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Conferencia Internacional del Trabajo
8J (Rev.) Actas Provisionales 108.a reunión, Ginebra, junio de 2019
Fecha: jueves 25 de julio de 2019
Sesión plenaria
Clausura de la 108.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo
Índice
Página
Sección de alto nivel ............................................................................................................. 1
Alocución del Excmo. Sr. António Guterres,
Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas ..................................... 1
Firma de los instrumentos adoptados por la Conferencia en su 108.ª reunión ...................... 5
Discursos de clausura ............................................................................................................ 5
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Viernes 21 de junio de 2019 a las 10 horas
Presidente: Sr. Elmiger
Sección de alto nivel
El Presidente (original francés)
Declaro abierta la decimonovena sesión plenaria de la 108.ª reunión de la Conferencia
Internacional del Trabajo.
Con motivo de la celebración del centenario de la Organización Internacional del
Trabajo, la Conferencia tiene el honor de recibir al Excmo. Sr. António Guterres, Secretario
General de la Organización de las Naciones Unidas.
Alocución del Excmo. Sr. António Guterres, Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas
Sr. Guterres Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (original inglés)
Asisten ustedes a esta 108.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo en una
época de grandes turbulencias y pruebas. La globalización y la cuarta revolución industrial
están abriendo enormes oportunidades, pero también plantean desafíos abrumadores. Los
inmensos beneficios económicos generados a nivel mundial no se han distribuido de manera
equitativa ni entre los países ni dentro de cada uno de ellos, y quienes se encuentran en los
márgenes de nuestras sociedades están pagando el precio más alto, al igual que nuestro
planeta.
A pesar de que hoy, más que nunca, necesitamos respuestas mundiales para abordar los
desafíos mundiales, el multilateralismo está siendo cuestionado también hoy más que nunca.
Mientras que nuestros problemas presentan una complejidad creciente, nuestras respuestas
resultan cada vez más fragmentarias y por doquier vemos una falta de confianza y un exceso
de alarmismo. Los tiempos que vivimos podrían describirse como una época de desilusión,
y la forma más eficaz de restablecer la confianza es escuchar y ofrecer resultados. La
Organización Internacional del Trabajo desempeña un papel fundamental por un motivo
muy sencillo: su programa ocupa un lugar central entre las preocupaciones de las personas,
a saber, la dignidad del trabajo decente, una globalización justa y la justicia social para todos
en todas partes.
Hacer frente a desafíos de esa magnitud y dificultad es una postura que la OIT conoce
bien, que forma parte de su ADN. Ese espíritu explica por qué la reunión de la Conferencia
del centenario de la Organización ha contado con la presencia de decenas de Jefes de Estado
y de Gobierno durante estos últimos días. De hecho, la afluencia de dirigentes mundiales a
esta reunión es una de las mayores al margen de la apertura de los períodos de sesiones de
la Asamblea General en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Esto no sólo es
testimonio de la pertinencia de su mandato, sino que constituye además una afirmación de
la fuerza del multilateralismo que la OIT representa. Como dijo la semana pasada el Director
General de la OIT, Sr. Guy Ryder, se trata de una Conferencia caracterizada por la confianza,
confianza en la capacidad de la OIT y confianza «para construir un futuro del trabajo con
justicia social para todos». Les doy las gracias por todo ello. Ustedes continúan portando la
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antorcha que se encendió hace cien años con el fin de ayudar a construir un mundo nuevo,
un mundo basado en la justicia social y en un modelo de inclusión en el que los gobiernos,
los trabajadores y los empleadores se sientan juntos a la mesa en la que se toman las
decisiones.
Desde el primer día, la OIT ha sido pionera, empezando por su estructura tripartita
única en su género. Sólo en su primer decenio de existencia, la OIT estableció normas
laborales relativas a múltiples cuestiones, entre ellas, el tiempo de trabajo, los derechos de
la mujer, la seguridad y salud en el trabajo, la protección contra el trabajo infantil y el trabajo
forzoso, y la salvaguardia de los derechos de los pueblos indígenas y las personas con
discapacidad. Muchos de esos temas rara vez se abordaban en los círculos del poder. Sin
embargo, la OIT siguió adelante con su Constitución, recordando al mundo que «la paz
universal y permanente sólo puede basarse en la justicia social».
En 1944, la Declaración de Filadelfia revitalizó el mandato de la OIT de cara a los retos
que se iban a plantear cuando llegara a su fin la segunda guerra mundial. En la Constitución
así reformada se reflejaba el estado de ánimo de esos tiempos: se subrayaba que «el trabajo
no es una mercancía» y se hacía saber al mundo con rotundidad que «la pobreza, en cualquier
lugar, constituye un peligro para la prosperidad de todos». Esos principios representan el
primer ejemplo de reconocimiento por una organización internacional del vínculo que hay
entre los derechos humanos y el desarrollo, lo que allanó el camino para la aprobación en
1948 de la histórica Declaración Universal de Derechos Humanos.
Decenios más tarde, la OIT fue una de las primeras voces que advirtió de los efectos
negativos de la globalización, por medio del Informe de 2004 de la Comisión Mundial sobre
la Dimensión Social de la Globalización. En ese llamamiento de gran repercusión en favor
de una globalización justa se hizo hincapié en el principio del trabajo decente, que subrayaba
la importancia de la calidad del trabajo y no sólo de la cantidad. Ese principio está ahora
bien arraigado en el ámbito de la formulación de políticas, incluso en sectores ajenos al del
empleo, permea la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y constituye uno de los ejes
centrales del desarrollo mismo. Además, es un componente consustancial de nuestra reforma
conjunta del sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo, que consiste
fundamentalmente en cumplir la Agenda 2030 en beneficio de las personas. Para lograrlo,
debemos asegurarnos de que la suma de nuestros esfuerzos sea mayor que las partes,
impulsando una acción coordinada sobre el terreno y orientada a la obtención de resultados.
Al hacerlo, continuaremos velando por que se sigan cumpliendo todos los mandatos, por que
se informe cabalmente al Consejo de Administración de la OIT y por que se respete nuestro
compromiso colectivo de promover los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Dicho de forma
más sencilla, en lo que atañe a la OIT, la reforma en que nos hemos embarcado supone
reconocer la naturaleza singular de su modelo de gobernanza tripartita y garantizar que todas
las personas del mundo se beneficien plenamente de los excepcionales conocimientos
especializados de la Organización. Agradezco a la OIT su apoyo. El mundo necesita que el
sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo sea más sólido, y por su parte este sistema
necesita de una OIT pujante como miembro fundamental de las Naciones Unidas.
