalén!El Señor desnuda su santobrazo a la vista de todas lasnaciones, verán la salvación denuestro Dios» (Is 52, 7.9-10).Estas palabras de Isaías, sobrelas que queremos detenernos,harán referencia al milagro dela paz, y lo hacen de una formamuy particular, poniendo lamirada no solo en el mensajerosino sobre los pies que corren

veloces: «Qué hermosos sonsobre las montañas los pasosdel que trae la buenanoticia...».Parece el esposo del Cantar delos Cantares que corre hacia laamada: «Ahí viene, saltandopor las montañas, brincandopor las colinas.» (Ct 2, 8). Asítambién el mensajero de pazcorre, llevando el feliz anunciode liberación, de salvación, yproclamando que Dios reina.Dios no ha abandonado a supueblo y no se ha dejadoderrotar por el mal, porque Éles fiel, y su gracia es más

grande que el pecado. Estotenemos que aprenderlo ¿eh?¡Porque somos cabezotas! Y noaprendemos esto. Pero os haréuna pregunta: ¿quién es másgrande, Dios o el pecado?¿Quién? [Responden: «Dios»].¡Ah, no estáis convencidos eh!¡No oigo bien! [Responden:«Dios»]. ¿Y quién vence alfinal? ¿Dios o el pecado?[Responden: «Dios»]. ¿Y Dioses capaz de vencer al pecadomás grande? ¿También elpecado más vergonzoso?También el pecado que esterrible, el peor de los pecados,

¿es capaz de vencerlo?[Responden: «Sí»]. Y estapregunta no es fácil, vemos sientre vosotros hay una teólogao un teólogo para responder:¿con qué arma vence Dios alpecado? [Responden: «Elamor»]— ¡Oh, muy buenos!¡Muchos teólogos! ¡Buenos!Esto —que Dios vence alpecado— quiere decir que«Dios reina»; son estas laspalabras de la fe en un Señorcuyo poder se inclina sobre lahumanidad para ofrecermisericordia y liberar alhombre de lo que desfigura en

él la bella imagen de Dios. Y elcumplimiento de tanto amorserá precisamente el Reinoinstaurado por Jesús, ese Reinode perdón y de paz quenosotros celebramos con laNavidad y que se realizadefinitivamente en la Pascua.Y la alegría más bonita de laNavidad es esa alegría interiorde paz: el Señor ha canceladomis pecados, el Señor me haperdonado, el Señor ha tenidomisericordia de mí, ha venido asalvarme. Esa es la alegría dela Navidad.Son estos, hermanos y

hermanas, los motivos denuestra esperanza. Cuandoparece que todo ha terminado,cuando, frente a tantasrealidades negativas, la fe sehace cansada y viene latentación de decir que nadatiene sentido, aquí está sinembargo la buena noticia traídade esos pies rápidos: Dios estáviniendo a realizar algo nuevo,a instaurar un reino de paz;Dios ha «descubierto su brazo»y viene a traer libertad yconsolación. El mal no triunfarápara siempre, hay un fin aldolor. La desesperación es

vencida.Y también a nosotros se nospide despertar, como Jerusalén,según la invitación que dirige elprofeta; estamos llamados aconvertirnos en hombres ymujeres de esperanza,colaborando con la venida deeste Reino hecho de luz ydestinado a todos.Pero qué feo es cuandoencontramos un cristiano queha perdido la esperanza: «Peroyo no espero nada, todo haterminado para mí», uncristiano que no es capaz demirar horizontes de esperanza

y delante de su corazónsolamente un muro. ¡Pero Diosdestruye estos muros con elperdón! Y por eso, nuestraoración, porque Dios nos dacada día la esperanza y la da atodos, esa esperanza que nacecuando vemos a Dios en elpesebre en Belén.El mensaje de la Buena Noticiaque se nos ha confiado esurgente, también nosotrostenemos que correr como elmensajero en las montañas,porque el mundo no puedeesperar, la humanidad tienehambre y sed de justicia, de

verdad, de paz. Y viendo elpequeño Niño de Belén, lospequeños del mundo sabránque la promesa se ha cumplido;el mensaje se ha realizado. Enun niño recién nacido,necesitado de todo, envuelto enpañales y acostado en unpesebre, está encerrado todo elpoder del Dios que salva. Esnecesario abrir el corazón atanta pequeñez y a tantamaravilla. Es la maravilla de laNavidad, a la que nos estamospreparando, con esperanza, eneste tiempo de Adviento. Es lasorpresa de un Dios niño, de un

Dios pobre, de un Dios débil, deun Dios que abandona sugrandeza para hacerse cercanoa cada uno de nosotros. SaludosSaludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Los invito, eneste tiempo de Adviento, apreparar el corazón, paraacoger toda la pequeñez, todala maravilla, toda la sorpresade un Dios que abandona sugrandeza, y se hace pobre y

débil para estar cerca de cadauno de nosotros. Muchasgracias.

21 de diciembre de 2016. Elnacimiento de Jesús, nostrae una esperanza segura. Miércoles. En las catequesis de losmiércoles estamosreflexionando sobre el tema dela esperanza. Hoy, a pocos díasde la Navidad, contemplamos laEncarnación del Hijo de Dios,que marca el momentoconcreto en que la esperanzaentró en el mundo. Dios sedespoja de su divinidad y seacerca a su pueblo,

manifestando su fidelidad yofreciendo a la humanidad lavida eterna.El nacimiento de Jesús, nostrae una esperanza segura, unaesperanza visible y evidente,que tiene su fundamento enDios mismo. Jesús, entrando enel mundo, nos da fuerza paracaminar con él hacia la plenitudde la vida y vivir el presente deun modo nuevo.El pesebre que preparamos ennuestras casas nos habla deeste gran misterio deesperanza. Dios elige nacer enBelén, que es un pueblito

insignificante. Allí, en lapobreza de una gruta, María,Madre de la esperanza, da a luzal Redentor. Junto a ella estáJosé, el hombre justo queconfía en la palabra del Señor;los pastores, que representan alos pobres y sencillos, queesperan en el cumplimiento delas promesas de Dios, ytambién los ángeles cantandola gloria del Señor y lasalvación que se realiza en esteNiño. Dios siempre escoge lopequeño, lo que no cuenta,para enseñarnos la grandezade su humildad.

SaludosSaludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los provenientesde España y Latinoamérica.Que por intercesión de laVirgen y de san José, lacontemplación del misterio dela Navidad nos ayude a recibira Jesús en nuestra vida, ypodamos ser humildescolaboradores en la venida desu Reino, Reino de amor, dejusticia y de paz. Feliz Navidad,llena de esperanza para todos.

28 de diciembre de 2016.Firme en la esperanzacontra toda esperanza. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!San Pablo, en la Carta a losRomanos, nos recuerda la granfigura de Abraham, paraindicarnos la vía de la fe y de laesperanza. De él el apóstolescribe: «creyó y fue hechopadre de muchas naciones»(Rm 4, 18). «Firme en laesperanza contra toda

esperanza». Este concepto esfuerte: incluso cuando no hayesperanza, yo espero. No hayesperanza, pero yo espero. Esasí nuestro padre Abraham.San Pablo se está refiriendo ala fe con la cual Abraham creyóen la palabra de Dios que leprometía un hijo. Pero deverdad era confiar esperando«contra toda esperanza», eratan imposible lo que el Señor leestaba anunciando, porque élera anciano —tenía casi cienaños— y su mujer era estéril.¡No lo había conseguido! Perolo dijo Dios, y él creyó. No

había esperanza humanaporque él era anciano y sumujer estéril: y él creyó.Confiando en esta promesa,Abraham se pone en camino,acepta dejar su tierra yconvertirse en extranjero,esperando en este «imposible»hijo que Dios habría debidodonarles no obstante el vientrede Sara fuese ya como muerto.Abraham cree, su fe se abre auna esperanza en aparienciairracional; esa es la capacidadde ir más allá de losrazonamientos humanos, de lasabiduría y de la prudencia del

mundo, más allá de lo quenormalmente es considerado desentido común, para creer en loimposible. La esperanza abrenuevos horizontes, hace capazde soñar aquello que nisiquiera es imaginable. Laesperanza hace entrar en laoscuridad de un futuro inciertopara caminar en la luz. Esbonita la virtud de laesperanza; nos da tanta fuerzapara caminar en la vida.Pero es un camino difícil. Yllegó el momento, también paraAbraham, de la crisis deldesaliento. Se fió, dejó su casa,

su tierra y sus amigos... Todo.Se fue, llegó al país que Dios lehabía indicado, el tiempo pasó.En aquel tiempo hacer un viajeasí no era como hoy, con losaviones —en pocas horas sehace—; hacían falta meses,¡años!. El tiempo ha pasado,pero el hijo no llega, el vientrede Sara permanece cerrado ensu esterilidad.Y Abrahán, no digo que pierdala paciencia, pero se lamentacon el Señor. Esto también loaprendemos de nuestro padreAbraham: quejarse con elSeñor es un modo de rezar. A

veces yo escucho, cuandoconfieso: «Me he lamentadocon el Señor…», y [yorespondo]: «¡No! laméntate, ¡Éles Padre!». Y este es un modode rezar: laméntate con elSeñor, eso es bueno. Abrahamse lamenta con el Señordiciendo: «mi Señor Yahveh[...] me voy sin hijos, y elheredero de mi casa es Eliezerde Damasco (Eliezer era quienllevaba todas las cosas)». DijoAbraham: «“He aquí que no mehas dado descendencia, y uncriado de mi casa me va aheredar”. Mas he aquí que la

palabra de Yahveh le dijo: “Note heredará ese, sino que teheredará uno que saldrá de tusentrañas”. Y sacándole afuerale dijo: “Mira hacia el cielo ycuenta las estrellas, si puedescontarlas”. Y le dijo: “Así serátu descendencia”. Y creyó él enYahveh, el cual se lo reputó porjusticia» (Gen 15, 2-6).La escena se desarrolla denoche, está oscuro afuera, perotambién en el corazón deAbraham está la oscuridad dela desilusión, del desánimo, dela dificultad para continuar aesperar en algo imposible. A

estas alturas el patriarca tieneuna edad muy avanzada,parece que no haya más tiempopara un hijo, y será un siervoel que pasará a heredar todo.Abrahán se está dirigiendo alSeñor, pero Dios, aunque estáahí presente y habla con él, escomo si se hubiera alejado,como si no hubiese cumplido supalabra. Abraham se sientesolo, está viejo y cansado, lamuerte acecha. ¿Cómocontinuar confiando?Y además, ya es una forma defe este lamentarse suyo, es unaoración. No obstante todo,

Abraham continúa creyendo enDios y esperando en que algopueda ocurrir todavía. De noser así, ¿para qué interpelar alSeñor, lamentarse con Él,reclamar sus promesas? La feno es sólo silencio que todoacepta sin replicar, la esperanzano es la certeza que te pone asalvo ante la duda y laperplejidad. Pero muchasveces, la esperanza esoscuridad; pero ahí está laesperanza… que te llevaadelante. Fe es también lucharcon Dios, mostrarle nuestraamargura, sin «pías» ficciones.

«“Me he enfadado con Dios y lehe dicho esto, esto, esto, ...”Pero Él es Padre, Él te haentendido: ¡ve en paz!. ¡Hayque tener valor! Y esto es laesperanza. Y la esperanza estambién no tener miedo de verla realidad por lo que es yaceptar las contradicciones.Entonces Abraham, en la fe, sedirige a Dios para que le ayudea seguir esperando. Es curioso,no pidió un hijo. Pidió:«Ayúdame a seguiresperando», la oración de teneresperanza. Y el Señor respondeinsistiendo con su inverosímil

promesa: no será un siervo elheredero, sino un hijo propio,nacido de Abrahán, generadopor él. Nada ha cambiado, porparte de Dios. Él sigueafirmando lo que ya habíadicho, y no ofrece apoyos aAbraham, para sentirsetranquilizado. Su únicaseguridad es confiar en lapalabra del Señor y seguiresperando.Y aquel signo que Dios dona aAbraham es la petición deseguir creyendo y esperando:«Mira hacia el cielo y cuentalas estrellas […] Así será tu

descendencia» (Gen 15, 5). Estodavía una promesa, estodavía algo de esperarrespecto al futuro. Dios sacaafuera de la carpa a Abraham,en realidad de sus visionesrestringidas, y le muestra lasestrellas. Para creer, esnecesario saber ver con los ojosde la fe; son solo estrellas, quetodos podemos ver, pero paraAbrahán deben convertirse enel signo de la fidelidad de Dios.Es esta la fe, este el camino dela esperanza que cada uno denosotros debe recorrer. Sitambién a nosotros nos queda

como única posibilidad la demirar a las estrellas, entonceses tiempo de confiar en Dios.No hay cosa más bonita. Laesperanza no defrauda.Gracias. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los venidos deEspaña y Latinoamérica. Losanimo a confiar en el Señor,como lo hizo Abrahán, para quesalgamos de nosotros ydescubramos su promesa encada signo y acontecimiento

que nos toca vivir. Les deseo unaño nuevo lleno de la gracia yla bendición de Dios.

4 de enero de 2017. Secar unalágrima del rostro de quiensufre. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!En la catequesis de hoy querríacontemplar con vosotros unafigura de mujer que nos hablade la esperanza vivida en elllanto. La esperanza vivida enel llanto. Se trata de Raquel, laesposa de Jacob y madre deJosé y Benjamín, quien, comonos narra el Libro del Génesis,

muere dando a la luz a susegundo hijo, Benjamín.El profeta Jeremías hacereferencia a Raqueldirigiéndose a los Israelitasexiliados para consolarles, conpalabras llenas de emoción y depoesía; es decir, toma el llantode Raquel pero da esperanza:Así dice el Señor:«En Ramá se escuchan ayes,lloro amarguísimo.Raquel que llora por sus hijos, que rehúsa consolarse, —porsus hijos— porque no existen»(Jer 31, 15).En estos versículos, Jeremías

presenta a esta mujer de supueblo, la gran matriarca de sutribu, en una realidad de dolory llanto, pero junto a unaperspectiva de vida impensada.Raquel, que en la narración delGénesis murió dando a luz yhabía tomado esa muerte paraque el hijo pudiera vivir, ahorasin embargo, representada porel profeta como viva en Ramá,allí donde se reunían losdeportados, llora por los hijosque en un cierto sentido hanmuerto yendo al exilio; hijosque, como ella misma dice, «noexisten», han desaparecido

para siempre.Y por esto Raquel no quiere serconsolada. Este rechazo suyoexpresa la profundidad de sudolor y la amargura de sullanto. Ante la tragedia de lapérdida de los hijos, una madreno puede aceptar palabras ogestos de consolación, que sonsiempre inadecuados, nuncacapaces de mitigar el dolor deuna herida que no puede y noquiere ser curada.Un dolor proporcional al amor.Cada madre sabe todo esto; y,hoy también, son muchas lasmadres que lloran, que no se

resignan a la pérdida de unhijo, inconsolables ante unamuerte imposible de aceptar.Raquel encierra en sí el dolorde todas las madres del mundo,de todos los tiempos, y laslágrimas de todo ser humanoque llora pérdidas irreparables.Este rechazo de Raquel que noquiere ser consolada nosenseña además cuántadelicadeza se requiere ante eldolor ajeno. Para hablar deesperanza a quien estádesesperado, es necesariocompartir su desesperación;para secar una lágrima del

rostro de quien sufre, esnecesario unir al suyo nuestrollanto. Sólo así nuestraspalabras pueden ser realmentecapaces de dar un poco deesperanza.Y si no puedo decir palabrasasí, con el llanto, con el dolor,mejor el silencio; la caricia, elgesto y nada de palabras.Y Dios, con su delicadeza y suamor, responde al llanto deRaquel con palabrasverdaderas, no fingidas; asíprosigue efectivamente el textode Jeremías:Dice el Señor - responde a ese

llanto:«Reprime tu voz del lloro, y tus ojos del llanto,porque hay paga para tutrabajo, —oráculo de Yahveh—: volverán de tierra hostil, y hay esperanza para tu futuro—oráculo de Yahveh—: volverán los hijos a suterritorio» (Jer 31, 16-17).Precisamente por el llanto de lamadre, hay todavía esperanzapara los hijos, que volverán avivir.Esta mujer, que había aceptadomorir, en el momento del parto,

para que el hijo pudiese vivir,con su llanto es ahora principiode vida nueva para los hijosexiliados, prisioneros, lejanosde la patria. Al dolor y al llantoamargo de Raquel, el Señorresponde con una promesa queahora puede ser para ellamotivo de verdaderaconsolación: el pueblo podrávolver del exilio y vivir en la fe,libre, su propia relación conDios. Las lágrimas hangenerado esperanza. Y esto noes fácil de entender, pero esverdad. Muchas veces, ennuestra vida, las lágrimas

siembran esperanza, sonsemillas de esperanza.Como sabemos, este texto deJeremías es retomado mástarde por el evangelista Mateoy aplicado en la matanza de losinocentes (cf. Mt 2, 16-18). Untexto que nos pone ante latragedia de la matanza deseres humanos indefensos,ante el horror del poder quedesprecia y suprime la vida. Losniños de Belén murieron acausa de Jesús. Y Él, Corderoinocente, habría muertodespués, a su vez, por todosnosotros. El Hijo de Dios entró

en el dolor de los hombres. Esnecesario no olvidar esto.Cuando alguien se dirige a mí yme hace preguntas difíciles,como por ejemplo: «Padre,dígame: por qué sufren losniños?», de verdad, yo no séqué responder. Solamente digo:«mira el Crucifijo: Dios nos hadado a su Hijo, Él ha sufrido, yquizás ahí encontrarás unarespuesta».Pero repuestas de aquí [indicala cabeza] no hay.Solamente mirando el amor deDios que da a su Hijo el cualofrece su vida por nosotros,

puede indicar algún camino deconsolación. Y por esto decimosque el Hijo de Dios ha entradoen el dolor de los hombres; hacompartido y ha acogido lamuerte; su Palabra esdefinitivamente palabra deconsolación, porque nace delllanto.Y sobre la cruz será Él, el Hijomoribundo, quien done unanueva fecundidad a su madre,dejándola en manos deldiscípulo Juan y haciéndolamadre del pueblo de loscreyentes. La muerte ha sidovencida, y así llega al

cumplimiento de la profecía deJeremías. También las lágrimasde María, como las de Raquel,han generado esperanza ynueva vida. Gracias. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española.Pidamos a la Virgen María quenos ayude a tener siempre vivanuestra esperanza en mediodel dolor, y que con nuestradelicadeza y ternura sepamosser instrumentos de lapresencia y cercanía de Diospara el que sufre. Les deseo un

feliz año. Muchas gracias.

