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sobre Lluís Duch

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MIÉRCOLES 22 DE DICIEMBRE DEL 2010 444 Escrituras Memoria de Tony Judt Un perfil del historiador que impulsó los estudios europeos, desaparecido el pasado mes de agosto y recordado por sus compañeros Páginas 12 a 14 Escrituras Con sir Patrick Leigh Una visita al refugio homérico del gran escritor británico, desde donde conversa sobre Grecia, la lengua o la culminación de su trilogía Página 6 Lluís Duch, maestro heterodoxo Un antropólogo que ha indagado en las estructuras míticas para mejor comprender el devenir humano Páginas 2 a 5 Expuesto Vida entre las flores Una exposición sobre jardines impresionistas trata de cómo se introduce la naturaleza en la ciudad y cómo se coloniza lo rural Páginas 18 a 20
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Page 1: sobre Lluís Duch

MIÉRCOLES22

DEDICIEMBREDEL2010

444

EscriturasMemoria de Tony JudtUn perfil del historiadorque impulsó los estudioseuropeos, desaparecidoel pasado mes de agostoy recordado por suscompañerosPáginas 12 a 14

EscriturasCon sir Patrick LeighUna visita al refugiohomérico del granescritor británico, desdedonde conversa sobreGrecia, la lengua o laculminación de su trilogíaPágina 6

Lluís Duch, maestro heterodoxoUn antropólogo que ha indagado enlas estructuras míticas para mejorcomprender el devenir humanoPáginas 2 a 5

ExpuestoVida entre las floresUna exposición sobrejardines impresionistastrata de cómo seintroduce la naturalezaen la ciudad y cómo secoloniza lo ruralPáginas 18 a 20

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UnmaestroheterodoxoAntropólogo, teólogo, filósofo de la cultura y monje de Montserrat, Lluís Duches un pensador en y de los márgenes, una de las más lúcidas mentes del país y autorde una caudalosa obra que aúna rigor y singularidad, radicalidad y ponderación,compasión y excentricidad, compromiso cívico y heterodoxia. Impugnador de lasmás veneradas latrías del tiempo –así las del mercado, la tecnología, el identitarismoo la misma fe que críticamente profesa–, este francotirador de las ideas ha devenidouna insoslayable voz en el ágora intelectual autóctona. Una entrevista y un análisisde su obra nos acercan un poco a este maestro heterodoxo

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TEMAAlbert Chillón es

profesoruniversitario,ensayista y escritor.Autor, entre otroslibros, de ‘Lacondición ambigua.Diálogos con LluísDuch’, que elpróximo mes deenero publicará laeditorial Herder.También colaboracon Lluís Duch en‘Antropología de lacomunicación’, obraque constará de dosvolúmenes y queeditorial Herderpublicará en el2011 (el primero) y2012 (el segundo)

ALBERT CHILLÓN

Desde los años sesenta ha cultivadounpensamiento relativamente excén-trico y heterodoxo, situado en losmárgenes de la filosofía, la antropolo-gía y la teología: una suerte de filoso-fía de la cultura, en propia confesión.Mi intención ha sido formular unaantropología de cariz filosófico ysimbólico entendida como apolo-gía de lo humano, y netamente dis-tinta de las antropologías socialesy culturales de cuño francés ybritá-nico. Porque creo que el ser huma-no se halla siempre en peligro, yque una de las funciones de la an-tropologíadebería ser su salvamen-to. Se trata de entrar en diálogocon el mundo contemporáneo, yaque ese es el laboratorio con el quecontamos los antropólogos: el cú-mulo de relaciones que entabla-mos los sujetos.

Suele afirmar que el anthropos no tie-ne naturaleza sino condición: es con-tingente y ambiguo, equívoco y limi-tado. Un ‘ser finito capaz de infinito’,como los escolásticos querían, así co-mo una ‘coincidencia de opuestos’.Todosesos rasgospueden resumir-se en la palabra ambigüedad, quees la marca propia de un ser queno posee respuestas a priori, sólopreguntas que suscitan respuestassiempre provisionales. De ahí queel esquema antropológico que usosemueva entre la pregunta y la res-puesta, una vía de acceso a nuestroser que incorpora la contingenciay la duda, la vacilación y la deci-

sión. Nuestra condición adverbial,en suma.