Con esta reunión de la Conferencia, la OIT comienza a escribir un nuevo capítulo. No
sólo celebra un centenario, sino que también está edificando sobre un legado de logros,
guiándose por la aspiración de alcanzar la justicia social por conducto del diálogo social y
la cooperación internacional. Felicito a la OIT por haber adoptado un Convenio sobre la
eliminación de la violencia y el acoso en el lugar de trabajo y, obviamente, por la Declaración
del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo, que adoptará hoy y que constituye una
oportunidad histórica para abrir el camino hacia un futuro mejor para las personas en todo
el mundo.
La Declaración del Centenario es ambiciosa y sienta las bases para cumplir el mandato
de la Organización en su segundo siglo de existencia. No obstante, este instrumento es
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mucho más que una declaración de aspiraciones o intenciones. En él se propone un cambio
de paradigma respecto de la forma en que concebimos el desarrollo. El bienestar de las
personas debe constituir el eje central de las políticas económicas y sociales y hemos de
prestar una atención especial a quienes se han quedado más rezagados, entre ellos, las
personas con discapacidad, los pueblos indígenas, las personas de edad, las mujeres y los
jóvenes en situaciones de vulnerabilidad. El principio rector de toda nuestra labor es la
promoción de la dignidad humana, y el trabajo decente es sinónimo de una vida digna.
En la Declaración del Centenario también se destaca el carácter interrelacionado de los
desafíos a los que nos enfrentamos. No podemos tener un futuro del trabajo más equitativo
sin sostenibilidad, y no podemos tener un futuro sostenible para el mundo sin una respuesta
urgente y definitiva al cambio climático. Abordar la emergencia climática es, en efecto, la
cuestión que define nuestra época. Las medidas relacionadas con el clima podrían crear
millones de empleos sostenibles. Las empresas verdes han demostrado que son un buen
negocio, pero el cambio climático avanza mucho más rápido que nosotros y ya estamos
poniendo en peligro el futuro con una inestabilidad, una desigualdad y una pobreza
crecientes. Por todo ello, voy a convocar una cumbre sobre el clima en Nueva York, en
septiembre de este año. Es necesario que demos un nuevo impulso a la transformación de
nuestros sistemas políticos y económicos y alcancemos las metas del Acuerdo de París y los
Objetivos de Desarrollo Sostenible. La Declaración del Centenario nos ayudará a lograrlo,
focalizando la reflexión y contribuyendo a mantener la presión.
El mundo atraviesa un período de cambios sin precedentes, cambios que atañen al
clima, la demografía, la tecnología, la sociedad y muchos otros ámbitos. El mundo del
trabajo se ve profundamente afectado por esos factores. Esos cambios también nos brindan
oportunidades interesantes, pero generan miedo, angustia y una sensación de inestabilidad.
Acojo con satisfacción las recomendaciones de la Comisión Mundial sobre el Futuro del
Trabajo de la OIT, que coinciden por completo con las conclusiones del Panel de Alto Nivel
sobre la Cooperación Digital que he establecido. De cara al futuro, sabemos que las nuevas
tecnologías y, en particular, la inteligencia artificial, conducirán inevitablemente a una
destrucción a gran escala de puestos de trabajo, pero también a la creación de un gran número
de nuevos empleos.
Si bien es difícil prever ahora cuáles serán todos esos efectos, es evidente que en el
futuro se necesitará toda una diversidad de competencias profesionales nuevas y diferentes.
En un nivel más profundo, la noción misma de trabajo está cambiando. Será necesario
alcanzar un nuevo equilibrio en la relación entre el trabajo, el ocio y otras actividades, y
todavía no estamos preparados para ello. Necesitamos cuantiosas inversiones en educación,
pero también un tipo de educación diferente, una educación basada no sólo en la adquisición
de conocimientos, sino también en el aprendizaje de cómo aprender, una educación que
acompañe a las personas a lo largo de la vida, de manera que se garantice eficazmente el
aprendizaje permanente. Necesitamos, asimismo, una protección social de nuevo cuño, y en
esa perspectiva será necesario que movilicemos a los gobiernos y a todos los actores como
nunca antes lo habíamos hecho.
A menudo, las formas tradicionales de adopción de decisiones no serán aplicables a los
nuevos desafíos, que se están acercando a una velocidad vertiginosa. La formulación
analógica de políticas no dará resultados en un mundo digital. El aumento del ritmo al que
se suceden los cambios impone la necesidad de que reconceptualicemos los mecanismos de
gobernanza de la cooperación, lo que supone hacer participar al sector privado y la sociedad
civil y conseguir los aportes de otros actores que posean conocimientos especializados; en
tal contexto, a los asociados de la OIT les corresponde desempeñar una función decisiva.
Una vez más, incluso cuando han transcurrido cien años, la OIT nos muestra que sigue
adelantándose a su tiempo, al integrar a los empleadores y los trabajadores en el proceso de
adopción de decisiones.
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(El orador prosigue en francés.)
El mundo ha experimentado transformaciones profundas en estos últimos cien años,
pero las necesidades fundamentales de las personas, en sí, continúan siendo las mismas. La
sed de justicia social es más acuciante que nunca, y nunca antes habíamos necesitado tanto
a la Organización Internacional del Trabajo. Hoy, podemos imprimir un nuevo impulso al
contrato social y reforzar la justicia social. Podemos vencer el desencanto por medio de la
movilización y el optimismo. Un programa centrado en las personas permitirá seguir
restaurando la confianza, reduciendo las desigualdades, velando por la igualdad entre
hombres y mujeres, y superando buena parte de los fracasos en los que se han saldado las
recientes políticas económicas y sociales.
He aquí el motivo por el que la Declaración del Centenario es tan decisiva. Y es que no
marca solamente una etapa, por muy relevante que sea, en la excepcional senda recorrida
por la OIT; es también una valiosísima hoja de ruta que será determinante en su nuevo siglo
de existencia de la Organización. Gracias a la Declaración, estamos más cerca de alcanzar
los objetivos de la Agenda 2030 y avanzamos en la construcción de un futuro sostenible para
todas y todos nosotros.
En efecto, se trata de un documento ambicioso, pero fijarse objetivos exigentes y
alcanzarlos forma parte de la historia de la OIT. Gracias a los esfuerzos de todos ustedes, así
seguirá siendo en los años por venir.
El Presidente (original francés)
En nombre de mis colegas de la Mesa y de todos los delegados de la Conferencia, deseo
expresarle mi más profunda gratitud por habernos honrado hoy con su presencia y por haber
compartido con nosotros sus ideas y su visión.
Con esto llegamos al término de esta sección de alto nivel, organizada en el marco de
la decimonovena sesión plenaria de la 108.ª reunión de la Conferencia Internacional del
Trabajo.
(La Conferencia continúa sus labores en sesión plenaria.)