11 de enero de 2017. Contralas falsas esperanzas queofrece el mundo. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!En el pasado mes de diciembrey en la primera parte de enerohemos celebrado el tiempo deAdviento y después el deNavidad: un periodo del añolitúrgico que despierta en elpueblo de Dios la esperanza.Esperar es una necesidadprimaria del hombre: esperar

en el futuro, creer en la vida, elllamado «pensar positivo».Pero es importante que talesperanza sea puesta de nuevoen lo que verdaderamentepuede ayudar a vivir y a darsentido a nuestra existencia. Espor esto que la SagradaEscritura nos pone en guardiacontra las falsas esperanzasque el mundo nos presenta,desenmascarando su inutilidady mostrando la insensatez. Y lohace de varias formas, perosobre todo denunciando lafalsedad de los ídolos en losque el hombre está

continuamente tentado deponer su confianza, haciéndolesel objeto de su esperanza.En particular, los profetas ysabios insisten en esto, tocandoun punto focal del camino de fedel creyente. Porque fe esfiarse de Dios —quien tiene fe,se fía de Dios— pero viene elmomento en el que,encontrándose con lasdificultades de la vida, elhombre experimenta lafragilidad de esa confianza ysiente la necesidad de certezasdiferentes, de seguridadestangibles, concretas. Yo me fío

de Dios, pero la situación es unpoco fea y yo necesito de unacerteza un poco más concreta.¡Y allí está el peligro! Yentonces estamos tentados debuscar consuelos tambiénefímeros, que parecen llenar elvacío de la soledad y calmar elcansancio del creer. Y pensamospoder encontrar en laseguridad que puede dar eldinero, en las alianzas con lospoderosos, en la mundanidad,en las falsas ideologías. A veceslas buscamos en un dios quepueda doblarse a nuestraspeticiones y mágicamente

intervenir para cambiar larealidad y hacer como nosotrosqueremos; un ídolo,precisamente, que en cuantotal no puede hacer nada,impotente y mentiroso. Pero anosotros nos gustan los ídolos,¡nos gustan mucho! Una vez,en Buenos Aires, tenía que irde una iglesia a otra, milmetros, más o menos. Y lo hice,caminando. Había un parque enmedio, y en el parque habíapequeñas mesas, pero muchas,muchas, donde estabansentados los videntes. Estaballeno de gente, que también

hacía cola. Tú le dabas la manoy él empezaba, pero el discursoera siempre el mismo: hay unamujer en tu vida, hay unasombra que viene, pero todoirá bien… Y después pagabas.¿Y esto te da seguridad? Es laseguridad de una —permitidmela palabra— de una estupidez.Ir al vidente o a la vidente queleen las cartas: ¡esto es unídolo! Esto es un ídolo, ycuando nosotros estamos muyapegados: compramos falsasesperanzas. Mientras que de laque es la esperanza de lagratuidad, que nos ha traído

Jesucristo, gratuitamentedando la vida por nosotros, deesa a veces no nos fiamostanto.Un Salmo lleno de sabiduríanos dibuja de una forma muysugestiva la falsedad de estosídolos que el mundo ofrece anuestra esperanza y a la quelos hombres de cada épocaestán tentados de fiarse. Es elSalmo 115, que dice así:«Plata y oro son sus ídolos,obra de mano de hombre.Tienen boca y no hablan,tienen ojos y no ven, tienenoídos y no oyen, tienen nariz, y

no huelen. Tienen manos y nopalpan, tienen pies y nocaminan; ni un solo susurro ensu garganta. Como ellos seránlos que los hacen, cuantos enellos ponen su confianza» (Sal115, 4-8). El salmista nospresenta, de forma un pocoirónica, la realidadabsolutamente efímera de estosídolos. Y tenemos que entenderque no se trata solo derepresentaciones hechas demetal o de otro material, sinotambién de esas construidascon nuestra mente, cuando nosfiamos de realidades limitadas

que transformamos enabsolutas, o cuando reducimosa Dios a nuestros esquemas y anuestras ideas de divinidad; undios que se nos parece,comprensible, previsible,precisamente como los ídolosde los que habla el Salmo. Elhombre, imagen de Dios, sefabrica un dios a su propiaimagen, y es también unaimagen mal conseguida: nosiente, no actúa, y sobre todono puede hablar. Pero, nosotrosestamos más contentos de ir alos ídolos que ir al Señor.Estamos muchas veces más

contentos de la efímeraesperanza que te da este falsoídolo, que la gran esperanzasegura que nos da el Señor.A la esperanza en un Señor dela vida que con su Palabra hacreado el mundo y conducenuestras existencias, secontrapone la confianza enídolos mudos. Las ideologíascon sus afirmaciones deabsoluto, las riquezas —y estoes un gran ídolo—, el poder y eléxito, la vanidad, con su ilusiónde eternidad y deomnipotencias, valores como labelleza física y la salud, cuando

se convierten en ídolos a losque sacrificar cualquier cosa,son todo realidades queconfunden la mente y elcorazón, y en vez de favorecerla vida conducen a la muerte.Es feo escuchar y duele en elalma eso que una vez, haceaños, escuché, en la diócesis deBuenos Aires: una mujerbuena, muy guapa, presumíade belleza, comentaba, como sifuera natural: «Eh sí, he tenidoque abortar porque mi figura esmuy importante». Estos son losídolos, y te llevan por el caminoequivocado y no te dan

felicidad.El mensaje del Salmo es muyclaro: si se pone la esperanzaen los ídolos, te haces comoellos: imágenes vacías conmanos que no tocan, pies queno caminan, bocas que nopueden hablar. No se tienenada más que decir, seconvierte en incapaz de ayudar,cambiar las cosas, incapaces desonreír, de donarse, incapacesde amar. Y también nosotros,hombres de Iglesia, corremosriesgo cuando nos«mundanizamos». Es necesariopermanecer en el mundo pero

defenderse de las ilusiones delmundo, que son estos ídolosque he mencionado.Como prosigue el Salmo, esnecesario confiar y esperar enDio, y Dios donará bendiciones.Así dice el Salmo: «Casa deIsrael, confía en el Yahveh […],casa de Aarón, confía enYahveh […], los que teméis aYahveh, confiad en Yahveh […]Yahveh se acuerda de nosotros,él bendecirá» (Sal 115,9.10.11.12). El Señor seacuerda siempre. También enlos momentos feos. Él seacuerda de nosotros. Y esta es

nuestra esperanza. Y laesperanza no decepcionanunca. Nunca. Nunca. Losídolos decepcionan siempre:son fantasías, no son realidad.Esta es la estupenda realidadde la esperanza: confiando enel Señor nos hacemos como Él,su bendición nos transforma ensus hijos, que comparten suvida. La esperanza en Dios noshace entrar, por así decir, en elradio de acción de su recuerdo,de su memoria que nos bendicey nos salva. Y entonces puedebrotar el aleluya, la alabanza alDios vivo y verdadero, que para

nosotros ha nacido de María, hamuerto en la cruz y resucitadoen la gloria. Y en este Diosnosotros tenemos esperanza, yeste Dios —que no es un ídolo— no decepciona nunca. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los venidos deEspaña y Latinoamérica. Losinvito a poner plenamente suconfianza en el Señor para quede su vida brote la alabanza alDios vivo y verdadero, que pornosotros nació de María, murió

sobre la cruz y ha resucitadoen la gloria. Muchas gracias.

18 de enero de 2017. Laoración te lleva adelante enla esperanza. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, buenos días.En la Sagrada Escritura, entrelos profetas de Israel, despuntauna figura un poco anómala, unprofeta que intenta evadirse dela llamada del Señorrechazando ponerse al serviciodel plan divino de salvación. Setrata del profeta Jonás, dequién se narra la historia en un

pequeño libro de sólo cuatrocapítulos, una especie deparábola portadora de una granenseñanza, la de lamisericordia de Dios queperdona.Jonás es un profeta “en salida”y ¡también un profeta en fuga!,es un profeta en salida queDios envía “a la periferia”, aNínive, para convertir a loshabitantes de esa gran ciudad.Pero Nínive, para un israelitacomo Jonás, representa unarealidad amenazante, elenemigo que ponía en peligrola misma Jerusalén, y por tanto

para destruir, ciertamente nopara salvar. Por eso, cuandoDios manda a Jonás a predicaren esa ciudad, el profeta, queconoce la bondad del Señor ysu deseo de perdonar, trata deescapar de su tarea y huye.Durante su huida, el profetaentra en contacto con unospaganos, los marineros de lanave en la que se habíaembarcado para alejarse deDios y de su misión. Y huyelejos, porque Nínive estaba enla zona de Irak y él huye aEspaña, huye de verdad. Y esprecisamente el

comportamiento de estoshombres paganos, comodespués será el de loshabitantes de Nínive, que hoynos permite reflexionar un pocosobre la esperanza que, ante elpeligro y la muerte, se expresaen oración.De hecho, durante la travesíaen el mar, se desencadena unagran tormenta, y Jonás baja ala bodega del barco y seduerme. Los marineros sinembargo, viéndose perdidos,«se pusieron a invocar cadauno a su dios»: eran paganos(Jonás 1, 5).

El capitán del barco despierta aJonás diciéndole: «Qué hacesaquí dormido? ¡Levántate einvoca a tu dios! Quizás Dios sepreocupe de nosotros y noperezcamos» (Jonás 1, 6).Las reacciones de estos“paganos” es la justa reacciónante la muerte, ante el peligro;porque es entonces que elhombre hace experienciacompleta de la propia fragilidady de la propia necesidad desalvación. El horror instintivode morir desvela la necesidadde esperar en el Dios de lavida. «Quizás Dios se preocupe

de nosotros y no perezcamos»:son las palabras de laesperanza que se convierten enoración, esa súplica llena deangustia que sale de los labiosdel hombre ante un inminentepeligro de muerte.Demasiado fácilmentedesdeñamos dirigirnos a Diosante la necesidad como si fuerasólo una oración interesada, ypor eso imperfecta. Pero Diosconoce nuestra debilidad, sabeque nos acordamos de Él parapedir ayuda, y con la sonrisaindulgente de un padreresponde benévolamente.

Cuando Jonás, reconociendo laspropias responsabilidades, sehace echar al mar para salvar asus compañeros de viaje, latempestad se calma. La muerteinminente ha llevado a esoshombres paganos a la oración,ha hecho que el profeta, apesar de todo, viviera la propiavocación al servicio de los otrosaceptando sacrificarse por ellos,y ahora conduce a lossupervivientes alreconocimiento del verdaderoSeñor y a su alabanza. Losmarineros, que habían rezadocon miedo dirigiéndose a sus

dioses, ahora, con sincerotemor del Señor, reconocen alverdadero Dios y ofrecensacrificios y hacen promesas.La esperanza, que les habíallevado a rezar para no morir,se revela aún más poderosa yobra una realidad que vaincluso más allá de lo que ellosesperaban: no solo no perecendurante la tempestad, sino quese abren al reconocimiento delverdadero y único Señor delcielo y de la tierra.Sucesivamente, también loshabitantes de Nínive, ante laperspectiva de ser destruidos,

rezarán, impulsados por laesperanza en el perdón deDios. Harán penitencia,invocarán al Señor y seconvertirán a Él, empezandopor el rey, que, como el capitánde la nave, da voz a laesperanza diciendo: «¡Quizásvuelva Dios y se arrepienta,[...] y no perezcamos»(Jonás 3, 9). También paraellos, como para la tripulacióndurante la tormenta, haberafrontado la muerte y haberresultado salvados les hallevado a la verdad. Así, bajo lamisericordia divina, y aún más

a la luz del misterio pascual, lamuerte puede convertirse,como ha sido para SanFrancisco de Asís, en “nuestrahermana muerte” yrepresentar, para cada hombrey para cada uno de nosotros, lasorprendente ocasión deconocer la esperanza y deencontrar al Señor. Que elSeñor nos haga entender estaunión entre oración yesperanza. La oración te llevaadelante en la esperanza ycuando las cosas se vuelvenoscuras, ¡se necesita másoración! Y habrá más

esperanza. Gracias. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. En la oración,nuestra esperanza no se vedefraudada. En esta Semana deoración que hoy iniciamospidamos insistentemente alPadre por la unidad de todos loscristianos. Que Dios losbendiga.

25 de enero de 2017. Que laesperanza venza a nuestrostemores. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Entre las figuras de mujeresque el Antiguo Testamento nospresenta, destaca la de unagran heroína del pueblo: Judit.El libro bíblico que lleva sunombre narra la imponentecampaña militar del reyNabucodonosor, quien, reinandoen Nínive, extiende las

fronteras del imperioderrotando y esclavizando atodos los pueblos de losalrededores. El lector entiendeque se encuentra delante de ungrande, invencible enemigo queestá sembrando muerte ydestrucción y que llega hasta laTierra Prometida, poniendo enpeligro la vida de los hijos deIsrael. El ejército deNabucodonosor, de hecho, bajola guía del general Holofernes,asedia a una ciudad de Judea,Betulia, cortando el suministrode agua y minando así laresistencia de la población.

La situación se hace dramática,hasta tal punto que loshabitantes de la ciudad sedirigen a los ancianos pidiendoque se rindan a los enemigos.Las suyas son palabrasdesesperadas: «Ya no haynadie que pueda auxiliarnos,porque Dios nos ha puesto enmanos de esa gente para quedesfallezcamos de sed ante susojos y seamos totalmentedestruidos». Llegaron a deciresto, “Dios nos ha vendido”, yla desesperación de esa genteera grande. «Llamadles ahoramismo y entregad toda la

ciudad al saqueo de la gente deHolofernes y de todo suejército» (Judit 7, 25-26). Elfinal parece casi ineluctable, lacapacidad de fiarse de Dios hadesaparecido, la capacidad defiarse de Dios ha desaparecido.Y ¡cuántas veces nosotrosllegamos a situaciones límitedonde no sentimos ni siquierala capacidad de tener confianzaen el Señor!, es una tentaciónfea. Y, paradójicamente, pareceque, para huir de la muerte, noqueda otra cosa que entregarsea las manos de quien mata.Pero ellos saben que estos

soldados entrarán y saquearánla ciudad, tomarán a lasmujeres como esclavas ydespués matarán a todos losdemás. Esto es precisamente“el límite”.Y ante tanta desesperación, eljefe del pueblo trata deproponer un punto deesperanza: resistir aún cincodías, esperando la intervenciónsalvífica de Dios. Pero es unaesperanza débil, que le haceconcluir: «Pero si pasan estosdías sin recibir ayuda cumplirévuestros deseos» (Judit 7, 31).Pobre hombre, no tenía salida.