¿Es el problemático equilibrio de lo-gos y mythos –siempre complicados–insoslayable para la salud personal ycolectiva?Evidentemente, porque esa apolo-gía de lo humano a la que aludo de-bería traducirse en una búsquedade la salud personal y común, unacuestión de enorme alcance polí-tico. Pero la coimplicación entrelogos y mythos –entre imagen yconcepto– resulta capital porquesomos un conjunto de facetasinconciliables entre sí, en princi-pio. La vida humana es esa extra-ña, a menudo paradójica conjuga-ción entre lo lógico, conceptual,analítico y experimental, por unlado, y lo mítico, intuitivo, senso-rial e imaginal, por otro. La saludconsiste en equilibrar ambas di-mensiones.

El mundo enfrenta una crisis globalque se manifiesta crudamente en laeconomía, aunque la trasciende concreces. ¿En qué consiste y dóndenace?Este verano publicamos un artícu-lo de opinión escrito a dos manos(El desahucio de las humanidades,enLaVanguardia, 1/VIII/2010) enel que expusimos que la actual cri-sis tiene muchos frentes, uno delos cuales es el patente desahucioque las humanidades están sufrien-do. Aunque están siendo implaca-blemente podados, los saberes hu-manísticos son indispensables tera-

pias para sujetos y colectivos, hoyen día aquejados por un enferma-miento perceptible, por ejemplo,en el aumento de la violencia y enel silenciamientodel auténtico diá-logo, que requiere crítica, plurali-dad, duda y preguntas. Suelo citarla anécdota que cuenta Lao Tsé:cuando el señor de su territorio leencargó el gobierno, le preguntócuál era la primera medida quequería tomar; “La renovación, lacuración de la palabra”, le replicóel sabio. Todo empieza y acaba conla palabra, y por tal entiendo cua-lesquiera expresividades huma-nas, incluidas nuestras facetas éti-

cas y estéticas, amorosas y rela-cionales. Ese es el poliglotismo, elpolifacetismo al que me refiero amenudo.

Los vigentes procederes y sistemaseducativos tienden a relegar las cien-cias humanas y a limar las aristas críti-cas de las sociales, en paralelo a laerosión de la democracia y a la gene-ral deshumanización, como arguyeMartha Nussbaum y usted mismo haescrito.Ese diagnóstico salta a la vista entodos los ámbitos: se está produ-ciendo una galopante degradación

de la convivencia y, en suma, unproceso regresivodedeshumaniza-ción al que la postergación de lashumanidades contribuye sobrema-nera. No aludo sólo a su supresión–algo muy significativo por sí–, si-no ante todo a la mentalidad dequienes la promueven. Porqueesos saberes hoy relegados culti-van nuestro poliglotismo de homi-nes loquentes, la posibilidadde con-vivir en relativa armonía. Su des-trucción se fragua en la primera en-señanza y culmina en la universi-dad, y sin duda provocará una des-estructuración simbólica altamen-te nociva.

Todo indica que ese desahucio de lossaberes críticos coincide con los cultosprofanos a la tecnología y al mercadoque hoy imperan.Así es. En general, los docenteshanopuesto una casi nula resisten-cia a ese desahucio, impulsado porlosministerios y consejerías del ra-mo. La tecnolatría que suele aque-jar a unos y a otros hace las vecesde equivalente funcional de la reli-gión. Y nace, además, de la crasaignoranciade esa necesidadque te-nemos los sujetos de aprender losvariados registros de la condiciónhumana, sin cesar enfrentada almal y la beligerancia, la escasez yla incertidumbre. Y todo ello ennombre de una supuesta moderni-dad genuina, concebida en clavetecnocrática.