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Viernes 21 de junio de 2019 a las 18.30 horas
Presidente: Sr. Elmiger
Firma de los instrumentos adoptados por la Conferencia en su 108.ª reunión
El Presidente (original francés)
Esta reunión constituye un hito histórico para la Organización, con la adopción del
Convenio sobre la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, 2019
(núm. 190), la Recomendación sobre la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo
del trabajo, 2019 (núm. 206) y la Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del
Trabajo. Invito al Director General a que me acompañe a la mesa para que firmemos juntos
los instrumentos adoptados hoy.
(El Presidente y el Director General firman los tres instrumentos.)
Discursos de clausura
El Presidente (original francés)
La Conferencia, reunida en su vigésima y última sesión plenaria, ha cumplido sus
objetivos. Ha llegado el momento de celebrar la ceremonia de clausura, y para ello invito a
mis colegas de la Mesa de la Conferencia a que pronuncien sus discursos de clausura ante la
asamblea.
Sra. Mugo Vicepresidenta empleadora de la Conferencia (original inglés)
¡Qué dos semanas tan intensas acabamos de vivir! Hemos consumido miles de tazas de
café y de bocadillos no siempre frescos. Hemos pasado revista a los líderes mundiales que
más nos han inspirado en los últimos 100 años. Hemos recorrido el Palacio de las Naciones
Unidas de punta a punta, hasta desgastar las suelas de nuestros zapatos. Y hemos demostrado
la extraordinaria utilidad del diálogo social tripartito cuando éste entra en acción. Es decir,
hemos combinado «lo bueno, lo malo y lo feo».
Pese a que estamos, como es comprensible, agotados, podemos sentirnos orgullosos de
haber participado en un diálogo tripartito consistente y constructivo, con el fin de encontrar
soluciones prácticas a temas complejos en las tres comisiones. A su vez, estas comisiones se
han visto complementadas por una serie de mesas redondas temáticas, en una de las cuales,
la relativa al trabajo infantil, tuve el gran honor de participar.
Debemos valorar nuestros esfuerzos conjuntos, pues el verdadero trabajo comenzará
una vez terminada la reunión de la Conferencia, y después de que todos hayamos disfrutado,
como cabe esperar, de unos días de descanso. Tenemos la responsabilidad colectiva de
convertir los objetivos de política de esta institución y los compromisos contraídos en
medidas concretas para los gobiernos, los empleadores y los trabajadores.
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¡Qué objetivos tan ambiciosos tenemos! La Declaración del Centenario de la OIT, que
fue discutida en la Comisión Plenaria y cuyo texto acabamos de adoptar, no es un documento
ordinario: es la brújula que guiará el rumbo de la OIT en los próximos 100 años. Como era
de esperar en el caso de un documento de alto nivel, lograr un resultado satisfactorio ha
requerido un gran esfuerzo, numerosas horas de trabajo e importantes concesiones por parte
de todos los mandantes. Queremos, pues, dar las gracias a todas las personas que han hecho
posible la finalización del texto.
Muy pronto durante la discusión, los delegados comenzaron a referirse a la Comisión
Plenaria como «the COW» (la vaca, en inglés) — si bien, en estos momentos, tengo una
duda, y me pregunto si la palabra no era «Donkey» (asno, en inglés). Pero no, era «COW»,
lo que encaja en el contexto, ya que estamos en Suiza. En cualquier caso, con tantos chefs
en los fogones y un animal tan grande que dominar, no es sorprendente que las negociaciones
se hayan alargado, mientras tratábamos de evitar que los ingredientes se desbarataran o que
terminásemos comiendo un filete crudo. Si bien es cierto que el resultado quizá no fue un
exquisito solomillo que merezca una estrella Michelin, hay que decir que tampoco nos
hemos contentado con hacer un simple picadillo con nuestra «COW».
La Declaración y la resolución marcarán el rumbo a seguir no sólo en el horizonte de
los próximos 100 años, sino también a corto y medio plazo. Nos sentimos muy satisfechos
de que se haya reconocido el papel que desempeña el sector privado como generador de
empleo y de trabajo decente. Aguardamos con entusiasmo que la OIT preste mayor atención
a los objetivos de aumentar la productividad, fortalecer las directrices de políticas y las
competencias, y luchar contra la informalidad. Los empleadores vamos a continuar
apoyando las tareas que lleva a cabo la OIT y participando en ellas.
En lo que concierne a la problemática de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo,
estamos extremadamente satisfechos de que la OIT haya adoptado un Convenio al respecto.
Siempre hemos tenido la meta de buscar un instrumento adecuado para erradicar este tipo
de comportamiento inaceptable. Durante los dos últimos años mantuvimos un intenso
debate, a veces incluso emotivo, acerca del modo de formular un convenio que fuera
equilibrado y que pudiera ser ampliamente ratificado y aplicado.
Nos complace que el texto del Convenio dé respuesta a la mayoría de las principales
inquietudes de los empleadores. Esto significa que hemos sentado las bases para el desarrollo
de políticas y para la acción mundial por parte de los gobiernos, los empleadores y los
trabajadores, con miras a acabar con la violencia y el acoso en el mundo del trabajo.
Sin embargo, en nuestra opinión, la Recomendación que complementa al Convenio no
ha conseguido verdaderamente el mismo resultado positivo, debido a las dificultades que
entraña su alcance, al carácter excesivamente prescriptivo de sus disposiciones y al hecho
de no mencionar de forma explícita a las personas LGTBI. Ahora bien, reconocemos que era
necesario hacer concesiones con el fin de alcanzar un acuerdo respecto del texto. Como mi
colega y nuestro portavoz, el Sr. Mdwaba, dice siempre, y, de hecho, recalcó de forma muy
apasionada durante las labores de la Comisión, «discriminación es discriminación».
El Convenio abarca adecuadamente a todos los trabajadores, y la Recomendación hace
referencia de forma general a los grupos vulnerables, de conformidad con las normas
internacionales del trabajo y relativas a los derechos humanos. Sin embargo, los dos años de
negociaciones con respecto al contenido de este Convenio han puesto también de relieve que
varios delegados continuaban atrapados en las redes de la homofobia y la transfobia. No es
algo que sea una total sorpresa para nosotros, pero este proceso normativo nos ha recordado
cuál es el desafío: garantizar que todos los trabajadores y todos los empleadores disfruten,
de verdad, de protección frente al acoso y la violencia en el trabajo.
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Permítanme volver la vista ahora a la labor de la Comisión de Aplicación de Normas.
Esta Comisión es una piedra angular de la Conferencia Internacional del Trabajo y, una vez
más, sus deliberaciones se llevaron adelante con un espíritu constructivo, como observamos
esta tarde en nuestro equipo. Esto es esencial con miras a poder limar las diferencias que han
surgido entre los mandantes tripartitos, y entre esta Comisión y la Comisión de Expertos.
A mi Grupo le complace sobremanera que este año la Comisión de Aplicación de
Normas tratara una lista reducida y equilibrada de 24 casos, entre ellos uno de progreso.
