Date post: | 14-Jun-2015 |
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SINDROME TOXICO MINERAL
INTRODUCCIÓN
Los minerales son compuestos químicos, en los que se encuentran presentes todos los elementos
naturales, y por lo tanto su manipulación en un yacimiento o en una colección presenta los riesgos
generales inherentes a la manipulación de cualquier producto químico. Afortunadamente el
coleccionismo de minerales se extiende cada día más, pero también son cada día más las personas,
incluidos niños, que están en contacto con materiales potencialmente peligrosos sin saberlo. Una
actitud sin temores exagerados, pero también con algunas precauciones, es sin duda la adecuada.
En estas páginas se indican los principales riesgos que presentan los minerales. Debe tenerse en
cuenta que la lista de minerales peligrosos no es exhaustiva, por lo que el que un mineral no sea
mencionado aquí no significa en absoluto que sea inofensivo. El conocimiento de su composición
permitirá en general formarse una idea acerca de sus propiedades.
Ya en el siglo XVI, el alquimista Paracelso, el primero que describió un método para el
aislamiento del arsénico, sostenía que "sólo la dosis hace el veneno". En cantidades grandes,
cualquier substancia representa un riesgo. La halita, la vulgar sal de cocina, puede causar la
muerte de una persona que ingiera, de una vez, la cantidad que corresponde al tamaño de un
ejemplar no muy grande de colección, y sin embargo no se la considera habitualmente un mineral
venenoso. Esto debe tenerse en cuenta cuando se examinan las listas de substancias que se
consideran como un riesgo para la salud en la industria. La misma halita, el talco o el carbonato
cálcico están considerados materiales con riesgo. Las cantidades que maneja un coleccionista de
minerales, y la forma en que lo hace, no son equivalentes, y por lo tanto tampoco lo son los
peligros que corre.
En la mayoría de los casos, además de la toxicidad propia de los elementos químicos
constituyentes del mineral, debe tenerse en cuenta su solubilidad. Para que un elemento ingerido
pueda resultar efectivamente tóxico es necesario que se absorba en el tubo digestivo, y para eso
debe estar en forma soluble. Por ejemplo, la witherita, (carbonato de bario), se disuelve en el
medio ácido del estómago y el bario, elemento muy tóxico, pasa al organismo. La baritina, (sulfato
de bario) es extremadamente insoluble, y por tanto prácticamente inofensiva, utilizándose por
ejemplo en medicina como contraste en radiografías del aparato digestivo. También depende del
estado de agregación del mineral. Un ejemplar pulverulento se disolverá siempre más fácilmente
que uno compacto o que un cristal.
Desde el punto de vista del riesgo para los niños hay que tener en cuenta así mismo el aspecto
atractivo del mineral, que tenga colores vivos, o que pueda confundirse con una golosina, así
como la menor dosis necesaria para causar un efecto peligroso.
Minerales venenosos
Los minerales de arsénico son los más importantes de entre éstos, tanto por su abundancia como
por su elevada toxicidad, y siempre deben manejarse con precaución. Todos aquellos que son
solubles, como los óxidos y los arseniatos de metales alcalinos y algunos de los alcalinotérreos son
muy peligrosos, deben manejarse con extremo cuidado y no dejarse nunca al alcance de niños.
Entre estos minerales están la arsenolita, claudetita (poco más de 100 miligramos de cualquiera de
ellos pueden causar la muerte), farmacolita, picrofarmacolita, weilita, bukowskita, guerinita,
haidingerita, rauenthalita, hoernesita, mcnearita.
Al disminuir la solubilidad, disminuye el riesgo, pero otros arseniatos, como la escorodita, eritrina
o annabergita, y sulfuros como oropimente y rejalgar, exigen aún adoptar ciertas precauciones. En
el extremo de la escala de peligrosidad de los minerales con arsénico están minerales como el la
arsenopirita (mispiquel) o la mimetita, con los que basta el sentido común. Aún así, siempre
teniendo en cuenta que se trata de minerales de arsénico.
Debe tenerse en cuenta también la presencia de minerales peligrosos "camuflados". Por ejemplo,
la alteración por la acción de la luz del rejalgar produce óxidos de arsénico, así como la oxidación
del arsénico nativo, y ya hemos dicho que su solubilidad los hace muy peligrosos. La arsenopirita,
al aire libre en las escombreras o expuesta al agua en las galerías mineras, se altera fácilmente,
formando una costra que incluye arseniatos más o menos solubles. Por lo tanto debe tenerse
cuidado especialmente con los materiales de escombreras que contienen minerales de arsénico (no
sólo filones de sulfuros; el mispíquel abunda también en algunas pegmatitas), no comiendo ni
fumando sin lavarse antes las manos.
Son especialmente peligrosos los antiguos hornos de tostación y sus chimeneas, conductos, etc.,
que pueden estar recubiertos de una gruesa capa de óxidos de arsénico. En algunas escombreras o
minas de carbón en las que se ha producido una combustión espontánea pueden aparecer también
óxidos o sulfuros de arsénico.
El antimonio es un pariente próximo del arsénico. Aunque es menos venenoso, debe tenerse
cuidado especialmente con los minerales pulverulentos llamados a veces ocres de antimonio,
producto de alteración sobre todo de la estibina. Entre ellos están la cervantita, senarmontita,
estibiconita, bindehimita y otros, que abundan en las escombreras de las minas de antimonio.