Nuestro país no vivió una Ilustraciónni un Romanticismo cabales en su

El ser humano se hallasiempre en peligro, yuna de las funciones dela antropología deberíaser su salvamento

Todas las imágenesde estas páginasdedicadas alpensador catalánse tomaron duran-te un recientepaseo de LluísDuch por la ciudadde BarcelonaFOTOS LISBETH SALAS>

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TEMA

momento. ¿Qué efectos resultande tal carencia?Esa carencia ha sido fatal y siguesiéndolo en múltiples planos: en elpolítico y cívico, en el ético y reli-gioso, en el cultural y universita-rio. Hoy en día vivimos una enor-me confusión. En antropología,por ejemplo, resulta palmario: ca-recemos casi por completo de pre-cedentes, ya que cuando se desa-rrollaron las grandes antropolo-gías europeas –en la segunda mi-tad del siglo XIX– aquí sólo habíaun puñado de folkloristas que ma-nejaban metodologías obsoletas.De modo que no disponemos deese género de reflexión que en Eu-ropa generó la Modernidad. Loque sí tuvimos fueron guerras ci-viles, una barbarie que práctica-mente duró hasta bien mediado elsiglo XX.

El mesianismo, el populismo, la de-magogia y el cinismo conforman unainsidiosa patología que corroe los pi-lares de la democracia occidental, ymuy en particular la que aquí ren-quea.Observo con aprensión la vida pú-blica catalana y española, y me pa-rece evidente que el cinismo con-temporáneo –que nada tiene que

ver con el clásico– es uno de susprincipales ingredientes. La dere-cha actúa con fraseologías de iz-quierda y esta hace otro tanto, am-bas implicadas en una sobrecoge-dora subversión del lenguaje. Aquíse da una muy notable perversiónde la palabra, empezando por lasdeclaraciones de los líderes. Bastaencender la televisión o leer los pe-riódicos para advertirlo. Pero laverdadera democracia no se dejaexpresar con sustantivos, sinome-diante verbos, y se pervierte –co-

mo el símbolo, por cierto– cuandosedapor lograda: esun experimen-to que se valida o invalida en elejercicio de la libertad y la solida-ridad, el humor y la justicia, la pazy la reconciliación. Y debe serloahora y aquí, no en un más allánebuloso. El cinismo, la demago-gia y losmesianismos son losmayo-res enemigos de la democracia,pormás que se valgan de su retóri-ca. Son muchos los ejemplos deque disponemos, aunque en gene-ral no saquemos las consecuenciasdebidas.

El identitarismo ha devenido una delas mayores latrías del tiempo, acasocomo reacción al pandemonio posmo-derno y globalizador. ¿Qué reflexiónle sugiere semejante deriva?El ser humano es en esencia rela-ción, y debe ensayar incesantesequilibrios entre centro y perife-ria.Esta premisa resulta capital pa-ra entender la actual crisis de rela-ción entre Catalunya y España. Apartir deuna comprensión esencia-lista y por completo ahistórica dela identidad y la tradición –de lasraíces, en términos más religio-sos–, desde el centro se pretendeque todo sea centro, ydesde la peri-feria, que todo sea periferia. El cen-tro ha buscado consumar invasio-nes identitarias de la periferia, y es-ta ha respondido con proyectos di-rigidos a la reconversión metafísi-ca de la propia historia. El fruto deello es la imposibilidad de que am-bos polos entablen auténticas rela-ciones, que deberían caracterizar-se por dar no sólo como inevitable,sino como creadora y provechosa,la existencia de sensibilidades dis-tintas.De ello deriva también el au-mento de la crispación, cuyo casiinevitable correlato –en ambos la-dos– es la aplicación de inmiseri-cordes lógicas totalitarias, sobre to-do por parte del más fuerte.