Concretamente, examinó 19 casos relativos a convenios fundamentales, tres a convenios
prioritarios y dos a convenios técnicos, teniendo siempre en cuenta el equilibrio regional y
el nivel de desarrollo de cada país.
Nos gustaría expresar nuestro reconocimiento a las numerosas personas que han
trabajado de forma incansable entre bastidores para que el evento siguiera su curso estas dos
últimas semanas. Entre ellas, figuran el tan entregado personal de la OIT, dirigido por su
Secretario General, Guy Ryder, el enorme equipo destacado al Palacio de las Naciones
Unidas, el personal de los servicios de comidas y, por supuesto, los intérpretes. Querríamos
también expresar nuestro agradecimiento a todos los líderes mundiales por haber asistido a
la reunión de la Conferencia y haber tomado la palabra ante todos nosotros. Ha sido un
verdadero «Quién es quién» de grandes personalidades mundiales, cuya participación ha
puesto en evidencia la relevancia de la OIT por ser la organización multilateral más singular
que existe en el mundo actual.
Por ello, en nombre de mi Grupo, el Grupo de los Empleadores, desearía asimismo
hacer extensivo mi agradecimiento al resto de mandantes y a los numerosos representantes
gubernamentales de los ministerios de trabajo, de las misiones permanentes en Ginebra y de
otras entidades de los gobiernos. Sin duda alguna, querríamos dirigir también nuestro más
sincero agradecimiento a las organizaciones de trabajadores por su pasión, su compromiso
y sus concesiones, que han sido, de hecho la clave de este mano a mano. A través de un
diálogo social sincero y con la voluntad de escuchar, hemos logrado resultados que guiarán
nuestro mundo laboral en el futuro. Por último, me gustaría también manifestar mi
agradecimiento por el apoyo inestimable que he recibido, durante toda esta reunión del
centenario de la Conferencia, de parte de la Organización Internacional de Empleadores
(OIE), de todo el equipo que constituía la secretaría del Grupo de los Empleadores, y del
equipo de ACT/EMP.
Quiero concluir mi intervención citando al Secretario General de la OIE, Sr. Suárez
Santos, quien la semana pasada, en el discurso que pronunció ante la plenaria, dijo lo
siguiente: «Después de un siglo, la unión entre empleadores, trabajadores y gobiernos sigue
siendo más pertinente que nunca. Avancemos juntos de la mano». Por ello, les pido que
acepten mi más sincero agradecimiento y les deseo un feliz viaje de regreso a sus hogares.
Sr. Dimitrov Vicepresidente trabajador de la Conferencia (original inglés)
Ha sido un honor para mí desempeñar el cargo de Vicepresidente trabajador durante la
reunión de la Conferencia del centenario de la Organización, en la que celebramos un
movimiento — no sólo de la Organización, sino un movimiento mundial — que lleva cien
años luchando por la justicia social, como dijo el Primer Ministro de Noruega al comienzo
de esta reunión de la Conferencia.
Por lo que respecta al Grupo de los Trabajadores, celebramos la adopción de un
instrumento normativo en forma de convenio y recomendación sobre la eliminación de la
violencia y el acoso en el mundo del trabajo, tras un paréntesis de ocho años durante los que
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no se aprobó ningún instrumento nuevo, y de la Declaración del Centenario de la OIT, que
recoge el compromiso tripartito con la justicia social.
La Comisión de Aplicación de Normas ha demostrado una vez más que disponemos de
un sistema de control saludable, objetivo y sólido para adentrarnos en el nuevo siglo de vida
de la Organización. En los instrumentos negociados se reconoce el derecho de toda persona
a un mundo del trabajo libre de violencia y acoso, y los gobiernos se comprometen a adoptar
y aplicar, en consulta con las organizaciones de empleadores y de trabajadores, un enfoque
inclusivo, integrado y que tenga en cuenta las consideraciones de género para prevenir y
eliminar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Gracias a un enfoque orientado al
futuro, en los instrumentos se reconocen los efectos de la violencia doméstica en el mundo
del trabajo y se sugieren las medidas que deberían adoptarse para mitigar su impacto. Ahora
invitamos a todos los gobiernos a que ratifiquen este convenio histórico.
El Grupo de los Trabajadores hubiera deseado que se adoptara una Declaración del
Centenario más visionaria y ambiciosa. Aun así, estamos decididos a colaborar con los
gobiernos y los empleadores para configurar un futuro del trabajo que haga realidad la visión
fundadora de la OIT respecto de la justicia social en el siglo XXI.
Acogemos con agrado la clara afirmación de que todos los trabajadores, con
independencia de su modalidad contractual, deberían disfrutar de un nivel mínimo de
protección laboral: una protección fiable y garantizada que impida que el trabajo se convierta
en una mercancía.
Este nivel mínimo de protección laboral incluye el respeto de los derechos
fundamentales, un salario mínimo adecuado y límites máximos al tiempo de trabajo, esto es,
una organización del tiempo de trabajo que sea tan flexible como los trabajadores quieran,
puesto que algunos gobiernos quieren tener flexibilidad, pero con un límite máximo de horas
de trabajo. Recordemos que el 36 por ciento de la fuerza de trabajo mundial trabaja más de
48 horas por semana y, en la mayoría de los casos, no de manera voluntaria, por lo que este
nivel mínimo de protección laboral que queremos realmente ver debería abarcar también la
seguridad y salud en el trabajo. Asimismo, apoyamos firmemente y acogemos con
satisfacción el compromiso tripartito de incluir condiciones de trabajo seguras y saludables
como un derecho fundamental adicional.
La singularidad de la OIT reside en su naturaleza tripartita, su sistema normativo y su
objetivo central de justicia social, que es una piedra angular de una paz duradera. La
promoción, la defensa y la aplicación, en la legislación y en la práctica, de la libertad sindical
y de asociación y de la negociación colectiva han sido y deben ser los pilares de la labor de
la OIT durante los próximos cien años.
El Grupo de los Trabajadores asistió a esta reunión de la Conferencia, guiado por la
Declaración de Filadelfia, con el objetivo de abordar las tareas pendientes en el contexto de
un mundo del trabajo que está cambiando. Nuestro compromiso se ha traducido en una
participación activa en las comisiones, en las discusiones temáticas y en las fructíferas
conversaciones mantenidas durante la reunión de la Conferencia. Para cada uno de nuestros
delegados es un honor estar aquí en representación de sus mandantes, que les han
encomendado la defensa de los intereses de los trabajadores.