Estos minerales representan un riesgo adicional cuando los ejemplares de antimonita se tratan con
ácidos para eliminar la calcita que la acompaña, y a veces engloba completamente los cristales. En
primer lugar se forman compuestos de antimonio solubles y venenosos. Pero además puede
formarse el hidruro de antimonio, un gas muy tóxico. Este compuesto se forma en presencia de
metales atacables por el ácido que se está usando, como por ejemplo el hierro, por lo que nunca
deben emplearse objetos metálicos (recipientes, pinzas, etc.) cuando se limpien con ácido
minerales de antimonio. El bismuto, tercer miembro de esta familia, no suele representar un riesgo
serio debido a su relativamente baja toxicidad y la insolubilidad de sus minerales.
Como ya se ha dicho antes, la solubilidad es decisiva en el caso del bario. Los minerales solubles,
como la witherita, alstonita y baritocalcita pueden ser peligrosos, sobre todo en forma
pulverulenta. Lo mismo sucede con los fluoruros. La villiaumita es muy venenosa, y su color rosa
y su exfoliación hacen que un niño pueda confundir ciertos ejemplares con un caramelo. Una
pieza de ese tamaño puede resultarle mortal. La fluorita, en cambio, no requiere evidentemente
ninguna precaución especial en su manejo.
Los minerales solubles de hierro y cobre, como la calcantita y melanterita, son relativamente
venenosos, y de hecho causan intoxicaciones de niños con cierta frecuencia, probablemente al
confundir sus cristales (artificiales en la mayor parte de los casos) con caramelos. La calcantita es
especialmente peligrosa, ya que tiene un sabor metálico dulzón que no resulta especialmente
desagradable, así como la melanterita. Este último material (de origen artificial) es una de las
causas importantes de intoxicaciones infantiles en Estados Unidos. Otros minerales de hierro son
menos tóxicos y en muchos casos su sabor es suficientemente repugnante como para que la
cantidad ingerida, y el riesgo corrido, no resulte muy grande.
Un científico especialista en alimentos escribió una vez que, a dosis excesivas, todo puede resultar
nocivo, incluso el amor de una madre. Lo mismo puede decirse de la halita, silvina, carnalita,
sulfatos y carbonatos de sodio, y potasio, nitratos, y fosfatos y boratos solubles, que en general no
representan un riesgo cuando se encuentran en una colección de minerales, aunque los boratos (de
los que unos cuantos gramos pueden ser letales para un niño) tienden a acumularse en el
organismo, y los nitratos unen a una cierta toxicidad la posibilidad, en determinadas circunstancias
de intervenir en la formacion de nitrosaminas, substancias reconocidas como cancerígenas.
Los llamados "metales pesados" son todos venenosos, pero en la naturaleza se encuentran en
general en forma de minerales muy insolubles, y los ejemplares de colección no suelen representar
un riesgo. El plomo es el más importante, por su gran difusión, debiendo adoptarse algunas
precauciones en casos de ejemplares pulverulentos, como suelen ser los de minio, coronadita
(mineral más común de lo que parece) y algunos de cerusita o anglesita. La anglesita es
relativamente soluble en agua (casi un gramo en dos litros), pero se disuelve muy lentamente. La
cotunnita es aún más soluble, pero muy rara. El carbonato de plomo pulverulento, conocido cbn el
nombre de albayalde, equivalente a la cerusita, y utilizado antiguamente para la gfabricación de
pinturas, ha producido muchos millares de intoxicaciones, y cientos de muertes. El riesgo de
intoxicación aguda por plomo puede ser también importante en el caso de beber agua de las
corrientes o filtraciones de una mina, una barbaridad evidente pero más común de lo que se
pensaría a primera vista. La manipulación de compuestos de plomo durante mucho tiempo puede
dar lugar a intoxicaciones crónicas, ya que este metal tiende a acumularse en el organismo.
El talio es un elemento muy peligroso, por su toxicidad aguda y por los riesgos a largo plazo, ya
que también se acumula en el organismo. Sus minerales (como la lorandita, raguinita, pierrotita y
galkhaita) son raros, pero deben manejarse con precaución, sobre todo si están acompañados de
productos de alteración pulverulentos, que se forman fácilmente.
El cadmio es también tóxico, con efectos acumulativos semejantes a los de otros metales pesados,
pero incluso más difícilmente reversibles. El único mineral relativamente frecuente de este metal
es la greenockita, que es ligeramente soluble en agua y además aparece prácticamente siempre en
forma pulverulenta. Aunque este materiall, artificial, se utilizó antiguamente incluso para colorear
jabones, los datos de la bioacumulación de cadmio en los riñones son cada vez más preocupantes,
de modo que también es preferible ser cuidadosos en este caso.
En el caso de la pirolusita, y en general de los óxidos de manganeso, su peligrosidad no está tanto
en su contenido de manganeso como en su acción oxidante y en la posibilidad de que forme cloro
con el ácido clorhidrico del estómago. Su habitual aparición en forma pulverulenta incrementa
también sus riesgos al aumentar su reactividad.
El mercurio representa un caso especial. Sus compuestos solubles son muy venenosos, pero
extremadamente raros en la naturaleza. Sin embargo el propio mercurio metálico es un tóxico
acumulativo por inhalación. Aunque no lo parezca, las pequeñas gotitas de mercurio se evaporan
(muy lentamente, claro está) pudiendo pasar a través de los pulmones al sistema nervioso. Allí se
acumula, pudiendo ocasionar en casos extremos trastornos neurológicos gravísimos e incluso la
muerte. Los ejemplares con mercurio nativo deben guardarse pues en cajas herméticas, y el
cinabrio u otros minerales, limpiarse muy cuidadosamente hasta eliminar cualquier rastro de
mercurio, incluyendo el presente en las grietas, y sellándolas si esto no es posible. El calomelanos,
al alterarse por la acción de la luz, forma mercurio metálico y cloruro mercúrico, también
conocido como "sublimado corrosivo", un producto muy peligroso. Esto debe tenerse en cuenta al
manipular ejemplares antiguos de este mineral.