Maximalismos –travestidos de falsaradicalidad– que en nuestro país fo-mentan mandarinatos y camarillasdotados de amplio eco.Se trata, en efecto, de capelletes re-

JOAN-CARLES MÈLICHNo resulta nada fácil presentar enpocaspalabras el itinerario intelec-tual de uno de los antropólogosmás sugerentes y con una obramás personal de nuestro tiempo.En cualquier caso habría que seña-lar que es a partir del año 1995cuando Lluís Duch responde deforma clara y concisa a la preguntaantropológica fundamental: “¿Quées el ser humano?”. Para él, el hom-bre es un “empalabrador” demun-dos.El sentido–así comoel sinsen-tido– de la vida, la humanidad y lainhumanidad de las relaciones queestablecemos con los demás, de-pende de ese “trabajo con la pala-bra” que siempre debería ser unapalabra múltiple. Este es el punto

crucial alrededor del que gira laobra de nuestro autor. Frente aaquellas antropologías que aboganpor un paso del mito al logos, delsímbolo al signo, así como tambiénen contra de aquellas que estimannecesario un retorno de lomítico yque consideran que toda forma deracionalidad es perversa, Duchreitera que es necesaria una an-tropología de la complementarie-dad entre mito y logos, porque lasalud de la vida depende de una(adecuada) tensión entra la pala-

bra narrada y el concepto lógico.Lo inhumano,desde estaperspecti-va, irrumpe en el momento en elquealgunade lasdos formas expre-sivas excluye a la otra, cuando elmito o el logos se imponenunilate-ralmente. Según Duch, el ser hu-mano siempre será mítico y lógicoporque necesita de estas dos for-mas para orientarse (provisional-mente) en su mundo y, al mismotiempo, eludir el caos. No se puededar humanamente respuesta a lapregunta por el sentido de la exis-tencia acudiendo sólo al mito o só-lo al logos, porque es la tensión en-tre ambas la que deja siempreabiertas las preguntas fundaciona-les. Duch advierte del peligro queposeen los finales de trayecto canó-nicos, aquellas teorías, sistemas oinstituciones quepretendendar deuna vez por todas una respuestaconcluyente a la pregunta por elsentido. Hay que desconfiar de losque creen que han cruzado laspuertas del paraíso y que, además,pretenden regresar para mostrar-nos al resto de los mortales cuál esel camino.La logomítica es el término que

aparece por primera vez al final deuna de las obrasmayores deDuch:Mito, interpretación y cultura.Aproximación a la logomítica (Her-der, 1998) y, desde este momento,se convierte en el núcleo alrededordel cual gira todo su pensamiento,en especial suAntropología de la vi-da cotidiana, en seis gruesos volú-menes. El lector se encuentra aquícon una reflexión sobre la condi-ción simbólica de la vida humana,

Unpensamiento sugerente

Unaantropologíade la ambigüedad

El ser humano siempreserá mítico y lógico,porque necesita deestas dos formas paraorientarse en el mundo

Basta ver la televisióno leer periódicos paraadvertir que aquí se dauna notable perversiónde la palabra

Joan-CarlesMèlich esprofesor titular deFilosofía de laEducación de laUniversitatAutònoma deBarcelona. Autorde ‘Ética de lacompasión’(Herder, 2010)

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TEMAgidas por ortodoxias de lo más sa-

cristanesco y clerical –no importaque se expresen anticlericalmentea veces– que cuentan con ubicuapresencia. Estas camarillas y cofra-días actúan como poderes fácticosdecisivos que imponen sus puntosde vista en todos los ámbitos, si ha-ce falta al precio demarginar yhas-ta de silenciar a quienes no acatansus dictados.