Estamos celebrando el centenario de la OIT aquí en Ginebra. Algunos han empezado a
hablar de agujeros negros, vacas, osos, asnos y otros muchos animales, pero no debemos
olvidar a las personas. Todos deberemos regresar a casa para hacer frente a nuestras
realidades y responder a los miembros de nuestras organizaciones: personas trabajadoras
que, en muchos casos, enfrentan los mismos problemas, esto es, condiciones de trabajo
indignas, con salarios y horas de trabajo indecentes, y la denegación o el menoscabo de su
derecho de sindicación y de negociación colectiva. Por tanto, estamos aquí para seguir
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trabajando juntos en defensa de todos los trabajadores y para asegurarnos de que puedan
disfrutar plenamente de sus derechos.
En estos cien años se ha hecho mucho, pero todavía queda mucho por hacer. Como han
señalado numerosos jefes de Estado de forma firme y clara, las crecientes desigualdades —
sobre todo de ingresos entre personas y entre naciones — son el principal desafío que pone
en peligro el tejido social de las sociedades y los valores democráticos.
En su discurso de apertura hace dos semanas, el Sr. Mdwaba dijo que el informe de la
Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo no constituía la última palabra de la OIT
sobre el futuro del trabajo. En el informe se ponen de relieve muchos otros desafíos y
desigualdades que la OIT debería tratar y que, a mi parecer, el Consejo de Administración
debería tener en cuenta a fin de ofrecer orientaciones adecuadas sobre la manera de abordar
esta cuestión más a fondo.
La OIT es el baluarte de la justicia social y, para proseguir la excelente labor que lleva
realizando desde hace un siglo, esta Organización debe tomarse muy en serio la lucha contra
las desigualdades como trasfondo de los desafíos que el futuro del trabajo tiene ante sí.
Hemos de abordar conjuntamente el problema de las desigualdades de ingresos, si queremos
una paz duradera. Hemos de apoyar a la OIT en sus esfuerzos por liderar la iniciativa de
promover la coherencia de las políticas en el sistema multilateral y de situar el trabajo
decente en el centro de la agenda mundial, si queremos frenar el auge del populismo y del
proteccionismo. Hemos de lograr que la libertad sindical y de asociación y la negociación
colectiva sean las principales herramientas para abordar las desigualdades.
No resolveremos las desigualdades con caridad, sino con una verdadera redistribución
de la riqueza. Ésta es la verdadera solución. No resolveremos las desigualdades con una
súplica colectiva, sino con la negociación colectiva que, en el informe de la Comisión
Mundial, se define acertadamente como un bien público. Estimados amigos, ¡el bien público
es la negociación colectiva! Tenemos que abordar la desigualdad, y no la resolveremos si no
contamos con una garantía laboral universal que incluya un salario vital adecuado, igualdad
de remuneración por un trabajo de igual valor y una protección social universal. Sólo
podremos compartir los frutos de la prosperidad y allanar el camino hacia un desarrollo
sostenible si hacemos realidad el trabajo decente en las cadenas mundiales de suministro.
Los motores del cambio en el mundo del trabajo no nos arredran. Somos optimistas por
naturaleza; de lo contrario, no estaríamos aquí luchando por un futuro mejor. Hemos
planteado aquí el concepto de una transición justa. Ahora queremos que se convierta en una
realidad y una práctica, para avanzar gradualmente en este proceso de gran transformación
que debemos recorrer, para hacer frente al cambio climático y a la digitalización y, como ha
dicho alguien antes que yo, para ser dueños de nuestros propios destinos. Insistimos en que
todos los trabajadores deben tener los mismos derechos como punto de partida de cualquier
conversación sobre la forma de abordar los cambios demográficos.
Para concluir, quiero dar las gracias a todos los trabajadores que han participado en la
preparación, la organización y el desarrollo de esta reunión del centenario, en particular a la
Confederación Sindical Internacional (CSI) y a la Oficina de Actividades para los
Trabajadores (ACTRAV). Nuestro compromiso está claro. Queremos una OIT más fuerte
en el próximo siglo.
Como hemos dicho en innumerables ocasiones durante esta reunión de la Conferencia
y en las calles de Ginebra el lunes pasado, ya es hora de establecer para el próximo siglo un
nuevo contrato social que incluya de forma definitiva el derecho internacionalmente
reconocido a la huelga. Este nuevo contrato social es indispensable para restablecer la
confianza y el respeto mutuo en el mundo.
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Sra. Izata Vicepresidenta gubernamental de la Conferencia (original inglés)
Hace dos semanas que se inauguró la 108.ª reunión de la Conferencia Internacional del
Trabajo y cien años que dio comienzo el largo viaje de la OIT. Un viaje en que gobiernos,
empleadores y trabajadores han trabajado incansablemente y mano a mano por los resultados
que hoy disfrutamos. Permítanme rendir homenaje a todos los jefes de Estado y de Gobierno,
primeros ministros, vicepresidentes, ministros del trabajo de los Estados Miembros, y
representantes de los trabajadores y de los empleadores que hicieron un hueco en sus
apretadas agendas para celebrar con nosotros el centenario de uno de los organismos
multilaterales más importantes y exitosos de todos, que sigue siendo una organización
singular, máxime en la difícil coyuntura socioeconómica que atraviesa el mundo de hoy.
De entrada recordaré algunas declaraciones que se han pronunciado en este pleno y
que, desde luego, deberían guiarnos en el próximo decenio. Citaré en particular a la Primera
Ministra de Barbados, Sra. Mottley, según la cual los principios que nos aconsejan respetar,
por encima de todo, la dignidad del trabajo y el trabajo decente, y compartir de manera justa
y equitativa no sólo las cargas sino también los beneficios del trabajo, son las únicas
constantes que realmente podemos garantizarnos en los diez, veinte, treinta, cincuenta o cien
próximos años. También citaré al Secretario General de las Naciones Unidas, quien esta
misma mañana aseguró que el sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo necesita
una OIT pujante como pieza fundamental del sistema de las Naciones Unidas.
En este mismo sentido, y recordando las discusiones mantenidas a los largo de las
reuniones, me referiré primero a la Comisión de Aplicación de Normas, espina dorsal de
la OIT. Reafirmamos el examen de sus métodos de trabajo y la discusión de los aspectos
generales de la aplicación de los convenios, lo cual ha permitido adoptar recomendaciones
importantes e insistir en que los Estados Miembros deben cumplir sus obligaciones de
conformidad con la Constitución de la OIT. Como sabemos, la Comisión ha examinado unos
24 casos sobre la aplicación de convenios ratificados, con base en las observaciones
incluidas en el informe de la Comisión. Los gobiernos invitados a presentar información
sobre sus casos individuales lo hicieron a la luz de sus circunstancias particulares, tras lo
cual se formularon recomendaciones y se hicieron ofrecimientos de asistencia técnica. La
adopción de un convenio sobre la erradicación de la violencia y el acoso en el mundo del
trabajo que motivó fructuosos debates en la Comisión normativa sobre la violencia y el acoso
en el mundo del trabajo contribuirá a subsanar la ausencia de normativa internacional sobre
el particular; muchos Estados Miembros tendrán sin duda la posibilidad de transponer el
instrumento en su legislación nacional. Esperamos que los mandantes tendrán así mayor
capacidad para aplicar las buenas prácticas derivadas del Convenio.