Cinco días vienen concedidos aDios —y aquí está el pecado—cinco días vienen concedidos aDios para intervenir; cinco díasde espera, pero ya con laperspectiva del final. Concedencinco días a Dios para salvarles,pero saben, no tienenconfianza, esperan lo peor. Enrealidad, nadie más, entre elpueblo, es todavía capaz deesperar. Estaban desesperados.Es en esta situación queaparece en escena Judit. Viuda,mujer de gran belleza ysabiduría, ella habla al pueblocon el lenguaje de la fe,

valiente, regaña a la cara alpueblo: «¡Así tentáis al SeñorOmnipotente, […]. No,hermanos; no provoquéis lacólera del Señor, Dios nuestro.Porque si no quiere socorrernosen el plazo de cinco días, tienepoder para protegernos encualquier otro momento, comolo tiene para aniquilarnos enpresencia de nuestrosenemigos […]. Pidámosle másbien que nos socorra, mientrasesperamos confiadamente quenos salve. Y Él escucharánuestra súplica, si le placehacerlo» (Judit 8, 13.14-

15.17).Es un lenguaje de la esperanza.Llamamos a las puertas delcorazón de Dios, Él es Padre, Élpuede salvarnos. ¡Esta mujer,viuda, corre el riesgo tambiénde quedar mal delante de losotros! ¡Pero es valiente! ¡Vaadelante! Y esto es algo mío,esta es una opinión mía: ¡lasmujeres son más valientes quelos hombres!Con la fuerza de un profeta,Judit llama a los hombres de supueblo para llevarles de nuevoa la confianza en Dios; con lamirada de un profeta, ella ve

más allá del estrecho horizontepropuesto por los jefes y que elmiedo hace todavía máslimitado. Dios actuarárealmente —ella afirma—,mientras la propuesta de loscinco días de espera es unmodo para tentarlo y paraescapar de su voluntad. ElSeñor es Dios de salvación, yella lo cree, sea cual sea laforma que tome. Es salvaciónliberar de los enemigos y hacervivir, pero, en sus planesimpenetrables, puede sersalvación también entregar a lamuerte. Mujer de fe, ella lo

sabe. Después conocemos elfinal, como ha terminado lahistoria: Dios salva.Queridos hermanos yhermanas, no pongamos nuncacondiciones a Dios y dejemosque la esperanza venza anuestros temores. Fiarse deDios quiere decir entrar en susdiseños sin pretender nada,también aceptando que susalvación y su ayuda lleguen anosotros de forma diferente denuestras expectativas. Nosotrospedimos al Señor vida, salud,afectos, felicidad; y es justohacerlo, pero en la conciencia

de que Dios sabe sacar vidaincluso de la muerte, que sepuede experimentar la paztambién en la enfermedad, yque puede haber serenidadtambién en la soledad yfelicidad también en el llanto.No somos nosotros los quepodemos enseñar a Dios lo quedebe hacer, es decir lo quenecesitamos. Él lo sabe mejorque nosotros, y tenemos quefiarnos, porque sus caminos ysus pensamientos son muydiferentes a los nuestros.El camino que Judit nos indicaes el de la confianza, de la

espera en la paz, de la oraciónen la obediencia. Es el caminode la esperanza. Sinresignaciones fáciles, haciendotodo lo que está en nuestrasposibilidades, pero siemprepermaneciendo en el camino dela voluntad del Señor, porqueJudit —lo sabemos— ha rezadomucho, ha hablado mucho alpueblo y después, valiente, seha ido, ha buscado el modo deacercarse al jefe del ejército yha conseguido cortarle lacabeza, ha degollarlo. Esvaliente en la fe y en las obras.El Señor busca siempre. Judit,

de hecho, tiene su plan, lorealiza con éxito y lleva alpueblo a la victoria, perosiempre en la actitud de fe dequien acepta todo de la manode Dios, segura de su bondad.Así, una mujer llena de fe y devalentía da de nuevo fuerza asu pueblo en peligro mortal y loconduce en los caminos de laesperanza, indicándole tambiéna nosotros. Y nosotros, sihacemos un poco de memoria,cuántas veces hemosescuchado palabras sabias,valientes, de personashumildes, de mujeres humildes

que uno piensa que —sindespreciarlas— sonignorantes… ¡Pero son palabrasde la sabiduría de Dios, eh! Laspalabras de las abuelas.Cuántas veces las abuelassaben decir la palabra justa, lapalabra de esperanza, porquetienen la experiencia de lavida, han sufrido mucho, sehan encomendado a Dios y elSeñor da este don de darnos elconsejo de esperanza.Y, yendo por esos caminos, seráalegría y luz pascualencomendarse al Señor con laspalabras de Jesús: «Padre, si

quieres, aparta de mí estacopa; Pero no se haga mivoluntad, sino la tuya»(Lucas 22, 42). Y esta es laoración de la sabiduría, de laconfianza y de la esperanza.Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Hoy celebramosla fiesta de la Conversión desan Pablo y se concluye lasemana de Oración por laUnidad de los Cristianos, losinvito a todos a que,

conscientes de que el amor deCristo nos apremia, no dejennunca de rezar para que loscristianos trabajemos, conrespeto fraterno y caridadactiva, por llegar a la tandeseada unidad. Que Dios losbendiga.

1 de febrero de 2017. Laesperanza de la salvación. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!En las catequesis pasadashemos empezado nuestrorecorrido sobre el tema de laesperanza releyendo en estaperspectiva algunas páginas delAntiguo Testamento. Ahoraqueremos pasar a dar luz a laextraordinaria importancia queesta virtud asume en el NuevoTestamento, cuando encuentra

la novedad representada porJesucristo y por el eventopascual.Es lo que emerge claramentedesde el primer texto que se haescrito, es decir, la PrimeraCarta de san Pablo a losTesalonicenses. En el pasajeque hemos escuchado, sepuede percibir toda la frescuray la belleza del primer anunciocristiano. La de Tesalónica erauna comunidad joven, fundadadesde hacía poco; sin embargo,no obstante las dificultades ylas muchas pruebas, estabaenraizada en la fe y celebraba

con entusiasmo y con alegría laresurrección del Señor Jesús. ElApóstol entonces se alegra decorazón con todos, en cuantoque renacen en la Pascua seconvierten realmente en “hijosde la luz e hijos del día”(Tesalonicenses 5, 5), en fuerzade la plena comunión conCristo.Cuando Pablo les escribe, lacomunidad de Tesalónica hasido apenas fundada, y solopocos años la separan de laPascua de Cristo. Por esto, elApóstol trata de hacercomprender todos los efectos y

las consecuencias que esteevento único y decisivo suponepara la historia y para la vidade cada uno. En particular, ladificultad de la comunidad noera tanto reconocer laresurrección de Jesús, sinocreer en la resurrección de losmuertos. En tal sentido, estaCarta se revela más actual quenunca. Cada vez que nosencontramos frente a nuestramuerte, o a la de un serquerido, sentimos que nuestrafe es probada. Surgen todasnuestras dudas, toda nuestrafragilidad, y nos preguntamos:

“¿Pero realmente habrá vidadespués de la muerte…? ¿Podrétodavía ver y abrazar a laspersonas que he amado…?”.Esta pregunta me la hizo unaseñora hace pocos días en unaaudiencia, manifestado unaduda: “¿Me encontraré con losmíos?”. También nosotros, en elcontexto actual, necesitamosvolver a la raíz y a losfundamentos de nuestra fe,para tomar conciencia de lo queDios ha obrado por nosotros enJesucristo y qué significanuestra muerte. Todos tenemosun poco de miedo por esta

incertidumbre de la muerte. Meviene a la memoria unviejecito, un anciano, bueno,que decía: “Yo no tengo miedode la muerte. Tengo un poco demiedo de verla venir”. Teníamiedo de esto.Pablo, frente a los temores y alas perplejidades de lacomunidad, invita a tener firmeen la cabeza como un yelmo,sobre todo en las pruebas y enlos momentos más difíciles denuestra vida, “la esperanza dela salvación”. Es un yelmo. Estaes la esperanza cristiana.Cuando se habla de esperanza,

podemos ser llevados aentenderla según la acepcióncomún del término, es decir enreferencia a algo bonito quedeseamos, pero que puederealizarse o no. Esperamos quesuceda, es como un deseo. Sedice por ejemplo: “¡Espero quemañana haga buen tiempo!”,pero sabemos que al díasiguiente sin embargo puedehacer malo… La esperanzacristiana no es así. Laesperanza cristiana es laespera de algo que ya se hacumplido; está la puerta allí, yyo espero llegar a la puerta.

¿Qué tengo que hacer?¡Caminar hacia la puerta! Estoyseguro de que llegaré a lapuerta. Así es la esperanzacristiana: tener la certeza deque yo estoy en camino haciaalgo que es, no que yo quieroque sea.Esta es la esperanza cristiana.La esperanza cristiana es laespera de algo que ya ha sidocumplido y que realmente serealizará para cada uno denosotros. También nuestraresurrección y la de los seresqueridos difuntos, por tanto, noes algo que podrá suceder o no,

sino que es una realidad cierta,en cuanto está enraizada en elevento de la resurrección deCristo. Esperar por tantosignifica aprender a vivir en laespera. Cuando una mujer seda cuenta que está embaraza,cada día aprende a vivir enespera de ver la mirada de eseniño que vendrá. Así tambiénnosotros tenemos que vivir yaprender de estas esperashumanas y vivir la espera demirar al Señor, de encontrar alSeñor. Esto no es fácil, pero seaprende: vivir en la espera.Esperar significa y requiere un

corazón humilde, un corazónpobre. Solo un pobre sabeesperar. Quien está ya lleno desí y de sus bienes, no sabeponer la propia confianza ennadie más que en sí mismo.Escribe san Pablo: “Jesucristo,que murió por nosotros, paraque, velando o durmiendo,vivamos juntos con él” (1Tesalonicenses 5, 10). Estaspalabras son siempre motivo degran consuelo y paz. Tambiénpara las personas amadas quenos han dejado, estamos portanto llamados a rezar paraque vivan en Cristo y estén en

plena comunión con nosotros.Una cosa que a mí me tocamucho el corazón es unaexpresión de san Pablo, dirigidaa los Tesalonicenses. A mí mellena de seguridad de laesperanza. Dice así:“permaneceremos con el Señorpara siempre” (1Tesalonicenses 4, 17). Una cosabonita: todo pasa pero, despuésde la muerte, estaremos parasiempre con el Señor. Es lacerteza total de la esperanza,la misma que, mucho tiempoantes, hacía exclamar a Job:“Yo sé que mi Defensor está

vivo […] y con mi propia carneveré a Dios”. (Job 19, 25-27). Yasí para siempre estaremos conel Señor. ¿Creéis esto? Ospregunto: ¿creéis esto? Paratener un poco de fuerza osinvito a decirlo conmigo tresveces: “Y así estaremos parasiempre con el Señor”. Y allí,con el Señor, nosencontraremos. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los provenientesde España y Latinoamérica.

Que el Señor Jesús eduquenuestros corazones en laesperanza de la resurrección,para que aprendamos a vivir enla espera segura del encuentrodefinitivo con él y con todosnuestros seres queridos. Nosacompañe en este camino lapresencia amorosa de María,Madre de la esperanza. Muchasgracias.

8 de febrero de 2017. El hogarnatural de la esperanzacristiana, es la Iglesia. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!El miércoles pasado vimos quesan Pablo en la primera Carta alos Tesalonicenses exhorta apermanecer radicados en laesperanza de la resurrección(cf.Ts 5, 4-11), con esa bonitapalabra «estaremos siemprecon el Señor» (Ts 4, 17). En el

mismo contexto, el apóstolmuestra que la esperanzacristiana no tiene solo unarespiración personal, individual,sino comunitaria, eclesial.Todos nosotros esperamos;todos nosotros tenemosesperanza, inclusocomunitariamente.Por esto, la mirada se extiendeenseguida desde Pablo a todaslas realidades que componen lacomunidad cristiana,pidiéndolas que recen las unaspor las otras y que se apoyenmutuamente. Ayudarnosmutuamente. Pero no solo

ayudarnos ante lasnecesidades, en las muchasnecesidades de la vidacotidiana, sino en la esperanza,ayudarnos en la esperanza. Yno es casualidad que comienceprecisamente haciendoreferencia a quienes ha sidoencomendada laresponsabilidad y la guíapastoral. Son los primeros enser llamados a alimentar laesperanza, y esto no porquesean mejores que los demás,sino en virtud de un ministeriodivino que va más allá de susfuerzas. Por ese motivo,

necesitan más que nunca elrespeto, la comprensión y elapoyo benévolo de todos.La atención se centra despuésen los hermanos quemayormente corren el riesgode perder la esperanza, de caeren la desesperación. Nosotrossiempre tenemos noticias degente que cae en ladesesperación y hace cosasfeas... La desesperación leslleva a muchas cosas feas. Esuna referencia a quien ha sidodesanimado, a quien es débil, aquien ha sido abatido por elpeso de la vida y de las propias

culpas y no consigue levantarsemás. En estos casos, lacercanía y el calor de toda laIglesia deben hacerse todavíamás intensos y cariñosos, ydeben asumir la formaexquisita de la compasión, queno es tener lástima: lacompasión es padecer con elotro, sufrir con el otro,acercarme a quien sufre; unapalabra, una caricia, pero quevenga del corazón; esta es lacompasión. Para quien tienenecesidad del conforto y laconsolación. Esto es importantemás que nunca: la esperanza

cristiana no puede prescindir dela caridad genuina y concreta.El mismo Apóstol de las gentes,en la Carta a los Romanos,afirma con el corazón en lamano: «Nosotros, los fuertes —que tenemos la fe, laesperanza, o no tenemosmuchas dificultades— debemossobrellevar las flaquezas de losdébiles, y no buscar nuestropropio agrado» (Rom 15, 1).Llevar, llevar las debilidades deotros. Este testimonio despuésno permanecerá cerrado dentrode los confines de la comunidadcristiana: resuena con todo su

vigor incluso fuera, en elcontexto social y civil, como unllamamiento a no crear murossino puentes, a no recambiar elmal con el mal, a vencer al malcon el bien, la ofensa con elperdón —el cristiano nuncapuede decir: ¡me la pagarás!,nunca; esto no es un gestocristiano; la ofensa se vencecon el perdón—, a vivir en pazcon todos. ¡Esta es la Iglesia! Yesto es lo que obra laesperanza cristiana, cuandoasume las líneas fuertes y almismo tiempo tiernas del amor.El amor es fuerte y tierno. Es

bonito.Se comprende entonces que nose aprenda a esperar solos.Nadie aprende a esperar solo.No es posible. La esperanza,para alimentarse, necesita un“cuerpo”, en el cual los variosmiembros se sostienen y se danvida mutuamente. Estoentonces quiere decir que, siesperamos, es porque muchosde nuestros hermanos yhermanas nos han enseñado aesperar y han mantenido vivanuestra esperanza. Y entreestos, se distinguen lospequeños, los pobres, los

simples, los marginados. Sí,porque no conoce la esperanzaquien se cierra en el propiobienestar: espera solamente subienestar y esto no esesperanza: es seguridadrelativa; no conoce laesperanza quien se cierra en lapropia gratificación, quien sesiente siempre bien... quienesesperan son en cambio los queexperimentan cada día laprueba, la precariedad y elpropio límite. Estos sonnuestros hermanos que nosdan el testimonio más bonito,más fuerte, porque

permanecen firmes en suconfianza en el Señor, sabiendoque, más allá de la tristeza, dela opresión y de laineluctabilidad de la muerte, laúltima palabra será suya, yserá una palabra demisericordia, de vida y de paz.Quien espera, espera sentir undía esta palabra: “ven, ven amí, hermano; ven, ven a mí,hermana, para toda laeternidad”.Queridos amigos, si —comohemos dicho— el hogar naturalde la esperanza es un “cuerpo”solidario, en el caso de la

esperanza cristiana este cuerpoes la Iglesia, mientras el soplovital, el alma de esta esperanzaes el Espíritu Santo. Sin elEspíritu Santo no se puedetener esperanza. He aquíentonces por qué el apóstolPablo nos invita al final ainvocarle continuamente. Si noes fácil creer, mucho menos loes esperar. Es más difícilesperar que creer, es másdifícil. Pero cuando el EspírituSanto vive en nuestroscorazones, es Él quien nos haceentender que no debemostemer, que el Señor está cerca

y cuida de nosotros; y es Élquien modela nuestrascomunidades, en un perennePentecostés, como signos vivosde esperanza para la familiahumana. Gracias.Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los venidos deEspaña y Latinoamérica. Losanimo a invocar la presenciadel Espíritu Santo en sus vidas,como también en medio de susfamilias y comunidades, paraque se avive en nosotros lallama de la caridad y nos haga

signos vivos de la esperanzapara toda la familia humana.Gracias. LLAMAMIENTOS Ayer, en Osaka en Japón, fueproclamado beato JustoTakayama Ukon, fiel laicojaponés, muerto mártir enManila en 1615. En vez deaceptar concesiones renunció ahonores y comodidadesaceptando la humillación y elexilio. Permaneció fiel a Cristoy al Evangelio; por estorepresenta un admirable

ejemplo de fortaleza en la fe yde dedicación en la caridad.Hoy se celebra la Jornada deoración y reflexión contra latrata de personas, este añodedica en particular a los niñosy adolescentes. Animo a todosaquellos que de diferentesmaneras ayudan a los menoresesclavizados y abusados aliberarse de tal opresión. Deseoque los que tienenresponsabilidad de gobiernocombatan con decisión estaplaga, dando voz a nuestroshermanos más pequeños,humillados en su dignidad.

Debemos hacer todo lo posiblepara erradicar este crimenvergonzoso e inaceptable.El próximo sábado, memoria dela Beata Virgen María deLourdes, se celebra la 25ªJornada Mundial del Enfermo.La celebración principal tendrálugar en Lourdes y serápresidida por el cardenalSecretario de Estado. Invito arezar, por intercesión denuestra Santa Madre, por todoslos enfermos, especialmentepor los más graves y que estánmás solos, y también por todoaquellos que los cuidan.

Vuelvo a la celebración de hoy,la Jornada de oración yreflexión contra la trata depersonas, que se celebra hoyporque hoy es la fiesta de santaJosefina Bakhita [muestra unfolleto que habla de ella]. Estachica esclavizada en África,explotada, humillada, no perdióla esperanza y llevó adelante lafe, y terminó llegando comomigrante a Europa. Y allí ellasintió la llamada del Señor y sehizo religiosa. Recemos a santaJosefina Bakhita por todos losmigrantes, los refugiados, losexplotados que sufren mucho,

mucho.Y hablado de migrantesexpulsados, explotados, yoquisiera rezar con vosotros,hoy, de forma especial pornuestros hermanos y hermanasrohinyás: expulsados deMyanmar, van de una parte aotra porque no les quieren... Esgente buena, gente pacífica.¡No son cristianos, son buenos,son hermanos y hermanasnuestros! Sufren desde haceaños. Han sido torturados,asesinados, sencillamenteporque llevan adelante sustradiciones, su fe musulmana.

Rezamos por ellos. Os invito arezar por ellos a nuestro Padreque está en los Cielos, todosjuntos, por nuestros hermanosy hermanas rohinyás. [Oracióndel Padre Nuestro] SantaJosefina Bakhita – reza pornosotros. ¡Y un aplauso a santaJosefina Bakhita!

15 de febrero de 2017. Laesperanza no decepciona. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas:Desde que somos pequeños nosenseñan que presumir no esalgo bonito. En mi tierra, a losque presumen les llamamos“pavos”. Y es justo, porquepresumir de lo que se es o de loque se tiene, además de unacierta soberbia, refleja tambiénuna falta de respeto hacia losotros, especialmente hacia

aquellos que son másdesafortunados que nosotros.En este pasaje de la Carta a losRomanos, sin embargo, laapóstol Pablo nos sorprende, encuanto que exhorta en dosocasiones a presumir.¿Entonces de qué es justopresumir? Porque si él exhortaa presumir, de algo es justopresumir. Y ¿cómo es posiblehacer esto, sin ofender a losotros, sin excluir a nadie?En el primer caso, somosinvitados a presumir de laabundancia de la gracia de laque estamos impregnados en

Jesucristo, por medio de la fe.Pablo quiere hacernos entenderque, si aprendemos a leer cadacosa con la luz del EspírituSanto, ¡nos damos cuenta deque todo es gracia! ¡Todo esdon! Si estamos atentos, dehecho, actuando —en lahistoria, como en nuestra vida— no estamos solo nosotros,sino que sobre todo está Dios.Es Él el protagonista absoluto,que crea cada cosa como undon de amor, que teje la tramade su diseño de salvación y quelo lleva a cumplimiento pornosotros, mediante su Hijo

Jesús. A nosotros se nos pidereconocer todo esto, acogerlocon gratitud y convertirlo enmotivo de alabanza, debendición y de gran alegría. Sihacemos esto, estamos en pazcon Dios y hacemos experienciade la libertad. Y esta paz seextiende después a todos losambientes y a todas lasrelaciones de nuestra vida:estamos en paz con nosotrosmismos, estamos en paz enfamilia, en nuestra comunidad,al trabajo y con las personasque encontramos cada día ennuestro camino.