El selenio es el elemento en el que la dosis indispensable y la que resulta tóxica están más
próximas, siendo la primera sólo diez veces más grande que la segunda. En algunas zonas, su
presencia en la hierba, que lo capta desde el suelo, hace que ésta resulte nociva para el ganado.
Usualmente, los minerales de selenio algo solubles no pasan del tamaño de "micromounts", pero
no obstante su toxicidad debe tenerse presente.
Minerales cancerígenos
Aunque afortunadamente son relativamente pocos, uno de ellos, o más bien una familia, el
asbesto, está muy difundido. El mas peligroso es el llamado "asbesto azul" o crocidolita, pero
ningún componente de la familia está exento de riesgos. El peligro está en el paso a los pulmones
de fibras diminutas de estos minerales, producidas en la extracción o limpieza de ejemplares.
Cuanto más pequeñas son las fibras, mas peligrosas resultan. En consecuencia deben adoptarse
precauciones, evitando procesos como el serrado de piedras en seco, o utilizando mascarillas en
trabajos en minas en las que esté presente este mineral. Debe tenerse en cuenta la existencia de
asbesto "invisible", por ejemplo en ejemplares de serpentina, incluso en los de calidad de talla. Es
preferible que los piroxenos y anfiboles fibrosos (del tipo de la bisolita) estén en cajas cerradas.
Un material peligroso, que debe manejarse con cuidado, es la magnesioriebeckita que acompaña a
los cuarzos azules de algunas ofitas, Dentro del urazo es obviamente inofensiva, pero cuando
forma masas fibrosas deben extremarse las precauciones. Los ejemplares con este material
deberían conservarse en recipientes cerrados, para evital la liberación de partículas al aire.
La carcinogenicidad de los silicatos depende en gran parte de las carecterísticas físicas de las
fibras, de tal forma que otros silicatos también pueden ser peligrosos. La erionita, una zeolita, es
también carcinógena por inhalación, y consecuentemente debe manejarse con cuidado. En algunas
zonas de Turquía se producen muchos casos de mesotelioma por la presencia de esta zeolita en el
suelo, y el uso para el recubrimiento de paredes de materiales que la contienen. No existen
evidencias de que otras zeolitas fibrosas también lo sean, pero aún así, es razonable tener un poco
de cuidado con ellas. Gran parte de los silicatos fibrosos menos comunes no se han estudiado en
absoluto.
En general, respirar polvo de cualquier mineral puede resultar muy nocivo para la salud. En las
minas en activo se toman usualmente las precauciones adecuadas, que deben extrapolarse a las
actividades de recolección de minerales en minas abandonadas, escombreras, etc., y a la
preparación y manipulación de los ejemplares.Algunos derivados de metales como el cromo o el
níquel se consideran como factores de riesgo de cáncer en toxicología industrial. Sin embargo, en
el caso de ejemplares mineralógicos, las especies comunes son extremadamente insolubles o no
están en el estado químico necesario, mientras que las que podrían ser cancerígenas (por ejemplo,
la lopezita) son sumamente raras.
Minerales radiactivos
El uranio es por si mismo un elemento tóxico, afectando especialmente a los riñones, lo que debe
tenerse presente al manejar sus minerales. Además, tanto sus minerales como los de torio
presentan básicamente tres tipos de riesgos debidos a la radiactividad. Estos riesgos son la
irradiación externa, la irradiación interna por ingestión y la irradiación interna por inhalación de
los productos de fisión del radón.
El primer riesgo no suele ser excesivamente serio por varias razones. En primer lugar, una parte
importante de la emisión del uranio y torio es en forma de partículas alfa. Su poder de penetración
es muy reducido, deteniéndolas en su mayor parte una pequeña capa de aire, o una hoja de papel.
Por supuesto, el propio mineral detiene todas las que proceden de su interior. Además, al
disminuir la radiación recibida con el cuadrado de la distancia, simplemente colocando los
ejemplares en la parte más interior de los cajones o vitrinas se reduce mucho la dosis. Evitando
actuaciones evidentemente imprudentes, como coleccionar muestras de tamaño grande y muy
ricas, almacenar muestras duplicadas debajo de la cama, llevarlas en el bolsillo, o convertir la casa
en una "anomalía radiactiva", como cierto coleccionista americano, cuyo desván fue detectado en
una campaña de prospección aérea de minerales de uranio, la irradiación externa no es muy
preocupante.
La irradiación interna por ingestión puede evitarse no comiendo ni fumando mientras se
manipulan los minerales, lavándose las manos después, etc. Como en el caso de la toxicidad, la
solubilidad del mineral, y su grado de división, resultarán también importantes. Afortunadamente,
en este caso muchos minerales con tendencia a aparecer en forma pulverulenta, como la carnotita,
son también muy insolubles.
La emisión de radón puede ser el mayor riesgo de los minerales radiactivos. Este gas es un
producto de desintegración del radio que a su vez lo es de la del uranio. En los minerales primarios
antiguos, estos elementos están en equilibrio, mientras que en los secundarios, más modernos en
general, es posible que el contenido de radio y la emisión de radón sea menor. El torio también
emite radón en su desintegración, pero otro isótopo diferente. El radón es un gas químicamente
inerte, con una vida corta. El riesgo principal aparece cuando se desintegra, dando lugar a isótopos
químicamente muy reactivos y de vida relativamente larga, que se unen a cualquier partícula
presente en el aire (procedente, por ejemplo, del humo del tabaco) y pueden así alcanzar e irradiar
los pulmones. Se considera que esta irradiación es un factor de riesgo importante en la aparición
del cáncer del pulmón. Las medidas de precaución a adoptar pueden ir desde guardar los minerales
radiactivos en lugares ventilados a hacerlo en recipientes herméticos.