Finalmente, estamos convencidos de que la adopción de la Declaración del Centenario
de la OIT permitirá a la Organización seguir contribuyendo a la justicia social, a la paz y a
la promoción de la igualdad entre Estados, y ayudar a los Estados Miembros a lidiar con los
cambios registrados en el mundo y los nuevos retos sociales que éstos generan. Sin embargo,
esos principios sólo podrán cumplirse cabalmente si todas las regiones se hallan
representadas en pie de igualdad en los órganos de decisión y si ningún Estado Miembro
queda rezagado en este proceso de democratización y gobernanza de la OIT.
El mundo del trabajo afronta hoy cambios sin precedentes y tecnologías nuevas que
obligarán a muchos de nosotros a repensar y crear alternativas novedosas. Con esta
perspectiva, la OIT ha definido y propuesto, por conducto de la Comisión Mundial sobre el
Futuro del Trabajo, instituida en 2017, medidas para reducir y aprovechar las
transformaciones que el mundo del trabajo experimenta en la actualidad. Aguardamos con
sumo interés futuros intercambios de opiniones, ideas y experiencias a este respecto.
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Ahora les ruego me concedan un minuto para agradecer a la Embajadora del Perú, Sra.
Alfaro Espinosa, Presidenta del Consejo de Administración, el exhaustivo informe que
presentó sobre el período 2018-2019, durante el cual logró suscitar un consenso tripartito
sobre algunos asuntos penosamente complejos.
Éstas son mis modestas impresiones acerca de la Conferencia, a la que estoy orgullosa
de haber servido.
En conclusión, deseo felicitar a cuantos participaron en la reunión de la Conferencia
del centenario por los resultados cosechados.
Sr. Ryder Director General de la Organización Internacional del Trabajo y Secretario General de la Conferencia (original inglés)
En este año del centenario, varias veces me pregunté qué podría decirles desde esta
tribuna, al término de esta señalada reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo.
Seguro que ustedes comprenderán por qué: las metas que nos fijamos para esta reunión de
la Conferencia eran sumamente ambiciosas. Creo que todos sabemos cuán importante era
que esta reunión de la Conferencia fuera todo un éxito; importante para nuestra
Organización, y también para aquellos a quienes servimos. ¿Por qué digo esto? Porque en
este año del centenario somos centro de atención, por primera vez desde hacía mucho
tiempo. La gente se fija en nosotros, nos escucha y se hace varias preguntas. Desea saber si
esta Organización es verdaderamente capaz de aportarle las respuestas creíbles que necesita
y exige sobre su vida laboral presente y futura. ¿Puede la gente esperar de la OIT que
construya el futuro laboral realmente deseado, teniendo en cuenta todas las preocupaciones
y oportunidades que existen allí afuera?
Y, más allá de estas consideraciones, ¿seremos capaces de expresar nuestras posturas
respectivas y nuestros intereses diversos en busca de un consenso entre todos, y de demostrar
así, una vez más, que el diálogo social es y sigue siendo indispensable para adoptar las
decisiones acertadas sobre el mundo del trabajo? ¿Seremos lo bastante fuertes y rigurosos
para seguir velando por la aplicación del imperio del derecho internacional del trabajo
mediante nuestros mecanismos de control? ¿Seremos también capaces de seguir
desarrollando nuestro corpus normativo cuando tan obviamente necesario resulta hacerlo?
¿Lograremos ser también, en este año del centenario y en estos tiempos que el Secretario
General calificó esta misma mañana de «era del desencanto», un ejemplo de cómo el sistema
multilateral, nacido en la OIT y construido a partir de ella, es capaz de dar respuestas a los
desafíos mundiales que afrontamos todos juntos? ¿Qué hemos hecho para contestar estos
interrogantes? ¿Qué ha oído y visto realmente el mundo de cuanto hemos realizado durante
estas dos semanas pasadas en Ginebra?
En primer lugar, y como ya se ha dicho, la reunión de la Conferencia de este año ha
tenido el honor de recibir a nada menos que 34 jefes de Estado y de Gobierno, lo cual me
parece harto revelador del respeto que nuestra Organización inspira y de lo mucho que los
líderes mundiales esperan de todos nosotros. Ahora bien, más significativos aún que el
número de dirigentes presentes en esta reunión me han parecido los mensajes que éstos nos
han transmitido: unos mensajes de apoyo, de confianza, de expectación y, desde luego, de
inmensa esperanza en la Organización Internacional del Trabajo. Si otras personas depositan
su confianza y sus expectativas en esta Organización, nosotros y los mandantes de la OIT
no podemos sino compartir esa fe y esa ambición, y seguir avanzando para alcanzar los
objetivos esperados.
El Secretario General de las Naciones Unidas declaró esta misma mañana, y es
importante destacarlo, que la OIT es, gracias a su estructura tripartita, una organización que
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se adelantó a su tiempo. También nos manifestó su confianza dejando bien sentado que,
como organización pionera en reunir a gobiernos, trabajadores y empleadores, en virtud de
su centenario contrato social, la OIT está llamada a desempeñar un papel primordial en la
puesta en práctica de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Con la extraordinaria presencia de personalidades tan ilustres como el Director General
del Fondo Monetario Internacional, el Director General de la Organización Mundial del
Comercio, el Alto Comisario de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Alto
Comisario de las Naciones Unidas para los Refugiados, nosotros, parlamento mundial del
trabajo, hemos acudido en masa este año. Han venido un poco más de 6 300 participantes,
178 Estados Miembros de los 187 que integran la Organización, y 162 ministros. Todas estas
cifras, que para nosotros constituyen ciertamente un récord histórico, son ante todo reflejo
de la energía y la confianza que animan a la OIT, una organización dinámica que goza de la
adhesión y de la determinación entusiasta de sus Miembros. Soy sin embargo consciente de
que, en una reunión de la Conferencia en que se han mencionado consideraciones de
productividad, lo verdaderamente importante no es el número de personas que intervienen
para realizar una labor, sino los resultados de la misma.
¿Qué hemos logrado? Bueno, esta mañana vimos cómo, en una atmósfera de
comprensible euforia, se adoptaban un convenio y una recomendación sumamente
importantes sobre una cuestión de extremada trascendencia: el atentado contra la integridad
de la persona que constituyen la violencia y el acoso en el trabajo. No se adoptaba un
convenio desde 2011. Considero importante que se mantengan las funciones normativas de
la OIT y que en esta reunión del centenario demostremos nuestra disposición, nuestra
capacidad y nuestra voluntad para continuar en esa línea. Esta tarde adoptamos la
Declaración del Centenario, sobre la que me extenderé algo más dentro de un momento. Al
comienzo de esta semana se aprobó, con relativa serenidad, el proyecto de Programa y
Presupuesto para 2020, que supone un leve aumento de nuestros recursos reales. Un aumento
ciertamente «leve», pero que significa un esfuerzo importante de nuestros Estados
Miembros, el cual aprecio y agradezco en su justo valor. Y, en efecto, tal como anuncié en
la sesión inaugural, realizamos nuestra labor de control que, sin ser la parte más fácil del
trabajo de la OIT, representa sin duda una de sus dimensiones más importantes.