Pablo exhorta a presumirtambién en las tribulaciones.Esto no es fácil de entender.Esto nos resulta más difícil ypuede parecer que no tenganada que ver con la condiciónde paz apenas descrita. Sinembargo construye elpresupuesto más auténtico,más verdadero. De hecho, lapaz que nos ofrece y nosgarantiza el Señor no vaentendida como la ausencia depreocupaciones, dedesilusiones, de necesidades,de motivos de sufrimiento. Sifuera así, en el caso en el que

conseguimos estar en paz, esemomento terminaría pronto ycaeríamos inevitablemente enel desconsuelo. La paz quesurge de la fe es sin embargoun don: es la gracia deexperimentar que Dios nos amay que está siempre a nuestrolado, no nos deja solo nisiquiera un momento denuestra vida. Y esto, comoafirma el apóstol, genera lapaciencia, porque sabemos que,también en los momentos másduros e impactantes, lamisericordia y la bondad delSeñor son más grandes que

cualquier cosa y nada nosseparará de sus manos y de lacomunión con Él.Por esto la esperanza cristianaes sólida, es por esto que nodecepciona. Nunca, decepciona.¡La esperanza no decepciona!No está fundada sobre eso quenosotros podemos hacer o ser,y tampoco sobre lo quenosotros podemos creer. Sufundamento, es decir elfundamento de la esperanzacristiana, es de lo que más fiely seguro pueda estar, es decirel amor que Dios mismo sientepor cada uno de nosotros. Es

fácil decir: Dios nos ama. Todoslo decimos. Pero pensad unpoco: cada uno de nosotros escapaz de decir, ¿estoy segurode que Dios me ama? No es tanfácil decirlo. Pero es verdad. Esun buen ejercicio este, decirsea sí mismo: Dios me ama Estaes la raíz de nuestra seguridad,la raíz de la esperanza. Y elSeñor ha derramadoabundantemente en nuestroscorazones al Espíritu – que esel amor de Dios- como artífice,como garante, precisamentepara que pueda alimentardentro de nosotros la fe y

mantener viva esta esperanza.Y esta seguridad: Dios me ama.“¿Pero en este momento feo?” -Dios me ama. “¿Y a mío que hehecho esta cosa fea y mala?” -Dios me ama. Esa seguridad nonos la quita nadie. Y debemosrepetirlo como oración: Diosme ama . Estoy seguro de queDios me ama. Estoy segura deque Dios me ama. Ahoracomprendemos por qué elapóstol Pablo nos exhorta apresumir siempre de todo esto.Yo presumo del amor de Dios,porque me ama. La esperanzaque se nos ha donado no nos

separa de los otros, ni tampoconos lleva a desacreditarlos omarginarlos. Se trata más biende un don extraordinario delcual estamos llamados ahacernos “canales”, conhumildad y sencillez, paratodos. Y entonces nuestropresumir más grande será el detener como Padre un Dios queno hace preferencias, que noexcluye a nadie, pero que abresu casa a todos los sereshumanos, empezando por losúltimos y los alejados, porquecomo sus hijos aprendemos aconsolarnos y a apoyarnos los

unos a los otros. Y no osolvidéis: la esperanza nodecepciona. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española.En particular a los formadoresy alumnos del SeminarioDiocesano de Orihuela-Alicante, Monseñor Murguitiene un buen seminario.Pidamos a María, Madre demisericordia, que interceda pornosotros para que nosayudemos mutuamente con eltestimonio de nuestra fe y

perseverancia, y así crezcanuestra esperanza. Que elSeñor los bendiga. Muchasgracias.

22 de febrero de 2017. Lacreación entera espera de lamanifestación de Dios. Miércoles. Queridos hermanos:A menudo nos tienta pensarque la creación sea unapropiedad nuestra, unaposesión que podemosaprovechar como nos plazca yde la cual no tenemos querendir cuentas a nadie. En elpasaje de la Carta a losRomanos (Rm 8, 19-27) de lacual acabamos de escuchar una

parte, el apóstol Pablo nosrecuerda sin embargo que lacreación es un don maravillosoque Dios ha puesto en nuestrasmanos, para que podamosrelacionarnos con ella ypodamos reconocer la huella desu diseño de amor, en cuyarealización estamos todosllamados a colaborar, día trasdía.Pero cuando se deja llevar porel egoísmo, el ser humanotermina por estropear tambiénlas cosas más bonitas que lehan sido encomendadas. Y asíocurrió también con la

creación. Pensemos en el agua.El agua es una cosa bellísima ymuy importante; el agua nosda la vida, nos ayuda en todopero para explotar losminerales se contamina elagua, se ensucia la creación yse destruye la creación. Esto esun ejemplo solamente. Haymuchos. Con la experienciatrágica del pecado, rota lacomunión con Dios, hemosinfringido la originariacomunión con todo aquello quenos rodea y hemos terminadopor corromper la creación,haciéndola de esta manera

esclava, sometida a nuestracaducidad. Y desgraciadamentela consecuencia de todo estoestá dramáticamente delantede nuestros ojos, cada día.Cuando rompe la comunión conDios, el hombre pierde lapropia belleza originaria ytermina por deturpar entorno así cada cosa; y donde todoantes recordaba al PadreCreador y a su amor infinito,ahora lleva el signo triste ydesolado del orgullo y de lavoracidad humanas. El orgullohumano, explotando lacreación, destruye.

Pero el Señor no nos deja solosy también ante este cuadrodesolador nos ofrece unaperspectiva nueva deliberación, de salvaciónuniversal. Es lo que Pablo poneen evidencia con alegría,invitándonos a escuchar losgemidos de la entera creación.Si prestamos atención,efectivamente, a nuestroalrededor todo gime: gime lacreación entera, gemimosnosotros seres humanos y gimeel Espíritu dentro de nosotros,en nuestro corazón. Ahora,estos gemidos no son un

lamento estéril, desconsolado,sino —como precisa el apóstol—son los gritos de dolor de unaparturienta; son los gemidos dequien sufre, pero sabe que estápor ver la luz una vida nueva.Y en nuestro caso esverdaderamente así. Nosotrosestamos todavía afrontando lasconsecuencias de nuestropecado y todo, a nuestroalrededor, lleva todavía el signode nuestras fatigas, denuestras faltas, de nuestracerrazón. Pero al mismotiempo, sabemos que hemossido salvados por el Señor y se

nos permite contemplar ypregustar en nosotros y enaquello que nos circunda lossignos de la Resurrección, de laPascua, que obra una nuevacreación.Este es el contenido de nuestraesperanza. El cristiano no vivefuera del mundo, sabereconocer en la propia vida yen lo que le circunda los signosdel mal, del egoísmo y delpecado. Es solidario con quiensufre, con quien llora, conquien está marginado, conquien se siente desesperado...pero, al mismo tiempo, el

cristiano ha aprendido a leertodo esto con los ojos de laPascua, con los ojos del CristoResucitado. Y entonces sabeque estamos viviendo el tiempode la espera, el tiempo de unanhelo que va más allá delpresente, el tiempo delcumplimiento. En la esperanzasabemos que el Señor desearesanar definitivamente con sumisericordia los corazonesheridos y humillados y todo loque el hombre ha deturpado ensu impiedad, y que de estamanera Él regenera un mundonuevo y una humanidad nueva,

finalmente reconciliados en suamor.Cuántas veces nosotroscristianos estamos tentados porla desilusión, pesimismo... Aveces nos dejamos llevar por ellamento inútil, opermanecemos sin palabras yno sabemos ni siquiera quécosa pedir, qué cosa esperar...Pero una vez más viene paraayudarnos el Espíritu Santo,respiración de nuestraesperanza, el cual mantienevivos el gemido y la espera denuestro corazón. El Espíritu vepor nosotros más allá de las

apariencias negativas delpresente y nos revela ya desdeahora los cielos nuevos y latierra nueva que el Señor estápreparando para la humanidad.LLAMAMIENTOCausa particular aprensión lasdolorosas noticias que llegandel martirizado Sudán del Sur,donde a un conflicto fratricidase une una grave crisisalimenticia que afecta a laregión del Cuerno de África yque condena a la muerte porhambre a millones de personas,entre las cuales muchos niños.En este momento es necesario

más que nunca el esfuerzo detodos para no limitarse sólo alas declaraciones, sino parahacer concretas las ayudasalimenticias y permitir quepuedan llegar a las poblacionesque sufren. Que el señorsostenga a estos hermanosnuestros y a los que estántrabajando para ayudarles. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los venidos deEspaña y Latinoamérica. Losinvito a pedir con insistencia la

presencia del Espíritu Santo ensus vidas. Él nos asiste paraque vayamos más allá de lasapariencias negativas delpresente y aguardemos conesperanza los cielos nuevos yla tierra nueva, que el Señorprepara para toda lahumanidad. Muchas gracias.

1 de marzo de 2017. Cuaresmacamino de esperanza. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!En este día, Miércoles deCeniza, entramos en el Tiempolitúrgico de la Cuaresma. Y yaque estamos desarrollando elciclo de catequesis sobre laesperanza cristiana, hoyquerría presentaros laCuaresma como camino deesperanza.En efecto, esta perspectiva se

hace evidente enseguida sipensamos que la Cuaresma hasido instituida en la Iglesiacomo tiempo de preparaciónpara la Pascua, y entonces todoel sentido de este periodo decuarenta días toma luz delmisterio pascual hacia el cualestá orientado. Podemosimaginar al Señor resucitadoque nos llama para salir denuestras tinieblas, y nosotrosnos ponemos en camino haciaÉl que es la Luz. Y la Cuaresmaes un camino hacia Jesúsresucitado, es un periodo depenitencia, incluso de

mortificación, pero no fin en símismo, sino finalizado ahacernos resucitar con Cristo, arenovar nuestra identidadbautismal, es decir, a renacernuevamente «desde lo alto»,desde el amor de Dios (cf. Jn 3,3). He aquí por qué laCuaresma es, por sunaturaleza, tiempo deesperanza.Para comprender mejor quésignifica esto, debemosreferirnos a la esperanzafundamental del éxodo de losisraelitas de Egipto, narradapor la Biblia en el libro que

lleva este nombre: Éxodo. Elpunto de partida es la condiciónde esclavitud de Egipto, laopresión, los trabajos forzados.Pero el Señor no ha olvidado asu pueblo y su promesa: llamaa Moisés, con brazo potente,hace salir a los israelitas deEgipto y les guía a través deldesierto hacia la Tierra de lalibertad. Durante este caminode la esclavitud a la libertad, elSeñor da a los israelitas la ley,para educarles a amarle, únicoSeñor, y a amarse entre elloscomo hermanos. La Escrituramuestra que el éxodo es largo

y complicado: simbólicamentedura 40 años, es decir eltiempo de vida de unageneración. Una generaciónque, ante las pruebas delcamino, siempre tiene latentación de añorar Egipto yvolver atrás. También todosnosotros conocemos latentación de volver atrás,todos. Pero el Señor permanecefiel y esa pobre gente, guiadapor Moisés, llega a la Tierraprometida. Todo este caminoestá cumplido con laesperanza: la esperanza dealcanzar la tierra, y

precisamente en este sentidoes un “éxodo”, una salida de laesclavitud a la libertad. Y estos40 días son también para todosnosotros una salida de laesclavitud, del pecado, a lalibertad, al encuentro con elCristo resucitado. Cada paso,cada fatiga, cada prueba, cadacaída y cada recuperación, todotiene sentido dentro delproyecto de salvación de Dios,que quiere para su pueblo lavida y no la muerte, la alegríay no el dolor.La Pascua de Jesús es su éxodo,con el cual Él nos ha abierto la

vía para alcanzar la vida plena,eterna y beata. Para abrir estavía, este pasaje, Jesús hatenido que desnudarse de sugloria, humillarse, hacerseobediente hasta la muerte y lamuerte de cruz. Abrirse elcamino hacia la vida eterna leha costado toda su sangre, ygracias a Él nosotros estamossalvados de la esclavitud delpecado. Pero esto no quieredecir que Él ha hecho todo ynosotros no debemos hacernada, que Él ha pasado através de la cruz y nosotros“vamos al paraíso en carroza”.

No es así. Nuestra salvación esciertamente un don suyo, pero,ya que es una historia de amor,requiere nuestro “sí” y nuestraparticipación en su amor, comonos demuestra nuestra MadreMaría y después de Ella todoslos santos.La Cuaresma vive de estadinámica: Cristo nos precedecon su éxodo, y nosotrosatravesamos el desierto graciasa Él y detrás de Él. Él estentado por nosotros, y havencido al tentador pornosotros, pero tambiénnosotros debemos con Él

afrontar las tentaciones ysuperarlas. Él nos dona el aguaviva de su Espíritu, y anosotros nos toca aprovecharsu fuente y beber, a través delos Sacramentos, de la oración,de la adoración; Él es la luzque vence las tinieblas, y anosotros se nos pide alimentarla pequeña llama que nos hasido encomendada el día denuestro bautismo.En este sentido la Cuaresma es«signo sacramental de nuestraconversión» (MisalRomano, Oración colecta, IDomingo de Cuaresma); quien

hace el camino de la Cuaresmaestá siempre en el camino de laconversión. La Cuaresma essigno sacramental de nuestrocamino de la esclavitud a lalibertad, que siempre hay querenovar. Un camino arduo,como es justo que sea, porqueel amor es trabajoso, pero uncamino lleno de esperanza. Esmás, diría algo más: el éxodocuaresmal es el camino en elcual la esperanza misma seforma. La fatiga de atravesar eldesierto —todas las pruebas,las tentaciones, las ilusiones,los espejismos...—, todo esto

vale para forjar una esperanzafuerte, sólida, sobre el modelode la Virgen María, que enmedio de las tinieblas de laPasión y de la muerte de suHijo siguió creyendo yesperando en su resurrección,en la victoria del amor de Dios.Con el corazón abierto a estehorizonte, entramos hoy en laCuaresma. Sintiéndonos partedel Pueblo santo de Dios,iniciamos con alegría estecamino de esperanza.Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,

en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Los exhorto acaminar en esperanza y conempeño en este camino deamor, que hoy Dios nospropone al inicio de laCuaresma. Que nuestroesfuerzo forje una esperanzasólida, como la de María, quecontinuó a creer y a esperarincluso cuando se encontrabajunto a la cruz de su Hijo. QueDios los bendiga a todos.

15 de marzo de 2017. El amorde Dios nunca falla. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Sabemos bien que el granmandamiento que nos hadejado el Señor Jesús es el deamar: amar a Dios con todo elcorazón, con toda el alma y contoda la mente y amar alprójimo como a ti mismo(cf. Mat 22,37-39), es decirestamos llamados al amor, a lacaridad: y esta es nuestra

vocación más alta, nuestravocación por excelencia; y aesta está unida también laalegría de la esperanzacristiana. Quien ama tiene laalegría de la esperanza, dellegar a encontrar el gran amorque es el Señor.El apóstol Pablo, en el pasajede la Carta a los Romanos queacabamos de escuchar, nosadvierte: existe el riesgo deque nuestra caridad seahipócrita, que nuestro amor seahipócrita. Nos tenemos quepreguntar entonces: ¿cuándosucede esta hipocresía? ¿Y

cómo podemos estar seguros deque nuestro amor es sincero,que nuestra caridad esauténtica? De no fingir hacercaridad o que nuestro amor nosea una telenovela: amorsincero, fuerte...La hipocresía puede insinuarseen cualquier parte, también ennuestra forma de amar. Esto severifica cuando el nuestro esun amor interesado, movidopor intereses personales; ycuántos amores interesadoshay... cuando los servicioscaritativos en los que pareceque nos esforzamos se cumplen

para mostrarnos a nosotrosmismos o para sentirnossatisfechos: “¡Pero qué buenosoy!” ¡No, esto es hipocresía! Oincluso cuando tendemos acosas que tengan “visibilidad”para hacer una demostraciónde nuestra inteligencia o denuestras capacidades. Detrásde todo esto hay una idea falsa,engañosa, es decir, que, siamamos, es porque nosotrossomos buenos; como si lacaridad fuera una creación delhombre, un producto denuestro corazón. La caridad, sinembargo, es sobre todo una

gracia; un regalo; poder amares un don de Dios, y debemospedirlo. Y él lo da con gusto, silo pedimos. La caridad es unagracia: no consiste en hacerver lo que somos, sino lo que elSeñor nos dona y que nosotroslibremente acogemos; y no sepuede expresar en el encuentrocon los otros si antes no esgenerada del encuentro con elrostro manso y misericordiosode Jesús.Pablo nos invita a reconocerque somos pecadores, y quetambién nuestra forma de amarestá marcada por el pecado. Al

mismo tiempo, sin embargo,nos hace portadores de unnuevo anuncio, un anuncio deesperanza: el Señor abredelante de nosotros un caminode liberación, un camino desalvación. Es la posibilidad devivir también nosotros el granmandamiento del amor, deconvertirse en instrumento dela caridad de Dios. Y estosucede cuando nos dejamossanar y renovar el corazón deCristo resucitado. El Señorresucitado que vive entrenosotros, que vive con nosotroses capaz de sanar nuestro

corazón: lo hace, si nosotros lopedimos. Es Él que nospermite, aun en nuestrapequeñez y pobreza,experimentar la compasión delPadre y celebrar las maravillasde su amor. Y se entiendeentonces que todo lo quepodemos vivir y hacer por loshermanos no es otra cosa quela respuesta a lo que Dios hahecho y continúa haciendo pornosotros. Es más, es Diosmismo que, habitando ennuestro corazón y en nuestravida, continúa haciéndosecercano y sirviendo a todos

aquellos que encontramos cadadía en nuestro camino,empezando por los últimos ylos más necesitados en loscuales Él, en primer lugar, sereconoce.El apóstol Pablo, entonces, conestas palabras no quiere tantoregañarnos, sino más bienanimarnos a reavivar ennosotros la esperanza. Todos dehecho tenemos la experienciade no vivir en plenitud o comodeberíamos el mandamiento delamor. Pero también esta es unagracia, porque nos hacecomprender que por nosotros

mismos no somos capaces deamar verdaderamente:necesitamos que el Señorrenueve continuamente estedon en nuestro corazón, através de la experiencia de suinfinita misericordia. Esentonces que volveremos aapreciar las pequeñas cosas, lascosas sencillas, ordinarias; quevolveremos a apreciar todasestas pequeñas cosas de todoslos días y seremos capaces deamar a los demás como les amaDios, queriendo su bien, esdecir que sean santos, amigosde Dios; y estaremos contentos

por la posibilidad de hacernoscercanos a quien es pobre yhumilde, como Jesús hace concada uno de nosotros cuandoestamos lejos del Él, dedoblarnos ante los pies de loshermanos, como Él, BuenSamaritano, hace con cada unode nosotros, con su compasióny su perdón.Queridos hermanos, esto que elapóstol Pablo nos ha recordadoes el secreto —uso sus palabras— para estar «con la alegría dela esperanza» (Rom 12,12),porque sabemos que en todacircunstancia, también en la

más adversa, y también através de nuestros mismosfracasos, el amor de Dios nuncafalla. Y entonces, con elcorazón visitado y habitado porsu gracia y su fidelidad, vivimosen la alegre esperanza decorresponder a los hermanos,por ese poco que podamos, elequivalente de lo que recibimosde Él cada día. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España y

Latinoamérica. En este tiempode cuaresma, los invito a que,alegres en la esperanza,reaviven en sus corazones elamor que han recibido de Diosy lo compartan con todos loshombres con obras de caridadsincera. Que Dios los bendiga.