Dado que el humo del tabaco actúa de forma combinada con los productos de desintegración del
radón, una forma muy razonable de reducir el riesgo global es dejar de fumar. Si a la reducción de
riesgo se une la estimación del ejemplar de colección (o de los libros, o de los viajes de búsqueda)
que uno puede comprarse cada año con el valor del tabaco que quema, la elección para cualquier
fumador está clara: Pasar a ser ex-fumador.
CARACTERISTICAS DE LOS MINERALES
MACROMINERALES
Azufre:
Función: Necesario para la asimilación de la proteína corporal, importante para el hígado y las
células de la piel y para todo el metabolismo. Es útil en el tratamiento de la piel (eccema,
psoriasis, dermatitis).
Alimentos que lo contienen: Judías, ortigas, queso, huevos, frutos secos, salvado, pescado, carnes
magras, acelgas, cebollas, nabos, coliflor, grosella negra y roja, ajo, ostras, puerro, espinacas, col
rizada, tusílago, eufrasia e hinojo.
Calcio:
Función:Este mineral reconstruye huesos y dientes y colabora en la coagulación de la sangre.
Ayuda a prevenir las hemorragias e inflamaciones y asegura una respuesta normal del músculo y
de los nervios. Ayuda a metabolizar el hierro.
Su deficiencia o carencia puede producir: Dolores en las articulaciones aumento del
colesterol, calambres musculares, nerviosismo, raquitismo, osteoporosis, caries dental, entre otros.
Su exceso puede producir:
Estreñimiento, nausea y dolores abdominales. En casos severos, delirio y estado de coma.
Alimentos que lo contienen: Lácteos (leche, queso, yogurt), espárrago, judía, coliflor, almejas,
remolacha, repollo, zanahoria, apio, almendras, berro, espinaca, cebollas, limones, mandarinas,
bayas de saúco, ortiga, berro, nabo, cabezas de nabos, verduras, alfalfa, equiseto, colinabo, hojas
de frambuesa y semillas de calabaza.
Cloro
Función: Activa y regula la función muscular. Necesario para la digestión normal. Activa las
secreciones y los enzimas gástricos.
Alimentos que lo contienen: Algas kelp, aceituna, trigo integral, queso, col, apio, dátiles, huevos,
endibias, pescado, patatas, ostras, espinacas, cebolla v chucrut.
Fósforo
Función: Se combina con el calcio para formar los huesos, mantiene el sistema alcalino, activa los
enzimas y el metabolismo de las grasas y los hidratos de carbono. Ayuda a la regeneración
celular.
Su deficiencia o carencia puede producir: Huesos y dientes frágiles, fatiga, inapetencia y
propensión a infecciones.
Su exceso puede producir: Dificultad de absorción del calcio.
Alimentos que lo contienen: Manzanas, alfalfa, almendras, cebada, judías, salvado, queso, huevos,
lentejas, hígado, leche, espárragos, col, maíz, apio, coliflor, pescado, higos, centeno, trigo integral,
guisantes, lechuga, espinacas, tomates, uvas, frambuesa, mandarinas, berro, col rizada, lecitina y
todos los productos de la soja, rizoma de lirio.
Magnesio
Función:Fortalece el sistema cardiovascular esencial para la estructura de los huesos y para los
nervios. Activa enzimas necesarios para el proceso digestivo.
Su deficiencia o carencia puede producir: Riesgo de diabetes, fatiga, arritmias, espasmos
musculares y nerviosismo.
Alimentos que lo contienen: Miel, almendras, cebada, acelga, berro, judías, almejas, maíz,
guisantes, ciruelas, higos, uvas pasas, patata, dátiles, chirivías, col verde, diente de león, coles de
Bruselas, plátanos, zanahoria, pescado, bayas de saúco, limones, frambuesa, endibias, ortiga,
alfalfa y berro.
Potasio
Función: Esencial para el crecimiento normal, los músculos sanos y los nervios.
Su deficiencia o carencia puede producir: Debilidad muscular, nauseas, cansancio e insuficiencia
cardiacos.
Alimentos que lo contienen: Alfalfa, judías, aceitunas, salvado, granadas, frutos secos, ciruelas,
patata, apio, uvas pasas, espinacas, cerezas, lechuga, limones, col rizada, verduras de hoja verde
de todo tipo, plátanos, remolacha, col, zanahoria, uvas y mandarinas.
Sodio
Función: Ayuda a los músculos a funcionar y protege los tejidos cuando se pierde agua en el
cuerpo.
Su exceso puede producir: Nausea, presión alta y retención de líquido. Alimentos que lo
contienen: uvas pasas, zanahoria. leche, acelga, nabo, berro, germen de trigo, apio, huevos,
espinacas y cerezas.
MICROMINERALES
Cobre
Función: Necesario para la formación de hierro y hemoglobina. Esencial para la formación de
colágeno.
Su deficiencia o carencia puede producir: Caída del cabello y canas prematuras
Su exceso puede producir: Destrucción del tejido ocular. Las personas con problemas en la vista
deben equilibrar su consumo de cobre con el de hierro, zinc y calcio.
Alimentos que lo contienen:
Judías, hígado, setas, guisantes, verduras de hojas, frutos secos, alimentos de origen marino,
grosella negra y roja, cereales integrales, col rizada, patatas, espárragos, melocotones, salvado y
berro.