¿No es cierto que la principal vía desolución de la presente crisis pasa porla renovación del proyecto ilustrado ydel Humanismo en su conjunto, ya noconcebidos en clave logocéntrica sinologomítica, como usted propone?La noción de logomítica designa lacoincidencia de opuestos que so-mos. La obsesión por ser sólo lógi-cos o bien sólo míticos es una fala-cia, porque logos ymythos son rea-lidades complicadas. Al Romanti-cismo le faltó Ilustración, y a esta,Romanticismo.Ademásde ser épo-cas históricas, tal como suele en-tenderse, ambos conceptos desig-nan vertientes cruciales de nuestracondición. Es menester agregar,por otra parte, que uno de los idea-lesmayores de la democracia occi-dental fue la formación del ciuda-dano, su presencia en la vida priva-da y pública como alguien respon-sable, justo y libre. La crisis globalactual lo es de la democracia y delciudadano mismo, que ha sido re-emplazado por el consumidor, deacuerdo con Zygmunt Bauman. Elsustrato de todo ello esmáshondo,no obstante: una vasta y honda cri-sis gramatical que afecta a todasnuestras instituciones: la política,la religión, la educación, la econo-mía, la familia, la comunicaciónmediática, el ocio… El conjunto delos cauces de socialización que lla-mo estructuras de acogida.

¿Cómo salir de este brete histórico,potencialmente explosivo dado queel Estado de bienestar y la misma de-mocracia resultan cada vezmás insos-tenibles? ¿Qué puede proponer la an-tropología filosófica que cultiva?La reforma del lenguaje a que Lao

Tsé aludía puede parecerles a mu-chos una solución retórica e inge-nua, y sin embargo estoy convenci-do de que sería harto eficaz si hu-biesepersonas dispuestas a aplicar-la más allá de los oropeles del po-der y la gloria, hoy disfrazados detecnocrática eficacia. Reformar ellenguaje implicamuchas cosas. Enprimer lugar, la pacificación y ar-monía de los hablantes que tienena su cargo las distintas estructurasde acogida: las relaciones afectivasy de parentesco (codescendencia);las cívicas, éticas y políticas (corre-sidencia); las culturales y religio-sas (cotrascendencia); y las trans-misiones que la comunicaciónme-diática incluye (comediación). Ensegundo lugar, hacerse cargo de loque el ser humano va siendo en elcursode su trayecto vital: ambigüe-dad y contradicción, incertidum-brey finitud, interioridady exterio-ridad: de ahí que precise lenguajesy traducciones, yque seaun serme-diado y ritual, simbólico y empala-brador, narrativo yético. Finalmen-te, esa reforma del lenguaje impli-ca desvelar la capacidad crítica,ponderativa y discernidora de lossujetos, su aptitud para plantearpreguntas y respuestas siempreprovisionales y responder sí o no,crítica y sabiamente al tiempo. Lasupuesta eficacia tecnocrática nosestá conduciendoal reinode la cre-dulidady lamansedumbremáspri-mitivas y groseras.

¿Cómo, por qué, para qué ser religio-so hoy, cuando el vaticanismo ren-quea y Dios ha dejado de ser una pre-misa?No sé si el vaticanismo ha llegadoa su final, pero sí creoqueel cristia-nismo continúa vivo porque siguesiendo marginal. Bloch decía quelomejorde la religiónesqueprovo-ca herejes. Las religiones, que handado lugar a lo mejor y a lo peor,sólo lo son de veras cuando argu-mentancontra el sistema. Soy opti-mista acerca del futuro de un cris-tianismo profético y relativamentemarginal, no sacerdotal como lo esahora. |

en la que resuenan los ecos deErnst Cassirer, de Helmuth Pless-ner y de Hans Jonas. Somos seresexcéntricos, seres que andamospermanentemente a la búsquedadepuntosde referencia quenos sir-vandeorientaciónpero que, almis-mo tiempo, jamás podemos encon-trar. En otras palabras, por ser ani-males simbólicos, pornopoder elu-dir el trabajo con símbolos, con in-finitasmediaciones, laprovisionali-dad es el estado natural de los se-res humanos y la ambigüedad sumodo de ser en elmundo. Si enMi-to, interpretación y cultura la cues-tión giraba alrededor de la logomí-tica y de la complementariedad delos diferentes registros expresivos,en la Antropología de la vida coti-diana la temática se centrará en lacapacidad simbólica. Siempre quehay humanidad hay símbolo, pero,precisamente por esta razón, siem-pre que hay humanidad existe laamenaza de lo inhumano. Estaidea es central en Lluís Duch. Lohumano no surge con el triunfo yladesapariciónde lo inhumano, co-