22 de marzo de 2017. Laesperanza fundada en laPalabra. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Desde hace algunas semanas elapóstol Pablo nos estáayudando a comprender mejoren qué consiste la esperanzacristiana. Y hemos dicho que noera un optimismo, era otracosa. Y el apóstol nos ayuda aentender esto. Hoy lo haceacercándola a dos actitudes

muy importantes para nuestravida y nuestra experiencia defe: «la perseverancia» y la«consolación» (Rom 15, 4. 5).En el pasaje de la Carta a losRomanos que acabamos deescuchar son citadas dos veces:la primera en referencia a lasEscrituras y luego a Diosmismo. ¿Cuál es su significadomás profundo, más verdadero?y ¿De qué manera esclarecen larealidad de la esperanza? Estasdos actitudes: la perseveranciay la consolación.La perseverancia podríamosdefinirla también como

paciencia: es la capacidad desoportar, llevar sobre loshombros, “so-portar”, depermanecer fieles, inclusocuando el peso parece hacersedemasiado grande,insostenible, y tendremos latentación de juzgarnegativamente y de abandonartodo y todos. La consolación, encambio, es la gracia de saberpercibir y mostrar en cadasituación, incluso en las queestán mayormente marcadaspor la desilusión y elsufrimiento, la presencia y laacción compasiva de Dios.

Ahora san Pablo nos recuerdaque la perseverancia y laconsolación nos sontransmitidas de maneraparticular por las Escrituras(Rom 15, 4), es decir por laBiblia. Efectivamente la Palabrade Dios, en primer lugar, noslleva a dirigir la mirada a Jesús,a conocerlo mejor y aatenernos a Él, a parecernoscada vez más a Él. En segundolugar, la Palabra nos revela queel Señor es verdaderamente«el Dios de la perseverancia yde la consolación» (Rom 15, 5),que permanece siempre fiel a

su amor por nosotros, es decir,que es perseverante en el amorcon nosotros, ¡no se cansa deamarnos! es perseverante:¡siempre nos ama! y cuida denosotros, cubriendo nuestrasheridas con la certeza de subondad y de su misericordia, esdecir, nos consuela. Ni siquierase cansa de consolarnos.Desde tal perspectiva, secomprende también laafirmación inicial del apóstol:«Nosotros, los fuertes,debemos sobrellevar lasflaquezas de los débiles y nobuscar nuestro propio agrado»

(Rom 15, 1). Esta expresión«nosotros que somos losfuertes» podría parecerpresuntuosa, pero en la lógicadel Evangelio sabemos que noes así, es más, es precisamentelo contrario porque nuestrafuerza no viene de nosotros,sino del Señor. Quienexperimenta en su propia vidael amor fiel de Dios y suconsolación es capaz, es más,tiene el deber de estar cerca delos hermanos más débiles yhacerse cargo de su fragilidad.Si nosotros estamos cerca delSeñor tendremos esa fortaleza

para estar cerca de los másdébiles, de los más necesitadosy consolarles y darles fuerza.Esto es lo que significa. Estonosotros lo podemos hacer sinautocomplacencia, sintiéndosesimplemente como un “canal”que transmite los dones delSeñor; y así se convierteconcretamente en un“sembrador” de esperanza. Estoes lo que el Señor nos pide, conesa fuerza y esa capacidad deconsolar y ser sembradores deesperanza. Y hoy es necesariosembrar esperanza, pero no esfácil...

El fruto de este estilo de vidano es una comunidad en la cualalgunos son de “clase A”, esdecir, los fuertes, y otros de“clase B”, es decir, los débiles.El fruto, en cambio, es comodice Pablo, «tener los unos paracon los otros los mismossentimientos, según CristoJesús» (Rom 15, 5). La Palabrade Dios alimenta unaesperanza que se traduceconcretamente en compartir, enservicio recíproco. Porquetambién quien es “fuerte” seencuentra antes o después conla experiencia de la fragilidad y

el tener necesidad del confortode los demás; y viceversa, enla debilidad se puede siempreofrecer una sonrisa o una manoal hermano en dificultad. Y esuna comunidad así que«unánimes, a una voz,glorifiquéis al Dios» (cf. Rom15, 6). Pero todo esto esposible si se pone en el centroa Cristo, y su palabra, porqueÉl es el “fuerte”, Él es el quenos da la fortaleza, que nos dala paciencia, que nos da laesperanza, que nos da laconsolación. Él es el “hermanofuerte” que cuida de cada uno

de nosotros: todosefectivamente necesitamos sercargados sobre los hombros delBuen Pastor y sentirnosenvueltos por su mirada tiernay primorosa.Queridos amigos, nuncaagradeceremos lo suficiente aDios el don de su Palabra, quese hace presente en lasEscrituras. Y es allí donde elPadre de nuestro SeñorJesucristo se revela como «Diosde la perseverancia y de laconsolación». Y es allí que nosvolvemos conscientes de cómonuestra esperanza no se funde

sobre nuestras capacidades ysobre nuestras fuerzas, sinosobre el apoyo de Dios y lafidelidad de su amor, es decir,sobre la fuerza y consolaciónde Dios. Gracias. LLAMAMIENTOInvito a todas las comunidadesa vivir con fe la cita del 24 y 25de marzo para volver adescubrir el sacramento de lareconciliación: “24 horas parael Señor”. Deseo que tambiéneste año tal momentoprivilegiado de gracia delcamino cuaresmal sea vivido en

muchas iglesias del mundo paraexperimentar el encuentroalegre con la misericordia delPadre, que a todos acoge yperdona.* * *Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los provenientesde España y Latinoamérica.Agradezcamos al Señor el donde su Palabra y no olvidemosque nuestra esperanza nodepende de nuestrascapacidades, sino de la ayudade Dios y de la fidelidad de su

amor. Muchas gracias.

29 de marzo de 2017. Abrir elcorazón. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!El pasaje de la Carta de sanPablo a los Romanos queacabamos de escuchar nos haceun gran regalo. De hecho,estamos acostumbrados areconocer en Abraham nuestropadre en la fe; hoy el apóstolnos hace comprender queAbraham es para nosotrospadre en la esperanza, no solo

padre de la fe, sino padre en laesperanza. Esto porque en susituación podemos ya acogerun anuncio de la Resurrección,de la vida nueva que vence almal y a la misma muerte.En el texto se dice queAbraham creyó en el Dios que«da vida a los muertos y llamaa las cosas que no son para quesean» (Rom 4, 17); y despuésse precisa: «No vaciló en su feal considerar su cuerpo ya sinvigor y el seno de Saraigualmente estéril» (Rom 4,19). Esta es la experiencia queestamos llamados a vivir

también nosotros. El Dios quese revela a Abraham es el Diosque salva, el Dios que hacesalir de la desesperación y de lamuerte, el Dios que llama a lavida. En la historia de Abrahamtodo se convierte en un himnoal Dios que libera y regenera,todo se convierte en profecía. Yse convierte por nosotros, paranosotros que ahorareconocemos y celebramos elcumplimiento de todo esto enel misterio de la Pascua. Diosde hecho «resucitó de entre losmuertos a Jesús» (Rom 4, 24),para que también nosotros

podamos pasar en Él de lamuerte a la vida. Y realmenteentonces Abraham bien puedellamarse «padre de muchospueblos», pues resplandececomo anuncio de humanidadnueva —¡nosotros!—, rescatadapor Cristo del pecado y de lamuerte e introducida una vezpara siempre en el abrazo delamor de Dios.En este punto, Pablo nos ayudaa focalizar la estrecha uniónentre la fe y la esperanza. Él dehecho afirma que Abraham«esperando contra todaesperanza, creyó» (Rom 4, 18).

Nuestra esperanza no sesostiene en razonamientos,previsiones y garantíashumanas; y se manifiesta allídonde no hay más esperanza,donde no hay nada más en loque esperar, precisamentecomo sucede para Abraham,frente a su muerte inminente ya la esterilidad de su mujerSara. Se acerca el final paraellos, no podía tener hijos, y enesa situación, Abraham creyó ytuvo esperanza contra todaesperanza. ¡Y esto es grande!La gran esperanza estáenraizada en la fe, y

precisamente por esto es capazde ir más allá de todaesperanza. Sí, porque no sefunda en nuestra palabra, sinosobre la Palabra de Dios.También en este sentido,entonces, estamos llamados aseguir el ejemplo de Abraham,el cual, aun frente a laevidencia de una realidad queparece destinada a la muerte,se fía de Dios, «con plenoconvencimiento de quepoderoso es Dios para cumplirlo prometido» (Roms 4, 21). Megustaría haceros una pregunta:¿nosotros, todos nosotros,

estamos convencidos de esto?¿Estamos convencidos de queDios nos quiere y que todo esoque nos ha prometido estádispuesto a cumplirlo? Peropadre, ¿cuánto debemos pagarpor esto? Solo hay un precio:“abrir el corazón”. Abridvuestros corazones y estafuerza de Dios os llevaráadelante, hará cosas milagrosasy os enseñará qué es laesperanza. Este es el únicoprecio: abrir el corazón a la fey Él hará el resto.Esta es la paradoja y al mismotiempo ¡el elemento más

fuerte, más alto de nuestraesperanza! Una esperanzafundada en la promesa quedesde el punto de vista humanoparece incierta e imprevisible,pero que no desaparece nisiquiera ante la muerte, cuandoquien promete es el Dios de laResurrección y de la vida. ¡Estono lo promete uno cualquiera!Quien promete es el Dios de laResurrección y de la vida.Queridos hermanos yhermanas, pidamos hoy alSeñor la gracia de permanecerfirmes no tanto en nuestrasseguridades, nuestras

capacidades, sino en laesperanza que brota de lapromesa de Dios, comoverdaderos hijos de Abraham.Cuando Dios promete, cumplelo que promete. Nunca falta asu palabra. Y entonces nuestravida asumirá una luz nueva, enla conciencia de que Aquel queha resucitado a su Hijo nosresucitará también a nosotros ynos hará realmente una solacosa con Él, junto a todosnuestros hermanos en la fe.Todos nosotros creemos. Hoyestamos todos en la plaza,alabamos al Señor, cantaremos

el Padrenuestro, despuésrecibiremos la bendición... Peroesto pasa. Pero esta es tambiénuna promesa de esperanza. Sinosotros hoy tenemos elcorazón abierto, os aseguroque todos nosotros nosencontraremos en la plaza delCielo que no pasa nunca, parasiempre. Esta es la promesa deDios y esta es nuestraesperanza, si nosotros abrimosnuestros corazones. Gracias. Después, saludó a losperegrinos de lengua españolay resumió la catequesis.

Queridos hermanos:En la catequesis de hoy hemosvisto la estrecha relación quehay en tre la fe y la esperanza.En la Carta a los Romanos, sanPablo nos dice que Abraham,«apoyado en la espe ranza,creyó contra toda esperanza».El patriarca, a pesar de susmuchos años y la esterilidad desu mujer Sara, siguió creyendoen la promesa que Dios lehabía hecho de darle una grandescendencia. Frente a laevidencia de una realidadcontraria a toda esperanza

humana, él se fía de Dios con lacerteza de que el Señorcumplirá sus promesas.También nosotros estamosllamados a vivir una esperanzacomo la de Abraham, que no seapoya en razonamientos, pre -visiones o cálculos humanos,sino que hunde sus raíces en lafe en la Palabra de Dios. Asínuestra vida se iluminará conla certeza de saber que Aquelque ha resucitado a su Hijo dela muerte nos resucitarátambién a nosotros y nos haráser una sola cosa con Él, juntoa todos nuestros hermanos en

la fe. LLAMAMIENTOMe alegra saludar a ladelegación de superintendenciairaquí compuesta derepresentantes de distintosgrupos religiosos, acompañadapor su eminencia el cardenalTauran, presidente del PontificioConsejo para el DiálogoInterreligioso. La riqueza de laquerida nación iraquí estáprecisamente en este mosaicoque representa la unidad en ladiversidad, la fuerza en launión, la prosperidad en la

armonía. Queridos hermanos,os animo a ir adelante en estecamino e invito a rezar paraque Irak encuentre en lareconciliación y en la armoníaentre sus diferentescomponentes étnicas yreligiosas, la paz, la unidad y laprosperidad. Mi pensamiento vaa las poblaciones civilesatrapadas en los barriosoccidentales de Mosul y losdesplazados a causa de laguerra, a los cuales me sientounido en el sufrimiento, através de la oración y lacercanía espiritual. En el

expresar profundo dolor por lasvíctimas del sangrientoconflicto, renuevo a todos elllamamiento a comprometersecon todas las fuerzas en laprotección de los civiles, comoobligación imperativa yurgente.Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española.Pidamos a la Virgen María queen este tiempo de cuaresmanos ayude a intensificarnuestra preparación espiritualpara que la celebración delmisterio pascual de Cristo

renueve nuestra fe y nuestraesperanza. Que el Señor losbendiga. Muchas gracias.