Flúor
Función: Protege y preserva los huesos. Interviene en el metabolismo del calcio y el fósforo.
Su deficiencia o carencia puede producir: Aparición de caries dentales y fracturas óseas.
Alimentos que lo contienen: Trigo rojo, remolacha, productos lácteos, col, ajo, espinacas,
alimentos de origen marino, trigo-integral, centeno, y berro.
Hierro:
Función: Necesario para el desarrollo de los glóbulos rojos y para transportar oxígeno a las
células.
Su deficiencia o carencia puede producir: Anemia, cansancio, tristeza, depresión y caída del
cabello.
Su exceso puede producir: Cardiopatías en los hombres, producción de radicales libres y cáncer.
Alimentos que lo contienen: Almendras, miel, coco, remolacha, hojas de remolacha, col rizada,
coliflor, apio, diente de león, acelga, yema de huevo, cogollo de lechuga, hígado, todo tipo de
alimentos de origen marino, dátiles, ciruelas, uvas pasas, berro, naranjas, aves de corral, grosella
negra y roja, frambuesa y hojas de frambuesa, aíbaricoques, perejil, ortiga, alfalfa, capullos de
trébol rojo, judías, habichuelas, copos de avena, amapola, alcaravea, anís, romero, hinojo, salvia,
caléndula y semillas de calabaza.
Manganeso
Función: Esencial para el crecimiento y para la respiración tisular. Favorece los reflejos
musculares. Previene el cansancio.
Su deficiencia o carencia puede producir: Acumulación de colesterol mal en las arterias,
raquitismo, infertilidad
Alimentos que lo contienen: Plátanos, judías, remolacha, salvado, acelga, guisantes, verdura de
hojas de todo tipo, cereales integrales y almendras.
Selenio
Función: Necesario para el pelo, la piel y las uñas saludables, y una ayuda para las membra¬nas
mucosas y los vasos sanguíneos, útiles en caso de agotamiento, impotencia y deficiencias
minerales de tipo general.
Su deficiencia o carencia puede producir: Trastornos en el cuero cabelludo y uñas, trastornos
gastrointestinales y neurológicos.
Alimentos que lo contienen: Cebollas, avena, equiseto, cebada, levadura de cerveza, avena,
germen de trigo y aceite de sésamo.
Yodo
Función: Necesario para la salud y las funciones glandulares de la tiroides. Necesario para el
metabolismo normal.
Su deficiencia o carencia puede producir: Bocio, disfunción tiroides, cansancio, colesterol alto,
aumento de peso, estreñimiento.
Alimentos que lo contienen: Todo tipo de alimentos de origen marino, plantas marinas, salvado,
brócoli, mantequilla, zanahorias, cerezas, cebollas, ajo, higos, setas, avena, almendras, espárrago,
judías, col rizada, apio, acelga, diente de león, yema de huevo, cogollo de lechuga, hígado,
grosellas, ciruelas, dátiles, uvas pasas, berros, naranjas y aves de corral.
Zinc
Función: Es importante para el funcionamiento correcto de la glándula prostática y los demás
órganos reproductivos. Previene el acné y ayuda a la regulación de las glándulas sebáceas
Su deficiencia o carencia puede producir: Debilidad de las uñas y manchas blancas en ellas,
alteraciones en el crecimiento, fatiga, acné y retardo en la maduración sexual.
Su exceso puede producir:
Parece estar relacionado a la enfermedad de Alzheimer.
Alimentos que lo contienen:
Ostras, remolacha, brócoli, germen de trigo, salvado de trigo, leche, yema de huevo, guisantes,
judías, berro, hígado, diente de león, lentejas, semillas, espinacas, pescado, lechuga roja,
manzanas, col y frutos secos.
Minerales peligrosos
Existen minerales que el organismo no necesita, pero que los recoge de los contaminantes
industriales del aire, el agua y de ciertos hábitos nocivos como fumar (el humo de los cigarrillos
contiene no sólo nicotina sino una sustancia tóxica producida por la combustión del papel, los
preservantes, aromatizantes y saborizantes) y que representan un peligro para la salud.
Algunos de estos minerales peligrosos son:
Cadmio:
Deteriora gravemente los riñones y favorece la osteoporosis. Se encuentra en algunos alimentos
marinos (ostras) y en vísceras animales (hígado). Los fumadores lo inhalan en gran cantidad.
Plomo:
Suele proceder de las emanaciones de los automóviles y es absorbido por los pulmones. Las
cañerías de plomo para la conducción del agua y las soldaduras de plomo en las latas de conserva
son también altamente contaminantes. Produce dolores de cabeza, vértigo, insomnio, irritabilidad,
debilidad y anemia.
Mercurio: Es generado de la utilización de combustible fósil, la fabricación de pinturas, los
procesos en las minas y la preparación de la pasta de papel. Igualmente, los compuestos de este
mineral, como
el mercurio etílico, nos llegan por medio de abonos fungicidas en los cereales o a través del
pescado. Su acumulación en el organismo afecta al sistema nervioso.
La mejor protección contra estos minerales peligrosos es consumir alimentos de origen biológico o
con la menor cantidad posible de preservantes y colorantes.
ENFERMEDADES PRODUCIDAS POR MINERALES
1. por inhalación de polvos inorgánicos (minerales): silicosis, neumoconiosis del minero del
carbón y enfermedades relacionadas con la exposición al asbesto (amianto)
2. por inhalación de gases irritantes, humos y sustancias tóxicas en general
3. asma profesional
4. por inhalación de polvos orgánicos
INHALACIÓN DE POLVO INORGÁNICO (MINERALES)
Son frecuentes, siendo la silicosis una de la neumoconiosis más extendida, ya que el sílice está
presente en toda la corteza terrestre. Cada vez las campañas de prevención reducen de una forma
más patente, los riesgos laborales de los trabajadores expuestos.