Después de cuanto se ha dicho esta tarde, permítaseme formular un par de comentarios
breves. En primer lugar, siempre que es preciso reorganizar, modificar o mejorar las
actividades normativas de la OIT, no dudamos en hacerlo. Una de las iniciativas adoptadas
para el centenario, y realizada con gran asiduidad, es la que consiste en revisar nuestras
normas y la manera de controlarlas, así como en introducir las mejoras necesarias.
En segundo lugar, y con independencia de las críticas que en su momento pudiera
suscitar la OIT al controlar sus normas, nunca olvidemos que las mayores hazañas de esta
Organización son fruto de la perseverancia y el rigor, ambos derivados de nuestro sistema
de control. No me parece pues concebible que la OIT sea diferente en el futuro.
En cuanto a la recién adoptada Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del
Trabajo, 2019, es verdad que ha motivado varios comentarios. A mi juicio, contamos con
una Declaración sumamente potente que puede hacernos avanzar, pues nuestra labor sobre
el futuro del trabajo no termina con esta reunión histórica. Como ya se ha dicho, lo que
adoptamos hoy es una hoja de ruta, una brújula que orientará la acción futura de la OIT,
porque el futuro del trabajo es también el de nuestra Organización. Durante la negociación
de esta Declaración he aprendido que lo que para una persona puede ser una visión de futuro,
una ambición y una necesidad, para otra puede representar un imposible, una utopía, una
quimera. Tal es la naturaleza del diálogo social y por ello hemos llegado a la Declaración
que ahora tenemos. Con todo, avanzaremos sobre la base de su texto y de la resolución que
la acompaña, primero para elaborar las propuestas de Programa y Presupuesto en noviembre,
y después para guiar a la Organización en la dirección que ustedes nos han señalado.
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Según sigamos avanzando, deberemos tener presente una enseñanza de esta reunión y,
a decir verdad, de todas las reuniones anteriores: que los progresos, los logros y a veces los
fracasos dependen enteramente de nuestra capacidad de participar de manera constructiva
en el diálogo social, de escuchar y de hablar, de contrastar nuestras opiniones con las de los
demás, y de ser fieles al contrato social del tripartismo en favor de la justicia social.
Esta es la fórmula que nos ha permitido avanzar en esta reunión de la Conferencia, pese
a los altibajos. Unos altibajos algo parecidos a los del tiempo que hizo en Ginebra estos días,
con intervalos soleados y tormentas un tanto violentas que, sin embargo, no nos han
impedido llegar a buen puerto.
Y con este talante seguiremos avanzando. Todos, el personal y los mandantes, hemos
tenido la suerte de participar en esta reunión histórica del centenario. Creo que hemos sido
muy afortunados, por más de un concepto. Todos podemos decir que, además de estar
presentes, asumimos nuestra responsabilidad de convertir esta reunión de la Conferencia en
un éxito, a la medida de la misión que se nos había confiado. Por todo ello, les doy las gracias
y les felicito.
El Presidente (original francés)
Quisiera agradecerles por haberme concedido el gran honor de presidir la reunión de la
Conferencia del centenario de la Organización.
La Conferencia de la OIT es el parlamento mundial del trabajo. Su reunión ofrece una
ocasión única para que los gobiernos y los interlocutores sociales discutan sobre cuestiones
sociales y de trabajo decente, contexto en el que las normas internacionales del trabajo
desempeñan un papel fundamental. Cien años después de la creación de la OIT, en las
circunstancias actuales de la globalización y la digitalización de la economía, esos
intercambios tripartitos son más importantes que nunca. Es por ello que me gustaría
comenzar expresando mis agradecimientos y reconocimiento a todos los delegados y
consejeros técnicos tripartitos, pues, sin su valiosa labor, la reunión de la Conferencia no
suscitaría los efectos que tiene. En realidad, el buen funcionamiento de la Conferencia es
también el resultado de una preparación perfecta, una organización meticulosa y la
colaboración entre todos los equipos.
El sistema de control de las normas internacionales del trabajo funcionó correctamente,
en un espíritu de diálogo social tripartito y de acuerdo con su finalidad de promover y hacer
respetar los convenios ratificados.
Hemos adoptado un Programa y Presupuesto sólido y operativo que permitirá a la OIT
seguir cumpliendo su mandato de promoción de la justicia social a favor de la paz.
En los foros temáticos se debatieron cuestiones esenciales para el futuro de nuestras
sociedades, del trabajo y de nuestras economías respectivas.
Las deliberaciones sobre la Memoria del Director General, el informe de la Comisión
Mundial sobre el Futuro del Trabajo y el Informe de la Presidenta del Consejo de
Administración fueron enriquecedoras.
El 14 de junio de 2019, la Conferencia expresó su solidaridad con la causa de las
mujeres en Suiza y en el mundo. Acojo con satisfacción ese compromiso y esa toma de
conciencia, que demuestran que el multilateralismo y la solidaridad no son sólo palabras,
sino también hechos.
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Asimismo, deseo destacar el buen desarrollo de estas dos semanas de trabajo intenso y
manifestar al respecto mis sinceros agradecimientos y profunda gratitud a los
Vicepresidentes de la Conferencia, la Embajadora Izata, la Sra. Mugo y el Sr. Dimitrov. Me
gustaría también dar las gracias al Secretario General de la Conferencia, Sr. Guy Ryder,
Director General de la OIT, y a los miembros de la dirección general. También agradezco
cordialmente a todos los funcionarios de la Oficina, en especial a todo el equipo de asistentes
que la Secretaría puso a mi disposición, así como a los encargados del protocolo que me
acompañaron a lo largo de esta maravillosa aventura.
No me alcanzan las palabras para expresar toda mi gratitud al equipo de protocolo de
la OIT. Organizar las visitas de alto nivel que hemos tenido el honor de recibir, y acoger a
las personalidades y altos dignatarios son tareas que exigen un arduo trabajo. Todavía esta
mañana pensaba en ello, mientras recordaba una conversación que sostuve hace algún
tiempo en este mismo lugar con la Sra. Juvet-Mir, a quien saludo. En esa oportunidad,
llegamos a la conclusión de que el cronograma de visitas y la programación de las
actividades de un día dado sólo son definitivos cuando esas visitas o actividades han llegado
a su fin. Antes, cualquier cosa puede suceder. Pero creo que en este caso podemos afirmar,
con absoluta certeza, que todo ha funcionado como un reloj. Esto es bueno para la
Organización, es bueno para nosotros, pero también es bueno para realzar la imagen de la
institución.