5 de abril de 2017. El mal nose vence con el mal. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!La Primera Carta del apóstolPedro lleva en sí ¡una cargaextraordinaria! Es necesarioleerla una, dos, tres veces paracomprender esta cargaextraordinaria: consigueinfundir gran consolación y paz,haciendo percibir como elSeñor está siempre junto anosotros y no nos abandona

nunca, sobre todo en las fasesmás delicadas y difíciles denuestra vida. Pero ¿cuál es el“secreto” de esta Carta, y demanera particular del pasajeque acabamos de escuchar (cf1 Pt 3,8-17)? Esta es unapregunta. Sé que vosotros hoytomaréis el Nuevo Testamento,buscaréis la primera Carta dePedro y la leeréis despaciodespacio, para entender elsecreto y la fuerza de estaCarta. ¿Cuál es el secreto deesta Carta?El secreto está en el hecho deque este escrito tiene sus

raíces directamente en laPascua, en el corazón delmisterio que vamos a celebrar,haciéndonos así percibir toda laluz y la alegría que sedesprende de la muerte yresurrección de Cristo. Cristoverdaderamente ha resucitado,y este es un bonito saludo paradarnos el día de Pascua:“¡Cristo ha resucitado! ¡Cristoha resucitado!”, como hacenmuchos pueblos. Recordarnosque Cristo ha resucitado, estávivo entre nosotros, está vivo yhabita en cada uno denosotros. Es por esto que san

Pedro nos invita con fuerza aadorarlo en nuestros corazones(cf 1 Pt 3,16). Allí el Señordemora en el momento denuestro Bautismo, y desde allícontinúa renovándonos anosotros y a nuestra vida,colmándonos de su amor y dela plenitud del Espíritu. He aquíentonces por qué el apóstol nosaconseja dar razón de laesperanza que hay en nosotros(cf 1 Pt 3,16): nuestraesperanza no es un concepto,no es un sentimiento, no es unmóvil, ¡una montaña deriquezas! Nuestra esperanza es

una Persona, es el Señor Jesúsque reconocemos vivo ypresente en nosotros y ennuestros hermanos, porqueCristo ha resucitado. Lospueblos eslavos cuando sesaludan, en lugar de decir“buenos días”, “buenas tardes”,los días de Pascua se saludancon este “¡Cristo haresucitado!”, “Christosvoskrese!” dicen entre ellos; ¡yestán felices de decirlo! Y estees el “buenos días” y el “buenastardes” que se dan: “¡Cristo haresucitado!”.Comprendemos entonces que

de esta esperanza no se debetanto dar razón a nivel teórico,de palabra, sino sobre todo conel testimonio de la vida, y queesto sea tanto dentro de lacomunidad cristiana, comofuera de ella. Si Cristo estávivo y vive en nosotros, ennuestro corazón, entoncesdebemos dejar también que sehaga visible, no esconderlo, yque actúe en nosotros. Estosignifica que el Señor Jesúsdebe convertirse siempre cadavez más en nuestro modelo:modelo de vida y que nosotrosdebemos aprender a

comportarnos como Él se hacomportado. Hacer lo que hacíaJesús. La esperanza que habitaen nosotros, entonces, nopuede permanecer escondidadentro de nosotros, en nuestrocorazón: pues, sería unaesperanza débil, que no tieneel valor de salir fuera y hacersever; sino nuestra esperanza,como se observa en el Salmo33 citado por Pedro, debenecesariamente salir fuera,tomando la forma exquisita einconfundible de la dulzura, delrespeto, de la benevolenciahacia el prójimo, llegando

incluso a perdonar a quien noshace daño. Una persona que notiene esperanza no consigueperdonar, no consigue dar laconsolación del perdón y tenerla consolación de perdonar. Sí,porque así ha hecho Jesús, yasí continúa haciendo a travésde quienes le dejan espacio ensu corazón y en su vida, con laconciencia de que el mal no sevence con el mal, sino con lahumildad, la misericordia y ladocilidad. Los mafiosos piensanque el mal se puede vencer conel mal, y así desencadenan lavenganza y hacen muchas

cosas que todos nosotrossabemos. Pero no conocen quées la humildad, misericordia ydocilidad. ¿Y por qué? Porquelos mafiosos no tienenesperanza. Pensad esto.He aquí por qué san Pedroafirma que «más vale padecerpor obrar el bien que por obrarel mal» (1 Pt 3,17): no quieredecir que está bien sufrir, sinoque, cuando sufrimos por elbien, estamos en comunión conel Señor, el cual ha aceptadopadecer y ser puesto en la cruzpor nuestra salvación. Cuandoentonces también nosotros, en

las situaciones más pequeñas omás grandes de nuestra vida,aceptamos sufrir por el bien, escomo si esparciésemos entornoa nosotros semillas deresurrección, semillas de vida ehiciésemos resplandecer en laoscuridad la luz de la Pascua.Es por esto que el apóstol nosexhorta a responder «deseandoel bien» (1 Pt 3,9): la bendiciónno es una formalidad, no essolo un signo de cortesía, sinoun don grande que nosotros enprimer lugar hemos recibido yque tenemos la posibilidad decompartir con los hermanos. Es

el anuncio del amor de Dios, unamor desmesurado, que no seagota, que no desaparece y queconstituye el verdaderofundamento de nuestraesperanza. Queridos amigos,comprendemos también porqué el apóstol Pedro nos llama«bienaventurados», cuandodeberíamos sufrir por la justicia(cf 1 Pt 3,13). No es solo poruna razón moral o ascética,sino que es porque cada vezque nosotros tomamos la partede los últimos y de losmarginados o que norespondemos al mal con el mal,

sino perdonando, sin venganza,perdonando y bendiciendo,cada vez que hacemos estonosotros resplandecemos comosignos vivos y luminosos deesperanza, convirtiéndonos asíen instrumento de consolacióny de paz según el corazón deDios. Y así seguimos adelantecon la dulzura, la docilidad, elser amables y haciendo el bienincluso a los que no nosquieren bien, o nos hacendaño. ¡Adelante!Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,

en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Los animo avivir con intensidad los días deSemana Santa. Que lacontemplación de la Pasión yMuerte de Jesús, nos asegureen la esperanza de laresurrección, y nos ayude a serinstrumentos de su consuelo yde su amor para todos nuestroshermanos. Que Dios losbendiga. LLAMAMIENTOS Mi pensamiento va dirigido en

este momento al graveatentado de hace días en elmetro de San Petersburgo, queha provocado víctimas ydesconcierto en la población.Mientras encomiendo a lamisericordia de Dios a cuantostrágicamente han desaparecido,expreso mi espiritual cercanía asus familiares y a todos los quesufren a causa de estedramático evento. Asistimosaterrorizados a los últimoseventos en Siria. Expreso mifirme desaprobación por lainaceptable masacre acaecidaayer en la provincia de Idlib,

donde han sido asesinadasdecenas de personas inermes,entre las cuales muchos niños.Rezo por las víctimas y susfamilias y hago un llamamientoa la conciencia de quienestienen responsabilidadespolíticas, a nivel local einternacional, para que ceseesta tragedia y se ofrezca alivioa esa querida población desdehace mucho tiempo extenuadapor la guerra. Animo,igualmente, los esfuerzos dequien, aun en la inseguridad yen la desesperación, seesfuerza en hacer llegar ayuda

a los habitantes de esa región.

12 de abril de 2017. En elCrucifijo nuestra esperanzaha renacido. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!El domingo pasado hicimosmemoria de la entrada de Jesúsen Jerusalén, entre lasaclamaciones festivas de losdiscípulos y de gran multitud.Esta gente depositaba en Jesúsmuchas esperanzas: muchosesperaban de Él milagros ygrandes signos,

manifestaciones de poder eincluso la libertad de losenemigos invasores. ¿Quién deellos habría imaginado quepoco después Jesús seríahumillado, condenado yasesinado en la cruz? Lasesperanzas terrenas de esagente se caen delante de lacruz. Pero nosotros creemosque precisamente en elCrucifijo nuestra esperanza harenacido. Las esperanzasterrenas caen delante de lacruz, pero renacen esperanzasnuevas, las que duran parasiempre. Es una esperanza

diferente la que nace de lacruz. Es una esperanzadiferente de las que caen, delas del mundo. Pero ¿de quéesperanza se trata? ¿Quéesperanza nace de la cruz?Nos puede ayudar a entenderlolo que dice Jesús precisamentedespués de haber entrado enJerusalén: «Si el grano de trigono cae en tierra y muere,queda él solo; pero si muere,da mucho fruto» (Jn 12, 24).Intentemos pensar en un granoo en una pequeña semilla, quecae en el terreno. Sipermanece cerrado en sí

mismo, no sucede nada; si encambio se rompe, se abre,entonces da vida a una espiga,a un brote, después a unaplanta y la planta dará fruto.Jesús ha llevado al mundo unaesperanza nueva y lo ha hechocomo la semilla: se ha hechopequeño pequeño, como ungrano de trigo; ha dejado sugloria celeste para venir entrenosotros: ha “caído en latierra”. Pero todavía no erasuficiente. Para dar fruto Jesúsha vivido el amor hasta elfondo, dejándose romper por lamuerte como una semilla se

deja romper bajo tierra.Precisamente allí, en el puntoextremo de su abajamiento —que es también el punto másalto del amor— ha germinadola esperanza. Si alguno devosotros pregunta: “¿Cómonace la esperanza?”. “De lacruz. Mira la cruz, mira alCristo Crucificado y de allí tellegará la esperanza que ya nodesaparece, esa que dura hastala vida eterna”. Y estaesperanza ha germinadoprecisamente por la fuerza delamor: porque es el amor que«todo lo espera. Todo lo

soporta» (1 Corintios 13, 7), elamor que es la vida de Dios harenovado todo lo que haalcanzado. Así, en Pascua,Jesús ha transformado,tomándolo sobre sí, nuestropecado en perdón. Peroescuchad bien cómo es latransformación que hace laPascua: Jesús ha transformadonuestro pecado en perdón,nuestra muerte enresurrección, nuestro miedo enconfianza. Es por esto porqueallí, en la cruz, ha nacido yrenace siempre nuestraesperanza; es por esto que con

Jesús cada oscuridad nuestrapuede ser transformada en luz,toda derrota en victoria, todadesilusión en esperanza. Toda:sí, toda. La esperanza superatodo, porque nace del amor deJesús que se ha hecho como elgrano de trigo en la tierra y hamuerto para dar vida y de esavida plena de amor viene laesperanza.Cuando elegimos la esperanzade Jesús, poco a pocodescubrimos que la forma devivir vencedora es la de lasemilla, la del amor humilde.No hay otro camino para

vencer el mal y dar esperanzaal mundo. Pero vosotros podéisdecirme: “¡No, es una lógicaperdedora!”. Parecería así, quesea una lógica perdedora,porque quien ama pierde poder.¿Habéis pensando en esto?Quien ama pierde poder, quiendona, se despoja de algo yamar es un don. En realidad lalógica de la semilla que muere,del amor humilde, es el caminode Dios, y solo esta da fruto. Lovemos también en nosotros:poseer empuja siempre aquerer otra cosa. He obtenidouna cosa para mí y enseguida

quiero una más grande, y asísucesivamente, y no estoynunca satisfecho. ¡Esa es unased fea! Cuando más tienes,más quieres. Quien es voraz noestá nunca saciado. Y Jesús lodice de forma clara: «El queama su vida, la pierde» (Jn 12,25). Tú eres voraz, buscastener muchas cosas pero...perderás todo, también tu vida,es decir: quien ama lo propio yvive por sus intereses sehincha solo de sí mismo ypierde. Quien acepta, sinembargo, está disponible ysirve, vive a la forma de Dios:

entonces es vencedor, se salvaa sí mismo y a los otros: seconvierte en semilla deesperanza para el mundo. Peroes bonito ayudar a los otros,servir a los otros... ¡Quizá noscansaremos! Pero la vida es asíy el corazón se llena de alegríay de esperanza. Esto es amor yesperanza juntos: servir y dar.Cierto, este amor verdaderopasa a través de la cruz, elsacrificio, como para Jesús. Lacruz es el pasaje obligado, perono es la meta, es un pasaje: lameta es la gloria, como nosmuestra la Pascua. Y aquí nos

ayuda otra imagen bellísima,que Jesús ha dejado a losdiscípulos durante la ÚltimaCena. Dice: «La mujer, cuandova a dar a luz, está triste,porque le ha llegado su hora,pero cuando ha dado a luz alniño, ya no se acuerda delaprieto, por el gozo de que hanacido un hombre en elmundo» (Jn 16, 21). Así es:donar la vida, no poseerla. Yesto es lo que hacen lasmadres: dan otra vida, sufren,pero después están alegres,felices porque han dado a luzotra vida. Da alegría; el amor

da a luz la vida y da inclusosentido al dolor. El amor es elmotor que hace ir adelantenuestra esperanza. Lo repito:el amor es el motor que hace iradelante nuestra esperanza. Ycada uno de nosotros puedepreguntarse: “¿Amo? ¿Heaprendido a amar? ¿Aprendotodos los días a amar más?”,porque el amor es el motor quehace ir adelante nuestraesperanza.Queridos hermanos yhermanas, en estos días, díasde amor, dejémonos envolverpor el misterio de Jesús que,

como grano de trigo, muriendonos dona la vida. Es Él lasemilla de nuestra esperanza.Contemplamos el Crucifijo,fuente de esperanza. Poco apoco entenderemos queesperar con Jesús es aprendera ver ya desde ahora la plantaen la semilla, la Pascua en lacruz, la vida en la muerte.Quisiera ahora daros una tareapara hacer en casa. A todos noshará bien deteneros delante delCrucifijo —todos vosotrostenéis uno en casa— mirarlo ydecirle: “Contigo nada estáperdido. Contigo puede siempre

esperar. Tú eres mi esperanza”.Imaginamos ahora el Crucifijo ytodos juntos decimos tres vecesa Jesús Crucificado: “Tú eres miesperanza”. Todos: “Tú eres miesperanza”. ¡Más fuerte! “Túeres mi esperanza”. Gracias.Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Los exhorto acaminar hacia la meta denuestra esperanza,contemplando la cruz como eldolor de una madre en el

momento de dar a luz. Cuandola nueva vida nazca, norecordaremos el sufrimiento,porque la alegría pascualinundará todo con su luz. QueDios los bendiga

19 de abril de 2017. La fenace de la Resurrección. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Nos encontramos hoy a la luzde la Pascua, que hemoscelebrado y continuamoscelebrando con la Liturgia. Porello, en nuestro itinerario decatequesis sobre la esperanzacristiana, hoy deseo hablarosde Cristo Resucitado, nuestraesperanza, así como lopresenta san Pablo en

la Primera Carta a losCorintios (cf. 1 Cor 15).El apóstol quiere dirimir unaproblemática que seguramenteen la comunidad de Corintoestá en el centro de lasdiscusiones. La resurrección esel último argumento afrontadoen la Carta, peroprobablemente, por orden deimportancia, es el primero:todo efectivamente se basa enesta premisa.Hablando a sus cristianos, Pabloparte de un dato inapelable,que no es el resultado de unareflexión de un hombre sabio,

sino un hecho, un simple hechoque ha intervenido en la vidade algunas personas. Elcristianismo nace de aquí. Noes una ideología, no es unsistema filosófico, sino que esun camino de fe que parte deun acontecimiento,testimoniado por los primerosdiscípulos de Jesús. Pablo loresume de esta manera: Jesúsha muerto por nuestrospecados, fue sepultado, y eltercer día resucitó y seapareció a Pedro y a los Doce(cf. 1 Cor 15,3-5). Este es elhecho: murió, fue sepultado,

resucitó y se apareció. Es decir,¡Jesús está vivo! Este es elnúcleo del mensaje cristiano.Anunciando esteacontecimiento, que es elnúcleo central de la fe, Pabloinsiste sobre todo en el últimoelemento del misterio pascual,es decir en el hecho de queJesús ha resucitado. Siefectivamente todo hubieraterminado con su muerte, en Éltendríamos un ejemplo dedevoción suprema, pero esto nopodría generar nuestra fe. Hasido un héroe. ¡No! Murió, peroresucitó. Porque la fe nace de

la resurrección. Aceptar queCristo murió, y muriócrucificado, no es un acto de fe,es un hecho histórico. Encambio creer que resucitó sí.Nuestra fe nace la mañana dePascua. Pablo hace una lista delas personas a las cuales Jesúsresucitado se apareció (cf.1 Cor 15,5-7). Tenemos aquíuna pequeña síntesis de todaslas narraciones pascuales y detodas las personas queentraron en contacto con elResucitado. Encabezando lalista está Cefas, es decir Pedro,y el grupo de los Doce, luego

“quinientos hermanos” muchosde los cuales podían dartodavía su testimonio, luego escitado Santiago. Último de lalista —como el menos digno detodos— está él mismo. Pablodice de sí mismo: “como unaborto” (cf. 1 Cor 15,8). Pablousa esta expresión porque suhistoria personal es dramática:él no era un monaguillo, sinoun perseguidor de la Iglesia,orgulloso de sus propiasconvicciones; se sentía unhombre realizado, con una ideamuy límpida de qué era la vidacon sus deberes. Pero, en este

cuadro perfecto, —todo eraperfecto en Pablo, sabía todo—en este cuadro perfecto devida, un día ocurrió lo que eraabsolutamente imprevisible: elencuentro con JesúsResucitado, sobre la vía deDamasco. Allí no hubosolamente un hombre que cayóal suelo: hubo una personaaferrada por un evento que lehabría cambiado el sentido dela vida. Y el perseguidor seconvierte en apóstol, ¿por qué?Porque ¡yo he visto a Jesúsvivo! ¡Yo he visto a Jesúsresucitado! Este es el

fundamento de la fe de Pablo,como el de la fe de la Iglesia,como el de nuestra fe.¡Qué bonito es pensar que elcristianismo, esencialmente, esesto! No es tanto nuestrabúsqueda respecto a Dios —unabúsqueda, en verdad, tantitubeante—, sino más bien labúsqueda de Dios respecto anosotros. Jesús nos ha tomado,nos ha agarrado, nos haconquistado para no dejarnosmás. El cristianismo es gracia,es sorpresa, y por este motivopresupone un corazón capaz deestupor. Un corazón racionalista

es incapaz del estupor, y nopuede entender qué es elcristianismo. Porque elcristianismo es gracia, y lagracia solamente se percibe, yaún más se encuentra en elestupor del encuentro.Y entonces, aunque seamospecadores —todos nosotros losomos—, si nuestros propósitosde bien han permanecido sobreel papel, o también si, mirandonuestra vida, nos damos cuentade haber sumado muchosfracasos... En la mañana dePascua podemos hacer comoesas personas de las cuales

habla el Evangelio: ir alsepulcro de Cristo, ver la granpiedra volcada y pensar queDios está realizando para mí,para todos nosotros, un futuroinesperado. Ir a nuestrosepulcro: todos tenemos unpoquito dentro. Ir ahí, y vercómo Dios es capaz de resurgirde ahí. Aquí hay felicidad, aquíhay alegría, vida, donde todospensaban que hubiera solotristeza, derrota y tinieblas.Dios hace crecer a sus floresmás bonitas en medio de laspiedras más áridas.Ser cristianos significa no partir

de la muerte, sino del amor deDios por nosotros, que haderrotado a nuestra acérrimaenemiga. Dios es más grandeque la nada, y basta sólo unavela encendida para vencer a lamás oscura de las noches.Pablo grita, haciéndose eco delos profetas: «¿Dónde está ohmuerte, tu victoria? ¿Dóndeestá oh muerte, tu aguijón?»(1 Cor 15,55). Durante estosdías de Pascua, llevamos estegrito en el corazón. Y si nosdirán el porqué de nuestrasonrisa donada y de nuestropaciente compartir, entonces

podremos responder que Jesúsestá todavía aquí, que sigueestando vivo entre nosotros,que Jesús está aquí, en laplaza, con nosotros: vivo yresucitado. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los venidos deEspaña y Latinoamérica. Losinvito a llevar a todos el gozode la resurrección del Señor.Que podamos comunicar connuestra vida que él está aquí yvive en medio de nosotros.

Muchas gracias.