Silicosis
Es una neumoconiosis caracterizada por la fibrosis pulmonar
difusa secundaria a la inhalación repetida de polvo que
contiene sílice en forma cristalina. Hasta hace pocos años, era
una enfermedad frecuente debido a la gran cantidad de fuentes
de exposición; hoy en día, su prevalencia ha disminuido. La
silicosis aparece cuando se respiran polvos que
contienen sílice libre (SiO2), como el cuarzo, la arena y el
granito (60 por ciento de SiO2). En España destacan las
actividades laborales relacionadas con la minería en general y, en particular, con la de carbón,
plomo, mercurio y tungsteno, los trabajos en canteras y la construcción en obras públicas - muy
desarrolladas durante el período 1950-1970 - y los trabajos relacionados con la industria
siderometalúrgica y de la cerámica. Una de las exposiciones más nocivas es la que sufren los
trabajadores que emplean el chorro de arena en las fundiciones para desincrustar las piezas
metálicas o limpiar las piezas de fundición.
De las diversas teorías patogénicas invocadas, la inmunitaria es la más aceptada, aunque el
mecanismo global no está totalmente esclarecido. Las partículas de sílice serían fagocitadas por
los macrófagos alveolares, los cuales, a su vez, se activarían y estimularían el desplazamiento de
otros macrófagos y células con potencial fibrogénico hacia la misma zona. La recurrencia de estos
fenómenos en forma repetida explicaría el hecho de que la silicosis sea una enfermedad pulmonar
profesional progresiva e irreversible.
Tras la exposición prolongada, las partículas de sílice tienden a depositarse en grandes cantidades
en los alvéolos y, sobre todo, en los nódulos silicóticos, que constituyen la lesión morfológica
característica de esta neumoconiosis. Dichos nódulos, de 2 a 3 milímetros de diámetro y formados
por capas de tejido colágeno dispuestas en bulbo de cebolla, se distribuyen por todo el parénquima
pulmonar, sobre todo en los campos superiores y medios, y pueden calcificarse. Estos hallazgos
corresponden a la denominada forma simple, que puede evolucionar hacia la forma complicada,
también conocida como fibrosis masiva progresiva, caracterizada por masas fibróticas
redondeadas acelulares, de bordes irregulares y diámetro variable (aunque en general superior a 10
mm) y de localización exclusivamente apical. Estas masas tienden a confluir en conglomerados
cada vez mayores. También se han descrito otras lesiones silicóticas, con infiltración celular
intersticial generalizada, acumulaciones intralveolares de material proteináceo PAS-positivo y
escasos nódulos silicóticos concomitantes. Esta forma, denominadasilicoproteinosis, es propia de
exposiciones muy intensas. Los ganglios linfáticos intratorácicos, en especial en los hiliares,
pueden hipertrofiarse y, por último, calcificarse.
Los ganglios hiliares mediastínicos suelen hipertrofiarse (y calcificarse, en cáscara de huevo) en
cualquiera de los estadios radiográficos de la silicosis:
1. Tuberculosis (silicotuberculosis). La silicosis predispone claramente a la infección tuberculosa.
2. Síndrome de Caplan. Se caracteriza por la triple asociación de silicosis, factor reumatoide
positivo e imágenes radiográficas redondeadas, de localización bilateral y periférica, con
diámetros entre 0,5 y 5 cm, que corresponden a nódulos fibróticos reumatoides. Es extensivo a
cualquier enfermedad pulmonar profesional por inhalación de polvos inorgánicos y se considera
que representa la hiperreactividad del tejido pulmonar de los individuos previamente afectos de
artritis reumatoide.
3. Insuficiencia respiratoria, con hipercapnia o sin ella, e hipertensión pulmonar secundaria.
4. Esclerodermia.
5. Hipertrofias ganglionares mediastínicas.
No se dispone de tratamiento para esta enfermedad. La prevención es la única alternativa
potencialmente eficaz y sólo en la medida en que, al cesar la exposición al agente causal, se
interrumpa la progresión de las lesiones de la enfermedad pulmonar profesional.
Neumoconiosis del minero del carbón
Es secundaria al depósito de grandes cantidades de polvo de
carbón en el interior del parénquima pulmonar, afecta
exclusivamente a los individuos que trabajan en las minas de carbón. En España se desconoce su
incidencia, ya que en la práctica no se establecen diferencias con la silicosis. Si los terrenos donde
asientan las minas de carbón contienen sílice, esta neumoconiosis puede estar asociada a silicosis.
Las minas que entrañan el riesgo de provocar esta neumoconiosis son las de antracita y hulla. Esta
modalidad de enfermedad pulmonar profesional, que en su presentación más simple suele cursar
de forma asintomática, presenta las mismas características patogénicas que la silicosis.