mo suele afirmarse, sino todo locontrario. Si somos humanos esporque nunca somos plenamentehumanos, por eso hay que estaralerta frente a los que nos prome-ten estados paradisiacos, en losque la provisionalidad y la ambi-güedadquedandefinitivamente su-peradas.En suAntropología de la vida co-

tidiana Duch reflexiona sobre lasque él llama “estructuras de acogi-da”. Precisamente porque los sereshumanos somos animales simbóli-cos, esto es, finitos, vulnerables, frá-giles, sometidos a incesantes e in-acabables procesos de contextuali-zación, porque no podemos eludirlahistoria y las historias, porque so-

mos herederos de un mundo quenohemos escogidoyporquedesea-mos lo infinito, porque vivimos ex-puestos al azar y a la contingen-cia…necesitamos ser acogidos y re-conocidos. Esta es la función querealizan las tres estructuras de aco-gida: la familia, la ciudad y la reli-gión. (A estas Lluís Duch, en cola-boración con Albert Chillón, le haañadido recientemente una cuar-ta, la comunicaciónmediática, queserámotivo de una obra que en es-tos momentos está en proceso deescritura). La gran crisis que ace-cha almundo contemporáneopue-de explicarse por la fractura de lastransmisiones que siempre y en to-domomento han llevado a cabo lasestructuras de acogida.La antropología de Duch es una

antropologíade la ambigüedad. Pa-ra comprender su planteamientoes necesario pensar que él se sepa-ra tanto de las antropologías opti-mistas (somosbuenospornaturale-za, al modo de Rousseau o Marx)como de las pesimistas (somos in-trínsecamente seres perversos, almodo de Hobbes o Freud). Duchinsiste, una y otra vez, en que cadaser humano es ambiguo, y es en ca-da situación en la que se la juega.Precisamente porque somos seresfinitos con deseos infinitos no te-nemos más remedio que resolverlosdilemasquenosplantea elmun-do “en situación”, de forma apos-teriorística, y, por lo mismo, todarespuesta no puede sino ser provi-sional.Duch pone nerviosos a muchos,

sobre todo a aquellos que necesi-tan verdades tan firmes y segurasque ni lasmás extravagantes supo-sicionesde los escépticos son capa-ces de conmover. En una palabra,este no es un pensamiento paradogmáticosni para fundamentalis-tas, es una filosofía antropológicaque requiere coraje y riesgo. Peroes el precio a pagar por nuestracondición humana, una condiciónque, hay que recordarlo una vezmás, nunca podrá evitar la presen-cia de la contingencia: elmal, la be-ligerancia, la muerte… |

Ni optimista comoRousseau, ni pesimistacomo Hobbes; Duchinsiste en que cada serhumano es ambiguo

BIBLIOGRAFÍASelección de lostítulos mássignificativos dela cincuentenaque incluye laobra de Duch:

Religión ymundo moder-no. Introduc-ción al estudiode los fenóme-nos religiososPPC, 1995

La educacióny la crisis dela modernidadPAIDÓS, 1997.(1ª ed. 1984)

Mito, interpre-tación y cultu-ra. Aproxima-ción a lalogomíticaHERDER, 1998.(1ª ed. 1995)

Antropologíade la religiónHERDER, 2001.(1ª ed. 1997)

Antropologiade la vidaquotidiana(6 vol.)PUBLICACIONS DEL'ABADIA DEMONTSERRAT,1999-2004

Estacionesdel laberinto.Ensayos deantropologíaHERDER, 2004

Un extraño ennuestra casaHERDER, 2007

La paraulatrencada.Assaigsd'antropologiaPUBLICACIONS DEL'ABADIA DEMONTSERRAT,2007

Religiói comunicacióFRAGMENTA,2010


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