26 de abril de 2017. Lapromesa que da esperanza. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!«Yo estoy con vosotros todoslos días hasta el fin del mundo»(Mateo 28, 20). Estas últimaspalabras del Evangelio deMateo hacen referencia alanuncio profético queencontramos al principio: «Y lepondrán por nombreEmmanuel, que traducidosignifica: Dios con nosotros»

(Mt 1, 23; cf Is 7, 14). Diosestará con nosotros, todos losdías, hasta el final del mundo.Jesús caminará con nosotros,todos los días, hasta el final delmundo. Todo el Evangelio estácontenido entre estas dos citas,palabras que comunican elmisterio de Dios cuyo nombre,cuya identidad es estar-con: noes un Dios aislado, es un Dios-con, en particular con nosotros,es decir con la criaturahumana. Nuestro Dios no es unDios ausente, secuestrado porun cielo muy alejado; es, encambio, un Dios “apasionado”

del hombre, tan tiernamenteamante como para ser incapazde separarse de él. Nosotroshumanos somos hábiles en elcortar uniones y puentes. Él,sin embargo, no. Si nuestrocorazón se enfría, el suyopermanece siempreincandescente. Nuestro Diosnos acompaña siempre, inclusosi por desgracia nosotros nosolvidáramos de Él. En la crestaque divide la incredulidad de lafe, es decisivo eldescubrimiento de ser amadosy acompañados por nuestroPadre, de no ser nunca dejados

solos por Él.Nuestra existencia es unaperegrinación, un camino.También los que están movidospor una esperanzaespecialmente humana,perciben la seducción delhorizonte, que les empuja aexplorar mundos que aún noconocen. Nuestra alma es unalma migrante. La Biblia estállena de historias de peregrinosy viajeros. La vocación deAbraham comienza con estemandamiento: «Vete de tutierra» (Gén 12, 1). Y elpatriarca deja ese pedazo de

mundo que conocía bien y queera una de las cunas de lacivilización de su tiempo. Todoconspiraba contra la sensatezde ese viaje. Y aún asíAbraham sale. No se convierteen hombres y mujeres madurossi no se percibe la atracción delhorizonte: ese límite entre elcielo y la tierra que pide seralcanzado por un pueblo decaminantes.En su camino por el mundo, elhombre nunca está solo. Sobretodo el cristiano no se sientenunca abandonado, porqueJesús nos asegura que no nos

espera solo al final de nuestrolargo viaje, sino que nosacompaña en cada uno denuestros días.¿Hasta cuándo perdurará elcuidado de Dios respecto alhombre? ¿Hasta cuándo elSeñor Jesús, que camina connosotros, hasta cuándo cuidaráde nosotros? La respuesta delEvangelio no deja lugar adudas: ¡hasta el fin del mundo!Pasarán los cielos, pasará latierra, serán canceladas lasesperanzas humanas, pero laPalabra de Dios es más grandeque todo y no pasará. Y Él será

el Dios con nosotros, el DiosJesús que camina con nosotros.No habrá día de nuestra vidaen el que cesemos de ser unapreocupación para el corazónde Dios. Pero alguno podríadecir: “¿Pero qué está diciendousted?”. Digo esto: no habrá díade nuestra vida en el quecesemos de ser unapreocupación para el corazónde Dios. Él se preocupa pornosotros, y camina connosotros. ¿Y por qué hace esto?Simplemente porque nos ama.¿Entendido esto? ¡Nos ama! YDios seguramente cubrirá todas

nuestras necesidades, no nosabandonará en el tiempo de laprueba y de la oscuridad. Estacerteza pide que se anide ennuestra alma para no apagarsenunca. Alguno la llama con elnombre de “Providencia”. Esdecir, la cercanía de Dios, elamor de Dios, el caminar deDios con nosotros se llamatambién la “Providencia deDios”: Él provee nuestra vida.No por casualidad entre lossímbolos cristianos de laesperanza hay uno que a míme gusta mucho: el ancla.Expresa que nuestra esperanza

no es vaga; no va confundidacon el sentimiento transitoriode quien quiere mejorar lascosas de este mundo de formapoco realista, basándose soloen la propia fuerza devoluntad. La esperanzacristiana, de hecho, encuentrasu raíz no en el atractivo delfuturo, sino en la seguridad delo que Dios nos ha prometido yha realizado en Jesucristo. Si Élnos ha garantizado que no nosabandonará nunca, si el iniciode cada vocación es un«Sígueme», con el que Él nosasegura permanecer siempre

delante de nosotros, ¿entoncespor qué temer? Con estapromesa, los cristianos puedencaminar por todos lados.También atravesando porcionesde mundo herido, donde lascosas no van bien, nosotrosestamos entre aquellos quetambién allí continúanesperando. Dice el salmo:«Aunque pase por valletenebroso, ningún mal temeré,porque tú vas conmigo»(Sal 23, 4). Es precisamentedonde se extiende la oscuridadque es necesario tenerencendida una luz. Volvamos al

ancla. Nuestra fe es el ancla enel cielo. Nosotros tenemosnuestra vida anclada en elcielo. ¿Qué debemos hacer?Sujetarnos a la cuerda: estásiempre allí. Y vamos adelanteporque estamos seguros quenuestra vida tiene como unancla en el cielo, en esa orilla ala que llegaremos.Cierto, si confiáramos solo ennuestras fuerzas, tendríamosrazón de sentirnosdesilusionados y derrotados,porque el mundo a menudo sedemuestra refractario a lasleyes del amor. Prefiere,

muchas veces, las leyes delegoísmo. Pero si sobrevive ennosotros la certeza de que Diosno nos abandona, que Dios nosama tiernamente a nosotros ya este mundo, entoncesenseguida cambia laperspectiva. “Homo viator, speerectus”, decían en laantigüedad. A lo largo delcamino, la promesa de Jesús«Yo estoy con vosotros» noshace estar de pie, erigidos, conesperanza, confiando en que elDios bueno está ya trabajandopara realizar lo quehumanamente parecía

imposible, porque el ancla estáen la playa del cielo.El santo pueblo fiel de Dios esgente que está de pie —“homoviator”— y camina, pero de pie,“erectus”, y camina en laesperanza. Y allá donde va,sabe que el amor de Dios lo haprecedido: no hay parte delmundo que escape de lavictoria de Cristo Resucitado.¿Y cuál es la victoria de CristoResucitado? La victoria delamor.Gracias. Saludos:

Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Que en estetiempo pascual lacontemplación de Jesúsresucitado, que ha vencido a lamuerte y vive para siempre,nos ayude a sentirnosacompañados por su amor ypor su presencia vivificante,aún en los momentos másdifíciles de nuestra vida. QueDios los bendiga.

3 de mayo de 2017. Signo deesperanza. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Hoy deseo hablaros del viajeapostólico que, con la ayuda deDios, he realizado los díaspasados a Egipto. He ido a esepaís después de una cuádrupleinvitación: del presidente de laRepública, de Su Santidad elPatriarca Copto Ortodoxo, delGran Imán de Al-Azhar y delPatriarca Copto Católico. Doy

las gracias a cada uno de ellospor la acogida que me hanreservado, verdaderamentecalurosa. Y doy las gracias atodo el pueblo egipcio por laparticipación y el afecto con elcual ha vivido esta visita delsucesor de san Pedro.El presidente y las autoridadesciviles han puesto un esmeroextraordinario para que esteevento pudiese desarrollarse dela mejor de las maneras; paraque pudiese ser un signo depaz, un signo de paz paraEgipto y para toda aquellaregión, que desgraciadamente

sufre por los conflictos y elterrorismo. Efectivamente ellema del viaje era “el Papa depaz en un Egipto de paz”. Mivisita a la Universidad Al-Azhar, la universidad islámicamás antigua y máximainstitución académica del islamsunita, ha tenido un doblehorizonte: el del diálogo entrecristianos y musulmanes y, almismo tiempo, el de lapromoción de la paz en elmundo. En Al-Azhar tuvo lugarel encuentro con el Gran Imán,encuentro que se ha extendidoa la Conferencia Internacional

por la Paz. En tal contextoofreció una reflexión que havalorizado la historia de Egiptocomo tierra de civilización ytierra de alianzas. Para toda lahumanidad Egipto es sinónimode antigua civilización, detesoros, de arte y deconocimiento; y esto nosrecuerda que la paz seconstruye mediante laeducación, la formación de lasabiduría, de un humanismoque comprende como parteintegrante la dimensiónreligiosa, la relación con Dios,como recordó el Gran Imán en

su discurso. La paz seconstruye también volviendo apartir de la alianza entre Dios yel hombre, fundamento de laalianza entre todos loshombres, basada en elDecálogo escrito sobre lastablas de piedra del Sinaí, peromucho más profundamente enel corazón de cada hombre detodo tiempo y lugar, ley que seresume en los dosmandamientos del amor deDios y del prójimo. Este mismofundamento está también en labase de la construcción delorden social y civil, al cual

están llamados a colaborartodos los ciudadanos, de cadanación, cultura y religión. Talvisión de sana laicidad haemergido en el intercambiode discursos con el presidentede la República de Egipto, antela presencia de las autoridadesdel país y del cuerpodiplomático. El gran patrimoniohistórico y religioso de Egipto ysu papel en la región deOriente Próximo le confierenuna tarea peculiar en el caminohacia una paz estable yduradera, que se apoye, no enderecho de la fuerza, sino en la

fuerza del derecho.Los cristianos, en Egipto comoen cada nación de la tierra, sonllamados a ser levadura defraternidad. Y esto es posible siviven en sí mismos la comuniónen Cristo. Una fuerte señal decomunión, gracias a Dios, lahemos podido dar juntos con miquerido hermano el PapaTeodoro II, Patriarca de loscopto ortodoxos. Hemosrenovado el compromiso,además firmandouna Declaración común, decaminar juntos y decomprometernos para no

repetir el bautismoadministrado en las respectivasIglesias. Juntos hemos rezadopor los mártires de losrecientes atentados que hangolpeado trágicamente aquellavenerable Iglesia; y su sangreha hecho fecundo eseencuentro ecuménico, en elcual ha participado también elPatriarca de ConstantinoplaBartolomé: el Patriarcaecuménico, mi queridohermano.El segundo día del viaje estuvodedicado a los fieles católicos.La Santa Misa celebrada en el

Estadio puesto a disposición porlas autoridades egipcias fueuna fiesta de fe y defraternidad en la cual sentimosla presencia viva del SeñorResucitado. Comentando elEvangelio, exhorté a lapequeña comunidad católica enEgipto a revivir la experienciade los discípulos de Emaús: aencontrar siempre en Cristo,Palabra y Pan de vida, laalegría de la fe, el ardor de laesperanza y la fuerza detestimoniar en el amor que“¡hemos encontrado al Señor!”Y el último momento lo

viví junto a los sacerdotes, losreligiosos y las religiosas y losseminaristas, en el SeminarioMayor. Hay muchosseminaristas: ¡esta es unaconsolación! Ha sido unaLiturgia de la Palabra, en lacual han sido renovadas laspromesas de la vidaconsagrada. En esta comunidadde hombres y mujeres que hanelegido donar la vida a Cristopor el Reino de Dios, he visto labelleza de la Iglesia en Egipto yhe rezado por todos loscristianos de Oriente Medio,para que guiados por sus

pastores y acompañados por losconsagrados, sean sal y luz enaquellas tierras, en medio deaquellos pueblos. Egipto, paranosotros, ha sido signo deesperanza, de refugio, deayuda. Cuando esa parte delmundo estaba hambrienta,Jacob, con sus hijos, se fueronallí; luego, cuando Jesús fueperseguido, fue allí. Por esto,narraros este viaje significarecorrer el camino de laesperanza: para nosotrosEgipto es el signo de esperanzatanto para la historia comopara la actualidad, de esta

fraternidad que he queridocontaros. Doy las gracias denuevo a quienes han hechoposible este viaje y a cuantosen diversos modos han ofrecidosus oraciones y sussufrimientos. La Santa Familiade Nazaret, que emigró a lasorillas del Nilo para escapar dela violencia de Herodes,bendiga y proteja siempre alpueblo egipcio y le guíe sobreel camino de la prosperidad, dela fraternidad de la paz. Saludos:Saludo cordialmente a los

peregrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Que la SagradaFamilia de Nazaret, que emigróa la tierra del Nilo para huir dela violencia de Herodes,bendiga y proteja al pueblo deEgipto; y a todos ustedes lesconceda paz y bien en susvidas. Muchas gracias.

10 de mayo de 2017. Maríaestaba ahí. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!En nuestro itinerario decatequesis sobre la esperanzacristiana, hoy miramos a María,Madre de la esperanza. Maríaha vivido más de una noche ensu camino de madre. Desde suprimera aparición en la historiade los Evangelios, su figura seperfila como si fuera elpersonaje de un drama. No era

un simple responder con un “sí”a la invitación del ángel: y sinembargo Ella, mujer todavía enplena juventud, responde convalor, no obstante nada supiesedel destino que la esperaba.María en ese instante se nospresenta como una de lasmuchas madres de nuestromundo, valientes hasta elextremo cuando se trata deacoger en su propio vientre lahistoria de un nuevo hombreque nace.Ese “sí” es el primer paso deuna larga lista de obediencias—¡larga lista de obediencias!—

que acompañarán su itinerariode madre. Así María aparece enlos Evangelios como una mujersilenciosa, que a menudo nocomprende todo lo que leocurre alrededor, pero quemedita cada palabra yacontecimiento en su corazón.En esta disposición hay unrasgo bellísimo de la psicologíade María: no es una mujer quese deprime ante lasincertidumbres de la vida,especialmente cuando nadaparece ir en la direccióncorrecta. No es ni siquiera unamujer que protesta con

violencia, que se queja contrael destino de la vida que revelaa menudo un rostro hostil. Encambio es una mujer queescucha: no os olvidéis de quesiempre hay una gran relaciónentre la esperanza y laescucha, y María es una mujerque escucha. María acoge laexistencia tal y como se nosentrega, con sus días felices,pero también con sus tragediascon las que nunca querríamoshabernos cruzados. Hasta lanoche suprema de María,cuando su Hijo está clavado enel madero de la cruz.

Hasta ese día, María casi habíadesaparecido de la trama de losEvangelios: los escritoressagrados dan a entender estelento eclipsarse de supresencia, su permanecer mudaante el misterio de un Hijo queobedece al Padre. Pero Maríareaparece precisamente en elmomento crucial: cuandobuena parte de los amigos sehan disipado por motivo delmiedo. Las madres notraicionan, y en ese instante alpie de la cruz, ninguno denosotros puede decir cuál hayasido la pasión más cruel: si la

de un hombre inocente quemuere en el patíbulo de la cruz,o la agonía de una madre queacompaña los últimos instantesde la vida de su hijo. Losevangelios son lacónicos, yextremadamente discretos.Reflejan con un simple verbo lapresencia de la Madre: Ella“estaba” (Jn 19, 25), Ellaestaba. Nada dicen de sureacción: si llorase, si nollorase... nada; ni siquiera unapincelada para describir sudolor: sobre estos detalles sehabría aventurado laimaginación de poetas y

pintores regalándonosimágenes que han entrado enla historia del arte y de laliteratura. Pero los Evangeliossolo dicen: Ella “estaba”. Estabaallí, en el peor momento, en elmomento más cruel, y sufríacon el hijo. “estaba”. María“estaba”, simplemente estabaallí. Ahí está de nuevo la jovenmujer de Nazareth, ya con loscabellos grises por el pasar delos años, todavía con un Diosque debe ser solo abrazado, ycon una vida que ha llegado alumbral de la oscuridad másintensa. María “estaba” en la

oscuridad más intensa, pero“estaba”. No se fue. María estáallí, fielmente presente, cadavez que hay que tener una velaencendida en un lugar debruma y de nieblas. Ni siquieraElla conoce el destino deresurrección que su Hijo estabaabriendo para todos nosotroshombres: está allí por fidelidadal plan de Dios del cual se haproclamado sierva en el primerdía de su vocación, perotambién a causa de su instintode madre que simplementesufre, cada vez que hay un hijoque atraviesa una pasión. Los

sufrimientos de las madres:¡todos nosotros hemos conocidomujeres fuertes, que hanafrontado muchos sufrimientosde los hijos!La volveremos a encontrar enel primer día de la Iglesia,Ella, madre de esperanza, enmedio de esa comunidad dediscípulos tan frágiles: unohabía renegado, muchos habíanhuído, todos habían tenidomiedo (cf Hech 1, 14). Pero Ellasimplemente estaba allí, en elmás normal de los modos,como si fuera una cosacompletamente normal: en la

primera Iglesia envuelta por laluz de la Resurrección, perotambién de los temblores de losprimeros pasos que debía daren el mundo.Por esto todos nosotros laamamos como Madre. Nosomos huérfanos: tenemos unaMadre en el cielo, que es laSanta Madre de Dios. Porquenos enseña la virtud de laespera, incluso cuando todoparece sin sentido: Ella siempreconfiada en el misterio de Dios,también cuando Él pareceeclipsarse por culpa del mal delmundo. Que en los momentos

de dificultad, María, la Madreque Jesús nos ha regalado atodos nosotros, pueda siempresostener nuestros pasos, puedasiempre decir a nuestrocorazón: “¡levántate!, miraadelante, mira el horizonte”,porque Ella es Madre deesperanza. Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española.Hoy celebramos la fiesta de sanJuan de Ávila, patrono del cleroespañol y maestro de vidaespiritual. Pidamos hermanos

por todos los sacerdotes, paraque sean siempre una imagentransparente de Jesús, BuenPastor, y la Virgen María lossostenga a lo largo de su vidasacerdotal. También quisieraenviar un saludo desde aquí alos fieles de mi patria, que hacedos días celebraron laSolemnidad de la Patrona deArgentina, Nuestra Señora deLuján. Mi corazón estuvo enLuján estos días. Que el Señoros bendiga. Muchas gracias.