Exposición al asbesto (amianto)
Se pueden agrupar de la siguiente forma: a) asbestosis pulmonar; b) lesiones pleurales (placas
hialinas, fibrosis y derrames); c) atelectasia redonda; d)mesotelioma maligno difuso pleural,
y e) carcinoma broncopulmonar. El términoasbesto (amianto) incluye un conjunto de minerales
fibrosos metamórficos (silicatos) caracterizados sobre todo por su indestructibilidad y elevado
punto de fusión. La importancia epidemiológica actual del asbesto obedece a la multiplicidad de
las fuentes de exposición derivada de sus numerosas aplicaciones. Existen dos tipos de exposición:
la industrial o laboral y la no industrial. La primera puede ser propiamente ocupacional, por la
manipulación directa del mineral, o paraocupacional, es decir, por contigüidad al ser manipulado
por otros individuos en el mismo lugar de trabajo. La segunda puede ser, a su vez, doméstica, por
inhalación de las fibras en la propia vivienda tras ser transportadas en la ropa o en el cabello desde
el sitio de exposición por uno de sus miembros, urbana o industrial y por ingesta de diversos
productos (líquidos o sólidos) que contengan el mineral.
La asbestosis pulmonar es la única neumoconiosis propiamente dicha que se produce por la
exposición al asbesto. Se caracteriza por la fibrosis pulmonar que se extiende hasta la pleura
visceral y respeta la hoja parietal. Si la exposición es muy intensa puede aparecer al cabo de pocos
años, aunque por lo general se desarrolla entre los 10 y los 15 años. La asbestosis pulmonar puede
considerarse como la segunda neumoconiosis en importancia después de la silicosis. Las lesiones
microscópicas son similares a las de la fibrosis pulmonar idiopática o secundaria. El macrófago es
el elemento clave en la respuesta celular del huésped frente a la agresión de la fibra de asbesto.
Aunque esta célula fagocita las fibras cortas y las elimina de las vías respiratorias terminales, no es
capaz de cercar y transportar las fibras largas. La fagocitosis incompleta de estas fibras conduciría
a la liberación de enzimas lisosómicas y factores fibrogénicos a partir de los macrófagos. La
sintomatología suele ser escasa y poco específica. El dato clínico más relevante es la disnea,
inicialmente de esfuerzo y, en estadios más avanzados, de reposo. La tos suele ser seca, aunque si
coexiste hábito tabáquico se vuelve productiva. La acropaquia, que puede estar presente en el 50
por ciento de los casos, es un signo específico propio de numerosas enfermedades intersticiales
difusas pulmonares. Por el contrario, los estertores bilaterales teleinspiratorios, que no se
modifican con la tos ni con los movimientos respiratorios profundos, representan el signo clínico
más característico; su localización posterobasal, en particular subaxilar, es típica y se detecta en
más del 70 por ciento de los pacientes. Radiográficamente cabe destacar la existencia de imágenes
lineales irregulares, localizadas con preferencia en los campos inferiores. A medida que la
enfermedad pulmonar progresa, estas imágenes se ensanchan y extienden hacia los campos
medios. Un dato característico de la asbestosis es la frecuente asociación de lesiones pleurales, en
forma de engrosamiento de la hoja parietal, con calcificaciones o sin ellas, relacionadas también
con la exposición al asbesto.
Las complicaciones de la asbestosis son la insuficiencia respiratoria no hipercápnica crónica, cor
pulmonale y la neoplasia broncopulmonar. El efecto carcinogénico de la asociación sinérgica
asbesto-tabaco determina la elevada prevalencia de carcinoma broncopulmonar en los trabajadores
del asbesto que son fumadores. El mesotelioma maligno peritoneal es de menor prevalencia que la
variedad pleural y tiende a asociarse a la asbestosis pulmonar, a diferencia del de localización
pleural, que suele presentarse de forma aislada.
No existe tratamiento alguno, con excepción del uso de medidas de tipo sintomático. Lo más
eficaz, como siempre, es la aplicación rigurosa de medidas preventivas que impidan el desarrollo
de las lesiones neumoconióticas.
Las lesiones pleurales Incluyen placas hialinas, fibrosis y derrames pleurales, que pueden
aparecer de forma aislada o combinada y asociarse a la asbestosis pulmonar. Se localizan en
ambas hojas pleurales, con preferencia en la parietal. Requieren un tiempo prolongado de latencia,
casi nunca inferior a los 20-25 años, y cursan de forma asintomática. Desde el punto de vista
patogénico, se consideran el resultado de la irritación mecánica de las hojas pleurales por parte de
las fibras de asbesto que, tras ser inhaladas, alcanzarían las zonas más periféricas del tejido
pulmonar. Una vez calcificadas, las placas de localización pericostal se visualizan con facilidad y
remedan gotas de cera o adoptan una forma muy típica en semiluna, cuando se disponen sobre una
o ambas cúpulas diafragmáticas. No requieren tratamiento. La fibrosis pleural, de presentación
unilateral o bilateral - y, por lo general, extensa -, está producida por la colagenización del tejido
conjuntivo pleural subyacente y afecta ambas hojas pleurales, en particular la parietal. Elderrame
pleural suele ocurrir durante los primeros años de la exposición. No presenta características
especiales.
Atelectasia redonda (síndrome de Blesovsky). Aunque la exposición al asbesto representa la
causa más frecuente, cualquier reacción pleural inflamatoria con derrame pleural acompañante,
sobre todo de origen tuberculoso, puede ser el origen de este síndrome. Consiste en un nódulo
subpleural periférico, bien delimitado, preferentemente situado en la língula, que puede
acompañarse de discreto derrame pleural. Se especula que podría ser consecuencia de la
compresión sobre el parénquima pulmonar secundaria al derrame pleural original, o de la fibrosis
retráctil pleural que replegaría la pleura visceral.
Mesotelioma maligno difuso de la pleura. Se caracteriza por un tiempo prolongado de latencia,
siempre superior a los 20-25 años, extraordinaria agresividad clínica, gran dificultad diagnóstica y
posibilidades terapéuticas muy limitadas.