Agradezco afectuosamente a los traductores e intérpretes por su labor, así como a los
servicios de seguridad del Palacio de las Naciones Unidas y de la OIT y a los equipos de
servicio técnico y de distribución. Me gustaría ahora dirigirme a la delegación de mi país:
Suiza. Agradezco particularmente al jefe de la delegación tripartita suiza, Sr. Zürcher, de la
SECO, y a los demás delegados por haberme apoyado y acompañado con entusiasmo y
dedicación. Doy también las gracias a los representantes de la Misión Permanente de Suiza
ante las Naciones Unidas en Ginebra, así como a mis colegas de Présence Suisse, que
contribuyeron a que la recepción que organizamos fuera un éxito, como ustedes pudieron
apreciar.
Por último, quisiera agradecer al Consejo Federal de Suiza por haber depositado en mí
toda su confianza y porque dos de sus miembros nos honraron con su presencia durante la
reunión de la Conferencia.
Probablemente, no he mencionado a muchas personas que participaron en esta reunión
de la Conferencia y a las que debería haber dado las gracias también. Les pido disculpas por
esa omisión, pero tengan la certeza de mi más profundo agradecimiento.
Este año, las deliberaciones se centraron específicamente en las cuestiones del futuro
del trabajo y en la lucha contra la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Las
intervenciones de las eminentes personalidades que honraron la reunión de la Conferencia
con su presencia permitieron tomar conciencia de los desafíos y oportunidades actuales y
futuros en el mundo. Me atrevo a afirmar que juntos hemos alcanzado los ambiciosos
objetivos que nos habíamos fijado. Adoptamos la Declaración del Centenario a fin de
fortalecer la presencia y el mandato de la OIT de cara al futuro y de hacer de la justicia social
una realidad basada en los valores fundamentales de la Organización. Además, el nuevo
Convenio y la nueva Recomendación reflejan la voluntad de los mandantes tripartitos de
la OIT de erradicar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo. Confío en que el
Convenio será ampliamente ratificado.
La OIT y, singularmente, la Conferencia durante estas dos semanas de la reunión del
centenario, han contribuido al fortalecimiento y el desarrollo del multilateralismo desde
Ginebra. Un multilateralismo que sitúa a las mujeres y a los hombres en el centro de sus
esfuerzos. Estructurada según un formato especial y portadora de un significado muy
particular, esta reunión de la Conferencia, que hoy llega a su fin, ha habilitado a la OIT para
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perpetuar su compromiso con la justicia social en la perspectiva de lograr la paz universal,
en un mundo del trabajo cada vez más humano. Esta reunión ha mostrado además que la OIT
es la única organización internacional capaz de congregar a los actores de la economía real
para configurar el mundo del trabajo sin dejar a nadie de lado. No tengamos miedo de
afirmarlo: esta reunión de la Conferencia hará historia, tal como la creación de la OIT marcó
una nueva era de justicia social hace cien años. El multilateralismo y el tripartismo son las
piedras angulares de nuestra labor. Sin ellos, la OIT no podría seguir estableciendo
condiciones generales de ámbito internacional para lograr la equidad en las relaciones
económicas y sociales. Sin ellos, los principios y derechos fundamentales en el trabajo no
podrían influir de manera positiva y sostenible en el bienestar social de todos los países del
mundo. Sin ellos, no seríamos capaces de generar la confianza, o más bien restituirla, en
torno a un modelo económico, social y ecológicamente responsable.
Efectivamente, la reunión de la Conferencia ha terminado, pero nuestro trabajo no.
Las eminentes personalidades que nos honraron con su presencia nos han encomendado
también la tarea de velar por el seguimiento y la aplicación de los compromisos contraídos
durante esta reunión de la Conferencia y también en el curso de los últimos cien años, tanto
a nivel nacional como internacional. Les deseo, pues, valor, tenacidad y éxito en el
cumplimiento de esta tarea en el futuro. Les deseo asimismo un feliz viaje de regreso a sus
países, y a todos les digo simplemente: muchas gracias.
Sr. Ryder Director General de la Organización Internacional del Trabajo y Secretario General de la Conferencia (original inglés)
Como habrán podido apreciar ustedes en esta reunión de la Conferencia, la OIT es una
Organización moderna, que se ajusta a los nuevos tiempos, cambia y demuestra su capacidad
de adaptación. Sin embargo, también es una Organización con tradiciones, entre las cuales
destaca sin duda, no me atrevo a decir que desde hace un siglo, pues no llevo tanto tiempo
aquí, pero sí cuando menos desde hace varios decenios, la de obsequiar al Presidente de la
Conferencia, al final de la reunión, con el símbolo de su autoridad: el mazo con el que dirigió
los debates. Debo decir, estimado Jean-Jacques, que usted ha desempeñado su cargo con
suma diplomacia y nos ha llevado a buen puerto con absoluta puntualidad, tras varios días
de intensa actividad.
Ya señalé al principio que la decisión de encomendar al Embajador Elmiger la
presidencia de esta reunión de la Conferencia es testimonio del lugar que Suiza ocupa en
la OIT, de la que es Estado anfitrión, cosa que le agradecemos en grado sumo. Sin embargo,
Jean-Jacques, esa decisión es también testimonio de la función que usted cumple
personalmente en esta Organización desde hace muchos años. Si no me equivoco, debe de
llevar usted aquí tanto tiempo como cualquiera de los aquí presentes, pues creo que está con
nosotros desde principios de los años ochenta. De mi experiencia en la OIT también colijo
que su presencia fue siempre permanente y harto influyente. Finalmente, también me consta,
no sólo porque ya hemos hablado de ello en estos términos, sino también por haberle
observado en el desempeño de su cargo, lo mucho que usted se identifica con los valores y
objetivos de la OIT.
Veo que este mazo tiene exactamente el mismo tamaño que el que entregamos todos
los años. Es verdad que en este año del centenario podríamos haberle obsequiado con uno
más grande y ornamentado pero, en fin, lo importante es que los manuales de historia
recuerden que usted, Jean-Jacques Elmiger, presidió la reunión del centenario de la
Conferencia Internacional del Trabajo. Merci, Jean-Jacques.
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El Presidente (original francés)
Quisiera expresar mi agradecimiento al Secretario General de la Conferencia. Utilizo
este mazo para declarar clausurada la 108.ª reunión de la Conferencia Internacional del
Trabajo.
(Se levanta la sesión y se clausura la 108.ª reunión de la Conferencia Internacional del
Trabajo a las 19.40 horas.)