17 de mayo de 2017. Serapóstol de la nueva y másgrande esperanza. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!En estas semanas nuestrareflexión se mueve, por asídecir, en la órbita del misteriopascual. Hoy encontramos aaquella que, según losEvangelios, fue la primera enver a Jesús resucitado: MaríaMagdalena. Había terminadohacía poco el descanso del

sábado. En el día de la Pasiónno hubo tiempo para completarlos ritos fúnebres; por esto, enesa alba llena de tristeza, lasmujeres van a la tumba deJesús con los ungüentosperfumados. La primera enllegar es ella: María Magdalena,una de los discípulos quehabían acompañado a Jesúsdesde Galilea, poniéndose alservicio de la Iglesia naciente.En su recorrido hacia elsepulcro se refleja la fidelidadde tantas mujeres que sondevotas durante años a loscaminos de los cementerios, en

recuerdo de alguien que ya noestá. Las uniones másauténticas no se rompen nisiquiera con la muerte: hayquien continúa queriendo,aunque la persona amada sehaya ido para siempre.El Evangelio (cf. Jn 20, 1-2.11-18) describe a la Magdalenadestacando enseguida que noera una mujer de entusiasmosfáciles. De hecho, después de laprimera visita al sepulcro, ellavuelve decepcionada al lugardonde los discípulos seescondían; cuenta que la piedrafue movida de la entrada al

sepulcro, y su primera hipótesises la más sencilla que se puedeformular: alguien ha robado elcuerpo de Jesús. Así el primeranuncio que María lleva no esel de la resurrección, sino unrobo que alguien desconocidoha perpetrado, mientras todaJerusalén dormía.Después los Evangelios cuentanun segundo viaje de Magdalenahacia el sepulcro de Jesús. ¡Eracabezota! Fue, volvió... ¡porqueno se convencía! Esta vez supaso es lento, muy pesado.María sufre doblemente: antetodo por la muerte de Jesús, y

después por la inexplicabledesaparición de su cuerpo.Es mientras ella se arrodillacerca de la tumba, con los ojosllenos de lágrimas, que Dios lasorprende de la forma másinesperada. El evangelista Juansubraya cuánto es persistentesu ceguera: no se da cuenta dela presencia de dos ángeles quele preguntan, y tampocosospecha viendo al hombre asus espaldas, que ella pensabaque era el guardián del jardín.Y sin embargo descubre elacontecimiento más asombrosode la historia humana cuando

finalmente es llamada por sunombre: «¡María!» (Jn 20, 16).¡Qué bonito es pensar que laprimera aparición delResucitado —según losEvangelios— sucedió de unaforma tan personal! Que hayalguien que nos conoce, que venuestro sufrimiento ydesilusión, que se conmuevepor nosotros, y nos llama pornuestro nombre. Es una leyque encontramos esculpida enmuchas páginas del Evangelio.En torno a Jesús hay muchaspersonas que buscan a Dios;pero la realidad más prodigiosa

es que, mucho antes, estásobre todo Dios que sepreocupa por nuestra vida, quela quiere revivir, y para haceresto nos llama por nuestronombre, reconociendo el rostropersonal de cada uno. Cadahombre es una historia deamor que Dios escribe en estatierra. Cada uno de nosotros esuna historia de amor de Dios. Acada uno de nosotros Dios nosllama por el propio nombre:nos conoce por el nombre, nosmira, nos espera, nos perdona,tiene paciencia con nosotros.¿Es verdad o no es verdad?

Cada uno de nosotrosexperimenta esto.Y Jesús la llama, «¡María!»: larevolución de su vida, larevolución destinada atransformar la existencia decada hombre y mujer, comienzacon un nombre que resuena enel jardín del sepulcro vacío. LosEvangelios nos describen lafelicidad de María: laresurrección de Jesús no es unaalegría dada con cuentagotas,sino una cascada que abarcatoda la vida. La existenciacristiana no está tejida confelicidad suave, sino de olas

que cubren todo. Intentadpensar también vosotros, eneste instante, con el bagaje dedesilusiones y derrotas quecada uno de nosotros lleva ensu corazón, que hay un Dioscercano a nosotros que nosllama por nuestro nombre ynos dice: “¡Levántate, deja dellorar, porque he venido aliberarte!”. Esto es bonito.Jesús no es uno que se adaptaal mundo, tolerando que en élperduren la muerte, la tristeza,el odio, la destrucción moral delas personas... Nuestro Dios noes inerte, sino que nuestro Dios

—me permito la palabra— esun soñador: sueña latransformación del mundo, y laha realizado en el misterio dela Resurrección.María quisiera abrazar a suSeñor, pero Él está yaorientado al Padre celeste,mientras que ella es enviada allevar el anuncio a loshermanos. Y así esa mujer, queantes de encontrar a Jesúsestaba a merced del maligno(cf Lc 8, 2), ahora se haconvertido en apóstol de lanueva y más grande esperanza.Su intercesión nos ayude a

vivir también a nosotros estaexperiencia: en la hora delllanto y del abandono, escuchara Jesús Resucitado que nosllama por nuestro nombre, ycon el corazón lleno de alegríair y anunciar: «¡He visto alSeñor!» (v. 18). ¡He cambiadode vida porque he visto alSeñor! Ahora soy distinto queantes, soy otra persona. Hecambiado porque he visto alSeñor. Esta es nuestra fuerza yesta es nuestra esperanza.Gracias. Saludos:

Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España yLatinoamérica. Los animo aperseverar en la oración y en laescucha de la Palabra de Dios,para que en los momentos dedolor y abandono, sientan cómoJesús resucitado los llama porsu nombre, y salgan con elcorazón lleno de alegría aanunciar a todos la BuenaNoticia de la Resurrección. QueDios los bendiga.

24 de mayo de 2017. No hayamor sin sacrificio. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Hoy quisiera detenerme sobrela experiencia de los dosdiscípulos de Emaús, de la quehabla el Evangelio de Lucas(cfr. Lc 24, 13-35). Imaginemosla escena: dos hombrescaminando decepcionados,tristes, convencidos de dejar alas espaldas la amargura deuna historia mal terminada.

Antes de esa Pascua estabanllenos de entusiasmo:convencidos de que esos díasserían decisivos para susexpectativas y para laesperanza de todo el pueblo.Jesús, al cual habían confiadosu vida, parecía finalmentellegado a la batalla decisiva:entonces habría manifestado supoder, después de un largoperiodo de preparación y deesconderse. Esto era lo queellos esperaban. Y no fue así.Los dos peregrinos cultivabanuna esperanza solamentehumana, que entonces se hacía

pedazos. Esta cruz izada en elCalvario era el signo máselocuente de una derrota queno habían pronosticado. Sirealmente ese Jesús era segúnel corazón de Dios, debíanconcluir que Dios era inerme,indefenso en las manos de losviolentos, incapaz de ofrecerresistencia al mal.Así, esa mañana del domingo,estos dos huyen de Jerusalén.En los ojos tienen todavía lossucesos de la pasión, la muertede Jesús; y en el alma eldoloroso angustiar sobre esossucesos, durante el forzado

descanso del sábado. Esa fiestade Pascua, que debía entonar elcanto de la liberación, se habíatransformado en el día másdoloroso de su vida. DejanJerusalén, para irse a otrolugar, en un pueblo tranquilo.Tiene todo el aspecto depersonas que pretendeneliminar un recuerdo quequema. Están por la calle, ycaminando, tristes. Esteescenario —la calle— ya habíasido importante en lasnarraciones de los Evangelios;entonces lo será cada vez más,en el momento en el que se

comienza a contar la historiade la Iglesia.El encuentro de Jesús con esosdos discípulos parece ser deltodo casual: se parece a uno detantos cruces que suceden enla vida. Los dos discípuloscaminan pensando y undesconocido se acerca a ellos.Es Jesús; pero sus ojos no soncapaces de reconocerlo. Yentonces Jesús comienza su“terapia de esperanza”. Estoque sucede en este camino esuna terapia de la esperanza.¿Quién la hace? Jesús.Sobre todo pregunta y escucha:

nuestro Dios no es un Diosentrometido. Incluso si yaconoce el motivo de ladecepción de esos dos, les dejael tiempo para podercomprender en profundidad laamargura que les ha vencido.Sale una confesión que escomo un coro de la existenciahumana: «Nosotrosesperábamos, pero... Nosotrosesperábamos..., pero...» (Lc24, 21). ¡Cuántas tristezas,cuántos derrotas, cuántosfracasos hay en la vida de cadapersona! En el fondo, todossomos un poco como esos dos

discípulos. Cuántas veces en lavida hemos esperado, cuántasveces nos hemos sentido a unpaso de la felicidad, y despuésnos hemos encontrado denuevo en tierra decepcionados.Pero Jesús camina con todas laspersonas desconfianzas quevan cabizbajos. Y caminandocon ellos, de forma discreta,consigue dar de nuevoesperanza.Jesús les habla en primer lugara través de las Escrituras.Quien toma en mano el libro deDios no encontrará historias deheroísmo fácil, campañas de

conquista fulminantes. Laverdadera esperanza no esnunca a bajo precio: pasasiempre a través de lasderrotas. La esperanza dequien no sufre, quizá no es nisiquiera tal. A Dios no le gustaser amado como se amaría a unlíder que arrastra a la victoria asu pueblo destruyendo consangre a sus adversarios.Nuestro Dios es una luz tenueque arde en un día de frío y deviento, y aunque parezca frágilsu presencia en este mundo, Élha elegido el lugar que todosdespreciamos.

Después Jesús repite a los dosdiscípulos el gesto clave decada eucaristía: toma el pan, lobendice, lo partió y lo dio. Enesta serie de gesto, ¿no estáquizá toda la historia de Jesús?¿Y no está, en cada eucaristía,también el signo de qué debeser la Iglesia? Jesús nos toma,nos bendice, “parte” nuestravida —porque no hay amor sinsacrificio— y la ofrece a losotros, la ofrece a todos.Es un encuentro rápido, el deJesús con los dos discípulos deEmaús. Pero en él está todo eldestino de la Iglesia. Nos

cuenta que la comunidadcristiana no está encerrada enuna ciudadela fortificada, sinoque camina en su ambientemás vital, es decir la calle. Yallí se encuentra a laspersonas, con sus esperanzas ysus desilusiones, a vecespesadas. La Iglesia escucha lashistorias de todos, como surgendel cofre de la concienciapersonal; para después ofrecerla Palabra de vida, eltestimonio del amor, amor fielhasta el final. Y entonces elcorazón de las personas vuelvea arder de esperanza. Todos

nosotros, en nuestra vida,hemos tenido momentosdifíciles, oscuros; momentos enlos cuales caminábamos tristes,pensativos, sin horizonte,solamente un muro delante. YJesús siempre está junto anosotros para darnos laesperanza, para calentarnos elcorazón y decir: “Ve adelante,yo estoy contigo. Ve adelante”.El secreto del camino que llevaa Emaús está todo aquí:también a través de lasapariencias contrarias, nosotroscontinuamos siendo amados, yDios no dejará nunca de

querernos. Dios caminará connosotros siempre, siempre,también en los momentos másdoloroso, también en losmomentos más feos, tambiénen los momentos de la derrota:allí está el Señor. Y esta esnuestra esperanza. ¡Vamosadelante con esta esperanza!¡Porque Él está junto anosotros y camina connosotros, siempre!Saludos:Saludo cordialmente a losperegrinos de lengua española,en particular a los gruposprovenientes de España y

Latinoamérica. Que Jesúsresucitado nos concedadescubrirlo presente y vivo ensu Iglesia donde, saliendo anuestro encuentro y caminandojunto a cada uno, nos conducecon su amor infalible y supresencia vivificante por elcamino de la esperanza. QueDios los bendiga.

31 de mayo de 2017. Elcumpleaños de la Iglesia. Miércoles. Queridos hermanos yhermanas, ¡buenos días!Ante la proximidad de lasolemnidad de Pentecostés nopodemos no hablar de larelación que hay entre laesperanza cristiana y elEspíritu Santo. El Espíritu es elviento que nos empuja haciaadelante, que nos mantiene encamino, nos hace sentirperegrinos y forasteros, y no

nos permite acomodarnos yconvertirnos en un pueblo“sedentario”. La carta a losHebreos compara la esperanzacon un ancla (cf.Heb 6, 18-19);y a esta imagen podemosañadir la de la vela. Si el anclaes lo que da a la barca laseguridad y la tiene “anclada”entre las olas del mar, la velaes, sin embargo, lo que la hacecaminar y avanzar en lasaguas. La esperanza esrealmente como una vela; esarecoge el viento del EspírituSanto y lo transforma enfuerza motriz que empuja la

barca, según los casos, al mar oa la orilla.El apóstol Pablo concluye suCarta a los Romanos con estedeseo: escuchad bien, escuchadbien que deseo tan bonito: «ElDios de la esperanza os colmede todo gozo y paz en vuestrafe, hasta rebosar de esperanzapor la fuerza del EspírituSanto» (Rom 15, 13).Reflexionemos un poco sobre elcontenido de esta bellísimapalabra. La expresión “Dios dela esperanza” no quiere decirsolamente que Dios es el objetode nuestra esperanza, es decir

Aquel que esperamos alcanzarun día en la vida eterna; quieredecir también que Dios esAquel que ya ahora nos haceesperar, es más, nos hace«alegres en la esperanza»(Rom 12, 12): alegres deesperar, y no solo esperar seralegres. Es la alegría deesperar y no esperar teneralegría, ya hoy. “Mientras hayavida, hay esperanza”, dice unrefrán popular; y es verdadtambién lo contrario: mientrashay esperanza, hay vida. Loshombres necesitan esperanzapara vivir y necesitan del

Espíritu Santo para esperar.San Pablo —hemos escuchado—atribuye al Espíritu Santo lacapacidad de hacernos incluso“rebosar de esperanza”.Rebosar de esperanza significano desanimarse nunca;significa esperar «contra todaesperanza» (Romanos 4, 18),es decir, esperar tambiéncuando desaparece cualquiermotivo humano para esperar,como fue para Abraham cuandoDios le pidió sacrificar a suúnico hijo, Isaac, y como fue,aún más, para la Virgen Maríabajo la cruz de Jesús.

El Espíritu Santo hace posibleesta esperanza invencibledándonos el testimonio interiorque somos hijos de Dios y susherederos (cf. Rom 8, 16).¿Cómo podría Aquel que nos hadado al propio Hijo no darnoscualquier otra cosa junto a Él?(cf. Rom 8, 32). «La esperanza—hermanos y hermanas— nofalla: la esperanza no falla,porque el amor de Dios ha sidoderramado en nuestroscorazones por el Espíritu Santoque nos ha sido dado»(Romanos 5, 5). Por eso nofalla, porque está el Espíritu

Santo dentro de nosotros quenos empuja a ir adelante,¡siempre! Y por eso laesperanza no falla.Hay más: el Espíritu Santo nonos hace solo capaces deesperar, sino también deser sembradores de esperanza,de ser también nosotros —como Él y gracias a Él—“paráclitos”, es decirconsoladores y defensores delos hermanos, sembradores deesperanza. Un cristiano puedesembrar amarguras, puedesembrar perplejidad, y esto noes cristiano, y quien hace esto

no es un buen cristiano.Siembra esperanza: siembraaceite de esperanza, siembraperfume de esperanza y novinagre de amargura y dedesesperanza. El beatocardenal Newman, en undiscurso suyo, decía a losfieles: «Instruidos por nuestromismo sufrimiento, nuestromismo dolor, es más, pornuestros mismos pecados,tendremos la mente y elcorazón ejercitados paracualquier obra de amor haciaaquellos que lo necesitan.Seremos, en la medida de

nuestra capacidad,consoladores a imagen delparáclito —es decir del EspírituSanto—, y en todos los sentidosque esta palabra conlleva:abogados, asistentes,portadores de consuelo.Nuestras palabras y nuestrosconsejos, nuestra forma dehacer, nuestra voz, nuestramirada, serán gentiles ytranquilizadores» (Parochialand plain Sermons, vol. V,Londres 1870, pp. 300s.). Y sonsobre todo los pobres, losexcluidos, y no amados quienesnecesitan a alguien que se

haga para ellos “paráclito”, esdecir consolador y defensor,como el Espíritu Santo hacecon cada uno de nosotros, queestamos aquí en la plaza,consolador y defensor. Nosotrostenemos que hacer lo mismocon los más necesitados, conlos más descartados, con losque más lo necesitan, los quesufren más. ¡Defensores yconsoladores!El Espíritu Santo alimenta laesperanza y no solo el corazónde los hombres, sino tambiéntoda la creación. Dice el apóstolPablo —esto parece un poco

raro, pero es verdad: quetambién la creación fue“sometida en la esperanza”hacia la liberación y “gime ysufre” como en un parto(cf. Rom 8, 20-22). «La energíacapaz de mover el mundo no esuna fuerza anónima y ciega,sino la acción del “espíritu deDios que aleteaba por encimade las aguas” (Gen 1, 2) alinicio de la creación»(Benedicto XVI, Homilía, 31mayo 2009). También esto nosempuja a respetar la creación:no se puede manchar uncuadro sin ofender al artista

que lo ha creado.Hermanos y hermanas, lapróxima fiesta de Pentecostés—que es el cumpleaños de laIglesia— nos encuentreunánimes en la oración, conMaría, la Madre de Jesús ynuestra. Y el don del EspírituSanto nos haga abundar en laesperanza. Os diré más: noshaga derrochar esperanza contodos aquellos que están másnecesitados, más descartados ypor todos aquellos que tienennecesidad. Gracias.Saludos:Saludo cordialmente a los

peregrinos de lengua española,en particular a los que hanvenido para participar en laVigilia de Pentecostés conocasión de los 50 años de laRenovación CarismáticaCatólica, así como a los demásgrupos provenientes de Españay Latinoamérica. Los exhorto aperseverar en la oración, juntocon María, Nuestra Madre,pidiendo a Jesús que el don delEspíritu Santo nos hagasobreabundar en la esperanza.


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