INHALACIÓN DE GASES IRRITANTES, HUMOS Y SUSTANCIAS TÓXICAS EN GENERAL
Este apartado incluye una amplia gama de enfermedades, en general, de carácter agudo, aunque
algunas de ellas - como la beriliosis - pueden ser también de presentación crónica. Las sustancias
responsables de estas enfermedades pueden clasificarse en dos grandes grupos: a) gases irritantes
y sustancias sensibilizantes y b) metales.
Los elementos menos solubles, - como el amoníaco -, actúan de forma predominante sobre las vías
respiratorias superiores, mientras que los más solubles - p. ej. óxido nitroso - penetran en mayor
profundidad y son causa de bronquiolitis y/o edema pulmonar. Existe un elevado número de
sustancias sensibilizantes que pueden causar problemas respiratorios al ser inhaladas, casi siempre
de forma fortuita o accidental y tras un corto período de exposición. Los efectos inmediatos
(agudos) suelen consistir en traqueítis, bronquitis y bronquiolitis aguda y/o edema pulmonar de
reversibilidad y pronóstico variables e impredecibles; las consecuencias a largo plazo (crónicas)
son menos conocidas y, cuando aparecen, se caracterizan por un cuadro obstructivo difuso de las
vías respiratorias. La inhalación de humos procedentes de materiales diversos resultantes de la
combustión en incendios puede causar cuadros pulmonares variables (asfixia, edema pulmonar,
broncospasmo, bronquiolitis, intoxicación por monóxido de carbono) dependientes de su
composición fisicoquímica. Algunos pueden provocar incluso lesiones obstructivas residuales de
la vía respiratoria principal. La exposición aguda y masiva al óxido nitroso, observada a veces tras
el almacenamiento de grano en los silos, se denomina enfermedad de los ensiladores. En este
grupo podrían incluirse algunos casos de asma ocupacional, como la debida a exposición al
diisocianato de tolueno, o urbana, como la inhalación de soja (epidemias de Barcelona).
Entre las enfermedad por humos de metales cabe destacar la bauxitosis, laestannosis y
la beriliosis secundarias, respectivamente, a la inhalación de humos producidos por la
manipulación industrial de bauxita, estaño y berilio. La beriliosisadopta dos formas de
presentación clínica: la aguda, a veces muy grave, es infrecuente y cursa con edema pulmonar, y la
crónica, más conocida y extendida, es de carácter sistémico y multiorgánico y de difícil
diagnóstico diferencial con la sarcoidosis.
POLVOS ORGÁNICOS. ENFERMEDADES INTERSTICIALES DIFUSAS DEL
PULMÓN.
Las enfermedades intersticiales difusas del pulmón constituyen un grupo de afecciones en las
cuales las principales alteraciones anatomopatológicas inciden en las estructuras
alveolointersticiales y también, en muchas ocasiones, las pequeñas vías aéreas y las arterias y
venas pulmonares. Se han empleado numerosos términos para describir este tipo de enfermedades.
Uno de los más utilizados es el de enfermedades intersticiales difusas crónicas del pulmón, debido
a que la gran mayoría de ellas tienen una evolución lenta (meses o años). Un término empleado
erróneamente es el de fibrosis pulmonar para reflejar el hecho de que las enfermedades
intersticiales difusas del pulmón pueden conducir en algunos casos a la formación de fibrosis
pulmonar. Actualmente, la terminología más aceptada es la de enfermedades intersticiales difusas
del pulmón, considerándose la clasificación anatomopatológica de Liebow como descriptiva.
La etiología de las enfermedades intersticiales difusas del pulmón es muy variada. En la actualidad
se conocen unas 160 causas diferentes, aunque sólo en el 35 por ciento de los casos es posible
identificar el agente causal. En relación con su etiología, las enfermedades intersticiales se dividen
en dos grandes grupos, como son las enfermedades de etiología conocida, que son las que vamos a
describir por relacionarse con el presente tema, y las enfermedades de etiología desconocida, que
suelen tener más repercusiones sistémicas. Entre las enfermedades de etiología están:
1. Enfermedades producidas por polvos inorgánicos o neumoconiosis, entre las cuales las más
frecuentes son la silicosis, la asbestosis pulmonar y la neumoconiosis de los mineros de carbón, ya
mencionadas previamente.
2. Enfermedades producidas por polvos orgánicos o alveolitis alérgicas extrínsecas, causadas por
la inhalación repetida de partículas orgánicas (proteínas séricas de animales, bacterias termofílicas,
hongos). Las más frecuentes son el pulmón del granjero y el pulmón del cuidador de aves.
3. Enfermedades producidas por sustancias químicas, gases, vapores y aerosoles. Entre las
sustancias químicas cabe mencionar al paraquat (herbicida de amplio uso que resulta muy tóxico
sobre todo después de su ingesta accidental) y las fibras sintéticas, aunque su incidencia es
realmente baja. Diversos gases, humos y líquidos en estado físicamente disperso pueden ocasionar
lesiones en el parénquima pulmonar en relación con la composición del tóxico y con el tiempo de
exposición. Entre los gases destaca el oxígeno, cuya respiración prolongada a altas
concentraciones puede ser tóxica para el pulmón. La acción nociva de gases y vapores tóxicos
depende de la intensidad y la duración de la exposición: los poco solubles (dióxido nitroso, cloro y
fosgeno) producen con facilidad lesiones parenquimatosas, descritas en apartados anteriores,
siendo los vapores nitrosos los más comúnmente inhalados (silos de grano, manipulación de ácido
nítrico). En cambio, los solubles, como el amoníaco, pocas veces causan lesiones
parenquimatosas.
4. Enfermedades producidas por fármacos
5. Radioterapia
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